Semanal 08/01/2012

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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 8 de enero de 2012 ■ Núm. 879 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

La palabra clara de

Mistral

Gabriela

X IMENA O RTÚZAR Años, C ESARE P AVESE • Los daños, farsa política de J UAN T OVAR


bazar de asombros CULTURA Y DIPLOMACIA ( VII Y ÚLTIMA )

Lucila Godoy, es decir la chilena Gabriela Mistral, fue primera en muchas cosas: antes que ella ningún escritor latinoamericano había recibido el Premio Nobel de Literatura; fue quizá la primera figura pública de tal notoriedad, y no sólo en Chile, que luchó por el voto femenino, inexistente hacia la primera mitad del siglo XX ,

lo mismo que en exigir

igualdad salarial entre géneros. Defensora de los derechos de los trabajadores, de los indígenas y de los campesinos; impulsora de una reforma agraria y de la educación pública universal, es mucho lo que los chilenos en particular y los latinoamericanos en general le debemos a la autora del célebre poemario Tala. La semblanza de Ximena Ortúzar que publicamos, hace un nuevo y necesario reconocimiento a la palabra clara de esta chilena universal. Publicamos además una farsa política del dramaturgo y cuentista Juan Tovar, así como un cuento de Cesare Pavese.

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

En la misma exposición se hacía palpable el golpe de la conquista y el México virreinal mostraba los esplendores contradictorios del barroco, esa expresión que en América adquirió un rostro peculiarísimo y fue una búsqueda angustiosa de vida ante la certeza inapelable de la muerte. Los altares con sus columnas salomónicas, sus vegetaciones laberínticas y sus imágenes en actitud casi danzante se coronan con la calavera y las tibias del memento mori. El arte de esa época no es una simple prolongación de lo europeo, es una innovación constante, el producto de la dolorosa mezcla de espíritus y razas, la presencia clandestina de las viejas mitologías y de las antiguas formas en los moldes occidentales. El siglo XIX , con sus luchas para crear una nación y librarla de las agresiones imperialistas, mostraba su empaque académico, las interesantes concepciones de sus constructores eclécticos y la incontrastable fuerza de sus artistas populares. El siglo XX caía como un vendaval de formas y de estilos, de gigantismos muralistas y de nuevas actitudes ante el fenómeno artístico. Casi todos los momentos de nuestra historia estaban presentes en la inteligente muestra: desde las audaces vanguardias pictóricas hasta las maravillas del arte popular, ya en aquel momento en peligro de desaparecer o de desvirtuarse por el abandono de las tareas del campo o la irrupción del comercialismo. Recuerdo, especialmente, la sección que mostró la obra de José Guadalupe Posada, iniciador de nuestra expresión artística moderna, ingenioso testigo de un tiempo tormentoso, modesto impresor que supo unir la fidelidad a las tradiciones populares con la genial actitud de ruptura anunciadora de nuevas formas expresivas. Sirva la memoria de esa muestra como ejemplo de los esfuerzos de difusión de nuestro arte que desplegó la Secretaría de Relaciones Exteriores como institución coordinadora de ese tipo de actividades culturales. Por otra parte, es necesario admitir que los actos culturales tienen, por encima o por debajo de su neutralidad, un contenido político. El arte y el artista tienen también ese contenido. De ninguna manera el arte

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Hugo Gutiérrez Vega

debe realizar una acción didáctica transmisora de ideas cívicas o de emociones convencionales pero, al decir de Vallejo, debe remover, de modo subconsciente y casi animal, la anatomía política del hombre. En un artículo publicado en Mundial de Lima, en diciembre de 1927, se enfrenta a las tesis que sobre la función social del arte sostenía en esa época el gran pintor Diego Rivera, quien más tarde rectificó sus puntos de vista. Dice Vallejo: “Olvida Rivera que el artista es un ser libérrimo y obra muy por encima de los programas sin estar fuera de la política. Los catecismos cívicos son una soberana tontería, un cliché, una cosa muerta ante la sensibilidad creadora del artista.” La Secretaría de Relaciones Exteriores posee un rico patrimonio artístico reunido a lo largo de los años por medio de donaciones o adquisiciones. Tapetes, tapices, piezas arqueológicas, objetos de arte decorativo, artesanías, esculturas, grabados, litografías y pinturas de todos los estilos integran una colección dividida entre los edificios que la Secretaría tiene en México y en las embajadas, misiones, consulados e institutos en el extranjero. A estas obras hay que unir los murales de nuestra antigua embajada en Washington, que es ahora el Instituto Cultural Mexicano, y de nuestra Cancillería en París. Esta colección, en la cual se reúnen obras pertenecientes a las distintas etapas de la cultura mexicana, demostró la constante preocupación del Servicio Exterior por dar a conocer el arte nacional. Quiero terminar estas observaciones recalcando el carácter dialogante de la difusión de la cultura. Esta actividad es una de las más bellas de la diplomacia ya que, mediante el intercambio de ideas y de expresiones artísticas, se afirman los valores perseguidos afanosamente a través de los siglos por los diplomáticos: la amistad entre los países que sólo se da bajo el clima de la justicia, el respeto a las diversidades y el orden internacional nacido de la convivencia pacífica. Estas tres metas, frecuentemente desgastadas por la mala retórica y la demagogia, son especialmente urgentes en los inicios de la segunda década del siglo XXI . jornadasem@jornada.com.mx

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BITÁCORA creación BIFRONTE

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CREER EN LA ESCRITURA

Jair Cortés Para Reyna Montes, mi mamá

Soy escritor. Desde hace más de dos décadas me dedico a escribir. Escribo poemas, ensayos, reseñas, prólogos y artículos. Durante todo este tiempo he vivido la escritura, desde aquella que se fragua en la mente y que, ayudada por la memoria, va madurando de manera lenta, hasta vaciarse, por medio de un lápiz, en el papel. También, a lo largo de muchos años, usé una “máquina de escribir” (que me regalaron mis papás), con la que desvelé a mis vecinos y en la cual experimenté, guiado por la ira y la rebeldía, la excitación adolescente de pensar que escribía con metralleta. Más tarde llegó la computadora: una pantalla, un cursor, un teclado más suave y silencioso. Y cuando surgió internet comencé a escribir directamente en un blog, en el muro (de los lamentos y las celebraciones) de Facebook, en el chat, en una escritura que oscila entre lo individual y lo colectivo y que, muchas veces, nace para dialogar en el momento mismo de su concepción. De tal manera que escribo en diferentes circunstancias todo el tiempo: paso del boxeo de sombra, en el silencioso gimnasio, al ring lleno de boxeadores que son, al mismo tiempo, espectadores. Y sigo creyendo en la escritura y, por lo tanto, en el libro impreso, en el grafiti, en los mensajes que viajan a través de los teléfonos celulares, en los aforismos, avisos, diatribas, elogios y reflexiones que se publican en Twitter. A propósito del tema, hace unas semanas, Mario Vargas Llosa declaró: “No ten-

jair_cm@hotmail.com

go nada en contra de internet pero prefiero leer en papel. Mi temor es que el libro se frivolice como ha ocurrido con la televisión, que ha sido importante, pero no ha dado muchos frutos creativos.” Habría que responderle que no toda la televisión es Televisa ni todos los libros son El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Aquellos que piensan que la escritura sólo sobrevive “en viejos formatos” subestiman el poder de las palabras, dudan, en el fondo, de las fuerzas que son capaces de convocar. Las modificaciones sustan ciales en la escritura, al ser una necesidad vital, no dependen de la tecnología sino de nuestro espíritu que puede buscar lo múltiple y encontrar su realización en la multipresencia o fragmentación vir tual que le ofrece la tecnología. Por mi parte, estoy consciente del momento histórico que me tocó vivir: un tiempo como el descrito en los Cuatro cuartetos de T . S . Eliot, en donde “están presente y pasado mezclados tal vez en el futuro, y el futuro en el pasado contenido”, un tiempo entre el papel y la pantalla, entre la conversación cara a cara y aquella que se realiza con un océano de por medio. Escribir me convierte en un explorador: en el salón solitario de mis recuerdos, en el laberinto de la imaginación, en la fila del banco, frente a la playa o contemplando un video en Youtube. En lo que a mí concierne, me siento testigo de un eslabón que a la larga habrá de sostener a la historia. No creo que hubiera mejor tiempo para nacer • Ilustración de Jlseagull

En la uña de la gata Kostas Sterguiópoulos

Te desgarrarás también tú en la uña de la gata,

Y así pasaba siempre entre lenguas encendidas y aullidos,

y los que juegan nuestra vida a las cartas,

el aliento de las bestias me tocaba la nuca,

y los que juegan a los dados nuestra alma,

caminando horas interminables,

aquí donde cohabitan los demonios y los santos.

obligando a mi cuerpo a obedecer.

¿Pero por qué hablamos de muerte?

En mi soledad aquí ya desprecio

¡Hay tantas muertes vivas!

las más bajas: tejones hipócritas, roedores, perros golpeados.

¡Cuántas horas de ésas de piedra he tragado!

Meto sin miedo la mano en la boca de los leones.

Viví bajo los ojos y las uñas de la arpía, vi el odio silencioso de los escarabajos, el espíritu que sopla de los desiertos.

Cuando le temes el peligro te muerde. Véase La Jornada Semanal, núm. 735 5/ IV /2009

V ERSIÓN DE F RANCISCO T ORRES C ÓRDOVA


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Los Foto: Vanessa Dualib

Juan Tovar Hablan en ella: diego chaparro presidente amapola saucedo su consorte leona del arco ministra de seguridad eusebio borrego ministro de transparencia el poeta praga y su coro de víctimas El diálogo tiene lugar en un salón de Los Oyameles, residencia presidencial de Huaxilán. I Escenario vacío. Entra Amapola, revisa los arreglos. Llega Leona y se le acerca cantándole. leona: “Amapolita morada/ del valle donde nací,/ si no estás enamorada,/ enamórate de mí…” amapola: Ay, Leona, me asustaste. leona: Fue sin intención, Amapolita. (Mira en torno.) Como que se me hizo temprano, ¿verdad? amapola: No, para nada. Diego vendrá en cualquier momento, aquellos ya están ahí afuera esperando. Sólo falta Eusebio Borrego. leona: Ése es el de… amapola: Transparencia. leona: Claro. Con razón se me transparenta. amapola: Es muy amable, y hacen ustedes buena pareja, ¿no te parece? Digo, para la ocasión. leona: No, pues sí. amapola: Quién mejor que la ministra de seguridad y el ministro de transparencia para apuntalar al presidente de Huaxilán en su primer enfrentamiento cara a cara con la protesta ciudadana. leona: La cara es lo que habría que romperles a esos revoltosos, en vez de ponerse a platicar con ellos. Dizque están hasta la madre…, pues hay que darles en la madre, ¿no? amapola: Eso por un lado. Por el otro… Entra Borrego. borrego: Buenos días, señoras. Disculpen la dilación, pero es que los guardias no me recono-

cieron y tuve que pasar por todo el procedimiento de seguridad. amapola: Llega usted muy a tiempo, Eusebio. Ya sólo nos falta aquél. borrego: Hacerse esperar es privilegio de los grandes. leona: Y abuso de los chaparros, no agraviando lo presente. borrego: Bueno, no por llamarse Chaparro deja de ser un gran hombre. leona: Claro que no: todavía le queda un rato de ser el señor presidente don Diego Chaparro, primer ciudadano de Huaxilán... borrego: Y primer jefe del heroico ejército huaxilano. leona: A quien ahora mismo estaremos apoyando mientras da la cara al enemigo en cadena nacional Яa no ser que lo esté pensando mejor y decida dejarlo para después. amapola: No, no, lo vi hace un rato y me dijo que enseguida venía. leona: Menos mal, porque un plantón en cadena nacional dañaría seriamente su imagen, ya de por sí bastante deteriorada, ¿no? borrego: Bastante, sí, pese a todos los filtros puestos a la información sobre sus usos y costumbres, que no tienen por qué ser del dominio público… amapola: Ni tema favorito de tanto periodicucho satírico que hay por ahí. leona: Habría que clausurar dos o tres, nomás para escarmiento. amapola: Sí, ¿verdad? Los que de plano lo pinten como un borrachín… borrego: No hay uno que no lo haga. leona: Cría fama… y échate a dormir. Pausa. amapola: Disculpen ustedes, voy a ver si no se entretuvo con algo… Sale. leona: Como no sea con un buen chinguirito refinado… Pero ¿tan temprano? borrego: Ha de estar nervioso. Por lo demás, su caso es terminal. Es un alcohólico consumado cuya

supervivencia, más allá de un corto plazo, requeriría todo un trasplante de hígado. leona: ¿Ah, sí? ¿Y usted de dónde sabe? borrego: De las mejores y más fidedignas fuentes. Es función del ministerio a mi cargo recabar toda la información disponible, archivarla convenientemente y filtrarla adecuadamente para el consumo público. leona: Ministerio de información, pues, con otro nombre. borrego: Más a tono con nuestros democráticos tiempos. leona: Sí, claro… Oiga, ¿y le pasa seguido eso de que no lo reconozcan? borrego: Pues… ya no tanto. Sólo a veces… leona: Como que se les transparenta. borrego: Pues… sí, de algún modo, en tanto funcionario de fuste Яquiero decir, no se percatan de que soy alguien con… investidura. leona: Y eso… ¿por qué será? borrego: Pues… yo pienso que podríamos hablar de una especie de deformación profesional, toda vez que el recurso de pasar inadvertido se cultiva en nuestra ocupación, pero si se vuelve costumbre, será una mala costumbre. leona: Por eso a usted como que le falta presencia en la escena, ¿verdad? borrego (asiente): Estoy como si no estuviera; soy algo así como el hombre invisible. Pero todo cambiará ahora que el presidente Chaparro me proponga para sucederlo. leona: Si es que lo hace. borrego: Él me dijo que lo haría. Me lo aseguró. leona: No dudo que le dijera; dudo que se acuerde. De repente en la briaga le da por planear y proyectar cosas que después se le olvidan. borrego: No estaba borracho; digo, no demasiado. Estaba… inspirado, mirando al futuro… leona: Y tiene sentido, cómo no: después de un Chaparro, un medio chaparro… borrego (soñador): El señor presidente Eusebio Borrego… leona: Beee... (Ríe.) Se me hace que usted también ya trae su chinguirito entre pecho y espalda, ¿a poco no?


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farsa política

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daños borrego: Dios me libre. El matutino es asesino, dicen por ahí. leona: Ha de ser, pero… (Saca una anforita.) Ora sí que nomás para hablar de lo mismo que el Chaparro… ¿Gusta? borrego: No, gracias. leona: A su salud, pues. (Bebe.) ¡Ahhh…! Chinguirito noble y leal, que nos consuelas del mal… ¿Cómo va ese cantar? borrego: No recuerdo. leona: Pero es por ahí, y es muy cierto. No salva de nada, no evita nada, nomás consuela Яy eso ya es gran cosa. De otro modo el Chaparro mal podría apechugar con las consecuencias de su dichosa chinguiriguerra. borrego: ¿Usted cree? leona: A estas alturas, ya hasta para él ha de ser obvio que combatir militarmente al crimen organizado es un error de órdago, pero ya encarrerado el ratón, pues ni modo de echarse para atrás, ¿verdad? borrego: No existe precedente alguno de que ningún mandatario huaxilano se desdijera jamás de sus equivocaciones, de donde debe deducirse que no las ha habido y que, así como en ciertos sectores la papal, priva entre nosotros la infalibilidad presidencial. leona: Así es. El presidente no se equivoca, y si lo hace, nadie se da por enterado. borrego: Porque dudar de su juicio sería poner en duda todo el juego, y eso a nadie le conviene. leona: Por algo dice el dicho que para guajes, Huaxilán. Borrego suspira. borrego: ¿Sabe…? Siempre sí le voy a aceptar un trago. Toma el frasco, lo empina con cautela. leona: Aguas, que ahí vienen. Borrego se atraganta. Leona le palmea la espalda mientras recupera el recipiente. borrego: No hay tos, no hay tos. Llega Amapola con Chaparro del brazo. Lo lleva a su lugar. chaparro: Buenos días. Leona mira el reloj. leona: Buenas… tardes, casi. borrego: Buenos días, señor presidente. amapola: Entonces tú aquí, con nosotras dos a los lados y usted a mi derecha… leona: No, perdón. Yo preferiría estar a la diestra de don Chaparro, a fin de mejor poder usar la mía si se hiciera necesario sacar la rigurosa y soltar un balazo para llamarlos al orden. amapola: Los guardias se harían cargo de esa eventualidad, por lo demás muy remota. Esta gente es pacifista. leona: Yo no me confiaría.

Foto: Colonelchi

chaparro: No se puede uno fiar, ¿verdad, Leona? Véngase aquí a mi diestra. amapola: Bueno, entonces usted y yo, Eusebio, a la siniestra… Se acomodan. chaparro: Muy bien, que vengan aquellos. Entran el poeta Praga y el Coro de Víctimas.

II praga: Comparece ante usted, señor presidente, una sucinta representación de la Asociación Huaxilana de Víctimas de Guerra, que cuenta con miles de socios en todo el país y que ha emprendido por todos los medios a su alcance una campaña por la paz. Respetuosamente solicitamos que nos escuche. chaparro: ¿Es usted el dichoso poeta Praga? praga: Pedro Pablo Praga, a su servicio, pero más desdichado que dichoso. De hecho, señor presidente, he venido a traerle la voz de la desdicha nacional, seguro de que al escucharla su corazón cristiano querrá ponerle remedio, que si en algunas manos está, es en las suyas. chaparro: Escucharé con el corazón en la mano. Nuestra actual guerra contra el crimen organizado, tan justa como necesaria, no teme a la crítica que ló-

gicamente tenía que suscitar, dado que toda acción armada produce por fuerza daños colaterales que son siempre muy de lamentar y que de todo corazón deseamos en lo posible remediar. A usted le mataron un hijo, ¿no es así? praga: Así es. chaparro: ¿Sicarios, pandilleros…? praga: Policías, a lo que parece. leona: Se está investigando. borrego: Y debidamente se informará. chaparro: Y se hará justicia, yo se lo aseguro, aun en el caso de que el asunto nada tenga que ver con la guerra… praga: Todo tiene que ver con la guerra, señor presidente: la guerra es el infierno y en él estamos. Yo he andado de acá para allá juntando gente que no quiere más guerra, y la gente ha juntado gente y ya somos muchos y queremos que se nos escuche. chaparro: Escuchemos, pues. Praga da la señal de iniciar el coro de los daños.

III coro: “Ya estuvo bueno de guerra/ y de sangre derramada;/ de daños colaterales/ y morir nomás por nada.” sigue

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farsa política víctima 1: Fue por el pan, ahí a dos cuadras; de seguro se entretuvo platicando. Llega de pronto el ejército, cierra la calle, se apresta para un operativo en el edificio de enfrente. Ella regresa, se encuentra con eso, siente que algo se avecina como una tempestad, quiere ponerse a resguardo, corre hacia la casa… y la acribillan. Noventa balazos le dieron. amapola: Qué horror. becerro: No debió correr. leona: Es lo que te digo, Chaparro: esos operativos no se hacen con soldados. Chaparro asiente, beatífico. coro: “Es hora de que la vida/ ponga en su sitio a la muerte, porque anda muy desmandada/ haciéndola ver su suerte.” víctima 2: Éramos muy unidos. Dos almas, una vida. Desapareció, ¿pasan a creer? Me lo desaparecieron. No sé quiénes ni por qué. Nomás de pronto ya no estaba, no se le encontraba. Y ni manera de saber. Las autoridades toman nota, se hará lo que se pueda pero qué puede hacerse estando todo tan turbio con lo de la guerra. El caso es que él ya no está, y sin él no tengo vida. amapola: Hay que buscarlo. borrego: Abrir los archivos. leona: Lo busco, lo busco y no lo busco. Chaparro asiente, serio. coro: “Es injusto hacer la guerra/ para que unos ganen más;/ para que todos ganemos,/ vamos haciendo la paz.” víctima 3: Llegaron al pueblo los soldados y se querían llevar al profesor, dizque porque tenía un plantío de chínguere Яy cuál plantío, un par de plantitas tiernas ahí frente a su casa, a la vista, pues nada prohíbe el cultivo del chínguere con fines ornamentales, les dijo: antes bien lo recomienda el hecho de

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ser la planta que aparece en el escudo nacional, aliada al guaje sagrado de los antiguos… Quién sabe qué tanto cuento les hizo que al final desistieron, pero yéndose ya, nomás porque sí, balacean a las plantitas, de sendas ráfagas las destrozan Яy aquél se enfurece, se les va encima a los gritos: “¡Burros! ¡Bestias! ¡No entienden…!” Le dispararon, según esto, en defensa propia… y el pueblo se quedó sin profesor. amapola: No había necesidad. borrego: Se extralimitaron. leona: No me extraña. Chaparro asiente, comprensivo. Pausa.

IV chaparro: ¿Eso es todo? praga: Podríamos seguir indefinidamente. Se cuentan ya por millares los civiles muertos y desaparecidos en la turbulencia de esta guerra bastarda, así que por historias no quedamos Яaunque las coplas habría que repetirlas. A una señal suya, el coro amaga reiniciar. Chaparro lo silencia con un gesto. Pausa. chaparro: He escuchado, he comprendido. Ya sé qué es lo que les pasa. Todos ustedes han sufrido pérdidas, se han visto disminuidos, y a resultas de ello han perdido la autoestima que se deben como dignos ciudadanos de la polis huaxilana. Eso es lógico, casi inevitable, pero habiendo voluntad es posible superarlo. Yo los invito, conciudadanos, a cambiar de actitud, a ser positivos y ver en la actual guerra, no tanto una fuente de daños como un momento glorioso en la historia del país del que todos nosotros formamos parte, y un motivo de orgullo para todo patriota corazón Яorgullo tanto más legítimo cuanto Foto: Vanessa Dualib

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más se haya sufrido a causa de la causa, de modo que bien pueden ustedes inventariar sus pérdidas como un sacrificio, no por involuntario menos meritorio, en aras de nuestra lucha por un Huaxilán sin crimen. praga: Pero es que una guerra contra el crimen viene a ser una paradoja, si no es que una redundancia. Siendo la guerra un crimen… chaparro: De ninguna manera. No siempre. Hay crímenes de guerra, voluntarios e involuntarios, pero eso es otra cosa. leona: Y siempre se pueden perseguir… borrego: Los unos, o indemnizar los otros. chaparro: Justamente. Se tomará nota de todos sus casos y se instrumentarán los trámites correspondientes para que reciban la indemnización a la que se hagan acreedores, a la vez que se realizarán las investigaciones pertinentes para localizar a sus familiares desaparecidos y castigar a los culpables de sus daños, sobre quienes caerá todo el peso de la ley. Tienen ustedes mi palabra. (Mira el reloj.) Ahora, si me perdonan… praga: Señor presidente, no se trata nada más de nuestros daños, se trata en esencia del daño incesante que la guerra inflinge al mundo. Eso tiene que acabarse, en algún lado tiene que empezar a acabarse: ¡qué mayor orgullo para nosotros que pudiera ser aquí! El estado huaxilano depone las armas… y Huaxilán se convierte en un ejemplo para todos los países del planeta, en luz del mundo entero y paradigma de gobierno cristiano… chaparro: Mira, poeta, tú no sabes de lo que hablas. La guerra es un mal necesario que siempre ha existido Яy la nuestra, además, es justa. leona: Ya encarrerado el ratón… chaparro: Justa y necesaria. Estamos librando la batalla decisiva contra el Mal. Cuando acabemos de ganarla habrá un Huaxilán más limpio, más puro, más cercano al reino de Dios en la tierra. amapola: Amén. praga: Pero es que… leona: No se diga más. borrego: Se levanta la sesión. Se retira la facción oficial. Transición.

V praga: Hasta aquí el diálogo con el poder. Lo demás por sabido se calla, aunque de pronto se canta y hasta se vuelve a cantar. A una señal suya, el coro reinicia sus coplas. coro: “Ya estuvo bueno de guerra/ y de sangre derramada,/ de daños colaterales/ y morir nomás por nada.” praga: “Es el coro de los daños,/ las patrañas, los engaños/ a lo largo de los años.” coro: “Ya es hora de que la vida/ ponga en su sitio a la muerte,/ pues anda muy desmandada/ haciéndola ver su suerte.” praga: “Es el puro desatino/ el puñal del asesino/ erigiéndose en destino.” coro: “Es injusto hacer la guerra/para que unos ganen más;/ para que todos ganemos/vamos haciendo la paz.” praga: “Es el sueño de la gente/ viendo el final inminente/ de un país inexistente.” Oscuro •


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breve de los siglos, lo profundo del momento entrevista con Juan Manuel Ramírez Palomares Ricardo Yáñez

No fue sólo una pregunta respondida con largueza. Pero al editar elegimos la no tan desacostumbrada vía del monólogo. Partimos de comparar los inicios en la poesía del entrevistado con los de un joven poeta en la actualidad, lo que de alguna manera abrió un círculo que al final, ouroboros, se cierra sobre sí mismo. Juan Manuel Ramírez Palomares (León, Gto., 1957) es autor de diez libros de poesía, entre ellos: Hábitos de humano, Historia del día, Aldebarán y Mezcal. En parte traducido al inglés y al francés, ha sido becario de INBA y del Instituto Estatal de la Cultura guanajuatense y participado en encuentros literarios nacionales e internacionales. Durante treinta años se ha desempeñado como promotor del libro, la lectura y los escritores de su estado. Coordina las actividades que en ese sentido promueve el Museo Iconográfico del Quijote.

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ormé parte de las primeras generaciones de los talleres literarios que el INBA organizó en el país. En ese tiempo radicaba en Celaya. Ahí aprendí de mis maestros y compañeros, diversifiqué y amplié mis lecturas; fui haciendo oficio, y comencé a sentir y a pensar que la palabra escrita era mi posibilidad de hacer la vida, mi vida. Creo que en la actualidad no existen espacios y programas suficientes y con la continuidad necesaria para atender a los jóvenes que desean expresarse mediante la literatura. Las acciones que se emprenden son esporádicas, inconsistentes en algunos ca-

sos, y obedecen más a “políticas” que a una política o proyecto de desarrollo cultural. No puedo decir que todo tiempo pasado fue mejor. Cada quien es hijo del momento que le toca y de él hereda sus rasgos. La profundidad con que se asume la escritura es más una cuestión personal que generacional. La escritura, la poesía, es un llamado vital. Me tocó vivir el ’68, el movimiento hippie, la revolución cubana, las dictaduras militares en Sudamérica, la “liberación femenina”, la píldora anticonceptiva, la rebeldía hacia las figuras de autoridad, luchas sindicales y de reivindicación social, el uso masivo de las nuevas tecnologías y la presencia de una literatura “comprometida” con su realidad. “Queremos el mundo y lo queremos ahora”, era una de nuestras divisas. En la actualidad, y no solamente en la literatura, percibo un individualismo narcisista y una actitud sin compromiso hacia algo. Se hilvanan palabras Яen algunos casosЯ como se copian, cortan y pegan datos de internet. No se delata el alma. No sé si haya más o menos poetas en la actualidad en comparación con el tiempo que me tocó vivir. Creo que las estadísticas en este terreno, como en otros, no demuestran, solamente muestran. Conozco jóvenes que no han visto la posibilidad de ser publicados, que no han obtenido el apoyo de una beca, que no participan en concursos o no han obtenido ningún premio y tienen obra interesante, viva. Hoy como ayer. En cuanto a los lectores, muchas veces me he sorprendido de encontrar en diferentes medios grandes lectores de poesía, a pesar de que las librerías son escasas (en Guanajuato hay menos de diez, algunas venden principalmente textos escolares y otras libros de ocasión), y así en León, Irapuato, Celaya, Salamanca. En otros municipios no las hay, o cuando mucho una o dos, que a la vez son expendios de publicaciones periódicas. Esto no siempre se debe a los libreros; influye el escaso interés de las grandes editoriales por divulgar la obra de autores que no tienen cartel. Muchos libros de poesía de quienes vivimos en los estados son publicados, distribuidos y promovidos por editoriales institucionales. Como le escuché a Benjamín Valdivia alguna vez: la poesía no se vende... porque no se vende. Editores y libreros piensan que lo que no se consume “como pan caliente” no vale la pena.

Más allá de ferias de libros y otras actividades de promoción de la lectura que ya han caído en lo repetitivo y en la banalización comercial y de “espectáculo” en el encuentro entre un libro y su lector, la respuesta de las instituciones culturales y las universidades, aunque bien intencionada, es limitada. De los poetas que conozco en Guanajuato, algunos hemos sido compañeros en diversos quehaceres, pues somos la misma generación, o casi: Benjamín Valdivia, Eugenio Mancera, Gerardo Sánchez, Edgar Cardoza, Baudelio Camarillo, Sergio Luna, Pedro Vázquez Nieto, Demetrio Vázquez, Jorge Olmos. En este momento tal vez olvide a alguno (un grupo grande creció en torno a aquellos talleres del INBA ). De los jóvenes puedo mencionar a Noemí Moreno, Daniel Silva, Ricardo Chávez, Antonio Vera, Rocío Mexicano, Max Santoyo, Manuel Fuentes, Raúl Reyes, José Zarzi y Francisco Rangel. Creo que sería importante dar un nuevo aire a la creación literaria por medio de una red de talleres como los de INBA , o como aquel programa de ISSSTE Cultura a través del cual un grupo de poetas recorría la República. La presencia de Efraín Huerta es un tópico, aunque muchos jóvenes y en general el público lector, no lo conocen; e igual sucede con Jorge Ibargüengoitia y con Efrén Hernández; por eso en instituciones como en la que estoy nos ocupamos de difundir a estos y otros autores fundamentales por el peso específico de su obra. Mi evolución literaria va a la par de mi evolución como persona; he escrito y escribo lo que vivo. Aún amo, celebro la vida y soy rebelde, con algunos años más a cuestas, lo que marca diferencias de actitudes, registros y tonos. Justamente ahora proceso un poemario que habla de todas las cosas de las que hay que comenzar a despedirse: las ciudades y las casas en que he vivido, la infancia de los hijos, la propia juventud; los amigos y otras personas amadas que han partido a otro lugar o ya han muerto; lo que fue presente y ahora es recuerdo. Aún hay tiempo, espero. Aunque me identifico con los poetas “vitales” porque, como escribí hace unos veinte años: “No aspiro a lo breve de los siglos, espero apenas, con gran espera, lo profundo del momento.” •

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La palabra clara de Ximena Ortúzar

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l nombre de Gabriela Mistral se vuelve universalmente conocido el 12 de diciembre de 1945, fecha en que recibe el Premio Nobel de Literatura, el primero para América Latina. Cincuenta y seis años antes –el 7 de abril de 1889Я había nacido en Vicuña, pequeño pueblo del norte de Chile. Fue hija de Juan Jerónimo Godoy y de Petronila Alcayaga, quienes la llamaron Lucila. Su niñez, marcada por situaciones adversas Яsu padre abandona el hogar cuando ella tiene tres años y sus estudios primarios son interrumpidos por una injusta acusación de roboЯ, no anulan su férrea decisión de estudiar: nada ni nadie le cerrará las puertas del conocimiento. Autodidacta, lee cuanto llega a sus manos. A los trece años tiene acceso a la magnífica biblioteca personal de un periodista. Se acerca así a los novelistas rusos, a los pensadores franceses, a los filósofos universales y a los grandes poetas. A los quince años comienza a dar clases como ayudante en una escuela rural del poblado de Montegrande, donde su hermana Emelina es maestra. En periódicos de la zona publica cuentos, poemas y artículos, firmados a veces como Lucila Godoy y otras con los seudónimos de Alma, Alguien y Alejandra Fussler. A los dieciséis se inicia como maestra rural en una escuela primaria de la ciudad de La Serena. Está capacitada para hacerlo, pero quiere legitimar su labor y obtener el título. Solicita el ingreso a la Escuela Normal de esa ciudad, pero es rechazada porque, a juicio del capellán de esa escuela, las ideas contenidas en sus escritos son “ateas y revolucionarias, incompatibles con la misión de formar niños.” Sin título, sigue como educadora.

Gabriela

Trasladada a la escuela de La Cantera, caserío cercano a La Serena, conoce a Romelio Ureta, empleado ferrocarrilero con quien, se cree, tuvo un breve romance mal correspondido. Tiene diecisiete años y sufre su primera decepción amorosa. El 25 de noviembre de 1909 él se suicida. Ella escribe –en su memoriaЯ los Sonetos de la muerte y con ellos gana –en diciembre de 1914Я el primer premio de los Juegos Florales de Santiago, certamen de literatura organizado por la Sociedad de Artistas y Escritores de Chile. Los firma como Gabriela Mistral, seudónimo que adopta en homenaje a dos de sus poetas favoritos, Gabriele D’Annunzio y Frédéric Mistral, y que usará el resto de su vida. Tiene entonces veinticinco años. Sigue dedicada a la docencia y sigue escribiendo poesía. Aunque en 1910 convalida sus conocimientos en la Escuela Normal N°1 de Santiago y obtiene, por su preparación y experiencia, el título oficial de Profesora de Estado, sus colegas no la reconocen como tal. Recorre el país enseñando, de norte a sur. En 1918 Pedro Aguirre Cerda, ministro de Educación –que en 1936 será presidente de la RepúblicaЯ, le concede el título honorífico de Profesora de la Lengua Castellana y la nombra directora del Liceo de Punta Arenas. Dirigirá después un liceo en Temuco y otro en

Sin haber publicado un libro, sus versos recorren América Latina y llegan a

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Europa. Su presti-

gio como educadora crece también.

Santiago. Pese a sus avances, no está conforme. Nada le ha sido fácil en Chile. Y no lo será.

MÉXICO, ALTERNATIVA Y DESAFÍO Sin haber publicado un libro, sus versos recorren América Latina y llegan a Europa. Su prestigio como educadora crece también. En 1922, José Vasconcelos, secretario de Instrucción Pública, la invita a México para integrarse al proceso de la primera reforma educativa de grandes dimensiones tras la Revolución mexicana, con una misión concreta: alfabetizar. Gabriela Mistral tiene treinta y tres años. Chile vive tiempos de “ausencias y abandonos”. Decide alejarse y ser, ella misma, “La Extranjera” que describe en su poema de ese nombre. México le ofrece la invaluable oportunidad de desarrollar en plenitud su idea de un quehacer educativo innovador, que intentó en las escuelas rurales chilenas y para el cual no tuvo apoyo. Esa invitación es una alternativa y un desafío. Asume el compromiso y se entrega plenamente a la labor educacional. Va en busca de quienes necesitan saber leer y escribir; lo hace “en trenes de locomotora a vapor, entre revolucionarios, en carreta tirada por caballos o bueyes... y sin miedo al vértigo [cruza el país] en los primeros aeroplanos”. Aporta a México el sistema básico de enseñanza de las primeras letras en comunidades de campo y marginales –creado por ella y hoy vigente en toda AméricaЯ y sugiere la creación de la Escuela Nocturna para trabajadores, que experimentó en Punta Arenas, ciudad austral de Chile, entre 1918 y 1920. En México escribe –a solicitud de VasconcelosЯ Lecturas para mujeres, editado por la Secretaría de Educación en 1923; una recopilación de textos para las alumnas de la escuela que ha fundado y donde enseña. Está segura de que la mayoría de ellas no continuará sus estudios. Se trata, dice, de “darles


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Mistral en esta obra una mínima parte de la cultura universal, que no recibirán completa y que una mujer debe poseer”. En 1924 parte rumbo a Estados Unidos, donde su libro Desolación ha sido publicado dos años antes, para seguir luego a Europa. A bordo del barco Patrie, escribe:

Desde la otra orilla, la ajena, yo miro con el espíritu, yo recojo en una gran bebedera de recuerdo, el país que he recorrido con los trenes trepidantes o con el paso lento de mi caballo de sierra, México, el territorio trágico y suave a la vez, donde un pueblo parecido al nipón vive en cada día la cordialidad y la muerte. Y esta mirada mía, recogedora de cuarenta panoramas, me lleva al corazón una oleada de sangre calurosa. Gracias a México, por el regalo que me hizo de su niñez blanca; gracias a las aldeas indias donde viví segura y contenta, gracias al hospedaje, no mercenario, de las austeras casas coloniales, donde fui recibida como hija; gracias a la luz de la meseta, que me dio salud y dicha; a las huertas de Michoacán y de Oaxaca, por sus frutos cuya dulzura va todavía en mi garganta; gracias al paisaje, línea por línea, y al cielo, que como en un cuento oriental, pudiera llamarse siete suavidades. Pero gracias, sobre todo, por estas cosas profundas: viví con mi norma y mi verdad en esa tierra y no se me impuso otra norma; enseñando tuve siempre el señorío

Fotos: gabrielamistral.uchile.cl

de mí misma; dije con gozo mi coincidencia con el ambiente, muchas veces, pero dije otras mi diversidad. No se me impuso forma de trabajo: tuve la gracia de elegirlo; cuidaron de no darme fatiga, tal vez porque me vieron interiormente rendida; nada de la patria me faltó, y si la patria fuese protección pudorosa, delicadísima, México fuera patria mía también.

NADA LA DETUVO, NADA LA CAMBIÓ Trabajar a los quince años de edad ‒desde 1904‒ dejará huella en Lucila. En Chile y en América, las mujeres luchan por su derecho al voto. Ella apoya sus demandas y va más lejos: pide igualdad salarial para hombre y mujeres que realicen igual trabajo. Defiende los derechos de los trabajadores, de los indígenas, de los campesinos. Aboga por una reforma agraria y por educación pública universal. Todo esto ocurre en el primer cuarto del siglo xx. En 1925, invitada a participar en el Consejo Nacional de Mujeres, advierte que aceptará si participan también las sociedades obreras, para reflejar la realidad de las clases sociales de Chile. Dice: “La clase trabajadora no puede ser menos de la mitad de los representantes en una asamblea cualquiera, ella cubre la mitad de nuestro territorio, forma nuestras entrañas y nuestros huesos. Las otras clases son una especie de piel dorada que la recubre.” Muchos años después,

enaltecida y laureada, reitera: “La clase dentro de la cual me siento, aquélla de la que espero más y a la que amo de corazón es la clase obrera.” No aceptó límites a sus propósitos, ni renunció a su esencia. Consagrada por el Premio Nobel, reconocida a nivel internacional, editada en múltiples idiomas, homenajeada y honrada con cargos diplomáticos –es la primera mujer chilena en ejercerlos‒, Gabriela Mistral sigue fiel a los principios que la llevaron, por intuición primero y por conocimientos después, a apoyar causas nobles y a denunciar injusticias. Sigue con interés cuanto ocurre en el mundo. Mantiene correspondencia y amistad con intelectuales y líderes de diversos países. Define posiciones. Famosa y respetada, utiliza sus tribunas para apoyar abiertamente la lucha de Augusto Sandino contra la intervención estadunidense en Nicaragua. Afirma: “El general carga sobre sus hombros vigorosos de hombre rústico, sobre su espalda viril de herrero y forjador, con la honra de todos nosotros.” Y urge –en numerosos artículos de prensa publicados entre 1928 y 1930‒ a apoyar al que llama “pequeño ejército loco de voluntad de sacrificio”. Sandino la nombra “abanderada intelectual del sandinismo, benemérita del ejército de liberación”. Se opone con fuerza al fascismo desde sus inicios. Critica a Mussolini, adhiere a la causa republicana durante la Guerra civil española y dona los derechos de autor de su libro Tala a los albergues catalanes para niños vascos huérfanos o desplazados por las fuerzas de Francisco Franco. No vuelve jamás a España. En 1950, desde Veracruz –donde es cónsul de Chile‒ publica “La palabra maldita”, texto que recorre el mundo, en plena Guerra fría. Habla de la paz, “este vocablo tachado en los periódicos, este vocablo metido en un rincón, este monosílabo que nos está vedado como si fuera una palabra obscena”. Entretanto, escribe sin cesar: 379 poemas suyos son publicados. Hoy se sabe que existen al menos otros 150 inéditos. Después de viajar por el mundo, se establece en California. Regresa brevemente a Chile en 1954 y recibe múltiples homenajes con sabor a desagravio: Desolación se publicó allí un año después que en Estados Unidos; el Premio Nacional de Literatura le fue otorgado seis años después de recibir el Premio Nobel. En 1923 se erige en México una estatua de Gabriela Mistral en la escuela-hogar que lleva su nombre, décadas antes de que algo similar ocurra en Chile. En ese viaje y en ese año se publica el libro Lagar, la única de sus obras cuya primera edición es editada en Chile. (Su último libro, Poema de Chile, se publicará en 1967, diez años después de su muerte.) Su país, al que llenó de gloria, le ha sido esquivo. Sabe que no regresará. Dispone en su testamento que todos los derechos de sus obras que se publiquen en Sudamérica sean destinados a los niños de Montegrande, donde se inició ‒cincuenta y dos años antes‒ como maestra rural. Gabriela Mistral encarna lo que dice en sus versos y muere en tierra ajena, “de una muerte callada y extranjera”, el 10 de enero de 1957, en Nueva York •

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le e eer El puro cuento, Núm.10, Editorial Praxis, México, 2011

LAS OTRAS SÉSAMO EDGAR AGUILAR

Las recientes revueltas de Egipto, Libia y Siria muestran que en algunos países de Medio Oriente se gesta un orden distinto al ya establecido. El vasto territorio árabe apremia quizá a una renovada concepción en sus formas tradicionales de vida y de convivencia. En realidad, este rompimiento se viene dando desde hace mucho, y su literatura, su gran literatura, viene asimismo a confirmar y a revalorar su lugar en el mundo. El cuento, esa quintaesencia de la narración oral que los persas llevaron a su máxima expresión con Las mil y una noches, ha sufrido, desde entonces, diversos cambios tanto en su estructura temática como en su manera de abordar y de presentar las complejas transformaciones, lo que es, en cierto modo, consustancial a todo proceso de cambio. No debe extrañarnos, por tanto, la enorme y casi paradójica similitud entre el cuento “de oriente” y el cuento occidental en la actualidad. Once relatos componen esta magnífica entrega –además de una breve introducción que nos ofrece una idea bastante más clara de lo arriba señalado– de cuento árabe contemporáneo, con un trabajo de traducción elogiable, que incluye primordialmente autores vivos y aun algunos muy jóvenes. Historias donde lo emotivo, el recuerdo, el exilio, lo pasional, lo vivencial, la superstición y lo ignominioso, sin dejar de lado la fantasía y la ironía, parecen ser los temas más recurrentes. Así, integran el presente número, “Un clavel para el cansado asfalto” (imágenes más o menos dispares de la vida de un “típico” barrio árabe), de Zakariya Tamer; “Un largo invierno” (un perseguido político deberá abandonar subrepticiamente esposa e hijos para entregarse a la inclemencia de una noche invernal), de Ibrahim Samuel; “Si fueses un caballo” (la dramática relación entre un padre y su hijo), de Gassan Kanafani; “No siempre los niños son tontos” (una hermosa y enigmática fábula de niños), de Muhammad Shukri; “Leyenda” (la superstición de una mujer y la determinación de un coleccionista de piedras), de Jabbar Yassin Hussin; “El barco” (un viajero que padece de un triángulo amoroso a bordo), de Yabra Ibrahim Yabra; “Hanefff de Glasgow” (un hombre lucha con su presente al rememorar al chofer de la familia), de Mohammed Hassan Alwan; “Mimouna” (la fragmentada historia de una mujer en el exilio), de Faïza Guène; “Crimen en la calle de los restaurantes” (la conversión de un excéntrico decorador de interiores al asesinato), de Wajdi Al Ahdal; “He venido para indicarte el camino” (la introspección de un hombre ante el amor perdido), de Osama Esber, y “Pimienta”

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(la candidez y viveza de un niño pobre), de Naguib Mahfuz. Se complementa con un dossier dedicado a los artistas plásticos Mohannad Orabi y Ahmad Moualla, un ensayo de Estrella Asse sobre Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving, llevados a la pantalla por el cineasta español Florián Rey, así como un texto que indaga en Scherezada, de Rimsky-Korzakov, a cargo de Rebeca Mata. Sin duda, un encomiable número diez •

El gran diseño, Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, Crítica, España, 2010.

LA PARADOJA DE STEPHEN ANTONIO SORIA

Al momento de la muerte de Albert Einstein, acaecida en 1955, Stephen Hawking debía tener doce o trece años de edad y, como es natural, no gozaba, ni podía haberse imaginado, la fama mundial que actualmente lo ha convertido en el exacto equivalente del célebre autor de las teorías especial y general de la relatividad, si bien dicha equivalencia no proviene tanto de lo que con toda seguridad preferiría el inglés Яes decir, la relevancia, fuera de toda duda, de los descubrimientos en física teórica dados a conocer por el alemán a principios del siglo XX Я, sino de la percepción masiva que de su persona y sus actividades tiene el público en general, sobre todo el no especializado en los temas de su disciplina profesional. Apuntalado en el tratamiento mediático que se le ha dado a Hawking por lo menos desde 1988, año de publicación de su célebre Historia del tiempo, pero asimismo, es preciso admitirlo, en virtud del sentimiento de admiración que despierta el estado de salud del también autor de A hombros de gigantes, ese público masivo ha encontrado en Hawking al perfecto sustituto de Einstein para

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ponerlo en un imaginario tanto individual como colectivo que gusta de tener en su galería, como si de simples iconos se tratara, a la figura del “científico”. Como de Einstein en su momento, de Hawking se espera todo el tiempo que le revele a la humanidad algo idéntico o por lo menos equivalente a “la clave” para comprender el Universo entero. Ambos lo supieron y ambos, en el contexto que les ha tocado enfrentar, han respondido a una exigencia así de desaforada con una postura inevitablemente ambigua: Hawking, como Einstein, sabe bien que la tal “clave” no existe en los términos que resultarían comprensibles para el público que la espera, pero sabe también que la tarea de la ciencia es acercarse tanto como sea posible a esa suerte de epifanía sin religiosidad, a sabiendas de que cuando la crea ya alcanzada, ésta se habrá alejado una vez más bajo la forma de nuevas preguntas, paradojas y enigmas. En este orden, la divulgación de los avances científicos, concretamente los efectuados en física teórica, suele ser elaborada como una especie de “ahora sí, aquí está la verdad última, la teoría del todo”. Los diarios, en tiempos de Einstein y los libros y otros vehículos de comunicación, en tiempos de Hawking, se hacen cargo de tal despropósito, no por azar con el mismo motivo, totalmente a-científico: vender más y mejor sus ediciones. Lo anterior y nada más ocurre con El gran diseño, la más reciente entrega divulgatoria de Hawking, cuyo título apenas rebautiza lo que el propio Hawking y otros físicos abandonaron hace ya algunos años –la famosa teoría unificadaЯ, como ruta hacia la comprensión del origen y desarrollo del universo. Sin menoscabo del valor que tiene difundir, masivamente y en términos accesibles, los temas apasionantes de la física teórica, así como bosquejar las fronteras más lejanas a las cuales se ha llegado hasta el día de hoy, el hecho de que este libro sea presentado como la enésima “culminación de la búsqueda” humana, implica para Hawking una paradoja tremenda: desde muy temprano en su carrera científica y de divulgación, Hawking ha intentado consistentemente desmarcarse de su célebre antecesor e incluso –como lo sabe quien lo ha leído y lo verá quien se asome a El gran diseñoЯ ha hecho de Einstein blanco de cierto retintín minimizante, como quien dijera: “no es para tanto lo que hizo y se equivocó en muchas cosas”. Ya se verá, en el futuro, quién toma la estafeta y se pone a mirar a Hawking por encima del hombro •


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Melodías del suplicio, Ricardo Muñoz Munguía, Universidad Autónoma de Puebla, México, 2011.

EL SUPLICIO POÉTICO DE RICARDO MUÑOZ MUNGUÍA MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Un poeta auténtico suma dones y acumula conocimientos. También sabe sacudirse con un gesto casi animal las influencias poéticas. Ricardo Muñoz Munguía hace todo eso en este su cuarto libro de poesía: Melodías del suplicio. Tiene un equilibrio propio y un proyecto Яcosmológico y cromosómicoЯ palpable en cada palabra. Semejante tarea puede ser heroica. Él se la toma con ironía. Su aventura arranca en el lenguaje mismo con un verso, de naturalidad sorprendente: “Varias ocasiones golpeo la puerta/a la vez,/pausada,/ fuerte,/bajo/pero nadie abre…” Estas son las razones de fondo del poetizar de Muñoz Munguía. Hay luego en su obra unas referencias literarias que no cabe ignorar. En primer lugar, la de su inicial admiración por la poesía de José Gorostiza y Octavio Paz, con los que rompe pronto para evitar la esclerosis creativa y volver sin interferencias al caudal de la propia voz. Esta ruptura se verá sustituida por la influencia de otro mundo, el del estudio del lenguaje por sí mismo, como experiencia llevada al límite. Tampoco pasan inadvertidas las huellas de determinados autores que amó; , influyentes a través del campo de las ideas (Shakespeare), de ese lirismo tembloroso que a veces aflora en el texto hermético (los románticos europeos, Keats) y sobre todo, ese tono de recio, seco, existencial, que muestra su afecto por las obras de Leopardi o Yeats. A su manera, la poesía de Muñoz Munguía conectaba, después de tanto tiempo y de tanto vacío reflexivo, con esas corrientes, a la vez que se nutría con otras de determinadas poéticas europeas del siglo XX ; algo que le venía sugerido al autor por su residencia en el extranjero y por su experiencia traductora (Kavafis, Celan, Montale, Péret); también por su apuesta por una desnudez expresiva de sentido más universal que hispánico. Todas estas actitudes no remiten sólo a influencias, sino a la constatación evidente de un hecho: la existencia de una voz poética, de tenaz sentido, de clara originalidad. Además Muñoz Munguía sustentó esta obra poética en una base teórica, lo que, hecho en nuestro país, es siempre inusual, y signo de coherencia creativa. Tampoco hay que

olvidar que Valente ha mostrado cierta alergia generacional que, cuando se comprueba la resistencia y la independencia del creador, siempre es saludable. Son muy necesarias estas apreciaciones para valorar una obra como la de Muñoz Munguía, poeta de un gran rigor expresivo, en el que apreciamos muy bien esa otra sensación de que el nuevo poema sólo se derrama a través de una especie de brecha. En nuestro autor, esta fidelidad a una palabra exclusivamente suya se nos muestra ya desde los primeros libros. Quizá radique aquí esa lucidez extremada que muestra la poética de este autor, pues mediante una definición escueta y terrible nos dijo: “La materia de la poesía es la meditación de la muerte.” Late por tanto en sus versos un sentido de intemporalidad que no se compromete lo más mínimo con el presente. Hay en este nuevo libro un mundo francamente nuevo, revelador de esa “segunda realidad” que para nosotros es la poesía, pero también observamos esas fuentes culturales que explican muy bien su mundo a la vez claro y enigmático, áspero y delicado. Lo que cuenta, en cualquier caso, es ese afán nada mediocre del autor, que es probable que provenga no sólo de su vocación para el periodismo cultural, sino también del trabajo de editor de suplementos culturales. Luego, al fondo del fondo de sus cuatro o cinco libros, hallaremos el poder sanador de los símbolos (la luz, la flecha, el amor, la sombra), así como el manantial de la memoria, que cierra el círculo vital y creativo, sacando a la luz ese otro manantial que siempre es la memoria y el tiempo perdido. Esta firme actitud personal de Valente y de su voz se ha reconocido Яdescendiendo al campo de los tópicosЯ, en unos casos como “mística” (algo que el autor se ha encargado de negar en diferentes conversaciones); o en esa “poética del silencio”. Lo cierto es que Muñoz Munguía ha seguido con voluntad un duro camino, emitiendo señales insistentes y no siempre con respuesta, hasta desembocar en esta nueva entrega. Materializar luego esa opción personal y rigurosa en poemas es su mérito y su don, el resultado de la obra cumplida. Y nos deja ese ofrecimiento de la obra ya en marcha, o por escribir, como un punto y aparte que aparece constantemente •

Sirena Selena vestida de pena, Mayra Santos-Febres, Dirección de Literatura, Difusión Cultural UNAM, México, 2011.

Poeta y cuentista t puertorriqueña t i ñ nacida id en 1966, la autora ha recibido innumerables premios literarios de todas partes del mundo, entre los que destacan el Juan Rulfo de cuento en 1996 y, en el mismo género, el Letras de Oro en 1994. Aparecida originalmente hace once años, esta es la primera novela publicada por Santos-Febres, en la que puede apreciarse, página por página, una voz eminentemente poética. Antología de cuento catalán, Francesc Garreta (compilador), Dirección de Literatura, Difusión Cultural UNAM, México, 2011.

“Que esta selección sirva para ensanchar los vínculos de conocimiento y cariño entre México y Cataluña.” Con tales palabras cierra el compilador los agradecimientos que inauguran este volumen, mismo que incluye, además de un sabroso prólogo del propio Garreta, cuentos de Mercé Rodoreda, Salvador Espriu, Pere Calders, Joan Perucho, Jesús Moncada, Carme Riera, María Barbal, Quim Monzó, Sergi Pámes, Albert Sánchez Piñol, Vincenc Pagés, Miquel Baixauli y Lluís Ferran de Pol. El caballero del desierto, Omar Delgado, Siglo XXI Editores, México, 2011.

Con ésta que es su segunda novela Delgado mereció el octavo Premio Internacional de Narrativa convocado por Siglo XXI. Viejo lobo de talleres y otras instancias literarias, así como ensayista y poeta, Delgado da testimonio, en El caballero…, de una intensa capacidad fabuladora, una pluma inquietamente hábil y gran disposición para darle nuevo aliento a temáticas –el narco, la frontera con Estados Unidos, entre otros adyacentes– urgidas precisamente de renovación, para evitar su caída en el anquilosamiento y el maniqueísmo.

LA SENILIDAD DE LA POSTMODERNIDAD Fabrizio Andreella en nuestro próximo número

El medio milenio de Vasari

próximo número

Avatar o el regreso de Gonzalo Guerrero jsemanal@jornada.com.mx a.ccom.


¿Por qué el silencio? Cuando hace casi nueve meses, en la Plaza de Cuernavaca, leí mi último poema dedicado a mi hijo Juan Francisco y me sumí en el silencio de la poesía, evoqué las palabras de Adorno: “No se puede escribir poesía después de Auschwitz. ” Para un padre, el asesinato de un hijo se llama Auschwitz. Para ese mismo padre, un país con 63 mil 700 muertos, más de 10 mil desaparecidos, más de 250 mil desplazados, cuyos números aumentan día con día, y noventa y ocho por ciento de impunidad, se llama también Auschwitz. La afirmación de Adorno no quiere decir, sin embargo, que todo poeta debería, a partir de Auschwitz, o de su propio Auschwitz, dejar de escribir. Adorno es muy claro. No dice: “no debe escribirse”, sino: “no puede escribirse”. Yo, después del libro que escribí antes del asesinato de mi hijo, que concluye con el poema que le dedico, y que llevaba ya el aterrador y premonitorio título de “Los restos”, no puedo. Otros sí. Pienso en ese gran poeta que es Juan Gelman, que ha sufrido lo mismo que yo y que, sin embargo, desde su propio Auschwitz ha escrito muchos de los más bellos poemas de la lengua española. Pienso también en ese contemporáneo de Adorno, Paul Celan, que retomó la lengua alemana destrozada por los asesinos, para lanzarse en una de las más profundas e inquietantes aventuras poéticas: “Accesible –escribió en 1958, en su discurso de Bremen–, próxima y no extraviada, permanecía la lengua [alemana], en medio de todo lo que se perdió. Sí, la lengua no estaba perdida. Quedaba salvaguardada, a pesar de todo. Pero tenía que atravesar todavía su propia incapacidad de hallar respuestas, atravesar su terrible mutismo. Atravesar las mil oscuridades de un discurso homicida. Atravesó sin hallar palabras para describir lo que sucedía. Atravesó y le fue dado reaparecer, enriquecida por todo aquello. Esa es la lengua en que he intentado, a lo largo de aquellos años, y desde entonces, escribir poesía.” La poesía de Celan se fue haciendo, sin embargo, más críptica, más intrincada, casi un balbuceo que frisaba el silenció y que concluyó con el silencio definitivo de su suicidio –su último gesto poético en el Puente Mirabeau, del que habla Apollinaire en ese poema que revela algo del amor y del tiempo– en 1970. Yo, al dejar de escribir poesía, elegí estar en ese reverso: el silencio, de donde emana la palabra y en el cual se recoge. El silencio, en este sentido, no es una renuncia, sino un retiramiento. Es también, como lo decía otro autor cuyo nombre no recuerdo: “Un grito, quizá el más poderoso de todos los gritos”; un grito que, en mi caso –porque nada, ni el poeta mismo, puede silenciar a la poesía que es una Gracia en él–, se ha articulado de otras maneras: a través de actos, de símbolos y de otras formas de la escritura. Aunque la lengua española de México está salvaguardada, en medio del Auschwitz que continuamos viviendo, en sus poetas; en mi caso –y aunque sé que mi Juanelo se encuentra ya en la resurrección del Padre– habita –porque yo continúo en el cronos, es decir, en la historia– en el silencio del Viernes Santo, en ese sitio silencioso que busca, para retomar a Celan, atravesar su incapacidad de hallar respuestas, “su terrible mutismo”, “las mil oscuridades de un discurso homicida” que se ha adueñado de mi nación. Busca la resurrección de la carne de la Patria “para reaparecer enriquecida” y, en su dolor,

transfigurada. Al decir esto, me miro en un poema del propio Celan: “En los ríos, al norte del futuro/ echo la red, que tú/ vacilante cargas/ con sombras escritas por/ piedras.” Celan habla de un esperado “aún no”, es decir, de un tiempo y un sitio que se hallan “al norte del futuro”, en unas aguas inaccesibles en las que las propias redes que pueden arrojarse en ellas están cargadas con todo el peso de lo que es y ha sido. Mi vida hoy se encuentra, como he dicho, en el silencio del Viernes Santo –un sitio cargado del terrible dolor de mi historia y de la historia. Desde ese silencio oteo, dentro del tiempo, las aguas misteriosas y refrescantes de la resurrección que, “al norte del futuro”, aún no llega. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco- CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar todos los presos de la APPO, hacerle juicio político a Ulises Ruiz, cambiar la estrategia de seguridad y resarcir a las víctimas de la guerra de Calderón •

8 de enero de 2012 • Número 879 • Jornada Semanal

Verónica Murguía Los impostores silvestres Yo padezco, como dirían los moralistas medievales, el vicio abominable de la curiosidad. Hay en nuestra tradición muchas historias que nos advierten acerca de este rasgo del carácter, tan humano y gatuno. La expulsión del Paraíso, ni más ni menos, se debe a la curiosidad de Adán y Eva –aunque yo también responsabilizaría a Dios. Digo, si ya los conocía, no los hubiera dejado solos. Y con esa advertencia… Ya lo escribió Michel Tournier: esa advertencia es la misma que hizo Barbazul a su esposa: “Me voy preciosa. Te quedas con las llaves de todas las habitaciones. Incluso de la prohibida. No entres, ¿eh? Luego vengo.” Ese es el otro barbudo que se sentó a mirar cómo el objeto de sus desvelos, el séptimo, para ser precisos, iba y desobedecía. Mi curiosidad me ha llevado a leer un montón de correos electrónicos, de aquellos que llegan cotidianamente al apartado de correo no deseado. Debo aclarar que ni loca leo esos que invitan a los incautos a mirar cómo amas de casa le hacen cosas indescriptibles a un caballo en La granjita del amor; los que avisan que el lector ha sido admitido en las animadas orgías del grupo que lo envía; o aquellos en el que el remitente se autorretrata con insultos. Soy demasiado pudibunda. Tampoco abro los que ofrecen Viagra a precios de mayoreo, Rolex de imitación, o remedios herbolarios para la vida sexual. En cambio leo, con auténtica fruición, los que rezan: “SU PAQUETE ESTÁ AQUÍ ”, con remitente en el aeropuerto de Heathrow, en Londres. Firmado por el señor Signorino, quien gentilmente informa que mi paquete me está esperando. Es mío por obra del caos y del señor Signorino, de quien debo pensar que tiene aire en lugar de cerebro. Mi paquete está lleno de documentos bancarios que equivalen a millones de dólares. Sólo debo contestar con todos mis datos, no vaya a ser que mi fortuna se pierda. También leí una carta en la que se me hace acreedora a la hacienda del difunto señor Masamichi Kazama, quien murió en el tsunami de este año –ya ni la amuelan– y que dejó intestados más de 22 millones de dólares. ¿Por qué llega esta “delicada información” a mi dirección electrónica y a la de todos ustedes? Porque la señorita Emiko Akihiro, quien firma la carta, es, debo creer, muy inocente: se equivocó, pobrecita y ahora está a punto de darle los montones de dólares del infortunado señor Kazama a una mexicana que fruta vendía, misma que –oh, suerte, hados misteriosos– encontró todo esto en el correo no deseado. El señor Mahamadi Inoussa escribe desde el Banco Internacional para el Comercio, la Industria y la Agricultura de Burkina Fasso, de parte de Safia Farkash al-Baarasi, la viuda de ¡Muammar Gaddafi! Con muchas zalemas y promesas de que el asunto no es fraudulento, el señor Inoussa pide al éter, a la red, al hado padrino, el número de cuenta de un banco cualquiera en un país seguro para depositar allí siete millones de dólares, con el fin de que la viuda pueda irse a un lugar decente cuando termine el lío en el que está metida. ¿Qué se ofrece al cuentahabiente, al que en mexicano llamaríamos prestanombres? El porcentaje que él quiera del dinero de Safia, dólares que pertenecían a su hijo Saif-al-Arab, muerto por un bombardeo de la OTAN. Un país seguro, dice la carta. ¿México? Esta gente no sólo es mentirosa, tampoco lee el periódico. Con negritas y todas en altas llega un mail del FBI . Sí, FBI . Firmado por el señor Robert S . Mueller III . Como los ejemplos que he consignado en este artículo no

LAS RAYAS DE LA CEBRA

Javier Sicilia

LA CASA SOSEGADA

arte y pensamiento ........

son los más fantasiosos, pero sí los mejor escritos, me permití una risita socarrona al ver el nombre del remitente. Me pareció extraño. ¿Tercero? Ni que fuera Napoleón. Mal hecho. El FBI sí es dirigido por el señor Robert S . Mueller, desde el 4 de septiembre de 2001. Y puedo jurar que él no me escribió la carta en la que me felicita por el éxito de mi transacción bancaria hecha en Nigeria, que me hace la dichosa dueña de 65 millones de dólares. Para recibir la tarjeta bancaria –aquí se sofistica un poco el asunto– con la que puedo transferirlos a mi cuenta, sólo tengo que pagar el Fed E x. 450.00 dólares. Aunque debo contestar como rayo, para saber adónde depositar el pago del FedEx. Esa bicoca. Qué bueno que soy mexicana. Entrenada rigurosamente para oír falsarios, embelecadores y quimeristas, como dice el Quijote, y contestar con un escéptico yaaa •

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........ arte y pensamientto

Alonso Arreola alarreo@yahoo.com

Anglos notables de 2011 Podríamos hacer un recuento de la mejor música anglosajona de 2011 con la obligada mención y análisis de los últimos discos de Lady Gaga (Born This Way), Red Hot Chili Peppers (I’m With You), Jay- Z and Kanye West (Watch the Throne) y Foo Fighters (Wasting Light), entre otras obviedades más (Lil Wayne, Beyonce, Beastie Boys, TV On The Radio, My Morning Jacket). Asimismo, podríamos señalar el fenómeno que representó la propuesta de Adele (21), o la controversia y debilitamiento de Radiohead en torno a The King of Limbs. Todos con piezas notables, estos álbumes aparecen en las listas de melómanos y especialistas entre los mejores trabajos de 2011. Pero, arbitrarias y desbalanceadas, estas selecciones no siempre incluyen lo hecho por otros artistas menos alienados o nóveles a quienes debemos poner atención, así como algunos nombres conocidos que decidieron cambiar su derrotero o regresar tras un largo descanso. A ellos dedicamos esta columna. El disco homónimo del proyecto Bon Iver es el más interesante del año pasado. En eso coincidimos muchos. Concepto de Justin Vernon gestado en la soledad de una cabaña en 2007, Bon Iver (juego de palabras proveniente del francés buen invierno) produjo su primer álbum, For Emma, Forever Ago, en las condiciones más austeras. Superando una mononucleosis y con un solo micrófono, una guitarra y pocos elementos más, Vernon compuso ocho piezas de alta credibilidad y honestidad, lo que inmediatamente causó impacto en la red. Cuatro años después lanza un segundo trabajo con diez temas nuevos para fortalecer su lugar como rey de la independencia. Acompañado por Sean Carey, Mike Noyce y Matt McCaughan en voces, batería y producción, Bon Iver hoy da un paso natural e integra a su grabación a músicos y arreglistas dotados, con experiencia grabando para Bill Frisell, Arcade Fire, The National y Sufjan Stevens, todos conjuntos con ciertas semejanzas estéticas. El resultado es, una vez más, altamente poético gracias a sus etéreas voces con reverberación. Al igual que su debut, fue grabado en un espacio aislado, rodeado por la calma y la quietud: una vieja clínica para veteranos remodelada como estudio por el propio Vernon. Vale mucho la pena. Seguidamente recomendamos Noel Gallagher’s High Flying Birds, primer disco de Noel Gallagher tras la ruptura de Oasis. Aunque todos conocíamos sus capacidades como guitarrista, y aunque en su antigua banda cantaba algunas piezas y hacía coros, aún debíamos probarlo como líder. Y lo hace muy bien. Su sencillo “High Flying Birds” es una gran pieza influenciada por el blues estadunidense que, de sabia manera, logra transformarse en un rock espléndido cien por ciento británico; un discurso que nos recuerda a muchas cosas previas, situándose en lo clásico, pero presentando novedad. Otro proyecto que alzó la mano en 2011 fue Fleet Foxes con su Helplessness Blues. Se trata de un segundo disco pero de gran madurez. Arraigado en el folk más tradicional, lo que destaca en él son sus armonías vocales y simplicidad rítmica. Una obra que de entrada nos hace bostezar por sentirla tan cerca de Polyphonic Spree, pero que a los pocos segundos llama la atención y devela su originalidad. Un tanto hippie, eso es innegable, Helplessness Blues tiene mucha conciencia detrás. Poniendo atención notamos su obsesivo interés por los detalles de grabación y producción bajo un aire aparentemente despreocupado.

Ahora hablemos de The Black Keys y su El camino. Es uno de los discos más recientes dentro de nuestras recomendaciones. Su sencillo “Lonely Boy” ha sonado con fuerza no sólo por su buena factura, sino por el simpático video que lo impulsa. Se trata de una canción ruda pero alegre, apta para los melómanos que gustan del rock con tintes retro. Wilco, por otro lado, es otra de las bandas que siguen produciendo con calidad. The Whole Love es prueba de ello. Un gran trabajo también con aires folk (como verá el lector es lo de hoy) que presenta doce temas sin complicaciones, pues lo suyo es la simplicidad. Finalmente, no podíamos cerrar esta columna sin mencionar Bad As Me, de Tom Waits, recientemente inducido al Salón de la Fama del Rock and Roll por sus amigos Paul Simon y Neil Young. Con este disco el californiano regresa a lo que mejor sabe hacer: un rock árido y ácido con potentes percusiones para el que se hizo acompañar por los dedos –nada menos y nada más– que del Stone Keith Richards (guitarra), el Lobo David Hidalgo (guitarra y acordeón) y el Pepper Flea (bajo), entre otros más. Hablamos de una colección de catorce miniaturas compuestas y producidas por Waits y su mujer, Kathleen Brennan, que sin duda debe estar en una colección respetable •

Tom Waits

Luis Tovar cinexcusas@yahoo.com

El cine, las publicaciones y sus registros (II DE III) Alguna vez integrante del equipo editorial de una de las publicaciones aludidas aquí la semana pasada bajo el rubro de revistasmascota, a este sumaverbos le tocó ser testigo de una mecánica de trabajo y una política de manejo de contenidos de todo punto inflexible, de acuerdo con lo cual y sin saberlo ellos, los tomadores de decisiones editoriales daban absoluta vigencia a una frase de triste fama, dicha por quien alguna vez fuera presidente de la República, José López Portillo, refiriéndose a los periódicos y revistas de circulación nacional: “no pago para que me peguen”. Conscientes del potencial suicidio que resulta de morder la mano que las alimenta, y perteneciendo esa mano a las empresas de distribución y exhibición cinematográfica, dichas revistas tienen por imposible “pegarle”, “hablar mal” (en los hechos, lo entrecomillado suele convertirse en su antónimo perfecto, pues para no “pegar” se acaricia y para no “hablar mal” no se habla simplemente de modo neutro sino bien, aun sin motivos), de las películas que las susodichas empresas están interesadas en promover. He aquí la idea clave, la nuez del asunto: la relación entre las revistas-mascota y sus amos está cifrada en el ejercicio de la promoción o, en otras palabras, en la intención de anunciar, de hacer publicidad pero dando el gatazo de que se está haciendo labor editorial. Jamás se trata de difundir, así a secas, o más escuetamente de consignar la aparición y disponibilidad de un filme, sin ánimos de denostación –aquí del todo impracticables, debe insistirse–, pero tampoco de obligado/forzado encomio. Así las cosas, la revista-mascota luce idéntica al distribuidorexhibidor que funge de amo: ambos harán el insincero, diríase esquizofrénico, elogio mercachifle de mamarrachos inenarrables tipo Transformers, Linterna Verde o Los Pitufos, y lo harán sin experimentar ninguna íntima tristeza y sin empachos ocasionados por la que para ellos es una imposible autotraición, pues al amo le interesa que las salas se llenen, y a la mascota le toca mover la cola tanto como haga falta para que su amo esté contento y, en respuesta, lo premie con las habituales croquetas con forma de cheques. Son tales las condiciones del fenómeno cinematográfico en nuestro país, pero sobre todo las de la inercia adquirida con el paso de los años, que el estado de las cosas antes descrito ya le parece no sólo “natural” a la mayor parte del público sino también, lo cual es todavía más grave, conveniente o positivo. Una de las primeras y peores consecuencias de esto es la postergación indefinida de la formación de un cineespectador convenientemente capacitado para el análisis, el discernimiento y el cuestionamiento que, como consecuencia, le permita rechazar o aceptar, provisto de un muchísimo más amplio conocimiento de causa, el cine que ha de ver y, por lo tanto, el que ha de volver rentable y, por lo tanto, recurrente en la programación y, por lo tanto, también en las publicaciones especializadas lo mismo que en las secciones correspondientes dentro de publicaciones de alcances más amplios. Una segunda consecuencia es, claro está, la escasa y difícil existencia de publicaciones periódicas con una vocación opuesta o, por lo menos, no esclava de la mercadotecnia ramplona. En este ámbito, de navegación tan llena de riesgos de naufragio como es la que se hace en medio de un archipiélago sin faros, trazan su singladura revistas como Cine Toma y Estudios Cinematográficos.

CINEXCUSAS

Jornada Semanal • Número 879 • 8 de enero de 2012

BEMOL SOSTENIDO

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Si bien no goza de total regularidad en la asignación de sus recursos y, por ende, en su circulación, esta última tiene a su favor la garantía implícita en contar con el respaldo de la UNAM, lo cual se traduce en que, si bien puede y suele tardar más de la cuenta, de que la revista sale, sale. Es preciso aclarar que, a diferencia de todas las otras, los propósitos de Estudios Cinematográficos son claramente académico-teóricos y, por lo tanto, el público al que va dirigida es muy otro que el de las publicaciones promocionales. No sería forzado afirmar que Cine Toma se ubica, en más de un aspecto, a medio camino entre los dos polos hasta aquí bosquejados, y menos violento resulta sostener que, en más de un sentido, Cine Toma es heredera de buena parte del espíritu que en su momento animó a las hace ya un buen rato extintas, si bien nunca olvidadas, 35mm, Dicine, Pantalla, Intolerancia, Nitrato de Plata y Nuevo Cine –de esta última se hablará con alguna amplitud más adelante en estas mismas líneas. • (Continuará.)


arte y pensamiento ....... GALERÍA

8 de enero de 2012 • Número 879 • Jornada Semanal

Esther Andradi

Cuatro estampas ESCRITO EN LA PIEL Estaba escrito en mi piel que un día iban a descubrirme. Pero ellos, incapaces de leer los mapas, tardaron años en darse cuenta que lo comestible de mí no eran las flores ni las hojas ni el tallo sino mi raíz, el tubérculo. Pero igual: era Europa, y yo había dado la vuelta al mundo. Reyes y ejércitos se rindieron a mis pies, literalmente, porque sólo accedían a mí de rodillas sobre los campos. Los indios conocían a todos mis parientes, varios centenares y de todos los colores y gustos, porque en casa siempre fuimos promiscuos, gracias a dios. Ahora una tecnología nonsancta me quiere reducir a un par de primos, de piel amarillenta y despintada, sosos, en una norma de laboratorio. Pero yo, que estuve en todas acá abajo, sueño con conocer el universo y no les voy a dar el gusto. No soy ninguna papafrita.

MEDICINA Cuando niña, y durante mi juventud, siempre he tenido que desvestirme donde el médico. Con los años, ellos han cambiado. Ahora ya no me piden que me desnude. Ahora quieren mis excrecencias, mis fluidos. Yo les doy con el gusto. Orino, defeco, sólo para ellos. Con meticulosidad cirujana, organizo mis desechos en pequeños frascos, tubos mínimos que luego deposito en un buzón. O entrego en mano de sus eficientes colaboradoras. No tienen límites los médicos. Más que amantes, siempre piden más. Y yo no me quedo atrás. Por mí estoy dispuesta a vaciar hasta la última gota de mis interiores sobre sus pulcros consultorios. Hoy me tocó escupirles. Feliz de la vida, con cada escupitajo los evocaba con nombre y apellido. Como tuve que llenar varios tubitos, hubo para todos. Fue un mantra a pura saliva. Todo sea por la salud.

LAS HOJAS MUERTAS El dinero ¿fue árbol? ¿De qué especie están hechos los billetes? ¿De frutales o robles? ¿O será ese el secreto árbol del conocimiento y dios el gran banquero?

MEMORIA CAFUNÉ Siendo pequeña intento distraer a mi madre de su trabajo. Sólo necesito que me mire, pero ella lava. Aferrada a su falda, no puedo controlar mis piernas y me abro la frente al chocar violentamente contra la piedra del lavadero. Sangre, grito, miedo, llanto. Me queda una cicatriz que, con los años, se ha ido ocultando bajo el cuero cabelludo.

II Más respeto, que mañana cada hoja mía puede ser un euro, dijo ese árbol cuando le pasé al lado. Verde. Como un puñado de dólares. III Las acciones se van al Purgatorio. Las hipotecas al Infierno. Sólo el Paraíso es para los billetes: allí se vuelven árbol del conocimiento, y la serpiente se caga de risa •

Cada vez que nos vemos, mi padre me acaricia la cabeza hasta encontrarla. Me recuerda los efectos colaterales del deseo.

Hay en el departamento donde vivo con mi esposa y mis dos hijos un pasillo que lleva de la estancia a las recámaras. Una noche dimos una fiesta. Hubo mucha gente; no a todos los conocía. Terminamos tarde. Mi mujer y mis hijos se retiraron; yo me quedé acomodando algunas cosas, volviendo a su lugar algunas sillas, poniendo un poco de orden. Apagué las luces y, en el momento en que entré al pasillo para ir a mi habitación, sentí un perfume extraño, un aroma del pasado. Un escalofrío me recorrió la espalda. Regresé a la estancia. Allí donde comienza el corredor, volví a sentirlo. Me acosté inquieto. Dos semanas después volvió a llegarme, a media tarde, en el mismo lugar. Llamé a mi esposa, a mis hijos. Nada. Sólo yo lo percibía. La tercera vez fue un domingo en la mañana. Sentí un relámpago; el recuerdo me asaltó de golpe: tenía los ojos claros, las manos frías; era esbelta como una palma; me retaba a que la tocara; le daba risa mi manera de besar •

rguedea@hotmail.com

Libros que vuelven Me dieron a corregir un libro que escribí hace ya algunos años y que, por alguna extraña razón, no saldría hasta ahora. Me dijeron que lo revisara detenidamente por si había un cambio antes de mandarlo a la imprenta. Entonces fui y empecé a leerlo. Desde el principio me di cuenta que no era yo el que estaba detrás de tales palabras. Como me pidieron sólo hacer cambios pequeños para evitar tener que mover toda la tipografía, me quedé impávido al darme cuenta de que, eso que tenía frente a mí, necesitaba ser reemplazado completamente. De pronto no supe si yo era el que me había transformado o era el propio libro al que le habían crecido otros caminos y raíces. Con lo que me habían pagado, no podía echarme hacia atrás, aunque estuve tentado. Lo cerré de súbito y decidí no volver a él jamás. Le mandé un mensaje breve al editor en el que le decía una sola palabra: imprimatur. Recordé, entonces, todo el día aquella frase de Alfonso Reyes en la que aseguraba, no sin razón, que a nuestros libros, si no queremos que terminen en el olvido, mejor es abandonarlos a su propia suerte •

AL VUELO

Perfume

Rogelio Guedea

MENTIRAS TRANSPARENTES

Felipe Garrido

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Jornada Semanal • Número 879 • 8 de enero de 2012

Copi, un clásico del sur extremo Sin carta de naturalización en México, pero con un poderoso espíritu clásico, el argentino Copi empieza a circular en México gracias a ese aire fresco e innovador de los editores de Adriana Hidalgo, en el marco de una tradición editorial que en los últimos años se ha visto amenazada en Argentina por el crecimiento de un panorama editorial que prescinde de los editores para hacer libros. Copi regresa a México con obras referenciadas en nuestro país desde distintos miradores (Cesar Aira es tal vez su lector más agudo): Eva Perón, en la traducción de Jorge Monteleone y Cachafaz/La sombra de Wenceslao, (publicadas por Adriana Hidalgo, la primera en su colección de Teatro argentino y la segunda en La Lengua, Teatro). Cuenco de Plata y Anagrama han recuperado la diversidad de este extraordinario autor con la edición de relatos y ensayos de y sobre Copi, en lo que podemos entender como un redescubrimiento de este demiurgo en nuestra lengua. Hay que decir que Copi (Raúl Natalio Damonte Botana, Buenos Aires, 1939-París, 1987) es un mélange entre una visión vanguardista cultivada en Francia, su residencia permanente, y una mirada a la tradición argentina que va de la poesía gauchesca, la sátira y el tango, hasta los mayores refinamientos de ese conjunto que formaron Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges y Bioy Casares, y la apertura del horizonte homosexual en la literatura. Desde principios de los sesenta, Copi fue haciéndose un lugar en la cultura francesa (recibió nada menos que el Premio de la Ville de París al mejor autor dramático). Durante una década publicó La mujer sentada, una tira cómica que apareció en Le Nouvel Obvservateur. Es curiosa la coincidencia en los sesenta con Alejandro Jodorowsky, quien junto a Fernando Arrabal y Roland Topor fundaron el grupo de acciones teatrales Pánico en el que participó Copi (estaban también Víctor García y Jorge Lavelli), con su actuación en Las criadas, de Jean Genet.

....... arte y pensamientto Miguel Ángel Quemain mquemain@prodigy.net.mx

Como pasó con Héctor Bianciotti, un argentino insuficientemente reconocido en su propio país, empezó a escribir sus obras en francés. Eva Perón (1979) es una de ellas, pero también están grandes aportaciones a la parodia, la sátira, el verso dramático y la indagación sobre el proceso actoral y la creación del director. Los temas que constituyeron indagaciones formales al interior de la estructura de la obra fueron, principalmente, el mundo del travestismo, de la palabra, de la lengua, del género. Su bibliografía fundamental no correrá la fortuna de la obra de Héctor Mendoza, pues quedará repartida en tres editoriales de gran alcance que harán lo suyo para llegar a sus potenciales lectores: Santa Genoveva en su bañadera (1966), El cocodrilo y el té (1966), La jornada de una soñadora (1968), El homosexual o

Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com

No más propaganda, por favor Uno no prende la tele para ver anuncios. Si ya de suyo la publicidad satura la programación de los canales en México, nos atiborra de estribillos idiotas y de productos innecesarios, la aplicación de esas técnicas de penetración mediática al ejercicio de la política convierten a los medios en cómplices fársicos, en esperpento. ¿A quién dirigir este exhorto que es lamento que es diatriba que es reclamo, exigencia, súplica y petición?, ¿a Emilio Azcárraga, el dueño de Televisa, y a Ricardo Salinas, el de TV Azteca?, ¿a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la que presuntamente administra contenidos en los medios masivos de comunicación?, ¿a alguna subsecretaría reguladora del ramo en Gobernación?, ¿a la Profeco?, ¿a la compañía operadora de cable con la que tengo contrato?, o ahora que empieza un año difícil de coyuntura electoral, ¿deberemos alzar este pliego petitorio a los candidatos a la Presidencia y a los que vayan a por una curul?, ¿o a las presidencias de sus respectivos partidos políticos, a sus comités directivos nacionales?, ¿o deberemos hacerlo ante los acomodaticios empresarios productores, como Sariñana, o ante los protervos estrategas como Solá? ¿A quién pedirle que ya no nos sometan al bombardeo de la propaganda, si ese río revuelto y turbio es, precisamente, la ganancia de todos esos oportunistas pescadores de fortuna? Las propagandas, las muchas propagandas que ya derraman el gobierno del oprobioso Calderón y la fauna partidista que apresta las armas a la guerra sucia electoral lo inundan todo, y van desde la tesitura de la oferta de proyectos y las consabidas promesas de campaña –“ahora sí”, “por ti”, “por México”, “por el futuro”, “por tu familia”, “por tu em-

LA OTRA ESCENA

pleo”, “por tu seguridad”, “por una mejor educación”, “por todos nosotros” y un vasto etcétera de fórmulas y muletillas derivadas de combinar las frases anteriores con mayor o menor ingenio– hasta una previsible y muy vergonzante campaña de guerra sucia de todos contra todos, con el gobierno federal oficiando de patrocinador de sus grises candidatos en una rebatinga de paletadas de mierda y acusaciones de toda laya. Y al final lo que vamos a tener es lodo. Lodo y política a la mexicana, los medios saturados, la televisión repartida entre los promocionales que cantan loas al gobierno del peor presidente de la República del que tengo memoria a lo largo de los seis, casi siete sexenios que me ha tocado atestiguar, y las promesas falaces de la mayoría de los candidatos a lo que sea que, al final, se traduce en camionetas y viajes, lujos y canonjías, vicios y excesos, pero no en servicio por la gente, no en entrega a la comunidad, ni en defensa de los derechos y las necesidades de un país de pobres y desamparados, arramblado por la ignorancia y el fanatismo y destino fatal de millones de miserables. Trinos y cantos de sirenas, el mejor ángulo de cada una de esas jetas a las que las cámaras tratarán de sacar partido, aquí la dama con su m e j o r s e m b l a n t e d e h e r m a n a m a y o r, a l l á e l licenciado cuentachiles en su disfraz de generoso samaritano, acullá el mafioso zafio escondiendo su larga ca-

la dificultad para expresarse (1971), Las cuatro gemelas (1973), Loretta Strong (1974), La pirámide (1975), La copa del mundo (1978), La sombra de Wenceslao (en español, 1978), Cachafaz (en español, 1981), La torre de la defensa (1981), La heladera (1983), Las escaleras del Sagrado Corazón (1984), La noche de Madame Lucienne (1985) y Una visita inoportuna (1985). Escribió cinco novelas de dramaturgo: El baile de las locas (1976), La vida es un tango (1979, única que escribió en español), La ciudad de las ratas (1979), La Guerre des Pedés (1982, aún sin traducción), y La Internacional Argentina (1987). Hay dos reuniones de relatos: Las viejas travestís (1978, donde se incluye El uruguayo, novela corta con la que inicia su producción narrativa en 1972) y Virginia Woolf ataca de nuevo (1984). La obra de Copi ofrece múltiples lecturas que en 2002 fueron exploradas por actores mexicanos de gran experiencia y talento. Actores que viven intensamente la experiencia teatral como un ámbito de análisis literario y los desafíos actorales como pedagogía. Me refiero a El homosexual y la dificultad de expresarse, que dirigió Daniel Giménez Cacho; Eva Perón, por Catherine Marnas, y Las cuatro gemelas, por Carlos Calvo. Fue un homenaje en el Teatro Orientación con actuaciones de Julieta Egurrola, Juan Carlos Barreto, Enrique Arreola, Verónica Segura, Mariana Giménez y el propio Giménez Cacho. Eva perón, Cachafaz y La sombra de Wenceslao nos dan oportunidad de revisitar y/o conocer por vez primera, a uno de los autores argentinos más relevantes del siglo XX. Con todo y el tránsito al francés, se reconoce a una de las voces más potentes y características de la lengua argentina porteña, carnavalesca y profundamente subversiva, ¡Che! •

CABEZALCUBO rrera de complicidades detrás de un lema huero y una sonrisa falsa, de anuncio de pasta de dientes. Así, licenciada, viendo a la cámara; ándele licenciado, así se la creen. Cabrones. La histórica existencia de la televisión en México como vehículo de la propaganda oficial y oficiosa de los gobiernos y de sus instrumentos de coerción, los partidos, pervirtió de origen la relación de los medios masivos con la sociedad, convirtiendo al poder político en patrocinador y contlapache, en tácito acuerdo para mutuo beneficio entre politicastros indefectiblemente corruptos y empresarios indefectiblemente voraces, dejando a la sociedad en el desamparo informativo o, peor todavía, creyendo ésta que los medios están al margen de la actividad política o del proselitismo cuando en realidad forman par te de un mismo sistema de control. El bombardeo propagandístico –ya en términos de competencia partidista o en esa aberración que socorre un gobierno que pondera sus “logros” como si no fueran su simple obligación, sino generosa dádiva que nos otorgan, magnánimos e incólumes, los sátrapas que mantenemos– compone una flagrante falta de respeto, una intrusión odiosa que invariablemente es el puro celofán que envuelve y disimula, mal, una mentira, una agenda confidencial, una enorme cantidad de acuerdos secretos, cocinados de espaldas a la gente y muchas veces contrarios al interés público •


cuento

D

e lo que era yo entonces no queda nada: apenas hombre, era aún un crío. Lo sabía hacía tiempo, pero todo ocurrió a finales del invierno, una tarde y una mañana. Vivíamos juntos, casi escondidos, en una habitación que daba a una avenida. Silvia me dijo esa noche que tenía que irme, o irse ella: ya no teníamos nada que hacer juntos. Le supliqué que dejara que probásemos de nuevo; estaba acostado a su lado y la abrazaba. Ella me dijo: Я¿Con qué finalidad? Яhablábamos en voz baja, a oscuras. Luego Silvia se durmió y yo tuve hasta la mañana una rodilla pegada a la suya. Apareció la mañana como había aparecido siempre, y hacía mucho frío; Silvia tenía el pelo sobre los ojos y no se movía. En la penumbra yo miraba pasar el tiempo, sabía que pasaba y corría, y que afuera había niebla. Todo el tiempo que había vivido con Silvia en aquella habitación era como un solo día y una noche, que ahora terminaba por la mañana. Entonces comprendí que nunca volvería a salir conmigo entre la niebla fresca. Era mejor que me vistiera y me marchase sin despertarla. Pero ahora tenía en la cabeza una cosa que preguntarle. Esperé, intentando adormilarme. Cuando despertó, Silvia me sonrió. Seguimos hablando. Ella dijo: ЯEs bonito ser sinceros, como nosotros. Я¡Oh, Silvia! ЯsusurréЯ, ¿qué haré al salir de aquí? ¿A dónde iré? Era eso lo que tenía que preguntarle. Sin apartar la nuca del almohadón, ella sonrió de nuevo, beatífica. ЯBobo –dijoЯ, irás adonde quieras. ¿No es hermoso ser libre? Conocerás a muchas chicas,

8 de enero de 2012 • Número 879 • Jornada Semanal

harás todas las cosas que quieras. Te envidio, palabra. Ahora la mañana llenaba el cuarto y sólo había un poco de calor en la cama. Silvia esperaba paciente. ЯTú eres como una prostituta Яle dijeЯ y siempre lo has sido. Silvia no abrió los ojos. Я¿Estás mejor ahora que lo has dicho? Яme dijo. Entonces me quedé como si ella no estuviera, y miraba al techo y lloraba sin ruido. Las lágrimas

Años Cesare Pavese

me llenaban los ojos y corrían sobre la almohada. No valía la pena que se diera cuenta. Mucho tiempo ha pasado, y ahora sé que aquellas lágrimas mudas fueron la única cosa de hombre que hice con Silvia; sé que lloraba no por ella sino porque había entrevisto mi destino. De lo que era yo entonces no queda nada. Queda sólo que había comprendido quién sería en el futuro. Luego Silvia me dijo: ЯYa basta. Tengo que levantarme. Nos levantamos juntos, los dos. No la vi vestirse. Estuve pronto de pie, junto a la ventana y miraba dibujarse las plantas. Detrás de la niebla estaba el sol, el sol que tantas veces había entibiado el cuarto. También Silvia se vistió pronto y me preguntó si no me llevaba mis cosas. Le dije que primero quería calentar el café y encendí el hornillo. Silvia, sentada al borde de la cama, se puso a arreglarse las uñas. En el pasado se las había arreglado siempre en la mesa. Parecía abstraída y el pelo le caía continuamente sobre los ojos. Entonces daba sacudidas con la cabeza y se liberaba. Yo deambulé por el cuarto y recogí mis cosas. Hice un montón sobre una silla y de repente Silvia saltó en pie y corrió a apagar el café que se derramaba. Luego saqué la maleta y metí las cosas. Mientras tanto, por dentro me esforzaba por recoger todos los recuerdos desagradables que tenía de Silvia: sus futilidades, sus malos humores, sus frases irritantes, sus arrugas. Eso me llevaba de su cuarto. Lo que dejaba era una niebla. Cuando hube acabado, el café estaba listo. Lo tomamos de pie, junto al hornillo. Silvia dijo algo, que ese día iría a ver a un tipo, a hablar de un asunto. Poco después dejé la taza y me marché con la maleta. Afuera la niebla y el sol cegaban •

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