Nº
7
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BRONCA: CISNEROS VS PIMENTEL VS COLÁN / NICANOR PARRA / AMAUTA: EL ESTIGMA DE LAS NOTAS / TRADUCCIONES: BULTEAU, POETA DE ALTO VOLTAJE / GARABATOS / FUGUET, VELÓDROMO / ENTREVISTA OSCAR MÁLAGA / RESEÑAS: BEÓ, MARTÍNEZ. CASTRO/ HUECOS: TÍO LUNA / AMENAZAS / RELATOS / POESÍA, POESÍA Y MÁS POESÍA
[ DE LOS EDITORES ] EDITORIAL LACRIMÓGENO
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Por este lado del mundo, la apatía y el ninguneo se han convertido en todo un Arte. Dar la espalda es el deporte nacional. Si estás en el suelo, agonizando y sólo quieres que te den una mano, a lo mucho recibirás una patada. Un insulto. Un estereotipo. Dos calumnias. Varias bombas lacrimógenas. Silencio. Y otra vez la espalda. Pero el más grande enemigo de hoy no da la espalda: te da ofertas. Compre 2 x 1, llévelo ya, de oferta con tu tarjeta Riplei, Saga, Fashion, Face, Cool. No es bueno ni barato. Pero es entretenimiento. Es muy divertido. Vende mil modos de escapar al aburrimiento. Escapar a la reflexión. A la acción. Hoy en día muy pocos predican y llevan a cabo una efectiva resistencia frente a lo peor de la posmodernidad o la globalización. Frente a la frivolidad que impone el poder del Mercado. Algunos lo hacen con mucho ingenio, pero vía facebook. Otros lo tienen todo pero no les interesa nada. Muchos creen que nada se puede hacer, que no vale la pena. Y la gran mayoría no sabe ni opina. Para combatir esto, destrozar sus mil disfraces o al menos seguir resistiendo, necesitamos mucho. Necesitamos que la minoría sea mayoría. Que los grupos se unan. Que los apartados y ninguneados dejen de sólo señalarse con el dedo. Dejen de sólo aplaudir. Dejen de sólo criticar. Dejen de salir a las marchas solo cuando está de moda. Dejemos de sólo debatir y no practicar. Dejemos de decir: ―Ya hice mi parte, ya quedé bien. Ahora me voy‖. Basta de alzar el dedo y jamás la mano. Basta. Creemos que gran parte de las luchas o las resistencias actuales adolecen de algo primordial, algo que puede hacer la diferencia: empatía. No se puede expandir la idea, la rabia, la conciencia crítica o el inconformismo sino hay una comunicación directa, cercana. Y no puede haber comunicación real sin empatía. No se trata sólo de ponerse en el lugar
del otro, sino abrirse como un libro y buscar contagiarlo, conmoverlo, gritarle al oído, hablarle en su –y nuestra- lengua. Estar cerca. Repercutir. Joder. Interpelar. Todo con empatía. Se trata de no sólo vivir la pasión por el arte sino transmitirlo a los demás, como un virus. Si no es así, las ideas o los actos corren el enorme riesgo de caer en el vacío. En el colectivo TAJO, con errores y tropiezos, hemos buscado esto. Hemos buscado aplicar la empatía en nuestros discursos, pronunciamientos, textos, formatos, avisos, recitales, eventos, talleres y festivales. Una de las mejores cosas que pudimos conseguir fue la respuesta de los otros. De los otros que son como nosotros. Del otro que puede ser todo lo opuesto a nosotros. Puede ser una sonrisa, unas sinceras gracias o más brazos y lápices para seguir en la marcha. Quizá no para cambiar el mundo, pero sí ―cambiar los cinco minutos de la vida de un hombre, lo cual equivale también a un mundo.‖ (Esta empatía, si va creciendo y revienta constantemente, causará apatía en el canon, el sistema, el mercado. Ese es el fin. Joder al poder. Gritarle que no estamos solos y que podemos expandirnos peligrosamente, por más bombas que nos lancen.) Por eso seguimos aquí. A paso demasiado lento, a veces, pero firme. Este séptimo número casi no sale. Pujamos mucho. Tuvimos que hacer cesárea. Ahora lo tienes en tus manos… Que no quede ahí. Difunde. Regálame. Al tío de la esquina, al aficionado, al especialista, al entusiasta. A tu familia. Pero sobre todo, si estás luchando también, sigue. Únete a más gente. Quizá a nosotros, quizá a tus peores enemigos o con tu mancha de siempre. Recitales, talleres, pintas, murales, marchas, eventos, intervenciones, gritos. Pero actúa. Hay mucho por hacer y tenemos que hacerlo… AHORA. Tajo, setiembre 2012.
[ POESÍA ] Eso que revienta Debería narrar las cosas del alma, pero me dieron la lengua. Quería liberarme como místico a través del poema, hacerme un poeta-bomba en medio del zócalo para matar a Lentejo Manda. No, ya no tengo estas palabras acá. No me basta reinventar al mundo: este cuadro hinchado de pintura verde, alumbrado de tintura de televisión, de albahaca y nísperos, de pared de ladrillo, de segmento urbano rumbo a Tepoztlán, ¡no me basta! Gritaré que tenemos la mala costumbre de ser poetas. De ser bombas y místicos drogadictos y poetas. Que no me siento mexicano ni ruso, ni ahuatepeño (a veces guayabo). Ahí donde el gallo canta y yo no soy indígena ni güero, ni rojo me han torturado desde que tengo su idea de infancia acá en el pecho y no estalla. No importa, damita, caballero, acá le va el cuento: Yo no soy poeta. Soy el fuego, eso que revienta: tapu, ma, pam, can, chán, recio como parvada de guajolotes. Urgente de jazz y mota. Escandaloso. Oiga nomás. Yo tengo este fuete amarrado al brazo. Reviento cráneos, despunto el alba, tengo un arco devastador, detono rifles, estallo cuerpos. Las niñas vienen y me piden un helado. (Esa tarde yo ya no estaba ahí. Los camiones de Atlixco se metieron al nirvana y lejos se escuchaba una canción de Real de Catorce ―eras tú o era el sol…‖ Y el cuarto era una lámpara de gas, lleno de energía fluyendo. ―…o ese rayo que emanó de ti‖ Ella ardía como beso de ginebra Su pecho era el sonido de una cueva: Mar y silencio …. Mar y silencio ….) Nunca más explotará mi pecho esa imagen de mujer y cuarto. Soy un hombreverso, poeta-bomba, fundamentalista del verbo; pero ríase, qué mis cuadernos ni qué ocho fieras tristes. Yo soy eso con lentitud de cuerpo devastado por muertes y paranoias, por desvarío de no ser Humano envuelto en llamas, quemando la receta de la vida exacta y civilizada.
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[ POESÍA ] Después del asesinato de los silencios, quedó un lugar con fuego. Tenía un cuerpo y era niebla de luz, cueva sin colores, casa de ciegos. Miré dentro y nos quedó un universo carente de sentido. Mira, mujer, te entrego el universo vacío. Llénalo de tu risa. Llénalo de este pecho; tu mi su nuestro amor de todos. Dile con tu boca ―cuerpo‖ y haz una aurora boreal. Nombra ―canto, ballenas, pasto‖ y gira, vuela conmigo. Trae de nuevo incendios Quémame la boca Tómame de la espaldaAarañazos dime que somos lo que somos, esto que sentimos, que nostamos divididos, questamos vacíos Llámame humano, orquídea, cerdo, luz, fuego, verso, rama, poeta y dime que sentimos poesía aunque lo llamemos miedo, dime que poesía es el ansia; dime que subirse al tren y desgajar al mundo, poco a poco para no quebrarse, es poesía. Llámame despacio Dame verde, jade, piedra, hueso Dame luces, agua, truenos Dame tierra, clávame la obsidiana, embriágame en Sake, destiérrame de Estambul, aviéntame al Mar Rojo, grita mi nombre en Tlayacapan, cállame en Tenochtitlan, sóplame desde Neza o Asunción, en cualquier calle donde extrañar a los patas de Lima. Hazme sentir que algún día estaremos más cerca Dime que aquello era una espera, que así el universo aguarda a que le pongamos Nombre Que nos deseaba el silencio
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Y nómbrame Trata de darle forma a esto Dame un sentido Dime que sigo cuerdo.
[Juan Andrés Herrera (México) ] Es imposible luchar ahora sin rosar cualquier sentido vago, tibio, de lo inútil No quiero indignarme, quiero matar quiero sangrecita quiero violencia Seremos expuestos a mensajes de texto, chat, a esta forma de sentir el universo fragmentado bajo el iris de mil ventanas de texto, esta forma preciosa de contradecir los crepúsculos, la música de neón, espaldas tatuadas. Y nos venderán la Paz como plataforma de convivencia No quiero indignarme, quiero matar quiero sangrecita quiero violencia Arderemos entre dobleuvesardientes y nacerá una Literatura del maus de tus ojos, de tus piernas de CPU, de tu andar recontrafaither. / Y esta Literatura responderá al modus hegemónico que opera el planeta Tierra. Ya no repasaremos largos trastes de historias conocidas, la lección se fue borrando cuando cambiamos el disco duro, cuando nos formatearon el cuadrado y nos dieron pirámides / No quiero indignarme, quiero matar quiero sangrecita quiero violencia Tengo esta lección de herirme cuando callo, casa, carnal. /Y esto es grave./ No sabremos a dónde caminar sin msn sin facebook No quiero indignarme, quiero matar quiero sangrecita quiero violencia esto es re grave
supongo
grecita quiero violencia
/
intuyo
doy vueltas
divago
sigo: No quiero indignarme, quiero matar quiero san-
No quiero indignarme, quiero matar quiero sangrecita quiero violencia
No quiero indignarme, quiero matar quiero sangrecita quiero violencia
/
Y sigo [Pablo Vallejos]
[ POESÍA ] Dudas Tiempo ya que… Zumba, chirrea, frena, corre, para!!! Y el silencio es destrozado tu nariz humea estiércol, sudoso cruce una falsedad de ingenio . Ahora… mis tacones crecieron como si fueran yanquis endurecidas por el barro, gritan con lágrimas entre los dientes, el dolor colmó su paciencia baila con una polvorera silenciosa ya nada sirve no es suficiente ser pasqueña, de la esquina, sin crema, huambrilla si no HABLAS! Tus ojos avejentados, Tus arrugas, tu pashpa cara sentir tu piel como algodón de nubecillas mágicas… Tu fiebre… Tú huairo y yo papa blanca Tú Acollino y yo Calamaro Tú oca y yo pizza y las dos quepchu y las dos lloramos y las dos solitarias sin rastros en el desierto sin efes vibrantes.
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Mi protectora, sí, a pesar de los cincuentainueve años encima Si madre! Cincuenta y nueve tallados de tanto remover y remover la olla sin fin, vuelta ansiada que llegó por tus manos tus propias manos que buscaron un por qué, esa mano que removían los fideos, la papa, el choclo, la yuca, la sal allí estaba la repuesta, pero tú andabas como un Melquíades en silencio. y de pronto no pudiste más. No pudiste! Por qué mamá? Y rompiste en llanto explosión profunda de voces: Tú madre -hija aún sigo contigo Tú padre -¡lárgate de casa! A pedradas te seguía y seguía recuerdos vivos golpes, borracheras, filos incrustados a la mente. En esa sombra bajo la cama circular un escape onírico, lagrimas sin razón manos dudosas, quedan solo huellas desérticas una confusión total ante esta mierda! [Velcy Rojas Atahuamán]
[ MIXTO ] DOS CHELAS CON ALBERTO COLÁN [Texto de Julio Barco]
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No lo sabía, no todavía. Aún. De los recitales de poesía conocía harto: viejos modositos leyendo como escaldados, muchachos ineptos, aburrimiento sin control. Pero del Viejo, nada. Al fondo, el gorro de medio lado, la casaca raída y su enclaustramiento absoluto. Su rostro me parecía familiar de otros recitales a los que asistí. Claro, era el señor que siempre parecía ocupado. Un poeta me lo presentó y... sí, soy de Hora Zero, qué gusto, claro que conozco a Hora Zero, digo yo, emocionado, y mi memoria se cubre con sus manifiestos, su bella poesía, su relámpago eléctrico. Tan joven y tan viejo. El movimiento poético más grande del Perú. Mis delirios adolescentes por ser un horazeriano. Lo incondicional que soy defendiéndolos. El grupo que creamos influenciados por ellos. Y las ganas tercas de correr como un caballo por esta puta ciudad. Alberto Colán, me llamo. Pero toda esa historia del duelo es puro mito. Tendría que contártelo cualquier día. Con algo para calentarnos del frío. Tú sabes. Lo justo. Sí, claro, fui yo el hombre que disparó. Y con sus dos dedos hace Bum, bum, bum y sonríe. Suena hasta chistoso pensar en un duelo de poetas. Da tanta gracia como pensar en cuyes jugando ajedrez. O en Vargas Llosa defendiendo al Capitalismo. Y, sin embargo, hace años —en los 70— se enfrentaron dos poetas. Podríamos ubicarlos en extremos antípodas, pero es innecesario. Ellos: Jorge Pimentel —pirómano horazeriano— y Antonio Cisneros —prolífico autor y premiado internacionalmente—. Los dos, en sus poemarios, manejan un lenguaje oral, un aire contestatario, un desparpajo. Un oso hormiguero y un caballo. Uno puede ser más social y el otro más criollo, pero antípodas no son. No, no pueden ser antípodas: los dos vivieron en Miraflores, tomando cafecito por la calle de las Pizzas. Sin embargo, en 1970 Jorge Pimentel lo retó: “Donde cada cual esgrima, no opiniones sobre la poesía, sino su propia poesía (…) para que los jóvenes vean que propuesta es la más sincera” ¿Cuál fue el detonante? La afirmación cachacienta sobre su primer manifiesto, según Cisneros, no lo habían escrito con las manos, sino con las pezuñas. En Palabras Urgentes se hicieron puré a toda la poesía anterior. Se detectó la muerte, parálisis,
calco y copia, de muchas ―poéticas‖. Siguiendo una propuesta parecida a la de José Carlos Mariátegui — en sus 7 ensayos— bajaron del pedestal a muchos poetas de influencias extranjeras. Peruanos poseros, poetas hediondos, poéticas estáticas. Salvaron a Vallejo, Javier Heraud y un tal Manuel Velásquez del pelotón de fusilamiento. A Cisneros, claro, muy memoriosos lo nombran así: Y también explicarse la opinión de otros, que sostienen que la poesía no cumple ningún papel en el cambio: Sologuren, A. Cisneros, etc, etc, etc” Entonces, la pelea. El reto y Alberto Colán. Y su mano apretando la mía y todos los recuerdos pogueando como esquirlas. Y la anécdota que se ha contado en distintos libros, bares, conversaciones y que ya forma parte de la chismografía poética de nuestra tradición. Y el vamos a tomar unas chelas, yo te invito. Recuerdo algo del duelo: Los H.Z. no estuvieron de acuerdo. Encabezados por el más teórico del grupo —artífice del Poema Integral— Juan Ramírez Ruiz, proponían un colectivo alejado de los ―personalismos‖. Lo aclaran en una carta publicada en Oiga en 1972: ―…manifestamos que el movimiento no se solidariza con los actos personales
[ MIXTO ] (retos o duelos poéticos) de ninguno de sus miembros (…) por considerar que esa praxis carece de origen y consecuencia revolucionaria‖ Sin embargo, muchos integrantes, como Eloy Jáuregui, no se perdieron la noche: “Era un reto atractivo porque se enfrentaba el viejo contra el chibolo (…)Yo estuve ahí en la primera fila mezclado en la turba de los provincianos (…) Toño y Jorge leyeron durante una hora (…) Al principio iba ganando Cisneros, pero Pimentel poco a poco le fue volteando el partido. Cuando estaba por finalizar la contienda con un triunfo por puntos de Pimentel, se levantó Alberto Colán, le disparó, y Cisneros se retiró por la puerta falsa. No volvió nunca más al centro de Lima. Se quedó, hasta hoy, merodeando por el Haití de Miraflores” Hay dos versiones o quizás tres. Puede que más. Y tenía al hombre clave del evento, al hombre que disparó frente a mí. Es verdad que solo lo recordaba por el disparo y esto era grave. Finalmente, pensaba, algunos poetas ocupaban lugares anecdóticos. El anodino ―pie de página‖ ¿Quién recordaba los poemas de Alberto Colán? ¿Quién recordaba a Colán? ¿Cuántos poetas nunca dispararon contra nada y sus versos quedaron emputecidos por el olvido? ¿Qué significa ser pie de página? Entonces lateamos por avenida Venezuela. Luminosa, sucia de gente, con las boticas y ambulantes iluminando las esquinas, suda la calle. Breña
explota a las 8 de la noche. Y la gente tiene prisa, aburrimiento, ansia de mujer. Cuadras y más cuadras. El viejo tiene sed. Lo intuyo, se nota. Pese a su edad sigue tomando una que otra chela como para no oxidar el corazón. Quién no, sobrino. ¿Será de la promo de Jorge Pimentel? ¿Tendrá poemarios caletas? ¿Cuántos? ¿No es medio jodido seguir/rastrear a un personaje por una anécdota? Y es cuando recuerda silencioso, ensimismado, con chispita mariposa en los ojos hundidos: noches donde latear en manada, hablando no solo de poesía, sino de política, caballos, era absolutamente todo. La noche en el pelo galopando como caballo. Se jugaba cachito citando a Pound. Se mechaba en la calle porque Vallejo era mejor que Neruda… El pelo en el cuerpo de otro ser. El sudor y el humo. La marihuana. Y haremos la revolución conchasumare. El Palermo: bares/oficinas, bares/cuartos. Un puerto. Y los que se ubicaban en sus mesas no eran precisamente marineros en tierra. Los bares eran puertos. Las calles eran habitaciones de cualquiera. Los bares ahora son pocilgas. Los bares ahora son piedras musgosas que cuidan chanchitos de tierra. Y Colán recuerda: El amor bajo cualquier esquina respirando. O, tal vez, el quiosco del señor Jáuregui, viejo de Eloy, aledaño a Plaza San Martín, exhibiendo toda clase de revistas y libros de la época. Cien años de Soledad a precio universitario. Lo justo como para leer la novela de Gabo y chuparte un chilcano. Amagar el hielo del vaso y soplar los nudos existenciales. Y el amor en la solapa del gabán. Caminamos. —Yo soy muy amigo de Coco. Lo conozco desde esas épocas. También conozco a su esposa. Gran amiga. Ellos llevan muchos años de casados. A veces tienes suerte en el amor. Coco la tuvo. Ella trabajaba en bibliotecas y él era poeta. Una pareja ideal. Colán, cabizbajo, debajo de la visera de gorro. Unos ojos moviéndose como navajas. —La poesía de Cisneros, salvo algunas pequeñas excepciones, me parece fallida, artificiosa. Colán mirando concentradísimo el pasado.
“Finalmente, pensaba, algunos poetas ocupaban lugares anecdóticos. El anodino “pie de página” ¿Quién recordaba los poemas de Alberto Colán?”
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[ MIXTO ] —Por otro lado, la de Coco Pimentel está viva y permanece fresca para muchas lecturas más. Coincidimos. —Jorge estaba preocupado por el evento; días antes bajó a mi casa y empezamos a planear lo que haríamos.
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disparé a Cisneros, no a Pimentel. Después, todos se quedaron asustados y salí corriendo del evento. Afuera la calle como un río. Y no puedo evitar volver, terco, a los detalles del recital. Entonces su versión afirma la de Antonio Cisneros ¿Jorge Pimentel mintió? ¿Y la versión de Eloy? Destapo la chela y se chorrea la espuma. Lo Colán aceptó raparse el pelo. Muy corto. CIA peor para romper el encanto, lo mejor para la sincesignificaba poder, persecución, muerte a la poesía. ridad. Mal. La espuma complica las cosas. Moja la Y la esencia del performance era ese: matar a un mesa, burbujeando. Se empoza. Colán sonríe sarcáspoeta. Inmolarse para vivir. tico, no se incomoda. Quiere salir, volver a latear, Jorge Pimentel dijo: “Él (Antonio Cisneros) buscar otro hueco. venía de ser premiado en Cuba, era el niño mimado —Yo le disparé a Cisneros, no a Pimentel. de la literatura peruana, el superstar de los setentas. Me cuenta todo rápido. Sin espacios en blanLo reté y vino con sus tres libros consagrados y yo co. Pienso que reproduzco su voz en mi lentium 4 y con mi poemario mal impreso. (…) Hablé con mi me excito. Pienso en cómo lo escribiré, en lo que amigo Alberto Colán, que vivía atrás del Poder Judipueden pensar sobre este casi farandulero tema, cial, le hicimos un polo que decía la “CIA”(…) Yo espero me llega a las pelotas. taba leyendo un poema que nunca he publicado y Pienso en cómo ubicaré el testimonio de Anque tengo botado por ahí. De pronto se levanta Cotonio Cisneros entremezclado con la voz de Colán y lán, se saca el abrigo y dispara, una, dos, tres veces.” me vuelvo a excitar. Un flash back por aquí, un mo—La cosa fue que me corté la melena y llegué nólogo por acá con un terno que alquilé en una tienda de confec¿Y la versión de Eloy? Y es cuando me asomción. En unos vidrios de la avenida me acomodé las bro, otra vez el rostro de Colán y la certeza del pie solapas. Había mucha gente en el INC ¿lo conoces? de página. Y es inevitable no manejar una idea caQueda por la plaza San Francisco. Harta gente, hasbrona, cruel, pero cierta: ta en la calle. El recital empezó tarde. No estoy se¿Y los otros poetas horazerianos? guro de lo que acordamos al final. Lo que sí recuerEn sus mejores momentos bordeaban los 50 do es que pensábamos dispararle a Cisneros. Yo le integrantes, ¿Dónde están? Alberto Colán reducido a un hecho. A ser el hombre que disparó. Sus poemas olvidados en viejas antologías, su nombre mencionado en distintas versiones, su ausencia. Y esto quizá sea el motivo del silencio, la certeza de toda la noche. Hora Zero, en sí, son 3 poéticas: Verástegui, Pimentel, Juan Ramírez Ruiz. Con eso sobra para un movimiento. ¿Y actualmente qué? ¿Son vigentes? ¿El proyecto se estancó? ¿Donde quedaron todos? Y es cuando nos quedamos callados. Los ojos de Colán contrastan con su rala cabellera. Es cierto que muchos movi“Lo que sí recuerdo es que pensábamos dispararle a Cismientos acaban en la figura de uno neros. Yo le disparé a Cisneros, no a Pimentel. Después, o dos poetas; sucedió con el Nadaístodos se quedaron asustados y salí corriendo del evenmo y Gonzalo Arango, por ejemplo. to.” Uno, dos o tres figuras y nada más.
[ MIXTO ] “Y no olvides tener la paciencia y el dinero suficientes para pagarle las chelas a todos los muchach@s impertinentes que vengan —dentro de unos 40 años— a preguntarme por ésta época, nuestra jodida época. A joderte con su increíble sinceridad. ¿Tendremos algo que contar?” Libros consultados
ESTOS 13. Librazo. Imprescindible para saber más de los poetas del 70.
POESÍA EN ROCK. Una historia oral. Perú 1966-1991. Escrito de modo coral. Poetas de los 70 hablando, gimiendo, rumiando. Dirigida por Carlos Torres y José Carlos Yrigoyen.
Digamos que las palabras y este peso de la fragilidad de los poetas no salvaguardan su memoria, ni siquiera. Es La cuota que hay que pagar. La tómbola del tiempo: Es indecoroso, jodido, un enemigo. Pero ya es tarde. El viejo paga la chela sin rezongar. Nos paramos. En la reja del local, esperando que le traigan el vuelto, me confiesa que quiere publicar sus poemarios. Se sincera otra vez. Hace 30 años Memorias del Subdesarrollo lo deslumbró. Después de ver una película perfecta, ¿para qué ver más cine? Y así, decididamente, dejó el cine por años. El sueño de conquistar y ordenar el mundo en una sala oscura. El sueño de lo infinito. —Ya te dije todo. La próxima las chelas las pones tú. Ya te seguiré contando. Enfilo al paradero… La música de Lima a todo volumen escupe una salsa pegajosa como las fritangas que venden en las esquinas. Su canción fétida. De mil colores. La canción de mierda. Nunca seré un detective salvaje. Me repito la palabra lacerante, la verdad jodida… la palabra clave: Me repito la palabra clave: eres frágil, jodidamente frágil. Y no olvides tener la paciencia y el dinero suficientes para pagarle las chelas a todos los muchach@s impertinentes que vengan —dentro de unos 40 años— a preguntarme por ésta época, nuestra jodida época. A joderte con su increíble sinceridad. ¿Tendremos algo que contar?
HORA ZERO: Los broches mayores del sonido. Antología total de Hora Zero, gracias al poeta Tulio Mora. Documento biblia y costal. Con fotos, manifiestos, poemas. De momento, el más completo. Por algo, Eloy Jáuregui, afirma: ―Esto y la biblia, nada más‖.
CURRICULUM VITAE Ayer nomás cruzábamos corriendo por La Colmena entre los autos tomados de la mano (como en una película francesa diría Max) hoy la cosa es diferente tú un título esposo dos hijas Yo un vago busco el amor en la oscuridad de los cines de barrio dos ingresos a la cárcel (por anarco) un juicio pendiente y una balada esperando por mí una cosa bastante común en estos días (Alberto Colán)
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[ DETALLES ] LÚCIDO Y LÚDICO: NICANOR PARRA [Texto de Marcelino Pan y Vino]
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No cabe duda: Parra (en un juego léxico) puegrito— no es banalizar la literatura. Parra no prede derivar en parricidio. O al revés. Derivar o reemtende limpiar de los anaqueles a Neruda o a Vallejo. plazar. Es como si la etimología —por no decir los Mucho menos a Mistral. Su fin era balancear la sigriegos— ya hubiese querido explicar uno de los tuación y, tal vez, acercar mediante el uso del dismás grandes fenómenos poéticos del siglo XX. O curso popular la poesía a la gente. mejor dicho: uno de los más grandes fenómenos antipoéticos del siglo XX. Antipoesía la llamaba el chileno. El término para nuestra época puede sonar novedoso, pero ya no sería el más correcto. El verso libre y la poesía prosaica son, hoy en día, tan comunes como darle like a cualquier publicación del facebook. Es decir, ya ni lo notamos, “Nicanor juega. Juega como un niño que pretende reni mucho menos nos sorprende. Sin em- formular las ideas más profundas de una cultura occibargo, cuando se publica Poemas y Anti- dental que encuentra ridícula y aplastada por la relipoemas (1954) —a pesar de arrastrar mu- gión, la política y la ciencia.” chos lingotes del modernismo de Rubén Darío y una lírica que, Parra, poco a poco dejará Mención aparte merecen los Artefactos poétiatrás— ya se percibe un olorcito diferente en los cos. Pequeños textos que no llegan a ser haikus, ya poemas. Esa sensación de leer algo inefable. Esa que no se basan en la contemplación espiritual. rica sensación de leer lo prohibido. Porque sucedió Pueden lindar sí con un aforismo, si no fuera por la así: hasta antes de Nicanor, la poesía latinoamericaintensidad del hecho poético. Esto quizá sea lo únina era un puñado onírico, herencia modernista, o co que absorbe Parra del psicoanálisis —tal como una catástrofe verbal, rezagos surrealistas. Con los surrealistas—, pero Parra lo bebió de la otra Parra el poeta aprende a voltear, a mirar a todos teta. Veámoslo así. El manifiesto surrealista dice: lados. A mirar fuera de sí, pero desde dentro. Surrealismo: "sustantivo, masculino. Automatismo Lúdico y lúcido, otro juego léxico que se aplipsíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, ca en la poesía de Parra. La corbata pasa a ser presverbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, cindible al momento de escribir e incluso, Nicanor, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dichace lo que la excesiva seriedad no se atreve a hatado del pensamiento, sin la intervención reguladocer, ni siquiera, en pleno siglo XXI. Nicanor juega. ra de la razón, ajeno a toda preocupación estética o Juega como un niño que pretende reformular las moral.", y luego nos caen encima Bretón y sus hijos ideas más profundas de una cultura occidental que con poemas que, es cierto, pueden reflejar el inencuentra ridícula y aplastada por la religión, la consciente del poeta. Pero sostenidos solamente política y la ciencia. Pero, ojo, nunca la niega. Conpor la palabra. Más allá de eso no hay una manifesvierte la tradición en un arma eficaz para hacer tación que se pueda expresar en el espacio real, llegar su mensaje: Rescatar al hombre en su estado como sí sucede con las manifestaciones inconscienmás primigenio, al Homo ludens. La poesía de Nicates del ser humano. Parra, en cambio, deja de lado nor Parra no pretende ser avasallante o de culto. Es el torrente de palabras que sacan chispas y expreuna poesía que hasta el final se desvive por hacer sa, de manera fácil y concisa, aquella voluntad inreír a sus lectores. Y esto —lo digo, lo repito, lo consciente que escapa al entendimiento humano,
[ DETALLES ] pero que aparece como tal en su entorno más real o verídico. O sea, el inconsciente ya no es sólo palabra. También es un hecho, una acción. Por algo la fascinación de Nicanor por la poesía prosaica o prosa poética que sirve más para estos fines. Estaba loco y no precisamente por la poesía. Loco, como debe estarlo un poeta que se respeta y que intuye el cambio de una época. También era tierno, amoroso (léase el poema para su hermana Violeta, que por cierto a pesar de ser cantante más parecía poeta), indiscutible la fobia que sentía por las cámaras, que no es precisamente lo que lo obligó a no estar presente en la entrega del Premio Cervantes. Esta ausencia se debió a algunos problemas
de salud que lo tienen desde hace buen tiempo en Las Cruces, un pueblecito de la costa central de Chile, desde donde seguro se ríe del mundo y sigue dándole duro mérito a la antipoesía que, cuidado señor Parra, ya no es tan anti que digamos. Me pregunto: En el fondo ¿Habrá deseado que sea así? La respuesta puede ser, muy a su estilo, ambigua, pero contundente. Como cuando se refirió a un joven chileno, su hincha número uno: Roberto Bolaño, fue él quien volvió a ponerme en onda. Para finalizar: Aquel que se atreva a decir que Parra recibe el Cervantes gracias a la fama efervescente de Bolaño, es porque aún no ha leído su poesía.
LA QUEJA: VELÓDROMO DE FUGUET La volví a ver. En pantalla grande. No tan grande, pero sí. Y me quedé picón. En pantalla chica (plasma de mi compu) me fascinó. Como casi todo lo que hace Fuguet –libros y pelas especialmente-, maneja un discurso y lenguaje cercanos. En cinepata.com ustedes la pueden ver. Se las recomiendo. Tecleen sin paltas. La pela hizo que volviera a inflar mi bici vieja, de adolescente. Volví a re-pensar en eso de ―crecer‖, ―sentir‖, ―creer‖. Fuguet en sus novelas, tipo Mala Onda o Las películas de mi vida, te lleva a esos caminos, a esas interrogantes: ¿qué es sentir? ¿Qué es crecer? Me ubica, des/ubica. La película en cuestión se llama Velódromo. La volví a ver en la Feria de Cine Independiente, en el museo del Parque de la exposición. El bullicio por el Día de la Papa –su música en el exterior- se filtraba en el auditorio. Éramos como diez gatos. Mejor así. El ruido jodía, persistía. Un volumen pésimo, sumado a la rapidez con la que hablan los chilenos, interrumpía el coito cinéfilo. Pero no había que inquietarse, la idea era fluir. Es una película íntima, casi de un solo personaje, o de varios que parecen solos. Como filmada para uno. En el centro, el curioso Ariel Roth, interpretado por el autor fetiche Fuguet: Pablo Cerda. La pela tiene un aire al cine francés de Rohmer. Una sencillez y naturalidad que nos hacen dudar de si es cine o si Fuguet estaba grabando a sus vecinos. Pero, ante lo aparentemente fácil, se
maneja un discurso personal. O sea, que es cine-no-comercial, sin los efectos flatulentos del 3D o la dadivosa descarga de lisuras del cine peruano. Es más, su argumento parece definirse en dos o tres líneas: hombre de 30 años, con ambiciones distintas al de la mayoría (casa, familia, establecerse) en una crisis existencial. Con ambiciones que parecen no ambiciones. Quizás deberíamos sumar su cinefilia enfermedad cinéfila- y su amor por su bicicleta. La bicicleta es la chica guapa de la cinta. La maneja todo el tiempo. Y hartos guiños al cine de Woody Allen y a la literatura de Salinger (al menos, de los que más se notan) y mucho de lo que hacía Truffaut en la Nouvelle Vague. Y listo: un freak moderno, alternativo, anacoreta. La libertad. El compromiso. La seriedad. La competencia. Ariel Roth. Parece que vive en su nube, encimita de su torre de marfil, como un principito. Solitario y solitario. Pero no tanto así. O, tal vez.
Veamos: Ariel Roth se queda sin un amigo que lo acusó de no querer crecer; Ariel Roth se queda sin su chica, o en todo caso, la deja porque ―puede estar solo‖; Ariel Roth no consigue un trabajo porque le ataranta/aburre la psicóloga preguntona; Ariel Roth se la pasa todo el tiempo viendo películas frente a su laptop; Ariel Roth, de casualidad, conoce a la mujer de sus sueños y -sin el mínimo esfuerzo- se van a la cama; Ariel Roth cae bien, no incomoda, no fastidia; Ariel Roth puede pasar desapercibido (y pasa) siendo el mismo; Ariel Roth no cambió su adolescencia por trabajos jodidos; Ariel Roth puede dormir hasta la hora que le dé la gana; Ariel Roth es freelance y no tiene que verle la cara a jefes jodidos; Ariel Roth no busca nada pero se angustia y pedalea; Ariel Roth quiere ser feliz y tiene el tiempo–espacio vital para serlo. Ariel Roth. Ya. Okey. Mucho. Demasiado. Sus compromisos son sencillos, su libertad inalcanzable. Quizás eso sea lo que joda y ame de Velódromo, lo imposible que resulta vivir de ese modo. Asumir eso, dejarlo todo, montarme a una bicla y pedalear escuchando un ritmo melodioso. Hacerlo rutina. Lo jodido y dulce que resulta no tener compromiso. Y aquí mi queja: eso es jodido y feliz de la ficción. Las que nos cuestionan la realidad plácida. Nada más mentiroso. Y, sin embargo, que bacán que exista Ariel Roth. Claro, claro que sí. (Texto de Matías Aznar)
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REÍR LEYENDO POESÍA Para los Idos de Enrique Beó
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Los artistas, como los niños, juegan. Jugar, jugar, jugar… recomendaba Eielson en un poemadecálogo sobre el arte. En tiempos donde todo el arte parece vapulearse por la ondilla pop y posmoderna, aparece Para los Idos de Enrique Beó; libro que juega devolviéndonos otras posibilidades de poesía fresca, actual pero no vacía. Todo este alboroto nos llega no bien uno tiene el libro entre las manos: la cubierta es de lija. Sí, tal como lo escuchas, lija marca Abralit, esas que venden en la ferretería y usas para sacar la roña de tu casa. La idea de la lija no es pura pose pues conecta con el corazón del libro: criticar riendo. Una carrera de carritos chocones, un pinchazo al sistema solemne. Expliquémoslo: Son poemas viscerales influenciados por la antipoesía y la oralidad rabiosa. Cualquiera puede ser leído en la calle y sus efectos son como los accidentes de tráfico. Hagan la prueba. * Ese lenguaje lumpen convive con ideas sobre lo humano-peruano y, así, no cae en puro alpinchismo. Esto en lo formal. De fondo, son varios temas. Todos incisivos. Entre otros: el puto catolicismo, la sociedad cojuda, la libertad, el chino Fujimori, los marcianos drogados, los borrachitos… En el poema Confieso que me he masturbado, por ejemplo, Beo hace un recuento sesudo de sus pajas y nos devuelve, analítico, la certeza de que el hombre es un animal: ―...Nosotros nos masturbamos, vosotros os masturbéis/con la mano en el pecho cantando el Himno Nacional. / Y entonces comprendo, que a pesar de todo, / Darwin no era tan huevón como parecía.” Pero, ¿quiénes son Los Idos? Son los volad@s. Los loquit@s. Imagino que para algunos les debe sonar a propaganda Donofrio (¿recuerdan el comercial sobre los Incomprendidos con la estúpida música del grupo Plasma 97?). Pero no. Aguanten su coche. En el poemario la idea cobra otra dimensión. Los Idos son los locos sin dios y sin diablo; esto recuerda a Los Amorosos de Sabines, grandísimo poema donde el mexicano le canta a los perdidos. Aunque, hay que decirlo, los Idos son más maleados. Beó no los define, solo los mencio-
na (y nos menciona): Para los idos, para los volados,/para los quemados, para los Stone/Para los somnolientos, para los insomnes,/para los misios, para los últimos puestos,/para los que van a la tienda y nunca compran nada,/ para los que sueñan despiertos, para los disléxicos… El humor aparece como una mamarata. Explota. Por ejemplo, en el poema Cuatro Combis en el centro de Lima, se vuelve descuartizar a Túpac Amaru de una forma curiosa: esta vez son unos micros los que jalan de sus extremidades. Acá la relectura de la Historia sirve para medir la indiferencia de nuestros tiempos: la gente que se aglomera se fija más en las calatas de los periódicos que en el finado. Así, en los siguientes poemas, cada uno, es una viñeta caricaturizada de la realidad. Caricaturizar la realidad, inevitablemente lleva a caricaturizar la poesía (y no va cher), lo cual da un resultado desternillante. El humor nos educa, nos muestra otras dimensiones. Sensibiliza. Incluso en el amor (tema que muchos poetas tocan con pincitas y solemnidad), Beó nos suelta otro ritmo: I m misio pero I love mucho mi amor./ A veces ni para el té filtrante/Y de desayuno un chancay con gaseosa./ Tal vez venda un riñón o un pulmón/Y nos amemos hasta el amanecer/De los postes de luz eléctrica,/Tan románticos como el smog,/De las avenidas en primavera,/Rodeados de chatarras que aman/El oxido eterno de los fierros… Altamente recomendable. Y si no te gusta lo puedes usar para sacar la pintura de tu casa. O para hacerte heriditas, magullarte, ponerte emo. Oh, yeah. Libro no recomendable para incondicionales a Bécquer, ni para hinchas de Chocano, ni para cualquier huevas triste que piense que la poesía debe enriquecer el lenguaje. Pienso en los que publican un libro para engatusar a una flaca con versos idiotas, o los que se desesperan por subir fotos al facebook con la people. Esos. Ni más, ni menos. Con este poemario, Beó (que lleva como 9 libros a cuestas, todo un caso) se pone en la cresta de la nueva poesía joven (que no es tan joven y que no es tan poesía). Algo que dudo mucho le importe. No es un referente ya que sus poemas no colindan con la nueva tendencia cotidiana o surrealista post modernismo alucinoide repleto de guiños a la tecnología, donde el
[ TRAMPOLÍN ] lenguaje oral colinda con alusiones oníricas al onanismo. No. Esta más cercana a la poesía oral sin caer en peroratas políticas ni hacer amagues de lirismo. Es una poesía necesaria. Pica, raspa, coagula, saca chispa. Y ya parezco disco rayado. En fin, tengo que confesar que me siento arte y parte de los Idos. Tengo que confesar que también me he masturbado cantando el Himno Nacional. Y esos poemas están ahí para jodernos. Para liberarnos nuevamente.
DATOS Es un libro caleta. No lo vas a conseguir en Crisol o Ibero. Lo siento flac@. Hay que latear para encontrarlo. Si te picó la curiosidad puedes buscar al autor en su blog: http://www.enriquebeo.blogspot.com/ Hay que decir que el trabajo de la edición es impecable. Aparece en Vagón Azul Editores, dirigido por el poeta Eduardo Borjas, editorial que arriesga a probar nuevas formas y no, como otras tantas que llegan al huevo, hacerse fama a costa de autores consagrados, como quien busca ―completar‖ el catalogo. * Nosotros, los Tajo, hicimos la prueba. Megáfono en mano, los leímos un sábado, caminando por Jirón de la Unión hasta llegar a Plaza de Armas, sí, frente a Palacio de Gobierno. En el camino la gente nos preguntaba quién era el autor. En la Plaza mencionada no duramos ni tres minutos. Nos rodeó la policía justo cuando Carlos Torres leía el poema contra el Cardenal, justamente frente a la Catedral. Igual nos fuimos a joder por Quilca. Uno que otro posero y borrachito nos saludó alzando el vaso de plástico con el trago corto. Lo confirmamos: la poesía de Enrique Beó estaba viva. (Julio Barco)
AGRADECIMIENTOS: Agradecemos la generosa donación del Estado peruano para la publicación de este número: S/. 0.00. Y claro, cómo no, también las decenas de bombas lacrimógenas que nos lanzaron en la marcha contra la Repartija. Nos hicieron recordar la mierda que tiene el poder y el poder que tiene la mierda. Que la unión hace la fuerza. Que hay mucho por hacer. Agradecemos a todos los que asistieron, participaron y poguearon en el 1er Atropello Poético en honor a Juan Ramírez Ruiz. A los que nos esperaron y a los que no. A los que escucharon de pie. A los que aplaudieron hasta que les duelan las manos. A los chicos de Faraday. La UNFV se llenó y reventó con su poesía, música, desnudos y gritos. ¡Salud! Gracias enormes a todos los que nos apoyaron en el ―1er Festival Poesía Ambulante: chicle, cigarrillo, poesía‖. A todos los peatones, caseras y vendedores de los mercados de San Juan de Lurigancho, Villa El Salvador, Puente Piedra y el Cercado de Lima. A Andrés Rafaele y Ernesto Montero por el gran apoyo. A las seños que nos invitaron chicha para seguir recitando. A los policías que casi nos botan y que al final se quedaron a escuchar. Y a los que nos gritaron locos. Agradecemos también a la mamá de Antonio Chumbile por el inolvidable chaufa en su casa allá en Villa El Salvador. Y a los perros que nos corretearon al entrar y al salir del barrio. A Rodolfo Moreno por las chelas y la poesía. A Jorge Roncal por los consejos y el almuerzo. A Bruno Buendía por la invitación a Chiclayo. A Alonso Cueto por… nada (él ya sabe). Y, por si las dudas (y por falta espacio), lanzamos la lista de los demás ganadores de nuestro agradecimiento, con harto cariño: Eduardo Borjas, Ernesto Carlín, Q.E.P.D., Erick Escobar, Desly, Oscar Limache, Oscar Zapata, Daniel Sóniko, Poetas del Asfalto, Yamyle, David Pérez G., Fulano, Sutano, Mengano, a ti… y a tu mamá también. Gracias.
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Cuadernos de una juventud al desnudo
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Billy Childish (North Kent, 1959) Litera Books (2001) / Novela / 303 páginas
Los días tan largos Ramón Bueno Tizón (Lima, 1973) Solar (2006) / relato / 64 páginas
Estrictamente, este libro es la mierda misma. Una mierda fresca y revestida de pelos. Un auténtico libro hecho de mierda. Un viaje recóndito al interior más asqueroso y nauseabundo del individuo. No es un libro de frases pensadas y solemnes. Son más bien oraciones simples, pero efectivas. Duras y sin remordimiento alguno, con el único objetivo de revelar la mente perturbada de un adolescente. Yo creo que ese adolescente podría ser cualquiera. En el fondo, claro está. O, tal vez, es la imagen misma de un periodo natural. Un eructo del desarrollo humano. Pienso en Mala Onda o en El guardián del centeno, pero la búsqueda es otra. Aquí no hay rebeldía. Sangre, semen y mierda sí, y mucho. Es algo así como Bukowski, pero sin la ternura de su poesía. Un Bukowski agresivamente podrido. Misántropo sí. Cerebral de ninguna manera. Diálogos lacónicos e imágenes claras y aberrantes. Y así se construye el castillo de Billy. Y en ese tablón fluido y rasposo, Willian Loveday se mira al espejo. Este muchacho respira no en el desenfreno sino en la repugnancia. Quiere estudiar arte, pero lo han expulsado de todos lados. Se enamoró de una colegial obesa y se masturba con sus medias hediondas. El padre de ella lo detesta y él es un guerrillero deforme y romántico. Nunca tierno. Menos cursi. Es lúcido y se siente acorralado, pues las imágenes de una momia lo persiguen. Es un paranoico sin duda, pero está repleto de pasión. Eso es lo que lo salva. Sin embargo, otra vez la tormenta de mierda, y nuestro joven parece gozarla. Childish sabe que de eso se trata. Lo repugnante toca, afianza. He ahí lo interesante de esta novela: la persecución de una conciencia que arremete sobre el ser humano indecente. Pero no es remordimiento lo que manifiesta Billy. Eso se lo deja a los escritorcitos que quieren explicar el mundo. Él busca la desesperación, la apuesta literaria en sí misma. Sin más motor que sus apetitos fecales. Una catarsis total de caca y sin moralejas. Un libro escrito con moscas alrededor y apto solo para los que gocen a Celine con un entusiasmo exacerbado. Porque como dice el viejo Buko: si de verdad quieres amar, debes ser capaz de amar tu propia mierda. O algo así. (3,14 chula)
Hay maneras distintas y peculiares de debutar en el escenario literario. Sea: haciéndolo bien o sudando la camiseta solo para no quedar en ridículo. Se aparece delante del público con un librito, mucha ilusión y a ver qué pasa. Los resultados, por descontado, suelen depender más de la cantidad de contactos que del propio talento. En fin. Pocas veces, neófitos escritores, como en el caso de Ramón Bueno Tizón, aparecen, gustan y (tararantarán) desaparecen. Los días tan largos llegó a mis manos por casualidad. Resultado de una tarde indiscriminada de recolección masiva e ilegal de libros. Pero no sería hasta dos meses después cuando me aventuré a recorrer las páginas del desconocido escritor. La sorpresa fue grata. No es un libro corto (en páginas) que se devora rápido y sin masticar. No. Son más bien bocados con sabores distintos, pero todos (como debe ser un libro de relatos) preparados en la misma cocina. Todos los relatos, aunque con giros y estilos distintos, siguen atados al mismo pulso y a la misma pulsación. Hay oficio, técnica y experimentación. Hay una fascinación por lo sugerente, por el dato secreto, por el ―ajá, caíste‖, que en definitiva realza la intención de Ramón: la de desmantelar ciertas respuestas ajenas a la conciencia del hombre y que se manifiestan de manera natural en su accionar. O sea, que no solo genera atmósferas, sino también respuestas a las mismas. Sean agentes tan opuestos como el placer y el dolor, el miedo a lo extraño o a lo cotidiano, las historias se entretejen y, gracias a la prosa fluida e inteligente, se huelen los primeros trazos para lo que este escritor pueda entregar más adelante. Hablo, en definitiva, de una exploración que ya no parte de la anécdota insuficiente (que aparece en algunos relatos) sino de esa capacidad que tiene para desvestir a sus personajes en mitad de la historia. Mostrándonos las vísceras en pleno funcionamiento. Hay más: la mirada de Bueno Tizón es la mirada conformista de alguien que está en cualquier sitio, menos en el que debería estar. Entiéndase por sitio: trabajo, pareja, situación, llamada telefónica, vivo, muerto, etc.
[ TRAMPOLÍN ] Por eso, frente a tal abismo y mediocridad, sus personajes actúan de la peor manera. La ternura es reemplazada por la depravación. La rutina por la muerte. El amor por el sexo. La comodidad por la felicidad. La vocación por el miedo. Y así, el universo de este libro, aunque finito, puede ser, tranquilamente, la primera piedra que Ramón siente sobre su universo narrativo. O como decía Bolaño, su cocina literaria. Claro que, como uno es lector —y a veces hincha—, tuve la intención de agregarlo al facebook y sonsacarle: por qué chucha no ha publicado más. Pero me detuve cuando regresé al epígrafe del libro. Una cita del viejo Onetti que alguna vez fue emplazada hacía Vargas Llosa y que enamora a los escritores de la onda ―no profesional‖: ―Lo que pasa es que vos tenés con la literatura relaciones conyugales. Para mí es una puta‖. (Andrés Fante)
El Elegido Jhon Martínez Gonzales. Katatay Editores (2011) / Poesía / 41 páginas La gran mayoría sólo ha visto bailar a los danzantes de tijera por televisión o en algún espectáculo a donde estos van para ganarse los frijoles. Muy pocos los han visto en su tierra natal, en la intimidad de sus ritos. Muy pocos han tenido esa dicha. Jhon Martínez es uno de esos ‗pocos‘. Dejando a la asfixiante Lima, viajó a lo más hondo de los Andes para colaborar en un reportaje sobre los danzak. Qué suerte. ¿Y el resultado? Un poemario no sólo notable, sino distinto y, sobre todo, altamente urgente y necesario de leer en estos frívolos tiempos de facebook. El Elegido, a pesar de su brevedad, nos inserta en varios viajes. Uno de ellos, como ya habrás notado, es hacia otra realidad más allá de la urbe. Aquí las piedras, los ríos y los vientos cantan libremente y llevan en su música la verdad. Otra verdad. Tampoco se trata de poesía bucólica y punto. Para nada. El baile de los danzak es un ritual a la vez íntimo y social, profano y sagrado. La naturaleza jamás está callada o quieta. Los Apus se manifiestan a través del danzak y éste nos transporta a otro mundo apoyándose, principalmente, en su cuerpo, sus tijeras, el arpa y el violín. Nadie puede quedar indiferente; el asombro es inevitable Jhon ha manifestado muchas veces que El Elegido es resultado de este asombro. Algunos críticos y escritores, entre ellos Jerónimo Pimentel, han lamentado que su voz no haya ido más allá de esto; que no pase de ser un ‗testigo‘ y no llegue adentrarse en el danzak mismo. Pues sí, esto en muchas partes es muy notorio, pero creo que es equivocado lamentarse o pedirle más al autor. Existe una simple razón (la cual Jhon también manifestó): respeto. La supuesta portura occidental del autor es aquí sitiada, acorrala-
da y obligada a hablar desde algo lejos, sin que por ello la poesía decaiga. Se trata de no ser paternalista o pretencioso. Se trata de algo escaso en la poesía de hoy: Sinceridad. Aún así se logra algo vital: romper la visión occidental de oposición entre la realidad-social y la fantasíapersonal. Aquí los Dioses están hechos de la misma tierra que pisamos, del mismo aire que nos silba al oído. Los imponentes Apus. La Gran Pachamama. La dicotomía es rota; aquí los opuestos no se enfrentan sino se aúnan en el rito. Ahora insisto: léanlo. Búsquenlo o escríbanme. Como muy bien dice Miguel Ildefonso: ―John rompe con este libro, sin ser neobarroco, el esquema de la joven poesía peruviana.‖ Sóbate, porque así es. Mientras otros poetas, hasta hoy, ya no saben sobre qué escribir –dizque experimentan con temas ―caletas‖, checoslovacos, ovnis, twiteros, etc-, El elegido nos hace recordar la frase: ―el que sabe mirar no necesita inventar‖. Sólo basta mirar un poco más hacia dentro. La realidad -sobre todo aquella que aún no se deja tragar del todo por la globalización- guarda mucha poesía. Poesía distinta. Poesía que hace falta: Y para cerrar, una muestra: ―Imposible pensar en escribir un poema/sobre los 36 pasos/sin el río de colores y el trazo perpetuo/del arpa Apu/del violín Huamaní/danzar un poema escrito con el cuerpo/ luego de la pagapa (…) Cerros/Padres/andenes por donde el poema/baila invocando la verdadera agua / el delirio mágico del metal.‖ (Antonio Chumbile)
Los tiempos jurásicos Kevin Castro (Lima, 1993) C.A.C.A. editores (2013) / poesía / 67 páginas C.A.C.A editores, una editorial comprometida y resentida, acaba de lanzar —o disparar— el primer poemario de Kevin Castro: Los tiempos jurásicos. Bien. Los objetivos del neófito grupo editorial y análogamente del poeta en mención son, en buena medida, resaltantes. Pero, ya que intentar hacer un tratado en contra del dominio mercantil, que anda de jodas con la literatura limeña, demandaría demasiadas variables y criterios, simplemente nos quedaremos, por ahora, con lo más importante de este libro verde y autogestionado. Es decir, con su poesía. Arranquemos. Desde la portada (un dinosaurio que evoca a un digimón) y contraportada (escrita en latín o en nameku) ya se nota cierta característica que se mantendrá como un sello personal en todo el libro. Me refiero a la facilidad que posee Kevin para decir cualquier cosa (interesantes cosas, grandes cosas) con agilidad e irreverencia. Manteniéndose oculto entre su ironía, pero eso sí con una idea punzocortante y jodida bajo el brazo. Una manera peculiar de ver el mundo O una fotografía de la realidad que sólo él podría entender.
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Sé poco de dibujo y algo de Tao Lin y, sin embargo, afirmo —sin miedo— que esos trazos configuran el inicio de una intención poética que durante mucho tiempo quedó excluida, o sea que todo lo que acompaña al libro no es un pajazo superficial. Todo lo contrario, este poeta maneja un código secreto. Un lenguaje importado y pendenciero. Así deambula la poesía de Castro: renunciando a toda lírica estúpida y refugiándose en una versatilidad prosaica donde todo vale. Donde los recursos tecnológicos, referencias musicales o elementos capitalistas-consumistas, son ladrillos que se sujetan con sutileza y buena costura. Me imagino la cara del grueso de poeta limeños: verdes, verdes como el libro de Kevin. Verdes de envidia. Quizá más de uno dirá: son huevadas de chibolos. Otro: chabacano, insolente, qué se habrá creído. Y claro, seguirán calentando el poto en recitales repletos de nonagenarios y metiéndole más tela de araña a sus tres tristes versos, mientras ese chibolo seguirá cagándose de risa de todos ellos con merecida razón. Punto para Castro. Además están los temas que, en Los tiempos jurásicos, son siempre otros. O los de otros. Más bien parecen temas ajenos incrustados en la mente de un joven posmoderno. Pero cuidado, esta definición puede ser engañosa. Para este libro la tradición vuelca y se resiste. Entrega y rechazo es lo que predica. Una
comunión de poemas que quizá no son poemas. Una batalla vía XBOX, llena de manotazos y sólida firmeza que se aparea con una época y que, a pesar de todo, sigue tratando de deshilachar al hombre. Al mismo hombre (occidental). Al que, por antonomasia, es irreverente. Al hombre sumergido en la tecnología y el territorio urbano. Ojo, no para quejarse, sino más bien para revolotear. La poesía de Kevin está hecha del hartazgo, quizá también de cierta resignación que se viste de cotidianidad para parecer alpinchismo. Pero no. Estos poemas no son, para nada, insensatos. Un poco más... hay ternura. Hay amor borboteando en muchos versos. Escritos o cincelados en el papel, Castro, presenta situaciones poco lindas, pero llenas de una intensidad que solo tienen los verdaderos idilios. Esos amores que a uno lo tienen enterrando el pico a cada rato. Así pues, una constante fémina que debe traerlo vigoroso y orate a este poeta veinteañero, aparece en varios poemas, sentándose, como ausente mientras contempla el final/nuevo inicio del mundo. Sí, óigalo bien: 20 años. Por eso, y porque en realidad lo merece, no se puede ser mezquino cuando hablamos de esta primera entrega. Hay madera. Hay verdadera poesía joven. Y hay un CD en el libro que conecta perfecto con el agregado tecnológico, pero que, en realidad, me dio pereza escuchar.
...y PRONTO: II FESTIVAL DE POESÍA AMBULANTE AGÁRRENSE: calles colegios el agustino villa el salvador comas comedores populares san juan de lurigancho mercados cercado de lima callao
canta
callejones plazas huacho barrios ETC...
[ TRADUCCIÓN EN HD ] MICHEL BULTEAU Un poeta de alto voltaje [Traducido y presentado por Miguel Urbizagástegui] “La poesía tiene que cambiar la vida, externa e interna. Es lo contrario de la irrealidad. El poeta debe hacer descubrir la verdad del mundo. Los demás están para descubrir lo demás”. M.B. Francia, Oh là là!, no hay otra palabra que pueda reemplazar como nombre a un país que ha contribuido enormemente al conocimiento de la humanidad en los diferentes campos de la ciencia y el arte. Sin embargo, mucho se dice de la decadencia artística que está pasando desde la posguerra hasta nuestro reciente siglo. Quizás porque en los años 50 surgieron dos movimientos literarios en distintos lugares del mundo debatiéndose por el trono, el reconocimiento: la beat generation y el nouveau roman. Ya sabemos el final de esto: los beats norteamericanos tuvieron mayor repercusión en las generaciones posteriores. Pero en los 60’s aparecerían para las letras los que denomina Vargas Llosa como ―la terrible trinidad‖: Lacan, Foucault y Derrida, contribuyendo a las ciencias humanas de manera tal que originó una etapa de transición entre el estructuralismo y la posmodernidad. No olvidemos además el ―mayo francés‖ del año 68 y un Sartre repartiéndose entre los jóvenes, haciéndoles recordar que la nada les da libertad. Mientras, durante ese tiempo, en el departamento de Val-de-Marne (norte de Francia), un joven llamado Michel Bulteau, empezaba a escribir sus primeros poemas y cortos circuitos a los dieciséis años. Su primer libro lo publicaría a los veinte años y en 1971, junto con quince muchachos (el mayor de ellos no tendría más de 25), firmarían el Manifeste électrique aux paupières de jupes (Manifiesto eléctrico en los párpados de faldas). Texto que no es para nada un manifiesto tradicional, sino un conjunto de poemas escritos en algunos casos hasta por cuatro manos, donde la poesía está liberada del control de la razón y la lógica, clara influencia del surrealismo. Pero los poetas eléctricos van más allá que Breton y su legado, ya que ellos no respetan ni la sintaxis debido a la influencia de los beat generation en el uso de técnicas. Una de ellas por ejemplo es el ―cut up‖. Alain Jouffroy, escritor y poeta francés, diría sobre ellos: ―los poetas eléctricos hacen aparecer el lenguaje como una ―materia bruta‖, como un
magma de sentido indescifrable‖. Para ellos, la transformación del lenguaje era también transformar la mente, la vida e incluso el mundo. Además, se puede ver en ellos el lema de la década: sexo, drogas y rock and roll. Quizás te preguntes: ¿por qué se llaman eléctricos? pues bien, ya que la música eléctrica por aquellos tiempos revolucionaba la música tradicional, los poetas eléctricos querían revolucionar la poesía con la poesía eléctrica. Aunque el grupo solo duró cerca de dos años, sí que lo lograron. Dándole nuevos aires a la poesía francesa y llamando la atención del círculo literario de aquella época. Para ese entonces, ya habían dos poetas de renombre: Francis Ponge y Henri Michaux. Este último reconocería el talento del joven Michel, alentándolo a seguir su búsqueda de poeta rebelde. Es por ello que en 1976 viaja a New York, donde frecuentaría a los pintores pop, la música punk y los poetas underground. Interesado luego en la música y el cine, incursiona en estas artes, al igual que en la poesía, de manera experimental. Según él, no hay diferencia entre la palabra y la música. Para tener una evidencia clara lo podemos ver en algunos videos de Youtube, donde junto con el guitarrista Serge Teyssot-Gay, dan una sesión de poesía con música y voz, un siete de octubre del 2011 en la Casa del Lago, México. En uno de ellos se le puede ver leyendo –eléctricamente- un poema del maestro Rimbaud: «Sur l'onde calme et noire où dorment les étoiles/ la blanche Ophélia flotte comme un grand lys… ».
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[ TRADUCCIÓN EN HD ] Hoy en día, a sus sesenta y tres años, Bulteau es autor de más de sesenta libros y su poesía es considerada por las generaciones siguientes como un nuevo lenguaje donde todo comienza y se vuelve posible. No olvidemos que los infrarrealistas en México percibieron fuertemente ese oleaje artístico. Una muestra de ello está en Los detectives salvajes de Bolaño, donde vemos a Bulteau encontrándose con Ulises Lima. Éste, además, llevaba el manifiesto francés en sus manos.
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En Tajo hemos creído conveniente resaltar su obra poética traduciendo cuatro poemas de diferentes poemarios, con el objetivo de hacer un paralelo de lo que sucedía en Francia y en nuestro país. Y de paso, revalorar esta etapa de la literatura francesa, no solo porque le tenemos admiración, sino por su gran contribución al arte en general. Ah, y el tercer poema traducido, Michel Bulteau lo escribió a los dieciocho años. Voilà.
“No olvidemos que los infrarrealistas en México percibieron fuertemente ese oleaje artístico. Una muestra de ello está en Los detectives salvajes de Bolaño, donde vemos a Bulteau encontrándose con Ulises Lima. Éste, además, llevaba el manifiesto francés en sus manos.” 1 Lettre: entre nous tout est plein tout est lanterne. Maintenant, elle meurt la jeune fille (virginité de perle) Je lui ai parlé de mes larmes – pèlerinages, de mes yeux mouillés à l’intérieur de la tête.
Carta: entre nosotros todo es pleno todo es linterna. Ahora, muere la joven chica (virginidad de perla) Le hablé de mis lágrimas – peregrinajes, de mis ojos mojados dentro de la cabeza.
Del poemario : 7, retomba des nuits (7, recayeron las noches) 2 Lèvres gommées de saut retenu, lèvres de ventricules captifs, lèvres creusées d‘éclairs, de lianes, faux pas aux fièvres, plumes d‘aiguillage, lèvres étouffées d‘ampoules peintes, récifs ailés de persiennes, de volcan, savon – feu, Del poemario: Éther – Mouth (Éter – Boca)
Labios engomados de salto retenido, labios de ventrículos cautivos, labios marcados por relámpagos, lianas, falso paso a las fiebres, plumas de agujas, labios sofocados por ampollas pintadas, arrecifes alados de persianas, de volcán, jabón – fuego,
[ TRADUCCIÓN EN HD ] 3 L’homme est un acrobate non climatisé Branches à la gorge de fruit – hiéroglyphe. Aboiements chevauchés de poings. Retombée U. Lèvres disséquées De torses réglables. Eternité – oubliettes de cordes.
El hombre es un acróbata no climatizado Ramas en la garganta de fruta – jeroglífica. Ladridos cabalgados por puños. Recaída U. Labios disecados De torsos regulables. Eternidad- mazmorras de cuerdas.
Del poemario: Coquillage – rétroviseur (Concha – retrovisora) 4 La mer est solide comme une épave. Son étanchéité naturelle lui vaut l‘honneur d‘être respectée des marées in extenso. La mer, sans reproches tactiques, ne sera jamais loin de nos cellules. Pour oser l‘aimer, il ne faut jamais pleurer. Même les plus petits enfants avec leurs yeux de neige fondue la blessent. La mer essuie pourtant bien ses pieds avant d‘envahir les sables d‘hommes.
El mar es sólido como un pecio. Su impermeabilidad natural le vale el honor de ser respetado por las mareas in extenso. El mar, sin reproches tácticos, jamás estará lejos de nuestras células. Para osar amarlo, jamás se necesita llorar. Incluso si los más niños con sus ojos de aguanieve lo hieren. El mar de muy limpios pies incluso antes de invadir las arenas de los hombres.
Del poemario: Coquillage – rétroviseur (Concha – retrovisora)
EL HUECO: EL MAESTRO LUNA Aquí la librería y el librero tienen el mismo nombre. O al menos así es como se le conoce. Si gastaste toda tu plata en el bar, en puchos, en tu flaca, por no parecer un misio -o es que de verdad eres misio-, ésta es tu librería. Si tienes buen gusto y buena suerte, también. Se encuentra al fondo del local número 233 en el mítico jirón Quilca. Aquí no hay catálogos ni guías. No. Aquí debes zambullirte entre rumas enormes de libros para encontrar el que buscas. Montañas caóticas de papel. Y no es que al maestro Luna le dé flojera ordenar. Es que, según sabemos, cada día hay libros nuevos. El que buenas obras quiere, que la sude.
Esto como estrategia de ventas funciona bien: mientras escarbas y escarbas buscando tu libro, vas encontrando otros que te jalan. Hay de todo. Desde poemarios de Vargas Llosa has-
ta novelas de Borges (y viceversa, claro), pasando por obras caletas, premios nobel que nadie lee o revistas pasadas… y así... Pero cuidado, el libro que encuentres hoy, puede que ya no esté mañana. Apúrate. Con 5 soles puedes llevarte hasta 5 libros (sic). Cuestión de negociar. Pulsear. Además, en la librería de Jesús Luna la recepción es distinta. Aquí puedes entrar tranquilo como en tu casa; sin alguien que te aborde con preguntas u ofertas. No hay radar en la salida. No hay interrogatorios, no hay presión. Ves lo que te gusta, el tiempo que quieras, preguntas, regateas, pagas y ya. Qué más puede pedir un verdadero lector de a pie. (Texto de Chepe Alata)
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[ CONTRA EL MURO ] OSCAR MÁLAGA. Poeta y narrador. Pertenece a esa estirpe de poetas desaforados, viajeros, salvajes. En Construcción de un Puente puso el primer bloque de una obra rara e intensa que ha pasado inadvertida por estos parajes. El siguiente poemario, Libro de los Atolondrados ganó el premio Juan Rulfo de Poesía. Libro imprescindible, de poemas enormes como ríos y eterna sinceridad. Acá, sus respuestas, sus palabras, su voz.
[Entrevista de Lucho Anarko]
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1. Oficio ¿Qué te impulsó a escribir? De verdad, no lo sé. Siempre he leído mucho: libros, revistas, periódicos, chistes, papeles escritos que el viento traía, de todo, y que trataban de todo lo humano y de lo divino. En un principio no seleccionaba mis lecturas. Con el tiempo creo que todo lo que vivía comencé a verlo como si sucediera en un chiste -que es el nombre con los que conocíamos a los libros de comics-. Sospecho que ese fue el momento en el que elegí la ficción como Realidad Total. Es decir que englobaba la que vivía y la que sonaba, imaginaba, creaba. Es decir que podía conversar con Batman o Mafalda igual como lo hacia con mis amigos. Todo lo que sucedía en mi vida era una sola realidad y los hechos, personajes, situaciones, interactuaban entre si. Los siquiatras tienen la mala costumbre de llamar a esto esquizofrenia. Están locos. La poesía llegó sola. Yo había leído una antología de la poesía peruana a los 9 o 10 años y me había gustado, tanto que aún recuerdo algunos versos. Pero su presencia fulminante, arrolladora, se dio una mañana en la Biblioteca Nacional. Yo tenía 14 años, y a ella de pronto la descubrí que respiraba a mi lado, estaba junto a mis primeras lecturas de J.P. Sartre y toda la poesía francesa. Toda la que existía en la Biblioteca Nacional... Fue fulminante. Arrasó rápidamente mis dudas, descubrí que tenía una voz, que la poesía no era un texto sino un destino; no eran un conjunto de palabras, sino una vida. .Y desde esa fecha andamos juntos en las buenas y en las malas. Lograr que se manifieste en un texto es tarea difícil. Pero mi vida es intentarlo. Y esto continuará igual hasta el último día de la eternidad… He publicado algunos libros de poemas, cuentos, y dos o tres novelas. En verdad no publico mucho. Creo que mi más grande y superior placer es escribirla, vivirla. Tengo una voluminosa obra inédita. ¿Quiénes crees que influenciaron en tu obra? No sé si puedo hablar de influencias. Yo no era
una voz. Yo era una esponja. Leía toda la poesía del mundo. Y llegó el rock. Creo que ahora no se entiende bien. Vivíamos en un mundo de cucufatos. De izquierda y derecha. El rock fue un verdadero instrumento de liberación. Movilizó nuestra voluntad de cambiar el mundo. De ser impertinentes. De llenar de goce nuestro cuerpo. Y de encontrar lo nuevo porque nos pertenecía. Y el rock vino con poesía, con poetas… tanto un Gene Vincent, que destruía el lenguaje pero inventaba el amor en –Be-bop-a-hula—baby, como a un Gregory Corzo, cuyo primer libro se llamó Gasolina, y no había cómo equivocarse, las cosas estaban claras. Y aparecía Ginsberg, su poema total, sinfonía de la nueva era, Aullido, y ya no hubo confusiones. La poesía, había llegado para quedarse...Y en esa euforia encontré al gran César Vallejo quien, desde su muerte, vivía una vida que no era la suya... y para mí siempre fue y es el poeta del optimismo, de la solidaridad, de la ternura, nada que ver con esa imagen de dolor de estomago infinito como se obstinaban a mostrarlo. Grande César Vallejo. Muy grande. Y Drumond de Andrade. Y cierta poesía española, el gran Cernuda, Lorca de Poeta en Nueva York, y Jorge Guillén. Y la gran poesía cubana de Lezama Lima y, desde Italia, Salvatore Quasimodo. Y toda la poesía rusa de los 1930, la poesía italiana de toda la vida. Y el solitario Cavafis y el enardecido Nazin Himmet… y Nicanor Parra, algunos libros de Neruda, El Grande, muy grande, Residencia en la tierra. Y la ternura masiva de Juan Gonzalo Rose y el bisturí de W. Carlos Williams. La poesía latina que con sus dos mil años de vida nos llenaba de juventud en los versos de Horacio y Catulo y los epigramas de Marcial y la poesía china, el Gran Tu Fu o Li Bai… o Wang Wei… y el Haiku japonés y la brevedad del satori poético… Y Octavio Paz… ¡Todos! Leímos a todos. La poesía es universal o no es poesía. Si intento hacer una lista de los poetas que he leído y permanecen en mí, sería imposible. Todos están grabados en mí. Son tatuajes. Son versos que siguen construyéndose.
[ CONTRA EL MURO ] ¿Y para qué sirve la literatura? Esa es una hermosa pregunta que está condenada a vivir sin respuesta. En algunos lugares, donde he vivido, se decía que la literatura es un instrumento de liberación al servicio del pueblo. Y lo que en verdad había no eran libros sino catecismos que exigían sumisión. Sin embargo, yo comparto la primera parte de esta oración: es un instrumento de liberación. Pero de liberación y gozo y sabiduría personal. Creo que la poesía -no hablo de ese inmenso mar que se llama literatura, hablo de esas corrientes pequeñas pero de gran intensidad que se llaman poesía. Son motores de liberación que nos empujan a buscar el fin último de las cosas. Los poetas y los lectores de poesía son seres que siempre están avanzando, abriéndose paso en la oscuridad, preguntándose por la verdadera significación de las cosas. 2. Realidad ¿Cómo ves el manejo de la cultura en la actualidad? Vivo fuera del Perú muchos años. Es verdad que estuve entre el 2002 y el 2009. También, que me alegré de que una gran amiga fuera la primera Ministra de Cultura en la historia del país. Ahora lo es un hombre de teatro que conozco, admiro y respeto pero la ―cultura‖ no se hace desde un Ministerio de Cultura. Es un quehacer en el que participamos todos desde todas las perspectivas posibles. La cultura es el saber, el gozo y la obra de la humanidad. La tarea de los ministerios de cultura es apoyar a los hacedores de cultura, a los creadores, a los que tratan de conservar y actualizar métodos de producción de cultura que corren el riesgo de perderse, etc. Pero para eso se necesita presupuesto. Un ministerio de cultura con un presupuesto que no alcanza al 1 por ciento del gasto del estado es una broma o una pendejada. No existe. Lo que sí es real es que la calle, los seres humanos que habitan ese país que es el nuestro, apuestan cada día con más fervor por la poesía, por la literatura, por la creación. Basta ver la cantidad de libros y revistas de poesía publicados, de editoriales que día a día nacen y que se mantienen vivas, de noches de lecturas de poesía con públicos interesado. En el Perú, ser poeta, narrador, creador, es una misión suicida, es saltar al vacio con la esperanza de que a medio camino le crezcan alas que le permitan volar. Creo y me repito: en el Perú los poetas y los creadores son la gran reserva moral del país. ¿Qué consejos darías a un joven poeta? No me atrevo a dar consejos porque no creo haber llegado a ningún sitio. En esto de la poesía nunca se llega, siempre se está cerca. De verdad me divier-
te y da cierta tristeza ver a viejos poetas y narradores hablar horas de horas sobre su catecismo, que consideran debe de ser seguido por los jóvenes poetas. Me llenan de tristeza. La poesía no tiene edad. Y los jóvenes y los viejos, los que recién llegan y los que están ahí hace milenios, todos están inventando caminos para alcanzar la poesía. Y el llegar no tiene nada que ver con la edad. Hay pésimos poetas viejos y pésimos poetas jóvenes. Así es. Además, leemos con el mismo placer un texto escrito hace dos mil años que uno escrito hace un mes. Ambos son actuales. Nadie lee el Quijote o El Cantar de los cantares como quien visita Machu Picchu, no. Ellos son actuales. Funcionan en nuestra realidad cotidiana… Si hay algo qué decir a los que están metidos en esto de la poesía es que hay que perseguirla como un adicto a su dealer… Sin tregua. O como decía el gran Toño Cisneros, como un granadero a su bandera.
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“...la “cultura” no se hace desde un Ministerio de Cultura. Es un quehacer en el que participamos todos…” 3. Bonustrack ¿Qué piensas de los nuevos soportes virtuales? Creo que los nuevos soportes hay que usarlos. Están ahí. De nada nos sirve interrogarnos sobre ellos, porque ellos están ahí en nuestra realidad actuando. Así que lo único que podemos hacer es ver cómo usarlos en nuestra realidad. Creo que el Perú es un país donde son aún sectores minoritarios los que pueden gozar de los beneficios de Internet. La existencia de cabinas de Internet en casi todas las esquinas es el indicador de que aún no se ha implantado masivamente Internet en nuestras casas. Y ese es un objetivo a lograr. Esa es una política de estado que debería de ser coordinada con el sector cultura. Si no logramos que Internet, con su banda ancha, esté en cada casa entonces nos iremos alejando de los evidentes aportes que este trae. En cuanto a los E-book, bueno, ahí están. No me acostumbro y son caros. Leo más en papel. No es lo mismo leer en papel que en pantalla, sea internet o Ipod o tableta. Pero es un avance tecnológico que nadie puede detener.
[ AMAUTA ] EL ESTIGMA DE LAS NOTAS [Texto de Miguel Urbizagástegui] “El maestro aprende de su discípulo cuando enseña. La intensidad del diálogo genera amistad en el sentido más elevado.” George Steiner
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Uno de los problemas educativos que se origina a diario y dificulta el aprendizaje teórico – práctico del alumno es tan tangible que lo podemos ver en un simple registro de notas. ¿Qué hay allí? Además de ver números pintados en azul y rojo, un salón de clases divido. Es decir, lo que hace el maestro, quizás sin darse cuenta a la hora de calificar, es clasificar a sus colegiales y crear, valga la redundancia, un salón de clases, donde por un lado están los ―eruditos‖, por el otro los ―mudables‖ y al fondo los ―indiferentes‖, empleando eufemismos. El exceso de la competitividad e individualidad promovida en la educación ha ocasionado que se deje de lado la cooperación entre ellos, haciendo del colegio un mero concurso donde aquellos que memorizan el teorema de Pitágoras son los únicos ―rescatados‖. Debido a ello, en los jóvenes se difunden pensamientos erróneos, como el que es más ―rebelde‖ es el más respetado entre ellos. En este artículo explayaremos algunas propuestas para mejorar esta situación educativa, la cual, al fin y al cabo, nos compromete a todos. En el nivel primario y secundario de la educación escolar, se califica la práctica y el examen mediante letras (A, B, C, AD) o números (de 0 a 20). El significado de los mismos es tan grande que según el valor obtenido por el alumno, ya sea aprobado o desaprobado, el profesor y los padres de familia comienzan a comparar, no sólo académicamente, sino íntegramente a un escolar respecto a otro, adjetivándolos como ignorante o inteligente, y esto sólo por decirlo en los términos más ―delicados‖. Por tal razón, las consecuencias psicológicas que las notas pueden tener en el educando son nocivas y hasta pueden llevar al suicidio (en las noticias lo vemos a diario: jóvenes que se matan por el terror de salir desaprobados en el colegio y lo que podría sucederles, etc.). El hombre se subyuga ante un ente que él mismo ha creado. Es admisible llorar a causa de la pérdida de un ser humano o albergar nostalgia de no ver a tus seres queridos, como también sentir la alegría
que se comparte con los amigos, pero ¿es posible ante algo irreal? Además, para los aprobados genera una felicidad totalmente alejada de la felicidad, es decir puede sólo generar emociones superficiales. Es por ello que el estudiante no puede permitir que las notas controlen su estado de ánimo. Y lo mismo va para los padres de familia. Lo digo porque es absurdo llorar o sentir alegría o malestar ante dos números abstractos, inexistentes. Y lo que es peor, conlleva a la violencia entre compañeros de estudio (el famoso ―bullying‖), debido a una separación irracional, descabellada, entre ellos mismos, generada por las calificaciones que dividen a los que ―sí saben‖ de los que ―no saben‖.
Un sistema, de cualquier índole, que padezca en uno de sus lados algún desperfecto o falla, está condenado al fracaso y debe ser cambiada por otra mejor ordenada y planteada. Nuestro sistema, desde luego, es obsoleto y debería ser reemplazado cuanto antes, ya que más allá de invitar al alumno a aprender por voluntad, lo somete a la necesidad de apro-
[ AMAUTA ] asignatura, recurriendo al plagio o al pago corrupto filósofo ácrata Bakunin, ‖el primer día de vida escolar de un dinero, ocasionándole al alumno, finalizando – si la escuela recibe a los alumnos a una edad en que el colegio, un casi carente conocimiento profundo de apenas ha comenzado a balbucear – debe ser el de los cursos estudiados durante su vida escolar. Como mayor autoridad y el de ausencia casi total de liberdice Robert Owen: ―Todos los males de la vida se deritad, pero su último día será el de mayor libertad y el van de errores en la educación.‖ de la abolición absoluta de todo vestigio del principio Nuestra propuesta es abolir las notas en el nide autoridad―. Lo que debería existir en los colegios vel primario y secundario, algo semejante a lo que se es la competencia sana, de la cual el único adversario hace en Finlandia, recordemos que es el ‗país ejemplo‘ que tendría el estudiante sería él mismo. Es decir, la e cuanto a educación se trata, con la diferencia de que autoevaluación es lo que permitirá al alumno el poder solo la suprimen hasta quinto de primaria. Aunque del pensar, desarrollada con la guía adecuada que digan algunos docentes que la nota es un medio de brinda el profesor de orientar el aprendizaje de aquel motivación, insisto en que no lo es, ya que la principal y su desarrollo personal. Quizás Séneca, conspicuo motivación se ejerce durante la clase, mediante la filósofo estoico, diría lo mismo, hoy en día sin sorpreconstante conexión del alumno con el profesor, un sa a pesar de los siglos, cuando sobre la educación de diálogo donde ambos aprenden. Como diría el destalos antiguos romanos se refería: ―que no sufra ningucado McCourt: ―Si uno enseña y no aprende, no está na humillación, ninguna servidumbre; que nunca le enseñando.‖ sea necesario rogar suplicando ni le aproveche haber Por otro lado, es menester tener como primacía rogado,…en las competencias con sus compañeros no los exámenes orales. Eso permite la ausencia de abruconsintamos ni que sea derrotado ni que se aíre; ponmadores plagios y nos otorga una mayor evidencia de gamos empeño en que sea íntimo de aquéllos con los lo aprendido por el alumno, sin caer en el memorisque suele luchar, para que en la competición se habimo. Los exámenes escritos deben existir también, petúe a no querer hacer daño,…cada vez que triunfe y ro dándole al educando mayor amplitud de expresión haga algo digno de alabanza, consintamos que se aniy libertad de pensamiento, tachando esa calificación me, no que salte de gozo; pues al alborozo sigue la mundana que lo único que hace es distinguir a los exaltación, a la exaltación la arrogancia y la estimacolegiales, separándolos unos de otros cuando todos ción excesiva de sí mismo.‖ tienen la capacidad para aprender. Esta idea ya ha sido enunciada por nuestro gran Jean Piaget: ―El ideal de la educación no consiste en aprender lo máximo, ni alcanzar los máximos resultados, sino es, ante todo, aprender a aprender. Se trata de aprender a desarrollarse y aprender a continuar desarrollándose después de la escuela‖. “Aunque digan algunos docentes que la nota es un medio de moDistanciarlos entre ellos tivación, insisto en que no lo es, ya que la principal motivación por esas notas solo trae y genera se ejerce durante la clase, mediante la constante conexión del envidia, egoísmo, vanidad, depre- alumno con el profesor…” sión, etc. Es más, me propongo a darles una pregunta que me causa vergüenza, ya que Recuerdo una vez haberme sorprendido al sade por sí es ridícula: ¿qué diferencia hay entre un jober que el término paedagogus en principio se refirieven que tiene 15 de nota y otro 14?, ¿uno que tenga ra al esclavo encargado de acompañar al niño camino 20 y otro 17?, o peor aún ¿uno que tenga 11 y otro a la escuela y de vuelta a casa. Hoy en día, el pedago10? a estos dos últimos los separa un punto y sin emgo debe cumplir un rol comprometido con su sociebargo uno aprueba y el otro no. Considero que a nindad en la formación de los futuros ciudadanos que, a guno se les puede quitar las oportunidades para diferencia del esclavo, acompaña al niño por el caaprender: el que tiene 10 no puede ser marginado y el mino de la sabiduría. Pero en el Perú, ¿cuántos son en que tiene 11 se malacostumbra a aprobar los cursos verdad esos pedagogos? Que quede este texto para de esta manera mediocre. las críticas tanto discrepantes como concordantes. En un país supuestamente democrático como el Invito a todos a que reflexionen y apoyen en la causa nuestro, los principios de libertad e igualdad deberían por un verdadero cambio en la Educación. promoverse desde las escuelas donde, como indica el
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[ RELATO ]
Las raíces del amor [Por Orlando Mazeyra Guillén]
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Correr todas las noches por la ciclovía de la avenida Salaverry no es la mejor manera de culminar la jornada, sin embargo, es una necesidad imperiosa, casi biológica. Una exigencia del espíritu para controlar la ansiedad y atenuar la melancolía. He huido de casa. ¿Hasta cuándo? Me liberé de esos lastres (familiares, les dicen) que hace mucho me estaban provocando una perniciosa «seca» literaria, como diría aquel obsceno pájaro de la noche (que, a través de un torpe ejercicio alucinatorio, siempre trato de encontrar en medio de los viejos árboles de esta tranquila avenida). También he escapado de ella, pues cada pedazo de mi ciudad —que conozco de punta a punta— me recuerda a Micaela. Al cielo. Al infierno. A Micaela, que es un poco de ambas cosas. Cara y cruz. Verdad y ficción. Micaela ya está con otro. Así cumplirá los designios de su iglesia evangélica: aléjate de los ‗gentiles’. Suena el celular mientras bajo el ritmo y apenas troto. Es un número que no tengo registrado en mis contactos: —¿Aló? —pregunto. —¿Con Orlando? —Sí —asiento—. ¿Con quién hablo? —Javier Arroyo, el padre de Micaela. —Buenas noches, señor Arroyo —lo saludo sorprendido. ¿Qué ha pasado ahora? Él nunca me había llamado antes. Es un tipo seco, directo. Siempre me pareció alguien franco y, sobre todo, honesto. —No tan buenas… —y siento una ligera molestia en el tono de su voz—. Creo que mi hija Micaela ya te informó que ha empezado una nueva relación y que, por lo tanto, no quiere que la acoses. —Señor Arroyo, ¿cómo la voy a acosar si me vine a vivir a Lima para olvidarla? —No me interesa si estás en Lima o en Miami como aquella vez en que la dejaste llorando —dice con ironía y siento como si un manojo de alfileres se me clavaran en el pecho—. Ella me ha dicho que le sigues escribiendo correos electrónicos, que le mandas mensajes por teléfono… Fotografías… ¡Basta ya! —Señor, ¿qué quiere que haga? —Que te comportes como lo que eres. —Entonces le prometo que no le voy a hablar ni siquiera por el chat, no volveré a molestarla. Le doy mi palabra. Ahora mismo borraré el número del celular de su hija. —Eso espero. Buenas noches. —Buenas noches. Es el fin de un ciclo, pero me resisto a voltear la página. Ahora sí: esta llamada me obliga a hacerlo. Nunca supe aceptar la vida tal como es. Vuelvo agitado al hotel Jet y tomo Rivotril para sentirme en un Jumbo. No puedo. Me pongo a llorar mientras en el televisor Mónica Delta da lecciones de moral. La soledad me aplasta y la música ofrece el telón de fondo con Calamaro y mi gente, mis dominios, mi vida: «flaca, no me claves tus puñales por la espalda, tan profundo: no me duelen, no me hacen mal. Lejos, en el centro de Arequipa, las raíces del amor donde estaban, quedarán…» Al día siguiente voy a una de las tantas cafeterías Berisso que hay en Lima (a un par de mesas, Don Isaac, el
[ RELATO ] padre del presidente, toma un café mientras repasa los diarios). Tengo una cita con un escritor que respeto (y al que quiero como si fuera un amigo de toda la vida, un gran confidente). Le suelto algunas de mis muchas cuitas y tribulaciones. —¿Qué hace usted en Lima? —me pregunta. —Trabajando, o intentando hacerlo… Pero también estoy en Lima porque Arequipa… —Le asfixia —se anticipa y acierta. —Sí, me asfixia y ya no me enriquece para escribir… —Pero hay gente que no sale de sus cuartos. —Se refiere a los escritores-corcho, ¿verdad? —Trato de decirle que no se necesita de mucha calle para escribir. Simplemente conversar con los libros, navegar con ellos. A mí, por ejemplo, me alegra que me falte esquina porque estamos superpoblados de esquinas, ¡tenemos demasiada esquina! ¡Esquinas prestas para las criolladas y las argucias de los pendejeretes! Esquinas para «pragmáticos» en el sentido más laxo y más negativo que usted se pueda imaginar. Me alegra que me falte calle, no tengo la calle suficiente porque no he querido, ha sido una decisión. La esquina, muchas veces, es lo peor de Lima. —Entiendo —le digo no muy convencido. —Y entonces, ¿en qué está buscando trabajo? —En realidad, a mí me gusta escribir, como usted bien lo sabe. Quisiera que mi escritura me diera de comer. —¿Y qué puertas ha tocado? —En realidad, no conozco a nadie en Lima. Además, mi entorno familiar lo que menos quiere es que yo escriba. —¿Por qué? —Porque lo asocian… —Con su malestar… su crisis existencial… —Así es —lo reconozco sin dudarlo—. Pero también con ese afán de venganza, con mi deseo de ajustar cuentas con toda la gente que yo creo que me ha hecho daño. —Es una amenaza que usted escriba. —Para algunos pocos… —Porque a usted le ocurre un poco, me imagino, lo mismo que a Bayly. La familia teme a Bayly por lo que pueda contar. Y eso que ya ha contado bastante… —Para mí Bayly es un escritor de raza pero que tiene mucha pereza, que no explota todo su talento que es enorme, al menos yo lo entiendo así… —Sí, claro. —Pero no aprieta el acelerador, no llega hasta el fondo. —Bayly, hay que reconocerlo, es depravadamente talentoso. Ahora, también es un tipo autodestructivo en esencia. Es un manual de la autodestrucción. —¿Pero no hay algo de autodestructivo en la creación? Lowry decía que no era posible vivir sin amar… y, bueno, no se puede amar ni crear sin destruir. —Lo que pasa es hay muchos escritores autodestructivos anárquicos: que todo lo que tocan, lo quiebran. Lo que ha hecho Bayly con su familia es un exceso… casi literario. Él no tiene límites, quizá ése sea un mérito bukowskiano: el no permitirse fronteras. ¿Usted está en lo mismo, verdad? —Creo que sí. —Entonces prepárese porque el Perú, Lima en especial, es un entorno hostil, salvaje, y se ensaña con los inteligentes, con los débiles. No se olvide de que somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos. —Por eso escribo sobre mi familia: porque, si soy así, quiero recordar qué cosa fui, en qué entorno viciado crecí… Quiero explicar por qué el árbol creció torcido… —Yo le hablo del país que nos tocó. —Bueno, querer ser escritor en el Perú es un disparate, casi una aberración. Cada día lo corroboro. ¡Y en la Lima sobre todo! Lima, en términos literarios, vendría a ser algo así como el VRAEM… y quizá me quedo corto... si uno sueña con ganarse con la escritura en Lima es muy probable que termine en Comala... —Eso es bueno y es malo. Es bueno porque si uno sobrevive acá, también podrá hacerlo en la cumbre del Himalaya. Y es malo porque es cuesta arriba, en el Perú todo es cuesta arriba: siempre. —Y si se llega a esa cumbre, ¿qué? ¿Hay algo más? —No lo sé: yo todavía no he llegado. ¿O acaso quiere que le mienta?.
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[ RELATO ]
Tres panes [Por Omar Livano] Todo comenzó cuando le dije a Silvana que tenía hambre. A ella no parecían importarle mucho mis quejas. Estaba más preocupada por su entrevista. Se alisaba la blusa y se acomodaba el cabello. Repetía una y otra vez los mismos movimientos. La mañana era gris y el tenue brillo solar opacaba aún más su traslucida piel. Ella me suplicó que la esperase. Yo, que moría de hambre, traté de resistirme. Luego, consolándome, me dijo que apenas saliera almorzaríamos juntos, sea la hora que fuese. Y yo, obviamente, acepté resignado. —No tardaré mucho me dijo —pasando la palma de sus manos por mis mejillas. Cerró los ojos y se mantuvo quieta, como esperando un beso de despedida.
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Estuve más de media hora dando vueltas alrededor de un parque. El cansancio hinchaba mis talones. Supuse que no estaría mal si me sentaba. Cuando ubiqué un sitio, mientras estiraba los dedos dentro de mis zapatos, un tipo se acercó y me miró suplicante. Insinuó con la mirada un permiso que ambos dimos por tácito. Se sentó. Era gordo y llevaba un maletín marrón. Enterró su mano en el maletín. De repente apareció entre sus dedos una fotografía. De rato en rato escudriñaba la imagen detenidamente. Como si algo de él, algo muy importante, hubiera quedado para siempre encerrado en ese papel. Luego, con una paciencia reprochable, volteaba a mirarme. Sus ojos eran negros y acuosos. Su asechanza me puso muy nervioso. Supuse que esperaba a que yo le dijese algo. Que le preguntase por la foto o por su angustia. O, tal vez, por las dos cosas. Sin embargo, lo único que atiné a preguntar era si conocía algún restaurant. —Dos cuadras a la derecha —me respondió casi mecánicamente. —Gracias —le dije y me puse de pie. Hasta entonces no imaginé que Silvana demoraría tanto. Estaba tan preocupada en la mañana. Caminaba en círculos alrededor de la habitación. Sus pasos sonaban como gotas de un caño mal cerrado. Yo estaba echado en el sofá. Fumaba y le pedía que se tranquilice. Ella me miraba y, aunque hubiera deseado mandarme a la mierda, solo dejó brotar de su rostro una sonrisa que más parecía una amenaza. Pensé que sería buena idea dar un par de vueltas más. Como siempre fui por la sombra, sin prisa, despreocupado. Las calles límpidas y la luz del sol, que apenas asomaba, chocaba contra un parabrisas, formando una mancha blanca incontenible. La gente caminando, caminando, caminando. Todos ansiosos, todos apurados. Estaban presionados, pensé, sus vidas los presionaban. Sus responsabilidades los habían arrojado a la calle y los ponían en una situación desesperada, en aquel estado de maquinación sofocante. Imaginé a Silvana tal como los veía a ellos. Andando con sus tacones que golpean el piso y ella fingiendo que busca algo en su bolso. Algo que no encontraría, pero que la llevase a entender que lo que hacía (sumergir su delicada mano en esa cavidad) no era más que una excusa para sostenerse, para no sentirse controlada. La imagen desapareció de golpe, dejándome un sabor a metal en la boca. Pobre Silvana, pensé. Pero seguí caminando. Luego, más impaciente, volví a acercarme a la puerta del edificio. Lo único que encontré fue un guachimán perdiendo su nariz en un diario. Le hice una pregunta y su respuesta fue ininteligible. No insistí. Ya que el hambre crecía (era como una garrapata hinchándose dentro de mi estómago. un bolsa de sangre a punto de reventar dentro de mí. No imagino cómo se vería un estómago repleto de sangre.
[ RELATO ] Tampoco quiero imaginarlo), decidí buscar aquel restaurant que mencionó el tipo gordo. Al inicio pensé en ir con Silvana, pero ella quizá demoraría aún más. Aparte del hambre, no tenía otra razón para apurarme. Teníamos toda la tarde para estar juntos. Como todos los días, nos la pasaríamos bien echando una siesta o viendo una película en casa. El tiempo para nosotros transcurría de la misma manera que transcurre para los gatos. O para los cocodrilos. Nunca había apuros ni reproches. Solo dos cuerpos refregándose, de vez en cuando; y la seguridad, atada como pasadores, a nuestra vida. Por eso, cuando me hablo de trabajar, no la entendí. No vivíamos con lujos, pero la pensión de mi padre bastaba. Mi padre era un hombre frío (conmigo), pero responsable. Cuando le dije que deseaba vivir solo, no se opuso. Es más, me asignó una mesada que bien podía parecer un sueldo. Nunca estuvo cerca de mí: ya sea por trabajo o por sus citas. Aún así, su decisión altruista no me sorprendió. Él siempre había anhelado tenerme lejos. Y ese deseo, en realidad, era recíproco. Caminé las dos cuadras que me hacían falta para llegar. Luego volteé a la derecha y la calle era más bien angosta y desolada. Pensaba encontrar un festival de comida. Multitudes. Un toldo inmenso colgando del techo y la fachada. Mozos arrastrando a los clientes hasta una mesa. Televisores encendidos y gente descontenta comiendo y escuchando noticias. Pero no. En ese lugar la gente entraba y salía muy ordenada. Casi programada. Por un instante sentí que invadía un territorio ajeno. Metí mi mano en el bolsillo trasero y me cercioré de llevar la billetera conmigo. Más decidido, caminé hasta llegar a la puerta. Debajo de un toldo azul se hallaban dos mesas repletas de comensales. Todos masticaban en silencio. Como si ninguno de ellos se conociera, como si cada uno perteneciese a una especie diferente. Las mesas, por su disposición, llegaban hasta la calle. En un principio noté que no había lugar para mí. Entonces reconsideré la idea de marcharme, hasta que sentí la asechanza de una mesera. En el primer vistazo que le di no alcancé a ver su cuerpo o su rostro, pero sí que sentí sus ojos. Llegaban hasta mí con una pesadez y una fuerza tal que podían atraer una montaña. Entré, busqué lugar y esperé. —Qué se va a servir joven —me preguntó la mesera, quien ahora no solo era una mirada incorpórea, sino que había tomado la forma de una señora amable. Llevaba el cabello sujetado por un carmín negro y una blusa celeste de manga corta con blondas en el cuello. Se percató de que su pregunta caía en el vacío o caía sobre la mesa y me acercó la carta. —Es un lugar pequeño pero se come muy bien —me dijo la mujer sonriendo. —Un lomo saltado está bien —le dije, sin ver su cara, sin pensarlo siquiera. —¿Sopa o entrada? —Qué hay de entrada —pregunté —Huancaína —Entonces una sopa —le dije. —Sopa y lomito —dijo ella, tal vez con la intención de memorizar la orden. Cuando me trajeron los cubiertos y las servilletas apareció ante mí el gordo del parque. No lo vi cuando entré. De haber sido así, quizá, hubiera pensado en buscar otro lugar. O en seguir esperando a Silvana. Era cierto que hasta el momento no me había hecho nada, pero la sensación de necesidad que me expresó en el parque era suficiente motivo para odiarlo. Estaba sentado y me daba la espalda. Sus codos, vacilantes, insistieron en mantenerse apoyados sobre la mesa, sosteniendo todo el peso de aquella figura enorme. A sus lados estaban dos niñas que no pararon de lanzar alaridos y carcajadas. Debieron tener entre doce y catorce años aproximadamente. Parecían hijas suyas. Los demás clientes se quejaron del desorden y la bulla que venía de su mesa, pero él ni se inmutaba. Enrollaba los tallarines en el tenedor y se los embutía con total voracidad. Las niñas siguieron jugando. Sus voces eran chillonas y potentes. Verlo a él tan tranquilo, en medio de ese escándalo, hubiese desesperado a cualquiera. —No, mi papá me lo comprará a mí —chilló la menor— ¿verdad, papá? —Si se lo das a ella —respondió con voz nasal la mayor— me tienes que llevar el sábado donde mi tía. —Si la llevas a ella también me llevas a mí —arremetió la menor. —¡Tú no! — le dijo la otra. —Tú no mandas —contestó, de inmediato, la menor— mi papá manda. ¿Verdad, papá? —Si la llevas a ella, yo no voy —dijo la mayor cruzando los brazos. —Mejor para mí —respondió la menor.
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[ RELATO ]
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— ¡Papá! —Imploró la mayor— a mí también cómprame uno. De rato en rato las miraba o parecía que lo hacía. Luego siguió masticando con la cabeza gacha. Su rostro apareció lánguido a través de un espejo empotrado. A pesar de su inmensa presencia, él estaba ausente. Una capa de sudor lo cubrió. Los demás clientes continuaron quejándose sin reparo alguno. Hartos de su serenidad le ordenaron al tipo que callara a sus hijas o que se retire. Que haga algo, lo que sea. Al parecer el gordo tenía la intención de controlarlas, pero sus susurros se diluyeron con el griterío. Ellas siguieron perdidas en la discusión y no notaron, para nada, las quejas de la gente. El gordo se levantó y caminó hasta llegar al baño. Cuando las niñas lo vieron de pie un repentino silencio invadió su mesa: platos regados con restos de comida, vasos y una canasta con tres panes. De un momento a otro, se vieron desprotegidas delante de todos los ojos inquisidores. Se metieron algunos bocados de comida a la boca y permanecieron en un silencio canónico. Pasaron 15 minutos y nadie, excepto yo, notó que el padre de las pequeñas seguía encerrado en el baño. Quizá estaba muerto, pensé. Otro cliente le reclamó a la mesera por la demora. La mujer se dirigió hasta la puerta del baño y tocó con suma paciencia. Del otro lado la respuesta era el silencio. Un pequeño puñado de gente intentó acercarse para averiguar qué sucedía, pero antes de que llegaran y lo rodearan, el tipo abrió la puerta. Traía el cabello mojado y una un semblante gastado. Era como si en ese baño hubiese perdido la mitad de su vida. Cuando llegó a su mesa notó que sus hijas arrasaron con el refresco, así que pidió un poco más. —A mí también —agregó la hija mayor, estirando su vaso. —¿Postres? —preguntó sonriente la mujer que, a pesar del escándalo, se notaba complaciente con ellos. —Sí, sí —respondieron las niñas. —Pero si todavía no acabamos de comer —repuso el padre. —No hay problema, podemos ir trayéndolos —respondió la mujer. Bajó la cabeza y se quedó mudo. La mujer calló por unos segundos y luego pidió permiso para llevarse las cosas, pero cuando trató de levantar la canasta con los tres panes, el brazo obeso del tipo la detuvo. —Eso no, —le dijo— eso me lo llevo. Todos volteamos a verlo. Algunos solo de reojo, otros con una risita escondida en los dientes. Yo, inevitablemente, sentí una lástima y un terror inconmensurables. A pesar de que pasaron más de 15 minutos desde que terminé la sopa, mi lomo aún no llegaba. Pregunté a la mesera y ella me suplicó que tuviera paciencia. —Ya sale, estará calientito —me dijo. —Es que tengo prisa —alcancé a decirle, pero no tuvo mayor atención conmigo. La mujer caminó hasta donde estaba el gordo para alcanzarle la cuenta. Sus hijas ya estaban afuera mientras él contaba con cuidado el cambio. Cuando salió, el ambiente se tornó refrescado, pero no apacible. La gente empezó a murmurar. A decir cosas que nunca (por más que tuvieran con un cuchillo en la garganta) se hubiesen atrevido a decirle directamente. La mesera limpió los restos de comida mientras movía la cabeza de un lado a otro. Resignada o conmovida. Cómo saberlo. Traté de pensar en mi padre. Buscaba algún recuerdo, un berrinche mío que le haya traído una situación así de bochornosa. Lo intenté, pero no pude. No porque no existiese, sino porque la imagen de Silvana caminando rumbo a su trabajo, haciendo sonar sus tacos contra el suelo y buscando ocultar la vergüenza en su bolso, apareció como una pesadilla. Recosté mi cabeza entre mis brazos y traté de presionar los ojos lo más que pude, hasta sentir que una gama de colores se arremolinaban en mi visión. —No —me dije— ella no sería capaz de hacerme esto. Llegó mi plato. Estaba humeante, bien servido. Al parecer la demora había valido la pena. —¿No hay pan? —pregunté. —No joven, se terminó —me respondió la mesera. No respondí. Quedé ensimismado y fijé la mirada en la mesa donde el tipo se sentó con sus hijas. Quise pensar en él y, al mismo tiempo, quise pensar en mi padre. Quizá estuve a punto de conseguirlo, pero entonces sentí que alguien llamaba. Era Silvana. —Dónde estás, amor —me preguntó. —Almorzando —le respondí— por qué no vienes. Este lugar parece bueno. —Dónde es —su voz parecía afligida. —Cruzando el parque, dos cuadras y a la derecha. ¿Vienes? — Voy —respondió casi obligándose a hablar. — ¿Cómo te fue? —pregunté impaciente antes de que colgara. No respondió. Me escuchó, pero no se atrevió a responder.
[ RELATO ]
Se busca un culpable [Por Armando García] Tiene el arma debajo de la correa del pantalón. No está segura si atacar por la espalda o de una distancia apropiada para poder escapar. No tiene la menor idea de cómo se dispara un arma, si existirá alguna fuerza que la empuje hacia atrás, si caerá al suelo, si perderá el conocimiento; y eso la hace dudar pues quiere tener tiempo para escapar o para dispararse a sí misma de ser necesario. Es probable que nunca haya decidido disparar hasta hoy. Se pregunta ¿Quién será la víctima? Quizás un joven de los que salen a correr a estas horas de la mañana por el parque del distrito, tal vez una de las uniformadas empleadas del hogar que regresan presurosas con el pan de la mañana, a lo mejor sorprendería a uno de los lujosos carros que transitan por la avenida, quizás, se pondría adelante y el auto frenaría en seco, el conductor quedaría desconcertado y ese sería el momento preciso para apretar el gatillo. Aún no lo sabe, pero está segura que hoy lo sabrá y eso la ha impulsado a tomar el arma que tenía guardada en el cajón de su ropa interior. Ha salido a la calle con un pantalón de jeans que dibuja sus caderas deliciosamente y una blusa mal abotonada. La pistola Taurus calibre 38 debajo de la correa es un bulto que nadie nota. La rapidez de sus pasos sólo la evidencia de la premura de hacer algo importante a pesar de que todo esto en el fondo le parece tan absurdo. Intenta no pensar, no recordar nada de su pasado. Intenta caminar más rápido buscando personalmente a su víctima, aquella infortunada persona que se le cruce en el camino en el preciso instante en que ella decida disparar y escapar. ¿Y si no escapa? ¿Si mejor se queda de pie observando cómo la sangre de la víctima va alejándose del cuerpo que le pertenece? No, aún no lo sabe pero está segura que cuando llegue el minuto de la decisión no dudará de nada. Llega a una calle de casas blancas y jardines muy bien cuidados, cruza la pista sin pensar y sin mirar hacia los lados, un auto frena y el conductor le grita palabras groseras que ella no escucha. No. A él no debe matar. Debe matar a alguien completamente inocente. Debe disparar sobre el cuerpo de alguien que no lo merece, alguien que planeó cuidadosamente el transcurso de este día sin saber que apenas pasaría del desayuno. La ciudad está nublada. El rumor del mar le suena a una canción placenteramente triste. La brisa que hace bailar sus cabellos largos y sueltos le da cierto alivio, una señal que le dice que su decisión es correcta, que siga, que no se detenga. Piensa ir al malecón, donde los pescadores terminan con sus faenas y amarran sus botes para irse a duchar. Voltea al saber que es buena idea. Todas las noches pensó lo mismo, salir con la pistola escondida, decidir apuntar y cerrar los ojos mientras la bala mortal va saliendo de su Taurus como pidiendo permiso hacia un cuerpo que en pocos minutos dejará de tener sentido. No sabe por qué lo hace, qué es lo que la lleva a terminar quizás dos vidas, la suya y la de su víctima. No intenta darse una explicación, no busca un motivo exacto ni culpables. No busca nada. Sólo sabe que pronto disparará, que dentro de unos minutos habrá sido capaz de hacer algo diferente, de saberse valiente. Llega al malecón y se palpa el arma debajo del pantalón. Está ahí, esperando el momento en que ella decida hacerlo. Camina bordeando el mar. Dos jóvenes que corren se le cruzan y voltean a mirarla. Ella se enorgullece al sentirse bella aún en esa situación. Se acomoda el cabello, remanga las mangas de su blusa y sabe que el momento llegó. Saca la pistola y la mantiene apuntada al suelo. Parece que nadie se ha dado cuenta pues todos
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[ RELATO ] caminan como si nada extraño ocurriera. De pronto se siente ridícula. Vuelve a guardar el arma y se sienta al borde del muro del malecón. Han pasado cerca de diez minutos y ella ha recobrado la calma. Aún quiere matar a alguien pero no quiere llevar sobre su espalda la culpa de una muerte estúpida, sin sentido. Se pone de pie y regresa por el camino por el que antes vino. Las mismas calles, el rumor del mar todavía llega y la brisa nunca se ha ido. Vuelve a cruzar la calle de casas blancas y jardines muy bien cuidados. No mira a nadie, nadie la mira. Se cree invisible y por eso ensaya una sonrisa forzada que pronto cambia por una actitud seria y calmada. Está a punto de llegar a casa. Quizás se acueste otra vez en la cama y despierte al mediodía para ir a comer algo al comedor municipal, en dónde los hombres la tocan mientras hacen fila esperando el almuerzo. Después volvería a casa a lavar la ropa que se le ha acumulado todo el fin de semana. Por la noche se pondría la minifalda y la blusa de siempre y saldría a la Avenida Arequipa a venderse al mejor postor. Y quizás mañana a esta misma hora vuelva a comprender que hay cosas que no cambian con una pistola en las manos. Quizás. Antes de llegar a casa se detiene frente al espejo de una peluquería y se ve de cuerpo entero. Es ella misma dentro de quince años, piensa. Es ese mismo rostro y cuerpo que tantos hombres anhelan y que ella decide alquilar por falta de sabe Dios qué. Saca el arma y apunta a su imagen en el espejo. Hace el amago de disparar pero no lo hace y pronuncia con sus labios la onomatopeya de un disparo. Ya estás muerta, se dice, y camina lentamente hacia casa.
GARABATOS
[De Cynthia Sónika]
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“RAMAL” Lápiz acuarela blanco sobre cartulina canson negra Córdoba, 2012
“ALIENTO” Carbón sobre Cartulina de hilo blanca Lima, 2012
[ POESÍA ] La serpiente, el árbol y Edén Si hay un hombre eclipsado ante los astros Hay un hombre en este mundo que despierta Amanece con los estruendos de la tierra De pie entre el sueño Acariciando mi cuerpo de prado Si existe este hombre La vida gobierna en mis hojas Tanto como la muerte Y él en mi pecho de árbol todo el tiempo incendiado
[Itza Coral]
PREGÚNTALE A LOS MUCHACHOS Helado de mora “Tu alma de chirimoya” Rafo Raez Intuyo que tu cuerpo está hecho de helado helado de mora y te sostengo entre los dedos y tu nariz es fría como la luna aunque ni siquiera haya visto la luna pero me aseguro de hacerte canciones de esas que ya no se transmiten por radio y luego te prometo un vestido color luna y tú me dices pero cómo si no conoces la luna yo te respondo con sinónimos que remojo en miel y acerco hasta tu pecho y te muerdo los hombros y siento un voltaje recorriéndome el pasado ya luego tú te derrites y yo me pregunto cómo puedes derretirte bajo la luna y me explicas algo que yo no entiendo o no quiero entender pero estás ahí como una alfombra morada que se diluye sobre un parque a las seis de la tarde y yo junto mis manos para darte una forma me desespero y caigo pataleo entre tus muslos y siento que golpeo tu estómago o que lastimo tus ojos y batallo, otra vez, por darte una forma pero termino bañado de helado y la luna se esconde a las seis de la tarde. [Luciana Soto] Alumna de 5º Año / Colegio: ―Christian Barnard de Tahuantinsuyo‖
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[ POESÍA ] H-D-P Te llevo entre mi pus, conchadetumadre. Por si algún día tu alma se ahoga en su propia locura por si recuerdas el almíbar mortal de mi ano la sal en mi austeridad. Te llevo en la furia de mi sexo, por si la belleza se agrieta con mi luz por si tu pene da pena en las tinieblas por si el sol te eyacula dolor. Te llevo en cada uno de mis mares por si ahogo tu mente con una mamada por si se agota tu llanto de pecados cuando suplicas perdón en la ducha por si mientes hijo de puta. Te llevo en el cementerio de mi piel entre mi psoriasis y los dedos de mis pies en los escombros de un poema desalmado te llevo en el humus, en la porno, y sobre todo en las suelas de mis zapatos. [Lena Orduña]
[ 32 ] MORALEJA Mi pobreza puede traducirse en brazos más largos en amor. Sino pregúntale a mi abuelo el que alimentaba jilgueros y buitres con restos de su piel. Él te responderá muy gustoso: ―Si me arrancaran todo pero todo el pecho tendría más espacio para poderte abrazar‖
ORIGAMIS Mira estas manos de papel. has con ellas barcos flores estrellas o niños felices que tengo mis ojos y en todo mi camino las instrucciones [Antonio Chumbile]
[ POESÍA ] Haiku de otoño Se han escrito tantos poemas de amor en el mundo que ya no caben más. Poemas que comienzan con un ―Nosotros no inventamos el amor‖ o llegan desde una noche primaveral con: ―I remember your cool body‖. Por otra parte, sería poco virtuoso recurrir a viejas triquiñuelas (con el perdón de los postmodernos) y abrir el Antiguo Testamento en El Cantar de los cantares (2:14), por ejemplo, y anotar: ―déjame oír tu voz, porque tu voz es dulce y amoroso tu semblante‖. Pero la muchacha tal vez esté interesada en temas más seculares (MBA y/o el Chat por ejemplo). Mas siempre quedará el recurso de la criba para no patinar y quedar como un burdo imitador de Bécquer o de Silvio Rodríguez. Claro que si la muchacha es bonita y tiene nombre de ninfa deseada/ soñada y finalmente amada siempre nos quedará el camino de la concisión. ¡Musa de ensueño, muéstrame el camino! Desbórdense sonidos, fragancias y música excelsa que me trae el recuerdo: Lejos de la urbe, el rumor del río ahoga sus sollozos.
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[Marlet Ríos]
Cronómetro Entre la ventana abierta bajo la frente todos tenemos un reloj dependiente del tiempo que nos dan sobre el tiempo imperante, absoluto asesino, el único capaz de extirpar a Dios cuando quiera de la mente infernal del hombre. Si tú no haces nada en tus momentos de duración el tiempo hace algo por ti en tu péndulo: matarte. Sin un escape, te empuja, te tarasca, y la pila se va gastando, malgastando, agotando con cada suspiro, segundo, respiro, minuto, las manecillas pierden sus piernas lentamente dejan de andar, suavemente, y como por un infarto se detiene, sin poder gritar la pila, tú, las manecillas, tú, tu tiempo, tú, el reloj ya no sirve para nada.
[Miguel Urbizagástegui]
[ POESÍA ] YUGI-OH Para farfullar lo que existe en el alma Para lamer la filosofía de tus muslos El mercurio de tu pelo/ Lo que se agita cuando eres la mitad del camino recorrido Un bosque estrujado por el viento asilo de la oscuridad y vino pasquín de rebeldía Así escribir para estrujar lo que no puede la mano El agua flotando al filo de la madrugada Los satélites del Love Los amantes del circulo polar Lo que las venas aspiran en su lento Y espeso VIAJE
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Una puerta: tus medias negras como cicatriz fauna salvaje que muere por glutamato en los arcos de fuego fatuo fasto fama poder escribir para decir Lovemidu Lovemidu / quizá/ alguna salsita Yo soy la rueda tu eres el camino Algo así tan rico tan de otros tiempos tan así como tener un cuerpo hecho a la temperatura en que se hacen los caballos a la temperatura en que se hace el amor a la temperatura en que se hace el tiempo enroscado en tu cuello como un mono dulce sobre el asfalto de muchachas intelectuales y madres con sonrisa de algoritmos ESCRIBIR Lo que caiga De tus nalgas De tu culo Lo que te salga Como bailando Del cuerpo Recuerdos Y más recuerdos Llllllllllllllllllllllllleeeeeeeeeeeeeeeeeeeenaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrrrr Hojas asuetos feriados días campañas champiñones ideas jazz jas jazmín temporada de patos tiempo gravedad cabeza fosforo verde rojiazul tiempo Yu gioh Y teletransportarse De Y quemé las cortinas. [Julio Barco]
[ INFILTRADOS ] Lena Marice Orduña Vega (Cusco, 17 de Diciembre de 1989), estudió Economía en la Universidad Andina del Cusco, pero se dedicó a la poesía sin compasión. Entre sus influencias, están Charles Bukowski, Ernesto Carrión, Luis Hernández, el psychedelic rock, y el infaltable sexo. Su primera publicación fue en la antología femenina ―Eghos‖ (2005), siguió ―Fuera de Consonancia‖ (2007), editada por ―Laparcalestial‖ y plaquetas independientes en las que no escribe con el corazón, sino con las glándulas: ―Jimmy Jazz‖ (2010) y ―Mares‖ (2011). Ademásparticipó en la antología de la Caravana Literaria ―Tratado de la Página en Blanco‖ (2012).
Márlet
Ríos
(Piura,
1976): Estudió Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos e ingeniería electrónica en una universidad privada. Ha publicado poemas en las siguientes revistas: Ónice, Bocanada, Dedo Crítico, Bosque de latidos, Socialismo y Participación, Estudios Privados. Traduce poesía norteamericana (Snyder, Rexroth, Sandburg, Bukowski). Poemas suyos aparecen en la revista digital Ping Pong (http:// www.revistapingpong.org), de República Dominicana. Ha publicado el poemario ―La balada de Crates y otros poemas‖ en el 2010. Hace entrevistas y escribe textos socio-políticos para publicaciones alternativas (Acción Directa, Desobediencia, etc.). También escribe narrativa. Vive actualmente en Lima.
Itza Coral (8 de febrero, 1992).Ya he cambiado de piel en estos días.
Orlando Mazeyra Guillén (Arequipa, 1980). Escritor y periodista. Publica sus relatos en el semanario Hildebrandt en sus trece y es Editor Cultural de la Universidad La Salle de Arequipa. Ha prologado el último libro de Oswaldo Reynoso, En busca de la sonrisa encontrada. Seguidor del FBC Melgar, Maradona, Calamaro. Alcohólico en recuperación. Su último libro de relatos se titula Mi familia y otras miserias. Blog del l i b r o : h t t p : / / mifamiliayotrasmiserias.blogspot.com/
Miguel Urbizagástegui. Profe de inglés y francés. Ganó el concurso de poesía en la ―Primera semana de Lengua y literatura de la UNFV‖. Y finalista del ―César Calvo‖. Pronto arrojará al público su primer poemario: Escombros.
[ 35 ] Velcy Rojas Atahuamán (Cerro de Pasco, 1989) Egresada de la especialidad de Literatura en la UNFV. Su infancia transcurre por los versos de Juan Gonzalo Rose y su adolescencia por las canciones de Los Ecos. Persigue mariposas amarillas.
Armando García. Estudió Derecho en la UNMSM pero lo dejó poco antes de terminar. Ahora está terminando Lengua y Literatura en la UNFV y considera que fue una buena elección. Ha ganado algunos concursos literarios y ha perdido otros. Su libro de cuentos titulado ―Se busca un culpable‖ está a punto de ver la luz.
Cynthia Sonika, de Lima la horrible y tan querida a la vez… Eso sí hija de migrantes y, también, chola. Siguió sociología de la UNFV, eso dicen, pero en realidad es la que atropella sus pasos por los caminos que le toque transitar; anda comiéndose los dolores. Ganadora del concurso de pintura 2012 y 2013 de la UNFV, participante del festival Lima. No es muda. Y tanto hecho sucedido, fuera de las fronteras de Lima, de forma fortuita, va tirando al tacho la teoría de la causalidad… porque es muy cortazariana e hincha del flaco Spinetta y al carajo lo demás. Anda intentando ser menos infeliz, se garabatea lo poco que queda y ahoga sus palabras de vez en cuando…
Y TAMBIEEÉN VIENE: LAXANTE / ATROPELLO POÉTICO II / 2º FESTIVAL DE POESÍA: CHICLE, CIGARRILLO, POESÍA / ME LLAMO SUDOR / Y QUEMÉ LAS CORTINAS / ESCOMBROS / DEFORMES / Y POR SUPUESTO… TAJO 8.
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RECLUTAMIENTO ATENCIÓN. URGENTE: ¡TE NECESITAMOS! ERES VITAL… para los Ataques Poéticos, el 2do Festival de Poesía Ambulante, el 2do Atropello Poético… para TAJO 8… para el aliento, la lucha, el arte, el júbilo… HACES FALTA: Tu voz, tu voz existe. En el jardín de lo soñado. En las aulas. En la calle. Debe tronar. Asumir. Reventar. Expandirse. Derramarse… Envíanos TODO lo que tengas: tus propuestas, ideas, cuentos, poemas, ensayos, artículos, reseñas, fotos, propinas, apoyo moral y demás armas al correo:
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