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Las vías romanas del norte de Marruecos, por Enrique Gozalbes
Las vías romanas del norte de Marruecos
Estudios sobre las vías romanas
El estudio de las vías romanas de Marruecos, aún en la actualidad, descansa en las interpretaciones formuladas en el siglo XIX por Charles Tissot (1878). Este personaje fue Cónsul general de Francia en Tánger, cargo ejercido entre 1871 y 1876, en una época en la que eran muy complicadas las comunicaciones en el país, por seguridad y
Enrique Gozalbes Cravioto Universidad de Castilla-La Mancha
por el atraso sumo de las infraestructuras, Tissot logró recorrer el territorio, buscando las antiguas vías romanas, y planteando la identificación de las ruinas antiguas que observaba. Naturalmente, la fuente literaria básica para el estudio no podía ser curso del Sebú, lo que comunicó a Tissot; éste utilizó los datos, recogió los vestigios de Banasa como descubrimiento propio sin citar a De las Cuevas (Pons, 1988: 249-250). Pocos años más tarde el propio De las Cuevas rectificaba en algunos puntos el re
Fig. 1. Las vías romanas de Marruecos, a partir del Itinerario de Antonino, según Tissot (1878)
otra que el Itinerario de Antonino, con los datos sobre distancias y mansiones.
Tissot no siempre fue leal a algunas fuentes de información que le aportaron datos; en esas mismas fechas, con menor bagaje de conocimientos es cierto, había hecho ya lo mismo el Vice-cónsul español en Larache, Teodoro De las Cuevas. Éste había localizado ya la importante colonia romana de Iulia Valentia Banasa, en el
corrido de la vía romana, a partir de la identificación de la estación de Frigidae, mencionando la existencia de un puente inédito en la zona (De las Cuevas, 1885).
Durante todo el periodo de la colonización francoespañola en Marruecos (de 1912 a 1956) el estudio de Tissot, y su identificación de los topónimos romanos, fue canonizado. Tan sólo Chatelain (1944) documentó ya el dato aportado por Tissot (Saavedra, 1884: 219), a saber que las vías romanas en Marruecos no debían estar pavimentadas, puesto que en este caso el empedrado de Volubilis desaparecía nada más cruzar las puertas de la ciudad. Pudo percatarse bien de estos datos en sus excavaciones, iniciadas en el año 1915 con prisioneros alemanes de la Primera Guerra Mundial.
En 1948 dos españoles, el Padre César Morán y el bibliotecario Guillermo Guastavino, emprendieron un estudio de vías en el Norte de Marruecos. En sus recorridos pudieron percatarse de lo mismo, haciendo algunas observaciones acerca de la bifurcación de las vías en la zona de Ad Mercuri, y sobre todo acerca de nuevas ruinas romanas en el recorrido de caminos antiguos (Morán y Guastavino, 1948). Por su parte Miguel Tarradell, pese a aportar una metodología de trabajo moderna, no era demasiado aficionado al andar por esos campos, por lo que no tiene nada de extraño que en su trabajo la localización de nuevos asentamientos fueran, siempre, en zonas costeras, o a partir de informaciones en zonas relativamente bien comunicadas (Tarradell, 1954).
No existe ningún tipo de novedades hasta que en 1962 Maurice Euzennat publicó su estudio sobre las vías romanas de Marruecos en el Itinerario de Antonino. El autor era en aquel entonces Jefe del Servicio de Antigüedades de Marruecos, y aportó conocimientos novedosos sobre los vestigios. Euzennat destacaba cómo en el caso de la Tingitana la fotografía aérea no aportaba nada al conocimiento, pues al tratarse las vías romanas de simples pistas sus huellas en el paisaje eran nulas.
En cualquier caso, la principal aportación de Euzennat fue la de negar que la statio de Ad Mercuri, bifurcación de las dos vías de Antonino, se pudiera identificar con el campo de ruinas de Dchar Jdid, como aparecía seguro desde el estudio de Tissot. Por un lado, la distancia de 18 millas recogida en el Itinerario es inferior a la real, y en el lugar no sólo se hallaba una statio, sino una importante ciudad, de considerables dimensiones. Ésta no sería otra que la colonia romana de Iulia Constantia Zilis (o Zilil según otros manuscritos). A partir de esta consideración, Ad Mercuri se debía encontrar más al Norte.
La statio siguiente, la de Ad Novas, se encontraría más hacia el Sur, en la zona de Beni Arós, en la orilla izquierda del río Jarrub, donde se habían localizado importantes restos romanos en diversos lugares, en especial sendos castella militares del Alto y Bajo Imperio (Euzennat, 1962). Asentamientos que, a partir de los informes de interventores militares, había localizado Tarradell.
En los años sucesivos, las exploraciones arqueológicas de Michel Ponsich, en las regiones de Tánger (Tingi) y de Larache (Lixus), a partir de la cartografía de asentamientos antiguos, le permitieron trazar sobre el mapa algunas vías de comunicación antiguas. Desde entonces no se han producido novedades significativas. Tanto es así que en la obra de síntesis de Chevallier (1997) simplemente se retoman las conclusiones de Euzennat (con el añadido de fotos de pistas de la región de Tánger, posibles vías antiguas según las hipótesis de Ponsich). Llegados a este punto, es preciso señalar que en el Itinerario de Antonino se reflejan tan sólo, de forma expresa, tres ejes viarios en la Tingitana. Y sobre todo, destaca el que todas estas vías partan de un único punto, la colonia romana de Tingi, actual Tánger.
Las vías marítimas
Desde Tingi se bifurcaban las comunicaciones por mar y por tierra. Tingi era el puerto de entrada en la provincia romana de la Mauritania Tingitana. Sin duda, este carácter principal lo tenía desde antes de la romanización. Sin embargo, fue en época de Augusto cuando Roma adoptó la decisión política más trascendental. La administración romana había concedido el territorio mauritano al rey Iuba II, prisionero desde muy pequeño y educado en Roma, pero antes sustrajo tierras del reino, con colonias y municipios en Argelia y N.O. de Marruecos. En concreto, Tingi pasó a ser municipio primero, y en momento impreciso muy posterior incluso colonia romana.
En la decisión de Augusto era preciso fijar una comunicación bien establecida con sus municipio y colonias extra-territoriales, adscritos a la administración de la Bética. En este sentido, la administración
romana fijó la comunicación entre los puertos de Baelo y de Tingi como la precisa comunicación. Como señalaba Estrabon acerca de Baelo, "habitualmente se embarca aquí para pasar a Tingi de la Maurosía, y tiene también mercado y salazones". También Plinio (NH. V, 2) menciona la travesía entre Tingi y Baelo y veremos después el testimonio similar del Itinerarium Maritimum.
Las vías por mar de la Tingitana en el Itinerario de Antonino son las siguientes:
1. A Tingi litoribus navigatur usque ad Portus Divinos (It. Ant. 9-11). Se trata de una comunicación no terrestre sino naval, con imprecisiones en las distancias que Gonzalo Arias, comentando trabajos míos anteriores, atribuía a la dificultad de medir en millas lo que eran travesías marítimas (Arias, 2004: 26-27). En efecto, contra lo reflejado de forma muy errónea en un trabajo muy antiguo sobre esta comunicación (Blázquez y Delgado Aguilera, 1901), esta vía no era terrestre sino que refleja una comunicación naútica. En el principio del Itinerarium Provinciani Antonini Augusti se documentan realmente los puertos (y no simples desembarcaderos). Partiendo de Exploratio Ad Mercurios se citan Tingi a 174 millas, Rusadder a 318 millas de ésta última, y Caesarea maritima, la capital de la Mauritania Caesariense (Argelia) a 493 millas de ella.
Rusadder no es otra que la actual ciudad de Melilla, como sabemos por otras muchas fuentes clásicas, el principal puerto de toda la costa mediterránea; la distancia de 318 millas de Tingi es coincidente con la que después se ofrece de forma pormenorizada, con la cita de las stationes marítimas menores o desembarcaderos. La identidad de muchos de estos topónimos no parece nada clara: Ad Septem Fratres, topónimo que dio lugar al nombre de Ceuta, con toda probabilidad no se hallaba en ésta, sino al Oeste (zona de Beliunex); Ad Abilem mucho más probablemente es el nombre del enclave romano de Ceuta; Ad Aquilam Minorem probablemente corresponde a la zona del río Negrón, al Sur de Ceuta; Ad Aquilam Maiorem parece corresponder al actual cabo Negro; Ad Promuntorium Barbari se suele identificar con el cabo Mazari; Taenia Longa es probablemente Uad Lau, etc.
2. A Tingi Mauritania... per maritima loca Carthaginem usque Ab Exploratione, quod Mercurios dicitur (It. Ant. 2-3). Esta es la única alusión a una vía que sorprenderá a algunos estudiosos del Marruecos antiguo que no la han tenido en consideración. El hecho de hallarse la referencia al principio del documento, fuera de la parte de Marruecos que generalmente se conoce por la recopilación de Roget (1923: 39-40), sin duda explica este silencio. En la referencia del documento se refleja una navegación entre el puerto de Tingi y el enclave meridional atlántico de Exploratione, quos Mercurius dicitur, con 174 millas de distancia, cifra indudablemente errónea para hacerla corresponder con las distancias que luego se ofrecen para la ruta terrestre.
Tánger, punto de partida de las vías
El puerto de Tingi, como arranque de las vías tiene su lógica, puesto que en el texto del Itinerarium Maritimum (495, 4-5), una especie de addenda al de Antonino, se refleja la comunicación usual De Hispaniis a Bellone traiectus Tingi Mauritaniam, stadia CCXX. Las vías partían de Tingi porque el puerto de Tánger era, en especial en su comunicación con Baelo Claudia (Bolonia, Tarifa), el que servía para la entrada y salida de viajeros y mercancías, marcando la conexión con las principales rutas navales del Mediterráneo (Gozalbes, 2000).
Por otra parte, en el entorno de Tingi los vestigios de caminos y obras públicas debieron ser bastante más monumentales, y sin duda diversificados. Sobre la variedad de los mismos, no tanto acerca de sus características, ya trató Ponsich (1964; 1970) a partir de los vestigios arqueológicos. Volveremos acerca de una de ellas, la comunicación hacia el Sur (hacia Ad Mercuri) más adelante. Nos interesa algo más reflejar la calidad y cierta monumentalidad de los caminos en las inmediaciones de la propia ciudad antigua de Tingi.
De hecho, es muy posible que a la salida de esta ciudad los caminos estuvieran empedrados. En 1674 un anónimo informante español, espía en la plaza inglesa de Tánger, indicaba que existían vestigios de caminos romanos muy bien empedrados: "un arrezife o dos que de la ciudad salen y entran en la Berbería, que en lo fuerte y bien empedrado, aunque el día de oy roto en muchas partes, parecen estos caminos obras suyas y semejantes a los arrezifes que de ellos V. S. havrá notado en España" (La Vérone, 1972: 142).
El mismo informante indicaba además que "ay tres cuartos de legua de la ciudad, y sobre el río que llaman de los Judíos, una puente ya rota y caída,
de la qual todavía quedan dos o tres arcos en pie, que me ha certificado un buen architecto de la ciudad, es de las obras más hermosamente acabadas y fuertes que en su vida ha visto.... es de piedra muy fuerte, y por los lados toda la piedra está labrada como en puntas muy menudas de diamante. Está roto por allí el camino que entra a la puente, y todo empantanado y perdido, que todo denota muchissima antigüedad, y que esta puente fue sin duda de los mismos romanos".
Dicho puente, no obstante, no era para el paso de personas, sino que formaba parte de un magnífico acueducto; el franciscano español Manues Castellanos, en 1898 mencionaba los vestigios del gran acueducto romano que atravesaba el Uad alYahud, "por un puente cuyos cimientos son lo único que existe hoy" (Castellanos, 1898: 62). Hacia 1890 el diplomático francés Henry de la Martinière realizó algunas fotografías que se conservan en la Biblioteca Nacional de París. En las mismas, a mi alcance inéditas, se ve descender por la ladera hacia el curso del río varias grandes pilastronas, con alguna timida señal del arranque de los arcos.
Entre dichas fotografías hay una diferente, que sí parece representar los vestigios de un antiguo puente. Del mismo se conservaba un gran arco, con bastante luz, y el arranque de otro, así como dos aliviaderos (fig. 2). "Pretendido puente romano", según Tissot (1878: 45), en la zona Oeste de la bahía, entre Tánger y el lugar conocido como "Tanya Balia" (Tanger el Viejo), asentamiento medieval y moderno (pese a su nombre). Según La Martinière, "se ve el arco de un antiguo puente bizantin, destruido en la Edad Media árabe para evitar, con sus piedras, a los navíos cristianos perseguir a los corsarios" (La Martinière, s.f.: 18). El franciscano español del siglo XIX, afirmaba que el puente era romano, y que había sido destruido por los "moros" que huían de una armada enemiga (Castellanos, 1898: 61). En cualquier caso, el puente a la luz de la fotografía inédita (Biblioteca Nacional de París), parece indudablemente romano (fig. 2).
Las vías terrestres
El Itinerario de Antonino tan sólo menciona dos vías terrestres que, partiendo desde Tingi, cruzaban el territorio ocupado de Norte a Sur. En la mención del texto itinerario las estaciones y las distancias comienzan por el Sur. 1. Ab Exploratione, quod Mercurius dicitur-Tingi colonia. Se trata de una ruta que une ciudades marítimas, la ruta occidental, tal y como refleja el texto: litoraria mansionibus his. Estas ciudades están bien localizadas algunas de ellas, como es el caso de Sala, de Thamusida, de Banasa, hay cierta discusión respecto a Frigidis, no la hay en cuanto a Lix colonia, ni a Tabernis, habiéndose producido novedades en los últimos años respecto a Zilil.
De forma tradicional la colonia romana de Iulia Constantia Zilis se identificaba con la actual población de Arcila. Euzennat puso en duda este hecho en su estudio de 1962. En excavaciones arqueológicas más recientes, reutilizados en obras tardías, se han localizado en Dchar Jdid (donde antes se creía estaba Ad Mercuri) un conjunto de pedestales con el nombre de la colonia de Zilil (Lenoir, 1987). A la luz de este descubrimiento no cabe duda de que este gran campo de ruinas, de poco más de 30 hectáreas de recinto interior urbano (unos 8.000 habitantes), correspondía con la antigua colonia fundada por Augusto. El hecho obliga a replantear toda la cuestión de la travesía de las vías romanas por el Norte de Marruecos.
De hecho, la propia conexión hacia el Sur, la vía Zilil-Banasa, hasta ahora se consideraba que la vía romana no era otra que la carretera construida por los españoles en la época del Protectorado, que modernizaba el viejo camino anterior, entre Arcila y Larache, pasando por el poblado de Lalla Djilalia, donde se encuentra Tabernae (Morán y Guastavino, 1948: 13). Sin embargo, la revisión de la ubicación de la colonia de Zilil replantea totalmente este aspecto. La vía romana al pasar por Zilil en dirección meridional giraba hacia la costa (en dirección a Arcila) hasta Dar Sied, lugar donde las obras militares de los españoles en su día afectaron a un importante establecimiento antiguo, ubicado en una posición estratégica como cruce de caminos; desde allí la vía se dirigía hacia el Sur, en dirección a Tabernae, en un trayecto de camino antiguo muy bien identificado por Ponsich (1966: fig. 1).
2. Item ab Tocolosida Tingi (It. Ant. 23-24). Esta vía era la interior de la Tingitana, o la oriental, y desde la ciudad extrema de Tocolosida, pasaba por Volubilis, que fue capital de la provincia al menos en el siglo III, Aquis Dacicis, Gilda, Vopiscianis, Tremulis, Oppido Novo, Ad Novas, Ad Mercurios y Tingi colonia. En lo que respecta al Norte de la Tingitana, sin duda la nueva identificación de Zilil
también obliga a revisar algunas de las identificaciones que se han planteado.
Oppido Novo no está localizado con precisión. No aparece en otras fuentes de la antigüedad, sin duda por ser fundación romana de plena época imperial (como sugiere incluso su nombre), y el hecho de que las stationes previas y posteriores no hayan sido identificadas con total seguridad, ocasiona una cumplida problemática. Generalmente se identifica con Alcazarquivir, y ello parece congruente (Euzennat, 1962: 606). El problema, no definitivo, es que los restos de Alcazarquivir hoy conocidos son escasos como para confirmar esta hipótesis.
Fig. 2. Foto inédita de Martinière (siglo XIX). Posible puente romano en la bahía de Tánger. [N.del
Ed.: Por su indudable interés reproducimos esta imagen, pese a su baja calidad por el mal estado de conservación del original]
En cualquier caso, las distancias, y la importancia del río Lukus y su curso alto, hacen congruente la identificación de Oppido Novo con la zona de Alcazarquivir. Apenas a cinco kilómetros al S.E. de Alcazarquivir se encuentra, junto al monte Gani, un lugar conocido como Cunna, una suave loma alargada en el que los restos de cerámicas y ladrillos antiguos son muy numerosos (Morán y Guastavino, 1948: 17). Sin duda, este lugar también puede reunir las características para la identificación de la ciudad antigua. Pese a todo, en el siglo XI el geógrafo al-Bakri decía sobre Ksar Sanhaya, ciudad sobre el río Lukus (y que corresponde con toda probabilidad con Alcazarquivir según muchos estudiosos): "se ven aquí los restos de monumentos antiguos porque allí es donde se establecieron los reyes del Magrib en tiempos antiguos". Desde Oppido Novo (Alcazarquivir o sus cercanías) la vía romana enlazaba con Ad Novas, de localización imprecisa. Ponsich (1966: fig. 1) creyó reconocer esta vía en un camino antiguo que pasaba por Tlata de Raissana. El único problema de esta identificación es puramente conceptual, ya que atravesaba una zona que está desprovista de vestigios de explotaciones agrícolas romanas, en lo que parece con cierta claridad un territorio libre para la trashumancia indígena. De acuerdo además con esta interpretación la statio de Ad Novas se hallaría en la gran llanura del Tenin de Sidi Yamani, como señaló Tissot (1878: 163-164), a partir de las distancias (45 kms.), puesto que en el Itinerario de Antonino se señalan 32 millas. Por el contrario, mucho más probablemente dicho asentamiento corresponde a las ruinas de Suiar, ciudad alto-imperial, con castellum de esta época y con prolongación temporal en el siglo IV.
El arranque de las vías desde Tingi y la mansio Ad Mercuri
Las dos vías terrestres partían de una bifurcación que recibe el nombre de Ad Mercuri. El mapa de las vías romanas de Tissot (fig. 1) interpreta la existencia de una vía que muy pronto gira hacia el Oeste, y básicamente ocupa una posición paralela, muy cercana, a la de la vía occidental durante un largo trayecto. La interpretación no era muy lógica, aunque esta consideración resulte opinable. Por el contrario, si la vía interior se desplaza más hacia el Este la existencia de las dos vías gana en lógica, puesto que se produce una mayor distancia entre una y otra.
En su estudio sobre las vías romanas del Norte de Marruecos, Morán y Guastavino (1948: 10) ya tenían una intuición que mostraba que el lugar supuesto de Ad Mercuri (y que hoy sabemos erróneo) no correspondía: "confrontados los mapas, el terreno y la información oral de los habitantes de la comarca, resulta que los caminos tradicionales en el país se bifurcan a unos 5 kilómetros más al Norte".
No tiene nada de extraño. Esta estación de Ad Mercuri, como hemos visto, hasta hace bien poco se localizaba en las ruinas de Dchar Jdid, hoy reconsideradas con mejor criterio (y prueba epigráfica) con la colonia romana de Zilil. Así pues, la bifurcación tenía que producirse al Norte de la colonia romana. Ahora bien, ¿en qué lugar se hallaba la estación de Ad Mercuri. No en el que se deduce
de los caminos tradicionales y que señalaban los estudiosos españoles. Naturalmente tampoco en Dchar Jdid.
La solución más sencilla, la aportada por Euzennat (1962: 601-602) es la de ubicar Ad Mercuri justo al Norte de la zona de Arcila, y con interrogantes lo ubica en Hajara (en Nahal). Ello entra en la lógica de la existencia en dirección Sur de una importante barrera montañosa, conocida por los españoles de la época del Protectorado como Cuesta Colorada. Esa ubicación tiene a su favor que es un lugar lógico para el paso de la vía, al Occidente de la barrera, de hecho coincidiendo con la misma carretera actual, y la comunicación que existía en el siglo XIX. En la zona hay abundantes restos arqueológicos de época romana, por lo que la interpretación a priori es verosímil.
No obstante, existe algún dato que no encaja en absoluto. Dicha posición es muy cercana a Dchar Jdid, lugar ahora de reubicación de Zilil. Ello correspondería con la lectura más usual del Itinerario, que fija en seis las millas de distancia. Ahora bien, esta distancia parece excesivamente corta como separación de mansiones, y aunque tampoco resulte un argumento decisivo, otros manuscritos incluyen la distancia de 16 millas. Así pues, a 6 ó 16 millas de Zilil, y a 12 de Ad Novas. Tanto en una cifra como en la otra, no siendo coincidente, las diferencias no son muy grandes. Destacamos, no obstante, que tanto en el caso de Ad Mercuri como en el de Ad Novas, el nombre va precedido de la preposición Ad. Debemos recordar aquí la tesis, tantas veces expuesta, por el fundador de El Miliario Extravagante, Gonzalo Arias, acerca de que en los casos en los que aparece esta preposición se refleja el paso "junto a".
La vía romana partía de Tingi en dirección Sur, exactamente por el trayecto que estableció Ponsich (1964: 276-279). Las fotografías que el autor incluye muestra el trayecto de la vía en algunos puntos. Es un trayecto plenamente paralelo a una carretera moderna, y también al trazado de la línea del ferrocarril, en ambos casos hasta concluir en el curso del río Meharhar. Las comunicaciones modernas continúan el curso del río, por tanto girando hacia el Oeste. Por el contrario, parece poco dudoso que la vía romana antigua continuaba recta en dirección Sur, dejando a un lado (al Este) el enclave romano de Rgaia, localizado pero no excavado (Tarradell, 1954: 109), penetrando en una zona montañosa, cuyas características han sido las que generalmente han llevado a no tener en cuenta ese trazado.
Como zona de montaña, parece inútil buscar en ella vestigios de granjas romanas. No obstante, por la zona del poblado de El Manzla (que por cierto, da nombre a la comarca en las cartas marroquíes de escala 1/50.000) existe un paso entre dos grandes bloques de montañas, evitando y dejando a un lado el murallón del macizo de Hauita ben Mediar, que fue conocido como Cuesta Colorada por los españoles de la primera mitad del siglo XX. Ello supone un paso mucho más oriental que el generalmente considerado, al Este de la Cuesta Colorada y no al Oeste de la misma. Pero este paso de la vía romana justificaría las cifras del Itinerario de Antonino, desde luego la mayor cercanía de Ad Novas en relación con Zilil.
Esta nueva reconstrucción tiene a su favor además un dato arqueológico. El equipo francomarroquí (entre otros E. Lenoir y A. Akerraz) que ha excavado en Zilil exploró precisamente esta zona, detectando la existencia del paso que indicamos (hoy un pequeño camino). Al Este de la Cuesta Colorada detectó la existencia de una torre de vigía de época romana, y lo que considera otro puesto de control de mayor importancia, junto a una bifurcación natural, junto a uno de los afluentes del Ued Jarrub. Dominando el camino, el equipo de exploración detectó la existencia de "una plataforma rectangular perfectamente aplanada. No se conserva ninguna elevación, pero sobre los lentiscos los restos de muros de grandes aparejos irregulares en la vertiente Norte, y en la vertiente Sur una escalera con dos largos escalones". La hipótesis de que se trata del templo de Mercurio, que diera lugar al nombre de la bifurcación de caminos, parece bastante verosímil (Lenoir, 1993).
Otro dato suplementario podemos también aportar a favor de esta interpretación. En realidad, este fue un camino muy antiguo, y de hecho era el que estaba vigente en la Alta Edad Media, como vemos en el texto de Al-Bakri (siglo XI): "Alcalá de Ibn Jarrub está a una jornada de marcha de Tánger. Es una gran ciudad construida sobre el pico de una montaña, que tiene bosques, jardines, mucho ganado y campos cultivados.... en las cercanías se encuentra una gran ciudad.... situada sobre los bordes del Zalul, río que se encuentra antes de llegar a Alcalá de Ibn Jarrub". La posición relativa en la ruta es la misma, y la ciudad posterior sobre el Zalul no es otra que la sucesora de Zilil, incluso en el nombre.
En cualquier caso, estas interpretaciones suponen que en el Norte de Marruecos la vía oriental del Itinerario de Antonino tiene que desplazarse hacia el Este, ganando bastante lógica las interpretaciones. Porque la posición de Ad Novas se identifica con Suiar, que no corresponde a un único asentamiento, sino a todo un conjunto de restos romanos en la parte baja de Beni Arós, algunos de ellos más al Este que los otros. Y después se abre la última de las encuestas, que la tradicional ubicación de Oppidum Novum en Alcazarquivir pueda abrir paso a una ubicación en el curso del río Lukus, pero más al Este de esta ciudad.
Son muchas las interrogantes que están en pie. En cualquier caso, las vías que están documentadas en el Itinerario de Antonino no son los únicos caminos existentes. En todo caso, como ocurría en el Marruecos del siglo XIX, según testimonios de viajeros y de diplomáticos, en el momento de iniciarse las lluvias (en el otoño), las pistas se convertían en un lodazal intransitable. La comunicación de cada ciudad con su territorio más próximo se convertía en penosa, y muy problemática con otras urbes.
Fig. 3. Las dos vías del Itinerario de Antonino, con sus estaciones. 1: Ad Mercuri. 2: Ad Novas. 3: Zilil. 4: Tabernae. 5: Lixus. 6: Oppidum Novum.
BIBLIOGRAFÍA
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