El Nuevo Miliario, nº 10 (julo 2010)

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El Nuevo Miliario Boletín sobre Vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica Número 10. Julio de 2010 — 12 €

LA CAÑADA REAL DE LA PLATA EN EXTREMADURA PATROCINA


El Nuevo Miliario Número 10, junio de 2010

SUMARIO — Editorial: Aviso para caminantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 — La excavación de la Calzada Antigua de la Vereda Real de Almansa (Enguera, Valencia), por Jesús Rodríguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 — Argantonio, por Pedro Alegre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 — Dolmen de Sos del Rey Católico, por Mariano Zarzuelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 — La Cañada Real de la Plata y la Calzada Romana de la Plata, por Juan Gil Montes y Santiago Bayón . . . . . . . . 29 — El Camino Real de Granada a Cuenca: ¿un itinerario romano entre la Celtiberia y la Oretania, por La Mancha y el Campo de Montiel? (II). Recapitulación, por Ángel Plaza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 — Revisando un Iter: la calzada Emerita – Corduba a su paso por Bélmez (Córdoba), por Adolfo Moreno y Pablo Guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 — Algunas noticias de La Palomera de Ávila (Segunda parte), por Jesús Rodríguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 — Lo que se dice. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 — Noticias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 — Novedades bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 — Boletín de suscripción y normas para la publicación de originales

El Nuevo Miliario Consejo de redacción: Carlos Caballero, Santiago Palomero, Guillermo Sven Reher Colaboradores de este número: Pedro Alegre, Santiago Bayón, José Luis García Grinda, Juan Gil Montes, Pablo Guerra, Jesús Joaquín López Moreno, Adolfo Moreno, Pedro A. Peña, Ángel Plaza, Jesús Rodríguez Morales, Mariano Zarzuelo Fotos de portada: Portada: Fuente abrevadero en Villarín de Riello, León (levantamiento planimétrico: José Luis García Grinda); Contraportada: mojón conmemorativo del comienzo de la construcción de los caminos vecinales segovianos, en Muñoveros, Segovia (foto: C. Caballero). Contacto: Carlos Caballero; c/. María de Guzmán, 49 – 5º C; 28003 MADRID. Guillermo Sven Reher Díez; c/. Jordán, 23 5º Dcha; 28010 MADRID; tel. 658159256 Correo-e: elnuevomiliario@gmail.com Diseño: Dimas García Moreno, Piamonte 16-3º 2 B, Madrid. dimasdi@telefonica.net Imprime: Cyan, proyectos y producciones editoriales. c/. Fuencarral, 70. Madrid Patrocina: Fundación Juanelo Turriano. Depósito Legal: M-51.322-2005 ISSN: 1885-9534 El Nuevo Miliario no comparte necesariamente las opiniones vertidas por sus colaboradores, que son únicamente responsabilidad de los firmantes de los trabajos.


EDITORIAL «Aviso para caminantes...»

Todos queremos que el camino del «Nuevo Miliario» sea largo,pero también peregrino, lleno de aventuras, extravagante. Eso es lo que le pedimos los miliarios al viaje, que llene de sentido la vida de los que pasan a nuestro lado. Bien es verdad que no siempre salen las cosas de color de rosa y que también hay peligros que acechan a los navegantes, y la violencia de los bandoleros o la furia de la naturaleza también son compañeras no deseadas. Pero eso forma parte del espectáculo y los miliarios somos amigos de todos: De ladrones y policías; de gitanos y payos; de musulmanes y cristianos, de judíos; de ermitaños y prostitutas ; de guerreros y sacerdotes; de hechiceros y brujas; de pastores y agricultores; de pícaros y vagamundos. Mucho hemos visto y oído en nuestros dos mil años de existencia. Todavía hay un tramo de la vía que une Ercávica con Segóbriga a su paso por Carrascosa y Loranca del Campo que es conocida por dos curiosos nombres «Senda Latronera» y «Senda Civilera» porque lo uno iba con lo otro. En realidad, como todos los caminos, ese después de Segóbriga iba a Cartagena y por fin a Roma. Pero si hay algo que llevamos mal los miliarios, comprensivos con todo lo humano, es el mal rollo, la crispación, la falta de entendimiento y de eso tenemos últimamente demasiado en todos los terrenos. Ni siquiera hace falta llegar a la política porque entre nosotros mismos, los humildes y se supone que pacíficos lectores del Nuevo Miliario, el «Mili» como le llama con cariño un lector, hemos tenido

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episodios que preferiríamos no hubiesen sucedido. Si va un camino por un lado o por otro, si una mansio está aquí o allá, si hay dos o tres trazados posibles para una misma vía, si los arqueólogos, si los ingenieros, si los geólogos, si el SIG, si el GPS, si son medievales o modernos, si antiguos, si son mediopensionistas... Un poco de calma. Este país necesita que caminemos juntos, en buena armonía aunque con opiniones y modos diversos. Alguien debe pensar en la aventura de hacernos creer que esto es posible, sin trampas, sin querer ganar a costa del mal del otro, sin insultos, sin odio, sin violencia ni verbal ni física. Los miliarios hemos conocido tiempos mejores y peores, incluso algunos muy malos, guerras, hambrunas; pero la verdad es que nuestra pétrea memoria selectiva recuerda mas tiempos positivos que negativos; necesitamos espacios abiertos, lugares de reflexión,claros en los bosques de problemas que padecemos. Y lo necesita tanto el mundo que pensamos que esta revista debe ser uno de esos oasis; ya sabemos que no es el único sitio porque hay más, pero nosotros hoy reivindicamos este espacio ganado a pulso por los jóvenes editores que en realidad dirigen esta revista con tanto mérito y acierto. Lo que hacen en sus escasos ratos libres, ha conseguido situarnos a los miliarios en una página web y en el ciberespacio con su creativo blog y francamente nos hacen muy felices y no queremos perderlos por la falta de humildad y mediocridad que, aveces, reina a nuestro alrededor.

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Pero hay más sitios especiales como éste, por ejemplo los Museos y en particular uno de ellos, el Museo de la Inocencia. Este es el título del último libro de Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura, al que no consideran Profeta en su tierra desgraciadamente. Es un libro, pero es un museo; es una pasión rayana en la obsesión, pero es amor; es un sentimiento perpetuo de melancolía por una Istambul dividida pero también una esperanza de futuro, como la paz entre Israel y Palestina. Kemal, que así se llama el protagonista se enamora perdidamente, como en los cuentos iluminados orientales de Füsun y colecciona todos los objetos que ella ha tocado: Una caja de cerillas, una servilleta, un cenicero, unos pendientes, un pañuelo de algodón con florecitas, un cigarillo apagado por sus manos,, una caja de lata con cromos de artistas; un perro de cerámica colocado sobre el pañito encima de la televisión, una linterna de acomodador, su taza de té, postales del hotel Hilton de Estambul, una botella de gaseosa Brisa; una columna de un periodista del corazón que habla de su pasión, el reloj en el que veía que ella no llegaba,, un anuncio del analgésico Paradison que tomaba para curar su melancolía, una cesta de merienda, el botón de un timbre de pájaros, una regla de madera de marca nacional de 30 cm que se usaba en el bachillerato; un plano de Nisantsi, el barrio en que vivía, menús y vasos de los clubs nocturnos en donde bebía para olvidar su pena, una pajarita y una pipa, las cartas que le escribió; un trozo del papel pintado de su habitación, el picaporte de la puerta que ella había tocado 18 años y el tirador de porcelana de la cadena de su retrete; un brazo de su muñeca, una canica y varias horquillas; las húmedas y resquebrajadas piedras del jardín de atrás con sus caracolas encima, una ficha telefónica troquelada de los años 70, unas llaves del hotel en que vivía; un logotipo de Limón Films, la empresa que creó para que ella fuese actriz, su lápiz de labios, la pequeña cuchara de hojalata que Füsun se llevó a la boca en un restaurante de Aleko; las entradas de las 50 películas que vio con ella y la propia entrada única para el Museo que se puede visitar en Estambul. Del mismo modo, con la misma voluntad, nosotros presentamos hoy nuestro «Nuevo Miliario de la Inocencia» con pequeñas cosas que nos apasionan, desde un artículo sobre Argantonio en el que se repasan las fuentes antiguas, hasta un recorrido por la Vereda Real de Almansa, ese curioso lugar en medio de la Mancha que está ahí precisamente porque los árabes le pusieron ese nombre «Al Mansaf» osea «En la mitad del camino». A veces sucede que uno busca caminos romanos y se encuentra un dolmen, le pasó a nuestro colaborador Mariano Zarzuelo y nos lo cuenta. Santiago Bayón y Juan Gil nos adentran en algo muy bien conocido por ellos, la Cañada Real y Calzada de la Plata y nos lleva de

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fuente a abrevadero y de las ventas a pozos como de ermitas a palacios de esquileo con la soltura de un cabrero de toda la vida y por eso es merecida portada de nuestra revista; Ángel Plaza, que a poco, debe ser primo del editor Antecessor de esta revista, un tal Palomero Plaza, tiene la soltura del apellido caminero para llevarnos nada menos que de Granada a Cuenca pasando por la Mancha Profunda y por yacimientos tan ignotos y desconocidos que solo D. Quijote y él parecen haberlos asendereado. Incluso el famoso por otras cosas que no han lugar aquí, pueblo de Bélmez, nos muestra la paz de la vía que unía Emérita con Córduba. Los Dimes y Diretes habituales, lo que dicen, lo que escuchamos, de lo que nos enteramos y colorín colorado este «Mili» se ha acabado. Que Abarán, JAFO y la Santa Caralampia nos protejan y guíen en nuestra aventura caminera. Pero cuiden a los editores jóvenes, que alguno de ellos se está empezando a aburrir y puede abandonar la «Comunidad del Anillo en dirección a la Comarca; pasa en algunas historias y esto es también un final feliz para el Héroe, pero, sin los editores jóvenes esta «Empresa no funcionaría...» Esto, como no podía ser de otra manera, sólo es un «aviso para caminantes...»

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LA EXCAVACIÓN DE LA CALZADA ANTIGUA DE LA VEREDA REAL DE ALMANSA (ENGUERA, VALENCIA)1

Jesús Rodríguez Morales (EMAT S.L.)

1.- PRECEDENTES 1.1.- El hallazgo de la calzada antigua de la Vereda Real de Almansa En julio de 2008, cuando estabamos realizando la visita de inspección de las obras del Parque Eólico «Salomón», que estaba construyendo Acciona Eólica de Levante, localizamos junto a la proyectada plataforma de uno de los aerogeneradores, dos alineaciones paralelas de piedras, que parecían formar los márgenes de una calzada antigua. Los restos aparecidos coincidían con el trazado de una importante cañada, la Vereda Real de Almansa, que une Almansa y Valencia, y que parecía corresponder, por su trazado, a una vía antigua. El tramo de calzada identificado se conservaba a lo largo de unos 500 m, con bordillos o muros de contención a los lados, delimitando un camino de entre 4 y 5 m de anchura, con caja tallada en la roca y —perfectamente visible en donde el camino estaba erosionado— una composición de varias capas, con piedra más grande abajo y rodadura de canto rodado o piedra machacada arriba.

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Días después continuamos la exploración, buscando el lugar en el que la calzada, amortizada en parte por el camino actual, bajaba una pronunciada cuesta que éste resolvía mediante una doble curva en fuerte pendiente. Al E del camino actual descubrimos, entre una espesísima vegetación, la plataforma artificial de una calzada que, tras un recorrido de unos 300 m, acababa cortada por aquel. Se presentaba un problema urgente, ya que la calzada ya había sido marcada por los topógrafos para utilizar su recorrido —que era el mejor trazado posible— para el nuevo tramo del camino proyectado de acceso al parque, que amortizaba la doble curva, imposible de utilizar para los transportes pesados.

Trazado de la Vereda Real de Almansa-Vereda de la Carretera

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La calzada, en su tramo N (indicada con triángulos), bajando al E del camino actual

Lo primero que hicimos fue avisar al técnico de patrimonio de la Comunidad de Valencia —José Luís de Madaria— de los hallazgos, balizar convenientemente los restos y comunicar a la dirección técnica del parque eólico que había que cambiar el trazado previsto del nuevo camino de subida, asegurándonos de que no afectara al tramo N de la calzada descubierta. Para preservar los restos se cambió también la ubicación de los aerogeneradores (AGs.) 10, 11 y 12, aproximándolos al camino moderno de la Vereda Real de Almansa, y sacándolos de encima de la calzada antigua (tramo central).

El 23 de julio visitó el parque el Técnico de Arqueología de Valencia. Sus prescripciones fueron: Tramo 1: Zona Sur, junto al AG 15. Excavación de la calzada, lo que se haría previamente a la excavación de la posición y plataforma del AG. Tramo 2: Zona central, entre los AGs. 13 y 10. Cambio de posición de los AGs. y tala y desbroce de la vegetación y limpieza de la calzada. Tramo 3: Tramo Norte, entre los AGs. 8 y 7. Tala y desbroce de la vegetación, limpieza y sondeo de la calzada. Después se procedería a la puesta en valor, con elaboración de unos carteles y la colocación de talanqueras.

Plano de trabajo. 1: Calzada antigua (tramo N) 2: Camino moderno. 3: Nuevo camino de acceso al Parque Eólico

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2.- HISTORIA DEL CAMINO ANTIGUO DE LA VEREDA REAL DE ALMANSA

En 1261, en la traducción al romance valenciano del texto latino de los «Furs» de Valencia, se dice:

En la época medieval la carretera de Almansa a Valencia no iba, como hoy en día, por el Puerto de Almansa, Moixent y Játiva, sino por lo alto de la Sierra de Enguera.

«… e ix a Xenarchas, e parteix terme ab Castella; e axi como ix a Xerelli e a la serra de la Rua e fenex a Cabriol, e al terme Garamoxén e a la Font de la Figuera…».

«No olvidemos que el camino de Castilla a Valencia partía desde la Puerta de la Villa en el barrio de Sugel hacia la heredad de este nombre o la Sierra de la Rúa, y llegaba a Enguera. Este camino quedó obsoleto a principios del siglo XVI y se fue desplazando paulatinamente hacia la derecha, esto es hacia el puerto de Almansa2.»

Garamoxén es el Castillo de Moixent y el límite entre Castilla y Valencia por este lado —la Sierra de la Rúa— iría desde el Cabriel hasta Font de la Higuera, dejando al E el término de Moixent, siendo por lo tanto la Sierra de la Rúa la que hoy llamamos Sierra de Ayora o Enguera. En la segunda mitad del s. XVIII, el topónimo todavía estaba en uso. En las Relaciones de Tomás López, el límite oriental del término de de Almansa iba por «…la tierra opuesta que llaman Gira Valencia5 parte términos con Ayora y Enguera, continuando la cordillera de montaña hasta la Sierra de la Rua, Varranco de los Escribanos y Puerto de Fuente de la Yguera6.» Por tanto, la Sierra de la Rúa podría situarse exactamente en el límite del término municipal de Almansa con los de Ayora y Enguera —los Altos de Salomón—, al N del Barranco de las Cañolas (o de los Escribanos) y del Puerto de Almansa, antes llamado de Fuente la Higuera. Es justo el lugar por el que pasa nuestra Vereda Real de Almansa a Valencia. Dicha vereda sale de Almansa, como veíamos, por el Barrio de Sugel, en dirección al Caserío de dicho nombre:

La antigüedad de este camino es mucha, puesto que a él parece aludir el topónimo, Sierra de la Rúa («Rua. El camino abierto y ancho por donde comodamente pueden viagear carros, coches y otras máchinas semejantes.»3), referido a la Sierra de Ayora o Enguera, que ya aparece con dicho nombre en documentos de mediados del s. XIII. El primer documento al que aludo es el Tratado de Almizra, firmado en 1244 por el infante Alfonso —futuro Alfonso X— de Castilla y el rey Jaime I de Aragón, en el que se marcaban los límites meridionales entre ambos reinos. «...Quod rex Jacobus predictus per se et suos succesores laudat, concedit atque deffinit predicto infanti domino Alfonso ex suis succesoribus in perpetuum castrum et villam de Alacant cum omnibus suis terminis, et Aquas cum omnibus suis terminis, et Busot cum omnibus suis terminis, secundum quod terra vadit et exit ad portum de Biar, et castrum et villam de Millena cum omnibu suis terminis et omnia alia que sunt ultra terminum de Biar sicut vadunt ad portum de Biar inter terminum de Biar et terminum de Millena et versus partem Murcie et Castelle, salvo utrique ipsorum termino suo ab integro, et omnia alia sicut vadunt inter terminum de Almiçran et de Bogarra salvo utrique ipsorum termino suo ab integro, et sicut vadunt versus principium serre de la Rua quod est super Ayora, prout aque vertunt de dicta Serra de la Rua ex parte Castelle et sicut dicta serra de la Rua est ubi cadit Cabriel in Xucarum.»4 La traducción de la parte que nos interesa dice así: «…y según van hacia el comienzo de la sierra de la Rúa, que está sobre Ayora siguiendo la divisoria de aguas de dicha sierra de la Rúa por la parte de Castilla y sigue la dicha Sierra de la Rúa hasta donde confluye el Cabriel con el Júcar.»

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«En el Cuaderno Particional de las Señoras Rodríguez de Paterna (Archivo de la Residencia de las Esclavas de María, de Almansa), se lee sobre las tierras de su propiedad en Sugel que unas están ‘en el Cerro Milladero7’… Se refiere a un bancal sito en la senda del callejón del Camino de Enguera en la significativa Sierra de la Rúa o Vía.8 » El primer mapa que recoge nuestro camino es un mapa militar de 18879. En él aparece un camino que va de Almansa a Chella y Bolbaite, que ha de ser nuestra Vereda, que por lo tanto, sería anterior en su construcción a la fecha de elaboración del mapa. En el MTN 1:50.000, 793, Almansa, 1936, el camino que se utilizaba era en gran medida el mismo actual; la calzada en su tramo S se encontraba ya abandonada, mientras que, sin embargo, la doble curva de bajada no existía y parece que se descendía todavía por el tramo N de la calzada que hemos identificado. Más hacia el E, y al N de Enguera, la Vereda Real de Almansa, que va marcando el límite entre los términos municipales de Enguera y Chella se llama

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El camino de Almansa a Chella, en el Mapa Militar Itinerario de EspaĂąa, 67, Alicante, 2, 1887

La Vereda Real de Almansa, en el M.T.N. 1: 50.000, Almansa, 1936

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La Vereda Real de Almansa, en el vuelo americano de 1957 y su interpretación en el M.T.N. 1: 25.000, 793 II actual. Los números indican los tres tramos excavados.

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La Vereda Real de Almansa- Vereda de la Carretera, en el M. T. N. 769, Navarrés, 1951

durante un tramo Vereda de la Carretera, lo que indica que lo fue antes de 1836, en que se creó la Asociación de Ganaderos del Reino. En conjunto su trazado y aspecto es el de una carretera mucho más directa de Almansa a Valencia, pasando por Bolbaite o Chella, yendo todo el tiempo por las cuerdas altas. Su técnica podría ser romana, pero tiene pendientes excesivas en algunos lugares, con lo que creo más bien que pueda ser obra medieval.

3.- EL ESTUDIO ARQUEOLÓGICO 3. 1. - Metodología de intervención Se han realizado tres intervenciones arqueológicas, en tres lugares distintos de la calzada: 1) Tramo 1 o S. Se ha excavado un tramo de unos 10 m. de calzada. 2) Tramo 2 o central. Se ha limpiado un tramo de 500 m. de calzada 3) Tramo 3 o N. Se ha limpiado y excavado un tramo de 150 m. de calzada. La excavación arqueológica se ha realizado, siguiendo el método Harris- Carandini, de niveles naturales, identificando las unidades estratigráficas y recogiendo los materiales que nos pudieran servir para fecharlas. Los trabajos los hemos realizado dos arqueólogos y dos peones, durante el mes de agosto. 3. 2.- Desarrollo de la excavación 3. 2. 1. Tramo 1 o Sur Antes de comenzar la excavación se advertía que el camino, situado al N del actual -que amortiza la mayor parte de la calzada antigua-, bajaba encajado, entre rocas cortadas. Piedras de gran tamaño y mucha vegetación lo ocupaban. Comenzamos la intervención con una máquina que procedió a retirar, con el cazo de limpieza, las piedras caídas, la vegetación y el nivel actual (que llamamos UE 0), que tapa la calzada.

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Después de excavarla distinguimos las siguientes U.E.s: D U. E. 0: 10 - 0 cm. Nivel actual, de tierra suelta, vegetación y piedras. Corresponde al periodo posterior al abandono del camino. D U. E. 1: 0 -10 cm. Nivel de naturaleza orgánica, de color marrón oscuro y textura algo suelta, con muchas piedras y multitud de plantas, romero, tomillo, enebros y alguna coscoja, bien enraizadas. D U. E. 2: -10 -20 cm. Capa de rodadura. Nivel terroso blanquecino, compuesto de finos apisonados. Materiales: Ha proporcionado los únicos materiales de la excavación: Dos fragmentos de galbo de cerámica a torno, de pasta amarilla-verdosa muy decantada, cocción oxidante. Forma: cerrada, posible jarra. Cronología: de tradición mudéjar-moderna. Corte superior de la calzada, hacia el N.

Comenzando la excavación con la retro provista de cazo de limpieza

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Las U.Es. de la excavaciรณn, hacia el O.

U.E. 3, con canto rodado en una matriz arenosa. Foto hacia el N

D U. E. 3: -20 -25 cm. Capa de regularizaciรณn. Nivel de matriz terrosa, de color blanquecino, con gran cantidad de cantos rodados y piedras de 5 a 10 cm de diรกmetro apisonadas. Es el nivel de regularizaciรณn de las cavidades de la U.E. 4. D U. E. 4: -25 Nivel de roca natural tallada a pico. Presenta escalones correspondientes a las distintas capas naturales que presenta la roca madre.

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Interpretación. En una zona en cuesta, la calzada ha sido tallada en la roca para regularizar al máximo la pendiente. Su anchura es de 4 m. LISTADO DE UNIDADES ESTRATIGRÁFICAS UE

Identificación

Anterior a:

Coetáneo a:

Posterior a:

0

Manto vegetal actual

1

Manto vegetal antiguo

0

2

Capa de rodadura

0, 1

3, 4

¿Ss. X- XVIII?

3

Capa de regularización

1

2, 4

¿Ss. X- XVIII?

4

Roca madre tallada

1, 2, 3

2, 3

¿Ss. X- XVIII?

0

Cronología Contemporáneo (ss. XIX- XX) Ss. XVII- XIX

LISTADO DE UNIDADES MATERIALES UE

Forma, grupo

Cronología

2

1. Fragmento de galbo de jarra

Mudéjar

2

2. Fragmento de galbo de jarra

Mudéjar

Observaciones

UEs de la calzada junto al AG 15

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Marcas

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Objeto

001

Clavo trapezoidal corto

002

Chincheta con chapa doblada

029

Fragmento de herradura

030

Clavo cuadrado

031

Cabeza de clavo trapezoidal

032

Clavo cuadrado

033

Clavito

034

Fragmento de herradura

035

Clavo trapezoidal

036

Cabeza de clavo

037

Clavo de herradura (cuadrado y doblado)

038

Idem

039

Idem

040

Idem

041

Clavo en T pequeñito

042

Clavo de herradura

043

Cabeza de clavo trapezoidal

042

Dos alambres

045

Clavo de herradura

046

Cabeza de clavo

048

Clavo trapezoidal

049

Idem

050

Clavo trapezoidal corto.

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Distribución de hallazgos metálicos en el tramo central (entre AG 11 y 13)

3. 3. 2. Tramo 2 o central Primero se procedió a la tala y desbroce de la abundante vegetación que cubría el camino. El 30 y 31 de noviembre limpiamos con la máquina, para dejar descubierto de la capa vegetal el camino. El 19 de diciembre realizamos una prospección geomagnética pasando un detector de metales para ver si podíamos encontrar algún material metálico que nos permitiera fechar la calzada. Los materiales que aparecieron fueron los de la tabla adjunta:10 Los materiales aparecidos se concentraban en las zonas bajas del tramo, de más pendiente, y eran todos de apariencia antigua, cosa normal ya que,

Trazado y pendientes del tramo central

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como sabemos por los mapas, este tramo de camino se abandonó antes de la Guerra Civil. Son clavos de herradura, de cabeza cuadrada y en T, la mayoría doblados hacia afuera en la punta, como se hace habitualmente para que no asomen del casco del caballo. Han aparecido sólo en la zona más septentrional, mucho más pendiente, y en donde la roca descarnada aparece en superficie. La longitud de este tramo de calzada es de L=332 m, y la diferencia de altura H=1015,5 m-993, 5 m=22 m. La pendiente media P=22/332.100=6,6% 3. 2. 3. Tramo 3 o Norte. La limpieza se efectuó a primeros de diciembre, para dejar descubierto de vegetación el camino, y posteriormente se procedió a retirar a mano todos los restos vegetales, descubriendo todo el bordillo lateral. El 19 de diciembre realizamos una prospección geomagnética pasando un detector de metales para ver si podíamos encontrar algún material metálico que nos permitiera fechar la calzada.

Distribución de hallazgos metálicos en el tramo N (entre AG 8 y 7)

Los materiales que aparecieron fueron los siguientes:11 Marcas

Objeto

003

Clavo de herradura

004

Fragmento de herradura

005

Clavo fino

006

Clavo

007

Clavo de herradura trapezoidal

008

Clavo de herradura

009

Idem

010

Clavo cuadrado

011

Clavo de herradura trapezoidal

012

Fragmento de hierro curvo (posible útil para cortar las pezuñas de los animales)

013

Clavo fino

014

Idem

015

Clavo trapezoidal

016

Tornillo

017

Clavo fino

018

Clavo trapezoidal

019

Clavo fino

020

Clavo trapezoidal

021

Clavo trapezoidal

022

Clavo muy mal conservado

023

Cabeza de clavo trapezoidal Fragmento de herradura (junto al muro) Fragmento de herradura (en tierra amarilla, posible capa de rodadura)

024 025

Trazado y pendientes del tramo N.

026

Clavo grande (junto a muro)

027

Media herradura bien conservada

028

Escarpia

Son materiales más modernos —también aparecen tornillos y escarpias— que en el otro tramo, como corresponde a un uso comprobado hasta los años 50. El número de piezas aparecido es mayor, para una longitud mucho menor, por su mayor pendiente12.

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Los datos de la zona N son: L= 128 m. H= 947- 928,3= 18,7 m. Pendiente 18,7/ 128 .100= 14,61% Anchura media: 3,9 m. Unidades estratigráficas D U. E. 0: 10 - 0 cm. Nivel actual, de tierra suelta, vegetación y piedras. Corresponde al periodo posterior al abandono del camino. Retirado. D U. E. 1: 0 -10 cm. Capa de rodadura. Nivel terroso blanquecino, compuesto de finos apisonados. Con alguna piedra suelta y raíces. D U. E. 2: 0 -25 cm. Bordillo de piedra de hasta tres filas colocadas a hueso y asentadas con la tierra que se ha introducido entre ellas.

D U. E. 3: -10 -35 cm. Capa de relleno de tierra más orgánica y piedras de tamaño pequeño- mediano. D U. E. 4: -35 -45 cm. Capa de base. Arenas y arcillas marrones claros, con piedras pequeñas. D U. E. 5: -45 -55 cm. Capa de relleno de regularización. Nivel de matriz terrosa, de color blanquecino, con gran cantidad de cantos rodados y piedras de 5 a 10 cm. de diámetro apisonadas. Es el nivel de regularización de las cavidades de la U.E. 6. D U. E. 6: -55 Nivel de roca natural tallada a pico. Presenta escalones correspondientes a las distintas capas naturales que presenta la roca madre.

El muro de contención del tramo N, hacia el SE

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El tramo N, hacia el S

LISTADO DE UNIDADES ESTRATIGRÁFICAS UE

Identificación

0

Manto vegetal actual

1

Capa de rodadura

2

Anterior a:

Coetáneo a:

Posterior a:

Cronología Contemporáneo (ss. XIX-XX)

0

2, 3, 4, 5,6

¿Ss. X- XVIII?

Bordillo

2, 3, 4, 5,6

¿Ss. X- XVIII?

3

Capa de relleno

2, 3, 4, 5,6

¿Ss. X- XVIII?

4

Capa de base

2, 3, 4, 5,6

¿Ss. X- XVIII?

5

Capa de regularización

2, 3, 4, 5,6

¿Ss. X- XVIII?

6

Roca tallada

2, 3, 4, 5,6

¿Ss. X- XVIII?

UEs. del tramo N

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Foto aérea de la calzada antigua de la Vereda Real de Almansa. En negro: tramo conservado. En blanco: tramo amortizado por el camino actual. C: corte del camino. M: mojón antiguo

Corte en el camino actual. Arriba: capa de rodadura. En el medio: relleno de regularización. Abajo: roca madre.

Mojón antiguo, junto al borde del antiguo camino

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Interpretación En una zona en cuesta, la calzada ha sido tallada en la roca para regularizar al máximo la pendiente. Su anchura media es de 3,9 m. Se ha utilizado la roca sacada del lado de monte para rellenar y crear un escalón con un bordillo lateral, que sujeta todo el paquete de material.

rresponden bien con un tipo de clavos de cabeza troncopiramidal de base cuadrada, de los que hemos hallado un buen número. D 3) Clavos Son los hallazgos que podemos considerar más significativos. Tenemos varios tipos.

4.- ANÁLISIS DE LOS ELEMENTOS METÁLICOS Los caminos son estructuras difíciles de estudiar con el método arqueológico, ya que, por definición, se componen de distintas capas superpuestas, que al contrario de la mayor parte de los elementos que excavamos, son sincrónicas, depositadas a la vez. Además muchos de ellos se han utilizado sin interrupción, durante periodos muy largos de tiempo, y han sido sometidos a las reparaciones periódicas necesarias para su uso. Los objetos que se han depositado a lo largo del tiempo en ellos fueron perdidos por las personas que los utilizaron y los más corrientes son los relacionados con los animales de monta y tiro: herraduras, clavos de herradura, atalajes y con los vehículos que los han transitado. La mayoría de estos objetos son metálicos y se han conservado porque, de la capa de rodadura en la que se depositaron, han pasado al interior de la infraestructura, por su mayor peso y densidad. Una prospección electromagnética realizada sobre el camino, que identifique esos objetos, nos dará cuenta de todas las épocas en las que se utilizó, y los más antiguos de entre ellos fecharán ante quem, su fecha de construcción. Afortunadamente, y desde hace algunos años, disponemos de algunos repertorios de herraduras y clavos13, depositados en estratos fechados por la cerámica, que nos permiten dar una fecha aproximada a los hallazgos.

Clavos en T, de clavija de violín muy desgastados y 2 tachuelas, del tramo S.

a) Clavos en T. Aunque ninguno tiene exactamente el aspecto de los de este tipo, pensamos que varios de ellos pueden ser clavos en T muy desgastados.

4. 1. Materiales Hemos clasificado los elementos metálicos en varias categorías: D 1) Clavos, tornillos, escarpias, etc. Son los elementos más modernos, aparecidos, sobre todo, en el tramo N. D 2) Fragmentos de herraduras Hemos encontrado 6 fragmentos, de ellos sólo dos son significativos. Una, hallada en el tramo S, está en estado fragmentario, pero otra, aparecida en el tramo N, y conservada en su mitad podría corresponder a un tipo de herradura medieval. Ambas tienen agujeros cuadrados para los clavos, que co-

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Clavo, clavo en T muy desgastado y de clavija de violín, del tramo N

b) Clavos de clavija de violín Tenemos varios ejemplares que corresponderían a este tipo. De ellos uno —hallado en el tramo N (en la siguiente ilustración, el primero por la izquierda)— lo es con seguridad.

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Clavos de cabeza cuadrada, del tramo S

Posibles clavos de clavija de violín

Clavo de clavija de violín, hallado en el tramo N y el mismo tipo en el libro de Clark14

Clavos de cabeza cuadrada, del tramo N

c) Clavos de cabeza cuadrada. Son clavos de cabeza troncopiramidal, fabricados para encajarse bien en la herradura mediante un ojal cuadrado.

4. 2. Cronología de los materiales Los clavos de clavija de violín, como algunos de los que hemos identificado en la calzada, corresponden a los empleados en el tipo 2 de herradura de Clark, que es la predominante entre 1050 y 1250.

Cronología de los tipos de herradura. Clark, p. 92

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Herraduras y clavos procedentes de la batalla de las Navas de Tolosa y comparación con una herradura del tipo 2 de Clark.

Como la región entre Almansa y Valencia formó parte de los reinos de taifas musulmanes desde 1031 a 1243, los materiales metálicos nos darían una cronología como muy tarde islámica para la calzada. Ello se corroboraría con otros dos datos ya citados: D la denominación Sierra de la Rúa, de la carretera, para la Sierra de Ayora- Enguera, que aparece en 1244. D y la anchura de la calzada, en la parte excavada en la roca en la subida del tramo N, que está en torno a 3,9 m., que son 7 codos rassassíes, la medida oficial del califato15.

5.- CARTELERÍA Hemos elaborado un cartel, para la puesta en valor del camino, que se colocará al pie del tramo N.

Cartel para la puesta en valor de la calzada

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6.- CONCLUSIONES 12

Estamos ante un camino, posiblemente medieval, utilizado hasta la Guerra Civil. Por su técnica no parece ni romano ni posterior al XVIII, por lo que suponemos que se trata del citado en los textos como existente en el s. XIII, probablemente construido en época islámica. Su trazado, por las cuerdas altas y apreciablemente más corto que el que sigue el camino moderno que aparece recogido en el Villuga y sigue la autovía actual, por Fuente la Higuera y Moixent, es mejor para un uso militar y seguramente ha seguido siendo utilizado para el aprovechamiento ganadero y forestal, hasta hace no muchos años. La aplicación de la técnica de análisis de los materiales metálicos que hemos empleado, puede servir para dar cronología a caminos antiguos, en los que el simple examen de las técnicas constructivas a veces no es determinante.

NOTAS

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14 15

clavo cuadrado y rectangular de manera constante, excepto en los casos en los que se apreciaba claramente. Recordemos el topónimo Collado de Quebrantaherraduras, en puertos de mucha pendiente y difícil travesía. Todas las referencias sobre herraduras y clavos proceden de J. Clark, The medieval horse and its equipment, c. 1150- c. 1450, London, Boydell Press, 2004, y los tipos y datos cronológicos han sido obtenidos de excavaciones en la ciudad de Londres. Con datos españoles, fundamentalmente obtenidos de los hallazgos metálicos de la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) hemos comprobado que los mismos tipos de herraduras y clavos se utilizaban en la misma época en la Península. J. Clark, op. cit. p. 86 F. Franco Sánchez, «Notas sobre medidas de longitud en las fuentes árabes», El Miliario Extravagante, 75, Diciembre de 2000, pp,. 1- 6. «Según J. Valívé Bermejo, «El codo en la España musulmana», Al-Andalus, 41, 1976, pp. 8-9, en el Libro que aproxima y facilita al máximo el trabajo del aprendiz en el arte de medir superficies, tratado de agrimensura de Ibn al Yayyab, escrito entre 1281 y 1291, se dice que el codo rássassí fue introducido por AlRassas en España, y que su patrón estaba fijado en una columna de la Mezquita de Córdoba, con una longitud de 55,7727 cm.

1 Doy las gracias a José Luís Fernández Montoro (y a Ana), sin cuya ayuda desinteresada no se habría podido realizar el trabajo, así como al técnico de arqueología de Valencia, José Luís de Madaria, que impulsó los trabajos y a Acciona Eólica de Levante, que ha financiado la excavación. 2 F. R. López Megías y M. J. Ortiz López, La guerra de Sucesión. Batalla de Almansa, 1707, Diego Moreno, La Alberca (Murcia), 2004, p. 197. 3 Diccionario de la Real Academia, 1737, p. 647 «Rua. El camino abierto y ancho por donde comodamente pueden viagear carros, coches y otras máchinas semejantes.» 4 Arxiu de la Corona de Aragó, 26 de abril de 1244, Tratado de Almizra, Almizra, Alacant, Cartas en papel, nº 127, apud J. Hinojosa Montalvo, Textos para la historia de Alicante. Historia medieval, 1990, pp. 32-33 . 5 Gira Valencia, probablemente de *Gibravalencia, del árabe Jebel Valensiya, ‘Monte o Sierra de Valencia’, transposición a la fonética árabe: del latín *Serra Valentiae. 6 F. Rodríguez de la Torre y J. Cano Valero, Relaciones geográfico-históricas de Albacete, de Tomás López, Albacete, Diputación Provincial de Albacete, 1987, p. 137. 7.- Aunque esto no es seguro —porque podría proceder de Humilladero, ‘ermita’— el topónimo Milladero tiene paralelos cercanas junto a vías romanas, como las Mijaradas, junto a la via de Italia in Hispanias en Burgos. 8 F. R. López Megías, Almansa. Castillo del siglo XIII, Diego Moreno, La Alberca (Murcia), 2006, p. 34. 9 Mapa Militar Itinerario de España, hoja 67, Alicante, 2, Biblioteca Nacional 10/11 Es preciso señalar que no se anotó la diferencia entre

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ARGANTONIO Pedro Alegre Pastor

Argantonio, ¿un rey mítico o un personaje real?. Son tantas las referencias que tenemos sobre Argantonio en los escritores e historiadores de la antigüedad, que es indudable que Argantonio fue un personaje real, no mítico, aunque en las narraciones haya mucho mítico; está muy mezclada la historia con la mitología. Pero a mi forma de ver es fácil distinguir lo uno de lo otro. La primera fuente histórica sobre Argantonio es la de Herodoto Antes de hablar sobre Argantonio (nombre que significa «Hombre de Plata») voy a referir los autores que lo citan e iré trascribiendo lo que cada uno nos dice sobre Argantonio y sacando deducciones. Herodoto Historia. Luciano Macrobii. Herodiano De prosodia . Phlegón Frag.26. 257; 37. Gregorio Nacianceno. Epistulae. Estéfano de Bizancio. Étnica. Exiquio Lexicón. Scholia in Dionysium Orbis descripción. Temistio Phil. Hardium pág. 38. Basilio de Cesarea. De legendis gentium libris. Libanio. Epistle 694. Estesícoro. Poeta lírico del 640 a.C. (Fragmentos). Apiano, Ibérica. Lo primero que hemos de analizar es si Argantonio fue un rey, o más bien un «anax», un soberano, un tirano, o un dictador, puesto que son cosas muy diferentes. Entre los antiguos griegos el rey era el basileu ¿j, quien tenía el poder absoluto sobre su pueblo, mientras que el a nac, )¿ ostentaba un poder relativo, en ausencia del rey. El a nac )¿ era el era el heredero legítimo del trono. Esto lo vemos claramente en la Iliada: el rey era Atreo, mientras que a Agamenón nunca lo nombra Homero como rey, sino como a nac. )¿ Era un soberano, que no es lo mismo que un rey. En todos los regímenes políticos hay un soberano, hasta en las democracias, pues a pesar de que se dice que en las democracias el soberano es pueblo, es una mentira como un templo. El pueblo es soberano únicamente para elegir a aquel que va a ser su verdadero soberano, rodeado de los que

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con él van a ostentar el poder durante un periodo más largo o más corto de tiempo Una vez elegido al presidente de la democracia y a quienes representan al pueblo, el pueblo ha perdido todos sus poderes. El presidente de la democracia, impera, ordena y manda y, sobre todo si tiene una mayoría absoluta. En este sentido es igual que un rey, un tu tirano o un dictador, con una sola diferencia, que está sometido a las decisiones del parlamento, aunque siempre en sus decisiones está amparado por su mayoría parlamentaria y al terminar su legislatura el pueblo puede elegir a otro o al mismo. La palabra tirano no tuvo el significado peyorativo que tiene en la actualidad. El rey tenía una sucesión dinástica, mientras que el tirano adquiría el poder sin esa sucesión, era elegido o llegaba al poder por diversas razones, como pasa con el dictador y aunque hubo tiranos y dictadores infames, hubo otros que ejercieron su poder de una forma admirable, lo mismo que sucede con los reyes y ha sucedido y sucede con los presidentes de las democracias. Los regímenes en sí, no son buenos ni malos. Los buenos o los malos son quienes los dirigen, quienes ostentan el poder. Si en Argantonio no existió esa sucesión dinástica, como parece ser, no podemos decir que fuera el rey de Tartesos, si bien fue el gobernante de un extenso territorio, un hombre con una gran filantropía y hospitalario y con una riqueza inmensa. En todo caso sería un soberano con poder absoluto, o si queremos un gobernante de este extenso territorio, pero sin una realeza. Fontino dice que el primer rey de Tartesos fue Gerión. Ahora bien, si Agantonio hubiera sido el descendiente de Gerión, habría existido esta sucesión dinástica y, en este caso, sí habría sido rey de Tartesos. Esto no puede ser cierto, puesto que Gerión es un personaje mitológico, no real. Matar a Gerión y robarle sus vacadas fue el penúltimo trabajo que Euristeo encargó a Hércules. Luego Argantonio no pudo ser el descendiente de Gerión, ni Gerión el rey Tartesos. Esto es pura mitología muy unida al mito de las Columnas de Hércules. Hay quienes dicen que la palabra Argantonio no se refiere a un solo personaje, sino que fue el título de toda una dinastía, algo así como « faraón». No me parece muy acertada esta opinión, puesto que no existe ningún dato en los textos que tenemos a nuestro alcance

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que hagan suponer tal cosa. Todos se refieren al nombre de un solo personaje. Por otra parte, si Argantonio tuvo tres hijos: Gerión, Gárgoris y Habis, entre los cuales reparte su gran estado dando a Gerión la zona de Gadeira, a Gárgoris la parte oriental del Mediterráneo y a Habis la parte norte, tampoco se corresponde con la forma de sucesión faraónica. El reino de Egipto nunca se repartió entre los hijos de los Faraones. Hubo un solo sucesor, no, varios Faraones que reinaran al mismo tiempo. Hay quien dice que Habis no fue hijo de Argantonio, sino nieto de Gárgoris. Difícil cuestión de dilucidar. Es indudable que cuando se trata de un personaje tan controvertido como Argantonio cada cual puede sacar toda clase de especulaciones, pero sin ninguna base demostrable. Otro aspecto interesante es la forma de gobierno y lo que podemos llamar su política interior y exterior, que no solamente fue comercial. Lo que parece indudable es que durante su largo mandato no existieron guerras ni internas ni externas en su territorio; la paz en que vivió su pueblo fue absoluta. No hay mejor cosa que la riqueza bien distribuida, para que la paz exista. Esto es lo más admirable del gobierno de Argantonio. La guerra llegó con los cartagineses y después con los romanos. Ambos por sus ansias imperialistas y su deseo de apoderarse de las riquezas, o tal vez con los celtas. Pero un pueblo no acostumbrado a la guerra, no tiene modo de defenderse. Fácilmente es conquistado y aniquilado. Y esto es lo que le sucedió a Argantonio, y a sus sucesores con los cartagineses, celtas, y romanos, cosa que no sucedió con los fenicios y los griegos. Los fenicios fueron comerciantes, no guerreros y al comerciante no le interesaba la guerra; lo único que le interesaban eran los intercambios comerciales y las relaciones amistosas con los países que frecuentaba. La organización social de Tartesos parece ser que fue, en su orígenes, tribal, grupos de parentesco. La influencia de las diferentes culturas, como la fenicia, la griega y la cartaginesa, fundamentalmente, dieron lugar a una sociedad jerarquizada, con un soberano, Argantonio, y sus jefaturas locales que controlaron la producción, la extracción y recolección de minerales y cereales y la distribución de toda clase de recursos, pero con una aristocracia enriquecida. Estrabón dice que se regían por unas leyes redactadas en verso. No nos han llegado ninguna de estas leyes que yo conozca. La razón de estar estas leyes redactadas en verso era por resultar más difícil falsificar el verso que la prosa. Pero veamos lo que nos dicen los autores citados. No voy a transcribir los textos, únicamente daré la traducción y las referencias preceptivas y sobre todo lo que nos dice Herodoto que dejaré para el final.

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LUCIANO.- Macrobii (Secc. 2.1 -3 Así pues, Argantonio rey de los Tartesos, se dice que vivió 150 años, como Herodoto, el historiador y el poeta lírico Anacreonte. Pero esto le parece un mito. Agatocles, el tirano de Siracusa, murió a los 90 años de edad según comentan Dimarjo y Timeo. El tirano de la sagrada Siracusa murió por enfermedad a los 92 años, habiendo reinado 90 años, como comentan Demetrio, Colatiano y otros. Ateas, rey de los Escitas, pereció sobre los 90, cuando luchaba contra Filipo alrededor del río Danubio. Bardiles, dicen que murió a los 90, peleando a caballo. Tires, rey de los Odrisos, según dice Teopompo, murió a los 92. Antígono el Tuerto, que reinaba en Macedonia, cayó herido luchando cerca de Frigia con Seleuco y Lisímaco, al lanzarse contra un gran número, a los 81 años, según cuenta Jerónimo, cuando hacía una expedición militar. Antígono era hijo de Demetrio, nieto de Antígono el tuerto, que reinó 44 años …. Continúa dándonos datos de otros reyes de larga vida como Ptolomeo, rey de Egipto, Filetario, rey de Pérgamo, Atalo y Mitridates rey del Ponto. Efectivamente, el que viviera 150 años más parece un mito que una realidad. Ciertamente hubo personas de larga vida, como sucede en la actualidad, pero vivir 150 años es una exageración. PLEGÓN. (Fragmentos) Vol. Jacoby F2b, 257. Argantonio, rey de los Tartesos, como narra Herodoto (I. 163) y Anacreonte, el poeta, (F8 Bgk) vivió 99 años cuando Sibila la Eritrea había cumplido casi 1000 años, como dicen los oráculos del lugar. ¿Pero por qué, precisamente, lamentándome, limpio los oráculos sobre los sufrimientos ajenos, teniendo el furioso destino, que causando sufrimientos yo del propio aguijón me refugio?. En la décima generación que tiene, con trabajo, el punto de llegada de la vejez, loca esperanza en uno de los mortales, también llamada incredulidad y, precisamente, todas las cosas que se prevén por los mortales, soportan difícilmente los funerales. Este fragmento es más acorde con la realidad, sin embargo vemos una contradicción con el anterior, pues en el anterior nos cita a Herodoto y dice que según éste vivió 150 años. Veremos más adelante lo que dice Herodoto. EXIQUIO .-Léxico 92.1 Tranquila Tartesia, la Tartesos, fuera de las columnas de Hércules, de la cual fue rey Argantonio. Ésta es una ciudad muy grande, hacia el Océano, pues allí, según dijo Calipso, hay una gran tranquilidad, y se recrea Eupolis en tomarla.

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En este fragmento vemos que en el territorio gobernado por Argantonio reinaba una gran tranquilidad. No sé a qué Calipso se refiere ni tampoco por qué dice que Eupolis se recrea por tomarla, pues el Eupolis del que yo tengo referencia fue un comediógrafo griego (446 – 411 a. C.). Calipso, según Homero, (Odisea V y VII), era una bella hija del titán Atlas, que reinaba en la hermosa y tranquila isla Ogigia. Cuando Ulises se hallaba a la deriva, después de naufragar su barco, llegó a esta isla y Calipso le hospedó, le agasajó con toda clase de manjares y con su propio lecho. Zeus envía un mensajero a Calipso para que deje partir a Ulises y ésta le da una balsa y víveres. Algunas leyendas dicen que Calipso murió de pena. Según Apolodoro (Biblioteca I -2.7) fue una de las nereidas y según Hesíodo (Teogonía 350) una de las Oceánidas, hija de Océano y de Tetis. No cabe duda que Exiquio está comparando la hospitalidad de Argantonio con la de Calipso y la tranquilidad de Tartesos con la tranquila Ogigia. En este pasaje vemos claramente la influencia de la mitología. SCHOLIA IN DIONYSII PERIEGETA ORBIS . Desc. 333 Scolio I Los Iberos, dice, y todos los Italos juntamente con los griegos, vivían más allá de las regiones desiertas del Sur conforme al Mare Nostrum, al estar Iberia por el occidente, que comienza limítrofe al océano, donde también hay una de las Columnas de Hércules, por nombre Alibe, según algunos Abile, junto a la que está también Tartessos, a la que Anacreonte también llama la muy feliz A ésta gobierna Argantonio. La isla Alibe al pie de las columnas de Hércules, inicio de la boca del mar, está llena de riquezas. En este escolio nos vuelven a hablar de la riqueza de Argantonio y de la felicidad que reina en su estado. Pero no dice que fuera rey, sino gobernante. APIANO. Ibérica. Los montes Pirineos se extienden desde el mar Tirreno hasta el océano septentrional. Habitan su parte oriental los celtas, que hoy día se llaman gálatas y galos, y la parte occidental, los iberos y celtíberos, que comienza en el mar Tirreno y se extienden formando un círculo a través de las Columnas de Hércules hasta el océano septentrional. Por consiguiente, Iberia está rodeada por el mar, a excepción de los Pirineos, los montes más altos de Europa, y, tal vez, los más abruptos de todos. De este entorno marítimo recorren, en sus travesías, el mar Tirreno hasta las columnas de Hércules, pero no cruzan el océano occidental y septentrional, excepto para atravesarlo hasta el país de los britanos y, para ello, se ayudan de las corrientes marítimas. La travesía tiene una duración de un día y medio. El resto de

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este océano no lo surcan ni los romanos ni los pueblos sometidos a ellos. La extensión de Iberia, a la que algunos ahora llaman Hispania, en vez de un solo país, puesto que su anchura se evalúa en diez mil estadios y su longitud es igual a su anchura, lo habitan pueblos numerosos y de nombres variados y fluyen, a través de ella, muchos ríos navegables. No es mi propósito, ya que sólo escribo la historia de Roma, preocuparme con detalle de qué pueblos se piensa que fueron sus primeros pobladores y quiénes la poseyeron después de éstos. Sin embargo, me parece que en algún momento los celtas, después de atravesar el Pirineo, la habitaron fusionándose con los nativos, lo que explica, por tanto, también el nombre de celtíberos. De igual modo, me parece que los fenicios, navegando con frecuencia hasta Iberia desde época remota por razones de comercio, se asentaron en una parte de ella. Así mismo, los griegos, al llegar hasta Tartesos y su rey Argantonio, también algunos se quedaron en Iberia. Y creo que Tartesos era entonces una ciudad a orillas del mar, la que hoy día se llama Carpesos. El templo de Hércules que se encuentra en el estrecho lo erigieron, según creo, los fenicios. Y todavía en la actualidad se celebran ceremonias religiosas a la manera fenicia y su dios no es el Hércules Tebano, sino el Tirio. Quedan, sin embargo, estos asuntos para los que tratan de épocas remotas. A este país afortunado y lleno de grandes riquezas comenzaron a explotarlo los cartagineses antes que los romanos. Una parte de él la poseían ya y la otra la saqueaban, hasta que los romanos, habiéndolos expulsado, ocuparon de inmediato las regiones de Iberia que tenían los cartagineses. Y llegando a dominar el país, después de mucho tiempo y esfuerzo y pese a las defecciones numerosas de los territorios ya ocupados, la dividieron en tres partes y enviaron a tres pretores. Poco nos aclara Apiano sobre Argantonio y su forma de gobierno a no ser su hospitalidad puesto que permite asentarse en sus territorios a fenicios y griegos. TEMISTIO.- Harduin pág. c. 11 Así pues, le hace, después de la victoria, el rey de más larga vida, como Argantonio, proveedor sin cuidados y despreocupado de lujo, antiguamente, tal vez, ya después de mucho tiempo que había repartido sus dominios por las preocupaciones que causa la edad. Temistio nos habla de la larga vida de Agantonio, un hombre que, a pesar de su inmensa riqueza, vivía sin lujo, y del reparto de sus dominios por causa de la edad. No nos dice entre quienes repartió sus dominios, auque es de suponer que fuera entre sus hijos.

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LIBANIO. Cartas. A Máximo. 694.1.1 Y también creo que todos deben darte las gracias. Porque tú eres bienhechor común de tierra y mar, donde verdaderamente un bárbaro, habiéndonos formado y creado un reino sumamente extremo, ahora, como antes, los llamados dichosos mortales querrían llegar a la ancianidad de Argantonio los que suplican la vejez de aquel. ESTESÍCORO. Fragmentos. Fue un poeta lírico del 640 a. C. De sus obras solamente se conservan escasos fragmentos. Poco nos aclara sobre Argantonio, puesto que únicamente en el fragmento tit. 4. 9 cita la Eritía y las fuentes del río Tartesos, pero no he visto ninguno de los fragmentos en el que haga referencia alguna de Argantonio. El poeta griego Anacreonte, haciendo referencia a la longevidad a Argantonio, dice: «Yo no querría ni el cuerno de Amaltea ni reinar en Tartesos durante ciento cincuenta años.» HERODOTO .- Historia I- 163- ss. No voy a transcribir el relato completo de Herodoto, sino solamente un resumen de aquello que nos dice sobre Argantonio. En esta parte de su historia nos narra la historia de Focea, primera ciudad Jonia que atacó el medo Hárpago. Al estar constantemente atacada y saqueada Focea por los medos, sus habitantes se ven obligados a emigrar abandonando la ciudad. La mayoría de sus habitantes emigraron a Italia, a Tracia y un gran número a Iberia. Este el texto de Herodoto: « Me ocuparé primeramente de Focea de Jonia. Los habitantes de Focea, fueron los primeros que necesitaron realizar lagos viajes por el mar y fueron los que descubrieron el Adriático, Tirrenia, Iberia y Tartesos. No navegaban en naves mercantes, sino en penteconteros (naves de guerra de 50 remeros). Cuando llegaron a Tartesos, se hicieron muy amigos del rey de los tartesios, cuyo nombre era Argantonio, que gobernó a los Tartesios durante ochenta años y vivió en total ciento veinte. Pues bien, los foceos se hicieron tan grandes amigos de este hombre que, primero les animó a abandonar Jonia y a establecerse en la zona de sus dominios que prefiriesen; y posteriormente, al no lograr persuadir a los Foceos sobre el particular, cuando se enteró por ellos de cómo el medo progresaba, les dio dinero para circundar su ciudad con una muralla. Y se lo dio en tal abundancia, que el perímetro de la muralla mide, efectivamente, no pocos estadios y toda ella está fabricada de grandes bloques de piedra bien ensamblados. De este modo, pues, es como pudo construirse la muralla para los Foceos.

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1.163.1 PrètV d Fwka…V ‘Iwn…hj ™pece…rhse. Oƒ d Fwkaišej oátoi nautil…Vsi makrÍsi prîtoi `Ell»nwn ™cr»santo, kaˆ tÒn te ‘Adr…hn kaˆ t¾n Turshn…hn kaˆ t¾n ‘Ibhr…hn kaˆ tÕn TarthssÕn oáto… e„si oƒ katadšxantej, ™naut…llonto d oÙ stroggÚlVsi nhusˆ ¢ll¦ penthkontšroisi. ‘ApikÒmenoi d ™j tÕn TarthssÕn prosfilšej ™gšnonto tù basilš, tîn Tarthss…wn, tù oÜnoma mšn Ãn ‘Arganqènioj, ™tur£nneuse d Tarthssoà Ñgdèkonta œtea, ™b…wse d <t¦> p£nta e‡kosi kaˆ ˜katÒn. ToÚtJ d¾ tù ¢ndrˆ prosfilšej oƒ Fwkaišej oÛtw d» ti ™gšnonto, mš n m n prît£ sfeaj ™klipÒntaj ‘Iwn…hn ™kšleue tÁj ˜autou cèrhj o„kÁsai Ókou boÚlontai, met¦ dš, æj toàtÒ ge oÙk œpeiqe toÝj Fwkaišaj, Ð d puqÒmenoj tÕn MÁdon par’ aÙtîn æj aÜxoito, ™d…dou sfi cr»mata te‹coj peribalšsqai t¾n pÒlin. ‘Ed…dou d ¢feidšwj, kaˆ g¦r kaˆ ¹ per…odoj toà te…ceoj oÙk Ñl…goi st£dio… e„si, toàto d p©n l…qwn meg£lwn kaˆ eâ sunarmosmšnwn. mšn m n d¾ te‹coj to‹si Fwkaieàsi trÒpJ toiùde ™xepoi»qh. `

Interesantes datos los que nos ofrece Herodoto dignos de toda credibilidad, pues según el mismo Herodoto el propósito de su Historia es «evitar que con el tiempo se olviden los hechos de los hombres y que las grandes y admirables gestas carezcan de celebridad.» De nuevo vemos la filantropía de Argantonio, una gran gesta para los foceos, su poco apego a atesorar sus grandes riquezas y su buena disposición para ayudar aún a extranjeros que llegaban a las costas de su país sin esperar nada a cambio. Creo que es el único soberano que obrara de la forma que lo hizo Argantonio. Es lógico que si se comportaba así con extranjeros, que no conocía de nada y de los cuales no había recibido ni esperaba recibir nada, se comportara de forma diferente con sus súbditos. La riqueza del país debía estar bien distribuida, por lo que en Tartesos reinaba la paz y el bienestar. Argantonio es el mejor ejemplo de un buen gobernante: rey, soberano, dictador o tirano. ¡Ojalá tuviéramos en la actualidad gobernantes como Argantonio! Herodoto no nos dice nada sobre su forma de gobierno ni sobre la situación de sus súbditos, si bien podemos encontrar palabras claves como basileu ¿j y turanneu ¿w que son utilizadas en otros contextos de su historia y que nos pueden dar cierta luz, aunque considero que quererlas aplicar al caso de Tartesos y de Argantonio es demasiado aventurado. El término utilizado por Herodoto «basileu ¿j» está en oposición con el utilizado posteriormente «e )tura ¿nneuse». No podemos sacar nada en consecuencia sobre la realidad sociopolítica de Tartesos por mucho que deseemos pormenorizar en los términos utilizados en este texto equiparándolos con los utilizados en otros contextos. Bien pudo ser un rey, aunque es lo más improbable, puesto que hubiera tenido que existir una sucesión dinástica an-

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teriormente consolidada. Más acertadamente creo que es considerar a Argantonio como un tirano que bien pudo adquirir el poder absoluto, de forma legítima o ilegítima. Lo único que podemos sacar en concreto es que en Tartesos existió una concentración del poder y que este poder estuvo en manos de Argantonio por primera vez. Lo que es indudable que la fuente de los grandes recursos de Tartesos estaba en los minerales, fundamentalmente en el oro, la plata y el estaño. Se necesitaba un hombre con poder, sabiduría y tacto suficientes para canalizar de forma adecuada estos recursos y lo más probable es que encontraran en Argantonio a este hombre o que Argantonio fuera capaz de unir todos los clanes familiares. Los fenicios estaban llegando cada vez con más frecuencia a las costas de Tartesos, se precisaba no solamente saber intercambiar los productos que llevaran los fenicios con los que Tartesos ofrecía, las transacciones comerciales, sino también, tener dotes suficientes para llevar a buen fin una política exterior amigable, de forma que no expusiera a su país a una invasión que se apoderara de sus productos y tesoros. Y esto es lo admirable de Argantonio. Fue capaz de mantener esta política con los fenicios y los griegos, aunque tanto los fenicios como los griegos terminaron por fundar sus propias ciudades y factorías en los dominios de Argantonio, aunque ello no llegó a ser una invasión. Lo más seguro es que el propio Argantonio consintiera estos asentamientos posteriores al ya existente en Gadir de los fenicios. Es posible que Herodoto tuviera acceso a fuentes más amplias y concretas que no narra en su historia. Lo que realmente le interesaba era dejar constancia de las relaciones amistosas de los griegos con Argantonio y que los griegos fueron unos grandes navegantes. Para él no tuvo el menor interés la situación sociopolítica de este país. Pero la historia de Tartesos se remonta mucho tiempo atrás, puesto que ya en la Biblia aparece por vez primera el nombre de «Tarsis» que muy bien puede referirse a Tartesos, en la época del rey Salomón, de donde los fenicios transportaban el oro y la plata para la construcción del Templo de Jerusalén. Mas, si los fenicios fueron quienes proveyeron de estos metales a Salomón, siendo su fuente de suministro Tartesos, no cabe la menor duda que la Tarsis bíblica fue Tartesos. En este caso tuvo que haber otros gobernantes en Tartesos anteriores a Argantonio o bien que los clanes familiares independientes, tenían sus propios jefes que comerciaban por su cuenta con los fenicios, sin que existiera una organización sociopolítica centralizada, puesto que el Templo de Jerusalén de Salomón fue construido, aproximadamente, el 960 a.c. y la fundación fenicia de Gadir es del año 1100 a. C. Todos los datos nos indican que tuvo que haber

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otos dirigentes en Tartesos anteriores a Argantonio, aunque éste fuera el primero que consiguió centralizar el poder. La llegada a Tartesos de los foceos tuvo lugar sobre el año 625 a. C. época en la gobernaba Argantonio, o sea, 475 años después de la fundación fenicia de Gadir. Poco más se puede decir sobre este personaje, su vida y su forma de gobierno, que no sea especulativo, a pesar de lo mucho que se ha escrito aún por personas de gran prestigio.

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DOLMEN DE SOS DEL REY CATÓLICO Mariano Zarzuelo Revilla

En la búsqueda de posibles ramales de las calzadas romanas de la zona (de las cuales hice un trabajo publicado en los números 8 y 9 de El Nuevo Miliario), he hallado un dolmen no documentado hasta hoy. Los monumentos megalíticos son datados entre el IV y III milenio a.C. Se desarrollaron en la época del Neolítico y la primera Edad de los Metales, construidos mediante grandes bloques de piedra, los más conocidos son los menhires y los dólmenes. El menhir (de la lengua bretona men, piedra, e hir, larga) es una piedra erguida clavada en tierra en posición vertical, algunas de enormes proporciones, una muestra de menhires alineados colocados a modo de formación militar, se hallan en Carnac en la Bretaña francesa, hay tres grandes grupos:

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Ménec compuesto de 1.029 menhires en 12 hileras. Kermario consta de 1.029 colocados en 12 hileras. Kerlescan de 594 en 13 hileras. Los arqueólogos no encuentran su significado, hay quien dice ser un calendario usado para la época de siembra; otros, monumentos recordatorios de algún acontecimiento importante. Mi sensación al visitarlos y andar entre ellos, era como profanar algo sagrado obligándome a admirarlos desde fuera de la formación y en respetuoso silencio. El dolmen (palabra bretona, con significado de mesa debido a su semejanza), consiste en una cámara funeraria, formada por varias piedras verticales que mantienen el techo, constituido por una o varias losas horizontales.

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DOLMEN DE SORGINETXE EN ARRIZABALAGA DE ALAVA Como ejemplo de dolmen, he tomado el de Sorginetxe (casa de la bruja, en castellano) en Arrizabalaga, a pocos kilómetros de Salvatierra de Álava. Es de pequeñas proporciones y de él se exhibe una foto en la página anterior..

DOLMEN DE SOS EN ARAGON A escasos 20 m de una antigua calzada romana, a unos 2 Km de Sos población en la muga o frontera con Navarra, de pequeñas proporciones, sobre un montículo de cima muy estrecha, su construcción debió ser de suma dificultad, por el peso, el escaso espacio y pronunciada pendiente. Consta de cinco piedras verticales, además de una de pequeño tamaño sobre la que se asienta la horizontal o cubierta que está caída entre las verticales. Los dólmenes eran cubiertos normalmente con piedra y tierra haciendo un montículo artificial, este nunca ha estado cubierto, ni tampoco ha sido excavado, porque estaría la cubierta retirada. Compuesto como queda dicho por siete piedras, como es de suponer no se pueden dar las medidas exactas, por no ser cubos perfectos, contando cada piedra de derecha a izquierda y la altura hasta el nivel del suelo sin contar la parte enterrada, y el grosor tomado en su parte superior.

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Nº 1-1,48 m de alto, 68 cm. de ancho y de 25 a 35 cm. de grueso Nº 2-1, 45 « 94 cm « 12 cm « Nº 3-1, 23 « 1,20 m « 18 cm « Nº 4-1, 34 « 90 cm « 20 a 30 cm « Nº 5-80 cm « 90 cm « 17 a 25 cm « Nº 6-23 cm. Alto 80 cm de longitud16 cm « Nº 7-2,40 m « 1,33 m « 30 cm «

Ubicación según el GPS: Longitud – 1º 14´ 36´´ Latitud – 42º 30´39´´ Muestra de menhires los encontramos cerca del yacimiento romano de los Bañales en Layana de Aragón, sobre un pequeño montículo, hay dos paralelos entre si, y separados cinco metros, sus bases miden 1,20 m por 70 cm de grueso, y alturas de 3,30 m y 3,50, los lugareños los llaman la Rueca y el Huso.

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Frente al cruce de las carreteras Sos-Navardun -Sangüesa hay un pequeño trozo de calzada, que conducía a la torre de Añues. A unos cincuenta metros en dirección a Sos por la carretera hay un camino más accesible para el coche, y siguiendo el camino a dos kilómetros aproximadamente, nos encontramos una gran roca a la derecha, enfrente mismo sobre un pequeño montículo, se halla el dolmen.

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Menhires en Carnac, algunos de enormes proporciones

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LA CAÑADA REAL DE LA PLATA Y LA CALZADA ROMANA DE LA PLATA Juan Gil Montes – Santiago Bayón Vera

La Cañada Real de la Plata en Extremadura ¿Qué es el patrimonio rural? Los paisajes modelados en el curso de los años por las gentes que viven de la tierra y. en un sentido amplio, de la explotación de los recursos de la naturaleza. Los edificios, que forman lo que se conoce como arquitectura rural, concentrada o dispersa (pueblos, aldeas, casas y edificios aislados). Los productos de la tierra adaptados a las condiciones locales y a las necesidades de los hombres que los han elaborado. Las técnicas, herramientas y conocimientos que han posibilitado su creación y que son indispensables para hacer posible el mantenimiento, la restauración, la modificación y la modernización respetando la lógica constructiva y la estética del conjunto de edificios/ habitat/paisaje. Estas técnicas incluyen los símbolos y los significados culturales, en el sentido más pleno del término. Sin embargo, no se podría hablar de patrimonio cultural rural sin hacer referencia a una dualidad. Los hombres que lo utilizan que viven con ello y que han tomado parte decisivamente en la supervivencia de estos bienes tienen la conciencia cada vez más clara y firme de que este conjunto les pertenece. Pero a la vez, el espado rural, con el patrimonio que representa e incluye, es además considerado, a partes ¡guales, como el bien y el lugar de todos los hombres, tanto los de las dudados como los del campa. Isaac Chiva «Una política para el patrimonio cultural rural» Informe al Ministerio de la Cultura de Francia 1994.

El patrimonio histórico cultural y las vías pecuarias 2261 La vía pecuaria en sí, es un elemento cultural de primera magnitud, ya que la carga histórica que posee es grande. Se trata, como es sabido, de centenarios caminos que han pervivido a muy dis-

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tintas circunstancias históricas y que coinciden, en no pocas ocasiones, con el trazado de importantes ejes viarios prerromanos y romano-visigóticos. Existen incluso, estudios que sostienen la existencia del fenómeno de la trashumancia en períodos protohistóricos. Además de este valor histórico intrínseco, en ocasiones, los elementos constitutivos de la vía pecuaria, o bien sobre los que se creó ésta, incrementan de forma notable su valor. Abrevaderos, puentes, chozos de pastores, descansaderos, majadas, puertos reales, mojones, ermitas mesteñas, casas de esquileo, lavaderos de lana, etc., son elementos complementarios al Sistema de Vías Pecuarias que no deben perderse, y que enriquecen a estos caminos. Asimismo, ligado a este sistema se ha desarrollado una rica cultura pastoril que comprende, desde un lenguaje propio o una gastronomía característica, hasta unas formas de vida y tradiciones artesanales propias, que constituyen una parte importante de nuestro acervo cultural a conservar. Por cañadas y cordeles no sólo viajan animales y personas, sino que les acompaña todo un sistema de cultura propia, en movimiento permanente, capaz de unificar y difundir sus características entre zonas alejadas entre sí del territorio hispano. Hemos de subrayar el importante papel que han cumplido las vías pecuarias como arterias por donde han fluido tradiciones, costumbres, formas de habla, canciones, bailes y otras manifestaciones folclóricas que han ido y venido de unas regiones a otras, teniendo como portadores a los ganaderos trashumantes. La trashumancia ha contribuido de manera fundamental a modelar las formas de vida y cultura de muchas comunidades españolas, especialmente las de aquellas que se han encontrado fuertemente vinculadas al fenómeno de las migraciones pecuarias, bien como tierras de recepción de rebaños

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Chozo

Fuente abrevadero

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(Extremadura, La Mancha o Andalucía), bien como pueblos de probada vocación cañariega, como los serranos de La Rioja, León o Castilla. Ciertas uniformidades en el campo de la cultura no deben considerarse como simples coincidencias casuales, sino como el fruto de una secular historia de intercambios socioculturales habidos entre las comunidades pastoriles. En las dehesas de invernada conviven durante seis o más meses al año, ganaderos de las más variadas procedencias geográficas. De este trato prolongado han surgido unas relaciones profundas y afectivas que facilitaban la intercomunicación abierta entre formas de vida y cultura diferentes, pero en contacto, que acaban influyéndose mutuamente, compenetrándose y amalgamándose de tal modo que se ha perdido la noción de su origen inicial. La relativa homogeneidad del estilo de vida pastoril ha borrado los perfiles genuinos de muchas formas de cultura compartidas por las regiones ganaderas. Una misma canción de temática pastoril puede escucharse, con ligerísimas variantes locales, en puntos muy distantes de la Península, sin que pueda, en ocasiones, dilucidarse su primitivo origen cántabro, extremeño, astur, leonés, riojano o soriano.

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De izquierda a derecha, Palacio de Esquileo en Navas de San Antonio (Segovia); Ermita de Duratón (Segovia); Pozo en Casillas de Flores (Salamanca)

La pastoril es una cultura con señas de identidad propias, conservadas hasta el presente. El grupo pastoril ha sido el transmisor de una cultura milenaria que se remonta al Paleolítico en algunos aspectos. Una cultura, la pastoril, que se halla en la raíz de la idiosincrasia de muchos pueblos hispanos, a pesar de que apenas se perciba hoy el primitivo origen ganadero de muchas tradiciones y manifestaciones folclóricas por haber sido asumidas tan tempranamente por el acervo cultural de muchas de esas comunidades regionales. El grupo pastoril se presenta como grupo diferenciado, bastante cerrado en sí mismo. La tendencia endogámica es muestra palpable de ello. De la organización socioeconómica del grupo pastoril, así como de las pautas que rigen su sistema productivo, derivan una serie de rasgos peculiares, manifiestos en las relaciones sociales, en las actuaciones consuetudinarias, en las creencias y comportamientos grupales. De su identidad colectiva como grupo cohesionado arranca su especificidad sociocultural. Los pastores son poseedores de un código cultural propio cuyas claves procuramos presentar aquí. Lo primero que se percibe es que el ganado constituye el centro básico de sus intereses. El pastoreo del ganado conforma toda una línea estilística de vivir, sentir y pensar. En el centro de esa particular cosmovisión emerge el ganado como protagonista indiscutido, razón última que fundamenta la tipología vital de los pastores. Entre el pastor y su ganado surgen unas relaciones simbióticas. El pastor conoce a todas y cada una de las reses que integran su rebaño, sabe describirías «por pelos y señales», les adjudica un nombre, humanizado casi siempre. Por su parte, el ganado reconoce y obedece a quien lo pastorea. Es la pastoril una cultura ecológica fuertemente ligada al medio físico de la dehesa, donde se desenvuelve la actividad pecuaria. Exhiben los ganaderos un conocimiento riguroso del relieve de la dehesa. Y de la flora y fauna, sobre la que desarrollan una visión interesada en función del beneficio o perjuicio

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que le proporciona. El tiempo no lo miden de forma convencional, sino que se rigen por los astros. Los cambios climáticos alcanzan un gran relieve en la mentalidad pastoril, pues en definitiva son los que determinan los movimientos por cañadas y cordeles. El pastor adapta sus creencias religiosas a las necesidades de su medio ganadero. Tienen su propio devocionario pastoril, en el que están presentes nombres de santos vinculados a las fechas ritualizadas del calendario trashumante: San Juan, San Miguel, etc. Tampoco faltan advocaciones protectoras del ganado (San Antón, San Antonio de Padua.), cristos y vírgenes famosas (Nuestra Señora de Guadalupe) o que ejercen patronazgo en lugares donde son oriundos los pastores. En su devocionario ocupan un lugar muy especial aquellas advocaciones que se relacionan con sus preocupaciones más hondas. Así, para protegerse del mal de la rabia canina, los pastores castellanos, leoneses y extremeños han recurrido a una devoción mariana, Nuestra Señora de Valdejimena, «abogada contra la rabia», que tiene su santuario en tierras salmantinas, Horcajo Medianero. Numerosas supersticiones invaden el mundo de las creencias pastoriles. De supersticiosas se debe calificar la mayor parte de las prácticas curativas, basadas muchas de ellas en la cruz cristiana y su poder simbólico. Una cruz cristiana en la puerta del chozo protege de los malos espíritus. La llamada «piedra del rayo» salvaguarda en las tormentas. Y una cabra absolutamente negra se convierte en el totem de la piara. El vocabulario pastoril es de una riqueza llamativa. Emplea centenares de términos que describen el ganado en atención al pelo, las formas de las ubres, de los cuernos, el temperamento de los animales, las enfermedades de vacas, ovejas y cabras.

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Capitel dedicado a la Trashumancia en Santa María la Real de Nieva (Segovia)

Otorgan un nombre a cada tipo de hierba y a cada accidente del relieve adehesado. Estas riquísimas terminologías empleadas por los pastores se caracterizan por la antigüedad de muchas de las voces. Los abundantes arcaísmos así lo corroboran. Poseen los pastores una cultura material con sello propio, surgida y adaptada a sus necesidades. Un rasgo importante que la singulariza consiste en ser un producto condicionado por el entorno, del que obtienen la materia prima casi en exclusividad. Emplean materiales que se hallan copiosamente en las dehesas: piedras, troncos y palos, pajas, hierbas, etc. Con tan sencillos elementos naturales componen una cultura material original, de reproducción de modelos tradicionales casi siempre. Es legitimo referirse a una «arquitectura pastoril», de primitivo diseño circular, lo que la emparenta con las culturas castreñas. La tendencia autárquica, en parte, de su sistema productivo les llevó a confeccionarse en otros tiempos sus propias ropas de pie, (zahones, colodras, morrales, abarcas, etc.). Su cultura objetual ha originado toda una industria pastoril de carácter funcional y diseño utilitario. Tres son los materiales más empleados: madera, asta y hueso. Cucharas, cuencos, cayadas, flautas, castañuelas y un sin fin de objetos más han salido de los árboles cercanos a las majadas. Las astas del vacuno les han servido para confeccionar recipientes diversos, como liaros, polveras, cuernas y otras varias clases de colodras. Con los huesos de los animales preparan los punzones y las largas agujas para prender las mantas de agua. En las colodras han exhibido su habilidad artística algunos pastores, adornándolas con incisiones a punta de lezna o navaja. Realizan sobre el asta o madera figuras y objetos de ingenuo esquematismo que tiene como referente, por lo general, la flora y fauna del entorno adehesado. Una expresión más de las hondas relaciones ecológicas que mantiene la cultura pastoril con el medio natural en el que se desarrolla.

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En el ciclo festivo de invierno han quedado sedimentadas influencias de la cultura pastoril, protagonista indiscutible de muchos rituales que han prevalecido en distintas regiones, en los que el elemento animalizado está presente: botargas, zamarrones, máscaras precarnavalescas, disfraces con pieles de cabra y ovejas, etc., esparcidos por este país que, dicen, tiene forma de piel de toro. Un utensilio ganadero el campanillo o cencerro, ha servido para diversos ritos festivos y de fecundidad. Pero también para sancionar el comportamiento moral de los miembros de las comunidades ganaderas a través de las «cencerradas», que aun se practican en diversas poblaciones con aquellos viudos o viudas que contraen segundas nupcias. Pero a esto hay que añadir que muchas vías pecuarias contienen bajo sus entrañas importantes yacimientos arqueo-paleontológicos, y otras tantas, importantes tramos de Calzadas Romanas que han llegado a duras penas hasta nuestros días (como por ejemplo la existente la Cañada Real Leonesa Occidental en su subida al puerto del Pico), y por último, en los alrededores de muchas de ellas se agolpan elementos histórico-artísticos de interés (ermitas,

Chozos para cazar lobos

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castillos, monasterios, palacios, canales históricos, etc.). Este conjunto de elementos culturales existente en nuestras Cañadas, o en su entorno más inmediato, puede ser disfrutado por la población, usando como soporte estos viejos caminos, con adecuados programas de visitas que desarrollen itinerarios de estudio para alumnos de colegios, institutos y universidades. Después de un pequeño paréntesis en el tiempo, vamos a continuar con la descripción de los encuentros y los desencuentros de la Cañada Real de Plata y la Vía de la Plata. Y comenzaremos en las dos ciudades donde comienzan o terminan las diferentes vías en Extremadura: Trujillo (Cañada) Mérida (Calzada Romana), aunque en próximos artículos, y después de años de estudio el «nuevo» veremos el recorrido de la Cañada Real de la Plata, que coincide en gran parte con el trazado de la Vías romana denominada de la Plata. Citamos al geógrafo Juan Datín Cereceda para comprender la importancia que esta vía pecuaria tubo en la historia de la trashumancia «La cañada de la Vizana era de tal importancia que está es la cañada por excelencia a que Jovellanos alude constantemente y exclusivamente en su Informe en el expediente de la Ley Agraria: «Oblíguese, dice, a una sola de estas cabañas a permanecer todo un verano en Extremadura o todo un invierno en los montes de Babia y perecerán sin remedio»» La Cañada Real de la Plata o Vizana es la vía más antigua del territorio español, pero la más rápida en su deterioro por su falta de uso y por transporte del ganado por otros medios. Es la primera cañada que es deja de tener uno uso continuo de paso de los rebaños. Con los nombres de la cañada ya surge una polémica, terminologías inciertas. Las que ha circulado más comúnmente es el de la Plata y la Vizana. El primer nombre alude la calzada romana con dos diferentes interpretaciones una la de Antonio Ponz que centra su origen entre el griego platys u odos

que significa camino ancho y la otra de José Manuel Rolda Hervás con la acuñación árabe del término al balatha o camino de conquista y un tercero que se acerca mas a la realidad en de Juan Gil Montes coautor de este trabajo, del latín tardío delapilata, calzada o vía publica empedrada de donde precisamente deriva el actual topónimo. El segundo (La Vizana) es la referencia a un puente en el río Orbigo en el término municipal de la provincia de León, Alija de Infantado, que existe. En folleto y mapa publicado en 1886 e los Visitadores Extraordinarios, bajo el titulo Cañada de la Vizana y parte de Babia de Abajo, que fue donde se baso el geógrafo Juan Datín Cereceda para rebautizar la Cañada Real a partir de este momento toma este nombre que se impone a lo largo del recorrido. José Luís García Saiz la denomina «Mozárabe» porque probablemente haber sido una de las vías de desplazamiento de la comunidades mozárabes, desde sus emplazamientos en Al Andalus hacia territorio de la monarquía asturleonesa. Esta cañada se la conoce con diferentes nombres en la cabecera leonesa se la llama «Cañada Real coruñesa», en la Ribera del Duero «Cañada Sanabresa» en la meseta «Cañada Real Zamorana» en la zona de la Sierra de Béjar «cordel de merinas» y en Extremadura «cordel de ganados y cañada de Extremadura». Fuentes documentales sobre esta Cañada aparecen en lo libros manuscritos de apeos, visitas de cañadas y relaciones de los Alcaldes Mayores Entregadores, del Archivo de la Mesta y en deposito en Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, en Fondo Documental de Vías Pecuarias. Los Quadernos de Leyes de la Mesta y los Reglamentos de la Asociación General de Ganaderos del Reino es donde mas podemos consultar el recorrido así como el estado de la cañada real, publicado en edición facsímil bajo el titulo Descripción de las Cañadas Reales. En 1868 se inaugura la línea férrea de Astorga a Mérida y la mayor parte de los tramos empezaron

Posada

Interior chozo

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Puente Cañada

Puente

Cañada Real de la Plata

a no ser recorridos por los rebaños y se embarcaban por ferrocarril, un trabajo escrito en 1955 por el veterinario Benigno Rodríguez relataba los viajes entrenes de las cabañas ganaderas Pocos son los recursos bibliográficos específicos de esta cañada, aunque existe bibliografía de forma indirecta, tales como aquellos documentos que nos dejaron viajeros, eruditos y caminantes como Antonio de Nebrija, Ambrosio Morales, Juan Gines de Sepúlveda en los siglos XVI y XVII, Antonio Ponz en el XVIII y M le C Laborde y Hübner en el XIX. Los clásicos repertorios de caminos como: los caminos de Al–Andalus Al Isatajari, Ibn Hawqal, en los tiempos de Aderraman III, los caminos de Edrisi, el Itinerario de Enrique IV de Castilla, Itinerario de los Reyes Católicos, La cosmografía de los caminos de Hernando Colón, Juan Villuga, de Alonso Meneses, los caminos de posta de Octavio Otogno, los caminos de la Ilustración oscilan entre las investigaciones de los especialistas de la historia antigua y las publicaciones divulgativas.

que los distintos ramales abren hacia la montaña leonesa. En todo el recorrido atraviesa cuatro provincias correspondientes a las Comunidades Autónomas de Extremadura y Castilla-León. La única provincia extremeña por la que pasa la cañada es Cáceres, donde tiene su origen, y por donde transita durante 140,5 km distribuidos por 15 términos municipales. La Cañada Real de la Plata no se ve afectada por ningún Proyecto de Concentración Parcelaria, circulando principalmente por dehesas ganaderas en una zona de penillanura afectada por la Sierra de Monfragüe, en un entorno de monte mediterráneo, y por las estribaciones del Sistema Central. En Castilla-León discurre por las provincias de Salamanca, Zamora y León. En la primera de ellas deambula durante 116,5 km Por 26 términos municipales por los que pasa tan sólo 15 tienen Proyecto de Clasificación de Vías Pecuarias, 10 no tienen y el

Recorrido de la Cañada La Cañada Real de la Plata o Vizana, con un recorrido total de 587 km arranca, en una descripción sur-norte, en la penillanura trujillana, en la confluencia con la Cañada Real Leonesa Occidental. Tras atravesar las arterias que dan vida al campo cacereño (río Almonte y río Tajo) se interna en el Parque Natural de Monfragüe para, a la caída del Puerto de la Serrana, ir encaminándose hacia una de las barreras que deben superarse: el Sistema Central en su zona más occidental, por el Puerto de Béjar. Desde aquí irá acompañada de las llanuras de la meseta norte, adehesadas en Salamanca y más cerealísticas según nos aproximamos a Zamora. Las zonas esteparias de Villafáfila dan paso al intrincado camino

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Interior venta

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restante (Barbadillo) aparece como Sin Vías Pecuarias. Hay 12 municipios que presentan Proyectos de Concentración Parcelaria, pero tan sólo 1 afecta a la Cañada Real de la Plata. Se adentra en esta provincia por la Sierra de Béjar, en el macizo occidental del Sistema Central y desde los robledales serranos desciende suavemente por la penillanura salmantina hasta adentrarse en los llanos cerealísticos de la cuenca sedimentaria. Abandona Salamanca en las proximidades de la ribera de Cañedo, por la dehesa de Izcala, en una zona de transición entre la penillanura y la cuenca sedimentaria, en un pequeño enclave de características ecológicas excepcionales. En Zamora son también 26 los municipios por los que discurre durante un total de 125,5 km Según los datos recogidos en la antigua Dirección General de Conservación de la Naturaleza (antes ICONA) el 80 por 100 de estos términos tienen Proyecto de Clasificación de Vías Pecuarias. Existe Concentración Parcelaria en 20 municipios y en 17 de ellos la cañada se ve afectada por sus proyectos. Incluso en algunos términos municipales la clasificación de las vías pecuarias ha sido realizada por dichos Proyectos de Concentración Parcelaria. Entra en la provincia de Zamora a caballo entre las dehesas de la penillanura de la Tierra de Sayago y los campos de viñedos de la Tierra del Vino, en una zona donde la concentración parcelaria es la pauta dominante. Tras pasar la capital atraviesa los cultivos cerealísticos de la Tierra de Campos y se despide de la provincia en el entorno de los regadíos de Benavente. Por último, la cañada atraviesa 34 municipios de León, a lo largo de 204,5 km. Presentan Proyecto de Clasificación de Vías Pecuarias 23 términos y de ellos 18 tienen también Proyecto de Concentración Parcelaria, si bien en 5 de éstos la cañada no se ve afectada por dicho motivo. La concentración parcelaria se ha realizado fundamentalmente en las zonas de regadío del Páramo Leonés. En la provincia de León la cañada se divide en tres ramales antes de alcanzar las áreas de montaña. El eje principal discurre desde La Bañeza hasta Quintanilla (Soto y Amío) por la margen oriental del valle del río Luna y tiene una longitud de 75 km El primer ramal parte del eje anterior a la altura de Villadangos del Páramo y finaliza en Quintanilla después de atravesar la comarca de Las Omañas y acercarse por el occidente hasta la histórica ermita de Pandorado, lo que constituye un itinerario de casi 50 km Por último, el segundo ramal parte de La Bañeza por la margen occidental, por el valle del río Tuerto y termina, tras 56,5 km, en el ramal anterior a la altura de La Garandilla. La entrada en la provincia de León la realiza por las vegas y riberas de los ríos Orbigo y Esla continuando hacia La Bañeza, punto en donde se bifurca para dar paso a las dos grandes cañadas: una oriental y la otra occidental; estos dos itinerarios están enlazados por la cañada que las une y que circula

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por Las Omañas. Estos ejes discurren en principio por los regadíos del Páramo Leonés, pero a medida que se aproximan a la montaña leonesa desaparecen los cultivos y se ve acompañada por amplias zonas de monte y repoblaciones forestales En la tabla siguiente se indican los municipios que atraviesa la Cañada Real de la Plata, por orden de aparición de sur a norte, señalando si tienen o no Proyecto de Clasificación de Vías Pecuarias. Provincia de Cáceres Término municipal Trujillo Jaraicejo Torrejón el Rubio Serradilla Malpartida de Plasencia Plasencia Cabezabellosa Villar de Plasencia Jarilla Casas del Monte Segura de Toro La Granja Aldeanueva del Camino Hervás Baños de Montemayor

P.C VP SI SI SI SI SI SI NO SI SI SI SI SI SI SI SI

Puente sobre el Albarregas y acueducto de Los Milagros (Mérida)

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Provincia de Salamanca Término municipal Puerto de Béjar Aldeacipreste Cantagallo Béjar La Calzada de Béjar Valdefuentes de Sangusín Los Santos Fuenterroble de Salvatierra Endrinal Casafranca Guijuelo Frades de la Sierra Membribe San Pedro de Rozados Morille Cilleros el Hondo Miranda de Azán Aldeatejada Barbadillo Carrascal de Barregas Salamanca Villares de la Reina Monterrubio de Armuña La Mata de Armuña Valdunciel Topas

Provincia de Zamora P.C VP SI NO NO NO NO SI NO NO SI NO SI SI NO SI SI SI SI SI S.V.P. SI SI SI SI SI NO NO

Término municipal Topas El Cubo de Tierra del Vino Corrales Cabañas de Sayago Villanueva de Campeán Casaseca de Campeán El Perdigón Entrala Tardobispo Zamora Roales La Hiniesta Montamarta San Cebrián de Castro Manganeses de la Lampreana Granja de Moreruela Bretó Santovenia Villaveza del Agua Barcial del Barco Villanueva de Azoague Castrogonzalo Benavente Villabrázaro La Torre del Valle Pobladura del Valle Maire de Castroponce

P.C VP NO SI SI SI SI SI SI SI SI SI SI SI* NO SI SI SI** SI SI SI NO SI SI SI SI NO SI SI

S.V.P.= Sin Vías Pecuaria * y ** Términos municipales sin Proyecto de Clasificación antes del traspaso de competencias de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza (antes ICONA) a las Comunidades Autónomas. La clasificación viene dada por los Proyectos de Concentración Parcelaria.

Puente de Alconétar (Garrovillas, Cáceres); Excavación de la Vía de la Plata en Santiago de Bencáliz (Cáceres)

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Provincia de León Término municipal Alija del Infantado Quintana del Marco Cebrones del Río Santa Elena de Jamuz La Bañeza Soto de la Vega Regueras de Arriba Villazala Valdefuentes del Páramo Santa María del Páramo San Pedro de Bercianos Urdiales del Páramo Bustillo del Páramo Villadangos del Páramo Valverde de la Virgen Cimanes del Tejar San Andrés de Rabanedo Rioseco de Tapia Carrocera Soto y Amío Carrizo Llamas de la Ribera Las Omañas Valdesamario Riello Palacios de la Valduerna Santa María de la Isla Riego de la Vega Valderrey San Justo de la Vega Astorga Villaobispo de Otero Villamejil Quintana del Castillo

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La Calzada Romana «Vía de la Plata» en Extremadura P.C VP SI SI SI SI SI SI SI SI SI SI SI SI SI SI NO SI NO NO NO NO NO SI NO NO NO SI SI SI SI SI NO SI SI NO

Introducción: Características generales El «Iter ab Emerita Asturicam», conocido popularmente como «Vía de la Plata» es, junto con la «Vía Augusta», la calzada romana más importante de la Península Ibérica. La «Vía de la Plata» fue la columna en torno a la cual se vertebraron las comunicaciones en la parte occidental de Hispania desde la época romana hasta la Edad Moderna. Construida, en origen, como vía militar, es posteriormente, con la fundación de las colonias de Norba Caesarina (35 a.JC) y Emerita Augusta (25 a.JC), cuando adquirirá un nuevo sentido, poniéndose al servicio de los intereses económicos de la administración romana. La calzada romana «Camino o Vía de la Plata», fue denominada genéricamente en latín tardío Vía Delapidata, es decir calzada pública empedrada, de donde precisamente derivaría su actual topónimo, que ninguna relación tiene con el elemento Plata (Argentum), muy escaso a lo largo de su amplio recorrido. El «Camino de la Plata» enlazaba a lo largo de 313 millas (463 km) la colonia romana de Emerita Augusta, capital de la provincia de Lusitania, con la ciudad de Asturica Augusta, capital del Conventus Asturum, en la provincia Tarraconense, poniendo en comunicación las regiones del noroeste con el curso bajo del Guadiana a través de los amplios valles del Duero y del Tajo. Por los datos históricos y arqueológicos que poseemos, comenzaría a construirse por el ejército romano en tiempos de Julio César y la continuaría su sucesor Octavio Augusto con el fin de explotar todos los recursos, especialmente mineros, de los territorios recientemente conquistados a cántabros, astures y galaicos. Esta vía viene consignada en el Itinerarium Provinciarum Antonini Augusti (211-217 d.C.) en dos tramos que se corresponden con la vía nº 24 en su recorrido meridional, y con la vía nº 26 en su recorrido septentrional. Ambos tramos se comple-

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mentaban con numerosas mansiones que estaban ubicadas en ciudades o poblados, estratégicamente localizados en determinados puntos de paso, ligeramente elevados y muy próximos a los principales cursos fluviales o fuentes de caudal permanente: Emerita Augusta sobre el río Guadiana, Castra Caecilia junto a la caudalosa fuente de El Marco, Turmulus sobre el río Tajo, Caparra sobre el río Ambroz, Salmantica sobre el río Tormes, etc. Su marcada dirección meridiana nunca sufre forzadas desviaciones, y a pesar de discurrir en dirección transversal a la de los principales elementos del relieve (ríos y sistemas montañosos), a través de un medio físico muy variado y en ocasiones adverso, salva con acierto barreras naturales como el profundo foso del río Tajo, el elevado macizo orográfico del Sistema Central y el caudaloso río Duero Las calzadas empedradas, víae delapidatae, eran las vías públicas principales del imperio romano que comunicaban ciudades importantes, fueron por ello muy transitadas, de ahí que la administración romana las mantuviera siempre en buen estado para asegurar de este modo unas inmejorables condiciones de intercambio comercial, movimientos de tropas, cobro de impuestos, etc. Por estos motivos, la estructura viaria de su trazado se ajustaba siempre a determinadas características de tipo constructivo: la comunicación entre las distintas poblaciones debía hacerse lo mas rápida posible, algo que imponía la necesidad de trazar vías rectilíneas, yendo siempre por terrenos adecuados y sin obstáculos, con perfiles longitudinales sin pendientes notables, unos trazados racionales por puntos de paso obligado, como son los puertos de montaña más bajos y los vados fluviales menos profundos, etc. Esto obligaba a crear verdaderas obras de ingeniería con muros de contención, desmontes, terraplenes, trincheras, puentes, alcantarillas, canalizaciones, cunetas, etc. que asegurasen recorridos rápidos, cómodos, seguros y duraderos. La «Vía de la Plata», verdadera carretera de su tiempo por las excelentes características técnicas que muestra su trazado, se ajusta totalmente a la tipología de la infraestructura anteriormente descrita, habiendo sido planificada y construida para permitir el tránsito rodado de carros y de caballerías de carga y tiro. Estas características constructivas se observan perfectamente al menos en la primera parte de su trayecto meridional o lusitano, es decir a lo largo del amplio territorio que se extiende entre las ciudades de Mérida (Emerita Augusta) y Salamanca (Salmantica). Se trata, sin duda, de una glarea strata, una calzada empedrada realizada con guijarros o cantos rodados de pequeño tamaño, apisonados con una determinada fracción areno-arcillosa que actúa de aglomerante. El fin era conseguir una capa de rodadura adecuada para el transito de los carruajes, razón por la cual la calzada fue construida

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con una anchura de unos 6 m, equivalentes a veinte pies, suficientes para que se cruzaran dos carros sin dificultades Solía pavimentarse en los tramos que lo requerían, por ejemplo en las zonas encharcadas, con varias capas de diferentes materiales, siendo frecuente un vertido de materiales de relleno, más gruesos y drenantes, en las capas inferiores, y sucesivamente los materiales eran más finos en las capas superiores de recubrimiento. Sin embargo, en los tramos urbanos hemos observado empedrados con losas o lastras, como por ejemplo en Mérida y en la ciudad romana de Cáparra, donde la calzada coincide con el cardus maximus de la población, que la cruza de sur a norte pasando por el foro y por debajo del famoso arco cuadrifronte o tetrapylo. Todo indica que, para el trazado de la «Vía de la Plata», se utilizaron instrumentos topográficos y técnicas de nivelación. Pueden encontrarse en algunos tramos de su perfil longitudinal pendientes continuas de varios kilómetros de longitud, con suaves inclinaciones nunca superiores al 5% y también, cuando el terreno llano o de penillanura lo permitía, larguísimas alineaciones de su trazado perfectamente rectilíneas. En los terrenos alomados algunos tramos de la calzada van trazados por las cuerdas altas del relieve, es decir, por las líneas divisorias de aguas vertientes, evitando los cauces de agua y las zonas de encharcamientos, para no tener que hacer costosas obras de drenaje. La calzada desciende a los cauces fluviales para atravesarlos siempre por el vado más seguro o seguir un rumbo paralelo a sus márgenes fuera de la zona de avenidas. El recorrido de la «Vía de la Plata» trata de evitar siempre los terrenos más inestables frente a la fuerza erosiva de las aguas y a los deslizamientos de ladera, para asegurar así su durabilidad. Muchas veces en los terrenos llanos, con deficiente drenaje, se construyó un terraplenado sin cunetas (agger)

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pero en los terrenos inclinados de las laderas se levantaron muros con grandes bloques rocosos en el flanco exterior, se excavaron cunetas y amplias alcantarillas para preservar la calzada de los efectos devastadores de la escorrentía. Como todas las importantes obras de ingeniería romanas, esta calzada se hizo para durar mucho tiempo. Sin embargo, resulta evidente que con el uso continuado y la erosión a través de dos mil años, en ocasiones, se terminó perdiendo la capa superficial de materiales más finos, dejando al descubierto el esqueleto pétreo de las capas inferiores de materiales más gruesos, o bien, desapareciendo completamente todo el afirmado quedando el subsuelo rocoso desnudo. Este deterioro supuso primero la pérdida progresiva de la capa de rodadura del afirmado de la calzada con lo que los viajeros, para evitar la incomodidad de transitar con carros y en cabalgaduras por las capas inferiores de piedras más gruesas, tendían a hacerlo junto a la vieja carretera, originando así caminos paralelos más o menos cercanos, lo que supuso que a la calzada le surgieran múltiples variantes en muchos tramos y el trazado primitivo quedara olvidado. La «Vía de la Plata» se construyó por razones económicas con los materiales rocosos más adecuados y próximos a la traza, por lo que su recorrido desde Mérida hasta Astorga resulta bastante heterogéneo, con una amplia variedad de materiales rocosos dada la diferente tipología de los yacimientos explotados para su construcción. Existe pues una gran relación entre las características estructurales del trazado viario con la geología del entorno más inmediato. La caracterización litológica de las materias primas que utilizaron los romanos para el afirmado de la calzada Delapidata abarca a todos aquellos materiales rocosos que ofrecen una elevada capacidad portante, alta dureza y una cierta resistencia a la compresión. El seguimiento in situ de esta importante vía de comunicación nos ha permitido diferenciar en cada tramo los materiales originarios, que fueron aportados por sus primeros constructores, de los materiales posteriores utilizados en las reparaciones sufridas durante las sucesivas etapas históricas de su actividad caminera. En ocasiones hemos encontrado «parcheos» o reparaciones de la vía con tramos enlosados o empedrados con grandes lastras, pero hay que decir que la totalidad de ellos son medievales, o de la edad moderna, algunos incluso contemporáneos, mientras que en otros casos se trata de las capas de relleno inferiores a la de rodadura, que se quedaron al descubierto cuando ésta ha terminado desapareciendo por la erosión o por otras circunstancias. No obstante, la «Vía de la Plata» en su conjunto conserva un 70% de su recorrido original, con nu-

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merosas obras de infraestructura y abundantes restos arqueológicos (puentes, miliarios, yacimientos a pie de vía…), después de un uso continuado de veinte siglos y a pesar de las modernas obras públicas y las transformaciones agrarias que prácticamente la han destrozado en determinados lugares.

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EL CAMINO REAL DE GRANADA A CUENCA: ¿UN ITINERARIO ROMANO ENTRE LA CELTIBERIA Y LA ORETANIA, POR LA MANCHA Y EL CAMPO DE MONTIEL? (II)

RECAPITULACIÓN Ángel Plaza Simón

1. CONSIDERACIONES PREVIAS En la entrega anterior, en el número 8 de El Nuevo Miliario, afirmamos que una de nuestras intenciones principales, en esta investigación exploratoria, era que deseábamos sirviera «de base para nuevas propuestas y trabajos parciales, sobre el terreno, (…) en los municipios concretos que atraviesa (…) el Camino Real de Granada a Cuenca» (Plaza, 2009: p. 19). No sólo sigue estando vigente ese espíritu, sino que los llamamientos a la colaboración ya han dado sus primeros y, creemos, bien suculentos frutos; especialmente en la zona donde había quedado, a nuestro juicio, algo más débil la argumentación: el TM de Villahermosa (ob. cit.: pp. 23- 26). Es preciso que desandemos el camino hecho, antes de seguir con nuestro trazado, y al volver la vista atrás veamos parte de la senda que hemos de volver a pisar; porque han quedado inadvertidas cuestiones interesantes, de las que hemos tenido noticia a través de un fluido intercambio de comunicación con Santiago Bellón, investigador de la mencionada localidad ciudadrealeña, y por la publicación de un trabajo recentísimo de Jesús Sánchez sobre el paso de la ruta de los Vasos de Vicarello por Sierra Morena (Sánchez Sánchez, 2009). Gracias a ellos, no sólo nos reafirmamos en lo dicho, sino que sugerimos, aún con más fuerza y convicción, que el trazado del camino real de Granada a Cuenca (o, tanto monta, de Cuenca a Granada), en el tramo Puebla del Príncipe-El Ossero parece aprovechar un trazado de antigüedad, al menos, romana. No lo tome, pues, el caminante/ lector como una pérdida de tiempo, porque vamos a desvelar cuestiones bien interesantes, aportar algo de luz en una zona opaca al conocimiento científico y, quizá, a «desfacer» algún entuerto secular. Pero,

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sobre todo, vamos a regocijarnos, aunque sólo sea sobre el papel, en el placer de vagar por, y divagar sobre, estos caminos de Dios, de Alá y, seguramente, de las divinidades paganas, tan cargados de historia, aunque tan desconocidos. Pero, antes de comenzar, queremos hacer una breve auto-corrección, puesto que afirmamos que la primera ocasión en que los caminos de Granada a Cuenca y de Cuenca a Burgos aparecen como un trazado unitario, fue en una guía francesa de 1662 (Plaza, 2009: p. 17). No hay tal circunstancia, ya que después hemos encontrado una referencia más antigua aún (1604), obra del físico suizo Theodore Turquet de Mayerne en Sommaire description de la France, Allemagne, Italie & Spagne, donde ya aparece el itinerario «de Burgos a Cuenca et de là a Granade» (Turquet de Mayerne, 1604: pp. 249- 250). Todo ello no hace más que abundar en la enjundia de este camino que, ya a principios del siglo XVII, era considerado como una más entre las principales arterias viarias europeas… ¿Han cogido sus alforjas? Volvamos al camino.

2. EL PASO DE SIERRA MORENA Jesús Sánchez, en el número precedente de esta revista y como continuación de un trabajo suyo anterior (Sánchez Sánchez, 2008), publicó un estudio verdaderamente revelador «sobre un sector de la ruta (…) descrita en los Vasos de Vicarello» cuyo principal objetivo era «comparar las propuestas anteriormente aceptadas para este (…) camino con un mejor trazado topográfico apoyado (…) en referencias del primer decenio del s. XIX donde (…) se le denomina Camino de los Romanos» (Sánchez Sán-

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chez, 2009: p. 9). Para el autor, muy posiblemente, fuera «también un tramo utilizado por los Villuga 93 de Granada a Villanueva de los Infantes y el Villuga 100 de Granada a Cuenca» (ob. cit.). A tal fin, Sánchez aporta una serie de documentos del siglo XIX, hasta ahora inéditos, y apoya sus tesis en una prospección in situ de las condiciones «carreteras» del trazado, inspirada en las sugerencias de Isaac Moreno (Moreno Gallo, 2004 y 2009). En lo que atañe a nuestro camino (Villuga 100, «d´granada a cuõca»), hasta Puebla del Príncipe, poco más tenemos que añadir, puesto que las pruebas presentadas por Sánchez no sólo coinciden con nuestra hipótesis de la equivalencia entre un trazado romano y el del camino real, sino que la fijan plenamente sobre el terreno, mucho mejor que con las borrosas indicaciones que dimos (Plaza, 2009). Como simple conjetura tratamos de llevar el camino, igual que Arias, por el propio casco urbano del municipio (ob. cit.: pp. 20- 21), mientras que Sánchez se inclina a llevarlo hacia el este, por la situación en alto de esta población (Sánchez Sánchez, 2009: p. 22). Verdaderamente, creemos que esta discrepancia es una minucia y ya sugerimos que, a menos de dos kilómetros en dicha dirección, estaba el yacimiento de Los Villares (Jerez, 2007: p. 320) (Plaza, 2009: p. 20). También Inocente Hervás afirmó en su día que «al E. de este pueblo, en las eras, se han descubierto sepulcros cavados en la roca y cuyas momias puestas de lado y con el rostro vuelto al Oriente indicaban ser de judíos pertenecientes a la aljama de Montiel»1 (Hervás, 1914: p. 486) (Corchado 1971b: p. 140). Puebla «o» Los Villares, o Puebla «y» Los Villares, tanto da. Nosotros estimamos, al igual que Corchado, que, aunque «su nombre indica (...) nueva fundación», Puebla del Príncipe está erigida «probablemente sobre ruinas de algún antiguo villar» (ob. cit.). Indudablemente esa localidad y su entorno inmediato se configura como una encrucijada caminera romana, como ya han sugerido, entre otros, Hubner, Blázquez y Corchado (Corchado, 1969 y 1971b), Arias (Arias 1991 y 2000), Sánchez (Sánchez Sánchez, 2009) y nosotros mismos (Plaza, 2009). Pero hacia el norte de Puebla es donde ya no coincidimos tanto, y parece lógico que Sánchez prefiera seguir la senda marcada por uno de los grandes monstruos del estudio caminero antiguo: Manuel Corchado Soriano. Ahora bien, hay que señalar una cuestión que ha pasado inadvertida para todos, pues es interesante remarcar que Corchado se refiere al trazado seguido como «probable», pero en absoluto seguro (Corchado, 1969: p. 129). 2.1. LA HIPÓTESIS DE CORCHADO Los planteamientos generales de Corchado, en el trabajo referido, son impecables y verdaderamente honestos. Sólo hay que leer bien su introducción

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para darse cuenta de que este autor, más que sentar cátedra con calzadas romanas inamovibles, lo que trata es de disponer un tablero de juego para facilitar la investigación posterior, resaltando «sobre el catálogo de la totalidad de las antiguas vías de comunicación (…) aquellas que (…) por reunir genuinas características físicas en su trazado, (…) conservar restos romanos en algún punto, (…) comunicar poblaciones desaparecidas en las invasiones bárbara o musulmana, o por otras causas más difíciles de concretar, son acreedoras a su calificación como vías romanas» para «exponer esta selección a los expertos que podrán contrastarlas con (…) otros medios, (…) aceptarlas o rechazarlas» (ob. cit.: pp. 124- 125). Suscribimos punto por punto esta pretensión. Sin embargo, a tal extremo llega su honestidad que, a nuestro juicio, tilda de «probables» algunos trazados que son «de libro», incluso a ojos de inexpertos aficionados advenedizos como los del que esto suscribe. Muy al contrario, parece que prefiere catalogar como «seguros» sólo aquellos que venerables autores anteriores, como Hubner o Blázquez, ya habían señalado como tales, en unos tiempos en los que no se andaban con tantos paños calientes a la hora de de poner la etiqueta de «romano» a un camino. Creemos que, abusando del trabajo de Corchado sobre las vías antiguas entre el Tajo y el Guadalquivir, se han consagrado, como innegables «vías romanas», trazados que Corchado sólo caracteriza como «probables» a la espera de un análisis más profundo y, lo que es peor, obviando cualquier otro posible camino, no conocido o estudiado. En ese sentido, nuestra hipótesis podría ser asimilable (de facto el camino es paralelo, cuando no el mismo, en ciertos tramos) a su posible vía de Corduba a Saguntum (ob. cit.: pp.146- 148). En ella, Corchado sugiere seguir, desde Zahora hasta 1,5 km al este de Mairena, por el camino real de Andalucía, pasar a 2,5 km al este de Puebla (indudablemente por las inmediaciones de Los Villares) y desde allí, a la altura de Cabeza del Mijo (IGN- 839: Torre de Juan Abad), desviarse hacia Mentesa, al igual que Sánchez, puesto que ambos siguen la pista de la vía pecuaria (Corchado, 1969) (Sánchez Sánchez, 2009). A partir de Villanueva se seguiría la llamada vía Transversal (ruta de los Vasos de Vicarello, para Sánchez) hasta las inmediaciones de El Ballestero, en la Casa del Chiribel (fig. 1), donde se bifurca la vereda de Los Serranos (Corchado, 1969) (Ñacle & Velasco, 1993: p. 73) (Ñacle & Velasco, 2001: pp. 48- 50 y pp. 151155) (IGN- 789: Lezuza). Se debe puntualizar que el nombre con el que Ñacle y Velasco catalogan esta vía pecuaria, con el nº 11, es «cañada real de los Serranos o de Extremadura a Cuenca», que, en Albacete, sirve para distinguirla de las veredas de los Serranos A y B (Ñacle & Velasco, 2001: p. 48 y ss.). Así mismo, hay que indicar que se ha esta-

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blecido un plausible origen etimológico de Chiribel/ Chirivel (presente en nombres de pueblos como El Chirivel, Almería o Xirivella, Valencia) en el término latino silvella (‘bosquecillo’), a través del árabe y el mozárabe, aunque el estudioso de la toponimia antigua, Gálmez de Fuentes, va aún mucho más allá, suponiéndole un origen pre-indoeuropeo, pero con el significado casi idéntico de ‘almáciga o vivero de plantas’ (Gálmez, 2000: p. 178). Desde la Casa del Chiribel —donde ya vemos indicios para establecer una statio romana— y en dirección al sur de la provincia de Cuenca, la cañada atraviesa los términos de El Bonillo, Munera, Minaya y La Roda (Corchado, 1969) (Ñacle & Velasco, 2001) (IGN- 789: Lezuza, 764: Munera, 741: Minaya, y 742: La Roda), término este último donde se debe cruzar con la conocida, desde siempre, calzada de Segobriga a Cartago Nova2. Dicho trazado pasa muy cerca de lugares de indudable tradición arqueológica —romana, como mínimo, y muy anterior en algún caso— como Munera, Hondonero-Lechina (Munera), Santa Marta (La Roda) o Los Prietos (La Roda), ya catalogados y citados por diversos autores. Como se ve, nada quita que esa cañada real también hubiera sido usada en épocas romanas y, muy al contrario, pensamos que pudo serlo, con enorme plausibilidad. De hecho podríamos añadir más yacimientos asociados a ella, como haremos en su momento, pues es una de las múltiples vías antiguas que «tenemos en cartera» para próximos estudios y que ya se puede catalogar, prudentemente, como PICAPTAR (Arias, 1990), o como vía romana «de manual y olor a calamares» para quien no tenga tantos remilgos.

Figura 1: confluencia de la vereda de los Serranos y la vía Transversal (ruta de los Vasos de Vicarello) en la Casa del Chiribel (El Ballestero, Albacete), en 1889. © IGN- Elaboración gráfica, Ángel Plaza Simón.

De vuelta a nuestro trazado de Granada a Cuenca, resulta sorprendente que Corchado lo cite en tantas ocasiones pero no acabe de decantarse por insinuar, siquiera, su plausible origen romano, por más que esa idea parezca deslizarse en sus escritos de manera subliminal (Corchado, 1963, 1969, 1971a y 1971b). Que no se manifieste explícitamente uno de los principales analistas de la cuestión y amplio

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conocedor de la zona como él, sin duda, frena nuestras pretensiones. Pero también es cierto que, entre el Tajo y el Guadalquivir, existe una franja enorme —donde se incluye Villarrobledo y donde hemos detectado bastantes caminos históricos, vírgenes al conocimiento científico— y Corchado no cita, en 1969, NI UNO SOLO que pase por dicho término, a pesar de que, por ejemplo, en 1963 el inefable García Solana ya había esbozado datos bien sustanciales al respecto, con motivo de la reducción geográfica de Laminio (Arias –coord.–, 2004: pp. 127152). No podemos culparlo ni reprocharle nada: Corchado fue uno más de tantos autores que no se preocupó por estudiar, ni mucho ni poco, la interesante red caminera villarrobletana, sus yacimientos y los de sus pueblos aledaños, dando por descontada su finisecular despoblación. Aún a pesar de que, catalogando caminos, han pasado muy cerca de la zona «primeras espadas» como Blázquez, Coello o Cornide, son sólo los autores locales —como el mencionado García Solana o Escudero Buendía, como notabilísimos ejemplos— los que han dado algo de luz sobre un interesante entramado viario y un no menos llamativo e importante conjunto de yacimientos asociados. En torno a dicho entramado existen muestras notables de población antigua y complejos arqueológicos —como Las Pachecas (Argamasilla de Alba) o La Pasadilla-Los Castellones (Villarrobledo-El Bonillo)— que presentan muy serio aspecto de ser comunidades indígenas importantes e, incluso, municipios en época romana. A pesar de ello, prácticamente ninguna obra compendiosa sobre esta etapa histórica en Castilla-La Mancha (Fuentes –coord.–, 2006) (Carrasco –coord.–, 2008), suele citarlos o tenerlos en cuenta y son, desgraciadamente, pasto del abandono más sangrante: no conocen más «excavaciones» (casi diarias) ni más «puesta en valor» que la de los arados y los conejos, en el mejor de los casos, o de los furtivos y domingueros —bien o mal intencionados— en el peor. Frente a la extraordinaria y meritoria red de parques regionales, esa es la cruz de la Arqueología en esta comunidad: dos importantes enclaves históricos de Castilla-La Mancha —y somos conscientes de que, en cuanto a «importancia», no estamos hablando de una región ni de dos provincias cualquiera—, convertidos en una auténtica romería del expolio, en un «venid y vamos todos» de los atentados contra el patrimonio… En futuras entregas, dentro de nuestras limitaciones, trataremos de ilustrar sobre el «estado de la cuestión» de estos dos injustos olvidados, puesto que tendremos que reseñar gran parte de su entramado viario (véase fig. 2). Pero volviendo al camino que ahora nos ocupa y de igual manera que para la cañada real de Extremadura a Cuenca, creemos que las pruebas presentadas no nos impiden catalogarlo como PICAPTAR, al menos, o como un camino real

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consignado en el XVI y asimilable, casi fielmente, a un posible trazado romano, al modo en que sugiere Uriol Salcedo (Uriol, 1985). Recordemos que cuando se descubrió en el XIX la calzada «frente a Puebla del Príncipe», sus habitantes la identifican, exclusiva y automáticamente, con el Granada- Cuenca o «parte del camino romano que iba a Villarrobledo» (Plaza 2009: p. 20) y no con otros trazados, no menos importantes, que pasaban por allí. Sería una casualidad bien notable que, cuando se regularon y acondicionaron los caminos reales, se hubiera diseñado éste ex novo, pero ensartando como las cuentas en un collar tantos lugares de tradición poblacional antigua. En ese sentido, ya es conocido que, el 27 de febrero de 1495, se envió un Real Despacho «expedido a los corregidores de Granada, Jaén, Úbeda, Baeza, Alcalá la Real, Guadix y Loja para la habilitación de las calzadas de Andalucía con destino a Granada» (Clemencín, 1820: p. 248). Es muy posible que, ya en esa precisa fecha, fuese acondicionada esta «calzada de Andalucía con destino a Granada» que parece ser el camino real que estudiamos, al menos desde «la puente de vbeda» (Villuga, 1546), muy razonablemente situada junto a una Úbeda la Vieja (IGN- 927: Baeza) que guarda notables ruinas de antigua población (posiblemente la antigua Colonia Salaria). Es curioso señalar que esta ciudad antigua está emplazada en los archifamosos «cerros de Úbeda», paradigma sentencioso aplicable a la respuesta extemporánea pero muy pertinente al caso, porque vemos que la frase popular implícitamente aludida —aunque, paradójicamente, nos arriesguemos a que se nos adjudique por dar este rodeo— guarda en sí una verdad caminera que, quizá, haya contribuido a consagrar la máxima y el itinerario: para ir a Granada, en el XVI y por esta ruta, vemos que era preciso «salir por los cerros de Úbeda».

Figura 2: notabilísimo camino calzado en La Pasadilla (Villarrobledo), con una anchura de unos 6 metros. © Tomás Aguado Millán.

Juegos de palabras aparte, y en resumen, el entorno de la Mariana romana es el punto en el que confluían tres de los principales caminos que, sabemos desde antiguo, llegaban al paso milenario

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de Montizón. Allí se bifurcan, por un lado, el que estudiamos (¿a Laminio?, ¿la A-29 del Itinerario Antonino?) y, por otro, la ruta de los Vasos de Vicarello. Esta última, sin duda, se separa progresivamente de nuestro itinerario en dirección a Villanueva de la Fuente (Mentesa), Lezuza (Libisosa), Balazote (Bal’at as- suf)3, Ventorro la Vereda- Paerazos Viejos (¿Parietinis?)4, Chinchilla (Saltigi), el Cerro de los Santos- Montealegre del Castillo (¿ad Palem?)5, etc., para atravesar la Comunidad Valenciana, Cataluña, Francia y, finalmente, Italia para llegar a Roma, como buen camino que se precie. De esta calzada romana, sobradamente conocida, en Chiribel (El Ballestero) se bifurca la cañada real, que bien puede ser el camino antiguo de Estrabón que, recordemos, discurría por Egelasta (Iniesta) y el Campo Espartario (llanura manchega) y, a priori, es más vinculable por esta zona con dicha vía pecuaria, dejando de lado trazados ilógicos que sitúan el camino en la Comunidad de Murcia (González Blanco –coord.–, 1987: passim) e, incluso, en Almería (Martínez & Muñoz, 1994). Esta propuesta es más acorde con los postulados de Arias (Arias –coord.–, 2004: pp. 149-152), Corchado (Corchado, 1969: pp.146-148) y Palomero (Palomero, 1987: pp. 221-224), pues la vinculación de Egelasta con Iniesta parece tan sólida que resulta insostenible llevar el camino de Estrabón fuera de allí. En futuras entregas analizaremos las cuestiones referidas al Spartarion pedion. 2.2. EN TORNO A LA SEGUNDA VÍA 2.2.1. Un camino de gitanos Como apoyo a nuestra hipótesis, sugerimos que nos parece bien revelador el topónimo Charco del Gitano como alusivo a estas infraestructuras viarias y para intuir la antigüedad del trazado (Plaza, 2009: p. 21). En nuestro caso coincide, como se dijo, con un yacimiento romano ya catalogado aunque, ciertamente, no encontrábamos una explicación etimológica satisfactoria a semejante nombre. Por ello aventuramos si no estaría relacionado con el topónimo caminero quintana (ob. cit.), aunque estamos elaborando una propuesta mejor, basada en un posible término hispanomusulmán. Pues hasta ahí las especulaciones, porque lo indudable es que encontramos ejemplos ad nauseam de este topónimo, repartidos por toda España y vinculados a vías con bastante pedigrí. Por ejemplo: tenemos una Vereda Carrilera o de la Gitana en una calzada clásica del entorno de Gálvez (Toledo) (Coello, 1889: p. 35), un Cortijo de la Gitana asociado a una calzada en las inmediaciones de Córdoba (Bermúdez, 1993: p. 269), una Cruz del Gitano dando nombre a un paraje cercano a Cardenete (Cuenca) y atravesado por uno de los trazados estudiados por Palomero (Palomero&Villalba,

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2002: p. 135), o una Venta del Gitano, en Corral Rubio (Albacete), inmediata a la ruta de los Vasos de Vicarello (Ñacle&Velasco, 1993: p. 36). Todo ello espigando sólo ejemplos significativos y descontando la plausible vinculación del nombre antiguo de Criptana («Chitrana»), certificado ya en 1162, que es una población atravesada por una calzada cuyo estudio también es clásico (Blázquez & Sánchez, 1917). Y no parece un hecho puramente local o regional pues, mediante fugaz googleo, encontramos estos particulares «caminos gitanos» en puntos tan alejados como Quintana del Puente, en Palencia, cuyo nombre ya es suficientemente revelador, por partida doble e independientemente de lo que afirmamos. Del mismo modo, podemos certificarlos en otros entornos arqueológicos interesantes, como Alatoz (Albacete), Andújar (Jaén), Baza (Granada), Hornachos (Badajoz), Mazarambroz (Toledo), etc., denominando veredas, coladas, caminos y cañadas —de gitanos y gitanas— sin tener en cuenta el posible cruce del topónimo con otros términos alusivos a accidentes geográficos (hoya, loma, arroyo, laguna, torca, etc.). En suma, aún sin haber solucionado satisfactoriamente su etimología, se trata de un topónimo a tener muy en cuenta y muy útil para identificar caminos antiguos, en concreto, calzadas romanas. 2.2.2. Acerca de Los Torrejones. Según la metodología empleada en nuestra primera entrega, tratamos de caracterizar esquemáticamente nuestro trazado y dejábamos el uso de la «artillería bibliográfica pesada» para otras ocasiones como, por ejemplo, ésta (Plaza, 2009). Aún así, tan en mente teníamos lo (poco y bien disperso) escrito sobre la zona —cuando referíamos el yacimiento de Los Torrejones— que el subconsciente nos jugó una mala pasada y se nos deslizó inadvertidamente una cita prácticamente literal de Corchado, sin su correspondiente referencia bibliográfica (Plaza, 2009: p. 21). Nostra culpa, y como a Plaza le debe corresponder lo que es de Plaza, y a Corchado lo que es de Corchado, ofrecemos, como compensación, su descripción literal del yacimiento: «Situadas a media legua al oeste de Santa Cruz de los Cáñamos, estas ruinas fueron dadas a conocer a final del siglo pasado, calificándolas de romanas; entonces ya se habían hallado sepulcros con inscripciones, mosaicos, monedas, etc., que fueron destruidos o dispersos; se creía haber encontrado el Monte de los Santos, o Monte Santo, conocido en la Edad Media, posiblemente por ser el lugar de enterramiento de los obispos de Mentesa (…) Sobre el año 1.960 volvió a descubrirse casualmente este yacimiento, sabiéndose que se encontraron mármoles, columnas, cerámica, vidrios, trozos de fíbulas, etc.; lo descubierto indicaba una planta octogonal,

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que pudiera ser de un baptisterio, y otras paredes decoradas con pinturas; en el ayuntamiento de Santa Cruz, y en casas particulares, se conservan capiteles y fustes de columnas, además de objetos más pequeños (…) Las piezas encontradas en este lugar parece indicar una construcción religiosa, de un clásico decadente, que pudiera datarse en los siglos V o VI; pero su importancia relativa, dada la escasez de restos de esta época en la región, aconsejarían realizar un estudio detallado sobre plano que pudiera servir de base a una excavación metódica» (Corchado, 1971b: pp. 175- 176). Y, como «no hay mal que por bien no venga», dicha descripción nos sirve ahora para destacar la importancia del yacimiento y justificar el paso del camino romano, medieval y renacentista a sus pies, apoyando nuestra hipótesis. Como dijimos, el presunto antecesor romano del Granada-Cuenca, podría dar servicio, con sendos divertículos, a ambas poblaciones de cierta relevancia en época romana (Torrejones y Almedina-El Gollizno) (Corchado, 1971b: passim) sin pasar directamente por ninguna de ellas (Plaza, 2009: p. 21). De hecho, no advertimos entonces que una continuación de ese imaginario eje —desde Almedina, pero en dirección a Cózar— toma el significativo nombre de «camino empedrado» (IGN 839: Torre de Juan Abad). No es absolutamente nada raro y criterios de muy diverso tipo (técnicos, estratégicos, comerciales, etc.) pudieron justificar esta circunstancia. Ejemplos se pueden encontrar, por decenas, a poco que se busque por toda la Hispania romana y en ciudades bien grandes e importantes: no es necesario que una importante vía interurbana, en época romana, llegue al mismo centro del foro de una ciudad y puede ésta conectarse, a la vía principal, a través de caminos secundarios.

3. UNAS NOTAS SOBRE TORRES Y MONTIEL En el trayecto entre Montiel y Villahermosa, sugerimos una posible duplicidad entre el trazado de la (cada vez menos) presunta vía romana y del camino consignado por Villuga (Plaza, 2009: passim). Así mismo, afirmábamos nuestra extrañeza de que hubiese declarados tan pocos yacimientos romanos, en el catálogo de Jerez (Jerez, 2007), dentro del TM de Montiel (Plaza, 2009: p. 24). Evidentemente, cuando escribimos aquello desconocíamos el trabajo que había realizado Amador Ruibal, en Montiel, en la década de 1980 (Ruibal, 1984). Leído dicho texto podemos explicar algo mejor ese rodeo que dimos (Plaza, 2009) y, para ilustrar en época hispanomusulmana el planteamiento caminero de esta población, también nos sirve este apunte de Ruibal: «fue zona de comunicaciones de cierta importan-

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cia, pues el sector de Úbeda-Alcaraz se comunicaba con Toledo y el resto de la Marca Media a través del Campo de Montiel, zona bastante pacífica y lejos del alcance de los cristianos hasta tiempos tardíos (…) También se relacionaba esta zona con Cuenca y su entorno, cuyos ganados practicaban la trashumancia dirigiéndose al Campo de Montiel desde el norte para invernar, además de servir de paso a una vía entre Córdoba y la capital de la Marca Alta, Zaragoza (…) Asimismo, fueron frecuentes las relaciones comerciales con Levante, sirviendo esta comarca de paso a las vías de comunicación que enlazaban Córdoba con Valencia. También por este lugar discurre parte de la vía romana que enlazaba Mérida con Chinchilla» (Ruibal, 1984: pp. 153- 154). El autor esta aludiendo, implícitamente, a todos los trazados que estamos mencionando, de los que también dieron cuenta los informadores de Montiel a las Relaciones (Viñas&Paz, 1971: p. 350) (Plaza, 2009: p. 23): el camino real de Granada a Cuenca, la ruta de la Plata por el Campo de Montiel, la ruta de los Vasos de Vicarello, la cañada real de los Serranos, etc. 3.1. LOS CASTILLOS DE SAN POLO Y LA ESTRELLA El cerro de San Polo es casi equidistante de los dos puntos con pasado romano e ibero certificado (Torres y Montiel-Fuente del Mayolo). Por ello, a pesar de que no se han encontrado restos de la época, nos pareció un lugar idóneo para situar una statio o un sencillo nudo caminero romano, por débil que sea y aunque no haya dejado restos fácilmente apreciables. El castillo de San Polo (San Pablo o Sanjolo) fue construido hacia 1214 —como castillo padrastro para el asedio de Montiel— en el cerro homónimo donde, al menos, existen restos medievales (ss. XIII y XIV) y de la Edad del Bronce (Ruibal, 1984: p. 161). También Ruibal contempla la posibilidad de que fuera erigido sobre una fortificación musulmana preexistente, cuestión que rechaza al no verse refrendada por el registro arqueológico (ob. cit.). Respecto al cerro del castillo de La Estrella —a cuyos pies está el actual pueblo de Montiel (fig. 3)—, afirma que hay restos de la Edad del Bronce, ibéricos y medievales, tanto árabes como cristianos, por lo que sí pudo ser éste el castillo de «los moros de Montiel» que «mataron a Ben desdiel» en 1123, el de la expedición de Texfín sobre Alcaraz en 1126 y el del combate de la Mata de Montiello en 1142 (ob. cit.: p. 154) o 1143 para Corchado (Corchado 1971b: p. 143). También sabemos que a la falda del cerro donde estaba fundada la fortaleza había, aún en 1575, «señales de edificios de casas, que no se tiene memoria del fundamento ni fin dello» (Viñas& Paz, 1971: p. 347). Los que se veían como vestigios incipientes, posiblemente, fueran restos del Montiel

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musulmán -sobradamente certificado por la historia y la arqueología-, «una agrupación de campesinospastores (...) cuya misión sería el abastecimiento de las tropas y viajeros que por estas tierra pasaren. Específicamente se podría desde este lugar controlar el comercio de la Alta Andalucía» (Ruibal, 1984: p. 154). Por último, es conocido el hecho de que Montiel se suministraba de agua «buena e dulce» de la Fuente del Maguillo (ant. Fuente Maielo o Mayolo) y «antiguamente solia venir por arcaduces hasta junto esta villa» (Viñas & Paz, 1971: p. 344). En dicho lugar, situado a media legua de Montiel hacia Albadalejo, «en la Edad Media el Maestre de Santiago D. Vasco Rodríguez dio a Sancho Martínez durante su vida la Casa fuente del Mayelo con todo su término para que en ella hiciera su puebla —año 1329. Al practicar los trabajos para la carretera de Albadalejo en 1896 se hallaron restos de antigua población» (Hervás, 1914: p. 430). Se trata del yacimiento romano catalogado como Los Calares (Jerez, 2007: p. 314) que, por descuido, salió en nuestro mapa (Plaza, 2009: p. 24) hacia el sur y algo más desplazado de Montiel, cuando, por la descripción de las fuentes (Hervás, 1914: p. 430) (Corchado, 1971b: pp. 61 y 83), parece que está hacia el sur-sureste, por la carretera de Albadalejo y bastante más cerca del pueblo (unos 2 km).

Figura 3: castillo de la Estrella (Montiel, Ciudad Real). © Wikipedia, dominio publico.

En suma, parece bien fundado el poblamiento romano en Montiel y/o Fuente del Mayolo, conclusión análoga a la que Corchado también pareció llegar en su día, manejando la misma y otra documentación (ob. cit.: pp. 61, 82-83, 113-120) o, como dijo Hervás, «era uno de los pagos o vicos, nombre con que los romanos señalaban las aldeas unidas a una ciudad» (Hervás, 1914: p. 421). Ahora bien, independientemente del plausible poblamiento ro-

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mano dentro del solar del propio Montiel, nuestra afirmación del doble trazado venía forzada por el testimonio de Justiniano Rodríguez —sobre el cruce del Villuga 100 con el camino real de la Plata (Rodríguez&Díaz, 2002)—, distintos indicios toponímicos (Las Galianas) y, sobre todo, la presencia de un interesante lugar de franqueo del río cerca del punto donde parecían confluir ambos caminos (Plaza, 2009: pp. 22-23). 3.2. BREVE «PONTILOQUIO» INTERCALADO El hecho de que varias calzadas romanas confluyan en torno a un único puente, vado o lugar de franqueo, está fuera de toda duda. Como afirman, por ejemplo, Palomero y Villalba, «los puentes, esos caminos robados a los ríos, siempre han tenido la fama de ser una obra superior a la de los simples y mortales humanos; por eso Dios y el Diablo han sido citados alternativamente o al unísono como Sumos Hacedores, en tiempo record, un día, una noche, una semana de estas extravagantes obras de fábrica y arte» (Palomero&Villalba, 2002: p. 5) y se cita a José Antonio Fernández Ordoñez: «Antes el puente era un pieza cerrada, singular, con un arranque y un final definidos: El puente guardaba simetría (justicia, dice Palladio) respecto a los cuatro lugares que une entre ambas márgenes. De ahí su necesaria ortogonalidad con el río. El puente era rótula del camino, articulación, frontera, solución de continuidad, puerta, plaza de entrada, compás, lonja, atrio del camino. El puente tenía una importancia tal (hidráulica, militar, religiosa, mítica, técnica, urbana...) que forzaba el trazado del camino. Cada uno era singular y diferente, tenía su propio nombre» (Fernández Ordóñez, 1989: p. 87). En suma, a diferencia de lo que ocurre hoy con las grandes infraestructuras de comunicaciones que, eventualmente, pueden tender puentes donde les venga en gana, en épocas pretéritas los trazados, generalmente, buscaban el puente y no al revés (Palomero&Villalba, 2002). Por eso Lewinsohn, por poner un breve ejemplo, en un trabajo clásico de 1965, detectó como se había modificado, sustancialmente, el rectilíneo trazado original de una calzada anterior para buscar un mejor punto de paso sobre el río Tera, por Calzada y Calzadilla de Tera en Zamora (Arias –coord.–, 2004: pp. 168-177). Un mejor ejemplo de confluencia de calzadas en torno a un vado óptimo, en la zona, lo tenemos en el puente Grande, de Baillo o de San Benito (IGN- 739: Alameda de Cervera), sobre el Záncara (fig. 4), que lo podemos considerar como el «puente romano» de toda La Mancha por excelencia —aún sin ser de la época— y resulta sorprendente que apenas haya merecido el interés de los investigadores. Respecto a su fábrica actual, «el puente de San Benito (…) con ocho bóvedas abiertas y alguna más tapiada,

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de medio punto, [está] cimentado muy superficialmente en el cauce del río, por lo que [se] realizaron encachados bajo los arcos para evitar la socavación de sus pilas, con losas y cantos rodados asentados en hormigón de cal. Se trata de una obra moderna en la que no se aprecian restos ni características romanas de ninguna clase» (Durán, 2008: p. 218). Pero en uno de los estudios más antiguos sobre vías romanas, en este «pequeño país», Blázquez ya hace confluir allí dos calzadas: la de Los Moledores y la de La Hoya (Blázquez, 1892: p. 376). Además, hay que resaltar que hasta ese punto llegan también —aunque Blázquez no lo cita expresamente— el camino de la Romana y el de los Hitos, de Tomelloso (ob. cit.). Posteriormente, el mismo autor estudió minuciosamente el trazado de la calzada que atraviesa Campo de Criptana (Blázquez&Sánchez, 1917) y franquea dicho paso. Así mismo, nosotros podemos avanzar vestigios de otro camino antiguo (carril de las Carretas- camino real de Pedro Muñoz a Villarrobledo) que, desde el entorno de La Pasadilla-Los Castellones, correría paralelo a la orilla izquierda del Córcoles, primero, y del Záncara, después, y se uniría a los anteriores en ese preciso punto. Aunque no hemos avanzado en detalle su estudio, encontramos pistas suficientes para intuir su gran importancia y tránsito, teniendo en cuenta que las principales poblaciones manchegas de la época romana6 —al norte y sur del puente— ya tenían tendidas sus redes hacia ese preciso lugar. Tal es el poder de atracción de este punto de paso, a través del tiempo, que no es de extrañar que se le llame «la» puente —con ese femenino arcaizante tan sugestivo— de San Benito: ¿qué mejor advocación para un puente «de toda la vida» que Saint Bénezet (San Benito el menor), que fundó en 1189 la Orden de los Hermanos Constructores de Puentes, (fratres pontifices de Saint Bénezet)? Tampoco es de extrañar que comparta patronazgo, advocación y nombre con la fundación del puente español «por excelencia» —el de Alcántara— (Fundación San Benito de Alcántara) y con otro puente francés no menos famoso, aunque medieval, —como el de Saint Bénezet, en Aviñón. Aún más, su entorno inmediato, en insólito aluvión, está poblado de toponimia sustancial: Carril de las Carretas, Casa de Treviño (¿un trifinium, lugar de confluencia de tres territoria, o un trivia, cruce de tres calzadas (Ponte, 2007: p. 48)?), La Calzadilla, Carril de Amaro, Vado del Guijarral, Paredazos del Cura, Camino Real… (IGN-714: Campo de Criptana y 739: Alameda de Cervera). Conocemos —en ese mismo río— otros lugares de franqueo interesantes donde confluyen varias vías antiguas, como el paso de La Torre junto a Vecejate (Escudero, 2001: passim) o la desaparecida —en incomprensible «ponticidio» contemporáneo7— puente de Palo en El Provencio; pero apenas hay alguno como éste de Criptana. No dudamos de que la obra de fábrica del puen-

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Figura 4: red de caminos en torno a la Puente de San Benito (Campo de Criptana, Ciudad Real), en 1886. © IGN- Elaboración gráfica, Ángel Plaza Simón.

te de Baillo pueda ser moderna, como concluye el solvente especialista Manuel Durán, incluso podrían estar vivos aún sus autores o no haber puente de ningún tipo, si se le quiere restar importancia a la infraestructura en sí. Pero el «puente» de San Benito (Campo de Criptana) como rótula del camino, articulación, frontera, solución de continuidad, puerta, plaza de entrada, compás, lonja, atrio, en suma, como punto de confluencia de caminos es, como mínimo y con casi total seguridad, romano. 3.3. HACIA TORRES Tras el breve «pontiloquio» y volviendo hacia Torres de Montiel y su entorno, parece que no andábamos tan desencaminados y es plausible que el camino principal desde Villahermosa a Montiel, aún en los siglos XV y XVI, se hiciera por el llamado camino de Torres. De hecho, hay noticia de que la Orden de Santiago, en una visita de 1494, tenía ciertas posesiones en Villahermosa, en una «viña en el predio del/camino de torres linde con miguel castellano» y «otra haça de tres celemines camino de torres linde con juan gallego» (Bellón, 2001: p. 2). Lo bien sintomático de tal documento es advertir que, mientras en él no hay rastro alguno de camino a Montiel en una época (siglo XV) en la que dicha villa tenía cierta importancia y Torres apenas contaba con un puñado de vecinos (Hervás, 1914: p. 430) (Corchado, 1971b: passim) (Ruibal, 1984: passim), sí que aparecen caminos a Torres, a Fuentllana (obviamente, Fuenllana), a Azuver (no menos claramente, el río Azuer o, quizá, aquel trazado que sugerimos, en nuestro trabajo anterior, hacia La Fuenlabrada) y la cañada Montesyno que, como se verá, no es más que el tramo norte de nuestro Granada- Cuenca por el TM de Villahermosa8. Es indudable que Villahermosa era un nudo caminero interesante, y no es de extrañar que, en su encomienda, se cobrara «el por-

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tazgo como pueblo fronterizo del territorio de la Orden y el tributo llamado Peage (sic) de Santiago, que solía producir 6000 mrs.» (Hervás, 1914: p. 599). Sobre el término de Torres, además, el propio autor del artículo mencionado -Santiago Bellón- nos refirió personalmente hallazgos que recordaban familiares suyos: «trabajando en el campo encontraron un sarcófago de piedra tapado con una gran losa» y «una especie de tinajas enterradas, que no sobresalían del nivel del suelo, y que se comunicaban unas con otras». Sabemos por las Relaciones que, en Torres, había sepulturas donde «se enterraron caballeros del hábito de Santiago e Calatrava» (Viñas&Paz, 1971: p. 351). Quizá se tratara de bajas, acaecidas en el asedio de Montiel, a las que se buscó «suelo cristiano» para ser inhumadas. Por su parte, Ruibal también resalta la reutilización de algunos llamativos elementos constructivos de origen romano, en los restos de edificaciones medievales de Torres, entre los que «destaca (…) un magnífico sillar que debió ser una ménsula (…) que podría provenir de algún edificio romano [y] ha sido colocada invertida» (Ruibal, 1984, p. 180). Y un último apunte —que desarrollaremos en futuros trabajos— viene derivado del propio nombre del lugar. A bote pronto parece obvio que Torres hace referencia a vestigios de construcciones indeterminadas o, en su caso, restos de fortalezas. Pero resulta que sabemos por documentos de época romana (el Itinerario de Antonino 29, según la nomenclatura de Saavedra), que en un indeterminado lugar, pero por la zona, existía una mansión llamado ad Turres (vid. Arias, –coord.– 2004: pp. 560 y ss.). No hace falta ninguna explicación etimológica: es evidente que el latín turres significa, exactamente, ‘torres’. Sin embargo, es curioso advertir como ninguna de las propuestas que han tratado infructuosamente de ubicar el A-29 en el trazado romano manchego, parece haber tenido en cuenta esta particularidad tan obvia: ¿resultará que ese «ad Turres» significa que, en dicho itinerario, había que utilizar un camino «hacia Torres» tan evidente que daña la vista? De momento no profundizaremos más, porque habría que entrar en cuestiones bien complejas como, por ejemplo, el significado de la utilización de los acusativos con la preposición ad, en el Itinerario de Antonino. Ahora bien, no pocas veces, los postulados del mismísimo Pero Grullo resultan ser los más acertados o, si se quiere, quizá la Navaja de Occam siga funcionando y no haya que suponer más cosas que las meramente indispensables. En suma, aunque todo lo dicho ya sirve para certificar el poblamiento antiguo de Montiel y de Torres y para ayudar a caracterizar como posiblemente romano este tramo del camino (de Puebla a Torres-Montiel), más interesante aún es el testimonio de Bellón —que no nos cansaremos de agradecer profundamente— sobre su propio pueblo.

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Figura 5: dos vistas del puente de la Calzadilla (Villahermosa, Ciudad Real). © Santiago Bellón Serrano.

4. VILLAHERMOSA 4.1. INDICIOS VIARIOS ROMANOS 4.1.1. La Calzadilla y el puente de la Calzadilla En primer lugar, Bellón nos informó de que el arroyo que discurre por la población —denominado en el MTN como arroyo de la Escalera (IGN813: Infantes)— es conocido allí como (arroyo de) 9 La Calzadilla y «tiene dos o tres ramas, que confluyen en una sola que desemboca en el Azuer». Así mismo, dentro y al norte del pueblo, existía un pequeño puente de un vano sobre el arroyo (fig. 5), para franquear el paso del camino real. Acerca del topónimo «calzadilla», creemos que huelga cualquier tipo de comentario, sólo resaltar que ya es nombrado en 152510 y que una pequeña calle perpendicular a la llamada de Miguel Hernández —por donde presumimos que entraba en Villahermosa el camino de Torres— recibe también ese nombre de Calzadilla. Además, también hemos encontrado el nombre «escalera» o «escalerilla» asociado a vías antiguas. Sin ir más lejos, junto a Torres y por el trazado del camino real de la Plata (Rodríguez&Díaz,

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2002), encontramos una Casa de la Escalera (IGN813: Infantes), y en la obra de Palomero y Villalba, tenemos un Prado de las Escaleras, en un trazado romano cerca de Carboneras (Cuenca) (Palomero & Villalba, 2002: p. 162)11; por lo que parece que tenemos evidencia por partida doble. Por cierto, hay que resaltar que ese prado conquense aparece junto a un clásico de la prospección caminera, abundantísimo y casi exclusivo, en la provincia conquense: «reillo». Apuntados quedan «escaleras» y «reillo» para un hipotético diccionario de posibles topónimos camineros, que tanta utilidad tendría y para el que estamos contribuyendo con no pocas sugerencias. Respecto al puente de la imagen —que recibía tan expresivo y contundente nombre como puente de la Calzadilla— hay que añadir que era «romano», según tradición de los villahermoseños recogida por Bellón: «el puentecito romano queda justo sobre la ‘calzadilla’ a la altura de la carretera que va a la Ossa», aunque quizá haya desaparecido en arreglos posteriores «tapado por la acera o bien destruido». Como argumentamos para San Benito, el puente puede ser de cualquier época, incluso bien moderno, sin ser objeción para que el trazado sea originalmente romano, como parece. Si bien, es cierto que debemos advertir que ya Palomero expresó la dificultad que existe para certificar, como romanos, puentes de un solo vano como éste, que suelen ser los más abundantes por La Mancha debido a la calidad orográfica del terreno y a los particulares condicionantes hidrográficos de los cursos fluviales que los caminos deben sortear (Palomero 1987: pp. 81100). Como es difícil para nosotros evaluarlo, dejamos la imagen y la referencia para los estudiosos de estas infraestructuras. 4.1.2. El abrevadero real y la cañada Montesina También, Bellón nos refirió que «muy cerca [del puente] existía un ‘abrevadero real’ [hoy incorporado por un particular a un corral, según nuestro informante] del que, hasta hace poco, parece que se conservaba el brocal sobre el pozo y un pilón para dar de beber a los animales, justo en la que se denominaba cañada Montesinos o cañada Montesina, que hoy sólo da nombre a la entrada del pueblo como ‘La Cañá’». Esta cañá es la misma que se cita en la visita de 1494, cuando se afirma que los santiaguistas tenían «otra tierra en la/cañada montesyno linde con ruy mingues» (Bellón 2001, p. 2). El nombre Montesinos es bien revelador y sugerente, dentro de la imaginería popular de la zona, por la enigmática y evocadora cueva de Montesinos, sita en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera12 y término de Ossa de Montiel. Precisamente en dos de las fuentes capitales utilizadas para nuestro estu-

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dio, de mano de los informantes de Ossa de Montiel en Colón (Colón, 1517-1523: tomo II, p. 142) y en las Relaciones (Cebrián & Cano, 1992: p. 226), encontramos las primeras noticias sobre aquella cavidad donde hizo «montezinos su habitança quando salyo de Francia desterrado e (…) es de mucha largura», por donde «pasa un Rio con gran zurrido» y donde existe «una piedra que dicen que sobre ella hazia monedas montezinos». Pero, sin duda, el mérito por la difusión universal de su conocimiento se debe atribuir a Cervantes, al inmortalizar leyenda y cueva en El Quijote (segunda parte, capítulos XXII y XXIII). Rizando el rizo, y si todo ello no fuese suficientemente llamativo, quizá lo más conspicuo sea saber que don Montesino es, en realidad, un personaje histórico absolutamente contrastado —como ya ha argumentado el prestigioso medievalista albaceteño Aurelio Pretel— que, precisamente a principios del siglo XIII, «era comendador de Peñarroya» (Pretel, 2008: pp. 96- 97). De hecho, entre 1214 y 1217, el comendador don Montesino entró en litigio con el concejo de Alcaraz, por la propiedad de un pedazo de tierra inmediato a su huerto (ob. cit.: pp. 242243). Por todo ello, sin necesidad de recurrir a más análisis de momento, hay que estar de acuerdo con Pretel cuando sugiere factible que este rico propietario diera nombre a la cueva (ob. cit.: pp. 96- 97), a lo cual añadimos la cañada y, posiblemente, a gran parte del entorno, de manera general, como las «tierras» o «propiedades de don Montesino». La leyenda de don Montesino debió de empezar a forjarse pronto puesto que Gonzalo Chacón, comendador de Montiel en 1478, manifestó que con el castillo de Montiel sólo había recibido «un brazo de ballesta de ciervo y un pedazo de la cota de Montesino» (Corchado 1971b: p. 117). Así mismo, es notable el apunte que indica que don Montesino fue también el constructor de la muy cercana ermita de san Pedro de Verona (fig. 6), como recoge la leyenda, puesto que ya es conocido el origen visigodo de la antigua edificación, hoy destruida (ob. cit.: p. 152) (Santos, 1975: p. 26). El recuerdo de don Montesino como célebre personaje antiguo, por un lado, y la tradición de la ermita y los múltiples yacimientos arqueológicos del entorno —mucho más antiguos aún—, se mezclaron y contribuyeron a construir el mito, ayudados por el propio castillo de San Felices (el literario y romanceado castillo de Rochafrida) y la propia magia, belleza e historia que desborda aquel enclave. Todo sea dicho, y ya que andamos por allí: si hacemos caso a distintos sitios web consultados, sobre las Lagunas de Ruidera, dentro de la cueva se han encontrado monedas del Alto (Alejandro Severo, ca. 222- 235 d. C.) y Bajo Imperio (Magnencio, ca. 350353, y Constancio Galo, ca. 351-354 d. C.) y, más interesante aún, una numisma de Tiberio, acuñada en Segóbriga (ca. 21-37 d.C.)... Les podemos dar

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Figura 6: ermita actual de San Pedro de Verona (Ossa de Montiel, Albacete). © Wikipedia, dominio publico.

crédito: al pie de la cueva existió un asentamiento en esa época (Sanz, 1997 y 2002) —ya conocido desde 1922 (Sanz, 1997: p. 78)— y parece que, desde allí, se configura un interesante trazado viario, en dirección a las poblaciones de Ossa de Montiel y El Bonillo, del que hablaremos en su momento. Ya sabemos lo retorcidas que son las tradiciones populares a la hora de comunicar hechos históricos, revistiéndolos de un aura legendaria. Por ello, no parece muy desencaminado pensar que lo de las misteriosas monedas «que hazia Montezinos» diese cuenta, en realidad, de hallazgos numismáticos indeterminados, muy plausiblemente romanos, ya en el siglo XVI. También es muy interesante intuir que, bajo la dominación romana —y quizá antes—, habría un trasiego comercial de esta zona con la célebre ciudad celtibera, puesto que en esa dirección genérica (hacia la provincia de Cuenca) nos encaminamos con el Granada-Cuenca. No será la última vez que veamos algo similar en nuestro camino, aunque sin necesidad de «intuirlo». Respecto a la vinculación de ciertas vías pecuarias —como la cañada de Montesino— con los caminos romanos, ¿qué más se podría añadir que no se haya dicho ya? Por entresacar algo de las múltiples referencias ya realizadas, a modo de conclusión, autores como Ángel Cabo Alonso afirman que se pueden relacionar, no pocas calzadas y cañadas, con tránsitos humanos ya desde el Paleolítico y que «el paso repetitivo de idas y regresos por puertos montañosos y por vados fluviales iría labrando el camino, laboreo en el que participarían los carnívoros perseguidores y los humanos cazadores. De estos últimos aprenderían los pastores para utilizar los pasos naturales en la conducción de la grey animal ya domesticada. Y, de unos y otros, después, los constructores de calzadas romanas, caminos reales y, finalmente, carreteras, muchas de las cuales no sólo siguen la orientación que marcaron las tradi-

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cionales rutas ganaderas sino que se asientan sobre ellas» (Cabo, 2004: p. 105). Tampoco será la última vez que encontremos vinculado el trazado de nuestro camino, en un mismo tramo, con una vía pecuaria. Concretamente con la catalogada como «nº 84, colada de San Clemente», en Villarrobledo (Ñacle& Velasco, 2001: p. 99), absolutamente paralela a una carretera de la red principal (N-310) y una autovía (A- 43), herederas, a su vez, de la vetusta carretera decimonónica de Almarcha a Villarrobledo. Los motivos de la reutilización de los viejos caminos romanos en vías pecuarias (o re-reutilización, si hacemos caso a Cabo y pensamos que las calzadas ya «usurpaban» veredas ganaderas ancestrales), han sido reseñados por diversos autores como Gozalbes, por ejemplo (Gozalbes, 2002). En su estudio sobre la perduración —como vías pecuarias— de calzadas romanas en la provincia de Málaga, afirma algunos de los motivos (ob. cit.: p. 94), entre los que resaltamos: D 1º Vías y calzadas (sobre todo las principales) se interesan por trazados muy largos. D 2º Cañadas y calzadas necesitan cierta anchura de paso, al contrario que los caminos posteriores (medievales o modernos). D 3º Ambas necesitan la disponibilidad de agua cercana (fuentes, pozos, aljibes, cisternas, manantiales, etc.). Con ello se configura lo que Palomero denomina «línea de agua», con evidente acierto y de manera muy sugerente y útil para la búsqueda de caminos vetustos (Palomero, 1987: p. 84). De vuelta a Villahermosa, si llamativa es la cañada y su nombre, más aún es el hecho de que exista ese pozo y abrevadero precisamente allí, a su pie. Creemos bastante probable que se trate, en principio, de una obra de fábrica asociada a esa «línea de agua», sugerida por Palomero, y que sabemos que existió e, incluso, fue restaurada y aumentada en épocas posteriores; léase al respecto las informaciones de Franco Sánchez para los caminos en época andalusí (Franco, 1995: passim). Pero —y más interesante para la propia historia local— es posible que dicho pozo sea, nada menos, que el mencionado en el testimonio de Villahermosa al primer capítulo de las Relaciones: «antes se llamaba el lugar del Pozuelo como todo parece por los previlegios desta villa, dicese que se llamo Pozuelo antiguamente por causa de un pozo que al presente tiene y que se llama el pozo de la villa que esta a la orilla del pueblo hacia la parte del cierzo» (Viñas&Paz, 1971: p. 564). Hacia el cierzo precisamente, es decir, al noroeste del pueblo, se encuentra (¿aún?) este llamativo pozo-abrevadero que, parece, dio nombre y sentido a la propia población. Calzada, camino real, cañada, puente, pozo, toponimia..., no nos extraña nada que nuestro camino PICAPTAR (insistimos en

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la prudencia) hacia Ossa, «de montes de encinas e robles e sabiñas» según las Relaciones (ob. cit.: p. 565), también sea «derecho y llano», como las buenas vías romanas. No descubrimos nada nuevo bajo el sol si afirmamos que no pocos pueblos manchegos surgieron (o resurgieron), tras la reconquista, donde el suministro de agua estaba garantizado, bien porque existía de forma natural en ríos, en vegas y/o en los centenares (¿miles?) de humedales tan característicos de La Mancha (hoy reducidos a bien pocos y que, de paso, desmienten la nada afortunada etimología de «tierra seca»), o bien porque eran lugares con vestigios de población, más o menos claros, en los que ya existían pozos, posiblemente desde época musulmana o romana, como también afirma Escudero y ejemplifica en localidades como Tomelloso o Los Hinojosos (Escudero, 2001 y 2002). En la Edad Media manchega no se inventó nada: los neopobladores fueron, de manera general, a los mismos sitios donde habían ido los romanos; sitios que, a su vez, estuvieron poblados por unos oretanos, bastetanos, contestanos, celtiberos o carpetanos, que no habían hecho otra cosa que ocupar los mismos lugares que los individuos del, cada día más sorprendente, Bronce manchego. De hecho, parece que aquellos pueblos indígenas que invadieron los romanos no eran más que una evolución de las culturas de la Edad del Bronce peninsular. Se cierra el círculo: la vida humana fue donde hubo vida humana previa. Villahermosa pudo perfectamente ser una pueblapozo medieval, ubicada en un sitio con tradición poblacional —posiblemente de época romana y musulmana— como fueron las pueblas medievales del TM de Villarrobledo y aledaños inmediatos, en ejemplos que en su momento desarrollaremos: Pozo del Cabalgador, Fuente del Espino —y sus humedales—, el Villarejo Rubio y el de San Nicolás —con el archifamoso pozo de las disputas—, Pozuelos de Villabachos, Sotuélamos o Robledillo (hoy Villarrobledo) —con sus vegas y numerosas lagunas. 4.1.3. Y una calzada de Mentesa Si las aportaciones referidas no fueran suficientemente reveladoras, Bellón nos comunicó que, entrevistándose con los mayores del pueblo13, le hablaron de «hallazgos [en el término municipal] mientras labraban la tierra. Lápidas de piedra y sus ataúdes [sic] que según iban arando las iban poniendo de pie». Esas «lápidas» aparecieron en las cercanías del paraje llamado Arenas. Es también muy interesante, en ese sentido, el siguiente testimonio de un vecino del pueblo, recogido por el investigador local en su trabajo de campo: «me encontré una calle empedrada, ya hecha, en medio de mi viña, y fui limpiándola hasta que me cansé y lo dejé»; esta calzada «estaba a unos 50 cm por debajo del nivel» del suelo. Con-

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cluye Santiago Bellón que, la «calle empedrada», se ubica «por la zona llamada Arenas» y nos comunica, con gran satisfacción para nosotros, «que sí podría casar perfectamente con tus [nuestros] trabajos por la zona». Efectivamente: la ubicación de tal paraje en la zona (dentro de Villahermosa, en la linde con Montiel, y cerca de parajes como Lanchares, Molino de la Quintanilla, Junta de las Cañadas, Dehesa de La Capitana, Llano de la Plata, etc.) y la cercanía del propio Montiel, Cañamares y Santa María —aunque no directamente relacionado con el camino real de Granada a Cuenca—, sugiere que estamos empezando a esbozar claramente los primeros bosquejos de la red viaria y el territorium de la antigua Mentesa (Villanueva de la Fuente) con trazos más definidos y pulso más firme que en la primera entrega (Plaza, 2009: pp. 23- 24). Por último, Bellón nos habló de sendas «ermitas, ya desaparecidas, muy antiguas (…) en sitio muy singular» que tiene localizadas en el entorno de este camino PICAPTAR. Esperamos con interés sus conclusiones sobre ellas, puesto que solían edificarse en lugares de antiquísima tradición, en muchos casos, y pueden ser un buen indicador de la presencia de restos arqueológicos. 4.2. HALLAZGOS NUMISMÁTICOS El investigador de Villahermosa también nos puso sobre la pista de ciertos hallazgos monetarios casuales, correspondientes a varias épocas, de los que podemos extraer algunas conclusiones. Si bien, aunque no logramos concretar el lugar exacto de aparición de la mayoría, parece que todas provienen del entorno de su pueblo, según nos indicó. Excluyendo las monedas medievales (una de IV maravedíes de los Reyes Católicos y otra que no pudimos catalogar) y ciertas otras con resellos de XII maravedíes —que podemos ubicar cronológicamente en torno al siglo XVII— las cuatro restantes son especialmente interesantes para el estudio de nuestro camino. Las más antiguas son dos semis de Castulo que, con casi total seguridad, se corresponden con los catalogados como 715 y 722 en la última edición del Catálogo general de moneda hispánica de Álvarez Burgos (Álvarez, 2008: p. I. 119) y que concuerdan, respectivamente, con los números 556 y 561 de la edición de 1992, según la tabla de equivalencia (ob. cit.: p. I. 389). Indudablemente, a través del Villuga 100 se puede llegar a Cazlona (Linares, Jaén) —solar de la antigua Castulo— puesto que hacia Puebla del Príncipe, como dijimos y también sugiere Sánchez en su reciente exploración, este camino real confluye con la ruta de los Vasos de Vicarello. Parece, con cierta lógica, que también existió un trasiego comercial de la zona con la importantísima ciudad oretana, como ya lo intuimos hacia Segóbriga y lo reflejaremos —en su momento

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y sin salir del camino— hacia Ercávica. Igualmente, ese intercambio de bienes y personas, hacia el sur, viene reforzado por hallazgos antiguos ya conocidos, más al norte: en Ossa de Montiel (1932), de Castulo, y en El Bonillo y el entorno de Lezuza, de Castulo y Obulco (Martínez&Martínez, 1989). Aunque, a priori, los de estos dos últimos pueblos (más difícilmente el de Ossa) también se pueden explicar por la ruta de los Vasos de Vicarello o por la cañada real de los Serranos, en el fondo estamos caracterizando distintas vías que unen la zona con Castulo y que contribuyeron a esparcir su numerario por una ancha franja de terreno. La siguiente numisma, por orden cronológico, se trata de un as altoimperial, acuñado bajo el mandato de Claudio. Esta moneda es la única cuyo lugar de hallazgo pudimos ubicar, aproximadamente, en torno a Casas Blancas14 «una cortijada muy grande que hay hacia Carrizosa y Alhambra», según nos indicó Bellón. Se trata de una moneda de bronce, acuñada en Roma entre los años 41-42 d. C., en cuyo anverso se puede leer TI CLAVDIVS CAESAR AVG P M TR P IMP P P, en torno a un busto descubierto del emperador, que mira hacia la izquierda. En su reverso consta el lema LIBERTAS AVGVSTA que rodea una alegoría de la Libertad estante, flanqueada por dos grandes letras S C, que sostiene un gorro frigio (pileus) con su mano derecha y extiende la izquierda. (Referencias: RIC, I, 113-Sear RCTV, I, 1860-BMCRE 202/4 Cohen, I, 47-DVM 16-CBN 230 Von Kaenel 722). El cuarto hallazgo, y último que nos interesa por ahora, se trata con seguridad de una moneda del Bajo Imperio que, con muy ligeras dudas por su estado de conservación (fig. 7), creemos que es una maiorina reducida, atribuible a Teodosio I y acuñada en Antioquia, en la oficina 1ª, según la ceca del exergo (ANTA). En el anverso está representado el busto de Teodosio, con una diadema de rosetones y rodeado por la leyenda D N THEODOSIVS P F AVG. El reverso es del tipo caracterizado como GLORIA ROMANORVM, con el emperador estante, de frente y mirando a derecha, que porta un estandarte con su mano derecha y un globo en

Figura 7: maiorina de Teodosio I. © Santiago Bellón Serrano- Elaboración gráfica, Ángel Plaza Simón.

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la izquierda. (Referencias: RIC, IX, 68b-Cayón 52Cohen, I, 18). La cronología que abarca esa selección numismática alcanza desde el 180 a. C., en que empieza a acuñar Castulo, pasando por el 41-54 d. C. de la numisma altoimperial, hasta el 392-395 d. C. de la moneda de Teodosio. Aunque, en rigor, la pieza de Tiberio la debemos vincular al entorno y red viaria de Alhambra y tampoco sabemos el lugar exacto de hallazgo del resto, todo ello, junto a otros datos y hallazgos que vimos y veremos, sugiere que este corredor de Villahermosa pudo estar en buen uso, prácticamente, desde el inicio de la invasión hasta el ocaso de la Hispania romana. Es decir, toda la época romana, dejando fuera de este análisis el Bronce manchego y el período anterromano (oretano), y no precisamente por la falta de yacimientos de esas épocas sino, más bien, por todo lo contrario. No obstante, somos conscientes de que cuando se habla de «época romana», quizá se está abusando demasiado para resumir el período, de bastantes siglos, que media entre el 218 a. C. del desembarco romano en Ampurias y la entrada de los suevos por los Pirineos en el 409 d. C. o, mejor, algo después, ya que el establecimiento definitivo de los visigodos se produjo entre el 456 (fecha de su primera entrada por los Pirineos, con Teodorico II) y el 507 (repliegue del Reino de Tolosa hacia Hispania, con Gesaleico). Aún así, a pesar de que se trata sólo de cuatro hallazgos monetarios, la de Villahermosa ya es una interesante selección para comenzar a establecer un acercamiento a la cronología del uso de esta vía (II a. C.-V d. C.) y, en ese sentido, también es interesante recordar la presencia de la basílica paleocristiana en Los Torrejones (IV-V d. C.) y, como veremos, alguna noticia más de época hispanomusulmana. 4.3. ALGUNAS CONJETURAS Hasta el mismo casco urbano de Villahermosa, parece bien traído un trazado romano asimilable al del camino real, aún sin estudiar los parajes que sugerimos, llamados Paredones y Villares del Jabalón, al sur de Villahermosa y en término de Montiel (Plaza, 2009: p. 23). Por otro lado, queda bien establecido que un camino empedrado atravesaba el término municipal —por el sur— en dirección a Villanueva de la Fuente, sobre el que no hay tampoco dificultad para vincularlo con una calzada de Mentesa. Ahora bien, somos conscientes de que, hacia el norte y siguiendo la cañá Montesina, sólo la lógica y la intuición —en tanto que no se produzcan hallazgos sobre el terreno— son nuestras mejores guías. Para ayudarnos, a través del estudio de itinerarios antiguos bien detallados —como el burdigalense de 333- 334 d. C. (Cuntz, 1929) donde además de las civitas están expresadas entidades más pequeñas,

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como mansiones y mutationes—, en cierto modo se puede «predecir», sobre el mapa, la presencia de nuevas instalaciones romanas, teniendo en cuenta que estaban dispuestas de una manera más o menos regular a lo largo de las principales vías. Por fortuna, en la parte norte del TM de Villahermosa, tampoco avanzamos totalmente a ciegas, puesto que un estudioso de la caminería regional, Justiniano Rodríguez, ya se fijó en un camino que discurre por allí: el de Alandumbar (Rodríguez, 2008). 4.3.1. El camino de Alandumbar Dicho autor no afirma de manera contundente, en ningún momento, que ese trazado pueda ser romano; ahora bien, sí que da ciertas pistas en ese sentido como, por ejemplo, que hasta hace poco se conservaba «enlosado un pequeño tramo que discurría junto al río Cañamares» (ob. cit.: p. 122). Otra cuestión reseñable es que el camino une Mentesa con la «ciudad» sepultada en Las Pachecas, de Argamasilla (de momento, la consideraremos como de nombre desconocido), aunque Rodríguez lo lleva más allá por un extremo y otro (de Toledo a Cartagena): «atravesando el Campo de Montiel en diagonal por su parte norte y pasando por Villanueva de la Fuente al sudeste, hasta Argamasilla de Alba al noroeste, sin ningún otro poblado salvo las aldeas de Cañamares y Santa María en todo ese trayecto» (ob. cit.). La continuación hacia Toledo podría coincidir con la propuesta de Corchado —síntesis de trabajos anteriores— de «Toledo a Santa María del Guadiana» (Corchado, 1969: p. 140). La extensión desde Mentesa a Cartagena, la encontramos en los itinerarios ya referidos, siguiendo la mencionada vía Transversal o ruta de los Vasos de Vicarello, hasta las inmediaciones de Chinchilla, para enlazar con la calzada de Segóbriga a Cartago Nova. Así mismo, Rodríguez Castillo resalta las buenas condiciones carreteras de este trazado frente a otros: «no tiene accidente orográfico alguno, con un firme que (…) es una losa caliza» (Rodríguez, 2008: p. 123) y anota alguna toponimia interesante (carril, charco carretero) (ob. cit.: passim). Otra observación interesante es que la disposición topográfica de las calles antiguas de Argamasilla, «siguen la dirección de este camino» en el que «están hechos los puentes que cruzaba el río y donde el Prior de San Juan cobraba Portazgo» (ob. cit.: p. 126). A partir de ahí trata de vincular este camino histórico, como es habitual en él, con las andanzas, aventuras y desventuras de Don Quijote por el Campo de Montiel (ob. cit.: pp. 126-132). En lo que a nosotros nos interesa y si tenemos en cuenta los criterios esgrimidos por Corchado para identificar posibles caminos romanos, aquí parece que tenemos un buen candidato: «por reunir genuinas características físicas en su trazado, (…) conser-

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var restos romanos en algún punto, (…) comunicar poblaciones desaparecidas en las invasiones bárbara o musulmana, o por otras causas más difíciles de concretar» (Corchado, 1969: pp. 124-125). No le falta, pues, cierta razón a Rodríguez Castillo al fijarse en él y sí que sugerimos aquí —a pesar de su obvio nombre arábigo— que puede ser un clarísimo PICAPTAR. De hecho, los yacimientos de Alejandrino y Angelón —recientemente descubiertos en el TM de Villahermosa y con orígenes en la Edad del Bronce aunque con restos posteriores (romanos y medievales) (VV.AA. 2008: pp. 108-109)— también hay que asociarlos a este camino de Alandumbar que, en el cortijo de Pozo Leña y hacia Villanueva, toma el nombre —chocante, expresivo y revelador— de camino de Desuellagatos (IGN- 814: Villanueva de la Fuente). Por último, también hay que vincular, camino y yacimientos, al entorno de los ya conocidos en Cañamares y Santa María, es decir, a Mentesa y su territorium. Pero lo que más nos interesa ahora es que la intersección del camino de Alandumbar con el camino real de Granada a Cuenca se produce, precisamente (¡qué «casualidades» tienen los caminos manchegos!), en el único sitio que llama la atención y en el que se detiene algo Rodríguez Castillo: Caralampia (y no Caralimpia, como por error salió en nuestro primer artículo). En dicho paraje resalta la presencia de un llamativo aljibe, llamado hoy «de Santana» y antiguamente «de Salam» (Rodríguez, 2008: p. 124). Precioso y revelador es el nombre, pues as-Salām (‘la paz’ o ‘la fuente de paz’) es, nada menos, uno de los 99 nombres de Dios (al-Asmā’ alHusnà, o ‘los nombres más hermosos’). Igualmente, Justiniano Rodríguez resalta que también existe, a pie de camino, una gran cantidad de aljibes (¿línea de agua?) que mide por ver si todos coinciden con algún módulo constructivo conocido (cartaginés, romano o árabe), aunque no encuentra uniformidad (ob. cit.: p. 125). Es lógico que los aljibes y pozos pudieran ser construidos y/ o restaurados en cualquier época. Pero muy notable, ciertamente, es que en el propio cortijo de Caralampia —de un factura tremendamente sólida a juzgar por las imágenes— haya una habitación con troneras y aspilleras y un notable poyo (ob. cit.: p. 124). Todo ello, nos hace pensar que aquel espacio, en origen, quizá pudiera ser un qaşr, pero no en su acepción tradicional de Alcázar o fortificación, sino en la de «edificio que tiene la función de parador estatal (...) más o menos fortificado» (Franco, 1995: p. 147). Para el estudio del doble significado del étimo -que queda bien patente en el topónimo Aznalcázar (de hişn alqaşr o ‘fortaleza del parador’ y no ‘fortaleza de la fortaleza’)- remitimos a la obra de Franco Sánchez (ob. cit.: § 1.3.3.4, 2.4.3.10 y 1.5.3). Descansemos un rato en este plausible parador hispanomusulmán y analicemos su nombre.

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4.3.2. Un santo raro Caralampia es un nombre de mujer, bastante raro por cierto, que, en griego, parece que significa ‘iluminada por la felicidad’, a juzgar por las referencias encontradas en Internet. También hemos encontrado alguna reseña histórica a mujeres que se han llamado así, como doña Caralampia Méndez de Vigo y Arizcum (*1856-†1893), VIII Condesa de Santa Cruz de los Manueles y Dama de la Real Orden de la Reina María Luisa (Moreno de Guerra, 1917: p. 180). De manera provisional, y sabemos que es muy peregrina, esa explicación puede valer mientras no elaboremos otra mejor (y estamos en ello): las tierras fueron, en su día, propiedad de una señora llamada así. Queda pendiente —para quien lo desee— una investigación genealógica en Villahermosa o pueblos adyacentes, para tratar de encontrarla. Mucho más famoso, dentro de lo rarísimo, es el correspondiente onomástico masculino que ostentó, por ejemplo, el mártir —en época de Septimio Severo— san Caralampio, primer abogado contra la peste y el aire contagioso (D. J. M. R. H., 1822). En la isla de La Toja existe una peculiar ermita, con planta del siglo XII, recubierta con conchas de vieira y consagrada a este santo, a pachas con la Virgen del Carmen (fig. 8). Así mismo, en Comitán (Chiapas, México) y en Jinotepe (Carazo, Nicaragua) se celebran afamadas fiestas por San Caralampio (10 de febrero).

Figura 8: ermita de San Caralampio o Capilla de las Conchas (Isla de la Toja, Pontevedra). © Wikipedia, dominio publico.

Muy cerca de allí también encontramos repetido tres veces el topónimo Loma Pajarera (IGN- 788: El Bonillo), aparentemente inofensivo a priori. Mal haríamos dejándolo pasar de largo, si pensamos que aludiría a ciertos «animales vertebrados, de sangre caliente, que caminan, saltan o se mantienen sólo sobre las extremidades posteriores, mientras que las extremidades anteriores están modificadas como alas» (Vicipaedia hispana dixit). Un mundo intere-

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sante se abre ante nuestros ojos si, en lugar de con los «pájaros», lo vinculamos con los «pajares», que nos indicarían la presencia de construcciones —o restos de ellas— de muy sólida factura, como la de dichos silos y, también, las de castillos y fortificaciones. Es el caso del celebérrimo castillo de Dueñas, ubicado en el paraje conocido como Cuarto de la Venta o Pajarón (Corchado, 1970), «cuya construcción tiene características ciclópeas por lo que creemos que su origen tiene que ser anterromano, pero por su estratégica posición en una cumbre mediana y aislada enfrente del puerto del Muradal ha debido utilizarse en posteriores civilizaciones, principalmente por los musulmanes y en las luchas de la reconquista de esta zona en los siglos XII y XIII» (Diputación de Ciudad Real, 2009: entrada Almuradiel). Ejemplos de vinculaciones entre topónimos derivados de ‘pajar’ y restos arqueológicos no nos van a faltar, especialmente en su versión Pajarón, cuyo superlativo refuerza más aún la idea de solidez en los vestigios observados. Ya hay dos bien conocidos, desde antiguo, en Cuenca, Pajarón y Pajaroncillo (Santa María, 1897) (Coello, 1897), el mencionado de Ciudad Real, otro algo menos conocido en la provincia de Teruel (Escó, 1987: p. 643), otro, menos conocido aún, en Villarrobledo15 y uno más —muy plausiblemente— a escasa distancia del anterior (Fuente del Pajarón y Cañada de la Fuente del Pajarón), pero en el término de Munera (IGN-763: Sotuélamos y 764: Munera). Por su cercanía y su ubicación, justo al este y el oeste de la mesopotamia Sotuélamos-Córcoles, de estos dos últimos no debe caber la menor duda de que sean ubicaciones menores, dentro del vastísimo complejo arqueológico La Pasadilla-Los Castellones. A ellas cabe añadir otras inéditas que ya hemos reconocido, en El Viso (ibera y romana) y el Corral de Pacheco (romana) (ambos en Villarrobledo), o detectado por la contundente, clarificadora y abrumadora toponimia de la zona (Las Ánimas, La Pacheca, Corral de Piedra, Cantalapiedra, Galiano, Cuarto Carretero, Puente de Pedro Abad, La Atalaya, La Morra, Cañada Arada, La Losa, Haza del Toril, Los Castellones, El Villar, Cuesta Blanca y un largo etc.), que haría las delicias de cualquier profesional del tema que se hubiera tomado la molestia de mirar un mapa16 (IGN-763: Sotuélamos y 764: Munera). Ya avisamos de que, en La Pasadilla-Los Castellones, no estamos ante «otro sitio más» donde aparecen restos arqueológicos. Allí se puede certificar —sólo entre la época ibérica y bajomedieval—, la existencia de cinco lugares de hábitat bien diferenciados y relativamente grandes: un poblado ibero (Morra de Los Castellones), otro romano —posible traslado a plano del anterior— (El Villar), un posible castellum —sorprendentemente inédito— con vestigios de cannabae alrededor (La Pasadilla) (fig. 9), una villa romana (La Pasadilla) y un poblado ba-

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jomedieval (Villabachos), que confieren a la zona un aire, bien raro, de población «itinerante» —en disposición horizontal y no superpuesta— en la que es posible estudiar, si se quiere, decenas de siglos de historia continuada, casi sin interferencias. A esto hay que añadir tres posibles necrópolis: una ya certificada (Cuevas de los Castellones), otra posible a tenor de los restos (ladera de El Viso), y otra inferida por la toponimia (Las Ánimas). Y, todo ello, sin contar más restos de esas épocas, a lo largo de ambos ríos (puentes, instalaciones indeterminadas, calzadas, etc.), o anteriores, que también los hay: paleolíticos (Pajarón, Malagana, Pasadilla, Corral de Pacheco), posiblemente de la Cultura de los campos de urnas (Huerta del Pato) y de la Edad del Bronce (innumerables). Por eso, y por todos los equívocos que ha generado su disperso y no siempre ajustado estudio, merecerá un especial detenimiento y análisis. Y sobre nuestra particular Loma Pajarera de Villahermosa juzguen ustedes, valorando los itinerarios que estamos siguiendo y los antecedentes que hemos conocido: ¿habría muchos pájaros o, al contrario, vestigios de pajares? Para ayudarles a decidirse, y concluir este apartado, también encontramos junto al camino de Villahermosa a Ossa de Montiel, algo antes de llegar a El Ossero, un Colmenar de la Puerca (IGN-788: El Bonillo) cuyo topónimo, posiblemente relacionado con el árabe burŷ, ya se ha puesto en relación con la presencia de vestigios arqueológicos (Franco 1995: passim) (Pretel 2007 y 2008: passim).

Figura 9: posibles restos arqueológicos en La Pasadilla (Villarrobledo). © Tomás Aguado Millán.

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5. EL OSSERO, LA OSILLA, LA JACIDRA... ¿ALGECIRAM PRIMAM? La última etapa que consignamos en nuestro trabajo anterior fue El Ossero que, según justificaremos ahora mismo, podemos llamar también La Osilla y Primera Algecira. 5.1. EL TOPÓNIMO ACTUAL, ALGUNAS CUESTIONES El nombre actual parece el curioso resultado de diferentes interferencias de otros topónimos cercanos y de corrupciones antiguas y modernas. En primer lugar, la arcaizante doble ese actual (-ss-) quizá provenga del influjo del nombre del municipio matriz en cuyo término está enclavado (Ossa de Montiel) y que, en origen, tuvo dicha grafía («hereditate illam que est in termino de Alcaraz que Ossa dicitur», en 1216 y 1222) (Corchado, 1971b: pp. 129134). Ahora bien, en antiguos documentos aparece mencionado como El Osero, de igual manera que Ossa de Montiel ya es llamada La Osa, sin ir más lejos, en las propias Relaciones y en Colón (Colón, 1517-1523: passim) (Cebrián&Cano, 1992: pp.). Sin embargo, y esto es bien revelador, también aparece denominado como El Losero (Corchado, 1971b: p. 133), nombre emparentado con otros de la familia Losa-Losilla, que está vinculado indefectiblemente con los caminos calzados. Como expresa claramente Guillermo García: «los topónimos Losa, Llosa, losares, enlosado, calzadizos, albalate, suelen parecer con frecuencia, como es sabido entre los aficionados al tema, en relación con calzadas romanas» (García Pérez, 1999: p. 43), si bien, autores como Palomero —aunque también comparten esta idea— recomiendan siempre la comprobación in situ de dicha hipótesis (Palomero, 1987: pp. 196-201). Así mismo, Palomero se pregunta —y nosotros con él— si algunas poblaciones llamadas Osas (Ossa de Montiel, Osilla del Palmero, Osa de la Vega), no esconden, en realidad, un ‘losa’ original que se ha deformado por el uso (ob. cit.: passim). Losa y losero, pudieron ser interpretados como L’osa y L’osero, y por ultracorrección, generarse La Ossa y El Ossero. En contra de todo ello, un respetadísimo autor como Aurelio Pretel, afirma que las losas hacen referencia, en la zona, «a charcos o lugares con agua, que solían servir de abrevaderos y a veces para el riego» (Pretel, 2007: pp. 53-55) (Pretel, 2008: passim.). Sentimos discrepar con él, aunque, en el fondo, es un auténtico placer: su trabajo es tan fecundísimo que descubrir y rebatir cualquier mínimo y excusable error suyo supone, para el conocimiento de la historia de la zona, bastante más avance que diecisiete estudios compendiosos. Expresada nuestra admiración, no obstante, nos parece absolutamente bien fundada la sugerencia que hacen bastantes

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autores de la vinculación del topónimo «losa» con las calzadas romanas. Es por ello que aludiremos un ejemplo cercano bien palmario e ilustrador: Losa Cavada (IGN-763: Sotuélamos). 5.1.1 Sobre el topónimo Losa: el ejemplo de Losa Cavada (Villarrobledo) Es conocido que, para el estudio de la caminería antigua, se suelen (y deben) manejar distintos criterios que provienen de muy diversas disciplinas: arqueología, filología, historia, ingeniería, etc. (Castillo Armenteros, 2001). En la fase de documentación previa, es fundamental la búsqueda de topónimos sospechosos, sobre el mapa o la documentación antigua, que orienten el posterior trabajo de campo. Pero también hay que advertir que la presencia de un topónimo aislado, por sí sólo, no debe llevarnos a ninguna certeza y es necesario contrastarlo con otras informaciones, documentos, indicios y, sobre todo, una exploración del lugar. Así pues, resulta que existen ciertos lugares —como Losa Cavada— donde confluyen tal cantidad de pistas que, aunque apenas tienen fuerza probatoria si son analizadas por separado, cuando se consideran en conjunto, nos deben poner en alerta ante la presencia de caminos de factura antigua. En primer lugar, existen testimonios documentales (de 1247 y 1272) en los que Losa Cauada es tomada como referencia del amojonamiento más antiguo conocido de Munera (Pretel, 2008: p. 261). Hasta la fecha, éste es uno de los primeros parajes villarrobletanos conocidos que, más de tres cuartos de milenio después, aún sigue conservando el mismo nombre (IGN-763: Sotuélamos). Por cierto, el del primer término de Munera es un ejemplo bien patente de la idea que sugerimos, y que también mantienen otros autores, respecto a que las hitaciones de la época se trazaron tomando como referencia calzadas y antiguas poblaciones (Plaza, 2009: p. 21). Estos son todos los mojones: Atalayuela entre Sotuélamos y Munera, Mirón de los Loseros, Losa Cavada, Quintanar, Losilla de la Carrera, Cerro del Gato, Cabeza del Águila, Cañada de Lechina, Dornajuelos de los Hitos, Atalayuela de Lechina, Cabeza del Maymón y La Horadada (Pretel, 2008: p. 261)... Espectacular colección de indicios —a cual más sospechoso y revelador— que debe dar cuenta, sin duda, de calzadas e instalaciones menores de Libisosa y La Pasadilla-Los Castellones, cuyos territoria, como veremos en su momento, parecen tener la propia población de Munera como confín. Por otro lado, existen caminos calzados, en las inmediaciones de Losa Cavada (entre Los Minayas y el Cuarto del Quiso —que no ‘del Queso’ como aparece ahora) (IGN-764: Munera), que están en uso actualmente, a fe de los amortiguadores de nuestro automóvil y para mayor gloria del concesionario lo-

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Figura 10: camino calzado en Losa Cavada (Villarrobledo). El automóvil sirve de referencia sobre sus dimensiones. © Ángel Plaza Simón.

cal de su marca. Así mismo, existen tramos relictos, hacia el norte de la propia casa de Losa Cavada, que son calzadas «de manual». El de la fotografía adjunta (fig. 10) tiene unos 200 m de largo y, perdida su presunta capa externa de rodadura, conserva perfectamente visible su estructura interna, donde son fácilmente apreciables, en su parte superior, los bordillos y la cimentación intermedia. La anchura de la calzada, de bordillo a bordillo, tiene una medida en torno a los 3,90 m que se aproxima, muy cabalmente, a un ancho ideal de 13 pies romanos (13 x 0,2963 m = 3,8519 m), que coincide con lo esperable para vías romanas secundarias en esta zona (Palomero, 1987: p. 204), aunque es muy ligeramente mayor que lo consignado por Vanesa Ponte para estas mismas vías (de 10 a 12 pies, o de 2,963 a 3,5556 m) y, por ejemplo, que el de la vía Flaminia en Carsulae (3,80 m) (Ponte, 2007: pp. 94-95). En cualquier caso, es suficiente para el paso de dos carros romanos (ob. cit.) y, desconociendo si estuvo tan sólidamente preparado en toda su extensión, el calzamiento de este tramo está absolutamente justificado puesto que, en ese mismo punto, el camino atraviesa la «temible» cañada de Valdelobos17. Esta misma medida —casi 3,90 m— también la hemos encontrado en otros caminos calzados del término de Villarrobledo, como en Los Muneras y las Casas de Los Salvadores, en ejemplos que referiremos —puesto que están en el trazado estudiado— y que también hemos de vincular con la red viaria del territorium de La Pasadilla-Los Castellones. Si se demuestra su cronología romana, cosa en absoluto

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descabellada, debemos concluir que debe tratarse de caminos secundarios (viae vicinalis), bien para enlazar dicha población con vías principales o bien para vertebrar los distintos establecimientos asociados a ella. Por último, un propietario de la zona nos indicó que «hacia 1960 se levantó un camino empedrado fortísimo y tanto se resistió, que fue necesaria la utilización de maquinaria pesada. Venía de Munera». Por la inspección de la zona, al sur de la casa, el tramo desmantelado —que debía ser de unos 600 m— hoy está sepultado bajo toneladas de roca y ha sido sustituido por un camino paralelo realmente infame, aunque en partes parece dejar entrever algún alineamiento pétreo sospechoso y vestigios de la que pudo ser su caja. Está información coincide con otra, de un propietario en Los Minayas, que afirma que su padre le refirió que un «ancho muro (sic) enterrado motivaba que se engancharan frecuentemente los arados en un haza de su propiedad». La búsqueda de vestigios en ese paraje fue infructuosa, en lo que a caminos o indicios de población romana se refiere, porque, paradójicamente y dicho sea de paso, sí que encontramos un fecundísimo yacimiento paleolítico inédito (Plaza, 2007: pp. 5-6). Este mismo propietario nos puso también sobre la pista del tramo de camino calzado, entre El Montecico y Los Muneras, que nos encontraremos, más adelante, en este mismo Granada-Cuenca. Curiosamente, también tenemos un accidental corte trasversal de uno de los caminos que confluyen en Losa Cavada, al oeste de la casa, en un lavajo que se construyó a mediados del siglo XIX según nuestras fuentes. En él se puede analizar la estructura interna de una de las presuntas calzadas que allí llegan. Como colofón, en la zona también hay más pruebas de la vinculación del topónimo con otros posibles caminos calzados, como en otros dos parajes cercanos (Losa de Valdehambre y la Losa) ubicados en trazados que también irradian -no podía ser de otra manera- de La Pasadilla-Los Castellones. Realmente es muy notable el enjambre caminero en torno a ese complejo arqueológico, difícilmente explicable si no se tratara de una población notable, con cierta ascendencia sobre otros yacimientos menores de la zona, excepcionalmente bien comunicada y, quien sabe, con vestigios de centuriación (¿un municipium?). Esta imagen parece muy alejada de la que se ha querido trasmitir de ella hasta ahora, en diferentes estudios, y sobre la que no incidiremos más, de momento, para no aburrir a los lectores. Pero creemos, sin duda, que el de La Pasadilla-Los Castellones es un caso notable de un bien nutrido y variado conjunto de árboles que no ha dejado ver el bosque... Pero, mundo vegetal aparte, otra losa que sí que nos interesará más adelante —porque está relacionada y, de hecho, «es» el propio camino real de Granada a Cuenca— es la Losilla del Cal-

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deroncillo, mencionada en 1318, entre Villarrobledo y San Clemente, y llamada de una manera muy reveladora en el siglo XVI... Pero no adelantemos más acontecimientos y saboreemos este tramo: estos tres ejemplos implican que, al menos en torno a esta población, se suele nominar como losas a los caminos calzados. En suma: por activa, pasiva, perifrástica, subjuntiva y yuxtapuesta podemos concluir que Losa Cavada quizá hace referencia a caminos calzados que pueden ser de factura romana. De hecho hablamos en plural porque, en manchego, los naturales se refieren a la zona como Losacabás o Los Acabás, ‘losas cavadas’, con evidente acierto puesto que, hemos visto, son varios los que allí llegan. Ahora bien, por cautela, los llamaremos de momento caminos PICAPTAR, por más que, íntimamente, estemos bien convencidos de que son más romanos que los calamares rebozados. Nota bene, y a pesar de lo dicho, creemos que sería un error desechar completamente la interesante apreciación de Pretel y no pensar que esos charcos o abrevaderos —que él llama losas— en realidad formen parte, como hemos venido insistiendo, de esa línea de agua, consustancial a los caminos antiguos de cierta relevancia. 5.2. LA OSILLA: ENTRE CAMINOS Y NECRÓPOLIS Por si pareciese poca la peripecia vital del topónimo Ossero/Osero/Losero; en documentación coetánea a las primeras referencias al camino real de Granada a Cuenca, aparece una población denominada La Osilla —algo hacia el suroeste de Ossa de Montiel— que hay que vincular inevitablemente con El Ossero. Así está citada en Colón («la Otylla») y en el Atlas de El Escorial (ca. 1550) (Corchado, 1971b: mapa adjunto y p. 132), lo que nos permite ubicar allí el camino de Infantes a El Ossero: «[desde Villanueva de los Infantes] fasta la Otylla ay quatro leguas de tyerra llana e de montes de enzinares e de pinares e a las tres leguas pasan a guadiana que por alli se llama Ruydera por vado que corre a la mano dizquierda») (Colón, 1517- 1523: tomo II, pp. 333- 334). Este camino, muy plausiblemente, debe ser el mismo empleado en la etapa InfantesLagunas de Ruidera, del itinerario de peregrinación a la Ermita de san Gregorio (entre Infantes y Mues, Navarra) consignado por el humanista Ximénez Patón en 1615 (Ramírez, 1977: p. 30). Así, la segunda etapa de dicho itinerario (Lagunas de Ruidera- Villarrobledo) podría ser, con bastante verosimilitud, el camino real de Granada a Cuenca que traemos —sin perder de vista otros que veremos en su momento—, de igual manera que la siguiente (Villarrobledo-Socuéllamos) se correspondería con el camino real de Toledo al Reino de Murcia y Valencia, que también referiremos porque es otro clarísimo

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PICAPTAR. En suma, tendríamos que el nombre de La Osilla —quizá también por ultracorrección de un L’osilla previo— pudo pasar a El Osero (o Losero, por idénticos motivos) y al actual Ossero, con que es conocido hoy, por influencia de su municipio matriz. De paso comprobamos que, se llamase como se llamase, en el siglo XVI también era un nudo caminero de referencia, lo que abunda en la teoría de El Ossero=calzada. Ahora bien, es cierto que el nombre Ossero/Osero, también podríamos emparentarlo con las huesas, osarios y oseros reales18, sin prejuicio y con permiso de las fuessas, que lo asociarían, por un lado, con sepulturas y, por otro, quizá con las fossae (trincheras) que se excavaban para construir las calzadas. Así tenemos que las variantes Losero/ ¿Losilla? inclinan el fiel de la balanza etimológica a la propia calzada empedrada, no tanto a su trinchera; mientras que las variantes Ossero, Osero, Osilla decantan la explicación hacia las sepulturas, osarios, huesas, oseros reales o trincheras. Es verdaderamente difícil decidirse por una u otra explicación (presencia de restos humanos o calzada romana) aunque, en el fondo, da igual, puesto que ambas nos sitúan en un claro contexto arqueológico. Es más, las dos interpretaciones se pueden complementar, ya que se trata de un enclave tan interesante que, perfectamente, pudo haber en él todo lo que se sugiere: calzadas, huesos y sus correspondientes trincheras y sepulturas... Pero... Sin embargo, y si no fuera ya suficientemente complicada la aclaración del topónimo, nuevamente hemos de dar otra vuelta de tuerca, puesto que tenemos bien fundadas sospechas de que La Osilla tampoco es el nombre más antiguo del lugar llamado El Ossero. ¿Alguien da más? 5.3. VESTIGIOS ARQUEOLÓGICOS Indicamos, quizá abusando un poco de la intuición, que el entorno de El Ossero nos parecía un lugar interesante para ubicar un establecimiento viario en cualquier época (Plaza, 2009: p. 25). Lo mencionado sobre la toponimia e historia del lugar abunda en dicha suposición. Pues bien, leemos en un sitio web, recientemente publicado por el Ayuntamiento de Ossa de Montiel para promocionar y fomentar el turismo en la zona: «La Toma del Agua (PARADA 5) es un embalsamiento [sic] del agua del río a consecuencia de una pequeña presa con una compuerta que desvía el agua por un canal que abastece a la central hidroeléctrica del Osero. En los cerros de los alrededores se aprecian restos de construcciones de antiguos asentamientos que se dieron en la zona y donde pudo existir La Jacidra (La Isla) la que se puede considerar la primera motilla del Guadiana. (30S 0518046–4306560)»19. Efectivamente, algunos vecinos de la zona ya nos habían indicado que hay un paraje, contiguo a El Ossero, al que los naturales

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llaman La Jacidra y cuyo nombre no está recogido en los mapas del IGN. Ese topónimo despeja, muy claramente a nuestro juicio, una de las múltiples incógnitas sobre reducciones geográficas de antiguas poblaciones que la zona tiene planteada: Jacidra se debe vincular, automáticamente, con el término de origen hispanoárabe, Algecira o al-Jazīra, que significa ‘isla o península’ y que está detrás de nombres de ciudades como Alzira, ‘Península del Júcar’ (Jazīrâtu Šuqr), o Algeciras, ‘La Península Verde’ (alJazīrâtu al-Hadrā’). A falta de una, como ya señaló Corchado, en la zona hubo dos poblaciones, históricas y distintas, llamadas Algecira (Algecira de Guadiana y Primera Algecira o Algeciram Primam), con privilegio repoblador en 1216, con apenas meses de diferencia, y término asociado (Corchado, 1971b: pp. 37-39 y Corchado, 1976: p. 54). Curiosamente, ambas poblaciones bajomedievales quedan hoy dentro del actual TM de Ossa de Montiel: Algecira de Guadiana creemos que está muy bien ubicada, como ya afirman las Relaciones de Alhambra20 (Viñas&Paz, 1971: p. 42), concluye Corchado (Corchado, 1971b: pp. 37-39 y Corchado, 1976: p. 54) y también a nuestro humilde juicio, en La Mesa del Almendral (Ossa de Montiel) junto a la celebérrima ciudad de Lagos (fig. 11). Por su parte, Primera Algecira casa perfectamente con esta Jacidra, junto a El Ossero. Algecira de Guadiana, Primera Algecira y San Felices son términos de pueblas medievales que heredó Ossa de Montiel, quizá por ello llama tanto la atención de Corchado que la redonda de Ossa de Montiel sea tan generosa (Corchado, 1971b: passim). Esta dinámica típica de población, despoblación y concentración medieval, en torno a un núcleo, no es vieja en La Mancha: de hecho la encontramos en Socuéllamos, que absorbió Vecejate, el Villarejo Rubio, el Pozo Bernaldo y otros (Escudero, 2001: passim); en El Bonillo, que hizo lo propio con Susaña, Sotuélamos o Pinilla y otros (Pretel, 2001: passim), o en Villarrobledo, que absorbió Villabachos, Fuente del Espino, Villarejo de San Nicolás, Moharras, Ventas de Alcolea y otros, y estuvo a punto de hacerlo con Marta (hoy Santa Marta) y Sotuélamos... Este proceso es más fácilmente demostrable en algunas localidades, pero en esencia es el mismo: en torno al siglo XIII se produjo un primer impulso repoblador, en lugares con vestigios de haber estado poblados con anterioridad21. Posteriormente, una gran mayoría de ellas no lograron prosperar y sus habitantes se concentraron (o fueron concentrados) en torno a una de ellas, posiblemente, la que reunía mejores condiciones agrícolas, ganaderas, de salubridad y de comunicación. Por eso no ha de extrañar que afirmemos que El Bonillo, Ossa de Montiel, Socuéllamos o Villarrobledo hayan sido importantes nodos viarios ya desde época romana. Esa dinámica de repoblación-despoblación-concentración,

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coincide en el espacio con otro fenómeno anterior, que llamaremos la triada arqueológica manchega: yacimientos que hunden sus raíces en la cultura del Bronce manchego y también presentan vestigios de población en época prerromana (iberos y celtiberos) y romana, como mínimo. No siempre lograron alcanzar las épocas hispanovisigoda e hispanomusulmana, aunque todas resurgen en torno al siglo XIII. En el fondo, como dijimos, los «romanos manchegos» no parece que estuvieran inventando nada nuevo cuando buscaban lugares manchegos con agua. Con estos dos fenómenos, la triada arqueológica y la dinámica demográfica medieval, se pueden explicar y estudiar los restos de abundantes lugares por la zona. Volviendo a La Jacidra, que vinculamos con gran motivo con Algeciram Primam, ya sabemos que existen restos de cierta entidad adscribibles a la Edad del Bronce (VV.AA., 2008: p. 133 y bibliografía citada allí) y, como vemos, medievales, con un privilegio repoblador y su propio término. El propio nombre indica que también pudo estar poblada o, al menos, ser un importante lugar de referencia, en época hispanomusulmana. Con estos antecedentes y consecuentes, sabiendo que traemos un trazado con posible tradición romana y con nuestras particulares triada arqueológica y dinámica repobladora, inferir restos romanos e iberos, es bastante más que una suposición gratuita. Ahora bien, para desgracia, asombro y sonrojo de todos, parece que nos quedaremos con las ganas de saberlo con certeza, puesto que el yacimiento de La Jacidra ha sido arrasado en fechas no muy lejanas, ya que en 1989 aún existía (ob. cit.). En definitiva, El Ossero (Osero o Losero) —conocido antiguamente como La Osilla (Otylla o ¿Losilla?)— parece que no es más que otra manera de llamar a la también vieja y, hasta hoy, «perdida» población de Algeciram Primam o Primera Algecira, en época hispanomusulmana y primera etapa cristiana medieval; población que, según vemos, estuvo atravesada por el camino real de Granada-Cuenca. De manera similar, Corchado pareció decantarse, en 1976, por una solución análoga a la que aquí hemos encontrado —pero sin ubicarla claramente en El Ossero— cuando afirmó que dicha puebla habría que situarla «en la zona alta de las Lagunas de Ruidera, término de Ossa de Montiel (Albacete), aunque su localización no es segura», mientras que Algecira de Guadiana se correspondía con las «ruinas existentes en el cerro del Almendral, término de Ossa de Montiel, junto a las lagunas bajas de Ruidera» (Corchado, 1976: p. 54). En todo este análisis hemos descartado dos sugerencias de Pretel: las posibles vinculaciones de Ossa de Montiel (y el Ossero) con la población hispanomusulmana de umm al-wassim, que no vemos nada clara, y también con la más plausible —aunque difícil para la Ossa y el

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Ossero— de al-lawz, que sí creemos, con Pretel, más factible que fuera el término que dio nombre a la ciudad de Lagos —Algecira de Guadiana (Pretel 2007 y 2008: passim). Esta última etimología es tan evidente que cae como pedrada en ojo de boticario: al-lawz significa, precisamente, ‘el almendro’ nombre pintiparado para unas ruinas situadas en la Mesa del Almendral «donde dizen que avja allj fundada vna çibdad la qual se nonbrava y nonbra la çibdad de lagos y en ella ay muchos almendros amargos» (Cebrián&Cano, 1992: p. 226).

Figura 11: panorámica de la playa de la Laguna Colgada (Ossa de Montiel, Albacete). Al fondo, el solar de Algecira de Guadiana. © Wikipedia, dominio publico.

5.4. AL TIEMPO DE LAS ALTERACIONES DE LAS COMUNIDADES Y PARA CONCLUIR En la entrega anterior, para ilustrar la presencia histórica del camino real de Granada a Cuenca, referimos brevemente el repliegue de las tropas derrotadas en la Batalla de Villarrobledo de 1836 (Plaza, 2009: p. 26). Queremos volver a finalizar nuestro artículo con la reseña de otro hecho bélico, más pertinente quizá, puesto que tuvo lugar en 1521, para las fechas concretas que analizamos. Este es el relato, inserto en un expediente sobre el traslado de la vicaría de Montiel a Villanueva de los Infantes, de un testigo montieleño de lo acaecido en Puebla del Príncipe, Santa Cruz de los Cáñamos, Montiel, Villahermosa y Ossa de Montiel durante el levantamiento comunero en Castilla: «Al tiempo de las alteraciones de las Comunidades que ubo en este Reyno (...) este testigo era de hedad de trece años y estando viviendo como está en la villa de Montiel (...) al castillo que la dicha villa tiene se acoxían las muxeres y hijos y otros vezinos de la dicha villa y desta comarca (...) pasó una compañía de soldados de los comuneros que le parece que eran más de dozientos ombres los quales abían saqueado la Puebla (...) también saquearon otra aldea desta villa que se dize Santa Cruz de los Cáñamos (...) y como los vezinos de Montiel lo supieron se apercibieron para yr a ellos y echarlos de la tierra y estando en esto los vio venir este testigo (...) por el Campo de Santa Cruz (...) al castillo al qual tiraron un tiro de pólvora (...) y entonces los dichos soldados pararon y los vezinos (...) fueron hacia ellos en orden y muchos de a caballo y entre ellos el dicho

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Antón Gregorio que iba delante de todos en un caballo morzillo y sus armas y lança y adarga y les dio buena quenta a todos y entonces el capitán que con ellos yba se quitó el sombrero hazyendo son de paz y lo hizieron pasar de la villa a Villahermosa y los de Villahermosa se bynieron a pedir socorro a esta villa de Montiel contra los dichos soldados y los fueron a socorrer y los echaron fuera de Villahermosa y se fueron al lugar de la Ossa, donde hizieron mucho daño según [se] dixo y así la dicha villa y fortaleza amparaban y defendían a los que allá venian serbidores de Su Magestat» (Gómez Vozmediano, 2002: p. 430). Aún a pesar del retrato cuasi caballeresco del paladín Antón Gregorio, el hecho fue bastante traumático para Ossa de Montiel y la visión de sus vecinos muy contrapuesta, como aún recordaban en las Relaciones de Felipe II: «quando sucedieron las Comunidades (...) vinyeron a esta villa mucha cantidad de soldados (...) myll e quatro çientos (...) los quales echaron a perder los vecinos desta villa de manera que les estruyeron sus haziendas y quedaron tan pocos que despues aca la dicha villa por esto y lo demas que tienen dicho a venydo en gran demjnuçion de vecinos y estan tan pobres y demas desto los pueblos comarcanos que havian de venir (...) no vinyeron a los faborecer nj ayudar por no querer los vecinos desta villa a entrar en comun con los demas del Campo de Montiel y Villanueva de los Ynfantes el governador que estaba alli a la sazon era pariente del Capitan de la gente questava en esta villa e no qujso que vinjesen a los faboreçer nj ayudar sjno llegaron al efeto de les ayudar vna legua desta villa y no quisjeron pasar de allj» (Cebrián&Cano, 1992: p. 226). Es decir, Ossa de Montiel afirma la connivencia y la ayuda expresa, a los asaltantes, de los pueblos del Campo de Montiel, por causa de cierto litigio que dicha villa tenía con el Común. Y, como en tantas ocasiones que hemos encontrado, en 1521 tampoco se le nombra; pero, nuestro camino real de Granada a Cuenca —posible camino romano— ahí estaba, testigo mudo de la Historia.

6. RECAPITULACIÓN Apoyado en los nuevos indicios encontrados y expresado de manera lineal modificamos levemente el trazado que quedaría de la siguiente manera (en letra normal, yacimientos/ estaciones romanas seguras; en negrita, poblaciones del camino renacentista; en cursiva, posibles estaciones romanas): Venta de los Ojuelos- Zahora-Mairena-Puebla del Príncipe (Los Villares)-Charco del Gitano-Los Torrejones-Torres de Montiel o Montiel (Fuente del Mayolo)-Puente sobre el Jabalón-Villares del Jabalón y/o Paredones-Villahermosa-Caralampia y/o Loma Pajarera-Colmenar de la Puerca- El Ossero (La Jacidra-Algeciras Primas).

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Los mapas del IGN correspondientes hasta ese punto son: D 839- Torre de Juan Abad. D 813- Infantes- Villanueva de los Infantes. D 814- Villanueva de la Fuente. D 788- El Bonillo. Los nombres con que se denomina al camino real de Granada a Cuenca son: camino de los romanos (Sánchez, 2009), camino de Puebla del Príncipe a Montiel, camino de Torres a Villahermosa y camino de Villahermosa a Ossa de Montiel o cañada Montesina (1494). En próximas entregas continuaremos caracterizando el camino real y su posible precursor romano, si bien, ya podemos adelantar que la derrota del camino más antiguo parece llevarnos desde Ossa de Montiel a Sotuélamos, donde muere, configurando un trazado más o menos unitario entre Mariana y Sotuélamos (fig. 12). Por su parte, el Granada-Cuenca consignado por Villuga va directamente a Villarrobledo —atravesando también parajes muy interesantes y solapándose o cortando otros trazados antiquísimos— desde donde continúa hacia San Clemente por otro trazado de posible ascendencia romana... se nos amontona y complica el trabajo, pero continuará...

Figura 12: esquema general del posible trazado romano y del camino real. © IGN- Elaboración gráfica, Ángel Plaza Simón.

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Abreviaturas: IEA: Instituto de Estudios Albacetenses. IEM: Instituto de Estudios Manchegos. IGN: Instituto Geográfico Nacional de España. JSEA: Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades. ME: Revista Miliario Extravagante. MTN: Mapa Topográfico Nacional. RAH: Real Academia de la Historia. RSG: Real Sociedad Geográfica. SIG: Sistema de Información Geográfica. TM: Término Municipal.

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813- Infantes- Villanueva de los Infantes: ed. de 1888, 1953 y 2001. 814- Villanueva de la Fuente: ed. de 1888, 1927 y 1953. 789- Lezuza: ed. de 1889, 1933 y 1965. 788- El Bonillo: ed. de 1887, 1956 y 2004. 764- Munera: ed. de 1888, 1933, 1955 y 2004. 763- Sotuélamos: ed. de 1887, 1955 y 1974. 742- La Roda: ed. de 1919, 1966 y 2004. 741- Minaya: ed. de 1918, 1955 y 1990. 740- Villarrobledo: ed. de 1887, 1955, 1977 y 2005. 739- La Alameda de Cervera: ed. de 1886 y 1954. 714- Campo de Criptana: ed. de 1886, 1965 y 2003. FUENTES ORALES Santiago Bellón Serrano, historiador. Arturo Giménez Solana. Eduardo Portillo. SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA (SIG) GOOGLE MAPS: http://maps.google.es/ VIDA (Visor de mapas de la Diputación de Albacete): http:// app.dipualba.es/vida/ VISOR DEL SIGPAC: http://sigpac.mapa.es/fega/visor/

NOTAS

1 ¿No serían, más bien, enterramientos por el rito musulmán, por esa descripción? 2 Tan evidente y conocido es su trazado que ya en las Relaciones de La Roda se identifica, claramente, como romano. CEBRIÁN ABELLÁN, A. & CANO VALERO, J. (1992): Relaciones topográficas de los pueblos del Reino de Murcia, 1575- 1579. Murcia: Universidad de Murcia. 3 El paso de la vía por las inmediaciones de Balazote es absolutamente incontestable: no hay estudio sobre ella que no lo certifique. Las credenciales arqueológicas de esa localidad no lo son menos puesto que, por sólo citar el ejemplo más paradigmático, una de las obras cumbres del arte ibérico, la Bicha de Balazote, le dio fama universal. Ahora bien, hemos optado por referir su nombre árabe, bien atestiguado por fuentes posteriores, ya que se desconoce su nombre en época ibérica y romana. Interesante es recordar que el nombre ‘bicha’ deriva del fr. ‘biche’, ‘hembra del ciervo’ y no, como le parecería a un castellanoparlante, de ‘bicho’. Ciertamente hoy, ambas etimologías, están indisolublemente ligadas, puesto que este toro androcéfalo, representación del dios Aqueloo, aunque en su día le pareció al estudioso francés una cierva a nuestros ojos puede parecer, un bicho fantástico indeterminado. 4 «citada en esta vía del itinerario [A- 31] como tercera mansión, separada XXII millas de Libisosa y XVI de Saltici, distancias idénticas con las que aparece también en los Vasos de Vicarello (I, II, III y IV). Según Eduardo Saave-

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dra estaría situada ‘en Paerazos Viejos, en el término de Albacete, sobre la carretera de Úbeda’, al igual que para F. Coello. También G. Arias la ubica en Paredazos, topónimo, por otra parte, relacionado con la palabra latina parietinae. Sin embargo según José María Roldán no está asegurada su identificación. Más recientemente P. Sillières, opina que las 22 millas distantes de Lezuza, llevan prácticamente a localizar esta mansión en el cruce de la Cañada de Andalucía y la carretera de Albacete- Úbeda, en el lugar denominado Ventoro de la Verada [sic], cerca de Los Paredazos» (CARRASCO SERRANO, G. (1988) «Comunicaciones romanas de la provincia de Albacete en los itinerarios de época clásica» en Al- basit: Revista de Estudios Albacetenses, nº 23, p. 38. Albacete: IEA). Saavedra, Coello, Arias, Sillères y Carrasco, a pesar de la puntualización de Roldán, son «padrinos» de bastante sustancia como para quitar con casi total tranquilidad las interrogaciones. Sobre la nota etimológica, sugerimos que el topónimo ‘Paerazos’ (en castellano ‘paredones, restos incipientes de muros’) hace más bien referencia a los propios restos arqueológicos de la población, en principio indeterminados, y no tanto a que su nombre haya evolucionado desde el latín parietinae hasta el manchego paerazos. 5 Con escasísimas diferencias, la mayoría de investigadores coinciden en situar esta mansión en el entorno del Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo), uno de los lugares de culto y peregrinaje más importantes, en todo el suroeste europeo, de la Antigüedad. 6 Como Las Pachecas (Argamasilla de Alba), La Hidalga (Campo de Criptana), La Pasadilla- Los Castellones (Villarrobledo y El Bonillo), Alhambra, Consuegra, Toledo, etc., algunas despobladas casi desde entonces y otras de evidente importancia aún hoy. 7 Nos informan los hermanos, Antonio, Fabio y Tomás Aguado Millán, grandes amigos y estudiosos también de la historia de la zona, que, sorprendentemente, fue «derribado muy recientemente porque no permitía el trasiego de los modernos tractores en época de vendimia». Al encontrarse muy cerca del trazado que llevamos, ampliaremos en otras entregas estas noticias. 8 Muy pocos días antes de cerrar este número, Santiago Bellón nos ha enviado sendas relaciones de topónimos villahermoseños de 1515 y 1525, que ha recopilado en documentos del Archivo Histórico Nacional pero que no nos ha dado tiempo a analizar con detalle. En la de 1515 sí que aparece el camino de Montiel junto al de Torres y la Cañada Montesina. Por su parte, en el de 1525 ya se nombra el topónimo La Calzadilla y, nuevamente, la Cañada Montesynos. 9 N. del A. El paréntesis es nuestro, en el pueblo se refieren a él solamente como «La Calzadilla». 10 Vid. nota 8. 11 Inmediatamente, dicho topónimo, nos ha traído a la memoria la imagen de los restos de la calzada S2 de Sos del Rey Católico, publicada por Mariano Zarzuelo, que, en esencia, es una llamativa escalera pétrea. ZARZUELO REVILLA, M. (2009): «Calzadas romanas en las altas

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Cinco Villas» en El Nuevo Miliario, nº 8, p. 41. Madrid: Fundación Juanelo Turriano. 12 O Lagunas de Guadiana, como también se las llama en algunos textos y mapas antiguos y, creemos, hace más justicia a la realidad de estos humedales, repartidos por los términos de Ossa de Montiel y Ruidera, en gran medida, pero también por los de Alhambra, Argamasilla de Alba y Villahermosa. 13 Inagotable fuente de información no siempre bien ponderada, pero que, bien manejada e interpretada, proporciona no pocas indicaciones muy reveladoras. No es el primer caso que conocemos, ni será el último, de «calles empedradas», «restos de tinajas o botijos», «un muro muy fuerte», «lugares donde se enganchan los arados», «casas de moros» o incluso «no se quien serían estos ‘indios’ pero aquí había un pueblo» que son, de facto, yacimientos arqueológicos sin documentar. Hasta una corazonada como «no encuentro nada de eso que me dices, pero siempre he pensado que por aquí tuvo que haber algo», puede llegar a buen puerto si se trabaja sobre ella. Eso sin contar cuando un agricultor te indica, directamente sobre el terreno, como nos ha ocurrido el caso, que «por aquí había una calzada romana, que iba desde X hasta Y, y la tuvieron que levantar (unos 600 metros), hacia 1960, con maquinaria pesada, porque estaba sólidamente construida, con guijarros grandes y una argamasa fortísima»… Sencillamente contundente. Sin desdeñar el trabajo intelectual, deseable y previo a cualquier trabajo de campo, quien mejor conoce la tierra es el que la sufre en sus lomos, y no tanto los que analizamos trazados sobre mapas en despachos. 14 Efectivamente, el yacimiento de Casas Blancas (interesante topónimo viario, a nuestro juicio) está catalogado por Jerez como romano (Jerez, 2007). 15 No nos referimos al yacimiento paleolítico de Pajarón, sino al mencionado por García Solana como Carrasca del Pico del Cuervo, que está justamente en ese paraje. GARCÍA SOLANA, E. (1966): «Yacimientos arqueológicos de Munera (Albacete) y sus aledaños» en Saitabi: revista de la Facultat de Geografia i Història, nº 16. Valencia: Universitat de València. 16 Por supuesto, un sólo topónimo no debe ser indicador ni garantía de nada en absoluto, pero ¿qué debemos pensar cuando existe una concentración tan extraordinaria, en parajes totalmente contiguos, y, además, ya hay más de una decena de yacimientos catalogados allí y casi otros tantos inéditos que ya conocemos? 17 Así se expresaba un periódico, en 1862, en referencia al desgraciado descarrilamiento del 19 de agosto de ese año: «entre la estación férrea de Minaya y la de Villarrobledo hay una ancha cañada llamada de Valdelobos. Esta cañada recibe, en su longitud de más de cinco leguas, gran parte de las vertientes de las montañas de Alcaraz. Sus grandes avenidas no ceden a las grandes avenidas del Tajo ni a las del Ebro, y tal era la avenida del día 19 a las dos de la noche» (Diario La Esperanza, nº 5482 de 25 de agosto de 1862, p. 3). Evidentemente hay algo de hiperbólico en este relato, aunque parece que no es

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achacable a los ingenieros romanos la poca previsión de sus colegas decimonónicos, que consideraron al Valdelobos un río muerto y motivó que se arrasara totalmente el tendido ferroviario aunque, milagrosamente, sin víctimas mortales. Se sabe que los romanos construían las calzadas para la eternidad y esa eternidad implica que la cañada de Valdelobos, casi de siglo en siglo, «tuerza el rabo» y desborde toda su furia... Por cierto, para conocer las lindezas de esta cañada, como parece que las conocían los romanos, es necesario tener noticias que implicarían muchas generaciones viviendo en la misma zona... Y luego dirán que no hay indicios de poblamiento antiguo en Villarrobledo. 18 El osero, según las memorias de Gonzalo Fernández de Oviedo, también era una especie de copón de plata grande, del mismo diámetro en boca y base, que, tras un ceremonial determinado, se traía a la mesa real y en él depositaba, única y exclusivamente el rey, los huesos de animales y frutas que comiera. NIETO SORIA, J. M. (2006) La monarquía como conflicto en la Corona castellano- leonesa (c. 1230- 1504), p. 522. Madrid: Sílex. 19 Red de Rutas de Ossa de Montiel. Ruta nº 4: ruta de las lagunas altas. Disponible en línea en la dirección: http:// www.rutasossademontiel.es/rutas.php?id=3. Visitado el 22 de octubre de 2009. 20 En la edición de las Relaciones de Viñas Mey y Paz Remolar el topónimo está mal transcrito (Alfertra). Corchado, mucho mejor documentado, mayor conocedor de la zona y con el original en la mano lo transcribe correctamente como (Aljezira). 21 De hecho, absolutamente todas las pueblas que hemos nombrado, incluidas las actuales, tienen vestigios muy sustanciales de haber estado pobladas, al menos, en época romana.

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REVISANDO UN ITER: LA CALZADA EMERITA-CORDUBA A SU PASO POR BELMEZ (CORDOBA)

Adolfo Moreno Márquez1 Pablo Guerra García2

La revisión de los trazados viarios debe ser una tarea obligatoria y constante para los investigadores en la materia. No solo se trata de revisar la bibliografía existente, también el trabajo debe venir acompañado de un escrupuloso estudio ortográfico, toponímico y documental. Con el paso de los años hemos visto como las investigaciones acerca de las calzadas romanas han pasado del único uso y empleo y hasta casi enfermizo, de los itinerarios y sus millas romanas, a usar como únicas herramientas las nuevas tecnologías aplicadas a los Sistemas de Información Geográfica. Hemos pasado de leer rimbombantes trabajos acerca de las calzadas descritas por «excursionistas» europeos del siglo XIX como Cotongno o Vitelli, a tener que aceptar por bemoles que un buscador de imágenes captadas desde el espacio puede descubrir una ciudad romana sumergida por las aguas. Tal vez sea repetir una y otra vez la coplilla de que nuestra disciplina es y debe ser multi-departamental, multi-disciplinar e incluso pluri-disciplinar. No nos importa repetirlo nuevamente si con estas palabras surge el efecto deseado. Un reestudio o una revisión acerca de un trazado basta con hacerlo releyendo lo escrito sin menospreciar el uso de las cartografías, la toponimia y como no, las fuentes documentales denominadas clásicas (Guerra García, 2005). Podemos estar de acuerdo o no en las opiniones vertidas, pero si es cierto que dichas tecnologías han permitido una mejora en el conocimiento global y particular de los medios naturales por los que discurren las calzadas. No hace muchos años mencionada el profesor Roldan Hervas las penurias pasadas en sus primeros estudios acerca de la Vía de la Plata (Roldán Hervás, 2007), dificultades que por cierto otorgan más valor a sus estudios. Hoy en día se cuenta con diferentes métodos de investigación que sin duda deberían facilitar la obtención de datos fiables (Borja Zuleta Alejandro y Bastos Za-

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randieta, 2010). En este caso que presentamos, la calzada romana entre Emerita y Corduba a su paso por la población de Belmez (Córdoba) surge fruto de las lecturas pormenorizadas de diferentes autores como el Profesor Antonio Daza (Escuela Universitaria Politécnica de Belmez, Córdoba ), al que sin duda agradecemos su ayuda3, o de Manuel Rodrigues Moyano, historiadores e investigadores que han abordado un aspecto de las rutas romanas del que apenas si se tienen referencias, y son los tránsitos de la «micro-localidad», es decir, el trayecto de las vías por algunas zonas que bien por estar alejadas de núcleos importantes, bien por encontrarse en zonas de difícil acceso, no han sido tratadas con el suficiente interés y van paulatinamente muriendo en el olvido —o en la voracidad de los actuales proyectos constructivos. Es por ello que este tramo que indagamos no se aleja de tales inferencias, ya que además cuenta con un interesante repertorio de yacimientos arqueológicos así como con un buen estudio de paisaje y un no peor repaso toponímico de la zona. Igualmente dicho trabajo cuenta con un interesante trabajo de campo, del que esperamos completar con nuevas visitas in situ.

Situación geográfica y estudio de paisaje Belmez es una localidad ubicada en pleno Valle del Guadiato, aproximadamente en el punto kilométrico 200 de la carretera N-432 (la cual mencionaremos en numerosas ocasiones), y en concreto a 71 Km de la capital de provincia. De por si nos encontramos en la provincia de Córdoba, mas en concreto al Noroeste en contacto con la provincia de Badajoz, siguiendo por el no menos inquietante valle del Guadiato. Su curso, desde las fértiles vegas de los ríos Guadanuño y Guadalbarbo, discurre atravesando poblaciones con arraigo en las fases finales de la Reconquista, como

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sucede con el castillo de Mano de Hierro en El Vacar o el mismo castillo de Belmez. Se tiene como originarios de época romana los centros de minería en diferentes parajes de Peñarroya-Pueblonuevo, zonas que antaño pertenecieron a Belmez y que hoy mantienen su autonomía municipal. Dichas explotaciones mineras parece que pudieran estar vinculadas con el transito de comercio entre la capital del Conventus Emeritensis —Emerita Augusta— con la civitas de Corduba, capital del Conventus Cordobensis Existen algunos estudios que relacionan estas comunicaciones romanas con pasillos ganaderos de épocas prehistóricas, vinculados con la presencia de algunos yacimientos calcolíticos bien estudiados (Vera Rodríguez, 1999). Lo cierto es que como hemos comentado anteriormente, las incesantes construcciones modernas han puesto en peligro buena parte del patrimonio caminero, por no mencionar otros catálogos de monumentos que se encuentran en peligro. Siguiendo pues, la ruta por las vegas del río Guadiato, cuya pendiente permite un transito casi en la horizontal, nos encontramos con el fastuoso embalse de Puente Nuevo, el cual por si no fuese suficiente, cuenta con diferentes explotaciones mineras al aire libre así como una línea del ferrocarril4. Contando ade-

más con las diferentes carreteras que discurren en paralelo y seccionan la calzada, tendríamos como referencia los viales de la carretera N-432 y de la carretera de tercera entre Espiel y Villaviciosa, tramos en el que coincidimos plenamente con los autores que la mencionan (Daza Sánchez, 1998). Toda esta zona, como bien muestra la cartografía a la que hemos acudido, discurre siguiendo las curvas de nivel de cotas inferiores, sorteando los cerros amesetados del sistema Penibético como Espiel o el cerro La Ballesta, siendo estas zonas lugares de explotaciones mineras en la actualidad. Parece que siguiendo la vía del ferrocarril entre Córdoba y Belmez el trayecto queda suavizado, quizá siguiendo las parámetros establecidos por Vitrubio acerca de las pendientes y los desniveles en calzadas de factura romana (Vitrubio, trad. de Perrault y Castañeda, 2006).

El discurrir lógico de la calzada Tanto la salida de Corduba como la llegada a Belmez parece que cuentan con claras referencias no solo arqueológicas sino documentales (Aparicio Sánchez, 2005; Daza Sánchez, 1998; Melchor Gil, 1995; Monterroso Checa, 2002). Lo cierto es que

Localización de Belmez e hipotética trayectoria de la calzada Emerita-Corduba

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Detalle del trazado a la salida de Córdoba, a su paso por un puente romano y con el topónimo de «Vía de Emerita Augusta»

salvo las dudas sembradas acerca de la factura romana del puente que salva el arroyo Pradillos5, la ruta a seguir seria por la carretera de Córdoba hacia la ermita de Nuestra Señora de Linares, la cual según cuentan los cronistas es de gran tradición romera (Daza Sánchez, 1998). No es de extrañar la presencia punteada de diferentes ermitas y zonas de culto a lo largo de este transito, como ya sucediera con otros viales de la Meseta Norte. Algunos topónimos que hemos encontrado a nuestro paso no dejan de insistir en la importancia de la zona como zona de poblamiento y construcción, como sucede con el arroyo Mortero a las afueras de Córdoba. Una de las zonas más interesantes la encontramos en los cerros de San Fernando, tras seguir los fuertes cortados del río Linares y dejando a derechas la citada ermita y el cerro de San Fernando, y a izquierdas los cerros de Velascos Altos y Los Pradillos. Sigue sin duda un trazado sencillo y libre de perturbaciones geográficas, como bien insisten en ello autores como Arias Bonet (semper fidelis) o

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Menéndez Pidal6. Tras cruzar un segundo puente del que aun guardamos dudas acerca de su factura romana7 prosigue hasta alcanzar un segundo paraje cruelmente dañado por la voracidad constructiva (un ingente gasoducto el cual sesga la traza a la altura de San Cebrián Alto). En este punto encontramos nuevos topónimos alusivos a viejas heridas en el tiempo, aunque alguno de ellos de dudosa garantía8. Prosigue así el trazado por el paraje conocido como Loma de los Escalones, el cual no es la primera ocasión con la que nos encontramos ante este singular topónimo9. Es en este punto donde encontramos más referencias visuales sobre la vía, permitiendo además una visual del entorno de lo más digna. Cabe destacar que por un uso continuado desde las vegas del Guadalete hasta la subida de Sierra Morena, principalmente por grupos de pastoreo, su buena conservación se deba a constantes reparaciones como se puede observar en algunos puntos del trazado (cambios de dirección de algunas zonas de empe-

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Trazado de la vía por el Túnel de la Mocha, salvando los desniveles por las zonas más suaves de un paraje denominado «Calzada Romana»

drado, diferentes careados, conservación de la plataforma…). La anchura de la misma en este punto oscila entre los 3,50 y los 4,00 metros. A ambos lados de este valle se asientan los cerros de Las Pitas y San Enrique, hasta que el trazado alcanza la estación de la Balanzona y en ese punto se une a la mencionada carretera N-432, la cual obviamente aprovecha la benevolencia de la topografía al igual que hacia la calzada. Es a la altura del puente de la línea del ferrocarril donde el topónimo de Camino Real de Emerita Agusta se torna a «Cañada Romana». Tanto la ermita de Santa Maria de los Pinares como la Vereda de la Pasada —la cual cruza de forma perpendicular la calzada— tienen claras referencias medievales en cuanto a su disposición en un medio muy antropizado. Quedan a la derecha diferentes parajes de interés arqueológico como el Cerro Muriano, el cual es

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vadeado por su ladera más occidental (Daza Sánchez, 1998; Monterroso Checa, 2002). La reciente construcción de un complejo residencial ha podido deteriorar no solo a la calzada sino a diversos yacimientos de época romana relacionados, a modo de stationes. Tras cruzar Cerro Muriano (lugar de acceso restringido por ser zona militar) traza una línea casi recta, ya que aprovecha la planicie de los cerros testigos que se levantan entre los arroyos de las Minillas y del Ronquillo, creando un asiento casi perfecto que es aprovechado tanto para la carretera como para los núcleos urbanos actuales. Es en este punto además, donde vuelve a cambiar el topónimo a Cañada Real Soriana. Aquí no es posible discernir si el trazado de la calzada sigue el de la carretera N-432, ya que las edificaciones modernas han borrado todo rastro de la misma (Campamento de Obejo, Llanos del Conde o la carretera CO-0318).

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No en vano, y a pesar de la presencia del embalse de Guadanuño, la topografía permite a pie de campo observar que es hacia poniente por donde el trazado salva, entre otros, el otero de Cerro Peñoso, en el que con seguridad de enclava una torre vigía de época islámica. Así mismo se presenta una segunda elevación —cerro Tinajones— que cierra definitivamente el pasillo por levante, por lo que discurriría con seguridad por el trazado de la N-432 y la línea del ferrocarril. La salida de esta zona tan alterada se realizaría por la embocadura del arroyo del Charcón, pero evitando las zonas de inundación y por lo tanto, más cerca de las terrazas del Cerro de los Santos. Este topónimo tiene un papel preponderante en la toponimia española, tanto por la existencia de yacimientos islámicos como incluso de épocas anteriores, como sucede en el santuario ibérico del Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete). No es descartable en el futuro un amplio estudio de esta zona, tanto a nivel de comunicaciones como de poblamiento antiguo. Ortoimagen del acceso al casco urbano de Belmez por el paraje arqueológico de Sierra de Palacios

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Así pues el discurrir por la cara occidental de Sierra Morena se efectuaría de forma lineal por el arroyo del Charcón hasta el municipio de El Vaca, en donde diversos estudios sitúan, creemos que muy arriesgadamente, una torre vigía islámica (Daza Sánchez, 1998: 243). Se dispone hasta este punto un largísimo vector de varios kilómetros en los que la plataforma no hemos podido localizar, a pesar de los diferentes enclaves arqueológicos que se localizan en los paramos de Campo Alto10. Tras cruzar El Vacar por el lado menos agreste (el contrario al emplazamiento del Castillo), sigue nuevamente la carretera N-432, perdiendo así otra vez la perspectiva de la misma y no pudiendo confirmar la traza. No obstante hemos de considerar que los agrimensores del siglo XX no tardaron en percatarse de que siguiendo las primeras curvas de nivel que bordean la Solana de Juan Rayo (monumental cerro horadado por el arroyo de las Navas) se llega a un piedemonte mas suave, ya en el termino municipal de Villaharta. En todo este transito es sencillo salvar los desniveles si es ascendiendo por la cara limpia del arroyo de las Navas hasta Cerro Cabello y Umbría de Peñas Blancas, las zonas mas abiertas de los últimos tres kilómetros recorridos. El paraje es apreciado por su espectacularidad, punteado por la Venta de la Ballesta en el kilómetro 229 de la carretera. La entrada por el núcleo de Espiel no carece de dificultades. En primer lugar parece que el trazado sigue por la Vereda de las Amoladeras, abandonando temporalmente la N-432. El topónimo «amoladera» hace referencia a las piedras de amolar, o mejor dicho, de moler o afilar11. Entrando por este cortado evitaría el acceso en el casco urbano, encajado éste en riscos de muy complicado acceso. Salvando el arroyo del Madroñal accede a seguir nuevamente la N-432. No es posible recorrer algunas zonas limítrofes a la línea del ferrocarril pero nos parece interesante observar que el Cordel de Fuente Ovejuna a Córdoba se asienta sobre terrenos muy buenos en cuanto a visibilidad, y no obstante no así son aptos, ya que estamos sobre terrazas de aluvión fácilmente inundables. Dejando a la derecha los densos bosques de pinares del Guadiato, el trazado prosigue una línea recta no tan perfecta como la anteriormente descrita pero, desde luego sin apenas quiebros hasta las afueras de Belmez, en donde los complejos mineros de San Antonio han echado a perder los paisajes históricos que debieron encontrarse aquí. Aproximadamente en el kilómetro 203,500 de la N-432, efectivamente la calzada abandona la carretera como mencionan algunos autores, por un camino de echadizo de tierra del no perdura rastro del preparado12. Bordea la Sierra de los Palacios para coger una inclinación más suave hasta que el camino coge cierto empaque y su topónimo, Vereda de Córdoba, nos informa de que no vamos mal encaminados.

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La entrada por Belmez se realiza por el Suroeste, a pesar de la buena disposición de la topografía junto al castillo por el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios (a la par, patrona del municipio). La salida se desarrolla por los llanos de Las Mesas, hasta acceder nuevamente a la N-432, desde la que se accede al casco urbano de Peñarroya-Pueblo Nuevo salvando los cerros de Media Legua, Charca Redonda y el Cerrillo de Las Charcas, todas elevaciones de 564 a 615 metros. En este punto, y tras dejar atrás Peñarroya, llega a la siempre inquietante ermita de Nuestra Señora de la Antigua, de rancio abolengo, y de la que aun en el resto de España tenemos no pocos ejemplos de palimpsestos arqueológicos y toponímicos13. Desde aquí discurre por un repertorio de veredas que en muchos casos quedan ocultas por las constantes invasiones no solo de edificaciones modernas sino por la despiadada labor agrícola, la cual no respeta las lindes camineras en buena parte del recorrido. Siguiendo el curso del arroyo de la Patuda se llega al río Zujar, por el que se adentra en la provincia de Badajoz. Esta última etapa antes de la entrada en Extremadura queda lejos de ser lo que antaño fue, ya que los cortijos y sus actuales lindes parcelarias responden más a repartos parcelarios o sortes cuyo origen hemos de situar en la Edad Media, y por lo tanto la configuración de los caminos responde también a una reordenación rural posterior. Del mismo modo que venimos insistiendo, la zona minera cercana al Peñón de Peñarroya ha deteriorado enormemente el paisaje, pudiendo perder parte de la calzada. Mención especial merece el tramo próximo al limite autonómico en donde encontramos el topónimo de Vereda de la Senda de la Plata, en donde invitamos a lectores e investigadores a ingadar e inquirir, una vez mas, acerca del sempiterno topónimo de «plata», que tanto quebraderos de cabeza ha ocasionado a ilustres como Menéndez Pidal, Blázquez y Roldan Hervas.

Algunas reflexiones finales Ciertamente ha sido útil el empleo de las nuevas tecnologías para el tránsito por la calzada, no solo a su paso por los núcleos urbanos de Belmez o Peñarroya, sino principalmente por las zonas de dehesa previas a Badajoz o por los angostos valles del Guadiato. El uso de los Sistemas de Información Geográfica tiene su base en el análisis espacial de los paisajes, y no solo aplicable en viaria sino en todo tipo de restos monumentales (Borja Zuleta Alejandro y Bastos Zarandieta, 2010). Las reseñas sobre este método, aplicable a diversos campos de la investigación arqueológica, son muy abundantes, aunque ahondamos en la necesidad de combinar estas maniobras con el necesario uso de las fuentes

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Ortoimagen del hipotético tramo a su paso por el Puerto de los Tres Mojones, cruce administrativo de varios municipios antes de la entrada en la provincia de Badajoz.

bibliográficas y toponímicas. Un ejemplo más que interesante en este sentido: el trayecto de la calzada romana entre Emerita y Corduba tiene dos hitos importantes, en la mansio de Mellaria y en Regina14. Resulta inviable concebir una unión de sendos núcleos poblacionales como son Corduba y Emerita tan solo por su capacidad administrativa. Recientemente se desarrollan excavaciones arqueológicas en Regina (Llerena, Badajoz) que están aportando una documentación arqueológica de primer orden15. Pero antes, aun en la provincia de Córdoba, el discurrir de la calzada atraviesa el puerto de los Tres Mojones, topónimo referido probablemente a la implantación de mojones linderos o majanos indicativos, que no hacen sino aludir a los sempiternos miliarios y tabelarii romanos. Mezclamos inevitablemente varios campos que son imprescindibles, y por lo tanto debiera de ser en otras investigaciones.

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Por otro lado, y desde el tratamiento a pie de campo, las reseñas acerca de los tramos en donde se conservan pavimentos de la calzada son en cierto modo dudosas. Por ejemplo el tramo conservado en las inmediaciones del Castillo de Belmez guarda ciertas dudas sobre si es romano o un acceso de época Alto medieval al recinto fortificado. Comparando lo visto in situ con las diversas referencias de Antonio Daza o Manuel Rodríguez, entre otros, estamos de acuerdo en la importancia de los cerros testigo que plagan el trayecto de la calzada, como el Cerro de Masatrigo cerca de Peñarroya, con importantes restos de época romana como aparejos de cisternas y aterrazados con paramentos visibles. No obstante somos más prudentes al establecer diferencias entre las vías principales y secundarias. Si es cierto que de alguna manera debiera de existir una conexión más perpendicular entre la citada

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calzada y las zonas mineras de Sisapo. Sin embargo no contamos con los datos precisos que lo confirmen. Igualmente debiera de tomarse con cautela la presencia de torreones islámicos en buena parte del trazado entre Córdoba y Belmez, como los castillos de Cantina, Mano de Hierro o de Espiel. Estas fortificaciones deben contar con un cariz especial en toda Andalucía, por las connotaciones históricas que conllevan (Daza Sánchez, 1998)16. Queda en la recamara incidir en el trazado extremeño (del que perdonaran los lectores que no hayamos tocado por la amplitud del área de estudio) así como diferentes aspectos puntuales como el abastecimiento de los viandantes o la relación posible con algún uso anterior vinculado con enclaves relacionados con el megalitismo y las rutas trasterminantes de ganado.

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NOTAS 1 Universidad de Cádiz. adolfomorenomarquez@gmail.com. 2 Alumno de Tesis, Doctorado en Conservación y Restauración del Patrimonio Arquitectónico, Universidad Politécnica de Madrid. p.guerra@alumnos.upm.es 3 Daza. A. (1998): «Minas y calzadas romanas. GuadiatoSierra de los Santos». En: Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, Año LXIX, nº 134. Córdoba. Pp. 235-248. 4 La presencia de esta línea de ferrocarril va a ser importante, ya que el trazado de la calzada discurre por buena parte de la plataforma de ésta. Son muy interesantes las referencias históricas a la explotación minera en Belmez, y más cuanto se relacionan con la edificación de este ferrocarril y su repercusión como pasillo de comunicación (véase Morilla Critz, 1984 y VV.AA., 2005). 5 Reservamos esta indagación a expertos de la ingeniería romana como Manuel Duran o Isaac Moreno. 6 En este sentido véase Menéndez Pidal, 1992. en este sentido merece la pena también la reflexión posterior en Bonet Correa, 1994. 7 Vide nota 5. 8 Quizá en más significativo pueda ser el de Vía Augusta de Camino Real de Emerita Augusta, presente no solo en la cartografía digital sino en muchos repertorios de turismo rural. 9 Sin ir mas lejos, cerca de la civitas romana de Segobriga (Saelices, Cuenca), uno de los yacimientos romanos mas importantes de Hispania, se halla el paraje denominado «Camino del Escalón», parece ser que en alusión a numerosos «escalones» o peraltes encontrados en la calzada documentada y junto a mausoleos y otros enclaves de importancia, en uno de los principales accesos al complejo urbano (intervención arqueológica actualmente abierta). 10.- Las referencias acerca de los yacimientos arqueológicos en la vega del Guadiato son tan abundantes como actualizadas, ya que de forma puntual obtenemos datos sobre enclaves puntuales (Monterroso Checa, 2002) o sobre amplias regiones. Para ahondar en este tema preferimos aconsejar toda la bibliografía existente de José Ramón Carrillo Díaz-Pines, quien en casi 20 años ha documentado los asentamientos romanos de Córdoba como nadie ha hecho. 11 Algunos estudios interesantes al respecto quedan pendientes de su publicación, relacionando estas piedras de afilar con enclaves antiguos, como refiere el arqueólogo Pedro Reyes Moya Maleno en la zona de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real). 12 Cabe destacar el trabajo incansable de Manuel Rodríguez Moyano acerca de la historia de Belmez, aunque sólo tocando de refilón los temas de viaria y minería, asentando interesantes y valientes teorías sobre la calzada. Igualmente destacamos el repertorio bibliográfico de Melchor Gil, abarcando tanto caminería como explotaciones mineras de épocas varias (Melchor Gil, 1993). 13 Véase nuevamente el trabajo de Moya Maleno en sus

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referencias al Santuario de Nuestra Señora de la Antigua, en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), centro de culto que acapara varios yacimientos que en la actualidad precisan de intervenciones urgentes (Moya Maleno, 2007). 14 La localización de Mellaria no está exenta de polémica, y a acapara intensos debates entre historiadores y arqueólogos sobre si se localizaría en alguno de los cerros testigo de los alrededores de Belmez, en el mismo nucleo urbano o en la vecina población de Fuente Obejuna, cuyo gentilicio viene a ser el de mellarieneses. 15 Las excavaciones arqueológicas en Llerena siguen abiertas a fecha de hoy, por lo que aún no han sido publicados los datos, y por lo tanto no es posible exponerlos. 16 En todos los casos se localizan restos de épocas históricas anteriores, lo cual no confirma que previamente hayan sido ocupados (fragmentos de anforoides en Cantina, puntas de flecha del Neolítico en el Cerro de Sierra Palacios o una posible necrópolis en el Castillo de la Vegosa).

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ALGUNAS NOTICIAS DE LA PALOMERA DE ÁVILA (SEGUNDA PARTE)1 Jesús Rodríguez Morales

Nuevas referencias sobre los puertos de la Palomera –hoy Paramera- de Ávila nos sirven para precisar aún más la cronología de los caminos antiguos que los atraviesan.

1.- Más datos sobre su utilización en época medieval

Noticia en la Crónica de Pedro I7 Año 1355: «El Conde Don Enrique e el Maestre Don Fadrique su hermano, estando en Talavera sopieron como el Rey pasara por el puerto de la Tablada e era en Torrijos a cinco leguas de Toledo». En trayecto que utilizó es el mismo que aún hoy sigue la N-403, Ávila-Toledo, pero en su variante N, por Cebreros, en vez de por el Barraco.

Una noticia en la Crónica de Sampiro Hernando Colón8 Debo su conocimiento a la lectura un libro clásico de Sánchez Albornoz2, en ella se cita un párrafo del Cronicón de Sampiro, escrito hacia el año 1000, en el que se relata una expedición del rey de León, García, acaecida en el año 904, en la que pasó por Altremulo, seguramente el Tiemblo3, lo que implicaría el uso de los puertos avilenses, aunque no sabemos con seguridad si el de la Palomera. Alfonso VI y la conquista de Toledo Por el puerto de Arrebatacapas atravesó Alfonso VI el Sistema Central procedente de León y en dirección a Toledo, a finales de febrero de 10854. Otra noticia en el De Rebus Hispaniae, del Jiménez de Rada5 Hablando de 1197 dice el Toledano: «Por aquel entonces el rey de Castilla y el rey de los aragoneses se hallaban en el Monte de la Palomera, cerca de Ávila. Y una vez que el agareno había retornado a su tierra, los dos reyes partieron al mismo tiempo de la Palomera contra el rey de León y conquistaron Castroleón, Ardón, Castrogonzalo, Castrotierra y Alba de Aliste, y asolaron todo a sangre y fuego hasta Astorga.» Libro Becerro de la Catedral de Ávila. Existen referencias a la utilización del camino Ávila-Toledo por Cebreros en documentos de 1303 y 13176.

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En Hernando Colón —hacia 1520— la subida del hoy llamado Puerto de Arrebatacapas y el camino de la Palomera se denominan La Tablada: «Cebreros es lugar de seiscientos vecinos e esta en algo como ladera e al pie del puerto de la tablada... Cebreros, e fasta San Bartolome ay tres leguas de tyerra llana salvo algunos traviesos de valles hondos e llamase este camino la tablada, la qual es muy peligrosa de nieves en ynvierno e todo este camyno es llano salvo media legua primera de puerto e media legua postrera e de peñas e cerros e fasta el herradon ay cuatro leguas e van por San bartolome e fasta mediana ay seys leguas de syerras e valles e Puertos.» Luís Zapata En la Miscelanea de Luís Zapata, escrita hacia 1592, se dice9: «Llegó don Diego de Acevedo á una venta en la Palomera de Avila, y preguntando á un muy entonado huesped, dijo que habia andado en palacio. ¿Criado de quien? Y dijo que del marqués de las Navas. ¿De qué oficio? Ya al fin le sacó que anduvo con sus acémilas, y le puso allí por alcaide. Don Diego, muy enfadado de la entonación, puso en algunas paredes de la venta: En la Palomera del aire, vos mi acemilero sereis mi alcalde.» Parece mezclar noticias de la Venta de la Palomera y la del Marqués, cercana a la de Mojapán.

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Estas nuevas noticias abundan aún más en la constante utilización de este paso del Sistema Central en época medieval.

2.- Vías pecuarias de San Bartolomé de Pinares. En las normas de planeamiento municipales de San Bartolomé de Pinares se describen las vías pecuarias que pasan por el término. Esta es la descripción de dos de ellas10 : «- Colada del Camino Viejo de Madrid: su anchura es de diez metros en dirección de Este a Oeste, y su longitud aproximada de unos 5.500 m. El recorrido descrito es el siguiente: Procede del término de Hoyo de Pinares y sigue por la mojonera de éste

y el término de San Bartolomé dejando por la derecha el camino de Las Lagunas, más adelante por esta mano la Fuente de las Hazas y por la izquierda tierras de Las Lagunillas para cruzar a continuación la Cañada Real Leonesa. Sigue por el Corral de Albaladejo, Cercas de Santa Teresa y la Umbría de la Peña, cruzando el arroyo de este nombre y seguidamente pasa sobre la carretera del Empalme a La Cañada, cruza por las Eras del Segoviano, después el camino Viejo de Cebreros donde por la izquierda se aparta la Colada de este nombre y poco más adelante la Vía se une a la carretera de San Bartolomé a La Cañada bajando con ella al pueblo.»

Ilustración 1: Vías pecuarias de San Bartolomé de Pinares, en el M.T.N, 1: 25.000, 531-IV y 532- III

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«- Colada del Camino Viejo de Cebreros: su anchura es de 10 a 12 metros. Su dirección de Norte a Sur y su longitud aproximada de unos 4.700 metros. El recorrido que se describe es el siguiente: Arranca de la Colada del Camino Viejo de Madrid en el sitio Las Eras y toma dirección al Sur pasando por sitio de El Salteado. Después se acerca a la Fuente de la Venta y pasa a continuación junto a la Venta Vieja (hoy en ruinas), para cruzar la carretera del Empalme, siguiendo por el sitio de la Umbría, El Pavón y la Boca del Celemín, así como el arroyo Barbadillo uniéndose a la carretera de Ávila a Toledo en este lugar, y pasando después por la Herradura y en el sitio de los Civiles penetra en el termino de Cebreros, uniéndose más adelante esta colada con la Cañada Real Leonesa.» Una vez descritas estas vías pecuarias en el planeamiento municipal, tenemos que decir que, como muchas vías pecuarias y concretamente estas dos, como indica su nombre, son antiguos caminos que, hacia 1836, cuando se creó la Asociación de Ganaderos del Reino que sustituye a la Mesta, o un poco más tarde, ya no tenían gran interés caminero, porque habían sido sustituidas por otras de nuevo trazado.

2. 1. El camino Viejo de Madrid Parece seguir el trazado más lógico para la vía de Valencia a Salamanca, por Ávila, que cita Villuga11 en el s. XVI, aunque ésta pasa por Navalperal, situada más al N, desvío lógico a partir del s. XIII, en que se fundó la nueva puebla de Navalperal, puesto que toda la zona por donde pasaba tradicionalmente el camino —desde Valdemaqueda hasta Ávila— estaba completamente deshabitada en los siglos medievales. El Camino Viejo de Madrid, viene subiendo lentamente desde Robledo de Chavela12, con un trazado completamente recto y llano —que sigue una falla de dirección E-O. Pasa por Valdemaqueda, atraviesa el río Beceas por el lugar llamado Majada la Puente, en donde probablemente está el árabe majadat ‘vado’ y pasa junto al Corral de Albadalejo, en el que perdura el árabe al-balat, ‘la calzada’. Tras superar en puertecillo una de las elevaciones producida por un largo dique de pórfido, en el lugar llamado Risco de Santa Teresa, por una piedra de forma antropomórfa, cruza la carretera del Empalme de la Cañada13 (abierta hacia 1863, en que se inauguró la línea férrea Madrid-Ávila), para bajar, por el Puerto de San Bartolomé, a esta localidad de la Tierra de Pinares.

Ilustración 2: El Camino Viejo de Madrid, llegando a la carretera del Empalme de la Cañada

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El texto de Al-Himiari14: «De Madrid al Puente de Maqueda, que marca la frontera del Islam, hay treinta y una millas», se debe de referir al puente sobre el río Cofio15, en Valdemaqueda (del árabe makkida: ‘fuerte, firme, segura)16. Siguiendo el camino que viene desde Madrid —por Calatalifa, Brunete, Quijorna y Robledo— hay casi exactamente 31 millas (57 Km y medio) hasta el puente sobre el Cofio. La toponimia por lo tanto, parece asegurarnos su utilización en época islámica, aunque, por trazado y aspecto podría ser romano.

Ilustración 3: El Risco de Santa Teresa

2. 2. Camino Viejo de Cebreros En cuanto al Camino Viejo de Cebreros, en la paramera conserva claros restos de infraestructura: bordillos laterales, terraplén y tiene unos 6 m de anchura. Su aspecto es el de una vía romana y está en el mejor trazado de Toledo a la Submeseta N. Está todo él marcado con altos cotos de unos 2 m de altura, colocados para orientar a los viajeros en la nieve, seguramente en el s. XVI. El documento del planeamiento de San Bartolomé nos ubica la venta de la Palomera en el lugar en el que habíamos supuesto que estaba, junto a la carretera del Empalme de La Cañada, en X 371.003, Y 4.468.833.

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Ilustración 4: El Camino Viejo de Cebreros en la paramera, muy cerca de la Venta de la Palomera. Al fondo subiendo en trinchera

Ilustración 5: El Camino Viejo de Cebreros. Bordillo y terraplén

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NOTAS

Ilustración 6: El Camino Viejo de Cebreros, junto al cruce de la Carretera del Empalme a La Cañada. A la izquierda sale la carretera que va a San Bartolomé de Pinares y a Ávila por el Puerto de El Boquerón

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1 Esta nota continúa algunos aspectos del artículo «Algunas noticias de la Palomera de Ávila», publicado en el número anterior de El Nuevo Miliario 2 C. Sánchez Albornoz, Una ciudad de la España cristiana hace mil años: estampas de la vida en León Madrid, Ed. Rialp, 1965, pp 88. 3 Sampiri asturicensis episcopi Chronicon regum legionem, cap. 17 4 B. F. Reilly, Cristianos y musulmanes. 1031- 1157, Madrid, Ed. Crítica, 1992, p. 98 5 Rodrigo Jiménez de Rada, Historia de los hechos de España. Introducción, traducción, notas e índices de Juan Fernández Valverde, Madrid, Alianza Editorial, 1989, pp. 300- 301. Debo la noticia a mi amigo Jesús Sánchez. 6 Archivo Histórico Nacional, Códices, nº 484, fol. 34 y AHN, Clero, Pergaminos, carp. 27, nº 1. apud J. I. Moreno Núñez, Ávila y su tierra, pp. 77- 78 7 Crónica de los Reyes de Castilla, Crónica del Rey don Pedro, año VI, t. 1, p. 18. Madrid, Antonio de Sancha, 1779, 8 H. Colón, Descripción y Cosmographia de España, tomo 2, pp. 255- 256 9 Memorial histórico español, Miscelánea de Luís Zapata, tomo 11, 1859, p. 125: 10 Boletín Oficial de la Provincia de Ávila, 10, 1, 18 de enero de 2010, p. 68. 11 http://www.traianvs.net/villuega. Nº 80: Ay valencia a Salamanca xcij....a mostoles iiij, a naua la gamella v, a robledo ij, a naual peral iii, a auila v... 12 De los 900 m. de Robledo a los 1200 del cruce con el Carretera del empalme a La Cañada, 300 m en 24 Km, poco más de un 1 %. 13 La carretera del empalme de la Cañada sirvió para comunicar Cebreros y sus vinos con el ferrocarril Madrid- Ávila 14 Al- Himiari, 169, pp. 179-180/ 216 de la edición y traducción de Levy Provençal. 15 El topónimo Cofio proviene del latín *confinum, ‘límite’. La toponimia de las alturas que dominan inmediatamente el río Cofio: Almojón, Almojoncillo, indica también su utilización 16 El texto no se puede referir al Puente de Escalona sobre el Alberche, porque hasta allí hay 73 Km y además el Alberche, en un punto tan cercano al hisn de Alamin, colocado sobre el mismo río, no parece que pudiera ser nunca frontera del Islam. 17 J. Vallvé Bermejo, «Madrid musulmán», en A. López (coordinador), Madrid desde la Academia, Madrid, Real Academia de la Historia, 2000, p. 84.

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LO QUE SE DICE

UNA CARTA AL DIRECTOR Escribe Pedro A. Peña (23/02/2010) (A la atención del señor Carlos Caballero): No se si todavía se estila aquello de Cartas al Director, aunque esto no es tal ni mi intención, son reflexiones volcadas a papel del que suscribe, ante la duda se las digo al que me cae mejor del Nuevo Corolario. Generalmente algunos escribidores suelen iniciar sus cosas con una frasecita, esto no lo es, repito, pero para no ser menos aquí va una: Ave que no cabe en su nido en todas partes estorba Buenos días vayamos al impulso de la presente señor Carlos… Recibí el número nueve con la notita de la renovación, en que momento, como pensionista este año cobraré un 2,5 % menos que el año anterior, estoy suscrito a tres asociaciones jacobeas, una que no viene al caso y al Miliario, reacción: pasar del ejemplar nueve soltar unas lágrimas en su momento y dejarlo por ahí tirado, firme propósito de prescindir de la suscripción del «Mili», de la inconfesable y de dos de las tres jacobeas. El nueve empezó a rodar (… me tengo que dar de baja) de ahí la frase de arriba, mira por dónde, Carlos, al enviar a todos mis amigos noticias de mis andanzas camineras y primera llegada del año Santo a Compostela se coló entre ellos el «Mili», vuestra respuesta me sorprendió, qué había pasado, cómo lo sabías, pero al tiempo me alegró por el contexto y eso hizo que empezase a reconsiderar que a pesar de los pesares debía renovar la suscripción y ahora viene por qué mi pertenencia de antaño al mismo y lo de FIFA DE ERRATAS tuyo. Nunca me ha atraído el tema de lo romano, en realidad no sé si se dice romano o románico, otra cosa es que en mis caminos lo admire, me extasíe en Caparra, antes de 1996 cuando no había nada más que el Arco y ya caminaba por la Vía de la Plata pero una vez un amigo arqueólogo y peregrino como yo me habló de un tal señor Gonzalo Arias que vivía cerca de mi ciudad y trabajo en hostelería (Marbella), así que cogí la mochila y caminan-

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do llegué a Cortes de la Frontera, pregunté por G. A. me dijeron donde vivía, me recibió en persona, me presentó a su señora, hablamos de caminos de Santiago, del Papa, de los vasos de Vicarello y el negocio que se podía montar con ello reproduciéndolos y vendiéndolos como «souvenir», fueron ratos de charla agradable, no se si lo de los vasos lo llevó adelante o alguien lo está haciendo, al poco tiempo eché de menos su conversación y subí a Cortés de nuevo, esta vez me mostró la administración, dirección, oficinas, y demás cosas o sea su «taller» todo en uno, observé ejemplares del M.E. y me llevé los que tocaban tramos, ramales, caminos de Santiago y el libro recopilatorio inicial, como no a partir de ese momento me suscribí a él. Hablábamos de vez en cuando por teléfono, en cierta ocasión me comentó que iba a ir a Córdoba a ver una exposición itinerante sobre la Vía Augusta o algo así, quedamos allí y pasamos el día juntos, en otra ocasión me invitó a acompañarle en una prospección de antiguas calzadas por Campillos y Teba, encontró lo que buscaba, habló con un agricultor que le comentó que conocía a gente que tenía monedas y otras que las habían encontrado y vendido, me enseñó sobre el terreno cómo se construía una calzada, sus estratos y todas esas cosas… lamentablemente sigo tan torpe como entonces con lo romano, pero ahora cuando camino veo los «sustratos» en alguna carretera y ya se lo que es. Una vez hecha la presentación simbólica, vuelvo al hilo de vuestra respuesta por mi llegada 33ª a Santiago y mi «reflexión» de renovar la suscripción para lo que debo buscar el ejemplar para ver la cuenta y demás, claro empiezo a ojearla y leo lo de la FIFA (¿federación internacional de feroces antagonistas?) de ERRATAS y no puedo por menos de escribir la presente para agradecer ese modo de expresar cosas que haces en esa Editorial, hacía tiempo no me reía tan a gusto, el modo de tratarlo, el modo de presentar las pugnas, rivalidades y discordias, el modo de hacer ver el «ambiente» romano, aunque en todas partes cuecen habas, si yo te contará de los caminos, sus foros y sus asociaciones, su revista Peregrino y su federación, pero vaya y last but not least que por favor no dejéis de cometer erratas que es la salsa del Miliario, prometo no volver a caer en la tentación de dejar de recibirlo solamente por eso. Un abrazo Carlos con buen camino de este Homo Viator. Pedro A. Peña González P.S. Y también como no: Ultreia Esuseia. ( ja ja dicen procede del griego, del flamenco, del latín y que se yo más y es algo así como Arriba Adelante y Ayuda, para más información Liber Sancti Jacobi «Codex Calixtinus» traducción profesores Moralejo,

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Torres y Feo, edición Xunta de Galicia Xacobeo 99 página 590.) Gracias, amigo Pedro, por sus palabras… y por su suscripción. Con nuestra promesa de seguir cometiendo erratas, reciba también, tan sólo, una precisión: no me cansaré de decir que El Nuevo Miliario no tiene director… o tiene tres. C.C.

NOTICIAS

Curso sobre La Vía de la Plata Entre los días 8 y 10 de septiembre de 2010 tendrá lugar en Morille (Salamanca) un curso Extraordinario de la Universidad de Salamanca con el título «La Vía de la Plata: recursos históricos, turísticos y culinarios». Contará, entre otros, con la presencia de Juan Gil Montes, Santiago Bayón, Manuel Santonja, Diego Muñoz Hidalgo o José Manuel Roldán. A medida que se vayan conociendo detalles de la organización, iremos informando en el blog de El Nuevo Miliario (tttp://elnuevomiliario.blogspot.com).

V Congreso de Obras Públicas Romanas Se ha lanzado la convocatoria del V Congreso de Obras Públicas Romanas, que se celebrará en Córdoba en octubre de este año. Esta V edición estará coordinada por un Comité Científico formado por Isaac Moreno, Manuel Durán, Carlos Márquez, Carmen García Merino, Ángel Ventura y Santiago Feijóo, e incidirá en los temas habituales ya tratados en las cuatro ediciones anteriores Tarragona, Mérida, Astorga, Lugo). Más información sobre esta siempre interesante y entretenida cita bienal puede obtenerse en la página del organizador principal, el Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas (http://www.citop.es) o en Traianus (traianus.rediris. es).

Congreso Internacional sobre Historia de las Telecomunicaciones Con motivo del Centenario de la Radiodifusión, del 3 al 5 de noviembre se celebrará en Madrid el congreso HISTELCON 2010 (History of Telecommunications Conference). La temática del congreso organizado por Asociación Española de Ingenieros de Telecomunicación, el Institute of Electrical and Electronic Engineers y la Universidad Politécnica de Madrid, es variada, pues «las ponencias abarcarán temas muy diversos, y pueden ir desde resaltar hitos que han pasado casi inadvertidos, pero que han tenido una importancia fundamental en el desarrollo económico y social, hasta destacar episodios de la vida de determinadas personas, pasando por analizar las consecuencias que algunas decisiones han tenido en el tejido empresarial e industrial». Toda la información está disponible en la web creada al efecto, http:///www.aeit.es/histelcon2010.

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Relación de otras noticias recogidas en el blog de El Nuevo Miliario

Más recursos on-line de El Nuevo Miliario:

D VII Congreso de Historia de Navarra (19 de diciembre de 2009) D Idiomas y escritura en la Edad del Hierro (20 de diciembre de 2009) D Convenio Europeo del Paisaje (20 de diciembre de 2009) D Pompeya, en 3D (20 de diciembre de 2009) D Nueva ciudad antigua en Libia (20 de diciembre de 2009) D SciELO – Recursos iberoamericanos on – line (3 de enero de 2010) D Numancia liberada (21 de enero de 2010) D El Itinerario de Antonino, completo (26 de enero de 2010) D El Camino de Santiago desde Madrid (1 de febrero de 2010) D ¿Encontramos Eldorado? (6 de febrero de 2010) D Nuevo blog de Arqueología en Oporto (6 de febrero de 2010) D Los yacimientos zaragozanos, a vista de pájaro (9 de febrero de 2010) D Tesis sobre la gestión del agua romana en el occidente peninsular (11 de febrero de 2010) D 1.600 años desde que Roma abandonó Britannia (13 de febrero de 2010) D Construcciones hidráulicas de Ocuri (Ubrique, Cádiz) (28 de febrero de 2010) D Primaveras grecorromanas en Alcalá de Henares (1 de marzo de 2010) D Numancia: el cerco continúa (4 de marzo de 2010) D TDX: Tesis Doctorales on-line (14 de marzo de 2010) D Europa en Papel (25 de marzo de 2010) D Encuentro Iberoamericano de Caminantes (26 de marzo de 2010) D El Jiloca se mueve (9 de abril de 2010) D La Guerra Civil en el Guadarrama (9 de abril de 2010) D Viejos puentes de Madrid (12 de abril de 2010) D Técnica constructiva de las vías romanas (13 de abril de 2010) D VI Congreso de Arqueología Espacial: la arqueología de la población (16 de abril de 2010) D Archivo Español de Arqueología, on – line (19 de abril de 2010) D El centenario de la calle que cambió Madrid (12 de mayo de 2010) D Excavar, ¿para qué? (13 de mayo de 2010) D La Vía de la Plata y el Camino de Santiago en fotografías (14 de mayo de 2010). D «Príncipe de Asturias» para los Guerreros de Xian (19 de mayo de 2010) D Congreso Internacional sobre Historia de las Telecomunicaciones (20 de mayo de 2010)

Además del blog de la revista (http://elnuevomiliario.blogspot.com), que ya conocen nuestros lectores y que está a punto de cumplir un año de vida, tenemos que anunciar que, desde hace unas semanas, está en funcionamiento nuestra página web, en la dirección:

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http://www.elnuevomiliario.es Allí podrán descargarse, en PDF, los números de la revista cuya edición impresa se ha agotado, así como la comunicación presentada al VIII Congreso de Caminería por los componentes del Consejo de Redacción. De igual modo, anunciamos que ya están disponibles los índices de la revista. La intención inicial es actualizarlos, si no con la edición de cada número, al menos sí anualmente, por lo que no se ha previsto su edición impresa, aunque pueden descargarse también desde la web de la revista.

D El Foro de Caesaraugusta en 3D (20 de mayo de 2010) D Maite Amaré RIP (20 de mayo de 2010) D Patrimonialización de la vía en Carraquinea (20 de mayo de 2010)

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I Jornadas de Investigación y Divulgación sobre Abarán El pasado 7 de mayo, D. Antonio Eugenio Gómez Gómez, alcalde de Abarán (Murcia), y D. José Raúl Gómez Sánchez, presidente de la Asociación Cultural “La Carrahila”, clausuraron la primera edición de las Jornadas de Investigación y Divulgación sobre Abarán, celebrada en el Salón Guerrero Mendoza del Centro Integrado Multifuncional Abarán (CIMA), la que algunos medios han considerado como el evento cultural del año en este municipio. Las siete sesiones, seis teóricas (dieciséis ponencias) y una práctica, se llevaron a cabo con toda normalidad y con la aceptación de un considerable público que mostró su satisfacción día tras día, animando a la continuidad en el futuro de esta plataforma de

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difusión de conocimientos sobre todo lo que concierne a Abarán. El viernes, 30 de abril, a las 21:00 horas, Joaquín Caballero Soler y Jesús Joaquín López Moreno, miembros de la Asociación Cultural “La Carrahila”, fueron los encargados de inaugurar las jornadas, dando unas pinceladas del trabajo realizado meses atrás y de la importancia de su celebración para la cultura abaranera. Lección magistral fue la ofrecida por el Doctor en Historia Moderna D. Cosme Jesús Gómez Carrasco, profesor e investigador postdoctoral en la Universidad Carlos III de Madrid, quien manifestó la importancia de la historia local en las nuevas tendencias historiográficas. Joaquín Caballero Soler fue el encargado de cerrar la sesión inaugural, acercando las conclusiones de su estudio sobre los inicios de la industria en Abarán, desvelando dieciocho actividades dadas en seis tipologías in-

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dustriales: industria química, textil, alimentaria, de transformación de fibras vegetales y madera, tipográfica y extractiva. La sesión del sábado, 1 de mayo, la única que se realizó por la tarde, contó con la presencia de Félix Martínez García, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, quien realizó apuntes históricos y técnicos de uno de los monumentos de ingeniera más antiguos del municipio e insignia del mismo: el Puente Viejo (B.I.C.). Igual de interesante fueron las aportaciones de María Isabel Rubio García, Licenciada en Historia del Arte, sobre la Noria Grande de Abarán, elemento representativo de la huerta abaranera, realizando un recorrido desde su construcción, en 1808, hasta 1995 a través del vaciado de la documentación existente en el archivo municipal. El Doctor en Historia Moderna D. Vicente Montojo Montojo fue el encargado de finalizar esta sesión, ofreciendo información de las asociaciones y sociedades constituidas en Abarán, y resto del Valle de Ricote, entre el periodo de 1882/1888-1939, destacando un escaso desenvolvimiento de asociaciones (sobre todo obreras) y una muy destacada creación de sociedades mercantiles, vinculadas a la exportación de frutas y conservas. La ruta histórica y medioambiental de la mañana del domingo sirvió para poner en práctica los contenidos teóricos impartidos en las sesiones anteriores, transcurriendo por la ribera del Río Segura para visitar la Noria Grande, Molino de las Pilas, Puente Viejo y Molino de la Encomienda, contando como guías a María Isabel Rubio García, Joaquín Caballero Soler, Félix Martínez García, Jesús Joaquín López Moreno y Héctor M. Quijada Guillamón. Éste fue el encargado de adentrarnos en todo lo relacionado con el dominio público hidráulico y las vías pecuarias, temática que también trató, de forma teórica, en la última sesión de las jornadas. Tras la jornada de descanso del lunes, la actividad se reanudó el martes, 4 de mayo, con el estudiante de historia y miembro de “La Carrahila” José María Gómez Manuel, quien mostró sus conclusiones sobre la industria lítica musteriense aparecida en el paraje de Patrax, contextualizándola con la dada en el resto de yacimientos del Paleolítico Medio en el término abaranero. Le siguió Jesús Cobarro Jaén, Licenciado en Historia, poniendo sobre la mesa la necesidad de que Abarán cuente con una señalética turística adecuada y plasmando las carencias existentes en este ámbito. Finalmente, José Gil García, presidente del Centro de Estudios Abaraneros, dio algunas pinceladas sobre el habla abaranera. La sesión del miércoles, 5 de mayo, fue la que contó con la representación de algunos de los centros educativos del municipio. Mariano Carrillo Carrasco, profesor del CCEIPS “Fahuaran”, presentó la experiencia de tener un huerto-vivero didáctico y ecológico dentro del recinto escolar, así como la im-

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plicación positiva del alumnado de 3º y 4º de ESO. Por su parte, el profesor del IES “Villa de Abarán” José Monteagudo Fernández expuso los resultados del Proyecto Comenius llevado a cabo durante los dos últimos cursos escolares para dar a conocer el pasado musulmán de Abarán y del resto del Valle de Ricote en institutos de Italia y Bulgaria. Jesús Joaquín López Moreno, miembro de “La Carrahila”, fue el encargado de cerrar la sesión, hablando del espacio agrario y el devenir histórico de la alquería andalusí de al-Darrax, despoblado existente entre Abarán y Blanca. El jueves, 6 de mayo, fue, sin duda, la sesión más emotiva. Abrió Jesús Gómez Manuel, Licenciado en Comunicación Audiovisual, quien plasmó la evolución del diseño gráfico de las portadas del Programa de Festejos de Abarán. Alfredo Jiménez Gómez expuso su estudio divulgativo sobre la expulsión de los moriscos en el Valle de Ricote y dedicó unas palabras y un vídeo al desaparecido D. Joaquín Fernández Herrero (Marqués de Caramaco), gran divulgador de lo abaranero y valricotí, a cuya memoria va dedicada la presente edición de las jornadas, así como su libro de actas. Con la voz entrecortada, reanudó la sesión la Doctora en Antropología Social Dña. María Ángeles Castaño Molina, hablando del modo que tenían las abaraneras de dar a luz a sus hijos, así sobre otros aspectos de su modo de vida, a mediados del siglo pasado. La sesión de clausura del viernes, 7 mayo, contó con la participación del abaranero y miembro de Ecologistas en Acción Héctor M. Quijada Guillamón. Como queda dicho, su comunicación versó sobre las vías pecuarias, haciendo ver el papel fundamental que pueden ejercer hoy en día este bien de domino público. La última de las dieciséis ponencias corrió a cargo del Doctor en Historia Moderna D. José María García Avilés, exponiendo las conclusiones de su estudio sobre la intrahistoria de los moriscos del Valle de Ricote, adentrándonos también en ese entorno morisco tan sensible que constituye la Rambla de Benito. Estas jornadas, que tendrán su segunda edición en el 2012, marcan un antes y un después en la joven Asociación Cultural “La Carrahila” (www.carrahila. blogspot.com). Para el futuro queda el libro Actas I Jornadas de Investigación y Divulgación sobre Abarán, editado en CD-ROM, que puede ser consultado a través de la Web www.jornadassobreabaran. com. Jesús Joaquín López Moreno

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NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS

LAS CAÑADAS EN EL ENTORNO DE SALAMANCA Javier González Sánchez: Rutas por las cañadas de Salamanca. Vías pecuarias desde la capital, Ediciones Anthema, Salamanca, 2009 COMENTARIO Ediciones Anthema ha publicado el libro Rutas por las cañadas de Salamanca, vías pecuarias desde la capital, de Javier González Sánchez. El libro trata sobre los viejos caminos ganaderos que discurren por la provincia salmantina: cañadas, cordeles, veredas y coladas y cuenta con un prólogo del Decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca, el catedrático Valentín Cabero Dieguez, en el que se hace una encendida defensa de la red de vías pecuarias entendidas como parte del patrimonio común. Tras revisar la situación actual de la trashumancia y de las cañadas en España, y en particular en Salamanca, se examinan las diecisiete rutas pecua-

rias que parten de la ciudad de Salamanca, descubriendo detalladamente su recorrido y su relación con antiguas calzadas, no sólo para dar a conocer por dónde van estos caminos históricos, sino para motivar también que los lectores las recorran a pie, en bicicleta de montaña o a caballo. He aquí un buen trabajo de investigación en la línea de los que, periódicamente, ya viene publicando en El Nuevo Miliario, Santiago Bayón (el último, junto a Juan Gil, en este mismo número), y cuya lectura debe completar con la visita a la web de su autor, http://www.maninoshistoricos.es. C.C.

JAFO en estado puro José Ramón Navarro Vera (ed.): Pensar la ingeniería. Antología de textos de José Antonio Fernández Ordóñez, Fundación Juanelo Turriano y Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (Colección Ciencias, Humanidades e Ingeniería, nº 90), Madrid, 2009. COMENTARIO José Antonio Fernández Ordóñez (universalmente conocido como JAFO) es, probablemente se haya dicho ya, una personalidad irrepetible. Ingenierohumanista, ingeniero y humanista, creador de la mítica Cátedra de Estética de la Escuela madrileña de Caminos (que ha dado personajes como Teresa Sánchez Lázaro, Mercedes López García, José Antonio Juncà o Francisco Javier Rodríguez Lázaro, por citar sólo unos cuantos ejemplos), dejó una impresionante colección de escritos sobre ingeniería histórica, patrimonio industrial e ingeniería en general de los que, ahora, ha editado el Colegio de Ingenieros de

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Caminos, Canales y Puertos una recopilación, de la que ha sido responsable José Ramón Navarro Vera, que supone un hito más, y éste importantísimo, en la ya legendaria colección «Ciencias, Humanidades e Ingeniería» que, fundada por el propio JAFO, alcanza así su volumen número 90. C.C.

EL PUNTO DE VISTA CRÍTICO DE UN INGENIERO SINGULAR Luis Zapico Maroto: Mina y Gigante, Entrelíneas Editores, Madrid, 2009 COMENTARIO El libro Mina y Gigante cierra la tetralogía, editada de modo póstumo, de Luis Zapico Maroto, Ingeniero de Caminos fallecido en 2007 y dedicado siempre a cuestiones de vías romanas y geografía histórica, además de desempeñar, a lo largo de su dilatada carrera, algunos cargos como el de Director de la Confederación Hidrográfica del Tajo. Ingeniero singular, precursor en cierta medida de los ingenieros-humanistas (José Antonio Fernández Ordóñez, Juan Benet, Clemente Sáenz Ridruejo…, a los que nos referíamos en el comentario anterior del libro de JAFO), en sus trabajos históricos es Luis Zapico un investigador extravagante sensu strictu (a la manera del Miliario homónimo de Gonzalo Arias, con quien Zapico mantuvo quince años de fructífero intercambio epistolar). En este libro, terminado en edición privada en 1987, propone Zapico interpretaciones arriesgadas en algunos temas de sus capítulos, en particular los dedicados al Itinerario de Antonino y a la búsqueda del origen del arco de herradura en la venera compostelana. Especial mención merecen, además, dos de los trabajos, el dedicado a un posible origen cartográfico del Itinerario de Antonino (págs. 177 y ss.), publicado en la Revista de Obras Públicas en 1989 y reproducido en El Nuevo Miliario (número 6) como homenaje póstumo a su autor, y el estudio dedicado a Agripa, por cuya obra cartográfica global sentía Zapico una especial admiración. Como Antonio Rodríguez Zapico subrayó en la presentación del libro, los planteamientos de Luis Zapico podrán resultar discutibles o no pero, por lo novedosos, a nadie dejarán indiferente. Como los otros tres volúmenes de esta excepcional tetralogía (El Libro de las Destrucciones, El Lago Moeris y el Laberinto Egipcio, y El Árbol de las Hojas Pardas), éste también ha sido publicado por Entrelíneas Editores (http://www.eraseubavez.org), y se debe, en especial, al esfuerzo personal de la viuda de Luis Zapico, Hortensia Landrove, quien ha respetado las ilustraciones originales y preparado una

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hermosa edición tan cuidada como entrañable. Sin duda, a los autores singulares, a los heterodoxos de que habló Menéndez Pidal, hay que ir abriéndole poco a poco un hueco en el que, en el apartado de geografía histórica, ha de brillar con luz propia alguien tan especial como este autor. C.C.

Un ingeniero en la corte de Felipe II COMENTARIO Cámara Muñoz, R. Moreira, M. Viganò: Leonardo Turriano, Ingeniero del rey, Fundación Juanelo Turriano, Madrid, 2010 Estamos acostumbrados a que la Fundación nos premie cada año a los lectores con dos o tres monografías memorables, pero hemos de reconocer, sin ánimo de despeñarnos por los terrenos de la lisonja —a la que, por otra parte y como se sabe— somos ajenos, que esta vez se ha superado a sí misma recuperando la figura casi olvidada de Leonardo Turriano, ingeniero del siglo XVI que ha generado más interés por su posible parentesco con el más afamado Juanelo (entre otras magnas cosas, epónimo de la Fundación), que por la magnitud de sus obras. Para acotar la dimensión de la figura a la que se dedica el libro, reproducimos la nota bibliográfica elaborada por los editores:

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A finales del siglo XVI, Leonardo Turriano, ingeniero de Felipe II, se trasladó a la actual Argelia para supervisar las fortalezas costeras de Orán y Mazalquivir, los dos enclaves españoles más orientales del norte de África. Fruto de esta estancia, fue un manuscrito inédito, la Descripción de las Plaças de Oran y Mazarquivir en materia de fortificar (1598). Tanto sus dibujos como la transcripción del texto se publican ahora por primera vez. Este manuscrito constituye un revelador testimonio de lo que era o podía llegar a ser un ingeniero en el Renacimiento. Los estudios sobre Leonardo Turriano, su trayectoria y la ciencia de los ingenieros, a cargo de renombrados especialistas internacionales, que han realizado expresas investigaciones para elaborar los trabajos que aquí se publican, serán una contribución ineludible al estudio de los individuos y las obras que fueron dando forma a la historia de la ciencia y de la técnica en la Europa Moderna. En ese contexto se enmarcan tres excelentes estudios, debidos a Alicia Cámara, Rafel Moreira y Marino Viganó, entre los que sobresale el completísimo trabajo dedicado a la actividad de Turriano en Portugal. Cierra el volumen la transcripción de la descripción de Orán y Mazalquivir, debida a Leonardo Turriano, pero a este apéndice documental antecede un interesantísimo estudio sobre la identidad de este personaje y su controvertido y tantas veces debatido parentesco con Juanelo Turriano, circunstancia que queda resuelta en el estudio elaborado por Daniel Crespo Delgado.

RELACIÓN DE OTRAS NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS RESEÑADAS EN EL BLOG DE EL NUEVO MILIARIO (http://elnuevomiliario.blogspot.com) D Clemente Sáenz Ridruejo, Geología e Historia del Camino de Santiago (comentario publicado en la entrada correspondiente al 27 de diciembre de 2010) D Clemente Sáenz Ridruejo, Textos de Geografía e Historia, Ingeniería y Urbanismo (11 de enero de 2010) D Francisco Javier Rodríguez Lázaro, José María Coronado, Rita Ruiz Fernández y Juan Garcilaso de la Vega, Análisis y valoración del patrimonio histórico de las carreteras españolas 1748-1936 (16 de marzo de 2010) D José S. Aldecoa, La II República en Tierras del Jiloca (9 de abril de 2010) D Dibujos en el Museo de Historia de Madrid. Arquitectura madrileña de los siglos XVII y XVIII y de los siglos XIX y XX (12 de abril de 2010) D Isabel Bestué, Salto hidroeléctrico de El Chorro. Estudio para la restauración del «Caminito del Rey» (23 de abril de 2010) D F. J. Rodríguez Lázaro, J. M. Coronado y R. Ruiz Fernández, El camino de Valencia en Alarcón y Contreras (1845-1998). Análisis de viabilidad para su recuperación como carretera histórica (23 de abril de 2010) D Pepa Cassinello et al.: Félix Candela: la conquista de la esbeltez (12 de mayo de 2010) D Ricardo Córdoba, Ciencia y técnica monetarias en la España bajomedieval (12 de mayo de 2010) D Pere Pau Ripollès Alegre, Las acuñaciones provinciales romanas de Hispania (20 de mayo de 2010) D Narciso Santos Yanguas, Militares satures en el ejército romano (20 de mayo de 2010) D Jean-Gérard Gorges, José d’Encarnaçao y Trinidad Nogales (coords.), Lusitánia romana. Entre o mito e a realidade (20 de mayo de 2010).

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PAUTAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES EN LA REVISTA

El Nuevo Miliario

El boletín bianual El Nuevo Miliario acoge trabajos, noticias y comentarios sobre vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica de cualquier época, pero para la publicación de los textos se aconseja seguir las pautas que se describen a continuación: 1) Los trabajos tendrán preferentemente una extensión máxima en torno a las 15 páginas tamaño DIN A-4, incluyendo ilustraciones y bibliografía. Cada página de texto tendrá unos 2.500 caracteres. 2) En El Nuevo Miliario pretendemos respetar el medio ambiente; por ello, como norma general, y para reducir el consumo de papel, los originales, siempre que sea posible, se enviarán exclusivamente en soporte informático, en CD – Rom en el que se incluirán el texto y, por separado, las imágenes (planos, mapas, fotografías, etc.), o por correo electrónico. Únicamente en aquellos casos en que los autores consideren que los trabajos deben de ir maquetados de una forma concreta se enviarán los originales impresos en papel. 3) Del mismo modo, se aceptarán preferentemente las fotografías (preferiblemente no más de tres o cuatro por trabajo) enviadas en soporte digital, en formatos .jpg, .pct o .tif, con una resolución mínima de 300 ppp. Para los planos y mapas, que se enviarán como imágenes, se aceptará además el formato .pdf. Circunstancialmente se aceptará el envío de fotografías, mapas o planos originales para su reproducción, que serán, en todo caso, devueltos al concluir la maquetación del trabajo. 4) Las imágenes se acompañarán, si los autores lo consideran necesario, de sus correspondientes pies, que se presentarán en una relación al final del texto. 5) Los trabajos podrán incluir notas bibliográficas y notas a pie de página (aunque, preferiblemente, se evitarán estas últimas y, en todo caso, se publicarán como notas finales), mientras que la bibliografía se citará preferentemente recurriendo al Sistema Harvard, (Autor, año, título, lugar de edición) de este modo: - FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, P.F. (1987): Sobre el neolítico y otras antigüedades de la región de Murcia, Revista de Estudios Peninsulares, 17. LA FECHA prevista DE CIERRE DEL NÚMERO 11 de El Nuevo Miliario estará en torno al 5 DE NOVIEMBRE DE 2010

BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN Y PETICIÓN DE NÚMEROS ATRASADOS Deseo suscribirme a la revista El Nuevo Miliario hasta diciembre de 2010 Datos personales: Nombre y apellidos: Institución: Dirección de envío (vía pública, localidad, ciudad, provincia, Estado): Teléfono (opcional): Correo – e: Tarifas (indíquese la elegida): - Ordinaria: 24 € - Institución: 36 € - Pensionista, parado, estudiante no acaudalado: 15 € Números atrasados (10 €/ud.): nº2 (jun. 2006)___ nº 4 (jun. 2007)___ nº 5 (ene. 2008)___ nº 6 (jun. 2008)___ nº 7 (dic. 2008)___ nº 8 (jun. 2009)___ Los números 1 y 3, agotados, se envían en PDF al precio unitario de 3 € Forma de pago: - Domiciliación bancaria (indicar entidad, oficina, digito control, nº de cuenta): - Transferencia a la cuenta 2042 / 0151 / 13 / 3300007855 - Cheque nominal (a nombre de Carlos Caballero o Guillermo Reher) Firma (imprescindible en caso de domiciliación): Este boletín puede enviarse por correo ordinario a: Carlos Caballero María de Guzmán, 49. 5º C 28003 MADRID

Guillermo—Sven Reher Díez Jordán 23 5º Dcha 28010 MADRID

o por correo electrónico elnuevomiliario@gmail.es


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nยบ 8, Junio 2009


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