Cráter
Poemas de Tania Ganitsky Grabados de José Sarmiento
Índice Prólogo de Lucas Ospina
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i. lo extinto El pasado Vi una foto Los caballos La voz es un lugar
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ii. la montaña vacía Rastros de esquís La mano
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iii. lo demás es solitario Cuando llueve Árbol de sueño Renuncio
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iv. como nos besa el desastre Los tigres Sobre escribo Hay oraciones La voz cae El caos Abro silencios Temíamos volver Quisiera
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v. tu existencia Él en el desierto Toco su espalda Tigre de Bengala Tabaquería
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“Interrumpimos la comedia de Billy Wilder escribo”
Tania Ganitsky y José Sarmiento se conocieron hace pocos años en cine. No en un cine, sino en una clase de cine, en el aula de una universidad donde se veían películas y un inmenso grupo de estudiantes escribía textos con sus impresiones. Ellos dos asistían al profesor para hacer una selección de los mejores escritos y publicarlos en hojas fotocopiadas que circulaban al comienzo de cada clase. El cine, una ilusión fundada en lo óptico, provoca una persistencia de la imagen en el teatro del cerebro; encadena una sucesión de cuadros vivos bajo un hilo argumental que privilegia lo narrativo. En la clase pocos textos se separaban de la narración y fijaban su atención en uno que otro cuadro. Pocas veces buscaban el fragmento y la imagen suspendida en eso que solo sucede, sin tantas explicaciones, en la poesía. Cuando ese momento aparecía era espantado pronto por 5
la ansiedad individual y colectiva de añadir un significado y de evitar el silencio incómodo o el comienzo auspicioso donde cada uno está tan solo con la imagen como en ese cine antes del cine que es el sueño. Entonces la sesión seguía con las explicaciones propias de los textos y la clase. Preferimos ver el mundo como narración que como yuxtaposición de la poesía. Si leemos este libro como un artilugio cinematográfico y vamos pasando página a página como el cuadro a cuadro de una película, esta introducción solo haría parte de los créditos que anteceden la proyección para graduar la pupila, ajustar la escucha y hacer que el intérprete suspenda voluntariamente su incredulidad y caiga gradualmente en el cráter de la ficción. El primer montaje de imágenes y palabras de este libro comienza en la página doce y cierra con las siguientes líneas: “el pasado es un ángel / que cae de cabeza en el vacío”. Al pasar la página vemos un grabado vertical dividido en dos secciones con un cuadro arriba donde hay un astronauta ingrávido que cae en el fondo negro del vacío. En la sección inferior hay una roca sobre una superficie desértica ante el horizonte acotado del asteroide lunar. Al pasar la página se repite la palabra y las primeras frases son: “Vi una foto de la luna / en la que cada cráter parece un poro abierto”. Como en el artificio del montaje cinematográfico, a la luz de una óptica narrativa las duplas ángel-astronauta, vacíoespacio y cráter-poro surten un efecto y parecen buscar una condición donde la palabra anticipa la imagen, la imagen ilustra la palabra y una sucesión de imagen-palabra y palabraimagen son prueba de la continuidad de una narrativa. Sin embargo, el poder de lo poético está en devolver el lenguaje a su fuente originaria, en anteponer la apertura infinita del signo al acuerdo finito del símbolo y en crear una distancia para que el arte suceda y se dé esa situación diferenciadora, efímera, sutil y vigorosa donde el mundo, más como yuxtaposición que como narración, revela los límites de las 6
explicaciones y de la continuidad. Así el sentido se cifra más en lo que sentimos que en lo que pensamos que sentimos. En este libro a cuatro manos hay un juego incesante de imágenes y palabras, una serie de cruces que comparten un lenguaje llano pero preciso y certero. Hay una técnica filosófica en la que la forma es contenido: se prefiere nombrar a interpretar y el boceto y el fragmento se detienen justo antes del sentimiento. Para evitar el sentimentalismo, o que la imagen pierda el barrido incierto que le dan los ruidos del mordiente del grabado y los registros que van quedando en la plancha, el dibujo se aleja del didactismo gráfico y las combinaciones de palabras comparten el tono y las rutas de esta economía de grises. Esta es una publicación para romper ese invento de la narración del mundo; para dejarse caer en un estado de yuxtaposición donde animales y hombres, femenino y masculino, encuentros y desencuentros, creencia y escepticismo, ritual y juego, metáfora y literalidad y sueño y vigilia se constelan y comparten —sin contradicción— lo real: un universo paradójico que suma a su eterno presente un nuevo objeto de papel, palabras e imágenes llamado libro. Lucas Ospina
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“Distance — is not the Realm of Fox” Emily Dickinson
i. lo extinto
el pasado habría podido ser cualquier cosa un árbol que crece cada mediodía una madre que renace una noche que no se abre y que no estalla igual a un libro en que no se ha escrito nada un desierto que descubre su tiempo en liras and a god that sings us lullabies pero el pasado, ese no fue el pasado el pasado es un ángel que cae de cabeza en el vacío
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Vi una foto de la luna en la que cada crĂĄter parece un poro abierto. QuĂŠ mito narra que la mirada de Medusa llegaba hasta el espacio y quĂŠ era la luna antes de ser transformada en piedra. Tal vez el rostro de una madre.
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Los caballos no iban a vivir tanto tiempo. Pero encontraron ofrendas en el sueño de los muertos. Allí pastan, beben agua y, a veces, se acercan a las manos cubiertas de panela que brotan como flores dulces a su alrededor. Doblan el cuello y reciben la ternura que también debió extinguirse hace tiempo.
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La voz es un lugar oscuro tomado por animales feroces en los que ya nadie cree. Para hablar hay que escapar del fuego de sus pupilas y del filo de su hambre. Para poder decir miedo o mĂo hay que imaginarlos jugando.
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ii. la montaña vacía
Rastros de esquĂs, las lĂneas de mi mano se borran en la nieve.
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La mano se desliza sobre el pico blanco de una montaña vacía según las señales recibidas por su hermana ciega, letárgica.
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iii. lo demรกs es solitario
Cuando llueve, las personas se alejan un poquito mรกs del mundo. Olvidan los nombres de los animales y las plantas y sus formas solo les parecen familiares. Pierden de vista el cielo y miran el piso mojado que revela el remordimiento de la tierra. Quienes pueden prenden fuego para calentar su hogar, secar la ropa y los malos pensamientos. Los amantes se abrazan y les parece que todo el universo escampa. Los que estรกn solos miran por la ventana hasta que retornan los tigres, los caballos, los abedules.
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Ă rbol de sueĂąo, tus ramas aparecen siempre partidas.
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Renuncio a las ambigüedades. La luna aquí es roja. Lo demás es solitario.
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iv. como nos besa el desastre
Los tigres atraviesan las flores sin el cuidado de rodearlas. Me aproximo. Recojo el desastre que flota en el aire, los pĂŠtalos enfermos, los granos de tierra fuera de su espacio y tiempo. Por aquĂ han pasado los tigres; mi escritura guarda su desastre.
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Sobre escribo Ahora no puedo escribo Con las manos untadas de tierra escribo Es hora de acostarme escribo Dejé la voz en otro silencio escribo Es inútil escribo Espero de rodillas la llegada de la música escribo Nunca he leído un testamento escribo A mi abuelo le agradaba ver pastar a los caballos escribo Perdió la esperanza durante la guerra escribo La recuperó en el exilio escribo Estoy lejos escribo
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Te quiero escribo Interrumpimos la comedia de Billy Wilder escribo Esta ciudad es de los cuervos escribo Nunca más, nunca más escribo Jamónjamónjamónjamónjamónja escribo No me siento sola escribo Hay una dirección postal en cada palabra escribo En cada persona escribo Sello el sobre con mi lengua escribo como si fuera un testamento.
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Hay oraciones en todas partes: en los destellos de hogueras aztecas, en el pico rojo de las montañas, en un cálido apretón de manos. ¿Recuerdas cuando vimos a las serpientes enroscarse de sombra en sombra entrelazando sus misterios? ¡También las hay fuera del tiempo y rastreras!
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La voz cae para besar la piedra.
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El caos baila, el animal respira. No se detienen.
Abro silencios. Las olas se acercan a invadirme.
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Temíamos volver del paisaje difuminado, reincorporarnos a las formas sin salirnos de las líneas. El retorno a la concentración, a los nombres que le quitan las cosas al silencio. Temíamos mirar un espejo y encontrar un espíritu contenido en la lógica del reflejo.
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Quisiera mostrarte el corazón palpitante que abriga lo extraño
y abrigarte así.
Pero todavía no soy
sonora.
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v. tu existencia
Él en el desierto
(Segunda nota para el hombre que vi en un sueño)
Desde aquí te veo como todas esas cosas que aparecen cuando escribo. Como el tigre sin contorno que se fundió en la intensidad
del sol poniente
y como la serpiente que se desenrosca sueño afuera. En tus manos resplandecen dos círculos dorados cuando te limpias la arena que las cubre y una de tus pupilas tiene la forma de la hormiga que
trepaba por tu pierna
y empujaste de prisa, asustado. Me gusta que estés en el desierto porque no te recuerdo
ni te invoco,
solo te imagino. En el desierto siempre alumbra la primera luz y cae
la primera noche,
su vastedad admite que allí pase cualquier cosa.
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De noche caminas en puntas de pie para evitar
el veneno de los insectos
y estás más alto que cuando te fuiste,
como la estatua negra de Pushkin
o la de Peter Pan sobre las rocas. Tu nariz está más pequeña y tus orejas largas e infladas, porque has empezado a respirar como los peces: escuchando todo. Te das la vuelta y descubro algo que quizá sea culpa mía: tu espalda está marcada por los signos del viento que castiga a quien evade lo real. Te ha marcado con una cifra que no sé contar.
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Toco su espalda mientras duerme y yo escribo. Nunca he escrito tocando a alguien. Ahora soy dos cuerpos menos.
Tigre de Bengala Cuando sueĂąa consigo mismo toma la forma de un tigre de Bengala y atraviesa la selva simulando el amor. A veces se persigue a sĂ mismo fuera del sueĂąo y despierta asustado, a mi lado.
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Tabaquería No sabes que vivo bajo el ángulo de tu existencia, entregada a tu vacío con el afán de ocultártelo. De que no veas que no eres, que no serás, que no puedes querer ser nada. Con el afán de hacerte creer que llevas dentro de ti todos los sueños del mundo. Yo sé que tú vives bajo el ángulo de mi existencia, entregado a mi vacío con el afán de ocultármelo. De que no vea que no soy, que no seré, que no puedo querer ser nada. Conque creo que llevo dentro de mí todos los sueños del mundo.
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Tania Ganitsky
Tania asocia la primavera con una bandada de cuervos que persigue a un halcón por haberse comido a una de sus crías. Estudió literatura y filosofía en Bogotá. En el 2014 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Obra Inédita con su primer libro Dos cuerpos menos. Actualmente cursa un doctorado en Inglaterra y adelanta una tesis sobre Emily Dickinson y Paul Celan. Iría a la playa con los pintores Turner y Géricault para acercarse a sus naufragios. Dedica buena parte de su tiempo a escribir.
José Sarmiento
José nació en Bucaramanga en 1991 y estudió Arte e Historia del arte en la Universidad de Los Andes en Bogotá. Sus gestos transitan entre lo delicado y lo minucioso y lo aleatorio y lo espontáneo. Viviría entre libros de Karl Ove Knausgård, W. G. Sebald y Clarice Lispector. Durante la creación de Cráter habitó Nueva York. Los grabados de este libro se imprimieron en el taller de artes gráficas Robert Blackburn Printshop. Su obra confunde los límites de la ficción y la autobiografía a través del dibujo, el grabado y la pintura.
La Jaula Publicaciones mantiene en cautiverio voluntario a tres mercenarios tucumano-esquimales. De sus ojos brotan abismos, centauros y cascadas siniestras que nombran y fisuran todo lo que ven. Título original: Cráter La Jaula Publicaciones Grabados: José Sarmiento Poemas: Tania Ganitsky Edición: Astrid Ávila Castro Diseño y diagramación: Bibiana Rojas y Julián García Impresión: Torreblanca A.G ISBN: 978-958-56023-5-9 Primera edición: agosto de 2017 Fomenta: Instituto Distrital de las Artes – IDARTES Beca para Proyectos Editoriales y Emergentes en Literatura Programa Distrital de Estímulos 2016
Grabados: José Sarmiento Poemas: Tania Ganitsky Edición: Astrid Ávila Castro Diseño y diagramación: Bibiana Rojas y Julián García Esta publicación se edita bajo la licencia Creative Commons - Atribución No comercial - Sin derivar. Esta permite que otros puedan descargar la obra y compartirla con otras personas, siempre y cuando se reconozca su autoría, pero esta no se puede cambiar de ninguna manera ni se puede utilizar con fines comerciales.
Esta serie simbiótica de grabados y poemas se terminó de imprimir en agosto de 2017 bajo el cielo apocalíptico de una Bogotá que ya no existe.