SEMANAL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA DOMINGO 8 DE NOVIEMBRE DE 2020 NÚMERO 1340
Los periodistas deben combatir la mentira y una entrevista con Osama Bin Laden Robert Fisk
1946-2020
Robert Fisk el historiador del presente
Patrick Cockburn y David McKittrick
LA JORNADA SEMANAL
Portada: Rosario Mateo Calderón.
2 8 de noviembre de 2020 // Número 1340
1946-2020. ROBERT FISK, EL HISTORIADOR DEL PRESENTE “Ave de tempestades, entre muchos otros galardones más, Robert Fisk ha obtenido en siete ocasiones el Premio al Periodista Internacional Británico. Doctor en ciencias políticas por el Trinity College de Dublín, merecedor de seis doctorados honoris causa, autor de libros de excepcionales como La gran guerra por la civilización y La era del guerrero, Fisk es referencia obligada en el periodismo mundial”: así define Luis Hernández Navarro a Robert Fisk, el veterano periodista inglés y colaborador de La Jornada, quien murió el pasado 30 de octubre, a los setenta y cuatro años, tras sufrir un ataque al corazón en Dublín. Fisk fue uno de los corresponsales extranjeros británicos más respetados y controvertidos de la era moderna. Su cobertura se enfocó en Medio Oriente, región de la que se le ha considerado un experto insoslayable. La Jornada publicó sus notas, reportajes y columnas de manera regular a partir de 2001. En memoria de este extraordinario periodista y ser humano, reproducimos uno de sus artículos, su entrevista con Osama Bin Laden y textos de David McKittrick y Patrick Cockburn.
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LA POESÍA GUERRERENSE,
DIÁSPORA DE UN MOVIMIENTO Si hay un movimiento poético que represente un trabajo sistemático desde cada una de las aristas del orbe y, al mismo tiempo, la germinación de una diáspora polifacética y rica en su delta, es el del estado de Guerrero en los últimos quince años. La Tarántula Dormida nace en 2001, por iniciativa de Paul Medrano, Erik Escobedo, Ulber Sánchez, Eduardo Añorve, Jesús Bartolo y Carlos Ortiz Zúñiga, también editor del periódico Trinchera, desde 2004, clave para la difusión e impulso de las letras del estado que vio nacer a Ignacio Manuel Altamirano, José Agustín y Raúl Parra, por mencionar tres luminarias históricas. La doctora Gela Manzano Añorve, que compiló dos tomos publicados por eon y la uag en 2014, Reunión de voces nuevas guerrerenses, 19601990 y Vuelo de tigre. Antología de poesía guerrerense, 1940-1960, es una presencia sustancial, al igual que el doctor Camilo Valqui Cachi, en la promoción literaria en la Universidad.
Andrés Cisnegro ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
U
n movimiento crucial para la concreción del panorama actual de la poesía en Guerrero fue la gestión de Oralia Ramírez entre 20062008, detonante para vincular círculos universitarios con el circuito independiente del país. Las primeras sesiones fueron con Max Rojas, luego Máximo Cerdio, Mario Meléndez, Armando Alanís Canales, Guillermo Vega Zaragoza y Marco Fonz. En 2010 se realizó el festival Manifestación del cuerpo a través del arte. De ese contexto surgen Hubert Matiúwàa, que se pronuncia desde la filosofía y lengua de la nación mè’phàà, y Martín Tonalmeyotl, que se ha vuelto eje para conocer la pluralidad poética en lenguas originarias. Es Acapulco Barco de Libros. Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores, coordinado por Antonio Salinas Bautista y Yelitza Ruiz, el catalizador definitivo para potenciar esta nueva gesta de escritores a partir de 2008 y hasta 2017, año en que cambia su nombre a Festival Nacional Acapulco Barco de Libros. Este encuentro fue la continuación de El sur existe, organizado por Humberto Aburto y Angélica Gutiérrez. Aquí, los más jóvenes escritores se vincularon con los que ya tenían una breve trayectoria y los homenajeados, Juan Bañuelos, Ricardo Yáñez, Pura López Colomé, Elsa Cross, entre otros. Iris García Cuevas, Azul Ramos, Edgar Pérez Pineda, Blanca Vázquez, Ramsés Belmar, Charlie Punketo, Natividad Terrazas, Azul Ramos, son importantes para estos tiempos. Poco después surge el Encuentro de Escritores de Pacífico, de mano de Jeremías Marquines, que duró sólo un par de años. Por su parte, Ángel Carlos Sánchez impartía un taller que fue clave para el desarrollo de estas generaciones. Podemos figurar entonces una época dorada alrededor de 2010 en el Acapulco viejo. También hay otros casos. Florentino Solano, que radica en San Quintín, bc, y que junto con Martina Rojas realizan actividades culturales. O el caso de Raymundo Manzanares, que andaba en los convoyes del Metro leyendo sus poemas. Un caso más popular es Julián Herbert quien, como Andrés Acosta, es ya referente nacional. Adriana Ventura y Geovani de la Rosa son un equipo que no deja de ofrecer una crítica desde
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Cadáver abierto a veintisiete voces
su quehacer familiar. Jorge Manzanilla, oriundo de Mochitlán, al igual que Erasmo Nava Espíritu, en un tiempo editó Grietas con Adán Echeverría. René Rueda lo conocí en el Hallazgo y es una pluma fuerte. Recuerdo a Gustavo Zapoteco, Alondra Berber, a una poeta solitaria, Oceana Manzanarez, Ángel Vargas y, por supuesto, a Citlali Guerrero. Zel Cabrera, cercana al trabajo de Abraham Trujillo, es parte de una generación que ocupó el lugar de poesía joven desde el estado. O Edgar Artaud Harry, y su hermano Óscar, como una presencia infrarrealista. Ari j. González y Alexander Tadéuz son de los más jóvenes. Erik Paul Salgado y Gaba Zavaleta fundaron en Iguala Kaleido Revista Literaria, desde un marco autogestivo, y junto con la revista Asalto, de José Luis Zapata, son frutos recientes, en sintonía con Ícaro Ediciones, que funda Ulber Sánchez, en 2020. Esto es sólo una breve muestra de lo que ha catalizado a la más reciente iniciativa de Carlos Ortiz, Paul Medrano y Brenda Ríos, Flecha roja, https://derechalaflecha.wordpress.com/, y que apunta a las promociones emergentes de esta riquísima meseta guerrerense.
En Cruz de Corazón el escuadrón de la muerte rada. Todo iba insólitamente bien. Cuando cumplí ocho años mataron a mi madre. Pablo Infante no lloraba. Papá dijo que no te iba a matar porque eres sangre de su sangre. Cuando llegaron los extraterrestres, todo cambió para ellos. Deseo que mis conocidos mueran, antes que todos los soldaditos de carne y hueso que ahora invaden el mundo. ¿Recordarás mi nombre en la tormenta, o cuando en la montaña cruja el filo de la tarde? Enjabona los cuchillos pensando que no fue buena idea invertir en un cámper de tacos. Cargábamos cubetas como sombreros de agua. La fortuna de Polo era el azar. No hay otro lugar donde la vida viaje en un carruaje de buitres. Nunca tuve un empleo que amara de verdad. Yo era un hombre que mascaba vidrio y no engordaba. Apenas deleznable entre la magnitud esplendorosa. El mundo te piensa en los hemisferios de la ira. –Tranquila, preciosura, cuénteme lo que sea. Encontraron sus huesos en posición fetal. Alguna vez te has sentido tan solo como Andy en el cuadrilátero tirando golpes a un desconocido. Para darte sepultura, a caballo bajaron los de Malina. Papá no tiene cuerpo, no tiene rostro, sólo tiene un nombre. La palabra no se ofrece, no se debe de ofrecer. Les he dicho que en mi herida hay un pueblo muriendo de hambre. En la portada estaba Agustín Lara con su perfil cadavérico. El cadáver de mi madre se ha sentado en la silla que no le corresponde. No te acuerdes que el cielo se hizo añicos. No somos hijos de la chingada sino de la oscuridad y de la muerte l
Cadáver exquisito con versos de Emiliano Arestegui, Analí Lagunas, Ercik Escobedo, José Luis Zapata, Julián Herbert, Abraham Truxillo, René Rueda, Ángel Carlos Sánchez, Federico Vite, Azul Ramos, Adriana Ventura, Yelitza Ruiz, Brenda Ríos, Jesús Bartolo Bello, Ulber Sánchez, Iris García Cuevas, Ángel Vargas, Sandy Robles Tomás, Carlos F. Ortiz, Hubert Matiuwaa, Marillen Fonseca Analco, Martín Tonalmeyotl, Jorge Manzanilla, Edgar Pérez Pineda, Citlali Guerrero, Raymundo Manzanarez, Florentino Solano.
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Luego de la muerte de Robert Fisk el pasado viernes 30 de octubre, el 1 de noviembre de 2020 The Independent reprodujo algunos de sus mejores envíos en treinta años de labor informativa. Publicado originalmente el 17 de enero de 2000, en este artículo Robert Fisk cuestiona por qué tantos corresponsales terminan a menudo como voceros de la propaganda militar cuando cubren guerras.
Detalle de un mural que conmemora el Domingo sangriento, Derry, Estados Unidos.
LOS PERIODISTAS DEBEN COMBATIR LA MENTIRA ¿Q
Robert Fisk ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
uién podría sentirse sorprendido por los informes de que a Mark Laity, el corresponsal de defensa de la bbc, se le ha ofrecido el puesto de segundo al mando del vocero de la otan, James Shea? “No sentí que Jamie Shea me mintiera en absoluto”, anunció Laity. Esto lo dice después de una guerra en la que la otan contó mentirijillas acerca de sus ataques a convoyes de refugiados, del bombardeo en el centro de Prístina, de atacar un hospital de Surdulica, sobre el número de tanques serbios destruidos, y de que –asombrosamente– rehusó contestar las preguntas de una comisión de la onu sobre el uso de municiones de uranio deprimido en el bombardeo a Kosovo. Pero, ¿qué pasa con los corresponsales de defensa que tan a menudo terminan en voceros de la más cruda propaganda militar? Sin duda no es nada nuevo. En la primera guerra mundial, los corresponsales informaban obedientemente sobre niños crucificados por los alemanes en las puertas de las iglesias y de cómo los alegres soldados británicos tomaron la sangrienta batalla del Somme como si fuera cosa de todos los días. De hecho, Jamie Shea escribió su tesis de doctorado acerca de la propaganda británica en la primera guerra mundial. Se deja ver. La otan realizó su campaña de propaganda desde Bruselas como
una tirada populista en la que Shea citó a Shakespeare –“incómoda descansa la cabeza que lleva una corona”– para ilustrar los problemas del líder serbio Slobodan Milosevic, a quien luego llamó Al Capone. Mientras se montaba este teatro encantador, los corresponsales de defensa que se reunían para las conferencias cotidianas eran arcilla en sus manos. Los serbios cometían crímenes de guerra, atrocidades –y de hecho lo eran–, así que, ¿quién osaría criticar a la otan? En realidad, Laity es un tipo simpático, y sus constantes y confiadas apariciones en Bruselas eran un bálsamo para los espectadores de la bbc que, al leer periódicos más críticos, se preguntaban si podría haber algo indebido en una campaña de bombardeos de la otan que comenzó contra cuarteles militares y luego se extendió con promiscuidad hacia puentes, un tren, vías férreas, fábricas, convoyes de refugiados, hospitales y a veces hasta un tanque serbio. Así pues, cuando la otan masacró a docenas de refugiados albaneses en el primero de sus “errores” masivos, Laity sabía de qué lado estaba su juicio. Shea apremió a los periodistas a parar el fuego, a no acusar a la otan de asesinar a los refugiados hasta que no presentara una explicación. No tuvo problemas con Laity. “Entendí desde el principio que aquí había una guerra de propaganda”, reconoció Laity
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más tarde. “Y mi juicio era que los serbios eran muy capaces de crear confusión deliberadamente; sabíamos –y con el tiempo los sucesos lo demostraron sin lugar a dudas– que los serbios mataban un montón de albaneses. Deliberadamente. Así que, si mataban albaneses deliberadamente y podían culpar a la otan a la vez, pues era una especie de doble golpe. Así pues, yo lo que quería era que la gente tomara las cosas con calma.” Sólo después de que algunos periodistas fueron llevados a Kosovo por los serbios, y la evidencia que encontraron –The Independent recogió de la escena las claves de computadora de pedazos de bombas– demostró que la otan era responsable, fue cuando Shea presentó al comandante de los jets estadunidenses que bombardearon el convoy. En su mayoría, nuestros colegas en Bruselas recibieron la línea de la otan y la repitieron al aire como loros. “La otan tiene plena confianza en que atacó un convoy militar”, informó Laity en un principio. Nótese la redacción. No informó que la otan “dijo” tener confianza. Su confianza fue tomada como un hecho, exactamente como Shea quería. Podemos entender los problemas de los corresponsales de defensa, en especial si trabajan para la bbc. No quieren perder sus contactos. “Yo hablaba con buenas personas, no con propagandistas”, diría Laity más tarde acerca de sus fuentes. Si los periodistas se volvían indebidamente escépticos, podrían ser considerados fuera de lugar, cínicos, incluso antipatrióticos. Nada nuevo en eso. Todavía recuerdo cómo un montón de corresponsales intentaron justificar la matanza del Domingo Sangriento en Derry en 1972 repitiendo las mentiras del ejército británico. Lo mismo ocurrió en la Guerra del Golfo de 1992. El Servicio Mundial de la bbc eliminó poco a poco cualquier comentario crítico de su cobertura en el Golfo. Recuerdo haber encontrado un convoy médico del ejército británico, enviado a la frontera de Kuwait sin mapas, a punto de cruzar hacia territorio iraquí ocupado. Un montón de fuerzas especiales estadunidenses, un fotógrafo francés y yo los encontramos cuando intentaban negociar para que los dejaran cruzar la estación fronteriza saudita en Khafji, mientras su comandante –proveniente de Armagh, en Irlanda del Norte– me rogaba usar mi mapa porque no traía uno. Cuando di cuenta de esto, la bbc optó por no entrevistarme. En cambio, dos reporteros fueron al aire para desacreditar mi reporte. “Anecdótico”, dijeron. Uno de ellos era Mark Laity. Tal vez ese es el trabajo de un corresponsal de defensa: presentar el punto de vista del ejército. Por eso –con crueldad, pero, me temo, con veracidad– me referí en este diario al desempeño de Laity como el de “una oveja con piel de oveja”. No he cambiado de opinión. Los corresponsales de defensa fallaron en confrontar a Shea sobre el uso de cartuchos de uranio deprimido, sobre los civiles muertos en el hospital de Surdulica donde se escondían soldados serbios, sobre los informes de testigos de que el piloto de la otan que lanzó cohetes al tren yugoslavo en Gurdulice regresó para un segundo ataque, y sobre la crítica demanda de la otan de que los serbios permitieran que las tropas aliadas cruzaran por Yugoslavia, nación que fue simplemente abandonada al final de la guerra de Kosovo. Ningún reportero en Bruselas preguntó qué protección planeaba dar la otan a la minoría serbia en Kosovo después de la guerra. En su momento, la mayoría fueron “limpiados” por los albaneses a plena vista de la otan. Los reporteros de la cadena británica itv tuvieron muchas más agallas. Quien haya observado la soberbia transmisión de Jonathan Dimbleby en
Estoy en contra de Laity. Estoy en contra de la cultura de la profesión de los corresponsales de guerra, como si su razón de ser fuera ofrecer el lado militar del argumento en vez de desafiar a los poderosos generales sobre un tema en el que se supone que los corresponsales son expertos.
la televisora lwt de esa cadena –desde dentro de Kosovo– puede ver de qué debe tratarse la información televisiva. Su cobertura de las expulsiones de serbios, de la intimidación del Ejército de Liberación de Kosovo a sus propios ciudadanos, y de la incapacidad de la otan de imponer orden, fue todo un modelo. Dimbleby, junto con Keith Graves, de Sky, y otros, tal vez sean lobos en piel de lobo, pero hacen su trabajo, a diferencia de otros entre nuestros colegas durante la guerra. Veamos, por ejemplo, ese tren al que se ve acercarse a velocidad a la vista del bombardero en Gurdulice, demasiado tarde para poder evitar el ataque. ¿Parece que va demasiado rápido para ser un tren eléctrico que corre por un viaducto sobre el desfiladero de un río? En el video que Shea mostró a los chicos de la defensa, parecía moverse a la velocidad del Euros-
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tar. Ahora resulta que la otan aumentó tres veces la velocidad del filme. Los reporteros en Bruselas no se dieron cuenta. Confiaron en la otan. Creían que la otan nunca mentía. El 30 de agosto del año pasado, escasos dos meses después del fin de la guerra de Kosovo, los periodistas de la televisión se reunieron en Edimburgo para debatir su cobertura. Hubo algunos mea culpa y un montón de palmadas en la espalda –los chicos de la tele no se distinguen por su modestia– y, cuando sugerí que la cobertura de la otan había estado en el nivel de una revista militar para hombres, muchos menearon la cabeza. Laity calificó de “diatriba” mis críticas –yo había repetido la descripción de la “oveja”– y trató de justificar la guerra de la otan comparando el número de “errores” con el de ataques “exitosos”, proporción que, según recuerdo, supuestamente ascendía a uno por mil. En algún momento Laity reveló que, en las últimas etapas de la guerra, la otan tomó la decisión táctica de dejar de disculparse por la muerte de civiles en Yugoslavia. Era la primera vez que yo sabía de eso. ¿Por qué no nos lo dijeron en su momento? Pero yo no estoy en contra de Laity. Estoy en contra de la cultura de la profesión de los corresponsales de guerra, como si su razón de ser fuera ofrecer el lado militar del argumento en vez de desafiar a los poderosos generales sobre un tema en el que se supone que los corresponsales son expertos. Los corresponsales de defensa trabajan duro. Recuerdo que Laity dijo que había hecho más de ochocientas transmisiones desde el cuartel de la otan durante el bombardeo; probablemente hizo muchas más en Bruselas, y a bajo costo, desde luego, para sus patrones. Pero luego, con una gran sonrisa, añadió en broma: “Yo era fácil, salía barato.” Informes sobre la propuesta de empleo de la otan a Laity indican que todavía negocia una cifra más alta que las 100 mil libras que se piensa que le han ofrecido. Fácil, tal vez. Pero, sin duda, nada barato l © The Independent Traducción de Jorge Anaya
Refinería de petróleo de Novi Sad devastada tras el ataque aéreo, en una imagen presentada a la prensa por la otan. Tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Bombardeo_de_la_OTAN_sobre_Yugoslavia#/media/Archivo:Novi_ Sad_Petroleum_Refinery_Serbia_1999_Kosovo_War.jpg
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Hombre esencialmente modesto (mantenía guardados en un cajón los diplomas, reconocimientos y premios que obtuvo por su labor periodística a lo largo de su vida), también era conocido por su valentía, su capacidad para expresar, a veces con rudeza pero también con gran empatía, el drama humano del que era testigo, y es, sin duda, una de las figuras más trascendentes del periodismo internacional. Su congruencia y honestidad profesional son motivo de este artículo.
EL PERIODISMO DE
ROBERT
FISK
Valentía, visión y soberbia habilidad como escritor
P David McKittrick ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
ese a que Robert Fisk ganó probablemente más premios prestigiosos que cualquier otro periodista –obtuvo decenas y decenas de ellos–, no los exhibía en su hogar de Irlanda, los conservaba discretamente guardados. Si bien no era un hombre que lo ostentara, se estableció como uno de los más relevantes corresponsales extranjeros británicos cada década desde los años setenta. Si bien hubo muchos otros excelentes periodistas, Fisk se distinguió por su valentía, su visión profunda y su habilidad como escritor, principalmente en el diario The Independent. Era intrépido no sólo al decirle la verdad al poderoso, sino al aventurarse repetidamente en lugares de enorme peligro. Tenía un hogar cerca de Dublín, pero otro particularmente riesgoso en Beirut, donde los reporteros a menudo estaban bajo amenaza de ser secuestrados. Se distinguió desde los años setenta en Belfast, cuando numerosas organizaciones noticiosas se
inclinaban a repetir las a menudo dudosas versiones oficiales de muchos incidentes controversiales. Fisk verificaba y reverificaba todo, en su negativa de aceptar simplemente lo que las autoridades afirmaban, y ello causaba mucha molestia al gobierno británico y su ejército. En cierto sentido, nunca se fue de Irlanda. Escribió dos libros sobre ese país y compró un espléndido hogar con vista al mar en Dalkey, justo al sur de Dublín, al que volvía a menudo. Más tarde, después de tener su base en Beirut por años, añadió a su casa muchos toques de Medio Oriente, región que lo fascinó, con su inseguridad y recurrentes conflictos violentos. Llegó ahí por primera vez a principios de los años ochenta, cuando fue testigo de innumerables explosiones, enfrentamientos civiles y escenas espantosas. Decidió que se quedaría. Fue uno de los primeros reporteros en entrar a los campamentos de Sabra y Chatila, donde fueron masacrados cientos de palestinos.
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Esto no es una película Se volvió conocido por su disposición a aventurarse en áreas peligrosas y por su manera de escribir, que era a veces controversial, a veces brutal. No mantenía en secreto su visión personal cuando escribía y hablaba de su compasión hacia los que veía ser víctimas de asesinato, al tiempo que se convirtió en un frontal crítico de Estados Unidos e Israel.
“Los israelíes lo vieron y no hicieron nada”, escribió. “Con otros dos colegas entré a los campamentos antes de que los asesinos terminaran de cometer sus crímenes de guerra. Me escondí con un reportero estadunidense en el patio trasero de una choza, al lado de una joven recién ejecutada. Trepé por encima de pilas de cadáveres. Esa noche quemé mis ropas porque olían a descomposición.” Después de unos años cambió The Times por The Independent y se radicó en Beirut, pero viajaba a lo largo y ancho de toda la región. Se volvió conocido por su disposición a aventurarse en áreas peligrosas y por su manera de escribir, que era a veces controversial, a veces brutal. No mantenía en secreto su visión personal cuando escribía y hablaba de su compasión hacia los que veía ser víctimas de asesinato, al tiempo que se convirtió en un frontal crítico de Estados Unidos e Israel. Adicionalmente a sus cientos –quizás miles– de reportes periodísticos, también se sumergió en la historia de Medio Oriente, en su política y cultura, y produjo un número sustancial de libros. Cuando le pregunté sobre quedarse en su hogar en Irlanda, en una ocasión que estábamos rodeados de pilas de los manuscritos que estaba a punto de entregar a su editor, le sugerí que tomara las cosas más a la ligera. Me sonrió y dijo: “Sólo tengo que escribir otros dos libros grandes.” No creo que los haya terminado. Otra parte importante de su vida se desarrollaba cuando era presionado a dar charlas sobre Medio Oriente en muchos países. Cuando comenzó a hacerlo, el clamor por boletos era enorme; a menudo Fisk atraía concurrencias de más de mil personas. En un evento en Dublín hubo mil 200 asistentes. A Robert Fisk le sobrevive su esposa, la cineasta y activista de derechos humanos Nelofer Pariza. Robert Fisk nació el 12 de julio de 1946 y falleció el 30 de octubre de 2020 l © The Independent Traducción de Gabriela Fonseca
Hace unos días, la edición 15 de DocsMX, Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, exhibió This Is Not a Movie [Esto no es una película], un documental sobre la extraordinaria labor periodística de Robert Fisk en Medio Oriente.
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irigido por el cineasta canadiense Yung Chang, el documental This Is Not a Movie “sigue a Fisk a través de distintos lugares de la geografía bélica contemporánea, lo mismo en su hogar en Líbano que en el frente de Siria, o en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila”, según refiere Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión de este diario, quien agrega: “Fisk recomienda a los periodistas que cubren una guerra por primera ocasión, mantener los ojos abiertos. Les dice: No es Hollywood. Esto no es una película. Te pueden matar. Si has visto películas, por muy sangrientas que parezcan, no es así. Ten cuidado y sé sensato. No corras riesgos de héroe: nadie se preocupará por ti y, de todos modos, no se grabará. This Is Not a Movie, el nombre con que el filme fue bautizado, sintetiza este consejo.” This Is Not a Movie captura la trayectoria profesional de Fisk y sus reflexiones sobre el periodismo y los periodistas, atravesadas por cuarenta años de historia mundial. El documentalista sigue a Fisk a través de distintos lugares de la geografía bélica contemporánea, lo mismo en su hogar en Líbano que en el frente de Siria, o en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila o en Israel y los territorios palestinos ocupados. Mezcla este recorrido con gran número de archivos de película del joven reportero en Irlanda del Norte a principios de la década de los años noventa. Nos muestra así, en el terreno de los hechos, cómo el periodista se abre paso entre pólvora, dolor y confusión. Fiel a su decisión de no hablar sobre su vida personal, la película se limita a mencionar que está casado con una periodista y a algunas referencias sobre su padre, un exsoldado británico que peleó en la primera guerra mundial. Así lo ha hecho en todas las entrevistas periodísticas que ha dado. En ellas nunca habla de su vida privada, por una sencilla razón: es privada. Esa fue la regla que ha seguido desde que cubrió el conflicto de Irlanda del Norte y aun antes. Los periodistas –dice Fisk en el documental– tienen el deber de garantizar que la historia no la escriban los políticos. Según él, es una tontería suponer que los reportajes no deben adoptar una posición moral y que los reporteros no deben, como mínimo, desafiar las narrativas de poder, que generalmente son distorsiones de la verdad. Rechaza el concepto de que la medida definitiva para presentar la información sea dar un falso equilibrio a las historias. Para él, no es adecuado que un periodista haga un puntaje neutral de los eventos en una situación de conflicto, sin tener en cuenta la historia o las diferencias de poder entre oprimidos y opresores. Sostiene
que el argumento de que las opiniones de un propietario de esclavos sobre la trata de esclavos deben incluirse en una historia para lograr que ésta sea justa y precisa, es moralmente absurdo. Igual ocurre con las opiniones de un nazi en una historia sobre el exterminio de judíos. Para explicar esta posición en el documental, Fisk utiliza el ejemplo de la masacre de Sabra y Chatila, en 1982, donde al menos mil 390 palestinos y chiítas libaneses fueron asesinados por una milicia de un partido libanés de derecha, aliado de Israel. Él estaba entonces allí. “No pasé mi tiempo dando el mismo tiempo a los asesinos. Hablé con los familiares de los muertos y traté de averiguar las identidades de los muertos… Mi sentimiento es que debes ser neutral e imparcial, pero imparcial del lado de los que sufren”, dice a las cámaras. Crítico de las redes sociales, sus columnas y reportajes tienen como característica fundamental estar escritos con información de primera mano, recogida en el lugar de los hechos. En This Is Not a Movie afirma categórico: “No estoy informando lo que alguien dijo en YouTube. Si no se va a la escena, no se puede llegar a la verdad. Según él, el problema que ha surgido con la tecnología es que mucha gente a la que le gustaría ser periodista cree que es suficiente leer en internet. No lo es, porque eso provoca que lo que creen que sucede no tenga nada que ver con lo que en realidad acontece.”
“Saber qué hay debajo de las brasas” Sin embargo, para él no es suficiente que el reportero esté allí. “Creo mucho que no se puede informar de una guerra o ir a una guerra –asegura– sin al menos un buen libro de historia en el bolsillo trasero... sin saber qué hay debajo de las brasas, no se sabe por qué arde el fuego”. Formidable lección sobre la relación entre fuego y brasas en el periodismo y la historia contemporánea de Medio Oriente, This Is Not a Movie es un documental de gran actualidad en el México de hoy l
LA JORNADA SEMANAL
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Robert Fisk,el h Treinta años de reportero, incansable viajero de mirada acuciosa, lúcida y siempre bien informada ante innumerables crisis y guerras, sobre todo en Medio Oriente; periodista valiente sin ser temerario que “no daba nada por sentado y con frecuencia despreciaba a quienes lo hacían” y una gran entereza, entre muchas otras cosas lo hicieron un “historiador del presente”, como lo llama aquí Patrick Cockburn al evocar la carrera y los grandes atributos de Robert Fisk (19462020), su amigo y colega británico recientemente fallecido.
Patrick Cockburn ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
C
onocí a Robert en Belfast, en 1972, en el clímax del conflicto en Irlanda del Norte, cuando él era corresponsal del Times de Londres y yo escribía mi tesis de doctorado sobre historia irlandesa en la Universidad de la Reina. Yo daba también mis primeros pasos tentativos en el periodismo, mientras él ganaba rápidamente fama como un reportero meticuloso y sumamente informado, que tomaba con escepticismo –e investigaba con rigor– las afirmaciones de todos los partidos, fueran hombres armados, oficiales del ejército o funcionarios del gobierno. Nuestras carreras avanzaron en direcciones paralelas porque estábamos interesados en los mismos temas. Fuimos ambos a Beirut a mediados de la década de 1970 para escribir sobre la guerra civil libanesa y las invasiones israelíes. A menudo informábamos sobre los mismos sucesos sombríos, como la masacre de palestinos en Sabra y Chatila por milicianos cristianos apoyados por Israel, en 1982, pero por lo regular no viajábamos juntos porque, además de que a Robert le gustaba trabajar solo, escribíamos para diarios en competencia. Cuando llegamos a viajar juntos durante las guerras, siempre me impresionó la disposición de Robert a correr riesgos, pero sin temeridad, asegurándose de que tuviéramos un conductor de confianza y que el auto contara con gasolina no rebajada con agua. Una razón por la que logró tantas primicias periodísticas –como averiguar sobre la matanza de 20 mil personas por Hafez el Assad en Hama, Siria, en 1982– fue porque era un viajero incansable. Un amigo recuerda: “Era la única persona que he conocido que podía, casi sin esfuerzo, hacer epigramas sobre las aldeas del sur de Líbano al mismo tiempo que pasaba por ellas en automóvil”. Sin embargo, había una razón sumamente seria por la que visitaba esas aldeas. Cuando era yo corresponsal en Jerusalén, en la década de 1990, esos poblados fueron blanco en repetidas ocasiones de ataques aéreos israelíes, que según los militares estaban dirigidos exclusivamente contra los “terroristas”, por lo que, si había muertos o heridos, invariablemente se les describía como hombres armados que merecían su destino. Casi nadie verificaba si era cierto, excepto Robert, quien viajaba a esas aldeas devastadas e informaba con gráfico detalle sobre los cuerpos de hombres, mujeres y niños, y entrevistaba a los sobrevivientes. Robert estaba a sus anchas en Beirut, con su atmósfera de libertad y cierta anarquía, un lugar siempre en el filo de la navaja y con pobladores – libaneses, palestinos, exiliados de todo tipo– que eran sobrevivientes de nacimiento, aunque a veces las probabilidades en su contra eran demasiado grandes. Tenía una simpatía natural por sus sufrimientos y una rabia contra quienes los infligían. Su simpatía no se limitaba a las víctimas del presente:
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historiador del presente durante décadas escribió acerca del genocidio armenio, perpetrado por los turcos otomanos durante la Primera Guerra Mundial. Publicaba diarios y documentos sobre el asesinato en masa de armenios, relatos que otros corresponsales sentían que había que dejar a los historiadores. Pero Robert era mucho más que un periodista que catalogara los sucesos y flagelos del presente. Fue un historiador además de reportero, que escribió, entre muchos otros libros, La gran guerra por la civilización: la conquista de Medio Oriente. Yo nunca terminé el doctorado en Belfast porque la violencia se volvió demasiado intensa para hacer trabajo académico, pero Robert obtuvo su doctorado en el Trinity College con su tesis sobre la neutralidad irlandesa en la Segunda Guerra Mundial. Lo que quiero decir es que él era mucho más que una persona que cubría “las noticias”, puesto que si su periodismo –con todas sus exclusivas y revelaciones– tenía tal profundidad era porque él era, en muchos aspectos, “un historiador del presente”.
También, por supuesto, era un magnífico reportero que bullía con energía nerviosa, a menudo balanceando su peso de un pie al otro, cuaderno en mano, mientras interrogaba a las personas y ahondaba en lo que en verdad había ocurrido. No daba nada por sentado, y con frecuencia despreciaba a quienes lo hacían. No inventó aquel viejo dicho de periodistas de que “nunca creas nada hasta que sea desmentido oficialmente”, pero se inclinaba a creer en su mensaje de escepticismo. Sospechaba de periodistas que cultivaban fuentes diplomáticas y “oficiales” que no podían nombrarse y en cuya veracidad se nos invitaba a confiar. Algunos han respondido a sus críticas con perplejidad y resentimiento: durante la contrainvasión de Kuwait en 1991, dirigida por Estados Unidos, un periodista estadunidense “incrustado” se quejó de que Robert informaba indebidamente sobre los acontecimientos, cuyo conocimiento debía estar confinado a un pool de corresponsales que habían / PASA A LA PÁGINA 10
El comienzo de la guerra entre los musulmanes y Estados Unidos Esta entrevista fue publicada por primera vez el 10 de julio de 1996, tras el segundo encuentro que Robert Fisk sostuvo con Osama Bin Laden, quien muy pronto se convirtió en el rostro global del terrorismo. Fisk escuchó sus escalofriantes amenazas contra Occidente. Tras la muerte de Robert Fisk, el pasado viernes 30 de octubre de 2020, The Independent reproduce algunos de sus mejores despachos, durante sus treinta años como reportero.
Robert Fisk |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Entrevista con Osama Bin Laden ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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sama Bin Laden, el más feroz opositor al régimen saudita y a la presencia de Estados Unidos en el Golfo, ha advertido a Gran Bretaña que debe retirar a sus hombres de Arabia Saudita si desea evitar que corran la misma suerte de los diecinueve estadunidenses asesinados por un camión bomba en el reino, el mes pasado. En entrevista con The Independent en una remota área montañosa en la provincia de Nangarhar, Afganistán, a la que regresó desde Sudán con cientos de guerrilleros árabes mujaidines, el disidente saudita de cuarenta años declaró que el asesinato de los estadunidenses marcó “el comienzo de la guerra entre los musulmanes y Estados Unidos”. A pesar de no admitir ninguna responsabilidad personal por los bombardeos, que hicieron temblar a los vulnerables, pero ricos en petróleo, estados de la península arábiga, Bin Laden insistió en que matar a los estadunidenses en Kho/ PASA A LA PÁGINA 10
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recibido sanción oficial. Otro periodista estadunidense con sede en Londres me dijo, a principios de la década de 1990, que Robert era un magnífico escritor y reportero, pero que le había sorprendido la cantidad de sus colegas que torcían el gesto cuando se mencionaba su nombre. “He pensado en eso”, me dijo, “y creo que 80 por ciento de la razón es pura envidia de parte de ellos.” Nos vimos con más frecuencia cuando ambos ingresamos a The Independent, Robert en 1989 y yo en 1990, en vísperas de la primera Guerra del Golfo. Yo estuve en Irak durante la mayor parte de la guerra y Robert en Kuwait. Más de doce años después nos reunimos en Bagdad, después del derrocamiento de Saddam Hussein, y viajamos juntos a través del desierto hacia Jordania. Recuerdo que nos detuvimos largo tiempo en el lado jordano de la frontera porque Robert había recuperado, entre los escombros de una estación de policía en Basora, en el sur de Irak, un archivo con poemas laudatorios escritos al feroz jefe policiaco de Saddam en esa ciudad por sus subalternos, con ocasión de su cumpleaños. Algunos funcionarios jordanos creían que esas cobardes ofrendas eran hilarantes, pero a otros les parecieron misteriosas y nos mantuvieron horas esperando en el destartalado puesto fronterizo mientras recibían permiso oficial para dejarnos cruzar. Conforme envejecimos, nos acercamos más. Tuvimos dudas similares acerca del resultado
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bar (Dhahran) hace poco más de dos semanas demostró lo profundo que es el odio en Arabia Saudita por los estadunidenses. “No hace mucho, aconsejé a Estados Unidos retirar a sus tropas de Arabia Saudita”, dijo. “Ahora le daré el consejo a los gobiernos de Gran Bretaña y Francia de sacar a sus tropas, porque lo que ocurrió en Riad y Khobar demostró que la gente que hizo esto tiene que entender profundamente la situación al elegir a sus objetivos. Golpean a su principal enemigo, que es Estados Unidos. No mataron a enemigos secundarios ni a sus hermanos en el ejército o la policía de Arabia Saudita… Doy este consejo al gobierno británico.” Bin Laden, cuya inmensamente rica familia permanece, en su mayor parte, leal al rey Fahd, ha sido acusado por gobiernos occidentales y árabes de “financiar un ejército islámico internacional”, de entrenar a combatientes opuestos a los gobiernos de Argelia y Egipto, así como al saudita. En su larga y sombría entrevista, expresó desprecio por la monarquía saudiárabe por fracasar en obedecer la ley islámica sharia, y agregó que lo “malvado” en Medio Oriente surgió de los intentos de Estados Unidos de apropiarse de la región, y de su apoyo hacia Israel. Mi viaje hasta él me llevó a atravesar miles de poblados devastados y territorios en las montañas rocosas en las que él alguna vez combatió a los invasores soviéticos. La travesía culminó en una remota aldea donde decenas de mujaidines vestidos con ropas afganas, montaron guardia mientras su líder hablaba, ataviado a la usanza saudita, y sentado al lado de sus dos hijos adolescentes: Omar y Saad. Bin Laden reveló que llegó desde Sudán el 18 de mayo con sus combatientes, después de que sau-
También, por supuesto, era un magnífico reportero que bullía con energía nerviosa, a menudo balanceando su peso de un pie al otro, cuaderno en mano, mientras interrogaba a las personas y ahondaba en lo que en verdad había ocurrido. No daba nada por sentado, y con frecuencia despreciaba a quienes lo hacían. No inventó aquel viejo dicho de periodistas de que “nunca creas nada hasta que sea desmentido oficialmente”, pero se inclinaba a creer en su mensaje de escepticismo.
benéfico de la llamada primavera árabe de 2011, pues habíamos visto que un optimismo similar sobre la invasión de Irak en 2003 produjo un paroxismo de violencia. Ninguno de los dos creía que Bashar el Assad y su régimen fueran a caer, en un tiempo en que eso era sabiduría convencional entre los políticos y los medios. Sugerir cualquier cosa en contrario lo etiquetaba a uno de inmediato como partidario de Assad. Lo razonable era pasar por alto esas diatribas, pero Robert y yo solíamos aconsejarnos uno al otro no reaccionar de más y, por tanto, dar alas a algunas versiones crudamente mendaces. En los quince años pasados, hablamos casi una vez por semana acerca todo, desde el estado del mundo hasta el de nosotros mismos, complementando las llamadas telefónicas con mensajes periódicos de correo electrónico. Una vida empleada en describir crisis y guerras lo hizo más filosófico sobre la pandemia del coronavirus que a quienes tenían menos experiencia directa de las calamidades. En uno de los últimos correos que recibí de él, escribió: “La covid-19, a menos que se convierta en un tigre, será vista como un riesgo más para la vida humana, como los accidentes de automóvil, el cáncer, la guerra, etc. Los humanos no necesariamente combaten la enfermedad con dolor y justicia. Se limitan a sobrevivir y seguir tirando, pese a todo.” l © The Independent Traducción de Jorge Anaya
ditas y estadunidenses presionaron al gobierno militar de Jartum a expulsarlo. Afirmó que llevaría a cabo una campaña desde Afganistán para instaurar un “verdadero” Estado islámico bajo la ley de la sharia en Arabia Saudita que, afirmó, se ha convertido en “una colonia estadunidense”. Cuando le pregunté si estaba declarando la guerra a Occidente respondió: “No es una declaración de guerra; es una descripción real de la situación. Esto no significa declarar la guerra contra Occidente y su gente, sino contra el régimen estadunidense que está en contra de todo musulmán.” Mientras hablaba, egipicios, sauditas, argelinos y afganos armados patrullaban esa noche los campos que nos rodeaban, su presencia se hizo evidente por la luz de una sola, silbante, lámpara de gas. En un momento dado, Bin Laden interrumpió nuestra conversación para orar junto con sus compañeros árabes, en un tapete de mimbre extendido en el campo. Cada tantos minutos, podían escucharse disparos provenientes de las montañas al este. “La explosión en Khobar –indicó– no fue una reacción a la ocupación estadunidense, sino el resultado de la conducta de Estados Unidos contra los musulmanes, su apoyo a los judíos en Palestina y las matanzas de musulmanes en Palestina y Líbano; en Sabra y Chatila y Qana, y en la conferencia antiterrorista en Sharm el Sheij.” El regreso de Bin Laden a Afganistán, tras cinco años y medio en Sudán, marca una nueva etapa en la campaña de la Organización de Consejo y Reforma. Acusó a la familia real saudita de prometer leyes de la sharia mientras permitía que Estados Unidos “occidentalizara Arabia Saudita y desangrara nuestra economía”. Culpó al régimen sau-
dita de gastar 25 mil millones de dólares para apoyar a Saddam Hussein en la guerra de Irak contra Irán, y otros 60 mil millones de dólares para financiar a ejércitos occidentales en la guerra contra Irak en 1991, “comprando equipo militar que no es necesario ni útil para el país, y adquiriendo aviones a crédito”, al tiempo que se creaba desempleo, impuestos más elevados y la bancarrota de la economía. “El lugar más seguro en el mundo para mí es Afganistán”, sostuvo. Cuando sugerí a Bin Laden que Afganistán no era el “lugar más seguro”, sino el único, desde el cual podía lanzar su campaña contra el gobierno saudita, él y algunos de sus combatientes estallaron en carcajadas. “Hay otros lugares”, respondió. ¿Acaso quiso decir Tayiquistán?, le pregunté. ¿O Uzbekistán? ¿O Kazajistán? “Hay varios lugares donde tenemos amigos y hermanos cercanos –podemos encontrar refugio y seguridad con ellos”, afirmó. Cuando le pregunté si ya era un hombre buscado, desestimó mi comentario con desprecio. “El peligro es parte de nuestra vida… ¿no se ha dado cuenta que llevamos diez años luchando contra los rusos y la kgb? Cuando combatíamos a los rusos en Afganistán, 10 mil sauditas se unieron a la guerra durante un período de diez años.” Osama bin Laden claramente cree que representa el más formidable enemigo del régimen de Arabia Saudita y de la presencia de Estados Unidos en el Golfo. En ambas cosas probablemente está en lo cierto, pues ambos países así lo consideran l © The Independent Traducción de Gabriela Fonseca
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EL REGRESO DE LA SEÑORITA ETCÉTERA La señorita etcétera, Arqueles Vela, El Colegio de México, México, 2020.
E Evodio Escalante |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
mpieza a circular en estos días una edición facsimilar que preparó Rose Corral de la ya casi centenaria novela de vanguardia de Arqueles Vela, La señorita etcétera (México, El Colegio de México, 2020). Aunque se trata de una rigurosa edición académica, el volumen merece destacarse no sólo porque se anticipa a la conmemoración y propone nuevas lecturas de la misma, sino porque al rescatar por primera vez las características editoriales del original nos permite retrotraernos a diciembre de 1922, el annus mirabilis de las vanguardias, con una ventaja adicional: esta reproducción restituye no sólo la portada original y los anuncios de autos, del “agua mineral Tepeyac” o de cámaras fotográficas que conocieron los lectores de principios de siglo, sino un par de textos que formaban parte del paquete original pero que todos desconocíamos en virtud de que leímos el texto de Vela en antologías o ediciones “literarias”. Nos perdimos, así, de un breve pero estratégico Prólogo de Carlos Noriega Hope, el director de El Universal Ilustrado, lugar donde primero apareció el texto formando parte
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variedades de su tiempo. El propio Noriega Hope y algunos de sus colaboradores cercanos, como Francisco Zamora (que se firmaba Jerónimo Coignard) parecen haberse contagiado de la sintaxis extraña y evanescente de Arqueles Vela. Por lo demás, y me parece algo digno de señalarse, Arqueles Vela resulta ser a la postre el más prolífico de los autores de este movimiento. Más allá de sus textos del período estridentista (que van de 1922 a 1927), Arqueles Vela continúa publicando novelas y de modo particular trabajos de estética y de crítica literaria. Entre estos últimos me gustaría destacar Historia materialista del arte (1936), El arte y la estética. Teoría general de la filosofía del arte (1945), Teoría literaria del modernismo (1949), Literatura universal (1951), Fundamentos de la literatura mexicana (1953) y Análisis de la expresión literaria (1965). No está por demás indicar que en un par de ocasiones Vela “reniega” del estridentismo, y de otras corrientes de vanguardia, como el ultraísmo y el creacionismo, a las que francamente considera como muestras de “una clase burguesa en descomposición”. Tal cual. Desde hace mucho he llegado a la convicción que La señorita etcétera de Arqueles Vela no sólo responde a los acelerados cambios que se vivían en México a partir del triunfo de la Revolución y de los crecientes procesos de modernización que ella misma propició. La figura disolvente de la mujer moderna, que se ocupa de los teléfonos o de los servicios de belleza, pero que también ingresa a los caserones fabriles como parte de la “fuerza de trabajo”, lo que las incita a cortarse los cabellos y adoptar en su forma de arreglarse y de vestirse nuevas figuras de la modernidad (de entonces vienen las “flappers” y las “pelonas”), provoca en los hombres de la época emociones difíciles, algo así como una angustia existencial poco digerible. De aquí ese personaje femenino inasible, de cierto modo amenazante, pero también anónimo que se desdobla y adopta múltiples personalidades en la novela de Arqueles Vela, quien detectó mejor que nadie las vibrantes emociones de aquella modernidad, y le puso un nombre no superado, por su capacidad de difuminarse y disolverse en el aire: etcétera l
de la llamada “Novela semanal”, y de una pequeña fantasía periodística colocada a modo de colofón y que escribió el propio Vela, aludiendo a su condición de trabajador asalariado en un periódico burgués. Mientras que Noriega Hope asegura que su suplemento es ecléctico y que su distintivo es alejarse de todo “partidarismo literario” (una forma sutil de aludir a lo que hoy llamaríamos “mafias”), Vela trabaja lo que tendría ser que ser una “entrevista periodística” y la convierte en un disfrutable texto de ficción que también es una protesta implícita en contra de la actualidad de la noticia que promueve el periódico. Rose Corral, por lo demás, no sólo convida a la investigadora Yanna Haddatti a que contribuya con un estudio, también incluye generosos “Anexos” que le permiten añadir una “ficha de presentación” del propio Vela, que había permanecido inédita (con sentido del humor en ella declara el estridentista que “vive de una mujer y muere por todas”), y recolecta con buen tino una serie de textos aparecidos también en el periódico, todos ellos verdaderas piezas de valor literario. Una de la joyas de esta recopilación, dicho sea de paso, es una supuesta “entrevista” que le hace Vela a Alfonso Reyes, a quien los jóvenes vanguardistas de aquel entonces consideraban “uno de los suyos”. De nuevo, el escritor nos sorprende con una “moneda falsa”; la “entrevista”, sin dejar de serlo –Reyes en efecto se encontraba en Ciudad de México llamado por el presidente Álvaro Obregón, a objeto de conferirle una misión diplomática con el Rey de España– se transforma en un retrato psicológico y en una deliciosa estampa donde lo que domina es la imaginación. Literatura antes que periodismo. Lo sorprendente no es tanto que Vela se arriesgara a hacerlo, sino que contara con la anuencia y la complicidad del director de la revista. Me resulta imposible comentar cada uno de los hallazgos que Rose Corral ofrece a los lectores. Sí puedo asegurar que, mejor que un libro o una plaquette, mejor que un texto literario sobre el que puede cebarse la pasión de los eruditos, lo que esta edición pone en nuestras manos es un artefacto o un dispositivo de naturaleza cultural, una suerte de bomba explosiva de acción retardada capaz de levantar nuevas tolvaneras a casi un siglo de su primera irrupción. La prosa, ya lo sabemos, suele tener más lectores que la poesía. Los poemas de Maples Arce, algunos magistrales como Urbe. Super-poema bolchevique en cinco cantos, lo mismo que los poemas de Germán List Arzubide y Salvador Gallardo, que contribuyeron a cambiar el panorama poético de México, quizás no tuvieron tanto impacto como los textos en prosa de Arqueles Vela, que además aparecían en lo que era el mejor suplemento de
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En nuestro próximo número
ARTE, PATRIOTISMO Y RELIGIÓN: SEMANAL LA PINTURA DE NATALIA GONCHAROVA SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA
Arte y pensamiento
LA JORNADA SEMANAL 8 de noviembre de 2020 // Número 1340
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Artes visuales / Germaine Gómez Haro germainegh@casalamm.com.mx
X aniversario del Museo Objeto del Objeto, modo.
Izquierda: Exposicion México a color. Diseño nuevas generaciones, 2019. Derecha: Exposición Mexicalidad. Diseño nuevas generaciones, 2018.
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Para Bruno, con mi admiración
l Museo Objeto del Objeto (modo) abrió sus puertas en 2010 en la encantadora casona Art Nouveau ubicada en Colima #145, colonia Roma Norte. Desde sus inicios despertó la curiosidad del público por su original vocación: presentar exhibiciones del acervo de más de 150 mil objetos variopintos reunidos por el coleccionista Bruno Newman a lo largo de cinco décadas, que documentan la vida cotidiana en México desde principios del siglo xix hasta el presente. Lo que comenzó como la afición de un adolescente se convirtió en una pasión de vida: el ojo avezado y sensible de Newman –destacado empresario del medio de la comunicación y reconocido filántropo– recontextualiza, a través de su colección, toda suerte de objetos que para otros serían simples chácharas, para devolverles su brillo de antaño y construir con ellos un fresco de tiempos perdidos, recobrados desde la mirada nostálgica del presente. El modo ha presentado a la fecha veintiocho exposiciones de temas tan variados como el rock en México, el futbol, la propaganda política, el diseño mexicano actual, erotismo, bebidas mexicanas, objetos fotográficos, la lucha libre, historia de las colonias Roma y Condesa, entre otras. Actualmente se presenta la primera muestra tras el confinamiento: Centro histórico, corazón de México.
Paralelo a su programa de exhibiciones, cabe resaltar los proyectos de responsabilidad social que este museo ha desarrollado. Paulina Newman, directora de la institución, nos comenta en entrevista telefónica acerca de esta encomiable labor: “Los primeros tres años estuvimos enfocados en organizar exposiciones de calidad, con contenidos relevantes e investigaciones que nos permitieran insertarnos en el mundo museístico tan amplio de esta ciudad. Pero muy pronto nos dimos cuenta de que había otros públicos a los que queríamos llegar. Fue así como decidimos salir de nuestras paredes y nos dirigimos a los asilos, porque nuestra colección apela mucho al sentimiento de nostalgia en la gente mayor. Les llevamos actividades muy bien planeadas y estructuradas que evocaran recuerdos y emociones a los adultos mayores a través de toda una dinámica. Cuando vimos lo bien que funcionaban nos fuimos con los niños a las casas-hogar y luego pensamos en los albergues para migrantes en los que ofrecemos el taller Los objetos de mi maleta. También tenemos un programa con la Escuela Secundaria núm. 18 que está a unos pasos del museo, y les damos un taller vespertino cada martes en el que se abordan temas de índole social que tienen que ver con nuestra exposición en turno. Por ejemplo, durante la muestra Bebidas mexicanas se trató el tema de prevención
de adicciones; en la del futbol se abordó el trabajo en equipo y logro de metas; en la de Erotismo se habló de temas de salud sexual, y así le vamos buscando y encontrando diálogos pertinentes con los chavos de la secundaria. Otro programa interesante que hacemos con el artista Ricardo Caballero es en los penales psiquiátricos de hombres y mujeres. El proyecto de responsabilidad social me encanta y estamos muy orgullosos, porque ha hecho que el modo crezca mucho como institución.” También han llevado sus muestras al interior de la República, como fue el caso de la muestra sobre futbol que llegó al espléndido Museo Arocena en Torreón, e inclusive han viajado al extranjero: “Llevamos la exposición Mexicalidad a Estados Unidos, porque nos interesa mucho dar a conocer cómo han respondido nuestros jóvenes diseñadores a los retos actuales y mostrar que la mayoría de sus trabajos tienen un trasfondo social importante, ya sea en cuanto al uso de materiales reciclables o de reuso, y sus colaboraciones con artesanos e inclusive con los presos en las penitenciarías. Es una manera de mostrar al exterior una buena cara de México entre tantas malas noticias.” El modo es un museo muy singular en el que la frescura y el espíritu lúdico atrapan al visitante en cada exhibición. Enhorabuena en estos primeros diez años y larga vida al modo l
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Arte y pensamiento
Tomar la palabra / Agustín Ramos
Pero no me dejan vivir AVISO A SU casa que viene llegando. Viene, como siempre, a salvarme la vida con su sombra de palmera, flexible y sólida. Me urge mandar por internet una conferencia, y mientras el video cruza el puente virtual ella pone Waterfall of Wisdom de Fia Forsström, cantante sueca que acaba de escribir en su portal: “No fueron brujas las que ardieron…” Tenían belleza física o intelectual o algún bien o alguna habilidad sobresaliente: no eran brujas, eran mujeres. Con ese fondo discutimos la facilidad para encontrar de todo en la web, lo difícil de enviar un video de cincuenta minutos como éste, el riesgo de que el banco te retenga un depósito y se conceda treinta días para resolver si te lo devuelve. Empieza a oscurecer cuando me explica cómo funciona la aplicación de botón de alarma compartida por ella con parientes y amistades. –¿Esto es la vida? Ahora no necesitas ser bruja ni hermosa ni dueña de nada, sólo con ser mujer, anciana o recién nacida, estás en riesgo. Siempre. El promedio diario de asesinatos de mujeres en México es de once. Era de diez (con noventa y siete por ciento de impunidad), pero como van las cosas no dudes que también este porcentaje haya crecido… No me han matado pero no me dejan vivir –iba a decirlo furiosa, con orgullo, sin embargo la dobla un ventarrón de angustia. Ya está muy oscuro cuando completamos el envío. Llamo a su casa para avisar que va de regreso, y mientras espero la confirmación de que llegó con bien vuelvo a escuchar a Fia: Hay cascadas de saber en la yema de tus dedos si los extiendes un poco. Sin estar exentos de turbiedades y turbulencias, los movimientos feministas tienden por lo general a la autogestión y por necesidad son refractarios a anteponer el interés de una al de todas, la personalidad caudillista a la dirección colectiva. De todos los movimientos el de ellas es el más grande al ir forjando un sujeto social consciente de sus intereses (vida y libertad, fundamentalmente), pero las funciones principales del Estado no son ni la vida ni la libertad sino el orden que salvaguarda la propiedad privada en proporción directa a la cuantía, y la legalización de la explotación: conservar el statu quo, la inercia del endeudamiento, el extractivismo, el ecocidio, el individualismo masificante, la cultura de muerte, enajenación y control. El Estado sataniza las fuerzas que lo contradicen, las trivializa; simula, condesciende, tergiversa, adultera o –en sus representaciones más grotescas y sutiles– infiltra, sabotea, reprime, desaparece... El Estado se revela en el nado del Poder Ejecutivo actual a contracorriente del latrocinio y la guerra impuesta, pero también en las gaseosas instituciones garantes del derecho, en la metástasis de un progreso económico saludable e idóneo para la impunidad, en fuerzas que debieron ceder –por ahora y con amagos– la cuota mínima de gobernabilidad. El Estado es un elefante artrítico y espantadizo que compite con el ornitorrinco antediluviano de canto de jilguero y aguijón de alacrán. ¿Ejemplos? Emilio Lozoya Austin no pisa la cárcel ni para firmar su libertad condicional pero arrestan en chinga a dos yutuberos por cargos falsos y erróneos. El anónimo de a pie está bajo sospecha por ser asalariado, semiempleado o desempleado, pero Carlos Loret de Mola comete ante millones de televidentes una chicana más contra su víctima presa desde hace catorce años. La mujer da con el asesino de su hija pero éste –feminicida confeso y comprobado– es unánimemente absuelto porque la confesión perdió peso y el caso, ante los cien mil rezagos, se cierra con su asesinato filmado por la cámara instalada a las puertas del gobierno de César Duarte. El Congreso de Hidalgo es aplastantemente morenista pero no aprueba el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. Salvador Cienfuegos es y será perfectamente intocable en México, al igual que sus cómplices aún activos en el Ejército l
Biblioteca fantasma / Eve Gil
Amor y ego MAURICIO CARRERA (México, 1959) es de los más prolíficos autores mexicanos… de los más polifacéticos también. Con idéntica fortuna aborda ensayo, novela y cuento. En este último, sin embargo, es en el que más ha destacado, arrasando prácticamente con todos los premios importantes del género, entre otros el San Luis Potosí que ganó en 2016 gracias al libro Infidelidad y otras historias, publicado por Ficticia, en 2017, editorial en la que pueden encontrarse la mayoría de sus títulos. Carrera es también de los pocos que cultiva el cuento largo, aunque el corto se le da muy bien. Las historias que aborda en Infidelidad… exigen largo aliento, pues recrean instantes clave en la vida de diversos escritores, mexicanos todos, con excepción de Ernest Hemingway, cuyo relato, “El beso”, abre el volumen. Ubica a Hem en los escenarios más emblemáticos de su biografía: el bar, la guerra y un cuarto de hotel, espacios que convertía en guaridas, rodeado siempre de gente, si bien: “No se acercaba a nadie como amigo, camarada o amante; se acercaba como escritor.” Y en efecto, varios de sus personajes están inspirados en personas reales, como la “María Sanz” de Por quien doblan las campanas, tomada de una mexicana-irlandesa llamada Carlota O’ Neill. No hay ningún relato dedicado a una escritora, pero la incursión de Martha Gellhorn, célebre entre todas las señoras de Hemingway, es todo un festín. Carrera, brillante perfilador de caracteres, expone cómo el gran escritor estadunidense llegó a sentirse opacado por Martha, no sólo como escritor, sino también como personaje; mujer de gran belleza e inteligencia que, por momentos, parece más valiente, más “hombre” que el propio Hem. El segundo relato, “Aurora boreal”, el más emotivo, aborda el amor de José Revueltas por una estudiante de astronomía llamada Clara que, al momento de conocerlo a bordo de un autobús urbano, está enamorada nada menos que de Carl Sagan: competencia por demás desigual. La única riqueza del autor de El
luto humano consiste en una máquina de escribir y en sus utopías. Dos veces casado, con varios hijos, cargado de deudas y achaques, no parecía el mejor partido para la bella Clara, pero no recula en su afán de conquistarla. Clara se marcha a continuar sus estudios al extranjero, pero años después se reencuentran, ella ya una astrónoma, mujer hecha y derecha en sus treinta y tantos… él es un reconocido autor… con su vigor amatorio minado por una enfermedad. Ni siquiera entonces parece demasiado tarde. ¿Pone alguien en duda que Rulfo está en el cielo? Con Alí Chumacero y Jaime Sabines, como en el relato “ComalaIguala”. Pero la Gloria no es como la pintan: también hay periodistas que abordan a los autores sin haberlos leído. El autor de Pedro Páramo descubre, no sin sorpresa, que “los muertos sufrimos”, tal y como aventura en su obra cumbre y, en sus conversaciones atemporales con sus compañeros de copas concluye que la verdadera tumba es aquella en la que viven los mexicanos que creen estar vivos, “No estamos en paz porque no tenemos tumba, porque todo es una tumba, México es una tumba.” “Bailongo”, excepcional pieza en la que Carrera hace alarde de su habilidad verbal, compuesta casi en su totalidad por albures, algo muy difícil de dominar cuando no se es natural de Tepito, narra las aventuras de un aspirante a escritor y de otro que sueña con ser historiador, “Si robaba, era para conseguir un libro de Luis González Obregón […] si le pedían que echara aguas para algún asalto nocturno era para comprar un libro de Artemio del Valle Arizpe.” El cuento que cierra el volumen y lleva el título del libro, retrata a un joven y apuesto escritor rompecorazones llamado Carlos Fuentes (“Una máquina de escribir y cámaras de prensa, eso le hacía feliz”) que considera su mayor trofeo a la mujer del escritor Romain Gary, al que detesta. La hermosa actriz, Jean Seberg Gary, sin embargo, coge en la habitación de al lado con… Clint Eastwood. Carrera no se toca el corazón para describir ese tipo de sufrimiento que, entre mayor es el ego, más duele l
Arte y pensamiento Bemol sostenido / Alonso Arreola t : @LabAlonso / ig : @AlonsoArreolaEscribajista
Necesitamos café SON LAS CINCO de la mañana del dos de noviembre, año de la pandemia: 2020. (Sí. Falta una semana para que se publique esta columna.) Es Día de Muertos y también nuestro cumpleaños. El cuerpo sucumbió temprano y temprano se levantó. ¿Qué hacer? Escribir. ¿Sobre qué y para qué? No lo sabemos. Estamos en blanco cuando prendemos la computadora y comenzamos a navegar. Vuelan los ojos por sitios más o menos acostumbrados. Nos distraemos perdiendo foco. Los algoritmos toman el control haciéndonos creer que están bajo nuestro comando. Nos “entregamos” como infiltrados en una organización criminal. Regresa nuestro estado de alerta, agazapado. ¡Allí aparece algo! Es la página de Chick Corea. Entramos. Activo como pocos durante la pandemia, el legendario pianista sabe organizar su calendario. Promueve un nuevo disco, Plays; un libro (A Work in Progress); un documental (In The Mind of a Master), así como tres cursos de su academia para músicos de jazz (The Essentials, The Piano, The Art of the Trio). Además presenta conversaciones con colegas notables en torno a conceptos de composición, grabación y arreglo y, sobre todo, transmite sesiones de práctica en vivo. Esto es lo que más nos atrae. Con una cámara fija que lo muestra en su estudio al frente del piano, Corea aborda temas recientes. Equivocándose de pronto, haciendo pausas y comentarios a voz baja sobre lo que ensaya, este material no tiene desperdicio. Lejos del espíritu de un concierto, comparte con miles de personas la más grande de sus intimidades creativas. Un desnudo que exhibe hermosos resultados pero sobre todo mecanismos, hilos y cableados con los cuales sus manos responden al intelecto y a emociones diversas. Nos sentimos agradecidos cuando decidimos abandonarlo (cuesta creer que sea miembro comprometido de la cienciología). Proseguimos, parpadeando. ¡Allí! Stop. Es la página de Christopher García, percusionista variopinto de Los Angeles, California. Muestra unas fotos grabando con exguitarristas de Megadeth, banda señera de metal. ¿Qué estará haciendo con ellos?, nos preguntamos mientras buscamos más información. A los pocos segundos, empero, otra cosa nos sorprende: Chris se congratula por la salida de Foxing Hour, disco que ha hecho con el arpista Matoshi Kosago y nuestro amigo en común, el bajista Michael Manring. Es muy bello. Hablamos de música mayormente contemplativa que sabe internarse en la improvisación, pero siempre desde una calidez de fogata provocada por la tímbrica electroacústica del combo. Tras escucharlo, continuamos navegando. Alguien en los Amigos Mexicanos del Rock Progresivo recomienda un artículo de la revista Rolling Stone italiana, a propósito de las mejores suites en el cancionero de aquel país. A punto de caer nos detenemos. Lo veremos luego, nos decimos a sabiendas de que no es cierto. Entonces nos topamos con una publicación de Alejandro Otaola, colega en cuyo último disco, Fractales ii, hemos participado. No. No hablaremos de ello. Es muy cercano. Avanzamos. Caemos en una fotografía de Lenny Kravitz. Año 1973. Es un niño. Toca una guitarra acústica. Explica el momento en que aprendió su primera canción. Era de John Denver. Sí, ésa: “Take Me Home, Country Roads.” Eso no lo veíamos venir. Tampoco el aviso que nos asalta de inmediato: el Festival de México en el Centro Histórico será online. Dido y Eneas, de Henry Purcell es la ópera con que se inaugurará el jueves 12. Qué bueno. Continuaron con la prudencia del Cervantino y de la fil de Guadalajara. ¿Lo sintonizamos, lectora, lector? Sí, hagámoslo. Sin darnos cuenta ha salido el sol. Otra vez son las nueve de la mañana. Pasaremos el día pensando en los muertos que se siguen acumulando en los cementerios, allí donde hoy no se recibe a los vivos. ¿Por qué hay tanta gente que aún evade el tapa bocas? No lo entendemos. Necesitamos café. En un rato veremos a dos amigos muy queridos. Sonreímos. Brindaremos por estar vivos. Sí, nomás por eso. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos l
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Cinexcusas/ Luis Tovar @luistovars
Morelia 18 (i de iii) COMO ERA DE esperarse dada la situación presente, la décima octava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (ficm18) fue atípica por breve en términos cronológicos y de oferta fílmica, por escasa en términos de presencia cinéfila física en la capital michoacana, y también por relativamente discreta en términos mediáticos. No podía esperarse algo distinto; de hecho, no faltó quien considerara una temeridad, más que una opción atendible, el hecho de que con todo y medidas de seguridad se llevaran a cabo funciones en salas, además de las virtuales en las que, a fin de cuentas, tuvo verdadero lugar este ficm18. No deja de ser una lástima que, en la edición que marca su mayoría de edad, al festival le diera Covid-19, pero cabe dar por seguro que Daniela Michel y el cuate Cuauhtémoc querrán volver por sus fueros el año entrante. Como tampoco podía ser de otra manera, entre lo que se mantuvo figuran las secciones más esperadas del ficm, es decir, las de largometraje mexicano tanto de ficción como documental. Aquí se echará un vistazo a la primera de ellas. En términos generales también se conservó, irremediablemente, una notable distancia entre lo mejor y lo peor de la selección presentada, como puede verse a renglón seguido.
Las del cielo CON TODOS LOS merecimientos, Sin señas particulares (2020) fue la ganadora absoluta al llevarse tanto el premio del jurado como el que otorga el público, situación que se presenta de manera escasa. Coproducida entre México y España, es la ópera prima de Fernanda Valadez, coautora del guión junto con Astrid Rondero; súmese la fotografía, por cierto espléndida, de Clarice Jensen, y lo que se obtiene es otra condición todavía escasa no sólo en nuestro país: una película concebida, estructurada y eje-
cutada de manera preponderante por mujeres. En términos cinematográficos, el resultado es no sólo feliz sino sobresaliente; en cuanto al aspecto temático, la película es desoladora: cuenta la historia de Magdalena (encarnada de modo extraordinario por Mercedes Hernández, quien merecidamente fue reconocida con el galardón a la mejor protagonista femenina), una mujer de mediana edad que abandona su localidad en busca de su único hijo, luego de que durante demasiado tiempo éste no diera señales de vida, tras haberse ido a tratar de cruzar la frontera para trabajar como inmigrante ilegal en Estados Unidos. Previo al ficm18, Sin señas particulares ha obtenido diversos reconocimientos y, a menos que en el ínter surja otro garbanzo de a libra, es de esperarse que obtenga varios más, incluyendo entre otros el próximo Ariel y la nominación mexicana a ser postulada para el Goya y el Oscar. Al tiempo. De no haber sido por Sin señas particulares, la cual, como se dijo, es un auténtico garbanzo de a libra, seguramente el premio al mejor largometraje de ficción del ficm18 se lo habría llevado Blanco de verano (2020), escrita y dirigida por Rodrigo Ruiz Patterson, egresado cum laude del ccc que ya cuenta con un largo documental –Bad Hombres (2019)–, así como cortometrajes de estupenda factura, como Arreglo napolitano (2019) y Paradisio (2013). Narrador sutil y afecto a las ambigüedades que profundizan y vuelven complejos relatos sencillos sólo en apariencia, y apoyado en la fotografía minuciosa y sensible de María Sarasvati, en Blanco de verano Ruiz Patterson explora la psique y la conducta de un adolescente que no atina sino al desatino cuando ve amenazado su pequeño universo seguro y rutinario. Destaca el trabajo histriónico del muy joven Adrián Rossi, el protagonista, en quien recae la mayor parte del peso específico dramático del filme. Con apenas treinta y tres años de edad, de seguir con este nivel de concepción y ejecución fílmicas, a Ruiz Patterson le esperan tiempos venturosos (Continuará.)
LA JORNADA SEMANAL
16 8 de noviembre de 2020 // Número 1340
José María Espinasa
De ferias, cifras y editoriales No hay aspecto de la vida que no haya sido tocado, directa o indirectamente, por la pandemia. El libro, su producción y difusión, se ha visto en serias dificultades que, sin embargo, a su vez han estimulado nuevos esfuerzos cuyos alcances y limitaciones son asunto de este artículo que tiene como eje la propuesta de la editorial El salario del miedo.
C
uando escribo esta nota se está inaugurando la Feria del Libro del Zócalo, de forma virtual, y hace apenas unos días se anunció que la de Guadalajara también lo sería de ese modo. Así lo fueron la infantil, la de editoriales independientes, la de Antropología y varias de las de provincia. Fue –es, está siendo– un gran esfuerzo de organizadores y editores por mantener viva la industria, golpeada de manera muy fuerte por la crisis económica y la pandemia. Según algunos comentarios, el esfuerzo ha sido mayor que lo conseguido, pero se trata de una apuesta para el futuro, para que este pueda seguir como posibilidad real. Por un lado, el magro resultado muestra que el libro en papel sigue siendo el factor clave, el soporte privilegiado para la lectura; por otro, hay que tener en cuenta la enorme vitalidad que hay y la diversidad de propuestas. Por ejemplo, la que propone la editorial El salario del miedo, animada por Juan Manuel Servín. Si usted no conoce el número 1 de Gonzo, Periodismo Policíaco Retro (hasta ahora creo que el único que ha salido de lo que parecía una revista o una serie) corra a conseguirlo: es muy bueno. Su editor es uno de los narradores y cronistas más interesantes en la actualidad y su gusto, retro y contracultural –es casi imposible que lo contracultural no sea hoy retro– es una muestra de esa vitalidad. Decir de nuevo que la crónica es un género literario extraordinario no es inútil, y menos cuando se trata de un tipo de crónica deliberadamente contestaria y marginal, incluso en su propuesta de diseño gráfico, manifiesta desde el mismo título de la editorial. Y en medio de la pandemia sigue arriesgándose a publicar, pues acaba de aparecer un volumen que reúne los trabajos del Quinto Gran Premio Nacional de Periodismo. Con la notable crónica ganadora de una de las mejores practicantes del género (lo digo sin empacho, una de las mejores en lengua española); Magali Tercero, “Tiembla sobre el asfalto” abre, e incluye además nueve trabajos más que no tienen desperdicio. Ocuparse de la propuesta estética y editorial de El salario del miedo llevaría más espacio del que aquí dispongo, pero vale la pena señalar que, junto a otros sellos con los cuales tiene una cierta afinidad, como Moho, Los bastardos de la uva o Nitropress, son una buena señal de la diversidad y vitalidad que entre los pequeños editores sigue habiendo. Lo que en cambio quiero señalar es que en las ferias del libro también se ve la diferencia. La del Zócalo tiene una condición distinta de casi todas las otras, por lo menos las grandes: está a ras de tierra, presume más sus visitantes que sus cifras de venta, no cobra entrada y es mucho más plural y dispuesta a las nuevas propuestas. Por eso, y es una pura intuición, me parece que el formato virtual la perjudica menos. Eso no quiere decir que, como ocurre con los conciertos y los museos, con los teatros y el cine, cuando la emergencia sanitaria se haya dejado atrás se vuelva a recuperar su sentido presencial. Si bien el mundo virtual ha sido un instrumento de sobrevivencia en tiempos de pandemia no debe volverse, o al menos todavía no, normalidad, pues lo que se pierde en una transición acelerada es mucho.
La fiebre de comunicación virtual provocada por la pandemia ha mostrado el temple del medio cultural. Abundan los portales, blogs, revistas o páginas personales. Ya antes de la crisis había un buen número –recuerdo, como buenos ejemplos, los poemas que envía Felipe Garrido “un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria” o la página personal de Fernando Fernández, “Oralapluma”. Desde Tijuana el poeta Eduardo Hurtado ha compartido una selección personal de teextos de diferentes autores, mostrando –además– una notable capacidad de lectura en voz alta. Mencionar todas las que hay (que conozco) sería un poco absurdo, y supongo que las que no conozco son infinitas. Vale la pena, sin embargo, meditar sobre el asunto. A través de ellas se divulga esa intensa actividad que muchas editoriales siguen teniendo sin importar la pandemia y la crisis, y con la clara intención de proteger la bibliodiversidad. Como he dicho en otras ocasiones, hay que apostar por un protagonismo del lector y que busque esos libros de los que se entera que aparecieron por la red. En ese camino se inscribió la campaña de era/Almadía/Sexto Piso con el eslogan de “somos dependientes del lector”. Sin duda: es para ellos, los lectores, que el más independiente de los editores trabaja. Cuando se conozcan los datos de este período de ferias virtuales habrá que hacer un análisis frío y a la vez imaginativo y proponer un futuro para el libro. No es simple nostalgia el pensar que la librería debe seguir siendo un punto privilegiado, ojalá la experiencia sirva para que ellas, en especial las cadenas, se plateen otra política –hay algunas buenas señales– y que surjan más librerías independientes. Mientras tanto las pequeñas editoriales, como El salario del miedo, que dio origen a esta nota, siguen siendo un ejemplo de lo que hay que hacer. Seguiremos con el tema l