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Escrito del Presidente

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Escrito AECC

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Un Sueño cumplido en mi existencia

Queridos hermanos Rocieros:

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A lo largo del tiempo, la vida te enseña, te hace crecer como persona y te va moldeando, a su vez sin lugar a dudas, bajo tu criterio definido, que has ido adquiriendo con el tiempo con los tuyos en donde te has criado. Desde siendo un niño en mi familia, ya se vivía los pormenores de una Hdad, las entradas y salidas de personas vinculadas al Rocío que se relacionaban con mi padre eran constantes, dos años tenía cuando mi padre fue Hermano Mayor y hasta los 14 años donde tuvo varios cargos y entre ellos Presidente de nuestra Hdad Centenaria, durante 8 años. El Rocío era parte de nuestra vida, tanto en mi familia paterna, mi abuela gran Rociera y materna donde el Rocío se respiraba, sentía y amaba desde varias generaciones atrás, conocimiento desde mi tatarabuela. Y seguimos creciendo en ese ambiente, donde nuestros padres nos inculcaron el amor por la Santísima Virgen del Rocío y por nuestra Hdad, donde a pesar de realizar pocos caminos por el trabajo de mi padre, nunca faltábamos en fin de semana, desde el sábado al lunes. Todo lo anteriormente mencionado marca mis primeros pasos en esta vieja Institución, que hicieron de mi lo que soy actualmente, una persona comprometida donde no tengo ya nada que demostrar a nadie. Recién casado empecé mi andadura como miembro de Junta en la Secretaría, estando en la Hdad nacieron mis cuatro hijas, se bautizaron y todas han vivido el Rocío en la Fé a nuestra Madre. Desde 1992 hasta nuestros días, han sido 21 años de dedicación plena a esta gran Hdad. Si en mis dos etapas anteriores hubo momentos brillantes, tanto en la secretaría como en la presidencia, también los hubo difíciles con gente joven que supieron estar a la altura de sus cargos y donde los objetivos marcados a hierro se cumplieron con creces. En esta tercera etapa en la presidencia con un centenario de por medio ha sido inmensamente gratificante. En esos cuatro años y medio en los cargos de Vicesecretario y Secretario y los dieciséis y medio de Presidente, en “ese corto bagaje”, he sido inmensamente rico, y todo gracias a mi familia, ellos son los que han resistido el peso de mi andadura por nuestra Hdad, no es fácil tener esa responsabilidad, no es fácil ser Presidente durante tanto tiempo, si tu familia no te acompaña, ellos han soportado todas mis horas, días, semanas, meses y años, porque los ha habido buenos y regulares. Mis padres, mis hermanas, mi familia, pero sobre todo, mis hijas y mi mujer han sido sin lugar a dudas los grandes pilares para que mi paso por la Hdad tuviera sus frutos.

Han sido tantos logros que es difícil enumerarlos, y alguna que otra decepción, si me pongo a nombrarlos difícil situación, pero han sido en relación a mi cargo principal, donde más responsabilidad tienes, cuatro Juntas de Gobierno, con hermanos, amigos, que han estado ahí detrás, con gente joven y no tan joven, con experiencia y sin ella, que me han respetado, la base principal para que todo funcione, donde hemos sido una familia, les he podido transmitir mis inquietudes y ellos han engrandecido con sus actos y su dedicación a nuestra Hdad Centenaria.

Si tuviera que elegir o nombrar a lo largo de todo este tiempo lo que más me ha marcado, sin lugar a dudas, los Hermanos Mayores, su gozo, era mi gozo, su felicidad, la mía, sus desvelos, los hacía míos, grandes rocieros que son parte de la historia. Otra parte importante que marca la Historia en la Hdad es la compra de los terrenos en el Rocío en 1998, allí donde nadie se iba en esa oscuridad inmensa y donde nos fortalecimos aún más, y viendo más adelante el comportamiento de tantas personas en la ejecución de las obras, de tantas personas, domingo a domingo fueron a trabajar desinteresadamente para realizar un sueño. Y otros momentos que me han marcado, nuestro Centenario, ha habido un antes y un después en el Mundo Rociero, un

año inmenso, de un trabajo de cuatro años para poderlo llevar a cabo y donde hay para escribir a fuego con el corazón. Posteriormente nuestra Obras Sociales y asistenciales que han sido muchas en todo este tiempo y como no el haber conocido a tanta gente en este mundo rociero que te hace crecer como persona, desde la gente de nuestro pueblo, nuestros hermanos, mis juntas del Rocío, mis Hdades hermanas de Benacazón y del Rocío, mucha gente de Fe y Esperanza. No cabe dudas que lo más ingrato, el no podernos despedir como miembro de Junta y con cargo con otra disposición, en momentos más dulces, Ella lo ha querido así y sin Romería, pero es tanto lo que me has dado Madre, que no hay lágrimas en mis ojos para empañar tanto gozo. Podría seguir escribiendo, quizás hasta para un libro de mi experiencia, de mi paso por ésta Centenaria Institución, pero hay algo inexplicable, sentarte frente a Ella, un rato solo, en un banco de su Ermita, cuando el Santuario está solo, con solo eso alcanzamos a comprender el verdadero significado de su grandeza, a Ella no hay que pedirle, a veces ni rezarle, cuando en el dintel de la gloria nuestra Madre del Rocío, desde allí sabe tus penas, tus temores y lo que te inquieta, sabe por lo que estás allí, una simple mirada, un suspiro, un quejío, un solo aliento que te embarga, Ella te guía por la senda de la vida, la Fe mueve montañas. Quisiera dar las gracias como no, a mis Hdades locales, Veracruz, Soledad, Rosario y Asociación de Fieles de las Nieves, a sus Hermanos Mayores y sus Juntas con quienes he convivido todo este tiempo en nuestra Parroquia y donde estando en Junta y como Presidente, tuve la dicha de Pregonar las Glorias de Maria Santísima de las Nieves y a la Reina del Santo Rosario. Con estas palabras me quiero despedir de mi Hdad, por escrito, quizás habrá otros momentos para expresar mis sentimientos, pero a lo mejor no todos podáis escucharlos. Agradecer a tanta gente el haber estado ahí y si a alguien he podido ofender, desde estas líneas mi arrepentimiento como Cristiano y Rociero comprometido en mi Fe por nuestra Madre del Rocio y el Pastorcito Divino. Sin más me despido atentamente.

Manuel Jesús Pérez Luna Rociero por la Gracia de Dios

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