La abundancia en las clases populares: bitácora de referentes

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“La abundancia en las clases populares” Bitácora de referentes visuales Juliana Fagua Arias Mayo del 2015


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Introducción El objetivo de esta bitácora es hacer una compilación de referentes visuales que se relacionen con el tema ”La abundancia en las clases populares”. Los referentes deben dar cuenta de los objetos, posturas, gestos, vestuario, lugares, composición, iluminación, etc necesarios para realizar tres propuestas de series fotográficas ancladas al contexto colombiano. Este tema surge a partir de la unión de dos conceptos aparentemente opuestos. Por una parte el concepto de “abundancia”, que se asocia usualmente a las clases altas y aristocráticas de la sociedad, al igual que a la riqueza económica y material. Por otra parte la noción de las “clases populares” asociado normalmente a la escasez económica, y por lo tanto material. Sin embargo, de acuerdo al trabajo de campo y al proceso realizado durante el semestre he llegado a la conclusión de que las clases populares tienen acceso a un nivel de abundancia y prosperidad, que puede verse reflejado en la riqueza de las plazas de mercado, que las clases altas en general ignoran. De esta manera las propuestas que se presentan al final de la bitácora responden a la siguiente pregunta: ¿Como se ve la abundancia en las clases populares? 5



En el siguiente capítulo presentaré los referentes que han inspirado la estética visual y conceptual de mis propuestas. Estos inician con una mirada a la concepción de la abundancia y el uso de las frutas en la época del barroco, muy importante debido a su extravagancia y opulencia características y su interés por el bodegón. Luego revisaré algunas propuestas contemporáneas que se han apropiado de esta misma época, utilizando elementos particulares como los grandes accesorios y las escenografías dramáticas con iluminación basada en el claroscuro. Terminaré en un contexto más cercano a nosotros, analizando algunas propuesta del foto periodismo que ha buscado retratar las clases bajas y populares de Colombia, y revisando los lugares de mayor abundancia de frutas en Bogotá: sus plazas de mercado.





Giuseppe Arcimboldo fue un pintor italiano nacido en Milán en 1527. Es muy conocido por sus representaciones manieristas de rostros humanos compuestos por frutas y flores. Arcimboldo asocia la abundancia a las estaciones del año y cada una la representa con los frutos que le corresponden. Así, por ejemplo, representa el verano lleno de uvas, fresas y cerezas, mientras que el invierno tiene un rostro yermo y árido. Las estaciones definen también la estética del paisaje a través de la cosecha y la fertilidad de la tierra. Es particular y llamativa la composición apretujada y rebosante, casi surrealista, al igual que el contraste fuerte entre el negro del fondo y el colorido de los rostros definido por las frutas. Es también interesante la representación de los rostros en perfil, ya que esta es la posición típica con la cual se representaban a los aristócratas en la época, asociando así la abundancia de la cosecha con la riqueza material y la prosperidad. 11





Las épocas del renacimiento y del barroco, que retomaron las temáticas de la mitología grecoromana, utilizaron mucho la personificación de los dioses en el arte. Así, fueron recurrentes los motivos del dios del vino, Baco, de la diosa de la primavera, Flora, y de la diosa de la abundancia y la cosecha, Ceres, quien solía representarse junto con una cornucopia rebosante de frutos y flores. En la época clásica solían adorar a estos dioses, rezar frente a sus estatuas y realizar rituales donde también pedían que las cosechas fueran abundantes y que siempre hubiera prosperidad en los hogares. Un ejemplo de estos rituales son las Bacanales, realizadas en honor al dios Baco y que constituían principalmente una gran orgía en la cual se disfrutaban extraordinarios banquetes. De esta manera la abundancia no está asociada solamente a una riqueza material, sino también a una bendición divina, convirtiéndola así en el mayor favor que un humano podía pedir a los dioses. 15





Los bodegones fueron un motivo muy recurrente durante la época del barroco, sobretodo en el arte de los paises bajos por tres razones principales. Primero, constituían la excusa perfecta para poder explorar las diferentes texturas de los alimentos y la reflexión de la luz sobre las diversas superficies, ya fuera la sedosa cáscara de los duraznos o el brillante destello del vidrio. Segundo, porque se ajustaban perfectamente a la estética predominante en la época, de composiciones rebosantes y elementos extravagantes. Y tercero porque permitía indagar en la privacidad de los hogares y los efectos de la rutina cotidiana, de la cual poner la mesa y preparar la comida es parte esencial. Estos eran los temas favoritos de los artistas holandeses. La composición del bodegón permanecerá a lo largo de la historia del arte, casi tan intacta que se volverá una plántilla sobre la cual representar la prosperidad de los hogares y las recompensas del trabajo duro. 19





En su serie de fotografías “Cockaignesque”, Sobiralski retoma el estilo del barroco para realizar unas composiciones donde predomina el contraste dramático entre luz y sombra, técnica conocida en arte como claroscuro, dando un efecto pictórico a sus fotografías. Los personajes casi aristocráticos usan lujosos accesorios, extravagantes peinados y poseen abundantes bodegones, además de estar retratados con una sensualidad maligna que recuerda la relación tradicional entre gula y lujuria, condenando como algo diabólico tanto el sexo como la comida. Por otra parte, el uso teatral de las telas para enmarcar las escenas o adornar las mesas enfatizan aún más el caracter dramático y pasional de la serie. A diferencia de los ejemplos anteriores, estos retratos se vuelven casi moralizantes al mostrar el exceso y la riqueza, no como una bendición ni como una recompensa, sino como algo perverso e incluso peligroso para la ética humana. 23





En la colección de otoño/invierno de 2013, Domenico Dolce y Stefano Gabbana se inspiraron en el arte minucioso y preciso de los mosaicos de la catedral de Monreale, Sicilia, realizados bajo la estética de la opulencia bizantina y su típico caracter religioso, cuyos ornamentos realizados en oro y sus incrustaciones de joyas se trasladan aquí a la tela y los accesorios, convirtiendo la pasarela en un tapete rojo donde desfilan reinas, no modelos. En esta visión romántica de la religión católica, lo más llamativo sigue siendo los grandes y suntuosos accesorios usados, al igual que en la serie anterior, en la cabeza y en el cabello a modo de coronas, los aretes y los collares que enmarcan el rostro de las modelos como una obra de arte. En algunos detalles de estos accesorios encontramos pequeñas flores y elementos orgánicos. De igual manera, el brillo y la luminosidad de las joyas recuerdan los tonos vivos y la delicadeza de las frutas. 27





En su serie “Subrealismo Criollo”, el fotógrafo argentino Marcos Lopez (1958) recrea y deconstruye famosas escenas del cine y del arte occidental y las adapta a contextos latinoaméricanos o, como él los llama, criollos. Esto lo hace a través de la estética pop, o popular, trabajando incluso con figuras tan folclóricas como Carlos Gardel, utilizando colores planos que aportan una textura casi plástica a la serie, y llegando a una propuesta orgullosamente kitsch que cruza códigos latinos con códigos europeos. Lopez es muy cuidadoso en resaltar en sus fotografías los rasgos físicos típicos de los latinos, gestos, actitudes, lugares, acciones e incluso vestuario que no podría encontrarse en ningún otro lugar del mundo. A pesar de que sus propuestas puedan interpretarse como una crítica social, lo que es más admirable es su habilidad para yuxtaponer códigos, apropiarse de temáticas internacionales y convertirlas en novedosas y pintorescas escenas locales. 31





Leo Matiz (1917 Aracataca-1998) fue uno de los fotógrafos colombianos con mayor reconocimiento a nivel internacional. Sus inmersiones en el fotoperiodismo se complementan con su legendaria y poética obra que procuró capturar con la mayor fidelidad posible la vida de pueblos remotos y personas comunes, además de los eventos más impactantes en la historia de Colombia. En su “Macondo” Matiz logra mezclar la magia y el realismo de su pueblo natal y presenta sus habitantes con solemnidad y majestuosidad, esperando también que, como espectadores, recreemos por medio de nuestra imaginación el estilo de vida que llevan y las situaciones que los han llevado hasta allí. Lo más admirable de Leo Matiz es que logra, por medio de la técnica y el espíritu de sus fotografías, presentar a los personajes más comunes y frecuentemente olvidados, de una manera tan digna e imponente que no podemos más que sentir admiración y el más sincero respeto por ellos. 35





Si buscamos un lugar que represente la abundancia en Bogotá tendremos que dirigirnos inevitablemente a las plazas de mercado, Paloquemao y Corabastos, donde las frutas se amontonan unas sobre otras hasta regarse por el suelo. Los patrones formados con las infinitas combinaciones de color, la variedad de texturas y olores dejan ver la riqueza que existe en un lugar que recibe personas de todas los estratos de la ciudad, y donde predominan las clases populares. Estas plazas son el escenario de una contradicción que se vuelve evidente, las personas que en teoría tienen menos posibilidades de adquisición económica se encuentran rodeadas y realizan sus compras en los puertos que reciben las mayores riquezas de todo el pais. Esto se intensifica dado que los vendedores de los puestos del mercado son personas serviciales y atentas que abordan a sus clientes como si pertenecieran a la nobleza, usando frases como “A la orden” y “¿Qué se le ofrece?” 39



Através del cruce de los referentes anteriormente presentados logré identificar semejanzas y diferencias entre propuestas aparentemente dispares, obtener pistas sobre la estética de mi propuesta y entender mejor el rol de las frutas en occidente. Todo esto se hizo para poder sugerir nuevas maneras en las que aproximarse a este tema y, lo más importante, ubicarlo en un contexto colombiano. En este capítulo presentaré las conclusiones que salieron del análisis formal y conceptual de los referentes, las cuales desembocaron en últimas en la elaboración de las tres propuestas de diseño.



Del análisis de los referentes obtuve principalmente cuatro conclusiones. En primer lugar llamó mi atención que las canastas de frutas o los pesados sacos que los vendedores usan en las plazas para cargar sus productos, generalmente apoyados sobre la espalda o en la cabeza son tan estrambóticos, coloridos y llamativos como los grandes accesorios y peinados del barroco, representativos del lujo y la aristocracia. En segundo lugar los bodegones rebosantes de alimentos, típicos del barroco, la combinación de texturas y colores entre las frutas y verduras, es un motivo que se ve repetido en las plazas con las mujeres que llevan sus canastas y van llenándolas con el mercado. En tercer lugar, el hecho de que un personaje luzca noble y distinguido, como se representaban a los aristócratas en su época, tiene poco que ver con la persona en sí misma o con la clase social de la cual provenga, y más que todo con la composición de la fotografía y el manejo de la luz. La técnica del claroscuro añade profundidad, dramatismo y suntuosidad al personaje retratado. Por último concluí que, en lugar de perfeccionar u ocultar los rasgos físicos del personaje que estemos fotografiando, es importante resaltarlos. Se debe identificar qué es lo que hace a una persona particular, qué la identifica, y la fotografía debe preocuparse por enfatizarlo aún más. 43



A continuación plantearé, muy esquemáticamente, las tres posibles propuestas para la entrega final, variaciones estéticas del mismo concepto. Estas derivan tanto de los referentes visuales, su análisis conceptual y formal, como del trabajo de campo hecho para la realización del video, en la plaza de Paloquemao. Gracias al cruce de los referentes surgen tres opciones de series fotográficas que buscan lo mismo: mostrar de manera ilustre y distinguida las clases populares que frecuentan las plazas de mercado, y la abundancia y prosperidad de la que se encuentran rodeados.



Propuesta 1 Bodegones hechos a partir de las canastas del mercado La primera propuesta nace de la semejanza que encontré entre los bodegones realizados en la época del barroco y las canastas del mercado que las mujeres llevan a las plazas y en las cuales organizan los productos que van comprando. En ellas vemos, al igual que en los bodegones, la combinación de texturas, olores, sabores y colores, representaciones de la riqueza y la abundancia del lugar. Esta serie se haría en un set fotográfico para controlar la luz y manejar los contrastes, descontextualizando así el espacio natural de estas canastas para que se asemejen a las composiciones barrocas, y se presenten con la misma elegancia, gracia y delicadeza.

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Propuesta 2 Bodegones hechos a partir de los puestos de venta del mercado La segunda propuesta surge a partir de una semejanza parecida a la de la primera propuesta. Sin embargo, esta vez la serie fotográfica en lugar de mostrar las canastas del mercado que llevan los compradores, intentaría recrear en un set fotográfico, al igual que la propuesta anterior para poder controlar la luz, los puestos de venta de la plaza de paloquemao. Esto debido a que los vendedores organizan cuidadosamente a su alrededor los productos sobre costales o cajas, a modo de platos sobre una mesa, de manera que todos queden expuestos y visibles al espectador. Al igual que la propuesta anterior, los contrastes entre los colores de las frutas y el manejo de la luz exhibiría la combinacíon de texturas con tanta gracia como lo hacen los bodegones barrocos.

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Propuesta 3 Retratos de los coteros de las plazas de mercado Como mencioné en las conclusiones, la semejanza entre los grandes y lujosos accesorios y peinados del barroco con incrustaciones de joyas brillantes y llamativos colores, como se puede ver en la serie de Helen Sobiralski o en la colección de Dolce & Gabanna, y los grandes costales y canastas que los coteros de las plazas llevan a sus espaldas y sobre sus cabezas es fascinante. Es por esto que para la tercera propuesta decidí hacer una serie de retratos de los coteros, aprovechando sus grandes, coloridas y típicas cargas a modo de accesorios, para así presentarlos con una elegancia digna de la misma aristocracia. La idea de esta serie sería resaltar sus rasgos, expresiones y tipos faciales al tiempo que la composición y la iluminación los presentara de la misma manera en que la época del barroco presentaba a sus gobernantes.

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