Laberinto W.S. Merwin La sombra de Sirio página 3 Braulio Peralta Víctor Hugo Rascón Banda, novelista página 3 Gustavo Monroy Noticias 22 página 5 José Antonio Rodríguez Trabajo de cámara página 8
N.o 530 sábado 10 de agosto de 2013
Entrevista con Juan Gabriel Vásquez José Luis Martínez S. Página 4 JUAN CARLOS FLEICER
Utopía del Derecho de Autor en México José Luis Caballero Leal Adriana Malvido Página 6
MILENIO
02 sábado 10 de agosto de 2013
MILENIO
antesala Penia, diosa de la pobreza EKO
EX LIBRIS
Chamba pa ti TOSCANADAS David Toscana dtoscana@gmail.com
E
l salario, lo sabemos, es comprador de conciencias. A todos nos fastidia que suene el teléfono para vendernos alguna seudomaravilla, pero la gente que trabaja en eso tiene sus justificaciones para no sentir que son un dolor en el trasero. Los cobradores de banco son banales, insoportables, pobres diablos investidos de un falso poder, pero sienten también su satisfacción por el deber cumplido. El mundo de empresa y gobierno tiene pocos puestos que pudiésemos llamar interesantes o satisfactorios, pero de algún modo la gente se autodora la píldora para sentir que se dedican a algo noble y, sobre todo, ponen grande sumisión en ello, con la frase de que cualquier profesión es digna si se hace con honestidad. Lo cierto es que casi siempre hay una dosis de indignidad. Imaginemos que preguntamos a un grupo de niños qué quieren ser de grandes, y nos respondieran: cajero, sirvienta, recolector de basura, mozo, cartero, afanador, taxista, recepcionista, mesero, vendedor de piso, botones, lavaplatos, jardinero, limpiaventanas, obrero de maquiladora, ayudante de almacén, velador… La gran mayoría tuerce sus ambiciones y acaba por aceptar empleos accidentales a los que llegan solo por necesidad económica, trabajos a los que renunciarían de inmediato si alguien les ofrece más por hacer lo mismo u otra cosa. Pensar que en eso hay dignidad, es mero eufemar. Bertrand Russell dijo que ni los antiguos reyes ni la vieja iglesia católica obtuvieron de sus súbditos y seguidores la obediencia que los patrones reciben de sus empleados. Esto es obvio, pues reyes e iglesia
piden dinero; en cambio los patrones lo dan, así sea en cantidades de hambre. La obediencia está en el salario. O lo que es lo mismo: la conciencia está en el salario. Conocemos a periodistas comprometidos con su cadena televisora; pero el día en que los echan descubren la “verdad” del periodismo. Igual pasa con los asalariados de un partido político que luego cobran en otro. Basta cambiar la firma del cheque para que tengan una epifanía. Cosas así me vienen a la mente cada vez que veo un grupo de policías antimotines golpeando, gaseando y arrestando gente. En cualquier otra circunstancia, esos hombres se asquearían de ver cómo se reprime a ciudadanos que, por lo general, empujan una causa que conviene justamente a la clase social a la que pertenecen esos policías. El trabajo no es una bendición sino una maldición, o al menos un castigo. Así lo han de creer quienes crean en el credo. Bendición era la situación de los hidalgos, ingeniosos o no, o del tan criticado Oblómov. La expresión “vivir de las rentas” sugiere un paraíso en el que se recibe dinero por hacer casi nada. Cuando en algunos países salen a la calle a protestar porque no hay trabajo, en verdad protestan porque no hay salario. Por eso se repite la banal conversación de: ¿Qué ha habido? Pues aquí, con mucho trabajo. Ah, pues al menos hay trabajo. Sí, malo que no hubiera. Y en esto no hay sentido del humor. Alguna vez trabajé para un grupo industrial. El director habló de los planes para construir una nueva planta y remató diciendo: “Así que no se preocupen, pues habrá mucho trabajo”. Yo respondí: “Al contrario, eso es lo que me preocupa”. Toscana amaneció sin empleo. L ESPECIAL
DE CULTO
Francisco Goñi hiperion05@yahoo.com.mx ESPECIAL
Franz Overbeck
Una amistad con lo incandescente
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ue testigo de cómo la filosofía y el mito poético dominaron la existencia de su mejor amigo. Lo percibió tímido en sociedad y retraído con las mujeres, ordenado como nadie en los hábitos cotidianos, obsesivo, apasionado de la música, arrebatado por el amor de Lou Andreas–Salomé, sobredimensionado por la sabiduría de Zaratustra. Sí, Franz Overbeck ganó su lugar en la posteridad por ser íntimo amigo de Friedrich Nietzsche. Teólogo y escritor, Franz Overbeck nació en Petersburgo a mediados del siglo XIX. Gracias al nombramiento como profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad de Basilea se instaló en Suiza, donde vivió en la misma casa que Nietzsche. Ahí tuvo la fortuna de conocer a quien se convertiría en una de las columnas del pensamiento occidental. Fueron años intensos y llenos de eléctricas anécdotas los que vivieron juntos. Tuvieron largas conversaciones sobre el eterno retorno, la voluntad de poder, el superhombre, la necesidad de autoconstrucción, pero también tuvieron momentos que son exclusivos de los códigos fraternos. Como en una ocasión que Nietzsche se viera acosado por una señora que había leído con fervor El origen de la tragedia, y no sabía cómo terminar esta situación incómoda. Overbeck escribió realmente poco pero es una referencia importante en la llamada teología liberal. Su obra que ha tenido mayor eco es En torno al carácter cristiano de nuestra teología actual, sobre todo dentro del campo de la religión y periféricamente en la filosofía. No obstante, entre 1897 y 1905 redactó una notable serie de apuntes que se ampararon en los recuerdos. El objetivo que lo impulsó fue reafirmar su lealtad a la persona que le dio más plenitud en la vida. Dichos textos, publicados como La vida arrebatada de Friedrich Nietzsche, distan de enaltecer a la leyenda o de ofrecer apreciaciones teóricas o filosóficas; más bien, desde el tributo que brinda la
BITÁCORA PSICOTRÓPICA
memoria, comparten con tono sereno una fotografía algo amarillenta de su amistad con Nietzsche. Overbeck cuenta la evolución emocional, casi teatral, del creador de El Anticristo y su fulgurante destino: cómo inició una suerte de camino crítico donde se esforzó en vivir los estatutos morales más radicales que se conozcan hasta hoy en día, siendo previsible su precipitación hacia el territorio de la locura y la autodestrucción. Dice: “aquello que verdaderamente le dominaba (…) era el anhelo de grandeza, la ambición en el combate de la vida”. A principios de 1889, cuando Niezsche estaba en Turín, Overbeck percibió el inicio de la fatalidad, porque ya mostraba un descontrol de sí cada vez más progresivo. Era presa constante de la depresión y de las exaltaciones eufóricas. Quizás el propósito más fuerte al publicar esta remembranza era protegerlo de todas las críticas severas de las que fue víctima, ya que luego de su muerte comenzaron las descalificaciones filosóficas y los señalamientos que lo asociaban al antisemitismo. Incluso, Overbeck desmintió con ahínco las alteraciones a los manuscritos originales y las mentiras de su hermana Elisabeth Förster Nietzsche. Franz Overbeck fue fiel a su amigo hasta que la muerte los separó. Tal vez no estaba listo para entender por completo la naturaleza de lo incandescente, sin embargo, afirma rotundamente en su libro: Nietzsche fue “el portento al que me he inclinado una y otra vez”. L Xavier Velasco
Al mentiroso se le perdona todo, menos que nos aburra. "El trabajo no es una bendición sino una maldición, o al menos un castigo"
MILENIO LABERINTO Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Iván Ríos Gascón Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía
sábado 10 de agosto de 2013 03
LABERINTO
antesala
La sombra de Sirio Una canción con música desconocida, la oscuridad y la ausencia se revelan en estos versos en los que cada instante es perdurable
Víctor Hugo Rascón Banda, novelista
POESÍA
A SALTO DE LÍNEA
W.S. Merwin
Braulio Peralta juanamoza@gmail.com
Desde el principio
Para Alberto Estrella
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uién creía yo que escuchaba cuando transcribía las palabras a lápiz al comienzo una letra para el canto cuya música no conocía y gente que no conocía la leería y en pie se pondría a cantarla al sabérsela ya mientras cantan no tienen nombres
Noche con ausencia de luna
A
hora eres más oscura de lo que puedo creer no es a la sabiduría a lo que he llegado
con sus negaciones y promesas puras sino a esta ausencia que no puedo anotar oyendo aun cuando no hay nada que oír alcanzando la ceguera que allí existía pensando en caminar juntos en la oscuridad Palabras ajadas
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os últimos poemas son a los que ahora recurro en primer lugar siguiendo una esperanza que continúa atrayéndome esperando en alguna parte entre los versos casi a plena vista
son los últimos poemas que están hechos de palabras que han hecho todo el camino de vuelta ellos han estado allí Traducción de Mario Domínguez Parra ESPECIAL
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.S. Merwin (Nueva York, 1927) es uno de los poetas más reconocidos de Estados Unidos. Entre otros premios, ha obtenido en dos ocasiones el Pulitzer (la primera en 1971 por The Carrier of Ladder, y la segunda en 2009 por The Shadow of Sirius), el Tanner y el Zbigniew Herbert International Literary Award 2013. Es también un destacado traductor de obras como Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda y La chanson de Roland. En México y España, Vaso Roto ha publicado en ediciones bilingües sus libros Cuatro salmos (2010), Perdurable compañía (2012) y La sombra de Sirio, del que tomamos los poemas que aparecen en esta página
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ecordar que se fue hace cinco años es acordarme de aquella confesión que me asombró cuando le pregunté por qué no había publicado Contrabando, que en 1991 obtuvo el Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela. Contestó: —Por mi familia, que vive en Chihuahua. Temí que los pudieran matar. Lo que cuento pasa allí. Hoy es en todo el país: ahora la puedo publicar. Era el año 2008. Ya se había publicado, en 2002, La reina del sur de Pérez–Reverte, y Élmer Mendoza había ganado el Premio Tusquets de Novela por Balas de Plata, en 2007. El narcotráfico ya había saltado a la literatura. Más conocido como dramaturgo, Víctor Hugo Rascón Banda había publicado en 1996 su libro de cuentos Volver a Santa Rosa, que avizora el tema de la novela. Me dio el manuscrito en abril. Escribió en un mensaje: “Te envío lo prometido, mi novela, con correcciones a mano”. La leí impresionado al descubrir un país entre charcos de sangre, de impecable factura literaria, con un estilo lúdico a pesar de la tragedia —de corrosiva vigencia—, superior a otras obras de igual temática. Lo que es la primera novela sobre el narcotráfico, apenas se publicaría aquél año. Pero no alcanzamos a firmar el contrato: se fue el 31 de julio. Unos días después, María Rojo telefoneó para decir: —Rascón me llamó antes de morir. Me pidió que te dijera que no le falles, que publiques el libro. Buscamos a sus familiares a través de la Sociedad General de Escritores de México. Así fue como Contrabando pudo salir a la vida pública. Algunos dramaturgos suelen escribir narrativa. Hay pruebas de que lo hacen muy bien: Rodolfo Usigli con Ensayo de un crimen, Sergio
Magaña con El molino del aire, Emilio Carballido con Las visitaciones del diablo, o el caso de Sabina Berman con La mujer que buceó dentro del corazón del mundo. Rascón Banda entra a esa estirpe de buenos narradores, aunque los especialistas se ocupen poco de ellos. Usigli tuvo una pésima recepción cuando se editó Ensayo de un crimen, en 1944. Pero el libro sigue en librerías y es considerada la primera novela policiaca nacional. Las visitaciones del diablo es espectral y renovadora de obras donde Satanás es omnipresencia. Y sigue en librerías. Contrabando se adelantó a la burda controversia, hoy, si escribir o no del narcotráfico es sano para la literatura (Gabriel Trujillo tiene razón al indignarse a través de estás páginas, hace 15 días). O el caso de Sabina Berman, cuya novela ha trascendido el ámbito nacional. Vicente Leñero —gran dramaturgo y narrador también—, fue jurado de aquel Premio Juan Rulfo para Rascón Banda. Escribió: “Un libro excepcional, un legado literario que lo mantiene vivo”. Pienso lo mismo aunque a mí nadie me lo crea. Al igual que Usigli, de Rascón Banda olvidaremos algunas piezas de su dramaturgia, lo que no pasará con su única novela. Quería recordarlo ahora que cumple cinco años de muerto, porque la historia de la literatura siempre tiene sorpresas. L
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04 sábado 10 de agosto de 2013
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literatura ESPECIAL
Juan Gabriel Vásquez
“La clase política le teme a los caricaturistas” La vida pública, la veleidad profesional, la reminiscencia como una moral existencial, la política, el periodismo, la reputación. El escritor colombiano comparte sus impresiones ulteriores acerca de su nueva novela que ya circula en librerías ENTREVISTA José Luis Martínez S.
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a nueva novela de Juan Gabriel Vásquez, Las reputaciones, indaga en la manera como el periodismo de opinión influye en la buena o mala imagen de los personajes públicos. El protagonista es Javier Mallarino, el caricaturista más reconocido de Colombia, quien al principio del libro, mientras se bolea los zapatos en un parque de Bogotá, cree ver a Ricardo Rendón, el más célebre de sus colegas colombianos; es una ilusión, Rendón es un fantasma y su nombre y su trabajo comienzan a ser sepultados por el olvido. Mallarino se prepara para asistir a un homenaje oficial. Crítico implacable del poder, a los 65 años acepta el reconocimiento de esa clase política que al mismo tiempo le teme y lo odia. Sobre esa novela, el periodismo y la importancia y fragilidad de la reputación, el también autor de El ruido de las cosas al caer responde el siguiente cuestionario por correo electrónico. ¿Cómo describiría a Mallarino? Mallarino es un hombre contradictorio, pero es el lector quien deberá descubrir esas contradicciones (y de hecho, decidir si son contradicciones o no). Cuando comienza la novela, Mallarino se encuentra en pleno dominio de su vida: es el caricaturista político más importante y más influyente del país. Pero esas situaciones no suelen durar, y la novela cuenta su caída. ¿Qué piensa de un caricaturista crítico que acepta un homenaje oficial? Me interesaba la situación de la novela: un hombre que se ha dedicado a cuestionar a los poderosos recibiendo un homenaje del poder mismo. Es una situación frecuente en nuestros países, y unas veces está más justificada que otras. No voy a hacer generalizaciones, porque lo que me interesaba era Mallarino en esa situación. ¿Qué importancia le concede a la opinión en la prensa? ¿Qué tipo de caricaturistas o columnistas le gustan? La opinión en la prensa es una de las formas más claras de medir la salud democrática de una sociedad. En ciertos países, la opinión en la prensa no existe o se convierte en delito; en otros, se amenaza al columnista hasta lograr que se autocensure. En nues-
tros países la opinión es importantísima, porque suele decir todo lo que nadie más puede ni quiere decir. Un columnista o caricaturista muchas veces dice lo que los lectores quisieran decir pero no pueden. ¿Cuáles me interesan? Los que escriben para aguar la fiesta. Los que no tienen miedo de ser atacados desde un lado y el otro del espectro político. Los que escriben bien: los que tienen altura retórica. ¿Cree que a los políticos les preocupa su reputación? ¿Reciben alguna recompensa o sanción social por su comportamiento? Los políticos saben, en muchos casos, que la reputación es lo único que tienen, y la cultivan por encima de todo. O debería decir: la fabrican. Por eso se preocupan tanto por abrazar al bebé o al futbolista, o por ocultar la infidelidad de hace diez años o el robo de hace dos. Por eso tienen asesores de imagen. Por eso son máscaras. Los mejores caricaturistas les quitan la máscara, los dibujan tal cual son. Ahí radica su poder: en contar que el rey está desnudo, o en desnudarlo ellos mismos. ¿Por qué le interesa el tema de las reputaciones? Bueno, me interesa porque le dedicamos mucho tiempo: a moldear la imagen que damos, a protegerla. Y me interesa, en la novela, la relación que tienen los medios con esa imagen: cuán frágil es nuestra reputación y cuánto poder tienen los medios sobre ella. La novela examina la responsabilidad íntima de quien opina en la prensa. Aunque habla también de muchas otras cosas: del amor, del pasado, de la culpa… Qué voy a decir: los asuntos de siempre. Usted ha hablado de la necesidad moral de la memoria, ¿podría ampliar esta idea? Yo he dicho que recordar es un acto moral, y me refiero a nuestra obligación como ciudadanos (y el novelista es, a veces, un ciudadano) de mantener vivo el pasado. Sobre todo en países como los nuestros, donde el pasado se maquilla o se ignora con gravísimos resultados. Mire, buena parte de lo que somos los seres humanos —buena parte de nuestras dichas y desdichas, nuestros fracasos o nuestras satisfacciones— depende de la relación que tengamos con el pasado. Todos los poderes que en el mundo han sido tratan constantemente de imponer su versión de la historia sobre las otras, y la literatura se ha enfrentado siempre a eso, siempre ha tratado de que
Con El ruido de las cosas al caer ganó el Premio Alfaguara de Novela 2011
La opinión en la prensa es una de las formas más claras de medir la salud democrática de una sociedad
no se olvide lo que no debe olvidarse. Eso me había interesado en mis tres novelas anteriores, pero desde un punto de vista, digamos, público: el pasado conflictivo es la historia más o menos reciente de Colombia. En Las reputaciones, el asunto se volvió mucho más privado: los personajes descubren algo incómodo en su propio pasado privado, un secreto o un misterio, y la novela entera es una indagación en ese momento. Es que es muy impresionante, esto de que el pasado cambie, que no se mantenga quieto y tranquilo. Basta con que nos cuenten una tontería o descubramos una foto, y toda la vida puede irse al carajo. Ricardo Rendón —escribe usted— fue devorado “por el hambre sin fondo del olvido”. ¿En ocasiones el olvido no es preferible a la memoria? ¿Cuándo es necesario apostar por la memoria y cuándo por el olvido, si es que se puede hacer? Justamente eso es lo que la novela se pregunta. Y es una pregunta importante, ¿no? Quiero decir que es difícil de responder, y la única manera que yo he encontrado es escribir las 130 páginas de la novela. Rendón es una figura que impulsa pero apenas está esbozada en la novela. ¿Ha pensado en escribir alguna biografía de él? Parece un hombre fascinante. Una biografía, no. Pero comparto la obsesión de Mallarino, mi personaje, por la figura de Rendón. Sí, era un hombre fascinante: atormentado, muy talentoso, lleno de demonios.
Pero yo quería que cruzara la novela como un fantasma, no escribir sobre él. ¿Tenemos en América Latina caricaturistas como Rendón en la actualidad, con su fuerza y una manera de ser que subvierte al poder? No los conozco a todos, pero sé que en Colombia hay un par de caricaturistas que tienen esa fuerza. La clase política les teme más que a nadie: los cortejan, los tratan de seducir y luego, al ver que no logran seducirlos, los atacan. Usted ejerce tanto el periodismo como la literatura. ¿Cómo combinar oficios tan distintos, aunque los dos partan de la escritura y en ambos la imaginación sea importante? El periodismo que ejerzo es de opinión: desde hace 5 años tengo una columna en el periódico colombiano El Espectador. Y en este tiempo me ha parecido que el de columnista y el de novelista son dos oficios diametralmente opuestos, dos miradas opuestas sobre la vida. Yo escribo novelas a partir de la duda: una novela es como una larga y elaborada pregunta. Las novelas son investigaciones morales, o yo las concibo así, y eso quiere decir que uno parte del desconocimiento o la ignorancia y escribir es la manera de conocer o de saber. Como columnista, en cambio, mi punto de partida es una certeza: estoy seguro de algo y quiero dar las razones de esa certeza y convencer al lector, o por lo menos hacer mella en su mentalidad. Mallarino inspira a los reporteros “un temor reverencial”. El orgullo, el prestigio, la fama, la vanidad lo acosan. ¿Cómo enfrentarse a esos demonios? ¿Cómo los enfrenta usted? A mí lo único que me importa es el libro: hacerlo bien, o tan bien como yo pueda hacerlo. Quiero publicar libros que se parezcan a lo que yo tenía en la cabeza antes de comenzar a escribir. Eso es lo que me importa. Lo demás es circunstancial. L
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LABERINTO
debate RESEÑA
UN TRAZO ILUSORIO Roberto Pliego robertopliego61@gmail.com
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os disfraces con los cuales suele visitarnos la memoria son la materia inanimada a la que Juan Gabriel Vásquez dio vida en sus dos novelas anteriores: Los informantes —la dolorosa recreación de la cacería de brujas perpetrada contra los alemanes refugiados en Colombia durante la II Guerra Mundial— y El ruido de las cosas al caer —la mirada retrospectiva de los años ensombrecidos por la estrella helada de Pablo Escobar—. Reconocemos esa misma materia en Las reputaciones. Por lo visto, Juan Gabriel Vásquez no se ha cansado aún de extraer el néctar del fruto de sus obsesiones. Milan Kundera escribió alguna vez que la lucha del hombre contra el poder es la lucha del hombre contra el olvido. Se refería, por supuesto, a la supervivencia de la conciencia individual frente a la compulsión de los Estados totalitarios por enmendar e incluso borrar el pasado. Imagino a Juan Gabriel Vásquez leyendo a Kundera y sugiriendo otro amargo —o feliz— atisbo novelesco: el olvido es el rostro satisfecho de la memoria. Para recordar, la memoria olvida. El disfraz con el que en esta ocasión Juan Gabriel Vásquez ha querido presentar a la memoria tiene las luces y las sombras del periodismo. En su contundente brevedad (139 páginas), Las reputaciones (Alfaguara, México, 2013) sigue los pasos del caricaturista Javier Mallarino: tiene 65 años y el aura de quien sabe ridiculizar a la clase política con un aguijón cubierto de miel. Ha sido amenazado de muerte, ha exagerado la realidad solo para hacerla hablar sin mentiras, ha puesto su integridad profesional por encima de la amistad y la familia, y ahora se encuentra, sin mancha, observando al género humano desde las alturas de su vocación satírica. Y he aquí que, mientras saborea la gloria, el pasado llama literalmente a su puerta: 28 años atrás, un día de julio de 1982, un hecho a todas luces abominable pareció ocurrir mientras ofrecía una comida en su casa. El pasado se inclina frente a él con el rostro y el cuerpo de una hermosa mujer de 35 años que quizá recuerda, o quizá cree recordar. ¿Qué recuerda, qué ha entregado al olvido? La tarde aquella, cuando era una niña de siete años, en que fue aparentemente ultrajada por un congresista, un respetable hombre de familia. Una vez que Mallarino se siente obligado a obtener una señal de su propia memoria, el velo fino de la incertidumbre comienza a interponerse entre el presente y el pasado. Ninguno de los asistentes vio nada en esa tarde veraniega, todos de hecho estaban borrachos, y, sin embargo, dieron por sentada la versión de que la niña fue ultrajada mientras dormía. El mismo Mallarino apuntaló la picota al publicar una caricatura que apenas daba en sugerir —sin siquiera arrojar una piedra— los apetitos malsanos del congresista, cuya reputación cae, a partir de entonces, en desgracia. Vaya–vaya, la reputación: el momento, dice Juan Gabriel Vásquez, “en que una presencia fabrica, para quienes la observan, un precedente ilusorio”. Pero qué hay de quien tiene el poder para encumbrar o despeñar reputaciones, de quien exige ser mirado con temor y temblor, con sobrecogimiento y asombro. En vez de ofrecer una respuesta, la novela de Juan Gabriel Vásquez interroga para volver a interrogar: ¿la verdad de los periodistas es acaso la única con la cual podemos enfrentar la verdad de los políticos?, ¿mirar hacia atrás significa únicamente recuperar lo que se ha ido?, ¿la opinión pública no quiere otra cosa que el espectáculo de la humillación?, ¿por qué no hemos sido capaces de admitir que la arrogancia y la autosuficiencia son los trapos de segunda mano con los cuales acostumbra vestirse el periodismo? La novela interroga, el periodismo es la versión secular del viejo oráculo. Ella guarda la memoria, él se alimenta del olvido, el único valor democrático, escribe Juan Gabriel Vásquez, que en América Latina alcanza “a los buenos y a los malos, a los asesinos y a los héroes, como la nieve en el cuento de Joyce, cubriendo a todos por igual”. Es tan difícil el arte de la novela corta como el de la imparcialidad. L
Noticias 22 y la hoguera de la tribu La decisión institucional de recortar el tiempo del principal noticiero del canal televisivo dependiente del Conaculta genera esta reflexión acerca de la importancia de los contenidos informativos del arte y la creación REFLEXIÓN ESPECIAL
Gustavo Monroy
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anal 22 cumple veinte años al aire este 2013. A partir del lunes 1 de julio, su noticiero cultural Noticias 22 llega a esta juvenil edad con media hora menos de transmisión en su horario habitual de las 19 horas. De un día para otro, sin previo aviso y ninguna explicación, una de las ventanas más importantes de este canal se entrecierra para pasar un promedio de siete a ocho notas diarias en sus “renovados” treinta minutos en un país de 116 millones de habitantes y una ciudad de 20 millones. A la medianoche, otro segmento de noticias de igual tiempo intenta complementar y dar fe de una vida cultural que se reduce a replicar, a su manera, las notas culturales aparecidas previamente en diarios y medios digitales. Cultura “oficial”, cultura chic, cultura del momento y nota del día, amén de nuevos resquicios donde la figura presidencial se cuela junto con notas de actividades políticas de cajón. Durante su programación cotidiana vemos intermitentemente a personalidades de la cultura expresando su felicitación al canal por estos primeros veinte abriles. Muchas cualidades, gran canal, enorme ventana, imprescindible presencia, buenos deseos y larga vida son el común denominador de estas pequeñas cápsulas al aire. ¿A dónde se han ido los treinta minutos restados a Noticias 22? ¿ Cómo y por qué se tomó la decisión de eliminar media hora de noticias culturales? ¿Puede una televisión pública darse el lujo de semejante decisión en momentos en que a los niños se les enseña ciencia forense en cursos de verano? (nota de Milenio, jueves 1 de agosto). La comunidad cultural está demasiado ocupada con el tema de las becas o en la actividad principal que le es común: su permanente contemplación de sí misma, embelesada en las profundidades umbilicales de su propio interés personal. En estos tiempos difíciles, la decisión de restar treinta minutos (“desdoblamiento”, dicen ellos) a un noticiero cultural como Noticias 22 tiene consecuencias que se deberían estar discutiendo públicamente. El pasado 30 de julio, a raíz de una carta con 65 firmas de creadores e intelectuales recolectadas para protestar contra dicha decisión, fuimos invitados a un diálogo por parte de la dirección de Canal 22. Asistimos los convocantes de la carta: Rogelio Cuéllar, María Luisa Passarge, Gabriel Macotela y el que esto escribe, acompañados por dos de los firmantes, Aline Pettersson y Ulises Castellanos. Tras un amable y respetuoso recibimiento por parte de su director general Raúl Cremoux, durante poco más de dos horas se intercambiaron puntos de vista y se expusieron los motivos y las causas de los cambios en Noticias 22. Por parte de Canal 22 participaron también Juan Jacinto Silva, director de Noticias; Gastón García, director de Imagen Corporativa, y el defensor del televidente, Francisco Prieto. Diálogo interesante, productivo para ambas partes, sobre todo tomando en cuenta que durante estos primeros veinte años de Canal 22 no se había dado una comunicación de este tipo. Rating, medios digitales, nuevas tecnologías, viejas y nuevas prácticas por parte de los televidentes, conceptos de familia, horarios, presupuestos asignados, viejas y nuevas maneras de abordar la noticia cultural, necesidad de renovación. Muchos fueron los temas tratados y planteados con el afán de un mutuo entendimiento.
El director de la televisora
La televisión, como la conocemos hasta ahora, se encuentra frente a paradigmas complejos ante los cuales es necesaria muchísima imaginación. La actividad cultural de la ciudad, del país, es infinitamente rica y variada, y su difusión es vital para establecer vínculos a través de la información. El equipo de trabajo que hace posible Noticias 22 ha dado muestras claras de su amplia preparación y profesionalismo. Se ha mencionado ya en el noticiero, que esta reunión se llevó a cabo y que habrá cambios. Nuestra postura es seguir exigiendo la restitución de una hora y, en lugar de “desdoblar”, lo ideal sería sumar otra hora más a la medianoche, que no sea una repetición de lo ya dicho. Es posible —ojalá que así sea— que cuando este texto se publique se hayan presentado algunos cambios. Si no es así, debemos trabajar y seguir convocando no solo a firmar una carta sino a participar como comunidad de manera activa, proponiendo ideas que permitan enriquecer contenidos, involucrar a los creadores desde afuera hacia adentro para que la información sobre la creación se divulgue; también es necesaria la creación hacia adentro por parte de los hacedores de cultura. En un encuentro posterior, el lunes 4 de agosto convocado por Juan Jacinto Silva, director de noticias de Canal 22, se habló de la necesidad de aterrizar planteamientos derivados de la primera reunión. Es importante mencionar la gran apertura por parte de Canal 22 a escuchar y tomar en cuenta ideas, ejercicios de imaginación que puedan concretarse en cambios positivos. La enorme experiencia de Juan Jacinto Silva sin duda puede permitir que una participación más activa por parte de la comunidad cultural se vea reflejada en pantalla. Si Noticias 22 regresa nuevamente con 60 minutos de información, tendrá que volver con nuevos planteamientos. Se habrá logrado entonces un intercambio de ideas fructífero y permanente. Noticias 22 es un programa valioso, vital, joven. Me gusta verlo, pensarlo como un fuego, una flama, la hoguera de la tribu. Celebremos sus primeros veinte años soplando no solamente las velas festivas. Avivemos entre todos el fuego que lo iluminará hacia su vida adulta en un mundo nuevo de grandes retos. L
LABERINTO
Utopía del Derecho de En nuestro país los derechos de propiedad intelectual se hallan desprotegidos, las instituciones encargadas de preservar las ganancias generadas por explotación y difusión de obras artística o tecnológicas no cumplen satisfactoriamente su encomienda, debido a los múltiples vacíos que prevalecen en leyes y decretos. El siguiente texto aborda la complejidad legal que puede enfrentarse ante un caso de piratería, plagio o usufructo ilícito de obras culturales José Luis Caballero Leal jlcaballero@jcip.mx/ @jlcaballeroleal
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éxico cuenta con uno de los índices de piratería de obras y prestaciones protegidas por el derecho de autor más elevados del mundo, solo superado por Rusia y Taiwán. Libros, discos, películas y programas de computación son ilegalmente reproducidos, distribuidos y comercializados en la vía pública de manera totalmente impune, lo mismo en las aceras frente a la Procuraduría General de la República como las de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ni qué decir de los clientes habituales de este tipo de ilícitos negocios, que van desde personas de escasos recursos que buscan una forma de entretenimiento económica, aun a costa de la calidad del producto adquirido, hasta refinados ejecutivos y servidores públicos de los más altos niveles, en búsqueda de películas y series de televisión de moda, irresponsables e ignorantes de los daños que se causan. Las pérdidas para los autores, los artistas, los editores, los productores de fonogramas y los productores de obras audiovisuales en general son multimillonarias y no parece haber solución o remedio efectivo en contra de ello. Programas antipiratería, pactos, alianzas y concurridas conferencias de prensa encabezadas por docenas de servidores públicos y ejecutivos de la iniciativa privada van y vienen cada semestre con magníficas iniciativas de papel, mismas que, al toparse con la realidad cotidiana y el complejo tejido de redes de corrupción imperante en este negocio, hacen absoluta y totalmente imposible su ejecución. La piratería en nuestro país esta íntimamente ligada al ambulantaje, y éste a su vez a concesiones de los gobiernos locales. Erradicar este fenómeno podría no resultar “políticamente correcto”. Es una actividad tolerada, en donde se dice que las manos de los cárteles
del narcotráfico se han hecho ya presentes, en tanto los márgenes de utilidad que porcentualmente representa vender un solo DVD pirata, son significativamente mayores a los que representa vender una grapa de cocaína, con un riesgo legal infinitamente menor y, además, sin que exista hacia quien ejerce esa ilícita actividad reproche social alguno, al considerarse un actividad mercantil tan decorosa como cualquiera otra. ◆◆◆ La pretenciosa frase de “justicia expedita” en México se queda precisamente en eso: una simple frase. “Justicia tardada = justicia denegada” parecería más acorde con la realidad de todo aquel que requiere litigar un asunto en materia autoral en nuestro país. Las resoluciones administrativas, tanto ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial como ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor, indispensables aún para poder acudir a la vía jurisdiccional a reclamar el pago de daños y perjuicios derivados de la comisión de hechos ilícitos, suelen tomar por lo menos de 18 a 24 meses a partir del día del inicio de los procedimientos respectivos. El recurso ordinario que procede en contra de las resoluciones de los órganos administrativos es el Juicio de Nulidad ante la Sala Especializada del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, cuya tramitación puede suponer entre 2 a 4 años adicionales, según la carga de trabajo que presente ese tribunal especializado. El recurso de Amparo en contra de la sentencia previa puede ser resuelto antes de un año, pero no con ello se llega al final del tan anhelado camino. Asumiendo que el autor ha obtenido una sentencia favorable, después de haber litigado un asunto no menos de 5 o 6 años con los consecuentes costos asociados de abogados, actuarios, copias, propinas y lo habitual en todo juicio en este país, inicia entonces una nueva etapa de acciones judiciales para demandar el pago de los daños y perjuicios ocasionados, lo que puede suponer otros dos o tres años de tribunales, abogados, costos asociados y posteriormente la tarea quizá más difícil de emprender, consistente en la ejecución de la sentencia correspondiente, asumiendo que se logró salvar el escollo más importante que le impone el sistema al afectado: demostrar que se le causaron daños
Pocos reflexionan en torno a que ni toda la cultura debe ser de libre acceso, ni menos aún gratuita
y/o perjuicios, que éstos son consecuencia directa e inmediata del acto ilegal que se reclama y lo peor, que aún exista la empresa responsable de su comisión. No existe autor que aguante ese trote ni bolsillo que lo soporte, por lo cual los autores suelen doblegarse o desistir con justificada prontitud de su anhelada búsqueda de justicia. Así se vive y se imparte la justicia autoral en nuestro país. A finales del mes de junio se publicó en el Diario Oficial una reforma más a la incontablemente remendada Ley Federal del Derecho de Autor que data del año de 1996. He de destacar aquí que la reforma más significativa que allí se contiene consiste en la aparente eliminación del requisito procedimental impuesto a través de una garrafal tesis aislada de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que en torpe analogía con aquella existente en materia de Propiedad Industrial, obliga al reclamante de una violación en materia de Derechos de Autor o de Derechos Conexos a tener que agotar un procedimiento de infracción administrativa en materia de comercio o de Derechos de Autor ante el Impi o el Indautor respectivamente, y que éste quede firme, antes de poder acudir a los órganos jurisdiccionales a demandar el pago de los daños y perjuicios causados. De tener el alcance que se comenta la reforma antes aludida, y si la Suprema Corte no se empecina en la subsistencia de esa absurda tesis, podremos eliminar muchos meses, quizás años, de injusta espera en la impartición de justicia.
sábado 10 de agosto de 2013 07
de portada FOTOS: ESPECIAL
PROPIEDAD INTELECTUAL ¿EN EXTINCIÓN? Adriana Malvido adriana.neneka@gmail.com
H
Autor en México ◆◆◆ Vivir del producto del trabajo creativo es hoy una utopía para los miles de autores de obras literarias o artísticas que con su talento enriquecen y hacen más llevadera nuestra vida cotidiana. Todos demandamos más y mejores productos culturales, pero pocos estamos dispuestos a pagar realmente el valor que éstos tienen o que sus autores o causahabientes aspiran a recibir por permitirnos su consumo. La sociedad demanda airadamente el libre acceso a la cultura y lo soporta o justifica en su derecho humano a informarse. Sin embargo, pocos reflexionan en torno a que ni toda la cultura debe ser de libre acceso, ni menos aún gratuita. El derecho del ciudadano a informarse no prevalece sobre el del autor que crea el producto cultural y que tiene el derecho soberano a decidir las condiciones en que su talento ha de ser compartido. También la Suprema Corte de Justicia de la Nación concluyó recientemente en una sentencia aprobada por el Pleno, que el derecho de autor es un Derecho Humano también. Si bien los razonamientos empleados para arribar a esa conclusión admiten toda clase de críticas, el máximo tribunal ha fijado criterio al respecto y ahora le tocará resolver, en aplicación de los principios de ponderación y proporcionalidad, qué derecho deberá prevalecer sobre cuál. Menuda discusión que se avecina para los tribunales cuando tengan que resolver sobre la prevalencia del derecho correspondiente a autores y causahabientes frente a las demandas de acceso a la información por parte de la sociedad civil. Parece una sutileza, pero en realidad no lo es. El Estado garantiza a los autores, a través de la Ley Federal del Derecho de Autor y de múltiples tratados internacionales sobre la materia, el derecho exclusivo a determinar las condiciones de uso de las obras producto de su ingenio, que se traduce en una categórica, contundente y corta frase: autorizar o prohibir. Una amenaza más se cierne sobre el derecho de los autores y/o titulares y/o productores en estos momentos. A principios del mes de junio, se publicó en el Diario Oficial la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones. Esa reforma tiene diversos objetivos, pero el que quizá mejor la identifica es precisamente la voluntad del Estado de sumar nuevos jugadores en condiciones de efectiva competencia a actividades en el sector de las Telecomunicaciones, tradicionalmente
ejercido por solo unos cuantos. Esta reforma, impulsada en buena medida por la Comisión Federal de Competencia (Cofeco), supone de facto una amenaza de grandes proporciones para los Derechos de los autores, de sus causahabientes, de los productores de fonogramas, de videogramas y desde luego para los propios organismos de radiodifusión. La Cofeco ha dejado claro testimonio en las resoluciones emitidas que involucran derechos de naturaleza autoral o conexa, que no existe distinción alguna entre quien comercia una tonelada de jitomates o cientos de kilos de embutidos de un autor de obras literarias o artísticas, menos aún de las relevantes actividades de los productores de bienes culturales. Mientras ambos “productos” se encuentren destinados al “consumo” de las personas, las reglas de comercio aplican sin distingos. Si un autor de obras de cualquier género autoral o un productor de obras audiovisuales o de cualquier otro género, en ejercicio legítimo del derecho exclusivo que poseen para autorizar o prohibir su uso y explotación, autorizan a un tercero su uso y explotación y niegan a otros tal posibilidad, son objeto de acciones de “negativa de trato” sancionadas por la Ley Federal de Competencia. La reforma constitucional a que se alude y en particular el artículo 8º Transitorio de la misma, prevé la polémica e ilegal figura del “Must Offer” y del “Must Carry” (Obligación de permitir y de proveer), mediante la cual el organismo de radiodifusión que emite una señal gratuita y abierta portadora de programas de televisión, (entiéndase los canales 2 y 13, por ejemplo), están obligados a permitir que una entidad concesionada de televisión restringida (de paga), los “retransmita” íntegramente a sus suscriptores de manera gratuita, como parte del servicio de programación que provee. La justificación de esta polémica imposición constitucional está dictada por un tema de competencia económica, sin haberse percatado aún que la ilegal afectación a los derechos de los organismos de radiodifusión, meros licenciatarios de los contenidos incorporados en las señales radiodifundidas, corresponden a autores, artistas intérpretes o ejecutantes, productores de fonogramas, videogramas y de obras audiovisuales en general, cuyos derechos se reputan como exclusivos y por ende no sujetos al arbitrio de las decisiones de competencia impuestas por el Ejecutivo Federal. La ilegal afectación a los derechos de los organismos de radiodifusión no puede acarrear simultáneamente la gravísima vulneración a los Derechos Humanos de los autores y de los titulares de otros derechos allí incorporados, cuando es precisamente el contenido programático protegido por el derecho de autor, el que le da valor económico a la señal emitida. Ojalá que la Cofeco logre algún día comprender que la naturaleza del Derecho de Autor es monopólica, y que la obra de Octavio Paz, de Juan Rulfo, de Diego Rivera, de David A. Siqueiros, de Consuelito Velázquez o de Agustín Lara no se “merca” o vende “por kilo” ni a granel, sino “por puritito talento”. L
ace 20 años, cuando internet irrumpía en nuestras vidas, nos preguntamos, entre muchas otras cosas, si la democratización cultural en las redes pondría el conocimiento en manos de todo el mundo y si los derechos autorales serían evaporados en el camino pero darían lugar a un nuevo acuerdo social. Hoy, que internet cuenta con más de dos mil millones de usuarios en el mundo y México alcanza los 52 millones, hay más preguntas que certezas. Porque en medio del vértigo de los continuos cambios tecnológicos, la obsolescencia veloz de nuestros dispositivos y la advertencia: “Estoy en red luego existo”, la reflexión autoral pasó a un segundo plano mientras surgían nuevos actores en el escenario del intercambio simbólico. Ahora ya no se habla de receptores sino de usuarios y de prosumidores en lugar de consumidores. La contemplación devino en interacción, la barrera entre lo público y lo privado se esfumó, la producción cultural se colectivizó con la multimedia y figuras como los DJ’s con sus mezclas extraordinarias diluyen la identidad de una autoría. La “gratuidad” del acceso a contenidos en red ha democratizado el conocimiento, sin duda. Pero en el proceso de desmaterialización cultural, los medios impresos empiezan a despedirse del mundo real junto con las librerías y las tiendas de discos y videos, mientras las grandes corporaciones de la industria se fusionan y se introducen al mercado en línea para no desaparecer. ¿Y los autores? Con sorpresa descubren en red la diseminación no autorizada de sus textos, completos o alterados, lo mismo pasa con los fotógrafos y sus imágenes, mientras que músicos y cineastas se topan en las calles con las copias pirata de sus obras. Ignoro si hoy “los autores” son más leídos, vistos o escuchados, lo cierto es que la remuneración económica que merecen por su trabajo está lejos de ser equivalente a la multiplicación de canales que lo distribuyen. A la democratización del acceso a contenidos culturales, le ha faltado un acuerdo social que corresponda a esas nuevas realidades y que reconozca el valor de la autoría sin obstaculizar la libre circulación de las ideas y las obras. El copyleft y el creative commons son instrumentos alternativos, pero ¿resultan compatibles con los derechos de autor? A México le falta ese debate. La diversificación de los procesos creativos y de los nuevos soportes lo exige. Hay escritores y músicos que han decidido prescindir del editor para vender sus obras en línea y sin intermediario. Otros imprimen un ejemplar cada vez que el lector lo demanda. Hay obras creadas para difundirse por medios tradicionales; otras que se realizan para medios impresos y electrónicos y también están las que se producen y distribuyen exclusivamente en medios digitales. Los derechos morales del autor, que han sido la base de la preservación cultural, ¿qué lugar ocupan hoy?, ¿qué tipo de contratos se están generando?, ¿cómo evaluarlos? En la incertidumbre, la DGP de Conaculta y el Instituto Mexicano de Derechos de Autor realizarán el próximo miércoles en el Centro Nacional de las Artes, el seminario “El Derecho de Autor en el ámbito editorial” con especialistas en varias ramas. Ojalá den frutos. L
08 sábado 10 de agosto de 2013
MILENIO
fotografía MANUEL ÁLVAREZ BRAVO/ COLETTE URBAJTEL Y ARCHIVO MAB S.C.
"Obrero en huelga, asesinado" (1934)
ENRIQUE BOSTELMANN
"Solitario" (1966) MANUEL ÁLVAREZ BRAVO/ COLETTE URBAJTEL Y ARCHIVO MAB S.C.
Bostelmann y Álvarez Bravo TRABAJO DE CÁMARA José Antonio Rodríguez clicksaladistancia@hotmail.com
Bostelmann singular
L
o dijo Enrique Bostelmann: “Por qué limitar las técnicas de expresión… ¿Por qué no romper las barreras y usar foto–pintura, foto–escultura, foto–cinética? No hay que encerrarse en la llamada forma honesta. Lo honesto está en el punto del que se parte… Finalmente, cada fotografía crea su propia realidad”. Desde estas palabras podría pensarse que estamos ante un creador que no se sujetó a tantos esquematismos que se dieron en la fotografía mexicana entre los años setenta y los ochenta. Y en efecto así es, pero con matices. Bostelmann pertenece a una generación que en esas décadas tuvo que deambular en otras prácticas para contrarrestar la tan sobada fotografía de compromiso social que, en efecto, se dio como una apabullante ruta única dictada desde el Consejo Mexicano de Fotografía. Pero el creador singular –en medio de una práctica tan extendida del fotodocumentalismo social– no existió completamente para entonces. Tan es así que un libro seminal de Bostelmann, y de la propia fotografía latinoamericana, América, un viaje a través de la injusticia (1970), funcionó como incentivo y camino para emprender esa misma ruta contra el imperialismo yanqui, esto es, para mostrar explícitamente las inequidades de los pueblos. Por eso, contra el colonialismo había que “denunciar aquello que nos duele o interesa… ineludible condición de la fotografía”, se dijo en 1978 cuando inició el Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía. Esencialmente ese era el sentir de una época y un gremio. Y en ello estuvo también inmerso Bostelmann y lo volvió a dejar patente en Juan de la Mancha (1984), un libro sobre las paupérrimas condiciones de una colonia en la periferia del DF. Ahora, en Enrique Bostelmann. Imagen, espacio inagotable (MAM, hasta septiembre), vemos la otra parte, la del notable experimentalista que fue el fotógrafo. Pero lo que no vemos ni se analiza curatorialmente, es cómo Bostelmann, a pesar de estar inmerso él mismo en una práctica y un tiempo del sociodocumental a fuerza, pudo generar otra ruta creativa. Esa tensión, clave para comprender su propio proceso creativo, no se aborda en la curaduría trabajada por Eugenia Macías y Elva Peniche. Algo
apenas se toca en la primera parte de la exposición, pero, más bien, las curadoras se van por mostrar al Bostelmann innovador (incluyen trabajos menores como “La piel de las aguas” de 1974, o de plano, insulsos trabajos publicitarios en imágenes decoloradas, que el fotógrafo hizo para compañías automotrices). Y es ahí en donde se vuelven a ver aquellos trabajos como los corrosivos fotomontajes abiertamente irónicos de “Sucedió en el Metro” (1982); las obras pioneras en donde lo volumétrico se hacía patente, sí, en un medio siempre sujeto a lo bidimensional, como el caos defeño de “Con un nudo en la garganta” (1979), que no tuvieron tiempo para restaurar como otras obras que por ahí se exhiben, y entre las que estaría “Catarsis” (1976), donde se da la apropiación, el fotomontaje, el fotocollage y hasta la quema de imágenes, o “Estructura y biografía de un objeto” (1978), proyecto maestro que hizo junto a Sebastián, en interdisciplina, y con el que demostró las múltiples posibilidades de la fotografía, o la poderosa serie Historias de la memoria (2000–2002), sobre los objetos de algunos artistas o sus experimentaciones lumínicas (sin fecha precisa) relegadas a vitrina. En efecto, singularidad la de Bostelmann, aunque solo veamos una parte de su compleja historia como creador. Álvarez Bravo: versión enriquecida Pareciera que conocemos bastante a Álvarez Bravo, pero todo indica que todavía no llegamos a este punto. Y eso se debe, precisamente, a la exposición Manuel Álvarez Bravo (Museo Amparo, hasta octubre) cuya curaduría la emprendieron Laura González y Gerardo Mosquera, la cual fue vista inicialmente en París (Jeu de Paume) y en Madrid (Fundación Mapfre). El logro del libro y exposición (a la par de esa otra excelente investigación de Paul–Henri Giraud, Manuel Álvarez Bravo. L’ impalpable et l’ imaginaire, Éditions de La Martinière, 2012, que difícilmente circulará por acá), se debe a que los curadores pudieron acceder al acervo familiar que resguarda la familia Álvarez Bravo–Urbajtel. Sí, ciertamente el sueño de todo investigador: poder tener de primera mano documentos, negativos e imágenes de escasa o nula circulación. Y eso se detecta desde la “Cronología” que elaboran los curadores, que deja ver a un Álvarez Bravo con nuevos trazos biográficos: profesor de primaria durante buena parte de los años treinta cuando
"Maniquí tapado" (1931)
su reconocimiento iba en ascenso, gracias al apoyo de Rufino Tamayo, o cómo, a título individual, emprende la práctica de cine experimental con su película ¿Cuánta será la oscuridad? (1945) —hoy perdida como la también legendaria Disparos en el Istmo de 1935— que realiza nada menos que con José Revueltas, con quien forma el grupo “La mesa ovalada”, de debate cinematográfico, para después también experimentar con cine de 8mm (1959) y Súper 8. Por ello, tiene razón Álvaro Vázquez Mantecón cuando advierte. “Llama la atención que, siendo Manuel Álvarez Bravo el fotógrafo mexicano más estudiado hasta el momento, todavía no haya trabajos extensos que establezcan un panorama general de su relación con el cine”. Y por ahí estará también su trabajo de cine documentalista en Un retrato de Diego. La revolución de la mirada (1949, recobrado en 2007). Todo un rescate que forma parte de este proyecto. Y no se diga los documentos: digamos ese Cuaderno de notas que lo exhibe como un intelectual que pone atención a las palabras y los sonidos musicales o sus Apuntes sobre música, textos preservados en la fundación que hoy lleva su nombre. Y finalmente sus nuevas obras fotográficas que se encontraban por ahí relegadas y que enriquecen lo ya conocido del fotógrafo, por ejemplo, entre muchas otras: “Arquitectura, detalle” (ca. 1930), una pieza que deja ver sus primeras influencias del cubismo picassiano, notable por su elegante simetría minimalista que deja ver que “La Tolteca” (1931), otra de sus célebres obras, tuvo sus correlaciones arquitectónicas, esto es, que esta última no nació sola, o que su admiración sobre su maestro Atget y su deambular en la urbe, tuvo larga duración y he ahí la soledad de “Zapatos” (1983), más una sorpresa mayor: otra toma, nunca vista, de “Obrero en huelga, asesinado” (1934), mismo registro sobre ese cuerpo caído pero otro movimiento del entorno. Dos tomas de un mismo hecho, ambas inseparables de su ineluctable dramatismo. Entonces, proyecto éste de nuevos hallazgos, lo que no es poco. L
sábado 10 de agosto de 2013 09
LABERINTO
en librerías Nacimiento de un puente
El circo de la noche Erin Morgenstern Planeta Internacional México, 2012 482 pp.
Maylis de Kerangal Anagrama España, 2013 283 pp.
¿
Es un puente el signo del progreso? ¿Conectar a una ciudad con otra o con un horizonte imprevisible representa un cambio positivo? John Johnson, el alcalde de Coca, un pueblo imaginario de California, lleva a cabo la faraónica construcción de un puente que, según él, introducirá a su localidad en la economía mundial, hará de ella una ciudad del tercer milenio, polifónica y omnívora, donde el consumo será el motor del placer y la satisfacción, aunque esa aventura que involucra a diversos personajes se transformará en una experiencia espiritualmente caótica (y catártica, a su vez).
Las palabras contra el silencio. Elena Poniatowska ante la crítica
E
l Circo de los Sueños está rodeado de misterios. Llega sin avisar y solo funciona en la noche. Éste será el sitio donde se enfrentarán los jóvenes Celia y Marco. Celia fue entrenada por su padre, un célebre mago, mientras que Marco fue recogido de un orfanato por su rival al que solo llaman “el hombre del traje gris”. La historia ocurre a fi nales del siglo XIX y principios del XX en ciudades como Londres, Boston y Nueva York, lo que le da un toque victoriano, y posee una intensidad que va un poco mas allá de lo que ocurre en libros semejantes.
Lenguaje y silencio George Steiner Gedisa, col. Esquinas México, 2013 512 pp.
Nora Erro-Peralta y Magdalena Maiz-Peña Era/ UNAM México, 2013, 594 pp.
O
rganizado en cuatro apartados: “Perfi l de la escritora en su obra”, “Pasión por México y el oficio de escribir”, “Geografías testimoniales e imaginarios culturales” y “Tocando la piel de la historia de su país”, en este volumen se reúnen textos de 31 autores que analizan el trabajo periodístico y narrativo de Elena Poniatowska, cuya frontera con frecuencia es solo una convención. Entre otros, en esta antología participan Juan Rulfo, Octavio Paz, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, José Joaquín Blanco, Margo Glantz y Sara Sefchovich.
La institución imaginaria de la sociedad Cornelius Castoriadis Tusquets México, 2013 158 pp.
A
utor de La encrucijada del laberinto y Ante la guerra, Castoriadis (1922-1997) expone aquí una de sus ideas fundamentales: la sociedad se encuentra en permanente invención de sí misma, no obedece a determinismos de ninguna especie. El libro se compone de dos partes: “Marxismo y teoría revolucionaria” y “El imaginario social y la institución”. En ambas despliega sus conocimientos en el psicoanálisis, la historia, la economía y la filosofía para crear una obra en la que cuestiona teorías y se expresa en contra de cualquier ortodoxia.
Armonía sexual
¿
Cómo debemos valorar la función del lenguaje después de que haya servido para expresar falsedades en los regímenes totalitarios, después de que haya sido arrastrado a la imprecisión de las democracias de consumo masificado? Steiner consagra este volumen a la vida del lenguaje a través de los tiempos, desde la Grecia clásica y la Edad Media hasta los logros siempre inalcanzables de Shakespeare, las luces y sombras de Baudelaire, Kafka, Mann, Broch o Beckett. Sus reflexiones se centran en las posibilidades de los distintos géneros literarios y en el efecto de las palabras.
La nueva razón del mundo Laval Christian / Dardot Pierre Gedisa México, 2013 432 pp.
P
odría parecer innecesario denunciar una vez más el absurdo de un mercado omnipotente y autorregulador. La presente obra, sin embargo, demuestra que este aparente caos procede de una racionalidad cuya acción es subterránea, difusa y global. Dicha idea construye y define la esencia del neoliberalismo. Según los autores de La nueva razón del mundo, el neoliberalismo se ha impuesto, por múltiples vías, como la nueva razón del mundo. Este libro es “una llamada urgente” a impulsar una teoría crítica y social del orden actual.
Revista de la Universidad de México
Juan Carlos Infante Libros Magenta México, 2013 200 pp.
C
omo todos los libros que pretenden transmitir una receta relacionada con la felicidad del ser humano, el de Juan Carlos Infante tiene varios puntos que invitan a la discusión. Señalemos dos: ¿puede un concepto metafísico ser medido?; ¿la mera novedad de un concepto es razón suficiente para darle validez? Los interesados en el tema de la sexualidad encontrarán de cualquier modo suficientes elementos de reflexión. Su aportación fundamental se halla en el hecho de señalar que el conocimiento de nuestra sexualidad es importante para nuestro desarrollo.
UNAM Núm. 114, agosto, 2013 México 110 pp.
L
a Revista de la Universidad de México dedica su reciente número a Rayuela, de Julio Cortázar. Rosa Beltrán, Gonzalo Celorio, Joaquín-Armando Chacón, Teresa del Conde, Daniel González Dueñas y Juan Villoro, entre otros creadores, dedican ensayos, poemas y anécdotas sobre este libro que marcó a distintas generaciones de lectores. En otros temas, Ignacio Padilla presenta la correspondencia de Carlos Fuentes y el editor Armando Orfila. A partir de esta experiencia, Padilla rescata el significado que tuvo para el autor de Aura, el encuentro con Thomas Mann.
El hijo de la actriz porno LOS PAISAJES INVISIBLES ESPECIAL
Iván Ríos Gascón ivanriosgascon.wordpress.com
S
i Roberto Bolaño hubiera tomado una decisión quirúrgica temprana o su hígado de reemplazo hubiera llegado a tiempo, digamos en mayo o junio de 2003, el chileno ahora tendría 60 años y quizá más libros publicados pero menos lectores, sería famoso, sí, aunque no tanto como en estos días, recordemos que un autor de culto es mucho más célebre que un escritor bien vendido a secas, la muerte prematura suele ser determinante en los furores: el consumista compulsivo, el fanático empedernido, el esnob de cafetín, el hermeneuta impresionable y el crítico sentimental, son necrófilos por naturaleza. No obstante, es difícil imaginar a Roberto Bolaño con seis décadas encima y superviviente de un transplante. En el retrato de algunos de sus libros, aparece un tipo que no concuerda con los mermados cuarenta y tantos que tenía (por la enfermedad que, dicen, era de origen autoinmune), cuando ganó el XVI Premio Herralde de Novela por Los detectives salvajes, la misma foto de Putas asesinas (retrato hecho por Anna Oswaldo–Cruz Lehner en 1998, claro, el mismo año de Los detectives…, tal vez porque hay cosas que no cambian, no deben cambiar, la imagen es la de un hombre más bien joven, con el cabello revuelto y la mirada melancólica, gafas grandes tipo johnlennonas, y cigarrillo a medias entre el índice y el medio de la mano izquierda, un hombre más bien joven, como los mejores personajes de sus cuentos). Aquel barniz de nostálgica bohemia es un código que embona con la leyenda de su novela más leída, la de ese Arturo Belano que en los años 70 trashumaba entre la Basílica de Guadalupe, el centro histórico, la colonia Condesa y otros resquicios de un territorio como hecho de cera a punta de descripciones que revitalizan a esos espacios que muchos de los narradores de esta tierra no han podido germinar, poco más de cien páginas frenéticas, divertidas, entrañables, galeras casi con vida propia pero que, en adelante, serán incapaces de redimir al resto de la obra. Seamos honestos. A partir de la página 141, capítulo II, esa novela que en el colmo de la exageración ha sido comparada
con Rayuela, se despeña irremisiblemente en el tedio, la sosería, en la pirotecnia de una prosa que languidece hasta extinguirse en sus obstinados perifollos, y los detectives arrojan el sombrero y la gabardina al ring, paralizados por su propio autor que a la hora de recrear odiseas en el viejo continente quedó petrificado, se me ocurre, ante la ruin Medusa de la trama. A Bolaño lo endiosan y lo aborrecen. Para algunos, sus novelas no dicen absolutamente nada; para otros era un magnífico cuentista. 2066 impone el desafío de la paciencia (y la hueva infinita). El Tercer Reich es un trabajo primerizo, Nocturno en Chile funciona por el conspicuo poder evocativo. En lo personal, reivindico Putas asesinas. “Prefiguración de Lalo Cura” es un texto soberbio, la desternillante historia de un tipo que sobrevivió al universo alucinante de cantinas y burdeles y vendettas gangsteriles, el inframundo que torció muy poco al hijo de un aspirante a sacerdote y una diva porno, cuya infancia será colmada por dildos, látigos, máscaras de látex, fellatios, cunnilingus, sodomías, un chico que creció mirando pellejos sobrenaturales vaciados de la esencia. El mejor Bolaño, el más divertido y puntilloso, se halla en ese cuento de breve aliento largo (no hay puntos y aparte, todo es flujo de exactitud verbal), que traza la sinuosa vía del vicio y la virtud. Lalito Cura (así le dicen al crío engendrado por un santo y una suripanta) se hace hombre libre de depravaciones, torceduras psíquicas y pruritos carnales, aunque nada es perfecto y como no heredó la vocación hipersexual de su mamá, pues se dedica a otro oficio menos gozoso pero igual de lucrativo: matón a sueldo de la mafia. Ironía con patente de Bolaño. L
10 sábado 10 de agosto de 2013
MILENIO
música
En los tiempos del vinil
Versión en compact disc
Pop vanguardista Indiscutible clásico de nuestro rock, Film, único disco de Casino Shanghai, se presenta ahora en su edición en CD ENTREVISTA Ernesto Jiménez Olín
C
onformado por los tecladistas Walter Schmidt y Carlos Robledo (Decibel, Size) y Humberto Álvarez (Música y Contracultura, Sangre Azteka), más Ulalume en la voz, Casino Shanghai fue una de las formaciones más innovadoras y originales de los ochenta mexicanos. El grupo grabó un solo disco, Film (1985), uno de los mejores de todos los tiempos del rock local. Se trata de una obra que puede ubicarse en el ámbito tecno (Ultravox sería su más cercano referente). A un par de años de cumplir su trigésimo aniversario, se presenta la edición en CD, con dos bonus
track: la musicalización del poema “Le tombeau de Edgar Poe” del poeta francés Stéphane Mallarmé y la versión en español de “Hollow Bodies”. La siguiente conversación con Walter Schmidt, uno de los pilares del grupo, gira en torno al álbum. ¿Cuánto tiempo se tardaron en desarrollar el proyecto? Fue algo muy rápido. Todo surgió porque le iban a hacer un coctel de despedida a Ula, que se iba a Nueva York, en el bar Nueve, y en cosa de quince días montamos el repertorio y lo presentamos; a partir de esa tocada salió el contrato para hacer un disco, cosa que nunca nos había pasado.
Luego de ese concierto nos metimos al estudio a empezar a hacer las maquetas de las canciones y de ahí a producirlo. Apareció Comrock en ese momento y lo incorporaron en su repertorio. En cuanto al género, por el uso de los tres teclados y todo el concepto en general, podemos decir que Casino Shanghai era un grupo tecno. Es un decir. Humberto tenía una influencia progresiva por lo que había hecho en MCC, y si oyes bien en algunas canciones, hay unos arreglos en los teclados que suenan progresivos por su influencia. Comparado con lo que hacía Gary Numan, el sonido de Casino era más elaborado. Lo de las etiquetas es nada más para ubicarte. Regresando a los grupos en los que he estado, como en México no se hacía lo que cada uno hizo, nos consideraban innovadores. Pero si hemos influenciado a los músicos de ahora, no ha sido por el sonido que exploró cada uno, sino porque enseñamos el “Do it Yourself”. ¿Y en cuanto a la continuidad del proyecto? En una entrevista reciente me hicieron una pregunta sobre “el fracaso” de Casino Shanghai, pero el hecho de hacer en esos
tiempos un disco era ya un verdadero logro. Que no se llegó a más, es diferente, pero claro que no fue un fracaso. Lo que sí puedo decir es que, acaso, nos faltó disciplina, pero nunca fuimos flojos como han escrito por ahí. Pero también estuvo la falta de apoyo de la compañía que supuestamente nos impulsaba. Se dispersó la cuestión. Se comenzaron a grabar cosas para el disco de solista de Ula, como “La tumba de Edgar Allan Poe”. Una versión apareció en un compilado y ahora la recuperamos con una mezcla diferente. Para mí, lo importante de que se haya editado el CD es que los fans que no pudieron conseguir el disco original, puedan oírnos. Además de que vienen dos bonus track, “La tumba de Edgar Allan Poe”, que es el poema de Stéphane Mallarmé que Ula canta en francés, y la versión en español de “Hollow Bodies”, que en su tiempo, cuando apareció la primera versión de Film, sirvió como un sencillo para radio que no salió a la venta. Entonces se recuperan estos materiales. Y para citar el libro de David Cortés, “antes de que nos olviden”, ahí está el disco de Casino Shanghai. Intentaremos hacer un par de presentaciones para fines de año. Ya hicimos un show case, pero queremos algo más formal. Tenemos además canciones nuevas, con la idea de probablemente grabarlas más adelante. Ahorita el disco no tiene una distribución muy grande. Se puede conseguir en algunos puestos del Chopo y en la tienda de Independent Recordings. En cuanto al nombre, ¿tiene algo de influencia de Cabaret Voltaire? No, aunque siempre he sido fan del grupo. Para nosotros no era un grupo para las masas, sino para estar en un antro bebiendo. El nombre puede evocar algo del cabaret, pero la música era otra cosa. En cuanto a la imagen, se trataba de hacer algo nostálgico, como recordar películas en blanco y negro tipo Casablanca. Algo que sí es necesario recalcar es la presencia de Ula. Ella sí logró crear un personaje en nuestra escena. No solo era pararse a cantar, sino hacer un performance. En una tocada, por ejemplo, no recuerdo si en El Ágora, cantaba mientras se maquillaba. Para mí, lo que hacía Casino Shanghai era pop vanguardista. L
EL PAPEL DE LAS NOTAS ESPECIAL
De Mozart a Piazzolla Eusebio Ruvalcaba eusebius1951_2@yahoo.com.mx
E
l periplo emprendido por el cuarteto Humoresque el sábado 3 de agosto en la Carlos Chávez resultó una prueba de fuego. Porque no es común que una dotación de esta naturaleza interprete Mozart, Shostakovich y Piazzolla en una sola sesión. Viaje que permitió entrever los alcances del cuarteto como género. Pero no nada más por eso el concierto adquirió una connotación inusual. También porque marcó la despedida del cuarteto como colectivo. Sucede que Renata García, primer violín; Rubén Abraham Torres, segundo violín; Santos Daniel Rivera, viola, y Rodolfo Jiménez, violonchelo, decidieron desarticular el cuarteto para adquirir mayor experiencia, para avanzar en el conocimiento de sus instrumentos respectivos. Según explicó Renata García, sus maestros estadunidenses los habían invitado a que tomaran esa determinación. Siempre en virtud de que se superaran como músicos en forma individual, y finalmente como grupo. Sorprende esta resolución por dos razones: la primera,
porque el grupo se escuchó bastante bien, si no perfecto sí estrictamente profesional; la segunda, porque si lo que se persigue es su superación como colectivo, un modo inequívoco es seguir tocando como tal. Solamente frente al público es posible tener claro sus limitaciones y sus posibilidades. El cuarteto Humoresque tiene dos años de haberse formado, lo cual en términos de música de cámara es muy poco (el cuarteto Vegh empezó a sonar como insuperable luego de cinco años, que también fue el tiempo que el Borodin tardó para darse por satisfecho, y un poco más, el Lener, siete años, para constituirse en uno de los mejores del mundo). En fin. Uno desearía que esta decisión del cuarteto Humoresque sea un empujón inteligente y vigoroso y no un obstáculo que a la postre se torne insuperable, ya que México no es precisamente un país en el que los cuartetos sobren. El concierto abrió con uno de los cuartetos más socorridos de Mozart, el de Re mayor K. 575, que es conocido como el Prusiano No. 1. Aunque un poco menos afortunado en su expresividad que los prusianos restantes K. 589 y 590 (originalmente Federico Guillermo II, el rey de Prusia, había encargado seis),
Cuarteto Humoresque
este cuarteto arrastra un aura de misterio, como si ocultara una velada intención que jamás ve la luz. Hay que destacar la gravedad del violonchelo, toda vez que Federico Guillermo era chelista. Enseguida vino Dmitri Shostakovich. Su cuarteto No. 8 Op. 110. Del que el propio autor dijo en sus Memorias que era una oración fúnebre por las víctimas de la Revolución. Se trata de un cuarteto hermosísimo, matizado por unos pasajes de intenso lirismo, en los que, bajo la sabiduría de la sordina, todo parece discurrir bajo un manto umbrío y desolador. Dividido en cinco movimientos,
avanza emoción tras emoción. Es de esas obras características de Shostakovich. Se advierte el alma de un hombre perseguido. Un testigo musical de su tiempo. Y, por último, Four for tango de Astor Piazzolla. Sin más, este cuarteto constituye un verdadero tour de force para un cuarteto que se digne de serlo. Comprende los más arrojados escollos técnicos lo mismo para cada instrumento que para los cuatro en su conjunto. No tiene frases de singular hondura, pero sí de desafío instrumental. Con esta obra, el Humoresque demostró su altura —que ojalá conserve a su regreso. L
sábado 10 de agosto de 2013 11
LABERINTO
cine CORTESÍA PRODUCCIÓN
Kenya Márquez
“Me obsesiono con la construcción de los personajes” La vida desde la óptica de los perdedores, la angustia del extravío, las relaciones complicadas y el espejismo de las apariencias son algunos elementos que gravitan en torno de la cinta Fecha de caducidad ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com Fotograma de la ópera prima galardonada en Huelva
U
n trío de personajes obsesivos y solitarios coinciden en una fatídica historia. Ramona (Ana Ofelia Murguía) se desequilibra cuando desaparece su hijo. Su estado la lleva a imaginar que su nueva vecina (Marisol Centeno) era la novia del vástago y a pensar que el culpable de su desgracia es Osvaldo (Damián Alcázar), un multiusos enamorado. Tras dirigir al Festival Internacional de Cine de Guadalajara entre 2002 y 2005, la directora Kenya Márquez emprendió el proyecto de filmar Fecha de caducidad, ópera prima que cosechó el Premio a la Mejor Película del Festival de Cine Latinoamericano en Canadá y el Colón de Plata a la Mejor Dirección en el Festival de Cine Iberoamericano en Huelva. ¿Qué denota Fecha de caducidad? Es una historia de amor contada a través de personajes perdedores. Quería hablar de la forma en que las apariencias nos llenan de prejuicios y mostrar algo de la realidad de mi país. ¿No es demasiado para una película? Me sucedió lo que a muchos directores con su ópera prima: queremos tocar todo lo que traemos desde años atrás. Partí de las incomodidades que traigo en el alma. Además, es tan difícil hacer cine en México que preferí meter todo, por si no vuelvo a filmar. ¿Por qué le interesan los personajes perdedores y solitarios? Durante 11 años fui periodista y empecé en la nota roja. El periodismo me sensibilizó hacia esas pequeñas historias que en principio pueden parecer insignificantes. Créeme que he intentado escribir otro tipo de cosas pero no me salen.
Regreso al tema de las apariencias y los prejuicios, sus personajes se mueven por estos preceptos…. Es un tema que interesa mucho, me parece deplorable juzgar al ser humano en función de cómo se viste o habla. Me tocó vivirlo de cerca mientras dirigí el Festival de Cine de Guadalajara, como siempre andaba con mi backpack, había gente que no me creía capaz para ese proyecto. Su película se apoya más en los personajes que en la misma historia, ¿por qué? Sin ser presuntuosa, mi virtud como directora es que me obsesiono con la construcción de los personajes. Les construyo una vida anterior. Los imagino desde que nacieron e imagino a sus hermanos, así hasta que llegan a la película. No me importa si sale en pantalla o no porque creo que fortalece la historia. Me gusta inmiscuir a los actores en mi concepción del personaje, no en la de ellos. Soy muy obsesiva. A lo largo de la película vemos en un segundo plano el contexto social del país, pienso en la migración o la violencia, ¿cómo controló la historia para que estos elementos no tuvieran más protagonismo? Una historia es más contundente si se cuenta a partir del personaje. Tener estos elementos en se-
gundo plano abona al contexto, pero no los opaca porque su misma ansiedad refleja la realidad. Me llamó la atención la cantidad tomas cenitales que trabajó… Tengo una obsesión con los cenitales, me gusta que a partir de ellos se distorsione la realidad. Cuando construimos la estética de la película tenía claras dos cosas: la puesta en escena tenía que dominar y la atmosfera debería estar enrarecida. Siempre intentamos crear metáforas no obvias y plantear las cosas a fi n de que el espectador tuviera dos posibles lecturas. La hicimos en 16mm. porque quería una foto sucia, no preciosista; así como una imagen granulada y un poco burda. ¿Por qué estructurar la película de manera fragmentada y no lineal? Lo intenté, de hecho al principio quise hacer un melodrama pero no lo logré. De manera inconsciente se metió el humor negro. Armar la historia a partir de los personajes me pareció más eficaz para abordar el tema de las apariencias. El espectador tiene ante sí tres historias y el enfoque conforme al personaje, de modo que es la gente quien decide cual es la verdad. Me costó trabajo y críticas contarla de esa manera, pero al ser mi ópera prima decidí jugármela. L
HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL
El último poema de Miller Fernando Zamora @fernandovzamora
T
hérèse Desqueyroux es la última película de un artista que pertenece no a un movimiento fílmico sino a una fuerza natural. No es casual que a dicho movimiento se le identifique con una ola: la “nueva ola” de cine francés. Miller fue uno de los primeros cineastas que estudió cine; un arte que, en la primera mitad del siglo pasado, resultaba dudoso. Preguntarnos hoy si el cine es arte parecería ocioso si no fuese evidente que la pregunta por el arte hace tiempo que no dice nada: ¿qué es arte? ¡cualquier cosa! La belleza de esta película, sin embargo, da un nuevo sentido a la pregunta por el arte, a la historia del cine y a la vida de un maestro que, desde que comenzó como asistente de dirección en la monumental Balthazar de Robert Bresson, entregó su vida a encontrar el sentido de la cuestión por el arte. ¿Qué es arte, pues? En Thérèse el arte fílmico es sumisión a la belleza y el sentido: la película muestra un problema existencial y lo hace echando mano del preciosismo. La libertad que ganó el arte gracias a maestros que, como Miller y toda “la ola”, se preguntaban por el sentido del arte, y que no necesariamente engendra monstruos de sin–sentido o monstruos del capital. Hay una tercera vía y aquí está: el arte por el arte;
el arte por la belleza, el arte de un canon. Truffaut, Bresson y Miller son esta ola, esta fuerza natural. Miller, para ser universal, es precisamente local; su historia va de una mujer burguesa que, habitando su hermosa casa de campo quiere “algo más”. Nada más francés: Thérèse es una Bovary. Sin embargo, el arte de esta historia de mujeres insatisfechas no está (o mejor, no solo está) en el ritmo plácido de una campiña, en la fotografía de dos hermosas niñas que levantan los pies al viento sobre un bote en el que se aproximan de pronto en un sutil dejo de homosexualidad no consumada. No. El arte de Miller está en que Thérèse no es cine para agradar a nadie; Thérèse no fue filmada para el crítico (esa figura que en el velorio del arte no sabe decir más que reseñas), no fue filmada para el enamorado de la plasticidad ni para el historiador que quiere ver una interpretación de ese momento en que las mujeres se emanciparon. El arte de Miller está en su ser contestatario, justo como Thérèse, quien ya tampoco no quiere complacer a nadie: ¿acaso estas dos hermosas niñas jugando en el campo francés son hermosas porque quieren complacernos? No. Como sea, al público hay que decir que la interpretación de Tautou es magnífica y que el principal logro narrativo es recrear a un clásico francés: esta mujer que, cual heroína de Stendhal, sabe del amor solo por la literatura. Como ando en
Thérèse Desqueyroux. Dirección: Claude Miller. Guión: Natalie Cartier y Claude Miller, basados en la novela de François Mauriac. Fotografía: Gérard de Battista. Con Audrey Tautou, Gilles Lellouche, Anaïs Demoustier y Stanley Weber. Francia, 2012. fase psicoanalítica quiero escribir también que quizá la amargura de Thérèse radica en que su propia moral le impidió consentir una sutil propuesta de amor al inicio de la película. Nada de eso importa en el fondo, creo que la intención de Miller en ésta, su última y extraordinaria película, es dejar que el arte sea arte y que se justifique, nada más, con el arte. L
12 sábado 10 de agosto de 2013
MILENIO
varia PIRANESI
ESPECIAL
El director de ubu.com
Goldsmith y el imperio Escenografía retro-conceptual del subconsciente "Carceri D'Invenzioni, Tavola XVI"
ARCHIVO HACHE Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com
C
uando alguien lee acríticamente a Kenneth Goldsmith pienso: necesitas informarte mejor. Goldsmith es emblemático de la década de la guerra contra el “terrorismo”. Su obra consiste en aceptar y retransmitir (tal cual) lo que el poder emite, encontrar bello sin necesidad de leerlo. Usar ready– made como take–over. Transcribe textos, hace libros de puro copy–paste, dirige ubu.com, su celebridad prospera. La “escritura no–creativa” ya es parte del canon que deseó. Su innovación es cuestionable. Un ejemplo entre otros: Ulises Carrión hace un tercio de siglo hacía cosas que hoy abanderan norteamericanos. Reiteran prácticas colonialistas. Vía manifiestos, antologías y membresías, borran o se apoderan de otras historias. Su política atrae estudiantes, académicos, escritores y lectores indecisos entre lo consensual y lo arty. El conceptualismo es una manifestación cultural derivada de políticas norteamericanas expansionistas. Por eso la apropiación es su fundamento. Su campaña de estrellato y empresa de capital simbólico usa look retro– frívolo como sistema de autodefensa. Goldsmith en la Casa Blanca o Coldbert Report no es problema, sino su promoción de una conformidad “tonta”, cómplice del capital y las risas grabadas. Al despolitizar la escritura, quita empowerment a comunidades críticas emergentes. Su falla es ética. Sus logros estéticos, medidos a escala internacional, pocos. No es conceptualismo sino pastiche de otros conceptualismos. Vanessa Place o Goldsmith encarnan el expansionismo
CASTA DIVA norteamericano y lo tornan buen gusto, refinamiento post– experimental, radical–soft. Muestran qué sucede con la escritura post–teoría crítica que elige abrazar al capitalismo y jactarse del twist. ¿Performance de posesión hegemónica? No. Eso amenazaría su click institucional. Al negar su apología de la lógica capitalista y dejar abierta una supuesta ironía, máquina referencial o could-berole play, el retro–conceptualismo se desploma. Pudieron ser una denuncia performática pero quisieron espectáculo y aprobación, promover el cinismo a la crítica. Andy Warhol perdió su filo. Un warholismo hoy en la literatura puede tener éxito en Estados Unidos o en países muy colonizados, respiración boca a boca entre élites blancas. Al incrementar su adhesión a valores y poses cool conservadoras, en el Sur Globalizado su textappeal crece. Nótese el tono exquisito de la voz de Goldsmith: crea una posición familiar a la hegemonía. La complicidad del conceptualismo aumenta conforme juega a las escondidas con las implicaciones de su programa. Una oportunidad se perdió —si acaso existió— después de la Language Poetry: un repunte del izquierdismo en la poesía estadunidense. No sucedió. Love–Obama–tomía llegó. Los propios Language perdieron credibilidad al alentar herederos de ideales reaccionarios. El experimentalismo norteamericano se convirtió en joyería fina. L
Avelina Lésper avelinalesper.com.mx
E
l encierro es físico y mental, espacial y subjetivo. A uno vamos y al otro lo llevamos dentro, en los dos habitamos. Este castigo aísla para sumergir en un estado en el que no existe la autodeterminación. Es infligido por otros o es una decisión existencial en la que nos enclaustramos. La constante entre el encierro material o físico y el subjetivo es la experiencia espacio–tiempo. Podemos determinar cuánto ha durado el castigo y en dónde lo hemos vivido. Las memorias, pasiones, temores, deseos, son el cautiverio que posee y decide los actos sin escapatoria, es la claustrofobia cotidiana que vive en el espacio interno del ser. Esa penitenciaría personal ocupa la vida, el tiempo, exige espacio para tener forma. Citando a Milton, “Te has convertido (¡oh peor cautiverio!), en tu propia mazmorra, que tu alma… ahora en verdad prisionera, habita en la oscuridad del cuerpo”. La serie de grabados sobre prisiones de Piranesi, Invenzione Capric di Carceri, 15 placas (1749), son obras de ficción, cárceles imaginarias de arquitectura sofocante. Construcciones fantásticas y eclécticas inspiradas en los dibujos de Palladio de las ruinas romanas, son una idealización de la monumentalidad del pasado que se vuelve grotesca, como la enervación que hacemos de lo que hemos perdido, de lo que se ha ido. Piranesi las llama capricho para advertirnos que no estamos ante una cárcel real, que esto sucede en su talento y en su obsesión neurótica por describir ambientes asfixiantes. Estas oscuras prisiones son inexpugnables, vigiladas por gigantescas esculturas de leones y por mascarones vociferantes. El diseño de sus escaleras, torres y arcos de piedra no tiene salida, es un juego de perspectivas y oscuros laberintos que no van a ningún sitio, un encierro premeditado para que el intento de huir sea la última condena. Fortalezas que se tragan a sus pequeños inquilinos, los someten a sus debilidades. Los pasillos podrían enloquecer al Minotauro, son una metáfora del horror de verse ensimismado, de dejarse poseer por el espacio, como nos dejamos gobernar por el dolor, por la enfermedad o el aburrimiento.
Al dibujar estos muros de piedra de los que penden cuerdas, cadenas, grilletes, Piranesi jugó con el subconsciente, se regodeó con la ansiedad masoquista de flagelarse, de atarse a lo que no queremos soltar. La voluntad se nulifica en el confinamiento, para comprobarlo, Piranesi no dibuja una celda en particular, se abre al espacio que contiene miles de calabozos y nos obliga a la confusión entre el ser y el objeto: el preso es la prisión que lo contiene. El opresivo pánico a estar en ese lugar o situación con nosotros mismos, nace de la especulación de lo que podría suceder ahí dentro. Esas bóvedas y columnas que se elevan sobre patios de tortura, son edificadas por los propios presos, cada quien dicta su condena, que sin importar lo que dure, siempre será larga. Al dibujarlos con la precisión de la línea, evoca un testimonio que no existe pero que reconocemos, sabemos que hemos estado ahí y hemos vivido la pesadez de nuestros ruinosos conatos de fuga. La insondable construcción de nuestros pensamientos, apegos, manías, emociones, recuerdos, vicios, circula por esas galerías subterráneas que entierran vivos a sus habitantes, que los despojan de la luz de la razón. La pérdida de control está adentro, en la desaforada sucesión de escaleras, mazmorras, rejas, en las que los presos deambulan y viven sin una coherencia lógica, sin una consecuencia, es la demencial recreación de nuestros males que se enroscan y degradan por sí mismos. Cada grabado de Piranesi está planteado como una geografía interior, espacio–emoción, trazando con virtuosismo la complicada composición de las secuencias de puentes infinitos que se bifurcan como nuestras obsesiones. Este contenedor patológico protege de un exterior que revelaría el cautiverio al que nos auto sometemos, al que nos entregamos sin poder luchar. Emerger del enclaustramiento interrumpe la pesadilla, acalla el suplicio y ¿qué queda? Regresar a la mazmorra, encontrar motivos para no desprenderse, para vivir como dice Milton: “Preferir ser siervos a ser libres, la cómoda esclavitud más que la ardua libertad”. L