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Las cuatro Revelaciones

Por Marcial Castro Sánchez Profesor de Geografía e Historia

Colina del León, Waterloo, Bélgica

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Ahí estaba yo, en la Colina del León, el lugar que recordaba la batalla de Waterloo en 1815, justo donde una bala hirió en el hombro al joven heredero del trono holandés, el Príncipe de Orange, en cuyo recuerdo se erigió un cono de 43 metros de alto y 520 metros de circunferencia. Subí casi sin aliento los 225 interminables que me llevaron hasta su cumbre. Ahí tuve mi segunda revelación. Para que se me entienda bien, fue algo similar a como cuando un visionario místico recibe una inspiración divina y se le concede por unos segundos la gracia de ver el futuro con nitidez absoluta, pero con el encargo implícito de hacerlo conocer a otros.

Mi primera revelación fue a últimos días del año 2001. Varios reportajes, artículos de prensa y la lectura de un libro me convencieron de que muchos de los grandes enigmas de nuestra Historia pasaban por la aplicación de una técnica, entonces revolucionaria y prometedora, como era el del análisis del ADN. De pronto tuve la necesidad de conocer por dentro un laboratorio donde se hicieran estas técnicas. Me levanté un sábado por la mañana y en la televisión regional salió un reportaje sobre el Laboratorio de Identificación Genética que dirigía el doctor Lorente Acosta de la Universidad

de Granada. Ahí fue cuando decidí buscarme una buena excusa para conocer a una incipiente y muy mediática eminencia científica para que me recibiera en persona, pero para satisfacer, lo reconozco, mis más profundas y egoístas curiosidades personales y profesionales.

Ideé el plan perfecto. Como dudaba de que alguien de la Universidad atendiese a un particular, pensé que si íbamos un grupo de mis alumnos seleccionados del IES Ostippo de Estepa (Sevilla), acompañados de un profesor de Biología del Centro, difícil sería que no conmoviese el corazón del profesor universitario, y que tendría el permiso de mi director para realizar un viaje hasta Granada con un puñado de unos diez de los mejores alumnos seleccionados del Centro. En aquella época, como lo es ahora, era difícil convencer a Directivas y Ampas de que se hiciese una discriminación entre alumnos por sus expedientes académicos y por la elección a dedo de un profesor. Lo único que se me ocurrió fue alegar que la carrera de Medicina era en esencia muy selectiva y elitista, y que son contados los alumnos de cualquier Centro los que podían acceder a ella, y que por una cuestión de imagen del nuestro Centro y por espacio físico dentro del Laboratorio,

no convendría que fuésemos más de 10 alumnos y un par de profesores acompañantes. Invité al profesor de Biología para que no me dijese el director que la Historia nada tenía que ver con la Medicina. Por tanto, el profesor en teoría acompañante sería yo. Un plan retorcido y astuto digno de un maestro, en este caso de un profesor de EEMM de Historia.

Ahí fue cuando tomé aire, le eché valor y le propuse al doctor Lorente, con mucho descaro y muy poca vergüenza por mi parte, una posible colaboración entre ambos, de forma que yo le propondría un apasionante trabajo histórico, y él pondría sus novedosas técnicas para su resolución. Me llevé un árbol genealógico completo del Gran Capitán y se lo mostré. Como segunda opción, en caso de no salir la primera investigación, le propuse el estudio del ADN de Colón para intentar averiguar dónde estaba su tumba, si en Sevilla o en la República Dominicana. El resto ya es bien conocido por la prensa. De los diez alumnos acompañantes, uno de ellos ganó conmigo, como profesor acompañante, un concurso de estudiantes llamado “Matrícula” que emitía Canal Sur, y otro de ellos hoy es ingeniero de Airbus en Francia.

En mi segunda revelación, en el corazón mismo de la batalla de Waterloo, vi el futuro de la Historia Recreativa y tuve la sensación de poderla tocar con la mano. Por un módico precio, unos 4 euros por persona, tenías la opción de alquilar unas gafas en 3D de forma que mirases por donde mirases veías cómo estaban dispuestas las tropas de Napoleón a la derecha, y a la izquierda las tropas inglesas. Al comenzar la visualización de pronto dejé de ver el suelo que me sustentaba y sentí que flotaba a 43 metros de altura. De forma instintiva alargué los brazos para sujetarme a la barandilla de lo alto del monumento, a los pies del león de 30 toneladas de peso. Desde allí vi el movimiento de tropas y oía el fragor de la batalla, y me dije que había mil sitios y mil acontecimientos históricos que se podían recrear de nuestra Historia de España.

Pensé que de alguna forma era obligación de los historiadores, sobre todo los locales, y con ayuda y financiación de las autoridades locales y provinciales, hacer visibles batallas y monumentos desaparecidos, de forma que llevase a los amantes de la Historia a lugares donde pudiésemos presenciarlos tal y como eran siglos atrás. Como consecuencia de esta experiencia ideé la necesidad de recrear el desaparecido templo y la capilla donde enterraron a Colón en Valladolid en 1506. Puesto que yo fui quien ubiqué su tumba, debía hacer todo lo posible por recrear el desaparecido convento donde se le enterró. Para ello necesitaba expertos en artes gráficas que me echasen una mano de forma desinteresada. El resultado previo de esta recreación informática fue expuesto en rueda de prensa en Madrid poco antes de esta Semana Santa. Aquí es donde entra en juego la tercera revelación. En el puente de Andalucía me di un magnífico y romántico paseo por los acantilados de Roche (Cádiz), y salí desde el faro de Conil en dirección norte, paralelo siempre a la línea de la batalla de Trafalgar de 1805. En mi cabeza veía cómo se desarrollaba la batalla, y me parecía oír los cañones tronando a escasísimos kilómetros de la costa. Vi al Bucentaure, al Santísima Trinidad, al San Juan Nepomuceno, al Victory de Nelson…, todos batiéndose el cobre como valientes. Y fue la noche anterior a la rueda de prensa de Madrid cuando se me ocurrió la idea y la expuse públicamente ante los periodistas que me rodearon tras el acto. Les dije que propondría recrear la batalla de Trafalgar en gafas 3D, como prueba de que el futuro de la Historia para hacerla atractiva a turistas y estudiantes estaba en la recreación de importantes hechos históricos. Solo quedaba proponérselo a los mejores, y no tenía duda de que eran los profesores y alumnos de FP del IES Virgen de las Nieves. Justo unos días antes se había inaugurado el aula ATECA de nuestro Centro, y ahí me vino, como inspirada por la divinidad, mi cuarta y hasta ahora cuarta y última revelación. Le propuse hace un par de semanas el proyecto a nuestros magníficos y plurilaureados compañeros de FP. Para ellos ganar un premio para nuestro Instituto es algo a lo que ya nos tienen acostumbrados, y nos felicitamos todos por ello y por ellos.

Lo primero que me preguntó un compañero del aula ATECA, fue si no se había hecho ya algo parecido. Yo sabía que, con motivo del segundo centenario de la batalla en 2005, poco o nada se había hecho, y yo ya por entonces había pensado en hacer para Youtube algo prácticamente clavado a un vídeo inglés que se hizo en 2018, y que ya tiene casi medio millón de visualizaciones. Me dio rabia, lo reconozco, porque lo que es la idea yo ya la había tenido en 2005, pero me faltaba el conocimiento técnico y sobre todo los contactos de los que dispongo ahora. Pero lo que nos puede desmarcar, lo que nos puede hacer diferentes e innovadores, es que nuestros alumnos, nuestros profesores y una puntual ayuda externa de técnicos, y de nuestro Centro, puedan presentar a las autoridades educativas, turísticas, locales y provinciales gaditanas, un pequeño vídeo histórico en gafas de realidad virtual en 3D, de forma que puedas presenciar la batalla desde los impresionantes acantilados de la costa de Cádiz. Nosotros podemos mejorar el vídeo inglés, porque lo podemos hacer en tres idiomas, español, inglés y francés, con sonido envolvente. Podemos hacer, como centro, algo de lo que nos sentiremos orgullosos en el futuro, algo de lo que se aprovecharán miles y miles de turistas y estudiantes. La prensa y la televisión inglesa, francesa y española se encargarán de publicitar encantados nuestro trabajo, y yo espero verlo antes de mi jubilación, dentro de unos tres años o por ahí….

Batalla recreada en “Batlle ofTrafalgar (1805) animation” en Youtube. En azul las dos columnas de barcos ingleses de Nelson rompiendo la línea de barcos franceses y españoles en rojo y blanco. A la derecha, muy cerca, estaría la línea de costa gaditana

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