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Cera
Cuenta la historia, que hace muchos años, existía una señora, que vivía en una humilde casita, cerca del nacimiento de un rio, el lugar donde vivía era bastante alejado de la carretera por lo que a esta señora le tocaba caminar como mínimo 3 horas para llegar a su casa, y a medida que el tiempo pasaba era aún más difícil para ella bajar al pueblo.
Todos decían que ella era una bruja, una bruja que le gustaba estar sola, una noche cuando ya no pudo caminar más porque sus rodillas ya no le daban, esta señora se hizo una muñeca en cera, bastante linda e hizo que cobrara vida, todo esto con el fin de que su creación le ayudara con su casa y con las compras en el pueblo; la muñeca era idéntica a ella cuando era joven, cabello rizado hasta los hombros, cara tallada por los mismos ángeles, cuerpo esbelto, nariz pequeña, ojos grandes y color aceituna, cintura pequeña, labios gruesos.
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Cuando esta muñeca bajó por primera vez al pueblo, todos los campesinos desde el más pequeño hasta el más grande se quedaron observando su gran belleza, quedaron atónitos, nadie sabía en realidad que era sólo una escultura de cera que tenía vida gracias a la señora.
La muñeca que se había puesto por nombre Elizabeth, empezó a tomar actitudes de humano, comía, dormía, se cansaba, e incluso, se enamoró, de un joven rubio, de ojos claros y sonrisa perfecta que se encontró de camino a casa. La señora estaba tan enojada con la muñeca y Elizabeth cada vez le obedecía menos, una tarde, en la que hizo mucho calor, Elizabeth se escapó al pueblo y se le había olvidado que su material se derretía con el calor, llegó donde su creadora sin una pierna, y al ver esto, la señora, ya
estando tan cansada de que su creación la desobedeciera, la convirtió en un espantapájaros, y la puso en su jardín.
Los que han pasado por esa casa, dicen que la muñeca sigue con vida, que todas las noches, se baja de su lugar, baja al pueblo a buscar a su amor de siempre y antes de que amanezca vuelve con la esperanza de encontrarlo, incluso dicen algunos vecinos que la han visto bajar por el camino, riéndose, y saludando y la han visto volver al jardín colgarse en su sitio y quedarse inmóvil.