■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 10 de enero de 2016 ■ Núm. 1088 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
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XVI Encuentro de Pueblos Negros
en Oaxaca: entre la dignidad y la marginalidad
Alessandra Galimberti
Libros, lectores y encuestas
José María Espinasa El libro electrónico y los prejuicios La literatura de
Abigael Bohórquez
10 de enero de 2016 • Número 1088 • Jornada Semanal
Diario II
Marcela Rodríguez Loreto
Como un eco del aserto wittgensteiniano según el cual los límites del lenguaje marcan los límites del mundo cognoscible, en el ensayo que da tema a este número el pensador italiano Fabrizio Andreella sostiene que “para representar lo real, el lenguaje lo oculta con una copia en la que nos hace vivir”. Andreella reflexiona en torno a las palabras, los conceptos, la infinitud y otros tópicos ontológicos, vinculándolos con el modo contemporáneo de habitar la cotidianidad, en el eterno afán humano de encontrar o,
3 DE JULIO Anoche J estaba mal. Le animo a buscar un taxi y enseguida temo embarcarlo de madrugada en ese estado. Mis padres no están. Puede quedarse en el sillón. ¡Vaya idea! Se transforma en el monstruo que es. Salto de la cama esquivando algunos muebles. Y al monstruo que dejo encerrado. Sentada en la fría y solitaria recepción diviso una julia. Siete u ocho policías entran al edificio a la caza del zorro. ¡Se ha quedado chillando en mi cama! Lo arrastran fuera al pasillo común donde lo recuestan. Guardo sus pertenencias a sugerencia de la policía. No hay delito que perseguir…
28 DE SEPTIEMBRE No querría registrar banalidades. De las cosas importantes es difícil hablar. Lo importante es abstracto. Lo importante se calla. Se intuye, se le asigna palabras pretendiendo convertir lo abstracto en figurativo… la certeza queda en nuestra mente sin alcanzar nunca a expresarla tal como la sentimos. ¿O únicamente soy yo que llevo un cerebro muñón?
29 DE SEPTIEMBRE Derramo lágrimas sin sal. Los frutos que doy vienen podridos. Mientras mi hermano parirá al que llamará hijo, yo estoy pariendo un fruto verde espinado. Carezco de sentido común. Lloro sentada sobre la taza del baño, erguida y con los ojos abiertos, derramando esas lágrimas resbalando sin que mis manos traten de cerrarles el paso.
30 DE SEPTIEMBRE
sobre el libro convencional, el
Esa mujer llamada Verdad. Tan sencilla ella que en su desnudez la preferimos arropada. ¿No es que la idea aprendida sobre la verdad es más grande que la Verdad misma?... Si visto la verdad de los hechos se debe a todos esos magistrados solicitando motivos. Para ellos la verdad, como ciertas mujeres, se ve mejor vestida que desnuda.
libro electrónico y el universo
1 DE OCTUBRE
en todo caso, conferirle un sentido a la existencia. Completan el número sendos textos
lector en México, así como un artículo que recoge las historias femeninas de los pueblos negros de la Costa Chica de Oaxaca.
No completo los requisitos de una señora de mi edad. ¿Estado civil? Soltera. ¿Tiene pareja estable? No ¿Hijos? No ¿Trabajo fijo? No ¿Seguro médico? No ¿Casa propia? No ¿Paga alquiler? Vivo con y en el departamento de mis padres. ¿A qué se dedica entonces? A trabajar por cuenta propia. Llegados a ese punto la autoridad me dedica una mirada dilatada cerrando la carpeta con mi expediente.
3 DE OCTUBRE
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
Clasificaron mis documentos con un Mujer de 39 años/ ninJa . Me pareció que los magistrados tomaban con sorna los datos, un poco como si yo no estuviese presente.
A la vez que dictaban No Income Jobs Aassets, se referían a mi condición de freeter –V . enciclopedia virtual: manera despectiva de llamarnos a los que no conseguimos jornada completa, ingresos suficientes, que en cierta forma somos incapaces de formar una familia– y soltera parásito; vive de la sopa boba, escuché decir entre dientes.
5 DE OCTUBRE Sobre la verdad, según me enteré en las noticias, w . e . dijo, la verdad debe ser descubierta, no construida. Estos señores de la negra toga exigen que reconstruya, que haga un esfuerzo. ¿Por qué no me encierran y regresan con la verdad descubierta para que la firme? De lo contrario cada uno es el arquitecto de su verdad. No de la Verdad, asunto imposible.
6 DE OCTUBRE En general hacer o no hacer es más sencillo de lo que pretendemos. Aquella mañana tomé la ruta 83 que va a las chozas bajo los puentes. El chofer se detenía estando el semáforo en siga suponiendo que subiría más pasaje si esperaba (los automovilistas cargan gasolina y se empujan contra la parte trasera creyendo que entrará más gas…). Estaba ese hombrecillo al fondo, despatarrado y repitiendo el ruido que traía puesto en las orejas. Me chocó su forma adolescente de llamar la atención.
4 DE NOVIEMBRE Supe que mis padres firmaron la carta de compromiso y pagaron los daños. Desde antes ya era penoso mirarlos de frente cada día, sostener la mirada. Empezó a suceder a partir de su silencio respecto al no porvenir. Cuando visionaron mi situación de ninja un estado irreversible fueron tolerantes como hacen las personas sabias ante lo que no está en sus manos modificar. Ellos me miran con los ojos de una madre. Me propongo no ser ingrata, vivirles agradecida, les dejo saber desde el corredor siete, allí uso el teléfono porque está menos manoseado. Ellos responden desde la mesita de noche: “¿Una carta de buena intención?... Descánsate.”
7 DE NOVIEMBRE El canalla de J ha reaparecido invitándome a una fiesta cosplay. La mañana es soleada. De rato en rato se escuchan los pasos agitados de los vecinos en las escaleras. Estoy de pie ante la ventana mirando la calle por entre las ramas pelonas de los árboles. La señora de enfrente, una señora mayor, ha arrancado su coche, se detiene; olvidaba el bolso sobre el toldo. Mis ojos se cierran como a causa de una fatiga ancestral. Volveré a la cama imaginando aquel kimono de seda del estampado de flor de durazno del que estoy enamorada
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Entre la dignidad y la marginalidad Alessandra Galimberti AFROHISTORIAS FEMENINAS DE LA COSTA CHICA EN EL XVI ENCUENTRO DE PUEBLOS NEGROS DE OAXACA.
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as tichindas son pequeños mejillones negros que crecen en espesos racimos entre las raíces de los manglares en las lagunas costeras de la Costa Chica de Oaxaca. Hay que lavarlas bien, arrancarles su cordoncito y su ombligo y ponerlas a cocer con una ramita de candó. La hierba de candó es fundamental para su sazón. Así lo sentencia doña Bertha, afanada en la cocina que se improvisó bajo un cobertizo de palma a fin de preparar los alimentos para todos los asistentes al xVi Encuentro de Pueblos Negros de Oaxaca en la remota –olvidada de la mano de Dios y del Estado– agencia de El Azufre, sol quemante, en el Municipio de Tututepec. Así pues le enseñó su mamá desde chiquita: el caldo de tichinda con candó. Edith, negra, negra como la tichinda, como ella misma se describe entre carcajadas, de cincuenta y tantos años, ha nacido, crecido, parido y enviudado en La Grúa, a la orilla de la laguna de Chacahua. Le gusta su tierra. Qué otra cosa puede decir. En realidad, conoce poco fuera de El Azufre, sol quemante, y de las demás comunidades circundantes. En Zapotalito, por ejemplo, vive una hermana suya con sus hijos; su esposo, no; hace tiempo que la dejó por otra mujer. El marido de ella, de Edith, también se fue: un día amaneció muerto, tomaba demasiado, al filo del agua. Pero prefiere mejor evocar otros recuerdos, como cuando su papá la encaramaba de chica en su lancha y remaba de noche hacia la parte más oscura de la laguna para que ella pudiera remover con su manita el agua y ver brillar, como luciérnagas acuáticas, como estrellas despeñadas, como cocuyos flotantes, el plancton luminiscente. En la laguna hay cocodrilos también. Doña Elena dice que los hay buenos y los hay mañosos; los buenos son tranquilos, no hacen nada; los mañosos, ésos sí son peligrosos; han probado carne humana y pueden arrancarte el brazo o la pierna entera de un solo bocado. Eso le pasó a un cuñado; desde entonces anda con muletas. Pero la sangre y manteca de esos lagartos son buenas para el cáncer. Bueno, si no está muy avanzado. Su comadre ya no la libró. Doña Elena también está en la cocina echándole sal, chile y pimienta al caldo y a los cuentos. Tiene, afirma, trece hijos. Trece, reafirma. De esos trece, le quedan cuatro. Siete se le murieron de chiquitos, de ocho, nueve meses; a uno lo mataron ya de grande y de la mediana no sabe nada desde que viajó a Acapulco años atrás. No tiene cómo ir a buscarla. A doña Elena le gusta el caldo bien pero bien enchilado. Que pique bien rico la tichinda, dice con albur y ríe y luego calla. De la misma laguna son los pescados del alba que Filiberta sale a vender tempranito todos los días con un canasto de bejuco en la cabeza. Revende a quien se deje y de regreso trae de vuelta queso, sal, aceite y un sobrante para sacar adelante a su prole; sola, desde que el padre de sus criaturas se marchó para el norte. Ahora, caída la nochecita, fríe para cenar unos cuantos huevos y cuatro jalapeños en un sartén negro de tanto humo, sobre su fogón de adobe y leña, al aire libre, sobre esa misma arena que recubre como manto la comunidad entera de Chacahua, a merced de los vientos huracanados y las aguas torrenciales de temporada. Pero ya no es tiempo de lluvia, es tiempo de sol, de sol quemante. Y ella hoy está contenta, satisfecha y vuelve a recitar, en la intimidad de su casa, al amparo y vaivén de su hamaca, el mismo poema de Victoria Santa Cruz que declamó com-
pletito en la tarde, de viva voz, frente al nutrido auditorio del encuentro: “…y bendigo al cielo porque quiso Dios que negro azabache fuese mi color/ y ya comprendí/ al fin/ ya tengo la llave/ negro negro negro negro/ ¡Negra soy!” Apenas hay alumbrado público en la comunidad, así que Filiberta no bajó el poema de internet; un día se lo mostró Rosy y enseguida lo hizo suyo. Rosy, Rosy Castro, esa misma mañana barrió la cabaña donde se hospedaba, terminó de vestirse, se enfiló un collar de perlas sobre su piel morena y salió a arrancar el día. Rosy es fundadora y presidenta de la Asociación de las Mujeres de la Costa de Oaxaca, amCo , desde donde promueve la participación y el empoderamiento (económico, político, pero también cultural e intelectual) de la mujer negra. Sin titubeo ninguno toma el micrófono y palabra a palabra va zurciendo y remendando los retazos de la historia de las mujeres afrodescendientes oaxaqueñas, punteando una a una, uno a uno, todas sus heridas, todos sus pendientes, todos sus derechos. Salomé también es activista, integrante de la misma asociación. Trabaja de camarista. Se gana la quincena tendiendo las camas de un hotel de lujo en Huatulco, ésas mismas donde descansan a diario los turistas blancos que arriban en busca de sol y playa. ¿Se reproducen esquemas soIxrael Montes, Tichindas ciales racistas? Ni en cuenta; ella, desde hace tiempo, se sabe fuerte. El activismo le ha ayudado a encontrar su centro, saberse parte de una memoria que le brinda ancla y derrotero, y erguirse orgullosa todas las mañanas frente al espejo cuando, antes de salir rumbo al trabajo, se peina cuidadosa y pacientemente su cabello largo, chino y bien prieto. Y yo que, arguyendo mi ascendencia materna caribeña y dominicana, me colé en este encuentro donde se clama por el reconocimiento constitucional y la visibilización censal del pueblo negro, y miro y escucho fascinada a todas estas mujeres, mientras resuena en mis adentros otro poema, éste de Nancy Morejón: Cuando miro hacia atrás y veo tantos negros, cuando miro hacia arriba o hacia abajo y son negros los que veo qué alegría vernos tantos cuántos; y por ahí nos llaman “minorías” y sin embargo nos sigo viendo esto es lo que dignifica nuestra lucha ir por el mundo y seguirnos viendo, en universidades y favelas en subterráneos y rascacielos, entre giros y mutaciones barriendo mierda pariendo versos
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Javier Lira/ Notimex/JLO/Hum
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LoS queHaCereS LiterarioS de Gerardo Bustamante Bermúdez EL AUTOR DE NAVEGACIONES EN YOREMITO FUE RELEGADO POR SU ACTITUD INDEPENDIENTE. EL POETA Y DRAMATURGO QUE CANTÓ AL AMOR Y A LA LIBERTAD SEXUAL MURIÓ HACE VEINTE AÑOS.
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l 27 de noviembre de 1995, en su minúsculo departamento de Hermosillo, Sonora, Yoremito, el amigo-amante de Abigael Bohórquez (Caborca, So nora, 1936), lo encontró sin vida. El corazón le había fallado aproximadamente día y medio antes. Tenía apenas cincuenta y nueve años de edad y estaba en la plenitud de su carrera literaria. En 1993 Ricardo Castillo, Jesús Ramón Ibarra y Jorge Esquinca le habían otorgado por unanimidad el Premio Clemencia Isaura por su poemario Navegación en Yoremito (églogas y canciones del otro amor), texto clásico en el panorama de la poesía mexicana de fin de siglo en donde el autor vuelve la mirada a los tópicos y lenguaje de la lírica medieval y la poesía bucólica renacentista desde lo antisolemne. Ese mismo año obtiene la beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes, en el área de dramaturgia, además de que colabora en publicaciones periódicas, imparte talleres literarios, de voz y teatro en diferentes instituciones y centros culturales de Hermosillo, quehaceres que le permiten apenas ir al día.
Navegación en Yoremito es un libro escrito ya en Sonora; el autor había vivido casi treinta años en el Distrito Federal, teniendo su residencia primero en la calle de Donceles, cuando trabajó el 1965 a 1970 como jefe del Departamento de Literatura y Ediciones del Organismo de Promoción Internacional de Cultura (oPiC ), en la Secretaría de Relaciones Exteriores, después en Villa Milpa Alta durante el período 1970-1975 y en Chalco, Estado de México, de 1976 y hasta 1990, cuando decide regresar de forma definitiva a Sonora. En vida, Bohórquez se empeñó en quehaceres literarios que tanto los críticos como sus propios contemporáneos no supieron o quisieron valorar. A pesar de las opiniones favorables de poetas como Efraín Huerta y Carlos Pellicer, la obra del sonorense circuló apenas en ediciones de reducido tiraje, en ocasiones patrocinadas con recursos propios, pero Abigael siguió escribiendo siempre. Con las décadas resulta paradójico que el nombre del autor sea conocido, pero su rechazo hacia los grupos literarios y su interés por forjarse una carrera propia hacen que sea todavía un autor relegado, a pesar de que dejó piezas teatrales y poemas de gran factura, como es el caso de La madrugada del centauro, Nocturno del alquilado y la tórtola o Navegación en Yoremito. En Navegación… el autor presenta sus historias de amor sexual, su idilio de hombre amoroso; construye su propio ambiente de gozo, ya muy apartado de los círculos literarios que siempre le fueron tan ajenos. Al paso de los años, el libro de Bohórquez abre posibilidades de estudios desde la estética camp, en el sentido de que su poemario plantea desde la literatura un espacio de libertad a la sexualidad humana y lo hace con un cariz político, pues al recurrir al pastiche y al artificio, pensamos que lo camp puede entenderse como un contradiscurso a partir de la representación de la pose, el doblez y la teatralidad; su apuesta a la visibilidad quizás deba forzarnos a entender que en el desarrollo de esta estética es menester hablar de un nuevo camp, totalmente político y desestabilizador, más allá de las ideas planteadas por Susan Sontag en su clásico ensayo “Notas sobre lo camp”. El autor hace discurso ese anhelo por su mancebo y en su construcción poética actualiza la referencia renacentista con lo popular y el contexto de su objeto de deseo:
El éster, mi zagal, escucha siempre a los Yonics, Traileros, Caminantes, Invasores de Nuevo Lión, y lee vaqueros de Marcial Lafuente Estefanía; presume esa barba partida yoremita que su madre doña Eva fermosa le parió, y yo escribo esta gana de estar a solas hasta la tumba con él, mientras se baba jando el zípper de su Lee y se encabrona porque canta la Piaf y no Cornelius Reynus en el primer telón de la catástrofe.
A Abigael Bohórquez le llegó la muerte, pero dejó más de quince obras teatrales de gran fuerza dramática y poética, más trece libros de poesía, entre los que destacan Acta de confirmación (1966), Canción de amor y muerte por Rubén Jaramillo y otros poemas civiles (1967), Las amarras terrestres (1969), Memoria en la Alta Milpa Foto: Joel Verdugo. Fuente: cronicasonora.com
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AbigaelBohórquez que ve terminar en las peores circunstancias; por eso, en su poema “Duelo” señala la condición de los cuerpos enfermos y culposos que mueren añorando el amor, el perdón o la paz. Así, la labor del poeta es hablar, dejar sus palabras de bondad y solidaridad: Vengo a estarme de luto por aquéllos que han muerto a desabasto, por los que rútilos o famélicos, procuraron saciar su corazón o su hambre, cayeron en la trampa; eran flores de arena, papirolas, artificios de hubble gum, almas de azogue
Fotos: cronicasonora.com
(1975), Digo lo que amo (1976), Desierto mayor (1980) y Poesida, publicado de manera póstuma, en 1996, gracias a las gestiones editoriales del poeta sinaloense Mario Bojórquez. Poesida es un homenaje y testimonio de Bohórquez sobre una época en la que se consideraba que el estado serológico era exclusivo de los homosexuales. El libro supone el registro sobre la vida de sujetos marginales, rechazados por la sociedad, confinados a la muerte. Algunos lectores y críticos malintencionados reprodujeron la idea de que Bohórquez hablaba sobre su estado serológico, pues se incluía en un “nosotros”. Sin embargo, lo que hace el autor es recurrir a la solidaridad, al abrazo fraterno hacia sus amigos
Desde la década de los setenta, Abigael Bohórquez se había consagrado con poemas valientes y libertarios en el ámbito sexual y homoerótico como “Primera ceremonia”, “Finale” y “Crónica de Emmanuel”, poesía que da cuenta del “otro amor”, más allá de etiquetas y miradas moralizantes de los puritanos. Es en la década de los setenta del siglo xx cuando la voz de Bohórquez entroniza en el panorama literario y, a través de sus palabras, defiende su libertad sexual, su deseo, confiesa lo que ama sin ningún pudor ni reticencia más que el respeto al lenguaje poético. Unos años antes, su voz se había hecho sentir con poemas político-sociales contenidos en Acta de confirmación, en donde el yo lírico pasa revista a la historia del siglo xx a partir de la segunda guerra mundial, la Guerra fría, las dictaduras en América Latina apoyadas por Estados Unidos. Así, poemas como “Menú para el Generalísimo”, “Del oficio de poeta” o “Acta de confirmación”, resultan poemas actuales en la voz prolongada del autor que en tiempos tan aciagos dice: mientras en otros sitio hay estudiantes con las tripas al aire, ametralladas mujeres, hombres duramente hostigados, jóvenes dinamiteros, muchachas lengua a lengua, brazo a brazo en la ira, pueblos que quieren propios su oxígeno y su sal, su agua y su manta, su cama y su mortaja;
La obra de Abigael Bohórquez levanta el puño bajo el sello de la poesía, ya sea para protestar por el dictador en turno, por Hiroshima, Biafra o Vietnam; también habla y protesta por la libertad sexual y la represión en una época en la que el amor entre hombres queda signado desde la política heterosexual. Cuando hace su aparición el sida, es solidario, ofrece su velero de poemas como homenaje. A veinte años de ausencia del autor de Poesida, la obra poética y dramática de Abigael Bohórquez espera la frecuentación de la crítica literaria y de las compañías teatrales. Bohórquez cuenta con un número de lectores considerable, entre ellos los jóvenes, porque sus letras, quizás como hace cuarenta años, nos reconfortan en las protestas, en las marchas por los desaparecidos de Ayotzinapa y en otros tantos acontecimientos a nivel nacional e internacional. Si un autor se convierte en un clásico cuando sus textos no pierden vigencia, entonces podemos pensar que estamos frente a una obra sólida y actual, cuyo compromiso con la condición humana y con la poesía amerita considerar al sonorense como un clásico de la lírica mexicana del siglo xx
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VOZ INTERROGADA
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Malaletra: el libro electrónico contra los prejuicios LA EDITORIAL INDEPENDIENTE EXPERIMENTA CON LA PUBLICACIÓN, EDICIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE EBOOK’S.
entrevista con Álvaro Jasso, Cristian Ordóñez y Eugenio Santangelo Fabrizio Lorusso Una página web directa y placentera, ediciones y diseños simples y elegantes, atención a los autores y cura de los textos, manejo de redes sociales y una opción preferencial por la buena literatura, el cruce entre géneros, la experimentación y los nuevos talentos. Libros Malaletra, editorial independiente, publica libros sólo en formato digital (eBook), algo atrevido e insólito en México. Difícilmente las editoriales independientes, y más aún las que trabajan en soporte virtual, tienen acceso a los medios de comunicación nacionales. Los “malaletros” Jasso, Ordóñez y Santangelo, ofrecen una interesante panorámica de su propuesta y de los retos que, a partir de una labor del todo idéntica a la que se desarrolla para publicaciones de papel, tienen que enfrentar como pioneros del libro digital y exploradores de esta frontera tecnológica y literaria todavía víctima de recelo en México.
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ómo, cuándo y por qué nace Malaletra? –Nació como un blog sobre edición, diseño y tecnología digital. Álvaro Jasso y Cristian Ordóñez son los editores fundadores y principalmente querían crear un servicio de digitalización que revitalizara los fondos muertos –títulos que ya no se editan– de las pequeñas editoriales. Sin embargo, ante la falta de interés de los editores, decidieron crear una editorial independiente con la cual proponer la edición digital y abarcar varios nichos de mercado. Así la publicación digital e internet fungieron como base para poner a dialogar diferentes disciplinas (narrativa, arte, teatro) que normalmente, es raro, no dialogan entre sí: sus respectivos campos, salvo excepciones, no son fluidos como se podría pensar. Nuestras diferentes colecciones intentan abrir esos límites. –¿Se definirían como “colectivo editorial” y en qué sentido? ¿Quiénes son los “malaletros”? –Somos un grupo de amigos que ponen en común saberes, intereses y pasiones. Álvaro y Cristian son las mentes digitales, de ellos se desprenden las reflexiones acerca de la literatura latinoamericana, la edición digital, la experimentación y su realización. Eugenio Santangelo los acompaña en la colección de narrativa y dirige la colección de prosas híbridas Heteroglosia. Alejandra Serrano se ocupa de la colección de teatro Drama 00 y Paola Jasso de Hilo, una colección de arte contemporáneo. Ricardo Caballero diseña la mayoría de las portadas. Creemos que esa puesta en común va más allá de los especialismos: el diálogo mencionado entre las disciplinas surge del diálogo entre nosotros. Esperamos que los lectores, al hojear un libro de teatro, uno de arte y otro de narrativa, se den cuenta de estos puentes en nuestra propuesta editorial. –¿Por qué apostarle al libro digital en México y al mundo de habla hispana? –En primera instancia nos dimos cuenta de que la literatura en Hispanoamérica está más aislada que nunca. Las obras de nuestros escritores, salvo excepciones, y aunque sean publicadas por transnacionales, no son distribuidas fuera de sus países. Mediante la publicación digital y la distribución en línea, este fenómeno puede cuando menos mitigarse. Es uno de los objetivos principales de Libros Malaletra. Por otro lado, creemos que existe una percepción distorsionada en medios, lectores y hasta en quienes trabajan en la edición. Pareciera que hay editoriales transnacionales, editoriales “independientes” y editoriales digi-
tales (pocas todavía), como si estas últimas fueran algo aparte y menor. Nosotros hacemos el mismo trabajo que cualquier editorial: planeación, edición de los textos en estrecho contacto con los autores (práctica que ya casi va desapareciendo y que para nosotros es muy importante), formación minuciosa de los libros, publicación. Es paradójico que tengamos que aclarar esto. Cuando nos contactan para eventos, notas, entrevistas, siempre es por cuestiones relativas a la edición digital. Lo cual está muy bien, por supuesto. Sin embargo, lo que intentamos hacer es publicar buenos libros aprovechando y experimentando con la edición y distribución digitales. –La antología de jóvenes escritores mexicanos 22 Voces Vol. 1, compilada por David Miklos y disponible gratuitamente en libros.malaletra.com, fue descargada más de 15 mil veces en pocas semanas. Para un eBook es un resultado verdaderamente enorme. ¿Qué tiene de especial? ¿Cómo y por qué decidieron armarla? –David había imaginado esta antología hace ya unos años. Ninguna editorial respondió a su llamado. Lo hicimos nosotros y hay que agradecer a David y a los once autores la confianza en este proyecto, puesto que también entre los escritores sigue habiendo un prejuicio hacia el libro digital. Gracias a un apoyo de coinversión del Fonca-Conaculta, pudimos, además, distribuirla gratuitamente y la respuesta fue asombrosa. Lo cual reconfirma nuestra política al publicar libros con dinero público: que éstos sean de libre acceso para los lectores. Ahora, 15 mil personas podrán conocer a los autores seleccionados por David Miklos. Esperamos que también se abra un debate crítico sobre su propuesta, que críticos y medios consideren su calidad (muy alta, según nosotros), aunque las páginas del libro provoquen temblorcitos en su “fetiche papelero”. –¿Cuáles son los planes para el futuro? –Acabamos de publicar una nueva edición de Salón de belleza, de Mario Bellatin, gratuita y bajo licencia Creative Commons. Estamos trabajando en la edición de un libro de Miguel Corral, ganador de nuestro concurso para primera novela. También –como la antología y la novela Indios verdes, del escritor chileno Emilio Gordillo– se distribuirá gratuitamente a través de nuestra página. El próximo año publicaremos, entre otros libros, el segundo volumen de la antología compilada por Miklos, un libro de teatro de Saúl Enríquez, y uno de Miguel Fernández de Castro en la colección Hilo
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Ricardo Guzmán Wolffer
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GoGol
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EL SISTEMA JUDICIAL RUSO BAJO LA MIRADA DEL AUTOR DE ALMAS MUERTAS Y POR QUÉ SE PELEARON LOS DOS IVANES.
y la judicatura
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ikolai Gogol (Rusia, 1809-1852) es conocido por la extensa y divertida novela Almas muertas, donde nos habla de un monumental fraude intentado por un pillo que compra los nombres de los siervos muertos en distintas provincias para poder cobrar la subvención oficial, tierras que entonces el gobierno daba según el número de “almas”. Se habla del sistema judicial ruso, pero la parte medular es la descripción de los risibles terratenientes y de las costumbres de la Rusia del siglo xix . Es en su pequeña novela Por qué se pelearon los dos Ivanes donde Gogol precisa los errores de la judicatura, empezando por su retraso exagerado en resolver cualquier juicio, muchas veces por voluntad de los involucrados. Desde Almas muertas, la pluma de Gogol se percibe como humorística: destaca los defectos de las personas y con ello las caricaturiza, logrando divertir al lector con seres exageradamente falibles y por ello risibles. La dificultad de apreciar tal mano sutil en un texto de largo aliento como lo es Almas muertas se invierte en ...los dos Ivanes, donde la menor extensión sirve para resumir esos excesos tan humanos como humorísticos, si se saben contar como lo hace Gogol. Ivan Ivanovich e Ivan Nikiforovich son apreciados por vecinos y autoridades de Mirgorod; su amistad es ejemplo de convivencia en todos los estratos sociales. De casas colindantes, se complementan por sus personalidades dispares. La narración de Gogol incide en la forma de expresarse o de vestir de los Ivanes para evidenciar que la suya es una relación que hace de la vida algo ligero y hasta divertido. Pero un día Ivanovich le pide a Nikiforovich la escopeta de hierro que el primero ha visto en manos de la servidumbre que la limpiaba. A partir de la negativa del segundo y de su enfrentamiento, al principio, como cualquier pareja de amigos en vías de reconciliarse tras una discusión sin importancia, pero que se torna definitoria cuando Nikiforovich llama “ganso” a Ivanovich, inicia una escalada de lucha judicial que evidencia cómo, desde el siglo xix, suele ser poco útil acudir ante ciertos juzgados y agencias policíacas. Aunque hay un detalle narrativo: cuando Nikiforovich está dispuesto a hacer las paces con su vecino, es influenciado por el ama de llaves, Agafy, mujer de verrugas en la cara y de la que “era tan difícil distinguir su cadera como verse la nariz sin un espejo”. La pluma burlona de Gogol salpica tanto a las mujeres chismosas como a los hombres sin carácter. Cuando el problema pasa a lo judicial, Gogol retrata el edificio del juzgado como el más bonito del pueblo, aunque en las oficinas haya baúles llenos de “quejas y calumnias locales”, avisando que los rusos de la localidad recurrían a la justicia por asuntos menores; o, tal vez, que para quien ahí trabaja no es prioridad atender a la ciudadanía. Luego vemos al juez que firma sentencias sin haberlas revisado: deja al secretario que las lea en voz alta, pero no le pone atención: prefiere chismear sobre temas menores. Pero cuando Iván IvaEstatua de Nikolai Gogol en Moscú, CC
novich va a presentar denuncia contra el vecino, el juez se sobresalta: es totalmente inesperada esa acusación, por atentar con un referente local de la amistad y la sana convivencia. Y el lenguaje de la querella suena casi a campaña política: refiere a su vecino como “conocido en todo el mundo por sus actos inicuos, repugnantes y desvergonzadamente ilegales… hombre de aspecto abominable… cuyo nombre y apellidos por sí solos inspiran la mayor repugnancia”. Como prueba de que pretende incendiar su casa, el denunciante refiere que el denunciado ha prendido una vela, lo cual le parece sospechoso pues nunca prendía una por “su miserable avaricia”. Antes de ser convencido para que retire su denuncia, sale del juzgado. En pocos segundos, como en comedia de enredos, llega Nikiforovich, lo que provoca un grito del juez, que un escribano se coma la pluma con la que escribe y que el otro escribano se coma una mosca. Llega Iván, pero no puede entrar por la gordura que lo deja atorado en el marco de la puerta, hasta que es jalado por los funcionarios y logra pasar para presentar su denuncia, donde se refiere al vecino como persona de “odiosa malicia y obvia mala voluntad… de linaje dudoso (la hermana es ramera, dice)… bandido sacrílego y bribón” para el que pide azotes y trabajos forzados en Siberia. Antes de que el juez pueda urdir un plan, entra una cerda propiedad de Ivanovich y roba la denuncia del contrario. Tal vez Nikiforovich habría aceptado la reconciliación propuesta por el personal del juzgado, pero su ama de llaves lo incordia repetidamente y, por si fuera poca su mala fe, se consigue un tinterillo, “pequeño proyecto de ser humano”, que reclama un posible connivencia entre el juez y su contrario, por permitir que la cerda se llevara su denuncia. Luego de enredos y descripciones burlonas sobre las costumbres locales, los Ivanes están a punto de reconciliarse cuando se pronuncia de nuevo la palabra maldita y todo regresa al conflicto, que termina por no resolverse judicialmente: en el Supremo Tribunal les dan falsas promesas a ambos Ivanes de que pronto serán favorecidos y el contrario condenado. No importa que uno haya entregado dinero para sobornos. Han pasado doce años sin resolución: el pueblo y los Ivanes se han consumido. La vía judicial fallida les ha llevado a una vida sin brillo ni salud, y sin aparente responsabilidad para los jueces y sus asistentes. Como en el México contemporáneo, donde ninguna reforma legal (sin descontar la inclusión constitucional de los derechos humanos) ha evitado la ruptura entre población y gobierno. Si lo trasladamos al terreno judicial, no sólo a la rama penal, tal distanciamiento se evidencia desde el retraso resolutivo judicial, ya voluntario para cansar a los peticionarios de justicia, ya involuntario por la falta de personal o infraestructura; y con ello a perder la confianza en el Poder Judicial y en el tan nombrado Estado de Derecho. Sin embargo, señala el espontáneo historiador Gogol, no se trata de una falla estatal novedosa
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Fabrizio Andreella fabrizio108@yahoo.com
El pEnsam
como maquillaje d
EL SER FRAGM “LA INCESANTE PRODUCCIÓN DE LA MENTE” Y EL NO INDAG
Todo el mecanismo del conocimiento es un aparato de abstracción y simplificación no encaminado al conocer, sino al hacerse dueño de las cosas. F. Nietzsche, Fragmentos póstumos
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Todo pensamiento deriva de una sensación contrariada. E. Cioran, Del inconveniente de haber nacido
EL UMBRAL DE LA INFINITUD
as palabras del pensamiento descomponen inevitablemente la infinitud para que el hombre pueda construir su realidad con algunos de sus fragmentos. Bajo el techo de su realidad, el ser humano se siente así protegido contra la desconcertante inmensidad de lo real. Al mismo tiempo, el hábito adquirido de vivir en un trozo de la infinitud enclaustra el hombre en una realidad propicia para miedos y deseos, que son la simple manifestación de una intuición muy simple: existe algo más de lo que experimentamos. Sin embargo, miedos y deseos nos hacen creer que ese algo más son otros fragmentos de infinitud para recortar, fragmentos que nos pueden dar dolor o felicidad. Así, el alejamiento del ser humano de lo real, a través de su fragmentación, se hace interminablemente. La parcelación mental de la infinitud nos ha llevado a olvidar que todo ladrillo de toda realidad de todo ser humano está hecho con la misma arcilla de la infinitud. Esta desmemoria nos obliga a elegir entre el yo y la infinitud, entre nuestra realidad limitada y lo real ilimitado. La cuestión subyacente es primordial: ¿podemos existir como individuos sin la noción que nos describe? Es decir: ¿existimos antes de pensarnos? Por estar ubicada al final de la mente, donde el pensar se desmaya frente al precipicio de la infinitud, esta pregunta no puede tener una respuesta que no sea un grito temeroso, un rechazo dogmático o una inefable sonrisa a media luz. Así las cosas, lo que sigue es un simple acercamiento a ese umbral ubicuo y oculto de la infinitud.
PENSAR Y LLENAR Vivimos en la atmósfera generada por el pensar, cuyo movimiento siempre crea algo sin tener el tiempo ni el interés para experimentarlo realmente. Es cierto, el pensamiento sabe describir sus creaciones, pero nuestra capacidad para vivirlas con plenitud se ha anquilosado, porque nos hemos acostumbrado a conformarnos con la incesante producción de la mente. Por eso el pensamiento está encadenado a su actividad explicativa, que confundimos con lo real. El pensar, impasible y absorto
en su ritmo maquinal, entre más se refina y crece, más se muestra complacido consigo mismo y desprovisto de una dirección. Hoy en día utilizamos el pensamiento para no indagar, es decir, no tanto para abrir espacios nuevos –función originaria y esencial de la intuición y la especulación– sino para llenar de conceptos los espacios ya conocidos, inflándolos de datos y productos, a tal grado que nos parece vivir en un mundo siempre más amplio psicológicamente. Esta manera de utilizar el pensa-
Vivimos en la atmósfera generada por el pensar, cuyo movimiento siempre crea algo sin tener el tiempo ni el interés para experimentarlo realmente.
miento –reiterativo y mecánico en su forma aun cuando todavía original en su contenido– es al mismo tiempo síntoma y antídoto: síntoma del miedo que el hombre le tiene a la infinitud, y antídoto que utiliza contra la infinitud misma. Tanto la infinitud como la ansiedad que nos provoca las rellenan las creaciones de los movimientos mentales que desmiembran lo real para atribuir un nombre y una forma a las fragmentos que resultan. Fragmentado y nombrado lo real, el pensamiento crea la realidad que luego disfrutamos y sufrimos como imagen del mundo. El resultado de esta fragmentación es la alteración de lo real –de por sí libre de fragmentaciones superfluas o postizas– atiborrándolo de nombres y formas cuya representación, bien triturada por los dientes del pensamiento, lo eclipsan. De hecho, si un espacio vacío es dividido en partes, ya no es vacío, porque contiene por lo menos las divisiones que cautivarán la atención obscureciendo la esencia vacía de ese espacio. En fin, nombrar tiene el efecto de separar, que a su vez tiene el efecto de llenar de límites la realidad percibida y así encubrir lo real. Al igual que una película, que no es la simple suma de sus fotogramas sino su invisible y forzosa sucesión, lo que experimentamos surge entonces del movimiento de pensar. El pensar se alimenta a sí mismo a través de sí mismo, transforma todo lo que imagina en una parte de sí. Esta implacable voracidad, este incesante trabajo, es la reacción del yo que, frente a la infinitud, intuye la posibilidad de no existir como ser independiente; de no ser más que una línea de demarcación, una representación artificiosa de un pedazo de lo real. El pavor que le provoca al yo verse como la simple denominación de una identidad falsamente emancipada de la infinitud, lo apremia para que llene su realidad de otros nombres y otras formas. De esta manera, el yo contrapone a la inconcebible y aterradora infinitud de lo real la monumental pero mensurable abundancia de lo imaginable.
PA L A B R A S Para eludir o resistir a la infinitud de lo real y transformar la finitud mental en un paisaje común y compartido, utilizamos el lenguaje. He ahí la contradicción originaria de la palabra (y de cualquier verbo) que, para representar lo real, lo oculta con una copia en la que nos hace vivir. “Los limites de mi lenguaje significan los limites de mi mundo.” Esta proposición de Wittgenstein define claramente el rol defensivo de la palabra con respecto a una realidad ilimitada. Una proposición que puede ser tres cosas: 1. La melancólica rendición a una realidad terriblemente estrecha. 2. El principio que guía la coloniza-
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de la realidad
MENTADO ESTÁ ALEJADO DE LA VERDAD. GAR NOS HAN HECHO PERDER DIRECCIÓN.
ción lingüística de todo lo que se puede alcanzar con el pensamiento. 3. Un reto para los aventureros más atrevidos y una exhortación a ir más allá del reino de las denominaciones. Las palabras son los cuchillos que siempre hemos utilizado para desgarrar la plenitud insostenible de lo inefable. Las palabras son los desarmadores con que desmontamos lo real y son los molinos para molerlo hasta transformarlo en una papilla comestible para la mente. El pétreo ejército de las palabras despedaza lo que excede a la comprensión mental para luego recomponerlo y envolverlo en la red de los significados. Esos significados asedian a la infinitud con las palabras que quieren honrarla. Absoluto, Verdad, Dios: mayúsculas que son simplemente la equimosis alrededor de las lesiones provocadas por los hormigueros de las minúsculas. Con las palabras tratamos también de suturar aquella herida originaria en lo inefable de donde hemos nacido. Como si quisiéramos rendirle homenaje con una evocación de la unidad primordial que hemos quebrado para poder existir como yos; como si quisiéramos volver a lo indiferenciado, pero conservando el reconocimiento conquistado de nuestro yo diferenciado.
Ilustraciones de Huidobro
CONCEPTOS También los conceptos pertenecen a una dimensión que lo real ignora. Lo real es libre de todo concepto, incluso del concepto de lo real. Sin embargo, los conceptos que la actividad mental crea, ensambla y finalmente ingiere, son estructuras ortopédicas que sostienen nuestra realidad armando informaciones y significados. Con esta actividad estructural, la mente se revela entonces como los cimientos y el muro de carga de una realidad que no existiría sin que la mente la pensara. Y esa realidad se aleja de lo real exactamente por ser una descripción de lo real mismo, por ser un intento de definir la infinitud. El pensamiento es entonces el maquillador artístico de la realidad que vivimos y compartimos; una realidad que, con unos conceptos bonitos que sirven como cosméticos, trata de parecerse a lo real o, por lo menos, de ocultar su desemejanza con ello. Nos hemos acostumbrados a esa vieja actriz con un maquillaje excesivo que se hace pasar por lo real, y nos resulta difícil renunciar al placer indolente de contemplarla sin dudar de su naturalidad. Pulverizado por el irrefrenable movimiento del pensar, el exceso de visibilidad oculta lo real, ya que la estructura nocional donde lo hemos confinado lo transfigura en la manifestación del pensamiento mismo. Entonces, tal vez por pereza y costumbre, nos gusta creer que movernos incesantemente entre los pensa-
mientos, como simios brincando de un árbol a otro, es lo que nos ampara de la amenaza de la infinitud. Sin embargo, cuando la obsesiva oscilación de pensar nos deja exhaustos bajo el altar de la mente, le pedimos ayuda a otras obsesiones sucedáneas (que generalmente agreden al cuerpo) o a los psicofármacos, para que detengan el insoportable aquelarre mental.
U N A CO N C E P C I Ó N I N M A C U L A D A Cuando el pensamiento piensa, es decir, cuando se mueve y nombra pedazos de la realidad, la infinitud “crea” de inmediato una multitud de cosas finitas. En otras palabras, lo único ilimitado se ve a sí mismo como múltiple limitado. Obviamente, es el pensamiento el que define y nombra esos límites, y hay que preguntarse si es posible que un movimiento mental no oculte lo real generando las sombras de una realidad conceptual. La pregunta sería entonces: ¿es posible un pensamiento transparente que permita vislumbrar lo real? ¿Es posible un pensar que acepte lo real como el río acepta la lluvia que lo llena y el mar que lo acoge? Es posible un pensamiento que descubra, a través del silencio, su origen en
la infinitud y su condición unitaria con ella? Dicho en otra palabras: ¿Es posible una concepción inmaculada? El dogma católico de la Inmaculada Concepción está ligado a la maternidad virginal de María. Tratar de leer a la madre del Mesías como la alegoría de una mente pura puede ser teológicamente absurdo y psicológicamente aventurado, pero fructífero e interesante. El vientre grávido e incorrupto de María sería así el símbolo de una mente que, aun moviéndose y interactuando con la realidad humana, se mantiene cristalina y unida a la infinitud. La concepción del Hijo de Dios por parte de María parece ser el indicio de cómo concebir (o sea, cómo pensar) la manifestación de lo real con una mente quieta, incluso inmóvil. Una mente que no es la selva de conceptos que crean la realidad del mundo. Una mente que se libera de la onanista identidad individual para que el silencio en el que se establece pueda fecundarla. La concepción de Jesús habla alegóricamente de la posibilidad de que la mente acceda a la verdad. Es la realidad del mundo que regresa a la verdad de lo real. María representa, entonces, la pureza virginal, no tanto del cuerpo (que en su naturalidad ignora libre y alegremente los límites entre pureza e impureza) sino de la mente: una mente que sabe concebir sin que su movimiento genere la opacidad del mundo; una mente que sabe sigue
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estar frente a lo real sin reproducir una copia conceptual de ella con imágenes y nombres. María es la figura de la mente que, libre de la artificiosidad conceptual, puede ser fecundada por la pureza de la infinitud, por la plenitud de lo real.
C AU S A Y E F E C TO La supremacía del hecho de pensar en la experiencia humana nace de rendirse a la maravillosa ilusión del principio de causa-efecto. Aceptado y venerado, ese principio ha desenredado el Caos primordial, plasmando el Cosmos con su lógica lineal y deleitando al hombre con concatenaciones y ensamblajes, estructuras y procesos. Esas formas mentales son caravanas de conceptos que han hecho del mundo una enorme y muy transitada vía de comunicación para el pensar. El principio de causa-efecto es el eje maestro del pensar. Debido a ese principio, cada relación entre dos entidades se torna narración y destino, trama y fin. La trama que pone en orden los hechos siempre es posterior a lo que ha pasado, el destino siempre es una lectura sucesiva a la vida, que trata de estructurarla para darle un sentido y un fin. En el presente nunca hay trama o destino, ya que, en el puro instante, no hay pensamiento. Sin embargo, para la mente es muy agradable y alentador construir cadenas de causas y efectos. Por eso el pensar inventa fronteras que constriñen lo real dentro de un esquema para luego despedazarlo y recomponerlo con el principio de causa-efecto. La realidad esculpida con los perfiles afilados de los conceptos se refleja también en el principio de no contradicción y en la dualidad del código binario, hermanos del principio de causa-efecto. Una razón dualística reglamentada por los principios de no contradicción y de causa-efecto tiene como único sentido la búsqueda de explicaciones, la creación de nexos y la confección de lógicas. Todo eso crea el movimiento del pensar. Esta función de la racionalidad es fundamental en el mundo de la praxis, mas ha salido de su ámbito colonizando también terrenos donde la especulación del pensar devasta al paisaje natural.
LA FE DE LA R AZÓN COLONIAL Este arrogante desbordar se hace evidente cuando, observando al pensamiento, notamos que se inclina siempre a ponerse en el centro de la única realidad que reconoce: la suya. Crea, no revela; produce, no descubre; da vida, no da acceso. Es tranquilizador, eso sí, porque encasilla todo en lo conocido y le garantiza al yo que ninguna realidad existe antes de haber sido conformada por una forma y un nombre. Incluso el mal es una realidad que el pensar nos ofrece para confortarnos, ya que con la idea del mal, en efecto, lo incomprensible se convierte rápidamente en lo inaceptable que, por lo menos, puede ser encasillado en la estructura mental de la ética. Si el horror por lo incomprensible es devastador, porque no permite ningún apoyo lógico, la aversión por lo inaceptable sustenta la identidad del individuo, porque le permite leer el mal a través de sus valores y tener a la debida
distancia lo incomprensible. Es así que el pensar, ayudándonos a construir una realidad psicológicamente habitable, nos aleja de lo real para encerrarnos en lo describible y consolarnos con lo representable. Reducir la existencia a lo que es pensable puede ser una simple inclinación; reducirla a lo que se puede definir racionalmente, probar científicamente y realizar técnicamente ya es una mutilación autoinfligida. Para la racionalidad dualística, antes del pensar no hay nada. Hay algo abajo (el inconsciente psíquico), algo arriba (la fe) y algo a lado (el arte), pero antes no hay nada digno de atención. Existe sólo lo que se puede pensar y, en efecto, también la psique, la fe y el arte pueden pensarse. A la racionalidad occidental nunca le ha interesado lo antes-de-pensar porque es un espacio donde la realidad es simple existencia que no necesita la carga de la prueba, que entonces no se
sar, y puede hacerlo porque antecede al movimiento mental. Lenguaje, racionalidad, técnica: los instrumentos que el hombre se ha dado para construir e interpretar el mundo nacen en una dimensión que lo aleja de la infinitud, es decir, en la dimensión del pensar que fracciona la realidad para administrarla. El pensar –filosófico, teológico, psicológico o científico– es por ende intrínsecamente creacionista, en el sentido de que no puede hacer más que ocuparse de lo que él mismo crea. Hasta el creador por excelencia, Dios el Altísimo, resulta reducido a una creación mental cuando admitimos la posibilidad de entenderlo, describirlo, acercarlo con conceptos y palabras, porque así entra en la jurisdicción del pensar. Mimetizándose entre los innumerables mundos que crea, el pensar se oculta al sujeto que piensa y así le hace creer que la creación de su pensar es la realidad. Pensar es crear, y crear es creerse un creador, es decir, un individuo separado de la realidad que ve y habita. Así las cosas, no hay posibilidad de acercarse a lo que antecede al pensar, a la infinitud, a lo real indiviso, porque si el pensar es el artífice de muchas creaciones, lo real no tiene nada que ver con ninguna creación. Sin embargo, la infinitud no es solamente lo que no se manifiesta; es también el espacio de toda manifestación, incluyendo la manifestación del pensar. Por eso no es accesible al pensar, que trata inútilmente de domesticarla imponiéndole forzosamente nombres, formas y estructuras.
EL DESAFÍO DE LA INFINITUD
Ilustración de Huidobro
deja inmovilizar por las pinzas del pensamiento dualístico. Todo el pensamiento occidental es un análisis de la realidad a partir del hecho de pensarla. Lo impensable entonces no es real, y si fuese real de todas maneras no sería accesible y utilizable. Allí está la fe que ampara la racionalidad dualística, ya que a la plácida contemplación de la infinitud el hombre seducido por el pensamiento ha preferido el acto de fe que limita la realidad a lo que puede pensarse.
L A M E N T E C R E A C I O N I S TA Esta elección restrictiva se explica con la tendencia del ser pensante a ponerse siempre en el centro de la escena, mientras la infinitud, por el contrario, demuele todo esfuerzo del hombre para quedarse en su creación. Lo hace perjudicando las certezas del pen-
Los antiguos lo sabían. Si el pensar no se torna aliento y carne, se queda muy distante del conocimiento. Cuando la escritura se transformó de simple utensilio en memoria del hombre e inventora de mundos, tomó el carácter de una tecnología que permite al pensar crear ángulos racionalistas y vapores místicos, orificios poéticos y brincos científicos, juguetes artísticos y esferas ideológicas. Por eso Platón desconfiaba de la escritura: pensaba que la transmisión del conocimiento sin la presencia del maestro que lo imparte difícilmente puede transformarse en experiencia. Y el conocimiento sin experiencia no es una investigación de la realidad, es una simple ocupación del espacio mental. Si los conceptos no desembocan en experiencias para luego regresar a la infinitud de donde han salido, se tornan promotores de un mundo mental bulímico y asfixiante que se cree dueño y principio de la realidad. Cuando los hombres dejaron de jugar con el espíritu y se volvieron severos administradores de ideas y fes, cuando empezaron a considerar la identidad personal como algo que defender de la infinitud, allí perdieron un pedazo esencial de la naturaleza humana, esa parte esencial del ser humano que se encuentra antes de su pensamiento y que hace de los miedos y los deseos banales bagatelas del destino. Acercarse a ese espacio sin perímetro que es la esencia de lo real y el manantial de las realidades percibidas, explorar el silencio silenciado por el ruido del pensar, es el reto que nos lanza la infinitud. Rechazar ese reto significa condenarnos a conocer lo impensable solamente a través de sus efectos en nuestra vida pensable
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Marienbad eléctrico, Enrique Vila-Matas, unam /Almadía, México, 2015.
EL ARTE DE EXPONERSE A SÍ MISMO ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ
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nrique Vila-Matas, Premio fil de Literatura en Lenguas Romances 2015, no sólo es un novelista: también es un escritor. Es, al mismo tiempo, un autor moderno, en el mejor sentido que este término (si es que todavía) puede alojar: al tanto de todo, interesado por todo tipo de trasvasamiento artístico, desprovisto de cualquier retórica militante, resignado a que el mundo inmediato y mediatizado sea la más fértil fuente de creación. Rimbaud, Wenders, Julio Ramón Ribeyro, Laurence Sterne, Godard, Roberto Calasso y un generoso número de artistas y escritores son convocados por su prosa porosa a lo que esculpe el cine o musicaliza la pintura. La espléndida perspicacia que lo lleva, por ejemplo, a entrever en Duchamp y en Beckett, en su obra rimbaudiana (pues siempre tiende a querer ser otra cosa), los antecedentes de la instalación, término tan caro a la plástica de los últimos años, es la misma que lo alienta a publicar Marienbad eléctrico, su libro más reciente, un objeto de escritura redondo y brillante y ejemplificador de lo que significa una “literatura expandida”, en este caso hacia la conversación –electrónica y presencial– con la artista Dominique González-Foerster, charla amena, interrumpida y reanudada interminablemente, que es un solo a dos voces de la escritura y las formas visuales. La “ambigüedad fascinante” que el autor encuentra en el Hotel Splendide, el Palacio de Cristal reconfigurado por Foerster, lo lleva a concebir su Marienbad eléctrico propio, una ciudad iluminada por una película de culto de Alain Resnais que es un continuo de imágenes desasidas que pretenden reconstruir la historia de un encuentro amoroso imposible, pues ambos amantes emergen de dimensiones distintas. La idea de ocupar un espacio, tan cara a El año pasado en Marienbad y a la novela de la que deriva la película, La invención de Morel, de Bioy Casares; la pulsión de habitar una realidad eterna, es la misma que gobierna las instalaciones de Dominique Gonzalez-Foerster, donde de manera provisional pero con su algo de definitivo o perpetuo, se interviene un lugar para recuperarlo o se acoge una estancia (museo, se decía en la antigüedad) para dotarla de guiños, gestos, suspiros visuales que apuntan hacia una realidad otra, como la producida desde la máquina inventada por Morel.
Este nuevo libro de Vila-Matas encarna, entonces, el arte de un intercambio de impresiones en el más amplio sentido del término: conceptos, formas, palabras, imágenes, la amistad de dos artistas afines. Marienbad eléctrico es algo de eso y también la exhibición, la sobreexposición de una mirada dual y fecunda a la connivencia de las artes en el tiempo presente. Porque el lector asiste, asimismo, a fragmentos de vida que nos recuerdan que, para escribir –cita Vila-Matas a Ribeyro–, “no es necesario ir a buscar aventuras”, pues la propia existencia, cuando refiere la honesta y admirable armonía espiritual entre un escritor y una artista tan completa y curiosa como Dominique González-Foerster, da para expandir nuestra idea de la literatura y de la plástica y del mundo en sí mismo, para reconciliarnos con la vida y su entrelazada naturaleza. “Escritor sin motivo”, llamaba Canetti a Robert Walser, el heterodoxo y extraordinario novelista suizo. Es posible que Vila-Matas también lo sea, si por ello entendemos que se trata de un autor que apuesta en cada libro, de una manera casi ofensivamente sencilla y natural, a reacomodarlo todo, a resigniresigni ficar su propia escritura como un laboralabora torio donde las frases tienden a disfrazar su condición de frisos verbales para devenir formas de vida plena. •
Cuentas claras, Pedro Serrano/Hembras desarboladas y otros hombres fuera de lugar, Carlos López Beltrán/Se prepara a la lluvia la tarde, Francesca Gargallo, Ediciones Sin Nombre-Universidad del Claustro de Sor Juana, México, 2014.
Con estos tres volúmenes tan breves como intensos, que forman parte de la colección El Mundo Iluminado, Ediciones Sin Nombre sigue dejando constancia –ya sea por su sola cuenta o en coediciones, como es ahora el caso–, de la polifonía poética que tan poco favor editorial merece a otras empresas que, tantas veces, de cultural sólo tienen la intención y en ocasiones ni siquiera eso. Serrano, López Beltrán y Gargallo ofrecen aquí, cada uno por su cuenta, el fruto de una experiencia literaria dilatada, así como de una búsqueda constante, que parecen compartir: la del verso claro, pleno de sentido, vinculado desde la raíz con la memoria, la musicalidad, la transparencia y la voluntad de juego.
Los últimos tres años, Jorge Fondebrider/Los motivos de Dios, Darío Jaramillo Agudelo/Ciudades, Luis García Montero, Ediciones Sin Nombre-Universidad del Claustro de Sor Juana, México, 2015.
No por difundir sobre todo la obra de poetas mexicanos, la colección El Mundo Iluminado desdeña la de autores nacidos en otros países de Hispanoamérica, y estos tres volúmenes dan testimonio de ello: Fondebrider, argentino; Jaramillo Agudelo, colombiano, y García Montero, español, además de la lengua y el quehacer poético comparten el interés por otros géneros literarios, sobre todo la narrativa y el ensayo, en los cuales tienen asimismo respectivas trayectorias largas y fructíferas. Huellas del tiempo hechas a un tiempo de pesimismo y valentía; multiplicidad de voces reunidas en una sola para mejor explicar(se) el mundo; rasgos, signos y señas de la urbe contemporánea, real e imaginada, son los principales puntos de luz de estos poemarios, que dan cuenta de la riqueza de registros poéticos o, vale decir, del estupendo estado de salud actual de la poesía en lengua española.
La Jornada Semanal
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En nuestro próximo número
ESCRIBIR LO QUE SE VE: la novela de la crisis española Ánxela R. Astvaldsson
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Naief Yehya
Agustín Ramos
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ebería el actual vicario de Cristo atender a los padres de los 43 desaparecidos? El manejo de la imagen del Papa actual lo hace ver como un tipo risueño, bonachón, franco, sensato. Defiende a los pobres y comprende a los vulnerables. Adopta poses progresistas y simpaticonas, da la mano a tiranos que antes la Iglesia católica mal miraba y, en general, apoya tibia pero ruidosamente las buenas causas. Quizá por eso en México, con 93 millones de bautizados, muchos practicantes católicos creyeron que Francisco concedería una audiencia a los padres de los normalistas desaparecidos.
Hay un solo motivo a favor pero demasiados en contra para que el papa Francisco acceda a eso. Entre éstos está su historial en la Argentina de 1976 a 1983, rigurosamente documentada desde 1999 por Horacio Verbitsky en Página 12, pues tal conducta perfila al Papa actual como cómplice de genocidas, desamparador de sacerdotes y catequistas comprometidos con su grey, coadyuvante en el rapto de recién nacidos y encubridor del pacto entre jerarcas católicos y militares que empezó a sellarse en la plenaria episcopal del 10 de mayo de 1976. Y aunque el periodista Verbitsky suprima de sus archivos digitales todas las notas en las que inculpa al actual Papa, no rectifica “ningún dato” y asienta que sus opiniones al respecto “no han variado”. Esto implica la vigencia de los documentos que justificaron a los militares por no actuar “con pureza química de tiempo de paz”, así como la denuncia de Verbitsky contra el actual Papa por alterar la minuta en la que varios obispos bendijeron, por así decirlo, a la dictadura. Aún más, el actual Papa debió testificar en 2010 sobre crímenes de lesa humanidad cometidos en el principal centro de tortura de la dictadura militar argentina. Claro, él negó los cargos, en especial los relativos a su participación en el hurto de bebés. Sin embargo la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, desmiente esa declaración y atribuye al silencio de Bergoglio el haber contribuido a los “30 mil desaparecidos y 560 nietos apropiados por represores” en Argentina. Esa cifra de desaparecidos en ocho años de dictadura militar se asemeja a la que la Procuraduría General de la República mexicana presentó,“ya depurada”, en marzo de 2015. Sí, aquí, en el país que visitará Bergoglio, el actual Papa. Un México que sufre métodos similares a los de las dictaduras: primer lugar en asesinatos de periodistas en América Latina y quinto en el mundo; cincuenta y un sacerdotes asesinados en veinti-
cinco años, once de ellos en el gobierno de Peña Nieto; “México, un infierno para ejercer el sacerdocio”, reza el encabezado de una nota eliminada tan pronto como apareció en xeu.com.mx de Veracruz. Y con catorce recomendaciones del Comité contra la Desaparición Forzada de la onu , la última de ellas referida a la desaparición forzada, lo cual remite a la lucha por la reaparición con vida de los 43, una lucha que se pretende calumniar tildándola de politización manipuladora, de pretexto para sembrar desestabilización y cizaña de raíces rojas, de conjura antigubernamental para opacar supuestos logros, etcétera. ¡Ya supérenla!, dicen. La autoridad moral para llamar la atención al actual Papa sobre esta lucha está justamente en esas cifras que se cuadruplicaron con Peña: 26 mil o 30 mil personas que comenzaron a desaparecer en 2006 tras la militarización calderonista, más otras once cada día que corre según reporta Animal político. Y más allá de la representatividad y la autoridad moral que la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa confiere al reclamo de sus padres, las normales rurales, por méritos propios, forman parte de un sector que el vicario de Cristo estaría obligado a privilegiar. La muestra consiste en un dato ya expuesto aquí. Proviene del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes, de julio de 2014, y señala: “Entre 2003 y 2012 el desempeño [de los estudiantes mexicanos más pobres] mejoró más de un año de escolaridad. Esta fue la mejora más amplia para los estudiantes más pobres de todos los países [de la ocde ] que participaron en pisa en 2003 y 2012.” www.iadb.org/es/temas/educacion/resultados-pisa-2012-en-america-latina.9080.html Dije arriba que había un motivo para que el Papa actual atendiera a los padres de los desaparecidos. Ese motivo es que se lo piden prójimos humildes, conscientes, de buena voluntad. *(Mateo 18, 1-14) •
El despertar de la fuerza: Star Wars en tiempos de guerra sin fin Reciclaje j , j . Abrams, el director de Star Wars vii . The Force Awakens, se ha convertido en una
poderosa e infatigable máquina de reciclamiento cultural, un fabuloso recolector de chatarra que ha sabido encontrar las dosis justas de nostalgia para los fans veteranos de la saga y ser un estímulo novedoso para las nuevas generaciones. Se ha escrito y hablado hasta la náusea cósmica acerca de las virtudes de esta secuela, de su hábil uso de las paráfrasis, las referencias e incluso las repeticiones (otro robot
simpático por tador de un mensaje, otra estrella de la muerte, otra pelea en un estrecho pasillo sobre un precipicio). Abrams ha aprendido a jugar con las emociones y expectativas del público al hacer interactuar nuevos personajes con otros viejos ya conocidos, sin tener necesariamente que desarrollarlos. Asimismo, el creador de la serie Lost emplea talentosamente efectos especiales ligeramente rancios, robots tiernamente humanizados y batallas de desenlace predecible. Incluso la pobreza de los diálogos y la insistencia en recuperar viejos clichés en torno a la épica del héroe con orígenes humildes (de acuerdo con los arquetipos de Joseph Campbell) sirven a su propósito de redimensionar la mitología de Star Wars. No parece haber mucho más que añadir a los innumerables análisis, críticas, ensayos y tesis de esta serie de aventuras entrelazadas en las que el tema central es el linaje y la pureza de la sangre, pero debemos preguntarnos ¿es este un cínico remake de la primera cinta de la franquicia de 1977 o una demostración de cómo la historia es sólo una serie de repeticiones de tramas con mínimas variaciones?
legado La serie, creada por George Lucas, siempre estuvo más cerca de la fantasía que de la ciencia ficción. Es un cuento de hadas habitado por caballeros y doncellas despojados de sus privilegios y su legitimidad al perder los vínculos con su legado; es una ópera espacial de caos político de un universo que se debate entre un orden que evoca al Senado romano y el totalitarismo fascista; es la confrontación de las fuerzas del orden del lado oscuro y una alianza rebelde moldeada a imagen de la resistencia antinazi, con gallardos combates aéreos y heroísmo suicida de quienes se infiltran detrás de las líneas enemigas.
complejidad El conflicto entre el bien y el mal sin matices, se presenta aquí orgullosamente maniqueísta en la confrontación de dos sociedades militaristas: los insurgentes guiados por una princesa generala y la organización First Order (que ha heredado el ethos mórbido del Imperio), con sus formaciones al estilo de El triunfo de la voluntad, de Leni Riefenstahl. Ambas dependen de figuras icónicas: por un lado un Luke Skywalker que se ha
vuelto ermitaño y, por el otro, Kylo Ren, un heredero enmascarado de Darth Vader. Pero el conflicto no es tan simple, ya que desde el inicio de la franquicia se propone que la paz llegará cuando la fuerza se encuentre en equilibrio. Es decir, que no es posible eliminar al lado oscuro sino sólo neutralizarlo. Y en este mundo en blanco y negro hay elementos problemáticos, como una clase política fuera de la estructura del Estadonación y de la sociedad planetaria: los jedis, una fuerza de choque al margen de la legalidad y fuera de cualquier estructura democrática, que evoca a los templarios y a los samuráis.
ambigüedad ¿Cómo se ve esta historia en el contexto de un mundo en guerra sin fin?¿Cómo puede identificarse el espectador medio estadunidense con los rebeldes que luchan en contra de un imperio agresivo y genocida? ¿Es posible no ver la sombra del intervencionismo estadunidense en las acciones de la inmensa maquinaria bélica del imperio? Estas preguntas son inevitables al ver escenas inverosímiles y el absurdo choque entre la realidad y la ficción, como una auténtica conferencia de prensa en la Casa Blanca “custodiada” por soldados imperiales o storm troopers. La clave es que en esta serie nada es específico en la confrontación entre tiranía y democracia. Izquierda y derecha pueden imaginarse como los rebeldes que pelean contra un gobierno despótico, e incluso ambas pueden creer que el Imperio es una fuerza del bien, víctima de la propaganda de rebeldes terroristas. Es interesante considerar que llamar al arma más portentosa del arsenal del Imperio,“la estrella de la muerte”, parecía ridículo hasta que alguien decidió llamar Predators y Reapers a los drones asesinos de eu .
diveRsidad Finalmente, la nueva divina trinidad starwarsiana está conformada por el guatemalteco Óscar Isaac, la británica Daisy Ridley y el anglonigeriano John Boyega. Esto puede verse como mera corrección política en una galaxia remota y en un tiempo muy distante, pero sin duda es una afortunada y agradecible provocación para Donald Trump y sus hordas filofascistas que cada día ganan terreno en la política del muy cercano y muy presente imperio “americano”. •
JORNADA VIRTUAL
…que no se pierda uno solo de estos pequeños.*
TOMAR LA PALABRA
naief.yehya@gmail.com
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Jornada Semanal • Número 1088 • 10 de enero de 2016
Germaine Gómez Haro
Alonso Arreola
germaine@casalamm.com.mx
Daniel Lezama en la galería Hilario Galguera
L
A PINTURA DE DANIEL LEZAMA (México, df, 1968) se caracteriza por una incesante búsqueda de experimentación formal. A estas alturas, cuando ya es un artista plenamente reconocido, resulta un lugar común decir que es uno de los pintores más destacados del arte contemporáneo mexicano, y no nada más por el dominio técnico que ha logrado consolidar a lo largo de varias décadas de búsquedas y aprendizajes. Dibujante y pintor excelso, su obra trasciende la perfección del oficio por la complejidad de un discurso narrativo que ha llevado a las últimas consecuencias. A simple vista realista –creador de un realismo crudo y descarnado–, su pintura rebasa las fronteras de la representación directa de la realidad circundante para insertarse en el ambiguo universo de la alegoría y el símbolo. Él se considera más bien un pintor naturalista cuyo objetivo es incitar al espectador a la contemplación de sus complejas composiciones que, más que narrar, evocan. Sus cuadros, en apariencia representaciones teatrales, son guiños poéticos de experiencias sensoriales que se palpan en escenas que se desarrollan de manera independiente y complementaria, creando en el espectador una
atmósfera a un tiempo lúdica y enigmática, cargada de erotismo y emotividad. Actualmente se presenta en la Galería Hilario Galguera una magnífica exposición de su trabajo realizado a lo largo de los dos últimos años, centrado en su incursión experimental en la muy particular técnica del monotipo que consiste en la estampación gráfica de una obra única. Esta técnica va a caballo entre la pintura, el dibujo y el grabado, ofreciendo una gran libertad de ejecución con infinitas posibilidades plásticas. Sus piezas son de una elegancia extrema, en las que se palpa su calidad dibujística en composiciones plenas de efectos pictoricistas: la pincelada suelta en los fondos en contraste con los trazos precisos en las figuras, amalgamados por los efectos lumínicos que han caracterizado sus grandes lienzos. Lezama acostumbra desarrollar series pictóricas en torno a diferentes tópicos y aquí confluyen dos líneas temáticas. En entrevista realizada en el marco de la exposición, el artista me comenta:“Para mí el tema mitológico es un pretexto para desplegar mi imaginario. En esta serie aparece el mito de Acteón y Diana y, en forma paralela, el tema de Arriba: Luminaria, 2015; der: Acteón, 2015
la alquimia.” La exposición está integrada por veinticinco monotipos a color y cinco en blanco y negro, que se desprenden de una gran pintura de 240 × 320 cm titulada La Joya/Abrevadero. Agrega el artista: “La Joya es ese espacio que se genera en medio de un volcán donde hay agua. Ahí coloqué a Acteón y a Diana. Entre otros, aparece Ehécatl, dios del Viento, con el hacha. Ninguna representación coincide con la mitología prehispánica o griega porque todas las mitologías confluyen. Las caracterizaciones de los personajes son siempre locales. Parte del tema de Acteón tiene que ver con la transformación del humano en animal. La transmutación me ha interesado últimamente; de ahí se deriva el segundo tema, que tiene que ver con la alquimia: el paso de un reino a otro o de una condición de la materia a otra, por ejemplo, el tema pseudocientífico del ciclo del carbón: la madera –que es al mismo tiempo madre– pasa al carbón y de ahí al diamante que genera la luminosidad. Con estos elementos hago una imagen alegórica.” En esta obra reciente, Lezama avanza en la construcción de su discurso narrativo que conduce al espectador a hacer una lectura abierta de sus composiciones complejas pero precisas que, sin embargo, están llenas de pistas. Para Lezama esta es una exposición de procesos, una muestra de “taller” que revela capítulos entreverados de sus narraciones plásticas. “Las referencias van y vienen: no controlo lo que pinto, sino cómo lo pinto. Mis cuadros grandes son como maquinarias de sentidos donde pasan cosas generadoras.” El crítico de arte y curador Erik Castillo ha seguido de cerca la producción de Lezama y su percepción me parece más que atinada: "Lezama practica la pintura como quien cuida y fertiliza un jardín antiguo, inmerso en una lógica cultural que privilegia otro género de jardinerías; en el nivel de los contenidos, Lezama visualiza el jardín visible en su pintura como laberinto de afirmaciones, el jardín como arquitectura de plenitud, el jardín como tierra de cultivo de la multiplicidad del yo, el jardín como el lugar de contemplación de la naturaleza sentimental animada por pulsiones anímicas.” •
ARTES VISUALES
@LabAlonso
Propósito de año nuevo… ¿aprender música?
E
STUDIAR MÚSICA POPULAR parece estar de moda. Nos referimos a rock, jazz, pop, reggae, folk, etcétera. No al mundo clásico (cuyos códigos de aprendizaje son más estrictos). Todos los días nos enteramos de una nueva escuela en la ciudad, de un músico que ha decidido dar lecciones en plataformas de video por internet. Por un lado, esto es de celebrarse. Se sabe que una sociedad con mayor sensibilidad tiende a ser más justa. Sin embargo, existe el riesgo de caer en manos de gente que carece de trayectoria o, lo que es peor, que desconoce toda metodología. Ello no quiere decir que se deba certificar o controlar a todos los maestros particulares, algo imposible de
hacer y que atentaría contra la oralidad que mantiene viva a las músicas tradicionales. Pero tampoco cancela que al momento de decidirnos por el estudio de un instrumento averigüemos a quién le destinaremos tiempo y dinero para que nos enseñe a tocarlo y desentrañar sus misterios. En este sentido hay que recordar algo: si bien la técnica es fundamental para que suceda la magia, ésta no se va a manifestar a menos que sumemos información rítmica, melódica y armónica, literaria (si se trata de canciones), cultural (si queremos conocer múltiples géneros), de entrenamiento auditivo y, lo más interesante, de nuestra propia vida (demonios incluidos). Sin importar a qué otra actividad se dedique usted, lectora, lector –incluso si es músico profesional–, el entrenamiento deberá enriquecer su personalidad integralmente. Además, ¿quién dijo que todo ejecutante debe ser virtuoso o complicar sus creaciones? Hechos simples y comprobados: aprender a componer e improvisar, enfrentar a una audiencia, saber manejar el cuerpo en un escenario, verter opiniones y juicios con respecto a lo que escuchamos, crear colectivamente, planear y producir a corto, mediano y largo plazo… todo contribuye a ejercitar nuestra naturaleza, fomenta la seguridad, la tolerancia y la toma de decisiones, aspectos útiles en la vida. Por ello, no importa la edad a la que comencemos. Sí. Mientras más temprano se inicie hay mayores posibilidades de alcanzar una técnica superior, pero la mayoría de los niños desertan porque aún no han fortalecido su melomanía. Muy diferente es el asunto con jóvenes y adultos que deciden abordar un instrumento. Normalmente su amor por la música está claro y no pretenden vivir de ella. Ahora bien, muchos interesados en aprender música piensan que con la información que hoy fluye por las redes no es necesario tener un maestro; que sólo hace falta buscar tutoriales, tips y bibliografías para enseñarse a sí mismos, pero es un error. Demasiada gente que comparte adiestramientos en internet y que
publica métodos o partituras lo hace en buena lid, pero con ingenuidad, desde su propia ignorancia. Aunque momentáneamente parezca que las cosas funcionan, los errores “invisibles” que dejamos pasar traerán consecuencias posteriormente. A esto hay que agregar lo vivencial. No está mal tener asesorías vía Skype u otros medios a larga distancia. Sin embargo, estudiar un instrumento sin que alumno y maestro estén cara a cara hace que se pierdan muchísimos aspectos y experiencias sensoriales definitorias. No todas las manos u oídos son iguales. O sea que no podemos generalizar los procedimientos. Allí es donde un buen maestro, compartiendo sabiduría en la misma habitación, equilibra las cosas. Finalmente, sea cual sea el caso, debemos decir que tener instrumentos en casa mejora el ambiente y propicia la creatividad, aunque éstos pasen largas temporadas en silencio. Piense: no hay que ser ejecutantes profesionales ni virtuosos para que el hechizo de la música se haga presente transformando nuestro tiempo. En el pasado la gente solía cantar y tocar más en comunidad (lo que sigue sucediendo fuera de las grandes urbes). La televisión con su “realidad” sobreexplotada, el internet con su individualismo, los reproductores digitales con sus gigantescas memorias, todos han contribuido a que esta experiencia cambie de formas extrañas y no siempre positivas. Lo bueno, lo inevitable, es que el río de la música –siempre el mismo, siempre diferente– estará dispuesto a recibirnos en todo momento para hacernos más felices, para mejorar nuestra estadía en la Tierra. Anímese y desempolve la vieja guitarra; compre aquel saxofón que vio en la tienda de instrumentos; iníciese en las oscuras profundidades del bajo; haga la vida difícil a sus vecinos con esa batería que siempre quiso… Aprenda luego una canción sencilla y, cuando más o menos pueda seguirla contra un disco, pregúntese qué mecanismos secretos la hacen tan bella. Entonces busque guía. Su sonrisa nunca será la misma. Buen domingo. Buen lunes. Buenos sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
10 de enero de 2016 • Número 1088 • Jornada Semanal
Ana García Bergua
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Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch
AY TRES HISTORIAS EN la cinematografía de Woody Allen que me gustan y dicen mucho aunque sé que muchos las considerarán simples o malonas: la del director de cine que se queda ciego y aun así dirige la película (El ciego); la de los hipnotizados que responden a las palabras de “Constantinopla” y “Madagascar” (El escorpión de oro) bajo cuyos efectos cometen robos y regresan lo hurtado a un hipnotizador de turbante y toda la cosa, y la del italiano que canta tan bien ópera en la regadera, que un director estadunidense (actuado por el propio Allen) instala una ducha en el escenario de la Scala de Milán para que el público lo escuche (A Roma con amor). Me
gustan porque se atreven a construir una historia entera sobre una premisa absurda y cómica, como si alguien se animara a desarrollar Otelo sobre un chiste de una película de Mauricio Garcés. Son como una versión extendida de la famosa escena del camarote de barco que se va llenando de gente en Una noche en la ópera, la película de los hermanos Marx, a quienes Allen debe muchísimo. En el fondo, hay mucha valentía en el desenfado de llevar las cosas al extremo. La resolución de El ciego, por ejemplo, es genial: la película del director ciego no tiene pies ni cabeza, por lo que resulta ser un fracaso de taquilla en Estados Unidos, pero a los franceses les parece una obra de arte. Quizá yo soy un poco como esos franceses. Y es que estas construcciones tienen también un lado inspirador. Debo confesar que, si bien canto muy mal tanto en la regadera como fuera de ella, muchas cosas se me ocurren en esos momentos, incluida –tengo que confesarlo: culpa de las vacaciones– esta columna. Y desde luego, sé que no soy la única a la que le pasa; de hecho un buen amigo me habló sobre cierto famoso traficante que maquinaba sus maldades con la ayuda de un potente chorro de agua que le azotaba el cráneo. Y la frase que da título a esta columna, proveniente de una canción que cantaban los inigualables Tin Tan y Marcelo (y que decía “cantando en el baño me acuerdo mucho de ti”) da fe del poder inspirador y provocador de fantasías de todo tipo, incluidas las más obvias, de la regadera. Loco como una regadera, se dice de aquellos a quienes les brotan las palabras y las ideas como chisguetes más o menos desordenados and so on. Pero más allá del lugar más o menos común, la genialidad de la ocurrencia de Woody Allen de llevar a lo literal la historia del que canta en el baño como los dioses, se debe, a mi modo de ver, al descubrimiento de un misterio: ¿será que estar solos y a la vez rodeados
de ecos y chorros de agua nos proyecta, nos expande como un espejo enorme y tan deformante que nos hace sentir geniales?, ¿vivirán los buzos este aislamiento del agua como un renacimiento de la sensibilidad que, por lo menos en el caso del canto, provoca efectos engañosos?, ¿será la tina igual de inspiradora o bien el fenómeno se podría atribuir al golpeteo del agua sobre la cabeza, más similar al de la lluvia y hermanado quizá con la expresión “lluvia de ideas”? Seguro los neurólogos tienen una respuesta que dará al traste con mis elucubraciones regaderiles. Desde luego, pasaron muchos siglos durante los cuales los artistas no se inspiraban en la regadera. La inefable Wikipedia nos informa que, si bien griegos y romanos acostumbraban tomar duchas comunitarias gracias a unos sofisticados sistemas de tuberías, tras la caída del imperio romano el agua dejó de caer sobre el cráneo de la gente en lugares techados por lo menos hasta el siglo xix, cuando el descubrimiento de la higiene, y fue hasta mediados del siglo xx que el regaderazo quedó establecido como nuestra saludable y melódica costumbre. De manera que ni Cervantes, ni Rabelais, ni Shakespeare, ni Leonardo pudieron haberse inspirado en la ducha, a menos que fuera bajo una cascada, un chaparrón o en un caso extremo conocido de todos, una manzana, pero creo que no cayó encima de Newton. Reviso los testimonios de cincuenta y tres escritores mexicanos en Así escribo, la reciente compilación de Cal y Arena sobre nuestras manías y rituales para escribir, y veo que Rosa Beltrán cuenta que Borges meditaba en la tina si el poema que había soñado merecía ser escrito. Pero es el sueño y es la tina: del aire al agua. Por eso el chiste de Woody Allen resulta mejor aún: la expansión de nuestros talentos en la regadera es un misterio de la comedia. Será de los pocos casos en que la higiene se vuelve, literalmente, mental •
PASO A RETIRARME
H
J
OSEPH GORDON-LEVITT es un actor, músico y productor estadunidense de treinta y cinco años de edad que está cambiando la manera de hacer televisión. Al margen de la carrera como actor, de suyo exitosa (saltó a la fama durante su adolescencia, como parte del elenco de la serie humorística de Sony Television, Third Rock from the Sun, pero ha desarrollado una trayectoria propia y muy respetable en el cine, mayormente en clave de negro incluyendo cintas de ciencia ficción como Looper, que protagonizó con Bruce Willis), Gordon-Levitt fundó en 2004, junto con su hermano Daniel, una productora que parece haber encontrado en la televisión su cauce
natural. Daniel falleció en 2010, pero lejos de cancelar el proyecto, Joseph decidió seguir adelante como una forma de celebrar la vida de su hermano al que, por cierto, estaba muy apegado. HitRecord tv , que así se llama la casa productora (por eso el título harto coloquial de esta columna), sería luego el nombre de un programa de televisión que se estrenó en 2014 y ya en 2015 prevería el lanzamiento de la segunda temporada. Según se apure la raza… porque el atractivo de HitRecordtv radica precisamente en su talante colectivo, de cosa hecha a muchas manos: el programa se realiza estableciendo temas, por ejemplo, el primer capítulo se trató, precisamente, de lo que representa decir “número uno”. El segundo capítulo, como si lo escribiera Perogrullo, se dedicó a el número 2: ser el segundo en llegar, crecer como segundo hermano, ir al baño y hacer del dos, y así, cualquier manifestación coloquial de lo que significa decir “número dos” en cualquier cultura podía formar parte del material con el que luego sus productores ensamblaron un collage audiovisual muy variado y sorprendentemente creativo. Los temas son entonces propuestos por el comité de la productora, y han sido los tópicos variados pero predecibles en todas las artes: el fuego, la fantasía, el amor, etcétera. HitRecord t v se hace, pues, con un sinnúmero de diminutas colaboraciones de miles de personas en todo el mundo: guionistas, artistas gráficos, locutores, animadores, hackers, actores, bailarines, músicos, compositores y una multitud de espontáneos colaboradores de todo tipo, casi siempre aficionados, que hacen un ejercicio de escritura creativa o se rifan un corto de animación o simplemente se filman a cuadro platicando una anécdota o interpretando una melodía o haciendo muecas. Todo vale. Pero con algún orden. Para ello, Gordon-Levitt hizo de HitRecordtv una productora en forma, con todo un planteamiento legal para las colaboraciones que recibe de todo el mundo. El sitio,
para quienes gustamos por ejemplo de las artes gráficas (o simplemente de esta clase de heterodoxos experimentos mediáticos), es muy interesante y se puede visitar en internet: http://www.hitrecord.org/. El sitio categoriza los trabajos y los temas para recibir colaboraciones. Se puede registrar cualquiera y es muy sencillo hacerlo; se requiere solamente de ganas de colaborar, una buena dosis de creatividad y un correo electrónico válido. Quizá el mayor atractivo de HitRecordtv radica precisamente en el encanto, todavía dotado de una buena dosis de candidez, de algo realizado entre muchos sin un fin muy claro como no sea sencillamente verlo realizado, convertido un dibujito que hizo alguien en México en una animación realizada en Bucarest con la voz de un par de actores estadunidenses y con música grabada en un barrio de Delhi, Buenos Aires o París. El resultado final suele ser inesperado y, por lo que ha sido presentado en el programa, no es exagerado decir que la calidad del producto terminado es estupenda: quizá HitRecord tv sea en términos de producción, calidad y honestidad artística, la mejor revista de variedades televisiva que se haya hecho en toda la historia del medio. Lo único malo, como era de esperar en un proyecto experimental, es que su distribución se constriñe al Canal i -Sat, de paga, aunque al parecer forma parte de las barras básicas de al menos dos proveedores de televisión de paga en México. Con suerte luego lo vemos en otros canales y plataformas. O las televisoras mexicanas, tan proclives al refrito y la copia, reproducen por primera vez un formato novedoso y propositivo aunque es poco probable, porque una de las características de HitRecordtv es la absoluta libertad creativa que brinda a sus muchos colaboradores.Y la libertad creativa (y por ende de discurso y expresión) no es precisamente lo que caracteriza a la televisión de este machucado país… •
CABEZALCUBO
PícaleGrabatv
Cantando en el baño
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Jornada Semanal • Número 1088 • 10 de enero de 2016
Orlando Ortiz
Luis Tovar @luistovars
L
OS NARRADORES SERIOS DEBEN ocuparse en serio de cosas serias. Tal parece ser la idea del ochenta o noventa por ciento de autores. Les interesa destacar por cómo cuentan, por teorizar al respecto y entre más elaboradas –incomprensibles– sean sus teorías, mejor. En cuanto a la temática, obvio: si les interesa el cómo, que debe ser serio, también el qué debe ser serio: la vida, la existencia, la muerte, las agruras existenciales, la libido, los vicios (léanse drogas, alcohol, coca, morfina, anfetaminas, más las que se creen en estos días), el arte; en fin, cosas serias y duras, de las que espantan a gente mojigata, pacata y “decente”.
Esta seria preocupación por tratar en serio asuntos serios, implica, en gran medida, la discriminación de los temas infantiles. Confunden infantil con pedestre. Argumentan que no les interesa escribir eso, o, en ocasiones, de esa manera encubren su incapacidad. Esto es válido siempre y cuando no lleguen a descalificar el género porque no son capaces de incursionar en él. Han sido varios autores de alto nivel los que, a pregunta expresa, me han confesado que han intentado escribir para niños y no lo han conseguido. Es muy difícil, me dicen. Lo anterior viene a colación porque, volviendo a Onelio Jorge Cardoso, algo que también me impresionó mucho en el primer libro de él que conocí, fue la inclusión de dos cuentos infantiles (“La lechuza ambiciosa” y “El canto de la cigarra”), en medio de los otros textos magistrales pero de corte realista y con temas duros: la miseria de los campesinos, la violencia, la prostitución, la guerra, la injusticia... en fin, asuntos propios “para adultos”. ¿Por qué motivo, entonces, mezclar “cuentos para adultos” con “cuentos para niños”? Me parece –esto nunca se me ocurrió preguntárselo a Onelio, cuando tuve oportunidad de hacerlo– que la respuesta es que él no hacía distingos, simplemente contaba lo que necesitaba o quería o tenía que contar. Y sus cuentos infantiles son maravillosos. No son muchos porque, sospecho, escribía lo que debía escribir y no por consigna o mero oficio, tampoco –lo que parecería un atentado– para “integrar” un volumen de relatos con unidad. En un texto aparecido en La Gaceta de Cuba, a la pregunta de “cómo se hace un cuento” respondió con admirable sencillez:“Realmente nosotros no sabemos cómo se hace un cuento en el sentido total de este difícil saber. Podemos, sí, contar nuestras experiencias personales, pero no creemos que en sí mismas constituyan una regla general ni mucho menos.” En cierta oca sión, en una lectura o charla contó que uno de sus cuentos más famosos, “El caballo de coral” –título engañoso, pues podría creerse que es un cuento infantil y no; es un cuento para todas las edades, según los ojos de quien lo lea– nació porque en cierta ocasión estaba pescando a un peñoncito frente al mar y se le ocurrió que sería muy bonito ver pasar un caballo rojo por debajo del agua. La idea le pareció buena para un cuadro y se la contó a un amigo pintor, que de inmediato le respondió que esa no era una idea
plástica, que era un cuento. Y el comentario se le quedó en la cabeza hasta que lo escribió. Mi intención era escribir de los cuentos infantiles de don Onelio, también conocido en Cuba como El Cuentero Mayor, pero de pronto me quedé sin el espacio, pues no son muchos los cuentos de este tipo que escribió, alrededor de ocho, pero preferiría contar una anécdota. Los estudios sobre sus textos y cuentística son numerosos, algunos de investigadores de la antes llamada Europa Oriental hechos con instrumental estructuralista o narratológico, que implicaba cuadros, rayas como flechas para un lado y para otro y dualidades, etcétera. En un encuentro o congreso de investigadores al que don Onelio fue invitado, le tocó ver la disección de uno de sus cuentos que practicó un distinguido académico, me contó: “¡Coño, chico, me dije cuando vi aquello!: ¿todo eso hice yo cuando escribí el cuento?” Lo que revela que su eficacia narrativa no era un artefacto fríamente premeditado, sino espontáneo, nacido de los recuerdos y vivencias, que incluían un habla cubanísima y no folclórica ni criollista. Los cuentos infantiles de Cardoso se caracterizan por la fantasía: los personajes son animales, lo cual los inclina de manera natural hacia la fábula, pero diluida a lo largo de la historia y no concentrada en el final. Otra característica – y ésta en todos sus relatos– es la oralidad. Uno siente que esas historias nos las está contando un abuelo cariñoso, tolerante y sabio. Y lo digo a pesar de que nunca tuve un abuelo que me contara cuentos •
N
O ES EXTRAÑO, sino todo lo contrario, que cada año por estas fechas se incremente de manera notable la presencia del cine de animación en cartelera. Sucede que los menores de edad están de vacaciones y “hay que llevarlos al cine”, supuesta inevitabilidad formada por dos componentes básicos: Uno) Los progenitores consideran el tiempo libre, en este caso el de sus vástagos, como si se tratara de una suerte de ominoso vacío que por fuerza debe llenarse con algo, o bien más simplemente –y también mucho más lamentable– buscan a como dé lugar el modo de no tener que habérselas con los susodichos vástagos todo ese
tiempo, en demasiados casos porque en el fondo ni siquiera saben bien a bien quiénes son esos locos bajitos (Serrat dixit), a fuerza de tanto verlos/tenerlos invariablemente con los ojos atornillados en una pantalla, así como de tener las propias pupilas atornilladas en otra pantalla o la misma, sea ésta del tamaño que sea, celular, tablet, de televisión… o de cine, precisamente. Dos) Los grandes estudios cinematográficos, que son los que preponderantemente producen cine animado, saben perfectamente lo anterior y desde luego lo aprovechan o, dicho más claro y amplio, lo fomentan, lo explotan y lo perpetúan. Por eso calendarizan la factura de esas cintas de manera tal que su estreno se dé precisamente en estas fechas –o durante el asueto de verano–, a sabiendas de que, trátese de lo que se trate, habrá público para ellas, y no por cierto cualquier público sino exactamente ése que, de acuerdo con sus muy bien elaborados y certeros estudios de mercado, consume más y más alegremente: no el de los vástagos sino el de los progenitores, a quienes se ha convencido, previa y convenientemente, de que gastar dinero a manos llenas sin detenerse a pensar ni medio segundo en la calidad de aquello que están pagando, no es sólo una buena, sino la mejor manera imaginable de demostrar(se) cuánto aman a sus hijos.
lo típico atípico No ponga el amable lector cara de “sí, claro, eso ya lo sabemos” luego de leer las anteriores líneas, así no sea más que por lo inescapable y triste que resulta esa paradoja consistente en tener conocimiento de algo y no hacer en consecuencia nada que no sea dejar las cosas tal y como están, sin chistar siquiera. Es precisamente por esa actitud, igual de parecida a la simple pereza intelectual que al sometimiento voluntario a cualquier dictado ajeno en materia de cultura y entretenimiento –y no sólo en dicha materia, claro está–, que un día como hoy la cartelera cinematográfica ofrece la pobreza de veinticinco títulos para seis
mil salas en todo el país, dieciocho de los cuales son estadunidenses o ingleses –que para el caso da lo mismo-, tres son franceses, atípicamente hay uno austríaco y otro checo-ucraniano; nada atípicamente sólo dos pertenecen a América Latina y, de ellos, uno es mexicano. En otras palabras, una vez más la exhibición cinematográfica se pasa la letra muerta de la legislación por la tabla de los merengues, pues ni siquiera el cinco por ciento del espacio disponible lo dedica a presentar la producción mexicana El cumple de la abuela (Javier Colinas, 2015) –aunque eso sí, que todo hay que decirlo, ni quién quisiera esa cinta en al menos seiscientas pantallas.
Una de cal poR tRes de aRena De vuelta a la animación, sexta parte de la oferta cinematográfica correspondiente a la estrategia mercadotécnica de temporada, sólo dígase que allá usted, progenitor desavisado, si comete el delito de lesa incultura de llevar a su indefensa progenie a consumir bazofias tan crasas como Alvin y las ardillas: aventuras sobre ruedas (Walter Becker), verdadero e inefable monumento a la estulticia; Un gran dinosaurio (Peter Sohn), otra más de las innumerables calcas hiperdeslavadas de El libro de la selva; o Snoopy y Charly Brown, Peanuts, la película (Steve Martino), que para no variar la suerte de toda tira cómica o serie animada célebre y querida deja todo a deber y nada para agradecer. Ya va de salida, y de hecho no pertenece ni por nacionalidad ni por naturaleza al deleznable grupo antedicho, pero queda una opción: El principito (Mark Osborne), que sin violentar a don Antoine de Saint-Exupéry añade una historia paralela al homónimo clásico de la literatura y, digámoslo de este modo, lo acerca con dicho paralelismo a la mirada infantil contemporánea. No ha faltado quien opine que tal acercamiento era innecesario, pero vale la pena reconsiderar si lo era o no, en vista de aquello otro que el cine animado, de suyo fugaz y desechable, suele proponer •
CINEXCUSAS
Animaciones que desaniman
El abuelo
PROSAÍSMOS
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ENSAYO
L
a encuesta de lectura que llevó a cabo el Conaculta a lo largo de un par de años fue reseñada en la prensa destacando el índice de lectura: 5.3 libros al año. La cifra arrojada por la anterior encuesta, también organizada desde el mismo Consejo hace casi diez años, había arrojado un descorazonador 2.9. Y como había quedado en nuestra memoria esa cifra, al destacar la nueva se tiene la sensación de que en ese lapso transcurrido se ha duplicado el promedio de libros leídos al año en el país. Somos un país que necesita buenas noticias y esa parecía una, a pesar de que la titular de la Dirección General de Publicaciones, Marina Núñez, espléndido nombramiento en sustitución de Ricardo Cayuela cuando éste se fue a Random Housse Mondadori, señaló que la metodología era muy distinta y los resultados no eran comparables. Marina Núñez se estrena públicamente en el puesto, aunque nombrada desde hacía algunos meses, con el anuncio de los resultados de dicha encuesta y en paralelo con la exitosa filij de la Ciudad de las Artes y apenas unos días antes de la cita librera en Guadalajara. Lo hace en buen momento y de manera prudente, proponiendo al mundo cultural la interpretación y lectura de esos datos, no conclusivos en sí mismos, pero herramienta necesaria para realizar análisis y dictámenes de la situación actual. Como en otras ocasiones con este tipo de encuestas, vuelvo a pensar al conocer los datos qué tanto reflejan la percepción individual de los editores, promotores e involucrados en la cadena productiva del libro. Veo menos gente leyendo en el Metro, las librerías con menos visitantes y oferta poco diferenciada, las ferias con menor índice de ventas, menos información en periódicos y suplementos sobre el sector, poca atención en los medios masivos –radio y tele– y un cierto pesimismo ambiente. Es cierto que se trata de comercio del libro, vender y no leer, y que es probable que haya aumentado el número de lectores gracias a las campañas de promoción. En todo caso, importa más que esta encuesta diferencia entre lectores por obligación –estudiantes sobre todo– y lectores por placer (1.8 y 3.5 respectivamente). La crisis económica en la que está sumido el país obliga a que los lectores busquen en otro ámbito que no sea el de la librería y el libro adquirido sus lecturas, de la misma manera que el aficionado al frecuentar museos escoge
10 de enero de 2016 • Número 1088 • Jornada Semanal
para ir el día que la entrada es gratuita. Un dato presente en ambas encuestas tiene que ver con el uso del tiempo libre: el gran rival del libro es la televisión. Fue su vertiginosa popularidad a partir de los años setenta del siglo pasado lo que provocó una caída en picada de los índices de lectura en el mundo, y particularmente en países como México, donde se volvió omnipresente. La televisión en México es claramente un aparato ideológico y un instrumento de manipulación que incluye una pobreza artística y educativa deliberada; sobra recordar la idea de los jodidos que tenía Emilio Azcárraga. Si el gobierno destina cantidades importantes de dinero a la salud, esto se pierde en el hoyo negro provocado por políticas alimentarias que, en nombre de una economía de capitalismo salvaje, fomentan la obesidad, la diabetes, los males cardiovasculares, etcétera. La responsabilidad de atenderlos es del Estado. Algo similar ocurre con la política educativa y cultural: hágase lo que se haga apenas rasguña el daño que hace en esos rubros la televisión. Las encuestas por su misma naturaleza se hacen para reflejar promedios, condiciones tipo, síntomas. Permiten desde luego implementar políticas más eficientes y saber carencias, pero nunca curarán a un enfermo. Nuevamente, en la cultura sucede algo similar a la medicina. Lo que importa en ellas es la excepción no cuantificable, ésa que justamente no reflejan las encuestas. Para entender el nivel lector de un país es mucho más importante el libro de poesía que el bestseller del momento. Pero busque que un librero lo entienda: es inútil. Le interesa el corte de la semana, ni siquiera el anual. Por eso, por ejemplo, la dificultad de situarnos en el terreno, desconocido y difícil de abarcar, de la lectura en la web. La pregunta no es sólo ¿se lee?, sino qué, cómo, dónde, cuándo, para qué se lee.
Libros, lectores y encuestas José María Espinasa
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Por eso es importante diferenciar leer, de leer libros. Sabemos que el índice de analfabetismo se ha reducido hasta llegar prácticamente a desparecer, pero el analfabetismo funcional es todavía muy alto. Leer una novela implica no sólo saber leer una frase o un párrafo sino un nivel de concentración mayor; leer poesía implica, por ejemplo, superar una enorme cantidad de prejuicios sobre el género. No es lo mismo que leer las señales de tránsito, que más que leerse se asimilan. Como se dijo antes, la televisión no sólo desplaza al libro sino que busca acabar con él, pero los jóvenes se están olvidando de ella en aras de otros consumos –juegos virtuales, audiovisuales, chats y redes–, la lectura se vuelve telegráfica y desconcentrada, informativa apenas y casi siempre trivial. Por eso es ya visible que hay brotes de resistencia a ese imperialismo audiovisual a través de un regreso a la lectura en el nivel individual. Adentrarse en los datos de esta encuesta y darles densidad tomará tiempo y requiere una mente menos cuadrada que las de los analistas demográficos. Por ejemplo: cuando el resultado de la encuesta –y si no recuerdo mal esto también ocurría en la de 2006– arroja que la lectura más frecuente de los mexicanos es la Biblia, empiezo a dudar de la metodología. O de los propios informantes: si eso responden es porque se trata de una respuesta condicionada en un país creyente pero no religioso. Es el mismo caso –quedar bien– cuando responden Cien años de soledad o El principito, mientras que cuando se menciona algún bestseller reciente lo que condiciona es la publicidad. Si bien, como señalé antes, es un avance que se distinga entre lecturas de carácter educativo y lecturas por placer, sería importante reflejar esa división en el tratamiento de la lectura diferenciado de su uso y contenido docente. No sólo se trata de pensar en el papel formador del libro, también está en juego un modelo de sociedad y su uso del tiempo libre. Los psicólogos han señalado hasta la saciedad la condición enajenante de la televisión, reflejada casi de manera apocalíptica en esos lugares donde hay siempre un aparato encendido incluso si nadie lo ve, pero que nadie puede apagar sin que haya protestas: invade nuestro tiempo y nuestro espacio. ¿Cómo podemos calificar ese uso del tiempo de libre? El libro, por lo contrario –en una repisa o sobre una mesa, en una biblioteca o una librería–, es un objeto inerte que toma sentido sólo en la lectura: la relación con él es elegida, implica una decisión, no se enciende sino que se abre •
Ilustración de Juan Gabriel Puga