Hybrido Magazine 2011-12

EDITORES NIEVES ALONSO ALMAGRO JESÚS BOTTARO ALEX LIMA JOSÉ JESÚS OSORIO MARIO A. POZADA-BURGA ROMÁN A. SANTILLÁN COLABORADORES ESPECIALES JAVIER MUÑOZ BASOLS • CARLOS MORALES LISA MELÉNDEZ • LIZA ROSAS-BUSTOS DISEÑO Y DIAGRAMACIÒN ORLANDO LÓPEZ VALENCIA COMITÉ ASESOR INTERNACIONAL Carlos Aguasaco City College –CUNY. Ángel Estévez City College –CUNY. Darío Henao Universidad del Valle–Cali, Colombia Orlando J. Hernández Hostos Community College–CUNY. New York José Alejandro López Universidad del Valle–Cali, Colombia Zenaida Madurka Old Westbury, SUNY. Juan Carlos Mercado City College–CUNY. Oscar W. Osorio Universidad del Valle–Cali, Colombia Susana Reisz Lehman College –CUNY. Luis Rivas Rivas U. Católica “Sto Toribio de Mogrovejo”. Chiclayo, Perú Hybrido es una revista cultural dedicada a fomentar el arte, la cultura y la creación crítico-literaria.

Invitamos a quienes deseen participar en nuestra revista a que envíen sus trabajos, para consideración del comité editorial de la revista, a nuestra dirección electrónica o a la siguiente dirección: MARIO A. POZADA-BURGA 156-20 Riverside Drive West Apt. 12-A New York, NY 10032 USA Deben incluir un sobre con sellos postales para su devolución. Los manuscritos deben ser enviados en un disco de computadora compatible con el programa de Microsoft Word, con una pequeña reseña biográfica.

Los ensayos deben seguir el formato MLA. La extensión de los trabajos no deberá sobrepasar las doce páginas, tipo de letra Times New Roman, 12 puntos. (Use “Footnotes” solamente,).

Obra pictórica de nuestra portada por JUAN GÓMEZ QUIROZ Foto contraportada por JUAN GÓMEZ QUIROZ www.juangomezquiroz.com LAS OPINIONES EXPRESADAS EN ESTA REVISTA SON RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO DE LOS EDITORES. HYBRIDO ES UNA PRODUCCIÓN DE: CULTURAL PROJECT FOR LATINO ARTS, LITERATURE AND CULTURES INC. Derechos Reservados/Copyright © 2011 www.hybridomagazine.net

http://hybridomagazine.wordpress.com ISSN: 1930-2711

hybridomagazine@hotmail.com

CONTENIDO

El fuerte Por Juan Gómez Quiroz Semana Negra de suave terciopelo y licores dulces Por Jesús Bottaro y Elssie Cano Marcelo Montealegre: Chile 1960, la hazaña fotográfica de guardar Liza Rosas Bustos

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ONCE POETAS PERUANOS Un juego de identidades: 11 poetas peruanos en Estados Unidos Roger Santiváñez y Julio León Mariela Dreyfus José A. Mazzotti Rafael Dávila-Franco Sandro Chiri Miguel Angel Zapata Fredy A. Roncalla Enrique Bernales Carlos Villacorta Ericka Ghersi Mixha Zizek Evgueni Bezzubikoff Díaz

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Game over y otros poemas Ale Meoño

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El poeta ecuayorquino bajo la sombra de los rascacielos Alex Lima Últimos correos de Petronio Rafael Cevallos en Homenaje Póstumo Elssie Cano

El paro de la memoria Por Rafael Dueñas El viejo y yo José J. Osorio Pequeñas historias miserables De Edgardo (Yayo) Aguero El relato como objeto ya hecho Orlando López Valencia Ella muere Rodolfo Villa Valencia

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ENSAYO Y RESEÑAS Sor Juana Inés de la Cruz The Tenth Muse in the New World: North American Reception of Sor Juana Inés de la Cruz and Her Work in Popular Periodicals of the Eighteenth and Nineteenth Centuries Elizabeth A. Pallitto y Román Alejandro Santillán 56 Mario Vargas Llosa y El Sueño del Celta Los horrores que conmovieron al mundo Luis Rivas Rivas 68 In absentia Manuel Guedán 72 Presentación de El origen del mundo Miguel Falquez-Certain 75 Hacia una hagiografía de Electa Arenal vida y obra Román A. Santillán Rodríguez 77 In memoriam Antonio Calvo Beatriz Carolina Peña 80

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Amor platónico Óscar Osorio Los autores de las obras que ilustran la revista son: Juan Gómez Quiroz, Marcelo Montealegre y Óscar García

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maños, diversos recorridos. A veces levantaba una mano, se paraba, hacía figuras con los dedos, ponía objetos. Se entretenía en ese mundo suyo. Ya no.

Ahora que había nacido a este nuevo sentimiento, esas sombras lo espantaban, le recordaban el pasado. Le dolía su vida, esa sombra sobre el muro, esa desesperada carrera en el vacío.

Fue al baño. Orinó. Quizá uno pueda comenzar a vivir a los 60 años, pensó. Quizá no sea tarde.

Tal vez sí haya otro sol en el horizonte, una segunda oportunidad sobre la tierra. Sería, en realidad, la primera, la única que he tenido. Lo demás fueron sombras. En su cerebro martillaba un quizá. Se miró al espejo. El pelo cano, algunas arrugas, dientes amarillos, ojeras profundas. Poco quedaba de su apostura. Se imaginó con ella: dos viejos tontos tomados de la mano, corriendo en cámara lenta por un camino bordeado de espigas mecidas al viento, con la cara vuelta hacia el cielo y los cabellos al aire. Sacudió la cabeza, como si tratara de quitarse ideas estúpidas. Uno no puede pasar el trapo y sacudir el polvo de tanta mala vida, pensó. Seguía mirándose al espejo. No podemos simplemente echar cepillo para sacarnos la costra del pasado. La vida no es una telenovela, no es decir corten, se graba de nuevo, la escena se repite. Esta es la vida que he tenido. Esto es lo que soy, una sombra que se deshace lentamente en la pared.

Como desde otro lugar de la realidad, escuchó tímidos golpes en la puerta. La ansiedad volvió de golpe y se halló torpe. Abrió, sin encender la luz.

Se había habituado a la oscuridad. Sigue, le dijo.

Ella avanzó desconcertada y se tropezó con la mesa de la sala. Oyeron el ruido de un motor en la calle y vieron sus sombras proyectadas en el muro. Esto parece una caverna, dijo ella. Qué pena, se disculpó, no me había dado cuenta. Prendió la bombilla y desbarató las sombras. Se sentaron, uno al lado del otro. Ella sonrió. Había una infinita dulzura en sus

ojos. Era como si esa mujer trajera toda la luz del mundo a esa oscuridad que era su vida. Tuvo la urgencia de besarla y de decirle que no era tarde para los dos, que amor de viejos no es de pendejos sino una feliz alianza contra los vejámenes del tiempo.

Se contuvo.

Hizo un gesto torpe y se dirigió a la cocina. Ella fue tras él. Le ayudó a poner la mesa. Él la miraba y no podía quitarse de la cabeza la idea de que ya era muy tarde. Destapó la botella de vino. Muy tarde. La frase se repetía, como la gota de agua de una llave rota. Brindaron, sin palabras. Comieron despacio, con fruición. Ella le alabó la sazón. Parecía disfrutar cada mordida. Terminaron la cena. Levantaron los platos y los llevaron a la cocina. Muy tarde. Seguía el sonsonete en su cerebro.

Volvieron al sofá. Le sirvió más vino. A su lado sentía una suave plenitud. Era como estar bajo el follaje de una ceiba viendo el atardecer en la montaña. Miró la pared limpia de sombras. Algo bullía en su interior. Aunque no había sido educado para este amor, tan intenso y definitivo, quizá podría acostumbrarse a esa nueva luz. Estaba absorto, pensando en ese bien supremo que se le ofrecía como una dádiva divina. Ella lo sintió distante y se turbó. Se levantó, dejó la copa sobre la mesa, se alisó la falda. Me voy, le dijo con voz débil. Él asintió. Ella le agradeció la invitación, tomó la cartera. Se dieron la mano. La imaginó subiendo las gradas que daban a la calle, recortándose a medida que subía los peldaños, llevándose toda la felicidad del mundo, y se vio a sí mismo, en mitad de la sala, sólo, con la luz apagada, esperando la luz artificial de algún auto que le diera otra ilusión de vida. Se dio cuenta que ya no podría soportarlo y no fue capaz de soltarle la mano. Quédate, le dijo. La atrajo hacia su cuerpo y la besó con pasión. La llevó a la cama. Al fin y al cabo, se dijo, este no es un amor platónico.

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Óscar Osorio

Amor platónico Como dise Aristóteles, cosa es verdadera, el mundo por dos cosas trabaja: la primera, por aver mantenencia; la otra era por aver juntamiento con fembra placentera.

(Arcipreste de Hita, El libro del buen amor)

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estapó la olla y aspiró profundamente. Desde joven había aprendido a cocinar y cultivaba ese arte con pasión. En todas las reuniones familiares siempre fue el encargado del banquete. Cocinar le producía un raro deleite. Ahora que lo hacía para ella, sentía una gran satisfacción. Revolvió con el cucharón de madera el líquido espeso y volvió a poner la tapa. Miró el reloj. Aún era temprano. Se sentó en la butaca de la cocina y se puso a hojear el periódico. No leía.

Pensaba en ella, en sus gestos tranquilos, la sonrisa tímida y esa mirada sin historia. Le gustaba pensar en ella. Le encantaba conversar con ella. Estar a su lado era como sentarse en la playa y ver morir el día en ese charco de azafrán.

Quizá esto es la felicidad, pensó. No esas erupciones de placer que tanto había disfrutado. Trago, perico y culos. Polvos. A eso había dedicado su vida. La esposa y los hijos fueron meros accidentes. Las molestias necesarias de un varón. No fue un buen padre, ni un buen esposo. Siempre lo supo. Le gustaba montar hembras. Eso era. Un día todo cambió. Uno de sus fieles se lo dijo. La suerte se le ladeó, patrón. Hay órdenes. A mí mismo me mandaron, pero yo le debo, patrón. Advirtiéndole le pago. No tuvo tiempo de sacar nada. Se escondió en ese pueblo y perdió contacto con todo su pasado. La

esposa no lo siguió. Los hijos vivían en el extranjero. Ni siquiera se atrevió a llamarlos. Consiguió trabajo como chofer de un jeep, alquiló el sótano y aceptó la soledad. Se hizo viejo en un par de años.

Ya no le dolía la pobreza. Tampoco le gustaba la vida. Estaba ahí, en el mundo. Nada especial. Pero ella había aparecido. Había entrado en esa penumbra que era su vida y le había tendido la mano. Apagó la estufa. Quizá no sea tarde, se animó.

Limpió lo mejor que pudo. Recogió algunos trapos tirados, sacudió el polvo, lavó la loza amontonada, tendió la cama, barrió, trapeó, acomodó los escasos muebles y se sentó a esperar con una ansiedad de adolescente. La luz del crepúsculo se hacía bruma en la sala y oscuridad en los rincones. Miró el reloj circular de plástico que pendía en un muro de la cocina. Eran las seis y veinte minutos de la tarde. Bajó la mirada, pero inmediatamente la regresó.

Una espesa nata de grasa y polvo cubría la superficie del reloj. Se levantó y limpió con detergente el artefacto. Dio una última revisada. Nunca limpiaba a fondo. Sus oficios se limitaban a pasar de vez en cuando la escoba y el trapero, a recoger la ropa para lavarla, a enjuagar la loza. Nunca le habían correspondido esos deberes y había aprendido malamente en esos años de abandono.

Se sentó de nuevo. Entrelazó los dedos y bajó la mirada. La oscuridad se había tomado el interior de la vivienda. La luz de unas farolas entró a través de la ventana, recortó su silueta contra la pared y se deshizo en un rincón. Se estremeció. Siempre le había gustado sentarse en la sala, con la luz apagada, a ver esas siluetas que nacían y morían en el breve recorrido. Nunca eran iguales, distintos perfiles y ta-

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il novecientos noventa y siete significó para un grupo de inquietos estudiantes del “Graduate Center of The City University of New York” la concretización de un sueño: se creó Hybrido, una revista dedicada desde entonces al cultivo de las letras hispanas en las modalidades de ensayo, poesía y narrativa corta. No quisimos saber, cegados por el entusiasmo, de las peripecias que significaba publicar y mantener una revista. Ahora, en la segunda década de su publicación inicial, Hybrido sigue en pie. Han habido pausas pero no detenciones en nuestros afanes. Tropezábamos porque estábamos avanzando y si alguna vez nos detuvimos, brevemente, fue sólo para tomar nuevo impulso y seguir adelante, tercos en nuestra propuesta, confiados en que estábamos en la ruta correcta. Hybrido es ahora vocero de las letras hispanas en los Estados Unidos, depositario y defensor, a ultranza, de toda inquietud literaria en cualquiera de sus facetas. Al mismo tiempo, Hybrido es consciente de los cambios drásticos que afronta la gente del mundo y nos solidarizamos con lo que creemos causa justa y digna de apoyo. Nuestro apoyo incondicional, por ejemplo, al movimiento “Ocupamos Wall Street” porque consideramos justificada su causa; creemos, asimismo, que la hispanidad radicada en USA puede ser parte dirimente en el engrandecimiento del país que los contiene, y que merece una oportunidad de aceptación legal para ayudar al desarrollo de esta nación.

En nuestros ensayos y reseñas el lector encontrará interesantes artículos de estilos y personajes de la literatura que son siempre temas de lectura.

Presentamos una excelente muestra fotográfica, una interesante muestra pictórica y varias historias ficticias que, estamos seguros, van a deleitar al

amable lector. Y es que la exigencia que nos impusimos desde el comienzo es la de entregarle a usted, desconocido amigo, lo mejor de nuestra vitrina para que el goce de la lectura sea mayor.

En este número, queremos resaltar el homenaje que rendimos a las letras peruanas. En un excelente apunte, Roger Santiváñez y Julio León, nos presentan las creaciones de once (11) poetas radicados en Estados Unidos, cultivadores, en su propio estilo cada uno, de toda la tradición poética que nos legaran vates como el eterno Cesar Vallejo, o los inigualables Martin Adán, Xavier Abril o Emilio Adolfo Westphalen, entre otros. Los poetas aquí reseñados viven en los Estados Unidos pero su poesía muestra el sentimiento de peruanidad siempre recordado o nunca perdido. No lo dicen en sus versos pero lo gritan en cada silencio: el Perú es para ellos el centro siempre amado, aparentemente rechazado pero al cual, de una u otra manera, se desea volver.

Rendimos homenaje póstumo a un gran amigo, Antonio Calvo, ex-director del Programa de Español en la Universidad Princeton, prematuramente desaparecido a los 45 años. Su energía para “vivir” sus clases de español, su vivacidad para comunicarse con amigos y estudiantes y su siempre generosa actitud anta la vida no podrán ser olvidadas. Paz en su tumba.

Lamentamos profundamente la muerte del escritor ecuatoriano Petronio Rafael Cevallos, de la cual nos enteramos al cierre de la edición. En su memoria tenemos los escritos de Alex Lima y Elssie Cano.

Terminamos con un breve adiós que nunca hubiéramos querido dar: nuestro colega y amigo Mario A. Pozada-Burga, co-editor de Hybrido se retira tempranamente de las lides educativas y vuelve al terruño de sus mayores. Le deseamos lo mejor en esta nueva faceta de su vida.

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Por Juan Gómez Quiroz

El Fuerte

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n Talagante fue donde di mi primer beso de amor. El hecho ocurrió cuando Mari, Berta y Soledad, las muchachas de la parcela vecina, como de costumbre, vinieron a jugar a los cowboys. Mari decía que era la novia de mi primo Kiko y jugábamos con las vecinas al pillarse por entre las viñas y las hileras de paltos, damascos y duraznos. En un claro entre los matorrales Kiko dibujó en el suelo un mapa y yo con un palo marqué el Fuerte, rodeado por el territorio de los indios que atacaban sin aviso.

Las muchachas procedieron a camuflarlo con sacos harineros y de papas, que servían de murallas y camillas, ocultando de esa manera a los heridos en el combate. Nos turnábamos para hacer de indios o bandidos. En algunas ocasiones, después de batallar, y a veces heridos, volvíamos a curarnos al Fuerte donde al Kiko lo cuidaban las enfermeras con esmero. Con frecuencia le sacaban la camisa y lo tendían en la camilla para vendarlo, en cambio a mí me refregaban colonia y listo. Esto había sido así durante los últimos veranos.

Durante el juego de esa tarde, el Kiko y las chicas me ordenaron ir a buscar el ganado para cambiarlo por oro. El ganado estaba lejos y me fui hasta el fondo de la parcela con ese propósito y volví imitando a los arrieros con un piño de ganado pero al llegar cerca del Fuerte, un árbol cargado de damascos me tentó, y trepando a la copa escudriñé el paisaje, mientras cortaba unos damascos, me puse a comer unos pocos. Estaba en eso cuando llamaron mi atención unos movimientos dentro del Fuerte.

Vi al Kiko que estaba siendo vendado y atendido por Mari. El vaquero Kiko tenía la cabeza apoyada

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en la falda de Mari y se estaban besando. Entretanto Berta simulaba sacarle una flecha del costado y Soledad otra de la pierna, y a una señal de Mari, Berta fue y bajó los pantalones del Kiko. Como impulsado por un resorte su instrumento saltó de entre sus piernas. Mari, cuidadosa, procedió a meterlo en una caja de dentífrico, cubriéndolo entero con el cartón anaranjado y dejando al descubierto su cabeza rosada. Luego tomándolo en sus manos mostraba orgullosa su trofeo a sus hermanas; ellas miraban con ojos despavoridos. Kiko se hacía el muerto.

Bajé del damasco a la carrera. Llegué de rodillas al Fuerte haciendo toda clase de ruidos y aspavientos; pretendiendo venir herido de muerte y arrastrándome a duras penas trepé hasta donde estaba Kiko.

El y las enfermeras me ayudaron a subir a la camilla de los heridos. Berta y Mari, solícitas y eficientes, me echaron la colonia, encima con una buena restregada. Soledad, en cambio, lanzando sus brazos al cuello me dio un beso apretado en los labios. Lo inesperado de la caricia hizo que el pelo se me endureciera y zumbaran los oídos, sintiendo el aire a mí alrededor trisarse en mil pedazos. No quería que terminara nunca esa caricia ardiente de esos labios calientes y dulces. Cuando ella se retiró “¿Somos novios?”, le pregunté instantáneamente al rostro sonriente de Soledad y abrazándola la besé, esta vez fue con fuerza y un desconocido sentido de posesión. La energía del instante se iba acumulando por la unión de los labios, ahogándonos y luego, exhaustos, explotamos en carcajadas de placer. Recién entonces, pude ver a sus hermanas, atareadas, recoger los sacos y empezando a desmantelar el Fuerte.

—Tenemos que irnos a comer —dijo Soledad—.

ticos por sus muchos años en el poder, pero ellos mismos se aferran y se eternizan, con maña, en una jefatura departamental. Hay quienes después de obtener un pehachedé les exigen a los alumnos que los doctoreen. Hay quienes después de publicar artículos y/o libros, muchas veces en muy corto número, se remontan a las alturas de una pomposa autoridad ilusa. En verdad, seamos honestos, ¿cuántos leen lo que escribimos? ¿De qué manera nuestras investigaciones impactan a la humanidad, mejoran al ser humano, reducen la injusticia social, por ejemplo?

No quiero sonar pesimista ni sugerir que lo que hacemos, la mayoría de nosotros con pasión genuina, no sirve para nada. En nuestra jerarquía de valores tiene importancia. Ciertamente, incrementa el conocimiento, produce la reflexión y, siempre unido al trabajo de otros, enriquece el panorama cultural.

Pero aterricemos en este planeta pequeño del inmenso sistema solar, ubicado, a su vez, en nuestro inconmensurable universo. ¿Cuál es la grandeza de un profesor universitario? ¿Cuántas novelas o películas hay en las que el protagonista sea un profesor universitario que, sin ser un pervertido escamoteado, un agente encubierto, un asesino en serie ni sin salir de su entorno cotidiano –lo contrario de Indiana Jones– viva aventuras meritorias de novelar o de llevar a la pantalla?

Somos, en esencia, seres humanos corrientes, con vidas dignas, pero corrientes. Si tenemos un trabajo académico, se lo debemos a que pertenecemos

a una minoría muy pequeña de la población mundial con la fortuna de haber tenido oportunidades educativas que, por razones múltiples y complejas, otros no han podido disfrutar. ¿Esta educación nos hace superiores? La mayoría estamos de acuerdo con que la respuesta es no. Todos los seres humanos nacemos con igual cuota de decoro y derechos.

Tristemente, la academia no nos hace a muchos ni siquiera mejores seres humanos, porque no optimiza nuestras actitudes hacia aquellos con quienes interactuamos en las aulas, en los pasillos, en las oficinas, en las calles, en los trenes, en los autobuses y, ni a veces, en nuestros hogares.

En el caso de Antonio Calvo, la humildad, los gestos amables, las conversaciones sinceras, la apertura a decir de frente, en momentos de quietud, esto me gusta y esto otro me disgusta; esto es aceptable y esto otro es inaceptable, en resumen, la voluntad de paz, habrían producido una gran diferencia en el resultado. Claro –dirán algunos– vista la situación desde la perspectiva ventajosa del ahora, se puede especular tanto cuanto queramos. Sí, lo acepto; no obstante, el asunto está en no llegar a la tragedia, a lo irremediable, para darnos cuenta de que muchos de nosotros tenemos que dejar de mirarnos el ombligo. Caigan el egoísmo, la arrogancia, las mezquindades, el narcisismo, el espíritu de competencia desleal. Saquemos nuestras mejores prendas. Requiem aeternam dona ei, Domine, et lux perpetua luceat ei. Requiescat in pace. Amen.

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Beatriz Carolina Peña

He has achieved success who has lived well, laughed often, and loved much; who has gained the respect of intelligent people and the love of little children; who has filled his niche and accomplished his task; who has left the world better than he found it, whether by an improved poppy, a perfect poem, or a rescued soul; who has never lacked appreciation of earth’s beauty or failed to express it; who has always looked for the best in others and given them the best he had; whose life was an inspiration; whose memory a benediction.

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Bessie Anderson Stanley

l suicidio de Antonio Calvo ha sido impactante y lamentable para quienes lo conocimos –no importa qué tan allegados fuéramos a él–. La pérdida de una vida próxima de manera violenta es un hecho que nos conmociona. A mí, que vivo en Nueva York, aun sin pertenecer al círculo íntimo de Antonio, me surgió un doloroso sentimiento de culpa al saber de su deceso. Apenas puedo conjeturar la angustia ingente de sus últimos días solitarios. Si hubiera sabido lo que le pasaba, si hubiera estado con él en sus horas de tribulación para acompañarlo, escucharlo y, en lo posible, darle ánimo y esperanza, tal vez se habría evitado su fin trágico. No se trata de un anhelo de heroísmo anónimo. Parto de la creencia básica de que la soledad en momentos de crisis se hace insoportable y es muy mala consejera.

Antes de esas últimas horas de soledad en su apartamento de Chelsea, hubo otras como las que confrontó mientras esperaba noticias de la renovación de su contrato. ¡Qué duro fue ese silencio prolongado! Un mutismo que, obviamente, no se manifestaba solo en su vacío oximorónico, sino que

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estaba acompañado de hielo y gestos duros. El desgaste físico y psicológico de Antonio, atestiguado por quienes lo veían con frecuencia, constata la tensión de su día a día.

Una de las reflexiones que surge de la muerte de Calvo es la de nuestras propias actitudes en nuestros centros de trabajo. ¿Cómo llegamos a ser, en ocasiones, tan intransigentes e implacables? ¿Por qué muchos configuramos de cualquier nimiedad una ofensa inolvidable e insuperable? ¿Por qué algunos actuamos como jueces inexorables? ¿Dónde se halla nuestra capacidad de perdón? Las respuestas tienen que ver, en mi opinión, con un inflado sentido de importancia personal y luchas mezquinas por el poder. Pero, ¿a qué poder me refiero? ¿A cuánto monta la cuota de ese poder?

El “poder” que podemos tener en uno u otro puesto en un departamento académico no nos permite por sí solo hacer una gran contribución a la humanidad. Con ese poder no podemos cambiar el mundo, nuestros países, nuestras ciudades, nuestros barrios ni nuestras instituciones. Tampoco podemos con ese poder modificar, de manera esencial, nuestras vidas ni las de quienes amamos. En todo caso, el talento, el trabajo, el carácter y la voluntad son algunas de las características que, unidas a una cierta cuota de poder, el cual se puede incrementar con la adhesión de otros a nuestra causa, podrían materializar beneficios en una cierta área o en una determinada lucha. Pero las causas deben valer la pena, no ser mezquinas y tener una estatura mayor que la de un puestico en un departamento de una institución educativa.

Hay quienes critican con pasión a líderes polí-

Dibujo de Juan Gómez Quiroz

In memoriam Antonio Calvo

Antes de que salgan a buscarnos y nos pillen, así que... ¡Chao chiquillos! —dijeron en coro antes de alejarse.

El Kiko estaba mirando hacia el fondo de la parcela como buscando un nuevo horizonte y sin un comentario, lo que es raro para él, se estiró como queriendo ser más alto. Después de un largo rato y sin motivo aparente se alejó corriendo.

Comprendí, cabalmente su acción, yo también quería estar solo. Caminé lento hasta el fondo de la parcela, viendo morir la tarde en un violáceo atardecer, y en mis labios sintiendo arder voluptuoso, el beso de Soledad.

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Por Jesús Bottaro Elsie Cano

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Semana Negra de suave terciopelo y licores dulces

rente a las aguas del mar Cantábrico, ligeramente temperadas por el verano suave de Asturias, las olas lamen las costas y playas de Gijón golpeando la hoguera citadina. Gijón es una ciudad relativamente pequeña, de gente amable, tranquila, muy limpia y organizada; sin mosquitos ni cucarachas. En sus calles, viviendas, y en cualquier sitio disponible, sus habitantes fuman un millón de cigarrillos diarios o tal vez son tres los millones de cigarrillos, es difícil de estimar. Fuman los ancianos, fuman los jóvenes, fuman los niños, fuman las paredes, los muebles, el perro, el gato, las aves y hasta los peces y moluscos del almuerzo. Algo que hubiera divertido a Agatha Christie es que el homicidio pulmonar, suicidio para otros, comenzó a bordo del “tren negro” en el que, circunviniendo las normas imperantes de la Monarquía, la espesura de las nubes de nicotina se podía apartar con las manos, quizás con la avenencia especial de la Corona y sus Infantes. Sin embargo, a pesar del humo volcánico, y su consecuente causa de muerte factible, el festival literario de La Semana Negra de Gijón es un evento robusto, diverso y participativo. Es un baile celebratorio lleno de discusiones profundas y entretenidas. Sus jornadas están llenas de gente alegre, profesional, cooperativa y desprendida ofreciendo lo mejor de sí en cada lectura, simposio, tertulia o presentación. La Semana Negra de Gijón es además, y sobre todo, una especie de familia literaria en crecimiento constante que expande sus ramas de frescor, como si fuera un enorme jabillo tropical, en el clima estival del norte de España.

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En esta fiesta de la escritura no sólo se dan cita la elaboración y desenredo de crímenes de tinta, espionaje, puñales hirientes, revólveres humeantes, ciudades oscuras, sangre derramada o detectives perspicaces, también se discuten las implicaciones diversas de zombis (no haitianos) devorantes de intestinos delgados organizados en devastadoras guerrillas urbanas, según el texto de Guerra de Guerrillas del Che Guevara, editado masivamente por el ejercito de los Estados Unidos, hacia la toma del poder en un país desarrollado; allí se ventila la organización no clandestina de las momias antiguas y modernas (aunque no las de Guanajuato ni las del altiplano andino) confrontadas con otros seres, extraterrestres o no, en intrigas fantasmales. Los vampiros tomas café con sus amantes oportunas y se cuentan en detalles sorprendes las múltiples docenas de veces que se intentó asesinar a Castro; la estricta fantasía, la ciencia ficción, lo fantástico y los librillos de dibujos de héroes y no héroes se saludan y dan la mano de respeto y cordialidad mutua, aunque luego cada cual siga su camino por separado.

Se proponen alternativas literarias diferentes a las “tradicionales” o académicas, una relectura de la historia oficial o popular; el senado ruso lo podría presidir Frankenstein para provecho de ese país; el Chavo del Ocho, en compañía del Monje Loco, editado en hojas sueltas, se obsesiona tras la pista de la desaparición misteriosa de su barril en las inmediaciones de la Colonia Roma sin saber que forma parte del un plan desestabilizador de todo el continente; y existe la posibilidad de saludar a La llorona como la verdadera madre imperial cultural

y divertida de la misión. Los cincuentas poemasfabula de Vikram Babu terminan planteando una pregunta a su audiencia que invita a tomar parte en el trabajo al lector y deja que sus propias respuestas transformen el significado del poema. A través de las observaciones irónicas de su personaje, Aguado desenmascara suavemente la hipocresía y la fragilidad humana, revelando un mundo de entretejido en contradicciones.

Argumento del octavo lienzo, último lienzo La nueva edición crítica del Neptuno alegórico (Madrid: Cátedra, 2009) de Sor Juana Inés de la Cruz con la introducción de Electa Arenal y las notas de Vicente Martín (Madrid: Cátedra, 2010), es una obra de referencia indispensable para estudiar el arco triunfal que Sor Juana diseñó para la llegada de un nuevo virrey a la ciudad de México en 1680. Esta edición está precedida de varias ediciones modernas del Neptuno empezando con la edición facsimilar de la Loa con la descripción poética del arco que la catedral de México … de Manuel Toussaint (México: UNAM, 1952; la segunda en el tomo IV de Obras Completas de Sor Juana con notas e introducción de Alberto G. Salceda (México: FCE, 1957; y en la edición critica de la Inundación castálida --libro en el cual se encuentra publicado el texto del arco-- de Georgina Sabat de Rivers (Madrid: Castalia, 1982). Con el motive de tercer centenario de la muerte de la poetisa se publicaron varias ediciones facsimilares con estudios, índices analíticos, paleo grafiadas y concordancias en México de la Inundación castálida en 1995 (Tarsicio Herrera Zapién, et al, Instituto Mexiquense de Cultura; Fredo Arias de la Canal, Frente de Afirmación Hispanista; y la de Sergio Fernández, et al, UNAM). Esta nueva edición del Neptuno nos da por primera vez en el mismo tomo una visión de conjunto histórico de la ceremonia política y una guía de lectura de los emblemas contenidos en el arco. La reproducción de las imagines relacionadas al arco facilita la lectura de una obra que es esencialmente parte de un espectáculo visual e incorpora más de cincuenta años siglo de estudios emblemáticos, filológicos, históricos y de historia del arte.

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Argumento del tercer lienzo Como escritora teatral escribió “This Life Within Me Won’t Keep Still”, basada en la vida y obra de Anne Bradstreet de Nueva Inglaterra y de Sor Juana de la Nueva España y estrenada como un caso especial de la Modern Language Association en 1978 y el Fort Mason Fundación de San Francisco. Las dos figuras fueron mujeres que hicieron hitos en la historia literaria norteamericana como la hispanoamericana. Anne Bradstreet (1612 –16 de septiembre de 1672) junto con su marido intervinieron en la fundación de Harvard University en 1632, y fue la primer poeta norteamericana que publicó su poesía en Londres en 1650. Sor Juana Inés de la Cruz fue también quizás la única mujer que escribió un texto de Arcos Triunfales, y escribió el primer betseller de la literatura latinoamericana La inundación castálida en Madrid en 1689.

terario, como es el caso de Santa Teresa Ávila y Sor Juana Inés de la Cruz. En cada capítulo del libro se incluye una breve introducción histórica y temática de cada escritora o grupo pequeño de escritoras estudiadas. En la antología se encuentran fragmentos sustanciales de la poesía, el teatro, y diarios en español con una traducción al inglés. La antología va más allá de la perspectiva académica psicológica, histórica y literaria en los conventos al presentarnos los pequeños detalles de la vida cotidiana de estas mujeres que dedicaban su vida a la iglesia. La nueva edición revisada incluye la mayoría de los ensayos de los mismos textos y una extensa bibliografía actualizada que demuestra la influencia que este libro precursor ha tenido en las diferentes disciplinas académicas como la literatura, religión, y estudios de la mujer –la nueva tiene más de 150 páginas, pasó de 450 a 600.

Argumento del cuarto lienzo Electa junto Georgina Sabat de Rivers transcribieron, editaron, y anotaron Marcela de San Félix, la Obra completa (Barcelona: PPU, 1988). Marcela del Carpio, hija de Lope de Vega (llamado Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza por Miguel de Cervantes) y de Micaela de Luján. A los16 años, ingresó en el convento de las Trinitarias Descalzas (Madrid) bajo el nombre de sor Marcela de San Félix. Dejó cinco volúmenes de escritos y una autobiografía espiritual, que fue quemada junto con cuatro de los volúmenes por consejo de su confesor personal. Lo que ha quedado son veintidós romances, dos seguidillas, un villancico, una décima, una endecha, ocho loas, una lira y seis obras teatrales denominadas Coloquios espirituales.

Argumento del sexto lienzo Electa y Amanda Powell han reeditado por segunda vez desde la primera edición en 1994 The Answer/La Respuesta de Sor Juana Inés de la Cruz (New York: Femenist Press, 2009). La edición bilingüe español e inglés incluye varias selecciones de poesía, asimismo un nuevo prefacio y una bibliográfica expansión que reflejan las nuevas contribuciones académicas sobre el tema sorjuaniano. Muchas antologías de la poesía de Sor Juana excluyen sus romances, sátira filosófica, y villancicos. En el apéndice se incluyó la famosa carta del obispo de Puebla, La carta de Sor Filotea, en la cual Sor Juana respondió con su Respuesta en donde defendió los derechos de la mujer a ser considerada como un ser humano, y critica la misoginia de la sociedad de su época.

Argumento del quinto lienzo Veinte años después de la primera edición de Untold sisters: Hispanic nuns in their own Works (Albuquerque: UNMP, 2009). Electa Arenal y Stacey Schlau decidieron poner al día su antología bilingüe de 13 monjas católicas escritoras que vivieron en España y América Latina entre fines los siglos XVI al XVIII. El enfoque de esta colección fue el centrarse en las escritoras fuera del canon li-

Argumento del séptimo lienzo The Poems of Vikram Babu (New York: Host Publications, 2009) con una introducción, texto notas, y traducción del español al inglés por Electa y Gates Beatrix. Esta colección de poemas única y provocativa poemas del galardonado poeta español Jesús Aguado adopta la voz de Vikram Babu, un místico cestero hindú del siglo XVII que guía al lector en una búsqueda de la verdad irreverente

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que gobierna plácida desde Colorado hasta Cabo de Hornos.

La Semana Negra no es sólo un festival, se impone como una celebración a la vida, es una parranda de máscaras y carnaval donde juegos mecánicos, de azar, dulces, turrones, jamón serrano, fabada y música se mezclan con los libros. Llegamos a Madrid, y en Barajas, nos esperaba el simpatiquísimo Javier que con su guapa sonrisa nos dice en su español saleroso: “Bienvenidos a Zemana Negra”. Allí conocimos al escritor argentino Guillermo Orsi y su esposa.

Con el mismo apretón de manos que intercambiamos con el autor che, sentimos de inmediato que éramos viejos amigos y parte de la familia Negra.

La algarabía empezó al siguiente día cuando en la estación de Chamartín, medio centenar de escritores y periodistas, embarcamos en el Tren Negro rumbo a Gijón. Los asiduos participantes, algunos por 23ava vez, formaron grupos para charlar y reír, nosotros, los novatos, nos contentamos con escuchar y admirar España a través de las ventanillas.

Y mientras el Negro corría caminos y atravesaba campos cubiertos de olivos, girasoles y encinas (¿Y los toros? ninguno aparece en el panorama) a nuestras manos llega calientito el primer número de “A Quemarropa”, donde nos enteramos que el afable gordito mostachón que habla hasta por los codos es nada menos que Paco Ignacio Taibo II, el director de Semana Negra. En el vagón de la comida se celebraba la primera rueda de prensa con cuatro de los finalistas al premio Hammett. Cabreados, y casi asfixiados por el humo de tabaco, nos unimos al grupo. No puedo contener la emoción y grito, tosiendo como tísica moribunda, “Viva Colombia” (soy ecuatoriana, pero que vaina) dos de los nuestros son finalistas: el colombiano Mario Mendoza, tan elusivo como talentoso, nunca nos enteramos si se escondía de “Satanás” o del “Una Bomber” (dos novelas de su autoría) y Guillermo Orsi, el escritor che y ya hermano del alma. Los otros dos eran los españoles Cristina Fallaras y “el pirata” Carlos Salem.

El Tren Negro se detiene en dos estaciones.

¡Vaya que recibimiento! En ambas paradas, gaitas, pitos y gritos nos dejan sordos. Aprovechando el momento, a todo pulmón, grupos de revoltosos reclaman solucionar la crisis económica bajo la vigilancia de la guardia civil.

Llegamos a Gijón y, después del tijeretazo a la Cinta Negra, entramos a la Carpa del Encuentro, donde, bajo la versión laica del evento, un enorme Cristo colgando de un cohete yanqui armado de bombas, empezó el fabuloso jaleo literario.

Ciento sesenta escritores se dieron cita en Gijón.

Cada media hora a partir de las diez de la mañana hasta las diez de la noche se ofrecían actividades literarias, presentación de autores, conciertos o proyecciones fílmicas, además de la feria de carrusel y tiro al blanco, entre otras actividades, que se daban paralelas a las tertulias de vampiros y discusiones programadas sobre la mentira entre otros tópicos generales. Aún cuando la organización del evento no tiene un criterio nacionalitario, sino tal vez siguiendo lo que tengan a su disposición en materia de libros, ese verano fue una fiesta bicontinental con una presencia proporcional más que nada Latino Europea y el continente americano representado por Argentina, Colombia, Cuba, México, Perú y Uruguay, además de USA. Tal vez por razones económicas un poco más del 73% de los escritores participantes eran de España. Sin embargo es de notar la presencia determinante de feriantes y mercaderes bolivianos, brasileños y senegaleses, junto a las chicas ecuatorianas compitiendo con justa ventaja idiomática contra las rumanas en noches de ronda.

La Semana Negra otorga un premio anual simbólico otorgado este año a Guillermo Orsi, materializado en la figurilla de un enano calvo con anteojos oscuros (tal vez es ciego) que extiende un sombrero al frente con unas monedas dentro no sabemos si obsequiándolas o solicitando otras. Como ya lo hicimos en nuestro número anterior Hybrido, revisa, celebra y aplaude la Semana Negra del verano del 2010 y felicita a los organizadores que hacen posible tan esplendido evento.

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Por Román A. Santillán Rodríguez

Por Liza Rosas Bustos

D

Marcelo Montealegre: Chile 1960, la hazaña fotográfica de guardar

esde la mesa de un restaurante de crepes en el Upper East Side conversa con Hybrido Magazine el fotoperiodista , Marcelo Montealegre. La tarde lluviosa de abril no parece importarle mientras saborea con paciencia un sandwich cubano y nos habla de su larga y legendaria trayectoria profesional que abarca dos hemisferios. Montealegre tiene los ojos puestos en el pasado de Chile y en su futuro como parte del periodismo testimonial. Su próximo proyecto es un libro de memoria fotográfica financiado por la institución chilena, Fondart .

Montealegre reside en la tierra hace 75 años, desde que nació en Puerto Montt, Chile. Parte de su trayectoria se ha realizado en Manhattan donde vive y trabaja desde 1968. Su próximo libro resumirá su trayectoria fotográfica en Santiago, desde donde trajo muchos negativos tras mudarse a vivir a Manhattan. “Sucedió algo muy curioso”, señala Montealegre. “Descubrieron que mi trabajo como fotógrafo en Chile fue durante una época cuando no existen casi fotos de Chile. El libro se transformó en un proyecto doble. Primero son mis fotos. Segundo, es la memoria de Chile que carece de fotos de los años 60, hecho que complica las cosas”.

Dos eventos transformaron y concentraron la atención del colectivo social chileno de los sesenta según Montealegre. El primero evento fue las elecciones presidenciales de Eduardo Frei Montalva de 1964 a 1970. El segundo fue el Mundial de fútbol de 1962. Sus fotografías dan prueba fehaciente de ello. Las imágenes hablan por si solas. Montealegre muestra150 fotografías inéditas en blanco y negro

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en un resumen de imágenes que dan cuenta de la sociedad chilena de los 60 . La serie revela el tumultuoso proceso de tensión, contrastes sociales y apogeo industrial previos al Golpe Militar de 1973. Mientras habla se suceden una tras otra las fotografías del río Mapocho de Santiago, las caras afanosas de campesinos en pleno apogeo sindical, los tumultos anónimos avanzando por las calles con pancartas, los jóvenes en concentraciones políticas, los jugadores de baloncesto y hasta las caras enigmáticas de funcionarios fiscales mirando al vacío de una muralla. Están además las fotos sonrientes de niños descalzos en barriadas de la periferia. Hay familias pudientes y menos pudientes de picnic, parejas besándose, mujeres y niños trasladando agua en un balde desde un barrial, en una síntesis magistral del tejido social del Chile de los sesenta.

“Fueron 10 años como trabajo profesional del 58 al 68, antes de venirme. Tuve la suerte de ser el único que guardó los negativos. En Chile no había el concepto de conservar las cosas para el futuro. A mí me parecía que había que guardar todas las fotos que tomé. Me hice de un archivo de 100 mil tomas las cuales están casi todas clasificadas”, indica Marcelo.“Quieren que mi libro se convierta en una obra de referencia. Se han dado cuenta del valor del material como archivo histórico de un gran valor”, indica Montealegre, con una sonrisa de satisfacción. Tienen razón. El libro puede ser el broche de oro a su trayectoria profesional que nace en Chile donde se hizo fotógrafo y llegó a ser profesor en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. “ A mí me tocaba atender a los corresponsales”.

Mario Planet lo contactó con un editor de Life Ma-

Hacia una hagiografía de Electa Arenal vida y obra Razón de fábrica alegórica y aplicación de la fábula Sor Juana Inés de la Cruz en el Neptuno Alegórico

A

unque en las hagiografías suelen exagerar o inventar la de Electa Arenal tratara de ser objetiva, aunque para el Vaticano nunca ha existido ningún problema. Como es el caso de mis antecesores hagiógrafos como el padre Diego Calleja en el caso de Sor Juana Inés de la Cruz o en el peor de una de las santas favoritas de la poetisa antes mencionada Santa Catarina de Alejandría ha sido eliminada del Sanctórum oficial por el mismo Vaticano. Voy a tratar de narrar una breve hagiografía académico bibliogafica de nuestra heroína siguiendo la organización textual argumentativa del Neptuno Alegórico de Juana Inés de la Cruz. .

Argumento del primer lienzo Nació en Brooklyn NY el 6 de enero de 1937, hija de Luis Arenal y Rose Beige. Luis Arenal Bastar fue un pintor grabador, y el escultor mexicano (1908-9-1985). Rose Beige (¿?) fue activista, actriz y maestra el Board of Education en New York. Su hermana menor Julie Arenal nació el 22 de julio de 1942 en New York. Julie es bailarina, coreógrafa, directora de teatro. Su coreografía más destacada es de la obra musical Hair! (1967) en Broadway.

Electa y su hermana Julie fueron alumnas y bailarinas del The School of American Ballet (establecida por Lincoln Kirstein y George Ballanchine).

Electa estudio con Madame Dubrovska, y Madame Anderson y Benjamin Harkarvy que luego dirigió el programa de ballet en la Julliard’s School dan-

ce división, y fue director de Dance Magazine. La foto de Electa salió en una de las portadas en el año de 1954. Electa hizo sus estudios universitarios en Hunter College, Barnard College y su tesis de maestría fue sobre León Felipe bajo la dirección de Francisco García Lorca y amplifico el estudio para el doctorado bajo la dirección de Gonzalo Sobejano en Columbia University.

Argumento del segundo lienzo Electa Arenal profesora emérita de Literaturas y Lenguas Hispánicas y Luso-Brasileña y Estudios de la Mujer del The Graduate Center, The City University of New York. Su nombre figura entre las feministas que cambiaron los EEUU de América, es traductora y especialista en la cultura femenina monástica hispana de los siglos XVI al XVIII. En la antología The Politics of Women’s Studies: Testimony from the 30 Founding Mothers (New York: Feminist Press, 2000) Electa dio testimonio de su participación en las luchas para legitimar el nuevo campo de estudios de la mujer en el Richmond College (ahora la Universidad de Staten Island) / CUNY, donde enseñó desde 1969-2001. Fue investigadora invitada del Radcliffe Institute for Advanced Study at Harvard University, Cambridge MA (1978-80). Electa ha enseñado en las Universidades de Hawái (1986-87) y Bergen en Bergen, Noruega, en donde también dirigió el Centro de Investigación sobre la Mujer en las Humanidades (1992-94). De 1997 a 2001 dirigió el Centro de Estudios de la Mujer y Sociedad y coordinó el Estudios de la Mujer Programa de Certificación del Centro de Graduados / CUNY.

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Si bien la metaficción y la autoreferencialidad coexisten en la construcción novelística, es decir, la ficción que se construye al lado del narrador con la anuencia del novelista, por un lado, y la constante recreación de la labor del escritor como eje fundamental del proceso con obvios tintes autobiográficos, por el otro, es por la forma de engarzar sus palabras y de ejercer diversos estilos, a cual más de ricos e innovadores, que colocan a esta novela en un lugar de privilegio. Aun cuando el escritor y el narrador sean eruditos el resultado dista de ser petulante. Las alusiones literarias flotan con elegancia y se incorporan a la narración sin ser forzadas.

Cuando habla de un escritor que alguna vez dijo al momento de morir “luz, más luz” no es necesario que sepamos que se refiere a Goethe, pues el contexto es lo importante. Tampoco es preciso conocer ni recordar el poema “Ítaca” de Cavafis ni “Lisboa revisitada” de Pessoa para regocijarnos con su afirmación que “donde fuera uno la ciudad iría con él”.

El solo capítulo “Confieso que he matado” justificaría la existencia de esta novela. En menos de treinta páginas, el mundo del personaje, que bien puede ser el recuento de la infancia y de la adolescencia en el país de origen del protagonista, el profesor Magnífico Delgado (ese oxímoron que brinda múltiples interpretaciones), tiene un estilo de narrar diferente a los otros que se encuentran en este libro. Treinta años de novelitas amarillistas que han explotado el tema del narcotráfico quedan mal paradas ante esta elocuencia desnuda de un huérfano producto de la violencia que desangra a nuestro común país de origen. Y es porque el tema no es la violencia en sí ni el tráfico de drogas, sino la condición humana con toda su riqueza de esplendores y miserias.

El narrador nos dice que “desde los veinte años, su vida ha sido un diálogo constante con la muerte”. Sabe que tiene poco tiempo para brindar su testimonio. En su fiebre pantagruélica de dejar su huella, intuimos que en el acto de crear encuentra finalmente la razón de su sino.

Casi todos conocemos las famosas anécdotas de Flaubert en que afirmaba pulir hasta el cansancio siempre en pos de la palabra exacta y aquélla

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de que Madame Bovary en realidad era él mismo.

También recuerdo la preciosa novela de Gesualdo Bufalino, Diceria dell’untore, cuya elaboración le tomó treinta años, desde su concepción, realización y constantes revisiones, para ver la luz finalmente cuando el autor tenía sesenta y dos años. Si bien creo reconocer ecos de Cortázar y de Borges, sobre todo en la forma de enfrentar el estilo, en la forma de narrar y de concebir sus tramas (por ejemplo, dice el narrador que “Él mismo no era más que tres historias, un refrán y varias líneas de un poema” y que ha visto el mundo como lo hace Borges en el Áleph desde un punto de vista privilegiado), creo que es en las obras de Alain Robbe-Grillet, particularmente en La casa de citas, que puedo encontrar un paralelo paradigmático en la exquisitez con que Gustavo Arango ha logrado plasmar el ritmo cantarino de sus espléndidas palabras. Y junto con ecos proustianos, en aquel plan de trabajo para su próxima novela en que propone que “permitiera que estuviera siempre terminado, por si la muerte llegaba de manera accidental o provocada. Escribiría el principio y el final de aquel periplo en el que todo el universo quedaría contenido y luego dedicaría el tiempo que tuviera para llenar el espacio entre los dos extremos”), justamente lo que se trazó Proust en la elaboración de En busca del tiempo perdido.

A cuarenta y cuatro años de publicada Cien años de soledad, me complace haber leído con deleite una novela que nada le debe al mal llamado “realismo mágico”. Pero, lo que es más importante, El origen del mundo se inscribe por derecho propio como iniciadora de una nueva y excelente producción que ofrece insospechadas posibilidades.

Nos dice el narrador que “incluso con la pugna que el placer desencadena, todo puede seguir, el goce puede andar sin detenerse, puede moverse en pos de virtuosismos y de cimas más altas, si evita utilizar la familia de palabras que todo lo interrumpe, que todo lo congela”. Gustavo Arango no sólo tiene voz y estilos propios, sino también un mundo rico y enriquecedor que observa con precisión de entomólogo y que ha logrado plasmar con mano paciente de orfebre, una visión auténtica que marca un hito en la producción novelística latinoamericana.

Fotografía de Marcelo Montealegre

gazine. Fue así como cambió de residencia. “Estuve 5 meses acá traduciendo del inglés al español porque Life quería montar una revista escrita por periodistas latinoamericanos. Pero en aquel tiempo pasaba por una crisis que terminó con el cierre de la versión en español”, explica Montealegre. Es consabido entre la colectividad chilena de Nueva York. la casa de los Montealegre de Soho pasó a ser un refugio que abrió sus puertas a los chilenos que iban llegando tras el golpe. Acogieron a exiliados y más tarde a chilenos ilegales que llegaron buscando amparo que él y su familia ofrecieron con generosidad.

En Nueva York, su corazón y su campo de visión se amplió y con razón. Montealegre pasó a ser un testigo mudo de la política internacional y testigo del apogeo del Avant-garde. Entre sus trabajos fotográficos están las imágenes de Andy Wharhol, el cual aparece filmando en el medio de un patio de Los Hamptons. “Waldo Díaz-Balart me invitó. Me dijo ‘Tú tienes que conocer a Andy’. “Wharhol era un tipo maravilloso, tranquilo. La gente que lo rodeaba quería ser fotografiada”, explica Montealegre. Sus fotografías asimismo dan cuenta de las intrigas internacionales de la Guerra Fría. “También

fotografié a Orlando Letelier. Saqué su última foto, 10 días antes de que lo asesinaran en el Madison Square Garden”, señala Marcelo cuya convicción social y política no destiñe.

En estos momentos su enfoque está fijo hacia el pasado de los cincuenta, los sesenta y hacia el futuro cuando se publique su libro, esta vez “del lado de allá”, en Chile. Los dedos de Montealegre tocan pantalla de su I Pad 1 desde donde emanan fotografías inéditas de paisajes, estampas rurales, los retratos de Eduardo Frei Montalva, de Salvador Allende, de familias anónimas reposando bajo un Chile en el apogeo de su tiempo.

Montealegre recuerda los contratiempos metodológicos propios de la fotografía manual. “Hubo dos incendios que afectaron mis trabajos, el primero en 1965 y el Segundo incendio en los años 70 en mi loft. El agua sucia, mezclada con el polvo creó una humareda nociva para los negativos que quedaron con rayas. Mi afán de guardar fue providencial.

Había fotos que estaban en mal estado y aún así las guardé sin saber, aunque sospechando, que se iban a desarrollar técnicas que me iban a ayudar a salvarlas”.

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Por Miguel Falquez-Certain

Presentación de El origen del mundo

L Fotografía de Marcelo Montealegre

Para Montealegre, lo digital es lo más maravilloso que les ha sucedido a los fotógrafos porque según él “ayuda a acercarse más a la foto”.

“Antes de las cámaras digitales siempre me restringía. Cada vez que podía, yo tomaba dos a 3 fotos para acercarme a la forma en la cual miraba el ojo humano. Ahora, con Fotoshop, simplemente hago click y ya. Se juntan tres panorámicas en un segundo. Antes, los procesos químicos eran una serie de obstáculos que había que superar. Cuando apareció la cámara digital, me sentí liberado.

Podía pensar en la imagen y no en el proceso por el cual la foto iba a tener que pasar. Desde el 67 usé una cámara Nikon. Previo al 67 usé la cámara abuela de Nikon, una Contax. Desde el 2003 uso una cámara digital”. ¿Cómo como se cuenta una historia fotográfica?

“La fotografía trata de contra la historia con una foto. La revista Life que me trajo a Estados Unidos desarrolló un ensayo fotográfico. La idea era contar una historia a través de más de una foto. Esa fue mi escuela”. ¿Cómo capturas la ternura, la rabia, la tristeza?

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“Uno nace con todas las fotos. Cuando tomas las fotos estás reconociendo el momento. El momento te atrapa a ti. Así como los escritores tienen una forma de escribir, los pintores y los fotógrafos les sucede lo mismo. La cámara se va sola al ojo. Ves esas cosas en una fracción de segundo. Levantas la cámara y chao”. ¿Cómo te las arreglas para sacar fotografías? ¿Pides permiso? ¿Hay una diferencia entre el fotógrafo de ayer y el fotógrafo de hoy?

“Me han echado de ciertos lugares, de fiestas, de reuniones políticas con guardias armados. Mucha gente me preguntaba ¿por qué me están tomando fotos? Aunque no era tan común. Hoy en día hay más esa actitud . Tiene que ver el síndrome del paparatzi, que viene de la película, La Dolce Vita que cuenta la historia de un periodista que escribe notas publicitarias y tiene un asistente fotógrafo que se llama Paparatzo. Desde la tarima donde Frei habló.

Me encaramé hasta el tope. Yo tenía 22 años, cuando uno es Superman. Pero había que estar loco para hacerlo. Cuando bajé el tipo me dijo, ‘no sé cómo hiciste eso, estás loco’”.

En tanto Montealegre explica el término aparece

a nueva novela de Gustavo Arango es, en primer lugar, “una compleja fantasía sobre un hombre que encontraba su placer en escribir sobre mujeres escribiendo” como su narrador la define en sus últimas páginas. Pero es mucho más que eso: es el placer de la escritura, la alegría de leer, el mundo explicado desde una perspectiva única, ejemplar, original y auténtica, los juegos literarios para aprender a desbordar la fantasía, el ojo fantasma del demiurgo de Victor Hugo observando con deleite el mapa femenino, una clase veraniega de creación literaria en la Universidad de Rutgers, la vida rutinaria de su protagonista, Magnífico Delgado, profesor de la Universidad de Syracuse, repartida entre su habitación desordenada y sus trabajos alternativos de repartidor de periódicos, mal consejero espiritual de un amigo improbable, fantasías sexuales, detective privado, recuerdos de la infancia y de la adolescencia y, sobre todo, regodeo en la creación de una literatura rítmica, sonora y perdurable.

El título de la novela, El origen del mundo, se deriva de una pintura de Courbet que encuadra a una mujer desnuda, donde sólo son visibles el seno derecho, la vagina poblada de vellos púbicos, el inicio de sus nalgas en las entrepiernas y unos muslos generosos explayados que se ofrecen al espectador con insolencia. En 1866 fue un escándalo y aún hoy lo sigue siendo. Facebook censuró la imagen recientemente. La han tildado de pornográfica porque la mujer descabezada se convierte en objeto de lujuria.

Sin embargo, al igual que en el Placer del texto de Roland Barthes, el verdadero protagonista es la

escritura misma, el placer incomparable de crear un mundo con palabras donde antes nada había.

La anatomía femenina se convierte en paradigma del placer exquisito de la creación. Así lo afirma el narrador: “En el agua ha jugado a recorrer su cuerpo. Ha sido al mismo tiempo el amante y la amada, la textura y la mano: la caricia completa”.

La narración se desenvuelve deliciosa y rebosante como aquella cinta de Möbius con una sola cara y un solo borde, con la propiedad matemática de ser un objeto no orientable que avanza y retrocede y retorna y fluye ineluctablemente ad infinitum en donde la palabra es el hilo conductor que hace posible la multidimensionalidad y coetaneidad del suceso.

Por consiguiente, la novela nunca cesa de existir, no termina en el sentido tradicional sino que más bien se abre en múltiples direcciones y hace del lector su cómplice en la construcción de sus significados.

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La novela se configura como la aportación del autor a un tema de larga tradición hispanoamericana -civilización y barbarie-, muy presente en la literatura de México bajo la forma específica de la violencia omnipresente. En Rulfo puede rastrearse una pista sobre los principios de la negociación entre los dos términos opuestos que acabó suponiendo la extinción de uno de ellos: cuando los revolucionarios se alzan en los dominios de Pedro Páramo, el terrateniente no duda de cuál debe ser su respuesta: «hay que ir con los que vayan ganando». En Bolaño el mal se ramifica vertiginosamente y México se vuelve un caldo de cultivo especialmente fértil para el horror. Enrigue, por su lado, compone la contracara del carnaval de máscaras e hipocresías de Pitol; en Decencia hay inversiones entre secuestrado y secuestrador, entre revolucionarios y reaccionarios, pero en este carnaval los participantes no necesitan máscaras, porque es descarado y salvaje: «Don Pepe amaneció al día siguiente ahorcado en un poste de telégrafo y con la lengua arrancada y clavada en la frente. Cuando se lo conté a mi padre, salió por un segundo de su nebulosa de tequila para decir: Tanta Revolución para que al final sigamos siendo mexicanos». Así pues, la filiación del escritor resulta clara, pero de sus anteriores novelas se deduce también que la tradición, en la obra de Enrigue, no funciona como una habitación cerrada sino como una manera de estar en cualquier otra habitación.

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Decencia es, en definitiva, una mezcla de códigos que se articulan sin molestarse —se desliza entre la género histórico, la novela política y el bildungsroman, con ciertos ecos de western y novela de negra—, una mezcla de resonancias fundidas en una voz propia y una mezcla de recursos literarios en sincronía —tan solo alguna leve pérdida de ritmo en el tramo medio— que se nutren de un lenguaje estilizado. En su retrato moral, en cambio, no hay mezclas ni contrapunto posible: la dialéctica ideológica ha sido neutralizada por la corrupción, capa de ceniza que todo lo cubre y que tan solo permite reconocer formas bajo su manto, ya no personas, ni ideas, ni valores. Ni siquiera el amor, redentor de última hora en tantas ficciones, y promesa de salvación en esta, logrará escapar a la infamia.

Al final de la película de Hitchock, la criada, desquiciada e incapaz de superar la ausencia de Rebeca, prende fuego a la mansión y muere abrasada junto a los recuerdos de su señora. En Decencia no solo ningún personaje se quema por el fantasma del título, sino que consiguen arreglárselas bastante bien en su ausencia («Véalo como es: otra estafa, la milésima de mi puta vida; aquí solo ganan los que entienden que todo es personal y siempre puede haber ganancias para todos»). El happy ending resulta sombrío por la pregunta final que esconde, que no es si se puede vivir sin decencia, sino otra mucho más siniestra: ¿acaso se podría sobrevivir con ella?

Fotografía de Marcelo Montealegre

la fotografía de una mujer chilena, anónima, sentada en un parque. “¿Ves esta foto? Fue una fracción de segundo.

Cuando tome la foto yo soñé que ella me estaba esperando a mí. A los segundos, ella ya no estaba sentada así. Ahora que la vemos, se ve claro. Ella está esperando al novio. De eso no cabe duda”. Al mostrar otra fotografía en la cual aparece una mujer asomada a un balcón, Montealegre explica, “ Esa es la única tarde que la pobre tiene libre y los patrones no están. Tienes que entender que esto es algo completamente visual. Cada foto es una historia. La tengo que haber visto en ese instante porque el siguiente paso se disipa, ya no está”.

Para Marcelo, la foto tiene que hablar por si sola. “No les pongo nombres” señala. “Cada foto es en realidad una historia por sí sola”.

Tal parece que así es.

Hay una segunda foto , de un kiosko en el centro de Santiago donde aparece la imagen de un hombre leyendo un periódico cuya portada señala “Murió Kennedy”. “La foto gatilló una historia de la vida real”, indica Montealegre. “Le mandé esta foto a mi hermano y le pedí que buscara al hombre que aparece aquí. Resultó ser ni más ni menos que el

Chino Díaz que después llegó a hacer subsecretario del Partido Comunista, de Chile y que hoy es un detenido desaparecido más. Cuando su hija lo reconoció en esta foto, se largó a llorar”.

Montealegre habla como un carpintero habla de sus clavos como un campesino habla de su tierra, o como un panadero del pan. La fotografía ha permeado su identidad, ha labrado sus manos, su cara, su ceño. Su gorra le da un dejo de bohemio que permanece y no destiñe con el tiempo. “El arte no se enseña, se vive, se siente”, dice. Montealegre consta asimismo de su propia clasificación para referirse a quienes se ocupan de su rubro, “Hay fotógrafos que toman fotos y hay de los que hacen fotos, yo soy de los que toman fotos, que andan por ahí cazándolas”. Mientras habla en su I Pad1 desfilan una serie de fotografías del boxeador chileno Arturo Godoy, de Violeta Parra, del cinematógrafo Miguel Littín, del presidente de Chile, Salvador Allende, de un lozano y juvenil, Edward M. Kennedy en sus cuarentipocos años de edad. Tras guardar la mitad del sandwich cubano y cerrar su I Pad 1, Montealegre, de 75 años simplemente sonríe.“Este Mac ya está pasado de moda. Ahora estoy esperando por el I PAd 2”.

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Por Roger Santiváñez y Julio León

Un juego de identidades: 11 poetas peruanos en Estados Unidos

L

A TRADICION poética peruana es una de las más dúctiles de América Latina. Este es un consenso compartido por tirios y troyanos. Herederos del monstruo de Santiago de Chuco -César Vallejo- y de la gran pléyade vanguardista conformada por Martín Adán, Oquendo de Amat, Xavier Abril, Moro & Westphalen, así como la más moderna avanzada de Jorge Eduardo Eielson y Rodolfo Hinostroza, los grupos Hora Zero & Kloaka las nuevas generaciones tienen mucho pan que rebanar. Justamente de la última hornada de poetas peruanos incluimos aquí a Enrique Bernales y Carlos Villacorta ambos integrantes de lo que sería el postrer colectivo del siglo XX: Inmanencia.

De la llamada generación del 90 va la solitaria voz de Ericka Ghersi. Connotados artifices de los 80s son Mariela Dreyfus, Rafael Dávila-Franco, José A. Mazzotti , Sandro Chiri y Mixha Zízek. Cierran el conjunto Miguel Angel Zapata –desmarcado de grupos y promociones por su temprano exilio en USA- y Fredy Roncalla, miembro de la generación del 70. El equipo lo completa Evgueni Bezzubikoff, joven poeta peruano actualmente radicado en Nueva York. ¿Tienen algo en común los poetas aquí reunidos?

A ojo de buen cubero nada parece unirlos, salvo el haber nacido en el Perú y vivir en los Estados Unidos. Cada quien maneja su estilo propio, abrevado –claro está- en las tendencias hegemónicas de la poesía latinoamericana: el conversacionalismo, cierta iluminación profética, el plurilingüismo, algo del neobarroco y del conceptualismo. Sin embargo, una atenta lectura a los poemas, podría permitirnos si-

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tuarlos bajo el vallejiano y trílcico verso: Vusco volvvver. Es decir, se percibe en ellos un extraño sentimiento peruano de querer regresar y no hacerlo, de rechazar el país de origen y al mismo tiempo amarlo.

Esto –por supuesto- estaría en la fibra íntima del textil poético, en el espacio ausente de lo no-dicho.

De allí que hayamos optado por titular esta caprichosa muestra en torno a las identidades. Se trata de un juego –o sea, un grupo- de 1w1 personas. Once máscaras –como diría Pound en su acepcion de Personae. Y si se quiere ser más radical: once fingidores, si nos atenemos a la famosa frase de Pessoa. Pero ojo: no son falsos. Aquí está su verdad en letras de molde para la consideración lectora. Ahora bien, todos ellos fingen su máscara, proponen una identidad y nos la ofrecen. Ya sea desde la maternidad –en el caso de Ericka Ghersi- hasta la tripartita integración quechuo-anglo-hispana de Roncalla, pasando por el desdoblamiento –de distinto signo- en Dreyfus y Dávila-Franco.

Todos queremos saber quiénes somos. Una de las exploraciones más arduas de la poesía se practica en este terreno movedizo. Y la respuesta muchas veces es un juego: opta por lo lúdico. Porque, finalmente, ¿qué es la poesía sino un endiablado y angelical juego de palabras? Y todos jugamos a ser tal o cual personaje. Actores de nuestro propio e íntimo psicodrama en el gran teatro del mundo, creemos que en la poesía hay un lugar para lo auténtico. Para tratar de desentrañar ese misterio, escribimos, y así nos damos cuenta –como quiso Enrique Lihn- que estamos vivos. Cabría preguntarse finalmente: ¿son peruanos estos poetas? Y responderíamos: basta con que son personas. Así abrimos el círculo, again.

opera como la figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario, sino como un tono burlón para decir exactamente lo que se dice. Esto no es anecdótico, es más bien una opción estética para denunciar uno de los mayores males de la cultura mexicana: el crimen ya no hace si quiera el esfuerzo de esconderse o disimularse, los cadáveres se exponen en la plaza pública y la corrupción se practica a plena luz. La infamia se ha vuelto tolerable. De ahí que el modo retórico que le corresponde no sea el velo sutil de la ironía, sino la frase descarnada, expositiva, que retrate lo evidente con la nitidez de la alta definición. Valga este otro ejemplo en el que un importante dirigente revolucionario defiende los resultados de su gesta: «¿Cómo que [la Revolución] no sirvió de nada? Pregúntale aquí a Brumell: cuando lo conocí él era rico y yo pobre; a la mañana siguiente yo era rico y él seguía siendo rico».

Es humor negro o, más específicamente, esa derivación que ha dado en llamarse poshumor y que nace, según el crítico de cine Jordi Costa, «cuando los motores de la comedia no se ponen al servicio de espolear la risa, sino la incomodidad, el sudor frío». En algunos momentos Enrigue coquetea con el ingenio, enemigo habitual de la literatura por su cercanía al chiste; no obstante, este tipo de sentencias epigramáticas no funcionan como exhibicionistas balazos al aire o como válvulas de escape, sino que son más bien amplificadores, una herramienta paradójicamente oportuna para retratar los males hipervisibles de una sociedad. En el tramo final la comicidad se coaliga con una cierta ternura que podría aligerar la carga dramática de la novela de no ser porque, al cerrarla, el título vuelve a proyectar su sombra irónica y siniestra sobre todo lo leído.

Este humor que canaliza la podredumbre moral de la Revolución mexicana es fácilmente proyectable en varias direcciones: pasado y futuro, otras revoluciones, los altivos sistemas democráticos que se creen a salvo de la ignominia y aún una última muy relevante: el lector. En Decencia la noción de empatía es especialmente operativa y además de un modo bastante radical —que recuerda a su uso en la película Caché de Michael Haneke—: interroga

a la conciencia del lector sobre su presunta complicidad con los personajes. Tanto en el episodio en que los revolucionarios toman la hacienda de los Brumell como en el secuestro, la sensibilidad del lector fácilmente puede encontrarse nadando entre dos aguas, las dos bastante enfangadas y poco atractivas. Lo significativo de esta operación es que si resulta incómodo empatizar con el cinismo ensimismado y corrupto de Longinos o con el idealismo inconsecuente de sus secuestradores, y esa ausencia de empatía por ambos bandos acaba tornándose en simpatía por los dos, no es porque en la novela se hayan retratado personajes patéticos, sino porque esta no deja espacio para la presunta inocencia del lector que fácilmente acabará entrampado en el cuestionamiento de su propia indignidad.

Aunque la reflexión moral de Decencia sea trasladable a otros ámbitos, y aunque Longinos afirme, con ecos borgianos, que «el derecho a la infamia es universal», resulta interesante reflexionar un momento sobre la mexicanidad de la novela para entender tanto su proyección como su raigambre literaria. Al eterno debate sobre el fin de las literaturas nacionales, Enrigue responde con una trayectoria narrativa cargada de matices pero de clara dirección. El protagonista de su primera novela, Aristóteles Brumell, comparte algo más que el apellido con Longinos: a los dos les une su maquiavelismo y la impunidad moral propios de las clases altas en su sociedad. El cementerio de sillas (2002) y, sobre todo, Vidas perpendiculares (2008) manejan desplazamientos en el espacio y el tiempo y trabajan la noción de evasión, tanto en el plano de los personajes como en el de la propia escritura, terminando de quitarle así a la literatura hispanoamericana el estigma de tener que abordar exclusivamente asuntos propios. En Hipotermia (2005) un notable cambio de estilo acompañó una recontextualización de lo mexicano para reinterpretar la cultura propia desde su fricción con Estados Unidos. Revisitadas ahora, parece como si algo de Decencia latiera en ellas y Enrigue hubiera decidido en esta ocasión abordar de lleno uno de los conflictos neurálgicos del país: esa infamia que amparaba a algunos de sus personajes anteriores y obligaba a escapar a otros.

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Mariela Dreyfus

Manuel Guedán

In absentia

E

I’ve seen the future, brother: it is murder.

Leonard Cohen

n su primera película estadounidense, Hitchcock partió de un nuevo reto: el título de la cinta aludiría a un personaje que, aun siendo el motor narrativo de la trama, no aparecería en ninguna escena.

Rebeca es una sombra, una ilusión o un fantasma, pero en ningún momento una presencia real. En Decencia Álvaro Enrigue juega con una premisa similar respecto al título. Hay otra coincidencia entre las dos obras: aunque por distintos motivos, ambas resultan atemorizantes.

Para abordar los conflictos morales y políticos de México no como algo puntual, ni siquiera cíclico, sino endémico, Enrigue realiza dos cortes históricos que desarrollará alternativamente: por un lado Longinos Brumell, perteneciente a una estirpe de terratenientes, cuenta cómo afectó a su familia el estallido de la Revolución mexicana; por otro lado se narra el improvisado secuestro que sufre Longinos a manos de unos terroristas que, ya en los años setenta, aspiran a recuperar la lucha armada para sanear el cuerpo putrefacto de la Revolución.

La estructura binaria de Enrigue entronca con las que ha venido componiendo Vargas Llosa, especialmente en sus novelas de carácter histórico, y que juegan no solo con dos tiempos sino también con dos intensidades: una subtrama serpentea por el transcurso de los años desvelando las penurias de los Brumell tras el golpe y su habilidad para reinsertarse en el nuevo régimen, gracias también a la

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complicidad y el afán de enriquecimiento de sus supuestos contrarios. Mientras esta parte revela la formación ideológica y moral —o su ausencia— de un hombre de negocios, la segunda subtrama exprime esa psicología en un suceso concentrado, el secuestro, revelando las «enseñanzas» que el personaje extrajo de la época de la Revolución. Aquí, de nuevo, dos posturas llamadas a devorarse —el viejo terrateniente y los jóvenes activistas— aprenderán a reconciliarse en pos del beneficio común.

La flexibilidad moral que marca el desenlace de esta historia resulta una consecuencia lógica de la anterior; ambas subtramas borran así su circunstancialidad y la de sus personajes para elevar el conflicto, cuanto menos, a una cuestión nacional.

Hay virtudes, como la generosidad, que sobreviven mejor en el hecho puntual que otras; la decencia es intrínsecamente una virtud durativa que reside en el momento del compromiso pero, sobre todo, en su defensa posterior, de ahí que la opción estructural de Enrigue resulte especialmente fértil para su objetivo: desmantelar el concepto que lleva por título.

Para ello el autor, consciente de la negrura de su empresa, escapa tanto del tremendismo como de la nostalgia. La novela desprende cierto aire crepuscular pero, por paradójico que parezca, lo único que salva a ese universo del apocalipsis es que su génesis se le parece mucho; o dicho de otro modo, al parecer de Enrigue cualquier tiempo pasado fue bastante similar. Así lo expresa el protagonista: «El millón de muertos de la guerra ni trajo justicia de todos tan temida ni salvó a la patria de lo único que hay que salvarla, que es de los mexicanos».

Como demuestra la frase, en Decencia la ironía no

(1960), poeta, ensayista y traductora, reside en Nueva York desde 1989.

Fundadora y disidente del Movimiento Kloaka.

Ha publicado los poemarios Memorias de Electra (1984), Placer fantasma (1993), Ónix (2001) , Pez (2005) y Morir es un arte (2010). Ph. D. por Columbia University, NY. Autora de Soberanía y transgresión: César Moro (2008); coeditora con Rocío Silva-Santistevan, del volumen crítico Nadie sabe de mis cosas. Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela (2007). Enseña en la Universidad de Nueva York (NYU).

RITORNELLO Otra vuelta mamá, su lírica cadencia su afán.

Como si el cuento aún no terminase y el dolor fuese un hilo de seda rojo sangre.

En el sueño me habita, le reclamo tercamente en silencio su silencio que es como recorrer todo el Parque Central en mangas de camisa en pleno invierno.

aquí el aire se hace irrespirable hiere las fosas nasales tus cavernas para evitar tu fragilidad me cubro pero en la nave giran las bacterias las toses de los otros la mucosa yo también me arriesgo como tú y al buscarte tal vez sólo encuentre tu sombra o apenas en aquel cementerio marino una tumba rodeada de once ficus como once cracks de fútbol

No se usa la palabra orfandad a los cincuenta.

Pero es que ella, era para quedarse todavía en su tibio regazo, con su voz que de tanto querer se le quebraba.

(quiero ver eso: la danza de los ficus en el viento las rodillas de los hombres rodeándote gradin coronando el paisaje)

dame tu traje lila (juan parra del riego) estoy volando a mil pies de altura juan parra del riego ingreso alcanzo a penetrar y luego con el dedo en el mapa he de bajar a la ciudad más meridional del continente y he de hundirme en tu historia medir el ritmo de tus pasos en invierno montevideo en la década del veinte el momento exacto de la enfermedad

busco la belleza de los cuerpos el tintineo del carnaval entre tus versos el terutero y ese traje lila que blanca luz vistió mañana huyo de lo innombrable pero me he trepado a este avión para encontrarte y tú ¿de qué huías viajando de lima a montevideo? ¿a qué sueño te diste en qué consistió tu renuncia? y aquí estoy sentada en la cabina los pasajeros me estornudan en la cara

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y yo siento que en cualquier momento podría contagiarme tal vez al llegar me espere el neumococo entrará en mí con la misma suavidad de las aeromozas que ahora me atienden pero no saben no pueden entender quiero amar las palabras que tú amaste y con el cuello desnudo el cuello en alto voy a respirar ese mismo aire que hace años te perforó los pulmones mientras besabas a tu bella blanca luz le hacías el amor como si el mal no existiera el contagio no existiera la nada fuera una broma de los portadores de malas noticias yo también tuve un muchacho de piel parecida a la mía de ojos grandes y negros como los míos tierno al besarme al morderme los labios la saliva podía seguir fluyendo y no temí al contacto de su sexo con el mío desnudo junto a mí no llevé un traje lila ni su voz me cantó ni su palabra pero en el lecho me impuso la más pura presencia de su melancolía y fui entonces la madre y fui la hija jugué con mi muchacho a entreverarnos respirando uno en el otro en ese robo de las identidades en que su cuerpo era mío y su aliento se confundía con mi exhalación entonces dime juan si tus huesos ancianos pero hundidos en el cementerio del buceo igual que este avión se hunde entre las nubes o el oxígeno se esfuma dime si al acercarme a tus

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huellas o cuando empiece a toser en montevideo perseguida por ese virus que rodea la ciudad y viaja tanto o más acelerado que su mar dime si en el fondo no será que me aproximo a la muerte hace rato hemos cruzado el centro de la tierra y antes de girar a la derecha o a la izquierda una vez más volaré sobre el techo de la patria pero tú te fuiste de esa patria tus huesos tampoco están ahí alguien enciende una luz como podría encender un cigarrillo sólo que fumar está prohibido sólo que la luz encendida es el fuego solar del atardecer y veo en ese intenso amarillo la forma de tu vida radiante hasta el delirio antes de que ardieran tus pulmones a los 30 años de edad ¿y si el fin de la vida no fuese ese contagio de la gripe sino la propia caída del avión y éstas fueran las últimas líneas para ti parra del riego mientras vuelo en tu busca y no sé todavía lo que encuentre aunque presiento?

Roger Casement en el Putumayo con un grupo de indígeneas. Autor desconocido

gunas veces, abstractos. Dotarlos de vida intensa, de dinámica interna; bucear con intuición certera en las cámaras interiores de la más variada fauna humana, desde los personajes más nobles hasta los más perversos, es tarea sólo accesible al genio. El sueño del Celta, novela que Mario Vargas Llosa dio a conocer cuando ya era noticia que recibiría el Premio Nobel 2010, confirma la calidad genial del novelista peruano.

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Arana, Julio Cesar

todo huele a final en esta tarde cuando el cielo se oscurece pero brilla

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yoría de los prósperos negocios locales dependían del auge del caucho, es decir, del imperio de Arana y sus secuaces.

Su informe, prolijamente documentado y revelador de las iniquidades de la Peruvian Amazon Company, liquidó a Julio Arana y su imperio del crimen. Pero todas las horas de reflexión que tuvo el cónsul tras aquellas experiencias que mostraban los abismos de maldad a los que puede llegar el hombre, por la codicia, le mostraron, en todo su horror, la faz escondida del colonialismo. Y lo condujeron, asimismo, a tomar conciencia, con nitidez cada vez mayor, que su patria, Irlanda (aunque no padeciera abusos como los que se perpetraban en el Congo y la Amazonía), era también un dominio del Imperio Británico.

A partir de enero de 1913, Casement, poseído por una intensa pasión nacionalista, tuvo una nueva y obsesiva meta en su vida: la independencia de Irlanda. Anhelaba revivir las tradiciones antiguas y hasta intentó aprender su lengua ya extinta, que sólo eruditos conocían: el gaélico. Había en Irlanda movimientos nacionalistas de diferente matiz: desde los que reclamaban autonomía hasta los que exigían la independencia plena. Y Roger Casement, con la pasión y el coraje que solía poner en sus designios, se vinculó a tales movimientos para enfrentarse al Imperio Británico, al que, hasta entonces, había servido con lealtad y admiración.

En ese marco estalló la guerra mundial. El ex cónsul británico dio entonces un paso que marcaría su destino hasta llegar a la prisión de sus últimos días. Se le acusaba de haber conspirado, en plena guerra, con los alemanes, enemigos de Inglaterra, para sincronizar un ataque germano contra el Imperio a fin de que, distraídas las fuerzas británicas con tal operación, los rebeldes de Irlanda pudieran poner en marcha una insurrección armada para lograr la independencia de su país.

Procesado, Roger Casement fue condenado a morir en la horca. Personajes notables, como Bernard Shaw, presentaron una solicitud de clemencia. Y en tal coyuntura, las autoridades británicas anunciaron el –real o supuesto– hallazgo de diarios

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íntimos del reo, en los cuales éste confesaba experiencias homosexuales. Sectores de la prensa los difundieron, quizá seguros de hacer las delicias de lectores adictos a esa bazofia. Y el escándalo debilitó las peticiones de clemencia.

Es posible que sólo fueran infundios. Desde que el ex Cónsul abrazó la causa separatista, el contraespionaje lo había sometido a estrecha vigilancia.

Era, por ello, poco verosímil que hubieran tardado tanto en descubrir actos que los supuestos diarios describían como realizados en lugares públicos.

Vargas Llosa opina que, aún en la hipótesis de que los diarios de marras hubieran sido auténticos, hay en ellos tanto de ficción o exageración, que sólo podían expresar fantasías y no hechos reales.

En su última carta a su prima Gee, Roger Casement escribió “Mañana, día de St. Stephen, tendré la muerte que he buscado. Espero que Dios perdone mis errores y acepte mis ruegos”. Y en su carta a sus amigos decía: “Deseo lo mejor a quienes me van a arrebatar la vida y a los que han tratado de salvarla.

Todos son ahora mis hermanos”. Murió confortado y confesado por el Padre Carey. Selló así su retorno al catolicismo, pues, aunque bautizado secretamente en la Iglesia por su madre, por disposición paterna había practicado el anglicanismo.

Tal es la trama de la novela, la materia que recoge en sus líneas generales la verdad histórica. Pero lo admirable en esta obra reside en la maestría del tratamiento, de la forma, cuyo análisis, que ofrece diversas perspectivas de enfoque, podría dar tema a muchos volúmenes. Señalemos sólo la sabia estructura que entreteje las dos líneas del relato de modo que se enriquecen mutuamente en fuerza expresiva y capacidad suasoria. Lo que Vargas Llosa en sus libros de crítica literaria llama “el elemento añadido” es el que dota a la novela de esa hondura y riqueza de connotaciones que ponen de relieve el sello personal, la impronta genial del Premio Nobel 2010.

Tal elemento añadido se da no sólo en la estructura. Tiene rol descollante en los diálogos, en el diseño de los caracteres, en la presentación de ambientes y situaciones. Para todo ello el novelista disponía de datos generales, impersonales y, al-

Dibujo de Juan Gómez Quiroz

intensamente lila como la luna que preside el horizonte así como tu amada presidió tus días y tus noches tus moradas moribundas y mortuorias y no sé no puedo ver quién se sienta a mi lado quién tose o estornuda quién irá a contagiarme o a salvarme como a ti no pudieron pero ahí estás en ese cementerio rodeado de los ficus y en tus notas estás en la alegría de tus ritmos polirritmos y en lo alto yo veo esa dinámica celeste de tu vida que fueron tantas vidas en sólo 30 años de ternura y soledad

y quiero cerrar este cuaderno de rayas negras en el aire pero aún no consigo recordar tu melodía el contrapunto celoso de tus líneas y quiero decirte que ya llego acaso a visitarte a ponerte unos gladiolos en la tumba ahora que la noche ya llegó tal vez sea que busco el neumococo o un gesto de ternura en el cielo uruguayo como vos

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José A. Mazzotti (1961), Ph. D. por Princeton University. Autor de Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas (1996), Poéticas del flujo: migración y violencia verbales en el Perú de los 80 (2002), ocho volúmenes de poesía y numerosos artículos sobre literatura colonial y poesía contemporánea de Latinoamérica. Ha editado Agencias criollas: la ambigüedad colonial en las letras hispanoamericanas (2000), “Discurso en loor de la poesía”. Estudio y edición, de Antonio Cornejo Polar (2000). Director de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Es profesor en Tufts University.

80 [FRAGMENTOS] a Luis Enrique Mazzotti Pretell (1924-2004) “Yo seré el nuevo Jorge Manrique” Jorge Manrique, profesor de matemática, escuela primaria Andrés Avelino Cáceres, distrito de Huanta, Cuzco.

II / IL VIAGGIO Amarras, cabestros y reginas, muevan la vela de popa!

Las olas se levantan por encima de los mástiles.

Apenas acaba de hablar cuando se desata La lluvia, y una tempestad desciende furiosa.

Montañas y llanuras retiemblan a los estampidos Del trueno; el cielo todo, confundido Por los Austros, se deshace en un diluvio.

El agua inunda la nave y empapa La madera medio consumida.

de repente las aguas y los escollos y el aire vuelve a hacerse limpio Así cruzaste un mundo de espuma y cachalotes.

Fortuna te acompañaba como una buena estrella.

Abordaste un velero genovés y acampaste en las costas sudamericanas como un ave sin remo.

Inmutable yacía al paso de los años La noche doria y el linaje de los Enéadas Y la gloria de una nueva Troya Aun mejor Aquí engendraste una larga enredadera /como los pelos de la Magdalena.

Aquí (¡maldita sea!) combatiste con los Turnos de la fábrica y con todos los oblongos aristócratas: bachiche.

Y en un instante apenas Calma lenta y deseada.

Pensarano loro alla Patria, depoi di l’avere /schiacciato O sono loro semplicementi l’altri stranieri E non io, che sono più proprio a questa terra /perché nella Ho affondato i piedi?

Como Júpiter cuando aparta una nube que oprime la cima del Ceraunio alejándola de sus crestas, resplandecen

Nadie contesta, menos una voz dulce Que llega de las nieves inmortales Como un diluvio de caballos.

Ah bravura del Atlántico en las playas del Caribe.

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sus condiciones de vida: su alimentación, su indumentaria, su salud, su nivel cultural. Tenía por cierta la versión oficial de que el rey de Bélgica Leopoldo II era un filántropo hondamente preocupado por realizar obra humanitaria a favor de la población africana y que, por eso, catorce naciones, encabezadas por la Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Alemania, le habían “donado” (como si fueran de su propiedad) dos millones y medio de Kilómetros cuadrados del Congo y a sus veinte millones de habitantes para que abrieran ese territorio al comercio, abolieran la esclavitud (por esas tierras, los árabes traficaban esclavizando a los nativos) y además cristianizaran y civilizaran a los paganos.

Eso creyó –o se había esforzado en creer– Roger anteriormente. Pero esta vez (1903) retornaba al África, en calidad de Cónsul Británico, para verificar si eran ciertas las denuncias del periodista Morel y de las misiones bautistas. Acusaban a los caucheros de Leopoldo de cometer abusos y crímenes horrendos con los indefensos nativos. Pero nunca imaginó Casement que sería testigo de horrores más espeluznantes que los denunciados. La codicia ilimitada de Leopoldo y sus lugartenientes empeñados en obtener cada vez ganancias mayores con la venta del caucho que extraían de los bosques (tal era la razón de la “filantropía” de Leopoldo II) había convertido en un infierno al Congo Belga.

El sistema de explotación era diabólico. Los jefes e intermediarios ganaban por comisión. A mayor cantidad de caucho, mayor ganancia. Por eso se obligaba a los nativos para que, sin sueldo alguno, extrajeran una cantidad cada vez más imposible de alcanzar y, al mismo tiempo, debían proveer de alimentos (animales, vegetales) a sus verdugos, es decir, a la guardia (extraída de l o s

peores antros de Europa) al servicio de Leopoldo en el Congo. Si no cumplían con tan inhumanas exigencias, los nativos eran azotados hasta sangrar y perder el conocimiento. Otros castigos eran mutilarles las manos o los genitales. Si los hombres huían, se torturaba a sus mujeres y a sus niños para obligarlos a regresar. Algunos nativos llegaban a vender a sus hijos para comprar caucho y cumplir con las cuotas exigidas.

La experiencia horrorizó al cónsul, pus le mostró hasta qué extremos demenciales puede llegar la maldad humana movida por la codicia. Su informe fue demoledor y acabó con el mito del “filántropo” rey belga. Pero en 1910 se le encargó un cometido similar al del Congo. Debía visitar la zona cauchera de la Amazonía y verificar si eran ciertas las denuncias sobre atrocidades que las compañías caucheras, sobre todo la de Julio C. Arana, cometían contra los nativos.

Muchas semejanzas con el infierno del Congo guardaba el del Putumayo. Las autoridades de Iquitos fingían ignorar los azotes, violaciones y crímenes sin nombre que allí se cometían (hasta el extremo de marcar con fuego o cuchillo a los nativos, como se hacía con los animales, con las iniciales C. A. –Casa Arana– para precisar quién era el propietario de esos seres humanos). Casement descubrió que el silencio ominoso de autoridades y personas notables de Iquitos se debía a que la m a -

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III / HUARAZ

Luis Rivas Rivas

“Porque no se puede volver a Huaraz”, /dijo Hinostroza.

Mario Vargas Llosa y “El Sueño del Celta”

S

Los horrores que conmovieron al mundo

uspenso desde las primeras líneas en la más reciente novela de Mario Vargas Llosa. El relato –basado en sucesos históricos a los que el autor se ciñe con exactitud documentada– genera una intensidad dramática que no declina un instante y mantiene en vilo al lector hasta el epílogo. Roger Casement, el valeroso irlandés que denunciara los crímenes cometidos por los caucheros de Leopoldo II en el Congo Belga y los de la Peruvian Amazon Company en la Amazonía peruana, es condenado a muerte por la justicia británica. Cargo: alta traición.

Sorprendente historia. Se trataba del mismo personaje que, pocos años antes, había recibido condecoraciones y título de nobleza en mérito a que, como cónsul británico, y tras osadas travesías que dañaron seriamente su salud y pusieron en riesgo reiterado su vida, había denunciado, con documentación irrefutable, el trato horrorosamente perverso que sufrían los nativos del África y de la Amazonía por la codicia de los caucheros. ¿Cómo se había transformado el héroe en villano? El relato, conforme a un diseño frecuente en Vargas Llosa, progresa en dos líneas que se alternan. En el caso de esta novela, podríamos afirmar que una de esas líneas es fundamentalmente introspectiva, en tanto que la otra es retrospectiva.

La primera de ellas (capítulos impares) registra, en tiempo lento, las últimas semanas, jornadas, horas, reflexiones del condenado. Minutos eternos. Las incertidumbres que lo acosan día y noche, en la vigilia y el sueño, lo atormentan mucho más que el desprecio y hasta la repugnancia que parece inspirarles a sus carceleros, quienes están prohibidos de dirigirle

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la palabra o responder a sus preguntas. Sólo mitigan su angustia las visitas de su prima Gee, las de su amiga Alice y, sobre todo, la asistencia espiritual que le brinda un sacerdote, el Padre Carey, quien ha puesto en sus manos el libro La imitación de Cristo de Tomás de Kempis, cuya lectura es lo único que le infunde serenidad.

La línea que llamamos retrospectiva (capítulos pares) recoge la peripecia vital de Casement desde su nacimiento el 1 de setiembre de 1864 en un suburbio de Dublín (Irlanda). Se refiere luego su infancia poblada de ensueños. Fantasías inspiradas en los relatos de su padre, el capitán Casement, sobre sus batallas y aventuras en la India y Afganistán.

Esta sed paterna de aventuras se repite en el vástago. A los veinte años, Roger viaja al continente que lo fascina: el África.

Pero de aquellos contactos juveniles Casement extrajo sólo una visión citadina y superficial de lo que allí ocurría con la explotación del caucho y con los nativos. Su percepción de la obra colonizadora de Europa en el Tercer Mundo cambió radicalmente de valencia cuando se le encomendó, como cónsul británico, primero, visitar el Congo Belga (1903), luego, la Amazonía peruana (1910), para verificar y denunciar los horrores que los caucheros –y el lumpen que reclutaban como intermediarios– perpetraban contra los nativos.

La visita al Congo Belga cambió por completo la vida de Casement. Desde joven había creído que, mediante la colonización, Europa llevaba al África la civilización, el cristianismo y el comercio. Y que, gracias a ello, aquellas muchedumbres paganas y caníbales que vivían aún en la prehistoria elevarían

labios. Su piel de chancaca se me pegaba en la ropa.

Más tarde dibujaba sus caderas en las sábanas.

Y el cura que me daba de reglazos después de las confesiones.

Y debe ser así pues el gordo no se equivoca. Tanto esfuerzo para nada, comentó el doctor. En esta sierra el esplendor del cielo tiene la intensidad del frío.

Y la belleza se concentra en el derrumbe inminente.

Por eso pecar es más sabroso Cuando se guarda el secreto.

Huaraz y sus susurros eucaliptos. Brilla estrellada la tarde contra el cerro. Por aquí han pasado tantas tropas. Los estampidos se han venido apagando. ¿Quién anda ahí?, me pregunto.

Naciste con el siglo te decían. El laberinto de la medicina te llevaba por las cámaras de tortura.

Soy yo soy solo la sombra de un silencio largo, me responden. Y es el eco de mis voces que rebota en las cavernas. Clara y hermosa como el arrullo del urpi, me han dicho. Urpillay, urpillaycha. Salgo cantando en las mañanas al arroyo. Ahí tiendo mis trenzas esperando que me cubra el sol Con su aliento de hueso.

IV / ESCUELA Las pelotas de trapo y su inmensa comisura. Una bajada a Lima y se vuelven infinitas. Pelota de trapo, pelota de trapo. “Suena mal y hasta es antipoético”, dice Eguren. Se le ve caminando hasta Barranco las tardes de llovizna. Su figura se pierde en la niebla anaranjada.

Aquí en Barrios Altos y en la Plaza Italia Jugamos todo el día con Forero y Arteche.

Pero la poesía no interesa.

A lo sumo es un trompo.

A veces hasta el beso de Luzmila En las bancas de la Quinta Heren.

Bajo el tronco de una higuera triste mordíale los

V / VALLEJO SALE DEL COLEGIO BARRÓS

“Ramos, ¿un cafecito?” invitaba ese flaco avejentado que venía de Trujillo. Se llamaba César Abraham Vallejo Mendoza. Profesor de lengua. Poeta desmembrado. Pero gran relator de chistes.

La Inquisición se elevaba como una monarquía de huesos. Ramos y Vallejo salen por la hendidura de la puerta.

Una oscura pradera los convida.

VII / PRIMER AMOR En su tinta el marisco se oculta de las miradas viciosas. Novela del lenguaje. Guerrilla en las papilas gustativas de otro ser. La sombra penetra los moluscos del farol de enfrente.

Crece el encantamiento como la hierba. Cada beso es un brazo de agua con un secreto murmullo, “dame pan” dice, y el cúmulo de espuma se dispersa en la qucha.

Oh la Qucha Cucha Ducha Pucha Maricucha Estalactita de miel línea de sal en el cristal Visión florida que todo lo abrasa Y nos devuelve al mar.

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VIII / JCM Un flaquito cojo regresa de Europa.

La Patria Nueva se anuncia como un banderín de colores.

Grandes avenidas. La Arequipa Estira la lengua a Miraflores. La gran casona Marsano Es un palacio oriental, acosado de chacras, Reposando su molicie en una acequia preinca.

Son los tiempos de alguna pequeña esperanza.

Y, sin embargo, hay rebeliones. Dicen que arriba entró la Policía Montada a derrumbar piquetas. Murieron algunos mineros, Pero más los peones de la hacienda en Huayhuas. Y en Tarma y Jauja La alcaldía es un meteoro en el glaciar.

Pero la Patria Nueva no es ciega. Apunta con su dedo magro El curso de la acera.

Fragmento, dibujo de Juan Gómez Quiroz

Desfilan los millones de flaquitos cojos. De todos ellos se levanta uno Con su dedo en el aire.

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world of colonial Mexico with its harsh realities of poverty, disease, and injustice.

Contemporary criticism brings improved accuracy to some of the biographical points mentioned in the course of this article: e.g., the number of books Sor Juana did or did not relinquish. The cultural criticism on Sor Juana’s self-fashioning (e.g., Frederick Luciani) aligns her with other early modern women writers and their strategies of public recognition for their work. Interpretations of Sor Juana’s feminist epistemology by Stephanie Merrim, Electa Arenal, Georgina Sabat de Rivers, and others place her firmly in the “querelle des femmes” but also as an important protofeminist precursor, anticipating contemporary gender theory. Juana’s rewriting of texts both classical and Christian give new meaning to her spirituality, within and independent from the life of the convent. Patricia Peters and Renée Domeier, place El Divino Narciso within its sacred dramatic context while also noting its critique of colonialism.

Contemporary critics recognize the tremendous potential (then and now) in the very alterity of Sor Juana’s profile. Frederick Luciani comments upon the “anomalous and marvelous nature of the writer in question – a colonial, a woman, a nun.”44 Sor Juana’s work can be appreciated in this century not only for its erudition in terms of European literary tradition, but also for her proto-feminist point of view. In the Neptuno Alegorico, she depicts Isis as the mother of Neptune. Reading the Neptuno, Electa Arenal suggests that Sor Juana posits a divine intelligence as the creatrix of human existence (Isis of the pre-Greek Egyptian myths or Sophia, the Eastern representation of wisdom); a female deity, the agent of its allegorical representation.45 As Arenal has pointed out, Sor Juana is rewriting the creation from a feminine, feminist, and goddess perspective, touching upon an idea at once incredibly ancient -and also appealing to postmodern readers.

Of course, some of Sor Juana’s more heterodox 44 Frederick Luciani, Literary self-fashioning in Sor Juana Inés de la Cruz (Lewisburg, PA: Bucknell University Press, 2004), 20.

45 When Woman is the Creator of the World,” in Feminist Perspectives on Sor Juana Inés de la Cruz. Ed. Stephanie Merrim. (Detroit: Wayne State University Press, 200 pages, 1991. 2nd edition, 1999).

ideas did challenge Church orthodoxy and hierarchy. Ironically, as long as she stuck to courtly themes, Sor Juana had more liberty within the convent than she might have had in the world, considering the difficulties her own mother had faced. Once she took on the role of theological and Scriptural interpretation, then the refuge of the convent became more of a self-imposed imprisonment: this is the image that comes to mind from the film Yo, la peor de todas.46 When we think of Sor Juana’s vow to sell her books and to renounce the life of the mind, it is difficult to rationalize, even though almost all of the early writers we have quoted try to do so. Fortunately, thanks to contemporary Sor Juana scholars, who have discovered poetry written during this period of renunciation, we know that the brilliant intellectual life within her, to use Electa Arenal’s (and Anne Bradstreet’s) phrase, “could not keep still.”

If we take the work on its own terms, as its own cosmos, we begin to see the heretical grandeur of Sor Juana’s heterodox Catholic vision. If this is a paradox, o be it. Her powerful and mischievous intellect would enjoy the irony.

46

Directed by María Luisa Bemberg, 1990.

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Juana’s literary and linguistic precocity, her fierce determination to get an education (even if it meant dressing in boys’ clothing), brief synopses of her literary works – with an in-depth knowledge and understanding of the genres and literary traditions to which they belong, European and Mexican. Due to his literary training, his perspective, or both, Dijon rightly understands the Loa for the Divine Narcissus as an allegory; accordingly, he focuses upon the role of Christ as Bridegroom.

The dramatis personae of this work include two paths to Religion: Love versus Zeal; the natives are represented by a character called Occident.

Rather than spreading Christianity by the sword, Love and Religion commute Nahua practices into Christian rituals.41 Dijon’s observations are borne out by the contemporary editors and translators of The Divine Narcissus, Patricia Peters and Renée Domeier, O.S.B., who read it as a “pastoral drama of redemption[…] framed by a reflection on the plight of the Aztecs under Spanish colonization.”42 Instead of rejecting the native customs of worship, the play suggests that the natives’ innate impulse to worship is good.

Sor Juana left an opera aperta, a work open to multiple interpretations and readings. Since allegory is open to polyvalent meanings, Sor Juana might have aimed to appease potential critics in the Church who were threatened by her intellect -- and also appeal to her other audience of courtly literati.

The second article worth mentioning, written in 1951, is almost contemporary by contrast. The author of “In Celebration of Our Hemisphere’s First Woman Poet,” is Chesley M. Hutchings, a professor of Romance Languages at the University of Cincinnati. Hutchings quotes Sor Juana herself, from letters autobiographical writings: the nowfamous anecdote about cutting her hair to mark her scholarly progress; how her desire for learning was so strong that she would have attended school in boys’ clothes if necessary; how she chose the con41 Arenal and Powell (2009) claim that the Virgin of Guadalupe can be read, in Sor Juana’s work, as an unacknowledged descendant of a Nahua mother goddess.

42 Sor Juana Ines de la Cruz, El divino narciso/ The Divine Narcissus, Trans. and annotated by Patricia A. Peters and Renée Domeier (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1998), xvii.

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vent over “the total negation that marriage would bring.”43 Hutchings reads the work as well as the life of Sor Juana. Acknowledging that “styles in poetry change,” Hutchings suggests that the difficulty with Sor Juana’s poetry might be due to changing literary fashions, not to the work itself. He implies that reading Sor Juana requires a knowledge of the Spanish language, of Baroque poetry, and the courtly and Petrarchan modes; otherwise, one cannot appreciate Sor Juana’s metaphysical and witty conceits. As a Petrarchan courtier, Sor Juana could praise and tease her patrons, but she could not let attacks on female learning go undebated. The poem “Hombres Necios” spars humorously with men, but it is also a response to the gender wars.

Comparing Sor Juana to Emily Dickinson -- not as literary old maids but as two souls who “suffered from restrictions put upon women of letters” -- Hutchings views her as “an apostle for the rights of woman to a higher education long before any AngloSaxon claimed such privileges.” We would do well to heed his parting advice: to “honor her as the first woman poet of our hemisphere.”

Concluding Remarks on Female Biography and on Contemporary Criticism This brief glance at how the English-speaking world first encountered Sor Juana is revealing ideologically and anthropologically. What we learn from the periodical wars is that the Catholic-Protestant divide is so strong that it colors the presentation of a literary figure to the point of distortion and cliché. When we are not given an analysis of the author’s work but anecdotes from her life, categorization is difficult. Instead of an intellectual woman, we get the category “old maid.” Instead of dedicated member of a religious community, we are told that her dramas are based upon “senseless superstition.” We have had to contend with bizarre ideas of the convent instead of seeing it as a place of seclusion, as a haven for scholarly work, and as an alternative to the demands of childbearing in the 43 Chesley M. Hutchings, “In Celebration of Our Hemisphere’s First Woman Poet”

Rafael Dávila-Franco (1959), autor de Animal de las veredas (1984), Tránsito (Zona Lírica) (1989) , Plumas de Pez (1994) y varios libros inéditos. Estudió Literatura en la Universidad Católica de Lima. Actualmente culmina su Ph. D. en Boston University con una tesis sobre la obra de José María Arguedas.

ADENTRO & AFUERA (O ELLA Y TÚ) Mujer & Hombre: “os declaro Marido & Mujer”: alianza: unión indisoluble: dos cuerpos unidos por un espíritu o dos espíritus unidos por un cuerpo: el átomo final, la piedra angular, el punto de apoyo que requería Arquímedes: tú y yo y yo y tú: uno sólo o el otro y yo y yo y el otro en uno mismo ensimismado aunque el yo sea otro —Rimbaud dixit: ni hombre ni mujer o tal vez un hombre, de marcados rasgos masculinos, que en algún momento adquirió un aspecto terriblemente femenino: el de aquella mujer que ves: ¿ soy yo o es ella?: ¡diablos! ¿de quién estoy hablando? ¿hablo de mí o de ti? ¿o hablo del otro?: ni de ti ni de mí, o de ambos o de todos o de nadie en especial: soy hombre, que más da ¿o soy mujer? ¿Qué soy? ¿Es eso antes de quién soy? o ¿no soy hombre ni soy mujer? o ¿soy mujer y/o soy hombre?

O sea ¿soy alta o soy bajo?: ésa es la pregunta fundamental: ¿Soy bonita o soy feo? o ¿no soy atractivo o soy sexi y atractiva? o ¿soy gordo o estoy flaca? ¿Estoy lista o soy listo? pero si ¿fuera mujer y hombre a la vez?: ¿Pero de qué hablo?¿de lo corpóreo, de lo físico bruto? o ¿de las etéreas deletéreas almas

femeninas que encandilan?; ¿o hablo de las palabras?, pues, por lo general, presentan el género definido, pero no hablo de nada en realidad, sino de lo que quisiera poder escribir, para contar solamente: ruidos del alma: cosas que suceden y se suceden unas a otras, a sí mismas; de los que les pasa a ellas y a ellos cuando pasan frente a ti sin mirar: hubieras querido que ella se diera la vuelta y te mirara a ti: penetrantemente: pero el tiempo se fue en nada: en tomar un café borronear unas líneas hacer algunas preguntas o hacérselas a ella misma, a la que se ha robado lo que tú eras, allí mismo donde está parada ahora esperando por él, o sea por ti que nunca vas a llegar: eso se sabe.

DÉJAME 1 déjame si quieres ahora: o no me dejes en paz nunca: pero déjame antes que te bese esos labios tuyos: rojos húmedos: déjame que te bese con estos labios míos: sucios de deseo sucios de amores rotos —o de realidad o de verdad dicha o callada— sucios de vida vivida o de tanta vida no vivida: sucios de la espuma de la rompiente alta de tu sexo abierto: sucios de los labios de tu boca sucia de amor.

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2 déjame que te muerda por detrás: que se hinquen mis caninos en tu dulce piel: suavísima y salada: deja que mis labios se peguen a tu cuello como a la piedra una babosa o un caracol de tierra en la vereda lavada del parque: déjame que a esa velocidad exacta recorra el jardín mojado de tu espalda.

DE LAS VOCES QUE DABA EL BÁRBARO 1 Camisolas tornasol de descuajeringada gualdrapa Maravilla del misterio del ser después de haber muerto Me perdí jugando despacio en el himen de las rosas Piedra de azogue Piedra de mar Piedra de piedra Piedra donde yace escondida la palabra de luz - piedra (y piedritas para no perder las migas del regreso) Piedra blanca sobre una piedra negra: Piedra de fuego Piedra de sol Piedra de sangre: Yahuar mayu: Río de sangre: Río Sagrado de corazón de piedra Ya viene cantando de lejos la calandria corazón de fuego Y viene la golondrina también -la que sí hace un verano Viene la golondrina y viene la golonchina (mas parlanchina la dueña dice cosas banales y vestido de rojo piruetea un bufón): Ya viene la golontrina la golonrrima la golonrisa: y qué risa que nos da, caminando de cabeza con los pies sobre los hombros: hombro hombre hembra hambre (la hache es muda hipocrite lecteur mon semblable mon frere) pero amor, amor, ¿dónde has estado? mas fue que Aloysius Acker pasó por aquí pero no comía maní: recitaba versos del alma, y pude oír que decía “estoy preso al final del penal, a la izquierda en el pabellón B donde las ratas son libres: se comen los pocos libros escondidos, y se pasean de un pabellón al otro; y yo, decía él, estoy preso

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intment when we realized that the author was not identified.

The familiar, well-travelled passage occurs in a very different context: at the end of a chapter “On the Monastic Life,” in which we only read about convents. Far from recommending their ordered tranquility, it is a polemical indictment of the cloistered life, which is described both in terms of “dissolute indolence” and “oppressive indolence.” To paraphrase the author, What a good thing it was that Henry VII abolished the institution of convents, (which seduced young girls in their pious fervor) preventing their vows of chastity from being broken. Quoting the anonymous author on the closing of the religious orders in England: “And to exhibit in the most lively colours the total corruption of monastic chastity, Bishop Burnet informs us, in his History of the Reformation, that when the nunneries were visited by the command of Henry VII, ‘whole houses almost were found, whose vows had been made in vain.’ ” Considering this king, whose fame is due in part to the lightness with which he treated his own “vows,” the Sketches at last afford some pleasure.

After marshalling quotes by Bede, Rabelais, Erasmus, and Voltaire in support of a critique of monasticism, the anonymous “Friend” continues, “Yet it would not be candid or just to consider all these as the mere harbours of licentiousness, since […] some of our religious houses were very honourably distinguished by the purity of their inhabitants.”

The authors mentions two nunneries, one in malo and one in bono: the convent at Amesbury seems a right brothel, while the inhabitants of Godstow in Oxfordshire were known for their admirable “strictness of life.”

At this point Sor Juana is introduced, and so we might expect, as a sober exception to the rule; a rara avis of exemplary mores who has found an intellectual haven in the convent, even if it is pervaded by “senseless superstitution” and “dissolute indolence.” Yet the writer implies her books were sacrificed in vain and her life was wasted in obscurity: he claims that Sor Juana is “not much known in Europe.” The latter claim is simply untrue, un-

less he means the Anglophone world’s ignorance of Sor Juana’s poetry and her culture -- an ignorance fostered by the very cultural prejudices that this author promotes.

We do not claim that the dynamics of power, faith, and obedience in seventeenth-century Church did not make Sor Juana’s life increasingly difficult.

Nor do we wish to exonerate figures like “Sor Filotea” the Bishop from intellectual dishonesty. What has emerged, however, is the extent to which so many of these early writers, in the highbrow and popular journals alike, use Sor Juana’s literary career to further their own ideological agendae; how she fares in the “periodical wars” between Catholic and Protestant factions in the New World; how her writing is used the nationalistic project of a newly independent Mexico, or by American (or British) authors of anti-Catholics diatribes; or by British writers trying to score a point in the gender wars (by repeating Feijóo’s comment about Sor Juana’s inferiority to Vieyra -- who, in contrast to Sor Juana, has been largely forgotten.

Sor Juana in (Literary) Context: Early Literary Reviews of Literary Merit Incredibly, one can read almost all of the articles we have collected and still have no clue as to the content of the literary works of the Mexican poet Sor Juana Ines de la Cruz. A couple of exceptions to the rule of superficial and/or plagiarized reviews of Sor Juana -- in addition to Mary Hays -- stand out.

One bright exception among the works we have collected is an article in the 1890 edition of Catholic World by Harold Dijon. Dijon’s style and erudition set him apart from the journalists we have been discussing. One gets the sense that Dijon is fluent in Spanish and Latin. He is apparently qualified to speak to the value of Sor Juana’s literary contributions, and does so with eloquence, even if there is a dated aspect to his writing.

Harold Dijon’s philological training – and a measure of scholarly objectivity -- become evident in his article. He begins with biography, as the others do, but focuses immediately upon the most relevant aspects of the vida: the young

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some of her books: they were found in her cell at her death. We can excuse the writer’s ignorance of biographical details only recently unearthed; however, condescension combined with ignorance is less understandable.

A similar strain of thought -- that the “pure reason” of Juana’s thought is sullied by the “senseless superstition”35 of Catholicism – is found in these popular-press notices. In her Loa for the Divine Narcissus, Sor Juana uses allegorical figures and employs both Christian and pagan elements. Dante, another great author who conflates these narrative modes, comes to mind: the Commedia was virtually banned in Boston due to a similar nineteenthcentury anti-Catholic sentiment.36 But allegory, as a literary device, is not restricted to Catholic writers; it is also practiced by John Bunyan in Pilgrim’s Progress. In general, these critics seem at times particularly narrow-minded and dismissive toward Sor Juana, who is a Catholic nun as well as a Mexican woman.

So far, the critics we have read seem to have strong opinions and an encyclopedic passion for organizing literary knowledge, but very little to say that is new, or even philologically sound. Worse, the writing is often unoriginal, as the same paragraph, makes the rounds of at least nine different articles, little altered – with one important exception, Mary Hays’s Female Biography. Perhaps in the encyclopedic fervor of the Enlightenment, it was considered enough to create a brief sketch of each learned woman; however, Sor Juana’s Spanish and Spanish-speaking contemporaries understood that her enigmatic, metaphysical, baroque imagination merited close attention.

The Female Biographer and “Friend to the Sex” Just as the British journals repeat translated versions of Father Feijóo’s mixed reviews, the North American journals lift the same passage from Mary Ibid.

“History tells us that Harvard College’s academic community worked feverishly to prevent the publication of Henry Wadsworth Longfellow’s first American translation of The Divine Comedy [original title: Commedia]. The powerful Brahmins considered the book to be a blasphemous and insidiously dangerous work --- a scandalous tome that would corrupt readers and lead them into perdition.” < http:// www.bookreporter.com/reviews/the-dante-club>.

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Hays’s Female Biography (1803). Hays, a writer and a friend of Mary Wollstonecraft, set herself the task of writing the history of women. This six-volume labor was done in the British Museum, without the benefit of assistants, and without knowledge of the primary texts in the original languages, with the possible exception of French.

Unlike the reviewers who plagiarize material outright, Mary Hays lists her sources in a note at the end of each entry.37 These sources are usually biographical dictionaries; for continental figures, the Dictionnaire Historique Portatif des Femmes Célèbres V1 or Bayle’s Historical Dictionary.38 She does not, however, use modern scholarly conventions such as quotation marks and footnotes; nor does she indicate when she is translating and when she is paraphrasing. Nevertheless, Hays did a remarkable job of compiling knowledge about a variety of illustrious women from classical Greece, Rome, Italy, France, England, Germany, and other countries. As Female Biography was published in 1803 and the other reviews and notices occur later, we can trace the journals’ plagiarized passages to this early work.

Mary Hays, too, had a source text. We discovered the “Juana” passage from Hays’s Female Biography in an earlier book entitled Sketches of the history, genius, disposition, accomplishments, employments, customs and importance of the fair sex, in all parts of the world.39 The anonymous author “Friend to the sex” had Sketches published in Philadelphia, the same city in which Female Biography, printed in London in 1803, had its first American edition. 40 Tracking down this source was a scholarly “eureka” moment– followed by disappo37 For continental figures, the sources are usually biographical dictionaries such as the Dictionnaire Historique Portatif des Femmes Célèbres, ed. Jean-François la Croix Paris, 1788). She also uses Bayle’s Historical Dictionary.

38 Jean-Francois la Croix (Paris, 1788).

39 Friend to the sex. 1796.

Sketches of the history, genius, disposition, accomplishments, employments, customs and importance of the fair sex, in all parts of the world. Interspersed with many singular and entertaining anecdotes.

By a friend to the sex. Philadelphia: Printed by Samuel Sansom, Jun. [1796?]: 184-187.

40 Hays, Mary. Female Biography, Or, Memoirs of Illustrious and Celebrated Women, of all Ages and Countries: Alphabetically Arranged. Vol. 2. Philadelphia: Byrch and Small, 1807: 177-179.

en el sueño de un poeta que murió hace un rato un tal Rafael y de la fuente, la fontana del fontanero” también preso en el plomo de su cepo porque yo no sepo nada. Pero vino nadie: eso sí: te llamó nadie tantas veces lo mismo otra vez: amor, amor, ¿dónde has estado? y así yo canto “Canto a mi amor desaparecido” desaparecida es pero no entre nichos y cuarteles sino entre cuarteles y fosas del común comunidades enteras dentro una sola: y quién sabe si estás en alguna de ellas o en otra quizá de las tantas aún no halladas.

“Amor, amor, ¿dónde has estado”.

Ay! Ay! se me partió el cristal del vaso del corazón y la camisa tanto se ha manchado que ya da pena mirarla y ya sé que me puse viejo y feo y bruto pero ahora me explico: lo que pasó es que ella me dio un guiño y allí nomás se me jodió la vida entera: ya no di ni para adelante ni para atrás: y a todos nos dio menos a ti: amor, amor…

2 Amor, amor, ¿dónde has estado? Te he buscado tanto tiempo, dónde has estado que te he buscado días enteros semanas completas que duraron un año o dos o tres, amor, amor, he estado enloquecido tantos meses muerto tantas noches embrutecido por el sol quemándome los ojos por la hierba estallándome el cerebro, me he perdido por las calles todo el año que comienza me he montado en los trenes del norte que van al sur me he sumergido en los subterráneos perdido entre los peces he nadado por meses perdido en el océano sin saber qué era esa forma que volaba entre las olas dejándome llevar por la corriente remontando los cielos detrás de las catedrales del odio que pontifica el poder de Roma: en las galerías subterráneas donde el frío se esconde entre las víboras que te perseguirán hasta la muerte: te he buscado en las salas de espera de los hospitales donde el cáncer devorará mis pulmones

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Dibujo de Juan Gómez Quiroz

¿estabas tu mirando a los campesinos que gemían de dolor mientras cavaban la morada donde terminarían con la gracia de un tiro en las témporas temprano? dime que no lo viste que no lo oíste que nada supiste dime que estás a salvo en tu ventana esperándome y que te encuentro dime que todavía no hemos vuelto del viaje del descanso que fueron los días de primavera más hermosos y que se fueron esos días pero ahora volvieron los mismos pues el pájaro azul ha vuelto a visitar la añil casa donde moro aún y me demoro: todos han salido a la fiesta del otoño que despide al verano y a la primavera también: todos juntos estaremos otra vez reunidos a la mesa de una mañana eterna, pero amor, amor, no te demores tanto, ¿ya? que hace frío aquí… y ya nos iremos, acomodándonos… en los pliegues más blandos… de la ballena.

men -- as long as they are deprived of such training.

Another part of the same quotation by Feijóo reads as follows: “I will only say that she had a talent for poetry, even if it could have been more widely celebrated. There are many Spanish poets who have great advantages in terms of poetic inspiration, but perhaps none equal to her in terms of the way in which she was talented in all the faculties.”32 These “faculties,” or disciplines, include Latin and Greek (which she mastered before adolescence), theology, Scriptural exegesis, philosophy, rhetoric, natural sciences, medicine, mathematics, history, music, and poetry. The British editions of “An Essay on the Learning, Genius and Abilities of the Fair Sex” (and works of a similar title) feature ever-so-slightly-altered version of the excerpt from Feijóo, quoted earlier, but translated with a British inflection.

The famous Mexico Nun, sister Juana Ines de la Cruz is universally know for the sublimity, force, and erudition of her poems, that any encomium of her would be superfluous. I shall only say, that her lowest talent was that of poetry, though it be what has most raised her fame. Many Spanish poets greatly surpass her in harmony, but, perhaps not one equals her in variety and extent of knowledge.

She was natural but something deficient in energy.

Her criticism of Father Vieyra’s sermons, shews the poignancy of her wit; but it must be allowed not to come up to that of the matchless Jesuit, whom she attacks; and is it anything strange that a woman should be inferior to that man, whom no preacher hath hitherto equalled for sublimity of thought, solidity of argument, and a perspicuous force of expression?

With slight alterations to the awkward grammar, this quotation is repeated in almost all of the British reviews; however, the North American reviews repeat Mary Hays’s “Juana Inez” in Female Biography. Almost all of the reviews, with the exception of those written by philologists, avoid the work itself.

Selling, Wasting, and Banning Books Almost all of the early commentators on Sor Juana, Protestant and Catholic, British and Ameri32

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Feijóo, Discurso XVI, Teatro crítico universal, Madrid, 1726.

can, misunderstand the politics of the convent. With an awareness of the dynamics of the role of culture and power, contemporary scholars consider material culture, social interactions, and the practice of everyday life in drawing conclusions. For example, the assumptions of the nineteenth-century literati that Sor Juana sold her personal library “for the charity of the poor” (and the judgment that this act is pious but misguided), are just as incorrect as the belief that Sor Filotea was a woman. Current scholars believe that one of her reasons for this act was to make a show of obedience at a crucial moment in her relationship with the Church and her confessor; others attribute Sor Juana’s abnegation to historical realities such as the plague.33 Two years later her penitence reached the heights of the heroic when, during the plague that invaded the convent of St. Jerome, Juana labored night and day nursing the sick, comforting the dying, and laying out the dead.

We do not know; however, the following comment reveals of the prejudices of its anonymous author: She is said to have collected a library of four thousand volumes, in the study of which she placed her delight: nevertheless, toward the close of her life, she sacrificed this darling propensity for the purpose of […] the relief of the indigent. However heroic may be the motive of this self-denial, the rectitude of the principle is doubtful; the cultivation of the mind […] is a more real benefit to mankind than the partial relief of pecuniary exigencies.] 34 Perhaps only a non-impoverished writer could make such a statement; perhaps we are meant to know the writer’s class from his or her comment.

At any rate, the sacrifice of the books is another Sor Juana legend. We know that Sor Juana hoarded Dorothy Schons, op. cit. p.162.

This comment is also found in the following publications: The Ladies’ Garland, The Ladies’ Literary Cabinet, The Monthly Magazine of Belles Lettres, The New York Mirror, Baldwin’s Universal Biographical Dictionary, Anna Maria Lee’s Memoirs of eminent female writers, of all ages and countries, Philadelphia Album and Ladies Literary Gazette, The Ladies Garland, the Lady’s Book, “Anecdotes of Books and Authors,” and The Journal of Belles Lettres. See the Chronological Bibliography at the end of this article for full citations.

33 34

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this purpose they invited forty of the most eminent literary characters of the country, who assembled to examine Juana in the different branches of learning and science. Questions, arguments, and problems, were accordingly proposed to her, by the several professors, in philosophy, mathematics, history, theology, poetry, & c. to all of which she answered with equal readiness and skill, acquitting herself to the entire satisfaction of her judges. To this account it is added, that she received the praises extorted on this occasion by her acquirements, with the most perfect modesty; neither did she, at any period of her life, discover the smallest tendency to presumption or vanity, though honoured with the title of the tenth muse; a pious humility was her distinguishing characteristic. She lived forty-four years, twentyseven of which she passed in the convent of St. Geronimo, where she took the veil, in the exercise of the most exemplary virtues.

That enthusiasm by which genius is characterised, necessarily led to devotion in circumstances like those in which Juana was placed. In the fervour of her zeal, she wrote in her blood a confession of her faith. She is said to have collected a library of four thousand volumes, in the study of which she placed her delight: nevertheless, towards the close of her life, she sacrificed this darling propensity for the purpose of applying the money which she acquired by the sale of her books, to the relief of the indigent. However heroic may be the motive of this self-denial, the rectitude of the principle is doubtful: the cultivation of the mind, with its consequent influence upon society, is a more real benefit to mankind than the partial relief of pecuniary exigenc[i]es.

Juana was not less lamented at her death, than celebrated and respected during her life; her writings were collected in three quarto volumes, to which are prefixed numerous panegyrics upon the author, both in verse and prose, by the most illustrious persons of old and new Spain. It is observed by the Spanish critic, father Feyjoo, that the compositions of Juana excel in ease and elegance, rather than in energy and strength. This is perhaps in some degree attributable to the age in which she lived,

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and to the subjects of her productions, which were principally compliments addressed to her friends, or sacred dramas, to which an absurd and senseless superstition afforded the materials. The following is an imitation in English of one of her poems, in which she complains of what is keenly felt by every woman of understanding, the injustice suffered by her sex. [an English version of “Hombres necios” follows.]28 With the understanding that these gazettes were written for the consumption and digestion of an earlier media age, it is not surprising that superficial and judgmental thought goes hand-in-hand with pirating others’ words, repeating platitudes about women, and reading Sor Juana out of context.

Phrases reproducing feminine stereotypes abound in articles by these nineteenth-century writers, whether they are men (like “A Friend to the Sex”),29 or male-identified women. Among the titles we find the phrase “the fair sex” used as a euphemism for “weak,” i.e., incapable of clear thinking or resisting temptation.

Most of the articles use the same quotation, Feijóo’s praises undercut by gendered language: “the compositions of Juana excel in ease and elegance, rather than in energy and strength.” This would imply that her work lacks the “masculine” qualities for which it is praised by Friedrich Bouterwek!30 Hic mulier? Haec vir?31 Which is it? The problem is that Sor Juana’s tremendous intellectual energy is unusual, as is the sheer volume of philosophical texts (natural science, Jerome, Aristotle) she mastered is rarely to be found. Rarely does it occur in wo28 Hale, Sarah Josepha Buell. Woman’s Record; Or, Sketches of all Distinguished Women, from the Creation to A. D. 1868. Arranged in Four Eras. with Selections from Authoresses of each Era by Mrs. Hale ... Illustrated by Two Hundred and Thirty Portraits, Engraved on Wood by Lossing and Barritt. 3d. ed. rev., with additions. ed. Harper & Brothers: New York, 1870.

29 Friend to the sex, et al. Sketches of the History, Genius, Disposition, Accomplishments, Employments, Customs and Importance of the Fair Sex, in all Parts of the World: Interspersed with Many Singular and Entertaining Anecdotes. (Philadelphia: Samuel Sansom, 1796).

Alterations occur in the last sentence of the review, as we shall discuss.

30 Quoted by Harold Dijon in his article, op cit.

31 The title of one of the tracts in the English gender wars, edited and reproduced in the Longman Anthology of British Literature, vol.

1B, ed. Clare L. Carroll, series editor, David Damrosch (New York: Longman, 2002). Cf. excerpts from “Hic Mulier; or, The Man-Woman” and from “Haec-Vir; or, The Womanish-Man.”

Sandro Chiri

(1958), autor de El libro del Mal Amor (1989), Y si después de tantas palabras (1992), Viñetas (2004) y Poemas de Filadelfia (2006). Graduado y catedrático en la Universidad de San Marcos de Lima. Actualmente termina su Ph.D. en Temple University con una tesis sobre la obra de Ricardo Palma.

A POEM WITHOUT A DADDY Recuerdo que tu cuerpo violeta, perdón, acaso tu oído, fue la materia sensible que recibió mis balbuceos y un falso juramento.

Me parece que fue en una lengua que sólo susurra o injuria. Una lengua dinámica y maldita. Intuyo que fueron palabras de calculado afecto o tristeza, ya ni lo sé.

Intuyo que tu cuerpo de muchacha débil fue el que, estoico, recibió ese balde de mentiras y tormentos, esa enorme mole de basura que la asolapada ruquita que habita en ti, en silencio, escuchaba al borde de una pradera, intimidándose, como quien se para frente a un mar furioso o a una puerta prohibida donde le niegan la entrada. Una casa con telarañas, una house, al fin, con sus misterios y bajezas, donde alguien se esconde porque no quiere reconocerte como hija.

Así, mis palabras, como el Daddy ausente, arremeten ahora, con igual cobardía, en el arcoiris que habita en algún lugar del Sur.

POEMA DEL QUINCEAÑERO Yo sólo hago canciones para olvidarme de ti.

Jorge Bacacorzo

La vida es un microbús Lima-La Punta.

Repito: un microbús –y yo ahí apretujado, apiñado al lado de sudores y sabores–.

Pero tú no, Chiquita.

Repito: tú no porque para ti hay galán con Toyota plateado.

Para ti la guantera y el tocacintas, el cómodo asiento reclinable.

Para olvidarme de ti no sirven ya las canciones, la brisa del Mar o un cielo lleno de gaviotas.

Repito: no sirven ya las canciones /que escucháramos tomados de la mano jurándonos la muerte.

No sirven ya los besos que te dan ahora /frente al Mar. (Toyota estacionado al lado de otros Toyotas con canciones semejantes que tú pones /en el plateado).

Todo es inútil me digo y el tiempo no sirve para disimular los ojos rojizos / el corazón dolido / las tardes de verano.

Para irme de ti y de acá sólo estos tristes zapatos de cartero, sólo tu foto al fondo del Mar.

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UNA SECRETA LUZ Una secreta luz que nace en tus ojeras me habla de la asolapada fiebre que invade tus entrañas y devora, como el pasajero amor de las esmeraldas en Magdalena.

Tú, la reina de las Calandrias, sobrevuelas mi pálido cielo, débil como un crepúsculo en invierno, triste como un cuerpo laxo en el quirófano.

Así, las noches pasan, mientras un boleto silencioso alejan mis cenizas de la Patria, pero tú te resistes con tu vital sonrisa y reclamas en medio de la niebla una caricia o un grito tal vez como el único gesto digno del camino.

Dibujo de Juan Gómez Quiroz

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Giovanni Boccaccio, then with Christine de Pizan, and later with defenses of women in the “gender wars” in sixteenth- and seventeenth-century Italy, France, and England.24 “Illustrious” Uncommon Women and Others The North American Review article is one of many examples that typify the attitudes of the early reception of Sor Juana Inés de la Cruz in North America. In addition to flowery writing and passages repeated from article to article, one finds an anti-Catholic attitude that manifests itself in stereotypes instead of analysis. Her poetry is described in liturgical terms, using words such as “mystical,” “devotional,” and “sensuous.” In fact, Sor Juana’s writing is rather the opposite: intellectual, rational, and, as she hints, almost heretical in her polemics with Church Fathrs living and dead..

Passing over her literary work altogether, many critics in these early journal articles focus obsessively upon the personal -- upon the most unusual aspects of biographical lore. The commentaries are not unlike early writing on Emily Dickinson in their focus upon the life and not the work—in fact, in their prurient curiosity about women who lead lives without men. To a contemporary reader, “old maid”25 sounds like a quaint archaism. But the biographers and bibliographers cannot resist using this word, even to describe someone so ill-suited to its connotations. Alternatively, they speculate on the ‘rare’ aspect of the rara avis – an illustrious but uncommon woman.

The catalogue of “illustrious women,” made popular by the medieval writer Giovanni Boccaccio, is another literary tradition to which these biographical encyclopedia entries aspire. Women from history and myth alike are represented in these collections; fictional characters “live” next to historical figures.26 The “illustrious women” category is a dubious honor, however. If illustrious women are exceptions to the rule, patriarchal norms are preser-

ved, contrary to a contemporary discourse of empowering models.

Another catalogue of worthy women, Woman’s Record, edited by the cookbook authoress Sarah Josepha Buell Hale, plagiarizes several paragraphs of the entry on Sor Juana that first appears in Mary Hays’s six-volume Female Biography (1803). By 1870, this same entry appears in nine other publications (including an edition of Female Biography printed in Philadelphia): The Ladies’ Garland, The Ladies’ Literary Cabinet, The Monthly Magazine of Belles Lettres, The New York Mirror, Baldwin’s Universal Biographical Dictionary, Anna Maria Lee’s Memoirs of eminent female writers, of all ages and countries, Philadelphia Album and Ladies Literary Gazette, The Ladies Garland, the Lady’s Book, “Anecdotes of Books and Authors,” The Journal of Belles Lettres. The entry reads more or less like this: Juana Inez de la Cruz27 was born in November, 1651, a few leagues from the city of Mexico. Her father, a Spaniard, had sought wealth by an establishment in America, where he married a lady of the country but of Spanish extraction. Juana, the fruit of this union, displayed in early childhood a passion for letters, and an extraordinary facility in the composition of Spanish verse. At eight years of age, she was placed by her parents with an uncle who resided in Mexico, and who caused her to receive a learned education.

Her talents having attracted notice and distinction, she was patronised by the lady of the viceroy, the Marquis de Mancera, and at the age of seventeen, was received into his family.

A Spanish encomiast of Juana relates a curious anecdote respecting her, communicated to him, as he affirms, by the viceroy. Her patrons, filled with admiration and astonishment, by the powers and attainment of their young protegée, determined to prove the extent and solidity of her erudition. For

24 Many of the treatises in the “querelle des femmes” (Italian, questione della donna”) can be found in the series The Other Voice in Early Modern Letters by the University of Chicago Press.

25 Hayley, William. A Philosophical, Historical, and Moral Essay on Old Maids. London: Printed for T. Cadell, 1785.

26 Similarly, early modern criticism of the epic struggles to balance istoria (history) and la storia (fiction).

27 Women’s Record; Sketches of all Distinguished Women, from The Creation to A.D. 1868. Arranged in Four Eras with Selections from Authoresses of Each Era by Mrs. Hale, Authoress of “Northwood,” “The Vigil of Love,” Etc. Etc. Illustrated by Two Hundred and Thirty Portraits, Engraved on Wood, by Lossing and Barritt. 3rd edition, revised, with additions. (New York: Harper & Brothers, Franklin Square, 1874), 277-278.

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works and fame (in Spain as well as Mexico) put the local ecclesiastical authorities in an awkward position.

To quote her contemporary critics Arenal and Powell, “If it was irreverent for a nun to write love poems, it was worse for her to meddle in theology.”22 Although the oft-cited Spanish writer Father Feijóo admires her, he can agree neither with the polemics of her Respuesta nor with her critical response to the sermons of Vieyra.

Father Feijóo’s Faint Praise Many of the British reviewers listed in our bibliography repeat the early critic Father Feijóo, and selectively at that. Like other biographers and reviewers, he tells of the young Juana’s famous oral examination by forty learned men, in which she proved to be, at fifteen, equal to any and all questions put to her. The British reviews contain some version of the following: “Just as a royal Galleon would fend off a few canoes, so Juana Ines struck down all the questions that each sage asked in his own discipline.” Feijóo mentions another contest of wit and will: Sor Juana’s critique of Father Vieyra’s Sermon and the ensuing backlash. While he acknowledges the extraordinary nature of her intellect and learning in his “Defenso de la Mujeres, Discurso XVI,” Feijóo also seems to feel a need to put Sor Juana back in her proper place: slightly below Vieyra in the ecclesiastical – and intellectual -- hierarchy: La célebre Monja de México Sor Juana Inés de la Cruz, es conocida de todos por sus eruditas, y agudas Poesías; y así es escusado hacer su elogio.

Solo diré, que lo menos que tuvo fué el talento para la Poesía, aunque es el que más se celebra. Son muchos, los Poetas Españoles, que la hacen grandes ventajas en el numen; pero ninguno acaso le igualó en la universalidad de noticias de todas Facultades.

Tuvo naturalidad, pero faltóle energía. La Crisis del Sermón del P. Vieyra acredita su agudeza; pero haciendo justicia, es mucho menor que la de aquel incomparable Jesuita, a quien impugna. ¿Y qué mucho que fuese una muger inferior á aquel hombre, a quien en pensar con elevación, discurrir con agude22

Arenal, 12.

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za, y explicarse con claridad, no igualó hasta ahora Predicador alguno? (The celebrated Mexican Nun Sor Juana Inés de la Cruz is known for her erudite and witty poetry, and thus it is excusable to sing her praises. I will only say that Poetry is the least of her talents, even if it was the most celebrated. Many Spanish Poets have great advantages in that divine realm; however, no one happens to equal her in a universal knowledge of all the faculties. Natural, she lacks energy. Her critique of Father Vieyra’s Jesuit Sermon has given credit to her intellect; which, to be fair, is inferior to that of that incomparable Jesuit. And what of it, if a woman was inferior to such a man, whose elevation of thinking, acuity of argument, and clarity of explication are unequalled in any preacher anywhere?)

Of the two quotations by Feijóo, most British reviewers choose the one that upholds a more conservative view -- women’s inferiority -- instead of focusing upon Juana’s prodigious knowledge of the “faculties” –and more importantly how her writing demonstrates this knowledge. With only the latter comment by Feijóo, the majority of the British reviews do not take into account the political strife within the Church.

As it became clear that Sor Juana’s learning surpassed that of her ecclesiastical superiors, her worldly literary reputation was enhanced. Both virreines (vice-queens) Leonor Carreto and Maria Luisa Manrique de Lara y Gonzaga visited Sor Juana at the convent; each was an addressee in her poems.

The brilliant but humbly-born poet used courtly and Petrarchan rhetoric to render honor to these ladies of Spanish royalty, who then promoted her literary fame in the courts of Spain.23 The reception of Sor Juana’s learned writings in Mexico and Spain created both publicity and notoriety. Many early reviewers appreciate this fact, but fail to recognize Sor Juana’s Answer as more than a fiery defense by a passionate woman. “La Respuesta” has been called an intellectual autobiography and a proto-feminist defense of a woman’s right to study. It is also a treatise in the tradition of the “querelle des femmes,” first associated with 23

Miguel Angel Zapata (1955). Ha publicado Luces de la memoria (2003); El cielo que me escribe (2002) , Moradas de la voz. Notas sobre la poesía hispanoamericana contemporánea ( 2002), Escribir bajo el polvo (2000), El Bosque de los Huesos. Antología de la Nueva Poesía Peruana (1995) [coedición con José A. Mazzotti], Los canales de piedra (2008), Un pino me habla de la lluvia (2007). Obtuvo su Ph.D. en Washington University.

Actualmente es profesor en la Universidad de Hofstra.

LA TORRE Para Sabine

Desde el puente le tomo fotos a la torre y al río de los ríos, a la ciudad de las luces y las sombras, al delirio infinito de los sueños. Aquí respiro y camino por la hondura insuperable de la piedra. La ciudad es una antorcha que huye de la mañana temerosa.

La torre se ilumina de repente para recordar a los muertos y los solitarios atrapados en los callejones sin salida. Ya no existe la ventana desde donde se miraba el cielo y el humo azulino de Baudelaire.

Las piernas de una mujer dulce cruzan el puente y se remece la historia. El Metro te lleva directo a un museo sin nombre donde vive el séquito de Delacroix: su pirámide te muestra el infinito, el óleo de las aguas, la estirpe del iris y la espina.

MAMÁ, EN SU VIAJE Nadie calle al río ni la noria, el calor de la parcela, la llaga del camino, el crisantemo de la felicidad. El tiempo es un río feroz que nos engaña sin voluntad, pasa como un ciprés calvo y nos agota sin pensarlo. Allá viven los que se olvidaron de llorar y crecen como sauces longevos. Mi madre está en el jardín que se presiente pero nadie ve.

Allá se va mi miedo.

OÍDO Oído mío: así como el poema la piedra suena en su silencio, el piano y su inquietud de cambio, el corazón sin tiempo ni lágrima avanza.

Oído mío, mutable cuando caen las aves en el horizonte, invariable cuando se levanta un fraseo que llega como un coro y se seca.

Sale la música de adentro: vuela, flota, rebota, y se mete bajo tu piel que camina con esa tonada consternada.

Arenal, 8.

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Fredy A. Roncalla (1953), poeta, artesano, antropólogo autodidacta y traductor al quechua de la poesía de Javier Heraud. Autor de Canto de pájaro (1986) y Escritos Mitimaes. Hacia una poética andina postmoderna (1998). Tiene terminado un guión cinematográfico sobre la vida y la obra de Huamán Poma de Ayala. Mantiene el blog Ancash 444 dedicado al estudio y difusión de la obra de Juan Ramírez Ruíz, co-fundador del Movimiento Hora Zero.

POEMA DEL JAZZ Y VARIACIONES PAISANAS Sun Ra la afluencia del sonido da el mejor silencio perfecto

Cuando Yemayá y los Wamanis bailan juntos Diversos en las tripas estridentes del vientre de Moby Dick: so, after the murder the celebration

el silencio de la escritura inmóvil en las secas montañas del tiempo entre los ardientes chachacomos de la memoria dispersa

se prohíbe estar triste from battery park to Worth Street not a coincidence solo el amor es el centro la calma y turbulenta

Pariaqaqa y su mancha tocan su tambor en los corrales del logos

laguna donde renace el cuerpo Cuscomantachus---------/-------Limakamachus?

Chocloqochachus hina?

Irá rodando Chawpin tarinanchiqpaq? manataq Su Ra Esa música llegada al rito por los bordes de la /libertad But the hunger of Faustos tiene hoyos inmensos chunniqllanã kakullachkan

tras hacer el amor Es preciso flotar en sus manos en sus manos de ella hasta ser un ligero y anciano bebe del cosmos Tauganouk falls: the wide open legs of nature

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In Sor Juana’s words, “la total negación que tenía al Matrimonio.” (“total negation that marriage might bring”) Fama, 18.

18 Juana Inés de la Cruz, The Answer (La Respuesta), translated Electa Arenal and Amanda Powell (New York: The Feminist Press, 2009). This is the definitive and republished critical edition; an earlier edition was published in 1994.

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na to “stop writing and publishing with the latitude she had exercised.”19 She questions whether his words constitute divine writ and asks archly, “am I perchance a heretic?”20 The anonymous author at the North American Review seemed to entertain such thoughts. He or she discusses the incident of insubordination, Sor Juana’s critique of Vieyra’s Sermon, the response by “Sor Filotea de la Cruz” and her Answer (La Respuesta) -- as if the “nun” Sor Filotea were actually a woman. The letter was in fact written by Manuel Fernandez de Santa Cruz, the Bishop of Puebla, but the writer of the article believes it to be “a letter written by her to a respectable mother of the Mexican Church.” The North American reviewer sees Juana as heroic -- but unfortunate to live under the oppressive restrictions of the convent. To this anonymous critic, La Respuesta is a “defence of female education that shows a familiarity with patristic lore [...] is full of fire [...] womanly noble sentiments, the outpourings of a nature deserving of wider development than her nation and her age allowed her to enjoy.”21 Taking the epistolary exchange at face value, this writer constructs a narrative in which an older nun cares about the foolish and headstrong Juana but wishes to chastise and correct her, much like the Mother Superior in The Sound of Music who shakes her head and sings, “How do you solve a problem like Maria?”

The mistake is humorous, making the epistolary origins of “La Respuesta” into a melodrama of mistaken identity and gender confusion that Shakespeare might have put to good use. Confusing a female persona “Sor Filotea” with the male letterwriter, the NAR reviewer unwittingly falls into the trap set by the Bishop of Puebla. Hiding behind a female persona, the bishop could pretend that his epistolary scolding was simply a reminder of the obedience vow to which Juana had pledged. The real problem for the Bishop was that Sor Juana’s 19 Electa Arenal and Amanda Powell, The Answer (La Respuesta), 5. The reprimanding letter was written in 1691.

20 Ibid., 8.

21 “ART. V.—1,” “Obras Poeticas de Juana Inez de la Cruz. The North American Review (1821-1940). Jan 1849: 132-135. ProQuest Historical Newspapers, Web. 21 April, 2008 <http://proquest.umi. com>.

y el principio femenino en perpetuo orgasmo por eso fue duro perderte manchay pasña el amor una planta a veces yuyayniypi tankar kichkacha o la sublime distancia que va de nota a nota Juseff Latiff Isicha puytu

pero no: eres lo que queda en una noche solitaria después de la lluvia

solías arder con los truenos es todo

Dibujo de Juan Gómez Quiroz

two of opinion or analysis tacked onto the recycled bits. Tracing the cut-and-pasting of these nuggets of early criticism is like an instructor encountering a student paper that utilizes material from Wikipedia: the student writer has taken legitimate material and patched it in a quiltlike fashion, losing a sense of the original context. North American scholarship is in its nascent form – much like the emergent state of American culture.

Critiquing the Convent, Challenging the Church Many of the reviews and biographical entries on Sor Juana Inés de la Cruz tend to express an ideological bias against the practices of Roman Catholic Church, for reasons we will discuss later. Articles in literary gazettes such as the Ladies Garland decry the institution of monasticism in particular and Catholicism in general. In the North American periodicals, convents are depicted either as places of widespread vice or as institutions that incarcerated and indoctrinated young women.

From Sor Juana’s own hand, we have evidence that she saw the convent as a place of refuge from marriage, which was undesirable to her.17 As she valued the life of the mind and wanted to avoid worldly distractions, the convent provided an ideal place to write and think -- until her literary fame caused her superiors to become concerned and perhaps envious of the rara avis in their midst. In the course of Sor Juana’s monastic life, issues of obedience and subordination arose, bringing her into conflict with her confessor, Archbishop Aguilar y Seijas, Bishop Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún, and other authorities.

Out of this conflict arose Sor Juana’s polemical letter to the Bishop of Puebla: La Respuesta (The Answer).18 She had written to the bishop -- at his request – but he published her letter without permission. The letters had the potential to embarrass the Bishop, whom Juana subtly out-argues. In a reprimanding letter the Bishop, masquerading under a veil as the fictitious “Sor Filotea,” urged Sor Jua-

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Enrique Bernales

(1977), Formó parte del grupo Inmanencia. Estudió Literatura en la Universidad Católica de Lima. Ha publicado 21 poemas/Cerridwen (2003) y la novela Los territorios ocupados (2008). Obtuvo su Ph. D. en Boston University. Actualmente es profesor en la Universidad de Denver, Colorado. Fue miembro co-fundador de la revista Intermezzo Tropical.

Fragmento, dibujo de Óscar García

SAENREDAM They are gathered together not to count their money- which they never bother with, despite the table, the ledger, the pile of gold - not to eat the food - despite its abundance - but to look at you.

Roland Barthes

Puedes poseer la narguila siria,el té, los chocolates alemanes, puedes poseer incluso la cabeza de tu mujer; sin embargo, los ojos de Saenredam se han apoderado de tu alma.

Corres, corres, sigues corriendo sobre la mesa entre el oro y los quesos; ya el mar no está aquí para defenderte porque han levantado una ciudad donde antes se distinguía el horizonte.

Has sacrificado a Bucéfalo en los rieles del tranvía para burlar a Saenredam, para conseguir el favor de los dioses.

Eres una mercancía más en busca de otras mercancías que te liberen del horror de sentirte presa.

Sentado en una banca del jardín botánico lees:

tentrional (1816); an early literary-critical piece

by Juan María Gutiérrez was published in Buenos Aires in 1865.12 An anthology of Sor Juana’s Works, edited by Juan León Mera, Obras selectas de la célèbre monja de Méjico, Sor Juana Inés de la Cruz (1873), was printed in Ecuador.13 Francisco Pimentel’s Historia crítica14 (1885) is another source of nineteenth-century Mexican literary criticism on Sor Juana.

Sor Juana scholarship begins with these canonical philological and critical works, while Sor Juana’s early reception in English is still fairly uncharted territory. North American literary journals, gazettes, and encyclopedias give us as much information about the era’s quarrels and the writers’ concerns as they do about the poet’s life, her work, and its significance. In England and English-speaking North America, Sor Juana was portrayed as an exemplary woman or a prodigious oddity – depending upon one’s notions of woman (and religion). Tracing the fortunes of Sor Juana’s text also has shed light upon literary practices and prejudices in the emergent North American “belles lettres” world.

This bibliographical review article explores lesser-known early writing on Sor Juana from British and North American editors, writers, and lite12 In Estudios biográficos y críticos sobre algunos poeta sud-americanos anteriores al siglo XIX, (Buenos Aires; Imprenta del Siglo, 1865), vol. I, 149-235.

13 “Sor Juana Inés de la Cruz (escritora americana siglo XVII). Su origen, su vida, sus obras en prosa, sus poesías místicas y profanas” in Obras selectas de la célèbre monja de Méjico, Sor Juana Inés de la Cruz, Juan León Mera, ed. (Quito, 1873).

14 Francisco Pimentel, Historia crítica de la literatura y de las sciencias en México desde la conquista hasta nuestros días (1885), 160-207.

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rati. Given the way she is presented in the nascent North American literary culture, we wonder, what initial impressions of Sor Juana did northern readers receive? How is the literary introduction of Sor Juana determined by factors outside of her work, and what impact do period quarrels have upon the supposed reading of literature for its own sake?

Early literary notices of Sor Juana come from all over the English-speaking world: from England to New England; from North American cities such as Philadelphia, New York, Baltimore, Boston, and Lexington, Kentucky. English translations of Spanish, French, and Italian articles by canonical critics Calleja and Feijóo,15 and selections from her work appear in biographical dictionaries, encyclopedias, literary magazines and journals, and catalogues of personal library collections for sale or auction.

Most English-language reviews of the eighteenth and nineteenth centuries are very limited in scope, philological acumen, and depth of familiarity with the culture, language, and literature of colonial Mexico (“New Spain”).16 In these early North American publications, we have found over twenty instances of biographical anecdotes about Sor Juana and translations of her poetry. Sor Juana is called “tenth muse,” “rara avis” (rare bird), “Mexican phoenix,” and in one article, “old maid.” The critical discourse on Sor Juana seems to be determined by the twin topics of women and religion.

Her eccentric image is given further alterity by perceptions of the convent among North American Protestants.

More than a few of the writers display an interest in female writers (if not a pro-woman agenda), but readers hoping for nascent feminism or scholarly merit may be disappointed by clichés, repetition, and condescension, not to mention shoddy journalistic ethics. The same paragraphs are reprinted in over a dozen articles by different writers; this “lifted” material might contain a sentence or 15 Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro, Theatro Critico Universal (Madrid: Fernandez de Arrojo, 1758). Two or three of his sentences have been repeated by numerous North American and British reviewers and cataloguers.

16 Mexico’s colonial status had a great impact upon Sor Juana’s circumstances and reception. As Electa Arenal points out, even the name “New Spain” is a revealing indicator of Mexico’s colonial status.

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Elizabeth A. Pallitto - CUNY Román Alejandro Santillán - Prince George Community College

Sor Juana Inés de la Cruz

The Tenth Muse in the New World: North American Reception of Sor Juana Inés de la Cruz and Her Work in Popular Periodicals of the Eighteenth and Nineteenth Centuries «Elle a une intelligence virile.»

--the late French scholar Henri Peyre (1901-1988), speaking of a female colleague «The poems of Inez de la Cruz breathe a sort of masculine spirit…» Friedrich Bouterwek1 «Her books were her first love […] probably one of the reasons that impelled her to seek the seclusion of a cloister. »2 -- Dorothy Schons

T

he prolific Mexican poet Sor Juana Inés de la Cruz (1651–1695) has been called the Tenth Muse in English as well as in Spanish; a major Golden Age poet, she helped shape Mexican cultural identity.3 In 1700, her Obras póstumas was published in Madrid.4 Her fame was not just posthumous, however. Her works were well-known during her lifetime, beginning with a poem published in 1668;5 carols, Villancicos a la Asunción

Friedrich Bouterwek, History of Spanish and Portuguese literature (London: Boosey & Sons, 1823), qtd. in Harold Dijon, “Some Notes on Mexican Poets and Poetry.” The Catholic World, A Monthly Magazine of General Literature and Science (New York, 1890), p. 13.

2 Dorothy Schons, “Some Obscure Points in the Life of Sor Juana Inés De La Cruz,” Modern Philology, Vol. 24, No. 2 (Nov., 1926), 141162, 142.

3 La Respuesta/The Answer, 2nd edition, ed. and transl. Electa Arenal and Amanda Powell (NY: Feminist Press, 2009), 1.

4 Fama y obras póstumas (Works and Posthumous Fame) (Madrid, 1700). This early work, which met the approval of her Jesuit biographer Diego Calleja, is still a valuable source of information on the life of the poet.

5 As Dorothy Schons notes, “In 1668, Diego de Ribera published a poem by Doña Iuana Ynés de Asuage.” The name Asuage is similar to Asbaje, “the name she went by at the viceregal court.” Schons reasons that it was “to her [Juana’s] advantage to go by her Spanish name as lady-in-waiting to the Vicereine.” The poem was a sonnet, “Suspende, cantor cisne, el dulce acento” (and the poet is called “glorioso honor de Mexicano Museo”). Modern Philology, 24:2 (1926), 150. Schons quotes Diego de Ribera’s Poética descripción de la pompa plausible que admiró esta nobilissima Ciudad de México en la sumptuosa Dedicación de su hermosa, magnifico, y ya acabado Templo, celebrado 1

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(1676);6 Neptuno alegórico, an originary mythology in the form of a ceremonial arch (1681);7 dramatic works both religious and secular,8 lyric poetry Inundación Castálida (1689), and her epistolary works including the intellectual autobiography La respuesta (1690).9 Known in Spain from her first publications, Sor Juana was considered something of a prodigy.10 In addition to growing literary fame in Spain, Sor Juana was also widely published, anthologized, and reviewed in the Americas. In response to the publication of Benito Geronimo Feijóo’s Theatro critico universal in Spain,11 José Mariano Beristain de Souza wrote an early biographical bibliography of Sor Juana in Biblioteca Hispano Americana Sejueves 22 de diciembre de 1667años…, (México, 1668). “A copy of this work exists in the Biblioteca Palafoxiana in Puebla, Mexico.” Cited in Medina, La Imprenta en México (Santiago de Chile, 1907-12), No. 1004. Also cited by Antonio Alatorre in Sor Juana. A través de los siglos (1668-1910). I, (UNAM), 17.

6 “Villancicos a la Asunción” (Carols for the [Feast Day of the] Ascension)” (Puebla, 1676).

7 (Mexico, 1681). The publication of a critical edition: Sor Juana Inés de la Cruz, Neptuno alegórico, ed. Vincent Martin and Electa Arenal (Madrid: Cátedra, 2009), represents a major advance in Sor Juana scholarship.

8 After publication as a separate edition in 1690, El Divino Narciso appeared in the second volume of Obras in 1692.

9 Invndación Castalidade la Unica Poetisa. Mvsa Dezima Soror Jvana Ines de la Crvz (Inundación Castálidade la Unica Poetisa. Musa Dézima Sor Juana Inés de la Cruz) (Madrid: Juana Garcia Infanzon, 1689). Three more editions followed in Sor Juana’s lifetime, in 1690, 1691, 1692; Cf critical edition of Inundació castálida, ed. Georgina Sabat de Rivers (Madrid: Castalia, 1982). In classical myth the nine Muses inspired all of the arts; Sor Juana, like Sappho, was called the tenth muse. The waters of the Castalian spring were considered to be the source of poetry.

10 Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro, Teatro Crítico Universal (Madrid, 1758). Her early fame was propagated largely by Feijóo whose quotations we cite, and by her early biographer Diego Calleja.

11 : Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro, Theatro Critico Universal (Madrid: Impr. de L.F. Mojados, 1726).

PLEASE DON’T FEED THE BIRDS PROTECT WILDLIFE Ciertamente no les has ofrecido comida a los animales.

Sólo les has abierto el vientre con tus dientes, has estrellado sus cráneos contra los faroles como un último recurso, con tal de escapar de los ojos de Saenredam que no dejan de observarte fuera de la ciudad, fuera del mar.

Has introducido tus brazos hasta el fondo del cuadro y entre sus tripas has hallado la narguila siria, el té, los chocolates alemanes, la cerca donde la ardilla abre la nuez, incluso el mar que antes era tu aliado, y no encuentras rastro de Saenredam porque Saenredam también eres tú.

Dibujo de Juan Gómez Quiroz

PUENTES Now I just sit on the ground in your way Nick Drake Perhaps someone you know could sparkle and shine Lightning Seeds

De noche desmontas y caminas descalzo, lentamente te dejas habitar por la gravedad que deforma la desnudez: el alfeizar de la ventana, la isla que unos labios han descubierto, un puñal clavado en la mejilla.

Soy lo que está recostado en la acera justo en tu camino.

El columpio, el jardín donde crece la albahaca y el perejil, el vestido blanco de bolitas rojas que oculta las nubes, el cielo de la misma ciudad a las cinco de la tarde.

Y entonces ¿Qué haces? ¿Te vas por la izquierda? ¿Escoges tu derecha? ¿Saltas sobre mi cabeza? ¿Cierras los ojos para no mirar el bulto?

También había la posibilidad de que me ofrecieras la mano y me levantaras.

Mucho tiempo atrás, el mar te dice algo al otro lado donde no llega el tráfico ni las bicicletas; serías un columpio, un jardín, un vestido, el cielo de la misma ciudad y algo más, algo más.

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Carlos Villacorta ( 1976). Es doctor en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Boston en Massachussetts y es profesor en Colby College en Maine. En 1998, formó parte del grupo de poesía Inmanencia con el que publicó los libros colectivos Inmanencia (1998) e Inmanencia: Regreso a Ourobórea (1999). Sus libros incluyen el grito (2001) y Triptico (2003) y Ciudad Satélite (2007). Ha hecho la selección y antología de Los relojes se han roto: Antología peruana de los noventa (Guadalajara, 2005), así como Antología de Poesía Perú - Ecuador 1998-2008.

Fragmento, dibujo de Óscar García

HUMPTY DUMPTY SE SENTÓ EN LO ALTO DE UN MURO La verdad es de quien la dice Afirmó con temperamento el huevo Perfecto sin hendiduras Como un sol que amanece sin preguntas —¿No sabes qué te puedes quemar? —sonrió la niña Alicia que a estas alturas ya no era niña ni se llamaba Alicia La cuestión es quien es el amo sobre todo de los verbos.

Si digo ‘desaparecer’, ¿A quién no volverás a ver?

Si digo ‘prohibir’ ¿Qué canción no podrás entonar?

Si digo ‘pelear’ ¿Contra quién levantarás tu mano?

Cansada de las palabras, la niña absorbió del silencio aquel fuego que late como un río en nuestro interior ‘Cansada’ se dijo, ‘Y sin embargo presente’.

—La cuestión es no perder el equilibrio del cuerpo de la cabeza a los pies La cuestión es recordar el Nombre Pues los nombres no podrás desaparecerlos, porque ellos están hechos de ese aire que en cualquier momento arde En el horizonte que se avista desde este muro, Se derrite el sol sobre los ojos lacerados de una niña.

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—En el infinito, maestra. Debe ser como el hueco de esa ventana: sin fondo y frío.

En ese instante tocaron a la vieja puerta de madera del salón. Era la rectora. Entró, dijo algo al oído de la profesora y me señaló. Dejé de sentir el frío que entraba por la ventana y comencé a sentir el miedo del castigo: barrer todo el patio, un rectángulo de cemento lleno de huecos y de la basura que había quedado del recreo. Pero también pensé que no había hecho nada malo. Me puse de pie.

—Señora —dije.

—Tome sus cosas y salga.

Algo me hizo suponer lo que iba a decirme. Recordé la pregunta de la maestra.

—Es irregular —dije.

Me miraron.

—El verbo morir es irregular —repetí.

La maestra me miró. Una lágrima nació de su alma.

—Yo muero, tú mueres, ella muere… —terminé de decir y salí.

Era viernes. Mi abuela y yo solos. Ella, con su olor a río revuelto, a amanecer de costa; yo, con mi saquito de lana atravesado por el tiempo. Uno que otro vecino ayudando. Otros, curioseando. Mamá en el cajón, linda, con su vestido blanco, el de las fechas especiales. La dejamos de ver el domingo de Ramos.

La abuela continuó trabajando, todo el día, quizá de esa forma las horas se le hacían menos difíciles. Yo seguí en la escuela y mejoré, era como si mamá me ayudara desde alguna parte y me dictara las tareas, respondiera mis exámenes. Cuando terminé, pasé algunos años ayudándole a la abuela con su negocio. Yo iba y volvía cargando los pescados.

Llegábamos al punto de trabajo y ella me ponía a hacer alguna cosa, evitaba de cualquier forma que yo permaneciera a su lado.

—Yo quiero ayudarte —le decía.

—No quiero que aprendas esto —me contestaba—, es un asunto de negros, y tú estás mejorando la raza. Cuando crezcas, vas a casarte con una mujer blanca y mis bisnietos van a ser más claros, con el pelo liso, con la vida más tranquila —y amenazaba con castigarme si no obedecía.

Así fue siempre. De lo que no se percató, lo que nunca calculó fue que, sin pensar, en las mañanas, muy temprano, con todo el amor e inocencia del mundo, estaba decidiendo mi profesión.

—Mira —me decía mientras sus manos iban y volvían con una masa incolora e informe.

Yo la miraba. No sabía si era más hermosa con la flor en la oreja o con las manos blancas de harina.

—Para esto hay que tener paciencia —aseguraba—. Es mejor porque aprendes a hacer tus cosas y no tienes que comer cocinado de otros.

Miraba sus ojos, sus manos, su cabello amarrado.

Ella metía la masa en forma de aros al horno y alistaba las cosas para salir a trabajar. Ese instante era feliz. Recordaba a mamá. Tenía el mismo amor, la misma sangre, hasta parpadeaban igual. Un instante después sacaba los pandebonos y comíamos. Sólo nosotros dos y Dios conocíamos el sabor de aquello.

Adopté la costumbre de colocar en un plato, sobre la mesa, un pandebono y un poco de chocolate.

—¿Qué haces? —preguntaba.

—Le doy un poco a Dios —respondía—. Si Él quiso compartirte conmigo, pues yo comparto las cosas que tú haces con Él.

Ella sonreía y me daba un beso en la cabeza. Salíamos a trabajar, y mientras ella retiraba escamas yo recordaba la lección. Regresábamos a casa, yo recogía el pandebono que continuaba como si estuviera recién hecho y me lo comía. La abuela cocinaba y almorzábamos. Después ella iba al antejardín y se sentaba. Así pasó mucho tiempo, el suficiente para convertirme en el mejor panadero.

Hace un mes, en abril, estando yo recostado mirando una lagartija bajar por la pared, ella me llamó.

—Dime, abuela.

—Tráeme una flor —me dijo.

Su sonrisa ya no estaba. Fui por la flor y me pidió que se la pusiera en la oreja.

—¿Te sientes bien? —pregunté.

—Sí —contestó—. Sólo un dolorcito, dulce, tranquilo.

—¿Qué te duele? —pregunté, sentándome a su lado.

—Los recuerdos, mijo —contestó, dejando su mirada fija en el cielo.

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EL MIEDO

Ella muere*

a los que andan navegando lejos

Rodolfo Villa Valencia La abuela se sentaba en el antejardín de la casa a mirar el cielo y a rezar el rosario. De un momento a otro se paraba, caminaba hasta un resucitado rojo, arrancaba una flor y la ponía en una de sus orejas.

Resultaba una hermosa combinación: el granate de la flor y su piel negra. Entonces, me llamaba.

—¿Estoy bonita, hijo? —preguntaba.

—Siempre —respondía yo. Me sentaba a su lado, en el brazo de la silla, la abrazaba y le daba un beso. Ella callaba. Yo entraba nuevamente a la casa y continuaba con mis asuntos. De pronto, me llamaba de nuevo.

—Dime.

—Tráeme agua, fresca, de la llave.

—Mejor un jugo, abuela —decía yo.

—No. Mejor agua. Las flores se riegan con agua.

La abuela era única. Tenía ojos oscuros, pestañas crespas y cabello prieto. Permanecía con faldas largas. Sus pies eran pequeños. Me gustaba mirar la línea que separaba sus pálidas plantas del resto del pie. Siempre pensé que así de imperceptible debía ser la línea que separaba la vida de la muerte: un agónico límite indefinible. Trabajaba de palmo a palmo. Desde que la recuerdo se ganó la vida vendiendo pescado. “Pescao”, decía ella, “así tiene mejor sabor. Si tú le pones la d, le quitas sabor”. Entonces se reía con sus dientes blancos, una sonrisa bullosa, embrujadora, y me abrazaba.

También era dura. Castigaba con mano fuerte y no titubeaba cuando quería hacerle saber a uno que estaba disgustada. “Te voy a castigar, por esto, por esto y por esto”, y enumeraba los motivos. Soltaba el látigo, un azote hecho de mimbre que dolía como dolió la muerte de mamá.

Mamá murió en abril. Hace diez años. Sola. Un abril lluvioso y frío. Tenía diabetes y ya había perdido parte de una pierna.

—Ando chunca, mijo —me decía—. Tengo una pierna de carne y una de palo. A veces no sé cuál es cuál, se me confunden.

—Exagerada —respondía yo.

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uno Tú que has conocido el abismo sabes que las calles de Perú te recuerdan la guerra que libras dentro. Y por eso cierras tu puño como cierras tu corazón para que no lo atraviese todo el desierto. dos

—No. Es verdad. En ocasiones siento comezón y no sé en cuál de las dos.

Una vez me enseñó una de sus manos. Estaba hinchada.

—Mira —me dijo—, esto fue por rascarme la de palo —y sonrió.

Ella no era tan linda como la abuela, pero era mi madre. El color de su piel oscilaba entre el negro, el café y el azul. “Eres una negra cafeazulada”, le decía yo.

—¿Azul qué? —preguntaba.

—Digo que el color de tu piel va del negro al café y del café al azul.

Pero incluso en tu habitación donde te encierras sin poder despertar abrazas la sombra de cualquier objeto huérfano la cama las sábanas que no alcanzan a cubrirte tu rostro desconocido que brilla como un diamante

Dibujo de Juan Gómez Quiroz

tres miras en el espejo y todas las líneas de tus manos de tu piel te recuerdan caminando por las calles de Lima, tu corazón abandonado la mujer que amas el hombre que amas que han partido a otra tierra y lo que ha quedado de ellos es una oscura ceniza que no ya sabes cómo desaparecer

Hacía frío y yo estaba en la escuela. Era abril, víspera de Semana Santa. Por la ventana del pequeño salón donde la profesora se empeñaba en hacernos aprender las clases de verbos que existían, llegaba el viento de la tarde, el viento más lúgubre que pueda llegar a sentir alguien.

—Morir —dijo la profesora Anita.

No alcancé a escuchar.

—Morir, Boris —repitió más fuerte.

—¿Cómo dice, maestra? —pregunté.

—¿En qué piensas, Boris? *Este cuento hace parte del libro Mañana al medio día, ganador en el XII Concurso Nacional de Cuento “Jorge Gaitán Durán”, convocado por la Gobernación de Norte de Santander. Cúcuta-Colombia, 2011.

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LO QUE DIJERON YUNQUE Y GRIEVE Yo también he soñado con peces en mi habitación Yo también los he golpeado contra la pared Para ver si es posible que quiebren esta realidad Yo también he sido atacado por esos peces que corroen tu imaginación (yo también) yo también los he besado en mis sueños y luego nos los hemos devorado nosotros también hemos sido personajes de tu película donde los malos son malos y los buenos de cartón nosotros también hemos escuchado allá afuera cómo ladran los perros antes de ser atropellados y hemos sido el perro y el burro y por qué no? el niño que sabe que el silencio arde frente a las palabras —No estamos muertos —No estamos muertos Recuérdalo lector antes de que también a ti te cortemos la cabeza.

Dibujo de Óscar García

Dibujo de Óscar García

“ready made” tienen poca importancia o ninguna, pretenden ignorar que hasta la ciencia ficción más extrema está anclada en la realidad y que sin ella todo lo que se escriba resultaría incomprensible.

Ahora bien, podría acercarme a la obra de Villa por otro camino menos farragoso, pero encuentro en sus relatos un bello pretexto para reivindicar lo urbano, ese espacio hipostasiado por lenguajes que quieren diferenciarse, convertirse en impronta para la estratificación de la vanidad.

Villa lo tiene claro, es un fotógrafo que aprieta el obturador y revela en sus textos esas postales de barrio que dan cuenta de su entorno y su realidad.

Postales que expuestas en otro contexto, al igual

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que la rueda de Duchamp, se verán más bellas porque tienen ese tinte de extrañeza, de ficción, si se quiere, porque en la mecánica social lo que se exhibe intencionalmente en un museo es obra de arte y lo que se plasma en el papel es literatura, buena o mala, bonita o fea, el contexto la dota de categoría.

“Que el gusto sea bueno o malo, carece de importancia —dice Duchamp— pues siempre es bueno para unos y malo para otros. La calidad apenas importa, lo que importa es el gusto”.

Disfrutemos de este barrio popular que se agita, que instalado aquí, en estas páginas, vibra y deja de ser invisible como lo ha sido siempre para las clases políticas.

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El relato como objeto ya hecho

V

enimos de la representación como de un pueblo remoto. Un pueblo en el que nos divertíamos intentando copiar la naturaleza, los objetos y los cuerpos, sin otra aspiración que gozarnos esos pedazos de realidad que con el tiempo habrían de testimoniar nuestras costumbres y tradiciones. Después empezaríamos a notar las diferencias, saber que si bien todos podíamos dar cuenta de lo que veíamos y sentíamos, había unos sujetos que poseían un don que los hacía diferentes y les permitía ir más allá de lo representado para dotar a los objetos de nuevos significados. Llámese cultura, oficio, perseverancia, los elementos que marcaban esa diferencia lograban acentuar la belleza en donde otros no lográbamos verla.

Más tarde, con la aparición de las vanguardias se nos movió el piso, descubrimos que la representación era cosa del pasado y que un mundo en proceso de evolución no podíamos continuar nombrándolo de la misma manera, había que inventar nuevos lenguajes y es Marcel Duchamp el que ha de marcar un nuevo rumbo, quizá el más importante entre otros caminos que se abrieron. En 1913 fijó una rueda de bicicleta sobre un taburete de cocina, miró cómo giraba y se le ocurrió llamar a este tipo de manifestaciones “ready-made”, dejando en claro que la elección de este objeto no le fue dictada por ningún deleite estético, razón que se podría controvertir si tenemos en cuenta que la sola elección y su posterior exhibición como objeto de arte tienen de suyo un componente altamente estético. Otras razones expuestas por Duchamp como la de que su elección se basaba en una reacción de indiferencia

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visual adecuada simultáneamente a una ausencia total de buen o mal gusto también podrían ser contradictorias. La razón que me ocupa hoy es que los “ready-made”, surgidos de las reflexiones sobre las artes plásticas, me permiten establecer una semejanza con el relato literario. Duchamp vuelve sobre lo ya hecho para rescatarlo de la invisibilidad que le confiere la rutina diaria, nos dice esta rueda es útil pero también es bella, ha sido producida en masa pero esta circunstancia no altera su belleza. ¿Qué es entonces el relato literario, sino un objeto ya hecho? ¿Acaso las historias que narra Rodolfo Villa no han ocurrido? Por supuesto que sí, pero ésta feliz coincidencia no resta valor a su trabajo. Cada individuo toma lo ya hecho y lo instala a su manera en su conciencia, lo incrusta en su corazón o lo ignora.

Villa toma sus historias del barrio, ha crecido en medio de ellas y si bien hay otros como él que también podrían escribir sobre la rudeza y la fragilidad de su entorno, no lo hacen, prefieren la oralidad, la vaguedad del chisme. Eligieron otro destino, quizá el de ser personajes para que otros los narre. La pregunta que surge es: ¿Qué sentido tiene apropiarse de lo ya hecho? y Duchamp responde que el llamado objeto encontrado, está completamente bajo la dirección del gusto personal. El gusto personal decide que este es un objeto hermoso y único”. Villa, elige.

Hay narradores que se niegan a que sus personajes hablen como la gente normal y los dotan de un lenguaje ampuloso que según ellos es literario.

Sus diálogos filosóficos pretenden desentrañar la verdad de un mundo que ellos han creado y que sólo puede coincidir con la realidad para otorgarles la fama. Aspiran a la originalidad, para ellos los

Fragmento, dibujo de Óscar García

Por: Orlando López Valencia

Ericka Ghersi (1972), Autora de Zenobia y el anciano (1994) y Contra la ausencia (2002).

Estudió en la Universidad de Lima y actualmente es profesora de español y concluye su Ph. D. en la Universidad de Florida.

NADIE ME DIJO Antes de ser mamá, comía comida caliente y, sostenía largas y tranquilas charlas telefónicas.

No tenía que brincar juguetes olvidados en el piso ni pensaba en lo peligroso de las esquinas de mis muebles.

EL ABRAZO Antes de ser mamá, dormía toda la noche y, los fines de semana eran largos.

Tenía control absoluto de mi mente y, mi cuerpo, qué decir de mi cuerpo.

Nadie me dijo que alguien tan pequeño podía afectar de esta manera mi mundo.

Nadie me dijo que el tener parte de mi cordón umbilical fuera de mi cuerpo un pedazo de mi carne fuera de mi cuerpo iba a suspenderme las habilidades de control.

Nadie me dijo que podía amar tanto y, de este modo.

Antes de ser mamá, no me entristecían los gritos de los niños en la consulta médica.

Tampoco tuve jamás que sujetar con lágrimas en los ojos una piernita que sería inyectada.

Ni tampoco pasaba horas mirando la inocencia /dormir Nunca antes sentí mi corazón romperse en un millón de pedazos al no poder calmar el dolor de mi niño.

Ahora lo sostengo dormido, él con su mano sobre mi pecho agotado y, mi estómago vacío me indica que ya viene la mañana cargada de horarios, pero yo sujeto a mi nene únicamente porque no quiero alejarlo de mí.

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Mixha Zizek (Lima). Licenciada en Li-

El hombre a venir

teratura Hispanoamericana en la Universidad Mayor de San Marcos en Lima. Master in Fine Arts in Creative Writing in Spanish otorgado por New York University. Ha publicado en diversas revistas. Actualmente enseña español en New York University.

Cualquier semejanza con la fantasía es pura realidad.

CUT tocaste solo el miedo en pedazos sin nadie que lo cubra ocultaste las marcas triturado no existías solo cuerpo sin nada que lo cubra creado por el corte en la materia implacable rotundo roturado eras vientre brazos pechos qué necesidad del cuerpo de ser sólo cuerpo venas sangre arterias cuerpo corten cuerpo cuerpo cuerpo cuerpo corte

CANCIÓN DE LA PEQUEÑA MOLLY Tenle vendados los ojos mientras tú desgarras su carne…

El Conde de Lautreamont

arco iris de limbos sostienen el paraíso Molly en la cúspide soñaba ser ojo cría niña bruja aguja sola ola púrpura rosa perfecta rajada enterrada al sol colgada de garfios la luna congela su eternidad secuestrada en mis manos imploro no reconocerla

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Ella sabía que yo era el hombre a venir. ¿Por cuál razón? Lo ignoro. Ella dijo: “Tú eras el hombre a venir”, “Tú eres ese hombre”. Ella le había pedido a Dios la presencia en su vida, de un ser especial. Y aguardó tercamente con gran y acariciada expectativa de aquel día su llegada. Esperó, ¡vaya que supo esperar! Ella esperó a que yo llegase, el hombre a venir. Como un designio inevitable, un avatar, un hecho que se cumple a todo trance y contra todo pronóstico.

Así fue. Fue así que aparecí en su vida y ella en la mía. “Tardaste mucho en llegar pero valió la pena” dijo. Y nos amamos. Nos amamos hasta el momento cuando todo comenzó a bostezar; a patinar sobre una pista de hielo nuestro afecto. Hasta el cansancio y hasta decir basta nos amamos; hasta decir “No más”; como Durán en el octavo, inexplicablemente frente a Sugar Ray. Fue entonces que comenzamos a odiarnos en silencio. A culpabilizarnos mutuamente de nuestra desdicha, a despreciarnos, a maldecir el día en que nos conocimos.

Orfeo en la desolación de las piedras Yo te miraba desde la historieta punzante que es mi vida. Desde una angustia macabra te miraba, desde una tristeza infinita. Así, desde siempre, con el alma en las manos, urgido en atisbar la plenitud, en devoción, temor y duda, te miraba. Ansiándote con cada una de mis células, con cada minúscula partícula de ese precario existir. Pero un día me empiné hacia ti, me alcé hasta tu voz. See me, decía, listen to me, take on me please, clamaba con el grito sordo de la desesperanza. Como desde el oscuro fondo de una música sangrante. Dont let me go, dont let me go, dont let me go, me escuchaba decir. No me dejes pasar de largo por tu vida, como quien cruza una calle lluviosa, como dentro de un mal sueño te decía, como quien intenta despertar a la vida que eras tú.

Te quiero Te quiero pecaminosamente, absurda, ridículamente. Te quiero en cada pensamiento, en la expresión del más mínimo gesto, en la armonía de tu voz.

Te quiero cuando miras, cuando callas. Para llegar a lo más hondo del misterio sagrado te quiero. Para librar mi corazón de un peso excesivo. Para indagarte a plenitud, para colmarme de tu sed, para saciarme de tu amor. Para sentir que somos uno. Para encontrar que no eras todo aquello que soñaba. Yo sé, porque lo intuyo, que eres más invención que sentimiento puro, más vuelo de mi imaginación, más elucubración que nada. Qué es falsa esta verdad, qué es mentira este sueño, qué todo es falso, lo sé. Impostación, simulación y pose, como tus tetas de mil dólares. Para lavar la afrenta de mi maltrecho y humillado corazón te quiero. Para obstinarme ya de verte, para ya no querer saber por un instante más de ti, hasta alcanzar a odiarte si es preciso; al punto de considerar como una afrenta ignominiosa el dejo altivo en tu mirar o el desafiante bamboleo de tus caderas cuando te sabes deseada. Para borrar la crueldad de tus ojos cuando no es a mi a quien miran. Para extirpar del todo el presuntuoso, amargo, despreciable rictus que se hospeda en una esquina de tus labios. Para aplastar la altanería de tu belleza toda y olvidarte por siempre. Para extirpar la basura que flota en el pudridero mental que es tu cerebro. Para mandarte de una vez por todas al infierno, zorra patética, orillera insufrible; a tí y a toda tu progenie, por el fin de los siglos. ¡Maldita!

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EL LIMBO DE ARETHA

De Edgardo (Yayo) Aguero

Todo ángel es terrible…

Rainer María Rilke

Pequeñas historias miserables Para A. Por su valiosa, desinteresada e inconsciente aportación al arte literario estos versos que le pertenecen.

La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser el humor les consuela de lo que son.

Aristóteles

Lirismo de la carne

A

hora que sobre las palabras el sol se pone, yo te saludo desde una música blasfema. Porque he pensado en ti a todas horas; cuando tu vanidad se contempla en mis ojos y mi deseo profesa rabiosamente un ciego amor por la carne, diríase que un lirismo de la carne. Cuando la eternidad es una envolvente ternura o una refutación del malvivir, yo te saludo. Desde la carencia total de identidad del ser en la tierra y el infinito en fuga; desde el averno de mis desafecciones y la gloria pituitaria te saludo, como un sujeto que respira y siente, que piensa y siente; que exhala grandes bocanadas de un tedio azul y piensa. Desde lo inexplicable, lo insólito, lo inacabado de mí, te saludo; como un ligero fragmento de vida puesto a secar o el menoscabo de su integridad en ciernes. Desde el instante absurdo de abolir para siempre tu amor; como una ceremonia antigua que se renueva en el tiempo o el último blasón de una progenie expuesta al exterminio, temblorosa, incierta en la luz.

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El paraíso idílico Debe haber algo; alguna música crispada en ella, disuelta en la imposible magia de su pelo, atada al goce perenne del sentir, en el azar reunido. Debe haber algo digo, algo en su ser, que ardiendo permanece en lo más hondo del corazón de mis deseos, como un ferviente anhelo de cavidad profunda y tersa. Ella, que es generosa y a ninguno escatima el fogoso candor de su vientre púdico, sentimental y apasionado. La cálida, inocente sensualidad sonriente que encarna cuando está totalmente desnuda.

El regocijo de su cama ampulosa donde transpira el impetuoso monstruo de la dulzura infinita, de la dicha infinita; la impúdica turgencia de su radiante lozanía al acecho, la sal de su exótica belleza, la plenitud de su belleza toda, entronizada en el pináculo de un esplendor ceñido a la estrechez de sus dominios que como una inquietante latencia palpitante, prefigura en el fondo la consunción sublime de un goce inabarcable. Un acto imponderable de exquisita liturgia enardecida. Prohibido, desafiante, húmedo de humedad lerda y fiera pasión incontrolada. Edificado todo absurdamente en medio de una construcción imaginaria del lenguaje.

bajo el puente ebria agoniza la luna entre botellas sucias y gargajos rezan sus brazos extendidos gritando que fuiste suya dales tus ojos terribles destruye el paraíso para que no te oigan y te lleven de vuelta donde pidan excusas por tus miembros y tu himen extirpado

Dibujo de Juan Gómez Quiroz

diles Aretha rétales miénteles que volverás al limbo estrangulada por sinfonías como ángel caído [Niña encontrada en arenal bajo el puente de Brooklyn 5 am. Cerca de la estación F.]

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Evgueni Bezzubikoff Díaz (1978), estudió en el Colegio Salesiano y se graduó en el Instituto Pedagógico Nacional Monterrico (IPNM) en Educación. Ganador del Primer Premio de Poesía Libertad Bajo Palabra, en el año 2000, Lima, Perú. Ha escrito los libros de poesía “Cartas de Nueva York” (2007) y “Crónica del Adiós” (2010) publicados ambos por Hipocampo Editores (Lima, Perú). Reside actualmente en Nueva York. Textos suyos han sido traducidos al inglés y publicados en el Brooklyn Rail.

NOTA DE UN ADIÓS Robert Capa diría para tomar la misma fotografía necesitas la misma fuente de luz.

Latitud y tiempo.

Perdiéndome.

En tu voz debida; robando cortos sorbos de aire.

Tu boca bondadosa, suave.

La cercana distancia.

Extraño es beberte.

Las imágenes que tú guardas son diferentes a las que yo llevaré en la vida.

BEBERTE Extraño tus muslos varados sobre mi pecho.

Y mi cuerpo remando sobre tus caderas.

El vaivén de tu vuelo desplegado, lluvioso, delicado.

La saliva entregada a las lagunas, sales del tiempo perfecto.

Sucede que es extraño el horizonte de tu pecho.

Materia hecha para mi boca de helechos.

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NUEVA CARTA DE NUEVA YORK Sun. And sky. And in the sky white clouds.

Only now everything cried to him: Eurydice!

How will I live without you, my consoling one!

But there was a fragrant scent of herbs, the low humming of bees, And he fell asleep with his cheek on the sun warmed earth.

Czeslaw Milosz Se siembra una humedad por toda la sala.

El sol toma tenuemente las paredes; comienza su lento viaje.

Ya los árboles han pintado de verde la ciudad y las pérgolas de perfumes.

Surge un oasis secreto entre las gentes.

Un aire tímido atraviesa la ventana.

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En los acantilados de Lima las tardes construyen un milagro.

José J. Osorio

El viejo y yo

Un sol cayendo dramático y simple, (escúchame, siempre) incansablemente ha de llegar a ti.

Un rayo y nublado corre naranja.

N

os hemos mirado al margen de la noche. Viene de la entrada al vetusto edificio de atención para envejecientes y me hace señas para que me acerque. Se podría decir que

tiene cien años. ¿Qué hora es? Me dice con voz queda.

Las ocho y media. ¿Por qué?

Porque no abren aún el edificio y están supuestos a abrir a las ocho.

A las ocho.

Sí, a las ocho. ¿De la mañana o de la noche?

De la mañana.

Mi mirada se llena de tristeza, de abuelos idos, perdidos en el tiempo. Miro la calle semivacía y al otro lado la autopista llena de autos raudos. Vuelvo a mirar la puerta de entrada al edificio y a sus ojos desconcertados que ahora miran sus manos temblorosas.

Abuelo, digo, lleno de la ternura que no encuen-

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tra esos depositarios escondidos en la memoria, idos en el tiempo, son las ocho y media de la noche.

Ah, repone con un hilo de voz, mientras me mira y desde el infinito de esa mirada me veo a mí mismo en su desamparo. ¿Puedo ayudarle? ¿Sabe dónde vive usted?

Sí, vivo aquí cerca; en Bayside. ¿Quiere que lo acompañe? ¿Qué llame para conseguir ayuda?

No, gracias. Sé donde vivo.

Y comienza a alejarse acera abajo, balanceándose con dificultad al caminar. Yo lo acompaño hasta la esquina y lo veo caminar lentamente. Al terminar la cuadra, antes de voltear la esquina, me mira y yo levanto mi mano para decirle adiós.

Ahora que estoy doblando la esquina veo aquel hombre todavía joven que desde allá arriba me dice adiós. Quizá sea uno de mis nietos, aunque no estoy seguro. Mientras, continúo mi camino y me digo: ojalá hoy sí encuentre la entrada al edificio donde vivo, ojalá hoy sí pueda recordar que tengo una casa.

No sabré si eres de aquí: tú siempre estás en silencio.

Y es bueno.

Con un antiguo rumor de ti me despido.

Salgo a sentir la voluptuosidad de la gente.

Las sombras, las luciérnagas, en la breve marca que dejan en las arenas.

Las pasiones aceleradas y los asentamientos /del amor.

Pactos de tres, de dos.

Estamos a distancia aún aguardando por la misma Tierra: Ámala.

Lo creado y lo que hemos desenvuelto es el amor venidero.

Y grita sus injusticias con Ella.

De un árbol donde emerge el esplendor:: el primer inicio del bosque.

Desde mi ecuador te escribo a donde he llegado después de tantas dunas.

Y para que no pases sola las Noches Nuevas: te he escrito esta carta.

Te escribo desde esta Isla.

Un astro ardiente, un poco silencioso, devastado y brillante, para decirte que aún quedan las horas y los hijos que desde sus cunas aún no te disgregan.

Dibujo de Juan Gómez Quiroz

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Ale Meoño GAME OVER Cual malabares de un escrito secado sus hojas, es la filosofía de los días de lluvia.

Un espíritu aventurero, dejando sus huellas en este entierro.

Llena de sorpresas se veía el año de la paloma, pero no hubo suficiente arroz para quien la doma.

Un espíritu que hace piruetas las palabras, que se mofa hasta de la diva más callada.

Es el día del libro no publicado, que mantiene sus risas y su abecedario.

Hoy es día de todo menos del suertudo mes.

Todo malo es, como las olas que pretendió hacer.

Hoy me siento más helada que el hielo.

Tan yo me siento que congelo al cielo.

Y las estrellas caen asustadas, tratando de explicarse este evento.

Veo el piso lleno de pensamientos.

Veo su silueta queriendo atrapar uno de ellos.

Y sí, son míos… Pero ya no los quiero.

Me hace mal tanto afecto, y para sentirme culpable de ser buena amante, mejor despego al infierno.

••••• 38

Fueron días rojos, maduros, de mis años tan verdes.

Me caí del árbol fuertemente, cuando aún florecía el tulipán más puro.

A veces no me siento escritora, me siento el papel todo agujerado.

Me siento tan mal por tener un corazón /tan despiadado, que se aterra del color rosa del arco iris.

El exceso hace daño, cuando se tiene el libro abierto.

Las páginas van absorbiendo delirio y arroja tanto sentimiento.

Pero hoy es un día, que ya no tengo el tintero.

Tengo el lápiz tan contento, la tinta a medio secar y mis ojos a medio ardiendo.

—No entiendo nada –me exclamó aquel individuo de una forma paradójica.

—Ya somos dos —le respondí insólitamente a ese individuo que se alejaba sin voltearme a ver la cara y dándome la espalda de una manera muy maleducada.

No sé si me falle la memoria o quizá haya mentido adrede por el mismo hecho de querer esconder una gran mentira que ya he olvidado en el pasado.

Bueno, para tratar de entender mi demencia busqué la ayuda de un amigo que ya se había olvidado de mí puesto que en cuanto entré a su despacho me despachó sin ni siquiera saludarme atentamente.

—Oye, ¿ya no te acuerdas de mí? –le interrogué con un gran desasosiego.

—¿Cómo he de acordarme de ti si no te conozco ni me interesa conocerte? –me indicó aquel individuo que creí que era mi mejor amigo.

— ¡Soy....! –le dije, pero en cuanto quise terminar de identificarme no pude recordar quién era por lo que me inmuté para que no creyera que estaba chiflado.

—Le pido que se vaya ahora mismo antes que le reviente la espalda con este libro que tengo en la mano –me gritó mi amigo sin siquiera darse cuenta que me iba a golpear con una copia nueva de un libro que ahora se conoce con el apócope Don Quijote de la Mancha.

Traté de explicarle quién era pero cada vez que lo trataba me quedaba en el recuerdo de no recordar mi nombre. Y debo de decir que no es que no me haya gustado mi nombre o que haya estado tocado.

Eso al menos yo creo recordarlo muy bien pues la locura es un estado divino del cual uno lo puede reconocer todo pero no puede articular nada por el mismo hecho de que la mente es demasiado estrecha para simultáneamente decirlo todo a la vez.

—¿Qué busca aquí? —me exhortó mi amigo quien era profesor de neurología en una universidad local.

—¿Yo? —le pregunté –no busco nada más que dejar este recuerdo que me viene persiguiendo como una serpiente persigue una liebre.

—Mire compañero —me señaló con un dedo tan gordo que espantaba —aquí no atendemos a lo-

cos que finjan escaparse de su realidad porque la realidad es algo aquí bien establecida y si Ud. no quiere aferrarse a sus defectos entonces váyase y no me moleste más.

Por su puesto, yo no entendí de que me hablaba, mas me le quedé viendo directamente a un póster que colgaba de la pared. Era una imagen muy surrealista donde unas cosas se mezclaban con las otras para llegar a formar aquello que un pintor llegó a llamar “la persistencia de la memoria.” No es que haya recordado eso pero de una forma muy selectiva todavía no había olvidado cómo leer. El nombre de aquel pintor me sonaba en la memoria y al fin pude recordar mi nombre.

—Yo —le escruté a mi amigo —soy Dalí. Espero que sepa quién soy puesto que soy un buen amigo suyo.

—Mire, mi querido amigo —me dijo él —yo he interpretado muchas cosas extrañas. Entre tantos los sueños, la histeria y la reconstrucción de la subjetividad pero nunca he intentado reconstruir la locura desde la misma razón.

—Yo no soy ningún loco —le indiqué —y por favor absténgase de hacer comentarios que me lleven al borde de la locura.

—Un amigo literato me dijo que la locura no es nada más que una invención del más fuerte para subyugar al débil a que haga lo que el primero desea. Es la voluntad del deseo de poder del más fuerte en contra del débil. Sí, ese es el elogio de la locura —me dijo mi amigo investigador.

Yo no pude más que sentirme ofendido por sus comentarios y salí disparado de su despacho. Tengo un recuerdo incrustado en mi memoria que no puedo olvidar ni tampoco puedo recordar. Mi mente es como un abismo del cual no se puede salir. Sí, esa es la locura: un abismo desde el cual se puede ver hacia abajo pero cuando el abismo lo mira a uno directamente a los ojos, uno no puede más que volverse el otro que uno lleva por dentro escondido como una máscara. Ahora ya sé que soy ese recuerdo que nunca jamás he de olvidar y ese cúmulo de memorias que nunca más he de recordar porque aunque me pasen no estoy lo suficientemente consciente como para poder cincelarlos en el relieve de mi memoria.

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LUIGI

Por Rafael Dueñas Hola. Espero estés bien.

El paro de la memoria A la memoria de Ramiro Bentos, Jr.

Quiero salir contigo, hablando de notas musicales y fumando la noche.

Quiero tomar contigo, un dulce vino en donde se ahogue los días del despido.

Quiero todo, todo y no lo tengo.

Poco existe, porque no te veo.

N

unca jamás se me ocurrió contarle a nadie lo que me estaba ocurriendo en ese entonces. No sé si lo haría por temor o miedo o por ser cohibido o extraño. Pero, lo único que recuerdo –cabe aquí hacer hincapié en esa misma idea –es que no recuerdo haberle contado nada a nadie sobre este retazo de esta mi memoria infecunda. Lo que me ocurría era mío como mi propia desgracia y la desgracia de vivir sin seguir pudiendo almacenar nada en mis recuerdos. Lo que aquí se lee nada más son trazos de mi intento por querer interpretar lo que me estaba ocurriendo mientras yo estaba inconsciente de ello.

—Lo que me ocurre es porque le he puesto demasiada atención a aquello que no vale la pena recordar —me dije un día mientras estaba sentado en una butaca fría que se hallaba en un rincón oscuro de mi habitación.

La voz en esa oscuridad no sabía si era mi conciencia o era yo mismo que trataba de calmarme para no seguir afligiéndome por aquello que no tenía ningún control. Pero la verdad es que aquella situación empezó a incomodarme cuando dejó de molestarme y por fin se instaló en mí como un huésped se aloja en un albergue.

—Ahora que esto ya no me molesta he llegado a ser yo, pero no entiendo quién soy —me dije una vez que me encontraba sentado en un banco de un parque contiguo a mi casa.

—¿Qué le pasa señor? –llegó a preguntarme un individuo que me vio sentado en ese sitio de donde no me había movido desde hace un buen rato.

El movimiento solamente le ocurre aquellos que

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¿Yo? Aquí tomando café, escribiendo.

Hola, otra vez. ¿Salimos? ¿A dónde? No lo sé. Decide tú.

O discutamos el tema del lugar donde no tenga /su final.

Y ya ves. Ves lo que estoy escribiendo.

Lo hago tan seguido, desde cuando me dejaste con los párpados caídos Y yo algo presentía porque pude ver la luna.

Tan nublada, tan alejada, tan desolada.

Esa noche me traicionó como lo hizo tu miedo.

Esa noche todo se me nubló como cayendo /a mis ojos ese bendito pisco.

Ahora nada libo, nada que no sea tu recuerdo.

Y sí. Estoy triste, he llorado.

Pero quería estar así el día que ya no te vea, cuando sea caminando con una maleta.

Y no ahora, cuando estamos tan cerca.

La verdad, me haces falta. Siento pena.

Fragmento de La persistencia de la memoria, Salvador Dalí

se relacionan con algo o con alguien y yo en ese instante me encontraba desarraigado de mi propia existencia.

—Nada —le contesté sin ninguna ironía o señal de sarcasmo, pero queriendo hacerle sentir mi ofuscación ante la misma pregunta. Continué preguntándole —¿Qué le puede pasar a una persona como yo si lo único que nos ocurre es que no nos pasa nada últimamente?

Y no. No siento vergüenza de dibujar estas letras.

Me siento contenta porque escribo a una /persona plena.

Aunque el lápiz no me ayude, prefiero vivir /recordando.

No entiendo porque ahora me esquivas.

No es necesario. Si tratas que mi mente no te vea y mis ojos no te intimiden, haces mal.

No sabes esconderte.

Aunque estés en otro planeta, igual mi razón se enterca, se cierra.

Igual puedo sentirte, verte y olerte.

Eres un mal egoísta que no sabes escaparte /del problema.

Te privas de sentir mis caricias por algo /tan fuera del tema.

No creo fue el exceso de cariño, que de mí /te ha alejado.

No creo que seas de los que huya de un /sentimiento tan aferrado.

Te cuento que ahora más fuerte respiro.

Que el pecho ya no se oprime por falta de aire.

Que ahora sólo se detiene cuando fuertemente /suspiro por alguien.

Mis mejillas ya no se calientan por el mismo clima, ahora lo hacen esperando que algún día te declines /ante tu dilema.

Quiero oír otra vez tu pregunta: ¿Estás contenta? ¿Crees ahora lo estoy? ¿Tú crees que no?

Error. Podré estar triste, pero mantengo una sonrisa.

El hecho de haber conocido a una persona /tan diferente, tan real, tan de repente...

Siento el vacío porque no oigo tu risa.

El ambiente sólido no me hace bien, me deprime.

No podré olvidarte. Ni a ti ni a esos días.

Hay cositas que tú me enseñaste.

Si no te has dado cuenta, sino me crees.

Pero es la verdad.

Quizá sean mínimas, pero con el tiempo aún más /florecen.

Pero si yo te digo egoísta, yo soy muda.

Me he callado tantos pensamientos aquella noche, y sé que ya nada tiene cura.

Quizá me calló fácilmente tu idea obstinadamente /tajante.

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No pude decirte que puedo hacer muchas cosas para que de mí no te apartes.

Y no sé si te das cuenta. Este no es un escrito como los que tengo guardados.

No contiene un raro significado.

Es simple.

Ahora escribo simple para alguien tan complicado.

Que no entiende razones y se deja llevar por sus /sordas emociones.

Escribo para alguien diferente por eso esto /merecía no tener una estructura estilizada. Porque necesito /que en su infrecuente idioma, lo entienda claramente.

No. Esta vez no quiero rimas, reglas, figuras, /escritores.

No quiero literatos, sopranos ni acordeones.

Quiero leas bien mi inquietud, mi alegría, /mis temores.

FRÍO EUROPEO

Por: Elssie Cano

Y digo la verdad cuando miento.

Lo digo todo y sin arrepentimiento.

Porque es la verdad y no cierto cuando algo niego.

De nada me vale decir el 10 de las cosas, cuando tengo el cero por lengua.

Miento. Miento mucho cuando cuento.

Cuento mucho lo que miento, cuando miento /la verdad.

Es de acuerdo a las personas con la que se toma /el sentido de las cosas.

Y mirando fijamente la acera, pude reflejar algo.

Como que la mentira es una enfermedad que ataca /al más cobarde.

Y sinceramente, es algo que sólo tú pudiste enseñarme.

D

Hoy entendí que se llega a querer a alguien /no por el tiempo que pasen, sino por los momentos que se viven.

Qué pena que el final no haya encontrado un punto /increíble.

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Fragmento, dibujo de Juan Gómez Quiroz

Discúlpame por no haber sido igual a la gente, /por darte tanto calor, por besarte tiernamente.

Por excederme con risas cuando nos agradaba algo.

Por expresarme con mis manos sobre tu rostro /tan callado.

Por invitarte mi licor que de ser veneno, pueda matar malos recuerdos que tuviste.

Últimos correos de Petronio Rafael Cevallos en Homenaje Póstumo

esde que Petronio y yo nos conocimos en 1995 durante la presentación de su primera novela De Otros Héroes en LaGuardia Community College mantuvimos una relación dulce-amarga que ambos disfrutabamos a plenitud.

Muestra de esa singular amistad que se consolidó definitivamente en 2009 cuando viajamos juntos a Ecuador, nuestro país de origen, invitados a participar en la Feria Internacional del Libro en Guayaquil es nuestra correspondencia electrónica. En ella podemos apreciar su fogosidad, irreverencia y tendencia a la crítica y la chanza. Sep. 2, escribí para decirle que igualmente como él estaba sintiéndome un tanto enferma. Petronio respondió: Bienvenida al gran gremio de achacosos (y achacados). Sep. 24 me envió el ensayo titulado El evangelio según Satán “el Nuevo Mundo envejeció en Norteamérica.

Ahora vive y muere de la usura… irás (entre septiembres) de onomástico en catarsis partogenésica aunque te cagues de risa con tus Clintones, Bushes y Osamas casi Obamas…” Parte de mi respuesta en Sep. 25 fue: “Compañero, ni el mismo diablo hablaría con el más puro sarcasmo, sin rodeos ni eufemismos que su lengua impía e implacable…”

En Sep. 26 contestó a mis quejas de sentirme sola rodeada de palmeras y lagunas (Florida, mi nuevo lugar de residencia): “Bueno, intercambiemos lugares. Encantado me quedo con las palmeras y el agua.” Oct. 14, después de leer en The Latin American Book Fair 2011 (Lehman College) me comentó “La gente debe leer. No hay de otra(o). Si no lee lo indispensable, no hay esperanza de vida plena.”

Oct. 19, nos comunica que Emilio Ballesteros Almazan nos invita a participar en una publicación en su revista como Escritores Ecuatorianos en el Exterior “al sublime Freddy Gómez Cajape, al no menos sublime Alex Lima y a la subliminal Elssie Cano.”

Oct. 25, divertidamente nos exhorta someter nuestros trabajos con prontitud “Elé pes, mi boniticu, methinks iu & the other guambritos should enviarme iur masterpieces ASAP.” Nov. 3 nos notifica que recibió los primeros textos de Edgar Ramiro Oviedo, poeta radicado en Francia “Como ilustres miembros (no sexuales) les mando (no se hagan falsas ilusiones) lo del guambrito francés, ecuafranco...” Ese fue su último correo. Aun me niego a creer que su voz se calló para siempre. Sinceramente confieso que extraño su sinceridad, sus juicios, su palabra fustigadora, severa y feroz.

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de la mítica, recuperada a través de pinturas y fotografías. En el poema “New York 1860” (29) Cevallos elabora un poema imaginista cuyo ápice es “la torre de una iglesia: aguja contra la burbuja del cielo”, enmarcado dentro de la solidez vertical de “edificios de ladrillos”(29). La técnica imaginista de Ezra Pound nos remite al poema “El hombre del Ecuador bajo la torre Eiffel” publicado hacia 1930 por nuestro gran poeta ecuatorial Jorge Carrera Andrade. Si al primero le tocó presenciar los rezagos de la guerra y de la Gran depresión, a nuestro poeta, al igual que a muchos de los presentes, nos define el ataque del 11 de septiembre. Los poetas y los ciudadanos en general, no escogemos la época que nos toca vivir. Los traumas históricos como los mencionados anteriormente tienen sus secuelas en la memoria colectiva y en la personal, traumas que solo el tiempo ayuda a superar y a encontrar la reconciliación con uno mismo. Así es la poesía de Petronio Rafael Cevallos, fuerte, sencilla, introspectiva, que va de lo cotidiano a lo trascendental, de la nada a la búsqueda del amor como solución a los conflictos.

El colchón Estaba allí, rectangular, sobre la acera, esperando, impasible, el camión de basura.

Lo vi. Quise abrazarlo como a un hermano, decirle adiós, tocarlo al menos. Pero algo en su dignidad de desecho me detuvo.

Allí estaba, manchado de nuestros cuerpos.

Allí estaba, inerme, gritando nuestras noches.

Allí estaba, elocuente, callando nuestros sueños.

Allí estaba, enhiesto, en plena calle, como un tótem obsceno.

Allí estaba, íngrimo, ante la noche muda, sordamente acusándonos.

Petronio Rafael Cevallos, Bárdica (2006)

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PORROS DE PALMERAS

DANZA BAMBOLINA, DANZA

Y morirás cerca al mar, del día que no me acuerdo.

Morirás allí, porque han de matarte los recuerdos.

Del ayer, del hoy.

De un día que no sea como enero, en donde el sol sale y se despide del invierno.

Se eleva, el más extraño azar del polvo.

Se siente, el más cálido estornudo del invierno y se disuelve el más fructífero sonido del silencio.

Y morirás allí, o tal vez aquí.

Solamente morirás por decreto de una ley que no se extiende.

Morirás porque serás condenado por una masa no humana llena de pensamientos.

Morirás sobre el jardín.

Un día que estés regando con lágrimas de pecado tu pasado.

Un día que estés sembrando un largo futuro olvidado.

Morirás en una noche, en donde el aire se siente pesado y la tierra se vuelve en un suspiro liviano.

Estarás allí.

Y cuando tu alma se vea partir, sin darse cuenta esos ojos vengativos, una sombra respirará tan feliz.

Una que conociste en un anochecido cinco /de abril.

Son dos almohadillas, son dos que por cien valen mil.

Son dos que me acosan sin tener boca, porque son labios del desliz.

Será fresa, será sandía.

Son frutas tropicales, tan tempranas, para sentirme estacionalmente aludida.

Son dos con cinco en cada una, que tocan, conducen y nublan las vistas.

Son dos que sin ser autos de carrera, se desvían de mi carretera.

Es uno, que tiene fuerza de tres.

Son días, que aún no cuento.

Son días, que desde ya me entero de que son días, días de un encuentro.

Fragmento, dibujo de Juan Gómez Quiroz

esta manera Cevallos rescata y dignifica la imagen de un anciano puertorriqueño que “Ahora camina apoyado en un bastón/ por las calles de Bushwick” (21).

La ciudad de Nueva York con sus condados (o boros) son la capital del mapa personal del poeta quien (al igual que Gabriela Mistral) se ha creado una patria de retazos de cada lugar donde ha vivido.

De ahí que Ancón, Quito, Guayaquil, Los Ángeles, Nueva York, forman parte de su idiosincrasia y de su auto-configuración como narrador, ensayista y poeta. Petronio Cevallos pertenece a un grupo de escritores residentes en Nueva York y que prefieren publicar en español. Uno de los eventos literarios más importantes en el ámbito hispano-yorquino fue la publicación de la primera antología de poetas Entre Rascacielos: Nueva York en nueve poetas (1999) y la segunda edición bilingüe Entre Rascacielos: Amid Skyscrapers (2000), ambas dirigidas por la doctora Marie-Lise Gazarian y en las que Petronio Cevallos desempeñó un papel trascendental como vínculo entre el mundo literario y el académico.

El poeta se nutre tanto de la ciudad real como

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Alex Lima Presentación de Bárdica (2006) 18 de mayo de 2007

El poeta ecuayorquino bajo la sombra de los rascacielos Qué es una bárdica? Es un tipo de arpa medieval que utilizaban los bardos de la tradición céltica para acompañar sus composiciones líricas y por extensión el conjunto del repertorio poético. Petronio Rafael Cevallos es un bardo desterritorializado que se abre camino por los espacios oníricos de la noche, la ciudad, la oscuridad, el retorno, la naturaleza, y la nada. Es la noche neoyorquina la madre adoptiva de un poeta que escribe en su lengua materna, potenciada por millones de hispanohablantes en todas sus variedades lingüísticas, pero aún relegada al entorno no oficial. El hecho de escribir en una lengua reterritorializada es ya de por sí un acto subversivo cuyo precedente más notorio lo encontramos en Kafka, mismo que optó por escribir en su alemán materno en la Praga de su época. Pero la situación del español en Estados Unidos es distinta, ya no es una lengua minoritaria, ni estigmatizada, ni prohibida como lo fue para los Latinos que crecieron en esta ciudad en la década de los sesenta y los setenta.

La literatura en español en los Estados Unidos ha tenido un desarrollo rizomático en el sentido que la publicación de trabajos como los de Petronio Cevallos han trazado el camino a la vez que ha consolidado la formación de un corpus literario que sólo se puede definir como “neoyorquino”.

La tradición de la poesía neoyorquina en nuestra lengua se inaugura con José Martí. Desde sus comienzos, la poesía escrita en español desecha la imagen del poeta en su torre de marfil por una que glorifica al poeta que se gana la vida haciendo todo tipo de trabajos. En el poema “Hierro” de la colección Versos libres Martí escribe: “Ganado ten-

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go el pan: hágase el verso”. Petronio Cevallos se inscribe en esta tradición, un escritor anti-sistema que no permite ser encasillado dentro de los “ismos” académicos menos aun dejarse tatuar logotipo mercantil alguno. El poeta incorpora el trabajo asalariado como parte de su auto-configuración o self-fashioning para de esta manera desdoblarse como “ser humano. De la casa al trabajo, del útero a la tumba”. 1 Y es precisamente en el espacio de la noche martiana en la que nuestro poeta va creando su propia patria, tal como lo percibimos en el poema “La inválida” (14): La noche crece en el corazón de un hombre más grande, más libre, más hombre cada vez.

La noche no es sólo el espacio externo, infinito, sino que para el viajero incesante, es el microcosmo donde habita la razón de ser, el único recuerdo que se lleva el que tiene que salir de imprevisto, ligero de equipaje en vuelos de tercera. La soledad nocturna transporta al poeta itinerante a unas remotas “Noches del sur” que le remontan a sueños rotos y promesas incumplidas. En imágenes que evocan al rostro y las manos de los cuadros de Guayasamín, Cevallos nos describe “huérfanos sin manos/ sin rostros/ sin bocas” (12). Son individuos relegados a la miseria ancestral, sin manos para defenderse, sin rostros que los identifique pero que alzan la voz de la protesta con un sabor agridulce de ternura y esperanza.

1

“Primer inf/vierno en Nueva York” (17)

La noche es el espacio onírico en el cual, el poeta va trazando su mundo liminal, a caballo entre dos géneros (la poesía y la crónica), el presente y el recuerdo, el inglés y el español. En el metapoema “Vacío variante” (48-57) Cevallos establece un diálogo con el mismo poema que está escribiendo y le plantea una pregunta a manera de fábula: “Poesía de piel augusta e incolora/ ¿Quién te ha dado la voz?” a lo que la voz poética contesta “nadie, nada”(49). El poeta cabalga el mulo lezamiano para acercarse al amor como único objetivo que le da sentido a la vida, puesto que “amar es perderse en la inmensidad del Vacío” (51).

La noche al igual que la poesía no tiene patria establecida ni fronteras. En el poema “Noche de Borinquen” Cevallos nos transporta a un momento introspectivo de “una nación en cautiverio” en la cual todas las noches se repiten y coinciden en la “noche del Día de las Máscaras”(65). Sólo en este espacio carnavalesco es posible subvertir las jerarquías tanto físicas como metafísicas, aunque sea de forma efímera. En una suerte de reescritura palimpséstica, una noche se repite sobre otra noche, y una sombra justifica su existencia al entrar en contacto con otra sombra, y de esta misma manera un alma se compenetra con otra sólo en el acto sublime del amor carnal.

La luna, cómplice de la noche, es otro leit motif de la poesía de Cevallos. En el poema “Luna en el malecón” percibimos otra vez ese juego de espejos: “sobre el río reflejada/ flota redonda otra luna/ sola como ninguna”(16). Este recurso poético es similar al de las sombras en el poema anterior, pero cabe destacar el artificio borgiano mediante el cual la segunda luna (y la sombra) no son una mera reproducción de la primera sino una entidad distinta a su predecesor por mucho que se asemejen en primera instancia.

Este mismo hecho de ser un poeta desterritorializado, un poeta ecuatoriano en el exilio voluntario, no nos permite ubicar a Petronio dentro de una generación literaria determinada, manía que al fin y al cabo sólo sirve para compilar antologías. Sin embargo, es preciso mencionar que dentro de sus contemporáneos ecuatorianos más inmediatos resaltan los escritores más jóvenes del grupo Tzántzico quiteño cuyo objetivo era el de “bajar la poesía de su pedestal e involucrarse con el obrero, el estudiante, el hambre, el sindicato, la justicia social” (De la Torre 12) ,2 y los de Sicoseo en Guayaquil, cuya agenda socio-lingüística partía del “compromiso artístico con el pueblo” (Itúrburu 54).3 La poesía de Cevallos establece un diálogo y una continuidad con esta narrativa urbana en el sentido que los mismos personajes representados en los espacios urbanos de Quito y Guayaquil, son los mismos protagonistas de la inmigración ecuatoriana (y por extensión latinoamericana) de las últimas tres décadas.

De

2

“Estudio Introductorio”, Raúl Perez Torres, Cuentos escogidos,

Quito: Libresa, 1991, 7-51.

3 “De ‘Sicoseo’ dos textos con humor”, Letras del Ecuador 172, Enero-abril 1990, 54-57.

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