Primer ciclo primaria
Los ejercicios del duende Esperanto Material desarrollado para el Colegio Teresiano durante el curso 2018. Prohibido su distribuciรณn sin la aprobaciรณn del autor
Advertencia para el profesorado:
En las siguientes diapositivas se proponen varios ejercicios dirigidos a aumentar la tolerancia a la frustración de los alumnos. La actividad está concebida para que el profesor disponga de suficientes ejercicios para cubrir 1 o 2 horas pero no está obligado a realizarlos todos y puede seleccionar aquellos que crea que se pueden ajustar mejor al grupo. Al trabajar la tolerancia a la frustración de los niños es posible que los niños se frustren y haya alguna rabieta o berrinche. Es normal, están aprendiendo. Al trabajar la tolerancia a la frustración de los niños es posible que los niños se frustren y haya alguna rabieta o berrinche. Es normal, están aprendiendo. Incluimos una versión breve del cuento y una larga para que vosotros elijáis.
AndrĂŠs y el duende Esperanto (versiĂłn breve)
Andrés y el duende Esperanto Leemos un cuento. Andrés era un niño muy bueno que tenía muchas rabietas. Al principio, con las rabietas, conseguía muchas cosas. Si le quitaban un juguete, montaba una rabieta y ¡listo! se lo
devolvían. Cuando todos los compañeros se ponían en la fila para entrar en clase, él se colaba y se ponía el primero. Siempre siempre siempre tenía que ganar y si perdía, se cogía una enorme rabieta. Al principio le funcionaba muy bien, pero después los amigos ya no querían jugar con él.
Andrés y el duende Esperanto Andrés se quedó solo y triste y no sabía que hacer hasta que recibió la ayuda del duende Esperanto. Un simpático duende que le puso una serie de ejercicios para que aprendiera a llevarse mejor con sus rabietas.
Los ejercicios eran difíciles. Andrés tenía que aprender a esperar, a perder y a veces a tener que ponerse el último. Le costaba muchíiiisimo, resoplaba, daba saltos en el sitio, apretaba los dientes y se le subía el calor a la cabeza pero poco a poco fue mejorando. Al final, con la ayuda del duende Esperanto logró controlar sus rabietas e incluso aprendió que a veces se pierde y a veces se gana y que no pasa nada. Eso sí, ahora ya no era tan pesadito y todos querían jugar con él.
Yo tengo aquí los ejercicios que hizo, ¿Queréis que los hagamos?
AndrĂŠs y el duende Esperanto (versiĂłn larga)
Andrés y el duende Esperanto Leemos un cuento. Andrés era un niño muy bueno que tenía muchas rabietas. Al principio, con las rabietas, conseguía muchas cosas. Si le quitaban un juguete, montaba una rabieta y ¡listo! se lo devolvían. Cuando todos los compañeros se ponían en la fila para entrar en clase, él se colaba y se ponía el primero. Si los compañeros no le dejaban ponerse el primero, montaba una rabieta: lloraba, se quejaba a la profesora, hacía pucheros, se tiraba al suelo… ¡y listo! le dejaban colocarse el primero. Cuando jugaba con su padre en casa, siempre siempre siempre tenía que
ganar y si perdía, montaba una rabieta ¡y listo!, al final su padre le dejaba ganar.
Andrés y el duende Esperanto
Andrés estaba requetefeliz. Todo lo que quería, lo conseguía: tenía su juguete favorito, se ponía el primero en la cola y ganaba
a su padre (aunque fuera de mentira) hasta que un día… empezaron a ocurrir cosas horribles… Resulta que los compañeros le dejaban sus juguetes, pero no querían jugar con él. Decían “no se puede jugar con él, es muy pesado”. A Andrés al principio, le daba igual, pero poco a poco se fue dando cuenta de que jugar solo no era tan divertido…..
Andrés y el duende Esperanto Y su padre tampoco quería jugar con él. Andrés siempre tenía que ganar y entonces su padre se aburría muchísimo, así que siempre le ponía escusas para no jugar: “Ahora no puedo”, “uy, es que tengo que sacar al perro”… Andrés era el primero, tenía juguetes y ganaba siempre, pero ya no estaba requetefeliz, de hecho estaba bastante triste. Un día en el patio, solo y triste, estaba lanzando piedras contra un árbol. De repente, al lanzar la piedra, escuchó “¡ay!”, así que la volvió a lanzar y volvió a escuchar “¡ay!”. Se acercó al árbol y vio dos pequeñas alas. Andrés se quedó alucinado. Era un duende con alas. Nunca había visto uno, bueno… nunca había visto un duende, ni con alas ni sin alas…
Andrés y el duende Esperanto El duende le dijo “¡Andrés! ¡Para de tirar piedras a mi casa!” Andrés estaba alucinando y dijo: - “¿Quién eres? ¿Cómo es que sabes mi nombre?” El duende se partía de risa: “¡Qué quién soy, dice…!-exclamaba-. “Soy Esperanto, siempre he estado contigo, observándote desde el día en que naciste. Soy uno de los que te ayuda a que crezcas siendo feliz, pero por lo que he podido ver últimamente has estado un poco pesadito con tus amigos y familia…” Andrés admitió que estaba un poco solo y triste y que ya nadie quería jugar con él. El duende le dijo que, al principio lo de las rabietas le funcionaba muy bien, pero que después cansaba a la gente porque no era justo que él siempre se saliera con la suya. El duende le hizo una pregunta: ¿Tú quieres recuperar a tus amigos y volver a jugar con tu padre? - ¡Claro! – dijo Andrés- Es lo que más quiero en el mundo.
Andrés y el duende Esperanto El duende se frotó la barbilla y dijo: - “Mmm. Está bien. Puedo ayudarte con eso, pero no va a ser fácil…Vamos a tener que entrenar duro” -
“¡Por supuesto!”-dijo Andrés. ¿Qué tengo que hacer?
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“Ven mañana a la hora del primer patio y empezaremos con el entrenamiento”
Durante una semana el duende Esperanto le estuvo poniendo ejercicios cada vez más difíciles, donde Andrés tenía que aprender a esperar, a aguantarse y a veces a perder… Andrés se ponía rabioso, notaba cómo apretaba los dientes y a veces estaba casi a punto de explotar y volver a tener una rabieta. Pero el duende le daba consejos, le hacía respirar o le pedía que contara hasta 10 antes de explotar…Andrés cada vez lo fue haciendo mejor hasta que un día Esperanto le dijo: “¡Estás listo! Creo que ya puedes volver a jugar con tus amigos y con tu padre”
Andrés y el duende Esperanto -
¿Y si ahora ya no quieren jugar conmigo?
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“No te preocupes”- dijo el duende Esperanto y continúo- “Si les pides una segunda oportunidad, ¡seguro que te la dan!”
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“¡Está bien! – dijo Andrés. “Voy a intentarlo”.
Andrés volvió a conseguir jugar con sus amigos y con su padre y, aunque a veces le tocara perder o no fuera el primero, se lo pasaba mejor que nunca. Andrés creció y se hizo un adulto listo, bueno y con muchíiisimos amigos. Un día decidió escribir los entrenamientos del duende en un libro y yo hoy los tengo aquí:
¿Queréis que los hagamos?
Primer ejercicio. Aguanta las cosquillas -
El ejercicio consiste en ver quien aguanta más sin moverse cuando su compañero le hace cosquillas con una pluma ,puede ser en el pie, en las costillas... Puede reírse pero no puede moverse para evitar que le hagan cosquillas.
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El ejercicio puede hacerse por parejas o uno a uno con el profesor y éste puede cronometrar cuánto aguanta cada uno.
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Primero haremos un par de prueba y luego empezaremos el juego.
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El que no aguante se irá eliminando.
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Advertencia para el profesorado: conviene empezar el juego con los alumnos relajados
Segundo ejercicio. ¿Cuánto tiempo es un minuto?
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Este ejercicio lo haremos varias veces.
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Yo, como profesor, iré cronometrando cuánto es un minuto. Cuando creáis que ha pasado un minuto, vosotros me tenéis que decir ¡ya! Si lo decís antes de tiempo, no podréis participar hasta que otro compañero lo haya hecho antes.
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Ganará quien se quede más cerca.
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Advertencia para el profesorado. Se permiten adaptaciones del ejercicio pero sin perder el foco: que los niños aprendan a esperar y sean capaces de luchar contra su impulsividad.
Tercer ejercicio. La carrera más lenta del mundo
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Este ejercicio lo haremos varias veces.
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Tenemos que ir de un lado a otro de la clase. Nunca podéis retroceder y siempre tenéis que estar avanzado. Tampoco vale quedarse parado.
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La diferencia es que en esta carrera, ganará el que acabe último.
Cuarto ejercicio. Una chuche ahora o dos después -
Escuchadme muy atentamente. Nos vamos sentar, cada uno en su sitio.
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Yo os voy a poner una chuche delante. Os la podéis comer en el momento o también os la podéis comer después. Si os la coméis en el momento, solo os habréis comido una chuche, pero si conseguís esperar hasta que yo acabe de hacer unas cosas (7 minutos) sin comérosla, os daré dos.
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Si conseguís ser los últimos dos que se comen la chuche, os daré 3
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Advertencia para el profesorado. Se permiten adaptaciones del ejercicio o del premio (por ej. Chocholate), pero bajo ningún concepto se deben dar dos chuches si no se ha sabido esperar.
Ejercicios complementarios o para el día a día. -
En cualquier juego de turnos (3 en raya, 4 en raya, damas, ajedrez, cartas…) les pedimos que cuenten hasta 10 antes de colocar su ficha.
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Juego de las chapas con puntos estrechos. Si se salen deben volver al principio. Debemos estar muy atentos para que no hagan trampas. Soplar con una pajita una bola de papel por un recorrido también puede servir.
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Hago pompas de jabón pero no puede explotarlas.
Preguntas para el cierre 1. ÂżOs ha gustado lo que hemos hecho hoy?
Preguntas para el cierre 1. ÂżOs ha gustado lo que hemos hecho hoy? 2. ÂżHabĂŠis sentido rabia o impaciencia?
Preguntas para el cierre 1. ¿Os ha gustado lo que hemos hecho hoy? 2. ¿Habéis sentido rabia o impaciencia?
3. ¿Dónde en el cuerpo habéis sentido la rabia o impaciencia? ¿Apretabais los dientes, resoplabais, dabais saltos?
Preguntas para el cierre 1. ¿Os ha gustado lo que hemos hecho hoy? 2. ¿Habéis sentido rabia o impaciencia?
3. ¿Dónde en el cuerpo habéis sentido la rabia o impaciencia? ¿Apretabais los dientes, resoplabais, dabais saltos? 4. ¿Qué os ha ayudado a aguantar? ¿Respirar? ¿Pensar en otra cosa?
Continuidad fuera de sesión (para el profesorado) 1. Esperar, esperar y esperar 2. Darles recursos para saber cómo esperar 3. Repetir los juegos 4. ¿Qué tal tolero yo mi propia frustración? 5. Juegos de turnos 6. Reforzar la espera 7. “Me aburro”