Suplemento Semanal

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Ecos del

SEMANAL FESTIVAL INTERNACIONAL CERVANTINO 46 SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DE 2018 NÚMERO 1236

Pablo Espinosa

a edición de la fiesta de la cultura

El libro y el capitalismo impreso Carlos Oliva Mendoza

Escribir es como besar: Hilde Domin en América Latina Iván García

Entrevista con

Bruno Estañol

Juan Domingo Argüelles


LA JORNADA SEMANAL

2 11 de noviembre de 2018 // Número 1236

Foto: festivalcervantino.gob.mx

Escribir es como besar:

ECOS DEL FESTIVAL INTERNACIONAL CERVANTINO Del 10 al 28 de octubre pasado se celebró en Guanajuato, su sede tradicional, la cuadragésimo sexta edición del Festival Internacional Cervantino, que tuvo como país y ciudad invitadas especiales a India y Aguascalientes, de manera respectiva. La riqueza del Cervantino –así conocido familiarmente desde sus inicios–, manifestada en todas las disciplinas del arte, ratificó a esta cita otoñal como una de las ineludibles en el calendario cultural no sólo de México sino del mundo entero. La

Hilde Dom Presentación y semblanza de una poeta alemana nacida en 1909, que huyendo del régimen nazi en su país se refugia en Italia y luego se exilia en Santo Domingo (1940) debido a la ley antisemita de Mussolini, y que empezó a escribir poesía a los cuarenta años de edad. Canciones para dar aliento (traducción de Geraldine Gutiérrez) posee la sabiduría necesaria en su sencillez para no “lesionar la delicadeza del poema”.

crónica de Pablo Espinosa resume una constelación de presentaciones y propuestas de alto nivel, y recoge el espíritu festivo de un evento que año con año sabe refrendarse y renovarse.

||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||| DIRECTORA GENERAL: Carmen Lira Saade DIRECTOR: Luis Tovar EDICIÓN: Francisco Torres Córdova y Ricardo Yáñez COORDINADOR DE ARTE Y DISEÑO: Francisco García Noriega FORMACIÓN DE DOSSIER: Marga Peña FORMACIÓN DE COLUMNAS: Juan Gabriel Puga RETOQUE DIGITAL: Jesús Díaz y Ricardo Flores PUBLICIDAD: Eva Vargas y Rubén Hinojosa 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. CORREO ELECTRÓNICO: jsemanal@jornada.com.mx PÁGINA WEB: http://semanal.jornada.com.mx/ TELÉFONO: 5604 5520.

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ra necesario hacer este libro y traducirlo como está traducido, con empatía y conocimiento. No sólo porque Hilde Domin tuvo una conexión tremenda con América Latina, sino por la inusitada mezcla de dulzura y fuerza que hay en sus poemas. Inexplicablemente, no teníamos hasta hoy un solo libro de poemas suyos. Ahora contamos con una antología individual, que ya desde su título augura un buen resultado: Canciones para dar aliento, organizada y traducida por la venezolana Geraldine GutiérrezWienken, que vive desde hace mucho tiempo en Heidelberg, la misma ciudad alemana donde Domin estudió y a la que regresó para pasar sus últimos años. Con qué agradecimiento se ve la falta de artimañas en sus poemas, la milagrosa facilidad e inocencia con que los elementos acuden a la página. Es obvio que hay estudio, trabajo y reflexión detrás, pero esto sólo hace más sorprendente la docilidad con que aparecen y discurren sus poemas. Domin tiene la sabiduría necesaria para no lesionar la delicadeza del poema; lo va hilvanando todo desde el entusiasmo y la sorpresa. “Escribir es como besar –dijo alguna vez–, no se puede estar haciendo todo el tiempo; escribes cuando estás emocionada.” Y todo eso nos ha llegado diáfanamente con esta traducción: “Quién pudiera/ lanzar alto/ el mundo/ para que el viento/ lo atraviese.” Eso es todo lo que dice el poema y no necesita decir más. ¿Lo escribió una niña? ¿Lo escribió una desesperada del mundo? Quizá fue una mezcla de ambas. En una carta en español a Vicente Alexaindre, escribe: “Hay que ser poeta para permitirse el lujo de tanta sencillez.” Se refiere a la poesía de Cernuda, pero lo podemos aplicar a su trabajo: “Las palabras son granadas maduras/ caen a la tierra/ y se abren”. A la vida le hace bien esta sencillez.

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor.Títulos y subtítulos de la redacción

Iván García ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

Fuente: poetassigloveintiuno.blogspot.com

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Dos poemas Hilde Domin

en América Latina Hilde Domin llegó a República Dominicana en 1940 junto con su marido, el filólogo y arqueólogo Erwin Walter Palm. No era la isla su primera opción, antes habían pensado en México y otros países de América, pero les fue imposible conseguir la visa. Venían huyendo de Hitler, en primera instancia, y luego, ya instalados durante cuatro años en Italia, de la ley antisemita de Mussolini. República Dominicana fue el único país que los aceptó incondicionalmente. Al radicarse en ese lugar, la poeta –que había llegado con el apellido de casada– decidió cambiar su nombre por el de Hilde Domin, en agradecimiento a la tierra que la había acogido. Y allí vivió durante catorce años, inmersa en su propia lengua, pero en una relación estrecha con la cultura hispánica. Lo curioso es que hasta 1951 no había escrito ningún poema. Domin estudió Derecho, Ciencias Políticas y Economía en la Universidad de Heidelberg y luego hizo el doctorado en Italia, donde trabajó como traductora y maestra de lenguas. Después, en Santo Domingo, se desempeñó como fotógrafa de arquitectura y traductora del alemán al español y viceversa. A menudo, su trabajo consistió en organizar y traducir los materiales de su marido, que ya era desde entonces un experto en monumentos hispánicos y que vino a México en varias ocasiones para dar conferencias (de hecho, aún hoy es una referencia muy importante en ese campo y la unam recogió muchas de sus publicaciones, así que Domin en realidad vivió bajo su sombra). Fue sólo a la edad de cuarenta y dos años, al enterarse de la muerte de su madre en Alemania, que comienza a escribir poesía. A su regreso a ese país, en 1954, publica su primer libro, donde escribe: “Mi mano/ busca un soporte y sólo encuentra/ una rosa como apoyo.” Este último verso da título a su libro y quizá allí se encuentra el secreto de su extrema docilidad constructiva. Aún tenemos mucho por descubrir de esta poeta. Hay una “Carta abierta” a Nelly Sachs, que es de un brillo absoluto. Hay también entrevistas y conferencias que se incluyeron recientemente en un libro autobiográfico, así como su correspondencia con Palm, El amor en el exilio. Nada de esto está traducido. Gutiérrez-Wienken ha reabierto una grieta, una herida bellísima. Digo reabierto, porque sí existe un puñado de materiales en español, aunque casi todo se editó en Cataluña: el volumen de ensayos ¿Para qué la lírica hoy?, una antología poética de Hans Leopold Davi y tres libros en prosa. En Latinoamérica, quizá las primeras noticias se dieron en Venezuela a través de la legendaria revista Poesía, que en 1971 publicó algunas páginas de su libro de ensayos, las cuales a su vez se reprodujeron en Poesía y Poética. Este nuevo libro es un acontecimiento l

LINGÜÍSTICA Habla con el árbol que da frutos. Inventa un nuevo lenguaje, el lenguaje flor de cerezo, palabras flor de manzano, palabras rosadas y blancas que se lleva el viento en silencio. Confía en el árbol que da frutos si te ocurre algo injusto. Aprende a callar en el lenguaje rosa y blanco.

PALABRAS Las palabras son granadas maduras, caen a la tierra y se abren. Todo el interior es barrido hacia afuera, la fruta desnuda su misterio y muestra sus semillas, un nuevo misterio.

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Entrevista con Bruno Estañol

Escritura, lectura y literatura:

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Juan Domingo Argüelles ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

Afortunada conversación con uno de nuestros mejores narradores, novelista y ensayista completamente establecido, que también es un científico –neurólogo de profesión– que ha reflexionado con rigor sobre los procesos creativos y la naturaleza y el carácter del artista, y desde ahí afirma: “El escritor tiene que estar loco cuando escribe. De otra manera siempre está buscando la cordura.”

Bruno Estañol (Frontera, Tabasco, 1945) es uno de nuestros narradores más vigorosamente imaginativos, autor de las novelas Fata Morgana, El féretro de cristal, La barca de oro, La conjetura de Euler y El ajedrecista de la Ciudadela; también de los volúmenes de cuentos Ni el reino de otro mundo (con el que obtuvo el Premio Nacional de Cuento del INBA, en 1988), La esposa de Martin Butchell, Passiflora incarnata, La cola del diablo y Tiempo es sólo un día. Eduardo Jiménez Mayo ha dedicado un volumen al estudio de la obra de este singular escritor: El guiño del diablo: La ficción extraña y tragicómica de Bruno Estañol (2010). Pero Estañol no es únicamente un narrador sino también un ensayista que, con su formación científica y su profesión de neurólogo, ha explorado lúcidamente los ámbitos de la creación artística y literaria, la imaginación, los sueños, la sensibilidad estética, lo inquietante de la vocación literaria y la libertad creadora que engendra obras imperecederas del mismo modo que “el sueño de la razón produce monstruos”, según la frase inolvidable de Goya. Bruno Estañol ha reflexionado de una manera única sobre la creación literaria, sus móviles y sus extrañezas en libros como La vocación condenada (UNAM, 2000), La mente del escritor y otros ensayos sobre la creatividad científica y artística (Cal y Arena, 2011) y, recientemente El teatro de la mente (Cal y Arena, 2018), una de las mejores y más profundas exploraciones sobre la creatividad literaria, la lectura, la escritura y sus peculiaridades, en autores como Chéjov, Poe, Borges, Pitol, Kafka,

Arreola, Hawthorne, Freud, Otto Rank, Ambrose Bierce, Stevenson, Marcel Schwob, Maupassant, Gógol, De Quincey, Shakespeare, Nerval, Proust y Giovanni Papini. Aborda también la grafomanía y la hipergrafía, la sequía literaria, la pérdida del placer y la creatividad y el caso de los niños dotados. Cada uno de los ensayos dialoga con los otros, en un libro más que apasionante que arranca con la siguiente certeza: “En rigor, todos los escritores son extraños. A veces parecen normales, pero todos narran su propia e intransferible locura”. Y aclara que El teatro de la mente “no es un libro sobre escritores de historias de terror o de historias inverosímiles, sino de aquellos escritores que sacan los terrores de su propia alma y que, en cierta medida, todos habitamos”. Precisa que “no se necesita estar loco para escribir un libro sobre locos o situaciones de locura. También los locos pueden escribir libros sobre cuerdos”. Añade: “Mi elección se ha basado en que han sido escritores que he leído y he sentido una sensación de inquietante extrañeza, para emplear una de las traducciones del término de Freud: Unheimlich.” Con la divisa de Leonardo Da Vinci, sapere aude, “atrévete a pensar por ti mismo”, Bruno Estañol nos transporta, en El teatro de la mente, al mundo imaginario y realista de que están hechos los sueños y las ficciones, el deseo y la realidad, en las páginas de los grandes autores que, como san Juan y Borges, supieron que “lo escrito, escrito está”. El teatro de la mente es el inmejorable pretexto para nuestra conversación.

EL T

–¿ E

s El teatro de la mente una continuación de La mente del escritor? –El Teatro de la mente es, principalmente, una reflexión sobre lo extraño en nosotros mismos y en los otros; y también sobre lo extraño del mundo. Los dos libros comparten la palabra “mente”. Aquí la mente es una pantalla en la que ocurren las cosas más importantes. Es extraño todo lo que no podemos comprender racional o emocionalmente. –¿Qué determina que la hipersensibilidad de una persona produzca obras de arte en lugar de convertirse en patología criminal? –Lo dijo Cesare Lombroso en el siglo xix en su libro El genio y el criminal, refiriéndose a “la naturaleza epiléptica del genio” y a “la semejanza de la inspiración con el acceso epiléptico”. En auxilio de su teoría, cita a Dostoievski y a Balzac. Dostoievski escribe: “Hay momentos cuya duración no excede de cinco o seis segundos en que uno se siente de repente en presencia de la armonía eterna: este fenómeno no es terrestre ni celestial, pero es algo que el hombre, bajo su cuerpo terreno, no puede soportar; es necesario transformarse físicamente o morir.” Esto lo reitera Balzac: “El artista crea, influido por ciertas circunstancias, cuya reunión es un misterio. Él, entonces, no se pertenece.” –Algo de esto sabía Platón al mostrar su desafecto por los poetas... –Sí, claro. Platón quería expulsar a los poetas de la República porque los consideraba peligrosos. Sin embargo, yo creo que hay muy pocos artistas sociopáticos. Existen, pero no es la norma, como en los políticos. El artista es uno de los pocos seres humanos que tiene un ligero margen de libertad. –¿Hay explicación para la genialidad literaria? –Creo que hay demasiadas explicaciones para la genialidad literaria y cuando hay muchos medicamentos para una enfermedad es que ninguno sirve. Creo que hay un talento innato con el que uno nace, un enorme esfuerzo de trabajo, un pacto fáustico en el que uno sacrifica casi todo para realizar una obra, un elemento del azar y una personalidad y un temperamento del que uno no es responsable. Camus, en El mito de Sísifo, dijo que el problema más acuciante de la filosofía era decidir si la vida valía la pena vivirse. Yo creo que el problema es cómo podemos vivir una vida en libertad, no alienada por el consumismo y el dinero, sino una vida regida por valores éticos y estéticos. Es decir, cómo vivir una vida que valga la pena.


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TEATRO DE LA MENTE –¿Existe un módulo en el cerebro para la escritura y la lectura? Sabemos que el lenguaje oral pertenece a la naturaleza y que la lectoescritura es invención humana. –Sí existe un módulo para la lectura y para la escritura, pero ahora se entiende mejor como una red neuronal en la que se conectan diversas partes del cerebro. El lenguaje oral en sí ya es un gran misterio y cada palabra es el significante o símbolo de algo que existe en la realidad. La aparición del lenguaje oral fue un salto cuántico en la evolución humana que no sabemos cómo se dio. La escritura es la más grande invención del hombre. La escritura dio posibilidad al ser humano de guardar su memoria fuera de su cerebro. Es una memoria extrabiológica y es lo que hizo simbólico al animal humano. La escritura es un metalenguaje. A pesar de su corto tiempo de vida hemos logrado almacenar una cantidad enorme de información fuera de nuestro cerebro. –¿Qué es la cordura para el escritor? –El escritor tiene que estar loco cuando escribe. De otra manera siempre está buscando la cordura. –¿Qué ha encontrado la ciencia sobre la mente del genio? –Ha encontrado una personalidad creativa, un proceso creativo y diversos mecanismos de la creatividad. Sin embargo, la creatividad sigue siendo un misterio. Indagar sobre ella es peligroso, como dijo el neuropsiquiatra Héctor Pérez Rincón. –¿Busca cambiar algo el escritor con su obra? –Conscientemente no creo que quiera cambiar nada. Pero siempre está en el terreno de lo imaginario y lo simbólico. –¿Es la literatura la segunda vida de un escritor? –Desde luego. Y, muchas veces, es la primera vida. –¿El “yo dividido” de Proust se aplica a todos los grandes escritores? –Estoy convencido de que se aplica a todos los escritores de ficción, sean o no grandes. –Siendo así, hasta las autobiografías son obras de ficción. –Las autobiografías son un género de la literatura fantástica. Como el género del doble. –¿Podemos vivir sin lo fantástico y sin los sueños? –La mayoría vive en un mundo real, y no pasa nada. Su vida es únicamente la realidad. Los artistas, en cambio, no pueden vivir sino en lo fantástico y en lo onírico.

Página anterior: cortesía del autor. Arriba: en entrevista para Canal 22. Fuente: YouTube

–¿Por qué nos atrae, al igual que la belleza, lo siniestro y lo extraño? –Cuando le dijeron a Edgar Allan Poe que el horror venía de Alemania, en relación con los cuentos de e.t.a. Hoffmann, él contestó que el horror venía del alma. Lo siniestro y lo extraño existe en cada uno de nosotros. –¿Qué opinas de la frase de Alessandro Baricco en el sentido de que los lectores y los escritores somos el resultado de “una herida no resuelta”? –Esta es una gran teoría. En la lucha desigual entre Jacobo y el Ángel, Jacobo queda para siempre lastimado del tobillo. Hernán Lara Zavala exploró este tema en su ensayo Contra el Ángel. Todos tenemos alguna herida, resuelta o no. Por eso, quizá, la mayoría de los artistas son o somos melancólicos. –¿Cómo afectan al escritor genial la burocracia y la rutina? –Lo enloquecen. –“Es mejor leer y escribir que vivir una vida plena de aventuras”, afirmas en tu libro. ¿Éste ha sido tu caso? –Creo que es mejor. Ese fue el caso de Borges. El caso opuesto es el de Hemingway. Mi caso ha sido intermedio, porque mi vida de médico me ha obligado a vivir y a sentir la tragedia humana l

“No se necesita estar loco para escribir un libro sobre locos o situaciones de locura. También los locos pueden escribir libros sobre cuerdos”.

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EL LIBRO Y EL CAPITA A Iván Carvajal La gloria es una incomprensión y tal vez la peor. Jorge Luis Borges

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Este ensayo trata con rigor un aspecto de ese objeto multidimensional que ha jugado un papel sin duda trascendente, como indiscutible pivote de la modernidad, en la historia del capitalismo: entre la enorme variedad de “reguladores impresos”, como el reloj, los mapas, los museos, el calendario, la brújula y, por supuesto, los cheques y la moneda, el producto fundamental de “capital impreso” es el libro.

Carlos Oliva Mendoza ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

n día, releyendo a Edmundo O’Gorman, me preguntaba si sería posible pensar la historia del capitalismo como la edificación de una biblioteca. Como la invención infinita, escrita, borrada, recreada y destruida en un registro de segundo orden, el texto y la lectura. La idea de que todo un hecho civilizatorio se haya edificado o cultivado sobre una ficción, esto es, sobre un registro de segundo orden –una representación de representaciones– puede coligarse con algunas de las ideas que expuso Benedict Anderson en Comunidades imaginarias. Recordemos que ahí Anderson señala que es en América donde se origina el nacionalismo y que, para la formación de las naciones, la idea de nación y el mismo nacionalismo, juega un papel fundamental la crónica de la vida cotidiana, la formación del periodismo y, en general, el establecimiento de la prensa. Central en este despliegue es la crónica, que desde muy temprano acompaña la formación de una “conciencia nacional”, a tal grado que la pregunta acuciante es cómo se da, posteriormente a 1820, una “alienación estructural” de la memoria nacional. La tesis de Anderson al respecto es relevante y definitiva para la comprensión del mundo actual. Señala que la consolidación de una memoria nacional tiene que ver con la consolidación del capital impreso, una especie de acumulación que reifica y detiene, simbólica y temporalmente, la forma crediticia y dineraria que regula el movimiento social del capital en la modernidad. Este capital impreso no sólo es la moneda, pues cuenta con otros soportes paradigmáticos que fijan la socialidad mercantil: el reloj, el calendario, la brújula, el mapa o la museografía. Pero tras las formas virtuales que avanzan en la configuración de ese mundo está el producto fundamental del capital impreso: el libro. El asunto tiene una larga historia en la construcción de la sociedad occidental; sin embargo, como bien lo detecta Anderson, en el momento en que las tecnologías logran sedimentar simbólicamente el crédito, a partir del desarrollo de la imprenta, la secularización de las lenguas europeas y el declive de las monarquías y la religión cristiana, la comunidad logra transformase en una figura imaginaria. ¿Cómo acontece ese antecedente fundamental de la nación: lograr imaginar una comunidad,

figurarla simbólicamente? ¿Cómo se logra simbolizar el crédito? Es Anderson quien vuelve a iluminar el hecho. El libro, sostiene, es el primer producto de masas e industrial que produce el capitalismo: En un sentido bastante especial, el libro fue el primer producto industrial producido en masa, al estilo moderno. Esta idea puede entenderse si comparamos al libro con otros productos industriales antiguos, como los textiles, los ladrillos o el azúcar. Estos bienes se miden en cantidades matemáticas (libras, montones o piezas). Una libra de azúcar es simplemente una cantidad, un montón conveniente, no un objeto en sí mismo. En cambio, el libro es un objeto distinto, autónomo, exactamente reproducido en gran escala, y aquí prefigura los bienes durables de nuestra época. Una libra de azúcar se funde con la siguiente; cada libro tiene su propia autosuficiencia eremítica.

Por esto ya en siglo xvi, en los centros urbanos parisinos, las bibliotecas eran espectáculos de familia. Igual que lo siguen siendo hoy, una biblioteca es la constatación de un poder acumulativo de capital impreso, de un tipo de capital paradigmático dentro del capital industrial. Poseer un libro implica que su realización sólo se da en el consumo particular, en una interpretación que nunca es plenamente transferible a ningún Otro. Los demás bienes, objetos, productos o mercancías también acontecen sólo en su consumo o recepción, pero no necesariamente trazan una construcción hacia la individualidad. Impulsado por la industrialización de la prensa, el libro coloca al capitalismo en la posibilidad real de crear comunidades artificiales. Marx escribió en los Grundrisse que el “dinero mismo es la comunidad, y no puede tolerar otra comunidad superior a él”. Esta idea puede resumir la posición que juega el libro como sustituto elemental de los fundamentos religiosos y monárquicos que se des-acreditan en la modernidad. Podemos preguntarnos en un primer momento, con el fin de comprender cómo el libro se establece como la figura paradigmática del crédito o las creencias en la modernidad, lo que Marx se preguntaba sobre el dinero: ¿de dónde viene su magia? El viejo lector de Balzac respondía que este encanto viene de la atomización de hombres y mujeres en su proceso social de producción. Al ser aislados como mónadas, los seres humanos sólo pueden reestructurar su comunidad a partir de lo que producen, consumen y hacen circular: mercancías. Marx indica que al establecerse de manera general la forma mercantil, el ser humano debe introyectar esta relación y colocarse, esencialmente, como una


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ALISMO IMPRESO mercancía más en el proceso social. El enigma y la magia del dinero, “visible y deslumbrante”, está encerrado en el enigma y la magia de la mercancía. El poder, pues, viene de que el ser humano, al colocarse socialmente como una mercancía, se entrega al flujo de equivalencias de todo tipo, equivalencias que se simbolizan en el crédito y en el flujo de dinero.

Esa infinita potencia ¿Pero qué sucede cuando esta simbolización se industrializa, cuando se masifica, y cuando puede quedar grabada no sólo como flujo de capital sino como un regulador impreso en los relojes, los mapas, los museos, los instrumentos de viaje, las monedas, la música, la fotografía y el cine, pero, sobre cualquier otra cosa, en los libros? ¿Qué variable introduce el crédito cuando se liga a la industria? ¿Qué pasa cuándo vamos dando crédito a algo escrito, por su mismo despliegue y no por su materialización real y no sólo subjetiva? Como Marx lo observó, el crédito industrializado en la historia del capitalismo introduce una creencia fetichista y religiosa. Escribe el marxista japonés Kojin Karatani: “En el intercambio de mercancías, el momento religioso equivalente se presenta como el ‘crédito’. El crédito, el convenio que presupone que una mercancía puede venderse por adelantado, es la institucionalización que pospone el momento crítico de la venta de una mercancía.” Las ideas de Karatani son muy significativas. Al desplazar el bien a la esfera del crédito o capitalismo impreso y llevar a cabo su industrialización, se elimina “el momento crítico de la venta de la mercancía”. Este momento implicará el regreso de la mercancía a su uso. Sólo en este regreso al momento social-comunitario puede hacerse un uso crítico de la mercancía. Ésta no tiene entonces como función su transformación en capital, sino su uso, consumo y desgaste, lo que implicará la creación o intercambio de otra mercancía, no su transformación en capital. El libro vuelve a ser un ejemplo cuasi puro de este movimiento mercantil. Cuando el lector o la lectora se va profesionalizando en el uso de libros deja de moverlos en la esfera circulatoria de capital, los resguarda. De ahí la otra valencia de la biblioteca, pues no sólo tiene una función tesoraria. Si incluso vuelven a la esfera mercantil lo hacen de forma muy especial, tirados en la calle, en librerías de viejo, en colecciones sofisticadas, en regalos o en desechos. Su regreso al mercado es complicado, como el de toda mercan-

Ilustraciones: Huidobro

cía, pero el libro, de forma sui generis, parecería guardar todas las formas del regreso al mercado, porque el lector o la lectora han dado un uso complejo, intransferible e inacabado a ese bien. Si el libro permaneciera en esa esfera de circulación simple, sería ejemplar sobre la forma compleja de una estructura civilizatoria en crisis estructural, la modernidad, y las formas críticas que puede desplegar. Como recuerda Walter Benjamin: “Libros y prostitutas: raras veces verá su final quien los haya poseído. Suelen desaparecer antes de perecer.” Sin embargo no es así: al volverse un producto industrial, que simboliza todo lo posible en empresariales despliegues simultáneos, el libro deviene, como decía Borges, “una ocasión de brindis patrióticos, de soberbia gramatical, de obscenas ediciones de lujo”. El libro, esa infinita potencia, es también el índice del capital impreso; logra simbolizar el crédito que entraña toda mercancía y hace florecer la historia del capital industrial, el capital nacional e imperial. Otra historia es la de su presente, la del poder de ese capital impreso de forma virtual -todo libro es también un disfraz de aforismos- que hoy despliega muchos de los secretos, enigmas y procedimientos mágicos del capital crediticio, postindustrial e inmaterial que, como la noche, cae sobre nosotros l


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Ecos del Festival Intern Merecido elogio y comentario lúcido y puntual del evento cultural más importante en nuestro país, esta vez con India y Aguascalientes como invitados especiales, sin dejar fuera por supuesto la poderosa presencia de Eslovenia, el concierto de la orquesta londinense de la Academy of Saint Martin in the Fields y la puesta en escena de Peter Sellars. Del teatro kathakali a la danza clásica, los recitales de sitar y tabla o el “estruendo de rocas y tambores”, pasando por el canto sufi y la música qwali, presenciar “el arte de la India en el Cervantino fue mirar el origen de todo”.

Pablo Espinosa ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

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a emisión 46 del Festival Internacional Cervantino llenó de alegría Guanajuato entre el 10 y el 28 de octubre y se consolidó como el máximo acontecimiento cultural de México. Es un ejemplo de lo que está bien hecho en México y debe continuar, como no debe detenerse el ritmo de grandes exposiciones internacionales en el Museo Nacional de Arte, San Ildefonso y el Palacio de Bellas Artes, por el prurito de llamarlas “exposiciones blockbuster”. En Cultura, el Estado mexicano ha creado una zona benigna para el país, no solamente en cuanto a grandes acontecimientos, sino en los pequeños detalles también. Traer a México esas colecciones de arte, los grandes montajes teatrales, las orquestas mayores, los solistas consagrados, requiere de largas y complicadas negociaciones y agendas entrecruzadas. Existe un programa de exposiciones y eventos internacionales a largo plazo, por lo menos para los próximos tres o cuatro años. Es un hecho que por lo pronto, a corto plazo, el público mexicano seguirá disfrutando del derecho a los grandes eventos culturales del mundo. Jamás será despilfarro pagar las elevadas cantidades que implica traer a México obras de Da Vinci, Kandinsky, la colección Tesoros de la Hispanic Society, entre otros hitos recientes del gobierno federal. Está demostrado en el moma de Nueva York y otros museos del mundo de primera categoría, el efecto demoledor sobre el gran público. Es un hecho que los cientos de miles de personas que en México han visitado en los últimos años esas exposiciones blockbuster vieron cambiar su vida frente a obras que solamente conocía por referencia, en la contradictoriamente llamada “era visual” que vivimos. No pertenecen tales eventos culturales a nadie; se organizan con los impuestos de todos los ciudadanos y son notables las escenas de familias

enteras de escasos recursos que viajan en transporte público desde lugares lejanos y disfrutan con mayor atención y esmero las obras de arte que el público supuestamente enterado. El público mexicano atiende los eventos culturales como un bien común, que esperan largamente y disfrutan a mares. Es en ese contexto donde acontece lo más importante de la vida cultural de México. Eso sucedió durante diecinueve días en Guanajuato, donde cientos de miles de personas se congregaron en butacas, callejones, estanquillos y lugares de solaz y esparcimiento en esa ciudad de noble piedra y cerco campirano. Además, desde hace cuarenta y seis años Guanajuato vive del Cervantino. Es su fuente de ingreso más importante. Su crecimiento obedece a ese impulso y su variedad oscila entre la gola cervantina y todos los quehaceres en torno a Cervantes. Vaya, hasta han adoptado para bautizar sus establecimientos comerciales, restaurantes, hostales y otros servicios, el nombre de Cuévano, sin saber en muchos caso el origen: así se llama esa ciudad en las novelas del ilustre guanajuatense Jorge Ibargüengoitia, quien bautizó Plan de Abajo al Bajío entero y fue en las crónicas de este reportero donde se comenzó a ventilar tal apelativo, en contra del aberrante término “la fiesta del espíritu”, como si en lo que se vive en el Cervantino no estuviera involucrada el alma, la mente, las vísceras, la piel y la entraña. La última edición del Cervantino a cargo del gobierno actual fue la mejor en muchos años. Variedad, lógica programática, reflejo de la actualidad. Se cumplieron esas vertientes que han distinguido al Cervantino como la mejor tradición cultural en el país, eje de crecimiento. Como se acostumbra, hubo un país y un estado de la República invitados: India y Aguascalientes. Del primero, se mostró a profundidad su idiosincrasia; del segundo, se cumplió la expectativa turística.


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nacional Cervantino 46 India, a profundidad El evento central del Cervantino 2018 fue el

retorno del arte kathakali y de manera sorprendente: rompió la tradición de más de trescientos años. Por vez primera, uno de los actores apareció en escena sin el maquillaje y vestuario rituales. Kijote Kathakali, con la Compañía Margi, de Trivandrum, conjuntó actores kathakali en un montaje de los españoles Ignacio García y Mónica de la Fuente, sin menoscabo de la tradición. El único elemento novedoso fue la presencia del actor de ochenta y nueve años de edad, Nelliyode Vishnu Vasudevan Noamboodiri, sin el maquillaje y vestuario kathakali, en el papel de Alonso Quijano. Como toda representación de esa disciplina antigua que se sustenta en el Rig Veda, el Mahabharata y el Ramayana, todo acontece mente adentro, cuerpo afuera, alma en vilo. Estremecimiento: el momento de la aparición en escena del Quijote kathakali, ese sí en riguroso atuendo tradicional, queda para siempre en la mente y el corazón: lo primero que vemos son sus dedos enfundados algunos de ellos en metales plateados y el tremar de sus puños que aprisionan el telón tradicional al centro del escenario, sostenido en sus extremos por dos actores. El espectador entra en trance de inmediato. Una representación kathakali es una meditación profunda. En la mente del espectador suceden escenas muy poderosas, ideas a velocidades supersónicas, escenas fantásticas y verdaderas al mismo tiempo, mientras en escena los actores kathakali dicen los misterios del mundo y del inframundo y del más allá con mudras, pasos de danza, oscilaciones de los ojos dentro de sus cuencas y movimientos infinitesimales en cada milímetro de sus rostros. Todo eso que ha tomado el Actor’s Studio, Marcel Marceau, Lindsay Kemp, Pina Bausch, sumado

a la Commedia dell’Arte y otras formas escénicas, se escanció en el escenario del Teatro Cervantes de la ciudad de Guanajuato. El origen del mundo. El nacimiento del arte de narrar con el cuerpo, la mente, el espíritu. El estremecimiento. Y el asombro. El pasaje de los molinos de viento, por ejemplo, fue resuelto en escena con chirridos venidos de otros mundos pero nacidos del aparato fonador del actor principal, acompañados de movimientos de sus labios como bocas de peces o criaturas de confines ignotos. Leones: visiones nacidas de la mente pero puestas en vida por actores envueltos en mudras, mandalas, sinuosidades. Batallas: estrépito de pies desnudos como truenos, tambores poderosos. Sueños: los espectadores, todos, creen estar soñando o les parece que se están quedando dormidos o sienten que uno de sus pies pisa el suelo y el otro el cosmos. Todo lo que sucede cuando uno está en meditación profunda. Así, el kathakali se aposentó como epicentro para un recorrido completo por el arte de la India. Estudiantes de danzas rituales de la India y algunos periodistas tuvimos el privilegio de convivir con los actores kathakali en su camerino, durante su ritual de concentración que algunos pudieran llamar sesión de maquillaje, pero en realidad se trata del inicio de la gran meditación. Fascinante ver la transformación, crisálidas de encantamiento, de personas en dioses mediante tiras finísimas de gasa sobre la que aplicaban pintura vegetal. Epifanía. Para la gran muestra de cultura de la India, ese proceso mediante el cual desconectan sus cuerpos de la tierra y los elevan al cosmos, esa manera de conectar y conectarnos con la divinidad, se sucedieron en distintos escenarios: el Ensamble Malavika Sarukkai con su bello montaje coreográfico titulado Thari-The Loom; el grupo de danza clásica de India, Manipuri Jagoi Marup; el arte manganiar de Rajastán con el Grupo de Danza

Arriba, de izquierda a derecha: bailarina del Ensamble Malavika Sarukkai. Foto: Inni Singh. Ballet del Teatro Nacional de Eslovenia Maribor con la puesta La consagración de la primavera. Escena del montaje ¡Maldito sea el traidor a su patria! por el Teatro Mlandisko de Eslovenia. Demostración de maquillaje del teatro clásico Kathakali. Fotos: festivalcervantino.gob.mx

y Música Folclórica Samandar Khan Manganiar Rajasthani y en la inauguración del festival, un ameno, hermoso espectáculo a partir del universo sensual y místico de la Bollywood Dance, en la Alhóndiga de Granaditas. A los gestos sinópticos del cuerpo se sumó el cosmos de la música de India: un recital de sitar y tabla en el Teatro Juárez con Ustad Shahid Parvez Khan, en sitar y en la tabla Hindole Majumdar; una ceremonia sufi con Rashmi Agarwal en el Templo de la Valenciana y el estruendo de rocas y tambores con The Dohl Drummers of Rajasthan, en la Alhóndiga. De entre estos tres ejemplos, la / PASA A LA SIGUIENTE PÁGINA


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Escena de la obra Kijote Kathakali, con la Compañía Margi, de Trivandrum.

música de sitar es el área más conocida y reina por supuesto el apellido Shankar: el maestro Ravi y su hija, Anoushka. El concierto en el Teatro Juárez siguió esos cánones. En cambio el canto sufi es territorio apenas conocido. Hubo una época en que los discos del gran maestro pakistaní Nusrat Fateh Ali Khan se vendieron por millones, dados a conocer en Occidente por Peter Gabriel a través de su disquera Real World. El canto místico, la música qwali. Incandescencia. Curiosamente, una buena parte del repertorio de la cantante Rashmi Agarwal son piezas tradicionales que dio a conocer masivamente el músico pakistaní. El recital de Rashmi ocurrió en el Templo de la Valenciana en sincretismo consciente: ella dijo al micrófono percibir la energía que vive en ese recinto y su alegría por emitir ahí otro tipo de energía: la espiritualidad sufi, el canto qwali, el efecto de agua de la tabla y el armonio, instrumento que también gobernó desde el centro del escenario el penúltimo evento del Cervantino 2018: Dessert Pulse, recital a cargo de The Dohl Drummers of Rajastán. Música que mide y transmite el pulso del desierto, en la frontera de la India con Paquistán. En escena, en la Alhóndiga de Granaditas, poderosos tambores activados por bellos ejecutantes que se turnaban maderas curveadas para golpear los parches gigantescos, con lajas, rocas largas y planas que activaban a la manera que hoy Occidente conoce como castañuelas, llegadas a través de España. Presenciar el arte de la India en el Cervantino fue mirar el origen de todo, expresar, con todas las de la ley: de ahí viene todo. Formas primigenias, maneras rotundas de comunicar, sin palabras, con el cuerpo, con el alma, con la mente proyectada en piedras, tambores, armonio y poesía, siempre la poesía en su forma más pura: la que aún no nace con palabras. En la Alhóndiga de Granaditas se vivieron epifanías, como la ocurrida con el grupo alucinante del congolés Jupiter Okwess, bajo la dirección musical del bajista Yende Balamba Bongongo, una suerte de semidiós sudoroso que al cerrar los ojos metía en trance a la multitud que atiborraba el graderío

de la Alhóndiga, mientras el guitarrista Kabamga Kasonga hacía subir al escenario a jóvenes guanajuatenses en trance y todo mundo bailaba en frenesí y contento.

El bloque esloveno Si la india fue representada a cabalidad en este

Cervantino, Eslovenia lo fue con menos elementos pero igual potencia, llegada a lo brutal, como el montaje telúrico de Teatro Mlandisko, duro desde su título: ¡Maldito sea el traidor a su patria! Al igual que el arte kathakali, el trabajo del Teatro Mlandisko es viejo conocido del Cervantino. Su presencia siempre es una sorpresa y en esta ocasión resultó conmocionante. De hecho, las distintas presentaciones de grupos eslovenos en este Cervantino tuvieron que ver con el mismo tema: la violencia, el estigma balcánico. Previo a la función una voz en off advierte: se escucharán detonaciones de pistolas, pero son de salva. Eso no fue nada. No era la primera vez que en una obra de teatro suenan disparos. No. Lo conmocionante fue la sacudida que nos pusieron. Lo pongo en plural porque nadie está exento de responsabilidad en la realidad política y social de México. La representación escénica de Teatro Mlandisko se ocupa del conflicto en los Balcanes, la lucha fratricida entre croatas y eslovenos y en escena, en efecto, hay muchas detonaciones pero los balazos no son los que calan. Literalmente, los nueve actores eslovenos nos pusieron tremenda madriza cuando hicieron un aparte, el actor principal pidió encender las luces del patio de butacas y comenzó el martirio para muchos (algunos no resistieron y salieron por piernas): “Ustedes –dijo el actor en escena– creen que todo esto que han visto no tiene nada que ver con ustedes, porque los Balcanes les queda muy lejos, pero ustedes olvidan que aquí en Guanajuato votaron por Anaya y tienen el récord de más muertos por hora en el mundo y defienden a muerte que se prohíba el aborto, y odian a los hondureños porque ustedes creen

que son pobres y apestosos y por eso vienen en caravana en busca de una mejor vida y no se dan cuenta de que ustedes están más jodidos que nosotros.” Todo eso dicho en español perfecto, plagado de palabras duras, literalmente escupidas al público, esculpidas con dramatúrgica, intencional estulticia, para mayor efecto teatral y verosimilitud (pinches mexicanos, chinguen a su madre, fuck you!) y de pronto se dirigen a personas de entre el público, hombres, y les dicen que se los van a coger y describen con detalle cómo lo van a hacer y qué les van a hacer y vuelven al centro del escenario y vuelven a gritar: “¿qué me ven, pinches mexicanos? Fuck you!” En contraparte, el Ballet del Teatro Nacional de Eslovenia Maribor presentó en el Teatro del Estado dos versiones coreográficas plenas de belleza y estupor: Stabat Mater, preñada de significantes y poesía, con la música de Pergolesi, y una versión estupenda de La consagración de la primavera, con la partitura de Stravinsky fraseada como traje a medida para el cuerpo de baile. Los otros dos manjares del Cervantino 46 fueron: el concierto de una de las mejores orquestas del orbe, la Academy of Saint Martin in the Fields, en el Templo de la Valenciana, y la puesta en escena de Peter Sellars a la música del renacentista Orlando di Lassus, en el Teatro Juárez de Guanajuato y en el Teatro de Bellas Artes, de Ciudad de México. El concierto de la orquesta londinense se centró en Mozart, su especialidad: el Concierto para clarinete y la Sinfonía 40, con dos estaciones interesantes: La Sinfonía décima para cuerdas, de Mendelssohn y la interesantísima Sinfonietta del inglés Benjamin Britten. Una delicia. Exquisitez: Las lágrimas de San Pedro, serie de “madrigales espirituales” del belga Orlando di Lassus, con la dirección escénica de uno de los grandes genios del teatro en la actualidad: Peter Sellars, comparable con Bob Wilson y Peter Brook por su audacia, originalidad y eficacia teatral. Así como Orlando di Lassus añadió un motete a sus veinte madrigales para que sumaran veintiuno y abrir así lugar a la magia de la numerología en el reinado de los números 3 y 7, así Peter Sellars diseñó su trazo escénico con los integrantes de Los Angeles Master Chorale, para convertir una obra “religiosa” en una reflexión honda y profunda sobre la rama de la filosofía llamada Ética, la naturaleza del alma, el concepto de redención, la fragilidad de la mente y al mismo tiempo su poderío. En escena, el coro a capela se convierte en una poderosa máquina de teatro donde cada uno de los cantantes representa distintos personajes y la directora del coro, Jenny Wong, es una sirena que ondula mientras dirige la música y la masa coral/ actoral canta en posiciones imposibles (acostados boca abajo, contorsionados en el aire) de no ser por la magia de Peter Sellars. Un prodigio. “Y se miraron a los ojos y aprendieron a hablar sin palabras, con tan sólo mirarse a los ojos”, canta el coro y sus integrantes se abrazan en parejas y el público parece levitar. Levitamos. Durante diecinueve días en Cuévano, el alma se mantuvo en vilo. Transcurrió así el mejor de los festivales cervantinos de muchos años l


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ROSA BELTRÁN O EL EXTRAÑAMIENTO Efectos secundarios, Rosa Beltrán, DeBolsillo, México 2018.

Eduardo Cerdán ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

BAJO EL SELLO DeBolsillo, Penguin Random House acaba de reeditar la obra completa de Rosa Beltrán en cuatro volúmenes: dos de novelas, uno de ensayos y otro de cuentos. La acometida del grupo editorial habla sobre la actualidad de Beltrán, quien se ha mantenido vigente desde su primera novela, La corte de los ilusos (1995), que aborda el guiñolesco imperio de Agustín de Iturbide. Pero más allá de su vigencia —característica que merodea lo extraliterario—, la obra de esta autora nacida en los sesenta se sostiene como un todo y no corre el riesgo del derrumbe. Rosa Beltrán cuenta con una poética largamente meditada, escrita y reescrita, y en poco más de dos décadas ha urdido un importante, sólido proyecto literario

que indaga de manera consciente en la intersección de los mundos público y privado; en las coordenadas de las pequeñas historias como parte medular de la historia a secas, ésa que admite la h mayúscula. De las novelas de Beltrán, la que descuella no sólo por breve, sino por extraña, es sin duda Efectos secundarios (2011), ahora reeditada junto con El paraíso que fuimos (2002) y Alta infidelidad (2008) en el volumen Novelas ii. Cuando digo “extraña”, aludo a aquello que los formalistas rusos trajeron a la discusión para analizar el fenómeno literario: la ficción nos pone frente a un orden con palabras desautomatizadas del lenguaje cotidiano y también frente a algo (un texto) que construye un universo, ajeno a lo real, que provoca en quien lee una sensación de extrañamiento. Efectos secundarios se aviene muy bien al postulado formalista y nos lanza al desasosiego: “Un solo modelo literario —escribió la puertorriqueña Mayra Santos-Febres— no da para narrar lo que la autora propone como ‘realidad’. La novela debe ‘mutar’ como muta esa realidad ante los ojos del lector.” El protagonista de Efectos secundarios es “un animal literario” que se dedica a presentar bodrios editoriales que ostentan el cintillo “el libro más leído del mundo”. Eso es todo. Con la ligereza que proponía Calvino para este milenio, Rosa Beltrán logró un texto que se mueve en el difícil terreno de lo alegórico. El argumento es, a fin de cuentas, lo de menos. Claro que hay historias en la novela, pero éstas aparecen atomizadas, como si estuvieran envueltas en una bruma, insertas en un entramado donde la ficción está absolutamente expuesta. Todo se metamorfosea en esta novela autoconsciente. Trasunto del Orlando, de Virginia Woolf, el mismo protagonista —anónimo, por cierto— se transforma a lo largo del libro y pasa a ser una ella que no encuentra su lugar en el mundo. El libro tiene varios momentos de lucidez ensayística: por un lado discurre sobre la literatura y, por el otro, acerca de la abrumadora violencia en México. Cuando reflexiona sobre lo último, Rosa Beltrán se acerca al peligroso precipicio del panfleto, pero se salva —por poco— de caer al vacío. Paulatinamente, en el universo íntimo que habita el Orlando de Beltrán empieza a filtrarse lo que ocurre afuera, en un país rafagueado por el

EN NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO

espanto. Poco a poco, quien al principio es un él se amalgama con lo suyo —que es la ficción— y también con lo ajeno —que es “lo real”— hasta que se convierte en una ella afantasmada, deambulando por un locus no amoenus que dialoga abiertamente con la Comala rulfiana. Ya totalmente alienada, perdida en el escenario esquizofrénico que Rosa Beltrán diseñó para ella, la narradora declara: “No se puede leer mientras uno es personaje y así vine a saber […] que yo, perdida en una ciudad que conocía al dedillo, estragada de mí misma, adquiría una extraña autonomía y era parte de esa ficción.” Efectos secundarios rebasa el simplista binomio trama-personajes al que muchas veces se reducen las novelas. La de este libro es una Rosa Beltrán beckettiana que construyó un universo con visos de Gogol y atmósferas que llevan el sello de Kafka. Se trata de un texto postmoderno, lúdico, erudito, que nos echa en cara una vez más la bastardía del género: la impureza de la novela, que todo lo engulle. La poética de Rosa Beltrán se impone con fuerza, una vez más, en este libro. ¿De qué manera se interseca el mundo de la literatura con ese vasto mundo infecto que se desató a partir de la llamada “Guerra contra el narcotráfico”? He ahí el quid de Efectos secundarios: una novela atípica que pone sobre la mesa ideas valiosas no sólo sobre la literatura y sus alrededores, sino sobre el México que nos tocó vivir 

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HORIZONTE CULTURAL EN MÉXICO: perspectivas y expectativas


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NO PUEDE SER DE NOCHE TODAVÍA Tequila a Gogó, Jeremías Marquines, Coneculta Chiapas, México, 2018.

Vanessa Téllez ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

QUIEN LEA EL título del último libro de poemas de Jeremías Marquines, concluiría que se trata de una historia limitada al perímetro del Tequila Gogó, famosa discoteca acapulqueña en la que desfilaron toda clase de artistas del Acapulco más tradicional en el cada vez más lejano año de 1964, nada más incierto. Si bien es verdad que el trasfondo literario del libro arranca con un primer verso que nos introduce al mundo congestionado del Tequila a Gogó, éste es sólo el pretexto para narrar otra historia fuera de las paredes de la inolvidable discoteca. El trabajo literario de Marquines, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2012 por Acapulco Golden, no es nuevo y menos aún reciente. Se diría que además de periodista, Marquines es ante todo un experimentado observador de la geografía guerrerense, y es que, aunque el escritor es de ascendencia tabasqueña, ha sido su estadía en Acapulco la que ha formalizado los ejes de su quehacer literario. Tequila a Gogó no es un verso minimizado por el paso del tiempo que atiende a las consecuencias limitadas de un espacio, sino, triste y necesariamente, el resumen ampliado a contratiempo de una constante

al menos en el sur. Tequila a Gogó explora los variados orígenes del caciquismo, mismo que desde diversas fuentes continúa aletargando el futuro de Guerrero ahora carcomido además por otros males, la violencia principalmente. La exploración es algo que Marquines desde su experiencia periodística sabe desglosar con lujo de recursos narrativos. El libro, dividido en seis partes, narra a través de diversas voces un solo camino por el que igual deambulan la sombra de Lucio Cabañas que imágenes del imaginario más tropical, como Pie de la Cuesta, El morro, el hotel Casa Blanca y demás epicentros que irradian con su mera presencia otras formas de existencia físicas sólo posibles desde el ojo de Marquines. La pluma de Marquines destaca sobre la tragedia lo más sublime de ésta, como sus víctimas, principales personajes que imitan, como juglares, la historia de la calle más apretada en el sur de la República Mexicana. En los poemas de Tequila..., danzan dos elementos aparentemente indiferentes entre sí, el tono oriundo de la calle y la prosa más amable, que a ratos violenta por su honestidad. El enfisema de Acapulco, parece proponer Marquines, es el propio Acapulco. Los personajes del libro son, además de los puntos ya señalados, otras voces que, a manera de expedientes abiertos, continúan aflorando otras formas menos recurridas de la poesía que no por no usarse popularmente son menos funcionales. Cualquiera que ha pasado por Acapulco y haya pernoctado al menos una noche en el famoso nombrado Hotel Camarena, reconocerá la arena en los zapatos que escupe Marquines desde un hablar también famoso por empujar verdades ahí donde lo mismo coinciden

PARA UNA VERDADERA REHABILITACIÓN SOCIAL

Sustentabilidad de la ejecución penal, Eduardo Guerrero Durán, Miguel Ángel Martínez Rodríguez, Jesús Héctor Grijalva Tapia y Tania Margarita Rosales Reyes, Ediciones Eternos Malabares, México, 2018.

Ricardo Venegas ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

EL ESTADO MEXICANO tiene el deber de dar cumplimiento a los compromisos internacionales adquiridos en materia de derechos humanos. La implementación de una política pública penitenciaria con enfoque sustentable y humanitario contribuirá a que la privación de la libertad permita la prevención del delito y la reinserción efectiva del sentenciado, en un entorno en el cual se respeten los derechos humanos de toda persona privada de la libertad. Así lo afirman los ensayos incluidos en este volumen a cargo de Eduardo Guerrero Durán, Miguel Ángel Martínez Rodríguez, Jesús Héctor Grijalva Tapia y Tania Margarita Rosales Reyes. Se trata de políticas encaminadas a proporcionar hábitos y destrezas útiles en las prisiones. Las condiciones de autonomía social y económica mediante una actividad deben ser objetivos de un centro penitenciario sustentable. Es necesario encaminar los esfuerzos, desde dotar a la persona privada de la libertad de la capacidad de afrontar obligaciones económicas, como el pago de las responsabilidades civiles derivadas del delito, las obligaciones impuestas por sentencia o sanción administrativa, la colaboración con los gastos familiares o el fomento del sentido del ahorro, hasta modificar la acti-

bravuconería que rabia contenida. Los personajes de Tequila a Gogó deambulan en la afrenta y el cansancio acumulado. Son voces que provienen desde el pasado, pero al mismo tiempo anticipan el futuro más próximo y parece que, por la repetición, hablaran ya sin entusiasmo a una pared sorda que desiste de prestar oídos a algo que parece no inmiscuirle. Más tarde, esas mismas voces parecen ya no hablar desde el pasado ni del futuro, sino, peor aún, desde el presente. Es ahí, en la continuidad, donde radica la materia principal de Marquines. Lo que el periodismo hace con la historia, la poesía termina haciéndolo con el recuerdo que Marquines va desgastando en cada página en pos de un fin: evidenciar lo que parece ya un cantar de la vieja escuela pero que hace falta a las nuevas generaciones reconocer, acaso ya no para no repetir, sino al menos para no ignorar. El verso siguiente explora la ambivalencia del puerto: “El cielo está abierto en Acapulco. El mundo pasa por las heridas de la luz, el ojo ve, acaricia, la representación de un paraíso que se quema al tercer día” 

tud de la persona privada de la libertad para que pueda participar en las políticas sustentables. Las soluciones propuestas en esta política de sustentabilidad necesitarán del esfuerzo conjunto del Estado y la sociedad. En este proceso será necesario llevar a cabo acuerdos de colaboración entre las autoridades corresponsables de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Se concluye que la sustentabilidad de la ejecución penal “es la capacidad del Estado de prestar los servicios penitenciarios, sin agotar los recursos que utiliza y requiere para funcionar, y sin producir más contaminantes que pueda absorber su entorno, lo cual también incluye el desarrollo económico, social y ambiental propio, tanto de las personas privadas de la libertad y de las instituciones penitenciarias”, en armonía con una sociedad que continuamente modifica sus conductas en el cuidado del medio ambiente; tema prioritario en la agenda gubernamental en cumplimiento de los compromisos ambientales internacionales y de una interpretación literal del artículo 6º de la Ley Nacional de Ejecución Penal, que refiere que “la Autoridad Penitenciaria promoverá que los Centros Penitenciarios sean sustentables”, de lo que se desprende como una obligación del Estado, garantizarlo promoviendo la sustentabilidad en los centros penitenciarios en beneficio de las personas privadas de la libertad, como consecuencia de la esfera de sus derechos humanos 


Arte y pensamiento

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Artes visuales Germaine Gómez Haro

germainegh@casalamm.com.mx

Gracias al cielo. Repertorio de exvotos mexicanos Para Elin, in memoriam EN DÍAS PASADOS se presentó en la Casa Lamm el libro Gracias al cielo. Repertorio de exvotos mexicanos, obra póstuma de la doctora Elin Luque Agraz, historiadora del arte tristemente fallecida el pasado mes de marzo. Investigadora, profesora, curadora, Luque fue también socia fundadora y directora de Artes Visuales de Casa Lamm desde sus orígenes en 1993, toda vez que dedicó sus últimos veinticinco años al estudio de los exvotos pintados mexicanos y se convirtió en la máxima autoridad en el tema en nuestro país. También conocidas como retablos, estas pinturas registran el agradecimiento de los fieles a sus santos y vírgenes de devoción por los favores concedidos, y están destinadas a ser colocadas en los llamados santuarios milagreros. Luque fue pionera en la investigación de este género pictórico que en nuestro país había sido un tanto relegado en la historia

del arte por ser considerado de poco valor estético. Salvo algunas excepciones, estas imágenes no eran concebidas bajo los cánones plásticos de una obra de arte, por lo que apenas en el siglo pasado artistas como Diego Rivera, Frida Kalho o Roberto Montenegro vieron en ellas un encanto especial que provenía precisamente de su frescura y espontaneidad, y comenzaron a darlas a conocer. El incansable trabajo de Elin Luque a través de numerosas publicaciones y exposiciones en México y en el extranjero, y su labor de catalogación de las colecciones de los principales santuarios, han contribuido a la revaloración de estas pinturas y, por consiguiente, a su preservación en los templos para los que fueron originalmente concebidas. Además de tratarse de una tradición entrañable que se ha perpetuado a lo largo de más de cuatro siglos, las pinturas de exvotos constituyen una fuente inagotable de información sobre la vida cotidiana de la sociedad que las produce, pues relatan historias surgidas de la realidad; desde esa perspectiva, Elin Luque desarrolló una metodología de investigación que abarcó el estudio histórico, geográfico, antropológico, sociológico y de género. Su último trabajo recién aparecido bajo el título Gracias al cielo. Repertorio de exvotos mexicanos es la coronación de tantos años de estudios. El libro fue producido en Italia bajo el sello de Franco Maria Ricci, la editorial de libros de arte más importante del mundo, y resume de alguna manera el trabajo de veinticinco años de la autora. El volumen, de 261 páginas con traducción al inglés y al italiano, es una verdadera joya editorial profusamente ilustrada con un centenar y medio de imágenes de una calidad excepcional, resultado del extremo cuidado que caracteriza el diseño de los Ricci. El libro cuenta con una introducción y un erudito ensayo del director del proyecto, el escritor, investigador y curador italiano Giorgio Antei, quien realiza un recorrido histórico de los

Exvoto

exvotos desde la Antigüedad. En la presentación, Giorgio Antei expresó sobre el trabajo de Luque: “En el caso del repertorio de Elin, está toda la historia de México reunida, visualizada, expuesta en escenitas aparentemente banales, secundarias, pero que en realidad representan el corazón del acontecer, o sea, la vida cotidiana. Muchas veces nos olvidamos de que la historia no está hecha de héroes, ni de presidentes, ni de grandes nombres, sino del pueblo anónimo. El repertorio es una clase de historia y es a la vez una clase de sociología.” Y agregó que otra de las aportaciones de este trabajo es el valor estético que la autora otorga a estas pinturas: “No nos debe inhibir el hecho de que la técnica sea cuestionable, de que sean repetitivas estas escenas, lo importante es que hay todos los elementos que constituyen el arte: desde la manualidad hasta la invención.” El legado de Elin Luque a la historia del arte mexicano es inmenso y este libro está destinado a convertirse en un clásico. En la Casa Lamm se presenta una exposición de exvotos que acompaña al libro y puede ser visitada hasta el viernes 16 de noviembre  Exvoto

Bitácora bifronte Jair Cortés

jair_cm@hotmail.com

twitter: @jaircortes

“Noviembre”, un poema de f.s. Flint HACE UN SIGLO un grupo de poetas liderado por Ezra Pound sentó las bases de lo que sería la poesía moderna inglesa, misma que influyó de manera profunda en tradiciones poéticas de diversas latitudes a lo largo del siglo xx y hasta nuestros días. Des imagistes (Los imaginistas), fue como se le conoció a este grupo que entre 1914 y 1917 publicó cuatro antologías en las que se encontraban autores como William Carlos Williams, Marianne Moore, Hilda Doolittle, Amy Lowell, Richard Aldington, y f.s. Flint, entre otros. Marina Fe señala que “como Freud, Jung, Frazer y Croce, también los imaginistas buscaban el elemento subconsciente en la imagen y en el símbolo pero, a diferencia de los simbolistas franceses, estable-

f.s. Flint

cieron entre ambos una relación de equivalencia; consideraban que en lugar de referirse a un ‘más allá’, el símbolo debería volver al ‘más acá’ de la experiencia, a la literalidad, a un mundo permanente distinto al de las meras apariencias”. Al abrevar de fuentes tan diversas y sustanciales como el tanka y el haikú japoneses, la antigua poesía china, la poesía simbolista francesa, los imaginistas produjeron una amplia obra en donde el poema se traduce en una experiencia cuyo ritmo visual se presenta en las palabras exactas prescindiendo de todo ornamento inútil. Un ejemplo de esta compleja simplicidad lo encontramos en un poema de f.s. Flint, titulado “Noviembre”: “Lo que de ti es

eterno/ lo vi/ en tus ojos./ Te rodeaban las ramas del manzano,/ el sol brilló, era noviembre./ Sol y manzanas y risas/ y amor/ recogimos tú y yo./ Y cantaban los pájaros”. En este hermoso poema, la imagen y sus mágicos instrumentos (los ojos), revelan una escena llena de ternura y eternidad avivada en elementos efímeros que habrán de pervivir en el recuerdo, despojándose de toda nostalgia evocativa para proyectarse como un eterno ahora sucediendo siempre en el poema 


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Arte y pensamiento

Tomar la palabra Agustín Ramos

La Perra más Perico (ii y último) –EN 1977 UN CAMARADA y yo formamos una pareja, que duró sólo tres años y como ocurre con casi todas las parejas, nos separamos. –¡Pareja de payasos! –matiza Elena. Porque podrá saberse el límite entre el payaso roquero y la persona, pero no entre Perico y su dueto con Elena. Él cursó Sociología en la enep Acatlán, hoy fes. Ahí, gracias a Ángeles Mastretta, directora de Difusión Cultural, y a la coordinadora de talleres, Emma Rizo Campomanes, impartía teatro el argentino Hugo Gramajo Palavicini, quien había sido discípulo de un alumno de Stanislavski. Perico estudió con Gramajo dos años y medio y se formó como actor y clown. Desde entonces, más que hacer proyectos escénicos, Perico actúa. –Me fascina el escenario. No quiero montar espectáculos en serie, mi proyecto es seguir desarrollando la capacidad de decir las tonterías que me interesan. Creo que todos decimos tonterías, todos todos, y estamos echando el mundo por la borda, haciéndolo pedazos: eso es lo que me interesaría decir, lo que siento, lo que vivo. Pero no tengo un show dedicado a esos temas porque sería muy pesado para mí hablar de ello en escena (tal vez también para el público), así que lo digo de otra manera… Me formé con la idea de que el payaso nace para crear un buen espectáculo [idea que ha

Elena y Perico

Foto: Luis Machín

realizado a todo dar durante cuatro décadas, en cada presentación de Los juguetes del veliz, La historia del payaso que corrieron del circo, Horas de payasear, El árbol de los sombreros, que en su versión para adultos se llama El último parisino, El grito de lotería, El payaso ranchero y, ya con idea y música original de Elena, Payasadas rockeras.] –A lo largo de los años me habían venido las ganas de tener un grupo de rock para niños. Esto se dio hasta que conocí a Elena, mi contraparte en el escenario, la “patiña” perfecta que, sin hablar y hasta sin hacer ni decir nada, es una presencia maravillosa… Además de ser una excelente compañera escénica, como músico lo es todavía más porque hace la música y dirige el dueto. Así que cuando vio que yo quería montar un show de rock para niños me dijo vamos a armarlo, puso la idea básica y el argumento y montamos Payasadas rockeras, que ha sido súper chévere. Ahí nos empezamos a dar cuenta de que tocar para grandes conmigo actuando funcionaba. Aparte, siempre lo digo, ver bailar a Elena mientras toca y saber que vivo con ella es la súper súper súper neta,

obviamente primero está la música que tocamos pero esto otro también es lindo. Después de siete años de Payasadas rockeras, Elena creó Allegro en payasada mayor en donde hasta bailamos (risas), aunque es un show que no hemos promovido mucho [porque Elena y Perico promueven más algunos shows que otros]. Como Horas de payasear, que casi no se ha presentado al público aun cuando es un espectáculo muy tierno. Es un show cómico sobre la soledad del payaso, dice Perico. –Lo hice después del terremoto del ’85: todo ocurre en mi casa, se me va la novia (cuando la gente se muere, se va, ¿no?). Entonces era un payaso incipiente y estaba muy chavo como persona, no pretendía improvisar como ahora. Recapitulando. El feliz encuentro de Elena y Perico derivó en Payasadas rockeras y marcó el principio de una gran época que incluye Allegro en payasada mayor y el nacimiento de La Perra, con resultados que –dice Perico– “no supimos capitalizar y sin embargo nos ha ido realmente de lujo…”. [Coda y aviso: a veintiún años de ofrecer un arte instrumental e histriónico cumplidamente feliz, que demanda y devuelve con creces la atención del público, La Perra ha grabado tres discos, La Perra 1997, Fricción visual 2000 y Romance con la ira 2006, además del dvd Concierto visual La Perra más Manolo Garibay (artista visual). Y el viernes 30 de noviembre, a las siete de la noche, en el Centro Cultural Ataraxia, avenida Morelos 245 del centro de Cuernavaca, la banda podrá disfrutar de Payasadas rockeras para adultos con La Perra más Perico. Cooperación cien pesos] 

Biblioteca fantasma Eve Gil

Balas tristes HASTA DONDE SÉ, nadie en México, ni en Latinoamérica, ha reconocido a Jennifer Clement por revolucionar la llamada “narcoliteratura” con una bellísima novela, Ladydi, que aborda el fenómeno desde la perspectiva de una jovencita de Guerrero que, como otras en la vida real, es ocultada por su madre de la mirada lasciva de los narcos, aunque su destino parece dolorosamente signado por haber nacido mujer en una zona geográfica determinada. Clement revitaliza este subgénero al otorgarle voz a las víctimas y narrar el horror y la sordidez a partir de una visión fresca, inocente y fantasiosa, además de trasladarlo a un lugar donde la delincuencia organizada medra con la misma impunidad que en los escenarios habituales de estas narrativas. Su más reciente novela, Amor armado (Lumen, 2018), que cuenta además con la traducción de otro espléndido narrador, Guillermo Arreola, sigue esa misma tónica, en una historia a un tiempo similar y antagónica a Ladydi, desarrollada por una niña de nombre Pearl que, junto con su jovencísima madre, vive en el interior de un automóvil estacionado en una zona de casas remolque de Florida. Ese destartalado Mercury nos es mostrado como una casa, más aún, una gran casa de varias habitaciones, como en aquella en la que vivía Margot France, la madre, antes de terminar ocultándose, dios sabe de quién, en aquel carro-hogar donde abundan los libros y los osos de

peluche. Pese a haber sido criada por una madreniña, alguna vez aspirante a pianista y experta en reconocer perlas auténticas, Pearl está familiarizada con las armas, con el tronido de balas a la medianoche. Ha sido instruida en el uso de pistolas por su propia madre, como otras enseñan a pegar botones. Aquella comunidad de familias itinerantes que buscan desesperadamente aparentar normalidad, cuenta con un guía espiritual –el reverendo Rex– y con una escuela. Los dedos de pianista de Margot muestran los estragos de su empleo como afanadora en un hospital de veteranos de guerra. Varios de los personajes que componen la gran familia en los márgenes de la sociedad que, en cierta forma, acoge y protege a Pearl y a su madre, subsisten con actividades delictivas que la niña percibe como cotidianas y, por lo mismo, le interesan muy poco, y así es como las detalla. Fuma su primer cigarrillo a los diez años, junto con su mejor amiga, y continuará haciéndolo a la vista de adultos que se los ofrecen como si fueran caramelos, sin que por ello Pearl deje de ser una inocente

Jennifer Clement

niña que, además, aparenta menor edad debido a su pequeña talla. No puede decirse que la infancia de Pearl sea feliz, pero posee momentos de vibrante alegría que se imponen al desgarro y a las pérdidas, hasta que Margot se enamora de un misterioso forastero y junto con el amor que la mantiene tarareando canciones que “son una universidad para el amor”, llegará la tragedia que coloca a una Pearl adolescente en la necesidad de decidir entre una vida normal, cuyas delicias alcanza a saborear, o mantenerse en la zona de riesgo para la que fue educada, prefiriendo a Corazón, tierna y bondadosa traficante de armas y drogas que sueña con llegar hasta la tumba de la cantante Selena, en Corpus Christi. Algunos críticos estadunidenses equiparan las atmósferas de Jennifer Clement con las de Flannery O’Connor, pero contrario a ésta, cuyos personajes presentan una sospechosa bondad que se empaña o corrompe en el trayecto, los de Clement resultan entrañables pese a su marginalidad. Encontré en Amor armado ecos de Cormac McCarthy y su personal apocalipsis donde un padre acarrea a su pequeño hijo en un carrito de supermercado entre las ruinas. En cierta medida, Margot France resulta sobreviviente de un apocalipsis personal que repercute en su hija, y la necesidad de sobreponerse al peligro y perpetuar el abrazo que, de hecho, jamás se rompe. Aunque nacida en Nueva York, Jennifer Clement, presidenta del pen Club Internacional, vive en México y su literatura es muy sensible a nuestros problemas y afectos 


Arte y pensamiento

LA JORNADA SEMANAL 11 de noviembre de 2018 // Número 1236

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Bemol sostenido Alonso Arreola

@LabAlonso

Una noche entre Sarajevo y Veracruz LO MÁS INTERESANTE del grupo de Damir Imamović no es su repertorio sino la perspectiva con que decide abordarlo. Si bien exhibe con orgullo sus raíces balcánicas, el cantante y tamburista bosnio opta por un camino contemporáneo que se agradece en tiempos de adelgazamiento folclórico. Esto fue lo que pensamos durante una presentación privada de su cuarteto en Ciudad de México, luego de un periplo que los llevó al Festival Cervantino y ciudades como Mérida, Guasave y Culiacán. Expertos en escalas exóticas de gran expresividad, la conversación entre Damir y la virtuosa violinista Ivana Đurić contrastó sobre una base rítmica en la que sonaban el bajo eléctrico de Ivan Mihajlović y las percusiones de Nenad Kovacić. Fueron ellos los encargados de poner al grupo en otro plano, dándole frescura a los lances melódicos del dúo que lo mismo hacía eco del Medievo europeo que de Bizancio, India o el norte de África. Ello parece natural si pensamos que el padre de Damir y su abuelo dejaron huella indeleble con sus voces en el género conocido como sevdah. Así, entre glissandos microtonales y métricas irregulares que respondieron siempre a la exigencia lírica, los músicos supieron crear momentos de magia pura a base de dinámicas y vulnerabilidad, pues a favor de la intimi-

Damir Imamović

dad ni siquiera usaron micrófonos. Una postura nacida, probablemente, durante el bombardeo de Sarajevo en la década de los noventa, cuando Imamović aprendía guitarra en solitario, refugiado en el sótano de su casa. Allí también estudió filosofía, lo que terminó por formar su carácter sensible y ecuménico. Es importante decir que, abriendo la velada, sonó el quinteto Caña Dulce y Caña Brava, liderado por Raquel Palacios Vega (jarana tercera y voz), descendiente directa de don Andrés Vega (Premio Nacional de Artes y Ciencias 2012), su abuelo y pilar del son veracruzano. Hermosamente ataviado, el conjunto nos entusiasmó por el respeto con que manifiesta su tradición, incluso modernizándola para el escenario. Es así como a Raquel se sumaron Adriana Cao (arpa y voz), Violeta Romero Granados (jarana primera, quijada, zapateado y voz), Anna Arisméndez Gómez (guitarra grande y voz) y Alejandro Loredo Ramírez (requinto y jarana de arco). Impulsados por el sello discográfico Corason, anfitrión de la velada y productor de la gira de Damir, los sone-

ros hicieron eco en sus invitados bosnios con quienes intercambiaron asientos para escucharse mutuamente. Asimismo, lanzaron invitación versada para encontrarse con usted, lectora, lector, en el Foro del Tejedor (Péndulo de la colonia Roma) el próximo 24 de noviembre. Allí darán a conocer el material del que será su segundo álbum. El primero fue Sones jarochos, un compilado con catorce temas clásicos que, en sus manos, subraya la sensibilidad de las cuatro mujeres que lo pueblan. Dicho esto podemos agregar que, comparándolos en la misma noche, otras reflexiones llegaron a nuestro magín. Verbigracia: mientras los de Veracruz abrazan el aire con arpegios inagotables alrededor de pocos acordes, en estructuras giratorias que apelan a una melancolía campestre, los de Sarajevo, en sentido opuesto, aligeran la masa armónica hasta el mínimo para que los trazos de la voz y el violín insuflen el oído sin resistencias carcelarias. En los mexicanos, además, priman los ritmos ternarios en que caben zapateados, claves donde tiemblan los molares de la quijada, mientras que en los bosnios priman compases compuestos con sietes, cincos y nueves, rasgo que los obliga a una concentración introspectiva. Si en uno de los grupos la afinación del violín clásico nos llevaba al asombro, en el otro sucedía que la jarana de arco recordaba tardes de milpa y mangos. Si en uno la poesía recorría centurias de migración, en el otro las palabras surcaban decenios de nostálgico estatismo. En ambos, ciertamente, sobraron las sonrisas y la generosidad. Nadie cobró por estar allí. Los asistentes llevamos viandas para la restauración. Fue memorable. Busque y escuche a estos músicos maravillosos. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos 

Cinexcusas Luis Tovar @luistovars

Morelia 16 (iii y última) ADEMÁS DEL DOCUMENTAL ganador en el área correspondiente, los que siguen son los cinco largometrajes de ficción que completan la sección en competencia del más reciente Festival Internacional de Cine de Morelia: Bayoneta, coproducción México-Finlandia dirigida por Kyzza Terrazas, no es, como quieren algunos promocionantes –incluido el propio Terrazas– un filme acerca de “otro tipo de migrantes”, pero sí una historia interesante acerca de un boxeador tijuanense precisamente apodado Bayoneta, que a causa de cierto evento arriba del ring decide su retiro prematuro y, por causas personales más que laborales, se impone una suerte de autoexilio en la lejana Finlandia, donde es contratado como entrenador y second. Actor de moda en tiempos recientes, aquí Luis Gerardo Méndez pone en práctica lo mejor de su capacidad histriónica, y a él se debe en gran medida la densidad narrativa del filme. Haber hecho una maestría en cine a la sombra de Béla Tarr parece haberle servido a Marta Hernaiz Pidal únicamente para intentar, sin éxito, lo que el maestro ha hecho a la perfección: el retrato directo, desapegado, crudo, duro y deslumbrante de una cotidianidad que, bajo una mirada provista de suficientes inteligencia Bayoneta

y agudeza, puede revelar tal cantidad de matices que alcanza cotas de universalidad. Desafortunadamente, La caótica vida de Nada Kadic, que así se llama lo que Hernaiz ha perpetrado, carece de todas las virtudes y adolece de todas las insuficiencias de lo que suele conocerse como “cine contemplativo”: he aquí un fragmento de la vida diaria de una madre soltera y nada más. Olimpia, de José Manuel Cravioto, aborda uno de los hechos cruciales que, en 1968, desembocaron en la matanza del 2 de octubre: la toma de Cuidad Universitaria por parte del Ejército Mexicano, concentrándose en la historia, mitad real mitad ficticia, de tres estudiantes cuya labor –cinefotografía, fotografía y escritura– permitió, aquí sí rigurosamente verdadero, que la posteridad se enterara de ciertos horrores cometidos por el Estado mexicano en aquellos días aciagos. Dos decisiones de Cravioto fueron arriesgadas: emplear la técnica de “pintado superpuesto” a la acción real, y soltar la historia justo cuando la lluvia de balas habría de comenzar en Tlatelolco. Xavi Sala debuta en largoficción con El ombligo de Guie’dani, que cuenta la historia de una adolescente

zapoteca forzada por las circunstancias a vivir en la casa pudiente donde su madre trabaja. Contada de manera preponderante desde el punto de vista de la homónima Guie’dani, la película desgrana con eficiencia las estaciones de un sometimiento clasista y racial que ni víctimas ni victimarios se atreven a llamar por su nombre, contra el que Guie’dani lucha sin más armas que las brindadas por su imposiblemente ilustrada rebeldía. De a ratos cargado de tintas sin necesidad, el filme consigue transmitir la desesperanza de una realidad incómoda y demasiado frecuente en nuestro país. Por su parte, La camarista, ópera prima en largoficción de Lila Avilés –coguionista con Juan Márquez–, también aborda las muy mexicanas relaciones sociales de subordinación clasista: Evelia, una mujer joven y en extremo introvertida, es camarista en un hotel de lujo en Ciudad de México, y su trabajo le permite ser al mismo tiempo testigo y víctima del trato que “los de arriba” dan a “los de abajo”. Hábil y sensiblemente, Avilés se sirve de esa partición dicotómica para construir una alegoría que se corresponde punto por punto con la realidad: de lo que se trata es de “subir”, aun si resulta que el punto más alto es el vacío absoluto. Una corriente salvaje, documental de Nuria Ibáñez Castañeda, concentra su mirada en Chilo y Omar, pareja de pescadores en una playa solitaria de Baja California. La de Ibáñez es una mirada en absoluto invasiva, más bien cálida y delicada, al decurso vital de este par de hombres de profunda sabiduría sin cultura de por medio, en el que alcanza a vislumbrarse una belleza inusitada 


16 LA JORNADA SEMANAL

11 de noviembre de 2018 // Número 1236

Rodrigo de Sahagún Arriba y adelante

S

e acerca otro cumpleaños del conde Luis, el expresidente más longevo en la historia de México. Cuenta la leyenda que durante sus años mozos fue un prestigioso abogado, pero fue hasta que llegó a las altas cúpulas del poder donde se dio su transición seudovampírica, más concretamente durante la masacre de Tlatelolco en 1968 y, siendo ya el primer mandatario del país, en el llamado Halconazo del ’71. Cabe mencionar que al comienzo del nuevo milenio se inició un juicio en su contra por dichas matanzas, manteniéndolo en prisión domiciliaria, pero por oscuros y extraños motivos fue exonerado de cualquier culpa. Asimismo, algunos estudiosos lo han señalado como el principal conspirador del caso Colosio. El conde, con su pensión presidencial, ahora se encuentra descansando en su castillo en el pueblo de San Jerónimo. Según aldeanos del lugar, el nosferatu diurno se dirige cada quince días al banco de sangre del Hospital abc, donde recibe varias transfusiones de hemoglobina. El imaginario del pueblo al sur de la capital ha llegado a tales extremos que algunos creen que la sangre que le inyectan a don Luis proviene de jóvenes desparecidos, pues son quienes contienen la energía y vitalidad exacta que el exgobernante necesita. Cerca de llegar a la centuria, nuestro cuasi Drácula chilango pasa una vejez estable: desayuna en su lujosa terraza, se pone al tanto de los acontecimientos del país a través de distintos medios de comunicación, da un paseo lento y parsimonioso por su jardín, come (en ocasiones visita restaurantes de la zona), lee un libro y por la noche cena ligero; al terminar su jornada, nuestro decrépito don Luis se acuesta temprano en un sarcófago de estilo barroco donde, con letras forjadas en oro, yace la inscripción “Arriba y adelante”.

Tres cuentos Equinoccio La señora Aldrich no soportó la muerte de su marido en plena primavera, pasó por una profunda depresión durante el verano y murió tiempo después en medio del otoño. Meses más tarde, los hijos de la señora Aldrich, con sus respectivas familias, se reunieron en vacaciones de fin de año en casa de sus difuntos padres, la cual era enorme, para celebrar la cena navideña. Decoraban el árbol y la sala con arreglos de la temporada, platicaban de las Navidades que pasaron en aquella casona a lado de sus padres y de la comida que servirían esa noche, cuando tocaron el timbre. Uno de los hijos al abrir la puerta se encontró con su madre, la señora Aldrich, tomada del brazo de su esposo. Sin decir nada, y con un gesto afectuoso, ambos se asomaron por encima del hombro de su hijo, buscando al resto de la familia y entraron a la casa La familia se atemorizó, pero una vez que escuchó la cálida voz de la señora Aldrich, comenzaron a sentir una paz indescriptible. Ella les contó historias y recuerdos de su juventud; más tarde cantaron villancicos, tomaron ponche, cenaron y abrieron regalos. Los cuerpos de la señora Aldrich y de su esposo irradiaban una luminosidad acogedora que se percibía por todo el lugar. Reunidos ahí, disfrutaron de una Navidad inolvidable.

Las hijas, los hijos, las nietas y los nietos sufrieron un accidente mortal en carretera, días siguientes al Año Nuevo; poco tiempo después, hasta las últimas horas de aquel invierno, la señora Aldrich, en su casa y en brazos de su entrañable esposo, se disolvieron con los primeros rayos del equinoccio.

El cedro Ella llegó a la cafetería diez minutos antes de la hora pactada y eligió una mesa cerca de la puerta. Leía un libro mientras esperaba al galán que la había dejado plantada varias veces antes, aunque estaba segura de que esta vez sería diferente. Cada que terminaba una página veía hacia la puerta, esperando verlo llegar. Después de horas y varios capuchinos le llevaron la cuenta. Afuera de la cafetería ya cerrada, ella lo esperó de noche, pero él jamás llegó. Sentada sobre la acera dejó de sentir las piernas, miró que sus pies estaban enterrados, que no podía moverse y, debido a que sus manos ahora eran un par de ramas llenas de hojas, soltó el libro que sujetaba celosamente, transformándose en un cedro. Por la mañana, ningún empleado de la cafetería notó el bello cedro que ahora decoraba la banqueta hasta que un indigente que pasaba por ahí vio que, tirados junto al árbol, había ropa de mujer, tacones y un libro en el suelo; recogió todo y al ver que el libro era La metamorfosis, de Kafka, recordó que hace muchos años alguien se lo había recomendado y ese mismo día comenzó a leerlo 


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