agosto · 2021
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Reseña (incompleta) de libros Alberto Cordero *
Primavera con una esquina rota **
puede ser una forma de delirio. Sólo así puede explicarse esa machacona lealtad al equilibrio. Y también por los principios, claro. Pero hubo gentes con muchos y sólidos y declarados principios, que, sin embargo, flaquearon y después se sintieron como el culo. Gentes a las que no enjuicio, que esto quede y me quede bien claro, porque uno no sabe quién es realmente, cuán incinerable o incombustible es, hasta que no pasa por alguna hoguera. Digo sinceramente que los principios son, por ** Benedetti, Mario supuesto, un elemento fundamental, pero sólo uno. El resto es res(1988). Primavera con peto a sí mismo, fidelidad a los demás, y sobre todo mucho empeuna esquina rota. cinamiento, mucha terquedad en bruto, y también, se me ocurre México: Ed. Patria ahora, una progresiva, desmitificación de la muerte. Porque éste es en definitiva el argumento más contundente y taladrante que esgrimen: la posibilidad cierta, la comparecencia genuina de la muerte propia. Y sólo rebajándola ante sí mismo, sólo mutilándola de su legendaria reputación, puede el hombre ganar el forcejeo. Convencerse de que morir no es después de todo tan jodido si se muere bien, si se muere sin recelos contra uno mismo. No obstante, se me ocurre (a mí que nunca pasé por ese riesgo) que no debe ser fácil, porque en una coyuntura así uno está espantosamente solo, ni siquiera acompañado por la presencia mugrienta del techo o las paredes, ni por los rostros inmundos de quienes lo destrozan; está solo con su capucha, o más exactamente con el revés de la arpillera; sólo con su taquicardia, sus arcadas, su asfixia o su angustia sin fin. Es claro que, cuando eso acaba, cuando eso concluye y se es consciente de que se sobrevive, debe quedarle a uno un sedimento de dignidad y también un sarro permanenDON RAFAEL (LOCOS LINDOS Y FEOS) te de rencor. Algo que nunca más se perderá, aunque el ambiguo futuro depare seguridades y confianzas y amor y paso firme. Un sarro de rencor que puede antiago me escribió y está bien. He aprendido a leer sus entrelíneas y volverse endémico y hasta llegar a contaminar las seguridades y las confianzas por ellas sé que sigue estando cuerdo. Mi temor ha sido ese. No que y el amor y el paso firme, tal vez compaginados en más de un futuro individual. delate o se afloje. Eso no. Creo que conozco a mi hijo. Mi temor ha sido O sea que estos implacables, estos peritos de la sevicia, estos caníbales inesque se deslice desde la cordura hacia quién sabe qué. Ya lo dijo una vez el perados, estos hierofantes de la Sagrada Orden del Cepo, no sólo tienen una director del Penal, no sé si el último o el penúltimo: “No nos atrevimos a liquiculpa actual, sino también una proyección, que roza el infinito, de esa culpa. darlos a todos cuando tuvimos la oportunidad, y en el futuro tendremos que No solo son responsables de cada inquina individual, o de la suma de esas soltarlos. Debemos aprovechar el tiempo que nos queda para volverlos locos.” inquinas, sino también de haber podrido los viejos cimientos de una sociedad Por lo menos fue franco, ¿verdad? Franco y abyecto. Pero de algún modo esa entera. Cuando suplician a un hombre, lo maten o no, martirizan también impúdica confidencia dio la clave: es en ellos, los sabuesos, donde hay algo (aunque no los encierren, aunque los dejen desamparados y atónitos en su demencial. Son ellos los que aprovecharon el tiempo para enloquecerse. Pero casa violada) a su mujer, sus padres, sus hijos, su vida de relación. Cuando no son locos lindos; son locos disformes, esperpénticos. Locos por vocación y revientan a un militante (como fue el caso de Santiago) y empujan a su familia libre elección, que es la forma más innoble de locura. Fueron becados a Fort a un exilio involuntario, desgarran el tiempo, trastruecan la historia para esa Gulick para recibirse de dementes. Ahora bien, aunque aquel director del rama, para ese mismo clan. Reorganizarse en el exilio no es, como tantas veces Penal dijo eso hace más de cinco años, yo me sigo aferrando a las únicas seis se dice, empezar a contar desde cero, sino desde menos cuatro o menos veinte palabras aprovechables de su escalofriante programa: “En el futuro tendremos o menos cien. Los implacables, los que ganaron sus galones en la crueldad que soltarlos.” Digamos que a Santiago no se atrevieron a liquidarlo cuando militante, esos que empezaron siendo puritanos y acabaron en corruptos, esos tuvieron la oportunidad, pero ¿estará entre los que soltarán antes de que enloabrieron un enorme paréntesis que seguramente se cerrará algún día, cuando quezcan? Aspiro a que sí. Santiago ha logrado generar, o quizá descubrir en sí ya nadie sea capaz de retomar el hilo de la antigua oración. Habrá que empezar mismo una extraña vitalidad. Su descenso a los infiernos no lo ha incinerado. a tejer otra, a compaginar otra en que las palabras no serán las mismas (porChamuscado tal vez. Pienso que, más aún que afiliarse a una esperanza, allí que también hubo lindas palabras que ellos torturaron a ajusticiaron o inclulo que cuenta es aferrarse a la cordura. Y él sigue cuerdo. Toco madera. Y por yeron en las nóminas de desaparecidos), en la que los sujetos y las preposiciosi las dudas que sea sin patas: por ejemplo esta cucaracha de olivo, que adenes y los verbos transitivos y los complementos directos, ya no serán los mismás es regalo de Lydia. Sigue cuerdo porque se ha incrustado de modo volunmos. Habrá cambiado la sintaxis de la sociedad todavía nonata que en ese tario en la cordura. Y está dosificando prudente y sagazmente sus odios, eso entonces aparecerá como debilucha, anémica, vacilante, excesivamente cautees decisivo. Los odios vivifican y estimulan sólo si es uno quien los gobierna; losa, pero con el tiempo irá recomponiéndose, inventando nuevas reglas y nuedestruyen y desajustan cuando son ellos los que nos dominan. Sé que es difícil vas excepciones, palabras flamantes desde las ceniza. tener sentido común cuando se ha pasado por la humillación y el mutismo empecinado y el asco a la muerte y la alarma sin tregua y el pavor solidario y el martirio en incómodas cuotas. Tras ese itinerario, aferrarse a la cordura * acordero@fcfm.buap.mx
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