LABIO ASESINO
monografico
feminismo andaluz
Imagen de cubierta: Asociación Democrática de Mujeres en Sevilla (junio de 1978). Archivo fotográfico del Partido de los Trabajadores de España. Depósito Legal: J 438-2019 ISBN: 978-84-949597-4-5 Coordinación, diseño y maquetación: Araceli Pulpillo. Colaboradoras: Textos: Virginia Piña Cruz, Kauzar Atlanta, Esther Alberjón, Carmen Borrego, Noelia Cortés, Soledad Castillero Quesada, Ana Burgos García, Auxi J. León, Rocío Santos Gil, Nanouk, Araceli Pulpillo, La Medusa Colectiva, Angie de la Lama, Lady Vermú, Araceli Ramírez y Vikinga Fem. Ilustración: Annie Knock y Sofía Álvarez. Collage: Kauzar Atlanta, MJ Avilés y Araceli Pulpillo. Fotografía: Laisabelita, Rosa Pineda, Adelina Cortés, Carmela Borrego, Angie de la Lama y Vikinga Fem. Todos los derechos reservados para las autoras. Una parte del beneficio del monográfico irá destinada a colectivos feministas de Andalucía. Edita: Labio Asesino Femzine Correo: labioasesino@gmail.com // Instagram: @labioasesino Twitter: @AsesinoLabio // Facebook: Labio Asesino Fanzine Jaén, 2019
ÍNDICE A modo de introducción...................................5 «Feminismo andaluz o barbarie», Annie Knock.......7 «Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto», Virginia Piña Cruz..................................................8 «Ni pragmáticas sanciones ni leyes de extranjería», Kauzar Atlanta......................................................14 «Raíces y horizontes del feminismo andaluz: tejiendo un camino revolucionario», Esther Alberjón..............19 «El feminismo en el flamenco es una realidad que existe antes de que fuese nombrado», Carmen Borrego en diálogo con Noelia Cortés...................................... 27 «Soberanía alimentaria tiene nombre de mujé», Soledad Castillero Quesada..................................................34 «Apuntes sobre feminismo andaluz», Ana Burgos......42 «Junteras sobre femismo andaluz», Auxi J. León y Rocío Santos Gil..................................................44
«Identidad expropiada: autobiografía de una reconciliación», Nanouk................................................51 «Primera persona, femenino, plural: relatos olvidados de mujeres obreras andaluzas», Araceli Pulpillo............................................................59 «#EstoyRevuerta», La Medusa Colectiva...............68 Dos femzines andaluzas: «Feminismo andaluz como un Salmorejho Majhao», Carmela Borrego.................................72 «Miradas Andaluzas», Angie de la Lama y Lady Vermú............................................................77 El patio de poemas: Araceli Ramírez Palomares....80 «Hijas de Eva», Sofía Álvarez...............................86 Feminismo andaluz “en-construcción”, Vikinga Fem..................................................................87 De verbena: hilo musical de un guateque andalú......... 90
A MODO DE INTRODUCCIÓN
El monográfico que tienes entre manos es una compilación de textos —y otras artes— realizados por diferentes autoras cuyos puntos en común son dos: ser feministas y ser andaluzas (esto último ya sea por nacimiento o por haber tenido que migrar a este territorio). A todas las que escriben en estas páginas, ilustran o fotografían, les lanzamos, en su día, una petición: haced vuestro trabajo sobre feminismo andaluz, lo que entendáis cómo tal, lo que queráis que aparezca bajo esta premisa. Y de ahí nace este librito. Y es que, como nacidas en Andalucía, las que coordinamos este femzine, no hemos querido ser ajenas a todo el tejido que se está creando en base al feminismo andaluz, concepto que aún está en construcción —quizá así sea de forma indeterminada—. Por ello queríamos aportar nuestro granito de arena creando un espacio de debate en torno a este movimiento que está enriqueciendo tanto al feminismo, para poder crear, dentro y fuera del territorio, y de nuestros cuerpos, un lugar en el que reconocer(nos) otras formas de vida y de discursos —o, simplemente, las formas de vida y los discursos que siempre han estado ahí—. Queremos mirarnos y que nos miren en base a nuestro propio relato, en base a nuestra propia mirada. Sabemos que este monográfico es una muestra muy pequeña de las múltiples voces que pueblan el sentir(se) andaluz(as), que hay muchas 7
más voces en todo el territorio andaluz y fuera de él que tienen diferentes concepciones a propósito de lo que entienden/sienten por feminismo andaluz, pero pensamos que este monográfico puede servir de mapeo de algunos de los proyectos y las individualidades que sí que están cuestionando y creando una epistemología propia en base a la identidad y las realidades materiales que nos atraviesan. Sabemos que no se puede hablar de un solo feminismo andaluz, que hay una basta diversidad de relatos que se tocan, se miran, se distancian, se precipitan, se amasan, se cuecen a fuego lento o están ya en su punto, relatos precisamente que dan cuenta de la riqueza a la que nos asomamos. Este libro que tienes entre las manos era una escusa necesaria para mirar por esa amplitud, para darnos la mano. Un motivo para dar pie a juntarnos. A las más posibles. Para coger nuestras sillas de enea y sacarlas a la puerta en plena noche de verano y hablar(nos), así en colectivo, porque creemos firmemente que los proyectos desde lo colectivo son los únicos con posibilidad de florecer en su máximo explendor. Juntarnos, decimos. Llamarnos. Saber que estamos aquí, que siempre lo estuvimos, que siempre lo estaremos. Sin más os dejamos con estas palabras de María Zambrano para abrir este pequeño paseo por patios, cármenes, callejuelas, campos y habitaciones de mesa camilla que te aguardan en esta lectura:
Regreso, sí, a la sangre. Pero regresar a la sangre para un andaluz no es volver a algo primitivo, sino todo lo contrario: es regresar a un mundo, a una cultura y hasta un modo de paisaje. María Zambrano - El exilio como patria 8
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NADIE HABLARÁ DE NOSOTRAS CUANDO HAYAMOS MUERTO por Virginia Piña Cruz de Mujeres Andaluzas que hacen la Revolución
A la Dama de Baza le late el corazón muy fuerte. A veces. A pesar de llevar miles de años muerta. Le late. Le latió cuando en los años 70 la desenterraron de aquella tumba de la necrópolis bastetana y dijeron que era imposible que fuera mujer, porque el ajuar y la zona del enterramiento eran demasiado importantes para una mujer. Ahora también le late. Porque se ve expuesta en una vitrina de cristal a 400 kilómetros de su tierra, y ella, que es del sur, echa en falta el agua cristalina de las fuentes de su pueblo, y el aire fresco que bajaba de la sierra en las noches cálidas de verano. Entre aromas prohibidos y luces doradas, entre los paños de seda traídos de las fronteras del este, se escucha una leve voz femenina, recitando en verso su propia vida. Ella es Wallada, la princesa omeya destronada. La princesa que prefirió ser poeta que reina, que olvidó los palacios para construir el suyo de versos y halagos. La escucha, atentamente, su séquito de adoradores. Y entre ellos, su alumna preferida, Muhya bint al-Tayyani, que, en secreto, sueña con su voz cada noche. Por las callejuelas de la Viña de Cádiz, van corriendo Josefa y Margarita, con un ejemplar en la mano de El Pensil Gaditano. Es la primera vez que dos mujeres se atreven a publicar una revista, con 10
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cierta continuidad periódica, donde escriben, se expresan, debaten y contestan en plena igualdad y libertad como una forma de hacer política. La mujer y la Sociedad es su máximo exponente, un pequeño texto donde denuncian la precariedad de la mujer trabajadora y su devenir en la sociedad del siglo XIX. Maruja Lara observa desde la lejanía las luces centelleantes de su querida Granada, su amada ciudad. Huyendo de las tropas nacionales, las lágrimas corren por sus mejillas llenas de rabia y futuras promesas. Se alistará en la Columna Maroto. Rifle en mano, pasará a primera línea de batalla y combatirá junto con sus compañeros de la CNT por la liberación de su ciudad natal. En Gilena, en plena Sierra Sur sevillana, por las calles llega corriendo Mari Carmen la Chiquita, porque hoy ha ido al Empleo Comunitario y el manijero le ha dicho que no le pagará el jornal. Que ella es mujer y se tiene que ir para su casa, el campo es cosa de hombres. Sus vecinas están hartas también de tener todos sus papeles en regla y no poder ganar un sueldo justo. Así que deciden que al día siguiente la Chiquita no irá sola, porque la Margarita, la Concepción, Dolores, Manuela y Agustina irán con ella. ¿Y Maria Silva? Ay, Maria Silva, que dicen que te secuestraron y te asesinaron, en algún lugar entre Jerez y Medina Sidonia. Dicen que fueron muchas más cosas las que te hicieron. Y es que tú, que naciste en un pueblecito de jornaleros, estabas llamada a ser La Libertaria, la anarquista revolucionaria por antonomasia. Y eso es demasiado dolor. Para ellos y para ti. Pero no desesperes, que aún te buscan entre el fango, entre el barro y la tierra. Lo hace tu nieta, Rosa, que parece que heredó de ti la fuerza y el coraje. 12
DESCONOCIDAS. Podría seguir hablando únicamente de ellas, de las que también hicieron historia, pero no la escribieron. Quien tiene el poder, tiene la pluma. Y la andaluza, que ya de por sí es invisibilizada por ser mujer, arrastra por los caminos el desconocimiento de su genealogía, de quienes anduvieron los mismos caminos, quienes los sembraron de experiencia y temple. Y quienes los pelearon, frente al cacique o el fascista. El título del artículo hace referencia a una película del cine español1, pero para la mujer, y más si es andaluza, es una declaración de intenciones y una realidad que nos pesa y nos desheredera de nuestra historia. Yo, y cualquier andaluza que me lea, he crecido sin conocer a las grandes referentes de mi tierra, sin saber que podíamos ser algo más que graciosas y metiches, las reinas de la farándula televisiva. Hemos asumido los estereotipos y los prejuicios que por todo el estado español se tienen sobre nosotras. Y eso nos pesa. Y nos resta. Nos resta en soberanía y autonomía, porque aceptamos los discursos que nos vienen dados de fuera. Nos resta en autoconciencia y conocimiento, porque entendemos que nosotras no podemos generar unos discursos propios, centrados en nuestro día a día, en nuestra cultura, en nuestra tierra. Y nos resta en repensarnos desde la realidad que nos rodea y nos define, y en crear herramientas propias para combatir, las cuales nos resulten más cómodas, más cercanas, y, por lo tanto, más afectivas. 1
Película de drama y cine negro de 1995 dirigida por Agustín Díaz Yanes.
La historia de la mujer en Andalucía es un recorrido que entra de lleno en el corazón de lo revolucionario y rompe con la hegemonía y el pensamiento colonizador. Nuestras vidas, nuestras resistencias, 13
pero también las luchas en campo abierto de las que nos preceden, contradicen el prejucio que recae sobre la andaluza. Desde nuestras queridas poetas andalusíes, hasta las jornaleras a pie de tajo, el recorrido que la mujer ha tenido en Andalucía es de por sí subversivo: por la resistencia que, a pesar de la invisibilización histórica que padecen, han ejercido contra esos prejuicios, dotándonos de herramientas emancipadoras. Gracias a estas herramientas, gracias a los ejemplos de vida que ellas nos han legado, a día de hoy, las andaluzas tenemos discursos que nos liberan de la visión androcéntrica de la cultura, la historia, y de la vida en Andalucía en general. Pero también de los discursos andaluzofóbicos que, desde el españolismo, nos cataloga como inferiores, incapaces o subdesarrolladas. Ellas nos muestran un discurso que contradice, de principio a fin, de abajo a arriba (porque Andalucía es siempre sur, y no solo en la geografía), todo el ideario colonizador que permite a la españolidad reírse de lo andaluz, acusarnos de pueblo sin conciencia ni razón, y guiarnos en la lucha con ese toque pestilente de paternalismo (y mucho maternalismo). ¿Os imagináis a todas las andaluzas dueñas de la historia de su pueblo? ¿Os imagináis a todas las andaluzas encontrando en su genealogía estrategias de resistencia y lucha? ¿Os imagináis a todas las andaluzas orgullosas de sus formas de vida, emancipadas en la diversidad de nuestra Andalucía, en su cultura y su idiosincrasia? ¿Encontrando lo subversivo, lo común, lo anticapitalista, lo antifascista, lo antirracista, lo feminista en un patio con geranios y un vestido de lunares? 14
¡Pues quilla, nena, muchacha, vamos a dejar de imaginarlo, y vamos a buscarlo! ¡Que ahí, entre tus manos, entre las historias que se cuentan en el pueblo, donde nadie se para, está el poderío y la realidad de Andalucía y sus andaluzas!
Collage: Araceli Pulpillo
NI PRAGMÁTICAS SANCIONES NI LEYES DE EXTRANJERÍA por Kauzar Atlanta
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“Pueblo andaluz” es un concepto muy amplio y actual que no puede extrapolarse al pasado pre-autonomías y división territorial actual en el Reino de España, sin embargo, para abreviar y puesto que este no es un artículo científico, voy a usar el sintagma nominal pueblo andaluz para referirme al pueblo que habitaba el sur de la Península Ibérica antes de la llamada reconquista y hasta nuestros días, aludiendo también a lo que actualmente sería el pueblo murciano, manchego y extremeño, pues entiendo que lo que voy a contar atravesó a todos por igual y nos sigue atravesando hasta día de hoy.
Problamente muches de nosotres no sabemos lo que es una prágmática sanción. Quienes lo sepan probablemente crean que de antiguas que son, no merece la pena referirlas más. En cualquier caso, pocas personas sabrán que las pragmáticas sanciones atravesaron e hirieron la vida de miles de andaluzes1. Ahora es cuando me dicen que eso forma parte del pasado… Y es verdá. Las pragmáticas sanciones forman parte de un pasado que hasta día de hoy sigue hiriendo (aunque a algunes más que a otres, por su puesto). En este entramado llamado España, monarquía parlamentaria mediante, podría estar reinado por la Infanta Doña Elena, hija del actual monarca emérito y su primera esposa, Doña Sofía de Grecia; sin embargo fue el hijo varón de ambos, Felipe, hoy día Felipe VI, quien accedió al trono español una vez que su padre abdicó. ¿Alguien se preguntó por qué? Pues precisamente porque la Pragmatica Sanción de 1789 estableció que las mujeres sólo reinarían si no tenían hermanos varones, es decir, si no había otro remedio. ¿Empezamos a ver ya la incidencia de este pasado en nuestro presente? Cuando Su Majestad Felipe II promulga la Pragmática Sanción de 16
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Castellanización de la palabra árabe “alarabiya” que significa lengua árabe.
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AndaluZes: Hembras, machos y todo lo que Diosmía ha permitío dentre medias y en los extremos.
1567 la vida del pueblo del sur de la Península Ibérica, que luego será el pueblo andaluz, murciano, extremeño, manchego… se verá atravesada. A partir de ese momento este pueblo estará obligado a usar una lengua que no es la suya: el tan defendido castellano, que tanta gracia hace hoy cuando lo hablamos nosotres, les andaluzes. ¡Que sí, que ya lo sé! Sé que eso es el pasado, pero a mí me siguen regañanado las Fuerzas de Seguridad de este entramado llamado España cada vez que me retienen y comento algo en árabe con mi prima, lo mismitico que hace cuatrocientos años regañaron, quemaron y expulsaron a mis agüelas cuando hablaron algarabía2 sin guardarse de los ojos y oídos del Santo Oficio. Y es que, en este contexto, además del idioma se prohibirán las ropas de nuestres ancestres, sus ugüentos de roneo e higiene (aleña, baños artificiales…), se prohibirán sus fiestas… en conclusión, se le prohibirá su ser y su sentir y acabarán convirtiendose en extranjeres en su propia tierra, porque ahora, por imperativo nacional-católico, cuando se nos cuenta la historia de Andalucía se presentará siempre como una tierra conquistada e invadida dependiente de otros para existir, y si esos otros son “moros” se nos hará ver a éstos como extranjeros que vinieron de Mauritania y nunca como andaluces. Sin embargo, y poniendo un solo ejemplo de tantos, se nos dirá que Séneca, el filósofo, era cordobés. ¡Interseccionalidá histórica ya! La Ley de Extranjería, esa que no es pasado sino presente y gerundio, hoy día atraviesa la vida de miles de andaluzes3 que han nacío en otras tierras (porque en Andalucía no hay extranjeros), como antaño las pragmáticas antigitana y anitimorisca atravesaron un día la vida del pueblo andaluz. La Ley de Extranjería prohibe “la entrada” a 17
la personas nacías en los extramuros del autoproclamdo occidente y que usen las lenguas de sus mamas en aras de la maldecía integración, aunque de manera menos explícita que con las que se les prohibió a los súbidos de Felipe II. Se les impide trabajar “en lo suyo” so pretexto de homologaciones de estudios eternas, se les impide salir y entrar del reino español para ir a ver a su gente, como se nos impidió hace cuatrocientos años visitar a nuestras familias condenadas a galeras y a la expulsión, con tanta pena que hasta día de hoy seguimos preguntándonos: ¿dónde están las llaves?, como alegoría de nuestra gente expulsada de su casa tiempo atrás. Se condena a las personas andaluzas nacías en otros estados a trabajar en ocasiones en régimen de semi-esclavitud, como trabajó el pueblo andaluz en las tierras tomadas por los señoricos castellano-navarro-aragones como botín de guerra tras su mal llamada reconquista (Rebelión de las Alpujarras). Se obliga a las mujeres que llegan a nuestra tierra a pagar para casarse con hombres nacionalizados, evitando así que las devuelvan a la tierra que las vió nacer y donde no quieren volver, lo mismitico que estuvieron obligadas las andaluzas a casarse con los generales conquistadores, tal como recuerda la letrilla por alegrías «los amores de Navarra son caros pero son buenos». Y podría seguir mentando crímenes contra la dignidá y la vida de las personas hasta que saliera el GüindoxMaravillaFul y el Word este dejara de funcionar pero me paéce que ya es suficiente. Porque como andaluzes y feministas, aunque no hubiesemos vivido el terror de la conquista, el racismo, el expolio y el sectarimo religioso en nuestras propias carnes y memoria colectiva, rechazaríamos rotundamente y de igual manera la Ley de Extranjería y todas las manifestaciones racistas. Pero esque como 18
además las habemos padecío en cuerpo, lengua y alma, las rechazamos tavía de manera más atestá y fehaciente. He aquí el motivo de mi escrito. El genocidio y el epistemicidio contra los pueblos, los cuerpos y la ciencia del sur de la Península Ibérica (a la sazón Al-Ándalus) fue el primer paso del proceso colonizador y civilizatorio del autoproclamado occidente (y esto no lo digo yo, mujer de pocos estudios, sino que desde las universidades estadounidenses lo dice también Grosfoguel4). Y ahora que, al primer pueblo colonizado en aras de la civilización y el evangelio (bien saben mis primas que esto no tiene ná que ver con el Cristo que ellas mentan en sus plegarias), nos han dado un pasaporte colorao y el privilegio de poder ir a fregar platos a Londres, debemos gritar alto y claro “POR MÍ Y POR TODES MI COMPAÑERES”. Debemos no ceder ni un ápice a las políticas racistas y epistemicidas del autoproclamado occidente, reflejadas sobre todo en la Ley de Extranjería. Tampoco debemos ceder al léxico extranjerizador dirigido contra nuestras primas, hermanos y amantes como “segundas generaciones”, ese léxico que les pretende recordar una y otra vez que no son de aquí, dándoles a entender que su llegada y presencia en esta tierra es menos legímita que la de la duquesa, la marquesa o el señorico; esos que sí son extranjeros ya que no estan integrados y su presencia aquí no aporta ná güeno, sólo miedo y violencia contra nosotres y nuestra tierra; y encima no cotizan en la seguridá social del estado al que dicen defender. ¡Eso sí que es no estar integrade! 4
http://www.tercerainformacion.es/antigua/ spip.php?article68961
Es nuestra obligación hacer uso de nuestro pasaporte colorao para exigir a las formaciones políticas que se posicionen claramente y sin 19
rodeos contra la Ley de Extranjería, sus crímenes y sus cárceles (CIEs). El pasaporte colorao es un “privilegio” que no nos debe dar cargo de conciencia a lo católico (placer güeno = pecado) sino armas de resiliencia a lo andaluz. ¡Vamos a hacer uso de él para denunciar y erradicar el sufrimiento de nuestras muertas y nuestras vivas, hasta que vuelva Fátima Al Horra! Composición: Kauzar Atlanta
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RAÍCES Y HORIZONTES DEL FEMINISMO ANDALUZ: TEJIENDO UN CAMINO REVOLUCIONARIO por Esther Alberjón de Lumbre - Estudios Históricos e Intervención Social
En nuestra Andalucía, somos cada vez más las que nos interesamos por conocer las experiencias organizativas y recuperar la memoria de las mujeres de clase trabajadora. Al hacerlo, debemos ser conscientes que estamos ante mujeres que viven una triple opresión: ser mujer, trabajadora y andaluza. Y que, a pesar de la falta de reconocimiento, han sido parte activa de los movimientos populares y obreros —tanto rurales como urbanos— y, por lo tanto, han sido sujetos transformadores de nuestra sociedad. En suma, no podemos conocer la historia de las mujeres andaluzas sin integrarlas en su contexto de clase y de pueblo. Al rescatar estas experiencias, llenamos páginas de historia ocultada y recomponemos piezas de la memoria colectiva: nombramos para que existan. Pensamos que no basta con cuestionarnos la metodología patriarcal y androcéntrica que ha sesgado el conocimiento de la historia. También denunciamos la visión clasista y nacionalista española que ha invisibilizado la importancia de las clases populares andaluzas en la conquista de derechos y en movimientos políticos revolucionarios y rupturistas. Hoy, cuando la necesidad de la revolución es más vigente que nunca, cuando la máxima de Rosa Luxemburg “socialismo o barbarie” adquiere plena actualidad, no podemos 21
abandonar la batalla por nuestra historia. Tenemos que construir una historia que, además de buscar el conocimiento del pasado para reparar décadas de invisibilización, sea capaz de ofrecernos ejemplos y moral para las luchas que vendrán. Una historia que no naturalice las desigualdades y opresiones, y que, siendo la voz de las que lucharon por superar este sistema, nos dé claves para retomar el hilo rojo de las luchas populares por nuestra soberanía y emancipación de clase, feminista y como pueblo. La investidura del nuevo gobierno de corte fascista se afronta como una amenaza para las clases populares andaluzas, centrando su programa en un recrudecimiento de las políticas económicas liberales, el españolismo y la lucha contra las conquistas de derechos de las mujeres y por la memoria histórica. Esta es una situación que ha sido favorecida por las políticas del PSOE durante 40 años, en los que han dejado a nuestra tierra sumida en la subordinación, en la emergencia económica y social, y en la alienación cultural y política. Años en los que las condiciones de vida de las personas trabajadoras han empeorado: trabajos precarios, desempleo, autoexplotación, pobreza, alquileres desorbitados, redes vecinales resquebrajadas, emigración forzada de la juventud, etc. En este panorama, como no podía ser de otra forma, las conquistas parciales de derechos de las mujeres han sido insuficientes, llevando a la despolitización y a la institucionalización de un movimiento de origen popular. Son años, además, en los que no se han preocupado por aplicar una verdadera memoria histórica, que llegaba tarde y mal en cuanto a la dejadez por abrir fosas comunes, por la ausencia de justicia ante la expropiación de bienes por el fran22
quismo o la falta de reparación de asesinatos fascistas, como los de Javier Verdejo o García Caparrós. Por último, el andalucismo, de gran potencial transformador desde aquel 4 de diciembre de 1977, ha sido utilizado y vaciado de contenido por el PSOE, utilizándolo en discursos políticos capitalistas y de régimen. Por lo tanto, la crisis política que afronta hoy Andalucía no sólo tiene su origen en un acuerdo tripartito de ultraderecha, sino que es fruto de 40 años de políticas falsamente de izquierdas, andalucistas o feministas, y que no han hecho más que llevar sufrimiento y penuria a los hogares de las clases populares andaluzas. La solución, por tanto, no pasa por partidos que son un brazo más del centralismo españolista y que aplican sus políticas liberales y represivas. ¿Qué nos queda entonces? Como feministas, que pretendemos alcanzar la plena soberanía personal y colectiva, debemos ser conscientes de que nuestra liberación no será posible bajo el capitalismo, del cual lo máximo que podemos conseguir es arrancar mejoras formales. Las mujeres —jóvenes y adultas— de clases populares, seguiremos atadas a los problemas básicos de nuestra existencia. Por eso, nuestro objetivo debe ser construir un poder capaz de conquistar la soberanía y libertad de nuestra tierra para superar el capitalismo. Para ello debemos conseguir que las clases populares estén organizadas y esto pasará necesariamente por un acercamiento a las mujeres de clase trabajadora. En la mayoría de los casos, estamos ante mujeres que no pueden permitirse una militancia feminista y sindical por la falta de tiempo a causa de las diferentes jornadas laborales —asalariadas y no Collage: Araceli Pulpillo
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asalariadas— que echan sobre sus hombros. Contar con ellas para la creación de un poder popular organizado pasa por volver a trabajar con ellas, entrando en sus puestos de trabajo, creando lazos colectivos en los barrios, donde la solidaridad vecinal sea uno de los pilares, y creando espacios donde se sientan seguras e integradas. Esto también pasará por hacer accesible la asistencia a las asambleas o a los distintos actos, concentraciones o manifestaciones que siempre convocamos en horario laboral. Para fortalecernos y considerar el momento político que tenemos delante, debemos destacar en la historia ejemplos de organización popular donde las mujeres hemos tenido un papel central, que no son pocos en nuestros barrios, ciudades y pueblos. Un caso paradigmático lo encontramos en las cigarreras gaditanas y sevillanas, trabajadoras procedentes de barriadas populares con una tradición histórica de lucha, conciencia de clase y organizativa desde principios del siglo XIX. La transformación y comercialización del tabaco, que históricamente había sido un monopolio del estado, había propiciado que se crearan grandes fábricas de tabaco en diferentes territorios del estado español. En Andalucía, estas fábricas se ubicaban en Sevilla y Cádiz, y agrupaban a miles de trabajadores y trabajadoras desde el mismo siglo XIX. Enmarcado este periodo en esta realidad obrera y agudizado por su condición de mujeres en una sociedad patriarcal, las cigarreras fueron pioneras en la creación de redes solidarias colectivas de mujeres; en 1835 se creó la Hermandad de Socorro para asistir a las trabajadoras en la vejez y que, de este modo, evitasen recurrir a la mendicidad, un recurso que evolucionará 24
desde las Cajas de Auxilio hasta las modernas Cajas de Resistencia. Además, las cigarreras se caracterizaban por su solidaridad de clase con las trabajadoras y trabajadores de otras industrias, como las aceituneras o los estibadores del puerto, y por sumarse a otras protestas sociales y populares. Debido a su tradición organizativa y combativa, en el siglo XIX sus acciones de protesta destacaron por el insurrecionalismo espontáneo y los motines, provocando que sus levantamientos fueran temidos por los gobernadores civiles y por el estado. A comienzos del XX, un periodo enmarcado en la concienciación y organización del movimiento obrero, surgen los primeros sindicatos y se consolidan las huelgas como estrategia de lucha y acción directa. Consecuencia de ello será la creación de la Federación de Cigarreras y Tabaqueros en 1918 (fundada por el comunista galego, Severino Chacón), de ideología socialista, y posteriormente, comunista, al afiliarse a la III Internacional. Su surgimiento buscaba, además, crear solidaridad y unidad entre las cigarreras a nivel estatal. Fruto de ello será el llamamiento a la huelga de las cigarreras gaditanas, en noviembre de 1918, en solidaridad con las cigarreras coruñesas que la habían convocado previamente. En este sentido, las cigarreras gaditanas serán ejemplo de fortaleza y de vanguardia al constituir la Sociedad de Cigarreras en 1918. Entenderán como una necesidad asociarse para conquistar derechos, para concienciar y organizar a la clase trabajadora que, dejando atrás la espontaneidad de los motines, tenga como objetivo la construcción de un poder obrero que tomara el control de las fábricas. Este fue el caso de algunas fábricas de tabacos del estado español, 25
que en 1936 pasaron a colectivizarse y a controlarse por las obreras. Sin embargo, no pudo ser el caso de Cádiz, donde el ejército fascista entró a mediados de julio y sometió a la población de izquierdas a una durísima represión. El sector de las cigarreras será ferozmente castigado a causa de la combatividad y la organización sindicalista que les caracterizaba. En septiembre, Micaela de Castro (63 años), comunista y representante de las cigarreras gaditanas desde 1918, será fusilada de camino al penal de El Puerto de Santa María. Su cuerpo nunca fue encontrado. Un mes después, fusilarán en los alrededores de la antigua Plaza de Toros a las mujeres que hoy conocemos como Las Tres Rosas de Tabacalera: las anarcosindicalistas Amparo García Cano (24 años), Antonia Cabañas Casanas (32 años) y Francisca Torres Fernández (20 años). Esta tradición de lucha podemos trasladarla hasta los últimos momentos del régimen franquista, cuando resurgen las protestas y la organización de las trabajadoras. Ya bajo el actual régimen, las últimas cigarreras de Cádiz sufrieron en sus carnes una reestructuración de plantilla con el traslado de la fábrica a la Zona Franca (1985) y la privatización de la empresa (1997). Ante estas medidas, volvieron a mostrar su fortaleza al movilizarse y solidarizarse respondiendo a las políticas que llevaba a cabo el empresariado en perjuicio de la clase trabajadora gaditana. Histórico será el encierro, la huelga de hambre y las manifestaciones que llevaron a cabo las trabajadoras de la fábrica de tabacos ante el inminente despido de 5 compañeras durante 1988, unas protestas que consiguieron la readmisión del personal despedido. Este breve recorrido que hemos realizado por la historia de las 26
Cigarreras de Cádiz durante el encierro en la Fábrica de Tabacos en 1988 (Diario de Cádiz).
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cigarreras es sólo un ejemplo de los muchos que podríamos señalar para rescatar la tradición organizativa y combativa de las mujeres trabajadoras andaluzas. Otros podrían ser los de las jornaleras, las limpiadoras, las trabajadoras de diferentes industrias... Aprender de sus derrotas e inspirarnos en sus victorias debe ser una obligación para quienes pretendemos transformar esta sociedad. Más aún cuando escribimos estas líneas y tenemos nuestra militancia feminista y sindicalista en una ciudad como Cádiz, que nos ha llevado en el último año a momentos en los que la necesidad de reorganizar y construir nos abre reflexiones de futuro: la huelga feminista con mesas informativas, encierro, piquetes estudiantiles y protestas de las limpiadoras; la solidaridad y lucha incansable durante más de dos años de una trabajadora y madre soltera de Eléctrica de Cádiz; huelga y marcha del sector del metal —en un momento de rabia, tras la muerte de dos compañeros por las precarias condiciones laborales—; o las numerosas concentraciones y manifestaciones espontáneas que han vivido estas calles por parte del movimiento juvenil, feminista y antifascista. La respuesta del movimiento feminista y antifascista ante el avance de la ultraderecha en las instituciones andaluzas abre un momento de inflexión para las militantes que queremos romper con este sistema. En este sentido, la historia, la organización y la práctica revolucionaria se presentan como herramientas indispensables para la construcción de un poder popular andaluz, donde las mujeres seamos partícipes activas de nuestra liberación. Por mí y por todas mis compañeras: conciencia, resistencia y organización.
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EL FEMINISMO EN EL FLAMENCO ES UNA REALIDAD QUE EXISTE ANTES DE QUE FUESE NOMBRADO por Carmen Borrego Castellano en diálogo continuo con Noelia Cortés integrantes del proyecto Peineta Revuelta
Nosotras, que no queremos caer en argumentos baladíes, hemos abierto nuestros corazones y nuestras entrañas para contextualizar el flamenco mucho más allá de esa mirada eurocéntrica y capitalista que considera que esta forma de resistir este mundo es tan solo un folclore consumible y un suvenir. Hemos intentado explicar la apropiación y expropiación cultural de muchas formas para que se entiendan las dinámicas racistas y clasistas que encierran este modo de invisibilizar a los pueblos racializados y/o empobrecidos. Sin embargo, nuestro discurso se ha instrumentalizado reduciendo nuestra preocupación social y política a simples temas sobre gustos, llegando a descalificarnos de envidiosas o machistas por cuestionar actitudes racistas. Esto nos hace seguir planteando la urgencia de este debate bajo formas amables que permitan escuchar a las verdaderas protagonistas. Desde Peineta Revuelta hemos intentado contextualizar por qué toda la diversidad inserta en el flamenco se ha intentado reducir a un solo flamenco único para la unidad de España. Históricamente, el flamenco se ha arrancado de sus raíces para que pareciera un producto vacío de contenido, sin carga política, sin identidad y sin resistencia para homogenizar el concepto España. Esto quiere decir que se han intentado borrar las identidades y 29
pueblos que con sus vivencias han construido este relato colectivo llamado flamenco. Este expolio no es nuevo, lo flamenco ha sido usado para producir lo que llamamos marca España pero negando las vivencias de los pueblos que se refugiaron en el flamenco para mantener su memoria viva. Este debate se ha vuelto a abrir al aparecer ciertos proyectos musicales blanqueados que repiten dinámicas de folclorización del flamenco para hacerlo consumible y vendible. O lo que es lo mismo, un producto para el beneplácito del sistema de consumo capitalista, neoliberal y racista. Repetimos, estás dinámicas no son nuevas, hay mucho escrito sobre esto y en este pequeño artículo no podemos extendernos demasiado, pero recomendamos encarecidamente al investigador romaní Iván Periáñez Bolaño para incitar a la reflexión. Ante esta expropiación tan fuerte para convertir el flamenco en un producto marca España, nosotras nos rebelamos. Así aparece Peineta Revuelta. Este proyecto parte de la necesidad personal y colectiva de rescatar la sabiduría ancestral en el flamenco, de sus luchas y sus reivindicaciones. Nosotras, en nuestro amor en resistencia, venimos a reivindicar la(S) memoria(S) insertas en el flamenco(S) para poner en valor los conocimientos y saberes sentidos-vividos en esta expresión cotidiana gitanoandaluza en toda su diversidad. Por eso, siguiendo a Periáñez Bolaño nos parece más concreto hablar de Flamenco(S) en plural para que se abran los caminos que recorren esta forma de nombrarse y de hacerse presentes, de estar y resistir. Flamenco(S) para plantear que existen muchas formas de habitar este compás vital, este soniquete del corazón. En plural para hacer visible toda la diversidad que se vive en él. Pero también para reco30
nocer que es una forma de expresión que aparece de las narraciones vitales de unos pueblos que han hecho posible que se conozcan las soleares, las bulerías o los tangos. Pueblos que han tenido que resistir a procesos de homogenización y de violencia ejercidos por el poder para construir lo que hoy se conoce como Estado español. El Pueblo Gitano, tan perseguido en este contexto, con sus vivencias de dolor y alegría de sobrevivencia, posee la mayor autoría de creación flamenca. Negarlo es perpetuar dinámicas racistas y xenófobas. Este pueblo junto al Pueblo Andalusí y el Pueblo Afroandalusí, desde toda su heterogeneidad, han construido este legado donde se recuerdan las persecuciones, las esclavizaciones y los intentos de expulsión que éstos han sufrido. Fotografía: laisabelita. Obra Victoria, dirigida por María Borrego.
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Collage: Araceli Pulpillo
Por eso nosotras decimos que el flamenco nace de un territorio fronterizo, desde los bordes del sistema donde los pueblos subalternos, marginados, racializados y empobrecidos gritan sus verdades en forma de soleá, bulerías o martinete. El flamenco es cuerpo, es grito y es llanto pero también es alegría, burla, guasa y arte. Nace de un profundo sentimiento, de la pena honda y de la alegría de la supervivencia. Esta expresión vivencial es una forma de romper el silencio pero también de habitarlo con presencia indómita e irreverente para fragmentar la docilidad impuesta.
Y de eso las mujeres e identidades disidentes que han construido flamenco saben muchísimo. Por eso, queremos hacer memoria de tol poderío que en sus carnes encierran. Porque creemos que invisibilizar y negar sus aportes al flamenco y a la vida es volver a caer en sesgos racistas y clasistas. Para nosotras, no considerar estas identidades como una forma de hacer revolución feminista perpetúa una mirada eurocéntrica que desecha a las verdaderas protagonistas de la creación de este arte. Por eso uno de nuestros objetivos dentro de 32
Collage: Araceli Pulpillo
nuestro proyecto es honrar a las peinetas revueltas de nuestras antepasadas y rescatar la oralidad de nuestres ancestres, de sus vidas flamenco-subversivas que con sus acciones abrieron caminos para muchas. Es decir, hacer genealogía feminista flamenca que rescate los saberes de resistencia para tener referentes donde mirarnos. Por eso planteamos que las mujeres flamencas con su poderío, sus tacones, sus palmas, sus cantes y su compás han inventado una forma propia de enfrentarse al patriarcado. Aunque estas formas de luchar no se parezcan a las luchas legitimadas por la sociedad occidentalizada, y muchas veces sean menospreciadas, nosotras creemos que deben ser puestas en valor como pioneras que subvierten no solo los estereotipos patriarcales sino los cánones consumibles del neoliberalismo blanco burgués. Por ello, para nosotras el debate de expropiación va más allá de si una paya puede hacer flamenco; más bien tiene que ver con la falta de miramientos que se tienen hacia las mujeres que han construido feminismos dentro y a través del flamenco. Es decir, que se hipervisibilicen identidades blanqueadas del flamenco bajo cánones eurocentristas niega y borra los cuerpos y experiencias de las mujeres gitanas y/o andalusís que han revolucionado el mundo con sus peinetas y sus volantes. Aclamar proyectos 33
musicales que borran la memoria y quedan alejados de las reivindicaciones sociales del flamenco es no poner en valor los aportes de estas mujeres. Es negar las revoluciones feministas que llevan forjándose en el flamenco toda la vida. Es negar los espejos a los cuales mirarnos y asumir que por mucho que hagamos las andaluzas, no somos válidas. Y lo que es más peligroso, es negar las experiencias de las mujeres gitanas, tan poco tenidas en cuenta en esta sociedad, para crear un proyecto musical blanqueado para el consumo del privilegio capitalista payo. Y esto genera la perpetuación del racismo histórico hacia el Pueblo Gitano. Pero sin Pastora Pavón, la Paquera de Jerez, Fernanda y Bernarda de Utrera, Las Grecas, Lole Montoya, Alba Molina, María Terremoto, La Mala Rodríguez o María José Llergo, nada de lo que hoy conocemos como flamenco o flamenco urbano existiría. No reconocer a estas mujeres como verdaderas pioneras del flamenco revolucionario es infantilizar sus experiencias, despreciar sus aportaciones, desvalorizar sus saberes. Es no dar credibilidad a sus formas de resistencia o sus formas de agencia. Y esto tiene un nombre: se llama invisibilizar a mujeres por cuestiones racistas, clasistas y xenófobas. Por eso hablar de expropiación es abrir un debate sobre la necesidad de cuestionar el feminismo blanco que niega las experiencias de las personas racializadas y/o empobrecidas. Desde Peineta Revuelta, cansadas ya de debates infértiles y polarizados, lo que nos interesa es poner nuestro corazón para poder visibilizar las luces que iluminan el flamenco. Poner en valor mujeres antepasadas y contemporáneas que son borradas por el sistema capitalista neoliberal. Queremos dejar de lado de una vez los deba34
tes baldíos sobre gustos y plantear la necesidad de cuestionar el feminismo blanco para reivindicar un feminismo flamenco que ponga en valor las experiencias de las mujeres del Pueblo Gitano y/o Andaluz. Queremos poner en valor las experiencias de los cuerpos negros que con sus existencias han marcado muchos de los soniquetes que emanan en el flamenco. Queremos hacer una genealogía feminista para poner en valor las experiencias, resistencias y aportes de las mujeres flamencas en toda su diversidad, porque sin sus relatos sentidos-vividos no existiría el flamenco ni habría forma de mezclarlo con nada. Sin sus sentíos y entrañas no existiría revolución ni revuelta. Venimos a reivindicar a todas las mujeres que con su irreverencia flamenca han abierto el camino para muchas de nosotras. Por ello, ante esta desmemoria que el capitalismo neoliberal, machista y racista quiere imponernos, nosotras sabemos que lo que nos queda es resistir con nuestro recuerdo encarnado en el flamenco que bebe de una forma de hacer feminismo cotidiano que se enuncia a través de un cante por soleá, de una escobilla por alegrías o una pataita por bulerías.
Collage: Araceli Pulpillo
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SOBERANÍA ALIMENTARIA TIENE NOMBRE DE MUJÉ Soledad Castillero Quesada
Soberanía alimentaria tiene nombre de mujé por muchos motivos. Habría que comenzar aclarando por qué la apuesta por hablar de soberanía y no de seguridad alimentaria. Hablar de seguridad alimentaria conlleva dejar de lado la parte ética y política relacionada con el poder de decisión de los pueblos y sociedades sobre qué producir, cómo producir o para quién producir. La FAO1, institución que acuña la idea de seguridad alimentaria, entiende que la misma se produce cuando: 1
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura. 2
FAO, Cumbre Mundial de la Alimentación, 1996. 3
Movimiento conformado por más de un centenar de organizaciones en todo el mundo.
Todas las personas tienen en todo momento acceso físico, social y económico a los alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida sana y activa2.
Como contraparte, la Vía Campesina3 acuña el término soberanía alimentaria en 1996 y lo pone en el diálogo de la Cumbre Mundial de la Alimentación. Se presenta la soberanía alimentaria como el derecho de los pueblos, de sus países, de sus uniones y estados a decidir respecto a su alimentación. Haciendo un resumen de las principales características a partir de las cuales la Vía Campesina construye el concepto de soberanía alimentaria, podemos resaltar:
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Fotografía: Rosa Pineda
1. Priorizar la producción agrícola local. 2. Que las personas trabajadoras dispongan de tierra, agua y semillas. 3. Una correcta reforma agraria. Evitar los OGM (Organismos Genéticamente Modificados). 4. Derecho a los consumidores a decidir qué quieren consumir, cómo quieren consumir y de quién quieren consumir. 5. Poder tener una protección respecto a los impuestos frente a 37
importaciones demasiado baratas, regularizando así una producción sostenible. 6. Que la política agraria sea definida a partir de la participación de los pueblos. Reconocimiento de los derechos de las personas campesinas y su papel en la producción agrícola y alimenticia. Bajo el paradigma de la soberanía alimentaria vamos a situar algunas inequidades que la producción alimentaria presenta en materia de desigualdad de género, en nuestro contexto más cercano. Dentro de un sistema de globalización, la deslocalización de los capitales es una patente que atiende a la regla de menor coste para un mayor beneficio. En tiempos de globalización, se entiende que el capital no tiene nacionalidad, puesto que se ha dibujado un mapa de libre mercado que incluye todos los capitales, menos el humano. Los nexos entre la alimentación, el territorio y las identidades se cruzan en el discurso sobre producción alimentaria hoy. Para que un sistema de alimentación a gran escala se mantenga en el tiempo, es necesaria una mano de obra barata, disponible e inmediata. En este proceso, la precariedad agraria es una patente, en la cual la diferencia de género presenta una relevancia visible. Los alimentos que llegan a nuestros hogares tienen su base en las personas que trabajan para ello. En el contexto andaluz, ésta es una cuestión clave puesto que gran parte de su agricultura está sostenida por personas de distintas latitudes. De ahí que la gastronomía, tanto en su producción como en su totalidad, puede llegar a ser nexo de uniones pero también de diferenciaciones culturales, de género, de clase social, etc. 38
La presencia de las mujeres en la agricultura en general y en la agricultura andaluza en particular, está atravesada por una serie de características propias. Una de las más esenciales está regida por la eventualidad. Atendemos, por un lado, a una feminización en determinadas producciones agrícolas, así como a una feminización de unas determinadas industrias por otro. No es cuestión baladí ni una ni otra. E iremos viendo por qué a partir de casos ejemplificantes. Si nos trasladamos al sector rural y a determinados tipos de cultivo, como puede ser la afamada campaña de la aceituna, atendemos a una serie de características que pormenorizan la figura femenina. Siendo las primeras que se quedan sin jornales en caso de recorte de mano de obra, han sido inferiorizadas históricamente bajo la justificación de sus cualidades físicas. Cómo se construye la idea de poder del cuerpo femenino es muy importante para intentar dar una explicación a este tipo de acciones. La mujer en su totalidad y extendida a una idea general, es relacionada con la naturaleza, mientras que la figura masculina está relacionada con la cultura. Otras identidades sexuales quedarían excluidas del binomio género masculino/femenino que ha demostrado su inoperatividad, por dejar en posición de marginalidad y periferia no reconocida a un grueso de población que no responde a tal binomio. Partiendo de esta base, la figura de la mujer, de lo femenino, alberga una serie de cualidades que no casan con la serie de cualidades que se interpretan necesarias para el desarrollo de cierto tipo de trabajos y al contrario, es decir, reúnen una serie de cualidades que las hacen óptimas para otra serie de empleos. Por ejemplo, en el caso de la aceituna se ha venido considerando 39
que, si no cuentan con un compañero hombre que las respalde, su función no tiene valor puesto que por sí mismas, por la construcción propia de sus cuerpos, no podrán desarrollar el trabajo de una forma sana y plena. Cuestión principal: falta de fuerza “bruta”. Sin embargo, vemos como la razón principal a la que se alude para justificar la feminización de trabajos como la recogida de la fresa en Huelva ha sido el tamaño de las manos de las mujeres y su delicadeza a la hora de extraer el fruto. Obviamente esta cuestión alberga la complejidad de un abaratamiento de costes permitido a partir de Fotografía: Rosa Pineda
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los contratos en origen, que responden a una migración ordenada y, por tanto, vista como benévola. Las fábricas de ciertos productos igualmente son ocupadas por mujeres, que tienen como responsables a lo que se conoce como “el manijero”, o encargado, que se encarna en la figura del hombre varón. La autoridad para el hombre, la productividad sutil, delicada y compleja para la mujer. En pleno enero del 2019, siglo XXI, sigue habiendo sesgos claros en la producción alimentaria derivados de este tipo de justificaciones. La obra de Dixon Women in agriculture: counting the labor force in developing countries (1982) ya hacía alusión a la problemática a la que las mujeres se enfrentaban en la agricultura por no ser representadas, puesto que era habitual que su labor no quedase reflejada estadísticamente. Esto se debe entre otras variables a la expandida imagen de que el trabajo agrícola femenino en una multiplicidad de territorios, se da bajo la idea del ámbito privado, de un ámbito que va ligado a una extensión del trabajo familiar. Esta idea de Dixon explicaría por qué hasta el año 2011 no se había aprobado la ley que facilitase el derecho a la cotitularidad, donde las mujeres trabajadoras del campo junto a sus parejas pudiesen, en equidad de derechos y obligaciones, adquirir el derecho a propiedad así como la posibilidad de desarrollar su actividad laboral. No casualmente, en el año 2012 se habían incorporado a este registro 32 mujeres en toda España y ninguna en Andalucía. Rescatando unas declaraciones de Montserrat Moyano para ElDiario.es «Las Mujeres están mentalizadas del valor de su trabajo 41
porque lo están haciendo, pero su labor es invisible porque no genera derechos individuales ni de futuro». En la escala de la producción agrícola alimentaria encontramos claros sesgos de género. Si nos desplazamos a la escala del consumo, sigue habiendo un claro marcador que sitúa la figura de la mujer como ama de casa en el núcleo familiar y por tanto responsable del sustento, la elección y preparación de los productos. Lo veremos con un ejemplo. Dentro de la sociedad de la opulencia, tanto las personas que deciden optar por no comer y viven los TCA4, así como las personas que son diagnosticadas como personas con sobrepeso u obesidad, son casos ambos paradigmáticos de la inequidad de la seguridad alimentaria. Disponemos en todo momento de comida para consumir pero ¿de qué calidad? En esta línea, la estrategia NAOS5 describe en uno de sus informes «el protagonismo de la mujer en la selección y en la preparación de los alimentos en los hogares españoles es abrumador». Sin embargo, no encontramos una propuesta de cómo deslocalizar la responsabilidad, es decir, redistribuir los cuidados, entendiendo que esto no debe ser algo natural. Tampoco podremos hablar de soberanía alimentaria si no hay una responsabilidad compartida.
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Trastornos en la conducta alimentaria.
5 Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad.
Hasta aquí, las líneas expuestas en este ensayo sirven como esbozo para situar la compleja idea de lo que significa hablar de Soberanía Alimentaria y que obviamente dejamos muchas de sus particularidades sin enunciar. Por la naturaleza del trabajo se priorizan algunos datos básicos que serán mejor comprendidos si se trabajan desde un contexto más amplio. ¡Sin equidad para todas, la soberanía no llega! 42
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Collages: Araceli Pulpillo
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JUNTERAS SOBRE FEMINISMO ANDALUZ Auxi J. León y Rocío Santos Gil de La Poderío
Nos situamos en una coyuntura sociohistórica global donde el debate sobre los territorios, sus idiosincrasias y sus diversidades culturales emerge constantemente. Este debate, está alimentado por la amplificación de la difusión de las teorías decoloniales y postcoloniales, ligadas a las propuestas feministas, que han puesto en tela de juicio la historia hegemónica patriarcal, blanca y judeo-cristiana, a la par Fotografía: Adelina Cortés
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que identifica como hegemónico el feminismo blanco y privilegiado que ha construido el relato de la historia de las mujeres desde una única perspectiva geopolítica, cultural, social y económica. El contexto de crisis ha sido una oportunidad para visibilizar que los sueños neoliberales de las últimas décadas, donde una supuesta prosperidad había llegado para cambiarlo todo y hacernos iguales bajo la etiqueta de “Europa”, no eran más que eso, sueños. Mientras tanto, el territorio andaluz se ha desarrollado en la periferia europea al margen del desarrollismo capitalista y de la modernidad. Se ha proyectado sobre el pueblo andaluz una visión donde se significa como territorio atrasado, no desarrollado y, de alguna forma, estancado, que necesita dejarse atrás precisamente por no responder a los estándares normativos del modelo europeo-blanco-occidental.
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Datos reflejados en el Informe sobre el estado de la pobreza en Andalucía 20082018, realizado por la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza, miembro de EAPN España.
A Andalucía se la ha convertido, junto a otros territorios del continente, en la huerta de Europa, además de en el lugar de destino de vacaciones buenas-bonitas-baratas para gran parte de habitantes del centro y norte del continente. Seguimos encalladas en el sector primario mientras nuestras ciudades se convierten en semiparques de atracciones donde la oriunda lleva un tiempo desubicada por no reconocer a su ciudad de siempre. Las franquicias, la museitis, la cultura hecha al margen de los barrios, atraen a miles de turistas que abarrotan nuestras calles principales sin dejar hueco para el paseo. El paro estructural, que afectó a un 28,7% de las mujeres activas y a un 22,9% de los hombres en 20171 , junto a la política de recortes en sanidad, educación y en la ley de dependencia, afecta especialmente a las mujeres andaluzas. Según datos de la Consejería de Bienestar de la Junta de Andalucía, el 87% de los trabajos de cuidados no 47
profesionales fueron realizados en 2017 por mujeres. La base de la fuerte precariedad compartida, y la necesidad de comenzar a pensarnos desde el lugar que habitamos y desde el lugar en el que nos relacionamos, comenzó a propiciar un hartazgo del que a su vez, sale fortalecida la identidad andaluza, resignificándola, y la necesidad colectiva de su vindicación. Es ahora cuando de forma común y clara estamos localizando desde dónde se generan esos mecanismos de opresión que también nos atraviesan por ser clase trabajadora empobrecida y vivir en el sur de Europa y, más concretamente, en el Sur del Estado español. Las características de la cultura andaluza: las maneras de hablar, de expresar, de organización comunitaria, su gastronomía o su habla se han “folclorizado” y “exotizado” a través de dispositivos culturales que han generado y perpetuado estereotipos ridiculizantes y falsos sobre Andalucía y sus gentes. En la última década se están revalorizando las raíces árabes, la cultura del flamenco como endémica del territorio andaluz y los acentos como una forma de expresión cultural propia. Esta forma de colonización de la cultura andaluza, que viene de largo, se ha materializado en gran parte, a través de una proyección muy concreta de las identidades de las mujeres andaluzas: cuerpos gráciles dotados para el cante, el baile, el “salero”, el “ser graciosa”, la maruja de barrio, la cateta del pueblo, la amable, muy familiar y poco formada, son algunas de las características de los arquetipos andaluces que más se pueden observar en infinidad de películas y series de TV y que contribuyen a perpetuar la inferiorización y los clichés. Pues con tos estos ingredientes, tenemos el puchero. Si podemos ha48
blar de la emergencia de un Feminismo Andaluz, es porque existen en común un territorio colonizado históricamente y re-colonizado por la turistificación actual, una precariedad generalizada que invita a la pobreza o a la migración, y una cultura exotizada a la par que desvalorizada. Todo esto, en el marco de una situación global donde la alianza patriarcado-capital continúa difundiendo el modelo de vida individualista y consumista neoliberal, ha abonado el terreno para que emerja un feminismo con características propias y concretas. Viene con fuerza y ganas de reivindicar mucho: que las tradiciones propias son tan estupendas como cualquier otras, y que de sus mismas prácticas nacen estrategias de resistencias y propuestas alternativas al capitalismo salvaje, si lo que queremos es combatirlo con vida comunitaria. Las feministas andaluzas comenzamos a ser conscientes de la importancia que tiene identificar elementos culturales que sirvan de motor para generar prácticas emancipatorias que puedan llevarnos a construir una agenda propia, con unas maneras de hacer y trabajar genuinas, no hegemónicas, con tiempos propios y preocupaciones diferentes, porque también nosotras tenemos que poner sobre la mesa asuntos que nos conciernen directamente a las andaluzas. Esto no significa que tengamos que desprendernos, separarnos o aislarnos del resto de feminismos; pero sí debemos plantearnos como reto de qué forma lo articulamos con ellos para establecer un diálogo en igualdad de condiciones. Recoger nuestra experiencia como pueblo oprimido que no ha tenido ni la capacidad ni las condiciones materiales para poder pensarse de otra forma, es una de las tareas en la que trabajamos las feministas andaluzas: necesitamos repensarnos generando el conocimiento de forma colectiva. La transmisión de saberes y la forma de construir 49
conocimiento en Andalucía se comienza a hacer en común y fuera de la Academia: es decir, de forma, nuevamente, contrahegemónica. Estas rupturas visibilizan que Andalucía es mucho más diversa que los estereotipos limitantes que pesan sobre ella. Eso, más otras tantas opresiones que se cruzan en este territorio, que además es ahora mismo Frontera Sur de la Europa de la VergÜEnza. Ser territorio de frontera sitúa necesariamente al pueblo andaluz como mestizo. Sin embargo, esas pluralidades también han sido invisibilizadas y ocultas a la identidad andaluza. Cabe hablar aquí de nuestras referentes, entre las que se incluyen Mariana Pineda, María Zambrano o Carmen de Burgos, pero también Aisha y todas las mujeres andaluzas que participaron y, ¡sorpresa!, lideraron luchas sindicales y levantamientos en los campos andaluces, cuyas historias no han sido contadas o de las que se sabe apenas nada. Nuestras referentes familiares, además, abarcan una extensa lista. También son referentes las heroínas de la vida cotidiana, las que sostienen la vida para que la maquinaria social continúe en movimiento, muchas de ellas migrantes: las que producen la comida que nos comemos en el campo o en las cocinas, las que cuidan por amor, asalariadas y precariamente, y también las primas que nos inspiran y que apoyan nuestras iniciativas. De estas mares, abuelas, madrinas, vecinas, nos llegan otras figuras ligadas al arte que nos acompañan desde pequeñas y que hemos dejado que invadan nuestra memoria para terminar formando parte de ella. Han estado dormitando hasta que no nos ha dado vergüenza traerlas a la luz para reconocer que teníamos un vínculo más intenso con La Loba de Marifé que con 50
el pop británico de los 90, más con La Paquera que con Jeanette. El ejercicio de reconomiento de la experiencia y el recuerdo se ha activado colectivamente para ponerlo en común y trabajar desde ahí una genealogía genuina que nos permita seguir avanzando dentro del feminismo. Situarnos en el feminismo andaluz implica sacar a la palestra el hecho fundamental de que la cultura andaluza, como todas, es patriarcal. El Feminismo Andaluz se compromete con la denuncia de los mecanismos de violencia que se ejercen en nuestro territorio por cuestiones basadas en el género. Dicho de otra forma: se compromete a poner patas pa’rriba la casa para después volverla a Fotografía: Adelina Cortés
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ordenar, y tirar lo viejo que ya no sirve. Como la violencia machista, la homofobia, la transfobia, el capacitismo, la xenofobia y todo el resto de mitos culturales que legitiman la discriminación del otro o de la otra por ser diferentes y no ajustarse a lo que se supone que debe ser “lo normal”. Andalucía es la comunidad autónoma con mayor número de víctimas inscritas por violencia de género en el 2017, con 6.982, según el Registro Central para la Protección de las Víctimas de Violencia Doméstica y de Género publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2018. El último Informe sobre Incidentes relacionados con los Delitos de Odio, elaborado por el Ministerio del Interior sobre datos de 2016, sitúa a Andalucía a la cabeza del listado de incidentes relacionados con la discapacidad, registrando un total de 58 hechos conocidos. Ocupa el quinto lugar en el listado de comunidades afectadas por incidentes relacionados con la orientación o identidad sexual con un total de 30, mientras que en los relacionados con racismo/xenofobia se queda en el cuarto puesto, con un total de 42. Estas cifras son personas andaluzas, por nacimiento o por residencia, que también son sujetos políticos del feminismo andaluz. Tenemos muy claro que poner en valor la cultura andaluza no pasa por idealizarla, sino por repensarla con mirada crítica, decolonial y feminista. De la misma forma, entendemos que la identidad andaluza emergente quiere empoderamiento, fortalecer la capacidad de transformar y de articular redes en este mundo globalizado, sin dividirnos del resto.
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IDENTIDAD EXPROPIADA: AUTBIOGRAFÍA DE UNA RECONCILIANCIÓN Nanouk de Lisístrata
Aviso a navegantxs: lo que voy a esbozar a continuación es un relato autobiográfico de la historia de la reconciliación con mi identidad andaluza. Porque no hay mejor forma de entender los fenómenos que a través de los sentires de una. San Pedro de Alcántara, el pueblo en el que me crié, es uno más de tantos pueblos marcados por el hecho de ser anexo de una gran ciudad, como en este caso lo es Marbella, la cual está caracterizada por una economía basada en una oferta turística destinada al pijerío y al derroche. Cada verano mis amigas y yo nos hemos visto andando a Puerto Banús, donde están las “buenas playas” —las bonitas y preparadas para el postureo, pues quién invertiría en arreglar la playa de San Pedro, si no la pisa nadie que realmente importe, nadie con pasta—. El camino a esas playas era el camino de la antítesis. Hemos crecido viendo pasar Ferraris y Lamborghinis a nuestra vera, viendo nuestros dientes largos reflejados en los escaparates de Louis Vuitton y Lacoste, y compartiendo orilla con gente que se ha gastado en un día el salario de un mes de nuestras madres. Esta es la que he decidido denominar “la ruta del contraste”, de la ausencia a la exuberancia en quince minutos. Las playas de Puerto Banús son la fotografía del esperpento, donde te encuentras desde familias domingueras, con 53
sus sombrillas, sus Cruzcampos y sus “taperwers” —ya que comer allí es impensable, donde una botella de agua te cuesta cuatro pavos—, a pijas con sus caros bikinis, con un Moet & Chandon en una mano, y el último modelo de iPhone en la otra. No mentiría si dijese que siempre hemos sido reticentes a esta invasión del despilfarro, a pesar de aquella falacia que nos pretendían vender de que “esta gente es la que te da a ti trabajo”. Cuando crecí y pasé de los veranos de playa a los veranos de curro, esta realidad no hizo más que acentuarse para mí. Pasaron de ser “la peña que invade mis playas” a “la peña que me trata como si tó esto fuera suyo, incluida yo”. Nunca dejará de sorprenderme esa tendencia de lxs ricxs de pensar que lxs camarerxs van incluidxs en el precio del pescaíto frito. ¡Que no, que no soy tuya, que no me trates como tal, guiri de mierda! Y a tó esto, si el turista viene de más allá de Despeñaperros, súmale el trato andaluzofóbico. Ya no seremos “lxs pobres que nos sirven”, sino “lxs pobres catetxs que nos sirven”. Tras esta intensa puntualización contextual acerca de mi socialización, cabría esperar que a la par hubiese desarrollado una fuerte conciencia, ya no solo de clase, sino de lo que implica “lo andaluz”. Pero para mi desgracia fue todo lo contrario. Hasta hace muy poco renegaba de mi identidad andaluza, y el por qué de este hecho lo explico a continuación con una analogía. ¿Tenéis alguna amiga que haya renegado de “lo femenino”? Yo un millón. Amigas que cuando comenzaron a identificar las relaciones de poder que generaba el patriarcado y la posición en la que este nos dejaba a las mujeres, la estrategia que aplicaron fue la de establecer alteridad con todo lo que en un plano simbólico se asociaba al 54
“ser mujer”. Esto se traduce en el “yo soy la más fuerte”, “yo soy la más válida”, “yo soy la más útil”, “mi color favorito es el azul” —entiéndase esto último como algo metafórico—. Creo que es un proceso por el que hemos pasado muchas de una u otra forma. Y también creo que la clave es darte cuenta de que esta alteridad no es nada menos que fruto de una misoginia interiorizada de la hostia. No, ser feminista no es moverse en un espectro de lógicas masculinizadas, el color rosa también es bonito. Y aquí es cuando empiezas a reconciliarte con tu “yo”, y conduces tu lucha a revalorizar lo femenino, y a poner el punto de mira en estas lógicas y en la misoginia que se ha impregnado en ti desde antes de tener uso de razón. Pues bien, a mí me pasó algo similar con mi identidad andaluza. Así es como me di cuenta de que, de la misma forma que renegábamos de “lo femenino” por misoginia interiorizada, yo renegué de “lo andaluz” por andaluzofobia. Yo pasé de vestirme de flamenca pa’ ir a la feria, a hacerle ascos al flamenco que mi amiga Cristina me ponía. Y esto tiene todo que ver con lo que denomino la “españolización” de la cultura andaluza, o la consideración de lo andaluz como genéricamente español. Yo crecí predestinada a ser roja. Siendo pequeña mi madre me contó que en el 78 mi abuelo saltó de un tercer piso con ella en brazos huyendo de los grises; que pintó de rojo la estatua de Franco de la Plaza de los Naranjos de Marbella; o que le cantaba Bandiera rossa pa’ que se durmiera. ¡Como pa’ no serlo! Y en ser roja va intrínseco al rechazo al nacionalismo español. ¿Cómo podría adscribirme a un nacionalismo que se engrandece rememorando la conquista y la colonización de otro territorio, la destrucción del 95% 55
Collage: MJ Avilés
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de su población aborigen, y el exterminio de una cultura en aras de imponer la nuestra? El Día de la Hispanidad ya me daba pistas de lo que simbolizaba el nacionalismo español. El nacionalismo español que conocemos tiene sus orígenes en el proyecto conservador, católico y tradicionalista que se impuso durante la construcción del estado liberal en el siglo XIX. En este sentido, explica el historiador catalán Borja de Riquer i Permanyer en Aproximación al nacionalismo español contemporáneo, que la élite política y militar conservadora de la época priorizó «la defensa de la nueva propiedad capitalista, el orden social burgués establecido y la reconciliación con la iglesia católica». Aquí, tal y como desarrolla Permanyer, comienza una «nacionalización española» caracterizada básicamente por la asunción de un mundo simbólico (corona, bandera, himnos, canciones…), la unificación lingüística y cultural y la asunción de un pasado común. Poco tardarían las identidades catalana y vasca en resurgir, con nuevos proyectos políticos alternativos fuertes y de éxito social, que reivindicaban una identidad propia y diferenciada de la española impuesta. Explican Manuel González de Molina y Eduardo Sevilla Guzmán en el trabajo En los orígenes del nacionalismo andaluz que Andalucía a lo largo del siglo XIX carecía de una «personalidad explicitada», lo que no quiere decir que no tuviera especificidad, sino que determinados factores devenidos por el contexto histórico imposibilitaron una propuesta fortalecida que reivindicase esta identidad diferenciada con respecto a la española. En resumidas cuentas, señalan los autores que no existían intereses que impulsaran a la burguesía andaluza a diferenciarse, lo que de57
jaría esta iniciativa en manos de las clases populares. Si bien existieron importantes movimientos culturales y políticos que reivindicaban una especificidad andaluza y una resistencia al centralismo, como pueden serlo el movimiento republicano federal y la Constitución de Antequera, estos chocaban con una clase obrera y campesina fuertemente penetrada por el anarquismo que no podría apoyar este tipo de iniciativas. En definitiva, fue imposible la construcción de un movimiento nacionalista andaluz fuerte y cohesionado que opusiera resistencia al centralismo de este contexto, sin perjuicio de que hubiese proyectos regionalistas como el de Blas Infante, que subordinó «este concepto nacionalista al federativo», textualmente. Así pues, una de las razones por las que el proceso español de national-building (es decir, la construcción de la nación española) triunfó en Andalucía fue la implementación de una política “desnacionalizadora” en Andalucía por parte de la oligarquía agraria andaluza y del nacionalismo español. Y en esta “desnacionalización” de Andalucía entra la españolización de su identidad: la identificación de la simbología andaluza con lo genéricamente español. Así, el nacionalismo español se apropió de muchos de los elementos de “lo andaluz”, y lo hizo parte de “lo español”, infravalorando y despreciando, por su parte, a las identidades de las que nacían. Y ¿cómo entonces lxs andaluces no íbamos a sentirnos parte de esta identidad española con la que “compartimos” símbolos? ¿Y cómo yo, una adolescente con aspiraciones reivindicativas y una incipiente reticencia a todo lo que simboliza la identidad española, no iba a meter a la identidad andaluza “en el mismo saco”? Así fue la historia de cómo establecí alteridad con mi propia identidad y renegué de 58
toda su iconografía y sus símbolos. No me sentía parte, no me sentía identificada con lo que me rodeaba, y tampoco tuve la oportunidad de entrar en espacios sociales en los que resignificasen lo andaluz desde lo subversivo, en los que rescatasen la simbología expropiada por un nacionalismo conservador. Ya explicaba Buenaventura de Soussa la importancia de construir desde la periferia nuestra propia epistemología, la necesidad de desconolizar el saber y de partir desde nuestras realidades materiales. Cuando me mudé a la capital para estudiar una carrera universitaria, me di cuenta de lo que significaba ser andaluza en un entorno académico elitista y con una fuerte sensación de superioridad con respecto a la periferia. Me acuerdo de cómo mi compañera Sofía, de la localidad cordobesa de Fuente-Tójar, me contó lo mal que lo pasó haciendo la primera exposición en clase, el miedo que sintió de ser juzgada por su acento. Me acuerdo de cómo un profesor llegó a insinuar delante de toda mi clase que en mi pueblo éramos unos catetos. Me acuerdo de mil anécdotas que poco a poco me hicieron tomar conciencia de la posición que encarnábamos lxs andaluces de esa clase. Sin embargo, para mi sorpresa, esta andaluzofobia no se quedaba en las aulas, lo impregnaba todo. Me topé con espacios politizados en los que se suponía que no cabía la jerarquía, pero donde yo seguía siendo menos. Me topé con un feminismo capitalino que se movilizaba en torno a intereses distanciados de las particularidades periféricas; que completaban las mesas con ponentes de aquí y de allá, pero nunca de abajo; que voceaba “Madrid será la tumba del machismo” sin el menor tipo de reconcomio. Sin embargo, la reconciliación tuvo lugar más adelante. En noviem59
bre de 2018, mi hermana Yendéh, de la Colectiva La Medusa, me comentó que las primas de La Poderío nos habían invitado a Sofía y a mí a participar en una mesa camilla sobre Feminismo Andaluz que se iba a celebrar en el FemFest, en la Casa Invisible de Málaga. Nuestra respuesta fue un sí rotundo. Lo que sería la reunión para preparar nuestra intervención se convirtió en una charla terapéutica e introspectiva sobre qué nos había pasado con Andalucía. Compartiendo nuestros sentires llegamos a la conclusión de que ambas llevábamos en conflicto con nuestra identidad demasiado tiempo. Este fue para mí el punto de inflexión, donde fui consciente de todo lo expuesto más arriba. Desde entonces me encuentro en un periodo de reconciliación con mi identidad andaluza, conmigo. Ya no escondo mi acento sampedreño, híbrido entre el malagueño y el gaditano, porque el problema lo tiene quien piensa que mi discurso desciende de categoría si no pronuncio las eses. Estoy recuperando el tiempo perdido en busca de referentes fuera, porque hasta ese momento no me había dado cuenta que mis referentes estaban en casa. Yendéh es mi referente. Sofía, Cristina, mi madre, mi tía Tille, la abuela Loli, son mis referentes. Y el problema lo tiene quien sostiene que el fenómeno de la referencia no puede partir de la cotidianidad y de la periferia. Estoy escuchando la música que hasta ahora no había querido escuchar. Ahora la escucho con otros oídos, y he conseguido ver lo que me quieren decir. Nunca antes fue más personal lo político que con el flamenco, y el problema lo tiene quien hace la reducción de “flamenquito, toros, y olé”, desprendiéndolo de toda su carga reivindicativa. Estoy valorizando todo a lo que le había quitado valor. Ahora sé de dónde vengo, de Yerma, como diría la Gata. 60
PRIMERA PERSONA, FEMENINO, PLURAL: RELATOS OLVIDADOS DE MUJERES OBRERAS ANDALUZAS por Araceli Pulpillo de Labio Asesino Femzine
En Andalucía casi todo el mundo sabía leer y escribir, mientras que en la Europa cristiana, a excepción del clero, nadie sabía… Todo florecía. Existían numerosas industrias. Los extranjeros admiraban por todas partes campos bien cultivados y ese sistema hidráulico, ordenado con tan profunda ciencia, que hacía fértiles las tierras más ingratas. Se asombraban del bajo precio de los géneros y de los frutos deliciosos, casi de balde, de la limpieza de los vestidos y de los cuerpos. R. Dozy – Historia de los musulmanes de España1
Dicen Eva Bermúdez Figueroa y Beltrán Roca en su libro Historias silenciadas. Las mujeres en el movimiento sindical desde 1960 (Catarata, 2018): La visión socialista del varón industrial como el sujeto revolucionario, predominante durante buena parte del siglo XX, hizo que en las organizaciones políticas y sindicales socialistas las mujeres fueran relegadas a un papel secundario, cuando no percibidas como sujetos opuestos al cambio social en virtud a su supuesto rol de guardianas de la tradición.
1 Esta nota aparece en el artículo de Antonia Rodrigo al que se hace alusión en este texto.
Esta investigación, cuyo marco de referencia se sitúa en la provincia de Cádiz, más concretamente en el Marco de Jerez, es una muestra del trabajo que aún tenemos por delante de rescatar a las mujeres que han sido partícipes, desde diferentes praxis, en el movimiento sindical y obrero. Mujeres que han sido obviadas por los relatos androcéntricos. 61
Relatos que han marcado como único sujeto activo al hombre y han dejado en los márgenes las experiencias de lucha y de resistencia de las mujeres. Esto ha llevado consigo el olvido de la riqueza documental que narra las acciones llevadas a cabo por mujeres; sin embargo, a día de hoy, nosotras estamos demostrando, precisamente, lo esenciales y fundamentales que son nuestras luchas para la transformación de la sociedad. 2
Antonina Rodrigo García (Granada, 1935) es una escritora feminista, residente en Barcelona desde 1970. Ha destacado por la calidad de sus estudios biográficos. Es especialista en historia de la República, la Guerra Civil y el Exilio, casi siempre vinculada a mujeres a menudo olvidadas. Entre sus biografías están la de Mariana de Pineda, Margarita Xirgu, María Lejárraga o Federico García Lorca. 3
Serment, Jean. “Andalucía como hecho regional”. Publicaciones de la Universidad de Granada 1975. Referenciado por Antonina Rodrigo en el artículo original al que hago mención.
Con este texto pretendemos rescatar un artículo publicado el 1 de febrero de 1978, por Antonina Rodrigo2, en un especial de la mítica revista Vindicación Feminista, cuya cabecera ese día se coloreaba de verde y blanco. «Las mujeres andaluzas irrumpen en la historia de su tierra» es el título de dicho artículo, el cual tiene un valor histórico importantísimo para hacernos una idea de la situación de las mujeres andaluzas entre los últimos años putrefactos de la dictadura y lo que vino a (mal) llamarse “transición democrática”. Se trata de un pequeño estudio en el que, tras una breve contextualización de la situación de la mujer andaluza en su historia: Cuando se afirma que la mujer es un cimiento de cualquier empresa humana, de la andaluza, en general y en particular, se puede decir que ha sido eso y además la estructura básica de la familia,
...y tras un bosquejo de la construcción en el imaginario centralista español de lo andaluz, citando a Jean Serment3: Gran parte de las leyendas y cuentos sobre la pereza, la superficialidad y la prodigalidad andaluza han sido propagadas en el siglo XIX por los industriales catalanes, con el fin de pagar salarios más bajos a los andaluces que atraían hacía sus fábricas,
...Antonina se adentra en un estudio de caso, entrevistando a nueve 62
Partada del nº 20 de la revista Vindicación Feminista, publicada el 1 de febrero de 1978.
mujeres que dan testimonio de las luchas sociales, sindicales y feministas que llevan a cabo, en primera persona, en esos años convulsos de la historia del Estado español. Desde estas líneas, haremos una síntesis de ese trabajo documental, resumiendo los testimonios de estas mujeres que tan importantes nos parecen. Nati Bullejos, peluquera de Maracena (Granada), militó de joven en Juventudes Comunistas, narra la lucha en clandestinidad junto a sus compañeros y compañeras. Narra cómo tuvo que intensificar su militancia tras la detención y encarcelamiento de sesenta militantes de su localidad, de Atarfe de Pinos y de Granada. Años duros, no solo como obrera sino como mujer. Dirá que las mujeres eran más «reacias a militar en un partido político…», por ello crearon la Asociación Democrática de la Mujer Andaluza “Mariana de Pineda” (ADMA). Sus camaradas hombres no daban un duro por ellas. Pero les callaron la boca en la huelga general del 12 de noviembre de 1976, cuando la ADMA movilizó a un gran número de mujeres. María del Pino Campo López e Isidora Martínez Bautista también pertenecían a la ADMA y reconocían que la Asociación nació… Por la necesidad de batirnos en varios frentes a la vez: en el estrictamente femenino, en el cultural, en el político, en el sindical, en los barrios, en la palabra, allí donde los derechos de la mujer todavía se cuestionan. Sabemos que la brega será dura porque se nos discrimina a todos los niveles: a nivel del Estado, por parte de la Iglesia, y por la inmensa mayoría de hombres, entre los que, incomprensiblemente, encontramos a muchos que dicen ser progresistas. María Teresa Llamas Aranda, trabajadora de Confecciones La Meca, de Málaga, explicaba el trabajo tan exhausto al que se enfrentaban en su empresa. Jornadas bajo cronómetro donde el factor humano 64
A
Arriba: imagen extraída del artículo de Antonina Rodrigo.
no contaba apenas (se me viene a la cabeza el sector de los call center en nuestra actualidad), la masificación de la nave donde trabajaban y las pésimas condiciones climáticas: un frío congelante en invierno, un calor que evapora en verano (esto sigue pasando a día de hoy). Los hombres eran mejor pagados que ellas, ocupaban puestos de mayor “nivel” y entorpecían cualquier reivindicación que ellas querían llevar a la práctica, el encargado las acosaba sexualmente... Sin embargo, las mujeres estaban organizadas. De hecho, tres cuartas partes estaban sindicadas, mayoritariamente en CCOO y UGT. Fruto de esta organización muchas de sus reivindicaciones se convirtieron en derechos para todos y todas. Un caso parecido lo encontramos en Fuencisla García y Loli Jiménez, que pertenecían a la plantilla de la empresa Citesa, de Málaga, una multinacional de I.T.T. de los Estados Unidos. La primera formó parte de las luchas reivindicativas que llevaron a cabo entre 1970 y 1971. Perteneciente a CCOO, cuenta cómo le aplicaron en una de las detenciones 65
el Decreto Anti-Terrorismo durante ocho días, acusándola de pertenecer a Bandera Roja. Una de las reivindicaciones más importantes de ambas en sus respectivas empresas fue que estas contaran con guarderías. Por aquel entonces, ya empezaron a quejarse del paro tan grande que sufría la ciudad como consecuencia de la obsesión por el turismo y el abandono del resto de industrias (hoy día estamos viendo cómo Málaga padece un proceso de turistificación que está afectando a las clases populares, desplazándolas del centro y siendo la hostería una opción casi obligatoria para muchas trabajadoras). Sobre el turismo, otro testimonio que viene a colación es el de Pilar Oliva, estudiante de Magisterio y trabajadora de hostelería en Ibiza por aquella época, durante la temporada alta. Allí coincidía con muchas granadinas y jienenses. Cuenta las pésimas condiciones de trabajo: «dormíamos siete mujeres en la misma habitación, con un solo cuarto de aseo», todo esto sumado a la extensa jornada laboral y a la falta de compañerismo que percibía. Junto a ello, promiscuidad, alcohol y drogas: «la única forma de aguantar el ritmo de trabajo –te lo advierten nada más llegar– es estando ligeramente emporrada». Ella alternaba el trabajo con sus estudios. No era el caso de Julia Checa, de Sabiote y estudiante de Ciencias Empresariales en Granada. Ella no pudo combinar trabajo con estudios pero, tras salir de su pueblo para estudiar, observó el atraso que había entre sus paisanos y paisanas, «hasta que no salí de mi pueblo yo no había oído hablar de democracia ni partidos políticos», por ello intentó crear una asociación cultural, «pasando casa por casa y dándoles un boletín de inscripción». Veía que el papel de las mujeres de su pueblo era acabar casándose con un hombre y no se planteaban ser independientes ellas mismas. Checa quería cambiar, en la medida de sus posibilidades esta realidad. 66
Por último, y no menos importante, en el artículo se recogen dos testimonios del sector de la sanidad. El de Fermina Puerta, auxiliar técnica de sanidad, y el de Pili Arcos, enfermera y estudiante de Medicina, ambas de Granada. Su relato es escalofriante, hablaban del fuerte abandono del Estado hacia su pueblo, ejemplificado en Granada, cuyas zonas rurales tenían un acceso muy difícil, por lo que muchas de ellas carecían de centro asistencial. Había un centralismo sanitario en la capital que dejaba desprovistos de medios a las personas que vivían en zonas rurales. Además de la gran falta de recursos. «El franquismo ha imitado a la primera Seguridad Social montada en Europa, en Alemania –por el canciller Bismark–, creada con el fin exclusivo de recuperar rápidamente fuerzas de trabajo. Además este tipo de medicina oculta problema fundamentales, completando así el dominio clasista de la burguesía». Doloroso igualmente su relato sobre la situación del pueblo gitano, que no estaba en la Seguridad Social y cuya única posesión era una cartilla, llamada “el cartón del pobre”, señalaban indignadas que «esta es una clase de discriminación verdaderamente abominable». Hasta aquí el artículo de Rodrigo y los nueve testimonios. En este resumen que he traído aquí podemos palpar la gran implicación política de estas mujeres andaluzas que eran conscientes de las pésimas condiciones laborales, sociales, culturales y económicas por las que atravesaba su sociedad, la de finales de los 70. Ellas estaban pujando fuerte por conquistar derechos fundamentales para la clase trabajadora y para las mujeres; pujando por modelos de vida diferentes a la rueda que imperaba en aquel momento. Esos derechos, que fueron conquistados gracias a las luchas en unión y alianza, hoy los estamos viendo mermarse. Estas luchas, no hay que olvidarlo, se hicieron poniendo el 67
Jornadas de Andalucía del Sindicato Obrero del Campo (SOC), junio de 1979. Archivo fotográfico del Partido de los Trabajadores de España.
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cuerpo por delante, a sabiendas de que tenían muchas posibilidades de sufrir graves consecuencias —encarcelamiento, tortura e incluso la muerte—. Rescatarlas y seguir su ejemplo, creo que son dos tareas más que necesarias. Las luchas por la tierra de Marinaleda, las Cabras Montesas de Gilena, el apoyo clave en las luchas del sector de Astilleros, las luchas clandestinas y la autoorganización en sindicatos y partidos políticos, el movimiento vecinal, la Asociación Democrática de la Mujer Andaluza, el Movimiento Democrático de la Mujer, Mujeres Libres… Radiografiar el papel de nosotras, unas veces en primera línea de batalla, otras veces en la línea que no se ve pero que es esencial, la de los cuidados, la del sostenimiento de las luchas y de la vida. Nuestro es el relevo, sí. Nuestro es el ahora. Nuestro es el ejercicio de saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. ¡Organización feminista, organización obrera, organización vecinal, organización cultural!
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A la izquierda: cuadro extraído del artículo de Antonina Rodrigo.
#ESTOYREVUERTA La Medusa Colectiva
La historia será escrita por las que luchan, nunca hemos sentido tan intensa la fuerza que emerge de un movimiento feminista internacionalista que entreteje sentires, saberes y acciones en común. La conexión es directa, desde una ciudad cualquiera de América Latina, atravesando océanos hasta llegar a cualquiera otra de Andalucía pasando por todos los territorios que podamos imaginar, se expande la rebeldía. Somos tentáculos que se abrazan fuertemente para hacer frente a las retrogradas, inhumanas y ya conocidas reacciones patriarcales. All around the world las mujeres y las identidades no binarias nos removemos, nos “revorvemos” las entrañas de dolor y rabia, la misma que nos empuja a generar estrategias de acción que posibiliten la ruptura, la fuga. Remover las estructuras que sostienen el patriarcado, denunciando y visibilizando cada espacio que inunda, cada espacio que coloniza, arrasa y destruye. El deseo es común, dar muerte al status quo, devenir rizoma eliminando toda subordinación. Somos enredo, maraña. Imaginamos juntas un mundo antipatriarcal, anticapitalista y antirracista, un mundo que merezca la alegría de ser vivido, y no escatimamos en energía y creatividad para alcanzarlo. De reinvención conoce bien el movimiento feminista, la precariedad agudiza la 70
capacidad de crear, de desbordar los límites impuestos, y en ese momento histórico nos encontramos, en el desborde. Y nos pensamos divertir por el camino, reivindicamos el cachondeo como herramienta de autocuidado y resistencia. El rearme patriarcal es evidente, nos encontramos en un momento histórico global que gira hacia la derecha más rancia y apunta para disparar otra vez a las mujeres, la misoginia legitimada desde las instituciones y los derechos alcanzados en peligro, avances y retrocesos, esperanza e incertidumbre, momentos de polarización donde las mujeres nuevamente somos el chivo expiatorio y nuevamente nos encontraran de frente con el puño alzado. Reacción patriarcal, acción feminista. Nos encontramos en un momento crucial, por eso si nos buscan nos encontrarán agudizando la puntería, organizando la rabia, tomando conciencia de que estamos en medio de un proceso de cambio que aunque inestable, impredecible, estamos seguras que vamos a lograr encauzar. Feminismo o barbarie. Ahora más que nunca es imprescindible generar sinergias y articular estrategias comunes, desde los barrios, los pueblos, con las vecinas, las comadres, con nuestras primas. Es momento de micropolítica. Así nace La Medusa, una sierpe más de las cientos de miles que se expanden en cada territorio de esta bola azul que habitamos, un proyecto de feminismo autogestionao que parte de la firme convicción de que “esto hay que cambiarlo” y no hay otra forma de hacerlo que desde un feminismo situado que tenga en cuenta las particularidades que nos atraviesan a las mujeres andaluzas. Esto lo cambiamos sí o sí, “por deresho”, se lo debemos a las que pusieron el cuerpo por nosotras, se lo debemos a las generaciones futuras, 71
pero sobre todo nos lo debemos a nosotras mismas. Asumimos la responsabilidad de impulsar la apertura de un espacio feminista, un espacio de seguridad y goce para las mujeres, que además acoja iniciativas que enriquezcan el movimiento feminista de la ciudad y posibiliten el aprendizaje mutuo. Tener una “habitación propia” en el barrio es una vía para politizar desde lo cotidiano, para ocupar espacios en los que difícilmente permean estos discursos, “hacer barrio” para nutrirnos de la sabiduría popular y rescatar la memoria de aquellas mujeres invisibilizadas que han sido referentes en diferente ámbitos de la vida. Precisamos de tiempo y dedicación, un trabajo de sostenimiento y de continuidad. El feminismo es un verbo. Y caminamos juntas, todas, diversas, caminamos como parte del proceso, un proceso que es condición de posibilidad de otras formas de organización económica, política y cultural que haga carne la emancipación de la mitad humana. El deseo es claro, las demandas las repetimos hasta quedarnos sin voz cada vez que salimos a las calles, tenemos fijada la ruta, las propuestas y las ganas. Si las mujeres paramos, se para el mundo. Un grito grabado a fuego, un grito que nos vino como un eco de nuestras ancestras, aquellas que llevan siglos alzando la voz. Reconocer y reconocernos en esta genealogía feminista nos permite entender que el 8 de Marzo al igual que otros tantos hitos que se nos “conceden” con cierto reconocimiento y aceptación por parte del status quo, no son acontecimientos que per se remuevan la estructura, sino que son más bien la excusa para poner sobre la mesa que todos los días son 8 de Marzo. Proceso. Vamos cada año hacia la huelga feminista del 8 de Marzo para 72
transcenderlo, cargadas de deseo de transformación y con la seguridad de que lo alcanzaremos juntas tejiendo sororidad transnacional, alimentando un feminismo global que sin dejar de mirar lo que nos atraviesa de cerca, las necesidades particulares de habitar un territorio concreto, posibilitará aunar luchas.
¡Sierpes del mundo, uníos! Somos tentáculo.
73 Logo de La Medusa Colectiva
DOS FEMZINES ANDALUZAS FEMINISMO ANDALUZ COMO UN SALMOREJHO MAJHAO por Carmela Borrego de La Candela Laboratoria
La primera vez que comencé a pensarme andaluza como sujeto político estaba viviendo en Barcelona. Allí fue donde sentí la necesidad de nombrar Andalucía como territorio que vertebra mis luchas y reivindicaciones. Esto es algo que se dice pronto pero que te hace pasar por un proceso mu profundo que una hace, porque es deconstruir muchas de las etiquetas que recaen sobre ti por haberte criado en este territorio. Pero sobre tó es ponerte en valor a ti misma y a la gente que te ha criado. Esto fue un camino lleno de cuestionamientos y dudas. De hecho, yo por entonces defendía mi devenir choni (cani como decimos allá en mi barrio) para romper con esas vergüenzas que me despertaba mi pasado, ese pasado de purpurina, búfalos falsas, sudaderas fosforito y fiestas break beat y raperas. Fite tú, antes esas estéticas eran tan denostadas y ahora las pijas se parten la cara por parecer de barrios pobres, con todo el merchandising que les haga parecer más molona pero que les permita acicalarse en sus privilegios de niña bien. Quién me iba a decir a mí, que las vestimentas que mis amigas y yo llevábamos de adolescentes iban a ser una estética usada como disfraz por las niñas pijas. Pero 74
antes de que los chándales, las zapatillas de plataforma y las uñas de gel se pusieran de moda entre las burguesas, llevar estética de barrio quedaba asociado a los apelativos de barriobajeras, de ordinarias, de catetas y hasta de fulanas. Antes de toda esta exaltación de lo quinqui y romantización de la pobreza, existía una devaluación muy fuerte por la estética de barrio, con todo lo que eso genera. Y es que la vergüenza de la pobreza es muy grande. De hecho a día de hoy se permite esa estética de riñoneras y chándales a gente de clase media que se disfraza de una identidad que le es extraña; pero vivimos en una sociedad tan clasista que deja en el margen a todas las personas que les atraviesa la precariedad de forma muy intensa. De esa vergüenza y negación de nuestras identidades, nació el orgullo de cani-quinqui-choni, como una forma de resignificar esos calificativos despectivos asociados al barrio y también para señalar el paripé que muches chavalilles pijes hacen cuando se disfrazan con brillos y corales. Y es en este momento cuando me entero que en (no sé si en toda Catalunya) la palabra quilla/o se usa de forma despectiva para nombrar a la gente que es cani, ordinaria y de clase baja. Me quedé muerta cuando entendí eso. Y es que como dice Ana Burgos: «Vivo en una tierra en la que se usa el apelativo quilla, con el que yo interpelo a mis amigas, para designar a las personas de mal gusto, vulgares, de una clase inferior». Es algo que me marcó porque yo le digo quilla a gente muy cercana y en esa tierra se usa como un insulto. Entonces, existe una interrelación muy fuerte entre ser barriobajera y ser andaluza, ¿no? Porque en Andalucía la palabra quilla o illa es algo hermoso, algo que nos acerca al comadreo, que nos coloca más cerquita en nuestra relación. ¿Por qué en esta tierra que 75
ahora habito se usa esta palabra tan amada por mí para insultar? Desde estas preguntas, habitando barrios de la periferia donde lo charnego se mezcla con migraciones diversas, tuve la necesidad de nombrar un feminismo nacido de mis carnes, de mis sentires, desde lo andaluza y lo cani que soy. Así empecé a investigar sobre la identidad andaluza, a pensar el feminismo para unas reivindicaciones concretas que nazcan desde la tierra que me vio nacer. Desde este lugar de incomodidad, comencé a ser más consciente de estereotipos que recaen sobre nosotras, las andaluzas. Y empecé a sentirme sola y bajo sospecha: ¿Estaré exagerando? Por suerte, descubrí a Mar Gallego un día mientras hacía búsquedas sobre feminismo y Andalucía en internet. Ella había escrito un artículo en Pikara que se llamaba: «Perder el norte. Feminismo y ¿andaluzofobia?» ¡Vale! ¡No estoy loca! Hay otras personitas en el mundo que sienten algunas cosas parecidas. Empecé a tirar del hilo y a conocer a más gente que se nombraba como feminista y que reivindicaba esa necesidad de poner a Andalucía en el centro de sus feminismos. En ese momento, comencé a mirar al sur (porque así es como nos nombran, el sur, como si no hubiera más sures en este mundo). La pulsión y mis ganas de pensarme en colectivo y de dialogar con otras identidades me llevaron a investigar sobre este nuevo término para mí: “Feminismo andaluz”, temática elegida para mi TFM (Trabajo Final de Máster). Mis preguntas eran: ¿Por qué el movimiento feminista en Andalucía está poniendo en el centro de sus reivindicaciones al territorio? ¿De dónde nace este sentir? ¿Cuáles son esas reivindicaciones del feminismo andaluz? ¿Por qué necesitamos nombrar nuestros orígenes? En estas preguntas me sumergí con tol cuerpo y tol espíritu. 76
Cuento todo esto porque para mí es importante contextualizar de donde viene mi proyecto Salmorejho Majhao. Básicamente nace de mi propia experiencia puesta en diálogo con otras para crear un espacio donde debatir y crear en colectivo sobre esto que se está llamando Feminismo Andaluz. Salmorejho Majhao son dos cosas: por un lado, un texto académico y, por otro, una femzine colectiva. Mi TFM es un texto, un espacio donde buscar los ingredientes que componen ese feminismo andaluz que estamos creando. Un lugar que, desde la diversidad de les participantes, busca pensar el feminismo andaluz como un salmorejho majhao, hecho con lentitud y a conciencia, sabiendo que, bajo la misma receta, cada salmorejho sabe diferente en cada casa. Este TFM persigue reconocer las posibles discrepancias en las cantidades y los ingredientes de esta receta, pero entendiendo que tanto el salmorejho majhao como el feminismo se hacen en colectivo, dialogando en corrillo, pensando juntas si necesita más aceite, más pan o más tomate. En definitiva, mi investigación exactamente trata de nombrar el feminismo andaluz en plural, teniendo en cuenta la localización de los discursos y las experiencias propias para romper con el discurso del feminismo hegemónico que muchas veces niega muchas formas de hacer saber. De todo esto, creé una femzine, como relato colectivo que permite salir de la academia, para rular por los territorios, por los pueblos Fotografía: Carmela Borrego
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y los barrios. Es un intento de sacar el conocimiento a la calle para romper con el sectarismo académico. Para hacer activismo académico, y dejar la posibilidad de que la vida se cuele por las grietas de la asepsia universitaria. Así llegó Salmorejho Majhao: Feminismo(S) Andaluz(ES) Colectivo(S) como una forma de salir fuera, de hacer cuerpo, de que el pensamiento se haga cuerpo. Es cierto que (como cuento en un artículo para esta femzine) dentro de la academia sufrí violencia epistémica y discriminación por hacer un trabajo sobre este tema. Es cierto que una de las tribunales se sintió tan incómoda con la irreverencia del feminismo andaluz que hasta me amenazó con suspenderme. Realmente fue duro darme cuenta que nombrarte desde una misma en un espacio feminista trae problemas y puedes ser castigada si no te adaptas al molde. Pero como dice La Mala: «Una mujer de mi categoría no tira los dados si no es pa jugar», así que, de todo ese daño que sentí el día de la presentación de mi TFM, renazco con la herida bien lamida. De la rabia e impotencia que ese día sentí dentro de la academia, nace mi creación como una venganza: una nueva entrega de Salmorejho Majhao, una femzine colectiva que es producto de una investigación exhaustiva, bajo un sentir profundo, una herida supurante y una necesidad de resistencia muy fuerte. En este número #1 del Salmorejho... participan diversas voces que, desde su lugar, indagan que es esto de ser andaluza, vivir en Andalucía y ser feminista. Sarmorejho Majhao nos permite escuchar los silencios heredados y propios, los gritos desgarraos y las risas descaradas que vertebran este territorio llamado Andalucía. Este fanzine es una revuelta tan personal como cocinar. Es un producto típico andaluz donde nos unimos unas cuantas cocineras para 78
compartir recetas e ingredientes desde nuestra resistencia de nuestros pueblos y nuestros barrios. Es un encuentro plural encarnado, vivido y sentido que nos permite resistir como vecinas que se comparten desde el comadreo un puñaíto de sal o una receta bien sabrosa. Desde este proyecto se pretende buscar los ingredientes que vertebran las reivindicaciones que nacen de esta llamada Andalucía.
MIRADAS ANDALUZAS por Angie de la Lama y Lady Vermú
Cuando voy falta de amores lanzo a discreción un guiño pongo boca de piñón y me sobran los cariños. No le temo al rencor ni a la envidia ni al temor ni a las ganas de dejar de ser quien soy ¡Que me dejen a mi aire, que yo sé por dónde voy! Me mueve el aire – Las Migas.
Todas somos artistas, todas somos mujeres… y encima… todas somos andaluzas. Andaluzas de Sevilla. Y en las reuniones de café y alcohol hablábamos de nuestro acento, de nuestro arte… ¿y cómo enfocarlo? Y nos encontramos de frente con el fanzine, con el festival Skisomic fest en Sevilla y con esa posibilidad del error, de juntar texto, fotografía, dibujo, hacer collage… La posibilidad más amplia de explicar cómo 79
nos sentíamos a través de este medio que nos da tantas posibilidades. Miradas Andaluzas surgió de eso, y con cariño miramos lo que fue el primer fanzine en el que volcamos mucho amor de amigas y miramos ahora cómo podemos enfocar una segunda parte. Una de las cosas que nos ha llamado la atención es cómo fuera de Andalucía no se ha movido a pesar de estar en ferias y festivales de Barcelona, Valencia y Madrid. No es más que un reflejo del poco interés que suscita el tema de Andalucía, cómo frente a la masa de publicidad política enfocada a otras comunidades o problemas que van de Madrid al resto, Andalucía parece nada, un grupo de gente que se creen que lo que hace Rosalía es suyo, un grupo de gente que vota a Vox, y nada más lejos de la realidad… Es importante intentar hacerse oír en otros sitios, y si con el tiempo no se consigue, esto seguirá siendo underground… que es como verdaderamente se crea la cultura. El origen de la palabra flamenco no es holandés (de Flandes), como dice el Diccionario de la Real Academia, sino árabe: de las palabras falah (campesino) y mankub (desahuciado). Cuando las huestes castellanas se proponen a partir de 1492 erradicar todo vestigio de la cultura árabe, surge un pueblo errante, el morisco, que se encuentra en el camino con los otros dos colectivos oprimidos y condenados a la huida, los gitanos y los negros. Y de ese encuentro surge el flamenco.1
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“Flamenco: Arqueología de lo jondo”. Antonio Manuel Rodríguez. Editado por Almuzara
Algo habría en el aire que nos hizo saber pronto que nuestro tema sería la tierra, la identidad, el lenguaje, el saber que se habla desde Andalucía. Y a veces cuesta encontrar ese motivo o ponerle nombre, porque no encaja en la historia que la mayoría de las veces nos han contado. El fanzine fue un medio para empezar, un primer número de 80
arranque desde la intuición que nos ayuda a seguir haciéndonos preguntas ‘jondas’: ¿cómo hemos llegado a sentir que tenemos más en común con un francés o un alemán que con un marroquí?, ¿somos conscientes de que nos separan 14 kms del Estrecho?, ¿en qué momento abandonamos el sentir mediterráneo para adherirnos a lo occidental?, ¿cómo hemos llegado a pensarnos como Europa?, ¿por qué hemos exotizado la comida oriental?, ¿por qué no nos damos cuenta de que nos une el aceite de oliva, el ajo, las especias, los picadillos refrescantes pal verano? Igual hablamos desde el collage, la experiencia propia, la fotografía, o lo que nos surja, porque es el medio que tenemos a mano. La historia la iremos reaprendiendo. Del arte nos surge la curiosidad, el hambre, las ganas de saber qué es pa nosotras esta tierra de aceituna.
Fotografía: Angie de la Lama
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EL PATIO DE POEMAS Araceli Ramírez Palomares
GUITARRA Guitarra y palmas que unidas a voces broncas van lanzando los lamentos que, tras siglos de opresión, han tenido las gentes del pueblo andaluz. Todo va unido Tierra Gente Pueblo Todo parece estar marcado por manos que han nacido a la sombra.
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EL PRAO, MI CALLE CARIDAD Noches serenas de verano con el cantar de los grillos y el hablar tranquilo y criticón de las vecinas. Sueño muchas veces con mi calle Caridad. Con las vecinas y vecinos. Todos juntos éramos una gran familia. Con esa valla que separaba la calle del campo, los tendederos que olían a jabón casero, el aroma de los dompedros del pequeño jardín. Ensueño la hornilla siempre ardiendo de Josico El Hojalatero tapando agujeros con el estaño de hoyas, sartenes y cacharros viejos. Todos como una gran familia con orgullos de grandeza desmoronados. Noches de estrellas claras y bullicio de chiquillos juguetones. Piruetas de Juanito Una Dos Tres. Esa silla de anea en las puertas de las casas para tomar el fresco del caluroso verano. Risas y charloteos de vecinas orgullosas de sus hijos. Mi calle Caridad, el Prao.
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ANDALUCÍA NUESTRA MADRE Caminos que se abren al mundo. Tierras que se dan sin egoísmo. Tierras que lloran en silencio, con quejíos secos de gargantas rotas. Gritos sin ser escuchaos, gritos de rabia que se lanzan al aire desahogando esa pena honda de muchos años. Llantos de chiquillos que empiezan a sentir sobre sus vidas los caminos de esos hijos bastardos, que desde muy pequeños tienen que sentirse hombres. Pena de esta tierra que madre de estas gentes se desespera en silencio. ¿Por qué teniendo los pechos más fértiles tus hijos lucen sus pies descalzos? Tierras que acunaron a grandes culturas que las nutrieron de sabiduría, delicadeza, fuerza y arte. Te dejaron dormida, dócil, moldeable a fuerza de tortura y sangre. Despierta
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Andalucía nuestra madre, sufre sobre sus entrañas los golpes fuertes de los opresores. Fotografía: Adelina Cortés
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MULERAS Mañana de primavera, subidos a lomos de mi borriquilla Farina acompañamos a mi padre al olivar, respiramos el frescor de la mañana que despeja nuestras cabezas. ¡Con qué poquito éramos felices! El trasiego de campesinos con sus mulos y borricos cargados con los aperos del campo. Las capachas de esparto, donde se guarda el almuerzo. Las botijas llenas de agua para calmar la sed. Los buenos días, ese saludo voceado de unos a otros donde se pierden los nombres y afloran los motes. Subimos la cuesta Santiago y nuestros ojos rebosan sensaciones. En el llano descubrimos la explosión de la primavera. Los olivos muestran sus camadas con una alfombra rebosante de esplendor: el azul de los lirios, amarillo y blanco de las margaritas, el rojo de las amapolas. 86
La verde hierba con el rocío de la mañana parece estar cubierta de perlas de cristal. Los pajarillos llenan de alegría el camino: verderones cañameros colorines revolotean en un cortejo nupcial. Pasamos a la fuente del Charcón para calmar la sed de mi borriquilla y llenar los cántaros de agua, para regar las estaquillas. El tenue chorro de la fuente hace rebosar el pilar y nos deslizamos por el húmedo barro. Seguimos el camino y a lo lejos se oye al arriero cantar con su par de mulos y su paso pausado. Su voz se funde con la bruma de la mañana. ¿Papa, qué canta? Muleras Y se va perdiendo su voz al compás del camino.
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Ilustración: Sofía Álvarez Portada del nº 2, de abril de 2018, de la revista Lisístrata.
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FEMINISMO ANDALUZ “EN-CONSTRUCCIÓN” por Vikinga Fem
Las periféricas estamos en continua construcción, no porque no tengamos genealogía que nos preceda sino porque nuestra historia ha sido doblemente negada e invisibilizada, por el hecho indiscutible de la opresión que implica ser mujeres, pero además por la obvia intersección que nos atraviesa a quienes habitamos los sures. Por eso nuestra lucha se libra en un terreno más hostil aún si cabe, por eso el grito suena a desgarro por seguiriya. Flamencas. Mamamos de nuestras ancestras, aquellas que libraron luchas colectivas que nos nutren y muestran una manera de hacer feminismo situado desde una identidad a la que se le ha expoliado la posibilidad de que su discurso tenga legitimidad. Somos las faeneras malagueñas, las cigarreras de Cádiz y Sevilla, las mujeres de Casas Viejas, las rosas andaluzas, las cabras montesas de Gilena, las de Intelhorce, y otras cientos de miles de mujeres que desde la colectividad han puesto cuerpo y alma en la defensa de nuestra dignidad. Y esta es nuestra venganza, el feminismo andaluz “ha venío pa quearse”, aunque para ser justas siempre existió, pero ahora todas juntas lo nombramos para darle forma, para rememorar a nuestras comadres. Rescatamos nuestros elementos identitarios, aquellos que desde el franquismo primero y la seudodemocrácia cortijera después, se afa89
naron en inducirnos a odiar asignándole connotaciones negativas. En esa venganza, donde tú dices floja nosotras decimos ética del cuidado, donde tú dices bufona nosotras decimos arte como forma genuina de expresión, donde tú dices incultura nosotras decimos “vete al caraho clasista”, donde tú ves parásitos del paro agrario nosotras nos jugamos la sobrevivencia por la precariedad impuesta, donde tú dices “no se te entiende” nosotras decimos que nuestras hablas —desde levante hasta poniente— nos definen como un pueblo con una riqueza lingüística y cultural de la que estamos tremendamente orgullosas. Memoria. Somos obreras, académicas, agricultoras, poetas, somos trabajadoras de las casas que huelen a gazpachuelo, con alma de carnavaleras y actitud de folclóricas. Somos las huelguistas de Marinaleda, las de la huelga de la naranja, las del 061, las de Salud Responde o las limpiadoras de la estación María Zambrano. El feminismo andaluz no se estudia en la academia, ni siquiera en las universidades donde se aborda explícitamente el pensamiento feminista, porque como señala De Sousa Santos somos las discriminadas por la línea de arriba, y eso cuesta verlo si no se mira con las lentes precisas. Colonialismos internos. Nuestra epistemología bebe de los feminismos decoloniales, porque la construcción del poder-saber y del conocimiento válido/validado también aquí en occidente establece jerarquías, dibujando una línea sutil pero que finalmente genera relaciones norte-sur que nos constriñen y ahogan a quienes habitamos los márgenes. Andaluzofobia. Ponemos en valor una forma de ver y vivir el mundo que es subalterna, porque quien construye la “verdad” nos rechaza o ridiculiza. Resistencia. Insistimos, la territorialidad es importante, la historia de Andalucía ha 90
Fotografía: Vikinga Fem
sido expoliada, somos aquello que escuece por no adaptarse a la hegemonía, porque nuestra idiosincrasia molesta por no encajar en el modelo establecido. Exotización. ¡Andaluzas levantás! Venimos pa quedarnos, poniendo en valor nuestras estrategias de supervivencia, resignificando esas formas de rebeldía que se miran desde los ojos colonizadores como no feministas. La siesta como aliada y la peineta, el folclore, como arma de resistencia. Y la charla “a la fresquita”. Y los lunares. Y las puertas abiertas de las casas de las abuelas. To esto aliñao con un poquito de cachondeo y poderío. Que no nos falte de na. 91
DE VERBENA: HILO MUSICAL DE UN GUATEQUE ANDALÚ -Verde, blanca, verde - Sister Castro -Yerma - Gata Cattana -Bisexual - Cariño
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-Voy pa la mani - Gata Cattana -Hoy la bestia cena en casa - Zahara -Eskarnia - Sola en la sala -8 puñaladas - La Prima -Me mueve el aire - Las Migas -Soy la semilla nativa - Aterciopelados -Mujer - Amparo Ochoa
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-Banzai - Gata Cattana -Soy yo - Bomba Estéreo -Mi eje - Fémina -Antipatriarca - Ana Tijoux -Aprendiz de machote - Rakel Winchester -Limonero - Gata Cattana -The Marías - I Dont´t Know You
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-Quién manda ahí - Mala Rodríguez -Qué no daría yo - Rocío Jurado -Son flffllúor tus ojos - Rocío Márquez -Honrar la vida - Mercedes Sosa -Pequeño vals vienés - Silvia Cruz -Firmamento - Rocío Márquez -Niña de las Dunas - María José Llergo -Cállate la boca - Las Carlotas
-Me miras pero no me ves –- María José Llergo -Yo he nacío en Jérez - Juana de la Pipa -Desgranar - Estrella Morente y David Carmona -Soleá de mis pesares - La Paquera -Por tu ausencia - Rosario Flores y la Mari de Chambao -Al alba - Luis Eduardo Aute -Dinero - La Repompa -Supercoplera - La Shica -En la plaza de mi pueblo - Canción popular -Verde, blanca y verde - Carlos Cano -Sueñan las feministas - Vikinga y las Femklóricas 93
Este monográfico terminó de imprimirse el 12 de julio de 2019, a 256 años de la aparición de La Pensadora Gaditana, periódico crítico fuertemente feminista, editado por la gaditana Beatriz Cienfuegos, pionera del periodismo andaluz.