cultura 12 de marzo de 2011

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■ MAR DEL PLATA ■ DOMINGO 13 DE MARZO DE 2011

IDA Y VUELTA: cultura@lacapitalmdq.com.ar

JUAN DIEGO INCARDONA PRESENTA ‘ROCK BARRIAL’, UN LIBRO CON IMPRONTA CALLEJERA

Sentimiento de suburbio El escritor, luego de la novela ‘El Campito’, vuelve a plasmar las vivencias de su infancia en Villa Celina, en donde un estilo de música marcaba una forma de llevar la vida.

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n el libro de cuentos ‘Rock barrial’, el escritor Juan Diego Incardona vuelve a plasmar su imaginario y vivencias de niño y adolescente en el mítico universo de Villa Celina, popular barrio de La Matanza, donde se hacen presentes el campito, los amores, amigos, vecinos y obreros, al compás de canciones inolvidables. El autor comenzó a abordar la impronta barrial en el compilado de cuentos ‘Villa Celina’ y siguió con la novela ‘El Campito’ -un relato alucinado que se sumerge en el conurbano de la mano del imaginario peronista-, saga que agrega su vertiente más rockera en el flamante libro editado por Mondadori. ‘‘Cuando cerraron las fábricas y los oficiales torneros se suicidaron en masa, los hijos, tirados abajo del sol fumando una vela, dos velas, tres velas, nos recluimos en las esquinas para tocar nuestras primeras canciones acompañados por guitarras criollas y armónicas (...) hasta que nadie quiso escuchar otra cosa que no fuera rock’’, arrancan las primeras ‘estrofas’ de este libro. El ‘Pity’ de Viejas Locas y algún espíritu embrionario de Callejeros bandas oriundas de Villa Celina que el autor conoció- aparecen en estos relatos, pero también el peronismo, como trama que atraviesa el destino del municipio más grande del país, con una población que supera los tres millones de habitantes. MITOLOGIA BARRIAL En un reportaje, Incardona reconoce a Alejandro Dolina como una influencia juvenil por ‘‘esa mitología barrial que él armaba en torno a Flores’’. ‘‘Yo me sentía identificado con respecto a lo que pasaba en Villa

Juan Diego Incardona.

Celina, que de noche es un lugar de luz, rodeado de oscuridad, con muchas casas bajas, de farol y potrero’’, contó. También reconoce como influencias más adultas a Roberto Arlt, Leopoldo Marechal y Mark Twain, este último al comparar el Río Matanza con una ‘‘especie de Mississipi contaminado, porque me recuerdo jugando con mis amigos en la orilla y me siento un poco Tom Sawyer’’. -¿Cómo nace ‘Rock barrial’? -Todo nace con el libro ‘Villa Celina’, donde surge una matriz de distintos temas que se ubican geográficamente en La Matanza, donde yo viví muchos años. Me interesó ficcionalizar la cultura popular de La Matanza, porque ahí predominan el rock, el peronismo, el trabajo, la desocupación, la religiosidad popu-

lar y el fútbol. En los años noventa, en Celina comenzaron a surgir las primeras bandas de rock barrial, había una cultura rockera muy fuerte, pero también de recuperar el folclore de los grupitos de chicos juntándose en las esquinas a tomar cerveza y a rockear. -Pero en muchas zonas del conurbano, la banda de sonido es la cumbia... -La cumbia surge fuerte en el segundo gobierno de Carlos Menem, pero en el primero, en mi barrio, todo era rock: Viejas Locas, Río Verde, La Renga, que llegaba de Mataderos, los Piojos desde El Palomar. Era una forma de expresión muy fuerte. ROCK DE RESISTENCIA -¿Cómo pensás que surge el fe-

nómeno del rock barrial? -Para mí, surge con la cultura de la esquina que ya la había tomado el tango, pero también con el cierre de instituciones que contenían a los vecinos -la unidad básica, el club social, la parroquia- y esos chicos van a parar a la esquina. Mientras sus padres se van quedando sin trabajo, las instituciones se cierran y crece la droga y la violencia. El rock barrial fue una resistencia al cierre de las fábricas y la desocupación. En esa época hubo muchos obreros que quedaron desocupados que se encerraron en sus casas, se deprimieron o se suicidaron. Y estas bandas las arman los hijos de los obreros expulsados del sistema. Pero además, nosotros habíamos perdidos los valores políticos de la generación de los setenta y del prin-

cipio de la democracia, mis amigos no militaban en partidos políticos, se entraba a la unidad básica porque cumplía una función social, era como entrar y salir del club, porque el peronismo siempre cumplió esa función social y mucho más en La Matanza. -¿Y la música cómo llega a ustedes en esas esquinas? -Los pibes nos conteníamos entre nosotros y siempre había una guitarra cerca y un hermano mayor que pasaba canciones de Pappo‘s Blues, Vox Dei, Manal y Charly García. Así todos empezamos a armar nuestras primeras canciones que, tal vez por escribirse en la esquina, reflejan esa temática, el barrio o el mundo que te rodea, como ‘Voy a bailar a la Nave del Olvido’ de La Renga, que habla de la avenida Perito Moreno y de los techos de Pompeya. -¿El rock es una herramienta en tu literatura? -Es imposible no meter el rock, crecimos escuchando mucho rock. Por eso ves que no hay cuentos del interior de una casa, todo es del afuera, de respirar el barrio. Hay una educación que te da la comunidad porque muchas cosas sobre la vida las aprendí gracias a los vecinos y a mis amigos del barrio ■

Las 8 preguntas para Eddy Cachela (*)

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¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? 1) Me molesta muchísimo el uso exagerado de la conjunción copulativa “y”, como recurso narrativo. En el último libro que he leído “Patente de

corso”, de Pérez- Reverte, el periodista sublimado a genio insiste y machaca con la “y”, para dar al relato clima, misterio; suprimiendo algunas comas, entonces, la conjunción pierde su valor. También he sufrido horrores con los paupérrimos guiones del argentino Enrique Piñeyro, por reiterativos y de escasísimo nivel. Basta con ver sus filmes.

(*) Eddy Cachela es pianista, autor de nueve discos independientes y escritor. Tiene escritas dos novelas: “El desgastante trajín del cojín” y “Las alas de las polillas son de oro”. También posee un ensayo en corrección, que tituló “Un año con un loco-insectofilia”. Es, además, pintor y guionista. Se define como “un artista con cientos de aristas”.


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APARECIÓ “LOS LIBRITOS”, DE JORGE CHIESA

Más poesía para Mar del Plata El escritor Jorge Chiesa, ganador del “Premio Osvaldo Soriano 2009” (cuento y poesía), lanzó su segundo libro de poesía: Los Libritos. Esta vez, en formato virtual y gratuito, el continuador de La pesquita (Dársena, 2007) se puede descargar en www.megaupload.com El lanzamiento se enmarca en una serie de ediciones de libros para armar que viene editando en nuestra ciudad el sello Goles Rosas desde 2008, proponiendo con esta idea, un formato en el cual el propio lector debe armar los libros siguiendo instrucciones de uso. Jorge Chiesa, abogado y escritor, ganó el año pasado el concurso que anualmente organiza la municipalidad del partido de General Pueyrredón bajo el nombre de “Premio Osvaldo Soriano”, y que incluye las modalidades cuento y poesía. Sobre final del año 2010, llegó la sorprendente noticia de que un solo autor se había impuesto en las dos categorías, con los títulos Nilsen (poesía) y Dinamarca (cuento), ambos serán editados dentro de este marco. Los Libritos, ya desde el diminutivo del título, nos ofrece una poesía distinta a la tradicional, más aferrada a lo cotidiano y a lo narrativo, reflexiona sobre los vínculos más íntimos: la incomunicación, el modo en que nuestros padres vuelcan sobre nosotros sus deseos, la soledad, la pareja, etc., de un modo muy preciso y con un lenguaje muy claro. En este sentido, como dice Gastón Franchini, escritor y editor de Goles Rosas, en la contratapa del libro: “Son ideas, escenas, palabras, tonos, que alguien escribe y nos roba de la boca. Aunque nunca hayamos escrito una línea, estos poemas dicen lo que hubiéramos dicho nosotros. La poesía de Jorge Chiesa está hecha con este tipo de cosas, genialidades que el lector piensa -por un momento- que las podría haber escrito él”.

El fin ¿el fin? Por Sebastián Chilano sebastianchilano.blogspot.com

Goles Rosas es una editorial de libros para armar que viene trabajando desde 2008. Dirigida por Gastón Franchini y Nicolás Pedretti, ofrece un modo novedoso para difundir la poesía: libros que llegan vía e mail (golesrosas@yahoo.com.ar) o se descargan de la página facebook que lleva el nombre de la editorial; también se pueden conseguir algunas versiones papel en algunas librerías de la

ciudad. El catálogo de Goles Rosas no solo incluye libros inéditos sino que también reediciones de libros que ya no se consiguen, clásicos de la poesía de los noventa como Hinchada de metegol de Omar Chauvié, o de la poesía tradicional, como una antología de poesía griega que nos ofrece la editorial bajo el nombre de Xanvós ■

Presentan el libro “Cincuenta años de vida, cien años de historia” Escrito por Ana María Ordoñez, “Cincuenta años de vida, cien años de historia” es el libro que se presentará el próximo 18 de marzo a las 19 en el salón del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos del Departamento Judicial Mar del Plata (Bolívar 2958). El libro refleja la actividad de martilleros y corredores en la ciudad y la zona, al tiempo que da cuenta de la historia de la institución que los agrupó, el Colegio de Martilleros y Corredores Públicos del Departamento Judicial Mar del

Plata que, desde 1960, vela por el ejercicio de la actividad y acompaña el desarrollo de la ciudad. Se rememoran hechos, acontecimientos y anécdotas desde la fundación de su antecesor en 1939: el Centro de Martilleros de Mar del Plata, con amplia información que incluye también el pasado inmediato institucional y el accionar de sus actores en la vida de la comunidad. Situaciones y personajes son recordados, particularmente los pioneros de la actividad, como lo fue Victorio Tetamanti (fundador de

este diario), Luis F. Torrichelli, Humberto Besozzi, Victorio González Barroso, Luis F. Muro, Miguel Angel Bafunti, Héctor Tarantino, Diogra E. Siris, Víctor Verón, Angel H. Bartolucci, Antonio Valentini, Pedro Over Díaz y otros. Ordoñez nació en Mar del Plata. Ingresó al Centro de Martilleros de la ciudad en 1960. Participó en la creación y organización del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos, institución donde después de recorrer distintos cargos ocupó la Gerencia hasta el año 1998 ■

El ministro de Economía les pidió que bajaran de la camioneta: –No quiero presionarlos –dijo–, quiero que viajen a Mar del Plata, que piensen bien en mi oferta. Que piensen si quieren algo más. Si quieren ser parte del gobierno. Lo que les parezca lo podemos discutir, planificar y programar con el debido recelo y, desde ahora, confianza entre nosotros. –Pero vinimos en auto –dijo René Conforti mirando las luces nocturnas de la villa 31–. No necesitamos tomar un micro para volver. –Eso no importa –dijo Márquez y lo empujó para que bajara. La puerta de la camioneta se cerró. –¿Y ahora? –preguntó René Conforti. –Pueden pasar dos cosas: que en el camino haya gente esperando para matarnos, o que lleguemos vivos a la terminal. La camioneta se fue y los dos empezaron a caminar rumbo a la lejana (no eran más de dos cuadras) terminal. Las voces de la villa 31, los colectivos que pasaban, la gente en la oscuridad de las casas, todos los llenó de miedo y de prejuicio. –Nos van a matar –dijo René Conforti. –Calláte. –Nos van a matar, te digo. Al subir a la zona de los puentes, transcurrir el camino del puente 1 y llegar al hall de Retiro los dos se sintieron tranquilos. –Es muy tarde para ir a buscar el subte –dijo René Conforti. –Podemos tomar un taxi, ir a la cochera y agarrar el auto. –Yo en auto no vuelvo, prefiero dejarlo y venir a buscarlo en una semana –dijo René Conforti–. ¿Mirá si le pusieron una bomba? O algo peor. –No seas paranoico –dijo Márquez–. Vení, vamos a tomar un café y a pensar un poco. Caminaron hasta uno de los café y se sentaron. Pidieron un café y, aunque lo normal hubiese sido que protestaran por el valor exagerado del café, ninguno de los dos estaba preocupado por eso. –¿Qué hacemos? –preguntó René Conforti cuando le sirvieron el café, que además estaba frío. –¿Qué hacemos con qué? –Con la propuesta, Márquez, con la propuesta del ministro. –Dejame pensar un poco. Hombres y mujeres desfilaron a su alrededor sin que lo notaran. Mujeres cargando bolsos, mujeres arrastrando valijas con rueditas. Pasó una mujer y les barrió hasta los pies. Dos chicos con remeras rotas les pidieron monedas. Una mujer mayor les preguntó qué colectivo podía tomar para llegar a Villa Crespo. La realidad desfiló alrededor de ellos, pero ninguno de los dos podía verlos. –Tenemos dos opciones –le dijo al fin Márquez a René Conforti–. O aceptamos el soborno del ministro de economía y vivimos como reyes, yo en el campo con una enorme huerta orgánica y una legión de gatos negros, y vos dónde y cómo quieras, o le decimos que no al ministro y hacemos la denuncia en el diario, para que figure con titulares enormes “La Ciencia agradecida con Márquez y Conforti. La Religión, una vez más, derrotada”. Eso sí, yo vuelvo a mi casa de cemento y mi huerta de 2 x 2 y vos a la tristeza de las reuniones de directorio del Instituto. –Yo diría que no tenemos que apresurarnos. Tomémonos una semana para pensarlo –propuso René Conforti–. Hoy es domingo, si para el domingo que viene no hay noticias nuestras, es que pactamos con el ministro y damos por terminada esta historia ■

Las 8 preguntas para Eddy Cachela

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¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte? 2) En un libro, me inserto en “La vida en los pliegues” de Henri Michaux, particularmente en el cuento, “Circulando en mi cuerpo”, en el cual el autor siendo breve, da un magní-

fico enfoque de cómo el miedo va paralizando los miembros, para llegar luego a los sentidos. Yo tuve ese miedo en el proceso del ‘76. En el cine, he sido Gary Grimes, el “voyeur” que espía a la viuda joven que encarnó la divina Jennifer O’Neill en “Verano del 42”, de Robert Mulligan. Claramente, en la canción , soy “Imagine” de Lennon, por mi creencia de poder en-

contrar el mundo perfecto. Con respecto a la pintura, aunque no logro hallarme en el paño de la izquierda (el paraíso), conseguí lugares en el tríptico del “Jardín de las delicias del Bosco”: Vivo en una burbuja en el panel de la lujuria y soy alguno de los instrumentos destrozados en el infierno, en el ala derecha de la obra.


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“ALGUIEN QUIERE VER MUERTO A EMILIO MALBRÁN”

La vuelta de Fernández Díaz con sus particulares pinturas Acaba de editarse “Alguien quiere ver muerto a Emilio Malbrán”, nuevo libro del escritor y periodista Jorge Fernández Díaz donde a través de la crónica policial se pintan escenas de la Argentina reciente. Otro excelente trabajo del autor de “Mamá”

A los 25 años, Fernández Díaz creía que la literatura “se engrandecía y legitimaba cuando llegaba al lector básico, al hombre de a pie, a la infantería antiintelectual, al pueblo”.

Por Marcelo Pasetti

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ukowsky, Fito Páez, Goyeneche, Mao, Perón, Calamaro, Paul Auster, Hemingway, el Loco Chávez, Arrostito, la Raulito, Alan Poe, Charly García, Borges, Soriano, Olmedo, Cortázar, Maradona, Fontanarrosa, Laurel & Hardy, Stevenson, Philip Marlowe, John Wayne, Rolling Stones, Fogwill, Firmenich, Beatles, Arlt, Pérez Reverte, el pibe que pide monedas en el semáforo, Sinatra, Troilo, Tarantino, Conan Doyle, Picaso, Sherlock Homes, Bioy Casares, Serrat, Eloy Martínez, San Martín, José Pablo Feinman, Charlie Parker... Imágenes, canciones, escenas, frases, reflexiones, muecas, sugerencias, ideas, salen del “seleccionado” anteriormente citado, y desfilan por el escritorio de Jorge Fernández Díaz cuando por fin se decide a sacar otro libro. Con 50 años, más la mitad de ellos en redacciones, entre periodistas bohemios a los que extraña por aquellas charlas y “clases” de los viejos maestros que continuaban en el bar con otro vaso de vino o el plato del día, Fernández Díaz vuelve a deslumbrar

con “Alguien quiere ver muerto a Emilio Malbrán”. Se trata de un libro de esos que uno disfruta desde el primer hasta el último cuento. Este periodista y escritor “pinta” el país como pocos, con la excusa de narrar historias donde los marginales, los perdedores, los humillados, en la mayoría de los casos, por algunas páginas se convierten en queribles protagonistas. En “Alguien quiere ver muerto a Emilio Malbrán” hay incluso olor y paisajes marplatenses (la costa, una playa desierta, el Bosque Peralta Ramos, el aeropuerto) y para los periodistas es aún mayor el gusto ante las descripciones de las redacciones, los contactos con policías y fotógrafos a la hora de cubrir un crimen, las noches de insomnio o esa crónica de cien líneas que sale de un tirón tras una ginebra o el paso de la correspondiente musa. Fernández Díaz es un relator, un artesano de las imagenes y las palabras, que puede dar vida, después de los cierres en el diario, a una novela histórica o un cuento de amor. Es el hombre que no puede faltar en cualquier Feria

del Libro, o el periodista que cuando no era “moda”, marcaba los errores del gobierno de Néstor Kirchner con una claridad conceptual que obligaba a leer y recomendar aquellas reflexiones en la tapa de su diario. Es el hombre que se ha codeado con políticos de toda talla, figuras del espectáculo, del deporte, la literatura o el arte, y en la cena con amigos prefiere escuchar a hacer alarde de aquellos contactos. Como su “wing izquierdo” asesinado, se instala lejos del área para presenciar y ver lo que muchos no ven. “Yo nací para mirar lo que pocos quieren ver, yo nací para mirar...Miro!” (Vuelve a colarse Charly García en esta crónica). Y al lector que se “devoró” el libro en una noche, se le ocurre que aquello del “hombre enreverado”, de Fito, tampoco puede faltar. “Me gusta estar a un lado del camino,fumando el humo mientras todo pasa, me gusta abrir los ojos y estar vivo, tener que vérmelas con la resaca”. “Este tipo tiene muchas cosas mías. Escribe algunas de mis historias, y apostaría a que en su biblioteca están

los libros que no pienso prestar jamás. ¡Ni imaginar si le reviso los discos!. Este porteño puede ser mi amigo, no tengo dudas”, me confesó hace un par de años otro colega. Quizás, como representante de una generación que vivió varios Mundiales, una guerra, una dictadura y un florecer democrático, Fernández Díaz aparece como uno de los traductores más lúcidos de lo vivido en todos estos años. Como bien se explica en el libro, el autor de “Mamá” y “La logia de Cádiz” escribía de joven estos textos de Malbrán con los materiales que no podían ser publicados por los diarios para los que trabajaba en los años 80. Aquí aparecen por primera vez reunidos, revisados y reescritos. Aquellos relatos sin respiro, convierten a “Alguien quiere ver muerto a Emilio Malbrán” en un libro inesperado, una experiencia que cuenta desde la literatura, la siempre enigmática realidad argentina. “Yo soñaba con ser un escritor popular. Tenía veinticinco años y sentía que había nacido en una época equivocada. Mi deseo íntimo consistía en emular los folletines del siglo XIX, los cuentos de Black Mask, las novelitas del Club del Misterio, las series de investigadores de la televisión de los setenta, las pesquisas proletarias por entregas de Walsh y el cómic narrativo y fordiano de Oestherheld. Imaginaba que había una especie de justicia poética en esos pasajeros que luego de leer vorazmente una pulp fiction en un viaje la arrojaban a un cesto de la basura o la abandonaban en el asiento para seguir con sus vidas. Prosa para el olvido que sin embargo era inolvidable”, señala Fernández Díaz, para añadir que le parecía que en estos tiempos, la literatura se podía crear en los márgenes. “Y que esos márgenes no estaban, como se pregonaba, en las innovaciones estilísticas ni en las piruetas herméticas del lenguaje ni en las derivas de la trama, sino en los géneros menores: la historieta, el western, la aventura, el fútbol, la crónica

La portada del nuevo libro de Jorge Fernández Díaz, “Alguien quiere ver muerto a Emilio Malbrán”

policial y sobre todo, la novela negra. También creía que la literatura se engrandecía y legitimaba cuando llegaba al lector básico, al hombre de a pie, a la infantería antiintelectual, al pueblo”. En esas extremas y peregrinas creencias se cocinó la saga de Emilio Malbrán. Todo empezó en el vespertino La Razón, que vendía 120.000 ejemplares a pesar de que Jacobo Timerman lo había cerrado unos meses. “Agobiado por el fracaso en la circulación de su depurada edición matutina, -cuenta hoy Fernández DíazJacobo se comprometió a devolver a la calle un diario que había hecho época y que acaso fue el último gran vespertino de la historia argentina. A mí me destinó a la sección de los crímenes y allí fui feliz como nunca. Mientras leía a Hammett y a Chandler, a Goodis, a Cain y muy especialmente a Ross McDonald, escribía e investigaba asesinatos duros y misteriosos y departía en la redacción y en la calle con los viejos cronistas policiales que tenían códigos de lealtad personal, que se tuteaban con canas y delincuentes, que solían ir más adelante que la propia policía y que en muchas ocasiones no podían publicar la verdad verdadera”. Ahí está entonces el origen, el nacimiento de este libro, recomendable por cierto, que vuelve a mostrar que hay buena literatura aún, con olor a calle y redacciones. Como la de Jorge Fernández Díaz, quien vuelve a ratificarlo ■

ACTUALIDAD Y AGUDAS REFLEXIONES DEL ESCRITOR PORTUGUÉS

“El último cuaderno”, las notas que Saramago escribió en su blog Bajo el título “El último cuaderno”, llegó a las librerías un libro que reúne cerca de cien textos que el escritor portugués José Saramago escribió en su blog desde el 23 de mayo de 2009 hasta el 2 de junio de 2010, 16 días antes de su muerte. “El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje”, aseguró alguna vez el

autor de “La muerte de Ricardo Reis”, que a pesar de su ausencia física reaparece ahora en este puñado de escritos que reflejan sus afinidades y fobias. Creador de uno de los universos literarios más personales y sólidos del siglo XX y merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1998, Saramago supo aunar su vocación de escritor con su faceta de hombre comprometido que nunca dejó de denunciar las injusticias que veía a su

alrededor o de pronunciarse sobre los conflictos políticos de su tiempo. “El último cuaderno”, la flamante obra póstuma publicada por Alfaguara, incluye comentarios de actualidad, reflexiones sobre cine y literatura, relatos de viajes y notas sobre autores que ilustran la “práctica de la indignación cotidiana”, como define el italiano Umberto Eco en el prólogo. La última entrada de blog solo tiene dos palabras “Obrigado, Man-

kell” (“Gracias, Mankell”), sobre la flotilla de ayuda a Palestina que fue atacada por el Ejército israelí y en la que viajaba el escritor sueco Henning Mankell. Eco destaca en el prólogo del libro que, en su crítica moral y social, Saramago “no se toma los problemas a pecho sino que los trata poéticamente, de una manera fantástica y alegórica”. Además, elogia la honestidad del portugués que “no hace cumplidos,

dice las cosas a la cara” incluso en temas tan controvertidos como la política del gobierno de Israel, el sentimiento anticristiano y lo absurdo de las religiones. Tras la publicación de “El viaje del elefante” (2008), “Caín”, “El cuaderno” (2009) y “Saramago en sus palabras” (2010), este volumen vuelve a mostrar a Saramago como un pensador “incisivo” que pone toda su ironía y precisión al servicio de su prosa ■

Las 8 preguntas para Eddy Cachela

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¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus

obras? 3) Me apoderaría del viejo Chateau Frontenac, para ejercer mi rol de Conde, bueno y humanitario, que planea com-

partir sus riquezas con el pueblo.


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C U LT U R A HOMENAJE AL ESCRITOR RECIENTEMENTE FALLECIDO

Viñas enseñaba a pensar con posturas que invitaban al debate El poeta Jorge Boccanera recordó a su amigo David Viñas, escritor fallecido el jueves último en Buenos Aires, cuando tenía 83 años. Fue víctima de un cuadro infeccioso producto de una neumonía. Viñas fue novelista, ensayista, guionista y autor de obras de teatro. Había recibido varios premios, entre ellos el Gerchunoff y el Premio Nacional de Literatura. Por Jorge Boccanera

Augusto Roa Bastos me dijo una vez en Asunción que él se había exiliado joven y que de alguna manera había convertido la nostalgia en algo positivo, es ahí donde se asomó el nombre de David Viñas entre los narradores argentinos más interesantes. Yo tuve que salir de Argentina a los 23 años y también traté de darle tangibilidad a una situación de duelos múltiples. Y una de las cosas que computan para el haber, está la amistad con David en México, haber armado un diálogo. David llegó a México en 1981; explicaba que la palabra “exilio” no lo convencía porque le sonaba melodramática; prefería decir “quienes estuvimos afuera”. Era pudoroso. No hablo de humildad -era consciente de su fuerza intelectual y el lugar que ocupaba en la literatura- pero le escapaba a los escenarios de la figuración. El golpe del ‘76 lo había agarrado en México de donde regresó en julio pese a voces que le aconsejaban no volver. En una semana tuvo que hacer las valijas de nuevo. Me contó que se cruzó por la calle con el actor Pepe Soriano, quien, sorprendido como si viera un fantasma, le dijo: “Tomátela viejo, que vos sos boleta”. Se fue a España y se instaló en un barrio madrileño, Salamanca. Cuando abrió las ventanas y vio pintadas que vivaban a Franco se mudó al Escorial. Allí se enteró de la desaparición de sus hijos María Adelaida en 1976 y de Lorenzo Ismael tres años después; primero por una carta y luego una llamada telefónica en una madrugada. Con ese dolor deambuló por Estados

David Viñas.

Unidos y Europa -España, Italia, Francia, Dinamarca, Alemania- colaborando en algunos medios de prensa y dando clases, hasta recalar en México. Solíamos juntarnos en la casa de Pedro Orgambide; donde terminamos armando junto a Humberto Costantini, Alberto Adellach y José M. Iglesias, la editorial “Tierra del Fuego”. Por esos días estaba irreconocible; se había afeitado su característico mostacho argumentando: “No trabajo más de viejito”. De los libros que no llegaron a salir y que quedaron en proyecto -varios regresamos al país tras el triunfo de Alfonsínestaba un ensayo de David sobre Mariátegui y uno mío sobre la obra de Gelman que se publicó diez años más tarde en Buenos Aires. En México, nos encontrábamos en la redacción de la revista Plural cuando me alcanzaba sus colaboraciones. Y confieso que al principio me sentí extraño frente a aquel escritor para mí enorme, que me ponía del lado del interlocutor de una de sus charlas ilustradas, esas que obligaban a circular a la carrera por laberintos en los que me costaba seguirle el paso. ¿Escribía como hablaba? Porque si en su oralidad ondulaban franjas literarias, sus textos estaban articulados por modulaciones (él diría “inflexiones”) del habla coloquial. Todo aderezado con una ironía devastadora. Recuerdo una cena en mi casa con el cineasta Renato Leduc, director de “Red, México insurgente”. Eran viejos conocidos de épocas en que el mexicano estaba interesado en filmar su novela “Hombres de a caballo”. Un lustro después el tema rondaba sobre la posibilidad de llevar al cine, con guión de David, la vida de la fotógrafa italiana Tina Modotti. Cuando le decía que la película “El Jefe”, basada en un texto suyo, era uno de sus picos altos, me observaba descreído. Pero insistía en que “El Jefe” era un parteaguas del cine nacional, que prefiguraba un cóctel entre prepotencia y fri-

volidad, que iba a caracterizar a parte de nuestra sociedad. Las charlas continuaron a mitad de los ‘80 en Buenos Aires; en su departamento y en la librería Clásica y Moderna, donde solía caer Orgambide con quien David compartía entre otros temas, las figuras de Ezequiel Martínez Estrada y Alberto Ghiraldo, Boedo, Roberto Arlt y González Tuñón. Por mi lado, recuerdo que lo literario iba más por el lado del grotesco y de las voces de ruptura de los años ‘20, sobre el que yo empezaba a trabajar. David ya tenía el título de su ensayo: “Vanguardismos y Revolución en América Latina”. “Son cosas que uno tiene en carpeta”, deslizaba, y hablaba de otro de sus proyectos: “Heterodoxos en América latina”, una perspectiva de los intelectuales críticos de Mariátegui a Cooke. Heterodoxos, disidentes, iconoclastas. Expulsados y reprimidos. Indios, anarquistas, socialistas, inmigrantes, más “todos los tipos que van a aparecer el 17 de octubre” y la militancia de los ‘70. De eso escribía David, las zonas omitidas por la crítica oficial y el canon, “lo santificado”, decía, “todo ese mundo de exclusión”. Y, por añadidura, del “drama del poder y la crítica del autoritarismo” como señalaría el crítico Noël Salomón a propósito de la novelística de Viñas. Era común encontrarnos en bares o, en los años últimos, en la casa de un amigo común, el músico Ricardo Capellano. Sus historias se filtraban entre cafés o tablitas con asado como cuando en los años ‘60 cayó en prisión en Venezuela por haber participado en un acto por Cuba y casi lo deportan a la isla Trinidad. Vuelvo al exilio mexicano, y me veo tratando de barajar algo de esos sistemas paradojales que David iba armando cuando desmenuzaba un tema. Y siempre iba a fondo. Enseñaba a pensar con posiciones que no pocas veces eran un convite a debatir. Junto a su consolidada narrativa de ficción, hay que hablar del rigor del análisis y de un modo singular de vincular sus distintos saberes. Nos deja el espectáculo de una conciencia crítica interpelando al sentido común, y una densidad conceptual que de la mano de un lenguaje siempre en movimiento, hicieron de su estilo un modelo. Si el sentido de una vida cabe en una palabra -por ejemplo el “hermanaje” que utilizaba Rodolfo Walsh, ese otro intelectual heterodoxo con el que Viñas solía juntarse en el Tigre- rescato para David el de “fraternal”, de uso frecuente en su trato y que desplegaba en una gama que llegaba hasta la “fraternalia” ■

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DIARIO DE VIAJE

(fotografía de autor)

Vernadsky: en el bar más austral del mundo se despacha vodka y absurdo Por Juan Villarino

La islas Shetland fueron nuestro informal rito de ingreso a ese reino de fantasmales contornos de roca y hielo que es la Antártida. Laura y yo acabamos de llegar en el MV Ushuaia, un crucero que nos ahorró el trámite de transformarnos en polizones en alguna bodega y en cambio nos invitó gentilmente a bordo para poder agregar la experiencia antártica a nuestra vuelta al mundo. En cubierta, legiones de ricos jubilados alemanes y australianos de gesto calculador observan con un ojo las costas heladas de las Shetland, y con el otro vigilan sospechosos la felicidad ajena. ¿Cómo habrá hecho esa joven pareja argentina para permitirse esta dolce vita? Esta náutica aristocracia parece desconocer la palabra gratis… Al día siguiente el Ushuaia penetra en las espejadas aguas del Estrecho de Gerlache abrigadas por el reparo que brindan las islas Anvers y Brabant. Entre éstas y la paralela Península Antártica hay apenas un par de kilómetros, donde flotan icebergs y témpanos de dimensiones y contornos tan dispares que parecerían emergidos de la lisérgica imaginación de un internado del Borda. El casco de nuestro barco va imponiéndose con majestad frente a una constelación de escombro de hielo. Nuestra primera estación es la bahía Guillermina. Encapuchados como muñecos de South Park abordamos los zodiacs (fuera de borda) y nos deslizamos hacia un antiguo fondeadero de barcos balleneros bautizado Port Foyn. Sobre el inicio del siglo XX, la caza de ballenas era una actividad tan lucrativa como lo es hoy el petróleo. El aceite de los cetáceos era el lubricante ideal para las nuevas máquinas de la revolución industrial. Flotas enteras eran despachadas desde Noruega hacia sus bases en las islas Georgia o Decepción. Nuestro zodiac parece levitar entre un laberinto de icebergs. Sobre algunos de ellos nos saludan focas que, estiradas sobre el hielo, ejecutan una siesta post-almuerzo de pingüino. Entonces surge una visión fantasmal, única. Como aún batallando para recuperar su curso, el ballenero noruego “Governoren”, hundido en 1916, aparece frente a nosotros, con su proa varada sobre un banco de piedra y

su popa sumergida. El barco es el espectro de una época. Por la tarde, desembarcamos en un área denominada Bahía Paraíso, donde se encuentra la base argentina Almirante Brown, hoy abandonada. Es una emoción toparse con la bandera nacional pintada sobre las maderas anaranjadas de la base. La instalación tiene una historia tragicómica: fue incendiada por su propio jefe médico en 1984. El piromaníaco doctor no fue motivado por una urgencia nerónica de musas, sino que utilizó el incendio como medio irrefutable para que la Armada aceptara su baja, y así no tener que permanecer otro invierno. Nada de telegramas, ¡así se arreglan las cosas al estilo antártico! Nuestra primera visita a una base antártica habitada sucede al día siguiente, en la base ucraniana Vernadsky. Cuando a uno le dicen que visitará una base científica uno se prepara para entrar en puntitas de pie a un espacio ceremonioso, tras acatar el llamado al silencio de un hombre de bata blanca y lentes esféricos. Y en cambio la base ucraniana predica el absurdo incluso desde antes de traspasar su umbral. Primero, un poste repleto de flechas señala las distancias a las principales ciudades ucranianas, no vaya a ser cosa que uno en realidad busque la autopista a Kiev y se haya pasado por, digamos, unos 14.000 km… Destilando humor a partir de desgracias, dos palmeras decoran el nombre “Vernadsky” inscripto

en los tanques de combustible de la base. Claro que Ucrania no es famosa por sus extensos palmares, pero supongo que un suplicio en tierras internacionales lo habilita a uno a tener añoranzas internacionales. De pronto, junto al cartel de “Bienvenidos a Vernadsky” Laura y yo vemos algo que nos paraliza con una sonrisa de idiotas, porque allí hay un pulgar amarillo gigante, más alto que la puerta. ¡Justo para nosotros, que llegamos a dedo! Es más tentador habilitar la mística que una teoría sobre posibilidades aleatorias. En todo caso resulta curioso que este sea el punto extremo sur de nuestra vuelta al mundo.

El rusito que nos pasea por la base se gana nuestra simpatía por la deferencia con que chapurrea las 50 palabras de inglés que aprendió para los turistas. Nos muestra un inmenso planisferio donde los contornos de la Ucrania independiente fueron demarcados con fibrón sobre la antigua Madre Rusia. En la sala hay aparatos y computadoras que lo miden todo, desde el viento hasta la densidad de la ionósfera. Lo más llamativo de la base es, con certeza, el bar, construido con madera originalmente destinada a extender el muelle. Es glorioso que los carpinteros hayan estimado más urgente tener donde amarrar las penas que los barcos… Pero la cereza del absurdo la aporta un detalle: las damas no pagan su vodka si están dispuestas a legar sus corpiños de souvenir. Estos serán agregados a la ya cuantiosa colección que decora los muros, en combinación con los banderines de la flota nuclear soviética… En la Antártida, el corpiño es una divisa con una tasa de cambio más favorable que el rublo… Ya regresados al barco abrimos una botella de whisky que fue comprada entre los pocos argentinos a bordo. En cada vaso depositamos un trozo de hielo antártico, también conocido como hielo gruñón. Es traslúcido, compacto, y al entrar en contacto con el cálido whisky comienza a resquebrajarse milimétricamente, como si gruñera. ¿Quién hubiera dicho que un iceberg podría llegar a terminar sus días en nuestro v a s o d e whisky? Brindando con el gélido horizonte estos trotamundos disfrutan de un relámpago de lujuria dentro de la incerteza de su derrotero. Ya volverán los sándwiches de cerealitas con atún, pero ahora, Laura, brindemos…

d~êáí~ë Por Marcos Barrena

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otografía tomada en un lugar transitado, deambulado, frecuentado, donde personas con distintas identidades

o en busca de la misma, forman parte de una identidad cultural; valores, orgullo, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento cohesionador dentro

de un grupo social con un sentimiento de pertenencia. Cada una de esas vidas y las diversas vidas inmersas en la naturaleza circundan nuestras “garitas” ■

Las 8 preguntas para Eddy Cachela

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¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción? 4) Mi fanatismo por el “Teatro del absurdo” me acerca a Ionesco, y al sensacional diálogo entre dos de sus personajes discurriendo sobre Lógica, en la obra Rinoceronte. Lo acoté por cuestiones (lógicas) de espacio. El lógico (al anciano caballero): El gato tiene cuatro patas. El caballero (al lógico): Mi perro también tiene cuatro patas. El lógico (al caballero): Entonces, es un gato. […]

El caballero (al lógico después de haber reflexionado largamente): Así, pues, lógicamente, mi perro sería un gato. El lógico (al caballero): Lógicamente sí. Pero lo contrario también es verdad. El Caballero (al lógico): Es hermosa la lógica. El lógico (al caballero): A condición de no abusar de ella. El lógico (al anciano caballero): Otro silogismo: todos los gatos son mortales. Sócrates es mortal. Ergo, Sócrates es un gato. El caballero: Y tiene cuatro patas. Es verdad. Yo tengo un

gato que se llama Sócrates. El lógico: Ya lo ve usted… El cabellero (al lógico): ¿Sócrates, entonces, era un gato? El lógico (al caballero): La lógica acaba de revelárnoslo. El lógico: Lo cual no sería justo. Ergo, no sería lógico. El caballero (al lógico): ¿No sería lógico? El lógico (al caballero): Porque la justicia es la lógica. El caballero (al lógico): Además, un gato sin patas… El lógico (al caballero): ¡Ya va usted haciendo progresos en lógica!

Las 8 preguntas para Eddy Cachela

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Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?

-Sin dudarlo, le daría todas mis ayudas al ingenioso Hidalgo Caballero don Quijote de la Mancha, en sus justas batallas

contra los gigantes (molinos de viento) en los Campos de Criptana.


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C U LT U R A SOFI OKSANEN

Grandes libros, pequeños lectores

Joven escritora finlandesa llega al mercado de habla hispana con “Purga”

Encender una luz

Texto e ilustraciones: Ana Bonilla Rius Océano Travesía, Barcelona. 2009 Por Elena Stapich

Integrante de la ONG Jitanjáfora Se trata de un libro-álbum en el que se juega con la luz y la oscuridad, con la realidad y la fantasía. En blanco y negro más algunas tonalidades del verde, la autora nos invita a presenciar algunas escenas en las que se disloca la relación entre los seres y objetos representados y la sombra que proyectan. En la grieta que abre este dislocamiento es posible ver lo que podría ser, el lado oculto de las cosas o su reverso: dos perso-

nas que se cruzan indiferentes podrían encontrarse, una madre que le grita a su pequeña porque dejó escapar el globo bien podría perder a la niña que asciende sin soltarse de él, un hombre que sujeta a un conejo podría pasar a ser sujetado por el animal, unos jubilados que conversan en un banco de la plaza arrojan sombras en las que se han convertido en músicos de una orquesta. Todo esto y mucho más ocurre cuando se enciende la luz, pero, hacia el final, también es posible espiar algunas cosas que pueden pasar cuando la luz se apaga. Poco texto e imágenes sugerentes, en un libro que hace equilibrio por los bordes de lo poético ■

Estonia, una ex república soviética, es el epicentro de esta historia, que fue considerada “Mejor Novela Europea 2010”. La prostitución, la trata de personas y los lentos cambios de mentalidad, algunos de los temas que aborda. “La literatura es una buena herramienta para Sofi Oksanen . conmover Sofi Oksanen, de 34 años y de origen estonio, ha conseguido conciencias”, dice la conmover a los lectores de medio autora de 34 años. mundo con una ficción que ha

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valada por los premios más importantes, entre ellos el de Mejor Novela Europea de 2010, se publica en español “Purga”, de la escritora finlandesa Sofi Oksanen, donde hace memoria y pone luz a las huellas que dejaron en Estonia los nazis y luego, durante medio siglo, los comunista soviéticos.

Balestena presenta este jueves “Ocurre al otro lado de la noche”

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eeditada recientemente por el sello Corregidor, “Ocurre al otro lado de la noche”, novela del escritor Eduardo Balestena, se presentará este jueves que viene a las 19.30 en el auditorio de OSDE, ubicado en Colón e Hipólito Yrigoyen. Se trata de la primera novela que Balestena escribió en 1987 y que ganó el primer premio del Castillo Editores, en cuyo jurado estaba Oscar Hermes Villordo. Los especialistas Marta Villarino y Fabián Iriarte tendrán a su cargo la presentación, al tiempo que el flautista Franco Gidoni, de 19 años, realizará una intervención musical.

“Con esta novela, Balestena inserta su creación en una vasta red intertextual conformada por una prestigiosa tradición literaria: la de la novela lírica y la de las técnicas perspectivísticas de presentación del mundo interior de los personajes”, dijo en el prólogo del libro la especialista en Letras Elisa Calabrese. Escribió Susana Frangi, directora de la Orquesta Sinfónica Municipal sobre este libro: “Escrita a tres años de haberse recuperado la democracia, ‘Ocurre al otro lado de la noche’ revela la agonía de una cultura que sembró la noche en el corazón y en la mente de nuestra sociedad. Y no podemos dejar de ver en el relato

la expresión del drama amoroso del impacto y persistencia de la represión y la oscuridad dictatorial. En tal sentido, esta novela descubriría una aspiración profunda a emerger desde lo íntimo hacia una superficie de libertad y legitimación”. Cabe señalar que Balestena nació en Mar del Plata, en 1955. Es escritor, ensayista y trabajador social. Además, publicó las novelas “Ana, el interior del fuego”, los artículos “Lo institucional, paradigma y transgresión”, “Fiesta y pinturas en la posmodernidad de la exclusión”, entre otros y la también novela “Amores de lejos”, además de ensayos y otros trabajos ■

Las 8 preguntas para Eddy Cachela

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¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?

Domingo 13•3•2011

-Jamás robaría un libro.

mostrado con más claridad y eficacia que cualquier informe científico, reportaje o programa de televisión los horrores para la salud mental y social que aún padecen hoy las víctimas de los regímenes totalitarios, entre ellos el tráfico de mujeres, que expone con toda crudeza en el libro. “Purga”, editada por Salamadra, el sello que se hizo con los derechos en la última feria de Francfort, dejando a otras grandes editoriales españolas con las ganas, narra la vida de varias generaciones de una familia. Situada en Estonia en 1992, cuando la república báltica ya ha recuperado su independencia, Aliide Truu, una anciana que malvive en una casa en el bosque, encuentra en su jardín a una chica de unos 20 años: Zara, una desconocida que huye de los mafiosos que la han explotado. Esta es solo una breve pincelada de este thriller que la autora ha convertido en un gran mosaico social y psicológico. “La literatura es una buena herramienta para conmover conciencias. Si dan una noticia en la que se dice que han muerto mil personas, la gente se conmueve pero no siente empatía hacia ellos; sin embargo, si pones el foco en un individuo o un caso, sí, y eso es lo que he hecho”, asegura en una entrevista con Efe esta escritora joven y muy singular, que lleva unas rastas azules, rosas y malvas con las que envuelve un rostro serio, de

una palidez rosada, y unos ojos pintados a juego con su pelo. Oksanen, que está de promoción por España, es consciente del interés que ha despertado, pero a ella no le quita el sueño y está dispuesta a tomar Estonia, donde pasaba los veranos es hija de padre finlandés y madre estonia- como el lugar donde hay que escarbar para mostrar, de lo local a lo universal, que “cuando un Estado no respeta al individuo estamos hablando de lavado de cerebro y en eso los soviéticos eran ejemplares”, argumenta. “Los nazis querían buscar la limpieza étnica de la raza y los soviéticos buscaban la limpieza de clase, querían crear una nueva persona, ‘el hombre soviético’, con un lavado de cerebro, y a los que no se adaptaban, los eliminaban. Y es lo que se ve en mi novela”, precisa Oksanen. Pero luego llega la independencia del país y, en palabras de esta autora, de voz grave, estos problemas no desaparecen de la noche a la mañana. “Cuando llega la independencia a Estonia -continúa- no se puede pensar que se va a crear otro país con todo correcto. Las reformas políticas llegan pero los cambios en el interior de una persona, no”. “Cambiar, por ejemplo, el sentido que se tenía de salud mental es complejo. En la época soviética a los disidentes se les consideraba enfermos mentales y eso tarda en curarse. Creo que faltan un par de generaciones para que se normalice”, precisa la escritora. Y recuerda, para poner más ejemplos, que en Estonia no, pero que en Lituania o Letonia todavía trabajan altos cargos de la KGB. Y añade: “en la era soviética no había anticonceptivos, ni la píldora ni nada, y el aborto se utilizaba como un profiláctico. Hoy sí que hay información, pero se sigue considerando el aborto como profiláctico. Esto es una gran reminiscencia del pasado”. El tema de la prostitución es nuclear también en el libro. “La trata de personas -dice- es el tercer mayor ingreso del crimen organizado y los organismos internacionales no son suficientes para arreglarlo. “Mientras haya tanta desigualdad económica entre países habrá tráfico de personas. La caída de la Unión Soviética creó la trata de personas en esa región, una situación gravísima y desequilibrada para las mujeres y niños. Es urgente prestarle atención”, concluye la autora ■


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C U LT U R A

Domingo 13•3•2011

PRIMER LIBRO DEL CATALÁN PERE ESTUPINYÁ

Un Robin Hood del conocimiento científico Su libro “El ladrón de cerebros” despertó el interés por la ciencia en un público joven. Es el fruto de su paso por el Instituto Tecnológico de Massachussets y la Universidad de Harvard. Por Alejandro Manrique

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fines del año 2010, el lanzamiento de un libro de divulgación científica causó sensación en España y su autor fue protagonista de innumerables conferencias, debates, entrevistas y presentaciones públicas en aquel país. Se trata de Pere Estupinyá, nacido en 1974 en la localidad de Tortosa, provincia de Tarragona en la región de Cataluña, quien con su primera obra “El ladrón de cerebros. Compartiendo el conocimiento científico de las mentes más brillantes”, publicado por la editorial Debate (del grupo Random House Mondadori) ha logrado cautivar al público y despertar vocaciones por los temas científicos en los jóvenes. Graduado en química y bioquímica por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, Estupinyá dejó de lado su doctorado en genética para dedicarse de lleno a la divulgación de la ciencia. Durante cuatro temporadas trabajó como editor y guionista junto a Eduard Punset, comunicador y periodista responsable del célebre programa “Redes” emitido por la Televisión Española que llegó masivamente al público interesado en la ciencia, además de ser colaborador de varios medios. Hasta que en 2007 Estupinyá recibió la beca “Knight” de periodismo científico en el célebre MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets) en Boston, Estados Unidos, donde transcurrió un año aprendiendo ciencia de la mano de los propios investigadores del MIT y de la Universidad de Harvard en los campos más avanzados de la frontera del conocimiento. Precisamente, fruto de esa experiencia es “El ladrón de cerebros”, texto en el que se adentra de lleno en los más importantes centros de investigación del mundo para “robar” el conocimiento a los científicos –a quienes considera los verdaderos héroes del siglo XXI- y transmitirlo a los lectores. Así, logra contar con sumo entusiasmo y en un lenguaje por demás coloquial muchos de los descubrimientos que le revelan los investigadores en cada uno de sus encuentros. La obra, llena de sorprendentes experimentos e ideas, comienza con un

estudio del cerebro que desemboca en explicaciones sobre nuestras emociones y sentidos, la neurociencia y nuestra actividad cerebral. Las historias que narra Estupinyá nos introducen en las discusiones más modernas de áreas tan variadas como la cosmología, la genética, la psicología humana o la sociología de la ciencia. Una gran cantidad de interrogantes planteados son desmenuzados por el autor catalán para deleite del atento lector. Desde el abordaje del cambio climático hasta las células madre, pasando por el debate entre ciencia y religión, o el proyecto del genoma humano. Desmitifica a reconocidas revistas de ciencia, que también cometen errores y llevan a distorsiones de la realidad, sin dejar de lado los fraudes científicos o las mentiras por parte de los investigadores. Uno de los apartados más sugestivos se titula “Rascar donde no pica”, en un intento de provocar la curiosidad intelectual en la gente para que se asome a temas que, en primera instancia, pueden parecer extraños pero luego resultan interesantísimos. Allí nos explica sobre el virus que nos hace moquear en un resfrío; la física del caos; o la dilatación de las pupilas durante el orgasmo femenino por activación del sistema nervioso simpático; y hasta cómo se dispara la hormona del amor, la oxitocina. Una especulación que Estupinyá se permite en el texto se relaciona con los avances científicos que revolucionarán los próximos años. En el apéndice pronostica algunas de las posibles maravillas que nos podría deparar la ciencia en 20 años, tiempo suficiente como para que él mismo compruebe si sus predicciones se cumplen o no. Actualmente radicado en Washington DC, se desempeña como comunicador en el prestigioso Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos y sigue en la búsqueda de reflexiones científicas en otros centros e instituciones donde haya científicos dispuestos a informar de sus investigaciones. Está a cargo del blog “Apuntes científicos desde el MIT” del periódico “El País”, donde regularmente describe con pormenores sus encuentros y novedades de ciencia, y analiza el periodismo científico de Latinoamérica para el Knight

Tracker en español del MIT con el rastreo permanente de noticias. Estupinyá siente una verdadera admiración por la ciencia, al punto que se considera “un omnívoro de la ciencia que se dedica a contarla como excusa para poder estudiarla”, y en su libro efectivamente la cuenta de una manera elegante y exquisita. Un encantador relato en el cual el conocimiento de las mentes más brillantes de la ciencia se comparte en forma generosa con el público, narrado por uno de los más destacados divulgadores científicos españoles de los últimos tiempos ■

■ Lecturas

Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Los libros más vendidos de la semana FICCION 1 LOS PADECIENTES 2 EL SUEÑO DEL CELTA 3 1Q84

Gabriel Rolón. Mario Vargas Llosa. Haruki Muratami.

Emecé. $72. Alfaguara. $85. Tusquets. $138.

NO FICCION 1 VIVA LA DIFERENCIA 2 ECONOMÍA 3D 3 BREVE HISTORIA DEL DEPORTE ARGENTINO

Pilar Sordo. Martín Lousteau. Ezequiel Fernández Moores.

Norma. $62. Sudamericana. $69. El Ateneo. $62.

RECOMENDADOS 1 SR. JUEZ UNA BIOGRAFÍA JUDICIAL DE NORBERTO OYARBIDE Daniel Santero. 2 LA CUESTIÓN CRIMINAL Gabriel Bombini. 3 AVE DEL PARAÍSO Joyce Carol Oates. Fragmento de Antares:

Ediciones B. $65. Eudem. $60. Alfaguara. $89.

la cerveza artesanal que nació en un garaje

(texto incluido en Del colchón a la inversión, de Mariano Otálora, publicado por editorial Planeta) En febrero de 1998, los ingenieros químicos Pablo Rodríguez y Leo Ferrari, junto con la diseñadora industrial Mariana Rodríguez, construyeron una pequeña cervecería dentro de un bar-restaurante de Mar del Plata. La llamaron Antares Brewpub. Luego de vivir un tiempo en Estados Unidos, Leo y Mariana volvieron fascinados con la idea de homebrewing (hacer cerveza en casa) y en 1994 levantaron una cervecería en miniatura en el garaje de su casa. En 1997, los tres amigos volvieron a juntarse cuando la empresa de Pablo –también ingeniero químico- diseñó equipos para una microcervecería en Santa Clara del Mar. De aquel reencuentro surgió Antares. Y el 19 de diciembre de 1998 abrió Antares Brewpub, una cer-

vecería artesanal, en ese momento con tres variedades de cervezas. En marzo de 2000 comenzó a ofrecerse Antares en botellas de 355 ml. En casas de delicatessen y bares de Mar del Plata y la costa atlántica. Para abastecer la demanda, edificaron una nueva planta de elaboración fuera de Antares Brewpub. La incorporación a otros mercados, como Bariloche, Capital, Tandil, La Plata, Mendoza, Necochea, Rosario y Pinamar, hizo crecer aún más la fábrica. Actualmente cuentan con una capacidad instalada de 110.000 litros por mes, y tienen 11 locales, con la expectativa de abrir dos o tres más por año ■

Las 8 preguntas para Eddy Cachela

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Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Sólo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la

voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados? -“Rayuela”, de Cortázar ,”Así habló Zaratustra” de Nietzsche y el Quijote de Cervantes estarían “Salvados”. Entre

“Los sacrificados”, aunque no serían de mi propiedad, figurarían cualquiera de Osho, Bucay y del sobrevaluado menemista Jorge Asís.


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C U LT U R A

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Verbena, Madrid y la libertad Por Pablo González Aguilar (*)

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a verbena en nuestra casa siempre quiso decir La Verbena de la Paloma. Desde muy chicos, oímos una versión dirigida por Ataúlfo Argenta, de la que, con mis hermanos, recordábamos sobre todo las carcajadas de Don Hilarión, encarnado por Miguel Ligero. También recuerdo la emoción que sentía en el preludio, al oír esa sucesión de melodías absolutamente hispánicas, que me llenaban de fervor ibérico, sin pensar demasiado si se trataba de españoladas, como dirían algunos puristas luego, echando a la hoguera a la pobre Verbena, junto con Carmen y algunos pasodobles taurinos. Me impresionaba mucho la explosión musical que se venía luego del diálogo breve de los porteros: eso sería Madrid (pensaba), verano, fiesta, risas, juventud, diversión pura… Pero Madrid también vino a mi infancia con los relatos de mi padre sobre la guerra civil. El fue uno de esos niños de la guerra. Exiliado, arrancado de España con su familia, como tantas familias republicanas. Su padre luchó por la república hasta las últimas. El sentimiento trágico en sus relatos siempre vino mezclado con el humor: se decía que Madrid resistía porque los nacionales (los franquistas) no podían cruzar el Manzanares. Luego conocí el Manzanares: un riacho; ni siquiera: un arroyito. Madrid y esa misma mezcla, en las canciones de la resistencia… “De las bombas se ríen los madrileños”… Me pregunté cómo les fue posible a los madrileños seguir de fiesta en plena opresión. Opresión franquista de décadas, pero también opresión napoleónica más de cien años antes, y opresión eclesiástica, inquisitorial, en este último caso, de siglos. Nunca se perdió la alegría, que ha sido tan intensa como el heroísmo. Pensé entonces en una versión de La Verbena atravesada por el siglo. Empezaría en los años ‘30, en pleno gobierno republicano. El preludio sonaría con sus frituras, y en la imagen, tomas de una película de Benito Perojo sobre la verbena, del año ‘35. En alguna medida, esas imágenes serían también un homenaje a Miguel Ligero. La fiesta en esos años iba a la par de

Cenit Por María José Sánchez

Parece ser que cuando el sol está bien arriba, la sombra está dentro de uno. Largo recorrido el nuestro para llegar siempre al principio. A veces, qué bueno es no estar conmigo.

Miguel Ligero con Imperio Argentina huyendo de los guardias civiles, en un filme del ‘36.

la música, prometiendo todo el porvenir en la concreción de la utopía. El inicio del cuadro segundo, en modo menor y por soleares, tendría su anclaje en los años ‘50, luego de la guerra civil y en pleno Estado franquista. La melodía de las cuerdas, mezclándose con imágenes muy duras, que siguen doliendo hoy día, de un sueño tronchado, acribillado por balas de hierro. Luego, años negros. Pero a pesar del oscurantismo, la música -siempre la música- como llave de fuga, enciende la mecha de la alegría rebelde y sorda a las prohibiciones. El tercer salto, ya en la actuali-

dad, activado por una adolescente, que lleva la verbena en sus auriculares, cerraría la última fase de la última escena. Cuando parece que la historia ha terminado, es necesaria su intervención para que empiecen a resolverse los problemas pendientes. Verbena tiene que ver con fiesta, con fiesta por venir. Es algo así como el viernes de un fin de semana libre, con todo el tiempo por delante. Y si verbena tiene que ver con la Virgen de la Paloma, une de forma inseparable junto a la religiosidad, al desenfreno, en la víspera, sin pensar -preci-

Los caminos del regreso Por María José Sánchez

Antes de pagar el boleto vi cómo una viejita trataba de escurrir el agua de lluvia del costado de la calle con un secador negro, sin darse cuenta de que gran parte del agua que arrastraba volvía, constante, al charco del que la había sacado. Después el colectivo me llevó al mar, donde el cielo de dos lanchitas amarillas eran decenas de gaviotas con hambre que sobrevolaban una y otra vez

los barquitos para conseguir algo de pescado. Qué persistencia la nuestra. Siempre alguien termina cediendo. ¿Perseverancia o cansancio? Tal vez el agua se termine de escurrir algún día, o llueva lo suficiente para que ya no resulte necesario preocuparse, y el mar tape a la viejita tenaz a su secador y a todo. Entonces, ¿vendrán a comer, aquí, las gaviotas?

samente- en mañana. Esta puesta intentará rendir homenaje a Madrid en sus sueños de libertad, pero sobre todo al deseo de vivir, al deseo de amar, que riendo, se escapan del yugo ■

(*) Director de “La oca del cairo” y “La cambiale de matrimonio” y responsable de la puesta en escena de “La Verbena de la paloma”, que se verá en Villa Victoria el próximo sábado 19 de marzo.

Mi confesión Por Daniel Lambertini (*)

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esde las sombras... desde ese el teatro de mis dulces agonías... desde mis carencias... desde mi falta de equidad... desde lo extraordinario, siempre ante un desafío... mucho hambre siempre, ambición... vanidades... desde no comprender el verdadero amor... desde el actor que busca al verdadero hombre... que otra cosa es el arte, sino esa búsqueda de uno mismo y el mostrarnos tal cual somos... ¡qué duro es verse sin máscaras! el rostro de la verdad... quién soy realmente y cuanta dificultad para comunicar lo que siento en mi vastedad interior... ¡perdón y gracias!... dancé desnudo y quizá, ese fue mi valor... mi presunción... mi conquista... mi desesperación, mi extrema sensibilidad que no me aparta del sufrimiento ni del placer; cuánto para dar y cuánta limitación para lograrlo; resultados... éxitos... premios... más vanidades... hasta que aprenda a darme, a ofrecerme sin miedo, sin reclamo a la vida que siempre da. Soy la causa de mi angustia... ¡sufro!

pero el de al lado sufre tanto como yo... Deseo despertar del sufrimiento, siento esa responsabilidad, porque le debo a cualquier niño de este mundo, una canción. Desde mi caos hacia la armonía, tan cara a mi humanidad... desde la catarsis, esa purificación aún imperfecta... mucha carga, demasiada intensidad... ego extremo quizá, a punto de estallar... mi amor propio construyendo soledades, alcanzando lo contrario a lo que aspiro ¡auxilio! ¡mujeres y hombres verdaderos! ¡salven al invencible que ya no puede más consigo mismo! ¡oh!... ¡dioses de todas las culturas y religiones! me entrego vencido... ayúdenme a despertar... Mi teatro es confesión ■ (*) Actor y director de teatro. Por su rol en la obra “El rey sin corona” ganó este año dos premios Estrella de Mar. El texto citado forma parte del libro “La senda creativa. Reflexiones y experiencias de un actor”, de su autoría.

Las 8 preguntas para Eddy Cachela

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Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores predilectos. ¿Qué le preguntaría?

-Me hubiese gustado tomar mucho vino, con el gran Federico Fellini, para finalmente darle unos cuantos abrazos por su sensacional vida dedicada íntegramente al arte y pregun-

tarle: ¿Federico, es verdad que sos eterno?


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