La alcazaba 77

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Revista La Alcazaba

Agosto 2016

Año VI Núm.: 77

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Página

Título

DIRECCIÓN:

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Don Quijote y Sancho Panza

ALFREDO PASTOR UGENA

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Molinos de viento del campo de Criptana

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Ceramistas y alfareros de Cuenca

EDITA:

28

El día que me visitó Borges

EL MENTIDERO LITERARIO

34

Amadeo Madigliani

ISSN 2173-2184 MADRID

40

Esto es una locura-El Bosco

Depósito Legal M-4639-2007

46

Cristo de Portobello

WEB:

58

Cuando el amor mata

64

La poesía útil

oquendo1957@gmx.com

70

La poesía

TELF.: (+34) 605434707

80

Imagen y texto

78

Dos pinturas y un pintor

84

Baroja y Carpentier dos miradas a Cuenca

94

El futuro de una especie

102

La adición al sexo

110

Tapio Wirkkala

114

El siglo de oro, una época...un poco sucia

120

Un lugar para visitar

122

Castillo de Belalcazar

128

Los libros de LA ALCAZABA

136

Publicidad

LUIS MANUEL MOLL JUAN

http://www.elmentidero.org EMAIL:

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PUBICIDAD: Asociación de Arte i Cultura El Mentidero DIRECCIÓN POSTAL Revista LA ALCAZABA Av. De Elda, 75, 3º C 03610 Petrer (Alicante) España Telf.: (+34) 605.434.707

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Don Quijote y Sancho Panza y los Molinos de Mota, Pirograbado sobre hayaJurgen Hans

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Grabado antiguo de Degrain Muñoz (1879) - Xilografía - Cervantes.Coloquio Entre Don Quijote Y Sancho Panza Después De La Aventura De Los Molinos,

la de plata, y el Muro Occidental, que al principio no atinaron a reconocer. Del otro lado de la muralla, solitario, se alzaba un molino de viento que el Barón de Montefiore en su tiempo había hecho traer de Europa. Cuando Sancho lo vio, trató de ocultarlo a la vista de su amo con su cuerpo y el de su pollino, no fuera que de nuevo le diese la manía de atacarlo, como ya había ocurrido.

Por uno de esos azares, que aún son misterios, ojos de tormentas invisibles en las esferas del tiempo, Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza arribaron a Jerusalén a mediados de marzo de 2016, en medio del barrio judío de la Ciudad Santa. Desde un adarve vieron el Monte del Templo con sus dos cúpulas, la de oro y

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Don Quijote y Sancho Pansa– Grabado de Jacques Laginiet (1620-1675)

¿Adónde hemos dado con nuestros huesos, hermano Sancho -inquirió el Quijote, contemplando el Domo de la Roca con ojos extasiados.

Se me hace que nos hallamos muy lejos de Castilla, a juzgar por esas suntuosas mezquitas -respondió Sancho, más ocupado en tapar el molino que en descubrir dónde estaban. ¡Válgame Dios!¿Acaso en tierras de moros? No acierto a saberlo, mire Vuesa Merced que hay también cruces de iglesias –y aprovechó para desviar la mirada del Quijote hacia intramuros. ¿Será éste el extremo Reino de Murcia, del cual se dice que alberga moros y cristianos avenidos?

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Y también judíos -le corrigió el Quijote- como reza en las memorias del Paladín de Albacete. Así ha de ser, pues los vestidos de estas gentes son extraños. Parecen antojos de viaje o, más bien, disfraces y afeites para la noche de San Juan, aunque no sea tiempo. ¡Esta vez has dado en el clavo! ¿Qué día es hoy? No el de ese santo, pues estamos a dieciocho de marzo de 1604, del Nacimiento del Señor. ¡Pardiez! -exclamó Don Quijote sacándose el yelmo y arrojándolo al aire, en un gesto inusual- Ya sé dónde estamos… No en Murcia, ni Sevilla ni Granada, sino en Jerusalén, que Dios sea loado. Estos disfraces son propios de la fiesta hebrea de Purim, cuando los judíos recuerdan su salvación en Persia. Desde allá arriba vimos las ruinas del Monte del Templo del Rey Salomón, y un poco más allá se halla el Santo Sepulcro de Nuestro Señor, como lo sabe cualquier Caballero que se precie. ¡Saca tu espada Sancho, que arremeteremos contra los infieles para liberar otra vez la sagrada tumba de las manos de los agarenos, como lo hicieron los valerosos guerreros de la Orden del Temple! Don Quijote arremete contra los molinos de viento

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Viendo que había sido peor el remedio que la enfermedad, Sancho optó por preferir el mal menor y dijo: Sea como Vuesa Merced lo desee, pero fuera de la muralla hay un gigante plantado que requiere atención previa, puesto que puede malograrlo todo. ¿Por qué no me lo advertiste antes? ¡Vamos, presto! –y montando en Rocinante de un salto, lo espoleó hasta que salió disparado rumbo al adarve donde habían estado hacía pocos minutos -¡Allí está el muy maldito! No es otro que Briareo, el peor de todos los gigantes hechizados por el Sabio Frestón, mi temible enemigo, con sus cien brazos y cincuenta cabezas. -Y seguido a duras penas por Sancho en su jamelgo, cruzó el Portal de La Basura a galope tendido sin que nadie se asombrara demasiado, pues lo veían como una gracia de Purim.

Tras la extendida lanza, Don Quijote y Rocinante embistieron la puerta del molino, por suerte vacío a esa hora, cayendo estrepitosamente en el fondo donde todavía había restos de harina, amarillada por el tiempo. Sancho logró detener a su asno antes de que ambos se estrellaran contra la pared de piedra, y corrió en auxilio de su amo. Mi señor Don Quijote… - dijo con la voz adelgazada por la preocupación- estáis sano y salvo?

Dibujo de Gustav Doré (1832-1883)

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Peor ha de estar Rocinante, que ha aliviado mi caída, mirad por él. Sancho alzó al caballo por la brida, no sin antes arrojar un buen chorro de su bota de agua sobre el rostro del Quijote, que había perdido el yelmo y la celada, y ofrecerle un trago de su repleta bota de vino. Después de revisar al animal, tranquilizó a su amo: No es nada serio, apenas unos rasguños provocados por las rodilleras de vuestra armadura. Don Quijote, entonces, se permitió una mirada en derredor y exclamó: ¡Loado sea Dios, creo que estamos en la panza de Briareo! La única manera de salir de aquí es prendiéndole fuego, como está en la historia del mentado Paladín. Perdóneme Señor, pero nos hallamos en el interior del molino, cuya puerta fue forzada por vuestra lanza, y este montón de harina que frenó vuestra caída lo prueba. ¡Aquí no hay más panza que la de Sancho Panza, y plazca a Dios que os sacaré de aquí! Y haciendo caso omiso, por primera vez, de las protestas de su amo, los llevó a ambos, casi a empujones, al borde de la calle. Cuando el Quijote se vio en libertad, abrazó a Sancho diciendo:

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Esta vez, el héroe eres tú, mi fiel escudero. De no ser por tu denodado valor, Frestón nos hubiese encerrado allí para siempre. Has sabido conjurar el embrujo con tu rápida acción y por ello mereces ser nombrado caballero como tanto lo has deseado. Algo del espíritu de Purim, donde el siervo se viste de señor y el señor de siervo, te ha tocado.

como habían llegado. Al arribar la policía israelí, alertada por peatones que habían visto el curioso hecho, descubrió entre la harina y junto a un yelmo y una celada antiguos una bomba a punto de estallar, que fue desmantelada de inmediato, sin víctimas. Esa noche en Jerusalén las aspas del molino comenzaron a girar, aunque no había viento.

Dicho esto, ambos desaparecieron con sus cabalgaduras, tan misteriosamente

"Don Quijote y los molinos de viento", Salvador Dalí. Ilustraciones en tinta china y acuarela sobre papel para el libro editado en Nueva York por Random House (1946)

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Cervantes según Juan de Jauregui (1583-1641)

EL PARDÉS* DEL QUIJOTE (Poema cabalístico en honor de Cervantes)

En un lugar de la Mancha, cuyo oculto nombre No podrán tampoco revelar los iniciados,

Hubo un misterio cabal de la Caballería Jinete y Escudero errantes por el tiempo inmóvil. Acaso el Caballero buscaba el Paraíso,

Un Pardés en Sefarad, donde se abrió la puerta, O también pretendía desanudar las horas Que retienen los flecos talares del Mesías.

El Caballero Andante cabalga todavía Por aquesos campos de poblada soledad Preso verdor,viñedos que se beben la tarde.

Pero ya no busca la engañosa eternidad; Siendo inmortal, pasó junto al "Ábol de la Vida"** Sin arrancar el fruto que refulgía en él. 11


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S

i trazáramos dos líneas teórica-

mente rectas, una vertical y otra horizontal, que con la primera se unieran San Lorenzo de Calatrava y Fuente el Fresno y con la otra Valdepeñas y Almadén formando un cruce entre los términos de Granátula, Pozuelo de Calatrava y Almagro, para hablar de molinos de viento, elevando y ensanchado ligeramente el simbolismo de su trazado, podríamos formar las hipotéticas aspas de un gigantesco ingenio de aquella molienda, cuyo giro abarcara lo que en sí es y representa el Antiguo Campo de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real, y ubicar en los kilómetros cuadrados de su alcance los pueblos que tuvieron representatividad en la Orden y, dentro de ellos, los que en un tiempo abordaron la industria harinera con aquellos mecanismos. Que uno tenga noticias, sólo fueron seis los pueblos de esa comarca o localización que aparecen con la existencia histórico-molinera, movida por el viento; esto, incluso, cuando los más importantes documentos de época (Relaciones Topográficas, Catastro de Ensenada, Diccionario de Madoz, etc...) tampoco se ponen de acuerdo en señalar lugares y número de idéntica información. Así en el compendio de todos hemos podido descubrir que tales ingenios o industrias sólo estuvieron en Almagro (1), Almodóvar del Campo (1), Bolaños de Calatrava (1), Fuente el Fresno (2), Manzanares (1), Moral de Calatrava (2) (en otro lugar leímos cuatro) y Valdepeñas (2).

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Contrariamente, si hubiéramos de reflejar aquí los molinos de agua que a la sazón existían por aquella época y en la misma zona en el Campo calatraveño, comprobaríamos la gran diferencia numérica con que se aprovechaban las corrientes de agua en ríos y arroyos. Pero como no es ésta nuestra temática ni pretendemos esgrimirla en la ocasión comparativa, baste sólo decir que los de agua existían abundantemente en todos o casi todos los términos municipales de aquellos municipios. Un ejemplo claro puede estar reflejado en las Relaciones Topográficas de 1575.

Plaza mayor de Almagro-Ciudad Real. 14


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Por contraste, en las mismas Relaciones Topográficas, cuando éstas se refieren al aprovechamiento de la fuerza de Eolo en Campo de Criptana, se dice que “hay … junto a la villa muchos molinos de viento”. Cantidad (“muchos”) que parece mantenerse, incluso que podría haberse visto aumentada, cuando se inscribe el Catastro de Ensenada (1752), donde sí queda reflejado el número, y se especifica que “en el término de la villa se hallan situados 34 molinos, harineros y de viento”. Siete se registran en Pedro Muñoz, tres en Socuéllamos, dos en Alcázar; que aumentaría hasta 14 en 1860; del mismo modo que Herencia tendría 9 aquel mismo año, etc, etc.

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lizaba la Orden entre sus principales modos.

Se dice que era el molino de viento harinero de Almagro propiedad del Ayuntamiento y distaba un kilómetro escaso de la ciudad; como lo eran también del Ayuntamiento el que existía en Almodóvar del Campo y el de Bolaños, cuya distancia del centro urbano, tanto en uno como en otro, apenas superaba el medio kilómetro. Los reseñados de Fuente el Fresno eran igualmente propiedad del mu-

Restos del molino de Manzanares.

Y es que, diferente en su orografía e hidrografía, el Campo de Calatrava, lo que es dentro de la misma provincia de Ciudad Real el Campo de Montiel y las naturales llanuras y zonas de La Mancha, ocupadas por órdenes militares distintas, se diría que la propia desigualdad de la Naturaleza motiva, casi por necesidad, a que los habitantes de esta denominación, al igual que otras de lo que es hoy Castilla La Mancha, adoptaran para su entonces desarrollo industrial, en cuanto a la molienda se refiere, los molinos de agua más que los de viento dentro de los términos y municipios de lo que fuera el Campo de Calatrava, pues aquí, en estas tierras, predominan las montañas y los valles de donde emanan y por donde discurren los ríos.

Ya no sólo el hoy mermado Guadiana, estudiado siempre como uno de los seis ríos más caudalosos de España, sino otros, entonces igualmente activos, tal sucedía en el Bullaque, Jabalón, Río Frío, Azuer, Tablillas, Estena ... Y un largo etcétera, si bien de menor caudal, que discurren por lo que son tierras y valles, campos del Campo calatraveño. Esto, amén de que la Orden sanjuanista ya estaba tomando, como una de sus fuentes de ingreso, la construcción y edificación de los ingenios movidos por el viento, que no así lo contabi-

nicipio, y hay de uno y otro una distancia de medio a uno y medio kilómetros, todos, como podemos observar hasta ahora, relativamente cerca de los núcleos urbanos, si bien es obvio que ubicados en espacios libres, y siempre sobre niveles superiores a explanadas, para que la energía del dios Eolo no hallara inconveniente al ejercer su fuerza sobre las aspas. Estos datos y coincidencias se repetían con en el existente en Manzanares, cuya

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ubicación aún se acercaba más al entonces centro urbano: 0'3 kms. Cierta diferencia podemos hallar en los habidos en Moral de Calatrava, que en el Mapa Topográfico Nacional queda reflejada la existencia de cuatro molinos de viento y que nos los data Manuel Corchado Soriano en su libro: "El Campo de Calatrava. Los Pueblos". Nos dice que dos de ellos están situados en un cerro, al norte del pueblo, cuyos propietarios eran Blas y Mateo Cañadas, y que los otros dos se ubicaban en la parte del mediodía, sin que se nombren sus titulares. Dato este que, probablemente, puede originar entre los historiadores la diferencia del número: si eran dos o eran cuatro los molinos de viento en aquel lugar.

de varios autores, "su censo de población era ya entonces uno de los mayores del campo de calatrava", donde es claro que sus vecinos tendrían que aprovechar las aguas del propio río como energía molinera y ganarle tiempo al sendero. Así vemos cómo Corchado en su ya citado libro "Los Pueblos", refleja varios de estos ingenios en el propio Jabalón, hasta contabilizar en el término el número de nueve. Pero en ésta, como en las demás incursiones anteriores, la fuerza hidráulica es materia que se escapa a la temática que estamos analizando. Concluyamos, pues, que, acaso por diferente criterio en el modo de generar su economía de aquel tiempo, tal ocurriera en la Orden de San Juan, o por razones propias que la Naturaleza impuso en la geografía del Campo de Calatrava, la existencia de molinos de viento en el mismo queda limitada a solo seis de sus pueblos y, dentro de estos, un número muy escaso de aquéllos.

Por último, actualmente, Juan Jiménez Ballesta se refiere a los dos habidos en Valdepeñas, en un paraje denominado Peña del Cuervo, bajo cuya denominación se agrupan cuatro casas de labor, dos molinos de viento, una casilla de hortelano, un ventorrillo y una ermita, aisladas entre sí, distando la más próxima del ayuntamiento 4.176 mts, y la más remota 8356. Ambas, como podemos apreciar, a muy considerables distancias en un pueblo plenamente agrícola, como era y es Valdepeñas, por donde "media legua al sur pasa el Jabalón", y que al referirse a finales del siglo XIII y según Hervás, apoyándose éste en la opinión

Cierto que estamos hablando, escribiendo, sobre tiempos lejanos y sobre industrias entonces aprovechables, pero que hoy son muy otras en los lugares y en las necesidades del progreso local. Sin embargo la historia no deja marcar su paso para llevarnos de un tiempo a otro, tiempos de los que no debamos apartarnos.

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Viene desde mi infancia el sostener entre mis manos las piezas salidas de los alfares de España. Acuden desde el marco de lo cotidiano y necesario para la vida sin conocimiento de lecturas cervantinas ni personajes eruditos que me hablaran de ello. Andan, sin rostro ni nombre, los artesanos del barro por la andadura de mis años igual que caminar, comer, beber agua o aprender a vivir creciendo entre juegos y disciplinas. Y sin conocer las tierras arcillosas amasaba el barro para darle forma y secarlo al sol en los veranos manchegos. Cierto es que escuchaba hablar de las tejeras que había en Tomelloso sin conocerlas ni saber que se cocían en ellas. Y también crecí entre cuevas subterráneas, guardadoras de tinajas de barro que reventaban cuando el zumo de las uvas alcanzaba su éxtasis de fermento y pasaba de ser mosto a convertirse en vino. En las casas de mi familia, de amplias despensas y taquillas, había orzas de diferentes tamaños, según para lo que estaban destinadas. En verano estaban ocupadas con tomates en sal, con berenjenas arregladas al estilo de Almagro, con cebollas y pimientos en vinagre, con aceitunas aliñadas unas, otras con lomo de orza, chorizos y morcillas en aceite e incluso recuerdo en casa de mis abuelos para guardar el pan blanco de cruz y conservarlo sin que se pusiera duro. Despensas donde las fuentes de cerámica, tazas, chocolateras, juegos de café, fuentes y platos de loza fina colocadas en aparadores y trincheros o en las baldas altas de chineros, taquillas y despensas compartían el espacio con las ollas y pucheros de barro, morteros, lebrillas y jarras para el agua, la horchata, el zumo de limón o servir el vino nuevo guardado en la penumbra de la cueva para el gas-

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Teja curvada

to familiar, igual que el vinagre que tenían su espacio en tinajas pequeñas destinadas para este fin.

do un mundo de color y formas. Tradición española que se encuentra diseminada desde milenios. Restos de ella se encuentran en tierras labradas y en derrumbes de casas mostrando en esos hallazgos la existencia de los alfares por las cerámicas encontradas.

Alfares conquenses los de Mota del Cuervo; amasados por manos femeninas y vendidos por sus hombres en pueblos a los que llegaban con sus mulos y burros, cargados los aguarones de botijos grandes y pequeños, junto a botijas redondas por un lado, y por el otro plano, para ser colgadas en los carros. Venían apilados los cántaros, las macetas los bebederos y las mieleras… Algunos se instalaron abriendo bazares donde se exponía a la vista to-

La artesanía del barro primigenia y humana que no ha dejado de emocionar a quienes amasa y moldean el barro en el torno. Tradición y necesidad de subsistencia los arcaduces de las norias y teja para cubrir tejados.

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Me pregunto ¿Cuántos pies habrán pisado el barro? Cuántos desconocidos alfareros y alfareras, han transportado la tierra hasta el alfar, mezclar el barro con la paja y hacer adobes para los muros de las casas. Ladrillos, teja curva y adobe, han cubierto pajares y cuadras, quinterías y casas de pueblos y ciudades que llegaban después de batir el barro y cocerlo en hornos hechos por ellos mismos. Oficio desdeñado en un pasado cercano al que hoy se admira y reconoce por lo que tiene de artesanal y artístico. Cono trucado, la pella, que se pone en el torno para hacer cacharros: Pella que el artesano da forma y vida mientras rebaba y alisa, surgiendo de esa pella de barro, la armonía estética de las formas. Formas que la literatura recoge en numerosas obras literarias, entre ellas el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, donde Miguel de Cervantes, alude a la importancia de los oficios y gremios, al narrar sucesos vividos junto a ellos. Y exclamar don Quijote ¡Oh tobosescas tinajas, que me habéis traído a la memoria la dulce prenda de mi mayor amargura! “(capítulo XVIII de la segunda parte): Tinajas de las posadas y mesones que Cervantes recorre. Y conoce el obrador del alfarero cuando exclama en el capítulo XXX de la Segunda parte, 1615) -No se puede negar, sino afirmar, que es muy hermosa mi señora Dulcinea del Toboso, pero donde menos se piensa se levanta la liebre; que yo he oído decir que esto que llaman naturaleza es como un alcaller que hace vasos de barro, y el que hace un vaso hermoso también puede hacer dos, y tres y ciento; dígolo porque mi señora la duquesa a fee que no va en zaga a mi ama la señora Dulcinea del Toboso.

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Tinajas de barro viejas

Barro del que Dios nos formó. Dios Creador del que procedemos cuando con su soplo nos dio vida y calor. En esa vasta realidad humana nos multiplicamos bajo estéticas distintas y colores diversos a través de la vida. Caleidoscopio de arte y espejo de cultura, religión y saberes donde confluimos y buscamos el origen del que procedemos. Cuenca ha tenido desde siglos, alfareros en algunos de sus pueblos y como escribe Adrián Navarro “En la Cuenca del siglo XV aparece ya con nombre propio el barrio de “Las Ollerias”, donde se ubican los alfa-

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res de la ciudad. Regulado en el “Fuero de Cuenca” por el Rey Alfonso VIII, el oficio del “ollero” representa a aquellos artesanos del barro con horno y obrador, que elaboran los “cacharros” a mano utilizando el torno y luego cuecen en horno de leña, y que convivieron en el suburbio de San Antón con las gentes del mundo rural”. Y con él he tenido el privilegio de ver y admirar en su tienda de la Plaza Mayor de Cuenca, las maravillosas piezas que salen de sus manos de artista.

Adrián Navarro

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Adrián Navarro con Natividad Cepeda, autora de este artículo.

Adrián Navarro está dotado de esa magia creadora que da vida al barro bajo formas diversas. Tiene en su mirada la humilde luz de los que conocen la pasión del ensueño; porque sin esa luz no es posible dar luz a la materia inerme. Adrián Navarro viene de ese mundo perdido de hacer tinajas para el vino. Tinajas de barro de Villarrobledo. Y recoge un legado mediterráneo, micénico, me atrevo a afirmar, de recrear la fuerza telúrica del toro. Toros y vasijas que al mirarlas nos trasladan a culturas que laten en la sangre de todos nosotros. Es un hombre que enamora al visitante cuando se le escucha hablar al artista.

Jarrón de cerámica de Rubén Navarro

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En Cuenca tiene su obrador y estudio; sus hornos y recuerdos por donde su padre sigue habitando en sus palabras y en todo cuanto aprendió de él. Semejante a la ciudad que habita y ha elegido para morar en ella, Adrián Navarro, deja no sólo su legado, también el de su hijo Rubén, y esa creación distinta que convive junto a las cerámicas del padre, distintas y no por eso menos bellas. Generoso con otros alfareros, habla a quien le escucha de Pedro Mercedes, alfarero conquense… Y de tantos otros que desconozco de ese mundo de barro de los que me llegan sus nombres y obras afincados en la inapreciable y preciosa Cuenca como Antonio Hernansaez descendiente también de una familia que ama la belleza del barro: Luis del Castillo, sucesor de una familia donde el barro ha perpetuado en ellos, generación tras generación, a través de los siglos por lo que como galardón en el año 2010 fue nombrado “Maestro Ceramista”.

Cerámica de Pedro Mercedes

Pedro Mercedes

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El Júcar y el Huécar abrazan Cuenca, entre hoces y casas colgadas al abismo de los acantilados rocosos. Sin hurgar demasiado, nos llegan nombres propios de sus pueblos dedicados a tener alfares. Priego, sus alfares y Joaquín Magán Ocaña, cuarto alfarero de una generación de alfareros perdurando a través del tiempo. Tiempo que atesora Evelio López de Mota del Cuervo, con la técnica de urdido sobre torno de rueda de cruces, que aprendió de su madre. Alfares y alfareros de España, tantas veces olvidados y dejados a su suerte, como a casi todos los creadores. Caídos en esa desgracia de la exportación de lo extranjero actualmente. Infravalorados, como en tiempos de Miguel de Cervantes. Los siglos se suceden y al rebuscar en su memoria y en los libros que recogen la Historia vemos que los cambios no son tan variados. Sí es cierto, que las huchas de barro, siguen gustando a los niños que juegan con videoconsolas informáticas. Y las cajitas de

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El ceramista Luis del Castillo


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Evelio López, el ceramista de Mota del Cuervo.

cerámica y joyeros, vasos y jarras con diseños actuales, son piezas artesanales y artísticas que sostienen sus manos. Y en los armarios de cocinas todavía hay quien dispone platos de cerámica y loza de los alfares españoles. Escribimos sobre la vida y sus pequeñas historias de cada día, quizá, para que entre lo escrito, los escribidores recojamos el latido de todo lo que nos emociona y hace personas. También para dejar constancia de ese viaje personal de los gremios ignorados que generación tras generación cogen el testigo de continuar la tradición de miles de años, sin ignorar que a pesar del olvido algunos serán recordados cuando el polvo de la vida nos convierta en barro

Evelio López, hijo. Es uno de los ceramistas más jóvenes de España. 27


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Tarde invernal, tediosa y de sólo tres grados de temperatura. Soplaba viento del sur y esto hacía que la sensación térmica fuera de cero grados.

La calle se hallaba desierta y los árboles de hojas caducas agitaban sus desnudos tallos como en una extraña y vegetal añoranza de tiempos mejores. Nostalgias de savia y clorofila. Todo aquello veía desde la ventana que daba a la calle Mitre. Desde ese cuarto, mi preferido, observaba aquel paisaje invernal. Bajo la exigua luz que entraba a través del vidrio, trataba de encontrar la rima de un verso, huidiza y necesaria. En realidad, estaba ansioso, aguardaba el auto gris. La noche anterior me habían dicho: “Espera un auto de color gris, en el, llegará Borges a tu casa”.

Las horas se sucedían atormentándome con un inexplicable nerviosismo. Para calmarme, me decía en voz alta: “fue sólo un sueño.

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Borges está muerto. Te estás volviendo loco”. Sin embargo, contrariamente a este rasgo de mi pensamiento, seguía observando la calle desde mi ventana, porque, aunque no pudiese probarlo, sabía que Borges iba a llegar a las 17:40. Un auto gris se detuvo frente a mi casa. El conductor descendió del coche, abrió la puerta posterior derecha y Borges bajó del vehículo. Vestía un traje gris a rayas, una camisa celeste y no tenía corbata… Sonó el timbre y abrí. Borges miraba sin ver, pero al oír el sonido de la puerta, me saludó.

-Buenas tardes, ¿puedo entrar? -Sí, pase, señor Borges. Entró detrás de mí, empuñando su bastón. Nos sentamos en la sala y el genial literato preguntó: -¿Cómo era su nombre? -Ezequiel, respondí. -Ezequiel, repitió pensativo. Como el profeta. ¿Es usted judío? Me preguntó de improviso. -No, para nada. Es mi seudónimo. Lo elegí porque parece “sonar” bien y me ha dado suerte. -¡La suerte! –Espetó Borges- ¡Siempre la suerte formando círculos invisibles alrededor del hombre para empujar las leyes del destino! -No sabía que usted creyera en la suerte. -Perdone, Ezequiel, pero, ¿leyó usted mis libros? -Sí. –Respondí azorado. -Si los leyó, comprenderá por qué estoy aquí. ¿Por qué hoy y no ayer ni mañana? Es una suerte que usted y yo estemos conversando. Usted, en verdad, es un hombre afortunado. A mí me dieron esta licencia para visitarlo hoy, pero me explicaron que no abusara. Debo volver a las veinte en punto. -Antes que nada, Borges. ¿Me va a firmar un autógrafo?

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-Sí, como no. Le extendí un papel y Borges me firmó con paciencia infinita, maquinalmente: “Para mi amigo Ezequiel, con afecto: Jorge Luís Borges”. De pronto, sonrió y me preguntó: -¿Sabe que estoy escribiendo un cuento? -No lo sabía… ¿De qué se trata? -Es un cuento extraño, aún para mí. Trata sobre un escritor desconocido que me está esperando. Yo llego a su casa en un auto gris a visitarlo, él me está aguardando impaciente, pero, como ocurre siempre, en lugar de preguntarme cosas importantes, sólo me pide un autógrafo y me echa un párrafo de trivialidades… Lo extraño de todo esto, es que yo realizo esa visita mucho después de mi muerte. ¿Qué opina usted de esto? -Siempre tuve una teoría sobre este asunto: existen huecos dimensionales. A veces, alguien cae en algunos de esos huecos y llega la muerte. En otras ocasiones, algunos de los que habitan el “otro lado” pasan a este y… -Es una teoría interesante… continuó Borges. Lo imposible es probar que es verdad… Esto es como la vida, uno se rompe los sesos pensando en ella y, cuando logra obtener alguna respuesta, se da cuenta que ya está muerto. Lo cual, para nada significa que los muertos sepan que es en realidad la muerte. Se dice que la muerte es un misterio aún más insondable que la vida. Se debe uno morir varias veces para comprenderlo. -¿Y la fama que es, Borges? -La fama es como la primavera que cubre los árboles, las flores y los frutos. Las flores representan el entusiasmo, los frutos la paciencia… -¿Y las hojas? -Las hojas son la multitud que rodean al famoso, a veces, su frondosidad no deja ver muy bien como realmente se es… ¿Qué hora es? -Las 20:00.

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-Debo irme. -No me va a negar que es extraño. -¿Qué es lo que le resulta extraño, Ezequiel? -Que usted respete tanto los horarios. -Ocurre que antes estaba vivo, pero ahora estoy muerto. Es decir, para que usted se haga una idea, muerto significa ocupar un lugar en un tiempo exacto, ni antes, ni después…Da lo mismo morir en cualquier parte… yo morí en Ginebra. -Adiós, Ezequiel... Escriba y lea mucho. Esas fueron las últimas palabras de Borges. Me estrechó la mano y salió hacia la tarde fría. Ascendió al auto y se perdió en la distancia. Me quedé más solo que antes, mirando hacia la calle Mitre. El viento aún agitaba los tallos desnudos. Recogí el autógrafo de Borges que había quedado sobre la mesa y tomando un libro de él, me senté a leer aquello que continuó diciéndome a través de la palabra escrita…

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Caricatura de Borges por Luis Chaves

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“La función del arte en la sociedad es edificar; reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe” Sigmund Freud

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RR

esonancia, elegía o melodía, inspi-

ración del personaje, poesía trágica. Modigliani dio alas a la literatura, a la fantasía, poca importancia a su vida y obra. Detrás de los sonidos, se esconden otros sonidos, los del artista. Amadeo nace en Livorno, Italia., el 12 de julio de 1884. Un retrato de desnudo lo sitúa como la figura más popular del Siglo XX, pintor cargado de leyendas, mitos y clichés, sobre él se han escrito novelas, obras de teatro, películas que de alguna manera idealizan inmensurablemente su vida bohemia. Sus obras rebosan anécdotas exageradas y hasta gloriosas, pero, se conocen pocos documentos fidedignos sobre su vida. Paradigma de la bohemia, suposiciones de muchos. Modigliani embriagado por el alcohol, el achís y el amor. Su obra nace en Montparnasse, viene de la primera guerra mundial, en pleno centro artístico de París, fuera de la Bella Época, lo distingue su pobreza y pasión desenfrenada.

Amedeo Clemente Modigliani (Livorno; 12 de julio de 1884-París; 24 de enero de 1920)

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Amadeo pintado por James Augustin

Aislado de la vanguardia encabezada por Pablo Picasso, George Braque, Henry Matisse, Constantino Brancusi, encuentra su propio camino, a pesar de eso, muere joven, a los 35 años, desgastado por su padecimiento hético, apenas podía pagar sus deudas con retratos artísticos hechos apresuradamente. Algo que rayó en el dramatismo fue el suicidio de su prometida Jeanne Hébuterne, se arroja al vacío, un día después de la muerte de Modigliani, en el edificio de sus padres en un quinto piso, embarazada, deja huérfana de padre y madre a su hija.

La leyenda empieza a tejerse en enero de 1920, a la muerte de Amadeo, por relatos de sus compañeros, la familia de su madre, tuvieron mucho que ver en esta leyenda.

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Amadeo padecía una severa pleuritis desde niño, en esa enfermedad tuvo la visión de que sería un gran artista, lo cierto es que tempranamente se interesó en el mundo del arte y la literatura, por su enfermedad a los 14 años no escatimó esfuerzo para lograr su entrada al conocimiento de la pintura, era el más joven de su clase. El Director de la Academia donde ingresó había sido discípulo de Giovanni Fattori 1825-1906 representante de los impresionistas. Gino Romanti le enseña el desnudo femenino, pero, vuelve a caer enfermo, va a Roma con Oscar Giglia en Florencia, cursa estudios, le interesan más las obras de arte que su propia obra, quienes lo conocieron decían que vestía como un Dandy, inicia con un cuadro convencional “La Bienale de Venecia”, era amante de la poesía de Baudelaire y Rimbaud, el simbolismo se oponía a la realidad visible sobre todas las imágenes.

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Jeanne Hébuterne (6 de abril de 1898, Meaux, Seineet-Marne, Francia - París, 25 de enero de 1920) fue una pintora francesa, modelo y musa inspiradora de su esposo Amedeo Modigliani.


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Amedeo Modigliani, Desnudo acostado sobre el lado izquierdo, 1917

Hay un cuadro “El desnudo doloroso” donde demuestra influencia simbolista, tiene pasión, sensualidad, dolor.

“La Arugana”, primer retrato remunerado, practica la escultura en 1909 con Cité Falquierin, conoce al escultor Bucasci, hace escultura en piedra, conoce al escritor Max Jacob y a la poeta rusa Ana Amjotova, esto en 1910.

En sus cuadros, los ojos son ventanas del alma, del silencio, cerrados o abiertos, de ahí en adelante el Dr. Paul Alexandre se convierte en su mecenas. Sigue con influencia simbolista, expone seis cuadros en el Salón Independiente, la pintura “La Judía” destaca.

En 1911 expone esculturas de piedra y tiene idea de construir un templo a la belleza, trabaja sobre la Cariátide, conoce más escultores Lipehtsy y Epstein, expone en el Salón Otoño, los trabajos de escultura dan realce a su obra pictórica.

Su salud mengua, no le importa participar en la vida alegre de Montmartre, pinta

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Paul Guillaume lo apoya los últimos años. Lo une una relación sentimental tormentosa con la escritora inglesa Beatriz Hasting, es su modelo preferida hasta el fin de su relación. En 1917 Jeanne Hébuterne de 19 años, estudia en la Academia Colorossi, se relaciona con Modigliani y viven en el departamento de la Rue, Grand Chauniere. Expone en la galería Berthe Will, por la ligereza de sus desnudos clausuran la puesta.

Jeanne da a luz una niña, recibe el nombre de Jeanne Modigliani. En 1919 sus obras son mostradas en Inglaterra, en Heale, colabora en la exposición “Pintura moderna Francesa y la Hill Galdery de Londres” 10 obras de Amadeo son expuestas. Vuelve a París, los coleccionistas empiezan a comprar sus obras, Jeanne vuelve a quedar embarazada y Modigliani cae gravemente enfermo, muere el 24 de enero de 1920 en París, Francia. La pintura de Modigliani se distingue por la esbeltez en los desnudos, por los torsos y cuellos largos, ojos abiertos o cerrados. En la escultura caras y facciones alargadas, estupendas obras talladas en piedra.

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Cornelis Cort (grabador), retrato de Jheronimus Bosch; estampa enPictorum Aliquot Celebrium Germaniae Inferioris Effigies, Amberes, 1572, con un epigrama latino de Dominicus Lampsoniuscuya traducción pudiera decir: «¿Qué ven, Jerhonimus Bosch, tus ojos atónitos? ¿Por qué esa palidez en el rostro? ¿Acaso has visto aparecer ante ti los fantasmas de Lemuria o los espectros voladores de Érebo? Se diría que para ti se han abierto las puertas del avaro Plutón y las moradas del Tártaro, viendo como tu diestra mano ha podido pintar tan bien todos los secretos del Averno»

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la diferencia que a mi parecer hay de las pinturas de este hombre a las de los otros, es que los demás procuraron pintar al hombre cual parece por defuera; este solo se atrevió a pintarle cual es dentro . Fray Jerónimo de Sigüenza

S

i, es una auténtica locura, pretender a estas alturas de los en-

jundiosos estudios sobre el pintor, hacer un alto en el camino, para poder contemplar con ojos asombrados, las muchas veces incomprensibles imágenes, sus ocultos mensajes….y a la vez sus evidentes “saetas” aguzadas, lanzadas al cerebro y al corazón del espectador. No pretendo ir más allá de lo conocido, sino plantearme la contemplación de la LOCURA, a través de un cuadro y dos trípticos, siempre expuestos en el Museo del Prado de Madrid, y ahora, ensalzados en la Exposición con motivo del 400 aniversario de El Bosco.

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El primero de ellos: “Extracción de la piedra de la locura”, me lleva a una pequeña reflexión: ¿Cuántas locuras tenemos los humanos en el cerebro, ahora y siempre, y que no son extraíbles con un simple cuchillo bien afilado?. Vemos, sentimos, nos dolemos de las supuestas “locuras” de nuestro entorno, de los otros. Pero cada una y cada uno, llevamos en nuestro interior algo desmesurado y muchas veces oculto a nuestros ojos, pero que no deja por ello de ser raro, distinto, molesto, fuera de lugar. Y, nos cubrimos nuestra propia cabeza con un embudo (como en el cuadro), pero formado por nuestros propios criterios, que tienen la boca ancha para mi…..y la estrecha para los otros. Mal asunto querer arreglar el mundo con esta discriminación.

A la vez, contemplo a la anciana con el libro inestablemente sujeto sobre su cabeza. ¡¡¡Qué mensaje!!!. Ciencia, normativas, leyes, ambigüedades que hacen que nuestro comportamiento frente a la supuesta locura de quienes nos rodean, se inclinen según nuestro criterio muchas veces desequilibrado, a un juicio inexorable que no lleva a “extraer” nada, sino a llenar más de locura el vivir cotidiano.

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EL TRIPTICO “EL JARDIN DE LAS DELICIAS”: Tan moralizante, tan de nuestro tiempo, tan abigarrado, pero TAN TAN CLARO. Me ha hecho recordar unas palabras del Antiguo Testamento de la Biblia: “Nada hay nuevo bajo el sol·”. Nadie se escandalice: acaba de celebrarse el “Día del Orgullo”. Y yo me pregunto como no han escogido como pancarta la tabla central. Parece un manifiesto de todas las sexualidades habidas y por haber. Humanos, sin tabúes ni prejuicios. Pero vigilados por las dos lechuzas, que indican CUIDADO. Por otra parte, los laterales, el de la Creación, sensible y cuidadoso (Adán y Eva, están al mismo nivel, “Hombre y mujer los creó…y vió que todo era bueno”), y el del castigo, como un aviso que parece un “comic”, pero sin dejar dudas. Ahí estamos todos los humanos. Creyentes y no creyentes, hay que ser honrados de verdad en la vida y no abusar de nadie. No por temor, sino por AUTENTICIDAD.

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Termino con “LA ADORACION DE LOS MAGOS”. ¡¡¡Qué belleza, y qué locura!!!. El Bosco ha pintado la locura de Dios haciéndose uno de los nuestros. Y lo ha hecho de forma magistral, contraponiendo esos Reyes Magos que son un modelo de perfección, de tamaño, de paños y adornos exuberantes. Sobretodo el Rey Baltasar, un negro como un lujo en medio de la pobreza, sosteniendo la pequeña bola del mundo, sobre la que picotea un ave Fénix, símbolo de vida y resurrección. Y la locura manifiesta, ese Niño, pequeñito, casi de incubadora, y esa Madre que lo sostiene, como si fuera la indefensión hecha persona. ¡¡¡EL BOSCO!!!. Mensajes, ideas, maestría. No nos deja indiferentes. Nos enfrenta con nuestras propias locuras, inseguridades, e inconsecuencias, para ponerles remedio.

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Yo

Fray

Dionisio

Salcedo y Herrera, enviado por su santidad el Papa a Portobello, un pueblo de negros cimarrones en el fin del mundo, quiero dar fe propiciatoria sobre la naturaleza herética del llamado el Jesucristo de la indiada, un dios montaraz que da vista a ciegos, pies a cojos y voz a mudos en los tumultos y procesiones donde le rinden un fervoroso culto; quiero exponer ante la vindicta publica las trapacerías del mal llamado Cristo negro de los pobres, el dador de preces y embarazos a mujeres relapsas y contumaces; quiero informar a la Iglesia sobre la verdadera naturaleza del supuesto dios de esos cimarrones de siete sue-

las, que so pretexto de encontrar la imagen de un Cristo tiznado por el fuego en una playa , quieren santificar sus malquerencia y depravaciones. Todo empezó durante una procesión anual a Yoruba, cuando una turbamulta de negros sin encadenar, encontró la imagen de un Cristo, traído por el mar como único sobreviviente de una nao española incendiada por piratas avecinados en la isla tortuga. De inmediato los

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turiferarios llevan al Cristo quemado en andas para festejar al amparo de la iglesia, la aparición del Cristo Negro de Portobello. Por eso este rito desvariado ha atemorizado al Santo Padre. Porque es tanto el barullo de la indiada y el zafarrancho de la negrada, que hasta los Obispos y Cardenales los escuchan en Roma. Cada año desde el 21 de octubre de 1597, llegan a Portobello en procesión una gran muchedumbre derramada en fervores; unos van vestidos con sayas bermejas y caminan de rodillas; otros van semidesnudos y se maceran a zurriagazo limpio, dejándose laña en la piel y sendos desgarrones, capaces de entumecer el ánimo del mas valiente. Piensan que solo la sangre lava sus pecados y deja en evidencia la sinceridad de su fe. Por eso el rito ha ido creciendo en fieles intimidado a la parroquia. Los que han querido detenerlos son amedrentados por la tumefacción producida por brutales garrotazos, por eso la dejan pasar sin restricciones, porque ni siquiera, armados con arcabuces y bombardas puede detener la procesión de ese mesías del Dios Manmon, que cubierto de oro, es llevado en andas por mujeres desnudas hasta la Iglesia de Portobello. Por tal razón llegué a Portobello, no por tierra, como la mayoría de los creyentes de este rito impío, sino por mar, lo hice por mar, porque los caminos desde Panamá son conventos de facinerosos, reino de desterrados, aposento de cimarrones y piratas, y por eso vine por mar y por eso al arrimar la barca a la orilla, los remeros bogaban con un solo movimiento de remo para no incentivar sospechas. El puerto era una confusión de lanchones, barcazas y pontones que se juntaban en las márgenes con otras piraguas y balsas de troncos llegadas de las islas cercanas. En la orilla un gentío de indios y cargadores negros chapoteaban, antes de verle la cara a los dineros. En tierra se veía una procesión de rufianes marchando,

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prestos y armados, con filos escondidos en la saya, listos para partirle la hermandad al prójimo. Todo ese descarrío fluía en el puerto nombrado Portobello cuando desembarqué. Y como su Santidad ordenóme, me adentré en estos páramos, al débil amparo de la fe, vestido con una saya bermeja, calzas de cuero crudo, un bastón con una garrafa de agua amarada al asa para simular el viaje por el Camino de Cruces; llevaba además, un pequeño fardel de almuerzo, unas monedas de plata en la faltriquera y un zurriago para macerarme como penitente para fingir mejor el camuflaje. Y para no encontrarme algún revés por añadidura, el Prior me recomendó usar un crucifijo con un Cristo Negro, colgado en el pecho. Insistió además en que debía entrar mudo y salir callado, o viceversa. y como si fuera un huésped de ocasión en busca de refugio, vagabundee de portería en portería, y no había lugar donde pasar las inclemencias. Nadie hacía posada, nadie abría las puertas, pues las gentes, temerosas de los cortejos bellacos y de las rondas de rufianes, atrancaban las puertas como si el mismísimo demonio anduviera por esos andurriales buscando posada. En la plazoleta venden toda clase de mercerías, desde zayas bermejas hasta armaduras de los conquistadores españoles. Otros tratan y contratan acuerdos como señores de la Madrid, pero aquí su palabra vale oro y el trueque está en lugar del dinero. En el tumulto hay figuras decaídas, gentes con flato grave y tripa empedernida, añadidos de achaques, mujeres que andan en busca de preñeces; indias relapsas y contumaces sin menester, ni oficio que medran, mientras esperan el paso de la imagen del Cristo Negro para dar una ofrenda y pedirle su milagro. Unas piensan que es un dios de la lluvia y le piden que haga llover a Dios dar; otras piden el regreso de sus maridos, perdidos tras una partida de caza de las

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Revista La Alcazaba Iglesia de San Felipe.

mujeres de los poblados vecinos. Hay voces de desafíos, mucho batir de espadas, persecuciones e insultos. Todo es pagano de palmo a palmo. Por eso deambulaba de desahogo en desahogo, próximo al ansia, vecino del susto, y aterrado de corazón le pedí a unos caminantes vestidos con sayas bermejas como yo que me indicaran la existencia de algún lugar para guarecerme. Me indicaron un lugar perdido en las umbras de la selva. Debido a tantas vicisitudes, espero algún día, recibir el capelo de manos del Rey, por estas audacias de espía, por ser veedor de su Santidad, por eso espero regresar a Roma sin daño. Porque esta es tierra es peligrosa para los españoles desde que Francis Drake acuchilló Nombre de Dios y el puerto se mudó a un palenque de negros cimarrones gobernados por el rey Luis de Mozambique, al que bautizaron como Portobello, por eso el cimarronaje nos considera intrusos, y quieren recuperar su palenque motivados ahora por la aparición del Cristo Negro. Los alguaciles de vara y los oficiales de la ley de estos páramos, siempre tienen el ojo alerta, pero la negrada siempre hace lo que quiere. Yo seré buen plato para mofas extranjeras, si mis enemigos han de verme vestido con la saya púrpura, como acomodan el vestir estas gentes. Esta saya es como un permiso para las pasiones de la carne, quienes las visten están exentos durante esta semana del pecado y la reprobación moral, pero el buen Dios sabe que soy probo y que no necesito esta indulgencia del Cristo Negro… Esto lo sé porque mucho tiempo ha, aquí hubo un cura, que fue tentado por el Enemigo Malo, ¡Vade retro Satanás! Y como es fama probó las innúmeras formas

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asumidas por el pecado de la carne, por eso desapareció de los registros eclesiales. El Prior Don Juan de Artunduaga y Toledo cuenta que desembarcó en la playa de la Escucha, en tiempos de las ferias, mucho antes de que las fiebres de los pantanos y la negrada hicieran señorío, y dio en visitar al cura, pero tan desatento a su obligación, estaba el encargado de la fe en estos lares, que lo encontró en pleno refocile de carnes con una mujer en el confesionario de la iglesia. El padre Pedro Návalos que así se llamaba el pecador, en pelota viva, cayóle al Prior a tortazo limpio, creyendo que era el dueño de María del Espíritu Tejada, la mulata más ardiente de la que se tenga noticia, en la historia del Nuevo Mundo y lo dejó tumefacto y macerado antes de escapar. Los pobladores no salían del asombro al ver al hombre de Dios, con la verga tiesa batirse a trompadas con la partida de negros alguacilados, y tras derrotarlos, correr más presto que una liebre por las callejas del pueblo, causando gran conmoción en los feligreses, que de asombros llenos vieron al cura pugilista y grañón correr con el badajo en ristre, espantando a las señoras, que desprevenidas y exentas de sustos, ahogaban el grito de sorpresa o admiración. Desde entonces los pobladores gritan - ¡Agárralo! ¡Agárralo!cada vez que llega un nuevo sacerdote a estos andurriales. Pero Dios sabe que soy probo. Por eso vengo vestido a la usanza de los herejes del Cristo Negro, en la oscuridad del anonimato, para inspeccionar el destino de las propiedades de la iglesia, porque así es el espectáculo del mundo, y muchos son los caminos del Señor. Cuando llegué, a la cabaña casi

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oscurecía, pero parece que durante la noche se despertara otra ciudad. Si no perjudica gran cosa la fama, dicen que es el contrabando que desde las umbras del tiempo se distribuye al amparo de la noche, y tras esa mampara de nocturnidad, se ampara el tráfico de alijos y bultos. Pero aquesto es de dientes para afuera, porque en el Virreinato dicen que llega a mentira lo que las voces hablan. Unos dicen que el barullo de la nocturnidad son los murmullos de las ánimas en pena, Otros dicen que los murmullos vienen con el viento desde mares lejanos y que no

van a debatir el suceso. En fin, como bien me lo advirtió el Prior, mi misión era ver cómo se puede catequizar a la negrada y no mirar las vergas de los barcos allí fondeados, ni los bultos que vienen del Perú o van para Holanda. Tampoco he de ver a los ochenta hombres vestidos a la morisca, ni la bandera de hoja de Flandes; ni he de ver el vandemecun de gentes de mar que en aquestos lugares salen a trabajar de noche. Y a me dolían los carca-

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ñales de tanto andar cuando vide la luz del refugio referido en las umbras de la selva, y para allí encaminé los pasos. Varias mulas atadas por la reata, estaban en la parte trasera de la cabaña. Me asome por una rendija. Adentro, una mestiza gemía con fuerza y un fuego iluminaba los cuerpos envueltos en un aire de azafrán. Estaban sobrepasando todos los hitos del cuerpo cuando se cuaja el silencio y se apagan los candiles. No presto atención a lo hablado. Unas palabras traídas por el viento dan muestras de la presencia de otros peregrinos del Cristo Negro en los alrededores. Entonces fue cuando sentí la dura punta de un cultrum en mi espalda. La hoja del cuchillo

casi me penetra la espalda, pero supe que todavía no me había llagado la mala hora, porque no había servido al Señor. Me llevaron a rastras dentro de la cabaña, donde había dos mujeres y tres negros jóvenes. Mis captores preguntaron si me ahorcaban o me degollaban; agarré mi crucifijo y me encomendé al Cristo Negro. En eso empezó a llover y los negros a vestirse en apuros. Fuesen. Me amarraron y me encomendaron a las mulatas para vigilarme. Afuera las aguas del diluvio iban anegando el mundo. Las mujeres se sentaron a horcajadas frente al fuego dejando ver sus ventrudas partes.

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Plano de Panamá por Sebastian Wallroth en 1697.

Me miraron mientras contaban las monedas guardadas en mi faltriquera. La lluvia caía sin fundamentos. Fábricas de lluvias se yerguen en lo alto como si el cabo de las tormentas, metamorfoseado como huracán, multiplica latigazos de lluvia. Luego de 20 años de cosas ocurridas, todavía no se me puede olvidar esta lluvia salvadora: era como si un dosel de aguas se extendiera por la noche, hasta cubrir el altar del mundo; la lluvia hacia que las arandelas del aire resonaran como un sistro de agua, como si cada goterón tuviera resonadores y formara la gran maraca de aguas, que se atornillaba en el viento como si una cascada de timbales

ululara en cada relámpago, en cada destello curtido por ese aguacero bíblico. Todo era agua a Dios dar. Debo confesarlo, le agradecí al Cristo Negro por eso el aguacero bíblico. El refugio se inundó y las mujeres me subieron junto a ellas y pusieron unos tapices sacados detrás de unos armarios sobre el camastro, y con los ojos muy abiertos inundaron mi cuerpo de miradas deshonestas. Compusieron entre ellas unas frases que no supe entender. Entonces se desnudaron. Así supe porque la noche tiene otro olor cuando no hay luna y las mujeres están tramando algo. Las mujeres

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Plano de Portobelo y sus defensas utilizado para el ataque que realizó Vernon contra la ciudad.

se juntaron sujetándose las dobleces y bajando el rostro hasta el ombligo del mundo, haciendo allí la doblez final. ¿Quién lo viera? ¡Qué tiene extraños poderes el ver! Nada de lo que pude ver estaba en los libros, ni me lo imaginaba. Sólo algunas voces conventuales hablaban de diablesas que tentaban al más pertinaz, pero aquesto de ver nada es comparable con los latines. Nada había en el luri ecleseastici universo libri tre, sobre ritos selváticos por aquestas tierras de Portobello.

mi probidad, puse al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como resguardo de mi probidad; puse a la Inmaculada Virgen María, madre y patrona del Salvador; a todas las Vírgenes Celestiales, a todos los Ángeles, Arcángeles, Tronos, Dominios, Profetas, Apóstoles y Evangelistas, como defensores de mi probidad.

Las damas de las cortes son fábricas de lucimientos, depósitos de postizos y untos, que van cargadas de emplastos usados para disimular el estrago de los años; son entusiastas practicantes de la métrica y de la rima de las vanidades. Pero estas mujeres selváticas son inmarcesibles en su desnudez, sobre todo cuando el deseo las

Yerto de frío y medroso de alguna satanización, esperé lo peor. Nunca había estado con una mujer. Por eso puse a Dios todo poderoso, como resguardo de

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Fuerte de San Gerónimo en Portobello.

hace más audaces. Ante ellas uno no puede ser santo sin ser como Moisés, quien experimentó las templanzas de la virtud al conocer las debilidades del pecado. Entonces las mulatas empezaron a vagabundear por los conventos de mi cuerpo. Dios sabe que soy probo - y con boca erudita me besaron -Dios sabe que sigo siendo probo, - Y juntaron el pan con el vino y me obligaron a dar misa, su misa. Dios sabe que he sido probo-.,

que esta tierra es para milagros, ubérrima. Entonces comprendí que cuando en Portobello se dice que los pobladores rinden culto a un negro ladrón y borracho, no están en faltas, sino en metáfora. Es negro, porque tiene la piel tiznada por su lucha contra el demonio. Ladrón, porque por la fe de los esclavos Dios se lo robó del mar y lo dejó en la playa para preces de pescadores, consuelo de mujeres sin marido, y paño para el llanto de los amancebados con la pobreza. Y si dicen que es borracho, es porque vivió embriagado en

y así fue como descubrí con éxtasis,

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la Divina Gracia, como lo estoy ahora por gracia divina de estas mujeres que achicaron mis prejuicios con la sinceridad natural de su fe. Lo cierto es que las mujeres se hicieron de mí, toda la noche y a la mañana siguiente, vistieron sus sayas bermejas y desaparecieron sin despedirse. Pensé que todo había sido un sueño y como dicen que en los sueños son todas las razones malas y las malas, buenas, comprendí el mensaje de Dios. Por eso muchas veces en mis sueños siento el calor de sus cuerpos, y huelo cuando transpira el resquicio de las pasiones y se estremece la ventana del cielo. Por eso este sueño ha de ser como el arca de la alianza en la tierra de los Filisteos.

fray Dionisio de Alcedo Y Herrera, viajero y cronista destas tierras donde resplandece la gracia del Señor, a pesar de la siembra incansable de la cizaña por parte del enemigo malo, se me aparecieron en medio de la selva dos ángeles del Señor y me revelaron la verdadera santidad del Cristo Negro, junto con la apremiante necesidad de incorporar estos ritos y procesiones, al seguro cobijo de la Santa Madre Iglesia. Por eso recomiendo la urgente misión de construir una iglesia en el lugar mismísimo de la revelación. Pues una vez más se interpone ante los humanos ojos, la divina verdad de la fe, porque los caminos del Señor son de muy diversa gama y de muy diversas vueltas, los cuales una vez descubiertos, no han de ser torcidos, por lo que me propongo como voluntario para edificar las bases de la Iglesia del Cristo Negro de Portobello.

A mi regreso a Roma entregué mi informe sacro: “Venerables hermanos, salud y bendición apostólica, Yo

Ciudda de Portobello.

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A la creatividad narrativa del autor y a la confesión de parte que este versátil letrado alemán le da, uniendo acontecimientos de la vida real con el fragor de una pasión imaginaria, le debe su éxito literario. En las “Cuitas del Joven Werther”, más conocida como “Werther”, Johann Gottfried Von Herder, novelista famoso de la época, tuvo mucho que ver, por la influencia que ejerció con la poesía popular alemana sobre Goethe.

N

o sabemos exactamente quien

murió primero, si Goethe o Werther, dada la manera de exponer el drama, enmarcado entre la realidad y la subjetividad. Indudablemente que la vida tuvo en la obra literaria en ciernes, un tratamiento de papel, por el grado de sensibilidad del tema.

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las cuitas del joven Werther

Viviase en 1774, año en que apareció la obra, grandes inquietudes literarias vinculadas al romanticismo de moda, principalmente entre los jóvenes adolescentes y su “arresto domiciliario” en las costumbres. Presentada la oportunidad, Goethe no vaciló en hacer alquimia con su frustrado enamoramiento y la tragedia real de un colega desencantado del amor. Siempre los escritores son oportunistas de los hechos y esa es su fortuna literaria. Así, que despertada su fertilidad poética, agregó su fluidez psicológica permeada por las ingratitudes vivenciales percibidas, para dar a luz sus mensajes epistolares, autoflajelando su yo entre dos supuestos seres enamorados. Una actividad social rodeada de personajes de alta alcurnia le abrió los recursos económicos suficientes para culminar con su obra. Goethe en el fondo nunca fue un hombre feliz. La inducción al suicidio en su novela fue una réplica de su personalidad cotidiana. Refleja su conducta inquieta en sus diversas ocupaciones; la obra le permitió dar rienda suelta, mediante el compendio epis-

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Johann Gottfried von Herder (Mohrungen, Alemania, 25 de agosto de 1744 - Weimar, Alemania, 18 de diciembre de 1803)

tolar, a esa obsesiva carencia de afecto. Aunado a su imaginación intuitiva, Goethe hace grande su obra por su permanente zozobra interna y la que provoca en el lector. Sin recursos exagerados, en forma simple y autentica, logra alcanzar el podio en la literatura mundial. Pero no es su biografía la que deseo destacar, es su creación y su estilo lo que provoca este breve ensayo. Además, de la calidad narrativa, Goethe da nacimiento real a lo que Freud denominó: “una enfermedad histérica provocada por la sexualidad”; agregando Eric Fromm: “emociones profundas como el amor que condiciona el comportamiento afectivo del individuo, por lo que la sexualidad es una actitud psicológica que implica la expresión de sentimientos con una acción agresiva” Toda esta gama de emociones reflejas, son su argumento novelístico. Pero en lo concerniente al modo como lo plantea dentro de la literatura, es a través del género epistolar establecido entre dos amigos íntimos separados por la distancia y las razones sociales de la época. En el devenir de la estructura escritural de los géneros literarios, el epistolar, poco frecuente en

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Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (Castillo de la Brède, 18 de enero de 1689-París, 10 de febrero de 1755)

la actualidad, ha producido no solo impactos testimoniales de los hechos reales, sino mucho placer al lector. Desde Las Epístolas del Nuevo Testamento hasta los Cinco Tomos de Cortázar, este género literario, antes y después del siglo XVIII fue muy utilizado por los escritores famosos. Así podemos señalar, entre muchos: a Montesquieu en sus Cartas Persas; Arquímedes en La Ciencia Griega; Fiodor Dostoyexsky con sus Nuevas Cartas; José De Cadalso, Cartas Marruecas; Bolívar, en sus apasionadas Cartas de Amor a Manuela; Juan Segura, en Cartas de Amores, etc. Nietzsche,

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, conocido como Simón Bolívar Caracas, (Venezuela, 1783 Santa Marta, Colombia, 1830)

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José Cadalso y Vázquez de Andrade, que usó el pseudónimo literario de Dalmiro (Cádiz, 8 de octubre de 1741 – San Roque, 26 de febrero de 1782)

expone que “todo lo que se hace por amor se hace más allá del bien y del mal” con lo que da plácet al suicidio. La composición de la obra en cuanto a su estilo redaccional apunta hacia una parte del sufrimiento humano, narrado cronológicamente lo que la hace más tormentosa y expectante. Su semántica sucesoral subjetiva impacienta al lector por su empecinada obsesión amorosa.

Fiódor Mijailovich Dostoievski; Moscú, 1821 - San Petersburgo, 1881)

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Johann Wolfgang von Goethe (Fráncfort del Meno, 28 de agosto de 1749-Weimar, 22 de marzo de 1832)

Lo desespera e inquieta hasta que el disparo perfora la sien de Werther. El género se salva con Goethe porque lo mantiene incólume dentro de la técnica literaria. Son cartas, solo cartas que emocionaron por la cruda fuerza del arte persuasivo, el fondo trágico y la forma ficcionada dentro de un lenguaje cómplice de la época; y lo más exquisito: la narración lo envuelve como personaje indirecto de la acción. Esto le hace preservar el estilo mortal de un final producto del karma que arrastra el suicida. Complace la narrativa fechada, aún más que el análisis profundo del drama imaginado. Lo determina a decir de Fromm: “un sadomasoquismo que desordena los sentimientos y una frustración que provoca el desmedido afán de obtener éxito”

Ahora bien, descubro en sus páginas el uso de claves y códigos. Quizás como estrategia argumental impone un secretismo en cuanto hace coincidir su fecha de nacimiento con la del personaje; armoniza la hora del disparo con la muerte de Werther, cuando señala las doce de la medianoche y las doce del mediodía respectivamente. Además el arma prestada del amigo es real en el caso de otro suicida. Como si quisiera repetir los actos. Con una técnica depurada que le permite el misterio de causar duda entre distinguir si es lo real lo que conmueve o es la ficción que impresiona. El caso es que muchos jóvenes enamorados de la época se suicidaron obligando a las autoridades a controlar la epidemia Wertheriana. La obra expuesta en toda su extensión literaria es una loa a las obsesiones trágicas que suscitan la muerte por amor. 63


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Pastel de Catrin Welz Stein

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muchos de los poetas que conozco les molesta decir que la poesía es algo útil. Parece que han perdido la esperanza de que lo sea o que nunca la tuvieron. Incluso muchos consideran que el término “utilidad” rebaja la supuesta ‘grandeza’ de la poesía. ¡Qué diablos! ¡Claro que es útil! Si nos atenemos al diccionario, útil es lo que produce provecho, comodidad, fruto o interés; lo que puede aprovechar en alguna línea. Y que yo sepa, la poesía produce provecho al que la lee, no tanto en el sentido moral como en el de la satisfacción del arte cuando se contempla; también hace sentirse cómodo como cualquier buena lectura. Igualmente proporciona el fruto de estimular la inteligencia y el provecho que todo lo anterior conlleva.

Cuidado, me refiero a la buena poesía. La mala, la aburrida, la vulgar, la pretenciosa, la poco original, la cursi, la que repite esquemas archisabidos... esa no sirve para nada. Bueno, sí: es útil para quemarla en un fogón y dar calorcillo o calentar comida, pero nada más. No deberíamos confundir útil con utilitarismo. Lo que la poesía no parece ser es utilitarista, es decir un elemento para esgrimir la utilidad como

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Cuadro e Elttore Aldo de Vigo

principio moral, eso sí que no porque el poema ni siquiera tiene que ser bondadoso, espiritual, moralista; puede serlo, pero no tiene por qué. Así pues la poesía es útil; aún más, es necesaria como cualquier arte —un arte es a fin de cuentas y no hay que sobrevalorarla o disminuirla—. Y el arte nos es imprescindible para ser algo más humanos en todos los sentidos; es más, casi constituye condición indispensable de humanidad. Y

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ra pagarla porque su valor es altísimo. De ahí que los poetas estén en los últimos lugares del aprovechamiento económico de la literatura. La apreciación de ‘poco valor’, confundida con precio, se debe también, entre otras cosas, a que ahora, en nuestra sociedad todo el mundo escribe, los analfabetos son minoría, y a cualquier mentecato se le ocurre enlazar dos palabras que le parecen buenas y ya presume de haber hecho un poema. ¡Caramba! es como si a mí, cada vez que silbo en la ducha, me diera por llamarme compositor y compararme con Mozart. El carro que llevó a Francisco de Quevedo desde su Torre de Juan Abad al convento de Villanueva de los Infantes, donde murió, era sin duda muy útil; así lo considerarían cuantos conocieron el carro, supieran o no de la obra de su ilustre usuario. Pero nada queda hoy de ese carromato, mientras que la poesía de don Francisco sigue siendo útil a cuantos sacan de ella, siglo tras siglo, distintos provechos. si no, ya me diréis para qué decoraban sus vasijas los hombres primitivos. ¿No les bastaba su utilidad? ¿tenían, además, que decorarlas? La sociedad actual, experta en confundir valor y precio, suele despreciar la poesía —no es cosa de ponerse a explicar ahora todos los motivos— fundamentalmente por eso, porque dice que tiene poco valor. Se engañan los que así piensan, lo que no tiene es precio, es decir: no hay dinero pa-

Así que la poesía —insisto: la buena poesía— es de una utilidad a prueba de siglos y modas, tiene un valor incalculable aunque cueste muy poco el libro donde la encuentres o la cerveza que bebes mientras un amigo te la recita. Podríamos decir, con Gabriel Celaya,que más que útil es necesaria: “poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto...” Y no es preciso que lo sea para todos, basta con que alguien algún día la necesite, para que cumpla su objetivo. Ya sé que los poetas ‘decoradores’ no estarán muy de acuerdo y pretenderán que sólo la belleza ya

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la justifica y que no tiene por qué servir para más que para suspender el espíritu con su hermosura. Pues muy bien, eso también es utilidad aunque no les guste la palabra, porque en el mundo materialista que vivimos, suspender el espíritu de vez en cuando es incluso una medida sanitaria ¿o no? .

da una fecha como otra porque el ser humano, lleve cachiporra o teléfono portátil, sigue siendo el mismo, y aunque hayamos progresado técnicamente, nuestro espíritu sigue muy necesitado, incluso más ahora, que cuando el tiempo no nos acuchillaba por la espalda. Mi experiencia como divulgador, fundamentalmente poético, me ha llevado a comprobar que cuando tomas unos buenos poemas de quien sean y los recitas bien, el público se siente estupendamente, dice: ¡Esto es otra cosa... así sí que me gusta la

Por último, y ajustándome a la letra de la pregunta ¿sirve la poesía en el tercer milenio? se me ocurre que esto, recién estrenado, que llamamos tercer milenio no es más que un convencionalismo y tanto

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poesía! O sea que a lo peor lo que estamos haciendo muchas veces los poetas es hacer un arte oscuro, elitista, difícilmente comunicable, es decir un desastre. Y si la gente se aleja de la poesía gran parte de la culpa es nuestra. Volviendo a la idea inicial y desligando las palabras ‘servir’ y ‘util’ que he venido equiparando: Servir, claro que sirve, otra cosa es que las gentes, porque se la servimos mal, por ese dichoso progreso que no es más que avance tecnológico, por ignorancia, por comodidad, por mala educación, o por el citado utilitarismo, no se sirvan de ella. Pero la poesía sí está al servicio de quien la pretenda, como una amable cortesana que ofrece todos sus encantos aunque las personas de bien la miren de reojo y la tachen hipócritamente de puta.

Cuadro de Elttore Aldo del Vigo

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Página al cuidado de Nicolás del Hierro

rechos, hombre ilustrado, latinista profundo, le había enseñado con sus lecciones y con su ejemplo a ser honrado y a vivir con austeridad. El hogar fue su única escuela, de costumbres y de saber. Nombrado el padre Oidor (magistrado) de la Audiencia de Caracas estuvo el niño Heredia seis meses en La Habana y dos años en Santo Domingo hasta que la familia pudo reunirse toda en Venezuela. En la Universidad de Caracas cursa estudios de gramática latina en el año 1816. De entonces datan sus primeros poemas manuscritos conocidos. Al regresar la familia a La Habana en Diciembre de 1817, comienza estudios de leyes en la Universidad de la Habana y, hacia 1819, actúa en Matanzas en representaciones de su obra “Eduardo IV” o “El usurpador Clemente” (probablemente una traducción) y compone la tragedia “Motezuma” y el sainete “El campesino espantado”.

José María Heredia, también conocido como el Cantor del Niágara, nació el 31 de diciembre de 1803 en Santiago de Cuba, Cuba. A los dos años viaja con su familia hacia Pensacola, por haber sido nombrado su padre, José Francisco Heredia, asesor de la Intendencia de la Florida Occidental, que era aún posesión de España.

Las luchas de Caracas lanzaron en 1819 a Heredia hasta México en cuya Audiencia ocupó el cargo de Alcalde del Crimen (juez de instrucción) cuando su hijo terminaba el segundo año de la carrera de leyes. En la universidad de esta ciudad matricula nuevamente el primer curso de leyes. Por esta época comienza a colabo-

Fue iniciado en las primeras letras por su padre y aprendió con tal interés que a los tres años sabía leer y escribir. A los siete años ya era apto para estudiar facultades mayores y a lo ocho años traducía a Horacio. El padre, doctor en ambos de-

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rar en publicaciones periódicas y reúne sus composiciones poéticas iniciales en dos cuadernos manuscritos.

ción, Guadalupe Victoria y es designado funcionario de la Secretaría de Estado y del Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores en 1826.

Tras la muerte de su padre, regresa la familia a La Habana en febrero de 1821, donde obtiene el grado de Bachiller en Leyes. Aquí funda la Revista “Biblioteca de Damas” (Mayo – Junio 1821), de la que sólo vieron la luz cinco números, donde publicó diversos trabajos suyos. Estrena la tragedia “Atreo”, imitada del francés, en Matanzas en el año 1822.

Durante algunos meses de ese mismo año fue coeditor de “El Iris”, periódico literario. Juez de Primera Instancia de Cuernavaca en 1826, Fiscal de la Audiencia de México en 1828, oidor de la misma en el siguiente año, restituido en 1830 al juzgado de Cuernavaca, las vicisitudes de su carrera administrativa corren parejas con las intensas agitaciones políticas del país. En 1829 había fundado en “Tlalpam Miscelánea”. Periódico crítico y literario, que a partir de 1831 comienza a publicarse en Toluca, ya en su segunda época y hasta julio de 1832, bajo el título de “La Miscelánea” ya que Heredia había sido nombrado oidor de la Audiencia de esta segunda ciudad. También en Toluca, en 1834, publica la Revista “Minerva”.

En 1823 recibe el título de abogado en la Audiencia de Puerto Príncipe. De regreso a Matanzas, es denunciado por conspirar contra la dominación española como miembro de los Caballeros Racionales, rama de la orden de los Soles y Rayos de Bolívar, y se dicta contra él auto de prisión el 5 de noviembre de 1823. El Gobierno español condena a muerte a José María Heredia y huye de los servidores del Capitán General Vives. Más tarde viaja hacia los Estados Unidos abordando clandestinamente el 14 de noviembre un navío desde el puerto de Matanzas hacia Boston.

Además de escribir en las publicaciones de las que fue editor, colaboró en diversas divulgaciones del momento: “Noticioso General en México” por los años 1819 y 1820“. Diario del Gobierno Constitucional de La Habana” (1820)“. El Indicador Constitucional” (La Habana, 1820)“, Semanario Político y Literario de México” (1820)“. El Amigo del Pueblo” (México, 1821, 1827, 1828).“Semana rio de Matanzas” (1822).“El Revisor Político y Literario” (La Habana, 1823).“El Indicador Federal” (México, 1825).“El Sol” (México, 1826-1828). “Diario de La Habana” (1829-1833). “La Moda o Recreo Semanal del Bello Sexo” (La Habana, 1829?1830). “El Conservador” (Toluca, 1830-1831). “El Fénix de la Libertad” (México, 1833). “El Reformador” (Toluca, 1833-1834). “Aguinaldo

Se traslada más tarde a Nueva York y visita distintos lugares de los Estados Unidos, entre ellos las Cataratas del Niágara donde escribió su popular “Oda al Niágara”, y allí supo algún tiempo más tarde que había sido condenado al destierro, lo que impedía su regreso a Cuba. Entonces, ya publicada en Nueva York la primera edición de sus poesías que le había dado fama continental. En 1824 entra como profesor de lengua española en el colegio neoyorquino de M. Bancel. En el año 1825 se traslada a México invitado por el presidente de esa na-

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Habanero” (1837), Calendario de las Señoritas Mexicanas para el año... (París, 1838, 1839). “Recreo de las Familias” (México, 1838). “Diario del Gobierno de la República Mexicana” (1839).

poemas se destacan “Oda al Niágara”, “En el teocalli de Cholula”, “A la estrella de Venus”. Su intensa actividad como periodista, miembro de la Legislatura del Estado, orador parlamentario y cívico, catedrático, conspirador, Ministro de la Audiencia, etcétera, en un medio de incesantes convulsiones políticas, lo llevó a una actitud de desaliento, agravada por la muerte de su hija Julia Heredia y el quebranto de su salud.

Tradujo libremente del francés numerosas tragedias. Entre las publicadas en vida del poeta se encuentran “Sila”, tragedia en cinco actos (México, Imp. del ciudadano Alejandro Valdés, 1825), de V.J.E. Jouy, y “Tiberio”, tragedia en cinco actos (México, Imp. del Supremo Gobierno, en Pa!acio, 1827), de J. M. B. Chenier. Y entre las no publicadas en vida del poeta, “Pirro”, de Jolgot de Crebillón; “Abufar o la familia árabe” , de Ducis; “Cayo Graco”, de Chenier; “Saúl” , de V. Alfieri; “El fanatismo” , de Voltaire. No hay seguridad de que sea original suya “Los últimos romanos” (Tlalpam, Imp. del Gobierno, 1829). De entre todas las obras anteriores, parece ser esta última la única que no pudo estrenarse en vida del poeta por razones políticas.

El abril de 1836 le escribe a Miguel Tacón, Capitán General de la Isla de Cuba, una carta en la que se retracta de sus ideales revolucionarios y solicita permiso para volver a su patria, en donde residía su madre. Concedido el permiso regresa a La Habana a principios de noviembre. Sus antiguos amigos, con Domingo del Monte a la cabeza, desaprueban la carta a Tacón y rehuyen su compañía.

Era frecuente que firmara sus artículos periodísticos con solo la inicial de su apellido. En sus comienzos como escritor, utilizó el seudónimo Eidareh. Entre sus

Enfermo y desalentado, embarca de regreso hacia Veracruz en enero de 1837. Pero en México había perdido ya su influencia política, pasando de Ministro de la Audiencia a ser simple redactor del Diario del Gobierno. El 7 de mayo de 1839 muere, víctima de la tuberculosis, en la ciudad de México, en la casa número 15 de la calle de Hospicios, a la edad de 35 años. Es enterrado ese mismo día en el panteón del Santuario de María Santísima de los Angeles, trasladándose sus restos al cementerio de Santa Paula, a los cinco años, y posteriormente, por clausura de esta necrópolis, a la fosa común del cementerio de Tepellac. (http://www.ecured.cu/)

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AL OCÉANO

Y en torno, cual rugiente catarata, Hierven montes de espuma.

¡Qué! ¡De las ondas el hervor insano Mece por fin mi lecho estremecido!

¡Espectáculo espléndido, sublime

¡Otra vez en el Mar!... Dulce a mi oído

De rumor, de frescura y movimiento:

Es tu solemne música, Oceano.

Mi desmayado acento

¡Oh! ¡cuántas veces en ardientes sueños

Tu misteriosa inspiración reanime!

Gozoso contemplaba

Ya cual mágica luz brillar la siento:

Tu ondulación, y de tu fresca brisa

Y la olvidada lira

El aliento salubre respiraba!

Nuevos tonos armónicos suspira.

Elemento vital de mi existencia,

Pues me torna benéfico tu encanto

De la vasta creación mística parte,

El don divino que el mortal adora,

¡Salve! felice torno a saludarte

Tuyas, glorioso Mar, serán ahora

Tras once años de ausencia.

Estas primicias de mi nuevo canto.

¡Salve otra vez! a tus volubles ondas

¡Augusto primogénito del Caos!

Del triste pecho mío

Al brillar ante Dios la luz primera,

Todo el anhelo y esperanza fío.

En su cristal sereno

A las orillas de mi fértil patria

La reflejaba tu cerúleo seno:

Tú me conducirás, donde me esperan

Y al empezar el mundo su carrera,

Del campo entre la paz y las delicias,

Fue su primer vagido,

Fraternales caricias,

De tus hirvientes olas agitadas

Y de una madre el suspirado seno.

El solemne rugido.

¡Me oyes, benigno Mar! De fuerza lleno,

Cuando el fin de los tiempos se aproxime,

En el triste horizonte nebuloso,

Y al orbe desolado

Tiende sus alas aquilón fogoso,

Consuma la vejez, tú, Mar sagrado,

Y las bate: la vela estremecida

Conservarás tu juventud sublime.

Cede al impulso de su voz sonora,

Fuertes cual hoy, sonoras y brillantes,

Y cual flecha del arco despedida,

Llenas de vida férvida tus ondas,

Corta las aguas la inflexible prora.

Abrazarán las playas resonantes

Salta la nave, como débil pluma,

-Ya sordas a tu voz-, tu brisa pura

Ante el fiero aquilón que la arrebata

Gemirá triste sobre el mundo muerto,

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Y entonarás en lúgubre concierto

¿Quién es, sagrado Mar, quién es el hombre

El himno funeral de la Natura.

A cuyo pecho estúpido y mezquino

Tu majestosa inmensidad no asombre? ¡Divino esposo de la Madre Tierra!

Amarte y admirar fue mi destino

Con tu abrazo fecundo,

Desde la edad primera:

Los ricos dones desplegó que encierra

De juventud apasionada y fiera

En su seno profundo.

En el ardor inquieto,

Sin tu sacro tesoro inagotable,

Casi fuiste a mi culto noble objeto.

De humedad y de vida,

Hoy a tu grata vista, el mal tirano

¿Qué fuera? -Yermo estéril, pavoroso,

Que me abrumaba, en dichoso olvido

De muerte y aridez sólo habitado.

Me deja respirar. Dulce a mi oído es tu solemne música, Océano.

Suben ligeros de tu seno undoso

————————————

Los vapores que, en nubes condensados Y por el viento alígero llevados,

INMORTALIDAD

Bañan la tierra en lluvias deliciosas, Que al moribundo rostro de Natura

Cuando en el éter fúlgido y sereno

Tornando la frescura,

Arden los astros por la noche umbría,

Ciñen su frente de verdor y rosas.

El pecho de feliz melancolía Y confuso pavor siéntese lleno.

¡Espejo ardiente del sublime cielo! En ti la luna su fulgor de plata

¡Ay! ¡así girarán cuando en el seno

Y la noche magnífica retrata

Duerma yo inmóvil de la tumba fría!...

El esplendor glorioso de su velo.

Entre el orgullo y la flaqueza mía

Por ti, férvido Mar, los habitantes

Con ansia inútil suspirando peno,

De Venus, Marte, o Júpiter, admiran Pero ¿qué digo? -Irrevocable suerte Coronado con luces más brillantes

También los astros a morir destina,

Nuestro planeta, que tus brazos ciñen,

Y verán por la edad su luz nublada.

Cuando en tu vasto y refulgente espejo Mira el Sol de su hoguera inextinguible

Mas superior al tiempo y a la muerte

El áureo, puro, vívido reflejo.

Mi alma, verá del mundo la ruina, A la futura eternidad ligada.

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CALMA EN EL MAR

Angustias y afanes De la triste vida, Mi llagado pecho Quiere descansar. Astros eternos, Lámparas dignas, Que ornáis el templo Del Hacedor; Sedme la imagen De su grandeza, Que lleve al ánimo Santo pavor.

El cielo está puro, La noche tranquila, Y plácida reina La calma en el mar. En su campo inmenso El aire dormido La flámula inmóvil No puede agitar. Ninguna brisa Llena las velas, Ni alza las ondas Viento vivaz. En el oriente Débil meteoro Brilla y disípase Leve, fugaz.

¡Oh piloto! la nave prepara: A seguir tu derrota dispónte, Que en el puro lejano horizonte Se levanta la brisa del sur; Y la zona que oscura lo ciñe, Cual la luz presurosa se tiende, Y del mar, cuyo espejo se hiende, Muy más bello parece el azul.

Su ebúrneo semblante Nos muestra la luna, Y en torno la ciñe Corona de luz. El brillo sereno Argenta las nubes, Quitando a la noche Su pardo capuz. Y las estrellas, Cual puntos de oro, En todo el cielo Vense brillar. Como un espejo Terso, bruñido, Las luces trémulas Refleja el mar. La calma profunda De aire, mar y cielo, Al ánimo inspira Dulce meditar.

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Estas ganas de escribirte De dónde vienen De dónde viene esta gana De amarte toda Toda entera y desde abajo Cuando miro a tus ojos recostado Y vienes a mi cuerpo para amarlo Me pregunto por qué te quiero tanto Y por qué me asumiste como amado Tantos sueños engendrados De dónde vienen

Este amor que vienes dándome De dónde viene

De dónde viene tanto amor amado

Cuerpos de primaveras encendidas Que vienen a derretir la nieve en las esquinas

Este poema que escribo De dónde viene Tus ojos cuando los miro Parecen negros azulados Será la mar que los mece Y los va coloreando

Este olor a gitanillas De dónde viene Esta Luz que no es de invierno De dónde viene

Ya no quiero preguntarme de dónde viene tanto De dónde tanta risa O de dónde tanto llanto O de dónde vienes tú A sacarme tanto y tanto

En mi pasado veo montañas encendidas Ahora contemplo otra hoguera Son nuestras almas Juntas Unidas Ardiendo como teas 76


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Ya no quiero preguntarme Cómo es que puedo sentirte O tenerte sin tenerte O besarte sin tu boca

Contemplar tu cuerpo de pan recién hecho Girarme de nuevo Pensar Levantarme No ir al baño Sino a mi mesa de cerezo Desde allí me gusta mirarte dormida Hablarte en silencio Mezclarte con mis versos Dirigirme hacia ti de nuevo Acercarme a tus labios A milímetro y medio Y no decirte te quiero Sino oler tu cuerpo Indefenso Con sabor a pan recién hecho Alejarme de nuevo Sentarme frente a mi mar Contemplar mi voz y amar No soñar Ya no hay tiempo que soñar Quizá la mar me llame entonces Seguro que me llama la mar Y yo me acercaré a tu pecho Pero no te diré te quiero Te quiero es nada ya Prefiero comerte Como a mi pan recién hecho

O tocarte sin tu cuerpo Una pregunta sí me hago Cómo es que he estado tanto tiempo muerto

Tienes la comisura perfecta para un beso Te dejo la frase en el oído Reposada Como demorada en el lóbulo secreto No quiero despertarte Te quiero dormida entre olor a pan recién hecho Es sólo un susurro Yo no sé decir te quiero Así A bocajarro Como cuando te descerrajo un beso Para el te quiero soy más sutil Ya no me sirve el te quiero Porque ya el te quiero es poco Y me parece más loco Más de demente como yo Que me intuyas el deseo A mí me gusta así No es suficiente ya te quiero Me gusta verte dormir Acercarme a ti Ponerme a milímetro y medio Y soplarte Me hueles a pan recién hecho Regalarte mi silencio Espolvoreártelo en el cuerpo Girarme Sentarme en la cama Volverme a girar

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Fondo pintura de Antonio Zaballos


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LA LUNA NIÑA

Era una luna niña, tan joven y pequeña que solo se reflejaba en un trozo pequeño de un pequeño estanque. Siquiera cabía una estrella que la acompañara, cuando jugando a ser un iceberg cortaba el agua calmada con sus pequeños viajes. Le seguía una estela de luz, tomara el rumbo que tomara, tal parecía perseguida por una luciérnaga perdida entre diminutos mares. Juega mi niña luna a ser una pirata de cuentos, de esas que usan espadas, banderas de calaveras y en un ojo, el negro parche. Llama a las doradas carpas, su tripulación del estanque y poniendo su voz mas fiera, corsaria de luz pálida, las manda al abordaje. Ellas siguiendo el juego la rodean cómplices sonrientes entre maldiciones de burbujas, dando saltos desafiantes.

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Poema:

Miguel Rubio

FotografÍa: Jesús Cañas, El Fotero” 79


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FOTOGRAFIAS

TEXTOS

Infinitos son los surcos de la vida trazados por el hombre. Llenos de tentaciones, surgen ante ti. ¿Te atreverás a comer de la manzana del árbol prohibido?

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Entre el sol y la niebla, por ocultos senderos, un chispazo de luz abre el camino hacia un refugio mรกgico,

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Dos pinturas para un pintor...

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ace cien años, el escritor vasco Pío Baroja recorrió los pueblos conquenses de Salvacañete, Moya, Cañete y Cuenca. Sobre ésta última dijo: -Luego determiné ir a Cuenca, a la capital que no conocía. La ciudad me gustó mucho y estuve en ella un par de semanas. Bajo el título genérico Memorias de un hombre de acción, se agrupan veintidós volúmenes de novelas, escritas por Don Pío entre 1912 y 1934. En el Tomo V encontramos Los recursos de la astucia, que se compone de dos novelas cortas: La Canóniga y Los guerrilleros del Empecinado en 1823. Escrita en 1915, el autor apuntó: La Canóniga es una historia que se desarrolla en Cuenca. Cuenca es una de esas viejas ciudades españolas colocada sobre un cerro, rodeada de barrancos y llena de callejones estrechos y románticos. No se explica que un pueblo así no aparezca en la literatura de un país, más que suponiendo en ese país una insensibilidad completa para cuanto sean realidades artísticas. La Canóniga es, entre mis novelas, de las más sugestivas. Tiene como cierta vibración de misterio y de odio, que creo que está realizada.

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de sus personajes, por la fuerte caracterización que los individualiza. En ella conocemos la pasión y muerte de Miguelito Torralba o Miguelito Caparrota: calavera, matón, rodador de bandurria y su búsqueda de redención; al mozo Garcés natural de Pajaroncillo. A Cándida, loca y advenediza que intenta apoderarse de la vieja casona. La traición de Sansirgue, el cura corrompido; la firmeza de Gertrudis; la triste historia de la huérfana Asunción; a las dos siniestras divinidades totémicas: el cuervo Juanito y el enigmático y negro gato Astaroth.

Aquella Cuenca que Don Pío conoció, aún tiene tintes medievales. El novelista recorre los adoquines de sus callejuelas, pisa los rellanos de escaleras estrechas, portales oscuros y buhardillas. Admira los balcones volados y la extraña arquitectura. Penetra el taller en el Callejón de los Canónigos, donde se habla de la inestabilidad del hombre, del fugaz placer y de las horas fatídicas en el devenir del tiempo. Se asoma por las angostas ventanas entre sombras de quinqué, para sorprender a sus personajes que salen de las piedras. Conoce lo suficiente a La Canóniga: mujer, bruja y celestina, así apuntala la novela y ella da título a la obra. Novela que es una apasionante y sentenciosa tragedia. La narración de una leyenda popular, contada por Pedro Leguía en 1837, a partir del relato que le hizo un constructor de ataúdes de Cuenca. Y que podría haber recibido el título de cada uno

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Baroja por los rascacielos de Cuenca. Imagen: elmundo.es


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Y volada sobre el Júcar, la altiva presencia de la Casa de la Sirena.

del Júcar y del Húecar, o contemplarlas desde arriba, viendo como en su fondo se deslizaba la cinta verde de sus ríos, era siempre un espectáculo sorprendente y admirable.

Así la describió Don Pío: ...en una calle estrecha, próxima a la Plaza del Seminario, existía por entonces una casa antigua, alta de color gris.

También admirable por lo extraño era recorrerla de noche a la luz de la luna, y, sentándose en una piedra de la muralla, mirarla envuelta en luz de plata hundida en el silencio.

Fue en ese espacio donde el escritor reunió los elementos de la trama, y la descripción de Cuenca es el personaje que marca el ritmo de la novela, a veces desgarrador; otras de incertidumbre ansiosa y romántica. En los párrafos trascritos a continuación se puede apreciar el reflejó del paisaje conquense:

Poco a poco para el paseante solitario y nocturno, este silencio tomaba el carácter de una sinfonía, murmuraban los ríos, estallaba el ladrido de un perro, sonaba el chirriar de las lechuzas, silbaba el viento en la capa de los árboles y se oía a intervalos el cantar agorero del búho como el

-Recorrer las hoces desde abajo, entre los nogales, olmos y huertas de las orillas

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Pío Baroja . Óleo de Sorolla

lamento de una doncella estrechada en los brazos de un ogro en el fondo de los bosques.

En aquellas noches claras, las callejas solitarias, las encrucijadas, los grandes paredones, las esquinas, los saledizos, alumbrados por la luz espectral de la luna, tenían un aire de irrealidad y de misterio extraordinario.

1-Retrato de Baroja realizado por Ramón Casas, se trata de un dibujo al carboncillo y pastel (ca. 1904) en su periodo inicial como escritor

Los riscos de las Hoces brillaban con resplandores argentinos, y el río en el fondo del barranco murmuraba confusamente su eterna canción, su eterna queja, huyendo y brillando con reflejos inciertos entre las rocas.

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Calle Alfonso VIII de Cuenca sobre el año 1910.

La lectura de La Canóniga es un viaje hacia el pasado, a la Cuenca liberal y a la conservadora. Como dijera Carlos de la Rica: -Paradójica Cuenca enfrentada a sí misma en su fatal y mistérico destino. Cuando un escritor convierte una historia en texto, realiza una acción de entrega, porque lo narrado pasa a ser patrimonio de los lectores. Como cuando un mensaje dentro de una botella se echa al mar, nunca se sabe hasta dónde podrá llegar. Así, la obra de Pío Baroja traspasó fronteras y en un campo de Cuba, llegó La Canóniga a manos del joven Alejo Carpentier, en el año 1919.

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que me comunicó cuando empecé a leer, y en El siglo de las luces, quizá pueda hallarse alguna referencia de las Memorias de un hombre de acción.

Alejo Carpentier por Alejandro Cabeza

Quizá sea ocioso el intento de presentar al escritor Alejo Carpentier, sin embargo es necesario trazar un esquema biográfico, para explicar su relación literaria con el español, Pío Baroja.

Desde temprana edad Carpentier lee literatura, se educa musicalmente y en 1921 comienza a estudiar arquitectura. De todo ello quedará constancia en su producción escrita que integra de forma armónica en su narrativa.

Nació en La Habana en 1904 y fallece en París en 1980. Hijo de padre francés y madre rusa. De su padre Carpentier dijo:

En 1923, se incorporó al Grupo Minorista Cubano y explica: -Este grupo respondía fundamentalmente a hombres pertenecientes a una

...era un apasionado de Baroja, pasión

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El barrio de San Martín-Los rascacielos– en el año 1929

misma generación, que sentían la imperiosa necesidad de intercambiar ideas, de informarse lo mejor posible, de cuantas transformaciones se iban operando intelectual y políticamente en el mundo. Hablábamos mucho de Picasso, Stravinski, de poetas nuevos...

en 1927 es encarcelado por el régimen de Gerardo Machado, tras haber firmado un manifiesto contra el dictador.

Esa época fue dificultosa y precaria para Carpentier. Además de ser redactor jefe de la revista comercial: Hispania, escribe una historia del zapato para la publicación oficial de la Unión de Fabricantes de Calzado, y firma como Jacqueline en la sección de modas de la revista Social. Su situación mejora al ser hecho redactor jefe de otra revista importante: Carteles. Pero

En 1923, clandestinamente y con la ayuda del escritor francés Robert Desnos, Carpentier escapa de Cuba en el buque España, que lo condujo a Francia. Comienza así, su larga etapa europea que habrá de durar hasta 1939.

En la cárcel comenzó a escribir ¡EcuéYamba-Ó! Y una vez en libertad condicional funda Revista de Avance, junto a Juan Marinello, Jorge Mañach y otros.

La primera visita de Carpentier a España fue en 1933. Ese año publicó en Ma-

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drid, su novela afrocubana ¡Ecue-YambaÓ! y por derecho de autor el responsable editorial Julio Álvarez del Vallo, le entregó mil pesetas al cubano. Posteriormente Carpentier contó: -Con ese dinero di un banquete a mis amigos. Y fue grata mi visita a la tierra española, sobre todo porque allí trabé amistad con Lorca, Salinas, Marichalar, Pittaluga y otros. Aunque siempre he detestado la vida de café -nunca la practiqué en París- por parecerme una abominable forma de perder el tiempo, de no hacer nada, confieso que pasé muy buenos ratos con García Lorca en la Taberna de Correos En 1934 vuelve a España para asistir al estreno de Yerma de García Lorca, y consigue que la Editorial : cruz y raya, publique Residencia en la Tierra de Neruda.

me la tenía prometida desde hacía muchos años. Soñé con Cuenca por primera vez en pleno campo de Cuba, allá por 1919, al leer uno de los episodios de las Memorias de un hombre de acción de Baroja. Desde entonces me obsesiona el nombre de esta ciudad...

En la primavera de 1935, Carpentier visita por primera vez Cuenca y dio fe de su estancia, en el artículo: En la ciudad de las casas colgadas, que se publicó el mismo año en la revista cubana Carteles y aparece en su libro: Bajo el signo de las Cibeles (Crónicas sobre España y los españoles, 1925-1937) Publicado en Madrid por la Editorial: NUESTRA CULTURA.

Y continúa: Hemos llegado tarde en la noche. Hundo la cabeza en una almohada que huele a tomillo y hierbabuena, sin valor para emprender un primer descubrimiento de la ciudad.

A continuación trascribo algunos fragmentos del artículo por su valor documental y porque su vigencia ilustrativa despierta un obsesivo interés por visitar la ciudad de Las Casas Colgadas.

Los zagales que me sirven un gigantesco vaso de café con leche de cabra se llaman Gregorio y Basilisa. Tienen nombres de príncipes bizantinos. En prueba de incipiente amistad me han prestado todos los perros de la casa. Querían mostrarme le gallinero, pero declino la invitación.

-Llevo treinta y dos horas de viaje. ¡París-Cuenca, vía Burgos-Madrid! Pero es que esta aventura del viaje a Cuenca

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ta un manantial de agua de nieve, helada y tónica, en medio de los cipreses guardianes de silencio. Carpentier observa la forma en que la herencia histórica se manifiesta en el pueblo español y escribió: El pasado de España vive en su presente con una fuerza increíble. La memoria de los arrieros y campesinos de Cuenca está llena de relatos antiguos, de leyendas y tradiciones viejas de muchos siglos. Y ello establece un contraste significativo con una observación que puede realizarse en un campo de Francia. Cuando preguntáis a un campesino francés cuáles fueron los acontecimientos más notables ocurridos en el pueblo en que vive, os narra sucedidos casi contemporáneos: historia del notario, súbdito de Napoleón III, que se volvió loco: aleluya del bandido famoso que asoló la comarca a fines del siglo pasado. Iniciad una investigación semejante acerca de un campesino castellano. Tomará un sorbo de vino, empuñará un bastón con manos sarmentosas y os dirá:

Estoy impaciente por penetrar en la ciudad de las casas colgadas.

Imaginad un enorme peñón de rocas rodeado de precipicios que forman una réplica perfecta del Gran Cañón del Colorado.

-Sabrá usted que cuando los moros estaban en Cuenca, los cristianos entraron en la ciudad, un día de mercado, ocultos bajo pieles de carneros…

En el fondo de esa gigantesca arruga geológica corren mansamente el Huécar y el Júcar. En los bordes superiores del cañón, las erosiones milenarias han tallado una galería de esculturas alucinantes. Estatuas de piedras, de sesenta a cien metros de alto, con figuras de hongos, de naves, de árboles, de reptiles. Hay rostros semejantes a los que pueblan las costas de la Isla de Pascuas. Cementerio de montañas, con cipos, menhires y túmulos. El cañón nace al pie de la ciudad, se aleja de ella, se repliega, regresa, trazando una inacabable cifra 3. Y al fondo de cada semicirco, bro-

Y finaliza su artículo confesando la influencia que ejerció la ciudad de la roca eterna en su persona y lo que de ella, llevará consigo. Recuerdo imperecedero de diez días vividos en Cuenca, de mañanas luminosas en que anduve, casi desnudo, por los desiertos senderos de sus mañanas agrestes!... De ellas he traído el cuerpo quemado y el espíritu lleno de sosiego. ¡Lo necesario para enfrentarse sin temor con los peligros morales y físicos de un nuevo invierno en París!

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U

n nuevo despertar está empe-

zando a abrir las compuertas del mañana y se anuncia con poca alharaca pero bastante fundamento. La forma en que nos mira el futuro empieza a ser inquietante de lo tentadora que resulta. La bestia parda de nuestro pasado empieza a domeñarse, poco a poco se van descorriendo los velos de las sinrazones múltiples que nos acechan desde nuestra almohada y la vida empieza a fluir, por fin. Celestes contemplamos la tierra, y celeste nos devuelve la mirada cuando, también poco a poco, vamos entendiendo que el planeta requiere de nosotros y, menos, al revés. La suerte está echada... Comienzan a emanar los perfumes de la verdad, el bien y la belleza...¡Alto, alto! Como se decía en “El retablo de Maese Pedro”, de Falla, “¡Llaneza, muchacho!”. Las florituras queden pues para el siglo XXII o XXIII.Lo que no deja de ser cierto, a todas luces sin remedio, es la decadencia de los modos, métodos y usos de aprovechamiento del potencial humano en vigor. Habrá que

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echar mano de otras bondades y plácemes para reemplazarlos.

Otra sensación dominante, en paralelo a lo anterior, es el poco recorrido, o poco fuelle, de las políticas de asignación de recursos escasos, la economía de la política en general está de capa caída. En general, las ciencias humanas siguen siendo un fiasco notorio, en cuanto a resultados en comparación con sus hermanas de las ciencias duras. Sigue estando en plena vigencia la necesidad de una profunda reforma de estas ciencias. ¿Con estos mimbres, qué cestos podemos trenzar? Hay razones para el pesimismo más absoluto y al mismo tiempo razones para un moderado optimismo, que puede llegar a ser de carácter bien intenso. Las señales de partida son múltiples, tanto procedentes de la ciencia como de la vida cotidiana, de la economía o de la religión, del arte o de la literatura. Estamos en un inicio de siglo que se caracteriza, a diferencia de los dos que le preceden en la era contemporánea, por el aura pacífica, en términos generales y colosales, quiero decir. No niego que el terrorismo, por ejemplo, sea una lacra violenta de nuestro siglo, pero no estamos incursos en una guerra de todos contra todos, homérica y devastadora como sí ocurrió tanto al inicio del XIX como del XX. Las ciencias y las artes florecen, tanto en Occidente como en Oriente, de una manera sin par en la historia. Los resultados a día de hoy puede que no sean tan brillantes como en otras épocas pero hay que dejar que las cosas entren en sazón.

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El terrorismo de raíz islamista es uno de los focos de convulsión política, social y económica, más importantes de nuestro inicio de siglo XXI. En la imagen un combatiente libio de una de las múltiples facciones en que se ha escindido el país tras el derrocamiento del líder Gadaffi.


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Tengo fe en que se esté forjando un futuro a medio plazo de posibilidades y aperturas inapelables y de muy vasto alcance. Las ciencias biológicas y las computacionales parecen ser, hogaño, las abanderadas del progreso material. Sin abandonar la biología, la ecología ofrece soluciones a problemas que se arrastran de tiempo atrás y parece que, poco a poco, las políticas adecuadas se empiezan a implementar para mantener a este nuestro planeta a salvo de la destrucción a cargo de la especie humana. El avance moral, lento indicador de la evolución de nuestra especie, no cesa de progresar, a defecto de ilusiones ópticas que nos pueden hacer pensar lo contrario. Basta con echar una ojeada a los índices de criminalidad de los últimos cien años. Bien es cierto, que en Occidente, siempre sometido a crisis económicas periódicas propias del capitalismo, el estado del bienestar lleva asentado unos cuantos decenios, y aunque dé signos de cansancio prematuro, no ceja por ahora. Creo que la robotización y automatización que se prevén en la economía del mundo desarrollado para los próximos años llevará a adoptar perspectivas de política económica radicalmente distintas a las vigentes en los últimos veinticinco años.

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La Revolución Rusa es uno de los ejemplos más claro de cómo la economía, concretamente las obras de Marx y el marxismo, pueden influir en sucesos de índole política, sociológica e histórica. La iconografía soviética es especialmente rica y variada viéndose aquí un ejemplo de ella.

En sociedades capitalistas, como las que previsiblemente vamos a seguir habitando en los próximos años, el consumo es la base de la economía y la pérdida de puestos de trabajo, que irá en progresión geométrica, no parece indicar que se deba persistir en la misma visión económica. Nos dirigimos a marchas forzadas hacia sociedades del ocio cuasi permanente. Y, a menos de volver a una sociedad esclavista, cosa que contradice la lógica del capitalismo, veremos pronto soluciones del estilo de la renta básica universal.

Igualitarismo y libertad no siempre se han llevado de la mano. Ahora parece llegado el momento de encontrar una imbricación adecuada entre ambos polos.

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Está llegando la hora de ser, según la famosa disyuntiva de Erich Fromm en “Tener o ser”. Realmente la hora auroral que acecha puede ser tanto proclive a la pesadilla como a la mejor de las ensoñaciones. Ante tal disyuntiva yo me inclino por buscar el mejor de los mundos posibles en nuestro ser, puesto que, repito, está ya al alcance de la mano. La verdad sea dicha, en favor de nuestro futuro como especie hemos ido acumulando réditos antiguos que nos surten desde la religión, como el más antiguo de los mimbres de este cesto, hasta la ciencia, pasando por la política, la economía y el arte en general. Así, hace ahora dos mil años que surgió un nuevo movimiento espiritual, tanto en Occidente como en Oriente, prácticamente sincronizados, siglo arriba, siglo abajo, que aquí en nuestra casa occidental daría lugar a la idea del alma.

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Eric Fromm fue psicoanalista, filósofo y psicólogo social. Discípulo de Freud, se fue apartando progresivamente de su ortodoxia debido a su pertenencia a la Escuela de Francfort que intentaba una síntesis entre psicoanálisis y marxismo. En "Tener o ser", Fromm analiza la sociedad de nuestro tiempo y sus principales males


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Spinoza

Idea motriz, de gran vuelo y enormes consecuencias tanto espirituales como filosóficas, que sería, corriendo los siglos el germen tanto de la libertad individual, por la emancipación del yo que provoca, como una de las patas de la revolución científica barroca, a partir de Descartes y Spinoza. ¿Qué decir de la ciencia que en apenas cuatro siglos ha dado completamente la vuelta a la situación del hombre en el mundo? Sus consecuencias para la vida material, vía tecnología han sido y son espectaculares.

René Descartes y Baruch Spinoza son los representantes más conspicuos de la escuela filosófica idealista del sigo XVII. Ambos allanaron grandemente el camino a la revolución científica que se estaba gestando en la Europa de aquellos años. Mantuvieron correspondencia científica con muchos sabios contemporáneos suyos.

En política tuvimos, desde el Siglo de las Luces, una irrupción de savia nueva, encarnada en la burguesía dominante, que a días de hoy todavía ofrece muchas posibilidades y desarrollos futuros. La economía que había sido una rama del saber inexistente durante tanto tiempo, ha propiciado en los dos últimos siglos revoluciones ideológicas y políticas de signos opuestos y contradictorios, pero bien vitales. En el arte hemos pasado de un largo periodo canónico y bien estructurado a la irrupción de la libertad creativa y al predominio del mercado del arte sobre la mercancía-arte, que está en un punto de ebullición del que no sabemos cómo evolucionará.

Descartes

Todas estas tendencias, y otras que no menciono, nos hacen acumular réditos de no escaso valor para intentar, desde esta base bien o mal estructurada, poco o mucho 100


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Portulano del Atlas Catalán, conservado en la Bibliothèque Nationale de Paris, de Abraham Cresques, señero representante de la Escuela Cartográfica Mallorquina. Se abre el mundo y se cierra el pasado, es una buena representación de la apertura del futuro que tenemos que emprender.

asentada y bien poliforme, intentar, decía, el gran salto adelante que nos permita conquistar nuestro futuro y salir adelante.

Y los asteroides...fuente inagotable de minerales y materias primas. La minería espacial acabará por tentarnos, a nosotros o a nuestros hijos.

Como hemos salido adelante en tantas otras encrucijadas históricas y protohistóricas. Se me viene a la mente el paso al Neolítico, caracterizado por la invención de la agricultura y la ganadería.

Volviendo a la Tierra, quedan indudablemente muchas cosas por trabajar y por perfilar antes de poder contribuir con nuestro granito creativo a la labor de crear una ociosfera que cubra al planeta.

Y tengo a la vista, que en nuestro siglo, se ha desarrollado o se está desarrollando la acuicultura a nivel masivo, ya algunas especies marinas provienen para nuestra mesa casi exclusivamente de piscifactorías.

Porque creo que ese será nuestro nuevo índice de producción, el creativo, y la creación tiene múltiples vertientes y está, sobre todo, al alcance de todas las mentes y de todas las manos.

¿Este paso no es el equivalente, en menor escala, a la invención de la ganadería? La ganadería del mar...

Seremos sociedades creativas, de lucidez relativa como casi siempre a lo largo de la Historia, con puntas y simas a muy escasa distancia unas de otras.

Signos precursores de nuevos tiempos...Stephen Hawking nos anima a salir de la Tierra, a colonizar el espacio. Los primeros pasos están dados, falta tomar impulso y tendremos colonias en la Luna y en Marte.

Pero siempre con el afán de superación que nos ha caracterizado como especie desde eones atrás. Desde que descendimos del árbol hasta que volvamos a escalar el nuevo árbol de la ciencia.

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La adicción sexual, también llamada dependencia sexual, hipersexualidad, ninfomanía (en mujeres), satiriasis, comportamiento sexual compulsivo o compulsividad sexual, se refiere al fenómeno en el que los individuos son incapaces de controlar su comportamiento sexual entrando en un conjunto de conductas sexuales anormales que afectan a cualquier aspecto de la vida diaria (relaciones, economía, trabajo...), buscando la satisfacción en la autoestimulación o masturbación compulsiva, o con múltiples parejas sexuales en una noche, así como varias parejas sexuales a la vez, o usando la pornografía, el ciber sexo, la prostitución, el exhibicionismo,el voyerismo, etc. Con el único fin de satisfacer un intenso e irrefrenable deseo sexual. Se calcula que el 8% de la población total de hombres y el 3% de las mujeres serían adictos al sexo. Aunque se pueda bromear con el término, la adicción al sexo es un problema psicológico que puede traer graves consecuencias sobre la vida y las relaciones sociales de quienes la padecen. La adicción al sexo se considera en psicología, un trastorno de la personalidad, considerándose una adición grave por sus consecuencias y afección. Si podemos comprender que ludópatas o alcohólicos deberían de prescindir de juego o alcohol, también podríamos entender que los adictos al sexo o consumidores compulsivos de comida (bulímicos) no pueden erradicar absolutamente esa adicción, pues comida y sexo son necesarios en su razonable medida. Los adictos al sexo, contrariamente a lo que pueda creerse, no viven placenteramente esta sexualidad ya que su comportamiento responde a un impulso, a una necesidad de la que no son capaces de controlar,llegando en muchas ocasiones a sentirse avergonzados y arrepentidos tras realizar su conducta sexual, que-

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dándose con una sensación de vacío. Estos individuos no consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que esta es problemática. La persona llega a tener conductas sexuales que van en contra de su moral, lo que le puede llevar a vivir una doble vida basada en el engaño y la mentira. Es relativamente fácil volverse adicto al sexo en algún momento de la vida, pues representa placer y genera una reducción importante de la ansiedad, sin poder considerarlo patología al no afectar a los ámbitos importantes de la vida y tener una duración relativamente breve y un cierto control. Los casos considerados patológicos suelen darse en personas con muchas represiones en la infancia y con una educación sexual enfocada hacia lo negativo, a evitar embarazos, pensar en el pecado, sentirse sucios o en lo que van a pensar los demás. Mucha gente crece con esa educación y cuando se inicia en el sexo, mezcla su moral puritana infantil con la libertad del pensamiento adolescente creando ansiedad por el choque de los sentimientos románticos y los pensamientos sucios del sexo carnal. Cualquier deseo no satisfecho puede convertirse en obsesión hasta que llega a realizarse, fomentando el pensamiento intrusivo y perdiendo el control sobre el acto e invadiendo la conducta controlada. Esta conducta sexual termina siendo utilizada como un mecanismo cir, se utiliza sensaciones tensión, ansiemás que como una ma-

de evitación, es depara “escapar” de desagradables, como dad o malestar físico nera de procurarse placer.

Es muy habitual, aunque no determinante ni condición indispensable, que en estas personas se dé una infancia con problemas y con ambientes familiares muy desestructurados, (Investigaciones muestran que un 60% de los adictos sexuales fueron abusados en su infancia).

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La psicoterapia consiste en tratar al adicto de manera individual para detener las conductas, controlar los impulsos y cambiar los hĂĄbitos. La persona adicta al sexo mantiene una actividad sexual excesiva, habitualmente promiscua e incontrolada. AdemĂĄs, suele presentar las siguientes caracterĂ­sticas:

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Problemas de control de impulsos, falta de concentración, obsesión, adición a drogas, gasto excesivo de dinero, etcétera. La satisfacción sólo la obtienen en el momento, sintiéndose posteriormente culpables por haber mantenido la relación.

manera intrusiva. No es capaz de controlar su impulso sexual.

Promiscuo, su conducta sexual es ocultada mediante engaños y mentiras. El tiempo dedicado a la búsqueda de sexo le puede llevar al aislamiento, además de traerle problemas económicos y familiares.

Persistente en su conducta a pesar de las consecuencias negativas. Tienen pensamientos sobre temas sexuales casi de forma constante y de

Presenta malestar similar al

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síndrome de abstinencia cuando no consigue mantener relaciones sexuales.

cuente que la toma de conciencia venga a raíz de problemas que su conducta les termina produciendo o porque se ha intensificado hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla.

Los adictos sexuales frecuentemente no entienden su modo de actuar y pocas veces son conscientes de su problema, para ellos puede ser un modo de amar o una necesidad más que tienen, normalizando y racionalizando su conducta como si se tratara de una necesidad vital como el “comer cuando se tiene hambre”. Es fre-

Los investigadores comprobaron la eficacia de sus criterios a la hora de diagnosticar adicciones sexuales en más de 200 personas con distintos problemas de

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salud mental, y consiguieron diagnosticar correctamente al 88 por ciento de los pacientes. Además, encontraron que la mayoría de individuos con desorden hipersexual sufrían las consecuencias de su enfermedad: el 17 por ciento había perdido su empleo al menos una vez, el 39 por ciento había finalizado una relación sentimental y el 28 por ciento había contraído alguna enfermedad de transmisión sexual. La conducta hipersexual se relaciona con una mayor perturbación emocional, impulsividad e incapacidad para manejar el estrés".

Los resultados también revelaron que el 54 por ciento de los afectados se habían dado cuenta de tener una conducta sexual anormal antes de los 18 años, y un 30 por ciento lo había constatado durante la época universitaria, entre los 18 y 25 años. Además, las conductas más repetidas entre los pacientes incluían la masturbación y uso excesivo de pornografía, seguidas del sexo consentido y el cibersexo. Estas personas tenían relaciones con trabajado-

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ras sexuales y repetidos encuentros con parejas anónimas, con una media de 15 compañeros sexuales en los últimos 12 meses.Pero, ¿qué lo provoca? Ningún experto puede ponerse de acuerdo sobre por qué algunas personas se vuelven adictas al sexo pero, cada vez más, apoyan la teoría de que la adicción al sexo puede estar relacionada con una anormalidad bioquímica o ciertos cambios químicos en el cerebro. Al igual que existe un mecanismo de supervivencia y recompensa en nuestro cerebro respecto a la comida o las drogas, puede existir una vía común respecto al interés por el sexo. Algunos estudios han apuntado a que las lesiones en la corteza prefrontal medial del cerebro dan lugar a comportamiento sexual compulsivo. A diferencia de otras adicciones, en ésta no se le puede alejar por completo al enfermo, pues tiene que aprender a disfrutar de su sexualidad de manera sana y sin sucumbir a sus conductas compulsivas. “Tienen que mantener un nivel de prácticas sexuales y de deseo. Eso se logra con nueva educación sexual aparte del control de impulsos. No sólo es que la persona tenga una vida sexual, sino que tenga una vida sexual lo suficientemente satisfactoria para que no tenga que volver a sus conductas”,

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La Real Fábrica de Vidrios y Cristales de la Granja fue una manufactura real construida en el Real Sitio de San Ildefonso en el siglo XVIII, un sitio con encanto, el mejor y más idóneo para acoger a un gran artista Tapio Wirkkala. La colección Kakkonen, mas de 200 piezas, obras de vidrio y de plata con madera creadas por el gran maestro Finlandés para las compañías Littala y Kultakeskus, que forman parte de una gran colección de la familia con motivo de la celebración del centena-

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rio del nacimiento de este genio del vidrio. No podríamos entender su obra sin decir que nace en Finlandia, país que por su naturaleza maravillosa, abundante y llena de lagos, bosques, pantanos e islas en la que la naturaleza de cada estación es un canto a la vida a pesar de su riguroso clima. Tapio Wirkkala, con el suave movimiento de la gubia en la madera consigue moldes de gran formato, curvas y contracurvas que en cada movimiento sale a la luz el renacer de la naturaleza, moldes que luego serán los que darán, vida a sus formas en el cristal. La simbiosis que forma como pareja con su esposa Ruth Bryk, gran artista de la cerámica, es la perfecta, los dos tienen como tema de trabajo el cristal y la cerámica, y el fuego haciendo ese papel protagonista, fuego sagra-

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do donde se funden los elementos químicos, donde aparece la alquimia sagrada para explosionar en la forma, es escultor ante todo, esculpe la naturaleza, y uno de los grandes exponentes de la industria artística finlandesa, no sólo trabaja el vidrio, trabaja la cerámica y la madera, logrando sobre todo complementar los elementos entre sí. El complemento de la madera con plata es de una gran exquisitez y de una gran variedad para uso de objetos en el hogar, logra con sus diseños en los años 50 y 60 elevarlos a la categoría estética de arte mayor.

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El nombre de la exposición UN POETA DEL CRISTAL Y LA PLATA, ha sido extraído de una revista norteamericana, INTERIORS, publicada en los años 50, yo diría ahora que no sólo es un poeta de esas formas si no un gran avanzado del diseño, lo compararía a un gran pintor El Bosco otro avanzado de su época, Wirkkal es un observador profundo del entorno a la hora de crear, aire, fuego y tierra, son sus grandes aliados. Tapio Wirkkala, es un referente para grandes ceramistas del siglo pasado, los jarrones llamados de formas blandas, muy en boga en los años 80, aunque ya los encontramos en la cerámica japonesa, Wirkkala les da ese movimiento que unido al sonido de la pureza del cristal, nos lleva a soñar con la música de Vivaldi, talentoso en todos los sentidos hombre que le gustaba viajar e investigar en fábricas de porcelana, vidrio cerámica etc. Participa en grandes exposiciones, certámenes, Bienales Trienales, llegando al reconocimiento internacional, sus piezas empiezan a ser adquiridas por grandes coleccionistas de arte, las piezas muchas de ellas son objetos de arte únicos, de una belleza espiritual que lleva al diseño Finlandés a la más alta expresión, no hay finlandés que no tenga en su hogar una pequeña pieza de Wirkkal, sus obras artísticas utilitarias son apreciadas en muchos hogares, la pureza del cristal, la madera con plata no hacen más que embellecer una mesa, que para todos es más que original, es casi ceremonial ,comparada solamente a la ceremonia del té Japonesa, cuando realizan una pieza de Rakú, el fuego siempre presente al que se rinde el artista, y espera con humildad la salida de la obra de arte del horno. El sopla el fuego le da vida a la composición en la que juega un papel importante la sílice, los duendecillos acompañan a Tapio en ese baile del juego para dar vida a una obra que es un don de la naturaleza. En un apartado de su catálogo dice "El pertenece al mundo y el pertenece a él", yo diría que "El pertenece al fuego- y el fuego pertenece a él", gracias a la Real Fábrica de Cristales de la Granja, por tan magnífica muestra, de uno de los creadores más significativos de Finlandia.

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A

En aquellos tiempos los propios médicos desaconsejaban los baños pues pensaban que el agua ablandaba el cuerpo al abrir los poros facilitando la entrada de las enfermedades. Esto era así que incluso pensaban que los ríos eran especialmente peligrosos para las mujeres pues si algún hombre o alguna de sus ropas estaban manchadas de semen y se sumergían en el arroyo, la probabilidad de que una mujer quedara embarazada por contacto era altísima al poder entrar el esperma por los poros de la piel. Esto no era un pensa-

ntes de entrar en materia (y nunca

mejor dicho) una advertencia a todos aquellos que seáis un poco escrupulosos con la higiene: no continuéis leyendo. Me centraré en el conocido como Siglo de Oro, la época de Don Quijote, un hidalgo que casi nunca se lavaba y aunque pudiera parecernos que era debido a que Cervantes quiso darle un aire un poco “guarro” al personaje, nada más lejos de la realidad.

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Perfumes siglo XVII. Museo del Perfume. Milรกn.

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Anciana despiojando a su nieto, óleo sobre lienzo de Esteban Perez Murillo. Munich, Alte Pinakothek.

miento aislado y de gente inculta pues el propio Lope de Vega no dudaba de ello y en una carta que escribió al Duque de Sessa le comentaba que un convento de Portugal tuvo que cambiar de ubicación al estar junto a un río, y en él se lavaba la ropa interior de los frailes observando que las mujeres del pueblo cercano, quedaban preñadas al beber el agua de la corriente.

cial. No, no voy a decir que los aseaban más sino todo lo contrario. En el siglo XVI pensaban que los bebés era totalmente porosos y nada más nacer se les bañaba para limpiar la sangre adherida tras el parto y después se les aplicaba por toda la piel sustancias que taparan sus poros: desde aceites hasta sal, desde cera hasta cenizas de cuerno de becerro. El propio rey de Francia, Luis XIII, tras el parto no se vol-

El caso de los recién nacidos era espe-

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Ilustración de Joan Mundet correspondiente a “El capitán Alatriste”

vió a lavar hasta la edad de los siete años. Y si alguien se “atrevía” a bañar a un niño… nunca, nunca con agua fría, pues sino dejaría de crecer desde ese mismo momento.

ca no podía estar sin bañarse durante años. Pues sí, algo hacían, se limpiaban en seco frotándose la piel con telas para después rociarla con algún perfume que disimulara el olor, como el ámbar, la algalia y el almizcle. Y quizás alguno se pregunte ahora cómo hacían para ponerse el perfume si no se había inventado el pulverizador. Ni cortos ni perezosos elegían a una criada (eso sí, con fuertes pulmones) para que con la boca llena de agua perfumada se la

… Y como hay que hacer caso de lo que dicen los médicos, la higiene era escasa, por no decir nula. Supongo que os preguntaréis que algo debían de hacer, que una persona aunque fuera en aquella épo-

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Leonardo da Vince, inventó un excusado

Explorando los genitales en el siglo XVI

lanzara directa a la cara de la señora. La cara nunca se lavaba (se quitaban la mugre con un trapo) pues hasta el siglo XVIII se pensaba que el agua les podía perjudicar la vista, provocar dolores dentales e incluso resfriados. En las manos y la boca utilizaban agua rebajada con vinagre o vino, pero el resto del cuerpo, el no visible, nunca entraba en contacto con el agua pues pensaban que la ropa interior absorbía las impurezas. Era mejor mudarse con frecuencia que lavarse. Con esto no quiero decir de que no quisieran estar limpios ya que su concepción de limpieza era otro diferente al que todos pensamos en la actualidad, implicaba mostrarse limpio aunque no se lavaran y es por eso que debían mantener su ropa limpia y cambiarla frecuentemente. Por tanto, llevar una camisa siempre blanca y un traje resplandeciente era considerado como signo de aseo, aunque nunca se tomara un baño. También se pusieron de moda los guantes

perfumados (los fabricados en España eran especialmente valorados) que se regalaban para “quedar bien”. El aliento tampoco debía de ser muy agradable, las frecuentes caries y alteraciones bucales debían provocar una fetidez importante. Para ello, durante los siglos XVI al XVIII usaban una pasta muy blanca a base de almidón y azúcar (alcorza) con la que hacían grageas. Pero también utilizaban otro líquido mucho más barato aunque no tan agradable como colutorio, la orina, utilizada en la antigüedad desde que Hipócrates explicara sus bondades: curaba las enfermedades de los ojos, las quemaduras, las supuraciones de los oídos, las úlceras, las llagas de los genitales… Incluso se utilizaba para saber si una mujer estaba embarazada. ¿Cómo? Pues ahí va la explicación: La mujer que quería conocer su estado de gravidez orinaba en un recipiente de

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Cabllero con guante perfumado. Oleo de Ticiano. Museo de Louvre. París

barro en el colocaban una aguja por la noche. Al día siguiente, si la aguja tenía manchas rojas, la mujer estaba embarazada. Las inglesas eran un poco más brutas y utilizaban la orina de su marido ingeriéndola durante el parto para evitar así problemas médicos en el futuro.

panaderos que elaboraban su pan cerca de una fábrica de cerveza, usaron su levadura para producir el pan, pero muchos panaderos utilizaban orina en su producción hasta que en 1887 pudieron disponer de una levadura fresca.

Así es que cuando compréis el pan, aseguraros antes si hay una fábrica de cerveza cerca

Pero aquí no acaba la utilización de la orina (aún hay más). A partir de 1880, los

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UN LUGAR PARA VISITAR

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Ubicado en un lugar privilegiado, el Balneario de Baños de Vilo llegó a ser considerado en los siglos XVIII y XIX como uno de los más importantes de Andalucía.

ciones adosadas si bien a causa de problemas relacionados con la propiedad del Balneario, sus instalaciones poco a poco se fueron deteriorando hasta quedar en total abandono. En el año 1907 una tormenta arrasa las instalaciones del edificio termal. Y es a partir de los años 90 cuando el propio Ayuntamiento de Periana se interesa por su remodelación para ser recuperado como un lugar de relax y disfrute de sus aguas curativas, ya que según se desprende de los estudios analíticos, mantiene su composición química y por tanto sus propiedades terapéuticas.

No se caracteriza este balneario por una marmórea construcción, tan sólo una poza de brocal esculpido hace más de mil años y la sensación de retroceder en el tiempo. Medio oculto por la fuerte vegetación y las muy abundantes aguas de sus contornos, continúa la poza de Vilo, derramando aguas sulfhídricas, magnésico-cálcicas y nitrogenadas a la constante temperatura de 21º centígrados, específicas para ales de la piel y el herpetismo.

Baños de Vilo es uno de los atractivos potenciales del turismo de salud en un municipio con una gran riqueza paisajística y medioambiental que lo hace único para disfrutar de unos días de relax en pleno contacto con la naturaleza. Lo cual es de agradecer puesto que en su época, los baños en una ciudad simbolizaban bienestar económico y prosperidad, además de facilitar la purificación del cuerpo antes de la oración como obligan los preceptos coránicos. Los baños eran un elemento clave en el mundo musulmán

Según recogen los historiadores, en 1828 se inaugura un edificio con habita-

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l castillo, que entonces se llamaba de Gafiq, ya existía a finales del s. X y era obra musulmana levantada sobre una anterior de época romana. En aquel entonces, consistía en un amplio recinto de tapial y planta ligeramente ovalada, defendiendo una elevación del terreno, rodeado casi en su totalidad por un meandro del arroyo Caganchas y de la que sobresalían varias torres albarranas de las que hoy día se conservan dos (una de ellas con pozo interno) modificadas en época de los Sotomayor.

Fotografía: Eduardo J. Ramos

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Dicha fortaleza pasó definitivamete a manos cristianas tras la toma de Córdoba por Fernando III el Santo en 1236.

zó Don Gutierre las obras del nuevo y espectacular castillo, obra maestra del Gótico tardío-Renacimiento en la comarca, reflejo del gran papel que estos señores desempeñaron como mecenas de la arquitectura y promotores del arte.

En la segunda mitad del siglo XV Juan II otorgó estas tierras a Gutierre de Sotomayor, Maestre de la Orden de Alcántara, permitiéndole construir un castillo, con el objeto de convertirse en la residencia de los condes de Belalcázar. En 1450 comen-

Se levantó en la parte mas alta del cerro que rodea la primitiva muralla musumana (de la que aun quedan restos). Esta nueva

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Fotografía: Eduardo J. Ramos

construcción es de planta trapezoidal, con una enorme Torre del Homenaje dominando su fachada oriental y ocho torres mas pequeñas, de planta cuadrada, ocupando 4 de ellas las esquinas e intercaladas entre las mismas las restantes. Al contrario de lo que citan algunas fuentes, dichas torres no son idénticas ni están intercaladas a mitad de los muros. Todas, aunque de misma altura, son de tamaños distintos y distinta orientación a las que tienen mas próximas, creando una curiosa planta en la que ninguna cara externa de dichas torres sigue la línea de sus adyacentes haciendo que algunas sobresalgan mas que las otras de su perímetro y en distintos ángulos. Aprovechando el espacio externo entre dos de esas torres, Don Francisco de Zúñiga construyó en fecha mas tardía (1546) el palacio renacentista que ocupa la esquina sureste de la fortaleza, del que todavía se conservan preciosas ventanas con decoración plateresca.

Fotografía: Eduardo J. Ramos

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La excepcional Torre del Homenaje, con sus 45 metros de altura, el mas alto de los donjones patrios, es de planta cuadrada hasta los dos tercios, donde redondea sus esquinas a través de unas pezuñas esquineras similares a las de la Torre del Clavero en Salamanca. Su interior alberga cinco plantas mas sótano y en su parte superior está recorrida por ocho garitas, cada una de ellas decorada con el escudo pétreo (fajas jaqueladas) de los Sotomayor.

Fotografías: Eduardo J. Ramos 126


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El castillo inició su declive durante la Guerra de Independencia, en la que tropas francesas lo ocuparon siendo sitiadas infructuosamente por un contingente británico en 1811. Los galos, removieron el almenado y parapeto del adarve en su totalidad para evitar que se convirtiera en peligrosa metralla para los defensores en caso de recibir impactos directos de la artillería británica. Sorprendentemente el resto del castillo, hecho en dura sillería granítica, aguantó bastante bien el ataque artillero. Hoy día es propiedad de la Junta de Andalucía y está a la espera de una rehabilitación más que necesaria.

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En la España de 1975 Martín Heredia tiene 10 años y sufre una extraña enfermedad degenerativa que está corroyendo sus huesos por completo. Los médicos no tienen nombre (ni cura) para ese tipo de cáncer. Su aspecto es extremadamente delicado y cualquier golpe o caída puede tener consecuencias fatales por lo que la familia se encarga de ayudarlo a moverse y el niño siempre tiene que estar acompañado por alguien.

despierta una desconfianza instintiva en Juana, la madre de los niños, pero como no tienen otro sitio a donde ir acceden a la hospitalidad del anciano y deciden pasar la noche allí. Al día siguiente, ante la sorpresa de todos, Martín baja las escaleras de la casa sin ayuda de nadie, mostrando una aparente mejoría de su salud que se verá confirmada por otras en los días siguientes. Sin embargo, poco a poco comienzan a ocurrir situaciones cuanto menos inquietantes. Una plaga de langostas se desata en la Loma Santa y el padre de Martín tiene una visión de un hombre con cabeza de saltamontes. A esta plaga le siguen una de ranas y otra de piojos. Por otra parte, parece que los ángeles están presentes de forma inquietante (y no sólo simbólica) en el entorno. Frente a la casa de Ezequiel aparece de pronto una figura de un ángel de granito, Chitriel, el azote de Dios, erguido sobre una columna. Cuando Luis, el padre del niño, le pregunta a Ezequiel para cerciorarse de que el ángel no estaba ahí el domingo anterior, cuando los Heredia llegaron, Ezequiel le confirma que no estaba y con voz misteriosa añade que se ha puesto ahí él solo. Días más tarde, ante la incrédula mirada de Luis, el Ángel se moverá ligeramente.

Aconsejados por sus vecinos (y gracias a una colecta que estos realizan para costear los gastos), los Heredia deciden trasladar a Martín desde Barcelona a Torremesina, un Santuario inaugurado por el rey Alfonso XIII en 1919 tras las apariciones de la Virgen. El lugar tiene fama por sus milagros y todos los Heredia (menos su hermana Sandra, que es descreída) ponen toda su esperanza en que la Virgen cure a Martín. La familia emprende el viaje en coche y cuando llegan a la Loma Santa, una especie de urbanización de casas de granito a media hora del Santuario, les sorprende la desolación y atmósfera inquietante del lugar. Un fuerte chaparrón los deja aislados en el coche hasta que aparece Ezequiel, un anciano que los conduce a su casa. Ezequiel es el único habitante de la Loma Santa y su casa tiene una decoración de lo más peculiar e intrigante. Sin embargo lo que más llama la atención de los Heredia son los doce cuadros que decoran las paredes: de un lado 6 ángeles y del otro 6 demonios. Todo esto

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¡Un desafortunado matrimonio! ¡Una inquietante infidelidad! ¡Un amor largamente esperado! Jean Pierre Fontaine, famoso director de orquesta, se encuentra inmerso en un peligroso y resbaladizo terreno que podría acabar destruyendo tan brillante carrera en la élite del mundo musical; marcando negativamente su futuro, aun con peligro de la propia vida. El amor, el odio, la venganza, la pasión…, son algunos de los sentimientos que mueven los hilos de la enmarañada existencia de los personajes de esta apasionante novela. Hombres y mujeres dominados por los errores del pasado y el continuo miedo al futuro. Sumergidos, cada uno de ellos, en una personal lucha contra su propio yo.

Todo ello envuelto en la mágica belleza que derrocha y nos regala la hermosa ciudad de París, donde cualquier cosa parece tener cabida, pudiendo llegar a hacerse realidad. «La citè de l’amour», bien podría convertirse en «La citè de la morte». ¿No existe apenas un paso del amor al odio?

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"El color de la ira" es un libro que narra la Guerra Civlil Española en Teruel con fotografías inéditas de la ciudad, del entorno y de dos personajes vinculados a la medicina, pues ambos eran médicos. Uno de ellos, el Dr. José Castañer y Rue era mi padre. Nacido en Valencia, donde estudió y montó su clínica en la calle de la Purísima de la Capital del Turia, fue militarizado y formó parte del ejercito republicano como sanitario. Fue destinado con su batallón en diferentes frentes de Aragón hasta el final de la Guerra. Al terminar la contienda, y ubicado en la provincia de Teruel, fue médico y Alcalde de Santa Eulalia del Campo donde ejerció durante varios años, hasta que por oposición se hizo inspector de la Seguridad Social y como tal organizó los hospitales de Calatayud, Vigo, etc.,

siendo uno de los pioneros de la Seguridad Social. El otro protagonista el Dr. José Moreira Casal, médico de Villagarcia de Arosa, ejercia como tal hasta que la denuncia del sacerdote del pueblo le llevó al destierro. El lugar fue precisamente un pueblecito de la provincia de Teruel: Alfambra. Este destino forzado fue una autentica tortura. Separado en la distancia de su mujer y sus hijos, tal situación llevó a la destrucción personal. Ha sido objeto de múltiples homenajes reconociéndose sus grandes valores no sólo científicos sino también humanos. Este libro se ha realizado con intención neutral exponiendo testimonios de ambos lados con el deseo de que algo asi nunca se repita.

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Se expone a las consideraciones de la crítica filosófica, literaria, teológica o cultural, este material sobre Ludwig Wittgenstein completamente corregido, pulido y aumentado, publicado originalmente en 1998. Se trata de mi estudio titulado Ludwig Wittgenstein. Biografia y mística en un pensador, cuya edición en la desaparecida editorial Skolar de Madrid, y su definitiva descatalogación publicitaria, inciden hoy en el autor para una correcta y actual reedicíón, titulada "Vida, pensamiento y mística de Ludwig Wittgenstein" (Ediciones Arcos, Madrid, 2015, 289 pp.) La reiterada solicitud por parte de ámbitos docentes y espacios universitarios de dicho material, hoy inencontrable, sumada a la necesidad de actualizar bibliografías, así como cambiar deficientes aspectos del formato del libro, al compás de la corrección de erratas y sintaxis, despiertan y estimulan al autor para desarrollar este renovado texto, referido a la notable figura y espíritu de L. Wittgenstein (1889-1951). En contraste con el viejo manuscrito, hoy sobre todo ponemos de relieve las pertinentes citas bibliográficas a pie de página, repertorio de nuevas contribuciones teóricas respecto al tema tratado, y presentación de específicos títulos y autores que, en cierto modo, tocan de forma reciente los intereses intelectuales que planteamos al lector. Ahora formulamos un preámbu-

lo mucho más extenso, y en las conclusiones finales indicamos consideraciones firmes y terminantes. También agregamos un gráfico y resaltamos una "fotosíntesis" inicial. El contenido básico y fundamental del libro es el mismo que el del año 1 998 que consiste en demostrar, en mi modesto juicio, cuál es la mística y la espiritualidad del genio vienés, nacionalizado británico en 1939, después de producido el Anschluss de Austria. El factor religioso o "creyente" operado en su propia vida no siempre ha sido descuidado por

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investigadores interpelados por la existencia histórica de Wittgenstein. Pero la sustancia específica de su mística (que guarda cierto consenso interno con su formulación de "lo místico" del Tractatusy, muy pocas veces ha sido examinada de forma metódica, en espacios ajenos a la investigación anglosajona, a raíz de la compacta combinación que se produce en el filósofo entre pensamiento y vida, que es lo relevante y significativo en su persona. Según la exposición, criterios, juicios y ponderaciones que formulamos a lo largo de este nuevo libro, procuramos indicar cuáles son los factores de propiedades biográficas con incidencias en su ser que determinan y deciden el recorrido vital de la reflexión filosófica en el quehacer humano de L. Wittgenstein. Sobre todo ponemos de relieve, en este estudio, especiales características internas de la personalidad de Wittgenstein que implican del todo a su mente y espiritualidad, que se condensan en una denominada mística laica. En primer lugar, pasamos revista acerca de ese acontecimiento teatral en Viena que impacta Wittgenstein en 191 O donde un actor expresa en la obra "Que tú formas parte del Todo y el Todo forma parte de tí. No puede ocurrirte nada". Aquí hacemos hincapié en cualidades reveladas en el itinerario biográfico del pensador. En segundo lugar, examinamos esa formulación oral testimonial de L. Wittgenstein que expresa a interlocutores diciendo que "él no es una persona religiosa, pero no puede evitar contemplar cada problema desde un punto religioso". En tercer lugar, examinamos en qué consiste la homosexualidad que se le atribuye a Wittgenstein y hacemos alcances explorativos acerca de la relación sentimental creada entre el filósofo vienés y su corto noviazgo con Margarita Respinger (fallecida el año 2000 en Chile).

Todas estas perspectivas intelectuales se solapan en el libro actual con capítulos que tienen con "Lo indecible" en el pensar de Wittgenstein, con "El zen", y con "La conversión" hacia un determinado cristianismo híbrido que sufre Wittgenstein a raíz del impacto que tienen el pensar, la escritura y la conducta de León Tolstoi en el propio Wittgenstein. Desde el lejano año de 1 998 hasta la actualidad de nuestros días, el autor de estas líneas ha redactado y publicado numerosos artículos sobre Wittgenstein en revistas españolas y de América Latina, y dos libros concretos relativos al pensador: en 2004 es editada La novia de Wittgenstein (Vision-Net. Madrid), que trata de forma novelada la relación sentimental creada entre el pensador vienés y Margarita Respinger, única mujer de la que se enamoró (según el biógrafo Ray Monk); y otro estudio, en 2009, de carácter académico titulado Ludwig Wittgenstein. El cuerpo, la religión y la política (Editorial Estudios. Madrid). Antes de La Novia de Wittgenstein, se han publicado dos libros con cierto eco similar al nuestro. Un texto de David Markson titulado La amante de Wittgenstein y El sobrino de Wittgenstein de Thomas Bernahard. Pero, aunque puede ser atractivo el titular planteado por los autores, en realidad son materiales literarios (argumento, contexto, desenlace) que difieren profundamente entre sí. El autor de este estudio pretende que el interlocutor público de todo este material presentado relativo a Wittgenstein sea aquél espacio filosófico-cultural atraído por preocupaciones vitales del personaje, aunque carente de exacta información biográfica, psicológica o religiosa con respecto a las características de su personalidad, como las que aportamos y detallamos en el presente libro. En este sentido, emerge en nuestra lectura un paradigma informativo en el texto contenido de ciertas propiedades divulgativas en relación a Wittgenstein en cuanto a su ya conocido quehacer histórico: combatiente de la Primera Guerra Mundial, maestro de escuela elemental, amistad y distancia con Russell, cte. Sin embargo, sin duda, también en este trabajo existen contribuciones intelectuales de provecho para especialistas sobre el pensador austríaco referidas, por ej., a los apasionados laberintos de su pensar, a las cualidades de su "conversión" a una nueva sensibilidad humana, o a los frutos espirituales que se manifiesta en él con la denominada "mística laica".

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El rostro de Cervantes por Alejandro Cabeza

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