Programa de desarrollo endógeno camino de los españoles (2008)

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N U EVOS PA SOS PO R E L C A M I N O D E LOS E S PA Ñ O L E S Pro g ra m a d e D e s a rro l l o E n d ó g e n o C a m i n o d e l o s E s p a ñ o l e s


CONTENIDO Palabras de Juan Barreto I. Presentación II. Recorriendo la historia del Camino III. Del papel a la acción IV. Una sola comunidad V. Caminos del arte VI. Aquí estamos VII. De aquí y de allá VIII. Pequeños artistas IX. Que caben cien X. Nuestras prioridades XI. Trabajando por un hábitat más humano XII. Tiempo de siembra Participantes y colaboradores (y créditos de la edición….)


CONTENIDO

I. PRESENTACIÓN

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II. RECORRIENDO LA HISTORIA DEL CAMINO

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III. DEL PAPE L A LA ACC IÓN

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I V. U N A S O L A C O M U N I D A D

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V. C A M I N O S D E L A RT E VI. PULIENDO LAS BASES

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VII. AQUÍ ESTAMOS

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VII. DE AQUÍ Y DE ALLÁ

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VIII. PEQUEÑOS ARTISTAS

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IX. QUE CABEN CIEN X . NUESTRAS PRIORIDADES

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XI. TRAB AJANDO POR UN HÁBITAT MÁS HUMANO XII. TIEMPO DE SIEMBRA

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Desde la Alcaldía Metropolitana nos ha parecido importante priorizar la visibilización y reivindicación de Caracas toda, como punto de partida para la transformación socialista de la ciudad. Para nosotros es crucial que la imagen que tengamos los caraqueños de nuestra ciudad sea una imagen integradora, no excluyente, de todas las cosmogonías y estilos de vida que acá conviven. Ésa es precisamente una de nuestras fortalezas como ciudad. Y es que pensar y evocar Caracas no puede ser un mero ejercicio de catálogo, en el que aparecen las postales de la Plaza Bolívar, el casco histórico de Petare, el Obelisco de Altamira, el Museo de Bellas Artes o una panorámica de los barrios del Oeste. Tampoco puede ser un mero ejercicio de inventariado de sus problemas. Pero sobre todo debemos revertir la tendencia a pensar nuestra ciudad con exclusión de sus zonas populares, a invisivilizar los barrios caraqueños, a estigmatizar a sus pobladores. Pensar Caracas implica partir del reconocimiento de la multitud de relaciones sociales y políticas que la definen y cuyo signo es el mestizaje, la mezcla, la coexistencia de lo diferente. Sólo mediante el reconocimiento de esta realidad ha sido posible iniciar un proceso de transformación tendiente a la solución de sus problemas. Por ejemplo, hay caraqueños que todavía piensan en el Camino de los Españoles como un lugar remoto, remoto en el tiempo y en el espacio. Si acaso un lugar “histórico” desprovisto de interés o como una forma bucólica y lánguida de llevar la vida campestre, en “las afueras” de la ciudad. Para otros, tal vez, un lugar lejano e inaccesible, incluso deshabitado. O un lugar hermoso pero con la amenaza de bandoleros u otros malavenidos. Para otros, muy pocos, el Camino de los Españoles es tan sólo un lugar para “rustiquear”, y pegar por el pecho el 4x4 a todos sus habitantes. Cuando desde la Alcaldía nos propusimos el Programa de Desarrollo Endógeno Camino de los Españoles tuvimos que cerrar filas frente a una larga lista de prejuicios, quizás el principal fue la negativa a aceptar que era posible realizar un programa que, contemplando la participación popular activa y protagónica de 4

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las comunidades organizadas, lograra su desarrollo en áreas como el turismo, la agroecología, el arte, etcétera. Puerta Caracas –el barrio– les hacía “ruido” a muchos. Vaya testarudez la de aquellos que, viviendo en una ciudad, los barrios les parecen como fuera de lugar y su gente como incapaz de asumir las decisiones y responsabilidades que atañen a su destino. Pero para los miles de habitantes del Camino, tanto para los que viven en los poblados de arriba (como Sanchorquiz) o en los barrios (como Puerta Caracas), este es el espacio donde confluyen y se cruzan, desde hace mucho tiempo, sin rencores ni estigmatizaciones, campesinos, poetas, obreros, artistas, estudiantes. Así de sencillo y natural. Todos viven allí y, sin dejar de diferenciarse en sus usos y culturas, comparten un mismo pasado, trabajan juntos en sus cuestiones comunes y, ahora, fortalecen al Camino no sólo como lugar de tránsito sino también como espacio para el intercambio cultural, para el empuje del turismo y para el fortalecimiento organizativo de sus comunidades mediante la creación de consejos comunales y otras instancias tendientes al fortalecimiento del poder popular. Es más, el día en que la Alcaldía Metropolitana acercó a sus comunidades una propuesta general del Programa, un planteamiento audaz que los contemplaba a todos –a todos unidos–, vaya recibimiento que le dieron. Consistía, nada más y nada menos, en una propuesta que permitiría articular un modelo de desarrollo más humano por cuanto toma en cuenta las necesidades y aspiraciones de sus habitantes y centrado en la diversidad cultural que los caracteriza. A un año de iniciado el Programa, estas comunidades ya cuentan con muchísimos logros que a todos benefician, entre los que destacamos los relativos a la consolidación del poder popular. Esta publicación, más que una tarjeta de presentación de una comunidad, es un genuino testimonio de lo que Caracas es y debe ser. Vaya mi saludo comprometido a todos esos arrieros, caminantes, guerreros, forjadores del Camino. Con bitácora revolucionaria en mano, Juan Barreto


Ian Pierce (Chile), “Subterritorio del Guaraira Repano”

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Juan Alberto Gonzรกlez (Gualberto), maestro carpintero de la comunidad

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I. PRESENTACIÓN “Yo nací en Las Flores, una parte de Las Dos Aguadas, vertiente norte del Camino. En la mañana iba un rato a la escuela y en la tarde tenía que cuidar de los becerros. Después, cuando fui creciendo, me dediqué a la siembra: zanahorias, cebollas, papas, lechuga, tomate, ajoporro, pimentón, todas las hortalizas que tú encuentras en el mercado. Pero las cosechas eran muy problemáticas porque dependíamos de la lluvia: a veces uno sembraba y no llovía; otras, llovía mucho y perdíamos la cosecha. También, en un horno de piedra hacíamos el pan con el que abastecíamos a toda la comunidad. Lo hacíamos el martes y lo repartíamos el miércoles. Yo iba dando vueltas de casa en casa, con dos burritos cargados de pan. Entonces decidí venirme para acá, a Puerta Caracas. Pero nunca he abandonado mi terruño. Mis hermanos y yo conservamos la casa de mis padres, arriba, en el Camino. Yo vivo aquí, donde está el primer mural de Ian. Aquí me especialicé en trabajar la madera. En aquella época se conformaban asociaciones de vecinos, allá por el año 78. En una reunión me dieron la gran sorpresa de que todo el mundo votó por mí como presidente. Y como hombre formado para la responsabilidad y para la lucha, acepté. Mi ambición y el deseo de todos los que estábamos en esa asociación era el proyecto turístico Camino de los Españoles. Organizábamos el Nacimiento Viviente en El Fortín: con bueyes, ovejas, mulas, burros y todo preparábamos el pesebre, todo con el fin de impulsar el turismo. Trabajamos mucho, trabajamos con las uñas: Hicimos dos proyectos y los llevamos a Fundaturismo y a Corporturismo. Pero era como tirar sal en un palo, no nos pararon. Después vinieron las malevolencias que siempre existen y, como yo no estaba para eso, renuncié a la presidencia de la Asociación de Vecinos. Pero siempre mantuve dentro de mí la inquietud del proyecto turístico; por eso después formé también parte de la Junta Conservacionista de La Pastora.

En septiembre del año pasado Matilde me dijo que unos muchachos de la Alcaldía Metropolitana querían impulsar un proyecto turístico en el Camino. Fui a una reunión y me conseguí con Héctor y José Antonio, y estaban con la señora Vivian. Fueron quienes plantearon lo de los murales. Las palabras sobran. Cuando yo me conseguí con esa gente que tenía ese proyecto que estaba como dormido, a mí me dio una alegría que no sé cómo expresarla. De ahí para acá, cuando la cosa iba a arrancar cedí el estacionamiento de mi casa para guardar los materiales. En la casa de Yannuzzy nos concentrábamos para reunirnos, hacer llamadas y todo eso, para darle inicio al proyecto. La señora Vivian nos embochinchó con lo de los murales. Nos pedía opiniones: “Mira ¿qué quieres tú?”, y por ahí empezó, junto con José Antonio y Héctor, que ya se han hecho de aquí, de la comunidad. El éxito que tengamos nosotros es de ellos y el éxito de ellos es el éxito nuestro. Para mí, lo mejor que me ha podido pasar en la vida es esto que hoy se está haciendo realidad. Por eso todo el aporte que pueda darles lo daré, todo el conocimiento que yo tengo sobre el Camino. Las cosas se están haciendo bien, desde las bases. ¿El proyecto? El proyecto es una belleza. Todas las cosas que se han proyectado se han ido experimentando, con sus altos y sus bajos pero va viento en popa, todo se va logrando. Si pienso de aquí a los próximos diez años… Quisiera ver a la comunidad abocada a este proyecto, y cada día más consciente del valor que tiene para nosotros. Pienso que muchísima gente de la comunidad, hasta los que antes no querían, ya se han ido enamorando del proyecto porque es muy beneficioso para nosotros. Embellece el barrio, da valores, y todos los que vivimos en esta comunidad tenemos una fuente de trabajo, desde aquí y a lo largo del Camino. Éste proyecto es de nosotros. JUAN ALBERTO GONZ ÁLEZ , GUALBERTO

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II. RECORRIENDO LA HISTORIA DEL CAMINO “Siempre hemos sabido que por aquí llevaron presa a Luisa Cáceres de Arismendi, y que la regresaron y que se la volvieron a llevar, embarazada. Y que perdió su hijo en la cárcel. También siempre hemos sabido que por aquí pasó Bolívar por última vez, cuando se fue del país, y luego que por aquí también pasaron sus restos, siendo presidente Páez.” Juanita López, Sanchorquíz, agosto de 2005 Del Camino de los Españoles se cuentan muchas cosas. Como todo lugar bañado en años, sobre él encontramos estudios académicos y cuentos de camino; relatos heroicos y otros no tanto. Así pasa siempre con la Historia: hay que leerla con cuidado, con duda. Por eso decimos que el pasado del Camino se reconstruye a partir de la más rica habladuría y de las más sesudas investigaciones historiográficas; de los cuentos de los

abuelos y de las actas del antiguo Cabildo. Desde Puerta Caracas hasta Quenepe, de uno a otro extremo del Camino sus pobladores siguen escribiendo esa historia. En estas páginas recogemos apenas algunas particularidades, datos, anécdotas y cotilleos de los que académicos, cronistas y cuenteros han puesto a rodar. Tan sólo para que el lector foráneo conozca algo de lo que se ha dicho y de lo que se dice sobre este lugar; para invitar a caminarlo y recorrerlo de verdad. Entre el “Guaraira Repano” de los pueblos originarios y el “Ávila” de los colonizadores hay un largo trecho de luchas, dominio y saqueos, como larga es también la distancia entre “La Culebrilla” y el “Camino de los Españoles”. La Culebrilla era el nombre que los pobladores originarios del Guaraira Repano daban a la ruta más corta entre la ciudad, bautizada luego por los colonizadores

Antigua casa en el Camino de los Españoles

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como Santiago de León de Caracas, y el puerto de La Guaira. En medio de una exuberante vegetación y de la accidentada geografía de la cordillera, aquella ruta indígena sirvió a los colonizadores para construir el llamado Camino de los Españoles (Camino de la Montaña, Camino a la Mar, Camino Real o Camino Viejo, como también se le conocía). A la sierra también le cambiaron el nombre y, por mandato español, el Guaraira Repano pasó a llamarse Ávila. En menos de veinte años ya se habían formado varios caminos entre Caracas y los pueblos de la costa. No podría ser de otra forma, puesto que no se trataba sólo de comunicar a los poblados y sus gentes sino de algo ya mucho más importante para quienes intentaban ejercer el dominio económico, político y cultural: fortalecer a la ciudad cuyo abastecimiento dependía exclusivamente del puerto de La Guaira. Las vías de comunicación más frecuentadas eran las de Catia, Las Dos Aguadas y La Culebrilla, cuyo nombre ya había sido cambiado por los españoles. Arduos debían ser entonces los trabajos para mantener y mejorar los caminos, continuamente devorados por la maleza y robados por las lluvias. Para costear los arreglos y el mantenimiento los conquistadores se valieron, como era de esperarse, de la explotación de la mano de obra indígena, de la negra y, más tarde, de la isleña (blancos pobres, blancos de segunda). En 1593 elevaron los impuestos al vino y a las mercancías traídas de La Guaira a Caracas, medida que por supuesto no implicó descargo alguno para la mano de obra. El Camino de los Españoles se consolidaba como ruta preferente entre las dos ciudades, y en diferentes puntos se construyeron fortines que servían para alertar sobre la presencia de barcos enemigos en el puerto. Desde las alturas de La Guaira se disparaban tiros de mosquete (más tarde sustituidos por

CARACAS NO TIENE PARTIDA DE NACIMIENTO Contrariamente a lo que opinan muchos historiadores, Caracas no fue fundada en 1567 por un personaje llamado Diego de Losada. Caracas fue un campo de batalla en el que los pueblos originarios dieron una dura y feroz pelea y muy difícilmente se puede decir que en esos años se haya asentado ninguna población, lo que explica la ausencia de acta fundacional de la ciudad o papel que se le parezca. Tres fueron los intentos significativos de pacificación y repoblamiento del valle: los encabezados por Francisco Fajardo en 1560; por Juan Rodríguez Suárez, alrededor de 1563; y por Diego de Losada en 1567. Ninguno lo logró a su gusto ni al de la Corona. En cambio, sí es de reconocer que Losada fue uno de los personajes más infames y devastadores entre quienes vinieron a segar a los pueblos y culturas que acá hacían legítima existencia.

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Samuel Bravo (artista local), “Lo que no debemos olvidar”


LA AYACA A fines de 1500, las iniciativas para aderecar el camino se dificultaban: la maleza, especialmente la pira, con tenacidad se reproducía sobre las rutas. El ganado que por allí pastaba arruinaba los arreglos. Las actas del Cabildo recogían las quejas: “…las lluvias se roban el camino”. Más aun, los encomenderos proponían ceder mano de obra india para los trabajos del Camino si el Cabildo se encargaba de alimentarla. Pero nunca había fondos para “la comida” de los esclavos, según alegaba el Cabildo. Tal vez esto explique que el Gobernador de Caracas en 1606, Sancho de Alquiza, observara que los indios que empedraban el Camino morían como moscas, pese a haber sobrevivido al genocidio de Losada. Pero es que a aquellos guerreros que a sangre y a fuego resistieron al Conquistador, les habían cambiado libertad por esclavitud y una dieta rica en venados y váquiros por simples bollos de puro maíz, envueltos en hojas de plátano. Así pues, para evitar que siguieran muriendo de hambre los esclavos, Sancho de Alquiza obligó a los españoles a ceder a los indios las sobras de sus propias mesas. Durante un tiempo cesó la hambruna. Pero los conquistadores se resentían de compartir sus yantares con los siervos doblegados; acabaron por dejar a los indios los peores desperdicios, reservando las mejores sobras para sus cerdos. Poco antes de la Navidad muchos esclavos murieron de disentería. Y como penitencia, el Obispo impuso a los españoles que durante todo el mes de diciembre “y hasta el fin de los siglos” comerían mazacote de maíz Pablo González (artista local), “Me muero por descansar”

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cañones) que se repetían de un fortín a otro hasta llegar a la ciudad. Esta estrategia, sin embargo, no pudo evitar la traición que permitió el asalto a Caracas, perpetrado en 1595 por el corsario Amyas Preston. Luego del ataque de Preston, se reanudaron las labores de arreglo del Camino Real y el Cabildo ordenó cegar las otras picas. Lo que se conoce desde ayer y hasta hoy como La Puerta de Caracas se convirtió en el sitio de control de cuanta mercancía o persona entraba o salía del valle. Destinada a franquear el paso de todos quienes salían o entraban, debió ser refaccionada una y otra vez, así como el camino mismo que llegaba hasta Quenepe, en La Guaira. Siendo la ruta obligada para llegar al puerto o regresar de él, Puerta Caracas fue de las primeras en beneficiarse cuando en 1577 empezaron a empedrar las calles. A medida que la capital iba ganando importancia económica y geopolítica la irían ganando también la Puerta y sus alrededores. Durante casi tres siglos el Camino de los Españoles se mantuvo como vía privilegiada de comunicación, punto de control para las personas y de abastecimiento e intercambio de bienes y de alimentos para la ciudad. Fue así hasta el 14 de enero de 1845. La sierra El Camino comprende aproximadamente doce kilómetros, y está situado en la Sierra del Guaraira Repano. La porción central de esa serranía, la llamada Cordillera de la Costa, es la que ocupa el Parque Nacional El Ávila, decretado tal en 1958, con el objetivo de conservar sus paisajes singulares, su diversidad biológica y su patrimonio histórico-cultural. Hoy aún existen distintos tipos de vegetación en la sierra: sub-páramos, bosque nublado, sabana de montaña, bosque de transición, bosque veranero, espinares y cardonales. Allí coexiste

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con sobras de picadillos envueltas en hojas de plátano. Entonces sí, el bollo destinado al plato de los penitentes incluía buen jamón, piernas de gallina, aceituna, tocino y hasta un chorro de buen vino. Desde entonces, mucho ha cambiado la hallaca que todavía es para nosotros delicia decembrina. Hasta hoy se mantiene en el Camino de los Españoles el poblado de Sanchorquíz, contracción de Sancho de Alquiza. Sobre nuestro delicioso plato navideño, algunos sostienen que en lengua de nuestros pueblos originarios Ayaca era “envoltorio” o “bojote”; al maíz le agregaron sabor y al nombre, dos letras más: Hallaca comen ahora también los hijos de isleños que regresaron a la tierra paterna.


una variedad considerable de animales: ardillas, cachicamos, serpientes y más de 200 especies de aves en la sabana. Dantas, puercoespines, venados, araguatos y lapas comparten los bosques con pumas y jaguares. Entre mayo y noviembre, llueve en la montaña, sobre todo en la parte más alta de la vertiente norte; la temporada de sequía abarca de diciembre a abril. Vestigios del Camino Real La belleza natural del Camino de los Españoles permanece en el tiempo. No ha sucedido lo mismo con las edificaciones de la época colonial, que han sido objeto de saqueos y destrozos causados por los buscadores de tesoros. No obstante, aún es posible encontrar vestigios de aquel tiempo. La mayoría de las obras de restauración actualmente observables en La Cumbre, la Atalaya, Castillo Negro, La Venta y el Salto corresponden a un proyecto coordinado por el arquitecto Mario Gabaldón en 1987. Las refacciones en cemento al primer trecho del empedrado del camino fueron hechas por la Alcaldía de Caracas en 1992. Cruces y pequeñas capillas reciben al viajero, al iniciar el trayecto desde La Pastora. Son las estaciones del Vía Crucis, ubicadas a los lados del camino. Anualmente, la Virgen de Lourdes es llevada a pie por sus fieles en procesión, todos los 11 de febrero. Siguiendo esta ruta, se encuentran varios puntos de interés: Castillo Blanco, Fortín de la Cumbre, La Atalaya, El Castillo Negro, El Salto y el Fortín del Medio; de los antiguos no queda casi nada, algunos fueron refaccionados (o, mejor dicho, medio intervenidos) pero sin respetar los mínimos usos y materiales de la época. Uno de ellos podía ser divisado desde la Plaza Bolívar, y sus ubicaciones verdaderamente corresponden al uso al que estaban destinados: muy bien dispuestos para informar a

LA CIUDAD TRAICIONADA De poco valieron las alarmas de los mosquetes contra el ataque de Amyas Preston, ocurrido el 28 de mayo de 1595. Para enfrentar al corsario que desembarcaba en Guaicamacuto, los hombres de Caracas se apostaron a la salida del Camino Real; las mujeres, los viejos y los niños buscaron refugio en las quebradas de la serranía. Pero los enemigos fueron guiados por un traidor, el español Villapando, a través de una pica que atravesaba Galipán hasta Caracas. Un solo hombre esperaba a los quinientos invasores que bajaron de la loma: el viejo Alonso Andrea de Ledesma, uno de los conquistadores de la ciudad, que había previsto la treta. Con lanza y armadura, a caballo enfrentó a los corsarios, quienes le mataron con un tiro de arcabuz. No obstante, quedaron tan impresionados por su valentía, que rindieron al cadáver honores de héroe. Ledesma contaba con 58 años, que para la época era ya la edad de un anciano. Preston saqueó la ciudad durante tres días, la incendió y finalmente se marchó a través de la pica de Catia.

Versión de Ian Pierce (Chile), de “Alonso Andrea Ledesma, el Quitoje Venezolano”, original del artista local Raúl Gómez P R O G R A M A D E D E S A R R O L LO E N D Ó G E N O C A M I N O D E LO S E S PA Ñ O L E S

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Flora de Sanchorquiz


Ave del ParaĂ­so, Sanchorquiz


El Fortín

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la ciudad de Caracas sobre cualquier novedad, bien fuese desde el Litoral Central o desde el Camino Real. También en el Camino se encuentran vestigios de la posada “La Venta”, que funcionó como tal hasta la segunda mitad del siglo XVIII, luego fue habitada durante el siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX sirvió como establecimiento comercial para los campesinos locales. Hay también restos de varias haciendas, “Corozal”, “Guayabal” y “Tabacal”, puesto que durante varios siglos esta zona fue una fuente importante de abastecimiento agrícola y de alimentos de la ciudad. El camino, ahora El Camino de los Españoles comprende aproximadamente doce kilómetros que van desde Quenepe, en el estado Vargas, hasta Puerta Caracas, en el Distrito Metropolitano. En la parta alta se encuentran seis núcleos de población, con un estimado de 300 familias y mil 500 personas. A éstos se suman 80 mil 118 habitantes de Puerta Caracas, y 32 mil 546 hombres y mujeres que viven en Quenepe, según el Censo de 2001. Hoy por hoy, casi todos los habitantes del Camino tienen su trabajo fuera o lejos del lugar en que habitan. Es de suponer que al perder el Camino importancia estratégica, se pierden fuentes de trabajo que tenían vida en sus alrededores, así como debilita mucho la atención en infraestructura, salud, educación y otros servicios. Es casi total el porcentaje de habitantes que encuentra su sustento fuera del Camino y del barrio. Sin embargo, en la parte alta (Hoyo de la Cumbre, Campo Alegre, Sanchorquíz) la principal actividad económica sigue siendo la agricultura, impulsada por unas sesenta familias de origen criollo, canario y lusitano. Es una agricultura hortícola de tipo campesino, con baja tecnificación, orientada al abastecimiento de los mercados de Coche y Quinta Crespo, en Caracas. Resalta el hecho de que esa producción “salta” al barrio que les sirve de entrada y salida.

OLA QUE VINO DE LEJOS Guaraira Repano, el nombre que nuestros antepasados caribes dieron a la montaña, es comúnmente traducido como Sierra Grande. Sin embargo, otro origen tiene el nombre de la montaña, según recoge una leyenda fechada en 1574. Acarantair, hija del fiero cacique Tamanaco, decía así al conquistador blanco: “…Mi hija es hija de las aguas, como lo son todos los de mi casta nacidos en este valle. ¿Qué te recuerda la Montaña? ¡Mírala bien! ¿No se te parece, mi señor, a una inmensa ola a punto de reventar? Pues así fue en un tiempo. Antes la montaña no estaba ahí, que su nombre significa la Ola que Vino de Lejos. Antes todo era plano, como el patio de tu casa. Antes los hombres del valle se asomaban al mar. Pero un día la mar, que era nuestra Diosa, se encabronó –como tú dices–, la tierra fue sacudida. Los ríos rugieron por los cañaverales. Un trueno largo y seguido se oyó a lo lejos. El ruido crecía. Era una ola, la más grande y alta que ojos hubiesen visto. Tanto, que alcanzó a las gaviotas. Mi gente se hincó de hinojos y fue tan fuerte su llanto, que apagó el trepidar del agua. La Diosa se apiadó y en el momento en que la ola coronábase de espuma para reventar, el agua ya encorvada se cuajó en tierra y monte. Guaraira Repano es la mar hecha tierra. Observa que, como ella, cambia de colores según los caprichos del Sol y del viento”.

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Puerta Caracas ve pasar de largo a las hortalizas que se cosechan pocos kilómetros más arriba. En términos generales, para el inicio del Programa de Desarrollo Endógeno Camino de los Españoles, tanto en la parte alta de la montaña como en la baja se advierte un débil desarrollo comunitario, en términos de la infraestructura (vivienda, carretera, cloacas, etcétera), de servicios (luz eléctrica, recolección de desechos, agua potable, presencia de las misiones, etcétera). Pero el interés de sus pobladores por solucionar, proponer y crear en su entorno fue garantía suficiente para que el Programa se pusiera en marcha, y empezara a rendir sus primeros y notables frutos. Veremos como la historia del Camino de los Españoles, desde Puerta Caracas hasta Quenepe, comienza a ser decididamente forjada desde adentro y para adentro. Por sus habitantes, entre ellos, para ellos y con ellos.

Vista de Caracas desde el barrio, con “Bolívar” del artista local Félix Rodríguez, patrimonio cultural viviente

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III. DEL PAPEL A LA ACC IÓ N “¿Cómo se activa una comunidad sobre la base de sus propias demandas y sobre la base de la recuperación de un espacio del que son protagonistas activos? ¿Cómo trabajar con la gente en vez de pedirle que espere con las manos cruzadas mientras tú le terminas su casa?”, reflexiona Héctor Sánchez cuando le preguntamos sobre el enfoque inicial del Programa de Desarrollo Endógeno Camino de los Españoles. Así comienza a contarnos sobre la visión institucional que animó a la Alcaldía Metropolitana a emprender este proyecto. “Una política del Gobierno Metropolitano ha sido rescatar y reivindicar el barrio, a través de iniciativas que impulsen su desarrollo y el rescate de la riqueza cultural y social de su espacio territorial, de la mano de la base social del mismo barrio que en este caso son los Consejos Comunales. Nuestra metodología ha sido ir construyendo en conjunto con ellos el desarrollo sistemático del programa a partir de la participación y de la intervención inmediata”. Un equipo humano de la Alcaldía comenzó a acariciar la idea de este proyecto a finales de 2004. Durante un año y medio se concentraron en la investigación y en los contactos iniciales con otras instituciones. A principios de 2005 vinieron a la comunidad y comenzaron a reunirse con los vecinos, incluso antes de que organizáramos los consejos comunales. “Un amigo común me refirió a Palmira, y así se dio el primer contacto con la gente de la comunidad –recuerda José Antonio, quien ha estado trabajando con la comunidad codo a codo–. Ella me recibió un domingo, y así conocí su casa, su taller. Me contó que allí funciona una asociación de artistas y que el trabajo social lo hacía su amiga Matilde. Entonces fui ese mismo día a casa de Matilde. Ellas dos me abrieron las puertas, recibieron y me permitieron aproximarme a la comunidad”.

El Programa de Desarrollo Endógeno Camino de los Españoles es un proyecto a largo plazo, que busca impulsar el desarrollo local, endógeno y sustentable, a fin de mejorar la calidad de vida de la población del Camino preservando su patrimonio natural y cultural. A partir de este objetivo se trazaron siete líneas de acción institucional: a. Diagnóstico y planificación participativa. b. Desarrollo comunitario. c. Puesta en valor y uso social del patrimonio histórico y cultural del Camino de los Españoles. d. Conformación del producto ecoturístico e histórico-cultural Camino de los Españoles. e. Fortalecimiento del desarrollo agrícola. f. Promoción de la economía social y popular. g. Sensibilización y educación ambiental.

Parte de Caracas, vista desde el Camino

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Hasta entonces habíamos conocido propuestas para la intervención y conservación de la parta alta del parque, en la zona protegida de la montaña. Pero no existían proyectos para el barrio, área denominada técnicamente como preparque. “Una de nuestras luchas ha sido precisamente, que ese término se sustituya y que el parque comience desde la entrada de Puerta Caracas –explica Héctor–, que ésta sea una conexión con el parque, a través del Museo al Aire Libre. Cuando llegamos había una visión divisionista del proyecto. Muchos pensaban que sólo íbamos a trabajar en el Parque, arriba, que íbamos a hacer un teleférico para llegar hasta él. Nosotros, al contrario, hemos querido visualizar el barrio, y hacer de él un frente”. Inicialmente, el Programa se planteó como responsabilidad conjunta de la Alcaldía Metropolitana y varias instituciones nacionales e internacionales, vía cooperación internacional. A menos de un año de su inicio, la cooperación internacional no se concretó y la coordinación entre diferentes instituciones no ha funcionado como se esperaba. Así las cosas, los logros obtenidos hasta ahora son fruto del esfuerzo conjunto de los vecinos de la zona, organizados en cuatro consejos comunales, y de los muchachos, como llamamos nosotros en la comunidad a los miembros del equipo de la Alcaldía Metropolitana. Se hace camino al andar A mediados de 2007, la primera tarea fue acompañar las iniciativas de organización comunitaria, que dieron como fruto la conformación de los consejos comunales. De estos jóvenes consejos comunales saldrían el diagnóstico de necesidades y la planificación de las acciones a seguir. “Queremos ir de la mano con la comunidad y alejarnos del enfoque asistencialista de la acción del Estado”, explica

Brigadista trabajando

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Marcos Arrieta (Venezuela), detalle de “Resistencia indígena”


Dama de la cumbre


Héctor. “Por eso vamos discutiendo, cometiendo errores y proponiendo entre todos soluciones a los diferentes problemas”. Después, como dijo Gualberto, todo el mundo se “embochinchó” con la idea de realizar un museo al libre y comenzamos a trabajar en el asunto, aún sin tener sede para la Fundación. Antes de pintar los murales era preciso rehabilitar las fachadas de las casas, de modo que rápidamente se armaron equipos de brigadistas, miembros de la misma comunidad que aprenderían albañilería de la mano de profesionales contratados por la Alcaldía Metropolitana. En aquellos meses la actividad era febril. “Deseábamos realizar obras de arte de calidad y de durabilidad en el tiempo; fue por ello que decidimos intervenir las fachadas con los brigadistas”, cuenta Vivian. Así comenzó una labor de gran resonancia artística, que abordaba además una de las prioridades señaladas en el diagnóstico comunitario: la necesidad de rehabilitar y mejorar las condiciones de las viviendas del Camino. Este fue apenas el punto de inicio de un proyecto ambicioso y a largo plazo. Al mismo tiempo se dieron los primeros pasos en diferentes líneas de acción: los agricultores de la zona eran convocados a reuniones y talleres con entes oficiales de apoyo a su actividad; los miembros de los consejos comunales conformaron mesas técnicas ambientales; en las reuniones se abordaban los temas más urgentes, como el tratamiento de los desechos. Hasta ahora, todas las actividades han conjugado la necesidad de satisfacer necesidades básicas, bajo un enfoque ecológico, con énfasis en la acción cultural y con miras al desarrollo agroturístico.

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Entre los logros del proyecto se cuentan en cifras, hasta ahora: La rehabilitación de 53 fachadas y la construcción de 2 casas; la realización de 53 murales y la reconstrucción de la Capilla de Sanchorquiz; la reparación del primer tramo de la carretera, desde Sanchorquíz hasta Hoyo de La Puerta; la puesta en funcionamiento de la sede de la Fundación, que funciona como centro polivalente y la formación de 30 brigadistas que actualmente trabajan en la comunidad. Pero son muchos más los logros que no se pueden contabilizar, y que se reflejan en diferentes páginas de esta publicación.


La misma gente José Antonio, Héctor, Manuel y Darren junto a los demás miembros de la Fundación están lejos de ser vistos en la comunidad como funcionarios de una institución oficial; en los rostros y en las palabras de los vecinos se evidencia el sincero afecto hacia ellos (que no son ellos sino nuestros). “Nuestra propuesta parte de recuperar el espacio pero con la misma gente que vive en él”, dice Héctor. “Nosotros todos estamos enamorados del proyecto y el respeto que nos hemos ganado allí es por escucharlos –a nosotros, los vecinos–, por estar con ellos en las chiquitas y en las grandes, por celebrar con ellos el día de los niños, la fiesta de navidad”. Por eso decimos que somos la misma gente, ellos y nosotros. “Esta experiencia es única en todo el país”, remata José Antonio. Esa cualidad de experiencia inédita que menciona viene dada, ante todo, por el alto grado de comunicación y entendimiento entre la comunidad y la institución (la Alcaldía Metropolitana, en este caso). Los beneficios de esta relación son muchos: El programa es de todos, y la comunidad así lo defiende; se han generado fuentes de trabajo para los mismos vecinos, muchos de los cuales han aprendido o están aprendiendo un oficio; los costos (en materia de vialidad y rehabilitación de viviendas, por ejemplo) son inferiores al promedio planteado por empresas externas. Además, el barrio vive hoy una revelación artística, porque a partir del Museo al Aire Libre muchos hemos descubierto que entre nosotros viven unos cincuenta o sesenta artistas plásticos. Hoy reseñamos apenas los primeros logros de este programa, cuya continuidad depende sobre todo del empuje de nuestra gente.

“De aquí a cinco años, el Camino debería ser, más o menos, una manera distinta de viajar a La Guaira; un sitio donde puedas parar a ver Caracas o el puerto desde arriba, desde la montaña; donde puedas pasear, comer en algunos restaurantes o posadas, sin trasladar el ruido o el tráfico de la ciudad a la montaña. Veo a la casa de Pablo convertida en un museo de las piedras; a la bodega de Luis convertida en panadería; veo a Corozal convertida en posada o en hacienda cafetera.” HÉCTOR

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I V. U N A S O L A C O M U N I D A D En febrero de 2007, cuando los muchachos de la Fundación inician el contacto con los vecinos, ya algunos estaban alborotados con la idea de organizar un consejo comunal (el Guaicamacuto). A partir de entonces se han consolidado cuatro, correspondientes a los sectores del Camino, a saber: Consejo Comunal Camino de los Españoles-Vargas, Consejo Comunal Camino de los Españoles Distrito Metropolitano, Consejo Comunal Guaicamacuto y Consejo Comunal Nueva Era. —Un domingo estaba haciendo la comida y mi hija me dijo: “Mamá, te busca un señor mandado por Palmira” –cuenta Matilde sobre su primer contacto con la Fundación Camino de los Españoles–. José Antonio me contó sobre el proyecto, y me preguntó si teníamos consejo comunal. Le dije que no sabía ni quería saber. Me dijo que participara, como comunidad, que lo ayudara a buscar a la gente. Se fue y pensé: “¡Aquí viene cada loco!”. Pero ahí empezamos a organizar asambleas de ciudadanos. —Hicimos cinco, antes de las elecciones –prosigue Matilde–. Fue el día que llegó Vivian. Era el Día del Niño. Estuvo buenísimo. Llegaba gente y llegaba gente. Yo quería participar pero no que me eligieran vocera. Y todo el mundo votaba y votaba. Empezamos a contar a las seis de la tarde y estuvimos contando hasta la una de la mañana. Al final, fui la más votada del Consejo Comunal –dice con una gran sonrisa quien terminó por convertirse en presidenta del Banco Comunal del Consejo Guaicamacuto. Este consejo quedó finalmente conformado por 5 hombres y 39 mujeres, y ha sido el primero en recibir recursos provenientes de la Alcaldía Metropolitana, para trabajos de vialidad. También se ha hecho cargo de un Pdval, que funciona en la misma casa de Matilde y que, al decir de ella, los ha puesto a correr de lo lindo

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pero ha sido muy beneficioso no sólo para los habitantes del sector sino para las zonas cercanas. La conformación de los consejos comunales no ha escapado a las idas y venidas propias de este tipo de organización. El primer punto fuerte de debate fue la pertinencia de dividir el Camino en cuatro sectores o hacer un único consejo comunal. Finalmente se decidió conformar cuatro consejos pero definiendo áreas de actuación común. En la práctica, vecinos de los cuatro consejos hacemos vida común en la casa de la Fundación. Entre dulce y amargo, los vecinos de los cuatro consejos comunales vamos aprendiendo a construir consensos, a resolver los conflictos que se van presentando, abonando el ánimo necesario para recorrer el largo camino que tenemos por delante. Por ejemplo, un inconveniente ha afectado al Consejo Comunal Nueva Era, que corresponde a la parte baja del Camino, en la entrada de Puerta Caracas. “El nuestro fue el primer consejo en constituirse, en junio de 2007 –cuenta Yannuzzi–, pero no hemos podido formalizarlo porque algunos de los voceros iniciales manifestaron su intención de renunciar y no lo han hecho todavía”. Es un proceso, y los procesos requieren tiempo para madurar. Mientras se resuelve el aspecto formal del Consejo, sus miembros igual siguen trabajando. “Esta comunidad puede llegar a tener la madurez política y organizativa necesaria para sacar adelante este proyecto –dice José Antonio–. Es una organización joven, y el saldo es positivo. Más allá de chismes, de amores, de desamores, el cambio propuesto por el proceso (revolucionario) parte de la organización comunitaria. Y hacia allí dirigimos nuestra energía y nuestro mayor esfuerzo. Queremos que la gente se apropie de su proceso. Que se reconozcan como sujetos de acción y no como objeto de la acción gubernamental. Que puedan actuar


José Castillo (República Dominicana), “El peso de la memoria”

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La vieja aduana marítima, El Polvorín


para mejorar sus condiciones de vida y las de su entorno. Porque los cambios más importantes, en el marco del proceso político que se vive actualmente en el país, se reflejan precisamente allí, en el trabajo en las bases”. El efecto multiplicador de las acciones en torno al Programa de Desarrollo Endógeno va estimulando la participación. Vecinos experimentados en las lides de la organización colectiva, como Matilde, Gualberto y Pablo, comparten la experiencia de los consejos con otros y otras, como Yannuzzi, que más bien se entusiasmaron al ver el compromiso de la Fundación Camino de los Españoles. Durante estos primeros meses, en general los consejos han mantenido un ritmo sostenido de actividades, que abarcan mucho más que lo recogido en esta publicación.

“La mayor satisfacción es ver cómo todo lo ha hecho la gente de la comunidad.” MATILDE

Niño del barrio

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V. C A M I N O S D E L A RT E Cualquier proyecto de acción económica, comunitaria o urbanística debe tener resonancia cultural, dicen los muchachos de la Fundación: “Si no, la infraestructura es puro concreto. La intervención cultural le agrega valor al trabajo sociocomunitario”. Para nosotros, no se trata únicamente de agregarle belleza artística al Camino, ya plagado de bellezas naturales e históricas. Por eso se nos ocurrió que la primera actividad de los consejos comunales y de la Fundación tenía que ser una especie de toma cultural de nuestras calles. “Esta reapropiación del territorio común es vital para que la gente le tome cariño a su barrio, para contribuir a que bajen los índices de violencia, para que la gente se conozca y se reconozca entre sí y en el espacio donde viven”, dice José Antonio. La apuesta por la expresión artística en espacios públicos es quizás inédita en Caracas pero la gente de la Alcaldía ya conocía experiencias similares en ciudades de países hermanos. “Nosotros lo que hicimos fue integrar el conocimiento sobre esas experiencias a un proyecto de desarrollo comunitario más amplio como el que estamos construyendo en el Camino, buscando también conformar un espacio turístico único, que parta de la misma comunidad y de su entorno”, dice Héctor. Así nació el Museo al Aire Libre, una iniciativa de intervención artística que alcanzó en su primera etapa a las fachadas de las casas que bordean el Camino desde Puerta Caracas hacia la montaña. Para hacerlo realidad, se convocó a artistas nacionales e internacionales. Con esta propuesta se abrieron las puertas de la casa de Yannuzzy, la de Gualberto y las de muchos otros. Personas que eran consideradas por la misma gente de la comunidad como problemáticas se incorporan al trabajo y varias se suman como

brigadistas. Se extiende así el abanico de relaciones dentro de la comunidad. Del dicho al hecho el trecho fue muy corto: la idea fue puesta en práctica de inmediato, el mismo mes de agosto. “Elaboramos un pequeño mapa del camino y procedimos a distinguir las casas que podríamos intervenir. En la primera etapa desde Puerta Caracas hasta El Desecho contamos quince espacios factibles de intervención”, cuenta Vivian, quien llegó desde Francia a sumarse a esta fiesta colectiva. En la entrada de Puerta Caracas comenzamos las tareas de albañilería que incluyeron el puente, las aceras, el vaciado de los muritos laterales, las pequeñas columnas de las que colgaban barandas dobladas y despegadas, las escaleras, las fachadas de las primeras casas. Todos, artistas, vecinos, brigadistas y gente de la Fundación íbamos aprendiendo sobre la marcha; descubriendo escollos, discutiendo mucho y buscando soluciones.

Arreglo del Puente de Mecedores

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La vieja aduana marítima, El Polvorín


Marcos Arrieta (Venezuela), “Resistencia Indígena”


La casa de Yannuzzi se convirtió en un hervidero de gente: “Yo los recibía, los atendía, les daba desayuno, almuerzo, cena, porque mi casa era el centro de operaciones, antes de que la Fundación tuviera sede. Los vecinos discutíamos sobre lo que había que hacer y ellos hablaban de arte. La experiencia fue excelente”, recuerda. También Matilde cedió su casa para que los niños hicieran el Taller de Terracotas. El primer diseño artístico fue justamente el mapa colectivo, “El mapa del camino”. del Camino, un recubrimiento en piedra sobre la acera elevada de la entrada de Puerta Caracas, sobre el cual dibujamos las curvas del camino y algunos planos circulares en cemento intervenidos por varios artistas: Vivian, Rufino de Mingo, José Castillo, Palmira, Alejandro Russo, David Cuevas. Los transeúntes se detenían a mirar el trabajo; preguntaban curiosos sobre las obras, sobre las reparaciones de las casas, sobre las técnicas y los materiales que se iban incorporando a su paisaje cotidiano. “En septiembre, ya Samuel Bravo estaba levantando un fantástico mural –dice Vivian–. Y teníamos que correr para tener lista la pared en la que pintaría el mexicano Gustavo Chávez”. Al mes siguiente, sólo cuatro albañiles se mantenían activos; ellos y los brigadistas se hicieron cargo del trabajo que otros dejaron sin terminar, en un esfuerzo para que los muros estuvieran óptimos antes de la llegada de los artistas europeos. “Entonces –sigue Vivian–, todo el camino se llenó de nosotros. Estábamos arriba y abajo, montados sobre andamios, pintando, martillando, pasando los rodillos, pegando piezas en cerámica o en piedra, reíamos, cantábamos. De pronto pasamos a ser un montón: de cinco artistas pasamos a ser quince, luego dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve… veinte con don Raúl Gómez”. Juan Vega colocando cerámicas Imagen superior Colectivo, “El mapa del Camino”

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José Antonio y Héctor estaban tan contentos que constantemente llegaban con invitados internacionales, a quienes traían para mostrarles cómo avanzaba el Museo. Así vinieron Toni Negri, Doreen Massey, personalidades argentinas, francesas, españolas, iraníes. Antes de la Navidad, ya había en Puerta Caracas 23 murales, dos esculturas, un mosaico de piedras y otro de terracotas pintadas, dos mosaicos en cerámicas recortadas, dos murales en bajo relieve, un alto relieve, dos pinturas patinadas, una casa revestida en piedras, dos pequeños jardines y ocho fachadas de casas pintadas. Además se habían intervenido dos bodegas, cuatro aceras, una escalera y cinco grupos de barandas; la parada de los jeeps lucía también un nuevo rostro. ¡Qué contentos estábamos con ese regalo de fin de año! A mediados de 2008, ya tenemos 53 obras en nuestro museo y dos más están en proceso. La idea es completar las 120 casas que están al borde del camino. Cada día hay más gente de acuerdo y cada día aparece más gente que quiere que le pintemos su casa. Pero además, muchos de nuestros vecinos hicieron un descubrimiento feliz: aquí entre nosotros hay otra comunidad: una comunidad de artistas. Admiramos muchísimo las obras de esos artistas que vinieron de otros rumbos. Pero con mayor orgullo la gente comenta las obras de los artistas locales, como Pablo, Palmira o Félix Catarí, patrimonio viviente de la ciudad.

“Cuando las abejas llegan a la flor es porque la flor está bonita, está abierta, tiene multitud de colores. Si la intención del proyecto es atraer gente entonces se están poniendo colores en cantidad, se están arreglando las casas. Cada año se multiplicará la belleza y estará todo mucho mejor. Ya ha ocurrido. Ya el proyecto ha atraído a muchísima gente.” PA B LO

Preparadores del terreno La casa de Yesenia es una de las más antiguas del sector, y sus paredes de baharaque estaban muy deterioradas. Ella sabía algo de albañilería, pues hace unos años había colaborado con la rehabilitación de la parada de los jeeps. Pero quería aprender más, para poder encargarse de los arreglos de su casa, y porque Samuel Bravo trabajando en su mural

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necesitaba trabajar. Gorila no tenía trabajo fijo y andaba más bien al garete, sin mayores impulsos para levantarse por la mañana; sin la confianza de alguien que le estimulara a ocuparse de algo útil para él y para la comunidad. Entonces, la Fundación convocó a los vecinos para conformar las brigadas de trabajo en el Museo al Aire Libre y la gente comenzó a presentarse espontáneamente. Los brigadistas serían los encargados de preparar el terreno o, más bien, las paredes, para la intervención artística. Treinta fueron seleccionados por gente de la Fundación y por miembros de los consejos comunales Guaicamacuto y Nueva Era. Yesenia llevó su currículo y se empeñó en que quería aprender albañilería porque, como explicó aquella vez, quería aprender lo necesario para arreglar ella misma su casa. “Ahora cargo cemento, bato pega, friso, echo piso”, dice orgullosa. A Gorila otra vecina lo convenció para que se acercara a la Fundación y comenzara a trabajar. Así se conformaron seis grupos, de cinco brigadistas cada uno: un maestro albañil y cuatro ayudantes o aprendices; todos entre nuestra misma gente.

Brigadista en su faena.

Brigadista en su faena

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“DÉJEME MIS CUCARACHITAS” Yesenia no sólo se convirtió en brigadista sino también en beneficiaria, pues su casa fue una de las primeras seleccionadas como parte del Museo al Aire Libre. Toda su brigada participó de la rehabilitación de su fachada, y uno de sus compañeros fue encargado para tumbar el friso pero el caso es que se aplicó con tanta fuerza que debilitó la pared. La hija de Yesenia preguntaba “¿Y si viene el Lobo Feroz y tumba la pared?”. Felizmente pronto reforzaron la fachada y toda la brigada participó en la pinta del mural. “Con Mingo aprendimos de su cultura y él de la nuestra”, cuenta Yesenia. Él le planteó muchas ideas hasta que un día, a la hora del almuerzo, le dijo “Vamos a hacer un boceto de tu casa”. Y pintó unas matas de cacao. “Un día, la niña las miró y me dijo: —Mamá, los cacaos parecen unas cucarachitas pero a mí me gustan, déjame mis cucarachitas”.

Rufino de Mingo (España), detalle de “Nube roja”

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De los treinta brigadistas, cinco son mujeres. “Somos minoría pero mandamos”, ríe la misma Yesenia. Cuenta que en la práctica fueron aprendiendo, observando al maestro de obras y preguntándole todo el tiempo. “Hoy las mujeres brigadistas no necesitamos a ningún hombre para hacer las cosas”. Ellas y ellos se encargan de los trabajos de albañilería previos a la pintura de murales: “Nosotros preparamos la pared, ponemos el espacio bonito para que el artista lo intervenga –dice Yesenia–. También nos encargamos de mantener esta casa –la sede de la Fundación–, que está abierta a la comunidad”. Ahora que ya concluyó la primera etapa del Museo, los brigadistas se están formando como cuidadores y como agentes turísticos, con conocimientos sobre las obras de arte que contribuyeron a realizar y sobre su entorno cultural e histórico, como habitantes del Camino, pues la idea es que quede una escuela o un taller de brigadistas, encargada de la conservación de los murales. Hoy por hoy, toca celebrar los logros obtenidos y, sobre todo, prepararse para nuevos afanes. Gorila pasa todo el día calle arriba y calle abajo, desempeñando sus tareas. “Me siento cien por ciento satisfecha”, dice Yesenia. “Era el cambio que nos plantearon en un principio y lo logramos porque trabajamos como un equipo. Si esto pudiera durar muchos años, aquí me verías de viejita. Tienes gente que has hecho parte de ti. La gente de la Fundación están de tú a tú con la comunidad, nuestros hijos los tratan como parte del vecindario. Lo que hicimos el año pasado, nos costó, y yo me veo manteniendo eso que hicimos”.

“Lo que más me gusta de mi trabajo es la gente, porque somos muy unidos. Yo me la pasaba en la calle y ahora me acuesto a las diez, porque tengo una responsabilidad. Me anima el trabajo. Me han animado la comunidad, Yannuzzi, José Antonio. Ahora es que queda proyecto.” GORILA

Brigadista en la escultura de Asdrúbal Figuera

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VI. PULIENDO LAS BASES Al principio, mucha gente estaba como reacia con la idea del museo. Algunos decían: “No, mi casa no me la tocan”. Ahora, más bien son muchos los que quieren que su casa forme parte del museo. Durante la primera etapa del museo, en agosto de 2007, ya se había decidido que la cosa empezaría con los trabajos de albañilería previos a la pintura de cada obra. “Realizamos compras de herramientas de trabajo y algunos materiales de construcción”, recuerda Vivian. “Hubo un gasto mínimo y mucho entusiasmo”. Ese mismo mes el Funvi comenzó a colaborar con materiales: sacos de cemento, camiones de arena y muchos otros recursos. Pero entonces también tuvimos varios inconvenientes para la rehabilitación de fachadas: la escasez de agua, que en algunas partes del barrio llega sólo tres veces a la semana; varias paredes tenían filtraciones que debían ser reparadas antes de pintar; los brigadistas eran inexpertos y nos tardábamos para montar los andamios; no teníamos escaleras, salvo una que prestó un vecino; para colmo, llovió mucho durante esos últimos meses del años. A medida que la tarea avanzaba descubríamos, por ejemplo, que debajo del friso algunas paredes eran de bahareque. Entonces se decidía dejar al descubierto el elemento original. Aprendiendo sobre la marcha y manteniendo en alto el entusiasmo, los brigadistas se multiplicaban para garantizar a los artistas muros limpios donde trabajar. En diciembre, ya se habían colocado barandas y aceras nuevas en el puente de entrada a Puerta Caracas; se habían levantado muros y frisado al menos diecisiete paredes; el Museo era una realidad. Casi un año después, la experiencia rinde frutos, y ahí siguen los brigadistas: encaramados en los andamios, transportando materiales, rehabilitando fachadas y disfrutando la vista de las obras ya terminadas a su alrededor.

“Ahora yo sí les digo, a todo el que veo: —Mira, por favor, quita los pies de ahí; no pegues las manos llenas de grasa de la pared—. Porque nosotros trabajamos mucho para rehabilitar esas paredes y después para pintar los murales. Ahora, los mismos brigadistas tenemos que enseñar a los demás a que los cuiden.” CELIA

Brigadista en faena

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VII. AQUÍ ESTAMOS Sobre la experiencia del Museo al Aire Libre, cada uno tiene algo que decir. Fuimos muchos los que compartimos carreras, tropiezos, risas, errores y rectificaciones que fueron sembrando de colores las paredes, esos muros que ahora nos cuentan historias mientras regresamos a casa después del trabajo, o mientras compartimos con el vecino un cafecito en la esquina del barrio. Aquí estamos, en las obras y en las palabras que reflejan lo que queda en la memoria.

El arte es una ceremonia de la existencia “Realizar el proyecto Caminos de Arte, en Puerta Caracas, ha sido una festividad. Como lenguaje plástico el soporte se ha extendido y ha tomado la dimensión de una comunidad. Logramos las propuestas formales y estéticas con las obras realizadas pero para mí lo más importante de esta experiencia ha sido la consolidación humana, la fuerza creativa puesta al servicio de una obra común: embellecer el hábitat del barrio y hacer la vida más agradable.

Vivian Asapche (Venezuela), detalle de “Cinco muros para Petra”

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La alegría y el entusiasmo que vivimos durante la creación de este museo al aire libre en Puerta Caracas me reconforta y me ha permitido constatar que los ideales se pueden lograr, por más utópicos que parezcan. Podría extenderme en mis memorias y apreciaciones; contar los detalles de cómo fueron realizadas cada una de las obras que hoy se encuentran en Puerta Caracas; puedo incluso describir ilusiones y desilusiones que no vendrían al caso. En verdad, lo que deseo es dejar un registro de lo que se puede lograr cuando se une la gente con una finalidad constructiva y creativa. Puede haber muchos inconvenientes, metas que no se alcanzan como lo hemos previsto, sin embargo, quedan las pruebas visuales y las satisfacciones de todos los que aportan su granito de arena en este andar humano en el cual ansiamos la felicidad. Pienso que hemos realizado una gran parte de los objetivos del proyecto Caminos de Arte: crear y embellecer espacios para que se desarrolle la vida cultural de los barrios y de los pueblos, en este caso específico, el de Puerta Caracas. Rindo homenaje a todas las personas que permitieron la materialización de este sueño.”

“Mi casa era un ranchito por fuera, pero por suerte fue el primer proyecto de Vivian. Ella me presentó varias ideas y yo le dije —Vamos a hacer ésta. Ahora, abro la puerta de mi casa y veo el mural de Ian al frente; mi casa está preciosa. Uno tiene que levantarse contento, con optimismo. Mi comadre también dice: —¿Tú sabes qué me alegra a mí las mañanas? Esas mulas.” YANNUZZI

VIVIAN ASAPCHE

Las mulas son de ustedes “Fue una experiencia extraordinaria. Yo le debo muchísimo a Vivian, que me trajo la propuesta del museo al aire libre; le agradezco mucho por invitarme a participar. La gente de la Fundación está haciendo una labor extraordinaria y me trató muy bien. Es una labor súper, súper cultural, porque los museos se han vuelto muy herméticos. Esta experiencia es una forma de enseñarle a la gente, porque hay que llevar el arte al hombre o a la mujer común, hay que involucrarlos. El museo al aire libre nos permite ir mostrando el arte a la gente, mientras están jugando

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Asdrúbal Figuera (Venezuela), “El camino de los arrieros”

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Detalle de “El camino de los arrieros”

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caballo, mientras conversan con su vecino, mientras caminan por su barrio. La receptividad fue fabulosa, conmigo y con toda mi gente, el comportamiento fue ejemplar. La gente nos cuidó, siento que nos mimaron. Sobre la obra: originalmente yo tenía la idea de hacer personajes que miraban a los transeúntes a través de grandes ventanas. Quería pintar grandes ventanales con personajes asomados hacia la calle. Pero muchas personas, cuando yo llegué, decían: “Éste es el Camino de los Españoles”. Luego escuché a alguien más hablar sobre la historia de las mulas que pasaban en busca de un tesoro perdido. Después otros más me hablaron sobre la misma historia. Entonces deseché mi idea, porque las mulas son idea de ustedes, de la gente del Camino. Es su camino, son sus leyendas. Siento que acerté. Es un cuento que contaron mil veces y ahora lo seguirán contando.” ASDRÚBAL FIGUERAS

De menos a más “Mis días en Caracas fueron de menos a más, como en las buenas películas. Pasé de la angustia de la espera en el aeropuerto, después de un largo viaje, a la alegría de ver a Vivian Asapche junto con otros compañeros, quienes amablemente me recibieron. Luego, en el desarrollo del trabajo en sí, se repitió la historia: después de pasar varios días sin conseguir los materiales, y en un barrio en el que me sentía extraño, poco a poco fui conociendo a sus habitantes, quienes mostraron en su mayoría su faceta más humana y solidaria. Pude constatar cómo, sin arrugarse, hacían frente a los problemas más diversos, algunos graves, todo por salvar el honor de su barrio y su propia credibilidad. Me impresionó el arrojo de la mayoría de sus mujeres a la hora de

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“Para mí fue muy satisfactorio el hecho de que hicieran las mulas. Yo les conté la leyenda de las mulas, porque desde muy pequeño escuchaba sobre las siete mulas que salieron de Caracas pero nunca llegaron a La Guaira. Parece que fue un español muy acaudalado que salió huyendo de la ciudad con sus esclavos pero que enterró su tesoro y viajó a España sólo con los planos. Después, yo tendría como diez años, se aparecieron en mi casa dos señores, unos españoles con unos planos y que indicaban donde estaba el tesoro: Frente a Cabo Blanco, donde está una fuentecita de agua. ¿Tú sabes dónde queda Cabo Blanco? Donde está el aeropuerto. Yo los llevé a dos sitios que se parecían y empezaron a excavar, tú sabes, tenían máquinas y todo eso pero no, no eran reales los planos.” GUALBERTO


trabajar duro o de dar la cara para aclarar cualquier circunstancia. No debo mencionar nombres pero en mi memoria está grabada cada acción solidaria de estas compañeras, en forma de tacita de café, tarrina de helado e incluso sánduches a media mañana. Creo haber encontrado algún amigo, compañero, colega de verdad. También encontré algunos vecinos que nos hicieron pasar el tiempo en Caracas más distendido, con su solidaridad. De la obra que realicé, digamos que el ser humano se adapta a las circunstancias y, en mi caso, siempre intento dar el máximo. No sé si lo conseguí en este caso. También está en mi recuerdo la amabilidad de los amigos del rancho de mi paisano, donde me sentí bien tratado desde el principio. Hoy recuerdo con cariño el tiempo que compartí en Caracas con los artistas locales y con los compañeros de Puerta Caracas. Espero que mis palabras tengan al menos el valor de ser escritas con el corazón. Todo mi afecto para los participantes del proyecto.” RUFINO DE MINGO

Tonos del arte popular “Fue una experiencia maravillosa, por la participación de la misma comunidad. Los muchachos pasaban y se paraban para ver cómo se hacía el mural. Yo les explicaba los porqué de mi trabajo. Por ejemplo, sobre el colorido del rostro del Bolívar les comentaba que responde al estilo del fauvismo, corriente pictórica en la que tengo aproximadamente veinticinco años. El trabajo sobre bailes de tambor y recolección del cacao refleja lo que eran nuestros ancestros africanos. Yo no les hago rostros para que cada quien se identifique con la obra; aquí los personajes se integran con el trabajo del cacao. El colorido de la parte de arriba es similar al del mural de Bolívar pero aquí se

Rufino de Mingo, artista español, trabajando en su obra “Nube roja”

“Para mí, el más excepcional de todos los artistas que vinieron fue Rufino de Mingo. Él incluso me pintó en un cuadro como una heroína. Ahora nos comunicamos siempre por Internet.” PAL MIRA

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Félix Rodríguez (artista local, patrimonio cultural viviente), “Bolívar”


aplica al paisaje. Esos tonos tienen que ver con el arte popular, porque lo que yo busco es reflejar la problemática social.” FÉLIX RODRÍGUEZ

Venezuela es mujer y es india “Yo soy muy patriota, muy nacionalista. Lo que quise representar en mi obra tiene mucho que ver con mi personalidad, con mi vida y con ese sentir nacionalista. El pez representa la religiosidad, mi vida, mi estado, el país. Luego están las sirenas,

sirenas indígenas porque Venezuela es mujer y es india. Las mujeres venezolanas siempre han sido valientes, protagonistas desde la Colonia. Las sirenas sirven para humanizar y están acompañadas por personajes históricos. Pinté a Sucre, a Bolívar. Como este camino termina en el mar, puse lanchas y en ellas metí a Miranda. Pero esas lanchas tienen los nombres de sus barcos, porque muchas personas saben cómo se llamaban los barcos de Colón pero no los de Miranda. Los ángeles también están allí, aunque la dueña de casa es de otra religión.

Palmira Correa, artista de la comunidad y Premio Nacional de Pintura, trabajando en su taller

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Palmira Correa (Venezuela), “Mar, folclor y personajes”

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Alejandro Russo (Venezuela), “Espacios virtuales”

Fue un trabajo hecho con mucho cariño, una experiencia muy bonita. Compartí con la comunidad. Me daban café, me daban helados. Eulogia, la dueña de la casa que me tocó pintar, me daba el desayuno. A ella le gustó mi trabajo, aunque hice la obra sin boceto y sin nada. La gente pasaba por la calle y decía: ‘Mira, te está quedando bonito’. Hacían comentarios bonitos y también adversos. Pero de lo negativo también se aprende. Yo además complací a Eulogia pintándole a Chávez, porque ella me lo pidió. En un rinconcito, ahí está.” PAL MIRA

Puerta Caracas, impresiones de un museo en la calle “Recogiendo el eco de lo vivido en esta experiencia de combate creativo, lo primero que viene a mí es esa complicidad de cada instante con el barrio de Puerta Caracas y su gente (mi gente).

Resuenan en mí las voces ya familiares y queridas de todos aquellos que enriquecieron cada momento, la subida que nos lleva a la posada y el recorrer mi bella Caracas desde el alto del majestuoso Guaraira Repano, su vista nocturna mágica, las intensas discusiones junto a José Castillo, Rufino de Mingo, Ian y Humberto sobre el avance de nuestra Revolución Bolivariana, las políticas culturales, los momentos de cuatro, guitarra, canto y ritmo. Recuerdo mis peleas con el muro, a puro cepillo, y reventándolo todo a puro color, con el corazón chiquito y el miedo de no dejar algo de calidad a igual tamaño del cariño que se me da… El paso de la gente saliendo por la mañana al pie de mi andamio, escrutando y aportando aliento y simpatía a mi trabajo… El atarearse de los brigadistas con los artistas… El amigo Gustavo Chávez dando lanzazos de color a las paredes en un duelo

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intenso con nuestras raíces, la compañía agradable de Samuel Bravo, Pablo, Palmira y todos los otros… Las angustias compartidas con Vivian para que todo saliera bien, en ese afán de dejar a ese bello pueblo nuestro lo mejor de nosotros, y de guardar lo mejor de ellos. No todo fue fácil. Cada uno tratando de dar sin medidas y el necesario carácter de los artistas en búsqueda de la perfección, animaron momentos de tensión que agudizaban nuestros sentidos obligándonos a cada uno a sobrepasarse; quizás momentos necesarios, llenos de pasión, que nos obligan a mejorarnos y a avanzar. La dificultad da la medida de cada uno, así como la exigencia que uno impone a su trabajo. Yo amé cada uno de los momentos pasados en ese combate por una Venezuela para todos, por una Venezuela mejor. Y a cada uno de aquellos que me honraron con su amistad y su cariño les doy las gracias por su paciencia, por su alegría y por su entusiasmo, esperando humildemente haber podido dejar todo este cariño plasmado en mi trabajo.” ALEJANDRO RUSSO-MENDOZA (El Colibrí Escarlata)

La Caracas que todos queremos Es tremenda la oportunidad que nos han brindado la Fundación Camino de los Españoles y la Alcaldía Metropolitana: tremenda oportunidad para los artistas venezolanos y extranjeros, por permitirnos llevar un poco de nuestro trabajo a lo que sería el espacio urbano, con esta iniciativa. Del Museo al Aire Libre pienso que es muy importante para el desarrollo cultural y social, ya que como artistas le dejamos a nuestra urbe esa semilla que refleja por demás esos lenguajes únicos y estéticos donde cada uno plasma una idea, una necesidad que va de la mano con el espacio donde se desarrollan nuestras obras.

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“Al principio, cuando yo iba viendo el mural que estaban pintando en mi casa no me gustaba mucho. Yo no la quería así pero, bueno, no dije nada. Yo los veía (a los artistas) ahí, pobrecitos, llevando sol como dos o tres días. Después, cuando lo vi terminado sí me gustó. Me gusta todo lo que han hecho hasta ahora, la verdad.” CELIA


Parada elaborada y montada por José Luis Castillo, joven diseñador venezolano

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Para mí el trabajo del Museo al Aire Libre ha sido una gran oportunidad para enfrentarme a ese espacio de la ciudad donde transmitir un poco de orden o de balance. No es nada sencillo encarar un problema con tu obra y llevarlo a un plano mas allá de lo funcional manteniendo un toque estético, conservando esa esencia de los espacios. Te coloca en una posición donde ya no se es un pintor o un escultor: te involucras con una infinidad de problemas a resolver que te llevan a ser un arquitectoingeniero-constructor-artista... Es muy importante la parte humana que se involucra ya que debes de estar ahí, en la comunidad, y compartir sus problemas diarios para poder interpretarlos, cada uno con su obra. El desarrollo de actividades como éstas en nuestras barriadas es un gran paso para la integración de esos sectores con las artes ya que el nivel de desarrollo uno lo puede medir por la cultura de su pueblo. A medida que se creen nuevos museos al aire libre le damos un poco de color a esos sectores brindándoles, claro, mejoras en sus condiciones de vida. Estas comunidades reciben una herramienta que puede servirles como gancho para el turismo; cada comunidad podría ser más atractiva para nosotros y para los extranjeros, como lugares históricos o como espacios para el desarrollo y sustento de nuestra gente, dando a Caracas otra cara; la cara de la ciudad que todos queremos.”

“Mientras más personas trabajemos, más rápido conseguimos las cosas. Ahorita la gente está participando bastante. Si seguimos como vamos, esto va a ser maravilloso. Me imagino que todo el mundo colabore y tengan las calles limpias. Acá va a venir mucho turista, esto va a estar bellísimo.” R OS A LÓ PE Z

J OS É LU I S C A ST I L LO

Hacer lo nuestro “Éste es un museo que es visitado por la gente en franela, en mangas de camisa, en short, en alpargatas, sobre carrucha. No necesitan un carrote ni flux ni camisa para verlo. Yo subo y bajo por este camino desde que tengo uso de razón, pues mi familia es fundadora del Camino. Y entonces, pensé en mi comunidad: hice un campesino con algunos valores: en una

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Pablo González (artista local), detalle de “Me muero por descansar”


Pablo González en su taller

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mano tiene un machete que se convierte en frutos y flores; en la otra tiene una Constitución. El campesino está proyectado hacia la montaña. Al lado derecho hay una yunta de bueyes y un niñito emulando al buey cuando levanta la pata. Esas cosas yo las he vivido y sé que la mayoría de los habitantes de la parte baja han sido campesinos, han sido agricultores, han sembrado y conocen sobre esos elementos. A la izquierda hay una señora con una lata de agua y una carrucha de las que usábamos para cargar agua. Hay una frase que se repite mucho cuando uno está haciendo la cola, “Haz tu cola”, porque la gente buscaba colearse; eso también lo viví, yo cargaba agua de allí. Aquí todos cargamos agua de esa pila. También está allí el loco Pedro, una persona nacida y criada aquí, muy popular de esta comunidad, pesaba más de 200 kilos. Lamentablemente, Pedro murió en mayo de 2008, pero quedó ahí, para que lo recordemos desde el mural. La intención es hacer lo nuestro, nuestras vivencias, nuestras costumbres, lo específico del barrio.”

“Para mí, Pablo es el mejor pintor que hay. En la comunidad a veces decían que estaban recargando mucho la Puerta de Caracas pero ya todo el mundo se acostumbró y la gente anda feliz y contenta con los murales.” MATILDE

PA B LO

Un regalo caído de la luna bolivariana “En el rubro del muralismo, o por lo menos en lo que es el muralismo popular latinoamericano –con todas las precariedades que eso encierra–, que uno sea invitado a otro país a participar en un proyecto como el Museo al Aire Libre de Puerta Caracas, es casi como un regalo caído de la luna (de una luna bolivariana podríamos decir…). Además poder realizarlo en un barrio caraqueño como lo es Puerta Caracas, interactuando directamente con la comunidad, me parece un espectacular acto de democratización del arte. Muy pocos lugares en el mundo tienen la voluntad política o la audacia de poder llevar a cabo una iniciativa como ésta. Sólo en un país como Venezuela, que está viviendo este proceso increíble de volteamiento de

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Pablo González (artista local), detalle de “Me muero por descansar”


Ian Pierce (Chile), “Bodega de la libertad”

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paradigmas (con todas sus apuestas verdaderamente revolucionarias y todas sus contradicciones también) podría haberse auspiciado este proyecto. Espero que ello siga así porque aquí en el resto del continente latinoamericano estamos siempre necesitando de su valiente ejemplo. Durante el trabajo mismo se vivieron momentos de infinita belleza, sobre todo en lo que se refiere a la participación con la comunidad. Ver el proceso de organización en el barrio en torno al proyecto, en torno al arte, pero a su vez con opiniones y acciones muy propias, fue una tremenda lección para mí. Como en todo proceso, estoy seguro que la comunidad sabrá sobreponerse a los obstáculos y seguir este camino de organización y crecimiento que ha iniciado. Las dificultades y frustraciones son normales en estos procesos tan complejos pero a la larga lo que queda es lo positivo: es la construcción alegre e inteligente de un espacio más humano para vivir. Además, tengo que decir que el vínculo humano con la misma comunidad fue muy hermoso, y tuve la enorme suerte de hacerme de grandes amistades en el barrio, que espero nunca se borren. Igual sucedió con otros pintores amigos y por supuesto con tantísimas personas que desde la Alcaldía Metropolitana de Caracas aportaron para que este proyecto fuera posible. Ojalá que se sigan abriendo espacios de real participación donde el arte –que lleva tanto tiempo secuestrado en galerías y museos de las minorías esnobs– pueda volver a su real función, que es entregar belleza e ideas a la inmensa mayoría de las mujeres y hombres de este mundo. Y entregárselo allí donde ellos estén: en el liceo, en el trabajo, en los campos, en los barrios, en fin, en la vida misma. Espero que mis pinceles y mis tarros de pintura siempre estén al alcance de esa forma de entender el arte. Ésa es mi única bandera.

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Ian Pierce (Chile), detalle de “Subterritorio del Guaraira Repano”

“Sobre el mural de Ian en mi pared, se hizo de mutuo acuerdo. Es el Ávila, son sus habitantes, sus indios. Ésa es otra leyenda muy bonita que también tiene su valor.” GUALBERTO

¡Vaya un abrazo para todos aquellos que desde Puerta Caracas pusieron su empeño y entusiasmo para que este acto de hermosura sucediera!” IAN PIERCE (Entumido de frío y añorando mi bella y tropical Caracas) Santiago de Chile, 9 de junio de 2008


VII. DE AQUÍ Y DE ALLÁ ¿De dónde vinieron los artistas que pintaron los primeros murales? De aquí y de allá. Muchos estaban aquí, a la vuelta de la esquina. A otros los invitamos para que vinieran a acompañarnos desde otras ciudades del país y desde otros países hermanos. En agosto llegó la primera: Vivian, quien tenía rato buscando un espacio en el cual hacer realidad su sueño del Museo al Aire Libre. Desde Chile llegó Ian, que convivió con nosotros durantes tres meses. De Maracay vino Asdrúbal, que dejó a más de uno boquiabierto con su habilidad para doblar cabillas y moldear el cemento. Shakira Monque compartió con Vivian el Taller de Terracota con los niños. Ese mismo mes, los responsables del Museo entraron en contacto con los artistas del Círculo Cultural Don Tito Salas, fundado por el profesor Efraín López, Chepín, quien llegó al Camino en 1967, atraído por la energía del lugar. Aquí se instaló y construyó los talleres donde residen ahora artistas de diferentes tendencias, Palmira entre ellos. Vivian recuerda su encuentro con otro artista del Camino, el maestro Raúl Gómez Rengifo: “…Maravillosos cuadros de corte neoimpresionista cuelgan de las paredes de su casa. Raúl Gómez Rengifo está orgulloso de ser el pintor que ha ilustrado artísticamente la historia del beisbol en Venezuela, que comienza en 1838. Me llamó la atención un cuadro y el Maestro me contó la historia del personaje allí representado, el Quijote Venezolano, Alonso Andrea de Ledesma, quien defendió la ciudad de Caracas del pirata Preston”. Fue tan grata la impresión, que encomendaron a Ian la tarea de reproducir la obra de Gómez Rengifo en un mural que hoy corona una de las primeras cuestas del Camino. Así, la misma comunidad fue descubriendo el tesoro escondido de los artistas que alberga. Entre ellos está Palmira, la premiada

Alejandro Russo, autor de “Espacios virtuales” Imagen superior Raúl Gòmez, artista de la comunidad

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pintora que también recaló en la Camino hace unos veinte años. “Querer a Palmira es muy fácil –dice Pablo–. Todo lo que pinta gusta, así lo haga con los ojos cerrados”. Palmira se ríe, acomodada en la sala de su casa-taller. “Para mí ha sido una experiencia maravillosa. Primero, porque a raíz de mi discapacidad motora –que afecta sus extremidades inferiores y superiores– todo lo que yo hago es un reto. Segundo, porque creo que quien tiene que hacer la revolución es el artista, no el ministro ni el que trabaja en el ministerio. Yo me le acerqué a Vivian y le dije que quería pintar”. En septiembre tuvimos que correr para tener lista la pared en la que pintaría el mexicano Gustavo Chávez, que estaba próximo a llegar. Ya en octubre la cosa era una verdadera invasión de artistas desplegados en el Camino. Rufino de Mingo, José Castillo, Gustavo Chávez, Ian Pierce, Alejandro Russo, Samuel Bravo, David Cuevas, Palmira, July Viera y Vivian Asapche. Al poco tiempo se sumaría Pablo González, otro hijo de la montaña. “Cuando pequeño yo pasaba era con sacos de repollo para allá abajo”, dice Pablo, con una gran sonrisa. “Transito este camino todos los días, y entonces veía la gente pintando en la calle y me paraba, y Vivian me decía —Mira, ahí tienes una pareíta—. Pero yo tenía la responsabilidad de terminar primero la capilla, arriba”. En efecto, a Pablo le tenían reservada una pared pequeña, mientras terminaba la rehabilitación de la capilla. Pero luego el que iba a pintar la pared de al lado se fue; a Alejandro Russo le sobró otro poquito y Pablo, ya entusiasmado, dijo: “Déjalo para acá”. Su obra, que recibe al visitante a la entrada de Puerta Caracas, es una de las favoritas de nuestra comunidad. La participación de Palmira y de Pablo terminó de animar a otros artistas locales, en principio recelosos con el Museo. “Muchos compañeros, porque este camino es una comunidad de artistas,

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Capilla de piedra, vía Sanchorquiz, recuperada por el artista local Pablo González


Palmira Correa, Pablo González y el niño Alnajib González

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no querían participar. Entonces yo dije: —Voy a abrir camino”, comenta Pablo. Así vino Félix Catarí, y ya ha hecho dos murales. Otros que se sumaron en noviembre, venidos de otros lares, fueron Juan Vega, Pablo Rómulo Aranguren, Félix Rodríguez, Francisco Lugo y Hugo Ramos. Luego llegó José Luis Castillo, que fue quien diseñó y construyó lo que hoy sirve como refugios a los pasajeros que esperan a los jeeps en las paradas, y que, junto a Rafier Vera, es el autor del Arco de Entrada a Puerta Caracas. En lo que va de 2008, el Museo sigue vivo y diferentes artistas prosiguen la ruta de los pioneros. La huella que dejaron esos que compartieron las primeras angustias y las primeras satisfacciones va más allá de lo que cuentan las paredes. Por supuesto, cada uno recuerda a aquellos con quienes tuvo mayor afinidad, pero tres de los artistas comparten el cariñoso consenso de la mayoría: Ian, Rufino de Mingo y Vivian fueron adoptados por la comunidad como propios. Son hijos del Camino nacidos en otras tierras.

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“Imagínate lo importante que es para mí este trabajo: Yo rescaté la capilla de Sanchorquíz, donde mi mamá hizo su Primera Comunión, hace más de cien años.” PA B LO


Betty Tovar (artista local), “Las casitas”

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VIII. PEQUEÑOS ARTISTAS “¿Qué vaina es ésta?”, exclamaron algunos brigadistas cuando Vivian les mostró por primera vez las terracotas pintadas por los niños. Todo había comenzado el 17 de agosto, cuando los niños del taller de Pintura comenzaron a trabajar las terracotas destinadas a cubrir la pared que está al lado de la casa de Yannuzzi. A partir de un tema relacionado con la gráfica indígena ancestral, el petroglifo, los niños dibujaron primero sobre hojas de papel y después trasladaron ese primer dibujo a la cerámica. La casa de Matilde se llenó de risas y de voces infantiles, pues fue allí donde los pequeños artistas realizaron sus obras, bajo la tutoría de Vivian y con la ayuda de varias mujeres de la comunidad. “Si me hubieran dicho que el dibujo era para ponerlo en la pared, no lo hubiera hecho tan feo”, dice Génesis, de once años de edad. Cuenta que ellos (los niños) le habían pedido a Vivian que les enseñara Pintura y entonces ella vino con las terracotas, y les alentó a pintar algo relacionado con su comunidad o con el Camino de los Españoles. Marcos, el hijo menor de Yannuzzi, explica que: “Después que meten la cerámica en la cocina es que se pinta”. Él pintó un araguaney pero su mural favorito es el de Francisco de Miranda. Varias de las terracotas se partieron y pasamos momentos de inquietud, pensando que el trabajo de los niños se había perdido, pero Richard Pelei, un excelente artista del barro y del fuego, con paciencia e ingenio pudo terminar de quemarlas y todas quedaron listas para ser llevadas a la pared. “Yo buscaba la terracota, le echaban cemento y lo pegaban de la pared”, recuerda Marcos. Hoy los niños tienen su muro en el museo y se detienen, igual que los adultos, a mirar las pinturas que realizaron. Por supuesto, les gustaría pintar otra pared y ya pueden considerarse más que aprendices, porque también ayudaron a Ian en uno de sus murales.

“Yo cuidaré este muro cuando esté viejita.” ESMERALDA, c o m pa ñ e ra b ri ga d ista

Detalle de la obra de Vivian Asapche (Venezuela), “Cinco muros para Petra”. Acá participaron los niños de la comunidad

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IX. QUE CABEN CIEN José Antonio, Matilde y los otros van de un lado a otro. Alguien ofrece un cafecito. Gorila brinda helados. Tres muchachos trabajan concentrados frente al computador. Desde el segundo piso bajan las notas de flautas infantiles. El sitio es un hervidero de gente y, como en toda casa de familia, no falta de vez en cuando la discusión: lo que se inauguró como sede de la Fundación Camino de Los Españoles hoy es la casa del pueblo. “Esta casa era de Luciano Perdomo, que la construyó más o menos entre los años 40 o 50 –cuenta Gualberto–. Luciano era un vecino del Camino que se vino para acá, donde tenía un negocio que era a la vez abasto y botiquín. Atrás estaba el depósito donde amarrábamos a las bestias luego de ir al Mercado de San Jacinto, que entonces era el mercado principal. Tardábamos más o menos dos horas y el mismo día pa´arriba otra vez. Con siete años de edad yo me venía con dos mulas y tres burros. Nosotros los arrieros nos abastecíamos de mercancía en el abasto de Luciano. Teníamos un vínculo muy familiar con él, con su esposa y con sus hijas, porque aquí descansábamos y descansaban las bestias. El año pasado se fue la hija de Luciano y entonces la Alcaldía compró la casa y se convirtió en sede de la Fundación. Pero cuando compraron la casa ya la Fundación tenía meses trabajando”. Desde enero de este año, en la casa se mezcla el mobiliario que dejó la familia Perdomo con los recursos traídos por el Programa: mesas, escritorios y pesadas sillas de madera junto a computadoras, papelógrafos, sacos de cemento, violines y flautas; una vieja máquina de escribir Olympia reposa dignamente en una esquina del estante del comedor. En esta “casa de todos” los consejos comunales nos reunimos para debatir y proponer; es el centro de operaciones de las labores de rehabilitación de vivienda y pintura de murales; es, sobre todo, un espacio para convivir.

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Entre saltos y flautas A Ángel David, de ocho años de edad, le gusta más tocar el cuatro que ver Dragon Ball Z (aunque sea su comiquita preferida). También toca tambora porque su papá, Víctor González, lo enseñó. Cuando sea grande quiere tocar todos los instrumentos, ser un músico profesional; mientras tanto, aprende a tocar la flauta en la sede de la Fundación. Él mismo le pidió a su mamá que lo inscribiera cuando se enteró de que en la Fundación estaban dando clases de flauta. De la flauta le gustan los sonidos y el esfuerzo que tiene que hacer con los dedos. Dice que los profesores le han enseñado un montón de música. Samantha, en cambio, no sabía tocar ningún instrumento. Ella quiere convertirse en pianista pero su papá le sugirió empezar por la flauta. Ya está aprendiendo a tocar María Moñitos y La Marcha del Sol, aunque le parece que justamente la nota de Sol es la más difícil. Por eso se esfuerza y practica flauta en su casa. Samantha y Ángel David asisten al taller de Flauta que se dicta en la sede la Fundación todos los martes y los miércoles por la tarde. Son nueve pequeños que ya ofrecieron su primer concierto, el pasado mes de abril, en la montaña. “Esos niños no tenían un espacio de encuentro, de descanso, de posibilidades, que ahora sí tienen”, dice Héctor. Y continúa: “El Programa es una excusa para que la gente se reúna y germinen nuevas ideas, nuevas propuestas; para que los chamos tengan una visión distinta del mundo, pues ellos serán los vecinos activos del mañana”. Para chamos y no tan chamos la casa ofrece diversas opciones, que van desde flauta y violín hasta pintura, inglés, capoeira, circo y yoga. Además, la Escuela Metropolitana de Producción Audiovisual (Empa) perteneciente a Ávila TV, está dictando talleres de Producción de Televisión, para que la gente aprenda a hacer sus propios programas. Sin duda, es un espacio de la comunidad. Por eso, en los


Clases de flauta para los niños en la casa comunitaria

“Tenía muchas ganas de venir a practicar. Tenía como apetito, pues, porque mi mamá no me deja salir a jugar en la calle. Estaba aburrido en la casa.” ÁNGEL DAVID GONZÁLEZ, 8 años. Participante del Taller de Flauta P R O G R A M A D E D E S A R R O L LO E N D Ó G E N O C A M I N O D E LO S E S PA Ñ O L E S

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Clases de violín para los niños en la casa comunitaria

próximos meses está previsto que la Alcaldía transfiera legalmente la casa, los vehículos y los bienes de la Fundación a los consejos comunales, así como recursos económicos para

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funcionar durante un año más. La antigua casa de Luciano, aquel refugio de los arrieros, es ahora el refugio de todos.


Yoga para ni単os, en la casa comunitaria


X . NUESTRAS PRIORIDADES A mediados de 2007, miembros de los cuatro consejos comunales compartimos con la gente de la Fundación largas jornadas de diagnósticos participativos. De allí surgieron necesidades prioritarias comunes a todos los sectores del camino: • Sustitución y rehabilitación de viviendas. • Continuación y mejoras a la vialidad del Camino. • Mejoramiento y masificación de servicios de agua potable, aguas servidas y residuales. • Consolidación de las misiones Mercal, Barrio Adentro, Ribas y Robinson, entre otras. Estas prioridades son progresivamente abordadas por el Programa de Desarrollo Endógeno, en diferentes fases y con el apoyo de otras instituciones del Gobierno Revolucionario. Ya se ha adelantado en varios temas, como salud, información sobre alternativas de organización económica y formación. También se iniciaron las labores de rehabilitación y sustitución de viviendas (ver más adelante) y se han fortalecido las diferentes misiones. A partir de este diagnóstico se conformó una mesa técnica de ambiente, cultura, turismo y agricultura, también con participación de los cuatro consejos comunales.

“Antes nunca nos tomaron en cuenta; hemos sido siempre los negreados de La Pastora. Hicimos un diagnóstico, junto con la Fundación y con el Funvi, todos los consejos comunales. Fuimos casa por casa. Aunque fue muy poco tiempo para las necesidades que tenemos nosotros, ya se están haciendo cosas.” YANNUZZI

Caracas vista desde el barrio

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XI. TRABAJA NDO POR UN HÁBITAT MÁS HUMANO Uno de los primeros objetivos de la construcción comunitaria es apropiarse de las herramientas que permitan actuar, en colectivo, para mejorar progresivamente el hábitat común. Es la misma finalidad que alienta al Programa de Desarrollo Endógeno Camino de los Españoles, a partir del enfoque agroecológico y turístico del que ya se habló en páginas anteriores. Ese mejoramiento del hábitat implica la actuación en diversos frentes, y entre los primeros está la atención a derechos sociales fundamentales. Como dice Pablo: “Éste es un proyecto integral”. Rehaciendo el camino Entre el sol de la tarde y el polvo de la carretera, tres hombres trabajan, a un lado de la vía: Eladio Pérez, Félix Blasco y Alfredo González, todos miembros del Consejo Comunal Camino de los Españoles Distrito Metropolitano. Eladio habla con emoción sobre la historia del Castillo Blanco, y luego enfatiza: “Soy hijo de españoles, nacido aquí y criado aquí; aquí tengo a mis hijos. Antes del Consejo Comunal, nosotros nos organizábamos para arreglar la carretera. Agarrábamos los domingos y juntábamos a la gente y se venía todo el mundo, de voluntario, a desmalezar y a arreglar el Camino”. Ahora prosiguen su tarea, pero con los recursos que les transfirió la Alcaldía Metropolitana: 100 mil bolívares fuertes, administrados por el consejo comunal. La necesidad de mejorar la vialidad del Camino fue una prioridad expresada en el diagnóstico comunitario. Así que la Fundación se concentró en realizar un estudio que sirviera de base para continuar el camino. Ya en 2007 comenzaron los trabajos de desmalezamiento del Camino, desde El Castillito hasta la intersección (El Fortín) y la pintura de brocales desde Castillito hasta Sanchorquiz, culminados el año pasado. Actualmente, los mismos vecinos se encargan de la continuación de la carretera

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Puerta Caracas-Plan de Manzano. “Cuando nosotros llegamos –relata Héctor– ya los vecinos tenían un contrato para arreglar el Camino, con una empresa privada. Entonces nosotros propusimos poner recursos en la banca comunal y que el Consejo Comunal contratara la mano de obra, entre los mismos vecinos. El acuerdo es que ellos deben avisar antes de culminen el trabajo y se agoten los recursos, para hacer una nueva transferencia y proseguir el arreglo del Camino”. Además, uno de los primeros tópicos de acción conjunta entre la Fundación y los consejos fue el consenso para reubicar y reacondicionar las paradas de transporte colectivo, tal como se realizó en 2007. Un techo seguro, una casa amable Al menos la mitad de las trescientas viviendas del Camino se encontraban en situación de precariedad cuando los consejos comunales y la Fundación iniciaron su acción conjunta. En consecuencia, éste ha sido uno de los puntos prioritarios para el Programa. Una vez realizado el diagnóstico, la Fundación de Vivienda Metropolitana (Funvi) quedó encargada de hacer las gestiones correspondientes frente al Ministerio del Poder Popular de Vivienda y Hábitat. Así se hizo, y las necesidades de recuperación, rehabilitación y sustitución de ranchos por viviendas de la comunidad fueron incluidas en un proyecto entregado y que abarca las 16 parroquias de Caracas. Por consenso decidimos atender primero los casos de emergencia e iniciar la rehabilitación de fachadas de las casas que forman parte del Museo al Aire Libre. Ya existía el canal de comunicación con la Funvi, que mensualmente recibe informes de la Fundación sobre los casos urgentes y con mayores problemas de estructura. Así conseguimos materiales de


Arreglos por parte de la comunidad de carretera y brocales del camino

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La primera parada de jeeps en el Camino

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construcción y asistencia técnica para la remodelación de al menos 55 fachadas de viviendas y la construcción de varias casas nuevas. Uno de los beneficiarios de esta acción urgente es Luis Alberto Gutiérrez, el popular Gorila, que trajina todo el día de aquí para allá, de casa en casa y de tarea en tarea, como brigadista de la Fundación. “Antes mi casa eran cuatro planchas de zinc. Entonces, la gente de la Fundación dijo: —¡Noo, vamos a hacerle una casa a este muchacho!–. Me tumbaron el rancho y me construyeron una casa de bloques y acerolit. Tardamos porque tuvimos que esperar por los materiales”. La nueva casa de Gorila tiene un cuarto, sala y un baño, con cañerías y agua corriente; es una casa digna. Luz y agua Respecto al agua ha habido avances, aunque aún no se satisfacen las necesidades de toda la población del área. Toda el área del parque tiene agua permanente, directamente de manantiales. Abajo el servicio es irregular. Un sector tiene agua permanente pero Puerta Caracas abajo no. Históricamente ellos han luchado para que les permitan obtener agua del parque, como los pobladores de la parte alta. Después de este año de trabajo arduo y vistos algunos resultados se han acercado instituciones como MinAmbiente y Electricidad de Caracas, que propone normalizar el servicio eléctrico en toda la zona. Es como un primer empuje del proyecto y que quienes vengan continúen y el proyecto avance. Seguridad Ángel, el pequeño flautista, piensa que la calle quedó muy bonita pero él preferiría “que no hubieran tantos malandros, para que me dejen salir a jugar. Que hayan más inocentes que

malandros”. Y es que Puerta Caracas no escapa al problema de inseguridad personal. Sin embargo, un territorio habitado por los vecinos acaba por alejar a la delincuencia. “La Pastora estuvo un tiempo muy mala. Había mucha delincuencia pero después que empezó el gobierno revolucionario, La Pastora ha mejorado”, dice Gualberto. La gente de la Fundación sugiere una propuesta más audaz: recuperar el parque como una zona estratégica para la defensa de la ciudad de Caracas y de La Guaira, también, para que cuente con presencia constante de las Fuerzas Armadas. Toman como ejemplo la movilización de cuerpos de seguridad durante los días de procesión de la Virgen de Lourdes, que se realiza desde hace 150 años. En esas fechas, se activan todas las fuerzas de seguridad civil y no civil de Caracas y de Vargas: Protección Civil, los Bomberos, policía metropolitana y de Vargas, brigadas ecológicas e incluso las Fuerzas Armadas. “La idea es que algunas de estas fuerzas se desplieguen los fines de semana –dice Héctor–, que acompañen a la gente que vive y a los que visitan la montaña; tal vez que realicen ejercicios en la zona”. Semillas de conciencia ambiental Dos jornadas de reforestación se han realizado en lo que va de año, con los niños de la Brigada Ambiental y con niños de la Escuela Unitaria 44, en la zona del Parque Nacional. Han realizado ya dos jornadas de siembra de árboles. Estos chamitos también están aprendiendo a identificar las especies de plantas, mariposas y pájaros de la zona. La adecuada recolección de desechos es una preocupación para todos los habitantes del Camino, tanto en la parte alta como abajo, en Puerta Caracas. De hecho, miembros de los cuatro consejos comunales se han estado formando, desde finales del 2007, en torno a las diferentes alternativas de gestión de

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“Aquí no hay contaminación, todo es desechos y sus ventajas. Por ejemplo, para conocer en detalle los beneficios ambientales y económicos del reciclaje, realizaron tranquilito.” TEO GONZÁLEZ un taller en el Relleno Sanitario de La Bonanza. También está previsto comenzar la señalización de los lugares acordados como puntos de recolección, en la parte baja de Puerta Caracas. También se han intentado soluciones rápidas y puntuales, que nos han hecho aprender por ensayo y error: a finales de 2007 conseguimos un camión para que recolectara la basura a lo largo del Camino hacia el parque. Pero era tan grande, que se quedó trabado en una calle. Actualmente, un grupo de muchachos de la parte alta del Camino se está organizando en una cooperativa para autogestionar el servicio de tratamiento de desechos. Piensan separar la basura en su origen: materiales como vidrio, papel, plástico y metal serían vendidos para reciclaje, a fin de obtener un ingreso adicional para la cooperativa. Son hijos muy jóvenes de la montaña, cuyo promedio de edad está entre 18 y 19 años. Uno de ellos es Teo González, hijo de Pablo, quien comenta que se encargarán de limpiar porque “Aquí la gente no tiene mucha conciencia. Tiran la basura a las quebradas y todo eso, y a nosotros eso no nos gusta. Por eso nos vamos a organizar para recoger la basura nosotros mismos”. La Alcaldía Metropolitana espera transferir a esta cooperativa los equipos necesarios para la recolección de desechos sólidos. “La idea es que sea una actividad sustentable, que genere recursos para ellos, a través de la separación de desechos con miras al reciclaje”. Teo es estudiante universitario y se sabe la montaña de memoria, pues también practica atletismo. Como parte de su entrenamiento suele correr por el Camino, desde Sanchorquiz hasta Quenepe.

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Teo, hijo del artista local Pablo González, en labores de cultivo

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Agricultores en el Camino

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XII. TIEMPO DE SIEMBRA En la parte alta del Camino, la población es campesina. De generación en generación se ha transmitido el conocimiento sobre los cultivos. Los niños ayudan en las tareas del campo. Doce familias han recibido créditos del Banco de la Mujer para impulsar la agricultura en la zona alta del Camino. Dentro del área de influencia del Proyecto Fundación Camino de los Españoles, en rubros como aguacate y café, y en predios cuya extensión ronda entre 1,5 a 2 hectáreas en promedio. En paralelo, con el apoyo de la Fundación, los consejos comunales están gestionando un acercamiento con el Fondo de Desarrollo Agrícola Socialista (Fondas, antiguo Fondafa), a fin de ver cuáles recursos se pueden obtener y qué tipo de requisitos se derivan de la condición de Parque Nacional. En 2007 se tuvo un contacto similar con Inapymi. El objetivo de los agricultores es iniciar el cultivo de moras y de fresas, con miras a su comercialización. En la sede de la Fundación se dictó un taller de lombricultura, para luego iniciar la práctica en los propios cultivos de los participantes. Más allá de lo puntual, el objetivo de la Fundación es fortalecer la relación de los agricultores del Camino con el mercado local de la comunidad y con el de la misma ciudad. En otras palabras, fortalecer la relación histórica del Camino con la ciudad. El avance hacia prácticas agroecológicas es un proceso, igual que el Museo al Aire Libre, igual que nuestros consejos comunales, todavía nuevos. Con el tiempo y con voluntad, nuestra comunidad avanza para ir alcanzando la madurez política y organizativa necesarias para sacar adelante este proyecto.

CON LAS ALPARGATAS AL CINTO “Nosotros vendíamos lo que sembrábamos en el Mercado Principal –recuerda Gualberto, sobre aquellos tiempos de la primera mitad del siglo XX–. ¿Tú sabes cómo caminábamos desde la montaña? Con los pies descalzos, porque si tenías puestas las alpargatas y llovía, se te reventaban las alpargatas. Entonces nos colgábamos las alpargatas del cinturón y al llegar a Puerta Caracas, nos lavábamos los pies en la pileta que estaba aquí mismo. En esa época uno se avergonzaba mucho, pues la gente de Caracas nos despreciaba porque éramos campesinos. Era pura ignorancia porque el valor más grande es el de quien produce la tierra, porque tú te sientas a la mesa y sabes que eso lo sembraste tú.”

“El Programa es una oportunidad y la Fundación es una herramienta con que cuenta la comunidad para canalizar esa potencialidad de acción de cambio, en el área agrícola y ecológica, en lo económico, en lo cultural, en lo organizativo. Aun cuando ya no estemos nosotros, los de la Fundación, el objetivo es que la gente se de cuenta del valor de su espacio, de su riqueza; que sean ustedes quienes tomen acciones.” JOSÉ ANTONIO

P R O G R A M A D E D E S A R R O L LO E N D Ó G E N O C A M I N O D E LO S E S PA Ñ O L E S

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FUENTES Para la realización de este libro tomamos datos de los siguientes libros: El Camino de los Españoles, de Emanuel Amodio, Rodrigo Navarrete y Ana C. Rodríguez (Instituto del Patrimonio Cultural, Caracas, 1997); y de La Historia Fabulada, de Francisco Herrera Luque (2 tomos, Alfaguara Editores, Caracas, 1981). También nos sirvieron de fuente las siguientes sites: alcaldiamayor.gob.ve; es.wikipedia.org/wiki/Hallaca; www.mipastora.com y www.venezuelatuya.com/cocina/hallaca.htm

Cultivo de hortalizas


PARTIC IPANTE S Y COLA BORADOR E S Este Programa de Desarrollo Endógeno Camino de los Españoles del Ávila ha sido llevado a cabo gracias al impulso, orientación, apoyo logístico y financiero de la Alcaldía del Distrito Metropolitano de Caracas y su alcalde mayor Juan Barreto, así como a su equipo en la Dirección de Cooperación Internacional, especialmente a Héctor Sánchez, su director. Desde la casa de la Fundación, en Puerta Caracas, hemos recibido el apoyo incondicional de un grupo de muchachos y muchachas, encabezado por José Antonio Delmont, ¡que son muchos y han pasado a ser de los nuestros, compañeros y vecinos todos! También en el diseño, planificación y ejecución de este Programa ha participado muchísima gente de la comunidad, prácticamente todos sus habitantes, y es por eso que no queremos aventurarnos a hacer la lista completa, también queremos reconocer y agradecer el apoyo ético, político y fraterno de los integrantes del batallón chavista de La Pastora. En nuestro Museo al Aire Libre, o Caminos del Arte, participaron muchos artistas, no sólo en calidad de pintores, escultores y artesanos, sino en calidad de compañeros y

camaradas, amigos entrañables de este Camino: Ángel Parra, Andrés Piña, Asdrúbal Figuera, Abraham García, David Cuevas, Diego Romay, Alejandro Russo, Betty Tovar, Félix Rodríguez Catarí, Fernando Bonalde, Francisco Lugo, Gustavo Chavéz, Ian Pierce, Hugo Ramos, José Castillo, José Luis Castillo, Juan J. Vega, July Vieda, Luis Alberto Antonio García, Marcos Arrieta, Pablo González, Palmira Correa, Rafier Vera, Ramiro Ivan, Romero Rodríguez, Rómulo Aranguren, Rufino de Mingo, Samuel Bravo, Santiago Fauquie Wefer, Shakyra Monque, Sylvain Bertrand y Vivian Asapche. Y, por supuesto, nuestros pequeños artistas, niños que con sus terracotas nos legan su mirada y nos exigen un mayor esfuerzo. No podemos dejar de mencionar la participación y apoyo de los cuatro consejos comunales del Camino (Consejo Comunal Guaicamacuto, Consejo Comunal Nueva Era, Consejo Comunal Camino de los Españoles Distrito Metropolitano y Consejo Comunal Camino de los Españoles Estado Vargas), que se conformaron dentro del mismo proceso organizativo impulsado por el Programa y que ahora cabalgan en él.

En la elaboración de esta publicación participaron con sus testimonios los vecinos Yesenia López, Gorila-Luis Alberto Gutiérrez, Yianuzzi Montero, Matilde Delgado, Celia Ibarra, Rosa López, Teo González, Eladio Pérez Estévez, Pablo González, Palmira Correa, Luis Lugo, Gualberto-Juan Alberto González. Y los niños Ángel David González, Samantha Ravelo Pérez, Génesis González y Marcos Montero. De la Fundación, nos brindaron información Héctor Sánchez, José Antonio Delmont, Manuel Maneiro y Darren Guerra. Investigación, entrevistas y textos Marieva Caguaripano Fotografía Gustavo Marcano y archivo de la Fundación Diseño Argenis Valdez Marcelo Coordinación editorial Eleonora Silva

Esta edición de “Nuevos pasos por el camino de los españoles”, publicada por la Alcaldía del Distrito Metropolitano de Caracas, se terminó de imprimir en Caracas, el mes de octubre del año dos mil ocho.


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