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junio · 2021
María Eugenia D’Aubeterre Buznego, Alison Elizabeth Lee, María Leticia Rivermar Pérez *
La clase y el género configuran la migración de retorno de los EUA. La evidencia desde el campo rural poblano
U
na perspectiva de género fundamentada en la economía política es un punto de partida para un análisis antropológico de las transformaciones de los patrones migratorios de flujos originados en México en el último tercio del siglo XX y de la formación de nuevas clases trabajadoras que exponemos en el libro Class, Gender and Migration. Return Flows Between Mexico and the United States in Times of Crises (Routledge, 2020). Los flujos que emergieron en el centro de México hacia Estados Unidos adquirieron un carácter acelerado y masificado en los años 90 y alteraron el sedimentado patrón de la movilidad de los hombres solos. En comparación a otras regiones de añeja migración a Estados Unidos, cambiaron, además, lugares de destino, composición del flujo, temporalidad y modalidades de circulación entre ambos países y perfiles de acuerdo al género; destaca la feminización de estos flujos. Confrontamos la trillada idea de que las mujeres migran básicamente con propósitos de reunificación familiar y cuando los hombres que encabezan estos movimientos han pavimentado la ruta para una inserción familiar en el lugar de destino. Hablamos de la feminización de la migración no porque se haya incrementado sustancialmente la participación de las mujeres, sino que nos referimos a las transformaciones asociadas a la reorganización global del trabajo de acuerdo al género y, en particular, del trabajo de las mujeres tanto dentro del hogar como en los distintos circuitos de la reproducción social. Una etnografía dilatada a lo largo de más de una década en dos localidades rurales del estado de Puebla de migración emergente en la década de los 80 —Zapotitlán Salinas en la región de Tehuacán y Pahuatlán en la Sierra Norte de Puebla—, así como en datos recabados en las ciudades de Nueva York y de Durham, Carolina del Norte, muestran giros drásticos en las vidas de hombres y mujeres en el contexto de la reestructuración económica neoliberal, ya en germen desde aquellos años. La desregulación del México rural fue de la mano de la reestructuración de la economía estadounidense que, en el contexto de la desindustrialización, demandó abundante fuerza de trabajo migrante barata, desorganizada e ilegalizada para contrarrestar el descenso de las tasas de ganancia en el marco de la competencia global. La costa este de Estados Unidos se convirtió en pocas décadas en una de las regiones más globalizadas del planeta. La zona metropolitana de la ciudad de Nueva York pudo remontar la bancarrota de los años 70 gracias a esta fuerza de trabajo. Mientras que el llamado Triangle Research Park en Carolina del Norte atrajo en apenas dos décadas, mediante diversos mecanismos de reclutamiento formales e informales, fuerza de trabajo latina, mayoritariamente mexicana. En uno y otro caso, trabajadores poblanos apuntalaron procesos de acumulación, particularmente en la construcción, los servicios y el trabajo de cuidados. Cuando estalló la crisis económica y financiera de 2007 y se exacerbaron las medidas de contención y criminalización de los flujos indocumentados, algunos migrantes fueron más propensos a regresar a México que otros. Al igual que la migración de primera salida, el retorno también fue selectivo. En la investigación que emprendimos en 2010, cuyos hallazgos se presentan en este libro, partimos de la convicción de que las interconecciones entre clase y género son claves para desentrañar el carácter selectivo del retorno durante y después de la llamada ”Gran Recesión”. Aquí presentamos algunos de esos hallazgos.
· Infografía: Ana Paula Chávez Mora
La información arrojada por la etnoencuesta aplicada entre 2010 y 2011 en ambas localidades de estudio muestra que en Zapotitlán la migración internacional se aceleró comparativamente antes, en el contexto del declive de la industria local de ónix a finales de los 80. En cambio, la aceleración de la migración en Pahuatlán ocurrió a mediados de los 90, disparada por la devaluación del peso y el desmantelamiento de la caficultura social. Zapotitlán tenía un mayor porcentaje de hogares con personas con experiencia migratoria a Estados Unidos, 65.3 por ciento. Por su parte, en Pahuatlán solo 56 por ciento de los hogares contaba con integrantes con experiencia migratoria. En ambas localidades la migración de primera salida alcanzó su punto más alto en 2001. En Zapotitlán la migración de primera salida a Nueva York, donde los servicios absorbían a la mayor parte de los trabajadores de ese origen, permaneció casi sin alteraciones hasta 2004. En cambio en Pahuatlán el declive de la migración fue más abrupto en el trienio 2004-2007, seguramente debido a la caída del empleo en la industria de la construcción del condado de Durham, donde se concentraba la gran mayoría de los pahuatecos. Pero después de 2007, la migración de primera salida cayó en ambas localidades. ¿CÓMO MODELÓ EL GÉNERO LA MIGRACIÓN DE PRIMERA SALIDA Y LA MIGRACIÓN DE RETORNO?
Estadísticamente no hubo muchas sorpresas. En uno y otro lugar 25 por ciento de los migrantes de primera salida fueron mujeres, concentrado entre 1995-2005, es 5