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Presente, sepaloideo, actinomorfo, formado por seis piezas que ocultan los órganos sexuales cuando la flor está cerrada
A efectos prácticos, en la presente guía hemos preferido simplificar la terminología y usar las siguientes expresiones para indicar el hábito de las plantas: 1) plantas anuales, 2) plantas perennes no cespitosas, 3) plantas perennes laxamente cespitosas y 4) plantas perennes densamente cespitosas.
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Aunque de su apariencia graminoide se pudiera deducir que el aspecto de las ciperáceas es uniforme, la familia contiene especies con hábitos de crecimiento muy diversos: desde plantas anuales de ciclo efímero, como Bulbostylis glaberrima de Kenia y Uganda o Isolepis inconspicua de la región de El Cabo (Sudáfrica), que apenas alcanzan 2 y 3 cm de altura máxima, respectivamente, hasta formas arbustivas de larga vida -caso de Microdracoides squamosa (originaria de Camerún, Guinea, Nigeria y Sierra Leona), Afrotrilepis pilosa (África tropical) y del género Chamaedendron (endémico de Nueva Caledonia)- o lianas que pueden alcanzar 12 m de longitud (Scleria boivinii, nativa de África tropical y Madagascar). No obstante, la mayoría de las especies son hierbas anuales o perennes a través de rizomas subterráneos que, fundamentalmente, responden a dos tipos: a) Rizoma simpódico, cuya yema terminal tiene crecimiento limitado; dicha yema genera un brote aéreo, de cuya base surgen rizomas horizontales laterales que producen, a su vez, nuevos brotes aéreos (fértiles o estériles) verticales y rizomas horizontales. Ello da como resultado plantas más o menos cespitosas (en ocasiones formando macollas) en función de la longitud de los entrenudos. b) Rizoma monopódico, aquel cuya yema terminal tiene crecimiento horizontal indefinido y presenta yemas laterales muy separadas, de las que surgen tallos aéreos fértiles (con flores) y estériles (sin flores) a intervalos más o menos regulares. El resultado es que los tallos están muy distanciados unos de otros, por lo que no forman césped.
Los tallos fértiles son generalmente macizos y tienen los nudos frecuentemente concentrados en la parte inferior. Son habitualmente trígonos, aunque existen numerosos ejemplos de tallos cilíndricos y, en especies extraibéricas, poligonales o más o menos comprimidos e incluso planos. Los ángulos de los tallos trígonos pueden ser de redondeados u obtusos hasta muy agudos, e incluso prolongarse en forma de ala. La ausencia o presencia más o menos densa de expansiones epidérmicas (papilas y/o acúleos) resulta a menudo de utilidad para distinguir especies.
Las hojas suelen ser sésiles, raramente -en especies no ibéricas- estrechadas en la base formando un falso pecíolo (pseudopecíolo) en algunas especies de hojas anchas de los géneros Carex, Cyperus y Mapania. Su aspecto es similar al de las gramíneas, aunque en general de consistencia más rígida que las de estas. Constan de una vaina cerrada que rodea al tallo y de un limbo (=lámina). En el punto de separación entre el limbo y la vaina, en la base de la cara superior del limbo, se encuentra adherida la lígula, una membrana translúcida cuya longitud, anchura, bordes y ápice pueden ser de interés para caracterizar especies. La cara de la vaina opuesta a la inserción del limbo es hialina en su tramo superior y, en ocasiones, su ápice se prolonga formando la denominada antelígula. El limbo foliar es entero y habitualmente linear, si bien existen especies con hojas filiformes o -especialmente en los trópicos- lanceoladas, ovadas, elípticas, obovadas o ensiformes (=isobilaterales; en forma de espada en las que no se distingue entre el haz y el envés). En ocasiones las hojas están reducidas a vainas o tienen el limbo muy corto, como es el caso de los géneros Eleocharis, Trichophorum, Schoenoplectus, Schoenoplectiella, etc. Según el corte transversal, las láminas foliares pueden ser, a grandes rasgos, planas, aquilladas (=carenadas), canaliculadas, revolutas, involutas, plegadas, conduplicadas o enrolladas. Los estomas se encuentran con más frecuencia en el envés (hojas hipostomáticas), pero también numerosas especies los muestran en ambas superficies (hojas anfistomáticas) y, más raramente, solo en la cara superior (hojas epistomáticas). Las hojas pueden ser glabras o más o menos pelosas (pelos siempre unicelulares), lisas o con acúleos y/o papilas en la superficie, en los bordes y/o en el nervio medio.