El Miliario Extravagante. Anexo 8 (mayo 2004)

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Un enfoque extravagante de las vías romanas Gonzalo Arias

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Indice 2

Presentacíón 1. PrelLrdiof'antasmagórico.'.."..

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2. Signifrcado de los casos gramaticales en los itinerarios romanos 3. Lo-s orígenes de Madrid alalvzde la interpretación gramatical del

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Et Mnmruo ExTRavRGANTE, Mayo 2004

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ItinérariodeAntonil)o...

13

. . . ' . .19 4. Una visión panorámica de la recl viaria de la Hispania romana cultural turismo ' ' ' ' ' '31 propuesta de ' Una 5. La ruta cle los Vasos Apolinares: " " ' 39 6. E,logioyreproclteaEduarcloSaaveclra 'al rr ""' Bibliografía

Anexos de


Presentación E,l propósito de este cuaderno es presentar de manera fácilmente comprensible para no especialistas las principales innovaciones introducidas a través del boletín El Miliario Extravagante en el estLrdio de las vías romanas. Se han reunido para ello seis textos que, sin embargo, no han visto la luz en las páginas del citado

boletín -salvo la sección 1 y los párrafos finales de la 6-, sino que son artículos, ponencias o comunicaciones del autor en revistas o foros diversos, qlle se indican en cada caso. Por ello, aunque las tesis aquí mantenidas sean ya conocidas para los suscriptores de El Miliario Extrat¡agante y pese a las inevitables repeticiones, cabe esperar que también los suscriptores consideren útil esta recopilación. Puede ser opoftuno recordar aquí el sentido que damos a la palabra "extravagante" (etimológicamente 'el que anda errante por fuera'). Aparte del hecho circunstancial de que en su primera época el boletín apareció fuera de las fronteras hispánicas, y desligadb por otra parte de cualquier institución científica o cultural, en uno de los primeros núrmeros nos explicábarnos así: "Al decir extra-vagancia no pensábamos sólo en la puramente material y anecdótica de nuestra lejanía geográfica. Un miliario extra-vagarlte es un miliario que no está in sifu, que está fuera de su camino, o fuera del que siempre se ha creído que era su camino. Desde el principio hemos querido reservarnos el derecho a discrepar de los caminos oficialtnente adrnitidos por Ios arqueólogos que han hecho la ley en esta materia. Nos animaba lo que los franceses llamarían un cietto esprit .frondeur, qLte sólo por aproxirnación podría traducirse por espíritu guerrillero, pues si el gr"rerrillero aspira a del'rocar al que detenta la autoridad y aun a suplantarlo, elfrondeut,. mucho lrenos terrible, se confortnaría con forzarlo a rectificar." Las ref-erencias en que consta sólo el nornbre del ar.rtor y el año remiten a la Bibliografia al final de este cuaderno. En las referencias E,l Miliario Extrovagante (ME) se indica el número del boletín y, tras una coma, la página o páginas.

a

El Miliario Exfravagante es la única publicación periódica especializada principalmente en el estudio de los itinerarios romauos, aunqLle sus páginas dan cabida a otros temas más o menos conexos de geografia histórica. Actualmente se publican cuatro núrneros cadaaño, a los que se añaden desde septiembre de 2001 dosAnexos anualesconestudiosmonográficos.Sideseamásinfbrmación,diríjasea: Gonzalo Arias. c/ Los Rosales 20,29380 Cortes de la Frontera (Málaga); Tel. 95 215 44 99; fax 95 215 44 13 Correo-e: gzlarias@jet.es; En la web http://miliarioextravagante.4d2.net puede verse amplia información sobre la red viaria de la Hispania romana y los contenidos de El Miliario Extravagante. Anteriores Anexos de El Miliario Extravagante'.

El Puefto del Muradal: entre el mundo prerrornano y Ia IlLrstración, por Jesús SánchezSánchez 2 -La red viaria antigua en La Rioja: I. La vía romana de Italia a Hispania, por Isaac Moreno Gallo 3 *F.l Reporforit¡ de Villuga. transcrito y editado por Gonzalo Arias 4 -La annolla y el ltinerario Antonino.por Denis van Berchem 5 - La geografía hispánica de Juba II: Iberia y las Canarias, por Luciano Pérez Vilatela 6 - Lecciones de la antigua Roma, por José Arias Ramos I - El Canino del Arrecife en Cádiz, por OIga Vallespín Cómez 1

-

Precio de cada anexo: 2 euros (Un ejemplar suelto puede pagarse en sellos de correos)


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Preludio fantasmagórico Párrafos del artículo "El secreto de Antonino" publicado originalmente en Et Miliario Extravagante, número 2 (septiembre de 1963)

Instalado en su rincón favorito de observación, Jerónimo de Zurita miraba hacia abajo. Desde hacía cerca de cuatro siglos, casi desde su llegada al Paraíso, había adquirido Ia costumbre de dedicar de vez en cuando algunos años a seguir desde lo alto los afanes de quienes, allá en la Tierra, buscaban trabajosamente la verdad histórica, lo mismo que él había hecho en vida. Ahora, él poseía la Verdad absoluta. En ella se recreaba incansablemente su espíritu de fiel cronista. Desde ella, gustaba de ver los desmañados tanteos de quienes, en

el mundo de los vivos, continuaban

haciendo progresar lentamente la ciencia histórica... y

también. en ocasiones, la hacían retroceder. Precisamente Zuritaestaba rezongando: - ¡Oh liviandad de las cosas humanas! ¿Por qué ha de haber aún quien porfíe en que las letras "rrpm" de los itinerarios romanos significan milia plus minus, si yo dexé ya cumplidamente declarado que han de leerse milia passuum? En torno a Zurita habíase reunido un pequeño grupo de sabios de diversas épocas. Tomó la palabra Enrique Flórez, doscientos años másjoven que el cronista aragonés: - No os maravilléis, caro Zurita, de la fragilidad del saber humano. Pues qué, ¿No hemos leído todos nosotros el Itinerario de Antonino, en nuestra vida terrenal, y hemos escrito sobre é1, sin haber caído nunca en la cuenta de lo que en verdad decía? Y ciertamente que no era difícil averiguarlo. Pero todos hemos tenido que llegar aquí para salir de nuestro error, y todos, cuando hemos conocido la verdad del ltinerario, nos hemos asombrado de no haber pensado de inmediato en una cosa tan llanay patente y nos hemos reído de la flaqueza de nuestro entendimiento. Al oír estas palabras, varias miradas se dirigieron a uno de los sabios del grupo, que enrojeció visiblemente. Antonio Blázqlez era el último llegado (aunque no el último salido del mundo de los vivos,

pues había sido retenido algunos años en el Purgatorio para expiar cierlos pecadillos de inexactitud y fantasía). Todos sabían que el primer movimiento de Blázquez, al serle revelado el mecanismo del Itinerario de Antonino, no había sido reírse de la flaqueza de su entendimiento, sino protestar y tratar de argüir en contra... San Pedro había tenido que llamarle al orden. Eduardo Saavedra se apresuró a salir en ayuda de su colega y amigo: - Reconozcan ustedes que en nuestro tiempo resultaba cada vez rnás difícil dar con la clave del Itinerario. Teníamos sobre nosotros el peso de la tradición interpretativa creada por ustedes mismos, y es bien sabido cuán difícil es para un investigador romper con prejuicios seculares. Además, se habían descubierto en nuestro siglo los Vasos de Vicarello, que lejos de ayudarnos nos confirmaban más en el error, pues como ustedes saben los caminos de Vicarello -a diferencia de los de Antonino- están escritos con total desprecio de la gramática. Francamente, de no haberse puesto en claro el secreto de Antonino en el siglo

XVl, no creo que se aclare ya nunca jamás. - No estoy yo tan desesperanzado como Vuestra Merced -dijo Zurita, apartando un momento

la

mirada de su observatorio.- Trescientos ochenta años ha que contemplo desde aquesta ventana celestial a cuantos tropiezan con el librico del Emperador Antonio Augusto y se esfuerzan por comprendello. Algunas veces, docenas de años han pasado sin que persona alguna dedicara una hora de reflexión a este negocio. Otras veces, me he holgado sobremanera de ver los grandes adelantos debidos a la industria de esclarecidas personas como mismo Vuestra Merced, Señor Saavedra. Y aun en algunos momentos he tenido el ánimo en suspensión cuando un cronista se acercaba al "busilis" del negocio y cuasi hallaba lo que siempre había escapado a nuestra ignorancia. Vean por ejemplo Vuestras Mercedes lo que no ha mucho decía un buen conoscedor de las antigüedades de Francia: que cuando el Emperador Antonino nombraba una ciudad en explicando un camino, no había de entenderse siempre que el tal carnino pasara por medio de la ciudad, mas

]r


que podía estar harto apartadaésta de aquél.r Y yo digo que si este Francés se acerca desta manera al secreto encerrado en nuestro librico, bien pudiera otra persona terminar de desvelar ese secreto.

- ¡Ay! -suspiró Ambrosio de Morales-. Si esto que dice ese Francés me lo hubiera dicho Vuestra Merced cuando juntos departíamos allá en la Tierra, no habría yo escrito la sinrazón que dexé puesta en mis papeles, es a saber: que los Romanos hacían dar una vuelta a sus caminos para buscar las ciudades importantes, y que nosotros en nuestro siglo echábamos los nuestros por lugares más derechos que ellos. Cosa donosa es, en verdad, que yo muchas veces haya cabalgado por el camino derecho de Madrid a Guadalaxara y no haya parado mientes en que ese mismo era el camino romano de Mérida a Zaragoza. En estas palabras de Toletum

y Complutum...

No pudo terminar su última frase. Jerónimo de Zurita, muy excitado, se había puesto a dar grandes voces, mirando fijamente a través de su ventana celestial: - ¡Acudan todos! ¡Todos observen! ¡El momento ha llegado! ¡Loado sea Dios, que se ha dignado alumbrar la chispa del genio en una mente humana! Su índice extendido señalaba a Francia... París... Un edificio de grandes y numerosas ventanas... En un despacho de este edificio, Víctor Huftado explicaba algo;

1

"...quand les itinéraires nomment une cité, celane veut pas toujours dire que la voie traverse la cité elle-méme: elle ne

fait souvent qu'en toucher le territoire: la statio ou mutatio était au croisentent d'un diverticulum conduisant á la bourgade, souvent en position défensive á quelque distance." R. CHEVALIER, A. CLOS-ARCEDUC y Jacqueline SOYER, "Essai de reconstitution du réseau routíer gallo-rornain". ett Revue Archéologique, 1962, t.I, p. 17..

4


2 Significado de los casos gramaticales en los itinerarios romanos Comunicación presentada en el III Congreso de Arqueología Peninsular, de septiembre de 1999 (Levemente retocada en2004)

Vila Real (Portugal), 22-26

RESUMEN.

La interpretación gramatical de los itinerarios romanos (en especial del ltinerario de Antonino) se propuso por primera vez en 1963. La idea básica es que las mansiones y ciudades citadas en acusativo no estarían en la ruta misma ni contiguas a ella, sino a cierta disfancia y unidas a ella por un ramal, contándose la distancia itineraria en el punto de empalme del ramal con la ruta. Esta sencilla idea conduce a profundos cambios en el trazado supuesto de muchas vías romanas y en la ubicación de más de una ciudad. Se trata ahora de recapitular en qué medida este planteamiento es aceptado por los especialistas o encuentra todavía entre ellos reticencias u oposición. 2. 1. Planteamiento del problema

Entre los itinerarios romanos conservados, el más importante y menos incompleto es sin duda la recopilación llamada ltinerario de Antonino, documento del siglo III que ha llegado a nosotros en copias, las más antiguas, de los siglos VII y VIIL A é1 me voy a referir esencialmente en esta comunicación, aunque es probable que las ideas que expondré sean aplicables también a otros itinerarios antiguos. Todos los estudiosos del Itinerario de Antonino, desde el siglo XVI por lo menos, saben que la proyección sobre mapas actuales de las rutas descritas presenta no pocas dificultades. La situación de muchas ciudades y mansiones se desconoce, pero no es eso lo que más nos perturba y confunde. Al contrario, son las ciudades de ubicación perfectamente segura e incuestionable (v.gr. Toletum, Osca, Uxama, Clunia, Cale, Ebora) las que a menudo llevan a los especialistas a dudar de la corrección de los datos contenidos en el ltinerario, ya que con demasiada frecuencia las cifras miliarias consignadas se quedan cortas, o al contrario son excesivas, para cubrir las etapas en que figuran estas ciudades. Ha habido tradicionalmente dos maneras de encararse con el problema, aunque ambas eran, más que una solución del enigma, un golpe de espada en el nudo gordiano. La primera era declarar simplemer-rte que había error de copia en todas aquellas cifras que parecían no casar con Ia realidad. La segunda consistía en suponer que la milla romanatenía valores métricos muy diferentes al pasar de una provincia aofra, de una ruta a otra, o incluso de una etapa a otra dentro de la misma ruta. La primera explicación dejaba muy malparadala competencia profesional de los meritorios copistas medievales, casi siempre monjes de sólida cultura y probada paciencia que en la paz de sus monasterios disponían de tiempo sobrado para su meticuloso trabajo. Cuando nos encontramos, por ejemplo, ante un investigador de nuestros días que cree constatar un mínimo del 14 por ciento y un máximo del 62 por ciento de errores en las cifras antoninianas, uno se pregunta si ese investigador estaría dispuesto a contratar a una mecanógrafa que equivocara más de 14 de cada cien cifras de una lista. Absurdo. Téngase en cuenta, además, que las diversas copias conservadas coinciden en la práctica totalidad de los supuestos errores. La segunda explicación pretendida era vejatoria para el pueblo romano, cuyo pragmatismo bien acreditado por la historia se ponía gravemente en entredicho. ¿Cómo era posible que un pueblo tan práctico como éste designara con las mismas palabras, millia passuum, unidades de longitud oscilantes entre poco más de 1.200 metros y más de 1.800 rnetros, y ello dentro de uuos espacios geográficos con frecuencia reducidos? Cierto que mil pasos de un enano pueden diferir bastante de mil pasos de un gigante, pero el sentido común nos dice que, si no empleaban métodos de medida más exactos, los ingenieros y generales romanos encomendarían la medida a hombres de estatura inedia.


2. Primeras intuiciones

2.

Antes de exponer la que llamaremos "interpretación gramatical del Itinerario de Antonino" como clave principal (aunque no única2) para entender las aparentes incongruencias del famoso documento, creo de justicia recordar que ya antes de que tal interpretación fuera elaborada por vez primera en 1963, o después pero sin conocerla, algunos investigadores se habían acercado notablemente a ella desarrollando una distinción entre civitas y statio. Es decir, se había llegado a comprender que cuando un itinerario romano menciona una localidad, ello no significa necesariamente que la vía atraviese Ia propia ciudad o pase lamiendo sus muros, sino que con frecuencia el punto aludido como fin de una etapa y comienzo de la siguiente es una statio sifuada en una encrucijada a una distancia variable de la ciudad de la que toma el nombre.

En orden cronológico, he aquí algunos autores precursores: - Antonio CHABRET FRAGA, antes de 790J,' - el coronel francés BARADEZ,lg4g ó 1959,4 - Raymond CHEVALLIER y sus colaboradores en 1962,1 - Gerhard RADKE en 1971,6 Si del aspecto geográfico del problema pasarnos al gramatical, conviene advertir de inmediato la escasa o nula atención que la gramática de los itinerarios ha recibido durante siglos, o incluso milenios. Nadie parecía inquietarse por la aparente incongruencia gramatical de los itinerarios. Una notable excepción es el británico A.L.F. Rivet, quien dedicó tres páginas de su obra7 a examinar la cuestióri de las desinencias de caso en el Itinerario de Antonino. Pero su conclusión fue decepcionante: No lray, según é1, "lógica lingüística" en este documento. La resistencia natural a modificar esta conclusión negativa tras haber hecho

un esfuerzo de comprensión, y posiblemente también mi falta de tacto que pudo parecer arrogancia o impertinencia en mis contactos con el profesor Rivet en 1986, pueden explicar la posición radicalmente negativa que tomó ante mi interpretación gramatical delltinerario. Es muy frecuente, por consiguiente, que los autores opten por citar en nominativo las estaciones

itinerarias, a veces incluso permitiéndose enmendar el texto varias veces centenario cuando se supone que lo citan textualmente. Resumiendo: así como en el aspecto geográfico varios autores intuyeron la solución del enigma, en el gramatical la falta de intuición fue total hasta que en 1963 entró en escena mi llorado amigo Víctor Hurtado Martí. Nadie había pensado en vincular los aspectos geográfico y gramatical del problema.

2.3. Algo

pasmosamente sencillo

Lalógica de Hurtado era de una sencillez aplastante: - Si en las copias del IA las estaciones se citan en distintos casos gramaticales, tal diversidad debía existir ya en el arquetipo del documento. Cabe concebir que ciertas desinencia se hayan alterado en las copias, pero no que se haya introducido arbitrariamente una diversidad a partir de una uniformidad original. - La diversidad de casos gramaticales, dada la índole de la lengua latina, quiere decir algo. - Si sabemos que las rutas pasaban a veces por medio de las ciudades o contiguas a ellas mientras que otras veces las dejaban a distancias de varias millas, unidas alavía porun diverticulum, ¿por qué no pensar que la primera circunstancia se expresaba con un caso gramatical, y la segunda con otro?

2

Véase sobre otras claves la sección 4.5 de este cuaderno. ' Erte autor, que murió en 1907 dejando inédita su obra publicada en 1978 Vías romanas de la provincia de Castellón, desarrolla la referida distinción a propósito de Sebelaci, que sitúa en Onda, "ligada por un ramal ala calzada romana". o Refiriéndose no al ltinerario de Antonino sino a la Tabla de Peutinger, Baradez dice que ésta"n'indique pas toujours les stations ou métne les agglomérations transversées, le plus souvant en dehors de la voíe, mais les carrefours et les embranchements oü une hésitation ainsi qu'une erreur de direction étaient d craindre." Citado por R. Chevallier, Les voies romaines, París 1972, p.27. Sobre la interpretación de estas palabras de Baradez puede verse mi Repertorio de caminos de la Hispania romana, 1987 , p. 120.

' 6

Véase nota l. A1 referirs e a

la Via Aurelia, por ejemplo, reconoce Radke que ésfa "non entrava nella citit dl Populonia, posta su y pone la correspondiente statio a una decena de kilómetros. Hay otras

altura in riya al mare, né I'attraversava",

indicaciones análogas en su obra Viae publicae romanae, Bologna 1981, publicada primero en alemán en 1971 como artículo de la Pauly's Realencyclopcjdie der classischen Altertumwissensschaft, Suppl. XIII. 7 The Place-Names of Roman Britain, 1979. Reimpresa en 198I '

6


En honor a la verdad, hay que decir que Hurtado no era fuefte en gramática latina. Por eso su idea original necesitó cieftos retoques. El caso indicador de empalme con un ramal sería el acusativo sin preposición, mientras que el locativo y el ablativo se utilizarían para indicar proximidad inmediata de la vía a la ciudad, o penetración de aquélla en ésta. El acusativo precedido de la preposición ad, que tiene el sentido de'Junto a","al lado de" (y tiene por lo tanto el valor geográfico de un ablativo), se aplica a nombres que designan accidentes geográficos, monumentos, casas aisladas, incluso piedras miliarias, pero no ciudades. Por otra pafte, pronto se nos hizo evidente que el olvido del valor geográfico del acusativo había sido muy temprano, y que muchas desinencias presuntamente de acusativo en el prototipo del IA o en las "hojas de ruta" originales habían sido sustituidas por desinencias de ablativo en época difícil de precisar. Esto complicaba nuestro trabajo. Pero veamos primero algunas de las principales aplicaciones del descubrimiento y la acogida que merecieron. 2.

4. Los primeros ejemplos

En el arlículo de lanzamiento de la "teoría de los empalmes" o "teoría del acusativo"s presenté los siguientes ejemplos principales que Hurtado y yo considerábamos confirmatorios de la teoría: Aracillum. No citada en el IA, sino en la primera tableta del Duumviro Lépido ("Itinerario de Barro"). El acusativo hacía posible buscar su solar en Aradillos, por donde ciertamente no pasaba la calzada. Tritium, en la primera vía antoniniana de Hispania (Al, según el sistema de identificación de las vías que hemos adoptado después y que seguiré en adelante). Creo que hay unanimidad en apreciar que la vía pasaba de hecho a unos 2 kilómetros de Tricio. Sucronem, en Ia A2. Supuse entonces que Sucro estaba en Cullera, desembocadura de Júrcar, También podría estar en Sueca o sus cercanías. Pero cualquiera que sea el lugar exacto, es evidente que la ciudad no estaba en la Vía Augusta misma, que cruzaba el Júcar hacia Alberique. Brigantium, en la A20. Lo mismo si Brigantia y Brigantium son una misma ciudad que si son dos núcleos de población (uno La Coruña, otro hacia Betanzos), las cifras antoninianas, y en especial la distancia a Lugo, hacen imposible el paso de la A20 por tierras tan septentrionales. En este caso el alejamiento de la vía es notable, del orden de 30 km.e Sabariam/Sibarim, en la A24. Las distancias llevan a un lugar, entre Salamanca y Zartora, donde no hay vestigio alguno. Habrá que buscar a uno u otro lado de la vía, dije en 1963. Roldán Hervás encontraría más tarde el lugar en la Torre del Sabre. Pintiam, Cluniam, (Jxamam, Itlumantiam, en la A27.Ya en mi primera aproximación a esta ruta, con prudentes reservas pues reconocía no haberla estudiado con el detenimiento deseable, discrepé del trazado tradicionalmente propuesto y en especial de las conclusiones de Saavedra en su célebre estudio del tramo soriano de esta vía. La calzada no pasaba por las ciudades mismas de Clunia, Uxama ni Numanfia. Especialmente insostenible era el cruce del Duero a la altura de Numancia, cuando lo evidente era que Soria se había formado en la Edad Media en el punto en que tradicionalmente el camino cruzaba el río. Más tarde me he ocupado con más precisión de esta ruta corrigiéndome a mí mismo en diversos puntos,ro pero la valoración de los acusativos sigue siendo firme. Miacum, Toletum, Titultiam, Complutum, en las rutas A24, A25y A29. Los efectos colaterales, por así decirlo, de la interpretación gramatical de los itinerarios fueron aquí de una magnitud inesperada. Descaftadas Toledo y Alcalá de Henares como puntos obligados de paso de la vía de Mérida a Zaragoza. descartados también el arroyo Meaques y la vieja Bayona de Tajuña como ubicaciones respectivas de Miacum y Titultiam, se fue revelando una red caminera en que Madrid ocupaba un punto estratégico, no cieftamente como ciudad romana, sino como cruce de vías de primera importancia. Dos años después me ocupé por primer vez de las rutas antoninianas de Porlugal.l'Aunque más tarde he rectificado algunas de mis apreciaciones, sigo creyendo fundamental valorar al menos tres o cuatro de las desinencias de acusativo conservadas: Scallabim, rutas A15 y A16. Parecía imposible encontrar en el mapa un punto en que se cumplan las distancias miliarias a Lisboa y Conimbrica por una parte, a Mérida por otra, y en el que se encontraran vestigios de la ciudad. Pero valorando el acusativo y aceptando que el empalme designado de esa manera

8 "El secreto

de Antonino", ME2, septiembre 1963. más tarde he comprendido que Brigantio era en realidad un campamento situado en Cidadella (Sobrado dos Monxes, Coruña), y que su empalme Brigantium estaba a solo unos 8 kilómetros de allí. (ME 7 5,20). 'o Véase en especial ME 44, 18 y ss. 1r"Portugal a la vista", ME 10, octubre de 1965.

e Mucho


puede no ser el mismo en una solución parecía posible.

y otra ruta (más tarde he cambiado de opinión en este punto concreto),

la

Calem, ruta A16. La distancia contada desde Aeminio (Coimbra) es insuficiente para llegar tanto a Porto como a Vila Nova de Gaia, pero suficiente para llegar a un "Calenl-empalme" a orillas del Duero, unos 15 ó 20 kms aguas arriba. Eboram, ruta A2l. Esta ruta presenta problemas, pero la determinación de su trazado será en toclo caso más difícil para los adictos a la interpretación lineal del Itinerario que para quienes valoramos la desinencia de acusativo. 2.

5. Primeras reacciones (1963-1968)

Recordemos que El Miliario Extravagante (ME, en adelante) era en su primera época (y sigue siendo, en gran medida) un modestísir-no boletín de factura artesanal y tirada rnuy limitada. No es extraño, pues, que nuestra revolucionaria interpretación gramatical del IA llegara al conocimiento de muy pocos. Sin embargo, sus propias páginas dieron acogida a un contradictor precoz, Louis Dillemann, cuyas objeciones recibieron cumplida respuesta. Opiniones favorables fueron la de André Piganiol en Francia, y en España las de varios lectores y colaboradores, entre ellos el investigador gallego Fermín Bouza-Brey y el extremeño Carlos Callejo Serrano, ala saz6n director del Museo de Cáceres. En 1966 José ManuelRoldán Hervás, en un estudio ulteriormente muy citado sobre los acusativos con ad,12 corroboraba y hacía suya nuestra teoría, completándola con peftinentes observaciones sobre el uso del locativo en latín clásico y confirmando con minuciosos análisis Io que nosotros habíamos anticipado sobre la significación de los acusativos precedidos de ad. En los dos decenios comprendidos entre 1968 y 1987 el ME sufre un largo eclipse, y nada publiqué sobre la cuestión que nos ocupa. Pero las semillas sembradas empezaron a germinar, aunque a veces en condiciones climáticas dudosas.

2.6.

Progresos y reticencias (1969-1987)

Roldán Hervás contribuyó en buena medida a la difusión la teoría de los empalmes o del acusativo, pero también en é1 podrían tener su raí2, paradójicamente, ciertas resistencias o reticencias. Ya profesor adjunto en la Universidad de Salamanca, Roldán publica en 1971su magna tesis doctoral Iter ab Emerita Asturicam - El camino de la Plata. Sigue valorando las desinencias de caso, pero no se decide a reconocer que muchos acusativos originales pueden haberse perdido. En 1975, catedrático en Granada, publica Roldán Hervás ltineraria Hispana, Fuentes antiguas para el estudio de las vías rctmanas en la península ibérica, obra extraordinariamente meritoria e impoftantísima para nuestros estudios. En la cuestión que ahora nos interesa, parece como si, al vislumbrar la magnitud de la revolución exegético-arqueológica que supone la aplicación decidida de la teoría de los empalmes al conjunto de las vías antoninianas, se sintiera cohibido. Menudean las citas del ME en todo el volumen, pero éste es mucho más una presentación del estado de las investigaciones que una toma de posición sobre puntos controvertidos. En consecuenciaregatea el apoyo pleno a la teoría de los empalmes, calificando algunas de sus aplicaciones propuestas de hipótesis "demasiado arriesgadas" o de "soluciones no demostrables en un cien por cien". Así resulta que, aunque en el texto de la obra el autor no se pronuncia, en los mapas con que la ilustra la ruta A27 sigue pasando por Cluniay (lxama, mientras que Miaccumy Titulcia siguen estando donde los dejó Saavedra. Del mismo aflo 1975 es la obra de José A. Abásolo Comunicaciones de la época romana en la provincia de Burgos. Abásolo considera con gran interés la teoría de los empalmes por la que se siente claramente atraído, y así Io ha manifestado después en otras ocasiones. Pero hay que confesar que mi primera

aplicación de

la teoría a la A27 (la que más podía

interesarle en cuanto burgalés) adolecía de

sirnplificaciones excesivas y aun errores, no resultando del todo convincente. Por esta razón,y quizá también por no atreverse a rebelarse del todo contra la autoridad de los viejos maestros, st-t posiciórr ante la valoración de los acusativos fue entonces vacilante. De 1977 es el primer trabajo de José Manuel Caamaño sobre la Via |{ova,t3 doncle repetidamente menciona con aprobación nuestra teoría sobre el valor del acusativo, aunque deja sin comentario la variante Geminas, quizápor estar atento únicamente a las desinencias de acusativo singular. J.M. ROLDÁN HERVÁS, "Sobre los acusativos con 'ad' en el Itinerario de Antonino, Zephyrvs, XVII, I966. J.M. CAAMAÑO CgSfO, "Las mansiones de la vía 18 en su tramo orensano", Gallaecia 3-4, 1911-78.


Por su parte José G. Morote Barbera, en 1979, suscribe sin reservas nuestra interpretación dada al acusativo Sucronent.ta Siempre he pensado que la nueva perspectiva introducida por la interpretación gramatical del IA es a los madrileños a quienes más debería interesar. Sin embargo, durante muchos años no tuve conocimiento de ningún texto que comentara (ni rebatiera) mi tesis sobre el origen de la capital de España como crllce de dos grandes vías romanas. El primer comentario, escrito por el ingeniero de caminos Miguel Arenillas, lo encontré inesperadamente en una publicación de 1980 no referente directamente a la arqueología.15 Arenillas coincide en su estudio con mi planteamiento, como han hecho después otros ingenieros de caminos interesados por la historia. En 1982, un estudio provincial sobre las vías romanas de Guadalajara descarta (con cierta nebulosidad y razones muy poco consistentes) la explicación del acusativo TitulÍiam y la teoría de los empalmes "por ser

discrepante con las realidades arqueológicas que conocemos"l6 No es fácil encontrar en la obra esas "realidades arqueológicas" que invaliden nuestros planteamientos. Tomás Mañanes y José Mu Solana Sainz optaron en 1985 por cerrar los ojos al problema de los acusativos, aunque no cieftamente por desconocimiento del mismo. También para ellos, la A27 seguía pasando por Clunia y (Jxama, aunque hubiera que forzar Ias cifras del IA.r7 Del mismo año i985 datan otras dos opiniones más negativas que positivas. Una de Federico Pallí18, que descarta toda apreciación del valor geográfico del acusativo sin profundizar en la cuestión tras constatar que los itinerarios no siguen una práctica uniforme al respecto. Otra es de J. Arturo Pérez, quien al referirse a la vía (o las vías) de llerda a Osca escribe: "Cronológicamente, G. Arias es el último investigador que se ocupó de nuestra vía. El estudio no fue realizado sobre el terreno y partió de la base de que el camino I y el 32 citados en el ltinerario eran distintos, lo que habían supuesfo los tempranos investigadores y que habían ya desechado hace ya un siglo los modernos. Es una opinión que, como veremos más adelante, en absoluto compartimo,s." Pero es curioso que Pérez recoge una opinión de los precursores de la teoría de los empalmes: las mansiones "podían encontrarse... incluso no en la misma vía en muchos casos, sino a alguna distancia de ella con la que se comunicaba por medio de un camino secundario (éste tenía su inicio en la milla citada por el Itinerario)"te

Otra importante obra de carácter provincial sobre vías romanas fue por este tiempo la de Gozalbes2o, cuyo desconocimiento de lo publicado en el ME fue involuntario. Llegamos así al año 1987, excepcionalmente fecundo en la bibliografía que nos interesa. Se acumulan en este año obras impoftantes de Alarcáo, Magallón, Palomero, Arias, amén del Simposio de Tarazona. Alarcáo suscribe por entonces explícitamente la interpretación gramatical del IA, tomándola probablemente de Roldán: "A maior parte dos topónimos do ltineriirio acha-se em ablativo ou locativo: a via passava mesmo por esses lugares. Alguns outros figuram em acusativo, como Scallabin ou Calem: ct via passava perto, mas ndo exactamente por esse lugar, que devia ligar-se d estrada principal por un ramal. Noutros casos ainda, o Íopónime lé-se em acusativo precedido de ad...'21 También Vasco G. Mantas presta atención, algo dubitativa, a la gramática itineraria. Cierto que al principio desliza una frase que parece negativa para el conjunto de nuestras hipótesis: "as hipótesis indicadas por G. Arias para a red viária que nos interessa também ndo corresponden aos resultados da investigagdo mais recente". Pero cree que "Talvez esta particularidade lel paso de la A15 por Coruche, según él] explique, considerando válida a teoria dos acusativos sem preposiqdo deselvolvida por G. Arias, o facto da estaqdo seguinte, Scallabis, vir indicada em acusativo..." Y con más seguridad, respecto a la A16'. "Os vestígios arqueológicos e um miliário de Braga levam-nos a localizar Cale no Porto, o que coincide com a teoria dos acusatiyos; Calem."22 En cambio, los acusativos Scallabiny Sellium no son valorados en la A16, lo que supone optar por corregir supuestos errores de cifras. J.G.MOROTEBARBERA,"EltrazadodelaVíaAugustadesdeTarraconeaCarthagineSparlaria",Saguntum14,lgTg. sobre Madrid capital y su influencia en la degradación del rnedio físico sobre la provincia de Madrid, Diputación de Madrid, 1980. provincial"^ II Jornadas de estudios

'o

't M. ARENILLAS PARRA,"Apuntes

ABASCAL PALAZóN 1982. " IvlAñANpS y SoLANA sAINZ 1985. 1985. 't PALLÍ AGUILERA pÉXtZ. "La vía romana de llerda a Osca", Bolskan J. Arturo " 'u

2, 1985. Las apreciaciones de Pérez

comentadas con detenimiento en ME 26, p. 17, sin que haya habido réplica suya que yo sepa.

'o 21 "

G:¿ALBES

cRAVIoro

1986.

Jorge de ALARCÁO, Porfugal romano. 1981 , p. 67

MANTAS

1990.

.

fueron


Santiago Palomero, aunque simpatizante con la teoría del acusativo, no tuvo ocasión de aplicarla en su tesis doctoral,23 yaque la única ruta antoniniana que podría atravesar la provincia (A31) no tiene acusativos. El dictamen de María Ángeles Magatlón es escéptico: "No yanlos a entrqr en la:s hipótesis de frabajo que propuso G. Arias acerca de la diferenfe utilización de casos gramaticales en la enumeración de las mansiones. Evidentemente estct diferencia existe, pero al intentar aplicarla sobre nuestro territorio no se cumple la famosa 'teoría de los empalmes', ya que hay mansiones que figuran en dos rutas con diferentes

casos gramaticales. No contamos con los suficientes dalos objetivos que nos permitan realizar una comprobación exhaustiva de la misma. Esperamos que si alguna vez llega a demostrarse sea en el ámbito de todo el Imperio Romano, no sólo en Hispania."'o Er curioso que se esgrima en este párrafo como argumento en contra lo que a mi juicio es precisamente uno de los puntos fuertes de la teoría del acusativo, a saber que Osca/Oscam (pues sólo puede tratarse de ésta) figure en casos diferentes según que la ruta toque o no la ciudad.

Por último, en ese año 1987 al que nos estamos refiriendo, vieron la luz tanto mi ReperÍorio de caminos de la Hispanict romana (recopilación, revisada y ampliada, de lo publicado en la primera época del ME) como mi estudio Grammar in the Antonine ltinerary, A challenge to British archaeologisls. Terminaba así el largo eclipse del ME, que se preparaba para renacer el siguiente año. 2.7. Esperanzas y tropiezos internacionales (desde 1987) Seguir recapitulando las opiniones sobre nuestro asunto desde 1987 sería demasiado prolijo, pero creo imperativo referirme al menos a cieftos ecos (o silencios) en el plano internacional. Sería altamente deseable, como decía con toda raz6n M.A. Magallón, someter a prueba la validez de la interpretación gramatical del IA en todas las antiguas provincias del Imperio. Lamentablemente, ni creo que haya en la mayoría de los países antaño romanos muchos investigadores sobre un sector tan específico de estudio, ni la coordinación y los contactos internacionales son fáciles, ni parece factible encontrar una institución que financie tan ambiciosa empresa. Recapitularé, no obstante, lo que sé y lo que personalmente he intentado en el plano internacional. Portugal, para empezar. Además de lo ya dicho, procede dejar aquí constancia, con pesar, de lo que considero un retroceso, que lamento, del profesor Alarcáo. En efecto, ni en el volumen principal ni en los fascículos de su gran obra bilingüe Roman Portugal, publicada en 1988, encuentro, pese a sus palabras del año anterior, mención alguna del valor del acusativo o la teoría de los empalmes. Las rutas A15 y A16 ya no dejan de lado a Scallabis, ni la segunda evita Cale. Por el contrario, lo último que sé de Vasco G. Mantas es que mantiene una prudente adhesión a la teoría de los acusativos, que "nao deixa de ser uma hipótese tentadora" aunque, especialmente en el caso de Scallabim, juzga "francamente exagerada" nuestra forma de aplicar la idea. Notemos sin embargo que Mantas, aunque hace estas apreciaciones en 199625, sólo conoce mi primera aproximación a las vías romanas de Portugal (de 1965), y no la versión del Repertorio (1987) y mucho menos la "Revisión escallabitana" de 1990 (ME 29), que espero le parezca mucho menos exagerada y mejor trabajada cuando [a conozca. En la Britania romana, ya he aludido a mi tropiezo con el profesor A.L.F. Rivet. Mi estudio Grammar in the Antonine ltinerary, A challenge to British archaeologisls26 no fue en absoluto de su agrado. Sigo convencido, no obstante, de que mis argumentos más fuertes quedaron sin respuesta y de que las objeciones de detalle que me hizo basándose en ciertos puntos dudosos o errores míos no significativos no invalidan mi esfuerzo minucioso por demostrar que también en el sector británico del IA la interpretación grarnatical puede resolver bastantes de las dificultades encontradas por los exegetas. F,n ME 16 publiqué dos comentarios británicos, uno en contra y uno a favor con reservas, pero desde entonces no tengo más informaciones de interés al respecto. Lo ocurrido con Italia es muy similar. Mi estuclio sobre .E/ hinerario cle Antonino en ltalia (1989)27 fue rechazado por varias revistas especializadas, sin que se rne dijeran claramente las razones. Si nos quedamos en estos hechos, y para quien no quiera o pueda mirar el asunto de cerca, todo parece jugar contra mí y contra mi teoría. Yo mismo quedé bastante desconceftado, y sólo años más tarde, cuando

"

PALoMERo

1987.

'o MAGALLóN BOTAYA

1987.

" I,rANTAS 1996. 'u ARIAS r987. Inédito hasta que lo acogió en el año 2000 \a revista KOBIE de la Diputación Foral de Bizkaia,

"

10

n'XXVI


conocí otros datos y pude atar cabos, comprendí lo que había ocurrido. Espero de 1a benevolencia de los congresistas que presten alguna atención a las sigLrientes informaciones. Por los años ochenta, aunque se habían hecho en Italia diversos estudios parciales de tal o cual vía romana, no existía (y todavía no existe hoy, que yo sepa) estudioso alguno italiano que se hubiese encarado con la interpretación del IA o con la red viaria romana de la península italiana en su conjunto. En busca de asesoramiento de especialistas, una de las revistas universitarias a las que me dirigí creyó encontrar la persona idónea en el profesor Rivet, ignorando sin duda los antecedentes que podían proyectar sombras sobre la imparcialidad del británico. Era lógico excluir a otro de los especialistas extranjeros posibles, el alemán Radke, que habría sido juez y pafte toda vez que en mi estudio italiano yo me refería a su obra haciendo numerosas observaciones críticas. El dictamen negativo de Rivet, página y media en inglés, debió pasar de los responsables de edición de una a otra revista italiana, y sólo diez años más tarde, ya fallecido Rivet, el director de una de ellas tuvo la gentileza de comunicármelo como procedente del "Comitato scientifico" de la revista. Aunque no llevaba firma, no tuve dificultad en identificar al autor. El dictamen en cuestión y mi respuesta tardía pueden verse en ME, nimeros 63 y 64. Aquí diré solamente que la estrategia opositora de Rivet se basaba esencialmente en dos manidos trucos dialécticos: a) atribuir al contradictor afirmaciones u opiniones fácilmente rebatibles, pero que no son suyas, para darse el gusto de rebatirlas (en nuestro caso, que el IA sea obra de un solo autor, cosa quejamás he dicho, y que no sé distinguir entre vías y rutas, cuando precisamente el machacar en esa distinción es una constante en nuestros trabajos sobre el IA); b) seleccionar, entre el medio centenar de ejemplos italianos con que ilustro mi estudio, cuatro que le parecen más dudosos o vulnerables y pasar en silencio el resto. Respecto a la Galia romana no he hecho ni conozco estudio alguno de conjunto en que se adopte la perspectiva gramatical para considerar los itinerarios. Hay no obstante un meritorio investigador francés contemporáneo que ha dedicado alguna atención a nuestro asunto. Forzoso es mencionarlo aquí, aunque su opinión no me sea favorable y aunque su obra principal no tenga por objeto la Galia sino la Hispania meridional. Conviene observar que la voluminosa obra de Pierre Silliéres28, aunque lleve 1990 como fecha de edición y 1991 como fecha de impresión, se concluyó de hecho en 1985. No hay cita bibliográfica alguna posterior a esa fecha, y la ausencia de algunas referencias hace que en cierto modo el libro haya envejecido antes de nacer. No pudo tener en cuenta nuestro Repertorio, que vio la luz en 1987. Pero sí conoció el arlículo "El secreto de Antonino", distribuido (más que "publicado") en 1963. En menos de una página, despacha Silliéres la cuestión de la gramática itineraria, optando por la interpretación lineal: cada nombre enunciado correspondería a un punto por donde pasa la ruta, cualquiera que sea su caso gramatical. Pero, al trafar de explicar la estridente diversidad de desinencias, tiene algunos tropiezos e incurre en alguna incongruencia: tomar locativos por nominativos, negar que haya en el sur de España locativos (hay más de una docena), sostener que el acusativo "fue la regla en latín" para las etapas intermedias, sin explicar por qué se abandonó esa regla que él cree "lógica" ni cómo se llegó a una "relativa abundancia" de excepciones (siendo, de hecho, los acusativos mucho más excepcionales que los ablativos y locativos). Hay una frase de Silliéres que me intriga: "Es pues inútil refutar nuevamente la teoría insostenible de G. Arias Bonet." ¿Cuál fue la primera refutación que se da por sabida? No creo que se refiera a las objeciones que formuló Dillemann en 1963. Una respuesta posible sería que Silliéres haya conocido ya cuando escribió esa frase el dictamen escrito hacia 1989 por Rivet, pese a no ser público tal dictamen; pero

entonces habría que suponer que agregó esa frase en pruebas de imprenta, contra mi presunción antes apuntada de que su obra estaba concluida en 1985. Otra respuesta sería que haya recibido privadamente de algún colega español una opinión negativa sobre la teoría de los empalmes. Realmente, no lo sé. Pasando de la gramáfica a \a aritmética antoniniana, hay que constatar que el desdén del acusativo Ileva a Silliéres, como a tantos otros autores, a la desconfianza de los datos numéricos de los manuscritos. Curiosamente, para impugnar la exactitud de las cifras miliarias cree poder apoyarse en el muy amplio estudio que el alemán Radke había hecho sobre las vías italianas, y compone un cuadro en el que pretende recoger 26 "constataciones" de errores antoninianos. No quiero cansar aquí a oyentes o lectores con detalles tediosos, pero en otro lugar2e he demostrado que los 26 supuestos analizados de cerca, quedan ".ior"r, en el que todos estamos de reducidos a dos casos probables de homeoteleuton o salto de línea, fenómeno

" srLLtÉRgs 1990. " ME 34, págs. 18-19 11


acuerdo y tiene poco que ver con la gramática o la aritmética del lA. En la lista hay errores imputables al propio Silliéres, ligerezas de Radke, malas mediciones sobre el mapa, atribuciones al IA de datos del Itinerarium Burdigalense o de laTabula Peutingeriana...Un desastre de argumentación. 2.

8. Un esfuerzo de autocrítica

Que la reconstrucción de la red viaria romana partiendo de la valoración del acusativo presenta dificultades y suscita dudas, es algo que hemos admitido desde los comienzos: véase en especial el ar1ículo significativamente titulado "Recogiendo velas", publicado ya en 1963.30 No podemos dudar de que la teoría tiene una base muy sólida en la gramática, en la aritmética, en la geografía y en la lógica. Pero el convencimiento de que muchas de las desinencias de acusativo se perdieron en época muy temprana, incluso en tiempos romanos, podría llevar a preguntarse si el valor de este "signo convencional" del género itinerario fue de hecho universalmente conocido y aplicado.

Un argumento fuerte contra el empleo universal de dicho signo convencional son los Vasos de Vicarello. Recordemos que estos cuatro vasos, que alguien ha supuesto de tiempos de Augusto pero que en cualquier caso son de tiempos romanos, no son uniformes en el uso de los casos gramaticales ni utilizan consistentemente el acusativo como indicación de alejarniento de la ciudad respecto alavía. Me sorprende que los contradictores de nuestra teoría no hayan hecho hincapié en este argumento. Uno de los vasos pone [a práctica totalidad de las etapas en acusativo (3 excepciones en la parle hispánica), otro parece tener ojeriza a los acusativos singular (aunque conserva varios en plural y los precedidos de "ad"), y sólo dos vasos contienen dos acusativos singular (Hispalim e lldum). Pero incluso estos dos vasos que parecerían más de fiar fallan al no conservar almenos una desinencia de acusativo pluralque a mijuicio sería necesaria: Aquas Voconias. Esto en la parte hispánica, repito; habría que estudiar el conjunto de los itinerarios de Vicarello. Tenemos, pues, que unos documentos de época indudablemente romana no utilizan al cien por cien nuestro supuesto sistema de signos convencionales. Pero lo utilizan en medida más que suficiente para que no abandonemos nuestra teoría. Por otra parte no puede dejar de interpelarnos el hecho de que ningún escritor romano ni fuente alguna de la antigüedad nos haya dejado la menor explicación sobre la manera de describir los itinerarios. 2.

9.

¿Secreto

militar?

¿Y si fuera una especie de secreto militar? Hasta tiempos muy recientes (y sin duda todavía hoy, en más de un país) los militares han pretendido monopolizar, por intereses mejor o peor entendidos de la defensa nacional, el conocimiento detallado de la geografía y en especial de las vías de comunicación. Tradicionalmente y casi hasta nuestros días, no sólo los mapas militares eran los mejores, sino que eran los rninisterios de la Guerra los que dedicaban considerables recursos en tiempo, hombres y dinero a la descripción, incluso en tiempos de paz, de itinerarios por donde podrían realizarse los movimientos de tropas. Se procuraba que tales itinerarios, sin ser enteramente secretos, no fuesen accesibles fácilmente a cualquiera. El profesor suizo Denis Van Berchem ha probado con buenos argumentos, a mi juicio, que el IA es en lo esencial una recopilación de hojas de ruta quá detallan movimientos de tropas, realizados o proyectados.3r No me parece inverosímil, por lo tanto, que el estamento militar romano utilizara su propio lenguaje técnico, sus códigos particulares semisecretos o mal conocidos por el mundo civil, y que ya el propio recopilador de

aqqellas hojas de ruta, que no sería un soldado, lo mismo que el orfebre o los orfebres gaditanos que grabaron los vasos de Vicarello, alteraran por desconocimiento de su importancia más de una de aquellas desinencias signifi cativas.

En cualquier caso, colrro se ve, queda mucho campo para la investigación sobre este asunto en la totalidad de las provincias del Imperio Romano. Hagamos votos por que el enigma atraiga a los investigadores de las generaciones rnás jóvenes.

30

Incorporado después al Repertorio , pág. 107-108. '' Los dos principales estudios de Denis Van Berchem, "L'annone militaire dans l'Empire romain au IIIe siécle" (1937) y "Les itinéraires de Caracalla el l'ltineraire Antonin" (1914) puedeu verse traducidos en el Anexo I de El Miliario Extravagante, diciembre de 2002, bajo el título "La annona y el Itinerario Antonino"

12


3 Los orígenes de Madrid a la luz de la interpretación gramatical del Itinerario de Antonino Ponencia para el Congreso Internacional sobre Caminería Hispánica, Julio de 1992, P astrana (Guadalaj ara)

3. 1. El enigmático Itinerario de Antonino Poco o casi nada de lo que voy a decir en esta ponencia será nuevo para los lectores del boletín Ei muchedumbre, que me perdonen las repeticiones los pocos que están presentes en este congreso, pues presumo que para losdemás ctngresistas el tema, además de nuevo, puede ser curioso y abrir perspectivas falvezinsospechadas. Voy a adoptar en la exposición un orden cronológico más que sistemático. Quiero decir que voy a tratar de revivir las etapas a través de las cuales me he ido acercando a la solución de un enigma qr" *. hu apasionado largamente. Pretendo hacerlo con sencillez y sinceridad, sin tapujar mis vacilaciones y mis pasos en falso debidos a mi ignorancia de muchas cosas. Por los años sesenta, entretenía yo mis ocios en reunir datos para un proyecto de atlas histórico de la Península Ibérica. Fue así como topé con el Itinerario de Antonino, recopilación de rutas del Imperio Romano que como es sabido suele datarse en el siglo III y en la que el nombre de cada ciudad o mansién va seguido de la distancia en millas que la separa de la anterior. Ingenuamente empecé a tratar de proyectar estos datos sobre un mapa moderno, y de inmediato tropecé con las mismas dificultades qire iantos investigadores habían encontrado antes que yo, desde Ambrosio de Morales o Jerónimo Z,¡ritahasta Eduardo Saavedra o Antonio Blázquez: las cifras miliarias resultaban muy a menudo demasiado cortas, y en ocasiones demasiado largas, para cubrir las distancias entre los puntos señalados. Parecía que la única explicación de esta incongruencia era atribuirla al descuido de los copistas medievales que nos habían transmitido el documento, pese a la proverbial paciencia y meticulosidad de este gremio y pese a que todos los manuscritos coincidían en los supuestos errores. Tomemos ya el caso paradigrnático de la ruta25,la más corta entre Emeritay Caesaraugusta, en st) segmento que va de Augustobriga a Aruiaca, con las mansiones intermedias de Toletum, Titulciam y Conplutum. Las distancias son: LV + ¡¡111I + XXX + XXII = 131 millas. Incluso poniendo Augustóbriga en Talavera de la Reina (ignoraba yo entonces que está comprobada su ubicación mucho más lejos, en Talavera la Vieja) y aceptando la ubicación hecha en 1814 por Real Decreto de Titulcia en la que entonces se llamaba Bayona de Tajuña, estas cifras apenas daban para cubrir las distancias a vuelo de pájaro entre los puntos citados. Y lo que resultaba ya totalmente imposible era armonizar esta ruta con \a24, que sitúa

Miliario Exfravagante. Pero como tales lectores distan de ser

Titulcia a sólo 48 millas de Segovia.

3.2. La intuición

de Víctor Hurtado

Entra aquí en escena mi llorado amigo Víctor Hurlado Marlí y su intuición sencillísima pero genial, que es esta: es normal que un itinerario cite las ciudades que se van encontrando por el camino, pero también es normal que haga referencia de alguna manera a las ciudades importantes que, sin estar en el camino, quedan relativamente cerca de é1. Dada la índole de la lengua latina, ¿no se habrán empleado casos gramaticales distintos para indicar una y otra de estas situaciones? En el ochenta por ciento o más de los trabajos que desde entonces he hecho sobre vías romanas soy

tributario de esta intuición de mi amigo, de la qLre me he beneficiado, desarrollando la que llamo interpretación gramatical del Itinerario de Antonino. Se opone ésta a la tradicional interpretación lineal, según la cual cada ruta focaría sucesivamente en cada una de las ciudades o mansiones citadas, como hilo que va ensaftando las cuentas de un collar. La interpretación gramatical distingue: i) mansiones citadas en ablativo o locativo, que estarían realmente en la ruta, sea qlle ésta las atravesase o las coftase t3


tangencialmente;2) mansiones citadas en acusativo, que quedarían a cierta distancia de la ruta propuesta, a la que estarían unidas por un ramal. La distancia habría que contarla entonces hasta el punto de empalme del ramal. Se exceptúan los acusativos precedidos de la proposición ad, que tiene aquí el significado de 'Junto a". Para ir de Emerita a Caesaraugustaya no será pues necesario pasar por Toleto, Compluto nt Titultia, ciudades que nuestro Itinerario cita en acusativo (Toletum, Conplutum, Titultiam). Busquemos pues Lln camino más corto. Se ilumina aquí un primer faro que empieza a disipar nuestras incertidurnbres: el camino más corto para ír de Mérida a Zaragoza, en cualquier momento de la historia de España, ha pasado por la madrileña calle de Alcalá.

3.3. Los indicios confirmatorios Sentada esta hipótesis, empiezan a llover los indicios confirmatorios: - Los cronistas del viejo Madrid nos dicen que la Calle de Alcalá fue originalmente una transitada cañada de ganados. - En línea con esta calle está la Calle Mayor, cuyo nombre nos dice bien a las claras que es una de las primeras, si no la primerísima, de Madrid.

- En la misma línea están la carretera de Extremadura y la Cuesta de la Vega, acceso normal a Madrid antes de que el arquitecto Herrera en el s. XVI urbanizase el vallejo o arroyuelo que es hoy la Calle de Segovia.

- Cinco "puertas" antiguas y modernas de Madrid situadas en esta misma línea nos hablan de las villa cortando siempre la vieja vía romana: Puerta de la Vega, Puefta de la Almudena o Arco de Santa María (en la confluencia de la actual Calle del Sacramento), Puerta de sucesivas ampliaciones del recinto de la

Guadalajara (donde la actual Plaza del Comandante Las Morenas), Puerta del Sol, Puefta de Alcalá. - Después de cruzar la Calle de Arturo Soria, la Calle de Alcalá toma el nombre de Avenida de Aragón;32 y bastante rnás allá, a la altura de Meco, la volvemos a encontrar con el nombre de "Carretera antigua de Aragón" en el mapa de Coello de la prov. de Madrid (1853). Este tramo fue identificado como calzada romana por A. Blázquez y C. Sánchez-Albornoz en un estudio de 1918, testimonio tanto más valioso

cuanto que el tramo no encajaba en la construcción hipotética de Blázquez. Mi colaborador José Antonio Cezón reconoció también este tramo en 1968. Estos indicios y testimonios me dieron el convencimiento de que la hipótesis era muy sólida, por más que ningún cronista de Madrid hubiese hablado jamás del posible origen romano de la castiza Calle de Alcalá. (Más tarde me enteraría, no obstante, de que a 1o largo de esa línea se hallaron en siglos pasados media docena de lápidas sepulcrales romanas, y es sabido que los sepulcros romanos se situaban a menudo a lo largo de los caminos más irnportantes.)

3.4. Laruta24 y la Calle de Atocha Quedaba un punto dudoso: ¿Serviría también la interpretación grarnatical del Itinerario para explicar la

rtta 24, es decir la que pasaba por Segovia, hasta su empalme en Titultiam con la 25? F.sta ruta 24 se presenta en el I.A. como otro camino de EmeriÍaaCaesaraugusta,peÍo con un caprichoso rodeo portierras del Duero y por Segovia. Desde Segovia se nos propone llegar con XXIru millas a Miaccum (que desde luego no tendría nada que ver con el Arroyo Meaques de la Casa de Campo, como venía diciéndose muy a la ligera) y con otras XXIil a Titulciam. Aguijoneado por esta duda, y rumiando por otra parte el hallazgo de la pervivencia de una vía romana en el plano de una ciudad moderna, me puse un día a mirar con nuevos ojos el plano de Madrid hecho por Coello en 1849. Aparte de la línea Calle Mayor-Calle de Alcalá, ¿podría observarse alguna otra en la que se barruntase una parecida antigüedad? Pronto me llamó la atención lalarga Calle de Atocha. Alestudiar sLrs posibles prolongaciones noté que se me encendía un segundo faro iluminador del oscuro pasado. He aquí una nueva serie de indicios: - Ascendiendo por la Calle de Atocha hacia el centro de la ciudad, nuestra línea, tras un brevísimo

tramo con el nombre de Calle de Gerona, atraviesa en diagonal la Plaza Mayor. ¿No es curioso que la herreriana y rectangular Plaza Mayor tenga dos arcos que inciden en ella oblicuamente, y que estos arcos estén precisamente en nuestra línea? Señal evidente de que sus constructores respetaron un camino preexistente. 32

En tiempos recientes se ha extendido el nombre de la Calle de Alcalá a la antigua Avenida de Aragón

14


- Tras otro brevísimo tramo en que se llama Calle de Ciudad Rodrigo, corta la Calle Mayor en el lugar exacto donde estaba la vieja Puerta de Guadalajara. - Inmediatamente adopta un nombre significativo: Calle de Santiago. Debo aclarar aquí que en la época en que me entretenía con estas cábalas residía yo en París, donde cualquier persona medianamente culta sabe que la larga Rue Saint-Jacques es una viejavía romana que debe su nombre a Ias peregrinaciones medievales a Compostela. ¿No ocurriría otro tanto en Madrid? (Mucho más tarde, en la obra de Montero Vallejo sobre las calles del Madrid medieval, he visto que esta calle era de las pocas calificadas de "Real" en la Edad Media, y qlre era elacceso principalal Alcázar.) - El antiguo Alcázar y hoy el Palacio Real rompen la continuidad. Pero el indicio más importante de esta serie está al otro lado del Manzanares, en la Casa de Campo, donde exactamente en línea con la Calle de Atocha Coello señalaba en I 849 la "Carretera antigua de Castilla", así llamada todavía hoy en buena parte de su recorrido hasta Aravaca. I-a denominación nos retrotrae a los siglos en que Madrid no era Castilla, sino Reino de Toledo, y este era uno de los principales caminos que llevaban a Castilla (la Vieja).33 Estos alentadores descubrimientos me colocaban de lleno en lo que es la tesis central de esta ponencia: la capital de España tuvo stt origen en el cruce de dos importantes vías romanas. Pero aún quedaban extensas zonas oscuras. Parecía difícil, por un lado, prolongar lavía de la Calle de Atocha hasta empahlar con la bien conocida calzada rolnana del Puerto de la Fuenfría en Cercedilla, que sin duda era la ruta 24 procedente de Segovia. Y por el otro laclo mi ignorancia (en aquella época) sobre rnuchos de los estudios de investigadores anteriores tne llevaba a pensar que esta vía de la Calle de Atocha, ya que al salir de Madrid por el SE. coincidía cott la modenla carrelera de Valencia, procedía también en época romana de Valencia. El tercer faro me Io encendió Manuel Corchado Soriano, pero tarnbién pudo habérmelo encendido cualquiera de los Inuchos investigadores que han escrito sobre la bien conocidacalzada romana, conservada en mttchos tramos y cle la que se conocen miliarios, que arrancando de Cartagena y atravesando Albacete y buena parte de La Mancha llega a las ruinas de Segobriga (Saelices, prov. de Cuenca). En este punto los autores discrepan en clranto a su coutinuación y parece como que pierden la pista. Seg[rn unos iría tan sélo a Uclés o Huete, segútn otros a Sigüenza, según los más a Complutum. Esta incertidumbre se debe a que la calzada deja de ser visible al NO. de Segobriga, o sea a[ Oeste de Saelices. Larazón es muy sencilla: a la calzada se ha superpuesto Ia carretera moderna de Madrid a Valencia. No hay más que mirar el mapa para comprobar que este tramo de carretera está sitLrado en la línea de la calzada que viene de Cartagena. [,a idea de qrre el camino romano pr.rdiera conducir a Madrid, ciudad moderna, difícilrnente podía entrar en las perspectivas de un investigador. Pero una vez desvanecido el prejuicio, lo que decimos es la evidencia misma. Unacalzada bien testimoniada con miliarios, bien conservada a lo largo de 130 km. en las tierras manchegas y en la memoria de sus habitantes, si realmente condujera a Alcalá o a Sigiienza tendría que estar igualmente testimoniada a su paso por las provincias de Madrid y Guadalajara. Sólo la pronroción de la calzada a carretera nacional N III puede explicar su desaparición de la mernoria de la gente. Dudo si debo aliora hablar de "faro" o de "indicio" respecto al nuevo hallazgo que debo al sentido comiln de Víctor [Iurtado Maltí. En todo caso es un fogonazo o relumbrón muy esclarecedor. Comentando con nri amigo el estado de nuestras investigaciones, se le ocurrió la idea sencillísilna de buscar Ia palabra "atocha" en el diccionario de la Real Academia. "¿Te sirve para algo esto?", me preguntó, enseñándome lo que había encontrado: "atocha. f. esparto, planta".

¡Vaya si me servía! Inmediatameute me acordé de Khartagine Spartaria, como llama el ltinerario de Antonino a Caftagena, y me acordé también del Campus Spartarius o Spartarion Pedíon de Estrabón "un gran campo sin agua donde crece abundantemente la especie de esparto que sirve para tejer cuerdas y se exporta a todos los países, principahnente a Italia" (Estrabón III,4,9). Desde entottces, cadavez que topo con un madrileño o una madrileña (especie no tan abundante como pudiera creerse, pues es sabido que Madrid está poblada principalmente por provincianos), lo someto al "test de atocha". ¿Qué significa esta palabra como nonrbre común? Casi nadie lo sabe. Sí lo saben, en cambio, muchos campesinos manchegos, entre los que la palabra sigue viva. Conviene notar que la palabra es una reliquia lingtiístíca, pues es un vocablo ibérico anterior alaromanización: Corominas dixit. Nuestra vía, que ya podemos llamar "Vía del Fsparto", encauzó pues en tiempos romanos el tráfico de la preciada fibra textil del esparto o atocha, que descendía por ella hasta Khartagine Spartaria, puerto de exporlación. En la Edad Media y en la Edad Moderna, la misma vía serviría para el nlismo tráfico comercial,

'''

Frente a la ermita de San ¡\ntonio de la Florida, es decir precisamente en el purito en que la lecta ideal que une la Clalle de A^tocha con la Carretera de Castilla corta el lVlanzanares, subsistíarr todavía en el siglo XIX los "fuertes pilares de piedra sillería y ladrillo" de un pr.tente de I I ojos, llamado entonces "Puente Verde" por sostoner una estructura de rnadera pintada de ese color. Yéase ME 84, 16.

i5


pero esta vezen sentido ascendente. Una buena parte de la mercancía,traída por los "atocheros", entraría en el Madrid musulmán y cristiano por la Calle de Atocha hasta que, en el preciso sitio en que ésta termina (o empieza, según se mire), pasaría a manos de los "esparteros", que la elaborarían y que dieron nombre a otra calle madrileña, calle de unión entre las dos vías romanas. 3.

5. De Cercedilla

a

El Escorial

Volvamos ahora a la dificultad de empalmar esta Vía del Esparlo con la calzada que se conserva en [a sierra al Norte de Cercedilla. Recordemos que mi objetivo era rastrear la ruta 24 del ltinerario en su tramo Segovia-Miaccum-Titulciam-Conplutum-Arriaca, que cuenta exactamente 100 millas (alrededor de 150 km.). Para colocar esta distancia entre Segovia y Guadalajara (87 km. en línea recta) habrá que dar un ciefto rodeo, pero desde luego sin descender hasta Bayona de Tajuña. Pronto formulé mi hipótesis: la calzada de Cercedilla y la Vía del Esparto no son una misma vía, sino dos que se coftan en ángulo casi recto. Dos descubrimientos importantes vinieron prouto a confirmarme en mi idea. Un madrileño aficionado a dar paseos por la sierra; conocedor de mi interés por los caminos romanos, puso en 1965 en mi conocimiento la existencia de un espléndido tramo de calzada al Sur de El Escorial, al pie de la montaña llamada La Machota. Todavía no termino de asombrarme de que, mientras que la calzada de Cercedilla había sido conocida por los montañeros y estudiada por los geógrafos desde principios de siglo por lo menos, la de La Machota, a la que se accede fácilmente en un paseíto de una hora desde El Escorial (y que a mi juicio conserva mucho más de su romanidad primitiva, con menos reparaciones modernas), fuese todavía en 1965 una gran desconocida. Estas dos calzadas (Cercedilla y La Machota) son en realidad tramos de una misma vía. Es interesante hacer notar que los autores que han estudiado la de Cercedilla (pienso en especial en A. Blázquez, 1918, y en

CesariodeMiguel, 1978y 1980)larastreansólohastacercadeLosMolinos,dondelapierden.Unavezmás vemos el mismo fenómeno: se pierde la memoria de la calzada romana porque se le superpone una carretera moderna. Es este caso se tratabásicamente de la carretera de Guadarrama a El Escorial. Viene después el tramo de La Machota y luego está de nuevo sepultada por carreteras modernas, siempre en orientación N-S con ligera inclinación al SO., por Fresnedillas, Aldea del Fresno, La Torre de Esteban Hambrán, hasta cruzar el Tajo por La Puebla de Montalbán.

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Calzada al sur de El Escorial, al pie del monte La Machota t6


El segundo descubrimiento a que he aludido antes ha quedado grabado de manera muy especial en mi recuerdo, tanto por su importancia en sí como por la fecha en que tuvo lugar. Mediados de octubre de 1968. Pocos días después yo pasaría a ser, por una serie de coftas temporadas, huésped más o menos voluntario en ciefta residencia de Carabanchel donde conviviría con Marcelino Camacho y otros luchadores por la democracia. Permítaseme esta referencia personal que puede explicar que mis circunstancias no eran las mejores para airear mi descubrimiento ante la prensa ni para pedir una excavación oficial. Convencido ya de que la continuación de laYía del Esparto yaciaba.io la carretera de Las Rozas a El Escorial hasta que éstacruza el río Guadarrama en el Puente del Retamar, pero sospechando que después la vía romana podía acercarse más a la línea recta, pasando entonces por Colmenarejo, allí me trasladé un día dispuesto a hacer una pequeña encuesta. Cuando vi a tres o cuatro ancianos que tomaban el sol, a ellos me dirigí sin vacilar. AI principio parecían no entender mis preguntas sobre viejos caminos. Uno, con típica astucia campesina, me espetó: "Usted a lo que viene es a ver si todavía puede comprar terrenos baratos, porque ha oído que van a hacer una carretera nueva". Afortunadamente otro de los vecinos, menos desconfiado y con más memoria, terció sentenciosamente: "Usted viene buscando el Camino de la Reina". Creo que llegué justo a tiempo para salvar este recuerdo para la posteridad, porque Jesús García García, con sus 78 años en 1968, debía ser de los poquísimos vecinos que 1o conservaban. Hace cuarenta o cincuenta años, me dijo, el empedrado estaba bien al descubierto, en el lugar llamado el Navazo, en las afueras del pueblo; pero ahora está tapado con tierra y ha crecido hierba. Le hice enseñarme el lugar, y sin vacilar lo hizo, diciendo: "Aquí debajo está la calzada. Si usted quita un poco de esta tierra, encontrará el empedrado." La primera excavación de sondeo sólo la pude hacer dos meses después en compañía de Enrique Villagrasa y José Antonio Cezón,los dos al principio un poco escépticos. Pusimos al descubierto unas pocas losas: lo suficiente para desvanecer todo escepticismo y para medir el ancho de la calzada: unos 6,60 metros.

Luego, durante los 10 años que residí en San Lorenzo del Escorial (1970-1980), volví varias veces. ampliando ligeramente la superficie desenterrada. Pero hacia 1986 sltpe que esa venerable reliquia arqueológica, uno de los poquísimos monumentos romanos de la provincia de Madrid que se conservaba lr situ,habia sido destruido, o tal vez sirnplemente tapado, al hacerse por allí un camino asfaltado. De todas maneras, no es seguro que se haya destruido toda la calzada que Jesús García García conoció en sus años jóvenes. Según las explicaciones de éste, el tramo cubierto por la tierra era bastante considerable, y el camino moderno parece superponerse sólo a un trozo pequeño. Por supuesto estoy dispuesto a aportar mi asesoramiento a cualquier excavación de reconocir¡iento qr:e pueda decidirse.


3.

7. Titulciam y Miaccum

El tiempo limitado de que dispongo no me permite explayarme en consideraciones y argumentos sobre la sitrración de Titulcianr y Miaccum, ambas citadas en acusativo y por consiguiente a cierta distancia de las vías descritas. Baste decir que en mi opinión hay que buscar Titulcia hacia la confluencia de los ríos Aulencia y Guadarrama, y Miacco podría estar hacia Alpedrete o en un yacimiento detectado en torno a la confluencia del río Guatel 1 con el Guadarrama, según conjetura de Dimas Fernández-Galiano. 3.

8. La expedición de Aníbal

No puedo dejar de referirme para terminar al muy importante tema de la posible ascendeucia prerromana de la Vía del Esparlo. La prolongación de ésta hacia en NO. me llevaba según mis deducciones a El Escorial (donde se cruzaba con la que procedía de Segovia; se iluminan así las bases geográficas de la política de Felipe II, al escoger Madrid como capital y El Escorial como residencia) y, atravesada la sierra, a Salamanca.3a Un buen día me di cuenta de que los presuntos extremos de la vía (Cartagena y Salamanca) aparecían asociados en un momento muy temprano de la historia de España: año 220 a.C., expedición de Aníbal contra Helmantica (Salamanca) y Arbukala (la Albocela del I.A.). La historia nos dice que regresó hacta Cartltago Novct, y que en el camino de regreso, al atravesar el Tajo, los carpetanos le presentaron batalla y los derrotó. No es irnaginable que Aníbal Ilevase su ejército a través de montes y ríos totalmente descoltocidos. Tuvo que disponer de guías conocedores del terreno. Si había guías, es que había caminos, alrnqLte no fuesen calzadas. Y si en tiempos romanos encontranos un camino coincidente con la trayectoria de Aníbal, se impone la deducción de que la vía romana se construyó sobre un camino preexistente. Descaftado que fuesen los propios cartagineses los ingenieros de este camino (no tuvieron tiempo para ello), cabría pensar que no fuese una ruta política ni militar, sino comercial. Camino recorrido por el esparto, hemos dicho. Pero ¿pudo ser el control de este comercio lo que moviese a Aníbal a realizar esta expedición? Para ello no necesitaba subir hasta Salamanca. Hay otro artículo mucho más preciado en el comercio de la antigüedad, y que además tiene un valor militar, que podría entrar aquí en juego: el estaño. Griegos, fenicios, cartagineses y romanos se vieron obligados a buscar el estaño en el lejano occidente, al no haber yacimientos en la cuenca del Mediterráneo. En Hispania, nos dice Plinio, lo producen la Lusitania y la Galaecia.Hay yacimientos de estaño en la paúe occidental de la provincia de Salamanca, así como en el Norte de Portugal y en Galicia. Teniendo en cuenta esto, me atrevo a hacer esta reconstrucción de una parcela de nuestra historia: - Hacia 500 a.C. los cartagineses, tras una larga rivalidad con los griegos fóceos, consiguen cerrar a éstos el paso por el Estrecho, impidiéndoles llegar por vía marítima a los países del estaño. - Los fóceos o sus sucesores Ios masaliotas abren entonces vías comerciales terrestres, nego- 4ciando con los pueblos indígenas. Nos consta que lo hacen a través de la Galia para llegar al estaño británico. Igual pudieron hacerlo desde Mastia (antes de que ésta fuese Carthago Nova) o desde Akra Leuké (Alicante) para alcanzar Salamanca, a |1ad "¡¿ la que afluiría el estaño del Noroeste peninsular. - Suplantar definitivamente a los masaliotas y apoderarse de este mercado fue el objetivo de la

Rik."

expedición de Aníbal en220 a.C. - Aníbal sería pues el prirner personaje

de

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gvJ¡ qttizá a fi6[) nombre conocido que haya desfilado, r rggv, lomos de uno de sus elefantes, por la que habría del ser muchos siglos después la madrileña Calle de

Atocha.

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Esquema de las vías romanas que dieron origen a Madrid

" En su travesía de la sierra desde San Lorenzo del Escorial el camino era todavía conocido en los años ochenta por los guardas forestales como "Vereda de los Gallegos", y atravesaba después [a finca de La Cepeda (enclave de la provincia de Madrid entre las de Ávila y Segovia): véase mi Repertorio de caminos de la Hispania romana, p.378-379. Desde San Lorenzo hasta Salarranca, el camino ftie recorrido a pie en l99l por José García Miltán, cuyo informe se publicó en ME 36, 18-21. 18


4 IJna visión panorámica de la red viaria de la Hispania rom ana Se combinan aqui,para evitar repeticiones, los textos en gran medida paralelos de dos artículos: - "IJna visión global de la red viaria de la Hispania romana" (en OP, Revista det Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y PuerÍos, número 25, Barcelona 1993) - "La red viaria de Ia Hispania romana. Perspectivas actuales tras siglo y medio de investigaciones', (en ARTIFEX, Ingeniería romdne en España, Fundación Juanelo Turriano, Madrid 2002)

4. 1. El interés por las vías romanas

Mucho se ha escrito sobre la red de calzadas que los romanos tejieron por todo su Imperio. infraestructura esencial para la administración de tan vastos y diversos territorios. Quien tenga interés por este importante capítulo de la historia común de los países mediterráneos puede encontrar buenos estudios sobre las distintas categorías jurídicas de las vías romanas, sus técnicas de construcción y sus sistemas de financiación, la epigrafía de los miliarios conservados o de los que hay memoria, amén de valiosas monografías sobre vías concretas con un seguimiento topográfico pormenorizado. También desde una perspectiva provincial o regional ha habido en España, en los últimos veinte años, varios estudiosos de la red caminera romana que han hecho avanzar notablemente nuestros conocimientos. Sin embargo, no deja de ser paradójico que, pese al renovado interés por estos estudios y pese al buen trabajo de no pocos investigadores, dista de haber acuerdo entre ellos cuando se trata de ofrecer una visión de conjunto, en el mapa de la Península Ibérica, de la red viaria que nos legó Roma.

4.2.

Siglo y medio de investigaciones

Limitar a ciento cincuenta años el período en que se han desarrollado las investigaciones sobre la red de comunicaciones en la Hispania romana puede parecer arbitrario. Se me puede objetar que el tema fue ya objeto de la atención de ilustres cronistas renacentistas como Ambrosio de Morales o Jerónimo de Zurita, y que entre éstos y el siglo XIX no faltan eslabones en la cadena de investigadores. Pero no pretendo hacer aquí una historia de la investigación en esta especialidad. Lo que quisiera, más bien, es facilitar la comparación entre un momento que considero destacado en estos estudios y el estado actual de nuestros conocimientos. Ese momento que considero destacado es cuando el ingeniero de caminos e historiador Eduardo Saavedra, con ocasión de su ingreso en la Real Academia de la Historia (1862) acomete, porvez primera en España, la empresa de trazar un mapa general de las vías en las provincias hispánicas del Imperio Romano. Antes que é1, que yo sepa, sólo encontramos algo análogo en Ia obra del geógrafo alemán Christian T. Reichard, que en su Orbis terrarum antiquus ( 1 819) incluyó un mapa de Hispania con las vías deducidas del Itinerario de Antonino.

En el Itinerario de Antonino se basó también, casi exclusivamente, Eduardo Saavedra. Añádase el itinerario de los Vasos Apolinares, descubiertos poco antes. Su mapa es pues en gran medida resultado de un trabajo de gabinete: eran entonces prácticamente inexistentes los estudios monográficos a partir de prospecciones sobre el terreno, entre los cuales el pionero había sido precisamente el hecho un año antes por el propio Saavedra de la vía romana entre Úxama y Augustóbriga. Vinieron después el Corpus Inscriptionum Latinarum con su sección dedicada a los miliarios, vinieron otras recopilaciones y estudios epigráficos de miliarios conservados o de los que hay memoria; vinieron valiosas monografías sobre vías concretas con un seguimiento topográfico pormenorizado. También desde una perspectiva provincial o regional ha habido en España, especialmente en los últimos veinte años, varios estudiosos de la red caminera romana que han hecho avanzar notablemente nuestros conocimientos. Y vinieron, sobre todo, una serie de progresos en la interpretación de las que podemos Ilamar las «claves» del Itinerario de Antonino, o más bien de los itinerarios rornanos en general, documentos cuya comprensión no ha resultado tan Ilana y evidente como en un principio se creyó.

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4.3. La situación actual Con muchas salvedades y a reserva de no pocas matizaciones, podríamos decir que hay hoy dos grandes grupos o escuelas entre los estudiosos de la red de vías romanas. Están por una parte los fieles a la tradición, herederos de la perspectiva general adoptada por Eduardo Saavedra, con sus indudables méritos pero también con sus errores y arbitrariedades que es urgente corregir. En las obras generales de historia, y en no pocas de las obras dedicadas a la caminería romana, los mapas de vías romanas hispánicas se copian unos a otros, perpetuando en el papel vías que nunca han existido u omitiendo otras que merecen figurar entre las más importantes. Y están por otra parte quienes toman en serio las nuevas ideas sobre las claves de los itinerarios romanos, que enseguida explicaremos. El autor de estas páginas está decididamente en el segundo grllpo, cosa que conviene adverlir por si alguien se extraña de que no se dé aquí cabida a algunas ideas todavía vigentes en la historiografía oficial.

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"MAPA ITINERARIO DE LA ESPANA ROMANA" según Eduardo Saavedra, 1862

Este mapa es una versión simplilicacla del publicado por Saavedra con ocasión de su ingreso en la Real Academia de la Historia. Se trata en graÍr me<iida de un trabajo de gabinete, basado casr exclusivatnente en los datos transmitidos por el Itinerario cle Antonino (documento de fines del siglo III) y los Vasos Apolinares (siglo l. reción clescubiertos en tiempo de Saavedra). La contparación con el mapa que resulta de las investigaciones más reoienles trtuestra rtotables diferencias. pues ni el Iti¡rerario de Antonincr describe todas las rutas importantes, ni todas las rutas descritas son de pritner orden, ni las vías pasaban necesariamentc por Ias ciudades nlencionadas sino que con fiecuencla las dejaban de lado conro las rriodernas autopistas. conecladas por uu ramal secundario. Añádasc tlue varias ubicacit¡nes de ciudades propuestas tradtoionalmente son erróneas, como ha podido conrprobarse después. Estos reparos no quitan mérito al gran esfuerzo de síntesis hecho por Eduardo Saavedra. primero que se ¿rtrevió a compoirer un rn¿lpa gerreral de vias de la Hispania romaua. que ha sido copiado cort pocas modificaciones por tnuchos autores que le han seguido.

20


4.

4.

Las fuentes itinerarias

Descontadas las cinco etapas hispánicas conservadas en la llamada Tabula Peutingeriana y las citas aisladas en algunos autores clásicos, las fuentes de época romana que describen caminos con mención de distancias son tres, de importancia desigual: el Itinerario de Antonino, los Vasos Apolinares y las Tabletas de

Lépido.

El llamado ltinerario de Antonino, enigmático documento que se suele datar en torno al 290, en tiempos de Diocleciano, tiene un engañoso aire de guía de caminos. En su parte hispánica, y siguiendo la numeración consagrada entre nosotros desde Saavedra, este documento consta de 34 supuestas «vías» de longitud muy variable, desde 6 hasta varios cientos de millas (m.p. : millia pasuun, millas). Se enuncia el punto de partida, el de llegaday la distancia total, y a continuación las etapas, de longitud también muy diversa, con las distancias parciales. Los Vasos Apolinares son cuatro vasos cilíndricos de plata, hallados en 1852 en las Termas de Vicarello, no lejos de Roma, en cuya superficie exterior está grabado el itinerario de Cádiz a Roma con sus etapas y sus distancias totales y parciales. Las Tabletas de Lépido, conseryadas en el Museo de Oviedo, informan sobre unas pocas vías del noroeste. Su valor es muy dudoso, no sólo por su mala conservación sino, sobre todo, porque al menos dos de ellas son obra de un falsario moderno. Las siguientes consideraciones sobre claves interpretativas se refieren fundamentalmente al primero de estos documentos.

4.

5. Las claves de los itinerarios 4.5.1 El

ltinerario

de

Antonino no es ana guía de caminos

Tomemos un ejemplo, el de la

<<vía>>

24, que nos ayudará a comprender que hay algo que no cuadra en

la interpretación simplista del Itinerario como guía de caminos: Item ab Emerita Caesaraugusta m.p. DCXXilI es su encabezamiento, tras el cual sigue la relación de 29 ciudades o mansiones de etapa con sus distancias parciales. Aunque no haya acuerdo sobre la situación de todos estos lugares, sí que se conocen bastantes (Mérida, Cáceres, Salamanca, Zamora, Simancas, Segovia, Alcalá de Henares, Guadalajara, Sigtienza, Calatayud, Zaragoza, por no citar sino las ciudades más destacadas) para comprobar que el trayecto que une estos puntos dibuja sobre el mapa una extraña línea quebrada. Evidentemente, no se puede sostener que esta línea (casi una Z) sea una «vía» con una unidad de concepción y construcción, ni un camino recomendable para ir de Mérida aZaragoza. Esto parece evidente en este caso, y creo que de hecho todos los autores, aunque sea implícitamente, admiten que se trata por lo menos de tres vías, ensambladas caprichosamente por alguna razón que de momento se nos escapa. Pero otras veces esa evidencia no se impone en el espíritu de los investigadores, de manera que se ha llegado a tomar como una «vía», incluso dándole un nombre, un recorrido que no está muy lejos de ser tan caprichoso como el del anterior ejemplo. Me estoy refiriendo a la identificación por la gran mayoría de los autores de la Vía Augusta con la ruta antoniniana2, que desde el Pirineo catalán lleva al valle del Guadalquivir pasando por Cartagena y Guadix. Fue un investigador suizo, Denis van Berchem, quien en un magistral estudio de 1936, confirmado y completado con nuevos datos en 7974, puso en claro la verdadera naiuxaleza del Itinerario de Antonino. Estos estudios tardaron demasiado en ser conocidos y asimilados por los especialistas españoles, lo que explica muchas cosas." El Itinerario de Antonino es una recopilación de listas de etapas sobre la base de nLrmerosos edictos, consen'¡ados en algún archivo romano, que se habían publicado para preparar una serie de viajes de altos dignatarios y de movimientos de tropas operados en el transcurso del siglo III. Tales edictos anunciaban el trayecto que iba a seguir el emperador o algún personaje impoftante, o marcaban los puntos en que una unidad militar tenía que ir recogiendo el impuesto de la annona. Naturalmente las necesidades coyunturales de cada una de estas expediciones podían imponer rodeos o bruscos cambios de rumbo. Con referencia al Itinerario de Antonino, conviene pues hablar de «rutas» más bien que de «vías>>.

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Véase

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3

l. 21


De este enfoque se derivan tres consecuencias impoftantes. Primero, que las «hojas de ruta» que sirvieron de base para la recopilación antoniniana no coinciden necesarianteute con «vías» construidas con unidad de concepción y con orientación constante. Segundo, que no todas las rutas antoninianas seguían vioe publicae, sino que podían tomar las llamadas viae vicinales o incluso otras menos impoftantes. Tercero, que dado el carácter aleatorio de la recopilación muchas vías de primera importancia quedaron fuera de ella. 4.5.2. Las ciudades mencionadas no eslán necesariamente en ls rutu descrita

Diclio de manera más clara: cuando un itinerario romano (y no sólo el de Antonino) menciona una localidad, ello no signifiua ltecesariamente que lavíaafraviese la propiaciudad o pase lamiendo sus muros, sino que con frecuencia el punto escogido como fin de una etapa y comienzo de ia siguiente es una statio o mansio situada en Lrna encrucijada a una distancia variable de la ciudad de la que toma el nornbre. Esto ya lo habían observado desde hace tiempo algunos investigadores en casos concretos. pero no habían llegado a pensar que los itinerarios utilizasen un signo convencional para indicar estas dos situaciones tan diferentes: ciudad en la vía, o ciudad apartada varias millas de ella. Fue en 1963 cuando se forrnuló por vez primera laTeoría de los empalmes. basada eu ulla interpretación gramatical del ltinerario de Antonino. E,l principio es muy sencillo: cuando el lugar se cita en ablativo o locativo, está contigr-to a la vía; cuando se cita en acusativo (excepto si lleva la preposición ad, que expresa contigüidad), la ciudad puede estar bastante Brigantia

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Mapa 2 RUTAS DBL ITINERARIO DE ANTONINO según las investigaciones más recientes

El ltinerario de Antonino, documento del siglo ill que nos ha llegado en copias medievales, no es propiarnente una guía de los caminos principales, sino una recopilación de "hojas de ruta" utilizadas ocasionalniente para viajes de persona.jes de la adminrstración inrperial o por unidades militares en rnisión de recaudación de impuestos. Ello da al conjunto un carácter aleatorio, pues hay rutas que drscurren por caminos mur secundarios, mientras se silencian vías de gran importancia. Las rnvestigaciones más recientes, al poner dc manifiesto este carácter aleatorio del ltinerúr¡o, llegan a conclusiones sensiblerrrente diferentes de las del ingeniero Eduardo Saavedra hace siglo y medio.

22


apartada, incluso diez o más millas, y se llega a ella por una ramal que empalma con la vía principal en el punto hasta el que se cuentan las millas de la etapa. Por supuesto que en la aplicación prácfica de la teoría se

fropieza con dificultades en las que aquí no podemos entrar (siendo la principal de ellas el pecado de «ultracorrección» del recopilador y de los copistas rnedievales, qr-re dejaron perderse muchas desinencias de acusativo porque, ai rro cxltlicárselas, las creyeron incorrectas). Pero este planteamiento abre luminosas perspectivas para la reconstrucción del verdadero trazado de muchas vías. Vamos con otro ejemplo, ya clásico"

La ruta antoniuiana 25 de Mérida a Zaragoza es de ias que ofrece una notable contirruidad de orientación. Esta vez la ruta coincide verdaderamente con una vía principal, que es sin duda alguna el camino más corto entre est¿rs dos irnportantes ciudades romanas. Entre las etapas intennedias se citan Toletum y Compluturu" ciudades rontanas de ubicación segura. Pues bien, la distancia entre ellas según el Itinerario,54 millas, no llega ni siquiera para cubrir la línea recta Toledo-Alcalá de Henares. Por otra parte, l-ray un texto de San Isidoro de Sevilla según el cual Ia distancia entre estas ciudades era en su tiempo de unas 60 miltas. De estos hechos parecía deducirse claramente, parala mayoría de los autores, qLre los copistas medievales que nos han transmitido los manuscritos del Itinerario de Antonino erraron al copiar las cifias. Pero no es así. Si valoramos las desinencias de acusativo de Toletum y Complututll, ya no será necesario pasar por estas ciudades. En busca del trayecto de esta vía, que no podría dar muchos rodeos si ltos atenemos a la distancia total de 348 tnillas, se rlos ocurrió un día trazat en el rnapa Llna recta entre Méricla y Zaragoza. El resultado fue Ia significativa sorpresa de ver que coincide prácticamente con la maclrilel-ra Calle de Alcalá (lo cual no obsta para que nuestra vía se apafte bastante de la línea recta entre Mérida y Maclrid). Así fue como la valoración gramatical del ltinerario de Antoniuo nos dio el prinrer atisbo del que pronto sería un descubrimiento de extraordinario interés: la capital de España nació como ciudad en el cruce de dos vías romanas de primer orden. Otro ejemplo de las irnplicaciones qLIe conlleva la interpretación grarnatical de los itinerarios romanos es la revisión del farnoso estudio Ce Eduardo Saavedra sobre el sector de vía cornprendido elltre Úxama y Augustóbriga. El planteamiento de Saal'edl'a parecía técnicanrente impecable. 'Ienemos tres puntos seguros v.enía a decir-, qlle son Uxonta (Osrna), Numonlia (ruinas de Garray) y Augusfobrigu (cerca de MLrro de Agreda); estudiando el terreno con los ojos y las técnicas de un ingeniero, no puede ser muy difícil reencontrar el trazado que el ingeniero romarro deterrninó hace nlil ochocientos años corno el más conveniente. Pues bien: con todos mis respetos y mi simpatía por el notable esfuerzo cle Saavedra, debo decir que a mi juicio este planteamiento era erróneo, ya qLre dos de los tres supLlestos puutos seguros no erau tales: al ser acusativos Uxantant y Numantiam , ello significa que la r,ía no pasaba por allí. Sin entrar aquí en más detalles, baste señalar el grave error de suponer el cruce del DLrero a la altura de Numancia, clonde ni Saavedra ni nadie han poclido llrurca encontrar vestigios de puente ni de vía. I-a vía pasaba de hecho por Soria, típica ciudad-calle medieval nacida (como Madrid) en un lugar estratégico de la red vi¿rria romana.

4.5.3. Lns rufas no siempre empiezun o terminon en lu ciudud citada como punto de partidu o de llegada, sino en el límite de su jurisdicción

Una ruta clue dice arraltc¿ir de Brucara, empieza en realiclad en el límite del convelltc' lurícli:o bracarense. Otra que proclanra Caes'araugu§lo como término, llega t;,Ln sólo al líntite clel convento cesaraugustano. Otra (llte no consigna un nÚrmero de rnillas suficiente para llegar a Titulcia, concluye probablernente en cl lírnite jurisdicoional de esta ciudad, coincidente con el línrite interproviucial lusitanocaftaginense. Y parece haber otros casos análogos. La coftedad aparente de las cifras nriliarias en estas rutas, igual que cualquier otra clificultad qLre presentara el docu¡nento, solía achacarse a supuestos errores de los copistas medievales que uos han transmitido el docttmento. Pero es1.a explicación difarnatoria de un gremio caracterizado pol su escrupulosa paciencia es inconsistente cuattdo (corno ocrlrre casi siempre) todas las copias conselvadas coinoiden en los tt-listuos supuestos en'ol'es. [fue el recopilador inicial quieu se equivocó, no err las cifi'as, sir.lo en la forma de preseutar las rutas.

4.5.4. En algunos rtúus se utiliru una unidad de nrc¡lida distinfu de lu millu Otro error cornetido ocasionalnteltte por el recopilador fue el tle no advertir debiclamente que algunas de las «hojas tle ruta» iecopiladas no empleaban Ia nrilla como uniclacl itineraria. En Hispani;r iray al rncnos 23


dos casos. Una vía secundaria en Galicia que conduce de unas minas de estaño a la costa se mide en estadios (medida griega equivalente a 1/8 de milla), lo que se explicaría porque los mercaderes griegos se adelantaron aquí a toi t"[iorá.ios romanos. Y una vía transpirenaica se cuenta en leguas gálicas (1 legua: 1,5 millas),

sin duda porque fue construida por legionarios galorromanos'

4.5.5 El homeoteleuton ,,Homeoteleuton" es el término técnico con que se designa el conocido fenómeno de omisión de una línea por salto visual desde una palabra a otra idéntica o similar en la línea siguiente. Está sobradamente compiobado en varias de las rutas antoninianas, y en otras es una hipótesis muy válida para explicar aparentes insuficiencias de las cifras miliarias. Por supuesto, no conviene abusar de este recurso interpretativo; debe haber razones sólidas para presumir la existencia de una civitas o mansio omitida. 4.5.6 Los tramos marítimos o Jluviales

En otras provincias del Imperio, el Itinerario de Antonino advierte ocasionalmente que una ruta o una parte de ruta ha de hacerse por vía marítima o fluvial. Faltan estas indicaciones expresas en las provincias

irispá¡icas, pero es prácticamente seguro que sólo sobre una embarcación podría hacerse etapa sucesivalnente en varios puntos de una costa especialmente escabrosa (caso de la ruta 5 por la costa y almeriense, granadina y malagueña). Asimismo la ruta 12 nos lleva a embarcarnos por el estuario del Tajo del Sado, y ei altamente probable que parte de las rutas 22 y 23 requieran una navegación por el Guadiana 4.

6. Otros problcmas

de la investigación caminera

tos problemas de interpretación de los itinerarios hay que añadir las dificultades de la proyección de los datos sobre la geografía actual: rastreo de viejos caminos sobre el terreno, testimonios de los campesinos

A

o de aptiguos documentos, mapas antiguos, toponimia, fotografía aérea, son algunos de los instrumentos

utilizados. No nos extenderemos aquí en la explicación de estos procedimientos, pero señalaremos ull par de problemas frecuetltes.

4.6.1. Muclras carreteras modernas se han superpuesto a las vieias calzadas Son innumerables estos casos de superposición. En el siglo XVIII, viajeros curiosos y archivos de obras públicas nos han guardado la memoria de este aprovechamiento moderno de las viejas vías' Los ejemplos son incontables. La Vía Augusta en muchos de sus tramos catalanes y valencianos; la misma vía en tru,ro Córdoba-Écija-Sevilla; casi todo el recorrido de las carreteras modernas de Lugo a La Coruña, de "l Lugo a Ore¡se y de Lugo a Ponferrada; de Astorga a León y de Astorga a Benavente; de Zaragoza a Cai-atayud y probablemente de Zaragoza a Alcafliz; de Salamanc a a Zamora, de Salamanca a Ciudad Rodrigo y quir|¿" ttru, varias de las que irádian de Salamanca; de varias de las que irradian de Évora y de Beja, así tomo de la carretera costera del Algarve; de Ronda a Gaucín, de Granada a Antequera y de Carlagena a Murcia; y -no menos importantes poi citarlas al final- de Madrid a El Escorial, de Guadarrama a El Escorial, e de Madrid a Tarancón y de Guadalajara a Alcolea del Pinar. Pero esto no es sino un elenco muy aleatorio en llanas y las tierras err centrales ambas mesetas en improvisado. Estoy ,.gr.o de que, especialmente *uóhur calzadas romanas es sencillamente porque la historia las ha disfrazado general, si no se

"n"r"it.un

de carreteras moderuas.

4.6.2. Cuanflo una calzada romana

quetla

fuera de servicio, su destrucción es cuestión de muy

pocas décadus Algunas vías romanas de largo recorrido que han llegado hasta nuestro siglo con plena conciencia de ,u .o*uridad por parte del pueblo y de los eruditos -el Camino de la Plata por tieras extremeñas y salmantinas, el Camino de AniUal al atravesar Sierra Morena, la Vía dei Esparto por tierras manchegaspor arrieros, deben esta pervivencia al hecho de que, todavía en la primera mitad de este siglo, eran utilizadas ganaderos, traficantes y caminantes en general. En cuanto dejan de ser transitadas porque los viajeros por los años cuarenta de este i."fier"n otros caminoi más modernos, su desaparición es ineluctable. Allá de la Plata, encontrando del Camino extensos tramos dificultad pie sin a .iglo, Céru. Morán pudo recorrer 24


incluso miliarios in situ; pero ya entonces, en una ocasión al menos, se encontró con la sorpresa de que un propietario colindante se había apropiado un buen trozo de camino construyendo un verdadero muro transversal que cortaba netamente el paso, sin dejar ni siquiera una puefta o portillo. es la Queda dicho con esto que, a mi juicio, la causa principal de la destrucción de las viejas calzadas acción del hombre, mucho más que la erosión, la sedimentación, el crecimiento de la vegetación u otros factores naturales. Es cierto, no obstante, que en nuestros días está más extendida la conciencia del valor histórico de los viejos caminos, y son frecuentes las protestas de asociaciones ecologistas, entidades culturales o simples ciudadanos cadavez que la concentración parcelaria, la repoblación forestal o cualquier obra pública destruye un tramo de antigua calzada.

4.6.3. ¿Es exagerada la proverbial admirución por la obra de los ingenieros romanos? Generación tras generación, los historiadores y los ingenieros han ensalzado el genio constructivo del

pueblo romano

y han alabado en especial la solidez de la estructura de sus vías. En nuestros días,

no

obstante, se han expresado algunas dudas al respecto' Un aplicado buscador de calzadas rortanas hispanas, el profesor francés Pierre Silliéres, despr-rés de dedicar algunos años a la investigación de la red viaria antigua en la mitad sur de España, ha llegado.a la sorprendeite conclusión de que las verdaderas vías romanas eran raras en esta parte del mutrdo rontano.-'o La conclusión es difícil de digerir, dada la intensa romanización de laBética, y porello Silliéres se esfuerzaen

buscar las causas: los romanos habrían encontrado ya una red relativamente tupida de caminos no empedrados que sencillamente aprovecharon; los vehículos de ruedas (que habrían exigido mejores caminos) se utilizarían para el transpofte de mercancías menos que los barcos y barcazas por mares y ríos; las t'iae terrenae eran suficientes la mayor parte del año; el costo de construcción de grandes calzadas era excesivo para la capacidad financiera de las ciudades, de manera que tenía que ser cubierlo casi siempre por la administración central del imperio, etc. No comparto tales apreciaciones. Concretamente en la Bética, creo que la principal causa de que no se encuentren hoy muchas cilzadas en su forma primitiva es que han sido reparadas repetidamente a través de los siglos hasta transformarse en carreteras modernas. También la búsqueda equivocada de una vía romana allí dónde nunca existió, por mala interpretación de las fuentes, explica algunas de las decepciones de Silliéres.37 y aunque es innegable el mérito del investigador francés, tanto en sus reconocimientos sobre el terreno como en el estudio científico de las fotografías aéreas y en el acopio de datos bibliográficos, también de es indudable que varias calzadas,con sus vestigios bien visibles todavía hoy, o conservadas en la memoria los campesinor, hu, escapado a su perspicacia.3s 4.7

.

IJna visión de síntesis de las principales vías romanas para presentar un esquema de las principales vías romanas de Hispania, hay que elnpezar por renunciar

a la identificación entre rutas antoniuianas (que sin embargo han de ser muy tenidas en cuenta) y vías principales. Con las ideas y los criterios que hemos expuesto, y recopilando los datos recogidos por nu*"ioro5 investigador.r, ,. puede llegar a catalogar más de 300 vías romanas, seguras o probables, principales o secuñda.ias, enloiadas (viae silice stratae), con firme de grava y canto rodado compactado evidentemente la red así formada, en la iuiou glrrra stratae) o simplemente de tierra(viae terrenae). Pero muchísimos caminos de menor importancia que dificultan la captación de la estructura viaria qr. "iitru, bári"r, necesita una poda y una selección para poder ofrecer aquella visión de síntesis que pretendemos. que Realizada pues la poda selectiva, nos quedan como caminos principales los que pueden verse en el mapa Pára facilitar las referencias, se han puesto nombres a las vías más irnportantes. Sólo dos de paso a

"*pli.u..

36 Silliéres, pierre. "La

rareté des voies romaines en Hispanie méridionale: explication et conséquences". Labor 1989, omnibus unus. Gerold Walser zum 70. Geburststag dargebracht von Freunden, Kollegen und Schiillern Stuttgart pp" 105-l I 1. ii,.lu uoi. Mariana-Emerita, menfi.onnée pourtant par le guide romain, n'a pas laissé le moindre vestige de sa chaussée cruzaba de lado sur tout son trajet,' (op.cit. p. 106). Naturaimente: esta ruta de Mérida aZaragoza (la 29 antoniniana) no desde investigadores los todos buscarla en vanamente a lado 1a provincia Oe CiudaA Real, por donde se empeñan por Véase Tiétar. del por valle el enunciado: concretamente su en se dice Saavedra, iino qr. iba "per Lusitaniam" como ejemplo ME 61.24-25" .d eri tu calzada de Ronda a Carteya por Gaucín, o la probabte Via Augusla por los valles de los ríos Mundo v Guadalimar, que era el camino más cofio de Valencia a Cástulo' 25


estos nombres -Vía Augusta y Vía Nova- son los que les pusieron los propios constructores rotrlanos. En los

demás casos se ha optado por nombres descriptivos basados en la geografía, designaciones de origen popular, nombres de personajes históricos vinculados de algún modo a1 camino o nombres evocadores del

papel que pudo desempeñar la vía.

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Vias princiPales Vías "rnenores"

+ - + -+ + l-ímites prot'inciales

4.7.1.

La

Vía Augustu

Au¡que se sabe que este nombre se aplicó a más de una vía en Hispania, lo reservamos aquí a la

principal, de la que tenemos noticia por Estrabón ya en los albores de nuestra Era. Seguía la primera línea de penetiación .o*á,lu en Hispania, aprovechando en pafte una primitiva ruta comercial. la mítica Vía Heráclea. Acondicionada en tiernpo de Augusto, vino a constituir la espina dorsal de la estructura viaria peninsular. Cruzando los pirineos por el Coll de Panissars (a I krn. del Portús), donde recientemente se han descubierlo

los restos del monumento, «Trofeos», que Pompeyo erigió para conmemorar su victoria sobre los por sertorianos, lavía se dirigíadespués aTarracoy Valentia, para internarse luego en la Sierrade Seguray, la cabecera del río Guadálirnar, llegar a Castulone, cÍuzar el Betis donde había un arco en honor a Augusto 26


(IanusAugustus),yfinalmente,porCordubayAstigi,alcanzar elAtlántico enGades.Eltrayectoasídescrito y que probablemente siguió la auténtica Vía Augusta; pero conviene señalar dos variantes que acaso se impusieron desde muy pronto, por diversos motivos. Una es la desviación por Libisosa (Lezuza), llamada popularmente «Camino de Aníbal» en su travesía de Sierra Morena, alternativa más cómoda a la escabrosa Sierra de Segura, y que si nos atenemos a su nombre pudo ser incluso una ruta más antigua que el camino directo. Otra es la desviación por Hispal1, impuesta al parecer por el auge de aquella ciudad. Ambas variantes son las aconsejadas, ya en época romana, por los itinerarios contenidos en los llamados «Vasos Apolinares» o «Vasos de Vicarello». es el más cofto

4.7.2. Lus grandes vías lransversales

Arrancando de la Vía Augusta o cruzándose con ella, y también aprovechando a menudo caminos preexistentes, se fueron construyendo varias vías de penetración hacia el interior de Hispania. Podemos singularizar aquí las cinco siguientes, citadas por orden de progresivo alejamiento de Roma.

-

Vía de Mar a

Mar

Estrabón menciona una vía de Taruaco a Oeasso, en la costa del Océano y en la frontera de Iberia con Aquitania, pasando por llerda, Osca y Pompelone. Con un desarrollo de 2.400 estadios (600 millas), es seguro que en muclros trechos ha sido heredada por carreteras modernas. En su tramo final seguía probablernente el curso del Bidasoa.

-

La Ruta del Cid

Sobre este eje gravitó la vida del héroe castellano desde el destierro. Partiendo de Sagunto, por Teruel, bajo el arco de Medinaceli y las inmediaciones de Uxama y Clunia,llegaba al Arlanzóny al Arlanza. Podría considerarse también una vía de mar a mar en tiempos romanos, si la continuamos por el Norte con la vía del Pisuerga y sus ramales a Portu Blendiunt (Suances) y a Flaviobrz'ga (Castrourdiales).

- La Vía del Espurto La llamo así por originarse en Cartagena, denominada en tiempos rornanos Karthagine Spartaria; por pasar por medio del Campus Spartarius, es decir las tierras productoras de esparto de las actuales provincias de Murcia y Albacete; y por confundirse al llegar a Madrid con la Calle de Atocha (atocha planta de la que procede el esparto; véase cualquier diccionario). Estos y otros datos revelan que esta vía, bien atestiguada en

:

La Mancha cuando no se le ha superpuesto una carrefera, fue en tiempos antiguos y modernos la arteria principal para el comercio del espafto, sea para exportarlo a Roma desde Carlagena, sea para llevarlo a la Calle de Espafteros del Madrid medieval y moderno pasando por la Calle de Atocha. Pero los recuerdos de la vía continúan, tras atravesar en diagonal la Plaza Mayor madrileña, por la Calle de Santiago (otro nombre significativo), la vieja Carretera de Castilla en la Casa de Campo, Colmenarejo, El Escorial, con Salamanca como probable término.

- La Vía de la Miel y la Estrada do Alicese Una de las vías que desde el valle del Betis conducían a Emerita Augusta cruzaba sin duda una imporlante región apícola, como parecen indicarlo el nombre de la ciudad romana Mellaria y el de sLr heredera Fuenteovej una (antaño Fuente-Abej una).

Un poco arbitrariamente, presento aquí como prolongación de esta vía transversa la Estrada

do

Alicese, nombre popular dado en parte de su recorrido portugués a una vía de Scallabis (cerca de Santarem) a

Emerita.

-

Lo Estrada dos Mouros

Llamada también en su extremo occidental Estrada dos Espanhois, esta vía es el camino más cofto de Sevilla al estuario del Taio, pasando por Évora. 17


4.7.3. Olras vías de largo recoruido Tanto por su longitud como por motivos históricos y estratégicos, merecen destacarse otras cnatro vías en el elenco de las de primera categoría. Dos de ellas van de Sur a Norte, una de Este a Oeste, y la última cruza el mapa en diagonal, es decir, paralelamente ala Vía Augusta.

- La Vís Atldntica Aunque el Itinerario de Antonino presente como una unidad únicamente el sector de .Olisippone a Bracara,la geografía y la historia nos hablan de la continuación de esta vía por las Rías Bajas gallegas, y quizá hasfa la región de Brigantia. Por aquí penetraron Décirno Bruto y Julio César en tierras galaicas (el segundo tal vez siguió la ruta terrestre a su regreso de las Rías Altas, adonde habría llegado por vía marítima); por aquí igualmente irrumpió el ejército de Almanzor hasta Santiago; y en sentido contrario, esta víaencatzó el avance de reconquistadores, repobladores y forjadores de la nación poftuguesa.

- El Camino

de la Plata

También por esta gran arteria Hispali-Emerita-Salmantica-Asturica hubieron de transitar, después de los romanos, muchos ejércitos visigodos, árabes y castellano-leoneses. . Se ha conservado "viva" en extensos tramos hasta hace relativamente poco, y su significación histórica y cultural justifica plenamente los esfuerzos actuales de señalización y acondicionamiento para caminantes, excursionistas y peregrinos, ya que puede ser considerada también como uno de los caminos jacobeos tradicionales. . No ha faltado en estas iniciativas la polémica entre quienes ven en Astorga el término del camino y quienes querrían llevarlo por León hasta Gijón, opción ésta que puede justificarse por razones turísticas pero que no tiene apoyos históricos. Recordemos que, aunque sea éste el "camino de la plata" más conocido y famoso, tal denominacióti se ha aplicado a otros varios caminos en tierras que pertenecieron antaño a la España andalusí. Durante mucho tiempo se ha creído que la palabra procede del árabe balat (pavimento), pero últimamente se ha propuesto una etimología latina más sencilla: via delapidata (vía empedrada).3e El Camino de la Plata ilustra bien la diferencia entre vías romanas y rutas antoninianas. Como vía romana está muy clara su unidad y la continuidad de su trazado, desde Hispali hasta Astúrica Augusta. Las rutas antoninianas que la siguen, en cambio, sou cuatro (23,24,26 y 27), no lo hacen en todo su recorrido, y se apartan considerablemente de ella en largos tramos.

- El Camino

de Peregrinos

Es bien sabido que los peregrinos medievales que desde varios países de Europa acudían a Compostela caminaron principalmente sobre viejas vías romanas, aunque con el correr de los siglos el camino principal

de peregrinación sufriese varias modificaciones en su trazado. Es muy probable que la propia ciudad de Santiago se formase, como Madrid, en un cruce de vías: la que hemos llamado Atlántica con otra secundaria de sentido SE-NW. Por supuesto que los constructores romanos no diseñaron ni denominaron este itinerario como una sola unidad viaria, sino que se iría formando con la unión de diversos tramos. Pero puede presumirse que ya hace dos mil años tenía una gran importancia esta ruta que desde tierras del Ebro, a través de la Meseta Nofte, conducía a Asturica y al país de los galaicos, con sus dos variantes: por Luco Augusti y por la zona minera del alto Sil.

- La Calle de Alcald Dar a una vía romana el nombre de la castiza calle madrileña no es un capricho; es la manera más gráfrca de recalcar la importancia de esta vía diagonal de Emerita a Caesaraugusta, que podemos prolongar por un extremo hasta la Mirobriga céltica (Santiago de Cacém) y por el otro hasta Osca.Ya hemos dicho antes que el error de querer llevar esta vía por Toledo oscureció, durante varias generaciones de estudiosos, la evidencia de que siempre, en cualquier momento de la Historia, el camino más directo y cómodo entre Mérida y Zaragoza ha pasado por Madrid, incluso cuando Madrid no existía. Cualquiera puede comprobar la

"

Véase a este respect o ME 7 l, 7 -8.

28


continuidad de la línea formada por la Carretera de Extremadura, la Calle Mayor, la Calle de Alcalá (vieja cañada de ganados, eso sí que lo saben los cronistas de Madrid), la Avenida de Aragón y la «Carretera antigua de Aragón» en el mapa de Madrid por Coello (1853). 4.7.4. Algunas vías menores

Al hablar aquí de <<vías menores» no me refiero a vías que tuviesen en tiempos romanos una categoría inferior desde los puntos de vista constructivo o administrativo. Algunas de las que ahora voy a citar han conservado vestigios, incluidos numerosos miliarios, que revelan la gran atención de que fueron objeto por los emperadores. El criterio para incluirlas en este epígrafe, aunque inevitablemente algo arbitrario, es sobre todo su menor longitud en comparación con las anteriores. Pero conviene insistir en que la red viaria era mucho más tupida de lo que refleja esta selección, y que si no señalamos más vías es sencillamente porque en algún momento hay que detenerse para no enturbiar la visión de conjunto que pretendemos de las vías que creemos más importantes.

-

Vías transpirenuiccrs

Además de la Vía Augusta y del Camino de Peregrinos por Roncesvalles, secundarios er. las Alberas (Pirineos orientales), merecen citarse las siguientes:

- Vía Ceretana,

y

aparte de varios pasos

de llerda a Ruscinone por la Cerdaña. Coincide muy probablemente con la ruta

prerromana seguida por el ejército de Aníbal en 21 8 a.C.

- Vía Gálica, de Caesaraugusta a Benearnu (Lescar, cerca de Pau, Francia), siguiendo primero el y Iuego el Valle de Hecho hasta el Puerto del Palo, con tramos de alta montaña muy bien

Gállego

conservados. Fue probablemente construida por una legión gala desde Foro Gallorum (Gurrea de Gállego), lo que explica que estuviese medida en leguas galas (leugae) en lugar de millas. - Ifernuko Bidiaa0 (Camino del Infierno), de Bidarray (Francia) aErrazu (Navarra), que caminando hacia el Sur viene a unirse a la «Vía de Mar a Mar» mencionada en7.2.1. Esta indudable vía romana debió quedar muy relegada al olvido en la Alta Edad Media, cuando los viajeros y peregrinos temían adentrarse en las tierras de los rústicos y feroces vascones.

-

Vías entre capifales de convento

jurídico

Las que me parecen imporlantes en este apartado, ordenándolas de Oeste a Este y deNorte a Sur, son las siguientes:

-LaYía Nova, de Bracara aAsturica por la Limia,

úrnica, aparte de la Augusta, de la que sabemos el

nombre que le dieron sus constructores romanos. - LaYíaAquiflaviense, también de Bracara a Asturiccr, por Aquis Flaviis.al -LaYía del Alto Duero, tomada como enlace entre Cluniay Caesaraugusta.42 - La Yía de los Monegros, enfre Caesaraugusta y Tarracone, explorada en pafte por el geógrafo portugués Labaña, que trabajó para Felipe III.a3 -LaYía de Alcántara, es decir \a de Emerita a Bracara, que cruzaba el Tajo por el más famoso de los puentes romanos de Hispania - La Yía Bastetana, camino más corlo entre Corduba y Karthagine Sparfaria, pasando por Acci (Guadix) y la región de los bastetanos.

a0

Recogí esta denominación, junto a la de "Chemin d'Enfer", de boca de un viejo campesino de Bidarray en 1967. La calzada había conservado su empedrado en la zona fronferiza hasta pocos años antes, y estaba en buen uso el largo

descenso haciaErrazu.

al

En otro lugar la he llamado "Vía Loewinsohn", en atención a quien la reconoció detenidamente en su parte española. Ernesto Loewinsohn, "lJna calzada romana y dos campamentos romanos del conventus Asturum", Arch. Esp. de Arqueología XXXVIII, 1965. Del mismo autor se publicaron varias contribuciones al respecto en la primera época del ME, recogidas en mi volumen Repertorio de caminos de la Hispania romana. o' Llamada en otro lugar "Vía Abásolo" en atención a Juan Antonio Abásolo: Excavaciones de Clunia, vol. l, Lus vías romanas de Clunia, Burgos 1978. a3 Llamada en otro lugar "Vía Labafra". 29


-

Otras

Los últimos retoques para completar el mapa son: - Vía Brigantina, de Luco a Brigantia' camino de peregrinos a Santiago - Vía del Ebro, po, tu actual Rioja, parte de la cual fue también en su travesía de la - Vía Segoviana, bien conocida por montañeros y excursionistas dominguerosbien conservada pero Escorial, rluy sierra por cercedilla, f'apada después pár la carretera Guadarrama-El y confundida de- nuevo con carreteras Machota ,n ür"u" tramo af pie del monte La menos conocida Por el Sur no está clara su ", Eresma' del lo largo locales modernas. Por el Norte iría a buscar el Duero a

prolongación' ' g,"re conviene recoger por su importancia en los a Toleto, que Corduba aToleto' corta de cnrdtthrt más aartc la mác --Vía de Calatrava, lo siglos medievales más bien que en época romana' jurídico pasando por su capital Pace - Vía Diagonal pacense, que cruza este convento desde el Tajo hasta la desembocadura del Guadiana'

- Vía Malacitana, de Corduba a Malaca pot Anticaria' pretenden - vía costera Gudita.,t, de Malaca aG'ades, que no es tan costera como

quieren arrimarla a Carteia, Mellaria y Baelo Claudia, sino que 4.

iba

lulia (Beja),

los autores que

más hacia el interior'

8. Consideraciones finales

en la estructura de la red La Hispania romana no se gobernó desde el centro, y este hecho se refleja costa mediterránea y la cuenca del viaria. La primitiva espina dorsal -la Vía Augusta- .o.iió por la ninguna de las sed-es de gobierno provincial o Guadalquivir, y no ocupaba un lugar central en Ia Península Emerita' Bracara' que Se desarrollaron como nudos de comunicaciones: Tarracone, Corduba'

conventual Astut'ica, Caes araugusfa, Híspali"' sometida a un poder único, se Cuando los visigoáo, á*un el relevo en el gobierno de una Península la más importante ciudad de la zona central (y la más siente la necesidad de'una capital céntrica. Toledo era

pero no era un nudo fácilmente defendible, cosa importante en aquellos agitados tiempos); épo"u debieron revalorizarse o acondicionarse algunos caminos irradiantes comunicaciones. En

de de

"ra Toledo que apenas habían tenido importancia en tiempos romanos' sobre toda la Península, quien sintiese la Es significativo que fuese Felipe II, el rey qu. á. nuevo reinó y mejor comunicado' Para entonces ya se habia necesidad de llevar la corte a un lugar,más céntrico vías romanas. Y también es significativo que desarrollado Madrid en el cruce estrategico de dos grandes cruce asimismo de dos vías romanas' como su Felipe Il, tras instalar allí la corte, escogiese El Escorial, residencia Personal. española a una estructura radial, con la Los siglos siguientes completarían la adaptación de la red viaria al nuevo enfoque (vía Augusta entre postergación de las grandes vías romanas que menos correspondían de nuevas rutas radiales (en especial las valenciay córdoba, Ruta del cid, camino de la Plata) y eltiazado inexistente en tiempos romanos)' modernas N-I y N-lú, que forman un eje Norte-Sur

30


5La ruta de los Vasos Apolinares: Una propuesta de turismo cultural V Congreso Internacional

5.

1.

Comunicación para el de Caminería Hispánica Valencia, julio de 2000

Planteamiento

Para quienes sepan lo que son los Vasos Apolinares, el mejor y más escueto resumen cle esta comunicación no es otro que su propio título: la idea es lanzar una iniciativa turístico-cultural que promocione, con los mismos medios e inspiración análoga a 1o que se está haciendo con otros caminos célebres como el Camino de Santiago o la Vía de la Plata, el camino de Cádiz a Roma plasmaclo en los cuatro famosos vasos de plata. Recordemos: en 1852 se encontraron, en el fondo de las aguas de los Baños de Vicarello (antigLras termas de Aquae Apollinares), no lejos de Roma, cuatro vasos de plata cilíndricos en cuya superficie exterior está grabado, en cuatro columnas, el itinerario de Cádiz a Roma en 104 a 110 etapas, con sus distancias

parciales. Los cuatro son análogos aunque con variantes significativas. Se han fechado en tiempos de Augusto o de Tiberio, y se supone que un viajero gaditado los arrojaría, como ofrenda a Apolo, a las aguas que los guardaron durante dieciocho siglos. Por su forma, se ha pensado que podrían ser réplicas reducidas de una columna erigida en Gades para infonnación de viajeros. He aquí pues una singular guía de peregrinos en cuatro ejemplares. Mucho más antiguos que el Liber Sancti Jacobi que guió los pasos de tantos peregrinos jacobeos durante muchos siglos, los Vasos Apolinares (o Vasos de Vicarello) invitan a caminar desde uno de los confines más aparlados del mundo antiguo hasta la ciudad que fue capital del Imperio y se conviftió después, como sede de Ios sucesores de San Pedro, en Llno de los máximos centros cristianos de peregrinación. Pero ¿qué sincretismo es éste que amalgama unos objetos de sospechosas connotaciones paganas cou un proyecto de peregrinación de inspiración cristiana? ¿No sería más leal prescindir de toda cobefiura religiosa e invocar intereses y fines culturales? Pues bien: si alguien me hace este tipo de preguntas, responderé por mi parte que no sólo reconozco en la propuesta una mezcla o confluencia de intereses y motivaciones (mezcla que también se da, por lo demás, en el fenómeno de las peregrinaciones jacobeas), sino que mi deseo sería que los Vasos Apolinares nos ayudaran a remover fuerzas, despertar inquietudes, suscitar ambiciones y animar ilusiones en ámbitos tan diversos como la investigación histórica y geográfica, la industria turística, la cultura, la religiosidad, y hasta la teología y la filosofía de la vida. No, no estoy bromeando. Pero dejemos esto aquí, de momento. Esta comunicación se vertebrará básicamente en torno al frazado de la ruta en su pafte hispánica y poco más, y a algunos problemas geográficos y exegéticos que plantea nuestra fuente epigráfica. Al final volveré sobre el sentido que podría tener la revitalización al cabo de dos milenios de este camino entre uno de los confines lejanos del mundo occidental y la sede de la Iglesia Católica. El seguimiento que aquí haré del camino será desigual. Consideraré la parte hispánica y diré algo sobre la travesía de la Provenza (Fig. 1), pero no pasaré de los Alpes. Me demoraré en algunos puntos que me parezcan interesantes o que presenten problemas de interpretación, y pasaré con más rapidez por otros sectores. Para cada sector considerado sugeriré el autor o autores que conviene tener en cuenta para concretar eltrazado, así como los comentarios al respecto aparecidos en El Miliario Extravaganre (ME).

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5.2. Bahía de Cádiz

El camino iría por san Fernando y el emplazamiento del puente de Zuazo (que quizá no existía, teniendo que hacerse en barca el salto atierra firme). Una reliquia arqueológica interesante, aunque algo apartada del camino, es el sorprendente resto del acueducto que servía a Gades, en el "Camino de los Franceses", justo en el límite de términos de Chiclana y Puerto Pleal (ME 13,32).

La mansio Ad Portum (Portu Gaditano en el It.Ant.) estaría en el yacimiento recientemente descubierto entre Bolaños y Frías, término de Jerez,y el Guadalete se cruzaría por el vado de la Cartuja.

Pero no todo está claro, pues el Itinerario de Antonino en su rtta 7 (A7 en nuestro sistema de nomenclatura) cuenta dos millas más pasando por Ad Pontem, y no hay seguridad sobre el frazado de esta variante. La siguiente estación Hasta (Mesas de Hasta), también plantea problemas. Tal vez la vía no pasaba por la propia ciudad, sino algo más al Este: ME 37,8. 5.

3. Provincia

de Sevilla

a5

En Ugia (Torres de Alocaz, término de Utrera lindante con Cabezas de San Juan) la vía fraza un ángulo que puede deberse a la necesidad de rodear la zona de marismas, pero que también podría hablar de una primitiva Vía Augusta (o predecesora de ella) más directa desde Astigl, muy lejos de Sevilla.

Orippo está bien localizada en el lugar de Torre de los Herberos, pero entre este punto y Carmona las 9 + 22 millas que dan todas las fuentes

Los Palacios Y Viilalranca

son insuficientes para pasar por Sevilla. Corzo ha demostrado muy convincentemente que el punto designado con el acusativo Hispalim en 3 de los vasos es la antigua Puente Horadada sobre el Guadaira, donde empalmaría un ramal de unas 4 millas conducente a Hispali. Conviene que recuerde aquí brevemente que el valor convencional que atribuimos a la desinencia de acusativo en los itinerarios romanos es una de las Sanlúca de bases principales en que se sustentan los trabajos sobre vías romanas publicados desde hace bastantes Figura ?. Geografia tartesia y vías antiguas años en El Miliario Extravagante. Se trata de suponer que hubo un sistema convencional de notación, aunque no siempre uniformemente seguido, para indicar mediante la desinencia de acusativo que la ciudad en cuestión quedaba apartada de la vía o ruta, consignándose en millas las distancias desde y hasta el punto de empalme del ramal que llevaba a la ciudad, y no desde y hasta la ciudad misma. Aunque el asunto sea aquí marginal, no quiero pasar en silencio la importantísima contribución que el estudio de las vías romanas puede apoftar a la solución del misterio de Tartessos (Figura 2). Escuetamente, los datos de la cuestión son: a) Entre Astigiy Ugia, no cabe duda de que el gran rodeo de la Vía Augusta viene determinado por la atracción de Hispali; b) Sin embargo, la vía no penetra en Hispali; c) Más todavía, los dos tramos rectos de la vía identificados sin ningún género de dudas en la provincia de Sevilla (a diferencia de otros basados en deducciones) tienen dos curiosas particularidades: ambos parecen terminar en puntos (barrio de Torreblanca viniendo desde Carmona, y Orippo viniendo desde rJgia) que presumiblemente serían las orillas del Lacus Ligustinus hace cinco o seis mil años, y ninguno de los dos tiene a Sevilla como punto de mira; d) La hipótesis, pues, es que los romanos aprovecharon caminos tartesios preexistentes, y que los dos tramos de vía mencionados son como dos flechas que nos están señalando, en el sitio en que se cruzan sus prolongaciones, el lugar en que los arqueólogos deber excavar en busca de la enigmática ciudad. aa

Referencias: CoRzo 1992a; RAMBAUD, Fernando, "Portus Gaditanus, Madrider Mitteilungen 38, 1997; SnuÉnES 1990; ME 65,15-19. 45 Referencias: A¡res 1987 p.467;Coxzo 1992b, SnuÉn¡s 1990, ME37,7-8, M862,26.

pp. i5-BB,Mainz

JJ


,'Isla de Garza",y es un enclave del término de Sevilla en la margen derecha del Tal lugar se llama hoy Guadalquivir, al Norte de Coria del Río. (La Las restantes estaciones en la actual provincia de Sevilla, es decir Carmone, Obucla u Obucula de la adecuación perfecta Monclova, Fuentes de Andalucía)y Astigi (Écrja) no plantean problemas, siendo las fuentes con el terreno.

5.

4. Provincia de Córdoba

a6

de El vaso 4 omite Ad Aras (El Garabato, La Carlota), pero concuerda con lo otros tres en el cómputo hay fuentes millas hasfa Corduáa. No así el It. Ant., que en la ruta A8 pone un XXIIII donde según las otras real pudo XXm. Diferencia de una milla insignificante, sobre todo tratándose de un final de ruta: la distancia ser veintitrés millas y media, por ejemplo. vía fue Del paso po. iu calle dé San Pablo en Córdoba recogeré un curioso testimonio: "La expresada y formada estaba Pablo, reconocida hace treinta años en más de 50 m. al hacer una cloaca en la calle de San de hierro: era algo planchas unas y.en tendidas ellas paralelas ranuras dos con por grandes y gruesas losas pur"iiao a los-actuales tranvías. Podemos asegurarlo así porque lo hemos visto." Ramírez de Arellano Lscribió esto hacia 1903-1904, luego su testimonio se remonta a1874 por lo menos. preposición La estación Ad Decumum (':junto al décimo miliario") nos recuerda elocuentemente que la aisladas casas puentes, ad se aplica en los itinerarios a monlrmentos, templos, pozos, árboles destacados, que se encuentran enteramente contiguos a la vía. lpero ná ciudades) u otros elementos de referencia ("en la arboleda") en dos de los vasos, merece atención. La Lucos por Ad Epora (Montoro), sustituida llevar por su centro ciudad está apretadamente ceñida por un meandro del Guadalquivir, lo que haría absurdo está la plaza de hoy por donde la Vía Augusia. Indudablemente ésta pasaba a cierta distancia, probablemente (lucus) sagrado bosque o toros, lo q-ue explica que mientras un informante optara por designar la arboleda vez esta No hay acusativo donde sin duda habríá una posada, otro prefiriese referirse a la ciudad cercana. habría que lo correcto (salvo en el vaso I que todo lo pone en acusativo), pero nuestro convencimiento es sido la desinencia en-m.

5.

5. Provincia de Jaéna7

(Jciese también merece una explicación. Parece que la ciudad de Ucia se localiza en Los orilla izquierda, sería pues un barrio Cansinos, A,dújar, en la orilla derecha del Guadalqúvir. Uciense, en la periférico o una dependencia de la ciudad'

(Jciense

o

de la Bética, lo Ad l{ovlas parece coincidir en Villanueva de la Reina. Pocas millas después salimos de los vasos al respecto' que nos obliga a enfrentarnos con el Arco de Jano Augusto... pese al silencio quizá en medio de un puente que lo o Guadalquivir del orillas a El Arco de Jano Augusto, erigido (después la Cartaginense). De este monumento crvzaba, marcaba el límite entre la Bética y la Citerior de lavía AB ARCV YNDE INCEPIT tenemos noticias por varios miliarios que se iefieren a la restauración cuestiones que pueden BAETICA o AB BAETE ET IANO ÁltCltSfO AD OCEANVM. He aquí algunas plantearse al resPecto:

o'dios itálico que simbolizabael paso de diccionario, eraun ¿por qué su nombre? Ianus,explica un año, las puertas y pasajes. etc'; se. le una cosa a ofray presidía, por consiguiente, el fin y principio del por Augusto a raíz de la reorganización Augustus, porque el arco-fue .iigido representaba con dos "u.ur..." que antes era de la Bética, provincial entre 16 y 7 a.C.,"rundo pone bajá su control una extensa zona minera

con inclusión de Cástulo. en el mas antiguos que lo mencionan se han datado en tiempos de Augusto, ¿De cuándo data? Los miliarios 2a.C.

menor ("Venta del Arco", "Bética"), el estudio de los mapas ¿Dónde estaba? La toponimia coincidentes: unos 3 km al N' de topográficos y tu p.orp".ción deiterreno llevan a los autores a conclusiones Mengíbar.

artístico de Córdoba (obra escrita 1995; RalrÍn¡z »E AnELL,cNo, Rafael, lnventario-catrilogo histórico en 1903-1904), Caia de Ahorros de Córdoba; ME 37,7' ;r 2000, SANiuÁN YMoRENo, Mariano, Santisteban del Puertoy stt

a6

Referencias: MpLCsoR

Gr

n"i...r.iás: er-rr¿ENoner- 1986, Jttr¿ÉNEZCoBo comarca. Madrid 1909; SrllrÉnEs 1990, M835,22' J+


importante que las millas se contaban ¿por qué no lo citan las fuentes itinerarias, si era tan la columna en que se inspiraron los Vasos se erigió cuando todavía no existiera desde él en la Bética? Quizá parecer extraño, pero recordemos puede también (ruta A4) Antonino Apolinares. El silencio del Itinerario de que este documento tampoco cita los Trofeos de Pompeyo en los Pirineos'

y casi Situación actual del paraje. Dice Martín Jiménez Cobo: "Este paraje es actualmente baldío por atravesadas secas imposible de recorrer por la salváje vegetación y por la infinidad de malezas y ramas con la limpieza de las doquier. Si estuviera cbnvertido en un parque nátural, con fácil acceso y simplemente vecinos de Mengíbar y por máigenes del río, sería un lugar interásante para ser visitado por los mismos si además se colocara digamos no Y romana' forasteros curiosos de la historia de nuestra tierra en la época BÉTICA". PROVINCIA LA algún monolito e incluso algún arco que indicara: aduÍ COMENZABA exacta). (T"omado de una publicación local de la que sólo tengo fotocopia y no puedo dar la referencia encaia müy Esta reflexión del andariego y culio corresponsal jiennense de El Miliario Extravagante bien en nuestra propuesta de acondicionar la histórica ruta' nOqo"uh Castulone, citada en los vasos 1 Y 3 Y Figura 3' La variante rlc castulone pero sustituida A4 antoniniana la ruta de término en los vasos 2 y 4 por Ad Aras, es de nuevo una 4qr. ciudad importante que queda apafiada de la ruta 'tQ¡ ,^ ^!

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trayectos propuestos hipótesis de error en las cifras. Tres de los vasos y tt. de Antonino son muy lógicos. Admito en "t cambio que para el vaso 4 podría parecer extraño

on§Qhnc

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el rodeo pot Castulone sin nombrarla (lo que _- \,r¿5e5 l y3: AdNovlasXrr,casruroneXiX,AdMorurnXXIIII - - - - voso 2: Ád Novlas XIII,,{d A¡as XlX, Ad Morum XVIIil daría cabida a las XXIil millas); quizá la .-*.ffi:,li^iiH:iil,,1'#*Í,*"'*IIII'AdMorumXVIrrl poco-afórtunado incongruencia viene de un intento de conciliar el vaso 2 con los 1 y 3' respectivamente Ad Morum (,Junto al moral") y Ad Duo Solaria ("en los dos relojes de sol") estarían

Mancha, bordeando el río de hacia Navas de San Juan y hacia úontizón. Este paso de Andalucia aLa y probablemente es fácil Montizón primero y d"sprá el río Dañador, no es háy una ruta de gran circulación, (1948) del mapa topográfrco proponer caminos ,rglt"r,"t para el caminante y el arqueólogo' La hoja 886 como "vereda Real', "camino de Andalucía a La Mancha y vía de conserva nombres tui "*p."riuos describía bien los trozos Aníbal,,, al sw de Aldeahermosa. A principios de siglo Sanjuán y Moreno cartagineses, y veo en el los de o Aníbal conservados del que se designabu .n .i país como camino de una comunicación sobre presentará ü Cong."rJde Caminería Hispánica que Jiménez Cobo programa de este el Camino de los Cartagirreses.

Está por No estoy ,.gu.o] por otra parte, de que nuestra ruta coincida aquí con la Vía Augusta' cofto entre el "Campo Espartario" explorar la hipótesis Á'q,r" la Vía Augusta buscara un trazado más y Segura y baja,do después por el Mundo ríos los (Caudete, Yecla, Hellín) y lu roru de CÁtulo por entre Guadalimar (C3 en nuestro maPa)'

5.6. La Mancha (provincias

de Ciudad Real y Albacete)

a8

Ciudad Real) La Mariana ha perpetuado su nombre en la ermita de Mairena (Puebla del Príncipe, arqueológicos restos lo_s 7l: en ME ubicación de Mentesa ha dado lugar a un interesante debate reflejado a situarla en esa ciudad manchega, a lo que yo descubiertos en Villanueva de la Fuente y otros datos llevaban 5 km más allá, donde se hallaron en efecto me resistía porque las cifras miliarias me llevaban exactamente hube de comprender que es ul-I caso poco vestigios de una mansio de pequeñas dimensiones" Finalmente en la que de ella toma el nombre se encuentran frecuente (no único) en que árá tu ciudad como la mansio vía,- separadas entre sí pocas millas'

entre otros motlvos, por la tradición de haber objeto, anf, nuestro nhiefn (Lezuza) tiene interés para ¡rraorrn de Santiago en Galicia' predicado allí San Pablá, no menos verosímil que la prédica

L¡b¡rrr,

FRANCoSÁNCuez,FRANCISCo,VíasyctefensasandalusíesenlaManchaoriental,

sureste, Actas del symposium celebrado valencia 1gg5; Su-lrÉnes 1gg0; VARTOS AUTORES, vías romanas del M8',77,33ss, ME 84,21' Murcia de]23 al24 de octubre de 1986, Murcia 1988; ME 58,4-5, ME 35,22,

en

35


parietinis (,.paredes deterioradas, muros que se desmoronan, ruinas", dice mi diccionario latino) los Paredazos, como ya notó Eduardo encuentra un curioso eco en el cercano Paerazos Viejos o Casa de

4 km más allá, en elVentorro de la Vereda' Saavedra hace siglo y medio. Pero las distancias se cumplen entre los cuatro vasos y la Saltigi es sin lugar a dudas Chinchilla. En estas tres etapas la coincidencia ruta antoniniana .A31 es absoluta. que hay que desechar la La ubicación propuesta de Ad Palem es el Cerro de los Santos. Creo ahora que divergiría de la nuestra en chinchilla' Pales era identificació n con Ad putea de la ruta antoniniana 431, El nombre actua[ del cerro puede denotar el hecho frecuente de la

la diosa de los pastores y los rebaños. cristianización de lugares de culto paganos' antoniniana,la A2, y es probable que Desde Caudete (Albacete) nuestra ruta viene a coincidir con otra lo es, en cambio, \a A2 en su continuación hacia esta ruta coincidente s"a de nuevo la Vía Augusta. No hemos recordado que ni en las fuentes Cartagena,aunque así lo pretenda un error inveterado. Repetidamente fuentes árabes, hay razón alguna para colgar la antiguas, ni en los miliaiios, ni en la geografía, ni en lás .,Vía Augusta" a los tramos de la ruta antoniniana A2 desde Adello hasta Castulone' etiqueta 5.

7. Reino de Valencia

ae

NW del término de Villena, Tras tocar de refilón la provincia de Alicante en Ad Aras (en el rincón o Ad Turres Tuffes saetab(is), de las que entre caudete y Fuente la Higuera), entramos en la de Valencia con

{eal" que el lnstituto Geográfico consigna unos 3 km al SW de Fuente la Higuera' una irregularidad: los cuatro vasos Con Saetabl (Játiva) no, ,.,oo, de nuevo obligados a constatar cañoles, mientras que la ruta antoniniana citan una ciudad que queáaba algo apartada, al otro tudo d"t río de Mogente' Pero en ambos casos se está antes km menciona una estación Ad Statuas que estaria apenas 3

poariu... ,u".ror,

[a "Casa

describiendo el mismo camino.

Antonino y en un vaso, no nos cabe duda: la ciudad Con Sucronem, conservada en acusativo en el It. de en la desembocadura del Júcar, es decir en Cullera' no ha de buscarse juná alavía,sino muy probablemente la calle de San vicente y la salida por el Puente de la por La entrada en valentia era, segitn dicen, locales es la sugerencia de Trinidad. Lo único que yo podría ana'dir a las conclusiones de los investigadores columna que reproduzca una paisaje urbano, rlcorrido se erija, como elemento del que en algún lugar ¿"

"ri"

ampliado uno de los Vasos Apolinares' estaba sin duda a cierta distancia, al Saguntum.. otro acusativo conservado a medias. La acrópolis menos media milla, de la vía.

puede hacer sospechar que tampoco sebelaci: el hecho de que no la citen tres de los cuatro vasos de los empalmes", Antonio chabret "teoría la estaba en la vía. Más de medio siglo antes de que se formulara romana". situó esta ciudad en onda, "ligada por un ramal a \a calzada me ocurre aquí una pregunta a los latinistas: ¿,Qué Se Millares. río del Ad Novlasestaría hacia el cruce que nos hemos topado con este nombre' puede significar novlas o novolas? Son dos las mansiones Intibili se suele situar en Traiguera' Ildum,esta vez un acusativo indudable. Talvezestaba-en la costa.

5.8. Cataluña

50

y la identificación de Tria Capita o Traia Capita con Del paso de la ruta por Dertosa(Tortosa) no hay duda, pero hay'varios indicios que permiten pensar en una variante, al parecer L'Ampolla tumuien fa..". fir*.. puente antiguo en el el Ebro por Amiosta. Como en toio .uro no hay noticias de más antigua, q,r. del caudal' la función en "rr)u.ía paso del rjo en barca se escogió curso bajo del Ebro. hay que suponer qr" .t mejor variables' ser cada época, factores que pudieron fuerzade la corrien t" y'lurltuu.iOn de ias márger", "n ha perpetuado su nombre en el río Llastres' y oleastrum subsaltu estaríá al pie del Coll de Balaluer, a remontar tal río en busca de una pobiación' aunque la desinencia d" aóusativo podría invitarnos sobre el paso de la vía Au.gusta por la ciudad o. sus Taruacone..No es posible entrar aquí en polémicas oficial, combatida por José sánchez Real, 1o que ha dado inmediaciones. Recordemos que hay una doctrina lugaradiversaspuntualizaciones.VéaseenespecialME4S,|9yM849,17s. 1978 (obra p. 90; crupnsr, Antonio, vías romanas de la prottincia de catellón' Referencias: ARASA y RosELLó 1995; Anr,qs 1987 l'L'uÁollo.,u,,ent 3' CastelLonencs de la via romana del Pla de l'Arc"' Estudis escrita antes de 1907); E'TEVE tG¡tvp.z,Frur."r., 1986; ME35,22, M8 15,11, ME , ..^.^^-;.^- du Rhóne it I'Ebre viu Voies romaines 5u ARnS 1987 p.407ss; CASTELLVI, Georges, et al',

ae

43,2

Referencias: Domitia et via Augusta, París 36

1997 ; P

, l99l' ^ñ- ,, :

¡wi

1985; ME 23'1'7' ME 30' 16s' ME 45'16'


Después de Tarragonalavía pasa por el Arco de Bará, pero poco más adelante nos asalta la duda: ¿Seguiremos con Pallí por El Vendrell y Vilafranca del Penedés? ¿O insistiremos en explorar la alternativa que yo propuse en 1968 por San Pedro de Ribas y Olesa de Bonesvalls? Esta última ofrece en la hoja 441 del mapa 1:50.000 (1952) un sugerente "Co Viejo de Tarragona a Barcelona". Pero, analizada la hoja 420, creo que habría que renunciar a pasar por el Puente de Martorell (¿estamos seguros de que existía cuando se hicieron los Vasos?) y cn)zar más bien el Llobregat por Molins de Rey. Después, por Rubí, las 66 millas que suman las etapas desde Tarracone aArragone pueden cumplirse bien en Sabadell" De todos modos, la duda subsiste. Hay aquí campo para exploraciones y debates. La rnención de Barcenone enla A2 es sin duda un error, frente al testimonio concordante de los cuatro vasos. La medición de las distancias en todo el tramo hasta Caldas de Malavella hace imposible llevar esta ruta por la costa. Pero atención: el error no estaría necesariamente en confundir Barcenone con Arragone, sino que pudo consistir tan sólo en la omisión de una "m" de acusativo que marcaría la salida de un ramal hacia la ciudad. Por otra parte hay que señalar que no es nuestra ruta, sino la costera por Barcelona (A1), la que llevó el nombre de Via Augusta. Asi lo acreditan varios miliarios, Semproniana, citada sólo por el vaso 1 en lugar de Praetorio, podría delatar otra variante del camino, o simplemente proponer una etapa diferente en e[ mismo camino. La diferencia de una milla hasta Seterrus no es significativa.

Seterras es unánimernente un acusativo plural. La vía rorrana y la del ferrocarril discurren aquí en estrecha simbiosis, y la medición de las distancias me han llevado a sugerir que Breda y su estación ferroviaria podrían ser Llna curiosa réplica de Ia ciudad romana y su empalme viario. Todavía en 1953 y 1951 los mapas del lnstituto Geográfico (hojas 365 y 333) señalaban el "Camino Real de Madrid a Francia" o "Camino Real de Barcelona a Gerona", indudable heredero de la vía romana, muy pegado alavíaférrea en unos l5 km y divergente después para evitar la antigua laguna de Sils. No sé qué aspecto presentará hoy, pero los mapas recientes ponen hoy por ahí una carretera local. Aquas Voconias'. nuevo acusativo plural, aunque conservado sólo en el vaso 3, suficientemente expresivo para explicar el hecho comprobado de que la vía pasara a unos 4 km de las termas de Caldas de Malavella. La entrada en Gerona por Palau Sacosta viene marcada por dos miliarios hallados en 1931, y en la salida por Sarriá de Ter también aparecieron fragmentos de otro. Todos coinciden en que la vía atravesaba por medio del casco antiguo de la ciudad. ¿Significa esto que el camino es anterior a la ciudad, y que ésta se formó sobre aquél? Probablemente sí, pero sobre un camino ibérico predecesor del romano. Cinniana ha dejado su nombre en el río Cinyana. Aquí dos vasos pecan por defecto en la cifra miliaria,

elIt.

de Antonino da larazón a los otros dos. Iuncaria es ullo de los frecuentes casos de emigración de un topónimo. No es La Junquera, sino Figueras, capital natural del Arnpurdán y centro estratégico en el que han confluido en todos los tiernpos los

pero

caminos de la comarca. 5.

9. Et paso de los Pirineos y la Viu Domitia,l

Probablemente sería prudente, parala empresa de turismo cultural que propugnamos, aceptar el paso de los Pirineos por el Coll de Panissars, contiguo al Pertús, donde se han hallado y pueden visitarse los restos del monumento llamado Trofeos de Pompeyo, erigido por este general romano en'7 1 a.C. para conmemorar sus victorias. Hay una información de Cicerón segirn la cual en 14-72 a.C. se hizo un arreglo de la Via Domitia, y si suponemos que esta fue la vía en cuestión, parece lógica la idea de Pornpeyo de poner sus trofeos en una vía recién construida o arreglada. Pero por imperativo científico hay que hacer constar que el trazado hasta Ruscinone (CháteauRoussillon) no se ha determinado claramente para poder encajar las 25 millas consignadas en los vasos, y que no es axiomática la identificación de laVia Domitia con la de nuestros cuatro vasos. No hay que excluir la posible romanidad del camino del Coll del Portell, unos 3 km a occidente del de Panissars, que al lnenos en su vertiente francesa conserva algo de empedrado (lo comprobé en 1968), y con el que en Ia veftiente española podría relacionarse el topónimo La Estrada. En la parte de la Vía Domicia comprendida entre los Pirineos y el Ródano disponemos del excelente trabajo realizado por el investigador rosellonés Georges Castellvi y sus colaboradores. Por supuesto quedan 5l

Referencias: A«tes I 987 p. 407s, C,qsTELLVI , o.c. I 997,

R¡¡re,

véase nota 6; ME 27 ,12s, ME 3l ,2s, ME 65 ,19s.

)t


puntos por aclarar, pero ni quiero ni tengo medios para profundizar por mi parte en el estudio de esta vía no hispánica. Señalaré únicamente una ligera discrepancia entre los investigadores. Los franceses sólo aseguran la denominactón Via Domitia parala parte comprendida entre el Ródano y los Pirineos, y apuntan que al Este del Ródano se prolongaba en dos itinerarios, uno litoral y otro interior. El alemán Radke, en cambio, sostiene categóricamente que la extremidad oriental de la vía está en Aquae Sextiae (Aix en Provence), basándose en que Forum Domiti (Montbazin), igual que otros muchos, foros itálicos que tomaron su nombre del constructor de una vía, está exactamente a la mitad de la vía, equidistante de sus dos extremos: 111 millas a los Pirineos y otras 111 a Aix en Provence. Lo cierlo es que la ruta de los Vasos Apolinares se aleja de la costa después del Ródano para cruzar los Alpes por Montgenévre, entre Brigantio (Briangon) y Taurinis (Turín).

5. 10. Colofón

y 1854 millas, es decir unos 2780 km como que promedio máximo, a un de 25 km diarios supondrían.unos 111 días de marcha. Añadiendo unos 10 días intermedios de descanso llegaríamos a los cuatro meses. ¿Es sensato pensar en animar a peregrinos del tercer milenio en qLle estamos entrando a realizar esta proeza? La distancia total de Cádiz a Roma oscila entre 1833

El esfuerzo físico sería importante, pero no

impensable. Cabría además imaginar fórmulas más

accesibles: peregrinación en bicicleta, o fragmentación del itinerario en dos o tres paftes que se harían en años sucesivos en estaciones propicias (primavera u otoño). Si se lograse una cierta infraestructura de apoyo (señalización de caminos rurales con escaso o nulo tráfico rodado, albergues, puntos de información y auxilio a los caminantes, campaña de promoción difundiendo reproducciones de los vasos en su tamaño original o en forma de columnas emplazadas en las ciudades del recorrido, etc.), ¿qué faltaría para dar vida a la ruta propuesta? Faltaría la motivación. Imposible poner en marcha un proyecto de esta magnitud sin una motivación

fuerte. Ahí le duele. No podemos eludir la pregunta: ¿Tiene Roma para el ciudadano de nuestros días, incluso para el cristiano de nuestros días, fuerza suficiente de atracción para motivar una caminata de cuatro meses?

Ciertamente, Roma recibe innumerables peregrinos y turistas. Sin duda muchos, muchísimos, de los que allí acuden 1o hacen movidos por un tipo de religiosidad que podemos llamar tradicional. A otros les atrae la significación cultural e histórica de la urbe, y es de suponer que otros desean encontrar en ella simplemente las oporlunidades de diversión que ofrece toda gran metrópoli. No es probable que ninguno cle estos tipos de visitantes encuentre sugerente el dilatado acercamiento a pie a Ia ciudad eterna. Pero en la España de hoy, en la Europa de hoy -y seguramente más lejos-, estoy seguro de que existen hombres y mujeres que, incluso sin reconocerse cristianos, son sensibles a los valores culturales y religiosos y que, precisamente por eso, abrigan respecto a Roma complejos sentimientos de amor y aversión (no quiero decir odio), de atracción y rechazo, de fidelidad y rebeldía. A ellos quisiera dirigirme. Son -somos* los que habiendo sido educados en la ortodoxia católica y sin desear una ruptura abierta con la que sigue siendo nuestra iglesia, no podemos comulgar ya con ciertas ruedas de rnolino. Son -somos- los que habíamos vibrado ilusionadamente ante la irrupción del viento del Espíritu en el Concilio Vaticano II, y nos sentimos defraudados ahora por la involución dogmática, disciplinaria, intelectualy ética de la jerarquía eclesiástica. Son -sonros- los que, aun reconociendo y admirando en el papa polaco rasgos de valentía e impulsos de modernidad, lamentamos que, emulando al Gran Inquisidor de la famosa parábola de Dostoyevsky, se empeñe en suplantar nuestra conciencia de cristianos adultos. No teman ustedes que me embarque ahora en teologías. No es este el lugar, de acuerdo. Sólo he querido preparar un colofón en el que, como dije al principio, no tendré reparo en amalgamar la arqueología con las inquietudes espirituales de los ciudadanos de nuestro tiempo. Esta capacidad de amalgama, sazonada con ciefto humor, es a mijuicio una de las características del espíritu humanista que trato de cultivar. He aquí pues mi colofón: Me gustaría que alguien, persona o grupo, peregrinara de Cádiz a Roma por la histórica ruta bimilenaria para llevar al papa de Roma la petición de que, hablando ex cathedra con toda solemnidad, definiera el dogma de que el papa es falible. Les dejo a ustedes barruntar las insondables perspectivas que tal declaración abriría en la vida de la Iglesia y de las iglesias, en el movimiento ecuménico, en las relaciones entre ciencia y fe, entre religión y secularidad, y no menos en las vidas íntimas de no pocas personas hoy atormentadas por mandamientos humanos que sus conciencias se resisten a admitir. 3tt


6 Elogio y reproche a Eduardo Saavedra Ponencia presentada en el V Seminari "L'Enginyeria Civil a l'Época Romana", Col'legi d'Enginyers de Camins, Canals i Ports, Tarragona22-24 de noviembre de 2002

6.1. Introducción Eduardo Saavedra fue ingeniero de caminos, historiador, arqueólogo, geógrafo, buen latinista, arabista Yo no soy ingeniero de nada, ni soy historiador ni arqueólogo ni geógrafo, y mis conocimientos de latín son rudimentarios. ¿Qué pinto, pues, aquí? ¿Por qué se me ha dado esta oportunidad de encararme desde una tribuna pública con tan ilustre sabio? Trataré de explicarlo, pero quizá conviene definir desde el principio con una palabra el que yo creo que ha sido mi papel en el estudio de la red viaria del Imperio Romano. Ni destaco como rastreador exitoso de vestigios de calzada sobre el terretto, ni mucho menos soy un especialista en las técnicas de construcción de caminos romanos. Yo diría que mi contribución es la de descifrador de itinerarios. Para que haya un descifrador tiene que haber una "cifra", es decir un documento escrito en el que cieftos signos convencionales sólo pueden entenderse si se conoce la "clave" (o las claves). En nuestro "uro, tal documento es el famoso Itinerario de Antonino. Básicamente, lo que voy a sostener aquí es que Eduardo Saavedra, que dio un extraordinario impulso a los estudios de caminería romana y cuyos méritos sería superfluo que yo tratara de ensalzar, no llegó a captar varias claves del Itinerario de Antonino,y trazó por ello un mapa de la red viaria hispanorromana con errores de bulto, errores a los que su magisterio ha dádo larga vida. En efecto, en las obras generales de historia, y en no pocas obras dedicadas a la caminería romana, los mapas de vías romanas se copian unos a otros, perpetuando en el papel vías que nunca han existido u omitiendo otras que merecen figurar entre las más impoftantes.

y

bastantes cosas más.

6.2. El

ooMapa

Itinerario"

de Eduardo Saavedra (Mapa

l)

Saavedra se enfrentó con el Itinerario de Antonino primero en su celebradísima Descripción cle la vía romana entre Uxatna y Augustobriga (1861), y un año después en su no menos imporlante Discurso de ingreso en la Academia de la Historia. Además de la labor pionera de emprender por primera vez un estudio geográfico y arqueológico, milla a milla, de un tramo viario relativamente largo, tuvo el valor de acometer la empresa de frazar un mapa general de las vías en las provincias hispánicas del Imperio, proponiendo ubicaciones para todas y cada una de las mansiones del Itinerario. Su mérito es unánimemente reconocido en ambos esfuerzos.

Pero Saavedra tropezó desde el principio con la terca evidencia de que la realidad geográfica y arqueológica que él conocía no siempre se dejaba encuadrar y medir con las distancias miliarias consignadas en el Itinerario. Optó entonces por aceptar o rechazar tales distancias según le conviniera, suponiendo innumerables errores en la transmisión del documento romano a manos de los copistas medievales. Es más, no tuvo reparo en alterar ocasionalmente el orden de las mansiones ni en sacar una mansión de una ruta para ponerla en un ramal imaginado por é1. Lamentablemente, esta ligereza de interpretación también creó escuela, y ese es mi reproche. En Saavedra tienen su origen supuestas vías romanas a las que todavía se aferran muchos estudiosos, como:

. esa vía de Emerita a Caesctraugusta que pasa por Toletum, por una Titulcia (antes Bayona de Tajuña) a la que se dio ese Irombre por RealDecreto en 1814 y donde casinadie cree ya qr-re pudo estar la romana Titultia, y discurre después por los escabrosos y a menudo angostos valles del Henares y del

Jalón:

. esa vía que alrnque se titule per Lusítaniam sale de Mérida para abandonar de inmediato absurdamente las tierras lusitanas y da un rodeo que sus cifras miliarias no justifican para llegar a Titulcia desde el sureste: 39


. esa otra vía con millas claramente insuficientes para cubrir la distancia de Laminium a Zaragoza, lo que se trata de remediar suponiendo varias mansiones omitidas (una de ellas, según Saavedra, nada menos que Valencia); . una vía ceñida a la costa andaluza que por razones geográficas sólo sería posible, en la mayor parte de su trazado, con las posibilidades modernas de grandes movimientos de tierras, túneles y viaductos.

6.3. Las claves

de interpretación

Mi pretensión es que la mayoría de estas y otras dificultades con que se tropieza altratar dedibujar en un mapa las rutas antoninianas pueden resolverse teniendo en cuenta algunas claves de interpretación del Itinerario. 6.3.1. Los casos gramaticales

La primera de las claves, por supuesto, es la ya bastante conocida "teoría de los empalmes" o "interpretación gramatical del I.A." Recordemos de qué se trata. [Se suprimen aquí, para evitar repeticiones, cinco párrafos idénticos a los de la sección 4.5.2 de este cuadernol 6.3.2.

La distinción enfre

vías

y rutas

Otra clave es la superación de la idea tácita o expresamente asumida por muchos del Itinerario de Antonino colno una "guía de caminos". [Se suprimen aquí, para evitar repeticiones, cinco párrafos idénticos a los de la sección

6.3.3. Los límites

de

1. 5.

I de este cuadernoJ

jurisdicción como puntos de purtida o llegada

Una tercera clave consiste en tener en cuenta el papel de los límites de provincia, de convento jurídico o incluso de.iurisdicción de una ciudad. [Se suprimen aquí, para evifar repeticiones, dos páruafos idénticos a los de la sección 1.5.3 de este cuaderno] 6.3.4.

Millas, estadios y leguas

[Se suprime aquí, para evitar repeticiones, un párrafo idéntico 6.

al

de la sección 1.5.1 de este cuadernoJ

4. Nueva visión de las rutas antoninianas (Mapa 2)

A partir de las claves enunciadas y en el estado actual de las investigaciones, se llega a una visión de las rutas antoninianas hispánicas que muestra un conjunto claramente aleatorio e incompleto. Hay rutas que discurren por caminos muy secundarios, mientras se silencias vías de gran importancia. Señalemos algunas de las diferencias más notables con el mapa de Saavedra:

o En Gal icia, la ruta llamada per loca maritima ya no arranea de Braga, ni del río Limia, sino del límite del convento jurídico bracarense en un punto donde se explotaban ricas minas de estaño. o En tierras del Duero, la vía que citaJllumantia(m) (en acusativo, aunque la "m" se perdió en algunos códices) cruzaba el Duero por Soria como se ha dicho, y aunque se acercaba a uxama(m) y Clunia(m) bastante más de 1o que supuse en mis primeras interpretaciones de esta ruta, sigo creyendo que estos dos acusativos también son significativos.. o En la Tarraconense, son dos y no una sola las rutas entre Cesaraugustay Tarraco; mientras una cita Osca en ablativo, otra lo hace en acusativo, lo que significa que la mansio correspondiente

estaba apartada de la ciudad. . Hay varios casos de quiebros o rodeos en que las rutas se apafian momentáneamente de una vía principal dando un rodeo cuya explicación es con toda probabilidad el cobro del impuesto de la annona en un lugar apartado donde había un núcleo importante de contribuyentes: así lavíaatlánticaal norte de Tudae, [a que después se llamaría "Ruta de la Plata" cuando tuerce en busca de las rninas de Riotinto, o la de Valentia aCarÍhago Spartaria cuando se aparta sorprendentemente del trayecto más directo. 40


o La nJfa "per Lusitaniam" ya no discurre paralelamente al Guadiana, slno por el valle del Tiétar, que peftenecía en verdad a la Lusitania. 6.

5. La red viaria básica (Mapa

3)

Desde tiempos de Saavedra se han realizado multitud de investigaciones que sobre el trazado de las vías romanas en las diversas provincias y regiones de la Península Ibérica. La dispersión de tales investigaciones ha hecho que se sienta la necesidad de recopilarlas y coordinarlas de alguna rlanera, y esto es en ciefta medida lo que está intentando hacer el boletín El Miliario Extravagante. En su sitio web (http://webj et.eslgzlarias) puede verse el "Mapa-Indice de vías romanas y caminos milenarios de Hispania", periódicamente actualizado. El rnapa que acompaña a esta ponencia es sólo una selección de las vías que se consideran más importantes por su fur-rción comercial o militar. Se les han dado nombres en atención a circunstancias históricas o geográficas, pero sólo en dos casos ("Vía Augusta" y "Vía Nova") esos nombres son de época romana.

No me detendré en comentar cada una de estas vías, pero sí quiero insistir en un llallazgo de las modernas investigaciones que me parece fundamental: el hecho de que la firndación de Madrid conto castillo Íloro, su desarrollo ulterior como lugar estratégico disputado por ejércitos reconquistadores y musulmanes y su adopción por Felipe II como capital de sus reinos, se expliquen por su ubicación en eI cruce de dos vías romanas de primer orden. Ya hemos visto que la Calle de Alcalá, prolongada por un lado en Ia carretera antigua de Aragón y por otro lado en la Calle Mayor y la carretera de Extrernadura, es heredera de la vía rorrana de Mérida a Zaragoza. Digarnos algo de la otra vía rolnana madrileña, tampoco sospechada por Saavedra. La llamo "Vía del Esparto" por originarse en Caftagena, denominada en tiempos romanos Karthagine Spartaria; por pasar por medio del Campus Spartarius, es decir las tierras productoras de espafio de las actuales provincias de Murcia y Albacete; y por confundirse al llegar a Madrid con la Calle de Atocha (atocha : planta de la que procede el esparto; véase cualquier diccioliario). Estos y otros datos revelan que esta vía, bien atestiguada en La Mancha cuando no se le ha superpuesto una carretera, fue en tiempos antiguos

y modernos la arteria principal para el comercio del espafto, sea para expoftarlo a Roma desde

Cartagena, sea para llevarlo a la Calle de Esparleros del Madrid medieval y moderno pasando por la Calle de Atocha. Pero los recuerdos de la vía continúan, tras atravesar en diagonallaPlaza Mayor madrileña, por la Calle de Santiago (otro nombre significativo), la vieja Carretera de Castilla en la Casa de Carnpo, Colmenarejo, El Escorial, con Salamanca como probable término. La irnpoftancia de esta vía se remonta no sólo a tiernpos romanos, sino que nos liabla de episodios históricos anteriores a ellos. En efecto, puede deducirse qtte este fue el camirlo seguido por Aníbal en el regreso de su expedición militar contra Helmantica (Salamanca) en 220 a.C. Y si en ese tiernpo estuviera ya marcado el camino de alguna rnanera (aunque no pavimentado, por supuesto), y no parece pensable que los caftagineses tuvieran tiempo de organizarlo o señalizarlo, puede deducirse un origen todavía más antiguo. Mi opinión personal es que fueron comerciantes griegos, dos o tres generaciones antes que Aníbal, quienes abrieron este camino comercial desde las costas mediterráneas en busca del estaño del noroeste de la Península, tratando así de burlar el bloqueo marítimo del Estrecho de Gibraltar impuesto por los caftagineses. 6.

6. Una reflexión sobre la más antigua vía hispanorromana

Este seminario en Tarragona puede ser el foro adecuado para insistir en otra "clave" que puede aclarar un punto oscuro de la primera vía republicana de penetración romana, la que más tarde se llamaría Vía Augusta, pero que en tiempo de los Escipiones naturalmente no pudo llamarse así. En 1965 se encontró en el término de Ametlla de Mar (Tarragona) un tosco paralelepípedo de piedra colt una cara pulida con Llna inscripción clara de letra elegante que constaba de una sola cifra: CLXXII. Todos los autores concuerdan en dictaminar que se trata del rniliario más antiguo hallado en Hispania. Pero la cifra plantea un problema, pues no es posible llegarcon 172 millas alColl de Panissars, donde se han hallado los restos de los Trofeos de Pompeyo que marcan la entrada de Ia Vía Augusta en Hispania, y por donde se supone que entraba también su predecesora republicana. La solución es sencilla, y hasta diría que es raro que haya tardado en errcontrarse. Se ha olvidado que la primera penetración romana en Hispania no arrancó desde los Pirineos (la Galia aún no era romana) sino de Ampurias, donde desembarcó el ejército de Cneo Escipión en 218 a.C.,y donde desembarcarían todos los

4t


ejércitos romanos sucesivos antes de 121 a.C. (fecha en que la Narbonense pasa a ser romana). O sea que durante un siglo al menos el caput (o "milla 0", por decirlo así) de la primera vía romana en Hispania r-ro pudo ser otro que Ampurias. Y un siglo da de sí sobradamente para que se construya una importante vía de penetración jalonada con rniliarios. Y entre Ampurias y Ametlla de Mar sí que se miden bien las 112 mlllas. Esta primera vía que yo llamo emporitana no pasaría por Gerona, sino probablemente por las proximidades de La Bisbal, y su coincidencia con la ulterior Vía Augusta tendría lugar cerca de Caldes de Malavella.52

6.7. Mi relación con Saavedra No, yo no he tenido en este mundo relación alguna personal con Eduardo Saavedra, fallecido 14 años antes de que yo naciera. Pero, para aclarar mi posición de elogio y reproche, creo que es oportuno recordar aquí un intermedio fantaseado que intercalé en uno de mis estudios en que trafaba de rastrear los pasos del ilustre tarraconense (ME 20, págs. 1l-12). Es un diálogo imaginario que dice así: Señor Arias... Señor Arias... - ¿Qué? ¿Quién es? ¿Qué pasa? - Soy yo, Eduardo Saavedra.. No se sobresalte, por favor. No pasa nada extraordinario. Sencillamente, se ha quedado usted dormido sobre sus map(ts y sus papeles, y eso mefacilita el entrar en comunicación. con usted. No he querido desaprovechar la oportunidctd. - Es muy amable. Me deja confuso... - Quisiera decirle que aprecio la ecuanimidad con que juzga ahora mi trabajo. lVo siempre ha sido así; tengo muy presente que hace años dijo haber perdido el respefo a mi autoridad, y me acusó de poner en rui labor cientffica de un B0 a un 90 por ciento de fantasía. Pero no le guardo rencor. - Bueno, verá. Comprenderá que yo... - Desde aquí se comprende todo, no se preocupe. Estoy seguro de que ahora yacilaría en llamarme fantasioso, aunque de seguro me fiene por imaginativo. - Eso, eso. Sin una prudente dosis de imaginación, nuestros estudios no pueden ayanzar. - Y ahora reconoce usted que mi imaginación me permitió acertar en 19 de las 23 millas que componen la etapa Augustóbriga-Numantiam. O sea que el porcentaje de acierto es el 82,6%. -Si lo pone así... Pero se trata sólo de una etapa, y además no puede dejarse de lado el dato fundamental de que para usfed el exÍremo de la etapa era Numantia, y yo creo haber dejado claro que es Numant iom-empalnte. - Cierto, yo no supe adivinar eso de los acusativos y los empalmes. En cambio, no me negará el acierto que fue asignar el numeral WI a la piedra miliaria hallada en su sitio frente a Calderuela, lo cual nos daba un valor fijo para la milla, tema éste que como usted sabe estaba muy mal planteado en mi época. Se lo digo porque me da la impresión de que iba usted a pasar en silencio este importantísimo asunfo. - No, si ya iba a decir algo. Pero, ya que usted ha sacado el tema, quizá pueda ayudarme a disipar

-

una duda. Usted halló que desde la entrada de Augustóbriga hasta la miliaria en cuestión había 21 kilómetros, y dedujo que éstos "no pueden repartirse sino en diez y seis millas de kilóntetro y medio, si se atiende o que repartidas en más o en menos partes, el resultado se separaría con mucho exceso de las diferentes equivalencias dadas para la medida itineraria que se trafa de rtjar" (pá5. a de su obra). Pues bien, yo mido la misma distancia en los mapas del Instituto Geográfico y hallo 24,5 km, que divididos entre 16 arrojarían para la milla unvalor de 1.531 metros. ¿ltlo le parece que esfa cifra está mucho más cerca de la llamada milla olímpica de 1.538 metros? ¿Y no sería la aproximación mucho mayor si en lugar de contar "desde la entrada" de Augustóbriga lo hiciésemos desde su centro? - Querido señor Arias, olvida usted que en las leyes de comunicación entre espírifus de nuestros dos mundos no entra la posibilidad de que nosotros los de este lado les resolvamos los problemas a los que todavía están ahí. Naturalmente que yo sé la respuesta a sus preguntas, pero no se la. puedo decir. Vamos, despierte y siga trabajando.

"

Más datos sobre la VÍa Emporitana pueden verse en ME 45,9 ss.

42


Transcripción del texto de los Vasos Apolinares y rutas equivalentes en el Itinerario de Antonino Vaso

1

ITINERARIVM A GADES

ROI\/AM

Vaso 2 AB GADES VSOUE ROMA ITINERARE

Vaso 3 ITINERARE,A.GADES, VSO.ROMA

Vaso 4 AGADIBVS ROMA

It. deAntonino

-

A7

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I

I I I I

XXIIII

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HASTA VGIA ORIPPO

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HASTA VGIA ORIPPO HISPALIM

I I I I

I

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XVII

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XIX

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X XVIII

XXIIII XIX XX

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XXII

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XX XVI XXIIII XXII XXIIII XXVII

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XXXVII

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XXV

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XVI

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XX

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X

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XV

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I VCTENSE I ADNOVOLAS

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SVBSALTV TARRACONE ATARRACONENARBONE PALFVRIANA ANTESTIANA ADFINES ABRAGONE

XXVII

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XX

DERTOSA

XVI

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INPYRAENEVIV

XVI

INPYRENEO

XVI

INPYRENAEO

XV XVI XXV

XII

PRAETORIO SAETERRAS AQVISVOCONIS GERVNDA

XVII XV XV

RVSCINONEM

XXV

RVSCINONE

VI

RVSCINNE COMBVSTA

XXV

COMBVSTA

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COIVBVTA

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XXXII

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xxxil

NARBONE

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XVI

BAETERRAS CESSERONE

XVI

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XX

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I

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I ABHISPALICORDYBAE I cnRvorur

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XXXII

XV

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XVI

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XXIIII

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OBVCLA ASTIGI ADARAS

XX

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ADNOVLAS

CARIVONE

xil

xxilil

XXIIII

I I

ltem a Gadis Corduba

Ad Pontem Portu Gaditano

A2: t._ I

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urres

I

Strtrr. I Sr.ron., I Valentia I Saguntum I Sebelaci I Ad

lldum Intibili Dertosa Traia Capita Oleastrum Tenacone

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xxil Xxllll Xxllll XXVII

XVll XXIlil XXI

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XVII

XX

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XX

XVI

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x

IVNCARIA

xil

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XVI

XIII

XVII

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XVII

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Seterras

XV

XV

Aquis Voconis

XV

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Cinniana luncaria

Xxllll XV

Summo Pyreneo XVI Ad Centuriones V

Ruscione Combusta

RVSCINONE

XXV

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VI

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Narbone

XX

XVI

NARBONE ANARBONETAVRINOS BAETERRAS

XVI

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XIII

CESSIRONE

xil

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X

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XVIII

tt

XXX|I

XX Vl

Vicensimum Xllll

Cesserone Foro

Domiti

Xll XVl,l

NOTA: Se presenta en este cuadro la ruta en su pafte hispánica y la Vía Domicia hasta Foro Domiti, lo que equivale a casi

dos

columnas de las cuatro que tiene el texto de los vasos. En cursiva y negrita, las principales cifras discrepantes. aunque no por ello necesariamente erróneas.

43


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