■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 10 de diciembre de 2017 ■ Núm. 1188 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
FEMINICIDIOS: la imagen del horror Sandra EScutia, HElEna Fabré nadal, Karla H. Guzmán y ana KarEn lEón
aldouS HuxlEy en España Ricardo Bada
Eraclio zEpEda y raúl braSca: iconografía
e itinerarios de la minificción Marco Antonio Campos
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10 de diciembre de 2017 • Número 1188 • Jornada Semanal
Eraclio ZEpEda y r
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Marco Antonio Campos
FEMINICIDIOS: LA IMAGEN DEL HORROR Ejercida contra las mujeres de manera históricamente
EL FAMOSO CUENTACUENTOS, ACTIVISTA POLÍTICO CONGRUENTE, ACTOR, SECRETARIO DE GOBIERNO EN CHIAPAS Y AMIGO DE MUCHOS AMIGOS, Y EL GANADOR DEL PREMIO IBEROAMERICANO DE MINIFICCIÓN JUAN JOSÉ ARREOLA 2017, MAESTRO ARGENTINO DE LA NARRACIÓN BREVE, SON MOTIVO DE ESTE CÁLIDO ARTÍCULO.
insidiosa, en el México contemporáneo la violencia de género es un verdadero cáncer social contra el que no han bastado alertas oficiales, en ocasiones negadas con indolencia inaudita, ni por supuesto simples buenas intenciones. A este flagelo hay que combatirlo desde todos los frentes, entre los cuales desde luego el arte gráfico ejerce un papel de relevancia. También activistas contra la Fotografía contenida en el libro Eraclio Zepeda. Iconografía
violencia de género, las autoras de los ensayos aquí reunidos plantean la necesidad de una reflexión crítica, permanente y sin concesiones sobre una conducta que debe llevarnos de la vergüenza colectiva a la toma de acciones y decisiones prácticas que conduzcan a su erradicación total.
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
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l CONACULTA chiapaneco publicó hace unos meses Eraclio Zepeda. Iconografía. La investigación iconográfica, prólogo, cronología y selección de textos son de Elva Macías, quien fue su esposa cincuenta y dos años: desde 1963 hasta el día de su fallecimiento el 17 de septiembre de 2015. El prólogo, notas y pies de fotos de Elva están escritos distanciadamente: el libro está hecho con gran cariño, pero sin excesos ni sentimentalismos, lo cual lo hace más entrañable. En la iconografía de Zepeda hay fotos, documentos, portadas de sus libros, carteles de su actividad política y cinematográfica… Es la iconografía de Laco, pero también es una iconografía familiar, que sigue, lo más posible, un orden cronológico: fotografías de los abuelos, de los padres, de los hermanos, de la esposa, de la hija, del yerno y de la nieta. En cuanto al propio escritor, lo vemos desde las fotografías de niño hasta la última del libro, hecha por Pascual Borzelli, en la que Laco y Elva, tomados de la mano, caminando de espaldas,
se alejan en la calle como despidiéndose. También, en otro orden de imágenes, Laco aparece con amigos y personajes del arte y de la política a quienes trató. Recorro una y otra vez las páginas y una y otra vez profundiza la melancolía al ver los retratos e imágenes de las varias vidas que Laco vivió en la vida: sus temporadas en Chiapas, (Tuxtla y San Cristóbal), en Ciudad de México, en La Habana, en Pekín, en Moscú, y claro, de los incontables viajes. Es imposible para aquellos que admiramos y quisimos a Laco no conmovernos con el libro. Lo quisimos por su bonhomía esencial, y lo admiramos, por el fervor chiapaneco en su narrativa, que descuella en Benzulul y en la tetralogía de sus novelas, y, claro, por su prodigiosa facilidad, que era una forma de felicidad, para contar oralmente innumerables historias que a su muerte volaron con el viento al lugar de donde baja la noche. Historias henchidas de color, de vitalidad, de fulgor imaginativo, del olor y el sabor de la tierra.
Directora General: C armen L ira S aade , Director: L uiS T ovar , E d ic i ón : F ranCiSCo T orreS C órdova y r iCardo y áñez . Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo G arCía n orieGa , Formación: m arGa P eña , Diseño de Columnas: J uan G abrieL P uGa , Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a L e J a n d r o P av ó n , Publicidad: e va v a r G a S y r u b é n H i n o J o S a , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
Portada: Contra la barbarie Foto de Jair Cabrera/ La Jornada
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raúl Brasca:
nografía e itinerarios de la minificción Al recordar una visita que le hizo en Nueva Dehli, Octavio Paz, en Poesía en movimiento, lo comparó con una montaña, y habló elogiosamente de su poema “Asela”; en sus visitas a Moscú en los años sesenta, cuando Laco y Elva vivían en la capital rusa, Pablo Neruda pedía siempre: “Que vengan los mexicanos”; Juan Rulfo, que solía visitarlos en su casa, vio en la narrativa de Laco un aire de familia, y destacó de los cuentos de Benzulul “el sentido poético y mágico”; Alfredo Bryce Echenique, al recordar una noche en Cuba (Permiso para vivir): “Estaba de paso por La Habana el gran mexicano Eraclio Zepeda, el mejor cuentacuentos, el más grande y generoso narrador oral que hay en el mundo. Hacia la medianoche todos volábamos de felicidad y encantamiento escuchando a mi hermano Eraclio.” El trato en La Habana a principios de los años sesenta con Onelio Jorge Cardoso sería para él definitivo: en Cardoso, como cuentero y cuentista halló una gran alma gemela. De Onelio tomaría también Laco el término de cuentero, el cual, como escribe correctamente Elva, Laco “popularizó en México y otros países hispanoamericanos”. A diferencia de Onelio, que contaba sus historias de encanto con una voz muy baja, Laco parecía llenar con su presencia y su voz los escenarios. Pese a pequeños tropiezos verbales en la dicción, Laco envolvía a los oyentes, quienes terminaban seducidos con sus historias. En esa estirpe de cuenteros estaban dos chiapanecos, el comerciante Omar Alfaro y el ejidatario Valentín Espinoza, que, como recuerda Elva, “fueron los dos mejores cuenteros populares que encontró en su camino”. Laco fue y quedará como un fabulador irrepetible. A través de las imágenes del libro nos adentramos en la vida de Laco: están los estudios primarios y secundarios, su paso por la Universidad Militar Latinoa-
mericana, los años breves en la unam ; están los años juveniles cuando a sus asombrosos veintidós años publica su gran libro de cuentos Benzulul, y los años de amistad con los poetas que se agruparían en La Espiga Amotinada (Juan Bañuelos, Óscar Oliva, Jaime Augusto Shelley, Jaime Labastida), que los llevó a publicar dos libros colectivos donde la política arde como antorcha; está la parte de activista político: miliciano en Cuba, miembro de partidos de izquierda, diputado, secretario de gobierno en Chiapas y embajador en la uneSCo ; están sus trabajos de promotor cultural y algo que tomó muy espontánea y lúdicamente, su actividad como actor de cine, donde sobresalió con una espléndida actuación de Pancho Villa, que es acaso el mejor filme de Paul Leduc. Al principio del prólogo, Elva escribe que pasaron más de medio siglo juntos: “Ahora, más que nunca, me parece un personaje de su propia literatura”, dice. Lo mismo creemos nosotros, es decir, él mismo salía prodigiosamente de las historias que contaba para volverse personaje literario en nuestra vida diaria. II
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n Ficticia, la editorial mexicana por excelencia de libros de minificción, apareció en octubre, la Antología personal del argentino Raúl Brasca, ganador del Premio Iberoamericano de Minificción Juan José Arreola 2017. El año anterior lo había ganado Ana María Shua, otra notable minificcionista, también de nacionalidad argentina. Brasca es ingeniero y escritor de brevedades literarias. No se contradicen. En los años setenta y ochenta di clases en la Universidad Iberoamericana de literatura en tronco común y los mejores alumnos en conjunto que tuve, para mi sorpresa, fueron los ingenieros. Después de todo, aprobaría Paul Valéry, no hay diferencia entre la emoción estética y la emoción científica: tanto la ciencia como la poesía y literatura esconden un misterio que cuando se devela nos provoca, por unos instantes, una honda emoción. Una ecuación matemática, por ejemplo, es tan bella como un poema o una brevedad perfecta de Torri, Arreola o Monterroso. Quizá el tema por excelencia de Brasca sea el tiempo. Brasca juega con el tiempo, y a veces, con los tiempos: tiempo lineal y tiempo paralelo, el eterno retorno y la reencarnación… Por demás, en varias de sus minificciones no se excluyen visiones apocalípticas e imágenes de fin de mundo, es decir, el tiempo sin futuro. Brasca intuye en un texto –por poner un caso–, que si el mundo, en el pasado o en el presente, tuviera un vacío de segundos, la historia cambiaría del todo, y, por ejemplo, un tirano que lo era, al volver el tiempo lineal, ya no sería tirano. Arreola creía que el cuento debía ser un objeto orbicular. Con mayor razón la minificción. Salvo apenas un puñado en este libro, es el caso de Brasca. En alguna conversación que tuvimos el año pasado comentábamos que la moda del género ha traído a la vez muy buenos textos y una hojarasca terrible de malos, y que zutano, mengano y perengano creen que es muy
Raúl Brasca. Fuente: Facebook del autor
fácil escribir una breve maravilla. Brasca muestra y demuestra que debe cuidarse cada parte del texto. Me parece que los rasgos característicos de sus minificciones son: una prosa sencilla, una imaginación razonada, un humor a menudo paradójico, y el sesgo sorpresivo, sobre todo al final, que rompe como relámpago. En sus brevedades hay finezas apenas perceptibles, pero que son claves en el cuento, y quien no las percibe, pierde lo más importante. Brasca sabe asimismo que en una minificción es fundamental la primera línea y la última. No sólo hay minificciones en el libro; hay también poemas en prosa, como su brevísimo “Vuelo”, y como “El zahorí”. No se puede soslayar la importancia de algunos títulos sin los cuales el contenido no tendría todo el sentido o el sentido correcto, como en “Todo tiempo futuro fue peor”. De sus breves relatos, me parecen perfectos, entre otros: “Superyó” y “Realidad ausente”, con sus finales angustiosos; “Triángulo criminal”, con su magnífico humor negro, y varias minificciones ligeras y brillantes donde hombre y mujer se acaban elegantemente desentendiendo, como en “La inmaculada”, pequeña obra maestra. En una entrevista en 1992 en La Recoleta porteña, Bioy Casares me comentaba que una amiga solía reprocharle que los personajes de sus cuentos terminaran mal, y que él le contestaba que al contrario, cuando sus cuentos tenían un final triste, doloroso o cruel, era cuando se sentía más satisfecho. Quizá el siglo xx fue el enemigo por excelencia de la moraleja y del happy end. Brasca ha sido un buen enemigo de ambos. Algo bueno y bello que me dio la vida fue la conversación de Juan José Arreola. Estoy seguro de que Juan José estaría muy contento de que un premio con su nombre se lo dieran a un notable minificcionista como Raúl Brasca
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Organizaciones sociales lanzan la Campaña contra la violencia hacia las mujeres y los feminicidios en Chiapas. San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 23 de septiembre de 2013. Foto: Moyses Zúñiga Santiago/ La Jornada
Diversas organizaciones salieron en caravana del palacio municipal de Ecatep México, la imagen, durante la marcha del Monumento
Sandra Escutia *
No más feminicidios, no má DOS FOTOGRAFÍAS SIRVEN AQUÍ DE PUNTO DE PARTIDA DE UNA REFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE LAS CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS DE LA ACTIVIDAD POLÍTICA Y SOCIAL DE LAS ORGANIZACIONES QUE TRABAJAN CONTRA LA VIOLENCIA A LAS MUJERES.
Por la rabia y la dignidad de las niñas de Guatemala
EL PROBLEMA Y EL RECURSO
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uestro punto de partida son dos fotografías que nos sirven de ejemplo para problematizar las discusiones y los disensos que hay entre movimientos sociales. Entre ambas imágenes hay casi un año de diferencia. En ellas confluyen dos hechos muy representativos del México actual: Los feminicidios y la desaparición forzada. La primera de ellas fue tomada la tarde del 24 de abril de 2016 para dar testimonio de un grafiti que se hizo al pie del antimonumento 43+. Una escultura realizada y colocada un año antes por colectivos que han denunciado principalmente la desaparición de los 43 estudiantes de la escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa. Queremos leer ese grafiti como un desencuentro de múltiples denuncias. La segunda fotografía fue captada en la marcha del 8 de marzo de 2017 y en ella están algunas de las madres de mujeres víctimas de feminicidio: Norma Andrade, mamá de Lilia Alejandra García Andrade, cuyo caso aún no se ha resuelto. Irinea Buendía, su hija, Mariana Lima, cuyo feminicidio se pretendió hacer pasar por suicidio. Finalmente, en esta imagen, también observamos a las madres de algunos de los estudiantes de Ayotzinapa que continúan desaparecidos de manera forzada. En estos casos la responsabilidad del Estado, en diferen-
tes niveles, es un señalamiento claro, así como la petición de justicia. En esta segunda instantánea podemos ver a algunos de los miles de familiares afectados por la inacción del gobierno. También podemos observar en ella, con mayor nitidez, la necesidad de unidad, pero sin diluir la historia tras cada uno de los hechos. Una de las características comunes entre estas fotos es que ambas sucedieron en dos grandes manifestaciones organizadas por colectivos de mujeres como resultado del activismo mundial y, sobre todo, de nuestra América, frente al incremento de la violencia machista en su cara más atroz: el feminicidio. Estas instantáneas nos revelan, por un lado, una intersección conflictiva en parte de los diversos sectores que denuncian las violencias de Estado; por otro lado, nos permiten observar a algunas de las protagonistas que, desde acciones judiciales, entre otras, han entrado en diálogo con el Estado en tanto que éste debe aclarar y resolver desde sus instituciones delitos cometidos. A primera vista parece que son dos extremos de posturas donde no hay consenso. Sin embargo, queremos preguntarnos por los puntos que confluyen en esta encrucijada y dar cuenta de la potencialidad crítica ahí contenida para cuestionar todas las caras del presente mexicano. Para el consenso entre activistas, movimientos sociales y los protagonistas de las historias detrás de las fotos. Buscar lo común para avanzar. Tarea nada sencilla, porque al interior de las ideologías conflictivas se da una diferenciación de género que, a veces, incluso determina más que las propias estructuras. Esto ha sido observado con frecuencia, las problemáticas expuestas por mujeres, sobre sus cuerpos o sobre las condiciones de reproducción de la vida, no son tomadas en cuenta, como si no pudiera ser considerada dentro de la plataforma política. Las reacciones sociales y de grupos de izquierda han sido muy diferentes respecto al feminicidio, uno de los problemas que es leído como un aspecto que incumbe sólo a las mujeres. Observamos, por ello, la falta de autocrítica para realizar acciones políticas, dentro y fuera de las organizaciones, acciones que retomen los legítimos reclamos de las mujeres para vivir una vida libre de violencia. Es necesario señalar este problema
y hacer una crítica, es decir, observar las condiciones de posibilidad de hacer política de los grupos de izquierda, pero sin excluir o disminuir el compromiso con las mujeres. Que sus acciones políticas no sean vistas como un problema menor, ni dentro ni fuera de los quehaceres de esas organizaciones para transformar la realidad mexicana. Es insuficiente denunciar sólo las violencias estructurales que vivimos todos cotidianamente si a la par no desarticulamos las violencias machistas que viven los cuerpos de las mujeres y los cuerpos feminizados. En el centro de esta discusión encontramos la indiferencia hacia las formas de hacer política feminista, o desde el feminismo y el uso diferencial de espacios.
EL GRAFITI COMO NUDO GORDIANO
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n ejemplo de esto lo observamos en las reacciones políticas, en la criminalización de la denuncia, pero, además, sobre todo, insultos y amenazas misóginas, que se desencadenaron después del grafiti al pie del antimonumento 43+. Antes de desgranar nuestra interpretación, queremos señalar el marco de esta fotografía para dar elementos que evidencien más la contradicción. La manifestación del 24 de abril incrementó su impacto debido a una convocatoria realizada el día anterior, en la cual se solicitaban testimonios en redes sociales sobre violencias vividas, las cuales eran enunciadas con el hasthtag o etiqueta #Miprimeracoso. En este cúmulo de relatos confluyeron mujeres de todas las edades, las clases sociales e ideologías, tanto feministas como no feministas. Se reveló que la gran mayoría de mujeres habían sido acosadas, hostigadas y violentadas desde edades muy tempranas, más aún, dicho acoso había sido continuado a lo largo de sus vidas por diferentes actores, tanto en espacio privado como en los espacios públicos. En particular, llamó la atención que dichas agresiones se realizaban en espacios que suponemos seguros, como son la familia y las instituciones educativas. Este es el contexto inmediato a la manifestación, pero que tenía como antecedente el incremento exponencial de feminicidios, desapari-
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pec a Ciudad de México por los feminicidios en el Estado de o a la Revolución al Ángel. Foto: Jesús Villaseca/ La Jornada
Organizaciones feministas llevaron a cabo una acción colectiva en el Monumento a la Revolución, 29 de abril de 2017 Foto: Víctor Camacho/ La Jornada
s desapariciones ciones de mujeres e indiferencia ante casos de violencia en todos los estados de la República mexicana. ¿Qué soluciones proponemos? Durante la jornada de protesta en el Paseo de la Reforma en Ciudad de México, un grupo de asistentes grafitearon al pie del antimonumento 43+ (y, en alguna parte del propio monolito) la leyenda: “Nosotras no somos Ayotzinapa, para ustedes sólo somos un número. Ni una menos.” Este gesto crítico se inició en 2014 desde la página de Facebook titulada, “Iniciativa Feminicidios y desapariciones de mujeres en el contexto de Ayotzinapa”, que surgió como una interpelación-apreciación a movimientos sociales, activistas de izquierda y solidarios con muchas causas, pero que siguen siendo acríticos respecto al machismo imperante en nuestra sociedad. Hacemos referencia a este antecedente por considerar que es importantes señalar que ese grafiti no surgió al calor de una manifestación en particular. Esta breve recuperación histórica es importante para redimensionar espacio-temporalmente la crítica contenida en esa enunciación realizada desde antes de la existencia del memorial. Es útil para señalar el desconocimiento del origen de esa crítica, así como la continuada indiferencia ante ella. Este grafiti significaba no una negación a la legitimidad del reclamo por desapariciones forzadas, sino un cuestionamiento a la representatividad de éste para todo tipo de violencias. Desde mi punto de vista, esa pinta fue, únicamente, una reiteración. La acción del grafiti –mas no lo enunciado, es decir, no la crítica contenida–, se convirtió en pocas horas en una diana para ataques de todo tipo, que iban desde el reclamo por parte los sectores del activismo de izquierda, ya que fueron leídos como un gesto violento hacia a la memoria (sic) de los normalistas de Ayotzinapa, hasta amenazas explícitas de feminicidio, tanto en el lenguaje como con imágenes “ilustrativas”. La gravedad de estas intimidaciones se incrementó debido a la permisibilidad de los medios donde se enunciaron dichas amenazas al dejar que éstas escalaran, y también a la colusión de aquellos que seguían el ataque virtual. Me quiero detener en la respuesta que los otros varones tuvieron ante las violencias machistas que resultó in-
suficiente, como sucede cada vez que las mujeres hacen denuncias de cualquier tipo. Falta aquí un posicionamiento claro que no deje de lado las reacciones conservadoras y reaccionarias de aquellos que se coluden en un pacto patriarcal. ¿Por qué surgió la incredulidad, indignación y falta de lectura política del grafiti? ¿por qué es necesario saber de dónde viene cada uno de estos puntos? Estos sujetos, a través de la violencia, sancionaron esa intervención, estaban criminalizando la protesta de las mujeres, apelando a un cuestionamiento político de corte conservador que tenía detrás, desde mi punto de vista, la interpelación sobre el uso del espacio público por parte de las mujeres, como la principales protagonistas con voz propia. Los sujetos que cuestionan el proceder de ciertos grupos de mujeres afines a ciertas prácticas feministas ¿entienden, acaso el parentesco que guardan tanto los feminicidios como la desaparición forzada de jóvenes, muchos de ellos indígenas? Hay que analizar qué tanto para el poder estatal como para las masculinidades hegemónicas ambas vidas pueden ser disminuidas y desechadas. Si bien en un momento hubo posturas al interior del movimiento de mujeres que no estuvieron de acuerdo con ese aspecto de la protesta, éstas cambiaron cuando se incrementó la violencia misógina y optaron, una vez más, por unificar sus voces nuevamente. Una vez más, los varones no atendieron a la consiga principal de la marcha: basta de violencias machistas. Una protesta fuerte, clara y contundente ante cualquier tipo de violencia machista. Me parece que se nuevamente se trata de evitar nombrar la dimensión política de las “cuestiones de género” y se habla de violencia en general, más aún, se descarta pensar y debatir la pertinencia de una lectura política desde un enfoque feminista. Se deduce, erróneamente, que la política feminista sólo corresponde a las mujeres, aunque tampoco se explican los cómos ni los porqués. El desinterés por estos temas es un hecho. Aún falta que los sectores autodenominados revolucionarios y libertarios trabajen sus reacciones machistas ante la reapropiación del espacio público por parte de las mujeres en cualquier circunstancia,
ES inSuFiciEntE dEnunciar Sólo laS violEnciaS EStructuralES quE vivimoS todoS cotidiana mEntE Si a la par no dESarticu lamoS laS violEnciaS macHiStaS quE vivEn loS cuErpoS dE laS mu jErES y loS cuErpoS FEminizadoS. además de hacer explícitas las posiciones que tomarán cuando el ejercicio libertario de tránsito y de protesta de las mujeres sea cuestionado. Las violencias en México están generando una serie de reclamos sobre las responsabilidades del Estado en varios niveles y aspectos. Sin embargo, la falta de unidad al interior de los movimientos que ponen en cuestión la viabilidad estatal no puede corregir la misoginia que aún impera al interior de ellos. Las mujeres no podemos conceder que nuestro papel es secundario en el reclamo, porque somos protagonistas fundamentales, no sólo como víctimas, sino como buscadoras de justicia. De ahí nuestra segunda fotografía, en donde se muestra apenas a algunas de las mujeres que participan en la procuración de justicia y de resarcimiento del daño por parte del Estado en un listado que aún no encuentra un punto final. Tomamos dos ejemplos, que no son del todo representativos, y esto también es importante, porque no todas las violencias se presentan de la misma forma, ya que el cuerpo-territorio y las territorialidades les otorgan particularidades. No podemos obviar que, además de las protagonistas de la segunda fotografía, hay más de treinta mil familias en circunstancias similares, tanto en el origen de su reclamo como en la forma en que están realizando acciones políticas, jurídicas y de activismo. La solución radical contra el sistema de explotación que vivimos sólo será posible si se reconocen las múltiples explotaciones que viven las mujeres, los jóvenes, hombres, indígenas, los infantes, niños y niñas. ¿Qué utilidad tienen esos cuerpos en el sistema neoliberal? ¿Por qué hacemos abstracción de estos sujetos? ¿Por qué los desterritorializamos? Ver en esos puntos de conflicto, en las prácticas como en los discursos, requiere inflexiones urgentes y necesarias
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*sandra Escutia es licenciada en Filosofía, maestra en Estudios latinoamericanos y doctorante en Filosofía por la unam.
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GeoGrafías feministas
contra el
Karla H. Guzmán *
PUNTUAL REPASO DE LAS DISTINTAS ACCIONES, AGRUPACIONES Y MOVIMIENTOS ORGANIZADOS Y CONCEBIDOS POR MUJERES PARA DEFENDERSE DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO. NO ES SÓLO UNA LISTA. SON LOS NOMBRES DE LA RESISTENCIA Y LA VALENTÍA ANTE LA SORDERA Y LA INCOMPETENCIA OFICIAL.
as desapariciones y los asesinatos de mujeres en México se han convertido en cifras y datos que forman parte de informes y discursos políticos, pero sin acceso a la justicia, quedando en la impunidad el esclarecimiento de los casos. El problema radica en la cultura del silencio y la naturalización de la violencia contra las mujeres. ¿Cuáles serían las cartografías de la violencia feminicida en México, si son asesinadas siete mujeres al día y dos de cada tres hemos vivido violencia de género? Es relevante hablar de Geografía y feminismo en la actualidad, porque son dos disciplinas que se han dado la espalda a lo largo de la historia. Ya lo decía en 1992 una geógrafa llamada Susan Hanson: “mientras la geografía ha ignorado el género como variable social, el feminismo ha olvidado la componente territorial espacial del género”, y esto ha dejado un hueco en el análisis social y cultural del feminicidio. Ambas disciplinas resultan ahora indispensables para entender el contexto histórico y geográfico de la cultura machista en nuestro país. El feminicidio es sólo el reflejo de una cultura de odio
contra las mujeres, basada en el sexismo, en la discriminación y la subordinación histórica de nuestro caminar en el mundo por el simple hecho de ser mujeres. Partiendo de una primera escala de análisis, el cuerpo de las mujeres se convierte en un espacio de contienda por diversos actores que figuran en el escenario de la cultura patriarcal, entendida como una cultura con lenguaje sexista que se sostiene de discursos, ideologías y prácticas desiguales en derechos para las mujeres. Al ser el cuerpo la primera geografía que se construye socialmente como un espacio de poder, el cuerpo se concibe como un territorio y espacio de resistencia, porque puede ser marcado y definido por la identidad de cada persona, como un mapa con su propia cartografía. De tal forma que en el cuerpo se concentra el poder propio que pone límites con otros cuerpos, con otros territorios, con los estigmas y con el control que ejerce el mercado económico, el Estado, la familia, la política y la violencia patriarcal. Aunque desconocemos con exactitud el entramado de relaciones de poder que están inmersas en los corredores de la trata de mujeres y niñas, de acuerdo con
Teresa Ulloa (directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas para América Latina y el Caribe), “el cuerpo de las mujeres se vuelve un artículo de consumo que se puede comprar, vender, explotar, rentar y esclavizar”. El machismo se encuentra en todas las escalas y está inmerso en todas las culturas, porque se sostiene de las estructuras sociales, económicas, políticas, productivas y reproductivas. Según las cifras del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, los lugares con más feminicidios en México a escala municipal, son Ecatepec, Naucalpan y Toluca, en el Estado de México; y Ciudad de México, las delegaciones Gustavo a . Madero, Iztapalapa y Cuahutémoc tienen las cifras más altas. La frontera entre la ciudad de México y el Estado de México alerta con evidencias estadísticas que cruzar la línea colindante aumenta el peligro de ser víctima de feminicidio y hay una diferenciación territorial en materia de leyes y jurisdicción territorial. en eL Libro G eoGrafías feministas desde América Latina, coordinado por Verónica Ibarra e Irma Escamilla, se
Integrantes del grupo Madres en busca de Justicia durante un acto que realizaron con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, en la explanada de la sede de la Fiscalía Mixta para atención de los feminicidios en Cd. Juarez, Chihuahua, 8 de marzo de 2005. Foto: J. Guadalupe Pérez/ La Jornada
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feminicidio El macHiSmo SE EncuEn tra En todaS laS EScalaS y EStá inmErSo En todaS laS culturaS , porquE SE SoStiEnE dE laS EStruc t u r a S S o c i a l E S , E co nómicaS, políticaS, produc tivaS y rEpro ductivaS . muestran algunos trabajos que atienden la temática de violencia feminicida, con la investigación realizada por Lucía Damián sobre “El proceso de la producción de un espacio libre de violencia para las mujeres” y “La manifestación espacial de la violencia feminicida. Cabe mencionar el trabajo realizado por Mariana Berlanga sobre “El feminicidio en América Latina desde una crítica cultural feminista”, ya que estas investigaciones aportan elementos de reflexión y análisis para entender la grave situación que estamos enfrentando. Como respuesta a este panorama, dentro del activismo feminista podemos encontrar múltiples expresiones artísticas, políticas y culturales en la diversidad de grupos de mujeres que convergen en distintas espacialidades para contrarrestar el feminicidio. Una de las consignas que escuchamos siempre en las marchas es: “¡Si tocan a una, respondemos todas!” Lo que propone que a toda acción corresponde una reacción y si aumenta la violencia, también aumenta la indignación para fortalecer las redes de trabajo colectivo entre mujeres y generar movimientos de protesta a través de la música, la lírica, la gráfica, las artes visuales, las artes plásticas y el performance. Si hacemos memoria de las geo-grafías feministas que han recorrido nuestras precursoras, con echar un vistazo a la trayectoria de Mónica Mayer y el trabajo artístico que ha realizado en treinta y cinco años, desde el proyecto Polvo de Gallina Negra hasta Pinto Mi Raya y una serie de “tendederos y maternidades secuestradas”, podemos aprender de los procesos de denuncia que se han hecho y nos reflejan como un espejo nuestras propias historias de violencia. También sería necesario conocer la valiosa documentación que se tiene del movimiento feminista en México, del Archivo de Ana Victoria Jiménez, el cual se puede consultar de forma gratuita en la biblioteca de la Universidad Iberoamericana. Nos ha faltado indagar en las geografías del arte feminista en México, a través de prácticas estéticas que han revelado la violencia machista tanto en los espacios públicos como en el espacio privado, donde se ha domesticado la violencia por ser la casa, el lugar oculto
Escena del documental Señorita extraviada, de la realizadora chihuahuense Lourdes Portillo
para las cifras del feminicidio. Existen muchas artistas feministas que han logrado sensibilizar a la población a través de narrativas de denuncia sobre casos de feminicidio. Con el paso del tiempo han surgido grupos feministas que toman el arte y la cultura como herramienta de denuncia social a través de la música y el hip hop. Susana Molina (alias Obeja negra) cantante y compositora del grupo feminista Batallones Femeninos, narra que “empezaron a compartir en rimas la violencia que estaban viviendo en Ciudad Juárez en el 2009” y decidieron poner la voz contra los feminicidios, junto con un grupo de mujeres de la Kolectiva Fronteriza. Otro ejemplo es el trabajo realizado por el proyecto Bordamos Feminicidios, que desde 2011 ha encontrado en el bordado una forma de darle una nueva dimensión a la protesta por los feminicidios en México. Desde el grabado tenemos el trabajo realizado por la colectiva Mujeres Grabando Resistencias que en 2014 presentaron la campaña #VivasNosQueremos compuesta por dieciséis gráficas diferentes con ilustraciones que se oponen a la violencia sexual, el acoso callejero, los feminicidios y el derecho a la legítima defensa ante la violencia patriarcal. “¡Ante la violencia machista, autodefensa feminista!” Esta consigna, que nos recuerda el caso de Yakiri Rubio en 2013, la joven de veinte años que mató a su agresor y sobrevivió al abuso sexual y a la violencia feminicidia, por lo que fue encarcelada por el delito de “exceso de legítima defensa”. Aquí sí procedió la justicia por la muerte del secuestrador y violador de Yakiri, lo que desató un extraordinario acompañamiento político impulsado por la colectiva feminista Las Likuadoras y otras agrupaciones que planearon un escrache en el lugar donde fue secuestrada y este acto performático
marcó la pauta para nuevas formas de acción política feminista. [ #YakiriLibre Clausura del Hotel Alcazar] En el Festival Internacional de Graffiti y Arte Urbano Femenino, realizado en Ciudad Juarez en 2014, se adoptó la campaña contra los feminicidios y se politizó el festival, al pintarse una serie de murales por parte de un grupo de artistas como una forma de recuperar la ciudad desde al arte hecho por mujeres, y se organizó un escrache con pintas y grabados en la manzana 14 del centro histórico, por ser un lugar representativo en la desaparición de mujeres y como una forma de visibilizar los feminicidios al “nombrarnos” junto con las asesinadas. [Feminem 2014 - Cd. Juárez] El festival volvió a retomar la consigna #VivasNosQueremos en la ciudad de Oaxaca y la artista feminista Ana Yépez (alias Colibrí) impartió el taller Murales en resistencia que consistió en una reflexión conjunta sobre la violencia que hemos vivido las mujeres al ser sobrevivientes de feminicidios, como una forma de sanar en colectividad y fortalecimiento. [Feminem 2015 mural feminsta]. Finalmente, “nombrarse desde el feminismo es tener en cuenta que estamos luchando frente a un sistema de opresiones que por el hecho de ser mujeres nos coloca en una posición de desventaja, y creemos necesario aliarnos con otras que partan de ese mismo conocimiento, para generar herramientas que nos permitan combatir y erradicar los feminicidios”
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*Karla
HElEna GuZmán es geógrafa y activista
ecofeminista. Estudiante del diplomado en Estudios Feministas desde América Latina, UACM y la maestría en Sociedades Sustentables, UAM-X.
8 10 de diciembre de 2017 • Número 1188 • Jornada Semanal
FEMINICIDIOS: la imagen del horror
Helena Fabré Nadal y Ana Karen León*
EL NOTORIO Y VERGONZOSO AUMENTO DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y LA INCAPACIDAD DEL ESTADO PARA CONTROLARLO, HA GENERADO ACCIONES CONCRETAS DE RESISTENCIA Y CONCIENTIZACIÓN REALIZADAS POR MUJERES. EL PERFORMANCE, LOS ESCRACHES, LAS MANIFESTACIONES, LAS CRUCES ROSAS Y LA TOMA DE LUGARES PÚBLICOS DE ALTO RIESGO SON FORMAS DE UNA LUCHA POLÍTICA QUE TAMBIÉN ES CULTURAL. LA EMERGENCIA ES NACIONAL.
E
EL CUERPO COMO PRIMER LUGAR DE ENUNCIACIÓN
n la década de los noventa, Ciudad Juárez se consolidó como la ciudad de maquilas. La exigencia de mano de obra femenina –además de la movilidad migratoria por ser una ciudad fronteriza– rompió con los roles tradicionales: muchas mujeres salieron de sus hogares para trabajar, pese a las pésimas condiciones laborales. A partir de esta misma década comenzaron a aparecer sistemáticamente cadáveres de mujeres en lugares públicos de Ciudad Juárez, por lo que el análisis de la violencia contra las mujeres cambió sus coordenadas espaciales. 1993, concretamente, aunque ya se habían hallado antes diversos cadáveres femeninos, implicó la ruptura de la dicotomía lo privado vs lo público para entender la violencia feminicida. Es decir, se cuestionó la noción de violencia íntima que situaba la violencia contra las mujeres en un espacio único, cuando las circunstancias obligaban a pensar al cuerpo mismo como un territorio en disputa. La zona desértica Lomas de Poleo, Planta Alta de Ciudad Juárez, mejor conocida como la zona de las Cruces Rosas, simboliza la lucha contra los feminicidios a raíz de los cuerpos encontrados en este lugar. No sólo se recuerda Ciudad Juárez como caso paradigmático de feminicidios en el país, sino que, hoy en día, se recuperan de Chihuahua algunas de estas formas de denuncia que inciden en el territorio a través del cuerpo. Con los años, la violencia contra las mujeres, no obstante, trascendió a la ciudad fronteriza. Los feminicidios volvieron a ser foco de atención en diversos estados, especialmente el Estado de México. Familiares de mujeres víctimas de feminicidio y activistas lucharon para que se reconociera que al hablar de feminicidios la discusión no sólo fuese en torno a Ciudad Juárez; era una crítica al Estado y la sociedad misma para que reconocieran que la violencia feminicida estaba más cerca de lo que estaban dispuestos a aceptar. Como resultado de la crisis de feminicidios en el Estado de México y la organización de diversas protestas de mujeres, se retomaron las Cruces Rosas, símbolo de la lucha contra los feminicidios, esta vez en el Bordo de Xochiaca, entre los municipios de Chimalhuacán y Nezahualcóyotl, lugar en el que se ha arrojado sistemáticamente cuerpos de mujeres como desechos en las aguas negras. La acción de las cruces replanteó cómo a través de nuestros cuerpos recuperamos aquellos territorios que han sido expropiados a causa de la inseguridad que conlleva ser mujer y transitarlos, es decir, del despojo corporal y territorial al que estamos expuestas.
MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS DESDE NUESTRO CUERPO-TERRITORIO
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n este sentido, consideramos la categoría cuerpo-territorio, propia del feminismo comunitario xinca, útil para entender ciertas formas de lucha. Dado que el control social ha implicado la pérdida de autonomía,
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Ofrenda por las asesinadas en Ciudad Juárez en las actividades del Día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, que organizaron cerca de 60 asociaciones civiles, sociales y sindicales en el Zócalo de Ciudad de México, 22 de noviembre de 2003. Foto: José Carlo González/ La Jornada
el cuerpo de las mujeres es de todos antes que de nosotras. Recuperando a las feministas comunitarias se asume, entonces, a los cuerpos como el primer lugar de enunciación: “nuestro cuerpo de mujeres como nuestro primer territorio a recuperar y defender”. Hacemos referencia a luchas colectivas contra los feminicidios que visibilizan el despojo corporal-territorial que conlleva este tipo de crímenes contra mujeres. Porque en un país en donde los cuerpos de las mujeres son asumidos como desechables, la idea del cuerpo-territorio puede ayudar a dimensionar los significados en torno a diversas acciones colectivas, especialmente aquellas en las que hay una apropiación de espacios de poder. ¿A qué nos referimos con esto? A la ocupación de los lugares en donde la violencia contra las mujeres se produce de manera tal que parece un territorio perdido, como en los casos de Lomas de Poleo o del Canal de Xochiaca, mencionados anteriormente. Muchas han sido las apropiaciones colectivas que se han realizado en nuestro país, las que retomamos en este artículo son sólo algunas de las acciones que se han realizado en los últimos años, e incluso meses, con el fin de que sean experiencias detonadoras que inviten a nuestra lectora, a nuestro lector, a reconocer la diversidad de intervenciones estético-políticas que trascienden, por mucho, lo abarcado aquí. Las intervenciones como las Cruces Rosas, los performances políticos, los bordados contra los feminicidios y los escraches, nos recuerdan que la lucha política es también una batalla cultural: el construir sentidos comunes diversos, exigiendo el derecho al cuerpo, en este caso, a través de la relación entre la lucha por el territorio-tierra y las luchas estético-políticas contra la violencia feminicida. El performance, en el que no es el objeto sino el sujeto el elemento constitutivo de la obra artística, esa peculiar manera de estar en el espacio público, ha sido retomado por diversas mujeres como una manera para
denunciar, a través de su sentir, de su existir, de su palabra, lo que los feminicidios han significado para nosotras. En el caso argentino, en las décadas de los noventa, los performances inundaron el espacio público como una nueva forma de reclamo y condena, como en las rondes de madres de la Plaza de Mayo todos los jueves. Las luchas de mujeres ha recuperado los escraches y los performances como mecanismo de denuncia social, frente a la denuncia legal que individualiza los problemas. El performance como quiebre de la cotidianidad, y para muchas mujeres el performance como un quiebre subjetivo: en donde ellas –las vivas (“vivas nos queremos”) y las aparecidas (“aquí estamos”)– narran en primera persona testimonios de aquellas a quienes les han arrebatado el derecho a la vida, el derecho al cuerpo. Un ejemplo de este ser cuerpo es el performance que se realizó, a cargo de distintas vecinas, activistas y familiares de víctimas del Estado de México, el pasado mes de marzo de 2016, que lleva por nombre Rostros de fuego, del borde a la esperanza (https://www.youtube. com/watch?v=G8FZX6Wvm48&t=3s). Las distintas mujeres que participaron en el performance hacen presente la importancia de recordar la vida de todas aquellas mujeres asesinadas por motivos de género. Ellas no buscaban darnos a conocer una cifra, sino poner su cuerpo para recordar a Jennifer, Aide, Nadia, Ana Patrícia Domínguez, Míriam Robles, Mariana Lima, Etna Be renice González Rodríguez, Nayelli Hernández Mejía, María Guadalupe, Alejandra, Ilis Estrella, Inés, Lilia Alejandra, Sofía Sánchez Anaya y a Ruth Sonora Somayos. Contrariamente a las instituciones del Estado, que encubre con números cada uno de los nombres de mujeres asesinadas, las participantes ejercen su derecho a narrar a sus compañeras desde sus nombres, sus aficiones y desde sus cuerpos-territorios en el presente, totalmente necesario para reivindicar la justicia ausente en cada uno de sus asesinatos. En definitiva, ejercen su derecho a la autorrepresentación: contar desde el no-
Integrantes del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio protestan para solicitar una reunión con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para pedirle que active las alertas de género en por lo menos seis estados del país. Secretaría de Gobernación, 14 de mayo de 2015. Foto: Guillermo Sologuren/ La Jornada
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Miembros de organizaciones y familiares de víctimas de feminicidio realizaron una protesta a las afueras del palacio municipal de Chimalhuacán, en protesta por los feminicidios que se registran en este municipio. 25 de julio de 2014. Foto: Rodolfo Angulo/Cuartoscuro.com
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10 de diciembre de 2017 • Número 1188 • Jornada Semanal
Bordamos feminicidios surge de la necesidad de dar a conocer las historias que no cuentan a medias. Bordar los nombres, acompañados en algunos casos de la historia de las mujeres desaparecidas y asesinadas en el país, da la oportunidad de que la narrativa no sólo sea la que se ve en la crueldad del acto, convirtiendo su historia en una nota roja. Los distintos colores y tipos de bordados nos recuerdan la posibilidad de pensar en las víctimas desde la colectividad, desde nuestras sonrisas, nuestras emociones, desde nuestra cotidianidad.
Mujeres indígenas de las regiones Altos, Frontera, Sierra y Norte del estado de Chiapas, junto con activistas y organizaciones civiles que integran la Campaña popular contra la violencia hacia las mujeres y el feminicidio en Chiapas, marcharon en celebración del Día internacional de la mujer para emitir la Alerta popular permanente contra la violencia de Género y el Feminicidio. San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 8 de marzo de 2014. Foto: Moyses Zúñiga Santiago/ La Jornada
en muCHoS CaSoS, la desaparición de mujeres, e incluso los feminicidios, ocurren en el tiempo transcurrido entre que las mujeres salen de sus casas hacia sus trabajos o escuelas, o en las horas de viaje de regreso. La vulnerabilidad a la que estamos expuestas, muchas veces aumenta en contextos urbanos: son muchas las mujeres que tienen que hacer largos desplazamientos diarios del Estado de México a la ciudad, transitando espacios que, en la mayoría de casos, carecen de seguridad.
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sino, sobre todo, señalar puntualmente a aquellos profesores y alumnos responsables de actos de violencia a través del escrache. Los escraches implican crear alianzas estratégicas entre mujeres; son la recuperación de la denuncia social ante la imposibilidad o el no ver en la denuncia legal un mecanismo eficiente, creando, en cambio comunidad. La Facultad de Filosofía y Letras de Ciudad Universitaria ha presenciado escraches que distintas alumnas de la misma Facultad, conjuntamente con otras compañeras solidarias, han protagonizado. Ellas han ido a buscar al agresor, lo han señalado, lo han nombrado, y le han narrado su historia, esa que todos –incluyendo el agresor– no reconocen como narrativa legítima; se enuncia frente a compañeros y compañeras que es acusado. Los espacios universitarios se transforman en espacios de lucha colectiva. Frente al silencio, la complicidad y la impunidad de los cargos universitarios, nosotras resistimos ante la violencia de la que estos espacios de formación no están exentos. Previo a la violencia, al asesinato, a que nuestro nombre pase a ser
sotras cómo percibimos y recibimos, en nuestras vidas cotidianas, la violencia feminicida. Los cuerpos narrados, recordados, son multidimensionales y transcienden los espacios. La iniciativa colectiva Bordamos feminicidios (https://www.youtube.com/ watch?v=xERreUe-kPg), en este caso, surge al final del sexenio de Felipe Calderón para visibilizar una vez más que los feminicidios y las desapariciones de mujeres –las principales víctimas del “daño colateral” que anunció Calderón al dar inicio a la llamada guerra contra el narco– van mucho más allá de las cifras. Puntada tras puntada, aparecen los nombres de las mujeres asesinadas o desaparecidas de manera que se crea una respuesta colectiva contra una violencia individualizadora.
AUTORREPRESENTACIÓN: EL DERECHO AL PROPIO CUERPO
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omo decíamos, los cuerpos tejidos, narrados, trascienden cualquier espacio desde el presente. Un ejemplo de la transformación en espacios cotidianos u otros espacios de poder en territorios de lucha, es el que surge del acto de tejer los nombres femeninos desde lugares del día a día de cada una de las tejedoras. El tiempo transcurrido en el Metro, el que pasa en una fila de espera o el que una dedica a tomarse un café, se convierte en un tiempo transformador de la manera en que vivimos cada momento determinado. A partir de nuestras manos, los escenarios cotidianos son reapropiados para que podamos pensarlas –pensarnos–, dedicarles –dedicarnos– tiempo a volver a hacer presentes a aquellas mujeres a las que les quitaron sus nombres, sus horas, sus minutos y sus segundos. De esta manera, el nosotras bordadoras y el ellas asesinadas, se convierte un todo expresado desde el aquí y el ahora. La intimidad que cada mujer ejerce desde su bordado puede convertirse en colectividad en el acto de compartir, o invitar, a otras mujeres para que borden entre todas. La autorrepresentación vuelve a hacerse presente, ¿pero a qué nos referimos con esto? Cuando hablamos de autorrepresentación hablamos del hecho de contar nuestra historia. Confrontar las narraciones sobre los feminicidios en las que se encubre la violencia estructural hacia las mujeres hasta el punto de culparlas de sus asesinatos. En estos bordados, las mujeres nos cuentan sus historias, bordando qué y cómo ocurrió el feminicidio y, muchas veces, quiénes eran ellas: en cada puntada hay un pedazo de historia de cada mujer, una afición, un rasgo que la caracterizaba, una mujer representada que acaba diseminándose con la bordadora, de manera que el nosotras y el ellas acaban creando un sujeto femenino que reclama la ausencia de sus compañeras a través de la reconstrucción del tejido y de la memoria colectiva.
Miles de mujeres marcharon en contra de los feminicidios en el país, 17 de septiembre del 2017 Foto: Víctor Camacho/ La Jornada
Los destinos diarios de muchas chicas son las facultades y los distintos espacios de Ciudad Universitaria. Estos lugares, transitados por miles de mujeres, se vuelven un espacio que tampoco les garantiza una vida libre de violencias. El acoso en el aula, la inseguridad en los distintos espacios que tantas veces quedan solos y oscuros, la falta de higiene en distintos ámbitos de las facultades, hace que la mujer no pueda sentir propio un espacio dónde acaba pasando, en muchas ocasiones, más horas que las que puede estar en su hogar. Sabemos que cuando las mujeres deciden ocupar el espacio público –ese espacio masculinizado– mediante distintos mecanismos se les recuerda que no tienen control sobre dicho territorio, mucho menos sobre su cuerpo: desde las invalidaciones de su capacidad académica-laboral por ser mujeres, hasta el acoso sexual que individualiza, sin obviar tampoco, la complicidad de las instituciones que ni siquiera nombran lo que ocurre y mucho menos suelen actuar ante las denuncias. No obstante, frente a este escenario muchas mujeres han creado mecanismos para compartir experiencias en común y crear espacio de denuncia, lucha y resistencia frente a la violencia. Así, los pasillos, las aulas y aquellos espacios en lo que es posible sufrir una serie de violencias en el ámbito universitario por el hecho de ser mujer, son ocupados como territorios de denuncia: desde el “vamos juntas”, mujeres de distintas generaciones, distintas carreras, deciden articularse con el fin de evidenciar lo que nadie ha querido decir: no sólo es romper el silencio desde las consignas,
una cifra, nosotras gritamos para recuperar nuestros espacios, para juntar nuestras voces y para exigir que vivas y libres nos queremos. Empero, el derecho al cuerpo que se ha hecho presente en las distintas muestras de luchas estético-corporales en contextos urbanos, es también la reivindicación de la autorrepresentación. Frente a la voz pública –estatal-patriarcal–, que en Occidente es considerada la única voz política y por lo tanto legitima en su existir, diversas mujeres ocupan el espacio público –ese lugar en el que se reproduce la narrativa patriarcal desde la construcción misma de la ficción entre lo público y lo privado– para compartir sus narrativas; desafiando el cómo pensar, el cómo sentir, el cómo leer sus propios cuerpos. Cómo pensarnos, cómo sentirnos, cómo leer nuestros cuerpos, en definitiva, cómo autorrepresentarnos
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*HElEna FaBré nadal es graduada en antropología social y cultural por la Universitat de Barcelona. Ha trabajado en las narrativas de la violencia feminicida en el Estado de México, centrándose en la confrontación discursiva entre los relatos oficiales y los de las víctimas. Forma parte del Observatorio de Antropología del Conflicto Urbano (OACUUniversitat de Barcelona).
ana KarEn lEón es integrante de la colectiva Feminista, la cual trabaja en procesos de denuncia de feminicidio en el Estado de México. Sus temas de investigación son violencia política, violencia de género, conflictos armados e historia sociopolítica de Guatemala.
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Jornada Semanal • Número 1188 • 10 de diciembre de 2017
El cuento de la criada, Margaret Atwood, traducción de Enrique de Hériz y Elsa Mateo Blanco, Ediciones Salamandra, España, 2017.
Una pesadilla factible ELENA MÉNDEZ
M
argaret Atwood nació en 1939, justo el año
dorum.” Quiere decir: “No dejes que los cabrones te
en que inició la segunda guerra mundial,
hagan polvo.” Lo cual ella pretende impedir, a toda
y en 1984 vivía en Berlín, cuando todavía
costa.
existía el Muro. Tales circunstancias deter-
Defred explica al hipotético escucha los motivos
minaron su visión del mundo e influyeron de ma-
por los cuales registra lo ocurrido: “Sigo con esta
nera decisiva en su obra literaria. Fue precisamente
triste, ávida, sórdida, coja y mutilada historia,
durante su estancia en la capital alemana que co-
porque después de todo quiero que la oigáis, como
menzó a escribir El cuento de la criada, publicada un
me gustaría oír la tuya si alguna vez se presenta la
año después. Se trata de una obra que ha cobrado
oportunidad, si te encuentro o si te escapas, en el
un gran auge debido a su rabiosa actualidad, máxi-
futuro o en el Cielo, en la cárcel o en la clandestini-
me que ha sido adaptada al cine, la ópera, el ballet,
dad, en cualquier otro sitio”, afirma.
la televisión y pronto se contará con una novela grá-
Como no hay sistema sin fallas y la represión es
fica sobre ella.
un tremendo acicate para la transgresión, es inevi-
En esta ficción especulativa, la autora canadiense
table que estas féminas añoren su libertad. Que
plantea una pesadilla factible: ¿qué pasaría en una
deseen el amor. Recuerden lo que había detrás de
sociedad teocrática, donde las mujeres perdieran
una vida. Para ellas, su vientre potencialmente fértil
esas oscuras fronteras. Más de una correrá el riesgo
sus libertades básicas, donde sólo se les considerara
y la información que manejan son las únicas herra-
de intentar liberarse. ¿Qué pasará después? Quién
instrumentos para la perpetuación de la especie, o
mientas que las pueden salvar. Pero, por desgracia,
sabe, pero ojalá sea menos malo que su actual desti-
peor aún, meros entes desechables?
también las pueden hundir. No hay sororidad. No
no. Esa parece ser su filosofía.
La historia se ubica en la imaginaria República de
puede haberla. Todas desean salir airosas de su
Habrá quien se escandalice ante lo planteado por
Gilead, otrora territorio de Estados Unidos. Tras un
lamentable situación. Cuando llega a haber un
Atwood. Pero ella, en el fondo, no se está inven-
golpe de Estado se erige una sociedad teocrática,
asomo de simpatía, de complicidad, es inmediata-
tando nada. Sólo toma elementos históricos que,
fundamentalista, que toma la Biblia al pie de la
mente detectado y reprimido.
recreados y mostrados en conjunto, crisparán los
letra. Defred, la narradora-protagonista, describe
Tras haber pasado estancias en el Centro Rojo
c a b e l l o s a m á s d e u n o . E n t re d i c h o s e l e m e n -
con todo detalle su infernal existencia como Cria-
(donde se le sometió a un proceso de reeducación) y
t o s menciona “ejecuciones grupales, leyes suntua-
da, casta a la que pertenece y que la obliga a ser útil
en un hogar asignado, en el que su misión fracasa,
rias, quema de libros, el programa Lebensborn de
socialmente mediante la reproducción forzada. Su
Defred recibe una segunda oportunidad en casa de
las ss y el robo de niños en Argentina por parte de
nombre real nunca es dado a conocer. Se le otorga
otro Comandante, donde inmediatamente percibe
los generales, la historia de la esclavitud, la historia
una personalidad nueva, acorde a su función para
la hostilidad no sólo por parte de Serena Joy, la
de la poligamia en Estados Unidos…”
el sistema.
Esposa –una anciana artrítica que en su juventud
La autora explica, asimismo, la razón detrás de
Valiéndose de un relato extenso, fragmentario,
fue estrella televisiva–, sino también de una de las
los peculiares ropajes que visten las damas gileadea-
con lagunas, contradicciones y repeticiones –condi-
Marthas –como se denomina a las empleadas domés-
nas, así como de haber elegido una dictadura teocrá-
ción que lo vuelve creíble y natural, puesto que está
ticas. Entre otras razones, por la falta de sororidad
tica como tópico: “muchos regímenes totalitarios ha
registrándolo en audios, clandestinamente, y no
arriba mencionada.
recurrido a la ropa […] para identificar y controlar
hay modo de reelaborar sus testimonios–, Defred
La doble moral siempre está presente: si bien la
a las personas –pensemos en las estrellas amarillas,
no sólo se limita a explicar su injusta condena sino
función de Criada es harto relevante para la preser-
y en el morado de los romanos– y en muchos casos
que, además, evoca su no tan remoto pasado, en
vación de la raza, puesto que la fecundidad escasea,
se han escudado en la religión para gobernar. Así
el que tuvo una familia, un hogar. Su propio dine-
son incesantemente criticadas, juzgadas, burladas,
resulta más fácil señalar a los herejes”.
ro. En el que podía tomar sus propias decisiones.
ninguneadas. Su integridad física y moral pende,
El cuento de la criada, a decir del cintillo que
Ser libre.
constantemente, de un hilo. Se hallan inmersas en
acompaña esta edición, constituye “el libro de cabe-
una dinámica esquizofrénica de la que es imposible
cera de una nueva generación”. No es exagerado. Se
escabullirse.
alude a una generación bien informada, consciente
“Mujeres juntas, sólo difuntas”, reza un antiguo refrán mexicano. Lamentablemente, tanto en la vida real como en la sociedad gileadeana, es cierto.
Una frase escrita en latín macarrónico, descubier-
de sus derechos, decidida a rebelarse ante las tira-
Abundan los rumores, las delaciones, las malas
ta accidentalmente por Defred en el armario de su
nías que no cejan en denigrar a los géneros o clases
jugadas, los complots. Todo por tantito poder. Por
habitación, se convierte en mantra suyo, aun antes
desfavorecidas. Como esa tiranía que, “casualmen-
pura envidia. Por afán de destruir una reputación,
de saber el significado: “Nolite te bastardes carborun-
te” hoy gobierna al país más poderoso del mundo
Leer Renata, Eduardo Hurtado, ilustraciones de Carlos Pellicer López, Fondo Editorial Universidad Autónoma de Querétaro, México, 2016.
10 de diciembre de 2017 • Número 1188 • Jornada Semanal
Renata, la renacida RAEL SALVADOR
L
a visión poética de Eduardo Hurtado (Ciudad de México, 1950) resguarda la dulzura y la luminosidad presentes en “Sueño de un mediodía de verano”, de Yannis Ritsos, a la vez que aboga por un discurso donde la celebración de la infancia renace a partir de las palabras trenzadas en versos, los cuales se hacen acompañar por las ilustraciones de Carlos Pellicer López, que son un bálsamo para el espíritu.
Las impuras, Carlos Wynter Melo, Planeta, México, 2015.
Renata resulta ser de una factura que enfatiza la excepción del libro y que traduce la impecabilidad de su armonía en una edición feliz: cofre de alientos y colores despiertos que, en una ascendente escala de admiraciones, revelan el entusiasmo sincero de un poeta mayor y el brote de vida que es su nieta… A pasar las páginas, como se acarician la cuentas de un rosario –otra, tras la pausa meditada de una–, encuentro en la atmósfera de su sueño poético el tejido de una intensa sensibilidad humana, donde la claridad y la esperanza confluyen para ofrendarnos con estampas de un lenguaje que accede al misterio de la afabilidad y la ternura: “Si no fueras de marzo/ serías de siempre./ Y llegas,/ renacida/ a sembrar una luz/ en los jardines/ del tiempo.” Todavía la belleza me hace pensar en César Vallejo, cuando su honestidad de hombre y artista refiere que no puede consentir que la Sinfonía pastoral valga más que su pequeño sobrino de cinco años, “llamado Heli”, que no puede tolerar que Los hermanos Karamazov valgan más que el portero de su casa, “viejo, pobre y bruto”. “Yo no puedo tolerar que los arlequines de Picasso –insiste el peruano– valgan más que el dedo meñique del más malvado de los criminales de la Tierra. Antes que el arte, la vida.” Quizá la reprobación de Vallejo surja de observar a esos lacayos del lenguaje: poetas aburguesados, promotores del preciosismo inútil, haciendo alarde de la técnica y los malabares cortesanos, quienes con sus ilusiones –siempre deslumbrantes– paralizan el aprecio a los auténticos versos libertarios que tienen sus raíces en suelos carcomidos por la desesperanza y la destrucción...
En el caso de Renata, nos encontramos ante un poemario que, en su luminosidad abisal, encarna en la intuición nuclear de la vida misma, con secuencias evidentemente sutiles, bogantes –las imágenes fluyen como burbujas iridiscentes en un sueño maternal: “Antes de ti,/ ya estaban tus lugares:/ el vientre en que te hiciste,/ el espacio, la luz”–, que logran rehacer el sentido de la unidad íntima, radial, de ese enigmático lugar de donde parece que todos hemos surgido. Cuando Hurtado toma con levedad la pluma y se aproxima a la incandescencia de la palabra, la punta de ésta –electrizada por la imantación celeste del poeta– de nuevo inaugura el Universo: “En tu cuarto hay un cosmos:/ vestidos, conchas, listones,/ muñecos, cuentos, lápices./ ¡Atiende! Las cosas/ se dicen cosas,/ tejen alianzas,/ combaten:/ vestidos y dulces,/ zapatos y cuentos,/ crayones y conchas/ salen del fondo del cajón./ Las nombras y se animan,/ ponen música y danzan,/ de pronto se rebelan./ Ama las cosas, niña:/ dibújalas, revuélvelas,/ escúchalas,/ ponles casa y lenguaje,/ despiértalas,/ despiértalas.” Es el ruego de fondo que acomoda su talento en el poema número 28. Por la desesperación a que algo me acerque al nacimiento es que repaso los versos de Renata, pongo el libro con delicadeza frente a mí –las flores son los vívidos contrastes de Pellicer– y, entonces, como si la magia fuera asunto de lo ordinario, contemplo en todos los niños a la nieta del poeta y escribo que la belleza del mundo es también para ti, querido lector
Más que secreto a voces, de falsa fatalidad es como habría que calificar a la inercia del medio literario de habla hispana, que privilegia la producción ensayística, narrativa y poética de ciertos países en detrimento de otros, así condenados a permanecer en la llamada “periferia cultural”. El reciente reconocimiento dado a Sergio Ramírez, extraordinario narrador por cierto oriundo de uno de esos países “marginales”, debería alertar a quienes se sienten cómodos con tal status quo, respecto de que no sólo vale la pena sino es una obligación ética mirar, literaria y culturalmente hablando, hacia otros sitios aparte de Argentina, Colombia, Chile, Perú y México, por nombrar sólo a los primeros cinco cuya literatura goza de cierta circulación y conocimiento fuera de cada país –de España
mejor ni hablar, tan ensimismada y necia en considerar a su literatura como la única no-periférica. Un buen comienzo puede ser ésta, la segunda novela del panameño Wynter Melo, quien desde 1998 ha venido cosechando reconocimientos, primero en su país de origen, después a nivel centroamericano, y más tarde como una de las voces más interesantes de la narrativa contemporánea en nuestro idioma. La memoria histórica, la recuperación del pasado tanto individual como colectivo, así como el necesario registro de los daños –físicos y espirituales– ocasionados por la presencia invasora de Estados Unidos con el pretexto del control del Canal de Panamá, son algunas de las aristas temáticas de esta novela de tono y estructura engañosamente sencillos.
En nuestro próximo número
MARTÍN LUTERO Y LA REFORMA PROTESTANTE: 500 años Cervantes-Ortiz y Martínez García
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La Jornada Semanal
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Jornada Semanal • Número 1188 • 10 de diciembre de 2017
Arte y pensamiento
ARTES VISUALES germaine gómez haro
BITÁCORA BIFRONTE Jair Cortés Venegas
ARTES EN CHINA: MUSEO GUGGENHEIM DE NUEVA YORK ( i de ii )
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L ARTE CONTEMPOR Á N E O C H I N O co menzó a llamar la atención a principios de la década de los noventa en las bienales de Venecia y Sao Paulo; actualmente ocupa un lugar en las primeras filas del mercado del arte internacional con artistas que se cotizan a prec i o s e xo r b i t a n t e s. H a c i a principios de los años ochenta, el panorama de la creación artística china dio un Parto precipitado, Chen Zhen vuelco vertiginoso cuando una serie de creadores de diversas regiones del país comenzaron a comentar y criticar los modelos culturales impuestos por Mao Zedong. Había una cierta libertad de expresión que propició que estos noveles artistas incursionaran en la exploración de toda suerte de técnicas y medios para construir obras y acciones cargadas de significados políticos y sociales. El Museo Guggenheim de Nueva York presenta actualmente Arte y China después de 1989: Teatro del mundo, la exhibición más ambiciosa que se haya organizado en América. Integrada por 150 obras de setenta y un artistas, la muestra se despliega a lo largo de las seis rampas en espiral del museo y las dos últimas plantas, lo que significa un extenso recorrido a vista de pájaro del panorama artístico desarrollado entre dos fechas emblemáticas: 1989, cuando tienen lugar las protestas de la Plaza de Tiananmen, hasta los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008. Es una exposición tan compleja como fascinante que seguramente marcará un hito en la percepción del arte chino en el imaginario occidental. La curadora, Alexandra Munro, señala la importancia de tomar como punto de partida de esta muestra exhaustiva el año crucial de 1989 cuando finaliza la Guerra fría, nace internet –que dará lugar a la globalización del arte–, y en China ocurren los sucesos de Tiananmen. Los artistas chinos en esos años estaban profundamente comprometidos políticamente y dos exhibiciones paradigmáticas en 1989 les dan la pauta para expresar sus discursos contestatarios en obras en su mayoría experimentales y conceptuales: China-Avant-Garde, en Beijing, y Les magiciens de la terre, en París. En junio de ese mismo año el ejército chino irrumpe con violencia en la Plaza de Tiananmen dando lugar a la conocida masacre de los participantes –en su mayoría intelectuales, estudiantes y obreros– que se manifestaban contra la represión de un gobierno totalitario y corrupto cuyas reformas económicas habían ido Mao Zedong cuadrícula roja, Wang Wangi demasiado lejos y beneficiaban a unos cuantos en detrimento de la gran mayoría de la población. Con este acto represor se anula la relativa libertad de expresión que habían conquistado los artistas y muchos de ellos abandonan el país. No obstante, la pulsión crítica en el arte chino no perdió su fuerza, dentro y fuera del país, y hoy podemos comprobar, en exposiciones como ésta, su vigor creativo que no agota temas y recursos para hablar con lenguajes francos y valientes de los cambios que se han dado en ese controvertido territorio. Una de las obras que me pareció más impactante y sugerente es la primera que atrapa la atención del visitante al entrar al museo, suspendida del plafón en medio del atrio circular de acceso: Parto precipitado se titula la pieza de Chen Zhen (Shanghai,1955-Paris, 2000) realizada en 1999, y que forma parte de la prestigiada Colección Pinault. Este artista desarrolló su carrera en los años ochenta en París y, al volver a su país natal en 1999, sufrió el impacto de enfrentarse a una sociedad totalmente distinta cuyos cambios trepidantes y, hasta cierto punto, irresponsables, estaban provocando el desbalance y desencuentro de una población dividida en la marginación. Es una pieza impactante que barrunta un mensaje que se antoja apocalíptico: se trata de un dragón –símbolo arquetípico de la cosmogonía china– de aproximadamente 20 metros de largo por 1.50 de grosor, que serpentea amenazante en el aire, como una deidad oscura que domina la muestra con su presencia en el centro del universo-museo. El cuerpo de la bestia ondulante está hecho con cientos de llantas de bicicletas, su cabeza está conformada con las partes metálicas de éstas, y de su vientre emerge un enjambre de cochecitos de juguete. Esta obra inquietante es una metáfora ácida del precipitado paso de la bicicleta, principal medio de transporte del pueblo chino por décadas, a la llegada intempestiva de 100 millones de autos que el gobierno planeó para el año 2000. Un cambio brutal –como tantos otros– que el pueblo chino vivió entre la euforia y la ilusión, y el desencanto y la frustración, en el incontrolable proceso de modernización registrado con fidelidad por los artistas. (Continuará…)
Urna de la dinastía Han con logo de Coca Cola, Ai Wei Wei
NACE UN NUEVO GÉNERO “LITERARIO”
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N LOS TIEMPOS DE la memoria y la imaginación degradadas por el uso de internet en que las personas parecen ser la extensión sensible de sus dispositivos electrónicos, frecuentemente nos preguntamos por la pertinencia de la lectura. Sin embargo, la “Lectura” es un término bastante ambiguo que contempla un espectro que va de la lectura superficial a la lectura profunda, en el que los géneros literarios también se someten a la tensión del debate. Charles Simic, en un maravilloso y conmovedor ensayo titulado “Los poetas y el dinero”, dice que “en esta época de atenciones breves, la poesía podría acabar siendo la única literatura que la gente lea. Cuando no queden librerías y las bibliotecas hayan sido clausuradas, los enamorados que necesiten un estímulo amoroso adicional tendrán que alcanzar sus iPhones y encontrar un poema adecuado para la ocasión y leérselo el uno al otro. La fuerza de la poesía procede de tales usos prácticos.” Simic apela a una poesía cuya característica central es la brevedad, y la opone a la novela, cuya extensión impide que un lector pueda soportar una lectura sostenida que contrasta con su déficit de atención (dejando fuera del juego a poemas extensos como la Ilíada o Las soledades). Lo que no advierte Simic es que la poesía no sólo es brevedad, sino profundidad; ya Pound señalaba (hasta el cansancio) que la poesía es “lenguaje cargado de sentido”, y tal parece que el lector moderno (aquel que lee mayormente en formatos digitales) no sólo busca la brevedad sino también la “ligereza”, como lo explica y señala ampliamente Gilles Lipovetsky en su libro De la ligereza, en donde explica cómo ésta es una condición que pasó de ser una característica en ciertas obras a ser nuestra manera de relacionarnos con el arte. No se encuentran en el mismo nivel una frase para aderezar el día del amor y la amistad en una tarjeta (virtual) que un haikú, ambos son breves pero la complejidad que implican los sitúa en polos opuestos. Lo que el lector moderno está haciendo con la literatura (al leer tanto y tan poco a un mismo tiempo) es dinamitarla para usar las esquirlas (citas); quizá no lea una novela o un ensayo completos, ni siquiera un poema breve, pero sí utiliza una frase o un verso que le conmueven fugazmente para luego re-publicarlo en alguna de sus redes sociales y simular que ha leído. Es cierto, la buena literatura soporta este tipo de mutilación porque nada hay en ella que sobre; lo que olvida el lector moderno es que los versos tienen más sentido cuando se leen junto a aquellos que los preceden y suceden en su contexto original. De este ejercicio de reciclaje y copy-paste (nieto del collage) está emergiendo un nuevo género “literario” (derivado de una nueva sensibilidad), uno que es ligero (como la ocurrencia), pero que parece profundo (como el aforismo), una nueva retórica que es determinada en gran medida no por quienes la escriben sino por quienes (aparentan) leerla Viñeta de Juan Puga
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TOMAR LA PALABRA agustín ramos
ANONIMATO
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AS VISITAS FAMILIARES en el penal de Pachuca son los domingos. Como todo, las instalaciones ya no padecen la desorganización ni la sordidez de una cárcel. Porque, según me cuentan, a pesar de los cambios anunciados en el país ahí rige una disciplina de cuartel donde sólo se puede oír el silencio de la respiración y las palabras estrictas. Como todo, desde las lonas verde olivo de los tianguis callejeros hasta el clima artificial de los centros comerciales, en el penal hay orden y apaciguamiento rigurosos. No más alborotos ni relajo... –Muchacha relaja –le decía mi abuela a mi tía consentida cuando ésta desobedecía–. Arrastrada escuincla, diablo de chamaca, salada, incapaz… Con razón nunca falta quien, en tono de buen consejo o de plano de censura, me critique por escribir tan disperso y de cosas que nadie entiende ni a nadie le interesan. Bueno, caray, a mí sí me interesan y, literalmente, al editor, a mi abuela, a mi padre… Y también a mi mamá y a mi hermana, aunque a ellas no tan literalmente. Además no escribo así por rebeldía ni por relajamiento sino por incapacidad.
Mi incapacidad significa algo diferente de lo que para mi abuela. Se refiere –me refiero– a no poder escribir de otra manera, sobre otros temas, con otro orden. Escribo como me va saliendo de donde sea que me sale esto. Quizá de la angustia del momento, un momento como éste, en que quiero dormir y me desvela el compromiso de mañana. A cada capillita le llega su fiestecita y a este canijo le llegó y lo voy a ver mañana, 3 de febrero de 2019, día en que le íbamos a festejar su cumpleaños a mi nieta mayor. El cumpleaños cayó entre semana y por eso lo pasaron para el domingo, así no la enciman con la fiesta de la Candelaria. Ni modo. Hizo mucho daño mi amigo. Delató por mala fe a gente que luego resultó no sólo inocente sino aliada. Tiene acusaciones muy graves, aunque más como instigador que como ejecutor, con pleno conocimiento, de actos que pudieron provocar o provocaron matanzas en las avenidas céntricas o en barriadas de construcciones grises, transparentes a las balas y a los gritos de la tropa que ordenaba no moverse, y a los aullidos de quienes caían acribillados aunque no se movieran, sobre todo jóvenes con cara de extraño enemigo que le caía gordo al sargento, al cabo, al raso, caras con ojos que miraban sin terror a los ojos de las armas o, peor tantito, con rabia o con demasiada humildad para ser cierta, para no ser la máscara de un alma vengativa. Cumpliendo órdenes y a veces por iniciativa propia, mi amigo destruyó, robó, torturó, trajo todo lo que una guerra trae a civiles inocentes, aunque sea invisible, aunque no se declare o se declare mediante una ley de seguridad interior. Una guerra que duró así hasta que quienes dentro y fuera la habían fraguado acordaron el armisticio gracias al
cual las cosas han seguido igual aunque él, mi amigo, haya entrado al botiquín de los resanes, al tanque, carnal. Siempre se sabe, y por sabido se calla, que en poco tiempo saldrá libre. Por eso me conviene quedar bien con él. Él tenía título de universidad tecnológica, caray. Si se enroló fue porque no conseguía chamba y cuando la conseguía era una señora soba, inestable, mal pagada. Así que cuando pudo enlistarse lo hizo sin saber muy bien a qué le iba tirando. Ya no era el ejército el que reclutaba sino la agencia de un mando retirado o algo así, algún prestanombres igualmente innombrable. Así el ejército justificaba ese y otros gastos –sin dar de alta oficialmente a tantísimo elemento ni detallar gastos en rubros igual de inconfesables–, cargándolos a una partida presupuestal de asesorías y servicios externos. Eso sí, el adiestramiento, la preparación académica y militar propiamente dichas, así como la disciplina y la rutina en general eran las mismas de la tropa uniformada. Ah, porque los de nuevo ingreso andaban de civil hasta en donde los tuvieran concentrados, aunque a leguas se les notaba lo sardo en el corte de pelo, en su caminado, en sus modos. A fin de cuentas ellos mandaban y no había forma legal de distinguirlos de cualquier civil. Mejor todavía, los contrataba un privado y cualquier relación directa con los militares quedaba por ley bajo reserva, vetada incluso a los máximos órganos de fiscalización y transparencia, no se diga a la prensa. Así que ahí estuvo él, sin uniforme pero con arma reglamentaria, afrontando obligaciones y riesgos propios de cualquier soldado pero todavía más anónimo que la tropa de infantería, espiando grupos, familias, individuos, reventando asambleas, saboteando manifestaciones pacíficas. Y así
BIBLIOTECA FANTASMA Eve Gil
MÚSICA CONTRA DEMONIOS
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NA PRECIOSA, INMENSA hacienda de tiempos de la Revolución, sin teléfono ni televisión. Aquel silencio resultaba en extremo terso, lineal, espeluznante para alguien habituado a dormir con música. Un amigo poeta puso en mis manos el libro Vuelo y otros poemas, de un poeta llamado Kwame Dawes (Valparaíso, México, 2017) cuando externé mi intolerancia al bullicio de la Nada, y me aconsejó leerlo en voz alta, en la soledad de mi habitación bicentenaria, hasta que me venciera el sueño. Comprendí: era música. Nacido en Ghana, en 1962, Kwame Dawes contaba once años cuando se trasladó con su familia a Kingston, Jamaica. Actualmente vive en Nebraska, en cuya universidad enseña literatura. Dawes, no obstante, es algo más que literato; mucho más que narrador, ensayista o poeta. Pese a ser autor de una docena de libros celebrados en ambos lados del Atlántico, en nuestra lengua se le conoce sólo en su faceta poética, gracias a la admirable traducción de Gustavo Osorio de Ita que captura esta singularidad que hace de esta poesía “orquestación de lo sentido”, como la llama el propio traductor. Que sus poemas pusieran a bailar al Premio Nobel de Literatura, recientemente fallecido, Derek Walcott… que Walcott no dejaba de hablar de él a partir de entonces…Tras ahuyentar mis propios demonios leyendo en voz alta:“Esta noche conozco el miedo que me perseguirá/ con fe y el terror de una familia/ rompiéndose…”, comprendo por qué. Resulta difícil, más sin tener el original en inglés a la mano, transformar en canciones estos versos que, sin embargo, son caja de ritmos; trabajados en una lengua ajena incluso, si la sensibilidad del traductor se contrapone a su naturaleza traidora. Los poemas de Kwane Dawes son reggae, género jamaiquino por excelencia…pero también
góspel (¡mucho góspel!) y folk. Leer los poemas de Kwame Dawes, especialmente en voz alta, equivale a cantar a Kwane Dawes. Bob Marley, sobre quien nuestro poeta escribió una biografía, danzaría enloquecido al escuchar hablar de “muertos, desesperados por curarse”… se habría balanceado al compás de “un poeta se sienta en un antiguo/ bloque de mármol contemplando el pálido/ cielo azul, rasguñando poemas, suaves/ gacelas en un cuaderno”. En la música poetizada de Dawes localizo tres facetas que pudieran referir a su intimidad, ésa de la que no hablan sus semblanzas que aluden sólo al escritor, al profesor, al editor, al Premio Barnes Noble Writers for Writers: el poeta trasciende a la musa que dicta al oído y la mujer como objeto de adoración o erotización sublimada, y les cede el canto. La Mujer se rebela a la desnudez palpitante y sensual y nos habla desde la heridas, la primigenia y la del
Kwane Dawes
bisturí, generalmente ignoradas por poetas varones, “Recorro con un dedo la curva constante/ de la cicatriz bajo mi pecho izquierdo, una marca de algún/ terrible miedo, algo escondido. Toco el seno/ intentando calcular con terror, qué lamento/ debió de arrebatarme ante la noticia.” El cáncer es otro tema recurrente, escasamente abordado –al menos en forma tan explícita y tan íntima– en la poesía. Cáncer, recurrente verdugo que recorre a sus seres amados: “Él cayó tan bajo y la quimio parecía/ una traición. Todo se volvió/ sin importancia, ese pelear, esta/ rebatiña por una cura, una salida;/ estas confesiones de mortalidad/ Oh Jah, Oh Jah, ¿por qué has/ abandonado a tu hijo? Oh Jah”, y hasta en las alusiones a la quimioterapia, las náuseas, la visibilidad del cráneo y de los huesos, está la música; la plegaria en coro, repercusión de tambores que electrizan el cuerpo. Otros temas abordados por Dawes son la negritud, carga genética de dolor, cadencia y orgullo; versos a su padre que, todo indica, era escritor también, y cuya mención es representada por la campanilla de una vieja Smith Corona. El poema “Herencia”, dedicado por cierto a Derek Walcott, es una meticulosa recreación de los rituales de escritor del padre del poeta, que también podrían referirse al propio Walcott, reencarnación de pintor flamenco, virtuoso acuarelista de paisajes antillanos. En medio de “libros de lona” extraídos de una bolsa, el sabor a pulpa naranja de una papaya y su forma de sujetar el agua mientras escucha “Waltzing Matilda” –“Once a jolly swagman camped by a billabong”–, se percibe el dulzón aroma del cáncer, que bien podría ser la misma “larga enfermedad” que, dicen, mató a Walcott, ésa que nadie nombra pero que Dawes, el virtuoso, ha incorporado al vocabulario poético universal con ritmo sincopado
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BEMOL SOSTENIDO Alonso Arreola @LabAlonso
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I USTED ES DE quienes sufren resignadamente la cartelera de conciertos que atentando contra el progreso nos recuerda el retardo en que vivimos; si padece síntomas parecidos a la dispepsia severa cuando mira el periódico y trotando sobre una banda de Moebius constata la eterna repetición de los nombres Emmanuel y Mijares, Timbiriche, Alejandro Fernández, Cristian Castro, Bronco y cd9; si como en una botella de Kleim se agota llegando al mismo sitio en cada intento de escape; si incluso ha pensado en renunciar a la música en vivo afectado por esa espiral llamada: pocos foros apuestan por música original en vivo y la mayoría de los que lo hacen prefieren bandas de covers de calidad dudosa que cobren poco; si le pasa todo esto –a la par de una profunda tristeza impulsada por la corrupción, la violencia contra las mujeres y el depauperado valor ante la vida ajena que vivimos en México–, entonces le aconsejamos que se acerque a algunos conciertos de perfil más recatado y sobrio que lo sorprenderán gratamente. Primero. ¿Le suena el nombre Fates Warning? Probablemente no. Déjenos decirle, empero, que si fuera amante de los ritmos compuestos, de las guitarras comprometidas con distorsiones que nunca derriban a una voz bien afinada (vehículo de letras inteligentes); si, dicho en otras palabras, le interesara el mejor metal-pop-progresivo de los años noventa, entonces estaría feliz de enterarse de que en medio de su gira Teorías de Vuelo, programada para Estados Unidos y buena parte de Europa, Fates Warning visitará el Circo Volador de Ciudad de México el domingo 7 de enero. Nosotros lo estamos. Gran banda. Segundo. ¿Recuerda a Bon Iver? Si tales palabras le suenan a un dulce helado, entonces vamos por el camino equivocado. Inspirado en un “buen Invierno”, Justin Vernon es el fundador y líder del proyecto que naciera en
PARA INICIAR EL 2018 2007 con el álbum For Emma, Forever Ago, en las condiciones más austeras. Superando una mononucleosis y con un solo micrófono, una guitarra y pocos elementos más, Vernon compuso ocho piezas de alta credibilidad y honestidad, lo que inmediatamente causó impacto en la red. Cuatro años después, en 2011, lanzó un segundo trabajo homónimo con diez temas que fortalecieron su lugar en la mejor independencia. Entonces acompañado por Sean Carey, Mike Noyce y Matt McCaughan, entre otros, Bon Iver dio pasos naturales al integarar a su universo a músicos y arreglistas con experiencia grabando para Bill Frisell, Arcade Fire, The National y Sufjan Stevens, todos conjuntos con semejanzas estéticas. En 2016 editó 22, A Million, imbuido en la mezcla de músicos en vivo y electrónica, llegando a una madurez de gran profundidad en terrenos del pop-rock. El resultado fue, una vez más, altamente poético gracias a etéreas voces con efectos y melodías solventes. Sonará el domingo 28 de enero en el Pepsi del World Trade Center. Esperamos que para entonces el foro funcione mejor que durante nuestras visitas anteriores, cuando sonido y servicios dejaban mucho que desear. El concierto lo amerita. Tercero. Steve Hackett en el Auditorio BlackBerry, el jueves primero de marzo. Hablamos del guitarrista conocido por su trabajo con Genesis, la mítica banda de Peter Gabriel y Phil Collins. Un hombre que supo seguir adelante tras la transformación y desintegración del grupo, grabando discos encomiables y conformando bandas de gran elegancia sónica. Su primer álbum como solista es de 1975 (Voyage Of The Acolyte), el último es de 2017 (Summer Storms and Rocking Rivers). En medio hay más de una veintena entre los que se cuentan varios en vivo. A nosotros siempre nos gustaron Spectral Morning y Defector.
Cuarto. Celebrating David Bowie. Un concierto que inicialmente podría causar sospechas, pues toda banda que usufructúa a ídolos caídos provoca escepticismo. Sin embargo, la enorme diferencia de este conjunto con los que normalmente presentan tributos es que sus miembros fueron colaboradores directos del gran Camaleón. Hablamos de músicos con los que Bowie definió parte de su sonido sobre el tinglado y que han continuado respetuosamente con su legado. También el jueves primero de marzo, pero en el escenario del Plaza Condesa, el piano estará a cargo de Mike Garson, la guitarra de Adrian Belew, el bajo de la enorme Gail Ann Dorsey y habrá otros invitados, como Gerry Leonard, Carmine Rojas, Gaby Moreno y Angelo Moore, por citar algunos. Así las cosas, creemos que no hay mejor manera de escuchar este cancionero resucitado. Desde luego, no estamos peleados con el buen pop. Si puede, visite el Foro Sol para bailar con el genio contemporáneo de Bruno Mars (viernes 2 de febrero), o mejor aún, con Depeche Mode (martes 13 de marzo). Ambos se presentarán en el Autódromo y lo harán con gracia. Lo que sí: aléjese este 2018 del entretenimiento chabacano que apuntala nuestra detención en el tiempo, y busque contenido nacional valioso. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos
Steve Hackett
CINEXCUSAS Luis Tovar cinexcusas@yahoo.com
COLECTIVOS INTRAMUROS
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OMO FILME SINFÓNICO podría ser definido el largometraje La habitación (México, 2016), en virtud de que los ocho segmentos en los que consiste fueron dirigidos, en ese orden, por Carlos Carrera, Daniel Giménez Cacho, Carlos Bolado, Ernesto Contreras, Alfonso Pineda-Ulloa, Alejandro Valle, Iván Ávila Dueñas y Natalia Beristáin. No falta el desavisado que ha querido poner esta película al final de la línea en la que históricamente se ubica la célebre Fe, Esperanza y Caridad (México, 1974), habida cuenta de la naturaleza también capitular de esta última y de que asimismo la dirección es múltiple, en este caso a cargo de Alberto Bojórquez, Luis Alcoriza y Jorge Fons. Sin embargo, la similitud no va más allá de ese par de características, es decir, tratarse de historias independientes hechas cada una por un diferente realizador. En todo caso, habría que pensar en Historias violentas (México, 1985), cuyos cinco apartados estuvieron a cargo de Daniel González Dueñas, Diego López, Carlos García Agraz, Gerardo Pardo y Víctor Saca. La familiaridad, de nuevo sólo estructural, consiste en que tanto Historias… como La habitación emanaron de la imaginación de un solo guionista respectivo: en el primer caso se trata de Pedro f. Miret y en el segundo de María Diego. Así sea parcial, habría que añadir otro atributo común: a lo largo de todos sus segmentos y sin que obsten para ello las hechuras, naturalmente distintas, de cada realizador, una y otra cintas mantienen su carácter unitario; la de 1985 en el orden temático, manifiesto en el adjetivo del título, y la de 2016 en el orden espacial, asimismo expresado en el nombre: todo lo que se cuenta sucede en la habitación aludida. Pero es con Ciudad de ciegos (1991), coescrita por Alberto Cortés, Hermann Bellinghausen, Paz Alicia Garciadiego, Silvia Tomasa Rivera y Marcela Fuentes-Berain, dirigida
íntegramente por el primero, la película con la que La habitación guarda el parecido más claro, manifiesto en dos vertientes: primero, la unidad espacial de la acción, que si en La habitación es ésta precisamente, en Ciudad de ciegos se trata de un departamento entero, fuera del cual la trama apenas y se asoma. La segunda vertiente es el propósito de abarcar un arco temporal amplio, en virtud del cual sea posible apreciar, desde los universos dramáticamente autónomos en los que consiste cada cuento, un fragmento lo mismo de la micro que de la macrohistoria, o Historia mexicana con mayúscula. Mientras el filme de 1991 va de los años treinta hasta inicios de los noventa del siglo pasado, el de 2016 corre desde las postrimerías de la época porfiriana hasta la actualidad.
La habitación
A piedrA y lodo Inevitable como resulta el ejercicio de comparación entre los antecedentes –plausibles o no del todo– y este nuevo ejemplo de filme comunitario, quizá lo más destacado de La habitación, lo que le otorga su particularidad más notoria, es la consistencia de ciertos elementos tanto formales como conceptuales que subyacen a las ocho tramas y, en buena medida, las determinan. El primero a destacar es un punto de vista narrativo si no del todo, sí eminentemente femenino, sin que al respecto tenga relevancia que el segmento en cuestión haya sido dirigido por un hombre. Otro elemento fundamental es la sutileza a través de la cual se denuncia, una historia tras otra, el carácter de victimario de quienes tienen a su cargo, ya sea por derecho o por la fuerza, la toma de decisiones en casi cualquier orden: familiar, barrial, citadino, nacional… y claro, el consecuente carácter de víctima de quienes deben someterse al mandato de aquéllos. El filme es hábil al exponer, sin estridencia, el talante agresivo, individualista, poco o nada empático colectivamente hablando, que a lo largo del siglo xx y lo que va de éste parece caracterizarnos como sociedad. La unidad de acción que define a la película es, de hecho, la gran alegoría mediante la cual se expresa mejor lo antedicho: frente a las amenazas y los embates del exterior, frente al peligro potencial que representa lo que viene de fuera, más vale mantenerse intramuros y esperar a que pase un mal tiempo sin fecha precisa de caducidad y capaz de metamorfosearse en casi cualquier cosa: el enemigo político, el antiguo enamorado que regresa inesperadamente muchísimos años después, la irracionalidad racista… y esperar, también, que esa tormenta no tenga la fuerza suficiente para entrar, o no se le encuentre ya instalada cuando uno busca refugio
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EL PASADO 22 DE NOVIEMBRE SE CONMEMORî EL 44 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL AUTOR DE UN MUNDO FELIZ Y LAS PUERTAS DE LA PERCEPCIî N, ENTRE MUCHOS OTROS Tê TULOS.
Aldous Huxley y España T
Ricardo Bada
homas Henry Huxley, llamado “el bulldog de Darwin”, inventó la palabra “agnosticismo”. Su nieto Aldous, llamado “el gurú de la literatura”, inventaría décadas después la palabra “psicodélico”. Nació el 27 de julio de 1894, adelantándose en un año al nacimiento del cine y a la insurrección de José Martí en Cuba, y en el mismo año que estalló en Francia el escándalo Dreyfus. Recorrió el mundo llevando como lectura de viaje un tomo (distinto cada vez) de la Enciclopedia Británica. No es, pues, extraño que adoptase como lema de vida el de un anciano de frondosas canas enmarcando el óvalo de su rostro, en un capricho de Goya: “Aún aprendo.” Y alguna vez dijo que había que “cuestionarlo todo, por lo menos una vez”. En una carta a Jeanne Neveux, con fecha 10/ x /63, muy poco antes de su muerte, escribe que “esos idiotas de la editorial Plon le han dado a Island el título L’île. Pero Île era lo indicado. En Italia el libro se titula Isola, en Suecia Ön, y en Dinamarca (milagro de la brevedad) Ø”, ¡el título mismo ya es una isla! En otra carta, a su cuñada Juliette Baillot (esposa de Julian, el primer director de la Unesco), el 25/ xi /1918, le asegura de todo corazón: “Nunca siento realmente que esté llevando a cabo una acción por completo moral, excepto cuando estoy escribiendo. Entonces, y sólo entonces, uno no está perdiendo el tiempo.” Su primera esposa, la belga flamenca Maria Nys, tomó clases de baile con Nijinsky. Y él fue un amigo íntimo, quizás el mejor, de d . h . Lawrence, quien murió en sus brazos. Cuando en 1928, el mismo año que El amante de Lady Chatterley, se publica Contrapunto (Point Counter Point), donde d . h . aparece entrañablemente camuflado en la figura de Mark Rampion, Lawrence le escribe a Huxley: “La he leído con una admiración creciente. [...] Creo que hace falta tener diez veces más valor para escribir Contrapunto que el que yo tuve para escribir El amante de Lady Chatterley. Si el lector supiera lo que está leyendo, te arrojarían cien piedras por cada una de las que me arrojaron a mí.” Y su Brave New World (Un mundo feliz), de 1932, que se adelantó diecisiete años a 1984, de George Orwell, iba mucho más allá que la negativa ucronía orwelliana y entretanto la ha dejado atrás sin cumplirse todavía del todo. A la edad de setenta y siete años, en un incendio de los que cada año se provocan de manera criminal en California, Aldous sufrió la pérdida de toda su biblioteca, sus diarios y su correspondencia, todo, y lo aceptó con un heroísmo sin alharacas, defendidas las posibles lágrimas por los culos de vaso de sus gafas. Y el 22/ x i /63, mientras unas balas asesinas acababan de mala ley con la vida de Kennedy, en Dallas, la
segunda esposa de Huxley, la violinista y psicoterapeuta Laura Archera, le inyectaba 100 microgramos de lsd , por expreso deseo suyo, para pasar de este mundo infeliz al que está más allá de las puertas de la percepción: The Doors of Perception es el título de uno de sus más lúcidos ensayos. (Hay otra relación anterior entre los Huxley y los Kennedy: durante la segunda guerra mundial, Julian era el director del Zoo de Londres y creó el Pet’s Corner, un lugar donde los niños podían jugar con los animales en libertad, para así acostumbrarse a la riqueza de la vida, y ese Pet’s Corner fue inaugurado por dos de los hijos del embajador estadunidense en Londres: Bobby y Ted Kennedy). No descubro el Mediterráneo ni la pólvora, ni tampoco exagero, si afirmo que Aldous Huxley ha sido uno de los espíritus más inteligentes de la Edad Contemporánea. Por otra parte, en un siglo de cretinos como lo fue el xx , y lo sigue siendo su heredero el xxi , mi afirmación se vuelve pleonasmo apenas se han leído un par de páginas suyas. Para nosotros, en una España de recién inaugurado franquismo, en una ciudad como Huelva, que era (para decirlo huxleyanamente) el esfínter del mundo, Huxley significó el esplendor de la inteligencia y el rigor de la cultura y la preparación enciclopédicas... así como un atraco a mano armada a nuestras paupérrimas economías, pues los editores no vacilaban en inventarle títulos a sus novelas, y cuando aparecía una nueva nos lanzábamos ávidos a comprarla, para descubrir que ya la habíamos leído más de una vez, y cada una de ellas con un título distinto. Two or Three Graces la he comprado bajo los títulos Dos o tres gracias, Variaciones de un alma, El milagro de la arietta y Barro en el alma. ¿Y quién era capaz de descubrir que Con los esclavos en la noria no pasaba de ser un nuevo título de Ciego en Gaza, o que Arte, amor y todo lo demás fue una invención editorial de Esas hojas estériles, o que Tardía confesión ya la conocíamos como El genio y la diosa? Ay, sí, Aldous Huxley fue el más caro de nuestros aprendizajes literarios. Pero para quienes nacimos en esa colonia británica camuflada que fue la Huelva de aquellos años, durante el siglo que su destino estuvo unido al de la Rio Tinto Co., Huxley nos resultaba muy comprensible y muy cercano. Máxime teniendo en cuenta que España fue una presencia continua en sus libros. Ya en Crome Yellow [Los escándalos de Crome], su primera novela, hay aquella frase sobre los distintos tipos de mujer: “En España –con su mano describía una serie de amplias curvas– no puede uno adelantarlas al subir una escalera.” Y en After Many a Summer [Después de muchos veranos], que también compré una vez bajo el título Viejo muere el cisne, la Guerra civil es un elemento protagónico de muchas de sus páginas: uno de sus personajes, Peter Boone, excombatiente de la Brigada Lincoln, y sintomáticamente asesinado por error en la soleada California, reflexiona sobre la caída de Barcelona minutos antes de ser abatido por un celoso senil, el plutócrata Stoyte. Y en esa misma novela hay un protagonista invisible que es Miguel de Molinos, mientras que las referencias a san Juan de la Cruz y santa Teresa forman un bordado continuo en la obra de este hombre que respondió, con ella, a la pregunta de Rodin delante del cadáver de Mallarmé: “¿Cuándo volverá la humanidad a producir un cerebro tan grande?” Ilustración de Juan Puga