2 minute read

Suena bien, pero no tanto

EN DÍAS RECIENTES, la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine) dio a conocer las cifras correspondientes a 2022 en materia de venta de boletos, ingresos en taquilla y otros datos que, desde lo cuantitativo, dan cuenta del estado actual que guarda el fenómeno cinematográfico en México o, para ser más precisos, sólo de uno de sus flancos, pues el otro corresponde al cine que no se ve en salas sino en las plataformas digitales creadas exprofeso, cuyas dimensiones bien podrían ser comparativamente igual de relevantes o incluso más. Empero, por su naturaleza la Canacine se limita al universo compuesto por las salas, es decir, de acuerdo con nuestra realidad, lo que sucede en el duopolio que forman Cinépolis y Cinemex, más unos cuantos y muy pequeños satélites, entre ellos la Cineteca Nacional.

Pueblo cinéfilo

EN MÉXICO HAY 7 mil 537 salas cinematográficas, cantidad que pone al país en el cuarto lugar internacional en capacidad instalada. Sólo sesenta y seis de ellas no están en operación por diversas causas, con las consecuencias de la pandemia por covid por delante. Suena bien, pero ya no tanto cuando se descubre que ese incremento en el aforo –hace un lustro había menos de 7 mil salas de cine– no sólo aminora sino que incrementa la excesiva concentración en ciertos puntos del territorio nacional, en los hechos, aquellos que le garanticen a las compañías de exhibición una venta de boletos acorde con sus muy elevadas expectativas de ganancia.

En 2022 se vendió la friolera de 181 millones ochocientos mil boletos de cine. Suena a mucho y lo es, pero no tanto al comparar con lo vendido en 2019, antes de que la pandemia alejara al público, cuando se expendieron 350 millones de boletos; el decremento fue de 48.1 por ciento, casi la mitad. Como sea, los poco menos de 182 millones de asistentes al cine el año pasado volvieron a poner a nuestro país en el cuarto lugar mundial que desde hace tiempo ha venido ocupando, apenas detrás de Estados Unidos, China e India. Si se toma en cuenta la enorme diferencia poblacional entre los cuatro, bien puede resultar que México es el país donde, proporcionalmente, más personas van al cine.

Como arrimado en su propia casa

SER EL CUARTO lugar mundial en número de salas y asistentes suena bien, y más en tanto implica una notable recuperación respecto de los años tristes de la pandemia, pero no tanto cuando se trata de ver cómo le está yendo al cine producido en México: de los referidos 181.8 millones de asistentes totales en 2022, apenas 6 millones 400 mil fueron a ver una película mexicana, es decir un miserable 3.52 por ciento. En dinero, eso significa que del pastelote de 12 mil 27 millones de pesos ingresados en taquilla el año pasado, sólo 390 millones le tocaron a nuestro cine, para un todavía más raquítico 3.24 por ciento. Ya no en dinero, lo anterior quiere decir que novecientos cuarenta y ocho de cada mil espectadores prefirieron ver alguna gringada o sus asimilables; Canacine informa que un puñado de ellas rebasó, cada una, los diez millones de asistentes: Avatar: el camino del agua, Doctor Strange en el universo de la locura, Minions: nace un villano y Pantera negra: Wakanda por siempre. En cambio, la cinta mexicana más vista, ¿Y cómo es él?, con trabajos alcanzó un millón de espectadores y un puñadito rebasó apenas el medio millón: Cuando sea joven, Mal de ojo, ¡Qué despadre! Y El exorcismo de dios. De su calidad, mejor será guardar un silencio virtualmente luctuoso.

Suena fácil, pero no tanto

PARA TÁBATA VILAR Villa, directora general de la Canacine, “es difícil comprender por qué las audiencias prefieren este tipo de películas –se refiere al cine gringo– […] pero así ocurre en todo el mundo”. En realidad no es difícil: se debe a la sobreoferta y la indefensión para evitarla. Suena fácil hablar de una nueva legislación que corrija las enormes distorsiones, pero no tanto cuando se recuerda que las prácticas desventajosas han hecho metástasis en el medio cinematográfico mexicano, y que una buena ley no bastaría para sanarlo l

This article is from: