Por alguna curiosa razón, su humilde opinión no parece haber afectado al ritmo alocado de la “prensa independiente”, ni al sensacionalismo de la televisión. Posiblemente, porque no quedó alineado al oficialismo, ni tampoco a la oposición, y mucho menos a los mercenarios que tapan los cuerpos de los pueblos originarios, con la misma impunidad que acallan los Derechos Humanos de los estudiantes mexicanos.