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De puño y letra por Juan Tomás Frutos

En equilibrio y calma

No sé si a menudo miramos el cielo cuando surge el día, pero, si no lo hacemos, deberíamos. Es algo portentoso. El alba, con sus variopintos mantos de colores y tonalidades muy particulares, y en sintonía con cada época del año, nos distrae con sus atractivas apariencias y sus dichas, que le acompañan, y también con los dones que nos regala a cada oportunidad, esto es, cada 24 horas. No únicamente debemos existir: hemos de procurar vivir y sacar beneficio a cada segundo, exprimiendo y experimentando lo que nos aporta.

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Todo, como señala un amigo pintor, es un hecho milagroso. Nos debemos corresponder, ante tamaño presente, con un aprovechamiento claro, diáfano, no distraído. No vayamos con prisa, ni con fines predeterminados, ni con astucias cimentadas en medias verdades. Abramos, por favor, las puertas del amor en la apreciación de respeto y libertad para nosotros mismos y para los que nos rodean.

La vida es un puñado de elecciones que hemos de saborear con voluntad y con el empeño de conquistarnos, en primer lugar, en lo espiritual, desde el cariño, claro, para a continuación realizar esa misma propuesta respecto de y para los demás. Palpemos, toquemos, rocemos, gustemos, respiremos...

La naturaleza nos circunda con sus sorpresas y suavidades. Hemos de verla como la gran aliada que es en los asuntos primordiales. No malgastemos los tiempos, que se van rápidos y no vuelven con las circunstancias pasadas. Pueden ser similares, pero nunca idénticas. No perdamos sin sacar zumo lícito a cuanto sucede.

Con esta perspectiva, nos detenemos un tanto. Oteamos. Meditamos. Viene, en definitiva, la mañana con el frescor de lo renovado. Recordamos lo que nos complace, esté o no esté, y nos ponemos en marcha con el afán de un contento que se multiplica como el agua en la naturaleza.

Procuremos saciar el alma y que no falte nada a lo colectivo y a lo minoritario. Hemos de proteger, igualmente, a lo débil, que podría ser garantía de la fortaleza de un mañana como éste, que tanta paz nos brinda.

Marchemos, pues, hacia delante. Todo aguarda a nuestras respuestas, y, antes que eso, a las preguntas, que son orígenes y destinos. No nos olvidemos de hacerlas. Eso nos descuella este instante, al que correspondemos con firmeza y convicción de equilibrio y calma.

Juan TOMÁS FRUTOS

“No vayamos con prisa, ni con fines predeterminados, ni con astucias cimentadas en medias verdades. ”

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