Imágenes y relatos de los barrial

Page 1

tapa final vecindad:Maquetación 1

8:29 AM

Página 1

organismo vivo; una red de lazos sociales que como todas las redes puede abrirse,

cerrarse, funcionar con mayor o menor grado de libertad. Desde la dictadura, pasando por el menemato y el continuismo gubernamental, hubo un ataque deliberado contra el bienestar social. Fuimos testigos de una violenta erosión en los códigos de convivencia. El abismo en la distribución del ingreso se hizo carne entre los vecinos. Como los conflictos son y serán permanentes, vivir con los otros es un desafío que puede unirnos. Hay que buscar salidas, crear entradas, pensar, reinterpretar, reciclar, actuar. La otra vía, la del aislamiento, la del excesivo cuidado de lo propio, nos priva de los demás. Nosotros confiamos en la palabra, en la lectura, en la conversación. Frente al veneno individualista nos dimos cuenta: hay algo que sí podemos hacer. ¡Un libro! Fundación Hábitat y Salud Urbana

Aportes para la convivencia

l barrio no es un espacio físico, es un

IMÁGENES y RELATOS de lo BARRIAL |

E

10/12/11

IMÁGENES y RELATOS de lo BARRIAL Aportes para la convivencia



IMÁGENES Y RELATOS DE LO BARRIAL


Imรกgenes y relatos de lo barrial Aportes para la convivencia

SELECCIร N Y MONTAJE

Liliana Heer, Laura Klein y Natalia Zuazo

ILUSTRACIONES

Rep


Imágenes y relatos de lo barrial : aportes para la convivencia / compilado por Liliana Heer ; Laura Klein ; Natalia Zuazo ; ilustrado por Miguel Rep. - 1a ed. - Buenos Aires : Fundación Hábitat y Salud Urbana, 2011. 112 p. : il. ; 22x15 cm. ISBN 978-987-27373-0-6 1. Ensayo Sociológico. I. Heer, Liliana , comp. II. Klein , Laura , comp. III. Zuazo, Natalia, comp. CDD 301

Diseño: Adriana Yoel © Miguel Rep, por las ilustraciones, 2011 © Fundación Habitat y Salud Urbana, 2011 Palestina 774, CABA ISBN: 978-987-1598-21-2 1a edición Hecho el depósito que indica la ley 11.723 Impreso en Argentina


ÍNDICE

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Capítulo 1. Como para empezar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15 Capítulo 2. La pesadilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33 Capítulo 3. Como para pensar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .47 Capítulo 4. La sospecha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .73 Capítulo 5. La llave . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .91

9


PRÓLOGO

EL PRIMER NIVEL DEL ENTRAMADO SOCIAL por fuera de la familia es el barrio, sobre él versa este libro de la Fundación Hábitat y Salud Urbana. Se trata del recorrido por algunos textos cuidadosamente seleccionados que abordan distintas temáticas de lo barrial. La obra es un aporte más para retomar un tema sensible: la vida cotidiana en las ciudades contemporáneas. Los textos reunidos comparten un objetivo central: la recuperación de los lazos primarios de la comunidad. El barrio como primer núcleo de la identidad. Somos, después de todo, sus callecitas, sus olores, la música que escuchamos en sus calles. Todo aquel que vive en una megalópolis está habituado a la retórica imperante que dice: debemos ver a los otros como enemigos o potenciales peligros antes que como vecinos con posibilidad de cooperar, aprender, tejer una vida comunitaria. La rotura del vínculo social implica precisamente el pasaje del vecino al extraño, el ensimismamiento paranoico en el núcleo familiar y la imposibilidad de hacer con otros una dinámica colectiva de lo barrial.

11


Hay allí, bien lo señalan Horacio González y Jaime

fuimos de nuevo, por unos días, hermanos y hermanas. O

Sorín en sus respectivos textos, una responsabilidad que se

los Carnavales Federales de la Alegría, otra apuesta estra-

remonta, en el mediano plazo, a la dictadura sangrienta y

tégica para recomponer el tejido social y urbano. Es nece-

su voluntad explícita de cortar los lazos solidarios que capi-

sario mantener en el tiempo esos esfuerzos por retomar

larmente se diseminaban por los barrios (“el silencio es

las calles y las plazas, para sostener una vida democrática

salud”, fue la consigna política del terror). Y más cerca en

todavía más vibrante. El piso del que partimos tarda en re-

el tiempo, a la década del 90, que vino a completar la obra

cuperarse, pero los avances son innegables.

de reemplazo del Estado por las corporaciones y el merca-

Desearía sumar un último señalamiento al lector de

do, diluyendo las identidades sociales y territoriales, y

estas páginas. Un consejo, si se me permite el exceso.

homogeneizándolo todo en el fluir de un consumismo exa-

Tengamos reparos a la idea de lealtad mecánica al pasa-

cerbado (para cada vez menos gente, como la insostenible

do. Debemos ser fieles al espíritu de ese pasado, que aquí

convertibilidad demostraría más temprano que tarde).

se expresa en el cálido recuerdo de la vida de barrio que

En ese sentido, me permito agregar a las ilustres plu-

supimos tener, y por la que luchamos actualmente en to-

mas reunidas en el libro, que mucho de esa dinámica gene-

das las ciudades del país. Pero jamás debemos replicar

ral se juega aún hoy en los medios masivos de comu-

ese pasado mecánicamente, sino aggiornarlo a los tiem-

nicación. Ellos permanecen orgánicamente arraigados a

pos que corren. Es decir, volverlo presente, actualizarlo en

un paradigma neoliberal que no termina de morir; repiten

nosotros, con nuevas prácticas que habremos de recons-

contínuamente asaltos, asesinatos y otras “atrocidades” de

truir entre todos; con nuevas formas de habitar las calles

la época hasta provocar parálisis y terror en el televidente.

y de hacer comunidad con los otros.

Alimentan la misma lógica de aislamiento, antisolidaridad y delación de quien tenemos al lado. La desconfianza como

Jorge Coscia

principio rector de una vida desarticulada de la política.

Secretario de Cultura de la Nación

Ayer, para erradicar la “subversión”; hoy, para reproducir el negocio de la “seguridad”. Los barrios, todavía, no terminan de volver a ser lo que fueron, pese a los indiscutibles avances que atravesamos en el último tiempo. Sin ir más lejos, los festejos del Bicentenario fueron indudablemente la recuperación del espacio público, la fiesta popular en las calles donde todos

12

13


1. COMO PARA EMPEZAR



COMO PARA EMPEZAR

EL

BARRIO NO ES UN ESPACIO FÍSICO,

es un organismo vivo.

Una red de lazos sociales que como todas las redes puede abrirse, cerrarse, funcionar con mayor o menor grado de libertad. Desde la dictadura, pasando por el menemato y el continuismo gubernamental, hubo un ataque deliberado contra el bienestar social. Fueron desmanteladas las construcciones colectivas de solidaridad y sustituidas por el avance del consumo. El daño en las relaciones comunitarias se hizo visible en distintos niveles. En la cuadra, en la esquina, en la escuela, en el almacén, en el club. En los territorios de siempre, este cambio hizo estallar los vínculos que hasta entonces compartíamos. Las rejas en los kioscos y en las plazas fueron el último eslabón, pero la ciudad ya venía cambiando, ya era otra, su gente había crecido en desconfianza, en temores, en odio. Fuimos testigos de una violenta erosión en los códigos de convivencia. El abismo en la distribución del ingreso se hizo carne entre los vecinos. Porque, aunque no haya respuestas, plantear interrogantes ayuda: Si creer fuera algo más que estar a favor o en contra.

19


COMO PARA EMPEZAR

COMO PARA EMPEZAR

Si descreer estuviera más acá de demoler o desmentir. Si se valora lo que funciona más allá de los colores, se abre el variado juego de los tiempos y nos volvemos contemporáneos de nuestra propia historia. Cuando el humor forma parte de la discusión, algo co-

Lo que pasa es que yo y los pocos que tenemos la ma-

mienza a ser entendido. La vida es un enredo, aceptarlo es

no derecha limpia de escribir y la izquierda sucia de tierra

difícil, no aceptarlo es peor. Como los conflictos son y se-

y cal, somos unos descastados.

rán permanentes, vivir con los otros es un desafío que

Entretanto estoy estudiando otra vez la fábrica de tu-

puede unirnos. Hay que buscar salidas, crear entradas,

rrones de maní, y la venta de naranjas. De algún modo,

pensar, reinterpretar, reciclar, actuar. La otra vía, la del

saldré del paso, a la fuerza.

aislamiento, la del excesivo cuidado de lo propio, nos priva de los demás.

Horacio Quiroga

Nosotros confiamos en la palabra, en la lectura, en la

Carta a Samuel Glusberg, 29 de mayo de 1934

conversación. Frente al veneno individualista nos dimos

Cartas de una hermandad

cuenta: hay algo que sí podemos hacer. ¡Un libro!

Fundación Hábitat y Salud Urbana

Así aquella tragedia en que sucumbió la juventud de Europa y que arrastró consigo los trozos dehiscentes de una cultura falaz y de una civilización podrida en el tuétano, aunque de esqueleto firme, tuvo acá su derivado cómico. ¿Cómico? Esta comedia es nuestro drama.

E. Martínez Estrada Drama y comedia de la juventud, 1931.

20

21


COMO PARA EMPEZAR

COMO PARA EMPEZAR

Un flash

La ciudad bicentenaria: conmemoraciones barriales

CUANDO HAY CELEBRACIONES el bar del barrio se convierte

¿EN QUÉ CIUDAD VIVIMOS? Nunca lo sabemos bien, pues en

en un club.

cuanto la pretendemos pensar única, de una sola pieza, se

El dueño sonríe frente a la caja registradora, desde la

nos deshace en muchos senderos, variadas experiencias y

cocina vienen voces, uno de los mozos ha tenido la ocu-

tiempos históricos que no fueron los nuestros. El primer

rrencia de cambiar la música y subir el volumen. La mar-

desafío de un ciudadano –de Buenos Aires estoy hablando–

cha nupcial se impone, tapa otros sonidos dándole al bar

es considerarse dadivoso hacia el pasado de su ciudad. No

matiz de folletín. La camarera está distraída con un fotó-

somos fieles de opereta, devotos de papel maché, siempre

grafo que le pide ayuda, sostiene el trípode mientras el

seguros de mantener un hilo único del recuerdo. La memoria

hombre calcula distancias. Va a sacar una foto al bebé re-

no es ciencia garantizada ni emite probanzas costumbristas.

cién nacido, la madre vestida de blanco, el grupo de pa-

Tenemos solamente un derecho a recordar, que permite que

rientes que la rodean. El novio tiene un clavel en el ojal y

nadie nos repruebe si tantas y tantas cosas se nos escapan.

un babero en el cuello. Quieren un recuerdo con las copas

Lo que podemos convertir en certeza muda, inamovible,

en alto, están emocionados y en el momento de brindar se

son nuestros primeros usos de la ciudad, con epicentro en el

les ocurre pedir al novio que hable. Él parece muy feliz,

barrio en que vivíamos y las subsiguientes exploraciones que

movido por esa felicidad empieza a hacer un elogio a la vi-

emprendíamos en círculos concéntricos. A inicios de los

da. En medio del elogio ve a través de la ventana pasar a

años 50 asistí al comienzo de la pavimentación de la calle

su vecino. Lo ve recorrer los primeros pasos hacia el cen-

Zamudio, en Villa Pueyrredón, pues hasta ese momento era

tro de la ciudad, se dirige al hospital donde el hijo sigue

calle de tierra, con casas chorizo que la flanqueaban, habita-

internado desde hace varios meses. La voz del novio tras-

das por inmigrantes o hijos de inmigrantes que trabajaban en

tabilla, le gustaría destruir su entusiasmo. Sale en la foto-

el ferrocarril. Enfrente de mi casa, una construcción extraña,

grafía con una mano en alto, la expresión de alguien

“El Chalet”, donde los inmigrantes eran otros, la familia

rabioso intentando limpiar el parabrisas un mal día.

Zelentcher, comerciantes relojeros, minoristas de Once, cuyos hijos hicieron el viaje hacia los kibutz apenas se fundó

Liliana Heer, 2011.

22

el Estado de Israel. Un episodio de iniciación para el cual se

23


COMO PARA EMPEZAR

COMO PARA EMPEZAR

habían preparado en el ken David Volpin, que funcionaba en

tructuras antagonizables del mundo–, se nos aparecen sin

el subsuelo de ese mismo edificio, en reuniones que a los

sus aristas amargas, como la guerra de Corea, en los 50

demás chicos del barrio nos parecían un tanto misteriosas.

también, donde en los barrios se cantaban desafíos futbo-

Hoy veo que eran remotos coletazos de un drama

lísticos con temas expoliados del mundo en guerra: “Vea

mundial que en esa calle Zamudio se desplegaban con in-

vea vea, no sea pelandrún, a Boca no lo paran ni los tan-

diferencia, apenas una agujeta indiscreta y calma en un

ques de la UN”. Era la ciudad del peronismo aquella.

barrio tranquilo, sosegado, pero de repente, cierta carta

En la cercana General Paz surgía el barrio de los Pa-

repentina de algún familiar que ya había viajado tenía en

bellones, y muy cerca la Ciudad Eva Perón, chalecitos que

su estampilla el contorno de un mapa y la expresión Eretz

se habían elegido como tributo arquitectónico a un mundo

Israel –inalcanzable para los muchachos deslumbrados,

que se esperaba bucólico, una comunidad organizada de

apenas adolescentes que esperaban todos los años el cir-

campiña inglesa, con una felicidad de tejas y césped mu-

co de los Hermanos Rivero– y un vago estremecimiento

nicipal, bastante cuidado. En 1955, los tableteos de ame-

utópico recorría a quienes esperaban ansiosos el momen-

tralladora que escuchábamos en el barrio parecían

to de lucir los largos, mientras los “hermanos mayores”

provenir de esos pabellones. Cerca había un destacamen-

sostenían aquel sobre con dignidad, estampillados con se-

to militar, el de los Polvorines, que seguramente disparó

llos que eran una promesa. Era un llamado. Todo emana-

algún arma antiaérea contra los aviones Gloster Meteor

ba a convocatoria y ante la cita promesante, ponían cara

de la aviación naval antiperonista.

grave. ¿Dónde estarán ahora los Zelentcher? No es posible ver las guerras y los dramas contempo-

No podemos definir la Argentina de cualquier modo, a partir de una rememoración barrial. Pero ese fuego antiaé-

ráneos desde un barrio, tampoco desde una ciudad. Pero

reo aún me persigue, había oído una de las formas de la

sí es posible recordarlos de una manera que casi sería la

Argentina y por lo tanto de nuestra indecisa memoria. Es

más adecuada, como eventos lejanos, difusos. En la infan-

el reverso de las conmemoraciones. El recuerdo de un soni-

cia vivida en los barrios, las guerras eran noticias de lejos,

do amorfo y trágico, traído por el viento. En 1910 había

deformadas, mezcladas con cánticos de ingenuas tribu-

visitado la ciudad el Mariscal Von der Goltz, autor de La

nas. Grato recuerdo de hechos que no son gratos, pues

nación en armas, uno de los libros fundadores del peronis-

exigen una fácil indulgencia, se los recuerda con una pe-

mo. Podemos extraer ciertas consecuencias de este hecho,

lota embarrada en las manos y nos convertimos en comen-

ataduras que los historiadores tienen bien comprobadas.

taristas indiferentes de una tragedia lejana. Entonces

Nada parecido a la guerra escuchada con oídos de un ado-

esos episodios remotos –y hoy parte ya asumida de las es-

lescente sin mundo, sin cartas que llegaran desde lejos,

24

25


COMO PARA EMPEZAR

COMO PARA EMPEZAR

sin nada que anunciara que algo rozaría en su vida los

títulos aproximados y alegóricos a sus regiones, pero más

caminos que la lectura de Von der Goltz había recorrido

como borradores de un imaginario Diario de Solís que co-

en la Argentina. Este mariscal prusiano, en los meses de

mo el país real, con sus nombres efectivos, que hoy cono-

su visita, había inspeccionado colegios en la Capital Fede-

cemos o creemos conocer. Esa atmósfera de irrealidad

ral, quizás vestido con su uniforme y casco con penacho,

renacentista, que posee el Monumento como en un mapa

impresionando a los escolares de Almagro y Balvanera. El

de Vespucio, lo hace apropiado para las grandes manifes-

Congreso de la Nación hacía cuatro años que estaba ter-

taciones religiosas y conservatistas, del espíritu de la tie-

minado, el Teatro Colón debió esperar un poco más. Por

rra de los grandes propietarios y de las concepciones del

ese mismo tiempo estaba comenzada la Estación Retiro,

catolicismo como un orden telúrico y el territorio agrope-

inaugurada varios años después. El general Mitre había

cuario como un orden del espíritu. Allí se realizaron las

muerto en 1906. Conocemos las fotos de la Infanta Isa-

grandes congregaciones del Congreso Eucarístico de

bel, en su carruaje –la Infanta siempre parece estar sobre

1934, y en 2008 se dio cita la multitud que apoyaba al neo-

un carruaje– por la Avenida de Mayo iluminada, con faro-

partido agrario en sus reivindicaciones bañadas por nue-

les de gas y eléctricos que acentúan los contornos de sus

vos estilos clasistas.

cúpulas. El subterráneo se había empezado a construir

Una vieja foto de la calle de mi barrio mostraba a

bajo el modelo del de París. Aún faltaban cuatro años para

algunos vecinos frente a un puentecito, que se extendía

que se inaugurase.

de un lado a otro de los cordones laterales en caso de llu-

La Infanta Isabel fue el personaje central de la conme-

via o inundación. Era posible alegrarse de que el pavi-

moración del Centenario. Aunque también estuvo Cle-

mento conjurara para siempre esos peligros, y los

menceau, visita que era más medular, aunque sin el

momentos épicos del espíritu vecinal ya se referían, a

mismo simbolismo que la Infanta de Borbón, que repre-

mediados de los cincuenta, a jornadas heroicas donde

sentaba a España y era una figura popular, con su vida pri-

todos salían a baldear la cuadra para espantar bien lejos

vada cruzada por un sino tortuoso. Ella inaugura las obras

los microbios de la poliomielitis.

del Monumento de los Españoles –que contiene alegorías,

Esas jornadas de agua baldeada sobre las recientes

dígase bien: inexactas, o por lo menos insuficientes, sobre

veredas, que de otro modo se reproducían en Carnaval

las cuatro regiones argentinas: Chaco, el Plata, Andes, la

–cada baldazo masculino era una declaración de amor a

Pampa– y que se concluyó en 1927, inaugurada por Alvear.

las doncellas, acto inexperto que aún no había encontrado

De todas maneras, su aire mitológico nos permite imagi-

su tono adecuado–, peticionan un recuerdo específico,

nar otro país, como si aún un extraño descubridor le diera

cual es el de los arroyos que recorrían la ciudad. Bajo el

26

27


COMO PARA EMPEZAR

COMO PARA EMPEZAR

pavimento no solo hay pasto y barro, sino agua. Pero eso

tidiana de los sectores sociales menos favorecidos. La dig-

no lo vimos los que hoy atravesamos la circunstancia de

nidad del transporte ferroviario, con sus locomotoras, su

tener más de sesenta años. El cauce más célebre era el

sistema de señales y su lenguaje socialmente aceptado

Arroyo Maldonado, entubado a fines de los años 30, que

–así como hoy se habla de la “electrificación del Roca” y el

cortaba la ciudad en dos, pero permitía cruzarla por una

“soterramiento del Sarmiento”–, es hoy un imperio de-

serie de puentes que unían las orillas. Cuando el pavimen-

rrumbado. ¡Qué se hará del guardabarreras, personaje so-

to hizo del arroyo una avenida –la Juan B. Justo–, muchos

litario, ensimismado en timbrazos que lo alertan de

pensaron que se acababa la ciudad antigua, entre ellos,

metafísicos cruces por el paso a nivel! Son los hombres

Borges. Una vía de circulación rápida sobre un riacho que

con un mate en la mano y la pava en otra, de los cuales de-

se percibe como una secesión de la urbe, es lógico que in-

pende la modesta noción de tragedia contenida que podía

troduce características asociativas nuevas. La ciudad sin

rozar a los barrios de la ciudad.

fisuras, una única marcha urbana, un tejido homogéneo,

La realidad contemporánea nos habla de un servicio

como se expiden los urbanistas. Túneles, puentes. La efi-

ferroviario que fue superado por la revolución demográfi-

cacia de estos artificios está probada. Nos maravillamos

ca del conurbano y por la pérdida de su imantado simbo-

de los grandes puentes, Golden Gate, Brooklyn. ¡Túneles!

lismo interconectante, que provenía de la revolución

Grandes hazañas de la ingeniería. Los que hay que atra-

industrial del siglo XVIII. Esto nos introduce a panoramas

vesar para ir de San Pablo a Santos, sin ser los pasos más

degradados, a un desmantelamiento técnico que corre pa-

gigantescos en el interior de las montañas, son los que

rejo a una pérdida del signo de construcción laboral ciuda-

cualquier ejemplificador latinoamericano tiene a su dispo-

dana: esto es, el ferrocarril era el fiel reflejo de las clases

sición. No olvidemos nuestro Subfluvial, construido por el

sociales establecidas en el orden conservador. Están en

desarrollismo bajo el Paraná y que de algún modo era su

revulsión desde hace más de cinco décadas, en que hay

blasón e insignia.

una relación directa entre una demografía social que cru-

En una ciudad, el túnel, el paso bajo nivel, el puente,

je infinitamente y la declinación tecnológica.

nos facilitan la vida. Los urbanistas del siglo XIX –esa ex-

La ciudad del bicentenario creció alrededor del traza-

presión, sin duda, no existía– habían trazado vías férreas

do de los trenes del centenario. Ya no iban a extramuros

en la superficie de las ciudades, dividiéndolas y segmen-

sino que atravesaban barrios divididos en dos. En el pal-

tándolas. En la era post ferroviaria el transporte masivo en

pitar imaginario del planificador tecnocrático casi debe

tren, en las grandes ciudades –Buenos Aires es una de

descartarse la recreación ferroviaria de las ciudades. Sote-

ellas– se convirtió en un hecho que se refiere a la vida co-

rrar, levantar, suprimir, lotear: ese es su credo. Surge a

28

29


COMO PARA EMPEZAR

COMO PARA EMPEZAR

borbotones la idea de que pavimentadas las vías o hundi-

frigoríficos y las grandes fábricas a sus orillas termina-

das bajo el nivel térreo, liberarán el tejido urbano para

ron de matarlo como curso de agua. El puente Almirante

nuevas autopistas. ¿Imaginamos el trazado del ferrocarril

Brown, que tenía funciones ferroviarias y fue construído

Mitre sustituido con una cinta de macadám para tránsito

en 1914, terminó dándole su fisonomía al barrio de la

rápido? Así ocurrió con la vueltita que en el pasaje Rauch

Boca, poblado por una fuerte inmigración genovesa, que

daba la ferrovía que iba de Plaza Lavalle a Flores, la pri-

antes de que fuera devorado por el turismo y de alguna

mera del país. Quedó la rara curva que en ese lugar da

manera por el fútbol –no el heroico de los inicios sino por

cierta gracia al trazado de la ciudad. La ávida tentación

el de las grandes conflagraciones de masas y los dramá-

del fabricante de automóviles, del especulador inmobilia-

ticos juegos de identidad–, había establecido una noción

rio y del político pseudomodernizador es la de cubrir de

urbana de confines y tensiones periféricas con la ciudad,

asfalto las antiguas trazas del “camino de fierro”. Son te-

tanto con la desvinculada del río y que no percibía la

rrenos de gran valía que pertenecen al Estado nacional y

fuerza trágica del Riachuelo –el episodio del tranvía que

que en vez del trazado ferroviario vencido, que atrae vi-

cae al río en 1930 lo testifica– como con la que estable-

viendas baratas y precarias alrededor, podría albergar ca-

cía el más allá del río, la “Isla Maciel”, cuyo nombre

rreteras que atraen barrios artificiales modelados por el

infundía un sentido de misterio, aventura y pavor.

ideal de country. ¿No se pensó ya en convertir la Estación

Limpiar el Riachuelo, como se limpió el Támesis, signifi-

Retiro en un Shopping y en lanzar a la bolsa de valores in-

caría el fin de la era industrial en la Argentina.

mobiliarios los terrenos que la bordean? La ilusión de una faja asfáltica reluciente, de las que

Toda ciudad contemporánea tiene tendencia a ser ciudad aérea, y entonces corta el cielo con cúpulas del

crean bellos efectos de espejismo los días soleados, se

demiurgo arquitectónico, y también a ser subterránea, y

concretaría si con la misma lógica con las que se trató el

entonces encierra sus ríos y arroyos; también sus ferro-

sistema de arroyos entubados, se pavimentase el

carriles, si no los extirpa. Una ciudad es lo irreconocible

Riachuelo. Este riacho histórico cuya función de separa-

de la ciudad que nuestra memoria alberga. Las superfi-

ción de la retícula urbana con la conurbana es notable,

cies que recordamos de Buenos Aires estaban cortadas

ha escrito buena parte de la crónica del emplazamiento

por el terreno y su fisonomía natural, a veces agreste.

de la ciudad de Mendoza y Garay. ¿Cuándo se empezó a

Hay nuevas superficies y nuevas alturas. Vivir en las ciu-

pudrir el Riachuelo? Sin duda, las barracas de curtiem-

dades, vivir en Buenos Aires, es un acto geométrico y un

bres desde las últimas décadas del siglo XIX contribuye-

cruce de muchos planos, espaciales y temporales. Pero

ron a su enrarecimiento y contaminación, hasta que los

toda ciudad resiste, aunque sea en la memoria, porque

30

31


COMO PARA EMPEZAR

lo que llamamos civilización no es mucho más que la resistencia de nuestra memoria que acepta cortésmente que puede ser vencida, salvo en la rudeza y terquedad de su caprichosa reminiscencia. Son ríos que a pesar de todo no pueden ser entubados.

Horacio González, 2010.

32

2. LA PESADILLA



LA PESADILLA

Estela

YO VIVÍA EN LA ISLA MACIEL, en el fondo de la villa. Ahí nos empezamos a juntar distintas organizaciones. Fueron cinco años de lucha, de pensar cómo entrar en un sistema donde los negros no tenemos cabida. Porque somos negros, barulleros, vagos y piqueteros, porque somos “los negros de mierda que nos les gusta trabajar”. Nosotros demostramos que es al revés, que nos gusta laburar, y que un día podemos emborracharnos, pero que también somos los mejores administradores. Vivimos muchos años con 150 pesos, rasqueteando las ollas, buscando donaciones para morfar, para que nuestros hijos se vistan, tengan una campera, yendo al mercado a buscar verduras y repartir. ¿Eso no es ser buenos administradores? Hace muchos años, yo tenía plata, un auto, una casa, y lo perdí. Antes yo renegaba de los “negros hijos de puta”, pero no sabía que yo iba a terminar siendo una “negra” también, de otro aspecto negro, no negro de piel. Mi vida se dio vuelta y me encontré embargada, desalojada. Caí en La Boca, pleno Parque Lezama, a vender ropa mía, de mis hijos, de mi hija, porque estaba muerta de hambre, sin

37


LA PESADILLA

LA PESADILLA

casa y en la ruina. Y ahí conocí a una persona que me lle-

Sonete

vó a otro comedor, en la calle Necochea. Entré de cocinera y vi lo que realmente era. Después me mudé a una pensión en Necochea y Suárez, pero no la pude pagar y me desalojaron. Entonces una compañera me dijo que tenía

todo nos ciega nos empequeñece

una casilla en la isla Maciel. “Ay, la villa es lo último, ¿de

la motoneta o toco rojo

ahí a dónde voy a parar?”, dije yo. Pero bueno, fui, con mis

al parecer la kryptonita verde

pocas cosas, mis cacharritos.

la poca paga la paja el piojo

Así fue como emprendí la villa. Cuando entré pensé

sólo amor a muerte enciende sus colores

“bueno, vivirás acá nomás”. Pero no: yo veía que íbamos

sus trazos y trizas despabila

entrando, íbamos entrando y entrábamos más. Hasta que

ese verdor al desnudar afila

vi un pasillo. Será que a partir de ese momento comencé a

la hoja que cortára su espesura

crecer con el sufrimiento de mis hijos y el mío, y ver hacia dónde íbamos. Yo no entendía ni quién era Chávez. Y ahí

si no hubiere en vivir esa verdura

la conozco a “la Negra”, y le dije: “Negra, estoy re cagada

esos flashes de tinta adrenalina

de hambre”. Y ella me dijo: “Venite a los Pibes”. Así me

comeríamos melanco y amargura

trajo y acá estoy, hace cuatro años. si no hubiere en bibir esa gambeta Entrevistas realizadas por Natalia Zuazo y Wanda Pagani en el comedor Los Pibes de La Boca en mayo de 2011.

que de canto se cuela en la fizura nos sería esta vida reberreta

Daniel Martucci (Maruki) Peste Bufónica, 1991.

Las palabras escritas contra las reglas de ortografía pertenecen a la elección estilística del autor.

38

39


LA PESADILLA

LA PESADILLA

Nuestras águilas

Los hombres hacen su propia historia, pero no la ha-

Hubo un mes y un día para los vivos.

cen a su libre antojo, en circunstancias elegidas por ellos

Hinché el pecho como para respirar o para rezar

mismos, sino en aquellas circunstancias con las que se en-

y otros hincharon el pecho para respirar o rezar.

cuentran directamente, que existen y les han sido legadas

Para ser mis semejantes eran muchos.

por el pasado. La tradición de todas las generaciones

Contemplamos la falta de ternura en el rostro de cada uno

muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vi-

como un foco político de la desgracia.

vos. Y precisamente cuando éstos parecen disponerse a

Qué me importa si otros también saben lo que yo.

transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nun-

De pie estoy, para decirlo, no para que se me escuche.

ca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los

Compartíamos miedo.

espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus

Fue imposible evitarlo.

consignas de guerra, su ropaje, para representar, con este

Desde aquí veo el miedo.

disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, la

Mucho más no se puede decir.

nueva escena de la historia universal. Nos querían aplastar. Karl Marx El 18 Brumario de Luis Bonaparte, 1869.

Atrás de los cuadrados de heno apretamos el lado angosto y gritamos ¡nos quieren aplastar! Afortunada fui, que me pasaron por encima cuando nada podía hacerse ni ser hecho. Así lo cuento porque ahí estuve. Al cabo de las horas, atada. Comprenden? Allí estaba para que nadie diga después

40

41


LA PESADILLA

LA PESADILLA

y se olviden de los vivos que fuimos

Mis mayores no me habían enseñado

pares de los muertos.

nunca entendí a mis hermanos. Fue que yo estuve viva y no sé cómo.

Hoy hablan de mí como si yo no hubiera existido. Mejor, ahora valdría el ganso que fui y mi antorcha apagada

Lo que no me hizo daño

desde que se inician mis recuerdos

vuelve.

porque cuando estuve viva

Fui una ventana, fue un nido

ni mi madre me veía.

de vísperas.

Hablo de lastimaduras.

Dije: no quiero envejecer entre oprimidos.

Al dar vuelta la cara, entregamos la mejilla.

Creí que esto me sería dado.

Díganme si estoy gritando. La fianza nunca fue pagada. Hubo lesiones y lesionados.

Ahora, sí, confiamos porque queremos

Fue un mes de lesiones.

porque no sirve para nada

Yo, que no era lo que ahora, hubiera querido correr tras los frutos

la desconfianza que teníamos

que huían de los árboles hasta hundirse como huellas futuras

para comernos hasta el cuero al fatigado sucesor del enemigo.

en la cabeza de los infantes. Pero alguien, lejos de mí, cerró el umbral

Aguante, ciudadana puerca!

y no vi más. Reuní mis armas Yo estuve viva ese año.

de ahí en adelante ennegrecidas

En los intervalos del odio y el furor

Así y todo tengo hambre y sed.

miro mis palmas anchas, blanduzcas

Los víveres, de acuerdo a los viejos rudimentos, siempre

y les pregunto cómo son suaves cómo están despiertas y me dejan ir, y no me abofetearon.

[están cerca. Voy por más.

El capítulo de matar no lo conozco.

Laura Klein

Antes de ser cobarde, fui pequeña.

La comedia de los panes, 2011.

42

43


LA PESADILLA

LA PESADILLA

El miedo de que un pequeño hilo de lana que sale del ribete del cobertor sea duro, duro y penetrante como una aguja de acero; el miedo de que este pequeño botón de mi camisa de dormir sea más grande que mi cabeza, grande y pesado; el miedo de que esta miga de pan, que ahora

Karina llega a su casa después de trabajar y decide llamar a su amiga Mariana para despejarse un poco: Karina: –Hola, che, ¿en qué andás? Mariana: –Viendo la tele, ¡no sabés cómo te llenan la cabeza con la inseguridad! ¿Y vos?

cae de mi lecho, sea de vidrio y se haga astillas cuando to-

Karina: Con ganas de salir. ¿Vamos a tomar un café?

que el suelo; y la agobiante inquietud de que en realidad

Mariana: –Dale, así me desconecto un poco.

se ha de romper todo, todo para siempre; el miedo de que

Karina y Mariana viven cerca. Se encuentran en una

ese borde de una carta abierta sea algo prohibido, que na-

esquina. Caminan unos pasos como lo hacen habitual-

die debe ver, algo indescriptiblemente precioso para lo

mente para elegir un bar.

cual ningún lugar de la habitación resulta completamente

De repente, Mariana toma del brazo a Karina.

seguro; el miedo de tragarme, mientras estoy dormido, un

Karina: –Ay, ¡pero qué cariñosa que estás!

trozo de carbón de la estufa; el miedo de que una cifra

Mariana: –Nada que ver, nena. ¿No ves que nos están

cualquiera comience a crecer en mi cerebro hasta no hallar en mí espacio para su expansión; el miedo de que sea

siguiendo? Karina se da vuelta.

de granito el lugar donde estoy acostado, de granito gris;

Mariana: –No, no, que es peor, ¡no te des vuelta!

el miedo de que se me escape un grito y todos se agolpen

Karina mira de reojo y ve a un hombre con bastón.

ante mi puerta y terminen derribándola; el miedo de lle-

Karina: –Quedate tranquila, no hay nadie, quiero de-

gar a traicionarme, de contar todo aquello de que tengo

cir no hay nadie peligroso. ¿Qué bicho te picó que te an-

miedo, y el miedo de no poder decir nada porque todo es

dan siguiendo?

tan incierto; y los otros miedos… Los miedos.

Mariana: –Deben estar arreglados, fijate en la mujer que viene caminando con una bolsa de compras.

Rainer María Rilke Los cuadernos de Malte Laurids Briggs, 1910.

44

Karina: –Es la cajera de la panadería. Marina: –Ya soy capaz de ver cualquier cosa.

45


LA PESADILLA

Karina: –Con razón, si estuviste viendo tele, no me sorprende. Los reality show de los feos, sucios y malos sugestionan bien. Aunque en el momento los mirés críticamente, salís a la calle y ves chorros en todas partes.

Frida Ubertti, 2011.

Provisoriamente no cantaremos el amor, / que se refugió debajo de los subterráneos. / Cantaremos el miedo que esteriliza los abrazos, / no cantaremos el odio porque no existe. / Sólo existe el miedo, nuestro padre y compañero, / el miedo grande de las llanuras, de los mares, de los desiertos, / el miedo de los soldados, el miedo de las madres, el miedo de las iglesias, / cantaremos el miedo de los dictadores, el miedo de los demócratas, / cantaremos el miedo a la muerte y el miedo de después de la muerte, / después moriremos de miedo / y sobre nuestras tumbas nacerán flores amarillas y temerosas.

Carlos Drummond de Andrade “Congreso internacional del miedo”.

46

3. COMO PARA PENSAR



COMO PARA PENSAR

HABLAR DE LO COTIDIANO PUEDE parecer meterse en un terreno obvio, en el mundo de las cosas conocidas. Pero, si lo pensamos un poco, nos damos cuenta que lo cotidiano es engañoso, imprevisible. Y eso se expresa en los detalles. Muchas veces, como el tero, el grito aparece desde un lugar y los huevos están en otro lado. Por ejemplo, algo familiar de un momento a otro se vuelve inquietante. Miramos una foto vieja y no reconocemos al personaje que fuimos. Alguien pasa de una pieza a otra y lo encontramos distinto. ¡¿Con esa persona estuve hablando hasta recién?! ¿Qué pasó? No pasó nada, sin embargo somos dos extraños. Alguien vuelve de la calle, oímos que la puerta se abre, ¿y? ¿Qué idea tenía que se rompió al verle la cara? ¿A quién? Todo está normal y al mismo tiempo nada coincide. La cabeza me hace trampas.

51


COMO PARA PENSAR

COMO PARA PENSAR

Entro calculando que todavía no llegaron.

Zama (fragmento)

Pues no, la tele prendida, una discusión, dame, pasale, dejalo ahí, ya te dije, otra vez no. ¿Adónde me metí? Estoy en el nido pero estos pájaros parecen de otra jaula.

ALGUIEN ME DIJO: –¿Quieres vivir?

Esto sucede todos los días. Lo familiar deja de ser familiar.

Alguien me preguntaba si deseaba vivir. Era, entonces, que mi sangre no se fue toda.

También en la calle, en la propia cuadra. Camino hasta el kiosco y el aire está denso ¿o a mí me parece? Mi vecino de arriba y el de abajo cuchichean tan próximos que no me ven, no me reconocen, no me saludan. Quedo con el saludo en la boca.

Era, también, que había llegado el indio. Podía, pues, no morir. No morir aún. Me desgarró la ropa. Después sentí la prisión del torniquete en los brazos y supe que mis manos sin dedos ya no manarían sangre.

Me conozco el barrio de memoria, no necesito pensar

Tal vez dormité, tal vez no.

para llegar a ninguna parte, de pronto escucho un grito, sé

Volvía a la nada.

de donde viene, Don Pedro siempre grita igual, pero esta

Quise reconstruir el mundo.

vez, no sé por qué me da miedo.

Despegué los párpados tan pausadamente como si

Me asusta tener miedo.

elaborara el alba. Él me contemplaba.

Sensación de no ser yo, estar mucho mejor de lo habitual sin motivo alguno. ¡Qué me dure aunque no lo entienda! Pensar que otras veces me fastidia el contento de los demás.

No era indio. Era el niño rubio. Sucio, estragadas las ropas, todavía no mayor de doce años. Comprendí que era yo, el de antes, que no había nacido de nuevo, cuando pude hablar con mi propia voz, recu-

No voy a creer que sólo yo soy así.

perada, y le dije a través de una sonrisa de padre: –No has crecido… Frida Ubertti, 2011.

A su vez, con irreductible tristeza, él me dijo: –Tú tampoco.

Antonio Di Benedetto, 1979.

52

53


COMO PARA PENSAR

COMO PARA PENSAR

Río de las congojas

Belgrano de colores

MUCHO POLVO TRAGUÉ, mucha lluvia me mojó. Ahora tengo

RUSTY, VAGABUNDO, Y FIEL A SU MANERA, que desaparecía por

como un libro adelante cuyas páginas volteo para atrás.

días y días pero siempre volvía, a veces hecho un harapo

Yo sólo se leer figuraciones. El mestizaje no es únicamen-

y otras veces bañadito y hasta con moño cuando alguien

te un alboroto de sangre: también una distancia dentro

intentaba adoptarlo. Por momentos me sentía como él,

del hombre, que lo obliga a avanzar, no sobre caminos, so-

una bastarda sin raza por ser tan distinta de mi padre y de

bre temporalidades. Todo se va trabajando al revés de los

mi hermana, tan como de otro mundo, más excitante, sí, y

otros. ¿De cuáles otros? Ahí está la cuestión. Todos son los

también desconocido.

otros. Uno es el mestizo, el distinto.

Muchas veces las gitanas confrontaron a esa señora de suaves cabellos castaños que lleva de la mano a la ne-

Libertad Demitrópulos, 1981.

na arisca, de apretados tirabuzones negros, negros ojazos y cachetes de manzana. Señora, le decían las gitanas, a nosotras se nos acusa de robar niños, pero esta nenita nos la robó usted a nosotras. Esta escena la revivo cada tanto, y cada tanto me la creo. Como me la creía en los sábados de infancia cuando Ida estaba de asueto y yo quedaba solita, esperándola sentada en el umbral de la puerta de calle. Los sábados se volvían entonces del deprimente color cremita de la pared del zaguán. Sentada allí con la puerta de calle abierta (¿quién me manda?) pensaba que las gitanas iban a venir a raptarme por fin y a veces me daba miedo y a veces me daban ganas y, lo que es peor, a veces me daban miedo y ganas al mismo tiempo.

Luisa Valenzuela

54

55


COMO PARA PENSAR

Potrero. El tango. La Nada Intensa

COMO PARA PENSAR

Por cierto que podrá quedar claro con algunos ejemplos de espacios de segregación o de manías de enrejar parques y sembrarlos de señales de prohibición o de usos preformados como legislación de sitios, indicando qué se

LA VIDA ORILLERA EN BUENOS AIRES se fue instalando en los

debe mirar y sentir en cada momento de un tour urbano

vacíos que las vías, primero caminos de carretas y más tarde

bajo la continua voz amplificada del guía patético que no

tendidos ferroviarios, abrían en abanico desde el centro por-

es más que víctima asalariada de un gigantesco malen-

tuario hacia los distintos rumbos del interior del país.

tendido cultural.

Como los dedos abiertos de una mano dejando vacíos, especies de cuñas de campo en plena ciudad. Así el perímetro de frontera, de membrana de ósmo-

Todo nos llevará a advertir que hoy necesitamos suprimir más que agregar cosas al espacio urbano. Limpieza y síntesis resultan urgentes para acabar

sis, de intercambio entre los modos urbanos modernos y

con la tortura diaria que fatiga las calles, ómnibus, vago-

los camperos seculares, fue enorme y distribuido en todas

nes, estaciones.

las extensiones por las que la ciudad iba a llegar finalmen-

Escuchar lo más elemental y sencillo, que está al al-

te al tamaño regional del conurbano de la segunda mitad

cance de la mano como decisión de cambio. Terminar con

del siglo XX. Los potreros elementales y vírgenes, rodeados de chimeneas y sheds de galpones fabriqueros, de playas de

el espacio hipertenso permanente, con la saturación del tiempo y los mensajes. Acabar con la demasía informativa y publicitaria cuyos límites es imposible soportar.

maniobras, barrios en que se mezclaban viejos artesanos y elementales pulperías o almacenes de estaño amistoso, iban a ser el escenario del tango.

Los espacios del enterteinment masivo, los lenguajes imperativos tipo, “esto es lo que debe gustarles”, la foto es desde aquí, con una jornada de excursión con una acti-

El potrero, como todo vacío, impulsa a la acción y es todo lo contrario de la nada.

vidad para cada hora exactamente igual que los monjes en los conventos, o los militares en sus tempranas activi-

El vacío aquel es exactamente lo opuesto al no-lugar

dades inexcusables. El tiempo y el espacio fraccionados

que amenaza con invadir hoy nuestras atribuladas ciuda-

en tajadas iguales dentro de las cuales el “habitante” só-

des. Los no-lugares suelen estar llenos de objetos, señales

lo tiene que observar las reglas establecidas.

coercitivas, ambiguas constelaciones, pálidos monumentos desconsolados.

56

57


COMO PARA PENSAR

COMO PARA PENSAR

Lugares que habitamos pero que a la vez “nos habitan”, nos acompañan toda la vida, forman parte de nosotros. De la misma manera que mostramos ejemplos de espacios atrapados por normas rígidas que encarcelan a manadas de distraídos turistas, podemos rápidamente

EL

mostrar textos en forma burocrática, publicitaria melosa y

muestra dos mundos divididos por una pared. Literal y meta-

HOMBRE DE AL LADO

es una película sobre vecinos que

manejadora, académica pseudo-científica, jergas amplia-

fóricamente, pared de ladrillos, muro de clase. Esta parodia

mente abusadas en textos doctorales, textos compuestos

oscura hace visible el violento conflicto que generan las

de citas ajenas sin sentido agregado, en fin, mil formas de

diferencias sociales. Toda la finura, el orgullo y el prestigio de

expresión de las enfermedades en la cultura actual.

un diseñador, contrapuesto al espontáneo impulso del veci-

Todos tipos “amonedados”, listos para la repetición

no haciendo un agujero en la medianera para ver unos rayi-

infinita sin vida ni evolución, a los que aludió alguna vez

tos de sol. No se trata de cualquier necesidad –la de uno y la

Jorge Luis Borges.

del otro–, no se trata tampoco de cualquier edificio. Una casa de autor (Le Corbusier) y una construcción común. Lo “culto” y lo “vulgar”, civilización y barbarie en escena. Juan Mario Molina y Vedia

Hechas carne las categorías “in” y “out” ironizadas por

“Potrero. Buenos Aires: la vida privada

Landrú, los “chetos” y los “grasas” y se podría continuar.

en las orillas del secreto”.

Pero, y allí reside la importancia, el enfoque de este film profundiza la dicotomía con varias vueltas de tuerca. El prejuicio hacia el otro, el temor hacia lo inesperado, el malestar hacia lo desconocido, el cuestionamiento de dos estilos de vida se despliegan para entrar en acción. –¿Y? –¿Qué responder?, la resonancia en el espectador prosigue… Hay algo incontable, explicarlo rompería el humor y se volvería ideológico, solemne.

Liliana Heer Sobre El Hombre de al lado, dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn, 2010.

58

59


COMO PARA PENSAR

COMO PARA PENSAR

Leviatán: 2006

¿De quién es la esquina?

LA NATURALEZA HA HECHO A LOS HOMBRES tan iguales en las

EL OTRO DÍA LEÍ QUE NINGÚN PIBE nace para chorro. Y hoy una

facultades del hombre y el espíritu que, si bien un hombre

tía me dijo que las esquinas se han convertido en lugares

es, a veces, evidentemente, más fuerte de cuerpo o más

peligrosos.

sagaz de entendimiento que otro, cuando se considera en

¿Qué tienen que ver estas dos cosas? No sé bien, sim-

conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es tan

plemente pensé que en una esquina pueden suceder mu-

importante que uno pueda reclamar, a base de ella, para sí

chas cosas. Me pueden robar, arrebatar, puede haber un

mismo, un beneficio cualquiera al que otro no pueda aspi-

choque y atropellarme un auto que se sube a la vereda,

rar como él. En efecto, por lo que respecta a la fuerza cor-

me puede morder el perro del vecino, o me puede asustar

poral, el más débil tiene bastante fuerza como para matar

ese vagabundo que siempre pide plata.

al más fuerte, ya sea mediante secretas maquinaciones o confederándose con otro que se halla en el mismo peligro que él se encuentra.

Y en las esquinas también están ellos: los pibes, los jóvenes. Se juntan allí a tomar cerveza, a drogarse, a molestar. La misma tía me dijo sobre los pibes que se juntan en la esquina de su casa: ¡Que vayan a estudiar! ¡O al menos

Thomas Hobbes

que trabajen! Y –sin dejarme responder– siguió: Que de-

Leviatán, 1651.

jen de vaguear. Y si lo hacen, ¿por qué justo lo tienen que hacer en mi esquina? Si sus padres no los controlan, que venga la policía a sacarlos, que alguien ponga orden, ¡pero ya! Porque así no se puede seguir… Hay que echar a los pibes de las esquinas. ¡Los ciudadanos de bien queremos recuperar las esquinas! No le respondí. No tenía ganas de discutir con ella. Pero me acordé de lo que un pibe me preguntó una vez: “¿De quién son las esquinas, che? ¿Por qué está mal que nosotros paremos en las esquinas, que las sintamos como si fueran propias y actuemos en consecuencia?” No pude

60

61


COMO PARA PENSAR

COMO PARA PENSAR

hacer otra cosa que darle la razón y me quedé pensando en sus preguntas. Alguien dijo en algún diario que las esquinas son de todos. Entonces ¿por qué no son también de ellos? Creo que está bueno que los chicos sientan las esquinas como propias, que se las apropien y allí construyan su lugar, su sitio para estar, para encontrarse, para estar juntos. Porque ningún pibe nace para chorro, ¿no? Cuando emprende una jornada, se procura armas y Al otro día, me encontré con un amigo y le conté mi

trata de ir bien acompañado, cuando va a dormir cierra las

diálogo con el chico, las preguntas de mi tía, y mis propias

puertas; cuando se halla en su propia casa, echa la llave a

preguntas. Mi amigo me dijo:

sus arcas; y todo esto aun sabiendo que existen leyes y

¿Entonces no hay que sacar a los pibes de las esqui-

funcionarios públicos armados para vengar todos los da-

nas? ¿No hay que reprimirlos? ¿Tampoco hay que resca-

ños que le hagan. ¿Qué opinión tiene, así, de sus conciu-

tarlos?

dadanos, cuando cabalga armado; de sus vecinos, cuando

Quizá no –respondí–. A lo mejor se los pueda aceptar allí y hasta potenciar lo que hacen. Discutir con ellos qué

cierra sus puertas; de sus hijos y sirvientes, cuando cierra sus arcas?

se puede hacer, producir, crear también en una esquina. Tal vez, mi respuesta a ese pibe podría haber sido: “Ok,

Thomas Hobbes

ustedes están en las esquinas, las esquinas son también

Leviatán, 1651.

suyas, pero no sólo son de ustedes, son de todos los que queramos estar juntos, encontrarnos ahí”. Pero, ¡pará! –contestó mi amigo– entonces… ¿de quién son las esquinas? De todos los que sean capaces de apropiárselas, de habitarlas y hacer de ellas su lugar. Porque ningún pibe nace para chorro.

Pablo Vommaro, 2011.

62

63


COMO PARA PENSAR

El híbrido

COMO PARA PENSAR

derá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, cómo se llama, etcétera. No me tomo el trabajo de contestar: me limito a exhi-

TENGO UN ANIMAL CURIOSO mitad gatito, mitad cordero. Es

bir mi propiedad, sin mayores explicaciones. A veces las

una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado

criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corde-

del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad

ros. Contra sus esperanzas, no se produjeron escenas de

y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el

reconocimiento. Los animales se miraron con mansedum-

tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y

bre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente

chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movi-

como un hecho divino.

mientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana se hace un ovillo y ronronea; en el

En mis rodillas el animal ignora el temor y el impulso

campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los

de perseguir. Acurrucado contra mí es como se siente me-

gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna

jor. Se apega a la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no

su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe mau-

es extraordinaria: es el recto instinto de un animal, que

llar y abomina los ratones. Horas y horas pasa al acecho

aunque tiene en la tierra innumerables lazos políticos, no

ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato.

tiene un solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que ha encontrado en nosotros.

Lo alimento a leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de

A veces tengo que reírme cuando resuella a mi alre-

presa. Naturalmente, es un gran espectáculo para los ni-

dedor, se me enreda entre las piernas y no quiere apartar-

ños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me

se de mí. Como si no le bastara ser gato y cordero quiere

siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los

también ser perro. Una vez –eso le acontece a cualquiera–

niños de la vecindad.

yo no veía modo de salir de dificultades económicas, ya

Se plantean entonces las más extraordinarias pregun-

estaba por acabar con todo. Con esa idea me hamacaba en

tas que no puede contestar ningún ser humano. Por qué

el sillón de mi cuarto, con el animal en las rodillas; se me

hay un solo animal así, por qué soy yo el poseedor y no

ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que goteaban en sus

otro, si antes ha habido un animal semejante y qué suce-

grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de

64

65


COMO PARA PENSAR

COMO PARA PENSAR

alma de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado

Un buen ciudadano piensa mal

mucho de mi padre, pero vale la pena cuidar este legado. Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el hocico al oído. Es como si

TOMÁS ERA TAXISTA. Una noche de sábado de 1995, había

me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira defe-

ido a trabajar a la calle Corrientes. A la altura de Florida

rente para observar el efecto de su comunicación. Para

lo pararon dos hombres jóvenes como él y uno le pregun-

complacerlo hago como si lo hubiera entendido y muevo la

tó “si se animaba a ir a provincia”. Como él era de

cabeza. Salta entonces al suelo y brinca alrededor.

Avellaneda, dijo que sí. Estaba acostumbrado, y era negocio, porque cruzando el límite de la Capital también

Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención pa-

cobraba la vuelta. Los chicos se subieron al taxi y se

ra este animal, pero él es una herencia y debo negársela.

pusieron a hablar, le contaron que les había costado con-

Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento,

seguir un taxi porque muchos no querían ir a provincia

aunque a veces me mira con razonables ojos humanos,

y menos al Doke. Le agradecieron que los llevara y le

que me instigan al acto razonable.

dijeron que no se preocupara, que ellos le iban a indicar por dónde ir, cómo llegar sin problemas y cómo volver. Franz Kafka

Mientras el auto andaba, Tomás carburaba. El Doke es demasiado cerca de Capital, voy a ganar poco con el viaje, no le voy a sacar diferencia por la vuelta. Además Dock Sud es una zona peligrosa, me pueden robar. Estos pibes están vestidos muy formales, camisa y pantalón de vestir, como los evangélicos. No parecen ladrones, pero… ¿Qué hago? Mejor pierdo el viaje, pero no algo más. Mejor les pido que se bajen y listo. Ya estamos por Paseo Colón, por el puente de La Boca. Si les pido que se bajen y me quieren robar, van a ponerse violentos. Mejor freno delante de un patrullero o de un destacamento. ¿Y si no

66

67


COMO PARA PENSAR

COMO PARA PENSAR

son ladrones? Mejor no hago nada, parecen buena gente. Nadie los quiso llevar. Pero si me van a robar estoy servido en bandeja. Al final, Tomás no hizo nada. Llegaron a destino. El total eran 15 pesos, los pibes le pagaron con 20 y le dijeron que se quedara con el vuelto, que si él no los hubiera llevado todavía estarían esperando un taxi en Corrientes. Le explicaron el mejor camino

Bajo el puente

para volver a Capital, le aconsejaron que cerrara el auto, que no frenara y que fuera rápido. Así lo hizo Tomás y llegó sano y salvo. A la altura de Santa Fe y Callao, subió otro pasajero,

RESULTA QUE EN UN PUEBLO CHICO, uno está muy cerca de

también joven, que le dijo que tomara Callao hasta Las

otro, todo el santo día. Pero de repente entre uno y otro

Heras, hasta Belgrano. Estaba vestido con ropa informal y

hay millones de años.

a la moda, con jeans y remera como si viniera de bailar. Sacó una petaca de whisky, le convidó a Tomás y le dijo:

Augusto Roa Bastos, 1968.

“Viste, a veces se gana y a veces se pierde. Bueno, hoy te tocó perder a vos”. Tomás se dio vuelta y vio que el pibe tenía un revólver. ¡Y yo que desconfié de los del Doke! ¿Sería mejor hablarle, decirle que estoy laburando, convencerlo de que busque a otro? Me bajo acá. Hoy te tocó perder. Dejame para la nafta. Está bien, quedate el cambio. Me bajo igual. El pibe se bajó, guardó el arma y empezó a caminar por Las Heras. Tomás pensó en dar marcha atrás, en pisarlo. Pero no, mejor no. Por lo menos me dejó el auto. Wanda Pagani, 2011.

68

69


COMO PARA PENSAR

COMO PARA PENSAR

Cómo sería un barrio… Acá, en el Comedor, gestionamos documentos, partidas de nacimiento, tenemos apoyo escolar, clases de computación, un servicio de odontología. Eso es lo que yo UN BARRIO SEGURO no es con tantos policías, sino con nosotros

llamo trabajar para el barrio.

mismos unidos de verdad, cuidándonos. Sería con los demás barrios unidos, cuidando sus lugares, así nadie viene y hace

También tenemos reuniones con vecinos. Y yo creo

desastres, como con el paco. Por eso nosotros denunciamos

que esas reuniones tienen que ser abiertas, con los veci-

lo que pasaba con el paco, fuimos los que impulsamos que las

nos de otros barrios, de las comunas cercanas. Porque

autoridades y la gente de otros barrios vinieran a exponer su

nosotros no conocemos las necesidades de los otros ba-

problemática, que dijeran la verdad de lo que estaba pasan-

rrios. Sabemos las nuestras. Pero, ¿las de los demás?

do con sus hijos. Entrevistas realizadas por NZ y WP en el comedor

Es muy feo que se te muera tu hijo, que se te muera

Los Pibes de La Boca en mayo de 2011.

tu vecino, estar en el lugar donde construimos nuestras viviendas y ver a los chicos en la esquina drogándose con paco y, después de la locura, ir a tirarse al Riachuelo y ver cómo los tiene que sacar la Prefectura. Es horrible, porque son hijos de nuestros vecinos, hijos nuestros, porque todos son nuestros. Lo de la droga es un problema de inseguridad. Porque si hubiera más seguridad, no tendría que haber tantos tipos vendiendo, destruyendo la vida de nuestros hijos. Es todo un sistema: la policía se corrompe y los pibes que, cuanto menos piensan nuestros hijos, cuantas menos oportunidades tienen de decir y hacer lo que quieren, más drogados están. Pero hay que pensar que nuestros hijos no son el futuro. Son el ahora. El presente nuestro.

70

71


COMO PARA PENSAR

Se tiene que aprender a amar

ASÍ NOS SUCEDE EN LA MÚSICA: primero se tiene que aprender a oír, a entreoír, a distinguir una figura y un motivo, a aislarla y a delimitarla como a una vida por sí sola, luego se requiere esfuerzo y buena voluntad para tolerarla a pesar de su extrañeza, paciencia frente a su mirada y expresión, practicar la generosidad frente a lo sorprendente que hay en ella: finalmente llega un instante en que estamos habituados a ella, en que la esperamos, presentimos que nos haría falta, si faltase; y luego ejerce más y más su imposición y hechizo y no acaba hasta que nos hemos convertido en su humilde y arrobado amante, que no quiere nada mejor del mundo más que a ella y solo a ella. Pero no sólo con la música nos sucede así: precisamente así es como hemos aprendido a amar todas las cosas que amamos. Por último, siempre seremos recompensados por nuestra buena voluntad, nuestra paciencia, equidad, dulzura frente a lo extraño, cuando lo extraño se despoja lentamente de su velo y se muestra como una nueva e indecible belleza: es su agradecimiento por nuestra hospitalidad. También quien se ama a sí mismo lo habrá aprendido por esa vía: no hay ningún otro camino. También el amor se tiene que aprender.

Friedrich Nietzsche

72

4. LA SOSPECHA



LA SOSPECHA

SI LA PRENSA SE PROPUSIESE PROCEDER de tal forma que el lector pudiera apropiarse de sus informaciones como partes de su experiencia, no alcanzaría de ninguna forma su objetivo. Pero su objetivo es justamente lo contrario, y lo alcanza. Su propósito consiste en excluir rigurosamente los acontecimientos del ámbito en el cual podrían obrar sobre la experiencia del lector. Los principios de la información periodística (novedad, brevedad, inteligibilidad y, sobre todo, la falta de toda conexión entre las noticias aisladas) contribuyen a dicho defecto tanto como el estilo lingüístico.

Walter Benjamin Sobre algunos temas en Baudelaire, 1939.

77


LA SOSPECHA

LA SOSPECHA

Mineros

–EL DIA QUE RESCATARON A LOS 33 mineros no hubo ningún

¿Violencia o comunicación? Con mayor o menor conciencia siempre supe que esa era la alternativa. Esos dos polos se

afano en la ciudad. –¿Estás seguro?

hallan en todas partes, y si uno no los descubre a raíz de cada

–Positivo. Te explico. Estoy de la mañana a la noche

cuestión, corre el peligro de convertirse en un ángel.

en el laburo con la tele prendida sin volumen y escuchando la radio. Voy cambiando el dial porque soy fanático de

Oscar Masotta

las noticias. Esperaba un robo, un crimen, un secuestro,

Sexo y traición en Roberto Arlt, 1982.

un accidente morboso y nada, che. Nada de nada, sólo los mineros, la técnica, la cápsula, los periodistas internacionales y el presidente chileno orgulloso al fin por un rato. Te lo firmo, día, fecha y horas. Entonces, o los delincuentes se olvidaron de nosotros por mirar televisión o los periodistas inflan la realidad todos los días.

Frida Ubertti, 2011.

Las mismas causas que nos hacen malos nos hacen además esclavos y nos avasallan al mismo tiempo que nos depravan. El sentimiento de nuestra debilidad proviene más de nuestra avidez que de nuestra naturaleza: nuestras necesidades nos aproximan a medida que nuestras pasiones nos dividen; y cuanto más enemigos nos hacemos de nuestros semejantes, menos podemos prescindir de ellos.

J.J.Rousseau El contrato social, 1762.

78

79


LA SOSPECHA

LA SOSPECHA

Vecindad

La sospecha

PAREDES QUE SEPARAN Y UNEN el pliego de lo Común/ Um-

DON LUIS ES UNO DE LOS VECINOS MÁS VIEJOS del barrio. Se pa-

brales hechos de tiempo comarcal/ Geometría de caucho

ra todas las mañanas en la puerta de su bazar y desde allí

intentando atrapar el Alma que se escapa/ Construcción

saluda a los que pasan.

alrededor del Claro/ Surgimiento del habitar más allá de la

¿Qué tal doña, va a trabajar o viene?

familia y amigos/ Contingencia que contamina la elección/

Recibí mercadería nueva, ¿quiere verla?, está en precio.

Encuentro de lo mismo con lo Otro/ Odio/ Enemigo poten-

¿Vio que el portero de enfrente se jubiló?, le aviso

cial/ Cura del individualismo/ Militancia de Frontera/ Cópula atascada en el umbral/ Poesía que viene del otro lado/ Pensamiento que viene de la Poesía/ Pared hecha de

porque hace changas, es de confianza. ¿Vio que se murió el muchacho de la esquina?, pobre, se hacía mucha mala sangre.

signos que trazan el vacío/ Vecino de Almagro/ De Lanús/

A la tarde, mate por medio y televisor prendido en el

De Malasaña y del Palo/ Los cosos de al Lado/ Cautela

canal de noticias, su negocio se convierte en el lugar de

clandestina/ Celebración del carnaval disfrazado de Mujer

reunión de los vecinos más viejos del barrio, esos que

loca/ Política de la Amistad/ Desorden reunido en la Co-

sienten que el barrio “les pertenece”. Conversan sobre las

munidad por Venir.

noticias de la tele, pero especialmente de las del vecindario: cada uno trae rumores y novedades, y hacen conjetuJorge Alemán

ras y buscan pruebas para saber vida y milagro de todos. Un día, llegó al PH que está frente al bazar un hombre grande, “el pelado”, con dos mujeres jóvenes. Todos querían saber quién era el nuevo vecino, pero “el pelado” no le respondía a Don Luis cuando intentaba darle charla. Para Don Luis, el hombre era feo, con cara de serio, enojado, o directamente era sordo o no sabía el idioma. Todos fueron aportando su sospecha: Seguro que anda en algo raro. A las chicas no las veo salir ni entrar. ¿Qué hacen encerradas?

80

81


LA SOSPECHA

LA SOSPECHA

A Rosa, el mecánico le dijo que le dijeron que era un viudo con dos hijas. Pero para mí hay algo más. ¿Vieron la tele? En Tucumán están buscando al asesino de una mujer que se escapó con las dos hijas. Para mí es él. Debe tener a las chicas encerradas para que no ha-

¿Quién dijo “El temple de un hombre se mide por el acto de pensar sin prejuicios”?

blen. O las mató a ellas también. Los días pasaban y el misterio seguía. Comenzaron a tomar distancia del “pelado”, que ya era para todos el ase-

Georges Bataille

sino tucumano refugiado en el barrio. Una mañana lluviosa de invierno, un hombre cayó desplomado en la esquina del bazar. Estaba muerto. Llegaron los móviles de la televisión. La gente se agolpó alrededor. Don Luis, en el centro de la escena, les dijo que el muerto era el “pelado”, el asesino tucumano, el de las dos mujeres. Entre la mueca y la sonrisa, el mozo del bar, mirando a cámara, contó otra historia: Don Luis, el muerto es Totó, el hermano de Elena. Claro, no lo reconoció porque estaba muy cambiado. ¿Se acuerda que construyó los departamentitos? Se fueron del

Todos son iguales ante el peluquero. El primero que

barrio hace más de treinta años, después que murió el ma-

llega, tiene precedencia. Te crees que se ha sentado antes

rido de Elena. Cuando tuvo el infarto, quedó un poco per-

que tú un duque, y cuando cae el paño se levanta un mo-

dido y con un problemita para hablar, lo único que quería

zo de taberna.

era volver al barrio y las sobrinas lo trajeron. Se dijeron muchas pavadas, pero Totó venía todos los días a desayunar y nos ayudaba en la cocina.

Karl Kraus Los últimos días de la humanidad, 1929.

¿Qué habrán sentido Don Luis y su grupo de chismosos?

Clara Schor-Landman, 2011.

82

83


LA SOSPECHA

LA SOSPECHA

Tributo al chanchito

No desear a la mujer del prójimo

Entre limpiavidrios

No desear a la mujer

malabaristas

del prójimo

pobres

o por lo menos

desahuciados

no desearla con la fuerza

vendedores

suficiente

locos

como

mocosos

para perseguirla

y lisiados

por las calles

vengo dejando monedas

de su barrio

en todas las esquinas

con la estúpida intención

un peaje a la absolución

de producir

que impone el rojo del semáforo

encuentros casuales

la ventanilla como ranura

saludos a lo lejos

de la alcancía del mundo

u otras artimañas

que es un chanchito de yeso

que puedan forzarle

al que ya le rompieron el culo.

la sonrisa No tomar el mismo colectivo

Hugo Sánchez Tolosa Dixit, 2011.

los días necesarios para encontrarla en el asiento de enfrente y desolados viajar en silencio a ningún sitio

84

85


LA SOSPECHA

LA SOSPECHA

Estela

con su pelo en los ojos y los labios No invitarle un café y menos por supuesto un vino blanco Jamás pensar en empujarle poemas al oído o escribir su nombre por los baños Evitar sorprenderla sola y cerca en especial los domingos o feriados al límite peligroso de beber su aliento No olvidar restos de corazón en sus pezones ni caer por descuido entre sus piernas

NOSOTROS HACEMOS LAS GUARDIAS de las viviendas que estamos construyendo. ¿Quién más que nosotros va a cuidar la cooperativa? Acá hay muchos compañeros que se enojan y no quieren hacer guardia, dicen que la vivienda es “de nosotros”. Pero no: la vivienda es de todos, porque el día de mañana vamos a hacer vivienda para todos. No para nosotros mismos. Por eso decimos que cuando terminemos nuestra vivienda no vamos a cerrar la puerta. Al contrario: vamos a tenerlas más abiertas que nunca.

Entrevista realizada por NZ y WP en el comedor Los Pibes de La Boca en mayo de 2011.

No desear a la mujer del prójimo o por lo menos no desearla con la fuerza suficiente. Reynaldo Sietecase Cierta curiosidad por las tetas, 1999.

86

87


LA SOSPECHA

LA SOSPECHA

Levanta las piedras

Es como no haber aprendido nada

EL

PRIMER HOMBRE A QUIEN,

cercando un terreno, se lo

encolumnados de este modo en las desapariciones

ocurrió decir esto es mío y halló gentes bastante simples

violentos y vedados vástagos crecen por doquier

para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad

dejan su semilla aun entre las piedras y la arena

civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas

de como tratar tanta insolencia y bravura

miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando

Es la narración que no termina

las estacas de la cerca o cubriendo el foso: «¡Guardaos

sin maestros en esta historia de hijos cansados

de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie!» (…)

Sólo un pequeñísimo pájaro en lugar del paso próximo extinto cantando para sí como los nuestros

Los vicios que hacen necesarias las instituciones sociales son los mismos que hacen inevitable el abuso. María Mascheroni El cansancio de los hijos, 2011.

Un país en que nadie eludiera el cumplimiento de las leyes ni nadie abusara de la magistratura no tendría necesidad ni de magistrados ni de leyes.

Es muy difícil someter a la obediencia a aquel que no busca mandar, y el político más astuto no hallaría el modo de sojuzgar a unos hombres que sólo quisieran conservar su libertad.

88

89


LA SOSPECHA

Va manifiestamente contra la ley de la naturaleza, de cualquier manera que se la defina, que un niño mande sobre un viejo, que un imbécil dirija a un hombre discreto y que un puñado de gentes reviente de cosas superfluas mientras la multitud hambrienta carece de lo necesario.

J.J. Rousseau Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, 1754.

90

5. LA LLAVE



LA LLAVE

DE GOLPE PUDE ABARCAR con la mirada un barrio totalmente laberíntico, una red de calles que durante años había evitado, el día en que un ser querido se mudó a él. Era como si en su ventana hubieran instalado un reflector que recortara la zona con haces luminosos.

Walter Benjamin Primeros auxilios.

95


LA LLAVE

LA LLAVE

Grisines

¿El vidrio de los anteojos se habría

Arrímese, vecino, el solcito ayuda

empañado si no estuviera así, lejos

y los chicos alborotan, hoy es domingo,

de una cara? hoy se come y se chupa, Me desenlazo en la madrugada.

hoy es risa el breve sigilo

Un cuerpo, ni propio ni ajeno, deambula

de su piel en usté, hoy es fiesta

por la esfera o por la casa. y vivir admite el sírvete benigno, Ahora, seco el vidrio, un verde resalta sobre el mármol: ¿espejea en mis ojos

despiójese, vecino, haga de cuenta

un efecto de error, de amor, sobre las cosas

que se perdió, que usté no es, que nadie

del mundo?

ni aun lo suyo lo tomará de prepo,

En la trasnoche el hambre nos pertenece.

haga de cuerpo que su cuerpo es otro,

Muerdo los grisines que criquean como hojas de este otoño. Ah!, las voces de los vecinos.

hoy se purga de antaños su cabeza.

Refriegan sus manos, trancan puertas.

Luis Tedesco Lo bueno de la vida, 2009.

Tiemblo. Temo que este cric crac te quite el sueño. Susana Szwarc, 2011.

96

97


LA LLAVE

Convivencia

LA LLAVE

realidad: que el barrio se impuso a principios del siglo

XX

sobre la grilla uniforme creando un nuevo dispositivo social y cultural con identidad propia, constituyéndose como lo definiera Pierre George1 (aunque en su caso con referencia a EN LA PRIMERA DECADA DEL SIGLO XX Buenos Aires expandió

la ciudad europea) en “la unidad básica de la vida urbana”.

sus fronteras internas imponiendo sobre el paisaje pam-

Tomaremos entonces el barrio original como una crea-

peano una cuadrícula uniforme que completaba el antiguo

ción colectiva de la vida cotidiana caracterizada por situa-

trazado existente; un plano que articulaba las necesida-

ciones espontáneas y por los contactos frecuentes entre

des del mercado inmobiliario especulativo (dominante

sus habitantes; un lugar de identidad configurado y re-

desde entonces hasta hoy en las decisiones urbanísticas)

construido por un conjunto de impresiones y concepcio-

con la búsqueda de la integración de la inmigración a tra-

nes, maneras de habitar que le dispensan cierta naturaleza

vés de la pequeña propiedad y de la difusión homogénea

particular y que poseen un nombre que le confiere perso-

de los servicios públicos.

nalidad dentro de la ciudad 2.

Un dispositivo que incluía el desarrollo de la escuela

Un espacio en el que se convive, en el que transcu-

pública como integradora y disciplinadora de la heterogé-

rren las biografías y del que se podía decir “barrio mío, en

nea sociedad de la época y de los espacios públicos como

tus calles está toda mi historia” 3.

lugar de encuentro e integración social.

Un espacio delimitado como un hecho físico y a la vez

La ciudad se transformó física y socialmente y una

virtual al que se lo identificaba (uno de los “100 barrios

nueva cultura fue apareciendo a espaldas de la ciudad tra-

porteños” para los que habitaban la Capital) 4 desde sus

dicional: la del barrio de los márgenes, en los nuevos bor-

tipologías arquitectónicas dominantes y desde las caracte-

des donde se mezclaban criollos con inmigrantes y sus

rísticas de sus calles y también desde sus mitos y leyendas

hijos fuera del centro, inaugurando un espacio diferente

que lo hacían diferente.

que dispersaba los conflictos del Centenario y alojaba el crecimiento poblacional.

Los antiguos barrios del ’30 y ’40 se fueron constituyendo alrededor de valores comunes que nacían de una homoge-

No nos internaremos aquí en la discusión entre las dis-

neidad de origen (étnica, religiosa, etc.) y de objetivos de

tintas corrientes historiográficas acerca del desarrollo de

futuro comunes que hacían a la convivencia y a la calidad de

estos barrios, ya sea la que le atribuye una razón económica,

la vida urbana. No fue menor en el desarrollo de esta cultu-

la que se apoya en los estudios socio-culturales o la de base

ra la construcción de las instituciones que establecieron un

memorialista porque a nuestros fines avanzaremos sobre una

diálogo con el Estado para reclamar colectivamente por lo

98

99


LA LLAVE

LA LLAVE

que hoy llamamos “el derecho a la ciudad”, frente a la

unos (Barrio Norte, Belgrano, Villa Devoto, Caballito, Flores)

modernización injusta llevada adelante por los gobiernos con-

y estigmatizando a otros (los vecinos al Riachuelo) generan-

servadores, que priorizaban las obras de embellecimiento

do nuevas formas de sociabilidad asentadas en la fragmen-

urbano en el centro, desatendiendo las necesidades ele-

tación de las identidades y el abandono del espacio público

mentales de los barrios en crecimiento 5.

como lugar tradicional de expresión de la vida colectiva.

Hasta el comienzo de los años ’60 todavía era posible

El reemplazo del Estado de Bienestar (contexto sobre

imaginar la ciudad desde estos barrios, con sus bares, ca-

el que se desarrolló el barrio amable entre los años ’40 y

fés, galerías comerciales, plazas y calles que constituían el

’60) por la dictadura militar en 1976, impuso la clausura

espacio público de convivencia y relación social cotidiana.

del espacio público como territorio de desarrollo de lo co-

6

Florencio Escardó pudo decir que en ellos “vive gente

lectivo. Detrás del objetivo de construir una “ciudad blan-

que no conoce el obelisco”, insinuando un escenario urba-

ca” públicamente expresado por el Intendente Brigadier

no sin centralidad en el que “los barrios no sólo surgieron

Osvaldo Cacciatore8, tres mil casas fueron expropiadas y

o se formaron con gente sino por la gente” 7.

derribadas para partir la ciudad con autopistas, las villas

Ya para entonces la ciudad avanzaba hacia la metro-

miseria vaciadas y sus habitantes expulsados al Gran

polización, en una nueva reconfiguración territorial, si-

Buenos Aires y la consigna “el silencio es salud” impues-

guiendo el patrón tentacular de los ejes de transporte y la

ta como expresión de los deseos del neoliberalismo que se

población original de los barrios del centro-sur y el sur (la

imponía en todos los planos de la vida argentina.

inmigración extranjera de principios de siglo, sus hijos y

La década del ’90, signada por el menemismo, com-

nietos) se había trasladado hacia el oeste y el norte y co-

pletó la obra y el reemplazo del Estado por el negocio de las

menzaba a instalarse en el primer cordón suburbano al

corporaciones y la mediación del mercado terminó por des-

compás del ascenso social. En el Sur-oeste y en el Gran

truir las identidades; el barrio dejó de ser la expresión del

Buenos Aires aparecieron las primeras villas de emergen-

conflicto social creador de ciudadanía y la calle y la plaza

cia alojando a la nueva inmigración del interior del país,

–lugares del encuentro casual y de la diversidad–, se con-

mezclándose con los barrios obreros en un proceso de cru-

frontaron con los sitios planificados como los shopping cen-

ce de diferentes culturas entre los antiguos residentes de

ter y las peatonalizaciones, expresiones de la ciudad como

la ciudad y las costumbres rurales que de a poco se fueron

ámbito del consumo y del espacio seguro.

asimilando a la vida urbana.

De un lado el conventillo, el hotel-pensión, la villa mise-

También entre los barrios la homogeneidad cultural se

ria, el asentamiento, que expresan la exclusión, el abandono

fue reemplazando por la diversidad social, prestigiando a

y la inequidad de posibilidades en una metrópolis polariza-

100

101


LA LLAVE

LA LLAVE

da y fuertemente segmentada en lo socioterritorial y por el

mo valor supremo, desconfianza como actitud de vida.

otro la homogeneización social y cultural a través de la torre-

Murallas como garantía contra el miedo urbano. No hay

country enrejada, las urbanizaciones cerradas y el shopping

vecindad, solamente contigüidad.

center selectivo que sintetizan en ellos el estilo de vida globalizado convertido en nuestro modelo urbano.

En estos tiempos en que es necesario recuperar la ciudad de manos del mercado para garantizar lo público

Los barrios ya no se oponen por las antiguas rivalidades

en términos de igualdad, conviene escuchar lo que nos

futbolísticas o tangueras sino por la sospecha y la exclusión;

decía Roberto Arlt cuando retrataba a los vecinos del Bue-

la vida cotidiana no se expresa en territorios compartidos y

nos Aires de la década del ’30:

cada vez se multiplican más los fragmentos, derivando en categorías enfrentadas de vecinos y de vecindades. Entran en juego así dos visiones de vecindad: la que se

“Sin embargo, aún pasará mucho tiempo antes de que la gente se dé cuenta de la utilidad de darse unos baños de multitud y callejeo. Pero el día que lo aprendan se-

plantea rescatar el placer de la convivencia con los otros, del

rán más sabios, y más perfectos y más indulgentes, sobre

recorrido habitual y del encuentro casual, de la conversación

todo. Sí, indulgentes. Porque más de una vez he pensado

amable cara a cara, en suma, la que reconoce el derecho de

que la magnífica indulgencia que ha hecho eterno a Jesús,

todos a ser ciudadanos y la que entiende a la vida como opo-

derivaba de su continua vida en la calle. Y de su comunión

sición y disputa por el predominio territorial, a la ciudad

con los hombres buenos y malos, y con las mujeres hones-

como suma de fracciones privadas, de territorios vedados, de

tas y también con las que no lo eran 9.”

productos inmobiliarios sin diversidad. Este choque expresa desde la cultura ciudadana lo

Jaime Sorin, 2011.

que muchos autores denominan “crisis urbana”, que no es otra cosa que la crisis de un modelo de urbanización apoyado en el mercado inmobiliario y en la dinámica de lo privado sobre lo público, en el reemplazo del espacio común por la oferta comercial cerrada, de la supresión de las diferentes lógicas urbanas por la segregación y la eliminación de la heterogeneidad. En estos espacios, diseñados desde el control y la exclusión, no podemos encontrar intercambio ni identidad compartida, sólo consumo e individualidad. Seguridad co-

102

1 Pierre George; Compendio de Geografía Urbana, Ariel, Barcelona, 1964. 2 Id. 3 Carlos de la Púa; La crencha engrasada, Barrio de Once, Eds. varias, Buenos Aires. 4 “De qué barrio sos que Castillo no te nombra” se decía en los ’40, aludiendo al popular vals cantado por Alberto Castillo. 5 Ver Roberto Arlt; Aguafuertes porteñas, Losada, Buenos Aires, 1958. 6 Florencio Escardó; Geografía de Buenos Aires, EUdeBA, Buenos Aires,1966. 7 Ariel Gravano; Antropología de lo barrial, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2003. 8 El Brigadier Osvaldo Cacciatore fue Intendente de la Ciudad de Buenos Aires entre abril de 1976 y el 31 de marzo de 1982. 9 Roberto Arlt; Aguafuertes porteñas, Losada, Buenos Aires, 1958.

103


LA LLAVE

LA LLAVE

Anteúltimo

LA PATRIA, el Estado Nacional, el país, suelen configurar

LA AMISTAD, ¿por qué se hace uno amigo de alguien? Para

una extensión del cuerpo, los habitantes moviéndose en

mí, es un asunto de percepción. En este caos también, se

ellos suelen tener el sentimiento de estar como –en– casa;

trata... no de tener ideas comunes, sino, ¿qué quiere decir

sentimiento que reside en la propia piel de los connacio-

tener algo en común con alguien? Es –digo banalidades–

nales. Uno deviene un cuerpo con su país de la misma ma-

cuando uno se entiende sin tener que explicarse. No es

nera que se vive la identidad en relación a una geografía,

partir de ideas comunes, sino que se tiene un lenguaje co-

aquella que recuerda la del cuerpo propio. Para pensar so-

mún, o un prelenguaje común. Hay gente de la que no

bre esta situación deberíamos reconocer las condiciones

comprendo nada de lo que dice, aunque digan cosas sen-

de vida cotidiana frente a un vecino cuya proximidad se

cillas, aunque digan: «Páseme la sal», tengo que pregun-

ejerce tanto en el espacio público como en el espacio ínti-

tarme: «¿pero qué están diciendo?». Por el contrario, los

mo de la personalidad. Factores de promiscuidad física y

hay que me hablan de un tema sumamente abstracto y no

mental.

estoy de acuerdo con ellos, pero lo entiendo todo. En fin, entiendo lo que me dicen. Lo que quiere decir que yo tenAna Arzoumanian

go algo que decirles y ellos tienen algo que decirme, ¿no?

La convivencia, 2010.

No se trata en absoluto de la comunidad de las ideas que... en ello hay un misterio. Tengo una hipótesis: cada uno de nosotros es apto para aferrar un determinado tipo –nadie aferra todos los tipos a la vez– un determinado tipo de encanto. Hay una percepción del encanto. ¿A qué llamo encanto? Aquí no se trata de historias con las que pretendo introducir la homosexualidad en la amistad, no en absoluto, sino que un gesto de alguien, un pudor de alguien, son fuentes de encanto, pero que entonces llegan a la vida hasta tal

104

105


LA LLAVE

LA LLAVE

punto, hasta las raíces vitales, que de tal suerte uno se

Lo difícil de entender es que la gente no tiene encan-

hace amigo de alguien. Hay... si se toman, incluso, frases

to sino gracias a su locura. Es el lado... es el verdadero en-

de alguien; hay frases que sólo pueden ser dichas si la

canto de la gente; es el lado en el que pierden un poco los

persona que las dice es vulgar, o innoble. Un tipo de

estribos, es el lado en el que ya no saben muy bien dónde

frase –habría que buscar ejemplos, pero no tenemos

están. Eso no quiere decir que se desplomen –antes bien,

tiempo, y además cada cual cambiaría de ejemplos...

se trata de gente que no se desploma, pero... si no se afe-

Pero, por lo menos, para cada uno de nosotros, cuando

rra la pequeña raíz o el pequeño grano de la locura de al-

escucha una frase de ese tipo uno se dice: «¡Dios mío!

guien, no se lo puede amar. Se trata del lado en el que él

¿Qué estoy oyendo? ¿Qué es esta inmundicia?», ¿no? No

es completamente, en alguna parte –en fin, somos todos

vale pensar que uno puede decir una frase como esa al

un poco dementes. Si no se aferra el pequeño punto de de-

azar y luego enmendarla: hay frases que no pueden... y,

mencia de alguien... entonces, tengo miedo o... por el con-

a la inversa, en lo que respecta al encanto, hay frases

trario, estoy muy contento... el punto de demencia de

insignificantes que tienen tal encanto, que dan fe de tal

alguien llega a ser la fuente misma de su encanto.

delicadeza que se piensa inmediatamente: «ése es mío», no en el sentido de propiedad, «es mío, y yo espero ser

De Abecedario, diálogo de Gilles Deleuze con Claire Parnet.

suyo». En fin, en ese momento nace la amistad, puede

deartesypasiones.com.ar/03/doctrans/territorio-subjetividad.doc

nacer. Así que se trata ciertamente de una cuestión de percepción, de percibir algo que te conviene o que te enseña, que te abre, que te revela algo, sí. A mi modo de ver, todas las amistades se asientan en esas mismas bases: ser sensibles a los signos que alguien emite. Dicho esto, creo que eso es lo que explica que uno pueda pasarse horas con alguien sin decir una palabra, o preferentemente diciendo... no sé, diciendo cosas completamente insignificantes, diciendo, por regla general, diciendo cosas... La amistad es lo cómico, vaya...

106

107


LA LLAVE

LA LLAVE

No entender

La llave

NO ENTIENDO. ESTO ES TAN VASTO que supera cualquier en-

HE VUELTO A LA CALLE. Lo hice con desenvoltura, despojado

tender. Entender es siempre limitado. Pero no entender

de antiguos venenos literarios y porque, como Dickens,

puede no tener fronteras. Siento que soy mucho más com-

tengo la llave de la calle. Y porque en la calle está la vida

pleta cuando no entiendo. No entender, del modo en que

más que en ninguna parte. Y porque la vida es más intere-

lo digo, es un don. No entender, pero no como un simple

sante que la muerte. Y porque amo a este mundo que tie-

de espíritu. Lo bueno es ser inteligente y no entender. Es

ne sin embargo su buena parte, real, de Brueghel y

una bendición extraña, como tener locura sin ser demen-

Jerónimo Bosch (el Bosco). Y porque la realidad y mi ro-

te. Es un manso desinterés, es una dulzura de estupidez.

manticismo –depurado, distinto en sus formas, acaso– se

Sólo que de vez en cuando viene la inquietud: quiero en-

mezclan y hacen la realidad más terrible y a veces más

tender un poco. No demasiado: pero por lo menos enten-

adorable. Según sea lo que muestre y lo que haga sentir.

der que no entiendo. Raúl González Tuñón, 1941. Clarice Lispector

108

109



Est a edici贸n de 700 ejemplares se termin贸 de imprimir en el mes d e oc t ubr e d e 2 0 1 1 , e n G r 谩 f i c a M . P. S. S.R.L., Buenos Aires, Rep煤blica Argentina.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.