LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: UNO MÁS DE SOCIALIZACIÓN DE LA INFANCIA Apuntes de Conferencia en el Primer Congreso Internacional de Educación Infantil en Granada, 1998. Javier Urra Portillo Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid
Para alcanzar una sociedad profundamente democrática, hemos de educar en la capacidad crítica, se ha de potenciar la creatividad y ello sólo se sustenta en un ambiente estimulador “bañado” de tolerancia.
tienen mis padres cuando la tele se rompe y rápidamente llaman al técnico. Quiero ser televisor para ser el mejor amigo de mis padres y su héroe favorito. Señor, por favor, déjame ser televisor, aunque sea por un día”.
En búsqueda de ese objetivo precisamos, ¡cómo no! De los periodistas y sus instrumentos.
Como sentenció Mac Luhan “El medio es el mensaje”. Es más hemos convertido algunos mensajes en actos de fe.
Y es que como dijo Groucho Marx “Nunca me había dado cuenta de lo insoportable que resulta mi compañía hasta que estuve allí sentado solo”. Ahora bien, en una sociedad consumista los medios de comunicación devoran la actualidad y la desechan, la información pierde la posibilidad de formación y se convierte en una noticia que envejece rápido, sólo queda la realidad. Estamos saturados de información y faltos de conocimiento. Leía este verano una carta al director, publicada en el diario ABC, decía: “Señor, Vos que sois bueno y protegéis a todos los chicos de la tierra, quiero pedirte un gran favor: transfórmame en un televisor. Para que mis padres me cuiden como le cuidan a él, para que me miren con el mismo interés con que mi mamá mira su telenovela preferida o papá el noticiero. Quiero hablar como algunos animadores, que cuando lo hacen toda la familia calla, para escudarlos con atención y sin interrumpirlos. Quiero sentir sobre mí la preocupación que
Se lee poco, se escribe menos, se reflexiona escasamente, vivimos la inmediatez, la superficialidad de la imagen momentánea. Criticamos a los medios de comunicación, pero les demandamos una ración, cada día mayor, de sensaciones. Por eso en la cultura televisiva, la violencia constituye la regla, no la excepción, se transmite la peligrosa idealización de la supervivencia y admiración al más fuerte, al más insensible, al educadamente o no depredador. Llegados a este punto y conscientes de que los medios de comunicación reflejan en gran medida nuestro modelo cultural y nuestro sistema de valores, es un problema social. Una vez escuché uno, a título de parábola, decía más o menos “si a una rana le echamos a una olla con agua hirviendo se quemará viva, si la ponemos en una olla con agua fría, nadará, jugueteará, si subimos la temperatura seguirá confiada, pero al final se escaldará, pues bien eso puede 1
pasar con nuestros niños, si junto a la violencia real de los adultos (véanse los telediarios) les regalamos unas películas gratuitamente violentas, los insensibilizamos, banalizarán el uso se la violencia y apreciaremos las fatales consecuencias a medio plazo. Miren, las empresas gastan en publicidad cifras astronómicas conocedoras de su influencia en las conductas de las personas y sobre todo de los más pequeños, no cabe discutir la incidencia que sobre los niños necesariamente ha de tener el que por ejemplo durante cualquier semana de 1996, y sin salir de casa, pudiera ver 770 asesinatos y homicidios, 47 torturas, 28 secuestros, 17 suicidios, 1200 peleas, múltiples disparos, más de 80 actos que vinculan sexo y violencia. Y qué decir de películas que transmiten una justicia vengadora como Rambo, Batman o del tipo Muñeco Diabólico. Sin embargo, es la falta de supervisión de padres y tutores lo que permite que haya niños con una exposición a la violencia visual extrema. Se culpabiliza mucho a los medios de comunicación desplazando responsabilidades, cuando un gran número de personas, haya violencia atractiva, violencia es el disfrute de su contemplación. A veces la TV es ese ojo voyeurista que nos permite entrar en las tragedias de los otros, que nos aproxima la sangre, los celos, esos explica el éxito de los sensibleros y morbosos reality-shows. Los medios de comunicación son mediadores de la realidad, conformadores de la misma, son imprescindibles, necesarios, en ocasiones pedagógicos y preventivos.
Nada más lejos que exorcizar unos canales tan útiles de comunicación, muy al contrario utilícense para mostrar lo positivo del género humano y como sutura de las heridas que sus miembros a veces se infringen. 1. LA TELEVISIÓN COMO GENERADORA DE VIOLENCIA EN LOS NIÑOS La violencia existe en la sociedad y la televisión tiene que reflejarla, incluso la agranda, ya que los niveles de audiencia son más elevados ante las informaciones morbosas y que expresan la maldad de los hombres. Así han crecido las generaciones en España que, desde que existe la televisión, se han visto influenciadas por ella. Las características que pensamos definirían al público de aquellos tiempos serían las siguientes: • La televisión se visiona pocas horas al día, ya que se poseen creencias que explican que puede ser malo para la salud el abuso de la misma y emitía pocas horas la día. • Ver la televisión es un lujo, y pocas familias pueden tener un aparato en casa. • Los niños podrán ver la televisión en función de la obtención del permiso paterno y las televisiones calificaban los programas con los rombos. • La televisión nació como ente moralista, donde determinados valores estaban prohibidos, y otros eran ensalzados y realzados. De ahí la concepción de la televisión como ente de control de la población y de posibles beneficios para grupos fácticos, sobre todo políticos. ¿Y actualmente?
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Sobrepasamos la media en ver televisión de cuatro horas al día, sobre todo en los niños. Muy pobre ha de ser la familia para no tener un televisor. Se crea una <<cultura única>> y el concepto de cultura audiovisual. Se ha perdido la vivencia de calle, de barrio, donde crecían los niños, educados y cuidados todos; surge una cultura más individualista que suponen el <<enceramiento>> de los niños en el hogar y poca interacción con las figuras familiares, surge la televisión como niñera electrónica. Las televisiones, comprueba de cambio democrático, hacen gala de su libertad, Se habla de todo y se puede ver todo, que todos puedan elegir y que nada se oculte. Nadie pensó que los niños no tenían ni tienen capacidad crítica plenamente establecida y les hemos quitado los avisos, los rombos, la protección. Las televisiones, comprueban que uno de sus adeptos es el niño, así la publicidad debe incidir sobre ellos, y crear programas que fomenten su atención. Los niños ven sus programas y comprueban que el motor de todo es el dinero, el egoísmo, la satisfacción individual.
… ¿Por qué en algunos niños de hoy la violencia es algo normal?, analizamos la televisión para encontrar pistas. Sobre eso versó la investigación de lo emitido por TeleMadrid, que acompañará más adelante de estudios similares realizados al resto de cadenas. Los resultados obtenidos nos muestran que la agresión con arma de fuego es la
más habitual, ya que uno de cada tres programas con contenido violento se manifiesta. Concuerda con estudios suecos realizados entrevistando a niños, que encuentran que para éstos, la principal causa de mortalidad humana es recibir un disparo. Los niños son los receptores de los programas más violentos, los dibujos animados son el tercer bloque de programas violentos. El mayor nivel de violencia se manifiesta en las películas y telefilmes, espacios visionados también por niños. Los deportes, y en concreto el fútbol, son el segundo programa en contenidos de violencia. Pero más grave es el problema de las consecuencias de esa violencia que ven los niños. No existen consecuencias… lo que es aún peor, la violencia es gratificada, posee consecuencias positivas porque el agresor cumple sus objetivos. El informe demuestra que el 9,5% de los programas escenifican violencia, tanto interna o de la propia cadena, como de anunciantes externos. Lo que más atrae a la audiencia para que posteriormente vean un programa es anunciarlo escogiendo lo más violento o lo que implique los valores más negativos. Los niños desarrollarán valores inadecuados. En algunos casos, como los niños con problemas mentales que les impida separar adecuadamente la realidad de la ficción, lo que ocurre es que se produce el denominado <<efecto disparador>>, donde la televisión es fundamental para repetir una conducta; son estos niños los que tras ver cómo un niño golpea a otro, ellos también golpean. ¿Solución?: no es única; modificar la forma en que las familias interaccionan con sus hijos, hacer conscientes a los profesores de su papel
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socializador, controlar los contenidos televisivos (si al menos las televisiones cumplieran con la normativa existente…), criticar las imágenes televisivas que ven los niños, conseguir que nuestra sociedad no sea tan violenta… Pero al menos hemos de pedir a la televisión, que sea responsable en lo que emite. Este análisis se ha realizado sólo sobre una televisión y sólo sobre los contenidos de una semana. Sabemos que la cadena analizada ni es más violenta, ni la más descuidada en sus emisiones; es más, antes señalaríamos justamente lo contrario, lo que nos llevaría a reconocer justamente que su daño socializador es menor, pero como cadena pública, en este caso de y para los madrileños, creemos que bueno será que tome en consideración todo aquello que hada del futuro, de ese futuro que tendrán que construir nuestros hijos, un lugar de vida lo más adecuado posible, ya que querámoslo o no, somos los adultos de hoy en día los responsables de ese mañana… “No todo vale para vender. Hay medios de comunicación que lo único que les preocupa es la audiencia o el número de televidente que tiene, y la sociedad no reacciona porque no capta el peligro, si en vez de programas fueran chorizos seguro que no se admitiría el uso de estricnina. El ejemplo es burdo, es exagerado, pero quizás no deba ser del todo rechazado”. 2. VIOLENCIA, MEMORIA AMARGA El terror y la violencia han sido desde siempre temas de la mitología, el teatro, la literatura, la cultura popular. Los césares romanos ofrecían espectáculos sádicos, hoy la TV nos aproxima las guerras, catástrofes y atrocidades. No hay método para dañar, matar o humillar que no nos sea detalladamente
expuesto, absorbemos una violencia que resulta como simulada, leemos, vemos y escuchamos noticias de violencia con tal cotidianidad que lo hacemos mientras comemos. Pareciera que también precisáramos devorar desastres y sufrimientos. Hemos presenciado guerras reales, en directo, donde el horror y el dolor se han transformado en juego, donde el espectador pasivo vibraba como si de un deporte se tratara ante la estela de un misil que al final impactaba o no en su objetivo. Interesaba ver el número de aciertos, se encubría la trágica realidad. … Las informaciones propaladas por los medios de comunicación no dependen tanto de su cantidad sino de su tipología, véase título, estilo, contenido. Por otro lado, no es igual la violencia en los libros o vídeos, pues la persona los puede seleccionar, que en la TV, medio claramente invasor de la intimidad. Poder desconectar esa “caja de imágenes” obliga a una conformación en la persona, con una capacidad crítica que ha debido captar en su contexto familiar. En las ciudades no hay espacios para el esparcimiento de los más jóvenes, ni tiempo para que los adultos se lo dediquen (por ejemplo: juegos de mesa), por lo que la televisión se utiliza como “canguro”. Los niños son miméticos y la TV presenta la violencia como natural y cotidiana, acerca unos modelos donde la vida del otro tiene escaso valor. La TV envilece. Hemos de educar a los niños haciéndoles activamente críticos ante la avalancha de mensajes publicitarios y de programas donde la violencia se recrea en sí misma. …
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Sin embargo, los medios de comunicación pueden y han de ser utilizados (ellos se dejan) por los especialistas para difundir a los ciudadanos sus conocimientos referidos a la prevención de malos tatos y ala mejora de la vida. Permiten remarcar lo que nos une a las distintas razas, ensalzar acciones generosas y transmitir la positiva sensación que acompaña al altruismo. La violencia ha saltado de la sección de sucesos a la de sociedad y, ciertamente, en muchas ocasiones a los violentos no les pasa nada. Se debe ser intolerante ante cierto tipo de tolerancia y dar una respuesta penal (buscando la socialización, no la represión) frente a delitos, y sobre todo los violentos. … Se calcula que un niño ve en TV entre los 5 y los 15 años aproximadamente 20.000 muertes de seres humanos con una violencia irreal (en este espacio de tiempo es probable que hayan fallecido 2 ó 3 personas de su entorno). El “golpeo catódico” continuado altera la personalidad del niño, desfigurando la perspectiva de la realidad y devaluando el valor de la vida, favorece el posicionamiento amoral, y un aprendizaje de resolución de conflictos en los que la violencia, el suicidio o el homicidio juegan un papel fundamental. La TV, si se utiliza indiscriminadamente y sin capacidad crítica, arrastra graves riesgos y como el dios Saturno puede devorar a sus propios hijos.
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