El docente y los programas escolares angel díaz barriga

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16 de Febrero de 2015 Karla Edith GarcĂ­a Bautista

El docente y los programas


El docente y los programas escolares Lo institucional y lo didáctico Ángel Díaz Barriga •

Programación: documento didáctico que desarrolla cada maestro.

Programación mínima: lo que se puede abordar en un corto tiempo y de aquí se deriva el plan clase o

Justificación

o

Presentación

o

Objetivo

o

Metas

o

Propósitos general

o

Concepción educativo

o

Papel o función que se va a seguir

o

Objetivo

o

Tiempo

o

Competencias

o

Recursos

o

Fin

o

Finalidad

Pedagogía: Estudio y métodos de la enseñanza •

Contenido: lo que pretende dejar en alguien

Fin: lo que se pretende

Finalidad: Lo que me lleva al fin (procedimiento a lograr)

¿Cómo está estructurado un programa? Contiene elementos que todo programa debe de tener, instrumentos que deben seguir los docentes. Condiciona el papel de los programas de estudio. Existen diversos tipos de programas y gestionan los elementos de su estructura

¿Qué es una estrategia? Procedimiento o acciones que realiza el docente para llegar a un fin


Proyecto: forma de organizar las actividades de enseñanza y aprendizaje a partir de un problema.

Modalidad: forma de intervención en la práctica docente

Criterios de evaluación: se desprenden de los aprendizajes esperados, juicios que se toman en cuenta para evaluar. ¿Qué voy a evaluar?

Instrumentos de evaluación: lista de cotejo, rubrica

La teoría de planes y programas, que se gestó en el pragmatismo estadounidense y devino paulatinamente un pensamiento tecnocrático-normativo, se opone a las concepciones habituales que tiene el docente en relación con su trabajo educativo, y produce un efecto de shock respecto a sus prácticas habituales. Los planes y programas obedecen a múltiples dinámicas; se destacan las burocrático-administrativas, donde aparecen como un elemento indispensable para estructurar el funcionamiento de la escuela, lo que paulatinamente va dando lugar a una visión administrativa de los mismos y deja de lado el proceso académico que subyace en ellos. El proceso de aprobación e implantación de un plan de estudios se mueve en tres esferas diferentes: a) La burocrático-administrativa. b) La académica. c) La del poder. En la esfera burocrático-administrativa, estos instrumentos son vistos como las grandes orientaciones del trabajo pedagógico. En algunas instituciones educativas, los planes y programas son elaborados por instancias centrales (direcciones generales), en ocasiones totalmente independientes de la misma institución. Esto origina que los diseñadores no necesariamente dominen la especificidad de cada temática ni las condiciones institucionales particulares en las que dicho programa se llevará a cabo. Los programas son orientaciones globales, se busca que el maestro o el grupo de maestros puedan acceder a efectuar un conjunto de propuestas e interpretaciones sobre un programa común. En este momento se critica por múltiples razones a las instituciones públicas de educación y a los docentes de las mismas. Es interesante observar los diversos énfasis que se efectúan en relación con ellas: si preparan adecuadamente a los estudiantes, si se cumple con las tareas establecidas, si los maestros tienen la formación necesaria, etc.


También es digna de tomarse en cuenta la dimensión del trabajo individual del docente. Varios elementos confluyen en ella. La formulación de un programa guía puede llegar a ser una tarea exigente para los maestros; sin embargo, también les abre la posibilidad de ir conformando expresiones propias de la dimensión intelectual de su trabajo. En una institución educativa es muy difícil que todos sus docentes estén de acuerdo con una propuesta curricular, porque toda propuesta de formación lleva implícita una posición teórica, ideológica y técnica. En resumen, podemos afirmar que nos enfrentamos a un momento social que ha generado la pérdida del sentido del trabajo académico por parte de los propios docentes de las instituciones educativas. Esta pérdida se refleja en el descuido de los espacios académicos. La institución educativa contemporánea parece no conceder importancia al trabajo, discusión y diálogo entre su personal académico. Los seminarios o reuniones similares son virtualmente inexistentes en este momento. Afirmamos que el siglo xx fue el siglo de la programación escolar. Los planes y programas de estudio funcionan como un ordenador institucional, aspecto que dificulta la incorporación de la dimensión didáctica a la tarea educativa. Desde la perspectiva institucional, más ligada a la administración, el programa representa el conjunto de contenidos que deben ser abordados en un curso escolar y que los docentes tienen que mostrar a los alumnos como materia de aprendizaje. Herbart considera que un experimento pedagógico dura la mitad de la vida del educador. En todo caso, conviene tener presente que esta discusión trasciende la visión tecnocrática de elaborar programas de estudio centrados en la noción de objetivos comportamentales o resultados de aprendizaje. Aunque su perspectiva ha sido cuestionada, todavía encontramos en nuestro medio propuestas que, bajo el intento de ser novedosas y alternativas, incluyen los objetivos comportamentales en el programa. Desde nuestra perspectiva, este planteamiento distrae la atención del problema fundamental, que consiste en analizar cuáles son las finalidades a las que debe atender el acto educativo y cómo se pueden expresar tales finalidades en la orientación global del sistema educativo, en la selección del contenido y en las formas de trabajo pedagógico aplicadas dentro del aula. Consideramos que para efectuar una discusión básica sobre los elementos de un programa escolar resulta indispensable tener presente que su estructura, por demás variada, depende de una articulación puntual entre:


a) Un sistema legal o administrativo de la institución educativa, que establece las normas para presentar y aprobar los programas de estudio o, en su caso, establece los programas como instrumentos que deben seguir o cumplir los docentes. b) Una concepción educativa, que se adopta en la institución de manera explícita o implícita, pero que condiciona tanto el papel de los programas de estudio como los elementos que lo configuran. En términos precisos, una institución se autodefine como ordenada y disciplinada, de excelencia académica y calidad educativa, humanista o vinculada con la tecnología, innovadora o alternativa. c) El papel (o la función) del programa en el contexto del plan de estudios. De acuerdo con sus funciones, consideramos que existen tres tipos de programas: a) Los programas del plan de estudios. b) Los programas de las academias o grupos de maestros. c) Los programas de cada docente. Una de las principales funciones que podemos identificar en un programa de estudios es posibilitar la visión global del plan del que forma parte. Acceder a todos los programas de un plan nos puede informar del proyecto educativo que adopta una institución por medio de la carga académica semestral o anual, del conjunto de disciplinas o problemas que se propone abordar y de su orientación global. El programa escolar cumple otra función básica: orientar el trabajo del conjunto de docentes de una institución, sobre todo cuando varios docentes imparten un mismo curso, o cuando el sistema educativo busca establecer para sí mecanismos de formación homogéneos. Deseamos señalar especialmente la conveniencia de tener a la vista todos los contenidos mínimos que establece el plan de estudios para determinar, a partir de ahí, las características y el sentido que pueden tener los contenidos de la materia a programar. Asimismo, es necesario tener claro cuál es la función que se le asigna a los contenidos.


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