Mila Spiccato
Tarasca
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Tarasca
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Mila Spiccato
Tarasca
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Editorial Ilustración de la cubierta: mi mamita linda!
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A mi apá y a mi amá y a mi hermanito
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Prefacio
Siete segundos
Si tan solo hubiera caído dos centímetros a la derecha mi cabeza hubiera golpeado el poste de luz, rompiendo mi cuello, si tan solo hubiera caído dos centímetros a la izquierda me hubiera deslizado por los vidrios del parabrisas, cortándome todo el cuerpo, si la velocidad de mi carro hubiera sido menor mi cráneo hubiera golpeado el andén, y si el velocímetro hubiera llegado a marcar cinco kilómetros mas, el golpe con el parabrisas me hubiera quitado la vida. Pero ahí estaba, con unos cuantos moretones en la espalda y pequeñas cortadas en la cara, tirado en el suelo, con miedo de ser el detective del secuestro de mi propia hija. Gracias a la adrenalina me levanté con facilidad, y sin revisar a la persona del otro auto, corrí en dirección a mi casa esperando no ver cintas amarillas alrededor de ella. Mis llaves estaban en mi camioneta y claramente no tenía tiempo para llamar a un cerrajero así que mientras corría recogí una piedra que entró a la casa antes que yo, ayudándome a entrar por el ventanal del frente. -Catalina! -Grité con la esperanza de recibir una respuesta Subí las escaleras mientras repetía el mismo nombre una y otra vez. Siete segundos me tardé en llegar al segundo piso, esos siete segundos fueron más que suficiente para destrozarme, en esos siete segundos extrañé una vida que no iba a volver a tener, en esos siete segundos me di cuenta9 de que lo había perdido todo.
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Capítulo 1 Osito de felpa
Hace una hora no despegaba la mirada del armario y no quería dormir, ya le había dicho varias veces que los monstruos no existen, pero ella insistía en que en la mañana lo había visto. -Papi, ¡yo lo vi! -Exclamó señalando el armario -Ya no está, pero estoy segura de que estaba ahí -Hija -Exclamé cansado -Ya es tarde, tienes que dormirte -Traté de apagar la luz, pero antes de que mi mano pudiera tocar el interruptor mi hija dio un alarido de terror -No la apagues! -Gritó llorando -O el monstruo del armario me va a llevar -Ya estaba demasiado cansado para lidiar con miedos de niños así que salí del cuarto y cerré la puerta - ¿Amor, estas bien? -Se escuchó desde el otro cuarto con una vos de mujer -Si, solo que Catalina no se quiere dormir, dice que hay un monstruo en el armario -Dije sentándome en la cama -Déjala, ya se dormirá, y si le sigues el juego se va a convencer de que es cierto 11
-Si, pero ya está muy grande, tiene diez años, no puede estar asustándose con el armario -Respondí -Los cumplió hace un mes, además tu no tienes derecho a decir que alguien tiene miedos infantiles -Dijo ella irónicamente -De que hablas? -Repiqué sonriendo -Gonzalo, todavía le tienes miedo a la oscuridad -No es cierto -Dije riéndome -solo no me gusta -Ya no importa, ven acá -Me abrí espacio entre las almohadas y sabanas para acostarme -No te vas a quitar eso? -Pregunté -Mi collar? -Respondió -Todo el tiempo que llevamos casados y no te has dado cuenta de que nunca me lo quito? -Pues no lo tenía presente -Dije sonriendo -O sea ya se que te lo dio tu papá y todo, pero debe ser incomodo -Ya duérmete -Interrumpió soltando una pequeña risa -Me hace sentir segura… por eso no me lo quito - ¿Te da miedo dormir conmigo o qué? -Soltó una pequeña risa y apagó la luz -Hasta mañana -Añadí Un sonido irritante me despertó, el reloj marcaba las cinco de la mañana y el despertador no paraba de sonar, sin abrir los ojos, Intenté apagar la fuente del estruendo, pero fue inútil, el despertador estaba en el otro lado de la mesa de noche y la única manera de apagarlo era interrumpiendo mi sueño. Disgustado me levanté de la cama para acabar con el irritante sonido, pero me sorprendí al ver que mi esposa ya no estaba en la cama. 12
-Amor?! -Grité -Laura?!, ¡¿dónde estás?! -Aquí! -Respondió abriendo la puerta del baño con un pie mientras se maquillaba - ¿Por qué te estás arreglando a estas horas? -Pregunté -Son las cinco de la mañana y es jueves -Respondió Laura -Y qué? -Pues que tú tienes trabajo, yo tengo trabajo y Catalina tiene que ir al colegio, así que ve y despiértala Sin palabras caminé hacia el cuarto de Catalina, estaba cansado y lo único que se me ocurría hacer en este momento era volver a la cama y dormir profundamente, pero no podía. Al abrir la puerta quedé aterrorizado, mi hija estaba sentada en su cama en la misma posición en la que estaba la noche anterior, mirando al closet aterrada. Tenía ojeras y los ojos estaban tan irritados como si hubiera dejado de parpadear hace varias horas. -Laura! -Grité -Ven acá! -Voy! -Respondió -Dormiste anoche? -Le pregunté -Me va a atrapar -Respondió la niña mirando el closet Laura llegó y al ver su mirada se asustó, pero no quería que su hija sintiera mas temor así que se quedó paralizada -Hija, los monstruos no existen, no hay nada en el closet -Dijo Laura abriendo la puerta del armario -Yo lo vi… me dijo que los adultos no pueden verlo, y que yo voy después de Belinda 13
Mi teléfono sonó, rápidamente lo saqué de mi bolsillo y al ver que era mi nuevo jefe contesté para después salir del cuarto - ¡Necesitamos que vengas a la dirección que te mandé, ya! -Sonó desde el teléfono -Que pasó? -Pregunté -Tenemos una niña de ocho años desaparecida -Respondió, hizo una pequeña pausa y agregó - ¡Ven ahora! -Después colgó el teléfono -Laura! Me tengo que ir… es algo importante -Dije poniéndome una camisa blanca, un pantalón elegante, un blazer de color negro y una corbata de este mismo color para después salir corriendo hacia la mesa de noche donde estaban las llaves -Pero oye! ¡¿A dónde vas?! -Tengo que trabajar -Respondí queriendo decirle mas, pero no tenía tiempo Y no vas a bañarte o a desayu… -El sonido de la puerta azotándose la hizo parar de hablar Después de unos minutos manejando llegué a la dirección y vi una casa prácticamente envuelta en cinta policial, había policías por todas partes, y todos estaban muy alterados. Las puertas de la casa eran de seguridad, el techo era en triangulo con tejas y las paredes de cemento -Detective Sarmiento! -Gritó un policía con una sonrisa nerviosa -Que bueno que llegó, tiene que venir adentro a hablar con la madre -Dijo muy rápidamente Al abrir la pesada puerta principal vi a una señora llorando intensamente en una mesa de madera con muchos policías 14
alrededor, la reconocí de un caso que tuve hace unos años cuando la mujer tenía dieciséis, recuerdo que ella misma me contactó directamente, hace quince años aproximadamente. Todo estaba excesivamente ordenado y limpio, era difícil verla porque tenia las manos en la cara y muy de vez en cuando se las quitaba para limpiarse las lagrimas Me senté en la mesa y con señas le dije a todos los otros policías que salieran para poder hablar tranquilamente con la señora, pero el jefe se quedó, una vez el ambiente estaba tranquilo, la señora nos miró a los ojos tratando de calmarse -Cálmese… respire… y cuando esté lista cuénteme lo que pasó -Dije amablemente. La señora inhalo lentamente y con la respiración cortada soltó el aire - ¿Como se llama? -Pregunté sabiendo que no me reconocía, no quería asustarla llamándola por su nombre sin que me lo dijera -Amanda -Respondió suavemente -Muy bien Amanda… ¿qué fue lo que pasó? -Mire señor detective… lo único que pasó fue que anoche cuando se supone que ella estaba dormida -La señora hizo una pausa, empezó a llorar suavemente y se tapó la cara con las manos -Escuché un grito q-q-que venia de su cuarto y cuando fui a ver… ya no estaba -Amanda trató de contenerlo, pero el llanto se apoderó de ella -Vamos a encontrar a su hija -Dijo el jefe -Usted tiene esposo? -Pregunté -Él murió en un accidente de auto -Respondió quebrando la voz -Usted se ha peleado con alguien recientemente? ¿Alguien que estaría dispuesto o dispuesta a hacerle daño a su hija? -Agregué 15
-No que yo sepa… es decir… no… yo no me he peleado con nadie -Y usted se peleó con su hija o tuvo alguna razón por la que pudo haberse escapado? -Preguntó el jefe -La niña tenia ocho años -Afirmé -A demás las puertas son de seguridad, si se hubiera abierto una, Amanda lo hubiera oído, las ventanas son de seguridad también, se abren hacia arriba, una niña de esa edad no podría abrirla… y si por alguna razón lo logró hacer, ¿por qué gritaría? -El jefe se recostó en la silla y se cruzó de brazos confundido -Y si alguien entró? -Dijo Amanda quebrando la voz -Pero usted dijo que nadie está peleado con usted como para hacerle daño a la niña -Repetí -Me deja ver el cuarto de su hija? -Claro… pase -Respondió. Los tres fuimos hacia el cuarto y una vez adentro empecé a observar detenidamente cada cosa del cuarto. Las cortinas eran rosadas, había una cama pequeña con la sabana tendida y un armario de madera oscura. -Usted tiene gato? -Pregunté -No señor -Respondió Amanda confundida -Está segura? -Pregunté seriamente acercándome a la cama -Como no voy a estar segura? -Respondió algo molesta, pero no respondí -Que pasa? -Preguntó el jefe -Se ve bastante claro, todos los muebles de este cuarto tienen rasguños en las partes mas bajas, y si se preguntan porque se que son rasguños y no rayones, es porque están 16
distribuidos por grupos de cuatro, tal y como las patas de un gato o las manos de una persona -Respondí caminando hacia la ventana. Traté de abrirla, pero estaba trancada -Bueno, esto prueba que no salió por su cuenta -Amanda se tapó la boca, dejó caer una lagrima y salió de la habitación. Yo solo me eché en la cama y miré al techo pensando -Y estamos seguros de que nadie entró a la casa? -Preguntó el jefe. Pude notar su incomodidad en su rostro por mi acción confianzuda pero no le presté mucha atención, después de todo yo era el mejor detective de los presentes, él me necesitaba -Por ultima vez, las puertas son de seguridad -Respondí algo estresado -Y qué tal si entró al mismo tiempo que Amanda? -Exclamó - ¿Entró, espero a que se durmiera, y se la llevó? -Pregunté con una ceja levantada y un tono burlón -Es posible -Respondió algo inseguro -Amanda, ¿puede salir del cuarto un segundo por favor? -Agregó el jefe - ¿Por qué la sacas? -Pregunté -Hay algo que no nos está diciendo - ¿Por qué ocultaría información para encontrar a su propia hija? -Me levanté de la cama y me acerqué al closet tratando de abrirlo, pero fue imposible - ¡Amanda! ¡¿usted tiene las llaves de este closet?! -Grité -No, Ese closet está era de mi papá, hace más de un año nadie lo toca -Se escuchó desde afuera -Para que quieres abrirlo? -Preguntó el jefe. No respondí, y di unos pasos hacia atrás mirando la chapa del closet, tomé aire, y le di una patada a la puerta abriendo un hueco en la madera vieja 17
-Que crees que haces?! -Exclamó el jefe con un tono molesto -Tratando de resolver esto -Metí la mano por el hueco y le quité el seguro, dentro del closet había un oso de felpa color café sosteniendo un pedazo de papel blanco manchado de sangre -Trae a los forenses, diles que analicen la sangre… avísame cuando tengan los resultados -Ordené Mi dirigí hacia donde se encontraba Amanda y empecé a observarla detenidamente, pero no notaba nada que no hubiera visto antes, pelo negro hasta los hombros, una piel de color muy claro, uñas largas pintadas de rojo, excepto por la del dedo meñique de la mano derecha que no estaba pintada y no estaba tan larga como las otras. Tenía un morado en la rodilla izquierda que no noté antes, probablemente se lo hizo de un golpe accidental con la silla de la cabecera de la mesa ya que estaba un poco alejada de la mesa a diferencia de las otras sillas que estaban perfectamente acomodadas, era claro que Amanda estaba obsesionada por el orden y la seguridad, pero había algo que no encajaba con el resto, el closet. El armario estaba unos cuantos centímetros alejado de la pared, una persona normal no lo notaría ni le importaría, pero teniendo en cuenta la perfección con la que estaban acomodadas las sillas, los jarrones, las plantas, los vasos, e incluso la forma en la que estaba tendida la cama, podía estar seguro de que una persona como Amanda no permitiría que el closet se quedara así. Fui donde mi jefe a darle la nueva información -Amanda le tiene miedo al closet, por esa razón no lo ha tocado hace un año, no es porque sea de su padre, hay algo de ese armario que ella no quiere tocar, pero tampoco quiere deshacerse de él, si no ya lo hubiera hecho -Exclamé con seguridad
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-De donde sacaste todo esto? ¿Quién te lo dijo? -Preguntó el jefe -Solo lo sé… el punto es que hay algo que Amanda no está diciendo sobre ese closet, tenías razón, está ocultando algo -Dije en voz baja -Yo creo que simplemente no se quiere deshacer de él porque era de su esposo… y no lo ha tocado porque quiere tener el recuerdo de él ahí -Su esposo no está muerto -Exclamé -Como lo sabes? -En su teléfono hay trece llamadas perdidas de él –Respondí. - ¿Cómo sabes? -Que cantidad de preguntas -Dije abriendo los ojos de una forma irónica -Las llamadas perdidas de su teléfono tienen todo el mismo nombre, y solo un padre llamaría tan insistentemente, digo yo, la verdadera pregunta es por qué no contesta -Y respecto a lo del closet… ¿cómo sabes que le tiene miedo? -Preguntó el jefe -Porque no lo quiere tocar -Como sabes eso? -Porque toda la casa está perfectamente ordenada excepto por el closet… está loca por ordenar todo… estoy seguro de que la silla con la que se golpeó en la rodilla derecha ya esta en su lugar otra vez -Respondí mirando hacia donde se encontraba Amanda -Vez? Ya acomodó la silla -Agregué
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-Te diste cuenta de todo esto tan fácil? -Preguntó el jefe asombrado -Pues si, fue bastante fácil -Respondí aumentando mi ego -Como? -Tengo memoria fotográfica… pero eso no es lo que importa… hay que interrogar a su familia, busquen a su madre y esposo -Y padre? -Preguntó el jefe -Su padre la abandonó cuando era pequeña -Como sabes? -Trabajé con ella hace quince años, pero ella no me recuerda -Que pasó hace quince años? -Nada interesante, encarcelé a su padrastro -Hice una pausa y agregué - ¿Escuchaste lo que te dije antes? -Si… interrogar a la familia -Me llamas cuando tengas todo preparado -Exclamé caminando hacia la puerta -Se supone que yo soy tu jefe -Dijo irónicamente -Por ahora -Dije con una sonrisa en la cara y agregué -Llama a los forenses, consígueme ese interrogatorio y dile a Amanda sobre el osito de felpa que estaba en el armario -Caminé hacia la puerta y entré en mi carro. Mientras manejaba hacia la casa sonó el teléfono -Amor, ¿Qué fue lo que pasó? -Se escuchó desde el teléfono 20
-Una niña desaparecida -Respondí -Todos los casos que te tocan son terribles, ¿por qué no trabajas como detective privado? -Propuso Laura -Porque creo que puedo ayudar mas si estoy con la policía - ¿y han encontrado algo? ¿Alguna pista? -Pues, casi nada de lo que dice la madre es relevante y nos está ocultando cosas así que no hemos encontrado mucho -Su madre por qué ocultaría cosas para encontrar a su hija? -Se le escuchó confundida -Buena preg… -Espera un segundo que me están llamando del colegio de Catalina, ahora te llamo -Lo interrumpió para después acabar con la llamada y dejar el carro en silencio. Al llegar, tomé una ducha con agua caliente, me puse ropa normal, me preparé unos sándwiches de jamón y queso, me serví un vaso con agua y prendí el televisor. Como era de esperar, en las noticias apreció el caso en el que estaba trabajando; “Ayer, lunes veintiocho de octubre, aproximadamente a las diez de la noche desapareció la niña Alma Williams con ocho años” estaba escrito en el televisor mientras mostraban imágenes de la casa de Amanda. -Un detective anónimo estuvo aquí hace unos momentos -Dijo uno de los reporteros de la televisión - ¿¡Anónimo?! ¡¿Enserio?! -Dije en voz alta -Quiero algo de crédito -En el closet que pueden ver en este momento el detective encontró un oso de felpa con un papel en blanco manchado de sangre -Exclamó el reportero mientras se veían imágenes 21
del closet -La madre de la niña afirma que el oso no era de su hija, dice que ella odiaba los osos y que nunca había tenido uno de peluche… los forenses se lo llevaron a un laboratorio para intentar encontrar al dueño de la sangre o huellas digitales en el oso… aun no hay sospechosos -El reportero hizo una pausa y luego añadió -Si alguien tiene información o ve la niña le pedimos que llame a la policía inmediatamente -La televisión se quedo en silencio mientras pasaban imágenes de Alma -A continuación, Amanda Ramírez, la madre de la niña en vivo -La cámara enfocó a Amanda en la sala con un reportero al lado -Amanda, cuéntenos que fue lo que pasó -Preuntó el reportero acercándole el micrófono a Amanda -No todo el mundo tiene que saber la historia de como secuestraron a mi hija! -Gritó quebrando la voz -Lo único que importa es que si alguien la ve me la traigan de vuelta! -Lloriqueó para después darle un golpe a la cámara y girar la cabeza -Los policías están registrando la casa en busca de respuestas -Dijo el reportero -Si se da nueva información les informaremos -Enserio? -Dije mientras le daba un mordisco a mi sándwich -Siguen buscando? -Balbuceé con comida en la boca. Tragué, y añadí -Si hubo algo que no encontré, ellos claramente tampoco lo encontrarán -No pude seguir criticando a la televisión ya que mi teléfono empezó a sonar de repente -Estas en la casa? -Preguntó Laura -Si, ¿dónde estás tú?, creí que estabas aquí -Respondí -Ya voy para allá… con Catalina -Pero no estaba en el colegio? 22
-Si, estaba -Que pasó? -Pregunté -Te cuento cuando llegue -Dijo Laura para después terminar la llamada Me acabé mi comida rápidamente, cogí una hoja de papel, un esfero, me senté en el escritorio y empecé a recordar toda la información del caso mientras la escribía en el papel, la memoria fotográfica me ayudaba a recordar todo mas fácil, pero seguía necesitando la hoja para organizarme más. Escribí por cinco minutos hasta que escuché la puerta del garaje se abría -Ya llegamos! -Se escuchó desde la entrada con la voz de Laura -Llegaron mis princesas! -Grité desde el escritorio para después salir corriendo a abrazar a mi hija con una sonrisa en el rostro -Con diez años y ya se está saltando clases? -Dije irónicamente mirando a Catalina -Es que aquí la señorita no se concentra en clase… y me llamaron diciendo que estaba muy distraída y que volviera mañana -Dijo Laura seriamente -Uy, vamos a tener que castigarla -Dije riéndome -No! ¡Papi! ¡No me castigues! -Exclamó Catalina -Esto es por portarse mal hijita mía! ¡Para que no lo vuelvas a hacer! -La tiré en el sofá y empecé a hacerle cosquillas -Vas a volver a distraerte en clase? -Pregunté -No! ¡No lo voy a volver a hacer! -Gritó con una risa intensa y los ojos llorosos -No mas cosquillas! ¡No lo vuelvo a hacer lo prometo! 23
-Lo prometes? -Pregunté sin parar de torturarla -Lo prometo! ¡Lo prometo! -Gritó tratando de liberarse -Está bien -Respondí viendo el esfuerzo que hacia Laura para quedarse seria. Pero se veía una pequeña sonrisa en su rostro -Gonzalo esto es serio… no puedes felicitarla por no concentrarse en clase -Exclamó Laura conteniéndose -Si lo sé, ya recibió su castigo -Respondí acercándome a Laura con una sonrisa -Gonzalo hablo enserio… se va a acostumbrar esto -Vamos, es la primera vez, no se repetirá. ¿Cierto Cata? -Pregunté sonriente -No se repetirá -Repitió desde el sofá -Vez? -Dije con una sonrisa acercándome más a mi esposa -Mas vale que no se repita -Exclamó Laura mirándome a los ojos -Ahora salúdame bien -Dije para después besarla y agregar irónicamente -Hola amor, ¿cómo te fue? -Bien y a ti? -Respondió mostrando los dientes -Papi! ¡Papi! ¡Papi! ¡Mira! -Gritó Catalina emocionada corriendo hacia mi -Que pasa hija? -Pregunté -Se me cayó un diente! ¡Mira! -Dijo con el diente en la mano 24
-Ah sí? ¡Que emoción! ¿Cuándo se te cayó? -Respondí -Cuando veníamos en el carro -Dijo con emoción -Ve y lo pones debajo de la almohada! -Dijo Laura -Está bien -Exclamó Catalina corriendo hacia su cuarto - ¿Y como te va con el caso? -Preguntó Laura -Hablamos de esto hace siete minutos -Respondí - ¿Por qué estás tan preocupada? - ¿Por qué estás tan tranquilo? -Respondió - ¿Esto de los desaparecidos, los asesinatos y los secuestros ya es lo normal? -Pues es trabajo… estoy esperando los resultados de unas muestras de sangre para seguir con la investigación -Hice una pausa pensando en como evadir la pregunta y agregué - ¿Quieres ir a almorzar a alguna parte? -No cambies de tema -No cambio de tema… solo te pregunto -Bueno… vamos a el restaurante mexicano -Respondió caminando hacia su habitación -Catalina! Quítate el uniforme y ponte ropa normal! ¡a las cinco salimos! -Grité sentándome en el sofá -Bueno! -Se escuchó desde su cuarto. Nunca entendí por qué las mujeres se demoran tanto en arreglarse, me quedé sentado en la sala treinta y dos minutos para que después bajara Laura exactamente igual a como había subido, claro no podía decirle eso, así que le dije que se veía hermosa, lo cual no era mentira. 25
-Papi, cuando vamos a sacar la bicicleta de la bodega? -Preguntó Catalina -No lo se hija, cuando quieras montar me avisas y yo la saco -Respondí sin quitar los ojos de la via -La bicicleta cabe atrás? -Preguntó Laura sorprendida -Amor, las nuestras también están ahí -Enserio? -Se le vio sorprendida -La bodega es inmensa, creo que cabemos tu y yo sin problema -Reí -A que hora volvemos? -Interrumpió Catalina -No lo sé, cuando acabemos de comer, ¿por qué preguntas? -Quiero montar bici -Respondió con una sonrisa -Cuando volvamos montas todo lo que quieras hija -Me distraje pensando en el caso y dejé de prestarle atención a lo que estaban hablando, de repente, uno de los semáforos cambió a luz roja, y sin darme cuenta aceleré, Laura se dio cuenta rápidamente y gritó con miedo -Gonzalo! Alarmado pisé el freno haciendo que el carro derrapara un poco hacia el frente para después parar bruscamente -Lo siento… no estaba concentrado -Exclamé -Está bien -Respondió Laura recostándose en el espaldar de la silla con nervios -Hija estas bien? -Pregunté mirando hacia atrás 26
-Si -Respondió Catalina con una sonrisa nerviosa en su rostro -Creo que debería manejar yo -Dijo Laura irónicamente -Ya me voy a concentrar… no te preocupes -Respondí algo nervioso -Ya cambió -Avisó Catalina -Que cambió cariño? -Preguntó Laura -El semáforo -Respondió -Creo que Catalina debería manejar -Exclamé irónicamente para después acelerar Después de unos quince minutos de trayecto llegamos al restaurante, Laura y Catalina siguieron hacia la mesa mientras yo ordenaba por ellas rápidamente ya que la rutina siempre era la misma; Catalina pedía unos nachos con queso, Laura miraba el menú por tres o cuatro minutos dependiendo de su estado de animo y después de pensar cuidadosamente su decisión como si su vida dependiera de ello, ordenaba los mismos tacos de siempre, y yo, bueno, me sabia la carta de memoria así que no había problema. -Papá, ¿como vas con el nuevo caso? -Preguntó Catalina cuando me vio caminar hacia la mesa -Bien hija, ¿por qué preguntas? -Respondí intrigado -Quería saber, te vi un poco asustado esta mañana -Este caso es un poco más fuerte, pero no es nada en especial -Y como va el colegio? -Preguntó Laura cambiando de tema -Me fue mal en arte, pero en lo demás saqué buena nota -Respondió 27
-Y vas a recuperar? -Preguntó su madre seriamente -Si -Bueno, hablemos de otra cosa -Dije para que Laura no regañara a Catalina -Que tal si por la noche vemos una película juntos -Si! -Respondió Catalina emocionada -Cual quieres ver? -Pregunté -No sé -Pero no puede ser hasta muy tarde porque mañana tienes colegio… así que solo una película -Añadí -Ya se que voy a pedir -Exclamó Laura - ¿Ustedes ya saben? -Si -Dijimos Catalina y yo al tiempo -Pero no miraron la carta -Yo si -Dije -Papi no mientas -Dijo catalina -Es que yo tengo un súper poder, y puedo ver cosas que ya había visto antes sin que estén ahí -Mentira! -Exclamo Catalina riéndose - ¿Que vas a pedir? -Dije dirigiéndome a Catalina -Nachos -Respondió - ¿Y tu? -Pregunté -Tacos al pastor 28
-Buena elección -Dije irónicamente -Meser… -Ya pedí la comida -Interrumpí -Pero… -Laura se quedó pensando unos segundos y después entendió Al acabar de comer, unos amigos de Laura llegaron al restaurante y como era de esperarse, ella se quedó hablando con ellos. Después de diez minutos Catalina empezaba a aburrirse así que la llevé al carro y la acompañé mientras se quedaba dormida, luego regresé al restaurante. Eran las siete y media cuando terminaron de hablar. Al llegar a la casa llevé a Catalina cargada hasta su cama y entré a Laura en mis brazos ya que había empezado a llover y el piso estaba resbaloso, una vez adentro nos cambiamos la ropa y nos dirigimos al cuarto, en menos de media hora estábamos todos dormidos. Mi teléfono me despertó a la una y media de la mañana, y en el momento en el que contesté mi jefe habló sin darme chance de preguntar que pasaba -Tenemos otra niña desaparecida, tiene nueve, y encontramos un oso de felpa igual al de la otra niña en el closet de su cuarto. Es un secuestrador, y es el mismo. Necesitamos que vengas a ver esto -Mi familia está dormida -Exclamé cansado -Si, pero necesitamos que vengas ahora, los resultados de la sangre ya están listos -Tiene que ser ahora? -Si… tienes que venir ahora… esta vez dejó una pista… ya te envié la dirección 29
Estaba cansado, pero tenia que ir, así que me vestí, me subí en el carro y manejé hacia la dirección que el jefe me había mandado, hace mucho tiempo no llovía como lo hacía ese día y la calefacción del carro no era suficiente, estaba congelándome, pero tenía que ir si quería conservar mi trabajo. Al llegar sentí un golpe en la bodega del carro y recordé que tenía que sacar la bicicleta -Aquí tienes los resultados de la sangre que encontramos allá -Exclamó el jefe emparamado mientras extendía la mano con unos papeles -Esa es la madre no? -Dije irónicamente señalando a la mujer que lloraba histéricamente a través de la ventana de la casa -Esto no es un juego -Dijo el jefe dirigiéndose hacia la casa -Lo siento, cuando estoy cansado me pongo así Una vez adentro se fue el frio y el ruido, todo era tan tranquilo, sería silencio perfecto si la señora que estaba en la sala no hiciera tanto ruido con su llanto. Empecé a leer todo, la sangre era “b positivo”, había salido a contacto con el aire aproximadamente tres horas antes de que la encontraran y hacia coincidencia con la sangre de Belinda Zamora -Quien es Belinda Zamora? -Pregunté -La nueva niña desaparecida -Exclamó su jefe -El secuestrador consiguió la sangre antes de secuestrarla, así que sabia quien sería su próxima víctima, no las elije al azar -No tardé demasiado en darme cuenta de lo que sucedía y quedar paralizado -Belinda? -Pregunté temblando - ¿Si, la conocías? -Preguntó su jefe 30
-Tengo que irme de aquí -Exclamé atemorizado para después salir corriendo hacia mi carro mientras que mi jefe me persiguió preguntándome cosas ya que su cerebro no terminaba de asimilar las cosas Los gritos de mi jefe, el miedo, la ansiedad, la lluvia y mis manos siendo incapaces de agarrar las llaves se juntaban para crear el estrés mas grande que jamás había sentido. En el segundo en el que las yemas de mis dedos sintieron el metal frio de las llaves las saqué de mi bolsillo y empecé a oprimir el botón que desbloqueaba la puerta una y otra vez. -Sarmiento! -Gritó el jefe con seriedad -Que está pasando? -Preguntó con mal genio -No puede dejar una escena del crimen así de la nada! -Tengo que irme! -Grité -Se trata de mi hija! -Que pasa con tu hija? -Preguntó confundido -No tengo tiempo de explicarle -Dije mientras encendía el motor del carro -Hola?! -Se escuchó con una voz delicada desde el baúl del carro -De donde vino eso? -Preguntó el jefe -Me escuchan?! -Se escuchó la misma voz quebrantada como si tuviera algo en la boca -Ayúdenme! En el segundo en el que me bajé del carro noté la rabia, confusión y sobre todo decepción en la cara del jefe. Todos los policías que estaban cerca al carro corrieron hacia el baúl y lo abrieron rápidamente, sin necesidad de ver el interior pude notar en sus caras como habían encontrado a la primera desaparecida, amordazada y herida en el baúl de mi camioneta. Los policías miraron al jefe en busca de respuestas sobre cual debería ser su siguiente movimiento. 31
-Dame tu placa y tu arma -Dijo el jefe con la mirada hacia el suelo - ¡Dámelas! -Gritó dirigiendo sus ojos hacia los míos -Enserio crees que…? -Traté de defenderme, pero era inexplicable -Arréstenlo! -Un policía se acercó a mi lentamente apuntándome con su arma. El policía se hizo detrás mío y mientras sobre mi cuello se posaba el cañón frio de su revolver en donde rebotaban las gotas de agua, me decía inseguramente que me arrodillara -Lo siento -Susurré Con mi mano derecha agarré el arma de mi compañero, me di vuelta rápidamente y aprovechando el suelo resbaloso lo empujé con fuerza haciéndolo caer al suelo, apuntando el arma hacia él me sentí un monstruo al ver el miedo que le causaba. -No quiero hacerle daño a nadie! Así que van a dejarme ir y después resolveremos lo de la niña que secuestré sin razón alguna y traje en el baúl de mi carro a una escena del crimen -Exclamé recordando que siempre he tenido la habilidad de hacer chistes en los momentos menos oportunos. -Gonzalo… baja el arma -Me advirtió el jefe diciéndome con su mirada que no dudaría ni un segundo en dispararme si no obedecía -Tienes que entender! -Grité quebrando la voz -Pues explícame para que lo entienda -Dijo el jefe intentando distraerme mientras daba señas a los policías para que me esposaran -Revisa las pistas! -Exclamé lloriqueando -El primer secuestro fue de una niña de ocho años llamada Alma en la calle diez. Belinda tiene nueve años, y mira donde estamos, 32
es la calle veinte. Yo vivo en la calle treinta, mi hija tiene diez, y se llama Catalina… ¿¡Acaso no lo ves!? -Dejé caer una lagrima que se confundió rápidamente con la lluvia - ¿Por qué no me dijiste nada de esto? -Preguntó el jefe -Porque acabo de darme cuenta! -Al ver como el jefe estaba cada vez mas inseguro no dudé en caminar lentamente hacia una patrulla -Quédate quieto! -Gritó Corrí hacia la patrulla sin duda alguna de que nadie iba a dispararme, todos estábamos igual de confundidos, y eso lo podía usar a mi favor, así arranqué y antes de que pudieran terminar de pensar si que hacer al respecto, yo ya estaba a cincuenta metros del lugar. El miedo de que algo le pasara a Catalina rebasó cualquier otro sentimiento que pude tener en ese momento, incluyendo el sentimiento de preocuparme por mi propia vida. Saltando cada semáforo en rojo y evadiendo cada auto que se me cruzaba, cada vez oprimía con mas fuerza el pedal de acelerar y faltando cinco cuadras para llegar al lugar, el velocímetro ya marcaba los ciento ochenta kilómetros por hora. Cuando me di cuenta de que había otro carro pasando, mi cabeza ya había golpeado el parabrisas.
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Capítulo 2 Papá mintió
Una suave voz la despertó a las tres de la mañana, ella estaba muy cansada pero no podía ignorar a su hija, al levantarse de la cama se dio cuenta que Gonzalo no estaba, pero no se preocupó ya que normalmente lo llamaban a estas horas de la mañana para trabajar. -Mami, está aquí otra vez -Susurró Catalina con miedo -Quien? -Preguntó Laura -Dijo que es mi turno -Tu turno para que? -Que esta noche me iba a llevar a mi -Catalina seguía hablando como si no escuchara a su madre, como si estuviera sola en la habitación. Tenia una mirada muerta hacia el armario de su mamá, una mirada desenfocada, una mirada de miedo -Hija me estas oyendo? -Preguntó Laura confundida -No pude verlo, solo me habló -Hija? -Preguntó 35
-Ayuda -Susurró Catalina mientras sus pupilas se contraían rápidamente como si se le hubiera apuntado con una linterna a la cara -Vamos hija, vuelve a la cama, es normal tener miedo, pero nada de eso es real Haciéndole caso a su mamá caminó hacia su cuarto, se encogió entre las sabanas y cerró los ojos tratando de dormir, “no tengo miedo, voy a estar bien, no pasa nada” se repetía en su cabeza una y otra vez, “Papá dijo que los monstruos no existían, voy a estar bien” se decía a ella misma contradiciendo lo que le decía el miedo -Mamá? -Preguntó quebrando la voz después de escuchar como algo golpeaba el suelo. No hubo respuesta Rápidamente se escondió debajo de las cobijas con su oso de felpa, se quedó lo mas quieta que pudo y trató de llorar lo mas silencioso posible para que nadie la escuchara. Ya no creía en lo que su padre le había dicho, ella sabia claramente que lo que estaba en el closet era real, ella sabia que lo que estaba ahí afuera esperándola no era producto de su imaginación, tenia miedo, y sabia que nadie la iba a ayudar. De repente se escuchó un susurro que la llamaba, decía su nombre una y otra vez, pero ella no respondió, esa no era la voz de su madre. -Catalina -Dijo la voz -Es tu turno Ella se contenía el llanto y abrazaba con miedo a su oso, se podía sentir como había alguien sentado en la cama, sus lagrimas se comenzaban a mezclar con el sudor, al igual que el miedo con la dificultad de respirar -Es una pesadilla, No eres real -Dijo Catalina en voz alta quebrando la voz sabiendo que lo que decía era mentira
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Se escuchaban pasos que daban vueltas alrededor de la cama lentamente, pasos que hacían crujir la madera del suelo, pasos que cada vez estaban mas cerca. Catalina sintió una mano sobre ella, una mano que lentamente empezó a llevarse la manta que la cubría. La única sensación que tenia era el de la cobija deslizándose sobre su piel, el sentimiento de temor al saber que la única cosa que la separaba de el monstruo desaparecía, de saber que una mano se robaba toda la protección que tenia sin esfuerzo alguno.
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Capítulo 3 Huesos El tiempo que le tomó a mis ojos adaptarse a la luz de la habitación donde me encontraba cuando desperté me hizo darme una idea del tiempo que llevaba inconsciente. Mientras analizaba la habitación mis nervios aumentaban, al igual que mi dolor en el cuello mientras intentaba mover la cabeza y el ardor de mi muñeca mientras las esposas que me tenían amarrado a la camilla cortaban lentamente mi piel. En ese momento perdí el control sobre mi mismo, los nervios se apoderaron de mi y no me dejaban pensar, todo lo que pasaba por mi mente era salir de ese lugar lo antes posible. El goteo de la sangre en el piso blanco aumentaba cada segundo mientras intentaba sacar mis manos de las esposas cada vez con mas fuerza, empecé a estremecerme por la camilla con suficiente agresividad para que la herida de mi cuello se abriera de nuevo, pero en ese momento no le presté mucha atención ya que, antes de notarlo, estaba libre de las esposas, mi pulgar estaba en una posición poco común y la piel de la parte superior de mi mano no estaba. Después de sacudirme la sangre ignorando el dolor, me senté en camilla, y me di cuenta de que mi cuello y mi dedo no eran las únicas cosas que estaban rotas, mi cabeza tenía un vendaje desde la punta del cráneo hasta arriba de mis cejas y mi hombro derecho estaba muy adolorido, también tenía vendaje. 39
Una vez estaba sentado, y libre de la camilla, me dispuse a analizar la habitación; Era totalmente blanca excepto por la puerta metálica de seguridad, el tubo de la camilla, una ventana y la sangre que se escurría lentamente por el piso debido a uno leve inclinación del edificio. La puerta no tenía una chapa o una manija de donde abrirla, la ventana a su derecha estaba abierta, pero solo se podían ver techos de otros edificios y nubes. Teniendo en cuenta la altitud del edificio en donde se encontraba, los colores de los edificios que se veían por la ventana y la leve inclinación que tenía, asumí que estaba en el hospital de la calle veintiocho ya que el terreno de esa cuadra antes era una laguna, lo que causaba la inclinación del edificio debido a lo blando del suelo. En ese hospital era donde llevaban a los criminales heridos mientras estaban en condiciones para entrar a la prisión. Recordé haber pasado frente al edificio cuando estaba en construcción a los catorce años en la camioneta negra que tenía mi familia, no olvidé el edificio del frente ya que ese día el vestido de mi madre era del mismo color. Asumí que en este momento me encontraba en un noveno piso ya que solo alcanzaba a ver la ultima ventana y el techo del edificio amarillo desde mi habitación, y mi memoria guardó el numero de ventanas que tenía, por lo tanto, el numero de pisos. Ahora que sabía donde me encontraba, necesitaba saber como salir. Al ver que la cadena de las esposas estaba un poco rota y había una punta que sobre salía, corté un pedazo de la sabana que estaba en la camilla y la amarré en mi mano derecha simulando una venda, el dolor era intenso, pero escapar era mas importante, mis recuerdos de las ultimas horas eran bastante borrosos pero debido a las esposas asumí que algo grave debí haber hecho. Después de pensar un poco cogí las esposas de las cuales me había liberado y de un jalón rompí la cadena que unía ambos extremos, quedándome con uno, el cual tiré con fuerza hacia el vidrio de la ventana, lo cual, como supuse, activaría una alarma. 40
Esperé dos minutos y medio parado al lado de la puerta con uno de los pedazos del vidrio en mi mano, el cual no pensaba usar contra nadie, solo me hacía sentir seguro. Al escuchar como se abría la puerta, apreté el pedazo de vidrio con nervios, añadiendo más color a la habitación blanca. Yo nunca heriría a nadie físicamente, pero en ese momento los nervios estaban controlándome, así que antes de que la persona terminara de entrar pateé la puerta dejando su mano atrapada por fuera de la habitación y poniendo el vidrio en su cuello, al verlo a los ojos, sentí su dolor. -Tu me vas a sacar de aquí. ¿Entendiste? -Exclamé mirándolo a los ojos -No puedo hacer eso -Respondió bastante tranquilo para la situación -Vas a hacerlo -Dije simulando rabia para intimidarlo -Usted es un criminal -La verdad no creo eso -Entonces no huya, alguien inocente no correría. Su jefe quiere hablar con usted, está abajo en una habitación de interrogatorio. Iba a llevarlo en la camilla, pero ya que veo que está en condiciones para caminar creo que solo iremos. -Que le hace pensar que voy a ir -Que es la única oportunidad que tendría de salir de aquí, si es que la historia de su jefe es falsa -Tu me vas a sacar de aquí -Dije dudando -Sus compañeros me han hablado de usted, y usted es una buena persona, la verdad no creo que usted haya secuestrado a esas personas -Exclamó bastante seguro de lo que decía, lo cual me hizo dejar caer el pedazo de vidrio. 41
Fui escoltado siete pisos hacia abajo en un ascensor bastante pequeño el cual tenía un reloj que marcaban las diez de la mañana, al ver esta cifra mi cerebro intentó hacer el calculo del tiempo que llevaba en el hospital nuevamente, pero entré en pánico al percatarme de que, por primera vez en mi vida, no podía recordar algo. Desesperadamente empecé a intentar recordar, una actividad totalmente nueva para mi, una actividad estresante que lo único que lograba era hacerme temblar de miedo cada vez mas. -Se encuentra bien? -Preguntó el medico -Usted sabe que pasó conmigo? -Pregunté tartamudeando -No, solo sé que llegó acá a las seis de la mañana con bastantes huesos rotos Mi cerebro empezó a trabajar con la nueva información, <si llegué acá a las seis de la mañana, quiere decir que lo que sea que haya pasado, pasó entre las cinco y las cinco y media, eso quiere decir que había un caso de urgencia con el trabajo, si no hubiera estado en mi casa a esas horas> seguí dándole vueltas al tema por un tiempo, pero nada volvió a mis recuerdos. Una vez me encontraba en el segundo piso, fui escoltado hasta una sala de interrogatorio en la cual fui nuevamente esposado, esta vez a una mesa metálica la cual me separaba de mi jefe. -Que fue lo que pasó? -Pregunté sin esperar una respuesta -Dímelo tu -Respondió mi jefe con notable molestia -No recuerdo nada -Exclamé aumentando el temblor de mis manos -Lo que pasó fue que encontramos una niña amordazada en el baúl de tu camioneta… ¿tu reacción? Tomar como rehén 42
a un oficial para después huir de la escena en una patrulla, la cual fue encontrada estrellada a cuatro o cinco cuadras de tu casa… sin ti -No puedo acordarme de nada! -Grité estresado a pesar de que el comentario de mi jefe me había hecho recordar el caso de la desaparición de Belinda -Necesito que me digas dónde estuviste esta mañana después del choque -Dijiste que la patrulla fue encontrada sin mí? -Pregunté confundido -Sí -Entonces de que son mis fracturas? No podría haberme levantado del suelo con el cráneo y el cuello roto -El jefe miró al policía que se encontraba en la puerta, él sabía algo que yo no. -Fuiste encontrado cuatro horas después -Que tan lejos del lugar del choque? -Fuiste encontrado en ese mismo lugar con múltiples fracturas en la cabeza y costillas y moretones por toda la cara y cuello -Eso es imposible -Planteé confundido mientras mi subconsciente imaginaba posibles escenarios, todos incoherentes -Eres sospechoso del secuestro de las tres niñas desaparecidas -Tres? -Necesito que recuerdes -Dijo evadiendo mi pregunta 43
-Que gran idea! ¡Jamás se me habría ocurrido! -Exclamé irónicamente con algo de rabia. Estaba listo para empezar a defenderme con pruebas de que no pude haberme movido del accidente cuando el radio de mi jefe interrumpió mi pensamiento -Nueva desaparecida -Sonó desde el radio -Amanda Ramírez fue reportada desaparecida, todas las unidades reportarse, parece que hubo disparos hacia el atacante Se que es un poco cruel decirlo, pero en ese momento sentí alivio, no solo porque significaba que ya no era un sospechoso, si no porque por fin podría salir de ese hospital y descubrir que fue lo que en realidad pasó. Como era de esperarse, el jefe se frustró y salió de la habitación. Esperé cinco minutos con veintisiete segundos aproximadamente hasta que regresó. -Amanda Rodríguez, es la madre de la primera desparecida -Exclamó -Requisaron la casa y había un oso de felpa en la sala, todo es igual a los anteriores secuestros, solo que en este se trata de un adulto, y hay sangre, esto se sale del patrón. Esperarás aquí, hasta que estemos seguros de que no tienes nada que ver con esto - ¿Que? ¡Pero no hice nada! -Lo siento, son las reglas
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Capítulo 4 Buenas noches
No había pasado demasiado tiempo para los demás, pero para ella estaba pasando una eternidad, una eternidad en la que cada segundo con vida es un segundo perdido, ya que para ella su vida había dejado de tener sentido hace un tiempo, pero tenía que continuar, ya que aún había algo de esperanza, su mayor deseo era que el timbre de su puerta sonara y le devolvieran su alma. Pero en cambio, lo único que escuchó fue su ventana rompiéndose, el hecho de que esta fuera de seguridad la aterrorizó aun mas. Giró sobre su cama hasta que cayó al suelo e ignorando el temblor de sus manos abrió una pequeña compuerta que había debajo de su cama, ella sacó un arma de fuego para después esconderse en su armario. El miedo la consumía, pero también la rabia, lo único que pensaba en hacer era salir de ese closet y perforarle el pecho al que probablemente era el secuestrador de su hija. -Amanda? -Se escuchó desde afuera con la voz de un hombre la cual resonó en sus oídos como algo conocido -Dónde estás? Solo vengo a hablar -Si vinieras a hablar no hubieras roto mi ventana, hubieras timbrado -Pensó Amanda 45
-Prometo no hacerte daño, vengo en paz -Exclamó la voz algo cansada y dolida En ese momento, Amanda solo usaba dos de sus sentidos, con los que sentía el metal frio de su revolver y escuchaba los escalofriantes pasos de su visitante. Ella podía escuchar como la persona buscaba desesperadamente por toda la casa, azotando cada puerta de cada habitación en la que no la encontraba, su respiración se agitó y se agitó hasta que el miedo la forzó a aguantarla cuando escuchó como el hombre abría la puerta de su habitación. Ella presionó el cañón de arma contra la madera del armario esperando a que el hombre se parara en frente. -Tu hija, Alma -Exclamó la voz -Regresó Ella sabía que era un truco para que saliera del armario, su hija no había vuelto por mas que ella lo deseara, y no iba a salir por mas que cada átomo de su cuerpo se lo pidiera. Entre mas lo pensaba, mas lagrimas salían de sus ojos, y cada vez mas, apartaba el revolver de la puerta, era demasiada tristeza y demasiada rabia, Amanda inclinó su cabeza hacia atrás tocando la pared y se quedó mirando a la nada mientras salía su tristeza en forma de gotas de agua. El revolver retumbó entre la madera del closet al caer de sus manos, sonido que causó que las pupilas de Amanda se dilataran por el miedo. Sus manos empezaron a temblar casi a la velocidad a la que latía su corazón y las lagrimas rápidamente pasaron de ser por tristeza, a ser por terror. Una pequeña risa se escuchó desde afuera, seguida de pasos lentos que se acercaban cada vez mas al closet. -Amanda, si estas escondiéndote con algo en tu mano, creo que la regla numero uno es no tirarlo al suelo -Dijo el hombre irónicamente para después posar su mano sobre la manija de la puerta del armario
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Amanda quería agacharse, recoger el revolver y disparar hacia la puerta, pero el miedo la tenia paralizada, ya que este revivió uno de los mas grandes terrores de su infancia, que la encontraran. Desde los siete años hasta los quince tuvo que esconderse cada noche con la esperanza de que su padrastro no la encontrara mientras su mamá no estaba en casa. Tuvo que aguantarlo hasta que cumplió dieciséis y pudo sacar el suficiente valor para no esconderse y devolverle todo el daño que le había hecho, valor que en este momento no tenía. -Hola! -Exclamó el hombre irónicamente, pero con rabia mientras abría la puerta. Antes de que ella pudiera ver su rostro o defenderse, le agarró el brazo y la jaló haciendo que se tropezara y que cayera boca abajo. -Por favor! ¡No me haga nada! ¡Le daré lo que quiera! -Exclamó Amanda desde el suelo quebrando la voz -Me vas a dar lo que quiera? -Repitió el hombre con una voz tenebrosa arrodillándose al lado de Amanda y agarrándola de los brazos para inmovilizarla contra el suelo -Si -Respondió dejando que una lagrima se escapara de sus ojos antes de ser cerrados por terror -Verás… no es nada complicado -Dijo el visitante -Solo tienes que abrir tu boca -Agregó con algo de rabia presionándola contra el suelo -Por favor… no -Suplicó quebrando la voz mientras su corazón se aceleraba y su cerebro la atacaba con recuerdos -Confiesa! -Gritó con rabia haciendo mas presión en sus brazos lastimándola -Como la encontraste?! -Agregó empujándola contra el suelo golpeando su cabeza contra la madera
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-De qué está hablando?! -Preguntó Amanda confundida. El miedo no la abandonó, pero si tuvo una sensación de alivio al darse cuenta de que los ataques de su memoria eran falsos. El hombre la levantó del suelo agresivamente, la empujó contra el armario y le dio un golpe en el estomago con rabia para después agarrarla del cuello y mirarla a la cara con desprecio para darse cuenta de que el miedo era tan grande que no le permitía abrir los ojos -Dónde está?! -Exclamó entre dientes -Dónde está quien? -Preguntó Amanda con el poco aire que tenia en sus pulmones mientras hacia esfuerzos inútiles por liberarse -Ahorrémonos la actuación -La mano del hombre cada vez apretaba mas fuerte y Amanda cada vez tenía menos aire en sus pulmones -No se… de qué… hablas -Respondió con dificultad - ¡Mi hija! ¡¿Donde está mi hija?! -Gritó golpeándola con rabia contra el closet cada vez que mencionaba a la primogénita - ¿Ángel? -Preguntó Amanda con rabia abriendo los ojos por un segundo en el que no alcanzó a ver nada - ¿Qué? -Respondió con confusión aparentemente genuina haciendo menos fuerza con su mano - ¿Enserio te atreves a volver acá? ¿Después de lo que hiciste? -Preguntó con odio -Nadie va a devolverte a tu hija… debe estar mejor sin ti y probablemente ni si quiera te recuerde Amanda no tardó mucho en darse cuenta de que haber dicho eso había sido un error. Como respuesta obtuvo un golpe en su rostro que la dejó en el suelo adolorida y sangrando, el 48
hombre se dejó llevar por su rabia y sin pensarlo dos veces le dio una patada en las costillas causándole vomito con sangre. Pero esto no la detuvo, solo aumentó su rabia -No debería sorprenderte -Exclamó tosiendo sangre mientras intentaba levantarse del suelo -Seguramente… eras el peor padre del mundo Antes de poder pensar algo mas el hombre la levantó del suelo con una mano y contra la puerta de la habitación le dio un golpe en la cabeza para después dejarla caer de nuevo, mas adolorida de lo que ya se encontraba - ¡¿Donde está?! -Gritó quebrando la voz - ¿Y que te hace pensar que yo lo se? -Respondió Amanda con dificultad -Todo indica a que tú sabes donde está… así que vas a decirme quien la tiene -Probablemente su madre se la llevó lejos de ti -Exclamó con una sonrisa retadora ignorando la sangre y el dolor -Así que también fuiste tú -Dijo el hombre entre dientes acercándose a ella - ¿Yo también que? -Peguntó confundida -También te la llevaste a ella -Las manos del visitante apretaron con firmeza el cuello de Amanda y sin hacer mucho esfuerzo la acercó a él -Después de que me digas donde están… vas a pagar por lo que hiciste… al igual que pagarás por cada segundo en el que no abras tu boca… así que vamos a dejarnos de juegos y me vas a decir todo lo que sabes -El miedo de Amanda regresó pero la rabia seguía siendo mas grande, el dolor ya no le importaba y el hecho de que su hija no estuviera con ella hacía que la muerte tampoco significara una amenaza. 49
-No se donde está, y si lo supiera no te lo diría -Dijo Amanda furiosa tratando de ignorar el miedo que causaba el temblor de sus manos y el tartamudeo -Eso ya lo veremos -Mientras el hombre decía estas palabras Amanda intentaba alcanzar el revolver -Por ultima vez, ¿donde están? Una milésima de segundo después de apretar el gatillo, Amanda pudo ver al hombre sangrando en el suelo y una mancha roja en el techo que camuflaba el orificio que causó la bala. Amanda veía el cuerpo del hombre lejos de ella y le causaba cierta alegría, el revolver en sus manos la hacia sentir segura y la salpicadura de sangre en su cara la aterrorizaba, pues la cárcel nunca fue de su agrado. Pero una vez mas, su cerebro había jugado con ella, el hombre se levantó del suelo con rabia y le arrebató el revolver de las manos para darle un golpe que la dejó inconsciente. -Mierda -Exclamó la persona al darse cuenta de que Amanda ya no podía darle respuestas El visitante se sentó en la cama esperando que Amanda se despertara pronto y mientras se vendaba el hombro con las sabanas de la cama pensaba en su hija, en como la mujer que estaba inconsciente al frente suyo se la había arrebatado, pensaba en como simplemente con jalar la pequeña palanca que se encontraba en su dedo índice, podía volarle la cabeza a la desgraciada que se llevó a su hija. Por mas que la mano temblara y por mas borroso que viera debido a las lagrimas que salían de sus ojos, si el hombre apretaba el gatillo, la vida de Amanda acababa. En ese momento él no estaba pensando con claridad, y la rabia se apoderaba de su cuerpo, ella le había quitado a su hija, pero él se lo había permitido.
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El cañón del revolver dejaba de apuntarle a Amanda a medida que los pensamientos negativos apoderaban de él, la rabia que tenía hacia ella lentamente empezaba a redireccionarse hacia él mismo, al igual que la mira del arma. La escena se repitió, solo que esta vez la culpa era del hombre. La rabia crecía y crecía casi al mismo nivel que la tristeza, la única diferencia fue que el visitante esta vez si apretó el gatillo.
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Capítulo 5 Hombro
Solo habían pasado seis horas desde que recibí la noticia, pero la frustración había comenzado a apoderarse de mi desde el primer segundo, mis manos no dejaban de temblar y lo en único que podía pensar era en salir de ahí e ir a buscarlas, pero el artefacto que tenia en mi pie derecho no me lo permitía, un paso afuera, y la policía estaría ahí en menos de cinco minutos. Lo único que me detenía de ir a la cocina, agarrar un cuchillo y acabar con esa tortura era el hecho de que aun quedaba algo de esperanza, pero esta esperanza también era el causante de la mayoría de la frustración, ya que no podía hacer nada para ayudar. No podía pensar en nada concreto en ese estado, tenía que relajarme para poder resolver el caso. Me levanté de la silla y caminé lentamente hacia el baño mientras mi cerebro se inventaba millones de posibles escenarios de todo tipo y se hacia las mismas preguntas una y otra vez; ¿por qué a mi? ¿por qué a mi familia? Una vez estaba dentro del baño encendí la ducha, puse mi teléfono en el lavamanos y procedí a quitarme la ropa, pero en el segundo en el que alcé mi brazo derecho sentí un dolor aturdidor en mi hombro, el cual me sorprendió, lentamente con mi otra mano empecé a quitarme la camiseta con cuidado para mirarme al espejo. Una venda, en principio 53
blanca, cubría mi hombro por completo, por la forma en la que estaba puesta y por la manera en la que la sangre estaba repartida en ella, solo pude sacar una conclusión, la cual no tenia ningún sentido. Ignorando el dolor procedí a quitármela, a medida que las capas del vendaje iban desprendiéndose, el color rojo podía apreciarse mas y mas hasta que llegué a la ultima, la cual estaba pegada a la herida. Inhalé y exhalé lentamente repetidas veces para prepararme, y con mi mano izquierda halé la venda rápidamente. Mi respiración era entrecortada y forzosamente lenta, mis manos apretaban con fuerza el lavamanos y mis ojos veían cómo las lágrimas salían de ellos mismos en el espejo. El color rojo se apoderaba de mi esclera de una forma particularmente parecida al dolor de mi hombro, que lentamente se tomaba mi pecho y el resto de mi cuerpo. -Esto no es real -Dije en voz alta El dolor era abrumante, pero lo que sentí en ese momento es inexplicable y sin duda mucho peor que cualquier otro sentimiento que pueda existir, era como saber con certeza lo que estaba pasando pero estar seguro de que es imposible, sentir una culpa abismal que se apodera de ti, contemplar una mentira tan real como tu mismo, era un nivel de deseo jamás antes experimentado, un deseo de estar equivocado, pero nunca antes lo había estado en cuanto a memoria se trataba, y yo se perfectamente como se ve una herida de bala. Rápidamente agarré mi teléfono y llamé a uno de mis compañeros de trabajo, se demoró en contestar, lo que probablemente significaba que estaba en la escena del crimen y tuvo que salir para poder contestar la llamada. -Con quien hablo? -Preguntó -Necesito que me diga qué han encontrado del caso de Amanda 54
- ¿Detective Sarmiento? -Hizo una pausa -No puede llamarme, así como así, podrían despedirme… y usted es sospechoso de los cinco secuestros, no puedo decirle nad… - ¿¡Sospechoso!? -Exclamé con rabia -Por favor, yo nunca haría algo asi… ¿¡Y sabe que lo hace mas absurdo aun!? Que de verdad puedan llegar a pensar que yo secuestré… ¡a mi hija y esposa! -Grité quebrando la voz -Es absurdo! -Lo siento… pero no puedo hacerlo, podrían despedirme -Deme algo, por favor… sabe que no puedo salir de aquí, no puedo hacer nada al respecto -Rogué -Imagínese que fuera usted mismo… ¡se llevaron a mi esposa y a mi hija! -Traté de evitar el llanto, pero fue imposible -S que es horrible, pero… -Por favor -Interrumpí lloriqueando mientras escuchaba como Jorge soltaba aire con rabia -Está bien -Dijo dudoso -Gracias, de verdad -Ya encontramos al esposo de Amanda y el interrogatorio empieza en unas horas… o bueno, exesposo, se divorciaron el año pasado -Y la madre? -Pregunté -La madre murió de cáncer hace un año -Se divorciaron en el mismo año en el que murió su madre? -Al parecer -Y sobre los secuestros? 55
-Nos dividimos en dos grupos -Dijo en voz baja -Uno para la casa de Amanda y otro para la tuya… yo estaba en el segundo, estuvimos dos horas ahí, pero lo único que encontramos fue un ventanal roto y una piedra con la que posiblemente la rompieron, ya le están haciendo análisis de huellas… Después de eso mi grupo se unió con el primero porque al parecer había muchas mas pistas en la escena del crimen de Amanda - ¿No encontraron nada más en mi casa? -No, lo siento… pero los forenses tal vez puedan sacar algo de la roca… y lo que encontramos acá en donde Amanda es más contundente, y es el mismo secuestrador… el osito de felpa es igual al de las dos niñas anteriores… vamos a atraparlo - ¿Que encontraron en la casa de Amanda? -La ventana de la entrada estaba rota, no sabemos como sucedió, pero creemos que el secuestrador entró por ahí… los forenses dicen que lo mas probable es que Amanda lo haya visto entrar y hayan tenido una pelea en la sala rompiendo todas esas cosas, seguramente la sangre que está de esa zona es de ella. Se cree que después de alguna forma terminaron en la habitación de Amanda… ella tenía un revolver guardado debajo de su cama en un hueco en el suelo, creemos que lo alcanzó a agarrar con una mano y le disparó… teniendo en cuenta el patrón y la cantidad de la sangre, parece que el atacante se encontraba encima de ella y el disparo fue recibido en el hombro… creo que gracias a esto podrás salir de arresto domiciliario ahora que lo pienso… se estima que el ataque fue entre las dos y las cuatro de la mañana, y a ti te encontraron a las cinco, y el cirujano que te operó hubiera visto el disparo… así que creo que esto está a tu favor - ¿Que hombro? -Pregunté con las manos temblorosas y la voz cortante 56
-Es difícil saberlo… pero lo que han visto es que la sangre esta sobre toda la puerta y el techo, y si el revolver estaba debajo de la cama, Amanda tenia que estar del lado de la cama que estaba mas cerca a la puerta, y si sí fue de esta forma, el disparo hubiera tenido que ser de la mano derecha de Amanda al hombro derecho del atacante -Al atacante le dispararon… en el hombro derecho -Mis ojos veían la herida de bala en el mismo hombro haciéndome sentir la confusión mas grande que jamás había sentido, la herida tenia la magnitud de un revolver, el estado de una herida que sucedió hace menos de cuarentaiocho horas ya que aun sangraba un poco y no estaba para nada cicatrizada, todo apuntaba a que era yo, pero eso no tenia sentido -Eso parece… ¿que sucede? -Respondió mi compañero -Nada -Respondí desde el suelo mirándome en el reflejo de la bañera blanca. Mi compañero se quedó en silencio por un tiempo - ¡Ramírez! -Se escuchó desde el teléfono, reconocí la voz del jefe -Dígame -Respondió -La sangre de la sala coincide con la del disparo… vaya a recoger los resultados para meterlos a la base de datos… si tenemos suerte descubriremos al atacante, y si no, el disparo se lo dieron a Amanda -Si señor -Después de esto la llamada terminó y mi mano dejó caer el teléfono al suelo El lugar se quedó en silencio, sin algo que me distrajera de mi propia mente, sin algo que me distrajera de la sala de torturas en la que estaba, una sala de torturas diseñada especialmente para mi la cual a simple vista parecería un baño común y corriente, pero en realidad lo único que podía 57
encontrar ahí era culpa, dolor e inseguridad, culpa intensa, dolor de ambos tipos e inseguridad hacia mi mismo. En ese momento yo era una persona externa a mi, era un policía que veía un sospechoso a los ojos y estaba seguro de que era el culpable, pero yo no lo era, o al menos eso creía para entonces. El baño me recordaba todos los momentos que había pasado con mi esposa, me recordaba a mi hija bebé cuando aun no podía bañarse sola, y eso de por sí ya me dolía, pero el tiempo empezó a empeorar las cosas, los mensajes de mi mente se volvían mas fuertes, y cada vez peores, como los tres cepillos de dientes que estaban en el lavamanos, que me decían que jamás volvería a ver a mi familia, o el disparo que no dejaba de repetirme que la esperanza se había acabado, también el shampoo para pelo rizado, que me pedía a gritos que dejara de ser inútil y colaborara en la investigación, pero el reflejo de la bañera me mataba desde adentro y no me permitía moverme, me tuvo encerrado por mas de una hora, el reflejo me decía que había encontrado al culpable, me repetía sin cansancio que la persona que estaba viendo a los ojos se había llevado a mi familia. -Gonzalo Sarmiento, ¿se encuentra en casa? -Se escuchó desde la puerta - ¿Quien es? -Dije en voz baja sin esperar que me hubieran escuchado -Soy de la policía -Vienen a quitarme este aparato? -Podría decirse -Respondió el hombre Rápidamente cogí la venda del lavamanos y la puse sobre mi hombro para después ponerme mi camiseta y salir del baño para decirle al policía que me quitara el aparato y se fuera, pero me di cuenta de que no se trataba de eso al 58
escuchar los vidrios del ventanal de la entrada crujir en el suelo, había al menos cinco hombres pisando los cristales lentamente, lo cual me hizo suponer que se trataba de un escuadrón de la policía. - ¿Por qué necesitan tantos solo para quitarme un aparato de la pierna? -Exclamé con rabia, los pasos se agilizaron -No entiendo como pueden existir monstruos como usted, detective Sarmiento -Exclamó el hombre desde el primer piso - ¿Quien es? -Insistí -Soy el capitán Suárez - ¡Capitán! -Exclamé de una forma burlona - ¿O sea que cuántos niveles de mando vienes estando por encima de mí? -Muchos -Respondió -Pues verá señor jefe… yo a este punto no tengo mucho que perder asi que le recomiendo que se vaya de aquí - ¿Es eso una amenaza? -Están buscando a la persona equivocada - ¿Está seguro? -Me quedé en silencio escuchando cómo los policías subían lentamente las escaleras - ¿Por qué cree que estamos aquí detective Sarmiento? -No lo se, usted dígame -Respondí -Es simple… tenemos los resultados de las pruebas de sangre que se hicieron en la casa de Amanda… y esa sangre es compatible en un noventainueve-coma-nueve porciento con la suya 59
-Imposible -Dije en voz baja para después caer al suelo aturdido por un disparo de un arma de electricidad. El capitán caminó lentamente hacia mi mientras los policías me rodeaban -Gonzalo Sarmiento, queda detenido por el secuestro de Alma Williams, Belinda Zamora, Catalina Sarmiento, Laura Aguilar y Amanda Ramírez
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Capítulo 6 ¿Bicicletas?
Era aterrorizador imaginarse lo que podría pasar, en su cabeza todo era muy claro y sencillo, pero ahora que se encontraba al frente de su plan maestro se daba cuenta de que todo podía salir mal, pero ya no había vuelta atrás. El reloj de la camioneta marcaba las once y cuarto de la noche, y según los tiquetes de avión que había en la mesa de noche de Makena, podía asumir que se iba a levantar alrededor de la una de la mañana, asi que no tenía mucho tiempo, era hora de dejarse de tonterías y agilizar las cosas, lo peor aun no había pasado. No hubo ni siquiera cinco segundos de diferencia entre el momento en el que la puerta se abrió y en el que su ropa quedó completamente empapada, el frio era demasiado pero después de todo este clima era favorable para su plan, ya que además de hacerle sentir que no se encontraba en peligro, reducía las posibilidades de que alguien escuchara algo. La calma era indispensable, nada se puede ejecutar perfectamente bajo estrés, o al menos eso ha pensado siempre, su plan no podía tener un solo error y la lluvia ayudaba, el silencio absoluto hubiera causado demasiada desconcentración, pues nunca fue de su agrado ya que permaneció mucho tiempo en él. Demasiada calma por demasiado tiempo es la intranquilidad mas grande que puede existir, según sus pensamientos, el silencio es mas 61
ruidoso que cualquier otra cosa, el silencio es tan fuerte que puede dejar a alguien aturdido para siempre, o al menos así se sentía. Empezando a sentir como el agua se filtraba en los guantes abrió la bodega del carro y sin resentimiento alguno miro a la niña a los ojos, en su rostro lo único que se podía notar era terror y confusión, pero eso no le producía ningún sentimiento, esos ojos que suplicaban por ayuda solo hacían que se disgustara aun mas, ya que la niña había sido tratada con mucha delicadeza. -Estás llorando? -Dijo dirigiéndose a la niña amordazada -Por favor, no seas exagerada, no tienes un solo rasguño -Quien eres? -Lloriqueó a través de la mordaza -Todo el propósito de ese trapo barato es que te calles la boca, ¿puedes? -Hizo una pausa mirando hacia arriba para sentir las gotas de agua en su cara -Gracias -Por qué haces esto? -Eres tonta? ¿No entiendes lo que te estoy diciendo? -Exclamó redirigiendo su mirada al baúl -Te dije que te callaras! -Eres una persona mala verdad? Quieres hacerme daño -A ti no te va a pasar nada! -Gritó -Deja de ser dramática por dios. Ignorando el llanto de la niña, la sacó del baúl y la cargó hasta el sótano en donde le quitó la mordaza y las cuerdas de las manos -Levántate -Exclamó mirando a otra niña, que ya se encontraba ahí - ¡Niña! ¿¡Me oíste!? -Me llamo Alma -Respondió en voz baja 62
-Yo se como te llamas, ¡levántate! -Alma obedeció sin quitar la mirada del suelo -Déjala en paz! -Chilló la otra niña -Tú hablas demasiado -Dijo entre dientes -Y vas a tener que aprender que aquí no es como en tu casa, que le alzas la voz a tu mamá y como mucho te castiga… acá no hay reglas, y si no haces lo que te digo puedes acabar muy mal, así que cállate de una vez -Que vas a hacer? -Preguntó Alma -Voy a devolverte… coge la cuerda y el trapo y súbete a la camioneta… y si tratas de escapar, te voy a encontrar y nadie va a volver a saber de ti Alma subió las escaleras y salió por la puerta principal hacia la camioneta como se le había indicado, no pensó ni un segundo en escapar ya que el miedo era lo que la controlaba, asi que abrió la puerta del copiloto y se sentó a esperar. El llanto quería salir con mas fuerza que nunca, pero tenía que ser fuerte, ya casi se acababa todo según las palabras de la persona que la secuestró, y tenía que ser verdad, era la única esperanza de volver a ver a su familia. Luego de unos minutos salió de la casa y se subió al carro, sin decir nada tiró un arma sobre el tablero del carro y arrancó. No pasaron mas de diez minutos hasta que el carro se detuvo, y cuando Alma vio que no se encontraban en su casa, el terror se multiplicó. -Donde estamos? -Preguntó Alma quebrando la voz Sin responder a la pregunta agarró el arma, sacó un supresor de la guantera, lo atornilló al cañón y salió del carro. A través del parabrisas Alma podía ver como la persona que la había secuestrado caminaba hacia una casa completamente diferente a la suya, en ese momento se sentía estúpida, ya 63
que había confiado en una persona que le había hecho daño y que estaba a punto de hacer aun mas. Su madre siempre le dijo que las personas no cambiaban, que una vez hacían daño, jamás pararían, pero a pesar de que Alma siempre pensó que era una exageración, en ese momento se dio cuenta que había estado viviendo en una película. Normalmente las personas se daban cuenta mas adelante que la gente no era buena, pero desafortunadamente a ella le tocó vivirlo a los ocho años, y era completamente consiente de ello. Debido a la cantidad de granizo que caía era difícil escuchar otra cosa, pero el disparo dirigido hacia el seguro de la cajuela de la camioneta del frente se escuchó claramente, aunque sorprendentemente la alarma del carro sonaba mas duro que el mismo disparo que la causó, no obstante, la lluvia seguía tapándolo todo, la alarma que en situaciones normales sería desesperante se había convertido ruido de fondo del cual la mayoría ni notarían si estuvieran concentrados en alguna otra cosa, o así se escuchaba desde adentro del carro donde se encontraba Alma. Una vez la cajuela estaba abierta se vio como sacaba unas bicicletas y las metía en el carro en el que habían venido, Alma pensaba que estaba robando, pero se dio cuenta de lo que en realidad pasaba cuando le pidió que saliera del carro, ella no quería, pero al ver el interior del cañón del arma a través de la ventana rápidamente obedeció. Sus manos y pies fueron amarrados con la cuerda que ella había cargado hasta el carro y el mismo trapo con el que vio por primera vez a la otra niña fue el que usó para cubrirle la boca, una vez hizo esto la cargó hasta el baúl donde estaban las bicicletas y la dejó ahí. -Tu no vas a hacer un solo ruido cuando el carro arranque oíste? -Dijo suavemente -Si lo haces, voy a enterarme y voy a dispararle a tu madre en frente tuyo, y luego te voy a disparar a ti… ¿entendiste?
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-Si -Respondió Alma suavemente tratando de ocultar el llanto -Te vas a quedar sin hacer un solo ruido durante todo el trayecto… y cuando el carro pare, vas a contar hasta doscientos, una vez hagas eso, podrás pedir ayuda y van a sacarte de ahí… pero si lo haces antes, nunca volverás a ver a tu madre, ni a nadie -La niña asintió con la cabeza -No hagas más daño a la gente -Dijo la niña a través de la mordaza -Cuando crezcas entenderás que no es tan simple como alguien bueno y alguien malo… quien considerarás el héroe de la historia en unos días, es el verdadero villano… así que cállate si quieres cumplir los nueve años -El baúl se cerró agresivamente después de estas palabras dejando a Alma con el sonido de la lluvia.
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Capítulo 7 Bonito collar
No tiene sentido -Dije en voz baja -Que cosa? -Respondió el capitán mirándome de reojo desde el puesto del copiloto del carro en el que nos encontrábamos -Yo no estuve en esa casa después del interrogatorio de Amanda, la sangre no puede ser mía - ¿Entonces como llegó allá? -Preguntó el policía que estaba a mi lado -No lo sé, pero tienen que creerme… alguien está intentando inculparme -Expresé con angustia - ¿En serio crees que puedes salirte de esta? -Interrumpió el capitán -Las horas de los últimos secuestros coinciden perfectamente con las horas de la mañana en las que estuviste desaparecido ayer antes de llegar al hospital… incluso la sangre de la casa de Amanda, los estudios dicen que el disparo fue entre la una y las seis de la mañana, justo las horas en las que desapareciste… asi que a no ser que tengas una muy buena explicación de que hiciste todo ese tiempo, irás a la cárcel -En el expediente del hospital dice que tengo una fractura 67
en el hombro, pero no dice nada de un disparo -Dije con miedo sabiendo que en mi hombro si había un disparo, pero esperando que eso me librara de mas problemas -Un medico se puede sobornar detective Sarmiento -Exclamó el policía que manejaba -Por esa razón te van a examinar nuevamente -Añadió el capitán -No somos idiotas Después de esto me quedé en silencio, el miedo era el que estaba hablando y las cosas podían terminar peor. Todo lo que se escuchaba era el motor del carro y de vez en cuando la radio con la que se comunicaban con los dos policías que iban en el carro de adelante. En ese momento empecé a pensar en cómo tener memoria fotográfica fué lo mejor y lo peor que me pudo haber pasado en la vida. Desde el punto de vista práctico es una ventaja inmensa para todo, pero esta condición hace que siempre recuerde cada detalle y casi siempre acierte en mis conclusiones y en ese momento todo apuntaba a que yo era el culpable de todos esos secuestros. Si en ese momento no hubiera sabido que yo era incapaz de hacer tal cosa, estaría seguro de que yo era el culpable, tal vez lo estaba, pero no tenía sentido. -Diez-treintaisiete, vamos a cambiar de ruta -Se escuchó desde el radio. El policía que manejaba alzó la mirada hacia el retrovisor al mismo tiempo que el capitán miraba hacia atrás, la cara de preocupación fue casi instantánea en todos, excepto el capitán, se veía que sabia perfectamente que hacer en estas situaciones. -Camioneta café? -Preguntó el conductor a través del radio -Diez-cero-cuatro -Respondió el otro policía mientras el carro del frente giraba hacia la derecha -Patrullas cuatro-diez-cuarentaiocho y dieciocho-diezsetentaiuno solicitando refuerzos por la zona del parque 68
nacional, vehículo sospechoso siguiéndonos, no tiene placa y el conductor lleva un casco de motocicleta, vamos a tomar otra ruta -Sonó desde el radio nuevamente -Contrataste gente para rescatarte o que?! -Gritó el policía que manejaba con rabia mientras le daba un golpe al tablero del carro -Mierda! La camioneta café de la que hablaban los policías no giró hacia la misma dirección hacia la que giró el carro en el que me encontraba, esto hizo que el ambiente se hiciera un poco menos tenso, pero la mano del capitán aun se encontraba sobre el arma de su cintura y eso no me dejaba tranquilizarme. Pasaron menos de tres minutos hasta que las patrullas decidieron volver a entrar a la vía en la que nos encontrábamos antes ya que para entonces esperaban haber perdido a la camioneta sospechosa, pero en el momento en el que las ruedas delanteras de la patrulla de adelante pasaron el semáforo, la camioneta café embistió el lateral del carro haciendo que los vidrios de la patrulla volaran por los aires. En ese momento quedé paralizado, mientras veía como las llantas derrapaban por el pavimento yo pude ver como la cabeza del copiloto golpeaba el marco de la ventana con suficiente fuerza para matarlo. El capitán se bajó del carro rápidamente y me apuntó con su arma mientras les daba señales a los otros policías para ir a investigar el choque. - ¡Baja del maldito auto! -Gritó mirando hacía los cuerpos de sus compañeros en la patrulla sin saber como estaban. No escuchaba nada de lo que me decía el capitán, lo único que podía hacer era ver hacia la nada pensando en como viajar en el tiempo, como viajar tres días al pasado para evitar toda esta pesadilla, no necesitaba mas de setenta y dos horas, pero eso era imposible - ¡Baja! -Gritó con mas fuerza haciéndome salir de mi propia cabeza y obedecer -Ahora acuéstate en el suelo y no te muevas! -Obedecí con miedo de que el dedo del capitán se flexionara unos 69
centímetros y me acosté con dificultad debido a que mis manos se encontraban esposadas a la espalda y una de ellas tenía un yeso debido a la fractura de mi dedo. -Por favor no me dispare, le juro que no tengo nada que ver con esto -Expliqué con énfasis -Cállate! -Exclamó mirando hacia la camioneta sin dejar de apuntarme con la pistola. Los otros dos policías que estaban en el carro se bajaron rápidamente y con sus armas afuera se acercaron lentamente hacia el choque. El que conducía se fue hacia la patrulla y el que estaba a mi lado se acercó a la camioneta. -Necesitamos dos ambulancias ahora! ¡Policías heridos! -Gritó uno de ellos por el radio -No se acerquen a la camioneta! -Grité -Que parte de que cierres la boca no entendiste! -Respondió el capitán acercándome el arma a la cara Sabía que iba a terminar mal, pero no pude hacer nada al respecto, en el momento en el que uno de los policías dio la vuelta y se hizo detrás de la camioneta para abrir la puerta del conductor sentí un vacío parecido al que se siente cuando bajas en una montaña rusa, pero este no fue agradable, quería gritarle que se alejara de ahí nuevamente, pero el miedo no deja pensar a las personas, y no sabia de lo que el capitán podía ser capaz en esta situación, asi que me quedé callado. -Quien sea que esté ahí abra la puerta y salga con las manos en la nuca! -Se escuchó decir al policía desde atrás de la camioneta -Ahora! -Oficial Zapata necesita apoyo? -Preguntó el capitán sin dejar de apuntarme. Antes de que pudiera haber una respuesta se escucharon tres disparos seguidos de un grito 70
de dolor que claramente era del oficial Zapata – ¡Joder! Quédate ahí y no hagas nada estúpido o vas a arrepentirte -Susurró el capitán entre dientes dirigiéndose hacia mi, para después caminar lentamente hacia la camioneta El otro policía se escondió detrás de la patrulla inmediatamente haciendo señas con su mano izquierda tratando de decirle al capitán que no se acercara y se quedara vigilándome, pero no hizo caso, el oficial Zapata no era solo su compañero, noté que llevaban muchos años trabajando juntos, el capitán nunca dejaría un sospechoso sin vigilancia si no se tratase de un amigo en peligro. -Esta rodeado! ¡Suelte el arma y acérquese con las manos arriba! -Exclamo el capitán apuntando a la camioneta -Rodeado? -Se escuchó desde la camioneta - ¿Por dos oficiales temblorosos? -Soltó una pequeña risa después de decir estas cosas - ¡Suelte el arma y salga con las manos arriba! -Repitió el capitán mirando con preocupación al otro policía -Miren… prometo no matar a nadie si hacen lo que les digo… bueno nadie además de los dos que ya están claramente muertos -Esta ultima palabra resonó en mi cabeza, me negaba a dejar morir a dos policías inocentes, pero al parecer ya no había nada que hacer -Hay mas refuerzos en camino! ¡deje de resistirse! -Gritó el otro policía -Si no sueltan sus armas voy a dispararle en la cabeza en vez de en las piernas a este llorón de aquí -Dijo con un tono agresivo -Déjenlas en el suelo y pónganse todos en fila El hecho de que las vidas de todos estaban peligrando en ese momento era aterrador, pero lo que en realidad hacia que mis manos temblaran era el hecho de que la persona 71
que estaba detrás de esa camioneta probablemente era el responsable de que mi hija y mi esposa no estuvieran en mis brazos, todo lo que quería hacer era pararme de ahí y darle a ese maldito su merecido, pero no podía hacerlo, ya que si se me ocurría siquiera intentar pararme me dispararían, lo único que podía hacer era quedarme en el suelo viendo por debajo de la camioneta como las piernas del oficial Zapata sangraban. Respiré profundo y cerré los ojos intentando concentrarme, empecé a pensar en posibles pistas que pudieran decirme el tipo de persona que era el atacante, por el tono de su voz, el tamaño del pie y el vello que se veía por la fracción de la pierna que alcanzaba a salir por abajo del pantalón pensé que se trataba de un hombre que no tenía más de treinta años. - ¡¿Que es lo que quieres?! -Grité intentando levantarme del suelo -Ah… ¡la leyenda! -Respondió el atacante -Quédate en el maldito suelo o voy a dispararte! -Exclamó el capitán intentando disimular su miedo, pero su mirada lo delataba -Nadie mas tiene que salir herido si hacen lo que les digo -Repitió el atacante -Párense donde pueda verles las manos vacías -Hagan lo que les dice… ¡Por favor! -Se escuchó con la voz adolorida del oficial Zapata - ¡Joder! -Gritó el capitán tirando el arma al suelo, el otro policía también lo hizo al ver como su jefe obedecía - ¿¡Y ahora que!? -Preguntó el otro policía Sin dar ninguna respuesta salió de atrás de la camioneta dejando ver la pistola con la que le había disparado a el oficial Zapata en su mano izquierda, el casco de motocicleta 72
no me permitía ver su rostro, pero su forma física fue de gran relevancia para mi ya que hay pocos hombres asi de delgados. Ya tenía una idea bastante prometedora de la persona a la que había que buscar, ahora solo tenía que salir vivo de esta situación, o al menos siendo capaz de seguir con el caso, porque salir realmente vivo de ahí fue un sueño que no pude permitirme. -Ahora arrodíllense y disfruten el espectáculo -Respondió el atacante recogiendo las armas del suelo -Haré lo que sea, pero por favor no dejes que muera -Suplicó el capitán obedeciendo -Cubre la hemorragia y entrégalo cuando llegue la ambulancia… te lo suplico - ¿Por qué haría tal cosa? -Respondió apuntando el arma a el oficial Zapata - ¿Por qué no debería matarlo y ya? -Por favor… no lo hagas, te daré lo que sea, ¿Qué es lo que quieres? -Lloriqueó el capitán -Por favor… haré lo que sea -Enserio crees que pueda salir de esta sin un rehén? ¿Que los refuerzos simplemente van a pedirme amablemente que deje las armas? ¡En este mundo no escuchan la historia de los demás! ¡No escuchan las razones de la gente! -Gritó quebrando la voz sin dejar de apuntarle a Zapata -Tómame a mi… soy el capitán, estás mas seguro conmigo como rehén -No hagas eso… déjame -Dijo zapata casi sin aliento y con la piel pálida -Federico, ya no hay nada que hacer -Agregó dirigiéndose al capitán -Mira! ¡Le di a la femoral! Que buena puntería tengo -Dijo el hombre soltando una carcajada -Pues mira después de todo no tendré que gastar mas balas en él -Idiota! -Gritó el capitán quebrando la voz viendo como 73
Zapata estaba cada vez mas pálido. Arrodillado al lado de el capitán y el otro policía cuyo nombre no sabía podía ver como la sangre de la pierna empezaba a llegar hasta los zapatos del hombre -Pablo… mírame -Dijo el capitán mirando a Zapata -Te amo -Agregó para después dejar salir el llanto -Yo… también -Respondió con dificultad para después dar su ultima sonrisa -Ay, se querían -Dijo el hombre con los zapatos ensangrentados -Que lastima Pude ver en los ojos del capitán la misma mirada que hice cuando me dijeron que mi familia había sido secuestrada, igual en todos los aspectos, excepto uno, la esperanza, la vida de la persona que aparentemente le daba sentido a su existencia había desaparecido, ese sentimiento inexplicable de cuando te arrebatan lo que mas deseas, lo que le da sentido a tu vida, ese sentimiento que nadie entiende hasta que lo siente, ese dolor que nunca se va si no te vas con él. -Oye imbécil! -Gritó el capitán poniéndose de pie - ¡Capitán arrodíllese! -Exclamó el policía agarrando al capitán del brazo sin levantarse del suelo -También quieres que te disparen? -Preguntó el hombre -Tu deberías cerrar la boca… a lo mejor se te escapan detalles de tu vida, por que ya se nota bastante que estas adolorido, ¿quien se te murió ah? -Dijo el capitán agresivamente mientras se soltaba de la mano del policía y empezaba a caminar hacia el atacante - ¡Si das un paso mas voy a poder ver a tu compañero a través de tu cabeza! ¡Quédate ahí! -Respondió apuntando su arma hacía el capitán aparentando seguridad, pero los 74
segundos que se demoró en responder demostraron que lo que dijo el capitán podía ser verdad, ya que al parecer le había afectado -Te dolió? -Pregunté intentando mirar lo que había detrás del casco de motociclista - ¿fue mami? ¿o papi? -Agregué logrando arrodillarme a pesar de las esposas - ¡Vuelvan a donde estaban si no quieren un maldito disparo! - Tu arrodíllate si no quieres un maldito disparo, maldito imbécil -Exclamo el capitán apuntándole con el arma que había recogido del suelo mientras yo lo distraía El sudor bajaba por mi cuello y los ojos de el otro policía no se despegaban de el dedo índice de la mano izquierda del hombre armado. La tensión aumentaba y el tiempo hacía cada vez mas evidente que ambos estaban dispuestos a disparar, después de todo ambos aparentaban no tener nada que perder, y eso hacia la situación aún más preocupante. -Arrodíllate -Repitió el capitán con un tono pausado entre silabas -No me oíste? - ¿Por que lo haría? -Dijo con un tono burlón -Porque en este momento mi compañero Ramírez va a recoger su arma y tu no vas a hacer nada, porque si me disparas, él también lo hará y si le disparas, yo lo haré -Dijo el capitán con seguridad, el oficial Ramírez rápidamente agarró su arma y sin dudarlo la cargó para después apuntarle al asesino de su compañero - ¡Todos con sus malditas manos arriba o van a acabar en bolsas plásticas! -Gritó el atacante con un tono inseguro -Tienes cinco segundos para tirar tu arma y arrodillarte -Exclamó el capitán 75
-Cinco… -Dijo el oficial Ramírez -Cuatro… - ¡Joder! Está bien… me rindo -El hombre tiró el arma al suelo y se puso de rodillas -Que lastima… yo quería dispararte -Dijo el capitán entre dientes acercándose a él lentamente sin dejar de apuntarle - ¡Ahora las manos en la espalda! -Exclamó Ramírez sin moverse de su posición, El hombre obedeció, pero al hacerlo noté un movimiento muy ligero en su cinturón, como si un poco de la presión se liberara, como si ya no estuviera tan apretado, como si sacara algo que había entre él y el pantalón. - ¡Capitán aléjese! -Grité preocupado El capitán giró su cabeza y en el momento en el que vi sus ojos me arrepentí de haber gritado, mis sospechas de una segunda arma se confirmaron cuando el primer disparo perforó el abdomen del capitán y antes de que su cuerpo tocara el suelo el segundo atravesó la cabeza de Ramírez. -Suficiente de esta basura -Dijo el hombre levantándose del suelo como si nada hubiera pasado - ¡Maldito monstruo! -Exclamé con ira - ¿¡Que es lo que quieres?! - Solo quería tener una pequeña charla contigo, pero estos idiotas la alargaron mucho -Respondió - ¡Eres un asesino! -Creí que la memoria fotográfica podría llevarte mas lejos que un análisis tan pobre como ese, cualquiera podría descifrar eso, ¿no lo crees? -Respondió con un tono burlón -Pero bueno… ahora solo estamos tu y yo 76
-Eres un monstruo… ¡devuélveme a mi familia! -Dije dejando salir unas lagrimas de frustración -Directo al punto, así me gusta… pero verás, no puedo hacer eso… no tendría sentido - ¿Por qué me haces esto? -Ya te enterarás… por cierto, me sorprendió lo rápido que te diste cuenta de lo de Amanda… tenía pensado seguir con lo de las letricas mucho mas tiempo -Añadió riendo - ¿Darme cuenta de qué? -Pues que estaban en orden alfabético y que Amanda tenía ese trastorno de organizar todo, ¿fue una buena idea verdad? Después de todo, caíste -Respondió acercándose a la puerta del baúl de la camioneta, dándome la espalda -Por cierto, si no llego a donde tengo a tu familia para esta noche les van a meter un disparo, entonces ni se te ocurra acercarte a mi - ¿Dónde están? -Después voy a eso… por ahora vengo a felicitarte por darte cuenta tan rápido, pero lamento decirte que estabas equivocado, ella no lo hizo, lo hice yo… le diste una buena paliza por absolutamente nada - ¿De que hablas? Yo no fui quien secuestró a Amanda -Yo no dije que fuiste tu, yo la secuestré -Hizo una pausa -Ah es verdad que perdiste la memoria - ¿Como sabes eso? -Pregunté con miedo, pero sobre todo estresado por la tranquilidad con la que hablaba el hombre -A ver… tu te metiste a su casa y le diste una paliza, yo escuché el disparo y entré para asegurarme de que no te hubieran matado, afortunadamente la bala de tu hombro 77
era la única porque después te disparaste a ti mismo y si tú hubieras muerto ahí nada de esto tendría sentido -Eso no tiene sentido… ¿por qué estarías ahí? No te creo nada -Respondí dudoso -Me da igual si me crees o no, no vengo a eso… vine a entregarte una sorpresa -Después de decir esto abrió el baúl de la camioneta, desde mi posición no lograba ver nada, pero el hombre metió sus manos, sacó a una mujer, se la echó al hombro y la dejó caer en el suelo. -Laura -Dije en voz alta dejando salir una lagrima de temor por lo que podría llegar a pasar - ¡Exactamente! -Respondió el hombre dejándola en el suelo Estaba paralizado, al verla lo único que quería hacer era correr hacia ella y abrazarla, pero era imposible, lo único que pude permitirme fue ver su hermoso rostro y recordar la primera vez que la vi a los ojos. Los ojos que normalmente me producían mariposas en el estomago en este momento solo gritaban por ayuda, sus manos suaves con las que hacia obras maestras que por mas bonitas que quedarán las desechaba con el pretexto de que habían quedado mal ahora estaban llenas de moretones y raspones y los labios que me pedían besarla cada vez que hablaba estaban cubiertos por un trapo sucio, en ese momento sentí como si una parte de mi se estuviera destruyendo, nunca había sentido tanta rabia hacia un ser humano, si así se le podía llamar a ese monstruo. - ¡Gonzalo! -Gritó Laura con la voz quebrantada intentando quitarse la mordaza - ¿Qué estás haciendo? -Pregunté mirando al atacante a través de las lagrimas 78
-Te enseño una lección -Respondió -Laura, arrodíllate -Añadió, ella obedeció -Por favor no le hagas daño -Supliqué, el hombre se paró al lado izquierdo de Laura y le quitó la mordaza sin delicadeza alguna -Gonzalo -Exclamó adolorida y quebrando la voz -Te amo y siempre lo haré -Yo más -Respondí quebrándome por completo En el momento en el que la mano armada del hombre se movió sentí como mi alma dejaba mi cuerpo, sentí mi cuerpo vacío, como si hubiera muerto, pero lamentablemente mi corazón aún latía, el dedo índice del hombre me arrebató todo mi mundo en menos de un milisegundo, mientras veía las cadenas del collar de Laura volar por el aire solo podía pensar en la vez que mi madre me dijo que el amor no duraba para siempre a los catorce años, creí que era una mentira cuando me casé, creí que iba a poder estar con ella el resto de mi vida, pero lo que era mi sueño se convirtió en mi infierno, en mi nueva condena, seguir viviendo.
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Capítulo 8 El amor no dura para siempre
-Respira hondo -Dijo su padre en voz baja -Mira cuidadosamente el centro de la diana, y una vez lo tengas agarra con fuerza el arma, esta no es como las de fogueo, esta hace más fuerza cuando aprietas el gatillo así que sostenla con fuerza, cuando estés seguro, exhala y dispara - ¡Le di! -Gritó Gonzalo con emoción - ¡Muy bien! Podrías ser campeón de tiro -Exclamo su padre emocionado con una gran sonrisa -Ahora dale otra vez para asegurarnos de que no sea suerte -Está bien -Gonzalo estaba preparándose para hacer su siguiente disparo cuando entró una niña que aparentaba tener su misma edad con todo el equipo de tiro, él bajó el arma y dedicó toda su atención a ver la técnica de disparo de la niña - ¿Qué estás viendo? -Preguntó su padre sonriéndole a Gonzalo - ¿Quieres que responda? Si estás preguntando es porque ya sabes la respuesta -Respondió Gonzalo sin despegar la mirada de los ojos de la niña 81
- Quería asegurarme -Rió -Ella viene todos los martes, siempre que vengo está aquí -Agregó Ramón - ¿Es buena? -Mira la lista de puestos de la ultima competencia -Ramón apuntó hacia un muro donde se podía ver una lista con fotos de los campeones, nombres, records y casi toda la historia del polígono donde se encontraban -Tú eres buen observador, ¿Qué tienen en común todas las listas? -La misma persona está en primer lugar, todos los años, tiene el record también -Respondió Gonzalo asombrado -Juana Ramírez, dieciséis años, campeona nacional -Leyó en voz alta - ¿Impresionante verdad? -Sí -Gonzalo estaba sin palabras -Bueno, iré por algo para comer, ¿me acompañas? -Voy a ir a hablarle -Dijo Gonzalo Ignorando la pregunta de su padre -Suerte con eso, te traeré algo entonces Caminando hacia el sofá donde la niña se estaba alistando para disparar Gonzalo pensaba una y otra vez distintas formas de empezar una conversación con ella, estaba bastante nervioso ya que en sus catorce años de vida nunca había estado cerca de hablarle a una mujer, y menos a una tan bella. Recordó lo que su madre siempre le decía sobre ser él mismo y decidió demostrarle lo sorprendido que estaba por su habilidad para disparar. Una milésima después de llamarla por su nombre se dio cuenta de que no debió haber empezado por ahí, nadie se sabe el nombre de un desconocido. 82
- ¿Sí? -Respondió con una voz tan dulce que hizo a Gonzalo preguntarse si además de campeona de tiro se trataba de una cantante -Solo quería decirte que estoy impresionado por tu habilidad en el tiro -Dijo Gonzalo manteniendo el control a pesar de los nervios -Pero si ni si quiera he disparado -Sonrió -Ya lo sé, pero… o sea por todo el lugar… en los muros… y pues sí… están los nombres… -Gonzalo no podía decir nada en concreto por culpa de los nervios -Esa es mi hermana mayor, yo no soy tan buena como ella -Aseguró -Muy gracioso, tu hermana es menor que tú y a tu familia no le gustan las armas -Añadió Gonzalo - ¿Cómo sabes eso? -Dijo la niña asombrada - Tienes una pulsera de pareja, como no tienes novio asumo que es de familia, tus papás son sobreprotectores y por eso no te dejan venir a practicar tiro así que hay más probabilidad de que sea de tu hermana - ¿Cómo sabes que mi familia no me apoya en esto? -Laura, ¿Por qué usarías un nombre falso si no tuvieras miedo de que alguien te descubriera? -Exclamó Gonzalo con una sonrisa -En tu maleta hay una etiqueta con tu verdadero nombre -La sonrisa de Laura iluminó la habitación y dejó a Gonzalo atontado -Muy astuto, pero ¿cómo supiste que no tengo novio? -No lo sabía, me aseguraba -Laura soltó una risa tímida que provocó un vacío en el estómago de Gonzalo 83
-Y lo de mi hermana, podría ser mayor que yo -Añadió -Practicas tiro, no vas a regalar una pulsera rosada y los hermanos mayores no tienen muchos detalles con los menores -Impresionante -Pero sin tus padres, ¿cómo haces para que te dejen entrar aquí? -Preguntó Gonzalo -Mi padre me deja en este club creyendo que iré al gimnasio o a la piscina, además mi madre sí me apoya, solo tengo un nombre falso para que mi padre no vea el mío al recogerme -Respondió Laura -No me dijiste cuantos años tenias -Dijo cambiando el tema -Diecisiete -Para ser tan buen detector de mentiras eres muy mal mentiroso -Dijo Laura con una pequeña sonrisa -Me llamo Gonzalo, fue un placer Gonzalo olvidó pedirle un numero de teléfono, así que tuvo que esperar hasta la siguiente semana para poder volver a verla. En la entrada del polígono Gonzalo vio como una camioneta negra llegaba al parqueadero sospechosamente rápido, un hombre alto de cabello negro salió de la camioneta con aparente rabia y mientras cerraba la puerta alcancé a ver en el puesto de atrás a una niña de aproximadamente ocho años con una pulsera rosada igual a la que tenía Laura, la habían descubierto. Rápidamente Gonzalo entró al polígono escabulléndose entre los guardias de seguridad hasta que llegó donde estaba Laura. -Tienes que esconderte, tu padre está afuera, debió seguirte y ahora te quiere atrapar con las manos en la masa -Grité nervioso 84
- ¿Qué como lo sabes? -Solo escóndete en algún sitio Laura le pasó el arma a Gonzalo y salió corriendo hacia al baño de mujeres, desde donde él estaba parado se podía ver el padre de Laura corriendo por el pasillo hacia el campo de tiro, aparentemente el padre reconoció el arma que supuestamente era de su esposa y al intentar quitarla de las manos de Gonzalo, se disparó. Los ojos de Gonzalo demostraban terror, pero más que todo culpa, la imagen de su propio reflejo en la sangre que se escurría por el suelo era algo que nunca iba a poder olvidar, un trabajador inocente que tan solo limpiaba el lugar terminó ensuciándolo aún más, ese disparo causó una mancha roja que probablemente podía limpiarse del suelo, pero no de la memoria de Gonzalo, ese día juró nunca más usar un arma de fuego. Años después Gonzalo pudo escapar de la culpa que le causó la muerte del trabajador del campo de tiro, de esta forma pudo estar con Laura sin estar sufriendo en el fondo por recordar el incidente. El día antes de su segundo aniversario, la madre del futuro detective entró a su cuarto con una expresión de preocupación. -Hijo, tenemos que hablar -Dijo la madre - ¿Sobre que? -Preguntó -Sé que mañana cumples dos años de estar con Laura y me parece muy bien, pero necesito que sepas que el amor a veces no dura para siempre, casi siempre las relaciones a tu edad se acaban, solo quiero que sepas que es algo muy bello, pero puedes sufrir mucho si no tienes esto presente En ese momento Gonzalo se preguntó si era mejor vivir algo bello y sufrir después o nunca vivirlo y no sufrir en 85
absoluto, inmediatamente pensó que es absurdo pensar en terminar algo que ni si quiera ha empezado solo con el pensamiento de que después te puede hacer daño no tenerlo, con ese pensamiento quedó satisfecho, pensando en la frase que dicen los curas cuando dos personas se casan, pensando que lo único que los podía separar era la muerte y tenía razón, pero fue muy tarde cuando se dio cuenta de que eso no era algo bueno.
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Capítulo 9 Tiempo sin vernos
Un sentimiento solo puede describirse dando ejemplos, no es muy difícil encontrarlos cuando se trata de sentimientos simples como la felicidad, que puede compararse con un amanecer, una sonrisa o una melodía. Estas comparaciones hacen que las personas entiendan de lo que se está hablando ya que se sienten identificados, todos saben como es un amanecer, todos saben como es una sonrisa, pero las cosas cambian cuando no hay un ejemplo que dar, cuando lo único que puedes comparar con ese sentimiento es una situación que nadie puede imaginarse por mas explicaciones que reciba. Cuando el sentimiento del que hablas es tan extraordinario que no hay ningún ejemplo posible para dar, lo que pasa no es que no se pueda entender, el problema es que no se puede explicar, todos conocen perfectamente los colores, pero nadie puede explicárselos a un ciego. Estar en un museo lleno de cuadros enormes con colores de todos los tipos, pero ser el único que puede apreciar su belleza entre las personas presentes sería una situación en la que cualquiera se sentiría privilegiado y querría describirle los cuadros a los demás que no son capaces de verlos, intentarles explicar lo que se estaban perdiendo, pero por esa razón ese ejemplo no es comparable con lo que pasaba en ese momento, si el ejemplo es adaptado hacia la situación que estaba viviendo en ese instante, la persona 87
que era capaz de ver los cuadros estaría aliviada por saber que nadie más puede verlos y daría lo que fuera por ser ciego como los demás. Mientras las lagrimas caían sobre el hombro de mi hermano y mis manos lo apretaban con mas fuerza en un intento fallido de encontrar seguridad y alivio podía escuchar como el hombre que se paraba detrás de el ataúd con las manos en alto decía lo que a mi parecer eran mentiras creadas para dar falsas esperanzas que lo único que lograban era el completo opuesto de su propósito, lo único que quería hacer era callarle la boca para dejar de escuchar que Laura estaba descansando en un lugar mejor, me enfurece esa manera de pensar que ofrece una forma de justificar lo sucedido, de ignorar el pasado y decir que ahora todo está bien cuando no lo está. La mirada de la hermana de Laura me decía que había sido mi culpa y la pulsera rosada que aún después de tantos años seguía en su muñequea me recordaba que todo podía acabarse en un segundo por más eterno que parezca. Entre el llanto de las personas y la voz de el cura lo único que no me producía estrés y dolor eran las manos de mi hermano moviéndose con delicadeza sobre mi espalda, ese pequeño detalle era lo único que me mantenía en pie, ese pequeño momento que para muchos no significa nada era lo único que me había dado el mas mínimo sentimiento de seguridad y esperanza desde que me dijeron que mi familia había desaparecido, pero ese pedacito de seguridad que me daba no iba a resolver nada y en el fondo lo sabía. -Lo siento mucho -Dijo mi hermano en voz baja apretándome mas fuerte -Debí haber sido yo -Susurré entre el llanto con la voz quebrantada -Gonzalo -Respondió soltándome para poder verme a los ojos -Es muy duro, pero no puedes rendirte 88
- ¿Rendirme con qué? ¡¿Con mi vida?! ¡¿Qué clase de vida es una en la que estas completamente solo?! -No estás solo - ¿Pero que quieres que haga? -Exclamé desesperado - ¡Ya no puedo hacer nada mas! ¡me lo quitaron todo! -Grité con rabia -Aún hay mucha gente que está aquí para ayudarte - ¡¿Quién está aquí para mi?! -Hice una pausa y al ver que no iba a haber una respuesta continué - ¡Javier estoy solo! ¡Me quedé jodidamente solo! -Repetí -Me tienes a mi -Respondió seriamente -Nunca digas que estás solo, porque yo siempre voy a estar ahí Ignorando a las personas que estaban observando la escena me descolgué dentro de los brazos de mi hermano en un ultimo intento de descargar toda mi tristeza, pero se trataba de un ciclo infinito en el que no importa cuanta tristeza sea expulsada del cuerpo, cada vez habrá mas en su interior. Dicen que el tiempo pasa y las heridas sanan, pero no necesité mas de cinco segundos sintiendo su cuerpo sin latidos para darme cuenta de que esa herida nunca iba a sanar. Cuando terminó el entierro mi hermano manejó hasta mi casa para recoger mis cosas y dirigirnos hacia el hotel donde él se estaba quedando, insistió en que me quedara con él mientras estaba en la ciudad ya que no nos veíamos hace mas de diez años. Un reencuentro después de tanto tiempo debería ser emocionante, pero con este contexto es como poner agua y aceite en un vaso y esperar que se mezclen, la emoción era mucho mas densa en este caso, lo que hace que lo único que se pueda ver en la superficie sea tristeza.
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Una vez en el hotel me metí a la ducha para intentar despejar un poco la mente, con el agua caliente corriendo por mi espalda pensamientos mezclados pasaban por mi cabeza, todos mis miedos y especulaciones sobre el futuro me atormentaban por mas fuerza que hiciera por intentar concentrarme en otra cosa, el agua podría llegar a ayudarme a relajarme, pero el pequeño ardor que sentía cuando las gotas pasaban sobre la herida de mi hombro me hacían regresar al mundo real. Pensar en algo que te hace sentir bien se convertía en un reto cuando todo lo que traía felicidad a tu vida era inalcanzable, los recuerdos que antes eran felices ahora eran motivos de preocupación y de dolor. No podía hacer nada al respecto, eran dos condenas posibles para elegir, ceder a los ataques de mi propia mente o desgastarme intentando inhibirlos, en ese momento solo podía pensar en que si lo que estaba pasando en ese momento era parte de la vida, hubiera preferido empezar directamente en el infierno. -Gonzalo, llegó la comida -Dijo mi hermano golpeando la puerta del baño -Ya salgo -Respondí apagando la ducha Sentado en la mesa podía oír pasos y música provenientes del piso de arriba, en los pasos se podían apreciar dos grupos independientes de dos golpes cada uno que iban con el ritmo de la música, uno de los grupos sonaba mas fuerte que el otro y estaba siguiendo la música de manera mas exacta, por el contrario, el otro se oía mas suave y con ligeras equivocaciones en cuanto a el ritmo. Mi hermano me miraba mientras comía intentando buscar un tema de conversación, pero no lo había. De repente el grupo de pasos suave se escuchó el grito de una mujer seguido de un golpe y algo de vidrio rompiéndose. - ¿Que fue eso? -Preguntó mi hermano 90
-Tranquilo, no es nada -Respondí - ¿Seguro? Alguien puede estar lastimado allá arriba -Son una pareja bailando y el hombre le está enseñando a bailar a la mujer, ella se tropezó y cayó contra una mesa donde tenían un jarrón grande -Veo que has mejorado -Añadió con una sutil sonrisa en su rostro -Aun no entiendo como lo haces -Se escuchaban dos grupos de pasos llevando el ritmo de la música, o sea dos personas bailando, pero uno estaba mas sincronizado con la música que el otro -Expliqué -Es increíble… ¿pero como sabes que son pareja? ¿Cómo sabes que fue una mujer la que se cayó? -Las mujeres tienen menos masa muscular que los hombres en todas las especies y los pasos de ella se oyen mas suaves, son mas livianos… y se que son pareja porque nadie tiene clases de baile en un hotel, ellos llevan tiempo juntos y a él le apasiona el baile, así que le está enseñando -No lo entiendo… ¿llevan tiempo juntos? No hay forma de que sepas eso solo con oír pasos -Nadie va de viaje con alguien que conoce hace poco -Se pudieron conocer acá -Dijo mi hermano expresando un poco de felicidad al verme distraído con otra cosa -Él es muy preciso con el ritmo, no se equivocó una sola vez… nadie tiene tanta seguridad con una persona que conoció hace poco -Pueden ser dos amigos que se conocen hace mucho y están de vacaciones 91
- ¿Amigos que se quedan en la misma habitación y bailan juntos con música que habla de sexo? -Respondí -Está bien lo entiendo… pero con esa misma lógica podrían ser amantes -Amantes de viaje… en un hotel lujoso… ¿bailando? - ¿Por qué no? -Porque si fueran amantes los golpes que estaríamos oyendo no estarían sincronizados con la música -Solté una pequeña sonrisa que contrastó con los ojos llorosos -Tú ganas -Exclamó Javier riéndose - ¿Por qué no viniste en todo este tiempo? -Pregunté -No lo sé… he estado muy ocupado desde que me firmaron - ¿No volviste a trabajar con la policía? -Lo intenté… pero no pude, me daban ataques de pánico… así que me concentré completamente en la música… siempre lo tuve como un pasatiempo, pero me di cuenta de que era lo que quería hacer mientras estaba en recuperación -Respondió Javier mirando su mano derecha con su ojo funcional -Siempre fuiste terco… hasta que no te dijeron que no podías tocar no te dio la gana de hacerlo -Exclamé sonriendo -Es verdad… pero no fue fácil… tuve que volver a aprender como si estuviera empezando desde cero… y me costó cinco años de fisioterapia hasta que pude tocar completamente bien sin que mi mano temblara - ¿Supiste que murió? -Hice una pausa para pensar lo que acababa de decir y continué -Bueno… lo mataron 92
-Sí, salió en las noticias nacionales… ya era una noticia grande y lo del comisario la hizo aun mas polémica -Respondió Javier mientras se paraba de la mesa y llevaba los platos vacíos a la cocina Al acabar de limpiar el lugar me fui directamente a la cama a intentar dormir, pero mis propios pensamientos no me lo permitían, pasaron casi cuatro horas hasta que finalmente pude dormir, pero no descansar. Desde que todo empezó mis pesadillas se sentían mas reales de lo normal, todas las noches las tenía, y el problema no era el miedo mientras estaba en el sueño, el problema estaba cuando me despertaba y veía que al igual que en el sueño, mi familia no estaba ahí. Me desperté a las seis de la mañana, como todos los días, era como si mi cuerpo tuviera un reloj interno que me despertaba a esa hora sin importar el día. Después de bañarme me dirigí hacia la mesa del comedor y mientras comíamos mi hermano cambiaba entre canales en el televisor, en ese momento sentí un vacío que se apoderó de mi pecho, cuando leí el encabezado del primer canal de noticias que pasó por la pantalla le dije a mi hermano que se detuviera. -Hoy, domingo tres de noviembre, la celda asignada para el comisario Juan Carlos Pinzón después de ser arrestado hace aproximadamente un mes fue encontrada vacía -Se escuchó desde el televisor -Al principio los guardias de la zona creyeron que se trataba de una fuga, pero en la pared de la celda se encontraba escrito “¿seis meses?” lo que curiosamente coincidía con la sentencia que le habían dado al comisario, las autoridades sospechan que se trata de un secuestro. -Voy a ir a la estación de policía -Exclamé seriamente mirando a mi hermano - ¿Qué? ¿Ahora? -Preguntó confundido 93
- ¡Sí! ¡Ya! -Grité para después salir corriendo hacía la puerta del hotel - ¿Pero por qué? - ¡Tengo una pista! -Grité desde el pasillo del hotel después de agarrar las llaves del auto de mi hermano, ya que el mío seguía confiscado por la policía. Rápidamente mientras aceleraba por la carretera conecté a mi teléfono a el equipo de sonido de el vehículo y llamé a mi jefe, con quien no hablaba desde que tuve el interrogatorio en el hospital - ¿Sarmiento? -Se escuchó desde los parlantes de el carro - ¿Dónde está? Necesito hablar con usted… es urgente -Dije agitado -Detective Sarmiento, primero que todo lamento mucho por lo que está pasando, si quiere podemos tener una reunión en la tarde, pero en este momento me encuentr… - ¡Es Iván Cruz! -Grité sin dejarlo terminar de hablar. Hubo unos segundos de silencio -Ya se que mucha evidencia apunta a que yo tengo algo que ver con esto… pero déjeme probarle que no… voy a resolver este caso -Añadí - ¿Cómo es posible que usted haya pasado de no tener ni idea a apuntar a una persona tan especifica? - Hace quince años me aseguré de meter a su padre a la cárcel y hace un mes me rehusé a resolver su asesinato diciendo cosas horribles sobre él… es venganza… el comisario que ordenó despachar el caso desapareció de su celda y tenía escrito en la pared su condena… está torturándome -Detective sarmiento… - ¡Todo está ligado! -Interrumpí -Dígame donde está para poder darle toda la información 94
-En este instante me encuentro ocupado -Repitió expresando inseguridad en sus palabras Después de un tiempo de manejar sin ningún destino logré hacer que mi jefe me dijera en donde estaba. Aceleré y durante veinte minutos estuve intentando distraerme de la voz del secuestrador en mi cabeza que repetía una y otra vez lo que me dijo antes de asesinar a el amor de mi vida frente a mi. La seguridad con la que planteó que yo había sido quien irrumpió en la casa de Amanda y la golpeó no me dejaba tranquilo, intentaba demostrarme a mi mismo que yo no había sido, pero mi herida no me lo permitía. Afortunadamente en el momento en el que entré por las puertas de la comisaria mi mente se concentró en algo más. - ¿Qué hace él aquí? -Exclamó el Capitán Suarez abriendo los ojos desde el otro lado de la habitación -Podría tener información útil para atrapar al culpable de todo esto -Respondió mi jefe, quien estaba parado a su lado -Claro que tiene información -Interrumpió el capitán penetrando mis pupilas con su mirada - ¿¡Acaso no lo ve!? ¡Él es el culpable de todo! -Entiendo que tenga rabia… pero no podemos seguir desgastándonos, ambos perdimos a alguien ese día, créame, yo mas que nadie quiero atrapar a ese asesino -Dije seriamente -Antes de que el hombre sacara el arma advertiste sobre ella, ¿Cómo lo sabías? -Preguntó el capitán quebrando la voz mientras hacia un leve movimiento con su mano sobre el lugar donde tenía el disparo -No lo se… yo veo detalles, usted lo sabe - ¿Como es posible que un solo hombre acabe con cuatro policías sin que alguien lo ayude desde adentro? -Exclamó levantando la voz 95
- ¡¿Y que es lo que está insinuando?! -Grité perdiendo el control sobre lo que decía - ¡¿Que yo maté a mi propia esposa y secuestré a mi propia hija solo para disimular?! - ¡Suficiente! -Interrumpió mi jefe -Usted váyase a descansar, su herida aun no ha sanado -Añadió dirigiéndose hacia el capitán -Y sarmiento, venga conmigo -Dijo mirándome a los ojos mientras apuntaba hacia la sala de interrogatorios. Sin que nadie dijera nada, el capitán salió de la comisaría y yo seguí a mi jefe. -Escúcheme -Rompí el silencio de la sala -Espero que en verdad tenga algo… podría meterme en problemas por esto -Añadió el jefe - ¿Problemas? -Pregunté -No lo decido yo… usted aún es un sospechoso - ¡¿Después de todo esto?! -La sangre en la casa de Amanda, una secuestrada en la camioneta, justo en las horas en las que hubo secuestros usted estaba desaparecido, robó una patrulla, tomó a un policía como rehén, tiene una fractura justo en el lugar del disparo, o al menos eso dice el informe medico… es difícil no mantener libre a alguien con esa información y sin embargo aquí se encuentra -Está inculpándome… quiere hacerme daño - ¿Por qué sería personal? -Hace quince años la esposa de Ezequiel Cruz fue asesinada por el padrastro de Amanda Ramírez en frente de él y su hijo recibió un disparo en la cabeza… yo estaba ahí… de alguna manera su hijo sobrevivió, pero estuvo en coma mucho tiempo, en ese tiempo Ezequiel enloqueció y fue 96
hasta donde tenían a el culpable, y en medio de la comisaría le enterró un lápiz en el cuello cuatro veces, ¿lo recuerda verdad? -Claro que lo recuerdo -Respondió el jefe con una expresión de disgusto - ¿Pero eso que tiene que ver con este caso? -Ezequiel fue asesinado en la cárcel hace un mes, Juan Carlos Pinzón me llamó para que le ayudara con el caso, yo dije que no por obvias razones, pero también dije cosas horribles sobre él, luego el comisario hizo otra llamada y bueno… usted ya sabe lo que hizo, esa llamada se filtró. Y ahora Amanda, mi hija y el comisario están desaparecidos, mi sangre está mágicamente en el lugar del crimen y mi esposa fue asesinada al frente mío y las probabilidades de que el disparo sea en el mismo lugar que el disparo de Rosa, la esposa de Ezequiel, ayudan a darse una idea de que no se trata de una coincidencia. -Un familiar de Ezequiel se está vengando -Pensó el jefe en voz alta -Más específicamente, Iván Cruz, su hijo -Añadí con seguridad -Espero que no esté equivocado, detective Sarmiento -Hay que interrogar a el padre de Alma, podría saber algo sobre el paradero de Iván - Sobre eso, Amanda había dicho que murió, ¿por qué mentiría? -Preguntó el jefe -Cuando murió su madre ella lo dejó, le recordó a su padrastro y en su subconsciente su madre era lo único que la podía proteger, así que le dijo que se fuera -Respondí con seguridad
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- ¿Como sabe todo eso? -Hizo una pausa para pensar y luego continuó -Ni me diga, le creo -De repente la puerta de la sala de interrogatorios se abrió -Detective sarmiento… trajeron un paquete para usted -Dijo el policía que acababa de entrar - ¿A esta dirección? -Pregunté -Si señor -Respondió el policía - ¿Por qué alguien sabría en donde estoy? - ¿Quien lo trae? -Exclamó el jefe -No lo se… vino un hombre con un tapabocas de los que se ponen los motociclistas, lo dejó en la entrada y se fue - ¿Me está diciendo que un hombre con la cara cubierta dejó un paquete en la comisaría y usted no hizo nada al respecto? ¡Búsquelo! -Gritó el jefe mientras salía de la sala de interrogación - ¡Narváez busque al que trajo el paquete! ¡Los demás aléjense de la maldita caja! -No es una bomba -Aseguré -Detective Sarmiento, un paquete que está dirigido a usted por un enmascarado en una ubicación en la que no tienen porqué saber que está ahí… no se acerque -Dijo el jefe -Yo no dije que no fuera una trampa, dije que no va a explotar… este hombre quiere hacerme sufrir, no asesinarme… el contenido de esa caja es peor que una bomba -Mi preocupación crecía cada vez mas, sabía que la caja era un ataque psicológico hacia mi, pero aun así tenía que saber que había adentro. Al abrir la caja un hedor a muerto me hizo desviar la mirada, pero trayéndola de vuelta logré ver su contenido, 98
había una lengua con cortadas que deletreaban la palabra “soplona” en ella. Con mi expresión todos los policías quisieron acercarse a ver de que se trataba, entre ellos uno que señaló un nombre escrito en el lateral interno de la caja me hizo darme cuenta de que al igual que yo, Amanda había quedado sin palabras. Casi en el mismo instante sonaron dos radios de dos distintos policías a la vez, la suma de ambas conversaciones resultaba en un ruido incomprensible del que solo se podía destacar el estrés en la voz de ambos policías que lo escuchaban. Entre las pocas palabras que lograban destacar del caos logré identificar la idea principal de ambas conversaciones. - ¿¡Que pasa!? -Gritó el jefe con desesperación -El comisario y Belinda aparecieron -Dije en voz alta, pero con la mirada perdida - ¿Qué? -Respondió el jefe -Es correcto señor -Añadió uno de los policías presentes -El comisario fue encontrado muerto con una nota que decía “esto fue un suicidio” - ¡¿Cómo es posible que pase todo esto a la vez?! -Exclamó el jefe con las manos en la cabeza -Tienen que ser varias personas -Evidentemente no fue un suicidio -Interrumpí -El asesino está dejando claro porqué lo mató. Es una venganza por lo que pasó hace un mes con Ezequiel Cruz - ¡Manden hombres a rodear esta zona y los dos lugares donde aparecieron los demás ahora! -Gritó el jefe -Va a perder el tiempo -Dije en voz baja -Detective Sarmiento, ¿ahora que sabe que no sabemos nosotros? -Preguntó con una mirada penetrante 99
- ¿Donde encontraron a Belinda? -Exclamé -Amarrada en el parqueadero del hospital San Lázaro -Respondió uno de los policías - ¿y el comisario? -Añadí -Calle trece con novena, tirado en la carretera -La lengua estaba guardada hace bastante tiempo en la casa de Amanda, posiblemente el mismo día que fue secuestrada se la cortaron -Aseguré -El asesino dejó a Belinda en el hospital, asesinó al comisario, lo dejó en la calle y después recogió la caja que trajo para acá -Tomé airé y continué -Y al parecer nadie de los ineptos presentes se percató de que el hombre que trajo el paquete tenía los guantes ensangrentados - ¿¡De donde carajos sacas toda esa maldita información!? -Preguntó el jefe -La caja tiene manchas de sangre seca por todo el interior, pero la parte de abajo tiene sangre que aun se encuentra húmeda y ninguno de ustedes vio al entrarla, quiere decir que la caja está guardada hace tiempo pero que unas nuevas salpicaduras llegaron recientemente por lo cual la caja fue recogida después de el asesinato del comisario y se manchó con las manos del asesino por debajo. El tipo es un aficionado que se fija en cada detalle, no trabaja en equipo, por lo tanto, él fue quien trajo la caja y al saber que después de eso iban a empezar a buscarlo se aseguró de que fuera la ultima cosa que iba a hacer ese día, lo que quiere decir que lo primero que hizo fue dejar a Belinda en el hospital. La cercanía del cuerpo del comisario con la casa de Amanda solo es para distraernos y la sangre en las manos es a propósito… ¿todo claro? - ¿Cómo que a propósito? -Preguntó el jefe 100
-Las manchas de sangre húmeda nunca sobrepasan la superficie de abajo de la caja, o sea que la trajo cuidadosamente para que no se manchara nada en los costados y así darle un poco más de tiempo para escapar… nadie agarra una caja solo de la parte de abajo. Quiere que hagan una búsqueda cerca de esta zona y seguramente es una trampa… lo mas probable es que aparezca Amanda cerca, pero este asesino, como dije antes, se fija en todo, así que no van a sacar nada más que pistas falsas acomodadas por él -Después espera que no lo tomen como un sospechoso detective Sarmiento -Dijo el jefe - ¿Qué sugiere que hagamos? -Caer en la trampa -Respondí -Es muy improbable pero tal vez entre todos los datos basura podamos sacar algo valioso de Amanda - ¿Y que pasa si se equivoca y no es una trampa? -Interrumpió uno de los policías -Todo este plan se basa en que aparezca Amanda, ¿y si no es una trampa y no aparece? -Ese hombre no es imbécil -Contesté -Y alguien que sin darse cuenta entra con las manos ensangrentadas a una comisaria e incluso deja la puerta un poco manchada es un imbécil, por lo tanto, no fue un accidente -Unos segundos de silencio me bastaron para saber que nadie iba a añadir nada más -Preparen papel y lápiz, porque por lo que veo Amanda no va a decir una palabra.
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Capítulo 10 Están escuchando
- Detective sarmiento -Dijo el comisario con una voz seria -Si señor… dígame -Se escuchó a través del teléfono -Tengo presente que usted pidió este día libre por temas personales, pero me parece que esto es de su incumbencia - ¿Sucedió algo? ¿Me necesita en algún lugar? -Usted recordará el caso de Amanda Ramírez… hace quince años -Dijo el comisario con un tono preocupante -Si señor -Por lo tanto, recordará a Ezequiel Cruz -Claro que lo recuerdo -Falleció en la madrugada, aparentemente fue apuñalado con un pedazo de metal en el cuello mientras dormía… necesitamos resolver el caso, todos los prisioneros son sospechosos y no tenemos nada de información -Señor, con todo respeto, mi hija está cumpliendo diez años hoy y no puedo faltar a eso, no otra vez… es muy especial 103
para ella, y sinceramente no me interesa resolver el caso de ese hombre, se merecía una muerte mas lenta que una apuñalada… le agradecería que buscara otro detective para resolver este caso -Detective Sarmiento… entiendo que no se sienta dispuesto para ayudar a resolver el caso de este hombre, pero usted es lo mejor que tenemos -Exclamó el comisario -Señor comisario, él no merece que atrapen a su asesino -Entiendo su frustración, pero usted no puede decir esas cosas -Señor comisario, por favor -Respondió con un tono molesto -No se haga el bueno, usted bien sabe que ese idiota lo merecía -Sarmiento, cuide su lenguaje conmigo -Con todo respeto, váyase a la mierda… usted no tiene derecho de pedirme tal cosa y esperar que reaccione bien, deje de hacerse el bueno -Después de decir estas palabras con rabia, se cortó la llamada El comisario no podía aceptarlo, pero estaba de acuerdo con Sarmiento, por esa razón no se enfureció, en el fondo creía que parte de lo que él había dicho era verdad, y por esa razón, sin pensárselo mucho, marcó un numero en su teléfono, y se lo acercó a la oreja. - ¿Pérez? -Preguntó el comisario cuando el teléfono dejó de timbrar -Comando -Respondió -Los prisioneros se pelean todo el tiempo, ese hombre era un asesino muy peligroso y agresivo… ¿entiende? 104
- ¿Qué intenta decirme señor? -Probablemente provocó a otro prisionero y murió en una pelea… despache el caso -Señor, el hombre fue asesinado mientras dormía -Le dije que despachara el caso -Repitió con un tono mas pausado y agresivo -Si señor -Respondió con miedo para después colgar la llamada La habitación en la que se encontraba el comisario aparentó estar completamente vacía por el silencio, pero rápidamente fue llenada por sus propios pensamientos repitiéndole lo que acababa de hacer. La culpa estaba ahí, pero la satisfacción era mas grande. El falso alivio que le provocaba la venganza podía comprarse con la felicidad que produciría una droga, era un sentimiento que no duraría mucho antes de que el opuesto golpeara con mas fuerza, algo espontaneo que parece real, pero no lo es, un crimen del cual arrepentirse que solo se resuelve cometiéndolo de nuevo, una montaña rusa que parece duradera, pero al bajarse parece que solo fueron segundos, parece que no valió la pena pero aun así el recuerdo pide a gritos que se repita, es una búsqueda eterna de la estabilidad con un solo sentimiento constante, la angustia. Camino a su casa la música ayudó al comisario a relajarse. Una vez en la comodidad de su sofá encendió la televisión y se quedó dormido, la mañana siguiente lo despertó el sonido de lo que sería el fin de su carrera. -En el primer audio que escucharon se puede apreciar como el detective Gonzalo Sarmiento y el comisario de la policía Juan Carlos Pinzón discutían por el reciente caso de Ezequiel Cruz -Dijo el reportero de la televisión -El detective se negó a investigar el caso de una forma bastante 105
fuerte por aparentes conflictos personales entre él y la victima en cuestión -Las manos del comisario se cerraron en puños y sus ojos se abrieron como si fuera al fin del mundo lo que tenía frente a él. -Maldita sea -Exclamó en voz alta -En el segundo audio se escucha como este mismo comisario habla con una persona que aun no ha sido identificada -Añadió el reportero -Se escucha dando ordenes claras para despachar el caso de Ezequiel injustamente… los audios llegaron desde una fuente anónima y se están investigando en busca de manipulación digital… para mas información estén atentos a el canal tres. -No pasaron mas de dos minutos desde el reportaje cuando el teléfono de el comisario empezó a sonar, pero él no se molestó en contestar, después de todo, si el general estaba llamándolo quería decir que había visto el reportaje y no había nada que hacer al respecto, solo esperar.
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Capítulo 11 Soplona Escuchar ese disparo le causó una descarga de adrenalina enorme por el miedo a que todo se fuera por la borda, en tres segundos se imaginó como todo el esfuerzo que había usado para su plan era desperdiciado solo porque no se le ocurrió que Amanda podía tener un arma, así que se puso el casco de motocicleta en la cabeza, agarró un arma y una varilla de metal y se bajó de la camioneta. Mientras entraba a la casa apretaba la varilla con más fuerza mientras pensaba todo lo que salió mal y lo que podía salir mal. El choque no estaba dentro del plan y eso ya había empezado a causarle nervios, pudo haberse bajado de la camioneta y golpearlo en el lugar del choque para que quedara inconsciente, pero al ver que había caído en la trampa de las letras antes de lo esperado dejó que todo fluyera y lo siguió hasta el lugar en donde se encontraba. Llevaba una pistola en la cintura sabiendo perfectamente que si una de las dos personas que estaba ahí adentro moría, su plan se iría por la borda. -Esta mierda estaba descargada -Se escuchó desde una de las habitaciones -Gonzalo Sarmiento -Exclamó la persona con la varilla mientras abría la puerta de donde provenía el sonido. En ese momento pudo ver a Gonzalo sentado en la cama de la habitación con el hombro ensangrentado y a Amanda tirada en el suelo de la habitación. Gonzalo tenía el arma en la mano. 107
- ¿Quién eres? -Preguntó Gonzalo apuntándole al invasor con el revolver -Suelta eso, escuché como te disparaban con la única bala que tenía -Respondió acercándose lentamente - ¿Qué es lo que quieres? -Insistió Gonzalo -En este momento quiero que la policía no te encarcele por lo que acabas de hacer - ¡Ella secuestro a mi familia! -Gritó Gonzalo levantándose de la cama con una actitud intimidante -Pues lamento decirte que no es verdad… pero al menos logré probarte que no se necesita ser un monstruo para hacer lo que hiciste, eres igual a él -Añadió el intruso mientras veía en la expresión de Gonzalo como lentamente se daba cuenta que estaba sucediendo -Yo no soy un asesino -Respondió Gonzalo - Pero si lo fueras y te asesinaran, ¿no te gustaría que hubiera un juicio para encontrar al responsable? -No me compares con él -Exclamó Gonzalo acercándose lentamente al intruso -Cualquiera haría lo que él hizo en sus condiciones, pero tu solo asumes que es un monstruo y te aseguras de que reciba la sentencia más larga posible -Dijo entre dientes -Estoy seguro de que harías lo mismo… de hecho, ya estas empezando a parecerte a él -Gonzalo se llenó de ira y con el mango del revolver que tenía en la mano golpeó al intruso haciéndolo caer al suelo y soltar le varilla que tenía en la mano. - ¿¡Dónde está mi familia!? -Gritó Gonzalo poniendo su pie sobre el pecho del intruso, pero lo único que salía de su boca era una carcajada - ¿¡Que es tan gracioso!? 108
- ¿Cuanto será la sentencia por tortura? -Preguntó sin parar de reírse -Ya empezaste a sumar añitos para cuando te atrapen - ¡Responde la maldita pregunta si no quieres que te rompa las costillas! - ¿Doble tortura será el doble de la sentencia o a medida que vas torturando más te van haciendo descuentos de la siguiente? - ¡Cállate! -Gonzalo lanzó una patada hacia la cabeza del intruso rompiendo el visor del casco, el secuestrador se levantó del suelo rápidamente y recogió la varilla metálica, aunque la oscuridad en el lugar no permitía verle la cara al sujeto, Gonzalo lo miraba a directamente a los ojos -Solo quiero que me expliques… ¿por qué tu no deberías morir igual que él? Sin que nadie busque al responsable de su asesinato -Preguntó el intruso seriamente - ¡Yo no fui quien decidió declararlo un suicidio! -Gritó Gonzalo -Tu fuiste quien lo vendió como un monstruo en la televisión y quien se aseguró de que obtuviera una sentencia enorme… solo porque tu hermanito no podía volver a tocar “estrellita” en el piano -Exclamó el intruso expresando rabia con su tono de voz - ¡Si hubieras contado la historia completa no lo hubieran asesinado en la cárcel! - ¿Qué es lo que quieres? - ¡Y luego te rehusaste a investigar su evidente asesinato por rencoroso y arrogante! -Continuó el atacante ignorando la pregunta de Gonzalo -No tenía porqué hacerlo, el que cometió el error fue el comisario -Respondió Sarmiento 109
-Y él también recibirá lo que merece, pero de no ser por ti nada de lo que le pasó le hubiera pasado, el comisario solo es un pobre ignorante que no quiso desgastarse en la investigación del asesinato de un prisionero… ¡pero tu eres quien lo destruyó y quedó como un héroe ante la gente! -Gritó el intruso golpeando el suelo con la varilla -Pero ahora te vas a dar cuenta de que eres igual a él - ¿¡Que es lo que quieres!? -Repitió Gonzalo con actitud imponente -Quiero que sepas que, si él se lo merecía, tu también -Aprovechando que el intruso había bajado la guardia Gonzalo se le lanzó encima y después de darle un golpe en el abdomen le arrebató el arma de la cintura - ¡Suficiente con el discurso de mierda! -Exclamó Sarmiento -Dime quien eres y donde está mi familia -Si tu me disparas, nunca encontrarás a tu familia -Dijo el intruso sin siquiera inmutarse por el hecho de que el cañón del arma estaba sobre su cabeza -No puedes manipularme, ¡dime donde están o halo el maldito gatillo! -Si tú haces eso jamás volverás a abrazar a tus queridas Laura y Catalina -Después de escuchar esto, Gonzalo quedó paralizado -Así es… así que devuélveme el arma - ¿Para qué? -Preguntó Gonzalo desviando la mira del arma - ¿Para que me dispares? -Yo no voy a matarte, eso no me serviría de nada -Con ese mismo ritmo de ideas, podría simplemente dispararme y acabar con esto de una vez por todas… eso es mejor a vivir en este infierno -Aseguró Gonzalo 110
-Sabes, tienes razón, tu y mi padre no se parecen tanto -Dijo el intruso dándole la espalda a Gonzalo -Él no era un cobarde -Iván Cruz -Pensó Gonzalo en voz alta - ¡Así es! -Gritó Iván - ¡Me descubriste! ¿Ahora que harás? -Hizo una pausa - ¿Decirle a la policía? Estás en jaque -Al menos ahora puedes quitarte eso para poder verte a los ojos mientras te doy tu merecido -Lamento decirte que eso no será posible -En algo tienes razón, y es que tu padre no era un cobarde -Añadió Gonzalo -Pero muy a menudo se confunde valentía con estupidez, y creo que él apuntaba más a la segunda -Solo intentas jugar conmigo, pero no lo vas a lograr, yo se que el que en realidad está afectado personalmente por el caso eres tú - ¿Ah sí? ¿Y eso por qué? -Preguntó Gonzalo de forma burlona -No te hagas el fuerte… Tu hija y esposa dependen de mi, estás en una posición en la que tu eres el sospechoso numero uno, no estas ni cerca de resolver tu propio caso y aun estás buscando venganza por lo de la mano de tu hermanito Gonzalo apretó las manos pensando en lo que estaba a punto de hacer, algo que lo dejaría en una posición peor que en la que ya se encontraba. Pero en ese tipo de momentos el cerebro se bloquea, en esos momentos los instintos primarios de supervivencia son los que actúan, y estos instintos se basan en la vida y la muerte, la reproducción y la agresividad, “el Thanatos y el Éros”, y pues en una situación como esa era difícil encontrar algo de placer, al menos para Gonzalo, así que su reacción fue más inclinada hacia la agresividad. 111
Antes de que Iván terminara de completar una pequeña sonrisa que se podía alcanzar a ver en las pequeñas arrugas de los ojos a pesar de la oscuridad, el silencio se hizo muchísimo más notorio. Solo en ciertos momentos el silencio se puede escuchar con muchísima más fuerza, en ese momento Gonzalo lo pudo comparar con su vida, la vivió sin darse cuenta de lo afortunado que era, vivió sin ruido, sin notarlo, solo hasta que tuvo caos por unos momentos y volvió al mutismo, solo en el momento en el que ya no pudo tener el silencio a su favor, solo en el momento en el que el silencio dejó de ser agradable se dio cuenta de que lo aturdidor no es la gran explosión, sino el silencio que va después. Cuando el cuerpo de Iván tocó el suelo el silencio que había antes se convirtió en el ruido más grande que cualquier persona podría escuchar, no hay escapatoria, no hay nada que pueda detenerlo ni nada que lo pueda tapar, es como escuchar los lamentos de tu propia alma mientras deja tu cuerpo y te recuerda que nadie más que tú tiene la culpa de todo lo que está sucediendo, pero en el caso de Gonzalo era curioso, porque no sintió culpa por asesinar a alguien, era culpa por sentirse satisfecho después de hacerlo. Viendo el cuerpo del hombre tirado en el suelo se sintió estúpido, solo fueron unos cuantos segundos, pero normalmente Gonzalo se daba cuenta cuando lo intentaban engañar inmediatamente. Recordó cuando tenía catorce años y su padre lo llevo a aprender a disparar en un polígono con armas de fuego, traumáticas y de fogueo, su primer interés por combatir el crimen desde una oficina sin usar violencia partió de ahí. En ese momento se dio cuenta de que no había roto la promesa que se hizo a el mismo a los catorce años ya que el arma que acababa de usar era de fogueo, la fuerza con la que el arma respondía al disparo era mucho menor a la de una de fuego ya que no había una bala que saliera, solo sonido.
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Gonzalo no se lo creyó, pero si cayó en la trampa, Iván había logrado engañarlo y despistarlo. Aprovechando esa oportunidad el hombre se levantó rápidamente del suelo y con todas sus fuerzas le dio un golpe en el cráneo a Gonzalo con la varilla metálica que traía, tirándolo al suelo. -Después de todo no eres tan observador -Dijo Iván. Lo único que pasaba por la mente de Gonzalo era que se había dejado humillar y que había fallado, sintió por un momento que todo estaba perdido y esto lo hizo quebrarse -Es vergonzoso ver esto, eres lamentable -Añadió Iván -Lo siento, de verdad, por todo lo que pude haber hecho, pero por favor, te lo suplico, devuélveme a mi familia -Exclamó Gonzalo en la mitad de su llanto -Te daré lo que quieras, te lo suplico, ya probaste tu punto -Hasta ahora estoy empezando -Respondió sin agitación alguna -Ya entendí que las personas hacen cosas malas en situaciones de desesperación, tu padre no era un monstruo, ya lo probaste, ¡devuélveme a mi familia! -Suplicó entregándose por completo, ya no podía más -No quiero probar que él no era un monstruo, quiero probar que tú también lo eres… no descansaré hasta que tú mismo lo sepas y ya no puedas hacer nada al respecto -Lo siento, pero yo no soy como él, yo no maté a nadie, no torturé a nadie - ¿Vez a esa señora inocente que está tirada en el suelo inconsciente? -Dijo entre dientes señalando a Amanda -Si el arma que usaste no hubiera sido de fogueo yo estaría muerto, eres ambas cosas, asesino y torturador
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-Pero estas vivo -Respondió Gonzalo intentando convencerse a sí mismo de que no era ninguna de esas cosas -Gonzalo, esto no es para ver quien es bueno y quien es malo -Hizo una pausa mientras se arrodillaba para estar más cerca de Gonzalo -Es para ver quien es peor -No soy un asesino -Balbuceó con poco aliento -Desde el punto de vista ético, sí mataste… además mataste por mucho menos que por lo que mató mi padre, tu esposa no ha muerto al frente tuyo, a diferencia de la de él -Tu padre tenía problemas psiquiátricos, ese no fue el primer crimen que cometió y lo sabes - ¿Y por eso merecía morir? ¡¿Merecía que mataran a su esposa al frente suyo?! -Gritó mientras agarraba con más fuerza la varilla metálica - Tú sabes que él te maltrataba a ti y a tu madre, no estás intentando probarme que soy como él, estás intentando probarte que todos son como él, estás huyendo del hecho de que tu eres un monstruo también, que eres violento… ¡la única persona de esa familia que es realmente una victima es tu madre! Lastimosamente, si hubiera sobrevivido ese día, no hubiera sobrevivido a tu padre, y mucho menos a ti Iván se llenó de ira y perdió el control, cuando Gonzalo se dio cuenta de que había sido un error decirle esa verdad ya era demasiado tarde, recibió siete golpes en el pecho, dos en el cuello y uno más en el cráneo con la varilla metálica, la fuerza que tenía el hombre era sorprendente para lo delgado que era, el último golpe lo dejó inconsciente. En una escena del crimen normal salpicar tanta sangre sería un impedimento, algo que haría que el atacante se controlara para no dejar tantas pistas, pero en este caso entre más sangre de Gonzalo hubiera, mejor, esto hizo que Iván se dejara llevar por la ira, dejando a Gonzalo extremadamente herido. 114
Cuando terminó de desahogarse con Gonzalo se echó su cuerpo al hombro y lo llevó a la camioneta en la que había llegado. Al regresar iba a hacer lo mismo con Amanda, pero al ver que ya no estaba inconsciente se complicaron las cosas. -Ángel, por favor déjame en paz, no se donde está tu hija -Suplicó Amanda un poco atontada y confundida por la paliza que había recibido. Iván no tardó en identificar la persona con la cual Amanda lo estaba confundiendo, así que usó esto a su favor -Solo vengo a decirte que eres una exagerada, y por tu culpa mi vida quedó arruinada -Por más que Iván se estuviera haciendo pasar por alguien más, se dejó llevar por el discurso y empezó a desahogarse -A penas y te toqué unas cuantas veces, nunca te hice daño físico, eres una soplona -No fueron unas cuantas veces -Dijo Amanda temblando del temor -Exageraste la historia y quedé como un violador -Eres un violador -Exclamó con miedo -Me hacías tocarte, me obligabas a hacer cosas horribles -Pues voy a pedirte una ultima vez que abras tu boca para mi -Dijo Iván haciéndose pasar por Ángel -Por favor, no, otra vez no -Lloriqueó Amanda -Hazlo ahora, te recuerdo que tengo un arma Para ella, lo que el verdadero Ángel le hacía cuando le pedía que abriera la boca era más doloroso, obviamente era otro tipo de dolor. La navaja suiza no tenía un filo muy poderoso y entre los gritos y las mordidas de Amanda era difícil concentrarse, pero Iván descubrió que el secreto estaba en el movimiento de la muñeca, cuando lo hacía de 115
la forma correcta no era necesario hacer mucha fuerza y se sentía como si estuviera cortando mantequilla. Ella ya había experimentado un dolor más grande, un dolor opacaba al otro, pensar en la desaparición de su hija y el recuerdo de lo que hacía su padrastro hacían que esto pareciera una caminata por el parque, después de todo, el dolor físico se quita después de un tiempo. Después de dejar a Amanda amarrada en su camioneta, cargó el cuerpo inconsciente de Gonzalo y lo dejó tirado en el suelo, en el lugar donde estaría si hubiera quedado inconsciente después del choque. Aparentemente la policía, al ver que no había nadie en la patrulla en la que estaba Gonzalo continuó buscando por los alrededores, ya que en el sitio no había absolutamente nadie, o eso fue lo que pensó Iván. Se dio cuenta de su error cuando se quitó el casco de motociclista para tomar un poco de aire y vio que el hombre del otro auto se acababa de despertar.
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Capítulo 12 Daño colateral
Tal y como se esperaba, minutos después de que empezara la búsqueda del intruso que había dejado el paquete apareció Amanda amarrada de manos y pies tirada en un callejón, normalmente el secuestrador devolvía a sus victimas amordazadas, pero en este caso no fue necesario. Aunque la búsqueda siguió unas cuantas horas después de que encontraran a Amanda, no encontraron nada más. Antes de que Amanda entrara a interrogatorio tenía que ser escoltada al medico, dar sus declaraciones y ver a su hija por primera vez desde que empezó todo esto, no había pasado más de una semana desde su secuestro, pero yo sabía bien que en esa situación cada segundo era como una eternidad. Esperar haciendo nada a que todo esto pasara era algo que no podía permitirme, estuve pensando por que otro lado podía avanzar mientras tanto cuando recordé que el esposo de Amanda seguía en la ciudad, ya lo habían interrogado y no encontraron nada, pero yo quería hacer un ultimo intento. No tardé más de media hora en llegar a la comisaria. -Detective Sarmiento, es un placer -Dijo el hombre estirando la mano -Igualmente, es un placer señor… -Me quedé mudo, nadie me había dicho su nombre 117
-Nadir -Dijo el hombre - ¿Se está quedando cerca? Llegó bastante rápido -Exclamó el jefe -Sí señor, mi hotel está a unas cuantas cuadras -Nadir, ¿Qué sabe usted sobre el caso? -Pregunté -Supe sobre el oso de felpa y los rasguños en los muebles en la casa de mi hija, intenté averiguar todo lo posible en las interrogaciones, yo me enteré de lo que había pasado cuando ella ya había aparecido. La policía me contactó, Amanda nunca me dijo nada al respecto -El oso de felpa era una distracción y los rasguños seguramente eran de la niñez de Amanda -Aseguré -Esa es la misma casa en la que se crio, nunca vendió nada, estaba intacta… volvió a ella porque de alguna forma se sentía segura, y como quedó con miedo de usted, puso las puertas y las ventanas aseguradas - ¿Miedo de mi? -Preguntó Nadir confundido -En el momento en el que terminó el caso de su padrastro se fue de la ciudad con su madre y lo conoció a usted, pero cuando ella murió, regresó acá y se divorcio de usted porque sintió miedo, le recordó a su padrastro -Yo nunca les hice nada -El hombre se puso en modo defensivo instantáneamente -Amanda dijo que usted había muerto en el primer interrogatorio, ¿por qué mentiría? -Dijo mi jefe desde la esquina de la habitación -No lo se, ella empezó a evadirme desde que murió su madre… supongo que es por lo que dicen ustedes 118
- ¿Amanda tuvo que ir a algún tipo de terapia o tomar medicamentos de algún tipo mientras vivía con usted? -Pregunté -No que yo sepa, ¿por qué? -Tuvo mucho maltrato en su infancia, cuando murió su madre volvió a la casa donde la maltrataban y no cambió absolutamente nada, en los interrogatorios que se le hicieron a su hija se mencionaron pastillas, ¿no sabe nada de esto? -No, nunca la vi haciendo nada similar - ¿Sabe algo sobre el paradero de la hija de Ángel Díaz? -Pregunté -No se quien es -Respondió Nadir -Es el padrastro de Amanda -Añadió mi jefe, quien había estudiado el caso de Amanda a fondo -No señor, Amanda se fue de la ciudad sin querer saber nada de su padrastro, nunca mencionó nada -Después de que el hombre respondió esto vi que no serviría de nada seguir interrogándolo, no había información relevante -Muchas gracias por todo, quédese en el hotel, le informaremos cuando pueda ver a su hija, Amanda acaba de aparecer, pero dudo que quiera verse con usted así que, si ella no pide verlo, tendrá que esperar hasta que salga de custodia para poder hablarle -El hombre se veía poco interesado por lo que pasara con Amanda, solo esperaba pacientemente al momento de poder ver a su hija, o eso parecía. Hasta que no se terminara de investigar a Nadir para ver si había algún tipo de maltrato en la familia, él no podía hacer nada más que esperar.
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Al despachar al hombre le dije a mi jefe que me avisara cuando Amanda estuviera lista para el interrogatorio y me fui hacia el hotel donde se estaba quedando mi hermano, dudé si podría volver a mi casa en algún momento, sería una tortura psicológica que no me vendría nada bien, mucho menos en ese momento. Mientras conducía mi cerebro me atacaba con recuerdos de mi familia, ni si quiera podía estar completamente en duelo por la muerte de Laura ya que mi hija tampoco estaba conmigo, lidiar con ambas cosas a la vez me hacía querer apretar el acelerador al máximo y estrellarme contra una pared, lo único que me mantenía en pie era la incertidumbre de si Catalina seguía con vida. Al principio del caso soñaba con un reencuentro en el que todo podía volver a la normalidad, se escurrían las lagrimas por mi rostro imaginándome como algún día, si hacía las cosas bien, podría volver a abrazar a mi familia, pero esa posibilidad se había esfumado, el reencuentro ya no sería algo completamente feliz, tendría que explicarle a una niña de tan solo diez años que jamás iba a poder ver a su madre de nuevo. Solo tenía un pensamiento al cual aferrarme para seguir intentándolo, el sueño de ver a Catalina sonriendo por ver que todo había terminado, este pensamiento era tan fugaz como la felicidad en los ojos de Catalina al ver que solo uno de sus padres la esperaba con los brazos abiertos para decirle que lo peor ya había pasado, era un sueño terrible, pero tenía que cumplirse ya que ese era el mejor de los escenarios. Al llegar a la habitación del hotel me acosté en el sofá y empecé a pensar por donde más podría sacar información útil, el plan principal era averiguar el paradero de la hija de Ángel y desde ella averiguar información sobre Iván, al ser una hija no reconocida, no saber su nombre y no saber quien es la madre, no tenía forma de llegar a ella sin Amanda. Quedarme haciendo nada hasta el interrogatorio de Amanda no era una opción.
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Primero me dediqué a leer toda la información sobre el secuestro de Belinda, este era el caso del que menos información tenía debido a que fue casi a la vez que el de Catalina. Makena iba a viajar por las vacaciones de su hija la mañana del secuestro, cuando se fue a despertar a su hija en la madrugada ella no estaba y ahí fue cuando llegué a la escena del crimen, en ese momento encontraron a Alma, la primera secuestrada, en el baúl de mi camioneta, mientras todo eso sucedía, secuestraron a Catalina. Los tiempos estaban perfectamente calculados para que todo pasara en esa misma mañana, lo único que no pudo haber planeado fue el choque, seguramente él estaba cerca del lugar, asegurándose de que todo saliera tal y como lo planeaba, esa mañana recibí el disparo, la cual tampoco estaba en sus planes. De alguna forma el reporte de que Amanda no estaba en su casa fue justo cuando me estaban interrogando, sirvió perfectamente para que me dejaran en mi casa y el secuestrador pudiera prepararse para interceptar los policías cuando saliera el reporte de que mi sangre estaba en la casa de Amanda. -Iba a preguntarte si querías comer algo, pero en tu cara se puede ver que tienes algo nuevo -Dijo mi hermano desde la mesa del comedor -El choque y el secuestro de Amanda no estaban en su plan -Pensé en voz alta -Secuestró a Amanda y le cortó la lengua para usarlos de distracción hacia la policía y que no me encarcelaran -Eso es desagradable -Opinó mi hermano -Tengo que averiguar quien llamó a la policía para decir que Amanda estaba desaparecida y hablar con la persona que estaba en el otro auto del choque -La otra persona murió, Gonzalo -Dijo mi hermano en voz baja 121
- ¿Qué? -Salió en las noticias que tú habías estado en ese accidente y que afortunadamente habías sobrevivido, ahí fue cuando compré el tiquete de avión para venir, más adelante salió lo de tu familia y todo lo demás, pero cuando decidí venir fue para cuidarte por lo del choque, fue bastante grave -No, no lo fue -Aseguré -Pero mírate, te rompiste todo -No fue en el choque, él mató a la otra persona, por miedo a que supiera algo -Dije mirando a la nada. Rápidamente saqué mi teléfono y llamé a uno de mis compañeros que se encontraba en el caso de Belinda el día del accidente - ¿Sí? -Preguntó - ¿En que estado llegó al hospital la otra persona del choque? -Detective Sarmiento, primero que todo quiero decirle que lo siento mucho, se que debe ser muy dific… -Responda la pregunta por favor, no tengo mucho tiempo -Hubo unos segundos de silencio y luego continuó sin decir nada más - Lo encontramos en el lugar del choque inconsciente, aparentaba estar relativamente bien, pero la cirujana que lo atendió y le hizo los exámenes dijo que tenía graves lesiones en el cráneo, se complicaron las cosas en cirugía y lastimosamente murió -Respondió el jefe. Antes de que pudiera decirme algo más colgué la llamada -Improvisó el secuestro de Amanda y también esto, debió dejar alguna pista -Pensé en voz alta de nuevo. Teniendo en cuenta que el hombre ya había llegado al hospital en estado crítico asumí que el encuentro con Iván fue antes de que la 122
policía llegara al lugar del choque. En ese momento llamó mi jefe oportunamente -Detective Sarmiento, Amanda está en la clínica en buen estado, está con su hija, la enfermera dijo que pueden pasar unos días hasta que la dejen salir para asegurarse de que sus heridas no se infecten, sobre todo la de la boca -Informó el jefe -Ella dice que quiere hablar con usted ahora mismo, que tiene información importante -Mándeme la dirección de la clínica, estaré allá cuanto antes… ¿usted va a estar presente? Necesito decirle algo Amanda se encontraba en el quinto piso de la clínica, decidí subir las escaleras solo para demorarme más y no tener que afrontar con la culpa de que yo había sido el hombre que la había dejado en esas condiciones, no recordaba nada, pero el disparo apuntaba a que lo que dijo Iván era cierto, yo fui quien la golpeó. Escalón tras escalón sentía más dolor en el hombro, como si algo intentara reconfirmar que yo era el culpable y que debería entregarme, pero no podía hacerlo. Al llegar al tercer piso me detuve en seco cuando me pregunté que tan lejos llegué con esa tortura, como le había llamado Iván. Mis ojos quedaron paralizados al cuestionarme a mi mismo algo que sonaba ilógico debido a toda la evidencia, pero aún así creíble por culpa del miedo. Mi cerebro se encontraba en un debate con sí mismo, un juicio entre el lado positivo y el lado negativo de mi conciencia para determinar mi propia condena, ambas partes son el mismo organismo al final, pero aún así no se sabe si el bueno es el que me defiende o el que va en mi contra, obviamente el segundo iba ganando ya que su abogado eran los nervios que estaban siendo financiados por el miedo de ser culpable. Un lado decía que yo nunca le cortaría la lengua a alguien y que no tenía razón a alguna para hacerlo, menos para decirle soplona, pero el otro lado tenía un argumento mejor, no porque tuviera más evidencia sino porque estaba cargado de sentimiento y realidad; yo ya 123
había hecho algo horrible y lo había negado con la misma excusa de que yo nunca haría algo así. -Buenas noches jefe -Dije al ver que estaba parado en la recepción de ese piso -Detective Sarmiento, antes de que entre, ¿Qué era lo que necesitaba decirme? -Asesinaron al hombre que estrellé el día del accidente -La cara de asombro que puso el jefe cuando dije esto me hizo dar cuenta de que iba a necesitar más detalles para que me hiciera caso -Yo estrellé el costado de el auto en el que él iba y salí disparado por el parabrisas del mío, puede que haya quedado inconsciente por el golpe del vidrio pero si yo no me rompí ningún hueso en el choque es imposible que el haya muerto ahí, antes de que llegaran los policías y lo encontraran Iván lo debió golpear para no dejar a ningún testigo ya que él estaba cerca al choque y lo pudieron haber visto -Primero que todo… -Dijo el jefe después de una pausa para pensar en lo que acababa de oír -El accidente si fue grave, tuviste mucha suerte de sobrevivir, puede que el otro sí haya muerto por el golpe que se dio con el vidrio… segundo, ¿Cómo sabes que Iván estaba cerca? -Estaba dentro de su plan que yo fuera hasta mi casa y descubriera que mi hija no estaba, pero no estaba dentro de su plan que me estrellara, cuando vio que eso se salió de control tuvo que intervenir, seguramente yo peleé con él y por eso terminé fracturado -Aseguré -Necesito hablar con el medico que trató al hombre y al que me trató a mi también -Fue la misma cirujana -Dijo mi jefe -Llegaron en horas distintas y ella estaba tomando turnos extra esa mañana, los recibió a ambos -Perfecto, ¿tienes el nombre? -Pregunté 124
-No lo recuerdo, pero puedo averiguarlo, te mando un correo con la información que encuentre -Muchas gracias… un ultimo favor, ¿podría pedir una autopsia para ver la causa de la muerte del hombre? Puede que no haya muerto por el golpe en el cráneo, si tiene golpes extraños en otros sitios se puede comprobar que fue asesinado -El hombre ya fue enterrado… dudo que se pueda -Que lo desentierren, es necesario para avanzar con la investigación… necesito saber si tengo razón o no para saber si tengo que seguir halando de ese hilo -Exclamé con firmeza mirando a mi jefe a los ojos -Lo intentaré, pero si lo logro se va a demorar unos días como mínimo, la exhumación no es una práctica muy común -Le agradecí a mi jefe y entré a la habitación donde estaba Amanda Al lado de la camilla donde se encontraba Amanda había una clase de mesa de noche donde había un cuaderno y un esfero, tenía algunas cosas escritas, seguramente lo había usado para hablar con su hija durante el día. Vi su cara destrozada, su cuerpo lleno de moretones, sus brazos llenos de raspones e inmediatamente sentí rabia hacia mi mismo, en el momento en el que se percató de mi presencia y sonrió con esperanza, como si hubiera visto a su ángel guardián no pude evitar negar descaradamente que yo había sido el culpable de lo que le había pasado. Me destrozó por dentro ver como se sentía segura y aliviada al lado del hombre que la había dejado en esa camilla, no podía vivir pensando que yo había sido quien cometió esa atrocidad, yo no era ese monstruo, o al menos de eso me convencí sin importar que tan seguro estaba de lo contrario. -Buenas noches, Amanda -Dije suavemente tragándome la culpa y reteniendo las lagrimas. Me senté en la silla que 125
estaba al lado de la camilla y le pasé el cuaderno con el esfero -Detective Sarmiento, buenas noches -Escribió lentamente con su mano temblorosa -Primero que todo quiero que sepa que siento mucho todo por lo que tuvo que pasar, que realmente la entiendo y que lo peor ya pasó, afortunadamente ya tiene a su hija de vuelta -A pesar de que lo que dije era cierto en ese momento me sentí como un repugnante mentiroso -Gracias por todo lo que ha hecho por mi -Escribió -No lo reconocí el día del secuestro, pero ahora ya se quien es y me siento mucho más segura, creo que el caso está en las mejores manos y estoy feliz de ayudar a resolverlo -A cada palabra que Amanda escribía me sentía más y más culpable, recordando cuando ella tenía dieciséis años y estaba completamente indefensa me di cuenta como había pasado de ser su salvador a ser su torturador sin que ella se diera cuenta -Hagamos esto rápido, se que debe estar cansada… ¿Qué era lo que me quería decir? -Pregunté sin verla a los ojos, me tenía vergüenza a mi mismo -Ángel fue quien hizo todo esto, no se por qué, pero estaba preguntando por su hija, le dije cosas horribles porque me dejé llevar de la rabia y por eso me golpeó -Exclamó Amanda a través de la tinta -Pero las cosas eran ciertas, le dije que su hija estaba mejor sin él En ese momento recordé todo lo que había pasado, en un milisegundo volvió a mi cabeza como si nunca lo hubiera olvidado, no podía escapar de la verdad, no podía escapar del hecho de que yo había sido quien la golpeó, recordé como me llamó por el nombre de Ángel y me dejé llevar por las cosas que dijo creyendo que se trataba de su padrastro, después de todo yo si era el monstruo y no podía escapar 126
de ello. Recordé el sentimiento de subir las escaleras de mi casa sin obtener respuesta de mi hija, en ese momento supe que yo había sido quien rompió el ventanal del frente, cayó en la trampa de las letras y fue a la casa de Amanda justo después para obtener respuestas, recordé perfectamente el disparo y como Iván Cruz me dejó inconsciente con una varilla de metal, yo no era el secuestrador, pero tal vez era peor. -Sarmiento, ¿se encuentra bien? -Preguntó mi jefe desde afuera de la habitación al ver que llevaba un tiempo paralizado -Amanda, Ángel murió hace quince años -Dije evadiendo la pregunta de mi jefe. Pude ver la confusión en su rostro, no hubo necesidad de que escribiera algo -Lo asesinaron después todo lo que pasó… necesitamos saber el paradero de la hija de tu padrastro para poder encontrar la ubicación del verdadero culpable -Puede ver claramente como Amanda no tenía nada de información al respecto -Lo siento, no se nada -Respondió -En ese caso, espero que todo salga bien de ahora en adelante, atraparé a el que le hizo esto a tu hija -Mientras me paraba de la silla veía en sus ojos como claramente tenía muchísimas preguntas que me quería hacer, pero yo no podía seguir con esa tortura, tenía que salir de ahí cuanto antes -Tengo que llevarme esta hoja como evidencia -Añadí Arranqué la hoja del cuaderno en la que había escrito que el hombre que la golpeó estaba preguntando por el paradero de su hija y mientras salía del edificio la arrugué y la tiré en la primera caneca de la basura que encontré. No podía entregarme antes de encontrar a mi hija, si no la encontraba yo nadie lo haría, pero si me entregaba después de encontrarla quedaría sin una madre ni un padre, en ese momento tuve que aceptarlo, en situaciones como esta no todo es blanco y negro, hay que hacer algunas cosas malas para poder hacer el bien, no había una solución completamente correcta. 127
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Capítulo 13 Las promesas son solo palabras
No era normal empezar un caso a partir del detective, normalmente la persona tendría que hacer una denuncia en una estación de policía y se le asignaría un detective al caso si era necesario, pero en el caso de Amanda no fue así. Tan solo tenía dieciséis años y no quiso ir a una estación de policía por miedo a que su padrastro se enterara, así que llamó directamente a la oficina de Gonzalo sin saber quien sería el detective que le respondería. Después de un par de días de investigación de los antecedentes del padrastro, revisar la información proporcionada por Amanda y ver los registros médicos de la madre estaba claro que se trataba de un caso de violencia domestica y posiblemente abuso sexual a menores, teniendo en cuenta que las declaraciones de Amanda eran tan fuertes y los motivos de las abundantes visitas al medico por parte de la madre, se concedió fácilmente una orden de allanamiento y una de detención para interrogatorio. Dos patrullas con cinco policías y un detective de tan solo veintisiete años se dirigían hacia la casa de Amanda, todos los oficiales ya estaban acostumbrados a presenciar casos como este, incluso peores, pero Gonzalo, aunque ya llevaba dos años en el trabajo, no terminaba de acostumbrarse. No le causaban miedo, estrés o algo por el estilo, le causaban 129
asco y precisamente por esa razón tenía que resolverlos, sentía que era una obligación encerrar a personas que son capaces de arrebatar una vida o arruinarla haciendo el tipo de cosas que hacia el padrastro de Amanda. No es muy común que un violador le pregunte a su victima si prefiere morir o seguir viviendo después de abusarla sexualmente, no sería una pregunta estúpida teniendo en cuenta que vivir con un trauma de tal magnitud es una tortura, pero una persona que se preocupa por ese tipo de cosas no cometería el crimen en primer lugar, al menos eso pensaba Gonzalo. Una persona que decide lastimar física y psicológicamente a alguien solo para calmar su deseo incontrolable por tener un orgasmo producido por un ser diferente a sí mismo es una persona que no va a la cárcel para aprender que lo que hizo estuvo mal, es una persona que tiene que ir a la cárcel para asegurarse de que no vuelva a cometer tal atrocidad, por esa razón Gonzalo pensaba que la pena más alta es la adecuada para ese tipo de delitos. En su opinión, no era necesario esperar a que el delito se cometiera para saber cuando alguien era un monstruo de este tipo y mandarlo al psiquiátrico, él pensaba que si se le hablaba a alguien de detener los casos de abuso sexual y esa persona pensaba en autocontrol o algo por el estilo era es suficiente para saber que esa persona está enferma, alguien sano no tiene que controlarse, a alguien con la más mínima empatía y capacidad cognitiva no se le pasa por la cabeza satisfacer sus deseos de tal manera. Supuestamente un detective no podía tener ningún tipo de pensamiento emocional respecto a una de las personas que investiga, eso podría hacer que su forma de sacar conclusiones no fuera neutral, lo cual afectaría el caso y Gonzalo lo entendía. Para él era sencillo seguir esta regla cuando se trataba de un testigo, un ladrón, un estafador o incluso una victima, pero cuando una hoja con la foto y el nombre de un arruinador de vidas llegaba a su escritorio era inevitable cargarse de rabia. Sarmiento no era una persona violenta y se encargaba de siempre tomar las decisiones 130
más éticas posibles, así que se deshacía de sus emociones negativas ejercitando, escuchando música o caminando por la calle en la madrugada, de esta forma se aseguraba de no romper el juramento que hizo al entrar al trabajo, nunca contaminar el caso con sus emociones personales. Sus compañeros no se interesaban mucho en seguir los juramentos, pero Gonzalo era un hombre de palabra. Los ojos de Amanda demostraron temor al ver las patrullas llegar a su casa, ella sabía que eventualmente su padrastro se daría cuenta de que le había dicho a la policía, pero no esperaba que fuera tan pronto. Su madre abrió la puerta y uno de los policías mostró ambas ordenes, en ese momento el hombre, que estaba en la sala, supo lo que estaba sucediendo y salió corriendo a encerrarse en una de las habitaciones. -Ángel Díaz, salga de ahí, tenemos una orden de detención para interrogatorio -Exclamó Gonzalo - ¡Esa niña no sabe lo que dice! -Gritó el hombre sin abrir la puerta -No le hemos dicho por qué vinimos, señor Díaz -En ese momento se escuchó un golpe que venía del lado opuesto de la habitación - ¡Ángel Díaz! ¡Salga o tendremos que usar la fuerza! -Insistió el policía -Salió por la ventana -Aseguró Gonzalo -Tiene un arma Sin pedir explicaciones los policías salieron corriendo por la puerta principal mientras desenfundaban sus armas en caso de una emergencia, el hombre estaba corriendo con un revolver en la mano por la mitad de la carretera buscando un callejón por donde perderse, cuando Gonzalo vio que sus compañeros no iban a lograr a alcanzarlo decidió perseguirlo, aunque no tuviera un arma para defenderse, él era el más joven, por lo tanto, el más ágil. Pasó un minuto aproximadamente cuando una de las patrullas de refuerzos 131
llegó por el frente del hombre, acorralándolo. Una familia de tres personas tuvo la mala suerte de estar cruzando la calle en ese momento, al ver como Ángel encañonaba a un niño de aproximadamente doce años en frente de sus padres Gonzalo quedó paralizado. - ¡Suelten sus malditas armas ahora! -Exclamó el hombre. Los ojos del niño demostraban terror al no encontrar seguridad en la mirada de sus padres, al ver que ellos también estaban asustados perdió la única cosa que tenía a la cual aferrarse para no dejarse tragar del miedo a que una bala atravesara su cabeza. - Niño, ¿Cómo te llamas? -Preguntó Gonzalo recordando que los criminales tendían a empatizar con una persona si recibía información sobre sus vidas, él esperaba que Ángel bajara la guardia - Iván -Respondió quebrando la voz - ¡Cállense si no quieren presenciar una tragedia! -Dijo Ángel apretando con más fuerza el cuello de Iván con su brazo - ¿Cuántos años tienes? -Dijo Gonzalo ignorando a Ángel - Tengo once años -A pesar de que sus ojos estaban cerrados las lagrimas encontraban la forma de salir y escurrirse por su cara - ¡¿A caso no entendieron?! ¡Le voy a disparar si no se callan! -Señor por favor no me mate, no quiero morir, por favor -Suplicó Iván -Déjalo ir, tómame a mí -Dijo la madre mirando hacia al suelo mientras se acercaba al hombre -Por favor -Agregó entre el llanto 132
- ¡Arrodíllense ustedes dos! ¡No se acerquen! -El hombre dirigió el cañón del arma hacia los padres de Iván sin quitar el brazo de su cuello -Hijo, se que hemos tenido diferencias, pero pase lo que pase hoy quiero que sepas que te amo -Dijo el padre en voz baja dejando salir algunas lagrimas -Señor, todo va a salir bien, solo quédese en donde está -Exclamó Gonzalo pensando en evitar cualquier intento del padre para salvar a su hijo ya que podía causar un tiroteo -Nada va a salir mal si se queda en donde está -Añadió Los policías que el hombre podía ver dejaron sus armas en el suelo y se arrodillaron mientras que los que habían llegado en la patrulla al frente de Ángel se acercaban lentamente por lo que ahora era su espalda. La madre se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y se levantó del suelo para intentar distraer al hombre y evitar que volteara la mirada, pero antes de poder terminar de levantarse sus ojos dejaron de enfocar a su hijo y su cuerpo se perdió entre la sangre que salía desenfrenadamente por su cuello. Antes de irse por completo alcanzó a balbucear un ultimo “te amo” para su hijo. El grito de sufrimiento de Iván se vio interrumpido por una bala que entró por la parte trasera de su cabeza después de que Ángel viera a los policías que se acercaban. Los policías rápidamente inmovilizaron al hombre y minutos después llegaron dos ambulancias para llevarse a los dos heridos. En la habitación del hospital donde se encontraba Iván, que milagrosamente había sobrevivido a un disparo en la cabeza, había dos ejemplos de lo que es sobrevivir a la muerte, ahí había un cuerpo sano, técnicamente con vida, que había presenciado la muerte de su esposa y le daba la mano al cuerpo disfuncional e inmovilizado de su hijo, pero que tenía la mente intacta, Iván Cruz estaba muerto por fuera y vivo por dentro mientras que su padre estaba vivo por fuera y muerto por dentro, ambos estaban muertos, 133
con la diferencia de que uno tenía que vivir cada segundo de su muerte, sentir como cada vez estaba más y más lejos de tener una vida, el miedo de que su hijo nunca despertara causó una relación entre vivir y morir en la mente de Ezequiel Cruz, a medida que más vivía, más moría. -Siento mucho lo que sucedió señor Cruz-Dijo Gonzalo sin entrar a la habitación -Usted no sabe nada de lo que yo siento -Respondió entre dientes sin voltear a mirar - ¿Qué hace aquí? -Quería informarle que el culpable de todo esto ya fue a juicio y estará encerrado el resto de su vida -Eso es lo mínimo que podían hacerle -Aseguró Ezequiel -Merece morir lentamente -Señor, entiendo su ira, pero… -Usted no entiende nada, ¿Quién es usted? ¿Por qué no se ha ido? -Mi nombre es Gonzalo Sarmiento, investigué el caso del hombre que hizo esto - ¿Usted puede interrogarlo? -Preguntó -Sí podría, pero ya no es necesario, tenemos suficientes testigos de los delitos que cometió… en unas horas lo van a trasladar a la prisión - ¿Está en la comisaría todavía? -Sí, vengo de allá, lo tienen en una comisaría cerca a este hospital por si a caso - ¿Podría dejarme unos minutos con él? -Ezequiel se levantó de la silla y miró a los ojos a Gonzalo por primera 134
vez en toda la conversación, en ellos se reflejaba el dolor de una persona que ya no tiene nada que perder, era como ver los ojos de un cadáver que aún podía verse al espejo y maldecirse a sí mismo por seguir viviendo -Señor… lo siento, pero… ese tipo de cosas no están en mis manos y la verdad no le ayudaría en nada, solo le causaría más problemas -Respondió Gonzalo - ¿Cuánto dinero quiere? Le puedo dar todo lo que quiera -El hombre metió su mano en su bolsillo para sacar su billetera, pero Gonzalo lo detuvo -Le prometo que voy a ayudarle con cualquier cosa que necesite, pero esto no… todo va a salir bien, si usted hace lo que quiere hacer, aunque su hijo despierte, no lo va a poder ver de nuevo… tranquilícese, y así podrá tener una familia de nuevo, se lo prometo -Media hora después de que Gonzalo dejara el hospital un doctor entró a la habitación, acercó una silla a la camilla donde estaba Ezequiel y sacó unas impresiones de una carpeta. -Buenas noches -Saludo el doctor - ¿Qué sucede? -Preguntó Ezequiel con los ojos abiertos como si le acabaran de inyectar adrenalina directo al corazón -Esta es una tomografía del cerebro de su hijo del día del disparo -Mostró una de las hojas que tenía -Su hijo tuvo mucha suerte de sobrevivir a este disparo, como puede ver la bala pasó por la parte trasera del cráneo y quedó alojada en el lóbulo temporal -Pero esto fue antes de la cirugía, ¿Cuál es el problema? -Esta es una tomografía que le tomamos cuando se estabilizó después de la cirugía -Sacó una segunda hoja y la mostró -No entiendo las malditas fotos ¿¡Que sucede!? 135
-Durante la cirugía hubo complicaciones al sacar la bala y retirar el tejido muerto, hay daños graves en el lóbulo temporal de su hijo -Dijo el medico sin mirar a Ezequiel a los ojos -Si Iván despierta puede que tenga efectos dramáticos en su personalidad -Agregó - ¿Cómo que efectos dramáticos? -Este tipo de daños tiende causar pensamiento prolijo, paranoia, rabias agresivas y probablemente algún tipo de dificultad en la habilidad motora - ¿Qué tan probable es? -Las preguntas de Ezequiel ya no salían de su ser consiente, eran una respuesta automática a la situación con la que intentaba comprender lo que sucedía, su mirada perdida daba un indicio de esto, pero el medico seguía respondiendo a todo con total honestidad -Señor, su hijo es un caso muy particular y hay que enfocarse en que él ya sobrevivió a la parte más difícil, muy pocas personas sobreviven a este tipo de heridas -Responda a mi pregunta -Teniendo en cuenta la gravedad de las heridas se podría hacer un aproximado, pero no le puedo decir con certeza lo que va a… -Deje de dar vueltas y responda lo que le estoy preguntando -Hay cuatro-porciento de probabilidad de que su hijo sobreviva y no tenga ninguna dificultad, aproximadamente -Dijo el médico en voz baja -Las dificultades motoras pueden mejorar con fisioterapia y puede que con el tiempo… -Cállese -Sin decir nada el medico se fue de la habitación Sin pensarlo dos veces Ezequiel corrió hacia el parqueadero del hospital, entró a su auto y manejó hacia la comisaría 136
más cercana al hospital. No se preocupó mucho en dejar el auto bien parqueado ya que tenía la misma probabilidad que su hijo de salir con vida esa noche, pero ya no le importaba, una vida en la cárcel no le parecía suficiente castigo y si la policía no iba a hacer nada al respecto, él tendría que hacerse cargo del trabajo. -Oficial, necesito que me haga un favor -Dijo Ezequiel aparentando llorar en frente del primer policía con el que se cruzó -Dígame, ¿Qué necesita? -Soy hermano de Ángel Díaz… necesito despedirme de él antes de que se lo lleven -Señor, lo siento mucho, pero me temo que eso no será posible, cuando esté en la cárcel podrá ir como una visita a hablar con él -Se lo suplico, solo quiero verlo antes de que se lo lleven -Insistió Ezequiel mientras leía el nombre del oficial en la placa de su pecho -Javier Sarmiento, ¿a caso usted no tiene hermanos? -Serán dos minutos, sígame -Dijo Javier dudoso de su decisión El oficial lo escoltó por las escaleras hasta el segundo piso, caminar por el pasillo hasta la última habitación de interrogatorio se sintió eterno para Ezequiel, era como si estuviera caminando hacia las puertas del infierno, como si ese fuera el túnel hacia la luz, con la diferencia de que él sabía que al final de ese no había nada bueno, lo único que esperaba encontrar al final del túnel era un sentimiento de alivio al saber que el hombre que le arruinó la vida habría pagado un precio justo.
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-Buenas noches, Ángel -Exclamó Ezequiel fingiendo emoción. El hombre seguía esposado a la mesa de interrogatorio y en frente tenía papel y lápiz ya que a lo mejor lo habían interrogado recientemente - ¿Nos puede dejar a solas unos minutos? -Agregó -Lo siento, pero no puedo hacer eso -Respondió el oficial Sarmiento desde la puerta dándose la vuelta para darle la espalda al interior de la habitación -Esta es toda la privacidad que les puedo dar -Imbécil -Dijo Ezequiel en voz alta para sacarle el arma de la cintura al oficial y dispararle en la espalda -Mierda -Exclamó el oficial desde el suelo. Ezequiel lo arrastró hasta el interior de la habitación y cerró la puerta con seguro -Tú no vas a llamar a tus compañeros, si lo haces, vas a desear estar muerto, ¿entendiste? -Amenazó apuntándole con el arma -No vas a escaparte de esta -Dijo el policía desde el suelo. Antes de que pudiera hacer otra cosa le quitó el radio del pecho y con todas sus fuerzas pisó la mano derecha del oficial, quebrándole los dedos -Deja de hablar, ¿quieres? -Dijo Cruz - ¿Vienes a asesinarme? -Preguntó Ángel ignorando los gritos del policía -Correcto, lo haré -Adelante, ¿Qué estás esperando? Ezequiel caminó lentamente hacia el hombre que le había arrebatado su felicidad sin dejar de verlo a los ojos, se paró detrás de él y agarrándolo con todas sus fuerzas empezó a 138
halar hacia el lado opuesto de la mesa de interrogatorio, esta estaba empotrada al suelo y sus manos estaban esposadas a ella por lo cual poco a poco la piel de sus muñecas se empezaba a levantar -Estoy esperando a que tú me supliques que lo haga -Susurró en su oído mientras se escuchaban golpes de la policía intentando abrir la puerta de la habitación -Saludaré a tu familia de tu parte -Dijo intentando ignorar el dolor, esto se hizo imposible cuando Ezequiel haló su cuerpo con todas sus fuerzas, separándolo de las esposas y separando su piel de sus manos. - ¿Te parece gracioso? -Escupió sobre la cara del asesino para humillarlo, este no se levantó del suelo - ¿Mientras que la mujer que asesinaste demuestra el amor por su hijo en las mismas circunstancias tú haces bromas en tus últimos momentos de vida? - ¡Hazlo de una vez! -Gritó el hombre adolorido -No voy a usar el arma contigo, quiero que lo sientas -Dijo mientras agarraba el lápiz de la mesa Con todas sus fuerzas enterró el lápiz en el abdomen del asesino de su esposa y lo que, para él, por su falta de esperanza, también era el asesino de su hijo. Con su dedo índice, lentamente empezó a introducirlo aún más mientras que las lágrimas por su familia se mezclaban con la sangre de su causante. Puede pensarse que es imposible sentir varias cosas al mismo tiempo, pero ese momento era la prueba de lo contrario, a pesar de la tristeza que estaba descargando notablemente, una sonrisa en su rostro se hacía más grande cada vez que el asesino se estremecía demostrando su deseo de que todo se acabara rápidamente. - ¿¡Por qué te demoras tanto!? -Gritó el hombre lleno de dolor - ¿¡Acaso no puedes?! ¿¡Acaso el hecho de que haya 139
matado a tu hijo no es suficiente para ti?! -Su objetivo era evidente, enfurecer a Ezequiel para que terminara con su sufrimiento y su condena en la cárcel de una vez por todas -No está muerto -Dijo Ezequiel en voz baja -Si no hubieras perdido todas tus esperanzas no estarías aquí, y ¿sabes qué? Seguramente está mejor muerto que viviendo con un padre que tiene que disculparse en sus últimos momentos -No sabes de qué estás hablando, ¡tú no sabes como era nuestra vida! -Exclamó dándole un golpe en el rostro -Su madre solo le dijo que lo amaba, pero tú te disculpaste por diferencias que tenían, se ve que para él era una pesadilla tenerte como padre Realmente él no tenia idea de la situación que tenían, pero ese comentario hizo que Ezequiel se sintiera culpable inmediatamente, sin pensarlo dos veces sacó el lápiz de su abdomen y descargando todos sus sentimientos abrió cuatro huecos en el cuello de Ángel Díaz, la sangre a presión salpicaba toda la habitación mientras los ojos del hombre enfocaban cada vez menos, es un tipo de mirada que solo se consigue muriendo, sea física o psicológicamente se puede observar, la diferencia era que Ezequiel tenía que seguir viviendo con su mirada desalmada en el sentido literal de la palabra. Lo único que Javier podía pensar desde el suelo era lo estúpido que había sido al dejarse engañar por ese hombre, él no había querido trabajar en la policía realmente y todo lo que hacia era intentar ayudar a un pobre hombre preocupado por lo que le iba a pasar a su hermano en prisión. Ya tirado en el suelo sin poder levantarse se dio cuenta de lo tonto que sonaba, pero lastimosamente así funciona, las consecuencias solo son visibles después de que se comete el error para la persona que se va a equivocar, aunque a veces 140
para ojos externos al problema es evidente, de esa forma algunos problemas se evitan, cuando la persona escucha, el problema es que normalmente nadie escucha los consejos de los demás, se dejan llevar por la ira, la felicidad, la maldad, la generosidad o cualquier otro sentimiento simple, después de todo, los humanos son criaturas simples. - ¿Qué es eso? -Dijo Ezequiel al escuchar el teléfono de Javier sonar. Lentamente se acercó hacia él y sacó el dispositivo de su bolsillo - ¿Gonzalo? -Leyó -Ya hiciste lo que querías hacer, ahora déjame ir -Suplicó Javier -Oficial Sarmiento -Dijo en voz alta dándose cuenta del semejante que este tenía con el detective -Buenas noches, detective Sarmiento -Exclamó al contestar la llamada -Ezequiel Cruz, déjalo ir -Exigió Gonzalo aparentando calma y seguridad -Hay dos ambulancias esperando, entrégalo a los policías que están en la puerta -Creo que solo una de las ambulancias va a ser necesaria, señor detective -Rió -A no ser que no deje ningún testigo, en ese caso pueden decirle a los paramédicos que se tomen la noche -Se que sientes dolor, pero míralo desde mis ojos, un hombre sin esperanzas se vengó y descarga la ira que e queda en otro hombre inocente -Gonzalo intentaba empatizar con el hombre para que dejara ir a su hermano, pero estaba logrando todo lo contrario -Piensa en tu hijo - ¿Por qué no lo vez tú desde mis ojos? -Ezequiel levantó el lápiz sobre el rostro de Javier -Más específicamente, desde los ojos de tu hermano Gonzalo era un hombre de palabra, honesto y fiel a sus morales, pero al escuchar los gritos de su hermano ese 141
tipo de cosas no se tienen en cuenta, lo que actúa en esos momentos es el instinto, y al instinto no le interesan los morales o cumplir las promesas, lo que le interesa es sobrevivir y salvar a las personas a su alrededor, sin importar qué. Dejándose llevar por su instinto, Gonzalo jugó su última carta. -Iván despertó -Se escuchó desde el alta-voz del celular -Lo están estabilizando, parece que no sufrió grandes daños Ezequiel se quedó paralizado, fue como si la vida de repente hubiera regresado a su cuerpo, en ese momento sintió culpa por todo lo que había hecho y pudo ver toda la situación de una forma objetiva, todo lo que pudo pensar fue que si se hubiera quedado en el hospital la esperanza ya no sería necesaria, la dibujan como algo bueno, pero en realidad lo único que significa es que las cosas aún pueden salir mal, cuando no hay esperanza no importa lo que pase porque ya nada puede salir mal, pero acababa de asesinar y torturar a una persona y la esperanza la recordaba que si se hubiera quedado en el hospital no la necesitaría para poder volver a ver a su hijo sano. -Abre la puerta y deja que se lleven a Javier, si no haces ninguna otra estupidez te prometo que haré que puedas ver a tu hijo antes de que te lleven a la cárcel Sin cuestionarlo ni un segundo el hombre hizo lo que le pidió y se dejó esposar por la policía. Meses después Iván despertó, gracias a los reportajes de televisión, el periódico y los videos de seguridad de la sala de interrogación pudo darse cuenta de que el hombre que le había mentido a su padre sobre su estado de salud también se había encargado de que su sentencia fuera la más larga posible, sin oportunidad de rebaja y sin visitas, siendo esa la única vez que Gonzalo hizo una promesa que no cumplió.
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Capítulo 14 El hombre del otro auto
No había pasado una semana desde el primer secuestro, pero sentía como si esta semana hubiera sido mi vida entera, el sufrimiento que sentí en esos días es más del que una persona normal siente en toda su vida, no se me escapaban las victimas de los otros casos que había tratado desde que empecé a trabajar como detective, que, en su mayoría, habían sufrido muchísimo más, pero es diferente verlo desde afuera a sentirlo como te consume desde adentro. Descubrir que Iván era el culpable me ayudó a relajarme parcialmente, ya que su objetivo era ponerme en la misma situación en la que estuvo su padre y probar que cualquiera haría lo mismo en su situación, si él permanecía fiel a su plan, Catalina sobreviviría a todo esto. Mientras estaba esperando en un semáforo de camino al hospital, me di cuenta de que mi peor enemigo era el silencio, no tener nada para concentrarme hacía que mi cerebro me consumiera con todo lo que estaba sucediendo, mantener la cordura nunca había sido tan difícil. En ese momento me di cuenta de que la tranquilidad no era un estado especifico ni constante, dependía completamente del contexto. Para una persona normal, llegar a su casa y contarle a su familia que había sido despedido sería algo horrible que provocaría desesperación, pero en ese momento yo hubiera dado lo que fuera para estar en esa situación, pero era imposible. La 143
única forma que tenía para salir de ese infierno era resolver el caso sin caer en las trampas que Iván me dejara en el camino, lo único que tenía que hacer era probarle a ese hombre que las cosas pueden resolverse sin convertirse en un monstruo. Parece fácil si se ve desde el punto de vista de que yo no tenía razón alguna para asesinarlo ya que si lo hacía estaría tras las rejas y no vería más a mi hija, pero la verdadera dificultad estaba en encontrar las fuerzas para seguir luchando aunque el objetivo ya no fuera mejorar la situación, sino evitar que empeore. Una vez en el hospital me dirigí hacia las escaleras y empecé a subir, el ascensor estaba en el quinto piso y yo no tenía las fuerzas para quedarme quieto tanto tiempo y permitir que mi mente me consumiera. En el tercer piso caminé por el largo pasillo que llevaba a la oficina de la cirujana que me trató a mi y al hombre del otro auto, al final de este había una ventana que me permitía ver el edificio amarillo que vi desde el noveno piso el día del accidente. Recordando a mi madre pensé en que todo tiene un fin que inevitablemente llegará y en como algunos se alarman por esto mientras que a otros les da igual. Los que ven en el fin como parte fundamental de una historia viven tranquilos sabiendo que todo acabará, pero a ellos se les escapa el pequeño detalle de que no todas las historias son felices, los que fuimos forzados a descubrir la verdad tenemos que vivir con la incertidumbre de si la nuestra es de las largas o de las cortas, sin duda alguna de que su género es tragedia. -Toma esto -Dijo un hombre pasándome un cuaderno y un lápiz antes de entrar a la oficina - ¿Para qué? -Pregunté mientras lo recibía -Natalia no habla desde la muerte de su padre… mis compañeros y yo no le hemos preguntado mucho, pero parece un voto de silencio, o algo así -Gracias 144
Al abrir la puerta de la oficina vi a una mujer de pelo corto, rubia teñida, alta y con una cortada pequeña en su mejilla derecha, sus labios rojos contrastaban con sus ojos verdes y a pesar de la delicadeza de sus manos y el cuidado con el que sus uñas estaban pintadas, su mirada irradiaba seriedad y estrés. Percibí lo que aparentaba ser rabia, pero probablemente solo era mi cerebro relacionando el olor a cigarrillo con mi padre cuando se molestaba. A pesar de su apellido extranjero, no aparentaba tener ascendencia asiática cercana. -Buenas tardes, señorita Kurayami -Dije en voz alta mientras dejaba el cuaderno en su escritorio -Buenas tardes -Escribió con delicadeza mientras se sentaba -Recibí el mensaje anoche, sobre la cita que necesitaba, esto fue lo más temprano que lo pude recibir -Necesito saber cómo murió el hombre que llegó junto a mi el día del accidente -Interrumpí -Hematoma Intracraneal -Lo que tengo entendido es que alcanzó a entrar a cirugía, ¿Qué pasó? -Se complicó, no pudimos salvarlo… cuando salió de la cirugía tenía muerte cerebral -Pero él llegó al hospital antes que yo -Afirmé con seguridad -No, llegaron al tiempo… pero sus heridas eran más graves, así que lo atendí primero -Una fractura en el cráneo no es para esperar… ¿a caso no había más cirujanos? -La fractura era pequeña, la herida más grande era la del hombro y eso sí podía esperar 145
- ¿Por qué no hay una herida de bala en el reporte médico? -Pregunté con firmeza -Un vidrio del auto perforó el hombro, ¿qué bala? -No juegue conmigo, se bien como se ve una herida de bala y ya recuperé mi memoria, se que después del accidente me levanté sin ningún problema y… -Me detuve pensando en lo que estuve a punto de decir - ¿Qué sabes de Iván Cruz? -No se quien es -Me está ocultando algo… ¡usted sacó una bala de mi hombro y no la reportó! -Grité levantándome de la silla de forma agresiva mientras golpeaba el escritorio -Dígame donde está Iván Cruz -Exigí -Sin mostrar la menor inseguridad la cirujana agarró a Gonzalo justo en la herida de su hombro y con el dolor hizo que se sentara de nuevo -Yo no soy cómplice de nadie, si ya terminó con las preguntas puede irse, detective Sarmiento -Escribió con fuerza -Adiós, señorita Kurayami -Salí de la habitación sintiéndome como un animal, la situación no me favorecía, pero no podía seguir reaccionando de esa forma. De vuelta en mi auto, llamé a mi jefe -Necesito que investiguen a la cirujana -Dije rápidamente sin si quiera saludar -Antecedentes, familiares, dirección de su vivienda, horarios de su trabajo… todo -Buenas tardes detective -Respondió tranquilamente -Ella ya ha sido investigada, un detective no entra a cirugía con cualquier medico… no tiene nada sospechoso, ¿por qué duda de ella? - ¿Me puede mandar todo lo que tengan sobre ella? -Pregunté evadiendo la interrogante de mi jefe 146
-Claro que sí Natalia Kurayami, veintisiete años, neurocirujana, su registro empieza desde su entrada a la universidad, a los diecinueve años. Al leer que se había cambiado el nombre sentí que era sospechoso por un segundo, pero lo descarté al darme cuenta de que había sido hace más de siete años, no había forma de que algo tan viejo tuviera relación con el caso actual. Busqué en el documento por horas, pero no pude encontrar nada contundente, su nombre de nacimiento y la información sobre sus familiares no aparecía en el documento, aparentaba ser una persona sin padres, sin hermanos y sin pareja. Mi teléfono interrumpió la investigación -Buenas tardes, ¿con quién hablo? -El numero era desconocido - ¿Hablo con el detective Sarmiento? -Preguntó la voz -Sí señor, ¿con quien tengo el gusto? -Habla con el patólogo, esta mañana se hizo la exhumación del cadáver y fue transportado hacia el laboratorio forense, lo que tengo entendido es que la supuesta muerte fue un hematoma intracraneal, ¿verdad? -Sí señor -Respondí -En este momento estoy con el cadáver y yo no veo rastros de un hematoma - ¿Entonces que es? -Pregunté -Este cuerpo está muy maltratado, los exámenes pueden tardar unas semanas, la verdadera causa de la muerte estaría lista en aproximadamente un mes -No puedo esperar un mes, ¿tiene heridas graves en la cabeza? -Demostré estrés 147
-Este cuerpo tiene heridas graves por todas partes, lo que se demora no es encontrar las heridas, es saber cuales son de antes y cuales son después de la muerte, más demorado aún, es saber de qué murió -Pero debe haber algo extraño, una herida que no sea tan usual para un paciente que sufrió un accidente automovilístico -Me detuve a pensar - ¿Se encuentra cerca al hospital san Lázaro? -Sí, el laboratorio es a una cuadra Aprovechando mi ubicación me dirigí hacia el laboratorio, entrando a la habitación donde se encontraba el patólogo pude percibir el desagradable olor de lo que era un cuerpo que llevaba muerto aproximadamente cuatro días, recibí un tapabocas y me paré al lado del medico. Ver el cuerpo pálido de un hombre solitario que nadie reclamó es una escena bastante triste, los labios morados y el cerebro expuesto demostraban que lo único que me hacía distinto a él era que la sangre aún circulaba por mis venas ya que de alma no me quedaba mucho. -Buenas tardes nuevamente, ¿me puede mostrar las heridas más graves? -Dije acercándome hacia el cuerpo -Lo primero es su cráneo, que ya fue trepanado en cirugia, pero sí tenía una fractura -Respondió el hombre - ¿En que parte? -En la parte trasera -Fue un accidente automovilístico, ¿Cómo puede fracturarse la parte trasera del cráneo? -Mis dudas crecían cada vez más, pero yo no era el experto
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-En realidad no sabría decirle exactamente que fue lo que pasó, pero no es muy raro encontrarse este tipo de fracturas en un paciente que sufrió un accidente como este -Como puede observar sus costillas están rotas, debió recibir un golpe muy fuerte con el volante, es posible que haya sufrido un neumotórax -También hay una pequeña perforación en su cerebro -El médico agarró un bisturí y con movimientos suaves desplazó una parte de su cerebro - ¿Ve ese agujero? -Sí, ¿Qué lo provoca? -El olor era desagradable pero la imagen que tenía que soportar tapaba este desagrado, era la primera vez que veía un cuerpo abierto de tal forma - ¿Un vidrio del auto o algo así? -No, esto es muy delgado como para que lo haya hecho un vidrio, además la perforación está directamente en el cerebro, no en el cráneo - ¿Entonces que puede ser? -La profundidad es de unos cinco centímetros, pero la perforación en los dos más profundos es menor, puede ser un pedazo de metal que es más delgado en la punta que en el resto, pero no lo sé - ¿Puedo? -Pregunté acercando la mano hacia el bisturí que tenía el médico -Cualquier manipulación puede retardar aún más los resultados, no le recomiendo que… -Igualmente se va a demorar mucho, no puedo esperar un mes -Interrumpí mientras agarraba el bisturí Con delicadeza ubiqué la entrada del agujero que había en su cerebro y puse el bisturí sobre ella, con miedo de estar 149
equivocándome respiré hondo y contemplé la gravedad de las posibles consecuencias, el retraso que podía provocar en la investigación era enorme, pero no tenía tiempo para esperar todo lo que se demoraban los resultados. El doctor quedó paralizado cuando introduje el bisturí en el agujero. - ¿¡Qué está haciendo!? -Gritó el hombre apartándome del cuerpo -Sáquelo y dígame si la herida cambió El hombre sacó el bisturí con delicadeza e ignorando los nervios empezó a examinar nuevamente la herida, después de unos minutos de revisar llegó a la conclusión de que el hueco seguía con las mismas proporciones, había sido provocada directamente en el cerebro con un bisturí quirúrgico.
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Capítulo 15 Testigo
El mismo sonido que le había provocado alivio en un inicio le hizo perder la esperanza inmediatamente, las sirenas de policía que se acercaban lo hacían resistir y cuando una patrulla paró frente a él sintió que iba a poder salvarse, pero se rindió al ver que los policías solo revisaron el auto que lo había estrellado y se fueron. No tuvo las energías para pedir ayuda y mucho menos para resistirse a quedar inconsciente con la cabeza recostada en la silla del auto en el que se encontraba. El sonido de uno motor lo hizo despertar sin saber cuanto tiempo había pasado, apenas y pudo abrir los ojos para ver a través de la ventanilla como una persona con un casco de motociclista sacaba a un hombre del baúl de una camioneta y lo cargaba en sus hombros. Sin delicadeza alguna la persona del casco dejó caer al hombre en la mitad de la carretera y se quitó el cubrimiento de su rostro demostrando cansancio, estaba a punto de irse cuando volteó la mirada y lo vio con los ojos abiertos. Él sabía que acababa de presenciar lo que era un delito y además acababa de ver el rostro del criminal, pero no tenía forma de salir corriendo o algo por el estilo, su cuerpo no se lo permitía. Se puso el caso de motociclista de nuevo y empezó a hablar por teléfono sin quitarle la mirada de encima. 151
- ¡Necesito una ambulancia! -Gritó fingiendo angustia -El detective Sarmiento y una persona más acaban de tener un accidente, la cirujana Kurayami los está esperando en el hospital san Lázaro… ¡No tarden! -Después de decir la dirección en la que se encontraban salió corriendo y se subió a la camioneta en la que había llegado para irse a toda velocidad. En cuestión de minutos llegaron dos ambulancias y los llevaron a ambos al hospital, llevaron al detective a una sala donde lo mantendrían estable y el hombre del otro auto fue sedado, todo bajo ordenes de la cirujana. - ¿¡Qué está haciendo!? -Preguntó preocupado uno de los médicos presentes al ver que la cirujana había empezado a abrir el cráneo -Va a hacer una craneotomía -Respondió el ayudante de la cirujana - ¡No puede hacerle una craneotomía sin hacerle un diagnóstico! -La cirujana hizo una seña con su muñeca para indicar que no había tiempo -Natalia sé que estás haciendo esto por tu padre, pero en una cirugía como esta no es muy inteligente no usar tu voz, podrías meterte en problemas si se entera… -Una mirada bastó para interrumpirlo -Me están distrayendo, lo tengo que drenar ya o este hombre va a morir -Escribió rápidamente en un papel que tenía cerca -Cállense -Mostró la hoja en alto para que todos la vieran Sin cuestionarla todos hicieron silencio, era la mejor cirujana de todo el lugar y desde hace dos años no perdía ningún paciente de urgencias, así que nadie dudaba de ella. La mujer respiró para calmarse y enterró el bisturí en su cerebro para que más adelante su hemorragia se convirtiera en una herniación, los signos vitales del hombre no reaccionaron a esto, por lo cual los otros médicos asumieron que la hemorragia se había detenido cuando la cirujana cerro el cráneo del hombre. Como ella lo predijo, horas después de la cirugía el hombre no despertó y no respiró 152
por su cuenta en ninguna de las dos pruebas de apnea, al hacer un electrocardiograma su caso se identificó como muerte cerebral sin que nadie cuestionara un segundo la inocencia de Natalia, pues era completamente normal que por un descuido la hemorragia no se pare por completo y más adelante empeore. La cirujana había investigado al hombre y sabía que rara vez tenía interacción social, teniendo esto en cuenta cambió la información de la base de datos del hospital para que aparentara no tener familia, de esta forma el hombre fue desconectado en cuestión de horas y según sus cálculos nadie se daría cuanta hasta dentro de dos semanas aproximadamente, lo cual era más que suficiente. Si todo salía de acuerdo con su plan, el cuerpo llegaría a la morgue sin que nadie lo reclame y sería inhumado en pocos días. Normalmente cuando alguien muere es doloroso para las personas que están alrededor, peor aún si el corazón de esta persona aún late y su cuerpo aparenta tener vida. El proceso de aceptar que alguien que aún respira ya no tiene vida y debe ser desconectado es complicado, la familia normalmente siente que este acto significa matar a la persona, pero en realidad no es así. En el caso de este hombre no fue así, ya que ni siquiera su familia más cercana estuve presente, es triste ver como alguien tiene que morir absolutamente solo, ver como alguien deja este mundo sin que una sola persona se de cuenta, ni si quiera él mismo, entró a un quirófano sin tener ni idea de que no iba a volver a despertar de esa sedación. Cuando alguien está en ese estado ya no tiene identidad, personalidad, conocimientos, capacidades, sentimientos ni cualquier otra cosa que lo haga humano, lo único que tiene es un corazón que manda sangre a un cuerpo sin alma, morir de esta forma significa morir dos veces, es el único caso en el que una persona puede sufrir por separado la muerte de la persona y la muerte del cuerpo. 153
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Capítulo 16 Un último abrazo
Parece irreal pensar que una situación como esa puede terminar, una situación tan horrible que parece ser más larga que la propia vida. Acostumbrarse no sería la palabra adecuada para referirse a lo que sucedía, pero se sentía como sí la ultima vez que mi familia estuvo completa hubiera sido hace mucho tiempo. Aunque podía sentir que el final se acercaba el miedo permanecía y se intensificaba a medida que saber si iba a acabar pronto o no se convertía en cosa del pasado, la verdadera pregunta que me hacía mientras aceleraba cada vez más era si iba a salir vivo de ahí o no. No había duda alguna de que mi corazón seguiría funcionando para el amanecer de mañana, mi duda era si mañana en la mañana tendría la capacidad de valorar que este aún latía. - ¿Tiene oficiales cerca al hospital? -Pregunté rápidamente cuando mi jefe contestó la llamada -Sí, ¿por qué? -Respondió -Mándelos rápido a la oficina de la cirujana -Exigí -Tenía razón, es una cómplice, ella asesinó al hombre durante la cirugía porque vio el rostro de Iván cuando me dejó tirado en el lugar del accidente - ¿Cómo sabe todo eso? 155
-Fui a ver el cuerpo y hablé con el patólogo, solo hágame caso por favor, ¡mándelos! -El jefe colgó la llamada y yo no dejé de acelerar, después de quedarme atascado unos minutos en el tráfico el teléfono volvió a sonar -No hay nadie en su oficina, sus compañeros dicen que está en su hora de almorzar -Cerré los ojos para concentrarme y visualizando su oficina recordé ver dinero encima de su escritorio, teniendo en cuenta que el dinero estaba afuera de la billetera supuse que era para almorzar, era demasiado para la cafetería del hospital y no era suficiente como para que fuera a un restaurante. Con ese rango de precios y sin alejarse mucho del hospital ya que solo tenía una hora solo había tres cafeterías posibles. - ¿Hay llaves de auto sobre su escritorio? -Pregunté -No lo se, yo no estoy ahí -Pregúntele a uno de los oficiales -Exclamé con estrés. Después de escuchar la respuesta afirmativa por el radio de mi jefe a través del teléfono ya tenía la respuesta -Gracias, adiós -La mujer había salido caminando, por lo tanto, asumí que había ido a la cafetería más cercana En una situación como esa el tráfico no debería ser un impedimento, pero no había forma de evadirlo, en el tiempo que había estado en el laboratorio forense se había llenado la ciudad. Después de cinco minutos eternos llegué a la cafetería y sin revisar que tan bien parqueada había quedado la camioneta me bajé de ella, pude ver a la cirujana en la última mesa del lugar. Alzando mi placa abrí la puerta con decisión. -Natalia Kurayami, queda arrestada por asesinato y contribución a los cinco secuestros, tres menores de edad, llevados a cabo por Iván Cruz -Aparentando calma escribió algo en un cuaderno que siempre llevaba con ella, cuando me acerqué y me di cuenta de que solo había hecho garabatos 156
era muy tarde, me empujó antes de poder reaccionar y me tiró al suelo, la fuerza que tenía era sorprendente. Salió corriendo hacia la calle y se perdió entre los vehículos, en el primer instante la iba a perseguir, pero al ver que había olvidado su teléfono encima de la mesa, me quedé. Me senté y empecé probar distintas contraseñas, no tardé más de dos minutos en dar con la fecha de su graduación. Esculqué entre sus conversaciones hasta dar con una que se encontraba oculta, aparentemente había sido borrada recientemente ya que solo había un mensaje de Natalia en el cual decía “Sabe que ayudé”, no había respuesta. Manejé sin destino por veinte minutos hasta que un compañero logró rastrear el numero de teléfono. Cuando me dieron una ubicación especifica le pedí a mi jefe que mandara refuerzos y me dirigí hacia ella. Una vez estábamos dentro del rango empezamos a buscar, dentro de este había cuatro edificios que tuvieron que ser revisados uno por uno, el ingreso no era problema ya que con mostrar las placas nos permitían el acceso, el problema era que no tenía la paciencia para investigar cuatro edificios de quince pisos con cuatro apartamentos por piso. El sol estaba empezando a esconderse y no habíamos llegado a la mitad del segundo edificio, según los guardias de seguridad no había ningún Iván Cruz, pero teníamos que encontrar el teléfono. A medida que se hacía más tarde menos personas empezaban a abrir las puertas y a responder a nuestras preguntas, cuando el reloj marcó las ocho de la noche se me acabó la paciencia y empecé a pedir la lista de propietarios de los apartamentos, en tres de los edificios me dejaron leerla después de insistir un poco, pero en ninguna había un nombre conocido, el cuarto edificio era la ultima oportunidad. -Necesito que me deje ver la lista de propietarios de los apartamentos -Exclamé -Lo siento, pero no puedo darle esa información si no tiene una orden 157
-Solo tengo que leerla una vez y ya está, por favor… secuestraron a mi hija y tengo que encontrarla -Dije honestamente, pero el hombre no parecía conmoverse -Lo siento, pero no puedo -No tenía tiempo para esperar una orden así que saqué mi billetera y le mostré un poco de dinero, el hombre hizo un gesto pidiendo más y no pude controlarme -Mire, sino me muestra esa lista le voy a decir a su esposa sobre la aventura que tiene con la mujer del apartamento trescientos uno -No se de que está hablando -Dijo el guardia -No trae el anillo al trabajo, tiene excesiva cantidad de desodorante, su peinado está deprimentemente forzado para intentar verse bien, se ve la barriga en el espejo de ahí todo el tiempo y no contesta a los mensajes de su esposa preguntando por qué va a salir quince minutos tarde -Dije con seguridad mientras extendía la mano para que me diera la lista -Mi turno de hoy será quince minutos más largo -Dijo el hombre intentando convencerme -No me tome por estúpido, si me obliga a seguir examinándolo voy a saber hasta el numero de su esposa y la voy a poder llamar -El hombre me dio la lista rápidamente -Quince minutos, pobre mujer -Añadí mientras leía Había un apartamento a nombre de Natalia en ese edificio, pero no tenía sentido, yo tenía su teléfono, el teléfono que buscábamos era el de Iván, lo único que podía estar pasando era que Iván se estuviera quedando en su apartamento. El ascensor estaba en el tercer piso y el apartamento al que íbamos estaba en el quinto, creí que sería mucho más rápido esperar a que este bajara a subir por las escaleras, pero la persona que lo había pedido en el tercer piso aparentemente 158
se demoraba mucho despidiéndose de la persona con la que vivía. Cuando se abrieron las puertas vi a un hombre de estatura baja, vestido formalmente y con un reloj fino. -Su esposa lo está engañando con el celador del edificio -Aseguré mientras entraba al ascensor y él salía, mis compañeros me miraron -No la culpo la verdad, si con su amante alcanza a oír cuatro canciones, me imagino que con el esposo alcanza a recitar el abecedario -Antes de que el hombre pudiera reaccionar las puertas se cerraron. Después de golpear la puerta del apartamento por unos minutos sin obtener respuesta mis compañeros se retiraron, después de todo no podíamos hacer nada más sin una orden, pero yo llamé al teléfono para confirmar que ese si era el apartamento y al escuchar que si sonaba adentro pateé la puerta para que se cayera. Me tomó unos cuatro golpes lograr que esta se quitara de en medio. Entre todo el desorden del apartamento pude encontrar el teléfono, este tenía una contraseña que no pude descifrar, pero no era una pista muerta ya que me había llevado al escondite de Iván. El lugar estaba destrozado, había comida en el suelo, vidrios rotos y basura por todas partes. Examinando la cocina no parecía haber rastro de dos personas, al parecer Natalia había dejado que Iván se quedara solo en su apartamento hace mucho tiempo. Al llegar a la única habitación del apartamento encontré el casco de motociclista, la varilla metálica, el arma con el que Iván había asesinado a Laura y una chaqueta de Catalina. No podía echarme a llorar, pero mi cuerpo me pedía a gritos abrazar esa chaqueta y quedarme acostado por horas, el único sentimiento producido por el arma y la chaqueta que me permitían seguir investigando era la ira, la ira de lo que le hicieron a Laura y lo que le podían hacer a Catalina. En el baño del lugar había una cuchilla de afeitar llena de vello facial y un poco de sangre de hace menos de un día y tres tipos de pastillas. Parecía que estas no se usaban 159
hace semanas ya que había polvo dentro del hueco donde iban las que ya se habían consumido. Las marquillas en los frascos mostraban que las pastillas eran de estradiol, espironolactona y acetato de ciproterona. Teniendo en cuenta que las pastillas parecían no usarse hace bastante tiempo asumí que los niveles de estradiol en el organismo de Natalia habían decrecido por el estrés de la muerte de su padre así que tuvo que tomarlo en pastillas y ahora que estaba mejor, dejó de tomarlas, no reconocí los otros dos nombres de las pastillas, pero no le di mucha importancia al ver que no eran de Iván. Desorganicé aún más todo el lugar buscando alguna prueba que me pudiera decir donde estaba escondida mi hija, pero nada parecía ser relevante. Al ver debajo de la cama vi una especie de candado como los de las bicicletas que había sido cortado, en ese momento recordé la comisaría que estaba abandonada desde el asesinato de Ángel Díaz por parte del padre de Iván. No parecía raro que bloquearan ese tipo de instalaciones con un candado como ese, ya que si no lo hacían alguien podría dañar el seguro y entrar, lo cual podría convertirse en un lugar donde llegan delincuentes a esconderse o a hacer negocios ilegales, lamentablemente el candado no fue rival alguno para el cortador de cadenas con el que Iván lo había quitado. Antes de salir del apartamento pensé que era una equivocación no llamar refuerzos, pero no tenía como probar que ese era su escondite ya que se supone que yo nunca entré al apartamento, eventualmente se darían cuenta, pero prefería meterme en ese problema después de tener a mi hija en mis brazos en vez de perder la oportunidad que tenía de atrapar al hombre. Sentí una clase de remordimiento cuando agarré el arma de la mesa de noche, tener en mis manos el artefacto que había sido usado para asesinar al amor de mi vida me destrozaba por dentro, pero era una locura ir al escondite de Iván sin tener como defenderme, no pensaba usarla, pero necesitaba algo que me diera seguridad. A medida que me acercaba la estación de policía me parecía cada 160
vez más lógico que ese fuera el lugar donde escondió a las personas, nadie revisaba las instalaciones abandonadas y no aprovecharlo hubiera sido un error, además en ese lugar su padre había asesinado a Ángel Díaz, se estaba escondiendo a simple vista. La puerta estaba entreabierta y no había nada que iluminara el lugar desde adentro, la poca luz de los postes que alcanzaba a entrar por las ventanas era consumida por el polvo que pintaba los muros y suelos de gris. Con cuidado de no pararme sobre nada que hiciera ruido caminé hacia el segundo piso, con el arma en mis manos caminé hacia la sala de interrogación donde había sucedido todo hace quince años, en ese momento también era de noche, pero había bombillos que te permitían ver al menos ver tus propios pies. Sentí vértigo al pasar por la puerta y buscando un poco de seguridad que no llegó apunte hacia la oscuridad de la habitación, tras unos segundos de silencio logré ver la silueta de la cirujana, sentada en la mesa de interrogatorio que tenía sangre seca de hace más de una década. Nadie había limpiado nada, inmediatamente después del asesinato la comisaria fue cerrada por la polémica. - ¿Dónde está Iván? -Pregunté sin dejar de apuntar el arma -Estoy cansada de que preguntes por él -Respondió en voz alta con una voz forzosamente delicada y aguda -Iván no existe - ¿Qué estás diciendo? ¡Dime donde está! -La mujer no se inmutó por mis gritos, tranquilamente trajo algo de luz a la habitación con el cigarrillo que encendió -Aquí estoy, detective Sarmiento -Dijo mientras volteaba a mirarme a los ojos -Mi nombre no es Iván, es Natalia -Quedé paralizado al darme cuenta de lo que estaba sucediendo, sin pensarlo bajé el arma y repasé toda la información que creía tener, todo tenía sentido, era estúpido que no me hubiera dado cuenta. 161
-Las pastillas eran bloqueadores hormonales, dejaste de tomarlos tras la muerte de tu padre para que tu cuerpo empezara a masculinizarse de nuevo y distraerme -Susurré mis pensamientos -Dejaste de hablar en el trabajo para que tus compañeros no se dieran cuenta del cambio en tu voz, por eso en este momento se oye forzada -Me recosté en la pared con las manos temblorosas -No eres tan buen detective después de todo -Se levantó, dándome la espalda -No lo entiendo -Dije con nervios y sentimientos mezclados -Los osos de felpa, los rasguños, los secuestros en orden alfabético… ¿Por qué secuestraste a más niñas si solo querías llegar a mi? -Las palabras que salían de mi boca no las estaba pensando, el sentimiento de fracaso se apoderaba de mi - ¿Esa es tu primera pregunta? ¿Enserio? -Preguntó Natalia -Eso era solo para que creyeras que era Amanda la que estaba detrás de todo y te dieras cuenta de lo que eras capaz Al igual que el temblor de mis manos, la pelea entre mis sentimientos se hacía cada vez más intensa, la ira que me pedía que acabara con todo a la fuerza se veía opacada por el miedo de que le hicieran algo a Catalina, había muchas cosas que habían sucedido que parecían innecesarias para el plan de Natalia que me confundían y me distraían de la única pregunta importante. - ¿Por qué mataste al hombre del otro auto? Tú identidad ya estaba revelada -Mi identidad no estaba revelada, creías que era Iván para entonces - ¿Por qué esperaste hasta ahora para todo esto? ¿¡Que estás planeando!? -Grité 162
-Necesitaba que nuestro ultimo encuentro fuera acá, en donde le dijiste a mi padre que yo había despertado y que le permitirías verme cuando no era así, necesitaba tiempo -Respondió con calma - ¿Tiempo para qué? -Para prepararlo todo - ¡No más! -Me acerqué a ella con furia y la miré directamente a los ojos -No más con tu jueguito, ¡dime en donde está! - ¿Qué harás si no? -Respondió sin demostrar miedo a pesar del arma que tocaba su abdomen -Mi padre y tú sí tienen una diferencia, él no se dejaba intimidar -Con seguridad de que no iba a disparar me agarró de la herida de mi hombro y me tiró al suelo - ¡Deja de compararme con él! -Exclamé adolorido - ¡Se merecía la condena que le dieron! - ¿Sí? -Puso su tacón sobre la herida y empezó a presionar con más fuerza - ¿Se merecía que le mintieran sobre como estaba su hijo? ¿Se merecía nunca volver a verlo en toda su vida? ¿Se merecía ser asesinado? ¿¡Acaso se merecía que nadie quisiera resolver su caso y se declarara un suicidio!? -No podía evitar gritar, el dolor de una herida de bala que se abría de nuevo era imposible de ignorar. Quise disparar, pero sin saber en donde estaba mi hija no serviría de nada -Yo no lo declaré un suicidio -Balbuceé - ¡Tú le mentiste! ¡Tú lo privaste de tener visitas! ¡Tú lo pintaste como un monstruo cuando murió frente a todo el mundo solo por lo que le hizo a tu hermano! -Natalia se dejó llevar por la rabia y enterró la mitad del tacón en mi hombro mientras dejaba caer una lágrima - ¡Está bien! -Grité -Lo siento 163
-Ya es muy tarde para eso - ¿Qué es lo que quieres? -Quiero que la gente vea de lo que su héroe es capaz, quiero que tú sepas como se sintió mi padre para que nunca vuelvas a pintarlo como un monstruo frente al mundo -De repente sacó el tacón de la herida salpicando sangre por todo el lugar -Quiero que la próxima vez que te entrevisten preguntando por mi padre, cuentes la historia completa, para que el mundo vea quien es el verdadero monstruo -Probaste tu punto, me arrepiento de lo que le hice a Amanda, cualquiera que esté en la situación de tu padre haría lo mismo que él hizo, ya lo entendí -Dije mientras me paraba lentamente del suelo -Por favor devuélveme a mi hija, ella no tiene por qué pagar por nada de esto -Supliqué -No quiero que entiendas a mi padre, quiero que vivas lo que él vivió… y al igual que él te pudrirás en la cárcel y no volverás a ver a tu hija Sentí el vacío que se apoderó de mi, dejé de pensar, escuchar, sentir y apenas podía entender las imágenes que mis ojos mandaban hacia mi cerebro. La poca vida que quedaba dentro de mí ya no estaba y sin fuerzas para controlar mis acciones me dejé caer sobre la persona que me había arrebatado todo. Mientras me agarraba de su cuello con una mano, con la otra apretaba el gatillo del arma hasta descargarla, ambos caímos al suelo. Mientras más sangre salía del pecho de Natalia, más lejos de estar vivo me sentía, las lágrimas que salpicaban sobre su sangre me recordaban que después de todo, ella tenía razón, era igual a su padre. Sonriendo y atragantándose con su propia sangre me dijo que volteara la mirada. La felicidad de ver que mi hija estaba ahí se esfumó al darme cuenta de que había estado ahí todo este tiempo, me levanté del suelo e ignorando el hecho de que ya no me veía como su padre, sino como un asesino, disfruté el último abrazo que alguna vez le daría. 164
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