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Elestado de las conciencias

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Laasistencia

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tación y fui a llamar a mis muchachos, estaban cada uno haciendo unasuma en un papel Losjóvenes comenzaron a entrar en la sala, llevando consigo sus papeles, se veían muchas cantidades para sumar- y presentándose a los mencionados personajes, les enseñaban sus cuentas Estos comprobaban el resultado, y si la suma era exacta y los números estaban claros, se les regresaban las cuentas. En cambio, si las cifras estaban emborronadas, no se daban la oportunidad de mirarlas. Los primeros representaban a aquellos que tenían sus 'cuentas ajustadas' y los segundos, a los de 'conciencia embrollada' —estos últimos eran numerosos—.

e el 28 y el 30 de diciembre de 1860, Don Bosco tuvo tres sueños que podemos calificar de auténticas visionescelestiales

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"Estuve durante tres noches en un campo de Rivalta, en compañía de Don José Cafasso, Silvio Pellico y del Conde Cays [...] Durante dos noches consecutivas había tenido el mismo sueño, decidí contarlo —por si volvía a soñar lo mismo— Me vino el pensamiento de que al día siguiente —último del año tenía que dar el aguinaldo. Por eso, dirigiéndome a Don José Cafasso,le dije:

—Usted que es tan amigo mío, déme el aguinaldo para mis hijos —Despacio. Si quiere que yo le dé el aguinaldo para sus jóvenes, vaya primero a decirles que se preparen y ajusten sus cuentas.

Nos encontrábamos en una gran sala con una mesa Don JoséCafasso, Silvio Pellico y el Conde Cays fueron a sentarsejunto a ella Salíde la habi-

Los que tenían sus cuentas aprobadas se marchaban contentos de la sala y se iban al patio a jugar Los otros, se iban tristes y angustiados. Una multitud de jóvenes esperaba con el papel en la puerta a que le llegase el turno, después de un largo tiempo no se presentó nadie. Al ver a algunos jóvenes esperando y sin presentarse, pregunté a don Cafasso: Y éstos, ¿qué hacen?

—Estos no tienen ningún número escrito en el papel, portante, no pueden hacer ninguna suma Se trata de saber el total de lo que se posee, de lo que se ha hecho. Por eso los jóvenes deben ir primero a llenar el papel de números y después venir a hacer la suma

Salí de la sala y me dirigí al patio: los jóvenes cuyos papeles estaban llenos de cifras colocadas en orden, se entretenían en correr saltar y jugar1 poseían una alegría extraordinaria —experimentaba una gran felicidad al verlos—. Sin embargo, había algunos jóvenes que no participaban en losjuegos, sino que contemplaban a sus compañeros Estos no parecían alegres Entre ellos, había unos que tenían una venda en los ojos o una densa niebla alrededor de la cabeza. Algunos echaban humo por la cabeza, otros tenían el corazón lleno de tierra, otros un vacío de las cosas de Dios Los reconocí, podría nombrarlos uno a uno.0

Entretanto me di cuenta de que en e patio faltaban muchos de mis muchachos y dije para mí: '¿Dónde están aquéllos que tenían el papel completamente en blanco?' Fijé la vista en un rincón del patio y —¡oh, terrible espectáculo! vi a uno de los jóvenes pálido y tendido en el suelo Unos sentados sobre un banco bajo y sucio, otros echados sobre un jergón de paja, tirados sobre el suelo o recostados en las piedras Eran aquellos que no tenían sus cuentas ajustadas Tenían una grave enfermedad que les afectaba los ojos, la lengua, los oídos Los órganos atacados aparecían roídos de gusanos Había uno que tenía la lengua completamente podrida, uno con la boca llena de fango y otro de cuya garganta salía un hedor insoportable Había quien tenía el corazón carcomido, débil, corrompido; había uno en completo estado de descomposición —aquello parecía un hospital— En presencia de esto, quedé desconcertado

—¡Oh! Pero, ¿qué es esto? —acercándome a uno le pregunté— ¿Pero, no eres tú?

—Sí, soy yo

—¿Y cómo es que te encuentras en tan deplorable estado?

—¿Qué quiere?, harina de mí costal Este es el fruto de mis desórdenes

Lleno de dolor me dirigí a DonCafasso:

—¿Qué remedio debo emplear para curar a mis hijos?

—Usted sabe, como yo, lo que se debe hacer No necesita que se lo diga Medite un poco

Después me hizo señal de que le siguiese y abrió una puerta Allí me encontré con un salón, adornado de oro, plata y filigranas;iluminado por millares de lámparas En medio de aquel salón, había una mesa llena de confituras: almendras recubiertas de azúcar y bizcochos descomunales Al ver esto intenté salir para llamar a mis jóvenes e invitarlos al magnífico salón Don Cafasso me detuvo exclamando:

—¡Despacio! No todos pueden comer llame solamente a los que tienen sus cuentas en orden

Así lo hice, pronto la sala se vio llena de muchachos Entonces me dispu- se a distribuir aquellos bizcochos y almendras Don Cafasso se opuso diciendo:

—Calma, no todos son dignos de gustar estos pasteles; no todos pueden participar de ellos

Me indicó quiénes eran los indignos [...] Yo le dije con aire de súplica:

—Deje que dé un poco a estos últimos, mis hijos muy queridos Hay mucha abundancia de dulces y todos recibirán

—No —continuó diciendo—, solo los que tienen la boca sana pueden degustarlos Los demás, no están en condiciones, tienen la boca enferma y llena de amargura, las cosas dulces les producirían repugnancia, por tanto, no las pueden comer

Me resigné y comencé a distribuir los dulces entre quienes fueron indicados Sentía satisfacción al verlos comer En sus rostros se reflejaba una gran alegría, no parecían los muchachos del oratorio, estaban transfigurados

Los que permanecían en la sala y se habían quedado sin dulces, estaban en un rincón, tristes y disgustados Lleno de compasión, me dirigí nuevamente a Don Cafasso y le rogué:

—No, ellos no pueden comerlos Ayude primero a que sanen sus dolencias y los podrán saborear

Yo miraba a quienes habían quedado fuera, para mi tormento, me di cuenta de que algunos tenían el corazón carcomido

—Dígame, ¿qué remedio debo emplear, qué debo hacer para curar a mis hijos?

¡Reflexione, usted sabe lo que tiene que hacer!

Le pedí que me diera el aguinaldo para mis jóvenes.

—¡Bien, se lo daré! —adoptando la actitud de una persona que se dispone a irse, dijo tres veces en tono cada vez más elevado: —¡Estén atentos, estén atentos, estén atentos! Diciendo esto desapareció con sus compañeros y se me desvaneció el sueño" &

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