ESO QUE REVIENTA
J. Andrés Herrera
Eso que revienta Poesía Maconha Edición digital de autor (usé Word) http://poesiamaconha.blogspot.com @Juan Andrés Herrera Cuerna-D.F.-EdoMex-Lima-Marte, 2012
“Contra la mayoría que se pronuncia por el arte llamado social Contra la minoría que lo hace por el llamado puro Yo me abstengo Yo voto con el brazo hacia abajo Yo voto porque no se vote” (Testimonio) ENRIQUE GONZÁLEZ ROJO
La poesía no hace nada. Y yo escribo estas páginas sabiéndolo. (Declaración de inicio) MARCO ANTONIO CAMPOS
ESO QUE REVIENTA
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A mi viejo y mis viejas: Juan, Andrea, Ara, Norma, Ane, Viole y Favi A la banda guayaba
A la pandilla de Hispánicas: esas noches en C.U.
¡A la mierda, qué!
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Índice:
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Ciudad I Ciudad Tarde 2012 Boceto Volvimos de lugares increíbles... Rematriación
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Besos de Gin II Azul Quiero entregarte… Las cosas Espejos Flaca, flaca, flaca
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Eso que revienta III En realidad, yo no quiero… Eso que revienta
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CIUDAD
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I Y aunque tardes lo que el agua al desierto convĂŠnceme de ser acumulada violencia en silencio.
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Ciudad a Aline, “su” (eterna lectora) I
En esta ciudad no cabe un ruido ni la boca de las muchachitas muertas, que fueron amantes, juegos, poemas. En esta tierra no se aceptan gotas de cometa. No cabe una alfombra mágica que mueva todo al otro lado de la tierra. En este lugar no se llenan los pulmones. No se puede hacer fuego. Esta ciudad se quedó sin oxígeno. II
Quemamos todo: La luz y los cables. Aprendimos la alquimia. y devastamos todo, todo, todo. No dejamos recuerdos ni trampas, ni vuelos. Desaprendimos el camino y quemamos la posibilidad de iniciar un fuego finalizador. III
Así se desenmascara este lugar: una nube se revienta y ataca punzante de recuerdos.
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Se aprisiona fácilmente lo que la construye: escribes URBE y después lo borras con el dorso de los ojos. Aquí no cabe ni el polvo. Esta Ciudad se derrumba en el silencio de los dioses. Es el flujo de archivos en una computadora: un supr, un delete, una formateada y le dices adiós.
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Tarde 2012 al Jero, a Yeni y a Dircio
Y así un día te viene la ocurrencia de querer ser poeta. Se te enredan las emociones y ni el Radio es tan inestable. Te sumerges en mares, bosques, calles. Amaneces con la paranoia atravesada. Sabemos que nos hemos frito el cerebro, que conocimos terrores con LSD y amanecimos con la órbita deshecha. La tensión está presente: “¡Vota!, ¡Vota!, ¡Vota!” Sientes la ansiedad comiéndote. Te escondes en cerros, redes, nudos. Lloras Asesinaron a Álvaro y al Bola. No pasa nada. No importa nada. Los hechos están vacíos; pero todo fue inútil. Tanta hambre de justicia tan virtual. Cualquier otra mañana el tedio del opio te despierta entre rumor de viejos cuerpos.
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La carrera, un oficio, formas, textos, letras, letras, letras. Ya no es rojo el cielo. Sublimas la terrible ocurrencia de vivir en el verbo. Nombras al mundo para materializarlo. Sigues con el hocico suelto pero cuando naciste ya lo tenías reventado. Caminas con la sangre a gotas. Lodo, golpes, besos. No sabías que la poesía sería veneno; y aunque estés medio muerto, y aunque nadie te lo diga sales a la calle, tienes 22 años, estás solo, y eres poeta.
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Boceto A ti
De entonces ya no teníamos la piel en la boca. Estábamos resecos. Nos dio asco estar vivos. Quisimos comenzar a morirnos, poco a poco, despacito para sentir; a ver si alguien nos encontraba una noche y nos rompía la madre. Andábamos todos los días pálidos. Eran buenos tiempos. Las montañas seguían húmedas y de Junio a Agosto hubo hongos de colores, formas y tamaños distintos. Tepoztlán era tu cuerpo. Las montañas se veían de fondo y de repente estábamos incrustados en la ciudad de nuevo, montados en algún vehículo a ciento cincuenta. Habían atropellado a un hombre y estaba el desmadre. Tú tenías la cara llena de lágrimas, pero no había ningún líquido escurriendo, sólo esa profundidad de haber conocido la tristeza. Esa certeza de estar muerta. Y éramos como dos planetas en silencio . . . . . . Y éramos un espejo de sol y agua Porque estábamos muertos . . . . . . Porque estábamos muertos nos sentábamos frente a frente con historias. Luego nos veíamos; el clima y los dramas nos hacían reír. Dos senos, nada más; cabello largo y lacio. Acabábamos desnudos y llorando; con poesía en el cuarto, alterados y llorando. Olíamos a bosque. Entonces sentíamos que no estábamos tan locos ni tan solos.
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a Migue, Jordan, Abo, Uriel, Pablo y Michael
V
OLVIMOS DE LUGARES INCREÍBLES
derramados en palabras, frases, versos, sobrecargados de tiempo verde, entre niebla. Vinimos del éter, de la última calle empedrada; húmedos de musgo, la espalda copulando con una lata de aluminio; con asco y culpa, y un vómito brotando de la lengua. Bañados en luz por los árboles y la hojarasca, pero también llenos de angustia, de desesperación, de ira; con la severa aprehensión en el cuello: ¡nos estamos transformando en locos!, con el filo de la navaja en la vena, el sabor acre de los labios. Lista la mano para reventarnos la cabeza, la órbita del ojo. Regresamos con el alma destrozada, con miedo a verles la cara a los demás. Nos miramos de perfil: sonrisa estúpida, tez pálida, dedos resecos. Nos vemos las caras y nos asustamos. Enfermos. El cuerpo sucumbe. Hemos vuelto.
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Rematriación
I
Veníamos de lejos. Teníamos los cartuchos entre los pies. Arrancábamos a todo lo que da y siempre veníamos de lejos, de más y más lejos, aunque no nos moviéramos. Pudimos haber hecho la revolución, pero no podíamos detenernos. Y nos caímos un día Un día nos caímos porque el miedo nos invadió. Compramos en tiendas y andábamos a gusto. Siempre creímos que éramos el barrio pesado. Andábamos lejos.
II
Veníamos del paraíso con los ojos trabados; no ciegos, no comidos, no empapados, sólo trabados de tanta belleza. Bailábamos a los dioses del agua y Zapata era un héroe. Ahora el cuerpo nos sirve para montarle el caballo, para que al jalar la palanca la mierda se vaya a trote lento. Teníamos caballos antes, veníamos de lejos, de muy lejos.
III
¡El metro de la ciudad! Vamos al metro de la ciudad. Robamos carteras y repegamos el cuerpo. Si te apendejas, hasta te nos mueres ahí. Vamos corriendo al fondo de la ciudad,
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a ver si es cierto que los intraterrestres vienen de lejos. Huyamos a las cloacas. Estoy harto de sentirme tarado, todo quieto. Pondremos manifiestos: “Asesino para sentir. Estoy vivo. Lo demás se los quito porque es bien fácil” Vamos al metro de la ciudad. Pero ya no lloren, ya no chillen, agárrense fuerte. Ya no andamos tristes; no se apendeje, señor. Nos vamos por donde vinimos. Nos vamos lejos, muy lejos, muy muy lejos de la ciudad.
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BESOS DE GIN
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II El número áureo, la perfección, el infinito, dios. ¿Qué más pruebas se necesitan de la existencia de la poesía?
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Azul
"En los bares saben cuándo te tiñes el pelo, el firmamento huele a tu perfume, Dios tiene un beso tuyo en los labios" (Lila) "Azul, azul, una música lenta y azul un rasguño en la media…” (Azul) "Eras tú o era el sol o ese rayo que emanó de ti” (Beso de ginebra) Real de Catorce I
Dios no halló lugar en nuestro reino Hemos ordenado suicidio a la hermandad
II
Azul como un libro de Darío o un pájaro dentro de la cabeza, Mujer Kamikaze, ataca y no te quedes en silencio. Pon tu espalda al fuego, tu pecho en el cañón y devasta; inúndame el cuarto, que me ahogue hasta el salbutamol, que te andes despacio como sin saber qué quieres. Súbele al radio, deshazme las ideas, abre la boca y que comience el blues.
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III
He descubierto que mueres de sudor en sudor sobre mi vientre. Tengo un ansia todo el tiempo de comerte, de penetrarte, de encontrarme una mordida tuya, por ahí, entre las venas, para ver si la sangre sabe a ginebra, si no te quedas también fermentada, si te destilo o me pudro o me embriago o eyaculo una gota que después, a solas, cuando recuerdes, emane de tu piel.
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Q
UIERO ENTREGARTE TODA LA VIOLENCIA DE MI CUERPO
de un zarpazo entre tus labios y sentir la lengua quemándome el sitio más sensible del aire. Esto cuando estás ya presente con el cuerpo humeando y te lo digo: “no, flaca, no hubieras hecho eso...” Como cerebros a la expectativa son los síntomas de mi cuerpo, que se enferma en cada célula y desea con todo alboroto, y no se tranquiliza si no hay un perfume como de aliento de poesía rozándole ese punto que ya conoces detrás de mis ojos. Cuando tus ojos y el fuego pasan al lado, somos más veloces. Por aquí también anduvo ella, me dicen los cráteres en el tiempo. Dejó su huella, se voló como todo lo que nace infinito. Yo quiero atarme a ti del ombligo para siempre como algunas cosas que se encontraron porque perdieron el camino. Quiero repegarme con toda locura a tus estallidos porque vienes y te posas delante de mí con tu cuerpo despreocupado, no me queda lucidez mortal, y me matas con tus voces, pero ahí sigue tu constancia brillando como ciertos detalles de la selva.
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Me atraganta tu luz. Soy una explosión de infinidad. Y tú ofreciéndome tu cuerpo, que es verde y transpira los calores de la lluvia de la noche anterior, que es voluntad humana, energía de dios petrificada: mares celestes, lejanas dimensiones atemporales donde vive una hormiga, todo el pan, otras pieles y esta cama donde estoy sentado y tú estás a punto de entregar la cadencia de tu cuerpo.
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Las cosas
Las cosas fabulosas están ocurriendo allá afuera. Nos trenzamos. Pienso en una boca. La tormenta nos devora como un sapo inmenso. Estos huesos derruidos son un recuerdo. Déjame tocarte el cabello. Déjame oler este ratito. Puedo guardarlo todo, o tirarlo todo, u olvidarlo todo otra vez. Que no quede esta cara de ventana rota. Sobre un jugo celeste veo una boca. Tornados convergen en tu vagina lunar. Como electroshockes tus piernas confunden mi sexo. La noche croa. Un satélite estalla en su órbita. Planetas en combustión/ el núcleo de la tierra implota/ algo se derrite. Nos miramos serios. Escuchamos: Todo cruje en silencio. Parece que las cosas fabulosas ocurren allá afuera.
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Espejos I
Puede pararse en frente y hacer que el polvo se levante. Ella es como el bosque: es verde. Cuando paso la mente por su cuerpo, el tiempo transcurre de otra forma. Puede sacudirse el cabello para alterar la existencia. Ella sabe oler: es como tierra fresca. II
Puedo mirarte los ojos como sueño inagotable. Mirarte es quedarse en los tiempos que no vuelven. Lo que miras es una sola vez. Tus ojos son portales. Puedo mirarte y la vida pasa. Me asusto cuando tu pupila se desliza para un lado. Así que callo, mejor, y me dejo inventar para siempre. III
Si decimos agua, hueles. Puede decirse papel, clavo, hacha, y será como nombrarte. Si decimos con, quemas, si decimos aire, quemas, si decimos dos, quemas, si decimos poesía, ardes.
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IV
De repente ya no se construye el mundo. De repente se para y las cosas, como en una experiencia con salvia, se quiebran en espejos que se alejan y reducen infinitamente. Para saber qué somos buscaremos la parte más sólida del encuentro. De repente estamos tan cerca que las cosas se descuartizan en nuestras caras. Nos desconocemos por lejanos. Eres otra, soy otro: somos otro Lo otro se vuelve inmenso y uno cabe a la perfección. Consumo tu existencia como una dosis de fructuosa para mi vida. Quizá ya no se nos antoja hacer nada juntos. Entonces nos reflejamos con toda violencia desnuda. Te pinto en tu cuerpo mi cuerpo, me arañas tu cuerpo en mi cuerpo. Los espejos son las pieles. Lo otro somos uno. Tú me sorprendes repujada en el aire. Nos petrifica reconocernos en aquello. Nos rompemos. El reflejo no cambia. Todo se mira distinto.
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Flaca, flaca, flaca
Tú y yo sabemos, flaca, y bien sabemos que esto no es un poema, que éste no es un poeta, que éstas no son mis manos relatando puro cuento de poema. Este poema es puro cuento, se me olvidaba: no es un poema ni la extensión de un cuerpo del que no es poeta. Es mi arteria llenando el papel. Ojalá tuviera la extravagancia para arrancarme la sangre ahora y llenar un poema de amor donde decirte: “Ahí te va, cariño mío, flaca diosa, poesía bendita, ái te va mi sangre: bébela”, pero no. Mejor te invito un pulque. Acá no hay un poema, ni una reflexión, ni un vómito de newpoet. Es un jazz trastornado en ska trastornado en narcocumbia, aunque no me guste, aunque al poeta le moleste. Esto no es un poema, pero se chingan, esto sí es poesía y es de amor y se le dedica, se le entrega, se le escurre, todo el tiempo, en arterias, en sus vómitos, en todas sus extravagancias a la flaca.
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ESO QUE REVIENTA
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III Inicias con tus voces. Una boca se abre y derrama pájaros sobre el suelo. Es tu mi su cuerpo, el cuerpo ése que andamos descubriendo, la llama que no se apagó después de la ceguera...
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E
N REALIDAD, YO NO QUIERO
una voz joven. Soy joven. Mi poesía es más
híbrida que todo lo que siento. Nadie se culpe. Eso sí: algo soy de lo esperado. Al final, yo no conozco otra vida que mi vida. Yo no quiero una voz que no sea mi voz. Mi vida es el poema de mi vida. Yo no conozco mundo sin verde, sin África, sin dos, sin lengua. Yo no conozco vida pasada ni futuro; sin patria ni dinero. Yo no sé que lo otro viva por estar vivo. Porque yo no sé qué es “que viva” lo otro, ¿una posibilidad gramatical? En realidad, amé el verso ideal. Era romántico. Sentí la fiebre por la revolución. Me hubiera armado con una playera del Che a los diecisiete años. Vi ejemplares de libros como fusiles revolucionarios. Pero aquí hay ruido, semáforos, pantallas líquidas, comunicación mundial interespacial, robos, religiones, costos, niveles, razas, cárceles, sexualidades. Aquí norma y ruptura. Uno segmentado en partes. No somos colectivos ni enajenados. Estamos rotos. Yo no quiero un pedazo de mi voz.
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Eso que revienta a Omar, Roberto, Julio, Cynthia, Renzo, Joy, Érika, Plinio, Óscar y Miguel por Tajo (¡salud!)
Debería narrar las cosas del alma, pero me dieron la lengua. Quería liberarme como místico a través del poema, hacerme un poeta-bomba en medio del zócalo para matar a Lentejo Manda. No, ya no tengo estas palabras acá. No me basta reinventar al mundo: este cuadro hinchado de pintura verde, alumbrado de tintura de televisión, de albahaca y nísperos, de pared de ladrillo, de segmento urbano rumbo a Tepoztlán, ¡no me basta! Gritaré que tenemos la mala costumbre de ser poetas, de ser bombas y místicos drogadictos y poetas; que no me siento mexicano, ni ruso, ni ahuatepeño (a veces guayabo). Ahí donde el gallo canta y yo no soy indígena, ni güero, ni rojo me han torturado desde que tengo su idea de infancia acá en el pecho y no estalla. No importa, damita, caballero, acá le va el cuento: Yo no soy poeta. Soy el fuego, eso que revienta: tapu, ma, pam, can, chán, recio como parvada de guajolotes, urgente de jazz y mota, escandaloso, oiga nomás. Yo tengo este fuete amarrado al brazo. Reviento cráneos, despunto el alba, tengo un arco devastador, detono rifles, estallo cuerpos. Las niñas vienen y me piden un helado. (Esa tarde yo ya no estaba ahí.
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Los camiones de Atlixco se metieron al nirvana y lejos se escuchaba una canción de Real de Catorce “eras tú o era el sol…” y el cuarto era una lámpara de gas, lleno de energía fluyendo. “…o ese rayo que emanó de ti” Ella ardía como beso de ginebra. Su pecho era el sonido de una cueva: Mar y silencio …. Mar y silencio ….) Nunca más explotará mi pecho esa imagen de mujer y cuarto. Soy un hombreverso, poeta-bomba, fundamentalista del verbo; pero ríase, qué mis cuadernos ni qué ocho fieras tristes. Yo soy eso con lentitud de cuerpo devastado por muertes y paranoias, por desvarío de no ser Humano envuelto en llamas, quemando la receta de la vida exacta y civilizada. Después del asesinato de los silencios, quedó un lugar con fuego. Tenía un cuerpo y era niebla de luz, cueva sin colores, casa de ciegos. Miré dentro y nos quedó un universo carente de sentido. Mira, mujer, te entrego el universo vacío. Llénalo de tu risa. Llénalo de este pecho; tu mi su nuestro amor de todos. Dile con tu boca “cuerpo” y haz una aurora boreal. Nombra “canto, ballenas, pasto” y gira, vuela conmigo. Trae de nuevo incendios Quémame la boca Tómame de la espaldaAarañazos dime que somos lo que somos, esto que sentimos, que nostamos divididos, questamos vacíos Llámame humano, orquídea, cerdo,
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luz, fuego, verso, rama, poeta y dime que sentimos poesía aunque lo llamemos miedo, dime que poesía es el ansia; dime que subirse al tren y desgajar al mundo, poco a poco para no quebrarse, es poesía. Llámame despacio Dame verde, jade, piedra, hueso Dame luces, agua, truenos Dame tierra, clávame la obsidiana, embriágame en Sake, destiérrame de Estambul, aviéntame al Mar Rojo, grita mi nombre en Tlayacapan, cállame en Tenochtitlan, sóplame desde Neza o Asunción, en cualquier calle donde extrañar a los patas de Lima. Hazme sentir que algún día estaremos más cerca Dime que aquello era una espera, que así el universo aguarda a que le pongamos nombre Que nos deseaba el silencio Y nómbrame Trata de darle forma a esto Dame un sentido Dime que sigo cuerdo
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Esta obra nunca se imprimió en los talleres de Lúnula Fuentes con una tipografía Mámer, 200 en un tiraje de 45000 ejemplares. NINGÚN PINCHE DERECHO RESERVADO (Los textos son míos; la poesía, de tochos) MexRanch, 2012
J. Andrés Herrera. Nació en 1990 en Cuernavaca, Morelos, México. Le gusta bailar reggae, beber pulque y subir el Tepozteco. Ha participado en diversos proyectos editoriales. Parte de su obra ha sido impresa en revistas como La Piedra y Habitantes de Moria en Cuernavaca, Estro en la Cd. de México y Tajo en Lima; asimismo, ha colaborado en publicaciones electrónicas como Punto en línea, Radiador Fanzine, Revista Hotel, Hojas al aire, Revista Clarimonda, El jolgorio cultural, Litoral-e y la Antología virtual de minificción mexicana. Colabora habitualmente con la revista Tajo de Perú y semanalmente publican un texto suyo en la revista electrónica Ombligo de Cd. Juárez. Actualmente, estudia la Lic. en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Eso que revienta es su primer poemario.
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