1. Cuarenta y seis años de muertes y desapariciones forzadas Más de mil cincuenta periodistas asesinados y desaparecidos hicieron de América Latina el escenario más peligroso del mundo para el ejercicio profesional entre 1970 y 2015, período en el que se centra este estudio.1 Las noticias refieren de forma frecuente atentados no siempre relacionados con la actividad periodística, aunque la naturaleza de esta eleva el suceso a la agenda de los medios. Una circunstancia que discrimina positivamente la visibilidad de los periodistas en un entorno de violencia, que, por su amplitud, desborda los límites convencionales de la narración de la actualidad. Solo en Brasil, más de 55.000 homicidios al año, 10% de los que suceden en el mundo, argumentan una crónica inagotable del crimen, y en el conjunto de América Latina, una cifra en torno a 135.000 casos (unodc, 2014) supone, en los términos que establece la Organización Mundial de la Salud (oms), una situación de epidemia. Esta sangría humana, alejada del espectáculo de la guerra y prácticamente ausente en los medios del mundo, reduce a términos de normalidad los atentados contra periodistas, pero también 1 Según el Committee to Protect Journalists (cpj), en la guerra de Irak, durante un tiempo de conflicto considerado como «período récord», en cuanto a periodistas muertos, se registraron «al menos cien casos» entre marzo de 2003 y diciembre de 2011, con una media anual que podría situarse en torno a 17 fallecidos (Frank Smyth, «Iraq war and news media: A look inside the death toll», cpj, 18-03-2013 | https://cpj.org/x/53af).
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