GR-282 - COLGADO DE LA MOCHILA

Page 1

GR-282 Artzaintzaren Naturbidea Camino Natural Senda del Pastoreo

DE LA MOCHILA

COLGADO

Viaje a pie y en solitario realizado en 20 etapas entre el 8 de junio y el 8 de julio de 2021.

Itinerario: Arantzazu – Arlaban – Urkiola – Arraba – Izarra – Villalba de Losa –Kobata – Bóveda – San Millán de San Zadornil – Espejo – Langraitz Oka – Okina – Markinez – San Vicente de Arana – Urbasa - Artaza –

Lizarraga – Arruazu – Lizarrusti - Otzaurte – Arantzazu

1 Jose Mari Gu érrez Angulo GR-282 Artzaintzaren Naturbidea Camino Natural Senda del Pastoreo COLGADO DE LA MOCHILA

En GR-282. COLGADO DE LA MOCHILA hay dos relatos diferentes del mismo viaje.

En uno se cuenta una supuesta relación tirante entre la mochila y el caminante en la que los reproches son habituales; sin embargo, al terminar el viaje se citan para una nueva aventura. En este relato se reproduce lo que cada día publicaba en Facebook sobre el viaje que estaba haciendo. Todos los textos de este relato van en páginas pares, recuadrados y con fondo coloreado.

El otro (sin pretender ser una guía para quien quiera realizar el GR-282) relata con más detalle el recorrido que yo realicé. Son 6 “crónicas” del viaje: una introducción más otra sobre cada de los cinco periodos en los que organicé el recorrido; las publiqué en mi blog de viajes 60etatikharagobidaiatzea.blogspot.com.

Los dos relatos están uno junto al otro, aunque claramente diferenciados para no mezclar la lectura de cada uno de ellos.

2

Camino Natural Senda del Pastoreo

Una vieja intención.

Empiezo a caminar. La primera frase de mi cuaderno relata el primer segundo de un viaje a pie y en solitario. Tres palabras para contar el inicio de una travesía de 20 etapas siguiendo el GR-282, el Camino Natural Senda del Pastoreo; son también el comienzo del primer capítulo de un relato sobre una supuesta tirante relación entre mi mochila y yo, el correspondiente al primer día de los 20. Durante el viaje cada día publicaba en mi página de Facebook algo sobre esa relación y unas cuantas fotos de la etapa. Habitualmente lo hacía al día siguiente de haberla realizado, y justo antes de empezar la siguiente. Pero el viaje no empezó con esa primera frase. La intención de hacer el GR-282 era vieja. Cada vez que en alguna salida montañera pasaba por algún punto o algún tramo de su recorrido, se reafirmaba el deseo de hacerlo. Cuando pensaba en hacer algún viaje de varias semanas en solitario, aparecía entre los posibles recorridos. Siempre que hacía una lista de los proyectos para los que no podía dejar pasar mucho tiempo antes de que ya no fuesen posibles para mí, no faltaba el GR-282.

Así que el viaje no empezó con el “empiezo a caminar”. Seguro que no recordaré todos los motivos que alguna vez me pare-

3
GR-282

cieron plausibles para iniciar el camino, pero no dudo de que todos tienen o tuvieron algo que ver con alguna de las sierras o macizos montañosos por los que pasa el recorrido, o con algún lugar concreto de esas sierras, o con la acumulación de momentos agradables vividos y disfrutados en soledad o compartidos con familiares y amistades.

¿Mejor en solitario?

En bastantes ocasiones he realizado rutas montañeras y GRs en compañía o sin ella. La idea inicial para este no era hacerlo en solitario. La falta de tiempo disponible para quienes me hubiesen acompañado; el rechazo a la opción de hacerlo sin interrupciones o, de haberlas, realizarlo en el menor tiempo posible; la consideración de mis posibles acompañantes de que algunas etapas eran excesivamente largas… Todas han sido las razones por las que acabé decidiendo hacerlo en solitario, una manera de viajar por la que he optado en bastantes ocasiones. No lo hago porque la priorice, pero tiene su atractivo.

Dos de las ventajas de viajar solo son que no tienes que forzar a nadie para que te siga y tampoco lo tienes que hacer para que te espere. Tampoco tienes que comprometer a nadie en los momentos de duda; te arreglas solo y tanto el acierto como el error, o incluso el fracaso, son exclusivamente tuyos. Además siempre hay alguien a quien recordar cuando ves o sientes algo que te provoca el deseo de compartirlo, cuando deseas poner en los ojos de las personas a las que quieres o aprecias lo que ves, o que puedan sentir lo que sientes. Todas esas personas viajan contigo aunque no caminen junto a ti, así que no he viajado solo. ¿Estaré equivocado? Siempre

4

he creído que entre la gente que se quiere y se aprecia los sentimientos, aunque no se formulen, son compartidos.

El GR 282

Se podría decir que el Camino Natural Senda del Pastoreo es una ruta circular por montes y sierras que rodean la Llanada Alavesa, pero por el W se alarga hasta la Sierra Salvada, Valderejo, la Sierra de Arcena, la Sierra de Arkamu… Y por el E hasta las sierras de Urbasa, Andia y Aralar. Recorriendo esta Senda del Pastoreo he hollado parte de todos los territorios de Hego Euskal Herria y del norte de Burgos. Traté de encontrar guías en papel, con sus correspondientes mapas. Solo encontré una editada por la Diputación Foral de Álava en la que únicamente se describen, con muy poco detalle, las etapas que transcurren por el territorio, las demás se ignoran; los mapas que

5

tiene tampoco son adecuados para quien esté acostumbrado a utilizar mapas topográficos para orientarse. Mejor información sobre la ruta se puede encontrar en esta página web: https://labur.eus/xz7Rk. Se pueden descargar descripciones de cada etapa, mapas de cada una de las 19 en las que está distribuida la ruta (37 mapas de escala 1:20.000 en su tamaño original), perfiles, tracks, etc. Yo viajé con las descripciones impresas de las etapas, que descargué desde esta página, y con la deficiente (desde mi punto de vista) guía de la parte del GR alavesa. No descargué tracks ni utilicé GPS porque no suelo hacerlo y me fie de la buena balización del GR. Fiarme de ella hizo que en varias ocasiones me saliese de la ruta y alargase algunas etapas. No respeté siempre el recorrido balizado, no hice coincidir siempre mis etapas con las “oficialmente” establecidas, no hice nada para registrar los kilómetros recorridos o los desniveles superados. Sin embargo no creo que la distancia y los desniveles hayan variado mucho respecto a los que oficialmente se asignan al GR 282. Teniendo en cuenta los errores de orientación me habré acercado a los 500 km.

Aunque la idea inicial era hacer todo el recorrido sin interrupciones, algunos compromisos familiares o de otro orden hicieron que interrumpiese el recorrido por dos o tres días en varias ocasiones. Lo he realizado en un mes en periodos de 3, 4 o 5 días. Han sido 5 periodos en total. Lo que sigue son entradas de mi blog "Viajar más allá de los 60" en el que publiqué las crónicas de cada uno de esos periodos. Bueno, realmente no sé si se pueden llamar crónicas, ya que ni seguí “el orden consecutivo de los acontecimientos”, ni es una “información sobre temas de actualidad”.

6

1.- SIGUIENDO AL SOL

Primer periodo: del 8 al 11 de junio de 2021

Itineraio: Arantzazu - Arlaban - Urkiola - Arraba - Izarra

Viajar hacia el W no es peregrinar

Viajar con mochila y a pie hacia el W en el norte de la Península Ibérica supone que en más de una ocasión te confundan con un peregrino camino de Santiago. Más de una vez me lo han preguntado durante este viaje, o me han gritado: “¡buen camino!”, como se acostumbra entre los peregrinos a Santiago. A quienes me preguntaban les aclaraba la ruta que hacía. Lo que no les explicaba es que si lo mio es peregrinaje se parece más al de la canción Piedra y Camino de Atahualpa Yupanqui, y que el “sueño lejano y bello” del que soy peregrino no tiene nada que ver con horizontes utópicos ni con mitos que sirven para afianzar la creencia en ellos.

7

Arantzazu-Arlaban. 08/06/2021

Empiezo a caminar. La mochila me abraza con suavidadporlaespalda.Lasensaciónquemeproduce meanimaparalamarcha.Perodespuésdeunashoras mepidedescansos.

Pasadosdosterciosdejornadaledejodescansary aligerosupeso.Cuandoreiniciamoslamarchayano meabrazaconlasuavidaddelamañana.

Unafuentenosofreceunmomentodepazenloque empezabaaserconflicto.

AlllegaraArlabanlaheabandonadoenelsuelo.Pero tengoqueseguircontandoconella.Creoquedevezen cuando,másamenudoquehoy,tendréquecederasus deseosydarledescansosmásprolongados.

Esperoquemañanavuelvaaabrazarmecomoloha hechohoyenArantzazu.

8

En Arantzazu comencé un recorrido circular de 20 días. Durante los seis primeros no pensaba contradecir al sol; caminaría siguiendo su misma ruta. Lo que no sabían ni él ni quienes me confundían con un peregrino es que después le llevaría la contraria con insistencia, aunque terminaría mi “peregrinaje” cediendo y dejando que me volviese a golpear por la espalda a las mañanas, cuando la niebla y las nubes le dejaban.

Sorpresas por desconocimiento

El primer periodo de los cinco de este viaje me llevó, durante cuatro días, desde Arantzazu hasta Izarra. Al salir del recién estrenado Arantzazu Aterpetxea, donde había dormido (yo fui su tercer cliente, y único aquella noche) observé los generadores eólicos que asomaban por detrás del cercano horizonte dibujado por la sierra de Urkilla. Abandoné Arantzazu descendiendo hasta el valle por el que discurre el río Urkulu en en su corto camino hasta el Deba. No tardé

9

Arlaban-Urkiola 09/06/2021

Hacefrescoalamañana.Elabrazodelamochilame protegelaespalda,peronohasidotansuavecomoel deayer.Pocashoraslehanhechofaltaparaaliarsecon mishombros.Haninsistidoenexplicarmequéeseso delafuerzadelagravedad.¡Yalosé!,leshedicho,pero mehanseguidodandolamurgaconeltema.

Unarodillatambiénmehaqueridodeciralgo,perola heignorado.Comoesbastantemásreservadaquela mochilaysusamigosmehadejadoenpaz.

Creoquevoyaempezaratratardelamismamaneraa esetríoquejica.

10

mucho en estar en medio del bosque ascendiendo entre hayas. El trazado que mis pasos dibujaban reproducía la orografía de las faldas de la sierra de Urkilla. En cada recodo un arroyo atravesaba el camino y lo embarraba, aunque no en exceso. Desde Artasoro, zona de pastos, pude ver cómo iba quedando atrás Arantzazu. Sin embargo en la mayor parte del recorrido de la primera etapa el bosque me rodeaba y me ocultaba referencias visules. De vez en cuando llegaba a mis oídos el sonido producido por las aspas de los generadores eólicos de la sierra de Urquilla, que los tenía muchas decenas de metros por encima de mi cabeza. Me parecía que el mío era un caminar oculto por la vertiente norte de la sierra, a un paso de la muga entre Araba y Gipuzkoa, como si fuese un contrabandista. Había comenzado la Senda del Pastoreo, aunque me parecía improbable que el sendero que seguía hubiese sido habitualmente utilizado para la explotación pastoril. Pero me acabó conduciendo a Deguria o Degurixa, una depresión o un polje en el que hay una zona de pastos. El lugar era desconocido para mí.

11

Urkiola-Arraba 10/06/2021

Lamochilasigueensustrece,exigiendodescansos. Solo en el primer abrazo parece más ligera. Pero tratamosdellevarnoslomejorposible;nosésiseha adaptadoamíosoyyoelqueseadaptaaella.

Hoysehanquejadolospies.Aestoslesdoytodo,así quemehedetenido,losheacariciadounbuenrato,les heprotegidocomomerecían…,yhanreemprendidoel caminoconganas.

12

Degurixa, un valle encajado en la sierra de Zaraia, protegido por las cumbres circundantes y jaspeado de rojo por las cubiertas de las chabolas pastoriles, fue uno de los lugares a los que me prometí volver cuanto antes, y más de una vez para compensar el no haberlo descubierto hasta ahora. No he frecuentado las sierras de Urkilla y Elgea, aunque alguna vez haya subido a alguno de sus montes; tampoco había recorrido los lugares por los que pasa el GR en su primera etapa. En Degurixa decidí parar, decolgar la mochila y descalzarme. Sentado y poyado en un fresno estuve largo tiempo contemplando el alargado valle, sus pastos, sus numerosas dolinas y las construcciones pastoriles de tejados rojos y rodeadas de fresnos. Volveré a Degurixa.

Magníficas atalayas

En el monte hay lugares en los que es inevitable parar por los magníficos panoramas que ofrecen. Ante paisajes espectaculares la mera contemplación satisface, complace o entusiasma. Si además puedes poner nombre a lo que ves porque lo conoces, puedes situar en el paisaje lugares frecuentados por ti, aunque los accidentes geográficos los oculten, y puedes imaginar todo un territorio como si volases sobre él, el placer puede ser mayor.

La mayor parte de la segunda etapa (hasta Urkiola) transcurrió por bosque y apenas podía ver mucho más que lo que me rodeaba de cerca. Al pasar por el pantano de Albina ni siquiera pude mirar el cielo sobre el borde superior de los árboles que cubrían las laderas al otro lado del agua, la niebla borraba el paisaje. Solo al atravesar Oleta pude divisar algo más que lo que tenía cerca; la niebla y las nubes abandonaban el Orixol, pero seguían empeñadas en ocultar el Anboto.

13

Arraba-Izarra 11/06/2021

Creoqueentrelamochila yyonovamosaencontrar una solución totalmente satisfactoria;ellainsisteen tirarhaciaelsueloyyoen avanzarenlamarcha.

Loshombrossevanadaptandoaesapeleaylospies hacensutrabajo.Ladisputayasoloesentrelamochila yyo.Noescontinua;losmejoresmomentossonel primerabrazodeldíaylaseparacióncuandolajornada acaba.

Hoyestábamoscomenzandolajornadacuandoseha producidoelmomentodeldíamássorprendentepara mí: llegando a la cima somital del Ipergorta ha aparecidoantemisojoslaSierraSalvada,enmarcada entrelasladerasdelIpergortaydelGorosteta.Enel hueco formado por estas las paredes de la sierra resplandecíanaloljosatrayendomimirada.Eltirante diálogoentrelamochilayyohacesadohasta,porlo menos,superarelUsategietayllegaralpuentede Arlobi.

Alatardeheliberadoalamochiladetodoloque transportaba;mehedadocuentadequeloquetira haciaabajosondemasiadascosas,nolamochilaensí. Dejaré que descanse pegada al suelo y sin carga duranteelfindesemana.

Verédequépuedoprescindircuandoellunesreinicie la marcha. Espero que entonces su abrazo por la espaldaseatansuavecomoelprimeroenArantzazu.

14

En las otras tres etapas, en cambio, disfrutar de amplios panoramas fue posible a menudo. Al abandonar Degurixa y darme la vuelta en el ascenso de la cuesta de Kurutzebarri tuve enfrente y marcando el horizonte la sierra de Aizkorri, y a la derecha las cumbres de la sierra de Urkilla y los generadores que la pueblan. Al llegar a lo alto en la sierra de Elgea, me asomé a la Llanada; podría haber divisado sierras y macizos a los que en unos días llegaría andando, pero la neblina difuminaba tanto sus siluetas que solo las podía identificar con esfuerzo. A mi derecha la niebla ocultaba el Amboto.

La tercera etapa, entre Urkiola y las campas de Arraba, fue muy generosa en miradores de excepción. Desde el Saibigain, para ver los montes del Duranguesado, lo recorrido los días anteriores y lo que en la tercera etapa faltaba por recorrer. El Atxuri, en el macizo del Gorbea, fue una de las atalayas en las que más tiempo permanecí disfrutando de las vistas. Dos razones tenía para hacerlo: las proi i t l id d d d d é d l i t bi

15

da a la cima (exigente al menos para mi, sobre todo por la carga). Cuando tuve que dejar el camino principal que me traía desde Saldropo no tomé el sendero que sube al Atxuri; no había ninguna señal y seguí por la pista principal. Cuando esta comenzó a descender entre pinos me di la vuelta. Cerca del cruce que debía tomar vi que se acercaban dos montañeros a los que pregunté para asegurarme de que ahora tomaba el camino adecuado. Me invitaron a subir con ellos, porque subían al Atxuri. Pronto me despedí de ellos; la rapidez de su marcha y, sobre todo la carga de mi mochila, no me permitieron seguirles más de diez minutos. Subí despacio, pero el esfuerzo se vio maravillosamente recompensado.

Momentos únicos

Conocía el recorrido entre las Campas de Arraba e Izarra en su totalidad. Sin embargo fue en él en el que disfruté de un momento que dudo que se vuelva a repetir. Llegando a la cima somital del Ipergorta, antes de superar un pequeño resalte en las cercanías del Go-

16

rosteta, vi entre las laderas del Ipergorata y del Odoriaga los acantilados de la sierra Salvada. Destacaban sobre el resto del paisaje con una sorprendente claridad. Lancé una exclamación de asombro y me detuve para contemplar algo que me pareció espectacular. Las paredes de la sierra entre el puerto de Orduña y La Ponata aparecían enmarcadas por la niebla debajo de ellas y un cielo azul con nubes ligeras y de un leve tono rojizo por encima. El sol las iluminaba y resplandecían atrayendo mi mirada. Di unos pasos más y el panorama se agrandó: detrás del Ipergorta y del Oderiaga se dibujaba una línea con las sierras de la Carbonilla y Montes de la Peña, Salvada, Gibijo, Arkamu… Peña Karria, más atrás aún, se veía también iluminada. No digo que lo que vi no sea habitual, pero coincidir en aquel lugar y con condiciones atmosféricas similares no será fácil que me vuelva a ocurrir.

Hospitalidad inesperada

En Urkiola pensaba dormir en el amplio refugio que hay al NE del santuario. Un cartel en la puerta avisaba de que solo es para servicio diurno y que se cerraba entre las 18:30 y las 09:00. Pregunté en abadeen etxea. Félix, que con su mujer atienden la casa, el santuario y sus propiedades cercanas, me recibió con un gesto que por el Covid hace tiempo apenas practicamos: un fuerte apretón de manos, una gesto que transmite mucho más que el roce de codos o llevarse la mano al pecho, que permite adivinar la medida de la confianza que se te ofrece y que acerca y une.

A pesar del cartel de la puerta el refugio no se cierra, pero me ofreció el albergue que tiene el santuario, con literas, cocina y servicios sanitarios. Me lo enseñó y me dejó las llaves. Antes de irse me hizo

17

g y g plora en la fuente de Santa Apolonia; la invitación: pasar por abadeen etxea a la mañana siguiente para desayunar, no importaba la hora. Después de ducharme, cuando salía del albergue para a ir a la ermita y fuente de Santa Apolonia, había tres ciclistas a la puerta que parecían con ganas de entrar. Me explicaron que habían subido desde Durango. Uno de ellos iba con el brazo derecho escayolado, era Mauri Imaz. Lo que estaba haciendo Imaz se trataba de un reto para conseguir donantes de médula ósea para niños con cáncer: subir desde Durango a Urkiola 365 días seguidos. De vez en cuando, sobre todo los fines de semana, le acompañan otras personas; más desde que que se hizo una fractura en el brazo. El 12 de octubre termina el reto.

‒¿Te importa que entremos a ducharnos? ‒me dijeron‒. Félix nos deja la llave y si en el albergue no hay nadie solemos hacerlo. ‒Por supuesto; esto es mucho más vuestro que mío, que solo soy un visitante esporádico. Quien recibe la hospitalidad soy yo ‒les dije.

18

algo y abandonar el albergue llamé a la puerta de abadeen etxea. Félix me hizo pasar a la cocina. No me ofreció un café sino un desayuno completo.

‒Mira ‒me dijo‒, acabo de arrancar del calendario la hoja de hoy. Habla de lo que hacemos aquí, de hospitalidad. Me la dió a leer. El texto explicaba que la hospitalidad hunde sus raíces en África y recogía varios proverbios. Uno tuareg me llamó especialmente la atención: “Al enemigo puedes devolver todo el mal

19

que te hizo, menos privarle de hospitalidad”. Con el permiso de Félix me llevé la hoja.

Nos dimos a conocer mutuamente en lo que tres cuartos de hora de conversación puede dar de sí. Cuando quise pagar la tarifa habitual por el alojamiento no me quiso cobrar, pero a cambio me pidió que volviese de visita algún día. Prometí hacerlo. Cuando escribo esto ya he cumplido la promesa.

Terminé el primer periodo, de cuatro etapas, en Izarra. Lo celebré con dos cervezas, una nada más llegar y otra con mi hermano Jesús cuando llegó para llevarme a casa.

20

2.- CERCA DE CASA

Segundo periodo: del 14 al 16 de junio de 2021

Itineraio: Izarra – Villalba de Losa – Kobata – Bóveda

El lunes 14 de junio retomé la Senda del Pastoreo con la intención de llegar al extremo occidental del recorrido y comenzar a llevar la contraria al sol por las mañanas. El fin de semana tenía un compromiso familiar, pero si el viernes llegaba hasta Espejo ya habría terminado todas las etapas que pasan por Bizkaia y Burgos; hasta no llegar a la sierra de Andia no caminaría de nuevo hacia el W. Las previsiones del tiempo no eran halagüeñas y, en buena medida, terminaron cumpliéndose.

Sierras y lugares conocidos

El territorio que tenía previsto recorrer durante la semana era conocido para mi: la sierra de Gibijo, la parte más oriental del valle de

21

Izarra-VillalbadeLosa 14/06/2021

Nosésipormiedoaquedejedecontarconella,aque enlaetapanohemostenidoqueaguantarnosen subidasdurasoprolongadas,oaqueherenunciadoa algomásdeunkilode"porsiacaso",entrelamochilay yonohahabidodesencuentros.

Duranteelfindesemanaheflirteadounpococon otra,conlaquehabíarealizadounascuantastravesías enPirineos.Leveíaunaventaja:10litrosmásde capacidad.Perohabíadospegasincuestionables:se aliabaconmásdecisiónconlafuerzadelagravedad parahundirmeenelsuelo,ynoseadaptabaami espaldaconlaprecisióndeunabrazo.Lamochilaque meacompañaenesteviajepuededejardetemeraque nocuenteconella.

Elprimerabrazodehoyhasidosuave.Ellaseha adheridoamísinbrusquedad.Hemosempezadola jornadaascendiendoalAltodelCorral.Subidasuave. La presión contra mi espalda ha sido liviana. Ni siquieralaheapoyadoenelsuelomientrasmehe detenidoparacontemplardesdeelAltodelCorralla SierraSalvada,ladeArkamu,ladeGibijo…Elrestode lajornada,casisiempreporsenderosyaconocidos,el contactohaseguidosiendoamable.Sólodespuésdeun prolongadodescansoenBerberanasenoshahecho largalapistaagrícolaentreMúritayVillalbadeLosa.

22

Losa, la sierra Salvada, Peña Gobea, Valderejo y los pueblos de San Zadornil. Pero no llegué a Valderejo; terminé este periodo en Bóveda y el jueves volví a casa.

La primera etapa me llevó hasta Villalba de Losa. Ascendí desde Izarra hasta el Alto del Corral desde donde pude recorrer con la vista todo el borde de la sierra Salvada por el que pasaría al día siguiente. Antes tendría que atravesar la sierra de Guibijo hasta la cascada del Nervión y el Monte Santiago para descender luego a Berberana.

A partir del Monte Santiago el bosque cambia, no es ya como el que hasta aquí había sido habitual durante las primeras etapas. Al salir del hayal abundan los espinos y acebos que el ganado ramonea dejando en los segundos figuras curiosas en forma de cono. Más abajo el paisaje se adehesa y abundan las encinas, algunas con troncos bien gruesos.

En Berberana pensaba comer un menú en el restaurante Amparo, pero estaba cerrado; el Coronavirus había provocado el cierre temporal (en el mejor de los casos) de muchos locales de hostelería. Opté por comer unos frutos secos junto a la iglesia y sestear un rato

llalbadeLosa-Kobata 5/06/2021

Unpardeerroresdeorientaciónmehanobligadoa retroceder al comenzar el camino; hasta llegar a Zaballa mi cabeza ha estado más ocupada en reprocharme los errores que en el diálogo con la mochila.

Después,enelsextodíaderutaporelGR-282,he descolgadolamochilademishombrosenmuchas ocasiones.Yocaminandoyelladejándosetransportar recorríamos tramos no muy largos. Paraba para contemplaralgúnpueblooalgúnpaisajenuevopara mí,oparavolveraadmirarlassiemprehermosasvistas desdelascumbresdelaSierraSalvada.

EnMijalaherecogidodosfósilesqueheguardadoen lamochila.Nosehaquejado,peroantesdeiniciarla ascensiónalTxolopeloshedejado,porsisupesofuera el que superase el umbral de lo que la mochila considerarazonable.

Despuésdedoshorasymediadedescansoenlafuente deIturrigorrinoshemosdadounnuevoabrazoy…, hastaKobata.

Hoylaheliberadodelsaco,laesterillaylafundade vivacantesdedejarlaadescansarjuntoalaqueserá micamaenunpequeñoporchedeunrefugiocerradoy descuidado, en el que apenas quepo tumbado. La mochilaprotegerámicaraporelladomásexpuesto,así queyotambiénlaheprotegidodelalluviaquenos puedellegardeacabarproduciéndosetormentas.

24

antes de seguir hasta Villalba de Losa.

A partir de Villalba disfrutaría de la sierra Salvada, con menos prisa que nunca, antes de volver a atravesar el valle de Losa por Barriga y Fresno de Losa para llegar luego a Bóbeda.

Sierra Salvada, mirador incomparable

Conocer la sierra y haberla pateado a menudo me daba la tranquilidad suficiente para no apresurarme; sabía que el día me daba horas de sobra para llegar a Kobata. Entre Txarlazo y el Tologorri me detuve en cada cumbre para admirar desde cada una de ellas todo el alto Nervión. Desde el Txolope y el Solaiera centré mi atención en Orduña y La Junta de Ruzabal; me detuve sobre todo en observar Lendoño de Abajo y, aquí, el barrio Elizalde y el caserío familiar. En el Bedarbide miré hacia el polígono industrial de Saratxo. Era imposible distinguir a simple vista el piquete de trabajadores y trabajadoras de Tubacex a la entrada de la factoría de Amurrio. Sin embargo, su lucha era el acontecimiento más importante de Aiaraldea para cualquier persona que tenga como uno de sus valores prioritarios la solidaridad de clase. Llevaban 124 o 125 días de huelga, una huelga que enfrentaba ‒y siguió haciéndolo 110 días más‒a la plantilla de las plantas de Tubacex de Laudio y Amurrio con una patronal codiciosa, prepotente y tozuda. Toda la comarca apoyaba la reivindicación y las movilizaciones de una plantilla unida en la lucha y se unía a ellas, aunque las instituciones locales gobernadas por los mismos partidos coaligados en el ejecutivo de la comunidad

25

Kobata-Bóveda 16-06-2021

Cuando rehago la mochila por las mañanassiempremeparecequehaceesfuerzospara contraerse.Nomeayudaacolocarcadacosadonde teóricamentecorresponde(lomáspesadoabajo,amano lohabitualmentemásusado,…).Hoyhemostenidoque usarlacapaporprimeravez.

‒Yanopuedesquejartedelos"porsiacaso".Loshemos utilizadotodos,hastatuforrodeprotección‒lehedicho. Nohahabidocontestación,porsupuesto.Respuesta muda,comoladequiensabequetienesrazón,perono quieredártelaaunquenotenganingúnargumentopara rebatirte.

Anochetambiénhuboqueusarlafundadevivac.Noche toledana.Desdelamedianocheunatormentatrasotra. Elvientohacíaentrarelaguaenelporchedelrefugio porelsuryporeleste.Alesteteníamimochila,queme protegíalacabeza.Alsurnada,yelaguaempujadapor elvientomojaba,porlomenos,eltercioinferiordelsaco. Yomeencogíayestrechabamicaracontralamochila.

Alretomarlamarchaporlamañanamehesentido protegidocuandolamochilamehaabrazadoporla espalda.

‒Tenemos todo lo necesario.Vamos a disfrutar del camino‒hedichoenvozalta.

Lamochilanomehacontestado,peroestavezhasido unsilencioamable.

26

autónoma lo hacían con la boca pequeña.

Si la sierra Salvada tiene atalayas incomparables, en el Bedarbide me detuve para contemplar Acerálava y Tubacex, imaginarme en el piquete y solidarizarme con la movilización y la reivindicación de la plantilla y de toda la comarca: "ni un solo despido en Tubacex". Hice algunas fotos con la banderola reivindicativa y las compartí con algunas personas conocidas y partícipes en esa lucha por el empleo y por la dignidad, que ya se había convertido en ejemplar mucho más allá de la comarca de Aiaraldea. Desde el Bedarbide pude contemplar un magnífico paisaje en el que se estaba produciendo una magnífica lucha por los derechos laborales, por la justicia, por una vida digna para todas las personas,

27

Salidaanulada 17/06/2021

Mimochilahoynoha viajadoabrazadaami espalda,lohahechoa milado.

Transportabacomidasuficienteparahoy,aunquesolo fueseparaunafrugalypocovariadaalimentación. Suficienteparalaetapaqueteníamospordelante,la ultimadelaseriedelascuatroparalasquesalimos preparadosellunes.

NocheenBóveda.Esperarhastaelúltimomomento paraversicambiabanlascondicionesdeltiemponoha servidodenada.LanieblaocultandolaSierradePeña Gobea ha hecho desaparecer las dudas que las prediccionessobreeltiempohabíanprovocadoyade víspera.Laprudencianoshaenviadoacasa.

Dos autobuses para llegar. He dejado viajar a mi mochilaenelasientodelaventanillaparaquese familiarice con paisajes que en próximos días atravesaremos,yoapieyellacolgadaenmishombros. Heapoyadomibrazosobreella;quesepaloque suponeañadirpesosobreti,unpesoajenoquesiempre parece multiplicar la atracción que la fuerza de gravedadejerce;algocomparablealfríocuandola sensacióntérmicanocoincideconlatemperaturareal.

Ahoraelladescansalibredetodoloquelavolveráa llenarenpocosdías.

28

conseguida hasta entonces el esfuerzo había tenido sentido.

Tormentas a media noche

El día que llegué a Kobata fue caluroso. En la fuente de Iturrigorri refresqué todo mi cuerpo y lavé toda la ropa que llevaba puesta, menos los calcetines por si no se secaban del todo y los tenía que cambiar o volver a ponerlos húmedos. Fui hasta el haya más cercana para comer a su sombra el bocadillo que me habían preparado la víspera en el bar social de Villalba de Losa. En unos espinos tendí la ropa al sol. El aire y el sol no la habían terminado de secar cuando me la puse para seguir hacia Kobata. Se anunciaban tormentas y no sabía dónde iba a dormir. Por el camino entre Ponata y Kobata, por el alto de la Lastrilla, pensaba en las chabolas de pastor, pero no recordaba ninguna que tuviese un porche como para protegerme en caso de lluvia. Al llegar al refugio de Kobata, antes de las primeras chabolas, decidí quedarme en su pequeño porche para pasar la noche. En la fachada sur tiene un pequeño refugio abierto, pero estaba lleno de hierba seca y basura, así que preferí el porche. No muy lejos tenía la fuente donde poder asearme; su agua no es potable y a mi no me quedaba mucha, pero

29

un montañero que había llegado hasta allí en todo terreno por el portillo del Aro, y ya se marchaba, me dio la que él tenía.

En el porche del refugio monté mi precario lecho para la noche. Yo apenas cabía a lo largo. La cabeza me daba en los barrotes de la puerta y los pies en los del balconcillo que se abre hacia el sur. Entre las escaleras de la entrada y la pared coloque la esterilla y el saco; la mochila la puse al borde de la escalera para protegerme la cabeza. Crucé los bastones en el tercer y último peldaño y até un cordino entre la puerta y la columna del porche; colgué la toalla en él con la intención de que me protegiese del aire que pudiese llegar desde el este. Todo ello no era más que una precaria protección contra nada.

Para las 21:30, todavía de día, ya estaba metido en el saco, pero dormir era imposible por el ruido de los cencerros del ganado y los gritos de algún pastor encerrando las ovejas en un cercado. También por la visita de un par de mastines que se acercaron y me ladraron un rato; les hablé tan fuerte como ellos ladraban y no

30

tardaron en irse, no sin antes echar una meada contra los bancos que hay frente a la entrada del refugio. A media noche empezaron las tormentas. El viento metía el agua en el porche, sobre todo desde el sur, a mis pies. Puse a la mochila su forro impermeable y me metí con el saco en la funda de vivac. El viento metía el agua hasta mi cintura. Las tormentas no cesaron hasta bien entrada la madrugada. Hacían callar los cencerros, pero estos volvían a sonar en cuanto aquellas amainaban. Cuando los truenos cesaron pasé de la entrevela al sueño. Sin embargo, antes de que la claridad de la mañana me despertase lo hizo el todo terreno del pastor que por la noche había encerrado su rebaño en un redil cercano, y cuyos mastines discutieron conmigo. Sacó las ovejas y

31

al ruido de cencerros se sumaron los balidos de estas. No dejó de llover hasta las 08:30. Losa, el valle vecino Losa es el valle que está al otro lado de la línea de horizonte de mi pueblo, una línea que la sierra Salvada dibuja con precisión. La parte oriental de Losa limita con Euskal Herria por el este, por el norte y por el sur. Entré en el valle el primer día; lo atravesé el segundo para llegar a la sierra Salvada, también el tercero para salir de ella; lo abandoné para llegar a Bóveda por la sierra que lo separa del valle de Valdegobía. No hacía ni un mes que en un viaje en bici de varios días había pasado por los pueblos por los que ahora caminaba. De todos los pueblos por los que pasé tenía alguna referencia desde que era niño, aunque en la mayoría de ellos no había estado antes de este viaje o del que hice en bici un mes antes. No hacía todavía un mes que había estado unas horas en Villalba, esta vez pasé la tarde y la noche en el pueblo. Cené (muy pronto)

32

en el bar social “Juan de Garay”, donde también me prepararon un bocadillo para el día siguiente y un café con leche, zumo y galletas para desayunar. El café con leche lo calenté por la mañana en el microondas del albergue “Santa Fe Juan de Garay”, un albergue grande y bien equipado donde ese día no se alojó nadie más.

Al iniciar de nuevo la marcha por la mañana no vi a nadie en Villalba. Pasé después por Zaballa y Mijala, que también parecían desiertos. En Mijala, el cartel del GR con el nombre del pueblo a su entrada tenía tachado el nombre. ¿Lo habrá borrado alguien que no quiere forasteros? ¿Alguien que no quiere que pasen cerca de su casa? Antes de abrir la barrera que me daba entrada a Mijala pasé bajo las ramas de un cerezo que ponía su fruta a mi alcance; no desprecié la oferta y comí un puñado de cerezas. El pueblo tiene alrededor de una docena de habitantes, pero no pude hablar con nadie, ni siquiera saludar. Donde la vida bullía era en la vasta zona de pasto que rodea Pozolagua, ya en la sierra, pero ni un ser humano. Vacas y caballos por doquier.

Cuando al día siguiente salí de Kobata para volver a atravesar el Va-

33

lle de Losa de norte a sur por Barriga y Fresno, el ganado que ocupaba los pastos en esta parte de la sierra era también numeroso; aquí menos caballos, pero muchas ovejas.

En Barriga y Fresno de Losa, al contrario que en Zaballa y Mijala, no solo saludé e intercambié algunas frases con más de una persona, también me sorprendí con dos mujeres a las que yo no reconocí, pero sí ellas a mí.

En Barriga, para asegurarme de que la dirección que yo llevaba era la adecuada, pregunté a una vecina por el camino hacia Fresno. Hablé un rato con ella y su marido sobre la ruta que estaba haciendo. Ella me preguntó de dónde era.

‒De Lendoño ‒le dije.

‒¿No serás hijo de Gutiérrez? ‒preguntó ella.

Me dijo que ella era de Mendeika y la conversación se alargó un rato para volver a situarnos entre los límites de un periodo de tiempo que ya hace décadas que pasó, pero en el que pudimos haber coincidido más de una vez por vecindad.

En Fresno me senté junto a la fuente para comer algo. Hacía casi un mes que había pasado en bici por el pueblo. Entonces había llegado a él por primera vez, porque, aunque nunca había estado allí, su

34

nombre lo había oído repetir desde pequeño. Una familia de Vitoria que tenía una casa como segunda vivienda en Fresno, solía encargar a mi madre y mi padre la elaboración y curación de chorizos caseros. Lo hicieron durante varios años. Hacía un mes no había visto a nadie para indagar indagar sobre aquellos antiguos conocidos. Mientras comía aparcó en la plaza un vecino que entabló conversación conmigo. De una casa cercana, que tiene servicio de bar, salió su mujer que al verme dijo abriendo los brazos: ‒¡Si este fue mi profesor! La mayoría de las alumnas y alumnos que yo he tenido no tenían más de ocho años cuando lo fueron, así que reconocerles me resulta difícil cuando ha pasado mucho tiempo. Ella fue quien me recordó sus nombres. También me preguntó sobre quienes entonces

35

Al extremo occidental de Álava

Salí de Losa desde Fresno por un camino herboso entre pinos que me llevó hasta la Peña de los Hozanillos, en la pequeña sierra de la Risca de San Pedro que separa Losa de Valdegovía. Llegué a Bóveda, desde donde pretendía seguir al día siguiente hasta San Millán de San Zadornil después de atravesar Valderejo. Se anunciaban lluvia y tormentas. Con la esperanza de seguir (aunque lleno de dudas) dormí en Bóveda en la casa de agroturismo Herranetxe. Las tormentas de la noche y negras nubes cubriendo la sierra Gobea por la mañana amenazando lluvia de nuevo disiparon mis dudas. Estaba en el extremo occidental de Araba y del GR 282. Antes de volver a casa para el fin de semana quería haber atravesado Valderejo para cambiar el rumbo antes de las siguientes etapas y comenzar a caminar cada mañana mirando al sol. Lleno de dudas volví en autobús a casa. Primero a Gasteiz y de allí a Laudio. Atravesé paisajes por los que en las siguientes etapas caminaría, aunque semiborrados por las nubes y la lluvia, una lluvia que me alegró porque me confirmaba que la decisión que había tomado había evitado que tuviese que atravesar la sierra Gobea entre niebla y Valderejo bajo la lluvia.

36

3.- LLEVAR LA CONTRARIA ALSOL

Tercer periodo: del 21 al 25 de junio de 2021 Itineraio: Bóveda – San Millán de San Zadornil – Espejo –Nanclares de la Oca – Oquina – Marquínez

Me alejé de Bóveda dispuesto a mojarme si la lluvia insistentemente anunciada llegaba. La sierra Gobea o de Bóveda no estaba oculta por las nubes como cuatro días antes, cuando interrumpí la marcha. Sin embargo, las predicciones de lluvia y tormentas eran serias. Me cabía la esperanza de que acabasen equivocándose, pero no eran las únicas que anunciaban mal tiempo; el cielo hablaba del presente y no parecía que su amenaza fuese para un futuro incierto o lejano.

37

Bóveda-SanMillándeSanZadornil. 21/06/2021

Conpocasesperanzasdebuentiempovolvemosal senderomimochilayyo.

Hoyhetenidolasuertedepoderdejarunoscuantos kilosenSanMillándeSanZadornil,dondeheacabado laetapa.Alcomenzarlamarchalamochilaparecía flotarenmiespalda.DurantelasubidadeBóveda hastaelPortillodelaSierrasehapegadoamiespalda, perosinpresión,sinbrusquedad.

MehaparecidoquealbajarhaciaelvalledeValderejo bailabasiguiendoelritmodemispasosyelgolpede misbastonescontraelsuelo.

AtravesandoValderejoapenaslahesentido;mucho más que de ella estaba pendiente de mirar para quienesviajanconmigoaunquenocaminenamilado.

Subiendo desde el desfiladero del Purón hasta el collado de Santa Ana la mochila se ha vuelto a estrecharcontramiespalda.

ApartirdeVillafríanoshemosignorado.Latormenta, lalluviayelaguaenelcaminoconcentrabanmi atención.

38

Bóveda y Valderejo

La primera etapa de este periodo me llevaría hasta San Millán de San Zadornil, donde había dejado el coche con todo lo que durante la etapa no iba a necesitar. Fue de varios kilos de los que me libré, aunque solo para la primera etapa; después tendría que cargar con ellos. Mi hermano Jesús me llevó hasta Bóveda para retomar la ruta donde la había dejado.

Bóveda había sido inicio de otra ruta que hice con Josune en julio de 1993, hace ya más de 28 años; había sido lugar de paso de otra realizada en solitario en 2001; también ha sido meta en unas cuantas excursiones con mis compañeros de monte o con grupos escolares; no ha faltado alguna excursión para ver el menhir de Ribota o para buscar fósiles...

El pueblo, aunque no mucho, algo ha cambiado en todos estos años. Me pareció que las que no han cambiado nada son sus dos fuentes gemelas, una en cada extremo del pueblo. Se trata de dos generosas tripletas: a los lados de los generosos caños para el consumo humano abrevaderos para el ganado, y detrás de ellos el lava-

39

San Millán de San Zadornil-Espejo. 22/06/2021

Creo que la mochila y yo o no somos dos, o solo la tengo presente cuando no hay nada más que requiera mi atención. Mientras camino puedo dedicar mi atención a algo por admiración y disfrute, o por incomodidad y desagrado.

¿A la mochila se la presto sobre todo cuando me incomoda? ¿O nos vamos fundiendo y cuando la siento es que me siento a mi mismo?

Hoy apenas me he fijado en ella. Me concentraba totalmente en la desagradable sensación de que la humedad ascendía por mí poco a poco desde el suelo.

Entre San Millán y Valpuesta toda el agua acumulada en la hierba y los arbustos era arrastrada por mis botas o caía sobre ellas, sobre mis calcetines y sobre mis piernas. La mochila parecía estar a salvo de ese diluvio inferior, aunque el agua acumulada en alguna rama que yo no podía evitar caía de vez en cuando sobre ella. No ha sido muy diferente después, hasta Villanueva.

Entre Villanueva y Villanañe el diluvio inferior no me ha molestado gracias (¿gracias?) al alfalto. Entonces sí he

40

dero cerrado y cubierto. Triple uso para la misma agua. Hay otra fuente al borde del río, cerca del extremo occidental del pueblo. Cuando llegué a Bóveda por primera vez no recuerdo haber visto el frontón (tal como se ve ahora, al menos) ni las piscinas, que ya no se abren. Lo que sí ha cambiado es su demografía. En 2019 tenía 66 habitantes; en lo que va de siglo su número ha descendido el 27%. Subiendo hacia el Portillo de la Sierra para entrar en Valderejo pensaba en Villamardones y Ribera, dos pueblos que acabaron despoblándose en la década de 1970, pensaba que ese podría ser el futuro de Bóveda de continuar ese ritmo de despoblamiento. Espero que la tendencia cambie.

Era lunes y faltaban unas cuantas horas para el mediodía cuando atravesé Valderejo. Al pasar por La Lastra, donde se encuentra el centro de interpretación del parque natural, no vi a ninguna de la docena de personas que viven en el pueblo, que sumadas a las tres de Lahoz, son todas las que viven en Valderejo. Estas dos poblaciones, Villamardones y Ribera fueron un municipio independiente hasta 1967.

41

notado la mochila como una segunda agresión, aunque esta mucho más leve que la del agua acumulada en mis pies.

Para volver a reconciliarme con la mochila a través del olvido, en el último tramo por bosque, cerca ya de Espejo, hierbas y arbustos llenos de agua han vuelto a invadir mi camino.

Las previsiones meteorológicas no mejoran. Dudo si seguir mañana o hacer un alto. Mientras dudo no pienso en la mochila, porque si lo hiciera las dudas aumentarían. ‒Te ignoro hasta tomar una decisión ‒le he dicho mientra la apoyaba en un banco del pórtico de la Iglesia de Guinea, a donde hemos tenido ocasión de llegar y donde pasaremos la noche.

42

Las ruinas de Villamardones, rodeadas de vegetación, se asomaban a los prados que tienen al este; yo las miré de lejos, desde el otro lado de la vaguada que nos separaba. Las de Ribera, a excepción de la iglesia, están ya ocultas por la maleza y los árboles. Había visitado estos dos despoblados en muchas ocasiones. El primero que conocí fue Ribera, poco después de que fuese despoblado y bastante antes de que Valderejo se declarase parque natural. Entonces sus casas, aunque abandonadas, permanecían en pie con dignidad. Más tarde todas se incendiaron porque (y esto solo lo sé de oídas) el ganado entraba en ellas, subía a la planta de arriba y al romperse las tablas del piso quedaba colgado sobre los cabrios sin posibilidad de salir.

Me alejé de Ribera por el precioso desfiladero que el río Purón ha abierto hasta Herrán durante milenios. Antes de Herrán abandoné el desfiladero para subir hasta el collado de Santa Ana y llegar a Villafría.

Villafría de San Zadornil

La mayoría de las veces que he ido a Valderejo he comenzado el recorrido, casi siempre circular, en Villafría. Cuando pasé por él la primera vez para ir a Ribera solo vi un pueblo pequeño y deshabitado.

43

Elfríomañanerohahechoqueagradezcaelabrazode lamochilaporlaespaldacuandohemoscomenzadola jornadaascendiendoalaSierradeArkamu.

Demadrugadamehadespertadolalluviaynoha dejadodelloverhastalas06:30.Temíaalaniebla,pero eloptimismoquelasventanasazulesabiertasenun cielo mayoritariamente plomizo provocaron al atardecermeayudaron,lavíspera,atomarladecisión deseguir.

Lamochilaesperabamiatención.Herecogidoyheido introduciendotodoenellaenelordendesiempre.No haprotestado,anoserquealgúnligerogemidode algunadesuscosturasfueseunaqueja.Despuésseha adaptadotanbienamiespaldaqueentrenosotrosno hahabidoconflictosdurantetodoeldía.izáshaya sidoporqueenlosmomentosdegranenfadoesteera conmigomismoyaellalaignorabatotalmente.

Losdoscabreoshansidoaltocarelasfalto.

El primero lo ha provocado un error. Después de atravesarlaSierradeArkamumehemetidoenun senderoquedesciendeaJokanoenlugardeaMorillas.

44

Las últimas veces que lo he visto me ha parecido un pueblo redivivo, con pocos habitantes, pero muy cuidado. Cuando en este viaje llegué a él me senté en una de las mesas que hay en una hermosa pradera pegada al pueblo y convertida en zona recreativa. No había terminado de comer la lata de conserva que había abierto cuando la amenaza de tormenta se convirtió en un aguacero real. Recogí todo, mientras no podía evitar que la lluvia me empapase, y corrí hacia el lavadero cubierto que tenía enfrente a unas cuantas decenas de metros.

La violencia del inicio de la tormenta se redujo, pero tardó en amainar. Abrigado y con frío busqué información sobre el pueblo con mi teléfono y descubrí algo que no podía haber descubierto pasando mil veces por Villafría sin encontrar a nadie con quien hablar: hubo un alcalde de la Jurisdicción de San Zadornil que decidió unilateralmente derribar el pueblo de Villafría para convertirlo en terreno de pastos. No voy a contar yo la historia; se cuenta de manera resumida en este enlace: https://labur.eus/OePjJ. A mi me emocionó y pienso volver con tranquilidad a Villafría para tratar de escuchar la historia de boca de quienes se han esforzado en hacer del pueblo “ un estupendo lugar para vivir”.

45

Eratardecuandomehedadocuenta.

ElsegundodespuésdepasarporSubijanaMorillas, MandaitayOllabarre.EnLangraitzmehacostado pasaralotroladodelaautovía,hastaellugardonde dormiré.Heandadoydesandadocallesypolígonos industriales varias veces. ienes empezaban a quejarseeranlospies.

Mañananosalejaremosdelasfaltoparaascenderalos MontesdeVitoria.

Esperoquelarelaciónentrelamochilayyoseatan buenacomoladehoy,aunquenomeenfadeconmigo mismoenningúnmomento.

La Lluvia condiciona mi viaje

Acabé prefiriendo la lluvia que llega desde el cielo a la que, ya depositada en el suelo, fui recogiendo en mis pies. En Villafría me había mojado mientras corría a buscar refugio en el lavadero. Cuando ya había escampado y seguí mi camino sentía la humedad en mi cuerpo. En el resto del camino hasta San Millán de San Zadornil me empapé desde los pies a las rodillas al pasar por los tramos de camino más herbosos. En San Millán esperaba encontrar el pórtico abierto para dormir, pero estaba cerrado y era inaccesible. Elegí el frontón, junto al que tenía aparcado el coche. Pronto comprobé que con las tormentas la lluvia entraba hasta el fondo. Me acordé de Gurendes, el pueblo de al lado, ya en Araba. También recordé un recorrido por pueblos abandonados de Araba que hace ya 28 años hicimos Josune y yo. La primera etapa de aquel fue casi igual a la que acababa de dar por terminada. Entonces dormimos en Gurendes. Me aseé en una fuente cercana a las piscinas de San Millán y, aprovechando que tenía el coche, fui hasta el pórtico de la Iglesia de Gurendes, donde pasé la noche. El sonido de la lluvia me despertó varias veces.

47

Langraitz-Okina 24/06/2021

Eldiluvioinferiordenuevo.El agua que la niebla ha depositado en hierbas y arbustos de los Montes de Vitoriaseadhiereacualquier cosaquelaroza.¡YelGoretex de mis botas ya perdió su funciónimpermeabilizadora!

Nodejolamochilaenelsuelo nicuandoparo;noquieroque estalluviainvertidaleafecte.

Creoquenomeloagradece porquesuconstantequerencia atocarelsuelosemantiene.

Granpartedelcaminohasido por bosque. Las lluvias han empapadolatierrayembarradoelcamino,asíqueme resistodurantemuchotiempoasatisfacerlaquerencia demimochila.

PorfinsalimosdelbosqueyenlacimadeArrieta podemoscontemplarelrecorridodehoy,lassierras holladas los días anteriores,Trebiñu, la Sierra de Cantabria,elYoar…

EnelPagogandescansamos,yosentadoyellaen contactoconelsuelo.Elsolhaceratoquebrilla.Yo disfrutodelpreciosopanoramaeidentificolascumbres que veo. Para ella quizás sea suficiente no estar colgadaytocarlahierba.

48

Me levanté a las seis de la mañana. Después de recoger , publicar algo en Facebook y desayunar dos galletas y una manzana salí en coche hacia San Millán helado de frío y bajo de moral. Ya no llovía, pero estaba nublado y el pronóstico del tiempo no era halagüeño. Entre San Millán y Espejo la lluvia no hizo acto de presencia más que para recordar un par de veces que podía desatarse en cualquier momento. Hasta Valpuesta no me llegó desde el cielo, pero el camino discurría por caminos tan poco frecuentados en aquellas fechas que nadie había sacudido el agua recogida por las hierbas que pisaba, o las que, con solo rozarlas, la arrojaban sobre mis piernas y mis pies.

Valpuesta y su Colegiata de Santa María merecen una parada, o una visita exclusiva, y dedicarle algún tiempo a conocer su historia. Yo, en este viaje, apenas paré. La iglesia estaba rodeada de vallas de obra.

49
50 Eljueves24,mientrasseproducíaeldebateenGasteiz sobrelaproposiciónnodeleysobreelEREdeTubacex ytrabajadorasytrabajadoressemanifestaban,subí estetextoyfotoensolidaridad. GR-282.AratzaintzarenNaturbidea. Lanieblanodejaver,yademásengaña. Elmejorantiniebladelaclasetrabajadora: SOLIDARIDADDECLASE. GORAAIARALDEKOLANGILEAK‼! GORALANGILEONBORROKA‼!

Entre Valpuesta y Villanueva el camino no estaba invadido por la hierba y el agua no siguió acumulándose en mis botas, que hacía tiempo debían de tener muchas grietas en el GoreTex. Después, hasta pasar Villanañe, caminé por pistas agrícolas y asfalto. Luego volví a recoger el agua de la hierba del camino.

Al llegar a Espejo paré en el restaurante La Cabaña. Las dos galletas y la manzana que había desayunado eran ya un recuerdo lejano y no pude resistir la tentación de comer el menú que se anunciaba a la puerta. No me apresuré nada para consumirlo. Mientras comía consulté las previsiones del tiempo varias veces con la vana esperanza de que fuesen cambiando.

Mi idea para ese día era haber llegado a Guinea. Preferí tomar un autobús en Espejo para volver a por el coche a San Millán. Mientras lo esperaba me descalcé y colgué los calcetines al borde del poyo en el que me sentaba apoyando mi espalda en una pared orientada al sur y caldeada por el sol. Este, que asomaba intermitentemente entre nubes oscuras, y el aire los secaron.

51

Okina-Markinez 25/06/2021

Etapa corta y rápida. Poco tiempo para que las tensionesacabenproduciendoencontronazosenlos queyodejolamochilaenelsuelocongestosdeno querervolveracargarconella.

DescendiendohaciaSasetaporeldesfiladerodelrío Uda,AyudaoIhuda(delastresformaslohevisto escrito)recuerdootroviajedeunos12díasconla mejorcompañíademividayotramochila,aquellacon muchamáscapacidadymáspesada.Elrecuerdome reconciliaconlaquecargoahora;leagradezcoqueno mepermitatransportarmáscosas.

Pasadoeldesfiladero,muysombríoalahoraquelohe recorrido,lanieblanopermitíavermásalládeuna centenademetros,asíquelasparadashansidopocas. UnaenUrarteyporfinenMarkinez,dospueblosmuy cuidadosalosquevolveréconotracompañía,perosin mimochila.

52

Una etapa corta y otra larga acortada

Desde Espejo volví hasta San Millán en autobús. Cuando regresaba de San Millán en mi coche no dejaba de pensar que estaba trampeando la primera idea de hacer el GR-282 únicamente con los medios que yo pudiese transportar y sin ayudas adicionales. Pero no me atraía la idea de caminar bajo la lluvia y la niebla sin disfrutar del paisaje que atravesaba.

La etapa de San Millán a Espejo es una de las 19 “oficiales” del GR (yo lo hice en 20). Solo tiene unos 14,5 km. La siguiente, hasta Nanclares, tiene unos 35. Mi idea era añadir a la primera los 7,5 km que separan Espejo de Guinea, para reducir también los km de la siguiente. No hice a pie los 7,5 km. Fui en coche a Guinea para dormir en el pórtico de su iglesia.

Aunque cuando me metí en el saco no parecía amenazar lluvia, llovió durante la noche; no dejó de hacerlo hasta las 06:30 de la mañana.

Desde Guinea, caminando hacia el norte, subí a la sierra de Arkamu por buen camino y un bonito encinar. El cielo estaba oscuro y cuando me asomé al valle de Kuartango nubes oscuras flotaban delante d i i d t l b dí di i f t d

EnMarkinezcontinuaréestarutadespuésdelfinde semana.

Yodisfrutarédeyconmifamiliayalamochilale permitirémuchashorasdeloquemásreclama:estar encontactoconelsuelo.

Alvaciarlaydejarlacaerhaexpulsadounaancha bocanadadeaireporsuboca.

-¡Porfin!-mehaparecidoentender,peronoestoymuy segurodesilodecíaellaoeraunpensamientomíoque queríamanifestarse.

54

tacaba la pirámide del cercano Marinda al otro lado del valle. Hacia el E las nubes se apoyaban en la cumbre de Montemayor. Atravesé la sierra en su dirección para pasar por la lobera de Barrón; lo hice por un sendero que ya había recorrido unas cuantas veces en ambas direcciones (Pyrenaica 218 (2005); páginas 40-45).

Después de un error de orientación, que alargó unas horas el recorrido, llegué a Subijana-Morillas donde pensaba haber dormido. El pórtico de la iglesia estaba cerrado, así que seguí 8 o 9 km más para llegar a Nanclares. El cielo no ejecutó su amenaza de lluvia. Los días siguientes, convertida en niebla, el agua se depositó en las sierras y caminos que yo atravesaba. Bosque, niebla y una llamada inesperada Atravesar los montes de Vitoria es hacerlo por bosque para asomarte de vez en cuando a La Llanada o a Treviño desde lugares con excelentes panorámicas. Había dormido en una casa de agroturismo, alejada de Nanclares y cerca de la cárcel de Zaballa. Fui a desayunar al Ruta de Europa antes de ascender desde Subijana hacia la primera de las tres cumbres de los Montes de Vitoria coronadas por antenas, la del San Miguel o Peña Mayor. La niebla jugaba en las

55

cumbres; rozaba la del Busto y cubría el Zaldiaran por completo cuando pasé por él. Sin embargo, para cuando llegué al puerto de Zaldiaran la niebla ya había desaparecido. Mientras ascendía hacia el San Miguel recibí una llamada de la Ertzaintza preguntándome por mi coche. Algún vecino de Guinea les había llamado porque llevaba varios días aparcado y le preocupaba que al dueño le hubiese pasado algo en el monte. Les dije que el coche seguiría allí unos días más. En los Montes de Vitoria la mayor parte del sendero discurre por quejigales y hayedos. La niebla no me dejó disfrutar de las panorámicas que ofrecen sus cumbres hasta después de pasar el puerto de Vitoria. Desde la cumbre del Cuervo ya pude contemplar Treviño y las sierras de Codés y Cantabria, Pero de nuevo volví a atravesar bosques durante varios kilómetros. En las cercanías del Pagogan, con el cielo ya mayoritariamente azul, me senté a disfrutar de las vistas sobre Treviño y las sierras de Codés y Cantabria y dejé que el sol calentara mis pies descalzos.

Poco después, al asomarme hacia la vertiente norte e iniciar el descenso hacia Okina, volví a pararme para recorrer con la vista las cumbres que se divisaban al otro lado de La Llanada Alavesa, el Aratz y las de la sierra del Aitzgorri entre otras.

Pórticos para dormir

Los pórticos de las iglesias de Gurendes, Guinea y Okina me ofrecieron su espacio para dormir. En los tres el sonido del agua me mecía entre el letargo y el sueño. En Gurendes y Guinea fue el de la lluvia, en Okina el de un arroyo cercano alimentado por las lluvias de los días anteriores.

En Gurendes el cielo cubierto hizo más densa la oscuridad de la noche. En Okina las copas de los árboles que cubren el juega bolos que hay a la puerta del pórtico, la hicieron absoluta. El arroyo contiguo en el que me había aseado llenaba de sonido las tinieblas. En Guinea, cuando ya estaba adormecido en el saco y la noche a punto de caer, se encendió el alumbrado público y una farola cercana alumbró mi lecho.

57

Cuando en viajes similares a este he dormido en algún pórtico, he hablado con algunas personas del pueblo antes de hacerlo. Así procuro que el forastero que ven rondar por allí no lo sea tanto para ellas, que su curiosidad quede satisfecha y que la posible desconfianza se diluya. En Gurendes no lo hice, porque la lluvia no me dejó dar un paseo por el pueblo. Cuando empezaba a hacerse de noche descubrí que una mujer me observaba desde una ventana de una casa cercana. Le saludé con la mano y le grité un buenas tardes, pero no me contestó, aunque siguió mirándome un buen rato. En Guinea me acerqué a la casa más cercana a la iglesia para charlar un rato con alguien del vecindario. Quizás fueron quienes llamaron a la Ertzaintza preocupados porque no volvía a recoger mi coche; no les debí decir que tardaría en hacerlo. En Okina el pórtico de la iglesia no se ve desde casi ningún sitio del pueblo, pero fue donde con más gente hablé; hasta me dejaron una escoba para limpiarlo.

A paso rápido por un desfiladero que hay que recorrer despacio Aunque entre Okina y Sáseta el desfiladero del río Uda, Ayuda, o Ihuda (de las tres maneras lo vi escrito en carteles del sendero) merece un paseo pausado para disfrutar de todo lo que ofrece, yo lo hice a toda prisa. Sombrío aún por la hora y desdibujado por la niebla caminé rápido recordando aquel viaje que hice con Josune en julio de 1993, entonces en dirección contraria. En aquella ocasión,

58

después de haber dormido en un viejo establo de Sáseta (pueblo casi totalmente abandonado en aquel tiempo), las pozas del río Uda eran una tentación y una necesidad para nosotros; no lo dudamos y nos sumergimos en el río.

Esta vez la prisa por llegar a Markinez para volver a casa en transporte público, el sombrío y umbrío paisaje y la baja temperatura fueron razones para que el río no me tentase.

Solo en Urarte me detuve un rato para admirar sus casas, muchas blasonadas, y su iglesia, que dan idea de un importante pasado. Me sorprendió su fuente. Me pareció un pueblo muy cuidado, al que pienso volver para verlo con mucho más detenimiento.

Cuando llegué a Markinez la niebla empezó a disiparse.

59

Markinez-SanVicentedeArana. 29/06/2021

TrestransportesparallegaraMarkinezyreanudarla ruta.Enlostresmimochilahaviajadoamilado,nohe queridoencerrarlaenningúnmaletero.

Aquieneshemosabandonadoparalospróximosdías hansidoalsaco,laesterillaylafundadevivac.La mochilasesientemenospresionada.

A las 08:45 iniciamos la marcha. Los primeros kilómetrosporunapistaanchadearenillaygrava amarillentas, luego por caminos más estrechos y senderosdesueloarenoso.

Lamochilaseadhiereamiespaldaabrazándomepor caderas,hombrosypecho.Cuandoelcaminoesmás cómodomeapresuroparaganartiempo,porquela etapaeslarga.Simiroamispiesveodeslizarseel caminopordebajodeellosendireccióncontrariaala mía.

60

4.- BOSQUE, CUMBRES Y RASOS

Cuarto periodo: del 29 de junio al 1 de julio de 2021 Itinerario: Markinez – Done Bikendi Harana – Urbasa – Artaza

En esta tanda de 3 etapas crucé el Parque Natural de Izkiz, pisé las cumbres de los Montes de Iturrieta y la Sierra de Entzia y me perdí en los rasos de Urbasa.

A la sombra de malas hojas.

Para volver a Markinez utilicé el mismo servicio público de transporte en el que dos días antes había ido a casa. A las 06:40 salí de Laudio en autobús para ir a Gasteiz. Otro me llevó hasta Ventas de Armentia. Por fin un taxi que complementa el servicio de transporte público me acercó hasta Markinez. A las 08:45 comencé a caminar.

61

Prontoentramosenunrobledal,enelParqueNatural deIzki;setratadelmarojalmaduromásgrandede Europa,queatravesamosdurantemuchoskilómetros, hastallegaraKorres.

Entrelamochilayyoseguimossinconflictos,ysolo hacemosunpequeñodescansoenKorresyotromás largoenAntoñana. DesdeAntoñanamáspistasysenderos.

OtrodescansoenlagenerosafuentedeOteo.Yaenla ascensiónhaciaSanVicentedeAranasolopensamos enelalbergue.Sientoquelamochilatirayacon insistenciahaciaelsuelo,perosoportosudeseocon comprensión.Noquieroenfadarmeconella.Mañana tenemosunalargaetapayesmejorqueestemosde buenhumor.

62

Los primeros kilómetros los hice por una pista ancha de arena y grava amarillentas. Como la etapa iba a ser larga comencé a caminar intentando mantener un ritmo que se acercase a los 6 km por hora, como antaño. Flanqueado por el arbolado y concentrado en la marcha veía cómo se deslizaba la pista bajo mis pies en dirección contraria a la que yo llevaba. Tenía a mi favor que para esta tanda de tres etapas la mochila iba menos cargada; iba a dormir en el albergue de San Vicente de Arana y en el del camping de Urbasa, así que el saco, la esterilla y la funda de vivac se habían quedado en casa. Después de unos kilómetros abandoné la pista recién rehabilitada para seguir por caminos más estrechos y por senderos que, aunque herbosos, no ocultaban su fondo arenoso. Suelos silíceos que al parecer son ideales para el roble marojo, especie de la que estuve rodeado hasta llegar a Antoñana. Cuando veo un robledal de cierta extensión siempre pienso que tengo que volver a él en otoño, porque los robles, al revés que las hayas, mantienen durante bastante tiempo sus hojas con los colores ocres otoñales. Junto a la inclinación con la que nos llega la luz solar y el cielo jaspeado de nubes y claros, suelen conferir un plus de belleza al paisaje. Mientras realizaba la etapa entre Markinez y San Vicente de Arana pensé más de una vez que tenía que volver en otoño.

63

SanVicentedeAranaUrbasa. 30/06/2021

Laetapaeslarga.Ajustotodaslascorreasysubola mochilaamishombros.Elcontactoessuaveyamable. Ascendemosellayyo,entrehayas,hastalaermitade SantaTeodosia.Ellugarmeparecedignodeprestarle atención,ymientrasdoyunavueltaporlosalrededores dejolamochilajuntoalasesbeltascolumnasdel pórticodelaermitaencontactoconelsuelo,queeslo quemásdemandacuandoseponepesada.

Volvemosaestrecharnosentrelosdos.Antesdellegar alacrestadelosMontesdeIturrietahayqueandar varios kilómetros; nuestra relación sigue siendo amable.

UnavezenelAtxurisigoelcordalhastaelArrigorrista yelpuertodeOpakua.LuegorecorrolaSierrade EntziaparapasarporlacumbresdeBaio,Mirutegi, AtauySurbe.LasCampasdeLegaire,protegidaspor estascumbressonunodemisparajespreferidos;el Mirutegitambién,porserparamíunadelasmejores atalayasparadivisarlamayorpartedelassierrasde EuskalHerria.

El de hoy es un continuo disfrutar de amplios panoramas.Identificoenellosloslugaresporlosque

64

El marojo cubre un porcentaje muy alto de la superficie del parque natural de Izki. Entre Markinez y Antoñana atravesé durante más de 20 km por el marojal maduro más grande de Europa, según leí en un panel informativo. Descendiendo hacia Korres protegido por estos robles de “mala hoja” (según su etimología) caminé junto al rio Izki, que bajaba sin aspavientos, con suavidad y sigiloso, como si no quisiese despertar al silencio. Se deslizaba con el mismo sigilo que el zorro que me precedió en el sendero durante unas decenas de metros.

Un mayo alzado de extranjis Después de un descanso en Antoñana villa amurallada fundada en 1

65

yahepasadoenesteviajeyotrosporlosquepasaré. Estohacequelamochilanomemoleste.

AlllegaraLegaireyalapistaporlaquehayque dirigirseaUrbasa,dejolamochilasobrelahierbayle doyundescansode20minutos.Sospechoqueenlos últimos10kilómetros,entrehayasatravésdeUrbasa, notarésupresiónsobremishombros.Perolospiesse quejanyestoymáspendientedeellosquedeella.

Podríadecirquehoyhasidoeldíaenelquenuestra relaciónhasidomásamable.

Eldisfrutehasidogrande.Elcansancionosequedaa lazaga.

creada en la Edad Media para el control del paso de personas y mercancías entre Campezo y el Valle de Arana. Nadie controló mi paso ni atisbó mis maniobras mientras asaltaba las ramas de un cerezo y comía una buena ración de su fruta. A San Vicente de Arana llegué más tarde de lo que esperaba, pero con tiempo más que suficiente para instalarme en su albergue, recorrer el pueblo y llegar hasta la era del mayo, donde cada año se repite un rito ancestral que como otros muchos acabó siendo cristianizado. Allí estaba el mayo o tentenublo, que el vecindario había alzado el día de la Cruz de Mayo, el día 3 de ese mes. Como cada año allí debía seguir enhiesto hasta el 14 de setiembre, día de la Exaltación de la Cruz. Como me explicó un vecino, el mayo permanece alzado “entre las dos cruces, la de mayo y la de setiembre”. La de mayo es, para la Iglesia, la Invención de la Santa Cruz; la de setiembre es la Exaltación de la Santa Cruz. Podríamos jugar con las palabras (y también con el origen de cada una de estas dos fiestas cristianas) para decir que primero se inventa y después, para reafirmar y ratificar el invento como algo cierto, se exalta. Lo mis-

67

01/07/2021

Creoquelarelaciónentrelamochilayyoesestabley yaestánormalizada.Comenzamoscadaetapacomosi no fuésemos dos. Si el disfrute del recorrido, sus paisajes y sus vistas panorámicas atraen toda mi atención,apenasselaprestoaella.Tampococuando algomepreocupamásquesimplementevivirelcamino yloqueestemeofrece.Hoyhasidoundíadeestos. Atravieso Urbasa por hayales y rasos. En cada encrucijadadecaminosherbosos,peroqueseaprecian rodados,unaduda.Enmásdetresocasioneshetenido quecorregirmirumboyretrocederparaseguirla senda.Laatenciónqueteníaqueprestaralasescasas marcas,almapayalabrújulahacíanqueignorase totalmente la mochila. ¡No atravesaría Urbasa con niebla!

LlegandoaloaltodelPuertoViejodeBaquedano,ya sinlapreocupacióndeorientarme,hecomenzadoa tenerconcienciadequelamochilaibaamiespalda tirando hacia abajo de mis hombros. Más que concienciaeraunasensaciónreal,ymásquesensación unaconcreciónfísica.

68

mo que hoy se hace con las fake news, se lanzan y luego se repiten hasta que forman parte del paisaje informativo como supuestamente confirmadas.

El vecino que antes he mencionado me dijo que, por el Covid y las normas impuestas, este año levantaron el mayo medio de extranjis, sin la liturgia y fiesta habituales.

—Y nos ha apedreado —añadió recordando alguna tormenta reciente.

¡No habrá sido por eso! le dije.

—No sabemos —concluyó sin ganas de seguir con el tema.

De San Vicente de Arana a la ermita de Santa Teodosia

Después de pasar la noche en el albergue de San Vicente de Arana y desayunar algunas galletas y orejones, atravesé el pueblo, silencioso y desierto a las siete de la mañana, para ir hasta el restaurante Obenkun a devolver la llave del albergue, agradecer la atención que

69

Al comenzar el descenso hacia Baquedano hemos parado,pegadoslosdosalsuelo,paracontemplarel Balcón de Pilatos o Mirador de Ubaba, de cuyas paredesnaceelUrederra.

Alllegaralapartedelsenderocondesnivelmás notable(dondecreoquenohetomadolaentradamás adecuada)heresbaladosobrelahojarascayhecaído rodando. La mochila ha amortiguado, frenado y detenidolacaída.¡Cómovoyaquejarmedeella!

70

me habían ofrecido y tomar un café con leche antes de iniciar la subida hacia los Montes de Iturrieta. Cuando volví a pasar por la era del mayo no esperaba encontrarme con otro lugar en el que también en mayo y setiembre se celebran fiestas y romerías: la ermita de Santa Teodosia. Nunca había estado allí. La ermita está en un lugar ocupado y concurrido desde mucho antes de que el cristianismo se estableciese en estas tierras y se cristianizasen costumbres y ritos antiguos. El dolmen cercano a la ermita, y junto al que al parecer estuvo esta antes de que se construyese en el lugar en el que hoy la vemos, sirve para atestiguarlo. También lo hacen los restos arqueológicos hallados en la cercana cueva de Obenkun.

La ermita está en el puerto que tiene su mismo nombre, en el paso entre el Valle de Arana e Iturrieta; el puerto también se llama o llamaba de Zanarri. El lugar es realmente atractivo. Para cuando escribo esto apoyándome en mi diario de viaje ya he vuelto dos veces al lugar; las personas que me han acompañado han expresado el mismo pensamiento que yo tuve al conocer el sitio: “¿Por qué no he venido antes?”.

Estas cumbres meridionales de los Montes de Iturrieta ofrecen una panorámica a vista de pájaro sobre el Valle de Arana, con el extremo occidental de la sierra de Lokiz cerrando el valle por el sur. Más lejos cierran el horizonte las sierras de Kodes y la de Cantabria o Toloño, destacando en esta la inconfundible cumbre de Lapoblación.

71

Cumbres con panoramas sobresalientes

La etapa apenas acababa de comenzar. Aunque me entretuve un buen rato en los alrededores de la ermita no me demoré en exceso para ir hasta Roitegi y ascender al cordal septentrional de los Montes de Iturrieta. Lo recorrí hasta el puerto de Opakua pasando por las cumbres del Atxuri, Larredez y Arrigorrista. Desde el puerto seguí por el cordal de la sierra de Entzia y pisé las cumbres del Baio, Mirutegi, Surbe y Akarrate, que rodean los preciosos rasos de Legaire. Desde todas ellas volví a disfrutar de las espléndidas vistas sobre la Llanada Alavesa primero y la Sakana después. La etapa fue en su mayor parte un continuo disfrute de amplios panoramas. El Mirutegi siempre me ha parecido una de las mejores atalayas para ver gran parte de Euskal Herria; la parte que no se ve se adivina tras las sierras que desde esta cumbre se divisan. Me detuve para trazar mentalmente sobre el paisaje todo lo que ya había recorrido de la Senda del Pastoreo y lo que me faltaba aún por recorrer. De frente, casi al alcance de la mano, el Aratz y el Aitzgorri; entre ellos

72

Urbasa, mejor sin niebla. Izki y el marojal quedaron atrás. Antes de atravesar los Montes de Iturrieta las hayas ya eran las dueñas del bosque. Desde que dejé atrás Legaire el camino estuvo flanqueado y sombreado por ellas hasta el camping de Urbasa, en cuyo albergue dormí.

La mañana siguiente amaneció fría. Después de desayunar un par de galletas, chocolate y algún fruto seco abandoné el albergue y esperé más de media hora con la esperanza de que el bar del camping abriese para tomar un café con leche. La niebla se iba separando del suelo. A las 07:45 me cansé de esperar e inicié la marcha y enseguida me metí en el hayal. De vez en cuando atravesaba pequeños claros. Las marcas del GR-282 no abundaban (o yo no las veía), pero

73

sí lo hacían los caminos herbosos en los que se apreciaban rodadas. En cada encrucijada me asaltaba la duda. Apenas había estado en la sierra de Urbasa un par de veces hacía muchos años y no puedo decir que la conozca. Varias veces, después de haber decidido qué camino seguir, la intuición me decía que no era el adecuado y tuve que desandarlo para tomar el correcto.

Llegué al raso de Lezamen, por el que pasé para llegar al raso de Urbasa. Comencé a atravesar este por su extremo noroccidental, pero perdí de vista las señales del GR. Con la ayuda de mapa y brújula seguí el rumbo que el GR debía seguir. En varias ocasiones llegué a algún lugar en el que ya no quedaba ningún atisbo de sendero, de no ser los hechos por el ganado en busca de agua, generalmente embarrados y entre arbustos y zarzas.

Después de varios ires y venires tratando de no perder la referencia del arroyo Kisuerreka, que veía más en el mapa que en la realidad, salí hacia el centro del raso con unos cuantos arañazos. Visualicé a

74

estos) y me dirigí hacia el NE para retomar el sendero y llegar a Pedrotxiki.

Aunque seguro que volveré a Urbasa, ¡nunca atravesaría esta sierra con niebla! Referencias visibles, diferenciadas y reconocibles

El cielo plomizo de la mañana se había tornado azul y luminoso. Por fin llegué al Puerto Viejo de Baquedano, al borde de los acantilados sobre el nacimiento del Urederra. Por fin tenía un horizonte y unas vistas que me ofrecían referencias bien visibles, diferenciadas y reconocibles. Me senté al borde, sobre el cañón del Urederra para disfrutar tanto del paisaje como de la tranquilidad que me daba el saber que llegaría con tiempo de sobra a Zudaire, donde había quedado con mi familia que iba a venir en mi busca.

El sendero que desciende a Baquedano se introduce en el barranco por una zona expuesta y con bastante desnivel. Creo que no lo temé por el sitio más adecuado; al inicio bajé medio a rastras entre hayas

75

y hojarasca y la mochila amortiguó, frenó y detuvo alguna caída. Desde Baquedano, en lugar de ir hacia Artaza, que es por donde sigue el GR, me dirigí hacia Zudaire, porque allí había quedado con Josune y Aimar. Tarde ya para comer, me prepararon un bocadillo que comí acompañado de una buena cerveza mientras repasaba mentalmente la etapa realizada. Las preocupaciones por la posibilidad de extraviarme en la, para mí, desconocida Urbasa ya habían desaparecido. Me repetía lo que suelo decir a quienes me suelen acompañar al monte cuando dicen que nos hemos perdido: Si acabas llegando a donde pensabas estar para cenar, no puedes decir que te has perdido.

76

5.- DE PUERTO EN PUERTO

Quinto periodo: del 4 al 8 de julio del 2021 Itinerario: Artaza – Puerto de Lizarraga – Arruazu – Puerto de Lizarrusti – Puerto de Otzaurte - Arantzazu

En este periodo de cinco etapas volví a atravesar Urbasa, esta vez por su parte oriental, descendí a la Sakana después de pasar por la sierra de Andia, pasé luego por la de Aralar y volví de nuevo a Arantzazu para terminar de recorrer el Camino Natural Senda del Pastoreo.

Inesperadas y gratas compañías

A las 05:30 del 4 de julio salí de casa para ir hasta Artaza, en el valle de Amezkoa. Dos horas y cuarto después estaba ascendiendo hacia la parte oriental de Urbasa en compañía de Félix, que había inte-

77

Artaza-Lizarraga 04/07/2021

Horaymediaencocheparavolveradondedejéel caminohacedosdías.

En Artaza, con la primera pregunta, la ayuda incondicionaldeunvecino,Josean,quedespuésde llevarmeasucasaparaaparcarelcoche,meacompaña enlasubidahastaloaltodeUrbasa.Creoqueaélmi mochilaleesindiferente.Yonohablodeella,aunquesí latengoenmicabeza.Apesardequeparaloscinco próximosdíasleexijotodasucapacidad,seajustaami espaldaalaperfecciónymeparecetanligeracomo cuandonotransportaelsaco,laesterillaylafundade vivac.

AlllegaralascercaníasdelDulantz,yasolosellayyo, ledejodescansarapoyadaenunaparedmientras accedoalacumbreparaverelpanoramayhacerunas fotos.

78

rrumpido su caminata recién iniciada cuando le pregunté por algún lugar donde aparcar el coche durante varios días sin molestar al vecindario. Me condujo hasta su casa y aparqué junto a ella.

Él pensaba ir al Mirador de Ubaba o Balcón de Pilatos, desde donde yo había descendido de la sierra hasta Baquedano y Zudaire unos días antes. Félix, sin cambiar su destino, modificó su recorrido para acompañarme hasta lo alto de la meseta de Urbasa y dejarme encaminado hacia el Dulantz y las majadas de Arroniz.

A las cercanías del Dulantz llegué sin dudas en cuanto a la orientación. Dejé la mochila junto a la pared que limitaba alguna facería y abandoné el camino para acercarme a la cumbre. Cuando volví a la senda me paré a observar los rasos que tenía delante, hacia el norte. Llegaron unos ciclistas que dudaban como yo sobre qué dirección seguir.

El otro día estuvimos más de una hora perdidos en esta sierra me dijeron.

79

Más tardeidentifico erróneamenteunamajadade Urbasaysigolasindicacionesdedirecciónqueheleído yquecorrespondíanaotra.Eltiempoqueutilizopara iryvolvervariasvecesmeenfadaconmigomismo,así quelamochilasiguesirecibirningúnreprochemío. Unjovenmeayudaymeacompañauntramohasta queretomamoselbuenrumbo.

EneldescensoalasllanasdeZabildesínotoqueella tiraenexcesodemishombros.Perodenuevotenemos queascenderporlasfaldasdeUrbasaparallegaral puertodeLizarraga.Enlassubidaslamochilase abrazamejoramiespaldaymeconcentroenel esfuerzodelascenso.

Losúltimoskilómetrosparecenmuchomáslargosyla mochilamáspesada,perohoyleperdonotodoporque ha sido mi mal criterio al orientarme lo que ha alargadolacaminata.

80

—Si volvisteis a casa para cenar no podéis decir que os perdisteis, como mucho se trataría de un extravío temporal.

Nos separamos y el que se empeñó en estar extraviado fui yo. Llegué a una majada cercana que identifiqué erróneamente como la de Arroniz, a pesar de lo poco que aún me había alejado de la cumbre del Dulantz. Intenté salir de la zona fijándome en las indicaciones de la ruta que llevaba escritas, pero al no tratarse de la majada de Arroniz los intentos para encontrar mi camino eran baldíos. Después de hora y media dando vueltas volví hasta el último cartel indicador del GR-282 que había visto junto a unas chabolas.

Pregunté a un joven que se dirigía hacia el Dulantz. Entre él y yo había una pared y una alambrada, pero las pasó para acompañarme hasta estar en el buen camino hacia la majada de Arroniz. En mi extraviado deambular anterior me había dirigido con acierto en dirección a la majada, pero al pensar que ya la había superado esperaba un desvío hacia el E que no llegaba y había retrocedido varias veces para buscarlo.

Avancé entre hayas hasta la majada de Arroniz y cruce el raso de Olderiz para descender luego hasta el llano de Zalbide. Lo recorrí

81

Lizarraga-Arruazu 05/07/2021

Casitodalajornadahecaminadoporpistas.Enlas pistaselandaresuniformeyamenudomonótono. Aunquelaatenciónseladésobretodoalcaminono puedoolvidarmedelamochilaysuquerenciaalsuelo.

AtravesandolaSierradeAndiaentreLizarragayel colladodeLezizaveopastos,ganadoybrezales.Dejo variasveceslamochilaenelsueloparaacercarmea algúnrebaño,oparabuscarunmejorpuntodevista paraunafoto.

Laquesemehacepesadaeslapistaporlaque desciendoaUnanu.Lamochilahadecididohacerse notar.

ElcaloraprietayrodeolaproadelBeriainascendiendo porotrocaminoparallegaraUharte-Arakil.Cuando segúnlaseñalizaciónfaltanpocomásde3kmparala metaentroenunsendero.Noheelegidoeladecuado. Eraconscientedequenollevabaladirecciónnecesaria. Teníalaesperanzadequeelsenderogiraseenalgún momento,peronohasidoasí.Lamochilaseguroque satisfecha,porquemeconcentrabaenmiautoenfadoy

82

hacia el N y ascendí de nuevo a lo alto de la sierra de Urbasa. Unos tres kilómetros de pistas atravesando Ollideko Bizkarra hacia el E me llevaron hasta el puerto de Lizarraga. ¡Qué largos fueron los últimos kilómetros! ¡Y qué despacio pasaba el tiempo! Era domingo y las ventas del puerto estaban muy concurridas. Después de atravesar Urbasa casi en solitario me rodeaba una multitud de personas desconocidas. No me sentía más acompañado que cuando en medio de los rasos de la sierra no veía a nadie, hasta que me crucé con Jasone, una antigua alumna de uno de los grupos que además de hacerse inolvidables, se convirtieron en una especie de faro que señala, singulariza y trae a mi memoria otros recuerdos de la época en la que convivimos. Ahora, de vez en cuando, teníamos noticias mutuas en las redes sociales por actividades montañeras. Recordamos los años de colegio, nos pusimos al día y nos cargamos mutuamente con recuerdos para llevar a personas que conocíamos. Cuando el silencio se fue instalando en el puerto de Lizarraga yo me acomodé en una borda abierta para pasar la noche.

83

no en ella. La etapa se ha alargado más de 7 kilómetros.

Despuéslaconversaciónconuncaminantelocalque mehaorientadoyconelquehecaminadovarios kilómetroshastalascercaníasdeLakuntza,havueltoa libraralamochilademisreproches.Peroenlospocos kilómetrosquemequedabanhastaArruazunuestra "conversación"hasidotensa.

MequedoenArruazu,dondetengocamaasegurada. Lamochilapierdetodalatensióncuandolavacío.

84

Un destino diferente al planeado

Uharte Arakil iba a ser mi meta después de recorrer la sierra de Andia entre Lizarraga y los Altos de Goñi, descender a Unanu por la ladera sur de la sierra de San Donato y rodear el extremo de esta bajo el impresionante morro de Ihurbain. El tiempo era excelente para caminar, los desniveles de ascenso moderados, casi todo el camino por pista… Todo me hacía pensar que llegaría a Uharte para comer allí.

Al inicio de la etapa me acerqué hasta el cortado de la sierra sobre el puerto de Lizarraga para volver a disfrutar de las excelentes vistas sobre la Sakana, la sierra de Aralar, la del Aitzgorri…, y del Beriain, a un tiro de piedra. Las había disfrutado la víspera cuando el puerto y las ventas empezaron a vaciarse de gente, pero quería volver a demorarme en su contemplación, ahora con otra luz. Atravesé la sierra siguiendo la pista hacia el E por una especie de larga y estrecha vaguada. Los cortados de la sierra al N y la cima somital al S impedían las vista hacia los lados. En lo que veía de la sierra de Andia no había más que pasto, ganado y brezo. Pasé cerca de algunas balsas de agua naturales. Un pastor conducía el rebaño a una de ellas, pero fueron pocas las ovejas que bebieron.

85

SanMigueldeAralar-Lizarrusti 06/07/2021

Prácticamentedurantetodalaetapahaestadomi mochilapegadaamí.Lanieblacubríalascumbresdel BeriainydeSanMiguelyhabíapronósticodelluvia.El ascensohastaSanMigueldeAralarmeibaasuponer3 horas,almenos,conlamochilaalaespalda.Noquería llegartardeaLizarrustiymehansubidoencoche hastaSanMiguel.

Lanieblahasecuestradoelpaisajeyprontohetenido queempezarausarlacapaparacubrirnoslamochilay yo.Nicuandoparabaladescolgabaparaquesiguiese protegidaynosemojaseenelsuelo.

LasseñalesdeotrosGRnoshanayudadoaatravesar Igaratzasinperdernos.

Descendiendohacomenzadoalloverenserio.Entrelas hayasparecíaarreciarmás,porquecadagotaquecae deunahojarebotaenunascuantasmásantesdellegar alsuelo.Cuandohacesadoelchaparrónmáslargohe vueltoarecibirenpiernas,botasypieselyaolvidado

86

Al iniciar el descenso hacia Unanu me senté sobre la hierba para dejarme acariciar por el sol mientras comía lo que me quedaba del bocadillo que había comprado la víspera para la cena. Después la pista hasta el pueblo se me hizo larga. Más largo se me hizo el camino cuando después de caminar en moderado ascenso hasta el límite entre el municipio de Ergoiena y el de Uharte Arakil elegí mal el sendero a seguir. A solo unos 3 kilómetros de Uharte tomé uno que me alejo bastantes más hacia el W, en dirección a Etxarri Aranaz. Según las notas que repasé varias veces antes de iniciar el descenso a la Sakana tenía que pasar por un robledal antes de salir hacia el valle. Los robles me rodeaban al principio, pero pronto no vi más que hayas a mi alrededor. No había tomado el camino adecuado. Era consciente de que no caminaba en la dirección que debía hacerlo, pero tenía la esperanza de que el sendero girase hacia el N en algún momento y no volví sobre mis pasos. Terminé saliendo a la carretera de Etxarri a Lizarra. Me había alejado unos cuantos kilómetros de mi ruta y tendría que recorrerlos en sentido contrario. Esperé a que llegase a mi altura un

87

diluvioinferior.Pareceincreíbleelaguaquepuede acumularunasolahierba.

Alllegaralalbergueyquitarlacapacomprueboquea lamochilatambiénhallegadolahumedad.Ellanose haquejado.Yotampocoporella.Durantelaetapano hesentidosucontinuaquerenciaalsuelocomootros días,nilahesentidocomoalgodistintoamí.Perohoy síveoasíamisbotasycalcetines.¿Sesecaránpara mañana?

hombre que caminaba por la carretera para consultarle sobre el camino más apropiado para volver hasta Uharte. Él volvía hacia Arbizu y caminamos juntos por pistas y senderos hasta las cercanías de este pueblo. Nos despedimos y seguí por una pista agrícola hasta Arruazu.

Mi etapa, que iba a ser de unos 25 kilómetros, ya había superado los 30. Estaba cansado. El calor de aquel día, que por fin acabó siendo de verano, el peso de la mochila y los kilómetros recorridos me habían cansado. En Uharte no sabía dónde podría dormir y decidí quedarme en Arruazu donde lo podría hacer en cama en una casa de agroturismo.

No fue el único cambio de planes. Las previsiones de lluvia para el día siguiente, la ascensión hasta San Miguel de Aralar y el cansancio acumulado por el calor y las horas extra caminadas hicieron que a última hora reservase un taxi para subir por la mañana hasta San Miguel y comenzar allí la siguiente etapa.

Desayuno balsámico para mi hospedera

Cuando llegué a Arruazu todo el vecindario estaba comiendo (o ya de sobremesa) en una campa arbolada que hay entre la iglesia y un bar y un txoko cercanos; era fiesta en el pueblo. También mi hospedera disfrutó de la fiesta, pero madrugó para prepararme el desayuno adelantando una hora el horario habitual. Desayunamos juntos y en nuestra conversación pronto se deslizaron las desgracias por las que su familia ha pasado los últimos años. Hacía dos que su hijo mayor había muerto en un accidente de caza. Hacía unos meses que en una operación rutinaria de su marido, el bisturí llegó a cortar accidentalmente en el tracto intestinal sin que quienes opera-

89

Lizarrusti-Otzaurte 07/07/2021

Laetapacomienzaenunascensoprolongadoque despuésseconvierteenuncontinuosubirybajar durantetodaella.

Enlassubidasmicuerposeinclinahaciaadelanteyla mochila se adapta y se pliega a mi espalda ofreciéndomeabrigoparaelfrescodelamañana.

Elhayalnosrecibeconunsilenciosorprendente,nose oyenada.Piensoquenohahabidonieblaporlanoche, delocontrarioelaguaacumuladaenlashojasdelas hayas estaría provocando la sensación sonora que producelalluvia:cadagotagolpeandoinnumerables hojasantesdellegaralsuelo.

Lahierbadelcaminotampoconecesitaliberarsede agua acumulada. Las botas, que ya se secaron, agradecenlafaltadeaguaenlashierbasquelasrozan.

Enlamontañarusadesubidasybajadasporunamuga que define la orografía, pero que unos mugarris centenariosseñalanconprecisión,medoycuentade que en las bajadas cada uno de mis pasos eleva

90

ron se diesen cuenta. Aquello provocó tres operaciones posteriores, todas sin demasiadas esperanzas de éxito. Su marido ha terminado seriamente afectado en su autonomía y siendo una persona dependiente.

Mari Jose, que así se llamaba mi hospedera, me contó con detalle y sin ambigüedades lo que habían sufrido en la familia. Lo hizo sin apasionamiento, sin formular reproches, sin renegar con ira del destino, sin pronunciar ni una vez el “ ¿por qué a mí?”, esa frase que realmente no reniega de la desgracia que se sufre, sino de que seas tú quien la soporte. Lo que más atrajo mi atención fue su firme voluntad de seguir adelante sin formular ni una queja por la carga que ella tenía que soportar; también lo hizo el orgullo y la admiración con que explicaba todo lo que su hijo adolescente aporta para sobrellevar toda esa carga. También declaraba su satisfacción porque había visto disfrutar a su marido de las celebraciones festivas, de la compañía del vecindario en la comida y de las partidas de mus.

91

ligeramentelamochila,queacontinuaciónseadaptaa loshombroscayendo.

¡Resultaquesoyyoquienprovocaloquecreíaqueera unapersistentequerenciasuyaatocarelsuelo!¡Yyo quejándomedeella!

AliniciareldescensohaciaOtzaurte,despuésdepasar porEtxegarate,unnuevoerrormíoenunaencrucijada (yesoquelasmarcashoyeranabundantes)alargael recorridoenunos8o10km.Enlugardellegaraltúnel deSanAdrián,dondepensabadormir,mequedoen Otzaurte. Laculpanoesdelamochila.

92

—Estamos aquí y hay que seguir adelante —repitió varias veces. Procuré mostrarle mi mayor empatía. Marché de Arruazu esperando haber contribuido al desahogo de aquella mujer, a que su relato de las adversidades sufridas tuviese un efecto balsámico en ella.

Niebla y lluvia

La niebla envolvía San Miguel de Aralar. Cuando en algun momento dejó un espacio abierto hacia la Sakana pude ver Uharte Arakil unos 770 m más abajo, pero las sierras de Andía y el Beriain permanecían ocultas. Descendí hasta Guardetxe y seguí la pista de Igaratza siempre con miedo a extraviarme en la niebla. Caminé por la sierra de Aralar sin ver el paisaje, sin referencias visibles que me permitiesen saber con alguna aproximación dónde me encontraba. Las abundantes señales del GR-12 y/o del GR-121 me permitieron seguir el sendero por el que en unas 5 horas llegué al puerto de Lizarruzti. Podría decir que caminé a ciegas.

Casi desde el inicio de la etapa me protegía con la capa por la ligera llovizna en la que la niebla se fue convirtiendo. Durante los últimos kilómetros de descenso hacia Lizarrusti arreció la lluvia. La cubierta forestal de las hayas no sólo no me protegía, sino que concentrando

93

Otzaurte-Arantzazu 08/07/2021

Últimaetapa.Comprueboqueenlaiglesiaoermitade Otzaurte,dondehedormido,noquedanada,quetodo estárecogidoenlamochila.Apenasdesayunounas galletas,unpardeorejonesyuntragodeagua.

ComienzoelascensohaciaeltúneldeSanAdrián. DesdeBeundaelascensosemehacemáscostosoyno meparecequeseasoloporeldesnivel.Medetengoen eltúneldeSanAdrián,ynadamáspasarlomevuelvoa detenerjuntoauntúmuloquehayalladodela calzada.Sacodelamochilalabolsadelacomiday comoalgodechocolateyfrutossecos.

‒¡Graciasaquelohecargadohastaaquí!

Nosésiesunpensamientomíooloquecreoquediría lamochiladepoderhacerlo.

Hagounrepasomentaldeloqueellatransportayme doycuentadequetodoloheusadoalgunavez.Enla

94

el agua que las hojas recibían lanzaba sobre mí gotas más gruesas que las que caían del cielo. El sendero se hizo cada vez más estrecho y el agua que habían acumulado la hierba, los helechos y los arbustos empaparon mis pies hasta los huesos. Llegué a Lizarrusti con piernas y pies empapados y la humedad adherida a todo el cuerpo. Eran las 2 de la tarde y había cesado la lluvia. En la puerta del albergue vi un cartelito con una sola palabra: "itxita". Pensé en la posibilidad de seguir hasta el puerto de Etxegarate, pero los 15 km y 5 horas que según informaba una señal de dirección faltaban, y la predicción de lluvia me desanimaron. Decidí quedarme en la terraza protegida y cubierta de delante del albergue. Cuando ya tenía tendida la capa, la chamarra y los calcetines escurridos tendidos sobre unas sillas para que se secasen, se abrió una ventana a mi espalda. ¡El albergue estaba abierto! Quizás el viento había dado vuelta al cartel de la puerta.

Mientras comía un plato combinado en el interior del albergue llegó una pareja de catalanes que venían desde el puerto de Etxega-

mochilanosobraespacio,peronofaltanadadeloque henecesitado.Ypiensoqueeslamochilaperfecta;no facilita excesos, sin embargo con sus elementos funcionalesseadaptaaloqueesnecesario.

Sigolacalzadahastaquecomienzaadescenderhacia laLlanada,ylaabandonoendirecciónaArantzazu. AntesdellegaraUrbialanieblaqueocultalascumbres delAratzydelasierradeAitzgorrinoimpidelavista delaLlanada,Barrundia,lospantanosdelZadorra…, aunquelasnubesnodejanvermásalládelaLlanada lascumbresdelassierrasporlasquepaséhacedías.

AlllegaraArantzazudejolamochilaenelsueloy celebrolaculminacióndelGR-282conunacopade vino.Conlamochilajuntoamírepasomentalmente lasveinteetapasdelviajeapiequeterminadondelo comencé.SalídeaquícaminandohaciaelWyregreso viniendodesdeelE.

Urkilla, Elgea, macizo del Gorbea, Gibijo, Salvada, Arcena,Arkamu,Badaia,MontesdeVitoria,Montesde Izki,MontesdeIturrieta,Entzia,Urbasa,Andia,Aralar, macizodeAizkorri.Todasestassonlassierrasqueiba dejandoatrás,peroqueamenudolasvolvíaatenera lavistadesdeexcelentesatalayas.

Mientrasrecuerdoyesperoaquelleguemifamiliaa recogermeparavolveracasa,pongolamanosobrela mochila.Cuandocreoquenomeoyenadiedigoenvoz alta:

‒Graciasporseguirme.Mehacostadotraerte,perosin tinohubiesellegado.Volveremosaviajarycaminar juntos.

96

Habían caminado casi todo el tiempo bajo la lluvia y llegaron, ellos también, empapados y con los pies en un estanque. Gran parte de la sombría tarde la pasamos charlando junto al fuego mientras la lluvia seguía cayendo. Me alegré de no haber optado por seguir hasta Etxegarate.

Una muga redundante

En Lizarrusti madrugué como siempre, pero hasta las 08:00 no se desayunaba. El albergue estaba cerrado y ni siquiera podía salir a la calle. El papel de periódico con el que había rellenado las botas había absorbido bastante el agua; lo cambié porque aún seguían húmedas. Desayuné con la pareja catalana y a las 08:30 salí poniéndome como destino el túnel de San Adrían, sin saber aún que yo mismo iba a ser responsable de no llegar. Entré en un hayal que me recibió en silencio. Deduje que durante la noche ni había llovido ni había habido niebla. Las hayas no tenían que desprenderse del agua que a partir de la niebla se condensa en sus hojas, y que cuando cae de unas a otras hasta alcanzar el suelo, produce el mismo sonido que la lluvia. La hierba del sendero tampoco empapaba mis botas.

97

Entre Lizarrusti y Etxegarate la ruta sigue la divisoria de aguas cantábrico-mediterránea, aquí haciendo muga entre Nafarroa y Gipuzkoa. La muga la marca la orografía con segura evidencia y la confirman los mojones regularmente colocados en la línea divisoria. Como si esto aún no fuese suficiente, en la parte superior de los mojones se ha labrado un surco que señala la dirección, marcando incluso los ángulos cuando la línea deja de ser recta. Poco antes de llegar al puerto de Etxegarate comenzó a llover. La previsiones anunciaban lluvia para varias horas más. Paré durante hora y media en la venta que hay en el puerto para comer algún bocadillo, leer la prensa y hacer alguna llamada para felicitar por la sentencia del TSJPV que había declarado nulos los despidos de Tubacex, aunque la huelga no se acabaría aún en mucho tiempo.

Dormir en una iglesia

Antes de marchar de Etxegarate ya había dejado de llover y no volvió a hacerlo. Faltaban menos de 5 kilómetros para llegar al puerto

98

de Otzaurte por un terreno ondulado. Cuando apenas quedaba un kilómetro de descenso para llegar al puerto seguí unas señales hacia el W (la dirección que traía desde Etxegarate) que me llevaron por un camino que no acababa de girar hacia el S, que en el último tramo era la dirección que debería seguir para descender a Otzaurte. Las señales de los varios GR y PR que comparten este tramo no eran escasas, pero en algún momento seguí unas que no correspondían a mi ruta. Después de algunos kilómetros abandoné aquel camino y por confusas pistas de monte descendí hacia la carretera. Salí a ella más cerca de Zegama que de Otzaurte y la seguí hasta el puerto.

En la venta del puerto me tomé un descanso que alargué demasiado, quizás para tener una razón para terminar la etapa allí mismo. Hasta el túnel de San Adrián, donde me hubiese gustado pasar la noche, faltaban más de 6 kilómetros. Alargando el descanso la pereza disfrazada de prudencia se apoderó de mi y decidí no caminar más aquel día. En el puerto hay una iglesia de estilo moderno con un pórtico abierto hacia dos de sus lados (NE y SE). Cuando estaba preparando la esterilla y el saco en la zona más expuesta, por ser la más limpia, apareció por allí una mujer, que es la que se encarga del cuidado de la iglesia, una iglesia que ya casi nunca se utiliza.

99

Charlamos un rato. Me dijo que donde había colocado mi esterilla iba a pasar frío y que si quería me abría la iglesia para dormir dentro. Acepté.

Ordené mis cosas y coloqué la esterilla a los pies del altar. Dueño de la iglesia me dispuse a asearme antes de cenar, a quitar el sudor de mi cuerpo para meterme en el saco con una sensación más placentera. Cuando ya estaba casi desnudo me abrumó el silencio del que fui repentinamente consciente, y miré a mi alrededor. Un ramalazo de pudor hizo que me sintiese incómodo ante el altar y las imágenes del presbiterio y me metí en la sacristía para terminar de desnudarme y asearme. Me sentí avergonzado de mí mismo por haber reaccionado así. Allí no había nadie y a nadie podía molestar, pero a pesar de haberme alejado hace tiempo de creencias y supersticiones la educación recibida desde la infancia seguía teniendo alguna influencia. En este y en otros aspectos mi generación más que educación recibió instrucción, en el sentido más militar del término: insistencia en la repetición hasta adquirir el hábito, el movimiento mecánico y la respuesta inconsciente; y como corolario la incomprensión de la mayoría ante la actitud y el pensamiento críticos y ante la contestación y la rebeldía. Y hubo demasiados instructores. La luz se fue apagando mientras cenaba la última lata de bonito

100

con pan de cuatro días. Las vidrieras que daban al SW coloreaban los rayos de sol que entraban. Salí a buscar agua y la niebla ocultaba de nuevo las cumbres, pero la mayor luminosidad que se apreciaba hacia el SW me indicaba dónde estaban las cumbres del macizo del Aitzgorri.

Cerrar el círculo

La última etapa no iba a ser larga (unos 16 kilómetros). En Otzaurte no se movía nada cuando poco después de la 7 de la mañana empecé a caminar. Llegué al túnel de San Adrián después de pasar por Beunda, el monte Añabaso y la casa de miqueletes, que fue refugio de montaña hasta hace muy pocos años, cerca del túnel.

El túnel de San Adrián, desde la primera vez que estuve en él a los 14 años, siempre me ha parecido un lugar atractivo y algo enigmático. Esta vez apenas me detuve. Seguí la calzada medieval, pero al llegar al túmulo que hay junto a la calzada un poco más arriba me

101

GRACIASATODASLASPERSONASQUEMEHAN ACOMPAÑADO.

Durante20díashecaminadounos500kmparacompletar unarutacircularquepasapormásde15sierrasymacizos deEuskalHerriadondeelpastoreotieneresidenciadesde hacemilenios.

Hecaminadosolo,pero,comoyadejéescritoenotro momento,heviajadoacompañado.

Acompañadopormifamiliamáscercana;fueronquienes másmeanimaroncuandomesurgíaalgunadudapara iniciarelviaje.

AcompañadoporJosune,quecadadía,sihabíacobertura enellugaralquellegaba,escuchabademibocaun resumendelajornada.

Acompañadoporfamiliares,compañerosdemonte,amigas yamigos…;recordabaotrosmomentosenlosquehabía pasadoporallíacompañadoporalgunasdeesaspersonas, opensabaquemegustaríaponerenlosojosdetodasellas loqueyoestabaviendo,omeimaginabaproponiendoque no dejasen de visitar el lugar a quienes aún no lo conociesen.

Acompañadodequienescomenzaronaseguirlasupuesta complicadarelaciónconmimochila.Cuandocomencéa contarloquesuponíacargarconellanopenséqueloharía cadadía.Algunoscomentarios(Catalina,Txaro,Javier…) meanimaronaseguirhaciéndolo.Nosetratabadela crónicadecadajornada,estalatratabaderecogeralfinal deldíaenmidiariodeviaje.Perocadamañana,antesde empezarlacaminata,escribíaesasupuestahistoriayla

102
2021-07-11

detuve para comer algo. Apenas había desayunado e iba cansado y sin fuelle.

En el trayecto hacia Urbia acabé divisando la Llanada Alavesa. Tendría que haber visto al otro lado los montes de Iturrieta, los de Vitoria, Entzia, Urbasa…, pero las nubes lo impedían. La Llanada se mostraba mayoritariamente amarilla y me recordaba mi primera ascensión al Aitzgorri. Fue desde Arantzazu y en verano, desde la cumbre me sorprendió la diferencia entre el paisaje alavés y el guipuzcoano, verde a un lado y amarillo al otro.

En las chabolas de Oillantzu compré un queso para llevar algún presente a casa; lo que me quedaba era descenso y el peso ya no me preocupaba. En la fonda de Urbia tomé un café con leche que entonó mi cuerpo y me supo a gloria.

Al llegar a Arantzazu me quité la mochila, me senté a una mesa en la terraza del Sindika y celebré la culminación del GR-282 con una copa de vino. Mientras esperaba la llegada de Josune y Aimar repasé mentalmente las veinte etapas del viaje a pié que terminaba

103

acompañabaconfotosparatratardeponerenlosojosde quienlasviesealgodeloqueyohabíavistolavíspera.

Comocolofón,almenosdemomento,compartounas cuantasfotografíasmás.Hayalmenosunadecadaetapa. Amímerecuerdanelpaisajedecadadía,losdescansos, las huellas que nuestros antepasados dejaron hace milenios,lasorpresadeencontrarunaamapolasolitaria dondenuncahubieseimaginadoverla,lanieblallenando de misterio el mismo paisaje que me ocultaba, los panoramasdesdelosqueidentificabalascumbresque conocía…Ytambiénlaluchaobrera.

Aquílasdejo.Graciasaquienesmehabéisacompañado. ----------

2021-07-11

ESKERRIKASKOBIDAIA-LAGUNIZANDITUDAN GUZTIOI

20egunez500kmingurueginditut,EuskalHerriko15 mendilerroetamendigunebainogehiagotatikigarotzen denibilbidezirkularbatosatzeko,artzaintzakmilakaurte baititubertan.

Bideabakarrikegin,baina,bestelekubateanidatzinuenez, lagundutabidaiatudut.

Nire familia hurbilenak lagunduta. Bidaia hasteko zalantzaren bat sortzen zitzaidanean haiek izan ziren gehienanimatunindutenak.

Josunek lagunduta. Egunero, iristen nintzen lekuan telefono estaldurarik bazegoen, egunaren laburpen bat entzutenzuennireahotik.

104

donde lo había comenzado. Había salido caminando hacia el W y regresé volviendo desde el E. Urkilla, Elgea, Macizo del Gorbea, Gibijo, Salvada, Arcena, Arkamu, Badaia, Montes de Vitoria, Izki, Montes de Iturrieta, Entzia, Urbasa, Andia, Aralar, macizo de Aitzkgorri; todas estas son las sierras que había ido dejando atrás, pero que después volví a tenerlas a la vista desde excelentes atalayas.

Durante la espera comencé a elaborar la lista de los lugares que habían sido un descubrimiento para mí, a los que esperaba volver acompañado.

105

Senitartekoek, mendi-kideek eta lagunek lagunduta. Zeharkatzen nituen hainbat lekuetan beste pertsona horietakobatzuekinbiziizandakounebatzukgogoratzen nituen;edoaipatutakolagunguztienbegietanniikusten arinintzenajarrinahinuelapentsatzennuen;edolekua oraindik ezagutzen ez zutenei bisitatzeari ez uztea proposatzeabururatzenzitzaidan.

Niremotxilarekinnuenharremankorapilatsuarijarraitzen hasizireneklagunduta.

Motxilarekinkargatzeazerzenkontatzenhasinintzenean, eznuenusteeguneroegingonuenik.Zenbaitiruzkinek (Katalina,Txaro, Javier…) horretan jarraitzera bultzatu ninduten. Ez zen egun bakoitzeko kronika, egunaren amaierannirebidaia-egunkarianjasotzensaiatzennintzen hori. Baina goizero, ibilaldia hasi aurretik, motxilaren ustezko istorio hori idazten nuen, eta argazkiekin laguntzennion,irakurrikozuenarenbegietannikbezperan ikusitakoarenzerbaitjartzensaiatzeko.

Amaitzeko, oraingoz behintzat, beste argazki batzuk partekatzenditut.Etapabakoitzekobatdago,gutxienez. Egunerokopaisaia,nikegindakoatsedenaldiaketagure arbasoekduelamilakaurteutzitakoarrastoakgogoratzen dizkidate.Inoizimajinatukoeznukeenlekuanamapola bakarti bat aurkitzearen harridura berpizten didate. Lainoak sortutako giro misteriotsura naramate berriro. Ezagunak ditudan gailurrak ikuspegi zoragarriengandik ikustenditutbestebehin…Langileonborrokaerebertan dago.

Eskerrikaskobidaianlagundudidazuenoi.

106
107

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.