Romance de la cava pdf

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JosĂŠ Arroba MartĂ­n-Delgado


“Romance de la Cava” (Anónimo, Siglo XV) Romance Primero De una torre de palacio se salió por un postigo, la Cava con sus doncellas con gran fiesta y regocijo. Metiéronse en un jardín, cerca de un espeso umbrío de jazmines y arrayanes, de pámpanos y racimos. Junto a una fuente que vierte por seis caños de oro fino, cristal y perlas sonoras entre espadañas y lirios. Reposaron las doncellas buscando solaz y alivio al fuego de mocedad y a los ardores de estío. Daban al agua sus brazos, y tentada de su frío, fue la Cava la primera que desnudó sus vestidos. En la sombreada alberca su cuerpo brilla tan lindo que al de todas las demás como sol ha oscurecido. Pensó la Cava estar sola, pero la ventura quiso que entre unas espesas hiedras la miraba el rey Rodrigo. Puso la ocasión el fuego, en el corazón altivo y el amor, batiendo sus alas, abrasóle de improviso.


De la pérdida de España fue aquí funesto principio una mujer sin ventura y un hombre de amor rendido. Florinda perdió su flor, el Rey padeció castigo; ella dice que hubo fuerza, él que gusto consentido. Si dicen quién de los dos la mayor culpa ha tenido, digan los hombres: la Cava y las mujeres Rodrigo.


¿Quiénes eran los visigodos? El origen hay que buscarlo en el norte de Europa, en la Península Escandinava, y concretamente en en la actual Suecia. Eran pueblos, al contrario de lo que se piensa, dedicados a la agricultura, y los mo<vos de su migración hacia el sur es fundamentalmente debido a la búsqueda de <erras fér<les y climas mas benignos para su prác<ca.. Estas migraciones comienzan muy pronto, ya en el siglo I de nuestra era, y sobre todo a par<r del siglo II. Pero la barrera establecida en el río Rhin por una Roma fuerte y poderosa no les deja pasar hacia el este y sur de Europa. Por ello en principio se empiezan a establecer en la actual Polonia. El problema era que ya esos territorios estaban habitados y otros muchos deseaban también colonizarlo. Por ello tuvieron que desplazarse más al sur llegando a las cercanías del Danubio y estableciéndose en los márgenes del rio Dniester y a su oeste, rodeando el mar Negro. En del siglo III la decadencia de Roma estaba en sus comienzos y a par<r del siglo IV es ya patente. En el año 322 el emperador Constan<no llega a una alianza con los godos para defender la frontera del Danubio frente a la Presión de otros pueblos provenientes de las estepas rusas. La progresiva romanización estaba en marcha, aunque sería precisamente esa romanización la que acabaría con el Imperio en algo mas de un siglo. Los godos se convierten al cris<anismo aunque en una versión arriana Y muchos godos ocupan cargos en el propio ejército romano como Es<licón que llego a se jefe supremo del ejército. La debilidad de Roma era patente y estos pueblos exigen cada vez mas <erras y dinero al Imperio. En el úl<mo cuarto del siglo IV, los visigodos se sienten cada vez mas fuertes y poderosos e inician una campaña que devasta la Península Balcánica. La amenaza para el Imperio Romano de Occidente y de Oriente es patente. Los dos emperadores, Graciano de Occidente y Valente De Oriente olvidan sus disputas y se ponen de acuerdo para comba<r al enemigo común. Valente se presenta ante los visigodos con un potente ejército y convencido de su victoria no espera la llegada de Graciano. El rey Alarico derrota a los romanos en Adrianópolis en el 378 y con ello deja a su merced a todo el Imperio Occidental. Poco después el emperador de Roma se ve obligado a firmar un tratado con los visigodos para que defiendan la Península Itálica de las invasiones de suevos vándalos y alanos, concediéndoles su establecimiento en el sur de Francia en el año 409. No tardarían en reclamar los territorios cedidos como propios y proclamar el Reino Visigodo de Tolosa.


1) Marco histórico del romance En el año 409 penetran en Hispania, procedentes de la Galia, los pueblos bárbaros, suevos, vándalos y alanos, que durante años saquearon implacablemente toda la provincia romana. Los vándalos se situaron en la Bé<ca (Andalucía), los suevos en Galicia, y los alanos en la Cartaginense (Murcia). En poder de Roma sólo quedó la Tarraconense (Cataluña y parte de Valencia). Cuatro años después (413) llegan a Hispania por un acuerdo o foedus con el Imperio Romano, como federados del mismo, los visigodos, para ser u<lizados como defensa contra los bárbaros, en la defensa de la única provincia que ya controlaban, la Tarraconense. Los suevos entran en conflicto con los vándalos y estos úl<mos pasan a África fundando un reino en lo que es en la actualidad en norte de Marruecos y Túnez. Los suevos cons<tuirán ahora la fuerza más importante de la Península y pronto querrán apoderarse del resto de Hispania. Ante esta situación los federados visigodos penetran completamente en la Península procedentes de Tolosa y derrotan a los suevos. Pero ya los visigodos no se marcharán nunca de Hispania. Sucesivas oleadas de pobladores irán llagando desde el sur de Francia durante los 50 años siguientes, lo que se incrementará con la caída de Roma en poder de los ostrogodos en el 476 y sobre todo tras ser expulsados del sur de Francia por los francos tras la derrota de los visigodos en Vouillé. Penetran en Hispania entre 225.000 a 275.000 personas. Era evidente su escaso número frente a unos 6.000.000 millones de hispanorromanos que ya habitaban la provincia romana. Es por eso que deciden instalarse en las zonas de menos población de Hispania, Alejadas de los núcleos urbanos importantes de la costa mediterránea y atlán<ca del sur. Como consecuencia poblaron la zona más pobre y de clima más duro, que estaba prác<camente vacía, es decir, la Mesta Central, en torno a los valles de los tres grandes ríos, el Tajo, el Duero y el Ebro. Entre las zonas más ricas y habitables estaba por tanto Toledo, donde establecen la capital del reino. El nuevo reino desplazará defini<vamente la corte desde su an<guo emplazamiento en Tolosa hasta Toledo. Sin embargo esto no supuso, en principio, la igualdad de los dos pueblos que convivían sobre el terreno. El poder polí<co y militar lo tenían los visigodos y por otro lado la separación religiosa era un gran impedimento. Los visigodos eran arrianos y los hispanos


eran católicos de obediencia al Papa. Pero esta situación cambiaría en algo menos de un siglo pues no era mantenible que una población escasa y en cierta manera menos culta mantuviera una superioridad polí<ca y social largo <empo. Tres son los pasos que se dan por tres reyes diferentes y que terminarán homogeneizando a la población. El rey Leovigildo (572‐586) empezó por homologar las legislaciones de godos e hispanorromanos, permi<endo los matrimonios mixtos. Su nieto Recaredo (586‐601) fue más lejos y dio el un paso muy importante convir<éndose al catolicismo y abandonando el arrianismo. Por úl<mo , Chindasvinto (642‐653), con la publicación de Fuero Juzgo como norma jurídica universal para godos e hispanorromanos acabó la labor de unificación.

Leovigildo

Recaredo

Chindasvinto

A pesar de todo el reino visigodo de Toledo tendría una enorme inestabilidad durante toda su existencia. Las luchas civiles entre dis<ntas facciones por el poder, debido en gran parte a la problemá<ca generada por tratarse de una monarquía elec<va, sería a la postre la causa más importante de su ex<nción con la invasión musulmana. La prueba clara de los con<nuos problemas del reino nos la dan los siguientes datos: 1)‐ En unos 200 años que duró hubo 25 monarcas. 2)‐ La media en años por reinado no superó los 7 años. 3)‐ Trece de los vein<cinco reyes acabaron asesinados de forma violenta.


2) El Romance de la Cava, La verdad histórica El protagonista de nuestro romance fue el úl<mo rey godo, D. Rodrigo (710‐711). D. Rodrigo fue elegido tras la muerte del rey WiNza (702‐710) que trató de asociar a su hijo Aguila a la corona nombrándole antes de su muerte gobernador de la provincia más rica, la Tarraconense, para que tuviera muchas posibilidades de, a su muerte, hacerse con el poder. Pero los electores visigodos eligieron a Rodrigo como rey. La con<enda civil estaba servida. El desposeído Aguila envío un mensaje a Tánger pidiendo ayuda para recuperar el trono cedido por su padre WiNza, aunque fuese a costa de ceder algunos territorios en el sur de Hispania sin excesiva importancia. En el año 710 hubo una primera incursión musulmana al mando de Tarik, pero no tuvo consecuencias. Sin embargo, por sorpresa en la primavera del año 711, Tarik, de acuerdo con Aguila, invadió la Península al mando de un un ejército de unos 10.000 soldados, cogiendo desprevenido a Rodrigo que estaba sofocando una sublevación en Vasconia. Con rapidez Rodrigo viajó hasta Córdoba. Allí llegó a un acuerdo con los wiNzanos, pero a la hora de la batalla le abandonaron a su suerte, dejándole solo, traicionándole, y Rodrigo perdió la batalla de Guadalete, y con ella comenzó lo que supondría 8 siglos de dominación musulmana sobre gran parte de Hispania. Esta es la traición a la que hace referencia nuestro romance, aunque su argumento literario cambie o invente situaciones y personajes que en realidad se deben a una visión popular muy presente en todos los romances del siglo XV que, abandonando la tradición épica de los Cantares de Gesta, incurren en una visión lírico novelesca de hechos más o menos históricos. solo,

3) Marco argumental del romance

¿Qué hay de verdad y fantasía en nuestro romance? La protagonista, Florinda, al parecer era hija de un conocido Conde, D. Julián, que algunos autores, como Menéndez Pidal, relacionan con un tal Urbano, noble bereber católico y súbdito del rey godo, gobernante de un condado en el norte de África, que vendría a situarse en la actual Ceuta. El empuje musulmán hace que urbano se someta en el 709 al rey bereber Musa y después ayude a la invasión. La tradición popular por el contrario achaca la desafección del conde a una supuesta venganza contra el rey Rodrigo por haber sido ultrajada por este su hija Florinda. Es esta versión la que pasa a la literatura, primero en los Cantares de Gesta y luego en los Romances.


4) Marco arWsNco literario Menéndez Pidal cree que los cantares de gesta fueron evolucionando y adquiriendo un tono más popular al ser cada vez más breves. Conforme avanza esa evolución popular se va sus<tuyendo el tono épico por una tendencia lírico novelesca.

Pidal afirma: “ los primi<vos Romances consislan en unos cuantos versos sueltos, más o menos recordados y repe<dos por los oyentes de las gestas, que al rodar en la memoria, en la fantasía y en la recitación de muchos individuos y generaciones aflojaban su trabazón……………….y se desarrollaban y añadían, en cambio elementos subje<vos y tradicionales”. Los Romances <enen por lo tanto una evolución desde los Cantares de Gesta, que a lo largo de los siglos XIII y XIV se trasmiten de forma oral, modificándose, y llegan al siglo XV bajo la forma que hoy los conocemos. Los Romances en base a esto podemos clasificarlos en : 1)  Romances populares o viejos: son aquellos a los que nos hemos referido hasta ahora y se dan en el siglo XV. Son todos anónimos y claramente provienen de la popularización de los Cantares de Gesta del los siglos XII y XIII. Se agrupan en ciclos en función del hecho histórico que los origina. Los principales ciclos son: ‐ La Leyenda de D. Rodrigo y la pérdida de España. ‐ El ciclo de Fernán González y los Infantes de Lara. ‐ El ciclo del Cid. ‐ El ciclo de los Romances Fronterizos. 2) Los Romance Nuevos: también llamados arls<cos y que fueron escritos por poetas del siglo XVI hasta nuestros días por autores como Lope de Vega o García Lorca. Es evidente que el romance que nos ocupa pertenece al ciclo de D. Rodrigo y la pérdida de España. Se cree que su fecha de aparición se encontraría en torno a 1450. Su argumento alude a los amores de D. Rodrigo con la Cava (Florinda), hija de conde D. Julián, y su posterior derrota ante los musulmanes como penitencia por su oprobio a la Cava. El estupro come<do por D. Rodrigo tendrá pésimas consecuencias para España y el reino visigodo de D. Rodrigo:


“De la pérdida de España fue aquí funesto principio una mujer sin ventura Y un hombre de amor rendido” D. Rodrigo insiste y consigue forzar a la Cava some<éndola a sus deseos lujuriosos. “ Rodrigo que sólo escuchaba las voces de sus deseos forzola y aborreciola del amor propios efectos La Cava decide frustrada y enfadada con el Rey contar los hechos a su padre, el conocido conde D. Julián y envía una carta secretamente a Ceuta. “La Cava escribió a su padre cartas de vergüenza y duelo, y sellándolas con lágrimas, a Ceuta enviólas presto. D. Julián, herido en su orgullo por los abusos del Rey con su hija, quiere tomar venganza y decide traicionar al rey, facilitando el paso de los musulmanes a España. Envía por ello cartas al rey moro Muza, ofreciéndole su ayuda para pasar a España y derrotar a Rodrigo, y así calmar su sed de venganza. “Embajada es de dolor, dolor para toda España. las cartas van al rey moro en las cuales le juraba que si de él recibe ayuda le dará por suya España. El Romance termina dando por pérdida España “Madre España, ¡ay de N! en el mundo tan nombrada ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ guarnecida de casNllos, y en proezas extremada, por un perverso traidor toda serás abrasada.


5) Conclusión La acción del romance se desarrolla en Toledo en gran parte y el escenario del estupro de D. Rodrigo a la Cava <ene lugar, según la tradición, en el si<o conocido como “baño de la Cava”, a orillas del Tajo. El viejo torreón era el lugar donde los Reyes y cortesanos bajaban al río a refrescarse en los tórridos veranos toledano. Al lado de este torreón, rodeado de naturaleza, exis<ría una alberca donde se desviaban las aguas del Tajo, para servir de placentero baño a los cortesanos. La Cava debía formar parte de las cortesanas que habitaban el Palacio, y junto con otras compañeras deciden ir a bañarse a la misma. Una vez allí D. Rodrigo, escondido tras a vegetación observa a las cortesanas. Es<mulado por la belleza de la Cava abusa de ella. El romance sólo hace dar crédito a la propaganda oficial de echar la culpa de la derrota de los cris<anos y su Rey a la traición de D. Julián y no al mal gobiernos y a las guerras civiles que asolaron con<nuamente el reino visigodo en sus 200 años de vida.


1) Introducción: Han pasado mas de 450 años y como si del túnel del <empo se tratase nos encontramos en 1085, cuando Alfonso VI de CasNlla vuelve a reconquistar Toledo. Tras largos siglos de añoranza, los que se senlan así mismos como herederos de los an<guos godos, expulsados por los árabes, conquista Toledo, y el propio rey al pasar por la an<gua puerta de Bisagra se considera sucesor de la monarquía visigoda, y legi<mo heredero de su monarquía hispánica, unificadora de toda España. Teóricamente esta fecha (1085, finales del siglo XI) hubiese permi<do la construcción de templos lpicamente románicos, en boga durante los siglos XII y primera parte del XIII en el resto de la Península cris<ana y en Europa. Pero esto no sucedió en Toledo. La pregunta es, ¿porqué? La respuesta es bastante sencilla: primero se prefirió reconver<r y consagrar mezquitas musulmanas, reformándolas, antes que decidirse a construir, comprome<endo hombres y dinero en una zona cuyos vaivenes fronterizos con el Islam iban y venían, provocando tremenda inseguridad, y segundo, posteriormente, cuando la frontera estaba ya asegurada, cien años después, con la estabilidad polí<ca y militar garan<zada, nace un es<lo mes<zo, mitad cris<ano en el fondo y la ortodoxia, y mitad musulmán en las formas y los gustos decora<vos. No es pues diqcil de entender el proceso si tenemos en cuenta varios factores: la impresión que la riqueza decora<va y la suntuosidad de los edificios árabes provocó en los conquistadores cris<anos, la presencia de alarifes o albañiles muy hábiles y prepa rados, que coincidía con la escasez de repobladores, por lo que se tuvo que recurrir a la obligación de traer cántabros, vascos y francos, y por úl<mo la u<lización en la arquitectura árabe de materiales baratos y fáciles de acarrear como era el ladrillo de era. Esta nueva arquitectura se denominará arquitectura mudéjar y será el producto de esa fusión. Esta arquitectura tendrá como elementos fundamentales que la definen el uso del ladrillo en muros y decoración, reforzado en lugares necesario como las esquinas de torres y paredes con sillares de piedra, la decoración de arcos y vanos lpicamente árabes como los arcos de herradura, apuntados, mixNlineos, polilobulados, etc, el cruce decora<vo de arcos en fachadas, el uso de yeserías en la decoración interior, los techos de madera ricamente trabajada, y policromada en buena parte de los casos, y mul<tud de formas y pinturas en los dovelas de los arcos, inscripciones, mo<vos vegetales. etc. Todo ello devengará durante los siglos XIV y XV en la proliferación de Iglesias, palacios y conventos que tendrán en el es<lo mudéjar su inspiración y conver<rán a Toledo en la ciudad más rica en monumentos mudéjares de toda España.


El edificio se construyó entre finales del XII y principios del siglo XIII. Reemplazó al templo anterior que en realidad era una mezquita, que a su vez había reemplazado a un an<guo templo visigodo.

Es de es<lo mudéjar en sus comienzos. Su muro es el lpico muro de mampostería en hiladas. Consta de una planta basilical con tres naves, la central más alta que las laterales que le sirven de contrafuerte. El ábside de la nave central fue reformado por Covarrubias en el siglo XVI. Es muy interesante ver mil detalles del edificio donde son aprovechados restos anteriores como columnas, capiteles, dinteles de origen romano y visigodo, con un prác<co sen<do de reu<lización caracterís<co en buena parte de los monumentos toledanos.

Columna y capitel romano.

Detalle del capitel romano de Fpo corinFo


Las pinturas románicas de San Román Mención aparte merecen las pinturas románicas de la Iglesia de San Román. Son las pinturas románicas más meridionales conservadas en España y posiblemente de las úl<mas que se hicieron. Aunque las trazas mudéjares de su exterior no nos hagan suponer la existencia de pinturas murales románicas internamente, no es menos cierto que por la época de su construcción nos encontremos en los momentos finales del es<lo, y por ello no es extraño que se ejecutaran a finales del siglo XII como en otros tantos templos mas al norte e incluso en la propia Toledo . Como toda la pintura románica la finalidad con la que se ejecutaron es fundamentalmente la enseñanza y la catequesis a un pueblo en general analfabeto en su propio idioma y mucho más en la lectura en laln de los textos sagrados. Sólo dos iglesias en Toledo conservan restos de pintura románica: Un pantocrator bastante deteriorado en el Cristo de la Luz y estas de la iglesia de San Román. Las que nos ocupan hoy de San Román podemos fecharlas a finales del siglo XII y en ellas están claramente representadas, aquí también, las influencias árabes y también bizan<nas que empiezan a llegar a España a finales del XII. Fueron tapadas en el siglo XVI y vueltas a descubrir por accidente, durante una reparación, en 1921. En 1940 se despejaron y fueron restauradas. La originalidad de estas pinturas está en su detallismo y, como hemos dicho, en sus influencias árabes y bizan<nas que denotan con claridad su origen mozárabe, como síntesis de todas las influencias. Con relación a los aportes árabes podemos destacar sobre todo los elementos ornamentales de raíz islámica en muchas de las partes de sus paredes y arcos. En las dovelas de sus arcos vemos divisiones, esquemas de triángulo, inscripciones en árabe cúfico, aves, palomas, mo<vos vegetales y geométricos que vienen a demostrar la fusión en Toledo de los gustos árabes y cris<anos representados por la mozarabía. Con respecto a la dogmá<ca cris<ana ya hemos mencionado su función de catequesis y sus muros conservan buena parte de episodios de la Biblia, los Evangelios y el apocalipsis de San Juan. A pesar de haberse perdido el Pantocrator de ábside de la nave central por haber sido sus<tuido en el siglo XVI por un ábside de factura renacen<sta realizado por Covarrubias, quedan muchas pinturas en varios de sus muros, arcos, en intrasdos de los arcos. Los mo<vos fundamentales que se conservan podemos destacar los siguientes: 1) Los rela<vos al Apocalipsis: Sobre este tema se conservan tres grupos de pinturas


a) Los 24 ancianos del Apocalipsis:

b) La Resurrección de los muertos:


3) La venida de Cristo en Majestad bendiciendo, rodado de los tetramorfos o Evangelistas y la Corte CelesNal. Este mo<vo es el que se sitúa en el ábside central de la Iglesia detrás del altar. Sin embargo en San Román tenemos otra imagen, aparte de la desaparecida por la obra de Covarrubias, que representa también a los Evangelistas, justo al final de una de las naves laterales.

4) Adán y Eva en el Paraíso comiendo la fruta prohibida:

5) Imágenes de obispos, autoridades eclesiásNcas, ángeles, dragones:


La torre separada de la Iglesia está asentada sobre el an<guo alminar musulmán. Es de las más fuertes y altas de Toledo y en ella se llevó a cabo el nombramiento del rey Alfonso VIII como rey de CasNlla por Esteban Illan, de la poderosa familia de los Lara, elevando sus pendones en oposición a la familia de los Castro. Es una torre de custro cuerpos. El primero de mampostería en hiladas rematadas en sus esquinas por sillares. El segundo alberga unos vanos abiertos con arcos de herradura enmarcados por arcos polilobulados. El tercer cuerpo de la torres es enteramente de ladrillo y está decorado en sus cuatro caras por una serie de arcos ciegos polilobulodos que apoyan sobre columnillas de mármol policromado. Por úl<mo un cuarto cuerpo, donde se alojan las campañas, en el que se abren vanos mediante arcos apuntados de herradura. Forma todo ello un conjunto armónico de gran belleza.

El museo de la Cultura VisigóNca se encuentra en esta iglesia desacralizada. Se inauguró en 1969 y <ene un enorme valor que no se corresponde con el número rela<vamente pequeño de visitantes que pasan por sus naves. En él podremos disfrutar de mul<tud de piezas y objetos que proceden de Toledo y de Carpio de Tajo donde se descubrió un gran poblado. Piedras labradas, dinteles de puertas, capiteles de columnas, pilas, pequeños altares, nichos esculpidos, cimacios objetos epigráficos, jbulas, monedas, collares, anillos, hebillas y todo Npo de orfebrería, y sobre todo la reproducción de las dos coronas vo<vas del tesoro de Guarrazar

El Tesoro de Guarrazar En este museo vamos a encontrar dos reproducciones de los coronas que fueron regaladas por dos reyes godos a la Iglesia. Corresponden la los reyes Recesvinto y SuinNla que formaban parte de un fabuloso tesoro hallado por casualidad a mediados del siglo XIX en el pueblo de Guadamur. Los visigodos sorprendidos ante el avance rápido de los musulmanes tu‐


vieron que huir precipitadamente de Toledo. En Guadamur los úl<mos descubrimientos de arqueología han desvelado que exisla un palacio de verano de los reyes, y en buena lógica habría una gran capilla. Por las razones que fueran no pudieron llevarse este tesoro en la huida y alguien decidió esconderlo en las tumbas próximas de algún cementerio, pensando que probablemente se recuperarían tras su vuelta. Pero no volvieron en más de 400 años y la memoria del escondite se perdió irremediablemente. Por todo ello la villa de Guadamur, a unos 15 Km de Toledo fue tes<go en 1858 de un episodio que bien podría haber salido de una novela o cuento de aventuras. Una tarde de tormenta un matrimonio de dos aldeanos, María Pérez y Francisco Morales, volvían de sus trabajos en la huerta, cuando al lado del camino vieron que entre la <erra descarnada por las aguas de lluvia, sobresalía lo que parecía ser una tapa de una an<gua piedra que cubría un nicho o tumba. Se acercaron y quitaron la <erra que aún quedaba y corrieron la piedra. Al ver su interior quedaron atónitos.

Allí, abandonados durante siglos, un rico tesoro de coronas, cadenas, cruces y objetos litúrgicos apareció ente su vista. Cegados ante tanta riqueza recogieron todo a toda prisa y se marcharon a su casa. Por ello no repararon en que un vecino de una huerta cercana observaba los acontecimientos muy intrigado. Cuando el matrimonio se marchó, el vecino quiso acercarse al lugar, pero como ya casi era de noche, pensó en volver de madrugada al lugar para ver a plena luz con claridad lo ocurrido. Domingo de la Cruz, que así se llamaba el vecino, salió de madrugada de su casa y con las primeras luces ya estaba en el lugar del latrocinio. Vio que se trataba de una especie de tumba horadada en la piedra y con asombro descubrió que al lado había otro nicho completamente intacto. Procedió a abrirlo y su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió un nuevo tesoro. Dio gracias al cielo porque sus vecinos, presos de la emoción, no habían reparado en ella. Recogió todas aquellas piezas auréas y se las llevo escondidas a su casa, ocultándolas en unas <najas de barro. Francisco, el primer hortelano ofreció algunas de las joyas a varios orfebres toledanos, malvendiendo varias de ellas. La no<cia llegó a oídos de un profesor de la Academia Militar, de origen francés, D. Adolfo Herouart Chevot, que asesorado por el diaman<sta toledano José Navarro, localizaron a Francisco y le compraron las coronas y algunas joyas de las que había vendido en Toledo. Para evitar reclamaciones compraron la huerta al propietario, que no sabía nada de lo ocurrido, con la escusa de construir una villa de recreo. De esta manera, cuando salieran a la luz pública todo el asunto, podrían jus<ficarlo. Navarro restauró las coronas y fueron vendidas al Ministerio de Estado Francés por 100.000 francos, pasando a formar parte del museo de Cluny de París.


Enterado en España de tan importante descubrimiento, el gobierno español fue incapaz de conseguir la devolución del preciado tesoro y sólo recuperó un brazo de la cruz procesional que María Pérez y Francisco Morales aún conservaban.

Tras dos años desde el primer descubrimiento y el fracaso de las excavaciones realizadas en el lugar del encuentro, se habían perdido todas las esperanzas de encontrar algo nuevo. Pero un día Domingo de la Cruz, arrepen<do, el 19 de marzo de 1860, se presentó en las puertas del Palacio Real de Madrid con el propósito de ofrecer a la reina Isabel II una de las coronas que había encontrado aquella mañana. Recibido por la reina, pronto el vecino confesó que aún había dos coronas, no una sólo. El secretario real fue enviado a Guadamur y convenció a Domingo que sería recompensado si entregaba el resto del tesoro. Así lo hizo y Domingo recibió un premio de 40.000 reales y una pensión de 4000 reales anuales. Confesó arrepen<do que también había vendido varias joyas y una paloma de tamaño natural de oro y cuajada de piedras preciosas a modo de vaso eucarís<co. Sin embargo, no acabarían aquí los vericuetos de las coronas visigodas. Depositadas en el Palacio Real de Madrid, el 4 de abril de 1921 fue robadas de la Armería la corona de SuinNla y otra más. Los autores fueron localizados, pero las coronas hasta el día de hoy siguen desaparecidas. Años más tarde, en 1940, con la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, y la subida al poder del gobierno de Petain, la España de Franco el momento propicio para entablar negociaciones para la devolución de las coronas. El embajador Eugenio Dórs firmó el acta de devolución de seis de las nueve coronas que tenía el museo de Cluny de París a cambio de la cesión del retrato de María Antonieta de Velazquez, otra obra de Antonio Covarrubias, otra del Greco y un dibujo de Goya junto con una colección de dibujos franceses del siglo XVI. Resumiendo todo lo expuesto, aparte de bastantes piezas sueltas desaparecidas para siempre, hoy quedaría del tesoro de Guarrazar lo siguiente: 1‐ Tres coronas en el museo de Cluny 2‐ Una corona, una cruz y una gema en el Palacio real. 3‐ Cinco coronas, dos cruces, dos aspas de una cruz profesional que se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional. De todas las coronas conservadas la más importante es la del rey Recesvinto que <ene un aro con treinta zafiros de color azul e intercambiados cuatro perlas en forma de cruz Del aro penden letras con la leyenda “Recesvintus Rex Offeret” Colgando de del centro hay una cruz de origen bizan<no que parece ser fue un añadido posterior para sus<tuir al original.


Coronas y cruces del tesoro de Guarrazar


Hemos hecho esta ruta por lugares que nos recuerdan el pasado visigodo de Toledo. No es una ruta habitual que el turista normal haga en sus paseos y visitas a monumentos de la ciudad Imperial. Los restos visigodos en la ciudad se limitan a dinteles, marcos, estelas funerarias , etc que con frecuencia vemos incrustados en paredes de edificios o reu<lizados en otros lugares. La tradición de los Cantares de Gesta de los siglos XII y XIII pasó luego a nuestra literatura en los Romances en el siglo XV, y no podía ser menos que en el imaginario popular, propio del Romance, ocurriera lo mismo con el tema recurrente de la pérdida de la legi<midad goda, tras la invasión musulmana. Eso es el Romance de la Cava, que como todos los llamados romances viejos es anónimo, y no es diqcil imaginar al ciego o al juglar, frente a unos dibujos ilustra<vos, relatar sus versos por calles y plazas de nuestras ciudades medievales. Mención aparte ha merecido la belleza mudéjar de la iglesia de San Román, hoy desacralizada, perteneciente a la parroquia de Santa Leocadia, y cedida por la Iglesia para ser sede del museo visigó<co de Toledo. No podía tener mejor emplazamiento nuestro museo mezclado con restos romanos, visigodos, árabes y unas pinturas románicas, únicas en la ciudad, y maravillosas por su estado de conservación y originalidad, por su mezcla de elementos románicos, bizan<nos y árabes en su es<lo y composición. Por úl<mo destacar entre todas las joyas arqueológicas que guarda el museo la presencia de la reproducción de la corona vo<va del rey godo Recesvinto, perteneciente al tesoro de Guarrazar, y su increible historia de robos, pérdidas y negociaciones a lo largo del <empo.


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