La fitogeografía y la fitosociología en la Argentina - Roig 1988

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LA FITOGEOGRAFIA Y LA FITOSOCIOLOGIA EN LA ARGENTINA* Fidel Antonio Roig**

RESUME!~

Se analiza el desarroll o de la Fitogeogr af!a y de la Fitosociologla en la Argéntina desde sus comienzos al momento actual ubicándol as dentro del marco de la actividad internacio nal. Se consideran las concepcio nes regionale s y nacionale s • la Fitosocio logía, que adquiere cada vez mayor importanc ia junto a los estudios dinámicos , los primeros pasos que se dan con el enfoque paisajísti co a través de la Sinfitoso ciolog!a y la Corologia como disciplina poco desarrolla da aún en el país.

SUJ.1MARY

The developme nt of PLantgeog raphyand of Plantsocio logy in Argentina is. analized from its beginning to the present placed in the frame of the internatio nal activitie s. Taking into account regional and national conceptio ns, Plantsocio logy has acquired increasing importanc e together with dynamic studies . The first stepes have been taken in lanscape studies by tbe use or Sinphitoso ciology and Corológie as disciplines yet little developed in the country.

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Conferenc ia pronuncia da en el homenaje al Dr. Angel L. Cabrera en el Museo de La Plata, S de noviembre de 1988 .

** Cricyt,

IADIZA, Mendoza.

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INTRODUCCION El comienzo de la Fitogeog raf1a eri la Repáblic a fue brillant e. En 1872 aparece la monumen tal obra de Grisebach, Die Vegetati on. der Erde, en cuyo capitulo XX~ hace un an~lisis del Dominio de las Pampas, y que const~tuye el primer ensayo fitogeogr~fic~ so~re la A~gentina~ En 1874 la Academia nacional de C~enc~as publ~ca una JOya de ~ fitogeogr~fica: "Observa ciones sobre la vegetaci 6n ~e curn~n", de nieronym us en la que encontram os u~a clave 6m~­ s~ntaxon ensayo primer el ye constitu oue formacio nes co del pa1s. ~En 1876 se edita el libro "La Repáblic a Argentina" de Napp, en el que Lorentz publica su "Cuadro de la vegetaci ón ~e la Repdblic a Argentin a"Este trabajo est~ acompaña do por el p4imer mapa de la v~ getaci6n de la Repáblic a, ~n escala 1: 16.800.0 00, y una carta par~ial del territor io en escala 1: 4.500.00 0 tamd7l pabi~n en colores de una de las zonas mas agrestes ís. En 1978 aparece "La vegetaci ón del NE de la pc~a. de Entre R1os", de Lorentz, también ilustrad a con mapas. En 1874, Grisebac h publica el "Plantae Lorentzi anae", y en 1879, el " Symbolae ad Floram Argentin~", puntos de nartida de los estudios florístic os argent~nos y Productos ambos de las intensas herboriz aciones de Lor:n~z y_de Hieronym us, que tambi~n dieran origen a_sus an~l~s~s f~­ togeográ ficos y a sus cartas de vegetac~6n: Vemos como los estudios fitogeog ráficos y - los flor1st~cos en la Argentina tienen la misma cuna. Esta d~cada del 70 no puede cataloga rse de otra made asombros a, máxime si considera mos que esta aue nera labor ~fitogeogr~fica se produce en la Argentin a antes aue en cualauie r otro pa!s sudameri cano y en una ~noca en ia que en EÜropa la activida d en el campo de la cartogra fía aún no hab!a comenzad o a dar resultad os. Recién 21 años después de los mapas de Lorentz, en el orofesor de Botánica de Montpel lier, Charles_ Flah~ult dió a conocer su proyecto de la "Cart~ Botán~ca . y Forestal de Francia" , seguida de la publicac~ón deL mapa de vegetaci ón "Perpign an 1: 200.~00", aue es el ~r~­ mer ensayo cartográ fico de la vegetac~ón oue se organ~za e inicia en Europa.

1897

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Luego de la . densa-d~é·aaaael· 70, escasa ·-es···er náffie:..·· ro de trabajos fitogeogr~ficos que se publican hasta principi os del siglo XX. Citamos entre ellos los de Holm berg, Kurtz, Alboff,_ etc. Holmberg di6 a conocer su carta de formacio nes de la Pcia. de Buenos Aires en 1883, en ocasi6n del censo de dicha provinci a. En 1885 publicó su carta para toda la Repdblic a y como parte de ~a flora argentin a agregada al Segundo Censo Nacional . Estas dos contribu ciones cons tituyen el primer esfuerzo efectuad o por un investig ador argentin o y tambi~n traducen la valoraci ón que se hizo de la Fitogeog raf!a por parte de los poderes páblicos de la época, como discipli na que hace al desarrol lo. La obra fitogeogr~fica de nolmberg tuvo gran difusi6n. En 1909 nublicó la orimera edición de su Bot~nica Elementa l, para la enseñañz a secunda ria, en la que dedica a la Geografí a de las plantas 60 páginas en donde se mezclan sus ricos conocim ientos con su genio literari o, capaz de desperta r vocacion es por su admiraci ón ante lo bello y lo desconoc ido. Baste recordar su descripc ión de la selva misioner a oara evaluar la trascend encia educativa de su estilo. -

. Entre 1904 y 1905, se produce una serie de novedades: Kurtz publicó su mapa fitogeogr~fico de Córdoba, Dus~n su estudio fitogeogr~fico y ecológic o de la vegetaci6n magall~nica con los p rimeros censos flo r1 s ticos, el de Fries del norte argentin o y dos contribu ciones de Skottsbe rg sobre la distribu ci6n de la vegetaci ón en los mares del sur. Esta eclosión marca el comienzo de una nueva etapa en los estudios fitogeogr~ficos, en la que . Skottsbe rg y Hauman serían los principa les protago nistas, el primero como botánico de las expedici ones suecas a la Ant~rtida y a la región magall~nica, y el segundo, como contrata do por e l Institut o Superior de Agronom ía y Veterinaria, en 1904. Justamen te el año 1905 es consider ado por Parodi (1961) como el comienzo de lo que llam6 fase contempo ránea de la historia botánica argentin a. Hauman publica sus primeras contribu ciones fitogeoen 1913. En 1914, un discípul o de Flahaul t, Jostas Braun Blanouet sostiene su tesis sobre la vegetaci ón de L'Aigual , de-los . Cevennes meridion ales en donde por primera vez entra en juego el concepto de asociaci ón vegr~ficas

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-· - . getal, punto de partida de la F i tos ociologia. Vernos entonces como la Fitogeograf!a con su expresión- cartogr~­ fica y la Fitosociolog!a surgen ambas en Montpellier como disciplinas llamadas a efectuar un fruct!fero camino en comt5.n.

En realidad los estudios monogr~ficos surgieron en el pa!s desde un primer momento (recordemos aquellos his t6ricos que aan encantan con su lectura, como las de Hi~ ronymus sobre. Tucwu~n, o la de Lorentz sobre Entre R!os, pero los mas notables esfuerzos corresponden indudablemente a Hauman (1913, 1918, 1925 , 1926, 1931, etc . ) .

Otro hecho de este oeríodo es el creciente interés por el conocimiento de la vegetación ant~rtica y magall! nica y el desarrollo de monografías hasta 1930 con la primera contribución de Parodi, "Ensayo Fitogeográfico del Partido de Pergaminoh, que cerraria este segundo ciclo.

Otro monógrafo de envergadura fue Skottsberg con mas de 15 valiosas contribuciones sobre las islas del Atl~ntico sur , las Malvinas, las Georgias y la Patagonia argentina y chilena .

Un tercer periodo se inicia entonces hasta el presente en el aue los estudios fitogeográficos hacen eclosión con una ·fuerte participación de investigadores argentinos. Podr!amos decir que partiendo de Parodi nuestra Fitogeograf!a toma la ciudadania argentina .

El t r abajo de Parodi (1930) sobre la vegetación de Pergamino ~ebe ser destacado dentro del conjunto de esos primeros anos y es hasta la fecha un modelo de trabajo integral tanto desde el punto de vista taxon6mico como fitogeogr~fico y ecológico , ejemplo aQn ·en nuestros días . En él, segan Cabrera , se aplica por primera vez en el p~ is la clasificaci6n de las formas biol6gicas de Raunkjaer.

Se caracteriza adem~s este nuevo periodo por el considerable ndmero de trabajos que van viendo la luz . Si hiciéramos una estad!stica de nuestra historia, veremos que en el periodo que podemos llamar de los cl~si~ cos, desde 1872 a fines de siglo, detectamos solo 18 trabajos relacionados con la vegetación, en el segundoperiodo hasta ~930, 56 y en el actual, sólo considerando los primeros veinte años, entre 1931 -~951, ~23.

Entre otros mon6grafos anteriores a 1950 debemos r~ cardar a Ringuelet, a Monticelli con su hermoso trabajo sobre la Pampa Central, Cabrera , Pérez - Moreau, Ragonese, Cavas , etc .

Se destaca en los pr~eros años de este 6.ltimo periodo, la intensa actividad de Parodi, Castellanos, Cabrera, Pérez- Moreau, Meyer, Ragonese, Monticelli, Ringu~ let, Cavas, Vervoorst, Roivainen, etc .

Este año de 1950 marca un hito importante en este tipo de tareas . El Instituto de Botánica de la_D~r~cci6n Gral . de Investigaciones Agr1colas, entonces d~r~g~do por Ragonese inici6 la publicaci6~ de monog:af!as que más tarde constituiría la Serie F~togeográf~ca, en la que aparecer!a el más importante conjunto de trabajos que se haya publicado en el pa1s .

Las concepciones regionales

La Fitogeograf!a es una continua tarea de an~lisis y s!ntesis. Los estudios parciales , a veces puntiformes, llevan al autor a intentar generalizaciones, como lóg~co juego del esp!ritu . Esta alternancia comienza a darse en forma inte.n sa luego de 1930. En 1931, Hauman reclama lo aue llama "verdaderas monograf!as• de cada formaci6n •• • "monograf1as que podr~n realizarse luego de largos estudios en el terreno, pero que sin duda tardarán mucho tiempo en concretarse • •. ".

De estas moñografia:s-var{as habian sido ya pubHca:.: ·- -· das por el mismo Hauman a partir de 1913, tanto que c lo llevan a Cabrera ·a considerar-l o · como el -- iniciador en el · · pa1s de este tipo de trabajos descr i ptivos sobre regiones limitadas (1979).

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La preocupación por encontrar explicaciones a la distribuci6n de las olantas a descifrar sus relaciones con factores del medio, ha llevado siempre al an~lisis ecol6gico . Esto ha s~do la norma y el an~lisis ecol6gico ligado al fitogeográfico ha ido en permanente acento . Entre los primeros trabajos debemos menc i onar a Dusén que en 1905 describi6 las co~unidades ~egetales de . la vegetación magallánica acampanadas de r~cas observac~~ 133

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nes ecol6gicas. Es 16gico pensar ~ue cada provincia fitogeogr~fica, por ejemplo, posea condiciones y caracteres ecológicos que le dan su individualidad. Surge entonces que una manera de confirmar los limites de una de estas unidades es detectar estas condiciones y ver en que medida justifican su independencia. El mérito de encarar un estudio de este tipo cabe a Morello, que estudia la Provincia Fitogeográfica del Monte en un ensayo que es clásico (Morello, 1958) . · Con igual criterio, juntamente con Adámoli y otros autores, entre 1968 y 1973, retomó el estudio de la Provincia chaqueña que hab1a iniciado antes con Saravia Toledo. En estos trabajos ajustan su propia metodolog'ia basada en el análisis de ~reas homogéneas sucesivas, segGn niveles de aproximaci6n. En el campo de la Ecolog!a, otros grupos trabajan con este criterio. Tal el caso de Soriano y colaboradores en la Provincia Patag6nica, Frangi y colaboradores en el Distrito Pampeano Austral de la Provincia Pampeana, etc. En 1955 llegó a Mendoza una expedici6n danesa presidida por T. W. Bocher y otros dos dintinguidos botánicos, j. P. ñjerting y K. Rahn permaneciendo en larga estadia en el valle del Atuel. Efectuaron all1 un detallado estudio flor!stico y fitogeográfico siguiendo los pasos de Kurtz (1893), de Wilczek (1897) y de Strobel (1866-67). Por Gltímo har~ referencia dentro de estos estudios regionales a un nuevo estilo de análisis ambiental que parece tomar cuerpo en la Argentina: los estudios integrados. Podemos decir que ellos comienzan con el convenio FAO-INTA y con la aplicación del método del Land System en el pa!s. Resultado de ello fué el relevamiento de varias transectas en la Patagonia de las cuales solo se public6 la correspondiente a Jacobacci-Maquinchao (Speck et al., 1982), el Inventario Integrado de los Recursos Naturales de la Provincia de la Pampa, (Cano et al., 1980), la Transecta Botánica de la Patagonia Austral (Boelcke, Moore, Roig, 1985), etc.

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Las concepciones nacionales La tarea de s1ntesis nace con Lorentz (1876) y Holmberg (1898). En 1914 aparece el mapa general de Rovereto que por primera vez delimita el arco peripamp~sico de leguminosas espinosas. Hauman publica su. primera contribuci6n en 1920 y su segunda en 1931, Parodi en 1934 y luego en 1945, Castellanos y Pérez-Moreau publican su primera carta general en 1941, etc. En 1944 estos . m1smos autores dan a conocer un ensayo fitogeográfico fisonómico de la Rep6blica distinguiendo en una clave 23 de los 28 tipos de vegetación dados por Rubel para el mundo. Todos estos esfuerzos son fisonómicos. Un primer intento de una concepción flor1stica del territorio fue dada por Hauman en 1931 en el que propone su propio esquema de la vegetación de América Austral extratropical modificando la concepción dada por Engler en e l Syllabus der Pflanzenfamilien, en 1924. En 1944, y agregado al estudio ya comentado, Castellanos y Pérez-Moreau, proponen el primer mapa flor!stico del pa1s, disti~ guiendo 10 provincias fitogeográficas, con lo que se inicia una segunda etapa en las sin tesis nacionales. Caract~ riza ad~ás a Castellanos (1940, 1944) su fuerte esp1titu critico en favor de la exactitud en .el uso de los término fitogeogr~ficos.

En 1947 se produce un acontecimiento valioso, la Sociedad GAEA de Estudios Geogr~ficos publica la Geograf1a de la República Argentina y en ella su vegetación es el resultado de la participación de Hauman, Burkart, Parodi Cabrera. La obra fue terminada en 1939, y para aquel ente ces Hauman nos da una idea del estado de los estudios botánicos en el pa!s: " .. nuestra flora fanerog.funica, no dig la criptogámica, es todav1a poco conocida •.• no existe nir. guna obra que nos de una idea de conjunto .. monograf!as sistem~ticás, sólo las tenemos para un reducido nGmero de familias y géneros, enumeraciones flor1sticas o estudios fitogeográficos no existen sino para contadas regiones de pa1s .•. " En este gran esfuerzo ya se perfila la ~utura orientación flor1stica de la Fitogeograf1a argent~na y cor tituye también un valioso ejemplo de integración. En 1951, Cabrera define esta orientación flor1stica en la que se toman en. cuenta los elementos compo.nentes de las unidades que se suponen climáxicas, sus tipos de vegE tación, su origen, historia y afinidades flor1sticas y 1< 13~

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consideraci6n de los endemismos de familias, géneros y especies . Retoma as! el clásico concepto. de las floras naturales de Grisebach (1877).

Alcanzamos luego una sintaxonom!a basados en el conocimiento que hemos 1'6ghidó ere- la- ampli tua'ééol6gi'c a 'de to das las especies.

Con este criterio corresponde a Cabrera concretar una serie de cinco publicaciones sucesivas (1951, 1953, 1958, 1971 y 1976) en las que fue madurando y perfeccionando 1a'visi6n fitogeográfica del pa!s.

Cuál es su desarrollo en el pa!s?. Mi criterio es que a pesar de los esfuerzos realizados y el grande entusiasmo ~e se refleja en numerosos investigadores, estamos rec~én en una etapa inicial, ello a pesar de lo que dijera Cabrera en 1956: " • . es urgente entrenar adecuadamente un equipo de investigadores en las técnicas de la Fitosociolog1a en la Argentina .• " .

Es indudable que las tareas de análisis a través de contribuciones parciales y la de s!ntesis nac~onales, encontraron en Cabrera, nuestro mejor ejemplo. sus.m~ltiples

En un breve resdrnen del estado actual, debemos recordar en primer lugar a dos investigadores nórdicos, Dusén (1905) y Skottsberg (1905-1945), cuyos relevamie n tos en las tierras magallánicas y en las islas del Atl~n tico sur son en su esencia iguales a los fitosociol6gi-cos de la escuela sigmatista, tanto es as! que pueden volcarse a cuadros comparativos de relevamientos, produc to de las coincidencias e ntre las escuelas n6rdicas euro peas y la de Montpellier . Una metodología fitosociol6gi~ ca análoga , será luego aplicada en 1954 en la riqu1 sima obra del finés Roivainen, sobre los musgos de Tierra del Fuego .

La Fitosociología

Ya vimos que nace en 1914, sin embargo llega al pa1s tard1amente . La primera contribuci6n al conocimiento fitosociol6gico de especies argentinas se debe a Pfeiffer (1938). Recién en 1941 se aplica el método de Braun Blanquet cuando Cabrera da a conocer "Las comunidades vegetales de las dunas costeras de la provincia de Buenos Aires" seguido luego por "La selva marginal de Punta Lara", en ' colaboraci6n con Genevieve Dawson . A qué se debi6 este atraso, cuando en Europa se generaliz6 rápidamente?. La explicaci6n la da Ca·brera (1954) cuando comenta los estudios botánicos en América Latina : " ••• no es posible realizar estudios fitogeográficos o fitosociol6gicos c orrectos sin un previo conocimiento de la flora de la regi6n a estudiar •• " . La Fitosociolog!a constituye un paso mas allá dentro de los estudios fitogeográficos, pero su posibilidad está en relaci6n con el estado de avance de los conocimientos floristicos. · QUé caracter1stica tiene esta nueva disciplina que la diferencia de la Fitogeografia tradicional? . Se débe partir de listas completas de especies en cada comunidad homogénea, las que luego son llevadas a un c uadro comparativo de relevamientos, instrumento indispensable, segdn Braun Blanquet de todo análisis critico de la vegetaci6n. Con esta mecánica identificamos las especies características o dicho de otra manera el mayor o menor grado de fidelidad de cada una de ellas con los factores del medio . 136

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Otros trabajos en los que se anticipa la Fitosociolog1a en las metodolog1as que sus autores han empleado, han contribuido a brindar las bases de ella en el pa1s. Tales son trabajos de siempre consulta como los de Ragonese con su "Estudio Fitosoc iol6gico de las Salinas Gran des" (1951), Boelcke "Comunidades herbáceas del norte de la Patagonia y sus relaciones con la ganader1a" (1957), de Vervoorst , "Las comunidades vegetales de la depresi6n del Salado" (1967), etc . · .· Ya vimos que Cabrera aplica el método de Brau n Blanquet en 1941 . El segundo paso se dará en la Argentina como consecuenci~ de los estudios de Oberdorfer (1960 ) . Este autor, .en un esfuerzo sin precedentes en América Latina, analiza la vegetación de Chile templado en una magnifica visi6n de conjunto. Varios de los sintaxones descriE tos por Oberdorfer se encuentran también en la Argentina. Tal es el caso, por ejemplo, de los Nothofagetea pumilionis antarcticae (que nuclea las comunidades de los bosque~ caducifolios de lenga y ñire), o los Wintero- Nothofagetea . (de los bosques perennifolios), etc . Este primer intento de Oberdorfer facilitó el estu137


dio de los bosques subant~rticos, · que desde el punto de vista fitosociológico son actualmente · los mas estudiados. Eskuche que retomando el tema inicial de Cabrera, hab1a resuelto primeramente la vegetación de las dunas costeras desde Puerto Madryn hasta Ubatuba, cerca de R1o de Jane i ro (1973) , estudió los bosques patagónicos d~ndonos tres valiosas contribuciones (1968, 1969 y 1973) . Este autor es~~ empeñado ahora en una concepción fitosociol6gica de la vegetación subtropical del norte argentino . Nuestro subtrópico ha sido privilegiado en trabajos fitosociol6gicos . Recordemos los de Mart1nez Crovetto (1963, 1965, 1950, 1980), los de Lewis y Collantes (1974, 1975, 19BOl, en el sector andino los de Ruthsar.z (1977), werner (1978) , etc. En 1972, por iniciativa de Boelcke se in~c~aron las gestiones para efectuar el estudio geobot~nico que se lla m6 Transecta Bot~nica de la Patagonia Austral, y en la que me tocara intervenir como responsable de la tarea fitosociol6gica. Resultado de ello fué el an~lisis fitoso ciológico completo de una vasta ~rea efectuado en colaboración con destacados colegas (J. Anchorena, A. M. Faggi, O. Dollenz y E. M~ndez) . Este trabajo contó con la inapreciable ayuda de numerosos taxónomos y recuerdo en este momento la valiosa intervención del Dr. Cabrera quien nos ayud6 tan gentilmente con las compuestas . En numerosos centros del pa1s hay u na intensa actividad fitosociol6gica, y en otros un creciente interés por incorporarse a esta disciplina. En Mendoza hemos formado un grupo que ha publicado·- a la fecha un interesante n<imero de trabajos . Se trabaja tambi~n activamente en el CEFAPR"IN . en l'.gronom1a de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Corriente s, Museo de La Plata, etc . No puedo dejar. de recordar aqu1 l a figura prometedora de Osvaldo Bottino, que perdi6 tr~qica­ mente la vida cuando ejecutaba sus tra bajos fitosociológicos. Hemos hablado de la obra de Oberdorfer en Chile . Existe all1 un movimiento fitosociol6gico con el que debi~ramos esta r estrechamente ligados. Una primera e importante c omplementaci6n se produjo en la Transecta Bot~nica de la Pa tagonia Austral ya citada . Una idea de la investigación fitosociol6gica en Chile la dan los numerosos y valiosos trabajos publicados por Kohler (1970, 1979), Villagr~n (1980 y otros), Ram1rez (1971, 1978, y otros) , Dollenz (1979, 1980), Villaseñor (1979, 1980), Serey [1976, 1978, 1980, etc . ) , 13 8

Mart1nez (~9651, la contr i bución de los fitosoci6 l ogos italianos Balduzzi y Tomaselli áe Pavía, etc . Es de pensar que necesariamente este acercamiento con los pa1ses l im1trofes, con los q ue compartimos la vegetaci6n, se ir~ reforza ndo con el tiempo .

la Sinfitosociología La Sinfitosoci olog1a, ubicada dentro de l a teor1a de los complejos, es una disciplina deriv ada de la Fito sociolog1a, que busca alca n zar las u n idades fitog eogr~fi cas con los métodos de ésta. La unidad es la sin asoc i a - ción o distrito fitogeogr~fico, que est~ constituido p or un p ropio inventario de asociaciones . Se la pue de d e f iniz también como una asociaci6n de asociaciones. La sinasociaci6n es. comparab l e con la asociac i6n. En la misma medida en que e n ~sta hay especies dominantes o especies caracter1sticas, en aqu~lla hay asociaciones dominantes y asociaciones caracter1sticas . Siguiendo el orden jer~rquico , la sinalian za o provincia fi t og eogr~fi ­ ca tendr~ su propio invent ario de alianzas, el sinor d e n o dominio de 6rdenes, etc. La determinaci6n de las fitocoras supone una tarea intensa: se pebe tener resuel to el estudio fitosociol6gi co de la regi6n, el esquema dinámico general y la carta de la vegetación elaborada. Al igual que en la Fitosociolog1a las unidades, en este caso las fitocoras, surgen de un cuadro comparativo .

La Sinfitosociologia y la F itogeograf1a tradicional permiten alcanzar l as unid ade s fitogéogr~fic a s por distintos caminos, l o que resulta una interesante c o nj unció n metodológica . Este nuevo enfoqu e ha retomado el v i ejo y co n f r e cuencia abandonado an~lisis del paisaje y l leva nuevamente a la conjunción de la vis i 6n geogr~fica, s i empre imprescindible, en cualquier estudio de la vegetación . El m~todo ha sido aplicado p or primera vez en la Arg entina por Seibert (1977, 1982, 1985}, primero en El Bol 1 39


. -. --· -. . . ·-· -- .. ... són, en R1o Negro _y luego en la Transec ta Botánic a de la Patagon ia Austra l, y ~ltimamente por nosotro s en la vegetación de Mendoz a.

El dinamism o vegetal

Las ideas dinámic as de Clernent s tuviero n su aplicación e~ la Argenti na, llegand o diverso s autores a determinar comunid ades· climáxi cas y sus serales . Ejemplo de ello es el trabajo de Cabrera (1945) "Apunte s sobre la vegetac ión del Partido de Pellegr ini", Hunzike r (1952) "Las comunid ades vegetal es de .la cordill era de La Rio:,a", Cabrera , (1958) "La vegetac ión dela Puna Argenti na", etc. En 1944 Cabrera había traduci do la Ecologí a Vegetal de Weaver v Clemen ts como uno de los volGrnen es de la Colección "Cienci as Biológi cas y Agronóm icas", q u e dirigie ra Parodi. Dentro de esta colecci ón a~arecieron títulos co mo "Los Fundam entos de la F~togeograffa", de Caín, · ~ocio-­ logia Vegeta l de Braun Blanquet,'~l origen de las plantas cultiva das" de Vavilov , que contrib uyeron a ir formand o el clima fitogeogr~fico argenti no actual. Los estudio s din~icos también s •e derivan de los fitosocio lógicos . El primer análisi s dinámic o que he encontrado en la literatu ra fitogeogr~fica, corresp onde a la sucesió n vegetal de las dunas litoral es del NE de la provinc ia de Buenos Aires, que publica ra Cabrera en 1941. Se estable ce all1 con clarida d todo el conjunt o de etapas, desde las inicial es hasta las que conside ra termina les. Las hipótes is dinámic as son ahora muy frecuen tes en los trabajo s fitosoc iol6gic os y cada vez se busca mas sus r elac iones con el dinamis mo de las geoform as, la acción humana, etc. Se puede asegura r que recién se comienz a a entende r la vegetac ión cuando se est~ en condici ones de formula r hipótes is dinámic as, por un lado, y por otro que el conocimient o del dinamis mo es básico para dictar normas sobre el uso de los recurso s.

Veg e tac t ón

natura~,

- r·ea -1-- r - po·t·e-n-c·i a 1- - -

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No hay fitogeó grafo que al analiza r una vegetac ión no se plantee la pregunt a de: cómo habrá sido anterio rmente o cómo ser~ en un futuro si se elimina la interve n ción humana? . El estudio de la vegetac ión real nos lleva a recons truir la anterio r y predeci r la futura. Es curioso que el primer mapa de vegetac ión que se publica en el pais sobre la vegetac ión de la provinc ia de Tucum~n de Hierony mus, es un ensayo de reconst rucción de la vegetac ión origina l. En 1951, Hueck publica su nota sobre nuevos métodos para investi gar panoram as primiti vos en la que explica el uso de la Fitosoc iologia en la determi nación de los paisajes vegetal es anterio res. En 1959 aparece el trabajo de Morello y Saravia Toledo expresa mente sobre el tema en el ~e se discute los cambios produci dos en los paisaje s del oriente salteño por la .acción antrópi ca. Esta linea de da que se acent~en pais. Sól o escasos Roig y Ambros etti, 1985, Faggi, 1985,

trabajo ir~ tomando cuerpo en la medilos estudio s fitosoc iológic os en el trabajo s especif icas podemos citar, 1972, Soriano et al., 1980, Roig et al., etc.

En octubre de 1983 la Asociac ión Interna cional para la Ciencia de la vegetac ión realizó en Corrien tes su XXVII Symposi um, sobre el tema la "Vegeta ción natural y seminatural" evento que no tenia anteced entes en América Latina, y que esperam os se repita . Es evident e nue estamos en el comienz o de una linea de trabajo que llegará a imoorta nte desarro llo en el futuro. La Corolog ía

As1 como en cartogr afía de la vegetac ión la Argent ina fue pionera gracias a Lorentz y Hierony mus, otro tanto sucedió en materia corol6g ica. D'Urvi lle (1826) fue el -pri mer botánic o aue intentó dar valores de frecuen cia a todas las especie s de un territo rio. Este ensayo fue efectua do

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explo- .. en ~as Malvi nas, en - ~a isla- Soleda d ~ue D'~rville en nue~ ró en 1822 . Hecho de trasce ndenc ia c~ent1f~ca que (De rica histó idad curios de valor el solo posee tro caso . 1890) Cando lle, 18SS, en Poco es lo que se ha hecho en mater ia corol ógica flor1s zos esfuer los que able indud es la RepGb lica, pero base~ tices que se vienen suced iendo est~n creand o las t~ca del ·desar rollo de esta discip lina . Esta labor flor~s ar g~co coroló atlas el d!a alg6n etar concr nos llevar~ a gentin o. de Si bien llega r a publ icar un atlas es una tarea ­ f~o etapa una de final ado result mu largo alient o y el pue~e ~rse ordm:a ndo mucha ~n­ r!~tica , es indud able a que ese obJet~vo. forma ción con vistas Para ello es neces ario inten sifica r las herbo rizalos tax~­ ciones de las áreas poco o nada visita das, aue de d~~ ~drt~s con ones revis~ nomos compl eten siemp re sus ~able pa persi6 n de las espec ies que estud ~ an . Es ac~nse ~ones l~s ra norma lizar la tarea que se use en las ub~cac ele car~as las que y IGM del s r~fico reticu lados cartog entes ~ menta les a public ar sean r educc iones corres pond1 med~ ­ estos reticu lados , indicá ndolo en cada caso . ~tras ~ap~s con :1o herba de chas i f las añar das pueden se~ acomp d1f! de los itiner arios seguid os, dar, par~ local~dades . etc , 6m1ca astron ión posic la r, ubica de ciles ­ Los esfuer zos rea ~ izados hasta ahora se circu~scrilo a~iados . Un eJemp monogr es taxon los de ~reas dar a ben 1~43 de ello son los mapas corol6 gicos pub l 1cado s entre es 1947 en las divers as rev isione s de l Gener a et Spec1 ~lantarurn Argen tinaru rn, en mucho s casos con sólo áreas aproxi madas .

s Los Onico s casos en los que se ha dado dispe rsione _ una p~ra tradas encon ies espec las de para la totali dad de T1er~a ~el región son los de Moore (1983) en su Flora planta s e a las para Roig y Moore ke, Boelc en y Fuego ca~bo~ En . al Austr nia Patago la de Trans ecta Botán ica e ca sos se rocedi ó a calcu lar la oosici ón astron óm1ca a a ~rav~s da locali dad y la carta de dispe rsión se obten1 . tación compu de ma progra de un determ inado Traba jos espec ificas sobre distri bució n geogr~~ica ), La son poco frecue ntes . Recue rdo a De La S~ta (1973 el cono distri buci6 n geogr áfica de las Pterid óf1ta s en 142

,_ -- ·- ----- - -·

dente en-- sur de- Am~rica Mer idion al", que · tiene- su- antece sobre (1979) Walton de , (~918) uno muy viejo de Hicken (197( la dist r ibució n de las espec ies de Acaen a, de Moore la ctica, antar ampsia Desah y si_s quiten n sobre CoZ.oo athu CP.r>cidi:.~.m Ciltirn a contri bució n de Hartin ez Carre tero sobre p raec o:r:, etc. la SegOn Mill~n (1934 ), Hicken fue sorpre ndido porntas muerte estudi ando la relaci ón entre las áreas disyu y los movim ientos contin ental es. disyu n En lo que hace al histór ico tema de las áreas (Lowe tas anfitr opica les, Morel lo di6 a conoc er en 1973 encia Bioci de . Dpto el entre nto conju ma et al . ) un progra is compa ra de la Unive rsidad de Arizo na e INTA , del an~lis co n algues, comun rtos desie los de ción vegeta la de tivo nos result ados previo s . Otras co n tribuc iones recien tes, pero esta vez sobre 72) . flora anfip olar, se deben a Moore et al . (.1 971,19 a. El avance de la corolo g!a es consid erable en Europnte iatame inmed ió suced ea Europ Flora la de ión A la aparic toda Euen 1964, el proye cto de un Atlas Corol ógico para las ropa. Este proye cto calcul ado a 30 años compr enderá . lares vascu s planta de ies espec las todas de áreas

SO Par a la tarea se usa el reticu lado UTM, de SO x en se cto proye del centro El 000. . 000 . 31 : 1 km , en escala ) (1973 nen Suomi de ión direcc la cuent ra en Helsin ski bajo (Carte n, y ya partic ipan de él todos los pa1ses europe os 1978) . osos Apart e de este esfuer zo intern acion al hay numer ma de progra El . data larga de s alguno nales, nacio otros el del la Societ~ Botan ique de Franc e inicia do en 1972, esfue rzc Biolo gical Recor ds·cen terde Gran Bretañ a de cuyo un pase lleg6 a concr etar el prime r a tlas compl eto para NeerFlora la de Atlas el , 1962) !s (Perri ng et Walte rs, de mapas landes a preced ido de una consid e rable cantid ad dar algu para solo Esto etc. 1909, y 190~ entre inicia dos , Italia en an realiz se rzos esfue s nos ejemp los . Iguale B~lgica, Suiza , Alema nia, etc . ci Para dar una idea de la magni tud del trabaj o cabe al (o trc tar que e n la ejecuc ión del Atlas de Europa Centr Bavie ra de los proye ctos intern acion ales), solam ente para tarea s se reunié rón 2 . S68 . 230 datos en seis años. Para esta 143


llegó a publicar periódicos que manten1an al d!a a los cientos de colaboradores~

nuevo énfasis a los · an!lisis de la vegetación : 1 .-

~~n~~~sl~~~~~~~~~l~;~:s~d~~t~~i~~~-estudios coo~

En Trieste existe un Working Group for data processing in Phytosociology al cual se transfieren los datos flor1sticos. All1 se encuentran codificadas las espe cies de la Flora Italiana (Pignatti, 19821, su forma bio lógica, tipo corol6gico, etc. El código de la especie es t! dado por 7 cifras, las cuatro primeras corresponden a las del Dalla Torre et Harms del Index Generum Phaneroga marum y las tres ~ltimas al número progresivo de la Flo= ra Europaea de Tutin (1964- 1980).

Esto nos lleva a considerar fo es actualmente imprescindible qu~ para el fito~eógra_es ar versado, s~n que . . ello signifique una por lo menos en el c~~b~c¡;¡~;~:~c~~nÍa:n ~e~morfolog!a, los procesos que sufren y que las lleva~ ~ ~~~~i~a~~e.

Se trata de una codificación en un sistema abierto y la flora sirve como base para la elaboración y confrontamiento de datos flor1sticos, ecológicos y fitosociológicos.

Por experiencia sabemos de 1 existe entre las unidades de reli:v:str~cha relac~ó n que y a vegetac~6n que soportan e igualmente las e strechas dependencias de sus respectivos dinamismos.

Actualmente el INTA se encuentra abocado a la materialización de un banco de datos de vegetación. Para ello utiliza los cuadriculados topogr~ficos del IGM. La información a reunir se divide en dos, a) datos correspondientes a la cuadricula, climáticos, topogr!ficos, e d!ficos, etc . y b) datos correspondientes a la especie, forma biológica , valor indicador, uso, etc . Para cada exiccata de herbario se llena una planilla.

El primer antecedente en el pa1s de la relaci6 n entre l a Geomorfolog!a y la veget '6 ac~ n corresponde a Rove. 1 retto (1914) quié del pa!s en sus e~t~~~o~y=e~~o~~~~~~~~~~-de la vegetación

Fotointerpretaci ón, Geomorfología

~

Fitogeografía

Apenas terminada la guerra mundial comienza a divul garse una nueva metodolog1a en el estudio de los paisajes. La CSIRO de Australia ajustó un sistema de trabajo orientado al ordenamiento del territorio . Sus caracter1sticas incluyen una taxonom1a de las unidades de paisaje (los Land Systems o sistema de la tierra integrados por los Land units, y éstos a su vez por los Land forms), el uso intensivo de la fotointerpretaci 6n y el empleo sistem!tico del bloque diagrama de alta expresividad. El método es fundamentalmente fisiogr!fico y la vegetaci6n entraba en él en segunda instancia. Ensayado el método en la a trav~s de un convenio entre terio consecuencias altamente desde entonces en el pa1s dos 144

Argentina, en la Patagonia FAO e INTA, tuvo a mi crisignificativas: se desataron aspectos que veñdr1an a·dar

2.- Se trasformó en imprescindible el uso de la foto· grafía aérea.

togeogE~~uf~acamirada retrospectiva de nuestra historia fi -

!1' · nos encontraremos que 1 ~ ~ geomorfol6gico y de vegetaci6n tien: a~ ~s~s conj unto :n;~~de~;;e~~~ ~~ podemos dejar de r:~or-~a~~s~=r~!f~~ro

i;~!~g;;~~as~~~~~~~~:~1~~~:~~:iio!:;~!~~{~!~::r~~gr~l:~~ ~squis~c~ones sobre la vegetación de la

sus

pr~fundos conocimientose:=~~!n~~~~:na

~enlfu~cli6n dede_sus 1 ~entar1o pampeano c~c o s . ' 0 a oel1a descripción · que hace ae 1 os b o 1 sones, su d~namismo y el de 1 ción de cada una de las unidades geom6rficas u a vegeta0 de e ~aa ~u esp r~tu un~versal que le hace decir a Cabrera naturalista enciclopé~co des~~~s~~~b:~i~ente el Gltimo

~~n~~'n!~~~~~!:m~;e1;r~t~

~a c~n:epci6~ Jee1! u~~~d

lisisE~ a~ance ~ue _ha impr~so la teledetección e n el an~-

e _os ~a1saJes ha s~do valioso. El uso de la im!ien ~atel~tar~a vino a sumarse a la fotointerpretaci ón aa~r~:ge~eslded~a~éli~e p~eden analizarse visualmente . o s e a ~g~tal~zac16n. Hasta ahora el uso de la . ~ág~n:s del s~télite Landsat 4 ha sido muy ~til en el s anál~s~s de pa~~ajes en pequeñas escalas, siendo su uso para la vegetac~ón de escaso valor. Recientemente se ha

145


iniciado en e~ pals ~a digital1zaci6n de im~genes del Tnematic mapper, con- un poder de resoluci~n m~cho ma~or, el que est~ dando a~gunos resultados prom~sor~os. -~~s­ ten en la Argentina hasta ahora, dos centros de d~g~ta­ lizaci6n con procesadoras Comtal Vision, uno en la CNIE, en Vicente LOpez y otro en nuestro centro de Mendoza (CRICYT}. El avance de los conocimientos flor!:sticos no se refleja, segdn mi criterio, en muchos trabajos fitogeogr~f.icos actuales en los que se usa ~a telea~tecci6n .. La necesidad muchas veces de concretar trabaJOS exped~­ tivos, lleva a muchos autores a contentarse con descri~ bir la vegetaci6n de lo que llaman "un~dades cartc;>_gr&.f~­ cas". ~stas unidades surgen de la foto~nterpretac~ón Y nornogéneas en · la fotograf1a, son por ~o comdn_mosa~cos en ~a realidad. Lo que debiera ser sOlo un pr~er paso en el aná~isis, se trasforma en un fin Gltimo, buscando reaucir al m!nimo el tiempo ae trabaj o en e~ campo Y obteniéndose en consecuencia descripciones pobres Y co~ fusas. La rica informaci6n flor!stica existente no se refleja en estos trabajos los que tampoco brindan mayores posibilidades de profundización. otro de los aspectos que afectan a~ desarrol~o de los estudios de la vegetaciOn es la tendencia a soslayar la etapa cualitativa previa de an&.lisis de~ pai~aje que lleva a~ investigador a uoicarse en el med~o . s~n c~­ plir con ella entran directamente en la etapa cuant~ta­ tiva, con la consiguiente pobreza en los resultados.

Has allá de la asociación veget al: la b1ocenosis y e l ecosistema

Los fitosociOlogos est &.n convencidos de que la_ asociación vegetal es una visi6n parcial de la real~dad a pesar de llegar a ella lu~go de ~n c~ulo de observaciones, flor!sticas, ecolOg~cas, d~n~~cas, etc. Pero adn dentro de la misma Fitosociolog!a la simplificac16n es adn mayor. Si se analizan los trabajos fitosociol6gicos se verá que en la mayor!a de los c asos solo se tienen en cuenta las plantas superiores. O~ras veces en nuestro caso muy raramente, s6lo las cr~pt6ga­ mas. La simplicidad del análisis se agigan~a si p~nsacos por otra parte en los animales a ~os que s~stemát~camen146

te

ignoramo~ _ en . el m~todo.

La Biogeograf!a y la ~co~og!a marchan hacia unidades mucho mas complejas: las biocenosis y los ecosistemas . Las unidades de vegetaci6n constituyen excelentes narco~ de la actividad animal y es factible integrar las zoocenosis con las fitocenosis y determinar as! las biocenosis y los biomas. Ello implica el trabajo conjunto de bot~ni­ cos. y zoólogos en labo.z: interdisciplinar ia. Con este criterio Cabrera y Wi~link ( ~973) establecieron las regiones biogeográficas en América Latina subdividiéndola en dominios y provincias basándose en la vegetaci6n e integrando en los mismos territorios plantas y animales . Este trabajo constituye un primer intento en ese sentido hacia la delimitación de los biomas americanos .

La cartografía

de~

vegetación

Un mapa de la vegetación es la expresión final del estudio fitogeográfico, en el que nos vemos obligados a determinar las unidades de la vegetación y dar la superficie que ocupan. Qué caracter1sticas tiene la labor fitocartogr&.fica ? Obliga al investigador a ser exacto en la medida en que se ve obligado a trazar limites, exige y ejercita en las tareas de análisis y s1ntesis, segdn el juego de escalas, ~o lleva a una exploración cuidadosa y a un conocimiento cada vez mas exhaustivo de la naturaleza en función de la prospección obligada y la necesidad de cubrir con s u análisis el territorio que estudia. El ejercicio de la observación permanente a campo , el deseo de desentrañar el comportamiento ecológico de todas las especies que aparecen en su territorio, lo llevan al conocimiento cada vez mas acentuado de la flora regional. El fitogeógrafo al hacer de la determinación de sus plantas una inquietud permanente , sin delegar su responsabilidad en el uso .de los nombres que publica, lo incorpora, en su medida, a la solución de los problemas taxonómicos. Esto se reafirma si se considera aue t oda 14 7


la Patagonia y en él 12 cartas en colores en escala 1: 200.000, etc. ·-·· --·· -. ... - -· - - - ---- ---· ···-·

carta de la vegetación debe- estar--respal dada por. su propio herbario.

Volviendo a nuestro tiempo, eL Comando de Ingenieros comienza la publicación de la carta Geol6gica-H idrol6gica Militar en un programa nacional, que incluye una carta fisonómica de la vegetación en escaLa 1: 100.000 Entre 1951 y 1967 editan 45 cartas de las provincias de Corrientes y Entre R!os y quedan sin publicar unas 30 de Mendoza. Este programa constituye el dnico esfuerzo a n iveL nacio nal realizado hasta la fecha_

La vegetaci6n es la expresión integradora de los factores del medio. Las asociaciones vegetal:s o ~as especies individualme nte, denuncian la presenc~a o ~nten­ sidad de los factores que las condicionan: La carto~r~­ fia es un excelente camino para la detecc~ón y an~l~s~s de .estos factores, para descifrar el origen de la prese~ cia 0 ausencia de determinadas especies, el estado de d~ gradación de las comunidades, su dinamismo, para dar las bases del inventario y de la evaluación de los recursos vegetales, etc.

1 ' •,

La situación del país en materia fitocartogra fica

Mientras en Europa se ha Llegado a un desarrollo notable en materia cartogr~fica, América Latina solo presenta esfuerzos aislados y embr~onar~os. Est: atraso no solo se da en cantidad de -trabaJOS s~no tamb~én en intensidad de información en los trabajos mismos . En general podemos decir que América Latina no ha _superado aün la etapa fisonómica mas simple de expres~6n Si analizamos la situaci6n argentina, veremos_que si bien dista mucho de la actividad europea, const~tuye por su avance una excepción en el ámbito americano. Ya vimos como las - interpretacio nes de la vegetación argentina en pequeñas escalas, · las visiones a: ~o~junto de todo el pais, fueron progresando desde el ~n~c~o, hasta el ~ltimo trabajo de Cabrera de 197b. El progreso en materia cartográfica tambié~ comienza a verse en cartas de an~Lisis en escalas mayores. As!, entre 1967 Y 1969 se producirfan novedades, tanto en estudios_de mayor detalle, como en la aplicación de nuevas técn~cas. Rastreando antecedentes nistóricos de esta cartografía de detalle debemos recordar a Roncagli sobre la vegetación de la costa de Santa cruz, en 1883, en colores; la de Skottsberg l1912) del puerto de Grytviken en las Georgias del sur, ae Tierra del Fuego de Dusén, de 1905, etc. Bailey Willis en 1914 publica su libro sobre el norte de 148

En 1967 Vervoorst publica su intenso y ·valioso trabajo sobre la vegetación de la depresi6n del Salado, en escala 1: 1.000.000 y Cano y Movia su ensayo sobre la a pLicaci6n de la fotointerpre tación en el an~lisis de la vegetaci6n con una carta 1: 20 . 000, que es la primera en La que se ap lica el método fitosocioLóg ico en el pa!s . En- 1968 Morello y Adámoli dan a conocer sus estud~os sobre el Chaco, de alto valor metodológico . Ese mismo año, Cano y Gómez Cadret l19ó8) ordenan la información fitocar tográfica con su Indice bibliográfic o de mapas de vegeta= ción de La Argentina, y al año siguiente, 19b9 , dan Maree lino Sayago publica su carta dei norte de Córdoba (1: 400.000}, luego de un paciente y largo estudio. En 1973 propusimos un programa mendocino de ia carta graf1a ae la vegetación que Lleva ya mas de 20 cartas endiversas escalas, algunas publicadas lA . Dalmasso, E. Mart!nez Carretero, E. Méndez, M. González Loyarte, C. Passera, Ro~g, etc.) , girando toda nuestra actividad a ·l rededor del Herbario Ruiz Leal. esta eclosión de esfuerzos es muy notable . Decíamos que Los estudios fitogeogr~ficos y Los floristicos evoluc~onan juntos. ~stos trabajos que comentamos y que significan un serio avance en materia cartográfica , coinciden con el nacimiento de las floras regionales. ~abrera publica cinco voldmenes de la flora de Buenos Aires, la primera en aparecer , entre 1963 y 1968. Y aqui nos encontramos con otro parametro para evaluar el avance de la fitogeografi a con su expresión cartográfica : el uso cada vez mas intenso de los conocimiento s floristicos y a eLlo marcha La cartografía fitosociol6g ica que nos permite ahondar en el conocimiento del mundo de las p lantas.

1 49


Otros

acontec~ientos

importan tes en materia cartola publicac ión de la carta de vegetaci ón -de Sudamér ica (1: 8.000.00 0) de Hueck-S eibert que refle~ ja la enorme capacida d de trabajo y conocimi entos de estos dos eminente s geobot~nicos, \1972), La Reuni6n I n ter nacional sobre cartogra f!a de la vegetaci ón en zonas ~ri das, organiza da por el IILA y CONICET en Buenos Aires,'en 1979 y por altimo la exposici 6n cartogr~fic a organiza da por la Sociedad Argetina de Botánica en la ciudad deSalta de La que particip aran 4~ exposito res, prueba del interés que existe en el pa!s en la materia. gr~fica fueron:

Haciendo un restSmen sucinta vemos que marchamo s ha cia una mayor compleji dad y paraleLa mente a una mayor profundi dad en los estudios de la vegetac~6n. De los métodos fisonómi cos, que dominan en los primeros periodos , avanzamo s a los flor!stic os y de ellos a los fitosoci ólo gos. A su vez se abren nuevos caminos a través de la Sin fitosoci olog!a y vemos como el método floristic o tradi-cional de nuestras cartas generale s y la Sinfitos ociolog1a buscan alcanzar iguales resultad os por d~ferentes ca minos, lo que abre una interesa nte converge ncia y compa= ración de los resultad os. Vemos como se conjunci onan cada vez más los estudios de vegetaci 6n y los geomorfo lógicos y cómo. las nuevas téc nicas de teledete cción, por lo menos en lo que hace a lafotograf !a aérea, se hacen indispen sables. Paralelam ente, aespués de 193 0, comienza n a intensificarse Los trabajos monográ ficos y cómo en cartogra f!a vamos alcanzan do una crecient e superació n tanto en versio nes sintétic as como analitic as, estas altunas especialm eñ te a partir de ·la . década del 60. También vemos el crecient e interés por descifra r los dinamism os y por conocer no solo el comporta miento ecológico de las asociaci ones, sino el de cada uno de sus componentes . Vemos también el avance en la elaborac ión de cuadros compara tivos cada vez más completo s y compren sibles y en la aplicaci ón de análisis numérico a fin de aclarar, corregir o confirma r sus resultad os. Ya se repitió como el avance de la fitogeog rafia está condicio nada fundamen talmente entre otros factores , a los conocimi entos floristic os. No se puede avanzar en los estudios ae vegetaci ón, repito las palabras de Cabrera que

reafirma n las de Haum_an, _ sin e+ la flora.

conoc~it¡!nt.9

P.t:~v_i_q

_de_ __

Pero, el problema es más profundo , y va más a l lá de disponer de una flora o en saber manejar sus claves. El " fitogeóg rafo es u n bot~nico y no será completo s i no es capaz de resolver por su cuenta un problema sistemát ico o si no es capaz de orientar su investig aci6n dentr o d e l proceso evolutiv o. Es en este aspecto en crue l a F i togeografía se vertebra y consusta ncia con las demás he ~ a n as de la gran ciencia de las plantas. Kiesling y Wright (1980) dan a conocer una opinión muy pr~ctica d e Cabrera pero que va a la profundi dad del tema: " . . sea cua l f uere la orientac i6n futura conviene que en la formac i ón d e · un botánico (en nuestro c aso un fitogeóg rafo), exista e n su arranque una tesis en un tema sistemát ico, lo qu e le da rá base a su especial idad" . Ya vimos que la Fitogeog raf!a y la Taxonom1 a a rgentinas nacieron en la misma cuna y el desarrol lo de u na supone el de la otra. Hubiera podido Cabrera lograr sus concepci ones fitogeog ráficas nacional es y lati noameric anas sin su formidab le base flor!stic a?

La !e~tf~_cción de la Argentin a y_ la Fitogeog rafía

Volviend o a Hauman, dec!a en 1931 ••• "crué auedaría de las asociaci ones primitiv as, tan profunda meñte trasformadas desde hace 50 años? •• " Desde esa fecha ahora han pasado 57 años y en el mo mento actual podemos ásegurar sin equivoca rnos, que la vegetaci ón natural ya no existe en la Argentin a. Lo que tenemos en nuestros campos, es, en el mejor de los casos la vegetaci ón seminatu ral , entendié ndose por tal aque l la que ha sido modifica da por el uso y se encuentr a e n equilibrio con él. Escaso es el conocimi ento que poseemos de lo q u e fu • la vegetaci ón anterior en muchas partes de l pa1s. En mu chos casos son sólo hipótesi s m~s o menos ·aproxim adas. L. degradac ión en la vegetaci ón es la norma que se traduce en la pérdida de estructu ra, de biomasa, de diversid ad, de producti vidad , de capacida d p r otectora del suelo, del escurrim iento, etc.

150 151


Sabemos que ·1a ·Rept1blica ha dejado de ·ser un pa!s forestal . El desmonte se lleva con intensidad en Salta , Tucum~n, Chaco, Formosa, Santiago del Estero , C6rdoba y La Pampa . En el NOA solamente se deforestaron 400.000 ha entre 1975 y 1979 (Kugler, 1984) . Los matorrales de Bu Znesia retama de San Juan han quedado reducidos de 2.000.000 ha a 400.000 (Satler, 1978). Se calcula que la pérdida de la capacidad ganadera por degradaci6n de la vegetaci6n y los suelos, oscila en el pa!s entre el 20 y SO %. S6lo en la Patagonia hay 4. 000.000 de ha ocupadas f'Or pavimentos de erosi6r. v se calcula que se incremcntar~n en 2. 000.000 ~~s hacia fines de siglo (Castro et al . , 1980) con la consiguiente reducci6n ganadera. En Catamarca la poblaci6n bovina disminuy6 a la mitad entre 1922 y 1947 (Factor, 1959). La erosi6n h!drica originada por la deforestaci6n y el sobrepastoreo alcanza. el 24 % de la superficie del pa1s . La pérdida constante de biomasa y de suelos no ha sido detenida y la erosi6n tanto h!drica como e6lica alcanza en la actualidad a 58 . 000 . 000 de ha (Prego, 1988). . •, Los procesos de degradaci6n marchan continuamente y el poder de modificaci6n de los ambientes, con los avances cada vez mayores de la tecnolog!a, han aumentado y aumentan a una velocidad mayor que su estudio y comprensi6n. Nunca mas que ahora es de urgencia conocer profundamente la estructura y funcionamiento de la naturaleza y nunca como ahora los estudios de vegetaci6n s on tan urgentes e impr escindibles para c ontribuir con e l los a detener la destruc ci6n. Cabe a todas las disciplinas fitogeogfaficas jugar un importante papel. Retornando las palabras de Lucien Haurnan, de ~931, " • . • El Symbolae ad Floram Argentinam de Grisebach, base de nuestros conocimientos sobre la flora del centro y el NW de la Argentina, apareci6 en 1879; sin subestimar los progresos considerables realizados desde entonces, en el tren que van las cosas, ser~ necesario por lo menos un siglo y medio para que la flor1stica argentina quede s6lidamente establecida y que, admitiendo un progreso an~­ logo para las regiones lim!trofes, podamos, con conocimiento de causa, realizar la geograf1a bot~nica". 152

De acuerdo a. e.s.tos.. c~lculos . nodr1amos. alcanzar una... _ qeograf1a bot~nica suficientemente macura en el año 2 . 029 . Yo creo que podemos llegar, pero a condici6n crue todos nosotros y los j6venes que se ini cian seamos canaces de seguir los nasos de Cabrera con su permanente inauietud entusiasmo y enorme capacidad de trabajo. '

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