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3. Proyecto de fundación de Nueva Tabarca
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La isla Plana es una formación isleña ubicada frente a la costa sur de la provincia de Alicante. Se sitúa a casi 3 millas náuticas del sureste del cabo de Santa Pola y a más de 10 hacia el sur del litoral de la ciudad de Alicante a la que pertenece jurisdiccionalmente desde el último tercio del siglo XVIII. El archipiélago tiene una forma alargada, con una superficie total de 30ha y más de 1,5km de largo, presentando un marcado estrechamiento en el centro, confiriendo a la isla principal su característica forma de “ocho”. La parte principal constituye la conocida antiguamente como isla Plana, a la que se le añaden una serie de islotes, la “cantera” conocida así a partir del XVIII la “Nao” al este y la “Galera” al sur, además de diminutos escollos (Pérez, 2016, págs. 48-50).
El clima se caracteriza por ser un clima Mediterráneo con una temperatura generalmente cálidas con inviernos suaves y veranos muy calurosos, así como la presencia de precipitaciones escasas e irregulares (Pérez, 2016, pág. 56), un factor muy importante para tener en cuenta en cuanto a la fundación de una nueva colonia se refiere.
Podemos caracterizar el relieve de la isla como plano en general y rocoso en las zonas próximas a la costa, con forma alargada y presentando dos partes diferenciadas, la parte en la que actualmente se ubica la ciudad, y la parte rural, unidas entre sí por un estrecho itsmo en el que se encuentra la playa principal y el actual acceso por mar a la isla.
Pese a que no hay indicios de que estuviera poblada históricamente, sí que los hay de que pudiera ser refugio de los piratas del Mediterráneo aprovechándose de sus cuevas para guarnecerse. Es para solucionar las incursiones de la piratería, entre otras cuestiones que veremos más adelante, por lo que se propone y se lleva a cabo la colonización de esta isla, que pasaría a llamarse Nueva Tabarca a partir del 1769.
Fig.18. Vista aérea de la isla de Nueva Tabarca. (El norte se encuentra arriba)
Fuente: https://www.plazatio.com/es/noticias/una-utopia-dibujada-nueva-tabarca
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Proyecto de fundación de Nueva Tabarca 2. El proyecto de fundación de la ciudadela fortificada
1. La fundación de Nueva Tabarca
El concepto de fundación ha ido siempre cargado de simbolismo. A lo largo de la historia una fundación era sinónimo de un arduo trabajo de observación y selección del mejor lugar que se revestía, finalmente, de una ceremonia, de un proceso alegórico por el cual algo nuevo nacía de la nada: un enclave, un edificio, una ciudad… No se dejaba nada en torno a esta idea al azar: la situación era la idónea, el nombre tenía un significado y hasta el día de fundación o el día en el que se ponía la primera piedra era importante. Parece que actualmente el día de la inauguración lleva mayor peso mediático que simbolismo, pero no deja de llevar una carga histórica a sus pies.
La historia que está detrás de la fundación de Nueva Tabarca comienza en el año 1741 en la isla de Tabarka, situada al norte de las costas de Túnez. Tabarka, que había sido un importante enclave comercial de corales, de control genovés y mantenimiento español, queda desvinculada de España tras la guerra de sucesión pasando a formar parte del reino de la casa de Saboya, Piamonte-Cerdeña. La isla, que desde comienzos del siglo XVIII se encuentra perdida en un limbo administrativo debido a la falta de interés del reino de Cerdeña por su gobierno, vive unas condiciones de vida insostenibles propiciadas en gran medida por el cuantioso número de habitantes.
En un intento de solucionar este conflicto social, en 1736, los miembros de las familias ilustres proponen enviar el exceso de población de la isla a repoblar Carloforte en la isla de San Pietro, próxima a la costa sur de Cerdeña, dividiendo así la población de Tabarka que contaría con aproximadamente 1.400 habitantes tras la migración a San Pietro.
Fig.19. Nueva planta de la isla de Tabarka (Túnez) anterior a 1731. Biblioteca Nacional de Paría, cartas y planos.
Fuente: Pérez, J. M. (2016). Nueva Tabarca, patrimonio integral en el horizonte marítimo, Pág. 243
Tras el éxodo, la isla sufriría otro golpe más, pues en 1741 el bey de Túnez atacaría Tabarka con el fin de anexionarla a su territorio y por la sospecha de establecimiento de plaza fuerte en la isla por parte del gobierno francés. Sobrevivieron al ataque unos 800 tabarkinos, que fueron tomados como esclavos y que no serían liberados hasta años más tarde, cuando el rey Carlos Manuel III de Cerdeña y el rey Carlos VII de Nápoles (futuro rey de España como Carlos III) llevasen a cabo misiones y negociaciones con el bey.
Paralelamente, el imperio español estaba lidiando con las continuas incursiones de piratas magrebíes en el Mediterráneo a lo largo de la segunda mitad siglo XVIII, lo que frenaba el comercio y suponía un problema social y económico. Con motivo de la reducción de la piratería, Rodríguez de Campomanes solicitó que se fortificase la isla Plana, un islote situado frente a las costas de Santa Pola que, además, ofrecía un claro enfoque estratégico, ya que conformaba una situación clave para el control de las bahías y los puertos de Santa Pola y Alicante.
Los tabarkinos liberados pasarían a formar parte de la nueva colonia en la isla Plana, fomentando, además, el cambio de un enclave exclusivamente militar a uno urbano, haciendo que ambos enfoques conviviesen. La isla Plana comenzó a llamarse Nueva Tabarca homenajeando la procedencia de sus colonos y permanecería hasta nuestros días como isla de Tabarca (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2017, pág. 102).
Así, se puede concluir que la fundación de la población de San Pablo en la isla Plana se debe a dos grandes hechos que se unen en una feliz coincidencia. Por un lado, la necesidad de un puesto estratégico para el control de la piratería en las costas cercanas al Mediterráneo del sur inmediato de Alicante y, por otro, el emplazamiento de los cautivos liberados de Túnez unido a las políticas de repoblación del monarca Carlos III. Sin embargo, pese a que su fundación se pueda entender en este marco de repoblaciones que, como se ha mencionado anteriormente tuvieron lugar predominante en la zona de Sierra Morena, no se debe olvidar que el proyecto tiene un fuerte carácter militar al principio, por lo que podría deducirse que la ocupación popular de la isla por los tabarkinos fue solo una excusa publicitaria para la razón de peso que era guardar las costas mediterráneas y salvaguardar la bahía sur alicantina (Pérez, 2016, págs. 241-262).
Fig. 20. Dibujo titulado “Veue de l’Isole de Tabarque” Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Tabarka
2. Primer plan de ordenación de 1770
La tarea de llevar a cabo el proceso de colonización y el proceso de diseño del nuevo poblado de San Pablo se le daría a Fernando Méndez Ras que en 1766 iniciaría un proceso de toma de datos y levantamiento planimétrico del conjunto de la isla, así como el primer proyecto de torre fuerte en la isla para refugiarse, que se esperaba para establecer algunos pescadores y que nunca legaría a construirse (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2018, pág. 102). Suyos son los planos (así como la autoría del proyecto) de los que hablaremos a continuación y de los que se pueden extraer los conceptos fundamentales, las fases y el devenir que tuvo el proyecto a lo largo de su corta historia.
El primer plano de ordenación data de 1770, almacenado en el archivo Histórico Militar de Madrid en el que se presenta una vista en planta del conjunto isleño y una breve leyenda explicativa de cada parte.
Gracias a las crónicas de Viravens, se sabe que una de las primeras medidas del proyecto fue la construcción de barracas y casas provisionales para albergar a las tropas y a los trabajadores que se encargarían de llevar la construcción de su proyecto, así como una pequeña capilla para cumplir con las labores religiosas (Viravens, 1876, pág. 330).
Se puede hacer una clara distinción entre la parte urbana, donde se colocará el pueblo, las murallas y las fortificaciones y el entorno rural, todo esto representado con distintos códigos de color y que repetirá en todos sus planos posteriores. Pudiendo distinguir entre un cromatismo cercano a la realidad (verde y marrón) para representar los elementos preexistentes de la naturaleza (mar y campo) y el cromatismo de ascendencia abstracta (amarillo y carmín, este último no aparece en este mapa) para designar artefactos que se proyectan (amarillo) y construyen (carmín) (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2018).
Por lo tanto, se pueden ver las primeras ideas del proyecto, en principio militar, pero que, poco a poco, se hibrida con los aspectos civiles, dejándose ver la relación entre medio ambiente, riqueza y comercios propios de la ilustración. En la parte urbana, situada en la parte oeste de la isla, se puede apreciar que proyecta un recinto fortificado capaz de 500 casas (A), un castillo (B), un Revellín (C) y una tenaza doble poblada con cierto número de casas (D) que pasará posteriormente a ser la cantera que abastecerá las construcciones del proyecto.
La parte rural, tendrá a su vez molinos de viento (E), una torre (F) y una guía para navegantes (G) en la punta más oriental de la isla. Distingue también entre diversas plantaciones de árboles (Y) y norias (H) enardeciendo la explotación del medio rural y de los recursos potenciales que puede ofrecer (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2017).
3. Segundo plan de ordenación de 1771
Conforme avanzan las obras, se presenta el nuevo plano de ordenación, de 1771, con un tamaño de 66x37cm y con mayor riqueza plástica y detalle que su antecesor, esta vez centrándose únicamente en la parte de la isla donde se situaría el enclave urbano. En éste, podemos distinguir la ordenación urbana que se propone (y que se está empezando a construir). En comparación con el de 1770, a este se le añaden dos leyendas: una explicativa con letras donde aparecen los edificios y enclaves defensivos (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2017, pág. 103) y otra por números donde aparecen las viviendas y todo lo que tenga relación con ellas tal como la tahona y tinglados provisionales.
Se pueden distinguir las parcelaciones de las viviendas, que se presentan exactamente iguales, factor que sería clave a la hora de entender todo el proyecto, pues la dimensión de la vivienda representa el módulo por el que está diseñado todo el entramado urbano. Hace por tanto hincapié en distinguir todas las divisiones de las viviendas y por definirlas a la perfección en islas, definidas a lo largo de casi toda la leyenda numérica. Las islas o manzanas se compondrían de 24 viviendas con 12 recayentes a un lado y las otras 12 al opuesto.
Viendo el entramado, se pueden establecer similitudes con los enclaves militares urbanos mencionados anteriormente en el análisis de las tramas urbanas del tratado militar de Muller. Así pues, cabe destacar principalmente en el proyecto de Méndez Ras la concordancia de las líneas principales de trazado con los ejes cardinales, encontrándose en la gran plaza central. También se observa cómo se concluyen los extremos de estos ejes con una plaza, a saber, según la leyenda propuesta en este plano del 71: “N” y “Q” (“Plaza primera” y “Plaza 3ª”, respectivamente). Así, al principio y al final del eje E-O, dos cuadrados rectangulares al lado de las puertas de las paredes y, al principio y al final del eje N-S menor, hay dos cuadrados rectangulares frente a los edificios principales: la iglesia (norte) y el castillo de San Carlos (sur). De esta manera, se mantienen los criterios de las perspectivas que empiezan, cruzan y terminan en espacios arquitectónicos e hitos urbanos (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2018, págs. 94-96).
En el plano también se observa cómo se establece una jerarquía de tres viales, siendo los viales principales los coincidentes con los ejes principales del enclave urbano antes mencionados, los viales secundarios (de menor tamaño que los principales) los que separan islas de viviendas y los viales de servicio, de orden menor que los anteriores.
Además, se incluye un detalle de la muralla y se define mejor todo el enclave urbano en general. Podemos distinguir entre las murallas, ejecutadas parcialmente, las puertas de acceso y baluartes, ejecutadas completamente, el castillo y un polvorín por ejecutar, entre otros. Así, se continúan usando los códigos establecidos el año anterior y vemos cómo el carmesí comienza a incluirse señalando las edificaciones ya construidas.
Algo para tener en cuenta y en lo que el ingeniero se asegurará de relatar es la inclusión de numerosas cisternas a lo largo de la superficie urbana. A esto se le suma la excavación de pozos sin éxito, pues no se encontró agua potable (Soler, 2012, pág. 74) debido a la escasa altura que el islote presenta con respecto el nivel del mar.
Se puede ver cómo la inviabilidad del proyecto se hace evidente al no poder adaptarse al clima y a la falta de lluvias, algo que repercutirá en numerosas críticas posteriores. De hecho, en 1771, el científico y marinero Jorge Juan y Santacilia, después de visitar la isla en obras (Sambricio, 1982), señaló los errores que se estaban perpetrando. Según este explorador ilustrado, Méndez "carecía de información teórica para entender que la ciudad está diseñada a partir de las necesidades de la población", ya que "su programa militar era excesivo y contrario, por irreal, a la política de rastrear ciudades a un programa específico", además de haber detectado problemas graves como la falta de agua potable (Soler, 2012, pág. 74).
4. Tercer Plano 1774 y 1775
Ante las posibles dudas y la necesidad de defensa de su proyecto ante la corte, Méndez Ras elabora un plano más detallado de su proyecto. Un documento de mucha más calidad gráfica que su predecesor y de mayor tamaño, contando con 155x54cm. En él aparecen por primera vez vistas cónicas explicativas de su proyecto, insistiendo en la relación entre el comercio, la ciudad fortificada en la que se desarrolla la industria y el trabajo rural. Manteniendo esto presente se puede evidenciar de manera clara en las dos vistas en perspectiva que encuadra en los extremos superiores de su plano.
La vista de levante nos presenta la parte urbana y la parte rural, en la que en un primer plano se nos detalla a los trabajadores del campo, mulas, barcas de pescadores y al fondo una carreta, seguramente para el transporte de mercancías agrarias. Al fondo, la ciudad amurallada y un edificio sobresaliente que se lleva todo el protagonismo del plano urbano, la iglesia, ya construida en aquella época.
En la vista desde la parte de poniente, se ve el enclave urbano desde la perspectiva del islote denominado como cantera, repitiendo las intenciones de la anterior perspectiva relacionando lo rural con lo urbano. Hay que hacer especial mención al grupo de pescadores que el ingeniero muestra (con gran propósito) en primer plano, y que sitúa en varaderos (numerados con el 55 en la leyenda que el ingeniero presenta en estos planos) a los que se adapta en la orografía de la propia cantera. Es importante esto porque se debe recordar que los colonos tabarquinos venían de una gran tradición de pescadores de coral por lo que parece que la mención de lugares para ellos no es simple casualidad.
Méndez Ras continua su código de colores, marrones y turquesa como evocación de la naturaleza y carmín y amarillo para edificios de su proyecto, construidos y por hacer (tema que tratan con mayor detalle y por primera vez Martínez, Pirinu y Banyuls en su artículo: “La fortificación de la isla de Nueva Tabarca, 1769-1779: De la estrategia militar a la táctica del proyecto urbano, de 2017”, artículo que será de gran apoyo en el presente trabajo). Así, puede verse en las perspectivas los edificios ya construidos, destacando todo el entramado de las murallas, un gran número de viviendas y, por supuesto, la iglesia.
Aparece un Revellín perfectamente definido en planta y se aumenta el número de cisternas en respuesta a las necesidades de abastecimiento de agua potable que requería el enclave, incluyendo una en el centro de dicho elemento defensivo. La aparición de nuevas cisternas no es más que la solución técnica que da el ingeniero a la falta de agua potable, principalmente debido a la falta de lluvias, por la que se habían elevado numerosas quejas y que estaban haciendo junto con el factor económico cada vez más inviable el proyecto.
Cabe destacar también la definición que hace de la parte rural dispuesta a levante, dotando al terreno de una evolución en cuanto a detalle y calidad gráfica que su plano anterior. En esta parte se precisan los caminos (número 49 en la leyenda de los planos del 75), excavaciones y canteras de yeso (número 51) y plantaciones de trigo, cebada y barrillas (número 48). Deja así claro su preocupación por el autoabastecimiento de la isla, debido seguramente a las quejas de la corte y de los propios tabarquinos y a lo costoso del proyecto.
La definición de la isla es tal, que respecto al plano de 1771 aumenta la leyenda de 16 elementos que definen las viviendas y 18 hitos militares a 67 elementos, 28 para obras militares, 3 para la explicación de lugares naturales como las playas y calas, 4 arquitecturas religiosas , 4 relacionando y detallando las islas de casas definidas en el plano anterior, 7 espacios públicos e infraestructuras urbanas (plazas y cisternas) y 21 artículos sobre arquitecturas civiles (dotacional, comercial, industrial y naval (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2017, págs. 104-105).
Nuevamente incluye un detalle del perfil de la muralla, esta vez con mayor calidad técnica, dejando ver las partes abovedas en sección, así como definiendo la moldura y las cañoneras.
Aparece ya en la leyenda cómo el islote, anteriormente proyectado como tenaza doble con un número de casas pasa ahora a ser la cantera. Viravens lo explica: “Las obras para la nueva población eran muy costosas; pues el agua y los materiales para las mismas habían de conducirse por medio de embarcaciones, por lo que dispuesto el Ingeniero Méndez que, para evitar el acarreo de la piedra, se extrajese de una cantera que mandó abrir al O. de la Isla” (Viravens 1876: 330).
En conclusión, se puede afirmar cómo el plano conforma un tratado donde se aprecia con suma claridad como se ha ido transformando su proyecto inicial militar en una pequeña ciudadela que, en palabras de Martínez, Pirinu y Banyuls:
“proporciona instituciones y fábricas que obtienen sus materiales de la misma isla, y al mismo tiempo aumentan el número de pozos de Recolección de agua de lluvia, todo ello con el fin de dar incentivos al comercio y asegurar, desde una lógica ilustrada, la correcta explotación de los recursos en un equilibrio virtual entre el campo –la naturaleza– y la ciudad –artificio–” (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2017, pág. 105).
Fig. 24. “Vista en perspectiva del frente del rey de esta plaza, mirada por levante”,”Vista a la caballera de la plaza de San Pablo, mirada por el Norte” y “Vista en perspectiva de la tenaza simple de esa plaza, mirada por Poniente”, vistas extraídas de los planos de 1775.
Fuente: “Plano de la Plaza de Sn. Pablo, y Pobla.on. de la Nueba Tabarca”, F. Méndez Ras (1775). Documentos gráficos cedidos por A. Martínez-Medina
5. Plano de 1779
Finalmente, el último plano, el que más riqueza gráfica expone y el que más define su proyecto data de 1779. En materia de leyenda y, tanto en la planta como en las perspectivas se puede comprender como una copia exacta del plano de 1775, al que se le ha añadido el toque de color característico de la evocación del terreno en las vistas, presentando toques marrones para el entorno natural terrestre y turquesas para el agua. Además, se ha aumentado el ángulo de visión haciendo más rica su composición (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2017).
Lo más destacable de este plano es la inclusión de vistas técnicas, alzados y secciones en las que termina de explicar a la corte lo ambicioso y los aspectos importantes de su proyecto. En la parte inferior izquierda nos muestra una sección barriendo la plaza central de norte a sur, dejando ver la sección del castillo y de la iglesia que, siguiendo la gama de colores utilizada en todos sus planos anteriores, indican que la iglesia estaba ya construida y que el castillo no. Vemos cómo existe una clara intención en la sección de construir el castillo definiéndolo formalmente y dibujándolo en todas sus vistas haciendo destacar su viabilidad como máquina de guerra.
La parte superior izquierda muestra la sección de levante a poniente, también pasando por el eje de la plaza central y que muestra el castillo al fondo, las cisternas y la sección del revellín. En el revellín se marca una clara contradicción (que analizaremos en puntos posteriores a la hora de realizar la reconstrucción del proyecto) entre las vistas propuestas por el ingeniero cuatro años antes – y que calca en estos planos – y la sección dibujada en el 1779. Según los anteriores, así como los perfiles del terreno antes de la intervención sugieren que el revellín está prácticamente a nivel del mar mientras que en la sección muestra como está sobreelevado varios metros sobre éste. Una hipótesis podría ser la de la ambición por definir las cisternas propuestas, ya que recordemos en los planos del 1775 ya había dibujado una sobre el revellín. Sin embargo, dado que el revellín estaba en un inicio planteado para la cota del terreno la excavación de una cisterna a partir de niveles próximos a la cota del mar habría sido fruto de muchos problemas de salinización del agua por lo que a modo de definición de esta no le queda más remedio que elevarla dejando incoherentes los demás planos.
Además, junto con las dos secciones por los ejes principales de la ordenación urbana (E-O y N-S) de la ciudad, añade secciones del terreno como estaba, probablemente para advertir el diseño optimizado que había propuesto con las pendientes de las calles perfectamente adaptadas a las pendientes naturales del terreno, que le sirven a su vez como conducción de las aguas a las cisternas propuestas. Así, junto con la pendiente de las cubiertas de los edificios deja claro la solución de la escorrentía de aguas pluviales. Es un intento de demostración de la calidad de su proyecto combinando las exigencias del programa civil con el del militar y un perfecto aprovechamiento y optimización de la transformación y movimientos de las tierras.
Fig.26. “Perfil de levante a poniente”, “Vista del terreno como estaba”, “Vista por la parte del norte”, “Vista por la parte de levante”, “Perfil de norte a sur”, “Perfil de su terreno”, “Vista de la parte sur” y “Vista de la parte de poniente” vistas extraídas de los planos de 1779.
Fuente: “Plano de la Plaza de Sn. Pablo, y Pobla.on. de la Nueba Tabarca”, F. Méndez Ras (1779). Documentos gráficos cedidos por A. Martínez-Medina.
Fracaso y conclusión
Con la consecución de los planos, cada uno de mayor rigor y calidad que los anteriores, el ingeniero se ayuda de los códigos gráficos establecidos por él, para explicar el alcance de su proyecto y defenderlo ante las continuas quejas de la corte. Sin embargo, ya en la época del segundo plano de ordenación (1774), el gasto de la corona comienza a ser excesivo, y sumado a los informes adversos y a las quejas de los colonos que habitaban en la isla y que no soportaban las condiciones de vida en la utópica ciudad de Méndez Ras llevaron a hacer su proyecto inviable.
Efectivamente, los factores con los que en un inicio no se contaron y que serán motivo de críticas por los viajeros fueron los naturales propios de la isla, tales como el clima, las lluvias, etc. Ejemplo de ello están las palabras del embajador francés Jean-François Bourgoing en 1793, refiriéndose a la isla:
“Durante la administración de Aranda se intentó fundar en esta costa un asentamiento que no respondió a las esperanzas depositadas en él. Gran número de esclavos españoles languidecía en poder de los argelinos en la isla de Tabarka. Carlos III los rescató y les brindo un hogar en una pequeña isla desierta situada al sur de Alicante, que por este motivo recibió el nombre de Nueva Tabarca. La iniciativa era loable pero ha resultado inútil. Cuando negó a esta isla los árboles, la piedra, la tierra y el agua, la naturaleza se diría que la condenó a seguir desierta” (Pérez, 2016, pág. 396).
De hecho, ingenieros como Gaspar Bernardo de Lara, afirmó en 1779 que en la isla:
"la naturaleza había negado todo lo que se consideraba necesario para hacerla habitable, como leña, tierra fértil y agua potable" (Giménez, 2012, pág. 87).
Así, las críticas al proyecto desarrollado, las obras ejecutadas y las condiciones de la isla conversan en la misma dirección: la del desembolso no devuelto que implica mantener el proyecto, el de la dudosa necesidad de una base militar y el de la dificultad de autonomía productiva de la Plaza (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2018, págs. 112-113). En 1782 un nuevo informe, ahora por el valenciano Francisco Pérez Bayer (catedrático de la Universidad de Salamanca), retrató las condiciones de vida en la isla refiriéndose a:
" … el estado de aquellas miserables gentes, faltas enteramente de agua, leña y de todo lo necesario para la vida humana. Sin pan, sin vino, y sin medios para adquirirlo, y aun teniéndolo, sin arbitrio para comprarlo, si no viene el barco de Alicante que diariamente los provee, y en ocasiones suele faltar o retardarse por los vientos contrarios, lo que si sucede se ven en grandes apuros, porque no hay repuestos…” (Pérez, 2016, pág. 384).
Méndez Ras muere en 1782 dejando inconcluso su proyecto que pasa a una fase en la que se decide sobre la ejecución de una torre, fortaleza o fuerte que responda a las necesidades de defensa de la población y de la plaza en caso de ataque, construcción que fue el origen de la inauguración de esta plaza desde 1766 y no había sido nunca ejecutada (Martínez, Pirinu, & Banyuls, 2018, págs. 113-114).
Finalmente, se construiría un fuerte llamado “Torre de San José” en 1793 (construcción que no pertenece a Méndez Ras) en la parte proyectada como rural en los planos de 1769, dejando la ciudad utópica diseñada veinte años antes inacabada y que pasará hasta nuestros días como el recuerdo inconcluso de la ciudad ideal del ingeniero.
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Proyecto de fundación de Nueva Tabarca 4. Nueva Tabarca en la actualidad
Actualmente, la isla de Nueva Tabarca se ha erigido en un destino de gran importancia a nivel turístico con una clara sobreexplotación estacional de sus recursos. Sin embargo, hasta el último tercio del siglo XVIII fue una ínsula prácticamente deshabitada, aunque con una gran valía desde el punto de vista geo-estratégico militar, así como frecuentada de forma habitual por numerosos pescadores, principalmente procedentes de dos poblaciones que rivalizaban celosamente por aquellos “frutos” del mar, como eran Elche, a la que por entonces pertenecía, y Alicante, ciudad a la que administrativamente fue asignada tras su colonización definitiva en 1770, y que aún en la actualidad sigue siendo pedanía dentro de su término municipal (Pérez, 2016, pág. 355).
Así, Nueva Tabarca puede considerarse sin duda un paradigma del patrimonio integral un ejemplo de la cercana relación entre el patrimonio común y la sociedad y que en el caso de este enclave sus habitantes deben saber convivir con el notable patrimonio cultural y natural que este pequeño espacio insular posee (Pérez, 2016, pág. 443).
Nueva Tabarca es declarada como conjunto histórico artístico en el año 1964 atendiendo a la gran riqueza y singularidad de su conjunto basado fundamentalmente en la existencia de una ciudadela amurallada del siglo XVIII. Así se reconoce su particular idiosincrasia relacionada con la insularidad, así como sobre todo existencia de una ciudad de la muralla histórica del siglo XVIII, con una morfología urbana que sigue los planteamientos avanzados de la Ilustración, protegida por un sistema fortificado de gran singularidad, así como numerosos elementos constructivos de sumo interés (Pérez, 2016, págs. 443-444).
Como se ha visto, el proyecto nunca llegó a terminarse según las directrices establecidas por Méndez Ras y, con el paso del tiempo, la degradación y las reconstrucciones han dado lugar a una ciudadela relativamente distinta al proyecto original, si bien todos los aspectos generales están en mayor o menor medida plasmados en la actualidad.
Al atractivo turístico de la isla (el agua, sus costas y calas) se le suma este conjunto histórico y su reserva marina (desde 1986) (Pérez, 2016, pág. 434), prueba de ello son las numerosas fotografías que aparecen en postales y sitios webs, así como los numerosos blogs y fuentes de información sobre el tema.
Tabarca ha sido enclave para la redacción de un Plan Especial en el que se recoge al recinto amurallado dentro del catálogo de bienes y espacios protegidos desde su aprobación provisional en 2009. Los elementos singulares han sido fruto de varias intervenciones de restauración, como la Casa del Gobernador, el cuerpo de Guardia junto a la puerta de San Rafael (norte), la puerta de San Gabriel (este), la iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo, el revellín del lado de levante o diversos tramos de las murallas, todo ello trabajos de restauración y mejora acometidos desde la declaración de Nueva Tabarca como conjunto histórico-artístico en 1964.
Así, en nuestros días y gracias a la yuxtaposición entre elementos culturalmente relevantes y a su singular orografía, Tabarca se encuadra como una visita turística obligada para las gentes del entorno próximo.