SEMANAL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA LUNES 2 DE ENERO DE 2023 NÚMERO 1452 (cuatro cartas inéditas en español) y las olas del impresionismo Claude Monet
Nacido en 1840 y muerto hace poco menos de un siglo, en 1926, el pintor francés Claude Monet es uno de los artistas plásticos más reconocidos a nivel mundial, así como un referente ineludible en el arte y la cultura de Occidente; no es para menos si se tiene el cuenta el hecho bien sabido de que, junto a Pierre-Auguste Renoir y Edgar Degas, Monet es uno de los fundadores del impresionismo, estilo pictórico que de inmediato se convirtió en una corriente estética capaz de influenciar a la plástica entera. De hecho, el nombre de dicha corriente procede de un cuadro de Monet titulado Impresión, sol naciente, que data de 1872. Sin embargo, la fama y prosperidad de Monet no siempre fueron consustanciales a la importancia de su obra, pues el pintor llegó a pasar tiempos de relativo reconocimiento y estrechez material. Inéditas en español, las cuatro cartas de Monet que ofrecemos a nuestros lectores dan cuenta de algunas de esas vicisitudes y, más allá de su indiscutible genio artístico, lo presentan como el ser de carne y hueso, a ras de tierra y agua, que invariablemente fue.
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SOBRE HEMBRAS Y HOMBRES: APUNTES CONTRA LA BARBARIE
Uno
El feminicidio ya degenera en epidemia universal. Por la voluntad criminal de sus hombres suman cientos las hembras que recalan en la tumba, a destiempo. Escribo sus hombres para barnizar, con ironía, dicho adjetivo posesivo: ayer sus hombres, hoy sus asesinos. Desgraciadamente, el feminicidio no se restringe a una geografía. La iraní Mahsa Amirim recala en la tumba a los veintitantos años. Recala por olvidar el uso en público del velo. ¡Superstición, cuantos horrores se cometen en tu nombre!
s Visitación, Rogier van der Weyden, 1435.
En Memorias de Adriano, libro que despliega una imaginación soberana, soberanamente traducido al idioma español por el argentino Julio Cortázar, la escritora belga Marguerite Yourcenar pone en labios de Adriano una sentencia memorable: La moral es una convención privada, la decencia es una cuestión pública. Sean religiosos, militares o civiles, los totalitarismos abanderan la indecencia en cuanto que oprimen, atropellan, humillan, criminalizan, matan.
Dos
Las religiones funcionan como oasis en el Valle de Lágrimas. Interpretan, traducen y difunden
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Portada: Casa entre rosas Claude Monet.
CLAUDE MONET Y LAS OLAS DEL IMPRESIONISMO
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Rafael Sánchez
cuanto nominamos alma, espíritu, fe en la trascendencia material. Entonces, ¿por qué el hincapié en el inventario de los pecados y el descuido en el inventario de las virtudes? Digamos, ¿por qué desdibujar la anatomía de las hembras? ¿No es la curvilínea periferia hembraica un triunfo de la naturaleza? ¿No es la naturaleza otro regalo de los dioses, según los creyentes?
Tres
Un defecto humanísimo llama mi atención: la incapacidad de distinguir la materia sensual de la materia pecaminosa. ¿Peca la melena alborotada por la brisa? ¿Peca la mano que ataja y encarece: –Todavía no? ¿Peca la mirada que asciende el silencio a nudo idílico? ¿Peca la boca que confiesa: –Deséote? Atenerse a la esencia libertaria de la moral es difícil. En cambio, hacer de la moral una parodia es fácil.
Si se tilda de delito grave la exhibición casual de un bucle, ¿cuál nueva acusación espera a la hembra? Si un chin de pintalabios o una manita de colorete implican descaros crasos, ¿cuál otro delito grave abultará el expediente criminal de quien nació hembra? ¿El delito de esmaltarse las uñas de los pies? ¿El delito de resoplarse los sobacos cuando debía resoplarse las axilas? ¿El delito que la misoginia adscribe a la delicada cicatriz identitaria?: la puertorriqueña Vanesa Droz bautiza La cicatriz a medias otro poemario intransigente.
Más aún, si ser hembra se considera un delito atroz, si el cuerpo hembraico se considera inductor del vicio, ¿cuál autoridad terrenal enjuiciará a la delincuente? ¿La misma autoridad que vomita prejuicios apenas decir hembra?
Cuatro
No pecan de vacuidad las interrogaciones que acumulan los fragmentos anteriores; no son vacuas ni podrían serlo. ¿Llamar delincuente a quien adueña el barrigón que transporta vida? ¿Llamar delincuente a quien garantiza la seguridad de la vida desde cuando ésta zarpa hasta cuando ésta desembarca? ¿Llamar delincuente a quien da a luz la flor de su preñez?
Cinco
No hay imagen del parto más hechicera que dar a luz, tampoco hay otra más esperanzadora. Tras dársele la bienvenida, mediante una nalgada amorosa, la criatura recién nacida lloriquea. Un lloriqueo saludable. Los pulmones debutantes arrancan, los latidos cardíacos interpretan la sinfonía Viva La Vida. Seguido se la baña, se la besa y besuquea. Seguido el instinto de conservación orienta su boquita hacia donde radican las gemelas Seno y Teta. Entonces, la criatura se extasía, pues un turulete cupletea a sus oídos: Mamar es un placer genial, sensual.
Alguito después de dar a luz, un alguito con duración de nueve meses, el barrigón de la hembra transportará más gente. La hembra procurará el transporte en colaboración con un timonel. Meridianamente claro quede: ¡suman multitud los hombres bientratantes de sus hembras! ¡Suman legión los hombres cuyas bocas pueblan de caricias los cuerpos de sus hembras! Escribo sus hembras para barnizar, con elogio, dicho adjetivo posesivo: ayer eran sus hembras respetadas, hoy son sus hembras consentidas, mañana serán sus
No hay imagen del parto más hechicera que dar a luz , tampoco hay otra más esperanzadora. Tras dársele la bienvenida, mediante una nalgada amorosa, la criatura recién nacida lloriquea. Un lloriqueo saludable. Los pulmones debutantes arrancan, los latidos cardíacos interpretan la sinfonía Viva La Vida .
Seis
No obstante ello, desde cuando el planeta Tierra gira, una porción de los hombres intenta controlar a la hembra. A corto y largo plazo el intento fracasa. Pues, aparte de parir y lactar, de cocinar y fregar, de cambiar pampers, mapear baños y cepillar la huella excrementicia que ofende al inodoro, las hembras les roban un tiempito a sus obligaciones caseras con un propósito único. ¿Cuál?
Surcar los abismos espaciales e indagar si Marte es habitable. Presidir naciones de acontecer conflictivo. Revisar las finanzas de instituciones gigantescas. Educar a los hombres que padecen de disfunción amatoria. Refutar, a fuerza del ejemplo, la retahíla de prejuicios esgrimida contra su género.
Unos prejuicios que damnifican la historia. Una historia a fumigarse antes de que el comején y la polilla la carcoman. Incluso la historia actual, tan presuntuosa por fingirse promotora de una sociedad adelantada, moderna.
Siete
¿Sociedad adelantada, moderna, la que defiende el prejuicio como idea rectora? La hembrofobia militante. Más los prejuicios grotescos: el prejuicio racial y el prejuicio xenofóbico, el prejuicio lesbofóbico y el prejuicio homofóbico. Más cuanta fobia encamina el rechazo a esto y a éste y a ésta. ¡El dedo acusador del prejuicioso se comporta infatigable!
Ocho
La mataba hasta en sueños, declaró un feminicida. Guardo el recorte del periódico que lo informó, todavía me pasma. Si la matanza de una hembra resume la ambición suprema de un hombre, si un hombre asesina a su hembra incluso cuando duerme, entonces procede tomar medidas drásticas:
1. O aceptamos el carácter urgente de repensarnos como sociedad y como individuos. 2. O aceptamos que la humanidad ya cerró filas con la barbarie l
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hembras veneradas. ¡Por siempre las hembras serán sus regocijos!
Water Serpents II, Gustav Klimt, 1907.
Relato de los orígenes personales y el desarrollo en el arte del dibujo y la escultura; las etapas de formación y los propósitos y proyectos signados por el azar, Flor Minor (Querétaro, 1961) afirma: “La gravedad de tu mano, la respiración, el balanceo de tu cuerpo sobre la plumilla va a definir tu dibujo.”
Líneas de silencio
LA LUZ ENTRABA por los ventanales y se derramaba con avidez en el salón de dibujo. Los chicos y las chicas teníamos preparados los cuadernos y los lápices. Se abrió la puerta y entró una modelo. Ocupó su lugar en el templete y se desnudó ante las miradas expectantes. Los rayos solares creaban una atmósfera mágica, caían sobre el cuerpo de la mujer que posaba para los aspirantes a ingresar a La Esmeralda. Quedé arrobada ante la belleza del instante, atrapada en la escena que me pareció aún más irreal cuando a mis oídos llegó el rasgueo del grafito sobre el papel. Un concierto de lápices pretendía captar la imagen. Yo simplemente me dejé hipnotizar, me
Y LOS SONIDOS DEL DIBUJO FLOR MINOR
instalé en el lugar del público y no de la orquesta, que marcaba un ritmo anhelante y cadencioso, sensual y propositivo. El tiempo transcurría y yo miraba la hoja en blanco y mi mano, estática, como la modelo que parecía disfrutar el calor de la claridad matinal sobre su piel morena.
Me vino el recuerdo de cuando era niña y en la primaria nos pedían cuadernos de doble raya para hacer ejercicios caligráficos con lápices b, de dos puntas, nacarados. Lápices grasos para que deslicen con mayor suavidad sobre la superficie del papel. Líneas rectas y espirales, rayas continuas que producen claroscuros de manera natural. Y ese sonido del lápiz sobre el papel invocando relatos que luego se olvidan. Una voz rompió el encanto, se había terminado el tiempo. La modelo se puso la bata y salió de la escena. Había presenciado una imagen digna de los grandes artistas que conocía por los libros: Leonardo, Doré, Miguel Ángel, que también habían dibujado con modelos reales. Allí había ocurrido un milagro.
Mi padrastro, a quien siempre llamé papá Jorge, me esperaba afuera de la Escuela –la Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. Emocionado me preguntó cómo me había ido. No supe qué contestar, ni siquiera había colocado el lápiz sobre la hoja en blanco. Fue una actitud incomprensible. Para entrar a La Esmeralda no era necesario el bachillerato y yo acababa de ter-
minar la secundaria. Al año siguiente, 1979, me presenté de nuevo y fui admitida sin problemas.
Mi padre biológico, Javier Minor Trujillo, fue ingeniero y un dibujante nato. Él había presentado exámenes de admisión en La Esmeralda y en la Academia de San Carlos y sin dificultad lo habían aceptado, incluso lo invitaron a dar clases de dibujo, pero abandonó ambas instituciones para dedicarse a la construcción de carreteras. Era muy alegre. Lo recuerdo siempre con su casco de ingeniero. Vivíamos en Tierra Blanca, Querétaro, porque él estaba a cargo de las obras de la autopista Querétaro-Nuevo León. Una noche, mis padres estaban ausentes y mi hermana Griselda se despertó llorando, llamando a papá. Días después nos avisaron que había sido arrollado por un par de pipas de la misma compañía en la que trabajaba. La noche de su muerte, en 1966, pensé que nada era real, veía a la gente llorar y lamentar su ausencia como en una obra de teatro. En mi conciencia pensaba que seguiría dialogando con él mientras yo dibujaba y él miraba y escuchaba atento los trazos del lápiz sobre las hojas. Y así fue durante años.
A causa del trabajo de papá nací en Querétaro, pero toda mi familia es de San Nicolás Panotla, Tlaxcala. Mi hermano Javier ya había nacido en Ciudad de México. Mi hermana Dulce lleva el apellido Medina porque mamá, después de la desaparición de papá, contrajo nupcias con Jorge Medina,
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José Ángel Leyva
matador de toros de Texcoco. Fue mi segundo padre. Nos quería mucho y un día nos dijo: padre es quien cuida y educa, así que los voy a volver a registrar para que lleven mi apellido. Es la razón por la que tengo dos actas de nacimiento. Antes de mi padre biológico, mamá ya había tenido otro matrimonio, del cual nació mi hermano mayor, Carlos Arriaga. Esa fue la razón por la que ella, mi madre, Guadalupe Arriaga Garduño, no fue bien aceptada entre los Minor. Tengo cartas donde queda clara la pasión amorosa entre mis padres.
Un dibujo del dibujo
EN LA ESMERADA habían dejado el dibujo como optativo, ya no era una materia indispensable, por eso algunos estudiantes me pidieron dar clases de dibujo para principiantes. Estos solían decir que dibujaban con Flor Minor, pero los corregía, les insistía en que su maestro no era yo sino el trabajo, su práctica, su propio dibujo. El maestro del dibujo es el dibujo. Yo nunca he trabajado con modelo, pero me encanta enseñar empleando modelo. Les pedí que nos cooperáramos para pagar un modelo en mi estudio. Jóvenes como Fernando Cid, Rodrigo Vargas, Carlos Santos, entre otros chicos talentosos de quienes no recuerdo sus nombres. Un año después, 2005, continuamos en el taller de Sergio Ulloa, que es un maestro grabador. El taller aún está en funciones.
Para mí el tiempo es un campo de extravío. Una vez que comienzo a dibujar pierdo la noción de las horas. Recuerdo que entre las primeras enseñanzas del maestro Arévalo fue que debíamos tener mucho respeto al papel. Nos obsequiaba muchas hojas de papel revolución para untarle chapopote y dibujar sobre su superficie. Una ocasión nos pidió que compráramos una hoja de papel fabriano. Para todos representaba un desembolso nada desdeñable, pero él nos dijo, no piensen en su costo, sino en lo que van a hacer con ese material, y debe ser algo que valga la pena. En el dibujo hay una relación muy directa entre el cerebro, sus dos hemisferios, y la mano. Va a influir la luz con la que trabajas, el clima, la música que escuchas, tu situación anímica, pues el dibujo, como la escritura, son representados por líneas. El carbón y el papel son hermanos, provienen del mismo origen, la madera. Los árboles nos dan el oxígeno, la vida, son la conexión entre el cielo y la tierra, son nuestros hermanos.
El dibujo es inherente al lenguaje plástico y gráfico, es como un oráculo, te va a mostrar muchas cosas que ignoras, porque son asuntos más del sentir que del pensar o del creer. El dibujo te muestra lo que eres y lo que no. En esta acción creativa no es necesario tener una inteligencia muy desarrollada para entender que formamos parte de un Cosmos, de un universo inabarcable, lo importante es sentirlo y sentirnos parte de esa dimensión con nuestro propio microuniverso, proporción del mundo.
Mi madre me contaba que cuando iba a la escuela, los pupitres tenían hoyos para depositar la tinta de los manguillos. Elegir un manguillo es como buscar un clavecín para interpretar a Bach, te impone una actitud y una época, con ese instrumento harás incluso achurados. Los manguillos se han perfeccionado y los hay que controlan la gota, pero a mí me gustan los que no la retienen y la sueltan según la presión que ejerzas sobre el
instrumento; en el curso del trazo dejará una gota, un punto que será un desafío para inventar algo que lo aproveche, que le dé sentido, y entonces debes buscar unirlo con otro punto para hacer algo geométrico. Una geometría provocada de manera natural, accidental, por el goteo del manguillo. Así comencé a hacer constelaciones, tramas sobre el papel. Los manguillos para arquitectos no dejan gotas, sólo líneas continuas. La gravedad de tu mano, la respiración, el balanceo de tu cuerpo sobre la plumilla va a definir tu dibujo. Son notas, tonalidades musicales que se plasman sobre la superficie, y tu cuerpo lo siente, lo sabe porque, además, a esa experiencia sensible se incorpora la fibra del papel, su textura, el metal de la punta del manguillo, la densidad de la tinta, si es más espesa o se deshidrató y debes diluirla con más agua; la humedad ambiental influye sobre el deslizamiento de la tinta sobre un papel más o menos hidratado. Cuando haces una litografía, el dibujo con manguillo sobre piedra es muy diferente al que se realiza sobre otros materiales. Cuando sacudes el tusche, que es una especie de tinta hecha de cartílago y hueso quemados, el manguillo se va enfriando, por eso debes hacer la línea rápida y tener la hornilla muy cerca de la piedra para calentar el manguillo con frecuencia. El tusche exige calor.
Volumen, por favor
MUCHA GENTE PIENSA que yo dibujo atendiendo a la anatomía precisa, al estudio sobre el modelo, pero no, porque yo hago cuerpos con varias cabezas, con movimientos caprichosos, personajes extraídos de la imaginación y no reproducciones de la realidad. Lo que más me interesa de los cuerpos que dibujo son sus expresiones, sus emociones, que tengan algo qué decir. No conozco la anatomía a detalle, no sé los nombres de los músculos o los tendones, de los huesos, yo sólo comienzo a dibujar el cuerpo humano conducida por mi intuición y mi inseguridad, luego, cuando ya arrancó mi trabajo comienzo a sentir la placidez del dibujo, cierta confianza que se convierte en determinación y búsqueda, en resolución. Observo mucho a la gente, su figura, la textura de su piel, su gestualidad, su edad aparente, su expresión corporal. Veo cuerpos
en la calle, en el cine, en la fotografía, de eso se nutre mucho mi imaginación, mis referentes visuales.
Tengo una serie de dibujos de 1.20 por 2 metros de una bobina de papel que compré. Me fascinó esa serie, pero mientras dibujaba pensaba en romper la bidimensionalidad. No tenía el lugar apropiado para hacer escultura y el deseo aumentaba. El trabajo del escultor es más lento que el de los pintores y grabadores. Pienso en Kiyoto Ota, su meticulosidad y el tiempo que se toma para cada obra.
El jardín del minotauro es un sueño y se instala en el camino del guerrero. El minotauro es la bestia que no deseamos ver, que se encuentra en un espacio marginado, pero está presente. Expresado en un ambiente de equilibrio, es lo incontrolable, la visceralidad, la sombra de Gustav Jung que se duplica. Los personajes son ciegos, no se ven a ellos mismos, no se reconocen. Es una lucha cuerpo a cuerpo; intentan convencerse mutuamente de su inexistencia, de su ilegitimidad. Poco a poco van quedando solos, ante sí mismos. Visibles ante el fuego, en algún momento se ven, se identifican. El Minotauro es un ser dual: humano y animal. Ambas partes representan el equilibrio. Por eso la última escultura se llama Yo soy; ya la terminé, mide 260 centímetros. El proyecto está planeado para un área de 46 x 23 metros más o menos. Es un sueño, porque es el inicio de algo que quiero desarrollar: espacios escultóricos. Éstos, a diferencia de una escultura aislada, generan el desarrollo de una narrativa. Veo en perspectiva mis temas gráficos: el equilibrista, los engranes, el constructor. Tengo tres formatos registrados en derechos de autor. Miniaturas, mediano formato de 60 centímetros y de dos metros.
Para ascender en tu trabajo artístico, y supongo que para cualquier otro, debes pagar un derecho, y al menos en mi caso eso se paga con trabajo. En general mi jornada va de las diez de la mañana a las dioez de la noche de manera continua. Waldemar Sjolander me insistía mucho en que el arte es trabajar y trabajar, y después trabajar para luego trabajar. Insistir en el proceso creativo con absoluta dedicación, entregarte sin guardarte nada, hasta sentir que tus manos escuchan la musicalidad de tu cerebro y tus oídos ven aparecer el milagro de la materialidad que se transforma, la creación de algo inusitado, de un sueño l
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De izquierda a derecha: Yo Soy, Constructor, Minotauro III.
Un repaso por la amplia obra y el carácter de Macario Matus (19432009), poeta, narrador, crítico de arte y periodista cultural nacido en Juchitán, incansable defensor de su lengua didxazá y la historia del pueblo binnizá o zapoteca del Istmo. Escribió quince libros de poesía, relatos y crítica de arte, y dirigió la Casa de la Cultura de Juchitán de 1979 a 1989, período durante el cual “promovió la enseñanza de la literatura y las artes como nunca antes –ni después– se hizo”.
Macario Matus:
un juchiteco tocado por la Gracia
Desde que soplan nuevos aires políticos en la República, las lenguas y las culturas originarias del país han cobrado excepcional visibilidad. No obstante el cambio de estrategia de la política cultural, la literatura binnizá –o zapoteca del Istmo– le lleva un siglo de ventaja a los propósitos institucionales. Hacia 1904 –cuando el arquitecto Adamo Boari comenzó a diseñar el Palacio de Bellas Artes–, a finales del siglo XIX, Arcadio G. Molina ya había escrito La rosa del amor y Enrique Liekens, en 1900, ya había publicado Mudubina, delicioso poemario pleno de evocaciones sensitivas y espirituales del Istmo de Tehuantepec: “Si al velorio huipil llevas bordado/ prendido a la cintura la cenefa/ con blanquísimo holán muy bien plisado/ haciendo como el verso sinalefa.”
Continuando con esta tradición literaria, hace tres décadas, en la revista Hojas de utopía, Macario Matus publicó el ensayo Tradición literaria zapoteca. En este texto, el poeta juchiteco dio cuenta de cómo la literatura binnizá fue un pode-
roso referente para la cultura nacional durante el siglo XX. Fueron, por ejemplo, Andrés Henestrosa con el libro Los hombres que dispersó la danza en 1929; Nazario Chacón Pineda con Estatua y danza en 1939; Vinigulaza, de Gabriel López Chiñas, en 1940; así como los poemas escritos en didxazá (zapoteco) que Pancho Nácar publicó entre 1935 y 1939. Macario explica que buena parte de la literatura binnizá, escrita indistintamente en zapoteco o en español, fue publicada en la legendaria Revista Neza (camino). Décadas después, continuando la tradición literaria planteada por los intelectuales zapotecos de la primera mitad del siglo XX, hacia 1968 –en plena ruptura política y generacional–Macario Matus y Víctor de la Cruz fundaron la revista Neza Cubi, (camino nuevo), espacio en el que publicaron temas de la cultura binnizá ilustrados con obras de Francisco Toledo, Moisés Cabrera, Hesiquio López Lucho y Alfredo Cardona Chacón.
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Antonio Valle
s Macario Matus. Foto: La Jornada.
De la misma manera que buena parte de la obra gráfica y plástica de Francisco Toledo, artista con el que Macario compartió distintos proyectos y aventuras culturales, la poesía erótica del maestro binnizá también aborda lo sagrado y lo femenino.
Posteriormente, a finales de los setenta, una parte considerable de la literatura y las artes visuales fueron publicadas en Guchachi Reza, revista avatar de Neza y Neza Cubi, triada de medios de comunicación fundamentales de la tradición literaria, del arte y la historia binnizá del siglo XX.
Erotismo, muerte y otras formas poéticas
RECIENTEMENTE, EN LA sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes se presentó el libro La noche de tus letras (450 Ediciones y Ayuntamiento de Juchitán, 2022), antología de poesía de Macario Matus reunida por Jorge Magariño. La publicación incluye una muestra muy bien seleccionada de los quince libros de poesía que escribió Macario. Magariño estructuró este libro de la siguiente manera: la primera sección incluye poemas de carácter político y social; la segunda, poemas con una onda dimensión histórica y espiritual, y, finalmente, aparecen los poemas con mayor carga erótica. Esta antología permite contemplar de conjunto una parte significativa de la historia sensible de Juchitán ligada a la vida interior de Macario. A propósito de esta fusión, en “Recuerdos II”, escribe el poeta: “El presente es una ola bajo la piel/ para soldar los huesos de la historia.” También llama la atención el poema “Vagabundo”, en el que el poeta se asume como un cosmopolita que “gira y canta, danza en el asfalto/ como un asfódelo”, nombre este último de la rara flor que da título a uno de los poemas más importantes de William Carlos Williams, el gran poeta estadunidense, quien, evidentemente, llamó la atención del juchiteco. Es probable que algunos lectores de los noventa y principio de los dos mil recuerden a Macario Matus como un escritor “pícaro y ocurrente”. Sus textos publicados en el suplemento Sábado, de Huberto Batis, daban cuenta de ciertos relatos breves, sagaces y divertidos. Por aquellos días, Charles Bukowski, calificado como “poeta maldito debido a su excesivo alcoholismo, pobreza y bohemia”, ya era leyenda. Los poemas “voluptuosos” de Macario publicados en La noche de tus muslos (1986) o en Poerótica (1995) se emparentan con la obra del autor de Mujeres. Además de estos ingeniosos divertimentos, para comprender la dimensión del poeta juchiteco es imprescindible leer su libro Los zapotecas binnizá, poemas escritos a partir de una cuidadosa lectura del Vocabvlario en lengva çapoteca, de fray Juan de Córdova (el diccionario colonial más grande en una lengua indígena). Son poemas metafísicos y espirituales basados en los dioses ocultos de Mesoamérica. Así se refiere Macario al dios Infinito; principio y fin de los zapotecas: “El que incendia el mundo y lo cierra como los ojos.” En este libro resulta sugestivo el poema “Dios de la Lujuria”, que aborda la excitación sexual: “Lujuria es amar con todos los dientes/ pieles, garras, uñas, bigotes, ojos de gato./ Amar y ser lujurioso es ser animal u hombre./ Lujuria y besar es ser mujer con hiel azucarada./ Cuando se acabe la tierra y sus dioses,/ el amor y la lujuria presidirán la noche, el día.” De la misma manera que buena parte de la obra gráfica y plástica de Francisco Toledo, artista
con el que Macario compartió distintos proyectos y aventuras culturales, la poesía erótica del maestro binnizá también aborda lo sagrado y lo femenino, explorando libremente los temas de la sexualidad y el amor. Otros poemas suyos alcanzan gran profundidad espiritual.
Una de las fuentes más relevantes en la poética de Macario es el territorio en el que viven los muertos. Así se refiere al Mictlán: “Noche oscura a la entrada del sol/ hacia dentro…” Estos poemas, editados en 1998, son precursores del libro Laja de tiempo, publicado el mismo año. En este libro, la dimensión espiritual binnizá se engarza con la poesía mística de la cultura occidental. Desde su propia cosmovisión Macario establece un diálogo con Dante y con Milton, invitándolos a dar un paseo por el Mictlán zapoteco: “…bajaron a los abismos del placer/ conducidos por espejos múltiples”. Entonces, los poetas europeos, atentos a la palabra del binniguenda (ser binnizá): “Oyeron la creación y el abismo que produce/ al ser en toda su dimensión dinámica.” En este espejo de palabras creado por Macario, donde se entreveran realidad y mentira, virtud y delirio, cierra así su amoroso poema: “No debes avergonzarte de la imagen reproducida/ de lo que has sido, eres y serás a la última hora./ Incluso el amor está metido allí, pero no lo has visto.”
Cuentos de un juchiteco, editado por el Ayuntamiento de Juchitán y el Programa Casas del pueblo (1991), se integra por relatos de gran color regional, que, además de exponer el proverbial ingenio juchiteco, demuestran que Macario fue un narrador tan diverso que incluso exploró en el género distópico. “Luciérnaga de invierno” es un cuento en el que –por un incidente imprevisto– un orfebre de la comunidad encuentra una caja con material radioactivo. Toda vez que el artesano observa que ese material despide extraños brillos, se da a la tarea de confeccionar pulseras y collares que luego portarán las mujeres de su comunidad. Al paso del tiempo el pueblo entero comienza a sufrir los
estragos producidos por la radioactividad, hasta que los servicios de salud prohíben el acceso a la zona. El argumento de este relato de ciencia ficción, además de relacionarse con la película Stalker, de Andrei Tarkovski, hace referencia al extravío de cajas con material radioactivo, así como a la fragilidad de las comunidades indígenas ante este tipo de desastres ambientales.
La Casa de la Cultura de Juchitán y otras gestiones
MACARIO FUE UN ser humano tocado no sólo por la gracia de los dioses mesoamericanos, sino también porque fue dotado de una simpatía absoluta. Pocos hombres han desplegado un sentido del humor iluminado con tanta inteligencia. El maestro, además de ser un excelente periodista cultural, también incursionó en la crítica de arte. En el libro Una mirada a la esperanza, que recientemente publicó Noe Yamahata en el Centro de Documentación de Historia Regional, el intelectual binnizá hace un despliegue de sagaces curiosidades. Entre varias historias de artistas plásticos, Macario pone en juego su agudeza crítica cuando analiza una exposición de arte oaxaqueño, señalando que “los jóvenes pintan lo que no conocen”; y agrega en un tono de abierta ironía que: “Si Paul Klee, Paul Gauguin, James Ensor o Rubens hubieran nacido en Oaxaca no serían lo que la historia del arte ha enseñado”, diciéndole a los artistas visuales del “fashion oaxaqueño”: “Pinta tu color, tu raya y sabremos de dónde eres promisorio.”
Abiertamente puede decirse que Macario Matus fue el director más brillante de Lidxi Guendabiani (La Casa de la Cultura de Juchitán), ya que, durante el período de su gestión, que va de 1979 a 1989, promovió la enseñanza de la literatura y las artes como nunca antes –ni después– se hizo. Por aquellos años la casa de la cultura se convirtió en un verdadero manantial, no sólo de la cultura binnizá, sino también de las culturas de México y el mundo. A partir de esa época, en el recinto que se convertiría en modelo de las casas de la cultura en México, un nutrido grupo de escritores, pintores y músicos binnizá alcanzarían presencia nacional e internacional. A partir de entonces se revaloró el didxazá, idioma que durante todo el siglo XX resistió a la política de Estado, política que desde que José Vasconcelos dirigiera la educación pública en 1920 se impuso contra ésta y todas las lenguas originarias.
Macario Matus también participó en la recuperación de la memoria histórica de los zapotecos. En “La Revolución en Juchitán, Oaxaca”, texto incluido en Mi pueblo durante la revolución, volumen II, publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (2010), el historiador juchiteco rescata, de manera brillante y amena, una polifonía de testimonios de mujeres y hombres que participaron o presenciaron los acontecimientos épicos de un pueblo en búsqueda de libertad y democracia.
Además de ser un intelectual completo, Macario Matus fue un juchiteco muy querido por su pueblo, un auténtico precursor de la cultura istmeña –y de la cultura universal–; fue un poeta binnizá tocado por la Gracia l
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Claude Monet
y las olas del impresionismo
(cuatro cartas inéditas en español)
Asomarse a la correspondencia de grandes artistas siempre resulta cautivador, pues pone al lector en el lugar y en el entorno de los personajes de su vida, de sus llanas preocupaciones cotidianas o, a veces, de verdaderos ensayos sobre su arte. Aquí tenemos un atisbo a la vida personal del genial pintor impresionista Claude Monet (1840-1926).
Presentamos cuatro cartas del célebre pintor francés Claude Monet (París, Francia, 18401926), sin duda uno de los más destacados del llamado movimiento “impresionista”. La primera de ellas es dirigida a Alice Raingo, con quien el pintor inició relaciones amorosas en 1876, cuando ambos todavía estaban casados; de hecho, Alice aceptó casarse con Claude hasta 1892, después del fallecimiento de su primer esposo, el coleccionista de arte Ernest Hoschedé. Destaca el año de la carta, 1884, tan sólo uno después de que Monet se trasladara por primera vez a Giverny, la famosa finca en la que pasaría el resto de su vida, en 1883; finalmente la compró en 1890, cuando sus finanzas mejoraron drásticamente a mediados de la década anterior.
La segunda carta es dirigida a la destacada pintora Berthe Morisot, fundadora y una de las figuras centrales del impresionismo francés. En ella, Claude Monet expresa su enfado con su agente Paul DurandRuel, que planeaba presentar algunas de sus obras en una exposición de impresionismo en su galería de Nueva York sin el permiso del pintor. “Voy a opo-
nerme a ello por todos los medios a mi alcance”, escribió un Monet bastante indignado. En realidad, parece que el pintor estaba especialmente nervioso porque, en cambio, deseaba exponer su obra con el acérrimo rival de Durand-Ruel, Georges Petit.
En lo que concierne a la tercera y cuarta carta, no se sabe con certeza quién las recibió, sólo se dirige a “Mi querido amigo”, y no hay sobre. Un fuerte candidato es Gustave Geffroy, amigo de Monet, que era crítico de arte en la revista La Justice. Poco después de la fecha de una de estas cartas, el 25 de marzo de 1894, Geffroy publicó un artículo en el que elogia a Cézanne, entonces todavía poco conocido, llamándolo “Cézanne fantomatique [Cézanne fantasmagórico]”. Quienquiera que fuera el destinatario, debió de escribir a Monet para preguntarle por Cézanne, lo que dio lugar a una larga respuesta.
LA JORNADA SEMANAL 2 de enero de 2023 // Número 1452
s Mer agitée y Alice Hoschedé, segunda esposa de Claude Monet, Carolus-Duran, 1878.
Carta a Alice Raingo. Bordighera, 26 de enero
Querida Alice,
de 1884
Hoy he trabajado mucho: cinco lienzos y mañana pienso comenzar el sexto. Así que va bastante bien, aunque todo es muy difícil de realizar: estas palmeras me condenan, y luego las ideas son extremadamente difíciles de plasmar, de poner en el lienzo. Aquí es tan espeso en todas partes.... Es un placer verlo. Se puede pasear indefinidamente bajo las palmeras, los limoneros y los hermosos olivos, pero, cuando se buscan temas, todo es muy difícil.
Me gustaría crear colores naranjas que destaquen sobre el mar azul, pero todavía no puedo encontrar ninguno que me complazca. En cuanto al azul del mar y del cielo, reproducirlo es imposible. Sin embargo, cada día añado algo más y descubro elementos que antes no podía ver. Estos lugares parecen estar hechos para pintar AL AIRE LIBRE.
Me siento especialmente emocionado por esta experiencia y, por lo tanto, estoy considerando volver a Giverny más tarde de lo planeado, aunque tu ausencia perturba mi serenidad. Descansar a tu lado es muy dulce. Mi inspiración se beneficiaría y podría trabajar todavía mejor.
En mí encuentras un corazón que te ama, Alice.
Carta a la pintora Berthe Morisot, año 1888
Querida señora,
Todavía no he podido ir a verla desde mi regreso, ya que sólo estuve en París el día de ayer y sólo por unas horas, durante las cuales estuve ocupado en viejos compromisos.
Usted ya se ha enterado de todos los problemas que hemos tenido con Petit. Después de trabajar tanto, no es agradable ser tratado de esta manera. Se habló de una exposición en casa de Durand; este proyecto nunca fue en absoluto de mi agrado, y al llegar a París renuncié a él de inmediato por muchas razones que serían demasiado largas de exponer.
Pero esta mañana Renoir me dijo que esa exposición se va a celebrar, es más, que se inaugurará el sábado, y que el joven Durand –sin siquiera haberme consultado– se propone colocar cuadros míos de su propiedad y de distintos coleccionistas. Considerando que voy a oponerme a ello por todos los medios a mi alcance, ya que estoy en mi derecho si se trata de una exposición pagada, creo que es mi deber hacérselo saber de antemano, no para influir en usted de ninguna manera, sino porque no quiero que se sorprenda y crea que soy un claudicante, como seguramente dirán. He dado pruebas de mis buenas intenciones, y le he demostrado que mi mayor deseo era exponer con usted.
Espero visitarla tan pronto como esté en París, quizá por uno o dos días, y espero que tenga la amabilidad de venir a Giverny algún día.
Tengan la certeza, usted y M. Manet, de mi amistad, Claude Monet
LA JORNADA SEMANAL 2 de enero de 2023 // Número 1452
Autorretrato, Berthe Morisot.
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Claude
Carta posiblemente a Gustave Geffroy. Fresselines, 24 de abril de 1889
Mi querido amigo,
Estoy angustiado, cerca del desánimo y fatigado hasta el punto que me siento ligeramente enfermo. Lo que estoy haciendo no es valioso y, a pesar de tu confianza, tengo bastante miedo de que mis esfuerzos no sirvan de mucho. Jamás tuve tanta mala suerte con el clima. Nunca hay tres días seguidos que resulten adecuados, de modo que siempre tengo que estar realizando modificaciones, pues todo crece y reverdece. Y yo que había soñado con pintar la Creuse tal y como la vimos.
En concreto: forzado a evolucionar, sigo a la Naturaleza sin poder atraparla; y más tarde está el río que se retrae, después vuelve a extenderse, verde un día, luego amarillo, a veces casi seco, y que mañana será un torrente después de la terrible lluvia que está cayendo en este momento. De hecho, estoy muy preocupado. Escríbeme: tengo una gran necesidad de consuelo, y comprenderás fácilmente que [Maurice] Rollinat no es precisamente un hombre que me anime. Cuando le hablo de mis preocupaciones, lo único que puede hacer es ir un poco más allá; y, además, aunque conoce las dificultades de su propio arte, no se da cuenta de las molestias que tengo que tomar para hacer lo que hago: no ve en la pintura más que su lado abstracto.
Giverny, 22 de junio 1890
He vuelto a algunas cosas que no se pueden realizar: el agua con la maleza ondeando en el fondo. Es un espectáculo maravilloso, aunque intentar pintarlo lo vuelve a uno loco. Pero este es el tipo de cosas que siempre estoy abordando.
de tu fiel, Claude Monet
Notas
1. Gustave Caillebotte fue amigo íntimo de Monet y de otros pintores impresionistas destacados, desde que se conocieron en la comuna de Argenteuil en 1872, cuando Monet tenía treinta años y Caillebotte apenas veinticuatro. El propio Caillebotte era pintor, pero, a diferencia de muchos otros impresionistas, era independiente y adinerado. Compró lienzos a sus amigos en el momento de mayor indigencia y en ocasiones también pagó el espacio de sus estudios, que es a lo que se refiere Monet cuando dice que “fue tan bondadoso con nosotros en nuestros momentos más duros”. Caillebotte murió repentinamente a la edad de cuarenta y cinco años, el 21 de febrero de 1894; Monet, conmocionado por la muerte, fue a ver el cuerpo el día 23.
2. Las catedrales a las que se refiere Monet pertenecen a la famosa serie de cuadros de la catedral de Rouen vista exactamente desde la misma perspectiva en diferentes momentos del día y del año. La mayoría de estos lienzos los pintó durante los dos años anteriores, y en el invierno de 1894 estaba trabajando en ellos en su estudio.
Carta posiblemente a Gustave Geffroy. 24 de febrero de [18]94.
Mi querido amigo
No pude escribirte ayer, estaba en Argenteuil junto a mi pobre amigo Caillebotte, de cuya repentina muerte te habrás enterado, y al que tenía ganas de ver por última vez. Era el tipo de amigo que uno rara vez se encuentra, y su muerte me causa una gran pena. Fue tan bondadoso con nosotros en nuestros momentos más duros.1
No tengo mucho que decirte sobre Cézanne, aparte de que me encantará verlo expuesto a la luz como se merece. Hoy en día hay tanta gente a la que uno admira que sólo existe por lo que ha tomado de Cézanne. Sabes que lo admiro, y que ha hecho cosas muy bellas, llenas de fuerza y grandeza. En cuanto a los detalles sobre él –sobre sus propósitos y aspiraciones–, encontrarás que Renoir te las contará más claramente, porque vivió más cercano a él. Era más bien receloso y apenas se volcaba todo en sus cartas.
Conoces a Guillaumin, vivió durante mucho tiempo en la más estrecha amistad con Cézanne. Atiéndelo igualmente. Es un excelente muchacho que estoy seguro te dará todos los detalles que desees y que además se ale grará de verlo puesto en el escenario. Pero también atiende a Renoir.
En cuanto a ver sus obras, están bastante dispersas. Muchas debieron haberse perdido. Zola debe tener algunas en un desván. M[onsieu]r Cho quet tenía las más bellas, y bastantes, pero no sé cómo ir a verlas. Nadie logró pasar por la puerta de Madame Choquet después de la muerte de su marido, pero, como ambos tenían un verdadero culto por Cézanne, tal vez te recibiría de buen agrado si le escribes lo que quieres hacer. Valdría la pena intentar un paso [ilegible], podrías tomarme como aval si lo nece sitas y lo crees necesario. En cuanto a la dirección, la encontrarás con [el pintor Alexandre] Dubourg, el “adornista”. También tiene las de De Bellio y Caillebotte, y creo que podrías verlos fácilmente. Iré a París el lunes para el entierro de nuestro amigo, tal vez nos veamos allí, pero tengo que volver esa misma noche. Pero como también mi mujer vendrá, es posible, para no fatigarnos tanto, que lleguemos mañana por la noche, al final del servicio del tren, bien hacia las 10 de la noche o para la cena. Te lo enviaré por telegrama a La Justice. En ese caso podríamos vernos si estás libre o puedes cenar con nosotros.
Amistosamente de tu fiel,
P.D. No me alejo de mis catedrales y estoy muy desanimado porque vacilo en exponerme2 l
VIENE
9/
DE LA PÁGINA
Amistosamente
s Valle de la Pequeña Creuse, Claude Monet, 1889.
10
2
Traducción de Roberto Bernal.
LA JORNADA SEMANAL
de enero de 2023 // Número 1452
UNA HISTORIA DE LA RISA
Jorge Ibargüengoitia, un escritor entre ruinas, Alejandro Lámbarry, Universidad de Guanajuato, México, 2022.
En México las biografías de los escritores no se practican mucho. Quizás, una posible razón sea el tabú que rodea a los intelectuales y sus vidas. Vistos como próceres –pensemos en la figura de Octavio Paz–, son objeto de diversas polémicas que dejan a un lado la investigación rigurosa. En los años recientes, el escritor ha dejado su papel como interlocutor político y formador de opinión pública para volverse una estrella del mercado que, en algunos casos, se vuelve protagonista de su propio show en textos autoficcionales que corren desigual fortuna en los anaqueles de las librerías.
Alejandro Lámbarry –escritor y académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla– tuvo acceso al archivo privado del escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia que resguarda la Universidad de Princeton. Jorge Ibargüengoitia. Un escritor entre ruinas es una reconstrucción de la vida del autor nacido en Guanajuato a partir de su correspondencia y el análisis del contexto en el que desarrolló su obra. Sin dejar que la imaginación llene por completo los espacios vacíos en la biografía de Ibargüengoitia, Lámbarry sugiere lo que pudo haber pensado y las decisiones que tomó el autor a partir de su trayectoria editorial y los lugares en donde trabajó. De esta manera, traza una línea que inicia en 1928 –fecha de su nacimiento en Guanajuato– hasta su muerte en el fatal accidente del Vuelo 011 de Avianca, en Madrid, el 27 de noviembre de 1983.
Una de las perspectivas de Un escritor entre ruinas es la construcción de un autor que busca el sueño utópico de vivir gracias a la literatura. El trayecto de Ibargüengoitia resume, de alguna manera, el México postrevolucionario. Miembro de una familia de la oligarquía guanajuatense, renunció a la carrera de ingeniería para dedicarse, de tiempo completo, al teatro y, posteriormente, a la escritura de novelas. La conformación del nuevo país –guiado por el partido de Estado– creó una nueva clase de intelectuales que dependió en gran medida de la burocracia gubernamental y una generación de nuevos lectores que descubrieron una literatura cercana a ellos. A pesar del escenario prometedor del México del “desarrollo estabilizador”, Ibargüengoitia no pudo prosperar en su carrera como dramaturgo. Sin embargo, pudo reflejar su visión satírica de la sociedad mexicana en una serie de narraciones que ya son clásicas para la literatura mexicana. A la par de su literatura, los artículos que escribió para el periódico Excélsior –recopilados ahora en libros– reflejaron muy bien las inquietudes de la nueva clase urbana que expandían Ciudad de México y otras regiones del país. En cada uno de sus textos desacralizó los modos cortesanos que había heredado la sociedad mexicana de las décadas pasadas.
Los capítulos más interesantes de la biografía escrita por Lámbarry son los que vinculan la vida del escritor –su contexto– con el análisis literario de sus obras. Más allá de las curiosidades o anécdotas jocosas que se pueden encontrar en los papeles privados de Princeton –las cartas a su esposa Joy Laville, por ejemplo–, Lámbarry recrea la lucha que tuvo que dar Ibargüengoitia para que la crítica
lo tomara en serio. La obra creativa del autor fue una reivindicación de la risa como experiencia humana, pero también como forma de conocimiento. Al igual que Augusto Monterroso –otro autor investigado por Lámbarry–, los textos del mexicano retaron al lector a través de una serie de referencias históricas y juegos intertextuales. Tuvieron que pasar largos años para que, más allá de los premios que obtuvo el autor, se reconociera la calidad de obras como Los relámpagos de agosto, Las muertas o Maten al león. Después de la lectura de Jorge Ibargüengoitia. Un escritor entre ruinas entendemos el valor de su obra y sobre todo el talante iconoclasta que marcó el camino para otros autores del siglo XX l
Ilustración: Manjarrez.
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Alejandro Badillo |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
LOS PASAJES DEL SOCIÓLOGO
París a diario, Hugo José Suárez, Coordinación de Humanidades UNAM, México, 2021.
El poliédrico trabajo académico y creador de Hugo José Suárez (Madrid, 1970) lo coloca como referencia académica y literaria en un entorno que reclama su pertenencia a Bolivia y México, al arte y la política. Sociólogo y experto en Sociología de la Religión en el Instituto de Investigaciones Sociales (UNAM), Hugo José ha publicado una serie de trabajos que ponen en crisis la noción de diario, autobiografía, memoria y testimonio, estableciendo un cruce de universos capaz de formar un corpus de ideas sin ataduras ni corsés epistémicos. París a diario es un ejemplo.
Aunque el propósito es hablar precisamente de París a diario, no puede omitirse Diario de La Paz, apuntes de un retorno (Editorial 3600, 2022), porque la contigüidad de las obras es una bisagra que pone en cuestión varios elementos entre un texto y otro.
Entre sus búsquedas delicadamente diferenciadas están Hacer sociología sin darse cuenta (2018) Viajar; mirar; narrar (2018) y Un sociólogo vagabundo en Nueva York (2015). Una literatura germinal de estas dos propuestas narrativas, ensayísticas, totalmente misceláneas del Yo que se afirma en los territorios de la interpretación poética.
A diferencia de París a diario, en Diario de La Paz se ha sobrepuesto al terror del Covid-19, que marca a la presencia de la muerte y el confinamiento, y ha empezado a mostrarnos cómo se construye un punto de vista nutrido de la latitud. Decía Pascal que la verdad es cuestión de latitud y aquí el poder de la geografía parece que abraza de un modo distinto la reflexión y la dota de un tiempo distinto.
Se trata de un tiempo mexicano, parisino y boliviano, que Hugo José Suárez ha colocado en una red fascinante, una plataforma electrónica en la que es posible articular la imaginación fotográfica, el aforismo y las formas poéticas de su narrativa y el ensayo, como puede constatarse en www. hugojosesuarez.com
París a diario posee una apasionante red de significados, temas, posibilidades, encuentros, reencuentros, recuerdos amorosos, literarios, académicos, políticos y reencuentros en los mismos sentidos, formas de compartir lecturas, lecciones, definiciones, conceptualizaciones observaciones, confesiones y aclaraciones. Hago la enumeración porque es preciso, si no al pie, al margen de la página, hacer estas distinciones, porque representan el flujo de conciencia de un narrador, un
fabulista, un cuentista y un poeta de la brevedad aforística, muy a lo Blanchot, nada exenta de humor, a veces negro, a veces paródico.
Tal vez, al elegir un género que se amolda a la vida, que se acompaña de ella, que la describe, la analiza, se pelea y se reconcilia con ella, permite que como lectores tengamos la oportunidad de movilizarnos y participar activamente, no intrusivamente; además, Hugo José no lo permite ni hace concesiones. No hay confesiones del tipo que se pronuncian al final de una juerga, intoxicado por los sentimientos, por la revancha o el despecho.
Es preciso estar atentos y activos porque no se trata de una especie de autobiografía, aunque casi todo aquí tiene un aura autobiográfica, en cuanto vida del sujeto, pero no es del tipo que aclara, se justifica o reclama la compasión de los otros, como en Las confesiones de Agustín o Rousseau.
Si hay algo ausente en estos textos es la culpa, que ha cedido todo su territorio al goce (no lacaniano), al placer. No tiene ese carácter develatorio de lo autobiográfico, aquí es una forma de colocar ante el mundo un Yo que expone, revela y comparte sus secretos, un desafío a identificar y asirse a múltiples formas de lectura del mundo.
París a diario es un viaje meticuloso al mundo de la curiosidad, de la observación, de la puesta en crisis de las certezas, aunque también tiene mucho de adoratorio de figuras canónicas para un autor profundamente habitado por la experiencia de la lectura. Mucho de lo que contempla como su pasado encontrará en el futuro una relectura, una reescritura, una reinterpretación. Después de París, La Paz. El libro entero es una invitación a encontrar los contrastes, las analogías, los contrapuntos y las antinomias l
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Miguel Ángel Quemain
En nuestro próximo número SEMANAL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA
SILVIA PLATH O LA OSCURA INTELIGENCIA
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Artes visuales / Germaine Gómez Haro germainegh@casalamm.com.mx
Mujeres artistas en el Museo Kaluz
Con mi admiración a todas las mujeres artistas rebeldes de ayer y de hoy.
El Museo Kaluz abrió sus puertas en 2020 en el portentoso edificio virreinal que fuera antiguamente la Hospedería de Santo Tomás de Villanueva, mejor conocido como el Hotel de Cortés, ubicado en Avenida Hidalgo 85, Centro Histórico. El museo es sede de la Colección Kaluz, reunida por el empresario Antonio del Valle Ruíz, e integrada por pintura mexicana y del exilio español de los siglos XVIII al XXI. La exposición que se presenta actualmente en este recinto restaurado por el arquitecto Francisco Pérez de Salazar, surge del diálogo entre las mujeres artistas que forman parte de la colección y otras creadoras de varias generaciones y trayectorias diversas, a través del cual se plantea un nuevo discurso en el campo de la historia del arte feminista. La exposición (Re)generando… Narrativas e imaginarios. Mujeres en diálogo, proyecto de la curadora, académica y especialista en estudios de género Karen Cordero Reiman, va mucho más allá de una muestra colectiva de mujeres artistas: “El discurso de la exposición –me explica en el recorrido de la exhibición integrada por 109 piezas de sesenta y cinco autoras– tiene que ver con la idea de recuperar lo que han sido los principales aportes de la historia del arte feminista y tratar de
difundir esas maneras de reconsiderar y re-narrar la historia del arte, proponiendo formas de imaginar otros futuros posibles. El arte es un vehículo superpoderoso para entender y mostrar otras maneras de convivir en la sociedad.” De ahí que el guión curatorial tenga como punto de partida la pregunta lanzada en 1971 por la investigadora estadunidense Linda Nochlin en un artículo pionero que aún sigue vigente: “¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres?” Aunque se ha avanzado en el reconocimiento de las mujeres en el campo del arte, es un hecho que a la fecha no se ha superado el trato desigual en colecciones y exposiciones museales, y no se diga en el mercado del arte. Esto queda patente al comienzo de la exhibición, donde se muestra una serie de gráficas que arroja el exiguo porcentaje de mujeres en las colecciones de los principales museos públicos y privados de nuestro país, realidad que no difiere del resto del mundo.
A partir de una mirada aguda y una reflexión crítica, Karen Cordero conforma un diálogo intergeneracional entre las artistas de trayectorias y medios creativos muy diversos a partir de tres núcleos temáticos que guían al espectador: las secciones Cuerpxs, Entornos e Imaginarios evocan los géneros del retrato, el paisaje y los mundos oníricos, generando preguntas y cuestionamientos, entre los que reverbera una reflexión central: “¿Cómo contribuye la obra de las mujeres
s 1. Autorretrato con familia, Guadalupe Carpio y Berruecos, 1865. 2. Sé-Nos, instalación. 3. María Izquierdo pintando a Tamayo como modelo, Inda Sáenz Romero, 2005.
artistas a transformar su contexto, y a concebir y crear otros futuros?”
La exposición se complementa con un espléndido libro-catálogo que cumple con su objetivo didáctico y documental a través de cinco ensayos puntuales de destacadas investigadoras especialistas en estudios de género, incluyendo a la propia curadora: Ana Garduño, Deborah Dorotinsky Alperstein, Silvana Gesualdo, Dina Comisarenco Mirkin, y una sugerente conversación entre la artista y feminista Mónica Mayer y la escritora y tejedora Miriam Mabel Martínez, quienes cavilan si el trabajo de las mujeres artistas contribuye a transformar nuestro país.
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Esta exposición, con la profunda labor de investigación que la precede, tiene como finalidad propiciar el rescate de las mujeres artistas que siguen invisibilizadas en la aún potente estructura patriarcal que prevalece a nivel global, así como la recuperación de biografías y trayectorias de creadoras relevantes de ayer y de hoy. “Así, la multiplicidad de voces, metodologías y representaciones que entran en diálogo en la exposición se enriquece con nuevas aportaciones que abren un proceso continuo de concienciación y crecimiento, que compartimos con públicos muy diversos.” l 3
Tomar la palabra/ Agustín Ramos Sonrisal perdió la compostura (II y última)
A ECHEVERRÍA Y a Monreal se les olvidó la historia. Por eso los tomó de sorpresa el abucheo –a aquél en 1975 en Ciudad Universitaria, a éste en 2022 en Pachuca. Por eso perdieron la compostura y enseñaron el cobre de la gesticulación, descalificaron con insultos a sus detractores y terminaron perorando boleros: “Te di los mejores años de mi vida” y “Tú te vas, tardas de más y eso es ingratitud.”
Como es mi costumbre, empiezo por el final.
u u u
“Coro de linchamiento… es fácil gritar desde el anonimato… así empiezan las destrucciones… Sé quiénes los encabezan, jóvenes…” Gritó Monreal en el auditorio Goteras de Ratas (llamado oficialmente Gota de Plata), durante el informe de un legislador federal. Medio siglo atrás, durante la apertura del ciclo escolar universitario, en el auditorio Salvador Allende de la Facultad de Medicina, Luis Echeverría vociferó: “El grito anónimo es cobarde… Así gritaban las juventudes de Mussolini y Hitler… Jóvenes fascistas manipulados por la CIA… Coro fácil.”
u u u
Pero Monreal fue más lejos. Aparte de tildar de obnubilados, furiosos, rencorosos, arrogantes, soberbios e intolerantes a sus abucheadores, los marcó con un hierro que hizo ver como pétalos de rosa sus manotazos y la conversión de su sonrisa de anuncio en un rabioso enseñar de colmillos. Les dijo neomorenistas. Pero, justamente con la excepción de los destinatarios de su dardo descalificador, todos los anfitriones eran neomorenistas. El gobernador Menchaca, el legislador Navor y los porros de la UAEH. Como también lo eran los ahijados de Penchyna y los entenados de exgobernadores que ayer nadaban de muertito y ahora son cacas grandes en la marea alta de Educación, Economía, Gobierno y Comunicación… Y es que el PRI murió, pero el priismo no.
u u u
Echeverría creyó haber tenido méritos suficientes. A la izquierda de entre azul y buenas noches le había dado la zanahoria de la apertura democrática, a los comisarios del aprendiz del eurocomunismo que fue el Partido Comunista Mexicano le concedió reconocimientos sindicales; a los agentes aduanales de la cultura de entonces les facilitó suplementos, les retacó el bolsillo y surtió sus despensas con trailers de la Conasupo (a los artistas los acarreó en aviones de redilas para propagar por el mundo que México lindo y querido merecía dirigir la ONU, comandar el Tercer Mundo y, ¿por qué no?, recibir el Nobel de la Paz). Así que fue a C.U. a propiciar el “diálogo”, el “entendimiento limpio” y la “reconciliación” con los jóvenes.
u u u
Algo parecido le pasó a Monreal. Sacrificando a los activistas de Hidalgo y jalando agua a su molino, ofrendó a la delincuencia organizada de la Universidad Autónoma del Estado el control del aparato morenista, la hegemonía del congreso estatal y casi todas las candidaturas municipales. Sin embargo, antes de cumplido un mes de que Morena arrasara en las elecciones de 2018, Omar Fayad reprimió a legisladores recién electos y a ciudadanos que se oponían a un albazo priista. Al siguiente mes, cuando el PRI se había salido con la suya refinanciando la deuda pública y cuando los diputados locales tenían firmada la solicitud de desaparición de poderes, Monreal fue a disuadirlos y negoció con Fayad. Es decir, todo lo contrario de lo que después haría: concertar en unas horas con el McPRIAN la desaparición de poderes del gobierno de Veracruz, que es morenista l
Arte y pensamiento
Biblioteca fantasma/ Evelina
El jardinero fiel
LA ENSAYISTA estadunidense, Rebecca Solnit (Bridgeport, 1961) es conocida por popularizar el término mansplaining, vuelto de uso extendido gracias a su ensayo, Los hombres me explican cosas (Capitán Swing, Barcelona, 2016) y que refiere al lenguaje condescendiente con que los varones se dirigen a las mujeres para explicarles asuntos sobre los que, asumen, ellas son ignorantes. Además de feminista, Solnit es activista contra la violencia de género y defensora medioambiental, y es esta última actividad la que resalta en su más reciente libro, Las rosas de Orwell (Lumen, México, 2022).
Se trata de un tributo al autor de 1984 y Rebelión en la granja, el británico George Orwell (1903-1950), cuyo nombre real era Eric Blair. Y si bien se ahonda en su obra literaria, ésta es apenas un preámbulo para realzar la faceta que realmente hace de Orwell un personaje tan entrañable para Solnit: la jardinería. Su amor por la naturaleza y su abnegada preservación de ella. Cómo explicarse que un autor que dista mucho de obedecer al estereotipo de escritor sedentario, cuyo afán de querer cambiar el mundo trasciende el aplicarse a la reflexión y la imaginación sobre una página en blanco para tomar un fusil, se consagrara a una actividad que pareciera la antítesis de la rebelión, la violencia y, por supuesto, la contaminación que conlleva. Es sabido que Orwell llevó una vida muy movida; que sus ideales sociopolíticos lo empujaron a participar en la Guerra Civil española, entre otras. Su escritura misma era la puesta en escena de su muy desarrollada capacidad crítica contra una sociedad que encuentra deleznable sin remedio. Lo soslayado de su biografía es que Orwell cultivaba rosas con ejemplar devoción. Los horrores de la guerra, según él mismo manifiesta en el ensayo “Por qué escribo”, lo hicieron experimentar un súbito y brutal reordenamiento de su escala de valores. Sus diarios, en los que sólo los muy estudiosos de su obra y los amantes de las
plantas pueden encontrar algún interés, están escritos por completo de espaldas a la obra literaria trabajada del momento y sólo tocan alguna situación doméstica, además de anotaciones, cifras, cantidades y recursos. Contrario a lo que pudiera suponerse, su jardín no era un refugio de sus mundos distópicos, sino una continuidad necesaria de su proceso de escritura: “Escribir consiste en su mayor parte en pensar, no en teclear, y a veces una piensa mejor mientras hace algo distinto que la absorbe en cierto grado. Caminar, cocinar o realizar tareas sencillas o repetitivas es asimismo un modo de dejar atrás el trabajo para volver a él con un espíritu renovado o para encontrar maneras inesperadas de abordarlo.”
El escritor no era, pues, un aficionado a la jardinería. Lo suyo era una genuina vocación, superior incluso a la literaria, y conforme el libro avanza, el amor por las rosas de un personaje concreto convocará al de muchos más, especialmente artistas visuales, cuya obsesión por estas flores se manifiesta de múltiples formas, resignificando aspectos de sus biografías. Las rosas, pues, terminan por ocupar un lugar central en este ensayo; punto referencial para abordar múltiples circunstancias donde la creatividad se instala, junto con las plantas, como un principio vital. Y todo principio parte de una nada, o de las ruinas donde es posible volver a empezar. Cultivar desde cero un nuevo jardín o escribir un nuevo libro. Ninguna guerra será lo bastante demoledora para volver yerma la totalidad de la tierra y del ingenio. Con las rosas, escribe Solnit, nunca lo vemos todo. Sus pétalos se van superponiendo, creando interiores, sombras y secretos. Estamos, pues, ante un espléndido ensayo que imita justo esa característica de las flores a las que celebra, mostrándonos de a poco múltiples historias que se abren, para nuestro asombro, con otras tantas palpitando en su interior, “El hombre que plantó las rosas sabía que eso también significaba estar del lado del futuro.” l
14 LA JORNADA SEMANAL 2 de enero de 2023 // Número 1452
Gil María de Alva.
Arte y pensamiento
Bemol sostenido / Alonso Arreola
Adiós 2022. Hola 2023
ES LA ÚLTIMA columna del año, piensas. Y saldrá el domingo primero, corroboras. Es buena coincidencia, te dices. Y respiras profundo antes de teclear: si por ti fuera escribirías algo sobre la tesis de licenciatura que flota en las redes. Pero te detienes. No hay forma de abordar el asunto. Son otros los que deben hablar. Claro. Sí. ¿Estás seguro?
Podrías desarrollar algo a propósito del hurto creativo; de lo que eufemísticamente algunos denominan “influencia inspiradora”. Hay bastante de eso en la música popular. Pero no. Te repites. Empero, viéndolo bien, podrías hacer algunos señalamientos sobre las leyes de derecho de autor, tan difíciles de activar en terrenos subjetivos. ¡Cuántos han plagiado el imaginario guitarrístico de Paco de Lucía! Sus falsetas y remates. Cuántos siguieron las formas de Charlie Parker en los cambios rítmicos del Be Bop. ¿Cuándo una tradición se cuidó al imitar, al seguir instintos, modas y corrientes? (Pero esto es diferente, lo sabes.)
¿No te apetece considerar el pleito entre los Rolling Stones y The Verve alrededor de “Bittersweet Symphony”? ¿No sería mejor eso? Vaya, hasta podrías citar al falso autor de El quijote, Cide Hamete Benengeli. Y te libras de enredos. Porque si insistes en el asunto de la tesis y en la definición de plagio (“copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”), llegarás luego a la legislación y a la Constitución y... una cosa es robar canciones y otra un trabajo sobre el cual se erigirán postgrados, reconocimientos, cargos, confianzas en lo más alto de la República, ¿cierto?
No es diferente, decides. Robar es robar. Pasa que hoy la tecnología ayuda a limpiar una parte de la corrupción pasada que sigue lastimándonos. Pero ya te lo dijiste: son otros quienes deben juzgar. Mejor finalizas tu columna mostrando composiciones con letras a propósito de… raterías (las hay a montones), y la envías y abres una botella de tinto. Y te convences de algo: no te afecta lo que tantos escriben contra la UNAM. Te tranquilizas.
No importa la reverberación de la sala Nezahualcóyotl. No importan los estudiantes y maestros que deambulan por sus aulas. No importa el Espacio Escultórico. No importan sus salas de cine, teatro o danza. Tampoco valen nada sus museos y jardines. No parece relevante el acervo de su hemeroteca ni lo que se produce en Descarga Cultura, TV o Radio UNAM. ¿Y qué tal la Casa del Lago? ¿Y la editorial de la Universidad? Déjalos hablar, te dices mirando el color del vino.
Poco valen los conciertos que has dado allí o en el Museo del Chopo. Tus recuerdos con tales y cuales compañeros. ¿Qué tal el Estadio Olímpico, ése que conociste teniendo once años cuando el Mundial de 1986? Dicen los estultos que tras confirmarse el plagio ya no valdrán nada las facultades, auditorios, librerías y bibliotecas. Ni ese mural. Ni la cafetería de Filosofía y Letras, donde almorzabas los lunes.
Así es. Dicen que todo se vendrá abajo. Quieren ver el mundo arder. Pero tú no caigas, te suplicas. Tal vez, como muestran los memes, la persona implicada sí viajó en el DeLorean de la película Volver al futuro para escribir lo que otro firmaría después… pero antes… Te enojas de nuevo. Mal quien plagia y mal quienes defienden o señalan por injusta conveniencia. Mejor así déjalo, te exiges antes de ofrecer una disculpa a la lectora, al lector. Perdón.
¿Tanto malestar te da el asunto? Sucede que mientras alguien roba, otros queman la tienda, concluyes buscando un disco compacto en tu colección (prefieres eso que Spotify). Recomiendas entonces una canción, la primera del nuevo año aunque escrita en 1987 (¡qué coincidencia!): “Been Caught Stealing” de Jane’s Addiction, editada en su álbum El ritual de lo habitual Sonríes. No tienes remedio, susurras antes de citar: “He sido atrapado robando… Si me escabullo, es mío, todo mío.” Dices adiós 2022. Dices hola 2023. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos l
Cinexcusas/ Luis Tovar @luistovars
La indigestión de Alejandro (I de II)
ÉRASE UNA VEZ un hombre maduro llamado Silverio Gama, cercano a las seis décadas de vida, que no sin éxito se había dedicado en su juventud a la publicidad; que en algún punto de su trayectoria profesional decidió convertirse en “periodista independiente” y poco más adelante en documentalista; que mientras eso sucedía cambió residencia de su natal Ciudad de México a Los Ángeles, en Estados Unidos; que se emparejó con una mujer y con ella tuvo tres hijos, de los cuales sobrevivieron dos; que por su desempeño ha sido nombrado ganador de un relevante premio periodístico estadunidense, siendo el primer latinoamericano en obtener dicho reconocimiento; que en la víspera de la ceremonia de premiación sufre un derrame cerebral que lo postra en estado de coma, durante el cual experimenta una larga y abigarrada serie de visiones relativas a su vida presente y del pasado inmediato.
De manera tentativa, lo anterior sería la sinopsis de Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades (2022), el más reciente largometraje de ficción coescrito, producido y dirigido por Alejandro González Iñárritu, del cual –conviene aclarar desde el arranque– resulta difícil hablar sin que la biografía y los dichos recientes del propio realizador a propósito de su obra intervengan e influyan determinantemente en la apreciación crítica, debido a la naturaleza misma de lo que cuenta el filme, ya que el Silverio Gama de la ficción no es otro que el propio Alejandro González Iñárritu, y los hechos esenciales de la trama, es decir el “premio periodístico” y la profesión del personaje son las respectivas transposiciones del hollywoodense premio Oscar y la dirección cinematográfica, cuestiones obvias para cualquiera que conozca mínimamente la biografía del autor de Amores perros (1999).
En otras palabras, Bardo es un filme autobiográfico sin ambages, condición que su propio hacedor se ha encargado de refrendar en cuanta ocasión le ha sido posible y añadiendo en cada una, sobre todo a raíz de la recepción entre confusa,
decepcionada o francamente adversa que su filme tuvo desde la primera vez que se exhibió, que no es una obra “para entenderla” sino más bien “para sentirla”, tal como si las emociones y las reflexiones fuesen compartimentos estancos y aislados en la mente, que por lo tanto podrían funcionar sin contaminarse de manera recíproca –lo cual es impreciso, por decirlo con amabilidad.
Las arbitrariedades oníricas
ASÍ PUES, UNA de las primeras sensaciones que Bardo genera es que, como autobiografía, quedó bastante corta en tanto no abarca, ni de lejos, la trayectoria vital completa del autobiografiado sino apenas un fragmento, el más próximo cronológicamente, que correspondería al par de décadas desde que Gama/González se fue a vivir a California; más aún, el hecho mismo y el dilatado ínter entre esa migración y el presente de la trama son apenas un puñado de referencias, por un lado necesarias para ubicar el tiempo diegético –que debe ser más o menos correspondiente al tiempo real, es decir 2020, quizá 2021–, y por otro indispensables para establecer, así sea en grado mínimo, algún vínculo entre el conjunto cronológico de ese pasado de veinte años y otro más remoto, indefinido, con las visiones que Silverio/Alejandro tiene mientras permanece comatoso; vínculo que va multiplicándose mientras avanza la cinta y que el realizador establece, al parecer de manera indiscriminada, con el concurso de la causalidad o sin ella, siempre desde el recurso potencialmente arbitrario del onirismo: así como, de acuerdo con su realizador, conviene proceder con el filme, debe hacerse con los sueños: para no echar de menos a la lógica, no hay que explicárselos sino nada más “sentirlos”.
Lo anterior equivale a concederse una licencia libérrima para incluir literalmente cualquier cosa, sin importar qué tan gratuito, grotesco o descoyuntado pueda parecer, que para solventar cualquier posible cuestionamiento previamente se ha curado uno en salud. (Continuará.)
15 LA JORNADA SEMANAL 2 de enero de 2023 // Número 1452
t : @LabAlonso / ig : @AlonsoArreolaEscribajista
Alejandro García Abreu
Borges, Mallarmé y Pessoa en los ojos de Antonio Tabucchi
El 25 de marzo de 2022 se conmemoró una década de la muerte de Antonio Tabucchi (Pisa, 1943-Lisboa, 2012). Recordamos al escritor con una colección de subrayados, pertenecientes a ensayos fundamentales.
Un réquiem
ANTONIO TABUCCHI (Pisa, 1943-Lisboa, 2012), uno de los escritores más importantes de nuestra época, italiano con sangre lusa –experto en Fernando Pessoa y uno de sus principales traductores–, falleció el 25 de marzo de 2012. Tabucchi escribió, entre múltiples libros, los clásicos Nocturno hindú, Réquiem –en lengua portuguesa–, Sueños de sueños & Los tres últimos días de Fernando Pessoa, Sostiene Pereira y Tristano muere. Fue enterrado en el Cemitério dos Prazeres, en Lisboa, donde, en 1935, fue enterrado Pessoa, aunque los restos del escritor portugués ya no se encuentran ahí. Evoco al escritor pisano con una colección de subrayados –que versan sobre Borges, Mallarmé y Pessoa– de ensayos decisivos en su oficio.
Soledad y desarraigo
COMO ES BIEN sabido, yo amo Portugal, he hablado mucho de él en algunos de mis libros, he traducido a Fernando Pessoa al italiano y le he consagrado numerosos ensayos, enseño desde hace mucho tiempo literatura portuguesa en la universidad y, quizá por encima de todo, he escrito una novela en portugués, Réquiem, a la que me siento especialmente unido. Según la
acepción corriente del término, se me podría definir en cierto modo como un lusófono. // “Mi patria es la lengua portuguesa”, dijo Bernardo Soares en el Libro del desasosiego. Estamos a principios de siglo; Pessoa acaba de regresar de África del Sur, donde ha completado todos sus estudios en inglés y donde se ha criado rodeado por la cultura y la literatura inglesas. Para una persona en plena búsqueda como él, a la conquista de su identidad cultural, una frase de ese estilo resulta perfectamente plausible. Pero el pequeño empleado Soares ensaya la lengua íntima de su diario como una suerte de nicho donde halla consuelo para su soledad y su desarraigo. // Como nos enseñan los numerosos escritores del siglo XX que optaron por expresarse en una lengua que no era su idioma materno, la pertenencia a una patria lingüística es una obligación, mientras que la adopción de otro idioma significa elección, libertad, vagabundeo, aventura. // Si determinados representantes de la cultura oficial portuguesa piensan hoy que la lengua portuguesa es una patria, yo prefiero adherirme, por mi parte, a0 una frase de Bernard-Marie Koltès extraída de una de sus piezas: “Realmente, no soy del todo de aquí.” De hecho, yo estoy en París, he escrito el presente texto en francés. Y no por eso pertenezco a la francofonía.
El vidente ciego
ENTRE LAS DOS grandes categorías en las que, por convención aproximada, se acostumbra a dividir la literatura de siempre, la de los aristotélicos y la de los platónicos, Borges pertenece, sin duda alguna, a la segunda de ellas. Es decir, a esa categoría de escritores y poetas que entre un objeto y la idea de un objeto prefieren cantar a esta última. En resumidas cuentas, no a lo real, sino a su conceptualización o a su quintaesencia: algo parecido, para entendernos mejor, al Dolce Stil Novo, que
no cantó a la mujer, sino a su transfiguración; a los trovadores, que no cantaron al amor, sino a su ideal; a Ariosto, que no cantó a las armas y a los caballeros, sino a sus fantasmas; a Shakespeare, que no cantó al teatro del mundo, sino al Teatro como ciega divinidad de nuestra vida; a Yeats, que no cantó a su pueblo, sino a la imagen mítica que de él tenía. // A lo largo del siglo XX han sido muchos los grandes escritores que (cada uno a su manera, quede claro) han ido conformando junto a Borges el pelotón de los platónicos: por ejemplo, Pessoa, Kafka, cierto Eliot, cierto Montale. Todos ellos, aferrando la idea de lo real y relatándola o poetizándola, acabaron por elevarla a metáfora de nuestra condición humana. // Quién sabe si en realidad, como obedeciendo inconscientemente al misterioso destino de su desdichada enfermedad, Borges no ha acabado por asemejar con el tiempo a la figura del vidente ciego que imaginaron nuestros antiguos; una suerte de creador de oráculos, en cierto modo espeluznantes, dictados sub specie de relatos breves.
El Libro Absoluto
EN LO QUE a la modernidad se refiere, quien mejor consiguió expresarla como en una declinación gramatical, casi como en un manual de instrucciones de uso, transmitiéndonos el método de ese expolio de la realidad física en beneficio de la idea platónica de la misma, es probablemente Stéphane Mallarmé, el cual, sabiendo que la carne es triste y habiendo leído todos los libros, anhelaba el Libro Absoluto (que quién sabe si no estará completamente en blanco), nuestro destino final y nuestro epítome, cuyo centro, como la esfera divina de Pascal, está en todas partes, y cuya circunferencia, en ninguna l
16 LA JORNADA SEMANAL 2 de enero de 2023 // Número 1452