El Nuevo Miliario Boletín sobre Vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica Número 14. Julio de 2012 — 12 €
CAMINOS EN TORNO A SEGOBRIGA NOVEDADES EN EL GRAN SAN BERNARDO CÁSTULO Y EL PAPIRO DE ARTEMIDORO
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El Nuevo Miliario Número 14, JULIO de 2012
SUMARIO — Rasero de Luján, Casas de Luján y Vallejos. Vías y caminos en el entorno de la ciudad romana de Segobriga, por J. Morín de Pablos, R. Barroso Cabrera, J. Carrobles Santos, S. Palomero Plaza, Ernesto Agustí García, F.J. López Fraile, Pablo Guerra García y Luis Rodríguez-Avello Luengo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 — La mansio del Summus Poeninus y la calzada de acceso al puerto del Gran San Bernando (Italia) por Giacomo Gillani y Giorgio Viazzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 — Pintia, por Pedro Alegre Pastor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 — Las vías de Cástulo y el Papiro de Artemídoro, por Enrique Gozalbes Cravioto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 — Novedades bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 — Lo que se dice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 — Boletín de suscripción y normas para la publicación de originales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
El Nuevo Miliario Consejo de redacción: Santiago Palomero, Guillermo Sven Reher, Giacomo Gillani, Carlos Caballero Colaboradores de este número: Ernesto Agustí, Pedro Alegre, Rafael Barroso, Jesús Carrobles, Giacomo Gillani, Enrique Gozalbes, Pablo Guerra, Francisco José López Fraile, Jorge Morín, Santiago Palomero, Luis Rodríguez-Avello y Giorgio Viazzo . Fotos de portada: Cubierta: Planta y secciones de la vía en Rasero de Luján (Foto: AUDEMA). Contraportada: miliario «cautivo» en Soto del Real, Madrid (Foto: Carlos Caballero). Contacto: Guillermo-Sven Reher Díez; c/Jordán, 23 5º Dcha; 28010 MADRID; tel. 658159256; Carlos Caballero, c/María de Guzmán, 49 – 5C, 28003 Madrid Correo-e: elnuevomiliario@gmail.com Web: www.elnuevomiliario.eu; Blog: elnuevomiliario.blogspot.com Diseño: Dimas García Moreno, Di+Diseño, Piamonte 16-3º 2 B, Madrid. dimasdi@telefonica.net Imprime: Cyan, proyectos y producciones editoriales. c/. Fuencarral, 70. Madrid. tel. 915320504 Patrocina: Fundación Juanelo Turriano, www.juaneloturriano.com Depósito Legal: M-51.322-2005 ISSN: 1885-9534 El Nuevo Miliario no comparte necesariamente las opiniones vertidas por sus colaboradores, que son únicamente responsabilidad de los firmantes de los trabajos.
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EDITORIAL Hispania en la encrucijada
En plena canícula, los españoles corremos desesperados el encierro de los Sanfermines delante de los toros de la deuda y la prima de riesgo, apremiados por la ninfa Europa, la «bien raptada» por Zeus, el Señor de los Mercados. Por eso la comunidad del anillo miliario es más necesaria que nunca con el fin de dar, entre tanto recorte infame, una alegría al personal, añadida a la de la selección española de fútbol, sacando a la luz esta gloriosa revista que resiste la crisis y que tiene como objetivo olvidarla, a la par que tratar de la condición y ejercicio de la caminería antigua de Hispania. Si ven El Nuevo Miliario más delgado que de costumbre no se sulfuren ni piensen que es condición de la precaria situación económica, es pura casualidad; bien es verdad que el hecho insólito ha generado algo de debate entre los editores, sobre el asunto del tamaño, un problema ancestral al que seguramente no es ajeno el hecho de que, desgraciadamente, no tengamos mujeres en el consejo editorial, compuesto exclusivamente por santos varones. La verdad es que la «culpa» de todo la tiene nuestro amiguete Jorge Morín, que habitualmente no baja de 50 folios en sus muy bien documentados artículos, pero ésta vez lo ha resuelto (eso sí estupendamente) en 15, tomándose al pie de la letra las recomendaciones del comité de redacción y eso no lo esperábamos y nos ha «pillao» el toro, si nos permiten la expresión. La otra sorpresa de este número «corto», pero intenso, es que algunos de los editores se han pasado directamente y por la cara a autores de sendos artículos aprovechando parte de sus vacaciones al sufrir un síndrome de melancolía viaria repentino que los ha llevado a perderse por esos mundos de Dios, sobre todo en el caso de Giacomo que padeció una epidemia de morriña alpina, de la que daremos cuenta. La verdad es que muy pocas veces tan pocos
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artículos, tres, han dicho tanto y es probable que con el tiempo, sean tan famosos como las distintas salidas del Quijote. Vamos a pasar revista a la Revista y comprenderán inmediatamente el por qué. El encabezado por Morín y Barroso nos lleva directamente a los confines de las tierras del Quijote, varios cientos de años antes de que el asendereado caballero recorriese las sendas, trochas y veredas manchegas. En el «ager segobricense» y en el curso de las investigaciones arqueológicas previas a la construcción del «Tubo de la Mancha» que lleva las aguas del Trasvase Tajo-Segura a la llanura manchega, se han realizado descubrimientos de primera magnitud, tanto en el plano de las infraestructuras hidráulicas con el hallazgo de un nuevo acueducto, como en las propiamente arqueológicas y viarias. Se ha documentado por primera vez en Hispania una vía romana construida en la zona de inundación de los cursos de los ríos Valdejudíos y Cigüela, con la buena fortuna de haberla podido fechar tanto por material cerámico como por las pruebas de carbono-14 realizadas en las estacas de madera, que constituían el entramado necesario para rellenar el terreno aluvial y ganar el espacio para una vía con mampuestos de canto. Normalmente las vías romanas evitan terrenos mal drenados, por eso este caso es tan excepcional y singular. La metodología empleada ha sido muy rigurosa y el hallazgo, junto con el resto de villae, testares, y otros caminos también de época romana, han sido excepcionalmente bien documentados. Los restos cerámicos y la muestra de C-14 con una cronología de -2140 +/- 40, dejan poco lugar a dudas. Juzguen ustedes con su propio juicio. El segundo de los artículos a destacar es el del trabajo también muy riguroso de reconstrucción de ambientes de una mansio muy especial, la del Summus
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Poeninus, en el puerto actual del Gran San Bernardo (Italia) allende los Alpes. La suerte de este excepcional artículo la debemos a unas vacaciones en la tierra natal de Giacomo y a su síndrome de Sthendal alpino, que lo llevó a buscar el viejo camino de los elefantes de Aníbal camino de Roma. No sólo lo encontró y lo ha contado, sino que analizó las fuentes antiguas, la epigrafía miliaria y los exvotos de un viejo Templo de Júpiter cercano a la «mansio»: si una noche de invierno un viajero pasase por allí, daría las gracias por el camino recorrido y por el que le quedaba por recorrer. El levantamiento topográfico de los tramos viarios se asemeja mucho a las míticas curvas del Tourmalet en el Tour de Francia y es de agradecer el esfuerzo realizado para que podamos volver a ver en su posible imagen primigenia el conjunto espectacular de templo y venta quijotesca en terreno tan quebrado y poco habitual al héroe manchego, fuera de sus correrías por Sierra Morena, esta vez en plenos Alpes míticos. Si acaso, por añadir un punto de humor a la restitución propuesta por los autores, quizás este viajero experimentado eche de menos una pequeña «taberna meritoria», de esas con farolito rojo, un poco alejado del templo y de la venta, en un recodo, donde la oración del alma, tenga el contrapunto de la llamada del cuerpo, por si una noche de invierno un viajero la necesitase...Por otro lado si Pintia fuese o no Catalañazor o se quede entre Pintio y Valdemoro queda para su mejor juicio. El tercer artículo que les aconsejo abordar es el de Enrique Gozalbes, otro de los habituales de la comunidad miliaria, que aporta misterios y rigor con el asunto del famoso Papiro de Artemidoro de Efeso y sus posibles interpretaciones en relación con Cástulo y la red viaria hispana. Si bien la presunta falsedad de este papiro que formaba parte de la envoltura de una momia, mas parece caso de Iker Jiménez, que nuestro, sin embargo la rigurosidad de los últimos estudios y la vuelta de tuerca de Gozalbes hacen de este peregrino y singular y por qué no decirlo, también quijotesco documento de ida y vuelta, una de las primeras imágenes viarias de la P. Ibérica, a la vez que resaltan la importancia del papel jugado por Cástulo en los primeros tiempos de la conquista romana. Decíamos ayer, en el último editorial que la ninfa Europa estaba en la encrucijada, pero nunca pensábamos que allí, en el «carrefour» sería raptada por Zeus, el Dios de los Mercados, y mucho menos que los países mediterráneos, sobre todo Grecia, Italia y España iban a sufrir las consecuencias tan dramáticas de ese «rapto». Parece que los tiempos de Gigantes han vuelto y que la Tierra Media libra una batalla entre la luz y las sombras. Los miliarios tenemos el espíritu de los pequeños «hobbits», honestos, trabajadores, humildes y quizás por carecer de esa nula necesidad que azota a los humanos de enriquecerse sin límite, casi siempre sonreímos, como en el caso del que adorna el editorial. Así nos creó nuestro Maestro Arias, un hombre bueno y pacifista que también sabía compartir la vida y son-
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reír. El mensaje telepático de la comunidad miliaria no puede ser más claro, si continúa España así por el único camino de los recortes en aspectos tan básicos como educación, cultura, sanidad, bienestar e investigación, la Noche más negra se extenderá por la vieja piel de toro; por el contrario si hoy podemos celebrar el descubrimiento de una nueva partícula en la física del universo es por haber trabajado en común en un gran Laboratorio de Ginebra, el CENR, todos los europeos de la Tierra Media unidos en un proyecto común. Por si les sirve de moraleja ahí va un ejemplo, cuando la intolerancia y la estupidez se adueñaron de nuestros dirigentes, allá por 1492, los Reyes Católicos decidieron una política de «recortes» que empezó por los judíos, y que después sus sucesores trasladaron a moriscos, erasmistas, librepensadores y otras gentes de mal vivir; de esos polvos vienen estos lodos, porque uno de los judíos expulsados por la intolerancia inquisitorial, quizás habría podido dar una lección a varios de esos campeones de la ortodoxia que tanto pontifican de economía desde sus tristes cátedras...Se llamaba José Penso, y era natural de Espejo(Córdoba), ni «converso» lo dejaron tranquilo y tuvo que marcharse a Ámsterdam en 1650, huyendo de la Santa Inquisición. Allí escribió un libro en 1688 que se considera hoy el Primer Tratado de Bolsa y Cambio europeo, aunque no sea muy conocido, por lo que parece, por nuestros actuales dirigentes, mas empeñados en amnistías fiscales para amiguetes que en aprender lecciones de sefardíes expulsados. El libro en cuestión, en forma de diálogo, en un lenguaje no carente de ironías y propio de la mala leche histórica del converso (que por cierto ha dado lo mejor de la literatura española del siglo de Oro, Cervantes incluido) se titula: «Confusión de Confusiones: Diálogos curiosos entre un philosopho agudo, un mercader discreto y un accionista erudito, descriviendo el negocio de las acciones, su origen, su etimología, su realidad, su juego y su enredo». Ya tienen nuestros actuales dirigentes políticos y económicos lectura para el verano, que la disfruten, como vosotros queridos amigos y lectores esta revista miliaria de verano, que en palabras de Gracián sería: «Si breve, dos veces buena». ¡Valete, viatores!
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RASERO DE LUJÁN, CASAS DE LUJÁN y VALLEJOS
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Vías y caminos en el entorno de la ciudad romana de Segobriga J. Morín de Pablos, R. Barroso Cabrera, J. Carrobles Santos, S. Palomero Plaza, Ernesto Agustí García, F.J. López Fraile, Pablo Guerra García y Luis Rodríguez-Avello Luengo1
Con motivo de la construcción de la «Conducción principal del abastecimiento de agua potable a la Llanura manchega» se han excavado diferentes yacimientos en el ager de la ciudad de Segobriga (Fig. 1). Este conjunto de yacimientos se encuadra en los típicos enclaves hispanorromanos de tipo agrícola/transformador, con una pars rustica y fructuraria, algunos con posible pars urbana, lo que permite clasificarlos sin mayores problemas como villae. Estos enclaves productivos se sitúan en dos zonas claramente diferenciadas. La primera de ellas, localizada al sur de la ciudad, siguiendo el curso del Cigüela. Este sería el caso de Casas de Luján y Rasero de Luján o de otros de menor entidad como Las Lagunas. Este primer grupo presenta muy probablemente una cronología más antigua —algunos como Rasero de Luján de época del Principado— y están en relación con el curso del río y la vía que accedía a la ciudad desde el Sur, que también se ha podido documentar en las excavaciones efectuadas. El segundo grupo posee una cronología posterior y parece estar directamente relacionado con el sistema de abastecimiento de agua a la ciudad. El acueducto que transportaba el agua a Segóbriga aprovechaba los manantiales del curso del Valdejudíos, situado a más de diez kilómetros al Norte de la ciudad, así como otros manantiales que va agregando caudal a medida que se aproxima a la urbe. Los yacimientos localizados estarían en función de esta construcción y la van jalonando a un lado y a otro. Éste parece ser el caso de los yacimientos de La Peña II, Llanos de Pinilla y Los Vallejos. En el caso concreto de La Peña II se ha podido documentar cómo en la segunda fase del yacimiento,
Fig. 1. Plano de situación con los yacimientos arqueológicos excavados en el territorio de Segóbriga con motivo de la construcción de la conducción hidráulica para el abastecimiento de la Llanura Manchega. AUDEMA
1.- Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA Avda. de Alfonso XIII, 72. 28016 – Madrid www.audema.com; jmorin@audema.com
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Fig. 2. Hidrogeología del valle del Cigüela, según F. Tapias. AUDEMA
fechada en torno a finales del siglo I d.C., se produjo la incorporación de dos de los spiramina dentro de un gran patio, seguramente para su aprovechamiento privado. Finalmente, hay que señalar que ambos casos la ocupación no parece superar una cronología más allá del siglo III d.C., lo que parece avalar la clara conexión de los mismos con la vida económica de la ciudad, que sufre una crisis importante en este periodo.
I. EL MEDIO FÍSICO: GEOLOGÍA E HIDROGEOLOGÍA La zona de estudio se encuadra dentro del curso alto la cuenca alta del río Cigüela. Éste tiene una longitud de 225 km y nace unos 35 km aguas arriba de la zona de estudio, cerca del puerto de Cabrejas a 1.080 m de altitud. El Cigüela presenta un régimen netamente pluvial, determinado por una fuerte dependencia con respecto a la estacionalidad de las precipitaciones, llegando a quedar seco en algún mínimo mensual. Este régimen de precipitaciones sería, sin embargo, algo diferente en época romana, ya que para esta época se produjo un óptimo climático caracterizado por un régimen de precipitaciones algo más elevado que el actual. La red hidrográfica actual empezó a instalarse a finales del Plioceno, con la consiguiente disección del relieve, al tiempo que se producía su basculación hacia el oeste. Ya durante el Pleistoceno se afianza el encajamiento de la red principal y se inicia el de la red secundaria. El encajamiento de la red hidrográfica afecta desde los relieves mesozoicos de la Sierra de Altamira, aflorantes en el yacimiento de Los Vallejos, el cerro de
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Cabeza del Griego donde se asienta el yacimiento de Segóbriga o el cerro a cuyo pie se encuentra el enclave de Casas de Luján. Los yacimientos de Casas y Rasero de Luján se situaron en una posición elevada respecto a la llanura de inundación, aunque la vía transcurre en parte dentro de dicha llanura, en un tramo donde ésta se estrecha desde los 350 ms. hasta los 100 ms. Estos estrechamientos se producen cuando el curso fluvial atraviesa los afloramientos mesozoicos de las alineaciones de la Sierra de Altamira (Fig. 2). El nivel medio de inundación para un ancho de unos 350 m se encuentra entre 1 y 5 m, aunque en períodos de recurrencia de 50 o 100 años este nivel puede ser mayor, al igual que en zonas de estrechamiento del fondo de valle, como es el caso de la zona objeto de estudio, donde los depósitos asociados a la avenida pueden alcanzar mayores cotas. Otro factor a tener en cuenta a la hora de entender la topografía de la ciudad es el fenómeno de las avenidas del Cigüela. En este sentido, Segobriga parece haber tenido una topografía muy similar a la de la antigua Toletum, caracterizada por su situación en un cerro prácticamente rodeado totalmente por el curso del Cigüela a excepción de un punto que es precisamente por donde tendría lugar la entrada principal a la ciudad. Esta entrada estaba jalonada por necrópolis de diferentes épocas, así como por los principales edificios públicos. Esto explicaría el sorprendente abandono de las obras de construcción del circo, cuya causa principal debió ser el hecho de que se dispuso en parte sobre la llanura de inundación del río y varios de sus afluentes (Fig. 3).
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Fig. 3. Fotografía aérea de la ciudad de Segóbriga con las zonas inundables del Cigüela y sus afluentes, según F. Tapias. AUDEMA
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II. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA INGENIERÍA VIARIA EN ÉPOCA ROMANA La civilización romana estaba ligada ineludiblemente a la creación de un eficaz sistema de calzadas que pusiera en comunicación todo el vasto territorio sujeto a su dominio. La economía romana descansaba en buena parte sobre esa red de carreteras aptas para el transporte pesado que, además de una función militar de control de territorio evidente, posibilitaba la redistribución de bienes de consumo a lo largo de territorios muy alejados entre sí. Existían diferentes tipos de vías, aunque pueden distinguirse dos tipos principales en atención al promotor de la obra, esto es, vías públicas o vías privadas. Curiosamente en las excavaciones arqueológicas desarrolladas en el territorio de Segóbriga se han podido documentar ambos tipos. Las primeras, aunque en ocasiones hayan podido tener un origen militar, estaban más bien orientadas hacia intereses puramente económicos y comerciales. En este sentido, la vía documentada en los yacimientos de Casas y Rasero de Luján parece seguir el curso del Cigüela con el fin de conectar la ciudad de Segóbriga con Consabura. En principio habría que desechar la idea de una reutilización del antiguo camino de época prerromana para defender una configuración del mismo a partir del Principado, aunque seguramente siguiendo una ruta transitada desde tiempo atrás. Durante la construcción de una calzada romana se seguían diferentes fases que van desde la deforestación inicial del terreno, la explanación previa del mismo o la ejecución de terraplenes en terrenos llanos, la delimitación del firme mediante bordillos, la cimentación de la calzada con una capa de piedras (hérisson), el relleno de las capas intermedias con el consiguiente apisonado para compactarlas y la cubierta con capa de rodadura de materiales de menor grosor, bien de zahorra o de jabre. A pesar de que la imagen de las calzadas romanas se asocia a trazados enlosados, sólo en el interior de las ciudades y en sus alrededores inmediatos las calzadas iban recubiertas de una capa superior de losas o adoquines. Sin embargo, como apunta Moreno Gallo, hay que aclarar que las calles de las ciudades no pueden ser consideradas como carreteras, sino como vías urbanas y, por tanto, con una función distinta. Este autor recuerda un texto muy explícito del emperador Juliano en el que se describe de manera detallada el proceso de construcción de una carretera y que sirve para entender el proceso en el caso del ejemplo documentado en Segóbriga: (…) La marisma estaba sembrada de piedras que se veían echadas en estos sitios intencionadamente, pero bien rejuntadas sin argamasa y contrariamente a la forma en la que proceden en las ciudades para acabar las calzadas, acumulando sobre estos cimientos grandes cantidades de tierra, a la vez que ciñendo las piedras unas contra otras como en un muro.
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Otro autor, Estacio (Silvas 4 3 40-45) describe con exquisito detalle en forma versificada el proceso de construcción de la vía Domitia. Según el testimonio de Estacio, en primer lugar se trazaban los surcos (sulcos) y se marcaban los bordes (limites). Luego se rellenan las trincheras (fossas) y se consolidaba el cimiento (gremium) para asentar la capa superior (summum dorsum) con objeto de que el suelo no ceda, y sobre ésta se disponía una capa de cantos (saxis) que se aprietan. Finalmente, se colocaban los bordillos (umbos) y las cuñas (gomphis) que delimitaban los lados del firme. En este caso, además, se empleó material de cementación (una argamasa de cal y cemento procedente de cenizas volcánicas) semejante al hormigón (Moreno Gallo, 2004: 125ss y 144ss). En realidad, tal como refieren las diversas descripciones literarias, las vías romanas se construyeron con materiales sueltos (áridos o piedras de procedencia natural), normalmente sin utilización de conglomerantes (cemento, cal, betún). La capa de cimentación estaba compuesta por un relleno de piedras de tamaños gruesos y su espesor o potencia variaba en relación a la calidad del suelo sobre el que se asentaba la calzada. Por encima de esta cimentación se colocaba una capa intermedia de piedras de mediano diámetro y potencia variable también. Sobre esta última capa se colocaba la capa de rodadura, compuesta por materiales pétreos de menor diámetro, generalmente rodadas y de gran dureza (cuarcitas, dioritas o, en su defecto, calizas duras). Este material se solía encontrar bien en graveras o bien en lechos fluviales y, por sus características, constituían un elemento fundamental para el transporte tanto de bestias como de carruajes (Moreno Gallo, 2004: 118ss.). En este punto conviene rechazar una vez más las ideas formuladas por Bergier en 1622, discutidas ya por autores como Chevallier o Adam y que, sin embargo, continúan muy extendidas en la arqueología española. Bergier, supuestamente basado en los escritos de Vitrubio, planteaba la existencia de tres tipos de vías romanas: calzadas enlosadas (stratus lapidibus), afirmadas (iniecta glarea) y explanados sin firme (terrenae). Al mismo tiempo suponía la construcción a base de sucesivas capas de firme, desde el cimiento de piedra de gran grosor (statumen), el rudus de piedra machacada y el nucleus de tierra. Después de los estudios de Chevalier y Adam, fuera de nuestras fronteras, o de Moreno Gallo en España, la teoría de Bergier ha sido rechazada por completo, incluyendo la pretendida autoría de Vitrubio (Adam, 2002: 300ss.; Chevalier, 1997: 108ss.; Moreno Gallo, 2004: 121). En general, los ingenieros romanos actuaron guiados por principios prácticos en función del tipo de terreno que debían atravesar, aunque siempre siguiendo un esquema similar en cada caso: una regularización previa del terreno, una capa de cimentación de espesor variable y una capa superior de rodadura compactada. Precisamente uno de los principales problemas con los que tuvo que lidiar la construcción de calzadas
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fue el de los efectos indeseados que provoca el agua. De hecho, puede decirse que si hubo una constante en la construcción viaria romana no fue otra que la de evitar terrenos mal drenados. Para ello se recurría muchas veces a la colocación de la vía en alto, sobre un terraplén cimentado sobre grandes rocas. Esto era lo habitual cuando no había más remedio que cruzar grandes extensiones de llanuras inundables que, es el caso que nos ocupa en uno de los tramos documentados en las excavaciones de Segóbriga. Otras veces se evitaba en lo posible construir obras de drenaje transversal a base de cruzar los cursos de agua cuando éstos habían recibido todos o la mayor parte de sus afluentes. A este respecto conviene señalar que se ha documentado la construcción de tarjeas para el paso de escorrentías y arroyos bajo el trazado de muchas de las vías romanas. Más frecuente, sin duda, era el drenaje de zonas pantanosas a base de zanjas de desagüe o canales. Sin duda la excavación de cunetas de drenaje para evitar la erosión del agua fue un recurso bastante habitual en la ingeniería romana. Más excepcionales, aunque contamos con buenos ejemplos, era el recurso a la construcción de puentes. En España apenas se conoce poco más de una treintena de puentes que puedan ser catalogados con seguridad de época romana. Los ejemplares conservados son todos ellos de gran calidad constructiva, si bien de una variedad mayor de la que se presume con frecuencia: los hay de pequeño aparejo (puente de los Esclapes en Frejús), de sillares de gran tamaño (Cerezo de Río Tirón, Burgos) o ejemplares en los que se mezclan múltiples aparejos: ladrillo, granito y hormigón (Alcantarilla de Mérida). Existe además una cierta homogeneidad en cuanto a las técnicas y materiales empleados para la construcción de puentes de carreteras y puentes de acueductos, como se observa en los ejemplos de Alcantarilla de Mérida y Frejús (Durán Fuentes, 1996 y 2001; Moreno Gallo, 2004: 100-107). En el territorio de Segóbriga parece clara la existencia de un puente en Casas de Luján, ya que en ese punto se produce un encajamiento del curso del Cigüela que coincide con el paso de la vía desde la margen derecha a la izquierda. Con todo, los restos arqueológicos documentados no son sin embargo concluyentes y sería necesario un estudio más detallado de los mismos.
III. LAS VÍAS ROMANAS EN LA PROVINCIA DE CUENCA Las vías romanas del territorio correspondiente a la actual provincia de Cuenca fueron objeto de estudio a finales de la década de los 80 por S. Palomero Plaza (Palomero Plaza, 1987). Este autor describe las dos calzadas romanas que atravesaban el territorio conquense, sirviéndose para ello del estudio de las fuentes y del seguimiento de los restos arqueológicos a ellas asociados.
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La primera de ellas se dirigía desde la Bética hacia Caesaraugusta y se corresponde con la vía XXXI del Itinerario de Antonino (Item a Laminio Alio Itinere Caesar Augusta……249 m.p.). Esta vía aparece recogida también en los Vasos de Vicarello (CIL XI 3 281), donde se citan tres mansiones (Libisosa, Parientinis y Salticis) que, aunque situadas en la provincia de Albacete, son punto de partida para reconocer el trazado de la vía por Cuenca. En parte aparece citada también en el Ravennate, donde se nombra a las mansiones de Saltigi y Lebinosa. Desde la mansio de Laminio, en Ciudad Real, esta vía entraba en la provincia de Cuenca por ad Putea, paraje reducido a algún punto entre Ledaña e Iniesta, desde donde se divide en tres tramos: el primero de ellos, probablemente una ruta secundaria, llega hasta Valeria después de atravesar Campillo de Altobuey y Almodóvar del Pinar. Desde Valeria se encaminaba hacia Bílbilis o Molina de Aragón atravesando la serranía conquense por Albalate de las Nogueras y Priego. El segundo trayecto se correspondería con la vía XXXI del Itinerario de Antonino: ad Putea-Valebonga (entre el balneario de Yémeda y Cardenete)-Urbiaca (entre Carboneras y Reíllo)-Albonica (en Salinas del Manzano)Agiria (en el límite provincial con Teruel)-Carae (cerca de Albarracín) y desde allí a Daroca y Caesaraugusta. El tercer itinerario se dirige hacia el levante desde Iniesta hasta Valencia por Requena y Utiel y apenas afecta a la provincia de Cuenca. La segunda calzada es la que más nos interesa por su relación con Segóbriga. Se trata de la vía Carthago Nova-Segóbriga y su bifurcación hacia Complutum y Ercávica-Segontia. Es una calzada de importancia vital, dado que comunicaba el interior peninsular con uno de los más importantes puertos de Hispania. Según Palomero, esta vía se bifurcaba en las cercanías de Segóbriga en dos ramales: uno que pasaba por Ercávica y se dirigía hacia Segontia y otro que iba hasta Complutum. El Anónimo de Rávena es la única fuente antigua que recoge esta vía: Iterum iuxta ipsam civitatem Complutum est civitas que dicitur 10 Caraca 11 Sigobriga 12 Puteis 13 Saltis 14 Lebinosa, item civitas 15 Consabron 16 Moroin 17 Lamim 18 Marimana 1 Solaria 2 Morum
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La vía tendría, pues, dos ramales: el primero desde Segontia atravesando el Guadiela por los baños de La Isabela para alcanzar Ercávica. Desde aquí por Carrascosa del Campo y Villas Viejas, en Fosos de Bayona, cerca ya de Segóbriga. El segundo tramo iría desde Complutum a Segóbriga por Barajas de Melo, Tarancón, Uclés hasta alcanzar la ciudad, desde donde la vía continuaba su trayecto por Alconchel de la Estrella, Villar de Cañas, Belmonte, Santa María del Campo Rus, Sisante y Pozoamargo (identificada probablemente con la mansio Puteis). Más recientemente Jesús Sánchez Sánchez se ha ocupado en un trabajo excelente del tramo que arranca desde Segóbriga y se dirige hacia Complutum (Sánchez Sánchez, 2011: 10-31). El autor realiza un exhaustivo trabajo de las fuentes documentales y los tramos reconocibles de la calzada romana sobr el terreno, que unía Cartagonova con Complutum. Por otro lado, se muestra especialmente crítico con la interpretación que se hace de la salida de la ciudad de Segóbriga como una Vía Sacra (contra: Abascal, Almagro, Cebrián y Hortelano, 2009: 20). Según esta interpretación, la Vía Sacra partiría desde la puerta de entrada entre el teatro y el anfiteatro –que constituye el acceso principal a la ciudad– que sería realizada al mismo tiempo que el foro, es decir, en una fecha en torno al 15 a.C. La construcción del circo en el siglo III d.C. implicó un cambio en el trazado de este acceso y el desmonte de un sector de la necrópolis (Abascal, Almagro, Cebrián y Hortelano, 2008: 24). Sánchez expone varios argumentos que hacen dudar de la existencia real de una calzada en este punto. En primer lugar, resulta sorprendente comprobar que esta hipotética calzada transcurriría por una vaguada. Además, la anchura de la misma (175 cm de media) resulta igualmente insatisfactoria para las dimensiones de una calzada. Tampoco la descripción del paquete de firmes («un empedrado irregular sobre una capa de gravas») ayuda a identificarla como tal. En opinión de Sánchez Sánchez, esta pretendida calzada no sería sino la colmatación de una vaguada mediante el sucesivo vertido de tongadas de tierra. El autor descarta otros posibles tramos de vía en las inmediaciones de la ciudad, como los de Pinilla y Los Vallejos (Sánchez Sánchez, 2011: 21-23). Como hemos visto, en ese tramo se ha localizado el acceso privado a una de la villas excavadas (Los Vallejos) y un sistema hidraúlico que en ese punto discurre de forma subterránea y del cual sólo son «visibles» los spiramina .
IV. LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los yacimientos de Rasero de Luján, Casas de Luján y Vallejos han aportado interesantes datos para ampliar nuestro conocimiento acerca de la red viaria en el entrono inmediato de la ciudad de Segóbriga, así como
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de las diferentes técnicas constructivas empleadas. Se han excavado tres sectores: Rasero de Luján II ampliación con un total de 40 m2; Casas de Lujan III con un total de 149 m2 y, por último, en Vallejos II un total de 172 m2. Lo que suma un total de 361 m2 de vías y caminos excavados.
IV.1. Rasero de Luján II. Una vía en la llanura de inundación del Cigüela Durante el desarrollo de los trabajos de control arqueológico de los movimientos de tierra se detectó la presencia de nuevos restos arqueológicos al sur del yacimiento de Rasero de Luján. Este enclave, que había sido excavado con anterioridad, estaba situado en la ladera de una colina en la margen derecha del Cigüela y en un punto de confluencia de diferentes caminos. En este yacimiento, a pesar de no haberse identificado dentro del área excavada ninguna estructura de tipo horno, se documentaron determinadas estructuras y materiales que permiten su atribución sin dudas a un enclave alfarero (Almeida y Morín, 2012). En cuanto a las estructuras, se excavó una habitación con varias cubetas destinadas al almacenaje/preparado de la arcilla. Por otro lado, la estancia situada al Sur de este espacio productivo fue utilizada en una primera fase como almacén de recipientes cerámicos. En un momento posterior, este gran espacio fue amortizado y utilizado como área de desecho de material cerámico, dando lugar a la formación de un pequeño testar. En su interior se pudieron recuperar varios dolia y abundantes formas cerámicas comunes –ollas, orzas, cuencos, pequeñas tinajas, tapaderas, soportes– y otros elementos particulares como pondus, losanges, colmenas y ánforas de producción local. Asimismo cabe señalar que al Norte se localizaron una serie de fosas/ cubetas de planta circular que fueron excavadas en el sustrato rocoso. Parece tratarse de fosas destinadas al almacenamiento de la arcilla y que en un momento determinado, posiblemente hacia la segunda mitad del siglo I d.C., fueron amortizadas y colmatadas de material cerámico (Fig. 4). Al sur de este enclave se localizó la vía que dejaba al oeste el enclave alfarero y al este el curso del Cigüela. Los niveles arqueológicos aparecieron a 2 metros de la cota de superficie actual y se encontraban colmatados por sedimentos correspondientes a la llanura aluvial del Cigüela, donde se acumulan sucesivos niveles de inundación —lodos y arcillas plásticas— (Fig. 5). La retirada de los lodos entre las piedras de las mismas configura una superficie en planta de aproximadamente 3,50 metros de longitud (todo el fondo de la zanja) por 2 metros de anchura (de extremo a extremo de la planta documentada). Intercalado al mampuesto se localizan los materiales arqueológicos (hueso, cerámica, metal y material constructivo). A ambos lados de la estructura se documenta en el perfil norte, una bolsada de material arqueológico. Este nivel
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Fig. 5. Fotografía con las estructuras localizadas. AUDEMA.
Fig. 4. Rasero de Luján. Planta y vistas de las estructuras. AUDEMA
se caracteriza principalmente por la alta plasticidad de los sedimentos donde se contextualizan los materiales. En el perfil sur también se documentó otra bolsada de materiales arqueológicos, pero con un sedimento más suelto y arenoso. Los perfiles este y oeste (los que forman parte de la propia zanja) no presentaban elementos destacables, más que la continuidad de la estructura por debajo de éstos. La obra construida genera un frente de estacas de madera de pino de profundidades variables clavadas en el fondo limoso del Cigüela, dos de ellas trabando el mampuesto a modo de tablestacado, y un relleno con una profundidad entre 2,5-3 m de matriz arcillosa. Sobre estos rellenos se dispone un estrato de relleno formado por una mampostería de cantos con el objetivo de lograr un firme seco y estable sobre la llanura de inundación del río, mucho más plástica (. Los materiales cerámicos localizados pertenecen a la UU.EE. 100 y 110, que se trata de los niveles super-
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Fig. 6 -7. Planta y secciones de la vía en Rasero de Luján. AUDEMA
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Fig. 8. Planta y secciones de la vía en Rasero de Luján. AUDEMA
ficiales y se corresponderían con el nivel de uso de la misma. Un total de 30 fragmentos, en su mayor parte cerámicas de cocina y TSH (Drag. 37a), con una cronología amplia del siglo I-II d.C. El contexto cerámico es muy similar al localizado en el cercano yacimiento de Rasero de Luján con el que presenta una gran homogeneidad en lo que se refiere a las pastas. Las coincidencias a nivel petrográfico se explican por encontrarnos ante los restos de una producción local. Por otra parte, la presencia de soportes, trempes, artefactos de arcilla, que parecen corresponder a alisadores y algunos pequeños fragmentos de posibles moldes para cuencos de cerámica fina y lucernas, apuntan a una producción cerámica bastante diversificada, fechable, por el conjunto cerámico y por las escasas cerámicas de importación, entre la época augustea y el siglo II d.C. Hay que señalar, además, que se tomó una muestra de la madera localizada en la infraestructura —Pinus (Panacea)—, que se envió a Beta Analytic (Beta 290951) para proceder a su análisis mediante el C14. La fecha obtenida es de 2140+/-40 BP. La fecha coincide, por tanto, con la obtenida del material cerámico.
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IV. 2. Casas de Luján III. Desmontes en roca El 13 de diciembre de 2010, durante los trabajos de apertura de berma entre los p.k. 11+430 y 11+375, se detectaron nuevos restos arqueológicos en el yacimiento «Casas de Luján III-Calzada» (T.M. Saelices, Cuenca). La zona afectada en principio se circunscribía a los p.k. 11+410 a 11+375, aunque con anterioridad se habían excavado los restos de una villa, documentándose unos baños privados, una zona de producción de aceite y un conjunto alfarero (Fig. 9) Los zanjeos previstos en la zona afectaban a un total de 132 m2, que se han dividido en 4 sectores (Figs. 10 a 13): DD Sector A: Es el sector más septentrional de la excavación, con una superficie estimada de 39,88 m2. DD Sector B: Se corresponde con el sector centrooccidental de la excavación, con una superficie estimada de 101,04 m2. DD Sector C: Se corresponde con el sector centrooriental de la excavación, con una superficie estimada de 74,70 m2. DD Sector D: Es el sector meridional de la excavación arqueológica, con una superficie estimada de 43,5 m2.
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Fig. 9. Casas de Luján. Fotografía aérea. AUDEMA
Fig. 10 a 13. Plano de situación del área excavada y plantas de los sectores. AUDEMA
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El camino documentado en Casas de Lujan III (Saelices) es un camino de unos 3 metros de anchura, salvo en la zona de la peña recortada, donde probablemente se ensanchaba hasta los 5 metros para facilitar las maniobras de los carros (Fig. 14). Como puede verse en la sección, el camino drenaba de manera natural desde la roca o peña hacia el río con un pequeño desnivel creado artificialmente. Respecto a la longitud del camino empedrado, los trabajos arqueológicos han conseguido documentar un total de 32,20 metros, y se sabe que la estructura continuaba hacia el norte. Hacia el sur los perfiles evidencian que el camino no bordea la peña para dirigirse hacia el este, como evidencia claramente el corte D-1, por lo que el camino enlazaría necesariamente con el puente (Fig. 15-16).
Fig. 14. Sección del recorte de la roca. AUDEMA
Fig. 15-16. Secciones de la vía. AUDEMA
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El corte de la roca se realizó con el fin de dar una solución al trazado del camino romano (Fig. 17), de forma que el camino siguiera a la misma cota. En las zonas más deprimidas del terreno se detectó un importante relleno de piedra. Estos rellenos se identificaron también en varios de los perfiles, como en el corte B-2. Además se utilizó para el relleno posterior tierra de las inmediaciones del cerro, donde hubo posiblemente una ocupación protohistórica, refrendada por los materiales cerámicos de la Edad del Hierro documentados durante la intervención. Tras nivelar el terreno con estratos fuertemente compactados (UU.EE. 20, 21 y 22), se procedió a pavimentar con piedra de pequeño tamaño. Son pequeñas piedras de caliza grisácea algo redondeadas (Fig. 18). El camino antiguo no dispuso nunca de mortero. No obstante, la presencia puntual de un fino mortero muy duro evidencia la existencia de algunas reparaciones posiblemente posteriores. Posteriormente, el camino fue amortizado en el siglo XX, momento en el que se construyó un nuevo camino con bloques calizos, muy aristados de color rojizo. Finalmente, la estructura se cubrió en parte con un pavimento de cemento de unos 10 cm de anchura, justo en la zona central del Sector B. Los materiales arqueológicos recuperados en el camino de época romana estudiado en Casas de Luján III son más bien escasos. Destacan las cerámicas de cocción reductora irregular, con oxidación y reducción puntual, con cocciones alternantes en algún caso, con desgrasantes gruesos de la I Edad del Hierro. Son cerámicas bastas, muy rodadas, de las que tan solo tenemos 2 fragmentos de borde de vasos más bien sinuosos. Existen otras cerámicas finas, de pastas claras de color anaranjado, con algunas acanaladuras. También se han recuperado fragmentos de tejas, algunos dentro de la propia calzada. Además existe un pequeño grupo de materiales metálicos de hierro, en concreto, un conjunto de chapitas informes. Finalmente, destaca la presencia de un casquillo de 7 mm de calibre de latón recuperado sobre el camino moderno.
Fig. 17. Fotografía del corte de la roca. AUDEMA
Fig. 18. Detalle del firme. AUDEMA
IV. 2. Vallejos III. Los caminos privados El 19 de octubre de 2010, durante los trabajos de decapado del terreno superficial entre los p.k. 4+630 y 4+700, se detectaron restos arqueológicos en las proximidades del yacimiento romano «Los Vallejos I» (T.M. Saelices, Cuenca). En consecuencia, se decide denominar con el término «Los Vallejos III» al área en el que aparecieron nuevas estructuras arqueológicas. El yacimiento de Los Vallejos es una villa articulada en torno a un patio, donde además se documentaron diferentes estructuras destinadas a la producción de vino/aceite, así como un horno que se destinó a la fabricación de material latericio (Fig. 19). La excavación arqueológica se llevó a cabo en dos sectores, este y oeste, donde se localizaron dos tramos
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Fig. 19. Los Vallejos. Fotografía aérea. AUDEMA
de camino empedrado con muro de contención del terreno para salvar dos vaguadas. En el sector oriental se documentó el zócalo de un muro de más de 12 m de longitud y dos áreas reducidas donde se conservaba el empedrado de un camino entre los p.k. 4+630 y 4+650. En el sector occidental se documentó parte del muro de contención, su derrumbe y el camino empedrado entre el p.k. 4+690 y 4+700 (Figs. 20 y 21). Sector este
Se trata del zócalo de un muro de piedra con orientación este-oeste, dividiendo diagonalmente el eje de una ligera vaguada. Se ha documentado una longitud de 12 m, desde el p.k. 4+630 hasta 4+650, siendo su anchura media de 56 cm. (Fig. 22) La fábrica es heterogénea: mampostería careada en sus extremos (cantos y bloques de caliza trabados con barro, enmarcando piedras de menor tamaño) frente al aparejo ciclópeo presente en el centro de la vaguada, seguramente con el fin de resistir el empuje de las escorrentías que allí confluyen. Los distintos sistemas constructivos pudieron ejecutarse a la vez, o quizá los grandes bloques responden a una restauración posterior (Fig. 23).
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Figs. 20 y 21. Los Vallejos III. Planta de la excavación. AUDEMA
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Fig. 23. Fotografía del Sector este. AUDEMA Fig. 22. Planta del Sector este. AUDEMA)
La estructura muraria estaba cubierta por la cobertera vegetal, compuesta por un sedimento arenoso-limoso de color marrón, en el que abundan los carbonatos (sobre todo en sus cotas inferiores). Un sedimento muy similar aparece también debajo del muro, según se pudo apreciar en las dos catas realizadas junto a su cara meridional. No obstante, los extremos del muro se apoyan prácticamente en el sustrato calizo, mientras que en el centro de la vaguada el estrato más profundo es más arenoso y anaranjado que el comentado anteriormente y además escasean los carbonatos. No se aprecia la zanja de cimentación del muro, ni en planta ni en las dos catas practicadas. Tampoco se han recuperado restos cerámicos en los intersticios del muro que permitan concretar una
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cronología para esta estructura. Los escasos materiales encontrados aparecieron en la zona central de la vaguada (área en la que la potencia del estrato superficial es mayor) durante los trabajos de delimitación del muro. Se trata fundamentalmente de tejas, salvo un galbo decorado con un cordón digitado y un baquetón (seguramente de cronología romana), una base plana torneada, un fragmento de loza decorada con tres líneas paralelas en azul y un pequeño núcleo de sílex. Asimismo, en torno al p.k. 4+642 y cerca del perfil sureste, se recuperó en superficie una raedera de sílex. Del mismo modo, en dos áreas reducidas en la cara meridional de dicho camino se conservó parte del empedrado de un camino mediante piedras calizas de pequeñas dimensiones. Por tanto el muro documenta-
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Fig. 24. Planta del sector oeste. AUDEMA
do posee una función de contención del terreno para proteger el camino de posibles inundaciones y deterioro por avenidas de agua por escorrentía y derrumbes de ladera en una zona de vaguada. Por otra parte, a escasos metros hacia el norte del muro, se localizaron pequeñas manchas de combustión, con algunos carboncillos y fragmentos cerámicos dispersos. Sector oeste
Entre los p.k.. 4+690 y 4+700, y en la parte oeste de una pequeña vaguada se detectaron un camino empedrado y parte del muro de contención paralelo a dicho camino. En el área de excavación se documentaron fragmentos cerámicos (sobre todo restos de teja curva) de forma dispersa a una misma cota, si bien existe una ligera pendiente en dirección este, descendiendo hacia el eje de la vaguada (Fig. 24). Aunque abundan los restos de ímbrices, también aparecen fragmentados algunos ladrillos, tégulas y diversos recipientes. Entre estos últimos destacan varios restos de dolia y de terra sigillata, lo que adscribe cronológicamente este nivel al periodo romano imperial. En la parte septentrional del camino existe un muro y derrumbe de piedras de mayor tamaño. Dicho muro presenta una disposición rectilínea y un cierto careado en algunos bloques, por lo que se trata de un muro muy deteriorado y del derrumbe asociado. La anchura media del muro oscilaría entre los 50-70 cm. (Fig. 25. ) Una vez realizada sección del posible muro y de la zanja que discurre paralelamente (figs. 27, 30, 32 y 33) pudo advertirse que el corte no es vertical (más propio de la cimentación de un muro) sino levemente cóncavo. Por ello se ha interpretado que la agrupación
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de grandes piedras corresponde a un muro de contención o talud dispuesto en los laterales de un camino. La zanja antes mencionada corta un estrato natural compuesto por un sedimento limoso, muy limpio, de color amarillento. Por el contrario, el sedimento que cubre el muro de contención, su derrumbe y el nivel de frecuentación, es más arenoso y de color marrón. El camino excavado conserva un empedrado de un área de 2,5 x 8 m. Vallejos I
En el área Norte de la excavación del yacimiento de Vallejos I se conservan huellas del paso de carros, en la entrada al edificio de la pars urbana para acceder a un patio. Estos pequeños rebajes del terreno paralelos indican el lugar de paso de carros para transporte de mercancías (Fig. 26).
V. CONCLUSIONES Las excavaciones arqueológicas desarrolladas en el ager segobricense han aportado nuevos datos que permiten documentar la articulación del mismo a través de la construcción de diferentes vías de comunicación, tanto públicas como privadas. En el caso del tramo localizado en Rasero de Luján, éste parece corresponderse con la vía que viene desde Consabura –Consuegra- y que discurre por la margen derecha del Cigüela (Fig. 27). Esta vía se construyó sobre la llanura de inundación del río, ganando terreno firme a base de clavar estacas de madera y colmatando el terreno con el fin de garantizar un firme
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Fig. 25. Fotografía del sector oeste. AUDEMA
Fig. 27. Planta general con el trazado de la vía excavada, así como los planteamientos teóricos con sus costes. AUDEMA
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Fig. 26. Planta Vallejos I con las huellas de paso de carros
seguro y alejado de las crecidas estacionales. Por otro lado, parece claro que existió una vía secundaría que seguiría el curso del Ciguela hasta alcanzar el Campo de Montiel a la altura del Campo de Montiel, una zona de vital importancia estratégica y económica. Este camino secundario que permitiría una acceso más rápido a la Depresión del Ebro debió estar funcionando, al menos desde César, como lo prueba la construcción de una Casa –Fuerte en Pozo Sevilla –Alcázar de San Juan- (Morín de Pablos, 2008).
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Al llegar a Casas de Luján, la vía cambia su trazado a la margen izquierda del Cigüela, presumiblemente a través de un puente. Aquí, la técnica empleada es muy diferente, ya que se rebaja la roca para mantener una pendiente constante y con una altura suficiente con objeto de evitar las crecidas del río. Los taludes que se dejaban en la roca eran prácticamente verticales. En roca firme y dura, de composición homogénea y estable por su buzamiento, el tallado era costoso por su dureza, pero muy vistoso y con gran permanencia en el tiempo. En estos casos se esmeraba el trabajo realizándolo de forma verdaderamente artesanal. Los ejemplos más espectaculares se conservan en Italia: en Donnas, en la vía Item a Mediolano per Alpes Graias Viena, Vía Franccigena o Strada delle Gallie en Italia-Val de Aosta, en el recorrido desde Eporedia (Ivrea) hasta el Collado del Pequeño San Bernardo por Vitricum (Verrés), Augusta Praetoria (Aosta), la Vía Salaria en Antrodoco, la Vía Apia en el Taglio de Terracina, la Vía Consular Campana entre Capua y Puzol. En la Galia existen ejemplos tan interesantes como el tallado en las calizas blancas de la vía de Sommières a Boiserón en la Provenza o en la vía de montaña que comunicaba Cularo (Grenoble) con Italia a través de Brigantium (Briancon) y el Col de Mongenevre. En Hispania destacan los llamados Codos de Larouco en Orense y varios vestigios de desmontes originales en roca con tallados espectaculares de la vía romana de Asturica (Astorga) a Bracara (Braga), como en Peña Tallada y la Ruterta (Retuerta). Destacan a su vez los entalles de pizarra efectuados en la Vía de la Plata conservados en la provincia de Cáceres. En la vía romana de Caesaraugusta a Laminio, en la provincia de Zaragoza, destaca también un tramo de desmonte en roca de pizarra sobre la que fue entallada taludes a doble escalón y con doble berma entre los pueblos de Cariñena y Mainar. En la vía romana de Lérida a Huesca se pueden observar entalles en roca arenisca muy bien trabajados como en Alcalá del Obispo (Huesca). Otros ejemplos de desmontes en roca, en este caso en yeso, se encuentran en el curso medio del río Ebro, en la vía de Italia a Hispania, entre Belsinone (Mallén) y Cascantum (Cascante) y entre Calagurris (Calahorra) y Pompaelona (Pamplona) (Moreno Gallo, 2004). En este sentido, hay que señalar la importancia de la excavación de esta vía para el conocimiento de la técnica constructiva de la misma. En muy pocos kilómetros se están utilizando técnicas constructivas muy diferentes que, como es lógico, se adaptan a la geología del terreno. Por otro lado, la dificultad de identificación de algunas vías en determinados terrenos como los pantanosos, ya que el tramo en Rasero de Luján estaba a más de dos metros de la cota de suelo actual. Finalmente, en el caso de los tramos localizados en el yacimiento de Los Vallejos nos encontramos con un camino privado de acceso a la villa (Fig. 28). Se han podido localizar el acceso principal a la parte residencial, que cuenta con un firme parecido a las calzadas, así como un camino secundario para los carros.
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En los dos sectores excavados (este y oeste) de la excavación de «Vallejos III», situados al este de «Vallejos I» se han documentado dos tramos de un camino empedrado y su muro de contención en zonas de vaguada. El muro lateral es una obra especial para salvar las vaguadas existentes. Es muy común la construcción de muros laterales de caminos a media ladera. Se conocen imponentes muros de contención, sobre todo en Italia (ej. en la Vía Flaca, para sujetar la carretera a media ladera entallada en roca; entre Terracita y Formia, en el lugar llamado Punta de Trepani, etc.), y Francia, aunque el muro objeto de estudio es de pequeña entidad, ya que la función era contener el terreno en zonas de vaguada de arroyuelos y pequeñas escorrentías. En la Península Ibérica se conservan también pequeños muros en algunas vías, si bien la mayoría de los muretes que se conocen hacen dudar de si se trata de bajos muros o de altos bordillos debido a sus reducidas dimensiones. La Vía de la Plata, en el tramo al norte de Cáceres, es probablemente uno de los sitios en los que aún pueden encontrarse mejores ejemplos de este tipo de construcción en la Península Ibérica. El llamado «Lomo de la Plata» en Garrovillas constituye un excelente ejemplo de muretes de gran longitud, o los que presenta la misma vía en las laderas del Cerro Garrote, al norte del río Tajo. En aquellas zonas donde se han efectuado excavaciones arqueológicas es donde se han podido apreciar mejor este tipo de muretes laterales, sobre todo en las zonas de mayor altura donde eran necesarios para mantener la rasante. Otro ejemplo de este tipo de obra se encuentra en la vía de Julia Lepida Celsa (Velilla de Ebro) a Ilerda (Lérida), junto a la Balsa de Velilla, cerca de la primera ciudad romana (Moreno Gallo, 2004). En el caso de Los Vallejos, el camino parece ser un ramal o camino secundario (acti) de época altoimperial que parte de forma rectilínea desde la calzada romana que parte de Complutum (Alcalá de Henares) y se dirige a Carthago Nova (Cartagena), pasando por Segóbriga en dirección este-oeste hacia el área de producción y transformación de «Vallejos I». Aunque sólo se ha excavado una parte del área meridional de Vallejos I, este camino secundario llegaría por el este hasta la zona intermedia del enclave. Del mismo modo, se ha documentado un camino privado (Iter privata) en el área Norte de excavación del yacimiento de «Vallejos I», entre el p.k. 6+300 y 7+320. Este camino, que inicia su recorrido en la pars urbana de «Vallejos I», discurre en dirección suroeste, siguiendo las curvas de nivel y una vaguada existente, para llegar a Segobriga. Se trata de pequeños caminos privados que comunicaban las villas y áreas de producción y transformación del ámbito rural. Los Magistri pagi se encargaban de recaudar entre los particulares los fondos para el mantenimiento de los caminos. La anchura media de una vía privada venía a ser de unos 2,50 a 4 m de anchura, sensiblemente menor que la de una vía pública.
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Fig. 28. Los Vallejos. Camino privado, planta. AUDEMA
La intervención ha permitido detectar en dicho camino una serie de rebajes realizados sobre el terreno provocado por el tránsito continuo de carruajes. Hay que decir, sin embargo, que en las calzadas, incluso en aquellas emplazadas sobre lechos de roca, se colocaban capas de firme para la necesaria regularización y la consecución de una rodadura cómoda. Ejemplos claros de rodadas en carretera romana se hallan en la Puerta de Donnas (Aosta-Italia) (1,60 m), la Puerta de Bons (Mont de Lans-Francia) (1,40 m), la Vía Apia, el tramo enlosado al sur de Roma (1,44 m, 1,46 m y 1,49 m), en la Vía Domitia, en Mèze (Francia) (1,30 m), en la Vía Domitia en varios puntos del ascenso al Col de Panissars y en el propio Col (1,50 m), en la Vía de Italia a Hispania, en Huesca-San Jorge (1,30 m) y en la Vía Nova, en Oulego (Orense) (1,40 m) (Moreno Gallo, 2004). Bibliografía ABASCAL, J.M.; ALMAGRO-GORBEA, M.; CEBRIÁN, R. y HORTELANO, I. Segóbriga 2007. Resumen de las intervenciones arqueológicas. Cuenca, 2008. ABASCAL, J.M.; ALMAGRO-GORBEA, M.; CEBRIÁN, R. y HORTELANO, I. Segóbriga 2008. Resumen de las intervenciones arqueológicas. Cuenca, 2009. ADAM, J.P. La construcción romana. Materiales y técnicas. Madrid, 2002. ALMEIDA, R.R.; MORÍN, J.; AGUSTÍ, E., BENITO, L. y LÓPEZ FRAILE, F.J. Casas de Luján, Los Vallejos y Rasero de Luján (Saelices, Cuenca). Aportaciones a la producción y distribución cerámica en el territorio de Segobriga, I Congreso
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La mansio del Summus Poeninus y la calzada de acceso al puerto del Gran San Bernando (Italia)
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Giacomo Gillani Giorgio Viazzo
Introducción Un «enfermo» de las calzadas y colaborador de El Nuevo Miliario, aunque de vacaciones en su tierra natal, no puede olvidarse nunca de su pasión y, si se le ofrece la oportunidad de ver algo curioso relacionado con su «enfermedad» tiene el deber, como si fuera un enviado especial, de relatar e informar sobre lo que ha visto. Me refiero a la comunicación por uno de los innumerables puertos de los Alpes que conectan Italia con Europa. Son conocidos nombres como Monginevro (Montgenèvre) por donde, supuestamente, Livio hace pasar a Aníbal y sus elefantes, el Moncenisio (Montcenis) por donde los Francos penetraron en Italia y lucharon contra los Longobardos, a quienes vencieron, el Pequeño San Bernardo entre Francia e Italia, donde se encuentra un interesante cromlec prehistórico. Y podríamos seguir con otros nombres míticos como el Sempione (Simplon), el San Gottardo, el Spluga (Splügen), el Brennero (Brenner). Sin embargo, sobre el que me quiero detener por su importancia desde época romana y por sus restos arqueológicos es el Gran San Bernardo, puerto a 2473 m de altitud que comunica Italia con Suiza. Hoy en día quien quiera alcanzar desde Aosta (fundación augustea con el nombre de Augusta Praetoria) la comarca suiza del Valais y su capital Martigny (antigua Octodurum, luego Forum Claudii) o el lago de Ginebra (Lemano) remontando el valle del Ródano, puede realizar el viaje siguiendo el trazado de una autopista (la E27) y un túnel inaugurados en 1964. La obra, faraónica por aquel entonces, constituye un claro ejemplo del desarrollismo en los años ’60 del siglo XX en Italia, pero también la aplicación de grandes cono-
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Mapa general con el posible trazado de la vía romana (en negro), la SS 27 (en gris oscuro) y la A27 (en gris claro)
cimientos técnicos y del territorio. La autopista recorre unos 5 km sobre viaductos bordeando la ladera Oeste del valle de Saint Rhémy, siendo protegida por una cubierta de hormigón que la resguarda de aludes y de desprendimientos, tan frecuentes en este valle sobre todo en invierno. Pasado el pueblo de Saint Rhémy en Bosses (1.630 m), gira hacia el Este, atraviesa el valle con otro viaducto y entra por un túnel en las entrañas de los Alpes Peninos para salir tras unos 5 km en territorio suizo (Bourg Saint Pierre, 1.918 m). ¿Y antes de este cómodo y rápido medio? En el año 1905 se inauguró la «Strada Statale 27 del Gran San Bernardo» («Route nationale 27 du Grand-Saint-
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Entrada al túnel del Gran San Bernardo vista desde la calzada romana; puede apreciarse, en el lado opuesto del valle, la «Strada Statale 27», que prosigue in dirección al puerto
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La SS 27 subiendo serpenteante hacia el puerto del Gran San Bernardo
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Bernard»), que venía a completar en la parte italiana la carretera ya existente en territorio suizo. La «Strada Statale 27», que a partir de ahora llamaremos SS27, tras el pueblo de Saint Rhémy en Bosses inicialmente sigue el lado este del valle (por lo tanto el lado opuesto de la autopista), pero tras 1 km aproximadamente cruza el torrente de Artanavaz para pasar al lado Oeste. A partir de aquí comienza el tramo más panorámico de la carretera, con una serie de impresionantes curvas para salvar el fuerte desnivel, por un paisaje espléndido hasta alcanzar el denominado Plan de Joux (Piano di Giove, también conocido con el nombre de Montjoux), donde se encuentra el puerto del Gran San Bernardo y el lago homónimo1. Cabe destacar que la SS27 permanece abierta al tráfico sólo entre los meses de mayo y octubre, variando las fechas según la climatología del año; las grandes nevadas y las avalanchas que sufre esta carretera no garantizan la incolumidad del viajero, razón por la cual durante la mayor parte del año esté cerrada al tráfico. ¿Y antes todavía? Napoleón en mayo de 1800 cruzó los Alpes por este puerto con su ejército y realizó una obra impresionante para poder trasportar sobre ruedas su artillería pesada. Escogió sabiamente el lado del valle opuesto al de la actual SS 27 superponiéndose en parte al sendero o camino medieval y, desde luego, a la calzada romana, que es el objeto del presente trabajo.
1. - Fuentes literarias sobre el Summus Poeninus El nombre latino con el que se conoce el puerto del Gran San Bernardo está documentado tanto en las fuentes literarias, como en las itinerarias y epigráficas; en todas ellas se le denomina Summus Poeninus o, más simplemente, Poeninus, con la variante Penninus. Los autores que hacen referencia al puerto son: César (De bello gallico, III, 1), Tito Livio, en dos pasajes del libro tercero (V, 35 y XXI, 38), y Plinio (NH, III, 123). También los geógrafos Ptolomeo y sobre todo Estrabón hacen referencia a este lugar. La alusión de César a una ruta y a la zona del puerto está recogida al comienzo del libro III del De bello gallico, donde se comenta el envío de Servio Galba con una legión para mantener abierto un camino (iter) por los Alpes de forma que los mercaderes pudieran pasar sin correr peligros ni tener que pagar peajes.2 Más adelante (III, 4), menciona que Servio Galba pasó el invierno en la aldea indígena de Octodurus. Tras esta referencia, César no vuelve a hablar más de la ruta por el Summus Poeninus. En el caso de Tito Livio, la primera citación (III, 5, 35) se refiere a la descripción de los pueblos que se sitúan al sur de los Alpes, por lo que el Poenino sería un lugar de paso por los Alpes y un importante punto de referencia geográfica, puesto que los Galos Boyos y los Lingones cruzaron precisamente el puerto y se
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asentaron en el territorio comprendido entre el Poenino y el río Padus.3 En la segundo citación (III, 21, 38), se hace una referencia más extensa al Poenino en el contexto de la expedición de Aníbal contra Roma y del consiguiente paso de los Alpes. Livio debate sobre el posible lugar donde Aníbal cruzó los Alpes y llega a la conclusión de que, tras abandonar el Ródano, el pueblo más cercano al otro lado de los Alpes era el de los Taurinos. Por lo tanto, no está de acuerdo con quienes quieren hacer atravesar la cordillera alpina por el Poenino apoyándose sólo en la similitud con Poeni, el origen de cuya etimología es diferente.4 Tito Livio nos transmite la creencia de los indígenas (los Sedunoveragri, unión de los nombres de los pueblos citados por César como Sedunos y Veragros), según la cual el puerto se llamaba así no por el paso de los cartagineses sino porque en la cumbre más alta los indígenas veneraban al dios Poeninus.5 Este nombre derivaría del celta Penn (cumbre, cima) por lo que Poeninus o Penninus sería el dios de las cumbres (al parecer, algo parecido ocurre con el nombre de los montes Apeninos).6 Seguramente en época romana su culto se asimiló al de Júpiter. Con estas consideraciones, Livio, ya en su época, descartaba la posibilidad de que Poeninus pudiera derivar de Poenos.7 Pasando al siguiente autor, Plinio el Viejo describe la región de la Transpadana y hablando de los puertos de los Alpes (Alpium fores) señala dos: fores Graias (Pequeño San Bernardo) y fores Poeninas (Gran San Bernardo). En contra de lo dicho por Livio, vuelve a citar la noticia de que los Poenos, es decir Aníbal, entraron en Italia por el Poeninus y la leyenda de que Hércules pasara por el puerto Graius. Cerramos el apartado de las fuentes literarias con un pasaje de la Geografía de Estrabón (IV, 1) y con Ptolomeo (III, 1). Estrabón, autor que vivió entre el 64 a. C. y el 24 d. C., aporta algunos datos interesantes respecto a la viabilidad del territorio de los Salasos. En el párrafo IV, 6, 7 describe en su época la existencia de una calzada (ἡ ὁδός) que discurre por el valle de Aosta y que a un cierto punto se divide en dos: «una procede por el llamado Poinino, no accesible con carros, a causa de la altura de los Alpes; la otra más occidental a través del pueblo de los Centrones».8 En el segundo pasaje (IV, 6, 11) vuelve a hablar de lo mismo con algo más de detalle: «De los caminos que llevan fuera de Italia hacia la Céltica, hay uno que a través de los Salasos conduce a Lugdunum. Es una vía doble: la primera se puede recorrer en carro, de mayor longitud, a través del pueblo de los Centrones; la segunda es más recta y estrecha, pero breve, a través del Poinino.9 Respecto a las fuentes itinerarias, el Itinerario de Antonino recoge como Item a Mediolano per Alpes Penninas Mogontiacum la vía de las Galias que cruza los Alpes por el Puerto del Gran San Bernardo y que arrancando de Milán llega a Maguncia.
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En la parte italiana, la vía discurre por la «pianura padana» pasando por Novaria (Novara), Vercellas (Vercelli), Eporedia (Ivrea), Vitricio (Verrés), Augusta Praetoria (Aosta), Summo Penino (puerto del Gran San Bernando) y Octoduro (Martigny), ya en Suiza. El tramo de la vía que analizaremos es el que procede de Augusta Praetoria al puerto del Gran San Bernardo (25 millas = 37,5 km).
Pasando a la Tabula Peutingeriana, en su segmento cuatro se representa el sector noroccidental de Italia, por donde discurre la vía de las Galias. Se cita el puerto como In summo Pennino y entre el puerto y Augusta
El sector noroeste de Italia, rodeado por Alpes y Apeninos
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El Summus Poeninus, entre Augusta Praetoria y Octodurus
Praetoria aparece otra mansio: Eudracinum (actual Étroubles). También aparece representado el lago del Gran San Bernardo, llamado lacus Penus (en realidad en la Tabula aparece escrito lacus Nenus, interpretado como un error y corregido en Penus). Por lo que se ve, la medida de XXV millas, marcada en letras más grandes, no es la que existe entre Augusta Praetoria y Eudracinum, sino que es la global que llega hasta el puerto (coincide pues con la del Itinerario de Antonino). Por lo tanto el numeral XIII se refiere a la distancia entre el puerto y Eudracinum, de forma que la distancia de Aosta a Etrouble sería de unas XII millas.
2. - La epigrafía miliaria y los exvotos Se conoce, del tramo de vía próximo al puerto, un miliario hallado en territorio suizo (en concreto en Bourg Saint Pierre) y del cual existe una réplica en el
Texto y desarrollo IMP(eartori) CAESAVRI CONSTANTINO P(io) F(elici) INVICTO AVG(vsto) DIVI CONSTANTI PII AVG(Vsti) FILIO BONO REI PVBVLICE NATO F(orvm) C(lavdii) VAL(lensivm) [M(illia) P(assvvm)] XXIII
Museo del Gran San Bernardo. Consta de 6 líneas, de las cuales la última marca la milla XXIIII. Si se observan las distancias y coincidiendo con que la localidad de Forum Claudii Vallensium es Martigny, este miliario no se localiza en el lugar que se corresponde, pues la distancia entre Martigny y Bourg Saint Pierre es de 31 km. Por lo tanto, la pieza tiene que proceder de un lugar de la calzada más cercano al puerto; en contra de lo que dice Hunt, no es posible que la pieza proceda de la misma mansio del Summus Poeninus, pues la distancia entre Martigny y el puerto es de de unos 44 km, es decir, superior a las 24 millas marcadas por el miliario (36 km aproximadamente). La pieza tuvo que situarse en un punto de la calzada muy próximo a la actual salida del túnel del Gran San Bernardo, siempre en territorio suizo. Mucho más consistente y abundante es la documentación de los exvotos hallados en las proximidades de la mansio del Summus Poeninus. Los viajeros que en época romana se aventuraban a cruzar el puerto,
Copia del miliario de Bourg Saint Pierre (Suiza) en el Museo del Hospicio del Gran San Bernardo
Traducción: Al emperador César Constantino, pío, feliz, invicto, augusto, hijo del divino Constancio, pío, augusto, bien nacido para el Estado. Para Foro Claudio de los Vallenses XXIIII millas
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una vez que lo alcanzaban ofrecían un exvoto al dios Iuppiter Poeninus; es probable que en los edificios de la mansio se vendieran láminas de bronce exentas, sobre las cuales el viajero mandaba grabar la dedicatoria y su nombre. Estas placas forman un corpus aproximado de unas 30 de bronce, más un fragmento de una de plata. Todas tienen el mismo patrón tipológico, es decir son tabulae ansatae, muchas de las cuales presentan orificios para que se pudieran clavar en las paredes del templo. La técnica de grabado varía: hay casos en la que se ha utilizado el buril, en otras el repujado, pero la más frecuente es la incisión. En función de la paleografía de las inscripciones se ha establecido una cronología comprendida entre el principado de Augusto y el siglo IV d.C. Los primeros hallazgos de estas placas se remontan a las expediciones veraniegas de los canónigos del Hospicio del Gran San Bernardo, que en
la zona de la mansio removiendo el terreno hallaban con frecuencia dichas placas. Esto fue lo que facilitó la identificación de la mansio y determinó el principio de las excavaciones en la zona a finales del siglo XVIII. Algunas placas más se hallaron en las excavaciones, pero también en prospecciones realizadas en un pequeño lago próximo a un nevero. Para hacernos una idea de estas inscripciones, de gran interés no sólo para conocer la exacta grafía romana del nombre del puerto, sino también para conocer los individuos que cruzaban el puerto, vamos a detenernos a examinar cuatro. La primera que mostramos, por su calidad y su estado de conservación, es un perfecto ejemplo de exvoto ofrecido por un militar, en concreto un centurión itálico de la legión sexta. Es de las más grandes que se han hallado y conserva íntegras las dos ansas laterales; no presenta los orificios para ser clavada.
IOVI POENINO
L(vcivs) PACCIVS L(vci) F(ilivs) PAL(atina tribu) NONIANVS FVNDIS C(enturio) LEG(ionis) VI VICTRICIS P(iae) F(idelis) EX VOTO Traducción: «A Júpiter Penino, Julio Paccio Noniano, hijo de Lucio, de la tribu palatina de Fondi, centurión de la legión sexta vencedora, pía, fiel. Como ex voto».
Otro ejemplo que merece la pena estudiar es de otro militar, un prefecto de la cohorte V de los Astures. Es interesante la información sobre el cruce del puerto por parte de un militar de una legión hispana; también la técnica de grabado es interesante, pues las letras se han marcado con la técnica del punteado. No conserva las ansas, pero se aprecian los orificios para clavarla.
C(AIVS) IVLIVS AN TVLLVS PRAE FECTVS COHORT IS V ASTVRVM POENINO V(OTVM) SOL(VIT) Traducción: «Cayo Julio Antullo, prefecto de la cohorte V de los Astures, deshizo el voto para Penino».
La tercera lámina en cuestión no pertenece a un militar, ya que no se especifica la profesión del dedicante. Ha perdido una de las ansas y en la que conserva se aprecia el orificio para el clavo. Es interesante la fórmu-
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la pro itu et reditu, con la que se da las gracias al dios Penino tanto por la ida como por el regreso del viaje.
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POENINO PRO ITV ET REDITV C(aivs) IVLIVS PRIMVS V(otvm) S(olvit) L(ibens) M(erito) Traducción: «A Penino, por la ida y el regreso. Cayo Julio Primo deshizo el voto de buen grado con razón».
Concluimos esta breve muestra con otra placa exvoto, que conserva sólo un ansa y tres orificios para los clavos. Se trata de la dedicatoria de un tabellarius, es decir, de un correo originario de la Colonia de los Sequanos (actual Besançon, Francia).
IOVI POENINO Q(vintvs) SILVIVS PEREN NIS TABELL(arivs) COLON(iae) SEQVANOR(vm) V(otvm) S(olvit) L(ibens) M(erito) Traducción: «A Júpiter Penino. Quinto Silvio Perenne, correo de la Colonia de los Secuanos Primo deshizo el voto de buen grado con razón».
A partir de los datos que hemos ido viendo en las páginas anteriores, se puede concluir que tanto las fuentes literarias como las fuentes epigráficas certifican que el nombre del puerto del San Bernardo en época altoimperial era Summus Poeninus. Sólo posteriormente el nombre varió en Summus Penninus, como indican tanto la Tabula Peutingeriana como el Itinerario de Antonino. Por último, el miliario de Bourg Sant Pierre atestigua el nombre de la ciudad de Martigny en época tardía (Forum Claudii Vallensium), ciudad que antes de la fundación de Claudio tenía el nombre de Octodurus, como recuerda César en el siglo I a. C. y cuya antigua versión retoman la Tabula Peutingeriana así como el Itinerario de Antonino.
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3. – Los edificios de la mansio Summus Poeninus Tras las primitivas exploraciones en el «Plan de Jupiter» por los canónigos del Hospicio, que produjeron los primeros hallazgos y el comienzo de la colección del futuro Museo, las primeras campañas de excavación fueron realizadas por el canónigo G. L. Maurith entre los años 1760 y 1764. Le siguió otra excavación en 1837 financiada por la condesa Calleri; en año siguiente, en 1838, C. Promis prosiguió las excavaciones y por primera vez halló restos de muros, además de «cuatro escalones tallados en la roca».10 Años más tarde el canónigo Marquis realizó otra excavación más, hasta que a partir del año 1883 el canónigo E. Lugon excavó la zona con importantes resultados. Hay que esperar hasta los años 1890 y 1894 para disponer de una buena documentación planimétrica del lugar, cuando las intervenciones de Ferrero y Castelfranco pudieron determinar el plano exacto del templo de Iuppiter Poeninus e identificar en las cercanías otros dos edificios relacionados con la mansio de la vía.11
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Excavación del 1892 en la zona del templo de Iuppiter Poeninus
Primer plano de la zona realizado por E. Ferrero (se aprecia la calzada excavada en la roca, restos de las dos mansiones y el templo de Júpiter)
El trabajo publicado por Framarín, Galloro y Joris se centró, sobre todo, en el estudio de los materiales hallados en las últimas campañas de excavación, que se dieron a conocer en un congreso específico que tuvo lugar en Forte de Bard (Valle de Aosta).15 Tras un largo vacío en los estudios del lugar, intercalado por el trabajo de Barocelli en 1932,12 sólo a finales de los años ’90 del siglo XX y al comienzo del siglo XXI el área vuelve a ser objeto de intervenciones arqueológicas de mano de dos distintos proyectos: el primero, promocionado por la Universidad americana de Stanford y dirigido por P. Hunt13, el segundo, más reciente, relacionado con el proyecto transfronterizo Interreg entre Francia, Italia y Suiza llamado Alpis Graia.14 La intervención de Hunt se centró en mejorar la documentación tanto en el lado suizo como en el lado italiano. Como resultados se identificaron otros dos edificios más que no se conocían, un estudio detallado de los materiales reaprovechados en la construcción del Hospicio, sondeos en las calzadas e identificación de las canteras de donde se extrajeron los materiales para construir los edificios de la mansio.
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3.1 – El templo de Iuppiter Poeninus El primer estudio completo del edificio se debe a Ferrero que, en el lugar donde Promis había indicado haber hallado restos de cuatro escalones, pudo reconocer más cortes en la roca y la existencia de dos sillares que no habían sido expoliados. Todos estos cortes en la roca (que, a primera vista, dan la impresión de ser efectivamente escalones) se realizaron para preparar la cimentación de los muros del templo. La interpretación que se ha dado del edificio es que se trata de un templo rectangular de 11.30 m por 7.40 m., con unos muros cuyo grosor es de 0.8 m. Según Ferrero, el templo tenía que tener su acceso en la cara norte y ser in antis; esto lo demostrarían los muros de cimentación y el hallazgo de dos pedestales de las dos pilastras que remataban las dos antas de la fachada.
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Plano del รกrea con la presencia de los nuevos edificios identificados por P. Hunt (1998)
ร rea del templo de Iuppiter Poeninus; pueden apreciarse los dos sillares y los escalones tallados en la roca para la cimentaciรณn.
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Área del templo vista desde el lado opuesto; siguen viéndose los escalones tallados en la roca. Los de la izquierda pertenecen a la escalinata de acceso al templo.
El edificio estaba construido en esquisto local y en mármol blanco, como atestiguaron los hallazgos en la excavación. El estudio de Ferrero fue completado por Hunt, que consiguió nuevos datos que contribuyen a conocer algo más respecto al edificio. En primer lugar, localizó más fragmentos de mármol en las inmediaciones del templo, pero sobre todo realizó una exploración exhaustiva de los materiales reaprovechados en los cimientos y en la cripta del edificio del Hospicio construido entre los siglos XI y XII. Gracias a ello, consiguió localizar unos 155 fragmentos más de mármol procedentes con toda seguridad del templo: pedestales, cornisas, fragmentos de dos columnas y de dos capiteles tuscánicos. Estos nuevos datos le llevaron a la conclusión de que la parte rematada en mármol correspondía a la de la fachada, compuesta por dos antas con dos columnas de mármol en el medio. El resto del edificio estaba construido en esquisto local, del cual, como se dijo anteriormente, Hunt pudo localizar las canteras.
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Primera reconstrucción virtual del templo realizada por G. Bergero
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Plano y sección del templo de Iuppiter Poeninus realizados por P. Hunt (1995)
Respecto a la cronología, Ferrero pensaba que el edificio podía ser de la época de Claudio, relacionándolo con la construcción de la vía y la fundación de Forum Claudii Vallensium; de la misma idea era G. Walser, quien, en su estudio de 1986, estudió los fragmentos de epígrafes conocidos y mantuvo la cronología del templo en el reinado de Claudio.16 Por el contrario, Hunt considera que el edificio fue construido en época de Vespasiano ya que halló tres fragmentos de inscripciones de mármol con los siguientes epígrafes: VESP, -NIN- y -NTIF-.17 De esto deduce que el templo fue edificado en época de Vespasiano y dedicado al dios Poenino. Los exvotos de este dios estaban clavados en la pared sur del edificio, en cuya inmediaciones se hallaron la mayor parte.
3.2 – Los restantes edificios de la mansio Las excavaciones de Ferrero y Castelfranco en los años 1891 y 1892 llevaron al descubrimiento de dos edificios más, de planta rectangular y de dimensiones mayores respecto al templo de Júpiter, descrito anteriormente. Estas edificaciones tuvieron que estar relacionadas con el funcionamiento de la mansio. Al respecto, P. Hunt avanza la hipótesis de que estos dos edificios pudieran tener funciones bien definidas y separadas.18 Cabría, por lo tanto, distinguir entre unas instalaciones destinadas al personal de estancia fija en el lugar y otras destinadas a los viajeros de paso. En este sentido, mientras que un edificio podía coincidir con la posada donde se alojaban los viajeros y se encerraban los animales de transporte, el otro podía estar destinado a acoger al personal de estancia fija en la mansio: el cuerpo militar que vigilaba el puerto, así como el personal que se ocupaba del cursus publicus, del mantenimiento del templo y de su culto. El viajero que subía por la calzada desde Italia y alcanzaba el Plan de Júpiter llegaba a una pequeña
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explanada alrededor de la cual se asomaban los tres edificios. El primero a la derecha, la denominada mansio sur, mide 19 por 12,5 m y fue nuevamente excavada en ocasión del proyecto «Interreg», gracias a lo cual fue posible completar su planimetría en el lado oeste. Constaba de un patio interior rodeado por pequeñas estancias. El acceso al edifico estaba ubicado en el lado sur, es decir, por donde llega la calzada desde Italia. Según los investigadores (Framarín), el edificio debía constar de dos plantas: en la primera se colocarían los establos para albergar los animales, en la segunda, mediante un altillo, se instalarían los viajeros que se hospedaban en la mansio. Las excavaciones de 2005 y de 2006, realizadas tanto en el exterior como en el interior de la mansio sur, han permitido aclarar la cronología de uso del lugar. Por lo que concierne el área externa respecto a la mansio, se ha apreciado que la zona ha sufrido un intenso tránsito y que, por lo tanto, la estratigrafía resulta muy alterada, donde priman los materiales revueltos. Sin embargo, en algún sector se han podido identificar restos de estratigrafía intacta que nos aportan información sobre la primera frecuentación de la zona. Los investigadores han identificado cuatro fases de ocupación. La primera fase del exterior de la mansio presenta una primera ocupación a partir de la segunda mitad del siglo I a. C., ya que los restos cerámicos hallados permiten establecer una cronología entre el 14 a. C. y el 50 d. C. La segunda fase sugiere una cronología comprendida entre finales del siglo I a. C. y el siglo I d. C. Acerca de las fases tres y cuatro, los investigadores no han podido determinar su cronología.19 Respecto a la excavación del interior del edificio, se ha podido comprobar que los muros septentrionales y los occidentales pertenecen a la fase más antigua. También se ha descubierto que no había pavimento, por lo que se supone la existencia de un suelo de madera. Gracias a los hallazgos cerámicos, se considera
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Área del Plan de Júpiter. 1 = templo, 2 = mansio sur, 3 = mansio norte (plano de G. Viazzo y G. Gillani) – En gris pueden apreciarse las edificaciones actuales.
que las primeras estructuras del edificio pueden situarse en torno a la mitad del siglo I d. C., que coincide con el hallazgo de una tumba con idéntica cronología. Tras esta primera fase, se ha identificado otra más que indicaría una ocupación del edificio entre los siglos II y III d. C. El abandono del edificio se sitúa a lo largo del siglo IV d. C. La mansio norte se encontraba a la izquierda de la explanada y mide 16 por 11 m. Presenta, al igual que la anterior, una planta rectangular, pero su plano es algo más confuso. Da la impresión de tener también un patio interior, pero no se intuyen con facilidad las diferentes estancias en que estaba dividido. Ferrero informó de que se había encontrado una gran cantidad de fragmentos de teja y de carbones en su lado oeste;20 a raíz de ello dedujo que el tejado tenía que tener dos vertientes y una fuerte inclinación. Las últimas investigaciones parecen indicar que el acceso tenía que localizarse en el lado sur, donde se aprecia un corte en el muro exterior.21 La investigación de Hunt permitió la detección de otros edificios que hasta el momento no se conocían. Las dos edificaciones se encuentran a mano derecha de la calzada que sube desde Italia, a unos 20 metros aproximadamente antes de llegar el llano de Júpiter. Uno de estos edificios, que también se aprecia en la fotografía aérea, ha sido interpretado por Hunt como una torre de vigía, colocada al lado de la vía poco antes de alcanzar el llano. Desde allí se divisaría la subida desde la vertiente italiana. Del otro edificio se desconoce la función.
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3.3 - Visión de conjunto A partir del levantamiento topográfico elaborador por el ingeniero G. Viazzo, hemos hecho confluir todos los datos procedentes de las diferentes campañas de excavación. Puede apreciarse que los dos edificios de las mansiones y el templo se articulaban alrededor de un área relativamente llana que era precisamente donde la calzada culminaba su llegada al puerto. Por lo tanto, da la impresión de que la organización de la mansio respondió a un proyecto racional y al mismo tiempo funcional, aprovechando de la mejor manera el terreno llano. Mientras que la mansio norte tenía una orientación idéntica a la del templo, la mansio sur tenía una orientación transversal. La calzada pasaba exactamente por el medio del área de distribución y proseguía hacia el norte, dejando al oeste un pequeño lago. Dicho lago, que fluye hacia el lago del Gran San Bernardo, se alimenta con el agua producida por un nevero, que incluso mantiene la nieve en los meses más cálidos; de hecho, cuando en el mes de agosto de 2011 realizamos una visita al lugar vimos que el nevero seguía teniendo nieve. Este pequeño lago, situado prácticamente de frente a la fachada del templo de Júpiter, tiene una gran importancia, pues en él se encontraron muchos exvotos que estaban clavados en la pared del templo. Para concluir, merece la pena hacer un breve comentario sobre la reconstrucción de los edificios. Hunt presentó una primera reconstrucción virtual del templo en su trabajo, colocando la fachada hacia el oeste, con
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Plan de Júpiter: vista panorámica. 1 = la calzada tallada en la roca; 2 = área ocupada por la mansio sur; 3 = área ocupada por la mansio norte; 4 = templo de Júpiter; 5 = nevero que alimenta el pequeño lago.
una escalinata de acceso, marcando su forma in antis y colocando las dos columnas, de las que había encontrado fragmentos en el hospicio. Sucesivamente se han elaborado más reconstrucciones virtuales, en las que se aprecian los tres edificios, y una infografía que se exhibe en el Museo del Hospicio. Parecen ser más fiables las virtuales, por lo menos por lo que concierne al templo y a la mansio sur, la mejor conservada.
4. – El Levantamiento topográfico y fotogramétrico de la calzada desde Saint Rhémy en Bosses hasta el «Plan de Jupiter» El levantamiento fotogramétrico del valle que sube hacia el puerto del Gran San Bernardo estaba finalizado a la identificación del trazado de la antigua calzada romana, cuyos restos son aún parcialmente visibles, pero no fácilmente identificables en todo su recorrido. Por ello, en el marco del programa «Interreg», se realizó un levantamiento tanto con el sistema fotogramétrico tradicional como con los instrumentos típicos de la teledetección (cámara térmica y tomas en infrarrojo cercano), de forma que se pudiera evidenciar la presencia de discontinuidades en el subsuelo relacionadas con la calzada. Sucesivamente se superpusieron los resultados de los dos trabajos, originando así una tabla de dibujo que representaba el trazado más probable de la antigua calzada a partir de los datos de teledetección. Los fotogramas aéreos, realizadas el 9 de septiembre de 2005 con película infrarroja en falsos colores, se tomaron a la cota oportuna para obtener una restitución ideal a escala 1:2000, en dos pasadas, para compensar el fuerte desnivel de la zona. Durante el vuelo, se registraron los parámetros de las tomas, es decir, la posición del centro de toma y las tres rotaciones en el espacio, a través del sistema GPS – IMU – Applanix, puesto que habría sido imposible tomar los puntos de apoyo en el suelo, ya que la SS27 y el puerto se cierran al tráfico a partir del mes de octubre, resultando imposible acceder con medios mecánicos al puerto. El sistema de referencia utilizado es el Gauss-Boaga, con cotas referenciadas al nivel del mar y con la corrección del elipsoide obtenida mediante un programa del IGM («Istituto Geografico Militare»).
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Reconstrucción del área del plan de Júpiter que se expone en el hospicio.
La restitución fue realizada con un restituidor analítico Digicart40, con el cual se restituyeron: DD las líneas de los techos de todos los edificios; DD las carreteras asfaltadas y las no asfaltadas, los caminos y las sendas visibles; DD la red hidrográfica; DD las líneas de separación entre la roca y el terreno con vegetación; DD los límites de las zonas cultivadas o bosques; DD las curvas de nivel con una equidistancia de 2 ml.
Reconstrucción virtual del conjunto. Puede apreciarse la fachada norte del templo in antis y el recinto de la mansio sur, con el edificio de dos plantas.
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Fotograma tomado a una altura de 3.900 m mediante cámara WILD con 153,64 mm de focal. Se ha utilizado una película sensible al infrarrojo cercano, por lo que el agua se representa en negro, como puede apreciarse en el lago del gran San Bernardo arriba a la izquierda, y la vegetación sana en rojo más marcado
El mismo fotograma ya convertido en ortoimagen (orientado correctamente y a escala mediante un MDT)
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La citada restitución, a la escala nominal de 1:2000, ha afectado a una amplia franja de 200 m aproximadamente, que abarca el hipotético trazado de la vía romana. La ortofoto se ha obtenido orientando los fotogramas interesados con los datos del sistema Applanix, con un pixel a tierra de 50 cm. Las ortofotos, a continuación, se han elaborado tanto en color (falso color infrarrojo) como en blanco y negro, para evidenciar o la imagen o las curvas de nivel.
4.1 - La teledetección
D = arctan ((ir-r)/(ir+r))
En la tarde del 26 de julio de 2005 se realizó el trabajo de campo para la adquisición de una serie de imágenes multiespectrales desde puestos fijos en tierra. El día siguiente se realizaron tomas del área a investigar desde el helicóptero. En primer lugar, mediante sendas matrices-imágenes, se han adquirido los datos termográficos en la banda 8÷14 µm; luego, se han tomado las imágenes en el espectro del infrarrojo cercano (0.8÷0.9 µm) y en el espectro del visible (0.4÷0.7 µm). Para ello, se han combinado un termógrafo y dos cámaras digitales gemelas, una configurada para el infrarrojo cercano y otra para el visible. Sucesivamente en la segunda mitad del mes de agosto de 2005, se tomaron desde el avión imágenes en infrarrojo en falso color (luego divididas en las bandas verde, rojo e infrarrojo cercano). Todos los datos que se adquirieron fueron interpretados tanto directamente como mediante elaboración digital. Se han estudiado de forma individualizada las tomas de los diferentes intervalos espectrales del azul (b), verde (v), rojo (r) e infrarrojo cercano (ir), así como combinando las diferentes bandas con falsos colores en estos códigos: Intervalo espectral
Color asignado
ir 0.8÷0.9 μm
rojo
r 0.6÷0.7 μm
verde
b 0.4÷0.5 μm
azul
Donde la vegetación en plena fotosíntesis se representa en un rojo magenta vivo, mientras las zonas sin vegetación se reconocen por el color gris-pardo hasta alcanzar el gris-azul más o menos claro. En la banda del infrarrojo cercano el terreno desnudo, si se halla en condiciones de sequedad, tiende a reflectar con intensidad. Se ha prestado gran atención a las anomalías producidas sobre la vegetación superficial por las faltas de homogeneidad presentes en el inmediato subsuelo. La biomasa de la capa de hierba superficial está influenciada por la distribución de la humedad estable en el suelo. En condiciones normales del estado de la vegetación herbácea, se observa una reflectividad muy elevada en el infrarrojo cercano (banda comprendida
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entre 0.8÷0.9 μm) y una reflectividad reducida en la banda del rojo (comprendida entre 0.6÷0.7 μm), en la que se produce la fundamental absorción de energía para llevar a cabo el proceso de la fotosíntesis. El resultado es que la diferencia entre la intensidad de la reflectividad en el infrarrojo ir y en el rojo r aumenta con la biomasa, relacionada, a su vez, con el estado físico. Para describir la distribución de la biomasa se utiliza normalmente la relación:
Uno valores bajos del «D» pueden atribuirse a la presencia de una capa menos potente del terreno vegetal, así como a la presencia de elementos de piedra u otras estructuras extrañas que limitan la subida de la humedad por capilaridad hacia la superficie. En el dominio de la radiancia emitida, la termografía describe la distribución de la temperatura de irradiación sobre la superficie tomada. La temperatura es influenciada por la capacidad térmica del suelo, así como por cambios en la humedad (entre otros factores, pero de peso limitado en el presente caso, también hay que señalar la emisividad propia de las superficies). El estudio atento de los datos termográficos contribuye a la identificación de las faltas de homogeneidad en el inmediato subsuelo y a disipar ambigüedades respecto a las respuestas de la superficie teledetectada (presencia de agua, áreas húmedas, alteraciones, etc.).
4.2 – La interpretación de los datos de teledetección y su localización en ortoimágenes Los resultados obtenidos mediante teledetección y fotointerpretación se han situado en ortoimágenes, reproducidas en tonos de grises tenues para una mejor lectura del trazado de la viabilidad, esta última representada en color. La fotointerpretación, llevada a cabo por los ingenieros A. Tonelli y G. Viazzo, ha permitido identificar dos diferentes trazados de la vía: uno más reciente y perceptible representado en verde y partes de otro más antiguo en rojo; en una zona también se han detectado huellas de otro posible camino, quizás más antiguo, representado en naranja. El trazado marcado en verde muestra una mayor continuidad, siendo el que en la actualidad utilizan los senderistas para acceder al puerto y el que hemos seguido nosotros. Los trazados alternativos en rojo y en naranja están en desuso; muestran una mayor discontinuidad y, en las imágenes, ofrecen una respuesta espectral diferente respecto al trazado verde. Para facilitar la visión y el estudio de estas anomalías, A. Tonelli y G. Viazzo han dividido la vía en tres tramos que se plasman en tres diferentes ortoimágenes. El comienzo del «tramo 1» ha sido alterado por las obras de conexión entre el antiguo camino y la SS27, pero se aprecia con cierta claridad. Un poco
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más adelante hay un sector donde el camino sube en zigzag para salvar el fuerte desnivel y donde A. Tonelli ha identificado la huella de un trazado alternativo más antiguo (marcado en rojo). Siempre en esta zona arranca otra traza marcada en naranja que pudo pertenecer a un antiguo camino y que, más adelante, procede a una cota más elevada y paralela a la ruta marcada en verde. Según A. Tonelli, el trazado verde coincidiría
con el camino originario y que se mantiene en uso. La existencia de estas diferentes rutas, identificadas a partir de la teledetección en una zona de fuertes desniveles, sería justificada por la identificación de rastros de desprendimientos provocados por aludes y que dejaron inservibles algunos trazados, con su consiguiente abandono.
Tramo 1. Sector donde se distinguen hasta tres trazados a partir de las imágenes aéreas
En el sector siguiente (tramo 2), la existencia de una zona de fuerte humedad parece haber sido la causa de un derrumbe de la montaña por deslizamiento. A partir de aquí se ha detectado la traza de otro camino paralelo a una cota inferior (marcada en rojo). Las causas del abandono de este antiguo camino se debe a la fuerte inestabilidad de la ladera de la montaña. El suelo superficial se ha deslizado hacia el valle tanto por la humedad como por efecto de los derrumbes y de
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los frecuentes aludes. Más adelante el camino avanza cubierto de hierba con cierta regularidad, sin rastros de daños provocados por aludes y derrumbes hasta la «casa cantoniera» de Fonteinte. Tras cruzar la SS27, se sigue el rastro del camino sin demasiadas dificultades, aunque en parte haya sido borrado por la erosión de diferentes riachuelos.
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Tramo 2. Sector donde se distinguen dos trazados a partir de las imágenes aéreas
Tramo 3. Sector donde también se distinguen dos trazados a partir de las imágenes aéreas.
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Se llega finalmente al «tramo 3». Prosigue la zona de gran humedad, donde se ha detectado la huella de un camino quizás más antiguo; es una zona muy alterada por los arroyos que han provocado una erosión muy fuerte del terreno. A continuación el camino, sin hierba, se sigue muy bien hasta alcanzar el túnel de protección contra los aludes de la SS27. A. Tonelli ha propuesto, para la parte comprendida entre el túnel y la mansio del Summmus Poeninus, un trazado que, como veremos en la descripción de la vía recorrida a pie, no coincide con los datos observado sobre el terreno.
5. – Descripción de la ruta La ruta que vamos a describir presenta una longitud aproximada de unos 6 km, estando comprendida entre el pueblo de Saint Rhémy en Bosses (1.630 m) y la mansio del Summus Poeninus a 2.459 m (desnivel de 829 m); el puerto, ya en territorio suizo, se encuentra a 2.470 m de altitud. El recorrido se realizó el día 31 de julio de 2011, siendo una ascensión muy fácil y efectuada en aproximadamente poco menos de 2 horas.22 Mediante un GPS Garmin, se grabó la traza del recorrido tanto a la ida como a la vuelta; estos datos a continuación se superpusieron a la cartografía elaborada mediante sistema fotogramétrico por G. Viazzo. La coincidencia ha sido absoluta, por lo que los datos adquiridos mediante GPS son altamente fiables en cuanto a las coordenadas X e Y.23
Modelo digital del terreno de la zona y emplazamiento de la vía.
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Saint Rhémy en Bosses SS 27
Calzada
TRAMO 1
En contra de la división en tres tramos adoptada por A. Tonelli y G. Viazzo en el estudio de teledetección, se ha optado por dividir el recorrido realizado a pie en tramos según los caracteres del camino que se identificaron sobre el mismo. Estos van a ser ocho: DD Tramo 1. Desde Saint Rhémy en Bosses hasta el abandono de la SS27 (1630.699-1708.502) DD Tramo 2. Desde la SS27 hasta cuando el camino se reduce a senda (1708.502-1853.735) DD Tramo 3. La zona de los desprendimientos (1853.735-1963.858) DD Tramo 4. Desde la zona de los desprendimientos hasta la placa de los «zingari stagnini» (1963.8582036.560) DD Tramos 5. Desde la placa de los «zingari stagnini» hasta el cruce con la vía napoleónica (2036.5602152.702) DD Tramo 6. Desde el cruce con la vía napoleónica hasta Fonteinte (2152.702-2201.728) DD Tramo 7. Desde Fonteinte hasta el túnel de la SS27 (2201.728-2408.348) DD Tramo 8. Tramo final tallado en la roca (2408.3482458.876)
5.1 – Tramo 1 (desnivel 77,821 m, distancia 835 m) El punto de partida es la calle central del pueblo de Saint Rhémy en Bosses (1.630 m). A la salida norte, avanza un camino que discurre paralelo al arroyo de Artanavaz y a la SS27; se va acercando progresivamente a la carretera hasta meterse por debajo de ella. Esto ocurre hasta cota 1.708 m, cerca de una curva. A partir de aquí empieza el camino que penetra en un
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bosque de lárices, a 835 m aproximadamente del punto de partida. El camino se presenta como una calzada amplia por la que un carro podría transitar sin ningún problema. Teniendo en cuenta el gran uso que ha tenido durante los siglos, tanto como vía romana como vía de peregrinación, no hay que descartar que el trazado sea romano, pero lo que se aprecia en la actualidad es el aspecto final de varias reutilizaciones. En cualquier caso, el recorrido discurre a media ladera por el lado más soleado del valle y a pie es un tranquilo paseo. A confirmar cuanto acabamos de decir, la pendiente media de este tramo no alcanza el 10%.
5.2 - Tramo 2 (desnivel 145.233 m, distancia 1.053 m) Este segundo tramo presenta una longitud total de 1053 m, con un desnivel de 145 m y una pendiente media del 13%. Tras arrancar desde la SS27, avanza con una pendiente media del 10% durante poco más de 500 metros. El paseo es muy cómodo y la calzada ancha, avanzando por el bosque de lárices. A la altura del parking, 30 metros más abajo y ubicado en las proximidades del puente por el cual la SS27 cruza el arroyo Artanavaz, la pendiente del camino se acentúa, alcanzando una media del 17%. Sin embargo, como se puede apreciar en la imagen, sigue siendo un camino amplio, por el que se avanza sin ninguna dificultad. Subiendo, a la derecha, se aprecia un murete para proteger el camino de los desprendimientos y, sobre todo, del agua.
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(1.853 m)
Desvio
Parking
Puente SS27
SS27
TRAMO 2
(1.708 m)
La calzada subiendo por la ladera este del valle del Gran San Bernardo.
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5.3 – Tramo 3 (desnivel 110.123 m, distancia 194 m en línea recta) Este sector es el peor conservado de la vía. Al comienzo del tramo el camino prosigue en las mismas condiciones que el tramo 2, hasta llegar a una bifurcación: el camino de la izquierda avanza hacia un caserío, manteniendo la misma curva de nivel; el de la derecha, que es el que hay que seguir, a pocos metros se reduce a una simple senda para caminantes. Una vez alcanzada la cota 1.866 m, varias rocas de desprendimiento ocupan la senda, alterando notablemente el aspecto originario de la zona. No se sabe cuándo tuvieron lugar estos derrumbes detectados también por las imágenes infrarrojas. El caso es que el trazado rectilíneo de la vía se interrumpe, dando paso a una serie de quiebros que tienen el objetivo de salvar un desnivel de 110 m que, en una distancia en línea recta, sería de 190 m. Es aquí donde se alcanza la pendiente máxima de todo el recorrido: del 20%. Además, como hemos visto en el apartado de teledetección, del trazado principal (el de color verde) arranca otro (color rojo) que reduce en la mitad la distancia del recorrido, pero con una pendiente aún superior a la anterior. Esta segunda traza, menos evidente, puede ser la huella de un atajo para caminantes y animales. Siempre en este sector, aparece otra traza que se ve en fotografía aérea y que también corta con una fuerte pendiente las curvas de nivel (trazado
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naranja). En verdad, tanto sobre el terreno como en fotografía aérea, se aprecia que este sector es el más dañado de toda la vía y el que más ha sufrido daños geológicos a lo largo de los siglos. Lo que apreciamos en la actualidad es una total alteración del trazado originario y que, quizás, poco tenga que ver con la situación no sólo de época romana, sino incluso de época medieval.
Trazado naranja Trazado rojo
Trazado verde
TRAMO 3 El camino se ha reducido a una simple senda poco antes de empezar su tramo zigzagueante.
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5.4 – Tramo 4 (desnivel 73 m, distancia 417 m) Una vez concluido el tramo tortuoso, la senda sigue avanzando hacia el noroeste. A partir de cota 1963 m se ha detectado, como se ha visto en el estudio de teledetección, un trazado paralelo al que estamos siguiendo. Este segundo camino, marcado en naranja, discurre a una cota más elevada durante unos 400 m y presenta una mayor pendiente respecto al trazado verde. Según el análisis de las imágenes, este camino presenta una respuesta espectral más débil, por lo que se piensa que lleva tiempo sin utilizarse. Estos dos caminos se vuelven a unir en las proximidades de la placa conmemorativa de los «zingari stagnini» (cota 2036 m). En los últimos 100 metros de recorrido, son visibles abundantes huellas de desprendimientos y la senda está constantemente sembrada de peñascos caídos. Cuanto acabamos de afirmar está reflejado en el levantamiento topográfico, en el que precisamente en este sector se han dibujado un gran número de rocas caídas del alto de la montaña. Es suficiente observar la ladera de esta vertiente de la montaña para comprobar que la falta de vegetación y los diferentes agentes atmosféricos (nieve, hielo, lluvias, aludes y bruscos cambios de temperatura) son los causantes de que sea muy poco seguro circular por este sector. Como en el tramo interior, no se puede hablar de una calzada propiamente dicha pues, por todas las razones ya expuestas, el camino se ha reducido a una simple y estrecha senda. La pendiente media es inferior respecto al tramo anterior, pero sigue siendo elevada (16 %).
Vista de la peligrosa ladera sobre la calzada. Puede apreciarse la facilidad con la cual puede haber desprendimientos y aludes durante el invierno, que complican la circulación y la conservación de la vía.
Placa en recuerdo de un grupo de gitanos, dedicados a la reparación de peroles de estaño, muertos en este lugar como consecuencia de un alud.
Placa de los «zingari stagnini» (2.036 m)
Trazado naranja
Desprendimientos (1.963 m)
TRAMO 4
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5.5 –Tramo 5 (desnivel 116 m, distancia 740 m) Después de la placa de los «zingari stagnini», avanza la senda tomando un rumbo norte. Sigue siendo, en el primer tramo, zona de desprendimientos pero a esto se le añade la presencia de una fuerte humedad, detectada mediante teledetección y apreciable sobre el terreno. Estos dos factores contribuyeron al derrumbe de la montaña por deslizamiento. En efecto, esto quedaría demostrado por la existencia de otro trazado paralelo pero a una cota más baja. Su respuesta espectral en el análisis de teledetección es débil, por
lo que llevaría tiempo en desuso. La existencia de dos caminos demuestra claramente la inestabilidad de la zona y la necesidad de cambiar de trazado según las necesidades. Siempre en el mapa, se puede apreciar como, desde una cota más elevada, procede la variante napoleónica que, a cota 2.152 m, se une a la senda que estamos siguiendo. El desnivel de este tramo es de unos 116 m y presenta una pendiente media del 15%, siendo ligeramente inferior a la del tramo anterior. A pesar de todo ello, es un camino que se recorre con gran comodidad.
Cruce con la variante napoleónica (2.152 m)
Variante napoleónica
Trazado alternativo (rojo)
TRAMO 5
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5.6 – El Tramo 6 (desnivel 49.026, distancia 330) Esta breve sección de unos 330 m de longitud y con un desnivel de unos 50 m presenta una pendiente aproximada del 15%. Se ha decidido estudiarla por separado porque coincide con la denominada variante napoleónica. Este tramo arranca en el punto donde el tramo 5, que, como hemos visto, es una simple senda que se ha superpuesto a la antigua vía romana, confluye en la variante napoleónica, que discurre a una cota más elevada. Como se puede apreciar, es un camino ancho por donde pueden pasar sin problemas carruajes, aunque, como hemos señalado, la pendiente presenta una media del 15%. Al igual que el tramo anterior, se trata de una sección muy peligrosa, pues es objeto de frecuentes desprendimientos y de avalanchas. Esta es la razón por la cual en el lugar donde en la actualidad surge la «casa cantoniera», edificada para el mantenimiento de la SS27, ya en época romana había otra mansio, quizás más bien un refugio, dependiente de la mansio del Summmus Poeninus. Los datos que se conocen al respecto son bastante exiguos, ya que las sucesivas superposiciones de edificios han permitido identificar únicamente restos cerámicos romanos, que, además, están sin publicar. Tras esta primera fase romana, se fundó en el siglo XIII un hospicio dependiente del seminario de Aosta para atender a los viajeros y a los
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I D Lugar donde se une la senda que se ha superpuesto a la vía romana (D=derecha) y la variante napoleónica (I =izquierda)
peregrinos, a los que se ofrecía hospitalidad y medio de transporte. Se mantuvo en uso hasta finales del siglo XVIII, cuando cayó en ruina. El solar fue ocupado, antes de la «casa cantoniera», por una taberna llamada «La Cantine». Tras Fonteinte, el trazado de la vía se empina y cruza la SS27, para abandonar la vertiente de la montaña que había seguido desde Saint Rhemy y pasar al otro lado del valle.
Tramo 5, que coincide con la variante napoleónica. Al fondo se aprecia el techo de la «casa cantoniera» de Fonteinte y a la izquierda la «Tour des Fous»
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Fonteinte
TRAMO 6
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5. 7 – El tramo 7 (desnivel 206.62, dist 1.200 m) En esta sección, que se ha denominado 7, la vía abandona la margen izquierda del valle del Gran San Bernardo. Presenta una longitud de unos 1.200 m y un desnivel de 200 m, con una pendiente media del 15%, como el tramo anterior. Tras dejar la «casa cantoniera» de Fonteinte y cruzar la SS27, se avanza en dirección norte hasta alcanzar el arroyo que nace del lago del Gran San Bernardo. Tras cruzarlo, el camino gira ligeramente hacia el oeste y coincide con una cañada. Esta zona bastante húmeda se localiza en la parte inmediatamente aguas arriba de la confluencia entre dos arroyos, ambos procedentes del lago del Gran San Bernardo. El camino, con un trazado zigzagueante como se puede apreciar en fotografía aérea (detalle del infrarrojo cercano), está bordeado por una valla en su lado derecho. Una vez cruzada la SS27 el rastro de la vía se sigue muy mal, ya que la zona se caracteriza por una gran cantidad de agua que produce charcas y lodazales. Su uso como cañada, con el consiguiente tránsito de bovinos, ha alterado notablemente la zona y ha borrado la huella del camino que prácticamente no se puede seguir. Precisamente por la alta humedad, las imágenes infrarrojas y las térmicas han permitido identificar dos posibles trazados. Uno es más reciente y se encuentra más a la derecha, el otro, más a la izquierda, es más antiguo, pues las trazas son más profundas y peor conservadas. Detalle del camino tras cruzar el arroyo; en el medio destaca la «Tour des Fous»
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SS27
Trazado rojo
SS27
Fonteinte
TRAMO 7
SS27
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Tras la zona encharcada, el camino gira hacia el nordeste y cruza otro arroyo. Este tramo ha sido objeto de continuas reformas, pues se aprecian piedras de gran tamaño colocadas para sanear el camino, que se inunda con gran facilidad. No se sabe a qué época se corresponden estas obras, como tampoco el firme que se observa. En cualquier caso, el camino avanza
a media ladera suavemente hasta alcanzar el túnel antiavalanchas de la SS27. Este sector está muy alterado, pues los desprendimientos rocosos provocados por la nieve, que se pueden apreciar en la imagen, la obra del túnel antiavalanchas y la rampa final de empalme con la SS27, que es obra relativamente reciente, han dañado de forma irremediable el antiguo camino.
La calzada gira hacia el este hasta cortarse en proximidad del túnel antiavalancha de la SS27
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5. 8 - Tramo 8 (desnivel 50.528 m, dist 231 m) Este tramo arranca tras cruzar la SS27, que corta el trazado de la antigua vía. Se trata de una de las secciones más breves y abruptas a estudiar, pero también la que ofrece los datos arqueológicos más interesantes (Mapa tramo 08). Presenta un desnivel de unos 50 m, por una pendiente aproximada del 16%. Como se puede apreciar en el mapa y en la fotografía aérea, esta zona está totalmente ocupada por roca viva, que se dispone en canales paralelos. En un primer momento la vía sigue un recorrido paralelo a la SS27, pero a pocos metros gira completamente hacia el norte y enfila uno de los citados canales en la roca, siendo la misma ruta que hoy en día siguen los viandantes para subir al puerto. Esta sección es muy inclinada y con un fondo irregular, pero los ingenieros romanos resolvieron el problema de la siguiente manera: tallaron la roca para ensanchar
el canal y, tras rellenar los huecos de las irregularidades con tierra, colocaron, adaptándolos a la roca tallada, unos tablones para formar un plano inclinado por encima del cual circular. De no realizar esta obra, habría sido imposible subir con carruajes este breve pero inclinado tramo. Por otro, resultaría inexplicable que los romanos se molestaran en cortar la roca en una zona tan elevada y tan remota exclusivamente para el tránsito de animales de carga o de viandantes; esta fuerte obra de adaptación al medio se pensó para reducir, dentro de los límites que el difícil territorio permitía, la pendiente del tramo y ensanchar la calzada, de forma que pudieran pasar no sólo animales de carga sino también algún carro. Al final de la cuesta el canal se ensancha y gira a la derecha, hacia el área de la mansio. También aquí se rebajó la roca viva para facilitar la circulación y se talló la roca a los lados para ampliar la calzada. De estas obras quedan huellas evidentes, que se pueden apreciar en las siguientes imágenes. Una vez llegados a la mansio, concluye el tramo que hemos seguido a pie desde Saint Rhémy. La vía, tras pasar la mansio, bordeaba el lado norte del lago del Gran San Bernardo, menos abrupto que el meridional, y subiría hasta el puerto a cota 2.730 m en territorio suizo, donde en la actualidad se encuentra el hospicio. A partir de aquí comienza la bajada hacia Bourg Saint Pierre.
Fotografía aérea del último tramo de la vía: pueden apreciarse, señalados por la flecha, los canales rocosos
Mapa del área ocupada por la mansio. Puede apreciarse en gris la calzada romana tallada en la roca, interrumpida por la SS27
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El canal que avanza en dirección norte, que se colmató y se cubrió con tablones de madera
Vista del mismo tramo desde la mansio
Detalle de los golpes de pico en la roca para ampliar la caja de la calzada y rebajar el suelo rocoso
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Roca viva tallada para rebajar las irregularidades del plano de tránsito y ensanchar la caja de la calzada. Son los últimos metros antes de alcanzar la mansio del Summus Poeninus
BIBLIOGRAFÍA 1. Para los cinéfilos, quiero recordar el comienzo y el final de una película de 1969 protagonizada por Michael Caine y titulada «The Italian Job» (Un trabajo en Italia, de Peter Collinson), objeto de un remake en 2003, ambos rodados precisamente por la nacional del Gran San Bernardo. Son de particular interés las secuencias iniciales acompañadas por el inolvidable tema de Quincy Jones «On days like these», en las que el actor italiano Rossano Brazzi desciende con un Lamborghini Miura la SS 27, sin saber lo que le espera al final de la salida de un túnel. 2. Cum in Italiam proficisceretur Caesar, Ser. Galbam cum legione XII et parte equitatus in Nantuates, Veragros Sedunosque misit, qui a finibus Allobrogum et lacu Lemanno et flumine Rhodano ad summas Alpes pertinent. Causa
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mittendi fuit quod iter per Alpes, quo magno cum periculo magnisque cum portoriis mercatores ire consuerant, patefieri volebat (Cuando César marchó a Italia, envió a Servio Galba con la duodécima legión y con parte de la caballería hacia los Nantuates, los Veragros y los Sedunos, que se extienden desde el país de los Allobroges, el lago Lemano y el río Ródano hasta lo alto de los Alpes. La causa de su envío fue que quería que quedara despejado el camino por los Alpes, por donde los mercaderes acostumbraban pasar con gran peligro y con fuertes peajes). Poenino deinde Boii Lingonesque transgressi cum iam inter Padum atque Alpes omnia tenerentur, Pado ratibus traiecto non Etruscos modo sed etiam Vmbros agro pellunt; intra Appenninum tamen sese tenuere (Después, los Boyos y los Lingones, que atravesaron el Poenino ocupando así todo el territorio entre el Po y los Alpes, cruzado el Po con barcos expulsaron del territorio no sólo a los Etruscos sino también a los Umbros; sin embargo se mantuvieron más acá de los Apeninos). La raíz de Poeni deriva del griego Phoinix, que nada tiene que ver con Poeninus. Si se aplicara la misma norma, entonces también los Montes Apeninos tendrían que llamarse así por el paso de los cartagineses. Taurini Semigalli proxima gens erat in Italiam degresso. Id cum inter omnes constet, eo magis miror ambigi quanam Alpes transierit et uolgo credere Poenino—atque inde nomen ei iugo Alpium inditum—transgressum, Coelium per Cremonis iugum dicere transisse; qui ambo saltus eum non in Taurinos sed per Salassos montanos ad Libuos Gallos deduxerint. Nec ueri simile est ea tum ad Galliam patuisse itinera; utique quae ad Poeninum ferunt obsaepta gentibus semigermanis fuissent. Neque hercule [nomen] montibus his, si quem forte id mouet, ab transitu Poenorum ullo Sedunoueragri, incolae iugi eius, norint inditum sed ab eo quem in summo sacratum uertice Poeninum montani appellant (Los Taurinos Semigalos son el pueblo más cercano al lugar de la bajada de Aníbal a Italia. Siendo esto indiscutible entre todos, me sorprende en gran medida que se debata por dónde (Aníbal) atravesó los Alpes y que generalmente se piense que haya pasado por el Penino (y de aquí el nombre otorgado a este puerto de los Alpes) y que Celio diga que haya pasado por el puerto de Cremona; estos dos puertos no lo habrían conducido a los Taurinos, sino hacia los Galos Libuos a través de los Salasos montanos. Y no es verosímil que entonces aquellos caminos estuvieran abiertos hacia la Galia; seguramente aquellos caminos que llevan al Penino habrían estado bloqueados por pueblos semigermánicos. Ni por Hércules, si esto puede convencer a alguien, los Sedunoveragros, habitantes de este puerto, no reconocen que se le haya atribuido el nombre por el paso de ningún cartaginés, sino por el que los montañeses llaman Penino, venerado en la cumbre de la montaña). CINERINI, F. (1992): Scritture di Santuari extraurbani tra le Alpi e gli Appennini, Mélange de l’École française de Rome. Antiquité, T. 104, n. 1, p. 91-107. Se atestigua el culto de Iuppiter Appenninus en Umbría, cerca de la vía Flaminia. Nos da la impresión de que los topónimos Poeninus y Appenninus pueden tener el mismo origen de la palabra celta
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Penn. En textos posteriores, como veremos, existe la grafía Penninus y es probable que Appenninus pueda derivar de ad + Penninus (cerca del Pennino, cerca de la cumbre). 7. Efectivamente no parecería lógico que, para alcanzar Italia desde la Galia meridional, fuese necesario avanzar hacia el Norte siguiendo el curso del río Ródano, luego bordear el lago de Ginebra y por último cruzar la cordillera más alta de Europa precisamente entres los Alpes Graios y Peninos, los dos sectores que suman todos los 4000 italianos, si se excluye el Monte Bernina, en los Alpes Réticos. 8. ῾η δὲ τῶν Σαλασσῶν πολλὴ μέν ἐστιν ἐν αὐλῶνι βαθεῖ τῶν ὀρῶν ἀμφοτέρωθεν κλειόντων τὸ χωρίον, μέρος δέ τι αὐτῶν ἀνατείνει καὶ πρὸς τὰς ὑπερκειμένας κορυφάς. τοῖς οὖν ἐκ τῆς Ἰταλίας ὑπερτιθεῖσι τὰ ὄρη διὰ τοῦ λεχθέντος αὐλῶνός ἐστιν ἡ ὁδός. εἶτα σχίζεται δίχα: καὶ ἡ μὲν διὰ τοῦ Ποινίνου λεγομένου φέρεται ζεύγεσιν οὐ βατὴ κατὰ τὰ ἄκρα τῶν Ἄλπεων, ἡ δὲ διὰ Κεντρώνων δυσμικωτέρα. 9. τῶν δ᾽ ὑπερθέσεων τῶν ἐκ τῆς Ἰταλίας εἰς τὴν ἔξω Κελτικὴν καὶ τὴν προσάρκτιον ἡ διὰ Σαλασσῶν ἐστιν ἄγουσα ἐπὶ Λούγδουνον: διττὴ δ᾽ ἐστίν, ἡ μὲν ἁμαξεύεσθαι δυναμένη διὰ μήκους πλείονος ἡ διὰ Κεντρώνων, ἡ δὲ ὀρθία καὶ στενή, σύντομος δέ, ἡ διὰ τοῦ Ποινίνου.
10. PROMIS, C (1862): Le antichità di Aosta, Torino, p. 124. 11. FERRERO, E. (1890): Gran San Bernardo (Saint Rhémy). Relazione degli scavi al «Plan de Jupiter», Notizie degli Scavi, Roma, p. 294-306 y FERRERO, E. (1894): Gran San Bernardo (Saint Rhémy). Quarta relazione degli scavi al «Plan de Jupiter», Notizie degli Scavi, Roma, p. 33-47 (plano en p. 34). 12. BAROCELLI, P (1948): Forma Italiae. Regio XI Transpadana. Volumen 1. 13. HUNT, P. (1998): «Summus Poeninus on the Grand St Bernard Pass», Journal of Roman Archaeology 11, p. 265-274 y HUNT, P. (1999): «Bourg-Saint-Pierre, Plan de Barasson, Refuge romain et aqueduc», in: François Wiblé, dir., Chronique des découvertes archéologiques dans le canton du Valais en 1998, Vallesia LIV, p. 300-308. 14. FRAMARIN, P., GALLORO, S. y JORIS, C. (2006): L’area archeologica del Plan de Jupiter, Bollettino della Soprintendenza per i Beni Culturali della Valle d’Aosta, 3, p. 2336 y JORIS, C. (2006): I materiali di scavo provenienti dall’edificio sud del Plan de Jupiter: considerazioni preliminari, Alpis Graia, p. 305-314. 15. AA.VV. (2006): Alpis Graia. Archéologie sans frontières au col du Petit-Saint-Bernard, Seminario di chiusura del progetto Interreg (Aosta, 2-4.3.2006), Musumeci Ed. 16. G. WALSER, Le Temple de Jupiter au Grand-St-Bernard, Bulletin d’études préhistoriques alpines, XVIII, 1986. 17. HUNT, P. (1998), p. 268. 18. HUNT, P. (1998), p. 269. 19. FRAMARIN, P., GALLORO, S. y JORIS, C. (2006), p. 2527 y 29. 20. FERRERO, E. (1894), p. 33-34. 21. HUNT, P. (1998), p. 269. 22. A título informativo, en senderismo se suele superar un desnivel de 200 m cada 30 minutos. 23. No lo es, en cambio, la coordenada Z, cuya precisión baja notablemente y, en el mejor de los casos, presenta un margen de error entre -4 y + 4 m.
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O PINTIA
Pedro Alegre Pastor
Me preguntas que opinión tengo sobre si Pintia fue Padilla de Duero. Parto de la base de que para mí el más fiable de cuantos han escrito sobre las Vías Romanas y las antiguas ciudades es Antonino. Por cierto que el texto más antiguo es el Códice Esculiarensis, existente en la biblioteca del monasterio de El Escorial, (siglo III). Supongo que lo conocerás. Pues bien, tal vez te diga una tontería. Si nos atenemos a los itinerarios de Antonino y la A-27 desde Uxamam se dirigía a Pintiam, no hay razón alguna para que pasara por Padilla de Duero, y por tanto que Pintia fuera este pueblo. Antonino está utilizando el caso gramatical acusativo, que indica dirección «a» o «hacia», y de Uxamam va en dirección a Pintiam (acusativos) y se dirige a Numantiam, también acusativo. La Vía no pasaba ni por Pintia ni por Numancia, iba en dirección a estas ciudades. ¿Qué razón hay para que desde Uxama se dirija hacia el Noroeste para pasar por Padilla de Duero y volver haciendo un ángulo más o menos de 45º para poder dirigirse hacia Numancia? Yo creo que Pintia fue Calatañazor. Las Vías romanas solían ir en línea recta y si trazamos una recta desde Uxama a Numancia, pasa por Calatañazor. No he comprobado si en Calatañazor existen restos de la Vía. Normalmente quienes han escrito sobre las Vías Romanas y las ciudades, no han tenido en cuenta los casos gramaticales utilizados por Antonino y ello ha dado lugar a errores. Antonino utiliza dos casos gramaticales el ablativo locativo, que indica que la Vía pasaba por la ciudad y el acusativo, unas veces con preposición y la mayoría sin la preposición, que únicamente indica dirección hacia; jamás usó el caso locativo, que como bien sabes tiene la forma del genitivo. Este error lo cometió Gonzalo Arias Bonet, nos habló del genitivo locativo como un caso gramatical latino, que no fue un caso latino, sino
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un resto de la primitiva lengua de la que salió el latín y se conservó: «Romae = en Roma; domi = en casa» ; ruri = en el campo, etc. Yo le comuniqué su error y lo corrigió. No existen casos locativos en Antonino, sino ablativos locativos. ¿Tengo razón? Eso eres tú quien debe valorarlo. Pero estoy seguro de que Pintia no fue Padilla de Duero. Es más el orden que da Antonino a las ciudades, no coincide con el que normalmente se está dando: Pintiam, Cluniam, Uxamam, Numantiam, sino Cluniam, Uxaman, Pintiam, Numantiam, que no es lo mismo. Esto debes comprobarlo, no vaya a ser que yo esté equivocado. Te estoy hablando de memoria, pues no poseo la obra de Antonino. Pero independientemente de un orden u otro, lo cual no tiene la menor importancia, lo único que nos indica es la dirección: la A-27 sí iba en dirección a Padilla de Duero, pero muy desviada hacia el Sur, no pasaba por Padilla de Duero y por tanto no podemos afirmar que Pintia fuera Padilla. Por otra parte últimamente se está hablando mucho de la ciudad romana en Padilla de Duero, como Pintia. Pero, por lo que he leído, en las excavaciones que se están haciendo no están apareciendo restos romanos, sino vacceos. Si Padilla hubiera sido la ciudad romana de Pintia, ¿por qué no aparecen restos romanos? ¿No te parece algo muy raro? Primero aparecerían los restos romanos y después los vacceos. Todas las tumbas que están descubriendo son vacceas, ni una sola romana. Lo que es indudable que en Padilla existió una gran ciudad vaccea
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LAS VÍAS DE CÁSTULO Y EL PAPIRO DE ARTEMÍDORO
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Enrique Gozalbes Cravioto Universidad de Castilla-La Mancha
Un lugar estratégico de comunicación La importancia de la ciudad antigua de Castulo es suficientemente reconocida. Ubicada en el término de Linares, 5 km al Sur de la población actual, constituyó un centro económico y viario fundamental desde tiempos muy antiguos. Con anterioridad a la conquista romana, cuando llevó probablemente el nombre indígena Castilo, fue el centro urbano principal de los oretanos, junto con Oretum (Granatula de Calatrava en la provincia de Ciudad Real). Constituyó uno de los lugares estratégicos en el avance y control territorial por parte del ejército Bárquida1. Muchos concluimos hace ya bastante tiempo que el gran campamento fundado por Amílcar, el de Akra Leuke, precisamente se hallaba en la dirección del mismo hacia La Mancha, y tampoco sería casualidad que Aníbal contrajera matrimonio con Imilce, una noble local, lo cual configura la política de alianzas matrimoniales de los Bárquidas con las élites de los centros fundamentales para el control del territorio. De igual forma, cuando el ejército romano avanzó hacia el Sur, en relación con la conquista de Cartagena, será significativa la vital toma de Castulo por parte de Escipión, así como la cercana batalla posterior de Baecula que, a grandes rasgos, significó ya la victoria inevitable de los romanos2. En la conexión entre las tierras andaluzas y las manchegas y levantinas la ciudad de Castulo y su región eran básicas, como de igual forma en los caminos del ejercito sería básica esta misma región en la época de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en realidad de Santa Elena o puerto del Muradal, y en la de Bailén (1808).
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Las vías en la época romana De igual forma, es indudable que Castulo tuvo una enorme importancia en época romana, y la misma vino potenciada por su ubicación en relación con los caminos entre la Hispania Citerior y la Ulterior, primero, y entre la Citerior Tarraconense y la Bética, después. De hecho, Castulo se hallaba en el recorrido de la Via Augusta, que era un antiguo camino que en buena parte siguieron los ejércitos cartagineses, y que los romanos convirtieron en calzada de unión entre Tarraco y Gades. Una vía que después Augusto mejoró, con nuevas obras, con cambios en algunos trazados, y por ello se convirtió en la Via Augusta. Se trataba de la arteria principal de la Hispania romana, que la atravesaba de Norte a Sur, pero al mismo tiempo conectaba las zonas mediterráneas de la Hispania Citerior con las atlánticas de la Ulterior o Bética. La fuente textual fundamental sobre las calzadas romanas de Hispania, el consabido Itinerario de Antonino, fija Castulo como un auténtico centro viario, aunque como en otros muchos casos no cita todos los recorridos lógicos y que existieron en relación con la ciudad de la cabecera del Guadalquivir. Si observamos la red viaria de la Hispania romana (fig. 1) podemos observar que Castulo es reconocida como importante centro o entrecruce viario3, y del mismo cuadro general podemos observar que en el Sur comparte esa condición con Corduba e Hispalis, capitales de conventos y la primera de provincia, y en el interior Laminium, Emerita Augusta (capital de convento y de provincia), Titulcia-Toletum, Caesraugusta-Turiasso (capital de convento la primera), Asturica Augusta (capital de convento), Bracara Augusta (capital de convento),
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Fig. 1. La red viaria hispana en el Itinerario de Antonino (según J. M. Roldán)
Fig. 2. Tercero de los Vasos de Vicarello (o Apolinares), con la mención de Castulo
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Salacia o Pax Iulia (capital de convento). Así pues, de una simple compulsa de las vías romanas se deduce la extraordinaria importancia de Castulo en relación con las vías, en una posición que solía coincidir con los centros de articulación del territorio convertidos en capital de conventus iuridici. A partir de la documentación podemos observar como Castulo se comunicaba con Corduba, la capital de su convento y provincia, a partir de dos caminos diferentes, uno por Epora y otro por Iliturgi: a su vez, el Itinerario de Antonino recoge que Castulo enlazaba con la colonia de Acci a través de otras dos vías diferentes, una a través de Tugia, Fraxinum y Bactara, y otra a través de Mentesa Bastia, Viniolis y Agatucci. Caminos que eran de cierta importancia pues atravesaban comarcas muy diferentes, lo que testimonia su papel como articulador de los territorios. Estos caminos han sido suficientemente estudiados como para entrar ahora en detalle sobre la cuestión4. Señalaba que pese a todo no estaban reflejadas todas las vías principales que enlazaban con la ciudad de la cabecera del Guadalquivir. En efecto, los vasos votivos de la localidad itálica de Vicarello, también llamados Vasos Apolinares, recogen su lógica comunicación directa con Ad Morum, que es la que en realidad marca el recorrido de la Via Augusta, en dirección a las ciudades de Mentesa, Libisosa, Saltigi y Saetabi5. Es cierto que la cita de Castulo sólo se produce en dos de los vasos, pues los otros dos mencionan en su lugar Ad Aras; pero igualmente lógico es suponer que se trata de una bifurcación que se hallaba en el espacio territorial mismo de Castulo6, y a juzgar por las distancias, cinco millas al NE. de Castulo, puesto que de Castulo a Ad Morum había 24 millas, y de Ad Aras a Ad Morum había 19 millas. Este dato parece fijar la mansio de Ad Aras en torno a Castro (ruinas de la Magdalena de Castro).
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Fig. 3. Las calzadas principales de la Hispania meridional según Miller (1916)
Fig. 4. El Itineraria Picta de la Tabula Peutingeriana, reconstruido por Miller. Hispania meridional
Así pues, la línea de ciudades que marcan los Vasos (CIL IX, 3281-3284) es la que seguía el recorrido de esta vía principal. Estrabon (III, 4, 10), que habla de esta vía, indica que en época augustea se había cambiado el trazado de la misma hacia el Sur de Saetabis, para impedir la penosa travesía de buena parte del Campus Spartharius, pero que mantenía el viejo trazado ese camino al pasar por Castulo y Obulco, para seguir desde allí a Corduba y Gades7. Finalmente, la observación del mapa de vías del Itinerario de Antonino refleja, con bastante claridad, el hecho absurdo de que falte un trayecto entre Castulo y la ciudad manchega de Laminium. Aunque tampoco el Geógrafo Anónimo de Ravena habla de esta fácil y directa comunicación, lo cierto es que con razón Konrad Miller la estableció con el punto de Mariana como intermedio8 (fig. 3); ésta Mariana se hallaba en Nuestra Señora de Mariana, en La Puebla del Príncipe9. Sin duda, la Tabula Peutingeriana, que en este caso constituía un Itineraria Picta, representaba este camino. La suposición parte de la compulsa del Anónimo de Ravena, donde como hemos dicho no se representa entero el trayecto, pero sin embargo sí aparece un camino de conexión entre Laminium y Marimana (Geog. An. Rav. 313, 18). A partir de aquí, en la reconstrucción del fragmento hispano de la Tabula Peutingeriana aparece representado este camino desde Castulo (fig. 4).
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En relación con esta calzada de comunicación directa con La Mancha, con la ciudad de Laminium, algunos de sus trazos aparecen en ocasiones documentados por la arqueología. Era perfectamente visible en el siglo XVI y en el siglo XVII nos habla de él Martín Ximena Jurado, que lo cita con el nombre antiguo de «El Arrecife» (por estar enlosado)m «el celebre camino del Arrecife, llamado por los antiguos Vía Heraclea»10. En otra ocasión también vuelve a mencionar el Arrecife, al que identifica con la «Via Heraclea», en la Vega de Jabalquinto. Lo más importante, sin duda, es un mapa que inserta del obispado de Jaén. En este mapa dibuja perfectamente el curso de la gran calzada, a la que nombra como «camino del Arrecife», y que traza el recorrido por Lopera, Villanueva, Espeluy, Jabalquinto, Castulo, Castro, Las Cuevas, Arquillos, Las Navas, San Esteban del Puerto y la Venta de los Santos. Reproducimos un detalle de dicho mapa (fig. 5).
El Papiro de Artemídoro y las vías romanas El nombre del geógrafo Artemídoro de Éfeso sirve para identificar un papiro, de confusa trayectoria. No hay duda su procedencia de Egipto. Según las primeras
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Fig. 5. La gran canzada de la Vía Augusta, a su paso por tierras de Jaén, según Ximena Jurado.
noticias, fue descubierto cumplida la mitad del siglo XX en un antiguo basurero de la ciudad egipcia de Anteópolis, junto con otro material que puede datarse en la segunda mitad del siglo I. Hoy sabemos que estos datos no son del todo ciertos, y aunque la mencionada ciudad fuera el lugar del hallazgo, el papiro formaba parte del revestimiento de una momia. El coleccionista que lo poseía permitió su estudio por parte de dos investigadores de la papirología, de tal forma que hace poco más de una década Bärbel Kramer y Claudio Gallazzi, publicaron de una forma bastante somera los principales datos conservados en el mismo11. El contenido dado a conocer en 1998 resultaba espectacular para el estudio de Hispania, puesto que se aportaba una nueva fuente clásica sobre la misma y se descubría la representación gráfica más antigua de la Península Ibérica, con una especial incidencia en los aspectos referidos a la viaria de época romana. En este sentido, no tiene nada de extraño que las primeras atenciones al respecto se centraran precisamente en este último aspecto, en concreto, en lo que respecta a la forma, los influjos y las derivaciones del mapa representando el territorio peninsular12. La problemática de esta parte del papiro ha hecho que sea en la representación cartográfica en la que se haya prestado una mayor atención13. El tipo de la representación podía ponerse en relación bastante directa con otro documento (copia medieval de un original tardo-antiguo), la denominada Tabula Peutingeriana. Después de aquella publicaciones iniciales se han aclarado bastante mejor, en la medida de lo posible, las circunstancias más correctas en relación con la
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procedencia del papiro de Artemídoro, que en fechas bastante recientes fue objeto de una exposición pública en el Palacio Brichesario de Turín, con el título de «Le tre vite del papiro di Artemidoro». Según una nueva versión ahora dada a conocer, habría sido hallado a comienzos del siglo XX, formando parte de un amasijo de papiros puesto a macerar, con cola y yeso, para formar el envoltorio externo de una momia. De ese envoltorio se recuperaron 25 documentos, todos ellos de mediados del siglo I, los cuáles con la excepción del texto que estudiamos, constituían actas de procesos diversos, informes, recibos o algunas circulares administrativas14. El papiro apareció absolutamente arrugado, lo que obligó a un proceso de despliegue, en unas condiciones no controladas desde el punto de vista científico. Ello ha conducido a que un sector de los investigadores haya puesto incluso en duda su autenticidad, si bien el análisis en laboratorio ha demostrado la antigüedad del mismo. De acuerdo con lo expuesto por Kramer y Gallazzi en su día, que son los datos de los que hemos dispuesto hasta ahora los historiadores españoles, el papiro consta de tres partes diferentes, que ahora han sido bien documentadas en estudios recientes15, en un trabajo que no ha sido corregido ni rectificado en otra monografía que posteriormente ha publicado Salvatore Settis16: DD La primera de ellas es un texto griego, que encierra una somera descripción geográfica de la Península Ibérica. Analizado con atención el texto por parte de los especialistas en papirografía mencionados se concluía su enorme similitud con los fragmentos
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conservados, a través de autores como Estrabon o Marciano de Heraclea, de la obra de Artemídoro de Éfeso, quien hacia el año 100 a. C. visitó las costas hispanas e insertó en su geografía una descripción de Hispania. El texto es breve y se inicia con una alabanza de la geografía como disciplina, a la que se añade una descripción general de Hispania. DD La segunda parte correspondía con una representación gráfica que asemejaba ser un mapa inconcluso de algún territorio bastante extenso. En el mismo se recogían iconos de posibles ciudades (precedentes en sus formas del tipo de las representaciones de la Tabula Peutingeriana), sin recoger el nombre de las mismas, así como el trazado de las corrientes de ríos, y otras líneas que atravesaban el mapa uniendo ciudades, en lo que los mencionados autores interpretaban como vías de comunicación. Aunque el mapa estaba inconcluso, Kramer y Gallazzi consideraban que el mismo correspondía con Hispania. La problemática de la representación fragmentaria dista mucho de estar resuelta. Así Kramer ha considerado problemático el intentar identificar la representación de Castulo en el mapa17, mientras otros autores han considerado identificables (en hipótesis) ciudades en las líneas de los ríos Duero o Tajo. Finalmente, Pierre Moret ha puesto en duda que las líneas que se marcan en el mapa correspondan realmente con vías de comunicación18. En la fig. 6 recogemos un detalle del dibujo interpretativo de las vías realizado por Salvatore Settis.
DD La tercera parte del papiro incluía una serie de dibujos, unos bocetos en los que aparecían representados rostros humanos, manos y pies sueltos, así como algunos animales (incluidos marinos). De todo el papiro son las representaciones que están mejor conservadas, y entre ellas reconocemos el rostro de perfil bastante evidente de un JupiterAmmon. La interpretación de Kramer y Gallazzi acerca de la «vida» del papiro no es corregida, por su propia lógica, en la monografía reciente de Settis. La descripción geográfica, en la que se inserta la mención de Castulo, se encuentra en la parte inicial del rollo del papiro, de la que se conservan cinco columnas, tres de las cuales están casi íntegras. Los estudiosos indicaban que el taller de papiros recibió el encargo de hacer un mapa de las vías y de los ríos (necesarios de conocer para los itinerantes) de Hispania, representación que por tanto no era del geógrafo griego, sino una que se encontraba disponible en Egipto. Al mismo se decidió unir una breve mención de la Península, que es el texto de Artemídoro, pero el desarrollo del trabajo fue frustro, debido a la mala calidad de la representación conseguida. El mapa quedó inacabado por esos más que posibles errores, de forma que el material del papiro se recicló o reaprovechó para la realización de bocetos preparatorios para otros encargos en el propio taller egipcio. Finalmente, el papiro reciclado sirvió como envoltorio de la momia junto con otros, tal y como indicamos anteriormente. Un ejemplo práctico de reciclaje de materiales, que pone a nuestra disposición un plan inacabado de las vías romanas de Hispania. Fig. 6. Reproducción de fragmento del posible mapa de Hispania, con la representación de ríos, de algunas ciudades, y de las líneas que se atribuyen a las vías. Según S. Settis.
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Castulo en el Papiro de Artemídoro Artemídoro de Éfeso fue un geógrafo griego que escribió su obra, titulada Geographoumena, justamente en los años finales del siglo II a. C.19 El gran valor de su información se encuentra en el hecho de que, al contrario que buena parte de los escritores, estuvo en la Península Ibérica. Realizó un viaje marítimo, que le permitió llegar a diversos puntos costeros, en las islas Baleares y en la costa peninsular. Recogió informaciones diversas que conocemos porque, aunque su obra se perdió, fue utilizada por diversos autores. Sobre todo Estrabon menciona en diversas ocasiones a Artemídoro para discutir algunos de sus datos sobre Hispania. Artemídoro cita expresamente la ciudad de Castulo. Con anterioridad al Papiro conociamos este hecho puesto que fue recogido por el escritor Esteban de Bizancio, un recopilador de voces del siglo VI: Castalon es la mayor ciudad de Oretania, como dice Artemídoro en el tercer libro de sus escritos geográficos. El gentilicio es castalonita20. El texto griego del documento que conocemos como Papiro de Artemídoro se inicia con una alabanza a la ciencia de la geografía, la cual se considera a la altura de la ennoblecida filosofía. Después se incluye una muy somera descripción de Hispania, y en la cuarta y quinta columnas se menciona la línea costera de Hispania, con ciudades y ríos (el Iber y el Sukron en el Mediterráneo). La localidad costera más alejada que cita es la de Megas Limen, indudablemente en el emplazamiento actual de La Coruña, sobre la que indica que más allá de este punto nadie ha alzado relieve de la parte posterior de la costa. Un dato particularmente importante es lo referido al hasta ahora identificado como el «fragmento 21» sobre Hispania, una numeración de las menciones de ese autor efectuada a mediados del siglo XIX por Stiehle21. El hecho de que de las cinco columnas conservadas en el papiro artemidoriano, sea ésta (la tercera) la conservada de forma casi íntegra, ofrece un dato importante para nuestro caso, por cuanto en la misma es en la que se menciona la ciudad de Cástulo. Hasta el momento contábamos con dos versiones que eran bastante similares de este fragmento 21, y en ninguna de ellas se mencionaba por su nombre la ciudad de Castulo. El primero de ellos es una recopilación de época bizantina, titulada De administrando imperio, obra de Constantino Porfirogeneta (siglo X); esta mención que se atribuye a Artemídoro22, se cita extraída del libro II de su Geographoumena. Este fue el texto concreto que sirvió a Stiehle para establecer el mencionado fragmento 21 de la obra de Artemídoro.23 El segundo es el ya mencionado Esteban de Bizancio, quien en la voz «Iberia», indicaba lo siguiente: Artemídoro en el segundo de sus libros de geografía dice que está dividida así: desde los montes Pirineos hasta el lugar en que está situada Gades y toda la tierra
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de más adentro, la región se llama igualmente Iberia e Hispania. Fue dividida por los romanos en dos provincias, extendiéndose una desde los Pirineos hasta Cartago Nova y las fuentes del Betis, y las tierras de la segunda provincia hasta Gades y la Lusitania.24 Debe reconocerse que la versión ahora recogida por parte del Papiro de Artemídoro es muy similar a la conocida, aunque al consultar el texto de forma directa de la obra del escritor griego permite establecer mejor su información original. El texto de Artemídoro en el Papiro egipcio es el siguiente: Partiendo de los Pirineos, y hasta el confín de la zona de Gadeira, y de las regiones más interiores, todo el territorio se llama indistintamente Iberia e Hispania. Este territorio ha sido dividido por los romanos en dos provincias. A la primera provincia pertenece todo el territorio que se extiende desde los Pirineos hasta Cartago Nova, a Castulo y a las fuentes del Betis. A la otra provincia pertenece la tierra que se extiende hasta Gadeira y toda la tierra hacia la Lusitania.25 Se trata de una versión en casi todos los puntos similar a la que ya conocíamos, y que hemos recogido más arriba. No obstante, como también ha destacado muy bien Elvira Gaguntia, en el papiro aparece como una novedad particularmente significativa la aparición de la referencia expresa a la ciudad de Cástulo26. En las versiones de Constantino Porfirogeneta y de Esteban de Bizancio, aparecen igualmente las menciones de los montes Pirineos, de Gades, la referencia a Iberia y a Hispania como nombres para la misma realidad, a Cartago Nova y a las fuentes del Betis, así como a la Lusitania. Por el contrario, es en el Papiro de Artemídoro la única referencia que se hace es precisamente a Castulo, en este caso en la forma griega en genitivo, Castulon. El mapa que se deduce a grandes rasgos, con la orientación errónea peninsular presente por ejemplo en Estrabon, quedaría de la siguiente forma (fig. 7) Este hecho marca ciertamente la referencia a Cástulo como una de las ciudades principales de la Hispania omana a finales del siglo II a. C.27 Aunque éste resulte un tema espinoso, y no existan datos concluyentes al respecto de un posible debate, la cuestión pone sobre la mesa la problemática de la «virtual» capital de la provincia Hispania Ulterior en el siglo II a. C., es decir, con anterioridad a la fundación posterior de Corduba por parte de Marcelo. En efecto, Castulo aparece en el siglo II a. C. como ciudad de referencia de la Hispania Ulterior, al igual que Cartago Nova lo es de la Citerior. Hasta qué punto ello puede significar que ambas ciudades jugaran la función de capital administrativa, puesto que las referencias a Tarraco y a Corduba son para momentos posteriores, puede ser motivo de discusión28. La fecha de la mención, en cualquier caso, es anterior a la época de Augusto, que fue precisamente el momento del cambio en las divisiones administrativas de Hispania29, y la división en dos resulta acorde totalmente con la existente en la época de Artemídoro.
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La mención de Hispania se efectúa como plenamente sinónimo de Iberia, pero junto a ello la extensión de la Hispania Citerior (no la conoce por este nombre) llegaba desde los Pirineos hasta Cartago Nova, Castulo y las fuentes del río Baetis. Destaca igualmente que esa línea del límite entre provincias que partía inmediatamente al Sur de Cartago Nova enlazaba con las fuentes del Betis, la ciudad de Castulon, y desde allí se extendía hacia el Norte para terminar en el Cantábrico30. Sobre Cartago Nova no vamos a tratar ahora, importante fundación Bárquida, era una ciudad portuaria fundamental de la Hispania romana, hasta el punto de que en ocasiones se apunta a su eventual capitalidad de la Hispania Citerior con anterioridad a la época de Augusto. Como ha señalado Elvira Gaguntia, este límite meridional se establece también no sólo respecto al gran puerto costero, sino también en función de dos puntos del interior del territorio íntimamente relacionados, por una parte la ciudad de Castulo, y por el otro las fuentes del Guadalquivir31. Este hecho indica que la propia importancia de Castulo también podría justificar su mención, sin necesidad de constituir la capital provincial. Recordemos que también Estrabon pone en relación la ciudad de Castulo tanto con la frontera interprovincial en las Hispanias, como con el curso del propio río Betis. Así cuando indicaba que el límite oriental de la Bética pasaba por las cercanías de Castulo32. Respecto al río Betis, Estrabon indicaba que algo más arriba de Castulo el río dejaba de ser navegable, no ya para los barcos grandes o medianos sino incluso para las barcas de ribera33. Por otra parte, indicaba que cerca de Castulo se hallaba el monte Argiros, con importantes minas de plata, y del que se decía que daba origen al Betis34. Esta alusión debe considerarse no precisa sino genérica, en el marco de una geografía aproximativa (en ese sentido, sí es bastante ajustada),
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Fig. 7. La Península Ibérica en la representación de Artemídoro. Reconstrucción de S. Settis
puesto que en el margen del transcurso de la cabecera del Guadalquivir (Saltus Castulonensis) existen yacimientos argentíferos. Es el papiro de Artemídoro el único que precisa el nombre de Castulo para marcar las lindes meridionales de la Hispania Citerior. Fuentes geográficas tardías, que mantienen de forma arcaica la división en dos de Hispania, sustituyen o simplemente silencian el nombre de la ciudad principal de la parte meridional de la Oretania. Al final de cuentas, Castulo era (con Oreto en Ciudad Real) la gran ciudad de la Oretania y, por lo tanto, sustituyen por ésta la alusión35. En el presbítero Jerónimo, en el siglo IV, se indicaba que la Hispania Citerior se extendía desde los Pirineos hasta Cantabria y la Oretania36. A su vez, en los límites de la Hispania Ulterior también aparece como elemento de referencia la Oretania, junto al curso del río Anas37. Así pues, de forma coherente con el conjunto del texto, que no menciona ciudades sino regiones (Cantabria, Asturias, Gallaecia, Lusitania), el nombre de la región de Oretania ha sustituido al de su ciudad principal, que es la Castulo recogida en Artemídoro. En Etico, otro de los geógrafos tardíos, en la Hispania Citerior se resume el límite a la ciudad y territorio de Cartagena, pero en la Hispania Ulterior en este caso no se encuentran referencias a regiones sino a pueblos, de forma que se mencionan como límites los vacceos, celtíberos y oretanos38. Finalmente, el resumen geográfico incorporado por Orosio al principio de su obra también recoge datos muy similares. Así el autor hispano-cristiano indicaba
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que la Hispania Citerior arrancaba de los Pirineos, y por el Norte llegaba a tierra de astures y cántabros, y a partir de ahí a través de vacceos y oretanos terminaba en Cartagena en la costa mediterránea39. Es evidente que está siguiendo unos límites y que los mismos enlazan la costa de Cartago Nova, la tierra de los oretanos (Castulo), la de los vacceos, hasta enlazar con la de cántabros y astures. Sobre la Hispania Ulterior añade que lindaba con (la tierra de ) los vacceos, celtíberos y oretanos40. Así pues, las fuentes tardías, que recogen la tradición de la división en dos de Hispania, mantienen la referencia a una frontera que partía en la costa al Sur de Cartagena, pero sustituyen la referencia de Artemídoro a las fuentes del Betis, y a Castulo, por los nombre de la Oretania o de los oretanos. Dado que las fuentes en el Saltus Tugiensis, así como Castulo y el Saltus Castulonensis, eran las zonas limítrofes pertenecientes a la Hispania Citerior, puede a grandes rasgos trazarse la línea de la frontera entre Hispania Citerior y Ulterior en el siglo II a. C.: desde el límite meridional de Cartagena, pasaba al Sur de la Sierra de Cazorla, y de la Sierra de La Sagra, por la altiplanicie de Huéscar y Pozo Alcón, para enlazar a través del Guadiana Menor (que es una de las fuentes no reconocidas del Guadalquivir) con el Betis41. Desde algún punto al Oeste de Bailén, la línea de demarcación ascendía hacia el Norte, dejando a oretanos a uno y otro lado de la división provincial, y atravesaba la tierra de los carpetanos al Este de Toledo (puesto que Etico y Orosio incluyen a los que denominan «celtíberos» en los límites de la Hispania Ulterior). Los datos del Papiro de Artemídoro reflejan la importancia que Castulo tuvo en la época romano-republicana. Centro territorial y de control de las comunicaciones, sin duda dispuso de un fuerte contingente militar en su territorio, e incluso puede plantearse la hipótesis de su eventual capitalidad de la Hispania Ulterior en el siglo II a. C. Sin embargo, la importancia relativa de la ciudad fue decayendo con posterioridad, sin duda debido al surgimiento de nuevos núcleos, sobre todo en época de Augusto, que provocaron un desplazamiento del peso de gravedad de la Hispania romana. Aún y así, continuó siendo una ciudad de relativa importancia, a partir de su ubicación en la red de comunicaciones, y de sus producciones de metal y aceite. NOTAS 1. 2. 3. 4.
CHIC (1978), GOZALBES (2002). BLÁZQUEZ (1965). ROLDÁN (1975). LÓPEZ DOMECH (1990); FORNELL (1996); ALMENDRAL (2002). 5. JIMÉNEZ COBO (2001). 6. ROLDÁN (1975), 216.: «no hay duda de que se trata de una mansio levantada en un lugar ad hoc para evitar el paso por el propio Cástulo, ya que los otros dos vasos de Vicarello nombran en este lugar a la propia ciudad. Sin embargo,
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no se conoce el lugar de ubicación preciso dentro de los alrededores de Castulo». 7. SILLIÈRES (1990); CORZO y TOSCANO (2002); ARIAS BONET (2004). 8. MILLER (1916) 9. ROLDÁN (1975), 248; ARIAS BONET (1987), 102. 10. XIMENA JURADO (1654). 178 11. GALLAZZI y KRAMER (1998). Una traducción de A. M. Canto, con el título de «Artemídoro en clase de dibujo: un papiro con texto, mapa y dibujos del tiempo helenístico tardíos», en www.celtiberia.net. 12. KRAMER (2001). insertamos el análisis en nuestra ponencia GOZALBES (2002). 13.En fechas más recientes, también debe mencionarse al respecto los estudios de KRAMER (2006) y MORET (2003). 14. Un buen resumen general traducido al español en ASSALTO (2006).. Vid. también la monografía de FERRERO (2008). 15. GALLAZZI, KRÄMER y SETTIS (2008). La controversia sobre el papiro ha sido importante: frente a sus editores y estudiosos se ha alzado la opinión de CÁNFORA y otros (2007) que considera el papiro una falsificación del siglo XIX.; L. Canfora y otros, «Nuovi Studi su Artemidoro», Quaderni di Storia, 65 (1), 2007, pp. 227-403; CANFORA (2008). La problemática ha sido objeto de análisis en España; FERNÁNDEZ, PORDOMINGO y GAGUNTIA (2008), con argumentaciones a favor; DOMÍNGUEZ MONEDERO (2008) recoge críticas acerca del trabajo de edición realizado, si bien refleja que el documento recoge datos de la geografía antigua imposibles de conocer en el siglo XIX. 16. SETTIS (2008). 17. KRAMER (2006), 109-111. 18. MORET (2003), 353-354. 19. Según MARCIANO DE HERAKLEA, Epitome, Proemio 3, Artemídoro escribió su obra en la época de la 169 Olimpiada, es decir entre el 104 y el 101 a. C. 20. MANGAS y PLÁCIDO (1999), 936. 21. STIEHLE (1856). 22. CONSTANTINO, De administrando imperio, 23, 10. 23. En el mismo se indicaba que la provincia primera se iniciaba en los Pirineos «y finalizaba en Cartago Nova y en las fuentes del Betis» 24. MANGAS y PLÁCIDO, 952. 25. Traducción a partir del texto griego de la transcripción en la edición de GALLAZZI, KRÄMER y SETTIS (2008), 213-214, así como la de la obra de SETTIS, 56. 26. GAGUNTIA (2006). 27.LE ROUX (2006), 55, destaca con anterioridad al conocimiento del Papiro que «en líneas generales puede decirse que el sur y el oeste formaban la Ulterior, y el norte y el este la Citerior, cuyos elementos de referencia no eran unas realidades geográficas sino dos focos humanos y urbanos, Cartagena en la Citerior, y Castulo en la Ulterior». 28. En cualquier caso, Corduba fue la capital de la Ulterior desde su propia fundación. El problema radica en conocer la capital con anterioridad. 29. ALBERTINI (1923) a partir de Dion Cassio establece la fecha del 27 a. C.; ALFÖLDY (1973) propone otra fecha para la división en tres provincias); CORTIJO (1993).
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30. SETTIS (2008), 61. Este hecho es básico para interpretar algunos datos sobre campañas militares en alguna de las provincias. La Hispania Ulterior hasta bien avanzado el siglo I a. C. incluía no sólo la totalidad de la Lusitania sino también de Galicia (no ocupada). 31. GAGUNTIA (2006), 250. 32. ESTRABON III, 4, 20. Castulo fue atribuida a la Bética en el 27 a. C., sin embargo, en otro cambio realizado entre el 7 y el 2 a. C. fue de nuevo incorporada a la Hispania Citerior; ALBERTINI (1923), 34-35; ROLDÁN (1982), 99-100. 33. ESTRABON III, 2, 3. 34. ESTRABON III, 2, 11. 35. En lo que respecta a los Oretanos septentrionales, CARRASCO (2007). 36. JERÓNIMO, Prov., 22 37. JERÓNIMO, Prov., 24. 38. ETICO, II, 35. 39. OROSIO, Hist. I, 73. 40. OROSIO, Hist. I, 74. 41. Sobre el trazado de la frontera, que si no es coincidente sí es cercano en esta zona, entre Bética y Citerior, vid. CORTIJO (1993), 88. BIBLIOGRAFÍA ALBERTINI, E. (1923): Les divisions administratives de l´Espagne romaine, Paris. ALFÖLDY, G. (1973): Fasti Hispalenses, Wiesbaden. ALMENDRAL, J. M. (2002): «Caminos antiguos entre Castulo y Cordoba», Revista de Obras Públicas, pp. 53-62. ARIAS BONET, G. (1987): Repertorio de caminos de la Hispania romana, La Linea de la Concepción. ASSALTO, M. (2006): «Las tres vidas del papiro de Artemídoro», La Aventura de la Historia, 94, 2006, pp. 72-77. BLÁZQUEZ, J. M. (1965): «Cástulo en las fuentes históricoliterarias anteriores al Imperio», Oretania, 7 (21), 123-128. CANFORA, L. (2008): El papiro di Artemidoro, Bari. CANFORA, L. y otros (2007): «Nuovi Studi su Artemidoro», Quaderni di Storia, 65 (1), 227-403. CARRASCO SERRANO, G. (2007): «La Oretania septentrional y las fuentes antiguas», en Los pueblos prerromanos en Castilla-La Mancha, Cuenca, 11-35. CHIC GARCÍA, G. (1978): «La actuación político-militar cartaginesa en la Península Ibérica entre los años 237 y 218», Habis, 9, 233-242. CORTIJO, M. L. (1993): La administración territorial de la Bética romana, Córdoba. CORZO, R. y TOSCANO, M. (1992): Las vías romanas de Andalucía, Sevilla, 1992. DOMÍNGUEZ MONEDERO, A. J. (2008): R. B. en Archivo Español de Arqueología., 81, 305-309 FERNÁNDEZ, J. A., PORDOMINGO, F. y GAGUNTIA, E. (2008): «El Papiro de Alejandría: dos visiones enfrentadas», Emérita, 76 (2), 319-342, GALLAZZI, C. y KRÄMER, B. (1998): «Artemidor im Zeichensaal. Eine Papyrus rolle mix Text, Landkarte un skizzenbüchern», Archiv für Papyrusforschung, 44, 1998, 189-208. FERRERO, E. (2008): La increíble historia del papiro de Arte-
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NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS
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REGRESO AL ALENTEJO Itinerários romanos do Alentejo. Uma releitura de «As grandes vias da Lusitânia - O Itinerário de Antonino Pio» de Mario Saa, cinquenta anos depois, Lisboa, 2010, 127 págs.
COMENTARIO
Ya desde la dedicatoria («à memória de José Carlos Caetano, que gostaria de ter percorrido muitos destes caminhos») percibe el lector que el libro que ha preparado André Carneiro es algo más que una revisión crítica de un clásico de los estudios viarios portugueses: es un libro especial. Sin alardes editoriales, a tono con los tiempos que corren en una y otra orilla del Guadiana, Carneiro hace en apenas cien páginas una solvente actualización de la red viaria alentejana, introduciendo, además, un elemento clave: la reedición del mapa de Saa, pero enriquecido con las aportaciones posteriores, lo que constituye un monumento a la vigencia de uno de los estudios más notables realizados hasta la fecha acerca de la red viaria portuguesa, reinterpretado en este muy recomendable librito. C.C.
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LARGO CAMINO HACIA NINGUNA PARTE Manuel Criado de Val (Dir.): Atlas de Caminería Hispánica, 2 vols., Madrid, 2012 COMENTARIO
Encuadernados en tapa dura y metidos en una caja se presentan los dos voluminosos tomos que conforman el Atlas de Caminería Hispánica, obra cuya gestación suponemos tan larga como laboriosa. Es empeño largamente anunciado, quizás punto culminante de una labor de años y, sobre él, se nos pide opinión. Expresamente. Todo libro, dijo aproximadamente Plinio, tiene algo bueno (consciente es el cronista de que no fue eso exactamente lo que dijo, pero le parece quizás en exceso violento comenzar citando con exactitud). En consecuencia cabe esperar que todo libro, salvo honrosas y contadas excepciones siempre discutibles, tenga también sus defectos, y no es este Atlas una excepción. Así, podemos señalar, entre los aspectos manifiestamente mejorables, cómo destaca, sobre cualquier otro, la cartografía. Resulta estupefactante que una obra de estas características, que viene señalada con la palabra Atlas en su portada, carezca de una base cartográfica común, y reproduzca los mapas enviados por los distintos autores que, circunstancialmente puede no ser ninguno, dando lugar a un desconcertante batiburrillo de escalas, criterios y bases cartográficas que restan al total la unidad que a su fundamento cabría suponer. Nadie discutirá, por otra parte, que la selección de autores incluye un sinfín de nombres cuyo prestigio está fuera de toda duda; otra cosa, sin embargo, habrá que opinar si se desciende a analizar sobre qué escriben esos autores que, en la inmensa mayoría de los casos, se encuentran desubicados, desplazándose por territorios que les son ajenos y en los que se les adivina incómodos. Algo así vemos, dicho sea de paso, cada dos años, con regularidad, en las citas de Caminería, y tampoco sucede nada particularmente reseñable. Igual consideración valdría para la selección de temas sobre los que se construye el Atlas, que parece responder a las aportaciones potenciales de los autores de los trabajos, o a una lógica que se nos escapa, antes que a una planificación previa como la que se supone antecede a toda obra de gran envergadura. Detengámonos por un instante, a modo de ejemplo, en la primera sección del Atlas, veintiún itinerarios dedicados a la «caminería hispano-romana»: partiendo del capítulo inicial de este apartado, dedicado a «Las vías de comunicación en la Prehistoria (¿), nos vamos desplazando por capítulos dedicados a rutas de y hacia Hispania, para atravesar después por un inquietante capítulo titulado «La red viaria en la Hispania romana: estado de la cuestión , donde no se hace estado de la cuestión
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alguno, sino un repaso, somero y a la carrera, por las vías romanas conocidas a través de los itinerarios1. Los capítulos dedicados a mayor detalle se encabezan con uno dedicado a la Vía de la Plata (para la que se considera una versión extendida, pero no del todo, ya que discurre desde Cádiz a Astorga), uno que habla sobre el Arco de Medinaceli (cuyo sentido no se ve bien en una obra como esta, supuestamente destinada a reconstruir itinerarios) y más allá, sin criterio fijo que parezca unir las aportaciones siguientes, continúa con capítulos dedicados al entorno de Segobriga o Gades, al Itinerario de Aníbal o a la vía entre Uxama y Augustobriga. Se nos habla, en fin, de los Vasos de Vicarello y de las Tablas de Astorga en un capítulo titulado «Cartografías romanas: la Tabula Peutingeriana y el Mapa de Ptolomeo», se debate sobre el itinerario de José Cornide, sobre el faro de Hércules en Cádiz o sobre el monumento a las Columnas de Hércules, también en Cádiz. Así las cosas, la unica aportación realmente sólida —eso sí, solidísima— de esta primera sección se debe a Leonardo Fernández Troyano y Máximo Cruz, y está dedicada a «puentes romanos y medievales en la Península Ibérica». Saque el lector sus propias conclusiones de lo visto en el párrafo anterior, y no se sorprenda de que, así las cosas, y sin que medie el menor ánimo de ofender, a este modesto lector de caminerías ajenas, apenas media docena de colaboraciones le resultan destacables, aparte de la ya señalada sobre puentes; señalaremos aquí, la de Juan Zozaya, sobre itinerarios omeyas, los itinerarios del Arcipreste de Hita, comentados por
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Manuel Criado de Val, el muy ilustrativo trabajo dedicado por José María Fonseca y Jesús Alonso a las roderas en los caminos (aunque se desconoce la razon por la que este espléndido trabajo debería de figurar en una obra titulada Atlas) y, por su unidad temática y su contraste de pareceres, los tres trabajos en torno a los caminos quijotescos debidos a Justiniano Rodríguez y Jesús Sánchez Sánchez. Consta la obra, en fin, según es costumbre en los entramados camineros construidos por Criado de Val, de un segundo volumen, que lógicamente comparte con el primero las características monumentales y al que, sin embargo, este comentarista, nada versado en cuestiones de Caminería americana, no dedicará mayor espacio, guiado por la máxima perenne de no hablar de aquello que se ignora. Se habla, en fin, de la preparación de una edición digital, que siempre resulta tan útil para el manejo de obras de estas características. Se dice, además, que habrá de resultar una corrección y ampliación de la ya existente; micho se teme, sin embargp, este humilde comentarista que esos cambios no sean las modificaciones de gran calado que esta obra singular necesita para aspirar a ser algo más de lo que es ahora mismo: un trasunto reciclado de los congresos de Caminería.
1.- Se ilustra este capítulo, además, con el tradicional corte de un detalle constructivo de una calzada romana perfectamente enlosada en su capa de rodadura y, lo que es quizás todavía más desconcertante, con imágenes de la calzada romana del Puerto del Pico (sic), y de «Pinareja», en Segovia, aparentemente correspondiente a la zona más alta del camino de la Fuenfría.
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LO QUE SE DICE
Sobre caminos en Plasencia: una consulta de Pedro A. Peña (17 de febrero de 2012). «Leo con agrado e interés el articulo del número 13 Caminería Histórica en el norte de Cáceres de Raquel Martín Muñoz y Pablo Guerra García… lo que sigue es un comentario carta o pregunta de «amateur», puedes hacer lo que creas oportuno, pasarlo a los mismos, ponerlo como pregunta en el Miliario o simplemente contestarme con un correo… Dentro de mi búsqueda de caminos como peregrino a Santiago, fui el primero que se dedicó a ello en el Mozárabe de Málaga a Córdoba, hará 12 años, incluso llegué a Santiago como tal en 2001, siguiendo
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mis búsquedas y sobre todo las indicaciones de D. Gonzalo Arias sobre calzadas romanas de Málaga a Córdoba, a continuación la Asociación Jacobea de Málaga, lo «trabajó» señalizó y hoy en día es uno más ya con 50/60 peregrinos al año que lo hacemos, pues bien hará unos siete u ocho años sucedió lo siguiente: Iba siempre siguiendo la Vía de la Plata de Carcaboso a Aldeanueva a buscar Cáparra y demás sitios en una de las etapas clásicas de ese caminar cuando se me ocurrió que porque no conocer, los peregrinos Plasencia y volver a la Vía por Oliva de Plasencia a Cáparra, debo señalar que no uso mapas, que no entiendo Google maps ni cosas de esas, soy de los antiguos así que salí de Cañaveral y antes de desviarme para Galisteo caminé hacia San Gil y de allí por un camino y luego carretera entré en Plasencia, durmiendo allí esa
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noche y entra en liza mi siguiente apunte de entonces: «Una vez en Plasencia busco como llegar a Oliva de Plasencia, se me ocurre preguntar a un taxista si hay un modo de hacerlo evitando la carretera me confirma que sí por la Virgen del Puerto que es un Santuario aparte de que hay una calzada romana, total que para el Santuario que me voy, vale la pena, no está señalizado, son 15 kilómetros de aventura y con tiempo pues eso, es interesante. Esta sería la etapa: Salida de Plasencia buscando la carretera del Hospital Comarcal, a los tres kilómetros se llega a él, se sigue la misma carretera hasta el Santuario que se alcanza a los cinco, un kilómetro más y coronamos el puerto a partir de aquí camino agreste y con mucha maleza, nada más empezar la bajada vemos la calzada romana, en la lejanía a la izquierda Oliva de Plasencia, la calzada se prolongará un par de kilómetros, no era principal pero está muy bien conservada, a los 7.500 metros un portillo de abrir y cerrar, fuente a los 8.000 metros siempre bajando, nuevo portillo, vamos pegados al muro de la izquierda, pasamos un tercer portillo inmediatamente, el camino sin paso habitual ha desaparecido, se hace difícil pero no hay problema, si siguiésemos a la derecha iríamos a San Julián creo, nosotros a la izquierda casi ya campo a través a los 100 metros pista agrícola que seguida a la izquierda nos lleva a la hacienda o dehesa Almendral, la atravesamos de punta a punta y salimos a la carretera que viene de Plasencia y va a Salamanca debemos retroceder por ella dirección Plasencia un kilómetro hasta encontrar el cruce de la carretera que sube a Oliva de Plasencia siempre por ella llegaremos a Oliva. El albergue precioso, muy confortable, bien de precio, también hacen comidas muy aceptables. Oliva de Plasencia tiene restos románicos entre ellos un precioso miliario que vale la pena ver» Lo hice un par de veces más pero cada vez era más difícil, sobre todo por la autovía que ha roto, cortado el tramo final de salida. Eso es todo, mi pregunta, ¿estoy hablando del mismo camino y calzada que describen los autores del artículo? ¿No se podría, si es así, arreglar, limpiar, lo que sería un modo alternativo de caminar de Cañaveral hacia Cáparra, con paso por Plasencia, de los peregrinos? Pedro A. Peña Lógicamente, la redacción de El Nuevo Miliario trasladó la consulta a los autores del artículo, Pablo Guerra y Raquel Martín Muñoz, quienes contestaron lo siguiente (4 de marzo de 2012): «Hemos estado revisando los datos que nos aporta sobre su caminar por tierras placentinas, y hemos de decir que nos complace mucho su interés por este interesante ramal. Efectivamente, el tramo que describimos en el artículo es el mismo al que usted se refiere, aunque en la etapa siguiente a la Ermita de la Virgen
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del Puerto. Nuestro trabajo se centró, y sigue centrándose, en la descripción del camino desde Plasencia hasta la coronación en el puerto. El Camino Viejo del Puerto discurre paralelo a la actual carretera asfaltada, la cual llega hasta la explanada del templo y a partir de ahí se solapa unos metros con el camino histórico (por no decir que la carretera pasa por encima de éste). A partir de ahí efectivamente nuestra investigación, pendiente de conclusiones reales, nos llevará hasta Oliva de Plasencia y más en concreto, hasta el cruce con la Vía de la Plata o también llamada en el fuero de Plasencia de 1189, «Calzada Quinea». El camino que los peregrinos deber recorrer desde Plasencia es harto complicado, sobre todo porque las dehesas de la zona se han comido los accesos y porque la autovía ha cortado este cruce de caminos. Nuestra teoría más firme es que el camino de Almendral, que lleva a la dehesa con el mismo nombre, es lo que se conoce como una acti o vía secundaria. Sería la manera más sencilla, dada la orografía complicada de Plasencia, de comunicar este núcleo con el corredor de la Vía de la Plata. Raquel Martín, arqueóloga de Plasencia así lo corrobora. No es el único caso, como ya hemos comentado en el artículo, en el que centros urbanos quedan ligeramente desplazados de corredores de comunicación principales, como sucede por ejemplo con Trujillo. Plasencia está encajada en el valle del Jerte, y aunque es innegable la presencia de restos romanos en la zona, no era un punto privilegiado como sí lo era Caparra. Seguimos sosteniendo que el Camino Viejo del Puerto es de factura medieval, aunque con reparcheos y reparaciones posteriores. No rechazamos un origen romano aunque no hay datos que lo puedan certificar. Sin embargo en este momento nos encontramos analizando los restos de lo que podrían ser «centuriaciones» en una zona muy cercana al Camino Viejo del Puerto, lo que podría dar un cambio radical al rumbo de la investigación. En cuanto a su tramo descrito es obvio que Oliva debió jugar un papel predominante en la llamada Calzada Quinea (se encuentra en llano y más próximo a la Vía de la Plata). No obstante ya hemos hablado en varias ocasiones de realizar labores de deslinde de algunos tramos de este histórico camino, sobre todo para evitar invasiones como las que ha podido observar en el artículo (torres eléctricas, aterrazados, servicios, etc.). En estos momentos tal vez sea la mejor alternativa el seguir las vías de servidumbre de la Autovía de la Plata, para llegar desde Cañaveral hasta Cáparra. Insistimos en agradecerle su interés. En cuanto tengamos nuevos datos sobre esta vía le tendremos informado. Un cordial saludo». Raquel Martín Muñoz (rmartinmunoz@yahoo.es) Pablo Guerra García (p.guerra@alumnos.upm.es)
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Fe de erratas Dos artículos de Jesús Rodríguez Morales:
En la página 47 de nuestro último número, se publicaba un mapa, incluido en un trabajo de Jesús Rodríguez Morales, Joaquín Lostal y José Luis Fernández Montoro, que, dado su escaso tamaño, apenas resultaba visible. Con nuestras disculpas a los autores lo volvemos a incluir a continuación:
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De igual modo, en la pág. 87 del número 12 (junio de 2011), se incluía un comentario sobre otro trabajo de Jesús Rodríguez. En él, la figura 3 corresponde, al contrario de lo que dice el pie de foto, a dos cortes de la calzada ibérica, no de la romana. De nuevo pedimos disculpas a Jesús Rodríguez, que hacemos extensivas a nuestros lectores.
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PAUTAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES EN LA REVISTA
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El boletín bianual El Nuevo Miliario acoge trabajos, noticias y comentarios sobre vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica de cualquier época, pero para la publicación de los textos se aconseja seguir las pautas que se describen a continuación: 1) Los trabajos tendrán preferentemente una extensión máxima en torno a las 15 páginas tamaño DIN A-4, incluyendo ilustraciones y bibliografía. Cada página de texto tendrá unos 2.500 caracteres. 2) En El Nuevo Miliario pretendemos respetar el medio ambiente; por ello, como norma general, y para reducir el consumo de papel, los originales, siempre que sea posible, se enviarán exclusivamente en soporte informático, en CD-Rom en el que se incluirán el texto y, por separado, las imágenes (planos, mapas, fotografías, etc.), o por correo electrónico. Únicamente en aquellos casos en que los autores consideren que los trabajos deben de ir maquetados de una forma concreta se enviarán los originales impresos en papel. 3) Del mismo modo, se aceptarán preferentemente las fotografías (preferiblemente no más de tres o cuatro por trabajo) enviadas en soporte digital, en formatos .jpg, o .tif, con una resolución mínima de 300 ppp. Para los planos y mapas, que se enviarán como imágenes, se aceptará además el formato .pdf. Circunstancialmente se aceptará el envío de fotografías, mapas o planos originales para su reproducción, que serán, en todo caso, devueltos al concluir la maquetación del trabajo. 4) Las imágenes se acompañarán, si los autores lo consideran necesario, de sus correspondientes pies, que se presentarán en una relación al final del texto. 5) Los trabajos podrán incluir notas bibliográficas y notas a pie de página (aunque, preferiblemente, se evitarán estas últimas y, en todo caso, se publicarán como notas finales), mientras que la bibliografía se citará preferentemente recurriendo al Sistema Harvard, (Autor, año, título, lugar de edición) de este modo: - FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, P.F. (1987): Sobre el neolítico y otras antigüedades de la región de Murcia, Revista de Estudios Peninsulares, 17. LA FECHA prevista DE CIERRE DEL NÚMERO 15 de El Nuevo Miliario estará en torno al 15 DE NOVIEMBRE DE 2012
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