Gonçalo M. Tavares: el secreto de su alfabeto

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Gonรงalo M. Tavares: el secreto de su alfabeto


Gonçalo M. Tavares: el secreto de su alfabeto Juan Martins 1ª edición: ©Ediciones Estival 2019 Colección El vitral de Duchamp nº 5 Depósito legal: AR2019000036 ISBN: 978-980-18-0513-7 Diseño: Ediciones Estival & Asociados Ediciones Estival Consejo Editorial: Alberto Hernández Juan Martins José Ygnacio Ochoa ©Fundación Instituto Portugués de Cultura ©Instituto Camões Portugal. Ministério Dos Negócios Estrangeiros. Diseño de portada: Karwin Poleo Foto de portada; Imagen de StockSnap en Pixabay Impresión: Talleres de Codarte A.C. Correo electrónico: edicionesestival@hotmail.com El autor desea agradecer a Gonçalo M.Tavares por permitirle tener acceso a sus obras que, sin el mismo, este estudio no podría llevarlo a cabo y de igual manera a la Fundación Instituto Portugués de Cultura y al Instituto Camões Portugal. Ministério Dos Negócios Estrangeiros por el generoso apoyo durante la producción de este libro.

Impreso en Venezuela Printed in Venezuela


Juan Martins

Gonçalo M. Tavares: el secreto de su alfabeto —Presentación de Alberto Hernández—



Gonçalo M. Tavares: el secreto de su alfabeto —Presentación de Alberto Hernández—



Ensayar para un ensayo

Escribir como quien escribe un libro para retozar alrededor de él, o mecerse en un columpio. Escribir para ensayar los pasos de un baile y luego leer a un poeta, «explicarlo», analizarlo, desnudarlo. Escribir para buscar a alguien en India o encontrarlo en un reino, adentrarse en Jerusalén, aprender a elevar preces mientras el humor destaca, son algunas de las peripecias que Gonçalo M. Tavares usa para deslizarse feliz entre los géneros y hacerlos a un lado y crear el que él extiende como sábana en la cama. O como mantel sobre una mesa donde las palabras están tan vivas que muerden. Juan Martins lo aborda, lo usa como ariete para adentrarse en un mundo, en un paisaje diverso de escritura que lo ha convertido en uno de los escritores más importantes de la lengua portuguesa y ya traducido a muchísimos idiomas forma parte de una leyenda viva, literaria, existencial, imaginativa, imaginaria, desdoblada en todas las maneras de decir en el trazo de su escritura, a través del idioma que ha dado a Camões, a Pessoa y ha cabalgado sobre el lomo de sus libros como una demostración de que escribir se sujeta a la plena libertad de inventar y hasta de burlarse de quien lee o no lo hace, porque de alguna manera el lector es también personaje. ¿Cómo escribe este hombre? De diversas maneras, pero más lo que escribe ese tallador de aventuras verbales, vertiginoso en todas sus inclasificables libros: novelas que no son novelas, cuentos que se derriten en un poema o en una burla tierna, ensayos que son vehículos a toda o poca velocidad. Ensayos para ensayar [7]


y ensayarse. Poesía que se hace conferencia, personajes y señores del mundo de las letras que son tuteados, reunidos para adentrarse en un verso y removerlo, quitarle la ropa, añadirle otros verbos y adjetivos. En fin, un sujeto que bien vale tenerlo presente como lo ha hecho Juan Martins en su estudio, quien desde lo académico nos lleva a su yo y se emparenta con Tavares, con toda confianza, porque así trata el autor portugués nacido en Luanda (Angola) a quien osa leerlo. Es decir, leemos a Martins y luego desembocamos en Tavares. O viceversa. Martins registra la escritura de Tavares y seguramente Tavares volverá la cara y registrará la de Martins. De sangre lusitana ambos, habrá alguna complicidad desde estos trópicos que tiene todo de absoluto. Hablar de este escrito, habitante de la Lisboa de Fernando Pessoa, deviene aventura gozosa, y así lo hace saber nuestro ensayista que ensaya con Tavares. Desde los libros que ha leído, ya ha sido leído desde Tavares, porque este autor —en su lúdica exposición— es, sin lugar a dudas, uno de los escritores más felices del planeta. No tanto por la fama de la que ahora disfruta, sino porque escribe desde el goce, desde una felicidad protegida por la libertad individual, solitaria o colectiva en la que se podría mover mientras hace que ―por ejemplo― algunos «senhores» de la literatura sean «abusados» por él en entrevistas en las que André Breton, T.S. Eliot, el hombre de las correspondencias, Swedenborg; los señores Walser y Kraus sean diagnóstico y pronóstico en las manos de Tavares, quien los pasea por un juego donde también participa Bach en un «barrio» de edificios, vecinos todos del portugués. De tanto en tanto, otros libros, varios que Juan Martins revela a quienes poco o algo sabemos de este trazador de aventuras nacido en 1970, quien se ha hecho acreedor de importantes premios en medio mundo. -8-


Ensayar para un ensayo, aquí queda como entrada y reconocimiento a esta investigación del escritor Juan Martins, ansioso indagador de la literatura portuguesa desde una tierra en la que viven muchos lusitanos que podrían ser parte ―ojalá― de las inteligentes travesuras de Gonçalo M. Tavares, quien nos acaba de encontrar en sus páginas y Juan nos lo acaba de regalar en esta búsqueda incesante que debe ser atendida como se atiende un libro para llevar a todas partes. Alberto hernández

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A InĂŠs Oliveira, mi madre.



El escritor escribe con el alfabeto y no con los géneros literarios…

..//... As grandes qualidades do homem vêem-se quando está sozinho. Mas também os grandes perigos. O isolamento, no entanto, é essencial. Gonçalo m. Tavares

…una vez había soñado que los vanguardistas me consideraban uno de los suyos y un día me invitaban a Kassel. Pero, a todo esto, ¿quiénes eran los vanguardistas? Enrique Vila-Matas (Kassel no invita a la lógica)



Tejido de un preludio

Desde que Gonçalo Manuel de Albuquerque Tavares, mejor conocido como Gonçalo M. Tavares, dedujo desde sus inicios la condición orgánica de su escritura, de la que nos ocuparemos (sin salir ileso) en el transcurso de este libro. Antes, hagamos un paréntesis, en 1992 empieza a publicar algunos artículos dedicados al deporte y a sus publicaciones periódicas que vendrían más adelante. Una escritura que le confiere a la lengua portuguesa su estilo o el compromiso de esa escritura con su alfabeto y todo su entorno se origina desde allí porque poco sabemos de su infancia con la excepción de que, acompañado de sus padres, regresa de Luanda, Angola —donde nació en 1970—a Lisboa. Después de la derrota de Portugal en África se establece en la ciudad de Aveiro, estudia filosofía para luego ejercer su profesorado de Epistemología en la Universidad Técnica de Lisboa. De allí su desplazamiento hacia una «hermenéutica» (permítanme por ahora esta acepción del término) y su disposición heterodoxa por la escritura en la que poesía, narrativa, dramaturgia y ensayo se reúnen en su lealtad con la palabra o con la «línea» diversa de la escritura. Esa línea que es orgánica, de fuerza expresiva y, dicho con sus propias palabras, es proferida sobre el papel como al animal que buscamos cortar o despedazar con la fuerza de las palabras. Fuerza que por lo demás deviene, insisto, del cuerpo. De modo que su disciplina se urde en esos elementos de inspiración, sí, pero comienza en su cuerpo y termina en palabra, energía [15]


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que se desplaza desde el pie del escritor al alfabeto y en consecuencia hacia las palabras. Concentrar la energía en el menor número de palabras posibles hasta alcanzar esa escritura que también es gráfica, sentida y organizada en pensamiento, en tanto es la expresión de aquella condición: escribir es un acto físico y es necesario estar en forma (Tavares, 2018a). En cada libro algo diferente, una línea desigual, una forma literaria que se encuentra en el camino mismo del género, sobre el decir y el escribir. En cada escritor entonces existe un viaje diferente y eso le lleva tiempo y espacio. Aquel que ahora reconocemos como escritor de éxito y al que le llevó cerca de dos décadas escribir todos los días sin esperar nada. Solo escribir y allí acumuló su obra. Responde a la independencia de su escritura, sin mayor aportación que no sea la de unir una letra tras otra, luego la palabra (la escritura como verbo) y la unidad de su frase incluso descubrir su máxima que es el hombre, el sujeto el cual define su escritura y modalidad del pensamiento. Ambos están allí haciendo de aquella escritura uno en todo. Pero sucede en la ciudad de Lisboa que ahora es metáfora (si es metáfora es distancia) y, para serlo, lo hará con las formas de esa escritura. Su disposición viene de un viaje, un caminar como el de Pessoa por la calle o la «rua» de su preferencia, siempre urbano, siempre la ciudad en el tiempo que vivimos: haciendo mimesis de Robert Walser. Por otro lado, la fragilidad del hombre es sometida por la modernidad de aquella ciudad: las máquinas. Allí el hombre, su vida y lo que la hace a él dentro de lo malo o lo bueno. Da igual, es su naturaleza («nacer») lo que importa sobre su escritura: los personajes y cómo aparecen en la arquitectura de lo verbal, en fin, -16-


Tejido de un preludio

el sujeto que se integra a su poesía, narrativa o dramaturgia. El lector decide dónde se siente más cómodo. No hay rigor, es una escritura transgresora, pero calza en la necesidad del lector quien halla su tonalidad. Con sus personajes descubrimos el modelo de esa corporeidad (aun sea sometida), visto que sus personajes son parte de su cuerpo: piensan, tienen olores, estatura, deseos, pero por encima de todo piensan y sus inclinaciones adquieren su «propia» lógica a la que pertenece su realidad, su memoria y ésta ficcionaliza el sentido de lo real. Las cosas, no son las cosas, sino lo que miramos de ellas. Así que, si Tavares camina, vive, también lo hacen sus personajes. Sus dioses, como decía Julio Cortázar, viven en la tierra y hablan portugués. Diría que están en Lisboa junto a los de Fernando Pessoa. Eso une a estos escritores con el riesgo simbólico que significa para el lector, puesto que se urden en su escritura y no fuera de ella. Lo vivido es la otredad de aquél. No ha sido pues un producto casual esta relación con el cuerpo cuya primera vocación en él fue la Educación Física y su pasión por el fútbol: ese movimiento lo conduce a la escritura. Por eso, es que su escritura es movimiento, velocidad y, en más, ritmo. El ritmo que le permite solo escribir aquello que su estado de ánimo le reclama. Y sabiendo que se necesita de la disciplina para escribir. Disciplina que se estructura para conseguir que ese cuerpo sea su nostalgia invertida hacia la voluntad de la escritura. Ritmo, cuerpo y nostalgia como una modalidad muy portuguesa de su poética que deviene en ese gusto por lo extraño, por la velocidad de la escritura, en tanto imponga, como en el jazz, la nota sonora de las palabras en la sonoridad de su lengua, con su canto y ritmo particular. Y como -17-


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diremos más adelante, desde el celo de su prosa que infiere pensamiento. Un pensamiento musical, sonoro e irónico, porque hace de ello, sin confesarlo, su postura filosófica. Es fácil entender porque Gonçalo M. Tavares busca en la poesía y lo relacionado con ella por estar comprometido con su estilo: su poesía está en la fortaleza del cuerpo: siente y escribe desde ese semblante para hacerla suya. Y le responde con un diagrama muy particular al incorporarlo al resto de su obra. Por lo que no hay nada de extraño que se haya iniciado con una compilación de poemas titulado Investigações Novalis (2002). Claro tenemos que decir que mientras leía, desaparecía entre los libros, el café y todo lo que abrace la soledad. Lo que le queda es la disciplina de haber escrito en esos años y el cuidado de revisar su verbo, la sustancia de una frase que lo hace libro cuando él logra decantarlo con la corrección y, como Roland Barthes, corregir la corrección de una línea discursiva: mover la sintaxis hacia lo primario de la escritura, sin que ella quede ininteligible, usando las palabras que cambian como el mundo y se complementan con el lector. Es cuando, Tavares, empieza a publicar una recolección de poemas en el 2001, cuya temática queda acordonado por el cuerpo, como unidad y pasión de esa retórica, entre los que hay que destacar De Qualquer Modo Dança, A História da Dança, Não encontro o Amor, A Alma Existe? y Dobrar-se. A partir de entonces una lista larga de publicaciones, recibiendo varios premios tanto en Portugal como en el extranjero, como cita su blog: Estão em curso cerca de 400 traduções em trinta e seis línguas, com edição em 52 países. Sus premios son parte ya de una lista larga, por ejemplo, con Aprender a rezar en la Era de la Técnica logró el Prix du Meuilleur -18-


Tejido de un preludio

Livre Étranger 2010 (Francia) por citar solo uno de los más importantes de Europa y, como si fuera poco, están tejidos por diferentes géneros y traducidos en más de cincuenta países. Todo allí es cuerpo y cuestión de educar con aquella diferencia entre publicar y escribir, dos acciones separadas y que con tiempo pudo cambiar esa diferencia: escribió. Escribió y se hizo cuerpo puesto que comprendía la importancia de decantar, limpiar y saber cuándo se debe publicar. Publicar, dice Tavares, y escribir son dos verbos diferentes. Y esa madurez no llega a todos de la misma manera. Por lo que hace, además, de Tavares un lector que homenajea a la literatura. De allí, por ejemplo, su libro O Barrio (editado en España por Seix Barral con Traducción de Florencia Garamuño), que aparece como un homenaje a los escritores y al comportamiento de la lectura en la que interesa el hombre. Así, como él lo afirma, no importa más la literatura que el hombre. La paradoja: es por medio de la literatura que lo edifica. A decir verdad, los hombres, los escritores, están resignados en este libro arriba mencionado en procura de una inflexión mayor: la ironía como sustitución de la realidad: reflexionamos sobre la condición humana a modo de expresar su transgresión moral, adquiriendo un tono lúdico. Tavares produce su alfabeto en tanto ejerza otro sentido de la realidad y queda abierta su interpretación en cada lector, por eso no quiere limitar ese hallazgo del lector, pues para él no es un proceso cerrado. Sigue ese rigor bartheano de la construcción de lo literario como poder único de lo fragmentario. De manera que este ensayo no busca sino rodearme de esa imagen de la escritura. En una relación directa con el discurso: la duda, la ironía y cómo se insertan en su obra por intransitiva (no -19-


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necesita del complemento): «él escribe». Y ya (más adelante nos ocuparemos de su actitud ante el género, sin importarle qué resulta de allí: novela, teatro o poema. Solo escribe). Con ello, iremos de una pieza a otra: lo teatral hacia el verso y éste hacia lo narrativo. Su escritura como cuerpo vivo o dialéctico. Lo que lo hace de estas piezas objetos inseparables, al tiempo que se unifican por su estilo. Se da inicio entonces en una carrera literaria, cuyo denominador común viene estimado por su compromiso con la escritura y su noción de mundo: lo político en términos de lo literario: el texto se compromete a sí mismo con su discurso por medio del cual envuelve al hombre en el movimiento de esa dialéctica. Trataremos de hilvanar tales preceptos, pero que fluyen también con la posibilidad última de fracasar, solo quiero dialogar con el lector, quien podrá rechazar lo aquí escrito. De aceptarlo, agradezco su paciencia. De modo que este libro no es un compendio crítico en el sentido estricto de la frase. Será apenas una escritura que se emite por el mismo goce. No hay una férrea línea: son muchas, de acuerdo con esa receptividad. Insisto, apenas una huella de un campo intelectual: mi acercamiento a Tavares. Por supuesto hay un gesto ingenuo en ese propósito: la fragilidad de mis conceptos del ensayo. Lo prefiero así. Será también mi soledad con Gonçalo M. Tavares porque el sentido de su obra es plural, hasta lo expansivo y de significado: una estructura abierta, con cuya interpretación, apenas logramos entrar. Observamos el sentido de su obra, sin delimitarlo, puesto que el placer del texto varía de una persona a otra. De un cuerpo a otro y los objetos se revelan ante el lector como lo hacen con él: porque todo objeto trasciende -20-


Tejido de un preludio

por su estado de ánimo con el cual le infiere al mundo: un viaje, su estilográfica, sus libros o el lápiz con el que atraviesa cada lectura. El libro, en su condición física, es intervenido por la misma capacidad de interpretación. Y nos la devuelve en su escritura: ese espacio de la soledad adquiere en nosotros el goce y el placer que son necesarios en el sentido último de su obra. Por lo que no termina con una interpretación, vendrán otras: queda abierta. Ésta es solo la mía que puede desvanecerse porque, como lector, estoy reproduciendo ese nacimiento que significa el lector. Y el autor se entrega al anonimato. Ese sería el autor ideal que se busca: flexible, como Barthes, a buscar otros objetos susceptibles de interpretación: la máquina, el mundo y el viaje. Otros vendrán. Son necesarios ante una obra tan completa como la de él. Me permite hacerme en esa relación con sus objetos. Un lector que se sustituye en ese placer que son los cuerpos y con ello, lo intento, hallar el goce de la escritura. Si quiero entender que este lado subjetivo de la interpretación también me pertenecen. El lector de este libro notará que reitero un mismo tema entre un capítulo y otro. Vuelvo, regreso. Reitero de uno en otro. Sin importar sus diferencias, puesto que considero que la obra de Tavares es un corpus o su inexorable unidad se nos integra. Así necesito reiterar, dudar y a veces, por qué no, la impresión que me ofrece por una parte el análisis, pero por otra esta «hermenéutica» que me acerque, por el riesgo mismo, a su poética. Lo que se lea en capítulo será tema más adelante. No tengo ninguna pretensión metódica, en el rigor del término. Quizás fracase en este intento. De lo que si deseo estar seguro es, en lo -21-


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mínimo, mantener el diálogo con usted, posible lector y a partir de allí articular esta modesta lectura que he elaborado del autor en cuestión. De cualquier forma no es exclusiva. Por el contrario, es muy personal, quizás demasiado personal, sin embargo trato de corresponder, dentro de algunos límites, mi cercanía a la literatura portuguesa.

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Índice

Ensayar para un ensayo Presentación de Alberto Hernández, 7 Gonçalo M. Tavares: el secreto de su alfabeto Tejido de un preludio, 15; El resplandor del signo, 23; El resplandor del signo. Notas., 37; Alfabeto orgánico, 39; Alfabeto orgánico. Notas., 47; Livro da dança, la escritura del cuerpo.,51; Livro da dança, la escritura del cuerpo. Notas., 65; El verbo intransitivo de su escritura, 69; El verbo intransitivo de su escritura. Nota., 73; El desasosiego de Bloom: Un viaje a la India., 75; El desasosiego de Bloom: Un viaje a la India. Nota.,123; Sustancia de la ironía, una sintaxis comparada., 127; Sustancia de la ironía, una sintaxis comparada. Nota., 143; Historias falsas, 145; Historias falsas. Nota., 169; Señores de la saudade, 171; O Torcicologologista, Excelência, 191; O Torcicologologista, Excelência. Notas., 223. Epílogo: Jerusalém.,227. Bibliografía, 235.



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