amador montes | comiendo amor
Coordinación general Rebeca Pareja Ignacio Pareja Textos Enrique Agüera Ibáñez Rafael Alfonso Pérez y Pérez Luis Rius Caso Jorge Pech Casanova Traducción Rowena Galawitz Poemas Rebeca Pareja Fotografía Manuel Jiménez Fotografía de Eva Jaime Casillas-Ugarte Diseño editorial Javier Rosas Herrera Cuidado de la impresión Claudio Sánchez Islas Javier Rosas Herrera Digitalización e impresión Carteles Editores 1a. edición, Oaxaca, México. Septiembre 2009 Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirectamente del contenido del presente libro. www.amadormontes.com
A Carmen mi madre, trĂŠmulas horas y dĂas, la vida pasa distinta en tu cocina, se te acaban las manos amasando cacao, se te rinde la vista limpiando el frijol, me quedo dormido medio soĂąando, envuelto en los hilos de humo que brotan del comal.
Para la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, es un privilegio y un gusto publicar este texto que da cuenta de la obra pictórica de Amador Montes, artista nacido en Oaxaca en 1975. El autor es egresado de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y de la Universidad Mesoamericana de Oaxaca donde ha cursado las licenciaturas en diseño gráfico. La pintura se ha convertido desde un inicio en la forma primordial de su expresión artística, asumiendo un pleno compromiso con su entorno y expresando en muchas de sus obras una atmósfera de arte y belleza que recrean sus orígenes así como sus emociones, anhelos, vivencias y el amor a su arte. Su obra es ya reconocida y admirada en México, España, Italia y los Estados Unidos, desde el año 2002 y ha participado permanentemente en exposiciones individuales y colectivas. Por tales razones nos complace sobre manera que sea en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, donde los universitarios y el público en general puedan admirar la exposición Comiendo amor de Amador Montes, con lo cual nuestra Institución cumple una vez más con el fomento a la cultura consolidando espacios para los creadores mexicanos. Enrique Agüera Ibáñez Rector de la buap
It is a privilege and a great joy for the Benemerita Universidad Autónoma of Puebla, to publish this text on the art work of Amador Montes, artist born in Oaxaca in 1975. The author is a graduate student from the Universidad Popular Autónoma of the State of Puebla and of the Universidad Mesoaméricana of Oaxaca in which he has major in graphic design. Painting has become from the very beginning in his main way of artistic expression, assuming a full commitment with his surroundings and expressing in many of his works and atmosphere of art and beauty which recreate his origins as well as his emotions, desires, experiences and love for his art. His art work is already known in Mexico, Spain, Italy and the United States since 2002, he has participated in constantly in individual and collective exhibits. It is because of all these reasons that it is pleasure for the Benemérita Universidad Autónoma of Puebla to be the site where the university community and the general audience will admire the exhibit Eating love of Amador Montes, this is how our Institution accomplishes one more time it´s commitment to promote cultural expressions by opening spaces for Mexican creators. Enrique Agüera Ibáñez buap chancellor
Comiendo amor Rafael Alfonso Pérez y Pérez
El arte es la filosofía que refleja un pensamiento. Antonio Tàpies
Amador Montes ha logrado una experiencia probada por la que consolida un discurso, cuyos elementos atrapan de forma sutil e inteligente la esencia de sus tradiciones, para crear piezas que constituyen su génesis o lo devuelven a su propio origen: Oaxaca. Con una argumentación que no pretende ser anecdótica ni narrativa, y que se distingue por la presencia de un universo conceptual donde se interrelacionan el argumento, la costumbre, la religiosidad y el sincretismo expresados a partir de un conjunto de signos estéticos, este singular creador tipifica el procedimiento iconográfico para generar una producción que nos remite a los sistemas culturales de esa vasta región. Este vínculo de comunión con sus creencias mágicoreligiosas, constituye un acto de declaración simbólica, el cual le permite abrirse a amplios mecanismos expresivos, dentro de una estética que busca la reflexión, provocada a partir de la experiencia, la identidad, la vivencia y la tradición. Es así como en su obra lo real se fusiona con lo sobrenatural, y la representación de los sueños a elementos que llegan desde sus orígenes, o desde la memoria primitiva a través de la tradición; todo tiene un significado o sirve de clave para descifrar el mundo quimérico de Amador Montes. Su trabajo tiene, como todo ritual, un sistema de revelación y vinculación con acciones de valor simbólico que lo inscriben en un territorio y lo ligan a actos de fe, los que ejecuta más por convicción que por designio. Amador Montes toma de la cotidianidad elementos reconocibles como pájaros, enseres, letras y caligrafías (que se convierten en mensajes cifrados), frutos y granos de la región, etc., para fusionarlos con
atmósferas misteriosas u orientalizadas, elementos que evocan otros territorios, sobreponiéndolos a texturas líricas que nos recuerdan los muros viejos de ciudades lejanas en otros continentes, descubiertos e inventados, y entonces la irrealidad toma forma haciéndose real en la superficie de la tela. La realidad es transferida a la obra mediante el despliegue de su capacidad fabulatoria, la cual le permite la creación de los mundos fantásticos que nos entrega como parte de un códice en el que se fusionan dos momentos, dos historias y dos orígenes, todo ello dentro de un proceso de acriollización; la entremezcla de una cultura nacida en ese sitio y otra que ha sido transculturada para convertirse en originaria: la indohispánica. Su obra, a pesar de su indudable actualidad, retoma de sus ancestros a los que teme y venera sus narraciones y mitos para hacerse fiel a ellos, a su pueblo que habrá de perseguirlo y distinguirlo; sus leyendas que sirven de punta de lanza para crear mundos ficticios donde las criaturas respiran, se mueven, se desplazan como en su entorno natural para conformar las partes dinámicas de un todo concertado y armónico; una composición donde el horizonte se fusiona y se difumina con sus personajes y sus elementos; la tela se convierte así en un territorio conquistado en cada obra. El mundo expresivo de Amador se ha dejado atrapar por la fábula, el entorno y por su propia realidad; razón por la cual es un portavoz extraordinario del arte de esa entidad. Por lo que, Comiendo amor constituye desde su propio enunciado un acto de fe, basado en el consumo de sus vínculos más poderosos, los encontrados dentro del inconsciente que lo motiva: sus propias raíces.
Eating love Rafael Alfonso Pérez y Pérez
Art is philosophy reflected in thought. Antonio Tàpies
Amador Montes has achieved demonstrated experience through which he fortifies a discourse whose elements capture the essence of his traditions in a subtle and intelligent way to create work about their genesis or return him to his own Oaxacan origins. With argumentation not intending to be anecdotal nor narrative, distinguished by the presence of a conceptual universe where arguments, customs, religiousness and syncretism—expressed through a group of aesthetic signs—interact, this singular creator typifies iconographic procedure to generate a production referring us to the cultural systems of that vast region. This link of communion with his magic-religious beliefs is a symbolic declaration which allows him to open up ample expressive mechanisms within an aesthetic seeking reflection and provoked by experience, identity, familiarity and tradition. As such, his work fuses reality with the supernatural, and through traditions, the representation of dreams links with elements arising from his origins or primordial memory. Everything is significant or serves as a key for deciphering the chimerical world of Amador Montes. Like all rituals, his work has a system of revelation and connection to actions with symbolic value, placing him in a territory and linking him to acts of faith, which he executes more from conviction than from intent. Amador Montes takes recognizable objects from everyday life —like birds, kitchen equipment, words and calligraphy (converted into coded messages), fruits, regional grains, etc.— to fuse them with orientalized or mysterious atmospheres, elements evoking other
lands, while painting over lyrical textures reminding us of old walls from the faraway cities of other continents, discovered and invented. Unreality then takes form by making itself real on canvas. Reality is transferred to the work by way of an unfolding of his capacity as a fabler, allowing him to create fantastic worlds which he offers to us like part of a codex where two moments coincide, two stories, two origins, all within a process of cultural melding; the intermingling of one culture sprung from a particular place and another which has been transformed to convert itself into part of that same place, in this case, the indigenous-Hispanic world. Despite its undeniable contemporary relevance, Montes’ work takes up the feared, venerated myths and narratives of his ancestors to form alliances with them, with his people needing to be sought out and distinguished, whose legends accurately serve to create fictitious worlds where creatures breathe, stir and amble as if in their natural habitat, to make up the dynamic parts of a harmonic and orchestrated whole, a composition where the horizon fuses and blurs with its personages and elements. As such, in every work, the canvas becomes a conquered territory. Amador’s expressive world has been captured by the fable, his surroundings and his own reality, which is why he is an extraordinary spokesman for the art of that region. This makes Eating Love a declaration of faith based on the consumption of his most powerful connections, those motivating him within the unconscious: his own roots.
Volver a la sensación Luis Rius Caso
Marcado por un cruce de tradiciones, de tiempos, de visiones del mundo, el arte de Amador Montes aspiraría a ejemplificar con los mejores argumentos la posibilidad de construir un imaginario híbrido muy original, con base en un código efectivo para involucrar lo mismo y lo otro, lo propio y lo distinto, o bien, para dar cauce a la inmanencia viva del mestizaje, en un horizonte de representación fundamentalmente plástico. Este elemento, lo plástico, no debe entenderse en la obra de este artista sólo como un recurso artístico que la refuerza, sino, mucho más que eso, como el valor fundamental que la sustenta. Lo plástico involucra a las emociones, a las sensaciones, a aquello que apenas si se puede sugerir con palabras y que está más allá de la representación del objeto o del tema. Así, apenas si se dice algo describiendo las hermosas composiciones, con sus estilizadas aves y motivos vegetales, con el cruce tan efectivo de descripciones lineales, diríase que diseñadas, con otras más bien gestuales y matéricas. El impacto inmediato proviene de su estética y de su
fuerza expresiva; rige la experiencia frente a las obras y establece su estatuto. Después del asombro del primer impacto, la mirada busca y encuentra los fundamentos de la destreza, del virtuosismo, de los desarrollos temáticos, de las afortunadas combinaciones en que se basan sus técnicas mixtas. Después del asombro y de la mirada relacional, la lectura del espectador puede buscar en lo simbólico, en el espacio del sentido que sólo puede provenir del campo específico de la propuesta artística. En tradiciones como la oaxaqueña y la mexicana, tan saturada de poéticas que involucran a la naturaleza, a lo surreal, a la imaginación creadora, a los referentes míticos y cotidianos (tan patentes en los títulos de sus obras), resulta muy difícil fijar una nota original. Amador Montes lo ha logrado con notable talento y personalidad. Su obra se nos revela como un regalo de notas visuales que nos regresa a la sensación, al misterio del arte, a un imaginario que esquiva el sobrepoblado universo de la iconósfera publicitaria y pobremente ocurrencial, que coloniza la mirada contemporánea.
Returning to sensation Luis Rius Caso
Marked by a crossing over of traditions, eras and world visions, Amador Montes’ art aspires to exemplify—with the best of arguments—the possibility of constructing very original, hybrid imagery based on an effective code involving the same and the other, what is ours and what is not, which is to say, an open path to mestizaje´s living immanence on a fundamentally plastic horizon. In Amador’s work, this plastic element should not be understood as merely an artistic resource that strengthens it. Much more than that, it is the fundamental factor sustaining it. Plastic aspects provoke emotions, sensations, that which can barely be suggested with words and goes beyond the representation of an object or a theme. As such, something is barely said as one describes the beautiful compositions, with their stylized birds and organic motifs and a very effective interaction of lineal descriptions, which might be called designed, with others that are really gestural or material. An immediate
impact comes from the work’s aesthetic and expressive force, determining the experience one has before these works and establishing their statute. After the surprising initial impact, the eye looks for and finds fundamental skill, virtuosity, thematic development, the fortunate combinations with which his mixed media work is done. And, after that, the spectator can look for symbolic meaning, within a space that can only come from a given artistic proposal. In traditions like the ones from Oaxaca and Mexico, quite saturated with poetics involving nature, the surreal, the creator´s imagination, daily and mythic references (patent in the works’ titles), it can be difficult to pinpoint an original note. However, Amador Montes has achieved this with notable talent and personality. His work reveals itself to us like a gift of visual notes, returning us to a sensation, to the mystery of art, to collective imagery that avoids the overpopulated universe of the poorly-imaginative advertising iconosphere inhabiting contemporary eyes.
Comiendo amor | 250 x 190 cm. Mixta/tela 2009 La novia de pueblo | 170 x 230 cm. Mixta/tela 2009 (pรกgina siguiente)
Cr贸nica familiar | 80 x 180 cm. Mixta/tela 2009 1975, Un recuerdo | 150 x 150 cm. Mixta/tela 2009 (p谩gina siguiente)
Bebiendo de tu cafĂŠ | 230 x 190 cm. Mixta/tela 2009 Me conformo con tu aroma | 140 x 190 cm. Mixta/tela 2009 (pĂĄgina anterior)
Flores para Mary | 230 x 170 cm. Mixta/tela 2009 Sobre nubes | 190 x 250 cm. Mixta/tela 2009 (pรกgina siguiente)
3:55 Cr贸nica de un so帽ador | 55 x 158 cm. Mixta/papel nepal 2009
La cocina de Eva | 150 x 300 cm. Mixta/tela 2009 Amores de antaĂąo | 100 x 30 cm. Mixta/tela 2009 (pĂĄgina siguiente)
Nuestro café | 220 x 140 cm. Mixta/tela 2009 Ritual de Amor | 120 x 240 cm. Mixta/tela 2009 (página anterior)
El segundo ramo | 250 x 190 cm. Mixta/tela 2009 Juntos en Domingo | 100 x 160 cm. Mixta/tela 2009 (pรกgina siguiente)
Café de olla | 190 x 300 cm. Mixta/tela 2009 Sin ti | 100 x 100 cm. Mixta/tela 2009 (página anterior)
Empollando un gran amor | 80 x 60 cm. Mixta/tela 2009 Un racimo para Carmen | 140 x 250 cm. Mixta/tela 2009 (pรกgina anterior)
Comiendo margaritas | 300 x 190 cm. Mixta/tela 2009 Entre Familia | 190 x 300 cm. Mixta/tela 2009 (pรกgina anterior)
El ave | 150 x 100 cm. Mixta/tela 2009 Discusi贸n | 120 x 240 cm. Mixta/tela 2009 (p谩gina siguiente)
Compatibles | 140 x 100 cm. Mixta/tela 2009 CafĂŠ para la visita | 140 x 220 cm. Mixta/tela 2009 (pĂĄgina siguiente)
A Tamayo | 120 x 100 cm. Mixta/tela 2009 La gallina de Senovio | 100 x 30 cm. Mixta/tela 2009 (pรกgina siguiente)
La Gallina de Senovio Vamos al río Eva anda, apura la cocina y los chivos y vamos al río que quiero escuchar a las piedras beberse y llorar. A veces siento los pies pesados como pegados al suelo y esta rodilla, la derecha ya no parece querer andar siento el frío que guardaron mis piernas quizá son los años de riego por la parcela las noches de desvelo en el solar la humedad del suelo sin zapatos y las sábanas que no existieron en nuestra cama. Anda Eva, deja que Alejo limpie el frijol y vamos andando quiero contigo platicar hoy que la luz parece menos terregosa que las nubes parecen no estar quisiera ir de nuevo al río a la plaza, a la misa terminando el día aún me estremece no ver el pleno rayo de la mañana extraño las cosas que de memoria conocí y ahora que por un día puedo ver ¡vamos Eva, vamos una vez más! Rubén y yo somos medios hermanos del pecho para arriba medios hermanos de sangre y hueso Doña Emelia fue nuestra única madre y aún me pregunto ¿A dónde van las nieblas del café de olla? ¿A dónde van su sabor-olor-vapor? Tan escandaloso el café se ha de agotar se ha de callar. Cuantas historias hemos tejido comiendo amor aún recuerdo tu espalda desnuda bajo las luces de luna reluciendo como el más puro metal tu piel, un desierto salado en los años de bella moza y lo único que pude darte fue una gallina y un solar. Ahora tus mejillas como las mías están hendidas y agrietadas ¡ay Eva!, Santa Ana nos devora nos devora el tiempo y como las casas de adobe regresaremos a la tierra en gajos pues somos hombre y mujer de barro ¡ay Eva! Cuantas historias hemos tejido comiendo amor ordeñado la vida y seguimos andando. Cuando niño vi bolas de fuego volar…
Amor a fuego vivo Jorge Pech Casanova
Luego de estudiar los procesos de alteración de la personalidad mediante sustancias psicoativas, el filósofo Terence McKenna dedujo que la cultura surgió en las sociedades humanas por la acción de las mujeres. Aparentemente reducidas tan sólo a esperar la vuelta de los cazadores poderosos, ellas, mientras recolectaban frutos, observaban las propiedades de las plantas y exploraban las aplicaciones de la arcilla, fundaron la agricultura, la herbolaria y la alfarería. Siguiendo esta línea de pensamiento, no es aventurado proponer que las mujeres también descubrieron la astronomía, al registrar y fijar con fines prácticos la influencia de los cuerpos celestes sobre las aguas, las plantas, los frutos, la tierra y sus propios cuerpos. Esto sucedía al calor del sol y, de noche, a la luz de las hogueras, mientras las llamas cocían los alimentos y endurecían la tierra sobre la cual eran dispuestas las brasas. ¿Qué comenzó primero, la agricultura, o la alfarería? Imposible saberlo, pero con muchas probabilidades la cocina se situó entre el surgimiento de aquellas iniciales expresiones de la civilización, y sus vertientes crecieron y prosperaron mientras el conocimiento de las influencias astronómicas se iba ampliando entre las mujeres, al amparo de su perspicacia, paciencia y amor. En muy diversas culturas subsiste la memoria de esa evolución cultural. Para diversas mitologías americanas, por ejemplo, la luna transmitió a las mujeres el privilegio de transformar el barro en cerámica, como un atributo adicional de fertilidad. Esto puede considerarse la expresión metafórica de lo discernido por McKenna, pues la explicación legendaria comparte los elementos clave de la versión antropológica y filosófica: la intervención de los astros y de las mujeres en el desarrollo de la alfarería.
McKenna murió en el año 2000 sin imaginar que uno de los elementos que fueron centrales en su teoría sobre el surgimiento de la cultura, acabaría con buena parte de su legado. En 2007, un incendio consumió la biblioteca de libros raros y de anotaciones inéditas encomendada por el filósofo al Instituto Esalen. El fuego, que había sido un tema de los estudios del filósofo, se convirtió con roja diligencia en el destructor de su herencia documental. Legado de la luna En otras actividades, sin embargo, el fuego es un aliado para métodos de preservación. Es el caso de la alfarería, cuyo proceso sólo puede ser culminado por las potentes llamas de un horno. La luna, ese astro que ilumina las noches con frío resplandor, ha presidido desde la antigüedad los cálidos trabajos de hombres y mujeres que se dedican a la alfarería. Entre las alfareras pames del norte de México, por ejemplo, las fases lunares son determinantes para transformar la arcilla en cerámica. Esas artesanas le confiaron a la investigadora Mónica Segura que, a fin de conseguir suavidad en el yeso de sus piezas, esperan a la “luna tierna” o creciente para moler el material. La leña para cocer las piezas se recolecta en plenilunio o con “luna madura o maciza”, es decir, con el satélite en cuarto menguante; este mismo período es el ideal para modelar las piezas, según las creencias de estas alfareras. Así, la confección y cocción de utensilios de barro está inscrita en un ritual arcano, a la vez que forma parte de un procedimiento sumamente práctico. La conjunción permite comprender cómo lo sagrado ampara la existencia cotidiana.
En esta lógica, la cocina también es un espacio para lo sagrado y los utensilios de barro son instrumentos del ceremonial por el que la cultura agrícola se transfigura en sustento de la familia, en ofrecimiento de amor correspondido. En la historia de las civilizaciones, la cocina da origen a la magia, a la alquimia y a la química, pero también, en muchas ocasiones, a fervorosos amores. Y el comal conserva en las cocinas la memoria de su procedencia esotérica: la forma de la luna plena, el círculo sagrado de las fases celestes y el luminoso perfil del plenilunio. Por eso, lo que se deposita sobre el comal ha de convertirse en otra sustancia, al amor de las manos femeninas y al calor del fogón. En el comal, la naturaleza inerte se reanima para ser nutricia, para proveernos vida nueva. Es inevitable que esta lógica ritual nos conduzca a la poesía, al arte. Inclusive una investigadora como Irma Reyes Jaramillo no puede evitar que su informe científico sobre las arcillas se transforme en cierto momento en rapsodia lírica al considerar las posibilidades de la materia analizada: “la arcilla —escribe— no sólo forma parte del polvo de nuestro calzado, la arcilla está en la frescura del agua del cántaro, en la olla donde se cuecen los frijoles, en la fina porcelana de la taza de té, está en los poemas y vive en la letra y el sentir de algunas canciones. La arcilla horneada se vuelve dura y la convertimos en hornilla, en comal o bracero, en collares, en pisos, en paredes, en alcancías o en sepulcro. ¡Qué ligada está nuestra vida a este maravilloso y diverso material!” Un conjunto ritual Si una científica es atraída al dominio de la poesía por gracia del humilde barro modelado y cocido, qué efectos no tendrá la alfarería sobre un temperamento volcado al arte. El pintor, escultor e instalador oaxaqueño Amador Montes fue seducido por las potencias del barro, por la inmemorial herencia de la luna, y ahora su talento se concentra en una obra múltiple que parte del comal rústico y se torna en exquisita cerámica. La base de este nuevo empeño creativo de Amador Montes son los comales elaborados con técnica tradicional por el artesano Juan Ruiz Zárate y su familia en la población de Santa María Atzompa (comunidad conocida desde la época colonial por su producción de cerámica en barro blanco, rojo y vidriado). Hay que insistir: la base es el utensilio tradicional, pero la culminación del proceso emprendido por el artista traslada el objeto utilitario y la tradición a niveles inusuales.
La posibilidad de convertir los comales de barro en soportes para piezas pictóricas ha sido explorada ocasionalmente por diversos artistas y artesanos. La forma circular y cóncava de los comales los hace adecuados para ciertos caprichos iconográficos. En Oaxaca, el formato circular de estas piezas de alfarería no ha dejado de atraer pasajeramente a un maestro de la experimentación como Francisco Toledo, a un joven artista vasco como Gorka Azaola y a numerosos artesanos de la figuración. Sin embargo, nadie se había planteado con seriedad y método una obra multitudinaria cuya base fuese el humilde utensilio. Amador Montes, luego de considerar las opciones del comal como soporte, decidió ir más allá del mero ejercicio pictórico sobre un formato infrecuente. Tomando en cuenta el fenómeno cultural y las implicaciones rituales que giran en torno al comal, así como una visión más profunda del papel que esos enseres tienen en la vida cotidiana, el artista nacido en la ciudad de Oaxaca eligió una operación acorde con el fondo sagrado del objeto: no usar el utensilio como simple base de una iconografía, sino la combinación de técnicas para hacer del utensilio en sí una obra de arte. Además, la congregación de piezas confiere a este empeño creativo una calidad ritual, fuertemente dirigida a la experiencia de comunión amorosa. Por encima del erotismo, opinan los místicos, está esa forma suprema del amor que los griegos denominaron ágape: el amor como convivio, como reconciliación con lo otro, como vinculación con lo sagrado: el amor como religión. Por eso, la imagen de la luna permanece reminiscencia en estas piezas cerámicas, con sus implicaciones románticas, eróticas y espirituales. De ahí que el artista pueda sugerirnos que nuestra tarea ante este montaje es alimentarnos de amor. El centenar de comales que forman la obra —y que se integran en conjunto como una instalación, pero asimismo se despliegan como un sistema de referentes individuales— ha sido trabajado con engobes y luego intervenido con esgrafiados, incisiones y diseños impresos por medio de serigrafía. Así, el resultado no es la sencilla inserción de pinturas en un fondo de barro cocido, sino la creación de cerámica atípica, con diseños decorativos inspirados en el art nouveau que circundan trazos y grafismos característicos de Amador Montes: un arreglo que conmemora la huella del fuego vivo con que el amor puede expresarse mediante el antiquísimo aparejo de cocina. Recordatorio delicado y seductor, nos invita a seguir comiendo amor, gracias a la alquimia que la luna nos legó por mediación del eterno femenino. Oaxaca, agosto de 2009
High-Fired Love Jorge Pech Casanova
After studying processes of personality changes resulting from psychoactive substances, philosopher Terence McKenna deduced that culture arose in human society through women’s actions. Apparently reduced to just waiting for powerful hunters to return, while women collected the fruits of the earth, they observed plants´ properties, explored clay´s applications, founded agriculture, herbology and pottery. Following this line of thought, it is not adventurous to propose that women also discovered astronomy, as they registered and fixed the influence of celestial orbs on water, plants, fruits, land and their own bodies for practical purposes. This occurred under the sun´s heat and, at night, the fire’s light, as flames cooked the food and hardened the ground on which the hot coals burned. What happened first—agriculture or pottery? It is impossible to know, but it is very probable that cooking was one of the initial expressions of civilization, and its offshoots grew and prospered as knowledge of astronomic influences increased among women, under the shelter of their sagacity, patience and love. The memory of that cultural evolution survives in diverse cultures. For example, in much mythology of the Americas, the privilege of transforming clay into ceramics was transmitted to women by the moon, as an additional attribute to fertility. This could be considered the metaphoric expression of what McKenna discerned, since the legendary explanation shares key elements with the anthropological and philosophical version: the intervention of the stars and women in the development of pottery.
McKenna died in 2000, without ever imagining that one of the central elements of his theory on how culture arose would finish off a good part of his legacy. In 2007, a fire consumed the library of rare books and unpublished notes he had entrusted to the Esalen Institute. With red-hot diligence, fire—which had been one of his subjects of study—became the destroyer of his written heritage. The Moon’s Legacy Nevertheless, for other activities, fire aids preservation methods. This is the case of pottery, whose processes can only be culminated by the kiln´s potent flames. The orb that illuminates our nights with its cold glow —the moon—has presided from time immemorial over the heated work of men and women who dedicate themselves to pottery. In the case of the Pames of northern Mexico, for example, lunar phases determine when to transform clay into ceramics for female potters. These craftswomen confided to researcher Mónica Segura that in order to get the softest clay for modeling, they wait for the “young moon” or waxing crescent to mix their material. The firewood to bake the pieces is collected during the “old or hardened” (full) moon, which is to say when the satellite is in its last quarter. That same time period is ideal for modeling the work, according to these potters’ beliefs. As such, forming and baking utilitarian objects of clay is rooted in an arcane ritual, as well as being part of an
immensely practical procedure. This conjunction allows us to understand how the sacred encompasses daily existence. Within this logic, cooking is also a space for the sacred, and clay pots and equipment are instruments of ceremony, so agriculture transmutes into the family´s sustenance in an offering of reciprocal love. In the history of civilizations, cooking originates magic, alchemy and chemistry, but also, on many occasions, fervent love. In the kitchen, the comal (circular, clay griddle) conserves the memory of its esoteric origin: its full-moon form, the sacred circle of celestial phases, the luminous profile of the round, lunar orb. That is why what is deposited on the comal has to be converted into another substance, into love at the hands of women, into the heat of the hearth. On the comal, inert nature is reactivated into something nutritious and life-renewing. Inevitably, this ritual logic leads us to poetry, to art. Even a researcher like Irma Reyes Jaramillo in her scientific report on types of clay could not avoid lapsing into lyrical rhapsody at a certain point as she considered the material´s possibilities. She wrote: “Clay is not just part of our shoes’ dirt, clay is in the pitcher’s fresh water, the pot that cooks our beans, the fine porcelain of our teacups; it is in poems and lives in the lyrics and sense
of certain songs. Clay becomes hard as it is fired, then we, in turn, convert it into a small oven, comal or brazier, into necklaces, floors, walls, piggy banks or tombs. Our life is very much linked to this marvelous and diverse material!” Ritual Joining If a scientist is attracted to poetry’s domain thanks to humble clay, modeled and fired, its effect on a temperament immersed in art must be endless. Oaxacan painter, sculptor and installation artist Amador Montes was seduced by clay’s potential, by the moon´s immemorial legacy, and now his talent has focused on a multiple work based on the rustic comal transformed into exquisite ceramics. The basis of Amador Montes’ new creative project is the comal, made traditionally by craftsman Juan Ruiz Zárate and family in Santa María Atzompa (a community known since colonial times for its ceramic production in red, white and glazed clay). It bears repeating: the base is a traditional, utilitarian object, but the culmination of the process undertaken by the artist takes this everyday disk to uncommon levels.
The possibility of using the clay comal as a support for painting has been explored intermittently by various artists and craftspeople. Its circular, concave form makes it apt for certain iconographic whims. In Oaxaca, the format of these clay griddles has occasionally caught the eye of an experienced master artist like Francisco Toledo, a young Basque artist like Gorka Azaola and numerous figurative handicraft artists. Nevertheless, no one had proposed a multiple work based on this humble cooking equipment with seriousness and methodology. After Amador Montes considered the options the comal offered as a support, he decided to go beyond a mere pictorial exercise on an unusual format. Taking into account the cultural phenomena and ritual implications associated with this common object, as well as a deeper vision of its role in daily life, the artist —born in the city of Oaxaca— chose an operation in accord with the comal´s sacred background. He did not use it as a simple base for iconography; rather, he combined techniques to make the object in and of itself into a work of art. Likewise, the combination of pieces in this creative enterprise confers a sense of ritual, strongly directed at the experience of love as communion. The mystics believe that beyond eroticism exists the supreme form
of love which the Greeks denominate agape: love as camaraderie, as reconciliation with others, as a link to the sacred: love as religion. This is the reason the moon’s image—with its romantic, erotic and spiritual implications—remains reminiscent in these ceramic pieces. From there, the artist can suggest that as we stand before this assemblage, our task is to fill ourselves with love. The hundred or so comales making up this work —integrated as a whole installation, but, likewise functioning as a system of individual references— have been worked with glazes and then intervened with scratching, incisions and designs printed with silkscreen. The result is not a simple application of paint over a background of fired clay, but an atypical ceramic creation with decorative designs, inspired by art nouveau, which surround strokes and marks characteristic of the artist’s work. It is an arrangement commemorating the imprint of a red-hot fire with which love can be expressed through age-old kitchen gear. A delicate and seductive reminder, it invites us to keep eating love, thanks to the alchemy the moon left us, a mediation of the eternal feminine. Oaxaca, August 2009
Cerรกmica tradicional | Comales intervenidos
Ausencias | Muro intervenido
Construcci贸n de una portada | Instalaci贸n
FotografĂa de registro | Taller Amador Montes
amador montes
libros de arte 2010 Comiendo Amor. Puebla, México. 2009 Crónicas Personales. Ciudad de México. 2008 Aromas. Centro Cultural Universitario, Oaxaca, México. 2007 amador montes Artífice Oaxaqueño. Palacio de Bellas Artes. Ciudad de México. exposiciones individuales 2010 Comiendo Amor. Complejo Cultural Universitario, Puebla, México 2009 Crónicas Personales. Galería Urbana Blanquis. Ciudad de México. 2008 Impresiones. Galería El Greco, Veracruz, México. Instalación: La Construcción. Centro Cultural Universitario, Oaxaca, México. Babel-nadie entiende a nadie. Galería Alberto Misrachi, ciudad de México. Memorias. Galería pici. Seúl, Corea del Sur. Amador Montes Obra Reciente. Galería Corsica. Jalisco, México. 2007 Y sin embargo no puedo dejar de soñar. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Interiores. Galería Vértice. Jalisco, México. 2006 Amador Montes. Galería Oscar Román. Ciudad de México. Jardines. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Animalerías. Museo de los pintores oaxaqueños. Oaxaca, México. 2005 Un sueño para Carmen. Galería Gradiva. Jalisco, México. Pecados y Virtudes. Espacio México en Montreal. Montreal, Canadá. Tres Tiempos. Galería Oscar Román. Ciudad de México. Pecados y Virtudes. Casa Mayordomo. Oaxaca, México. Un hombre llamado Andrés. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México.
2005 Cuentos y arboledas. Casa de la Cultura de Oaxaca, Oaxaca, México. 2004 Diálogos Confusos. Galería Gradiva. Jalisco, México. Cartas a Maricela. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Amador Montes. Holiday Inn. Yucatán, México. 2003 Provocaciones al papel. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Ausencias y Crisis de tantos sueños. Taller de litografía. Oaxaca, México. exposiciones colectivas 2009 Beyond the Border. International Contemporary Art Fair. San Diego California, Estados Unidos. Borderless Generation: Contemporary Art of Latin America. The Korea Foundation Cultural Center. Seúl, Corea del Sur. Exposición de Arte Contemporáneo. Club de Empresarios, ciudad de Mexico. 2008 Dos miradas. Casa de la Cultura Oaxaqueña. Oaxaca, México. world artist festival Sejong Center. Seúl, Corea del Sur. Arte Contemporáneo 2008. Hacienda de los Morales, ciudad de México. Últimas tendencias del arte contemporáneo de México. Galería Arte de cerca. Veracruz, México. Exposición Colectiva. Galería art. Oaxaca, México. Exposición de Arte Contemporáneo. Club de Empresarios. Ciudad de México. 2007 world artist festival Museo Hangaram. Seúl, Corea del Sur. Homenaje a Frida. Universidad del Claustro de Sor Juana. Ciudad de México. Muestra Colectiva Pintores Oaxaqueños. Centro Regional de Pintura. Estado de México.
2007 Destacados Artistas de la pintura en México. Museo Raúl Anguiano. Jalisco, México. Desde el Interior Diez pintores Oaxaqueños. Galería Vértice. Jalisco, México. 2006 Presencia de la Plástica Oaxaqueña en Chihuahua. 2o Festival Internacional Chihuahua. Chihuahua, México. 2005 Percepciones. Galería Oscar Román. Ciudad de México. Aniversario. Galería Oscar Román. Ciudad de México. 20 Jaguar. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Tierra y Color. Museo de los Pintores Oaxaqueños. Oaxaca, México. La solidaridad de los pintores oaxaqueños. Exposición en apoyo de coesida. Casa Lamm. Ciudad de México. Sensaciones. Galería Oscar Román. Ciudad de México. Pintores oaxaqueños en ayuda a la Cruz Roja. Nuevo León, México. Una noche de la plástica oaxaqueña. Museo del Risco. Ciudad de México. 2004 8 Impresiones. Oaxaca en España. Universidad Francisco de Vitoria. Madrid, España. Subasta de Arte en apoyo a la Cruz Roja. Ex-convento de Santo Domingo. Oaxaca, México. 2003 Tapete de Muertos. c.f.e. División Sureste. Oaxaca, México. Tapete en Memoria del Maestro Rodolfo Morales. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Arte con Mezcal. Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles. Ciudad de México. Su obra pertenece a importantes colecciones en México y el extranjero, en países como: Argentina, Corea del Sur, Francia, Inglaterra, Italia, España, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, entre otros.
Agradecimientos El libro de arte Comiendo Amor y la exposición a la que acompaña en el Complejo Cultural Universitario de Puebla no hubieran sido posibles sin la colaboración de un gran equipo de trabajo. Mis sinceros agradecimientos para Beatriz Rodríguez Casasnovas, Enrique Agüera Ibáñez, Elsa Hernández Martínez, Carlos Luna y Jorge López Willars, quienes sin dudarlo se sumaron a este proyecto con fe en mi trabajo. A Rebeca e Ignacio Pareja por su apoyo y compromiso. De manera especial quisiera agradecer a Juan Ruiz Zárate y a su dedicada familia por la rotunda e innegable calidez de sus enseñanzas. A mi amigo Benjamín Fernández mi admiración y gratitud. A Manuel Jiménez y Javier Rosas por su apreciable talento. A los escritores, Rafael Alfonso Pérez, Luis Rius Caso y Jorge Pech, por acompañar a la obra con palabras precisas, por su tiempo y dedicación, sus espléndidos textos se quedaran con nosotros más allá de estas páginas. En definitiva a los coleccionistas de la obra que contribuyeron de manera decisiva en la realización de este libro y de la exposición. Por siempre gracias para los que me acompañan, con absoluta paciencia, en los rituales diarios a los que me lleva la pintura, Carmen y Rubén, Jesús, Rubén, Mely, Lupita, Armando y Mónica, mis compañeros de vida. A ti Mary por estar a mi lado, a Diego y Emilio por ser mi más profunda motivación. Amador Montes
Es Eva la dueña de la cocina más humeante de Santa Ana, es ahora la de los ojos más tristes, la que ya no quiere comer, es Senovio el que se fue sin decir adios, el medio hermano de Don Rubén mi padre, son las mil historias de Don Rubén las que me trajeron de regreso aqui.
Eva y Senovio | Santa Ana Tlapacoyan, Oaxaca.
Se terminó de imprimir en los talleres de Carteles Editores en Septiembre de 2009. Su formación se llevó a cabo con el programa Adobe InDesign, utilizando las tipografías Lisboa Sans para cuerpo de texto y Affair para título. Está impreso en prensa plana. La edición consta de 1,000 ejemplares.
www.amadormontes.com