Medicina familiar Quique Figueroa
En las últimas catequesis, el obispo de Roma, viene compartiendo reflexiones acerca de las fragilidades humanas. En este miércoles 24 de junio, fiesta de san Juan Bautista, lo hizo sobre el dolor que provocan las heridas dentro de la convivencia familiar. Inexplicable, pero concreto. Dolores que podemos experimentar dentro de cualquier familia. Es curioso, tantas veces insistimos y terminamos siendo víctimas dependientes de esta insana condición. Dentro de cada familia, cada hogar de Nazaret, hay palabras, acciones y omisiones, que lejos de expresar amor, lo matan. Y la herida, si no se cuida, se extiende. Allí aparecen la prepotencia, la indiferencia o el desprecio. En este punto, los cónyuges suelen buscar “comprensión, apoyo y consuelo” fuera del ámbito familiar. El próximo paso, es el vaciamiento del amor conyugal, y el resentimiento en las relaciones. Pero las heridas del alma, afectan no solo a la pareja de la familia, sino que recaen sobre los mas indefensos, los mas preciados: los hijos. En infinidad de cuestiones podemos ser pseudo progres o superados, pero ¿cuántas veces nos hacemos la pregunta existencial, sobre las consecuencias de estas decisiones, sobre nuestros hijos …? En la familia, todo está intimamente ligado, como en la naturaleza (Laudato Si'!) La herida se expande, y es contagiosa. Cuando uno de los cónyuges pierde la cabeza, y en esto hay un amplio abanico de motivos, es esencial acudir a nuestro GPS. Quizá exista un exacerbado egocentrismo, propio del “tiempo feisbuqueano”, donde la devoción sea a la imagen, o a cuestiones efímeras. Afortunadamente, en algunos sectores de la sociedad, florece un verbo, un término feliz, propio de personas con vocación a la (re)construcción, símbolo cabal de la espiritualidad colectiva: recomenzar. La “ReComenzarina”, es casi
“un medicamento de libre expendio en las
farmacias focolarinas y otras”, y se convirtió en fuerza que interpela y sostiene a sus miembros a diario. Entiendo esta catequesis del Papa Francisco del miércoles 24 de junio, ¡nacimiento de san Juan Bautista!, nos mueve en la dirección de la calle Recomenzar, pretendiendo se convierta en la vía mas transitada del mundo Precisamente este profeta, ya desde el vientre de su madre, se alegró y 150624(Comentario a la Catequesis franciscana)
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pateó desde su vientre, cuando María la visitara. De allí, la importancia de proteger a los seres desde el mismo instante de su concepción. Como cereza del postre, dejamos cerrar nuestro opúsculo al Santo Padre, con su cierre de la catequesis del miércoles 24 de junio: No faltan, gracias a Dios, aquellos que sostenidos por la fe y por el amor a los hijos, dan testimonio de su fidelidad a un vínculo en el cual han creído, aunque parezca imposible hacerlo revivir. Pero no todos los separados sienten esta vocación. No todos reconocen, en la soledad, un llamado del Señor dirigido a ellos. Entorno a nosotros encontramos diversas familias en situaciones así llamadas irregulares – no me gusta esta palabra - y nos hacemos tantas preguntas. ¿Cómo ayudarlas? ¿Cómo acompañarlas? ¿Cómo acompañarlas para que los niños no se vuelvan rehenes del papá o de la mamá? Pidamos al Señor una fe grande, para mirar la realidad con la mirada de Dios; y una gran caridad, para acercarnos a las personas con su corazón misericordioso.
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