CONOCIMIENTOS_UTILES_ParteVII

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Los Conocimientos úliles.

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CONOCnliENTOS DE FISICA. MEDIDA DEL CALOR (1).

Hay todavífl otra graduacion del termó· Así, cuando se tiene una temperatura ex· presadaen g-rados F., pAra tener la eq nimetro que difiere de las dos explicadas y es conveniente conocer. Es la debidfl al valente en centígrados, se resta primerafisico prusiano Fa.r enheit. Consiste en lo mente 32, y el resultado se multiplica por siguiente: punto superior de la escala c¡o. Vice-versa, cuando se tiene expresada 'c orrespondiente al calor del agua hü·vienen centigrados, la equivalente en grados F . se obtiene multiplicando aquella por do, se conser:va el mismo, pero el inferior, 0 ó sea el ce1·o, es mucho más bajo; corres/a y añadiendo al resultado 32. ponde á la temperatura producida por una Si la comparacion quiere hacerse con el mezcla frigorífica, compuesta de sal amotermómetro Reaumut·, no hay más que niaco machacada y nieve. Además el inobserva¡· que el espacio dividido en este en térvalo comprendido entre estas dos tem80 partes, lo está. en 180 en el de Farenheit; peJ·aturas fijas y extremas se divide en 212 por consigo ien te, 80 grados R. eq ui valeu partes ó grados. El termómetro Farenheit, - en grados Farenheit á 180, y por lo tanto colocado en el hielo fundente, marca 32 1 un grado R. vald1·á 110/ 1 0 ó 9/ 4 degrado F., grados; de modo que el cero de los termóy recípt·ocamente un grado F. será 4/t de metros Reaumur y cen.tígrado equivale á grado R.: de modo que la reg·la es la mis32 grados F. Resulta de esto que el mismo maque á.ntes, sustituyendo en la ope¡·aespacio que en el primero está dividido en cion el quebrado 4 /e al'/& cuando la con100 partes y en el segundo en 80, está diversiones á grados de Reaumur. vidido en el de Farenheit en 212 ménos 32, Finalmente, para terminar con este ó sea en 180 partes. Se deduce de esta punto haremos observar que ha de tenersencilla observa.cion el medio de convertir se cuidado con el signo que resulta al res· grados centígrados, por ejemplo, en gratar 32 del número de grados Farenheit, dos Farcnheit y vice-versa , operacion que que es nuJnos, y dará gt·ados negativos sí ocurre practicar, porque usándose en al- el número propuesto del cual hay q'Ue gunas naciones, como Inglaterra, Holanrestar 32 es menor que esta última canda, América del Norte y otras, el citado tidad. termómetro de Farenheit, se oye ó lee una Despues del árido punto que dejamos medida de temperatura expresada en graexplicado, vamos á presentar una nota dos de este termómetro, y es p~eciso, para curiosa de algunos puntos notables de la darse cuenta de su valor, calcular la corescala termómetrica por órden de menor á respondiente en escala conocida ó usada mayor, observando, por si algun lector lo en nuestr·o pais. necesita, que el signo O colocado en la·par· Ahora bien; deciamos hace un momento te superior . del número se lee~grado: el que el espacio dividido en lOO partes en el sigoo +que se lee más, quiere decir que termómet1·o centígrado, lo está en 180 en es número superior en la escala al cero el de Farenheit; por consiguiente, lOO del termómetro, y en fin, que el signogrados C. equivalen en grados Farenheit qne se lee rtténos, como ya anteriormente ti 180, y por lo tanto un grado C. valdría hemos indicado, indica gr·ados de la divi0 110f , sion inferior al cero. Hé aquí la nota: 00 ó / 5 de grado F., y recíprocamente un grado F. valdrá ' 00/ 180 ó 5/e de grado F. - 140°, temperatura probable de los espa· 1 (t) Véase el nitmCt'O anterior. CÍOS CelesteS.

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- 110°, temperatura más baja que se pue-

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de obtener artificialmente. 57°, temperatura más baja obset·vada en las regiones más frias de la tiet·ra. 40°, temperatura á la cual se congela el mercurio . 0°, temperatura á la cual el hielo se funde y tambien á laque el agua pasa al estado de hielo. + 38°' tempem tura del cuerpo hu mano. + 54°, tcmpet·atut·a más alta observada á lu. sombra en los países. más calidos de la tierra. + 100°, temperatura del agua hirviendo, + 300", tempe t·atura á que entra en ebu· llicion el mercurio. + 'i00°, temperatura del hierro rojo. + 1600°, temperatura necesaria para la fusion de los metale-3 más difíciles de fundir. + 2070°, temperatura más elevada que se sabe p¡·oducir. Como se observa en esta nota de tempe · ratut·a.s, el me1·curio se cong·ela á - 40° y entra en ebullicion á350; no se puede pues emplea¡· el termómetro de mercurio más q ue pat·a temperatut·as comprendidas en tre estos límites, y aun quedan más reduCiliOs, porqne la expet·ieqcia ha demostrado que la dilatacion del mercurio no es re_q1~Za1·, es decir, proporcional á la intensidad del calor m·ís que de- 36 á 100 grados; poi' consiguiente el termómetro no da indicacionesexactas más que entre estos límites. Pa1·a tempet·aturas más bajas puede emplearse el tet·mómetro de alcohol, que no se congela á la más baja conocida, y en cambio no sirve para temperaturas elevadas, po•·que entra en ebullicion á tem peratum illferior á 100 graJos. Cómo, pues, se miden las temperaturas supet·io¡·es á lOO gt·ados'? Se emplean para el efecto ot1·a clase de instrumentos, llamaclos pirómetros, cuya descrípcion no entra en el plan de estos artículos. Con tinuemos con los termómetros. Hemos dicho al principio que se babia empleado un g·as, el aii·e, para la constl'uccion J el tel'mómetro, y que daríamos una idea de este instrumento; vamos pues

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L os Conocimientos útiles.

á decir dos palabras del termómetro de

ai1·e. El termómett·o de aire, como su mismo nombre lo indica, está fundado en la dilatacion del ait·e. Se reduce á un tubo como el del termómett·o ordinario, lleno de aire seco, y abierto por su extt·emo; contiene una pequeiia columna de mercurio que sir-, ve de índice y separa el aire seco del tubo del ait·e exterior. Colocado horizon talmen· te, si la temperl1tura aumenta ' dilatándose el aire contenido en el ÍLterior 1lel tubo en· tt·e uno de sus extremos, donde se halla el depósito ó receptáculo del aire y el índice de mercut·io, este índice es empujado por el aire dilatado y avanza en el tubo apróximándose al otro extremo; si, por el contrarío, disminuye la temperatura, se contrae el aire y el inclice marcha há.cia el depósito. Aunque parezca, por lo que acabamos de decit·, que este instrumento es tan sencillo, no es así: el in t¡·oclucü· en el tubo aire pe1·~ rectamente seco, r.ecesita métodos yapa- ratos especiales; ladeterminacion de la tem· peratura que corresponde á cada cantidad de espacio q uerec01·re el índice en virtud del coeficiente de dilatacion del aire, y teniendo en cuenta la presion atmosférica, es dificil; en fin, basta su uso es incómodo, porque se necesita un tubo de gran longitud. Y no decimos más sob1·e este punto. Hay otras muchas clases de termómetros con aplicaciones divel'sas á las cíencías, cuya descripcion seria larga y aun enojosa en este lugar, asi q ue~ solamente expondi·emos para terminar este capítulo de los termómetros una disposicion ideada para determinar las temperaturas extremas ósea la máxima y la mínima de cada dia, que es la del termómetro, denominado de nuixima y mí'ltima. Y hacemos esta excepcion porque hemos visto que á muchas pet·sonas ha ocurrido, al leer las observaciones mcteurólogicas de cada día, y entre ellas la máxima y mínima altura que ha tenido la columna termomét1·íca, decir que habl'ia observadores constante y contínuamente empleados en estar mirando al termómetro y anotando sus alturas. Y en efecto así ser·ia sin la disposicion ideada para el ter mómetro que vamos ádesct·ibir.

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Sobre una lámina de cristal ó de otra nos parece juzgando por la impresion que hace en nuestt·os órganos. Pero si en esta sustancia se colocan dos termómetro.,s oragua. tanto en invierno como en estío, dinarios, cuyos tubos están encorvados, y colocamos nn tet·mómetl·o, el verídico insquedan colocados horizontalmente. Uno tru mento acusa, á pesar de la diferencia de de los terroómett·os es de mercurio, y el otro de alcohol. Dentro del primero hay estaciones, una misma tempet·atura. En un peq ueüo cilindt·o de acet·o que se colo- este caso, á quién creer y referit·se, á ca en contacto con el mercurio, y puede nuestrosót'g-anos ó al tet·mómetro? A este último evidentemente. Y en efecto, si el moverse libremente dentt'o del tubo, de agua del pozo conser·va en todas las estamodo que es empujado por la columna de mercurio cuando este se dilata por la ele- ciones una teroperaturn constante, de 10°, vacion de temperatunt, pero permanece por ejemplo, al paso q ne el aire que nos quieto y no es atraido por aquel liquido rodea desciendo en inviet·no á 0° ó más, y sube eu estío á 25° ó 30°, cuando intl'oducuando se contrae , pot·que no hay adherencia entre el mercul'io y el acero. Resul· cimas la mano que está rodeada del aire á ta de esto que el cilindro de acero sirve de 0° en el ag-ua á 10°, esta nos parecerá ca liente , y, por el contt·al'io, cuando la indke para marcar el punto más distante á pasamos del aire que tiene 25° á la misma. que durante el clia ha llegado el mercurio, es decir, que acusa la temperatura más agua de 10°, esta última nos parecerá fria. De modo que una misma temperatuelevada, por lo cual este termómetro se ra puede ser calificada de fria ó d~ calienllama de máxima. Dentro del tubo del terte, segun las cil·cunstaucias. Siendo esto mómetro de alcohol hay tambien un cilioasí, el fdo no tiene existencia propia. Un clro pequeiio de esmalte que corre por el tubo y no es impelido por el líquido cuan- cuerpo no es frio sino con respecto á otro · más caliente, ó pot· mejor decir, todos Jos .-do se dilata, pero cuaudo se contrae le lle· son calientes, solamente que en cuerpos de -.;·a consigo por un efecto ele adhesion, y nosotros los calificamos diversos, gl'ados la marcar modo que sirve de índice para fdos, segun que tiE'nen de ó calientei! ele más la mayor contraccion dellíq uido, ósea que nuestros órg·anos calot· ménos ó más terllama baja tempet·atura, y poi' eso se en contacto. ponen se ellos con cuando sin pues, mómetro de 'mínima. El aparato, muy caliente, y caliente, es hielo El sirve , estal'le observando continuamente mucho su bajar hacer puede se porque tem,dos para marcar al cabo del día las mezclas las en sucede corno , temperatm·a peraturas extremas. Pasemos ya á otra cuestion interesante frigoríficas artificiales; las altas reg-iones de las nieves pet·pétuas tienen tambien su que creemos tiene aquí su lugar. Examinando el cuadt·o de temperaturas calor, porque su temperatura es más ele· que hemos dado más arriba, en donde se vada que la de las regiones polares donde hallan los grauos del j1·io más fuerte que el mercurio se congela y el vino se corta á se sabe pt·oducit·, ocurrirá á alguno pre- hachazps: estas últimas, á su vez, tienen guntar, cómo es que el termómetro cons- calor, porque los espacios planetarios en truido para medir el calor es tambien pro- Jos que la tierra se mueve son aun más pio para medir el frío~ Qué es el fdo '? Tie· fríos, y así continuando, sin que sea posine una existencia propia~ Es alguna cosa ble saber dónde se pára esta progresion decreciente del calor. El calo•·, pues, está opuesta al calor'? No : el frio no es nada: no hay frío : no tiene sentido propio esta en todas partes; el frío no existe; es una palabra: expliquemos esta pa1·adoja, como palabra para expresar un grado de calor inferioll'á otro con el cual se compat·a; no dice un hábil escritor. tiene sentido ni existencia propia, sino Supongamos que se saca agua de un pozo profundo: en el momento de sacarla puramente relativa . al aire la encontramos fria en estío, ca- · Y con esto terminamos lo que nos habiamos propuesto decir respecto á la meliente en invierno; esto es al ménos lo q~e

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@~----~-------------------------------------~ ~ L os Conocim.ientos útiles. ~ 332 dida del calor, aun cuando el asunto exigía [ niente al género y objeto de la publicacion. mayor cxtension y más ámplios detalles, tratándose bajo otro aspecto que..elconve-

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en que estos artículos se escriben. F.

CARV.UA.L..

HISTORIA POLlTICA .

LA PÉRDIDA DE LAS AMÉRICAS:. (Contmuacion )

IV. Creían los ilustres hombres de Cádiz que su laboriosa Coustitucion habla de ser el remedio universal, y no maravilla por tanto que esperasen con extraordinaria fé que, con la promulgacion de aquella carta. allende los mares, terminasen pronta y radicalmente las agitaciones y_ los disgustos. Pero era tambien necesario prescindir de los antecedentes, la índole y las condiciones de los reinos de América, lo mismo que de la naturaleza de sus relaciones con la Península, para aguardar tal cosa. Aparte de esto, tam~ poco hubo tiempo-como luego veremos-de que la Constitucion surtiese efecto en el Nuevo Mundo: más aun cuando la conducta de los gobernadores y cnpitaoes generales hubiese sido ot1·a, de seguro no hubieran quedad o satisfechos. lo.; deseos de aquellos inmortales legisladores. No os del caso oxarrrina1· la obra do Cádiz, nt ensalzar su vaiOI', habida cuenta, así de sumérito iutrínsoco, como de las especialísimas circunstancias en que se hizo, y de las prendas de energía, inteligencia y patriotismo que suponeen sus autores. Bastaría el título V (de los tribunales y de la adminlstracion de justicia en lo civil y criminal) para que con profundo respeto mirásemos la Constitucion gaditana ; pero no es bajo este punto de vista como debemos ahora considerar aquella famosísima obra. Los legisladores d& Cádiz habían pensado que !ajusticia, lo mismo que la conveniencia, exigían la completa asimilacion de los reinos de América á la Península; así que la Constitucion de 1812 no sanciona diferencia alguna·entre los dos hemisferios-como no se tenga por lo contrario las leves modificaciones que sufren algunos artfculos de· aquella Car-ta en puntos secundarios 6 de detalle, y el-silencio que se ob-

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serva en ella respecto de la es··lavitud, indirec-· tamente suncionada. La misma cuestion de razas, que salttl á p¡·ímera vista, la Constitucion la so1·tea (que no resuelve), determinando en sus tits. t .0 y 2. 0 las condiciones generale& de la nacionalidad española y de la ciudadanía, por cima de las distancias y de los climas. De esta manera, si el art. 5 ° reoonoce el carácter de españoles á los hombres libres, nacidos y avecmdados en los dominios de España, á los extranjeros naturalizados por carta especialó por avecindamiento, y á los libertos que adquieran la libertad en las 8spnüas; el art. ·18 preceptúa como condicion de 111. ciudadanía, la nacionalidad del individuo por ambas líneas, y el22 extensamente t1·ata uo los españoles que por cualquier línea son habidos y reputados por originarios del A frica, á quienes -las Oórtes; apreciando sus servicios á la pátria, su talento, apli cacion y conducta, podrían conceder carta de ciudadano, supuesto, siempre que fuesen ingénuos sus padres ( 1). Fue1·a de esto, el gobierno superior de laMonarquía con sus Sec1·etarios del despacho y su Consejo de Estado, la unidad religiosa, la le-

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Es notabilísima la discusion habida en las Córtes de

C!l~i• sobro el reconocimiento de los derechos de ciudadanía

a los

libros do color. La mayorfa de los dipulad~s americanos lo pretcudion, si bien los mas negaban el derecho de ocupar altos puestos y de venir á las Cbrtes a los negros y m u lotos; con•inien~o todos en exigir como única condicioo lu de que el hombre de color fuese hijo de padres iogénuos. Los ~lputodos peninsulares, que al principio babian sido los más avanzados cuando los omericnuos titubeaban. des pues se negaban a l tal reconocimiento, comprendiendo que el deseo du los nmcriconos (y usi eo·u la verdad) consistía en reconocer tt los homb~s de color &Oio el darecho do votar, ó como ellos llomabnn, el .lOio.nctivo, para oumenlar la reprcsentacion blanca de América. Cloro que por cima do- esta.! miserias estaban hombros como Alcocer y Lorraza!Jal.

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gislacion civil y criminal, la representacion en Córtes, la organiz ..cion de tribunales y la administracion de justicia en lo civil y criminal, el gobierno intel'ior de las provincias y de los pueblos, las contribuciones, la organizacion de la fuerza militar nacional, y en fin, las bases de la instruccion pública, son unos mismos para América que para la Península. Cierto que, á pe· sarde todo esto, subsistía ciet·ta diversidad, por ejemplo, en materia de contl'ibuciones, en punto á liber.tad de tráfico, respecto de las fiwultadas de los O.obernadores superiot·es y de los Vireyes, y en tln,-como antes hemos clicho,por lo que hace á la esclavitud, reconocida solo en América; pero estos eran puntos que qued·a bao (uct·a de la Consbitucion, considerados como propios de las leyes secundarias y que podían ser resueltos de una ú otra manera sin exigir modiftcacion alguna de un solo articulo constitucionul. No era esta la tradicion española en puuto á gobernar colonias. Si no lo probase cumplidamente la comparacion detenida de la Recopilacion de Indias con nuestros Códigos generales, bastaria reparar por un momento en la signiftcacion y alcance del famoso Consejo de Indias, que en la Península residía, así como en el caractet· y atribuciones de los Virey es y de las A udiencias allende los mares. Compuesto aqueL de dos salas (u11a de justicia y ott·a de gobierno) no solo era. el tribunal de apelacion en los graves negocios contenciosos, sino el confeccionadar exclusivo de las leyes especiales que importaban á las Indias, y el único conducto por donde debieran ir las disposiciones superiores á lasColonias; de tal modo, que solo con el sello del Consejo eran estos ncuerdos valederos. Por otra. parte, las Audiencias revestian un doble carác· ter, y así mientt·as pot• un lado en tendían en los negocios contenciosos , por otro debian ser consultadas en los asuntos graves de gobierno por los Vi reyes y Capitanes generales, y en determinados casos y solicitadas por los particulares· agraviados, podian intervenir en defensa de estos contra las medidas de las autoridades.- Por último las leyes de ludias habían cuidado de poner en manos de los Vi reyes el summum de la a utoridad , para resolver en los casos críticos y urgentes, como pudiera hacerlo el mismo Rey si posible fuere el consultarle. De esto resu}ta que si bien la suprema direccion de las cosas americanas era atendida y practicada desdo aquí, esto es, desde la Peninsula, en cambio se dejaba á los poderes previacintes de América gran autoridad y facultades sÚperiores á las de sus semejantes del resto de·

la Monarquía. Sin duda que esto no se hacia de la mejor manera, pues que lo mismo en la Península que en las l,ndias, se prescindía del elemento popular. y aun en estas últimas estaban desatendidos rompletamente los naturales del país, t·ecibiendo los vireinatos y capitanías generales todos sus empleados y directot·es de la Península, máxime desde que con los últimos Felipes desapareció en ambos hemisferios la Ulenor soml.H·a de libertad: más no puede negarse que con el s istema de las leyes de India,s podían set· mejor atendidas, mns pt·onto, más discreta y más eficazmente (supuesto el régimen a.bsolutisttt que en todst la nacion privaba) los negocios especialísimos de aquellos lejanos países, que con otro sistema de asimilacion completa, calc~.tdo en tm principio de infecundo y opt·esivo centt·alismo. Inútil nos parece insistir en las diferencias que separaban á las Indias de la Metrópoli, y no ménos impertinente se nos antoja deteuernos en demostrar los graves perjuicios que á l1>s intereses dú aquellas babia de trae1· la resolucio u de todos sus problemas urgentes, y todos sus graves y peculiares negocios desde la Peninsula,-esto es, á muchos miles de leguas de distancia-.v en época en que las comunica clones no eran fáciles. Esto, sin em burgo, fué lo que sancionó la Constitucion de 1812; advirtiendo que si bien inspirada la obt·a. gaditana en un sentido demom·á~ico, sus preceptos distan abismos de aquellibe•·alistt.o radicul que, reconaciendo al individuo la plena autonomía así en la. esfet·a po lítica, como en la económica, como en la social, limita el poder del Bstudo á lo me· ramente indispensablo- para asegumr el órden político, admin1istmr justicia y representar la persohalidad nacional en el coneiet·to de los pueblos <:ivilizndos,-y consiguientemente hace poco temí ble la incompetencia, la Inoportunidad ó el extra vio de las uu toridades superiores. Nada de esto sucedhl con la Constitueion del 12; y el Gobierno seguro estaba de ententrer á cada paso en cuestiones de puro interés Individual ó local, así como las Córtes debían star prepnradus á tomar resoluciones sobre asuntos que ni de oídas con ocian, por pertenecer á lejanas y singulares comarcas. Algo preocupó esto á las Córtes de Cádiz, si bien nunca llegaron á dominar la cuestion ni á verla tal cual en si era. Cierto que el problema era gravísimo. En primer lugar era la cuestion colonial, que la misma Inglaterra no resolvió sino cuarenta años despues-, y aun de un modo que no nos satisface pot· completo. Des pues, el problemn habia ve-nido al debate ba.jo la forma de· ~

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Los Conocimientos útiles.

una protestll de los americanos contra el modo, para ellos ofensivo, que la Península tenia de apreciar la igualdad de los reinos de uno y otro hemisferio. ¡Qué mucho que las ilustres Córtes de Cádiz resolviesen la cuestion proclamando íL la post1·e, con un desinterés que admira, la igualdad absoluta de la Peníosuht y de lus reinos de América; igualdad imposible, á lo menos en todo el rigor y toda la ex.tension que los legisladores gatlitanos pretendieron! Pero hemos dicho que algo de lo que estamos ob'lcrvando entrevieron las Cór tes de Cádiz. 'l'rntábni:ie de los Sec¡·eta1·ios de Estado y del yespacho (cap. 6. 0 , tít. 4. 0 ) y no fué floja la discus ion que versó sob1·e si había de existi1· un Mini¡¡tro especial de la Gobe1·nacion para Ult¡·uma¡·, y dcspucs de conseguido esto, sobre :;;i habían de ser dos (uno pur·a la América meridional y otro para la setentrional con las posesiones de Asia) ó uno solo, como al cabo se acordó (1). Tratábase de las facultades de loo ayuntamientos y de las provincias, y se discutió y aprobó que 'tln Ult1·amar pudiesen las diputaciones, con expreso consentimiento del jefe de la provincia. usar de los arbitrios más convenientes p~r~ la ejecucion de obras de utilidad comun, si la urgencia de es&as no permitiese esperar la resolucion de las Córtes, así como que velasen sobre la economía, órden y prograsos de las misiones para la conversion de indios infieles (.2). Tratábase, de la supresion de los Consejos especiales para di vid ir las funcione.s administrativas de las puramente contenciosas, creando el Consejo de Estado y el Supremo Tribunal de Juaticia; y si bien se sostuvo por alg-unos diputados que la mitad de los individuos de aquel alto cuerpo debia ser de ILmeriC!UlOS, al cabo no se sancionó esto, lo g¡·ándose que doce de sus miembros, á lo ménos, fuesen nacidos en las provincias de Ultraruar (3). Tratábase de las Audie!).cias de América., y se examinó J aprobó que estas pudiesen conocer de los recursos de nulidad lo mismo que el Supremo Tribunal y á diferencia de las Audiencias peninsulares (i-) .... . Et sic de cretcris . Cla1·o se vé que todas estas concesiones á la especialidad. de los asuntos de América no po dían satisface¡· sus necesidades. Nosotros creemos (y permítasenos esta digresion) que dada la extension y poblacion de las Américas, era una locu¡·a pensar en la unidad nacional al modo que

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los hombres de Cádiz la deseaban ( i). Proclamada la ausoluta igualdad de americanos y pe . ninsulares (base de la unidad nacional que ellos prcteodian) lógico era pedir representacion en Córtes bajo uo pié de extricta igualdad tarobien; y á coocede¡·Jo las gaditanas, tarde que temprano sucedería que el mayor número de diputados.soria americano, y que se plantease la cuestion de llevar la ca pi taliuad ¡¡,las Colonias, como ya por aquellos tiempos se sugirió . .A. este dispa1·nte, lógico despnes de todo, las Córtes_ tle Cádiz ocul'l'ieron oegánclose á dar el carácter de t:iuuadanos, y por tunto á contarlos para g t·a_ dua1· la rep¡·escntacion de las Américas, á los hombres ele co lor libres: mas har to se compt·ende cuán injusto era este acuerdo, y q ué poco conciliable con el espíritu democ rático de la Constitucion. Pero aun supuesto que la extension y poblacion de las Américas no fue1·an tan considerables ~oo respecto á In Península; y aun dando de barato que los legisladores de Cádiz hubiesen cerrado los ojos ante el porvenir, aceptando eo toda su trascendencia el principio de igualdad, comprenderíamos que se hubiesen declarado no os mismos, en la Península y en las Indias, los que en el lenguaje político moderno se llaman derechos individuales, que se hubiesen extendido á Ultramar lll.legislacion civil y criminal; y hnsta todos los tí tu los de la Constitucion gaditann en que se trata de la nacionalidad y la ciudndaoín españolas, de las Córtes, del rey, de los t¡·ibuoales, de las contribuciones, de In fuerzn militar, de la instruccion pública y de la observancia de la Coostitucion. Quizá esto hubien~ prqdu.cido buenos efectos gor el momento: quizá de esta mape¡·a hubieran podido continuar las buenas relaciones de americnnos y peninsulares por cuatro, ocho y hasta doce años, satisfecha en algqn modo la ené rgica aspiracion de lii.Jertud de aquellos , y dispuestos unos y otros á sortear los conflictos y á acallar las A nuestro parecer, el mero hecho de la rcvolucion implicubu lo s,epnracion de los reinos de América y lo l'enlnsulo : solo 11uc thla scparacion, para producir buenos ereclos, no podía sor, por entonces y aun bas1an1e despues, absolula y deOntliva. El problema, pue~. que desconocieron los legisladores de Ciltlit, consistía en dar con un medio de preporar la pronta emancipacion de las Américas á la sombra de la bondoro cs¡aMouln. Yo 611 toempo de Carlos 111 babia entrevisto esln oveniUalitlad el r.onde de Arando, proponiendo que ñ los vireínnlos americanos ruesen Inranles de España. -No queremos ni podemos insistir mas en este punto, que ~roela A In cneslion colonial: cueslion que se debe re~oh•er siempre Oja lu vist:o en un principio cx)'nnsivo, aunque vn liando siempre los medies, segun las corcunstancias r las (i)

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~~~-------------------------------------------- ~© Los Conocimientos útiles. 535 ~ q nejas, en gracia del princi pío igualitario á que la Constitu<:ion . y soure todo Stl ex.tension á Ultrnmat· obedecía. Pet·o lo que nunca poddarnos ~alificar de discreto y de eficaz es la pt·o mulgacion allende los mares de todos losartículos del titulo 6. 0 de aquella famosisima Cou;:titucion. Trata aquel título del gobierno de los pueblos y de !as provincias, y si bien autoriza á los ayuntamientos y diputaciones para cuidar de la salubridad y comodidad púulica, para administrar é invertir los caudales de propios y arbitl'ios, pat·a cuidar de lus escuelas, hospitales, hospicios, etc., etc., y do lt1 construcci.on de caminos y demás obras públicas, pura proponer al Gobierno y á las Uórtes los arbitrios necesarios para sus empt·esas, etc., etc., siempre están sometidos á leyes y reg lamentos especiales y harto nimios, así como á la iotervencion y aprobucion del superior Go bierno. Pues bien, esto es inadmisible en buenos principios de política y admioistracion; esto ha protlucido y pt·oduce siempre el aniquilamiento de la vida local y poco á poco la muerte ele! pnís -pero esto era en las Américas, dada la distancia que las separ aba y separa de la Península, y supuestas sus particulares condiciones físicas y mot·ales, pura y sencillamente imposible. A más, fuera de la Constit ucion quedaban muchas cuestiones sin resolver; cuestiones que

importaban á. la vida económica de aquellos países ~ que tocaban al comun de lns gentes, capaz de apl'eciar antes las necesit.lad •~s materiales que las morales y politicas-y á que los rebeldes habían atendido de un modo g eneralmente acertado, haciendo que sobre él tomase n a;;iento g randes y respeta bles inte re.ies ~ o era de e.;perar, por tanto, que mientras e,;tos no q uerlasen á salvo, sancionados ex plicitnmente pot· un articulo constitucional, dejase de t.ener formidable:; enemigos la obra de Cádiz, nl que mientras las ntlcesidacles materiale:; no fuesen atendidas de un modo análogo á las políticas, concluyese el desconteato de los americanos. Por todo esto la Constitucion de t 8 12, la Constitucion sola, no potlia satisfacer las nPcesidades de Ultramar. No es que fuese d.:musiado, como dicen alg unos, suponiendo g raciosamente que la obra de Cádiz et·a en pu:1to á libor tades, radical y casi anárquica: es que no era BASTA liTI:: . Como luego veremos, las autot·idades españolas no dieron tiempo á que pudieran apreciarse los efectos de !u. Constitucion en Amél'ica, en todo el ai1o l:.J.y parte del i4, es decir, desdo su pr·omulgacion hasta el triunfo del absolutismo en la Prmins ula; pero aun cuando no hubiet·a pasado así, no nos habl'ia e.::tt·aiiado qLte ó. la pos tre los americanos se quejasen de la Curta, á que nosotros d imos y aun damos una verdadera y merecida importancia. (Se continuará) RAFAEL M. DE LAnnA.

CONOCIMIENTOS VAHIOS.

EL ÓPIO. El ópio es un jugo espeso de una es pecie de adormideras blancas. La palabra ópio viene de la voz griega oitO<;', que quiere decir jugo por excelencia, porque en ciertos casos produce

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efectos admirables. Segun las ficciones mitológicas, la diosa Cérea fué la que enseñó á los g riegos las virtudes del ópio. Homero habla en sus poesías de un jugo casi divino, y á no dudarlo, el nepantes, planta que, segun el poeta, calmaba los pesares de los hombres, y de la cual Elena compuso

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el filtro que dió á Telémaco para producirle este efecto, no era otra cosa que ópio. Entre los h istoriadores de la antigüedad, Polibio y Herodoto hacen tambien mencion, y sus obras no dejan dudn alguna sobre el uso que de esta planto. se hacia ya mucho tiempo antes de su época. La planta que produce el ópio es originari:t de Oriente; se cultivaba en otro tiempo solamente en la India y en la Persia. Tras portada á Europa, ha concluido por aclimatarse al~o en todas partes. El célebre naturalista Tournefort

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fué el primero que, bácia fines del siglo XVII, aportó de Levante á Francia la adormidera blanca. Para extraer el ópio se hacen incisiones horizontales sobre las cápsulas ó cabezas de adormidera aun no maduras. Sale de estas incisio nes uu licor blanco, qlte se espesa en forma de lágrimas, primero de un color amarillo claro, dospues mó.s oscuro, á medida que avanza la madurez de la planta; en seguida se deposita esto Jtcot· en un mortero y se le remueve ó bate hasta que adquiere consistencia. Gn Inglaterl'a, en F rancia y en casi toda la Europa, no se emplea el ópio más que como medicamento; pero es de un uso muy frecuente en Turquía y en la India, donde se emplea para masticarle y para fumarle. Los musulmanes se sirven de esta planta para producir la embriaguez, excitar el valor y exaltar la imaginacion y producir en el alma ideas risueñas y voluptuosas. El país en que el ópio está más generalizado es. sin contradiccion, la China; á pesar del rig,or de las leyes, que prohiben su uso, el contrabando se encargo. de satisfacer la más dulce pasion de los habitantes del celeste imperio. Perseguido de un puerto á otro, de una á ott·a

ciudad, de Wampoha á Canten, de Canton á Macao, cercado en todas partes por la policía china, el ópio babia concluido por hallar un r-efugio en la pequeña bahía de Sintin, donde los contrabandistas venian á tomarle en edificios europeos, á las barbas, como suele decirse, de la aduana,· y bnjo los cañones de una fuerza naval, algunas veces imponente. Hoy, gracias á la insul'recciou, los cousumidot·es tienen toda, la libertad que quieren para satisfacer su pasion favorita. Antes de fumar el ópio ó de mascarle, los chinos le hacen una preparacion; le cuecen al estado bruto, las roatel'ias resinosas se desprenden, y de esta manera obtienen un producto sin mezcla, cuyo perfume es delicioso. Para fumarle, se enciende una pequeña bola colocada en una gran pipa de madera con alguna materia combustible; el atlcionado hace unas cuantas aspiraciones, y en seguida se acuesta y aban dona á sueños que le procuran sensaciones agradables. El ópio más estimado es el que viene de Levante, sobre todo de Constantinopla ó de Smyroa. El que se recoge en la India, en Persia, .en Italia y en Francia no es tan apreciado en el comercio.

CRÓNICA.

DsscullfUMJENTo NOTABLE.- Segun dice la Gaceta de Ausburgo, el Sr. Ernesto Hallier, profesor de botúnica de la ~~.niversidad de J ena, ha demostrado qne las deyecciones de los coléricos contienen en su masa un hongo microscópico que no es otra cosa que el urocirtis oryzre, que en lns Indias vive parásito sobre el arroz. El Sr. Hallicr ha regado los arrozales con deyeccioucs coléricas , y los ha visto perecer en muy poco tiempo.

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EsrAntsricA.-La poblacion de los EstadosUnidos ha aumentado én más de cinco millones desde f 860 á 1867 . En este último año era de 87 millonrs.

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~lADillO:

INVIERNOS BElll'CNOS.-Con motivo del invierno excepcionalmente suave que estamos pasando, un periódico fran rés recuerda los hechos siguientes: En H 72los pájnros empollaron sus huevos y produjeron criasen el mes de Febrero. Rn i289 no hubo invierno. En 1421 los árboles florecieron eri Marzo, y las viñas en Abril ; las cerezas maduraron en este último mes y las uvu en Mayo. En l 538los jardines estaban esmaltados de flores en el mes de Enero. En l 512 se reprodujo el fenómeno de ~ i 73· En fin, se cita como notables bajo este aspecto los años 1607, •1612, 1617, l659, 1692, ·1707 y !822.

1809.=lmprenta de Los CoNOCJlllBNTos óm.ss. á oargo de FrDuoisoo Roi(l, Arco de Santa Maria. iii9.

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Num. 22 . .

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Los ConocimienLos útiles.

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ENSEÑANZA POLITICA. p

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EL COMUNISMO.

(Conclusion.)

Con la derrota de los anabaptistas puede decirse que el comunismo quedó definí· tivamo:nte vencido, pues si bien es cierto q ne en épocas postel'iot·es levanta pujan te la cabeza y amenaza á la sociedad, no llega á alcanzar el triunfo que: olo momentáneamente obtuvo, q uizús para demostrar su pt·opia impotencia. Pero si bien es verdad que el comunismo querió humillado en i\lunster, desdeentonces le vemos adquirir nueva fuerza en el campo de las teorias, y los numerosos eseritos que constituyen la ciencia comunista prueban .que esa idea, vencida por la fuer za, no ha renunciado á sus esperanzas, y adulando los ciegos instintos de los pue IJ1os, pretende seducidos con la promision de tierras de Canaan y felicidades impo· sibles. Larguísima seria uuestt·a tarea si hub,iésemos de analizar los principales escritos comunistas que han aparecido en diversas épocas, y como ni la índole de esta publicacion, ni la paciencia, ya cansada, del lector nos consienten ampliaciones eno· josas, procuraremos reconcentrar en este último artículo la exposicion brevísima de aquellas obras más notables que, con más ó ménos mérito ó atrevimiento, son la ver· dadera expresion de la doctrina comunista. U na de las obras más notables que dicha doctrina cuenta es la célebre Utopía, de Tomás Moro, escritor inglés, publicada en 1511.>. Es este un libro brillante, en el cual se presenta una sociedad imaginaria, establecida en una isla llamada Utopía, go¡ bez·nada por las leyes del más rigoroso co· m ltnismo. La isla, cuya capital es Ama u· 11 rota, está dJvidida en cincuenta y cuatro Enero 30 de 1860. (6)

ciudades, constt·uidvs con arreg·lo á un plan comun, habitadas exactamente por seis mil familias cada una, y dotndas de su correspondiente y propot·cional territol'io. La agricultura es la profesion cuasi exclush•a de los utopienses. El trabajo, los vestidos, las comidas en comun, lo~ roercados, almacenes, hospitales, todo está organizado por leyes que realizan la más perfecta igualdad entre todos los ciudadanos. La familia no ha de p!tsar de un número fijo de individuos, y cuando exceda de aquel, pasan los excedentes á completar otra familia que no cnbra la cifra oficial establecida. Cada treinta familias nombran todos los aiios un Sifogranta ó Filarco, especie de diputado que representa sus intereses, y para cada diez de estos un Protofi1arco ó Franíboro. Los filarcos eligen al príncipe, cuya autoridad es solo vitalicía. Las ciudades envían sus diputados á la capital, y alli la representacion nacional hace la reparticíon de los productos y los trabajos. En esta sociedad hay esclavos, compuestos de los criminales ó los prisioneros de guerra, á quienes se confian los más duros trabajos. La poblacion no puede aumentat·, y cuando crece demasiado se ordenan emigraciones para fnndat· colonias en otros países. Vemos, pues, que en esta especie de no· vela, Moro no hace más que reproducir, con ligera diferencia, la ciudad platónica, estableciendo leyes que solo pueden tener reali iad en el fantástico pais de las q ui· meras. El mismo autor parece conocer la imposibilidad de planlear sus teorías cuan· do llama Utopía á su isla, derivando este nombre J.e las voces griegas Ou-topos, ó 'l'OMO

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sea No-luga1·. Utopías se llaman, por antonomasia, todas aquellas teorias de imposible aplicacion, y que solo cabe sostener como meras abstracciones filosóficas, que no pueden realizarse en el variado é impcrfectísimo mundo de la humanidad, tal como ella es. Vaciada cuasi en el mismo molde comunista, más tarde, en 1630, el italiano Tomás Oarnpanella escribió su Oi2tdarl cleZ Bol, donde presenta una sociedad organi· za•.la en fol"ma de convento, y gobernada por una t•egln severísima. En la ciudad del Sol, como en Utopía, los campos, las casas, los bienes, las comidas, los trabajos, todo es comuu, y la direccion suprema de la comunilad está encomendada al Gran Metafísico, especie de sábio, magistrado y poutifice, quien, con otros tres magistrados, dil·ige los negocios públicos, administt•a justicia, foD)enta la industJ·ia y las artes, reparte las producciones y mejora la. ra:;:a ele los solal'ianos por medio :de aquellos degt·adantes cruzamientos que ya hemos vi::;to en Platon, pues en la ciudad del Sol, como en cuasi todas las sociedades comunistas, hay promiscuidad completa de sexos. Apenas merece mencionarse aquella conspit·acion ele los milenarios, iniciada en tiempo Je Üt"omwell y desbaratacla en la atrevida tentativa de Venner en 1860, pues aunque las ~spir aciones de aquellos visionarios tienen sus puntos de analog·ía con el comunismo, el fanatismo bíblico que dominaba á los sectarios del milenio les da un carácter más religioso que verdaderamente político . Marcando el siglo XVIII el principio de la renovacion moral, politica, religiosa y social q ne caracteriza á la época moderna; habiéndose planteado en ese siglo atrevido, quecierm ellibt·o de las tradiciones y vuelve la vista al porvenü·, todos los problemas vedados por la antigua intolerancia; renaciendo en ese Siglo viejas ideas al par de teorías originales, no podían las ideas comunistas ménos de encontrar audaces r enovauores, apasionados filósofos, y n umerosos sectarios que buscasen en ellas el ideal social y la eroancipacion de los pue·

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Los Conocimientos útiles .

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blos oprimidos. En el inmenso nublado que terminó en la asombrosa tormenta de la revolncion f¡·ancesa, hallábase acumulada la electricidad de todos los resentí· mientos, 6dios, injusticias, delirios comu· nistas y socialistas, que al fin· estallaron en el rayo de la ira popular, en el huracan de la pasion política y en la lluvia de sangre que cayó sobt·e la sociedad francesa, y se extendió á todos los pueblos del mundo . En las nubes de aquella t01·menta uni· vet·sal las teorías socialistas y comunistas puede decit·se que eran los truenos precur· sores que desp<!rtaban á los pueblos, y los impulsaban á su obra de venganza y regeneracion. Citaremos como una de las obras comunistas que más prepararon los ánimos al gigantesco drama de la r evolucion, el famoso Código de la Nat111raleza, de Morelly, publicado en 1755, libro que reproduce las teorías de Moro y Oampanella, ataca violentamente la propiedad, como causa de los males sociales, y viene á ser el texto inspirador del moderno socialismo. Mably continúa la obra de Morelly, y en sus libros .Duelas sobre el ó1·den nat?.f!J'al

y esencial de las sociedades, Tratado de la legislacion y JJereclws y. debe1·es clel cizt· daclano,rcn u eva las teorías platónicas con· tra la propiedad, resucita el ejemplo de Esparta y Licurgo en apoyo de las exce· lencias ele la comunidad. Despuee <le las predicaciones de estos <los propagandistas, escucha el mundo asombrado una voz elocuentisima, vehemente, apasiona !a, salvaje, sublime y absurda; una voz solitaria, que vibra en el corazou de cuantos la escuchan; una voz que habla de Dios á. un siglo ateo, y suspende las carcajadas sarcásticas de Voltait·e; una voz que lanza anatemas á la sociedad y á la civilizacion. Esa voz es la del soñador, del misantrópico, del sombrío Juan Jacobo Rousseau, que declama contt·a la sociejad civil, que hace la más entusiasta apología del estado salvaje, como el más natural y perfecto del hombre. Sin ser Ro usseau un decidido comunista, fué sin embargo de los que más contribuyeron con su poderoso

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genio al prestigio de la escuela, y él fué quien, lanzandoanatemascontra el primer hombre que dijo esto es mio, formula su ataque á la propiedad en estas breves palab¡·as: los f1'1ttos son de todos, la tie'N'a

de nadie. Inspit·ándose en Rousseau más tarde Lig-uet y Necker, clama1·on contra la des · igualdad de fot·tunas y contra la tiranía de la propiedad. Exagerando estos principios, en 1780, Bl'issot de War·ville publica sus lnvesti-

gacio?MS filosóficas sob1·e el den;clto de p1·o· piedad v el ?'ooo, y e_n este libro, no solo ataca. la propiedad como un robo, sino hasta sostiene la legitimidad del robo mis· mo, que no debe ser castigado por las leyes. El ladron es, pues, el rico al apropiarse lo que no pertenece sino á todos: el goce de Jo supédluo es· un atentado. La necesidad debe se1·, por decirlo así, la tasadora de las fortunas; el hambre dáderecho al alimento, como el amor dá derecho al goce: un mendigo, al pedir limosna, pide su propiedad, de que le han despojado. Brissot, con estos y parecidos principios, y con su teoría de la propiedad natwral , fué uno de los mayores enemigos de la propiedad verdadera. Es verdad que en la Convencion nunca se atrevió á sostener desde la tribuna las atrevidisimas doctl'inas expuestas antes en sus escri tos. En la grande é interesantísima época de la revolucion francesa , si bien se consig nó en la declm·acion de los derechos del hombre el principio de la propiedad, sufrió esta muchos ataques en aquellas atléticas luchas de la tribuna revolucionaria. Robespierre no negaba la propiedad, pero al hacer al Estado depositario y repartidor de ella, la atacaba por su cimiento. SaintJust, exagerando la teoría comunista, quería aplicar el ideal antiguo á la sociedad, sin ver que tenia que empezar por variar el corazon de los hombres y dotarlos de aquella perfeccion moral sin la cual sus teorías son solo un sueño. En medio de los ataques que la propiedad sufría , la voz de Vergniau d se levantaba en defensa de la propiedád; pero su ~~ento espiró entre el estruendo popular,

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y su cábeza rodó con la de los veintidos girondinos en el célebre 22 de Junio. El peligro más grande que corrió la propiedad fué aquella tremenda conjuracion de Babeuf que, instalada en el Pauteon, organizó la asociacion de los Íf!1tales para plantear la igualdad absoluta, aboli1· la propiedad y establecer el comunismo bajo las bases del 06dir;o de la natMaleza de Morelly. Formidables eran los elementos con que contaba aquella conjuracion que, &. haber triunfado, hubiera tr·airlo todos los bort·ores del fanatismo politico; pero denunciada al DiL·ectorio, fuó desbaratada el 21 fl.oreal con la prision de sus jefes, que despues fuer·on sentenciados á muerte. Interminable seria el simple análisis de las teorías ya socialistas, ya comunistas que aparecieron con posterioridad á la re· volucion. Por lo mismo que han ejercido grande influencia y 1·eclamarian un detenido exámen, nos limitaremos á enumerarlas. Encontramos á Owen que renueva el antiguo comunismo de los utopías y desarrolla su principio de la irresponsabilidad y de la benevolencia 1tniversal, que viene á ser la reproduccion de aquella impecabilidau proclamada por los anabaptistas. Aunque no puede considerarse completamente comunista la famosisima secta Sansimoniana , tiene gr·andes analogías con aquella escuela. La repo.rLicion arbitraria de la propieuad, segun la capacidad de cada individuo, aunque destruye la igualdad sobre la cual se basa el principio comunista, es uno de sus caractéres más distintivos. Desde esta época el comunismo se vá trasformando en socialismo, que es la verdadera fórmula que ba adquirido la idea de propiedad entt·e los adversarios de esta. Cárlos .ti'ourier funda la escuela falansteriana, ó sea un cotnunismo compuesto de asociaciones de número determinado de individuos reunidos en falanges en unos edificios á manera de conventos, llamados falansterios, y consagrados á la agl'icultura y á la industria. Fourier no n iega en absoluto el principio de propie-

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~~----------------------------------------------------~@ ~ Los Conocimienlos útiles. 340 V dad; pero la organizacion fa-lansteriana es una reproduccion de las que ya hemos indicado anteriormente. Las ideas comunistas de Mably y More· lly renacen en el Viaje por I ca'ria de Mr. Cabet, que en forma de novela no hace más que desat·rollar y r eunir en su socierlatl icariana los principios del comu· ui::;mo. Aparece despues Luis Blanc con su principio de la organizacion del t'l·abajo. La propiedad es un delito y el capital un enemig·o, una tirania q ue hay que dest¡·uit·. El Estado debe fundar y sostener gTandes talleres y aseg:ural' el trabajo y la subsistencia. La pt·opiedad es el trabajo; el perezoso es el ladron, pues r oba al dejar de producir para esas comunidades disft·azaclas con el nombre de talleres. En 1840 aparece el más violento ataque á. la propiedad en la ruiclosa obra de Pt·ouclhon, titulada: bQué es la propiedad1 á. cuyo título interrogativo se dá. como resúmen e::;ta respuesta: la propiedad es el robo. Proudhon es enemigo-de la propiedad, lo que no le impide atacar con toda su elocuente energía al comunismo. SustituyL' á la propiedad la posesion, ósea el g·oce, el usuft·ucto vitalicio de la propiedad, q ue solo reside en el Estado. E l exámen de las obras de este célebre escritor nos obligada á quebrantar el propósito de abreviat· nuestt·o ya enojoso escri-to, y así nada más diremos acerca de sus teorias, que nos arrastrarían á discutirlas con toda la amplitud que su importancia r equiere. Algo podíamos decir de1 renombrado Pedro Leroux, pero sus delirios filosóficos, su teoría de la solidaridad , su extravagan· te sistema de la triada y su repugnante circulus, ni merecen refutacion séria ni tienen importancia verdadera en el campo de las ideas políticas y sociales que hoy agitan á. la humanidad. Hemos recorrido rápidamente la historía de las vicisitudes del comunismo; sus triunfos pasajeros, sus excesos y sus degradaciones: hemos expuesto las principales teorias que constituyen su escuela,

tados que han dado siempre que han llegado á. plantearse, siquiet·a fuese momeo· táneamente, en el gobierno , podemos deducir cla1·amente cuáles son los rasgos distintivos y nunca desmentidos del comuui::;mo, ya dogmático, ya histórico. Su~ principale~ caractéres son siempre, en cualquier siglo y pueblo donde impera , uegacion completa de la familia y de la propiedad , despotismo inevitable en_ un g·obierno nivelador que borra la persona· lülacl . Deg-radacion en las cost umbres; promiscuidad de sexos ; aniquilamiento de las más nobles facultades del espíritu; a u· sencia de todo idealismo, de toda arte y poesía ; nogacion basta del amor. Estos y otros semejantes son los resultados de una ig·ualdad que, para ser efectiva, necesitaría vaciar en nuevos moldes el corazon hu.mano. En las épocas en que el comunismo revestía un carácter religioso todavía se concibe- su existencia, porque al fin hay un podet·oso principio autoritario, un ideal que lleva á un despotismo teocrático, pero que al fin ólimitalosextravíospopulares, ó dá fuerza á la conciencia pa-r~ abdi~ar todas las aspiraciones en aras del fin comuo. La magistratura de profetas é inspi· rarlos, en que hoy por dicha no creemos, hizo posible la existencia del comunismo anabaptista , q ue sin el ideal religioso nunca hubiera triunfado. La austeridad ascética y la ren uncia de toda posesion, hizo posible el comunismo monástico. La idea de la pátria consolidó el comunismo e.::!partano de Lícurg·o sobre la dura base de la esclavitud ; el ideal filosófico unió en comunidad á los pitagóricos. Es decir, que vemos que el comunismo solo subsiste á condicion de la absoluta renuncia de la libertad; renuncia imposible en los pueblos modet·nol!, que libres Ue los fanatismos religiosos que han envilecido á pasadas generaciones, tienen, como base de su orga· nizacion social, la propiedad; como fu nda mento del derecho á esa propiedad el trabajo, y como móvil religioso la libertad de la conciencia humana. ¿,Quién pretenderá arrancar á la socie-

~.:del estudio de esas te~rlas y = s u l:__dad moderna la libet·tad, que es el id e:~

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de su movimiento político'?¿ Quién preten· derá aniquilar la idea de propiedad, tan Cffracteristica .de este siglo, bajo el peso de un despotismo niveladoL' que todo lo destruye al igualarlo todo'? El comunismo es el sueño de los desheredados 6 el delirio de algunos insensatos; pero ha hecho sus pruebas, y el sentimiento general de la sociedaJ presente le rechaza. En vano los nombres rie Platon, Pitág-oras, Münzer , Moro, Oampanella, Morclly, Rous.seau y ott·os vienen á co¡•onar como una aureola deslumbradora la teoria comunista: la geueracion tra bajn.dora, propietaria , indiviuualtsta que hoy vive sobre la tierra, ha archivado sus obras en los estantes del olvido, donde yacen empolvadas otras tantas obras que en · siglos pasados hao conmovido el ruunuo, y hoy apenas me1·ecen una mir ada inrliferente 6 desdeñosa del endoso 6 del sá.bio e1·udito. Nadie dest1·uin\ en la conciencia contemporánea esta idea, que el trabajo legi· tima la propiedad. En el momento que el hombre moderno, con la firme conciencia de su personalidad, dig·a el pronombre

personal yo, nadie l•' qnitará que pronun cie el posesivo 'mio, que tanto indignaba á Rou.sseau . Si el trabajo sanciona la propierlad, abajo el comuuismo, que niega esta y mata aqueL Si la libertad es el ideal político de les pueblos y el comunismo la destt-uye, abaj o el comunismo . Si el comunismo destruye la familia, el amor, ef arte , la poe::lia , l u. uctiviLlad, la voluntad, el deseo, la esperanza y cuanto constituye los atdbu tos y aspil•aciones más nobles del espidtu humano; si el comunismo encierm u las sociedades en la prision estrecha de sn igualdad absoluta; si el comunismo at•raucn al hombt·e hasta la posesion de si mismo y le hace esclavo , y fiscaliza sus actos é interviene en su ho· gar: en una palabra, si el comunismo es la regacion de cuanto forma la vida de la sociedad moderna y el enemigo ele la libertad, todo el que sienta hervir en su pecho el amor de esa libertnd, que es la vida, debe rechazat• el comunismo, que es la muerte de los pueblos y la más absurda reconcentracion de todo::; los despotismos. JosÉ

ALCALÁ GALIANO.

CONOClMIENTOS OE AGRlCULTURA. Constitucion del cultivo.

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Dada á conocer en artículos anteriores • sonas finas, bien educadas é instruidas y dotadas de conocimientos especiales en el la éonstitucion de la propiedad dentro y arte que practican y generales de las cienfuera de España, creemos útil hacer lo cias que con este tienen relacion. propio con la constitucion del cultivo. El legislador por excelencia, el legislaLa agricultura, entre nosotros, está m u y entre los legisladores, ~Ioisés, al cum· dor lejos, por lo general, de considerarse cosu promesa al pueblo de Israel, lo priplir mo una industria: asi es que son desconoque hizo fué ordenat· la p1·opiedad y mero cidos los verdadet·os industriales agriel cultivo, 6 sea la constitucion de ambos. colas. Asombra, como un hombre de los priLa agricultura entre nosotros no es otra tiempos comprendió lo que hoy igmeros cosa que un oficio, y propio por lo tanto desp ues de 30 sig los, en naciones noramos, más bien de hombres rudos, de ioteligenesto es. que importa más ~ España: la como cia dormida y ningun saber, que de per-

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Los Conocimientos útiles.

á un pueblo su constitucion _agrícola que la económica y la politi:::a. Más esto que la España ignora, no lo ha ignorado la generalidad de las modernas nacionea de Europa, y ya hemos visto, al t1·atar de la constitucion de la propiedad, como la mayoría la ha llevado á cabo, hace bastantes años, adelantando en cada uno maz·avillosamente por la senda que las conduce á la constitucion del cultivo, y pot· ella á la prosperidad, á la riqueza, al bienestar, al progreso, á la ilustracion y al órden. ¿,Y cómo la Espaua, viendo'á las puertas de su casa todos los dias lo que otras naciones hacen por su industria madre; cómo habiendo sido españoles Columela y Herrera, padres de la agricultura europea; cómo siendo España el país en que con mayot· éxito puede emprenderse y desarro· llarse la industria agrícola; cómo siendo los españoles en talento é ingenio iguales por lo ménos á los pueblos más adelantados en este ramo, se encuentran hoy, respecto de él, más atrasados que en los siglos medios? A tantas preguntas una sola respuesta basta. La agricultura, como las ar~es y la industria, murió en España el mismo dia que murieron sus libertades, sepultadas todas en los campos de Villalar. Sin liber· tad, la industda, las artes, la agricultura y el comercio son una mentira. Cuando el monopolio y el privilegio de ciertas clases sociales se puso en España por encima de su libertad de pensar y obrar, la nacion fué desangrándose, perdiendo uno á uno sus ingenies más eminentes y sus abundantes, variadas y ricas pt·oducciones. Más hoy, que despues de una lucha de medio siglo hemos conseguido reconquis· tar, no sin h~róicos y dolorosos sacrificios, nuestras antiguas libertades pátrias, y que los prh·ilegios han venido cayendo u no á uno, es obligacion de todos decir lo que saben, y más si con ello pueden pres· tar servicios inmediatos, realei y positivos á sus conciudadanos. A este objeto hace tiempo venimos con~ sag-rando nuestras débiles fuerzas y cono-

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cimientos escasos, pero que se robÚstecerán y aumentarán con la fé que abrigamos de que en la agricultura está la salvacion de España. Nos ocuparemos hoy de la constitucion del cultivo, conformándonos todo lo posible en el presente artículo á la índole de esta publicacion. El cultivo puede principalmente considera1·se de dos modos; cultivo que agota y cultivo que mejora. En el primero se saca de h tierra todo lo que se puede sin inquietarse por lo empobrecida que puede quedar. En el segundo, el cultivador pro· cura. ante touo hacer la tierra cada vez más fértil, de modo que pueda obtener sin esquilmarla cosechas siempre crecientes. En Espaua, salvo alguna provincia meridional y algunos puntos próximos á grandes centt·os de poblacion, se sigue el primer sistema; por esto vienen menudeando las medianas cosechas, observándose cada cinco años una ma1a. Estos cinco años son para los cereales el tiempo que tarda-la tierra en fertilizarse natural· mente para pt·oducir una cosecha regular, toda vez que son desconocidos los abonos. El segundo sistema lo siguen principalmente la Inglaterra, la Alemania y una parte de Francia y de Italia. Así es como de un terreno estéril, por lo general, han hecho artificialmente otro fertilísimo, y de un mal clima, especialmente las dos primeras, han hecho otro excelente y ~ propiado al cultivo de sus campos. Tambien dividen algunos la agricultura en dos períodos: l.0 Para consumir~ que es el que se limita á obtener de la tierra lo bastante para el consumo del que cultiva. 2. 0 Industrial, que se propone el mismo objeto y además el de obtener un sobrante siempre creciente para la venta. España, Portugal, una parte de Italia y Fl·ancia, Turquía y Grecia, están más ó ménos dentro del primero; Inglaterra, Bélgica , Alemania y Rusia en el segundo. · Si bien España en algunos años exporta cereales, en cambio cada cinco tiene que importarlos; y lo que exporta apenas es de consideracion ni llega á la centésima parte de lo que debiera. Los demás pro-

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Los Conocimientos útiles.

duetos que exporta son materias primeras, como el esparto, que despues nos devuelven los extranjeros convertido en papel, con ganancias fabulosas. y lanas que nos devuelven tambien manufacturadas, pagando nosotros á una gl'an masa de sus jornaleros y artistas, mientras los nuestros perecen de hambre. Si á esto se añade que las ganancias 6 ingresos en los años de exportacion de cerea,Jes se emplean en artículos de lujo, por lo general extranjeros, y en comprar y abat·car mucha tierra en lugar de mejo· rar la que s~ tiene , se comprenderá cómo las Castillas, favorecidas con la exportacion de una manet·a notable durante algunos ailos, están hoy miserables por la pérdida de una sola cosecha. Hoy para sola la importacion de cereales y hat·inas van exportados de España, en moneda acuñada, muy cerca de mil mi· llones de reales, y asombra cómo una des· aparicion tan enorme de moneda, y en el breve pet•íodo de un año 6 año y medio, no ha producido en el pais más sérias con· secuencias. Si en tiempo hábil se hubiera destinado una suma parecida á subvencionar canales de rieg·o é iluminaciones de agua&, de modo que en esto estuviera ya invertid~¡. una suma de cinco ó seis mil millones, cuán diferente seria hoy la situacion económica de Espaila, y qué bien aseguradas tendria pal'a siempre sus cosechas! Los pueblos más poderosos de la antigüedad, como la Persia, la Siria y el Egipto, perecieron desde el punto y hora que abandonaron sus canales de riego, sus fuentes y sus rios. Estos pueblos tenian necesidad de descubrir nuevas fuen· tesó manantiales de aguadulce, á medida que otros se agotaban 6 secaban, y solo el abandono de semejantes trabajos produjo su ruina, y en pocos años sus fértiles tierras se convirtieron en desiertos de arena. El cultivo lo dividen tambien algunos en cinco periodos: l. ° Forestal. 2. 0 De pas· tura. 3.° Cereal. 4.° Comercial. Y 5.0 Jardinero. En el primero los hombres se alimentan de los frutos de los árboles; en el á~ segundo se mantienen de los ganados,

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siendo todos pastores; en el tercero se cul· ti va la tierra para el consumo propio; en el cuarto, lo mismo que en el tercero, y además para la venta y la exportacion; el quinto representa el cultivo perfecto, 6 sea la máxima produccion. . Los españoles estamos en el tercer período. Las naciones más adelantallas de Europa en el cuarto, participando alg·o del quinto, como la isla de Jersey (Inglaterra ), que por completo se halla en el pe· ríodo perfecto, pues que el colono, además de sacar de la tierra que cultiva lo suftciente para vivir en una modesta abundancia y buen grado de instruccion, paga al propietario 2.000 rs. de renta anual por cada hectárea, mientt·as que en las Castillas ya se pueden contentar los propietarios con 80 6 100 rs., qne no siempre cobran, por igual superficie. La verdadera superioridad de la constitucion del cultivo en los paises verdadera· mente agricultores está en el uso casi general del arriendo en cotos redondos, y en el capital que poseeu los llevadores con relacion á la snpet·ficie que cultivan y que no temen entt·egat· á la tierra. Los cotos redondos con su casa de labor en medio, hacen de los campos de Inglaterra y Alemania una dilatada y nunca interrumpida poblacion, cuyas casas se hallan separadas por jardines. Los caseros-agricultot·es no son puramente obreros sin instruccion alguna, como entre nosotros sucede; son más finos y más ilustrados, llevando sobre si el peso de una mayor responsabilidad. Todos leen periódicos, conespecialitladlosque tratan de agricultura, por en yo medio están siempre al corriente del más pequeño ade· lanto, mejora ó invencion. Para ellos el cultivo es una profesion, una operacion industrial con todos los azares de pérdidas y ganancias, siendo las contingencias de pérdidas lo muy bastante para tener cona· tantemente despierto su entendimiento, así como las de ganancia bastan tambien para excitar su emulacion. La Inglaterra está llena de fortunas hechas en el cultivo¡ estos ejemplos hacen de esta carrera una de las más buscadas ~

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Los Oonoctmientos úliles.

por el proncho, al mismo tiempo que es ' una de las más agr·adables, de las más honorificas y de las más saludables para el e,;píritu y para el cuerpo. Por desgr-acia las viejas costumbres de los espaiíoles no están conformes con una vida semejante, causa pm·que desde el mús encopetado personaje hasta el más pobt•c hijo del pueblo, no cómprenden, SHlvo honrosas excepciones , la verdader·a esencia de la ag-ricultura. Por esto la falta ele instruccion sobre este ramo i mpot·tantí~ilno hace y hará durante muchos Hfios completamente imposibles las más pequeñas mejor·as y a<lelantos, y aun supuesta In. instr uccion, pocos serán estos si no se modifica la viciosa constitucion de nuestra propiedad rústica, 'p ues que tal como hoy se encuentra hace imposible la crcacion de la clase de industriales agt·icolas, clase que, como ya hemos dicho, se dedica con uua buena suma de conocimientos y dinero á la explotacion de fincas rústicas. La cuestiofl de arriendos influye muy porterosamente tambien en la constitucion del cultivo. Teniendo como tienen los propietarios ing-lese:; y u le manes perfectamente dispuestas sns propieuades , es la cuestion más sencilla entre ellos y los arrendata rios. En estos paises no se creen necesn· rios lo$ lut·g·os at•l'iendos. Casi todos :;e hacen i voluntad ó sin plazo fijo , y· basta la condicion del aviso mútuo con sei::; meses de tiempo. Sin embarg·o de esto, los llevadores entreg-an á la tierra abonos y trabajo por cantidades enormes, sin inquietarse por la finalizacion del arriendo . l~sto consiste en que los llevadores saben 1 perfectamente lo que dan á la tiern"~ y lo 1 que les corre-spoude sacar en cada cosecha, 1 ~egun lo que la dan, y en la buena armonía t1ue por el mútuo conocimiento de sus 1 recipt·ocos intereses existe entre propietarios y arrendatarios. i 8i fuéramos á describir las práctic8s 1 los usos y costumbres, las reglas viciosas, 1 y tt·abns que sobre este punto existen en . 1 nuestra España, llenaríamos segur amen· te un g-r11cao volúmen. Nos limitaremos

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por tanto á señalar ligeramente algunas . Unos, especia!mente ciertos g1·andes propietarios, hacen los arriendos á 30 6 40 vecinos de nn pueblo, pero 'Tltancamwnada· 'mente, por cuatro 6 seis años. Terminado un arrienclo le renuevan , pero á pública subasta, reservándose el propietario el de· recho de amtla?·la. Esto tiene lug-ar cuan · do otro ú ott·os d an más, des pues de vedtienda la subasta. Otr·os propietarios no con&ienten que sus colonos sie m bren en sns tierras ciertas Icgum b1.·es, corno el g-arbanzo, porq 11e dicen que las esquilman. Ott·os, la ma.yoria , q 11e ,tienen tierra:3 buenas, medianas y malas, u o arriendan unas sin otras, y cobran la renta lo mismo por unas que por otras. Otros cargan a los colonos las con tribucioues , tanto ordinarias como ex.tt·aoruinarias, los recar· g·os , etc., etc. Otros, no solamente no lim· pian las zanjas de desagüe, sino que no consienten que la:; limpie su colono, ni que haga ciertos trabajo:; para ~;anear las tiet·t·as. Los colonos pol' su parte no se quedan n trás respecto a abusar del propietario; .de modo que donde todo debiera ser armo· nía y buena inteligencia, no hay más que un {Jesollamiento mútuo, del que en últi·· mo resultado el más perjudicado es el pah; , pues que componiéndose e~1 mucha parte de pt·opietal'ios y labra·loees , si estos se desuellan y empobrecen recíproca:. mente, el Estado, que es la suma de t odos, resulta empobt·ecido . La extension del campo que cada labra· dor cultiva es otl'a úe l!ls cuestiones que entran en la constitucion del cultivo . En Ingla.tena hay granrles propiedades, pet·o es mayor el númel'O de la~ medianas. El término medio de estas suele ser de tO hectáreas. gn las moutauas las hay de miles de hectáreas, pero en cambio en los buenos te1-renos y en la proximidad de las capitale:s sou de 4 hectáreas, y aun méno:;. La Inglaterr·a propiamente dicha cuenta con 200.000 cnset·os 6 art•endatarios, de los que la mitad cultivan con sólo sus b1·azos y los de s u familia. En Escocia huy 500.000 y 700.000 en la Irlanda. En Francia se cuentan de 5 á 6 millones

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Los Conocimientos útiles. de pequeños explotaciones de 7 á 8 hectá· reas, y medio millon de 50 á. 60, no siendo raras las que pasan de 100 hectáreas. Se · ve por esto que en Francia domina el pequeño cultivo y en Inglaterra el medio. • En Inglaterra han desaparecido casi por completo los peq:Jeños propietarios, y no tardará en suceder lo mismo con los que quedan. La instruccion, tan exteódida en este país, puso en el caso é hizo comprende·r á al'g'unos pequeños propietarios que les convenía muy :nucho vender su propiedad, y forma¡· asi un capital para explotar con él fincas agenas. De este modo, movilizando su capital, les produjo el lO y 12 por 100, mientras que inmovilizado no pasaba del 3. Los primeros ejemplos de fortunas hechas de este modo no tardaron en estimula¡· á los demás pequeños propie· tal'ios, que, haciendo lo mismo, se han enriquecido y enriquecido al Estado. En nuestra España, la naturaleza del suelo, la diversidad de climas, los cultivos dominantes en cada region, y las antiguas guerras de la reconquista son las causas principales que han influido en la extension de las propiedades r ústicas. Así en unas partes se encuentra la propiedad demasiado r epartida, en otras demasiado - aglomerada. Alli fraccionada y partida en medio de la aglomeracion; acullá mezclado uno con otro. Donde debia imperar el gran cultivo, se introduce el pequeño, y vice-versa. El estudio y la ciencia no han

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hecho nada hasta hoy en nuestro país sobre materia tan importante. Así vemos á los pueblos y aldeas de nuestras cordille ras de montai'ias L'otut·ar los pastos, empe· ñarse en sembrar trigo, dedicarse, por fin, al pequeño cultivo, cuando no debian emplear mas qlle el g rande . En suelo pobre y granítico, en clima llu· vioso y frio, los cereales no se dan bien, y no pagan los gastos de cultivo. Todos los cultivos industriales son imposibles; el centeno es el que domina, y no da mas que escasos ¡•endimientos. Por el contral'io, las yerbas y raíces son las que prosperan; los riegos son fáciles por la abundancia de manantiales y a rroyos, la calidad fecundante de sus aguas y las pendientes del terreno. La cria y ceba de animales puede hacerse en excelentes condiciones. Todo propende al gran cultivo, y por ignorancia y por rutina desg1·aciadamente se hace al revés. Los cereales agotan un suelo po· breque no repone un abono nulo 6 insuficiente; la mano de obra es excesiva en com· paracion del resultado obtenido. Los animales mal alimentados y extenuados todos po1· el tt·abajo no dan ningun producto, la r enta es casi nula y el salario miserable. Así es cómo el ánimo del viajero se centrista y se subleva al ver pueblos miserables allí donde debían estar los más ricos, 6 por lo ménos regularmente acomodados.

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(Se continuará.) AGUSTIN

ÜAfiAS.

CONOCIMIENTOS DE HlSl'ORIA.

SAGUNTO. Ocupa hoy el lugar de la heróica y fatnosa Sagunto la ciudad de Murviedro, en la provincia de Valencia., donde todavía se conservan restos y vestigios preciosos de su antigua grandeza. Hasta hace solamente algunos dias ha conservado dicha

ciudad el r eferido nombre de Murviedro, en otro tiempo JJ1wrvite'l·, degeneracion de M1fii'US-vetus, 6 sea Jl!lít/ro Viejo. Despues de verificada la reciente revolucion política de España, cuyo primer período está actualmente trascurriendo, ToMo 2. 0

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háuse variado más ó méuos oportunamen· te, satisfaciendo u na expansion del sentimiento póblico, algunos nombres de ciudades y muchos de calles, plazas y paseos. Entre los primeros se halla el de la ciudad de Murviedro, y ojalá todos los cambios y nuevas denominaciones respondieran á una idea tan elevada y á un r~cuerdo tan glot·ioso como el del nombre de Sagunto, sustituido al de Murviedro. A peticion del lllnevo Ayuntamiento de esta ciudad, el Gobierno decretó el cámbio de denominacien , y como recuerdo del suceso, se ha colocado on la sala de Sesiones u na lápida con la siguiente inscripcion conmemorativa: SAGUNTO. Fundada por una colonia griega de Zante en el afio 800 antes de la era cristiana: destt·uida por Anibal en 216 antes de Cristo: restaurada por Publio Cornelio Scipion: dominada pot· los vándalos y godos bajo el nombre de Muri-vetere: los árabes tuvieron reyes. en esta villa, llamada desde entonces Murbitre y Motvedre: los reyes de Aragon celebt·aron en ella Cót·tes del reino: flté distingujda en la guct·t·a. de la Independencia por el sHio del .mariscal Sucbet: el Gobiemo provisional de la nacion, pot· decreto de 1. 0 de Diciembre de Í868, restableció el nombre primitivo de Sagunto, Í1 peticion del Ayuntamiento constitucional. Para memoria. 1868.

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Este suceso nos ha sugerido la idea de recordar á nuestros lectores los hechos histórico., que fot·man una de las glorias de Espaiia, describiendo la toma y des~ truccion de la antigua Sagunto. Extractamos al efecto la sucinta y exacta descripcion que , segun los más acreditados historiadores antiguos, ha dado Lafuente on su Historia de España. Despues de referir el fótil pretexto con que el gran general y ambicioso conquis· tador cartag·inés Anibal, para llevar á cabo sus planes de domibacion en España,

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declaró la guerra á. los saguntinos , aliados de Roma, se expresa así:

«Viéndose amenazados los saguntinos, enviaron legados á H.oma, exponiendo la congoja en que por su alianza se hallaban, y reclamando su auxilio. Contentóse el senado romano con expedi1· una embajada Í\ Aniba.l, recordándole el respeto que debla á una colonia aliada suya, y requiriéndole de paz . Más antes de tener efecto esta rosoluoion, súposo en Roma q ue ya An ibal se Ita-liaba ante los mtu·os de Sagunto, con un ejército que 'rito Livio hace subir á i 50 000 hombros, provisto de todo géne1·o de máquinas é ingenios de guerra. Con esta nuevaapresuróse Roma á enviar diputados al c:1mp11,mento de Anlbul para que protestaran contra tan inicua agresion, y si continuaba las hostilidades, reclamasen al senado cartaginés su persona como infractor de los tratados. Anibalentretanto atacaba con el ardor y fogosidad de unjóven guerrero, y los saguntinos se defendían con valor y denuedo p1•odigioso. Cuando llegó Ja embajada, dió á los legados una t·espuesta ó evasiva ó di Jatatoria, y los envió á que expusieran su agravio ante el senado, de quien no obtuvieron más favorable acogida. nContlnnando Anibal el asedio, hacia j u,gar •• J las máquicontra los muros de Sagu,nto todas t ) 1 ¡ nas ,de b~tit· . r.¡o, sólo1 contestaban !,os siti~dos con•arma,s ~~rrojadizas, sino que hacían salidas vigorosas, que solian costar mucha gente y mu~ cha sangTe á los cartagineses . Un dia que quiso Anibal hacer alarde de confianza, y acercándose imprudentemente al muro, asestáronle un dardo que, clavándosele en 1 • parte anterior de! muslo, le hizo caer en tierra. Por algunos días, mientras el general se curaba de su herida, se suspendió la lid, pero no las obras de ataque. Aprovechando esta ocasion los saguntinos, despacharon segunda embojada á Roma, apretando por el envio de J'ronto socórro, porque era urgente su necesidad. Otra vez se contentó el senado romano con enviat· legados á Anibal, que con su mal humor ni siquiet·a se dignó recibirlos, limitándose á hacerles entender que no era prudente para ellos

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ni ocasion para él de atender á embajadas: con lo que hubieron de reembat·carse p1wa Cart ago á exponer de nuevo al senado su querella. 1 »Eran los momentos en que, restablecido el general africano de su herida, había vuelto con mas furor al ataque, jurando no dar<~e punto de reposo ni descanso hasta set· dueño de la ciudad. Los arietes y las catapultas iban derribando las torres y las cortinas del muro, más cuando los cartagineses creían poder penetl'lll' en la ciudad por las anchas brechas abier tas, hallaban á los saguntinos parapetndos en los escom1 uros, ú oponiéndoles sus pechos sobre las mismas murallas, ó echando mano á la terrible arma llamada {atárica, hacían estrago grande en 1 1 los sitiadores, y solían rechuzarlos y reducirlos á su campamento. »Debatíase en tanto en el senado cartaginés la reclamacion de los enviados del de Roma. No faltaron senadóres que )lablaran enét•gicamente contra la conducta de Anibal y del senado mis' mo; pero su vozseahogó entro lamayoria partidaria de Anibal, y el senado dió por toda respuesta que las cosas habían llegado á tal extremo, no por culpa de aquel general, sino de los saguntinos. Con lo que el general cartaginés continuó obrando, más robustecido de autoridad, si alguna le faltaba, y con aquella fuerza indomable de volunt.a ü e'll que nadie e~cedió á aquel insig·ne africano. »U u reposo momentáno habían g0zado los de Sagunto, mientras ,Anibal hubo de acudir á sosegar á los oretanos y cárpetnnos, que se habían alterado y tomado las a1·mas por el rigor que los cartagineses empleaban para levantar gente en aquellas tierras. Pero tat·dó poco en sujetarlos, y volvió á dirigir el sitio en persona. Hizo arrim¡1r á la muralla un<L gran torre de 1 " made,ra, qu¡l exc~pia en ~lrura u. Jos 1!\!l.S eleya, dos muros .de.la c:iudad. Llovían desde ella sobre los sitiados da rdos y venablos y todo género de proyectiles. A los continuados golpes de los arietes, de las catapultas y ballestas caían con estrépito desplomndos los muros, sin que por eso los bravos saguntinos desmayaran, ya levantando nuevas torres, ya retirándose al ~ :otro de la ciudad, que iba quedando reducida t

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Los Conocimientos úliles.

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á estrecldsimo recinto, ya defendiéndose herólcamente parapetados en los escombros de las murallas y de sus casas mismas. Acosábalos ya tanto el hambre comoelhierroenom!go. 'l.'an cong ojosa extremidad movió los corazones de dos hombres generosos, cuyos nombres celebramos nos haya conservado la historia, A.lcon y A.lorco, sag untino el primero, espaiiol el segundo que servin en las filas de Anibal, los cunles sin conocimiento do los sitiados, y obedeciendo solo á su buen deseo, entablaron tmto.s de paz con los caJ·tag íf\eses. Más las condiciones que estos exigían eran tan duras y pareciéi·onlcs á los saguntinos tan humillantes, que cuanuo les fueron 11oticiadas llenáronse de santa indig nncion y enojo. Entonces fué cuando formaron la resolueion heróica de perecer antes que s ucumbir y de darse á sí mismos la muerte antes que sufrir la esclavitud. Diéronse á re'Coger cuanto oro y plata, y cuantas alhajas y p1·endas do valor en sus casas tenían, y prepararon eu la plaza pública uno. inmensa' hoguera. »Pero ántes, segun .Appiano nos refiere, quisieron 11accr el último esfuerzo de la desesperacion en l~l única. noche que ya. les quedaba, intentando una salidn vigorosa. Noche fué aquella de ltorrible carnicería y espanto, en que sitiadores y sitiados empaparon la tierra abundantemente con su sangre. No pudieron voncor los saguntinos, porque era ya imposible que venciesen, y recurrieron á la hoguera. Al'l'ojáronse muchos á las llamas, 9.ue consumían alhaJas y héroes á un tiempo. Tmitó.banlos sus mujeres, y algunas hundian úntes los puñales en los pechos de sus hijos. Cuando ent1·aron los cnrtagineses, los sorprendieron en esta sangrienta tarea. Horror y ·espanto debió causar su obra á los vencedores, í\.los dominadores de cadávC:¡res, de r uinas. y.de escombro}3. >1Así pereció Sagunto ( 1) despues do ocho meses de asedio (554 de Roma, 219 antes de J . C.). Primer ejemplo de aquella fiereza indomable que tantas veces habrá d~ distingui,r al pueblo

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español (que por espa_ñoles contamos ya á los saguntinos, aunque griegos de origen, despues (t)

Polibio, Appiono, Livio, Plutarco, Floro y olros.

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Los Conocimientos útiles.

de mús de cuatro siglos que vivían en nuestro suelo, como nadie ha dudado llamar africanos á los cartagineses, por más que fuesen una colonia de Tiro), y glorioso aunque triste monumento de la fidelidad que supieron guardar á los romanos {1). Fidelidad inmerecida, Y. borron

(l ) Fidei ergq romanos magnum quidem sed tri&te. monumeutum. Flor. EplL. lib. ll.

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eterno para Roma, que tan mal eorrespoudió á tanta constancia y lealtad. Con razon murmuraban los romanos mismos la lentitud y apatía de un senado que malgastaba en embajadas y discursos el tiempo que hubiera debido emplear en enviar socorros. Dum Romre consulitur, Saguntum ewpugnatur, se decía en Roma, y el dicho se ha hecho proverbial.»

HISTORIA POLITICA. LA P ÉRDIDA DE L AS AMÉRICAS. (&onttnuaci~n . )

V.

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Todavía acompañó otra desgracia á la política de las Córtes de Cádiz respecto de los rei nos de América. A buscarlos expresamente no hubieran podido encontrarse hombres más incapaces para g obernar aquellos revueltos países y para secundar ó facilitar la obra de las Córtes en aquellos críticos momentos, que los gent>rales enca¡·gados entonces de la direccion de las cosas allende los mar·es . Si es en Buenos-Aires no pudo darse mayor ineptitud q uo la demostrada por el general Elio. Cierto que su presencia en la Plata, sin otros recursos que los puramente militares) y sin ánimo ni autoridad para hacer las reformas políticas y económicas, que ya por sí habían iniciado los porteños, luego de depuesto el Virey Oisneros y de creada la Junta, no daba derecho á esperar que tal mensajer(} fuese allí buenamente aceptado. Así que la Junta de Bueoos·Aires se negó á reconocerle~ pues decía que Ello, en tono caso, solo representaba á otra Junta pro~incial de la Peninsura, tan respetable y tan soberana, pero no más que ella. Pero fuera de esto, las condiciones personales de Elío obstaban de un modo grave al log ro de su empresa eminentemente política y de conciliacion. Imbuido en l~s preocupaciones del viejo y brutal realismo de los Córdova y los Alba, duro por temperamento, saturado de aquel españolismo ciego y altanero que ya

Montesquieu criticaba, y que bastante gene~ ralizado en las clases superiores peninsulares que en América residen, proporciona á cualquier menguado la ilusion de que es hijo de Cortés ó de Pizarro; incapaz de renunciar por un momento á la idea de que los americanos eran rebeldes á quienes convenía reducir á la fuerza y sin ningun, géneno de miramientos, Eiío acometió su empresa con cierta g1·osera diplomacia que por precision había de traer inmediatamente la lucha material-que, por otra parte, estaba en el deseo de los l~aders ameri-canos. Quizá no hay tierra en el mundo en que se necesite mayor habilidad para que un di·pJomático logre su propósito que la América meridional; y en la época á que ahora nos referimos aquella neccsidud subia de punto. Resultado de tantos áiios de opresion y de mutismo, la sinceridad no era por cierto la virtud predüminante de los estadistas americanos; á cuyo defecto unían una perspicacia y una intencion ig uales, si no superiores, á las que tanto nombre han dado á los políticos de Italia. Así que el grosero manejo de- Elio, ni por un instante pudo sorprender á hombres de la talla y de la voluntad de un Saavedra 6 de un Moreno.-~ obligado aquel á la guerra, que como antes deciamos, era muy del gusto de los que partidarios de la independencia todavía no habían poaido proclamarla, y aguardaban á que la Metrópoli•con sus torpezas la. hiciese necesaria; obligado á la guerra, repe,t imos, sus esfuerzoa

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y sus actos militares quedaron muy por bajo

de la salvaje actividad de Artigas, del tacto de Belgrano y de los felicísimos y trascendentales empeños de San Martín. íQué mucho que tal pasara si á los hijos de la Revolucion oponía nuestra malaventurada España la pesadez, la ceguera, las estrecheces de Jos hombres del an tiguo régimen ! EJío, pues, no sufl'ió más que reveses, concluyendo por pedir, á fines de 18 11, una suspension de armas, despues de la que se vino á la Península, á desempeñar otro papel nada siro· pático. En Montevideo quedó Vigodet, l1ombre de mejot· voluntad , pero pl'ivado de recursos, reducido á aquella sola plaza de armas, y viendo en el mar al temerario Brown y en tiet·r a al feroz Artigas ..... La causa estaba perdida: «·Mucho tenia España que hacer- dice un reciente historiador de La Plata-para volver las colonias á aquellos sentimientos de lealtad que habían brotado con tanta fuerza, cuando el cautiverio del rey Fernando VIL La torpeza de los eipañoles y la audacia de algunos tribunos habian hecho imposible la vuelta al antiguo estado de cosas. Para los españoles el tiempo de las concesiones había pasado. El amor propio cegaba á los que hubieran podido informar al Gobierno de Madrid. En una palabra, los patriotas eran considerados como rebeldes, y no se que!'ia oil· hablar de ellos. El restablecimiento del ót·den fué confiado á. 2.200 soldados que llegaron á Montevideo en el navío San Pablo y en la fragata Prueba, en los últimos de Setiembre de 1813 ,. ( 1). Poco antes se había reunido el Congreso de las «P rovinci'a s Unidas dé! Rio de la P lata» y sin embargo de proclamarse autoridad soberana «para conservar y sostener la integridad, la libertad y la prosperidad de las provincias y la santa religion católica, apostólica romana,» todavia no desechó la idea de dependencia respecto de Fernando VII. Aun en 1814 vinieron á España dos delegados para procurar, á cambio del reconoéimiento expreso de la supremacía de la Madre patria, la concesion de la autonomía colonial y la libertad de comercio. Aun en 1815 Rivada· vi a, el gran Rivadavia, quizá el primer político de la América meridional y que nunca abominó de España, en medio de sus generosas aspiraciones liberales, pretendía en Europa, y cerca del ex·rey Cárlos IV, la union personal de España y América. Pero todo fué inútil. Nuestros hombres estaban ciegos. La cuestion de Amé-

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(1) La Plato. por S. Arcos. IV l\epilblica argentina . pagina 5U.

rica era para ellos (lo mismo que ahora se dice) una cuestion de fuerza, y el Congre~o de 'l'ucuman, á mediados de 1816, proclamó la independencia de la Plata. Veamos cómo pasó en Caracas. Que D. Vicente Emparan, Capitm general de Yenezuela por los años de 1809 y mucha parte del 10, carecia absolutamente del don de gobierno, cosa es que nadie puede contnl<lecir. Nombrado pot· la Central para sustituit· al acomodaticio Casas, se desató al principio contt·a todo lo que significaba un deseo supet·iot· Á. lo existente allende los mares, á reserva de manifestat· una debilid~\d incomparable cuando la revolucion americana estalló en Cnracas con cierta energía (á mediados de 1810) obligándole, primero á presidir una Junta poplllar y despues á embarcarse para la Península con otros altos funcionarios. Indudablemente esta vergonzosa retirada alentó mucho la revolucion venezolana, por lo mismo que el peso de la Capitanía general había sido tan considerable y temido hasta entonces: y tanto más repugna la conducta de Emparanimpropia de aquella raza que babia dotado á América de gobernantes y hombres del temple de Gasea, Toledo, Linares, Revillagigedo, Guzman y Vasconcellos-cuanto que las simpatías por España eran en Venezuela pt·ofundas y daban pié para una resistencia enérgica, como lo probaron los sucesivos y expontáueo,; levantamientos del elemento espailol en Caracas, y la actitud verdaderamente het·óica, la fidelidad insuperable y la decision peregrina de Coro y llinracaibo . Pero no hay que extraiiarlo: todo esto es el resultado natural de encomendar la direccion de los negocios públicos al elemento m il itar. Faltos sus hombt·es de venladera educacion política, criados bajo los rigores de la disciplina, y desconociendo absolutamente la complexidad de la vida civil, necesitan para que su empeño se logre la completa pasividad de los pu~blos; y cuando estos se conmueven y se agitan, no saben encontrar el medio entre la acometida y la retirada. Solo merced á cualidades excepcionales, algunos de estos hombres logran á las veces dominar la situacion, comprendiendo que en los momentos críticos de la vida de los pueblos, antes que el sable que corta en vez de desatar, conviene la mano que descose en vez de romper. Pero esto es puramente excepcional, y su misma singularidad abona nuestra observacion sobre las inconveniencias del mando militat·: probadas, punto ménos que constantemente, en las Indias españolas cuando estuvieron gobernadas solo por brigadieres Y genet·ales. El hecho fué, pues, qu<~ los caraqueños em-

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nes, en cambio no encontraba la menor dificultad para violat·los en seguida. «Todos los ódios y todos los insultos imaginables- dice Gervinus -se vertieron sobre la cabeza de los chúcutos para pagarles cuunto habían hecho á los go - ' dos. Algunas semanas despues comenzaron en grande escala las prisiones por todo el país_, elevándose aquellas, segun cuentan, á la cifra de L 500. Se inventaron conspiraciones á fin de poder contiuuar maltratando con el destierro, las ejecuciones y la confi_¡lcacion, y la soldadesca inauguró un J1orrible sistema ~e asesinato, sni.Leamionto, desti'Uccion é insultos personales,, donde quiel·a que se presentaba ., , La misma Constitucion que las Cót·tes de Cá- _ diz rnimbau como remedio á todos los males, sirvió á .Montev!lrde para satisfacer su sed de venganza y sus lUil·us pel'soualcs, A fines de 181.2 proclamó en Venezuela la Constitttciou, y los que liados en ella y en el indulto, ó mejor amnlstíu, que las Córtes dieron para solemnizar este hecho en toda la nacion, regresaron á sus hogares, á poco fueron víctimas de un auto de 11 de Diciembre, por el que se mandaba «prender á todos nquellos que por sus hechos y empleos obtenidos en el gobierno insu¡·gente fuesen sospechosos, ó que por sus ideas subversivas ó anti-evangéllcas fuesen perniciosos; ó que pot· su influjo en el pueblo, su aptitud, persuasion ó intereses fuesen á propósito para ponerse á In cabeza de una asouada, violencia ó motín.» -¡Pero qué más! los mismos subordinados de 111onteverde p1·otestaban contra semejante conducta; y hasta la Aud iencia, en Febrero de ·181-8, decía al Minist1·o de Gracia y Justici¡¡, que los más de •dos p1·ocedüui.entQs e,t·an· nacidos de venganzas y del proye11to de apo<lerarse de los bienes de las víctimas}» afirmando que todas estas medidas eran tan imprudentes como in· justas. «En efecto-observa Gervinus- nada excitó, entre los americanos, el furor de los partidos y_ la sed ele implacable vengan~a como esta conducta de jefes imp-rovisado3, que á sí mismos se autorizaban para destruir, con tan sangrienta barbarie, aquel pueblo de hermanos, en nombre de un fantasma de Rey, y para someter «el universo de Colon» á un pobre resto de España, escapado del yugo de los franceses. Por esto fué por lo que si los más ardientes patriotas de Venezuela, en el mes de Mayo, habían desesperado de su causa, pe1·dida por la apática indolencia del pais, ya l1ácia el fin del año hasta los hombres más tibios habian aprendido á comparar, con reconcent1·ada rabia, la diferencia que existia entre los sacrificios hechos por la causa

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de la pátria y los golpes dados por el despotism o de los soldados" ( 1). Y comentando estos sucesos en las Córtes de 1831 el diputado Urquinaona (que había sido tambien enviado á. Ultramar para pacificar aquellos países, y que ya en Marzo de '1813 había pedido á las Córtes y á la Regencia «que hiciesen una indagacion general y un escarmiento tan público como eran los excesos de las autoridades ultramarinas, exclamaba:" «¡Un pueblo así tratado, así exprimido, así dislacerado, necesitaría lee1· las p¡·oposiciones y los discu1·sos de sus diputados para levantarse y sacudil· el yugo de la opresion generalln (2} Naturalmente, á poco Monteverde suspendió la Constltucion. No babia producido ni podía producir resultados: bien es que nunca, ni por un momento, habla sido verdad en Venezuela. Tras esto la revolucion americana tomó vuelo, di6gida por Bolívar, y á mediados de 1813 otra vez habían vuelto los peninsulares á verse reducidos á Maracaibo y Coro. La guerra tomó un carácter que hace cxtremecer, lo mismo del lado de los españoles que de los americanos, y que, para honor de la humanidad, convendría que desapareciera do la historia.-La presencia de Morillo en Venezuela, hácia mediados de 1815, coincidiendo con un gran cansancio en toda la Amé1·ica latina (á excepcion de Buenos-Aires), y con el tri unto y la re:mrreccion de España en Europa, dló algunas esperanzas de conciliacion. El Gobierno absolutista Je 'H:i'14 habla prometido hace¡· justicia á las Américas, y el General Morillo llev~ba instrucciones, en ~ue indudablemente rebosaba indulgencia para los rebeldes. Sin embargo, á poco de llegae á Venezuela, Mori11o, siguió la tt•adicion represiva: confiscó propiedades, persiguió sospechosos , derramó sangre .... y sus mismos consejeros entrevieron la próxima y deGnitiva proclamacion de la República Independiente de Colombia. Méjico taml>ien pasó por situaciones muy análogas. Allí, sin duda alguna, la desafecciou al ó1·den de cosas colonial era más profundo y más general que en el resto de la América. latina; allí, sin embargo, el fermento separatista era punto ménos que imperceptible. En Méjico se evidenció como en ninguna otra parte toda la inmoralidad de la administracion colonial á fines del siglo XVIII y principios del corriente: en Méjico el alto clero nadaba en la ( !) Cervinus.-llístoria del siglo XIX. Independencia deJa América espoi10la. Deaurrollo y dccudencia de la revolucion do 181'1 n 1817.

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(2) Diodo do los Cor tes do 1837. Sesiones de Abl"il,

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abundancia, mientras el bajo apenas si podía vivir, exprimido y maltratado. Por manera que allí el descontento estaba, no preci$amente en ciertas y determinadas clases instruidas y de aspiraciones de mando, sino abajo, entre. las gentes humildes, en el clero parroquial, en Jos hcm bres que palpaban las ostrecheces y las inconveniencias del absoluthmo colonial en la vida íntima, comun y dinrh. No pasaba esto en Venezuela, donde existía una at·istocracia intelectual, que llevaba la voz de los ag-ravios y sonreía ante un porvenir independiente : aristocracia que expulsó á Empat·an, y si bien ú la postl'e acometida por lns nansas infot·iort}S, nunca dejó ele C¡~pitaneat· In insua·t•eccion y de intentar comunicarla el carácter sepaa·atista, á que tanto contl'ibuyó con sus desaciertos el Gobierno espaiiol. Por otro lado Méjico nunca habin podido apreciar su propio valot·, ni por tanto calculado lo que seria viviendo la viJa independiente ó entregado a sus exclusivos recursos. No pasaba esto con Buenos·Ait·es, que durante la guet·ra con los ingleses á principios 'del si.;lo, se h11bia vi::.to sep:mttla, pu·1to ménos que absolutamente de la Madt·e pátria, peleando y sostc~ niéndose por su propia cuenta. Por último, la corriente peninsular casi toda se derramaba por Méjico, y las relaciones con Españaet·an mús f¡·ecuentes que en ningun otro Vireinato: por todo lo que el sentimiento español era all í perfi:lctamente .Inatacable. Los pocos, los poquísimos que no le ncal'iciaban ya' , en el más pr·ofuut.lo silencio. c1an Así so explicfl que ú pcsa1' t.le la deportncion del Virey Itunigat·ay, ni modo de la do Emparan, y la íhcautacion del poder por la Audiencia, á nombre de la CentJ·ul, y luego de separa do Garibay, Méjico reconoció ó. todas las Juntas y poderes de la PenÍllsula; y si u! famoso Hidalgo dió el grito de Dolores, nunca fué contra el rey de Espa.iia. Ln fuer~a de las cosas hizo que al fin el movimiento de.;enerase en separatista. Pero el hecho es que en i\léjico habla gran descontento; y para prevenir una catástrofe la Regencia envió á Venegas. A este y á su sucesor Callejas les cupo la empresa de prepa1·ar y secundar la política de las Córtes gaditanas. ¡Pero cómo lo hicieron! El levantamiento de Hidalgo, sostenido luego por Morelos é Ignacio ltayon, encontró no poca resistencia en el país desdo el instante on que, hácia fines de 1811, comeu~ó á circula¡· el rumor de la próxima declaracion de independencia; y

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sostuvo la necesidad de valerse del nombre del rey para el logro de la revolucion mejicana -La política de los gobernantes españoles debía, pues, apreciar estas condiciones; pero en Méjico, como en todas p¡ntes, la conducta del Vi rey y de sus generales facilitó el empeiio úe sus má::; declarados enemigos. " La causa de los patriotas no era ya (en 1812) uq uella pe.ste cuyo contagio tanto se había temido en tiempo de Hidalgo. El sombrío espíritu de la política espailola-escribe el historiadot· del siglo 1IX-que hacia ol.n·ar al Vire y, hal>itt sido .un inmenso socot'l'o par·a los patriotas, aun on ruodio de los tr·iunfos militares obtenidos por los t•eulistas . E l deseo de conquistar la independencia habia adquirido una fuerza onda vez tlmyor. La espenmza de encontrar otra salida á esta situacion se había desvanecido á resultas del sistema de persecucion y opresion iuaug ur·ado por Calleja, aquel hombre sin entraiias. En efecto, al principie, como más tarde, no hubo uno solo de sus despachos que no contuviese la nttrracion de barbáries cometidas á sangre fria, ó que no hablase de pueblos red ucidos á cenizas y de prisioneros por él asesinados. En todas las provincias del centro lus partidarios se levantaron en masa, y si bien no obraban de concierto con Morelos, hacían diversiones poderosas en su favor» ( 1). Al cabo vino la promulg·acion de la Constitucion de i812, y lleg ó, como en el re~;;to de la Amét·ica latina, tarde. La independencia era una idea aceptada por el Congreso revolucionario de Chilptmzingo, ¡¡n Noviembre de 1813 -cPero tnmpoco la conducta de las aut9ri~ad es ospafiolas permite apreciar todos lo,s rest,IItados que hubiera producido aun entonces el reconocimiento de ciet·tas libertades en Méjico. A los dos meses de plantear la de imprenta la suspendió Venegas, asustado <;J.e lo que se escl'ibia, volviendo ú. las persecuciones y pretendiendo influir en los electores de un modo que hizo necesaria su destitucion por el Gobierno de Cádiz. En cambio C~leja, que sucedió á Venegas, violentó muchos artículos de la Cons titucion, despreciando la autoridad de las corpornciones populares, tan susceptibles en todas y proponiendo, antes de concluir el año, partes, 1 1 la s uspension·de las Córtes de Cadiz. De mucho había que prescindir, sin duda, confiar en los efectos de la Constitucion . para 1 No se deuama en balde la sangre, no se siem-

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Los Conocimientos úliles.

bran ódios, no se comprometen intereses, no se crean esperanzas ni se excitan las pasiones en una lucha horrible de cerca de tres años para que en un par de meses todo concluya, y se pro· duzca la bicnandan~a y la armonía entreelementos hasta aquel instante perfectamente antagónicos.-Pet·o aun suponiendo que en tan corto plazo debiera prod ue ir la plenitud de sus efectos el plan teamieu to de la Constitucion española de 18 :2, 11un dando de barato que en América n.o tuviesen lugar aquella confusion, aquel v.é rtigo, aquellos exceso~. aq uella ínegularídad que vemos en todos los puelJlos educados {ilGr .el sistema antiguo de represion y oscurantismo, al dia signiente do proclamada la libertad y de iniciada su nueva vida; aun concediendo todo esto, ¿cómo podia pensarse que la promulgacion de la ()¡u·ta de i 81;G allende los mares había de set· una cosa séria y fecunda, llevada á efecto J secuuJada por hombres como los generales de Venezuela y de Méjico, incompatibles por interés, por edncacion y hasta por temperamento con todo régimen liberal? Para que este produzca resultado, es necesario siempre, y máxime en los primeros momentos, que lo asistan J dirijan sus hombres: es deci r, los hombres que creen en libertad, que no se asustan á los seis meses,-que ni temen sus excesos ni se aturden ante sus peligros. Lo que sucedió en Méjico era de esperar. Decayó el movimiento revolucionario, como en casi todn. la América ln.tina, en los tres afios s,iguie.ntes al i4, g racias, muy seña.Jadamente, ú. la política bondadosa y de conciliacion que llevó ú. efecto el representante del absolutismo, ~uiz de Apotlaca, sucesor de Calleja: pero el gé1:men de la insuneccion no se extinguió. Fasudo aquel plazo, brota¡·on sus nuevo::¡ efectos, porque sobre la voluntad de los hombres está la lógica de J.ns cosas, y la lógica en Méjico, como en todo el mundo americano, exigía ya la independencia y la libertad. Fácil nos seria recorrer otros Vkeinatos y Capitanías generales, registrando heclíos análogos á. los que hemos observado en Méjico, Venezuela y Buenos-Aires. cabezas de la insurreccion americana. Todavía en algun pueblo, como Quito ó corno Chile, palparíamos más los superiores esfuerzos que se necesitaron para sofocar las simpatías por España ..... Pero es inútil aumentar los ejemplos, alargando indebidamente este ligero trnbajo.

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(Se concluirá.) (1) Historia. ele .• ele. Desarrollo y deeudonciu de la re-

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CONSIDERACIONES sGbre la educacion de la mujer española (1) l. Siempre que fijamos la atencion en el estarlo á que hoy se halla reducida, por falta de instruccion, la mujer española, temblamos por nuestra querida patria. Y ¿,cómo no~ Alli donde las tinieblas imperan, se producen la confusion y el cáos, y no es posible que de un campo inculto puedan cosechnrse frutos sazonados. La ignorancia, o?fandad del altna,- como la llama un poeta filósofo,-campea orgullosa por el que siempre debiera ser cielo de nuestro hogar, y an ublando el sol de nuestras más dulces y legitimas esperanzas, conviert~ con harta frecuencia en manantial de trastornos y males sin cuen· to á la que por Dios está llamada á ser fuente apacible de consuelos y bienes de venturoso influjo. De las mujeres que cuenta España, las

Ca?·ecen aósol1ttamente de inst?'1tccion, y un número considerable

SBIS SÉTIMAS PARTES

de las restantes la han recibido á medias. Es decir, que la gran mayoria, la casi to-_ talidad de las españolas no saben leer ni esc?·ibir. ¿,Es esto un bien, como creían nuestros padres y aun osan afirmar ciertas gentes, 6 es un mal de trascendencia incalculable, como nosotros pensamos~ Mas adelante lo veremos. Por ahora cumple á nuestro intento declarar, por vía d~ adelanto, que los hombres de la revolucion están más que nadie interesados por honra y provecho de los principios que ella proclamara, en lavar esa manclta neg1·a los ojos de la que tanto nos denigra Europa culta; en destrai( la ignorancia rle nuestras madres, de nuestras esposas y de nuestras hijas, que es uno de los~ principales medios de que se valen para reali zar sus menguados propósitos los eiernos

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(1) Publicndo en La Voz del Siglo. ~

Febrero G de 1809.

detractores del progreso y de la libe1·tad. Sí, á la revolucion toca é interesa mucho acabar con ese reducto que dentro de nues· tras mismas casas y en lugares respetables donde no debieran tener cabida tales ma· nejos, si,rve de fortnle?.a á nuest!'os propios enemigos, que al llevar la g·uerra á un campo que nunca debieran profanar, ponen en grave apuro la tranquilidad del hogar doméstico y aun del sagTado é inviolable recinto de ln conciencia. Y si no estos motivos, sobrado importantes para que dejen de atenderse, militan en pró de la causa á que consagramos este artículo otros supel'iores y anteriores á ellos, y po1· lo mismo, no ménos dignos de tenerse en cousideracion . El deber, la justicia y el derecho, soberana trilogía en cuyo nombre y desagravio se ha consumado la revolucion de Setiembre, se ofen. den en gran manera de ese abandono punible á que tenémos relegatla la educacion de la mujer, y exigen ele consuno un esfuerzo supremo que corrija cuanto ántes falta de suyo tan peligrosa y de consecuen· cías notoriamente perjucliciales. Si la edu·. cacion es indispensable pat·a que el indi· viduo pueda realizar el derecho en todas las esferas de la vida y llenar los deberes que tienen contraídos para consigo mismo, para con la familia, para con la sociedad, para -con la humanidad toda, y última· mente y como fin supremo, para con Dios; no cabe pensar que, en ley de justicia, pueda ni siqui~ra disculparse esa glacial indiferencia con que~generalmentese mira la educacion de la muje1·, so pretexto de que á esta no Pe es tan precisa como al hombre, el cual necesita ciertas aptitudes para servicio de sus peculiares deberes y necesidades: ¡tal es la pertur bacion que en las ideas reina, que se confunde aun por muchos la mayor suma de conocimientos que el hombre requiere, segun el g·énero TOMO 2. 0

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Ex:istcu, ciertamente,-como en el co· mienzo de este artículo hemos indicado,espiritus miopes, inteligencias limitadas, oscurantistas de oficio, que por falta de va· lor ó sobra de ignorancia y tambien de miseria y egoísmo, cierran los ojos para no vet· el hermoso sol de la verdad, cuyos vivísimos destellos los deslumbran y ater· ran. Estas pobres gentes que, con relacion á los tiempos en que vivimos, significan un absurdo anacronismo y son á la vez rémom del progreso, sostienen paladinamente que la instt·uccion de la mujer es una calamidad, que donde quiera que existe causa extragos nunca imaginados sino por sus cabezas enfermizas : el bello ideal de estos Jeremías que lloran al ver derrumbarse el templo de ignominia levantaJo en loor de las tinieblas , es la mu· jer que vive en la indigencia intelectual; porque de este estado, de esta necesidad, sacan ellos ven~ajoso partido. Basta que la. mujer sepa, aprendido de boca de quien á tales gentes mejor les convenga, lo que sea menester para sujetarla á la obediencia ciega del poder que más favorezca sus propósitos; que el leer y el escribir es semillero de verdades con las cuales se nutt·e y esclarece la inteligencia, se engalana y despierta el corazon, y, por ende, .se esterilizan los manejos á que ántes aludíamos; más para los que de este modo piensan no escribimos, que fuera perdido el tiempo que en mostrarles su error empleásemos, como seria tarea ímproba y por demás ociosa la de hacer comprender á un ciego el mágico espectáculo que ofre ce el arco iris ó la aurora de apacible mañana. Por principio incontrovertible, por ver-

dad axiomática tenemos que, allí donde no se hayan echado oportunamente las semillas de una instruccion adecuada, no pueden recogerse los frutos de una educacion sana, oportuna y provechosa; pues la educacion. sin la cual el espiritu humano viviría conden~do á eterna servidumbre y brutal quietismo, no podría reunit· ninguna de aquellas esenciales condiciones si no se desarrollasen á la vez y armónicamente las facultades físicas, intelectuales y morales del sér racional. Sin la instruccion, la persona más honrada está expuesta á caer todos los días en mil extravios, hijos de la ignorancía, obs· t ácnlo con que tropiezan los corazones mejor encaminados, y abismo en que sue· len precipitarse almas para el bien tero· piadas. Por otra parte, sabido es que cuando se desat"l'Olla una facultad y se desatienden las otras, el desequilibrio que se establece en la edncacion del individuo es de tal naturaleza y tan perjudicial, que aun á la misma facultad pt·ivilegiada resultan, en último término, daños de no pequeña monta. No hay necesidad, en nuestro sentir, de extenderse en consideraciones de esta naturaleza, cuya veracidad y trascendencia no pueden ocultarse á entendimientos rectos y limpios de todo linaje de preocupaciones. Los números hablan con más elocuencia que nada, y ellos pregonan lo siguiente: «De los siete n~iUones de mujeres en estado de poder ser instruidas que próxima· men te tiene España, unos sms MILLONEs ni siquiera saben leer, y de las restantes 389.000 leen , pero no saben escribir. De manera que solo unas 716.000 poseen ~o ­ nacimientos de lectura y escritura, han recibido e.l bautismo de la instruc-cion, tienen dado el .primer paso pa1·a poderse llamar 'l'lt~tjeres educadas. El resultado que arrojan estas cifras es desconsolador, en extremo denigt•ante para nuestra pátria y motivo harto fundado de sérios temores. Continúan hablando los números. Mientras que la relacion de los hombres que saben leer y escribir y el total de varones que euen ta esta nacion , es de uno

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--<©@ Los Conocimientos útiles. por tres, el resultado de la misma comparacion entre las mujeres arroja la proporcion de 1 por 11; y aunque el número de hembras es en toda poblacion superior al de varones, tenemos nosotros una mujer que sepa leer y escribü· por cada 12 habitantes, cuando por seis de estos hay un hombre instruido. Esto es vergonzoso. ¿,Cabe imaginar abandono más grande'? Asi es como la sociedad española ha procurado ilust1·ar á la que en su seno desem· peña papel m uy delicado y funciones nobilísimas.

III. Más el hecho notorio y por demás lamentable que den uncían los anteriores guarismos , no es solamente lo que nos mueve á tomar la pluma; 'tenemos otro motivo no ménos sério y alarmante para bacPrlo. Esas mujeres que han recibido el bautismo de la instruccion, ¿,pueden considerarse todas como 'mujeres educadas1 O de otro modo, por si hay quien dé á la pregunta una interpretacion más lata y ménos conveniente : esas 716.000 españolas que han aprendido á leer y escribir, ¿,se hallan todas preparadas para desempeñar cual con·esponde las importantísimas, nobles y dificiles funciones que en la economía doméstica y social competen á una hija, á una esposa y á una madre'? En nombre de la ve•·dad, es preciso confesar que son muy pocas, escasísimas , las mujeres que, sabiendo leer y escribir, y aun habiendo recibido lo que vulgarmente ha dado en llamarse 1ma esrne?·ada educacion, se encuentran en aquellas condiciones. Es necesario decirlo muy alto y repetirlo todos los dias para que no se demore la aplicacion del remedio : en España dista mucho de estar formarla, como por alguno se ha dicho, la educacion de la mujer. Presumimos que semejante afirmacion será considerada como escandalosa y tenida por delito ele lesa g·alantería entre muchas mujeres superficiales, y no pocos hombres que, 6 se hallan tambien adornados de esta circunstancia, 6 creen que á la mujer no debe d~círsele más que flores,

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aun á trueque de engaiíarla y de extraviar su corazon. Mas ante los fuet·os de la verdad, estimamos fútil cualquier consideracion que no se funde en los eternos principios del derecho y de la justicia, de que aquella es resplandor vivísimo. A quien no tenga la tranquilidad y es· pera suficientes para avalOL·ar la certeza de nuestt•a franca declaracion, rogámosle encarecidamente que observe con detencion y fria imparcialidad lo q ue á s u alt·ededor sucede, y que luego, recogiendo su pensamiento, manifieste si lo que aquí afit·mamos no es lo mismo que ha visto y sen ti do, y que en el fuero in terno de s u conciencia ha creído deber repeth· con nosotros, para que lo ántes posible se pt•ocure el remedio de una dolencia que tan gravemente tiene postrada á nuestt·a sociedad. ¿,Quién que haya estudiado la manera cómo en Espaiia se forman las mujeres, no sabe que la educacion que estas reciben es incompleta é inadecuada y carece de sentido práctico, moral y verdaderamente reli~oso'?

Por más que sea doloroso, no es posible negar esto. En primer lugar, todos sabemos, por ser cosa que está á la vista y en el trato diario tocamos, que de esas mujeres que hemos llamado instruidas son muchas las que no poseen e tros conocimientos que los de lectura y escritura que ad- quirieron en la escuela, contentánJose lue· go las más con nutrir y desarrollar sus inteligencias con el pasto fdvolo é indi· gesto que ofrecen ciertas novelas que, por ser las peores y más perjudiciales, son las que mayor voga alcanzan entre el bello ~ sexo. Con semejantes conocimientos, con tamaña instruccion, ¿cabe que la educacion pueda ser ser ni medianamente bue· na~ La instruccion que la mujer requiere para realizar su educacion, ¿no necesita comprender más que la lectura, escritura y algo de cuentas·? Porque pensamos otra cosa y po1·que la instruccion que las niñas reciben aquí se reduce, en general, á lo dicho, con más la enseñanza del dogma y de algunas labores, es por lo que ántes hemos afirmado , que la educacion de la mujer carece entre ~

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lo sublime. Ella es la llamada á dar vida nosotros de sentido práctico, moral y rey tono al cua•lt·o del bogar. Si no está lo ligioso. No tiene el primero, porque aun ilustl'ada para comconvenientemente fuera de las escuelas comunes, no encuensituacion y poder verdadera su prender tran las jóvenes una educacion que siquie· á q·uien se halla hombre al bien dirigir obligaciones y deberes los en inicie las ra puede labrar sa_grados, vínculos por unida desemy ejercer que tienen tarde más que familia: las una toda de la y infelicidad su han que de doméstico, hogar el o e peñar de ser reinas. Y fuera de las escuelas, ¿qué indiscreciones y nécias exigencias (hij as medios tienen las mujeres españolas para legítimas de la ignorancia), que á veces tienen las mujeres, son siempre orígen de completar su educacion'? En realidad, ninen el matl'imonio y causa de que distu1·bios guno. el homb1·e falte, por pueriles miramientos, En cuanto al sentido moral y religioso á deberes que su conciencia y la sociedad tampoco es fácil hallarlo en la educacion imponen de consuno. Si las mujeres tu- . le que es sino mujeres, nuestras reciben que conciencia de lo mucho que estos viet·an por tal se tiene el espíritu estrecho y exobligan, ellas fueran his primeras deberes instt·ucsu saturada está que de clusivo y nunca los posponckian á respetarlos en cion. Pet·o ideas exactas y aplicadas de lo ó vanidad de esposas. Copropio a:nor su que son y obligan los deberes y derechos, amor instintivo que las el si madres, mo así propios como extraños, y de lo que á no está iluminado por idealiza é sublima la conciancia se debe para no faltarle por· de una ilustracion apacible y clara luz la engaiTar y complacer al mundo; conociexpuestas á cada hallan se conveniente, miento elevado y ámplio de la religion, irreparables y faltas cometer á. momento cuyo grandioso espíritu ha de verse y res· más queridas prendas las á perjudiciales petat·se en donde quiera que el bien se é inopequeñuelos sus á c01·azon, su de practique, y de que las ct·eancias se harlRde que delicadas plantas esas á hijos, centes pt·ofesar por conviccion y puro fervor de descui· ligero más al pierden y tuercen se conciencia, no por mera costumbre ó cuan · do. t,Quién duda que ese mismo amor mado más con un sentido equivocado é interno que tanto nos admira y cautiva, es conscientemente idolátl'ico;- nada de esto muchas veces la causa eficiente, aunque busq uemos en la educacion que, por lo de ciertos vicios que observamos en ciega, · comuu, se dá á las españolas, porgue le y que concluyen por extraviar niiios, los falta, como hemos dicho, la base de una y empañar la candidez de corazones sus sólida instruccion. sus almas'? De lo que acabaroos de indicar respecto IV. del hogar doméstico, puede deducirse la influencia que la ilustracion _ó ignorancia En este punto de nuestro trabajo, tócade las mujeres ejerce en la sociedad. Obra nos señalar, siquiera sea someramente, los graves perjuicios que trae consigo la de ellas es casi siempre la educacion y porvenit· de sus hijos, y si la patria ha de tefalta de educacion en la mujer. ner buenos ciudadanos, menester es que Considét·ese esta, ya con relacion al holas madres sepan dirigir á aquellos, que gar doméstico, ó bien con respecto á la sono infiltren en sus almas esas creencias ciedad en general, no puede negarse cier· esas absurdas preocupaciones erróneas, tamente la gran influencia que en una y se alimentan, merced á la todavia que con ott·a pat·te ejercen, y de cuyo poder sobeignorancia en que viven las mujeres esparano al hombre no es dado prescindir. El ñolas. Es preciso, además, que el amor de· papel más hermoso y las funciones más madres no sea sólo instintivo, sino iluslas nobles del santuario de la familia están trado, capaz de conoce\' y buscar el bien, encomendadas á la mujer. Esposa ó madre, su posicion es en extremo difícil, pot·. y de predicarlo aún á costa de algu.n sacrificio que , si por el pronto parece infruc- ~ ~o mismo que en uno y-otro caso raya en

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tuoso, luego se ostentará fecundo en bie, nes y será un timbre de gloria para sus ~orazones. Y si esto es por lo que á los hi· jos respecta, no es ménos grande y decisiva aquella influencia considerada bajo el punto de vista de la que la mujer tiene sobre su esposo. Subyugado el hombre por las súplicas fascinadoras unas veces, ame· nazantes otras de la mujer, suele no tener bastante fuerza de voluntad para resistirlas, y dejándose arrastrar por ellas, falta con frecuencia á sus convicciones y creencias y á deberescivicos y sociales. Recuer· den los lectores la célebre votacion de la base se,r¡unda, en la que, segun la fama p1·egona, dej6se sentir la influencia de algunas mujeres, y dígannos si no debemos temer ahora que esa misma influencia venga á dar al traste con algunos p-rincipios proclamados por la revolucion. Sirva al ménós de aviso este recuerdo, que no deja de ser oportuno, dada la actitud que parte del bello sexo va tomando á propó· sito de la libertad religiosa, que si la mayoria de las mujeres la combaten, lo hacen inconvenientemente y casi siempre instigadas por manos oc1eltas. Ahora bien : si la educacion de las españolas fuese lo que delJiera ser, ¿,habría lugar á los males que tan á la ligera dejamos apuntados más arriba'? No, ni tampoco tendríamos que lamentar otro más, hijo, como los anteriores, de la falta de instt·uccion en la mujer, y que como ellos agobia con s u enorme pesadumbre á la sociedad española. De la falta de instruccion se origina tambien la falta de recursos para el sustento de la vida, y el lector sabe que en el abismo de la nece· sidaO. se precipitan muchas virtudes. En otros países la instruccion ha abierto á la mujer anchos horizontes; pet·o en el nues· tro la ignorancia la tiene encerrada en una dolorosa alternativa. La mayor parte de las que necesitan y quieren trabajar, 6no enc.uentran en qué , 6 se ven reducidas á aceptar' tareas 'rudas, superiores á sus fuerzas y casi siempre insuficientes para atender á sus primeras necesidades . .f\ñádase á esto los extragos que causa la ignorancia, fomentadora de la inmoralidad,

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y se tendrá una idea aproximada de la importancia que, bajo todos conceptos, tiene la educacion de la mujer.

V. Piense el pais sobre lo dicho arriba; mediten acerca de e1lo nuestros hombres de Estado, y tengan todos en cuenta que si educar á las mujeres es formar las generaciones que están por venit·, in teresa, ur· ge, apl'emia mucho ahuyentar las tinie· b1as en que tenemos sumida á la mujer española. Lo volvemos á repetir: á la revolucion interesa mucllo llevar á cabo esta obra tan grandiosa como necesaria, en la cual estriba tambien la consolidacion de nuestras conquistas y la magestad de los principios por ella proclamados. La nacion toJa debe trabajar en este sentido; para-ello cuenta hoy con un medio excelente y de maravillosos resultados: LA ASOCIACJON. Hija predilecta de la libertad, ella puede conseguir,-y lo conseguirá ciertamente, si con verdadero empeño y varonil energía se acomete la empresa, -que se difundan por todas partes las escuelas de niñas, y que la educacion y enseñanza se reformen para q no tengan el sentido práctico, mora~ y religioso de que hoy carecen. Puede al mismo tiempo promover la creacion de otros centros de enseñanza en donde se complete y perfeccione la edu· cacion de las mujeres, para lo cual podl'ian aprovecharse las escuelas normales de maestras y fomentarse las dominicales y de adultos. Puede asimismo crear para las mujeres cursos de segunda enseñanza, comprensivos, sobre todo, de aquellas asig· naturas que más aplicacion tengan á las industrias y oficios que mejor se avengan con la naturaleza de la mujet·. Y, en fin, puede poner en práctica muchos medios para proporcionar les instruccion adecuada y para remover los obstáculos que hoy se oponen á que se ensanche la esfera de tra· bajo de la mujer, á fin de que ésta tenga nuevos y más eficaces medios de pt·ocurar· se por sí, y de una manera honesta y en armonía con su carácter, los recursos ne-

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cesarios para la subsistencia. Si no se hace pronto todo esto,- que nos atrevemos á recomendar á La Asociacion de la Enseñanza que acaba de establecerse en Madrid con el aplauso y las simpatías de 'las personas cultas,- no esperamos grandes adelantos, asi morales como intelectuales, en nuestro pueblo, ni nos sorprenderán otros males que nos amenazan, y cuyo mal hada· do influjo sentimos al presente.

Si educamos convE.>nientemente á la muj er, si destruimos su igno1·ancia, nos haremos acreedores al aplauso imparcial de la his toria, á las ala bauzas de las generacio oes venideras, y habremos asegurado lo:? fueros de la justicia y del derecho y el triunfo de la líber tad. P. A. G.

CONOCIMIENTOS DE AGRICULTURA. 6$2J1 -

Constitucion del cliltivo. (Contmuacíon.)

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Las regiones montuosas son, pues, las más á propósito para el gran cultivo, de· biéndoso emplear el pequeño en las ricas y fértiles vegas y el medio en las llanuras. En estos terrenos el labrador no debe ignorar ninguna de las prácticas modernas. Debe buscar riego lo primero de todo; despues abundantes abonos para sostener una C"onstante y activa produccion. Las razas :de animales deben ser ex.celentes y las cosechas magr11fica.s. Digamos ya lo que debe entenderse por pequeño, medio y gran cultivo. El peque· ño es aquel en que no se emplean más fuerzas que las del hombre y su familia , alguna vez auxiliadas, pero en pequeña escala , por las de los animales. El medio es el en que se hallan proporcionadas las fuerz as humanas y las animales; y el grande el en que dominan estas. El pequeño cultivo es el destinado á darnos lns legumbres verdes y secas, las hortalizas y los tubérculos. El grande dará en las montañas las raíces, forrajes y carnes , y en las IIanuras, estepas y me· setas, los cereales, el aceite y el vino. El cultivo medio dará lo que el pequeño y el grande, con más las plantas industriales,

tales como el algodon, lino, cáñamo, rubia, etc., y árboles como la morera, fru. tales y demás. En nuest1·a España tenemos practicado el pequeño cultivo eu Murcia y Valencia, como tambien en Galicia, Astúrias y provincias Vascongadas, si bien en estas tres últimas se practica el grande pa1·a carnes, aunque imperfectamente. Una buena parte del cultivo medio la encontramos en Aragon y Cataluña, y el gran cultivo en las Castillas, Andalucias y Extremadura, si bien los pequeños propietarios y cultivadores no son raros en las Castillas. Vemos por esta ligera reseña cómo el cultivo medio, al que con tanto acierto han sabido llegar los ingleses y alemanes como el más conveniente y parfecto, apenas se comprende ni se practica en nuestra España; resultado de esto, que donde debia practicarse el grande se prac· tica el pequeño; donde el medio, elgrande, siendo la consecuencia el empobrecimiento y la rllina de todos; y como todos debernos procurar que esto no sea , estudiarem os cou un poco más de atepcion los tres géneros de cultivo para ver los inconvenientes de unos y otros y determinar

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Los Conocimientos útiles.

para nuestra España lo más acertado. Una familia labradora necesita solamente para alimentarse 1.551 kil6gramos de trigo, y comprendidas las demás necesidades de vestir y calzar, etc., 2.279 kilógeamos. Tenemos, pues, que con dos hectá reas de tierra de la llamada de pan llevar bien trabajada á brazo, bien cuidada y entretenida, tiene una familia lo suficient~ para satisfacer sus necesidades, siempre que no pague renta 6 sea el terreno de su propiedad . El padre puede cultivar una hectárea y la familia 1,64, siendo por lo tanto el trabajo de la familia al del padre como 638 : 388. Esto, que está probado por las prácticas modernas, se halla sancionado por las antiguas. Moisés, al da¡· posesion al pueblo de Israel de la tierra prometida, la repartió á razon de tres hectáreas para cada familia de losLevitas, y 1,23 para cada una de las demás familias que formaban la masa popular. Entre los romanos era aun menor la cantidad de tierra asignada á cada familia, pues está averiguado que en los primeros tiempos de Roma la herencia de cada ciuJadano romano era de 2 juge'ra de tierra equivalentes á 50 áreas y 56 centiáreas, 6 sea algo más de media hectárea. Como los romanos atendían á su subsistencia con una cantidad de tierra tan pequeña, apenas se comprendería, si no estuviera averiguado tambien el grande uso que hacían de las legumbres, y con especialidad de las habas, que aun hoy forman la base alimenticia de los pueblos meridionales, pues hasta en el pan las introducen . Hay que tener en cuenta tambieh que estas habas son las llamadas de Egipto 6 de Italia, las que á favor de un trabajo bien entendido y esmerado- y de un clima be! nigno y suelo fresco, alcanzan una altura de 1os metros y dan 3;()00 kilógramos de grano por hectárea. Supongamos fuera el siguiente el asolamiento seguido en esta época por los romanos: 25 áreas y 28 centiáreas de tri8 go produciendo . . . • . . . 313 k .

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25 id., id., id. de habas pt·oduciendo 75& kilos eq ni valen. l. 941 k. • tes en trigo á . TorAL.

. 2.254 k.s

Tendremos que de este modo, 6 sea. con los 2.254 kilógramos de tl'igo era lo suficiente, como áÍltes digimos, para que una familia viviera. En hlanda en que una familia debe consumir 28.48!:> kilógramos de patatas como equivalen te de los 2.254 kilógramos de trigo, se obtiene aquella cantidad de patata sobre una hectárea de tiet-ra, y sobre menor superficie aun cua ndo el labrador posee pastos y algunas vacas. Pero como por lo general pagan los labradores de este país una renta, necesitan cuando menos para poder alimentaL' la familia 1,50 hectáreAs. A dos hectáreas por cada familia de cin· co individuos , la España que comprende una superficie de 50 millones de hectáreas, de los que solo tiene 27 entregados al cultivo, podría alimentar en estos 27 millones, 67 y medio millones de habitantes. Estos datos, cálculos y conocimientos nos pat·eceu muy dignos de tenerse en cuenta, especialmente hoy que nuestro país acaba de entra¡· de lleno por las puertas de la escuela democrática. Sabido es que uno de los principios de esta escuela. es la division de la propiedad, y como podria irse en esto hasta la exageracion, prueban dichos datos que toclo tiene un limite, y que no es posible, dentro de las costumbres modernas, llegar al limite de las sociedades primitivas. En efecto, un pueblo eu las condiciones expresadas de cultivo, es decir , consumiendo todo lo que produce, no podria subsistir boJ., porque no podría levantar las cargas del Estado, ni en hombres porque todos serian necesarios al cultivo, ni en dinero, porque no lo habría. Y lo que es peor que esto, el principal mal estaría en la pérdida de una sola cosecha, que produciría un hambre general, y con ella la desolacion y la epidemia. Tampoco podría haber artist-: s que hi-

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~e_o_________________JG__o_s__c__o_n_o_c__i~__i_e_n_L_o_s__u_·_ti_l_e_s_.___________________ ::1r cieran el calzaJo, el vestido, las herra· mientas y demás úti!es necesarios; no habria hombt·es científicos encargados del fomento y desarrollo de las ar~s y ciencias, porque todos estarían obligados á trabajar la tierra para proveer á su alime u tacion. Estos son los _inconvenientes que presenta el pequeño cultivo cuando se halla generalizado en una na<.:ion. Por esta cau sa en CLiua el exceso de pob1acion está reprimido por las hambres periódicas que la diezman y por el uso habitual de la ere· posicion de los nillos. Tenemos, pues, que el pequeño cultivo no es conveniente para los modernos pueblos civilizados, y que no sin peligro se le puede permitir salir de ciertos limites. Entremos ahora en el gran cultivo. Este es ot1·o extremo DO menos peligroso que el anterior, cuanclo ejerce su accion sobre los cereales, aceites y vinos. En este sistema la recoleccion de las cosechas exige en un momento dado un número de obreros superior al que comunmente habita los pueblos rurales, y si las circunstancias geoJráficas no ponen en contacto á dos pueblos cuyas cosechas dejen de tenet· lugar simultáneamente, el que prac· tica el gran cultivo tiene por precision que limitarse al cultivo de vejetales no exijan habitualmente sino un corto nú· mero de brazos. Y aun así tiene que renunciar á los cultivos que precisan escardas periódicas, llegando a encontra:.r hasta embarazoso y dificil el cultivo de los cereales, viéndose en la necesidad de red u· cir gradualmente este cultivo y fomentar los forrajes y ganados. Esto es precisarpente lo que acontece en nuestt·as Castillas, cuyos propietarios y labradores, por desconocer en su mayoría estas verdades agrícolas, no ponen el debido remedio. ¿,Qué será de este país el día que por una circunstancia cualquiera deje de vet•se auxiliado en la "recoleccion de ce· reales por los brazos gallegos?¿, Y en años abundantes, dejan de pagar jornales fabu· losos aun contando con este auxilio? Las gt·andes propiedades son buenas so~ lamente en el caso de estar bien explota·

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das y dirigidas por hombres de ciencia y de dinero; pues que de este modo los bra.zos son reemplazados por máquinas, y el director, variando hasta lo posible los cul· tivos y cosechas, sabe armonizar las fuer· zas de que dispone con los trabajos á que deben ser aplicadas. En nuestt·a b:i\paña apenas hay ejemplos de una explotacion semejante, y en Inglaterra, que es donde se ven bastantes, se van creyendo hasta perjudiciales, pues que se ha llegado á compt·endet· que el gran cultivo tiene límites puestos por la misma naturaleza de las cosas, como sucede al pequeiío cultivo. Las pt·opiedades inglesas demasiado grandes (300 ó 400 hectáreas), á pesar de formar un solo pedazo de tierra ó coto ?·edando, están sujetas á inconveniente:; reco· nocidos, á no set· que cuenteu con muchos pastos. Cuando los cereales forman parte d0 la explotacion , las distancias á recorrer pot· los hombres, los animales y los aperos de labor, y aun valiéndose de los medios más perfeccionados inventados hasta el día, llegan á ser pérdirlas notables de tiempo y fuerzas. Aden'üs, no basta un solo jefe para vigilar una explotacion tan extensa, pot·lo que se éree estarían mejor todas las de esta clase divididas en explotacioDes de 50 á lOO hectáreas, y arrendadas á industriales con capital y ciencia. De este modo, y reformado el' pequeflo cultivo, como ya se ha dicho, se aumentarán y dominarán las explotaciones medias de 50 á 100 hectáreas que parecen ser las mejores para el género de cultivo adoptado. Nue~tra España tiene qne entrar tarde ó temprano por este camino si ha. de verse regenerada algun dia, pues sin gran peli· gt·o para sn honra y seguridad¡ no es posible la continuacion de uD desórden tan lamentable en la constitucion de la pro· piedad y del cultivo de su suelo. Para ell'J es preciso proteger la formacion de ca pita· les y propagar extt·aordinariamen te la instruccion. De este modo, las pequeñas explotaciones :desapal'ecerán alli donde la riqueza se indique. . Hubo un tiempo en que se atribuyó en

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Inglaterra al gran cultivo el reemplazo de los bueyes por los caballos, y los brazos por las máquinas, como igualmente la inmensa compra y empleo de abonos, la construccion de caminos y cercados, las nivelaciones de terrenos, excavaciones, saneamientos, riegos, etc., etc. Despues se ha visto lo equivocado de esta creencia, pues que todo ello no era peculiar del gran cultivo, sino de la instruccion agrícoln y del inLclig-ente empleo del capitaL Todos aquellos tt•abajos y sustituciones no son ignorados po1· pequeños, medianos ni grandes donde la agl'icultura se sabe y practica, y donde se comprende la filosofía del cultivo, y lo son únicamente allí donde los cultivadores son pobt·ea é ignorantes. Si es rica la agricultura inglesa, no es ménos hábil é ilustrada. Los agricultores ingleses, aun los más pequeños, disponen ele toda suerte de medios para estar al corriente del menor pro· greso que se hace en su arte. Ponen voluntariamente en aprendizaje á sus hijos en casa de aquellos labradores que se distinguen por una habilidad particular, y no temen pagar por ello pensiones que harían retroceder á ·nuestros ricos labrador es. Estos, sin embargo, por no haber entre nosotros· labradores industriales, 6 sea tc6rico·prácticos en el arte, los dedican con grave perjuicio de los padres , de los hijos y del Estado á las carreras de médicos, cut·as, abogados, escribanos , etc., y el que no sirve para esto, le queda siempre el gran recurso , el recurso de los recursos, E'l Tesot·o púlJlico, al que ningun español pierde la et>peranza de dar un pellizco tarde 6 temp1·ano. Otra de las particularidades que distinguen á los agricultores ingleses son los meetings 6 reuniones que celebran para comunicarse los resultados, reflexiones y experiencias de cada uno. Las exposiciones de útiles y herramientas, arados, animales, frutos, etc., son promovidas por in·

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útiles.

finidad de asociaciones, en las q ue los g randes señores y personas principales son las primeras á ingre::;ar y á disputar los primeros premios. De este modo, la ignot•ancia y la pobreza han dejado de se1· patl'imonio exclusivo de ln. clase agricultora. ¡Cuándo podremos nosotros decir otro tanto! Las sociedades agricolas disponen de cuantiosos fondos, adquiridos unos por suscricion , y otros, la mayor parte, por donativos de pet·sonas ag-l'icultoras 6 no, pe1·o apasionadísimas todas por la agricultura y l!J. p1·osperidad y buen nombre de la patria. La Sociedad Real centt·al cuenta 4.000 miembros anuales y 1.000 vitalicios. Los primeros son peq ueiics propietarios y si m· pies arrendatarios. El tanto más comun de la suscriciou anual es de lOO rs.; la de los vitalicios 1.000, y las de los llamados gobernadores 5.000. Cen estos recu1·sos, aumentados con los donativos de la Sociedad, cuenta con má:; de dos millones mensuales, que se dedican á activar el progreso de la agricultura nacional, á los gastos de las conferencias semanales , en las que se discuten las cuestiones 'agrícolas á la 6rden del dia, á la publicacion de una excelente revista en la que aparecen las memorias dignas de ser conocidas. Paga profesures para en· señar las ciencias aplicadas á la agricultura, y entre ellos un químico encargado especialmente de verificar los análisis que se le piden de tierras y abonos. Abre cada año esta sociedad, y este es el principal objeto de su fundacion, un gran concurso de animales, máquinas aratorias, etc. , etc., á la que es convocada la Inglaterra toda, ejerciendo por estos medios una inftuencia enorme sobre el progreso agrícola, al que presta importantí· simos servicios sin mezclarse para nada la infi u encia:oficial. (Se continuará.)

AGUSTIN CAÑAS.

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Los Conooimienlos útiles.

CONOCrniiENTOS DE INOUSTlUA. El gusano de seda y la sericultura (1). l. En nuestro articulo anterior n~s ocupamos de la descdpcion del gusano de seda y de su,~apull o, tocándonos hoy dar algunos detalles respecto á la sericultura ó cultivo de la seda, y de la historia de este famoso producto. Desde la dominacion de los árabes hasta nuestros días, casi todos los gobiernos que se llan sucedido miraron con especial predileccion el desarrollo de la seda en Espa· iia, habiéndola comprendido en la categoría de arte mayor. Granada y otros países meridionales en lo antiguo, f~eron el eropodo de esta industria con sus renombradas manufacturas. En el día se halla bastante desarrollada en muchas de nuestras pt·ovincias, y aun pudiera extenderse á alg·unas otras si se pensara sériamente en fomentar el cultivo de la morera, aprovechando para ello localidades hoy improductivas. Los anales chinos justifican qne el uso de aquel articulo se remonta á los tiempos más antig·uos, supuesto que al emperador Fou-Hi (3.400 años antes de nuestra era) se atribuye haberlo aplicado á un instrumento músico de su invencion. La industria sel'icicola se hallaba en ton ces tan poco adelantada, qne solamente cuidaban de utilizar la oruga en su estado salvaje, hilanclo la borra ó filo·seda que producía, sin nccion alguna de sistema que multi plicara las crías y conservara sin romperse los capullos. El origen de esta doble industria se debe á una emperatriz llamada Siling-Chi, que reinó hace unos 4.500 años, y á la que tam· bien se atribuye, como muy en consonan· cia con la coqueteria de su sexo, la in venÁ

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Vcaso ol núm. '2t , png. :;25.

cion de las telas de seda de reluciente aspecto. Los chinos comprendieron sin dud·a con admirable instinto el manantial de_ constante riqueza que el monopolio de este ar· ticulo les prometía, y á fin de asegurárse· lo establecieron á lo largo de sus fronteras una vigilante guardia que impidiese, · bajo pena de muerte, la exportaeion de la simiente del árbol y la del insecto. Con semejantes precauciones, permaneció por más de veinte siglos ignorado el secreto de la materia que daba origen á tan maravillosos tejidos. Creyóselos al principio formados de una especie distinta de algodon; pensóse tambien si procededan de la tela trabajada por una araña gigantesca, y mil otras versiones se hicieron á cual más absurdas sin obtener la soluciou del problema, y á despecho de diversas tentativas fru!ltradas er1 el mismo pais de su procedencia. Entretanto, el pt·ecio de este artículo era tan sumamente elevado, que el emperador Aureliano, despues de sus conquistas de Oriente, hubo de negar á su eSP.OSa una pieza de seda que le pidió, como objeto de lujo inmoderado para una emperatriz romana. Como era natural sucediese, con un secreto encomemlado á millones de individuos, el monopolio, dependiendo de aquel necesariamente, debía encontrar un término. A una mujer se debió tambien la implantacion de esta industria, fuera del alcance de tan restrictivas leyes. Hácia el año 140 (antes de Jesucristo) una princesa de la dinastía de los Han, prometida del rey de Khotan, en el centro de Asia, supo no existía la morera, ni por lo tanto el gusano de seda en el país que había de habitar toda su vida. Sin duda hubo de parecerle cosa imposible renunciar por siempre á las magnificas telas en que se

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K~~-----------------------------------------------~~ Los Conocimientos útiles. 563 ~ envuelven las mujeres del celeste imperio, pues al acercarse á la frontera ocultó en tre sus cabellos la simiente del árbol y la del gusano, pasando por entre los guardas, que no se atrevieron á poner sus manos sobre una hija del cielo, carácter alli atdbuido á los que nacen de estirpe real. Este fué el primer paso dado para aclimatar fuera de la China tan codiciado articulo, que por el pronto prosperó admirablemente en el país del Khotan. El progreso, no obstante , se hizo notar muy lentamente eu el comercio del mundo : el monopolio ejercido en la China se reprodujo en cada nuevo EstadG dueño del secreto, que procuraba realizar pingües ga· nancias á la sombra de una severa prohibicion.

cipios del siglo XVI los tejidos de las fábricas espaiiolas no tenian rivales ni en calidad ni eu consistencia en los primeros mercados de Europa. De todos los antiguos reinos de España, Granada fué donde hizo más progresos esta industria y donde más importancia alcanzó, debido á. la innumerable cantidad de moreras que "poblaban sus campos y á la profusion de telares establecidos en todas sus poblaciones. «El trato de la cría, dice Luis del Marmol en su Histo?·ia de la ?·ebelion de los wwriscos de Granada, es tan rico en aquel reino, que se arrienda el derecho que pertenec.! á S. M. en 68 cuentos de maravedís cada año, ó sean 181.500 ducados de oro.» Aun despues de la conquista de Granada y de las rebeliones y expulsion de los moriscos que se sucedieron, ee reII. cogía en aquel país un millon de libras de seda. Hasta el año 552, bajo Justiniano, no Tan inmensa riqueza, no obstante , de· poseyó Europa la codiciada simiente de la bia desaparecer más tarde por la exorbimorera. Por entonces dos religiosos de la tancia del impuesto que llegó á pesar sobre órden de San Basilio remitieron á dicho este articulo, cuyos beneficios hubieron emperador una buena cantidad de ella de reducirse tanto, que trajeron consigo el que habian traído del interior del Asia. abandono de la industria, hasta que FerPara conseguir su objeto tuvieron que tonando VI restableció muy oportunamente mar aun más precauciones que la princelas antiguas fábricas de Talavera, donde sa china, lográndolo al cabo, gracias á la se producian ricos y celebrados tejidos de ingeniosa idea que pusieron en práctica, oro y plata , terciopelos, telas labradas y de ahuecar los bastones en que se apoyapreciosos damascos. Más tar:ie per11ieron ban, rellenando su interior de tan precio· estas renombradas fábr icas la impot·tancia so contrabando. Quinientos años despues que habían alcanzado ante el inmenso de Jesucristo, dos ft·ailes griegos llevaron desarrollo que obtuvo en Valencia la faá Constantinopla huevos ó simiente de bricacion. Bajo el reinado de Cát·los Ill gusanos de seda, y enseñaron á criar tan recibió un impulso considerable, al que maravilloso insecto. No tardó en cundir contribuyeron los antiguos gremios de el arte por la Gt·ecia, si bien el precio suaquella importante ciudad, asi como los mamente elevado de los tejidos continuó de Toledo. solamente al alcance de los más ricos y. A fines del siglo XVIII la cosecha nn ual poderosos: levantáronse fábricas en Tebas, de la seda no ascendía en España más que á en Atenas y en Corinto, siendo este ramo 606.800 kilógramos, mientras que en 1849 de riqueza uno de los más gt·andes recurascendía á 1.104.000 kilógramos. En los sos de que dispuso el imperio romano, G~-ño~ 1850 y 51 se fué extendiendo el culti· Extendióse despues esta industria por vo gradualmente desde Valencia, .Murcia, toda Italia , Sicilia y la Morea. En FranAlicante. Granada y Tala vera á muchas cia no se conoció hasta el siglo XV, reiotras provincias. Obtilviéronse á la vez nando Cárlos VIII, y en España la introfavorables resultados de los ensayos que dujeron los árabes, donde alcanzó tal des- para aclimatar el gusano se hicieron en ~ arrollo y tan justa celebridad que, á prinAragon, Galicia y las dos Castillas, asi ~

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tambien á ln incubacion: de otra bastante capaz que contenga el calorífero 6 la estufa y el ventilador; y de un almacen de hoja, proporcionado á la extension que se trate de da · e\ lR. cria . La simiente de gusano se coloca _en cajas de madera forradas interiormente de papel, y en esta disposicion· se la somete á una temperatura de 20 á 24 grados. La época de avivar la simiente ha de ser en la primavera y en la época: en que las moreras pri1~cipian á dar hoja, con el fin de que á su nacimiento encuentre el gusano su alimento prepat·ado. Calcúlase en dos libras diarias de hoja la cantidad que consumen los 40.000 g·usanes que produce una onza de simiente. A los tres 6 cuatro dias se han avivado ya los hue"os, notándose á los gusanillos eu movimiento, 6 bien peg·ados al papel 6 lienzo de qne se hallan forradas las cajas: entonces se colocan sobre ellos unos papeles agujereados y encima unas hojas tiernas de morera. Los gusanillos, atraídos por el alimento, pasan al través de los agujeros, y en ton.ces se les coloca en otras cajas, hasta que más crecidos puedan ser trasportados á lo::; cañizos que á continuacion- descl'ibiremos. Establécense á lo largo de las paredes en el edificio 6 'inafianeria destinado á la cría del gusano, unas especies de bastido- ' res de papel 6 de lienzo á manera de es- tuntes que distan de sí, por lo comun, un pié ; cada pie cundr.ado puede contener 95 gusanofl ; de modo; que una tabla de 20 piés de lat·go y 3 de ancho podrá servir para la cría de 5.700 gusanos , bastando unas siete tablas para contener la producdon de una ouza de semilla. Los estantes' deben colocarse aislados, de forma que sea f!Í.cil la circulacion entt·e ellos. Instalado el gusano en los cañizos, se· III. les echa hoja de morera en abundancia para que nunca les falte alimento. Este La cria del gusano de seda se obtiene en deberá renovn1·se á menudo por otro más edificios situados junto á las plantaciones apetitoso y f¡·~sco, lo que constituye una de morera , y· qut> se hallen suficientemen· te ventilados. Compónense generalmente- operacion que aun cuando parece difícil, se efectúa por un ingenioso medio que la de una pieza 6 cámara grande para los simplifica mucho. Consiste en tender sogusanos que trabajan: de otra más pequebre los gusanos, luego que desechan un:J, iía para los de primeras edades, aplicada

como en Sevilla y Cataluña. En este último punto son notables por su belleza los tejidos y terciopelos de todas clases que allí se producen. En Valencia , donde se ha desarrollado más considerablemente la industria de que nos ocupamos, existen más de 400 tornos qne hilan diariamente cada uno sobre tre· ce libras de capullo , empleandose más de· 4. 700 opet·nrios en los telares allí estable· cidos, pudiéndose calcular en 3 millones y medio de duros el valor de la cosecha- en este r eino y en el de Murcia, y en 800.000 el de la qu J se recoje en el Alto y. Bajo Aragon. Cataluña sostiene 3.000 tejedores aplicado"> á. este ramo, y en Sevilla las fábricas se extienden y mejoran, manteniendo un número considerable de brazos. Reseñemos algunos de los principales Estados en que alcanzó algun desarrollo e:;te artículo Turquía es uno de ellos, dis' tinguiéndose p1·incipalmente los productos de las hilanderías de Brusa; las de Ain Hn.made, cerca de Beyt·ut, en Siria, y los de Andrinópolis , Damasco y Esmirna. En Argel va tomando un ioct·emento que amenaza á España con u na temible competencia , debido á la gran importancia. que alli se ha dado á la plantacion de la morera. En Italia tambien se obtienen buenas sedas , siendo las de Toscana las mejores pot· el esmero que ofrecen en su hilado. Francia, segun datos oficiales, produce anualmente 30 millones de kilógramos de capullo , cuyo valor es de 450.000.000 de reales. Por último, en Inglaterra se ha ·tratado de aclimatar esta industria, si bien -hasta el presente los resultados fueron bien poco satisfactor ios.

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comida, una rP.d cargada de nueva hoja á cuyo olor acuden en seguida, dejando desierto el sitio que antes ocupaban. Enton · ces se limpia este de desperdicios y se les vuelve á él, sacándoles PQ!' merlio de otra red del paraje donde se colocaron á favor de la anterior . Otro sistema se sigue tarobien, colocando, como cuando nacen, pliegos de papel agujereados y cubiertos ele boja. La igualdad de eJatles es uno de los. puntos á que preferentemente debe atenderse, pat·a evitar la con fusion que r esultada en un mismo cañizo, si en el momento de estar unos mudando , se hallasen otros ya crecinos y en disposicion de · tejer. Por medio de las clasificaciones se logra reunir todos aquellos cuyo desarrollo es uniforme, empleando para ello el método de la ent'resaca , que consiste en colocar sobre los gusanos unas piezas de tul de algotlon cubiertas de una capa de hoja bastante ligera. Los que se hallan dormidos pet·manecen necesariamente en su sitio, mient1·as que los demás, de diversa edad que los otros, suben á la red y se colocan entre la hoja; pudiéndose entonces trasportar la red á otro cañizo vacío, y repetit· en este la operacion para entresacar aun los que difiriesen en edad. Con tal p¡·oceuimiento, se obtiene, además de la clasificacion, el no molestar á los que están dormidos sufdendo la muda , con el peso de las hojas q,ue habrian de echarse á los -despiertos. Despues de las cuatro crisis porque pasa el g·usn.no, segun ya referimos, se los ins· ,tala en tt·e ramas de brezo, á fin de que en ellas elijan sitio á propósito donde construir su capullo. Durante el trabajo no deben ser inquietados en lo más mlnima, es· perando el momento de la conclusion dela obra.

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Para hilar con provecho la seda del capullo, se necesita indispensablemente que este se halle intacto, lo que no sucedería si se esperase á q ne saliera la mariposa rompiendo su espesor. Para evitar este ex· tremo, hay que ahogar las crisalidas, sometiéndolos á un calor seco de 60°, bajo el cual perecen, habiendo áutes cuidado de conservar los capullos necesarios á la pro· duccion de la simiente necesaria para la cosecha inmediata . Obtenir:la la seguridad de hallarse ente· ro el capullo, la operacion que sigue es la del hilado del cap ullo de~pues de despojar. los de la baba ó borra que los cubre. Consiste aquella opet·acion en sumet•git·los ca pullos así limpios en una caldera de hierro suficientemente caldeada, los que se encarga de agitar fuertemente la hilandera con una escobilla, á la que poco á poco se van adhiriendo los cabos de seda de los capullos, reblandecidos con el agua caliente: recoge despues entre sus dedos dichos cabos, y separándolos en dos pat·tes iguales, los retuerce ligeramente .é introduciéndolos pot· unos agujeros dispuestos al efecto en el torno, los entrega á otra operaria encargada de engancharlo~ al devanador, en el que simultáneamente se forman dos madejas, que se empaquetan despues en cajones ó armarios hasta remesarlas á las fábricas, en donrle la industria ha constituido el arte de tejer . Hemos expuesto ligeramente alg unos detalles sobt·e la historia y fabricacion de la seda, fijándonos en sn origen é importancia y en las diversas trasformaciones por que pasa este r amo de la industria, llegada en Europa, hoy dia, al más alto grado de prosperidad. E. SANTOYO.

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Los Conocimientos útiles.

HISTORIA POLITICA. LA PÉRDIDA DE LAS AMÉRICAS. (Conclusion.)

VI. De todo lo expuesto, resulta : 1. 0 Que la Central no tomó medida alguna !ibera!r·especto de América, contentándose con proclamat· la igualdad de aquellos r einos con los de la Península, si bien interpretándola, al convocar los diputados americanos para la Junta, de un modo desfavorable á Ultramar. 2 ° Que Iu Regencia (es decir, la primera Regencia del Obispo de Orease, el General Castaños, el Consejero Saavetlra, D. Antonio Escaño y D. Miguel de Lardizabal) no solo siguió una conducta semejante á la de la Central, al llamar los diputados á Córtes de Améri.!a, sino que despues de conceder la libertad de comercio revocó su acuerdo, y luego de vista la resistencía de los americanos á continuar en el statu quo y á escuchar á los que enviados por la Regencia se presentaban allende los mares con las manos vncías de reformas y solo con buenas palabras en los labios, deter¡ninó prescindir de to do otro recurso que el de las armas, sin tomat· antes ni despues una sola d.isposicion liberal . 3.0 Que las Córtes extraordinarias de 1810, si bien a poco de ¡·euni•·se, repitieron la declaracion de igualdad de los reinos de Ultramar con los de la Península, y dieron una amplia umnistilt á los rebeldes de Amél'ica , sin eml.Jargo, mantuvieron intacto el statu quo, con lo que clnro está que aquellas medidas no podían produci •· los deseables efectos; y si al cabo decreto.ron algunas reformas de verdadera importancía, ni estas fueron todas las que hubier·an convenido, y los americanos enérgicamente roelamar·on, ni las acordaron cual cumplia, esto es, con resolucion, con oportunidad, quizá de un golpe, sin reservas y con valentía . 4.0 Que la misma Constitucion del 12, promulgada muy luego en América y tenida por el summum de las concesiones posibles y el límite de las aspiraciones liberales, sin embargo, no era bastante para satisfacer las -necesidades de Ultramar, pues que, en Sll afan de igualar aquellos países con los de la Península, no concedía á las corporaciones y autoridades provin· ciales de aquellas tierras más poderes que á los de estasj; podere!¡ escasos, determinados por un principio centralizador que si perjudicial en Europa, era absolutamente imposible en América -mientr·as, por otra parte, subsistía, aunque iolerioamente, la organizacion económica coloni al, de todo punto inconciliable con las ex\gencías de la época y la voluntad manifiesta de los americanos. 0

las Córte'S hubiesen sido otr·os, nunca su eficacia se habría hecho sentir bajo la administracion <.le los hombres nombrados por la Regencia para gobemar los paises ultramarinos: hombres de temperamento y educacion absolutistas é incapaces de comprendet· y practicar un régl-meo lil>eral, que untes bien combatieron con sus atropellos inllnitos, sus persecuciones sin tasa y hasta la suspensio,n, que acot·daron de la Oonstitucion, despues de haberla· violado de un modo repugnante y escandaloso, á los dos ó tres meses de proclamarla allende los mares. Y 6. 0 Que la meticulosidad de los legisladores y gobernantes de acá en conceder las ámplias reformas que la situacion de Ultramar exigía, y más si cabe, la conducta impolítica y tiránica de los Vireyes y Capitanes gener;ales, fueron fomentando el descontento de los americanos, produciendo ódios y creando intereses contrarios á la Madre pátria, hasta un punto tal, que la separacion de las Colonias llegó á ser el vivo é incesante deseo de la. universalidad de los colonas. Ahora bien, si las cosas han pasado así, y retamos á cualesquiera á que rectifique uno solo de nuestr·os aser·tos, ¿con qué dere~ho y con qué !in, uno y otro dia se grita que la libertad y las concesiones de los hombres de Cildiz fueron la causu de la pérdida de las Américas? Y no se diga que aun cuando aquellas concesiones (suponiendo que respondiesen completamente las necesidades de Ultramar) hubiesen tenido efecto al principio,-en el año nueve, por ejemplo,-las costts hubieran seguido una marcllu análoga, porque la idea separatista estaba en la mente de Jos colonos, y todo lo que no fuera acceder por completo á tan extravagante exiq-encja, era para los ame ricanos como acuerdo ae poca monta y de ninguna eficacia.Semejan te observacion es necesario ndrarla despacío-tanto más, cuanto que despues de todo es una contra-prueba de las afirmaciones que nos hemos permitido en este ligerísimo trabajo. Que la independencia de las Américas recono ció muchas y diferentes causas, ya lo digimos al principio de estos artículos. Aun prescindiendo de las exi~encias de las leyes históricas que explican la aescomposicion de los grandes cuerpos para que se formen individualidades poderosas, con vida y fin propios, el ejemplo de la emancipacion del Norte-América, auxiliada por los rqes de España en ódio á Inglaterra, así como el de la separacion del Brasil; la influencia de la Revolucion francesa, con sus ideas soberliius, generosas, fecundas, más profunda-

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A~-· Q_u_e_a_u_n_s_u_p_o_n-ie_n_d_o_q_u_e-lo_s_a-cu_e_r_d_o_s_d_e__._m_e_n_te_p_e_r_t_u-rb_a_d_o_r_a_s_;_l_a_s_s_u_g_es_t_i_o_ne_'~.d-e-~ __

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ingleses y de todos los interesados en que el antiguo régimen colonial despareciese , para el logro de su provecho: el ejemplo mismo de España, sacando fuerzas dtl donde nadie las esperaba. resistiendo al coloso del siglo y gobemándose en ausencia de sus reyes, coll.l.o nacion independient e y sobe1·ana;-to do esto, y mucho más, que no es necesario consignar ahora que no estudiamos en la plenitud de sus causas el movimiento americano de principios del siglo, todo concurrió para que aquellos sucesos se ver ificasen y las relaciones de la Metrópoli y las Colonias españolas revistiesen el carácter lamentable q~e ofrecen de 1809 á 1814. y aun con po:.tcrioridad hasta 1820. Más al propio tiempo que esto, es necesario reconocer que la ocasion de que tao&as y tan pode1·osas intluencias produjesen sus efectos, y de un modo por todo extremo doloroso, la proporcionaron los gobernantes y legislallores españoles de aquella crítica época. S in género de duda, en América babia á principios del si.;lo hombres capaces de comprender la necesidad más 6 ménos imperiosa de una separacion de la Metrópoli y las Colonias. Sin duda alguna, alli existia un grupo apasioJlado de enemigos de España, dispuesto á. utilizar el ejemplo que las demás Colonias del mundo daban, y los auxilios que les podian prestar ingleses y holandeses para el logro del pensamiento de emancipacion : pero lo que tambien aparece como incontestable es que este g r upo era poco m1me¡·oso, reducidisimo, y que la inmensa mayoría del país, si descontenta del régimen colonial, ni soñaba en separarse de la Madre pátria. Esto ya lo hemos dicho al principio de este trabajo, y conviene repetirlo aquí de nuevo. Por t anto, locura hubiern. sido en los primeros dias de ·J8'10, cuando la revolucion amantlcia en Caracas y Méjico y Buenos-Aires, levantar la bandera separatista. Así que los mismos partidarios de la emancipacion , aquellos hombres que desde el primer dia comprendiero n qne la revoluciou solo podía concluir en la independencia de las Américas, aquel grupo que no se hubiese nunca contentado con las reformas hechas por España, aun al principio del movimiento americano. se cuidaron mucho de no suscitar prevenciones , y protestanuo un amor y tm respeto profundo á la Madre pátria, sin lo que el país no les hubiese escuchado, dejaron al tiempo y á las torpezas de los gobernantes peninsulares el empeño de caracterizar el movimiento y de empujado en un sentido absolutamente conforme á los deseos separa, tistas. Y lo consiguieron. Atiéndase el curso de los sucesos y repárense las fechas de los grandes acontecimien tos. La tibieza y las reservas de la Junta central, de la Regencia y de las Córt es de Cádiz, llart o más bieieron en pró de la emancipacion de las Américas, que los esfuerzos de los Moreno, los Saavcdra, los San Martia, los Briceño, los Boliva¡· y los H;ayon. Aquellos hacían desesperar aun á los más s10ceros amigos de España, de la reforma del régimen colonial y del cumplimiento absoluto de palabras solemnement e empeñadas. Estos se redu · cían á explotar tantas decepciones y tantos

dolores. así como á utilizar las tropezas de los · primeros. Despues los Vireyes y Capitanes generales llevaron al extremo la política de los errores y de las insensateces. Su ceguedad no les permitió distinguh· ideas ni tendencias: su barbárie no les consintió un momento de tolerancia ni de tacto y buen gobierno. Para ellos, Jos que no estaban á su lado (y su lado no era el de las Uórtes de Cadiz, no! si que el del viejo absolutismo que los había educado y enaltecido) eran decididament e enemigos: y dominados por esta idea, consiguieron que todos los matices se fundieran, y que á la postre todo el país se viese dominado por el sentido más acentuado y resuelto; por la pasion más enérgica. completa y absolutament e enemiga de la Mad1·e pátria. üuanto se necesitó para llega¡· á. este extremo, cuanto resistió el espíritu americano profundamente enamorado de España, y cuanto hicieron aquellos soldados para precipitar las cosas y satisfacer todos los deseos de los separatistas, dando á. la lucha el caráete¡· de nacional. .... claro se ha podido ve¡· por lo que ligeramente hemos apuntado en el anterior artículo. Y se explica muy bien que la mayoría del país se resistiese á la idea del separatismo. Aun prescindiendo del elemento peninsula r que allende los mares vivia , elemento de extraordina 1·ia fuerza y de sorprendente decision, eutre cuyas virtudes fl~u1·6 siempre un amor á la tierra natal incomparable, gi;¡antesco, inmenso, que le llevó á todo género ae imposibles y toda clase de excesos: aun prescindiendo de la oposicion que debían ofrecer los intereses más 6 ménos otlciales, entenaiendo por tales así los que vivían de las magn•ficas condescendencias del Tesoro, como los que disfrutaban los monopolios que las leyes asegura bao á determinados hom IJ¡·es y particulares clases: aun prescindiendo de todo esto, téngase en cuenta la inmensa pesadumbre de la tradicion; rt•párese en la oscuri dad en que habian sido educados y en que vivían los reinos de América; observase que la emancipacion era lo nuevo, lo vago, el porvenir quizá, el i<leal,- para la mayor parte, lo desconocido; mírese que Al camino estaba sembrado de dificultades, y que la guerra era el recurso poe.ible, y cuéntese con el natural temor de todos los intereses creados. ¡Qué mucho que las Américas se resistiesen años y años á proclama¡· definitivamen te su independeucia! Pero llegó un momento en que lll indepen dencia simbolizó la consolidacion de nuevos y grandes intereses, la t1·anquilidad de los antiguos violentament e perturbados, la suspenslon de las persecuciones, el restañamient o de las heridas, el término, siquiera momeotaneo , de la guerra, y la base de dulces é intlnitas esperanzas-y entonces toda la América quiso ser, y fué, independient e. .Así las cosas, ¿cómo hay quien se atreve á decir que In idea separatista estalla en la mente de los colonos desde el p•·incipio? ¿Y cómo hay quien, faltando á la verdad descaradame nte, osa afirmar que las concesiones y las libertades otorgadas á Ultramar fueron la causa de la pérdida de las Américas? H.epetimos lo que digimos al comenzar este trabajo : no nos incumbe examinar detenida-

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f UN DACIÓl\ JL'A"'ELO TüRRIAl\0


~~ __ ~6__s_________________~__o_s__c_o_n__o_c_i_rr_~_ic__n_to__s__u_L_il_e_s_-.___________________~ mente In emancipacion de la América española. Creemos el hecho muy natural; solo que pensamos que no debió hacerse del modo que se hizo, ni en el momento en que tuvo efecto .. Esto así, pensamos tambien que á haber sido otra la conducta de la Regencia, de la Central y de las Córtes de Cádiz, la :separacion no se hubiera ve!'i ftC!Ldo elltonces,-es decir, cuando las Améri.cns carecían de condiciones para vivir una vida pt·opin ;-ni de la manera violenta y perjudicial -a,;í pat·a los intereses de la Mett·ópoli como pam los de las Colonias, como, en fin, para el progr·eso general de la civilizacion-con que se llevó á cabo. A nuestro favor deponen el más ligot·o exámon de la economía social de las Americas, la ltistoria ele lo que por segLtir la opinion contraria allí sucedió ; y, en fin, el ejemplo que des pues nos han dalla las grandes Colonias li el mundo gobernadas con tino por sus Metrópolis. Pet·o la conducta de nuestros gobernantes fué la que hemos obset·vado, y las consecuencias fuer·on las que eran de esperar, y que todavía lamentamos. Apl'endan los hombres de gobierne : repar·en que la historia no es un put·o entreteuimicnto,y qua si bien los hechos no se repiten de un modo absoluto y perfecto, suelen aproximat·sc bastante. Y en cuanto á los ecemigos de las soluciones expansivas y de la política liberal reconozcan al cabo que allende el m tu·, como en todas partes, las estreche..:es y las intolerancias produjeron sólo dificultades y desnstres .. ... Pero esta es la moralidad de los recuerdos históricos que nos hemos permitido avivar. Desenvolvel'la seria ya cosa fuera de nuestro propósito.- A ser· nuestro especial objeto descubrir analogías, registrar diferencias y aplicar a lo que en estos mismos momentos ocurre en Cuba y l'uet·to-Rico, la leccion que ofrecen los sucesos de '1809 á 1814, con facilidad salddamos · de nuestro empeño. Quizá ahor·a más que entonces han abundada las palabr·as y las promesas; como que de treinta aiTos á esta parte apenas si ha habido partido en la oposicion ó prohombre caído que no las h aya hecho ;-y más que entonces, ahora es

MADRID: 1800.=fmprentn de Los CoNOCI•JP.NTOS

destacan, con incontrastablé fuerza, en aquellas tierras necesidades morales y materiales que solo pueden 1üenderse con una política franca y valientemente liberal: como que las Antillas pot· sus aspít·aciones, su inteli!;encia y el desarrollo de sus intereses económicos, no ceden á á la mejor provincia de la Península. Bajo este punto ele vista, hoy la situaciones más g rave que á principios del siglo, y la gestion de los negocios ultrawnrinos exige mayor conocimiento y supel'ior voluutad en lo3 dü·ectores. En cambio, estos pueden aprovechar la historia. Aparte de estus capitales diferencias, que no son, sin duda, pat·a tntnq uilizar el }ínímo, las cosas de hoy se ptn·ecen tanto á las de ayer .. ... que tcrnbhtríHmos ante el porvenit• sf no fiásemus mucho, muchísimo en las próximas Constituyentes (1). No debemos ni queremos apreciar aquí la coud ucta del Gobierno provisional, y singulaJ•tnento del Ministro encargado de los negocios ultt·amat·inos. Bástenos decit· que han defraudado todas uuestras esperanzas .... . Pero no nos apartemos de nuestro propósito, siquiet·a sea tentadot· el decir algo sobt·e la cuestiou de Ultramar, tan preñada de dificultades, como mal entendida en la Península; tan ¡;rave pura la honra de España y el interes general de la civilizacion, como mal llevada por los que dubieran haber mirado siempre los problemas ultramarinos como ext1·aordinarios y tt·ascendentales, pero que soberbia 6 inocentemente Jos han tt·aido ó. su mesa cual nego.cio b1alauí 6 simple motivo para dar un montan de empleos y á lo sumo ocupat· un puesto. No, volvamos á nuestro modesto objeto y terminemos ya .este ligero tr·abajo, repitiendo lo que creemos haber probado, con argumentos de muy diferente especie, á saber: QUF. NO ruÉ, l'iO, LA Lmer-TAO QUIEN PERDIÓ LAS

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Alii~RtCAS .

Et nw1c intcUigite.

(1) Por. fortuno. so hemos Íl úl limo hora que el Gener·n Du loo ha roLo loa somcjn nzos . inicianclo en Cuba unta poli· ti ca el o toloronoio y ploutoan<lo lns liborlucJe,. Atlelunte! Ade'lante 1 Solo osi se r·csuelvc la ouestloo tlo Ulta·amor. -

~TtLBS.-6 cargo de Fr·nncisco Roi¡¡; .\reo de Santa Maria, &l._

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CONOCIMIENTOS DE AGRICULTURA.

Consti tucion del .cultivo. (Conclusion.)

portar, ya siguiendo el fatal sistema de desamortizar de estos últimos tiempos; propagad, propietarios y hombres de cien· cía y de dinero, la instruccion pública; qui· tad trabas y d·ad á todos amplias libertades, y ~stad seguros de que enriq uecereis al Estado enriq tWciendo al individuo: ~1 individuo antes que todo ; el Estado despues. Tenemos, pues, reasumiendo, qlie tanto el pequeño como el gran cultivo son dos males; y que el remedio lo han encontrado los pueblos que marchan en agricultura al frente de los demás en el cultivo medio. Este cultivo puede ser de dos modos. O el seguido por los ingleses, que consiste en matar , por decir lo así, la pequeña. y la grande propiedad, ó estableciendo ó más bien mezclando la grande propiedad con la pequeña. Sol.o uri pueblo industrial y tan adelantado, apasionado é instruido en agricultura como el inglés puede seguir el primer medio. Nosotros debemos seguir el segundo para poder con el tiempo arribar al primero. El pequeño cultivo al lado del grande encontrará trabajo para ocupar los días perdidos ó sobrantes, y el grande al lado del pequeño tendrá siempre á su disposicion obreros suplementarios. Pueden formarse capitales de este modo, y las mejoras, que son su inmediata consecuencia, 'lto son perdidas aun para las explotado· nes próximas á las en que se aplican. Además, las diversas profesiones extendidas por la ,superficie del territorio llevan á la agricultura los productos de su industria, y se establece el debido equilibrio del eonsumo y de la poblacion , sin que esta sobre en ninguna parte y sea por

Esto respecto á la propng:mda é instruc· cion. Veamos la cuestion del capital que, como creemos haber dicho de paso, tanto. influye tambien en la constitucion del cul• tivo. En Tnglaterra ya sabemos que se juzga como indispensable á cada labrador por término medio un capital de explutacion de 2.000 rs. por hectárea. Si unos tienen algo ménos, en cambio la mayoría posee más. Asi es como todos son ricos y el Esta· do lo es tambien. ¡De modo que un colono ó arrendatario de 50 hectáreas posee un capital de explotacion de 5.000 duros, que ca~si siempre van en aumento. En cambio' nuestros castellanos, que labran lOO y 200 ' hectáreas, de cuánto capitaÍ disponen'? Debería corresponderles 10 y 20.000 duros respectivamente, lo que, á excepcion de algun propietario labrador, lo$ arrendata· ríos, que es la cuestion, están muy léjos de poseer. Hé aqui la causa principal de que nuestros labradores practiquen el cultivo extensivo, y por consecuencia el barbecho. Y aun este cultivo que tan económico resulta, y para el que tan poco capital de explotacion Se necesita, resulta entre DOS• otros carísimo , hasta el punto de que con precios medios puedan competir los trigos extranjeros traídos de 2.000 leguas. El fraccionamiento y dispersion de nuestra propiedad, la escasez de capitales y de instruccion, son las principales causas de todo; á parte de otras innumerables pero de carácter más secundario. Facilitad todo lo posible las compras, ventas y permutas de la propiedad rústica; no arrebateis al labrador el capital de explotacion, ya sea con mayores tributos de los que puede so· Febrero 13 de t869.

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ello obligada á emigrar, ni falte para el progresivo desarrollo de la agricultura, la industria y el comercio. Nuestra España está muy léjos de alcan zar este equilibrio entre sus fuerzas productoi·as y consumidoras. Pues por un lado vemos á los valencianos emigrar á la Argelia, y á los gallegos , asturianos y vascongados á la Amél'ica. Por otro vem os á los castellanos y andaluce~. en años de buenas y aun medianas cosechas, imposibilitados ele hacer la r ecoleccion de sus fl·utos por falta de brazos, viéndose p¡·ecisndos á espe1·ar unos po1· otros, demoraL· la ¡·ecoleccion y pagar jornales fabulosos que contrastan á causa de la abundancia con la depreciacion de los produc· tos. Y gracias que se dejan en barbecho cada afío las dos terceras partes dd suelo cas tellano. Este modo de ser de nues~ro cultivo que tantos males á la pátria ocasiona, no se modificará ínterin no se modifiquen acercánrlose, ó mejor, confundiéndose las regiones en que domina el pequeño cultivo con aquellas en que domina el grande. En el Norte, Noroeste y Sudeste de Espaüa es donde domina el pequeño cultivo. En el Centro y Mediodía el grande. Matad allí el peq ueuo, procurando introducir el · medio, al mismo tiempo que haceis aqui lo pt·opio matando el grande ; y to:lo por los medios ya indicados con algun otro que expondt·emos; y estad seguros que QS acet·cat·eis al susodicho equilibrio. En el Oeste ósea Extremadura, se practica el granJe cultivo de animales y yerbas naturales, pe1·o segun el sistema pdmitivo que tan poco favor hace á una na· cion moder-qa y civilizada com9 España. Los rcmeJios para esta region pueJen ser los ya indicatlos como generales, con algnna mayor iniciativa por parte del Estallo. En el Este ósea Aragon, Navarra y Catalufía hay alguna mayor armonía entre los dos cultivos, practicándose bastante el medio, pero sin llegar con mucho á la alt ura debida. Ct·eemos, sin embargo, que es la. region más dispuesta para el buen

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y que lo nle=-ánOOs q~~:_~

guna de España, tan pronto como la íostl'Uccion se propague y se fomente la crea· cion de capitales. El estado actual ele las regiones primeramente mencionadas parece, pues, aconsejar, para evitar la emigracion pot· un lado, y por el ot1·o la falta de poblacionen el Ceo tro y Metliodía, que se legisle mucho y con acierto sobre agricultura. Hay necesidad de leyes nuevas para desart•ollar y fomentar esta. nueva industria que, por más que es la m{~s antigua, tiPne la circunstancia de participar de todas las ciencias modernas que la han modet·nizaclo, por decirlo asi , sacando de todas ellas' aplicadones frecuentes y principios nuevos cada dia. Hoy por la falta de numera1·io, la propiedad está. de~preciada y agobiada con la deuda hipotecaria. Se vende mucho; pero id á comprar y os encontrareis con mil obstáculos é inconve11ientes que las leyes y el Fisco os ponen iL cada paso. Para la adquisicion de una hectá!'ea de terreno que desde luego os venue cualquiera y que parece ser lo más sencillo del mundo, estando convenido el precio entre vendedor Y comprador, teneis que· gastar mucho tiempo, mucha paciencia y tanto dine1·o como el pt·ecio convenido, entre escrituras, papel sellado, registro , inscripcion y tantas otras gabelas capaces de contenet· al más decidido adquirente. Pues bien, redúzcase á la mayor sencillez el expediente, facilítense las compraventas todo lo posib:e, y el gallego , por ejemplo, que viene á las Castillas y Andalucias Á servir de peon ó crütdo, pronto se convertirá en pequeño propietario , pues es proverbial su buena disposiciou para el trabajo, su docilidad, y sobre todo, su grande espiritu de economía y ahorro. De este modo no emigrarán tantos á la América, pues que las Américas las tendrán en las Castillas, y los muchos que de estas regresan á su país p11ra adquirir con sus ahorros una tierra y un par de vacas, se quedarán en las Castillas y las repoblarán; bastando unas cuantas primeras for tnnas para que el aliciente se despierte, propague y desarrl'olle como con las Amé-

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suce~~ó en otro tiempo.

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_ De este modo tambien y con otras medidas fáciles de comprender despues de lo expuesto, se llegarian á poner en cultivo 40.000.000 de hectáreas de las 50 que la España cuenta, y capaces de alimentar á cien millones de habitantes, segun el cálculo que anteriormente hemos hecho. Claro está que esta es una cifra enorme que asustará hasta á los demócratas más r adicales, y á la que no conviene llegar por las razones que dejamos apuntadas al t ratar del peq ueilo cultivo. Pero entre

16 millones de habitantes que hoy alimen. tala tierra española y 100 que podría alimentar , hay una enorme diferencia tarobien, por lo que no estará fuera de razon pedir y tratar de Jlegar á un término medio de 50 nü1lones. Con esta masa de habitantes laboriosos, instruidos y valientes todos, encerrados en tan pequeño espacio, la Espaila habt·á llegado al pináculo de su grandeza y poderío. La constitucion del cultivo, como la constitucion de la propiedad, harán este milagro. AGUSTIN Ü,\ÑAS .

GI MNASIA. SISTEMA GI~INÁSTICO DE LING. Como complemento á los Apztntes aistó'ricos para el estudio de la gimnasia (1), procede resumir el sistema de Ling, cuyo bello ideal fué la perjecci01t física y 'moral del hombre, formulando las reglas de esta pat·te de la educacion con exacto conoci miento de las leyes fisiológicas del organismo. Los verdaderos adelantos de la g imnasia consisten en fijar los principios científicos en que se fundan sus reglas y preceptos , con lo cual acabará el t·einado del empirismo y de la ignorancia en que por desgracia estamos sumidos todavía., estudiándolos bajo el punto de vista filosófico que hace del'ivar tan útil a rte de la gran familia de las ciencias naturales, como parte integrante que es de ellas la educacion física del hombre. Sin pretender explicar el célebre sueco las relaciones misteriosas aunque evidentes entre el alma y el cuerpo, se propuso la un ion intima, el conjunto armónico del ejercicio combinado de aquellos dos principios, material el uno y espiritual el otro; concibiendo un sistema gimnástico tan especulativo como práctico, por el que el organismo pudiera reparar las fuerzas

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que le hace perder la quietud, la inaccion del cuerpo, asi como el excesivo desarrollo de las facultades intelectuales. El movimiento, causa tan poderosa de calor y de fuerza, debió presentarse naturalmente como un agente eficaz en la preservacion y curacion de ciertos estados fisiológicos y morbosos : y si bien esta verdad está. admi· tida po!· la genet•alidad de los pensadores, ning-uno la ha presentado bajo la forma de un sistema completo de educacion física que ha adquil'ido ya la sancion de la experiencia. Por lo tanto nos consideramos en el deber de difundit· las vet·dades útiles que á su sola enunciacion disipan las pre· ocupaciones y errores que ofuscan las inteligencias poco ó mal cultivadas. Antes de analizar el referido sistema, conviene conocer, siquiera brevemente, la organizacion del Institutb central de gimnasia de Stokolmo. Fundado aquel establecimiento por el gobiet·no sueco, ocupa un vasto local, dist1·ibuido <'n salas espaciosas, destinadas unas á los ejercicios gimnásticos y á la esgl'ima, y otras al anfiteatro de anatomía, al mu2eo anatómico, á la biblioteca, á cursos diversos, etc., teniendo por objeto principal formar cada año quince ó diez y seis profesores para los

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Los Conocimientos utiles.

versa de la resistencia ó de la longitud de la palanca motdz, lo cual recuerda en su admite en el Instituto numerosa clientela , aplicacion aquella ley mecánica: la resoltan te de un movimiento es el producto de de ambos sexos, como medio de tratamiea· to para varias enfermedades crónicas. La.s. la masa por la velocidad. Los movimientos pueden resultar de la materias que se enseñan en las cátedras, son: anatomía descriptiva, ~nclusa la di- · actividad propia del indíviduo, serle oomnnicados por una potencia exterior ó seccion; anatomía en sus relaciones con participar de ambas cualidades, en lo los movimientos del cuerpo humano;· fisio· cual se funda la natural clasificacion de logia; pl'incipios. y teoría de la gill)nasia; los ejercicios en activos, pasivos y mixtos. teoría de la esgrima; g imnasia con ó sin A l establecet· Ling su teoría de los roo aparatos; gimnasia médica; esgrima de vimientos activos, fijó cuatro puntos de bayoneta, de fi'Orete, de sable, etc. aplicacion, ó ei se quiere leyes á que están Para que los al u m nos puedan optar al y deben estar subordinados : 1.° Con deprofesorado, han de sufrir un riguroso terminados movimientos activos á los cua· ex.ámen público teórico y práctico ante el les llama espec~jicos, pueden producirse Tribunal nombrado por el mismo gobiercontracciones en una parte cualquiera del no. Asisten anualmente á dicho establecímiento quinientas ó seiscientas personas sistema muscular. 2. 0 Para apreciar los resultados de un movimiento específico de todas edades, sexos y condiciones. activo, debe determinarse con toda exac-El fundamento de :ta teoría de Ling es titud el punto de partida y el de terminala unidad del organismo humano y la arcion, marcando asimismo la direccion,de monín existen te. entre las leyes mecánicas, la linea que mida la separacion ó alejaq uimicas. ó vitales á que obedecen los dimiento de una parte del cuerpo de las deversos elementos que le com·ponen. Con má¿¡. 3. 0 El práctico que provoque un. dificultad se comprende,. dice el ilustre movimiento específico debe medir y coorgimnasta, que un movimiento ó una acdinar los ángulos de su cuet·po con los de cion mecánica externa pueda influir en la persona sujeta á esa clase de tratamien· las partes intedores del cuerpo. Sjn emto. Y 4. 0 La velocidad de todo movimiento bargo, el organismo humano es una enti· dad completa é indivisa, que si pw:lieran gimnástico debe ser isocrona, esto es, que el todo ó parte del cuerpo puestos en m o· ex.istü· sus partes con independencia, no vimiento recorran espacios iguales en seria. un solo organismo, sino m.uchos. tiempos iguales. Al est.udiar los efectos del. movimiento, Los efectos de la actividad muscular no llegó por la ob.servacion á formular la ley se observan solo en el progt·esivo desarro· siguiente: la nutricion ó el desarrollo llo de los órganos contractiles, pues bajo muscular de una parte cual!}uiera del su benéfica influencia se modifican y re· cuerpo está en relacion directa con los gularizan las funciones orgánicas genemovimientos activos á. que la misma se ha rales: como la respiracion que se ensancha sujetado. á una con la cavidad del pecho, la sangui· Movimiento gimnástico es. aquel en que están determinados con precision la direc- ficacion se normaliza y la circulacion en los grandes vasos adquiere SU! ritmo fisio· cion que sigue, la extension que alcanza lógico, la circulacion capilar se acelera y el tiempo que dura. La direccion está activándo la nutricion general, y la a.c· marcada por la de las fibras musculares cion de los nervios motores y sensibles, que entran ó se hace entrar eaaccion; la así como de los centr.os nerviosos orgániextension lo está por la mo'ltilidad de las cos, aumenta de un modo considerable, articulaciones; y en la duracion del moví· influyendo poderosamente en la conservamiento las partes deben recorrer espacios cion de la salud y en el bienestar del indi: iguales en tiempos iguales,. teniendo en viduo. cuenta que la celeridad está en raz'On inco!Pgios de primera y segunda enseñanza

y pat·a los cuerpos del ejército. Además se

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mos flúidos: el primero favorece la nutrí· Empero donde el géuio de Ling tuvo cion y el desarrollo de los órganos : el se· mejores inspiracio nes fué en el estudio de gundo disminuye su nutricion y los atrofia. los movimien tos pasivos que forman casi No es de este lugar describir las mani· por sí solos la parte de gimnasia , que lla· pulacione s diversas que exige el manual ma médica, conocida entre los alemanes operatorio para la correccion de muchas por lteiZ·gymnastik, en t1·e los ingleses por mouvement-cwre, y entre los franceses por deformidades refractari as á los medios or· kinesitherapie ó curacion por medio del topédicos, y para lacuracio n de numerosa s enfe¡·meda des crónicas, bastando á nues· ejercicio. tro propósito manifesta r que, tanto en Con el nombre de ejercicios ó movimien· Suecia como en los puntos de Europa tos pasivos se comprend en los que se co· donde se han erigido institutos gimnásti· munican al paciente por medio de presiocos derivados del de Ling, este tratamien · nes, fricciones, percusion es, amasamie nto ha dado felicísimos resultados en in ve· to, ligaduras y actitudes propias para teradas y graves afecciones de pecho, conseguir congestio nes sanguínea s, pasaC(;)mo sucedió con el célebre in vent0r de jer~s y artificiale s en un órgano cualquieese sistema; en infartos del hígado aun ra.. Así como la administr acion de los complicados con ascitis, hidrotora x y a na· movimien tos acti.vos supone un conocisarca; en constipac iones' excepto en las miento prolijo del mecanism o del cuerpo, que han usado preparado s sulfu· personas si han-de verificarse en un grupo determi· acedías de estómago ; en las heen rosos; nado de fibras musculare s ó limitarse á; en las congestio nes venosas de morroides una porcion ele vasos capilares sanguíneo s; , longitudi nal y trascerebrales senos los tambien la de los movimien tos pasiv.os· des y deviaciones deformida en versales; exige nociones no ménos exactas respecte>< hipocond ría; en la en ; dorsal espina la de á los límites y formas anatómica s de los en el asma rebeldes; nasales ias hemort·ag órganos, á la dineccioTh y situacion <le los as geneurá:f.gic afecciones en y nervioso troncos nerviosos ó principale s vasos san, cefalalgia insomnio, locales, y nerales guineos~ El efecto inmediato del movi· etc. etc., miento pasivo es provocar una congestio n Resumida , aunque con brevedad, la teo· y aumento de calor en la parte, promo· de la gimnasia en su accion_ge neral y ría viendo una reaccion que acelera la circula· aplicacion es á cierto.s casos .de ensus en cion en los vasos absorbent es. Estos efectos conviene dar sucinta idea de la fermedad, se obtienen en órganos superficia les, estén física, subdividie ndo la gimna· educacion ó- no cubiertos por gruesas capas de tejido ca, militar y estética. En pedagógi en sia celular, y tambien en los situados profunpredomin ando el princisigue punto este damente en las cavidades natu-rales. S u se manifiesta más vigovida la que de pio número es indefinido y exigen asimismo mejor establecid as cuanto enérgica y rosa actitudes especiales del miembro sobre que· entre toequilibrio y armonia la están se opera ó del cuerpo entero. El Dr. Branon físiconstituci la de es condicion las das ting cree que el efecto general y caracte· el con· ósea. moral, on constituci la de y ca ristico de los movimien tos pasivos es el de· lo cual á psíquicas, facultades las de junto aumentar la absorcion venosa en el órgaso de discípulo , Georgii designar propone mismo que ha estado sometido á su in· humacuerpo del equilibrio ñel ley Liog, filllencia. Este simple enunciado explica en una parte cual· las infinitas aplicaciones que pueden tener . no. Roto este equilibrio reflejarse hasta en á irá mismo, del quiera en el tratamien to de sin número de enfer opuestos, y á más vitales s fenómeno los medades-crónicas. Y resumiend o, el ejer· de ?·eperculey llama la ion perturbac esta cicio acthro aumenta y acelera la corrien. organismo del síon te centrifug a de la sangre y del flúido De esta ley fundamen tal se deducen alnervioso: el ejercicio pasivo aumenta y gunos corolarios, entre los cuales los acelera la corriente centrípeta de los mis·

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impo11tantes son: 1. 0 Que el desarrollo de un órgano del cuerpo ó de una facultad del alma están siempre en razon directa con su ejercicio ó estado de actividad. 2. 0 Que la educaciou del alma y del cuerpo ·depende de la acertada direccion que se dé á la accion fisiológica de sus órganos respectivos. La diversidad de opiniones acet·ca del dualismo del hombre, como cuerpo y como espíritu, cuya union y accion recíprocas tan á menudo se han desconocido, ha sido la causa. de hacer in fecuntlos y estédles todos los sistemas de educacion. El bello ideal de la educacion moral, es alcanzar un conjunto armónico entre las facultades del alma, ensanchando en lo poEible su esfera de actividad; y el princi· pal medio para conseguirlo es la educacion física del hombre en cada una de las diyersas especialidades que la caracterizan. El estado actual del hombre civilizado, puede considerarse como resultado de la educacion que se ha' dado á la especie humana desrle los tiempo5 más remotos, y es una prueba fehaciente de los errores más ó ménos graves de los sistemas adoptados hasta el presente. En otro lugar (1), hablando de este asunto, teníamos manifestado «q,ue los efectos del ejercicio en el »hombre sano y bien constituido, apenas »serán sensibles más que en el prodigio· »so numen to de su vigor muscular; pero »serán tanto más apreciables en -c uanto »aquel sea apiicado á sugetos de vida se»dentaria que, sin estar realmente enfer»mos, su vida es lánguida y perezosa, sus »reacciones incompletas, poquísima la »fuet·za de su musculatura y con un prin· »cipio de movilidad nerviosa. En este caso »Se encuentran el bello sexo, la segunda »infancia, los de temperamento linfático ó »nervioso, constitucion delicada, idiosin»crasia hepática, los dedicados á profesio»ncs intelectuales, á trabajos fuertes del »espíritu, las pasiones deprimentes, etc.; »en una palabra, tod~s aquellas perso1

1 Á

Girntt~stica

(t) lliaitnica, médica 11 ortopédi&a, por quó.-ltaurid, 1SG5.

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IJus-

»nas en que los actos de la inervacion »predominan sobre los de nutricion, los »fenómenos del sistema nervioso sobre los »del sanguíneo.» Y más adelante añadia: «En los grandes centros administrativos y »de poblacion hay una clase de la sociedad »que siente con prelerencia la falta de ejer. »cicio: nos referimos á los empleados y ofi· »cinistas. Ocupados la mejor parte del dia »en tt·a bajos mentales más ó ménos peno· »sos , sujetos á la inmovilidad ó cuando »más á una actividad insignific~nte, sus »movimientos vitales son concéntricos en »lugar de set· expansivos, gastan y abu»san de la sensibilidad é inteligencia por »todos los ' medios posibles, sin contraba· »lnnzear sus perniciosos efectos con la con. »tractilidad y debida nutricion; están can· »sados las más veces, sin haber trabajado, »por sentir la influencia de una baja baro· »métrica, de cualquier meteoro eléctrico ó »acuoso. Si por la noche apetecen y bus· »can alguu exparcimiento en las reunio· >mes públicas, cafés, coliseos, etc., r~spi»ran una atmósfera enrarecida y viciada »de emanaciones infectas, y las bruscas »variaciones de temperatura suprimen la »transpiracion : esa expansion orgánica »que las bebidas excitantes ó difusivas les »han facilitado ..... La gimnástica les ofre. »ce un medio fácil, seguro, entretenido y »Saludable para equilibrar las fuerzas asi· »miladot·as y nerviosas, para calmar la »exagerada sensibilidad orgánica y ase, »gurar las buenas digestiones. Un trabajo »moderado aligera el cuerpo, sin cansarle: »un sueño tranquilo y reparador predispo· »ne al mejor uso de las facultades intelec»tuales.» Además de la gimnasia pedagógica, Ling se ocupó con especialidad de la mili· tar y de la estética. Aquella tiene por objeto disponer los movimientos y actitudes del cuerpo para el ataque y la defensa; y esta para la expresion de nuestras ideas y sentimientos. Es indispensable, dice Ling, que el mecanismo animal goce de un equilibrio per· fecto con la bien entendida educacion mo: ral para que el alumno empiece á adies· t'rarsc en las armas. Solo entonces el hom· ~

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= L os Conocimientos útiles. bre puede medir con ventaja sus propios r~cursos con los de otra inteligencia re presentada por fuerzas físicas opuestas. En su teoría sobre el ataque y la defensa, además de la lucha cuerpo á cuE-rpo, admite el manejo de armas blancas, como la bayoneta, la espada, el sable , el puiíal, etc. , y teniendo en cuenta la forma:, el peso y el uso de las armas, marca los movimientos que deben imprimirse á ellas, deduciéndolos del pri11cipio de unidad y equilibrio que presiden á lod movimientos del cuerpo. E l ataque y la defensa á. mano ar mada tienen un origen y fin comunes, la conservacion del individuo. Este instinto de conservacion prescribe al que asalta la proteccion de su cuerpo por el modo de atacar; así como al que se defiende le impone la preservacion del peligro que le amenaza, ofendiendo al contrario, por el modo de defenderse. En el ataque la direccion del arma es en linea recta, por ser la distancia más co1·ta ent1·e las dos adversarios: en la defensa el arma se dirige transversal para quitar la del enemigo. En la gimnasia militar todo movimiento que deja el cuerpo al descubierto es vicioso. La celeridad del movimiento debe ser proporcional á la fuerza que le ha pro· vocado, y esta fuerza depende de la precision del movimiento. La fuerza mayor obra en línea recta. El único punto de ataque es la parte media del lado del pecho que presenta el contrario, por ser el más próximo y el más vulnerable. La esgrima de bayoneta generalmente admitida en todos los ejércitos europeos exige una correlacion intima entre el cen· tro de gravedad del arma y del cuerpo ; y por ella debe empezarse, segun Ling, para pasar por una sencilla y fácil transicion al manejo de las demás armas blancas. El hombre se comunica con sus semejantes por medio de la accion y de lapalabra, y cuando~ aquella completa la ex presion de uuestras ideas y sentimientos

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con ciertos movimientos y actitudes, la gimnasia toma el nomb1·c:: de estética. Siendo el objeto de esta parte de la gimnasia dar á los movimientos y actitud~s formas bellas y armoniosas, Ling tra· zó las líneas y ángulos que las partes del cue1·po deben tener en un movimiento estético, tomando pot· punto de pa1·titla el equilibrio orgánico. Al efecto, divide en dos grupos pl'incipales los movimientos estéticos: en el pdmero afectan una forma redondeada y undosa para representar las afecciones tiernas y pacificas del alma ; en el segundo los movimientos son bruscos y las actitudes rígidas para expre· sar sentimientos enér·gico¡¡ y -violentos. Uno ú otro de estos grupos, combinados con los movimientos e:;táticos del cuerpo, se manifiestan y predominan en cada una. de las expresiones de la gimnasia estética. La uniformidad del movimiento es la imágen y expresion de la armonia del alma, y esta, como pl'imer móvil, dirige y modifica su iustt·umento, así en el tiem· po como en el espacio que debe recorrer el movimiento estético. Estos son, en resúmen , los principios del arte estético que termina la obra del insigne Ling. En ella encuentran el pintor, el escultor, el actor, el o1·ador, etc., el complemento lle sus artes respectivas. Partiendo de los principios cien tificos que solo hemos podido enunciar sin darlos el desarrollo oportuno para su más cabal comprension, queda demostrado de un modo indudable que la gimnasia ha pasado del período de la infancia al de la virilidad. del reinado del empirismo al de la racionalidad, del simple arte, cual se rastrea todavía entre nosotros, al de la ciencia que explica y motiva sus preceptos, ex ten· diendo los beneficios de la educacion física á fin de equilibrar los perniciosos efectos de la educacion moral é intelectual á. que la civilizaciou moderna ha dado tan marcada preferencia. S. DusQuÉ.

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Los Conocimientos útiles.

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CONOCIMIENTOS DE HIGIENE. CONDIMENTOS.

I n strucciones familiar~·s.

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Los condi?nentos son unas sustancias procedentes de los tres reinos de la naturaleza, y cuya accion consiste en dar á los alimentos condiciones que satisfagan á la sensualidad , y que faciliten su mayor aptitud para ser absorbidos y asimilados. L11. base funJamental del arte C1tlinario estriba en el conocimiento exacto de este grupo de medios; y si alguna vez, más que á preceptos higiénicos, se ha atendido á inspit·aciones de otro género, como la moda y el capricho, bien pronto estas trasgresiones han dejado sentirse, y se ha hecho necesario vol ver nuevamente á beber en la fuente en que antes se tomaban los conocimientos racionales y filosóficos del arte, que tanta influencia ejerce y de· termina en la moral de los indi vid u os y hasta en el progreso, bienestar y adelantamiento de toda la sociedad. Los condimentos son, en cierto modo, á los a limen tos, lo que las il ~siones á los verdaderos sentimientos del corazon. Nada dan á nuestros órganos para repararse y nutrirse, nada son como principios asimi· ladores, pero fa vorece.l? la separacion de estos po.r los jugos gástricos , y deleitan y agradan el olfato :y el gusto, cubriendo así en parte un apetito que, si no tan caractertzado como el del deseo de comer, no por eso deja de ser tan exigente y verdadero. Los condimentos no son , pues, más que principios con que preparar los- alimentos y hacerlos más digeribles y de mejor olor y gusto, sin que contribuyan con ningun átomo asimilable á la funcion complicada de la reconstitucion y desarrollo físico individual. Para fncilitat• el estudio de los condi-

men tos, la mayor parte de los ~utores de Higiene los consideran en tres grupos d.iversos, seg-11 n iiU procedencia; condimen-

tos de o?'igen ?nine'ral; condimentos de origen vegetal, y condime1~tos de o?'igen animAl. Admitiremos tambien nosotros esta division, colocando dentro de la esfera de cada parte los condimentos más usados, sin meternos por eso en descripciones difusas y detalladas, que por su extructura fueran impropias de este periódico, y por su acopio de minuciosidades poco conformes al objeto que me propongo.

Onndi?nentos minerales.-La sal comun, sal gemma, sal ma1·ina, etc., es el que principalmente figura en esta agrupacion . La sal comun (cloruro de sodio) es una sustancia univet·salmente conocida, y que ya se encuentra en terrenos de sedimento, formando fi,1ones y minas de dimensiones extt·aordinadas , ó bien disuelta en las aguas del mar (en proporciou de 1 / 30 por 100), de lagos y de pantanos, de donde se obtiene por la evaporacion al aire libre, y la precipitacion consiguiente en la superficie sobre la que se practican estas opera· ciones. Las salinas ó sitios destinados á aquel objeto se reducen á una ancha superficie, en la que se excayan cna h·ados ó rectángulos de unos 7 á 8 centímetros de profundidad y 6 á 8 de longitud y de anchura, qut:l comunican unos con okos por mediv de peq ueüas cunetas ó cana1itos. Viértese en estas especies de cajones el agua que tiene en disolucion la sal (hidro· clorato de sosa) que ha de precipitarse: el calor ambiente y los rayos solares evaporan el líquido, y así como va adelantando esta operacion, la sal va precipitandose en

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el fondo, constituyendo cristalitos cúbicos más ó ménos regulares y de formas extremadamente caprichosas. La sal comun debe ser blanca, fina y pura. !\ veces suele sofisticarse adicionán· dole agua para aumentar su peso, pero este ft·aude no origina consecuencias funesta s p:Ha la salud ; no asi cuando se la mezcla con sustancias que llevan en su composicion mucho yodo (sal de sargázo), p~es puetlen presenta1·se hasta los terribles resultu.tlos de un envenenamiento producido por este metaloide alógeno . Afortunadamente hay un medio pa1·a conocerlo, y este es el echar la sal que se e::;tudia en una disolucion acuosa de yodo que contenga el doble de almidon; si el líquido toma un color morado, la adulteraeioJl de la sal es cie1·ta. Cuando se hace un uso moderado de la sal, su accioo excitante queda limitada á la parte con que se pone en contacto (ga1·ganta , estómago, intestinos, etc.); facilita la secrecion ue los jugos digestivos, y por ea te medio la trasformacion y absorcion de los alimentos que con ella se condimentan. Así es como las sustancias mucilaginosas (berzas, espinacas, guisantes tiernos) p1·eparadas con la sal, se digie1·en fácilmente, por más que el mucílag·o (goma di::;uelta en agua) que enh·a en su composicion sea muy refractario al poder del estómago y tle los jugos gástrico é intestinales. El uso excesivo de este condimento produce una e-:x.citacion violenta que trasciende i toda la economia. La accion local se expresa por una sed insoportable, y la general por un movimiento reactivo hácia la superficie del cuerpo que predispone al brote de alguna erupcion cutánea. El ser endémicas (propias del pa)s) en las costas de la Escocia, de la Noruega y ot1·os puntos próximos á la mar, la lepra, la psoríasis, y otras varias afecciones de la piel depende en gran parte de que en ellos el pescado es el alimento de que más generalmente se hace uso. Uondimentos vegetales.-El azúcar ocuel primer lugar.

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Los Conocimientos úliles.

Esta sustancia, q ne se obtiene del jugo de la caña sacarina, se presenta en masas concretas de color blanco y de sabor agradable. La más refinada y pnra se llama az1kar candí ó az1íca1· pied1·a. F.! azúcar de pilott se obtiene ve¡· tiendo el jugo bien clarificado en u nos moldes de barro cocido, donde se condensa y cristaliza tomando la forma que se haya dado á. estos. Puede extrae1·se tnmbien el azúcar de las castalias, patatas, almidon, uvas y otras f¡•utas; y esta diversidad ue pl'OCedencia da luga¡• á veces á adulteraciones y á sofisticaciones contra lasque conviene estar prevenido. La mezcla del azúcar con la gl1~cosa (azúcar de uva) es la que con más frecuencia suelen hacer los mercaderes de mala ley; pero esta sofisticacion se demuest¡·a con suma facilidad. Basta para ello colocar en un tubo q ne con tenga agua. destilada y potasa, el azúcar que quiere analizarse; calentar despnes el tubo ll.lsta que entre en ebullicion el líquido, y observar luego la coloracion q no este vaya tomando: si apenas se colora, el azúcar es pura; si el color se manifiesta muy graduado, la sofisticacion no puede ser más evidente. En cuanto á la mezcla del azúcar con yeso, creta y a1·ona, no hay pm·a denunciarla más que disolverla en un poco de agua fria; bien p1·onto, como aquellos cuerpos son insolubles, se depositan en el fondo . El aztícar es excitante. Su uso no despierta fenómenos violentos ; el abuso provoca una excitacion fuerte en las vías digestivas, produciendo sensacion de calor en las fauces y en el estómago. Depentle esto de las combustiones y cambios quimicos que en ella se obran (se trasforma en agua y ácido carbónico), y sabido es que no hay combustion siu desprendimiento de calo¡·. Tenemos, pues, que este condimento es sápido, dulce, cálido y excitante. Por su sabor se emplea para la preparacion de los alimentos insipidos; por su pt'opiedad de desarrollar calor, para suplir la falta de corubustiones orgánicas, y por la TOMO

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excitacion que produce, par·a facilitar la absorcion de alimentos poco estimulantes, como las came:; blancas, los callos y los pescados oleosos. Lo dicho del azúcar es aplicable á la

vainilla, nuez 'moscada, azaf'ran, aojas de ye1·ba bttena, de laM·el, pe1·ejil,pimíenta y mostaza, aunque esta, siendo muy ieritan· te, ha de u:;arse con mucha parsimonia y prudeo te prevencion. Los ajos son, como la mostaza, un condimento irTitante. Deben esta propiedad á un pdncipio acre, astringente, muy volá· til que ir·ritala superficie sobre que obr·a, y que, una vez absorbido, pasa á la sangr·e y de alli pasa á las exhalaciones y secreciones, á las que comunica un olor par· ticular. El aliento de Jos que abusan de los ajos es fétido, y la orina y el sudor denuncian tambieu el olor fétido y nauseabundo. Algunos creen que el uso de los ajos, no solo no entraña peligro para. la vida, sino que dispone el cuerpo á una especie de inmunidad en contra de los agentes ~ias­ máticos y pan tan osos. Esta idea no está desprovista de toda razon cientifica; pero lleva la exposicion de una interpr·etacion er·rónea. Los ajos, como la pimienta , la mostaza y otros condimentos irritantes , aumentan el esfuerzo reactivo del organismo; es decir, su potencia para 1uchar contra las causas de toda enfermedad; pero de ning·un modo poseen la virtud específica que se les atr·ibuye. Obran como otra sustancia cuulquiera que excite el cuerpo y promueva su irritabilíclad y resistencia. El'Vinag'l'e figura á la cabeza entre los condimentos excitantes ácidos. Se prepara haciendo fermentar el vino hasta que se acede, es decir, basta que su alcohol se co1wierta en ácido acético. Se obtiene tambien acidificando los jugos de varias frutas, el alcohol acuoso, el jarabe de fécula, y otros líquidos, á los que se agrega ácido sulfúrico para simular la acidez del vinagre verdadero. Esta adulteracion se demuestra mucha~ veces calentando fuertemente el vinagr-e,

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hasta qne desprenda vapores blancos, que son del ácido agregado. El vinagre, pat·a ser puro, ha de proceder de la fermentacion acetosa del vino, y ha de ser claro, sin color y suavemente ácido. Este condimento da á los alimentos indigestos cualidades de digestibilidad de que por su composicion orgánica carecen . Las escarolas, las lechugas, los pimientos no podrían absorberse con tanta facilidad si no se condimentasen con vinagre: el aceite que á este acostumbra á mezelarse sirva para moder·ar su acidez y la irritabilidad que provoca. Antes de terminar, aclvet·tiremos que es peligrosa y hasta perjudicial la creencia de a.lgunos de que el abuso de este condimento, no solo no daiia, sino que sirve para hermosear el rostro, y darle esa palidez de moda que tanto estiman los sensualistas de hoy di a; pero es lo cierto, que tan gratuito proceder ha ab1·eviado la vida á más de un individuo. El vinagt·e, cuando se toma en exceso, excita el aparato respiratorio por accion simpática del estómago:¿, Y qué j6ven , al saber esto, no dejará una tan mal sana costumbre por pr·ecaver una enfermedad pesada, tal vez una tos pertinaz, 6 quizá una tísis prematura? Usen, en buen hot•a el vinagre como ayuda precioso de estómagos debilitados (1), pero huyan del abuso, más que nadie los nerviosos y los predipuestos por herencia ú otras causas á eu':fermedades del pulmon. El aceite es otro condimento del que más frecuentemente tiene que echa1·se mano en la prepnracion de los alimentos. Hay varias clnses de aceites; y hasta de aceituna 6 de oliva, que es el más puro, , hay de varios grados. Para extraer este liquido se toman las aceitunas poco ántes de madurar, y se las exprime fuet·temente. El aceite que así se obtiene es el de mejor calidad, y se reconoce por ser clat·o, ligeramente amarilleo·

{1) Es ¡wcoiso no olvidnr quo aludimos á debilidad natura l, por constituclon: no ll inercia 6 ntonla como efectos de llegma· slus cróuiens /¡ pllllocirniontos ostomncnles.

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FUNDACiÓ!' JCA;-IELO

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Los Oonocimien tos útiles.

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to, de sabor como el de la-s olivas y de olor poco intenso. Despues de sufl'ir las aceitunas esta operacion, se las echa en agua caliente, y dan un aceite que, si no tan puro como el primero, no deja de tener libre circulacion en el comercio. Esta variedad de aceite se conoce por ser turbio, amari llento verdoso, de· olor fuerte y de sabor d:Jsagrada.ble. En ott·as ocasiones se toman las olivas y se las sujeta á fermentacion, dando por resultado acei te , pero de peures condiciones que el anterior . Pueden obtenerse tambien aceites de las ador mideras, do la::~ nueces, de las almendras, de las avellanas, y de otros frutos; y estos aceites, de precio inferior al de aceituna~, suelen mezclar los falsificadores con el de estas, encontrando así un medio de explotar la ignorancia del público y de obrar en beneficio de su insaciable afan de lucro. La adulteracion del aceite de olivas con el de adormidet·as se reconoce con solo echar el Hq u ido que se ensaya en un vaso y agitar fuertemente; si no hay mezcla, la superficie del liquido queda lisa; si hay mezcla, se cubre de burbujas de aire. La mezcla cou los otros aceites tambien se denuncia por medio de ciertos procedimientos l}uímicos algo complicados, y por la me<.lida del tiempo q ne cuesta la soli0.ificacion. Los efectos del aceite en el organismo son e'm olientes, laxantes. Calma la irritabilidad y la excitacion por los alimentos 6 por los condimentos irritantes. A grandes dósis obrtt como purga~te, y por su naturaleza oleosa como vomitivo. Cuando se eleva mucho su tempet·atura, y se j1·ie, se trasforma en irritante, produciendo ácido carbónico y agua. Oondinwntos animales.-La. mayor parte pueden iocluil·se entre los alimentos; pues si bieo con ellos se preparan y se modifican sustancias que sin dicha preparacion fueran dificilmente absorbidas, ceden al org-anismo eleme.nt~s rep~radores , ~o que les quita la prmCipal cu·cunstanCia para ser considerados _como verdaderos condimentos.

La grasa de los mamíferos y las aves, la rwt11,teca, los quesos, la pesca salada, etc., dejan su contingente para el consumo orgánico . La miel es, tal vez, la sustancia que con más propiedad. puede incluirse en el grupo de los condimentos animales; y por eso de ella será de la que únicamente nos ocupat·emos . La miel es un licor espeso, t1·asparente, dulce y agradable q ne las abejas forman con las SLlStancias (jugos az ucarados de los nectarios) de alg unas flores; y que des· pues depositan en las c:cldillas rlel panal que antel'iormente habían constt·uido (1). La primera miel que se recoge en los panales, se llama ·miel vi1·gen . Los efectos de la miel en el organismo son muy parecidos á los del aceite: mode(1) Es mur curioso r muy •ligno do estudio el modo que tienen los abejas de construir los panules, y el metódico serv•cio fl que se entre¡pn dentro de ellos. !'re¡~;. rudo el v.>•o ()colmena por el OQSOChOrO, llega a olla el enjambro. l'ormnnlo esto, uno hembra rccundu o reina: hembras estér.les ú ubrurat y mochos ó :tir~yullo&. Las hembra• est6rilos recogen !' preporun de las yemas de los arboles uon su•toncia •·csmoso 1¡ue sirve para t~1>ar todas las abertur3s qu ·J tengo el vusu, excepto una, en la porto inferior. (pill'>cra) para entrar y so lir. Esto es el primer truhuJO Ocspnos scparnn con su~ nwudlhu lo s lo cera. <¡uo es s~crccion de la pie¡ que uno los semi-anillos do su nb•lólllon, y omasttndolu con saI• IJn le Jan O~Xihil~tlud y lu extienden 011 placas pura fuur~cor las celdi llas del pu1wl. Las ccldJIIos son snporio•·os ó lnforio1·es: ur1uollns sirven de depósitos: estus de lu¡¡uros donde dol>Ositur lo rein a su,s huevos. Llonas las coldi llus supol'io1·os do mi ol c¡uo los hombrus csl~­ riles dnn po•· In hoco, lus tn1•u n horm6tico111ontc con unu latuinu de CCI'n r¡uo al ofooto prcp:u·un. Asl esto, su le tu •·cin:. fu oro •lo la col mona, sos-ui•ln do una po••cion de ztut~<mos lJIID lu fccun•lvn en el airo, y vuch·en despu es para depositar Ju reina sus hunvuc•llos en Jus coldlilas iulerior·es. Nada tienen que ver 1·a ni los zhngonos. ni lo bcmhra tcounda: las obreros se encurg.. n do todo .,y al erecto, a lo• trl!s di as los huevos se han conv~•·t•do en larv<ll, rcelhi•ndo de sus •crvi ciolcs nodrizas ni alioncnto que, boj o la forma de >niel, depositan en su boca: il los nuo••e dins, lns larvua so ban converhdo en ninfas: r á los onco, )U cstan en la odolcscenc•a do su l' lda. entrando desdo ontoncus ul ser1 icio do la osocíaciou. Oe las nuevamente cnjendrados, unos son mochos. otrlls obre. ras, y otras reinas. l::n Cllte caso lo reina antiguo b b1en !luye con sus porcioles para fornwr. ya eu ol hueco do un aruol b en un vos~ que tengo proparodo un cosechero . nuova sociedad; ó reta á combate a Jos 11110 asp.ron 4 &u corouu: en estas c>rcuostaoci as el tlescnloco os tro¡¡ico. 1\odoon los illlllviduos d~ la corporucion A Jos que von 3 lu~hur. y el d~s<ll'iO a muerte COllli~n­ za. La vencedora subo ol trono. DIII'Onle el illvie•·nu •~s obe¡ os no salen de la col meno. Lo miel drpositodu Pn las celd1llas superiores sirvo do nlimemo i> la corunnidad. Si es insnllciente suelen las obre•·aB motor con sus ngu•jones á los mochos. que· dando asl menos poro hacer consumo.

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Los Conocimientos útiles.

ra la irritabilidad, afloja las fibras, calma el dolor y produce flojedad y laxitud ~n los tejidos. Pot• su sabor es muy propio este condimento pa1·a neutralizar el amargor de alg·uoos alimentos; pero tomada á grandes dó~• " da l ng-ar al vomito. Condensando, pues, todo lo dicho, tenemos condimentos emolientes, excitantes é irritantes. Los primeros propios para los temper<.. men tos bilioso, nervioso y saoguineo, y para la condimentacion de car· ne::~ rojas y alimentos fuertes; los segunuos pat·a estóm~gos débiles y lánguidos, y para preparar las sustancias mucilagino-

sas y poco digeribles; los terceros, en fin, para los mismos casos que los últimos, y cuando se necesita más fuerza de accion y efectos mis inmediatos y seguros. Por otra parte, no debe olvidarse que el uso inmoderado de los condimentos es per judicial; que debe huil·se de tal hábito; que el estómago se enerva con las reiteradas excitaciones, y que los. acostumbrados á tales excesos, no solo se procuran un apetito artificial y dañoso, sino que á veces tienen q ne sufór como consecuencia neuralgias y flegmasias del aparato digestivo , ele curso molesto y de fatal é inevitable terminacion. FERNANDO BUTRON.

CONOCll\IIENTOS DE INOUSTlHA. Aprovechamiento de residuos, despojos. desechos , etc. Al punto á que han llegado las ciencias y las ades industriales no hay despojos, residuos, ni desechos de ningun género que no tengan algun empleo. Desde hace algunos años, todos los días se establecen nuevas y numerosas industrias que etltre· gan al consumo valores importántes por la admirable trasformacion que hacen de los trapos y desechos que más inútiles parecen, y son sin embargo materia primera de importantes ·fábricas. Seria dificil formarse una idea del grado que ha alcanzado el aprovechamiento de tales oujetos, y en especial los resíduos de ciet·tas manufacturas que son objeto de un comercio importante que tiene sus fábricas especiales. Es admirable ver que el trapajo súcio y repugnante, desde.iiado hasta por los pobres, pero que recoge el gancho del tt·apero en el riocon de u na calle, está destinauo' despues de su. trasf()rmacion' al adorno de las personas elegantes de la so· ciedad. Damos á continuacion un extt·acto del Á

largo trabajo que acerca 'de este objeto ha publicado una revista industrial de Francia. Los fabrkantes de tejidos de lana desechan como residuo una cantidad cor,side· rable de primera materia; pero existen numerosos compt•adores de resíduos que, (}U las difere¡;¡tes localidades en que esta industt·ia prospera, acuden á comprar todo lo que se asemeja á lana, y lo envían á fá. bricas especiales para hacel' un nuevo tejido, que se conoce con el nombre .de cuero' rle lana 6 paño cuero. Mezcladas con lana nueva, estas materias se hilan y luego se t0jen para formar telas de vestidos comunes, pelo de cabra, pauo pilot, tapices ordinarios, etc. Los trapos de lana se deshilachan por medio de máquinas hasta que la materia fibrosa quede enteramente separada; des pues se hila y se emplea para telas de calidad iof~1·ior . Las máquinas consisten en unos cilindros armados de puntas férreas; cada uno de estos cilindros, llamado d-esfllocltador, coge las prendas de vestir des-

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echadas, las rompe, las desgarra y las reduce á hilos, dando lugar á lo que sirve de primet·a matel'ia para la fabricacion de nuevos tejidos. Esta nueva industria posee tal importancia comercial, que en Leeds solamente, diez y seis desfilochadores pueden producir por año 1.633.409kilógramos de primet·a materia, lo cual, suponiendo que el vellon de un carnero pesa 4 kiló gramos-, equivale al producto en lana de más de 408.3;:¡0 carneros. Una pet·sona que ha visitado recientemente los distritos de fábricas de lana del Yorkshire, ha visto que el pilot no eS' más que cuero de lana; que los castores tan lustrosos, el pelo de cab1·a que parece seda, es cue1·o de lana; las talmas, paletots y otras muchas telas apreciadas y de lujo, son asimismo de cuero do lana. Nada se desperdicia; las medias viejas de lana, los Ol'illos, hasta los trapos lle nos de grasa que se emplean para limpiar las máquinas, eutrau en la confeccion de ciertos tejidos. Se emplea tambien un procedimiento para convertir en productos comerciales las aguas dellavauo de la lana, que hasta hace poco se abandonaban como cosa enteramente inútil: por medio de manipulaciones mecánicas y químicas se trasforroan estas ag4as en estearina, que sirve para la fabricacion de bugias, y en útiles abonos para las tierras , que se venden á 50 frs. la tonelada. Entre las telas que se emplean para trajes de seüoras, hay muchas, como el orleans, la alpaca, etc .. cuyo tejido se compone de lana y algodon. Cuando las prendas hechas de estas telas están usadas, parece que no tienen valor por causa de la mezcla, pero por un procedimiento químico se puede destl'Uir el algodon y dejar aislada la lana, que es la que tiene valor y aplicacion á la fabricacion de otros tejidos. Los fabrican tes de cola emplean con diferentes nombt·es los desechos y pedazos de cueros viejos, de suelas, de pieles, y tambien los cascos , pezuiias y orejas de caballos, carueros y otros animales. La gelatina, q uc es una vade dad de cola más

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pura, se obtiene tam bien de los resíduos que quedan de trabajar el madll, de los huesos, cartilagos y tendones de animales. Se emplean con el mismo objeto las recortaduras de pet·gamino, de vitela, los guantes y tola especiP de pieles y membranas. En América y otras comarcas se utilízan las pieles de anguilas, trenzándolas, para hacer puntas de látigo 6 trallas, y tambien cuerdas y cort•cas para los roangos de los látigos ó fustas que usan los cocheros. Las pieles de lenguados y otros pescad'os se venden eu gran can ticla.d y sirven pat·a refinar los licot·es, clarificar el café, etc. Se curten hoy las pieles de los marsuinos y se hacen excelentes cueros para calzado; las de los morsos, género de animales mamíferos marinos, se emplean para el mismo objeto. En Tejas se curte y prepara la piel del aligador, t'specie de cocodrilo, y se hacen cueros tan flexibles como los de vaca y alagartados como la concha de una tortuga. En laa Indias y en Afdca se hacen pantuflas con la piel de la serpiente, y se emplea como la piel de sagTen para las guardas ue espada, sirviendo para mantenerla segut·á. en la mano por el contacto con una superficie áspera y granuda. El impuesto sobre los perros ha dado lugar á la destruccion de un gran número de estos animales, a hogáudolos en el Sena. En seguida ha habido muchos hombres que se han dedicado á recog·er los cuerpos para cocerlos y sacar la grasa; la piel se ha empleado en la preparacion de los guantes llamados de cabrito; la grasa se ha vendido á 2 frs. y medio el kilógragramo. Esta grasa de perro es muy eropleada en Alemania, en los Estados·Uoidos, en el cabo de Buena-Espe1·anza y en otros países para los casos en que los médicos prescriben el aceite de higado de hacalao. En New·York se recogen anualmente de 5 á 8.000 perros vag-abundos; á los que no son reclamados se les ahoga; 1u ego son trasportado5 por los barcos de limpia y conducidos á la isla Barre!, donde se u ti-

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liza todas sus partes; se saca la grasa 1 se venden las pieles á los fabricantes de guau tes 1 y con los hue~os se componen ex.celt:ntes abonos para la fertilizacion de las tierras. Los huesos de todos los animales se em· plean de muy diferentes maneras por la inuus~ria; sirven para hacer los polvos que se llaman negro de animal 1 para uso de impresores tle g rabados; cocidos , producen la g·elatina y el aderezo que emplean los tintoreros y los que prepa1·an telas 1 como el te¡·ciopelo y otras ; se saca tambien una gl'asa que es blanca cu ~udo se empleA-n lo;; hue.'>os muerto recientemente el anima l, como se pueden obtener, por ejemplo, tomándolos de la carnicería, y parda cuando proviene de huesos viejos r ecogidos de tiempo. Los huesos se emplean tambien por los torueros y fabricantes para muchos objeto;;¡ se hacen mangos para los cepillos de dientes, para los cuchillos, puños de bastones, varillaje de abanicos, cucharas, bo· t ones , etc., etc. De los desperdicios de los pescados, des· pues de utilizar su carne, puede sacarse gelatina y aceite, y todavía los residuos se pueden t1·asformar en abonos fabrican do una especie de guano que se presenta como un polvo seco y fibroso. Seria curioso seg uir en sus dife rentes detalles y modificaciones el aprovechamiento de la inm undicia , lodo y materias que pt•ovienen de la limpieza de las ca'l'les. El producto máS útil es un abono pa1·a la agricultura de un poder fertilizador extraordinario. Las operaciones químicas producen mil t rasformaciones en todas las sustancias y son el más poderoso agente par a la indus· tria . Citemos algunos ejemplos curiosos que inte1·esan á los lectores. El producto empireumático tan fétido ele la fabl'icacion del aguardiente puede trasformarse en esencia de peras, de manzanas, de u vas, con el cual se dá al agLmrdiente inglés el aroma del coñac de Francia.

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La esencia de anan'l se obtiene por la accion del queso en putl•efaccion sobre el azúcar, 6 destilando con alcohol y ácido sulfúrico un jabon hecho con manteca. La esencia ele mil flores, tan com un en perfumeria, tiene por principal ingredien· te un pr oducto de la basura de las casas de vucas. Los residuos de las tintorerías se utilizan ; los desperdicios vitrificados de las fundiciones se ensayan hoy para materiales de construccion. La cantidad de materia animal perdida anualmente en las pesquerías de Terranova es de 120.000 tone!adas; se puede utilizar fabricando un excelente abono, y ya se piensn. en este aprovechamiento co · mo en el ele sacarlo por completo de toda clase de inmundicias para el mismo obje to, lo cual es ya necesario porque las islas de donde se extrae el guano estarán pronto agotadas. En Buenos·Aires el alumbrado es de -un gas obtenilo de la grasa de caballos, que se matan únicamente para la explotacion de esta grasa y de su piel. Diez y ocho ó veiQte mil elefantes perecen anualmente para sur tir del mar fil que se emplea en mangos de cuchillos, de navajas y de cot·taplumas de Sbeffield ; su carne excelente aun no se aprovecha. Los excrementos de las perreras sirven para limpiar las pieles de cabrito a ntes de curtidas. Las fotografias contienen oro y plata; uno y otro metal no son perdidos . . Virutas, ortigas, tallos de l úpulo, cor te· zas de diferentes á.r bol e~ , toda sustancia fibrosa se ha ensayado para la fabr icacion de papel; sin embarg , la paja, el esparto y alguna otra especie de plantas ur tíceas son las que con aquel objeto entran en el comercio. Los ejemplos:de aprovechamiento de re· síduos y desperdicios que quedan citados, y otros muchos que se pudieran exponer, prueban bien los progresos que la industria ha alcanzado en nuestros dias.

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fUNDAC IÓN JUANELO TURRIANO


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CONOCIMIENTOS DE HISTOfUA NATURAL. EL

KAL~G;UROO

El kanguroo es un mamífero desconocido de los antiguos, originario de la Australia. Se encuentra á estos animales en cuadl'illas de diez á doce individuos en Vau Diemcn y en toda la Nueva Holanda. Su talla ordinaria es la del perro; algunas especies llegan á tener la del carnt!ro. Su cabeza alargada y su hocico afilado le hacen semejante en la forma á los cuadrúpe:.los roedores. Su sistema dentado, desprovisto de caninos, tiene dos fuertes incisivos inferiores dispuestos en una direccion horizontal, y seis incisivos superiores, anchos, dispuestos en línea curva y en direccion vertical. Los molares varían de cuatr·o á seis, y están separados por un pequeño espacio de los incisivos. El cuerpo de este animal, mucho más grueso por la parte posterior, presenta una forma cónica. Los piés de delante son pt·oporcionahnente cortos y pequeños; los de detrás, más lat·gos y más g-ruesos en un doble, son muy fuertes. La cola muy desarrollada y fuerte, for ma con las patas de detrás una especie de trípode sobre el 'cual el animal se apoya para mantenerse de pié 6 para saltar á grandes distancias. El kanguroo tiene dos clases de pelo; se· doso en las partes del cuerpo situadas al exterior, en la cabeza y en la cola; lanudo en el resto. Tiene dos medios de locomocion, el salto y la marcha. Cuando es perseguido se limita a marchat·. Apoyando la cola en tierra aproxima las patas traseras de las de adelante y en seguida avanza estas. Con ~sta marcha. rastrera, y al parecer difi(1) Se dice tombien Con¡¡uro.

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cultosa, va, sino con agilidad, con bastante velocidad. Cuando un ob~táculo cual· quiera se opone á su paso, se apoya sobre la cola, y haciendo uso de ella como de un resorte , se lanza á distancias de siete .á ocbo mett'os de longitud y hasta tres mett•os de altura. Su cola le sirve tambien como arma ofensiva y defensiva. Se le ha visto m uellas veces en luchas cuerpo á cuerpo defenderse con la cola de los perros y de los cazadore8. Para luchar y vencer á enemigos menos temiLies, el kanguroo se sirve de los dedos anulares de los pié::; de atrás, que son muy fuertes y tí~nen garras cortantes. En estos combates se apoya como siempre sobre la cola para sostenerse derecho, y se bate con las cuatro patas á la vez; 6 bien acort'alando á su adversario contra una pared, un árbol 6 una piedra, se apoya en estos objetos con los piés delanteros, en el suelo sobre la cola y destroza al enemigo con las terl'ibles uiias de sus piés tt·aseros. La hembt·a del kang·uroo tiene bajo el vientt·e una bolsa como los mnrsupiales, 1 en la cual coloca sus hijuelos. Comunmen· te tiene dos de estos, algunas veces uno . solo y muy raramente tres. La carne de este animal, excelente de comer, tiene un husmillo par·ecido al de la liebre y al del ciervo. La piel del kanguroo es muy apreciada. Se ha tratado de aclimatarle en Inglaterra, y se ha conseguido muy bien. Seria de desear que se propagara la especie en toda Europa, porque la caza encarnizada que se hace de este animal en Aus~ralia, y la facilidad con que se le coge, acabar·án por de~tt·uir completamente la raza.

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Los Oonocjmientos útiles.

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j CO~OCB11ENTOS

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VA f\IOS.

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CRÓN ICA . -LOS lodos.de las calles de París har. sido arrendados en diversas épocas ó. los precios siguientes: en 1823, en '7;5.000 l't·s.: en i S3 1, 166.000 frs ; en 1845,500.000 fl'll.llcos; des pues de la anexion de las poblaciones de los arrabales, cada distrito tiepe uno ó va1·ios arrendatarios , á cuyo cargo están los gastos del barrido y del trasporte de las inmundicias. El numeroso personal afecto á este servicio se fija en el pliego de condiciones, y está bajo la direccion y vigilancia de la autoridad. Dejando permanecer el lodo en los podrideros, quintuplica su valor, y se veude entonces de S á 5 frs. el metro cúbico, dando un producto total anual de tres millones de francos. VAJ.OR DF.I- LODO DE PARÍS

Los PEnnos EN BERLIN.-Habia en Berlín, hace cuatro aüos, 7. 000 perros; hoy se cuentan 10.950. Este aumento ha tenido lugar á pesar del impuesto de 11 fr. 25 c. por cabeza, y el coste del bozal que es obligatorio. Del número expresado, 2.600 son perros útiles. empleados generalmente en tirar de carretonciUos. \

EMANCJPACtON DE ~·s MUJEnEs.-Se_gun escriben de Yanktou, ciudad de Dokta (EstadosUnidos), la cámara legislativa de este territorio acaba de adoptar por una gran mayoría una proposicion de uno de sus miembros que concede á. las mujeres el derecho de sufragio J de elegibilidad. CARNE DE CAilALLO .-EI siguiente dato prueba el uso creciente de la carne de caballo para la nilmentacion. Se han matado en Berlín el año pasado de 1868 hasta 4.0<14 caballos para ven-

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MADRID: 1869.=1mJironta de Los

CONOctKtRNTOS úTJLKS,

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der In carne: la sang re se utiliza hace algun tiempo por los tinto1·.eros. ft' AORICAClON DE CERILLAS VOSFÓRICAS.-El COtl· sumo de c~ríllas es, para las pHj uelas de madera, de 6 por individuo y di a eu F rancia , 8 en Inglaterra y Oen Bélgica. Como qu iera que el uso de cerillas en es tos paises, para la generalidad de los consumidores , á las pajuelas azufradas, si se toma eomo dato el consumo de Francia en toda Europa, resulta que pudiendo un kilógramo de madera producir 6 .000 pajue· las, se necesita gastar por di a sob1·e 300.000 ki: lóg ramos de mnd~·a, y contando con los desper· <.licios puede calcularse 400.000. Hay fábricas en Francia que ocupan 600 obreros en esta industria, y se Cita una ue Austria donde trabajan 5.000. En Espail!t no se usa mucho esta clase de cerillas, sino las propiamente tales obtenidus con sebo y pasta de fósforo. Si dispusiéramos tle una estadística, tan solo aproximada, haríamos ver sin duda alguna que el consumo de cet·illas es mayor e.o España que en ninguna otra nacion de Europa, y que el prec!o es infe· ríor, dada la buena calidad, lo cual se comprencl.e por razon del g ran consumo. MÁQUINA DE nAotAn.-Un mecánico de Viena ha inventaqo hace una treintena de años una máquina parlante que los herederos del inventor, en Praga, enseñan al público. Esta máquina pronuncia, articulando perfectamente, todas las letras del alfabeto, cualquier palabra y aun frases enteras, como lo ltaria una persona cuyos órgano;¡ de produccion de lo:~ .aonidos fuesen

puestos en movimiento por un mecanismo.

o cnrgo

~e F¡·u ncisco Roig, Arco de Sa nta Maria. 3~.

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Núm . 25.

Los Conocimientos útiles.

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CONOCIMIENTOS DE FISICA.

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LA ELECTRICIDAD. VIIL

Indicado en los articulas precedentes q né es, ó se su pone ser, la electricidad; cómo esta fuerza se desenvuelve, maní· fiesta y propag·a; y qué efectos ó fenómenos produce en ~el acto de su difusion, ins· tautánea casi, de un lugar á otro, dispersion por el espacio y prest1nto aniquilamiento , ó trasformacion en otra ú ot¡a..s fuerzas, fáltanos todavía, para concluir por ahora, reparar un olvido voluntal'io é injusticia manifiesta, ó consigñar las fe chas de los principales descubrimientos relatados, y los nombres de los físicos y diligentes explotadores de la naturaleza á quienes son debidos. Cuando se comete un crimen horrible , dice con oportunidad no recordamos bien qué autor·, óyese por do quiera esta ó análoga exclamacion, millares de veces repetida: ¡oh! ¡de lo que son capaces cie1·tos hom1H·es!; pero si de algun invento peregrino se trata, de alguna hazaña singular, 6 accion virtuosa, no, por humilde, ménos heróica y envidiable, alborozada y ébria de orgullo grita entonces la multitud: ¡nada resiste á los esfuer~os, á la constancia, á la inteligencia delhon~b'l·el No confundamos, pues, nunca el singular con el plural, cuando de distribuir castigos y recompensas se trate , y procuremos saber ahora quiénes fueron los descubridores y creadores de la hermosa ciencia, denominada Electricidad, que tanto ha contribuido ya, y más ha de contribuir en lo sucesivo, al bienes· tar material y pel'feccionamiento intelectual del hombre, en sociedad constituido, y mero usufructuario casi siempre de lo que unos pocos hombres encuentran , perfeccionan y discurren. 1 No es ciencia muy antigua la Electrici· Fobt'oro 20 de 1809. @

dad, ni á los sábios de tiempos muy remotos debe siquiera el s6r y primeros pasos en el camino de la perfeccion. Cuanto griegos y romanos supiet·on acerca de este asunto, Tháles, Anaximanc.lro y Anaximenes, Platon, At•ist6teles y Theofrasto, Plinio y Séneca., se reducía á muy poca cosa: á que el sucino 6 ámbar ama'rillo, el azabaclte 6 ámba'r neg'I'O, y alguna otra sustancia resinosa 6 cristalina, adquirían por el frotamiento la virtud de atraer y levantar los cuerpecillos ligeros, y de repelerlos, por excepcion, des pues de atraídos y desviados de su prime1·a posicion de equilibrio: hechos ambos, en veruad, muy curiosos é interesantes; pero que, lo mismo que los sábios de la culta Grecia y los compiladores y erwlitos de la belicosa Roma, han conocido tambien, sin ser s:'Lbios ni eruditos, filósofos profundos ni consumados guerreros, diversos pueblos salvajes, apartados de todo trato y comunicacion con los que de civilizados se precian; y ad vertiria cin tardanza cualquiera que un pedazo de ámbar poseyese, y por capricho ó con el pueril objeto de pulimentarle y aumentar su lustre y tersura, le frotase. Exageracion nuestra será; pero se nos figura que atribuir á los egipcios, griegos y romanos la invencion de la Elec· tricidad, porque advirtieron las propiedades del ámbar, y trataron de ellas como de otras tantas razas y misterios de la naturaleza, sin meterse en más investigaciones ni honduras, seria lo mismo casi que denominar inventor de la Astronomía al primero que observó las varias fases ó aspectos de la Luna, ó, tumbado en el suelo á la bartola, reparó en el movimiento pau· sado de aquel astro de Occidente á Oriente. TOMO

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Los Conocimienlos útiles.

Bajo el aspecto geográfico, sin embar· go, acaso la extraña virtud del ámbar fro· tado haya sido desde un principio más im· portante de lo que por de pronto parece; y como ahora, extendida á otros muchos cuerpos, estudiada y fecundada por el ingenio humano en el curso de los siglos, sirve para relacionar unos pueblos con otros, abreviar el espacio y, en cierto mo· do, pt•olongar la vida, sirviera entonces y desue las épocas más remotas de la hístoriu, de pábulo 6 incentivo al comercio, de e:¡timulo á la navegacion, de motivo para emprender arriesgados y penosos viajes por tierra, y, en suma, de elemento civili· zador y causa de contacto y fusion lenta de las naciones más apartadas y razas más desemejan tes y hostiles. Porque es de notar que el sucino 6 ámbar amarillo, ma· teria un tanto baladí en los tiempos que corren, era considerado en otros ya muy distantes con singular aprecio y al igual casi del oro, fuese por su rareza, por su aspecto amarillento y agradable trasparencia, por su lustre y suavidad, por la frag·ancia que al arder emite, por sus pre· suntas propiedades medicinales, 6 por aquella virtud atractiva que el frotamientole comunica, y que Tháles no acertaba á concebit· ni explicar, sino concediénJole, como á los séres organizados, un ftl?na 6 instinto, de que las demás sustancias eu estado de corrupcion y los minerales carecian: .Homero, en efecto, le enumera en· tre los objetos de valía, y Herodoto le compara tambien á los metales preciosos y joyas más estimadas en su tiempo. Pues bien: el sucino, que los naturalistas modernos han reducido á la modesta categoría de una sustancia resinosa 6 bituminosa, de la resina f6sil emanada de una planta conífera perdida, de la cual solo aquel producto, 6 jugo viscoso y en· dur·ecido con el tiempo, y algunas hojuelas y semillas, entre el mismo ámbar apri· sionadas, se conocen, no se encuentra 6 yace en todas partes; ni en cantidad suficien te para servir de alimento al comer· cio y á la exportacion se halla sino en una: en las riberas meridionales del Bálti· co, en la costa del antiguo Quersoneso

cím/J?'Íco 6 Pomerania actual, desde la isla de Rugen hasta las bocas de los rios Niemen y Pregel. Y si los griegos, no obs· tan te, le conocían , y le usaban interpo · lado con el oro, como objeto de lujo y explendor; y si los sábios de aquella época y tierra, tan sobrados de recursos pe· cuniarios como los de cualesquiera o tras, taro bien le poseían en cantidad suficiente para examinar sus propiedades, y entre· tenerse en excitarlas por frotamiento; la consecuencia que de todo esto se deduce es muy sencilla: alguien le trasportaba desde el Bú.ltico á Grecia, por tierra 6 por .mat·: por tier:a, con mil tt·abajos y peli· gros, al través de la extensa comarca, po· blada entonces de naciones bárbaras, y utilízaudo á. lo sumo las corrientes de los grandes rios que afluyen hácia el mar Negro; y por mar, abandonando el Medíterráneo, cruzando el temeroso estrecho de Gádes y el mucho más proceloso de Calais, y penetrando en el Báltico por las bocas y canales que entre DinamaJ>ca y Escandinavia se encuentran : empresa magna y verdaderamente heróica en aque· llos remotos tiempos. Quienes fuesen los mercaderes qne en busca del ámbar de· bieron recorrer y escudriñar repetidas veces la Europa, no lo sabemos; pero los despreocupados navegantes, que sin más brújula que su a udacia , ni más astrolabio que sus ojos, feb1.1iles y resplandecientes de codicia, se lanzaban al Océano , y de la zona templada y luminosa penetraban en la region circumpolar casi, tenebrosa y fria, no pudieron ser sino los fenicios, proveedores ele los griegos , de ámbar y !ruslerías, como el plomo , cobre y estaño, de que sus armas y utensilios de guerra prin· cipalmente constaban, y era tambien pre· ciso buscar y proporcionarse en aparta· das tierras. Por muy inverosímil que parezca y vergonzoso sea para el 'hombre, concerniente á la electricidad nada más que lo poco án· tes referido se supo, sin embargo, hasta finalizar el siglo XVI. Por entonces, un médico inglés, llamado Guillermo Gilbert, de quien apenas se coqseryan no ticias biográficas, contemplando algun pe- ~

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dazo ó fragmerrto de ámbar, debió repetidas veces dirigirse las siguientes ú otras análogas preguntas: t,pO?· qué, despues de frotado, posee este cuerpo la propiedad de atraer á los demás, y de ser atraído por ellos~ ¿,por qué, sobre todo, él, principal y exclusivamente casi, adquiere por tan sen· cilio procedimiento, virtud tan extraña y admü·able'? ¿,será cierta ó ilusoria excepciou tan sorprendente é incomprensibJe'? Y, para desvanecer la duda que le atormentaba , sometió á las mismas pruebas que el ámbar otros muchos cuerpos; y, con la misma facilidad con que de punta se coloca y equilibra un huevo sobre una mesa, averiguó que, exceptuados los metales, las plantas y objetos humedecidos, unos más y otros ménos, todos adquieren por frotacion la famosa propif'dad del ámbar: y que, en vez de constituir una anomalia y fenómeno nunca visto ni oído la posesion de semejante propiedad, lo, extraño y por de pronto inexplicable era precisamente lo contrario. Del año 1600 data la publicacion del libro, donde Gilberto consignó los importantes resultados de sus variadas y múltiples investigaciones experimentales sobre las propiedades eléctricas y magnéticas de los cuerpos; y á la misma fecha debe referirse el origen de una ~iencia que si los griegos hubieran sido tan buenos físicos, como dialécticos, poetas y guerreros, podía haber ya contado entonces la respetable edad de veinte siglos. Recibido el primer impulso, las ciencias progresan por sí solas al parecer, y crecen y avanzan en el campo de la perfeccion, como bola de nieve, que desciende de la cumbre de empinado monte, y desbarata y pulveriza cuantos obstáculos halla en su camino. El célebre cónsul ó burgomaestre de Magdeburgo, Otto de Guerike , discurrió á mediados del siglo XVII el modo de producir ó desenvolver la electricidad , en cantidad mayor y más sencillamente que frotando un pedazo de ámbar ó de resina ordinaria, ó un tubo de cristal: haciendo girar un globo sólido de azufre alrededor ~ de un eje ó varilla de hierro, que de parte

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á parte le atravesaba, y al cual se comunicaba rápido movimiento de rotacion, con auxilio de una cuerda ó correa sin fin, arrollada á la rueda de un torno. El cuerpo frotado en esta máquina eléctrica, primitiva y rudimentaria todavia, era el azufre, y el frotador la mano bien seca del experimentador ; y los resulta <.los que con tan sencillo aparato se obtuvieron, corroboraron y ampliaron los observados por Gilberto. Otto de Guerike, en efecto, notó un fenómeno que á la perspicacia del físico inglés se había escapado, no se sabe por qué extraño y lamentable conjunto de circunstancias; la 'l'epuüion eléctrica, consiguiente á la atraccion; y, además, advirtió el crujido ó chisporroteo de la descarga y el resplandor fugaz de las chispas; y si con la mano desnuda opel·aba, por callosa y descarnada que la tuvie· ra, y no había de tener hombre dedicatlo al estudio y la meditacion mano de rústi· co labriego, no hay que decir si experimentaria tambien la especie de picadura y hormigueo, el aguijonazo y conmocion orgánica que la descarga eléctrica produce. Perfeccionó la máqnina eléctrica, en los albores del siglo XVIII, sustituyendo el globo de azufre por uno ó dos cilindros de cristal , y modificando el mecanismo para producir y entl·etener el movimiento 1le rotacion, el inglés Hawksbee; pero, aunque los experimentos que con ella efectuó fueron muchos y muy curiosos, concernientes casi todos á la produccion y desp¡·endimiento de la luz y resplan<lor eléc· trico en el aire y el vacio, niugun descubrimiento sustancial hizo, y su mayor mérito consistió en haber conservado excitada la curiosidad de los sábios, y estimuládoles á imitarle y á perseverar en aquel difícil género de investigaciones. Hasta el año 1727 los cuerpos se divi· dian en etdct?·icos, ó susceptibles de ser electrizados por frotamiento, y en no etéc· t?·icos, inertes ó insensibles á. la conmocion y desequilibrio molecular que, frotándolos unos con:otros, podía comunicárseles. Progreso fué, pues, muy notable el debido á los físicos ingleses Gray y Weh-

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~--------------------~--------------------------~~--~~ Q 388 Los Conocimientos útiles. ~ ler¡ loe cuales consiguieron demostrar en el auo citado, que tambien lQs nie tales podían electrizat·se y atraer y levantar los cuet·pecillos ligeros, que. como cebo á su apetito excitado se ofreciesen, no por friccion inmediata ó dit·ecta, pero sí por su contacto con un cuerpo electrizado, de la pt•i mera especie, como el cristal 6 la resina. Atando á un tubu de vidrio un alambre metálico de considerable longitud, y aun una simple cuerda de cáñamo huntedecido, sostenida de trecho en trecho por cot•dones de seda, aquellos habilisimos y afortunados físicos logTaron, ántes que otro alguno, trasmitir la virtud eléctrica, desenvuelta por ft•otacion en el cristal, á '100 piés de distancia, sin que en el acto de su propagacion y travesía pareciese emplear la fuerza trasmitida tiempo ó intét·valo de duracion apreciable. Cuéntase que en este fundamental descubrimiento intet•vino por mucho la casu,alidad, y así seria, en efecto ; pero tantas y tales cosas se cuentan y atribuyen á la misma imaginaria causa, por quienes ni casual ni advertidamente son capaces de encontrar lo que de continuo pisan y atropellun, y les sale al paso, y se burla de sus afanes y atolondratlas pesquisas, que nos parece innecesario y supérfluo, indig · no y hasta miserable, reproducir semejantes consejas, y éontribuir de cualquier modo al descrédito de los maestros y ver· daderos bienhechores de la sociedad. I niciado en Ing-laterra el estudio de las pvopiedades eléctricas de los cuerpos, pro· siguióse, segun se ha visto, en Alemania con excelente resultado; á los trabajos de los fisicos alemanes opusieron luego los ingleses, como temerosos de perder la gloria conquistada, otros tan importantes co· molos primeros; y á éstos inmediatamente replicaron los activos investigadores germánicos con otros dignos tambien de estimacion y de loa. Los unos inventaban, y los otros perfeccionaban y se apt·opiaban en el acto lo que no habían acertado á des· cubrir, ó tenido tiempo y coyuntura pro picia para poner en claro. ¡Pugna pacifica y fecunda, tan beneficiosa para los vencidos como para los vencedores! LPUeblos

felices y dig nos de envidia los que así lur chao, en el ámplio dominio de la inteligencia, y buscan anhelosos la verdad como g érmen abandonado en ingt•ato suelo, perdida y estéril hasta entonces! Y si aquella es pngna realmen te plausible, y si aquellos son los pueblos propiamente dotados de vida y de influenciá y dominio sobre los demás, ¡ay de los pueblos que no luchan , que, por ignorancia ó indolencia, pet·manecen un siglo y otro con los brazos cruzados, ó quo por costumbre inveterada ó engaüosa ilusion moderna, por ha· cer alg-o y gastar la vitalidad q·ue les sobra y las fuerzas exuberantes sin aplicacion útil ni empleo provechoso, se agitan de vez en cuando, desangran y consumen, c01·riendo tras fascinadores fantasmas, sin cuerpo ni realiaad algunar Gilberto, inglés, descubrió la generalidad de los primeros fenómenos eiéctricos; Guerike, aleman, enseüó á reproducirlos en escala mayor , y ensanchó la esfera de actividad en que el espíritu humano se ejercitaba entonces ¡ Gray y Webler, ing-leses , prosiguieron el comenzado estudio, ampliaron considerablemente Jos resultados hasta su época conocidos, destru· yeron la infundada clasificacion de ios cuerpos en eléct?·icos y no eléctricos, y la reemplazaron por la mucho más exacta y fecunda de aisZaclO?·es y conduct01·es; y ott·o alemán, el p-rofeso~: Boze de Wittc·m· bet·g , utilizó el descubrimiento de Gray, agregando al globo <le azufre , empleado como generador de la electricidad, por Guerique, 6 al cilindro giratorio de cristal, por Hawkesbee, un cilindro 6 globo metálico , aislado del suelo por cordones de seda, como receptor ó colector de la electdcidad desprendida por frotamien-to; perfeccionando con esto la máquina eléctrica, y suministrando nuevos medios de investigacion y análisis. La adicion á la máquina pt•opuesta por ;Boze de las almohadillas frotadoras, de la amaZgO/m(J¡ ó composicion metálica excitante y del peine aspirador , y el cambio del globo de azuft·e ó cilindro de cristal por una rueda ó disco ancho y delgado de la última-especie, constituyen otros tant~s perfeccio-

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namientos, muy importantes, sí, pero no esenciales, introducidos con posterioridad y poco á poco, por diferentes físicos, como Gordon, Ludolf y Winkler, y tan expertos constt·uctores, como Cuthbertson Nairne y Ramsdem. Con ojos de envidia , no de la envidia torpe y miserable, « mónstruo, como decía. nuestro Feijóo, á quien, óo el hum<r, sino la luz arranca lágrimas,» sino de la noble y arrogante emulacion, debían contemplar en tanto los .sábios franceses la multitud de inesperados descubl'imientos que, á pol'fia, ingleses y alemanes efectuaban en la nueva, -y, d.esde sus albores, explendo rosa y seductora ciencia. Lanzáronse aui.mosos á la lid, y , prefiriendo á la lenta y fatigosa recoleccion de hechos y fenómenos aislados é inconexos, la in terpretacion teól'ica de los ya conocidos y el vaticinio consiguiente de oh·os muchos, ocultos todavía entt·e las sombras de aquellaberinto, por donde sin hilo conductor y con los ojos vendados se caminaba entonces á la ventura, crearon, como por intuicion y sin esfuerzo, la hipótesis de ambos flúidos eléctricos, vit'l·eo y resinoso. Tan ingeniosa teoría, y fórmula tan sucinta y general de la multitud de problemas parciales que el estudio de la electricidad babia sugerído y sin cesar sugiere , enuncióla hácia el año de 1733 el francés Dufay: y, aunque veinte despues la completó y perfeccionó el inglés Symmer, y con el nombre de este fisico sea g·eneralmente conocida y designada-, por su origen ó .Procedencia primera, por el uso frecuente que de ella hicíeron, y por lo que con sus importantes trabajos científicos contdbuyeron á robustecerla y difundida, Coulomb , á fines del último siglo, y Poisson en el cm·so del corriente, parécenos hipótesis y síntesis vet·daderamente francesa. A los descubrimientos enumerados hay que agregar ahora el más sorprendente de su especie, y que más excitó la curiosidad de los sábios de todos los países, é hizo conocer mejor el poderío inmenso y empuje incontrastable de la electricidad, éinftuyócon mayor eficacia en lagenerali~~ zacion y cultivo de la ciencia de este nom-

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bre: el de la botella de Leyden, y, como consecuencia muy inmediata, de las bate'rias eléctricas, efectuado, en 1746, en la ciudad holandesa nsi denominada. Empeuado el físico Muschettbt·oeck, en compañía de vados discipulos y compafieros suyos, en electrizar el agua cantenida en una botella de cristal, apoyada ó sosteniJa por la base en la mano desnuda, concluida la operacion preliminar, aproximó la o ti' a mano á la boca del frasco, á la varilla metálica por donde la electricidad engendt·ada por el ft·otamiento debía haber penetrado y esparcídose en el agua; y entonces tal conmocion y sacuuida tan violenta experimentó en los brazos y el pecho, y ta-l susto y sorp t·esa tanta le cansó el chispazo, que soltó la botella, jurando no volver á repetir el experimento, aun cuan~o en recompensa se le ofreciese la cot·ona de Francia. Pet·o por mucho m6nos, por satisfacer la curiosidad sobreexcitada con la noticia de tan ext•·año suceso, encontráronse hombres entusiastas , y uo faltaron tampoco mujeres animosas, que sin titubear se expusieran á la descarga de la botella electrizada; y en aquel mismo ai'ío el famoso experimento de los físicos de Leyden se repitió y modificó en Holanda y A lema. nip., en Francia é Inglaterra, y sin exage· cion puede decirse, e u todas las naciones Y países del mundo civilizado; y, como si la conmocion derivada de una sola botella fuese insignificante, formóse en el siguiente la prime1·a batet·in de botellas, y comenzóse el ensayo de sus variados y útiles efectos físicosyquimicos; y con mayor afan y empei'ío el de los orgánicos, mor ti· feros y destructores casi siempre , sohre diferentes especies de inofensivos animales.·: El conocimiento y uso de la botella de Leyden, como instrumento auxiliar y recurso poderoso de exploracion y estudio de ciertos fenómenos naturales, y tambien para explotar la ignorancia y credulidad del público, ansioso de novedades y de espectáculos sorprenden tes, embaucar á los tontos, y atormentar á los pobres en fermos , tan predispuestos siempre á creer ~

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en hechicerías y curaciones portentosas y en el hallazgo de remedios sencillos y eficaces, se difundieron en breve por Europa; pero sin que fisico alguno acertase pot· de pronto á comprender, y ménos á definir, la razon de los múltiples efectos observados, ó el modo de cargarse y descat·garse, ó de funcionar la mi:;teriosa botella. La honra de este nuevo descubdmiento corresponde al célebre l'epúblico amel'icano Benjamín Ft·auklin. Aquel profundo pensador, físico perspicaz y experimentado!' despreocupado, no inventó la botella de Leyden , ni la máqni· na el6ctrica, ni nada de lo que en·Europa cautivaba por entonces la atencion de los fisicos l'Utinarios y experimentadores atur· didos y vulgares, de los que entusiasma· dos con los hechos prescinden de las ideas, sistemáticamente , prefieren el testimonio de los sentidos á las sugestiones de la fan· tasia, y con frecuencia olvidan que no hay efecto sin causa, que de la misma causa pueden provenir multitud de varia· dos efectos, y que, para encontrar algo que se hubiere extraviado en las tinieblas, no es lo mejor y más breve encomendarse á la casualidad y buscar á tientas el obje· to perd1do, sino pr0porcionarse y enceuder una luz, que disipe la oscuddad reinante. Y esto fue lo que Franklin no olvi· dó: á solas consigo mismo y en coloquio intimo con las facultades privilegiadas de su ~spíritu, se preg·untó qué es , ó podía ser ' la electricidad; creó el flúido etheo único, y le distribuyó por todo el uni ver· so; le adhil'ió á los diversos cuerpos ú objetos tangibles de la naturaleza, por exceso unas veces y por defecto otras; y, guia· do por aquella luz que en su cerebro ha· bia brotado y con resplandor vivísimo ardía, buscó la. clave de los fenómenos que demandaban explicacion y era menester ya relacionar; y tuvo la suerte, si suerte :Qlerece llamarse la del hombre que obtie· ne la r ecompensa legítima de sus afanes, de encontratarla. Desde aquella época memorable, media· dos del siglo XVIII , difícil es seguir la pista á los varios descubrimientos efectua~ dos en el nuevo é inmenso campo, abierto

ya y franqueado á la curiosidad investigadora del espíritu humano¡ ni enumerar con precision los fenómenos estudiados, que la electricidad artificialmente producida ó excitada es susceptible de engendrar; y, con equidad y acierto, sin trastornarlos y atdbuir á uno lo que á otro con más y mejores titulos corresponde, los nombres de los inventores. El impulso es· taba dado, y vencida la resistencia prime· rn é inercia de la materia; y la máquina desde entonces continuó y sigue girando presurosa, no sin que, de vez en cuando, pa1·a disminuir los rozamientos y evitar que se pare y entot·pezca, sea me nester limpiarla y renovat• el aceite' empujarla con brio y comunicarla mayor cantidad de movimiento. Las famosas gallinas, de que habla el fabulista !darte, arribaron á la isla desierta, há más de un siglo; y des· de entonces- el al'te vel'sa sobre el modo mejor de condimentar los huevos y multi· plicar la Cl'ia: arte difícil, en el que se han operado innumerables modificaciones y pl'ogresos; pero ménos dificil, sin duda, y ménos honl'oso, sobre todo, que el de procu¡·arse ú obtener la primera pollada. Conviene, sin embargo, advertir que al expreaarnos en estos términos aludimos exclusivamente al origen y progresos efet.:tuados en el estudio de lo_que se llama , no sabemos con cuanta pl'Qpiedad , elect1·icirlad estática; ó en estado de ten.: sion, como se denomina otras veces : en suma, á la Electdcidad dul'ante los si .glos XVII y XVIli, de que única y , nadie más que nosotros conoce cuán somera é imperfectamente, hemos tratado enlosar· ticulos .anteriores. En el XIX el estudio de aquella ciencia ha cambiado de aspecto y revestídose de un carácter de originalidad incontestable¡ y tal cúmulo de fenómenos se han descubiel'to, tantas y tan bellas teorías se han emitido para relacionarlos y explicarlos, y tan sorprendentes aplil}aciones se han hecho de los nuevos principios teóricos y misterios de la naturaleza , á costa de mil afanes, desvelados, que el aliento nos falta para emprender desde luego su exposicion, y sabe Dios si le tendremos n unca'"""A

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----------------------~ ~~~---------------------------------391 ~ Los Conocimientos útiles. ~ para acometer tamaña empresa. En la duda, descansemos un poco, y procuremos proveernos de fuerzas para continuar

avanzando por el comenzado camino, nos· ot1·os, y de paciencia el lector para acompañarnos en la próxima jornada. MIGUEL MERINO.

CONOCL\llENTOS DE

Ml~Tl'.:OROLOGIA.

Auroras boreales.

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Se conoce con el nombre de aurora bol'eal un fenómeno luminoso que se presen· ta en el cielo del lado del Norte para los habitantes de Europa y del hemisferio boreal. El fenómeno análogo que se presenta del lado del Sud, para los del otro hemisfet·io se llama aurora austral. Su'3 caractéres y circunstancias son las .;iguientes: Empieza por levantarse 1el horizonte del lado del Norte una gasa de vapores ó una niebla trasparente que pe1·mite distinguir á través de ella las estrellas. Poco á poco se oscurece y convierte en una nu· be espesa que forma un gran segmento de círculo de color violado. Su parte superior se ilumina p1·imero débilmente, y lue· go la luz se va haciendo más regular y definida, formando un arco de color amarillo pálido, que vuelve su concavidad hácia la tierra, y tiene su vértice colocado en el meridiano magnético. El arco se va elevando gradualmente en el cielo y haciéndose más luminoso. La anchura de este arco es igual á dos ó tres .diámetros aparentes de la luna llena. El contorno inferior se dibuja claramente, pei'O el superior se borra á meJilla que el arco es más ancho y se deslíe, digámoslo así, con el color del cielo. Cuando ha tomado toda su anchura, ilumina con su claridad todo el cielo como la luna llena antes de aparecer sobre el horizonte. Al mismo tiempo se presentan uno ó varios arcos más elevados hácia el ,Zenit y concéntricos al principal. El arco luminoso subsiste durante muchas

horas, pero está en un movimiento continuo: se levanta, se baja, se extiende hácia el Este ó lHício, el Oeste, se plieg·a y se dilata ondulando como si fuera una gran gasa de oro agitada por el \'iento. Cuando llega á su mayor intensidad, se desprenden de esta faja puntos luminosos que dejan un rastro de fuego y forman estrías brillan tes, rayos que con vergen hácia el Zenit y hacen el efecto de haces de cohetes como los de los fuegos artificiales. Los colores del rastro luminoso va· rian desde el rojo púrpura al verde esmeralda. Cuando los rayos despedidos por el arco luminoso son muy numerosos y se elevan hasta el Zenit, sus luces forman una corona boreal, y el espectáculo es maravilloso. Todo el cielo paree~ una cúpula de fuego sostenida por columnas de luz de diversos colores. Si los rayos son menos numerosos y lanzados con poca velociciad, no sobresalen del arco luminoso y forman estrías que hacen parecer al arco un peine de fuego. El fenómeno suele durar algunas horas; poco á poco van decreciendo en intensidad todas sus partes y desaparece. Las auroras boreales tienen una influencia marcada sobre la aguja imantada. Desde las primeras claridades de la aurora, y á veces muchas horas ánt~s, y aun un día, se notan movimientos irregulares en la aguja y aumenta su declinacion ó desviacion hácia el Oeste. Cada vez que se destaca del arco un rayo luminoso, parece que hace palpitar la brújula.

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Se ha tratado de probar por algunos fí.sicos q ne los rayos q ne al parecer convergen hácia el Zenit son paralelos entre sí y tienen la dil·eccion de la aguja magnética. Se comprende segun las leyes de perspec· ti va que siendo paralelos, deban converger aparentemente hácia un punto; es el mismo efecto que produce un campo la· brado con largos surcos paralelos que parece se reunen en un punto situado en la prolongacion del que pasa por el ojo del ob$.e1·vauor. Cuando ellug·ar de la observacion está próximo á la aurora, lo que sucede en los pueblos situados muy al Norte. aseguran varios observadores que se oye un ruido pat·ticular como producido por descargas eléctl'icas ó como el de un incendio aviva· do por el viento, y que se percibe un olor de azuft·e. No están suficientemente compt•obados estos hechos. Tampoco lo está la conexion ó influencia de la aurora boreal sobre el estado de la atmósfera. En todos los paises donde aparecen con frecuencia, se atribuye á la influencia del fenómeno todos los cambios de tiempo que ocurren; pero los resulta· dos son tan discordes que no se ha podido deducir hasta ahora una conclusion ra~o ­ nable. No siempre las aur01:~s son visibles, ni se presentan al observador en toda su mag·nitud y brillantez. Cuanto más inmediatos al Norte están los lugares, el fenóm~no se observa con más frecuencia y es más completo. Para los pueblos de latitudes medias, la::~ auroras boreales se presentan ordinariamente bajo la forma de una coloracion del cielo que parece el reflejo de un gran incendio. Se presentan

tambien como grandes nubes, de donde se desprenden algunas veces las ráfagas luminosas ó rayos que se elevan hasta el Zenit. Antiguamente las auroras eran objeto de terror y de pronósticos fatales. Se puede ver una misma aurora boreal desde lugares muy distintos. Se cita una aurora vista eu Enero del año 1831 en ·toda la Europa central y septentrional y en la América del Norte. De este y otros muchos casos se ha deducido que una gr.an porcion del g lobo toma parte en la prodnccion del fenómeno. Además se ha comprobado la coincidencia ó simultaneidad de auroras observadas en el ~o lo Sud y en el Norte : en tales casos la ex.tension y grandeza del fenómeno debe ser inmensa. Se ha deducido tambien que las auroras no se presentan á horas determinadas de la noche; sino qne se verifican lo mismo de dia que de noche; pero segun su intensidad, pueden ó no observarse, así que generalmente se presentan para cada lugar de observacio);l. despues de puesto el sol. Se ha observado tambien cierta periodicidad en la presentacion del fenómeno, siendo el número de auroras boreales mayor en las inmediaciones de los equinoccios. Se han hecho -numerosas hipótesis, que no corresponde referir en este lugar , para explicar fas causas de las auroras boreales. La que ha prevalecido es la que atribuye su fot·macion á la materia magnética del globo que se inflama como las li· maduras del hierro. Lo que es indudable es la relacion entre el flúido magnético y la aurora boreal. F.

CARVAJAL •

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Lo::; Conocimientos útiles.

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CONOCDIIENTOS DE BOTANICA.

LA FLOR.

t:Jotado que en el centro hay unos filamentos que al tocarlos dc.jan en los dedos un Organo el más interesante de las plan- · polv-illo Amal'illento1 Ahi teneis la flor en botánica: esos filamentos tnu delicados no tas , osténtase majestuoso á los ojos del vulgo, que nové en él más que un adorno son ni más ni ménos que los órganos re· pl'Oductores, los más interesantes de todo con que en su dia se engalanan los vegetales; para él,la flor no es otra cosa que el vegetal, el individuo femenino y el masculino. un órgano teñido de diversos colot;es que El primero se halla colocado en el cená veces exhala delicados aromas: preguu· tro y se llama pistilo: consta de tres partádselo y vereis cómo os con testa : que es tes, ova1·io, estilo y estigma, y es el que la parte coloreada que envuelve á la flor propiamente dicha; decidle cuál -agrada ha de dat· las semillas fecundadas por el más á su vista , y os responderá: aquella órgano masculino, que se halla colocado alrededor del pistilo, y se llama esta1nbre, · que tiene mayor número de estas partes coloreadas. ¡Si supiera que justamente constituido como el anterior poi' tres pal'tes).filamento, antent y pole11,. estas flores tan caprichosas son casi nulas Los individuos macho y hembra existen para la reproduccion, qué dil'ia! en número variable en las plantas, y Es indudable que su aprecio debe estar en razon dit·ecta con la impresion que ca u- jamás faltan en ellas, no obstante que sen en la vista y el olfato; pero es tambien pueden carecer de algunas de sus partes; así se ven algunas que carec«:>n de .estilo, incuestionable que aun por mera curiosipero nunca de estigma y ova1·io, reset·vodad debemos saber apreciarlas botánicario donde están las semillas; otras que no mente : objetos tan varios y tan usuales tienen .filamentos, pero á ninguna que fal· como estos que á cada paso estamos viente el polen (polvillo fecundante de que do, ya adornando las veneradas imágeaes aates hemos hablado) , que en el acto de la de un pueblo, ya contribuyendo á hermosear el rostro de unajóven; el uno que es fec\indacion pasa al ova1·io para dar vida á las semillas y constituir nuevos séres. medicinal y de inapreciable valor, el otro En algann.s plantas el pistilo se halla en produce aromas apreciados y buscados; una flor y los e.::;tambres en otra; las flores, tales objetos, repetimos, se les debe mirar de muy diferente modo que de ordinario: sin embargo, están sobre la misma mata. Otras plantas ofrecen 1'11 separacion coromet·ecen ser estudiados, aunque sea muy pleta de las flores de pistilo y las de estam· á la ligera, y hé aquí lo que nos mueve á bres , ósea. de flores machos y de flores exponer algunos conocimientos, siquiera hembras. sean muy elementales, para aquellos de En el momento de la fecundacion, las nuestros lectores que no hayan tenido anteras de las flores bisexuales se aproxiocasion de ocuparse de esta parte de los man al estigma y vierten su polen abun vegetales. dantemente en él. ¿,Habrá alguno que no haya tenido en En las plantas unisexuales el polen es sus manos una rosa, un clavel, y no se coro un men te traído de léjos, sea por el haya entretenido en deshoj arla , como se viento, sea por insectos. dice vulgarmente 1 Pues bien, cuando ba· Este modo de reproduccion no puede ~, beis estado en esta distraccion, ¿,no habeis 0 {(j) 50 TOMO 2. ({f¡

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útiles. ientos -Los Conocim y --->VEp)r --'-~~94

tener lugar sino en las plantas y árbole.:J que tienen flores. La manera como este acto se vel'ifica en las criptógama s, tales como los liquenes, las setas, los helechos, etc., es desconocido; créese que en estas plantas los gérmenes son producidos en todo tiempo y susceptibles de germinacion en todas circunstanc ias. En los musgos se encuentt·an anteras ocultas entre las hojas. Sus celdillas contienen animalillos microscópicos que ocupan cada una de dichas celdillas, y á los que se a tri uuye la fel'tilizacion de los gérmenes; pero el modo como esto se verifica eR aun un misterio. Pasemos á decir algunas palabras de los órganos accesorios de las flores, que la generalidad toma por verdadera flor, y que en botánica ya hemos dicho no son inmediatam ente necesarios ni de tanta importancia, pero que sin embargo contribuyen á preservar á la flor de los agentes ex· teriores que la perjudican. Son dichos órg·anos la corola, que es el más inmediato á los estantb?·es, generalmen te coloreada, y el cáliz, órgano exterior casi siempre verde; la primera se compone á veces de varias piezas que reciben el nombre de pétalos; las partes de que se compone el segundo se llaman sépatos. Teniendo una flor ios ót·ganos ya mencionado s, es decir, pistilo, estambres, co?·ola y cáliz, se le llama completa y hermafrodi ta , pues que el individuo masculino y el femenino se hallan reunidos en una misma flor; receptáculo es el sitio donde se insertan los órganos florales; flor compuesta es la que bajo un cáliz comun encierra muchas flores. Infinitas denominaciones que segun su posicion, insercion 1 forma, etc., reciben, así como los órganos que las constituyen , podríamos añadir; pero las omitimos por no molestar á los lectores con nombres técnicos, y nos limitaremos por lo mismo á dar alguna idea del valor que á los ojos del botánico tienen las modificaciones al parecer más pequeñas que se observan en estas partes de las pll:mtas, exponiendo con brevedad algun'ls de las clasificaciones conocidas.

¡La flor! hé aquí el centro sobre el cual han girado las eminencias botánicas para dar á conocer un método, un sistema con el que po,ler clasificar los vegetal es. Leed á Tournefort y vereis que su método está fundado en la modificacion de la corola: ved el de Suiart 1 y notareis cuán poca diferencia existe con el anterior: consultad á. Mr. de J ussieu , y en con trnreis que re · curre para establecer un método á la extructura del embrion, á la insercion de los estambres y de la corola., á la. carencia ó presencia de esta, con más á la union ó separacion de los sexos: recurl'id al método de Decandolle y vereis hace uso de si los pétalos están soldados entre si al cáliz ó al receptáculo ; abl'id, en fin, la gran obra botánica del siglo XVIII, recuerdo imperecedet·o que el sá.bio sueco Linneo legó a la posteridad, por el que can muy justo merecimiento han estado unánimes los botánicos en aclamarle principe de los naturalistas, nbl'id, repito, su sistema sexual, y tendt·eis que está fundado en los diversos caractéres que pl·esentan los estambres y los pistilos , es decir, en si estos están separados 6 reunidos en una misma flor, si están libres, soldados, adherentes al cáliz ó al receptáculo, son en número determinado, hay unos más largos que otros, etc.; revisad 1 por último, cuantas obras que· rais, ya de autores 6 reformadores, siempre hallareis que la flor es un órgano im portante para establecer un metodo, sistema 6 clasificacion, siempre vereis que sus modificaciones son en extremo importantes para el r'econocimiento de los vege tales. ¡La flor! ved aqui un objeto que debe admirarse bajo mil modos distintos; notad que todos los poetas en sublimes versos han cantado su belleza y armonía; ved que hasta los pintados insectos y hermosos paj~rillos no demuestran alegría mientras no pueden posarse en una y otra flor; observad colll{) en la época en que se abren sus cálices (en la inflorescencia) todo parece que se anima y vivifica; admü·ad una de las obras más- perfectas, más bellas, má<; variadas y á la vez útiles de la naturaleza; mas para aJmirar la bien , aficio-

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fUNDAC IÓN JUANELO TURRIANO


Los Conocimientos úliles. abran, sea cualquiera la época, se cor ta la parte donde está el lacre y se coloca el tallo en agua que contenga disuelta una pequei'ía cantidad desaló de nitro. En medio del invierno se pueJe hacer que florezcan las más hermosas especies. Basta sembt·ar en tiestos ó plantar ceboII. llas de flor hc\cia fines de Setiembre; se colocan luego las macetas en una cocina .Expuestos con lo que anteeede unos ele· ó habitacion bien templada, y se riegan ment.os de botánica relativos á la anatomía con agua saturada de sal amoniaco. Hácia y propagaciou de las flores, hemos creido Navidad se abren las flores, y, corno es fá· que no estaria fuera de lugar ai'íadir algu· cil comprender, produce mucha satisfacnos conocimientos prácticos de flol'icult.ucion verlas en esta 6poca. Los a lelies, por ra para obtenet·, ya con el cultivo, ya con ejemplo, se obtienen con mucha facilidad otros procedimientos, productos muy curiosos por su belleza, por la singularidad en invierno. No hay más que escoger matas de esta planta, cnyos botones comiende su coloró de su forma, ó por la época zan á aparecer hácia fines de otoüo; si se extrai'ía en que se hacen florecer. Creemos les deja expuestos á la temperatma exte· que será del agrado de los aficionados al rior, perecen , pero si se les coloca en una cultivo de las flores, que gozarán ponienhabitacion muy templada, florecen en la do en práctica los medios convenientes y 1 estacion más rigurosa. obteniendo el resultado. Para obtener plantas ltib?·idas, es decir, Para conseguir en una misma planta plantas producidas por generadores de flores de la misma especie, pero de diverdistinta especie, se cortan los estambres en sos colores, se toma una val'ita de sauco; se le quita su médula ó meollo; se le corta el momento que la tlot· se desplega, es de· cir, en el momento en que las anteras no en dos partes en toda su longitud y se han poditlo aun dert·amat· su polen; des· ponen en él las simientes de las flores que pues con un pincel fino se recoge ó depo· se quiere obtener, por ejemplo, de alelíes sita en ott·a especie distinta , pet·o del mis· de diferente:) col01·es. Se unen luego aromo género, el polen que sale de las antebas pat·tes, despues de haber cubierto las ras, y reunidas las dos clases se traspot·tan simientes con un poco de tierra, y se suje· á los estigma tes de la flor, á la cual se tan con un hilo de seda; en fin, se coloca han cortado los estambr·es , repitiendo la esta val'ita en un tiesto con la tierra ne· operacion tres ó cuatro veces durante el cesaría, y no hay ya más que cuidar de dia. La planta fecundada u( este modo regarle un dia sí y otro no. A su tiempo produce flot·es que se parecen algunas venace y se desarrolla la mata, y en el misces á las dos especies de que se ha hecho mo pié se consigue ver los alelíes de difeuso, pero que g·enet·almente presentan ca· rente color. ractéres enteramente nuevos. Pueqen obPara obtener flores que se abran en un tenerse variando las experiencias resultadia fijo, se escogen en la planta, cuando dos muy curiosos. los últimos botones están paca abrir, alPor medio de los ácidos se puede dar á gunos de los que se quiera conservar para las flores colores más intensos ó var·iar los la época elegida; se les corta con unas de aquellas que son susceptibles de sufrir tijeras, procurando dejarles un tallo de este cambio, como son las blancas, las cuatro pulgadas próximamente; se cude color de violeta y las azules. El ácido bre el extremo cortado con lacre, y desnítrico cambia las blancas en amarillas, pues de haber dejado marchitarse estos las de color de violeta en encarnadas y las botones, se les en vuelve separadamente azules en rojas. Despues de haber metido en un papel y se guardan en un cajon las flores en este ácido, se las vuelYe á. SU· Á bien seco. El día en que se quiera que náos al estudio de las ciencias naturales, aprended algunos de sus arcanos y descu· brireis mil y mil bellezas y fenómenos sorprendentes qne os harán conocer y res· petar la sabiduría de Dios.

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Los Oonocimien tos utiles.

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mergir en agua ciara y se las deja gotear y secat• teniéndolas suspendidas por el ta· llo. Si no se quiere más que matizarlas, se moja un pincel en el ácido y se pasa ligeramente por los pétalos. Cuando se expone una rosa roja al vapor de azufre se vuelve blanca; pero colocándola en un vaso de agua clara recobra, cinco 6 seis horas despues, su color primitivo. Cuando una rosa está puesta en agua, si se cubre la corola de polyo d~ tabaco, al cabo de algun tiempo se cambia sucolor en el de un hermoso verde. Las ftores se marchitan generalmente

al cabo de las veinticuatro horas, aun estando en ag-ua, donde se las pone para conservadas mejor. Cuando esto sucede se puede devolverlas su· frescura y primitiva lozao~asumergiéndolas hasta una ter· cera parte de su tallo en una copa 6 vaso lleno de ag·ua hirviendo, y dejándolas has· taque el agua se haya. enfriado completamente. Entonces se corta el extremo del tallo y se coloca la flor en un vaso de agua fda. Se puede tambien pr0longar la duracien de las flores pasando varias veces la extremidad de su tallo por la llama da una bugia, ántes de ponerlas en agua. .

CONOC1l\1IENTOS VARIOS.

LONGEVIDAD .

• Numerosos son en la especie humana .los ejemplos de una larga vida; algunos de ellos parecen increíbles, y los cálculos de los sábios se encuentran. completamente defectuosos porque habitualmente se :fija el limite·más avanzado de lo. vida humana en 80 á 90 años, apoyándose en consideraciones :fisiológicas, mientras que se vé por los cuadros que siguen que esta duracion se dup)ica ó triplica. con frecuencia, aun sin atenerse á las Sagradas Escrituras y anales de los antiguos, sino teniendo en cuenta solamente los hechos regjstradoa en los anales modernos. l.

l'llatusalem, hijo de Henoch, vivió . Noé . . . . . . . • . . . • . . . . . . Adam, el primer hombre. Seth, hijo de Adam.. . . . . Enós, hijo de Seth. . . . . . . Lamech, hijo de Matusalem. . Job . . . . . • . . . . . . ..•

969 años. 950 930 9f 2

905 '1'1'1

188

Isaac, l1ijo de Abrabam .. . Abraham, patriarca . . . . . Nacor, abuelo de Abrahnm. Judit . . . . . . . . . . Moisés, el profota.. Judá, hijo de Jacob. J'osef, id . . . . . . Daniel, profetn. . . .

180 ajios. 175

148 i45

i20·

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HO HO

Se vé en este cuadro que la duracion de la vida disminuyó rápidamente despues del diluvio. Las elevadas cifras que corresponden á la edad de los primeros hombres han parecido inverosímiles á un gran número de sábios, y han tratado de explicadas diciendo que dichas cifras no representan a-ños solares, sino períodos lunares, y que, por ejemplo, los 930 años de Adam no son más que 930 meses. Es indudable que los antiguos egipcios lla4 maban año á Jo que nosotros comprendemos bajo la denominacion de mes; pero no se encuentra ni el menor indicio de este-modo de calcular entre los.antiguos.hebreos, y la hipó-

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Los Conocimientos útiles.

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tesis antes dicha conduciria á los mayores absurdos, como lo prueban las siguientes consideraciones: 1. • La Sagrada Escritura, hablando de los patriarcas, indica á qué edad engend1·aron sus hijos; así, por ejemplo, Moisés dice en el Génesis que Enós engendró á Cainan á la edad de 90 años, y segun el Gé11esis, Henoch engendró- á Matusalem á _la edad de 65 años; pues bien, si estos años los convertimos en meses, resulta que Enós hubiera sido padre á los '1 ·años y medio, y Henoch á los 5 y medio. 2. • Segun la tradicion y la creencia de todos los pueblos, la vida de los.patriarcas fué mucho mas larga que la de las generaciones siguientes. En la. hipótesis de que acabamos de habla~ no sucedería este caso, sino que, por el contrario, seria más corta la mayor parte de las veces.

s.•

Jacob dice á. Faraoo·: ttl;¡ace t30 años que soy viajero, y este pequeño número de años, que no ha llegado á igualar el de mis padres, ha e;;tado lleno de mochos males.» Esta queja de J acob, que debía conocer la edad de sus· pa· dres, seria absurda en la citada hipóte~<is. Hechas estas observaciones , presentemos~ el siguiente cuadro relativo á la vida de personajes ·célebres de la antigüedad. lh

N-estor, tenia en el campo de los· soo añ'Os, griegos . . . . . . . . . . . . . . 150 krgantonio, rey de los Tartesios. 150 Asclepiadea, célebre médico. . . . 140 Galeno, id . . . . . . . . . . Atila, rey de los Hunnos. Isócrates, célebre orador. Hipócrates. Sófocles . . . . . . Demócrito . . . . Oiro, el Grande . Solon .. . JnvenaL . . . . .

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f06 105 f03 t02

400

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Pasando ahora á. tiempos más modernos, hé ~quí un tercer cuadro.

III.

Años.

Tomás Caro, que vivía en 1558, murió de 207 t80 1'797, Federico Town, 175 1790, Luisa Truxo, 160 1'197, José Surrington, 148 -1 652, William Mead, 142 1'773, Swarling, monge, 140 La condesa de Esmond " 139 1'176, Tomás de Obson, f39 1'785, María Cameron, 13'7 '793, 1 John Robertson, 136 1'708, Catalina Noon, f 3f f'764., Isabel Taylor, Qitemos aun otros varios casos curiosos de· longevidad. Tomás Parr, que murió en Lóndres durante el reinado de Oárlos I, á la edad de f52 años y 9 meses, y que probablemente hubiera vivido más si le hubiesen dejado en su casa en el Norlle de Inglaterra, en vez de llevarlo á la capital para presentarlo al rey, conservó toda su libertad de espíritu y el pleno uso de los sentidos basta su último momento. Enrique Jenkiens, inglés, murió á Jos f59 años, y Pedro Czartan, húngaro, prolongó su existencia basta los 185 años. La familia de Juan Rabie, húngaro tambien, ha suministradoun ejemplo de longevidad poco comun: el padre vivió 1'12 años y la madre 164; llevaban 14.2 años de casados, y el menor de sus hijos te· nia 11 5. Existía en Dieppe, en 164.5, una mujer llamada Cauchie de 150 añ.os de edad. En t810 murió en París un médico llamado Dufournel de 120 años de edad. En 1823 murió una negra en la isla de Antigoa á. la edad de 184 años. En 18'25 murió en Vaudemont, en Lorena, un sugeto de edad de 140 años. En el mismo año murió en Roma, á la edad de f38 años, el cantante Galbani. En 1 8~ babia cerca de Polostsk, frontera de la Lituania, un moscovita llamado Demetrio Ora· bowski, de f68 aiios; ejercía aun el oficio de pastor lo mismo que sus dos hijos, de los cua-

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TURRJAKO


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,V~ a__9_s__________________~__o_s__a__o_n__o_c_i_nn__ie__n_t_o_s__u_·_ti_I_e_s_._____________________ ~ les Pablo, el mayor, tenia t20 años, y Anatolio, el mús jóven, 79. Eu 1836 vivía aun la nodriza de Wasington, nacida en Mada?ascat· en 1674, es decir, de ·162 ailos. Hacia 25 que babia perdido la vista, pero aun constlrvaba toda la delicadeza del oído. Segun un dato estadístico, en el ::¡iglo XVIII se contaban en Inglatet·ra 50 personas que tenían do 130 á 180 años. Los países en que se encuentran más oentenat·los, son: Suecia, Noruega, Rusia é Inglaterra. Los del Mediodía son los ménos favorecidos bajo este punto de vista, y la F rancia y la Alemania ocupan una posicion media. En 1814 existían en Rusia 3.63J centenarios. 943 En 1827 416 En 1 ~35 1.238 En 1838

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En el año 1827 habia 32 ancianos que pasaban de 120 nüos, y uno llegaba á i60. En ·1838 había 241 de más de i20 años, uno de 150; otro de 155; otro de 160, y otro de i65. En 1851 murió uno de i 53 años; otro de 152; otro de 151, y otra mujer de 130. Segun las observaciones de M. Maddon, el cuadt·o siguiente presenta el término medio de la longevidad de los sábios, literatos, artistas, etc. Sábios. Filósofos . . Escultores y pintores. Jurisconsultos ... Médicos . Teólogos .. Filólogos .• Músicos. Novelistas y críticos . Utopistas. Poetas ..

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75 años. 70 70 69 68 67 66 64 52 y medio. 62 57

De lus investigaciones hechas por el doctor Oasper, profesor· de la Universidad de Berlín, resqlta para él de una manera incontestable que lQ. vida prolmble del hombre ha aumentado

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considerablemente desde un siglo á esta parte, lo que se debe sin duda á. la vacuna y á las mejoras introducidas en la educacion física de los niños. En 1836 se contaba la vida probable de 2 1,8 ai'i os en Rusia; de 29,6 en Prusia; de 34,6 en Suiza; de 85,8 en Francia; de ª6,5 en Bélgica, y 38,5 en Inglatet·ra. La vida media en la mujer es superior á la del hombre. M. Caspier ha est>~.blecido tambien el cuadro siguiente do la vida media del hombre, atendiendo á la profesion que ejerce : Los teólogos viven, segun él. .. Los negociantes. . . . • . . Los funcionarios públicos .. Los agricultores. . . .. Los militares. . . . . . . . . Los abog ados . . Los at·tistns . Los médicos. . .

65,1 años. 62,4 61,'1 61,7

59,6 58,9 5'1,3 56,8

El mismo Casper encontró que la mortalidad es mayor entre los pobres que entre los ricos, y ya Mr. Villermé babia alcanzado la misma conclusion en Francia. Este último, dividiendo los departamentos en ricos y pobres, y comparando despues la mortalidad media en estas dos divisiones, había encontrado, de i817 á i 822, la relacion de un muerto por 4t,3 individuos para los departamentos ricos, y de 1 por 83,7 para los depar~amento~ pob_res. Una observacion curiosa ha hecho constar que en los países donde los médicos son numerosos, la poblacion es diezmada con más frecuencia, como en Francia é Inglaterra; mieJ:!,tras que en aquellos donde hay pocos,la salud es floreciente en general, que es lo que sucede en Alemania, doJtde los méuicos son muy escasos 1 Es comun que los hombres de edad avanzada tengan hijos cunado se casan con mujeres jóvenes. Pero es muy raro el caso contrario. Sin embargo, se cita á. un hombre de la diócesis de Séez, que se casó á la edad de 94 años. con una mujer de 83, la cual dió á luz un hijo perfectamentfi) constituido. Los animales ofrecen tambien ejemplos de una potable )ongevidad, y es opin·ton gtlneral

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JUANELO TURRIANO


~~·------------------------~---------------------@© 399 ~ Los Conocimientos útiles. ~ que el elefante, el ciervo, el cuervo y la tortuga pueden vivir más de un siglo. Si hubiese de creerse á Filostrates y á Juba, la duracion de la existencia del elefante podría llegar á cuatro siglos. Segun Buffon, las ballenas pueden vivir hasta mil años. El profesor Schultz hace mencion de un papagayo traido á Francia eu f633, que aun vivia en 1'743; por consiguiente, tenia más de 11 O ni'íos. Habla tambien de un pescado que vivia en '1497 en un estanque, en Kaiserlautern, y que habla sido traído 267 años antes. En i8S5 se vela en el jardín del Obispado de San Petersburgo una tortuga á ·la cual atribulan 200 años de.existencia. Se la babia encadenado para evitar que hiciese daño, y un obispo que la hauia observado durante 50 años. no babia per.:ibido en ella, segun :decía, níngun creci-

El 30 de Junio de 1843, un habitante de la isla de San Luis, en París, cogió una golondrina que llevaba al cuello, pendiente de una cadenilla de plata, una placa sobre la cual se leia: crA.ño de 1'124.» Esta golondrina tenia, pues, 129 años lo ménos de existencia. Hesíodo ha dicho que la vida del hombre concluye á los 96 aüos; que la de la corneja es nueve veces mayor; que el cuervo vive tres veces más que la corneja y el ciervo cuatro veces más. Si hubiese que atenerse al cálculo hecho por Hesíodo, hó aquí lo que resultnria para cada uno: El hombre .. La corneja .. El cuervo. El ciervo ...

96 864 2.592 3.456

miento sensible.

CRÓNICA.

LAS MUJJmES Y LA HERBORISTERIA.-Se prepara en Francia una nueva carrera para las .mujeres; que será de las más útiles y más propiamente femeninas, á saber, la de herborista. Hay barrios en las afueras de París y en los-departamentos hay muchos pueblos, de los cuales está distante la botica; crear en estos barrios y pueblos modestas oficinas en que las mujeres, distribuyendo los remedios y medicinas de cierta especie que la ley les permite preparar, estenderían los conocimientos de la higiene, seria una obra de grande utilidad. Una sociedad que desde hace siete años se ocupa en resolver prácticamente la importante cuestion del trabajo de las mujeres, ha establecido desde el presente mes un curso para preparar las jóvenes á la profesion de herboristas. Los estudios comprenderán: la higiene y medicina usual, la botánica, la química usual, nociones

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de dibujo y de contabilidad.

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OBSTÁCULOS EN CIIINA Á LOS FEI\RO·CARRILES. -Eu una de las últimas sesiones de la Sociedad geográfica de Lóndres se ha leido un curioso trabajo, en el que se da cuenta de las causas que han impedido hasta el presente la construccion de vías férreas en el celeste imperio. Los chinos no tienen como los europeos cementerios para enterrar los muertos; los inhuman por todas partes donde les con viene, de suerte que el país entero presenta una vasta extension de campo-santos. Si se estableciera un ferrocarril en aquel país, seria preciso atravesar centenares de estos lugares de reposo, lo cual , á los ojos de los chinos, seria un sacrilegio. El gobierno del país retrasa por esta consideracion todo lo posible el momento de verse obligado á expropiar las tumbas. PARARAYOS DE LOS BUQUES.-Un gran número de barcos de la marina del Estado, en Inglater-

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ra, y tambie11 de la marina mercante, están hoy dla provistos de pnrarayos Se babia dicho que estos aparatos no eran verdaderamente útiles más que it los navíos de madera, y se dudaba <.le su eficacia en los de hierro, pero la experiencia ha probado lo contrario. Una fragata acoraza<.la, El Océano, hallándose últimamente en los mnres del Japon, en medio de las tempestades, tan ft·ecuentes en aqnellos lugares, y qne en los climas de Europa no se conocen , ha debido su sulvacion al pat·arayos. Repetidos rayos l!l\ll caído sobre la fragata, y recibidos por el aptlrato salvador, no han causado en el buque ni en su tl'ipulacion la menor averia. 'l'EL~GRAFO EL~crmco Á

BORDO.- El doctor Foucaut ha colocado á bordo del paquebot La Eur<>Jla, de la compañia trasatlántica. un sistema telegráfico de su invencion, destinado á aumentar la seguridad del buque y á facilitar la trasmision de las órdenes á la tripulacion. Des· de su cámara, pueden los oficiales corresponderse con el que dirige el timon, é inmediatamente se tiene aviso de la aproximacion de otro barco, así como de todos los accidentes que pueden ocurrit·. La trasmision de las señales es tan rápida, que en un instante todos los marineros reciben las instrucciones necesarias. Forma parte del sistema una campana de alarma. Se trata de aplicat· en Francia este aparato á • la marina de

gu~rra.

PROTECClON Á LA CIENCIA.-Se ha dado cuenta á la Academia de 0iencias de París por un notario de la cláusula del testamento de un Monsieur Jeunier, que lega á la Academia el capital de una renta de 4.000 francos, destinada á sostener á un sábio pobre que se haya distinguido por descubrimientos importantes.

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Los Conocimientos úliles.

J:,A AliESTESIA APLICADA Á LAS EJECUCIONES CA· PtTALes.-El S. de Enero últ\¡no ~ colgaba en

Roma (Estado de N ueva-Yorck) á no criminal 1 llamado William Carswell, convicto de violacion y asesinato. Ya el verdugo le había pasado la cuerda y formado el nudo; «en este momento, dice la relncion que tenemos á la vista, se produjo un extraño incidente de que basta el presente no había habido ejemplo. Se empapó una esponja de cloroformo y se colocó bajo las narices del paciente. Despues de muchas aspil·aciones, sus ojos se cerraron á medias y oo cabeza fué ioclinánuose g radualmente hasta apoyar la bat·ba !:lObre el peelio. Obtenido el efecto que se desea}:> a, en un instante se arrojó la espouju ; se colocó al reo el bonete negro y se quitó la trampa. Un ruido ca >ernoso salia de la garganta del desgraciado; sus Jllanos se retorcieron convulsivamcnte, la sangre se escapaba de las venas teosas de su cuello. Al cabo de algunos minutos el pulso había cesado. Despues de estar suspeodtdo me:.!ia hora, fué descolgado su cuerpo, colocado en un ataud y entregado á los amigos del difunto, encargados de su iohumacion.» PaESERVATlVO CONTRA LAS INCRUSTACIONES.- Úl Propagation industrie/le publica el sigui e ute sencillísimo procedimiento pa1·a impedir las incrustaciones en las calderas: "Se reduce á polvo fino el carboo vegetal, empleando de preferencia el procedente de madera ligera y porosa: despues se moldea pot· medio de una fuerte pt·esion, producida, por ejemplo, por una prensa hidráulica, dhndole la forma de :bloques, que presenten una gran superficie: estos bloques de carbon vegetal se introducen en la caldera, en donde flotan sobre la superficie del agua, de suerte que la incrustacion se forma sobre el carboo y de ninguna manera sobre las planchas de la caldera; cuando los discos ó bloques de carbon moldeado han sido profundamente incrustados, se quitan y reemplazan por otros.~

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FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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D I S CURSO que en la inauguracion de las conferencias dominicales para la educacion de la mujer leyó en la Universidad de Madrid el Dr. D. :F'ernando de Castro, profesor de Historia y rector de la misma Universidad, el 21 de Febrero de 1869.

Seuoras: Una de las cuestiones capitales que el progreso de la civilizacion ha tt·ai<.lo al debate en las sociedades modernas es la ue la educacion de la m njer' COlllpnñera uel hombre, alma y vida de la familia, maestra de las costumbres, la más suave y más intima influencia, pero pot· esto mismo quizá la más poderosa, entre todas las que forman ia trama de la vida y dil'igen el providencial cumplimien· to fiel humano destino. En los pueblos cultos, que constituyen como el centro y médula de la historia en la tierra, pa.;a¡·on para bien de la humanidad los tieml?os en que, ora la poligamia, ora la suJecion á la despótica potestad del padre de familia., mantenían á la mnjer en servil dependencia, cuando no en abyecta y de~radada condicíon; desapareció la edaa en que se discutía sí la mujet· tenia n.lm a, ei formaba parte de la especie humana. Y aunque el Renacimien· to y la Reforma contribuyeron á exclarecet· la verdadera doctrina del Cristianismo sobre que la mujet• no es esclava, sino compañera del hombre , siguió este con todo imperan Jo exclusivamente, y negán· dose á reconocer en aquella los derechos que como talle son debidos en la sociedad y en la familia . .Mas admitida hoy la unidad humana (integrada, que no dividida por la dun lidad y oposicion de los sexos), comienza á respetar el varon la peculiar excelencia y dignüiad de la mujer, trabajando por mejorar su cultura, y educando todas sus potencias y facultades en relacion proporcionada con su carácter y destino. Nace este cambio de la idea ya extendida de que el fin general de perfeccionarse y de realizar la naturaleza humana obliga lo mismo al hombre que á la mujer, y u~ que la pe1·sonalidad racional arr anca en ambos de igual orio-en, de su semejan za con Dios , expresa~a en la unidad é identidad rle la conciencia , y q ue somete á uno y otro sexo á las leyes constitutivas de su sé1·, de donde dimanan los mismos deberes fundamentales y el mútuo respeto Febrero 27 de 11!69.

y amor que entre ellos ha de reinar en la vída. Por todas J;lartes se difunde este nuevo espíritu, nac1do de las entraiias del cris- , tianismo, y que penet1·a grodunlmente en todas las clases y esferH s de la sociedad. Las naciones más adelantados rivalizan en noble competencia por enaiLccer la condicion de la mujer, ig ualántl oia al hombre; y sienrlo para el lo la reforma de su educacion el mas seguro ca mino, s urgen do quiera cátedras, asociaciones, ateneos, confet·encias y publicaciones especiales con que obten o-a aquella, ya los primeros rudimentos J>e la instntccion, ya los de una cultura más extensa, ora la preparacion para determinadas profesiones, ora, en fin, estimulospat·a mantener su espíritu :>iempre vivo y abierto á todas las ~ene r os as aspiraciones y á todos los senttmientos elevados. Para cooperar en nuestro pueblo á esta empresa verdaderamente humana, que so· licita el leal concurso de todas las fuerzas de la socierlad, os hemos invitado, seuoras, á las presentes conferencias. Su ohjeto, como es t•nzon al empezAr este g·érrero de obras, es por hoy sumamente limitado. Despertar en unas y arruis-ur en otras la firme conviccion de que 1u mujer debe educarse en más áruplia esfera que antes, si ha de cumplir su destino en la vida, es solo nuestro actual intento. Por esto la série de cou ferencias que, no por merecímiento propio, sino por ministerip de mi cargo y profesion, me toca hoy inaugurar en este s1tio, cons tituit·án un bosquejo de cómo deba ser esa educacion, a trazándola en todas sus principales fases y elementos. Al anunciaros n uestro propósito, y al reclamar para él vuestra cooperacion y vuestra benevolencia, permitidme, seiioras , que os dirija al~unas pahlbras sobre el 0a1'ácter de la ea?tcacion de la m?tjer conforme á su fnncion social y á las superiores exifSeDcias de la época presente. Fuera ae los elementos comunes á ambos sexos, cierto que hay entre ellos difeToMo 2. 0

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rencias conesponrlientes á la variedad de los fines que han de realizar en la vida. Con ¡·especto á Jo físico, es á todas luces evidente que en la fuerza y vigor vence el hombre, como supe1·a la muje¡· en flexibilidad y gracia . En cuanto á lo espiritual, si bien posee la mujer más rápida intuicion intelectual, una fantasia más precoz y viva, llegando, por tanto, ID<\s pronto que ei hombre á un cierto grado de cultu· ra, en cambio propende á estacwnnrse en él; mientras.q.ne.la mayor agilidad y espontánea immattvn del hombre le hace más propio para la paciente y In boriosa indagacion que reclama la ctencia. Tocante á la energla de la voluntad mot·al, obt·ais vosotms el bien, más poi' la delica· da impresionabilidad y dulzura de vuestro sentimtento, y por la bondad y pureza como nativas, que por la reflexiva deliberacion que caractel'iza nuestl'as resoluciones. ¿,Constituyen esas diferencias diversidad de naturaleza ó de mérito~ De ninguna manera: es la misma en ambos la naturaleza, puesto que estan dotados de las mismas facultades, difet•enciándose solo en su combinacion y en el pt·edpminio de unas ú otras. Y debiendo realizar cada cual, además de los fines generales del humano destino, otros particulares y exclusivamente propios, set·á igual el mérito en ambos si los cumplen siendo fieles á la ley y condi· ciones de su sexo. No hay , por tanto, desigualdad ni inferioridad esencial, sino distincion de funciones, division ( digámoslo así) el trabajo, para mejor llenar la idea de la humanidad en la union de los dos sexos por el matl'imonio. La natnt·aleza ha querido, en virtud de la ley de la oposicion y los contt·astes, que el hombre y la mujer no fuesen idén t1eos, para Q. ue, engendrando su misma diferencta la simpatía é inclinncion recíprocas, sintetizadas por la palabra que sirve de lazo para unir las dos mitades del género humano, el amor, se completasen la una por la otra. Si el hombt·e y la mujer fuesen en teramente iguales , no se necesitarían uno á otro; dejarían de sentiL· la nativa propension de unirse en ese santo vínculo que forma la primera de las sociedades humanas: la familia. Si q utsiéramos resumir en una imágen esta contraposicion de los sexo::;, diríamos que el hombre es la línea recta, cu:ya uni· dad, infiexihiliJad y direccion s'Iempre constante señalan su carácter severa- y progresivo. Símbolo de la mujer es la línea cun·a, que con la val'iedad de sus ondulacionessiznifica la fiexibili:lad rle aquella, ~n movihdnd y e~casa iniciativa para el progreso, su espíritu conservador, y

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esa amable dulzura y bondadosa habilidad qne en la sociedad y en la familia sua· 'lizan las relaciones más tirantes y dificultosas. En .sí misma, en aquello que constituye su destino en la vida, y l:lObt·e lo cual deseo que fijeis principalm )qte toda vuestra ateocion, alcanza la mujer su más alto grado de superioridad. Su destino en la vida y su vocacion es ser madre: madre del hog-at· doméstico y madt·e de la sociedad. Todas las demás vocaciones que la religion 6 el Estado hayan instituido, por dignas y respetables que fueren, son puramente históricas, transitodas y pat·tictl· lares al lado de esta, que es g·eoeral y será permanente y eterna cuanto lo sea la sociedarl. humana. Todas las preeminencias, prerogativas, respetos y consideraciones que se guat·dan á la mujer nacen de semejante destino, para el que está formada, como engendradot·a de la vida, por la naturaleza. Completa confirmacion reciben estas aseveraciones con las palabras del Supt·emo Ha· cedor cnando, creado el hombre, dijo: Hagámosle ayuda~ semejante á él. Es, en efecto, ayuda del hombre , educando á sus hijos, y llevando como casera y hacendosa el gobierno interior de su casa; lo es conso1ando á su maddo y asistiéndole en su vejez y enfermedades; y lo es asimismo presentándole con sus virtudes, con su gracia y belleza estimulo poderoso para su pensamiento y su obra, puesto que le inspiL·a y alienta su entusiasmo en la dificil y escabrosa senda de la vida . Quizá no se ha recapacitado lo bastante en este servicio de la mujer virtuosa é instruiJa, y sin embargo es uno d<:> los timbres que más la eng-randecen y en que más se ostentan sus privilegiadas dotes. Figuraos si será auxilio y estímulo para. su marido y sus hijos una mujer de cierto despejo y .gusto educado, cuya bondad y suave honestidad de costumbres, unidas al atractivo y encanto de maneras delicadas y nobles, de· dulzura, discrecion y prudencia en el trato, de sentimientos genet·osos y caritati vos, revelan un alma an~elical y pura, ins~nsible á los halag-os de 1a lisonja y de la coquetería, así como sufrida á la mgratitud y deslealtad, paciente y tolerante con las faltas de los que las rodean. Una mujer semejante, tan tierna y misericordiosa como digna, tan obseqmosa como diligente, que no se descompone, ni se altera, ni se muestra airada, ni soberbia, ni conoce la venganza, ni g-uarda rencor, conservando un ánimo Ig-ual en la prosperidad y en la des~rama.... ¡qué auxilio más digno, eficaz e intimo para el hombre capaz de inspirarse

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méstico y fuerza viva en la sociedad humana, debe iostruit·se y prepara1·se dignamente con la sólida educacion que estos fines reclaman. Ante todo el coñocimiento de la elevada misionen que por la ley de la natut·aleza se halla constituida, debe determinar la esfera, extension y caráctet· de sus estodios. La Religion y la Moral, la Higiene, la Medicina y la Economía domésticas, las labores propias de su sexo y las Bellas Artes forman la bnse fundamental de su instrúccion, cuyo complemento necesario es la Pedagogía, que la ilust1·a y gu~a para la educncion y enseuauza de sus hijos. La Geografía y la !Iistol'ia, las Ciencias iJatu¡·ales, la lengua y literatura pátrias, con algunas nociones de la Legisla· cion nacional en lo ¡·elativo especialmente á Jos derechos y obligaciones de la ramilia, constituyen un segunuo círculo más ámplio de la cultura general humana .. A estos, por lo ménos, pueden redumrse los estudios comunes á toda la que aspire al desan·ollo y perfeccion de su naturale· za eJlla sociedad y en el seno del hogar doméstico. Tres condic10nes llan de distinguir y hacey intere~a~te~ estas ensefianzas: nwmhdad, rehgMstdad y belleza. Todas se ayudan recípL·ocamcnte, y determinan el sentido y límite natural de cada una. Sirve la primera para que la severidad del principio moral arraigue la virtuu en su espíritu y conducta, formando enérg·icos caractéres en sus hijos, é influyendo en su marido y en toda su familia para fortifica r el puro amor al bien, y aún al .fJ":atice, JJ!fater mi~e1·.ico?·dice, Mater p111ri- sacrificio á la ley ete1· na del deber en la vida. s2ma, JI!Iate1· cast2sszma. No es, ciertamente, ménos esencial la Y si á causa de la libertad rel igiosa y de piedad ¡·eligiosa; pero no me¡·ameote funlas nuevas relaciones que ella engendra datla en una fe pasiva é inerte, sino ilusent¡·e la Ig-lesia y el Estado hubieran de trada por la rnzon y la conciencia, Hin lo suprimirse algunas festividades , g uardad cual, exaltada la mujer por su impresionavosotras siempre en vuestro corazon y en ble fantasía, se entres-a á un culto puravuestra memoria la fiesta de la Purificamente externo, olvirLando adorar á Dios cion, dedica(ia á la madre que en el colen espiritu V 1m·dad, cayendo en la sum o de su alegría se presenta. en el tempersticion y el fanatismo, y creyendo de plo por primera vez, despues de su al u m· buena fe que asi agrada al Criador y curobramiento, para decir á la sociedad: «Soy ple sus obligaciones. madre, y vengo á ofrecer á Dios el fruto Inspirar, por último, á la mujer el sende mis entrañas.» Conservad no ménos el tido y gusto de lo bello en la naturaleza, recuerdo ue aquella otra solemnidad en en la vida y en el arte; formar, en suma, que, en el lleno de su dolo1· y al lado de lo que se ha llama.do su educacion estética, su hijo perseguido, desgraciado, enfermo, si en algun tiempo fué tenido por ocioso moribundo, muerto, consagra una lágriy frivolo recreo, no es sino el medio más ma toda madre acongojada á aquella que eficaz y adecuado de alimentar y purifica¡· acompañó á su divino Hijo al pié de la s u sensibilidad exquisita, infundiéndole Cruz en el Calvario. Tal debe ser la mu el amor á todas las g-randes cosas que consjer como madre. tituyen la poesía de la vida, tan propio en Ahora bien, seuoras: para que la mujer la que debe embellecerla con su atr activo. responda á este ideal, y sea siempre án~el 1 De todo esto resulta, señor as, el carácter f¡) de paz en la familia , madre del hogar no-

en el bien y en la virtud! No olvideis que una mujer sin dulzura y sin discreciones como una flor sw aroma ó como una fruta sin sabor; y que las dotadas más ó ménos de tales perfecciones alcanzan á salvar al hombre en momentos sup1·emos, y hasta á convertirlo en héroe , deiTamando unas veces sobre su corazon el bálsamo de la esperanza cuando las agitaciones y las luchas con la injusticia y la desgracia le indignan y oxaspe1·an, é infundiéndole valor cuando amargan y acibaran su vida la ~ersec ucion , el olvido ó el desprecio. oi la mujer no es hoy a un tollo eso, cul· pa es en g·ran parte del hombre, que no muestl'a más vivo y soJícito i nterés en educarla; desde luego la cristiana tiene un ejemplar á que ajusta~: su vida en la lJfujer j'ue1·te del libt·o de los Proverbios, en cuyo sentido se inspiró para su Perjecta casada el sáb10 cuanto virtuoso Maest¡·o F1·. Luis de Leon . Y al recitar la m u · jer católica las alabanzas de la Virgen .María, si lo hace con recogimiento y me ditacion, no pot· mera costumbre y ruti na, ve en ellas el más hermoso ideal en que pueden inspirarse la virginidad y la materniclad á un tiempo. Resabios de tiempos, aunque caballerescos, bárbaros y de costumbres no muy limpias, hacen que de los dos conceptos que ennoblecen á. la hladre del Salvador llaya prevalecido el de Virgen sobre el de Madt•e, tan en armonía con los fines, con la vocacion y con el uestino social de la mujer, y santificado por la Iglesia en aquellas piadosas invocaciones que muest¡·an la alianza de la pureza con la maternidad: lJfater divinie

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esencialmen te práctico que tle' en tener vuestros e.:>tudios. No aprendeis tanto por cultivar en si misma la ciencia y para pro· fesar la en la sociedad, cuanto pal'a aplicar· la en el cír·culo íntimo de-la familia y con· tribuir poderosame nte á despertar la vocacion de vuestros hijos. Pero no porq ne debais cuiJadosam ente evitar todo lo que, desdiciendo de vuestro destino, pudiera aparecer en rosotr·as pedante y afectado, os está. cet'l'ado con esta instruccion el camino de de te¡· minadas pr·ofesiones, mediante las cuales, señaladame nte lasque estais exentas de las graves ocupaciones pt·opias de la madt·e de familia, os dig·uifiq ueis no méoos que et-Ota ante In sociedad. Ni faltan ejemp!os tampoco de una cultura supet·ior en nuestra historia pátria. H.ecordar..l que e o el siglo X VI mujeres de talento y s~;~.ber regentaban públicamen te cátedras en nuestras Uuiversidar..les. Mas por lo mismo que esto es tan excepcional y extr~IOI'uinario, y que tiene su exphcacion en la e::;pecie tle f¡·enesi que prod 11jo eu las clases elevadas el cla;;icismo del renacimiento; y aunque prueba que la mujer espaiiola tiene despejo y disposicion como la q 11e más. de las otras naciones pa· ra di::>ting-uit·se en toJogénet·o de estudios, aún en los científicos y de leng-uas sábias, tales singularida des no pueden-prop onerse como regla general nunca cuando se trata, no de qne unas cuantas mujeres de clase alcancen mucho, sino de que tl1das sepan lo suficiente para vivir como miembros dignos de la sociedad, y para el comercio reciproco de ideas y sentimiento s con el hombre, pues nunca ha de perder de vista la mujet· que debe educat·se, ante todo, para ser esposa y madre, y que la Provi· dencia la. ha colocado al lado del hombre en las tt·es edades que t•ecorre su vida: en la infancia, para guiar los primeros pasos tlel niño; en la virilidad, para moderar las pasiones del hombre; y en la vejez, para mantene1· el vacilante paso del anciano. Si los estudios que he bosquejado tan someramen te se genei·alizas en entt•e voso· tras; si pot· ese medio os levantáreis á tal grado de cultura q u ese dejara sentir vues· tra influencia de una manera eficaz sobre el hombre, ¡cuán placentera y risueña no seria la vida en lo inter·ior y sagrado del hogar doméstico,y cuán prest0 cambiarían la superficialid ad y la mentira de las relaciones sociales! Obsérvase hoy cierto divorcio y como separacion entt·e el hombre y la mujer. Son como dos extranjeros que, partiendo juntos de una estacion siguiendo la misma linea, yendo al mismo punto y tal vez con ~~éntico objeto, no se hablan porqne no se ~tienden; aunque aparecen.ju ntos no es·

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tán unidos, mas npartados en sus almas. Es imposible que por mucho tiempo esté contenta una mujer ignorante al lado de un hombre instruido, ni que este sea feliz junto á una. mujer pt·ivada de aque)los conocinlien tos absolutame nte indispensables para mantener una vida de int.ima y contín un relacion con la que es su esposa y la madt·e de sus hijos, y debiera ser además su consejera, su amiga y la depositaria de sus pensamient os y aspit·aC'ione:;. La distancia de cultut·a entre el hombre y la mujer es hoy tanto mayor, y el malestar tanto más vivo, cuanto mayores son los progresos entre los hombres respecto de las m uj.eres. A medida que sea más perfecta. la educacion de estas, más grande será. tambien su influencia sobre aquellos, y en vano set•á que in ten ten alcanzar una sin ott·a. Dos corrosivos cánceres consumen y vi· cian al presente la existencia del hombre en las naciones europeas ménos cultas: el excepticism o y el egoísmo. El hombre es eK.céptico en relis-ion, indiferente en política, perezoso y aejado en los negocios. El egoísmo, la sed de oro y de goces sensuales han secado en él detal modo las fuentes de la conmiseraci on y de la piedad, que no encuentra tiempo, ni coyuntura, ni me· dio para hacer algun bien en comun y desinteresada mente. En los pueblos de que hablo, ni siente el hombre la necesidad de creer, ní se aver~üenza de no eer libre, ni le duele el mal aJeno. Un móvil poderosísimo para sacarle de marasmo tan aterrador será. el estimulo de la mujer, cuando se haya elevado á tal cultura de espíritu gue pueda compartir con el hombre, basta Cier· to pun to , los afanes de la vida pública. Es de rigor que levanteis el nivel de vuestra instruccion para llegar- á. término tan de· seado. Cuando tal hayais conseguido , influid sobre el hombre par.a que valg-a y sea algo en la vida é historia de su tiempo, al· go en religion, algo en la política de vuestro pais, algo en las demás esferas y fines de la vida. Guardaos, sin embar()"o, de pretender imponerle nada en el ór<fen religioso , ni· en el político ,.ni en otro alguno. Vuestro destino, como espo::.'8.s y co· mo madres, es aconst:'jar, influir; de ninguna maner·a imperar. En el momento en que os empeñeis en ejercer coaccion sobre el hombre, prevaliéndo os del ascendiente é imperio que os dan vuestra debilidad y vuestras lágrimas, cometeis la falta más grave y la m~s imr¡>erd~mable. Puesta la mano sobre m1 conCiencw.• os aseguro que no existe nins-un derecho divino ni huma· no que os obhg-ue á imponer nada al hombre, aunque sea en materia de religion, y que-de ello han de seguirse luchas, desa-

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sosiego, desabrimrento y ruptura de la paz en las familias. Cuando para conseguir un intento á todas luces justo y asequible no basten vue::;tra moderacion y vuestros consejos, resiEoaos pacientemen· te y encomendad lo á uio::;, que e::; quien puede tocar y mover lo.:; corazones. Fuera de los q uehaccres de ntestra ca.sa, que principalmente os iueumben, asociaos en buen ho1·a para la caridad 6 la enseñanza, 6 para algun otro fin esencial de la vida; más no encerreis en estrechos moldes vues· tro puro amo¡· á. la verd?-d y a1 bien, que debe ser el vinculo umversal entre los hombres, ni lo profuneis al contacto de las pasiones de yartido. Sois llamadas á unir; ¡no dividais A esto, señoras, os invitamos, secundan· do en otra esfera la noble iniciativa que de vuestro mismo sex.o ha partido, al fundar una institucion (1) á la cual deseo larg·a y

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próspera existencia. Que alcanceis tal gra· do de cultura y supedorirlad, que se os puedan aplicar aquellas palabras dichas en loor rle la Mujer jue1·te: «Su boca abrió con sabiduría, y ley de piedad profirió su >>lengua. Obset·vó cuidndosamente los al»Car¡,ces, y pan de holganza no comia. Le»v:intanse sus hijos y felicitan la: su ma»•·ido la alaba (1).» Un profundo escritor ha dicho que «la muje1· amel'icana ha. hecho la Amédcav> ¡qué ventura pat·a nues· tra amada patria S!, mediante aquellos y estos esfuet·zos , educada rlignamente la mujer española, pudiese nyudar al hombre en la ¡·enovacion religiosa é intelectual, social y políticfl., mo1·td y económica en que estamos todos empeñados! ¡Que cuando se escriba la histo1·ia de nuestro actual renacimiento se diga que, postrada de tres sig los España, se levantó, con vuestro anx.ilio, á una nueva vida libre y

con lwa'i·a!

( 1) El Ateneo de aenora•, inaugurado en el 2 del presen--

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te mes.

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Pro~ .•

cap. XXXI, ven. 26, 27, !8.

CONOCll\IJENTOS DE HIGIENE ...

CONSERVACION DE LOS ALIMENTOS. ~nstrucciones familiares.

Fuera estrecha y limitada la esfera de la Higiene l:li no aburcase en sus atribuciones otra cosa respecto á los alimentos que el reconocimiento, condiciones, dósis y clases que todo hombre, como individualidad fisiológica, puede. permitirse ; y los efectos y resultados que han de produ· cir respondiendo á la constitucion en quien van á depositar su átomo asimilable: Y restringido y mermado el poder del médico higienista si no pudiese llevar más al-lá de este punto. la benéfica influencia de las nociones que la ciencia que cultiva le enseña para bien, educacion y perfeccionamiento de sus semejantes. La Higiene, previsora como toda insti· -

tucion sábia, comprendió que los alimentos, siendo como son materias organizadas, estaban sujetos á alteraciones y descomposiciones por la accion ambiente y aun de los principios de su intima testura: advirtió que el hombre recolecta y acopia , en determinadas épocas, sustancias alimenticias para idas usando paulatinamente: sabé que las necesidades de la vida obligan en ocasiones á emprender marchas, viaje;;, traslados y emigraciones en que es preciso llevar de repuesto alimenp tos con que nutrirse por más ó ménos tiempo; y para responder á tantas y tantas eventualidades, puso bajo la salvaguardia de sus principios el modo de lle· var á efecto diversas operaciones, neutr:~

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lizando y anulando con ellas los fenómenos de descomposicion y putrefaccion que causas determinantes podrían producit· en los alimentos. Inútil es, pues, detenerse á patentizar la gran importancia del capitulo que en las ob1·as de Higiene se dedica al estudio

«de la conservacion de los alimentos.» Tanto en la vida de las naciones como en la de la fa.milia es lo primero que se hace necesario. No conocer el medio de con set·vai"los, es vivir en continuo riesgo de sufdr el hambre, es provocar esta inclinacion, es excitarla, es fluctuar á met·· ced de eventuales é inciertas circunstancias, ilusorias muchas veces por el simple efecto de cambios climatológicos ó de algua trastorno topográfico ~ Y esta importancia demanda la necesidad de generalizar tales conocimientos. Para los pueblos, hay hombres dedicados al profundo estudio de tal especialidad: para las familias, bastan indicaciones elemen tales ; indicaciones que se hagan asequibles á inteligencias no cultivadas en Medicina, pero que lleven en sí la condicion de ser tan exactas, como comprensibies y concisas. F.ste es el fundamento del presente escrito; y al objeto, comprenderemos los alimentos dentro de una clasificacion natural. Estudiaremos, primero las sustancias alimenticias animales, y despues las veje· tales, intercalando esplicaciones gue dejen clara idea del por qué de obrar de los medios aconsejados.

8ustancias alimenticias de origen animal.-Las ca,rnes son los alimentos que más necesarios se hacen para la vida, y por lo mismo los que más principalmente reclaman el auxilio del arte para su conservacion. Las causas eficientes de sus alteraciones se encuentran en la atmósfera; en los elemeatos químicos que por su mezcla la constituyen (oxigeno, nitrógeno, carbono) y en la humedad.El oxígeno, el gas de la vida por exce· lencia , es, por estraña antítesis, el que

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terias muertas. El nitrógeno ó azoe y el ácido carbónico, gases impropios para la respiracion, son, por el contrario. los que más tiempo conservan las condiciones-bromato lógicas de los alimentos. Separar, pues, ó anular la accion del oxígeno y favorecer la rlel ácido carbónico y azoe es la operacion esencialisima á que se han de sorne ter las carnes que q uier en conservarse. Para esto hay varios métodos. La desecacion aisla de las carnes el aire que contienen, y con él, el oxigeno; de ahí los ex· celentes resul ta:dos que de su _uso se consiguen . Las carnes se rodean otras veces de manteca, de aceites, y de jugos coagulabies; se cubren despues con ellos, y una vez condensados, preservan perfectamente á aquellas de la accion del aire atmosférico. Pero el procedimiento más general, y que por su extremada sencillez y exactitud es recomendado por casi todos los hi · gienistas, consiste en lo siguiente: Se toma una ó varias vasijas de hoja de lata, y despues de bien limpias se llenan completamente de las carnes que se han de conservar. Una vez hecho esto, se vierte grasa de esas mismas carnes para llenar los intersticios , y finalmente, se adapta la tapadera 6 cubierta,_soldándola en toda la extension de su cü·cunferencia. A esta altur·a, ya no resta más que calocar las vasijas en un bailo de maría (75° á 98°) para que el poco aire que pudieran aun contener se descomponga, combinándose el oxígeno con los principios nutritivos, y quedando el azoe y el ácido carbónico en libertad, gases que, como hemos indicado, son notablemente antisépticos. De este modo es como han podido conservarse las carnes largo tiempo, y se han evitado carestias peligrosas y aun el hambre, en los campamentos y en viajes largos, en los que, á no ser asi, hubiera sido imposible surtirse diariamente de los alimentos necesarios. Como el azoe y el ácido carbónico ¡;on el bióxido de azoe y el ácido súlfuroso. Una

favorece la descomposicion de las ma- _d_i_s_ol_u_c-io_n_d_e_e_s_te_ g_a...s_t_o_m_·a--e-l_o_x_ig_e_n_o_d:J

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las carnes para format· ácido sulfúrico, que se separa fácilmente lavándolas repe· tidas veces. El frío y el calor son tambien antisépticos. Las carnes congeladas 6 cocidas resis· ten mucho tiempo á la putrefaccion; y este hecho depende de que la fermentacion no puede tener lugar á una temperatura de 5° 6 6° bajo cero, del centígrado, ni á 60° sobre cero. Pero es preciso tene1· presente que las carnes cuando se deshielan se alteran rápidamente y toman un sabor sa· carino y desagradable. La h1tmedad de los alimentos se destru-· ye perfectamente por medio de la cal y del cloruro de sodio. La salazon de las carnes no tiene otro fundamento que la absorcion de la humedad por la sai y el efecto consiguiente de oponerse á la putrefaccion por tal causa. Para esta operacion se separan las car· nes de las partes dUl·a::;-pues no llegando á estas la accion de la sal, se pudren pron· tamente-y hechas trozos, se frotan bien con sal y se colocan unos sobre otros sepa· ¡·ados por una capa de sal comun, sola 6 mezclada con nitro. Para precaverlos del aire se ponen en una vasija cualquiera que tenga el fondo y las paredes cubiertas del antiséptico . . Asi es como se conservau encztbadas las carnes de buey, de cerdo, la merluza, el congrio, las sat·dinas y otra infinidad de sustancias. Cuando las carnes están en vias de descomposicion , el carbono la detiene y neutraliza, bien combinándose con los ácidos precursores de la fermentacion , 6 ya ab· sorbiendo los gases de la putrefaccion con· firmada. La lecke es otro de los alimentos de que más uso se hace, y expuesto á descomponerse y alterarse con suma facilidad. Colocada la leche en vasijas de porcelana, se coagula prontamente; las vasijas de zinc , de plomo y de estaño son peligrosas: solo las de hoja de l!!ta presen~an ventajas apreciables. El medio más sencillo de conservar la leche es el tenerla siempre en una misma ~sija de hoja~~~ ' calentándola lige·

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ramente de 24 en 24 horas. A más de 65° de tempe1·atura se altera. Puede c...onservarse la leche tambien á una ternper; tura constante de 0°. Para esto hay un aparato bastante ingenioso y coro un, llamado vu lga rmen te garapiñe1·a, y que consta <le dos cilimll'os concéntricos de hoja ue lata , que descansan por su circunferencia infel'ior en uBa cajR de made· ra, que comunica solo con el cilindL·o ex· te1·ior; esta cnja tiene una 6 nos llaves. El cilindro interno se llena de leche y el externo de hielo; asi como este va deshaciéndose, el agua resultante va saliendo por las llaves de la caja. La leche se conserva por mucho tiempo y en un volúmen sumamente reducido. valiéndose del siguiente y fácil procedí· miento. Se toman tres , cuatro 6 más cuartillos de líquido y se calidntan á unos 45°, se vierte en varios tiempos, y agitando cada vez la leche, una disolucion de ácido clor· hídrico hasta conseguir que el casco y la manteca se separen del sunro. Obtenido esto, se aisla el suero de las otras par tes y se agrega subca.rbonato de sosa cristali?.a· do y en poi vo (gramo por onza de leche empleada), sometiendo despues el todo á un constante y suave calor. Cuando se quiere usar este preparado, no l;lay más que añadid e de agua azucarada una cantidad igual al suero que antes tenia, y se obtendrá leche de muy bue· nas condiciones y de sabor muy grato al paladar. La manteca se conserva, ya salándola, ya sustrayéndola del aire y calentándola despues á una suave temperatura, como lo aconsejamos en la preparacion de las carnes. Los /¿1Jevos se conservan sujetándolos á varias operaciones. Se les sustrae del aire barnizándolos de materias concrescibles y solidificables, que formen sobre su cubierta natural otra seO"unda impermeable que los defienda y es~ude contra la accion exterior. La cera, las grasas, la manteca, etc., se emplean con tal objeto. Calentados en un baüo de maría de 75°

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L os Conocimientos útiles.

fl. 93°, se pueden preparar y resisten bien á la nlteracion y descomposicion. Bañados en disoluciones de sal comun y de cal, se conservan buenos por mucho tiempo. La sal y el salvado mezclados son, por fin, los antipútridos más frecuentemente empleados para la conservacíon de los huevos, y que mejo¡·es y más evidentes I~esultados dan en la práctica. Lnsjqo1ttas se conservan , 6 ya por coc· ciou, embalsamamiento 6 cvnfit ura , pre· parando con ellas dulces (de manzanas, membri11os, fresas, cerezas) , 6 por deseca· cien, como las ciruelas pasas, hig·os, etc. Las lta'l·inas pueden conservarse colocándolas en sacos que no estén hacinados para no entorpecer y dificultar de este modo la libre circulacíon del aire. La hariua de arroz se conserva mejor y más tiempo que ninguna otra. El¡;au, debe la mayor -6 menor pro pie· dad para su conservacion á la cantidad de agua que retiene su masa. Cuanto más cocido ménos agua tiene, y por consiguiente roejQr se conserva. Si empieza á enmohecer se le devuelve sus buenas condiciones calentándole nuevamente, es decÍL', privándole de la .humedad. El pan se conserva largo tiempo en ca· j as, het·méticamente cerradas, donde se hace imposible la presencia y la accion do la humedad y del ag·ut\. Los granos para s·u canserv-acion J'eclaman sitios especiales , dond-e- sin des mere· cer nada en sus propiedades nu·tritivas, puedan ~ib1·arse de la fermen-tacion;y alteracion que originan las causas eficientes que en todos casos venimos anotando (hu· medad, exceso de calor). En los granos la humedad puede ser causa de uos efectos : de la f~:n•mentaciou de la fibrina, y de la disposicionsá la produccion de insectos. Ambos resultados son igualmente perjudiciales y altamente opuestos á las buenas disposiciones higiénicas. Para evitarlos no hay más que ahuyen· tnr y precaver la causa que se consigna, e::;tableciendo los granos en sitios algo ele· vados (graneros), léjos de a1-royos, rio::;,

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pantanos, pozos y demás depósitos de aguas, en direccional Norte, -con doble hilera de ventanas en las paredes, defendidas por rejas que no iutercepten la ven· tilacion. Los gt·anos depositados en los graneros se coloca¡·án en capas poco espesas y ase· q uibles fácilmente á la ~ufl.uencia atmosférica: se palea1·án de vez en cuando , so· bre todo si se ?'ecalienta?i (ferrnentacion r:le la fibrina vegetal 6 gluten); y algunos h~.1.n pensado el r egados con -agua de cal, lo que, cubiertas la:; condiciones antedi· chl'LS, es, .por lo ménos, supérfluo é innece. sal'i0. Las coles y demás verduras no ex:igeu para su conservacion sino el simple trabajo de colocar su raíz hácia arriba, al aire libre, y sus hojas escondidas en la tierra, en la arena, en el trigo ú otras sustancias por el estilo. Los demás productos vegetales; como las patatas, los guisan tes, judías verdes, etc., se conse1·van segun los procedí· mientos g enerales, por la desecacion y snstraccion del aire. A est'C lugaL· correspondería decir dos palab¡·n-s de la conservacion de las bebí· das; pero advertimos ya que solo nos pro· pon.iamos hacer qn estudio liger o del asunto, sin meternos en detalles minucio· sos contrados al .carácter propio de este articulo. Dimos algunas indicaciones generales en -11n .artículo precedente, que si no encaminadas al objeto concreto de que hablamos, pueden facilitar deducciones prácticas, suficientes para llenar el vacío que aquí, y para evitar L'epeticiones, voluntariamente dejamos. En resúmen , pues, el estudio de la con~ servacion de los alimeuto3 es de un valor gl'antle, tanto para el boro bre en par tic ular, como paL·a las colectividades: la higiene pdvada y la pública lo cultivan y · lo recomiendan. Dicho estudio descansa sobre una nocion fundamental, sobre una idea, partiendo de la que las pt·eparaciones y los medios que deben emplearse , ocurren como consecuencias evidentes y fáciles de com-

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Los Conocimientos útiles. prender para todas las inteligencias. La idea madre es la influencia pe>rniciosa del aire, por el oxígeno que lleva, y de la humedad; y la excelencia de ciertas sales en contra del trabajo de fermentacion y descomposicion.

Los medios y preparaciones de que el arte se vale con este fin son las que hemos estudiado sumariamente, y que forman el epilogo de los at·ticulos de higiene que en números anteriores hemos publicado. .FenNANOO BurnoN.

GEOGfiAFIA FISICA DEL MAn. EL GULF-STREAM.

Antes de las investigaciones de Maury, el mar no apa.recia á los ojos de los observadores más juiciosos sino como una gran masa de agua inerte, pasiva y obediente solo á fuerzas ciegas y variables. hlaury ha demostrado que el órden y la armonía reina en el mar como en otras partes; que todo se halla motivado, ponderado y compensado; es más, que el Océano está regido por un conjunto de movimientos comparables á los que conservan la vida en las plantas y en los animales; que existe una cü·culacion , y que, además de las causas puramente físicas, á las cuales puede atribuirse esta circulacion, existe un agente esencial que en vano se buscada fuera de una fuerza vital: esta es la de millares de millones de séres invisibles, que nacen, se agitan, multiplican y mueren en el seno de las aguas. Cada uno de estos imperceptibles animali· mentos cambia el equilibrio del Océano; ellos lo armonizan y son sus compensadores. Lo que .Maury llama el corazon del Océano es la gran zona ecuatorial, el hogar de los trópicos: De allí parten las grandes corrientes que llevan á las extremidades el agua caliente, rica en sales y en materias org·ánicas; alli se dirigen, por el contrario, las contra-col'rientes de agua fria y pobre en sustancias solubles, que, lo mismo que la sangre venosa de los animales, vienen á concentrarse al cora-

zon para volver á su punto de partida, esparciendo á su paso el calor y la vida. El excelente libro de Ut·. Maury, titula do Geog,rajiafisica del1na1·, empieza por una descripcion expléndida de la más célebre de las corrientes marinas, de la roa· yor de esa3 arterias enormes, de aquella cuyo tt·onco y ramas abrazan más vasta extension . «Hay un verdadero rio en el mar. En las mayores sequias jamás se agota; en las mayores crecidas nunca se desborda. Sus tibias y azules aguas corren en ondas apresuradas sobre un lecho y entt•e riberas de agua fl'ia; tiene su nacimiento en el Golfo de .Mójico y su embocadura en los mares ár·ticos .: es el Guif-St?·eam. En ninguna parte del mundo existe una masa de agua tan magestuosa: su corriente es más rápida que la del Amazonas, más impetuosa que el .Alississipi, y su volúmen es más de mil veces superior al de estos rios.» Las aguas del Gulf St1·ea1í~ (corriente del Golfo) son de un color azul de afiil; marchan de una manera tan distinta que las del mar coro un , que el ojo sigue có · modamente la lípea de sepnraciou. Fre · cuentemente puede vet·se la mitad de un barco flotar en las azules aguas del Gti-if· Stream, mientras que la otra mitad está bañado por el agua or·diuaria; tan marca· da es esta separacioU'Y tan poca afinidad hay entre ellas; tal es, en fin, la repug-

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J'h')U 52 TOMO 2. ©~--------------·----~---------------------------------~ 0

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Los Conocimientos útiles.

nancia, si nos es permitido expresarnos impiden á este gran mamífero atravesar asi, qne tienen las aguas del Gulf-8tream jamás de un hemisferio á otro, hecho en la actualidad completamente comprobado. de me7.clarse con las comunes de la mar. Las diferentes especies de peces, cuya Esta vasta y rápida corriente oceánica sale del Golfo de Méjico y del mar de los carne es ap1·etada y de excelente gusto en Ca1·ibes, dobla la punta meridional de la la zona más fria de mar, á lo largo de la Florida, se adelanta hácia el Nord-Este en costa llmericana, pierden toda su buena calidad cuando se pescan en el Gulfuna. direccion casi paralela á la costa de los Estados-U nidos, toca la extremidad Stream, que corre paralelamente á esta meridional del Banco de Terranova, y en zona y en contacto con ella. Por otra par· te las pt·oducciones marinas más delica· ciet·tas estaciones hasta pasa en parte por encima. De alli, ensanchándose conside- das, sean animales 6 vegetales, cuya mul¡·ublemente, atraviesa el Atlántico en toda tiplicacion y bienestar favorece el calor, su anchura, llevando su direccion central se t•econcentrau con gran variedad en el Gulf Strean, aun despues que él deja las sobre las Islas Británicas; y, por último, regiones tt·opicales de donde toma su caacaba por perderse esparciéndose por una superficie, cada vez más extensa, en la lor. Asi es como se elaboran y maduran babia de Vizcaya, eu las playas británi- alimentos para los grandes cetáceos de la cas y sobre la extensa linea de las costas region de las Azores, donde estos colosos de los ruares se solazan en aguas más de Noruega. En to:la la extension de su curso no in- frias eu medio de la abundancia que la naturaleza crea para ellos. terrumpido de muchos millares de millas, Al Gu.lf-8t?·eam, la Europa occidental, esta corriente conserva la identidad de sus Inglaterra é Irlanda, etc., deben Francia, caractéres físicos; la única diferencia es parte su fertilidad y su clima gran en uua simple cuestion de grado. A medida latitudes que en América SOS· bajo grato, que sus aguas se mezclan poco á poco con del hielo durante persistencia la tienen las demás del mar 1 su tinte tan oscuro se La vecindad de año. del meses cinco casi debilita ; su elevada temperatura baja; la Brest una de de hace corriente gran esta • velocidad de su corriente disminuye. de una gozan que Francia de ciudades las Du1·ante toda su marcha justifica perfecun Jersey á dá suave; más tempet·atura tamente la definicion que hemos hecho al la es ; meridional verdaderamente clima principio, ue que es un rio que corre por el dela justicia con Irlanda á. valido ha que Océano; definicion tanto más exacta cuanllomiuacion de la Verde Erin; la que ha to que esta vasta corriente es constante y hecho llamar á Inglaterra la fértil Al continua en su curso , y se destaca extrala que convierte en extremadamente oion; iiamente de la gran masa de las aguas las Islas Oreadas, situadas al templadas oceánicas, que, abriéndose eu cierto modo á los 60° de latitud, y la Escocia de Norte para darle paso, cllando se lanza con la hielen sus estanques en se que impide que impetuosidad de su impulsion primitiva, esta latitud es la de que Nótese invierno. no cesa 1 sin embargo. de ejercer sobre él Groenlandia, la del de Sur del punta la una presion que disminuye gradualmente la del gran Lago de y Labrador, del Norte su fuerza, concluyendo por destruir su países radicalAmérica, en Esclavos, los in di vid ualidad. del riguroso causa á inhabitables mente La influencia que ejerce la temperatura ellos. en domina que frío del Gulf Stream sobre los habitantes del Puede, pues, considerarse el GulfOcéano es muy curiosa. La ballena evita como el tubo conductor de un in8tream sus aguas calientes con tal cuidado, que la de calefaccion , del cual es aparato menso ausencia de este cetáceo casi bastaría para tórrida, y del que el Golzona la hogar el indicar su curso, mientras que se le enmar de los Caribes son el y Méjico de fo cuentra con abundancia en ambos lados. Las rHzones fisicas sou las mismas que los depósitos.

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FUNDACIÓK JUA~ELO

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__i_e_n_t_o_s__ú_t_il_e_s-.---------------L.--Á1~~ ~------------------L--o_s__C_o_n_o__c_inn El fenómeno que presenta esta corrien· te no parece susceptible en el actual estado de cosas de una esplicacion sencilla á la vez que completamente satisfactoria. Es cierto que el GulfStream , segun sus car actéres per manentes, se adhiere á las grandes corrientes de circulacion que exis· ten en la superficie del globo, y que deben ser la r.onsecuencia necesaria de las diferencias de temperatura, pero que pueden tambien depender en parte de la influencia de la rotacion diurna de la tierra sobre su velocidad y su direccion, en las diversas latitudes que estas recorren. La corriente ártica, que se dirige de la bahía de Boffin, en el Atlántico, y que acarrea enormes masas de hielo, destinadas á fuudil·se en las ag·uas más .tibias del Mediodía, es bien conocida como una de las ramas de estos circuitos. La exis-

tencia de una circulacion semejante de agua en el Pacífico, este otro gran Océano que se extiende de polo á. polo de nues· tro globo, viene tambien, por más que es· tos detalles hayan sido menos estudiados, á confirmar esta manera de ver. Se encuentra tambien corroborada mas directamente por la experiencia bien conocida de las botellas lacradas que se han arroja· do al mar y que contienen la mencion del lug1r y de la época en que han sido aban· donadas á merced de las olas. Estas botellas, trasportadas silenciosa y lentamente, pero en una direccion cierta, suministran indicaciones á. los observadores; dispersas en mares 6 playas lejanas, mudos intérpretes de los fenómenos naturales, prestan con frecuencia más servicios á. la cien· cia y á la humanidad que los pensamientos y las teorías de los hombres. (aaceta de los caminos de hierro.)

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FIN DEL TOMO SEGUNDO.

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fUNDACIテ適 JUA>JELO TURRIANO


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LOS

CONOCIMIENTOS ÚTILES.

INDICE de las materias contenidas en este tomo. P6gioas.

Páginas.

Cronología.

ilgriculturo. Constitu~ion

<!e la propiedad, por Don Agustm Canas • . . . . . . • • .

Constitucion del cultivo, por el mismo ilrihnétlco wercnntil.

l 179

·1

t '17

Division del tiempo, por D. F. Car~ vajal. . . . . . . . . . .•

34i

Economin industa•inl.

358 369

Tarifas de los caminos de hierro, por

t22

M. P . . • • . . • . . . . . .

l

Enscñnnzo ¡lolíticu.

El tanto por ciento. • . . •

Libertad de cultos, por D. F. Carvajal.

ilstronowío. Los eclipses, por D. F. Carvajal. . .

89

~

l

'1

1'1

Biografío. Felipe Lebon, inventor del alumbrado de gas .. . • . . • . . . . . . • . D. Pedro Calderon de la Barca, por D. F. Vila. • • • • . . . . • • • Lope de Vega, id .•• Tirso de l\1olina, id. . Moreto, id . • • • . • Rojas, id . • • • • . Parm,entier, introductor del cultivo de la patata . • . . • . . . • . . • • Jorge Sthephenson , inventor de la locomotora. Haydn . . • • • • . • .

13

Los derechos del homut·e, por ellXI,ismo. l~epúbTica federal, id. . . . . . • . . La cuestion de la esclavitud, por Don Joaquín M. Sanromá. . . . . • . .

E'tf~:~n~s~o: ~o~~·~'."". Alo~lá ~·: La nueva contribucion. .

1'70 1'12

FiloRofia. Errores y preocupaciones populares ..

225 289 305 1 321 337

204, 222

j

40 54

Física.

238

65 81

268

291

t61

i 93

Estudios flnanclcl'OS.

t55 151 185

HS ! 129

98

La electricidad, por D. Miguel Merino.

Botánica.

117 152

209

230 244

~

La flor • . . • • • . . . . . . . . .

393

'

385

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FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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Y

Los Conocimientos útiles.

Páginas.

Paginas.

Medida del calor, por D. F . Carvajal.

275 308 1 329

Física del globo. Los volcanes, por D. F. Carvajal.

.260

Fisiologín ''egetnl. Rclacion entre el olor y el color de las ·flores. • . • . . . . . . . . . . .

270

33

49

69 133 Cuencas y rios prin-j i45 cipales de Europa.

i61

409

383

Fabricaclon del vidrio . . . . . • . •

84 j 103

La hoja de Jata, po1· D. José Monasi50 te!'io . . . . • . . • . m laton, por el mismo . . . . . • • . 165 E l bronce, id. . . . . . . • . • . . • .2'13 El gusano de seda y la sericultura, J 325 362 pot· D. ~. Santoyo . . . . • . . . . Aprovechamiento de residuos, despo380 jos, desechos, etc . . . . • . . . .

lllcdicina. liiGlENE.-Instrucciones familiares, por D. Fernando Butron. • . . . . . . (

'i2

371

3

20 36 52 .24{

sobt·e la moral del ¡ hombre, por el m1smo • . • . • . . ¡ .257 HIGIENE.-Oondimentos, id . . . • . • 306 HIGIENE.-Oonservacion de los alimen405 tos, id. . . . • . . . . • • • •.

MúsicA.-Iofiuenci~

Gimnnsia. Apuntes históricos, por D. S. Busqué. Sistema gimnástico de Ling, por el mismo.

311

i

Geografin fi s ic n del mnr. El Gulf-Stream . . • .

13 59 .254

El coral. • . El camello . . El castor . . El cisne . • . El kanguroo ..

lndusta·ia.

Geogt•afín. HIDROGRA}'ÍA TERRESTRE.-Manantiales, por D. llaldomero Menendez . . • . Aguas corrientes. . . Aguas estancadas. .

llis torla natural.

lllcteorologío. llcráldica.

18.2 .201 .2i 5 El blason . • . . . . . . . . . . • . 234 { .251 265

llistorin. Persia, por D. Benito Martin-Albo. Egipto, por el mismo .. El juramento del Rutli. . . . . .

iO

24 '16

Ulstorin d e España . . La batalla de Almansa.. La batalla de Clavija .. Sagunto. . . . . . . • .

.299

¿

i 3'1 39 1

Qu í au.ica .

58

E l fósforo , por D. F. Cano . . . . •. Acido carbónico, por D. Fernando . •.. . Santoyo . . . • . . .

20.2

"iajes. Una noche en las catacumbas del

i 90

Nilo.. • . • . . . • . . . • . 'Warios.

108 .278 345

Historia J)OiiHca. La¿>érdida de las Américas, por Don afael M. de Labra· · • · · · • ·

Estrellas fugaces.-Bólidos.-Aereolitos, por D. F. Carvajal. . . . . . . Auroras boreales, por el mismo.

l

~~~

348 366

i

Introduccion•. . . . . El escudo de dos caras. Bibliotecas en la antigüedad y en la edad media . . . . • • • . Vibracion eléctrica en las montañas. Hombre herbívoro. • . . . . . Sueño invernal de los animales . . .

15

29 -i4 ~5

{ Monumentos y edificios de Madrid. • •

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99 14.2

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fUNDACJÓl\ JüA)IELO

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1

415

Los Conocimientos utiles. l':igioos.

~

Cables submarinos.-El cloroformo y las abedel matrimonio en la longevidad.-Manjares raros.-Camino de hier ro de un solo carril.- Sirooes del puente de Alma.-Desinfeccion de la fetidez del aliento.-Accidentes en las calles de París y en los caminos de hierro. -Instruccion primaria en Francia.-Viaje al rededor del mundo.-Anteojo submarioo.-Siniestros marítimos.-Apt·ovechamiento de una plaga.-La pesca y los pájaros en Noruega.La vida en el fondo de los mares.-Erupcion del Etna.-Trasfor macion del agua del mar en agua potable.-Luz eléctl'ica á bordo de los buques.-Nueva mil quina do coser.- Viaje á la India por el istmo de Suez.-El petróleo.-Medio sencillo de comprobar la muerte de una pe1·sona. - Experiencia curiosa.-Estadística de mendicidad.-Coche de ferro·carril provisto de su carriL-Descubrimiento notable.-Inviernos be nignos.-Valor del lodo de París .-Los perros en Berlin.-Emancipacion de las mujeres.Carne de caballo.- Fabricacion de cerillas fos fóricas.-Máquina de hablnr.-Las mujeres y la herboristería.-Obstáculos en China á los ferro-carriles. - Pararayos de los buques.- Telégrafo eléctrico á bordo.-Proteccion á la ciencia.-La anestesia aplicada á las ejecuciones capitales.-Preservativo contra las incrustaciones. ja~. -Iníluencia

Historia del oro . . . . . ' Emigracion de las aves. . El sueño do las plantas. • El tabaco . • . . • • • . El árbol de la quina . • • La arquitectura y la imprenta. Singularidades de algunos personajes. El iuvierno en Rusia. Historia del olivo. . • • • . . • . . Carta de Catalina II. . • . . . • . • A nécdotns, máximas y preceptos útiles El ópio . . • . • • . • . • . . . • Consideraciones sobre la educacion de la mujer española • . • . . . . . . Longevidad. . . • • . • . . . • • • Discurso pronunciado en la inauguracion de las conferencias dominicales para la educacion de la mujer, por D. Fernando de Castro. • . • . . .

HO 126 139

i'15 208 217 240 271

286 303 317 335

353 396

40 1

Crónica.

Los concilios.-Los libros en Europa.-Invencion útil.-Estadística.-El aceite de petróleo insecticida.-Avisador de incendios.-Las escuelas chinas.-El mes de Febrero.- El cerezo de Windsor.-Araña gigante de la isla de Java.-Basilisco.-Calefaccion con petróleo.Abuso del tabaco.-Fabricacion de fósforos.-

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ERRATAS IMPORTANTES. ---<x><::>-'-

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Linea.

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de manera creencias que la fortifican el Guadalquivir Fenelon gran movimiento

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. SEMANARIO ENCJCLOPEDICO POP{jLAIL '

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COL ECCION DE ARTÍCULOS ;

SOBRE TODOS LOS RA}v-10S DEL SABER HUMANO,

elegidos y compuestos expresamente para difundir la instruc cion en todas las clases, l>ajo la d.ireccion del Ingeniero Jefe de Cnminos DON FRANCISCO CARVAJAL.

'TOMO TERCERO.

MADRID.-1869. tmprenta de Loa Coi(OCIMIEI'ITOS tÍTJLEs, á cargo de Francisco IW!g, ..freo ie Santa ,Uaria,

1ltim.

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CONOCIMIENTOS ÚTILES. VENTAJAS DE L4- INSTRUCCI ON. ~-

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Para formarse una idea exacta de) importante papel que desempeñan los que se dedican á la enseñanza de la juventud, y pat·a apreciar el influjo que ejercen en la gloria y en la prosperidad de un país el estudio de las ciencias y el cultivo de las letras y de las bellas artes, no hay más q ue :ceflexionar un momento sobre la difereucia que existe entre los pueblos civilizados y los que permanecen aun en la ignot·ancia. Los atenien;;es, por ejemplo, que ocupaban una pequeiia porcion de la Grecia, alcanzaron, sin embargo , una fama universal y una gloria imperecedera, solo por su aficion al cultivo de todos los ra· mos del saber, dejando á la posteridad, grabados en caracté1·es indelebles, los nombres de exclarecidos oradores , de famosos capitanes y de grandes y creadores genios en la pintura, en la escultura y en la arquitectura. Roma, señora del mundo por sus victorías, fué además su admiracion y su modelo por lo sublime de las obras que sus iuteligencias produjeron: solo así era posible que adquiriese sobre los pueblos que sometía con su espada una superioridad infinitamente más honrosa y duradera. que la que alcanzaba con sus señaladas conquistas. Marzo G do 18Gn.

Los pueblos del Occidente de Europa, que mientras permanecieron sin aficion á los productos de la inteligencia~, fueron tenidos como bárbaros, hoy que han penetrado en ellos las ciencias, son la cuna de hombres que igualan y acaso exceden á los que las naciones sus maestras tuvieron de más grande, de más profundo y de más esclarecido. A medida que las ciencias y las artes se hacen lugar en las naciones, modifican el modo de ser de sus habitantes , dándoles inclinaciones y costumbres m'ás dulces t leyes más humanas y proporcionándoles, en fin, todo género de comodidades y de goces. Pero prescindamos de la historia de los pueblos y echemos una mirada sobre lo que pasa en la naturaleza. Se nos presentan dos campos que reunen las mismas circunstancias; el uno cultivado y el otro no: este se cubre de piedras y de abrojos; aquel de toda clase de granos y de frutos, y adornado con va· riedad de plantas y de flores, reune en un pequeño espacio lo más raro, lo más saludable, lo más delicioso de los productos agrícolas, y se trasforma por el trabajo y los cuidados del hombre en un precioso vergel. Lo mismo que las tierras, paga siempre con usura el trabajo que empleamos en cul-

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Los Conocimiento s útiles.

tivar la inteligencia: y todo el que conoce la nobleza de su origen y de su destino se halla en el sagrado deber de no dejar inculto ese campo tan ·rico, tan fértil , tan capaz de producciones inmortales y el más digno de todos Stl S cuidados. El que nsí lo hace se fortifica con las sublimes verdades que el estudio proporciona, se acrece con las ideas de los g randes genios en cuyas obras medita, del mismo modo que adquiere los modales de aquellos con quienes vive continuamente, y estimulado por una noble emulacion pt·ocurará conquistar la gloria que aquellos alcanzaron. Con el auxilio de la ciencia extiende el hombre sus conocimientos y sus luces, dit·ige más adelante sus miradas, multiplica sus ideas: se acostumbra á descubrit· la fecundidad de los principios y á sacar de ellos útiles consecuencias, que es el carácter distintivo de la ioteligéncia humana . Nacemos todos entre las tinieblas de la ig·norancia y la mala educacion suele aña· Jir á esta sentimiento.s innobles: el estu· dio disipa las primeras y corrig·e los seg·un· dos: da á nuestros pensamientos y r aciocinios carácter dej usticiay rectitud; nosacos· tumbra á establecer órden y conciet·to en todos nuestros asuntos, y nos presenta por guias y por modelos á hombres exclarecidos que, prestándonos su discernimiento y sus ojos, nos hal'fi.n marchar con paso seguro hácia la luz que delante de nosotros llevan, despues de haber pasado por el exámen riguroso de los siglos y de los pueblos, de haber sobrevido á la ruina de los imperios, de merecer por un voto unánime set·, para todas las edades sucesivas, los árbitros del buen gusto , los modelos más acabados de lo que la literatura y las artes tienen de más precioso, y la ciencia de más perfecto, los maestros y preceptores, en fin , del género humano, como Séneca los llamaba. Citemos en apoyo de nuestro aserto algunos ejemplos tomados de la antig·üedad, aunque tambien pudiéramos sacarlos de los tiempos modernos, si no se hallasen estos tan al alcance de todos nuestros lec~ tores.

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Pablo Emitió el Macedonio, que sabia como se formaban los grandes hombres, ponía especial cuidado en la educacion de sus hijos. No se contentaba con que aprendiesen su idioma gramaticalmeu te , como entonces era costumbre, sino que les hizo estudiar tambien el griego, proporcionán· doles además maestros de retórica, de dialéctica, del arte militar, etc., y asistiendo siempre que le era posible á todos sus ejercicios. , Cuando venció é .hizo prisionero á Perseo, si bien se excitó por unos instantes su codicia á la vista de las inmensas riquezas por aquel rey acumuladas , no permitió que sus hijos se apoderasen más que de los libros de la biblioteca, dándoles á entender con esto que la mayor de las riquezas es la ciencia. Los esfuer zos de padre tan esclarecido se vieron coronados por el éxito más feliz: su-hijo Escipion el Africano, vencedor de Cartago y de N umancia , no fué ménos recomendable por su aficion á las letras y á las ciencias que por sus talentos militares. Tenia constantemente á su lado, tan· to en paz como en guet·ra, al historiador Polibio y al filósofo Panetio, á quienes dispensaba una amistad sin límites. Hablando de este general ilustre dice uno de los historiadores romanos : nadie sabia combinar como él el reposo y el movimiento, ni emplear más útilmente los momentos que le dejaban libres sus ocupaciones: acostumbraba su cuerpo á los peligros, cultivaba su inteligencia con el estudio de las ciencias, y apenas dejaba de la mano las obras de Jenofonte. Lúculo salió de Roma , ignorando casi por completo el arte militat· , y llegó al Asia convertido ya en un capitan famoso, causando la admiracion de todos al aparecer á la cabeza del ejército con una instruccion vastisima: trasformacion apenas concebible y debida, solamente á la lectura de los buenos autores·y al estudio de la historia. Bruto pasaba parte de las noches apren· diendo el arte militar en las relaciones de las campaüas de los más ilustres capi· tanes, y jamás consideraba perdido el ~

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Los Conocimienlos útiles. tiempo que gastaba leyendo los historiadores, especialmente á Polibio, cuyas obras estudiaba momentos ántes de la batalla de Farsalia. El especial cuidado que los romanos tenian en los últimos tiempos de la República de cultivar la inteligencia de la juventud, añadió un nuevo mérito á las grandes cualidades que hasta entonces les habían adornado, y los puso en actitud de asombrar, como asombraron, al mundo con la gloria de sus conq ui~tas, la elocuencia de su palabra y la originalidad y belleza de sus ct·eaciones literarias y artísticas. Sucede algunas veces , que generales poco versados en el cultivo de las letras, disminuyen el brillo de las mayores victo- : rías 'con sus relaciones secas , débiles y mal ordenadas: al paso que las descripciones hechas por guerreros ilustrados, como J enofon te, César y Napoleon, trasladan al lector al campo de batalla, le dan cuenta de la disposieion del terreno y de los ejércitos, del principio y de la marcha progresiva del combate, de los· obstáculos que hubo necesidad de vencer y de las alternativas todas de la lucha, conduciéndole como por la mano al desenlace del drama con encanto indecible. · Lo mismo pudiéramos asegurar de los embajadorf'S, de los magistrados, de los diputados, de todos aquellos, en fin, que tienen necesidad de hablar, de escribir , de dar cuenta al público de sus acciones, de preparar los ánimos, de persuadirlos y de cautiva1·los. tY quién hay que durante su vida social no tenga que apelar de cuando -en cuando á tales recursos? Más de

una vez hemos oído lamentarse amargamente á hombres que se hallaban en este caso de su descuidada educacion y de haber conocido demasiado tnrde el valor de la ciencia y la importancia del estudio. Cuando se vé á un jóven que ha cultivado las ciencias y las letras, conquistando desde elevados puestos y en ocasiones solemnes los aplausos del público, ¿quién es el padre que no desea tal ovacion para su hijo? ¿quién el hijo, algun tanto sensato, que no ambiciona para si un éxito tan brillante? Pero aun cuando el estudio no sirviese más que para adquirir la costumbre del tL-abajo, para dulcificar nuestras penni!, para regular la marcha del entendimiento, el hombre reportaria de su cultivo grandísimas ventajas. En él encuentra la j uventud un poderoso antídoto contra la 2ciosidad, contra el juego, contra las ronlas pasiones. ¡Ocupa además tan útilmente las horas! ¡Hace tan agradable la vida! ... En España no se aprecian aun por la genet·nlidad de las g·en tes las inmensas ventajas que el adelanto de las ciencias, de las lett·as y dé las artes puede reportar á las naciones: pero el dia en que esto suceda; el día en que la aficion al estudio se generalice; el dia en que la posesion de los conocimientos titiles se ambicione, ocupará, no dudamos en afirmarlo, elluga!! que por todos conceptos le corresponde entre las naciones más civilizadas de Europa. A la juventud es á quien está reservada esta mision tan importante. A ella es á quien dedicamos, por lo mismo, las prece· dentes líneas. A.

Dl!L PoRTILLO.

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Los Conocimientos útiles.

CONOCil\IIENTOS DE FISICA. 'Propagacion del calor en los cuerpos.

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Un trozo de carbon, un pedazo de madera, pueden cogerse impunemente con la mano por uno de sus extremos, estando el otvo hecho áscua; pero no se puede coger sin quemarse por el extremo, fl'io en apariencia, una varilla de hierro, aunque sea bastante larga, enrojecida por el otro extremo. El calor no se distribuye pues, 6 no se propaga, con la misma faciliJad en todos los cuerpos; se propaga fácilmente en el hierro, no penetra sino con dificultad en el carbon. En otros términos; el hierro es buen conductor del calor; el carbones mal conductor. Bajo est~ punto de vista se clasifica los cuerpos en dos categorías; los que se de· jan penetrar fácilmente por el calor, y los q ue sé" dejan penetrar dificil mente. A los primet·os, como el hierro, se les llama buenos conductores; á los segundos, como el carbon, malos conductores. Pertenecen á la primera clase todos los metales; la plata, el oro, el cobre el hierr.o: los cuerpos no metálicos, como el már· mol, las piedras diversas, la made:va, el car bon, el vidrio , el ladrillo , etc., no son tan buenos conductores. La conductibilidad es aun menor en los cuerpos pulveru· lentos~ como la ceniza, la tierra, el serrin, Ia nieve; y en los filamentosos, cqmo el algodon, la lana, la seda. En fin, todas las sustancias líquidas conducen mal el calor, y los gases más mal aun. Para hacer hervir el agua se pone fuego debajo del vaso que la contiene, 6 por lo ménos al costado ; pero si se ocurriese no poner el fuego más que encima del vaso, sobre una hoja de palastro, por efemplo, que cubriese la abertura, la ebullicion no tendría lugar. En efecto, cuando el fuego está encima, la capa superficial del agua se calienta, pero como calentándose se dilata y hace más ligera, queda

constantemente en la superficie. Entonces las capas inferiores no se ponen en contac· to con el foco de calot·, y no reciben más que el que se tt·asmite de capa á capa, de alto á bajo, por efecto de la conductibilidad del liquido. Esta conductibilidad, siendo muy débil, el agua se calienta con excesiva lentitud y no llega jamás á hervir. Por el contt·ario, si el fuego está encen· dido bajo el vaso, la capa de liquido más profunda se calienta, se hace más ligera y sube; es reemplazada en seguida por otra más fria y pesada, que á su vez se calienta al contacto con el suelo del vaso que está sobre el hogar, y des pues se eleva. Se establece así en el vaso una corriente de agua caliente que sube y otra fria que desciende. Estas corrientes pueden hacerse sensibles por medio de un poco de serrin , cuyas partículas, en suspension en el agua , manifiestan por su propio movimiento el movimiento del liquido. A causa. de esta doble corriente todas las, partículas del agua se ponen en' con tacto á su vez con el fondo del vaso, y participan igualmente del calor del hogar. Por este movimiento el agua se calienta en toda su masa y acaba por hervir, á pesar de su poca conductibilidad. El aire y los demás gases se conducen como el agua. Muy débiles conductores del calor, no se calientan en toda su masa sino á causa de un vaiven general, por decirlo así. Si se hace que este movimiento no sea posible, la. propagacion del calor á través de los gases es muy pequeña, como lo prueba la experiencia siguiente. Rumford, á quien se debe muy curiosas experiencias sobre el calor , colocaba un queso helado en medio de un plato. Sobre este queso vertía la espuma de claras de huevos bien batidos, y el todo lo :cubría :y

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Los Conoc imient os úliles.

En el extremo norte de la Europa, en calentab a exteriorm ente con buena canque el invierno es tan riguroso , las casas tidad de lumbre para que la clara- se coaconstrui das de mampos tería, como las guiara pronto. Obtenía así una tortilla nuestras , serian inhabita bles, porque la soplada que, ardiendo , contenia en medio, piedra y el ladrillo no opondría n á lasasin haber perdido su tempera tura, el quelida del calor interiot· sino un obstáculo so helado. La causa de esta singular idad no era otra que la poca conducti bilidad i·nsuficiente, y permitid an un enfl'iamien· to muy t·á.pido 6 trasmision de la tempedel ait·e, del ait·e contenido entre la espuratura exterio1·. Para estas habitaciones ma, que preserva ba al queso del calor ex· terior, le de tenia á su paso é impedía pe- · bot·ealesse necesita emplear material es que sean mas malos conducto res que la piedra netr'ar. Una sustanci a que conduzc a mal el ca- y el ladrillo¡ material es propios para conservar el calor de las habitacio nes, como lor puede servir para dos usos que á prila ceniza con-serva el calor de los carbone s mera vista se contradi cen, y que sin eroque envuelve. Para este efecto la mamposbargo se fundan en el mismo principio . Se tería es reempla zada por pat·edes ue gruepuede emplear aquella sustanci a, así para sas made1·as. Ya esto es, como si dig6t·apreserva r á un cuerpo del frío, como del mos, un progreso , porque la madera concalor; para impedir que un cuerpo se enduce el calOL' más mal que la piedra; pero frie y para impedir que se caliente. En el aun no es bastante~ Se fo1·ma con las taprimer caso se trata de detener el calor del blas una pared doble, 6 ~ean dos tabiques , cuerpo , evitar q.ue se vaya; en el segundo cuya separaci on 6 intérvalo se rellena evitar que el calor exterior llegue á él; es con musgo, paja 6 ceniza. A favor de este decir, poner en uno y otro caso al calot· un doble recinto, compuesto de material es obstáculo. que no pueda salvar ni en un eminent emente malos conductot·es, puetle sentido ni en otro; rodear al cuerpo de conserva rse el calor de una chimene a enuna cubierta formada de sustanci as que cendida dentro de la habitaci on, mientt·as tengan poca conducti bilidad. que en el exterio-r reina un intensísi mo Las materias pulver.ulentas y las matefdo. i~Se quiere, por el contrario , impedü· rias filamentosas son las más notables enque el calor exterior se trasmita á un tre las que conducen mal el calor, pot'qlle Se á su poca conducti bilidad reunen la más cuerpo que conviene mantene r frio'? tila· materias las de d propieda la utilizará pequeña. aun del aire contenido entre sus mentosa s. En estío, por ejemplo , pat·a partícula s 6 entre sus filament os. Se las r del calor del aire los líquidos preserva emplea indistint amente para preserva r s con mezclas refriger anobtenido helados del frio 6 del calor. Vamos á citar algunos un vaso introduc ido en en colocan se tes, ejemplos. el espacio comprendiy grande, más otro Cuando por la noche los carbones ense llena con lana, vasos dos los entre do cendidos de una chimene a 6 del fogon se filamentosa. Comateria otra ú algodon envuelven con ceniza, se encuent ran al del frio, preset·preserva q.ne lo ve, se mo dia siguient e hechos áscua. La ceniza, pohabitaci ones de las calor¡ del tambíen va niéndolos al abrigo del aire, no solamen te vasos destinalos y polares s comarca las detiene su combustion y los impide consuestán disestio en hielo el r conserva á dos mirse, sino que conserva n su calor primi. En uno principio mismo el segun puestos · tivo;- y están al dia siguient e tan encendídeseado efecto el obtiene se caso otro y dos como la vispera. Este resultad o es dede un rellena cubierta doble una con bido al obstáculo q_ue la ceniza, como mares. conducto malos es material de colchon teria pulverul enta,.opone á la pérdida del el detiene colchon este caso, primer el En calor; bajo esta cubierta elcarbon se roandisiparimpide le y interior calor al paso trastiene hecho áscua porque no puede se al exterior ; en el segundo , detiene el mitir su calor al exterior , oponiéndose á calor exterior y preserva de la fusion Á Á ello un cuerpo mal conducto r. (ó) @

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al hielo contenido en el vaso central. El hielo , que en los países cálidos es casi un objeto de primera necesidad , se trasporta algunas veces de muy léjos bajo un sol ardiente. Los Estados-Unidos, por ejemplo, envían cada año á las Indias y á la China grandes cantidades de hielo. Los barcos que hacen el trasporte atraviesan los mat·es más cálidos, y sin embarg·o la mercancía llega á su destino á favor de las sustancias no conductoras del calor que la protegen, á saber: el serrín y la paja con qnese envuelven completamente los tt·ozos de hielo apilados en el fondo de la embat·cacion. Asimismo se conserva. el hielo recogicl.o en invierno, hasta usarlo en estío, on nuestros pozos de nieve. Nadie ignora tampoco que el mejor abrigo para los piés cuando se viaja en carruaje es llevarlos envueltos en paja. En el caso de la consenacion del hielo se detiene el calor cxtedor é impide su fusion; en este último se im_pide la irradiacion ó trasmision al extel'ior del calor natural de los piés. Las diversas sustancias q'ue se acaban de citar, ceniza, serrin, lana, algodon, propius pam impedü· el exceso del calor 6 su pérdida, deben principalmente su propiedad al aire que mantienen cautivo en sus intét·valos vacíos. Segun_esto, el aire solo puede emplearse como obstáculo á la pt•opagacion del calor, si se coloca convenientemente dispuesfo de modo que no pueda r·enovarse, ni mezclarse con el aire libre de la atmósfera. Veamos un caso en que esta propiedad del aire puede aprovechat·se. El calor de una habitacion se pier· de 6 disipa .,al extei·ior por los muros, el suelo, el techo, etc., cuya conductibilidad es siempre más 6 ménos considerable. Para esta causa de pérdida de calor no hay remedio en el género de construccion que se emplea , pero hay una causa de enfl'iamieuto que se puede evitar con facilidad y está en las ventanas. Las vidrieras, indispensables para dar luz á las habitaciones, no oponen á la salida del calor más que un obstáculo imperfecto. Para obtener una barrera más' eficaz sin perjudicar á la trasparencia de los cristales, se puede construir un muro, digámoslo as!, de aire

detrás de los vijrios; al efecto se colocan dobles vidrieras, la una en el exterior del muro, la otra en el interior . Se obtiene así en el intérvalo que las separa una capa ó colchan de aire inmóvil, una especie de muro tt·asparente que el calor del interior de la habitacion no puede penetrar. Apliquemos estas considet·acione§l al es· tudio razonado de nuestros vestidos. Se dice de una tela que es caliente, de otra que es fria. ~Qué debe en tenderse por es· to? ¿Una piel, una tela cualquiera, tienen por ventut·a calor propio que puedan comunicarnos'? ~Tomamos de la lana, del plumon, del algodon, un suplemento ·de calor emanado de su sustancia misma'? No, porque si se coloca un termómetro en el más sedoso plumon, en la piel más suave, el instrumento no acusa aumento de temperatura. Ninguna de estas materias, puesto que carece de calor propio, -puede darnos lo que no tiene. Su efecto se limita á impedir la pérdida de éalor que nos es propia, del calor natural que reside en la funcion misma de la vida. Nuestros vestí· dos, nuestros abrigos son malos conductot·es interpuestos entre nuestro cuerpo, calentado por el calor vital, y el aire frío exterior que nos arrebataría nuestra temperatui'a. Son para nuestro cuerpo lo que un puñado de ceniza para los tizones de la chimenea; no nos calientan, nos conservan el calor natural. Bajt> el punto de vista de una utilidad real, el valor de un vestido depende, pues, de su poca conductibilidad para el calor. Cuanto peor conductor sea, mejor cumplí· rá su objeto. Pero de todos los cuerpos el aire es el que conduce más difícilmente el calor; de modo que puede decirse que nos vestimos con aire, porque, en efecto, las telas de lana 6 de algodon, etc.,- no son más que redes propias para aprisionar el aire en sus innumerables mallas,· del mismo modo que una esponja mojada mantie· ne el agua. Esta capa de aire, que·se con· serva rodeando el cuerpo , nos proteje tanto mús eficazmente contra el frío, cuanto más espesa es y ménos libre de moverse. Resulta de esto que las telas más ._ce

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Los Conocimie ntos útiles.

_ pesadas y más compactas no son las que mantienen mejor el calor, sino las suaves y flexibles que se empapan, por tiecil'lo así, fácilmente de ait·e y le eonservan en su interior, como lo hacen el algodon en rama y el plumon. Entre el cuerpo y los vestidos queda retenida por estos una masa d·e aire que constituye una especie de forro natural que ninguna otra sustancia puede reemplazar con ventaja. Pat·a que produzca buen efecto necesita tener ciet·to espesor, lo cual se consigue con vestidos de una amplitud suficiente, sin ser exagerada, porque entonces el aire se reno varia con mucha facilidad y seria una causa de enfriamiento. Los cobertores de las camas, los colchones, los edredones, no son otra cosa que barreras para impedir la pérdida del calor natural. Las plumas ligeras, el algodon, la lana, de que se componen, mantienen el ait·e en su masa formada de copos, y forman un recinto sin conductibilida d que el calor no puede franquear. Queda, pues, fuera de duda que para defenclet· bien del frib, la cubierta debe estar formada de una sustancia que conduzca m_a l el calor, ligera, muy dividida y penett·ada de aire que no se pueda mover. Ahora bien , todas estas condiciones están plenamente satisfechas en el plumaje de las aves. Las plumas, formadas de un:t sustancia sin conductibilida d, mantienen en sus diversas capas y sus innumerables menudos filamentos un gran volúmen de aire, cuyo desplazamient o es imposible. Para las aves acuát.icas aun no es esto bastante, sobre todo en las- regiones m uy frias. Las plumas ex.teriores son en estas áves muy fuertes, están exactamente aplicadas uua sobre otra y lustradas de un barniz untuoso que no se moja. Ni la.J)iebla más fina, ni la lluvia, se adhieren á este primer vestido. El ave puede sumergirse dent¡•o del agua, revolcarse en su superficie, descansar mecida por las olas sin que penetre á su cuerpo la humedad. El frío tampoco puede penetrarla, porque \>ajo esta cubierta resistente, propia para desafim· la intempérie, tiene otra com~ puesta de la materia más delicada, más

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suave y más blanda que puede haber. Este vestido interiot· es un plumon tan fino, tan dividido y subdividido, que no pudiendo compararle á ningun otro se le ha dado un nombre especial, el de edredon. No se conoce nada tan eficaz como el eclred~n para impedir la pérdida de calor. Ni la lana, ni el algodonen rama, ni las pieles,' pueden, bajo este aspecto, rivalizar con aquella materia. Así es que se hace un comercio considerable y es la más buscada ele todos para cobertores de las camas. El edredon más estimado le produce una especie de ánade, el eder, cuyo tamaño es poco mayot· que el del pato. El eder vive al estado salvaje en las regiones glaciales del Norte, y particularmen te en la Laponía, en Islandia, en Spitzberg. Su alimen· tose compone de pescados, que sus incansables alas le permiten ir á pescar á grandes distancias de las costas eu alta mar. Despues de pasar todo el dia sobt·e las aguas en buscar su alimento, se retil·a de noche sobre algun islote de hielo, lugat• de descanso suficientement e templado para él, que está acolchonado de edredon. El etler establece su nido en las grietas de las rocas escarpadas de la costa ; le forma con musgo, algas secas, y en el interior ron edredon que el mismo pájat·o se arran· ca del vientre. Sobre esta pequeña y cálida cama están colocados cinco 6 seis huevos de un verde sombrio. Despues que sale la cria, los que buscan el edredon , los islandeses particularmen te, buscan los nidos abandonados y recogen el precioso plumon, no sin pefigro, porque los nidos están colocados en parajes casi inaccesi-bies. Necesitan descolgarse, atados con cuerdas, á lo largo de los flancos de las rocas cortadas á pico para encontrar los sitios frecuentados por estas aves . El hombt·e se aprovecha del nido abandonado por el edet• para preservarse del frío; la observacion y la razon le han enseiiado la propiedad del plumon que le compone. Pero cómo el pájaro puede haberlo aprendido? Quién le ha revelado las leyes del calor? Quién puede haberle acon· sejado que se arranque dolorosamente el pluruon de su pecho para abrigar á sus

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Los Conocimientos útiles.

peq ueiiuclos y defenderlos de la crudeza del clima~ Y en qué consiste que de un extremo á otro de la tierra , todos los pájat·os, hasta los más pequeños, conocen á fondo, sin haberlas nunca aprendide, las propiedades de los cuerpos malos conductores? Para construir la armadura, el exterior de sus nidos, emplean métodos y m utel'ias muy variadas. El uno entrelaza ramas; el ott·o teje con delgadas ra.ices; aquel elabora un relleno con musgos y líquenes¡ este otro se hace .albañil y amasa la tierra: ved á unos que son carpinteros horadando con su pico los troncos de los árboles: ved otros que cavan la tierra. Todas las materias las aprovechan para el extel'ior del nido; cada uno tiene su especialitlarl , emplea materiales diversos y los combína de un modo diferente; pero en cuanto al interior, ya es otra cosa; todos,

como de comun acuerdo, no emplean sino un corto número de materiales distintos escogidos entre mil. En el colchon destinado á sus hijuelos no entran otras sustancias que ei algodon, la lana, las plu mas, el edredon, es decir, los cuerpos más malos conductores del ca1or. La ciencia no podía guiarles mejor. ¿De dGnde viene esta admirable inspiracion q ne revela. al pin?.on los secretos del calor, aconseja al eder que se despoje de su edredon piH'a abl'igar á sus hijuelos y dice á la golondl'ina que acolche con plumas el nido de tierra fabricado al borde del tejado~ ¡Si locu1·a es negar la luz en pleno sol , mayor seria deseonocer la bondad del Supremo Hacedor que está revelándonos hasta el nido del más pequeño pajarillo!

CONOCIMmNTOS DE lliSTOfHA NATUfiAL.

EL ALJ\!IIZCLE.

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Es posible que ronchas personas no entiendan por almizcle sino el nombre de un pcrfuwe de olor muy conocido, ni es extraño que ignore u de donde proviene la sustancia que produce aquel olor. Podl'á, pues, ~Jet· útil y excitará la curiosidad de algunos el contenido de este ligero artículo, en que se da noticia del orígen y propiedades delasustanciaconocidacon aquel nombt·e, que es taro bien el de un animal desconocido en Europa. Comencemos por el Almizcle, animal. Llámase así á un cuadrúpedo originario del Asia, perteneciente á los climas más templados de aquella vasta region. Es una especie de cabra pequeña, y tiene mucha semejanza con el corzo de Europa y con una especie de ciet•vos pequeños de la India, pm·o uno de sus caractéres es el no tener cuernos. Su cabeza se parece á la del

galgo, pero es mónos afilada y más pro minetJte en la altura de los ojos: las orejas están muy juntas y r·ectas, como las de los conejos, de las que se diferencian solamente en alguna más convexidad y en ménos longitu'l proporcionalmente con las demás partes del cuerpo. La dentadura del almizcle es muy notable, pues no tiene incisivos sino en la mandíbula inferior, y S"On ocho, y en la mandíbula superior tiene dos dientt>s caninos largos, que pasan del labio dos 6 tres pulgadas, y ,que le sirven así para la defensa como de armas ofensivas, y tambien de punto de apoyo para salvar los precipicios, y de instrumentos para desenterrar y cortar las"raicesy abrir las cortezas de los árboles para chupar la sávia y extraer la resina. El pelo del almizcle es quebradizo, duro y cartilaginoso; tiene la rigidez de lítS es· ~

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~~--------------------------------------------·--------------~~ ____::_ ~ Los Conocimientos útiles. ~ pi nas de ciertas especies de erizos; se quiebra fácilmente. El de la cola es más flexible. El color general del pelo es gris. Desde la garganta hasta el nacimiento de los miembros nn teriores tiene dos fajas blancns de media pulgada de ancho bordadas de negro. Algunas partes de su piel, como en las piernas, el cuello y el pecho, están jaspeadas como la mat·ta y presentan reflejos arg·eutados agradables á la vista. El almizcle, dulce y timido por naturaleza, vive pacífico y solital'io con su compaüera en medio de las rocas, sobre el bot·dc de los torrentes y en el fo.ndo de los bosques y de las florestas; se alimenta de yerbas aromáticas, de raices, hojas y corteza de árboles resinosos y de plantas amargas y lacticinosas. Es muy comuu este animal en todo el Tibet, en las cadenas de montañas del reino de Siam y rlel imperio del Mogol, en los bosques más salvajes del reino de Tong·kin , en algunas provincias del Norte de la Corhinchina y del Mediodía de la Siberia. El almiz· ele puede compararse con la zorra por su instinto y astucia. Le gusta, como á esta, rondar de noche; pero es raro que se aproxime á las habitaciones para hacer estragos; sin embargo, apremiado por el ham bre se introduce en los jardines y parques, salvando los cercados y fosos. Cuando tie· ne q'ue saltat· un precipicio, no lo hace sin haber dado ántes muchos brincos y haberse asegurado de que no le faltarán las fuerzas pat·a saltar al otro lado. Cuando es perseguido, ántes de escoger un retiro, procura disimular su fuga, redo · blando su carrera, multiplicando sus rodeos y corriendo sobre las puntas de las uñas ; es además tan ligero , que apenas deja huellas de su paso, y corre por encima de la nieve casi sin hundirse; tiene tambien la propiedad de poder absorber el fuerte olor de almizcle que despide. Se le dáordinariamente caza en lo más crudo del invierno, cuando el frio y la falta de víveres le obligan á pasar de un país á otro: entonces solamente es cuando se le encuentra en manadas. La época de.los celos del almizcle es á {'V.

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mediados del otoño, época para él de tor · mento, pues se hinchan sus narices y se llenan de espuma, sus ojos centellean y su cuerpo abrasa, se frota sin cesar contra los &.rholes y las peñas. Nacla más fácil entonce~ que d~scul.n·ir :su retit·o, pues deja un olor fuerte de nlmi;~,clc por uon rie pasa, y sobre cada uno üe los ol>jeto.s que ha tocado. El almizcle no vive sino en plena libertad, en cuanto se ve cautivo se pone triste, y mnerc al cabo de algunas semanas. Si u embargo, Buffon habla de un naturalista que logt·ó conset·var uno por espacio de muchos alios. Por bastante tiempo se ha cr·eido que la hembra era idéntica al macho, por ser igua l la piel en ambos; e mpero no se encuentra ya en las obras modemas tan gra\'Te errot·, pues realmente la hembra se diferencia m ncho del macho ; se la conoce á la simple vista por· su tamaüo, que es menor unaó dos pulgadas; por su cabeza, mucho m-is pequeña y afilada; por sus an cas ménos cuatlradas y por sus patas traseras ménos robustas; por otra parte no tiene, como el macho, bolsa de almizcle ni dientes caninos que le salen de la boca; y tiene debajo del vientre dos pezones inguinarios; el tiempo de su gestacion dura ordinariamente hasta el mes de Mayo; pare uno ó dos hijuelos que amamanta muchos meses con la mayor ternura, y se la ve arrostt•at· los mayores peligt·os cuan· do ve su existencia amenazada. El padre vela. igualmente sobre ellos. Algunos via· jeros han referido que estos animales, cuando creen que les amenaza algun peligro, cogen por las orejas ó el pescuezo á sus hijuelos para ay11darlos á correr . El tiempo de su desarrollo dura cerca de tres años , despues de lo cual son aptos para formar nuevas familias¡ pero ántes de esta época abandonan á sus padres, que les enseñan, cuando son aun muy tiernos, á evi· tar el enemigo, y á buscat·se alimento. El almizcle macho lleva debajo del vientre una bolsa ó saquito que contiene una sustancia sólida, esponjosa y serosa, co· nocida tambien con el nombre de almizcle. Tiene dos ó tres pulgadas de diámetro, es algo plana y está formada de dos TOMO

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Los Conocimientos útiles.

cnpas, horadada cada una por el medio por un orificio muy pequeño, semejante al pezon del pecho de la mujer, y por el cual se escapa, por medio de la presion, el exceso del líqu ido con tenido en la b·olsa. El almizcle es una especie de resina 6 cuerpo extra-resinoso , formado de cuajarones secos y g1·nsientos al tacto, parecidos á los fragmentos de sangre coagulada y seca, de uu sabor amargo y ácre, de co· lor ele caoba. Loa químicos, al ocuparse en la descomposicion de esta sustancia, han encontrado que contenía una tercera parte de materia. gamo-resinosa, algunas partes de amoniaco, y una especie de aceite compuesto de infinito número de partículas volátiles y olorosas que producen ese olor tan fuerte de almizcle que todo el muntlo conoce, y que causa hemorragias cuando se aplica á las narices sin mezcla alguna. El almizcle es para los orientales un ramo de comercio considerable. Lo venden tal como lo extraen del cuerpo del animal , encerrado en su bolsa , que contiene de ordinario dos 6 tres onzas. Los cazadores tienen cuidado, para conservarle toda su fuerza y pureza , de sellar las dos puntas ó extremos de esta vejiga despues de habel'!as atado muy bien; pero los mercaderes alteran frectlentemeute esta sustancia, introduciendo en ella materias extraiías y diferentes polvos metálicos,

para aumentar su peso. Las ciudades más afamadas para esta venta son Xinsi, Boutan y Patna, donde se encuentran con fre. cuencia mercaderes que compran hasts dos y tres mil onzas de almizcle, que despachan en seguida para los diferentes pai· ses del Asia, y principalmente para el Me· diodía de En r opa; pues los turcos, italia-' nos y españoles estiman mucho el olor del almizcle. Para apreciar su calidad se atra· viesa la bolsa con una aguja enhebrada con un hilo ft·otado con ajo; si el almizcle es bueno, el hilo pierde todo su olor, pero lo conserva si el almizcle está adulterado, ó es de inferior calidad.. Los perfumistas mezclan el almizcle con el ámbar gris, con la algalia, y con otra multitud de ma· terias olorosas, para dulcificar el olor, y hacerlo más agradable. La medicina saca tambien alguna ventaja del almizcle, pues lo usa entre los medicamentos tónicos, espasmódicos y cor· diales. Se administra desleído en agua, en alcohol, ó mezclado en diversas sustancias sólidas. Entra tambien en multitud de preparaciones, y principalmente en las composiciones balsámicas, ungüentosasJ7 pulverulentas. Los orientales aprecian mucho la carne del almizcle, que es muy delicada y sin olor, y trasfot·man su piel en un cuero muy terso y de un gt·ano muy fino.

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CONOCIMIENTOS VARIOS. Conferencia sobre la educacion social de la mujer, por D. Joaquín María Sanroma (1). StiiORAS y SEÑORITAS:

Ln galantería, primera condicion de todo buen caballero, me obliga a suplicaros me permitais discurrir, durante unos breves instantes, sobre el siguiente tema: ~

(1) l::u lo Universidad de Madrid, 21 de Febrero de t 8ll9.

EDUCACION SOCIAL DE LA MUJER.

Es un favor que os pido, toda vez que habeis tenido la bondad de dispensarnos otro favor insigne: el de asistir á estas conferencias. La asistencia de la mujer á las cátedras no es para mí una simple novedad: es una verdadera revolucion.

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Hasta ahora veíais á. la mujer, y sobre todo á. la señora española, en el seno de la fa~ilia, distribuyendo su corazon en esos hermosos ·pedazos de la vida que se llaman hijos, hijas, esposos, padres 6 hermanos; la velais en la intimidad del hogar doméstico, donde ejerce y ejercerá. siempre un imperio tan noble como nunca disputado; la veíais modesta, grave, compuesta en el templo; elegante, ataviada, chispeante de gracia y gentileza. en el bullicio de los salones; fascinadora en el teatro; gallarda y majestuosa en los paseos y en las públicas solemnidades. Si alguna vez una Academia abría sus puertas par1\ recibir á un nuevo socio , 6 abría las suyas la Universidad para recibir á un nuevo graduanclo, tambien solíais acudir alli; pero confesad, señoras, que acudiais atraídas principalmente por la curiosidad, 6 por la mágia de un espectáculo á veces sobradamente teatral; á n:> ser que, por uniros algunos lazos de parentesco 6 amistad con el nuevo graduando 6 con el nuevo académico, fueseis á aquellas reuniones para animarlas con una de esas sonrisas encantadoras, con las cuales sabeis crear hasta los héroes, 6 para darles el bautismo de la iniciacion con aquellas hermosas lágrimas que son el más seductor de vuestros encantos. Pero ver á la señora española humildemente sentada en los bancos de una escuela; verla recogiendo su espiritu para hacerlo entrar en las escabrosidades de la ciencja; verla prestando toda su atencion á la palabra grave, y muchas veces seca y descamada de un profesor, y con él lanzarse á. peusnr, á meditar, á discurrir, á abstraer, vosotras que ha beis tomado la costumbre de sentir; en una palabra, señoras, veros renunciar por un momento á los atractivos de vuestro sexo para tomar el porte de un sencillo estudiante, ¡oh! este es un espectáculo tan nuevo como magnifico en España; un espectáculo que es ft·uto genuino de nuestra revolucion; porque si algunas almas perversa.s tratan de convenceros de que las revoluciones no dejan tras de si más que mares de lágrimas y t orrentes de sangre, tened entendido que cuando una revolucion tiene, como

tismos y derribar todas las tiranlas, los tor· rentes que abre esta revolucion no son de san· gre, sino de luz, que se extienden á todas las clases, penetran en todas las esferas de la vida., y arrastran por las vias de la civilizncion y cultura, lo mismo al hombro, sér nacido para la lucha, que ó. la mujer, á quien toen recojer los laureles del combate y acompañarnos eterna é inseparablemente en todos los triunfos y en todas las derrotas. Para mí, la asistencia de la mujer á lns cátedras significa desde luego dos grandes preocupaciones \< encidas: vencida la preucupacion de que la mujer no debe penetrar en los limites de lo que se llama alta enseñanza; vencida la otra preocupncion de que In mujer tiene concluida. su educacion cuando se cierran para ella las puertas <.!el coleg io. ¡La mujer inhábil para la alta enseiiunznl ¿Y por qué, seiioras y seiioritas? Si el corazon de la mujer está abierto ó. todos los sentimicmtos nobles y generosos; si es tan esq uisita su penetracion; si su espíritu es capaz de elevarse á las más sublimes abstracciones y á los más delicados conceptos, por qué no abrir cada día nuevos horizontes á ese espíritu? ¿por qué no ponerle en contacto con todas las grandezas de la creacion, cuando cabalmente es la muje1· una maravilla entre estas grandezas? El sistema de alejar á la mujer de Jos estudios sérios, yo no me lo explico más que por el deseo de mantenerla en una profunda ignorancia pu1·a ponel'!a ba)o la absoluta dependencia de ciertas clases 6 de determinados intereses, 6 por el temor de que, dando á la ciencia un torcido sesgo, se convierta la mujer en eso que se llama vulgarmente una marisabidilla. No hablemos de la ignorancia: basta conocerla, basta adivinarla, basta sospecharla siquiera, para que tengamos el derecho y el deber de combatirla; que por lo demás, harto sabeis, seüoras, que el tipo de la marisabidilla no resulta de los estudios sólidos, sino de las enseñanzas superficiales y ligeras; y que si aun entre los hombres se encuentra el tipo del pedante, no obsta el que haya algunos pedantes para que se encuentren numerosas

1ª nuestra, por objeto destruir todos los fa na-

legiones de hombres doctos, que saben conci-

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Los Conocimien lo.s úliles.

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liar perfectamente la dignidad y la gravedad en que los bueno.s talentos. femeninos nos diedel snbcr con la práctica de los negocios y con sen claras muestras de su poder desde el asienel esmeradisimo trato de las gentes de mundo. to destinado á los maestros; yo quisiera ver la Apenas quiero hablaros del otro errot·, basalta enseñanza de la mujer por la mujer; y mi tante acreditado. No conocen, seguramente, lo ambicion raya á tal límite, que, trocados los papeles, quisiera un día vet·me á mi, hoy proque es la vida, con sus tormentas , con sus vaivenes, con sus perpétu-os embates, los que asefesor, confundido entre los alumnos. y recogien . gtmm que toda educacion debe concluir para la do la ciencia de Jos discretos labios de una dismujer á las puertas del colegio, como si el destinguida maestra; que la ciencia, CQn ser siemenvolvimiento del espíritu humano dependiese pre ciencia, apurece1·ia más amable y deleitosa de una pulgada-m-ás añadida á la estatura por en tan bellas manos CC'locacla, como la miel, la uutno del tiempo, 6 de una pulgada más añacon ser miel y riquísima miel, pareee más dulce- y regulada cuando se ofrece en copa de crisdida al lnrg·o de la falda por la mano de la modis ta. Libro es la vida, abierto constantemente tal que en humilde vasija de barro. á los ojos que quieren ver; pero hay otros libros 1i ¿sabeis por qué deseada yo estas cosas? ¿Sabeis por q nó, á despecho de los rancios, y que nos ayud11n á ver más fáci-lmente, y son aquellos en que la ciencia explica y aclara sus arrostrando el ridículo con que ellos satirizan todo lo que tiende á separar á la mujer de ciermisterios. Cada deseng año que sufrís en el curso de Vttestra vida es una leccion que estais tas pri:cticas rutinarias, deseo yo verla aprenrecibiendo; pero tambien cada idea nueva que diendo y enseñando, no como profesion , sino penetra en vuestra mente puede explicaros como una de sus ocupaciones más nobles? Porque, cuando la mujer se it1struye é instruye, es aquel desengaño y ayudaros á soportarlo. Así prueba de ~tue está en contacto con toda la sola vida del sentimiento y la vida de· la inteliciedad en que vive; po1·que la mujer, nacida en gencia se penetran mútllamente, y recíprocala sociedad , dentro de la sociedad y para la somente se prestan auxilio. semejantes á dos so-ciedad, no está , sin embat·go, en contacto con berbios luchadores que asidos estrechamente ·toda la sociedad en nq uellos países en los cuales de las manos, avanzan á paso largo hácia el <;oel fanatismo y las preocupaciones la tienen alem un enemigo. Y yo no comprendo cómo puejada sistemáticamente de 1a escuela• de decirse que la experiencii , unida á un vas. Señoras y seño1·itas: en Jos pueblos q-ue no to sabet·, madura el juicio del hombre, y que son muy cultos, la sociedad está hoy dia horel juicio de la mujer, á q uten se califica de sét· riblemente fraccionada . El hombt·e (marido, himás débil , puede mad!!-rarse por la fuerza de jo 6 padro) vive poquísimo en casa, mucho en la sola expet·iencia y sin una constante infulos negocios, en la bolsa, en el foro, en las ofision de nuevo saber. cinas, en los escritorios, en las luchas polí-ticas, Ya vení-s á las cátedras, señoras; no quereis en las contiendas científicas.; vi11ja. especula, cargar con la nota de ignorancia; la de pedantismo no os arredre. Permitidme- que os feliperora-, discute y pasa la mayor parte de su vida en mera sociedad de otros hombres. La cite por ello-; pero permitidme tambien que mujer, por el contrario, vive en- casa, hace los sea franco con vosotras. Ya venís á las cátedras, es verdad-; pero toda vía las señoras viehonores- de ella á las relaciones- habitaales de nen en gran parte , prévia una cortés invitala familia, asiste á la~ prácticas religiosas, cion. Indudablemente este es un gran paso hápaga visitas, concurre á los espectáculos, lee cia el progreso científico de la mujer, pero no algo , toma parte en algunos debates, pero enes esto todo lo que esperamos-. Yo quisiera ver mudece constantecente desde el moment-o en pronto aquel dia en que las señoras viniesen á que estos toma-n un carácter sério y Hegan á las cátedras libre, expontáneamente y por su cierta altura. Consecuencia de este sistema: el ~pio impulao; yo quiai"a q"" il•g<ca uu dia hombre puede estar siempre donde -está la mu- ~

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Los Gonocinlientos útiles. jer; la mujer no puede estar siempre donde está el hombre. ¡Cuando os digo que la sociedad está horriblemente fraccivaada! Y al decir_ esto, no es que yo pretenda que la mujet· entre tan de lleno en todas las funciones de la vida social, que tome siemp1·e en ellas una parte tan directa é inmediata como el hombre. Os confieso que me halagada muy poco ver á la mujer convertida en una notabilidad financiera ó en nna celebridad tribunicia. Pero, sin perjuicio de que la mujer tenga su asiento y autot·idad principal en el seno del hogat· doméstico, ¿qué razon hay para limitar su influencia á la familia, q ué motivo para no extender esta intiuencia , esta poderosa influencia, á todos los lugares donde se ponen en juego intereses humanos, si al .fin y al cabo estos intereses han de trascender en la suerte de la mujer misma? ¿Por qué la mujer ha de perder algo en concepto de mad1·e. de hija, de esposa, por tener al mismo tiempo algo de artista 6 de industrial, por ser viajera, escritora, profesora, y sobre todo ciudadana? ;.Po¡· qué el sentimiento religioso, eL amor y la amistad, únicos ateo tos que ciertas escuelas admiten eu la mujer, no se han de hermanar per:fectamente en ella con el sentimiento del arte, con alguna inclinacion á los negocios , con la a-tlcion á la lectut·a abundante , sana y p rovechosa, y con el instinto de las g~·andes refo rmas políticas y sociales? Justo es que la mujer tome interés en todas estas cosas . puesto que con ellas está tan relacionada su existencia co-'mo la del hombre. ::li llegan á interesarla, tened por seguro que ejercerá influencia en ellas; y la influencia de la mujer en todos los órdenes de la vida es una prenda eftcacisima de civiliza-

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cíen y progreso. Me atrevo á. decir más : yo no vacilo en, asegurar que el desenvolvimiento de las civiliiaciones marcha siempre al compás del grado de influencia que vá ejerciendo la mujer en todas las partes de la vida social. En pueblos poco cuftos, la mujer vive aislada del hombreó por él torpemente abandonada; conforme la cultu. ra avanza, la mujer va acompañando cada dia más y más al hombre á todas partes; si no con su accion 1 á lo ménos con su opinion y su con-

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sejo ¿No os han contado que en muchos pueblos salvajes se vé á la mujer encorvada bajo el peso de ásperas labores, en tauto que el h(}[Ubre duerme regaladamente á la sombra de copudos árboles? ¿:-lo recordais que la mujer vive enmut·allada en los harenes del Ot·iente, y que entre los antiguos pueblo~ paganos no era señora, sino sierva, no compaüera, sino esclava? Contempladla ya, en cambio, en las sociedades cristianas, y desde q no npaeece la ley de Ct·isto, ved! a con vet·tida en el u!ma de las familias, coeriendo á compartit· cCDn los hombres la palma del martirio, enjugaudo lns litgrimus del pobre de choza en choza, J solicitando lu compasion del rico de pttlacio eu palacio ; más tat·de, en la edad media, animando al guenero desde las almenas del feudal castillo, tomando des pues una parte honrosa con la palabra y con la pluma en el renacimiento de las letras, y en nuestros tiempos ofreciendo admirables tipos de patriotismo en lo polltico, de arrojo en lo militar, de abnegacion en las virtudes cívicas, de sublimidad en la region del arte, de galanura y novedad en el campo de las letras. No cantemos victol"ia, sin embargo. Mucho ha cambiado, mucho ha mejorado la condicion social de la mujet· en estos últimos tiempos; pero os repito que la sociedad estará fraccionada en tanto que la mujer figu re como un tipo raro y excéntrico en todas las cosas sérias y dignas que estén fuet·a de la vida doméstica; en tanto que no lleve á. todas las esferas de la existencia social ~1 peso de las admirables do tes con que la adomó la Providencia. No se trata de la inftuencia especial de una mujer en su siglo; se trata de la influencia general de las mujeres. La influencia general de la mujer en la sociedad significa la confianza en la mujet·; y la historia nos demuestra que la mayor confianza en la mujer ha coexistido siempre con un nivel más elevado en la cultura de los pueblos. ¡Qué tristes tiempos aquellos en que el recato y la dignidad de la mujer buscaban su salvaguardia, bajo formas t•udas, materiales y hasta degradantes, en los altos paredones, detras de espesas rejas y celosías, bajo la negra mascarilla 6 el tupido-velo echado sobre el rostro, ó

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~~-----------------------------------------------------~© ~ L os Conocimientos útiles. ~ 14 confiados á la larga espada y á la afilada daga del paje y del escudero! Hoy di a, y con razon, nos parecen insenaatas aquellas precauciones. Merced á nuestras costumbres, más templadas (digan lo que quieran los restauradores de todo lo viejo y carcomido), el decoro de la mujer honrada se sostiene por el solo prestigio de la virtud, sin cerrojos, ni embozos, ni tapadas, ni fleros valentones armados hasta los dientes. Sin embargo, al juzgar lo que pasa hoy en este punto, todavía cube hacer una distincion importante entre pueblos y pueblos. En unos, las costumbres dispensan confianza á la mujer bajo lu condicion de vivir con cierto aislamiento,

últill10 aunque lamentable vestigio de otras edades más duras; en otros (yson por cierto los más avanzados) la opinion pública aplaude y distingue á la mujer cuando, sin faltar á los deberes de familia, influye en los negocios públicos, se interesa en todas las causas nobles, comprende y hasta ayuda á decidir los altos problemas de la ciencia y de la política. ¿Cómo se verifica en estos pueblos semejante fenómeno? ¿Á qué reglas, á qué principios tendrá que obedecer la mujer para participar de la vida.social en proporciones tan latas? P unto es este delicadísimo, sobre el cual ~ne permitiréis detenerme un momento. (Se concluirtí.)

PEQUEÑAS INDUSTRIAS. Los juguetes.

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No se cree á primera vista que la fabricacion de algunos objetos, al parecer de pequeña importancia, constituya un ram9 considerable de trabajo y un manantial de beneficios para clases numerosas de obreros. A esta categoría pertenece la fabricacion de los juguetes, soQre los cuales nos ocLU'J'e publicar algunas not icias que acaso verán con gusto nuestros lectores. Los bolos y los tromP,Os ó peones se fabrican por los torneros en casi todos los pueblos, pero constituyen un!;!. verdadera fabricacionen el departamento francés de Aisne, que es tambien una e.. pecialidad para los juguetes tallados, las carracas y los soldados de palo. Villiers Cotterets produce los cañones de madera, las paJas y lns paletas para diversos juegos, como de pelot a, etc. S tras burgo expide carritos y otros carruajes; Metz naipes con preguntas y respuestas; ese ino~en te j u ego en que la carta preguntadora dice, por ejemplo: »Será rubio mi marido?n y la otra, sacada á la suerte, responde: »Sí, pero has de comer muchos confites.»

Lallier, en el departamento del Eure, produce los juguete:; de hoja de lata. Los dominós, los dado.:; y las fichas proceden de Me! un, en el de Oise; las muñecas y los lloro¡¡es se fabrican en grande esClllla por los suizos y en Amien,s . Los pitos y las flautas constituye,ll,;la ~loria industrial de algunos pueblos del de~artamento dé .Tura. El bullicioso y revolucionario París _se reser:va los tambores y la especie de flautas especiales llamadas mirliton. Del Tiro! italiano se llevan á toda Europa las muñecas baratas de á 3 ó 4 cuartos; y del Tiro! austriuco las ranas que saltan. La Sajonia Rhiniana y el reino de Saj,onia producen las tiendas de comestibles en miniatura, los pastores con árboles y rebaiios y las arcas de Noé. Los piamonteses, que tenían en otro tiempo el monopolio de los soldados de plomo, expidiéndolos á Puris y á otras capitales, en el dia se han tt·aslndudo á fabricarlos en los grandes centros de consumo; pero sus productos solo

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~ ~-----------------------------------------------------~ Los Conocimientos úliles.

son de pacotilla, los soldados baratos; los finos y distinguidos se fabrican en Nuremberg. Estos llevan los uniformes modernos, mientras los piamonteses, más atrasados, conservan aun los trajes de i812; y sin embargo aun hacen buena figura al lado de los que les han sucedido. U ua revista forestal, de laque tomamos como nuestras las anteriores noticias, y que contiene otras muchas, dice á propósito del consumo de madera que se hace en•algunos distritos, que se emplean cortas irupo1·tantes de haya en fabricar mangos de almohazas; y que en Francia

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se cqnsumen 1. 200 millones de fósforos de madera, que no consumen al a ño ménos de 80.000 tercios de esta para abastecer á esta enorme fabricacíon. Para no citar más que uno entre los juguetes, diremos que en París se fabrican mensualmente 200.000 docenas de tambo1·es para niños, habiendo époqas en que es imposible satisfacer todos los pedidos de fuera. Esta asombt·osa fabricacion supone al año una fabricacion tle 30 millones de estas peq ueüas cajas de guerra y la de 60 millones de baquetas.

CRÓNICA.

ÜOI'ISUMO DE CARNE DE CABALLO.-Se han abierto en diversas poblaciones de Francia nuevas casas de venta de carne de caballo. Se consume actualmente en esfa nacion i 65.000 kilógramos de esta carne por mes, ó sea dos millones de kilógramos por año: segun el censo del ganado caballar y mular se podría disponer de 53 millones. ENsEÑANZA suvli:nton DE LAS MUJERES EN RusiA. -Las damas de la más alta sociedad de San Petersburgo, con la princesa Stcherbatoff á la cabeza, pidieron en el mes de Octubre último al' ministro de lnstruccion pública la apertura de una universidad femenina, ó al ménos de dos facultades, una de ciencias histórico-ftlológiclls y otra de ciencias naturales. El ministro, segun el informe del inspector de la universidad, ha creido que bastaba por ahora establecer cursos públicos universitarios comunes á hombres y á mujeres. ENCUENTRO DE UN TREN DE CAMINO DE UIÉRRO CO:'! ELEFANTE.-En una correspondencia de la India se lee la sig uiénte relacion de un grave accidente ocurrido á. un tren, que no habrá tenido acaso precedente desde el establecimiento

UN

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de los caminos de hierro.

«Hácia las ocho de la noche, un tren de mercancías que iba de Sahelg ung e á Mirzapore, se aproximaba á un sitio del camino á cuyo lado babia un cobertizo, bajo el cual babia atados unos 70 elefantes. Las luces rojas Lrillaban á. lo lejos, el ruido de la locomotora causaba , al parecer, una terrible consternacion en los pobrlls animales, que trataron de desatarse. Un macho grande, el más fuerte y valiente de la cuad1·illa, se puso de tal modo furioso que consiguió romper su cadena y se lanzó de ft·ente al tren para combatir y detener este supuesto ene· mi¿o. Apenas estuvo en medio de la vía cuando el tren llegó sobre él; el elefante le recibió con golpes de cabeza J de sus colmillos, pero el pobre animal no tenia bastante fuerza para luchar contra el vapor y la máquina; fué arrollado y muerto sobre la vía; pero la locomotora, rebasando su cuerpo, descarriló y fué á caer con once vagones á un foso. El fogonero saltó á tierra á. tiempo, pero no sucedió desgraciadamente lo mismo al maquinista, llamado Smith, que permaneció en su puesto y recibió heridas tan graves que es probable no se salve.ll

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PAUPERI S~IO EN

INGLATERRA .-Habia en Inglapobres; en 1868 la esta812.000 i867, en terra dística acusa un aumento notable, siendo el nú-

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Los Conocimientos útiles.

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mero total 927.239. La poblacion de Inglaterl'a, no comprendiendo la Irlanda y la Escocia, sien-· do de 20 millones de habitantes, resulta muy próximamente un pobre por cada 20 habitantes. Pnt:mO l\ELATIVO Á LA HISTORIA DE LA VACUNA.- E! gobierno ruso ofrece un premio de 3 000 rublos (unos 38.000 rs.) al autor de la mejor historia de la vacuna. Ha creído deber celebrar de este modo la introrluccion de esta práctica en el Imperio do Catalina II.

EFllCro !1EMocnAr.1co

DE

us QUINTAS -Hallárrdo-

se el Cuerpo legislativo de Francia discutiendo la nueva quinta de 100.000 hombres, la llevist'a de Ambos Mundos ha publicado el cálculo siguiente: u En todas épocas la progresion de la poblacion ha seg uido una marcha en sentido inverso á ht del reemplazo del ejército: en tiempo de la R estanrncion, cuando la quinta anual no era más que de ,10.000 hombres, lapoblacion se aumentaba rápidamente; cuando este número subió á 60.000 hombres, se disminuyó el progreso; cuando á iOO.OOO, este fué casi nulo , y en los dos a üos en que fueron llamados al servicio 140.000 homb1·es, la proporcion fué en sentido inverso. La Francia no puede sobrellevar de ningun modo una quinta anual de lOO.OOO hombl'es ,, MIEL PARA DAR OUE~ SAIJOR Y OLOR A LOS VINOSSo mezcla. por partes iguales miel de la mejor calidad y vino, añadiendo algunas Í10jas de lau-

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M.IDfiiO: i809.=hnprcuta de Los

Co~octlUEnos

re!; se sujeta el touo á un fuego lento, hasta que se rtld uzca la mezcla á una t ercera parte de su volúmen, teniendo cuidado en separar la espuma que se forme; se deja enfriar, quitando ántes las 11ojas de laurel, y se guarda en vasijas h padus. Si en cada 200 litros de vino, sea nuevo ó añejo, se echun 20 libras de dicha eomposicion, ántes de veinticuatro horas habrá adquirido muy buon. sabor. UN.·tEr.Aeo.-Las industrias, aun las más hitmildes, prosperan con la civilizacion, Siempre se ha dicl1o un tJobre 1Jescador; pues bien, un pescador, al que por lo visto no se puede lla- mat· pobre, acaba de morir en Ohatou · (Franrua), dej l\ndo, entre otros legados, uno de 20 000 duros para funda¡· en aquella localidad un club de pescadores, en Granouilliere, punto de interseccion ent re Chatou Orois.oi Rueil y Bougival.

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FORilSTAL DE ÁUSTRIA.-Se cuentan en este pnís 56 659 fanegas austriacas (arpents) de olivares, 800 de laureles y castaño~, 31.,166.809 de encinas de robles y de coníferas. Pot• lo tanto, un total de 3-1.51'7.268 de bosques naturales 6 cultivados, que oc.upan un tercio de s u tel'l'itorio productivo. E s TADÍSllCA

.E n todas las selvas del imperio se recolectan 28 millones ele codos de madera, de los cuales solo un millon y medio son de maderas de construccion y de taller; el resto se consume como leña 6 convet·tido en cat·bon.

tiTtLes, á cargo de Francidcu fioig, Arco de Sunla Maria, 39.

FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


~©P---------------------------------------------------------~~~ 17 ~ Los Conocimientos útiles. Núm. 2. 0

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CONOCI.MIENTOS DE INDUSTRIA .

EL VELOCÍPEDO.

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Hace tiempo que hábiles mecánicos y y construct01·es prácticos se han ocupado de la construccion de un vehículo capaz de poder recorrer un camino en buen estado de conservacion, sin el auxilio de la fuerza de los animales ni el vapor. Algunos han pretenciido usar como motor la electricidad ; otros, menos afortunados, han combinado diferentes órganes de máquinas puestas en relacion con la accion propulsora que el conductor del carruaje pudiera desarrollar, mediante su propio peso, 6 el ejercicio de sus músculos, sin que tales experiencias hayan alcanzado la solucion del problema que se proponian. El trabajo y la constancia vence en gene¡·al determinadas dificultades, especialmente en los aparatos mecánicos, y ciertamente la práctica ha demostrado, en el que nos proponemos reseñar, aunque ligeramente, que la complicacion de ruedas y palancas no era el medio de llegar basta la resolucion del problema de locomocion, sin el uso de otro agente motor que el hombre. El aparato llamado 'lJelocípeclo, denominado taro bien por algunos velocije?·o, cu · yo uso se ha propagado tanto en Francia como en Inglate¡·ra, es un vehículo que tambien se ha importado á España desde el ::nomento de su aparicion en el extranjero, y quizás si no se halla tan generalizado entre nosotros, es sin duda por no saberse sus ventajas é inconvenientes, 6 porque algunos no lo conozcan. Esta publicacion, cuya índole es esencialmente práctica y recreativa, debia dar á conocer el velocípedo bajo el punto de vista de utilidad si en si la tiene; y por ello presentamos las siguientes observaciones con la descripcion y manejo del apa· rato, suficientemente extensas para que el lector pueda apreciarlas. Marzo 13 do 1869.

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El velocipedo es un vehiculo de madera 6 de h4erl'o', con dos, tres y aun cuatro ruedas, que reciben el movimiento de impulsion con las puntas de los piés. La invencion de este apa1·ato pertenece al principio de este siglo , y con él se han verificado numerosas experiencias en dtfeeentes épocas, sin babee llegada á conseguir los inventot·es el objeto que se pro· ponían, que era el de poder ma1·char de un punto á otro rápitlamente, mediante el esfuerzo muscular desarrollado en suficiente cantidad, para hacer mover las ruedas del aparato y vencer las resistencias pasivas, opuestas en el sentido de la marcha, y segun el estado de la superficie del camino por donde las ruedas habían de gir ar. Los primeros ensayos q ne se ejecutan con toda invencion no suelen ser las más felices; y efectivamente, el antiguo velocípedo era tle mader·a , m uy pesado, lns ruedas tenían un pequeño diámetro, y esto contribuía á que la marcha fuese más len · ta y el esfuerzo consumido para dar movimiento nl apat·ato mucho mayor. El velocípedo actual de tres ruedas (figura 2. ') es de una constl·uccion ligera, con sus ejes acodados, de los que parten unas bielas donde se apoya toda la planta del pié, y por cuyo intermedio se produce un movimiento alternado, qlle es el que le impele á marchar hácia adelante. La invencion del velocípedo parece que se hizo en Francia en 1808; pero más tarde, en 1830, un empleado de c01·reos, el sei'íor Dreuze, tuvo la idea de proponer á la admioistracion este aparato , aplicándolo al servicio de los carteros de los departamentos provinciales, á fin de que la correspondencia pudiera repartirse en los pueblos con más prontitud. Aunque semejante proyecto se llevó á cabo despues de grandes gastos, la administracion de TOMO

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Los Conocjroientos útiles.

¡ correos no tardó mucho en comprender la inutilidad de semejante determinacion, y pot· último se recogieron á los carteros sus velocípedos. Sin embargo, algunos aüos despues reapareció ~este instrumento, movido entonces por dos palancas puestas á los costados y al alcance de la maoo del que iba montado; pero tambien semejante mecauismo tenia, además de su im perfeccion, la de fatigar demasiado al conductor, y la clificul tad de poder ca m· biat· á voluntad de direccion. Además, el esfuerzo mu~cular de los brazos nunca puede sostenerse tan largó tiempo en ac- . ciou como el de las piernas, y por esta causa volvió nuevamente á olvidarse el vtJlodpedo, hasta hace apenas tres años que se importó de los Estados-Unidos el mecanismo actual, segun se representa en nuestros grabados. En París cil·culan por la poblacion cen ~ ten ares de velocípedos, y ya hay fabrican· tes especiales de ellos, sus profesores, sus prácticos y sus entusiastas. En fin, es el coche democrático que está llamado á resolvet· el problema de la locomocion personal á wn p1·ecio 1nódico. No es de esperar que el velocípedo ten· g·a un pol'venir bt·illante como el de la locomo tora; pet•o si podemos decir que es muy útil, y que reune -lo útil y lo agradable. Si como _instrumento locomotor tiene ciertas ventajas incontestables, tam· bien puede decirse que es un poderoso estimulante para los temperamentos linfáti·

cos ó predispuestos á la anemia; fortifica los músculos, dá más soltura á las articulaciones y los miembros, por cuya causa impide la gota y el reumatismo, · hallándose hoy recomendado su uso como- un ejercicio gimnástico , fortificante é higiénico. En fin, en el campo como en la ciudad, el velocípedo es un auxiliar útil y poco costoso, fácil de.manejar, ligero para tras· portarlo y que ocupa muy poco espacio. «El hombre-segun dijo Buffon,-sabe di· rigir sus acciones, concertar sus operacio· nes, medir ijU tiempo y movimiento y ven· cer la fuerza por el espíritu y la velo-

cidad.»

Ganar á alguno en ir más de prisa, llegar é,ntes que él porque se ha marchado. más velozmente, alcanzar sobre ot_r.o la ventaja de tiempo y la cele1·idad para salir mejor librado en el mismo proyecto; llegar áutes al fin del objeto que uno se propone; tales son las cosas que uno puede hacer con un velocípedo. En el campo, sobre todo los que habitan casas aisladas, no teniendo á su disposi· cion otro medio de locomocion que el de sus piernas, pueden ir pronto y cómoda· mente de un punto á otro. A los empleados de can·eteras les seria muy útil semejante instrumento , porque este servicio que exig-¿ tanta movilidad, y cuya retribucion no es muy grande, podria á np dudar economizarles el gasto de un caballo.

Fig. l. 8

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IJos Conocimiento s útiles. El v~locípedo más perfeccionado es el que actualmente construye en París el se· ñor Bénon, con hierro forjado y ruedas en extremo ligeras y sólidas. En la figura V" está rept·esentado el velocípedo con dos ruedas, 6 sea una detrás de la otra, ligadas entre sí por un vástago de hierro, en el cual hay implantado un muelle de acero, en el que deseaosa el cuerpo. La rueda mayor, que es la delantera, lleva en su eje dos pedalas, en las que desean· san los piés, y mediante un lig·et·o movimiento se pone el vehículo en movimiento. Las manos se apoyan en un manubrio que está en relacion con el eje de la rueda delantera con el fin de facilitar el cambio de direccion, asi como para apretar el fre· no que por medio del rezamiento hace parar instantáneamente el aparatp 6 disminuye su velocidad adquirida, especialmente al descender por una pendiente rápida. Seguo las numerosas experiencias que se han practicado, la velocidad que se puede obtener con el velocipeclo, es por término medio de cuatro á cinco leguas pot• hora t. y ya se ha experimentado repetidas veces que una persona acostumbrada á este sistema de locomocion pu~de aodar veinte leguas en cinco horas sin necesidad de bajarse; porque las piet·nas no están constantemente en accion, y en los terrenos llanos 6 en las pendientes pueden levantarse los piés de las pedalas y apo· yarlos sobre unos soportes dispuestos con este objeto. Solo de cuando en cuando se dá nueva impulsion al aparato, si es que disminuye su velocidad porque el terreno se~ hol'izontal, 6 que las pendientes estén en senLido opuesto unas á otras. Hemos fijado anteriormente la velocidad que de ordinario puede obtenerse, porque para ir más despacio se necesita llevar más cuidado, por ser más difíQil conservar el equiiibriq, siendo mejor por consiguiente un término medio en la marcha. Sin embargo, no cape duda que puede aleanzarse una velocidad muy superior á la in· dicada, á juzgar por el resultado de las carreras que se efectuaron en Saiot-Cloud ~ el 31 de Mayo de 1868, y las de Víncennes

en 6 de Setiembre de igual año. La dis· tancia que debía recorrerse en el primero de estos sitios medía 2.400 roett·os con una pendiente subiendo del 3 y del 4 por lOO, recorriéndose la tercera parte de este camino en cuatro minn.tos y cincuenta segundos. En Vincenues la distancia. era de 1.800 metros, y se emplearon cinco minu · tos teniendo la rueda mayor 90 centimetros de diámetro. En otra carrera de 3.600 mett·os, en la que se proponían 500 fl·s. al que llegase ántes al sitio designado, se emplearon nueve minutos diez segundos; y se vé pues, segun tales experiencias, que el velocípedo, á pesar de cuanto digan sus detractores, no es un juguete, sino que, por el contrario, es un instru· mento que puede prestar grandes servicios, y en prueba de ello no hay más que observar cuánto se ha generalizado su uso por todas partes, especialmente en Inglaterra y Francia. Hasta ahot·a el velocipedo es un objeto puramente de placer, pero quizás no tarde su perfeccionamiento, pnes hay quien se ocupa en aplicarle una pequeiía máquina de aire, enrarecido pot· el calot· producido por una lámpara de pe· tróleo, y entonces ya le podt·emos coosiderat· de más utilidad, mal que les pese á los que hao tratado de ridiculizarlo por las expel'iencias que en 1808 se hiciet·on en Paris en efjardin de Luxembourg. , Para aprender á servirse del velocípedo debe elegirse uno de los que al mon tarse en él toquen al suelo las puntas de los píés. La rueda delantera se pondrá. en la direccion del camino que ha de seguil·se, y despues de montado se coloca un pié sobre una de las pedalas, conservando el otro en el suelo hasta que se le imprime el primer movimiento, en cuyo momento se pone el otro pié en su pedala para hacer funcionar alternativa y regularmente am· bos piés, hasta conseguir cierta velocidad. Con pocas horas de ejercicio se alcanza la práctica necesaria, y cuando las piernas adquieren cierta flexibilidad y se mueven con candencia igual en el momento de im~ pulsion, puede decirse que la prá-ctica está terminada. Despues, la costumbre de usar el aparato es lo necesario para marchar ~

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con toda la velocidad de que el vehículo es capaz. Si algun obstáculo. imprevisto forzase á parar instantáneamente, bastari<J. apretar el freno é impedir con su rozamiento la rotacion de la rueda de atrás, para cuyo efecto se envuelve en la barra de hierro donde se apoyan las manos la cuerda metálica que comunica con el freno, y levantando uno de los piés de la pedala se apoya1·á en el suelo para no ooerse, cuidando al p1·opio tiempo de ne soltar las manos del aparato, para sostenerlo y vol-

verlo despues á su posicion de equilibrio. Cuando el velocípedo sobre el cual se hace la práctica tiene sus ruedas de 11n gran diámetro, podrá ayudar en las primeras lecciones del principiante otra per· so na, para mantener el aparatq en la dir~c· cion de la marcha, aconsejándose además la ejecucion de las primeras carreras en terrenos que tengan alguna pendiente, á fin de adquirir más pronto la c.osttLmbte de mover las piernas.

Fig. 2.a

El' velocípedo con tres ruedas ~figura 2. a) tiene tambien su freno, palanca de movímíen to y de parada, y está·destinado para las seiioras, porque- no produce ei menor cansancio ni hay el temor de· poder caer por falta de equi·librio. La teoría de este aparato, segun la disposicion de su sencillo mecanismo, está fundada en el principio de locomocion que tiene nuestro orga· nis.mo por medio del movimiento aJternado de las piernas, cuando por efecto de la vo· luntad nos ponemos en marcha·, y basta por consiguiente al montarse·en este apa· rato mover las piernas lo mismo· que se hace al and:ar; para que apoyándose los piés en las bielas que comuniétl.n· con el eje inversamente acodado de la& ruedas, se verifique el movimiento de tl'aslacion del vehículo, ayudado por la accion propulso· raque trasmite la palanca lateral movidá

á brazo y la accion de Ia graved'ad· del'individuo, que naturalmente ejecuta cuando apoya aliernativament9los piés contra las pedalas. La mano izquierda se apoyará en el timon que comunica con la rueda delantera, bastando para cambiar de direccion mover·á uno ú otro l-ado el timon, de modo que la llanta de la rueda se apoye sobre el plano que marque la direccion del camino que ha de recorrerse. Como se vé en el dibujo, la planta del pié apoya en toda su extension sobre la padala, y para q·ue no se res·b ale hácia adelante, tiene aquella una guarnicion de cuero por la punta y el tacoa, como si fuera una zapatilla moruna, su·ficien temente grande para sacar y meter el pié prontamente. Sentado el'viajer.o y puestos los piés en las pedalas, no hay más que mover natut•almente los piés de una ma·

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Los Conocimientos úlHes..

nera análoga á la que se ejecuta cuando se marcha ordinariamente; entonces la mano derecha mueve hácia atrás y deJan· te la palanca 1atet·al que sirve tambien de freno, y continuando el movimiento· de los piés y el de la mano, se pone en marcha el velocípedo con una velocidad relativa á· la celeridad con que se mueven las pier· nas, lo mismo que si fuéramos al paso reglllar 6 la carrera, etc. Sin embargo, po· demos asegurar que moviendo las piernas eomo en el paso ordinario, se anda más de prisa que un coche cuyo caballo marche a! trote; pero de todos modos la velocidad es siempre menor qa.~ la obtenida, en igualdad de condiciones, con un velocipe· do de dos ruedas. El aparato de tres ruedas es, segun se vé, elegante en su forma, sólido porque es casi todo de hierro forjado; sus ruedas son de dobles rádios , para tener el m&.ximum de rigidez en la circunferencia, y el asiento afecta la forma de una cesta de mimbres semejante á la construccion de algunos earruf\jes americanos. Como los de dos r.uedas, tiene sus tacillas engr asadoras para lubrificar constantemente los ejes. Llevan tambien en la parte delantera su farol suspendido en u n mueUe espiral pat>a impedir que algun moviento brusco lo pudi~ra apagar, y además tienen en co· mu nicaoion con el eje princip-al, en. d-ende hay implantado un excéntrico) una biela que pone en movimiento el rodaje de un pequeño contador, que aprecia el númerE~ de vueltas que ejecutan las ruedas du.rarr· te la marcha, y por consiguiente la distancia recorrida , segun la menor 6 mayof

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V

velocidad é independiente del tiempo trascurrido~ pero relacionado con la calidad y estado de la superficie del camino por donde se marcha. Tales son los actuales veloci pedos, que tanto absorben la atencion de los pal'isienses; cuya sencillez en su construccion per· mite adquirirlos por un módico precio, porque uno de estos aparatos de clos rue· das y sin freno cuesta 150 francos, y el más caro, 6 sea el modelo de viaje, llega á: 30(), francos por que está provisto de una poccian de accesorios qne no son precisos dentro de una poblacion. Tambien hemos tenido ocasion de ver velocipedos con tres ruedas y dos asientos y otros con cuatro rut:"das y cuatro asientos, pero nunca la velocidad del aparato puede llegar á la q-ue se obtiene con el de dos .ruedas, á pesar de estar multiplicada la fuerza de propulsion. Si efecti'\lamente llega á perfeccionarse el velocípedo, de modo que una pequeña -máquina ponga en accion la& ruedas, entonces será un vehiculo casi necesario para los que, teniendo necesidad de recor· rer gcandes distancias, no les permite su fortuna más gastos que el único que este vehículo origma. De todos modos, con vo· l untad y algunas pequeñas economias, podrá tener cualq uiera su coche sin nece· sidad de lacayos ni j okeys. Tal vez no esté lej~no el dia que t am· bien en España se extienda el uso del velocípedo, si es que se admite en principio la locomocion per-sonal democrática casi de

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©~------------------------------------------~--~, -&,l 22 Los Conocimientos útiles. l

CONOCll\HENTOS DE FISIOLOGIA. •

O LOBES.

I.

En otro lugar de esta obra hemos examinado, bajo el titulo de fisiología vege· tal, un punto referente á la relacion que existe entl'e el olor y el color de las :flores . En el presente articulo vamos á exponer~ algunos conocimientos relativos á los olores en general. En el estado actual de la ciencia se cree que los olores son partículas excesivamente ténues, que se volatilizan en la superfi· cie misma de los cuerpos olorosos, difundiéndose y disolviéndose en 1a atmósfera que les sirve de vehículo, llegando á obrar por este intermedio sobre el órgano del olfato. Los olo¡es provienen algunas veces de emanaciones producidas por la accion del calor sobre ciertos jugos vegetales, y otras del trabajo de algunas de las funciones orgánicas P.e los cQerpos.. Respecto al hecbo de la volatilizaoion de las roolécula.s pueden citarse casos m uy notabl13s. El alc~nfo r y el almizcle son de lo~ ,cue~'pos m&s olorosos; pero hay u na gran diferencia entre la tenuidad de sus m,oléculas oO.oríferas y la tenacid11d de su olor. En poco tiempo se volatiliza por completo un pedazo de alcanfor, y es tan rápida esta volatilizacion que el desprendimiento de las moléc.ulas odoríferas determina el movimiento giratorio de un fragmento puesto en agua. La cantidad más mínima de almizcle, por el contrario, apenas ha disminuido sensiblemente su peso despues de muchos años, por más que no haya cesado de impregnar con su penetrante olor todos los cuerp~s inmediatos. La volatilizacion del alcanfor la h abrá observado cualquiera en su propia casa: para preservar la ropa de la polilla

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g ranos de dicha sustancia envueltos en un papel; pues bien , al cabo de dos ó tres meses que dura el estío, y cuando se van á usar las ropas, se encuentran los papele,s vacios. Se encuentran cuerpos oloros9s en los tres reinos ue la naturaleza: en el vegetal, en el animal y en el mineral. Vamos á presentar algunas n oticias cu· riosas relativas á los olores en cada uno de los casos.

u. No todos los vegetales son olorosos, ó á lo ménos algunos no producen ímpresion olorosa en nuestros órganos olfatorios; pero debe tenerse presente que hay oJores que unos perciben y otros no, y sobre todo, que hny olores que el hombre no percibe y está. demostrado que producen efecto en el órgano rlel olfato de los ani males; algunos creen prQb&ble que todos los vegetales sean olqrosps. Ea general s~ debe atribuil' el olor que espare!3n los vegetales á la mayor 6 menor vol ~tilidad de algunos de sus inmediatos productos, y sobre todo, qe lQs aceites ~se,nc.iales que es pt·eciso colocar en el número de los más importantes de dichos productos. Los aceites esenciales se encuentran en las diferentes partes de las plantas, y son segregados por gl¡índulas especiales. Entre los olores de las plantas puede establecerse una distincion fundada en las partes de donde emanan. Los unos provienen de las raíces, del leño, de las cortez as; su exhalacion es el resultado de una organizacion particular, es una propiedad. Los vegP.tales que los exhalan segregan de. un modo permanente aceites esenciales que se volatilizan con más ó

se -co_l_o-ca_ e,.,n,..t,..re,.,....a-q-ue-·1-la-p-eq...u_e_ñ..;.o_s_t_r_o_z_os-ó--m-én-os rapidez, y cuyo olor persiste aun~ Á

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----------------------~~ ~'~~-------------------------------os 23 ~ útiles. ~

Los Conoc imient

despues de la m uerte; tales· son, por ejemplo, la corteza de canela , la raíz de valeriana, etc. Otros olores solo se manifies tan en el moment o de la fioracion, y de consigui ente tienen su asiento en la misma flor; se prolonga r ara vez pasado el término de la vida. Este desprend imiento de aromas es, al parecer, el resultad o de una funcion cuyo ejet·cicio tiene alguna relacion con el acto de la fecundac ion, siendo un punto de analogía con el que se observa en un gTan número de animales que difun den un olor particul ar en la época del celo. Hace observa¡· un autor, en comprob acion de esta idea, que las flores en algunas especies , como el castaño, por ejemplo, tie nen el olor bien caracter ístico que pt·esanta el líquido seminal. Se ha intentad o por muchos clasificar los olores, tomando la mayor pat·tP. de los au· tores por base de su clasificacion los olores vegetale s ; pero ha~taahora no se han ob· tenido resultad os satisfact orios, ni bajo esta base 6 punto de vista , ni bajo el aspecto químico que ha sido ~doptado por otros. ,H ay ciertas especies de olores que presentao alguna analogía entre si y reciben nombres genédco s, indicand o la especie como, por ejemplo , alcanfor ados , alcalinos , ponzoñosos, fétidos, amoniac ales, oleagino sos, etc.; pero hay infinito número de olores de otras especies que tienen su carácte1· especial y no pueden ser clasificados ni denomin ados. Losvege talesent randespttesde lamuerte en el impel'io, por decirlo_así, de las ley es química s, y dan lugar por causa de las reacciones á nuevos olores. Algunas eseucias , por ejemplo, no se encuentt •an en las plantas, pero se forman en cou tacto con el agua y bajo la influenc ia de una especie de fermenta cion , como la esencia de mostaza negra. La. esencia de almendras amargas se for·ma tambien en las mismas circunst ancias, á más de hallarse ya en algunas rosáceas . Finalme nte, la :iestilaci on de las sustancias vegetale s dá tambien or igen á muchos producto s de olores especiales, y en número de casos , fétidos. gTan ~

JI!. En el reino animal se observa una propiedatl notable respecto de los olores, que no es comun ni á los vegetale s ni á los C11erpo.s inorgáni cos, y es que en el orga11ismo ammal cada pt·oclucto excretad o 6 segregad o tiene su olor propio, que depende las más de las veces de la misma natu raleza tle cada fnncion. La sangre, esa ca,n~e ci1·cula1~te, como ha dicho un sábio fisiólogo, exhala un olor caracteri stico que difiet·e en intensid ad en la mayot· parte de los animale s, y segun parece comprob ado , es más pronunc iado en el macho. Las hect:s 6 excreme ntos casi siempre produce n nn olor fétido, tanto más pronunciado , cuánto más aseado es el alimento del animal. La orina tiene un olot· amoniac al en el hombre y en los carnívor os, y es casi inodora en los herbívor os. Diversas sustancias modifican profund amente las pro piedades oJ.ol'Íferas de la orina; la esencia de tt·ement ina ingerida le comunic a el olor de vio1eta; los espárrag os le dan una excesiva fetidez , Q.echo, este último, que tedos nuestros lectores habrán observad o. El olor del sudor, el del humor sebáceo segregad o por las g·lándul as subcután eas , el de los producto s de la exhalaci on pulmonar, el de las mucosidades segregad as por las membra nas mucosas nasal y pulmonar, presenta n grandes vadedad es en la especie humana. Muy frecuent emente son inodoros estos producto s , pero en tal 6 cual inrli vid uo despiden un olor insufri ble, sin que pueda atribuirs e esta anuma- lía á otra causa que á una disposicion orgánica. En los animales nada análogo se observa, á no ser en los domésticos, generalmente el perro. En general cada especie tiene sus olores particul ares que no varían. La leche es naturalm ente inodora ; no obstante adquiere con frecuenc ia un olor particula r con motivo de la ingestio n de alimento s olorosos, hecho que puede observarse más especial mente en los animales her bi vor os.

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~~ y_ 2_A_.~___________________~__o_s__a__o_n_o__c_inn ___ie_n __t_o_s__ú_t_i_l_e_s_._____________________ ~ Ciertos esta•los patológicos van acompañados de la formacion de productos olorosos. El pus, por ejemplo, si es de buena naturaleza, su olor es poco intenso y apenas sensible, pero en circunstancias mé nos favorables adquiere una gran fetidez. En la mayor parte de las enfermedades se modifican á menudo las propiedades flsicns, y de consigtiiente el olor de los productos de las secrec'Íones y excreciones; esas mismas modificaciones sirven al médico de guia para el diagnóstico y pro· nóstico. En la época del celo, un g-ran númet·o de animales exhalan un olot· más ó ménos pronunciado, más 6 méoos fé,ido. Estos<>lo· res provienen de flúidos segregados por órganod particulares situa<los en diversas partes, pet·o próximas siempre á los órganos genitales. A este género de sect•eciones col'l·esponden el almizcle y el casto1·eo. La emision de olores fétidos sirve de defensa á muchos animales, h~biéndose ol,_ set·vado esta circunstancia así en algunos mamíferos como en las aves y aun en los reptiles. Cuando los líquidos y los sólidos animales se hallan sustraídos de la influen~a vital , obran las accioues químicas y dan por resultado la formacíon de productos olorosos. Las sustancias grasas se vuelven rancins al oxidarse, y adquieren un olor partict1lar; los olores de los diferentes quesos dependen (le diversas a·l teraciones del caseum. Los tegidos y los líquidos azoados desprenden por la putrefaccion un olor fuertemente amoniacal.

IV.

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Digamos ahora algunas palabras respecto á los minerales. En el reino mineral, los cuerpos oloro:. sos son ménos numerosos que en los otros dos reinos. Entre los cuerpos simples el cloro, el yodo, el bromo, el fósforo y algu· nos metales son los únicos que tienen olor. Entt·e los compuestos es ya mayor el númet·o, siendo de notar que los dotados de un olor muy pronunciado suelen ser con frecuencia el resultado de la combinacion

de elementos completamente inodoros. Por el contrario, sucede tambien que cuerpos muy olorosos dan orígen con su combinacion á compuestOS' inodoros. No citamos en este lugar los diferentes ejemplos de uno y otro caso por evitar la nomenclatura técnica de las ciencias químicas, poco conocida, y porque las sustancias que habrlamos de nombrar son tam· bien desconocidas á la generalidad. Un cambio de proporcionen los elementos de un cuerpo basta para modificar y aun para hacer desaparecer su olor. Algunos compuestos fnorgánicos afee· tan ol<>res análogos á algunos de los que se observan en el reino vegetal, por ejemplo, el olor aliáceo del a.rdénico al arcler,

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V. Los agentes externos ·ejercen influencia sobre los olores. Es evidente que es nece· sario el aire pat·a su espansion y para su percepcion, por mas que estando formados de moléculas volátiles del cuerpo oloroso, puedan desprenderse igualmente en el vacío. El estado higrométrico de la at· mósfera ejerce una accion marcada sobre su espansion, facilitándola, lo mismo que el calor. Pero esta influencia es muy irregulat·: cierto que una atmósfera caliente y seca favot·ece la volatilizacion de las par· tículas olorosas, pet•o tambien si es menos caliente y menos seca, favorece su disolucion, y las hace por lo tant1• más propias pnra afectar el Ól'gano del olfato. El olor de las flores es, efectivamente, más vivo por la tarde que al medio día: y tambien se habrá observado cuánto contribuye á aumentar la produccion de los olores una lluvia de tempestad despues de una larga sequía. La luz tiene una influencia marcada en la formacion de los principios o1orosos; y afli las plantas s~straidas á la accion de este agente se ahílan y pierden al mismo tiempo su olor. Por lo que hace á la electricidad, solo ejerce una accion química en el desarrollo delosoloressulfurososynitrososque acompañan. al rayo, y favorece ademas ciertas

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~~------------------------------------------------------Los Conocimientos úliles.

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combinaciones. De esta suerte obran el calor, la luz, el aire y el oxigeno en la for1 macion de los olores que emanan de los 11 cuerpos inorgánicos, ó de los órganicos sustrai<los ele! impet·io de las leyes vitales.

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cbo notable que se t·efiere á la absorcion de los olores.

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VI.

F:l doctor Stark, ele la universidad de Edimburgo, habiendo notado, el invierno La cuestiun de los olores puede examide 1831, que cuando iba con un traje nenarse bajo otro punto de vista interesante, gro á la sala de anatomla, se impregnaba á snbcr : respecto á la accion fisiológica _ é l paño de un olor <.lt>sngradablo y per·sissobre los animales. tente, lo cual no sucedia cuando llevaba Los olores que emanan de los cuerpos otro tt·aje de color verde aceituna , quiso inot·gánicos ó de los orgánicos en descom· verificar si la absorcion del principio oloposicion, obran idénticamente sobre todos roso, cualquiera q11e fuese, va.l'iaba selos animales, con muy raras escepciones. guñ los colores del cuet•po absorbente, y Los -rapares de cloro, de amoniaco, de áciá este efecto realizó las experiencias siguientes: do sulfuroso, etc., son siempre muy irriSometió á la accion del alcanfor, durantantes y producen sofocacion; los gases hidrógeno sulfurado y arseoiado, el ácido te seis horas y en un lugar oscut·o, dos hidrociánico, etc., son eminentemente depedazos de palio, el uno negro y el ·otro leté reo::~ y tóxicos en todos los casos. blanco. El resultado fué que el paño neNo sucede lo mismo con los olores que gro se babia impregnado de un olor mudespiden los cuerpos orgánicos, pues socho más fuerte que el absorbido por el bre su accion nada puede decirse que sea blanco. La experiencia fné repetirla sustiabsoluto. Las flores muy olorosas, sobre tuyendo la assajcetida al alcanfor, y destodo las liliáceas, y ciertos productos de pues de un pel'iodo de veinticuatro horas, secreciones animales, como por ejemplo, de los dos pedazos de paño puestos en el almizcle, pueden determinar graves ac· contacto con esta sustancia, el negro exbalaba un olor insoportable; el blanco ha· cidentes en el hombre, obt·ando sobre las bia quedado cast inodoro. funcion es de la innervacion, si bien no por En vez de los cachos de palio, el doctor eso dejan de encontrarse individuos que hizo uso rle piezas de alg·odon, despues • goz11 n bajo este punto de vista de comple· t a inmunidad. hizo la experiencia con telas de seda, y los mismos efectos s~ reprodujeron, es dePor lo que hace á los animales, aunque cir, que el negro absorbió y conservó en el órgano olfatorio sea en varios de ellos todos los experimentos la mayor cantidad mucho más sensible que en la especie hude olor. El paiio absorbía más que el almana, es de creer que su finura de sensagodon. ciones se ejerza en un circulo muy circunsLa experiencia se continuó en otros cocrito. El perro reconoce la pista de su amo lores, y despues de un gran número de y de la pieza de caza, y sin embargo perensayos, repetidos y verificados con una manece indiferente al perfume de la rosa. escrupulosa atencion, llegó á establecer Podríamos multiplicar al infinito los ejemque la ab.sorcion es decreciente, segun los plos de esta especie, y de ellos dedudr, sin colores, en el órden siguiente: de.spues separarnos de la verdad, que todos los del negro, el azul es el color que absorbe animales, desde l ~;s mamíferos hasta las más; viene rlespues el verde, luego el rojo, últimas clases, apenas se impresionan más el amarillo, y pot· fin el blanco, cuya ab· que con los olores que tienen relacion disorcion es casi nula. recta ya con la conversacion del individuo, Otra comprobacion se hir.o: pesar en una ya con la propag·acion de la e~pecie. balanza muy sensible las sustanoias coloOoncl uiremos este artículo con un he-

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L os Qonocimienlos úliles.

radas án tes de la experiencia, e~ponién ­ d olas despues á la accion del alcanfor eva· porado lentamente con el auxilio del calor, y volviendo á pesarlas de nuevo; quedó así patente que las sustancias coloradas de negro habían aumentado en un cierto peso, comparativamente mayor que al en que habían aumentado las sustancias di-

ferentemente coloreadas, y sobre todo las de color blanco. Se sabe además que las sustancias cvloreadns de negro absorben tambien más calor que las de blanco, y tal vez es permitido deducil· que existe igualmente una relacion intima entre el calor y el principio oloroso.

CONOCIMIENTOS ' DE DOT ANICA. C o n textura de las plantas. Si cogeis una planta , una de las más sencillas, una planta herbácea , por ejem plo , obsen-areis desde luego do::; formas bien distintas: la forma redondeada y la forma plana. La primera, que constituye el cuerpo de la planta, es el tallo; la segunda corresponde á las hojas colocadas á lo lat•go del tallo ó en sus ramas . Esta parte redonda p1•esenta dos aspectos diferentes ; la pat·te p1·ovista de hojas es verde, se ramifica de abajo á arri ba, adelgazándose á medida que sube, de suerte que su punto más voluminoso toca al :me lo ; es el tallo propiamente dicho ; la parte inferior desprovista de hojas es subtel'l'áoea, pálida, se r amifica de alto á bajo y se adelgaza á medida que profundiza en la tierra ; es la r aíz. Res u Ita que hny dos cuerpos ramosos, aplicándose uno con otro por su porcion más gruesa y desa rrollándose en sentido inverso ; estos dos cuerpos , el uno es superior y tiende á su· bir, el otro inferior tiende á ba'jar, y ambos constituyen el tronco ó eje vegetal. Si se corta este eje longitudinalmente, obser vareis q ue se compone de filamentos bla ncos, tenaces , colocados unos al lado de otros y formando haces más dif1ciles de r omper trasversalmente que de separ ar en sentido de su longitud. E ntr e estos filamentos hay mezclada una mater ia blanda, esponjosa , más ó ménos verde ó blanca ~~ "·---~------------ -··

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segun la edad de las plantas. Estos filetes blancos, tenaces, son las fibras ~ que for man la parte sólida del vegetal, y la materia blanda y esponjosa es la parénquima ó tejido celular de la planta. Si por medio de un anteojo de aumento, de un microscopio, examinamos esta pulpa interior, se nos presentará á la vista una figura que imita con bastante exactitud el maravilloso trabajo de las abejas; es decir, u na sucesion de pequeñas celdillas formadas por una membrana .delgada y trasparen te, y pega<.las unas á otras Eor sus paredes de modo que forman un t ejido sólido; cada una de ellas está lle na de agua en la cual nadan pequeños granos de una materia blanca. Estos g ranos son la fécula ó almidon . En todas las plantas el órgano elemental es un peqneiiísimo glóbulo, una célula que repetida millares y millares de veces forma todns las partes del vegetal. En el tejido celular propiamente dicho 6 parénquima, las células conservan s u forma ovoide, pero en otras circunstancias estas células toman una forma.más alargada ó se unen poi' sus extremos, comunicándose entre sí y for mando canales más ó ménos largos , como cabellos, perc más fi nos aun; son las fibras y los vasos. Como estas fi bras tienen por objeto consolidar el edificio vegetal, están revestidas ó encostradas de

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©~--------------------------------------------~© 27 ' Los Conocimientos útiles. ~ una materia dura que se designa con el nombre de sustancia leiiosa y cocstituye la madera. Cualquiera que sea su forma, su trasp~· reacia 6 su aspecto, células 6 fibras, están formadas de la misma sustancia, la celulosa. Todas las partes de la planta, tallo, hojns, flores, frutos, corteza, madera 6 médula, están siempre formadas de células 6 de fibras , y por consiguiente el fondo de la extructura es siempre la celulosa. Los veg-etales toman su alimento á la vez de la atmósfera y del suelo; de la atm6sfer·a por las hojas; del suelo por l.as raíce!:i , y mezclando, asociando, combinando las materia e; primeras que llegan por estas dos vias, preparan la gelatina gomosa, la sávia que las alimenta , y con la sávia la planta forma sus células , que son los matedales del edificio vegetal. A expensas de la sávia se forma en los vegetales cada año entre la corteza y las capas leñosas un tejido y una envolvente ó cubierta delgada que se sobrepone en et interior á las primeras. Así resulta para el interior de la cor teza una contextu-ra en forma Je hoJas, que ha dado or igen á que se coro pare á un libro, y recibido por esta causa el nombre de líber (1) . Las fibras del liber son largas , flexibles y tenaces , y la reunion de estas cualidades las hace preciosas para nuestro uso personal. Nos vestimos con despojos de plantas: los tE:jidos de lujo, batista , tul, gasa, salen de la c01·teza del lino; los tejidos más fuertes, hasta la lona de las ve· las, se sacan de la cot·teza del cáñamo. En cuanto al algodonero, el principal veg¿tal que produce tejidos, no tiene las fibras textiles en su tallo, sino en la cápsula 6 cáscara de su fr·uto. El algodon no es más que celulosa de una gran pureza ; está. formado de filamentos celulosos de una blancura perfecta y limpios de ·toda materia extraiia. Por el contrario, la que forma la madera, el tronco de los árboles, es la ..

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(i ) Algunos outoru. por el contrario, juzgan que el oom· bro libro 08 posteriOr Y deducido de liber, nombre qu e tenia primitivamente esta sustancia y que habiendo servido á los antiguols poro c~orib~r en lu gar del papel, dib origen á la ·vo1 libro.

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ménos pura de todas, y en ciertas maderas pesadas y duras, como la encina,la mate· ría incrustante es más abundante que la celulosa. Las maderas blancas y ligeras como el álamo son mas rica.s en celulosa. Esta materia es una sustancia insoluble, resistent~, casi inaltet·able. Los ácidos más violentos solamente tienen acciou sobre ella ; el ácido sulfúrico la trasforma en mn· teria azucarada; el ácido nitrico en ftllmicoton . De modo que se necesita una pode· r osa accion para modificar· la celulosa; es una materia que resiste enérgicamente á todas las causas de destruccion. Esta inaJ. terabiiidad es pt·ovidencial; sus cualidades la hacen propia pnra un&. multitud de usos; pero es preciso despojarla de las materias que la encostran y alteran su blancura na· tural. Se llega á obtener este resultado ba· tiéndola, poniéndola en colada y some tiéndola á la accion de ciertos agentes qui· micos. Las fibras, trasformadas en hilos, sirven paHhacerlagro.n v~riec.lad de tejidos que ll~an en general el nombre de teiiU!. Estos tejidos sirven para una mulLitud de usos, y están sujetos á un gran número de causas do destruccion; las coladas con ceniza corrosiva, el contacto con la acritud del jabon, golpes de pala al lavados, expo· sicion al .::~ol, al aire , á la lluvia, y en fin, el desgaste natural por el uso. Por fin se rompen en pedazos, q•uedan manchados y llenos de impurezas de todas clases, y se arrojan á la calle 6 al basurero como inútiles. Pero en ton ces estos detritus, estos despojos-que parecen ya inútiles, son la pl'imera materia de una nueva industria, Recogidos en las inmundicias de la calle por el trapero, se les somete de nuevo á fuertes lejías, de las que tienen buena necesidad. Las m:iquinas se apoder·an de estos despojos, sus grifos de acero los cortan, los desgarran; los cilindros, los trituran, los muelen y mezclan ea el agua y reducen -á gelatina . Esta g elatina 6 papilla es gris y hay que blanquearla: enton CeS Se echa mano de drogas de aCCÍOn enél'· gica que alter an todO lO q ue tOCan, Y en muy breve tiempo ponen la pasta blanca '<

como la nieve.

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~~-----------------------------------------------~----------~~ ~~ Los Conocimientos útiles. ~ .28 Héla así convertida nuevamente al estarlo de fibras vegetales y de celulosa pura. Estas fibras, unidas y entrecruzadas con el ba!hl.o sobre telas metálicas á que se somete la pasta, producen las hojas blan-

cas tan flexibles y tan só ~ idas que consti tu. yen el papel. La tela y el papel no son, pues, m&,s que celulosa. (TRADUCCIOt\ )

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CONOCIMIENTOS VARIOS. Conferencia sobre la eduoacion social de l a mujer, por D. Joaquin Maria Sanromá (1).

(Conelusion.)

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Dejémonos de filosofías inútiles. Todos sabemos lo que es la sociedad, porque todos vivimos en ella. Esas gentes que se unen con el lazo indisoluble del matrimonio, y que crian, educan y abren un porvenir á los hijos; esas que oran en el templo con fervoroso recogimiento; esas que cultivan tierras, que fabrican artefactos, que cambian, que compran, y venden, que navegan, que pintan, que cantan, que construyen, que ensenan , que escriben; esas quesocorren al enfermo, al desvalido y a-l pobre; esas que mandan, esas que obedecen, esas que discuten y hacen las leyes, esas que las apli¡;an; todo esto, y runcho más, es la gran familia, la gran socied~d humana. Sociedad doméstica, sociedad civil, sociedad industrial, sociedad ~ientiftca, sociedad religiosa, sociedad benéfica, sociedad política; ¿qué importa el hombre? Siempre hay en el fondo un mismo principio; la agrupucion, el conjunto de personas que unen sus esfuerzos, sus voluntades, sus facultades é intereses para realizar un fin comun. Desgraciadamente existe una especie de lenguaje, llamado culto, que desfigura de una manera lastimosa esa idea elemental y sencilla de la sociedad. La frase bueua sociedad se ha hecho tan comun entre ciertas clases, que para

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Véase el númei'O nnterior.

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muchos, y sobre todo para muchas, parece que no hay sociedad posible fuera. del círculo de la buena sociedad. ¡Si á lo ménos la buena sociedad fuera sillmpre lo que debería ser! Porque yo admito la buena sociedad, yo la comP.,rent!o. y hasta con entusiasmo la miro, cuando está fundada en lo esmerado de la educacion, en la elegancia de maneras, en la finura, en la cortesía y en la alteza de palabras y de sentimientos; cuando busca el espa1·cimiento y el honestísimo recreo; cuando nos familiariza con los primores del arte, de la cultu-ra y de aquel lujo q_ue es la eflorescencia de la ci vilizacion, sin ser po1· esto la ruina de las fortunas; r.uando nos pone en contacto con las personas superiores por sns amables prendas de ingenio 6 de carácter; cuando suaviza las costumbres, templa los genios, levanta los espíritus, y haciéndonos entrar en las delicadezas del trato social, rodea nuestra vida de aquel perfume de distincion en que aparece envuelto todo lo realmente noble y todo lo 'realmente belto. Pero en la mayoría de los casos no es así como la buena sociedad se entiende. Pensar poco y reir muchísimo; correr de salo~ en salon y de aventura en aventura; agradar, suspirar, criticar, agotar el diccionario de las ternezas, de la agudeza y del chiste: tal es, omitiendo otros detalles, la base de esa sociedad fútil, in-

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~ -----------~------------------------------------------~~ 29 Los Conocimientos útiles. ~_ sustancial y ligero., fuera de la cna! no sabria.n vivir muchos que se precian de cultos y bien nacidos. No; la sociedad humana no está ahí, ni debe nunca esttlr allí. Para el hombre, lo mismo que para la mujer, la sociedad está donde se reali:\a ulgun fin de la vida, donde la humauitlad cumple alguno de los destinos que le señaló la Providencia. Para no seros enojoso, quiero limitarme á considerar la sociedad humana divididi.t en tres grandes grupos: sociedad domé.stica, sociedad civil y sociedad política. Deciros que, en la sociedad doméstica, la mujer tiene reservado el p•·incipal papel, que debe serlo casi tollo, seria. tarea inútil, dirigiéndome á vosotras, madres cariñosas, hijr.s respetuosisimas y obedientes. Pero, si el papel es conocido, no será tan inútil recordar cómo debe prepararse á la mujer para

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ejercerlo. Diríase que los siglos pretenden brillar por los contrastes. Antig uamente los sistemas de educacion tendia.n á pr_olongar indefinidamente la niñez; hoy tienden más bien á adelantar la juventud. Antes se educaba á la mujer en la sumision, en la obediencia y en una especie decompuncion, que rayaba á veces en verdadera 1lipocresía; lloy se prefiere la altivez, la soltura, el desembarazo; antes predominaban las labDres domésticas, hoy p1·ivan las labores finas y elegantes. Prescindamos de las labores, pues de eso entienden mejor las madres; para mí. la cuestion principal es el carácter; ir forman~ do gradualmente este carácter ; fortalecerle para arrostrar todas las contingencias de la vida; amaestrurle sábiamente para soportar con dignidad y nobleza las posiciones altas y las modestas ; la gloria y la adversidad; la dicha y el infortunio; enseñar á sufrir, á callar, á aconsejar, a moderar, á empujar, á gobernar ánimos, voluntades y haciendas: tal es el ancho campo en que puede ejercitarse la perfeccion doméstica de lo. mujer, para que corresponda al nivel en que el siglo nos ha colocado. Sobre todo, es preciso acostumbrar á la mujer á no admitil· en el seno de la familia más que aquellas influencias legítimas y naturales que deben l'Odearla constantemente. Que no haya som-

bras,. que no haya oráculos que vengan il iaterponerl'e entre las esposas y Jos esposos, entre los padres y los hijos. Esas corrientes de amor, de ternura, de piedad filial y de acendrado cariño, marchen libres y sosegadas desde las fuentes del corazon al grande océano de la vida; no vengan fuerzas extruiias á contene1·las ó con pretexto de encauza1·las ; porque allí donde estas fuerzas extt-aiins existen; allí d onde, en nombre de un p1·incipio, cualquiera que este sea, hay entidades que se interponen entre el esposo y la esposa, ent•·e el padre y el hijo, alli la familia no vive de su vida propia, sino de la vida que le prestan en otn\ parte; allí la p~~z y la tranquilidad domésticas corren constante peligro; allí la familia no existe realmente; allí la familia no es familia, sino ¡¡impla sucursal de otra familia invisible, siquiera sea más poderosa. ¿Hablat·é algo de la sociedad civil? Y ¿por qué no ? Me direis: ¿qué tiene que hacer la mujer en ese mundo, tan g rave y tan formal, que llaman de los negocios, donde se contrata y se administra, donde se paga y se cobra, donde se oye ef ruido incesante del vapor y el continuo martilleo de la máquina, donde se va y se viene, se sube y se baja, se discute, se riiTe y se pleitea?.Cuestion es esta, señoras, demasiado g rave para que pretenda engolfarme en ella dentro del breve espacio de que dispongo. Larga con· tienda ha mediado en estos últimos tiempos sobre si conviene 6 no que la·m uje•· figure en el taller cuando artesana, ó en los negocios cuando señora; no quiero entrar en esta contienda. Pero yo sé que la mujer tiene capacidad natural para el derecho, y que dentro de la esfera del derecho se mueve la sociedad civil; sé que puede haber multitud de circunstancias en que la mujer tenga que apelar al trabajo d e sus manos ó al de :su inteligencia, tenga un capital que manejar, una renta que administrar, un comercio honroso que emprender; sé que si en un momento d~tlo no intervicM en estas cosas, le conviene conocerlas por si algun día ha de intervenir; sé, por fin, que en las naciones poderosas, la propiedad, los contratos, el juego de las

induski" y la P'•ctica dolos nogoclo• ocup:t

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la actividad de multitud de mujeres, y las que no se ocupan , cntiertden bastante de ello para aconsejar, y aun en su caso para entrar directamente en taren. Hablemos: tambien un poco de participacion política. Dejaremos en paz aquellas escuelas que pretenden envolver a las mujeres en las grandes luchas y agitaciones de los partidos, llevarlas á los parlamentos y á los colegios electorales, y abl'irles los vastos palenques del periodismo y del meeting. Yo no sé lo que sucode¡·á con el tiempo; pero, espero no os ofendereís si os digo que, en mi concepto, la sociedad presente no está para tomar esos alientos. No han sido de los más afortunados aquellos pueblos que más 6 ménos directamente han puesto la política en manos de las mujeres. Y os confieso tambien que, aun sin figurar la mujer como actriz en las grandes escenas políticas y en los dramas revoluc'ionurios, hay cierta clase do política femenina, que dis'ta muo\lo de sermé simpática. Yo, v.gr., no oreo el más edificante de todos, el ejemplo do una mujer que sigue con ánsia febril los debates de las Cámaras, que ajusta la cuenta de los votos con tanto primor y diligencia como aju&taria otras cuentas; que se aprendo, pura recitarlas entre amigos, las mejores tiradas de un artículo de fondo; q lte sos.t iene vivas polémicas de política trascendental con ,altos varones de gran talla parlamentari~, y que cuenta las palpi;taoiones do su corazon por las palpit!lciones de la Bolsa, guardando en un cajon de eu cerebro el alza y baja de los valores con el mismo celo que una heroína de Balzac. Señoras: influir en la política no significa siempre hacer política. La política os iuteresa :.'l. voS<1t1·as corno nos interesa á nosotros, hombres: os engañan cruelmente los que os digan lo contrario. Por do pronto, la poliMct\ nos dá 6 no!i niega la libertad, garantía de esos deFechos individuales que dobe poseer toda persona, sea cual fuere el sexo ú que pertenezca. Fijaos luego en una multitud de problemas que viven dentro .d e la política, y que haríais bien en ar-

secreto tan admirablemente poseeis. El soldado a1-rebatado á los brazos do una mad re anegada en lágrimas, por una razon politica que sostiene esa. esclavitud blanca, llamada servicio militar; el otro esclavo negro, tan marido como el marido blanco y tan hijo como el que besais tantas veces en la frente, y sin embargo, entregado á la brutalidad do un amo, porque una razon política so:;tiene la esclavitud en las colonia~; el pobre y el desvalido, á quien una raz9n polit·ica hace mira•· como vago y mal entretenido, como si no fuese cien veces más peligrosa y repugnante aquella otra vngancia que se ar, rastt·a por los salones ; las mercancías que por una razon política no pueden entrar á veces por las costas y fronteras, impidiendo al jornalero llevar un pedazo de pan á su boca ó comprar un pedazo de lienzo para cubrir las desnudas carnes de su !J ijo: todo esto y mucho más, está en la raíz. do }u. política, y os couviellt:l, y nos conviene que en ello pongais vuestras delicadas manos y vue:itro agudo en ten di · miento. Sí : os conviene y nos conviene que eotendais estos problemas , que os penetreis bien de ellos. Porque, si no Jos conoceis, si no los entendeis, la política vivirá exclusiva.mente de fuerzas materiales, de cálculos é intereses: cuando os haltlen de quintas, de esclavitud, de panperismo, de libre cambio, os encontrarán frias, insensibles, de!sapasibnadas; el sofisma triunfará, y con él la causa del error y de las Iniquidades. Vosotras sois la gran palanca, la gran fuerza moral llevada al mundo de la política ; vuestra mision o~ encender el fuego del sentimiento en aquellas atmósfera~:~ heladas: ¡Ah! demasiado tiempo ha sido la política una rogion de nieves , pllt'a que tengamos que asustarnos de hacer un poco de política de sentimiento! Así, señoras, por esta anchúrosa vía vereis extenderse y dilatarse indefinidamente el horizonte de la educacion social de la mujer. Aquel círculo estrecho en que el fu.moso lmen tono suele encerrar esta educaCion, debe romperae de una vez en beneficio do la mujer misma, y en

rancarlos á sus crueles entrañas para resolver-

dbeenreecfihcoio a·demolate,; saor·cideoclaldl·J·eernatee·raJ.'nsNu.ostta::;;'2..~w " ~ _u

@ los, segun las loy~s de amor y humanidad, cuyo

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Los. Conocimientos útiles. aquella á. quien hemos educado en lo insustancial y en lo ligero. Esperad mucho de una instruccion que tenga por objeto familiarizarnos con las cosas serias. Iniciad á la mujer en Jos grandes fenómenos de la naturaleza; explicadle la ley á que obedece la humanidad en su paso por la histol'ia y en su paso por el presente; analizad con ella las obras de Dios y las obras del hombre; interesadla vivamente en todo lo que se hace, en todo lo que se piensa, en todo lo que se inventa, en todo lo que se pt·oyccta, en todo lo q ue se nplica. No os pesará clertamen te : el alma de la ro ujer ganará en firmeza y solidez, sin perdet· ni un átomo de sus bellas cualidades morales, y sin que en lo físico se resientan sus amables prendas y naturales atractivos. Se obtendrá la belleza con la discrecion, la gracia con la sencillez, el recato con la franqueza, la distincion en el trato y la ftexibilidad en la conversacion, sin aquel como temor y encogimiento que comunica el

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En cambio, ¿qué quereis esperar de esa otra educacion social apollidada de buen tono? El arte de saludar, la pericia en el baile, uuas lecciones de piano, una 6 dos lenbuas extranjeras bien ó mal aprendidas: todos estos recursos del mundo elegante y comme il frrut, aun siu negar, con;¡o no niego, su conveniencia, ¿bastan, sin embargo, para llenar una existencia juvenil, aurora quizás de un largo diado graves meditadoues y maduros pensamientos? Dispensad me, seiiot·ns, esta sél'ie de consejos, á Jos cuales os suplico no dois el carácter de una verdadera leccion. Se acusa á los hombres de egolstas, porque fingiendo x·endirse á vuestras plantas, reclaman pura sí solos el imperio del derecho, de la actividad y de la ruzon. Pues bien: ya veis que la ciencia modema os concede un puesto en este imperio. Entrad en él decididamenie; y vosotras, tan dueñas de voluntades, acabareis de avasallarlas con el doble prestigio de la belleza y del saber.

sentimiento de la ignorancia.

CRÓNIC A .

ACCID~NT~S Ef( LOS CA~tiNOS DE

IHimno.·-De una estadística de los accidentes ocu rr idos en los forTo-carriles austriacos en 1868, resultan los siguientes datos: En el trnscut·so del año han ocurrido 446 accidentes, citándose entre ellos 9G descarrilamientos y 50 choques de trenes. que han ocasionado la muerte 6 lleridas á 216 personas. Los muertos han sido ·129. Los choques de trenes han ocurrido casi siempre en las estaciones, durante la separacion 6 por consecuencia de la entrada de los trenes en la via central; la causa más comun de los descarrilamientos ha sido los defectos ó roturas en el material móvil ó en el de las vías mismas.

A¡¡¡,.-De los 129 mu.,toe, 6< fuoron emploodos ú

obreros do la explotacion, otros tantos extt·años al servicio y al movimiento y solo uu viajero perdió la vida. De los heridos, únicamente tres eran tambien viajeros, víctimas de su propia imprudencia; 64 empleados en el servicio de los trenes y estaciones, y los restantes gente extraña al movimiento. De las numerosas desgracias ocurridas en el personal del servicio, 32 (de los cuales f 4 resultaron muertos) deben atribuirse á imprudencia de las víctimas. Tam bien ha habido 2G personas (de lns que lO murieron) gravemente heridas, solo al enganchar entre si los carruajes de los trenes. Las heridas y muertes de personas extraiias al servicio y al movimiento de las líneas, han sido consecuencia de la tenacidad de las vícti-

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__2________~____________~__o_s__c__o_n__o_c_i_rn__r_e_n__Lo__s__u_t_i_l_c_s_.______________________ ~ y _a mas al atravesar la vi a; excepto únicamente 9 por culpa de los empleados del servicio; bien por no haber cerrado á tiempo las barreras, ó por no haber dado las señales de 11. viso, y otros 12 fueron suicidas que figuran todos entre los 60 muertos. Si se compara ahora el número de viajeros trasportados por los ferro-carriles austriacos con el de las víctimas de accidentes ó de su imprudencia, resulta que, de 12. i20.S75 viajeros, nada más que uno pereció; que de cada 4 040. t i9 resulta un herido; y que, pot· consecuencia no ha resultado más que una víctima por cada S 030.089 viajeros. Confirman estos datos una vez más que la locomocion por ferro-carriles pres~nta una pequefiisima probabilidad de desgracias á los viajeros, de cuyo resultado tienen equivocada idea muchas personas.

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EL POZO M,\s PROFUNDO DEL MUNDO.-LO es Sin duda el que se perfora actualmente en San Luis, eo los Estados-Cnitlos: tiene ya S i4": metros J aun no ha dado agua. Esta grao perforacion ha comcm:ado hace ménos de dos años. Ex.rro DE LOS VELOCÍPEDOS. -Segun un periódiCO del vecino imperio, desde hace un año las aduanas ft·anccsas acusan un valor de un millon do f1·ancos por velocípedos exportados. La fal>ricncion parisiense no tiene rival en la construccion de este apar·a.t o de locomotioo. AGITACION DEL Ve.suo10. -Dice un periódico de Nápoles que el Vesubio no ha vuelto á estar en

calma completa dospues de la última erupoíon, como generalmente ha sucedido en casos análogos. Del gran cráter se eleva una columna de humo blanco; las pequeñas grietas, de las cuales ha salido una gran cantidad de lava en la última erupcion, dan señales de agitacion interna. La lava se mantiene caliente, aun cuando hace ya un mes que no se ha renovado, y en el inmediato' observatorio se comprueban de cuando en cuando nuevas sacudidas. Acuden á vi:oitar· el volean un gran número de observadores, ·la mayor parte ex·tranjeros. y muchos hacen la. ascension de lu montaña, pero no pueden llegar hasta ·el cráter á causa de la lava y del humo que exhala; el punto más alto -á que pueden llegar es el llamado Atrio del Cavallo.

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A.socrAcroN CIENTÍFICA. -Laque existe en Fran· cia con este titulo, bajo la presidencia del gran astrónomo Le Verrier, ha gastado 193.141 francos en conferencias, memorias, experimentos, etc., para desal'l'ollar la aflcion á las ciencias flsicas, -en especial á la metearologia. ~ DE>CUilRIMJENTO.- Leemos en un periódico qne se ha descubierto un nuevo mineral en la Carolina del Norte (Estados- Unidos) y es el blanco de plomo, tan generalmente empleado en el comOI·cio y la industria. En lugar de fabricar este ag ente químico é industrial, no habrá más que comprarle en el estado natural. Muchos buques americanos se han servido ya de aquella materia para reemplazar el forro de cobre, y ni una gota de agua ha entrado en el buque despues de largos viajes.

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d_e_F_ro_n_ci-so-~-n-o-ig-,-A-r-co--d-e-S-an-t-a-~-la-ri-n,-5-9-.---- Á : -18_0_9_=_1_m_p_ro-nt~o-,-,o-L_o_s_C_o-~o-C-I»-Ii-,-.T-OS--úT-IL_R_s_b~ca~r-go__ M-ID_R_I_I)_ ~ -~~ ~\~·-

FUNDACIÓK JUA~ELO

TURRIANO

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------------------------~~ f Los Conocimientos útiles . f~~-----------------------------------Num. 5.0

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FÍSICA APLICADA.

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El telégrafo eléctrico. Muchos y muy grandes son los descubrimientos hechos en el inmenso campo de la ciencia durante los últimos tiempos, pero ninguno tan sorprendente, tsn roa· ravilloso como el invento del telégrafo. El camino de hierro, el vapor encerrán· cose condensado dentro de la tambien fér· rea máquina, ora allanando los difiCiles y sinuosos pasos, ora perforando las entrañas de las prolongadas sierras, de los más inaccesibles y elevados montes, que cual vigias del mundo espían su triste marcha, ó ya surcando con la rapidez del viento la undosa superficie de la inmensidad de los mares, estrecha, enlaza á los más remotos pueblos, les lleva sus adelantos, su il•Jstracion, su progreso. El telégrafo, ese asombroso agente eléctrico que, robando al pensa10iento sus poderosas alas, cruza invisible , misterioso, su!)lime, ya los desiertos inmensos del atmosférico espacio, ya taro bien las inson · dables profundidades del Océano, une rápida, instantáneamente, no solo á los hombres con sus usos y costumbres como lu hace el vapor, sino tambien á las más lejanas almas, á los más apartados corazones, llevando á aquellas sus más queri· dos recuerdos, dejando en estos sus más dulces sentimientos, al par que sirve á todas las naciones como el más grande de los recursos de que pueuen disponer en las graves y dificiles circunstancias que suelen atrave::;ar en determinadas épocas de política intrincada y azarosa. Si á nuestros ascendi~ntes se les hubiera dicho que en pocas horas podían trasladarse del uno al otro extremo del mundo, que en el breve intérvalo de minutos les era fácil saber, mejor dicho, podían hablar con las personas queridas, no solo las que se hallasen en cualquier punto de Morzo 20 de 1860.

nuestro continente, si que tambien de las de allende el inmenso piélago, de seguro lo hubieran tenido po1· locut·a, ó acaso por otra cosa peor, siendo quizá la causa de que enterado algun santo y benéfico tribunal, se encargase de devolver la razon en la otra vida al que tal herejia pronunciara. Y sin embargo~ nada más positivo, más ciertu. Esa es en todas las épocas la ignoran· cia, la estupidez de los hombres: lo que ayer se tenia por un mito, es hoy una realidad. No se comprendía entonces la posibilidad de tales descubrimientos,-explicándonos el que asi sucediera,-y se negaba rotundamente. ¡Cuántas y cuántas cosas negaremos hoy nosotros porque no las alcancemos con nuestra siempre escasa y limitada int('ligencia, y no obstante serán una verdad indiscutible mañana! Más no pretendemos entrar en profundas y filosóficas observaciones, ni .m uche ménos adornarlas con brillantes y ampulosas figuras. Todos, poco más poco menos , habreis sentido el asombro al pensar sobre el in· vento del telégrafo eléctrico, y habreis tambien recorrido el campo de las reflexiones filosóficas; pero lo que no conocerán todos, de seguro , es el mecanismo que hace marchar á la el.!ctricidad á la voluntad del hombre, y eso es lo que nos proponemos explicar en el presente artículo. Entre los muchos telégrafos eléctricos · escritores ó impresores que se han inventado , ninguno ha logrado tan buen éxito ni se ha generalizado tanto como el inventado por M. Morse en Nueva-York, en el año 1837; generalizado su uso en 1~ TOMO

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América del Norte, y en toda Europa, ha recibido ligeras modificaciones, dándole más sencillez en su mecanismo; -y como éste es el único adoptado en nuestro pais p:ll'a el servicio público, ~él solo referiremos lo que sigue. El telégJ'afo eléctrico impresor de Morse se compone de dos aparatos, llamados el uno rJZa'l¿Ípulador, y el otro aparato re-

ceptO'l·. El primero, que, á pesar de su extremada sencillez, satisface cumplidamen te ' su objeto, se compone .;

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Los Conocimientos U.tiles.

de una plancha de caoba' que tiene om,}4 de longitud, om,09 de ancho y om,o2 de espesor 6 altura; en el centro se elevan dos sopo1·tes de la ton de Qm,02 de altura, sobre los cuales se apoyan dos pequeños brazos de una palanca del mismo metal, que obedeciendo á un ligero resorte que tiene en su parte inferior, se apoya por uno de sus extremos en la plancha de caob~t; en el extremo opuesto lleva un puño de marfil Ó búfalo, SUfiCiente para poder agarradO con tres dedos' cuyo objeto es hacer deseen der á voluntad la palanca por este extremo sin tocar con la mano la parte metálica; para este caso lleva la palanca una gruesa punta del mi::; mo metal, que es reCibida por OtrO b0t0n de CObt•e l Semejante al anterior; á este boton está unida una cinta de la ton, unida á su vez á un tornillo con cabeza del mismo metal, que sirve para asegurar UQ hilO metáliCO que Se intr<. duce por el costado de la plancha, coruo se vé en la fi.Q'Ura; este hilo, forrado en u IJJ seda para aislarle de los C Uel'pOS que pue·

da encontrar á su paso, viene desde el polo positivo de la pila de la estacion, en donde e::;tá perfectamente empalmado. ~ En el mismo costado hay otro tornillo ig ual al anterior que empalma con el soporte de la palanca por medio de otra cin· ta semejante á la anterior ; este tornillo sirve tambien para sujetar otro hilo metálico que vá á la linea; y por último, otro tercer tornillo igual á los dos anteriores, empalmado de la misma manera con el boton donde descansa la palanca, sirve para asegurar otro tercer hilo metálico que vuelve al aparato recepto?' • Con lo dicho bastará pat·a que podamos dar una idea respecto á la trasmision, dejando para de::;pues de describir el apa'rato 'recepto?· la parte correspondiente á él, toda vez que puede muy bien admitirse esta separacion entre la trasmision y la recepcioo. En toda. estacion telegráfica hay una pila de un número suficiente de elementos (1) para que las corrientes alcancen al punto á. donde se quieran trasmitir; esta pila tiene sus polos, positivo y negativo; el primet·o está en comunicacion, como hemos dicho, por un hilo metálico con el boton que e::;tá debajo del puño de la palanca en el manipulador, y el segundo comunica con la tierra por medio de un hilo me tálico atado 6 empalmado fuertemente á una plancha de zinc, sumergida en el pozo más próximo á la estacion, 6 en uno abierto expresamente con este objeto, (1) Constituye lo que se Jlumu cl~mento, un vaso de cristal de grandes prO¡lOI'CiOnes que COUtieno dOS lilminos, Ulla de CO· bre y otro de zinc. acparodas una do otro l' sumergidas hasta cierta altura en agun acidulada por algunas gous de ilcido su ll'úrico; el zínc. obrando qulmicumento sobre el agua, la dcscompone en dos gases, oxigeno é bidrogeuu, obteniéndose por est.e medio un d cso rr~llo de e!.·ctricidad; el zinc se carga de electricidad negati va mi entras que la electricidad positiva se re· parte en el liquido f va 6 acumularse en la superficie de la lá· mino de CObre. E:ste OllOrato, CUfO ObjetO es JlrOducir UD desar· rollo do eloctricidnd por la accioo qulmica, toma el nombre de pila. llomflndose polo positioo 6. la hmina de cobre donde se acumulo lo olectlicid aú ~itrea /¡ positira, f polo negatioo la do zinc , dondo so ocumulalo ' negativa ó resinosa. Poro ohten or uno pila do dos 6 mas elementos se pooeo en COIIIllnÍCUCiOfl lo [/liiiÍIIU de ZÍDC de cada elemento con la de cobro del elemento siguiente, soldando/¡ empalmando al efecto un hilo 6 l.ominito motillica. y en este caso los polo~ de la pilo son: ol negativo, el que lo es de uno de los elemento! eltremo~; y ol positivo, ol correspondiente ul del extremo opuesto.

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que se cuida de tener siempre en estado de humedad. Asi dispuestas las cosas, la corriente eléctrica que se forma en la pila viene hasta el boton del rnanipulado1·, y no pasa de él-porque la madera es mal conductor de la electricidad-hasta que el telegrafista, tocando el puño de marfil, baja la palanca, en cuyo caso pasa la corriente á ella, y como no está en contacto con el · otro boton por estar levantada en aquel extremo, la corriente marcha por su soporte al hilo de la linea y por este·al apatfato receptor de la estacion extrema á quien se trasmite. Si el telegrafista mantiene la palanca en el mismo estado, la corriente sigue sin

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y

interrupcion, y hay de unaáotra estacion una corriente continua; y si baja y sube alternativamente el ext1·emo de la palanca sobre que apoya sus dedos, la corriente se corta alternativamente. Estas corrientes, cortadas con cierta regularidad, dan en el aparato receptor de la estacion extrema los signos convencionales que constituyen el despacho 6 telégrama que nos hemos propuesto t1·asmiLir. El aparato ?·ecepto?' se compone simplemente de una máquina-sistema de relojel'ia-que dada cuerda, se puede hacer andar ó parar á voluntad por medio de una manecilla; una vez en marcha, mueve uniformemente dos pequeños cilindros de eje horizontal k /¿

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que girando en sentido contrario á manera de laminadores, hacen pasar, en la direccion que indica la flecha, á una cin t_a de papel de om ,02 de ancho; debajo de ~sta cinta viene á tocar el extremo de una palanca e 1; e de metal, que tiene su punto de apoyo en 1;, y en el otro extr~mo lleva una parrita e de hierro dulce, que por la accion del resorte k se mantiene á una cierta distancia sobre dos cilindros a a, tarobien de hierro, envueltos perfectamente por un hilo de cobre forrado en seda, que empalma con el de la línea por uno de sus extremos, y por el otro con el hilo que

termina en el pozo donde está sumergida la plancha de tierra, quedando asi cerrado el ci?·cuito, sin lo cual no pasarían las CO'I'· rie?~Jtes. Estos cilindt·os asi dispuestos cons· tituyen un electro-inta11, que se imanta. cuando la corriente pasa por el hilo que los rodea, y solo se conserva. imantado mientras dura la corriente. De una co· lumnita il salen dos pequeños brazos, y en el superior hay un tornillo i que sirve para limitar convenientemente el movimiento de la palanca. Una ruedecilla de metal delgadita fea la que imprime los signos en la cinta

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~~------------~--------------------------------------~~© r¿ Los Conoci mientos útiles. ~ 36 cuando esta es oprimida por el extremo e de la palanca, para lo cual toma tinta del rodillo!/ que se halla impregnado de una tinta especial, parecida á la de imprimir, pero que generalmente es de color azul. Hemos. tomado del aparato solo la parte más precisa para nuestras explicaciones, suficiente á. la >'ez para conocer el principio en que están fundados estos aparatos, cuyas formas en detalle suelen tener ligeras variaciones introducidas por los mísmos constructores. Hemos dicho que sin estar cerrado el circuito no pasan las co1·rientes, y tambien hemos nombrado ya el electro·inwm; necesario e:;, pues, ántes de pasar más adelante,. que nos detengamos á indicar cómo se producen las corrientes y á qué se llama electro-iman, siquiera lo hagamos tan ligeramente como sea posible y suficiente para la mejor inteligencia de lo que sigue despues. Si á cada uno de los polos positivo y ne· gativo ::le una pila empalmamos 6 atamos fuertemente los extremos de dos hilos metálicos-buenos conductor,es, por consiguiente , de la electPicidad,-amb as electricidades se acumularán respectivamente en los extremos libres de dichos hilos, y poniendo estos extremos en contacto, observaremos, sobre todo si se hace en la oscuridad, una chispa de- un precioso·color azul producicla por la descarga eléetri:· ca; en el momento ambos. extremos son cargados de nuevo de electt·icidad, y repi· tiendo la misma operacion obtendremos otra nueva descarga, y podria:nos producir· tantas cuantas quisiéramos mientras la pila estuviera en buenas condiciones. Si empalmamos uno con otro estos ex· tremos del hilo, teQ.emos lo que se llama circuito; euando este circuit(}, ya formado .. por el hil~ y la pila, como hemos dicho, ya por la pila y otros cuerposbuenos.conduc· tores, no se halla cortado 6 interrumpido, se dice que está cenado , y en este caso es cuando el flúido elé<ltr-ico que tema el nombx·e de corriente, pasa del polo positivo al negativo por el hilo met&lico-6 cuerpos buenos conductores que cierren el circuito, y Á:el negativo al positi-vo en la.misma pila.

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La intensidad! de la corriente se aumen· ta aumentando el número de elementos que componen la pila~ Se cierra el circuito entre cada dos estaciones, haciendo de manera que por un lado la pila esté en comunicacion 00n la tierra y forme por consiguiente parte de él, y por otro esté en comunicacion eon el hilo de la liuea. Sean, por ejemplo, dos estaciones, la de Madrid y Barcelona, ten· dremos que del polo positivo de la pila de la de Madrid va un hilo allmaoipulador, y de este parte <iltro hilo que recorre la linea hasta Barcelona, y pasando por el aparato receptor de aquella estacion vá á termi· nar en la plancha de tiel'Ta que está sumergida en el pozo destinado al efecto; del polo negativo de la misma pila parte otro hi.lo que termina en la plancha de zinc sumergida en el pozo de la estacion de Madrid: por consiguiente el circuito solo está. interrumpido en el manipulador, y el telegrafista lo cierra en el momento que baja la palanca por el extremo del pu· ño, mandando así ,la corriente á. la esta· cion de Barcelona. El electro iman no es otra cosa que una barra de hierro dulce encorvada en forma de herradura de caballo, y á. la cual está. arrollado un largo hilo de metal forrado de seda, para que no estén en contacto unas vueltas con otras, y por el cual se hace pasar una corriente eléctrica; para esto se empalma uno de los extremos del hilo al polo positivo de una pila, y el otro al polo negativo. Pero este iman, quepodemos llamar artificial, y que, como el natural, tiene la propiedad· de &trae~el'hier· ro dulce y el acero, ofrece una partícula· ridad notal>le, y es , que·mientra& pasa la corrie-nte por el hilo que le rodea per-manece imantado, pero pierde sus propieda· des en el instante mismo que esta deja de pasar. Así, pues, si teniendo los ex:tremos del hilo ·empalmados P. los polos de la pila, es decir·, cerrado el circuito, se le aprox.ima. una plallchita de hierro dulce cuyo peso sea proporcionado, será atraída de la misma manera que lo es una agu~a de co· ser cuando se la aproxima un iman·;· pero en el momento mismo en que cor·temos el

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~ --------------~-o_s_c_o_n_o_c_irn_i_e_n_t_o_s_u_ · _tr_l_e_s_._________5_7__ ~ circuito la planchita quedará libre. Fundados en estas propiedades del electroiman se ha ideado el telégrafo eléctrico que tanto llama nuest1·a atencion. Veamos ahora de qué maneca se manifiestan las corrientes en el apa'rato receptcr; cómo se representan las letras y cómo se hace la recepcien. Lo primero que hace el telegrafista cuando se dispone á, recibir un telégrama, es poner en movimiento la máquina de relojería, para lo cual le basta tocar u na pequeña palanquita que sale del interior al exterior del aparato, y una vez en mar· cha, los cilindros k k hacen pasar de una manera uniforme y en el sentido indicado~ por la flecha, la cinta en la que se imprimen los signos de la manera siguiente. Cuando pasa una corriente por el electro-imana a del apa1·ato receptor, fig. 2. 6 , le imanta y atrae la barrita e de la palanca; esta en ton ces se eleva por el otro extremo y oprime la cinta de papel contra el canto de una ruedecilla delgada f, que está sobre la cinta en su medio y en sentido de su longitud; esta ruedecilla está impregnada, como hemos dicho, de una tinta especial, y marca en la cinta una raya &. linea, tanto más larga cuanto sea la duracion de la corriente, y deja de señalan en el momento que esta cesa, volviendo á quedar la palanca en su posicion natural p,ol! la accion del resor.te k. Fácilmente se comprende que, contand0 las corrientes con reguladdad , se ptodt~­ cirán en. la cinta· líneas interrumpid-a&; que cortándolas.con mucha ligereza, estas líneas serian tan cortas que podrían te-marse por una série de puntos, y que combinando los trazos cortos 6 puntos con las lineas , pueden componer signos que por una con'lencion adoptada cepresenten le· tras, cuya coro binacion nos dará el medio de expresar nuestro pensamiento como por medio de la escritura. Con este objeto se ha ideado el siguiente sistema, que es el que se usa hoy en nuestra lineas telegráficas.

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7 - - --· 8 - - --9--- - 0 - - - --

PUNTUACION. Coma-----Punto y coma - - __ _ _ Punto - - - - __ Dos puntos - - __ _ _ Punto y aparte - - - - __ Admiracion _ _ _ _ _ _ Interrogacion - - - __ •

SIGNOS CONVENCIONALES. Llamada- ____ .,_ F inal - - - - - Atencion - - - - Entendido - - - - Repeticion - - - - - Línea de division - _ Error - - - - - - - - - - - - - • -

Para que nuestros lectores puedan formarse idea exacta de la traza que dejan las corrientes en la cinta de papel, forma

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L os Conoci mientos ú tiles. en que recibe el telegrafista el telégrama, ponemos á continuacion una frase, muy

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comun por cie1·to en el servicio telegráfico, tal cual sale impresa en la cinta.

Cómo llegan_las corrientes? 1

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De lo dicho se infiere que el buen telegrafista necesita una habilidad especial paru trasmitir con prontitud, si ha de haw cer con igualdad 1las rayas y puntos, con la conveniente separacion de palabra á palabra. Esta habilidad la adquiere en pocos meses de práctica, que son precisos para familiarizarse con el nuevo abecedario y acostumbrar el oido al acompasado martilleo que produce el ruido de la palanca del rnanipuiaclo?' ó martillo segun le llaman los telegrafistas. Los dos aparatos descritos so u suficientes para trasmitir y recibir entre dos estaciones extremas, es decir, en nna sola línea, pero habiendo de tener estaciones intermedias y teniendo estas qne comunicar con varias líneas, se hace preciso el empleo de ot1·os aparatos, de los que no nos ocupa· remos por no ser de necesidad, tratándose solo de dar á conocer el principio fundameo tal del telég1·afo, y solo diremos dos ~labrM respecto á la disposicion que han

de tener los hilos metálicos para que no haya pérdida de electricidad ni en la estaoion ni en la Unea. Los hilos que rodean los electro-im:mes son de cobt·e , finisimos, y están forrarlos de seda para que queden H~islados de los cuer· pos con qtle puedan tener contacto; los que se empalman al manipttlador y van tendidos por las mesas y paredes de la estaoion, son tambien de cobre, pero algo más gruesos, y están forrados de seda 6 gutta-percha, para evitar su contacto con algun ott·o metal ó cuerpo buen con ductor. Y por último, los que están al aire libre en la línea, como no están revestidos como los anteriores, es necesario ponerlos siempre á una cierta distancia de los cuer· pos conductores, y cuando sea preciso apo. yados sobre alguno de éstos , como por ejemplo, al pasar poll los pos_tes telegráficos, es necesario interponer un cuerpo mal conductor, que toma en este caso el nombre de aislador; tales son los que ve-

~ ' fUNDAC IÓN JUANELO TURRIANO


Los Conocimientos útiles. mos en dichos postes, que generalmente son de porcelana, y que ya de unas formas ú otras no tienen más objeto que impe· dir el contacto de los alambres con la madera á la vez que le sirven de apoyo. Tarobien debe evitarse que al pasar por entre los árboles ó vegetales no toquen á sus ra· mas, pues principalmente cuando estas estuviesen húmedas ó mojadas robarían toda ó gran parte de la electricidad que pasára por ellos.

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Con lo expuesto quedan explicadas las partes principales que constituyen la esencia del mecanismo del telégrafo eléctrico: si hubiéramos de hacer una explicacion extensa de todos los detalles, se alargaria y dificultaría en extremo este articulo, cuyo objeto es simplemente da1· una idea de la ma1·avillosa máquina á las personas extrañas á la ciencia. GERARDO HBRNAEZ DE PEREA.

CONOCIMIENTOS DE QUIMICA . Nociones sobre la composicion de las tierras arables. La agricultura, cuyo origen se remonta á los primeros tiempos, fué la ocupacion principal de los patriarcas de Palestina y Mesopotamia, donde se concedían á los hombres que á ella se dedicaban toda clase de consideraciones y respetos. La agricultura fiot·eció entre los babilonios, asirios y persas, ~tribuyéndole los egipcios un orígen celeste. Tambien los romanos consideraron el arte agrícola como el más útil á una nacion y el más legítimo derecho de ciudadanía que pertenecía al que cultivaba por sí mismo una porcion de terreno. La agricultura, en fin, es sin duda alguna la primera de todas las artes, la madre de todos los productos, la fuente de todas las industrias; pero como el suelo, la tierra, propiamente hablando, es la má· quina principal de la agricultura, y de la calidad de esta máquina depende esencialmente Ja posibilidad de obtener buenos y abundantes productos, parece que el buen agricultor debe conocer ante todo, median· te el análisis, la composicion de la tierra donde más tarde ha de arrojar los gérmenes de su futura riqueza. La tierra vegetal 6 arable es una mezcla de detritus extremadamente divididos,

procedentes de la descomposicion de las rocas que se encuentran en la corteza sólida de nuestro globo. Su composicion se forma ó se modifica de una manera singu· lar á expensas de la accion de los agentes aerognósticos. El espesor de la capa arable está siempre en relacion con la accion de las aguas, y sin <luda por esta causa es mas gruesa en el fondo de los valles que en las laderas de los montes, comprendiéndose fácilmente cómo las pat·tículas excesiv~~:meute ténues que se O.esprenden de las rocas son arrastradas por las aguas pluviales hasta el momento en que, perdiendo su velocidad por la estancacion de las mismas, se asientan en el lugar donde fueron llevadas, constituyendo capas de desigual espesor y calidad, segun sea el estado de division molecular en que hayan sido descompuestas las rocas adyacentes. Puede decirse que la capa de tierra vegetal se halla compuesta de las sustancias minerales que más abundan en el globo, . así como de una porcion muy variable de sustancias orgánicas procedentes de las plantas que han pasado al estado pútrido, cuyo elemeuto se conoce con·el nombre de

a?mms. La ciencia geológica ha demostrado que

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la tierra vegetal no ha existido siempre, sino que, por el contrario, el globo tenia su superficie árida, seca, calcárea, sin se· ñales de tierra en condiciones de ararse, hasta que por efecto de ciertos cataclismos y de perturbacio nes producidas por el des· bordamient o de los rios, los huracanes y -de los volcanes que hoy vemos por muchas partes apagados, se fué produciendo esa descomposicion molecular que constituye hoy la cubierta de tierra vegetal en condiciones pt•opias para labrarse por el hombre. Los terrenos arables están generalmen · te compuestos de sílice, alúmina, cal, magnesia , potasa, sosa, óxido de hierro y manganeso , de azoe y de humus , cuyas sustancias se hallan unas veces mezcladas eutre sí ó combinadas con ciertos ácidos. La sílice es la éombinacio n del silicio con el oxígeno, y forma una de las materias más reparcidas sobt·e la superficie del globo. En estado libre, el ácido silícico constituye el cristal de roca, el cuarz'O, las a¡·enas cuarzosas, areniscas, etc.; y en combioacio n con la alúmina, sosa, potasa, cal y óxido de hierro, forma un crecido nú· mero de minerales muy abundantes , como los granitos y esquistos, siendo, en una palabra, rocas silíceas todas las que no son calcáreas. La alúmina no se encuentra casi nunca en la naturaleza en estado de pureza, sino combinada con agua y sil ice, constituyen · do una sustancia grasa y untuosa llamada a1·cilla, q ne todos conocemos, porque se encuentra muy extendida por toda la superficie de la tierra. La alúmina y la sílice, en combinacio n con otros silicatos, forma minerales sin número, entre ellos la mica, que se encuentra en la constitu cion de los granitos, ó sean 1as rocas primitivas que componen la parte de costra interior del globo, accesible á nuestros midios de observacion . La arcilla pura se compone de

52 partes de sílice, 33 15

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de alúmina, de ag·ua,

y existe en los diversos pisos geológicos que forman Jos terrenos. Calcinando la arcilla al aire libre ó en un horno como el de cocer ladrillos, pierde la propiedad que antes tenia de formar pasta y dejarse moldear cuando se hallaba húmeda, por cuya causa puede empl~arse, ya c_a lcinada, para reblandecer y aligerar los terrenos duros y pastosos que contienen un exceso de arcilla natural. Se distinguen dos clases de arcillas: la que es eminentemente plástica, ósea arcilla grasa, y la que contiene proporcione s notables de materias extrañas, que disminuyen mucho su propiedad plástica, que se llama arcilla magra. Ciertas especies de arcillas se conocen con el nombre de tie'rra de batane1·os 6 tierra esmética, y se dá el nombre de ocns ó de tier'ras ocreosas á las mezclas íntimas de arcilla é hidrato de peróxido de hierro, como la usada en la pintura con el de tie?··

ra de Siena.

L-a propiedad más notable que posee la arcilia es la de retener entre sus particulns los gases amoniacale s, sobre todo cuando se encuentra calcinada. Cuando se le ha dado á la tierra la primera cava, quemando luego en montones las raíces y plantas inútiles, á cuya operacion sellama hacer lw;nt-eros, la arcilla entonces absorbe evidenteme nte los gases, produciéndose un buen escipiente de los principios fertilizadore s que pueden encontrarse diseminados en la atmósfera. El cultivador experiment ado conoce muy bien esta propiedad particular de las tierras arcillosas, y además es notorio entre ellos que la pri· mera quema de las tierras vale mucho más que la segunda, cuando por medio de los abonos artificiales de composicion orgánica no se fertilizan sin embargo sus tierras durante las siembras consecutiva s. La arcilla, como puede observarse, desempeña un papel importante en las tier· ras, pero su efecto es casi todo mecánico cuando la alúmina entra algunas veces en cantidades bastante grandes en la ali· mentacion de ciertas plantas, de cuyo estudio no podemos ocuparnos en este momento sin salirnos del objeto propuesto al

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dar á conocer las partes constitutiva:> de la:> tierras vegetales. El car~cter principal de la arcilla es el de formar la tiena más floja con cierta consistencia , comunicándole al propio tiempo cualidades higroscópicas tan apre· ciables para toda cla::>e de cultivos. La cal no se encuentra nunca en la naturaleza en estado de pureza, y solo la vemos eB estado de carbonato, sulfato 6 fo:;fato. No hay seguramente un terTeno que carezca de carbonato de cal en más ó ménos abundancia, porque esta sal es la que más abunda en las tierras vegetales, si bien hay terrenos en cuya composicion entr·a pot· base exclusiva , como son los calcá1·eos, los 1narnosos, cuyo compuesto contiene arcilla y algunas veces la sílice en proporciones variabl~s. · El carbonato de cal posee excelentes propiedades fisicas, porque ni es muy consistente ni muy permeable. Cuando se encuen tra mezclada con tierras silíceas, le comunica cierta consistencia, y unido á las arcillas les h11ce perder su impermeabilidad, tan desfavorable como sabemos á la vegetacion. ·La magnesia se encuentra casi siempre unida al carbonato de cal, pero existe en grandes cantidades en ciertas tierras y en lEJ:; plantas que se desarrollan en los terr enos calcáreos. La mag·nesia es un ca1·bonato de textura compacta y blanda ele color blanco, amarillo ó ceniciento. Las famosas vegas que fertilizan las aguas del Nilo, tan conocídas en el mundo agricola por sus ricas producciones, contienen de 7 á 12 por lOO de carbonato de magnesia, y el agricultor Thaer cita en sus escritos determinados tenenos de una fertilidad extraordinaria q ue poseen un 28 por lOO de magnesia. Lapotasa y la sosaseencuentranabun: dan temen te en las cenizas de la mayor parte de las plantas. Estas dos sustancias alcalinas no se hallan nunca en estado de libertad en las· tie1-ras , sino combinadas ordinariamente con !os ácidos , carbónico, sulfúdco, fosfórico, silícico y otros. E::>tas sales básicas ejercen sobt·e la vegetacion una influencia tan notoria, que ciertas

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tierras pierden sus cualidndes fertilizadoras cuando carecen de ellas, y lo vemos confirmado en determinadas comarcas completamente estériles, que reconocen por causa la carencia de estos dos álcalis. El kierro se encuentra e n d ift•ren te:; pe· ríodos de oxidacion en los te•-rt·U"'S cnltivados, ya en masas ó en capas ue diferente espesor, pero siempre en estado molecular y ::nezclado intimamente con los demás componentes, caracterizándose por su coloracion roja más ó ménos subida , ó amarillo claro, que son los colores más absolutos que vemos en las tierras. Los óxidos de hierro tienen, como la arcilla, la cualidad de retenet· los gases amoniacales procedentes de los abonos or· gánicos. Hay un juicio f01·mado por el célebré Gasparin respecto á la cali 1ad de la tierra en relacion con su coloracion, al parecer funJado sobt·e la radiacion solar, porque dice: « hasta ahora no se puede atribuir la fertilidad de las tierr·as de un color más oscuro que á la accion del calor sobre la vegetacion.» El óxido de 'manganeso tiene, como el de hierro, la propiedad de colorar las tierras de un pardo más ó ménos oscuro, y su accion sobre la vegetacion no está todavía bastante conocido, si bien puede explicarse su presencia en las tierras por las modificaciones que expel'imeotan las plantas en su desarrollo cuando se halla mezclado con ellas en proporciones apre ciables. Este óxido, cuando está en contacto de las materias orgánicas que contienen los abonos, pierde una parte de su oxígeno combinándose con el humus, trasformándolo en áciuo carbónico que las raices de las planta:> absorben con extrema a vi dez. Despues de haber llenauo esta funcion, extiende á expensas del aire .atmos· férico el oxígeno que ha perdido, y enton· ces vuelve á su estado primith•o. El mismo razonamiento puede aplicarse al óxido de hierro cuyas propiedades son análogas con las del óxido de manga'/beSO.

El ·azoe ó nit,rógeno existe en proporciones difet·entes en todas lns tierras de buena calidad. El nombt·e de nit1·ógeno 'l'OMO

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K@ -----------------~ ~ Los Conocimientos útiles. 42 f~~------------------------(que engendra el nitro) se le ha dado por formar con el oxigeno el ácido nitrico, el cual, combinándose con1a potasa, forma el nitrato de potasa que se conoce por el nombre de nitro 6 salitre. El aire atmosférico alimenta la combustion de los cuerpos en virtud del oxígeno que con tiene, y cuando el cuerpo en combnstion absorbe el oxigeno del aire, deja por t•esíduo un gas que se llama azoe. Separándonos un poco de n11estro tema, dit·emos ligeramente la propiedad que ti e· :pe el gas azoe de apagar rápidamente una luz que se trate de introducir en una vasi· ja donde se encuentre encerrado. Los animales no pueden vivir en una atmósfera de azoe, y perecen en ella por la falta de oxígeno, gas esencial á su respiracion. En las tierras no se encuentra sino for mando compuestos amoniacales y ácido nítrico, asi es que las tierras más fértiles contienen O,kB0004 de su peso, cuya cifra demuestra la pequeñez de su existencia en las tierras propias para el cultivo. Sin em· bargo, el azoe entra en la composicion de los vegetales , y se le encuentra en abundancia en el tronco de las plantas verdes¡ pero sin duda su presencia proviene de la atmósfera , de las aguas pluviales y de los abonos orgánicos. , El l~1vmus 6 mantillo está formado por el estiércol procedente de materias vege~ tales ó anil;nales que se hallan en estado de putrefaccion . El humus es la parte integrante de la tierra que :más activ~ 1~;~¡ vegetacion y el desarrollo de las planta::;. Su princjpal propiedad es, la de alimental! á las plantas con agua cargada de áddo carbónico, y su acciones tanto mayor en los vegetales durante su primer período de crecimiento~ porque sabemos, segun el análisis de esta. materia.,. qu.e el humus e_n

general contiene ácido carbónico, potasa, sosa y azoe, cuyos elementos son tan indispensables para la alimen tacion de las plantas en todas las épocas de su existencia. Pm·a que las tierras sean fértiles es indispensable que contengan de 4 á 8 por lOO de humus. Lo11 mantillos formados con determinadas plantas difieren sin embargo en sus cualidaues de una manera notable, porque las materias orgánicas que entran en su composicion suelen variat• los delll_ás elementos ::;eguo el gxado ~e su descomposicion pútl'ida en el momento de reunirse, por cuya causa -se distinguen uos clases de mantillo; aquellos que contienen una cantidad de tnnino, 6 que carecen de él, designándose el primero por mantillo ácido, qne e::; el formado por plantas acuáticas descompuestas bajo el agua y que contienen tanino 6 1nantillo dz~lce, formado de las plantas ·con poco 6 sin nad.a de tanino, y cuyo uso se acomoda favorablemente á touas las diversas clases de plantaciones. La tzM·ba es un mantillo ácido, y los ter· renos cuya calidad es ácida porque poseen el tanino, son impropios para la vegetacion mientras no se neutralice el ácido queposeen con grandes cantida1les de cal ú otras materias alcalinas. Tales son los diferentes cuerpos E¡,ue c::n· tran en la composicion de las tierras con cualidade$ propias para desarrollar la vida de las plantas que el hombre ha elegido para arrancar, despues d,e su crecimiento, el dorado fruto de sus mieses, el tubérculo farináceo, la delicada piña, las preciosas flores con su1:1 va.riados aromas y colores, teniendo por ayuda la mano de la naturaleza y el progreso de las ciencias de aplicacion. S.

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CONOCIMIENTOS VAIUOS.

Origen de la escritura y sustancias empleadas para fijarla. I.

Oomo cualquiera comprenderá, la escritura no ha salido formada de la cabeza del hombre, como Minerva salió armada de la cabeza de Júpiter. La palabra ha sido, sin duda, durante siglos , el único medio de comunicacion entre los individuos de la especie humana; pero con el estado creciente de la civilizacion, el hombre debió sentir la necesidad de comunicarse tambien con los nttseotes y de dejar á las generaciones siguientes testimonios de su paso. Desde luego imaginó representar por signos cualesquiera ciertos hechos cuyo recuerdo qu~ria perpetuar, 6 cuya rE:'lacion queria trasmitir. Esta representacion debió ser una pintura grosera de los objetos de la naturaleza; escl'itura figurativa de la que nos presentan ejemplo hoy algunas tribus indias de la América del N o1·te. Más tarde , las naciones más iogeuiosas y civilizadas, comp!rendiendo la imperfeccion de tal medio, írnaginat·on nuevas figuras que , representando ott·as cosas más que objetos naturales, pet·mitian figurar de una manera más abreviada sucesos é ideas. De aquí la escritura simbólica y los geroglificos, cuya invencion se atribuye á los egipcios. Está fuera de duda que antes de la introdaccion ·de las letras alfabéticas todas las naciones han hecho uso de la escritura figurativa. Los chinos al Este, los mejica· nos al Oeste, los egipcios al Sud, los escandinavos al Norte, han empieado esta manera de escribir ó de pintar los sucesos. Hasta entonces estas pinturas no teniaa relacion alguna con la escritura actual.

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jetos; los caractéres que ahora empleamos rept·esentan sonidos. Un génio feliz comprendió que el discurso, pot· variado y desarrollado que le hagan las diferentes ideas, no está coropuesto más que de un cierto númet·o de sonidos, y que era posible asignar á cada uno un carácter representativo. Discurrió dejar la pintura figurada de los séres vivientes y de las cosas inanimadas y sustituirla estudiando la combinacion de los sonidos. Una vez descubiertos los caractéres representativos de los sonidos, los pt·ogt·esos de la escritura fueron sumamente rápidos, y quedó fot·mado «este arte .ingenioso de pintat· la palabr·a y hablar á los ojos.» Cuál fué el hombre de génio que halló el primero el arte de representar los sonidos por cnractét·esfLa historia no lo dice. Es verdaderamente singular, si se obset·· va, que casi siempre el nombt•e de los bienhechores ele la humanidad se ha perdido e m el olvido, mientras que se ha elevado estátuas á los conquistadores que han sido su azote. Los antiguos pueblos, habituados á honrar á los dioses ó á los héroes, atribuyéndoles la enseñanza de las artes que sus antepasados les habinn legado, asignaron un origen divino al que había sido el deposital'io y el propagador para todos los demás. Asi es que la inveneien de la escri· tura se atribuye por los egipcios á Thot, por los escandinavos A. Odin, por los griegos á Mercurio ó á Cadmo, por los judíos á Moisés ó á Abraham. Los chinos y los egipcios son los pueblos que de más antiguo han h~cho uso d'e la escritura. Segun todas las noticias, este arte fué introducido en Grecia por colonos

fi_g_u_r_as- em _ pl_e_a_d-a.s_ r_ep_r_e_se_n_t_a_ba_n_o_b---e-g-ip-cios y fenicios que vinieron á

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T.os Conocimientos útiles. cerse á este país en el siglo XVI antes de nuestra era. De Grecia, el alfabeto se extendió á Italia. Los numerosos sábios que han estudiado el origen, la forma y la filiacion de los alfabeto::: de casi todos los paebl'os, convienen en que los caractéres fenicios, he breos y samaritRnos , eran antiguamente los mismos ó se diferenciaban muy poco; que estos han dado o\'igen al siriaco; que de este último está sacado el griego; del griogo el latín;. el ft·anco y el sajon del latin; el gótico del griego y del latín; el alfabeto ruso y el esclavon, del griego, como tambien el armenio. Todos los alfabetos de Europa tienen un aire de familia. que es indicio de un origen comun.

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' u. En seguida que se descubrió la escritura, hubo necesidad naturalmente de idear los medios de recibirla y conservarlat y se trató de encontrar las sustancias propias para este uso. Los tres reinos de la naturaleza se pusieron á contt·ibucion . y hay pocas materias de alguna consistencia qae no hayan sido empleadas, al ménosaccidentalmente. Los más antiguos monumentos que hoy se poseen han sido g 1·abados sobre piedra ó sobre madera . La ley. de los diez manda· mientas que Moisés presentó al pueblo hebt·eo descendiendo del monte Sinai estaba grabada en piedt·a, y las inscripciones de este género han sido muy comunes en todos los tiempos y en todos los países. Aun en nuestra época, en los monumentos y en los cementerios abundan los textos de esta especie . Los caldeos, durante siglos, consignaron sobre ladrillos sus obser.vaciones astronómicas, y la mayor parte de los museos de Europa poseen ejemJ}lares de estos ladrillos ca rgados de escritura cuneifot·me. La madera ha sido tambien una materia muy usada. El m useo británico posee una inscripcion grabada sobre una plancha de sicomoro, que p.roviene de la tumba del rey egipcio Mycerimo, hallada en una de las pirámides de Memphis, y cuya fecha ~ -----

debe remontar á má;:; de cinco mil aiíos. Las leyes de Solon estaban grabadas sobre planchas de madera; se conservaban todavía algunos restos en Atenas hácia la mitarl d ·1 primer siglo de nuestra era. Las terribles leyes de Dracon fueron tambien, sin duda, trazadas sobre esta materia, segun debe deducirse del siguiente pasaje de nn poeta cómico citado por Plutarco: «Yo invoco las leyes de Solon y de Dracon , con las cuales ahora el pueblo hace hervir su marmita.» En Roma, antes del uso de las columnas y de las tablas. de bronce, las leyes se grababan sobre planchas de encina que se ex· ponian en el Foro. Los anales de los pontífices que consignaban dia por dia los principales acontecimientos del aiío, se esct·ibian sobre hoj.as de madera blanqueadas con albayalde, que se llamaban album (blanco). Estos anales cesaron há.cia el año 633 de Roma (120 años antes de Jesucristo) ; pero el uso del album se conservó larg-o tiempo aun, puesto que las leyes del código de Teodosio estaban tambien inscritas sobre madera barnizada de albayald~. Por causa de esto, y por una analogía natural, se dió el nombt•e de alb'ltm á todo registro, ya púbHco, ya particular. En nuestros dias se designa con este nombre un cuaderno ó libro, cuyas páginas en blanco están preparadas para recibir lo que en ellas se quiera trazar, dibujo, música, prosa 6 verso . Entre los antiguos se empleaban los metales para las inscripciones de alguna importancia. En Roma, las famosas leyes de las doce tablas fue ron así llamadas porque se grabaron sobre doce planchas de bronce. Las placas de broMe servian tanto para actos de la vida pública 09mo de la privada. Nuestros museos poseen un gran número de piezas grabadas que han llegado hasta nosotros casi intactas á través de los siglos; se encuentran bajo esta forma certificados de licencia absoluta ex· pedidos á- los soldudos romanos. cuando terminaban su servicio en las legiones, actas del estado civil de los ci11d11danos, etc. Los antiguos sabían como nosotros re~

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---------------- ~~) ----------------------------------------45 ~ útiles. Los Conocimientos

ducir el plomo á láminas muy Jelgadas, en las cuales grababan con un puuzon de hierro. Plinio dice que esta materia se em· pleaba para consignar las actas importantes de que se quería conse1•var un recuerdo durable, y en el libro de Job (XIX, 24) se hn.llan ·las siguientes palahras: «Que no pueda yo grabar mi· discut·so con un punzon de hierro sobt·e láminas de plumo.» Puede, en una palabra, asegur-arse•que para fijar sus ideas los hombres, se han servido de todo objeto que presentase una superficie lisa y pulimentada, y entre ott·as materias singulat·es, de barro cocido y vasijas. Los pedazos de estas vasijas de barro eran de uso muy comun entre los griegos y los egipcios; la mayor parte de los museos de Europa poseen numerosas muestras. Se hallan inscritas actas parti.:... culares, contratos de venta, cartas fami liares y hasta cuentas de cocina que, dicho sea de paso, pt·ueban que los cocineros griegos no respetaban la ortografía más que los de nuestros dias. Es tambien muy probable que la gente pobre utilizase así los restos de su vajilla, no pudiendo pr.ocurarse. otras sustancias, cuyo precio debía ser muy elevado. Segun Plinio, las hojas de los árboles son la primera sustancia sobre la cual se han trazado caractéres, y en nuestros días· los pueblos de la India y de la Oceaní-a es· ~riben aun sobre hojas. Los naturales· de las islas Mal<livas (mar de las · Indias) ,tt--a· zan sus signos sobre la hoja del makarekau que tiene un mett·o de largo y treinta centímetros de ancho; . los habitantes de Ceylan escriben ~n las hoias del talipote (especie de palmer a); los de la costa de. Malabar en hojas de palmera. Cuando los

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españoles desembarcaron en el NuevoMundo, los mejicanos empleaban para trazar sus geroglíficos hojas de agavo (especie de pita). Sobre hojas de olivo (petala) escribían los de Sir acusa sus sufragios, de donde se deriva el nombre de petalismo (1) que tenia la misma significacion que el ostracismo de los atenienses, voz derivada de la costumbt•e que tenían de escribir el voto sobre conchas de ostras (ostt·acon ). _Durante largo tiempo los romanos emplearon ~abletas de marfil , en las q.ue escribían con tinta negt·a, 6 las cubrían con una capa delgada de cera y grababan con un estilo de metal. Rabia costumbre de escribir así todo lo que no estaba destina· do á conset•varse largo tiempo, como notas, bol' radares, cuentas diarias. El uso de estas tabletas se conservó largo tiempo: se encuentran en la edad media y has· ta el momento en que el parpel se hizo bastaute comun para reemplazarlas con ventaja. En las cajas de momias egipcias se en· cuentran frecuentemente lienzos cubiertos de escritura, y pa1·ece que esta sustancia se reservaba ptua los monumentos que tenian un carácter religioso. Los orác.ulos de las Sibilas estaban tambien· escritos sobre rollos de tela. Final men te, se empleaba tam bien la cor. te~a: de ciertos árboles, y San Jerónimo dice que la significacion de libro dada á la voz latina libe?' (corteza) viene de este uso, que se remonta á la más alta antigüedad. (Se continuará.) (1) Cierta especie de destierro quo estuvo en uso alguo tiempo en Siracusa.

Las oBras m od ernas de los ingenieros.

El arte del ingeniero es una perfecta representacion del desarrollo científico-práctico moderno, y viene á consistil· en el conocimiento

q,ue aplica á las necesidades humanas las gran· des fuerzas de la naturaleza. Entre sus más importantes trunfos se halla

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Los Conocimientos útiles.

el vapor. Bajo la forma de locomotora, empezó este ag ente por tener un peso de 4 toneladas y cna velocidad de l4 millas cada hora; y ya pesa 50 toneladas y anda á razon de 60 miUas. El máximum de las pendientes fué en un principio 50 piés en miila: ahora las hay de 440 piés en el Monte Cénis y dd 528 en la línea de Ohio y Baltimore. La locomotora atraviesa hoy dia por encima de las cúspides de las montañas Pedregosns y de SieJTa-Nevada, y dentro de breves semanas recorrerá desde el uno al otro Océano. Has ta que hubo esa clase de máquinas, apenas tuvieron los pueblos civilizados más medios de mutua COffillUiCaCiOn q Ll3 el del ag-ua. En cuanto á canales, el de Erie, que pl'imiti· vamente se construyó para buques de 60 toneladas, acaba de ser agrandado para buques de 2SO, y ya hace falta disponerlo para los de 1.000. La parte del movimiento de mercancías del Oeste que pot· ese canal se efectúa, es mayor que el del tráfico entero de todas las líneas gen et·ales de ferro-carril existentes entre el rio San Lorenzo y el Potomac, y hasta supera al del C¡¡fficrcio exterior de la ciudad de NuevaYork. El material de los buques en que dic ho m ovimiento se ejecuta excede eri volúmen al del material empleado en la construccion de la vi a el el Pacífico. El acueducto de Croton, que surte á Nlleva-rodc de aguas potables, es la obra de su c.l ase más po1·focta que hay en el mundo. Puentes americanos existen de todas formas y materias y tambien de vast-as dimensiones. Los principales puentes son los colgantes de alambre en el Nicaragua y el Cincinati, por el ingeniero Roebling; el del Havre. de Grace, de madera, por Parker; y los de Schuylkill y Victoria, por Kneass y Stephenson respctivamente. En punto á obras hidráulicas, ahi están, para gloria de la ciencia, las fundaciones de los muelles del..Potomac y Brooklyn, las del citado acueducto y las de los puentes del Havre y de Harlem.

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Una m'll.Sa de me'tal qú.-e }:resnta una tonelada no la había visto natlie-antes 'de 1-ailra cristiana. Ahora las h11-y dé itletto fundido qtre llegan

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hasta f 50 toneladas; de hierro forjado que t ienen 40; y de acero ó bronce de ». 25; masas todas de la forma más exacta que ha querido dárselas. Con los cepilladores de hoy dia se cepillan piezas de hierro hasta de 50 pié~ de largo, ó de i 8 de ancho 6 de l4 de alto, sacando virutas de 2 1/ 2 pulgadas de ancho por'/. de grueso. No hace mucho vimos atravesar con un pr.oyectil de fo 1·ma prolongada y de 12 pulgadas de diámetro, una plancha de hiert·o f01·jado que tenia 15 pulgadas de espe.sot·. El mayor cañon de artlllel'ia quo se conoce en Europa es el de Krupp, hecho de acero, de 14 pulgadas, para proyectil de á ·1.000 libras. Despues viene el cañon rayado de Amstrong, para bomba de á 610 libras. En América tenemos el de Rodman, de 12 pul,;adas para proyectil de 630 libras : y de 20 puÍg adas y ánima lisa, para proyectil de 1.072. Además, poseemos el caiion rayado de Perrot, de ocho puLgadas, que en el sitio de Charleston arrojaba carga de f 54 libras hasta la distancia de 5 1/t millas (8.849 metros). Nada diremos de los prodig ios de la telegrafia tan conocidoa de todo el mundo. Bástanos expresar que el otoño pasado envió el general Reynolds un telégrama, desde un lado 4 otro del Lago Superior, por medio del heliotropo ó e.spejo, sin necesidad de cable al,guno. !liuchos piensan que las <!lb ras do los antiguos aventajan á las de los modernos en magnitud, precisiob. y belleza, Es un error. Por otra parte, suele faltarles lo p'r'lncipal, la utílldad del objeto. Los sillares del templo de Boalbec son las mayores piedras de niogun edificio, con una sola excepcion. Pesan de i .200 á. 1.2'75 toneladas. El que existe en San Petersburgo tiene una quinta parte más de peso. Los monolitos de Egipto son de 200 á ~00 toneladas, si bien algunos llegan á 700. El obelisco de Luxor que está en París, pesa 250 toneladas. La gran pirámide de Gizeh, ~na de las de Egipto, contiene 6.500.000 toneladas de piedra; y las ramblas que debieron hacerse para colocarla, no representarían ménos de ~0. 000.000 de tierra. 11odas las obras del arteca'nal 'del

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Los Conocimientos útiles.

Erie no equivalen á 'un tercio de la primera de esas dos cantidades, así como tampoco á la segunda todo el movimiento de tierras del ferrocarril del Pacífico. Dicha pirámide hubo de exigir el trabajo de 500 000 operarios durante 30 años, y de coste 5.000.000,000 de duros. Obra igual la baria un ingeniero moderno con diez veces ménos gente y con cincuenta veces menos ga¡¡to. El coliseo de R.oma oo tenia sino la tercerrt parte del tamaño del edificio destinado á la-última exposicion de Lóndres y la sexta parte del de la reciente de París. De 12.000 toneladas era el arca de Noé y de

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algo menos unos cuantos de los barcos mandados construir por Tolomeo: el Gran- Oriental mide 22.500. Las mayores bombas de vapor fueron las usadas para desecar el Haerlem ~lere. Podrian sacar un volúmen de a.;u1:1. séxtuplo del de Croton. En contraposicion de las 7 antiguas maravillas del mundo, están las modernas del túnel del Támesis, el Gran-Oriental, el Cable trasatlántico, los puentes del Niligara y Britania, el Canal del El'ie, la actuul artillería y la línea del_Pacílico.

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(t;aceta de los caminos de hie,.ro.)

CRÓNICA.

EsTADÍSTICA CRIMINAL.-Acaba de publicarse una Memoria muy interesante de la policía en Lóndres, que constituye una verdadera revista oficial de los crímenes y delitos durante el año de i8t:l8. En dicbo período fueron detenidas 70.224 personas, de las que 31.113 fueron puestas en libertad despues de uno ó más días de prision; S5.i64 declaradas libres bajo fianza; 3.957 enregadas á los 'l'ribunules; 3.09 1 condenadas como culpables, y '702 absueltas. El número de hombres presos ascendió á 47.42i, y el de mujeres á 22 803. Respecto á la edad de los presos y ~ la clase de crímenes y delitos, los resultados no son ménos curiosos: por ejemplo, las vi as de hecho contra la policía son en su mayor parte debidas

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á jóvenes de 20 á 25 años. Los casos de embriaguez, más numerosos en Lóndres que en cualquiera otra capital, se p~e­ sentan raramente en el período de la edad viril, es decir, de SO á 40 años. En los menores, y especialmente en los mayores de esta edad, es aterrador el número de los borrachos. Resulta de la misma estadística que los mayores criminales no suelen pasar de 20 años.

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En 1868, por ejemplo, de 3.091 condenados á trabajos forzados, destierros, etc., 808 no tenian aun dicha edad, y 702 no llegaban á 25 años. Respecto á la instrnccion de los acusados, en · cc:tntramos las siguientes cifras: de 70 224 _personas, 10.000 no sabian leer ni escribir; 57.045 podian leer solamente ó leer y escribir mal; 2.299 habian recibido una buena educat.:ion, y 89 eran personas instruidas. EsTADÍSTICA DE POOLACION.-La. poblacion de Brus_elas se elevaba en Enero del corriente año á más de !'75 o·~o habitantes' de los que 85 500 próximamente pertenecían al sexo masculino, y 90 500 al femenino. Desde el principio del siglo la ploblacion ha experimentado un aumento de 110.000 almas, segun se desprende del censo general de 1800, que sólo daba 66.297 habitantes. Los arrabales de Bruselas cuentan fSO.OOO habitantes, que unidos á los 1'15 000 de la poblacion componen 805.000 almas. HALLAZGO DE UN TESORO.-En las excavaciones practicadas en el territorio de la ciudad de Hildesheim se ha descubierto recientemente un

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tesoro de inestimable_ valor, que se compone de vasos, copas, candelabros, cálices, etc., etc., entre todo 5'7 objetos de plata maciza de un valor intrínseco de 12.000 francos. No es posible apreciar el valor artístico de estos objetos; pero es seguramente superior al de todos los hallazgos análogos hechos hasta hoy. Los aficionados colocan el tesoro de Hildesheim por encima del de Bemay (Normandía), desenterrado en 1829: del de Crimen, que está expuesto en el Museo de San Peter.sbu1·go, y del de Pon peya, dese ubiorto en 1835. Lo que aumenta, sobre todo, el valor de los vasos descubiertos en Hildesheim son las inscripciones grabadas en sus bordes, por las cuaJos se conoce exactamente la fecha á que pertenecen. Los escultores han firmado sus obras, Y vemos que se llaman Lucius Brocca, Marsus Y Aurelius. La ciudad de Hildesheim, Sede de un Obispacto del antiguo reino de Hannóver, pertenece hoy ú Prusia; posee un MuStlO riquísimo en objetos antiguos; pero sus habitantes no esperan poder conservar el nuevo hallazgo, pues temen, y no sin f11ndamento, que el gobierno prusiano lo mande trasladar al Museo de Berlin. DESCUDIIIMIENTO ÚTIL.- Sabido es de todos que las telas de seda no aparecen de noche con sus verdade1·os colores. Por acostumbrado que esté cualquiera á distinguir los diversos tonos, con la luz artificial se equivoca. El verde parece azul, el castaña, negro, el rojo cambia de tono, etc. Las señoras, cuando hacen de noche labor es de tapicería, tienen que preparar y escoger de din las lanas y sedas que han de emplear. La

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luz de la-s lámparas, de las bujws, del gas, son sumamente engañosas; sucomposicion diferente de la de la luz del sol produce tintes (listlntos de 1os colores naturales. Cuando se quiera obtener de noche los verdaderos colores de las telas, bastará recurrir al medio siguiente. Se adq uie re un poco de hilo de magnesio, que puede muy bien figurar en el neceser de las damas con el dedal, las agujas, etc , y cuando haya necesidad de escoger sedas ó lanas, se pondrá el cabo' del hilo á la llama de una bujía. El metal se inflamará é iluminará la habitacion con una 'luz sumamenté b1·illnnte, comparaüle bajo tocios aspectos á la del sol. Las telas se verán entonces con SllS verdaderos colores. m hilo de magnesio es caro , pero no dejándolo arder sino algunos segundos, se gastará muy poco, y bastará sin embargo para distinguir los verdaderos tintes de una tela, de una ttlpicería, de un vestido, etc. El procedimiento está pues al alcance de todos. Pne~sA PEJUÚDIC:A.- En los Estados- Unidos se publican 5.'734 periódicos, de Ios que 542 son diarios, 63 aparecen dos veces y 56 tres veces por semana; 4.425 son semanales, 46 quin cenales, 574 mensuales, cuatro se publican cada dos meses y 24 son t1·imestrales: 615 de l_o s mf.ncionados periódicos se imprimen en Nueva-

Yo1·k. Los TEsonos DEL MAR.-Acaba de fundarse una compañía inglesa, con un capital de diez millones de ~eales, que tiene por objeto sacar del fondo del mar los galeones cargados de oro que fueron echados á pique por los españoles y los holandeses durante la guerra de sucesion.

b cargo de Francisco Roig. Ar co do Santa )lo ría, 39.

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,. ~~----------------------~-----------------------~-~ ~~ 49 ~ Los Conocim.íentos útiles. Núrn.. 4.0

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CONOCIMIENTOS DE BIOGRAFIA.

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ARAGO.

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Francisco Arago ha sido una de las más brillantes notnbilidades ciebtíficas de este siglo, y, por muchos titulos, su biog1·afía debe figurar entre la de los hombres útiles é ilustres de la Francia. Nació Arago el 26 de F~brero de 1786 en Estagel, departamento de los Pirineos Orientales, pequeña villa de 3.000 almas, que no era en aquella época más que una pob1·e aldea de algunas casas. Su pad1·e, qne desempeñaba el cargo de tesorero de la Uonc:da en Perpiñan, y su madre, no tenían más que un modesto patrimonio, pe1·o imponiéndose g randes sacrificios die· ron instt·uccion á su numerosa familia. Arago hizo desde luego sus primeros esturlios clásicos, y su padre le destinaba al foro ó á la administracion; pero un dia encontró á un oficial de ingenieros levanLanrlo planos en las afuer as de la ciudad; su uniforme le sedujo, y se informó de los medio::; que tendt·ia él que emplear para auq uirir el derecho de llevarle. El oficial le respondió que tenia que entrar en la es· cuela politécnica fuudada hacia pocos años, y en seguida se de_dicó á los estudios necesarios para sufrir los exámenes. No habiendo profesor de matemáticas en la villa, completó por si solo (como lo afirma M. Barra!, su discipulo y amigo) su.s conocimientos cientlficos, estudiando las me· jores obras de autores originales , los tra. tados de Euler, de Lagrange y de Laplace , y á la edad de 17 años, discípulo de sus propios trabajos, er a recibido en Tolosa, por Monge el jóven , el primero de su promocion. Sin iuda en aquella época la prueba de los exámenes no era tan dificil y complicada como se ha hecho des pues; pero la distincion con que lo hizo, anunciaba, co mo su carrera lo ha probado despues, una

lllurzo 27 de 1800. r& @©>- - ----·------

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inteligencia de primer órden. Apenas habia trascurrido un año, cuanrio su aptitud excepcional para las ciencias llarnóla aten· ciou de Monge, el mayor, ilustre profesor de la escuela, y le valió set· enviado a 1 Ob· servato1·io de París, donde se ocupó de in· vestigncioncs de astronomía y de fisica, que bien pronto despues le sii·vieron de títulos para su entrada en la Academia de Ciencias. En 1806, Ft·ancisco Arago y U. Biot, otra de las glorias científicas de la Francia, vinieron á España con la comision de continuar en este país la medida de la meridiana, necesal'ia para la de ter mi nacion de la forma exacta de la tierra y de la base del nuevo sistema de pesos y me· didas. Los célebres astrónomos Delambre y Mechain, que acababa de morir, habían medido el arco del meridiano terrestre en· tre Dunkerque y Barcelona. Biot y Arago fueron encargndos de medir el espacio comprendido entre Barcelona y las islas Baleares, teniendo pot· colaboradores á los comisionados españoles Chaix y Rodr iguez. Para llevar á buen fin esta opera· cion en las montañas , los jóvenes sábios sufrieron mil tt·abajos por los rigores del clima, por lo áspero y salvaje de los si ti os en que tenían que acampar y fijar sus tiendas, y por los encuentros con malhechores, que entonces abundaban en este país . En el mes de Abril de 1807, M. Biot llevó á París los primeros resultados de la empresa, y Arago continuaba las operaciones con Rodríguez, cuando la proximi· dad de la guerra entre la Francia y España dió lugar á que apareciesen como sospechosos á los habitantes de la isla de Mallorca, donde en ton ces se hallaban y colocaban sus señales nocturnas los astró· nomos. Se figuraron que el jóven sábio

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extranjero era un espía y lo arrestaron, debiendo á este arresto su salvacion. Fué encerrado el 2 de Junio de 1808 en la ciu· dadela de Belver, donde pudo continuar algunos de sus trabajos; pero no teniendo la suficiente segmidad, determinó y consiguió felizmente escaparse y embarcarse el 28 de Julio con sus papeles é instrumentos para Argel, donde llegó el 3 de Agosto. Pocos días despues se daba á la vela pa¡·a Marsella, pero al entrar en el Golfo y cuaudo ya veia las costas de la Provenza , fué capturado el barco por un corsario espaiiol y conducido á R osas. Arago consiguió pasar por un mercader ambulante y tuvo la suerte de no ser reconocí· do como el fugitivo de la fortaleza de Bel· ver. Despues de haber cambiado dos ó tres veces de pl'ision fué á parar á unos pontones estableci1os en Palamós, donde sufrió toda clase de disgustos y privaciones; pero por una singular casualidad el barco capturado por el corsario llevaba unos leones que enviaba el de y de Argel al emperador de los franceses , y habiendo matado uno los marinos españoles, el dey exigió y obtuvo que se pusiese en libertad á los prisioneros. Por esta causa Arago pudo nuevamente embarcat·se hácía el fin de Noviembre para Doug·ie, de donde se trasladó á pié á Argel y llegó el 27 de Diciembre. N uevas tribulaciones le esperaban en esta ciudad: ha· bia ha bido una revolucion en palacio y el autiguo dey había sido decapitado. El nuevo dey ponía dificultades para dejar partir al jóven viajero, al que suponía rico y de buena posicion. Como además había p1·oyectos de guerra contra la Francia, Arago estuvo expuesto á quedar en escla· vitud, si el cóns11l de Dinamarca no le hu· biese tomado bajo su proteccion. En medio de estos sucesos el nuevo dey fué á su vez asesinado, y Arago pudo nuevaménte partü· de Argel el21 de Junio de 1809. Poco tiempo despues llegó á Francia y pudo abrazar á su pobre madre que le creía muerto y había hecho ya decir misas por el reposo de su alma. Esta aventura atrajo la atencion sobre

t:_jóven sábi~que- no tardó

una brillante posicion cientifica. La primera carta que recibió en el lazareto de Marsella, estaba fil'mada por el célebre Humboldt, que no le conocía más que por la noticia de los peligros que habia corri· do, y que despues se ligó á él con una amistad fraternal. Algunos meses des pues la Academia de Ciencias le recibía en su seno, casi por votacion unánime, en reemplazo del astrónomo Lalande. Arago no tenia más que 23 años. Tres ~tños despues, en 1812, la oficina de las longitudes le encargó dar en el Ob· serva torio un curso de Ast1·onomía, que ha continuado hasta 1845, y en cuya eáte· dra ha demostrado en el más alto grado las cualidacles de ptofesor y de vulgariza· dor; la claddad, el método, la elegancia. Fué nombrado miembro de las longitudes en 1822, deRpues de haber ejecutado el año án tes operaciones geodésicas en las costas de F1·aucia y de Inglater ra. Poco tiempo despues de su entrada en el Insti· tuto fué nombrado profesor en la Escuela politécnica., des pues examinador de los oficiales de ingenieros y artillería que sa· lían de la Escnela de aplicacion de Metz. En fin , el 7 de Junio de 1830, la Academia de Ciencias le nombró su secretario per. pétuo, en _la seccion de ciencias físicas y matemáticas, en reemplazo de Fourier, que había muet·to. Entonces cesó de ser. pro· fesor en la Escuela politécnica. Des pues de la re vol ucion de Julio, Arago fué nombtado diputado y tomó parte en la política, figurando su nombre con los de Laffite , Odilon-Barl'Ot y Lafayette en las filas <le la oposicion, de la que fué uno de los jefes. Sin embargo, se ocupó más particularmente ~n la Asamblea y en el Consejo municipal de París, del que fué elegido miembro y despues Presidente, de las cuestiones en que las luces de la ciencia eran necesarias y los intereses de esta misma entraban en juego. Por informe suyo fueron votadas las recompensas na· · cionales á Daguerre, inventor de la fotografía; á Vicat, inventor de los cementos hidráulicos, artificiales, etc. TÓmó tam · bien una gran parte en la votacion de las

en •:·=.-.:yes

relativas á la mejora de la

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l ~©-=------------------------------------~~1 .r Los Conocimientos útiles.

cion de(Sena, á. los caminos de hierro y á. las fortificaciones de París. Dut·ante este primer período de su carrera par·lamentaria, Arago obtenía grandes éxitos orato· ríos cuando hablaba de ciencias y de industria; su palabra no excitaba tanto interés cuando ocupaba la tribuna para tratar cuestiones políticas, lo cual hacia rara vez. Entre estas cuestiones, debe ci· tarse la de la reforma electoral, de la que fué el principal promovedor. La revolucion de 1848 llevó á Arago al gobiemo provisional y al doble ministerio de la marina y de la guerra; pero ya su salud se había quebrantado mucho, y pl'ivado de una parte de sus fuerzas físi cas estaba imposihilitado de ser tan útil, como de otro modo hubiera podido, durante estos tiempos difíciles y encargado de tan importantes funciones, que no le fué posible desempeñar en parte más que nominalmente, pero que quiso desempei'iar gratuitamente , porque en presencia ae los apuros del Tesoro se abstuvo de percibir su dotacion. Ara.go form 6 tambien parte de la Comision ejecutiva de los Cinco, que desempeñó las funciones del poder desde el 4 de Mayo hasta las jornadas de Junio, en las que combatió contra los insurgentes de las barricadas. El mal que le minaba tomó incremento, y despues de varias Cl'ísis se le declaró una hidrope· sia del pulmon con sofocaciones y ahogos, en uno de cuyos ataques falleció el 2 de Octubre de 1853, en la plenitud de su razon y en el momento en que acababa de hacer una pequeña comida, hablando naturalmente con las personas que estaban á. su lado. Poco tiempo antes, el ilustre enfermo habia ido á buscar, sin éxito, algun alivio á. -su país natal. Tal ha sido la vida de este hombre célebre. Su naturaleza era poderosa y rica, así en el cuerpo como en el espiritu; su corazon y su carácter tenían las cualidades y los defectos de la raza meridional; era apasionado por el bien; ávido de gloria; sensible á. las alabanzas; impresionable dolorosamente con la crítica; amigo de dominar; ardiente para servir á sus A amigos y á sus protegidos; ardiente tam-

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bien para la 1ucha contra sus ad versar íos científicos. La energía y firmeza en sus opiniones no le abandonó nunca: en 1852 no quiso prestar juramento al nuevo poder, pero el poder hizo en favor de la ciencía una gloriosa y única excepcion. Digamos ahora algunas palabras respecto á. sus trabajos científicos, precisando los eminentes servicios que ha hecho á la ciencia. Como sábio inventor, Arago ha hecho muchos descnbrimientos notables. El es el que ha hallado la pt•opiedad de los rayos luminosos, conocida con el nombre de polarizacion cromática , en la cual está fundado el polariscopo, instrumento con el cual se ha podido estudiar la composicion de la atmósfera terrestre, la del sol y la de la luz que emana de los astros. Ana!izando la luz del sol con este ingenioso apar·ato, se ha podido ver que no emana de una masa sólida ó liquida incandescen· te, sino de una envolveute gaseosa. Se ha podido ver igualmente que la cola de los cometai3 brilla, en parte al ménos, con una luz q ne no les es propia. Los más háhiles físicos habian siempre considerado el fenómeno de la titilacion de las estrellas como inexplicable : Arago ha demostrado que debía atribuirse á la interferencia de los rayoi3 luminosos que han atravesado capas de aire tle densidad diferente. Sus ingeniosas investigaciones sob~·e la luz, unidas á las de otros físicos , Ampere, Oerstedt, etc., han destruido la teorla de Newton sobre la emision de los rayos lu. minosos, y la bnn reemplazado por la de las ondulaciones, que explica mejor los fe nómenos. Arago ha sido el primero que ha descubiertoquelaelectricida dpuedeimnn· tar el hierro y el acero , propiedad que ha sido el punto de partida de la telegt·afia eléctrica. Ha encontrado tambien una propiedad particular del flúido m,agnético, que se llama magnetismo de rotacion , descubriendo que el cobre en movimiento ejerce influencia sobre la aguja imantada y acaba por atraerla, y recíprocamente que la aguja imantada queda detenida por el cobre en reposo, propiedad que ha servido para construir máquinas que pro-

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~--------------------------------------------------------------5:2 Los Oonocimien tos útiles. ducen electricidad por el simple movimiento. Ha hecho curiosas observaciones sobre la influencia magnética de las aurora:; bor·eale;;. Por medio de ingeniosos apara tos, Arago ha dado medio de determinar, con una precision antes desconocida, los <litl.metros de los planetas, evitando una ca u::;a de er1·or considerada como inevitable, la it·ralliacion, es decir, la separucion ele los rayos que emite el ~ue1·po luminoso. Sostuvo y propagó el bello descubrimiento de Niepce y de Daguerr·e. Hizo con DL1long· importan tes e·xper·iencias para comprobar la ley de Mariotte y conocer, en tensiones muy elevadas, la rela· ciou entre la fuerza elá;;tica del vapor de agua y su temperatura. Arago ha hecho tantos servicios como con sus descubl'imientos, con el talento que le ha distinguido para popularizar la ciencia en sus lecciones en el Observatorio, en sus informes acaJémicos y en sus noticias en el Anuario de las longitudes. Ha endquecido con trabajos preciosos las Memod as de la Academia ue Ciencias, las Memorias de la Sociedad de Arcueil, en cuya~ publicaciones tuvo pnr colaboradores <l. La place, Ber·tholet, Chaptal y Humboldt, y los \na les de física y química que fundó con Gay-Lussac. En las obras de Arago, reunidas y publicadas por M. Barna.l, :se distmguen los tr abaJos siguientes:

«Memol'ias sobt·e las afinidades de los cuerpos con la luz, y particularmente sobre las fuerzas refringentes de los diferentes gases»; « Memoria sobre una modificacion que experimentan los rayos luminosos en su pa;;o á través d ~ ciertos cuerpos diáfanos » ; « Memoria sobre la aceion que los rayos de luz polarizados ejercen mios sobre otros »; « Coleccion de observaciones geodésicas, astronómicas ... .. para deter minar la vario.cion de la pesantez y de los g¡:ados tel'l'estres en la prolongacion del meridiano de Pal'is. El Anuario tle las Ion· gitutles contiene a1·tículos sobre los cronó· metros; sob1·e las cantidades de lluvia que caen á difer·entes alturas sobre el suelo ; sob¡·e el rocío; sobre las explosiones de las máquinas de vapor; sobre los pozos artesianos; sobre los geroglíficos egipcios y otros muchos. En los últimos años de su vida, cuando los pr·ogresos de su enfermerlad le hicieron perder la vista, dic-t aba un T ratado de astronomía popular, libro precioso para la vulgal'izacion de la ciencia. Estas ligeras noticias sobre los descu brimiento:'! y las obras de Arago, prueban bien que hasido, como decíamosalprinci· pío, una de las más brillantes i-lustraciones científicas de este siglo, y que su biografía debe figurar entre la de los hombres útiles.

CONOCU'IIENTOS DE HISTORIA NATURAL.

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FITOLOGÍA.

La ortiga.

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Existe una p-lanta que, descuidada en España. y poco conocida en el extranjero, podria. proporcionar gran utilidad segun las necesidades de cada país. Tal es la ortiga (Urtica IJioica L.). I nnecesaria por demás es su descripcion : ¿quién no

conoce su aspecto y la. sensacion de picor permanente que produce al q uererla tomar? Hasta hace poco tiempo se cr eyó que esto provenía de los pelos agudos de que se hallan provistos su ta11o y hojas., más hoy se sabe depende de que dichas ~

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Los Conocimientos úlil os. escabrosidades pilosas son tubulad'ls y cor· re por ellas el áctdo fénico produciendo ese insoportable picor. Florece en Mayo y se recoje en el estío. Para esta operacion basta cubrit·se las manos con cualquier clase de g-uantes que no sean de punto; por Jo general se corta con hoz 6 dalla. Si ha de servir en medicina debe al'l'ancat·se con t·aiz, puE:>s se usa toda la planta. Para su cultivo se necesitan terrenos fértiles; tollo al contrario la ex.pontánea parece que busca los sitios ár·idos y estériles. El único cuidado que hay que tener es favorecer la propagacion por los medios orüimuios. Una vez hecha la recoleccion puede emplearse verde y seea. En el pl'imet• caso puede servir para la alimentacion de los animales domésticos y hasta. del hombre. Cébause con ella los pavos jóvenes cuidando de haberla escaldado con agua hirviendo, y tirada esta, se machacan las ortigas con pan y leche para los m uy peq ueilos y con sal vado cuando son mayores (1). Para las caballerias y el ganado ¡·umiante no se necesita más que quitar á las ortigas el acid'O fénico por medio del agua hirviendo. En maestras mesas pueden reemplazar con mucha ventaja á las espinacas, siempt•e que preceda la escrupulosidad necesa· ria. Se emplean exclusivamente los b1·otes más tiernos y despues de tratados por· el (1) Los prácticos uicon quo los semi llas son coosa de lo· muerte en los iuu!v!cluos jbvones. No sabemos hasta qué punto. podril ser osto oc eíhle. mas siendo la cantidad de semillas. poco crecidu es de dudur tul Oflinioo.

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agua hit·viendo, se separan las hojas y raspan los tallos; se cuecen y a.ierezan como se hace con la planta á que reem· plazan. Comiendo gran cantidad son purgantes ligeros. En Suiza se usan de :nuy antiguo para todos estos objetos, favorecieoclo y aumentando los productos tle los animales. Las vacas dan leche mejot· y más abun dante : las aves ponen más comiendo sus semillas: Jos cab11 Hos adquieren mejor aspecto con su uso: pur último, dícese que det,iene los estragos de la e?izoot1a. Para usarla sec11 como fot•t·aje no hay necesidad de tratarla por ell:lgua hi1·vien· do, ni más opet·acion prel iminar que una buena y pronta desecadon al sol. Pueden hacerse tres y aun más córtes al año. En el Norte se usa para la fabricacion de telas y cuerdas. En efecto, las fibras de su tallo son casi tan t'f'sisten tes como las del cáilamo, y se obtienen por los mismos procedimientos que las de éste : para ello es necesario dejar que la planta tome toda su lozauía. Su semilla suministra un aceite comestible. Por último, la raíz mezclada con alum· bre dá un hermoso color amarillo. Para coucluil', excitamos á probar todas estas propiedades á cuantos estén en condiciones para ello, en la firme conviccion de que, al describirlas, las hemos visto utilizar en &.lguoas provincias de España y fuera de ella. Por qué, pues, no .se han d~ obtener en todas partes estas ventajas1 J. G.UICIA HERRANZ.

FÍSICA APLICADA. Globos aerostáticos.

I. En el movimiento general de las inves· científicas que desde fines del ¿ tigaciones

siglo pasado vienen sucediéndose rápidamente para ofrecer á esta. época ilustrada los maravillosos inventos, de que con razon se vanagloria, aparece como una de

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Los Conocimiento s útiles .

las que más han fijado la atencion de los sll.bios, por su importante trascendencia para el porvenir, la que tiene por objeto resolver el problema de la navegacion aérea, por medio de los aparatos conocidos con el nombre de globos ae?·ostá-

ticos. Desde el siglo XVII y principios del XVIII, algunos matemáticos y mecánicos experimentados se detlicaron con ahinco al estudio de este descubrimiento que por entonces no compensó su::. desvelos ni su amor decidido por la ciencia, con resultado alguno de inmediata aplicacion á ella. El Padre Lana, Juan Dante y otros consagraron su vida á tal objeto, viendo asimismo esterilizados sus esfuerzos; y por último, el ilustre La.lande creyó demostl'ada para siempre la imposibilidad de obtener el fin que , hasta en ton ces, vinie,ran proponiéndose los sábios. Todo, pues, hubo de sumergirse en el olvido como quimérico é ilusorio, hallándose por lo tanto bien lejos de imaginar los que en aquella época vivían que hubiéramos nosotros de ver cruzar majestuosos el espacio á esos sencillos aparatos, tan ligeros en su conjunto como el gas de que van henchidos, y cuyo aspecto al cernirse entre las nubes tanto hiere á la. imaginacien, despertándola el vét·tigo del infinito y la aspiracion osada de lanzarse á volar en· tre las águitas. A los hermanos Estéban y José Montgoltier les estaba[re~E)rvado el mostrarnos semejante maravilla, y á ellos debe la ciencia este pl'imer adelanto hácia la resolucion del pt·oblema. Retirados al lugar de su nacimiento, se dedicaron á la meditacion y al estudio. Obser-va.ndo la marcha constante de las nubes en el espacio , y discurriendo sobre las causas de la suspension y equilibrio de aquellas grandes masas, concibieron la idea de aplicar estas observaciones á la navegacion aérea. Con este objeto construye·ron varias en· vol ventes de papel, introduciendo en ellas sucesivamente humo de madera, hidrógeno y otros diversos gases y vapores, sin obtener r.esultado alguno satisfactorio. Cambiando el rumbo de sus investigacio-

nes, creyeron que la electricidad podia ser causa de la suspension y equilibrio de las nubes en el espacio. Fundados en esta idea quemaron paja, ligeramente húmeda , y hma, obteniendo un nuevo gas , a.l que atribuían propiedades eléctricas, y lo intradujeron en una envolvente de papel, que inmediatamente se alevó en los aires. No se debió á la electricidad, ciertamente, tan buen resultado; hay una explicacion más sencilla y convincente para este fenómeno, y. es que el ai re que llena la envolvente se hace más ligero que el que le rodea, por el intermedio del calor, siendo esta la verdadera causa que determina la ascension. Verificada, el 4 de Junio de 1783, una experiencia pública y solemne con éxito completamente satisfactorio, los het·manos Mon tgolfier se con vencieron de que habían dado cima á su descubrimiento. Recibida en Parí:S esta noticia, los hermanos Robert, bajo la direccion del profesor Charles, se encargaron de repetirla. Desconociendo el gas que los Montgolfier habia.n empleado, se decidieron por el hidrógeno, por ser catorce veces más lige· ro que el aire, empleando pat;a su preparacion un tonel con agua y limaduras de hierro, provisto de dos aberturas en su parte superior; una pat·a la entrada del ácido sulfúdco, que por su reaccion sobre el hieno había de producir el hidrógeno, y ia otra para adaptar el tubo que condujera el gas á la envolvente. Llena esta en sus dos terceras partes, fué lanzado desde el Campo de Marte el 27 de Agosto . Mont· goltier repitió la experiencia en París el 11 de Setiembre, y el ~ 9 en V et·salles, en presencia del rey, haciendo que subieran E'n el globo varios animales, que llegaron á tierra sin el menor contratiempo ni síntoma alg uno que indica ra haber experimentado alteracion alguna en su organismo. Comprobado el invento, faltaba solo u ti· !izarlo y dade aplicaciones. La última ex· periencia demostraba que la vitalidad no se alteraba en las altas reg iones, y bajo este punto de vi~ta la navegacion aérea parecía ~os1ble.

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Estéban Montgolfier fué el primero que constl'uyó un globo dispuesto para recibir viajeros: una galería circular, pendiente de él, estaba destinada á los aeronautas, y el depósito de paja necesal"Ío para la cons· tante alimentacion del fuego. Pilatre de la Rossier solicitó ser el primero que cruzara el espacio, aspirando el aire ele regiones á las que ningun hombre había llegado. Este héroe de la aerostacion y el Marqués de Arlandes emprendieron este primer atrevido viaje , el 21 de Octubre de 1783, desde los jardines del Bosque de Boulogne, descendiendo al poco tiempo sin que felizmente experimentaran la menor molestia. Esta ascension no habia tenido objeto alguno científico, y era de gran interés, sin embargo, aplicar este descubrimiento al estudio de la física y de la meteorologia. Desde luego se comprendió que el globo, tal cual habia servido al Marqués y á Pilatre, no podía utilizarse para tal objeto. La pequeiia diferencia de densidades que existía entre el gas que lo llenaba y el aire exterior, unida al gran peso de combustible que era necesario llevar, hacían que el iJ!Iontgolfle1·, que así se llamaba aquel, no pudier·a lleg·ar á elevadas regio· nes: además la atencion de los aeronautas, teniendo que estar consagrada á alimentar .constantemente el fuego, no podía em· plearse con sosiego en la experiencia Y observacion de los instrumentos. Los globos de gas hidrógeno eran los únicos que no presentaban estos inconvenientes. Robert y Charles fuet·on los primeros que verificaron la ascension en uno de ellos, cuya construccion fué enc_omendada á la habilidad del segundo, quien introdujo notables modificaciones, sustituyendo ade· más la galería que en los Montgolfier se empleaba para conducir los viajeros, po~ una ligera barquilla. Charles, pues, creó el arte de la navegacion aérea, y desde aquella época ning a na de las disposiciones ideadas por este físico han sido modificadas. El dia 1. 0 de Diciembre de 1783 , Ro bert

y Charles se elevaron desde las Tullerias, descendiendo al poco tiempo para depositar en tierra al primero, volviendo Charles á emprender el viaje. En pocos minutos llegó á la altura de 4.000 metros, y el termómetro que en tierra marcaba · siete grados sobt·e ce1·o, descendió en tonce:; á cinco bajo cero, llegando el barórnetro á marcar diez y ocho pulgadas y algunas lineas, á cuyo tíempo el frío entumeció sus miembros produci6ndole u11 vi· vo dolor en los oido:~ y mandíbulas, que no le desapareció hasta su proximidad á la tierra. Gran número de ascensiones siguieron a esta, algunas de ellas muy notables, Ua. mando principalmente la atencion la que verificó Blanchard, acompañado del Doctor Jeffier, en Inglaterra, ell4 de Setiembre de 1784. Blanchard atrave.só el Canal de la Mancha desde Douvres á Calais, viniendo á caer en la Selva de Guines, don· de más tarde se elevó una estátua en conmemoracion de tan notable viaje. En la ascension que verificó Testu·Dris· sy, sobre un caballo, observó que la sangre de los grandes animales comenzaba á trasvasarse y á salir por los oídos y narices, á una altur•a en que el organismo del hombre no experimentaba alteracion alguna. No menos notables, y de mayor interés y utilidad, fueron las ascensiones que, con ca1·ácter· puramente científico, bicieroñ Roberston, Biot y Gay-Lussac. Roberston y Lloest verificaron en Hamburgo su primer viaje, el18 ue Julio de 1803, llegando á una altura de 7.400 metros y haciendo las observaciones siguientes: en las regio. nes elevadas los fenómenos de magnetismo y electricidad se presentaban muy debílitados; la cera, el azufre y el vidrio se electrizaban muy poco, por m.edio del frotamiento; la pila de Volta funcionaba con menos energía que en la superficie de la tierra, y la oscilacion de la aguja imanta· da era mucho más lenta. En su segunda ascension, verificada en Rusia , se afirmaron más en estas ideas. Conocidas en París las observaciones de Roberston, sufrieron fuertes objeciones ~ ,

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por parte de los hombres de ciencia. Laplace vropuso que se comprobaran por medio de una nueva ascension, de la que se enca rgat·on MM. Biot y Gay-Lussac. Estos dos jóvenes profesores emprendieron su experlicion científica el dia 20 de Ago~to de 1804. El atento exámen de la brújula, en las diversas regiones que atra· vesu1·on, les demost1·6 que la propie,lad magnética no disminuía, ó po1· lo ménos qu(;l esta disminucion era sumamente peq ueiia. Respecto á la electricidad proba¡·on, hncien¡lo uso del electróforo, que sn accion era tan enérgica en las altas regio· nes como en la superficie de la tierra. La electricidad que ¡•ecogiet·on fué resinosa 6 sea neg·ati'tla. Las observaciones del termómetro demostraron que la temperatura disminuía con la altura, y el higrómetro marcó u o estado constan te de sequedad en la atmósfera. En una segunda ascension que hizo Gay-Lus;:;ac . se afirmó en sus creencias respecto a 1poder magnético. Observó: que por cada 191 metros de elevadon hay un g rado de descenso en el termómetro, y que la sequedad del ail·e aumenta con la altura, siendo su composicion la misma en to.ia la capa atmosférica que rodea la tierra. A la altura de 6.900 metros empezó á notar un fdo intenso ; la respiracion y el pnlso muy agitados, y un fuerte dolor de cabeza, decidiéndose entonces á descender y terminar el único viaje que ha reportado alguna utilidad de verdadero interés para la ciencia.•

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III. En 1794 se pensó en utilizar los globos para protejer á los ejét·citos act·ostáticos 1 en campaña, inspeccionando lns manio-. 1 bras del enemigo. Guyton de Morveau fué el primero que concibió esta idea, siendo 1 muy bien acogida por el comité de Salvacien de la República, si" bien con la restriccion de que no había de emplearse el 1 ácido su lfúrico para la preparacion del hi•lrógeno, porque el azufi·e, que por su ! com bustion produce dicho ácido, era necesnrio pm·a la fabrieacion de pólvora. En

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vista de tal con,licion, decidieron servirse 11 de la descomposicion del agua, por medio l de un hieno candente, para obtener el hidrógeno. Coutelle, que fu é el enc.argado de los trabajos cientificos, fué á Mauberge con el aerostático á unirse al ejército, al que prestó grandes servicios. La decisiva batalla que se dió en las alturRs ·d~ Fleurus, con tan brillante éxito para las armas francesas, se atl'ibuyó, en gran parte, al aerostático, cuyas ventajas encomió mucho Jo urdan, el g·eneral en jefe. El empleo de los g·lobos aerostáticos como máquinas de guerra duró bien poco tiempo. Bou. parte qJiso usarlos en Egip to, y solo los empleó en funciones públicas,. excitando por tal medio las imaginaciones orientales. Este invicto general les negó la pt·opiedad que Jourdao les atdbuia, tanto que á su vuelta mandó cerrar la Escuela aero:.tática, fu odada por Coutel!e en Meudon, quedando de este modo desvaneciuas todas las ilusiones que, sobre la importante aplicacion á la guerra de los globos aerostáticos, se habisn hecho algunos.

IV. Otra de las aplicaciones dadas á los glo· bos a.erostáticos ha sido la de los espectáculos públicos. La na.vegacion aérea, que á unos sirvió para probar su audacia , y á otros para procut·ar el adelanto de las ciencias físicas, fué para algunos objeto de especulacion lucrativa en la que ardes· _ gaban su existencia. Mme. Blanchard, viuda del aeronauta de este nombre, se dedi~ó á las ascensiones aerostáticas con objeto de recuperar su perdida fortuna. Grande fué el número de sus ascensiones, experimentando en al· gunas tristes contratiempos que, léjos de retraerla, la animaron más á perseverar en su propósito. El 6 de Julio de 1819, se elevó desd~ París por última vez; llevaba preparado, parn su descenso, un paracaidas rodeado de luces de bengala y en la mano una an· torcha encendida; un movimiento invo-

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con la desgracia de que, en retlándose el globo en las ramas de un árbol , la lámpara de espíritu de vino le prendiera fuego, obligándole á caer al suelo casi consumido.

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luntario hizo que el fuego de esta secomunicara al gas hidrógeno, envolviendo en llamas al aerostático. Mme. Blanchard trató de sofocar el fuego, pero inútilmente, por lo q ne echándose en la barquilla esperó tranquila á que se decidiera su suerte. El globo descendió con lentitucl sin que la envolvente participara del fuego, y la aeronauta hubiera llegado á tierra sin contratiempo si la casualidad no hubiera hecho que aquel cayera sobre la pendiente de un tejatlo, lanzando á la calle á Mme. Blanchard, que quedó muer· ta en el acto. Otra asceosion notable y desgraciada fné la del conde de Zambecari, hombre dedicado al estudiÓ de las ciencias y autor dt:! un sistema de dit·eccion para los g-lobos, que se propuso ensayar. Consistía este en servirse de una lá.mpara de eseíritu de vino, cuyn llama díngía á voluntad, método que, por más que algunos le hayan querido atribuir ventajas, era completamente ineficaz y peligroso. El 7 de Setiembre realizó Zambecari su ascension en compailía de Andríoli y Gros· seti. Apenas habían empezado á elevarse fueron lanza~os con gran rapidez hasta las má.:> altas regiones, donde el frío les . dejó como aletat·gatlos, hasta que, algo más repuestos, ob::.ervat·on el barómetro, por el que notar·on descendían con rapidez: un lejano y sordo mugir les anunció que estaban próximos á caer en el mar, y á los pocos instantes la barquilla se sumergió en el Adriático, en donde permanecieron toda la noche. Llegado el di a , vieron con pena la gran distancia que los separaba de las costas de Pezzaro . La ignorancia de los que tdpu· laban las embarcaciones que pasaban ante ellos, hizo que no les prestaran el auxilio que pedian. Por fin quiso la suerte que cruzara un bajel, cuyo capitan, más exper· to, recogió á los pobres náufragos, que yacían casi exánimes, socorriéndoles con el mayor esmero. A pesar de cuanto habían sufrido, y a pe· nas se vió curado , emprendió Zambecari una nueva ascension. El 2! de Setiembre t:_~SI? ~erificó la última en Boulogne

V. Desde que empezaron á verificaráe las primaras pt·uebas del maravilloso invento que describimos, y á causa de la~ irremediables desgracias que acaecían con la violencia del choque que experimentaban los viajeros al descender el globo sobre la tierra, cuando aquella no podía ser fácilmente reprimida, se pensó en idear un aparato que, sielldo el coroplerneuto de aquel, permitiera al aet·onauta dejat·se caer á cierta altura, sin experimentar Jaño alr. uuo en 1 aJ ·1 . Sebastian Leonard, recordando que algunos esclavos divertían á su seiiot· arrojándose de grandes alturas cogidos á un q1titasol, aplicó por si este procedimiento con buen éxito. Calculando las dimensiones que el qui· tasol debía tener, obtuvo que bastaban 14 piés de diámetro para su cit·cunferencia máxima, suponiendo que el peso del aeronauta, unido al del aparato, no excediese de 200 lih1·a¡.¡. Garnerin intr·odujo una modificacion que evitaba las fuertes sacudidas del aire acumulado bajo el quitasol, adaptando á este un tubo en su parte superior , por donde el aire saliera con facilidad. Este tubo se ha sustituido despues por una abertur~ circular. A este aparato se le dió el nombre de paracaídas, y su construccion está fundada en esta ley tan sencilla: la resistencia. del aire introduce modificaciones notables en la caída de los cuerpos, cuya velocidad de descenso seria la misma si este movimiento se vel'ificase en el vacío; además, la resistencia del aire crece con la super:ficie de los cuerpos. Pode'mos, pues, dar á

estos dimensiones con1Jenientes para dis'fltinuir cuanto queramos la 'Delocidad de descenso. TOA10

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__i_e_n_l_o_s__u_t_i_le-s-.------------------~, __o_n_o_c__irn ~8------------------L-o._s__O VI. G1·ancle fué el número de aplicaciones dadas á los g lobos aerostáticos, pero todas infructuosas ante la dificultad de lograr el darles direccion. Este fin ha preocupado largCJ tiempo á hombres tan eminentes como Guyton de Morveau, Monnier, Monge, Lalande y otros, sin que sus tentativas les hayan ofrecido resultado, desvanecidas en la práctica las esperanzas que la teoria les hiciera concebir . Dos medíos pueden seguirse para dar direccion á los globos: imprimirles un mo· vimiento horizontal por medio de un mo· tot· adecuado, ó bien buscar en la atmósfera una corriente favorable á la direccion que fle desee para mantenerse despues en ella. El primero aparece irrealizable por el empuje que la violencia del aire opone á aquel movimiento í .Y del segundo pued ·u espe:·arse mejores resultados para un porvenir no muy lejano . El problema, pues , no debe considerar.:;e como irrealizable, por más que ninguna de las expe-

riencias verificadas hasta el día lo acredite (1). No nos detendremos á enumerar las ventajas inmensas que el mundo conquistaría con las aplicaciones portentosas de este nuevo elemento de locomocion, si, como debe esperarse, llegára un dia en el que, coronados los esfuerzos de tan tos y tan distinguidos sábios, se obtuviese por fin la solucion al problema de la navegacían aót·ea. Eu la conciencia de todos está el apreciarlas, asi como en la nuestra consignar no más en estas lineas un recuerdo de admit·acion Mcia el más tt·asceudental de los descubrimientos modernos que los sábios del pot'venir fijarán para gloria suya y de los hermanos Montgolfier sus iniciadores. FEnNANDO SA!ITOYo.

(1) Eu lo¡¡luterra existo una sociedad aeronilUtíca que ba celebrado recientemente una exposiciou, en la cual se han presentado basto die: y seis motores distintos, ninguno de tos cuales, incluso ul premiado, reuno las condiciones necoso dus.

CONOCiMIENTOS VARIOS.

Origen de la escritura y sustancias empleadas para fijarla. Conclusion ( 1).

III. Se comprende que un escrito en piedra, en bronce, en plomo y aun en madera no era cómodo de trasportar; que no porlia circular fácilmente de mano en mano, de un país á otro, y que por lo tanto era un medio muy imperfecto de comunicacion eutre los hombres. Se trató, pues, de hallar para fijar el pensamiento un vehículo más cómodo, y el uso de escribir sobre ho· (1) Vóose ol numero ooterior.

jas, sobre la corteza de diversos árboles, debió conducir fácilmente á la fabricacion del papel de Egipto ó papiro. A la antigua Memfis, si se cree á. Lucano, correspondE>ria la gloria de haber descubierto hacet· el papiro; gloria de que con justicia se mostraba orgullosa. Era, en efecto, un progreso inmenso; ninguna materia había presentado hasta entonces las ventajas de este papel sólido, flexible y ligero, presente de la naturaleza que no exigia cultivo ni cuidados Por todas estas cualidades preciosas obtuvo un uso

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~-----------------------------------------------~ 'i 59 ~ Los Conocimientos útiles. Q casi universal en los pueblos antiguos, y la civilizacion recibió un gran impulso. Gracias al papiro se ha podido multiplicar en la antigüedad bajo todas sus formas la expresion de las ideas sábias, de la poesía, de los recuet·dos que fot·man la historia. El papiro es una gran.le y bella planta del género de las ciperáccas, que ct·ece en las aguas poco profundas y tranquilas del Egipto, de Abisinia y de la Siria. Su raíz tortuosa y del grueso del puño se ramifica por derecha é izquierda en multitud de pequeñas raíces, que sostienen la planta contra la impetuosidad del viento y el esfuerzo de las aguas. De esta raíz se eleva un tallo triangulat· de tres ó cuatro metros de altura, que se termina por una an· cha ombela, de donde salen, formando un plumero ondulante, un gt·an número de filamentos ue un bello color verde. Esta planta se ha intt·oducido recientemente en las plantaciones de adorno que desde hace algunos año:-: embellecen los squares y jardines públicos en las capitales de Europa, y aunque se cría con dificul~ad en nuestros climas, se ha conseguido obtener algunos hermosos ejemplares. Desde la m&.s alta antigüedad este vegetal precioso cubria una parte de las tierras que el Nilo inunda todos los años. «El papiro crece en tan gran can tidad so· bre las orillas del Nilo, dice Cassiodoro, que parece un inmenso bosque.» Era esta planta una d~ las principales riquezas del país. Todas sus partes se utilizaban para las necesidades de la vida. Se hacían de ella cuerdas y tejidos, con los que se fabricaban vestidos y velas para los navíos; se construían cestas, y la raíz era comestible: se comía cruda, cocida y asada, y su empleo como alimento debía ser muy general, porque un autor antiguo ha llamado á los egipcios «comedores de papiro.» Pero sobre todo, la película contenida bajo la corteza del tallo triangular servía para fabricar hojas de un papel ligero, flexible, casi blanco, sobre las cuales los egipcios, por medio de un peq neño junco cortado para el efecto y empapado en tin ta, escribían con caractéres casi tan finos

como los que hacemos hoy con la pluma sobt·e el pnp~l. No se puede fijar una fecha precisa de la invencion del papiro por los egipcios; pero el sábio Champollion ha encontrado contratos escritos sobt·e papiro que llevaban la fecha y se remontaba al tiempo de Moisés (1700 aiTos antes de Jesucristo). Estos manuscritos contemporáneos de los Fa· raones habían perclltio muy poco <le sufrescura y solidez. Hé aquí cuál era el mouo de pt•epat·ar este génet·o de papel. Despues de haber anancaU.o la. planta del papiro en el tiempo ordinario de su t•ecoleccion, se !:leparaba su r aiz y se cortaba por lo alto uel tallo conservando un pedazo 6 tt·ouco ue u no ó dos piés de longitutl, geuerahueote la pat·te que babia estado bajo el agua y se había blanqueado por efecto de esta iomer · sion . De este tl'onco ss separaban sucesi · vamente la primera cot·teza y todas las películas siguientes en número de diez ó doce. Estas películas eran tanto más finas y blancas cuanto más próximas al corazon de la planta y más habían estado sumergidas en el agua. Cu~utlo aun estaban fr·escas se estiraban y extendían, se batían y prensaban; en seguida se pegabao por su.:; es:t1·~mo~ para format· las hojas. Han Jlega.uo hasta nuestros tiempos muestras de hojas Je dimensiones tlifercn· tes, libros plegados y rollos que tenían hasta veinte metros de longitud . Como esta materia et·a pQr su naturaleza muy poco consistente y friable, lns hojas se hacian dobles, cuiuando de colocar una sobre otra con las fibras Cl'UZauas, y pegándolas de modo que imitaban el tejí· do de una tela. Con el peso de una prensa. se daba en seguida. una. primera preparacien y se quitaban las asperidades; se pu • limentaba despues la hoja con piedra. pomez, con agata ó con ma1·fil¡ en fin, para. librar al papel asi preparado de la. humedad y de los insectos se le empapaba en aceite de cedro ántes de usarle. Los rollos viejos de papiro ya usados para la escritura servían luego en Egipto para hacer calzado; muchas hojas juntas cosidas formaban la suela. Estos antiguos

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Los Conocimientos útiles.

zapatos son hoy otros tan.tos documentos preciosos para la. arqueología y la filologia. Se ignora en qué época fué introducido el papiro en Grecia y en Italia, pero segu· rameote seria despues que los fabricantes egipcios habían ya adelantado mucho en ht práctica de este arte. La planta era lla· mada por los griegos Biblos, voz que sig· nificaba tambien libro, y con la cual se de· signó más tarde la coleccion de las escrituras santas , el libro. por exce.lencia, el lilJ?·o de los libros. Cuando este precioso pr-odncto·se extendió de Egipto aGrecia y á la Italia, clesper· tó naturalmente la idea de concurrencia y de perfeccionamiento. Un ateniense in ven· tó uu medio de encolar el papel, que le daba una solidez y un pulimento superiores, y sus compatriotas, agradecidos, le levantaron una estátua. Las cualidades del papiro variaban además segun ellugar de donde provenía; Alejandria era renombrada por sus productos de este géne· ro, cuya exportacion se hacia hasta muy léjos. La fR.bricacion_ en esta ciudad era tan irn portan te 1 que habiéndose apoderado de ella el general Marco Fermo con objeto de h~1.cerse rey de Egipto., tomó tan· to papel, que pagó la soldada á su ejército y atendió á los gastos de la expedicion. Habia, desde el principio, papel comun y papel de luj.o. La primera calidad se llamó primero Gerática-, ó sea sagrada, porque estaba reservada á las necesidades del culto y del emperador; pero la lisonja hizo que se le diese luego el nombre de papel de A1tgusto. La segunda calidad fué denominada Liviana, del nómbre de Livia, mujer de Augusto, y la de gerática solamente se aplicó desde entonces al papiro de tercera calidad. Uo papel más comun se llamaba 8aítico, porque se hacia de un papiro de calidad inferior que crecía en abundancia en Sais, en el Delta. En fin, en último lugar figuraba el papel emporético ó papel de mercaderes. No era. propio para escribir, y cor.respondia á lo que nosotros llamamos papeldeenvolver, y servía, como este, para envolver mer• ~ canciás.

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B11jo el reinado del emperador Claudio se perfeccionó el papiro, haciéndole m s ancho y más fuerte. Esta nueva calidad, que tomó el nombre de papel Olaudiano, privó del primer lugar al papel Augusto, q.ue era mucha másd!!lgado y ménas resi;;. tente. F.stos papeles, de calidad superior, eran hechos con los papiros fabricados en Egipto; pero los"preparaban y trabajaban de nuevo los fabricantes de papel romanos; los lavaban, los batían y les aplicabao una encoladura pal't.icul!ar hecha con miga de pan ft:Jrmentada y empapada en agua hirviendo. HAcia el año 450 antes de nuestra era, Hieron, rey de Siracusa, intentó sustraer. se al monopolio egipcio, procurándose á precio ele oro algunos piés de papiro que hizo plantar en los pantanos de la Sicilia; pero no preva.lecieron, quedaron siempre peq ueiios y no dieron productos sino de calidad inferior. El Egipto, pues, permaneció solo en· po· sesion del comercio del papiro. Por esto, y como sucede respecto á todos los produc· tos que dependen de la fecundidad anual de la tiert'a 1 hu pi a épocas de escasez y Ca· res tia de papiro, y no solamente provenian de los cambios atmosféricos y de-te.mpera· tura, sino que más de una vez las tempes· tades en el Mediterráneo destruyeron cargamentos destinados á la provision de Grecia: 6 de Italia, y como ya en tiempo normal era una materia bastante 0ostosa, su bia en casos extrac.rdinarios á precios exhorbitantes. Se ha descubierto por cuen.· tas auténticas de los. últimos siglos ántes de Jesucristo, que el precio de una hoja de papiro correspondía próximamente á 15 ó 19 reales de nuestra moneda, que es hoy el valor ele una resmilla de papel de escribir. Bastaba, pues, que la cosecha de esta planta faltase un año para que la escasez de papel se hiciese sentir en toda Europa, y así sucedió muchas veces. Plinio cuenta que hubo una tan considerable en tiempo de Tiberio que causó un alboroto en Roma, reuniéndose á las puertas de todos los almacenes ele papiro una multitud tu.multuosa de compradores, que obligó á'recur· ~

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~~--------------------------------------------------~- €d 61 ~ Los Conocimientos útiles. V cir á una medida análoga á la que con frecuencia se ha tomado en otras épocas de escasez y de hambre. Se nombraron comisarios árbitros para repartir proporcin.nalmente á los pedidos las escasas provisiones de papel de que podía disponer el comercio. Tal era ya, hace 1900 años, el papel importante de esta materia en el mundo civilizado.

IV. Aunque el papirÜ\egipcio fuese la prin· eipal sustancia que se empleaba para escribir en esta época , se hacia uso de otras materias, como tablas delgadas de made· ra· y de marfi! y pieles curtidas. El em· pleo de esta última materia remontaba-á una gran antigüedad, porque Heródoto y Diorloro de Sicilia hablan de pieles de car· nero, de oveja, de vaca, empleadas para esctihir. Se conserva en la biblioteca de Br use· las un manuscrito del Pentateuco que se , cree anterior al noveno siglo ántes de J esu cristo ;.est·í. escdto sobre 57 pieles cosí~ das unas á otras, fot·mando un rollo de cerca de 36 metros de longitud. Sin em· burgo , los métodos de preparacion de las pieles fueron muy poco perfectos hasta el segundo siglo á u tes · ie nuest•·a era. En esta época , por causa de muchas ·escaseces de papiro, se vió precisado el rey de Egipto á prohibir la exportacion fuera del reinado. El rey de Pérgamo, Atala If¡ fomentó la fabricacion de las pieles pre· paradas y se perfeccionó mucho durante su reinado. Del nombre de P0rgamo , esta sustancia tomó el de pergan¿ino, con el que la conocemos hoy. Los procedimientos empleados entonces para la fabricacion del pergamino eran poco más ó ménos los mismos que hoy. Las pieles de cabra y de carnero son las que se emplean con preferencia para la preparacion del pergamino, y se reservan las de terneras, cor deros y cabritos muer· tos al nacer, para la vitela ó pergamino virgen. El arte del fabricante de perga· .l mino consiste en curtir estas pieles deján·

dolas bastante delgadas, casi trasparentes, y al mismo tiempo bastante sólidas para el uso á que se destinan. Despues que las pieles están peladas, descarnadas y en parte desengrasadas, se las sumerge en una disolucion de alum· bre y de sal marina; despues se las seca lo más lf·o o posible, colocándolas so bt·e unos marcos de mauera y :mjetil.ndolas con unas clavijas pat·a que queden muy tensas sin pliegues ni arrugas. Cuan· do la piel está exteri01·mente seca, el obrero, con un cuchillo ó. propósito, levanta toda la carne que nun ha quedado adherí· da á la parte interna ue la piel ; despues con un rascador levanta las sustancias ex· tt·añas y ::;u(;Jedades del lado exterior, y hace que escurra el agua que aun está adherida á la epidermis, con gran cuida· do para no estropearla. Despues pl'Ocede al apomazado, para lo cual e ubre la piel, del lado interior solamente, con una capa · muy delgada de polvo fino de cal apaga· da, y pasa en todas direcciones una ancha piedra. pomez preparada al efecto. La cal abo>orbe con rapidez el ag·ua q ne aun con· serva la piel. Des pues de estas operaciones deja nuevamente la piel á secar en el bastidor, la quita 1uego y pasa á otro obrero que repite de nuevo todas las ope· r aciones que se acaban de decit· . Deja á la piel más delgada, la iguala pe1·fectamente y la da un p ulimento más acabado eon una piedra pomez tan suave como·es posible. El perg·amino es en seguida recor· tado, plegado, puesto en prensa y entregado al comercio . El vitela no es más que pergamino de calidad superior, hecho de las pieles más finas, como las de ternera y cordero, y lo indica su nombre que proviene de la voz 1Jeel; que significaba ternera, y de 1Jeal que la llaman los ingiesed. Se aplicaba al pergamino de lujo y al vitela un aderezo 6 preparacion particu· lar compuesta de agua de goma y de albayalde fino, que le daba un aspecto más compacto y de más blancura. El nuevo papel de una fabricacion más fácil~ de una solidez mucho mayor y que no estaba, como el papiro, sujeto á las va· 1

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riaciones de la fecundidad de la tierra, hizo una gran concut·rencia al producto egipcio. Sin embat·go, este se sostuvo aun largo tiempo, porque se ha encontrado empleado en los diplomas de los reyes de Francia hasta fin del sétimo siglo. Pero en el noveno, el papiro desapareció por completo de todos los mercados de Oriente y de Occidente por causa de la invasion del Egipto por los musulmanes, pueblos poco amigos, y ménos entonces, de la escritura y de los libros. Destruyeron poco á poco el cultivo de este precioso vegetal, que durante tanto tiempo habia ali· mentado el comercio ele Egipto. Los intestinos de los animales han sido empleados algunas veces para fi)ar la escritura. Cuenta un autor, que la bibliote· ca de Constantinopla poseía las obras de Homero escritas con letras de oro sobre un intestino de serpiente que tenia 120 piés de longitud.

El pet·gamino era blanco, tintado de amal'illo ó do color púrpura.. El de este último color se reservaba generalmente para lo.s libros sagrados ó para uso de los emperado¡·es. Se conset·va en la biblioteca real de Suecia el manuscrito original de una traduccion en lengua gótica de los Evangelios, deaü.la al obi:_:~po Uphilas, que vivía en el siglo IV. Este precioso manuscrito es de vitela color púe pura, escl'ito con letras de oro y plata. En la iglesia de Nuestra Señora, en Aix-la-Ohapelle, se vé tambien u n manuscrito latino de los Evangelioil, hallado en la tumba de Cnrlo~Magno, escl'ito con letras de oro sobre vitela púrpura. A partir del sétimo siglo, el pergamino venció, por uecirlo así, al papiro; dominó exclusivamente en la edad media y aun se emplea hoy para algunos documentos cuya conservacion se quiere asegurar. (TRADUCCIO;,.)

FISIOLOGÍA.

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Propagacion. Las lineas que sig·uen tienen úuicamen · te por objeto exponer· algunos datos curiosos respecto de la propagacion de las especies en la naturaleza; de ningun modo presentar el estudio de este fenómeno, el más difícil é importante que científicamente puede examinarse en fisiología. Hé aq ui los datos: HUMANA.-Cayo Hilario se presentó en sacrificio en el Capitolio, el año 749 de Roma, acompañado de nueve hijos, de los cuales dos solamente eran hembras; de 27 nietos y 29 vizni<'t os. Golsmith cita tí. un conde de Abergensg que presentó á Enrique II, durante su viaje en Alemania, 32 hijos varones. Citase á una señora de Palermo que dió á luz '*4: hijos. E s PECIE

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Existía on Lille, áutes de la revolucion frunces!\ do 1789, una familia en la cual 40 hijos, pe¡·fectamente constituidos, se sentaban á 1~ mesa con sus padres. Una aldeana rusa dió á luz en 2 1 partos 57 hijos, r¡ue vivían todos en 1155. Esta echó al mundo cuatro á la vez en otros tantos partos; tres á la vez en otros siete; siendo dobles todos los demás. Habiendo vuelto á casat·se el marido de es ta mujer, tuvo de su segunda mujer 15 hijos en siete partos, lo que le hizo padre de '72 hijos legítimos. La mujer de un peluquero de París, llamado Blunet, estuvo embarazada seis ó siete veces de tres hijos á la vez. En i 842, en un puerto de la extremidad de la Australia del Sur, una Irlandesa echó al

mundo seis hijos da un solo pacto. El únioo

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En las pulgas des le la primavera, época en la cual empiezan á aparecer, hasta el otoño, en que la generalidad mueren, producen ocho ó nueve generaciones sucesivas de pequeiias pulgas, que nacen vivas sin metamórfosis alguna, y no obstante todas son hembras. Uoa pulga lanigera, dicu ft1. 'l'ougard, prod uce diez genuraciones vivíparas y una ovípara. Cada generacion dá por término medio 100 indiviJuos. ltesulta en vista de este cálculo una progresion gr!tndísíma.

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Los Conocimientos útiles.

toma particular que se la notó durante su embarazo, fué un apetito devorador. Las familias de 12 á 20 hijos han sido comunes en todo tiempo en Normandía. ANIMALES.-La rata produce al año de t>O á

r>8 hijuelos. La hembra del conejo de 60 á 120. El mariscal de Vauban ha calculado que una cerda, en el término de iO años, á razon de dos erina por aiio, podría producir 6.000.000 de co chinillos. Si se seguía esta multiplicacion, añade el mismo, hasta la décima generacion, habl'ia ya tantos que toda Europa podda alimentarse de este solo animal; y si se coutinuabu husta la diez y seis, habría ciertamente con que poblar toda la tierra. Una langosta produce cada año alrededor de 4.000 huevos; un langostino de 6 á 7 .000; y se han encontl·ado cerca de 22.000 en algunas especies de este marisco. Una pértiga de una libra y dos onzas contiene hasta 60.000 huevos; una sarga de una libra y tres onzas, 129.000; una. curpa de dos libras y cinco onzas, t67.000; un sollo grande, i .468 000; un aba.•lejo, 9.344.000; una tenca, 950.000; un lenguado, 100.000; un arenque, as.ooo, etc. El gusano de seda dá al 400 hijuelos. año ... •. . . . •. La abeja reino. . • . . . " 48.000 200.000 La polilla proletaria .. » La mosca vivípara. . . . 200.000.000 l)

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PLAN'tAs.-lleflérese que bajo el reinado de Augusto trasportaron desde Afrlca á Roma 400 cañas de trigo procetlentes de un solo grano; eu otra ocasion, bajo Neron, 360 cañas de trigo producidas igttalmente pot· una sola simiente. Duhamel ha citado dos caiias, de las que cada una contenia 15 espigas y 6.000 granos. Francisco de Neufcmlteau, otra caña con 76 espigas. M. de Montmurency, otra de 150, y M de Albret, otra de 52 espigus y 2 .210 granos. Una planta de amapola produjo hasta 32.000 granos; la del tabaco 360.001.). La bovita gigall tea, especie de setu, tlisfmta un desarrollo tan rápido, que adquiere próximamente 200.000 cel· dus por minuto. Ahora cada una de estas celdas es el embrion de uua planta de la misma especie. Segun un cálculo de Frié9, un cjemplat· de retícularia mckvima contenía más de un millon de espórulas.

CRÓNICA.

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FERRO-CARRILES DE U:'i SOLO RAIL.-Bieo conocidos son de todo el mundo los graves inconvenientes con que lucha el establecimiento de las locomotoras en los caminos ordinarios. Pero el principal de todos es, sin duda alguna, la facilidad de que la máquina, si lleva una velocidad regular, se salga del firme , tropezo.ndo con algun cuerpo extraño 6 guiada por la inclinacion

del terreno, y haya un verdadero descarrilamiento, si es que tal nombre puede aplicarse en este caso. Hace algunos años vimos las pruebas que de estas locomotoras se hicieron en l't1adrid mismo; y á pesar de ir constantemente un hombre guiando el carro delantero con intensa vigilancia, habianecesidadde marchar despacio para evitar un percance All'réguese á esto que

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la máquina no dá nunca mayor traccion que la correspondiente al producto de su peso por el coeficiente de rozamiento entre sus ruedas y el terreno, y se tendrá la razon principal de no haberse aclimatado en ningun país dichas locomotoras. Algunos ingenieros han ideado subsanar este gravísimo inconveniente, estableciendo en las c¡u·reterus que han de ser recorridas un solo raíl, que sirva para que la máquina .tome de sus dos paredes laterales la traccion, operando soln·e ellas cuatro ruedas casi horizontales, movidas por los cilindros de vap01·, y sirviendo al propio tiempo de guía di~ho raíl. Esto equivale á suprimir, en el sistema propuesto hace años por el baron Seguier, los rails laterales y dejar solo el central. Ot1·os ingenieros han propuesto que el raíl único solo sirva de guía con las ruedas casi horizontales, para que la traccion siga ejerciéndose sobre las ruedas ordinarias. Este sistema tiene, respecto del anterior, la desventaja de que no se :.provecha para la tracci<>n más que el peso de la maquina , mientras que en aquel dicha traccion es indefinida bajo tal concepto, y solo está limitada por la potencia de ·los cilindros de la máquina. En cambio tiene la ventaja de per·mitir disponer más cómodamente tQdos los 61·ganos. Huy además máquinas en las cuales son motrices tanto las ruedas ordinarias verticales como las hol"izontales que oprimen el raíl, y

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una de las mils notables e:; debidaQá MM. Saint Pierre y Goudal. El rail tiene cerca de dos decímetros de alto y solo sale del terreno la mitad p1óximamente: es una V invertida: la traviesa es longitudinal; su peso 23 kilógramos por cada metro. Las ruedas ordinarias descausau eu una capa de asfalto comprimido para evitar las sacudidas de cuerpos e:uailos: en los pasos de nivel :se quita el rail y so ponen dos contra la parte exterior de las ruedas ~articules, cada uno de dos á tres centímetros de altura. La locomotora es de cuatro; medas acopladas; eleva el agua y carbon; los ciliudros horizontales¡ la distribucion se arregla con la corredera Sthephenson; el movimiento se comunica tanto á. las ruedas verticales, por codos, como á. las horizontales por manubrios. Estas son de pequeño diámetro, y con u ua palanca es posible comprimirlas más ó menos contra el rail, dando así mayor 6 menor traccion; ordinariamente se hace subir esta á. unas seis toneladas . El coste de esta vía es por kilómetro 16,250 francos, de los cuales 5,750 corresponden al raíl, 5,800 al asfalto, 1,500 á las traviesas, y el resto sou pequeiios gastos y colocacion. El precio de cada locomotora es 14,000 francos. Los inventores han ideado tambien wagones especiales y constituido así un sistema de material y vía para lineas muy accidentadas, Cli6S• tiou de primer órden para Es pafia.

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(Gaceta industrial).

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DE HISTORIA.

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Portugal y España. En los momentos actuales en que tanto preocupa la candidatura del rey D. Fernando de Portugal para el trono vacante de España, y como nna eventualidad para el porvenir, el hecho de la unidad ibérica, parécenos oportuno reseñar las diferentes empresas intentadas para realizarlo, hasta que, conseguido por Felipe II, volvió á destruirse bajo el .reinado de su sucesor Felipe IV.

I.

ánimo del.monarca castellano, que les rlió por recompensa de su esfuerzo á sus dos hijas en matcimonio, Dolía Urraca al primero, herede¡·a de su cetro, y al segundo Dolía Teresa, con las tierras de Portugal ya conquistadas, que erigió en condado. Hijo de estos dos últimos fué D. Alfonso Enriq uez, que ganó á los moros la famosa batalla de Uriq ue el 2ó de Julio de 1139, origen del reino de Portug·al, supuesto que sobre el mismo campo ue batalla el ejército cristiano, entusiasmado con la victoria alca,nzada, proclamó por su rey á Don Alfonso, título que confirmaron despnes las CMted reunidas en Lamego el año 1143, y el Papa Alejandro III, que le hizo libre del feudo que á Castilla debía. Dotado de mayor prestigio y con suerte constante en sus empresas, apoderóse este rey de Lisboa y otras importantes villas, expulsó á los moros de Extremadura y de Beira, y al morir era ya dueño de las tres cuartas partes de que consta en el dia el territorio lusitano. Al terminar la edad media, el reino de Portugal, pequeño en extension, pero muy grande por la audacia de sus peligrosas empresas, adquirió dominios inmensos, riquezas sumas, influjo y fama que harán en la historia su memoria eterna.

Desde los primeros tiempos en que España figuró como nacion entre las demás del mundo, Portugal, que constituye la parte occidental de la península ibérica, pasó necesariamente por las diferentes do· minaciones que en ella se sucedieron, desde que, conocida su existenda , fué objeto su territorio de codiciada conquista. Los romanos , que la llamaban Lusitania; los suevos, los godos~ y los árabes, de unos en otros fué rodando el gobierno de esta fértil provincia, hasta que, levantado de nuevo en Astúrias por Pelayo el pendon de la monarquía goda , Portugal, como el resto de España, lucha contra los moros, y al mando de Alfonso el Casto, de Ordoño III y de Alfonso V, que perece en el sitio de Viseo, recobra su perdida in· dependencia y agrega su territorio al ya bastante dilatado de la monarquia espaII. ñola. Alfonso VI, el conquistador de Toledo, Expuesto el origen del reino de Portuhubo de solicitar auxiliares de Francia gal, cumple á nuestro'¡)ropósito narrar la para continuar sus campañas contra el - primera empresa en que por la fuerza de las armas se intentó incorporar aquel Esárabe. Presentáronsele en calidad de tales dos ca ba.lleros franceses llamados D. Raítádo á la corona de Castilla. mundo y D. Enrique de Borgoña, descenD. Fernando, último rey de la casa de die ntes del rey Roberto de Francia, y cuBorgoña, dejó al morir, en 1383, por hija yas hazañas á tal punto cautivaron el única á Doña Beatriz, casada con Don Alll'il 3 de i8G9.

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Los Conocimientos útiles.

Juan I de Castilla. A pesar del tratado en que se fijó que de morir ·sin suce::.ion la in· fanta entrase D. Juan á sucederla, uniéndose entonces los dos reinos, los portugueses parece se resistieron á este resultado, ' proclamando en su consecuencia á D. Juan, Maestre de Aris, hermano del rey difunto é hijo bastardo de D. Pedro I de Portugal. El de Castilla, desairado y desconocidos sus derechos, decidióse á hacerlos valer por las armas, y al efecto, lle· gó con numeroso ejército hasta los muros de Lisboa, cuyo cerco tuvo al fin que levantar por haberse declarado en su campo una peste q'ue diezmaba los solqados á millares. Impaciente por alcanzar el triunfo, vol· vió al año siguiente (1386) con 30.000 hombres, hallando al enemigo en Aljttoa'rrota. En esta desastrosa jornada fué completamente denotado el ejército de Castilla, y allí se hundió por entonces la esperanza de los que acariciaban la idea de ver reunidos ambos pueblos en uno que abarcara desde Cádiz á la barrera que forma el Pirineo. A la muerte de Enrique IV de Castilla aspiró el rey Alfonso V de Portugal á serlo tambien de Castilla por medio del m a tdmonio que intentó sin éxito con Doua Isabel la Católica, y apoyando despues con las urmas á los partidarios de Dona Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV, hasta que, vencido por el rey Católico en Toro, hubo de desistir de su empeño. El éxito de la suspirada reunion de ambas coronas estaba réservado al astuto y hábil politico Felipe II de Austria, el más temido y podero::;o de los monarcas de su tiempo. Dióle ocasion á esta empresa la muerte del caballeresco rey D. Sebastian de Portugal, que en los llanos de Alcazarquivir pereció luchando contra lamo· risma para ~ejar á su reino sin sucesor directo en el gobierno. Ocupóle, sin em· bargo, su tio el cardenal D. Enrique, que privado tambien de sucesion, fué causa de que se fomentaran las intrigas de l.os que se creían con derecho á sucederle en el tro· no. EranestosFelipeii, laduquesadeBra· g·anza, D. Antonino, Prior de Crato (los ~---·-------

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dos últimos portugueses), el duque de Sabaya, Ranucio Farnesio, hijo del príncipe de Parma, y la reina viuda de Fran'cia. La duquesa de Braganza descendía por línea de varon de D. Manuel de Portugal y Don Felipe del mismo, p.or línea de hembra. Teniá este sin embargo la ventaja del sexo y mayor edad. Para ¡,¡ostener sus derechos valióse principalmente de la habilidad y astucia del duque de Osuna y de D. Cristóbal de Mora, á quienes¡)sitió en I.Jsboa, encomendándoles el giro de las negociaciones que desde luego pl'incipió á entablar. Fu_é su primer cuidado e.storbar el matrimonio que intentaba efectuar el cat·denal D. Enrique, log·rando al cabo impedir se le otor· gara la dispensa que 80licitó de Roma. Este primer paso conseguido, supo atraerse despues á su favor los más notables jurisconsultos de aquel país, que con sus diferentes escritos decidían La cuestion en favor suyo, y á. los nobles é hidalgos de más cuenta ganó &. su causa con mercedes y distinciones .que pródigamente les ofreció. Además, las manifestaciones y misivas que dirigió á la cámara de Lisboa, y las protestas que en su nombre publicaba Osuna, esparciendo de paso el rumor de los prepara ti vos de guerra que en Castilla se aprestaban, hubieron de influir tal m en· te en el ánimo de D. Enrique, que á des· pecho de las sugestiones que le hicieron los enemigos de D. Felipe, declaróse ante las Córtes de Almeirin por el rey Católico como el mejor provisto de derecho á sucederle, acto en que le secundaron la mayor parte de los de la nobleza y el clero, no asi el brazo ó estamento popular, que quería monar· ca portugués y no extranjero. En tal estado el asunto, sin resolucion tomada, murió el cardenal D. Enrique, y aquí debemos hacer notar dos coincidencias que se observan en la historia de este reino. Con un Enrique principia la emancipacion de Por· tugal de la corona de España., y con otro Enrique concluía. De la hija de un rey de Castilla en el siglo XII provino 1&. separacían de Portugal, erigido despues eu reino independiente, y al contrario, de la de

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fUNDACIÓN

JUANELO TURRIANO


Los Conocimientos útiles.

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uno de Portugal venia en el siglo XVI á sistencia Yelbes, Olivenza y Estremoz. Seun rey de Castilla el derecho de reintegrar tubal, al acercar~e el ejército, tambieu es á su corona los Estados que antes fueron abandonado, excepto el castillo, que guarde ella. (La emperatriz Doña Isabel era daba el alcaide Mendo, protegido de alhija de D. Manuel de Portugal y madre gunos galeones; pet·o combatido por Prósde Felipe II.) pero Colonna, á quien secundaba por mar Antes de morir dejó el cardenal enco- el marqués de Santa Cruz, hubo al fin mendado el reino á fa autoridad de cinco de rendirse á España con sus 80 piezas de gobernadores que nombró, los cuales su- artillería, municiones y pertrechos. Acoplicaron á D. Felipesuspencliera el recurso mete y toma despues el duque de Alba la de las armas hasta que en juicio se reconociudad y castillo de Cascaes, á cuyo gociera su det·echo, á lo que contestó el po- bernador manda cortar la cabeza para inderoso monat·ca desconociendo su autori - fundir terror entre los suyos, y tet·mina dad en el asunto y aprestándose á entrar la breve conquista de este reino t:on la en Portugal con numerosas huestes. Que- batalla de Alcántara, que mandaba el daba ya él como único pretendiente, pues Prior de Crato, cuyo ejército, derrotado por el duque de Braganza, que era el que me- completo y en fuga sus principales jefes, jores derechos alegab·a., hizo renuncia de abrió al duque de Alba las puertas de Lisellos en D. Felipe, á condicion de ser resboa, y al marqués de Santa Cruz el puerto petado en sus tierras y vasallos que cons- á la entrada del Tajo, de cuya escuadra se tituian solos _una tercera parte del t·eino . ~ apoderó tambien. En cuanto al Prior de Crato, descendiente Con esta victoria, que vengó el desastt-e por linea masculina del rey D. Manuel, de Aljubarrota, en tiempo de D. Juan II, pero de origen bastardo, fué proclamado quedó Portugal por D. Felipe, y huido y rey en Santarem por el pueblo y el clero desalentado el Prior que, refugiado en inferior, en ódio al rey Católico, á quien Francia y vueltQ despues con algunas tt•odecidieron resistir, proclamando en San- pas que allí reclutara, nuevamente fué tarem á D. Antonio. vencido, desistiendo para siempre de su Los preparativos de guerra terminados, temeraria empresa. y el ejército reunido en Badajoz, acude allí D. Felipe, tras de una campaña que duró D. Felipe para seguir más de cerca el curso solo dos meses, hizo su entrada solemne de las operaciones, en una empresa que ·en Portugal; yen las córtesde Tomar, retanto interés le reportaba. Al frente de sus uuidas en el monasterio de Cristo, fué jutropas coloca al anciano duque d~ Alba, á rado y reconocido por rey. Celebróse su quien saca del destierro en que por un des- recepcion en Lisboa con regocijos y fiestas acato de su hijo le tenia, encomendándole públicas, que duraron muchos días, y los la direccion de la guerra, auxiliado por ódios y enemistades se acallaron á su preD. Alvaro de Bazan, marqués de Santa sencia, con el prestigio de su poderío. En Cruz, que desde el puerto de Santa .María efecto, la extension de sus dominios se di.. dirige su escuadra hácia el Océano para la taba espaciosa por entonces entre los dos obrar en combinacion. hemisferios, y su politica imperaba en todo Lascosasasídispue stas,yáfindeatrae r- el mundo. La reunion de Portugal á Esse las voluntades de los portugueses, Dón paña le trajo asimismo sus ricas y vastas Felipe, por medio del duque de Osuna, les colonias de América, del Africa y las Inofrece respetar sus fueros, preeminencias días. Los reinos de Guinea, Angola y Ben· y franquicias, y señala mercedes y otras gala, las Azores, la poderosa Goa, el Eragracias á los que se declaren por él. Al sil, la costa de Malabar, la isla de Ceilan, propio tiempo el duque de Alba, al frente las Molncas y Macao, con los tesoros de de 25.000 infantes, 1.600 caballos y 57 pie- toda especie que en su seno contenían, zas, penetra en territorio de Portugal; en ofrecieron poco á poco su misio u al pode1 donde le abren sus puertas sin gran reroso Felipe, que regresó á Espaüaelll de

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FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


~--------------------------....;_,.·~© ' Los Conocimientos útiles. ~ 68 Febrero de 1583 satisfecho y orgulloso de haber acrecentado su monarq uia con tan importante reino, y de haber completado el pt·imero la unidad de lapeninsula ibérica. ¡Lástima grantle fué que tanto él como sus dos sucesores no hubiesen suavizado la política de tirantez y opresion q.ue desplegaron en aquel país, cuya grandeza deca· yó bastante en la dominacion con la pérdida d.e sus más importantes posesiones, de que se apoderaron los holandeses é ingleses en su guerra con los Felipes! Al poco tacto y excesiva represion empleada por los vireyes que allí se sucedieron, así como á las malévolas sugestiones de Francia, cuya politica dirigía Richelieu, se de.· bió, bajo el reinado de Felipe IV, la emancipacion de Portugal, que hasta el dia se conserva independiente.

gam~a. con lo que casi quedó realizada la insUI·reccion antes que se enviaran tropas á sofocarla. Lafuente, en su historia de España, reliet·c que la noticia de la insurrecci<?n de Portugal la supo Felipe IV porque hallándose un dia entretenido con el juego, llegóse á él su ministro, el de Olivares, y con t·ostro alegre le dijo: Seña?', t1·aigo

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1tna bu,ena nr,ticia que da1· a V. M. En 1m momento ka ganado un d1tcado con m'ltchas y 1n1ty buenas tie1·1·as .-bOómo es eso'? le preguntó Felipe.-Po·rq1te el duque de B1·a,r¡anza lta perdido el fui.oio: acaba de kace?·se p?·oolama?· 're.'IJ de Po'rtug,~l, y esta ZoctW(J¡ dá á V. M. de stts ltaciendas doce 'inilZO?MS.-.\ lo que el rey contestó sola-

mente: Pues es menester poner ?'emedio.Palabras q ne pintan la calma del monarca y la habilidad del ministro, que temia descender de su privanza si la noticia desnuIII. da hacia demasiado efecto en el ánimo de su soberano. Las cau.sas que dejamos apuntadas, y Desde que Portugal se emancipó, difeademás el ejemplo de la insurreccion de rentes veces hubo de intentarse, sin resulCa tal uiia bajo el reinado de Felipe IV, que tado alguno, reducirlo á la obediencia de duró más de trece años, provocaron el leEspaña, pues los pot·tugueses COI?-Servaron vantamiento de Portugal, que en vano su independencia sostenidos por Fl"ancia trató de atajarse. El arzobispo de Lisboa y algunos de los más poderosos del reino é Inglaterra, que estaban igualmente intramaron una conspiracion para colocar teresadas en amenguar las fuerzas del Fey Católico. en el tt-ono al duque de Braganza, nieto Despues del tratado de los Pirineos pen· · y Manuel, D. rey del de Catalina, nieta nuevamente en la reconquista de sóse antiguos los de por lo tanto descendiente 0 hasta que, en 1663, se reuniePortugal, Diciemde 1. dia El reyes de Portugal. tropas españolas en -E xtresuficientes ron intenRiveiro, Pinto bre por la mañana, de D. Juan de Austria, mando al madtua, señal la dió Bragan¡:¡a, dente de la casa de avanzando hácia Portugal, el invadir para el en pistoletazo un del motín disparando de 12.000 compuesto ejét·cito, El Lisboa. todas de Acudieron palacio de Lisboa. sin resispasó caballos, 6.000 y infantes viva de¡ gritos los á partes los conjurarlos la ciurindió y atacó y f!·ontera la tencia Ven· IV! Juan D. rey el la libertad! ¡viva cieron y dispersaron á los soldados alema- dad de Ebora; pet•o rechazado despues en nes y á. la guardia castellana, y dieron de las márgenes del riachuelo Dejebes, emprendió su retirada há.cia Badajoz, en-donpuiialadas al secretario Vasconcelos, que era alli el verdadero gobernante, arrojan- de fué atacado y puesto en derrota con pérdida de su artillería, banderas y perdo su cadáver por la ventana para imponer á. la muchedumbre. La vireina Mar- trechos. La ciudad de Ebora volvió á la garita fué presa, rindiéndose la ciudadela obediencia de su país, que fué completaá. su órden , que expidió para salvar la mente evacuado por las tropas de España, vida. Imitaron las .provincias, así como las que á pesat· de tal derrota, y resistienlas colonias, el ejemplo de la capital, pro- do hasta en Extremadura a1 ejército lusita- 1 no, que se convertía en invasor, todavía clamando todas por rey á D. Juan de Bra·

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Los Conocimientds útiles.

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Y---------------------------------------Con esta. sensible derrota q uerló aseguintentaron un último y vigoroso esfuerzo para recobrar la superioridad perdida. Para ello llamó Felipe IV de Flandes al marqués de Caracena, su mejor general; hizo venir de Italia, de Flanrles y Alemania sus mejores tercios, y los puso á las órd~nes del nuevo general, en quien todos confiaban. El plan consistía en dirigirse á Lisboa, coro binado con la· salida .de la escuadra de CA.diz, el mismo dia que el ej é~ cito de BadAjoz, p1n·a llegar por mar al .mismo tiempo al ataque proyectado contra la capital; pero-no habiendo coincidido la e:>cuadra, se dil'igió el ejército hácia Villa· viciosa , en donde halló al portugués, á las órdenes del marqués de Marialva y del conrle de Schomberg. Al cabo d~ ocho horas de sangrienta lucha fuel'OU uerrotados los espaüoles, dejando en el campo de batalla 4.000 hombres entre muertos y heridos, toda su artilleria, 86 banderas y c.asi todos los bagajes.

rada desde entonces la independencia de aquel Estado. Al recibir Felipe IT la noticia, exclamó tristemente: ¡.Dios lo quie1·e! La batalla de Villaviciosa le hizo renunciar á la empresa de someter á Portugal, ¡·asignándose á sufl'ir C:'s te revés, que señala el último término de la decadencia. de España bajo la casa de Austria. Pérdida inmensa fué la de aquel he1·moso reino, porque con ella se clestl'llia el pe1· fecto conjunto de la unidad ibérica que concibie1·on los reyes Católicos, que realizó li'elipe y que, destruido por la fatal política que él y sus sucesores aplicaron al gobierno de los portugueses, quizás vuelva algun dia á realizarse si, por medio de herencias cal· culadas 6 de enlaces concertados, y nunca por la fuerza de las armas, se log1·ara reunir ambos pueblos en una sola y poderosa nacionalidad. E. SANTOYO.

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CONOCIMIENTOS DE METEOROLOGIA.

E L V I ENTO.

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Los vientos son corrientes de aii·e que · q-ue en las inmediatas, so dirige con más. ó ménos fuerza háciaestas,del mismo mo se manifiestan en la atmósfera en diversas do que el aire comprimido en un fuelle se direcciones y con velocidades distintas;, escapa por su orificio. masas de aquel flúido que se trasladan de Esta rotura de equilibrio resulta siemun punto á otro del espacio, de una á otra p-re de una diferencia de temperatura entegion de la atmósfera. tre comarcas ó pa~ses contiguos. Si la tem· Cuando la densidad del aire es por tod_as peratura del suelo se aumenta en una cierpartes la misma, la atmósfera se mantiene ta extension, el aire en contacto con el suelo en equilibrio; pero cuando este equilibrio se calienta, se dilata y se eleva hácia la se rompe por una causa cualquiera, resul· parte superior de la atmósfera. El espacio ta un movimiento del aire que forma el q,ne ocupaba en la parte inferior es invaviento (1). Si, por ejemplo, en una parte dido, digámoslo así, por las capas de aire de la. atmósfera el aire se hace más denso más denso de la region contigua, y se establece una corriente desde esta region á. (1 ) Es comun en muchas poraon¡,s decir • hace aire•, en la caliente. Por el contrario, en 1a parte vez do decir •hace viento•: airo siempre hay; es la masa de fluido que por toaas punes nos rodeo y forma la atmósfera: superior de la columna. atmosférica el mo~>Wnlo es el airo en movimiento. y no le hay cuando el aire

eslfl en reposo.

vimiento dé! aire se produce en senti::J

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Los Conocim ientos útiles. contrario. Prácticame nte puede ver:;e un ejemplo de este fenómeno ; si se abre la puerta de comunicacion de una habitacion muy caliente con otra fria, se nota una corriente de aire frío que entra en la primera; y además puede fáci lmente compr o· bar~?t> la existencia de una corriente contraria en la parte supedor de la atmósfera de la habitacion. Para hacer la experiencia se coloca una luz sucesivamente en la parte inferior y en la superior de la puerta: en la primera posicion se verá co· ¡no la llama, impul::mda por el viento que viene del exterior, se dil'ige á la habitacion, y en la segunda en direccion contraria. Algunas veces se comprueba, por la marcha de las nubes, la existencia de estas dos corrientes de direccion contraria en la atmósfera. El viento puede ser producido por una fuerte lluvia. Con efecto, en el extenso espacio de atmósfera cargado del vapor de agua que, condensándose, cae en lluvia, se forma una especie de vacío, sobre el que se precipita el aire de las regiones inmediatas , · originando corrientes violentas. Así se ob::~erva en los climas cálidos que des pues de grandes lluvias se desarrollan huraeanes . En las Antillas y en las Indias es f¡·ecuente este fenó meno. Los vientos juegan un gran papel en la naturaleza. Favorecen la fecundacion de las plantas agita?do sus ramas y trasportando el prinCipio ftlcundador: renqevan el ah·e de las ciudadea, manteniendo su sa· lubridad: dulcifican los climas del Norte llevándoles el aire de los del Mediodía. El viento es el motor de algunas industrias: · es un auxiliar tan poderoso corno económico de la navegacion , y á. pesar del descubrimiento de la fuerza del vapor, de ne· cesidad en muchos ca,sos y.de utilidad evi· dente. Sin los vientos no se producirían las lluvias en el interior de los contineqtes, y serian áridos desiertos, porque la gran masa de vapor formada continuamente por la evaporacion de los mares, y origen principal de las lluvias, no seria trasportada sobre la tierra firme, y caería en lluvias inútiles sobre las mismas aguas ~ que las engendraba n. Verdad es que en

muchos cas, s produce grandes daños; los huracanes y las trombas originan desastres en algunas comarcas, y la misma na· vegacion tiene á la vez con los vientos un auxiliar poderoso y un riesgo con tínuo. Los vientos soplan en todas direcciones, pero se distinguen ocho principales, que son : Norte, Nordeste, Este, Sudeste, Sud, Sudoeste, Oeste y Noroeste. Los marinos dividen además los intervalos entre estas ocho direcciones en otras cuat1·o, formándose asi treinta y dos direcciones que se designan con el nombre de rumbos. El tra-zado de estos treinta y dos rumbos sobre un círculo en forma de estrella, compone lo que se llama 1·osa de los vientos. Los antiguos gdegos, en un principio, no· dividie¡·ou el círculo del hoi'Ízonte más que en dos partes, y solamente conocieron dos vientos: el bóreas, que comprendía todos los demás que soplan de la parte del Norte, ó del semicirculo comprendido entre el Occidente y el Oriente equinoccial, en el espacio de 180° ; y el notos, que coroprendía todos los que soplaban de la parte del Mediodla en toda la extensron de la otra mitad del horizonte. Posteriormente los griegos distinguiero n los vien tos que so:piaban de los cuatro puntos cardinales, y dividiendo el horizonte en iguales partes de 90 grados cada una, llamaron bó1·eas á los vientos del Norte, euros ó apeliotes á los del Este, ?~otos á los del Sut·, c4firos t\ los del Oeste. Despues se añadieron otros cuatro vientos secundarios, cuyos nombres se formaron combinando los de los in mediatos, y en épocas posteriores se agrega. r on otros más que se juzgaron necesarios para las necesidades de la navegacion , siendo la última rosa que nos han kasmi· tido los antiguos de veinticuatro rumbos. La direccion de los vientos se determina po~ medio de los aparatos que todo el mundo conoce con el nombre de veletas. En los obser vatorios astronómicos este apavato está perfeccionado y dispuesto de modo que señala sobt·e un papel todos los cambios de direccion, grafiando, por decirio asi, la marclfa y variaciones del viento. La velocidad, 6 vulgarment e HalDada

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y cada vez que entra uno en la caja, al introducirse la varilla, levanta un resorte que se introduce en seguida en la muesca d~l diente é impide á la varilla salir. Las muescas llevan números que indican la fuerza del viento que les corresponde. Para valorar en pesos conocidos la impulsion del viento y graduar el instt·umento, se coloca sobre la plancha el peso necesa·rio para hacer entrar la varilla un dien te, y sucesivamente dos, trea, etc., escribiéndo cada uno de los pesos en su lugar correspondiente. Otro aparato ideado para el propio objeto consiste en una veleta comun, provis· Prosion por 'Veloci- Veloclta de un pequeño molinete de aletas. El motro cua- dad por dad por NO MORES. hora. seguudo. drado. viento da desde luego á la veleta la direc- - - - cion conveniente, y despues hace girar á las aletas tanto más rá.piclamente cuanto 0,0 0,0 Calma . . . . . . • . 0,00 el vientv es más fuerte. Para contar las lf,4 3,2 Ventolina . . . . . . 1,22 vueltas, el eje del molinete lleva un tornillo sin fin que engrana con una rueda Viento muy flojo .. 4,88 2.2,8 6,3 dentada. Si se observa su posicional pdnViento flojo. . . . . i0,99 34,i 9,5 cipio y al fin de un intérvalo de tiempo, se deduce fácilmente el número de vueltas Viento bonancible. 19,53 45,5 12,6 dadas en un minuto. Para deducir 1e este 56,9 i5,8 Viento fresquito .. 30,52 número de vueltas la velocidad del viento, i9,0 Viento fresco. . . . 43,94 68,3 se escoge un día encalmado y se recorre con el in:strumento en un carruaje comun '79,7 22, t Viento frescachon . 59,8t 6 de un camino de hierro una distancia 91,0 25,3 Viento duro ...•. 78,12 conocida en un tiempo dado. El efecto es el mismo que si el instrumento estuviese 28,4 102,4 Viento muy duro .• 98,81 en repoilo y el aire en movimiento. DuranH3,8 31,6 Temporal. . , · . . . 122,06 te la marcha, cuya velocidad es conocida, se mide el número de vueltas que ha dado 125,2, 34,8 Borrasca ... .... 147,'70 el aparato, y se detet·mina las que por 3'7,9 136,6 Huracan ... .... 1'15, 7'1 minuto corresponden á diversas velocidades. Despues, cuando el aparato se coloca La velocidad de los vientos se mide por para producir su efecto, se deduce, por el medio de instrumentosllamadosanemóme- contrario, del número de vueltas la velotros. Vamos á describir algunos de los cidad que corresponde. A esta especie de anemómet1·o se añade más sencillos. U no de ellos consiste en una ' un aparato dispuesto de manera que cuanplaca de un pié cuadrado, unida sólidado cambia la direccion del viento y por lo mente por el medio á un vástago 6 varilla de madera, cuyo vástago entra y resbala tanto de la veleta, un lapicero marca sobre un papel la nueva direccion, y cada libremente en una caja que contiene un variacion que ocurre queda así trazada resorte en espiral, al cual se une la extresobre el papel, permaneciendo el lápiz fijo midad de la varílla. Este resorte cede en mientras que la direccion del viento es proporcion de la fnerza del viento que empuja la plancha. Uno de los lados de constante. Se llama á este instrumento la varilla está tallado formando dientes, a1wntóf!?'afo 6 'Deleta a1~tográfi,ca.

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fuerza de los vientos, es muy variable. Desde un movimiento apenas sensible, hasta el huracan, que derriba casas y arranca árboles, hay todos los grados posibles. Con relacion á su velocidad, las cor· rientes atmosféricas toman diversos no mbres, segun se manifiesta en el cuadro siguiente, que contiene los valores de la presion 6 empuje que los vientos ejercerían contra un obstáculo plano y de un metro cuadt·ado J.e superficie perpendicular á su direccion, y las velocidatles por hora y pot· segundo .

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Los Oonocimien Los ü.tilcs.

Los anemómetros se llaman tambien

anemóscopos.

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Los vi en tos se clasifican, segun la direccion más ó ménos constante con que so· plan, en tt·es grandes divisiones, á saber: vientos regulares; vientos periódicos; viento:-: variables. Se llaman vientos regulares los que so· plan todo el año en una direccion constante. El ejemplo más notable de vientos regulares que pued~ citarse, es el de los vientos ctlisios, que reiDan sin interr upcion léjos ele las costas, en las regiones ecuatoriales, y soplan de Nordeste á Sudoeste t'll el hemisfel'io boreal, y de Sudeste á No· !'oeste en el hemisferio austral. Pocos {enómenos han excitado tanto laadmiracion en tt·e los primeros navegantes, que en el siglo XV se aventuraron en ei Océano atlántico, corno los vientos del Este que soplaban constantemente entre los trópicos. Los compañeros de Colon, viéndose empujados por vientos de Este continuos, se atemorizaron creyendo que no podrian volve1· á su pátria. Durante mucho tiempo se ha tratado inútilment~ de explicar este fenómeno, hasta que dos físicos esclarecidos propusieron la teoría sig·uiente: Las regiones contiguas al ecuador son las más calientes lle la tierra puesto que el sol se separa poco de su zénit; pero á partir de e::;tas zonas la tempera.tura va dismiuuyenLlo á medida que se avau:t.a hácia los polos. El aire de las regiones ecuatoria· les, por causa de su mayor temperatura, se eleva en la atmósfera y es reemplazado por el aire más denso que se dirije de los polos al ecuador, de modo que se forman dos corrientes, una superior del ecuador á los polos, y ótra inferior en sentido contrario; es el mismo fenómeno que antes hemos explícalo, y se producía abriendo la puerta dJ comuuicacion entre una habitacion muy caliente y otra fria. Si la tierra es tu v¡e:;e inmóvil estas .dos COI'rien· tes tendrían lugar sobre cada punto del globo en el mismo meridiano; y su direc· cion constante seria un viento del Norte en el mismo hemisferio boreal y un viento del Sud en el hemisfel'io austral. Pero·estas <los llirecciooes se combinan con el m o-

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vimieoto de la tierra de occidente á oriente, y resulta un viento del Nordeste para el hemisferio boreal y de Sudeste para el austral. Es fácil de comprender .este cambio, porque la atmósfera partic~pa del movi-· miento giratorio de la tierra, y moviéndo · se los diferentes puntos de esta con velo.ci dades que van a umentando desde el polo hasta el ecuador por el aumento de rádio de los paralelos, á medida que la corriente que parte del polo avaa.za hácia el Sud, penetra en las capas de aire animadas de una velocidad de rotacion mayor que la suya; avanza pues hácia el oriente ·con más lentitud que las capas que atraviesa, y por esta causa se inclina hácia el Oeste cuanto más se aproxima al ecuador, y resulta un viento soplando del Nordeste . Por la misma razon el viento alisio del hemisferio austral sopla del Sudeste. En las al· tas regiones de la atmósfet·a se produce un fenómeno semejante, pero en sentido contrario, de modo que existen dos conien tes superpuestas. Estas dos corrientes, en las zonas templadas se encuentran y se mezclan resultando las oontínuas variaciones de la atmósfera en nuestros climas. Los vi en tos periódicos son los que soplan con regularidad en una misma direccion durante cier·tas estaciones. Entre los vientos periódicos los más notables son el monzon y el simotm. El monzon (voz derivada del árabe moussin, estacion) es un viento que sopla ·de un modo regular seis meses. en una direccion y seis en otra. Míen 1 ras que la parte del Afdca. que se halla al Sud del ecuador recibe los rayos verticales del sol del estio en su declinacion austral, durante los meses de Diciembre, Enero y Fe· brero, el Asia meridional situada al Norte del ecuador y los mares que la rodean experimentan la temperatura baja de invierno, de donde resulta que, recibiendo más calor el aire al Sur de la línea equinoccial. se precipita entonces desde los pníses más fl'ios y desde la altaA8ia hácia los cálidO$ del A:;ia meridional, en cuyo caso el alisio se trasforma en un viento Nordeste que sopla tanto tiempo cuanto duru la diferencia ele temperatura. En ton-

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Los Conocimienlos útiles. ces tiene ilugar para la India el mom:on de invierno o del Nordeste. Lo contrario sucede cuando entra el sol en el hemisferio bo· real, porque .la India y el Asia adquieren entonces más calor y el Africa más frío ; la corriente se establece en un sentido inverso, sobreviniendo entonces el monzon de estío ó del Sudoeste. Así es que en lugar de un viento constante dirigido del Este al Oeste, la posicion relativa de los continentes, combinada con la accion debida á la rotac.jon de la tierra, da 1ugar á dos vientos periódicos, el monzon de Sudoeste que sopla desde Abril á Octubre durante el estio del hemisferio boreal, y el de Nordeste que sopla desde Octubre hasta Abril, durante el estio del hemisferio austral. En la parte meridional del Océano indico, que no se halla colocada bfljo la influencia continental, el monzon del Sudeste sopla regularmente todo el año. El tránsito de un monzon á otro depende indud11.blemeote del curso del sol; pero no se verifica simultáneamente en los lugares situados bajo las mismas latitudes. Sin embargo, la aproximacion de la estacion criticase anuncia siempre por vientos variables, á los que suceden periodos de calma, interrumpidos alguna vez por tem· pcstades terribles y ti'uenos, lo que denota una g ran perturbacion en la atmósfera. El fenómeno de los monzones ó .de los cambios de vientos segun las estaciones, ocurre del mismo modo entre las Indias y la Nueva Holanda; pero se presenta con ménos regularidad y fij eza que en los m a· res de que acabamos de hablar. Los mares del Sur de la China y del gran Archipiélago de la Sonda y de las Malucas sufren al mismo tiempo por razon de su situacion la influencia del ali.:;io del gran Océano y del doble sistema de monzones de la India y de la Australia, á cuya doble accion verosimilmente deben a tri bu irse las tempestades y mangas que se presentan en estos mares más que en los otros. El simoun es un viento seco y abrasador que sopla del Mediodia al Norte en los vastos desiertos del Africa. y del Asia., le1 vantando en inmensas nubes la arena del

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desierto y arremolinándola con tanta vio· lencia que sepulta en ocasiones cara,·anas enteras de hombres y animales. Cuando este viento sopla, el aÍI'e se oscurece, la piel se reseca, la respiracion se acelera y se tiene una ..:e,l ar1liente. El nombre de simonn viene de la voz árabe sarmna, que significa á la vez, cálido y venenoso. En Egipto se le llamachamsin(cincuenta)por q u e sopla duran te cincuenta días, desde fin de \ bril á Junio al prmcipio de la inundacion del Nilo. Entre los vientos periódicos debe citarse tambien la brisa que sopla en las costas, de la mar hácia la tierra durante el día, y de la tiP.rra hácia el mat• de noche. En otro lugar de esta obra (1) hemos esplica· do detalladamente la formacion de las brisas, y por lo tanto no añadimos aquí más. Vientos variables son los que soplan con irregulariUad ya en una direccion ya en otra. sin ley alguna. ¡,a reguladdad de los vientos desa:parece gradualmente segun la mayor ó menor uistaocia de los trópicos. La::~ influencias secunual'ias pre· dominan y los pnísesde esta parte del globo se convierten en teatro de un incesante conflicto entre los vientos polares y los de los trópicos. Soplan alternativamente sin sujetarse á una. ley fácil de comprender, y saltan con frecuencia repentinamente y sin tránsito de un punto á otro uel horizonte, debiendo pot• lo tanto consirlerarse las regiones templadas como las- de los vientos variables por excelencia. Sin embargo, nótans~ en todos los paísel3 de las zonas templadas, que predominan constan· temen te, ó son más frecuentes ciertos vi en· tos. En el Norte de la Francia, en Inglaterra y en Alemania domina el viento del Sudoeste; en el .Mediodía de la Francia la direccion de los vientos se inclina más hácia el Norte, y en España é Italia predomi· ua el viento Norte. Avanzando hácia los polos la irregularidad parece que aun aumenta, y en la zona glacial sopla a los vientos de muchos puntos á la vez. La teoría completa de los vientos daria mucha extension al presente articulo, ya ,

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t.•, pag. 576.

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largo, aun cuando no contiene sino las in· dicaciones más precisas para tener algun conocimiento de tan importante fenómeno meteorológico. Para terminarle vamos á. expone¡· algun&s denominaciones que reciben los vientos, y se usan en términos marinos, las cuales hay ocasion de oir con f.11ecuencia y n.o conviene ignorar. Diohas denominaciones ó calificaciones de los vientos se funJan ó están tomadas de sus dos aspectos ó relaciones, que son su direccion y su fuerza. Con respecto á su direccion, se dice, ent1·e otras frases: vien·

to }JO?' la p1·oa, contrario; viento escaso, de bolina, á la c1~adra, á popa ó en popa, y á popa ce?'?'ado. El viento por la p1·oa es el que precisamente trae su direccion del punto mismo á quedebedirigirse el rumbo; el contra1·io es el que se le aproxima mucho, formando un ángulo muy pequeño con el rumbo; escaso el que se inclina ménos, a u· mentando el ángulo, pero no permite navegar al rumbo que debe hacerse, y solo deja seguir algunos de los inmediatos; de bolina el que permite hacer rumbo de der· rota na vegao do de bQlina; á la cuadra cuando el ángulo del viento con el rumbo es recto; á popa ó en popa el que se aproxima en su clireccion al rumbo que se ha de lle-

var; y en fin, á popa cerrado cuando su direcciones exactamente la de la quilla ó del rumbo que el barco lleva. Con respecto á. la fuerza de los. vientos, se empieza á contar desde la calma muerta ó clticlta en que no se siente vjeoto alguno: se dice solamente calma cuando se siente da tiempo en. tiempo un ambiente mny ligero; vagajillo cuando se nota un vientecillo muy flojo, que no llega á. la superficie del agua; ventolina cuando el vientecillo apunta por dive1·sas partes sin fijarse en ninguna ; vwtto entablado cuando se afir ma por alguna parte; viento fresco (que tambien se llama viento de todas velas, y por otro estilo vieMo de juanetes) cuando van las velas llenas y no gualdrapean; frescaclum cuando es récio y no permite llevar juanetes; casca'rron cuando se necesita tomar rizos á. las gavias; vent~Zrrolt cuando obliga á aferrarlas y á mantenerse con las dos velas mayores; tempo'ral cuan· do es preciso quedar con el trinquete, cor· rer ó ponerse á la capa. Hay además viento

atltrbonado, viento á ráfagas, contrastes, etc. Con lo dicho sobre este punto juzgamos que es suficiente para el objeto del ar· tículo, que por lo tanto terminamos aqui. F. ÜAI\VAJA.L.

CONOCIMIENTOS DE INDUSTUlA. LA CERVEZA.

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Esta excelente bebida de los países del Norte procede, segun los antiguos autores griegos, del extremo Oriente; desde los tiempos más remotos, algunas ciudades egipcias, entre ellas Pelusa, tenían cervecerías bastante importantes ·para proveer a.l consumo de la~ popqlosas provincías del Asia Menor. Los españoles, los galos y los latinos conocieron la cerveza,

que debe á es~os últimos su nombre ac· tual, pues la llamaron cervise, compuesto de céres y vis, que significa fuerza de céres, expresando asi que procede de los cereales y que debe á. este origen sus cua· lidades nutritivas y fortificantes. Lo mismo que el vino, la cerveza tiene sus apasionados entusiastas, sus ca_!ltores inspirados y sus poetas ligeros; pero no es entre estos donde buscaremos una opinion desinteresada, sino entre los que la han

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analizado químicamente y estudiátlola con ¡Cuántas veces, á propósito de otras m u· un fin científico. Bajo este aspecto, y bajo chas cuestiones, vemos dnt· y ac~ptar tan el punto de vista de la higiene y de la utimezquinas razones! ¡Razones de coma· lidad, des pues de indicar los procedimien · dres, de echaduras de cartas, de saludado· tos de su fabricacion, la examinaremos, . res y de cocineras que nos hacen creer en aunque sucintamente, como conviene á la que lo maravilloso es un elemento necesa. indole de esta publicacion. río para las clases ignorantes. La produccion de la cerveza ha tomado Pero lo maravilloso se explica fúcilmen· un desarrollo enorme aun entre nosotros te en el caso actual : á las causas de tem· que, á causa de la abundancia y baratura peratura y de orientacion influyentes en de nuestros vinos, solo la consideramos esta como én otras industl'ias, tales como como .J,ll'l refresco. En Francia, á pesar de la del agua para el acero, hay que añadir ser tambien pais vinicola, se ha extendido que para economizar la cebar.la en paises su uso mucho, y ya en 1842 se fabricab?-u donde la cerveceria no cuenta iuteligencerca de 4.000.000 de hectólitros, que valian tes entre la generalidad, se reemplaza unos 60.000.000 de francos; cántidad insu- una P.arte del mosto azucarado por otras ficiente para el consumo, puesto que se materias, poniendo en las cubas de fer llevan lascervezasdelnglaterra y de A!e· mentacion melaza, jugo de ft·utas y otras manía. sustancias ménos inofensivas; mientras Hoy empiezan, sin embargo, á. tener al· que en Inglaterra y Alemania las leyes, gun nombre las cervezas francesas de Li- si bien con un objeto fiscal, con el del im· lle y de Strasbut·go, y se han extendido puesto sobre la cebada germinada, prohilas cervecerias hasta la Argelia... ben tales prácticas de adulteracion. Ni Espai'Ta, ni Francia, ni Italia, ningun La cerveza no es una bebida simple; no país vinícola ha conseguido hacer proes el jugo de una fruta, como el vino 6 la digios en la f1bricacion de la cerveza; así cidra; no es una dilucion como la hidt·o .. es que en ellos se ven los cafés y otros lu- miel de los griegos, ni una infusion como gares de despacho llenos de carteles con el té; es el producto de un arte mucho mas nombres extranjeros, como cerveza de adelantado. Se obtiene haciendo fermenMunich, cerveza alemana, cerveza deBa· tar, en condiciones particulares, el jugo viera, cerveza de Viena, )JO?' ter, pale-ale, del trigo 6 de la cebada get·minada, arostout, bock-oie?·, etc. matizando despues este licor cou el lúpuCierto que donde se vep tales Jetrcros lo, que además contl'ibuye á. su conservano se tira la cerveza nacion'al, pero el 'be· cion. berla es algo vulgar. ¿Semejante inferio· El lúpulo es una planta enredarlora y de ridad es efecto de causas industriales 6 de raiz vivaz que pet·tenece á la familia de otras secretas y misteriosas~ las urticeas. Las flores hembras de esta Hé aquí lo que acerca de esto nos dice planta 6 piñas de lúpulo son las que se t·e. Vrancken, autoridad en la materia: <<Es, cogen y emplean en la preparacion de la »dice, el lug·ar, 6 simplemente la latitud cerveza. »geográfica, la posicion de la ciudad 6 del Apuutaremos sumariamente las tres »pueblo, los baluartes, los grandes edifi· operaciones que abraza la fabricacion de »Cios, la direccion de las ca Hes, las cor- la cerveza: l." El maltaje ó germinacion »rientes de aire particulares, las que hade la cebada; 2." el braceaje 6 más propia»cen que 1a cerveza fabricada sea una cer· mente, si se nos permite la frase, el cerve»veza sin carácter, 6 que, por el contrario, zande1tto, formacion del mosto y lupula»tenga cierto sello y tipo particular.» Y cion; 3. o. la jermentaci01t del mosto. añade que, «despues de la supresion de El maltaje tiene por objeto hacer g er»los monasterios y la expulsion de los frai· minar la ce baila, y por este medio desen»les, la cerveza de Lovaina ha perd.ido sus volver el azúcar necesario para la fermen~ »cualidades. ¿Será un castigo del cielo~» tacion ulterior. La cebada germinada to-

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ma el nombre de nz,alta; y para traerla á este estado se remoja 6 empapa en agua y se extiende en el suslo del germinador, donde encuentra las condiciones ordina· rins de la germinacion, á saber, aire renovado y un calor· de 15 á 1& grados. La primavera es la estacion más favorable á esta operacion, porque en esta época los gt·anos encuentran expontJ\neamente en la naturaleza sus condiciones de dt:sarrollo y germinan con la mayor r•egularidad·, &in necesidad de que se les ayude. Por esta razon á la mejo¡· cerveza se la llama

ce'l'veza de 1Jtfa1·zo. Cuando el gérmf:'n ha adquirido, sobre poco más 6 ménos, la longitud del grano, se le seca, se machaca y se lleva á las cu· bas de 1n·aceaje. El mosto se somete á nna temperatura de 70 grados, q.ue permite al almidon que contiene trasformarse en dex· trina, despued en _glucosa, y en seguida en azúcar, bajo la influencia de la diastasa desarrollada por la germinacion . Se añade al mosto azucarado la flor del lúpulo, que, en infusio·n en el licor, abando· na la l1tpttlina su principicJ amargo y un aceite aro m · ico. Este e:¡ el momento en que interviene In tet·ccra operacion. El mosto azucarado y lupulado, abandonado al aire, fet·mentaria por si mismo sin que le obliguen , como fer·mentan todos los líquidos azucarados; pero se favorece esta fermentacion expontánea, in troduciendo la levadura de cerveza que es el agente natural. Bien pronto elo.lcohol se desarrolla, despues el ácido carbónico, que hará á la cerveza chisporrante y espumosa, y despues de algun tiempo de reposo la bebida clarificada puede entregarse al consumo. La clarificacion se hace algunas veces, para que sea más perfecta, empleando coladepescado preparada al efecto, que se mezcla en proporcioo conveniente con la cerveza, agitándola en los barriles y dejándola reposar durante dos 6 tres días, al cabo de los.cuales se embotella comunmente.

u. ~Cuando la cerveza se- fa-b-ri_c_a_e;o_m_o_se

debe, con productos de buena calidad , constituye una bebida tan sana como agradable: satisface el gusto y nutre- el cuerpo. En este caso es nutritiva como el pan, estimulante como el vino, digestiva como las aguas minerales. · Sus cualidades nutritivas las debe á. la cebada 6 al trigo de· que procede, porque las operacionés por que estos g·ranos han pasado no han alterado enteramente su coostitucion originaria., y despues de la fermentacion contien<ru muchas de las sustancias alimenticias de la semilla. La cerveza con.tieoe aun dextrina, materias azoadas, albu.minosas y proteicas, sustan· cias gomosas á las que debe su viscosidad; y porqne es ligeramente 'liscosa, la cerveza es susceptible de formar espuma. El agua pura agitada al aire libré jamás forma espuma; pero un liquido espeso que tenga en disolucion materias.ftlantes, producirá espuma, porque podra reten<>r por la adherencia de sus pat·tes las burbujas de aire aprisionadas por la agitacion.~Por consiguiente, puede reconocerse si la cerveza es más 6 ménos nutritiva, es decir, si está más 6 ménos cargada de estos prin· cipios alimenticios, examinando si produce más 6 ménos espuma, .y si esta es más 6 ménos persi-stente. En union de estas sustanciAs orgánicas, la cerveza contiene otras que no tienen menor importancia bajo el punto de vista de la nutricion y la reparacion de los tejidos : nos refel'imos á las sales, á los fosfatos y carbonatos alcalinos. Los huesos contienen, como es sabido, muy fuertes proporciones de estos minerales, y las secreciones arrebatan á cada momento una cantidad importante de ellos. Es necesario reparar tales pérdidas, y la cerveza es perfectamente apropiada para ello. En ciertas enfer·medades en las cuales estas. pérdidas se exageran , es utilísimo su uso,. y muchos médicos se han felicitado, lo mismo que los enfermos, de haber empleado la cerveza en casos de raquitismo y de reblandecimiento de los huesos. Hemos dicho que la cerveza es estimulante como el vino, porque la fermenta cien la convierte en una bebido alcohóli:~

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---------------7~7~~ ~-----------------------y Los Oonocimientqs útiles. 1 que participa de este grupo, lo mismo que de sus inconvenientes. El lnt-rton-ale, la más rica de las cervezas inglesas, contiene de S á 9 por 100 de alcohol; las comunes, cuando ménos, de 2 á 3 por 100. En general se puede conocer por el paladar si

la cantidad de alcohol es más ó ménos considerable. Basta recordar que las cervezas de un sabor dulce no son muy alcohólicas, y que las ricas en alcohol no son dulces, lo mismo que sucede con el vino.

FISIOLO-GÍA.

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Pers istencia del principio vital.

Se define así la accion de esoo principio; cuando se manifiesta aun y con más ó mé· nos duracion en el organismo, despues que una porcion más ó ménos notable de él ha sido separada.de un ser animal. No nos proponemos en estas lineas de modo alguno entt·ar en el e:;tudio de tan importante y difícil fenómeno fisiológico, sino solamente exponer algunos hechos notables y curiosos que manifiestan en lo que consiste. El primero qne nos ocurre y que cada cual conoce, es el de las moscas decapitadas qne se mueven siempt·e un cierto tiempo despues ele su mutilncion. La cabeza de una persona se agita, seg un dicen, durante alg·unos minutos despues de haber siuo separada del tronco, y se afirma tambien que la de Carlota Corday expresó una especie de sentimiento púdico, cuando el verdugo la cogió de los cabellos para presentarla al populacho. La decapitacion instantánea de una ga· llina ó de un pollo, no impide al cuerpo el arrojarse hácia el grano que le presen· tan para atraerle. Legallois, habiendo de· capítado conejos y gatitos, dice haber vis· to á estos animales frotarse aun el cuello con las patas, como para buscar su cabe· za. Las patas quitadas á los crustáceos, agarran aun por si mismas, por un sentí· miento instintivo, cuando se les arriman

los dedos. El aguijon de una abispa ó de un escorpion conserva su contractilidad durante algunas horas, despues que ha sido separado del cuerpo del animal, y se nota en él una propension constante á pi· car el dedo que se le aproxima. F'egun el testimonio de Aristóteles , las tortugas pueden vivir y moverse en un sentido determinado, y por bastante tiem· po, aun privadas del corazon. Averrhoes atestigua que se ha visto andar á un carnero al cual habian quitado la cabeza. Avicenne dice que un toro dió algunos pasos despues de haberle arrancado el cor azon. Los efectos producidos por la pila de Volta sobre el aparato nervioso de un cadáver son tambien una prueba de la per· sistencia del principio vital. Asi, en los cuerpos recientemente privados de vida, la corriente galvánica determina conmo· ciones y movimientos tan extraordinarios, que se diría que todo el organismo se esfuel"Za para reanimarse. Se vió , en Inglaterra, á un ahorcado que habiendo sido colocado, una hora despues de la ejecucion, bajo la influencia de una corriente galvánica, se entregó á movimientos res· piratorios, despues giró su vista é hizo tales gesticulaciones que casi se concibió la esperanza de vol ver le á la vida.

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CONOCDIIENTOS VAHIOS.

Noticias curiosas acerca del cabello.

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El Seiior babia prohibido á los israelitas afeitarse la parte delantera de la cabeza, como lo hacían los gentiles. .Los nazarenos, que estaban consagrados á Dios de una manera especial, bacll.ln voto de no cortarse jamás los cabellos. Cuando los egipcios habian hecho votos á los dioses por la curacion de sus hijos enfermos, y estos recobraban la salud, los conducían á un templo, les cortaban los ~abellos, que ponian en una balanza, y colocaban en la otra una-suma de plata del mismo peso, que daban á los encargados de cuidar los animales sagrados. Los griegos que salian de la infanc~a iban á Delfos para eonsagrar á Apolo las primicias de su cabellera. En otros puntos encerraban estos cabellos en un vaso de oro ó de plata, en el que inscribian el nombre del adolescente, y se depositaba en un templo. Tambien se consag¡·aban los cabellos á los rios ; Peleo consagró el de su hijo Aquiles al Spe¡·chius, y Memnoh sacrificó el suyo al Nilo. Los árabes, los ammonitas, los moabitas, Íos iJumeos, lo~:~ pueblos de Dedan, de '¡'hcman y de Buz lle~aban sus cabello~ 90ftados en círoulo, ·á imitacion de Baco. En los primeros siglos de la Iglesia se impidió á los hombres conservar y cuidal" sus cabellos, y á las mujeres cortar los suyos. Generalmente se puso por ley á lo~ clérigos llevar la tonsura. Los mahometanos se afeitan la cabeza, pero esto no proviene, al parecer, de ningun mandato religioso, y Mahoma llevaba cabellos. En las Indias, así que un niño llega á la edad de tres años, le hacen por la primera vez la ceremonia del tcllaula ó de la tonsura. Le dejan solamente en la parte superior de la cabeza un mechan de pelos. Los peruvianos cortan tambien !os cabellos á sus hijos cuando llegan á la edad de dos años. Cuando Luis deBa viera, muerto en l2!>4, supo

la inocencia de su mujer, á quien babia h(lcho perecer por una sospecha, sns cabellos se volvieron blancos inmediatamente. El cabello del helenista Vauvilliers se volvió blanco á con::lecuencia de un sueño. La barba y los cabellos del duque de Brunswick blanquecieron en veintJcuatro hor¡ts cuando supo la muerte de su padre en la batalla de Anerstudt. La cabellera de Mirabeau estaba dotada de tal vitalidad, que á lo último, en sus enfermedades, el médico, antes de tomarle el pulso, preg\lntaba al entrar al ayuda de cámara cómo estaba la cabellera de su amo; si se tenia derecha por sí misma, ó si estaba blanda y abatida. Los viajeros han notado, segun se dice, que donde e¡ hombre vé cubrirse su cabeza de cabellos crespos, en vez de sedosos y lisos, el carnero pierde su lana y la reemplaza por pelo. El doctor Slave, del condado de Belford, tenia, á la edad de ochenta años, los cabellos perfectamente blancos. En esta época se volvie¡.on. de un color castaño oscuro, como en su juventud, y los conservó así hasta su muerte 1 que tuvo lugar á los cien años. Un habitante de Viena, en Austria, vió cubrirse su cabeza, á la edad de ciento cinco años, de nuevos cabellos negros, de blancos que eran anteriormente. Una inglesa llamada Susana Edmond, tuvo tambien·cabellos negros que la crecieron á los noventa y cinco años; despues se volvieron blancos á lQs ciento cinco años. Algunos años antes de su muerte, que acaeció á la edad de ciento catorce años, Jobo Weks tuvo nuevos cabeUos castaños; y se cita tambien ó. un escocés á quien volvieron á ~re­ cer cabellos rubios ó. la edad de ciento diez uilos.

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Cuéntase de una jóven que al peinarse despedía chispas de sus cabellos, visibles aun en medio del dia. Tambien se refiere un hombre de cuarenta aüos que tenia un espeso cabello castaño, que

cuando se pasaba la mano por él, en la oscuridad> producía unos resplandores fosforescentes tan vivos, que podían alumbrar la habitacion donde se encontraba

CRÓNICA .

¡A

SEGURIDAD DE LOS VIAJEROS.-LOS crímenes que se han cometido sobre viajeros de fer ro-carriles que iban aislados en algunos de sus departamentos, han hecho pensar sériamente en remediarlos, haciendo que cada separacion de un carruaje pueda comunicarse con las demás y aun con el maquinista. En España no tenemos noticia. de ningun crimen cometido de esta manera; pero no dudamos que podrá tflner lugar si no se adoptan las precauciones convenientes. En Inglaterra es donde se muestra. mayor interés por resolver este problema, y hay nombrada una comision encargada de recibir los inventos y escoger los más eficaces. Los sistemas propuestos se reducen á tres diversos. Consiste el primero en disponer comunicaciones eléctrLcas entre los diversos departamentos. Tiene el g•·avisimo inconveniente de que estas comunicaciones se desarreglan con suma facilidad , por los bruscos movimientos á que están sujetos los vehículos. Por ot ra parte, la dificultad aumenta cuando se t rata de unir carruajes distintos, que se han de quitar en estaciones intermedias, ó que han de pertenecer á di versas compañías de fer ro-carriles. El segundo sistema consiste en hacer carruajes muy largos, con un pasillo central y bancos á derecha é izquierda. Tal disposicion no es muy cómoda para largas distancias, y además se ha. visto en los Estados-Unidos, donde subsiste, algun caso de robo á mano armada de todo un carruuje, por varios criminales en él contenidos; la misma forma del coche favorecía el crimen. El tercero es disponer una barandilla sobre

el estribo general que suele ir en los carruajes, con cuya barandilla sea fácil á todo el mundo la comunicacion de unos departamentos á otros por medio del estribo. Esta disposicion no hará evitar el miedo de pasar por dicho est~ibo á personas que no estén acostumbradas á tal ejercicio, y será por tanto ineficaz en la mayor parte de los casos. No detallaremos los aparatos ingeniosos que se han ocurrido dentro de estos diversos sistemas, pues ninguno de ellos tiene un carácter verdaderamente práctico, y el problema queda esperando una solucion satisfactoria. TELÉGRAFOS SUDTERRÁNEOS.-TodOS los que VivimOS en ciudades de las cuales saleo algunos hilos eléctricos, sabemos los inconvenientes que estos presentan dentro de las poblaciones. Cargan y molestan las casas sobre que atraviesan, hacen mal efecto, y están expuestos á varios percances. Entt-e estos hay uno que no se explota por la mlsm'l razon gue Jos gmndes criminales no se sirven de venenos que no dejen' trazas de su empleo, por la ignorancia. Supongamos que uno desea interceptar una linea, ó por lo ménos enterarse de los partes que por ella se pasan, y no tendrá más que hacer llegar por uno de los apoyos de los hilos en algun tejado, un alambre delgado, embutido en el apoyo, y que lleve la corriente eléctrica á una buhardilla donde él tenga un aparato receptor. Por estas razones se ha pensado, y aun practicado en varias poblaciones, colocar los hilos subterráneos. En Dijon se planteó en 1860 el uso de cables de cuatro hilos de cobre, cubier-

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tos con dos capas de guttapercha de 5 milímetros de espesor total; el todo rodeado de uno. capa de o.lgodon e10 breado, inyectado en sulfato de cobre; cuesto. 2rr5 el metro. En París se empleaba un medio análogo; pero M. Jaloureau ha ideado otra disposicion, que consiste en impregnar el hilo de cobre en una capa de brea, rodearle luego de un cordel em breado y de una capa de papel tambien embreado. Se reunen estos hilos y se rodean con nuevos cordeles y nuevas capas de brea. Un cable de cuatro hilos cuesta 1 fr 2 el metro, y de siete 2 francos. Estos cables parecen ser muy vent.ajosos segun las experiencias que hace pocos meses se han verificado en Francia, y reunen á una gran duracion, la ausencia de-conductibilidad al exterior y la suficiente elasticidad para doBlarse fácilmente. Pueden ir enterrados, ó bien, y es lo mejor para la vigilancia, dentro de las alcantarillas, como están en París. ANTÍDOTO DEL FÓSFORO.-Parece que está ya suficientemente comprobado que la esencia de trementina es un eflcáz antídoto contra el envenenamiento por el fósforo. Se sabe que en las fábricas de fósforos de Lóndres se obliga á lo!:l obreros á llevar bajo la barba un receptáculo que contiene esencia de trementina, de modo que aspiren continuamente sus vapores. Recientemente un rarmncéutico de París ho. confirmado las propiedo.des de aquella sustancia con experiencias hechas sobre perros, y hé aquí los resultados. Todos los animales á los que ha administrado el fósforo solo, sin esencia de trementina, ho.n muerto más ó ménos pronto. Los que han tomado el fósforo y algunas horas despues la esencia de trementina, han esperimentado fenómenos de intoxicacion, pero no han sucumbido. En tln los perros de la tercera sé1·ie, á los cuales ha administrado la esencio. de trementina inmediatamente despues del fósforo, no han presentado más que una ligera india. posicion. El fósforo, dice el experimentador, no

eje•·ce su accion tóxicr. sino cuando ha penetrado en la economía por absorcion; entonces se apodera del oxígeno de la sang-1·e é impide la hematosis. Segun esto puede admitirse que la esencia de trementina impide al fósforo arder en la economía, del mismo modo que impide su combustion en el Rire á. la temperatura ordinaria.

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NuEVO REACTIVO PAliA DESCUORIR LA PRESENCIA LA LANA EN LOS Tli:J IDOS DE SEDA.-La seda y la lana se encuentran frecuentemente unidas, formando tejidos diversos: los caractéres de,estas dos materias ·textilesson tan difer·entes, que se conocen al simple aspecto cuanr.lo se encuentran unidas en un tejido cualquiera. Ocurren, sin ~mbargo, casos en que los tejidos, al parecer de seda pura, están formados por hilos, en casi su totalidad, de seda, pe1'0 que se hallan mezclados con tlbJ·as sumamente finas de lana, y en este caso, si nos dejá~amos Ile. var del aspecto que presentan estos tejidos, cometeríamos un error. El reactivo que descubre la más pequeña cantidad de lana en un tejido de seda es el nitro-prusiato de sosa. El ensayo se practica de la manera siguiente: se toma un decígram~ de la tela que se va á ensayar, y se somete á la ebullicion de una solucion de 5 á tO centímetros cúbicos de potasa cáustica, y des pues se diluye con agua destilada hasta ocupar el volúmen de iDO centímetros cúbicos . De este licor se toma un centímetro cúbico, y se ensaya con algunas gotas de una solucion diluida de nitro-prusiato de sosa. Si el licor no toma un color violeta, se puede estar seguro que el tejido no contiene la fibra más fina de lana mezclada con la seda. Se puede comprobar la exactitud de este modo de operar agregando al li· cor que no ha dado colt>racion azul unas gotas de una solucicm de lana en ln potasa cáustica, en cuyo caso aparece en seguida la colo,racion. DE

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M.IORIO:

18GO.=I~prent.,

de Lo;* oxsct•JBHOS

ÚTILP.B

il cargo de Francisco Roig, Arco do Santa Muria, 39,

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