Gyp 2017 1 magazine

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IGLESIA DEL NAZARENO HISPANA EN USA-CANADA

RECURSOS ESPIRITUALES DE SANTIDAD PARA PASTORES Y LAICOS

MI FORMACIÓN ESPIRITUAL ROBERTO HODGSON —Página 5

Edición - 2017

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CÓMO ENCONTRAR EL CAMINO

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LIBRO “FORMACIÓN ESPÍRITUAL” Página 11

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VIDA DEVOCIONAL EN LA TRADICIÓN WESLEYANA

STEVE HARPER (FREDI ARREOLA)

SANTIDAD Y FORMACIÓN ESPIRITUAL JOHN A. KNIGHT —Página 20


Feliz Navidad y Bendecido AĂąo Nuevo Les deseamos el personal de Ministerios Multiculturales/Ministerios Hispanos Gracia y Paz y Casa Nazarena de Publicaciones


Publicación Cibernética de la Iglesia del Nazareno Hispana Región USA/Canada

Gracia y Paz, Número 1, 2017 www.nazarenosuscan.org

Bob Broadbooks Director de la Región USA/Canada

Roberto Hodgson Director de Ministerios Multiculturales y de Misiones Hispanas Región USA/Canada rchodgson@aol.com

Charles W. Christian Director de la Revista Impresa y Cibernética Grace & Peace Magazine gpeditor@nazarene.org José Pacheco Editor de Literatura Hispana, Misiones Hispanas USA/Canada Jospacheco@aol.com

La presente publicación en el espacio cibernético ofrece recursos espirituales de santidad para pastores y laicos, tanto de la Iglesia del Nazareno en USA/Canada como en todo el mundo de habla hispana, así como a los fieles de otras iglesias y denominaciones. Además, se propone servir de enlace principalmente a los nazarenos hispanos de la Región USA/Canada, publicando noticias de iglesias, distritos y ministerios, así como promociones de eventos denominacionales y regionales.

Si desea contribuir con artículos y/o noticias le invitamos a visitar la página www.nazarenosuscan.org, biblioteca virtual, en donde podrá descargar el Manual de estilo de nuestras publicaciones.

Dirija toda correspondencia a: jospacheco@aol.com rchodgson@aol.com USA/Canada Regional Office Church of the Nazarene 17001 Prairie Star Parkway Lenexa, KS 66220 913-577-0500

CONTENIDO 4 Trotadores y Fumadores Bob Boradbooks 5 Mi Formación Espiritual Roberto Hodgson 11 Cómo Encontrar el Camino Libro Formación Espiritual (CNP) 20 Santidad y Formación Espiritual John A. Knight Libro El Amor más Excelente (CNP) 36 Vida Devocional en la Tradición Wesleyana Steve Harper (Fredi Arreola)


TROTADORES Y FUMADORES

Por BOB BROADBOOKS

L

e gustaba trotar cerca de mi casa. Parecía tener todo el equipo adecuado: camiseta, zapatos tenis y gorra o sombrero. Obviamente, tenía la intención de mejorar su salud. Lo que me parecía irónico era que fumara un cigarrillo mientras trotaba. Una verdadera ironía. Existía en algún punto intermedio entre sus aspiraciones y sus realidades. Interiormente, deseaba mejorar su persona y su salud, pero su hábito externo limitaba el éxito de sus esfuerzos.

Las personas verdaderamente eficaces que he conocido han descubierto cómo alinear esas dos dimensiones en su vida. Han llegado a comprender que su vida interior y la exterior deben estar alineadas en el mismo punto o nivel.

En la iglesia, en ocasiones vemos a personas que se concentran en los segmentos internos de su fe cristiana mientras que a la vez ignoran el aspecto externo de la misma. Algunos hacemos lo opuesto. Aun cuando no llegamos al extremo del trotador que fuma cigarrillos, la vida del cristiano fácilmente puede perder su alineación.

Jesús desea que practiquemos una mezcla saludable de fe interior que se manifieste en lo exterior. él dijo: “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada” (Juan 15:5, Nueva Versión Internacional —NVI).

Elton Trueblood tocó este mismo tema cuando escribió: “La polarización de nuestro tiempo, que produce medios hombres cuando bien po4 / GRACIA Y PAZ Número 1 - 2017

Q UE

NOS

PROPONGAMOS DE NUEVO A CRECER

INTERIORMENTE EN

C RISTO ,

MIENTRAS QUE A LA VEZ NOS DAMOS EN

SERVICIO A

ESTE HERMOSO MUNDO QUE ÉL CREÓ .

drían ser hombres completos, podría vívidamente realizarse en referencia tanto a las raíces como a los frutos de la vida cristiana. El pietista es aquel que se concentra principalmente en las raíces; mientras que el activista se enfoca principalmente en los frutos. El servicio sin devoción es meramente superficial; la devoción sin servicio es estéril, no da frutos. La necesidad de enfocarse en ambas dimensiones sin favorecer una y descuidar la otra se observa claramente en las enseñanzas registradas de Cristo mismo. El pietista necesita acción y el activista piedad. Cada uno es medio hombre, como resultado de un innecesario acto de auto-limitación con su consecuente empobrecimiento. Los mejores líderes se enfocan tanto en el servicio como en Cristo mismo”.*

Le pido a Dios en oración que practiquemos ambas dimensiones con todo nuestro ser. Que nos propongamos de nuevo a crecer interiormente en Cristo, mientras que a la vez nos damos en servicio a este hermoso mundo que él creó. BOB BROADBOOKS Director de la Región USA-Canada

*Elton Trueblood. The New Man for Our Time —el nuevo hombre para nuestro tiempo (New York: Harper & Row, 1970).


MI FORMACIÓN ESPIRITUAL

El Espíritu Santo y tres componentes para mi formación espiritual, a la luz de la vida del Supremo Maestro Jesús. Por Roberto Hodgson

Las Escrituras

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).

Jesús tenía un conocimiento pleno de las Sagradas Escrituras; hacía referencia a ellas continuamente en el cumplimiento de la misión. Desde su temprana edad conversaba con los eruditos intérpretes de los libros sagrados del pueblo de Dios. “Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles” (Lucas 2:46).

En la confrontación de Jesús contra Satanás en el desierto, salió victorioso contra el engaño y asechanzas del diablo, citando las Sagradas Escrituras: “(Jesús) respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Cada vez que Satanás le ofrecía algo para tentarlo, él le respondía con toda certeza: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios”.

Jesús visitaba las sinagogas y afirmaba las enseñanzas de las Escrituras. “Las sinagogas eran muy importantes en la vida religiosa de los judíos. Durante el exilio, cuando los judíos no gozaban del templo, se establecieron las sinagogas como lugares para la adoración durante el sábado y como escuelas para los niños durante la semana”.1 Jesús enseñaba y fundamentaba a sus discípulos con las Escrituras, y después de su resurrección se le apareció a dos de ellos para confirmarlos: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo El Dr. Roberto Hodgson que de él decían” (Lu- es Director de Ministecas 24: 27). rios Multiculturales y de Los hombres y mujeres que Dios ha usado para impactar su

Misiones Hispanas Región USA-Canada

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mundo, han vivido bajo la convicción de la revelación divina de las Escrituras; tales como Martin Lutero, Juan Wesley y otros, han declarado que sus vidas y enseñanzas se basan en la “Sola Escritura”. Juan Wesley dijo: “Soy un hombre de un solo libro”.

La iglesia del Nazareno en sus artículos de fe del Manual declara lo siguiente: “Creemos en la inspiración plenaria de las Sagradas Escrituras, por las cuales aceptamos los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamentos dados por inspiración divina, revelando infaliblemente la voluntad de Dios respecto a nosotros en todo lo necesario para nuestra salvación, de manera que no se debe imponer como Artículo de Fe ninguna enseñanza que no esté en ellas”.2

Conocer y obedecer la Palabra de Dios es arma eficaz contra la tentación, la única ofensiva provista en la «armadura» de Dios (Efesios 6.17). Jesús usó la Escritura para enfrentar los ataques de Satanás y usted puede hacerlo también. Pero, a fin de usarla con eficacia, debe tener fe en las promesas de Dios porque Satanás también sabe las Escrituras y es experto en torcerlas para que se ajusten a sus propósitos. Obedecer las Escrituras es más importante que tener un simple versículo que mencionar, de manera que léalos a diario y aplíquelos a su vida. Así su «espada» tendrá siempre filo”.3

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josue 1:8).

La Oración y el Ayuno

“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Y le buscó Simón, y los que con él estaban; y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. él les dijo: Vamos a los lugares vecinos, 6 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

para que predique también allí; porque para esto he venido. Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios” (Marcos 1:35-39).

Jesús practicó una vida disciplinada de oración y ayuno en el cumplimiento de la misión. Por medio de la oración Jesús estaba en constante comunión con el Padre. La oración fue esencial en su vida y ministerio. Los evangelios describen su vida de oración en todo tiempo. Lo más importante para él era iniciar su día en oración. Buscaba un lugar desierto para concentrarse y evitar los distractores que podían interrumpir su conversación con el Padre.

Jesús predicaba con autoridad el mensaje del reino y pasaba tiempo especial a solas con el Padre, para meditar y afirmar su corazón en la palabra que transmitiría a sus oyentes. En la confrontación con los demonios, Jesús se fortaleció en el poder de la oración y el ayuno para echarlos fuera y liberar a las personas oprimidas por espíritus malignos. Jesús practicaba la oración como disciplina espiritual, la cual le daba la convicción de contar con el respaldo del poder y la autoridad del Padre y del Espíritu Santo para sanar a los enfermos. El escritor del Evangelio de San Lucas presenta la vida devocional de Jesús en el cumplimiento de la misión: “Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades. Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba” (Lucas 5:15-16).

Jesús no sólo se disciplinaba a orar por las mañanas, sino también después de un día de ministración. En cierta ocasión había pasado largas horas enseñado a la multitud, sin duda alguna estaba muy cansado, pero sabía cómo recibir nuevas fuerzas: pasando tiempo en ración y dando gracias al Padre: “Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo” (Mateo 15:23).


Jesús también acostumbraba a orar en público para pedir la bendición del Padre, como en el milagro de multiplicar unos pocos panes y peces para alimentar a la multitud que había ministrado. Después de un largo día Jesús quería completar sus enseñanzas con la acción de satisfacer la necesidad básica de las personas, como alimentarlos: “Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud” (Mateo 14:19). En algunas ocasiones Jesús invitaba a sus discípulos a que le acompañaran a orar. Enseñaba así a sus discípulos lo esencial de la oración, no solo en forma individual sino también colectiva. Jesús aprovechaba cada oportunidad para formar a sus discípulos, los cuales guiarían su iglesia: “Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios” (Lucas 9:18-20

La vida ejemplar de oración de Jesús impactó a sus discípulos, quienes anhelaban una vida disciplinada de oración como la del Maestro. Al ver la dedicación y consistencia de Jesús, querían ser como él, por ello le pidieron que les enseñara a orar. En esa ocasión Jesús introdujo la oración del “Padre Nuestro”: “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros

pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” (Lucas 11:1-4). Los rabinos usaban la oración para formar y cultivar la vida espiritual de sus discípulos; Jesús les dio la oración modelo para acercase al Padre.

“Esta oración puede ser un modelo para nuestras oraciones. Debemos alabar a Dios, orar por su obra en el mundo, por nuestras necesidades cotidianas y solicitar su ayuda en nuestros conflictos diarios. La frase «Padre nuestro que estás en los cielos» indica que Dios no solo es majestuoso y santo, sino también personal y amoroso. El primer renglón de esta oración modelo es una declaración de alabanza y dedicación a honrar el nombre santo de Dios”.1

Los discípulos aprendieron muy bien la lección del modelo del Padre Nuestro, de iniciar primeramente reconociendo la grandeza del Dios santo y todopoderoso. Aun en los momentos más críticos como cuando se encontraban bajo amenazas y persecución, la iglesia no olvidó cómo iniciar la oración, con alabanza al Dios de toda la creación:“Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay”. Hechos 4:24). En cierta ocasión un padre angustiado por su hijo lo llevó ante los discípulos para que fuese sanado. Jesús no se encontraba en aquel momento y los discípulos intentaron sanarlo, pero se vieron imposibilitados ante aquella situación de no poder sanarlo. Cuando Jesús llegó, el padre del jovenle dijo: “Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación in-

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crédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno” (Mateo 17:15-21). Jesús usó esa ocasión para enfatizar a sus discípulos lo esencial de la oración y el ayuno en sus vidas para enfrentar situaciones difíciles, como la de aquel muchacho poseído por un demonio que lo oprimía. Los apóstoles en su responsabilidad de guiar a la iglesia naciente necesitaban poner en práctica todas las enseñanzas del Maestro. A medida que la iglesia crecía encontraban desafíos, como la queja o murmuración de la falta de atención diaria en las mesas a las viudas griegas y hebreas. El caso fue presentado a los apóstoles para que le dieran solución a lo que podía fragmentar a la nueva comunidad de fe.

Los apóstoles en consulta optaron por delegar la responsabilidad de la distribución de los alimentos a las viudas, a un grupo de hombres llenos del Espíritu Santo, para que ellos se dedicaran a la tarea más importante de dirigir a la iglesia: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”. Los discípulos habían aprendido del Maestro que para cumplir con la misión del reino, se necesita una vida consagrada a la devoción de la oración y la proclamación de las buenas nuevas del reino. Hechos. 6:4.

El apóstol Pablo fue un hombre de oración y ayuno, quien exhortaba a la iglesia a vivir en esa disciplina espiritual: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones

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delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (2 Corintios 6:4-5). “Antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos” (Filipenses 4:6).

Dios ha usado a hombres y mujeres en forma muy especial para gestar grandes avivamientos. Una de las características marcadas en sus vidas ha sido la disciplina espiritual de la oración y el ayuno. Ellos ministraron y descansaron en una vida de oración y ayuno en el cumplimiento de la misión. Esos hombres y mujeres han dejado sus huellas en la historia de la iglesia con el impacto que tuvieron en su tiempo. Hombres de Dios como Charles G. Finney:

“Después de haber sido ordenado en 1824, celebró sus primeras reuniones regulares en un lugar de la ciudad de Nueva York, donde predicó varias semanas, pero sin resultados. Finney pasó el día siguiente en ayuno y oración y, esa noche, vino sobre él un desusado sentido de unción y poder… Durante toda la noche lo buscaron personas pidiéndole que fuera a orar con ellos, hasta ateos endurecidos que se arrepintieron y fueron salvos”.2

Otro hombre fue el escocés Duncan Campbell, quien fue poderosamente usado por Dios para iniciar un avivamiento en las Islas Hébridas, el cual comenzó en diciembre de 1949 y continuó en los años sucesivos: “Duncan enfrentó enconada oposición cuando empezó el ministerio en una de las islas escocesas, por cuyas sendas iba en la noche pidiendo la ayuda de Dios mientras oraba. Tres jóvenes recibieron una gran carga de oración y oraron toda la noche en sus hogares mientras que Duncan hacía lo mismo en un establo. En la tarde siguiente el poder de Dios cayó sobre las reuniones. Las multitudes eran tan impresionadas con la convicción del Espíritu Santo que se quejaban implorando misericordia”.3


Juan Wesley dejó un legado con su vida devocional de oración y ayuno. Wesley no sólo practicaba la disciplina de la oración y el ayuno, sino también quería que todos sus ministros la practicaran al grado de que era una de las preguntas que hacía a sus ministros: “¿Han estado ayunando y orando por algunos días? Vayan al trono de gracia y perseveren ahí, la misericordia descenderá”.4 El santo dotado ministro de la Iglesia de Escocia, Robert Murray McCheyne, decía: “Es mejor, por lo general, pasar una hora a solas con Dios antes de comprometerse con cualquier otra cosa. Debo pasar las mejores horas del día en comunión con Dios”.5

El Descanso y el Retiro Espiritual

“Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto” (Marcos 6:30-32).

Al regresar los discípulos le dieron cuenta al Maestro de su labor en su jornada de la proclamación de las buenas nuevas del reino. Jesús estaba consciente de la gran cantidad de energía física y emocional que se invierte en el cumplimiento de la misión. Jesús cuidaba de sus discípulos y planeó un tiempo de retiro para que descansaran y recuperaran las fuerzas que habían gastado en la gira misional. La invitación de Jesús a sus discípulos de ir y descansar un poco es un reconocimiento y una aplicación de lo vital del descanso para el ser humano. El Dios de la creación descansó después de toda su labor de haber creado los cielos y la tierra. No es que Dios necesitaba reposar,

sino que estaba estableciendo el principio de apartar tiempo para descansar y así enseñar a la raza humana lo esencial del descanso para el ritmo de la vida cotidiana:“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:1-3).

Siglos más tarde después de la creación, los hebreos fueron sometidos y obligados a producir constantemente para las demandas del imperio de Egipto. Más trabajo, más trabajo, más horas, los supervisores eran más exigentes, más producción... empujar, empujar, empujar; resultados, resultados, resultados. No había descanso en la vida de los esclavos, su fin era la producción para sus amos. En el camino a la Tierra Prometida, Dios daría el mandato del día de reposo o shabbath para que fuera parte integral del ritmo de vida del pueblo de Israel. En el yugo de injusticia de la esclavitud, no hay descanso del trabajo, pero en la libertad de la Tierra Prometida tenía que ser diferente. Dios diseñó el descanso justo y necesario para el cuerpo humano. El día de reposo sería del descanso de las labores cotidianas de trabajo. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:8-11). Horacio Cowan da la etimología del shabbath en su libro: El sábado en la escritura e historia. Dice: “El Sábado no guarda relación con

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el número o la duración de cualquier período de tiempo; esto significa simplemente descansar o cesar. Mientras que sábado se asocia generalmente con el séptimo día, sin embargo, no significa siete ni se limita a un día”.1

Al ministrar Jesús a las multitudes y a las personas que iban a él, en las jornadas de viaje a las ciudades y pueblos vecinos, estableció tiempo para descansar. El descanso vino a formar parte esencial de la vida de Jesús con sus discípulos. Los evangelios relatan que Jesús se apartaba a lugares desiertos para dedicar tiempo con el Padre. El tiempo de apartarse le servía a Jesús como descanso de sus quehaceres ministeriales y para recuperar sus fuerzas físicas. “La motivación de Jesús en todo lo que hacía era salvar al mundo. Sabía que debía ir a su Padre frecuentemente para descansar y restaurar su corazón, mente y cuerpo fatigado”.2 La práctica de Jesús de apartarse a lugares desiertos fue consistente y lo usó para formar a sus discípulos. “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mateo 17:1-2).

Aquel retiro con los tres discípulos de su círculo íntimo fue una experiencia fresca y gloriosa en la vida de Jesús, donde recibió afirmación de la satisfacción del Padre con el Hijo. Ese retiro sería inolvidable para el apóstol Pedro, quien años después en su carta universal a la iglesia hace referencia. “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacen-

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cia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo” (2 Pedro 1:16-18).

Los apóstoles y los discípulos seguirían el ejemplo de las enseñanzas del Maestro de dedicar tiempo para retirarse y buscar la presencia del Cristo glorioso y para descansar del ritmo del quehacer del ministerio. El principio del descanso y del retiro espiritual, de apartarse para buscar la presencia de Dios, debe formar parte importante de la vida de los hombres y mujeres que Dios llama al ministerio. “Ve al desierto. ¡Ve frecuentemente!” El ministerio que usted realiza es importante, su visión para la obra de Dios es significativa, el llamamiento que arde en usted es urgente; pero igualmente importante, significativo y urgente es el llamado que le hace Dios: “ Ve al desierto. ¡Ve frecuentemente!”3

NOTAS

LAS ESCRITURAS

1. Biblia del diario vivir. (2000). (electronic ed., Lc 4.16). Nashville: Editorial Caribe. 2. Manual de la Iglesia del Nazareno, 20132017. 3. Biblia del diario vivir. (2000). (electronic ed., Lc 4.16). Nashville: Editorial Caribe.

LA ORACIÓN Y EL AYUNO 1. Biblia del diario vivir. (2000). (electronic ed., Mt 6.9). Nashville: Editorial Caribe. 2. Wesley L. Duewel, Ardiendo para Dios, 1995. P. 66. 3. Ibíd. P. 76. 4. Ibíd. P. 251.

5. Ibíd. P. 236.

EL DESCANSO Y EL RETIRO ESPIRITUAL 1. Horace G. Cowan, The Sabbath in Scripture and History. P. 12. 2. Daniel Spaite, Bomba de tiempo en la iglesia. P. 125.

3. Ibid. 127.FORMACIÓN ESPIRITUAL


CÓMO ENCONTRAR EL CAMINO

LA PERSONA TOTAL EN RELACIÓN CON DIOS

¿HA ESTADO USTED PERDIDO ALGUNA VEZ, TAN PERDIDO QUE NO TENÍA IDEA DE CÓMO ENCONTRAR EL CAMINO DE REGRESO, TAN PERDIDO QUE EL MIEDO COMENZÓ A PARALIZARLO?

Esas emociones son aún más aterradoras cuando tienen que ver con la perdición espiritual. Como resultado, quizá recurramos a elaboradas técnicas para no pensar en nuestra condición y para no experimentar esos sentimientos paralizantes. Cuando estamos perdidos, ansiamos una figura paternal que nos tome de la mano y nos conduzca al camino correcto. La seguridad que sentimos cuando nos guían, por lo menos hasta el punto de partida, proporciona gran alivio. El objetivo de la Parte I es llevarlo a usted al punto de partida en los asuntos espirituales. Esperamos ayudarlo a encontrar el camino. Esperamos que sea hallado por la verdad y dirección de la Palabra de Dios y que encuentre alivio de las ansiedades que causa estar perdido. Agustín habló por todos nosotros al proclamar esta clásica frase: “El corazón está inquieto hasta que encuentra reposo en ti”. Algunas paráfrasis modernas sugieren que en el centro de nuestro ser hay un vacío con la forma de Dios, y que sólo puede llenarse con una relación dinámica con el Creador.

PARTE I, CAPÍTULO 1 DEL LIBRO FORMACIÓN ESPIRITUAL CNP


DESCUBRA EL CAMINO

Muchas voces prometen libertad, alivio de la tensión, y potencial de desarrollo. Sin embargo, muchos de esos vendedores de seguridad y profetas de la “autoayuda", no toman en cuenta las Escrituras ni conocen al Señor.

Le invitamos a considerar el camino wesleyano al desarrollo espiritual. Permita que la Palabra de Dios le ayude a encontrar el auténtico punto de partida. Permita ser cautivado por Dios, como dice el apóstol Pablo, “ahora, ya que conocéis a Dios o, más bien, que sois conocidos por Dios” (Gálatas 4:9).

La Biblia nos presenta al Dios que busca relacionarse con nosotros. Aunque el pecado ha limitado las posibilidades de esa relación dinámica, Pablo nos recuerda: “Pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20). El optimismo radical de la gracia en el Nuevo Testamento es nuestra invitación al crecimiento espiritual Ca una relación con el Dios del universo. Nuestra oración es que encuentre el camino. Nuestra oración es que no esté perdido. Nuestra oración es que tenga victoria sobre la ansiedad y el temor, y que descubra la libertad de la vida santa.

El desarrollo espiritual no es logro personal, autoayuda ni autodisciplina... Es estrictamente relación con Dios.

CAMINAR CON DIOS

La fría y clara noche invernal de Dakota, me envió tiritando a la habitación, pero no para dormir. Arrastré la cama hasta la ventana que daba al norte y me acomodé sobre una almohada; estaba listo para observar el espectáculo cósmico de luces, creado por Dios Cla 12 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

aurora boreal. Yo tenía sólo 12 años de edad, y las espectaculares luces del norte produjeron en mí una admiración indescriptible. Las luces cambiaban en una serie impresionante de colores en movimiento: Había rojos y azules y anaranjados y verdes y amarillos y todas las combinaciones posibles. Durante varias horas esas luces brillaban y se movían en todas direcciones en un calidoscopio de colores. ¡Qué espectáculo! Quedé profundamente impresionado por la inmensidad del universo y por la pequeñez del muchacho que observaba ese vasto despliegue de color y poder. Aunque yo no podía formular el concepto, Dios me estaba dando a conocer el principio central de la formación espiritual. Es imposible que haya formación espiritual sin “intersectarnos” con Dios o sin tener encuentros con El. Es decir, el desarrollo espiritual no es logro personal, autoayuda ni autodisciplina. Es estrictamente relación con Dios.

Nos alejamos del punto principal cuando pensamos que la formación espiritual es un fin en sí mismo, o una receta para reducir las presiones y tensiones, o un medio para obtener sanidad emocional. Lo esencial para el desarrollo espiritual es la relación con Dios que debemos fortalecer cuidadosamente. EL LLAMADO DE DIOS A RELACIONARNOS CON ÉL RESUENA A TRAVÉS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Estudie el Antiguo Testamento y descubrirá a un Dios que nos busca. Dios recorre las historias sagradas invitando a meros mortales a relacionarse con El. Su voz resuena por los corredores de esos siglos pasados; llama a los perdidos, a los heridos, a los enfermos por el pecado, aun a los rebeldes, y los invita a una


Formación espiritual presenta un matrimonio entre la enseñanza wesleyana de santidad y la tradición de formación espiritual. Ofrece una descripción fresca, convincente y práctica de lo que significa responder a esta necesidad del alma —atender el llamamiento de Dios a una vida santa de creciente semejanza a Cristo (Filipenses 3:14). CONTÁCTENOS 1-800-462-871

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relación redentora con él, el Dios de toda la tierra. 1. Dios llama “al aire del día”

Adán y Eva fueron los primeros en ser llamados por Dios a una relación. “Oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba por el huerto, al aire del día” (Génesis 3:8). Cuando pecaron y se escondieron de él, resonó por primera vez el atormentador llamado: “¿Dónde estás?" Dios ha seguido llamando a sus hijos a través de las edades 2. Dios invita a tres varones a una caminata —una larga caminata

El llamado al pacto que hizo Dios a Abram fue una invitación a caminar en comunión con él: “Yo soy el Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1). Enoc y Noé también fueron llamados a caminar con Dios. La vida espiritual es realmente un caminar, un viaje de toda la vida, un llamamiento supremo a andar en el camino de santidad, en comunión con Dios.

3. Dios nos llama cada día

El pueblo de Israel debía declarar la Shema diariamente: “Oye, Israel: Jehová, nuestro 14 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

Mientras huyamos de nosotros mismos y nos escondamos de Dios, no hay posibilidad de crecimiento espiritual. “Pero Jehová Dios llamó al hombre, y le preguntó: ¿Dónde estás?” (Génesis 3:9).

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).


Dios, Jehová uno es. Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón” (Deuteronomio 6:4-6). Así recordaban cada día la importancia de la relación con Dios. 4. Dios llama a un hombre llamado Suplantador

Veamos el “encuentro” de Jacob con Dios que relata Génesis 28. Jacob, conocido como el “suplantador”, con la ayuda de su madre se había apoderado de la bendición reservada para el primogénito, su hermano Esaú. Debido al rencor de éste, la madre pidió a Jacob que huyera.

Jacob, fugitivo y cargado de culpa, se encontró con Dios, quien le confirmó el pacto que había hecho originalmente con su abuelo, Abraham. Las palabras de Jacob siguen resonando en nuestros corazones: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía... ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo” (Génesis 28:16-17).

Comprender que Dios guía cuidadosamente nuestras vidas —aun cuando intentamos escapar— nos enseña la verdad fundamental de la formación espiritual. Dios siempre busca relacionarse con nosotros.

5. Dios llama a una nación que olvidó la fidelidad

El relato en Exodo 33, la aparición de Dios a Moisés, ha influido profundamente en mi vida. Después de recibir los Diez Mandamientos en el Sinaí, Moisés retornó al pie de la montaña y encontró al pueblo en fiesta, alrededor del becerro de oro. Moisés cayó de rodillas para interceder ante Dios por su pueblo. Su oración fue: “Si tu presencia no ha de

acompañarnos, no nos saques de aquí. ¿Pues en qué se conocerá aquí que he hallado gracia a tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andas con nosotros, y que yo y tu pueblo hemos sido apartados de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?” (Exodo 33:15-16). Moisés siguió insistiendo hasta que Dios prometió mostrarle su presencia. Dios puso a Moisés en una hendidura de la peña y lo cubrió con la mano mientras pasaba su gloria divina. Luego Dios retiró la mano y Moisés pudo verle las espaldas mientras se alejaba. Dios le dio a Moisés la segunda edición de los Diez Mandamientos y lo envió a reunirse con su pueblo. Las tablas de la ley fueron, y son, una guía en la relación con otros y con Dios. El estaba llamando a su pueblo a volver a una relación redentora. La formación espiritual genuina comienza únicamente con el encuentro salvífico con Dios. Él busca oportunidades para cruzarse en nuestro camino para ofrecernos una relación redentora. ¿No ha notado usted que con frecuencia se encuentra con él?

6. Dios llama a través de las lágrimas de un predicador

Por medio de Jeremías, Dios llamó a un pueblo rebelde para que volviera a una relación de redención. Israel había violado vez tras vez la ley divina. Jeremías comprendió que la misericordia de Dios no implica que no se cumplirán las consecuencias del pecado. Él hizo hincapié en lo inevitable del castigo que Israel había provocado para sí mismo. Jeremías es conocido como el profeta llorón. Pero también es el profeta del retorno. Su voz llorosa llamó a Israel a que se arrepintiera y volviera. “Levanta para ti indicadores, ponte señales altas, fíjate con atención en la calzada. ¡Vuélvete por el camino por donde fuiste, virgen de Israel, vuelve a estas tus ciudades!” (Jeremías 31:21).

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La vida espiritual es realmente un caminar, un viaje de toda la vida, un llamamiento supremo a andar en el camino de santidad, en comunión con Dios.

Dios lo busca a usted para ofrecerle una relación redentora. ¡Por esa razón usted se encuentra con él en cada esquina!

7. Dios tiene muchas voces

En el Antiguo Testamento abundan relatos de encuentros estratégicos de Dios con su pueblo. A veces él interviene con palabras de reprensión y condenación. A veces lo hace para mostrar su cuidado y protección. A veces se aparece en una visión nocturna. A veces habla a través de sus profetas escogidos. A veces se manifiesta por medio del fuego y del viento. A veces susurra como una voz interna, no audible. Pero los relatos muestran claramente que él siempre nos habla. Dios inicia la relación. El concepto de un Dios que nos busca, es la piedra angular tanto de la espiritualidad wesleyana como de la bíblica. Sin estos encuentros especiales con Dios, nunca encontraríamos la gracia salvífica y santificadora, y nuestras necesidades más profundas no hallarían satisfacción.

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EL LLAMADO DE DIOS A UNA RELACIÓN SE REPITE EN EL NUEVO TESTAMENTO

La comprensión de este principio primario de la formación espiritual se profundiza cuando llegamos al Nuevo Testamento.

1. El cumplimiento de la ley

Cuando el intérprete de la ley le pidió a Jesús que dijera cuál era el punto central de la ley, él mencionó la relación amorosa con Dios: “‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el primero y grande mandamiento” (Mateo 22:37-38).

2. Dios habla por medio de Cristo El escritor a los Hebreos nos dice que Dios, quien nos habló de muchas maneras y en diferentes lugares por los profetas, ahora nos ha hablado definitivamente por medio de Jesu-


cristo. El es quien dice: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:27-30). 3. Las parábolas muestran a un Dios que nos busca Las parábolas de nuestro Señor vívidamente hacen hincapié en que Dios nos busca. Por ejemplo, las parábolas de la oveja perdida, de la moneda perdida y del hijo pródigo (Lucas 15), no solo hacen énfasis en que el amor del Padre celestial nos busca, sino en que se regocija cuando encuentra lo que estaba perdido. Cada una de las parábolas termina con el mismo tema — celebración por lo encontrado. 4. Jesús fue una invitación de carne y sangre a tener comunión con Dios

El ejemplo de Jesús apunta en la misma dirección. Desde su sermón inaugural registrado en Lucas 4, los temas principales de su vida y ministerio fueron, encontrar redención y relación. El llega al desvalido, al menospreciado, al pobre, al inválido y al ciego. Su amor es un reflejo del amor del Padre.

La vida misma de Jesús refuerza el principio. Su vida de oración apunta en la misma dirección. El enseñó a sus discípulos a orar, comenzando con las palabras “Abba, Padre”. Su oración en el huerto, según Juan 17, fue

de intimidad y confianza. Él declara que él y el Padre son uno, y pide que esa relación caracterice a sus discípulos.

El repetido énfasis en el perdón que hizo Jesús en sus sermones y parábolas confirma que la espiritualidad comienza y termina en la relación con Dios. El Padrenuestro enseña que el perdón es una de las peticiones centrales. La muerte de Cristo es el marco en el que nos da ejemplo de perdón, ofreciéndolo a quienes lo habían crucificado.

5. La crucifixión suplica: “Mira, te amo hasta este extremo”

Las palabras de Juan 3:16-17, memorizadas por casi todos los que lean este libro, captan este tema: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. La muerte de Jesús en la cruz es la evidencia última de que la relación con Dios es el corazón del cristianismo. Jesús murió para que fuésemos perdonados y tuviésemos vida eterna —lo que Juan define como conocer a Dios (Juan 17:3). Para reflexionar y poner en práctica

¿Qué quiere que haga yo acerca de esto? Querer es una palabra fuerte, más bien mi intención es invitarle a hacer lo siguiente. Reconozca que la vida de santi-


dad y la formación espiritual son regalos de Dios

El hambre espiritual de su corazón no será satisfecha con una autodisciplina más rígida, con la mejor educación, con la resolución de comenzar de nuevo, con un llamativo libro y casetes con la “clave” del éxito, con una aventura sentimental o con aumento de sueldo. El hambre espiritual sólo tiene la forma de Dios. Tratar de satisfacerla con cosas fútiles es revivir la escena de la novela de John Updike. En ella, un obrero desesperado se sienta sobre una caja llena de libros que enseñan cómo hacer las cosas por uno mismo, y allí planea su suicidio. Los encuentros o “intersecciones” con Dios, que nos llevan a la relación con El, son la única esperanza que tenemos para el crecimiento espiritual, la santidad y la felicidad. Reflexione en sus encuentros anteriores con Dios

Dios ha intersectado su vida con asombrosa regularidad. Aunque usted haya tratado de huir, como Jacob o Jonás, él lo encontró, ¿verdad? Dedique tiempo para meditar en esas sagradas experiencias. Haga una lista de los cinco encuentros más significativos en su vida que haya tenido con Dios. Incluya las ocasiones cuando, sólo en retrospectiva, comprendió que él había tocado su vida.

Renueve el compromiso de cultivar la relación a la cual lo llama Dios

Responda al llamado de Dios con fe y obediencia, cultivando cuidadosamente esa relación

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con amor sumiso y agradecido a Aquel que vino en Cristo.

Toda relación necesita cuidado. La amistad que no se cultiva, se deteriora y muere. La relación matrimonial que no se fortalece, resulta en separación emocional insuperable. Su relación con Dios es demasiado valiosa para perderla o ponerla en peligro. Escuche la voz de Dios. En este momento, él está a la puerta de su corazón. Examine el problema del pecado

El pecado ha contaminado severamente la esperanza de vivir en santidad y de crecer en nuestra relación con Dios. En el siguiente capítulo exploraremos cómo el pecado impide la formación espiritual y la vida de santidad. Léalo cuidadosamente y tan pronto como pueda. Estudio de la Biblia

Lea los siguientes pasajes y note el tema del Dios de amor, quien desea entablar una relación redentora con los pecadores: • Gálatas 3:1C4:7 (especialmente 3:24-29 y 4:4-7) • Efesios 2:1-21

Filipenses 2:5-11

Al meditar en estos pasajes y en el “Dios que nos llama”, en su tiempo devocional haga suyas las palabras del himno “Sed puros y santos” (himno 236, Gracia y devoción, Lillenas Publishing Company, 1989).


Si pastores y creyentes, por medio de este material, son inspirados, desafiados y capacitados a representar en forma vívida –de manera relevante y atractiva– las posibilidades de una vida santa en Cristo al morar el Espíritu Santo en su vida, el propósito de este volumen se habrá logrado “para la gloria de Dios el Padre”. CONTÁCTENOS 1-800-462-871

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El Amor más Excelente Capítulo 8

John A. Knight

Santidad y Formación\ Espiritual

La Aventura de una Vida Santa

¡UN NUEVO PACTO! ¡RESTAURACIÓN de la imagen divina! ¡Estos dos temas corren como hilos centrales a través de toda la Biblia para describir la relación del hombre con Dios, cómo ésta debe ser y como puede ser! El apóstol Pablo los entreteje de manera hermosa en 2 Corintios 3. Allí muestra la superioridad del nuevo pacto sobre el antiguo dado a Moisés en el Sinaí.

Como mediador del antiguo pacto, se le dio a Moisés la posibilidad de tener comunión directa con el Señor, tan radiante que debía cubrir su rostro para esconder la gloria de Dios. Pero, esta experiencia fue temporal y disponible sólo para un grupo escogido de personas dignas en el Antiguo Testamento.

Ahora, en Cristo, hay un mejor pacto; Cristo es el Mediador y, ahora, la transformación a su imagen es universalmente posible para todos. Por esto Pablo afirma: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos trans20 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

formados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor" (v. 18). 1. No existe una élite espiritual

Esta directa comunión con Cristo y la continua transformación a su imagen es para todos los hijos de Dios. ¡Todos nosotros! La Nueva Versión Internacional traduce el v. 18 de la siguiente manera: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados [metamorphoumetha] a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu”.

Pablo expresa la misma idea en su carta a los creyentes romanos: “Transformaos [metamorphousthe, tiempo presente continuo] por medio de la renovación de vuestro entendimiento”(12:2). También se usa una forma de la misma palabra (metemorphothe) para describir la transfiguración de nuestro Señor, cuando su semblante “resplandeció ... como el sol” (Mateo 17:2; Marcos 9:2).


“La santidad auténtica tiene amor como su esencia, humildad como vestimenta, hacer el bien a otros como empleo y honrar a Dios como fin último”.

El plan de Dios es que sus hijos cambien continuamente (metamorphoseo) a semejanza de Cristo. En el Nuevo Testamento cada cristiano es una persona santa que refleja el resplandor de su Señor. La vida santa caracteriza a todos los creyentes y no meramente a una élite espiritual en la iglesia. El diseño de Dios de un pueblo santo no es un llamado a súper santos, sino un don para todos los discípulos que confían. 2. El alcance de la gracia de Dios

Hemos visto que Dios aplica su santidad en el hombre progresivamente o en etapas sucesivas. H. Orton Wiley, deán de los teólogos nazarenos, observó: “Cada una de estas etapas está marcada por un acercamiento gradual y una consumación instantánea en experiencia, y las etapas juntas señalan el alcance total de la gracia santificadora. De esta manera, ‘en su adminis-

tración de la gracia santificadora el Espíritu Santo procede en grados’”.1

Juan Wesley reconoció estas etapas en la vida del creyente al distinguir el hombre “natural”, el hombre “consciente” y el hombre “evangélico”. El hombre aún no despierto uno tiene miedo ni amor”; el hombre bajo convicción “tiene temor pero no tiene amor"; el convertido “tiene temor y tiene amor” y el enteramente santificado tiene “amor sin miedo”.2

Porque santificación y santidad están presentes en toda la vida cristiana, y porque existen momentos de compromiso y fe, distintos e identificables, mencionemos, conversión y entera santificación, se dice con frecuencia que santificación es ambas cosas, una crisis y un proceso. El obispo Maule ha afirmado: “Es una crisis a la que le sigue un proceso”.

Convertirse a Cristo es ubicarse en la ruta hacia la perfección espiritual y moral, hacia una vida de santidad. En este proceso de vida, hay un momento decisivo posible que brinda al creyente completa liberación de todo pecado y entera devoción a la voluntad de Dios. Conocemos esta crisis como “entera santificación”.

La conversión remueve la culpa del hombre por medio del perdón; vence la alienación experimentada por el hombre por medio de la aceptación y adopción en la familia de Dios; destruye la muerte del hombre con el nacimiento y la nueva vida (regeneración). La entera santificación limpia al hombre de la polución fundamental del pecado –el pecado en estado embrionario, el ser del pecado, la fuente y la condición del pecado– y afecta la coherencia e integridad del ser.


En este capítulo final, consideraremos vanas afirmaciones menores y elementales que deben iluminar nuestro entendimiento de la entera santificación y ayudará a mejorar nuestra vida aventura de vivir en santidad.3 La esencia de la entera santificación es la semejanza a Cristo en amor

Existen muchas maneras de describir la entera santificación. El psicólogo habla de ella como “amor"; el profeta como “justicia"; el sacerdote como “santidad"; el filósofo como “perfección”. Cada uno de estos términos tiene apoyo bíblico. Aún así, el término personal “amor” parece ser el más adecuado, los demás términos sirven como modificadores. Por lo que, tal vez, deberíamos hablar de la justicia del amor, la santidad del amor, la perfección del amor.

El amor que exhibe la persona santificada no es una mera emoción o sentimiento, es la voluntad activa por el bienestar de otros. Es el estilo de amor de Dios (ágape) “derramado en nuestros corazones” (Romanos 5:5), “que produce amor por la humanidad... que expulsa el amor al estilo del mundo, el amor [pecaminoso] al placer, a la comodidad, al honor propio, al dinero, junto con orgullo, ira, egocentrismo y todos los demás aspectos que acompañan al mal temperamento; en una palabra, cambiar la mente maligna, terrenal y sensual por 'la mente de Cristo’”. La entera santificación es “amor que excluye el pecado; amor que llena el corazón, que expresa la máxima capacidad del alma”.4 A. La perfección de amor

La entera santificación es conocida algunas

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veces por el término “perfección cristiana”. Existe un gran malentendido en relación al término “perfección”. Pero es una palabra bíblica. Pablo afirmaba que la meta del discipulado es “presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Colosenses 1:28). Él indicó que había hallado un tipo de perfección -perfección realizada, a la vez que procuraba alcanzar otro tipo, perfección de la resurrección (Filipenses 3:15, 12). En el Sermón del Monte, Jesús ordenó a sus seguidores que fueran “perfectos”, como su Padre celestial es perfecto (Mateo 5:48). La palabra “perfecto” se usa aproximadamente 138 veces en las Escrituras, incluyendo unas 50 veces con referencia al carácter humano. Significa realizar, ejecutar, hacer real, o llevar a la práctica. La palabra griega para “perfecto" (teleios) sugiere la idea de conseguir un objetivo o alcanzar una meta. Se dice que algo es perfecto cuando funciona de la manera en que fue diseñado para funcionar.

La meta o perfección que Dios tuvo en meta para el hombre es santidad, una perfección en amor. No nos exige Jesús ser perfecto en amor como (eficacia) nuestro Padre Celestial, sino ser perfecto en amor de la misma manera (intención) que nuestro Padre Celestial. La entera santificación o perfección cristiana es, como lo definió Wesley, “amar a Dios con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas”. Continúa diciendo Wesley, “Esto implica, que no mal temperamento, nada contrario al amor, permanece en el alma, y que todos los pensamientos, palabras y acciones están gobernadas por amor puro”.5

Cada deseo está sujeto en obediencia a Cristo.


La voluntad se halla sujeta enteramente a la voluntad de Dios y nuestros afectos están completamente sometidos a Él.

La perfección cristiana no es perfección de conocimiento o ser libres de ignorancia, errores y juicios equivocados. A la vez que es libertad de malos pensamientos (en los cuales uno alimenta la imaginación y disfruta el pensamiento), no es una clase de libertad que evite que pasen por la mente pensamientos acerca del mal. Tampoco es libertad de la tentación o enfermedades.

En la entera santificación, las emociones y deseos humanos normales no son removidos, sino reorientados y purificados. Uno es hecho limpio en deseo y limpio o sin divisiones en su devoción, afecto y lealtad. El creyente es capacitado para “controlar su propio cuerpo” (1 Tesalonicenses 4:4; NVI). No está libre de tentaciones, más bien logra vencer en medio de ellas. Por causa de lo que la entera santificación no es, Wesley se refirió a ella como “perfección cristiana”, en lugar de perfección “sin pecado”. Pablo manifestó con claridad que Dios no nos llamó a inmundicia, sino por el propósito de santificación o pureza (1 Tesalonicenses 4:7).

B. Ser y llegar a ser

El término griego para “perfecto” posee otro significado. Sugiere llegar a estar completo, alcanzar la máxima estatura o la plena madurez. La perfección en amor alcanzada de forma instantánea, en un momento, continúa siendo un crecimiento progresivo en amor. Así en 1 Tesalonicenses Pablo exhorta a los creyentes a “abundar en amor, más y más” (4:1, 10).

El apóstol transmite la idea de “ser hecho completo” (aunque la palabra en sí es dife-

rente) con este comentario: “Orando de noche y de día con gran insistencia, para que veamos vuestro rostro y completemos lo que falte a vuestra fe” (3:10). Pablo deseaba “redondear hasta completar" (Versión inglesa Williams) los defectos o aspectos faltantes de su fe (Versión inglesa Alford). La palabra utilizada aquí (katartisai) algunas veces se empleaba para describir el remiendo de las redes de pesca, sugiriendo una vida de disciplina y entrenamiento para el servicio. El cristiano debe crecer continuamente, permitiendo que el Señor lo remiende o lo moldee hasta hacerlo un instrumento efectivo en sus manos. Soy una persona que Dios está haciendo, Como una estatua que Dios está moldeando; Dios me está cambiando y corrigiendo; ¡Dios me está perfeccionando!

La perfección cristiana no es un carácter acabado, o terminado. Es un compromiso de “llegar a ser” lo que Dios quiere hacer de nosotros. C. La perfección es un espíritu

Ser perfecto es poseer la mente de Cristo quien “no consideró el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”, sino que “tomando forma de siervo”, llegó a ser “obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:58). “El fruto del Espíritu [en nosotros] son las virtudes de Cristo".

Jesús ilustra el significado de perfección en Mateo 5. Allí dice, “a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos”, como significado de servicio; es dar la túnica aun cuando ya la capa ha sido dada; es orar por los enemigos; es volver la otra mejilla. Para el judío la “mejilla derecha” simbolizaba su orgullo personal o ego, y uno de los más grandes insultos era golpear a un judío con la reversa de la mano en la mejilla. Jesús,

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al requerir a sus discípulos que vuelvan la otra mejilla, estaba diciéndoles que no debían vengarse por causa de su orgullo o ego herido. ¡Esto es perfección!

En forma más simple aún, perfección cristiana es ser semejantes a Cristo, es manifestar el espíritu de Jesús cuando era clavado en la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Es el mismo espíritu de Esteban, quien oraba mientras lo apedreaban: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:60).

Por esta razón dijo sabiamente Wesley que si al buscar la perfección cristiana estamos buscando alguna otra cosa que amor, que de manera libre se derrama a sí mismo en servicio de sacrificio y perdón, estamos “apartados de la verdad”.

¡Ven a mí, ven a mí, Invitado Celestial! Y no te apartes de mí,· Bebamos juntos de la fuente del amor Y que la fiesta dure por la eternidad. —Carlos Wesley Todo pecado consciente —interno o externo— es desterrado en la entera santificación

En la vida del verdadero cristiano ningún pecado puede ser tolerado. No importa si es un discípulo maduro o un nuevo creyente, no debe haber pecado según el concepto bíblico primario. La salvación significa “liberación” del pecado.

Se dice con frecuencia que en la justificación somos liberados del pecado pasado o de la culpa del pecado; simultáneamente en la regeneración somos liberados del poder del pecado; en la entera santificación somos liberados de la polución del pecado; y en la glorificación seremos liberados de la presencia y efectos del pecado. Pero en cada etapa 24 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

de la vida santa o cristiana somos liberados y salvados continuamente, momento a momento. A. La soberanía de la gracia

Para Wesley, la perfección cristiana o entera santificación es otra forma de describir y celebrar la “soberanía de la gracia”. Él habló de las etapas de la vida cristiana usando el lenguaje de Juan (1 Juan 2:13-14): “Hijitos” (bebés en Cristo), “jóvenes” (aquellos que comenzaron a ser establecidos en la fe y la seguridad de la salvación), y “padres” (aquellos que son perfectos en amor)”.

Sin embargo, aún los bebés en Cristo no cometen pecado. El poder y el dominio del pecado, el acto de pecar continuamente, fue roto. Todos los creyentes son “hechos libres del pecado externo”. “Aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda y el maligno no lo toca” (1 Juan 5:18). Este creyente no peca “voluntariamente” o “habitualmenteTodo verdadero cristiano “es hecho perfecto al punto de no cometer pecado”.

Un cristiano nuevo normalmente experimenta un cambio de tal magnitud que “imaginará que todo el pecado se fue; que está totalmente desarraigado del corazón”. El nuevo cristiano deduce, según Wesley, “¡Como no siento el pecado; por lo tanto, no lo tengo más: Como no inquieta; por lo tanto, no existe: como no se mueve; por lo tanto no tiene su ser!” Pero hasta que uno es totalmente santificado, el pecado está “sólo suspendido, no destruido”.6 B. Crucificado con Cristo

La entera santificación es salvación plena –liberación de la polución o el ser del pecado– de orgullo, obstinación en hacer nuestra voluntad, ira. El cristiano no tendrá duda del favor


de Dios, sino que tendrá una “convicción”, dada por el Espíritu Santo, de que el pecado aún permanece en el corazón; de... la mente carnal, la cual aún permanece... aún en quienes han sido regenerados'; a pesar de que ya no reina”.

A su tiempo el creyente discierne un espíritu de egoísmo o de no semejanza a Cristo –“de manera que ahora estamos avergonzados de nuestras mejores obras de lo que estuvimos por nuestros antiguos pecados”. Confesamos nuestra absoluta “incapacidad... nuestra evidente inhabilidad para tener aún un buen pensamiento, o para concebir un buen deseo, o para realizar un buen acto, sólo podremos hacerlo por medio de la gratuita y todopoderosa gracia de Cristo”.7 La frase de Pablo, “crucificado con Cristo” (Gálatas 2:20, describe la liberación del pecado interno y externo.

Un creyente enteramente santificado ha “muerto realmente al pecado”, a todos los deseos carnales egoístas y a todo lo que es contrario a la voluntad de Dios. Pero, él, “está vivo para Dios”, esto demostrado por su amor a Dios y su amor y bondad hacia su prójimo (Romanos 6:11). No sólo disfruta de la limpieza o libertad de pecar y del pecado original, sino que también su voluntad es llevada a una completa devoción a la voluntad de Dios.

Dios no quebranta la voluntad del hombre. Más bien, Él atrapa o atrae la voluntad del hombre por medio del amor. El creyente enteramente santificado es guardado en amor (1 Tesalonicenses 3:12; 4:9-10). Hay una diferencia evidente entre miedo y amor. El miedo

se pregunta, “¿debo hacerlo yo?” El amor desea hacerlo, por lo tanto dice, “¿puedo hacerlo?” Dios pone su ley en nuestro amor -nos identificamos totalmente con su ley, por lo que nos deleitamos en su voluntad. Es por la actividad de Dios en nosotros que Agustín pudo animarse a decir: “Ama a Dios y haz lo que quieras”. Él sabía que la persona enteramente santificada hará lo que es bueno tan seguro como que el agua correrá colina abajo. C. La ofrenda del ser completo

Todos los que son santificados se ofrecen a sí mismos y su servicio como un sacrificio vivo u ofrenda a Dios (Romanos 12:1). No buscan agradar a los hombres para conseguir sus aplausos si algún principio cristiano debe comprometerse. Es a Dios a quien buscan satisfacer, no a los hombres (1 Tesalonicenses 4:1). El mandamiento del Señor es “Anda delante de mí” – no delante del mundo o de los fariseos religiosos– “y sé perfecto” (Génesis 17:la). Aquellos que pertenecen por completo a Cristo buscan vivir una vida “sin mancha”. Ellos saben que no será “sin fallas” (1 Tesalonicenses 3:13).

Fundamentalmente, la culpa es apropiada sólo cuando el motivo es malo. Cuando con algunas acciones no alcanzamos el objetivo deseado, pero que fueron realizadas con intenciones elevadas y puras, son erróneas -pero no pecaminosas- y surgen de las enfermedades de la mente y del cuerpo del hombre. La “inocencia” es ahora posible para el cristiano, y en el último día Cristo nos presentará “sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas v. 24).

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Consciente de sus actos con fallas, la persona verdaderamente santificada no buscará autojustificarse sino que dependerá de la continua limpieza de la sangre de Cristo. No está a la defensiva, sino que es sensible a la dirección del Espíritu. A medida que reconoce sus errores, la sangre de Cristo continúa limpiándolo de todo pecado y lo preserva en comunión personal con Dios (1 Juan 1:7).

La vida santa es de continua penitencia y dependencia de Dios. Necesitamos la expiación para nuestras debilidades y errores. Sostener que un corazón enteramente limpio no necesita la expiación de Cristo equivaldría a decir que porque es mediodía no necesitamos el sol. Es el sol que trae la luz del mediodía; y es Cristo quien nos da, momento a momento, libertad del pecado. D. Objeciones comunes a la perfección cristiana

Ser enteramente santificado no significa que uno “no es capaz de pecar”. Es ser capaz de “no pecar”. “Si lo somos (enteramente santificados) podremos (vivir sin pecar); si no lo somos no podremos”. Algunos suponen que el pecado es algo deseable puesto que nos ayuda a mantenernos humildes. John Fletcher, hombre de confianza de Wesley, ilustró la absurdidad de este razonamiento: “¿Quién tiene más pecado que Satanás? ¿y quién es más orgulloso? ¿Hizo el pecado humildes a nuestros primeros padres? Si no fue asl ¿por qué hay hermanos que suponen que su naturaleza es afectada para mejorar?¿Quién fue más humilde que Cristo?¿Cometió Él pecado para alcanzar su humildad? ¿No vemos a diario que cuanto más pecan los hombres, más orgullosos son?”8 26 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

Críticos de la doctrina de la perfección cristiana han hecho numerosas objeciones: la doctrina de la perfección cristiana lleva al orgullo; exalta al creyente a un estado de fariseísmo; llena con presunción y con una actitud de “soy más santo que tú”; deja de lado el arrepentimiento; hace que uno desaire a Cristo y confíe en sí mismo; hace innecesaria la disciplina del cuerpo; hace la oración “Perdona nuestros pecados” superflua. En relación a estas objeciones observamos que los creyentes que están creciendo tienen una aguda percepción de sus fallas y siempre buscan perdón. Fletcher, a quien Wesley describió como el más santo de los hombres del siglo XVIII y, posiblemente, hasta después del apóstol Pablo, con frecuencia expresaba sus pensamientos más profundos y confesiones a amigos en correspondencia.

A Carlos Wesley le escribía regularmente. Sus peticiones eran, “Oh, Carlos, por favor, ora por mí, para que sea lleno del Espíritu Santo”. Poco después, escribía, ahora con gozo: “Oh, Carlos, gózate conmigo. El Consolador ha venido en su plenitud”. Pronto volvía a escribir: “Oh, Carlos, ora conmigo para que sea lleno del Espíritu Santo. El Señor me muestra áreas de mi vida que necesitan mejorar”. Más tarde: “” Oh, Carlos, gózate conmigo, he sido lleno con la plenitud de Dios”. ¿Podemos considerar que sus peticiones de ser “lleno con el Espíritu Santo” fueron debidas a que él no era enteramente santifiando? ¡En verdad, no! Significan exactamente lo opuesto. A medida que el Espíritu guiaba a


Fletcher y le daba nueva luz, caminaba en esa luz. Crecía y se expandía espiritualmente. Por esto oraba por nueva y fresca llenura del Espíritu. Su experiencia coincide con la amonestación de Pablo: “Sed llenos [tiempo presente continuo] del Espíritu”, o, literalmente, “Manténganse siendo llenos del Espíritu” (Efesios 5:18).

El Espíritu Santo, que es dado al creyente en la conversión, revela al hombre la necesidad de una completa limpieza del corazón y la llenura con el Espíritu Santo. Él muestra lo que “falta” (1 Tesalonicenses 3:10) y revela la posibilidad de la entera santificación (Juan 16:8-13; 17:17).

Es el Espíritu Santo el que crea el apetito y la sed por esta insondable relación con Dios. Y la promesa de Cristo es: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). La entera santificación se recibe por fe y en un instante

En la conversión de Pablo, en el camino a Damasco, el apóstol fue comisionado para ir a los gentiles, “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18).

Sin embargo, alguien podría interpretar que en lo sucedido con Cornelio, registrado en Hechos 10, es significativo que Pedro, años más tarde recordando la experiencia ante el Concilio de Jerusalén, dijera:

“Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros [los discípulos en Pentecostés] y ellos [la casa de Cornelio], purificando por la fe sus corazones” (Hechos 15:8-9).

Probablemente, lo más destacado que pueda afirmarse sobre la entera santificación es que no es una obra humana sino divina. No se obtiene por autodenigración procurada en una total resignación. Ningún aspecto de la salvación es “por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:9).

Y cada virtud que poseemos, Y cada victoria que ganamos, Y cada pensamiento de santidad Son sólo Suyos. –Harriet Auber A. Fe implica obediencia y consagración

Fe es la única condición requerida, es fe lo que hace posible el compromiso total. La completa consagración de uno mismo, con su sustancia y servicios hacen posible la apropiación de la fe personal que nos lleva a la entera santificación. Esta fe, que se sostiene en la promesa que el “altar [Cristo] santifica la ofrenda” (Mateo 23:19), surge de una completa renuncia a todo aquello conocido que esté en oposición a Dios. Es una consagración a Dios irrevocable y consumada, una muerte a los deseos egoístas.

La fe que trae la bendición es una convicción que Dios ha prometido la santificación en las Escrituras, que Él cumplirá su Palabra, que lo hará de inmediato y de que lo hace. Pero un acto de fe es insuficiente. Es fe de por vida. De la misma manera que uno no puede vivir indefinidamente con una simple bocanada de oxígeno, tampoco puede sostener su vida espiritual por un simple momento de fe.

Esto es consistente con la repetida enseñanza del Nuevo Testamento en donde la palabra “creer” se halla siempre en presente progresivo, indica una continua responsabilidad de parte del creyente en mantener el nuevo “caminar en fe:, que incluye obediencia y amor (cf. Juan 1:7; 3:16-17; 20:3; Hechos 13;39; Ro-

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manos 10:10). No hay estado de gracia que no presupone dependencia en Cristo y, por lo tanto, fe en Cristo. B. La fe puede ejercerse en un momento

Puesto que la entera santificación es por fe, se forja en forma instantánea.9 “Ciertamente alguien puede obtenerla ahora mismo, si cree que es por fe”, escribió Wesley. Trabajo requiere tiempo –la idea de que usted debe hacer algo o ser alguien. Negar que la entera santificación se recibe por fe, por lo tanto, es una forma de orgullo, de autojustificación. Pretender que uno aún no es lo suficientemente bueno es una sutil forma de autoconfianza.

Pero, dijo Wesley, “Si usted la busca por fe, usted puede esperarla tal cual está y, si es tal cual está, puede esperarla ahora”. Existe “una inseparable conexión entre estos puntos –¡esperarla por fe; esperarla tal cual está; y esperarla ahora! Negar uno de ellos equivale a negar todos".10

Alguien dijo: “Ningún hombre es santificado hasta que cree. Cada hombre, cuando cree, es santificado”. Esta verdad motivó a J. W. Alexander a proclamar: “No puede haber una búsqueda o empresa humana, en la cual haya tan pequeña posibilidad de fallar, como orar por santificación”. La entera santificación provee su propia seguridad

La Biblia enseña, no sólo que el hombre puede ser santo, liberado del pecado, sino que también puede tener la conciencia o seguridad interna de que lo es. Esta doctrina del testimonio del Espíritu brota del carácter de Dios mismo, quien creó al hombre a su propia imagen para tener comunión con él. Una parte de esa imagen incluye la habilidad del hombre, dada por Dios, de responder a Dios, conocer a Dios y ser conocido de Él. 28 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

El testimonio del Espíritu no es algo esotérico, emocional o una experiencia mística. Es la comunicación de Dios a la humanidad de que somos “aceptos en el Amado” (Efesios 1:6). Hay dos versículos a los que siempre se hace referencia en cualquier discusión sobre el testimonio del Espíritu:

Romanos 8:16. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Hebreos 10:14-17. “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”, añade: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”.

Otros pasajes de la Escritura relacionados al testimonio del Espíritu incluyen 1 Corintios 2:12; Gálatas 4:6; 1 Juan 3:24; 4:13; 5:6. Mientras cada uno se sostiene por sí mismo, es bueno recordar que la seguridad del cristiano es un don de Dios, que surge de su misericordia y su bondad amorosa. A. El testimonio objetivo y el subjetivo

El testimonio del Espíritu provee una cualidad personal que hace de la vida cristiana una vida de gozo, satisfacción, paz, estabilidad, contentamiento y perseverancia. Las doctrinas gemelas del testimonio del Espíritu y de la entera santificación son enseñanza y predicación distintiva del wesleyanismo.

¿Cómo sabemos que fuimos limpiados de la contaminación interna del pecado? La respuesta de Wesley es bíblica: “Por el testimonio y los frutos del Espíritu”. Él hablaba del testimonio “objetivo” que simplemente es la palabra y la promesa de Dios.


Por ejemplo, Dios prometió, “Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas” (Deuteronomio 30:6). El testimonio del Espíritu, que asegura que uno es enteramente santificado, es la evidencia y convicción divina de que lo que Dios ha prometido, es capaz de realizarlo y, que además de ser capaz, está dispuesto a hacerlo ahora. Una evidencia y convicción divina de que lo hace, en esa hora se hace.

Luego está el testimonio “subjetivo” del Espíritu. Esto incluye el testimonio directo del Espíritu de Dios a mi espíritu de que Él me aceptó. Esto significa que no hay condenación sino, más bien, bienestar y placer en la presencia de Dios. La otra parte de este testimonio subjetivo, o interno, es el testimonio indirecto al espíritu humano. En un sentido es la “inferencia” que surge del hecho de que uno tiene buena conciencia, lo que incluye evitar ofender a Dios y a los hombres (Hechos 24:16).

En otras palabras, por la presencia del “fruto del Espíritu” en la vida –“amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23)– el creyente tiene la seguridad de la actividad de Dios en su vida. El fruto debe estar presente, si así no fuera, la inferencia es mera ilu sión.11

Sustituir este testimonio interno con alguna señal externa o fenómeno físico es apartarse de la enseñanza de las Escrituras. El obvio peligro y error al haceres desviar el énfasis primario del Espíritu mismo hasta una expre-

sión de validación. Establecer algún don particular como “la” evidencia de ser enteramente santificado, o de ser bautizado con o llenados del Espíritu Santo, exalta el don en lugar del Dador. B. La base de la seguridad cristiana

La Escritura dice mucho sobre las evidencias y la seguridad cristiana. Juan habló seis veces sobre conocer que estamos en Cristo, que estamos en la verdad y que hemos pasado de muerte a vida (ver 1 Juan 2:3, 5, 29; 3:14, 24; 4:13).

Pedro dijo que al cristiano se le da una “esperanza viva” y el testimonio del Espíritu (ver Hechos 15:8-9; 1 Pedro 1:3-4). Pablo aseguró que somos sellados y tenemos mucha seguridad (2 Corintios 1:21-22; 5:1; Gálatas 4:6; Efesios 4:30; 1 Tesalonicenses 1:5). El escritor de Hebreos afirmó que no perdamos la confianza (10:35).

La Biblia positivamente enseña que podemos saber que somos aceptados por Dios. Como lo sabemos es declarado tan positivamente como el hecho de conocerlo. Juan asegura inequívocamente que pasamos de muerte a vida porque “amamos a los hermanos” (1 Juan 3:14); sabemos que conocemos a Dios porque “guardamos sus mandamientos” (2:3); sabemos que estamos “en él” porque “el amor de Dios se ha [es] perfeccionado en nosotros” (2:5); sabemos que nuestro amor se ha perfeccionado porque nos sentimos confiados en la presencia del Dios santo (4:16-19). Y Pablo confió en el testimonio personal del Espíritu Santo (2 Corintios 1:21-22; Gálatas 4:6; Efesios 1:13), incluyendo el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).

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La seguridad cristiana no es información acerca de Dios o mero conocimiento por medio de enseñanzas relacionadas a Él. Más bien surge de un “conocimiento” personal que implica una íntima y vital relación con Él. La seguridad cristiana siempre halla su origen aquí, capacita al creyente para confiar y afirmar: “... yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12). La total certeza es posible, pero sólo surge de un total compromiso y de una completa limpieza. Se nos otorga la entera santificación en esta vida —y no en un monasterio

Las promesas del nuevo pacto inscriptas en el corazón del ser humano sobre la restauración de la imagen divina no tiene ningún significado a menos que ese cumplimiento sea para esta vida. La buena noticia es que esto se puede volver realidad ahora. En la entera santificación se disfrutan los beneficios de esas promesas. El pecado nos aliena de Dios. Se requiere la santidad, o la vida santa, para ver a Dios. Si estas enseñanzas bíblicas son tomadas seriamente, entonces, negar la perfección cristiana o la entera santificación equivale a afirmar alguna forma de “purgatorio" (i.e., la misma muerte o seguido a la muerte) o aceptar la alternativa de que el ser humano pecador será desterrado de la presencia de Dios para siempre. La entera santificación, obviamente, está diseñada para la vida del ser humano ahora, por lo que hace posible en él. Pablo señala al30 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

gunos de estos beneficios en 1 Tesalonicenses. Él afirma en la primera parte de la carta que la vida total de santidad comienza en la regeneración, y luego habla de un momento de absoluto compromiso y limpieza hacia el cual será guiado el creyente (Capítulo 7). Es esta relación con Dios -entera santificación- lo que hace posible esta continua vida de santidad que Pablo desarrolló en los capítulos iniciales. A. Totalidad y balance

El pasaje sugiere que, la entera santificación hace la vida del creyente “total” y “completa" —¡Qué belleza! La discordia producida por la naturaleza egoísta del ser humano se remueve y reemplaza por algo armónico a la voluntad de Dios. Pablo oraba para que aquellos creyentes fueran santificados “enteramente”, o, “de lado a lado” (Lutero). Él subrayó la verdad de que el medio para recibir esta “totalidad de vida” es “el Dios de paz” (1 Tesalonicenses 5:23). La entera santificación trae paz y un equilibrio, que de otra manera no sería posible. Este descanso interior hace que la vida del cristiano sea hermosa. Los materiales del templo originalmente estaban en condición rústica. Pero, puestos en las manos de un ingenioso artífice se transforman en algo hermoso y de gran utilidad. De la misma manera, en las manos del Dios de paz, el “Gran Artífice”, el creyente es moldeado y transformado en algo útil y bello. Esta totalidad incluye no sólo belleza sino también balance. Pablo hablaba, en el pasaje mencionado, de santificación y limpieza de “todo [nuestro] ser, espíritu, alma y cuerpo”.


En la entera santificación todo el ser se integra y une de manera que trabaja junto para la gloria de Dios. De esta manera, la integridad del ser se realiza en su totalidad. ¡Ningún poder en el universo es capaz de destruir esta totalidad! B. Servicio y estabilidad

Ambos, limpieza y dedicación, son parte de la santificación bíblica. Al igual que los utensilios en el Antiguo Testamento, necesitan primero limpieza para luego usarlos en la adoración divina; nosotros también necesitamos purificarnos antes de estar dispuestos para el uso del Maestro. Esta limpieza y separación se realiza en la entera santificación.

Aún así, esta separación no significa abandonar la vida cotidiana y recluirse en un monasterio. Jesús oró para que sus discípulos fueran santificados, equipados para ser enviados “al mundo”, de la misma manera que el Padre le envió a Él al mundo (Juan 17:15-18). Debe haber separación del espíritu de este mundo su codicia, su insatisfacción, su modo de conversar, su conducta y egoísmo. Pero habrá amor, compasión y una búsqueda activa de oportunidades de servicio al prójimo en cada relación de la vida.

Ser santo significa cuidar del hambriento, el sediento, el extranjero, el desnudo, el enfermo y los prisioneros, como enseñó Jesús (Mateo 25:35-40). El gran maestro alemán Goethe, dijo: "La conducta es el espejo en donde cada uno muestra su imagen”. Aquellos que son portadores de la imagen divina deben distinguirse por sus actos de misericordia y por una conducta que exprese su interés en el prójimo.

La entera santificación produce estabilidad en el corazón, da fortaleza contra la tentación; y en la prueba, fortaleza para resistir. En su gran oración sumosacerdotal Jesús oró

al Padre para que enviara su Santo Espíritu para “guardar” o proteger a sus discípulos (Juan 17:11-12). La entera santificación, una gracia que afirma al creyente, es la respuesta del Padre a la oración de Jesús que intercedió por aquellos que han de creer en Él “por la palabra de ellos" (Juan 17:20) .

D. l. Vanderpool dijo que el bautismo del Espíritu Santo, o entera santificación, produce “una estructura vigorosamente apuntalada” en el hombre. “Esta es la experiencia que instala refuerzos internos en lugares estratégicos. De esta manera el alma está preparada para resistir pesadas cargas sin doblegarse y soportar los pesados vientos de la tentación sin derrumbarse”. Este bautismo “provee para el alma la presencia de un Consolador para las desilusiones de la vida, un Guía que nunca falla para el peregrinaje de la vida... y poder para servir en cualquier lugar en la iglesia” o fuera de ella.12 C. Poder divino y limpieza

Pablo, en su carta a los Efesios, destaca los incalculables recursos que están a disposición del cristiano. Afirma que Dios levantó a Jesús de la muerte y lo exaltó a la diestra del Padre, “sobre todo principado y autoridad y poder” (1:20-21). Luego indica que desde la tumba de nuestra desobediencia y pecado, Dios “nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (1:20; 2:1, 5-6). Esto significa que todos los recursos del cielo están disponibles para aquellos que viven en la presencia de Dios. La “supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos” (1:19) está más allá de toda imaginación y comprensión humana. Pero “tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros... para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”


(2 Corintios 4:7, 10). El hombre y la mujer fueron creados para depositar en ellos el Espíritu de Dios, la vida misma de Cristo vivida en nosotros. El cuerpo del hombre y la mujerobviamente en esta vida- serán, así, un instrumento efectivo de testimonio y servicio cristianos.

La entera santificación capacita al creyente para vivir de manera santa en este mundo. Se señala que las palabras “perdón” y “justificar” aparecen 194 veces aproximadamente en las Escrituras, en tanto que las palabras “perfecto”, “rectitud”, o “santificar” aparecen más de 990 veces y aplicada a la vida que ahora vivimos, más de 500 veces.

Juan declaró: “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17). El apóstol amado afirma de manera inequívoca que los creyentes enteramente santificados son como su Maestro, no meramente en la muerte o después de ella, sino en este mundo. Aun continúa y dice que la sangre de Cristo “limpia" (no a la hora de la muerte o en el día del juicio, sino en tiempo presente) —“de todo pecado” (1 Juan 1:7).

Estas grandes promesas llevaron a Wesley a advertir a los creyentes a no pedir ser “renovados antes de su muerte... Más bien, pidan que sea hecho ahora, hoy...” ¡Apresúrense hombres, apresúrense!

¡Permite, que tu alma irrumpa en un poderoso deseo Para probar Su perfecto deleite; Que en tu corazón se encienda el fuego Y que se disuelva en amor!13

“Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación” (1 Tesalonicenses 4:3). “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santifica32 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

ción” (v. 7). “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestra Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (5:23-24). La entera santificación se disfruta en una cierta separación espiritual

Aunque la vida de santidad no es apartarse de las necesidades de gente a nuestro alrededor, hay una cierta clase de separación de todo lo que es secular, material y temporal. Es una vida de aptitud o bienestar espiritual. Es mantenerse en buen estado espiritual para lograr un óptimo uso del potencial poseído para ministrar. Este entendimiento llevó a Susana Wesley a aconsejar al joven Juan: “Todo lo que debilite tu razón, afecte la sensibilidad de tu conciencia, oscurezca tu sentido de Dios o limite tu disfrute de las cosas espirituales, lo que aumente la autoridad de tu cuerpo sobre tu mente, esto es, para ti, pecado”. Una vida controlada y disciplinada por el Espíritu contribuye a la salud social de nuestras comunidades y vecindarios.

En la vida santa hay libertad del pecado, para que el hombre pueda abstenerse “de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22); también hay libertad de mucho de lo que es legítimo, pero secundario. La persona enteramente santificada no permitirá que lo bueno le robe lo mejor de Dios. Al vivir una vida disciplinada, su constante oración es: “Señor, pon una espina en cada momento de gozo, un gusano en cada calabaza que pudiera retardar mi progreso espiritual”.

A. Mantener correctas nuestras prioridades

Los cristianos enteramente santificados están dispuestos a dejar atrás algunas cosas que, en


sí mismas, no están mal pero desisten de ellas porque demandan tiempo, energía, talento o dinero que puede ser invertido con más sabiduría en el servicio a Dios.

Es en estas áreas en las que hay infinito espacio para el crecimiento y el desarrollo de la santidad. Uno de los grandes desafíos y aventuras de la vida santa es, en palabras de Harold Kuhn, “lograr realizar la transición de carácter a la práctica -de lo que la gran y crucial experiencia de la limpieza del corazón hace al transformar una realidad interna en una realidad externa de conducta que es lo que la santidad cristiana im plica”.14

El desprendimiento del que estamos hablando está relacionado a la constante llenura del Espíritu. El cristiano enteramente santificado no está contento con la limpieza del pecado y separación de las cosas secundarias de la vida; sino que desea ser lleno continuamente del Espíritu. Desea estar arraigado en Cristo, lleno de la plenitud de Dios. Tiene hambre y sed de gracia abundante, vida plena, de una relación con Dios que trae poder y perfección de amor.

Existe una plenitud del Espíritu que, según Daniel Steele, “debe implicar entera santificación -la presencia permanente por gracia en el alma del Espíritu Santo, en su plenitud, no como un don extraordinario, sino como una persona que tiene el derecho de decidir en cada parte del alma y el cuerpo, que posee las llaves de los cuartos más escondidos, y así ilumina cada armario y penetra cada grieta de la naturaleza, y llena todo el ser de amor sa nto”.15

B. Continuo crecimiento en la gracia

La entera santificación remueve los obstáculos fundamentales que impiden crecer en la gracia. En la vida de santidad existe la nutrición producida por las gracias cristianas, un aumento en producir los frutos del Espíritu y aún profundidad de vida espiritual, aumento de gozo en la comunión con Dios, fortalecimiento del carácter y aumento del interés y compasión por el prójimo. Pedro se refirió a este crecimiento de manera específica: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino pode mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia ... Vosotros también poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, fecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1:3, 59). Porque uno está unido a Cristo y separado de lo secular, está preparado para vivir en victoria en cada vicisitud de la vida. Las circunstancias, aunque difíciles, no pueden agobiar su espíritu. Por medio de la disciplina, el crecimiento nos equipa para resistir pruebas y aflicciones, y vivir en la confianza de que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Es una vida de

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victoria que se mantiene momento a momento por medio de la fe activa y obediencia a Cristo. Hay una vitalidad espiritual que produce una plenitud de vida y un júbilo que es contagioso. C. Nuestro compañerismo santo

Aun cuando la persona enteramente santificada disfruta de una relación personal con Dios, no es una relación individualizada. Una persona santificada sabe que por gracia es miembro del cuerpo de Cristo. No es algo insignificante que cuando el Nuevo Testamento llama a los creyentes “santos” o “santificados”, lo hace en plural. Aquellos que viven una vida santa reconocen que en virtud de estar “en Cristo” forman también parte de la comunión de los santos (1 Corintios 12:12-27; Efesios 4:1-7).

La santidad se sostiene por medio de la vida de Cristo, la vida de la iglesia, la comunidad de creyentes. No existe tal cosa como una “santidad solitaria”. Pablo subrayó esta verdad al proclamar que “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha... Nadie aborreció jamás su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Efesios 5:25-27, 29-30). Conclusión

El plan de Dios es poseer un pueblo santo. El organismo corporativo de creyentes cristianos es el cuerpo de Cristo, su iglesia. La iglesia es santa en el sentido que Dios, por medio de Cristo, la compró y la proclama como su posesión y, también, en el sentido de que hay creyentes en la iglesia que son moralmente santos o puros de corazón .16 Pedro llamó a esto 34 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

una “nación santa” (1 Pedro 2:9), el pueblo redimido por Dios, sus instrumentos para hacer posibles sus propósitos redentores en la historia. El establecimiento de la iglesia es el cumplimiento de la promesa de un nuevo pacto.

La estrategia divina se realiza no sólo por el nuevo pacto -la ley de Dios escrita en el corazón del hombre- sino también por la restauración de la imagen divina, comenzada en la regeneración y continuada en la entera santificación y, aún, más allá hasta la glorificación. “Nosotros todos”, pueblo de Dios, “mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados... en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).

Aunque la transformación definitiva yace aún en el futuro, el Espíritu trabaja ahora de manera efectiva en la vida de los seguidores de Cristo haciéndolos como Él.

Pablo enfatizó este crecimiento en ser cada vez más semejantes a Cristo con estas palabras: “Así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Romanos 5:21). Esto significa que, como el pecado reinaba anteriormente para muerte, ahora, por medio de Cristo, reina la gracia -progresivamente, hasta cierto punto, pero más poderosamente. “¡Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia!” (v. 20).

“A su semejanza” —el legado de cada creyente. Reclamemos nuestra herencia, caminemos en fe y obediencia, y oremos con un deseo ardiente”:


Salvador mío, como tú eres Puro y santo quiero vivir. Dejando atrás los vanos placeres, En tus pisadas quiero seguir. Coro Hazme, oh Cristo como tú eres, Mi ser inunda con tu poder. Ven en tu gloria, Padre bendito, Tu semejanza quiero tener.

Quiero ser dócil, manso y humilde, Siempre sumiso, siempre leal; Mi ser entero gloria te rinde, Busca anhelante tu santidad.

Hoy purifica toda mi alma Con fuego santo de tu altar, Que desarraigue todo lo malo Para que tú la puedas usar. —Thomas O. Chisholm ("Oh, to Be Like Thee”; traducción al español del himnario Gracia y Devoción, bajo el título “Salvador mío, como tú eres”).

NOTAS

1. Wiley, Christian Theology, 2:479.

2. Wesley’s Explanatory Notes upon the New Testament, 1 John 4:18.

3. Estos se tomaron prestados del sumario de W. E. Sangster de las enseñanzas básicas de Juan Wesley (que creemos con tiene el fundamento bíblico) concerniente a santidad, entera santificación o perfección cristiana.

4. WJW, 6:45, 46. 5. lbid., 11:394. 6. lbid., 6:45.

7. lbid., 50-51. 8. FW, 4:431.

9. Se señala con frecuencia que entera santificación es aná loga al nuevo nacimiento, que sucede de manera instantánea en el creyente: Ambos son expresiones del amor divino (Juan 3:16; Efesios 5:25-27); ambos están sujetos a la voluntad de Dios (1 Tesalonicenses 4:3; 1 Timoteo 2:34); ambos se logran por la Palabra de Dios (Juan 17:17; 1 Pedro 1:23); ambos los ejecuta el Espíritu Santo (2 Tesalonicenses 2:13; Tito 3:5); ambos los provee la expiación de Cristo (Romanos 5:9; Hebreos 13:12); ambos son por gracia y no por obras (Efesios 2:8-9; Tito 2:11-14); ambos son por fe (Hechos 15:8-9; Romanos 5:1). Véase Exploring Our Christian Faith, W. T. Purkiser, ed., (Kansas City: Beacon Hill Press, 1960), 354-56. También disponible en español bajo el título Explorando nuestra fe cristiana, Casa Na zarena de Publicaciones.

10. WSS, 2:459-60.

11. lbid., 1:208, 226-27. Véase también 2:343-44.

12. D. l. Vanderpool, “The Baptism with the Holy Ghost”, in McGraw, Holiness Pulpit, Nº 2, 32-33. 13. WJW, 11:403.

14. Harold B. Kuhn, “Ethics and the Holiness Movement”, in lnsights into Holiness, Comp. Kenneth Geiger (Kansas City: Beacon Hill Press, 1962), 245. 15. Daniel Steele, A Defense of Christian Perfection (New York: Hunt and Eaton, 1896), 110. 16. Corlett, The Meaning of Holiness, 112. — -- -

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VIDA

DEVOCIONAL

EN LA

TRADICIÓN

WESLEYANA Por Steve Harper

Traducido al Español por Fredi Arreola

Alhambra, California 1991


"¡Principia! Fija alguna parte del día para ejercicios privados. . . Te guste o no, lee y ora diariamente. Es por tu vida; no hay otro camino: de otra manera serás trivial todos tus días". —JUAN WESLEY INTRODUCCIÓN

DOS FACTORES INTERESANTES ESTÁN CONVERGIENDO en este momento en la

iglesia. Primero, hay un renacimiento genuino de los estudios wesleyanos. Material para la investigación erudita y enriquecimiento laico se añade significativamente a nuestro conocimiento, y, además, existe una apreciación de Juan Wesley como un teólogo serio y un modelo relevante para la renovación personal de la iglesia.

Al mismo tiempo, un nuevo énfasis sobre la formación espiritual toma lugar. Es claro que no podemos ser la iglesia aparte de una práctica profunda y comprehensiva de la vida devocional. Ninguna cantidad de programación y estructuración puede substituir la vitalidad espiritual, personal y comunitaria. Los recursos aumentan y son de ayuda a los individuos y a las iglesias en su crecimiento de esta área esencial.

Este libro, es un intento de contribuir tanto a los estudios wesleyanos como a la formación espiritual. En él espero mostrar que el corazón de la vida y ministerio de Wesley eran su dedicación total a la vida devocional. Espero usar sus principios y prácticas como ejemplos a seguir en el día de hoy por todos nosotros mientras caminamos nuestro camino hacia adelante en la vida espiritual. A la medida que el libro ayude a crecer en el conocimiento y gracia de Jesucristo, verdaderamente será vida devocional en la tradición wesleyana.

—Dr. Steve Harper


CAPITULO 1 JUAN WESLEY: HOMBRE DE DEVOCIÓN

Esto es desafortunado. La vida devocional de Wesley puede ser una rica fuente de ayuda e inspiración para nosotros, que buscamos patrones particulares propios de devoción. Este libro es un intento de sacar a luz algunas facetas de la devoción wesleyana que aun pudieran servir para enriquecer nuestra relación con Dios.

El enfoque particular del libro es sobre los medios de gracia, que formaron la base de las prácticas devocionales de Wesley. Sin embargo, al principio, es importante saber por qué estamos viendo a Juan Wesley como un Guía relevante para nuestra actual peregrinación devocional.

“¡PRINCIPIA! FIJA ALGUNA PARTE DEL DÍA

para ejercicios privados... Te guste o no, lee y ora diariamente. Es por tu vida; no hay otro camino: de otra manera serás trivial todos tus días”.1

Estas palabras de Juan Wesley, escritas a uno de sus predicadores itinerantes, muestra la importancia de la vida devocional. Aun hoy, muchos en la tradición wesleyana están conscientes de su dedicación perenne a la devoción cristiana. Sabemos de su práctica de levantarse temprano y quizá varias de las obras devocionales que usaba. Seguido eso es todo nuestro conocimiento. Como consecuencia, el ejemplo de Wesley es muy poca ayuda concreta para nosotros que luchamos con nuestra propia formación espiritual. 38 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

Principiamos a obtener un discernimiento al recordar su verso escritural primario: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente; este es el primer y gran mandamiento. Y el segundo es semejante. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37- 40).2

La vida devocional de Wesley era uno de los medios para cumplir esta meta. Llegó a ser una avenida para el amar más perfectamente a Dios y a otros.

Ciertos elementos claves sobresalen en sus prácticas devocionales, que nos pueden ayudar si buscamos amar a Dios y a otros de la misma manera.

Primero, la vida devocional de Wesley es realista. Cuando estudiamos su vida devocional sentimos que estamos siguiendo a un compañero peregrino en la fe. Wesley tuvo sus altas y sus bajas, tal como nosotros. Su vida devo-


cional no era perfecta, al igual que la nuestra tampoco lo es. Cometió una cantidad de errores en el caminar.

Uno de los errores más gráficos ocurría alrededor de 1732. Las devociones de Wesley tomaban un giro hacia la auto-examinación exagerada; se llegó a preocupar con tomar su pulso espiritual. En la parte de atrás de su diario personal,3 inventó un sistema con el cual podía evaluar su progreso o falta de ello. Esto lo hacía medir su vida espiritual con un grupo de preguntas predeterminadas.

En cada ocasión que Wesley fallaba en satisfacer una pregunta particular ponía un punto en la gráfica. Al final de la semana sumaba los puntos para cada pregunta con el propósito de ver cuántas veces había fracasado en esa área. Como se puede ver claramente, su sistema ocasionaba que enfatizara sus fallas. ¡Wesley estaba practicando un devocionalismo de derrota!

Esto es una advertencia para nosotros, pues es fácil resbalar a un patrón devocional que enfatice lo negativo. Esto es especialmente el caso si ya tenemos algún problema con la baja auto estima. Fácilmente practicamos la primera mitad de Santiago 5:16: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros”, pero se nos olvida la última mitad: “Y orad unos por otros para que seáis sanados” (RVR60; énfasis en negritas añadido). Como resultado, nuestra vida devocional se degenera a una neurosis espiritual.

plificar nuestros problemas, sino al aplicar la gracia de Dios. Podemos estar agradecidos que Wesley corrigiese este error y abandonase el mantener “su gráfica de fracaso”. Nosotros tenemos que encontrar un estilo devocional que acentúe la gracia sanadora y restauradora de Dios. La vida devocional de Wesley es realista. No tenía todo arreglado de antemano para que su vida devocional caminara por sesenta años como un automóvil que está afinado siempre. Tuvo que hacer ajustes en el camino. En ocasiones tuvo que abandonar algunas prácticas. Nos recuerda que tenemos que hacer lo mismo para tener un caminar significativo con el Señor.

Segundo, la vida devocional de Wesley tiene una disciplina. El hecho de que cometió algunos errores no le detuvieron para seguir adelante. Sabía que había descubierto el elemento esencial en la vida cristiana y estaba determinado a verla finalizar. El testimonio final de Wesley es de admirar. Los escritos diarios en su diario indican que por más de sesenta años practicó fielmente las disciplinas espirituales. Para no errar, variaba de formato y de contenido de vez en cuando, pero su

Ciertamente no deberíamos ignorar las áreas negativas de nuestra vida. Tenemos que continuar tomando el pecado y las fallas en serio. Pero el ejemplo de Wesley nos recuerda que se encuentra formación espiritual positiva no al am-

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intención básica de relacionarse personalmente con Dios no varió jamás.

De nuevo, es necesario balancear este largo patrón de fidelidad con una nota realista. Wesley conoció tiempos secos al igual que nosotros. De hecho, tenía un símbolo en su diario para apuntar el fervor de sus oraciones. En muchas ocasiones muestra que sus oraciones eran “frías” o “indiferentes”. Pero seguía adelante sabiendo que de nuevo habría tiempos de calor y de regocijo. He escuchado a más de una persona decir: “Bueno, no estoy sacando nada de mis devocionales, así que los suspenderé por algún tiempo hasta que el calor regrese”. Aunque ciertamente pudiese simpatizar con esta gente, he aprendido ver que este acercamiento puede ser devastador espiritualmente.

En los tiempos secos es cuando necesitamos permanecer disciplinados y fieles. De hecho, la verdadera oración nace de un sentido de la ausencia de Dios y de nuestra necesidad de Dios.4 Si nos damos por vencidos en los tiempos de sequedad y debilidad perderemos el gozo de encontrar al Dios que viene hasta nosotros en nuestra necesidad. Y fracasaremos en discernir la causa de la sequedad. Esto causaría que cometamos los mismos errores una y otra vez.5

Wesley se dirige a este asunto y nos recuerda que no podemos basar nuestra devoción en nuestras emociones, tenemos que centrarla en nuestra voluntad. Tiene que fluir de nuestro sentido de necesidad. Sabemos que es lo correcto y lo hacemos. Confiamos en que Dios suplirá las emociones adecuadas. Aun en la ausencia de las emociones confiamos en que Dios está trabajando en nuestras vidas. La disciplina llega a ser el método por el cual nuestra vida devocional sigue adelante a través de cualquier tiempo. 40 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

Tercero, la vida devocional de Wesley es amplia. Indudablemente, basó su vida en las Escrituras. En una ocasión dijo: “Mi base es la Biblia. Sí, estoy enamorado de la Biblia. La sigo en todo, sea grande o pequeño”.6 Continuamente se refería a sí mismo como homo unis libri —hombre de un solo libro. Pero estas palabras de Wesley sólo revelan el fundamento y entandar de su fe. No se limitó a sí mismo a la Biblia. Su fundamento escritural le dio una base para estar firme en la búsqueda de la vida espiritual, siendo así libre para investigar cualquier inspiración significativa a través de un amplio margen de materia devocional. Wesley conocía a los clásicos. Sacó de fuentes anglicanas, puritanas, moravas y católicas romanas.7 En consecuencia, su vida devocional tenía una profundidad y variedad que no pudiera habérsele provisto por alguna fuente particular. Usando la Biblia como su enfoque, Wesley fue capaz de lograr una síntesis útil de contribución espiritual de estas varias fuentes.

Aquí encontramos otra palabra de importancia para nosotros. Muchos en nuestros tiempos se han limitado a una perspectiva particular en el contenido devocional, y aun peor que esto, algunos se han establecido en una vida devocional basada en lo que yo llamo “espiritualidad popular”. Con esto quiero decir que es tendenciosa y se basa en los últimos libros de autores populares. Existe una gran necesidad de descubrir la riqueza del material devocional que está regada a través de los siglos de la historia cristiana.8 Nosotros estamos sobre los hombros de gigantes espirituales. Wesley nos reta a romper nuestra estrechez devocional y a escuchar a los santos de todas las épocas, al mismo tiempo que comprobamos todas las cosas con la Biblia.

Cuarto, la vida devocional de Wesley tiene una naturaleza comunitaria. Nunca permitió que su vida espiritual se deteriorara a una religión privada. Cada vez que podía, Wesley


compartía sus discernimientos con otros. Su diario está lleno de referencias de lecturas devocionales a otros y discusiones de sus implicaciones. Las cartas de Wesley son documentos ilustrativos que demuestran cómo veía el progreso espiritual de otros.9 De esta manera, no sólo ministraba a las necesidades de otros, sino que también recibía inspiración de ellos igualmente.

El interés de Wesley de una espiritualidad comunitaria, se ve más claro en su formación de sociedades en donde la gente podía encontrar el sostén del grupo.10 Estos grupos llegaron a ser la incubadora para la vida y el crecimiento del Metodismo. El Obispo Gerald Esley estaba correcto cuando observaba que Wesley reunía a los creyentes a través de su predicación y los nutría a través de las sociedades.11

tarde y de la mañana. Recibió la Cena del Señor un promedio de una vez cada cuatro o cinco días, seguido en el altar anglicano.12 Y guardaba los días de la Iglesia Anglicana.13

Wesley no hacía estas cosas porque creyera que la Iglesia Anglicana era una “iglesia pura” o que sus principios y prácticas estuviesen más allá de su cuestionamiento. No permanecía anglicano porque todos creían como él. No, Wesley hacía todo esto por una razón —sabía que ser un cristiano es ser miembro funcionante del Cuerpo de Cristo. Nadie puede ser cristiano aislado. La vida devocional de Wesley nos recuerda que no hay tal

Fue a través de las sociedades que Wesley demostró la dimensión social de la formación espiritual. Era inconcebible para él que la verdadera devoción permaneciera siempre individualizada o interna. La espiritualidad interna siempre nos empuja a la comunidad y a la vida de “santidad social”. Las oraciones de Wesley constantemente recuerdan que el mundo era su parroquia. Sus acciones a través de las sociedades eran el resultado lógico de la devoción genuina y el testimonio a la naturaleza comunitaria de la vida devocional.

Quinto, la vida devocional de Wesley tiene una dimensión eclesiástica. Es importante que recordemos que Wesley nunca permitió que su espiritualidad personal o de las sociedades llegaran a ser iglesias “substitutas”. Encontró su lugar en la adoración regular en la Iglesia de Inglaterra, e intentaba que sus seguidores hicieran lo mismo. Wesley fielmente observaba las oraciones de la

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cosa como espiritualidad auténtica aparte de la Iglesia. Dios nos ha llamado para estar en compañerismo con el pueblo de Dios. Nuestra vida devocional nos debe motivar hacia esta clase de vida en el Cuerpo, no a apartarnos de ella.

En nuestros días hay un interés renovado en la formación espiritual y la vida devocional. Cada vez más, vemos que no podemos enfrentar los retos de nuestra época a menos que seamos fortalecidos por recursos internos. En la iglesia, estamos viendo, cada vez más, ninguna cantidad de actividad puede substituir una relación personal con Dios a través de Jesucristo. El ejemplo de Juan Wesley como un hombre de devoción es relevante para nosotros mientras buscamos discernimientos y motivación en la vida espiritual. Las necesidades son tan grandes ahora como entonces. ¡Dios está tan cerca ahora como entonces!

PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN

1. ¿Cuál de las cualidades de la vida devocional de Wesley te habla más a ti? ¿Por qué?

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2. ¿Qué peligros ves en algunos movimientos contemporáneos de la vida espiritual? 3. ¿Por qué es necesario tener un fundamento escritural en la búsqueda de la verdad? ¿Qué ejemplo puedes dar en donde una falta de fundamento escritural lleva a problemas? 4. ¿Cómo reaccionas a que Wesley se quedó en la Iglesia Anglicana a pesar de sus problemas? ¿Qué discernimientos te ofrece la naturaleza del renovamiento genuino?

CAPÍTULO 2 COMPAÑÍA CONSTANTE CON CRISTO

DAMOS UN PASO GIGANTESCO EN LA DEVOCIÓN

cristiana cuando la vemos como una vida para vivirse, en lugar de un tiempo que tiene que observarse. En consecuencia, es más apropiado hablar de una “vida devocional” que de un “tiempo devocional”. Cuando estudiamos la espiritualidad de Wesley escuchamos esto clara y fuertemente. Él nunca dividió su vida en departamentos. Para él la esencia de la vida era espiritual. Toda ella podría propiamente llamarse devocional. En nuestro tiempo Henri Nouwen ha expresado la misma idea en estas palabras: “Si no puedo encontrar a Dios en medio de mi trabajo —en donde mis intereses y apuros, dolores y gozos están— no hace sentido tratar de encontrarle en las horas apartadas de la periferia de mi


vida. Si mi vida espiritual no puede crecer y profundizarse en medio de mi ministerio, ¿cómo crecerá alguna vez en las orillas?"14

Esta es una buena pregunta que todos debemos considerar. Muchos tienen la idea de que las devociones son los primeros momentos de la mañana y los últimos minutos de la tarde. Los libretos devocionales en ocasiones nos dice cómo gastar estos minutos cada día. Ciertamente es apropiado tener un tiempo quieto con Dios al principio y al final del día, pero no debemos ver este tiempo como igual a la vida devocional o separados del resto de nuestro día.

Juan Wesley buscaba la manera de expresar su vida devocional a través del día. Encontró el camino en lo que él llama los “medios de gracia”. Estas son disciplinas espirituales que la gente usa para expresar su fe y recibir la gracia de Dios. Son divididas en dos categorías: los medios instituidos de gracia, y los medios prudenciales de gracia.15 Los medios instituidos son aquellas disciplinas evidentes en la vida y enseñanza de Jesús. Los medios prudenciales son aquellos que han sido desarrollados por la Iglesia para dar más orden y expresión a la vida cristiana. Juntos capacitan a la persona a vivir una vida devocional. El resto del libro se concentrará en examinar estos medios de gracia.

Para Wesley el principal medio de gracia instituido era la oración. No se exagera si decimos que vivió para orar y oraba para vivir. Llamaba a la oración “el gran medio de acercarnos a Dios”.16 La oración tenía esta importancia a causa de que Wesley entendía la fe cristiana como una vida que se vive en relación con Dios a través de Jesucristo. A causa de que esto era así, la oración era su clave para mantener esa relación. Era el don de Dios a la humanidad el facilitar y enriquecer esa relación. Además, la ausencia de oración era vista por Wesley como siendo la causa

más común de la sequedad espiritual.17 Nada puede substituir la oración para mantener la vida espiritual.

En consecuencia, cuando hablamos de la vida devocional, tenemos que principiar con la oración. Es “la respiración espiritual” que sostiene nuestra vida en Cristo. Es el don divino de la comunicación y comunión con nuestro Creador. Y cuando nos volvemos a Juan Wesley, logramos muchos discernimientos que nos ayudan a mejorar nuestro orar.

Sobre todo, Wesley oraba en privado. Él creía que en la oración privada uno espera en quietud para recibir las bendiciones de Dios.18 De acuerdo a esto, principiaba su día con oración. Se hace mucho alarde del hábito de Wesley de levantarse temprano, normalmente a las 4:30 o 5:00 de la mañana. Aunque es verdad, pues hizo esto por más de cincuenta años, es necesario recordar que normalmente se acostaba no más tarde de las 10:00 p.m. El principio no está tanto en las horas específicas de levantarse como en el hecho de que Wesley dirigía sus primeros pensamientos a Dios. Él sabía que al fijar la mente en Dios temprano crearía una conciencia divina que permanecería con él a través del día. Es natural el preguntarnos cómo gastaba Wesley su tiempo de oración privada. Como es de esperarse, era muy metódico como para no ordenar sus oraciones de alguna manera. Seleccionó la práctica común de tener un patrón semanal, con cada día dedicado a un tópico particular.19

Las oraciones escritas formaban la base de su oración, pero Wesley dejaba en estas oraciones lugares para oraciones espontáneas.20 Las oraciones escritas le proveían un enfoque para su oración, y las oraciones espontáneas le permitían ser creativo en su oración. De esta manera, Wesley sentía que tenía lo mejor de ambas formas en sus oraciones.

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Esta combinación de oraciones debería de tener apelación a la gente de hoy. Al aconsejar a otros he encontrado que los pensamientos errantes son un problema casi universal en la oración. Muchos han dicho algo como esto: “Cuando oro, encuentro que mi mente se va en todas direcciones. ¿Qué puedo hacer para mantenerla centrada?” Seguido he sugerido que se use una combinación de oraciones escritas y espontáneas, y que se ore con un plan y un sentido de orden. Entre más enfoque traemos a la oración menos problemas tenemos con la mente errante.

En nuestros propios días el Arzobispo Anthony Bloom ha ofrecido buenos consejos con respecto a las oraciones escritas. Primero, declara su creencia que nadie puede sostener toda una vida de oración significativa sin usar oraciones escritas. Sin embargo, nos insiste que nunca leamos una oración escrita. Todo lo contrario, debemos orarla. Esto significa que en realidad nos metemos en el espíritu de la oración al reflexionar en las palabras de la oración, absorviéndolas, y luego levantándolas a Dios como la expre-

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sión de nuestro propio corazón.21 Esto ha cambiado toda mi visión respecto a las oraciones escritas. Ahora veo que nunca se intentaron para la lectura, sino para ser oradas.

Wesley también creía que al usar oraciones escritas enriquecemos nuestro entendimiento y expresión de la verdadera oración. Al reflexionar en las oraciones históricas de la Iglesia, descubrimos el formato y los temas principales de la oración. Descubrimos áreas en nuestro orar que no han recibido suficiente atención. Se nos ayuda a orar en un espíritu de comunidad con la Iglesia Universal. Así que, Wesley insistía a los metodistas primitivos a dejar que las oraciones escritas proveyesen la base para la oración, junto con las oraciones espontáneas que proveen la libertad para responder a la guianza especial de Dios de día en día.

Las oraciones matutinas de Wesley nos recuerdan la importancia de principiar el día correctamente. Norman Vincent Peale ha dicho correctamente que “despertarse creativamente es un arte importante. Y es un arte que puede ser cultivado”.22 Wesley cultivó el arte al tener la mente de Cristo formada dentro de sí al principiar el día. Pero no se detuvo allí. Wesley oraba privadamente a través del día. Su diario indica que entrenó su mente a orar al principio de cada hora. Estas oraciones normalmente eran breves, oraciones con declaraciones de alabanza. Eran la forma en que Wesley trataba de traer los eventos del día de-


lante de Dios. Después de esta “oración vocal”, normalmente gastaba los próximos cinco o siete minutos en meditación.

En este punto es fácil tomar la idea de que el ejemplo de Wesley no es realista por aquellos de nosotros que estamos atrapados en el paso apurado de la vida moderna. Pero tenemos que recordar que Wesley no era un recluso. No vivía una vida monástica o apartada. Todo lo contrario, mantenía un horario de trabajo, de escribir, predicar, y viajar, que es impresionante aun por los modelos modernos. Es obvio que no se apartaba cada hora para ejercicios devocionales. Al contrario, Wesley cultivó el hábito internamente. Aprendió a estar plenamente metido en los negocios de la vida y, simultáneamente envolverse en la oración a Dios. Wesley se había entrenado a sí mismo para volver su “voz interna” al Creador. Este es el verdadero significado de la exhortación de Pablo a orar sin cesar. Wesley le llamaba “la respiración de nuestra vida espiritual” y sugería que una persona no podía cesar de orar al igual que no podía cesar de respirar.23

Admitimos que esta clase de oración no viene fácil y sin luchas y fracasos. Pero, aun los escritores modernos como Thomas Kelly en su Testament of Devotion continúan retándonos a esta dimensión de la vida devocional. Para algunos la oración sin cesar se desarrolla a través del uso de recordatorios creativos. Conozco de personas que graban un recordatorio de oración en sus teléfonos. Cada vez que suena, oran por la persona al otro lado de la línea. Los ejecutivos de negocios escriben una cita a medio día con Dios y de esta manera traen su fe directamente a su trabajo. Otros ponen recordatorios de oración por toda la casa. Cuando las miran, oran.

Algunas personas preparan sus relojes digitales para que suene cada hora y usan eso como

un llamado a la oración. Cada una de estas personas están ejemplificando el interés de Wesley de orar a través del día.

Wesley también oraba privadamente al final del día. Esta experiencia le daba el sentido de cerrar y consagrar su vida espiritual. El enfoque para cada una de sus oraciones vespertinas, de nuevo, era escrito dando lugar a la espontaneidad. Wesley revisaba el día y hacía las confesiones necesarias por los pecados cometidos. Hacía resoluciones a través de las cuales buscaba enmendar su vida. Y se encomendaba al cuidado y protección de Dios mientras iba a dormir. Wesley declaraba que al hacer esto, fue capaz de dormir en paz casi todos los días de su vida.

Necesitamos aprender el arte de ir a dormir correctamente. Seguido me encuentro trabajando hasta el tiempo de irme a la cama. Como consecuencia, cuando voy a la cama, mi mente es un torbellino. Subconscientemente continúo trabajando en lugar de descansar. Al siguiente día despierto con un sentido de fatiga en lugar de estar rejuvenecido. Encuentro que no estoy solo en esto.

Wesley nos recuerda que necesitamos un tiempo para quitarnos la cuerda y dedicar el día y a nosotros mismos a Dios. La oración privada al final del día es una forma de “desatarnos” para ir a dormir con las cargas del día echas a un lado. Wesley oraba en privado y al hacerlo, encuadraba su día y hacía cada momento un “momento-Dios” potencial. Pero no se detuvo con la oración privada. También oraba en comunidad. Wesley sabía que la oración privada sola no era suficiente para una vida espiritual saludable; así que, conscientemente buscaba la forma de orar con otros. La forma más natural para hacerlo era a través del Libro de la Oración Común. Como fiel anglicano, Wesley se unía diariamente con otros en los servicios de oración de la mañana

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y de la tarde. En ocasiones el grupo era de unos cuantos; en otros, estaría en la parroquia o la catedral. Pero Wesley siempre era consistente en su práctica de oración comunitaria.

Es desafortunado que las denominaciones en la tradición wesleyana no tengan algo parecido a la oración matutina y vespertina. Una de las cosas sobresalientes de mi estadía en la Capilla de Wesley fue el uso de nuestro Oficio Diario. El grupo, generalmente era pequeño, pero el observar la oración comunitaria nos recordaba de la Iglesia como la comunidad de fe y oración como el punto focal para la vida. Cuando no tenemos oportunidades regulares para orar en comunidad, es posible que la vida espiritual llegue a ser excesivamente privada. Segmentos crecientes del movimiento carismático y otros grupos envueltos en el renovamiento de la iglesia están redescubriendo la vitalidad de la oración comunitaria. Aquí en los Estados Unidos un número de grupos se reúne para orar y celebrar la Cena del Señor. En Corea, multitudes se reúnen para orar antes de ir al trabajo. El resultado es una profundización de la koinonía y un derramamiento del poder de Dios. Ejemplos como estos nos ayudan a confirman la convicción de Wesley de que Dios no hace nada excepto en respuesta a la oración.

Podemos estar seguros de que Wesley nos animaría a encontrar tiempos para orar regularmente con otros. Puede ser un grupo de oración continuo o con sólo otro compañero de oración. Un ministerio de cadenas de oración es otra posibilidad. Pero, sin importar el formato, una consagración a la oración comunitaria refleja el espíritu wesleyano. Da testimonio al hecho de que somos miembros del Cuerpo más grande de Cristo.

Saber que Wesley oraba en privado y en comunidad no acaba con la riqueza de su vida de oración. Así que, unos comentarios secun46 / GRACIA Y PAZ Edición - 2017

darios están en orden. A lo menos queremos saber cómo oraba Wesley. Varios factores arrojan luz sobre este asunto. Primero, variaba la forma de sus oraciones. Habiendo demostrado que las oraciones escritas estaban en el corazón de su orar, es importante ahora notar que Wesley usaba oraciones de una variedad de fuentes: El Libro de la Oración Común, su propio manual de oración,24 otros libros de oración de su tiempo, y oraciones de la iglesia primitiva. A éstas, Wesley añadía sus propias oraciones espontáneas. Su interés principal era comunicarse significativamente con Dios. Variaba sus oraciones para evitar caer en una rutina. Segundo, Wesley oraba audible y meditativamente. Oraba en voz alta solo y en grupos. Su diario demuestra que seguido gozaba combinar la oración verbal con el cantar himnos. Pero Wesley también conocía el valor del silencio. De nuevo, su diario revela que mucho de sus oraciones eran hechas a través de la voz interna. La oración mental le permitía la libertad de orar todo el tiempo y en una variedad de circunstancias. Este era el secreto de las devociones de Wesley de cada hora, y es un recordatorio para nosotros de que necesitamos un lugar santísimo interior para nuestro peregrinaje espiritual. Tercero, Wesley expresaba el espectro completo de la oración. Alababa, confesaba, daba gracias, intercedía por otros, y hacía conocer sus propias peticiones a Dios. A través de tales oraciones Wesley expresaba el espectro completo de las emociones: gozo, tristeza, compasión, interés, confianza.

Uno de los aspectos más sorprendentes de su oración era su honestidad. Seguido Wesley desnudaba su alma delante de Dios con sus dudas, preguntas, y aun con gritos de angustia. Cuando estaba bajo juicio en la corte de Georgia, especialmente en su relación con Sophi Hopkey, Wesley recordaba que trataba de


orar pero no podía. En ese momento Dios le parecía más allá de su alcance, y no trataba de cubrir sus sentimientos con palabras piadosas y artificiales. En consecuencia, las oraciones de Wesley suenan reales. Cuando oraba con calor y afecto sabemos que era genuino. Cuando escribe que sus oraciones eran frías o indiferentes podemos identificarnos con él. En ambas dimensiones tenemos un guía realista.

Cuarto, Wesley leía, estudiaba, y usaba oraciones de otros. Hacía una práctica de colectar oraciones de otros. Con esto queremos decir que las copiaba por completo o abreviaba las oraciones de otros cristianos. Algunos de los otros eran personas bien conocidas como Jeremy Taylor o William Law. Otros eran colegas menos conocidos. Pero, sin importar la fuente, Wesley usaba los discernimientos de las oraciones de otros para avanzar su propia vida espiritual. Cuando la gente le buscaba para pedir ayuda en su vida de oración, Wesley seguido compartía oraciones con ellos. Este hecho explica en gran manera por qué la

primera publicación de Wesley fue Una Colección de Formas de Oración para Cada Día de la Semana (1733). Estas oraciones que también reflejan el patrón semanal de Wesley, ayudaron a guiar a otros en sus oraciones. Aquí encontramos otro principio importante para nosotros hoy. Nosotros necesitamos ponernos en contacto con los clásicos devocionales. Cuando lo hacemos encontramos que no estamos solos en nuestro peregrinaje espiritual. Otros han compartido victorias y derrotas similares. Ellos han hecho nuestras preguntas, sentido nuestros dolores, y experimentado nuestras bendiciones. Ellos son luces para nuestro sendero, ayuda para nuestra peregrinación.

No es fácil terminar este capítulo. Examinar la vida de oración de Wesley genera mucho momentum. Y aun este pequeño estudio apenas toca la superficie. Quizá lo que Wesley quisiera más de nuestro estudio sería que saliésemos con la convicción de que Dios puede ser conocido. En las palabras del himnólogo,

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realmente podemos “caminar con Él y hablar con Él”. Wesley no quisiera que examinásemos su vida de oración como un fin en sí mismo. Nunca puso su espiritualidad como algo para observar. De hecho, Wesley desarrolló un código para que el observador casual no fuese capaz de penetrar en la experiencia. La única razón para mirar el ejemplo de oración de Wesley es que nosotros “vayamos y hagamos lo mismo”.

PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN

1. ¿Dirías que tu vida devocional está en las orillas de tu vida o en el centro de ella? ¿Por qué?

2. Comparte las formas en que has descubierto el dirigir tus primeros pensamientos del día a Dios.

3. ¿Cómo respondes a la idea de un ciclo semanal de oraciones? ¿Cómo te ayudaría esto a poder manejar mejor tu lista de oración?

4. ¿Usas algún recordatorio de oración que te ayude a entregar más de tu día a Dios? 5. ¿Cómo terminas el día devocionalmente?

NOTA:

Este artículo contiene los primeros dos capítulos de la publicación virtual con el mismo nombre del título. Visite este sitio de internet para leer todo el libro en PDF:

https://www.academia.edu/7363398/Vida_ Devocional_en_la_Tradicion_Wesleyana

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NOTAS

1. John Telford, ed., The Letters of the Rev. John Wesley (1931; reimpreso, Londres: Epworth, 1960) 4:103. 2. Todas las referencias a la Escritura, a menos que se indique de otra manera, son de las Explanatory Notes Upon the New Testament de Wesley (1954; reimpreso, Naperville, Ill.: Allenson, 1966). 3. El diario personal de Wesley no debe confundirse con su diario publicado. El diario público aparece en sus obras standard. El diario personal está por aparecer en su texto completo. Richard Heitzenrater está actualmente transcribiendo los diarios de Wesley para publicarlos en la nueva edición de las obras de Wesley (The Works of John Wesley, Nueva York: Oxford, 1975-) que en la actualidad está pasando bajo la mano editora del Dr. Frank Baker. 4. Theodore W. Jennings, Life as Worship: Prayer and Praise in Jesus' Name (Grand Rapids: Eerdmans, 1982), pp. 25-30. 5. Un librito de ayuda que trata con el problema de la sequedad espiritual es Spiritual Dryness de Walter Trobisch (Downers Grove, Ill.: Inter-Varsity, 1970). 6. Nehemiah Curnock, ed., The Journal of the Rev. John Wesley (1909; reimpreso, Londres: Epworth, 1938), 5:169. 7. Quizá los favoritos mejor conocidos de Wesley son Tomás à Kempis, La Imitación de Cristo, William Law, A Serious Call to a Devout and Holy Life, y Jeremy Taylor, Holy Living and Holy Dying. Para una extensa lista de la lectura devocional de Wesley puede consultar mi disertación doctoral, "The Devotional Life of John Wesley: 1703-38" (Durham, N. C.: Duke University, 1981). 8. Varias obras son de ayuda para conocer los clásicos de la devoción. Doubleday ha publicado tres volúmenes titulados, The Doubleday Devotional Classics (E. Glenn Hinson, ed., 1978). La Baker Book House ha reimpreso a Thomas Kepler, Anthology of Devotional Literatura (1977). La Upper Room ha publicado una serie de libritos titulados Living Selections from the Great Devotionals Classics. 9. Uno de los ejemplos más finos del uso de las cartas por Wesley para guiar el crecimiento espiritual de otros es el grupo de treinta y siete cartas de correspondencia entre él y "Miss March". (Telford, Letters 4:100, 109, 157, 180, & 310; y 5:82, 192, & 261-65 son algunas de las cartas mayores). En una de las cartas (5:193) Wesley declara que él sólo quiere “decir lo que espero pueda dirigir tus idas en el camino para prevenirte de estar cansada o desmayar en tu mente”. 10. Este tema se desarrolla más en el capítulo 6. 11. Francis Gerald Ensley, John Wesley, Evangelist (Nashville: Methodist Evangelistic Materials, 1958), p. 47. 12. Colin W. Williams, John Wesley's Theology Today (Nashville: Abingdon, 1960), p. 158. 13. John Wesley and the Church of England (Nashville: Abingdon, 1970) de Frank Baker es uno de los mejores


estudios de la relación de Wesley con la Iglesia Anglicana. 14. Henri J. M. Nouwen, Creative Ministry. Garden City, N. Y.: Doubleday, 1971, xviii. 15. Thomas Jackson, ed., The Works of John Wesley. Grand Rapids: Baker Book House, 1979, 8:322-24. Al tiempo presente esta edición se considera la edición standard en los estudios wesleyanos. De aquí en adelante simplemente nos referiremos a ella como Works. 16. Telford, Letters 4:90. 17. Jackson, Works 6:81. Sermón, "The Wilderness State". 18. Jackson, Works 5:192. 19. Estos temas se ilustran en la primera publicación de Wesley, A Collection of Forms of Prayer for Every Day in the Week (1733). Domingo: Amor de Dios; Lunes: Amor al Prójimo; Martes: Humildad; Miércoles: Mortificación; Jueves: Resignación y Mansedumbre; Viernes: Mortificación; y Sábado: Gratitud. El texto de estas oraciones se encuentra en Works 11:203-37.

20. Wesley indica lugares para la oración espontánea por el uso de paréntesis dentro de las oraciones escritas 21. Antohony Bloom, Beginning to Pray. New York: Paulist, 1970. 22. Norman Vincent Peale, How to Have a Good Day Every Day. Pawling, N. Y.: Foundation for Christian Living, 1980, 5. 23. Wesley, Notes Upon the New Testament, 762. 1 Tesalonicenses 5:16-17. 24. Antes de que Wesley publicara A Collection of Forms of Prayer for Every Day en the Week en 1733, usaba un cuaderno de notas manuscritas para colectar las oraciones de otros y usarlas como ayudas a sus propias oraciones. He transcrito este manual de oración de la taquigrafía abreviada de Wesley y lo he incluido en mi disertación doctoral: “The Devotional Life of John Wesley: 1703-38”.

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Con esta entrega Gracia y Paz culmina una etapa de ministerio en la Región USA-Canada, Iglesia del Nazareno... Gracias por su preferencia. Esperamos que nos siga leyendo en este espacio virtual con la nueva revista...

SER y HACER ¡¡ESPERE “SER Y HACER” EN 2018 CON EL MISMO MINISTERIO Y PROPÓSITO!


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