Masajes para niños y bebés
Primera edición: mayo de 2018 Título original: Masajes pour les bebés et les enfants
© Éditions Albin Michel, 1997, 2016 © Ilustraciones de Christine Davenier, 2016 © de la traducción, Marta Sánchez, 2018 © de esta edición, Futurbox Project, S. L., 2018 Todos los derechos reservados, incluido el derecho de reproducción total o parcial en cualquier formato. Ilustraciones de cubierta: Christine Davenier Publicado por Kitsune Books C/ Mallorca, 303, 2.º 1.ª 08037 Barcelona info@kitsunebooks.org www.kitsunebooks.org ISBN: 978-84-16788-20-0 IBIC: VF Depósito Legal: B 9486-2018 Preimpresión: Taller de los Libros Impresión y encuadernación: Gráficas Cems Impreso en España – Printed in Spain Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser efectuada con la autorización de los titulares, con excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
Jacques Choque
Masajes para niños y bebés Ilustraciones de Christine Davenier Traducción de Marta Sánchez
Prólogo Puede que la mujer sea el porvenir del hombre, pero el niño es, sin duda, el futuro de la humanidad. El contacto físico es una necesidad vital del ser humano y la piel, un extraordinario receptor sensorial, un órgano fundamental en el desarrollo de cualquier niño. Además de los efectos relajantes o estimulantes, realizar masajes a niños y bebés es una acción que puede ser determinante para su futura vida afectiva y social. El objetivo de este libro es triple. En primer lugar, ofrecer a los padres medios simples, prácticos y eficaces para animarles a masajear a sus hijos desde la más temprana edad. En segundo lugar, fomentar su actividad a través de todas las personas involucradas en el mundo de la educación (ya sean docentes, educadores o auxiliares de enfermería) para que así lo pongan en práctica, siempre a través del juego. Y, por último y en tercer lugar, alentar a los niños a que se hagan masajes a sí mismos o entre ellos. Además de la explicación para la correcta realización de los masajes, el texto irá acompañado de dibujos que ilustrarán todos los ejercicios para que, de esta forma, resulte más sencillo realizarlos.
IntroducciĂłn Breve historia de los masajes Algunos mĂŠtodos de masajes realizados en todo el mundo Los efectos del masaje Modo de empleo Una puerta a otros campos Ejemplos de sesiones modelo Las diferentes tĂŠcnicas de masaje
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Breve historia de los masajes El origen de los masajes Desde tiempos inmemoriales, el masaje al lactante se ha realizado en varios lugares del mundo. En la India, donde el masaje forma parte de la medicina tradicional (el ayurveda), las madres masajean a los niños regularmente desde su primer mes de vida. Los gestos son muy sencillos, repetitivos y firmes. En África, donde es habitual que, después de bañar al niño, se lo recubra con manteca de karité mientras recibe un masaje muy tónico que termina con estiramientos. Cabe mencionar, además, que estos niños pasan mucho tiempo en el kanga o paño africano y, por ello, están en constante contacto con la madre, costumbre que fomenta una relación natural entre ambos cuerpos mediante el sentido del tacto. Este contacto especial también lo encontramos en los inuit, ya que las madres esquimales acostumbran a llevar a su bebé sobre la espalda, envuelto con sus pieles. De esta forma, el vientre del pequeño entra en calor al estar en contacto directo con el cuerpo de su progenitora. La madre y el niño se comunican a través de la piel. Cuando tiene hambre, el bebé le frota la espalda a la madre y le succiona la piel. Inmediatamente después, ella lo pasa hacia delante y le da el pecho. Es una ventaja que la madre pueda anticiparse a sus necesidades, adivinándolas mediante el
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tacto. Además, a la hora del baño, como cuesta tanto derretir el agua helada, la madre opta por una solución más práctica y rápida: lamerle el rostro y las manos. De ahí «la serenidad ulterior del esquimal frente a la adversidad, su capacidad de vivir con una confianza plena en un lugar físico hostil; sus excepcionales aptitudes espaciales y mecánicas».* Finalmente, esta práctica ancestral transmitida de generación en generación se implanta progresivamente en nuestra cultura gracias a varias personas: por ejemplo, la americana Vimala Schneider McClure, quien la introdujo en su país a principios de los años ochenta y fundó en 1981 el International Association of Infant Masaje (IAIM), con el objetivo de transmitir el arte del masaje. Posteriormente, esta asociación se desarrolló en más de cuarenta países.
Introducción
En Francia, desde principios de los setenta, el masaje infantil se difunde gracias, en particular, al libro de Frédérick Leboyer, Shantala: un arte tradicional. El masaje de los niños (Lancelot S. L., 2006). Y, más adelante, gracias también al importante trabajo de Joël Savatofski, quinesioterapeuta, que, mediante sus obras y numerosas acciones, desarrollará la noción de «masajes bienestar».
Los masajes en la actualidad De este breve panorama histórico hay que observar principalmente que, hoy en día, los masajes conforman dos aspectos. Por un lado, el aspecto terapéutico indiscutible, el cual se debe dejar totalmente en manos de especialistas que hayan recibido una sólida formación. Y, por otro, el aspecto del bienestar, relajante, lúdico y social, que puede realizar un mayor número de personas y que se presenta en este libro. El masaje pertenece al lenguaje del tacto, el primer sentido en desarrollarse y uno de los más importantes, * ANZIEU Didier, Yo-piel, Madrid: Biblioteca nueva, 2010.
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ya que condiciona nuestro equilibrio y bienestar. El órgano sensorial responsable de este sentido es la piel, un tejido formado por un vasto conjunto de distintos elementos de gran complejidad fisiológica, anatómica y cultural. No hay que olvidar que la piel de un adulto es un envoltorio de unos 2 m2 de superficie, donde cada célula está equipada de receptores en alerta constante y a través de los cuales captamos estímulos tanto internos como externos. También es el tejido mediante el cual captamos todos los matices y grados de un estímulo junto a sus diversos significados emocionales, lo cual hace que sea un vector de comunicación fantástico. No obstante, este órgano es el encargado de realizar otras funciones vitales, como por ejemplo: nos protege de ataques externos, regula la temperatura, participa en los intercambios de oxígeno y síntesis de la vitamina D. En definitiva, la piel es un cerebro extendido, formado por células que pueden adaptarse de forma prodigiosa. Pero, por desgracia, el tacto todavía es un tema tabú en nuestra sociedad y muchas personas sufren una falta de contacto físico. Es el sentido más reprimido. Como señala Joël Savatofski: «A nadie se le ocurriría privarse de la vista vendándose los ojos o de la audición taponándose las orejas. Sin embargo, todo está hecho para que los hombres guarden continuamente las distancias los unos de los otros. Podemos quitarnos las palabras de la boca ininterrumpidamente, pero hay que disculparse en la mesa si rozamos a un comensal cuando tratamos de alcanzar la jarra de agua. El contacto no está prohibido de forma íntegra ni continua, está aceptado en ciertas circunstancias y bajo ciertas condiciones bien establecidas, pero está muy codificado».* En consecuencia, un apretón de manos sincero y cordial dice más que un largo discurso y por esta misma razón, los enamorados demuestran sus sentimientos al pasear de la mano o cogidos del brazo. El lenguaje popular pone de manifiesto la importancia de la piel. Si nos referimos al amor verdadero, *
SAVATOFSKI Joël, Pratiquescorporelles, nº 83, 1989, junio.
se puede hablar de tener al ser amado «en la piel» o de cómo una persona puede «erizarnos la piel». También se usa para referirse a emociones: puede hacer que se nos ponga «la piel de gallina», estar «despellejándonos» o tener «la sensibilidad a flor de piel». Curiosamente, la palabra «tocar» significa tanto «poner la mano sobre» como «emocionar». ¿No se dice, acaso, que cuando una persona demuestra falta de delicadeza es que tiene «falta de tacto»? Lo imp o r t a n te, desde luego, es estar «bien en su propia piel», y los masajes pueden favorecer dicha sensación.