LabTipCcs: versión digital libro «Colección 5 en 5. Serie 1», Gabriela Kizer (tomo III), 2011

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Natasha Tıniacos Historia privada de un etcétera

Harry Almela Silva a las desventuras en la zona sórdida

María Fernanda Palacios Y todo será cuento un día

Yolanda Pantin 21 caballos



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© la cámara escrita colección 5 en 5. serie 1 © gabriela kizer

tribu

Primera edición, noviembre de 2011 1000 ejemplares Concepto editorial: lisbeth salas Concepción gráfica y diseño: álvaro sotillo Asistencia al diseño: juan f. mercerón Cuidado de la edición: javier aizpúrua Reservados todos los derechos, queda rigurosamente prohibido sin autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio. Impresión y encuadernación: editorial exlibris, Caracas depósito legal lf 25220118003915

isbn 978‒980‒12‒5371‒6


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Gabriela Kizer

Tribu

La C谩mara Escrita Colecci贸n 5 en 5 Serie 1


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Entre los años 1992 y 1996 se conformó el grueso de este texto. Lo animó la idea de la unidad central de la literatura que Borges trae de Shelley, Emerson y Valéry. Más que la idea, me cautivó la imagen de Shelley: los poemas del pasado, del presente y del porvenir como episodios o fragmentos de un solo poema infinito erigido por todos los poetas del orbe. En la medida en que esta fantasía fue cobrando cuerpo, comencé a enlazar estrofas, versos, frases de la tradición religiosa y literaria occidental (apenas pudo incorporarse otro aire), intentando distinguir ¿la forma, el relato, el ritmo? que los fragmentos, amorosa y arbitrariamente elegidos, configuraban. A través de esta urdimbre, precisaba seguir el serpenteo, la energeia de la corriente subterránea de la poesía; su continuidad misteriosa, su recurrente imperativo: dar un sentido más puro a las palabras de la tribu. Han pasado los años y esta frase continúa indagándome. Contrariamente a lo que dicta el purismo racial, religioso e ideológico de nuestros días —su continuidad no menos misteriosa—, quisiera pensar el sentido más puro de las palabras, el quehacer poético, como la paradójica reducción, casi alquímica, de la lengua a esa médula en la que pueden contaminarse y fundirse el conjuro y la elaboración más castigada, la plegaria y la expresión de la calle; canto, cuento y drama. No obstante, si tal ardua e idealísima labor ha inspirado este libro, lo ha guiado algún tramposo y aporreado lazarillo. Creo en el carácter único e irrepetible de cada poema, en la imposibilidad de alterar el más mínimo de sus signos. Siguiendo el ritmo que el enlace de los fragmentos causaba, he arremetido contra este ethos de la poesía. Los momentos vividos más festivos (y de mayor recelo) han sido aquellos en que de pronto surgía una bisagra, una articulación rítmica y significativa entre versos pertenecientes a ámbitos más o menos lejanos entre sí, que iluminaba brevemente el camino o parecía insinuar la posibilidad de algo que lo regía, pero que también quebraba y maltrataba su articulación original. No espero hallar sustento en la experimentación formal que todo lo valida ; si algo puede disculparme, es el amor a la lengua y a la literatura. En su gravitación, he buscado reconocer a tientas algún hilo del cuento, ceñirme a él, recoger los escombros de este desatino. Entre esos escombros, no negaré la tentación del poema que lograse homenajear e historiar la tradición literaria, ni la tentación de aquel libro, de caras múltiples y ninguna, que es el mundo, que es la nada, que es Dios, que es el libro imposible de la tribu. Aun cuando tal acicate llegó magro y suficientemente burlado a estas páginas, me dejó en la potencialidad multiforme de


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una escritura que se resistía al punto y final. La necesidad de constreñir la trama revirtió la tarea. Su influjo opresivo, la constatación de la propia pobreza y el entusiasmo de unos pocos amigos entrañables, remataron el punto. Le debo a Susy, cuidadora de mi infancia, la manera de construir que me acompañó de principio a fin. Sin querer, alguna tarde, Susy le dio una patada a la torre de tacos que me había tomado tanto trabajo levantar. Afanosa, solo dijo: « para que te entretengas». Esa patada hizo este poema, si así puede llamarse: una torre que se construye, derrumbándose.

gabriela kizer. caracas 2007


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—Dila, pues, la cosa. cesare pavese

No traigas, pues, la cosa abominable a tu casa no sea que vengas a ser anatema así como ella : del todo la detestarás, y del todo la abominarás, porque es anatema. deuteronomio vii, 26


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1. Y quién hoy podrá cantar las armas y a los que fueron parte del botín o escombros de tantos fuegos largamente aplacados. Y quién podrá saber si ha sido llevadero o no carecer de sudario y sepultura. Quién podrá decir las cuitas que ya no duelen en nosotros, que es una Babel de barro lo que tenemos entre manos y no hay voz que pueda ser tirada por las mechas a algún rincón del cielo o de la tierra para que comencemos a entendernos de nuevo. Como dos amantes hace tiempo separados y en discordia que de pronto se miran y no pueden darse alcance ni escapar uno del otro, sino que están sentados frente a frente. Y en la frente eso pesado de sobrellevar, que no es el amor estéril o paciente o aguafiestas ni aquella muralla cuya razón ha sido hacer eco a nuestros ánimos y horrores. Pero dónde la médula espinal de las ruinas que visitamos con los cuellos henchidos, con los ojos plagados de rotulaciones, con los rostros vampirizados a causa de tanto polvo sobre tanto polvo. Aunque no sabemos viajar en urnas ni verter sangre o semen porque hay miedo, putrefacción bajo los ojos y epitafios de Dios. Y cuándo comenzaremos siquiera a saltar como los niños en los funerales. Porque aquello para lo que cuando vivos no tenían lenguaje los muertos T.S. Eliot te lo pueden decir ya muertos. Pero bebiendo sangre.

Homero

Porque se acabaron las reses y hoy toca a los cantores degollarse. Porque el montón de huesos aún rodea la suave voz de las bestias.

2. Y henos aquí verdosos. He aquí nuestro aliento entrecortado y breve. He aquí la fiebre que ya comienza a inquietar al desacostumbrado termostato Virgilio sepultado en vino y sueño. Oh Dioses. Oh Dios. ¿Acaso no recordáis que las pesadillas tienen que pasar al despertarnos? ¿Acaso estos bacilos de cien patas no habían desaparecido de las regiones templadas?


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gabriela kizer Nació en Caracas en 1964. Es licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1986) y magister en Literatura Latinoamericana Contemporánea de la Universidad Simón Bolívar (1993). Desde 1993 se desempeña como profesora de literatura en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Ha dictado varios talleres de lectura y escritura de poesía. Ha publicado dos libros de poemas: Amagos, Monte Ávila Editores (Caracas, 2000) —este libro fue escogido en el concurso para la selección de obras de autores inéditos de Monte Ávila Editores en 1999— y Guayabo, Ediciones Arte Dos Gráfico/Ediciones EstaTierra de Gracia (Bogotá, 2002). Tribu fue distinguido con el Premio Internacional de Poesía «José Barroeta», en el marco de la VII Bienal de Literatura «Mariano Picón‒Salas» (Mérida, 2007). Ha publicado también la biografía de Ida Gramcko para la Biblioteca Biográfica Venezolana, «El Nacional» (Caracas, 2010).

Editado por la cámara escrita y compuesto en las familias tipográficas Adobe Jenson Pro de Robert Slimbach y Univers Linotype Std de Adrian Frutiger. Impreso en papel Teropaque 55 g /m2 y Galgo Verjurado gris 90 g /m2 para la portada. Se terminó de imprimir el día 30 de octubre del año dos mil once en las prensas de editorial exlibris en la ciudad de Caracas,Venezuela.




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