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Homo sum
Paulina Mancha y Sergio Cortés Sánchez * marzo · 2020
Controles disputados
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Las 35 Instituciones de Educación Superior Estatal (IESE) a las que los Congresos locales les confieren autonomía cubren 31 por ciento de la matrícula del nivel superior del ciclo 2018-2019 y recibieron la cuarta parte del gasto público en educación superior en 2019. En promedio se les otorgó un subsidio público ordinario por alumno de educación superior de 60 mil 578 pesos en el año en curso; en cuanto al origen del recurso, la Federación aportó en promedio 64 por ciento y las entidades, 36 por ciento. La matrícula de nivel superior de estas instituciones públicas fue de un millón 226 mil 453 alumnos y si le sumamos la correspondiente a la educación media superior impartida en 24 de las IESE, el total es de un millón 766 mil 845 alumnos (cuatro IESE registran más de 100 mil alumnos cada una). En lo particular cada una de estas instituciones es importante, tanto por las funciones que realiza como por su membresía; en consorcio por la defensa de la autonomía, son un importante actor político. Durante los primeros 15 meses de gestión de Andrés Manuel López Obrador, 12 IESE han sido violentadas en su autonomía por cambios en la Ley Orgánica, en la mayoría de los casos, han sido amagos, en otros, se está discutiendo la reforma o se congeló, y en una entidad ya fue aprobada la reforma (Nayarit, 4 de enero 2020). En siete entidades donde ha habido intentos de reforma, la primera mayoría del Congreso local corresponde a Morena y la gubernatura a militantes del PRI, PAN o PRD; en tres entidades, la gubernatura y la primera mayoría del Congreso es de Morena y en dos, al PAN. Las agrupaciones nacionales de las Instituciones de Educación Superior, tanto públicas como privadas (ANUIES, Consorcio) y 34 IESE han manifestado su rechazo a las reformas a la ley Orgánica por violentar la autonomía e ignorar a la comunidad universitaria en la modificación normativa, han enfatizado el rechazo a la iniciativa de los Congresos locales a transformar la estructura de los órganos de gobierno y designarles un organismo de control y fiscalización de la totalidad de ingresos y egresos de las IESE.
Dos de las iniciativas de reforma a la Ley Orgánica corresponden a los rectores de las universidades públicas del estado de México y de Veracruz, en ambas, son cambios a modo para que los rectores tengan mayores atribuciones y control sobre la auditoría y fiscalización y amplíen su gestión de cuatro a seis años. En ambos casos, hay iniciativas de académicos que proponen otras reformas: elección de autoridades por voto universal, directo y secreto; paridad de los órganos de gobierno; órgano de control universitario designado por el Congreso, Transparencia y Rendición de Cuentas. Las universidades públicas de Veracruz y del estado de México están implicadas en la Estafa Maestra y esta última tiene déficit presupuestal: sus gastos superan a sus ingresos desde hace varios años.
Dos de las reformas a la Ley universitaria fueron tramitadas por legisladores del PAN: la de Aguascalientes reserva seis plazas de nueve posibles para que empresarios y personajes no ligados a la Universidad Autónoma de Aguascalientes fueran miembros de su Junta de Gobierno y proponía un órgano de control interno para los universitarios, esa iniciativa fue retirada. En Nayarit fue modificada la Ley Orgánica a principios de este año: se instaura una Comisión para elegir al rector, se amplían las funciones del Patronato, se crea una red empresarial para que venda servicios y administre los ingresos universitarios, y se crea un órgano de consulta de educación media superior.
Morena es la primera mayoría en los Congresos locales de 10 entidades donde hay iniciativas de cambio a la Ley Orgánica, en siete de esas entidades gobiernan otros partidos, en tres, el gobernador es de Morena. De las siete iniciativas de reforma para que haya un contralor de la universidad designado por el Congreso local, seis son promovidas por Morena; de las siete iniciativas que modifican el autogobierno de las IESE, cuatro son promovidas por Morena (voto universal, directo y secreto para elegir autoridades y paridad de órganos de gobierno) y todas las iniciativas (siete) para transparentar los recursos públicos, rendir cuentas y disminuir gastos supérfluos son promovidas por legisladores de Morena.
Con base en el resolutivo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de octubre de 2017 en que se ratifica el amparo a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo ante la pretensión del Congreso local de Hidalgo de nombrarle un órgano de control ajena a esa universidad, es plausible afirmar que las reformas descritas violan la autonomía, ya que trastocan el autogobierno, la autogestión administrativa y la autorregulación que el artículo 3º. Constitucional confiere a las universidades a quienes se les ha otorgado autonomía. Otras voces sostienen que todo ente que recibe recursos públicos y realiza funciones públicas, como los son las IESE autónomas, son auditables, fiscalizables y controlables por el Congreso local y/o la Cámara de Diputados. En el caso de Oaxaca, se pretende fiscalizar todos los ingresos, los gastos y el patrimonio de la UABJO y fijar sanciones por incumplimiento; fundamentan esa pretensión con base al artículo 3º. de la Ley de Coordinación de la Educación Superior, los artículos 44 al 55 de la Ley General de Educación y en el artículo 120 de la Constitución Política del estado de Oaxaca (Iniciativa de reforma presentada por el diputado morenista Mauro Cruz Sánchez).
La emergencia de un gobierno de transición que pregona la austeridad, la transparencia, la rendición de cuentas y la no complicidad con actos de corrupción e ineficiencia, así como la gratuidad en todos los niveles de educación pública y desconcentración de la enseñanza superior pública ha empoderado a otros actores políticos, dentro y fuera de los muros universitarios, que confrontan a quienes defienden otras prácticas e ideologías o son visibilizados como adversarios políticos: el campus universitario está minado. Han emergido otras voces universitarias que reclaman seculares vejaciones a sus derechos humanos, a la integridad de su vida y patrimonio, han denunciado crímenes de odio y violencia de género, quieren democratizar la vida universitaria: exigen paridad de género en los órganos de gobierno y elección de autoridades a través del voto universal, libre y secreto. No faltará quien reclame un tabulador salarial acorde con las funciones académicas y más equilibrado entre los docentes de carrera y los horas clase, habrá quienes disientan de los Consejos de consulta nacional y local propuestos en el proyecto de Ley de Educación Superior: la vida intramuros se politizará.
* sercorsan@hotmail.com
Alberto Cordero *
De qué hablo cuando hablo de escribir **
** Haruki Murakami. (2017). De qué hablo cuando hablo de escribir. México: Editorial Planeta Mexicana.

1 d e vocación, noveLista ¿son Los escritores seres generosos?
Si dijera que me dispongo a hablar sobre novelas podría dar la impresión, ya desde el principio, de que abordo un tema demasiado amplio, por lo que será mejor que empiece por los escritores. Se trata de algo mucho más concreto, fácil de entender a la primera, y creo, por tanto, que el tema de fondo fluirá con relativa naturalidad.
Desde una perspectiva puramente personal, y con total franqueza, me parece que la mayoría de los escritores —no todos, obviamente— no destacan por ser personas con un punto de vista imparcial sobre las cosas y por tener un carácter apacible. Quizá no convenga decirlo en voz muy alta, pero pocos poseen algo realmente digno de admiración y, de hecho, muchos tienen hábitos o comportamientos ciertamente extraños. La mayoría de los escritores (calculo que alrededor del noventa y dos por ciento) y me incluyo a mí mismo, pensamos: “Lo que yo hago o escribo es lo correcto. Salvo unas pocas excepciones, los demás se equivocan, ya sea en mayor o menor medida”. Vivimos condicionados por ese pensamiento por mucho que no nos atrevamos a decirlo en voz alta. Aunque nos expresemos con cierta modestia, dudo que a mucha gente le gustara tener como amigo a como vecino a alguien así.
No puedo evitar pensar que la amistad entre escritores son cuentos chinos. Tal vez ocurra durante un tiempo, pero no creo que pueda durar mucho tiempo. En esencia, los escritores somos seres egoístas, generalmente orgullosos y competitivos. Una fuerte rivalidad nos espolea día y noche. Si se reúne un grupo de escritores, seguro que se dan más casos de antipatía que de lo contrario. He vivido varias experiencias en ese sentido. Hay un ejemplo muy conocido. En el año 1922 coincidieron en París, en una cena, Marcel Proust y James Joyce. A pesar de estar sentados muy cerca el uno del otro, no se dirigieron la palabra durante toda la velada. A su alrededor los demás los observaban conteniendo la respiración, sin dejar de preguntarse de qué podrían hablar aquellos dos gigantes de las letras del siglo XX. La velada tocó a su fin sin que ninguno de los dos se dignase dirigir la palabra al otro. Imagino que fue el orgullo lo que frustró una simple charla, y eso es algo muy frecuente.
Si, por el contrario hablo de la exclusividad en el campo profesional —dicho más claro, sobre la conciencia del territorio que ocupa cada uno—, creo que no hay nadie tan generoso y con un corazón más grande que los escritores de ficción. Siempre me ha parecido que es una de las pocas virtudes que tenemos en común.
Cuando publiqué Underground me llovió todo tipo de críticas despiadadas por parte de los escritores que se dedicaban a la no ficción. “Desconoce los fundamentos básicos de la no ficción”, decían algunos. “Ha escrito un dramón propio de un sentimental de tres al cuarto”. También: “Un simple pasatiempo”. Mi idea era escribir una obra de no ficción sin seguir el dictado de determinados fundamentos o reglas, sino como yo entendía que debía ser. El resultado fue que pisé la cola de los tigres que vigilaban el territorio sagrado de la no ficción. Al principio estaba muy desconcertado. No sospechaba la existencia de ese ambiente, y tampoco había caído en la cuenta de que hubiera determinadas reglas para la no ficción y que tuvieran que respetarse con tanto celo.
Cuando uno se aventura fuera de su especialidad, quienes se dedican profesionalmente a ello no ponen buena cara. De hecho, intentan cerrar las puertas y accesos como los leucocitos de la sangre cuando se afanan por eliminar cuerpos extraños. Si, a pesar de todo, uno insiste, poco a poco empezarán a perder terreno hasta permitirle tácitamente ocupar determinado lugar. A pesar de todo, las críticas de bienvenida serán implacables. Cuanto más estrecho y específico sea el campo en el que uno se aventura, el orgullo y el sentimiento de exclusividad serán mayores, lo mismo que las reticencias a las que deberá enfrentarse el recién llegado.
En el caso contrario cuando es un cantante, un pintor o incluso un traductor o un autor de no ficción quien juega en el territorio de la novela, ¿acaso el gremio de escritores torcerá el gesto ante la intromisión? En mi opinión, no. No son pocos los casos en los que las novelas escritas por ese tipo de personas han recibido una buena acogida. Nunca he oído que un escritor se enfadara por el hecho de que un amateur haya escrito una novela, y encima sin su venía. Que yo sepa, no suele suceder que un escritor critique a alguien que haga eso, que se burle de él o se dedique a ponerle la zancadilla. Más bien al contrario. Me parece que a los escritores profesionales esos recién llegados nos despiertan una curiosidad sincera, ganas de charlar con ellos sobre literatura, incluso de darles ánimos movidos por esa especie de extrañeza que nos provoca alguien llegado de fuera de nuestra especialidad.
Habrá quien hable mal de la obra en cuestión a espaldas de su autor, pero eso es algo habitual entre los escritores y no tiene que ver con el intrusismo suscitado por un extraño. Los escritores tenemos muchos defectos, pero al parecer somos generosos y tolerantes con quienes vienen de fuera.
Me pregunto por qué y creo que la respuesta es clara. Una novela pasatiempo, aunque este calificativo resulte un tanto hosco, puede escribirla casi cualquiera que se lo proponga. Para ser pianista o bailarín, por el contrario, se necesita pasar por un duro proceso de formación desde muy niño. Para ser pintor, otro tanto: una técnica base, conocimientos, comprar materiales para pintar. Si uno quiere convertirse en alpinista, necesitará coraje, técnica y moldear con el tiempo un físico determinado.
Si se trata de escribir una novela, en cambio, se puede lograr sin entrenamiento específico. Basta con saber redactar correctamente, un bolígrafo, un cuaderno y cierta imaginación para inventar una historia. Con eso se puede crear, bien o mal, una novela. No hace falta estudiar en ninguna universidad concreta, ni se precisan unos conocimientos específicos para ello.
* acordero@fcfm.buap.mx