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CULTURA MUSiCAL NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2009
erario 1 s r e v ni
a
TOmalA GRATIS
CAYAYO TROCONIS Sigue rockeando
YORDANO “Nunca imaginé que podía ser cantante solista”
NANA CADAVIECO
“Cantar es lo que siempre quise hacer”
Más.... El Cuarteto Lisandro Aristimuño Alejandro Rodríguez Edgar Jiménez y el Sentimiento Muerto Monsalve Radiodifusora Venezuela 790 AM Julio Timaure Keith Richards 1969: Un año para la historia John Coltrane Frank “El Pavo” Hernández discos, libros, cine....
ENCUENTRO EN EL RUEDO Una historia posmoderna
L
EDITORIAL Lo que un tiempo atrás parecía sólo un sueño, una idea utópica, hace un año se materializó con la primera edición de Ladosis. No fue fácil llegar a ese emocionante e importante momento, ni tampoco a este punto actual. Ha sido un camino lleno de retos y desafíos, que hemos ido abordando poco a poco, con el norte muy claro y la ayuda invalorable de un equipo de colaboradores que, al igual que los lectores, han adoptado a la revista como un patrimonio común que hace falta cuidar, impulsar y consolidar. Un proyecto en el que también han confiado algunas empresas anunciantes que han resultado claves para la existencia de Ladosis. Otras ya han manifestado su interés en participar, lo que se traduce en apoyo a la difusión de lo que aquí acontece y un impulso hacia el futuro para la revista y sus actividades relacionadas. La modalidad de gratuidad ha facilitado el poder llegar al público adecuado a través de diversos puntos de distribución, que han funcionado muy bien. Hasta hace un año Venezuela no contaba con un medio de estas características es-
pecializado en música, con criterios amplios y tratamiento riguroso de la información. En apenas doce meses la revista se ha posicionado como la tribuna ideal para conocer lo que ocurre en Venezuela, los países de la región y el resto del planeta. El balance en el contenido ha sido para nosotros un aspecto esencial y nos honra el interés de muchos músicos y personas ligadas a este universo. Como también nos complace que muchos melómanos, periodistas y fotógrafos, con mucha o poca experiencia pero con talento para la escritura y el conocimiento profesional en determinada área, muestren interés en participar. En sus manos tienen la edición aniversario, la #7, con la que hemos querido rendir homenaje a algunos personajes de nuestra historia musical, así como a eventos, momentos e iniciativas de importancia que no son merecidamente conocidos por las nuevas generaciones y que ameritan una revisión.“Encuentro en el ruedo” -histórico concierto realizado en 1989 en el Nuevo Circo-, Radiodifusora Venezuela en la etapa en que apostó por el rock venezolano, la revisión del legado de Sentimiento
Muerto a través de su guitarrista original Edgar Jiménez –una de cuyas emblemáticas ilustraciones aparece en la portada-, 1969 como año angular en la historia del rock, los 30 años de El Cuarteto –la agrupación emblema de los ensambles de música tradicional venezolana- y homenajes a El Pavo Frank, Alejandro Rodríguez y Julio Timaure. Tampoco nos olvidamos de lo nuevo. Nana Cadavieco y Monsalve ilustran dos ángulos distintos de la actualidad.También incluimos una reveladora entrevista con Yordano, quien desgrana su trayectoria. Además de las acostumbradas secciones. Hay muchos agradecimientos, pero destacamos a Mariella Rosso, quien desde el principio, siempre proactiva, ha sido fundamental en su rol de correctora y consejera editorial. Entramos desde ya en nuestro segundo año. Vienen nuevos desafíos. Gracias a todos por estar ahí. Ladosis
ÍNDICE 02
BREVES/CIBERNÁUTICA
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EL CUARTETO
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30 años de autenticidad y sabiduría
NANA CADAVIECO
“Cantar es lo que siempre quise hacer”
LISANDRO ARISTIMUÑO
Canción y Patagonia respiran en loops
YORDANO
22 24
SENTIMIENTO MUERTO SIGUE VIVO
37
CAYAYO TROCONIS
Edgar Jiménez redimensiona sus canciones
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AYER Y HOY Keith Richards
MONSALVE
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1969
RADIODIFUSORA VENEZUELA 790 AM
46
JOHN COLTRANE
48
FRANK “EL PAVO” HERNÁNDEZ
Una propuesta de amplio rango
La leyenda del rock en la radio
“Nunca imaginé que podía ser cantante solista”
26
LADOSIS
JULIO TIMAURE (1970-2007)
Postales de Youkali
7 ediciones, 6 conciertos, 18 propuestas, 1 año
28
DISCOS PARA LEER
ALEJANDRO RODRÍGUEZ
34
ENCUENTRO EN EL RUEDO
Un viaje prematuro
Sigue rockeando
Un año para la historia El espíritu del jazz
1934-2009
49
AHÍ ESTUVIMOS
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LIBRERÍA/ CINEMASCOPE
Una historia posmoderna
Noviembre-diciembre 2009 © Todos los derecchos reservados Una publicación de La bemba Producciones, C.A. Rif J-31579764-0 Calle París, Res. La Isla, Apto. 11, Las Mercedes. Caracas.
Editores/Directores JUAN CARLOS BALLESTA jcballesta@gmail.com XABIER LANDA xabilan@gmail.com revistaladosis@gmail.com www.revistaladosis.com www.facebook.com/Ladosis
Consejera editorial: MARIELLA ROSSO Directora de arte: KATALIÑ ALAVA ilustración de portada: Edgar Jiménez/www.edgarjimenez.com Pre-prensa e impresión:
Editorial Santilana
Asesores legales:
Irma Rojas y Gorka de Abrisqueta
Las colaboraciones son rigurosamente solicitadas
Colaboran en esta edición: Alberto Rico, Alfredo Pierantoni, Alvise Sacchi, Andreína Rodríguez, Andrés Manner, Andrés Pagani, Bartolomé Díaz Sahagún, Bert Ackerman, Carla Villegas, Carlos Sánchez, Carlos Varela, Daniel Novoa, Danielle Visconti, Diego Vivas, Edgar Jiménez, Eduardo Vallejo, Eliézer Benavides, Erik Galindo, Ernesto Caldera, Eugenio Miranda, Félix Allueva, Gabriel Pérez (Toronto/Canadá), Gustavo Reyes, Hari Offret, Henry González, Hugo Santaromita, Iván Gabaldón, Jaime Antonio Álvarez, Javier Gómez, Jessica Calderón, Jesús M. Corral, Jesús Rodríguez, Jorge Limardo, José A. Villasmil R., Juan Alvaro, Leonardo Bigott, Manuel Anzola, María Isabel Cerón, Mariela Cordero, Mariella Rosso, Mirtha Redondo, Susana Funes (Barcelona/ España), Verónica Ruibal, Xariell Sarabia, Yumber Vera (Buenos Aires/Argentina).
Agradecimientos especiales: Alvise Sacchi, Andrés Manner, Edgar Jiménez, Erik Galindo, Familia Troconis, Iván Gabaldón, Yuri Bastidas, Rock & Folk, Centro Cultural Chacao.
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BREVES Los Amigos Invisibles Ganan Grammy Luego de haber sido nominados cinco veces en ediciones anteriores de los Grammy Latino, finalmente fue reconocida la labor de Los Amigos Invisibles (ver Ladosis #1) con el premio en la categoría de Mejor Álbum de Música Alternativa. Comercial es el sexto disco en estudio en la exitosa carrera del sexteto conformado por Julio Briceño, José Luis Pardo, José Rafael Torres, Armando Figueredo, Juan Manuel Roura y Mauricio Arcas, que ya se extiende por 18 años. El premiado trabajo se impuso a los de Babasonicos, Kinky, Novalima y Zoé, nominados en la misma categoría. Apenas la Academia Latina de las Artes y Ciencias de la Grabación dio a conocer que Los Amigos Invisibles habían ganado, el grupo colocó “ganamos” en su Facebook y de inmediato miles de fans y seguidores respondieron con mensajes de felicitación y cariño. Los Mentas En soundtrack mexicano El cuarteto caraqueño lleva años penetrando la competida escena musical de México, lo que poco a poco les ha abierto camino. Hace meses abrieron la tarima principal del importante festival Vive Latino. El pasado 14 de octubre de estrenó en el D.F. la película “Paradas Continuas”, del director Gustavo Loza, que cuenta con un elenco de importantes actores mexicanos. Para conformar la banda sonora fue elegido el tema “Sin amigos”, que pertenece al más reciente disco de Los Mentas, Sopa, Seco y Juego, que también fue editado en México. Además de Los Mentas, conforman el soundtrack temas de Babasonicos, Molotov, Ximena Sariñana, Orquesta Mondragón, Los Gatos, Tonino Carotone, Moderatto, Lipps Inc, entre otros. Virginia Ramírez Magia de Navidad La pianista venezolana, presentará el viernes 18 de diciembre en la sala de conciertos del Centro Cultural Corp Banca a las 8:00 p.m., los nuevos aguinaldos del compositor Enio Escauriza, en una propuesta titulada “Magia de Navidad”. Virginia, que además del piano se encargará de cantar, lo describe como una mezcla de parrandas con jazz, en la que el niño Jesús baila joropo, los Reyes Magos cantan merengue, con la presencia de pequeños duendes, delfines que ríen, carruchas que vuelan por las estrellas y traen regalos. La acompañará Roberto Koch en el contrabajo, Goyo Reyna en las palmas, coros y jaleos flamencos y Adolfo Herrera en la batería. Eddy Marcano Ovacionado en N.Y. El gran violinista venezolano vivió uno de los momentos más importantes de su larga carrera el miércoles 14 de octubre cuando recibió una ovación de 10 minutos, luego de su actuación en el Carnegie Hall de Nueva York, uno de los escenarios más prestigiosos del mundo. “Todavía me cuesta creer que haya sucedido, ver a toda esa gente de pie es vivir un sueño, que se hizo realidad”, declaró Eddy con emoción. “Lo que más me alegra es el gusto y la preferencia que tienen por la música venezolana. Hay que ver como nuestros ritmos llaman la atención al público de Estados Unidos”. La gira, en la que estu-
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CIBERNÁUTICA vo acompañado por Gustavo Caruci en la guitarra y dirección musical, Héctor Molina en el cuatro y José Puente en el contrabajo, incluyó otros exitosos conciertos, entre ellos en el Smithsonian Institute,Washington y en el Antonian Hall de la Carlow University, Pittsburgh.
Tinariwen Gana premio Uncut La prestigiosa revista británica Uncut lleva apenas dos años otorgando el Uncut Music Award, pero ya se ha convertido en un reconocimiento de gran credibilidad por su desprejuiciada forma de otorgarlo. La nacionalidad de los artistas, edad, ventas de discos y otros factores son irrelevantes para el multidisplinario jurado que conforman productores, locutores, periodistas, músicos y otras figuras ligadas a la música. Este año el premio fue ganado por Tinariwen (ver Ladosis #5), la banda compuesta por músicos de la etnia Tuareg, del norte de Malí, cuya particular mezcla de blues eléctrico con música del Sahara y norte de África los ha hecho ganar gran notoriedad en Europa. Gracias a su cuarto disco, Imidiwan, superaron a nombres tan diversos como Kings of Leon, Bob Dylan, Wilco, Animal Collective, Dirty Projectors, Grizzly Bear y The Low Anthem. Metallica De nuevo en Caracas Ya fue anunciado oficialmente el concierto de Metallica para el 12 de marzo de 2010, en el marco del World Magnetic Tour 2010, que sigue la edición del disco Death Magnetic. Luego de más de diez años de su primera presentación en el país, los fanáticos venezolanos podrán de nuevo disfrutar del show de una de las bandas más emblemáticas del heavy metal, con más de 100 millones de discos vendidos a lo largo de 18 años. La formación actual de Metallica la conforman los fundadores Lars Ulrich (batería) y el guitarrista/vocalista James Hetfield, además del bajista Robert Trujillo y el guitarrista Kirk Hammett. El show se realizará en el Estadio de Béisbol de La Rinconada. Gerry Weil Reconocimiento austríaco El gobierno de Austria otorgó el pasado mes de octubre el más alto reconocimiento a Gerry Weil por su trayectoria musical y por representar, a través de sus composiciones y su labor docente, sus raíces austríacas en Venezuela. El embajador de Austria en Venezuela, Thomas SchullerGötzburg, le entregó la más alta distinción de su país, el Oro al Mérito, como reconocimiento y agradecimiento por su trabajo musical, que ha contribuido a forjar la imagen de Austria en Venezuela. Weil llegó a Venezuela hace 50 años, ya influenciado por los ritmos del swing y la música que llevaron los soldados aliados a Austria. Pronto se destacó como uno de los grandes pianistas de jazz en Venezuela, revelando en sus composiciones armoniosas mezclas entre la tradición musical vienesa con la música popular venezolana. La condecoración Oro al Mérito fue otorgada en el marco de la celebración del Día Nacional de Austria, fecha que esa nación recuerda como el renacimiento de la Segunda República, luego que fue abandonada por las fuerzas extranjeras el 26 de octubre de 1955.
Música Raza www.musicaraza.com Interesante página venezolana relacionada con el programa de radio del mismo nombre, la cual está dedicada a la actualidad musical de Venezuela y el mundo. Noticias recientes sobre lanzamientos, rumores, conciertos, anuncios y otros temas musicales. Fotos y videos de conciertos, foros de discusión, radio en línea y más. Videos venezolanos de los 70, 80 y 90 http://www.youtube.com/user/StructuralAmbient En YouTube se consiguen auténticos tesoros arqueológicos. Uno de ellos es el canal que dirige Nicolás Labropoulos, protagonista de algunos capítulos del rock venezolano de los 80. En una meticulosa labor de años, se ha dedicado a rescatar del olvido a muchos artistas y episodios musicales de décadas pasadas, digitalizando una serie de videos que originalmente fueron grabados de la TV en formato Betamax y VHS. Debido a las pésimas políticas que siempre han existido para conservar la memoria histórica del país, este aporte se transforma en algo de gran valor documental e histórico. Se pueden disfrutar videos de diversos grupos de rock, jazz rock, pop, fusión y otros géneros, entre ellos Resistencia, Témpano, Ficción, Antares, Secuencia, Aditus, PP’s, Sietecuero, Esperanto, Amethys, Power Age, Sentimiento Muerto, Jains Capella, Senex, Za Zen, Cheese Factory, Melissa… Cacao Música www.cacaomusica.com Página del sello discográfico venezolano dirigido por Omar Jeanton y el beisbolista Bob Abreu, dedicado a difundir diversas manifestaciones musicales de fusión entre lo tradicional, lo latino y caribeño y el jazz. Un catálogo que incluye artistas como Gerry Weil, Nuevas Almas (de la Movida Acústica Urbana), Caracas Soul Connection, Alfredo Naranjo y El Guajeo, Luz Marina, Orlando Poleo, Claudio Corsi y más. Enlaces para el canal en YouTube, con videos de sus artistas, y la página en Facebook. Cacao poco a poco ha ido penetrando mercados internacionales con productos de excelente acabado y producción. Pilla Records www.pilla.keloide.net Tal como ellos describen, Pilla es una interfaz incubada, diseñada y concebida por Luis Lange, Carlos –DJ Metra- Crinigan y Sebastián Miranda (www.keloide.net) con el objetivo de explorar los muchos y muy variados rincones del underground musical venezolano para producir, distribuir y promover originales y muy valiosas joyas musicales. En su catálogo, iniciado a fines del 2007, se puede encontrar rock, reggae, cumbia, hip hop, electrónica, jazz fusión y todas las demás sonoridades aún sin etiquetar que surgen del mestizaje de cada uno de ellos. Desde entonces han logrado colaborar en la difusión de 10 álbumes a lo largo de 19 tiendas de discos de las ciudades más importantes de Venezuela, dos tiendas fuera de nuestras fronteras (Barcelona y Buenos Aires) y 25 tiendas digitales. Su slogan reza: “PiLLA lo que hay y PiLLA lo que viene …discográfica PiLLA música criolla para el mundo”.
EL CUARTETO 30 años de autenticidad y sabiduría
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Cuando la Ladosis me pidió que escribiera algo sobre El Cuarteto con motivo de sus 30 años, me creó una sensación ambigua. Por un lado, el orgullo de escribir sobre un grupo tan cardinal como ellos, que además ha tocado una de mis músicas predilectas. Por otra parte, me produjo una sensación de parálisis añadir algo sobre El Cuarteto. ¿Qué puedo decir que no se haya dicho? Ya media cultura del país se ha prestado a honrar a estos cuatro fantásticos. Pero en seguida me entusiasmé a comentar sobre sus discos editados hasta la fecha, de los cuales sólo los dos primeros no han sido editados en formato digital. Del primero, el LP histórico de 1980, muestro algunas opiniones especializadas que aparecen en su carátula y rescatadas en su página web, que nos acercan a una idea clara de lo que representa, y representaba en aquel entonces, la agrupación que ahora tiene 30 años tocando.
Palabras sabias
Cuando hace 30 años dos parejas de hermanos, Miguel y Raúl Delgado Estévez, José Antonio “Toñito” y Pedro Naranjo –sustituido por otro hermano, Telésforo en 1990–, fundaron El Cuarteto, quizá no imaginaban que estaban estableciendo un antes y un después en materia de ensambles de música venezolana, inspiración para varias generaciones posteriores. Más de diez discos y un sin fin de conciertos en Venezuela y el mundo, avalan su incansable y valiosa labor. Xariell Sarabia
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5 Foto: Cortesía de El Cuarteto
Manuel Antonio Ortiz, quien fuera el director del desaparecido Instituto Nacional del Folklore sentenciaba: “Cuatro jóvenes reúnen tres condiciones comunes para expresar con gran maestría nuestra música: formación académica, musicalidad y la sensibilidad que les proviene de haber nacido entre cultores de nuestro arte popular.” Oswaldo Lares, director del Grupo Convenezuela, sabio en estos menesteres, pensaba para el futuro y la agrupación no nos defraudó: “...Si algún compromiso les exigiría a estos talentosos artistas, es continuar sin descanso en el trabajo fecundo para que esta experiencia se afiance y constituya una referencia para los jóvenes músicos venezolanos.” El pensamiento del músico y compositor Juan Carlos Núñez, ya consagra el trabajo del ensamble, con todo y que cuando se había realizado el primer disco, apenas tenía dos años de fundado. “... Con El Cuarteto... ¿Actualización de la música popular venezolana?...¡¡¡Definitivamente sí!!!” Para el escritor y ex director de la Fundación Bigott, Antonio López Ortega, la explicación (no escrita en el primer disco) sobre el grupo es contundente y definitiva: “Repetir que El Cuarteto es único, que es una agrupación pionera, que es la decana de los ensambles musicales, sería repetir lo que muchos han dicho y siguen diciendo. Pero habría que ir por más. El Cuarteto es un ejercicio de equilibrio en el que la tradición musical venezolana ha encontrado su más depurada factura interpretativa, su mejor concepción armónica y sonora. Si de alguna manera suena la música venezolana, esa manera es la de El Cuarteto. O mejor dicho: desearía que la música venezolana sonara siempre como suena en El Cuarteto. Por ellos y a través de ellos somos un poco más lo que deberíamos ser y que con tanta frecuencia olvidamos. Llevemos este amuleto hasta el fin de nuestros días para nunca sentirnos perdidos.” Sabemos que siguen inspirándonos hoy en día. El país está alborotado y exacerbado de jóvenes esperanzas musicales gracias al tremendo y muy grato lío que ellos armaron. Justo en este momento es cuando más escucho a El Cuarteto. Su más reciente grabación, la que realizaron en vivo con la pianista Clara Rodríguez, merece especial atención. Está hecha con maña, delicadeza y sabiduría, y uno podría, por la experiencia de disfrutarlos por tantos años, intuir que nos traen algo nuevo, algo de lo que sólo ellos están al tanto... y así van tranquilos, sin apuros, llegando a todo el país, el que ellos conocen bastante bien. Cuando se tienen 30 años tocando juntos, ¿qué se puede esperar?
Los discos y las canciones El Cuarteto En El diablo suelto de 1986, rescato dos merengues que posteriormente se convertirían en standards de cuanto ensamble quisiera tocar. Ellos son: “El morrocoy azul” de Frailio Rodríguez y “El saltarín” de Luis Laguna; allí está contenido el sabor de su herencia familiar. Ni hablar lo que hacen Raúl y Miguel Delgado Estévez con sus cuerdas en el “Carnaval con gaván” del Indio Figueredo, para que de pronto Pedro Naranjo marque el ritmo con el contrabajo y surja la flauta de su hermano Toñito y se acabó lo que se daba. La elegancia de la danza zuliana está en “Vaivén” de Adolfo de Pool. El muy conocido y rápido vals “El Diablo suelto” de Heraclio Fernández se une al de Ulises Acosta, “El alacrán”, para que El Cuarteto lo interprete para siempre. El arranque del Volumen IV, de 1989, no puede ser más alentador con la vivaz “Quirpa con chapola”. El merengue conocido del maestro Luis Laguna “El tramao”, lo convirtieron en otro infaltable de su repertorio. En “Yo esperaré tu voz”, una canción de Miguel Delgado Estévez, hay que hacer silencio para contemplarla. Y qué se puede esperar del arreglo de la antigua “Diferencias sobre ‘Guárdame las vacas’”, un polo margariteño, con las cuerdas bien enredadas con la flauta, en el que el oriente del país queda bien parado. El merengue le va bien a El Cuarteto, su esperado Volumen V, de 1996, contiene “El rezongón”, de Omar García. El dueño del contrabajo es ahora Telésforo Naranjo, cuyo padre fue contrabajista de Los Antaños del Stadium. Luego en otra pieza, “Un poco de luz” de Efraín Arteaga, Telésforo usa el arco, una pieza realmente hermosa, tal vez por el aire del barroco que tiene. “Mi contradanza”, del importante compositor zuliano Rafael Rincón González, pareciera ir ella muy delicada por las calles de Maracaibo. Un cuarto de siglo, grabado con motivo de los 25 años de la agrupación, tiene nuevas versiones y arreglos de temas ya grabados. Tremendo el arreglo de “El margariteño” de Beto Valderrama, que apareció en su segundo disco en 1982 y que nos costó 38 bolívares viejos. Es famoso su “Zumba que zumba con San Rafael”, que vuelve a tener el sabor joropero, como tiene que ser, ¡con Toñito botado! “San José”, conocida pieza del compositor y pianista Lionel Belasco, el que inventó esto de ensamblar la música tradicional venezolana, representa todo un lujo. “El pasaje del olvido” de Simón Díaz no pierde su pureza de origen, El Cuarteto toca inspirado esta pieza que aparece en su primer disco de 1980. En 2000 grabaron con la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho dirigidos por Rodolfo Saglimbeni, la composición Tríptico para los cuatro de Pedro Mauricio González. En el disco se vuelve a tocar “Viajera del río”, “El Sinvergüenza” de Toñito Naranjo, un merengue ya clásico de los ensambles, y la hermosa “¿Quieres contar mis estrellas?” de Miguel Delgado Estévez, todas incluidas en su primera grabación. En tiempos de Navidad es imprescindible poseer los dos discos que han grabado para la ocasión. El primero, El Cuarteto en Nochebuena (2000), con participación de Simón Díaz, Pedro León Zapata y Laureano Márquez, con aguinaldos de la tradición venezolana del maestro Vicente Emilio Sojo, Otilio Galíndez, Ricardo Pérez, Rafael Izaza y textos del Retablillo de Navidad de Aquiles Nazoa. El otro disco navideño es De Pascua con El Cuarteto (2005), también con invitados especiales: Neguito Borjas, Ricardo Cepeda, Huguette Contramaestre, Gualberto Ibarreto y María Teresa Chacín, con quienes cantan aguinaldos, parrandas y gaitas conocidas. El Cuarteto acaba de celebrar en grande sus 30 años de carrera, en el Aula Magna de la UCV, como corresponde. Su propuesta está lejos de agotarse.
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NANA CADAVIECO
“Cantar es lo que siempre quise hacer” Tras unos años madurando la idea de construir una carrera como solista, cantar como invitada de diversos proyectos, de incursionar en el área de management, prensa, relaciones públicas y otras actividades relacionadas con el negocio de la música, el momento del despegue llegó. Su disco debut, Exposé, es una estupenda carta de presentación. Nana tiene carisma, talento y determinación. 6 Fotos: Erik Galindo JUAN CARLOS bALLESTA
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Hay personas que saben lo que quieren desde niños. Si además nacen con un don natural que les permita desarrollar esas potencialidades el camino no es tan empedrado. Sólo hay que saber recorrerlo, para no terminar como muchos talentos truncados. Nana Cadavieco ha administrado su tiempo, con paciencia y nutriéndose de diversas experiencias, encontrando el mejor momento para despegar como cantante solista. Tras su paso como vocalista de una banda adolescente y como invitada de algunos grupos de rock y electrónica, y de experimentar con diversas actividades relacionadas con la industria musical, e incluso con la actuación, su tiempo parece haber llegado. El disco debut Exposé ha arrancado con buen pie, un trabajo concebido con gran cuidado, con estupendas canciones, bien producido y ejecutado, en el que se perciben ciertas referencias como Metric, Fiona Apple, Placebo, los proyectos de Jack White, The Strokes, Yeah Yeah Yeahs, entre otras. En él hay baladas electro pop, trip hop, temas midtempo, riffs guitarreros y beats electrónicos de corte bailable. La voz de Nana puede sonar desgarrada y luego sensual, alegre o misteriosa. Ella, además, es carismática y la acompaña una incontestable vocación. Para el disco contó con una banda de primera: Eric Aldrey (guitarra, teclados), Wincho Schäfer (bajo) y su hermano Rafael Cadavieco (batería). Estos dos últimos y los guitarristas Rubén Gutiérrez y Gabriel Figueira –ambos de Gaêlica- forman la banda que la acompaña en vivo. Nana Cadavieco ya está en el ruedo.
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¿En qué punto de tu vida sentiste la necesidad de expresarte y asumir una carrera musical? Empecé cantando desde que recuerdo y componiendo canciones en el piano de mi casa, el cual aprendí a tocar de oído. En mi adolescencia estuve en la banda La Hormiga Atómica junto a Bernardo Rísquez (Pacífica, Sur Carabela, Tulio Chuecos), con quien aprendí muchísimo porque además fue un año y pocos meses en los que tocamos en tarimas pequeñas y grandes, en matinés junto a La Leche o Desorden Público, el Intercolegial Nuevas Bandas, grabamos un EP en estudio. Fue una época maravillosa, pero estábamos muy chamines para entender la mitad de las cosas que tuvimos la dicha de poder hacer. Desde esa experiencia adolescente, ¿cómo ha sido tu evolución? Luego de aquel grupo estuve más dedicada a la actuación, tanto en teatro como en TV, pero muy ligada a la música y a escribir canciones al piano, aunque de modo privado y personal. Entre el año 2001 y 2002 empiezo a improvisar cantando junto a DJ Leo en los Boogie Nights
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que se hacían en la discoteca The Flower, y colaboro con el proyecto electrónico que él y Francisco Rendiles (Fauna) tuvieron, llamado V-Sides Project. Luego trabajo en el área de management, prensa, relaciones públicas, consultorías y todo lo relacionado al music business; quería prepararme de modo integral, sabiendo que en Venezuela tenemos un caso muy particular en esto de la “Industria” de la música. Mientras trabajaba con Todosantos y luego Samantha Dagnino, ya consideraba seriamente que se acercaba el momento de hacer algo con las ideas, maquetas, canciones que seguían acumulándose en mi disco duro. Masseratti 2lts me invita a grabar 8 temas de su disco Cuentos de Ada 6; lo cual cada vez me convence más de la necesidad que tenía de arriesgarme con mi propia música y volver al escenario.
¿En qué momento ocurre el punto de arranque de lo que se convertiría en Exposé? En diciembre de 2007 viene a Caracas Erik Aldrey y me invita a cantar con su proyecto Le Picó, un tema en vivo. Y es cuando termino de decidir, junto al empujón de personas muy cercanas que creían y creen mucho en mí. Entonces, le pusimos fecha a otra visita de Erik al país para grabar lo que sería mi primer disco. En ese año, el 2008, paso a ser artista invitada de la gira I/O Live de Gaêlica como cantante y percusionista menor. Masseratti 2lts hace por primera vez un concierto grande, en el Aula Magna, en el cual soy la cantante. Llega Erik a Caracas en octubre y nos encerramos en Lock-out en Sala de Máquinas -el estudio de mi hermano Rafael- a terminar de componer, grabar, programar y mezclar Exposé.
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La banda Atkinson (ver Ladosis #5) parece haberse formado gracias a tu disco, dada la química que se produjo entre ellos. Comenzamos a grabar y Wincho pasó un día por el estudio a llevarle un material a Erik. Le mostré una de las maquetas y me propuso grabarle el bajo, cosa que yo ni podía creer. Cuál fue mi sorpresa cuando me ofrece grabar los bajos de todos los temas que lo requirieran, y estaba tan entusiasmado con el disco como Erik, Rafa, Gabriel o yo. Y sí, luego de esos dos meses de trabajo, grabación y ambiente de familia, creo que la química se dio muy bien entre Erik, Rafa y Wincho; y terminando Exposé en diciembre, Atkinson se forma y entra a grabar en enero de este año, y el resto es historia. Acabas de viajar a España ¿Cómo resultó esa experiencia? La decisión de irme a España la tomé en enero, antes que el disco estuviera masterizado y editado. Decidí irme un tiempo a probar suerte y conocer un poco de la movida en Madrid. Desde febrero comencé desde aquí a montar músicos allá en Madrid, casi todos venezolanos; pero cercano a mi fecha de viaje hubo algunos inconvenientes y tuve que remontar otra banda ya estando allá. Me acompañaron Cristian De Leo (Negus Nagast), Daniel Díaz (Los Astrolabios), Alex León (ex Radioclip) y Gabriel Figueira, que ya se encontraba por Europa girando con Gaêlica. También realicé un concierto acústico en ZanzíBar, un sitio de world music y folk, en el cual invité a mis hermanos de Gaêlica a tocar como mi banda. La reacción de la gente hacia los conciertos, las entrevistas y el disco en general fue sumamente favorable en esta primera pre gira de
“conocer y ver”. Yo fui con mucha humildad pero con seguridad de mi disco y mi propuesta, y la reacción fue una sorpresa para mí. Ahora queda darle continuidad y seguir explorando ese camino.
Visto con la perspectiva del tiempo, ¿qué factores piensas han sido fundamentales para que te convencieras de asumir el rol de cantante de una manera activa? Desde la primera vez que decidí cantar en público, he sentido una necesidad de decir cosas. Va más allá de sólo querer estar en una tarima, donde en efecto me siento más a gusto que en cualquier otra situación. Mis padres, mi hermano Rafael y Gabriel Figueira (Gaêlica) creo que jugaron los papeles de mayor peso en mi decisión de elegir el momento adecuado para llegar a este punto. Llevaba tiempo gestando todo este proceso e inicio de mi carrera como solista. Desde pequeña me había visualizado en esto, pero al haber pasado tantos años con mi música celosamente guardada, creo que hacía falta ese empujoncito y fe para hacerlo. ¡Es lo que realmente siempre quise hacer, para lo que tanto me he preparado, y es lo que quiero hacer el resto de mi vida!
LISANDRO ARISTIMU O
SUSANA FUNES/BARCELONA (ESPAÑA)
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Cuando recién llegó de su Río Negro natal a Buenos Aires, a la crítica le sonó a Patagonia. Con su primer disco, Azules turquesas (2004), ascendió rápidamente a los Premios Carlos Gardel, como finalista en el rubro “Folklore Nuevas Formas”. A partir de Ese asunto en la ventana (2005) y 39º (2007), pasó a la categoría “Pop”, aunque siempre con apellidos como templadismo, neofolk o electrónica orgánica, que pretenden definir la peculiaridad de su música: una amalgama que bebe de la tradición, respira por la electrónica, corretea por la experimentación, se estremece en poética trovadoresca y exhala rock argentino. Hoy, cuando presenta su nuevo disco, Las Crónicas del Viento (2009), quizá lo más interesante sea comprobar que su ancla telúrica proviene, no tanto de la forma de rasgar la guitarra, de su voz quebrada, o de que apele a cadencias folklóricas. Son las atmósferas envolventes de sus canciones, ésas que lo distinguen como artista actual y habilidoso para crear texturas electrónicas, las que también lanzan el cable a tierra, a sensaciones de naturaleza, clima y temperatura. Artista independiente de 31 años, los últimos meses se ha dividido entre giras por Suramérica, España, Francia y Bélgica, labores como productor artístico y como promotor en el programa “Ese asunto suena raro”, a lo que ahora se suma la presentación de su última placa. En Las Crónicas… abreva otra vez de su región de origen para partir en un doble viaje: la entrega intimista en solitario, como cantautor frágil, crudo, con aire y calor de hogar; y el vuelo más experimental, escoltado por su banda Azules Turquesas e invitados como Fito Páez y Diego Frenkel. Melodías mántricas, cual postales de llanuras interminables, se revisten de matices y sonoridades superpuestas de voz, arreglos de cuerdas y vientos, ruidos y loops, a modo de guiños, ya no a la ciudad de Buenos Aires, sino al mundo que ha visto gracias a sus canciones.
Canción y Patagonia respiran en loops Reconocido entre los renovadores del pop-rock argentino, acaba de lanzar Las Crónicas del Viento, un álbum doble donde, con banda o en solitario, lleva un paso adelante su peculiar sonido de ancla folk, lírica trovadoresca y vuelo electrónico. 6 Foto: Fernando Droskin
Tus temas suelen estar llenos de capas, pero ¿cómo parte la canción en sí? Hay algunas que parten desde la guitarra y la voz, en un idioma ininteligible, como una especie de inglés precario. Las grabo en un grabadorcito, y luego les pongo la letra en castellano, con la fonética de las palabras que utilicé en ese idioma raro. Busco la percusión. Las palabras tienen una sonoridad particular que aprovechar. John Lennon, por ejemplo, con las palabras iba construyendo todo el ritmo, como un rap, logrando no sólo que sea una linda poesía, sino que cada palabra esté hermosa sonoramente. Eso es lo que busco. No me interesa que la gente interprete las letras como yo quiero, me gusta que queden abiertas y que la cierre cada uno como quiera, por eso son un poco abstractas. Me interesa poner un color y que ese color le transmita a cada uno una cosa.
Uno de los elementos que llama la atención es la naturalidad con que mezclas lo folklórico con lo electrónico, y como esto último sirve para crear atmósferas con olor a tierra y aire. ¿Cómo nació esa amalgama? Mi padre es director de teatro, y mi madre, actriz. De ellos aprendí el sentido de las atmósferas. En mis canciones siempre son un poco teatrales, como una puesta en escena. Igual pasa con el folklore. Mi padre, aunque ya no toca, tuvo un grupo de folklore latinoamericano. En mi casa escuchaba Chavela Vargas, Silvio Rodríguez, Violeta Parra, Caetano Veloso… y en mi adolescencia a eso se agregó mucho rock, mucho reggae, mucho Beatles, Marley, Bowie, Genesis... Cuando en el 2000 empecé a tomarme en serio vivir de la música, todo aquello emergió. Pero no diría que hago folklore, sólo hay como el aire. No respeto las métricas, no sé rasgar una chacarera, siempre le doy con púa como si estuviera tocando rock. Y lo que me hizo entrar en la electrónica fue llegar a Buenos Aires. Allí, con tanta gente, me costaba encontrar músicos y opté por trabajar solo. No fue por una fórmula preconcebida, sino por la necesidad de grabarme y de tener una batería. Estaba en casa haciendo música, no tenía a nadie, grabé como pude y me gustó lo que salía y que tenía que ver mucho con la ciudad donde estaba, con las sonoridades del lugar, más todo lo que traía. La amalgama era lo que vivía.
Primero te ubicaron como “folklore nuevas formas”, luego “artista pop”, y hoy te suelen relacionar con el “templadismo”, ¿cómo te caracterizarías? A mí me encanta que pasen esos cambios. Es parte de ser músico, sobre todo músico independiente. Así me defino y eso hace que mi
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música no tenga ningún estilo prefijado, por ningún jefe o compañía. En cuanto al templadismo, lo hablé con Kevin (Johansen) y Jorge (Drexler). No comparto mucho el nombre, porque nos están encasillando otra vez. De aquí a 20 años el “templadismo” podría ser como decir “pop”. Y no estoy en contra del rock, el pop o lo que sea, pero no quiero estar en ningún lado, y sí estar en todos, que mi música no tenga límites.
Y en cuanto a la reflexión implícita del “templadismo”, ¿crees que hay otra “argentinidad” que mostrar, otros sonidos menos conocidos? Sí, totalmente. La ciudad donde nací, Vielma, en Río Negro, queda a mil kilómetros al sur de Buenos Aires. Nunca había salido un músico de ahí. Si tengo que llevar una bandera, ésa si la llevaría. La música sale mucho de los relieves. Escuchas a Sigur Rós y ves un video de Islandia y es tal cual: son sus sonidos, los silencios, el aire, las notas muy largas. En mi caso, sobre todo en el primer disco y en el último, salen cosas, sonidos y letras que tienen que ver con el viento, el río… No sé si en los instrumentos, pero sí hay sonidos que son muy del sur. El paisaje es distinto y la diferencia también es tímbrica. A diferencia de Buenos Aires, donde está todo fragmentado, allá está todo abierto, de repente ves una casita por allá y luego dos kilómetros de tierra. Los timbres suenan así, como el viento, la llanura, el espacio. Creo que ése es el sonido del sur. No se puede explicar mucho, tendría que tocar algo.
¡Lástima que no tengas la guitarra! Pero si nos referimos a tus discos, ¿cómo describirías Las Crónicas del Viento?
Es doble. Uno lo grabé en vivo, en Vigo, Galicia. Pero no en un concierto, sino en una casa que alquilé en el invierno, con un hogar. Llevé a un técnico de Madrid, Ángel Medina. Y lo interesante es que todo fue tomado por micrófono, está todo al aire. Quería cantar y celebrar el invierno, el fueguito. Toqué todos los instrumentos: guitarra, bajo, batería, voces, piano. Para el otro, me interné en el verano en Circo Beat con toda la banda e invitados: Diego Frenkel, Quique González, Palo Pandolfo y Fito Páez. Ése es muy electrónico, muy cargado, con sesiones de cuerdas, vientos, ruidos, samplers. Es como un disco-diario, está impregnado de viajes. Llegué a Buenos Aires con toda esa carga europea de las giras, pero también de mis primeras fuentes, del interior. Hay ritmos de cueca chilena, muchos acordeones tipo parisino. También hay coros en inglés, porque en Francia me ví obligado a hablar en inglés y así surgieron algunas letras. Me gustó dejarlo así para rescatar la experiencia.
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YORDANO
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Año 1986: El Poliedro a rebosar. Más de
quince mil personas. Autor de la proeza: Yordano Di Marzo. Hasta aquel momento era impensable que El Poliedro pudiera ser llenado por artistas venezolanos, algo que parecía exclusivo para Peter
Aunque los 80 fueron los años claves en su carrera, Yordano ha podido mantener su vigencia a través del tiempo. Muchas de sus canciones pertenecen al inconsciente colectivo y su aporte es reconocido incluso por las nuevas generaciones que escuchan sólo rock. En una reveladora conversación habló sobre su trayectoria, su incierto comienzo, las influencias principales, sus años de mayor gloria, los aciertos y errores, el presente y el futuro.
Frampton, The Police, Queen o Van Halen. Fue qui-
JUAN CARLOS bALLESTA
zá el momento de mayor esplendor para una generación de cantantes que se apoderó de las radios, la TV y diversos escenarios por varios años, en una década en que las discográficas apostaron fuerte por los músicos locales. Había aparecido el famoso decreto del 1x1, que obligaba a las emisoras de radio a colocar música hecha por venezolanos en la misma proporción que la extranjera. Entre Sonográfica (Grupo 1BC/RCTV) y Sonorodven (Grupo Cisneros/Venevisión) la competencia fue feroz. Otros sellos disqueros que ya existían como Velvet y Discomoda se subieron al tren, pero no contaban con canales de TV, en los que proliferaron programas dedicados a la música pop. Para aquel año varias canciones del tercer disco de Yordano como solista, Jugando Conmigo, sonaban sin parar en las radios de toda Venezuela, confundiéndose con las del anterior, Yordano (1984). En poco tiempo “Manantial de corazón”, “Otra cara bonita”,“No queda nada”,“Bailando tan cerca”,“No voy a mover un dedo”,“Aquel lugar secreto”,“Chatarra de amor”,“Días de junio”, “Muñeca de lujo”,“Con ella no hay salida fácil” y “Perla Negra” entraron a formar parte del inconsciente colectivo, sobreviviendo al paso del tiempo mucho mejor que la mayoría de sus contemporáneos. No es casualidad que Yordano sea el mayor vendedor de discos en Venezuela, quien ha seguido fiel a sus postulados cantándole con su particular forma al amor, al desamor, a la ciudad y sus personajes. Él es un cronista en el sentido estricto del término. Su imagen pública de cierta timidez contrasta con la distensión con la que conversa sobre su trayectoria, su incierto comienzo, las influencias principales, sus años de mayor gloria, los aciertos y errores, la independencia y el futuro.
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¿Cómo te acercaste a la música?
Mi acercamiento fue cuando era niño a través de los discos que había en mi casa, que no eran muchos. Discos de Bill Haley & His Comets, Gershwin, Bola de Nieve y los italianos. La radio fue fundamental, gracias a ella descubrí una gran cantidad de música que grababa en un reel portátil de cinta que me habían regalado, el cual tenía una radio incorporada. Escuchaba de todo, recorriendo el dial de un lado a otro. Radio Capital en su primera época, Radio Aeropuerto y otras. Mis oídos estaban abiertos para el rock, pero también para las rancheras, el son, los boleros, la salsa.
¿Y de aquellos años formativos que te influyó más?
Mis cuatro pilares son The Beatles, The Rolling Stones, Bob Dylan y The Kinks.
¿Cuándo empiezas a pensar en hacer música seriamente?
A comienzos de los años 70, ya con 18 años y empezando a estudiar arquitectura en la UCV, grabo en el mismo reel unas piezas de los Beatles y Jimi Hendrix con Vinicio Ludovic, que era vecino mío y con quien había estado tocando desde antes. El ya tenía cierta experiencia en grupos y también poseía estudios formales de música. Yo nunca estuve en bandas hasta que llegué a la universidad. Mi aprendizaje fue principalmente autodidacta. Antes de eso había estado en Londres un tiempo.
Tu primera exposición pública fue con Sietecuero, con aquel Rojo Sangre que permanece como uno de los más interesantes discos de fusión de los años 70. ¿Cómo nace esa banda, ahora legendaria? En el año 1974 arrancamos a tocar en varios teatros de Caracas, entre ellos el París. La banda estuvo varios años funcionando, con unos cuantos cambios de integrantes. El disco se grabó en 1978, ya casi en las
5 De la contraportada del disco Rojo Sangre. Foto: Gonzalo Galavís, 1978. 6 El Poliedro, 1986. Foto: Rafael Salvatore
“Nunca imaginé que podía ser cantante solista”
postrimerías del grupo, con la penúltima formación que tenía a Bartolomé Díaz en la guitarra, que tenía un antiguo aparato que sonaba increíble. La distorsión que hay en “Rojo, Sangre y Negro” la producía ese aparato. Luego lo sustituyó Pedro Matute, quien es el que participa en el video que nos grabaron en el antiguo Teatro Alcázar de La Pastora, y que se trasmitió por el desaparecido Canal 5.
Ese disco de Sietecuero tiene gran influencia de la música latina, a parte del rock. ¿Cómo llegaron a grabarlo?
Pasaron cuatro años para que Sietecuero pudiera grabar. Reunimos dinero y nos fuimos a Puerto Rico, una vez que nos firmó Carlos Raybans para Velvet. Allá nos quedamos en casa de un familiar de Alberto Schlesinger (el teclista que luego formó Daiquirí). La fusión refleja los gustos de todos los integrantes, que teníamos poca afinidad musical. Siempre fue así, desde Jorge Barnett, el primer guitarrista, luego Bartolomé y después Matute. El primer bajista fue el recordado Danilo Aponte y el último Rafael Figliuolo. Aun con todo quedó un disco para la historia. Lamentablemente, según Velvet, las cintas originales se quemaron. Yo siempre estuve enfiebrado con los Beatles. Increíblemente, le encontraba lo caribe a su música. Por ejemplo, la forma de tocar de Ringo. Como en mi casa dominaba lo italiano, todo lo que era en español para mí era de aquí. Empecé a escuchar a Willie Colón, Héctor Lavoe, que te-
nían elementos pop. Además, siempre me gustaron los artistas de Motown y Stax. Y “What’d I Say” de Ray Charles.
Esa pieza tiene una rítmica que luego The Doors tomaría de algún modo. ¡Y los Beatles! A mí nunca me gustó The Doors. No me caía bien Jim Morrison, aunque reconozco que tocaban bien. Para mí había una gran diferencia entre ver a los Stones o a Jimi Hendrix. Yo fui a ver a Hendrix en el Festival de la isla de Wight en 1970.
Isle of Wight Festival fue el último de una era, más grande aún que Woodstock y el que cerró la utopía de una generación. Haber estado ahí es un privilegio que pocos pueden contar en Venezuela. Fui con tres de amigos estando en Londres, donde ya estaban los hermanos Spiteri. Me quedé un tiempo en su casa porque no tenía plata. Llegamos al final del segundo día de festival para ver lo más relevante. Sin embargo, mi obsesión era ver a Jimi Hendrix. Ví desde lejos a The Who. Estábamos sumamente cansados, aquello era un despelote. A Free lo disfruté de cerca, en la zona delantera llena de patotas haciendo desastres. Muerto de hambre me fui hacia atrás y salí un rato a comer. Regresé corriendo a ver a Jethro Tull, desde un huequito. Nosotros estábamos a un lado, pero era complicado regresar en medio de 900 mil personas. Me senté un rato, solo, a llorar. El cansancio me llevó a mi sleeping bag. Me acosté a descansar y a esperar a Hendrix. Empezó a caer una llo-
vizna y se me cerraron los ojos luego de cuatro canciones. Al despertar solo había piras de fuego y la gente yéndose. Poco después, al enterarnos de su muerte, hicimos la peregrinación al hotel donde se había alojado.
¿Qué pasó con tu carrera al acabarse Sietecuero?
Cuando Alberto se fue a estudiar economía a Nueva York tratamos de seguir con otra formación, pero no funcionó. Yo pensé que podría sostener a Sietecuero, dándole otro carácter. Grabamos una maqueta con dos temas, uno fue “Triste historia”. Pero nos desanimamos. Ya me había graduado de arquitecto y pensé entonces en irme a estudiar ingeniería de sonido. Eso fue en 1980. En 1981 me llamó Jorge Spiteri que había regresado de Londres y me propuso producirme un disco. Yo la verdad no pensaba grabar nada como solista. Nunca imaginé que podía ser un cantante solista. Tenía un demo grabado con cuatro canciones, entre ellas “Perla Negra” y “Vivir en Caracas”. Con eso comenzamos a tocar puertas, hasta que dimos con Carlos Montenegro, a quien le pareció que aquello de andar cantando cosas sobre puñales y cuchillos (“Dame un cuchillo, para cortar el aire y besarte” o “La hora es la del puñal”) no era lo mejor.
¿Cómo te enfrentas entonces a la posibilidad de aquel disco debut? Negocios son negocios surge de esas reuniones. Desde el principio el proceso arran-
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jar con Ezequiel Serrano, quien estaba tratando de seguir la idea de Melao. Le hacía falta un cantante y compositor. Le propuso a Evio, pero ya había empezado con Adrenalina Caribe. Me dijo a mí y de inmediato comenzamos. Se conformó entonces la Sección Rítmica de Caracas con Eddy Pérez, Nené Quintero, Lorenzo Barriendos, Willie Croes y Ezequiel. Álvaro Serrano, su hermano, trabajaba en Fonotalento y nos impulsó a hacer una maqueta. No muy acostumbrado a esas lides, grabamos “No queda nada” en Telearte en un solo día, doblando, con una sola cámara. No me aceptaron. Me dijeron que no tenía imagen. Pero seguimos trabajando. Cheo Porte era para entonces un importante personaje en Sonográfica, que acababa de absorber a Polygram. Grabamos “Hoy vamos a salir” y arreglamos “No queda nada”. Nos dieron unas horas para ensayar, pero en Telearte la agenda estaba copada. Fuimos a otro estudio y grabamos maquetas de varios temas. Apenas terminadas, Ezequiel se las lleva a Cheo y se sorprende con que lo habían botado.
Foto: Erick Guzmán 4
Mientras Ilan, Daiquirí, Adrenalina Caribe y otros ya estaban teniendo éxito, tú aún estabas buscando como editar tu música. ¿Cómo se revirtió la situación?
có mal, ya que tuve que trabajar con algunos músicos a los que no conocía. Eso estaba lejos de la idea de banda. Al estudio fuimos con pocos ensayos. “Perla negra” no era así. El uso del Harmonizer, un efecto novedoso que le pusieron a mi voz, nunca me gustó. Ni Jorge ni yo teníamos el know-how y pasaron cosas que no debimos permitir.
A pesar de todo, ese disco quedó como un buen documento y sembró la semilla.
Eso dicen algunos. Yo tengo mucho tiempo sin escucharlo. Quizá haya sido muy crítico con él. Fue importante porque estaba empezando. En el momento que se editó la disquera Polygram entró en crisis y cambiaron al personal, de modo que el disco ya no era el proyecto de nadie y no se preocuparon en promocionarlo. Años después conocí a Enrique Porte, quien me dijo que “Prueba de fuego” era la primera canción épica que se había grabado. Luego la regrabé en Finales de siglo (1990), cercana a la idea original.
¿Por qué después de ese disco cambias la G por la Y de tu nombre?
La cambio justo después de ese primer disco, cuando las cosas empiezan a tomar cierto rumbo. Con G sonaba muy italiano y con Y era más fácil, ya que se lee como se escribe.
Tras esa experiencia viene la etapa de Fonotalento y Sonográfica.
Yo estaba amarrado legalmente con Polygram, sin hacer nada. Alejandro Blanco Uribe, que acababa de formar a Fonotalento y ya tenía a Ilan Chester, me escuchó. Yo había comenzado a traba-
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El éxito que estaban teniendo Daiquirí y todos los demás fue bueno. Cuando terminamos de grabar los temas que formarían el disco, con el que quedamos muy contentos todos, se lo fuimos a mostrar al gerente general de Sonográfica y nos pregunta: “¿Qué es lo que les parece novedoso?”. Nosotros habíamos entrado por la puerta de atrás, por una grieta, así que nos quedamos desconcertados. Se lo llevan entonces a Peter Bottome, quien al rato sale preguntando quiénes eran los que habían grabado eso y nos dice: “Felicitaciones, ¿cuándo sale el disco?”. A pesar de ese espaldarazo, los promotores no hacían nada por impulsarlo. Por eso tardó casi un año en reventar. Debido a esa lentitud Bottome quiso dárselo a una agencia, para que le buscaran la vuelta. La agencia de inmediato se fijó en “Otra cara bonita” porque decían que se parecía a Daiquirí, que era justo lo que no queríamos. Esa canción había sido compuesta para que la cantara Maria Conchita Alonso en un musical que nunca llegó a concretarse por peleas entre productores. Finalmente la canté yo y creo que fue mejor porque es más divertida cantada por un hombre. El disco terminó siendo promocionado en los conciertos. Un concierto en el Día del Periodista, otro en el local Copas y Algo Más y una seguidilla que incluyó dos presentaciones semiprivadas en la Sala Mata de Coco, que todavía no estaba inaugurada. Esas dos funciones fueron un acontecimiento y los medios comenzaron a darnos cobertura. Ya un tema (“No queda nada”) sonaba en una telenovela que se emitía al mediodía, que no era el mejor horario. Los demás sonaban en novelas estelares.
Luego vino el concierto que trancó a Caracas. Una cosa inconcebible para artistas venezolanos.
Si, aquello fue increíble. Ilan me invitó a abrirle en un concierto en El Poliedro que resultó en uno de los grandes llenos de ese recinto. Metimos 16 mil personas y mucha gente quedó afuera. Fue cuando nos dimos cuenta que algo serio estaba pasando. Los titulares al día siguiente fueron “Ilan y Yordano trancaron Caracas”. Luego de eso hice de nuevo El Poliedro, yo solo, ya con Jugando Conmigo (1986) editado.
¿Te considerabas dentro de ese movimiento que bautizaron como la Canción Urbana?
En realidad eso fue una etiqueta que intentó englobar a muchos artistas que no tenían nada que ver unos con otros. ¿Qué música que nosotros escuchamos no es urbana? Fue una absurda necesidad. En los 80 también estuvieron Sentimiento Muerto y Desorden Público. Se empezó a crear una especie de discriminación dentro del ambiente poco conveniente, como si Otis Redding hubiera visto feo a The Beatles. Aparte no podíamos hacer conciertos juntos los que pertenecíamos a sellos diferentes. Yo ensayé una vez con Sentimiento Muerto, una canción antibélica que compuse contra la guerra en Irak.
Quizá el éxito encegueció a muchos durante aquella etapa.
Puede ser. Vivimos escenas tipo “A Hard Day´s Night”, con fans enloquecidos. Esto funcionó en los dos sentidos, unos lo asumieron bien y a otros los confundió.
Luego de “Por estas calles” en 1992 las cosas comenzaron a cambiar. Las discográficas perdieron su poder y la mayoría de los artistas quedaron a la deriva. ¿Cómo viviste ese proceso?
Aquel fue un momento culminante. La canción, que fue la que le dio nombre a la novela, llegué a detestarla de tanto escucharla. Ahora veo que sigue más vigente que nunca. Después de Fiebre (1995) viene la crisis de las disqueras y firmo con CBS/ Sony. Comprar mi libertad fue un negocio terrible. Un período traumático. Desde entonces asumí una carrera independiente, con sus pro y contras.
Después de siete años sin nuevo material, el año pasado editaste El Deseo, lo mejor en mucho tiempo. Acabas de grabar un DVD. Grabamos un concierto largo para elegir las mejores y ensamblar un DVD. Tocamos muchas del álbum nuevo y el resto del repertorio habitual. Quiero mostrar como conviven las nuevas con las de antes, con el sonido nuevo. Ha sido un gran esfuerzo de producción, costeado de forma independiente.
¿Cómo te ves a las puertas de una nueva década? Una cosa muy llamativa es que cuando te nombraron como miembro del jurado del último Festival Nuevas Bandas fuiste el más aplaudido, por encima de otros ligados desde siempre al rock. Eso habla muy bien te ti y de la vigencia y penetración de tu música en generaciones nuevas.
Fue un poco sorpresivo, pero realmente me sentí muy bien. Es muy bueno percibir esa reacción. Debe ser que no he estado equivocado con mi música. Y así seguiré.
7 ediciones, 6 conciertos, 18 propuestas, 1 año
Hace un año la primera edición de Ladosis llegó a manos de los lectores. Desde entonces se ha posicionado como un medio impreso dedicado a difundir dentro y fuera de nuestras fronteras lo que acontece en Venezuela. Para complementar la labor de difusión, surgió la idea de realizar un evento de lanzamiento con cada edición presentando a bandas y artistas que han aparecido en algún número. El lec-
tor se informa sobre los músicos y luego los disfruta en vivo en una agradable tarde de domingo para todo público, cada dos meses. La iniciativa ha resultado de gran interés para todos: músicos, público, editores, anunciantes, convocando cada vez a más gente al Centro Cultural Chacao, un recinto que ha resultado ideal y que ha cobijado entre 450 y 600 personas por evento, en la más sana convivencia. Hasta ahora se han presentado 15 propuestas muy distintas entre sí.
El bautizo oficial de la revista se produjo el domingo 8 de marzo, con dos números ya editados. Se presentaron Los Hermanos Naturales, el zuliano Ulises Hadjis acompañado de músicos de Desorden Público, y Viniloversus. El lanzamiento de la #3 fue el 17 de mayo, con otro ecléctico cartel compuesto por Tobería’s, Cunaguaro Soul y Famasloop con su show audiovisual. El evento de la #4 -realizado el 14 de junio- cubrió dos espectros opuestos: Kapicúa y C4 Trío (de la Movida Acústica Urbana) y La Misma Gente. La #5 fue acompañada por un evento realizado el 13 de sep-
tiembre con tres nombres muy distintos entre sí: el bajista Óscar Fanega, Los Mesoneros y Los Domingues. Ladosis #6 fue acompañada por otro concierto memorable, el 11 de octubre. El pianista Xavier Losada, el trío Atkinson y Los Beat 3 tocando Abbey Road. Cuando lean esto se habrán presentado Miguel Noya, Nana Cadavieco y Los Mentas, en el evento de la #7 que coincide con el primer aniversario. En el 2010 seguiremos presentando el diverso abanico musical de Venezuela.
5 En el centro: Los Hermanos Naturales, foto: Juan Álvaro. En el sentido de las agujas del reloj: Atkinson, foto: Eliézer Benavides. Los Beat 3, foto: Juan Carlos Ballesta. Kapicúa, foto: Juan Álvaro. Germaín Coronado de Tobería´s, foto: Alfredo Pierantoni. Wincho de Atkinson. foto: Eugenio Méndez. Famasloop, foto: Juan Carlos Ballesta. Gustavo Guerrero de Cunaguaro Soul, foto: Alfredo Pierantoni. Los Domingues, foto: Xabier Landa. Abajo: Los Mesoneros. Foto: Álvaro Cuberos.
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6 Foto: Rafa Hernández. Disco Asimetrix, diseño de Rosana Faría
ALEJANDRO RODRÍGUEZ
Un viaje prematuro
El pasado 6 de junio, falleció en Canadá este eximio músico, una de las personalidades más amplias y polifacéticas de la escena musical venezolana. Su prematura muerte es una sensible pérdida, pero deja un importante legado al acervo cultural del país.
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LEONARDO biGOTT
A pesar de no ser un nombre tan mediático, Alejandro Rodríguez representa en la historia musical de Venezuela un capítulo de gran importancia. Su educación musical le permitió desarrollar una polifacética carrera dentro de las artes sonoras, ya que sus talentos no sólo le hicieron un bajista excepcional, sino un excelente ingeniero de sonido, compositor, arreglista, productor y director musical. Uno de los principales aportes de este insigne músico a la historia de nuestro país, con frecuencia olvidada, está en la creación del sello discográfico Musicarte. Este sello surgido en los 90 cristalizó importantes creaciones de El Cuarteto de Clarinetes de Caracas, la agrupación Pabellón sin Baranda, la eximia banda de jazz fusión, de la cual fue su director, Maroa, y muy significativamente el trabajo infantil de Rosario Anzola, Dormite mi niño.
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Las dificultades de manejar tal empresa nunca disminuyeron su ahínco por hacer de la música uno de los aspectos más importantes de su vida. No en vano, sus especializaciones en Tecnología para la Ingeniería de la Música y sus estudios de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Miami le otorgaron los elevados conocimientos que le permitieron grabar a músicos y orquestas de renombre dentro y fuera de Venezuela. Rafael Rondón, su amigo y también ingeniero de audio, socio en Legato Productions, expresó a la Fundación Schola Cantorum de Caracas tras saber de su fallecimiento: “Alejandro fue un gran amigo. Su vida y obra nunca caerá en el olvido pues su talento, amplio y polifacético, ya está plasmado en las obras de numerosos artistas y agrupaciones”. Uno de los grandes aportes que diera Alejandro Rodríguez a la música venezolana fue, sin duda, la agrupación Maroa. La efímera vida de esta banda, dejó dos importantes grabaciones, Asimetrix (1992) y Sólo Cacao (1995), bajo la dirección musical de este gran bajista y con la participación de un selecto grupo de renombrados músicos que
incluía al baterista Nelson Sardá, al guitarrista Rubén Rebolledo, al saxofonista Rodolfo Reyes, al teclista Gonzalo Grau y los percusionistas Vladimir Rivero y William Troconis. Maroa fue referencia regular de reuniones y tertulias jazzísticas de la época, dada su excelente musicalidad, reflejada en composiciones de Alejandro como “Día Claro”, “Santa Fe”, “Frontera” y “Formas y Figuras”. Su amplitud de criterios dio cabida también a composiciones de otros importantes músicos venezolanos, entre ellos Francisco Morales y Paul Desenne, este último uno de los más importantes músicos de cámara del país, con interesantes incursiones dentro del world music. El fiel testimonio de esta afirmación está plasmado en la muy interesante obra Tocatas Galeónicas, creada por este cellista y editada por Musicarte. En el 2002 Alejandro Rodríguez creó en Montreal, Canadá, junto a la pianista y cuatrista Ingrid Astudillo, el guitarrista Evan Green y el flautista y cuatrista René Orea, el cuarteto Ensamble Çavana, el cual creó su primera grabación en el 2004, Perspectivas y Relieves, bajo la producción de Alejandro, con favorables comentarios del público canadiense y de la prensa especializada. La desaparición física de este excepcional músico se une a otros dos emblemáticos fallecimientos del año en curso: Otilio Galíndez y Frank “El Pavo” Hernández, una tríada que deja un legado importantísimo al acervo cultural de la nación.
SENTIMIENTO MUERTO SIGUE VIVO Juan Carlos Ballesta
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A mediados de los años 80 muchos muros de Caracas lucían llamativos graffitis identificados con un símbolo común. El corazón tachado y las siglas SM inundaron por varios años la capital, primero fungiendo como una incipiente campaña de intriga promocional y luego como elemento de identificación para una generación que tuvo en la agrupación Sentimiento Muerto una forma de expresión como nunca antes había ocurrido. El responsable de aquellas imágenes fue Edgar Jiménez, el primer guitarrista que tuvo el quinteto caraqueño, que ahora ha decidido redimensionar un grupo de canciones de la primera y más influyente etapa de la banda, con la ayuda de una serie de conocidos músicos. Con una trayectoria ascendente que los llevó del colegio San Ignacio a festivales internacionales, Sentimiento Muerto supo aprovechar un momento en que el rock venezolano entraba de nuevo en una etapa de definición, con los eternos problemas de confianza y poco apoyo económico y mediático, luego de haber vivido a comienzos de los 80 unos años de esplendor gracias a la existencia de Radiodifusora Venezuela, la única emisora de radio que para entonces apoyaba la música pop hecha en el país. Con mucha imaginación y la ayuda de una red de allegados y seguidores, el primer gran acierto de SM fue el manejo de los mecanismos de promoción, lo que permitió
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Uno de los fundadores, guitarrista original de Sentimiento Muerto, y responsable de aquellas audaces ilustraciones con el corazón tachado, ha decidido redimensionar once de las canciones de la primera época del grupo, aquellas que aparecieron en cassettes y que en 1996 se editaron en el disco Aunque usted no lo quiera. El disco puede agradar a muchos, pero también causar cierta polémica en otros. Por su parte, el cantante Pablo Dagnino también ha decidido comenzar una gira llamada El Sentimiento no ha muerto.
5 Ilustración de Edgar Jiménez para el afiche del concierto en Teatro Las Palmas, Julio 1985.
que su nombre e imagen rodaran con libertad y se instalaran en el inconsciente de muchos jóvenes. Eran en sus inicios Alberto Cabello (batería), Pablo Dagnino (voz), Edgar Jiménez (guitarra eléctrica), Carlos “Cayayo” Troconis (guitarra eléctrica) y Erwin “Wincho” Schäfer (bajo). Las primeras grabaciones que rodaron de forma subterránea por el este de Caracas fueron editadas en formato cassette. El primero fue grabado en abril de 1985 y el segundo justo un año después. En ellos quedó registrada la esencia de su música, repleta de canciones urgentes, textos de humor social y político, así como de
amor y soledad adolescente, que ya marcaban diferencia. Mezclando la estética de The Clash y The Cure con las influencias de su entorno, el grupo supo ganarse a toda una generación que hoy los venera con nostalgia. La aparición del primer disco, El amor ya no existe (1987), producido por Fito Páez y con Jose “Pinguino” Echezuría como sustituto de Jiménez, fue el punto de inflexión que los sacó del underground. Luego vino Sin sombra no hay luz (1989), con Sebastián Araujo como nuevo baterista. Para el tercero y último de sus albumes, Infecto de Afecto (1991) el grupo se había reducido al cuarteto de Dagnino, Pingüino -que pronto los dejaría-, Troconis, Araujo, con Héctor Castillo como bajista invitado. Desde su disolución, la leyenda se ha retroalimentado, por ello la tentación de revivir el valioso legado siempre ha estado latente. A través de los años los homenajes no han faltado, dos de ellos conducidos por la Fundación Nuevas Bandas, uno en la República de Rockatanga a fines de los 90 y el otro en el Festival NB de 2002. En enero de 2004 Dagnino produjo un ambicioso espectáculo músico-teatral llamado “El último Sentimiento”, con el que se pretendía cerrar en grande el capítulo correspondiente a Sentimiento Muerto. Pero, luego de eso algunos ex integrantes se reunieron en Valencia durante una jornada homenaje y en noviembre de 2005 dieron dos soberbios conciertos en el recordado local La Belle Epoque, atrayendo a un ejército de seguidores, de los de entonces y de los más recientes. Dagnino, como la voz del grupo, se lanza ahora a una gira que ha bautizado como “Pablo Dagnino, gira Retrospectiva… Un sentimiento que no ha muerto”, que comienza en Barquisimeto. Nadie duda que ese legado da para mucho.
Edgar Jiménez con el Sentimiento Muerto
El más reciente de los proyectos que involucran a SM lo protagoniza Edgar Jiménez, quien de todos los miembros, era el que se había mantenido más distante del ojo público. Sin embargo, recientemente decidió retomar con fuerza las actividades musicales, primero con su propio proyecto solista y ahora con este ambicioso disco en el que ha involucrado a músicos como Rafael Cadavieco (Zapato 3, Atkinson), Claudio Leoni (Babylon Motorhome, Los Domíngues), Chofa (KP 9000, La Muy Bestia Pop), Wincho Schäfer (SM, PAN, Atkinson), Aldo Lamanna (KP 9000), Gabriel Machado, Luis “Papo” Márquez, y las cantantes Samantha Dagnino y Joanna Vegas, quien tiene un rol muy activo a lo largo del disco cantando en todas las canciones excepto en tres de ellas. Edgar, además de la producción ejecutiva y musical, y los personales arreglos, se encarga de tocar las guitarras, muchos de los bajos, piano, coros, percusión y batería. En las mezclas fue ayudado por Lamanna y Diego Márquez, mientras que el diseño de la portada es responsabilidad de Ángel Álvarez. Sin duda, esta es una de las iniciativas más arriesgadas relacionadas con el legado de Sentimiento Muerto, ya que las piezas
han sido notablemente modificadas, aunque sin perder la esencia de las melodías originales. Han pasado más de 20 años desde que Jiménez formara parte del grupo, tiempo en el que sus gustos musicales se ampliaron. Estos arreglos agradarán a muchos por el solo hecho de traer de vuelta a aquellas canciones, pero podría causar cierto resquemor en otros que no tolerarán el vuelco dado a las piezas. Los temas elegidos pertenecen a la primera etapa, en la que el baterista Alberto Cabello escribía la mayoría de las letras y la composición de la música recaía principalmente en Cayayo Troconis, con la participación de Jiménez y el resto de la banda. El listado de once canciones comienza con “Ganas”, seguida por el clásico “Culebrón” –con Chofa en la guitarra rítmica–, la cual mantiene ese aura de sensualidad. “Una mirada”, con el título recortado (“Una mirada dice todo y dice nada”), sigue conservando su encanto, ahora con un swing trip hop y la intervención de Papo Márquez con el saxo. Una de las piezas claves de SM, “Un agradable calor”, suena ahora como un dream pop, cantada por Samantha Dagnino, hija de Pablo. La adaptación de “Estado alucinado” tiene cierto aroma a reggae, por las guitarras. Quizá sea uno de los temas de menor impacto. En cambio “¿Cuándo vendrás?” adquiere un aire electrónico, con efectos psicodélicos y varias pistas de voces. Entonces, suena “Cabeza”, otro clásico que aquí se
transforma en un electro rock con guitarras envolventes, dando paso a “Revolución anterior”, cuyo título original es “Educación anterior”, cantada por Gabriel Machado con menos desparpajo que Dagnino, aunque sin deslucir. La batería aquí la toca Cadavieco, lo que le da un toque orgánico. “Manos frías” es la más roquera, con Wincho (bajo), Leoni (batería), Chofa (guitarra rítmica) y las voces de Vegas y Andrea Murillo. “Descargar” no suena tan punk, pero la ralentización del ritmo que le imprime Leoni le queda bien, así como la desganada forma de cantar de Chofa. El disco lo cierra “En mi cuarto”, quizá no la mejor elección para concluir esta revisión de la que probablemente sea la banda más añorada del rock venezolano. Edgar Jiménez prepara un documental sobre el proceso de realización del disco y sobre aquella primera etapa de la banda, con entrevistas a diversas personas allegadas y otras que vivieron el fenómeno SM. Ya está planteada una mini gira por varias ciudades del país presentando el disco en vivo, junto a varios de los invitados. El Sentimiento Muerto sigue vivo.
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5 Ilustración y foto: Ángel Álvarez. Diseño gráfico: Edgar Jiménez, para la portada del disco Edgar Jiménez con el Sentimiento Muerto
Edgar Jiménez redimensiona sus canciones
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La agrupación kRé es una de las más interesantes y desenfadas propuestas surgidas en Caracas
Una propuesta de amplio rango
MONSALVE La lista de músicos venezolanos que deciden probar en otro país tiene en Raúl Monsalve a uno de los más recientes emigrantes. Luego de una interesante carrera con la agrupación kRé, ahora desarrolla su nuevo proyecto desde Londres, mezclando el jazz fusión, el post rock, el dub, el rock latino y el afrobeat. El disco debut, Mecha, es un magnífico arranque. JUAN CARLOS bALLESTA
durante esta primera década del siglo 21. Sus dos discos, Ruido Doméstico (2002) y en especial El radio está en la cocina (2005) representan un enorme paso hacia la exploración de nuevas fronteras musicales en las que se imbrican el jazz fusión, el post rock de la escuela de Chicago, el afrobeat, el free jazz, el krautrock, el rock latino, el dub y el sonido Canterbury. Eddie y Charlie Palmieri, Can, Neu!, John Coltrane, Fela Kuti, Tortoise, The Soft Machine y Do Make Say Think son algunas de las referencias. Uno de los dos motores de kRé, el bajista Raúl Monsalve desarrolla una nueva etapa de su carrera anclado en Londres. Desde sus primeros pasos con El Supremo Hongo Imaginario y luego con kRé, Raúl dejó claro su talento, siempre con la vista puesta en la creación de nuevas sonoridades. Él es un instrumentista casado con la vanguardia, lo cual implica riesgo y aventura. Antes de irse a Inglaterra, ya había comenzado a construir su carrera solista que empieza con paso firme. Su disco debut, Mecha editado por Pilla Records, es soberbio, uno de los aportes más notables a la evolución del jazz fusión venezolano. Raúl habló con Ladosis sobre su momento actual y parte de su pasado.
¿Cuándo y cómo comenzó tu acercamiento a todas esas corrientes musicales que han influenciado tu carrera y cuáles han sido tus referencias fundamentales? Recuerdo haber escuchado de chamo el disco Sextant de Herbie Hancock que para mi fue una revelación, luego Bitches Brew de Miles Davis, y de ahí vino el gusto por el piano eléctrico Fender Rhodes, por la improvisación sobre vamps de bajo con poca variación y toda esa estética. Más tarde, un grupo que también marco una influencia notable fue Tortoise y los proyectos vinculados directa o indirectamente con ellos como los Chicago Underground, Exploding Star Orchestra o Stereolab. Sin embargo, esas son referencias entre muchas otras. Debo recalcar que una escuela que ha tenido un impacto fundamental en mi manera de concebir la música es la escuela de Sarría. Viruta, Ricardo Chitty, Chucho Manzanares, Pablo García, Orlando Poleo, son artistas que han tenido una influencia directa en muchos de los que conformamos kRé: Chemi Gutiérrez, Hugo Mármol, Rubén D’Hers y yo. El segundo álbum de kRé es uno de los más interesantes, complejos y singulares discos editados en Venezuela durante lo que va de siglo. ¿Qué ocurrió para que kRé pasara de sexteto a trío para finalmente entrar en el congelador? Es una larga historia. No todos tenían el mismo nivel de disponibilidad con la banda y decidimos reducirla antes que ofrecer conciertos mediocres. kRé nunca se ha disuelto, sólo pusimos el botón de pausa. Rubén y yo estamos trabajando en una próxima reunión, que tarde o temprano se concretará. Mientras, ambos estamos concentrados en nuestros propios proyectos. Él ha seguido componiendo más en el terreno de la música electroacústica y el arte sonoro, y yo estoy concentrado con mi nueva banda Monsalve y con Cabezón Key –la banda que dirige Ezequiel Serrano Valencia, ahora también en Londres. ¿Qué te llevó a tomar la decisión de emigrar a Londres? Fue algo que estuvimos planeando con kRé por mucho tiempo dada la poca di-
fusión que recibía en Caracas una música como la que hacíamos. Teníamos mucha curiosidad por saber si esa situación sería igual en el exterior, y eso desembocó en que Rubén se fuera a Alemania y yo para Londres. Antes de partir comencé a plantearme la idea de formar una banda a partir de algunas canciones que tenía, y ese fue el comienzo del proyecto Monsalve.
¿Cómo ha resultado esta nueva etapa en la que has tenido que redimensionar tu carrera junto a músicos provenientes de varios países? Pareciera que esa circunstancia está perfectamente adaptada al concepto musical de tu disco debut, en el que se escuchan las influencias del afro beat, el dub y por supuesto el jazz fusión. El proyecto en principio estuvo formado por puros músicos venezolanos. Tuve la suerte de que todos los músicos que me imaginaba en el grupo estaban más que dispuestos a trabajar. En el disco esta parte de kRé: Chemi, Viruta y Rubén en algunos tracks, luego mis hermanos Cambur (Gustavo Guerrero de Cunaguaro Soul) y Leo Córdova, y para completar el crew apareció de pronto “El niño” Berti, un trompetista brutal, que se vino a Venezuela de vacaciones justamente el mes que íbamos a grabar. Mi intención era registrar una serie de canciones que me sirvieran de punto de inicio en Londres. Luego de unos cuantos meses pude reactivar la banda junto a Louis Pocock (Londres) en la batería, Gory Matas (Mallorca) en las teclas, Antoine Guilleron (Normandía/Francia) en los sintetizadores y la trompeta, y ahora un verdadero maestro del afrobeat y el afro funk, Afla Sackey (Ghana) en la percusión. Esa banda probablemente no la veremos en Venezuela nunca, ya que tienes tus músicos aquí. ¿Tienes pensado presentar en Caracas este debut? Pues claro, apenas tenga una oportunidad voy a Caracas a tocar ese disco de arriba a abajo. Yo espero que no pase de enero. Estoy literalmente soñando con eso.
Monsalve
Mecha
Pilla Records. 2009. Venezuela
Apenas empieza “No llevo kaleta” rápidamente nos vamos a Canterbury, Inglaterra. El piano distorsionado de Chemi Gutiérrez recuerda a Soft Machine o Hatfield and the North, mientras el bajo de Monsalve nos lleva a Hugh Hopper o incluso a Bill Laswell. Gran comienzo, que es seguido por “Inflamable”, composición del guitarrista Gustavo Guerrero en la vena jazz fusión de finales de los años 70. “La otra orilla” es un hipnótico dub con una magnífica melódica de Chemi y un bajo exquisito. Tras un interludio de tambores de Curiepe sobreviene el afrobeat “Deo e’ mono”, con deudas a Fela Kuti, Osibisa y al etíope Mulatu Astatke. En ella participan once músicos, incluida una sección de metales. “Marea baja” es un acercamiento a los pasajes mas envolventes de Tortoise y el sonido de Chicago. “Volatile” es otro contundente jazz fusión, con excelente solo de trompeta de Alejandro “el niño” Berti. “Mariché” es quizá la pieza más tradicional en su tratamiento del jazz. El cierre del disco está reservado para “Tatequieto”, que además de las influencias del jazz fusión y el afrobeat, suma el rock latino. A destacar el trabajo a lo largo del disco de José “Viruta” Martínez (percusión) y Leo Córdova (batería), a quienes se les une en algunas piezas Jesús “Chucho” Manzanares (percusión), así como los vientos de Nayin Paiva (trompeta), Alexis Rendón (saxo alto), Julio Andrade (saxo tenor), Vladimir Peña (trombón), Irvin Peña (clarinete), José Mata Osechas (flauta), además del mencionado Berti (trompeta). Sin duda, uno de los discos del año.
Foto: Facundo Taborda
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RADIODIFUSORA VENEZUELA La leyenda del rock en la radio
A 26 años de haber salido al aire la señal de una radio de rock en Venezuela, el recuerdo de su programación aún existe como una leyenda urbana. Uno de los protagonistas de la visionaria aventura cuenta su experiencia y visión del fenómeno. EUGENiO MiRANDA
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4 Fotos: Enrique Castillo con Miguel Ríos. Arturo Camero. Marisela Bonilla, Eugenio Miranda y Matty Scholtz/ Cortesía de Jesús Rodríguez
Corría 1981 y la música pop rock venezolana comenzaba a sufrir mutaciones muy rápidas, profundas y definitivas. Aún se escuchaba a Vytas Brenner con su fusión de jazz, folk y rock, así como también el Aditus de su primera etapa pop, el progresivo Témpano, y dos bandas que vaticinaban lo que venía gestándose: Arkángel y Resistencia. En esos primeros ochenta las radios caraqueñas aún otorgaban un reducido espacio a las movidas pop setentonas venezolanas, puntualmente a través de las estaciones juveniles de la época, como Radio Caracas Radio 750, Radio Capital 710 y Éxitos 1090. El rock estaba sufriendo cambios radicales y soplaban vientos innovadores desde Inglaterra. Eran los días de la explosión punk, de la avalancha new wave, reggae y ska. Con estos elementos servidos todo estaba listo para que ocurrieran trasformaciones inesperadas en el panorama radial del país y los primeros síntomas brotaron en la débil señal 790 AM en el dial de Radiodifusora Venezuela, una muy exitosa estación de las décadas anteriores, pero que se había venido a menos entrados los ochenta.
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Los estudios aún estaban en el viejo edificio de dos pisos de la esquina de Cipreses, en el centro de Caracas, sus equipos viejos no habían recibido mantenimiento ni actualización, los anunciantes parecían haberse marchado en estampida, y peor aún, su señal era difusa y de muy mala calidad. El heredero de la señal, el señor Ricardo Siblesz, había contratado por esos días como gerente de producción a Gerardo Marquina, un pragmático productor que tuvo la idea de transformar esa programación pop comercial que aún conservaban, en una emisora 100% rock, porque el decía: “para estar al lado de los monstruos de 710 y 750 que suenan también con la misma música, siempre los van a preferir a ellos porque tienen mejor sonido, entonces pongamos algo que sea tan único y diferente que aunque sonemos mal, la gente haga lo imposible para oírnos”. Y el sencillo razonamiento de Marquina funcionó, así fue como nació la legendaria Radiodifusora Venezuela, como la primera estación de radio de rock de Venezuela. En pocos meses miles de jóvenes oyentes hacían lo imposible para que sus aparatos de radio sintonizaran la señal de la nueva radio rock que había aparecido en Caracas, le insertaban alambres de ganchos como antenas a sus receptores, o los prendían cerca de los balcones
o ventanas para poder mejorar la señal, no en vano la estación utilizaba como eslogan la palabra: “Ubícala”. El efecto fue inmediato. A no mucho de esto, Gerardo Marquina es contratado por Radio Capital y en su lugar queda Matty Scholtz, una joven productora que fue quien desarrolló profunda y exitosamente la idea de Gerardo. La fórmula fue simple, basaron su columna vertebral musical en las bandas de hard rock y heavy metal que lideraban los escenarios: Def Leppard, Judas Priest, Rainbow, Barón Rojo, Scorpions, Quiet Riot, Accept, Rush, Journey, Van Halen, Styx, Mötley Crüe, entre otras, albergando también propuestas novedosas del momento como Saga, Asia, Nina Hagen, mientras se apoyaban en las leyendas representativas del rock como Genesis, Yes, The Rolling Stones, Deep Purple, Jimi Hendrix, Led Zeppelin… Pero, por encima de todo esto, recibiendo sin condiciones a todas las propuestas pop rock venezolanas existentes en esos días. No era necesario que las bandas nacionales tuvieran discos, ni disqueras: tan sólo una cinta, medianamente bien grabada era el requisito, para que dicha estación la incluyera en su programación. Eso fue un hecho sin precedentes en la historia de la radio y música en el país, lo que inyectó un vigor inesperado a la producción musical de las bandas de entonces. En 1983 Radiodifusora Venezuela ya se había estructurado como la primera
estación totalmente rock en Venezuela, dirigida por Matty Scholtz, teniendo frente a los micrófonos en esa primera etapa donde dominaba el rock fuerte a particulares personalidades como: Cecilia Ramírez, Arturo Camero, Marisela Bonilla, Gian Visconti, Enrique Castillo, Leo Rodríguez, Leonardo Bonnet, Oscar Capote y Eugenio Miranda. En una segunda etapa, aproximadamente desde 1985, más experimental y de nuevas tendencias, desfilaron por sus micrófonos las voces de Jesús Rodríguez, Alfredo Churión, José Antonio Castillo, George Henríquez, Armando Garcés, Javier Miranda Luque, Erika Tucker, Julio César III Venegas, Alfredo Sánchez Rodríguez, Gregorio Montiel Cupello, Celso Pineda, Alberto Espinosa, Javier Jaimes, Jorge Duque y Henry Ramos, entre otros. Témpano, Aditus, La Misma Gente, Resistencia, PP’S, Arkángel, Grand Bite, Farenheit, Hydra, Antares, Alta Frecuencia, Fuga y Ficción fueron sólo algunas de las bandas protagonistas de esa primera etapa. Luego emergió otra generación de grupos hacia la segunda parte de los 80 liderados por Sentimiento Muerto, Desorden Público, y los músicos electrónicos Miguel Noya y Vinicio Adames entre otros. Esa nueva generación de locutores de rock que se destacaba desde esa olvidada radio del centro de Caracas estaba verdaderamente conectada con su
público y en muy corto tiempo y sin que se supusiera que iba a pasar, dejó a la anterior generación de los disc jockyes de Radio Capital en el pasado, desplazamiento que, metafóricamente hablando, tuvo un costo muy elevado para sus protagonistas. Radiodifusora ciertamente se convirtió en un fenómeno socio-musical que motorizó un movimiento musical nuevo y verdaderamente urbano, pero fue una especie de muerte lenta, porque esa inteligente idea que en 1982 tuvo Gerardo Marquina, sólo pudo prolongar agónicamente su vida hasta 1989 ya que no tuvo resultados económicos satisfactorios y finalmente fue negociada a un circuito radial popular. Los incontables paseos a través del tiempo de Gian Visconti, los irreverentes y progresivos programas nocturnos de Arturo Camero, o los dinámicos conteos de las carteleras rockeras de Marisela Bonilla, parecen no haber existido, son desconocidos por las generaciones más recientes. Menos sabrán que se patrocinaron desde esa radio decenas de conciertos de verdadero rock en todo el país, que nadie realmente ganaba nada y que invertimos miles de horas en hacer los más creativos y talentosos programas de rock de todos los géneros posibles sin pedir nada a cambio. La gran mayoría de las voces más influyentes de la era rock de Radiodifusora Venezuela, con el
paso del tiempo fuimos virtualmente ignorados por otras estaciones. Una avalancha de música comercial discotequera y baladas inundaron los mercados y los gustos de las masas, los legendarios disc jockeys pioneros de Radio Capital fueron convertidos en ídolos, y aunque hubo una generación de relevo como he descrito, pareció no haberla hasta la aparición de Eli Bravo y Luis Chataing. Lo demás ya es historia reciente y contemporánea, la radio en general (con muy escasas excepciones) vive un período decadente, perdida en un laberinto de mediocridad y falta de creatividad promovida por ellos mismos. Las nuevas generaciones de locutores, incluso de muchas bandas, se caracterizan por estar prácticamente desconectados del pasado reciente. Afortunadamente en la red han proliferado opciones nuevas, diferentes e innovadoras como el podcasting o nuevas y frescas propuestas radiales que le dan la vuelta al planeta, y en ese abanico de nuevas formas sonoras algunas son muy similares a lo que fue Radiodifusora Venezuela, lo que podría interpretarse como una continuación del camino que emprendimos un grupo de visionarios y entusiastas en los tempranos ochenta, lo cual ha dado al traste con los obstinados profetas de la música y las radios de masas, demostrando que en aquellos días habíamos tomado el camino acertado.
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(1970-2007)
JULIO TIMAURE Postales de Youkali
Con Ticket to Youkali Julio Timaure dejó un legado electrónico tan fascinante como enigmático, un opus donde el pasado le canta al futuro, una obra que todavía desafía a quienes pretenden descifrarla. A dos años de su muerte, un testigo presencial nos lleva en visita guiada por el álbum que marcó tanto el debut como el canto del cisne de este excepcional artista venezolano. Foto: Fran Beaufrand 4
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bARTOLOMÉ DÍAZ SAHAGÚN
Preludio
Cuando descargaban instrumentos frente al estudio Sonofolk el 6 de mayo de 2006, músicos e ingeniero de grabación no pretendían otra cosa que no fuese poner a prueba un concepto singular: música electrónica real y viva, sin fronteras cronológicas ni estilísticas. Dieciocho meses después, Julio Timaure, uno de los presentes, se iría a cantar a parajes no terrenales, quizá al mismísimo Youkali: el álbum que se concibió como un alfa pasó a ser, necesariamente, un omega y, en consecuencia, el legado de un artista que se atrevió a imaginar sus propios paradigmas.
Armadura de Clave
Nicolás Volpe (ver Ladosis #3) visualizó el formato del trío E-óN meses antes de que la agrupación se constituyera formalmente. Convencido de que su intuición era correcta, el célebre luthier se dio a la tarea de promover la idea entre los tres futuros integrantes y, claro está, de llevar a cabo las presentaciones de rigor. Pocas semanas más tarde, Timaure, Fanega y Díaz comenzaban a experimentar, individual y colectivamente, en materia de sonoridad y propuesta artística. En paralelo, Julio se encontró con lo que llegaría a ser su principal herramienta en la creación y tratamiento de texturas sonoras a partir de la voz: el TC-Helicon VoiceLive®, procesador de altísimas prestaciones tecnológicas y excepcional desempeño práctico, un recurso que llegó a definir íntegramente su alter ego electrónico.
Cantata
Ticket to Youkali no es un álbum complaciente, ni lo es ni jamás se pretendió que lo fuese. Está basado en el antiquísimo precepto que sostiene que la música, en su máxima expresión, tiene la capacidad de exacerbar todas y cada una de las emociones humanas, desde las más placenteras hasta las más desgarradoras, mediante la perfecta simbiosis entre pala-
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Mais c’est un rêve, une folie, Il n’y a pas de Youkali! Roger Fernay
bra y sonido. El programa comienza con “Rosa das Rosas”, una de las docenas de melodías devocionales que conforman el Códice de Alfonso X “El Sabio”, quizá el documento musical más importante de la cultura occidental y, ciertamente, el objeto de arte más valioso que reside en el palacio de El Escorial. En ella, Julio improvisa un enigmático melisma sobre el pedal que suplen los instrumentos para, seguidamente, vocalizar el icónico verso de esta célebre Cantiga medieval. Luego de que la guitarra reitera el tema de manera peculiar, un loop rítmico y un breve solo del genial bajista Óscar Fanega dan paso al riff que servirá para sustentar una sorprendente improvisación melismática de Julio. Una breve recapitulación del tema vocal nos lleva a una coda particularmente atmosférica, basada en recursos de tapping y delay, por parte de la guitarra. Desde el momento en que Julio nos hizo conocer el tango-habanera “Youkali”, la pieza se convirtió en obsesión para E-óN, ni siquiera el nombre del álbum pudo escapar. La sensualísima música de Kurt Weill y los utópicos versos de Roger Fernay conforman una muestra arquetípica de ese elusivo tipo de música que se aferra tenazmente tanto a su refinamiento como a su raíz popular. “Youkali” no requirió otra cosa que adaptar el extraordinario score pianístico de Weill a un bajo y a una guitarra y, claro está, permitirle a Julio cantar magistralmente una de sus piezas favoritas. El clásico “Capullito de Alhelí” de Rafael Hernández era otro amor secreto de Julio, un son que, probablemente, había cantado desde su adolescencia. La versión de E-óN contrasta una instrumentación activa y transparente con una interpretación vocal vehemente, de sorprendente agilidad y exactísima articulación silábica. Aunque quizás no de esa impresión al momento de escucharla, la pieza implicaba un constante reto individual y colectivo para los tres.
La imperecedera “Tonada de Luna Llena” de Simón Díaz era otro “must have” para la personalidad electrónica de Julio Timaure. Para ella se confeccionó un arreglo que, a falta de un mejor término, siempre describíamos como “sideral”: un amplio registro de guitarra da pie para que el conmovedor falsete de Julio dialogue con algunas de las improvisaciones más evocadoras que Óscar Fanega registró a lo largo del álbum. Descaradamente antiretórico, el minimalista “organillo callejero” de Kurt Weill sirve de patético marco a las desgarradoras imágenes de Bertold Brecht en la balada “Mackie Messer”, quizá el fragmento operístico más emblemático del siglo XX. La estupenda interpretación de Julio incluyó su personalísima manera de silbar, un tratamiento agógico extremo y, felizmente, su elección de concluir con el notable verso brechtiano sobre la sombra y la luz, ideal para preludiar la tormenta que seguiría a continuación. “Arbeit mach Frei!”, vocifera obsesivamente Julio en el epicentro mismo de “La Rosa de Auschwitz”, la pieza más tajante de Ticket to Youkali. El infame eslogan de los campos de exterminio nazis de la II Guerra Mundial son las únicas palabras que mediarán durante 13 minutos de inclemente improvisación electrónica. Sin embargo, el tema melódico tantas veces agredido por la guitarra a lo largo de este Tríptico se convertirá en el fragmento vocal más puro y conmovedor de todo el álbum: la canción sefardí “La Rosa enflorece” es, posiblemente, el recuerdo sonoro más perfecto que haya dejado la portentosa voz de Julio Timaure. Todo un ícono del R&B, “I Put a Spell on You” es una de las piezas más versionadas de la historia del rock. Tan es así que E-óN decidió ensamblar dos perspectivas particularmente divergentes, y por algún motivo curiosamente compatibles, de este clásico: la versión “bluesy” e introspectiva que popularizara el genial
Ray Charles, seguida del avasallante original de Screamin’ Jay Hawkins, uno de los mayores iconoclastas que haya ostentado la música popular negra norteamericana durante el siglo XX. Los gritos del final provienen de una presentación del autor, durante los años sesenta, en la TV británica. El arioso de Reinard Keiser sobre las palabras en arameo de Cristo en la cruz “Eli, Eli, lama asabthani” es uno de los fragmentos vocales más emblemáticos de todo el barroco, una extraordinaria melodía que exuda resignación, dolor y muerte. Fue esta otra de las piezas que Julio aportó al repertorio del trío y que, desde un primer momento, implicó un singular reto artístico para ambos instrumentistas. La versión de E-óN respeta, al pie de la letra, la armonización original del Basso Continuo al tiempo que añade un preludio y varios interludios, cada uno más áspero e hiriente que el anterior. Quizá el detalle más hermoso de postproducción de todo el álbum lo protagonizó el brillante ingeniero Francisco “Coco” Díaz al manipular electrónicamente la exhalación con la que Julio concluye su emotiva interpretación de este clásico. Aunque los conciertos de E-óN siempre se caracterizaron por incluir interpretaciones a solo por parte de sus instrumentistas, el álbum merecía una composición, interactiva, retadora y original. Resultó la ocasión ideal para recrear a dúo el insólito ragtime “Euphonic Sounds”, eufemísticamente calificado de “syncopated novelty” por su autor, Scott Joplin, el incuestionable “King of Ragtime Writers”. Aparte del estimulante reto de transcribirlo, digitarlo, ensamblarlo y hasta zapatearlo, “Euphonic Sounds” nos permitió regalarle al álbum la voz y la risa de Janis Joplin. Julio ubicó la hermosa melodía del “Arrullo Pemón” en un sesudo volumen de la gran etnomusicóloga Isabel Aretz. Versionar esta delicadísima nana aborigen fue, indudablemente, uno de los grandes privilegios que E-óN tuvo la fortuna de vivir. La combinación de sonidos ambientales, loops, delays, procesamiento vocal en tiempo real e improvisación creaba un mantra que podía mantenernos en estado cuasi-hipnótico durante largo rato. Sin duda una pieza de enorme significación para la propuesta de la banda y, cómo no, para el álbum en sí. El “Romance del Ánima Sola” nació, en cuestión de horas, la madrugada del primero de enero de 2007. A pesar de ser un álbum sustancial, nos parecía pertinente que Ticket to Youkali ofreciese un bonus track fuertemente contrastante, una composición en la que la voz hablada tuviese la principal responsabilidad expresiva. Los conmovedores versos de José Antonio de Armas Chitty le dieron a Julio, el actor y el cantante la oportunidad de regalarnos una muestra final de su indómito talento y, de este modo, rubricar un autorretrato extraordinario, descarnado e imperecedero, a momentos tan ingenuamente utópico como la mejor postal de su amado Youkali.
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DISCOS PARA LEER
Gustavo Cerati
Fuerza Natural
C4 Trío
Entre manos Independiente. 2009. Venezuela
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Atkinson
Carlos Rodríguez
Charliepapa
Chickenfoot
Garnica
Independiente. 2009. Venezuela
Independiente. 2009. Venezuela
Independiente. 2008. Venezuela
earMUSIC. 2009. EE UU
Galaktika Records. 2009. Venezuela
La vasta experiencia del bajista Carlos Rodríguez está finalmente plasmada en un trabajo solista que abarca 10 composiciones de temas propios y versiones de canciones de los laureados compositores venezolanos Antonio Lauro, Henry Martínez y Miguelito Rodríguez, además de un tema del histórico Niccolò Paganini. La excelente muestra de uno de los más excelsos bajistas de la contemporaneidad musical venezolana está trabajada con buen gusto y sobriedad. La pléyade de invitados, entre quienes destacan César Orozco, Saúl Vera, Nené Quintero, Eugenia Méndez y el maestro Benjamín Brea, contribuyen a delinear el concepto con excelencia y sentimiento. El trabajo, cargado de jazz, refleja la diversidad de géneros que el bajo de Carlos asume con balanceada delicadeza, como bien puede apreciarse en los temas “Caprichoso” y “Andreína”. Excelente inicio.
Son de Mérida y su música parece reflejar su entorno y modo de vida. Desde allá, con una labor constante, con su manager en Caracas, han podido ir dando a conocer su propuesta. En el Festival Nuevas Bandas 2009 recibieron una mención especial, junto a Los Mesoneros. Su disco debut, editado de forma independiente y de forma modesta hace ya un año, agotó todo el tiraje inicial, por lo que decidieron lanzar una segunda edición. Nada mal para un trío de sus características. Pop sencillo y melódico, guitarras eléctricas y acústicas que nunca suenan estridentes y una base rítmica sin complicaciones pero efectiva. Reminiscencias a grupos españoles de los 80 como La Granja, 091 o Duncan Dhu saltan a la vista, con letras de amor, soledad, amistad y anhelos de juventud. Félix Hoffmann, Mattia Medina y Osheye Rebolledo, son Charliepapa.
Como en los viejos tiempos, esa es la moraleja que Chickenfoot nos deja en su disco debut. La unión de Sammy Hagar, Joe Satriani, Michael Anthony y Chad Smith ha traído una retrospectiva hacia el hard rock de los 70, influenciada directamente por Led Zeppelin. Música sincera, desenfrenada, realista y sin ambiciones mainstream. A pesar de ser cuatro maestros del rock en el disco no se notan mucho las individualidades –sólo algunos destellos de Joe Satriani en sus solos. Seguidores de la bandas de antaño deben escuchar estas 11 canciones, seguro los dejará con nostalgia de aquellos tiempos. Sin duda, esta música sólo se puede lograr con experiencia y talento. Este es un trabajo compacto en todo sentido.
Rafael Garnica nació en Mérida. Como baterista de Submarino formó parte inicial del colectivo Los Andes Electrónicos. Se fue a Barcelona, España, hace ya 5 años donde se metió de lleno en la electrónica, más en específico en el mininal techno y el house. Su rol de productor y DJ los ha llevado en paralelo, en una interesante progresión que se percibe en su producción discográfica, en su mayoría EPs de 3 o 4 temas editados a lo largo de este tiempo, algunos gratuitos a través de net labels. Desde hace un año vive en Londres. El sello Galaktika, que dirige el venezolano Maurice Aymard ha confiado en el talento de Garnica editando Cae nieve en Caracas, quizá el trabajo más logrado hasta ahora por el merideño; 9 piezas del más depurado tech house, sin excesos ni regodeos innecesarios. Poco a poco, Garnica construye su nicho en el competido mundo de la electrónica.
La Banda
Sony Music. 2009. Argentina
Desde tierras desérticas y solitarias, vuelve Gustavo Cerati emotivo y sintético con su Fuerza Natural. El tema “Dèjá vu”, lleva guitarras circulares que demuestran cuán consolidado está el sonido de Cerati, acompañado por algunos músicos de Ahí Vamos (2006), el disco anterior. “Cactus” con su charango, evoca identidad latinoamericana, y es uno de los temas más puros del conjun-
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D I S C O S PA R A L E E R
to. El corte que da nombre al disco derrocha menos virtuosismo de guitarra que el acostumbrado, pero sus líricas son más introspectivas. En todas las canciones hay acercamientos a los años 70 y 80 gracias al uso de vocoders, moogs y lapsteels, así como guitarras acústicas y mandolinas. En “Amor sin rodeos”, “Convoy” y “Tracción a sangre” se torna en una especie de road trip por
Qué duda cabe de que C4 Trío ha tenido su año más exitoso. Conciertos en todo el país y con importantes artistas foráneos, grabación de videos, nuevo disco, aclamación del público, reportajes de todo tipo. De los seis ensambles que conforman la Movida Acústica Urbana es el que más exposición ha tenido y el que mayor sensación causa, quizá porque nunca antes había existido un grupo de cuatristas que redimensionaran de manera tan distinta la sonoridad del instrumento emblema de la música tradicional venezolana. Entre manos es su segundo trabajo, en el que se refleja una mayor madurez, una notable evolución y un manejo comedido de las colaboraciones, entre las que se encuentra el soberbio
el viejo oeste. Este nuevo disco ha sido de nuevo grabado y coproducido de manera impecable por el venezolano Héctor Castillo. Maria Isabel Cerón
aporte del bajista Rodner Padilla, prácticamente el cuarto miembro. Las 11 piezas se pasean del merengue al vals, del bambuco al joropo, de la onda nueva al tambor, con composiciones entre otros, de Aquiles Báez, Pablo Gil, Hamilton de Holanda y de los tres protagonistas: Jorge Glem, Héctor Molina y Edward Ramírez. A destacar la magnífica mezcla de Darío Peñaloza, que separa los cuatros en tres canales distintos. Además, se incluye un revelador DVD con tres piezas grabadas en vivo en Corp Banca. Gran disco. Juan Carlos Ballesta
Vaya debut el de este trío que conforman el guitarrista Eric Aldrey (Le Picó), el baterista Rafael Cadavieco (Holocausto, Zapato 3) y el bajista y cantante Erwin “Wincho” Schäfer (Sentimiento Muerto, PAN, Sur Carabela, Pepa y otros). Con una estructura simple pero sólida, sin efectismos, logran ensamblar un trabajo redondo y emotivo, que entra rápidamente por nuestros poros y cerebelo, gracias a una serie de canciones llenas de vitalidad guitarrera y excelentes textos, algunas de las cuales Wincho había montado con el grupo Pepa durante el 2008. La Banda, sin quererlo, se erige en una rara avis dentro del rock venezolano actual, abordando temas como la hostilidad de Caracas, la política y las apariencias, sin descuidar la temática clásica del amor, pero sin los clichés característicos. Musicalmente los vínculos hay que buscarlos en los años 80, tanto en la new wave británica como en el pop hispano de Ariel Rot. Gran disco de rock. Juan Carlos Ballesta
Siempre así...
Quinta Giuliana
Chickenfoot
Diego Vivas
Eduardo Vallejo
Leonardo Bigott
Andrés Pagani
Galaktika Records
Freeland
Galaktika/Kompakt. 2009. Venezuela/ Colombia
Marine Parade. 2009. Reino Unido
Compilation Mix
Hace unos años el venezolano Maurice Aymard fundó el sello Galaktika en Caracas. Lo que comenzó como una iniciativa de corto alcance se convirtió en algo más sólido con la mudanza a Barcelona, España. Desde allí ha impulsado a diversos talentos de la música electrónica de Latinoamérica y algunos de España y el resto de Europa. Este doble disco es una excelente muestra de su catálogo pasado, presente y futuro, mezclado por el propio Aymard (CD #1) -quien se mueve en los linderos del deep house- y el colombiano Pablo Bolívar (CD #2) -en terrenos del techno. Hay nombres que se repiten en ambas mezclas,
Cae nieve en Caracas
Cope
entre ellos el merideño Garnica, el español Iñaqui Marín o el mismo Bolívar. Ambos discos transcurren como un continuum, tal como ocurre en la mesa de mezcla de cualquier club nocturno. Una buena forma de aproximarse a uno de los sellos más vitales de la actual electrónica de baile. Danielle Visconti
Freeland se proclama adalid de la tecnología como medio para hacer rock del fuerte, del bueno, el que se mete en las tripas y te hace explotar. Cope es un viaje sin respiros por una megalópolis sonora para el aquí y el ahora, hipertecnificada, saturada de energía sin control, como recorrer una autopista diseñada sobre un sistema de agujeros de gusano que atraviesan supernovas, quásares y pléyades a la velocidad del asombro, con algo inesperado, alucinante, en cada bifurcación. A los segundos ya el primer tema nos satura mente y cuerpo con sus indetenibles olas de voltaje. Cope no tiene interés en hacer filosofía techno, sino en trastornar el pensamiento y
ahogarlo en bulla imparable. Y en el frenesí de este abordaje frontal, la sorpresa: la inteligencia brutal, el detalle escondido, brillante y profundo, que nos vuelve a poner todo patas arriba. Uno de los mejores del año. Quizás uno de los nuevos clásicos del género. Gustavo Reyes
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DISCOS PARA LEER
Abraham Gustin
Grizzly Bear
Linda Mirada
Litto Nebia y hugo Diz
Ofelia Del Rosal
Patrick Wolf
Independiente. 2009. Venezuela
Warp. 2009. EE UU
Music4girls. 2009. España
Melopea Discos. 2009. Argentina
Independiente. Venezuela. 2008
Nylon. 2009. Irlanda
Abraham Gustin, hasta ese momento conocido por su obra como artista plástico, decidió hace tres años incursionar en la música con el disco La casa de David, dedicado a su hermano. Ahora reaparece con Blue, un disco que refleja que el tiempo ha actuado a su favor. Se nota en este trabajo su crecimiento como compositor e intérprete y un manejo inteligente de las colaboraciones, que son muchas y variadas: Luis Julio Toro, Benjamín Brea, Alí Agüero, Eddy Pérez, Miguel Blanco, Rodner Padilla, Euro Zambrano, Franco Castellani –quien es el arreglista y director musical. Aunque el piano de Gustin es el protagonista principal, la sección de cuerdas conformada por músicos de las Orquestas Sinfónica Municipal y la Juvenil posee una presencia notable a lo largo de las doce preciosistas piezas, entre las que hay tres valses y varias de inspiración académica.
Este cuarteto residenciado en Nueva York regresa al ruedo con este álbum de pop, tan meticuloso como lleno de preciosismos. Esta vez dieron con la combinación perfecta de instrumentos acústicos, arreglos vocales y sonidos orquestales, que les ha hecho ganarse comparaciones con grupos de la talla de Sigur Rós o Animal Collective. A diferencia de Yellow House, su álbum anterior, Vecaktimest es una apuesta por todo lo alto, lo que indica que éste es su trabajo más elaborado. En esta ocasión han contado con la colaboración del compositor Nico Muhky; la vocalista de Beach House, Victoria LeGrand; The Acme String Quartet y The Brooklyn Youth Choir. Un álbum que revela en detalle una producción pensada como un todo y llevada a cabo con un nivel de perfección que muy pocas veces se puede alcanzar.
Para bautizar su proyecto musical, la cantautora española Ana Naranjo se apropia del nombre de Linda Mirada, uno de los personajes de la serie televisiva infantil Plaza Sésamo. China es otra cultura, es su primera producción discográfica y tiene como productor al músico norteamericano Bart Davenport, quien además colabora en parte de la instrumentación. Otro músico que participa es Monte Vallier (Swell). Como resultado este álbum logra conciliar el electropop melódico con ecos palpables del sonido propio de la música dance europea de los 80, mejor conocido como Euro Disco. Las letras desnudan anécdotas de un contexto urbano y nocturno, siendo protagonistas los vericuetos de las relaciones amorosas, pero desde un enfoque a veces ingenuo. Canciones ligeras y bailables, potenciales himnos pop entre lo mundano y festivo, entre lo sencillo y lo vintage.
La virtud del día es el encuentro de dos trovadores que transitan entre la música y la palabra. Litto Nebbia, uno de los pioneros del rock en Argentina, prolífico músico que ha explorado diversos géneros como el rock, el jazz, la música folclórica, autor de más de mil canciones; y Hugo Diz, escritor, artista plástico y creador de una obra poética compacta y fecunda. Ambos, unidos por la amistad y la creación artística, ya habían colaborado en el álbum Danza del corazón (2005), donde se graba por primera vez el tema Abrigos del mar, que renace ahora versionado. En esta antología musical, se puede rozar de cerca el universo poético de Diz, quien contribuye con letras nuevas y anteriores versos, además de la riqueza musical de Nebbia, su voz y melodías. Ambos creadores han gestado una obra de verídica belleza, un magistral canto al amor y a la vida.
Ofelia del Rosal llega a su sexta producción musical con este nuevo álbum. Debo decir que ha sido una grata sorpresa encontrarla interpretando algunos de los temas que fueron estampas de la música bailable de años añorados. Coincido con los acertados comentarios del respetado periodista César Miguel Rondón, cuando expresa: “es el disco más osado y arriesgado de Ofelia”. Es tal vez la riqueza armónica del jazz, el vínculo idóneo con el que Ofelia ha abordado este interesante, intenso y arriesgado trabajo de 13 temas que su bien articulada voz redimensiona en sutiles elegancias. Así, “¡Epa Isidoro!”, “Caracas vieja” y, en especial, “Se necesitan dos”, son llevadas a esas delicadas sonoridades que con maestría logran los arreglos de Gustavo Carucí. Este tributo a Billo Frómeta tiene sorpresas muy agradables.
Violinista, cantante y compositor, el irlandés Wolf ya había compuesto música a los 11 años. A los 14 ya pertenecía al grupo de art pop Minty, el cual capturó la atención del sello Fat Cat. Poco después formaría el dúo de noisy Maison Crimineaux, para finalmente comenzar su carrera como solista a los 20 con Lycanthropy (2003). A partir de ahí su carrera comenzaría el ascenso, con dos discos, Wind In The Wires (2005) y The Magic Position (2007) surfeando entre el electropop dramático, el pop de cámara y ciertas influencias del mejor techno-pop de los 80. A sus 25, edita el cuarto disco, con el cual sigue explorando esos terrenos barrocos y llenos de detalles. Su voz crepuscular y emotiva conduce todo el álbum, de los temas más épicos a los más románticos. Patrick nunca baja de notable.
Mariela Cordero
Mariela Cordero
Blue
Veckatimest
Verónica Rubial
China es otra cultura
La virtud del día
Bill’azz
The Bachelor
Juan Carlos Ballesta
Leonardo Bigott
Eduardo Vallejo
Putumayo Presents African Reggae
Varios
Putumayo. 2009. EEUU
Recopilación construida por 10 temas de la música de origen jamaiquino interpretada por artistas africanos, quienes cantan en sus lenguas autóctonas y en las que los colonizaron (inglés, francés y portugués), incluyendo creolé (mezcla de éstas con las autóctonas). Y uno se pregunta ¿cómo llegó el reggae a África? Fácil imaginárselo: de la mano de Bob Marley, no sólo sus grabaciones, sino que el cantautor visitó esas tierras en 1979 y 1980, cuando se presentó con su banda The Wailers en Zimbabwe y Gabón. Entre los artistas en este disco están: Ismael Isaac de Costa de Marfil, Mo Kalamity & The Wizards de Cabo Verde/Francia, Bingui Jaa Jammy de Burkina Faso, One Love Family de Cabo Verde/Portugal, Ba Cissoko (Guinéa) con Tiken Jah Fakoly (Costa de Marfil), y Majek Fashek de Nigeria, quien siempre ha dicho: “El reggae es africano no jamaiquino”. Jesús M. Corral
Los Amos del Valle
Melody Gardot
Soulsavers
Broken
Tapuruina
Producciones Manachoshoes. 2009. Venezuela
Verve. 2009. EE UU
V2 Records. 2009. Reino Unido
Independiente. 2009. Venezuela
Melody fue atropellada por un auto hace cinco años; estuvo inmovilizada por fracturas y se volvió hipersensible a la luz y al sonido; hoy, la chica del bastón, lentes oscuros y earplugs, nos presenta esta joya, digna de mil veladas, aún para los más ásperos gustos. Jazz y blues aderezados con el vibrato de esta joven de Philadelphia. El legado de Nina Simone, Fiona Apple y Norah Jones se sienten en “Your Heart Is As Black As Night” y “Lover Undercover”. “If The Stars Were Mine”, es pura bossa nova, así como la versión de “Over The Rainbow”. “Our Love Is Easy” es la más profunda y rotunda; mientras “My One
Quién sabe qué esperan algunos cuando saben que gente como Jason Pierce y Mike Patton son invitados a este nuevo revuelque de estudio convocado por Rich Machin and Ian Glover. Generalmente es más un asunto de curiosidad que de esperar una orgía abigarrada de tendencias, invenciones y toda suerte de atrevimientos musicales; así que si queremos degustar Broken, la clave está en la gutural expresividad de Mark Lanegan. Y aún con esto lo que pienso de primer impulso cuando escucho casi cualquier tema del disco es: Pink Floyd. No son sólo los largos intros destilados a punta de electricidad aletargada, es también la cadencia del
El universo musical del país sigue ofreciendo un amplio abanico de opciones y sorpresas. El cuarteto Tapuruina se ubica dentro de los terrenos menos obvios y libres, con una propuesta que sobrevuela tangencialmente el noise, la improvisación, el jamming y la música para performances. El resultado no es habitual ya que el protagonismo y la convivencia -a diferencia de otras propuestas de su tipo- es entre la guitarra eléctrica de Carlos Almaral y la percusión de Aarón y Jose Gregorio Estraño. Sobre ellos revolotea la versátil voz de Anna Rosa Rodríguez, a veces fantasmal, otras asumiendo sonoridades selváticas, de aves y animales salvajes o libre co-
Representando
El cuarteto (Todos somos) Los Amos del Valle representa un interesante intento de fusionar la música afrovenezolana con el jazz, el bossa nova, el flamenco y algunos ritmos latinos, con ocasionales bases electrónicas, un terreno que no resulta fácil acometer con sinceridad, sin caer en clichés. Rafael “Nacho” Suárez (voz principal, percusión latina, cajón, palmas), Juan Ernesto Velásquez (guitarras), Army Zerpa (bajo) y Alexandra Alvarez “La Chewee” (cajón, palmas, coros) son el núcleo central de este grupo caraqueño cuyo disco debut compuesto por 11 variados temas es un buen termómetro de lo que podría transformar-
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D I S C O S PA R A L E E R
My One and Only Thrill
se en una fructífera carrera. Suárez canta como si fuera un salsero nacido en Sevilla, mientras Velásquez y Zerpa construyen una buena base de “afrojazz flamencozolano”. La participación de Egmidio Suárez (teclados, arreglos y producción) redondea el prometedor resultado. Juan Carlos Ballesta
and Only Thrill” es la quintaescencia de la canción de amor. Fascinantes los arreglos orquestales en todos los temas, rodeando la solidez y unicidad de la voz de Gardot. Maria Isabel Cerón
Bela Fleck
Throw Down Your Heart: Tales From The Acoustic Planet, Vol. 3, Africa Sessions Rounder. 2009. EE UU
En el año 2005 este banjoista estadounidense ligado al jazz, se fue a varios países africanos, gracias a las gestiones adelantadas por algunos músicos locales. Fleck tenía la meta de buscar, de alguna forma, el origen de su instrumento, llevándolo a la vez de regreso a África. El banjo, instrumento principal de la música autóctona de Estados Unidos, es una creación de los esclavos africanos establecidos en el sur de aquel inmenso territorio. De dicho viaje surgieron un documental homónimo y este excelente disco, registrado tras pasar por Uganda, Tanzania, Gambia, Malí. Allí se unió a Richard Bona, Baaba Mal, Toumani Diabaté, D’Gary, Oumou Sangaré, juntando su banjo a instrumentos que pueden ser su eslabón de origen: la Kora y el Ngoni, ligados a los Griots, los Juglares que transmiten oralmente su cultura. También aparecen en los temas (18 en total) grupos vocales femeninos, de marimbas y tambores. Jesús M. Corral
Tapuruina
sonido, sus anhelos de trascendencia y hasta su gusto por el gospel y el soul. Soulsavers se especializa en himnos penumbrosos repletos de texturas y cierta espiritualidad inconsolable, que en Broken logran hacer descansos para dejar entrar bocanadas de espíritu y luz. Gustavo Reyes
mo el viento atravesando entre árboles. El disco está impregnado de mística, espiritualidad y amor por la naturaleza, lo que se refleja en el arte y en títulos como “Ciclo de los cuatro elementos”, “Ciclo del Origen y la Transmutación” o “Sabiduría, Ciencia y Sanación”. Juan Carlos Ballesta
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DISCOS PARA LEER
D I S C O S PA R A L E E R
Devendra Banhart
The Vaselines
Virginia Ramírez
The xx
Wavves
Cinema Sun
Wild Beasts
Yusuf
Warner. 2009. EE UU
Sub Pop. 2009. EE UU
Independiente. 2009. Venezuela
Young Turks. 2009. Inglaterra
Fat Possum. 2009. EE UU
Domino. 2009. Inglaterra
A&M Records. 2009. Inglaterra
Devendra es un híbrido cultural interesantísimo. Un gringoveneco, hippie y excéntrico con bocanadas de misticismo que, actualmente, resulta pilar indiscutible en la nueva oleada folk norteamericana. En What Will We Be, su sexto elepé, se respiran cincuenta minutos de sosiego y cadencia de melodías, con ciertos momentos más fogosos (“Rats”). La placa, que lo aleja de la producción independiente y posee catorce cortes, registra un sonido donde habitan cómodamente letras en inglés y español, guitarras calmadas, voces con vibrato a veces casi eclesiásticas, y títulos que no suenan ajenos a estas tierras tropicales (“María Lionza”). Si bien el anterior Smokey era toda una invitación a celebrar, acá es tiempo para descansar la juerga, y en sillón plácido, catar las bondades de las melodías downtempo.
El nombre suena conocido, pero no estamos seguros ¿verdad? Pero si digo que “Jesus Wants Me for a Sunbeam” –sí, la que cantó Nirvana en su celebérrimo Unplugged– es uno de los grandes “clásicos” de The Vaselines, entonces por lo menos la referencia se tiene. Y digo “clásico” no por sarcasmo hacia estos alternativos que nunca pasaron de cierto limbo –no por culpa propia–, sino porque el tema seguramente jamás habría sido conocido de no presentarlo Cobain. Por eso el título, como una presentación, le viene al dedo a esta reedición –mas demos y grabaciones en vivo– de una anterior compilación de todo, todo lo que editaron estos tipos (dos EPs y un larga duración) allá, en los ya casi lejanos 90 (por si te los perdiste): una obra indie, con guitarras sin pulir, nunca estridentes, casi líricas, como un Velvet Underground pastoral y minimalista.
Manos y alma es el segundo disco de la pianista tachirense hija de poetisa y arpista, graduada como pianista, concertista y profesora de piano en la Escuela Nacional de Música de la Habana, Cuba. En las 11 piezas que lo componen -8 de ellas originales de Virginia- el jazz se fusiona de forma natural con el merengue caraqueño, el vals, el joropo, la danza zuliana los ritmos afrovenezolanos como el bambuco, el sangueo de Patanemo y la gaita de tambora, así como el blues, el calipso, el reggae y el jazz latino. La acompañan Nené Quintero (percusión), Roberto Koch (bajo) y Diego Maldonado (batería) y una serie de invitados especiales, entre ellos Gerry Weil, Adolfo Herrera, Aquiles Báez, Alexis Cárdenas, Héctor Molina, Jorge Glem y Edward Ramírez. La cuidada presentación y la excelente grabación ayudan a conformar un disco de excelente factura.
El disco debut del recientemente formado grupo inglés The xx, compuesto por cuatro jóvenes de Londres entrega un disco sumamente íntimo y perfectamente logrado. Cuenta con dos vocalistas (Romy Madley y Oliver Sim), que en algunas canciones cantan a dueto, en otras se hacen coros mutuamente y en algunas cantan solos, con lo cual comienza lo poco común de un disco que más que cantado parece susurrado al oído. Las instrumentaciones son sencillas, sin muchos efectos de producción, con una formación clásica de guitarra, bajo, teclados y batería; pero llenas de influencias de estilos tan variados como el R & B, el dubstep o el dream pop de los 80. Un disco que merece ser escuchado varias veces con detalle, de un grupo que seguramente nos traerá mucho más en el futuro.
Este es el proyecto de Nathan Williams, un chico de 22 años de San Diego, que ha sido reconocido por el público y por su disquera a través de Internet. En su corta e inexperta carrera en la música ha editado dos trabajos en tan sólo cuatro meses, utilizando una grabadora de cassette Tascam y el software Garage Band. Este segundo disco marca su estilo NoFi: reverberaciones, ecos, distorsiones y efectos de feedback. Williams utiliza el ruido como un instrumento, paseándose por ritmos saturados y de pop punk. Su voz viene acompañada de efectos análogos y sus letras hablan de drogas, skate, aburrimiento y su fobia al mar. Es en definitiva un trabajo que rememora a bandas como No Age o Sonic Youth y que lo posiciona como un artista referencial en las nuevas formas de hacer pop.
Producciones Monandsan. 2009. Venezuela
Algo en Limbo, Panto (2008) no me convenció nunca; un sonido quejoso, como de carrusel de piano bar decadente, algo inaguantable en dosis largas. No hubiese pensando que lo que le hacía falta al infatigable falsetto de Hayden Thorpe para librarse de cierto histerismo –y hacerse a su manera irresistible- era una pizca discreta y elegante de funk-dance, sutil pero decidida, y hasta atmosférica –si es que eso puede existir. En este formato, Hayden deja de ser delirante y se hace seductor y descreído a la vez, como un bohemio al que le duele jugar a la indiferencia y no puede dejar de visitar el café más de moda. Todo suena claro e inmediato, e intrincado y delicado al mismo tiempo. El asunto tiene el sabor al desencanto de un Depeche Mode o los guiños sombríos de The Rapture en sus comienzos, pero tímido, dejándonos espacio y tiempo para hacérsenos adictivo sin aviso, como pocos trabajos de este año.
Antes se hacía llamar Cat Stevens, pero se convirtió a la fe de Mahoma y mutó a Yusuf Islam. Algunas declaraciones a lo largo de los años sobre la geopolítica del Islam le trajeron injustas críticas y boicots. Desapareció durante más de dos décadas. En el 2006 publicó sorpresivamente Another Cup, un esfuerzo más que decente en reconectarse con la música. Aquel fue un buen álbum. Éste que ahora nos presenta es superior. Sigue siendo el cantautor taciturno y directo de sus primeros años, pero se nota ahora más sabio. Su voz no ha perdido ni un gramo de esa textura de seda que lo hace único. Destaca el sombrío pero magistral tema “The Rain”, una visión quasi apocalíptica del ánimo colectivo de nuestros días. En éste y en todos los temas del disco, las metáforas exhortan a creer y reflexionar, pero sin énfasis ni fanatismos. Un cantautor responsable, fiel a sí mismo y único. Una voz inolvidable. Medicina para el alma. Necesario.
What Will We Be
Henry González
Enter The Vaselines
Manos y alma
XX
Manuel Anzola
Juan Carlos Ballesta
Wavvves
Verónica Ruibal
Gustavo Reyes
The Veils
White Denim
Rubén Blades
Rough Trade. 2009. Inglaterra
Full Time Hobby. 2009. EE UU
Cuando escuchamos a The Veils nos pasa a ratos como con todas las bandas británicas de cualquier época, un asunto de tradición inescapable: reconocemos pedazos del pasado pop del Reino Unido de los últimos 50 años. Pero a pesar de los relámpagos de derrotismo glam que recuerdan a gente como Suede o Longpigs y cierta rabia que nos remonta al postpunk accesible del U2 de War, The Veils es un acto con drama propio, desbordado y teatral, como de telenovela rock. Finn Andrews –cabeza pensante y ejecutiva– remonta sus confesiones esta vez a niveles de clímax. Desde el estudio, suena exaltado y a la vez perdido sin opción de rescate en tormentas sónicas diversas, pero aún más,
Estos tipos son como los hermanos “cerebrales” y tranquilos de los Black Lips, sólo porque a diferencia de estos, no suelen ser expulsados con igual frecuencia de cuanto escenario pisan, ni asustar al público cuando orinan, vomitan o se besan en pleno escenario. Y para que quede claro, Fits es cualquier cosa, excepto una intelectualización de lo que podríamos llamar “garaje bizarro experimental” por puro jugar con las etiquetas, así que no hay que asustarse. El trío parece desquiciarse aquí un poco más que en aventuras previas, rozando niveles imaginativos de manicomio: sea blues zeppelinesco, juergas con ecos ambiguos de reggae o jazz, folk de alta suciedad; todo este material va directamente al estómago.
Independiente. 2009. Panamá/EE UU
Sun Gangs
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Fits
mucho más, en insondables océanos de calmada tristeza. Sun Gangs no es un disco de convencimiento inmediato, pero la habilidad del Andrews para entenderse con el alarido introvertido y el expresionismo eléctrico sin tomar más partido que el de sí mismo, nos hace creer en sus ensueños y miserias. Gustavo Reyes
Cinema Sun
En el panorama del indie rock caraqueño hay bandas para todos los gustos. Unas recogen las influencias de la new wave de principios de los 80 a través de bandas actuales que ya incluyen esas referencias. Otras van directamente a la fuente. Cinema Sun se nutre de The Police, The Tennants, Fischer Z y otros muchos grupos que en los 80 utilizaron guitarras con influencias del reggae pero insertadas en estructuras netamente pop. También hay ecos de The Cars. Los tres integrantes -que adoptan el apellido Sun- se alternan el rol de vocalista, quizá porque ninguno es realmente un consumado cantante. Muchas veces cantan a dúo y a trío. Si bien Cinema Sun tiene un terreno por delante para pulir su sonido, este homónimo disco debut, aun siendo irregular es un primer paso nada despreciable. Carlos Varela
Two Dancers
Gustavo Reyes
Cantares del subdesarrollo
O te le enfrentas y te dejas arrasar o le huyes a la onda expansiva –si tienes demasiada debilidad por la música domesticada-, pero no podrás serle indiferente a este trabajo que se anarquiza ante cualquier intento de clasificación. Gustavo Reyes
A la venta únicamente a través de Internet, tras su paso por el gobierno panameño. Lo grabó durante varios años en el garaje de su casa en Los Angeles, tocando casi todos los instrumentos y doblando las voces del coro y a sus cantantes-alter ego, Medoro Madera y Babá Quiñones. Asegura que es una continuación de los personajes y eventos que describió en los previos “Maestra vida”, ambientándolo en un barrio cualquiera latinoamericano. Da la sensación de que algo le falta,
Roadsinger
Jaime Antonio Álvarez
cierto vacío que pudieran ser los metales o el piano. A veces parece un demo, de ahí que nos luzca artesanal. Predominan el guaguancó y el son entre los once temas, cortos además, rematados en fade out lo cual nos deja con ganas de oír más. El estremecedor “País portátil” que por su
temática le encaja perfectamente a cualquiera de nuestros países, “Moriré” junto a Medardo Madera, “Las calles” y “La segunda mitad del noveno” –en la que recuerda a nuestro Musiú Lacavalerie en el coro–, son de los más destacables. Jesús M. Corral
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ENCUENTRO EN EL RUEDO Una historia posmoderna
6 Sentimiento Muerto. Foto: Andrés Leighton
En septiembre de 1989 un grupo de jóvenes productores con poca experiencia se aventuró con la organización de un concierto en el Nuevo Circo que juntó por primera y última vez a las tres emblemáticas bandas: Zapato 3, Desorden Público y Sentimiento Muerto. A 20 años de aquella importante jornada, uno de los organizadores recuerda los detalles y lo analiza a la distancia. FÉLiX ALLUEVA
programas de radio y uno que otro concierto); Jorge Sarmiento, para el momento, manager de Desorden Público y representante de DP7, productora no oficial de la mencionada agrupación; Luis Alberto Feaugas y Orlando Salinas, promotores culturales prestados a la producción de espectáculos, conformaban Acto Cuatro Producciones, y finalmente Kultura Subterránea donde terciábamos María Irene “Mayita” Urdaneta, Mauricio Vargas y el que escribe este artículo, pichones de productores. Cargados de buenas intenciones, poca experiencia y nada de dinero, decidimos tomar por asalto el rock nacional.
Cifras
A
A finales de la década de los 80 una serie de pequeños productores, ahora llamados independientes, tomaron la audaz determinación de organizar un gran concierto con tres de las bandas que mayor ruido causaban en el rockero underground caraqueño. Estos jóvenes productores indie se dejaron llevar por la euforia de un naciente movimiento musical que tendía a renovar el sonido y la imagen del rock “tradicional” venezolano y que apostaba por una corriente nuevaolera. Era una incipiente movida compuesta por adolescentes que criticaban absolutamente todo, nada profesionales y con cantos inmaduros pero cargados de una energía increíble. Esta es la historia de esa utopía llamada Encuentro en el ruedo.
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Origen
Carlos Andrés Pérez acababa de alcanzar el poder por segunda vez, el otrora gran partido del pueblo, Acción Democrática, había ganado las elecciones del año 1988 con 53 % de los votos. La exaltación típica del presidente Pérez, llevó al nuevo gobierno a celebrar el triunfo con un faraónico concierto en el Nuevo Circo de Caracas, una plaza de toros construida a principios del siglo XX en un estilo neo morisco. De esta manera se reactivaba un espacio por años subutilizado. Se concibe un evento donde intervendrían, entre otros, Fito Páez, Gilberto Gil, Ray Barreto y Soledad Bravo. Fue la coronación, en el ámbito cultural -como en los mejores tiempos del chavismo- de Carlos Andrés Pérez. Luego vendría el Caracazo. Meses después, en un bohemio apartamento de la Urbanización Los
Chorros del este de Caracas, acontece una reunión. Cuatro equipos de producción intentan ponerse de acuerdo sobre la posibilidad de realizar un gran concierto de rock, un suceso que hiciera pública y notoria la nueva movida musical de nuestro país. Así, Espacios Urbanos, Acto Cuatro, DP7 y Kultura Subterránea, refrendan una alianza para lo que sería Encuentro en el ruedo. José Tomás Angola, estudiante de comunicación social de la UCAB, propone como espacio adecuado el Nuevo Circo de Caracas, esto tomando en cuenta el éxito del evento de coronación de CAP. Posiblemente el mismo alcohol que afectaba a José Tomás hizo que aceptáramos ese disparate y avanzáramos en la locura. Angola, Héctor Riazuelo y Gualberto Briceño por Espacios Urbanos (unos muy jóvenes productores y cuya experiencia se remitía a
Esta alocada iniciativa de querer reunir en el Nuevo Circo de Caracas a diez mil personas provenía, además de la inexperiencia y fe ciega en el fenómeno post punk caraqueño, de la ilusión que provocaban algunas cifras derivadas de cercanos conciertos. Para el año 1987, una coalición entre Kultura Subterránea y DP7 había logrado la increíble cantidad (para esa coyuntura histórica) de 800 asistentes a un concierto de Desorden Público y la agrupación Etc (pop rock con tintes de ska, del cual queda como referencia el álbum Malas Compañías, 1989) en la cancha cubierta del Gimnasio Papá Carrillo frente al Parque del Este, ahora Parque Miranda. Otro dato estadístico, una agrupación poco atendida por los historiadores de la música de los 80: Novo Tango (pop rock cargado de toques electrónicos y buenas voces), logró hacer dos conciertos a sala llena en el Celarg (Casa Rómulo Gallegos), hablamos de 800 asistentes. Para el año 1988 bandas como Spias, una propuesta post punk (luego cambiaría a hard rock), Miguel Ángel Noya (electrónica), Radio Clip (new wave fresa) y Desorden Público mantenían un promedio de entre 300 y 500 personas por concierto. Los números nos llevan al año en cuestión, 1989. Estos son algunos datos para el primer semestre del año: el ciclo de conciertos de nuevas tendencias llamado Los Insurgentes: Zapato3, cuando transitaba del dark al hard rock, junto a la agrupación Trucos (primer nombre
de Los Amigos Invisibles), asistieron 400 personas; Lavandasinética y Skape, 300; El Rastro y El enano de la Catedral, 300; Los Gusanos, la prehistoria del rock mestizo, y Dur Dur, banda pionera del reggae en Venezuela, 200; nuevamente Zapato3, constantemente creciendo y haciéndose más populares, 400. Estas estadísticas, más la presencia de programas de TV, como A Toque, con Erika Tucker, Latinoamérica la raza cósmica, con Gregorio Montiel Cupello y Sonoclips, con Eli Bravo, espacios radiales (Sin audiencia con Eli Bravo, Espacios Urbanos con José Tomás Angola, El club de los 25 con Julio César Venegas y la programación de Radio Nacional, entre otros), la atención por parte de los medios de comunicación escritos, los fenómenos Sentimiento Muerto y Desorden Público e indudablemente el romanticismo de los productores mencionados, nos llevaron a diseñar Encuentro en el ruedo.
A trabajar
Era necesario pasar de esos espacios de cuatrocientas butacas, de teatros y de centros culturales, a locaciones más amplias. No se nos ocurrió mejor idea que saltar de recintos para cuatrocientas personas a otro para diez mil, ¡qué ilusos!. De tal manera que ese equipo de románticos postmodernos comienza a diseñar el plan de trabajo. Se crean varias unidades: mercadeo, montaje, difusión y promoción, seguridad. Aunque un poco locos por esa idea del Nuevo Circo, existía disciplina laboral y ciertos parámetros de planificación. Lo primero que hacemos es elaborar presupuestos, luego buscar apoyo financiero y entrar de lleno en la producción de campo. Aún conservo la hoja de cálculo que detalladamente armó el ya desaparecido Luis Alberto Feaugas (indudablemente, el más organizado de la camarilla). Un viaje en el tiempo. Honorarios profesionales de bandas: Desorden Público y Sentimiento Muerto, Bs. 50 mil cada una, y Zapato 3, Bs. 12 mil. De las posibles ganancias que generaría el concierto, las tres bandas participantes tendrían un porcentaje de ingresos. Sonido 100 mil. Iluminación 50 mil. Tarima 15 mil. Seguridad 10 mil. Seguro de responsabilidad civil 10 mil. Equipo de producción 30
mil. Gastos operativos Nuevo Circo 22 mil. Alquiler Nuevo Circo 50 mil. Estos eran los rubros más destacados. El concierto representaba poco más de cuatrocientos mil bolívares pre revolucionarios. Las entradas tendrían un costo de Bs. 150. Luego de estas proyecciones, manos a la obra.
Así sucedió
La tarde del sábado 30 de septiembre de 1989, se dejaba entrar al público al Nuevo Circo de Caracas con más de una hora de anticipación al evento. Prueba de sonido efectuada, camerinos controlados, equipo técnico dispuesto, todo bajo control. Como siempre, los fanáticos de las bandas ya estaban apostados en los primeros puestos al frente y muy cercanos de la tarima, no existía la barrera de seguridad. A medida que se acercaba la hora de dar comienzo al show, seguía llegando gente a los alrededores del coso de La Hoyada, al tiempo que arribaban las fuerzas del orden público. Primer incidente: efectivos de la Guardia Nacional comienzan a decomi-
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Zapato 3 6 Desorden Público. Fotos: Andrés Manner
sar (a quitar de una manera arbitraria, típico de esos años) las botas militares a los punk y dark que asisten al concierto. Así que decenas de jóvenes se quedan sin zapatos. El equipo de seguridad del evento decide, en un acto de solidaridad rockera, comprar zapatillas chinas y regalarlas a los jóvenes sin calzado. Estrictos en cumplir los horarios pautados, el concierto comenzó casi a la hora estipulada. Zapato 3, cuatro chicos nuevos en el ambiente, es el primero en abrir fuego. La mayoría de los asistentes iban por DP y SM, pero Zapato 3 logró poco a poco engancharlos. Carlos y Álvaro Segura, voz y guitarra líder respectivamente, salieron sin camisa en tono desafiante. Desfilaron temas como “Corrientes turbulentas”, “Tengo una idea muy obscena”, “Azul azul”, “Náuseas nocturnas” y una audiencia variopinta seguía con detenimiento las maromas de Carlos. Un público compuesto por la avanzada de posmos de raros peinados nuevos, la oscuridad de los dark, la franela blanca de algodón, jean azul y bota militar de los alternativos o los rude boys de Caricuao. Fue una buena tarde para Zapato 3, su primer concierto grande lejos de las
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salas de teatro. Luego se convertiría en el grupo de las giras nacionales, superando en fans a los grupos que teloneó ese anochecer de septiembre. Inmediatamente entra Desorden Público con el tema “Quiero escapar de ella”, seguido de “Promesas”. Los espectadores dan rienda suelta a un pogo, se crea “la olla” y todo el mundo a bailar. Este fenómeno de saltar y empujarse uno contra otro, relativamente nuevo en el país, trajo un efecto de tormenta del desierto. Tenemos que informar a los que nunca han asistido a una corrida de toros que el piso de esos espacios es de un tipo de arena que permita absorber sangre y otros líquidos provenientes de bestias y humanos que allí se desenvuelven. Esa arenisca se convierte en elemento fatal para los equipos de sonido e iluminación, además de la repercusión sobre los ojos, garganta y pulmones. Así que nuevamente el equipo de producción se mueve a conseguir mangueras conectadas a los distribuidores de agua para controlar la tormenta. Tres detalles de este toque de Desorden Público: estrenan look de mesoneros, o por lo menos eso era lo que le gritaba el público y Horacio Blanco, front-
man de la banda, respondía “qué se les ofrece”; creo que por primera y única vez incluyen en el repertorio una salsa llamada “Sal de una vez”; invitan a Sebastián Araujo, baterista de Sentimiento Muerto, a tocar un estreno: “Estoy buscando algo en el Caribe”. Ya para ese momento se sabe que la venta de boletos asciende a la cantidad de 2.870, un poco más de 20% de la capacidad del sitio. Hay que destacar que se veía bastante bien el sitio y que mucha gente calculó una asistencia mayor, sobre todo los músicos cuando quisieron cobrar su porcentaje de las ganancias. Sigue Sentimiento Muerto, la banda más esperada. Abre con “Manos frías” y se pasean por sus éxitos del momento: “Resiste”, “Qué es lo que te pasa”, “Sin Sombra no hay luz”, “Cabeza” (momento cumbre del concierto), “El payaso”, “Una extraña sensación de soledad”, “Descargar”. El audio queda grabado y esperando por un buen patrocinio que decida sacarlo al mercado. Este material reposa en los archivos de la Fundación Nuevas Bandas. Al final de la noche, tomamos conciencia que uno de los burladeros, esos grandes trozos de madera que sirve de protección al torero frente al toro, fue destrozado. ¿Cómo? Aún nos lo preguntamos. Un globo gigante que promovía la campaña para alcalde del político Claudio Fermín fue agujereado y por supuesto, desinflado. Las puertas de los camerinos (donde reposa y se prepara el torero) fueron destruidas. La seguridad contratada incluía a un carro blindado para sacar el dinero de la taquilla del Nuevo Circo (se pensó en todo). Al carro blindado se le entregó un par de pequeñas y escuálidas bolsa de dinero. La escena era tragicómica. Mucha seguridad para tan poco dinero. El desmoralizado equipo de producción, al finalizar la faena, terminó tomando cervezas en una tasca de la parroquia Candelaria.
CAYAYO TROCONIS
Sigue rockeando Hace 10 años la noticia de su muerte impactó profundamente a la comunidad rockera. Para entonces, Cayayo, cálido, desfachatado y talentoso como siempre fue, comandaba la agrupación PAN y producía el recordado ciclo de conciertos Los Miércoles insólitos. Antes, había sido alma motora del trío Dermis Tatú –que muchos consideran la quintaesencia del rock de los 90 en Venezuela– y fundador de Sentimiento Muerto, una de las agrupaciones claves del último cuarto de siglo. Cayayo es ahora un referente para viejas y nuevas generaciones, una mezcla de mito y leyenda cuyo legado está más vigente que nunca. YUMbER VERA
Balance
Veinte años han pasado y el balance se ve positivo. Fue un proyecto romántico con la finalidad de empujar el naciente movimiento musical a otro estadio. La promoción cumplió con el objetivo anterior, los grupos realmente se expusieron a la sociedad. Se conquistó otro espacio para conciertos. Se movilizaron sobre las 3.000 personas, un logro para el momento ya que se venía de un reflujo en la movida rockera venezolana. Zapato 3 capitalizó el concierto, pues inmediatamente ascendió, captó a ese público que no los conocía. No hubo pérdidas, todos los que trabajaron cobraron. La organización funcionó, fue eficiente, dando pie al surgimiento de otras experiencias (por ejemplo, la Fundación Nuevas Bandas) y el seguro de responsabilidad civil tomado por los organizadores, pudo pagar los destrozos causados esa noche de finales de septiembre de 1989.
Sala Mata de Coco, Caracas, junio 1986. Foto: Andrés Manner
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A
4 Dermis Tatú: Castillo, Araujo y Cayayo, Caracas, 1993. Fotos: Andrés Manner. Sentimiento Muerto: Castillo, Pingüino, Cayayo, Araujo y Dagnino, Caracas, 1991. PAN, Cayayo, Argel, Miguel Toro y Wincho, en Bello Monte, Caracas, 1999.
Aunque muchos insistan en convertirlo en el Kurt Cobain criollo, Cayayo Troconis está lejos de parecerse al otrora líder de Nirvana. Si bien en vida no tuvo nada que ambicionarle al arquetipo de la movida de Seattle, a 10 años de su fallecimiento las distancias entre ambos son cada vez mayores. Posiblemente lo único que los aúne sea la manera trágica de sus muertes y, acto seguido, el vacío que dejaron en el rock. No se trata de una exageración ni de un error, el cantautor caraqueño ha sido, sin duda, una de las figuras más talentosas y maravillosas que legó el género acuñado por Alan Freed. Dos situaciones le jugaron en contra para su universalización: el haber nacido en un país en el que el rock no es ni será cultura y el descubrimiento tardío de su obra. Sobre el primer ítem, a pesar de las vueltas que dio por América y Europa, de la posibilidad de tomar como residencia Buenos Aires para dedicarse con Dermis Tatú a desarrollar una trayectoria en una escena real o de la oferta que recibió de Aterciopelados para convertirse en su guitarrista tras la disolución de Sentimiento Muerto, Carlos Eduardo
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(su nombre de pila) estaba convencido de que debía seguir intentándolo en Venezuela, donde tuvo que rogar para sonar en las radios, padecer la indiferencia de la prensa gráfica o sólo encontró exposición televisiva en programas de pacotilla. Por otra parte, debido a la inanición de la industria discográfica local -mucho antes de que se le echara la culpa a la piratería y de que el Disco de Oro bajara de las 100 mil copias de los años 80 a los 5 mil ejemplares de la actualidad-, los álbumes editados por los grupos en los que militó dejaron de encontrarse básicamente durante la primera mitad de esta década, lo que, luego de su desaparición física, alimentó todavía más el culto en una progenie que no alcanzó a disfrutarlo en vida, que prefirió mitificarlo a transformarlo en leyenda (la diferencia entre ambas es que la primera tiene como base la imaginación, al tiempo que la segunda combina el hecho con la fantasía) y que se dedicó a escarbar disciplinadamente en su heraldo musical. Además de Sentimiento Muerto, Dermis Tatú y PAN, la cosmogonía grupal de Cayayo tam-
bién la representaron las bandas de punk Dead Feeling y Sabotaje, la dupla hardcore M-16 y el conjunto de post punk Cero a la Izquierda que, a diferencia de los recientemente enumerados, consiguió registrar algunas maquetas. Este despliegue sonoro comenzó a los 14 años, después de que conociera de primera mano, a partir de una de sus hermanas y algunos primos, la música moderna que causaba estragos en las radios de Europa y Estados Unidos, y por la que se sintió fascinado apenas la escuchó. Aparte de la influencia heredada de sus nueve hermanos mayores, este alquimista de la canción, quizá por haberse estrenado en las lides del rock a tan temprana edad, supo desarrollar un olfato por la novedad que le permitió adaptarse a cualquier género, evolucionar rápidamente y ubicar en el cénit de la música popular contemporánea criolla temas que hoy son considerados himnos. Justamente una de sus grandes cualidades fue la versatilidad, lo que le ayudó a transitar del post punk de Sentimiento Muerto, al hard rock con actitud indie de Dermis Tatú y al funk hiphopeado de
PAN. Pese a que el saxo y la batería fueron los instrumentos a los que accedió inicialmente, el bajo se tornó en su puerta de entrada al estremecimiento musical y, más tarde, con la guitarra adquirió una cualidad liberadora única en el rock venezolano. Su forma de interpretarla, que ha marcado escuela, combina groove, vértigo e identidad afrocaribeña. No obstante, el decidirse a asumir el rol de frontman fue lo que logró que Cayayo alcanzara el estatus de artista integral que hoy ostenta. Luego de contar con el apoyo de Pablo Dagnino, Troconis, quien tan sólo se limitó a cantar un tema en Sentimiento Muerto (“Agradable calor”), se puso frente al micrófono con los Tatú, evidenciando un tacto vocal maravilloso que podía pasar de la sutileza absoluta a la mayor fiereza. Otro de los rasgos que lo distinguió por sobre muchos artistas de su generación fue el de que a través de sus canciones retrató a Caracas y su gente con una perspectiva sensible, rabiosa y, por sobre todo, urbana. La metáfora, la prosa de flexibilidad autóctona y su aguda capacidad de descripción lo establecieron co-
mo uno de los grandes juglares del rock venezolano, al lado de figuras de la talla de PTT Lizardo, Yátu o Yordano. Más allá de los trazos hasta aquí destacados, lo que alimentó el sentimiento que se vive por Cayayo en esta época tiene que ver más con la ausencia de liderazgo que padece la escena rockera local. Dibujante como ninguno y proto empresario (con el sello Tas Sonao Discos y la productora Los Insólitos) calificado más por su corazón que por su habilidad para los negocios, Cayo (para la cofradía) hizo de la tenacidad, de las agallas, de la honestidad y de la rebeldía sus armas para llevar emprendimientos que para muchos hubieran sido insostenibles. Su calidez, desfachatez, camaradería y ese ángel que sedujo a todo aquel que tuvo la suerte de tropezárselo alguna vez, se convirtieron asimismo en el identikit de un exponente que mereció trascender más allá del tiempo y que hizo que adentrarse en las fauces del rock en Venezuela realmente valiera la pena.
5 En la parte superior de izquierda a derecha: •
Dermis Tatu: Cayayo, Castillo y Araujo. Caracas 1993. Foto: Andrés Manner
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Sentimiento Muerto: Dagnino, Castillo, Araujo y Cayayo. Bogotá, 1992. Posada El Tao. La Azulita, Mérida, 1995. Bogotá, 1992. Londres, 1995 Parada de autobús en Londres, 1995. Dermis Tatú en S.O.B.’s, Nueva York, 1995. Edificio de la BBC de Londres, después de la entrevista, 1995.
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Fotos de Iván Gabaldón:
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AYER Y HOY
KEITH RICHARDS R EDUARDO VALLEJO
5 6 1964 1965 1995 2008
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Referirse a Keith Richards como el más grande guitarrista en la historia del rock no resulta descabellado. No es el más rápido ni el más habilidoso, tampoco es el más técnico ni mucho menos el más perfeccionista. Ni falta que hace. Si tuviera esas características no fuera Keif, ni sería el artífice de muchos de las más grandes canciones compuestas en los últimos 45 años, ni mucho menos hubiera fundado y mantenido a flote a The Rolling Stones, la más longeva y admirable de las bandas de rock. Su verdadero poder está en las ideas, en su actitud honesta y distendida, en la especial forma en que sus toscos dedos rasgan las cuerdas y, por supuesto, en la facilidad para componer inolvidables riffs de guitarra como los de “Satisfaction”, “Jumpin´ Jack Flash”, “Street Fighting Man”, “Brown Sugar”, “Gimme Shelter”, “Start Me Up” y muchos más. Richards representa uno de los casos más heroicos del rock, una paradoja en si mismo. A pesar de los excesos cometidos durante los años 60 y 70 –y en menor grado en los 80-, que incluyen su adición a varias drogas, al cigarrillo y al alcohol, ha podido sobrevivir y lo que es más milagroso, mantenerse musicalmente activo y con una lucidez apabullante. Richards es un héroe con aspecto de campesino, que vive su rol con intensidad. Hubiera podido nacer en el Delta del Mississippi. Mientras Mick Jagger es extrovertido e inquieto, Keith refleja hedonismo y placidez. Aunque las múltiples piruetas y muecas de Jagger en escena concentran la atención, muchas miradas se posan en Richards, en especial cuando se posiciona para rasgar la guitarra, momento previo a la explosión de uno de sus musculosos y sólidos riffs, a los que a veces sigue un silencio, que también maneja a la perfección. Su interés nunca han sido los solos, aunque también tiene algunos memorables como los de “Gimme Shelter”, “Sympathy for The Devil” o “Time Waits For No One”.
Richards resulta difícil de ser imitado, entre otras cosas porque sus guitarras frecuentemente poseen sólo cinco cuerdas, a la manera de muchos bluesistas del Delta, lo que permite una digitación más limpia. Cuando Richards y Jagger, compañeros de escuela primaria, se encontraron en una estación de tren en 1960 luego de varios años sin verse, la sintonía fue inmediata. Mick llevaba consigo una serie de discos de blues que impactaron a Keith. Aquel disco debut de abril de 1964 fue una manifestación de arrojo, con rock and roll y blues a partes iguales. La guitarra sonaba sucia, tan desaliñada como el aspecto que proyectaba la banda. Pero ese era y ha sido siempre su encanto principal. Fue el inicio de una carrera fulgurante que transformó a The Rollins Stones en la banda más popular de los 60, después de los Beatles. Desde entonces su paleta sonora se amplió agregando country, folk, soul y reggae. Durante los primeros quince años, Richards nunca sintió la necesidad de expresarse más allá de las fronteras de su banda, ni en la etapa con Brian Jones ni en la siguiente con Mick Taylor, hasta que en 1977, en medio de su más difícil etapa personal en la que, además de sus problemas legales por consumo y posesión de heroína, su hija Tara murió repentinamente, grabó el single “Run Rudolph Run”. Luego en los 80, cuando Jagger se negó a salir de gira tras el disco Dirty Works (1986), Keith lanzó Talk Is Cheap (1988) su primer disco solista, acompañado de la banda formada para la ocasión The X-pensive Winos. Fue disco de oro. De la gira que lo siguió surgió Live at the Hollywood Palladium (1989) y tres años después Main Offender (1992). Pero los Stones siempre han sido su vida, un grupo que es más que la suma de las partes. El venerable Keif cumple 66 este 18 de diciembre, con la cara ajada y la voz ronca, pero con el mismo espíritu y actitud que irradiaba desde la pequeña tarima del Crawdaddy Club de Londres en 1964.
1969
Un año para la historia
Hace 40 años, a las puertas de comenzar una nueva década, se produjeron importantes acontecimientos para la historia del rock. Grupos para ese entonces ya famosos, como The Beatles, The Rolling Stones y The Who, y otros que recién debutaban –King Crimson, Santana y Led Zeppelin– editaron discos de especial relevancia, los cuales permanecen vigentes y lozanos, influyendo desde entonces a una generación tras otra.
Blind Faith
Blind Faith
Polydor. 1969. Inglaterra
Uno de los grandes sucesos al final de los años 60 fue la unión de tres famosos músicos, que a pesar de su juventud ya ostentaban una trayectoria importante: el guitarrista Eric Clapton, 23 años, (The Yardbirds, John Mayall, Cream), el precoz teclista y vocalista Steve Winwood, 20 años, (Spencer Davis Group, Traffic) y el veterano baterista Ginger Baker, 30 años, (Blues Incorporated, Graham Bond Organisation, Cream). A ellos se unió el bajista Rick Grech (Family). La carrera de Blind Faith fue tan corta como bombástica. La banda fue publicitada como un super grupo, como lo había sido Cream, disuelto por la guerra de egos. A pesar que los contratos llovieron, el cuarteto sólo pudo grabar un disco y presentarse unas pocas veces en Estados Unidos e Inglaterra, antes de que Clapton desistiera de seguir. Blind Faith conjugó todo lo bueno y malo de la industria discográfica. Su homónimo disco debut –con la famosa preadolescente desnuda en portada, prohibida en Estados Unidos– contiene apenas seis canciones, entre las cuales hay varias joyas como “Presence of The Lord”, “Sea of Joy” y la balada folk “Can´t Find My Way Home”. Bert Ackerman
E
Carlos Varela
En la historia del rock hay momentos y períodos de especial relevancia. El año 1969 ha si-
do, sin duda, uno de los más importantes y emblemáticos. Para un género que se encontraba en plena expansión, aquel año fue uno de los puntos de inflexión que mayor marca ha dejado. Aparte de Woodstock (ver Ladosis #5) momento culminante para la utopía hippie, se editaron una serie de discos de gran significación para el futuro del rock, entre ellos Let it Bleed de The Rolling Stones y Abbey Road (ver Ladosis #6) oficialmente el último disco grabado por The Beatles. También se publicó el único trabajo de Blind Faith, efímero grupo liderado por Eric Clapton y Steve Winwood que fue lanzando como una gran super banda y no pasó de un disco. Por su parte, The Who, en un momento de gracia, se atrevió con el monumental Tommy una de las más famosas obras conceptuales. Una segunda ola de músicos que empezaron a trabajar en los 60 pero que se hicieron fa-
mosos en los 70 empezó con paso firme en el 69. Una de los comienzos más abrumadores fue el de Led Zeppelin, cuyos dos primeros álbumes fueron editados el mismo año, con diferencia de diez meses. El impacto fue rotundo. Zeppelin elevó a otro plano la unión de blues, folk y rock. Uno de los debut más sorprendentes en más de 50 años de rock lo protagonizó King
Crimson con el fabuloso In The Court of Crimson King, piedra angular del rock progresivo. Otros famosos grupos ligados al género, Yes, Van Der Graaf Generator y Genesis, también debutaron, pero con discos de menor repercusión. Por su parte, Pink Floyd publicó su disco más experimental, Ummagumma, luego del cual comenzaron a convertirse en una banda masiva. Un todavía desconocido David Bowie editó su verdadero primer esfuerzo digno, Man Of Words/Man of Music, rebautizado a partir de 1972 como Space Oddity, título de la canción inspirada por la película “2001 Odisea del Espacio” de Kubrick. El rock en Estados Unidos vivía un momento de gran esplendor. Un protagonista especialmente brillante fue Credence Clearwater Revival, que en 1969 editó 3 discos fundamentales: Bayou Country, Green River –que coincidió con su presentación en Woodstock– y Willy & The Poor Boys. Se produjo ese año el debut de Chicago, una banda que en sus primeros años fusionó de manera magistral el rock con el jazz, antes de transformarse en una caricatura. Otro momento especial fue la aparición del homónimo debut de Santana, primer intento exitoso de combinar el rock con elementos latinos. En Venezuela vieron la luz dos discos históricos: Ladies W.C., una de las joyas del blues rock psicodélico de Latinoamérica, y el mejor y último disco de Los Impala: Impala Syndrome. A pesar de que han pasado 40 años, algunas obras permanecen lozanas y resistentes al tiempo, ya convertidas en atemporales, influenciando sin pausa a una generación tras otra.
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King Crimson
In The Court of Crimson King EG Records. 1969. Inglaterra
Pocos discos en la historia del rock son como éste, que representa una ruptura con lo que hasta ese momento se hacía dentro del rock y un punto de partida para buena parte de lo que sucedería en la década siguiente. Frecuentemente citado como el punto de arranque del rock progresivo, este álbum es mucho más que eso. Una mezcla de jazz, psicodelia, minimalismo y música académica impregnan las cinco composiciones, cada una con peso específico propio. La fiereza de “21st Century Schizoid Man”, cuyo título encandila y conmociona todavía, es un arranque salvaje en el que el saxo de Ian McDonald y la batería de Michael Giles conducen al resto en una carrera frenética y apasionante que termina en un caos que da entrada a la sublime y etérea balada “I Talk To The Wind”. “Epitaph”, en cambio, es una pieza épica, de aire siniestro y misterioso, con una muralla sonora construida a base de mellotron y matizada con las guitarras de Robert Fripp, con la voz de Greg Lake en su plenitud. “Moonchild” es una larga y bizarra pieza cercana a la estética del free jazz, pero ejecutada con extrema delicadeza. Es una canción de amor inquietante, de espíritu aventurero, cacofónica a ratos. Tras la hipnosis que produce, explota “The Court of Crimson King”, que posee diversas variaciones en las que la guitarra acústica y la flauta alternas protagonismo con el mellotron y la batería. Soberbia. Los textos e imaginería de Peter Sinfield fueron factor fundamental en la concepción y resultado final de esta obra maes-
tra. La llamativa e inolvidable ilustración de Berry Gordier identifica esta pieza inmortal e insuperable en la historia del rock, de la que acaba de realizarse una edición aniversario que incluye versiones alternas, demos, grabaciones en vivo y otras curiosidades. Juan Carlos Ballesta
The Rolling Stones
Let it Bleed
Abkco. 1969. Inglaterra
Para los Stones, el año 69 fue agridulce. En junio Brian Jones se fue del grupo tras un período de tensión con Jagger y Richards. El 3 de julio apareció ahogado en la piscina de su casa y las especulaciones comenzaron. El 6 de diciembre, se presentaron como estrellas del cartel del Altamont Speedway Free Festival y durante la interpretación de “Sympathy for the Devil”
fue asesinado un espectador por un guardia de seguridad. Let it Bleed es el último disco en el que Jones aparece, aunque sólo lo hizo en dos temas. Apenas con tiempo para ensayar, Mick Taylor –el nuevo guitarrista- participó en otros dos. El resto del álbum fue trabajado como cuarteto (Jagger, Richards, Watts, Wyman), con la ayuda de algunos ilustres invitados como Al Kooper, Nicky Hopkins, Ian Stewart, Leon Russell –todos al piano- Ry Cooder (mandolina), Jimmy Miller (percusión) y el inseparable saxofonista Bobby Keys. Fue el último disco en estudio grabado para el sello Abkco, cuyo propietario Allen Klein –fallecido este año- les había hecho firmar un leonino contrato siendo muy jovenes que les ha impedido tener control sobre su obra de los años 60. Prácticamente todas las piezas de Let it Bleed –con la excepción de “Country Honk”, una versión country-folk de “Honky Tonk Woman”- han sido desde entonces parte del repertorio en vivo. “Gimme Shelter”, con su fabulosa guitarra y apocalíptica letra, es uno de los mejores temas de su discografía. “You Can´t Always Get What You Want” es épica, a la manera de “Hey Jude” de los Beatles, pero con una coral de verdad. La bluesy “Midnight Rambler”, el enérgico rock “Live with Me”, el fabuloso country-blues “You Got The Silver” –primera canción con Keith Richards como cantante solista-, la alucinógena “Let it Bleed”, “Monkey Man” -con una la frenética vocalización de Jagger- y la maravillosa adaptación del blues de Robert Johnson, “Love in Vain”, conforman una obra esencial que encontró a los Stones totalmente inspirados. Reaparecerían en 1971 con su propia disquera y el famoso logo de la lengua. Juan Carlos Ballesta
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Led Zeppelin
I y II
Atlantic. 1969. Inglaterra
Una de las agrupaciones fundamentales del blues rock británico de los años 60 fue The Yardbirds, que en sus días de mayor gloria contó con el aporte de Eric Clapton y Jeff Beck. En las postrimerías del grupo fue incluido Jimmy Page, un joven guitarrista que fungía como uno de los más cotizados músicos de sesión en Inglaterra. Lo mismo que John Paul Jones quien se encargó de los arreglos de cuerdas de Little Games (1967) el último disco de The Yardbirds, tras el cual James McCarthy (baterista) y Keith Relf (vocalista) se retiraron. Page y el bajista Chris
Deja llamaron a Robert Plant como nuevo cantante. Deja, sin embargo, abandonó, quedando el puesto de bajista para John Paul Jones. Con el nuevo baterista, John Bonham, el cuarteto cumplió en septiembre de 1968 con los contratos de conciertos previamente firmados, pero bajo la denominación de The New Yardbirds. Un mes después, en octubre, grabaron su álbum debut en apenas 30 horas, tras de lo cual firman con el sello Atlantic y cambian su nombre a Led Zeppelin. El disco fue editado en enero de 1969 y a los dos meses ya había trepado a los primeros puestos de ventas. Resultaba difícil -y aún resulta- no dejarse atrapar por la fuerza seductora de los blues “You Shook Me”, “Dazed and Confused” y “I Can’t Quit You Baby”, la contundente belleza folk de “Babe, I´m Gonna Leave You” y “Your Time is Gonna Come”, el exotismo de “Black Mountain Side”, la energía de “Good Times Bad Times” y las brutales “Communication Breakdown” y “How Many More Times”, que inauguraban una larga lista de inolvidables riffs de guitarra y apabullantes ritmos de batería, que sin quererlo fundaron las bases del heavy metal. Durante las múltiples giras por Norteamérica y Gran Bretaña, tuvieron tiempo para componer el segundo disco, editado en octubre de 1969 y que con rapidez se instaló por siete semanas en el primer lugar de ventas. Plant se erigía desde la primera pieza, la catárquica “Whole Lotta Love”, en uno de los nuevos símbolos sexuales del rock. Acercamientos tangenciales al folk como en “Thank You” y “Ramble On” indicaban la dirección de muchos temas futuros. “What Is and What Should Never Be” y “The Lemon Song” son dos piezas llenas de furia contenida, mientras que en “Heartbreaker” y “Living Loving Maid” se convierten en volcanes erupcionando. Al final hay espacio para “Bring it On Home”, un añejo blues que se transforma en un hard rock. Aparece aquí la famosa versión original de “Moby Dick”, en la que el baterista Bonham daba rienda suelta a sus demonios en cada concierto. Dos discos editados con diez meses de diferencia, que pusieron los cimientos de una inolvidable carrera de once años.
Ladies W.C.
Ladies W.C.
Souvenir. 1969. Venezuela
vasco Szinetar fotógrafo
Uno de los discos de culto del rock venezolano y de toda la psicodelia latinoamericana, y de paso uno de los de mayor valor en el mercado del coleccionismo. Formado por los hermanos Mario y Jaime Seijas, el primero baterista y el segundo organista y guitarrista, el caraqueño de origen estadounidense Stephen Scott (bajo, armónica y voz principal) y el guitarrista Adib Casta, uno de los primeros ídolos del rock venezolano, quien ya había tenido cierto éxito con Los Claners. El disco está compuesto por diez temas originales cantados en inglés, la mayoría cercanos a la estética del blues rock psicodélico y el para entonces incipiente hard rock. Este álbum –originalmente en vinil multicolor- ha sido reeditado en CD en Inglaterra y Alemania, con ciertos errores en los créditos, sin permiso de los músicos o de la disquera que posee los derechos (Sonograma), la cual tampoco ha hecho nada por editarlo oficialmente. Un clásico primerizo que ayudó a salir del universo de las versiones. Jorge Limardo
Los Impala
Impala Syndrome Parallax/Palacio. 1969. Venezuela
Alberto Rico
The Who
rios shows en los que Pete Townshend batía su guitarra contra el piso y el amplificador, mienTommy tras Keith Moon empujaba poseído la bateMCA. 1969. Inglaterra ría por todo el escenario. La teatralidad del rock había alcanzado cotas insospechadas. El quinto disco (doble LP) del cuarteto londinense fue una obra conceptual, compuesta principalmente por Townsend, que se convirtió en la más famosa de las Ópera Rock, la cual dio pie a la película del mismo nombre con el cantante Roger Daltrey de protagonista. Esta obra, sin embargo, tuvo algunos detractores que en su momento la tacharon de pretenciosa. A pesar de las críticas, Tommy es un excelente y visionario álbum, que contiene grandes temas como “I´m Free”, “Pinball Wizard”, “Sensation” y “We´re Not Gonna Take Al final de los 60 The Who rivalizaba It”, y que conserva la potencia instrumental, en popularidad con The Rolling Stones, en especial en su faceta en directo. En su las armonías vocales y la sensibilidad pop gran momento, The Who encabezó junto que hasta ese momento había caracterizado a Jimi Hendrix el cartel de los festivales de a The Who. Woodstock y Isle of Wight, con incendiaEduardo Vallejo
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Uno de los grupos emblemáticos de la primera época del rock venezolano editó su último y mejor trabajo en 1969. Cantado en inglés, Impala Syndrome recogía las influencias de la psicodelia, el pop británico de grupos como The Zombies o The Kinks, y de algunos españoles, dadas por la larga y exitosa pasantía que Los Impala tuvo en España. Sin duda, fue el grupo más internacional entre todos sus contemporáneos, con presentaciones en varios países europeos. La pieza “New Love Time” emergería poco después como “Tiempo para amar” en la siguiente experiencia liderada por Edgar Alexander, Azúcar Cacao y Leche. Este disco permanece como una de las pocas joyas del rock venezolano de los 60. Jorge Limardo
szinetarvasco@gmail.com vascoszinetar.blogspot.com
Uno de los bancos de imágenes culturales más influyentes de América Latina
VIAJE AL FONDO DEL JAZZ
L
La visión que de jóvenes teníamos del arte y la cultura venía reflejada en los contrastes que experimentaba la música en los años 60 y 70, inspirados siempre en la búsqueda de nuevos sonidos. La pauta la daban genios como Bob Dylan o Keith Emerson, que se cruzaban en nuestras ambiciones con el sonido de creadores de la talla de Piazzolla, Gershwin, Debussy, Parker o Coltrane. Precisamente de éste último, experimentamos una suerte de conexión jamás imaginada, cuando nos reuníamos en nuestras peñas caseras a discutir e interpretar la obra de los más revolucionarios. Había siempre una guitarra, un piano y algún saxo, en medio de los muchos viniles de la época, regados en una añorada y desvencijada habitación musical. Las descargas no se hacían esperar y el abanico era amplio. Podíamos ir desde Crosby, Stills, Nash & Young o Art Garfunkel hasta Miller o Coltrane. Del recordado Coltrane solíamos tocar desde “Giant Steps”, tan de moda por los 70, hasta “Blue Train”, embelesados por la hermosura de los acordes, y empecinados en soplar el saxo lo más decente posible. John Coltrane, el popular “Trane”, era uno de esos pocos hombres, en arte o en otras cosas, capaces de hacer la revolución. Con su saxo se convirtió en uno de los creadores más importantes de toda la historia del jazz, y nosotros éramos sus más fervientes admiradores. Aún recuerdo, como si fuera ayer, nuestros intentos por hacer un quinteto que trataba de imitar los temas más importantes de este gran hombre del jazz. Aquello era una proeza digna de unos soñadores, pues durante horas escuchábamos sus canciones, llevándolas al papel sin otro objetivo que la diversión. En medio del fragor, salían a relucir temas como “My Favorite Things” o “Expression”, porque de éste último –incluido en su álbum del mismo nombre de 1967– nos cautivaba el equipo que lo interpretaba: Pharoah Sanders, Jimmy Garrison, Rashied Ali, el propio Coltrane y su esposa Alice. De allí nació nuestra fascinación por hablar de jazz de la noche a la mañana y comenzaron los sueños de la radio. En 1945 John Coltrane vio actuar a Charlie Parker, que desde ese momento se convirtió en su ídolo. Un año más tarde, una grabación casera del saxofonista es escuchada por Miles Davis, que literalmente se quedó de piedra cuando oyó cómo tocaba. Desde ese momento, Miles no le pierde la pista. En 1952, Coltrane estaba tocando en la banda de Dizzy Gillespie, cuando el trompetista decide
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V I A J E A L F O N D O D E L JA Z Z
JOHN COLTRANE
El espíritu del jazz
John Coltrane es, sin duda, junto a Miles Davis, la figura más importante del jazz posterior al bebop. Tanto como saxofonista o compositor, Coltrane emprendió una vía personalísima. Desde la desaparición de Charlie Parker, el mundo del jazz no había conocido conmoción igual a la que Coltrane produciría. En cualquiera de las aventuras que emprendería su huella será indeleble. HUGO SANTAROMiTA
5 Foto: Don Hunstein. (Al fondo Miles Davis)
contratarlo para un concierto en Harlem. Fue el inicio de una colaboración que acabaría siendo legendaria. En 1955 Miles y su nuevo grupo (John Coltrane, Red Garland, Philly Joe Jones y Paul Chambers) tocan por primera vez. En los siguientes meses el histórico quinteto graba siete discos acogidos con fervor por la crítica. Pero en 1957 Miles despide de la banda a Coltrane –quien es sustituido por Sonny Rollins– por sus problemas con la heroína y el alcohol. Este hecho, además de llevarlo a colaborar con Thelonious Monk en una asociación que enriqueció su creatividad, significó una llamada de atención para el saxofonista que, un mes después, ya se había desenganchado, convertido al cristianismo e iniciado un nuevo camino espiritual. En 1958 Miles recuperó a Coltrane, y su sexteto estaba formado por ambos y también por Bill Evans, Cannonball Adderley, Paul Chambers y Jimmy Cobb. Esta banda -más Winton Kelly al piano en la pieza “Freddie Freeloader”- fue la que el 2 de marzo de 1959 entró al estudio de Columbia de la calle 30 de Nueva York para afrontar la primera sesión de grabación de Kind of Blue, una de las joyas musicales del siglo XX del maestro Miles Davis. A partir de allí, la obra de Coltrane está conscientemente vinculada al contexto socio-histórico en que fue creada, en concreto, a la lucha por los derechos civiles de los negros, y, en muchas ocasiones, busca una suerte de trascendencia a través de su fervor religioso, como se puede advertir en la que es considerada por la crítica su obra maestra, A Love Supreme (1964), un álbum que ha sido objeto de profundos estudios, como es el caso del libro A Love Supreme y John Coltrane. La historia de un álbum emblemático, de Ashley Kahn (Alba Editorial, 2004), donde Coltrane señalaba en 1964: “En cualquier arte llega un momento determinado en el que hay ciertas cosas flotando en el aire... un número de gente puede llegar a la misma conclusión haciendo un descubrimiento similar al mismo tiempo”. Lo que Coltrane no sabía era que estaba a punto de ofrecer un alegato musical singular
que le reportaría una fama todavía más grande de la que había gozado hasta el momento y que iría más allá de su categoría y su tiempo. Tres meses después, Coltrane entró en el estudio de grabación para dar forma a sus meditaciones en A Love Supreme, en el que se combinaba música y significado, un álbum que no se parecía en nada a lo que había hecho hasta aquel momento.
Un tributo a Dios A Love Supreme es la suite de jazz en cuatro partes donde Coltrane explora la espiritualidad, y que grabó en el curso de una noche con el pianista McCoy Tyner, el bajista Jimmy Garrison y el baterista Elvin Jones, su cuarteto más estable, con los que sigue los conceptos modales que había aprendido con Miles Davis, para terminar expandiendo su música con total y absoluta libertad. Antes había probado con músicos como Steve Kuhn, Pete LaRoca y Billy Higgins. Este trabajo sorprendió a Coltrane en un punto culminante de su trayectoria creativa: la cristalización de los últimos tres años como parte de aquel famoso cuarteto, antes de virar hacia la fase final y más discutida de su carrera. Esta obra nunca ha pasado de moda, y a través de los cambios, con el paso de las décadas, desde lo sublime del horizonte azul hasta la dureza de la frustración, la relevancia de la música y su mensaje han permanecido constantes. Se trata de una de las obras más atemporales, eternas, jamás producidas. Es uno de los pocos discos de jazz en el que se siente reflejada una mezcla intergeneracional de rockeros y adolescentes rebeldes, amantes del hip hop, de la música heavy. La voz resonante de Coltrane cantando el título del álbum –la primera vez que dejó que su voz se oyera en una grabación– es su marca personal más recordada y más profusamente citada. Coltrane creó A Love Supreme como un regalo a Dios. Años antes de que las es-
trellas del rock honraran a sus respectivos gurús en sus álbumes, décadas antes de que los discos compactos de hip hop incluyeran el ahora obligatorio grito al Todopoderoso, Coltrane dedicó abiertamente su disco con las siguientes palabras: “Como una humilde ofrenda a Él”. En un primer momento, el álbum de Coltrane y el disco más vendido de Davis pueden parecer semejantes. Pero A Love Supreme no es Kind of Blue, ni por su estilo ni por su efecto. El primero sugiere la intensidad del momento de una actuación en vivo y en directo; el otro disco, famoso por su llama fría y su quietud zen, parece que saca su energía de la atmósfera relajada del estudio. Las últimas grabaciones de Coltrane en 1967 -incluidas las aparecidas tras su muerte- dan la impresión de que iban encaminadas en una dirección donde el protagonismo era la pureza del sonido pero su muerte ese año a consecuencia de una infección hepática le privó de alcanzar su sueño de visitar África. Hoy en día, el tono quebradizo y sin vibrato, y el fraseo infatigable que caracterizaron a Coltrane son uno de los sonidos más influyentes y reconocibles del jazz moderno. El hecho de que actualmente haya tantos saxofonistas tenores que hacen doblete con el saxo soprano se debe a la influencia de Coltrane. Para muchos, su música significó el último gran salto innovador dentro del jazz. “Parece que el libro del jazz se cerró después de la muerte de Coltrane”, se quejaba recientemente un periodista. Y si volvemos a nuestro pasado juvenil, vemos entonces cómo Coltrane significó la punta de iceberg para muchas interpretaciones en nuestras vidas. Lo tomábamos o lo dejábamos, y entonces preferimos apuntar hacia esas enseñanzas, en las que un genio apuntaba hacia la espiritualidad con la sutileza de su arte. Coltrane fue, junto a los sonidos de Mozart, Vivaldi o Jobim, la fílmica de Bergman y las letras de Pessoa, una gran inspiración que nos llevó a visualizar la vida, apoyados en la esencia de su obra incólume y trascendente.
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FRANK“EL PAVO” HERNÁNDEZ
AHÍ ESTUVIMOS ENSAMBLE GURRUFÍO Y AMIGOS
Los 25 años del Ensamble Gurrufío (ver Ladosis #6) fueron celebrados como corresponde a una agrupación de su trayectoria. Un recinto lleno lo atestiguó. Para la ocasión fueron preparados sendos documentales que dieron inicio a cada una de las partes en que se dividió el espectáculo. En ellos Cheo Hurtado, Luis Julio Toro, David Peña y Juan Ernesto Laya contaron sobre los inicios y el desarrollo de su carrera. A las 5:30 p.m. comenzó la fiesta con dos piezas de Cristóbal Soto, antiguo integrante, ahora en Francia. El público, compuesto principalmente por adultos mayores de 40 años y mucha gente de la tercera edad, desde el principio mostró, además de admiración, una gran sintonía y agradecimiento con los músicos. Tres horas de concierto fue una generosa ofrenda al público que los ha sostenido durante todo ese periplo. La primera parte estuvo compuesta por una primera mitad en la que los cuatro Gurrufío tocaron siete representativas piezas, incluyendo una versión de “Gracias a la Vida” en homenaje a Mercedes Sosa, recientemente fallecida. El primer invitado, el magnífico vibrafonista Alfredo Naranjo (ver Ladosis #2) hizo su aparición para interpretar una delicada pieza solista para luego compartir con Gurrufío los siguientes cinco temas, incluidos en el disco de colaboración Sesiones con Alfredo Naranjo. Entre los temas hubo varias composiciones de Naranjo, entre ellas “Sentir Gurrufío”, dedicada a sus compañeros, con los que ha compartido mucho en los últimos años. Tras el intermedio apareció en escena un invitado de excepción: el brasileño Hamilton de Holanda (ver Ladosis #6). La expectativa
En junio pasado el emblemático y significativo percusionista venezolano, alma rítmica de la Onda Nueva y pionero del jazz latino, se unió a la orquesta celestial. Ladosis lo recuerda con especial respeto. LEONARDO biGOTT
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5 Foto: Portada del disco Rítmico!, 1966 / Cortesía de Javier Gómez
te por ser el alma creadora del golpe y el ritmo de la Onda Nueva, género que retumbó por el mundo. El Pavo se inició temprano en las lidias musicales. Siendo aún adolescente, abandonó su pueblo natal para aventurarse a situaciones más arriesgadas. Con escasos 15 años lo vieron dentro de la orquesta de Manuel Ramos, donde sería bautizado con el inmortal apodo. Éste sería el principio de una carrera monumental en la cual compartiría con una buena parte de lo más selecto de la música latina en sus diferentes expresiones, célebre su participación en la orquesta del legendario Tito Puente, a la cual entró para hacerle suplencia al propio Tito quien por motivos de salud debió ausentarse. Comentaba El Pavo que al retorno de Tito Puente, éste le pidió que se quedará, a lo que respondió: “aquí no hay espacio para nosotros dos”, comentario que haría con un serio humor. Su talento también fue exigido por otros grandes de la música como Chick Corea, Dizzy Gillespie, Dámaso
Pérez Prado (El Rey del Mambo) y las orquestas de José Alfonso Larrain y Jesús “Chucho” Sanoja. Fue sin embargo, su participación junto a Aldemaro Romero, desde 1953, la que le otorgó al Pavo la oportunidad de desarrollar para la Onda Nueva, el toque rítmico que caracterizaría al género. Ese momento -que tuvo su clímax en 1970- lo centró como artífice de esa nueva música junto al maestro Aldemaro. Frank comentaría años después que la Onda Nueva era simplemente la sustitución de una orquestación por otra, es decir lo que era arpa, cuatro y maracas ahora era piano, bajo y batería. Su golpe de batería, la fuerza rítmica que impulsaba las composiciones de Aldemaro, se convirtió en una de las mayores contribuciones artísticas dentro de nuestra música. Su salud, que ya venía en descenso con la pérdida casi total de su visión, se agravó, causando el retiro de los escenarios. Luego de tres eventos cardiovasculares, El Pavo dio su último latido el pasado 16 de junio.
que había generado rápidamente se tradujo en asombro ante la impresionante habilidad ante el bandolín. Las cuatro primeras piezas –que tocó solo– fueron un completo deleite, a cual mejor. La sonoridad de su mandolina a veces se acerca a un laúd. Luego se unió el Ensamble en pleno para interpretar cinco piezas del disco en común, en las que cuatro y mandolina lograron una gran empatía. Hamilton demostró un estupendo entendimiento de la música venezolana. Otro gran músico venezolano, el violinista Alexis Cárdenas, apareció en tarima. La sinergia lograda con todos fue notable, sobreponiéndose incluso a un molesto feedback que lo acompañó durante las dos primeras piezas, en la que Luis Julio Toro no participó. Cárdenas se lució en el siguiente tema, “Suplicante”. Tras el bautizo ofi-
cial de ambos discos, y la gente cantando el cumpleaños, Gurrufío y sus tres invitados ofrecieron un cierre estupendo, con el público de pie ovacionando sin descanso. Quizá lo que hizo falta fueron imágenes durante el concierto, que permitieran ver tomas cercanas de algunos detalles de la ejecución difíciles de apreciar a distancia. David Peña estuvo soberbio, Laya hace de las maracas algo cósmico, Hurtado sin excesos innecesarios, sobrio y simpático a la vez, dejó clara su maestría. Por su parte, Toro pareció por momentos regalar el protagonismo a otros, en un gesto generoso. Su flauta sigue siendo el sello que más identifica a Gurrufío. Una velada redonda.
terés desde mucho antes de su polémica intervención como presentador en los premios MTV. Antes de Calle 13 se le ofreció una excelente oportunidad a la agrupación venezolana de hip hop Cuarto Poder (“Full criollo rap” se leía en la pantalla), que tocó durante una hora. El público apreció con respeto y buen ánimo a los 4 MCs, 5 breakers del colectivo Speedy Angels y las bases creadas por Hernia. Lo mejor quizá fue el rappeo solista de Apache en plan crítico a los productores “entregan más de dos horas al talento extranjero y media hora al venezolano”. Curiosamente, no fue el caso esa noche. Los invitados Judy Buendía y Horacio Blanco no terminaron de encajar. A las 10:20 de la noche apareció Calle 13 cantando “No hay nadie como tú”, ante la ovación de un auditorio repleto. “La cumbia de los aburridos” y “La Fokin Moda” siguieron, antes de que Residente llamara a varias a mujeres a bailar “Se vale to”. Un tanto enloquecidas, les dijo “Cálmense, Calle 13 no es Backstreet Boys”. El quería a una gordita y al final mandó subir a una a la que le puso el ojo. PG-13 (Ileana Cabra), la cantante y hermana de Residente y Visitante (Eduardo Cabra), tuvo especial protagonismo en “Hormiga Brava”, aunque en realidad toda la noche. “Un beso de desayuno” dio paso a “Pal Norte”, una pieza que se pasea por el reg-
gaeton, el ska y la cumbia, con excelente intervención de Visitante en el theremin. No faltó la descarga a los reggaetoneros “Que lloren”, que según Residente son unos flojos. Luego lanzó “Ven y critícame”, dedicado a todos los periodistas que lo critican, con una letra confesional: “Me gusta olerme los sobacos a ver como huelen. Yo soy así”. En esta pieza se luce la sección de metales. Luego de tocar “La jirafa” puso al público a invertir los roles masculino y femenino para reventar con “La fiesta de locos”. Se despidió con “La perla”, una especie de son montuno, pero el público rápido lo hizo regresar para tocar “Tal para cual” y especialmente “Atrévete”. La estupenda banda, conformada por los percusionistas Andrés “Kino” Cruz y Héctor “Coco” Barez, el guitarrista Mark Rivera, el baterista Ismael Cancel, los trombonistas Arturo Vergés y Víctor Vázquez, el bajista Jonathan “Bote” González, el trompetista Daniel Ramírez, con Visitante como ideólogo, proporciona el excelente colchón para que Residente rapee sus abrasivos, escatológicos y polémicos textos. Dos días después se presentó en La Carlota, pero esa es otra historia.
Juan Carlos Ballesta
CALLE 13 Anfiteatro del Sambil, Caracas (Octubre 29, 2009)
6 Foto: Luis Escobar
Ell laureado compositor Otilio E Galíndez; el bajista y productor Alejandro Rodríguez; y el legendario percusionista Frank “El Pavo” Hernández han sido las notas tristes de este año. Ya en el 2007 nos habían dejado el gran maestro Aldemaro Romero y el excelente y joven vocalista Julio Timaure. Mi primer contacto con El Pavo fue en la década de los 70 durante aquel movimiento de la Onda Nueva. Fue, sin embargo, en el año 2000 cuando tendría la oportunidad de entrevistarlo para mi programa de radio Más A Jazz. Ese día descubrí a una leyenda, ya un tanto castigada por el tiempo, con una energía espiritual envidiable y un agrio sentido del humor que sólo una persona de su talento y experiencia puede manejar con sabiduría. En esos años verle tocar el tema “Take Five”, con un poderoso y explosivo golpe, resultaba tan sorprendente como atractivo, sobre todo cuando tenía que ser llevado de la mano hasta la batería porque su precaria visión no se lo permitía de modo propio. Allí, en un local de El Hatillo, comprendí la dimensión de su grandeza y entendí la razón para que esa noche se le hiciera un justo homenaje a su trayectoria artística junto al también célebre Gerry Weil. Francisco Antonio Hernández Valarín, conocido artísticamente como El Pavo Frank, falleció el pasado mes de junio. Este legendario músico nacido en Villa de Cura el 26 de septiembre de 1934, seguirá siendo una de las más importantes influencias en la música latina. Su importancia deriva de varios hechos, entre ellos el toque recio que marcó el ritmo dentro de la salsa, el jazz y más significativamen-
5 Foto: Cortesía de Ensamble Gurrufío
Aula Magna, UCV (Octubre 18, 2009)
1934-2009
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No hay duda de que Residente (René Pérez) es un tipo carismático. A pesar de su lenguaje soez y estudiadamente malandreado, y de una irreverencia que a veces luce forzada, su propuesta cala. La razón, obviamente, tiene que ver con su música, una pegajosa amalgama de ritmos que incluye hip hop, ska, cumbia, samba, son, algo de rock y reggaeton. Erróneamente muchos se han referido a Calle 13 como un grupo reggaetonero, pero ese género sólo lo revisan de forma tangencial. Así quedó demostrado en su primera presentación en Caracas, con el recinto lleno, que había despertado gran in-
Carla Villegas
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6 Foto: Roland Streuli
CAMERATA DE CARACAS Escuela Experimental de Enfermería UCV, Caracas (Septiembre 12, 2009)
Impecable, es el adjetivo que primero viene a la mente para el montaje “El Fuego y la Rosa: Música de Caballeros y Peregrinos de la Edad Media” que presentaron por segunda vez durante tres días seguidos la Camerata Renacentista y Camerata Barroca de Caracas, con la dirección musical y puesta en escena de Isabel Palacios. Tuve el privilegio de ver este montaje el día del fuerte temblor que sacudió a Caracas con epicentro en el occidente del país. Con unas 120 personas en ese espacio mágico y único en Caracas, que es la Capilla de la Escuela Experimental de Enfermería de la UCV en Sebucán, el cual
la Camerata ha elegido para sus presentaciones, tuvimos la oportunidad de apaciguar el alma tras un turbulento día de sismos, tormentas y tensiones, cosa que siempre se agradece. Ese día se encontraba entre el público, el maestro José Antonio Abreu, a quien Isabel Palacios dedicó el espectáculo, con los aplausos del público. La obra, está dividida en cuatro partes: “E dame Jolie. Trovadores y Troveros”, “Tempus est Iocundum. Carmina Burana”, “Veni Creator spiritus. Cantos Religiosos” y “Mariam Matrem. Cantos de Peregrinos”. La atmósfera del lugar ya es única desde que se entra al ver los tapices con motivos medievales decorando las paredes y los techos, y con los instrumentos antiguos esperando junto a los atriles iluminados por lamparines bajo telas de colores.
Un desfile de instrumentos estupendamente bien ejecutados por todos los músicos, incluyendo a Isabel Palacios, nos transportó desde la primera parte al siglo XIII, preparándonos para lo que vendría por unas dos horas: arpa gótica, psalterio, viela, órgano, órgano portativo, laúd medieval, ´ud, sacabuche, viola da gamba, bajón, saz, cuerno bajo, mandorla, chirimía, junto con la cadencia de la percusión y la magia de las campanas. En la segunda parte, entramos en lo pagano con los cantos goliardos de la Carmina Burana antigua, con mucha teatralidad, excelentes voces y ejecución instrumental. Los espacios de la capilla fueron utilizados de manera magistral con una acertada y envolvente disposición de los cantantes y músicos en escena. En los “Cantos Religiosos” las múltiples entradas y salidas de las monjas (voces femeninas), junto con los cantos gregorianos de los monjes (voces masculinas), con Isabel Palacios sentada al órgano ante las hermosas proyecciones de vitrales, nos traen el contraste de recogimiento religioso tras lo burlesco de la Carmina Burana. El anónimo Alle-Psalite – Alleluia es glorioso. Para finalizar, entramos en peregrinación a Santiago de Compostela en una bellísima procesión con la imagen de la Vírgen María sentada, estandartes, saumerios pendulantes y las mujeres haciendo sonar con gracia conchas marinas tras golpearlas entre sí en el bellísimo Ay Sancta Maria. Mantener durante más de treinta años una institución como la Camerata es en este país una tarea titánica que sólo merece reconocimiento. Para los habitantes de esta ciudad, en la que muchas veces nos sentimos tan maltratados, es una maravilla poder contar con oasis como éste. Si este soberbio montaje se repite el año que viene - y espero que así sea- no deben dejar de verlo. Les aseguro que agradecerán la recomendación.
Aula Magna, UCV, Caracas (Septiembre 29, 2009)
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Durante meses los miembros de la Movida Acústica Urbana (ver Ladosis #4) prepararon su gran noche, una ocasión especial para mostrarse por completo al público que los ha seguido y ante aquellos que han descubierto su exis-
U2 Rogers Centre, Toronto, Canadá (Septiembre 17, 2009)
Uno puede haber devorado por meses información en internet sobre la gira 360 de U2, pero cuando uno llega al estadio, baja al campo de juego y se acerca a la monumental estructura que sirve de escenario en esta ocasión, no puede dejar de asombrarse ante la magnitud de esta imponente escenografía. Un buen abreboca con Snow Patrol nos puso rápidamente en ambiente, y tras caer la noche finalmente sale U2, primero Larry Mullen Jr. en la batería y lue6 Foto: Gabriel Pérez
go Adam Clayton, Edge y Bono. El comienzo sin sorpresas, con 4 temas nuevos: “Breathe”, “No Line On The Horizon”, “Get On Your Boots” y “Magnificent”, las dos últimas en particular sonando mas compactas que en el disco. Breve pausa y comienzan los acordes de “Mysterious Ways” y entramos en calor. Apreciar la puesta en escena desde cerca es impactante: una inmensa pantalla circular sobre la banda y diversas cámaras de video montadas en postes que suben y se mueven siguiendo la acción sin obstaculizar la fluidez del espectáculo. Como siempre Bono hace gala de esa forma particular que tiene de conectarse con la audiencia, en este caso haciendo referencias a las estaciones de metro, a calles y sitios con los que nos sentimos identificados quienes vivimos en Toronto, incluso menciona el Festival Internacional de Cine de Toronto y la película de Neil Jordan (“Ondine”) a cuya premiere asistió días antes. “Beautiful Day”, “Elevation”, “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, “New Year’s Day”... con la gente en el bolsillo y tras un pequeño bache cambiando la guitarra de Edge sigue una versión de guitarra y voz de “Stuck In A Moment You Can’t Get Out Of It” y luego la increíble “The Unforgettable Fire”. Bono ofrece su mano a un niño en el público, lo alza al escenario, y recorre con él la pasarela circular mientras la gente delira y toma fotos con sus teléfonos. Siguen “City Of Blinding Lights” y “Vertigo” (¡Uno Dos Tres Catorce!). Tenemos un buen
rato apretados y decidimos movernos un poco hacia atrás mientras comienza la sorprendente versión de “I’ll Go Crazy If I Don’t Go Crazy Tonight”, un remix electrónico con Larry Mullen acercándose a la gente tocando un djembe que lleva colgando, la nueva versión termina con la banda integrando partes de “Two Tribes” y “Relax” originales de Frankie Goes To Hollywood, con el estadio convertido en una gran discoteca. Todo se ilumina de verde mientras Bono dedica la siguiente pieza a la resistencia en Irán (verde es el color que identifica las protestas contra el régimen) se trata de “Sunday Bloody Sunday”, con un final que se mueve hacia un ritmo de reggae al tiempo que Bono canta unas líneas de “Rock The Casbah” (de The Clash). Siguen “MLK” y “Walk On”, esta última dedicada a Aung San Suu Kyi (aún bajo arresto domiciliario en Birmania), mientras un grupo de voluntarios usando máscaras con el rostro de Suu Kyi recorren las pasarelas y las pantallas de video amplifican el efecto al máximo. Primera retirada y enseguida regresan con “One” y “Where The Streets Have No Name”. Esta última definitivamente tiene que ser escuchada en un estadio, no hay CDs, mp3 o videos que puedan reproducir cómo la fuerza de la banda retumba en una gigantesca estructura de concreto con 60.000 personas compartiendo la experiencia. Nueva retirada y el encore final es el mismo que ya hemos leído en internet, pero no importa, no hay nada como estar allí cuando U2 toca “Ultraviolet”, “With Or Without You” y “Moment Of Surrender”, tema interpretado con la idea de bajarle las revoluciones a la gente antes del retorno a casa. Gabriel Pérez
Mariella Rosso
6 Foto: Nicolás Serrano
MOVIDA ACÚSTICA URBANA (MAU)
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tencia estos últimos meses de gran exposición. Varios motivos tenían para celebrar estos veinte jóvenes músicos, integrantes de Kapicúa, enCayapa, Los Sinvergüenzas, C4 Trío, Nuevas Almas y Kamarata Jazz, las seis agrupaciones que
conforman la MAU y que se han propuesto redimensionar las formas musicales de Venezuela combinando la tradición con diversas influencias musicales, especialmente el jazz y la música latinoamericana. La primera razón para organizar este ambicioso evento fue la edición CD en vivo, grabado en febrero durante dos noches en el Discovery Bar, el lugar que los ha cobijado desde hace dos años. La segunda: la grabación de un DVD. El concierto se extendió por dos horas y media, tiempo durante el cual interpretaron 25 piezas, cuatro por grupo y una colectiva al final. Los veinte músicos ocuparon sus puestos en escena desde el primer tema y así se mantuvieran todo el concierto, como testigos de lo que sus compañeros tocaban. Esto, por supuesto, dio una excelente idea de equipo ya que algunos participan en más de un grupo. Los grupos tocaron de forma alternada, aunque sin respetar un orden específico dentro de cada ronda. Al fondo la triple pantalla mostraba imágenes alusivas a la MAU, con engranajes que simulaban la interacción entre todos ellos, tomas en vivo –no siempre bien coordinadas– y otras previamente escogidas. El sonido en términos generales estuvo a la altura, aunque
los instrumentos de percusión fueron colocados detrás de parabanes transparentes, lo que influyó en que no se escucharan con la nitidez debida. No es fácil escoger los mejores momentos, dado el alto nivel de calidad y emotividad que reinó durante la presentación. Hubo pasajes pausados de alto contenido emocional protagonizados especialmente por Kapicúa y Los Sinvergüenzas. Sus dos invitados, Eddy Marcano y Miguel Delgado Estévez, se lucieron con modestia. El solo de maracas de Manuel Alejandro Rangel en “El Asuntino” develó su increíble técnica. Como siempre, C4 Trío levantó a la gente con sus virtuosas e impecables ejecuciones del cuatro, algunas circenses como la de “Periquera con seis por derecho”. Nuevas Almas, al mando de Francisco Vielma –escondido detrás de un parabán y otros músicos– se mostró renovado con las nuevas incorporaciones de Óscar Fanega (bajo), Jorge Torres (mandolina) y Antonio Mazzei (piano). A ellos se unió en “Inesperado”, Diego “El negro” Álvarez en el cajón. De todos, es Kamarata Jazz la que explora con mayor énfasis la relación entre la música del caribe, el jazz y lo venezolano, quizá porque su líder, el pianista César Orozco es cubano. El bate-
rista Euro Zambrano se lució varias veces, así como Rodner Padilla (de C4 Trío y enCayapa) y sus frecuentes virguerías con el bajo, uno de los más activos del concierto. Huáscar Barradas fue el invitado en “Frutero vende maní”. El septeto enCayapa estuvo como siempre sólido. Es la única formación que utiliza violín (Eddie Cordero) y clarinete (Demian Martínez), quienes se lucieron varias veces. La última pieza, “Ni joropo ni estribillo”, de Klever Camero, fue propicia para que todos participaran, cerrando así una noche espléndida, en la que quedó claro que esta nueva generación de músicos apunta lejos. La frase que resume la esencia de la MAU la expresó el cuatrista Héctor Molina: “Aquí, sobre este escenario, hay gente de todas las regiones del país, con visiones políticas diferentes. En estas seis agrupaciones hay músicos que vienen de diferentes escuelas: de la academia, del jazz, de la música popular, del rock, del pop. Nos hemos encontrado en un fin común: nuestra música. La Movida Acústica Urbana es un buen ejemplo del país que todos queremos”. Juan Carlos Ballesta
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Mientras en otro lugar de Caracas se presentaba Calle 13, una de las instituciones de la música latina reaparecía en grande tras varios años de ausencia. El panameño Rubén Blades retomó la senda musical con su agrupación Los Seis del Solar luego de haber sido ministro de turismo por cinco años con el anterior gobierno de su país. Su labor en ese rol no pasó desapercibida ya que Panamá ha experimentado notables cambios. Ya Blades había optado en el pasado por la presidencia del país y mostrado una vena política que tampoco dejó de lado durante este concierto. Pero es como cantante y letrista que Rubén ha trascendido. Sus canciones siguen estando tan vigentes como el día que las compuso y forman parte del inconsciente colectivo de varias generaciones. Por ello, su reaparición fue una celebración colectiva, que tuvo repercusión también en el Lara Top Festival, en Valencia y Maracaibo. “El padre Antonio y el monaguillo Andrés” puso a todos sobreaviso que sería una velada intensa. Con Blades se puede bailar, pero también es posible disfrutarlo sólo escuchando sus letras. “Decisiones” es un verdadero clásico. “Buscando guayaba” ni hablar, la cual escogió para dedicar a Oscar D’León. Luego siguieron “Plantación adentro” y “Plástico”, con aquel intro cercano a la disco music. En “Ligia Elena” aprovechó para insertar un comentario: “Vi al hombre llegar a la luna, un negro convertirse en presidente de Estados Unidos y un hemano venezo-
DIABLITOS EXPERIENCE lano, Ozzie Guillén, ser el primer manager latino campeón del mundo”. De seguidas viajó a los tiempos de la Fania para cantar “Juan Pachanga”, un tema que originalmente no era para que lo cantara él. “Maestra vida” siguió elevando a la gente, para entonces, con su guitarra acústica, interpretar “Adán García”. La dedicatoria a Venezuela vino con “Maria Lionza”, para continuar con “Todos vuelven”, que da nombre a la gira, y “Patria” –que dedicó a Dudamel. Anunció “Buscando América” y habló de sus años como ministro, convencido que si se pueden hacer cosas positivas desde el gobierno “porque los no-corruptos somos más que los corruptos”. Los Seis del Solar sonaron fabulosos. La formación 2009 incluye a Eddie Montalvo (conga), Ralph Irizarry (timbal), Bobby Amen (batería), Arturo Ortiz (teclados), George González (bongos, maracas), los trombonistas Reynaldo Jorge y Jimmy Bosch (trombón) y los sobrevientes de la primera formación de 1983, Oscar Hernández (piano), Mike Viñas (bajo) y Ricardo Marrero (vibráfono). Inevitablemente tenía que sonar “Pedro Navaja”. Nadie estaba dispuesto a irse sin cantarla. Allí mencionó a Zapata, César Miguel Rondón y Cabrujas, un buen gesto. La última fue “Muévete”, que dejó todo servido para la presentación de Marc Anthony, ya montados en la medianoche. Nosotros llegamos hasta Rubén, que inteligentemente escogió presentarse primero. José A. Villasmil R.
5 Foto: Carlos Sánchez
Depeche Mode Parque Simón Bolivar, Bogotá, Colombia (Octubre 10, 2009)
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Al llegar al lugar se podía observar una inmensa multitud en vestimenta negra, a la espera del momento (4 p.m.) de apertura de las puertas donde se desplegaría el show esperado por miles de devotos seguidores. El concierto comenzó a las 7 p.m. con la banda Angel Face, que se lució con sus sonidos electrónicos y una mezcla de rock, punk y electro, una pizca de lo que vendría más adelante. La multitud ansiosa marcaba territorio en cada centímetro del parque, bajo el cielo despejado, expuesta a una brisa que ameritaba bufandas y abrigos a modo de frágil refugio personal a la espera del momento en que apareciera el glamoroso cuarteto inglés Depeche Mode para ofrecernos sus canciones en el marco de la gira Sounds of The Universe. Difícil de explicar el sentimiento que compartíamos en silencio cuando hicieron presencia puntual en tarima a las 9 p.m. Todo permaneció muy callado, se podía sentir la respiración agitada de los fanáticos, cuando la oscuridad anunció la llegada de David Gahan, vocalista de la banda -vestido con un blazer negro, un chaleco que lo caracterizó en giras pasadas y una bufanda negra para soportar el frío en tarima-, Martin Gore, el genio de las líricas, voz de ángel y guitarrista, Andrew Fletcher con su compendio de samplers y sintetizadores junto al teclista y apoyo vocal Peter Gordeno, y el efusivo baterista Christian Eigner. El espectáculo abrió con luces blancas acompañadas de sonidos estruendosos de la primera canción “In Chains”, de su nuevo álbum,
con el público petrificado de la impresión, seguida de “Wrong” y “Hold to Feed”, para continuar con canciones de discos anteriores que hicieron recordar momentos de gloria de la banda tales como: “Walking in my Shoes”, “It`s no Good”, “A Question of Time”, “Policy of Truth” y “Personal Jesus”, en las que descargaron toda su furia y pasión. El concierto recorrió diferentes etapas de su carrera. Cada canción era un impacto, una sorpresa. Ya se acercaba la hora de concluir el show y Martin entonó la canción menos probable pero muy esperada por los fanáticos “Somebody”, durante la cual más de uno soltó una lágrima acompañada de la melodía cantada. Martin brillaba, fue el centro del lugar por unos instantes. Nadie podía creer el despliegue visual que se presenciaba, que consumió buena parte de la atención de los que aún podían fijar su vista en algo preciso. La tecnología replicaba a los Depeche en seguidilla, los doblaba, los hacía cada vez más palpables, creando un estado alfa alucinante en cada asistente. El concierto terminó con “Waiting for the Night”, en la que David Gahan y Martin Gore se trasladaron hasta el final de la pasarela donde hubo una conexión con el público, que cantaba atento a cada línea de texto. Luego de casi 3 horas de entrega repartidas en 21 canciones, todos y cada uno de los integrantes se acercaron para la despedida grupal, tras dejar toda su alma, espíritu y corazón en cada canción y en una gran puesta en escena.
Espacios abiertos Corp Banca Centro Cultural (Domingos Agosto 30 – Octubre 11)
WILCO Massey Hall, Toronto (Octubre 15, 2009)
6 Kenawam. Foto: Daniel Novoa
La Rinconada, Caracas (Octubre 29, 2009)
6 Foto: Raquel Verbin
RUBÉN BLADES
5 Foto: Jessica Calderón
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AHÍ ESTUVIMOS
Durante seis domingos se presentaron en los espacios abiertos de Corp Banca doce bandas, casi todas caraqueñas. Una buena alternativa para que grupos de estilos musicales distintos puedan mostrarse en un día y horario cómodo para todas las edades. El domingo 30 de agosto fue la fecha inaugural, con Randall´s Project y Sincrónica. Siguieron Manpas y Lado B el 6 de septiembre y siete días después Trabuco Contrapunto y Sieben. Estas tres primeras fechas mostraron un balance entre grupos que llevan años trabajando, como el Trabuco que a pesar de no haber editado aún su disco debut ya tiene una década difundiendo su sonido mestizo, y otras más recientes como Randall´s Project o Sieben. Punk, rock duro, indie pop y fusión dominaron esta primera mitad de la Diablitos Experience, que al contrario de su evento masivo de abril pasado en Las Mercedes (con la banda galesa Los Campesinos! como invitada) ahora apostó por fechas separadas y bandas menos mediáticas pero que es necesario apoyar. Tras un domingo de descanso los conciertos regresaron el 27 de septiembre con el interesante grupo de reggae Kemawan y la popular banda de dance-rock Los Mesoneros, que a pesar de su juventud suenan compactos y nunca decepcionan. El quinteto cuenta con una fiel legión de seguidores. Quizá haya sido la mejor fecha de las seis. La siguiente fue para The Asbestos, uno de los grupos que más ha sonado este año y que había mostrado su fuerza en los eventos de la Fundación Nuevas Bandas, y AK-47 grupo de punk rock que lleva varios años trabajando consistentemente. La jornada final fue reservada para Bueninvento y Fordelucs, la banda de Puerto La Cruz que desde que sorprendió como ganadora del Festival NB ha aprovechado muy bien el impulso. El balance general fue positivo, con buen sonido, buena asistencia y los grupos tratando de mostrar su mejor cara. Andreína Rodríguez y Mirtha Redondo
No hay nada como escuchar a una banda en el tope
ra”, “I Am Trying to Break Your Heart”) intercalando
de sus condiciones, cuando el sonido es más que la
piezas de Sky Blue Sky y A Ghost is Born. El asunto
suma de la partes. La formación actual de Wilco, un
es que no importa de que disco sean los temas, el
sexteto liderado por Jeff Tweedy, tiene ya 5 años ro-
repertorio es redondo y esta formación de la banda
dando. Apenas Tweedy y el bajista John Stirratt que-
ya los ha hecho suyos.
dan de la banda original (1994), pero no me queda
Dos versiones incendiarias (“Impossible Germany”
duda de que esta configuración de sexteto va a pa-
y “”Handshake Drugs”) con Nels Cline en plan este-
sar a la historia como la referencia obligada de Wil-
lar, terminan de calentar el ambiente (ni falta que
co. Con Glenn Kotche en batería y percusión -quien
hacía) y Tweedy explica que el tema siguiente lo va
ingresó durante la grabacion de Yankee Hotel Foxtrot
a cantar el público y él se va a callar, a ver que tal
en el 2001- el incomparable guitarrista Nels Cline,
sale –“anoche estuvo regular, pero tengo el feeling
Pat Sansone en guitarras/teclados y Mikael Jorgen-
de que ustedes lo van hacer mejor”– dice, mientras
sen en teclados, estos tres últimos miembros oficia-
suenan los acordes de “Jesus, Etc” y el público can-
les desde 2004, cuando se unieron a la banda para
ta a todo pulmón y de memoria. Sencillamente im-
la gira del álbum A Ghost is Born. No es accidental
presionante.
que la primera grabación de esta formación haya
Contamos ya 17 piezas y al final de “Hummingbird”
sido justamente un disco en vivo, Kicking Television:
viene la usual retirada en falso. De regreso más
Live in Chicago (2005), pues es en concierto donde
que un encore nos regalan un “miniset” de 7 pie-
realmente se aprecia lo explosiva de esta combina-
zas, a mitad del cual Tweedy invita a su amiga Les-
ción de talentos.
lie Feist para el tema “You and I” en cuya graba-
Por segunda vez en tres años hemos tenido la suer-
ción original también participó. El gesto es corres-
te de ver a esta formación tocando en Toronto, una
pondido con los esperados alaridos del público lo-
ciudad donde los fans son incondicionales y cantan
cal (Feist es casi leyenda por estos lados). Despe-
cada tema de memoria. Debe ser lo más cercano a
dida final con versiones “full cabilla” de “Casino
verlos en Chicago, su ciudad.
Queen”, “Kingpin” y “I’m A Wheel” y honestamente
Apenas entrar en la tarima sueltan una sólida ver-
no podemos pedir más... el reloj marca las 11 p.m.,
sión de “Bull Black Nova”, tema nuevo que es-
hora de irse a casa.
tá entrando con frecuencia en los “setlists”; de allí
Gabriel Pérez
en adelante un balance de temas recientes (“One Wing”, “Country Disappeared”) y clásicos (“Kame-
Jessica Calderón
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AHÍ ESTUVIMOS EL TALLER DE LOS JUGLARES Y CANTORÍA LUDUS VOCALITER
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JACO PASTORIUS La extraordinaria y trágica vida del mejor bajista del mundo
Bastardos sin gloria
Hari Offret
INCUBATOR URBANO Plaza Miranda, Los Dos Caminos, Caracas (Octubre 24, 2009)
Una interesante iniciativa del British Council en Venezuela ha sido Incubator, un proyecto con el que se busca entrelazar experiencias entre músicos venezolanos y británicos. El más reciente capítulo fue bautizado Incubator Urbano y lo protagonizaron las agrupaciones Tobería´s, Mojo Pojo y Vamos Pa’Lante, junto al baterista y DJ inglés Rich Tair, integrante de Red Snapper y Toob. Para la ocasión se convocó a músicos de cualquier nivel de experiencia a inscribirse con miras a tocar improvisando junto a la sección de tambores de Vamos Pa’Lante, que estuvo toda la noche tocando sin parar. Fue una interesante experiencia que logró ensamblar a tres grupos de músicos (teclados, guitarra, bajo, batería) que sin conocerse, sobre una base rítmica de tradición afrovenezolana, improvisaron por unos diez minutos cada uno. La jornada empezó con Tobería´s, cuya mezcla de joropo central y rock ya ha cautivado a muchos en la capital. Su trabajo serio y honesto poco a poco va rindiendo frutos y ganando adeptos. Lástima que en ese momento no había demasiado público, lo que también ocurrió con Mojo Pojo, una banda que practica un interesante rock
progresivo y que está a punto de lanzar su primer disco. Ambas bandas tocaron de día. Difícil de explicar que en una plaza tan bien ubicada, al lado de una estación de Metro y con buena seguridad, un sábado en la tarde, la asistencia haya sido escuálida. Durante el paso de la tarde a la noche se presentó Vamos Pa’ Lante, grupo que mezcla el hip hop con el funk, el rock y los tambores venezolanos. Tienen buenos momentos y otros un tanto comunes, pero el trabajo de su guitarrista, Jesús Bello –uno de los que participó activamente en la organización-, es magnífico. También es destacable el trabajo de los percusionistas. Luego de ello vino el jam, bautizado “Jamming con todos los hierros” que involucró a varios músicos que decidieron participar y que desembocó en una interesante descarga. Previamente había sido organizado el concurso “Fusión con lo nuestro”, que fue ganado por el teclista Alberto Pereney y el conocido Muu Blanco. Ambos trabajaron piezas con el invitado Rich Tair, quien fue el encargado de cerrar la noche, primero como baterista, tocando con ambos y los tambores y luego haciendo un interesante DJ Set. Para la parte final ya había crecido la audiencia, quien disfrutó de un evento singular. Carla Villegas
Hay un elemento de verdad en la autoproclamación de ser el mejor bajista del mundo, que Jaco hizo desde muy joven. ¡Efectivamente lo era! Este libro escrito por Bill Milkowsky nos relata la vida de un gran y asombroso músico pero con un alma tremendamente atribulada, por lo tanto requiere que el lector se arme de valor para seguirle el paso a una vida que por un lado brilló como ninguna otra en el panorama musical, pero por otro lado se sumergió muy hondo, tan profundo como puede ser un trastorno mental exacerbado por una vida disipada y el consumo de drogas estimulantes, todo un cóctel mortal. Como bajista y hombre de escena no tuvo igual, tal como fue proclamado a los cuatro vientos por todas las publicaciones especializadas durante la segunda mitad de los años 70 y principios de los 80. En su relativamente corta vida revolucionó por completo el mundo del bajo eléctrico y dejó una rica obra musical. El autor tuvo acceso directo a Pastorius desde temprano en su carrera, también fue diligente en recoger el testimonio de la gran mayoría de los músicos, familiares, amigos y personajes de la industria que estuvieron en su entorno. Su gran plataforma de lanzamiento fue la participación, durante seis años e igual cantidad de discos, en el influyente grupo de jazz fusión Weather Report, así como en sesiones memorables de Joni Mitchell, Pat Metheny, Ian Hunter, Paul Bley y muchos otros más. Sin embargo, su enorme influencia se evidencia en el hecho de que en vida tan solo editó tres discos como líder, pero a la fecha de la edición del libro se cuentan 24 ediciones póstumas, así como 9 discos de tributo y homenaje. El libro gira en torno a la vida tormentosa de Pastorius, y previsiblemente, su trágico final. Me permito entonces cerrar esta reseña con un extracto del libro: “…tuvo problemas con el alcohol y la cocaína, pero la cruz más pesada que le tocó soportar fue su enfermedad, su condición de maníaco-depresivo sumada al desequilibrio químico de su cerebro, que le provocaba perder los nervios y el control involuntariamente. Así pues, el final violento de Jaco parecía inevitable...” Todo lo positivo y negativo de la vida de un genio de la música esta fielmente retratado en este libro.
5 Christoph Waltz como Hans Landa.
6 Rich Tair. Foto: Juan Carlos Ballesta
Foto: Juan Álvaro 4
CINEMASCOPE
Ernesto Caldera
Auditoria Manoa, Unimet, Caracas (Octubre 31, 2009)
Durante la Semana Santa pasada, este par de agrupaciones representaron con éxito a Venezuela en el 46 Festival Internacional de Música Religiosa de Popayán, Colombia con la particular adaptación al español del Oratorio Pop Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat (1967), ópera prima de Tim Rice y Andrew Lloyd Weber, famosos poco después por Jesuschrist, Superstar, para cuyo éxito tuvieron que vender los derechos de su primera creación. Desde el año 2003, José y el extraordinario abrigo de los sueños, ha sido punto de encuentro para dos agrupaciones que han demostrado una gran seriedad e inventiva cada vez que abordan determinada obra musical. Esta no es la excepción. El Taller de los Juglares, dirigido por Bartolomé Díaz (guitarra, voz en el papel de Jacob), cuenta con Juan Leonardo Gorrín en la voz (en el papel de José), Andrés Barrios (clarinete,voz) como el Narrador, Agustín Zubillaga (guitarra y voz) (Putifar), Pedro Vázquez (bajo, voz) (El Faraón), Juanpi Zubillaga (batería y voz). La banda es acompañada por los maravillosos coros de la Cantoría Ludus Vocaliter, bajo la dirección de Lourdes Sánchez. El programa tuvo como preámbulo la interpretación de tres magníficas versiones de los Beatles: “Tras el vidrio, dormida” (adaptación de “While My Guitar Gently Weeps”), “Lucy en el cielo con diamantes” y “El submarino amarillo”, ideales para preparar el ambiente. De inmediato dio comienzo el Oratorio para Solistas, Coro y Banda de Rock, que se subdivide en catorce temas, entre los que destacan “El Abrigo de José”, “Putifar”, “¡Puedes lograrlo, José!”, la hilarante “Pobre Faraón/Canción de El Rey” (con Vázquez cantando como Elvis), “Ese es mi gallo” y “Un sueño cualquiera”. El manejo de un fino humor adereza la obra. Cada uno de los músicos tiene su momento vocal, representando a un personaje, pero el peso lo llevan Gorrín y Barrios y por supuesto la Cantoría, que realiza un trabajo soberbio, delicado y esencial para el resultado global. Al final, tuvieron tiempo para interpretar otra particular versión, “Tu la has de estrechar” (“Love The One You´re with” de Stephen Stills). Como era noche de brujas, no pudo faltar el aporte de Andrés Barrios y el tema “Las Brujitas”, que ha hecho popular con Los Hermanos Naturales. De paso, fue bautizado el disco, que se edita en un mes muy adecuado. Juan Carlos Ballesta
LIBRERÍA
Nunca he sido seguidora incondicional de Quentin Tarantino, si bien me gustan sus películas. Fui a ver “Bastardos sin gloria” (“Inglorious Basterds”, 2009) tras la insistencia de amigos y quedé fulminada al encontrarme con una película excepcional, sin duda una de las mejores que he visto en los últimos años. Detesto las reseñas de películas en que te las cuentan, por lo que trataré de hacer malabares para escribir sobre ésta evadiendo detalles. “Bastardos sin gloria” cuenta con la dirección magistral de Tarantino, con un guión escrupulosamente cuidado en el que no hay frase que perder, por lo que es de esas películas que una quiere ver varias veces para irla redescubriendo. Tarantino rompe aquí todos los esquemas a su antojo, tramando una especie de venganza histórica situada en la Europa invadida por los nazis, con ese aire suyo de spaghetti western y un grupo de judíos-estadounidenses “caza nazis” (los “bastardos sin gloria”) comandados por Brad Pitt, el teniente Aldo Raine, apodado “Aldo el Apache”. Quizás uno de los mayores aciertos de esta película, es el elenco brutal de actrices y actores con que cuenta, con un especial cuidado en la elección de aquellos que pudieran hablar su propio idioma, por lo que es internacional. Brad Pitt es delirante con su insólito acento sureño y su actitud de desparpajo permanente aún en las escenas más violentas. Los actores alemanes son de primera: Daniel Brühl (protagonista de la película “Goodbye Lenin!”), Diane Krüger, Michael Fassbender, Til Schweiger, así como Martin Wuttke, como Hitler, a quien pudimos ver en el 2002 en el Festival Internacional de Teatro de Caracas en “La resistible ascención de Arturo Ui” de Brecht, y quien fue elegido por la crítica europea como el mejor actor por esa obra. Mélanie Laurent, la actriz francesa que hace el papel de la judía Shosanna Dreyfus al frente de un pequeño cine donde se urdirá parte de la trama, hace una interpretación estupenda. Los estadounidenses Eli Roth y Omar Doom, nos regalan junto a Brad Pitt una de las escenas más
divertidas y absurdas de toda la película, haciendo de italianos. Sólo mencionar el elenco, que tiene sorpresas como Mike Myers y Rod Taylor, podría consumir la columna. Pero sin duda alguna la actuación que arrasa con todas en el filme es la del austríaco, residenciado en Berlín, Christoph Waltz, en el papel de Hans Landa, el implacable “cazador de judíos”. Originalmente este papel era para Leonardo Di Caprio. Tarantino comenta que luego de dos lecturas de Waltz, no le quedó duda alguna de que el papel era suyo. Se supone que a Waltz le corresponde un papel de reparto, pero la verdad es que es el verdadero protagonista de la película, y su rol le dio ya el premio al mejor actor en el último Festival de Cannes, así como nominaciones a actor de reparto, entre ellos del Oscar. Su actuación es perfecta, habla en cuatro idiomas con toda comodidad y combina como nadie el increíble encanto vienés y el sadismo más puro. Su personaje abominable logra incluso despertar simpatía gracias al complejo abordaje de su rol, su particular humor y refinamiento psicológico, que lo hace construir con una densidad infinita, las escenas más tensas de la película, disfrutando cada segundo de tortura psicológica, como cuando hace de un bondadoso campesino francés un colaboracionista impotente ante el horror. Tarantino logra con esta película sacar a flote lo peor del espectador, metiéndole toda la adrenalina visual posible a la escena en que uno inevitablemente quiere ser partícipe de la revancha histórica y aderezándola con la poderosa canción de David Bowie “Cat People (Putting Out Fire)”, de 1982, que amalgama a la perfeccción con la escena clímax. También están en el soundtrack Morricone -como cabe en un western spaghetti- y la cantante sueca Zarah Leander (estrella preferida de los nazis), entre otros. Waltz dice que si alguien quiere saber qué es el cine, hay que mandarlo a ver esta película y lo va a entender. ¡No puedo estar más de acuerdo!
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