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Martín

Lutero ,

la reforma protestante y el mundo hispánico : 500 años de distancia y cercanía LeopoLdo Cervantes-ortiz y CarLos Martínez GarCía

El Salón Los Ángeles y la Siua: la ciudad en ocho décadas Antonio Valle ■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 17 de diciembre de 2017 ■ Núm. 1189 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

La edad de la inocencia en la era Trump Ricardo Guzmán Wolffer


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17 de diciembre de 2017 • Número 1189 • Jornada Semanal

El salón Los Antonio Valle 500 AÑOS DE MARTÍN LUTERO Y LA REFORMA PROTESTANTE No los proverbiales ríos, sino

UBICADO EN LA COLONIA GUERRERO, EL EMBLEMÁTICO SALÓN DE BAILE CUMPLIÓ SUS PRIMEROS OCHENTA AÑOS DE VIDA.

auténticos océanos de tinta son los que se han vertido para explicar, ponderar y entender la importancia del pensamiento y la obra de Martín Lutero, quien hace exactamente cinco siglos publicara sus célebres 95 tesis que dieran lugar a la reforma protestante y, con ésta, a un vuelco teológico, religioso, político y cultural no sólo en la Europa del siglo XVI sino

A Rocío Méndez

LOS AÑOS TREINTA EN MÉXICO

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urante esa década se inauguró el Salón Los Angeles, mientras Malcolm Lowry escribía Bajo el volcán y el fotógrafo Henry CartierBresson hacía insólitas imágenes de México. Esa misma década nació José, el papá de Siua, un niño delgado que se convertiría en un gran bailarín de barriada que le enseñó los primeros pasos a una niña agraciada y elástica. Por aquellos días el furor (ya casi deslealmente nacionalista) que provenía de la Revolución iba cediendo y los mexicanos y sus mitos que habían pintado los muralistas (esos rostros y símbolos que cautivaron a grandes escritores, viajeros y artistas que recorrieron el país entero) fueron protagonistas del crecimiento de una ciudad en la que los más pobres –la

mayoría emigrantes del mundo rural– se asentaban hacia el norte y al oriente de una ciudad que todavía merecía título de pertenencia a la región más transparente. Mientras tanto, los habitantes de la colonia Morelos y de la Guerrero –además de otros barrios de origen prehispánico como los de Tepito, la Lagunilla, Bondojito y los arrabales de Los Ángeles, Nonoalco, Tlatelolco y Peralvillo– creaban (o inventaban) una vigorosa cultura popular cruzada por toda clase de fusiones, de tradiciones y de formas de ser que provenían más allá de la frontera norte, con sus famosísimos pachucos, seres controversialmente interpretados por Octavio Paz (muy diferentes, por ejemplo, de las versiones de Tin Tán y de Carlos Santana), así como de las costumbres festivas de los campe-

alrededor del mundo entero. Enfocados respectivamente en

Imagen de 1937 del emblemático salón de baile Los Ángeles. Cortesía Secretaría de Cultura

Lutero como traductor de la Biblia y en la distancia y la cercanía de la reforma en el mundo hispánico, los ensayos de Cervantes-Ortiz y de Martínez García vuelven sobre los pasos del teólogo y filósofo alemán cuyo retrato, de acuerdo con José Martí, “todo hombre libre debe colgar en su muro, como el de un redentor”. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

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ángeles y la Siua Fiesta de celebración del 80 aniversario del Salón Los Ángeles, 30 de julio de 2017. Foto: José Antonio López/ La Jornada

LA MÚSICA CUBANA Pero qué bonito y sabroso bailan el mambo las mexicanas…

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o es posibLe entender la música y la

cultura popular mexicana sin la música popular de Cuba, cuyos ritmos y melodías fueron introducidos por colonos españoles y esclavos africanos desde el siglo xvi a la Isla del Caribe: eL danzón: Esta música era tocada por una orquesta típica que “incluía varios instrumentos de viento metal, violines y un timbal cóncavo”. Derivó al formato de charanga francesa “más apropiado para la danza de salón. La charanga utiliza una flauta, varios violines, violonchelo y contrabajo, así como un piano, timbal cubano (paila) y güiro”. Con este ensamble instrumental se producen verdaderas delicias para el oído, el sistema nervioso y el resto del cuerpo. La GuaraCha: En las postrimerías del siglo xx era parte de las costumbres pasionales de algunos burdeles. Los juglares cubanos más avispados arreglaron e interpretaron guarachas cuyo tempo rápido y el contenido punzante de sus versos concordaba con los del son. A mediados del siglo xx este estilo fue acogido plenamente por las grandes bandas. Actualmente la guaracha ha sido incorporada a esa inmensa noción de la música llamada “salsa”

sinos e indígenas del interior. Esa pujante cultura de México había de encontrar en el Salón Los Angeles un verdadero santuario donde desinhibirse y florecer. Durante esa década se configuraba y definía el proletariado, además de las clases medias y altas de México. Justamente los abuelos de Siua formaron parte de aquella generación que se estableció al norte de la ciudad, “buscando un lugar donde tener un nuevo comienzo”.

SALÓN LOS ÁNGELES

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a página web del Salón emblemático dice que “abrió sus puertas en 1937 y hasta el día de hoy no han cerrado por ningún motivo. Historias de baile y tradición son guardadas en sus paredes a ritmo de danzón, chachachá, swing y mambo”. Una de esas historias casi de “musical” fluye a través de las ondas sonoras reales, simbólicas e imaginarias interpretadas por Siua, que –aunque tenía apariencia de acróbata– poseía una sensualidad especial con la que fusionaba ritmos y melodías de pies a cabeza.

ALGUNOS ANTECEDENTES DE PERALVILLO

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urante la colonia este barrio fue conocido como Santa Ana Atenantitech, que en náhuatl quiere decir “bordo de piedra” y formaba parte de Tlatelolco, ciudad gemela de México Tenochtitlan. Ahí estaban la garita y la puerta de la ciudad que conectaba hacia el norte. Más allá se extendían unos llanos y el camino que conducía a la Villa de Guadalupe.

LOS AÑOS CUARENTA

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urante esta década los viejos inmuebles de la zona evolucionaron (o involucionaron, según quiera

verse) en departamentos de vecindad. Desde tiempos inmemoriales –casi desde que muchos transeúntes usaban huaraches, ropa de manta o camisas y pantalones de mezclilla–, los ancestros de Siua habían ocupado un par de viviendas en una vecindad de dos pisos ubicada en una de las calles con nombre de músico (de emperador o poeta). Ya para entonces el swing estadunidense había dado paso a la música de Agustín Lara y a la del trío Los Panchos, y en algunas noches de borrachera podían escucharse algunos corridos de Lucha Reyes. No muy lejos de ahí terminaron de construir la Estación Pullman, a unos metros de la Estación Buenavista, en donde funcionaban patios, talleres y construcciones del ferrocarril.

LOS AÑOS CINCUENTA

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n julio de 1957 un sismo de larga duración dañó edificios y casas de la ciudad, que, además de tirar la Victoria alada de la columna de la independencia en avenida Reforma, dejó docenas de muertos, dos años después se inauguró el primer edificio de la unidad Nonoalco Tlatelolco. Así, entre nuevas calzadas, sismos y edificaciones monumentales en el Salón Los Angeles se congregaba la parte más sensual y festiva de la clase trabajadora y de la clase media en ascenso. Ese mismo año se inaugura la nueva estación central de pasajeros de Buenavista, razón por la que los ferrocarrileros se convirtieron en asiduos parroquianos del Salón. Justamente durante ese año y el siguiente se realizaron movilizaciones encabezadas por Demetrio Vallejo, que terminarían con cientos de trabajadores encarcelados y despedidos. Como es sabido, el baile y la música son grandes antídotos para combatir la represión (y la depresión consiguiente) de tal forma que en el Salón Los Angeles la clase trabajadora se consuela y libera –para recuperar fuerzas; lo mismo

sigue

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4 en el CCH Naucalpan y comenzó a llevar a sus amigos, activistas e intelectuales de izquierda a bailar al Salón Los Angeles, que aunque con algunas limitaciones rítmicas producidas por ciertas inhibiciones de clase, más rígidos y “tirados” hacia el rock, los chicos alcanzaban a articular algunos pasitos, mientras que con su swing la Siua parecía volar por el “cielo” con las canciones del disco Siembra, de Rubén Blades y Willie Colón. Algunas letras de ese disco legendario siguen vigentes, sobre todo ante actitudes postmodernas, como la frivolidad o el racismo endémico nacional que un buen número de mexicanos continúa “importando” de Estados Unidos. A propósito del concepto “salsa”, Tito Puente y Rubén Blades han dicho que sólo es otro nombre para denominar a la música cubana.

LOS AÑOS OCHENTA

U Fiesta de otro aniversario del Salón Los Ángeles, 2 de agosto de 2004. Foto: Carlos Ramos Mamahua/ La Jornada

que los campesinos (“hijos predilectos del régimen”, Ar turo Warman dixit) que también fueron reprimidos durante ese período.

LOS AÑOS SESENTA

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a Siua nació en 1960. Ocho años más tarde, una noche de otoño, desde la calle, que trazando una línea imaginaria cruza la unidad Tlatelolco y el Salón Los Angeles, ella y sus hermanas vieron cómo se incendiaba la parte más alta de la Torre Latinoamericana. En realidad habían prendido por primera vez el gran reloj que durante años sirvió como el referente más importante del tiempo en el Valle de México; también podía sintonizarse la xeqk , la única radiodifusora en México y en el mundo que daba la hora exacta minuto a minuto. Poco después la pequeña bailadora regresaba con su madre a bordo de una “vitrina amarilla” cuando, entre transportes de policía y civiles armados, vieron correr a cientos de jóvenes. Esa noche supieron que algo atroz estaba ocurriendo en la Plaza de las Tres Culturas. De vez en cuando la Siua atravesaba la unidad Tlatelolco para observar a los asistentes del Salón Los Angeles. Luego ensayaba las coreografías en el patio de la vecindad. Por las mañanas se escuchaban en consolas y radios las voces de Bienvenido Granda, Celia Cruz y Benny Moré. Era como si el epicentro sonoro que desataba el Salón Los Angeles se expandiera por Peralvillo. Por supuesto, algunas canciones formaban parte de la conciencia social y de la educación afectiva de los chicos menos mareados por las corrientes que impulsaba la televisión. “Yo comprendo / que en mi pobreza llevo mi rival / Porque tengo corazón de pueblo / me atormentas a sabiendas que haces mal…”

LOS AÑOS SETENTA

“S

on lindas – delgadas de buen vestir/ De mirada esquiva y falso reír/ Aparentando lo que no son/ Viviendo en un mundo de pura ilusión/ Diciendo a su hijo de cinco años/ No juegues con niños de color extraño/ Ahogados en deudas para mantener/ Su estatus social en boda o hotel…” Ya para entonces la Siua (seudónimo que no se sabía si provenía de Siuatl, vocablo náhuatl que quiere decir mujer, de la famosísima Sonora Siguaray –formada en 1968–, o si era un diminutivo de la palabra “siguaraya”s, planta utilizada por los santeros para abrir los caminos de quien la invoca y se los cierra al enemigo) se inscribió

LA RUMBA

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a paLabra “ ruMba ” es una especie de

concepto genérico que puede ser incluido en un grupo de palabras equivalentes a “conga, milonga, bomba, tumba, samba, bamba, mambo, tambo, tango, cumbé, cumbia y candombe. Todas ellas denotan un origen congolés debido a la utilización de combinaciones de sonidos tales como mb , nG y nd , que son típicos del complejo lingüístico NígerCongo”, hecho relevante para la historia cultural del continente, ya que como puede apreciarse, estas palabras forman parte de un conjunto de conceptos musicales empleados popularmente en México, Latinoamérica y por las grandes comunidades hispanohablantes de Estados Unidos. Según el extraordinario Alejo Carpentier, es “ significativo el hecho de que la palabra rumba haya pasado al lenguaje del cubano como sinónimo de jolgorio, baile licencioso, juerga con mujeres del rumbo”. Definición precisa que explica de paso el género mexicano de “cine de rumberas”. Las Big Bands integraron un formato instrumental que continúa hasta nuestros días. Armando Romeu Jr. fue uno de los grandes arreglistas y directores que fusionó algunos elementos del jazz estadunidense con el jazz cubano. Por su parte, Dámaso Pérez Prado incorporó “influencias tan diversas como la de Igor Stravinsky y la de Stan Kenton”, entre otras, mientras que Benny Moré fue el maestro de “son montuno, mambo, guaracha, guajira, chachachá, la canción, el bolero y el guaguancó. Con su Banda Gigante de Benny Moré desarrolló un estilo más flexible y fluido que el de la orquesta de Pérez Prado con la que también él cantó del año cuarenta y nueve al cincuenta.”

na mañana, muy temprano, la Siua comenzó a ver pequeños jirones calcinados que caían del cielo; eran restos de materia incendiada por la explosión de un enorme depósito de gas en San Juan Ixhuatepec. Entonces murieron cerca de mil personas que se habían asentado hacia el norte de la ciudad. Un año después, el 19 de septiembre de 1985, el gran terremoto hizo que la sociedad civil se movilizara. Siua participó en las tareas de rescate en los edificios de Tlatelolco. Finalmente en esa década, mientras ella emigraba a otro país buscando un nuevo comienzo, en México al fin se desataba el rock en español; por ejemplo con “La negra Tomasa”, canción del compositor cubano Guillermo Rodríguez Fiffe con la que el grupo Caifanes (con Saúl Hernández, voz cantante y originario de la colonia Guerrero) ponía a bailar a todo el país. La fusión de cumbia de barrio con rock fue el inicio de un éxito cultural sin precedente. Justamente el nombre–concepto Caifanes –me cae fine– recuerda a los pachucos, emigrantes mexicanos que aparecieron “misteriosamente” en Los Angeles, California, en los años veinte, personajes que forman parte del controvertido ensayo de corte psicoanalítico de El laberinto de la soledad, así como del imaginario colectivo nacional a partir de la película Los caifanes, dirigida por Juan Ibáñez en 1966.

LOS AÑOS NOVENTA

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n plena postmodernidad, y para conmemorar los cuarenta años de La región más transparente, Carlos Fuentes se presenta en el Salón Los Angeles. No podía haber espacio más provocativo y simbólico para hacer una reflexión retrospectiva sobre este clásico de la literatura que aborda las realidades de Ciudad de México, historia contada a partir de registros y puntos de vista de las diferentes clases y sectores sociales y culturales del país.

DEL AÑO 2000 PARA ACÁ

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ace unos meses se cumplieron ochenta años del Salón Los Angeles. Algunos subgéneros de la música aquí comentada han producido variantes impugnadas como el reggaetón, pero también, por ejemplo, la música del maestro Héctor Infanzón que ha inaugurado una nueva fase jazzista-rumbera-salsera de gran calidad. La Siua siguió bailando mambos y chachachás en México y en Alemania, país en el que luego su hijo cantó hip hop con una imagen de Tezcatlipoca (el espejo humeante) tatuada en la zona del corazón y portando una máscara de El Santo. Así se comprueba, como dijo Carlos Monsiváis, que “el nacionalismo ya no persuade, pero que la atención a lo nacional se acrecienta”, sobre todo ahora cuando Donald Trump pretende avasallar la zona más sensual y prendida de América, zona que va de algunos barrios de Estados Unidos hasta Brasil, pasando por el Salón Los Angeles, algunos bares alemanes y las Antillas


Lutero,

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Carlos Martínez García

traductor de la

BiBlia

ESTE ENSAYO NOS LLEVA POR LOS AVATARES Y CONTRATIEMPOS DE UNA DE LAS TRADUCCIONES MÁS DIFÍCILES Y FAMOSAS DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL, OBRA QUE BRECHT CONSIDERÓ EL LIBRO ALEMÁN MÁS IMPORTANTE. SE TRATA DE UNA LABOR QUE TOMÓ 12 AÑOS EN REALIZARSE, SE PUBLICÓ EN 1534 E HIZO ESCUELA EN LA PRÁCTICA Y LA TEORÍA DE LA TRADUCCIÓN EN EUROPA.

La Biblia, ilustraciones de la vida de Martín Lutero por Pierre Antoine Labouchère, 1862. Fuente: flickr/ www.odisea2008.com

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ara Lutero fue más importante traducir la Biblia a la lengua del pueblo que la redacción de su vasta obra escrita. Consideró tarea imprescindible poner los escritos bíblicos en manos de la gente para que por ella misma descubriera sus enseñanzas y dejara de ser presa de engaños y manipulaciones doctrinales. Al traducir la Biblia y hacerla asequible a más y más personas, Lutero provocó que la solitaria labor se transformara en apropiación colectiva, cuyos alcances le granjearon simpatías y apoyos para enfrentar al sistema católico romano. Precedieron a la de Lutero traducciones de porciones bíblicas a lenguas germánicas, como la realizada en el siglo iv por el visigodo Úlfilas, quien usó tanto el texto griego de la Septuaginta como el texto latino. “La Biblia griega o Septuaginta ( Lxx ) es una colección de escritos, la mayoría de ellos traducidos del hebreo y algunos compuestos originalmente en griego, que engloba obras de distintos géneros literarios y cuyas traducciones o composición se produjo a lo largo de cuatro siglos, desde el iii aC hasta el i dC”, anotan Nata-

lio Fernández Marcos y María Victoria Spottorno DíazCaro en La Biblia griega Septuaginta i , El Pentateuco (Salamanca, Ediciones Sígueme, 2008). Una traducción de partes de la Biblia en dialecto antiguo alemán proviene de tiempos de Carlomagno (742-814), basada en la Vulgata, la que a su vez fue una traducción, en cuanto al Antiguo Testamento, de la Septuaginta al latín realizada por San Jerónimo a fines del siglo iv . Se ha conservado una traducción del Evangelio de San Mateo proveniente del siglo viii . Comenta el especialista Stephan Füssel que “en el siglo ix se encuentra una traducción muy mecánica de las armonías evangélicas del sirio Tatiano (siglo ii dC.)”, la cual estimuló “la narración poética de la vida de Jesús en Heliand hacia [el año] 830 (6 mil versos alterados), que se escribió en sajón antiguo” (El libro de los libros. La Biblia de Lutero de 1534: una introducción histórico-cultural, Colonia, Alemania, Taschen, 2003). La reproducción bíblica se transformó radicalmente con la edición de Johannes Gutenberg, quien produjo en 1454 la Biblia latina (con el texto de la Vulgata), de

la que se imprimieron 180 ejemplares. Después de la impresa por Gutenberg y hasta 1500 contabiliza Füssel que fueron publicadas “94 ediciones completas de la Vulgata latina, 22 directamente dependientes de la Biblia de Gutenberg; y hasta la grandiosa traducción de Lutero salieron al mercado 18 ediciones diferentes en alemán (14 en alto alemán y 4 en bajo alemán). […] Ningún otro país europeo produjo tantas Biblias en lengua vernácula durante la era de los incunables como Alemania”. Un libro incunable, procede del latín incunabulae, en la cuna, es todo el que haya sido impreso a partir de la década de 1450 y hasta 1500. En la gesta dada por Lutero para que la Biblia fuese leída por el pueblo alemán en su propio idioma, uno de los resultados fue democratizar el conocimiento mediante la lectura de quienes sabían hacerlo, estimular a hombres y mujeres analfabetas para que dejaran esa condición, fortalecer los centros escolares a través de instruir a la infancia para que aprendiera a leer. La gente comenzó a leer por sí misma y descubrió nuevos horizontes y opciones de vida. Sin embargo, a contrasigue

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corriente de lo esperado por Lutero, emergieron otras formas de interpretar los escritos bíblicos y florecieron diversidad de hermenéuticas. El traductor tuvo intensos debates interpretativos de la Biblia no solamente con teólogos católicos, sino también con adversarios como los anabautistas y como Thomas Müntzer, quien tomó cursos con Lutero en Wittenberg y después fue uno de sus más acerbos críticos. En 1522 se publicó el Nuevo Testamento traducido del griego al sajón/alemán por Lutero. Doce años después, en 1534, el teólogo vio el resultado de su tarea traductora al ser publicada la Biblia. De acuerdo con Gilmont, “la Biblia alemana de Lutero conoció más de 400 [ediciones], totales o parciales antes de su fallecimiento en 1546” (“Reformas protestantes y lectura”, en Guglielmo Cavallo y Roger Chartier, Historia de la lect ura en el mundo occidental, Madrid, Taurus, 1998). Al ser cuestionado Bertolt Brecht sobre cuál consideraba el libro alemán de mayor importancia, sin vacilar contestó que la Biblia de Lutero. Al emprender el viaje de regreso de la Dieta de Worms a Wittenberg (donde defendió el 17 y 18 de abril de 1521 ante el emperador Carlos v y representantes del papa León x sus diferencias con Roma), Lutero fue secuestrado por enviados de Federico el Sabio, quien calculó que su protegido difícilmente sobreviviría una vez que se venciera el plazo del salvoconducto dado a regañadientes por Carlos v . En el momento no se supo sobre la autoría del secuestro y se divulgaron toda clase de rumores. Lutero fue llevado al castillo de Wartburgo, en el que permaneció del 4 de mayo de 1521 al 6 de marzo de 1522. Buena parte de los meses en cautiverio los aprovecharía para traducir del griego al sajón/alemán el Nuevo Testamento. A los veinte años Lutero tuvo acceso por primera vez a una Biblia completa en la biblioteca de la Universidad de Erfurt e inició su lectura. Dos años después, en 1505, al ingresar al monasterio de los agustinos, inquirió sobre un ejemplar de la Biblia y “le trajeron una Vulgata encuadernada en cuero rojo y comenzó a leerla, y luego otra vez y otra. El mentor de Lutero, Juan de Staupitz, se mostró impresionado por su conocimiento abarcador y extremadamente preciso de la Biblia, y el joven monje estaba convencido, igual que su profesor de Erfurt, Jodocus Trutfetter, de que a la Biblia le correspondía una primacía incondicional sobre la tradición de la Iglesia” (Thomas Kaufmann, Martín Lutero. Vida, mundo y palabra, Madrid, Editorial Trotta, 2017). Fue consuetudinario estudioso de las Escrituras, “durante muchos años leyó la Biblia entera dos veces al año”. El conocimiento bíblico de Lutero se acrecentó con la edición del Nuevo Testamento en griego que publicó Erasmo de Rotterdam en 1516. Usó del erudito neerlandés la segunda reimpresión del material neotestamentario, de 1519, para emprender su traducción al sajón. En marzo de 1522 abandonó la reclusión en el Castillo de Wartburgo y viajó a Wittenberg, donde con la ayuda de Felipe Melanchthon revisó lo traducido. Ya en pleno proceso de revisión, escribió a su amigo Jorge Spalatino en busca de ayuda para que le sugiriera correcciones: No solamente el evangelio de Juan, sino todo el Nuevo Testamento, lo traduje en mi Patmos; ahora Felipe y yo hemos empezado a limarlo. Y será, si Dios quiere, una obra digna. También necesitaremos de tu colaboración en el empleo ajustado de algunos vocablos; está, pues, apercibido; pero no nos suministres palabras castrenses o cortesanas, sino sencillas, pues la sencillez quiere brillar en este libro. Para principiar, mira si puedes comunicarnos, de la corte o de donde sea, los nombres, los colores y ojalá los aspectos de las piedras preciosas del Apocalipsis.

Sus afanes y deseo por ver completada la obra y, sobre todo, que pudiese circular ampliamente, fueron recom-

pensados: “después de ser impresa durante cinco meses en el taller de Melchior Lotter el Joven, en Wittenberg, Das Neue Testament Deutzsch se publicó en la editorial de Lucas Cranach y Chistian Döring para la Feria de Otoño de Leipzig (29 de septiembre a 6 de octubre de 1522) en tamaño folio y con una tirada de unos 3 mil ejemplares”, informa Stephen Füssel en el volumen que acompaña la edición facsimilar de la Biblia de Lutero de 1534. La primera edición fue conocida por el nombre del mes en que salió publicada. Su costo equivalía al salario de dos meses de un maestro de escuela o el precio de un ternero. Circuló sin que se identificara al traductor, impresor o fecha de publicación (datos que se conocerían después) porque al “hereje” Lutero le estaba prohibida cualquier publicación. A la edición septembrina

d e aCuerdo Con G iLMont , “La bibLia

aLeMana de

Lutero ConoCió Más de 400 [ e d i C i o n e s ],

t o ta L e s o

pa r C i a L e s a n t e s d e s u faLLeCiMiento en

1546”

documentos neotestamentarios; pero por otra parte la versión de Lutero fue severamente criticada y él acusado de distorsionar y acomodar a sus intereses las enseñanzas del Evangelio. Por ejemplo, el duque Jorge de Sajonia (1471-1539) “no bien salió a la luz pública la traducción del Nuevo Testamento al alemán hecha por Lutero […] se apresuró a prohibir en sus dominios, mediante decreto fechado en 1522, su compra o venta” (Herón Pérez Martínez, “Misiva de Martín Lutero sobre el arte de traducir”, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, número 38, primavera 2014, El Colegio de Michoacán). La prohibición del duque Jorge le dio oportunidad a Lutero para mofarse de la medida y el personaje, ya que circulaba en los dominios de aquél el Nuevo Testamento que se pretendía prohibir pero con el nombre de otro traductor, el de Jerónimo Emser. Lutero evidenció a Emser, “pues se ha apropiado de mi Nuevo Testamento al pie de la letra, ha prescindido de mi prólogo, de mis notas y de mi nombre, ha puesto en su lugar su nombre, sus prólogo y sus glosas, y, bajo su firma, está vendiendo este Nuevo Testamento que es mío”. En referencia al prohibicionismo de Jorge, escribió: “¡Cuánto me ha dolido, mis queridos hijos, que su príncipe territorial, en un prefacio cruel, haya condenado y prohibido la lectura del Nuevo Testamento de Lutero y al mismo tiempo haya preceptuado que se lea el del ‘sudita’, que, a fin de cuentas es el mismo de Lutero”. Concluía sobre la paradoja de vedar su traducción, cuando simultáneamente estaba en manos de la gente y por recomendación del príncipe: “Me ha hecho reír la enorme sagacidad que supone que

Lutero en el castillo de Wartburg, ilustraciones de la vida de Martín Lutero por Pierre Antoine Labouchère , 1862 Fuente: flickr/ www.odisea2008.com

le siguió la de diciembre, que incorporaba centenares de correcciones en vocablos y sintaxis. El auge en la demanda de la obra hizo que al año siguiente impresores de Augsburgo, Basilea, Grimma y Leipzig produjeran en conjunto doce reimpresiones del Nuevo Testamento traducido por Lutero, sin que necesariamente él hubiese autorizado el trabajo. Por otra parte, en 1523-1524 “aparecieron 14 ediciones autorizadas y 66 reimpresiones”. Mientras estaba bajo impresión la primera edición del Nuevo Testamento, Martín Lutero inició la traducción del Antiguo Testamento, sirviéndose para la tarea del texto en hebreo y de la Vulgata. Doce años de arduo trabajo concluyeron en 1534, cuando se publicó toda la Biblia traducida por él. II

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or una parte la traducción del Nuevo Testamento realizada por Lutero fue profusamente leída, recibió múltiples elogios y sirvió de inspiración para que otros trasladaran a distintas lenguas europeas los

se haya calumniado, maldito y condenado mi Nuevo Testamento por la sencilla razón de haber aparecido con mi firma, al mismo tiempo que se ordena su lectura por llevar el nombre de otro”. En una carta del 12 de septiembre de 1530 a su amigo Wenceslao Link, Lutero aprovecha otro cautiverio para responder los señalamientos de haber deformado el sentido de algunos pasajes del Nuevo Testamento. Redactó la epístola en el castillo de Koburg, donde se hallaba resguardado “para su seguridad y contra su voluntad, mientras sus teólogos y los católicos presididos por Carlos v trataban de llegar a un acuerdo en la dieta de Augsburgo”. La misiva es recibida e inmediatamente hecha imprimir por Link, con una breve explicación de él mismo; entre otras cuestiones menciona: Mucho se ha hablado a últimas fechas sobre la traducción del Antiguo y Nuevo Testamento: los enemigos de la verdad, en concreto, pretenden hacer ver que el texto ha sido alterado e incluso falseado en muchos pasajes; ello ha causado temor a los muchos cristianos sencillos que no conocen el hebreo y el griego. Espero que esta misiva con-


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Lutero quema la bula papal, ilustraciones de la vida de Martín Lutero por Pierre Antoine Labouchère, 1862. Fuente: flickr/ www.odisea2008.com

trarreste al menos en parte la blasfemia de los impíos y haga desparecer los escrúpulos de las personas piadosas. Hasta puede suceder que esto suscite otros escritos sobre la misma cuestión.

evidente que el “no traer dinero” no resulta tan claro y completo como cuando digo: “el campesino trae sólo trigo y no dinero”; el “sólo” se encuentra aquí apoyando a la negación, para que el conjunto tenga claridad y sea alemán del todo.

En la misiva, después del acostumbrado saludo, Martín Lutero va directo a defender su traducción de Romanos 3:28, la cual “los papistas recriminan aceradamente”. En la cita mencionada, la Vulgata decía: “arbitramur hominem iustificari ex fide sine operibus”, traducido por Lutero de la siguiente manera: “sostenemos que el hombre es justificado sin obras de la ley, sólo por la fe”. Afirma que su traducción es un esfuerzo por “ofrecer un alemán limpio y claro”. Más adelante confiesa que sabía muy bien la inexistencia de la palabra “sólo” en Romanos 3:28 en los textos latino y griego, lo cual “no me lo tenían que haber enseñado los papistas”. Y enfatiza que “sin embargo estos cabezas de borrico las están mirando como mira una vaca a un pórtico nuevo. No se dan cuenta de que, no obstante, la intención del texto las contiene, y que es preciso ponerlas si se quiere traducir claramente y de forma que resulte eficaz. He intentado hablar en alemán, no en griego o latín, ya que mi empresa es la de alemanizar”. Abunda en la razón que le llevó a incluir la cuestionada palabra:

Lutero, además de poner a disposición de la comunidad lectora el Nuevo Testamento, primero, y, a partir de 1534, toda la Biblia en un lenguaje asequible y cotidiano, también estaba desechando la traducción literal para tomar partido por la “traducción según el sentido del texto [o] ad sensum” (Herón Pérez Martínez, op. cit.). Las mejores traducciones no son las que se hacen palabra por palabra, sino idea por idea. Esta ha sido la “manera privilegiada por los más grandes traductores, como el orador Marco Tulio Cicerón, por ejemplo, en su De optimo genere oratorum; Quinto Horacio Flaco en su célebre Ars poetica más conocida como Carta a los Pisones; San Jerónimo en la célebre Carta 57 a Pamaquio; el humanista valenciano Juan Luis Vives en el capí tulo xii de su libro De ratione dicendi y otros como el también biblista agustino fray Luis de León en su traducción del Cantar de los cantares”.

En todas estas expresiones, aunque el griego y el latín no lo hagan, el alemán recurre a la palabra “sólo” para que el “no” o “nada” resulten más completos y claros. Porque incluso aunque yo diga “el campesino trae trigo y no dinero”, es

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as premisas que Lutero expuso en la carta como necesarias para realizar un buen trabajo conforman “uno de los documentos más importantes para la historia occidental de la teoría de la traducción”, y al defender que “para traducir, no basta saber bien

ambas lenguas implicadas en el proceso, hay que conocer el tema o asunto que trata el texto”, estaba sentando escuela en las características deseables en un buen traductor (Herón Pérez Martínez). Sin duda, al cumplir él mismo con el perfil que describió, consiguió que su traducción de la Biblia fuese comprendida por un público amplio. La lengua de origen y la de destino tienen que conjuntarse para producir un texto fiel a la primera y pertinente a la segunda. En palabras de Lutero: No hay que solicitar a estas letras latinas cómo hay que hablar en alemán, que es lo que hacen esos borricos: a quienes hay que interrogar es a la madre en la casa, a los niños en las calles, al hombre corriente en el mercado, y deducir su forma de hablar fijándose en su boca. Después de haber hecho esto es cuando se puede traducir: será la única manera de que comprendan y de que se den cuenta de que se está hablando con ellos en alemán.

La trascendencia cultural e histórica de la traducción de Lutero le dio un cariz particular a la nación germana. Le sirve para fortalecer su identidad, para anteponer su idioma al dominante latín priorizado por la Iglesia católica. La Biblia de Lutero representa la democratización del conocimiento religioso, que desde este terreno se extiende a otros ámbitos, como el cultural y político. De ahí que se haga necesario aquilatar la afirmación de Johann Wolfgang von Goethe: “Los alemanes sólo se convirtieron en un pueblo con Lutero.”


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Lutero,

Martín

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500 años de distancia y

NO ES EXAGERADO AFIRMAR QUE LA SOCIEDAD

Lutero tenía características que rara vez encontramos reunidas y

CONTEMPORÁNEA OCCIDENTAL SERÍA

místico soñador y un hombre de acción práctico. Sus pensamientos

muy corrientemente vemos en hostil contraposición. Era a la vez un no tenían sólo alas, sino también manos; hablaba y obraba. No fue

INCOMPRENSIBLE SIN ESTE TEÓLOGO ALEMÁN Y

sólo la lengua sino también la espada de su tiempo. Era simultánea-

SUS 95 TESIS. SU PENSAMIENTO Y EL MOVIMIENTO

mente un frío discutidor escolástico y un profeta entusiasta y ebrio

QUE INICIÓ HAN SIDO ESTUDIADOS REPETIDAS

una pescadera podía también ser tierno como una doncellita.

de Dios. […] El mismo hombre capaz de soltar palabrotas como Heinrich Heine

VECES EN EUROPA Y AMÉRICA.

Todo hombre libre debe colgar en su muro, como el de un redentor, el retrato de Martín Lutero.

AQUÍ SE PRESENTAN LAS PRINCIPALES LÍNEAS

José Martí

DEL PENSAMIENTO LUTERANO Y SU CONTEXTO HISTÓRICO, Y SE REFIEREN LOS TÍTULOS ESENCIALES DE LA AMPLIA BIBLIOGRAFÍA QUE HA GENERADO.

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Monumento a Lutero fuera de la iglesia luterana de Marktkirche en el centro histórico de la ciudad de Hannover. Fuente: flickr/ CC BY-NC-ND 2.0

LAS RAZONES DE LA CONMEMORACIÓN n diversas partes del mundo, pero sobre todo en Alemania, se han conmemorado durante todo 2017 los quinientos años de los inicios del movimiento encabezado por el monje agustino Martín Lutero, quien, según la leyenda, el 31 de octubre de 1517 clavó en la iglesia de la ciudad de Wittenberg, sus famosas noventa y cinco tesis contra las indulgencias. Dicho acontecimiento representó, según las interpretaciones históricas tradicionales, un verdadero parteaguas religioso, ideológico y cultural, pues, aunque influyó en la ruptura de la cristiandad, significó también la apertura de buena parte de Europa a las ideas que trataron de establecer nuevas formas de vida eclesiástica, así como otras posturas teológicas. Los alcances políticos, religiosos y culturales de la Reforma protestante están fuera de duda, aunque en el mundo hispánico fue resistida rotundamente, como se puede constatar en la fuerte reacción que Carlos v , y después Felipe ii , tuvieron en su contra, pues se sintieron amenazados por la fuerza de un movimiento que se extendió por prácticamente toda Europa. La Reforma en España, y después en sus colonias, pues no hay que olvidar que fue contemporánea de la conquista de México, fue perseguida hasta en sus manifestaciones más pequeñas. A diferencia de 1983, cuando se cumplió medio milenio del nacimiento de Lutero (todavía con la existencia de la República Democrática Alemana, que asumió la parte oficial del festejo, con su consabida orientación política), las celebraciones han tenido un carácter ecuménico, pues incluso el papa Francisco asistió en la fecha simbólica de 2016 a un gran acto litúrgico en la ciudad sueca de Lund. Esa reunión fue un paso más en el diálogo entre católicos y luteranos que ya había dado como re-


9 17 de diciembre de 2017 • Número 1189 • Jornada Semanal

la reforma protestante y el mundo hispánico:

y cercanía Leopoldo Cervantes-Ortiz Martín Lutero (1529) por Lucas Cranach el Viejo. Fuente: www.wikiwand.com

sultado el acuerdo sobre la doctrina de la justificación por la fe en 1999 y, más recientemente, el documento “Del conflicto a la comunión”, dedicado específicamente a la conmemoración común de los quinientos años. En este último texto se afirma: “Análisis históricos más sobrios realizados por otros teólogos católicos han mostrado que las cuestiones más cruciales de la Reforma, tales como la doctrina de la justificación, no fueron las que llevaron a la división de la Iglesia, sino las críticas de Lutero sobre las condiciones de la Iglesia de su tiempo, que surgieron de estas cuestiones.” El informe de la comisión conjunta de 1983 designó a Lutero como “Testigo de Jesucristo” y declaró que “los cristianos, ya sean protestantes o católicos, no pueden ignorar la persona y el mensaje de este hombre”. Entre la multitud de estudios acumulados hay otras lecturas críticas que continuamente actualizan el debate. La comprensión de los movimientos reformadores del siglo xvi ha sido variada, desde aquella que lo entiende como un auténtico fenómeno liberador del espíritu (Goethe) hasta quienes la aprecian de un modo más relativo: “Más que una reforma que unos quieren limitar al siglo xvi, se trata de un largo período de transición que va del siglo xii hasta el siglo xviii y que abre el camino a la sociedad moderna e industrial” (Jean-Pierre Bastian), sin dejar de lado a quienes la ven como “el componente religioso de la modernidad”, “la última etapa del desarrollo de la conciencia” (Hegel), o como la demostración del “triunfo de la burguesía” para adueñarse por completo de la vida humana, tal como lo dijeron en su momento Karl Marx y Friedrich Engels al referirse a la gesta luterana. El primero, desde la perspectiva de su análisis económico en El capital, y el segundo, al criticar la actuación de Lutero en la tristemente célebre Guerra de los campesinos de 1524-1525, episodio en el que el monje agustino se puso al lado de los príncipes a fin de no arriesgar el destino de su empresa. Estas y otras afirmaciones, algunas llevadas por el celo y el entusiasmo, otras por el desgaste y el desaliento, y unas más por el desinterés y el desengaño, resumirían las múltiples formas en que es abordada la Reforma protestante y sus derivaciones en el mundo actual. Algo completamente normal, puesto que los grandes sucesos históricos seguirán abiertos a la interminable variedad de interpretaciones. En este caso, la confluencia entre historia de las ideas y teología siempre ha sido complicada y exigente, máxime si se trae a colación algunas de las supuestas consecuencias, directas o indirectas, de las reformas, algunas las cuales seguramente habrían exasperado a los reformadores: el libre examen de las Escrituras (y sus consecuen-

tes derivaciones educativas, culturales e interpretativas), el “sacerdocio universal” (mediante la posibilidad efectiva de deshacerse para siempre de cualquier forma de intermediación humana para acercarse a Dios), la secularización (y su secuela de transformaciones para dar otro rostro al mundo conocido), la laicidad (no sólo en la forma de la separación entre la Iglesia-Estado con su mosaico de situaciones dispares y contradictorias), la democracia (a través de su impacto en la Ilustración y en las revoluciones burguesas posteriores… Aquí nos centramos, sobre todo, en autores de habla hispana y en algunas traducciones relevantes. En México, las referencias obligadas fueron durante mucho Hombre y mundo en el siglo xvi (Fondo de Cultura Económica, 1944), de Wilhelm Dilthey; El protestantismo y el mundo moderno (Fondo de Cultura Económica, 1951), de Ernst Troeltsch, y la biografía de Lucien Febvre, Martín Lutero, un destino (Fondo de Cultura Económica, 1956, traducción de Tomás Segovia). Pasarían varios años más para la aparición de la obra monumental de George H . Williams, La Reforma radical (Fondo de Cultura Económica, 1983), en versión de Antonio Alatorre, sobre la corriente denominada “el ala izquierda de la Reforma”, con la colaboración de José C. Nieto, autor, a su vez de otros dos volúmenes publicados por la misma casa editorial: Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia (1979) y Místico, poeta, rebelde, santo: en torno a San Juan de la Cruz (1982), obras muy emparentadas entre sí. Más tarde apareció Los fundamentos del pensamiento político moderno, ii. La Reforma (Fondo de Cultura Económica, 1986), de Quentin Skinner. En la España de finales del siglo xix llama la atención cómo se expresó el poeta Gaspar Núñez de Arce (18321903), en el prólogo a “La visión de Fray Martín” (1880), por la forma en que resumió la comprensión que se tenía de Lutero y su movimiento en la Península Ibérica: Lutero y las potestades de su época no se dieron cuenta exacta del movimiento religioso y social en que eran importantes actores, hasta, que el mal no tuvo remedio y el cisma sobrevino. El oscuro fraile de Wittemberg no creía, al principio, inferir ninguna herida a la Iglesia, combatiendo el tráfico que entonces se hacía de las Indulgencias; León x , espíritu generoso y suave, se reía de las agudas argumentaciones del doctor agustino, celebrando á veces su ingenio; el invicto Carlos v exclamaba, al verle, con aire distraído y desdeñoso: –¿Y este es el hombre que ha de trastornar mi imperio?–. Enrique viii le escarnecía con burlas acerbas, y las más perspicuas inteligencias de Italia se encogían de hombros, no pudiendo comprender que un bárbaro, como le llamaban, tuviese

fuerzas bastantes para turbar la paz del catolicismo y remover el mundo.

Este poema inspiró un par de obras pictóricas de Vicente Nicoláu Cutanda y de José Jiménez Aranda, la primera de las cuales se halla en el Museo del Prado. Patrocinio Ríos Sánchez ha hecho un estudio muy amplio de la presencia del reformador en la literatura española.

REFORMA, REFORMAS E IMPACTO SOCIOPOLÍTICO

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a figura de Lutero, para bien o para mal, siempre ha centralizado la atención de los estudios sobre la Reforma. A las clásicas biografías (en español) de Roland Bainton y Lucien Febvre, se han sumado en 2017 dos nuevas, particularmente, importantes: la de Thomas Kaufmann, Martín Lutero: vida, mundo, palabra (Trotta), y la de Lyndal Roper, profesora de la universidad de Oxford (Taurus), a las que se debe agregar Martín Lutero. La Reforma Protestante y el surgimiento de la sociedad moderna, del profesor valdense italiano Mario Miegge (CLie ). Otras obras reconocidas son: Martín Lutero, emancipador de la conciencia (1878), de Federico Fliedner; Lutero o el advenimiento del yo (1923), de Jacques Maritain; Lutero (1958), de Frantz Frunck-Brentano; Martín Lutero: el fraile hambriento de Dios (1973), de Ricardo García-Villoslada; A la nobleza cristiana de la nación alemana sobre el mejoramiento del estado de los cristianos ( unam , 1977), de Lutero; La Reforma protestante (1981), de Giuseppe Alberigo; El caso Lutero (1983), de Jean Delumeau; Escritos reformistas de 1520 ( SeP , 1988); de Lutero; Lutero: un hombre entre Dios y el diablo (1992), de Heiko Oberman; y, más recientemente, la obra de teatro Lutero o el criado de Dios ( unam , 1999), de Francisco Prieto, para rematar con la edición crítica de Francisco Gil Villegas de La ética protestante y el espíritu del capitalismo (2003). En Argentina se publicó una serie de volúmenes de la obra completa de Lutero (Paidós-La Aurora, 1967-1983) No se puede ignorar el monumental trabajo de Alicia Mayer, “Lutero en América Latina”, que forma parte de la enciclopedia sobre el reformador publicada por la Universidad de Oxford. En dicha colaboración, Mayer ubica la presencia de Lutero en todas sus manifestaciones, siguiendo la línea de Lutero en el Paraíso. (2008): “La figura de Martín Lutero en América Latina fue construida durante un largo periodo de tiempo en la perspectiva historiográfica y teológica. La forma en que se ha retratado a Lutero en esta región ha derivado principalmente de las fuentes producidas por las élites y los sigue

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Lutero antes de la dieta de Worms, Anton von Werner (1843-1915)

escasos letrados. En la mayor parte de este período fue moldeado por el interés de la Iglesia católica. La forma en que fue interpretada su figura varió a través de los siglos: luego de ser considerado durante mucho tiempo como “emisario del mal”, posteriormente se definió como un “genio religioso cuya vida y obra cambió los rumbos de la cristiandad y de la Iglesia” (Sabino Sola). Con esos trabajos, Mayer continuó la tradición de su maestro Juan a . Ortega y Medina, quien desde la década de los cincuenta del siglo pasado abordó las diferencias profundas entre protestantismo y catolicismo (Reforma y modernidad). De manera similar, desde el ámbito de la filosofía, José Luis L. Aranguren esbozó sus ideas en dos de sus obras principales: Catolicismo y protestantismo como formas de existencia (1952) y El protestantismo y la moral (1954), en las que, sin dejar de reconocer algunas de las múltiples aportaciones de la Reforma, no renuncia a criticar rotundamente varios de los elementos que vio como negativos, en la misma línea de Marcelino Menéndez y Pelayo, quien con su Historia de los heterodoxos españoles (1880-1882) marcó a toda una generación de estudiosos católicos españoles. Otra voz de la época, al respecto, Miguel de Unamuno, sería identificado como simpatizante del protestantismo por sus afinidades con autores como Søren Kierkegaard, a quien se consagró intensamente. Octavio Paz bucearía también en esas aguas en un amplio arco que va desde El laberinto de la soledad hasta muchos de sus escritos de los años ochenta recogidos en Tiempo nublado (1983), subrayando constantemente la importancia de la Reforma protestante en el origen de Estados Unidos, a diferencia de los países latinoamericanos, herederos directos de la Contrarreforma, con las consecuencias políticas y sociales que podían esperarse de esa influencia tan directa para los segundos: una escasa disposición para la crítica estructural y para la democracia: “Desde su nacimiento, la América sajona fue una utopía en marcha. La española y la portuguesa fueron construcciones intemporales. En uno y otro caso, anulación del presente. La eternidad y el futuro, el cielo y el progreso niegan al hoy y a su realidad, a la humilde evidencia del sol de cada día. Y aquí termina nuestro parecido con los sajones. Nosotros somos los hijos de la Contrarreforma y la Monarquía universal; ellos, de Lutero y la Revolución industrial. Por eso respiran con facilidad en la atmósfera enrarecida del porvenir. También por eso están mal instalados en la realidad” (“Literatura de fundación”, 1961). Enrique González Pedrero, con esa misma orientación, escribió: “Reforma y Contrarreforma son, pues, los puntos clave para abrirnos y explicarnos menos el mundo de ayer cuanto, sobre to-

do, al mundo de hoy. El protestantismo ayudó a los pueblos que lo adoptaron a desplegar capacidades y vocaciones que ya tenían […] En cambio los pueblos del sur continuaron en esplendor y la brillantez de la Iglesia” (“Reflexiones barrocas”, 1990). El desarrollo más reciente sobre la necesidad de hablar en plural de estos movimientos tan diferenciados en muchos de sus aspectos, aun cuando compartían elementos comunes, es relativamente reciente. Siguiendo con autores de habla hispana, conviene incluir los trabajos de Teófanes Egido, especialista en Lutero (suya es una edición de Obras, 1977) e historiador de amplias miras de los protestantismos iniciales. En Las reformas protestantes (1993) explicó muy bien las causas y el sentido de esta nueva taxonomía: “No creemos preciso justificar que Lutero, su ruptura y los conflictos que la acompañaron ocupen el primer mayor espacio ni que su proyecto y su Reforma se encuadren en el ambiente que los explica. Pero el protestantismo no fue sólo luterano: en un Estado singular, de muy segundo orden político pero relevante en el humanismo, como era la Confederación Helvética, se formaría el modelo llamado a dinamizar la Reforma con capacidades que faltaron al luteranismo. Reforma y siglo xvi son incomprensibles si se olvida lo acontecido en Inglaterra partir de Enrique viii : aunque con reservas, porque el anglicanismo tuvo poco de protestante en sus fases más animadas, es una exigencia histórica insistir en su personalidad”. Sobre los movimientos anabautistas, siempre marginados en los grandes recuentos, señaló: “Fueron los radicales, inclasificables por su personalismo esencial, perseguidos por todos y que originaron las utopías, inviables en aquellas condiciones, empeñadas en la transformación, en la revolución social.”

LUTERO Y LA MODERNIDAD, UN DEBATE INTERMINABLE

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egado él mismo para asumir la incipiente modernidad que se asomaba para modificar definitivamente el rumbo de la fe cristiana y de la historia en su totalidad, Lutero se veía como un ente extraño al momento de percibir que, finalmente, había contribuido al surgimiento de la pluralidad y del enorme abanico que formarían las iglesias ya “protestantes” después de él. El eco de su labor se percibe con toda claridad en sus continuadores: Ulrich Zwinglio (su colega suizo, rival acérrimo en el tema de la Eucaristía), Thomas Müntzer (con quien escenificó el desencuentro trágico de la Guerra de los campesinos), Martín Bucero (quien lo conoció y escuchó en Heidelberg en 1518), Juan Calvino (con

quien nunca se encontró, pero a quien dio el espaldarazo para su mítica y paradójica labor en Ginebra), Felipe Melanchton (su sucesor directo y a quien se acusó, adentro del luteranismo, de falsear sus enseñanzas), Heinrich Bullinger (heredero de Zwinglio en la Iglesia reformada de Zúrich) y Menno Simons (uno de los padres del anabautismo, el mayor dolor de cabeza para católicos, luteranos y reformados), entre otros. La relación de Lutero con la modernidad fue explicada brillantemente por Ortega y Medina: “Creemos que en la Reforma está la clave de la Modernidad; en la cual […] aun nos encontramos los pueblos hispánicos, no por casualidad ni por cortedad de luces […] No será pues, ocioso añadir, que en la Reforma está la llave de la Antimodernidad hispánica.” Otro analista español, José Jiménez Lozano, libre ya de las trabas dogmáticas, describió con especial lucidez las grandes líneas del pensamiento renovador protestante: “…luteranismo significa que el hombre debe aceptar los límites de la condición y de la existencia humanas y destruir todas las engañosas esperanzas en las salvaciones de sí mismo que puedan prometerle la ciencia, las ideologías, los credos políticos y sus praxis, o las transformaciones económicas y sociales, o las religiones que brindan garantías absolutas; pero que, sobre todo, debe destruir su seguridad en sí mismo, que, como Narciso, se revela ahora de modo muy específico en la complacencia en el poder tecnológico y en todas las otras autosatisfacciones que arrancan a ese hombre el sentido de su finitud y sus limitaciones” (El País, 8 de noviembre de 1983). Aunque para muchos hablar de la Reforma como movimiento, y del protestantismo como conjunto actual de iglesias o confesiones, luego de cinco siglos de Reforma y de protestantismo en el mundo, no significa lo mismo, existe una relación profunda entre ambas realidades. La continuidad y discontinuidad evidentes que se encuentran entre ellas permite que, incluso por contraste con algunas de sus consecuencias, se pueda apreciar la importancia de ese movimiento hasta nuestros días. Todo ello debido a que, tal como escribió Samuel Segura: “La redacción y publicación de Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum, popularmente conocido como ‘Las 95 tesis’, convulsionó a Europa por los siguientes dos siglos. A través de guerras confesionales entre reinos y principados, se gestarían principios y normas que hoy en día forman parte del canon de la conducción de las relaciones internacionales. Pero la denominada reforma protestante también vendría a cimbrar las relaciones sociales en Europa y, más allá, abriendo paso a la modernidad” (“Martín Lutero y el cambio social”, Nexos, 12 de enero de 2017)


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Javier Bustillos Zamorano

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Lareunión

ESCENA 1 (Sala de juntas del Búnker, en los sótanos de la embajada estadunidense. Un militar y un funcionario de esa legación diplomática observan, impacientes, la discusión que dos empresarios nacionales tienen con el Presidente, el Secretario de Gobernación y un diri­g ente del partido oficial. Son las tres de la madrugada.) PRESIDENTE : …es que no era la forma, Juan (se dirige al EMPRESARIO 1 ). Vargas no tenía por qué haberlo hecho y menos frente a los embajadores acreditados, jamás me consultó nada. EMPRESARIO 1: ¿Y por eso le ibas a pedir la renuncia? PRESIDENTE : No, bueno, yo nada más… EMPRESARIO 1 : Respóndeme, ¿le ibas a pedir la renuncia? PRESIDENTE : Bueno… MILITAR : (En inglés) al grano, vayamos al grano. EMPRESARIO 1 : El licenciado Vargas hizo lo que nosotros le ordenamos porque tú te estabas tardando. PRESIDENTE : Perdón, Juan, pero nuestros tiempos políticos no son como los de ustedes los empresarios; habíamos acordado que sería el 3 diciembre y por medio del partido. DIRIGENTE : Si me permite, don Juan… EMPRESARIO 1 : Estoy hablando con el Presidente. DIRIGENTE : Es que… EMPRESARIO 1 : ¡Que se calle, cabrón! ¡No abra la boca si no se le pide! MILITAR : (En inglés) No perdamos más tiempo, por favor. EMPRESARIO 2 : (Ataja con un ademán amable la intención de hablar del Presidente) Francisco, no nos interesa saber si es verdad o no, pero tenemos información de que querías madrugarnos con la designación de Manuel como candidato (señala con la mirada al Secretario de Gobernación). PRESIDENTE : No… EMPRESARIO 2 : No nos interesa si es cierto o no. Lo importante es que ya hay un candidato que es el doc-

tor Miled. Te pido que nos coordinemos para ayudarlo a ganar, ¿sí? SECRETARIO DE GOBERNACIÓN : ¿Me permiten?... EMPRESARIO 1 : ¡Ah! y el licenciado Vargas se queda en el puesto hasta terminar el sexenio; no te metas con él. (Mira al Secretario de Gobernación) Dime. SECRETARIO DE GOBERNACIÓN : La información que les dieron es falsa, don Juan. EMPRESARIO 1 : ¿Falsa? ¿Y esas pinches encuestas que te ponían en primer lugar? SECRETARIO DE GOBERNACIÓN : Fueron los medios… EMPRESARIO 1 : No nos insultes con esa pendejada, Manuel; todo fue pagado por este cabrón (señala al dirigente del partido) tenemos copia de las facturas; grabaciones donde éste da órdenes para que se te haga campaña. FUNCIONARIO DE LA EMBAJADA : Señores, por favor, ese asunto pueden arreglarlo ustedes más tarde. Centrémonos en el tema principal. El doctor Miled será el próximo presidente porque ese fue el acuerdo entre mi gobierno, los organismos financieros interna­ cionales y ustedes. Creo que no hay ni debe haber discusión al respecto. Pasemos a las acciones concretas, ¿les parece? EMPRESARIO 1 : Mañana temprano, el doctor Miled te presentará su renuncia al gabinete y dará a conocer públicamente su candidatura, ¿entendido? PRESIDENTE : Pero… EMPRESARIO 1 : ¡¿Entendido?! (El Presidente asiente con la cabeza) Tú (al dirigente del partido) prepara a tus sectores para que, mañana mismo, sea proclamado; a ver cómo le haces, pero lo quiero como candi­ dato único en una semana. Y tú (al secretario de Gobernación) arreglas todo para que aparezca en encuestas lo más pronto posible. Lo quiero en todos los medios y con trato preferente desde mañana. MILITAR : (En inglés, al EMPRESARIO 1 ) ¿Qué hay de los rusos?

EMPRESARIO 1 : ¿Qué averiguaron de los rusos? SECRETARIO DE GOBERNACIÓN : Todavía nada, tengo

trabajando a todos, en coordinación con inteligencia militar. (El militar estadunidense le dice algo en inglés al funcionario de la embajada). FUNCIONARIO DE LA EMBAJADA : Nuestro gobierno tiene información de que hubo contactos con gente cercana al político ése de la oposición. Investiguen al empresario que anda con él. Hay una mujer que parece ser el enlace principal, pero no tenemos la certeza de quién es. La próxima semana será usted citado de nuevo; esperamos que ya tenga datos duros, señor secretario. MILITAR: (Al presidente) Usted… ah… dijo Comando Norte que… ya está… ah… ¿ley de militares mexicanos? PRESIDENTE : Sí, eh… estamos buscando un entendimiento con legisladores de… MILITAR : No espera más. Ya, ahora. EMPRESARIO 2 : Urge eso, Francisco; las cosas, como tú sabes, se van a poner muy difíciles, luego de las elecciones. La ley de seguridad debe salir a más tardar la próxima semana. No más tardanzas, ¿sí? PRESIDENTE : Bueno, es que no depende enteramente de… EMPRESARIO 1: ¡No simules con nosotros, Francisco! ¡Ya estamos hartos de tus pretextos! MILITAR : Nosotros cuenta con pruebas de… malos pasos de ustedes; graves malos pasos. Nosotros dispuestos a, como se dice… EMPRESARIO 2 : No creo que sea necesario llegar a ese extremo, ¿verdad, señor Presidente?

ESCENA 2 (Once de la mañana del día siguiente; conferencia de prensa en la residencia oficial) PRESIDENTE : Quiero informarles que esta mañana recibí la renuncia de…

Compartiendo trayecto, Antonio Helguera


Leer Contextos jurídicos en clave de derechos humanos, Ricardo Tapia Vega, Eduardo Oliva Gómez (coordinadores), Ediciones Eternos Malabares/ Escuela de Derecho Posgrados y Práctica Jurídica, México, 2017.

17 de diciembre de 2017 • Número 1189 • Jornada Semanal

Para una cultura jurídica RICARDO VENEGAS

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ste volumen compila una serie de ensayos jurídicos de alta calidad académica, y con él se da inicio a una colección que tiene por objeto mostrar la producción de conocimiento científico forjado en la Escuela de Derecho Posgrados y Práctica Jurídica. Coordinado por los doctores Ricardo Tapia Vega y Eduardo Oliva Gómez, esta colección ha integrado un comité editorial permanente con prestigiados profesores de esa casa de estudios y de otras universidades del país y extranjeras, y cuenta con el aval de dictaminación arbitral de calidad de un par académico internacional. En cuanto a contenido, presenta temas de frontera en el ámbito de los derechos humanos y posiciona a la universidad editora no sólo como formadora de profesionistas de alta calidad, sino como referente de investigación jurídica. Como lo menciona en el prólogo el maestro Fernando Vázquez, rector de la institución, la obra “sirve a la enseñanza de la Ciencia Jurídica, ya que, perfectamente, puede ser utilizada en el aula de clase para formar futuros juristas y actualizar en su conocimiento a quienes ya lo son, permitiendo, a

Fe de erratas Por un lamentable error, en la pá‑ gina 16 del número 1188, el artículo “Aldous Huxley y España”, de Ricardo Bada, presenta dos datos inexactos. Donde dice: “conmemoró el 44 aniversario” debe decir: “conmemoró el 54 aniversario”. Donde dice: “A la edad de setenta y siete años” debe decir: “A la edad de sesenta y siete años”. Ofrecemos una disculpa a nuestros lectores.

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

quien desconoce la asignatura, acercarse a ésta y comprenderla cabalmente, además de dotar a los jóvenes estudiantes de los elementos necesarios para conocer y manejar, con precisión, la terminología jurídica de la materia de derechos humanos. Desde la perspectiva del docente, el libro tiene una gran virtud: es un magnifico apoyo tanto para la preparación de la clase, como para su exposición, en virtud de que los temas se presentan y desarrollan de una manera tan lógica, que permite, de una rápida revisión, conocer qué tópicos deben ser analizados en el aula y en qué orden, además de los ejemplos apoyados en la más reciente doctrina y jurisprudencia nacional e internacional”. Ediciones Eternos Malabares presenta este volumen como el primero de sus tomos de la colección Antologías de Derecho, Criminalística, Criminología y Educación. En coedición con la prestigiada Escuela de Derecho Posgrados y Práctica Jurídica, los ensayos aquí presentados son producto de la investigación y la experiencia de académicos interesados en compartir sus conocimientos y en proponer nuevas sendas en los contextos jurídicos en clave de derechos humanos 

Sirenalia, Javier Perucho, edición de autor, México, 2017.

Como bien apunta Laura Elisa Vizcaíno, es a “la posesión de la quimera” que Javier Perucho, desde hace tiempo y con fortuna que se envidia, dedica buena parte de su esfuerzo y su talento. La sirena, “cuya presencia ha trasegado la invención humana desde los albores de la escritura hasta la sociedad contemporánea” –en palabras irrefutables del propio Perucho–, el prodigioso ser que es mito que es metáfora que es símbolo, todo a la vez y más que eso junto, ha obsedido buenamente al también autor del microcuen‑ tario Anatomía de una ilusión (Difusión Cultural/Li‑ teratura unam, 2016), de lo cual hay constancia al menos desde 2008, cuando apareció Yo no canto, Ulises, cuento (Ediciones Fósforo/Con‑ arte, reeditado en Perú en 2016), estudio, recopilación y bibliografía a cargo de j.p., cuyo subtítulo es revelador al respecto: “la sirena en el microrrelato mexicano”. En su calidad de especialista por partida doble –en microficción y en sirenología–, Perucho ha urdido este conjunto de brevedades donde la sirena se asoma, desaparece, reaparece y ora es poseída, ora extrañada, otras veces abandonada, reclamada, pero lo mismo poetizada, explicada, definida… Ilustrada por Mario Escoto, esta Sirenalia emana un olor a marisma a la hora de leerlo, acto que por cierto no puede realizarse sino con la sensación de ser parte de la tripulación de Ulises.

@JornadaSemanal

La Jornada Semanal

EN NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO

CUENTOS PARA NAVIDAD

Abascal, Campos, González, Kurz, Ogarrio, Téllez, Toledo, Tovar, Valle

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Jornada Semanal • Número 1189 • 17 de diciembre de 2017

Arte y pensamiento

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MONÓLOGOS COMPARTIDOS francisco torres córdova

LA OTRA ESCENA miguel ángel quemain

ftorrescordova@gmail.com

quemainmx@gmail.com

PLEGARIA DEL ENFERMO TERMINAL

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e un sueño que no era, abro estos ojos que no eran. Son otros que me nacen poco a poco y ahora me miran serenos y severos, desde mis pies desnudos, en el dorso de mis manos, el suave caracol de mis oídos o las líneas que me

cifran en las puntas de mis dedos, por encima de mis hombros de frente al espejo circular en que me encuentro. Aquí sigo y parpadeo. Están las cosas en su sitio y yo en el mío todavía, oscilando delicado mi equilibrio. Es la hora quieta de la casa, tendida en la cálida penumbra que suelta la mañana y la noche recoge en la ventana. Oigo el silbido de mi aliento en el portal de su más íntima distancia, la gota que resbala brillante por la sonda, el fuelle que dilata mis pulmones y reseca mis labios y mi lengua y me silencia, a veces una tenue resonancia de mí en alguna parte aún mía que me queda, mi tardo corazón trastabillando, la textura que era de mi voz, la reciente ironía de mi risa. En esa brevedad, en ese residuo que me crece en todo el cuerpo un cuerpo desmedido, desatado a su deriva, estoy presente sin resquicios ni fisuras ni refugio y todas mis edades se acumulan, condensan mis años en instantes y el instante se hunde en mi conciencia y luego se ovilla y me somete, me deforma. De pronto entonces, sin medida ni advertencia paulatina si valiera, de nuevo levanta sus murallas la fatiga, la inmensa altura de su sombra que me curva, el ruido de su enjambre ya erizado en mi cabello. Y sin embargo sigo aquí y muevo estos ojos que no eran y me miran. Sé que no es vejez el mal que me avejenta, que concentra y arrebata mis sentidos, que trastorna el agua inicial de mis entrañas y retumba palmo a palmo en mi persona; del llanto a los tendones, del plasma al pensamiento, del esmalte de los dientes al calor de la palabra ocupa todos mis espacios, cancela su antigua inteligencia y así me vierte en la llanura blanca vasta lisa seca roja sola dura cruda pura del dolor. Así la vida ahora, digo, más y más de cosa rota y temblorosa, asida apenas a unas hebras de su luz, dislocados sus acentos, la esperanza desprendida del blando mineral de la memoria. Cada vez menos el aroma del café, el relumbre de las voces afuera en el pasillo, el escándalo de niños en los patios de la tarde, el trazo de una rama tibia en la ventana o la noble cabeza de Argos dormido en el rincón. Ya no más el gusto primario de un bocado de la infancia, la sed cumplida a tragos llenos, el ocho infinito de las bocas en un beso o la clara soledad humana en duermevela. Ya no si me atosigan el alma los gritos de mi cuerpo y me separan y extravían, si ya no distingo lo que era en lo que soy, el roce inútil de mis huesos con la nada. Aquí donde sigo y parpadeo estos ojos nuevos que me miran ahora sin astucias ni remilgos entonces me resisto. Y digo: que no me colmen electrodos, agujas e instrumentos los brazos, las ingles y la boca; que no me taje el vientre o la columna vertebral el vano afán de un escalpelo. Que mi tacto reconozca mis contornos y me lea, y el último deseo que me vive no se pierda en el delirio. Que no me alcance la lenta y minuciosa tiranía de los signos vitales por consigna o protocolo de dioses distraídos y leyes temerosas. Que nadie toque la elección de mi letargo. Que la vida asista al fin a su acto más desnudo, de acuerdo conmigo y de la mano de mi cuerpo presente todavía y no atrapado y abolido en el denso sudor de su desahucio 

TESTIMONIOS Y REFLEXIONES SOBRE LA ESCENA INFANTIL

E

N EL CUADERNO de exploración teatral (Cuadernos de ensayo teatral, 34, Paso de Gato) hay varios testimonios de obvia visión fenomenológica de una experiencia escénica que no se tamiza bajo un orden teórico, sino en la alternancia con los textos más técnicos y teóricos. El testimonio de Berta Hirtiart permite observar el pensamiento de un creador en el momento mismo de actuar y asociar sus intelecciones desde un mirador autorreferencial. El título de su indagación (¿autobiográfica?) es, simplemente,“Testimonio”. Es de observarse que la actividad teatral que se realiza en la escuela define la participación futura de la niña Hiriart, quien se convierte con el paso de los años en un gestor y difusor de la actividad teatral, particularmente en contextos donde el teatro tiene una función terapéutica en lo individual y lo colectivo. Desde un espacio civil se suma a la tarea de ir a Erongarícuaro, Michoacán, para ofrecer “vivencias formativas que en general no brinda la escuela”. La experiencia que transmite consiste en referir la emoción de la creación cotidiana en colectivo, la dramaturgia a muchas manos y, finalmente, su tránsito a la puesta en escena sin que la representación sea una meta de codicia, un punto de llegada, sino únicamente parte de un proceso que continúa sin que alguno de los momentos sea el privilegiado para la alegría de crear. El texto que refiero, tengo que advertirlo, es en apariencia de una enorme simplicidad, parece un relato autobiográfico sobre la importancia, la belleza y la vitalidad de participar en un proceso creador colectivo que se llama nada menos que teatro. Son cuatro páginas que podrían equivaler a una cuartilla, pero lo que me interesa destacar aquí es la capacidad sintética para describir cómo se gesta un objeto estético sin importar sus cualidades o trascendencia. Lo importante es cómo surge ese objeto de los procesos que conducen a su consolidación. Lo primero que se debe hacer es dejar fluir sus orígenes, que pueden venir de un relato, de un suceso de orden histórico, una leyenda, un mito o de una improvisación sobre “un tema o asunto”. En ese espacio creativo lo que se requiere es un guía que tenga la solvencia suficiente para proponer sin tregua opciones, buscar alternativas y “colaborar en las decisiones finales”. Fascina la simultaneidad de tareas que permite ver la viveza y simultaneidad de acciones que exige lo teatral, como ninguna otra de las artes (piénsese en la música, la plástica, la creación literaria: nada semeja a lo escénico). Por ejemplo, a la par que se imagina el mundo verbal con sus originalidades y al mismo tiempo con lo manido de sus contenidos y temas universales, los temas de siempre, se transita también en la elección de la escenografía, la utilería y vestuario, mientras a un tiempo también se coloca la voz, se exploran las corporalidades en sus coreografías y sonoridades. Son territorios de enorme complicidad, donde nada que pase por la interioridad creativa de cada quien, se calla en el colectivo, a condición de aislarse, de no encontrarse y descubrirse (palabra clave en el mundo de Berta Hiriart) en el conjunto que también manipula máscaras, títeres, juegos de luz y sombra. Todo es sensualidad y modelaje de esa subjetividad tan particular de lo teatral. Como sucede con la cocina, lo mejor y más nutritivo es lo que está a la mano. Hay que aprender a descubrir que el lugar más oscuro está debajo de la lámpara y hay que aprender a mirar a nuestro alrededor:“todo lo que usábamos para la producción se encontraba al alcance”. Al alcance también los otros. Aquellos que nos reubican, los maestros y los artistas invitados que amplían el horizonte de la interpretación y que se ofrecen como un extraordinario espejo que nos devuelve lo que somos, aumentados o simplificados, siempre enriquecidos. Pocos espectadores se dan cuenta de que una de las mayores tareas implicadas en el hecho escénico es la lectura, ésa que se realiza en corrillo, transformando el texto en una estafeta que pasa de mano en mano, dando a la voz y la concentración un papel de alta exigencia mnemotécnica y expresiva que conduce a la alternancia de personajes, al sorteo de esas vidas con las que temporalmente se identifica el participante. Aquí nuevamente el guía tiene que rifársela para conseguir textos teatrales: “leíamos pocos textos dramáticos, pues en los años ochenta se publicaba muy poco teatro para niños”. No concluyo, me detengo aquí para explorar después los vínculos entre teatro y narrativa en esta exposición que gloso con gran placer 


Arte y pensamiento

17 de diciembre de 2017 • Número 1189 • Jornada Semanal

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EL FUTURO, LA ESPERANZA Y EL AEVUM

CASA SOSEGADA javier sicilia En los ríos, al norte del futuro, tiendo la red que tú titubeante cargas de escritura de piedras, sombras.

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Paul Celan

A NOCIÓN DE FUTURO en las lenguas fue tardía. Se expresaba en otras épocas, como posibilidad o deseo, en el optativo o el subjuntivo. Su aparición generó una nueva percepción del tiempo que tiene dos caras; una negativa: la convicción de que podemos dominar lo que sucederá y que somos dueños de nuestra historia. En nombre del futuro se han hecho guerras, revoluciones, y se han levantado cadalsos; en su nombre también se han producido las grandes catástrofes del Progreso. La otra es positiva y tiene que ver con la esperanza. Sin la idea de un mañana, los seres humanos, en circunstancias de terror y decepción, no podríamos sobrevivir. La certidumbre de que algo bueno vendrá –una certeza que sólo puede tener sentido por la presencia precisa del futuro en la lengua– permitió a seres como Víctor Frankl y a otros muchos sobrevivir al infierno de Auschwitz, y a Paul Celan vislumbrar la posibilidad de la vida “al norte del futuro”. La resolución de continuar viviendo, cuando todo en nuestra historia es atroz, sólo pudo originarse en la noción de un porvenir, de que el hombre, como lo decía Nietzsche, “es un animal no determinado, todavía no completamente ubicado” en el tiempo. “No habría historia individual ni social –escribe agudamente Georges Steiner– sin las siempre renovadas fuentes de vida que brotan de las proposiciones en futuro.” Probablemente esas proposiciones sean una mentira, la

“mentira de la vida”, como llamaba Ibsen al futuro –¿quién, que no esté poseído por la soberbia de la futurología, de los tecnócratas del Progreso o de los fanatismos religiosos, podría afirmar de manera absoluta que habrá un mañana mejor en la historia?–, pero sin esa dinámica compleja de anticipación, de voluntad de vivir hacia adelante, de esa ilusión consoladora de que es posible un mañana mejor, probablemente la salud psíquica y biológica de la humanidad estaría rota, a punto de acabar con nuestra especie. Es precisamente la noción de futuro, estrechamente tejida a nuestra sintaxis, la que permite al ser humano mantener una resistencia tenaz frente a lo irremediable, a veces más allá de su propia conciencia; es ella también, en lo que guarda de esperanza, la que nos permite, en los momentos más hondamente oscuros de nuestra existencia, cuando sentimos que la única salida es la desesperación y el suicidio, salir a la superficie.“Si éste no fuera el caso –dice Steiner–, si nuestro sistema de tiempos

verbales fuera más frágil, más impenetrable y filosóficamente menos sólido en su final siempre abierto, tal vez no seríamos capaces de durar.” Gracias al futuro los seres humanos podemos, incluso, si no olvidar, sí, al menos, relativizar la condición absoluta de nuestra propia muerte y estar abiertos a una grata sorpresa, a una promesa de que algo nuevo y pleno en su bondad y su felicidad nos aguarda en el momento inexorable del final. Hay, sin embargo, un tiempo que la estructura de nuestras lenguas olvidó, un tiempo que pertenece a la espiritualidad profunda. Tomás de Aquino lo llama aevum. No el tiempo presente, tampoco el del pasado ni el del futuro, sino el del aquí y ahora. Para explicarlo, Iván Illich recurrió a una metáfora de Petrus Hispanus –un espiritual del siglo xiii que escribió un manual de lógica llamado Tractatus, fuente de inspiración del Tractatus, de Wittgestein. Los seres humanos, escribe Illich recordando a Petrus,“estamos sentados sobre el horizonte, es decir, sobre una línea que pasa entre nuestra nariz y nuestra espalda. Una parte de nosotros está sentada en el tiempo, la otra en el aevum”. Ambas están sostenidas por el amor, sin comienzo ni fin, un tiempo donde el futuro dejó de existir porque su salud está presente en la experiencia misma del amor, un tiempo que rompe el cronos en el que transcurrimos y que, a falta del aevum, el futuro hace habitable. Sin el aevum y sin el futuro, nuestra vida en el cronos se marchitaría como la vida de los condenados al infierno que describe Dante en su canto x : “enteramente muerto estará nuestro saber cuando del futuro quede cerrada la puerta”. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar, a las autodefensas de Mireles y a todos los presos políticos, hacer justicia a las víctimas de la violencia, juzgar a gobernadores y funcionarios criminales y refundar el ine 

Grabado de Gustave Doré

BIBLIOTECA FANTASMA Eve Gil

C

ADA CIERTO TIEMPO tengo que admitir que no me conozco tan bien. Y no crean, hago el esfuerzo. He estado en psicoanálisis desde antes de los dieciocho años y hasta hace relativamente poco. Este larguísimo trayecto en el diván (o en el sillón, porque el diván no se me da: siempre sospecho que el analista se está limando las uñas mientras lloro amargamente) ha tenido todo tipo de altibajos. Depresiones, euforias, enamoramientos, pleitos de toda laya con la familia, un divorcio –para el que hubo dos sesiones de terapia de pareja que no hicieron más que acelerar un final más evidente que una pared fosforescente–, un diagnóstico de los que hacen que el tapete se mueva solito y decisiones de todo tipo. La transferencia no siempre se ha dado, pero cuando ha sucedido he experimentado el análisis como un aprendizaje pasional; también tuve épocas en las que me ponía todo tipo de pretextos para no ir y terminaba por elegir el desembolso a estar sentada enfrentando mis asuntos. He padecido épocas de una ansiedad tan horrible que sólo la presencia del analista me tranquilizaba; otras en las que todo me fastidiaba y me preguntaba cómo era posible que yo le pagara a alguien a cambio de aburrirlo con mis tarugadas. Les digo: comencé al final de la adolescencia, así que imagínense la cantidad de metidas de pata personales y laborales que he aireado en el sillón del analista. Sé que algún día he de volver. No sé cuándo, pero soy carne de diván, casi una argentina (Argentina es el país del mundo con más psicoanalistas: uno por cada 645 habitantes). De algo estoy segura: la gente sí cambia, pero tiene que estar convencida de que quiere hacerlo y echarle todas las ganas. Fue en el análisis que me di cuenta de esto. También de que la terapia de grupo es una maravilla, pues pocas cosas son más dañinas que creerse original. El grupo acaba

CARNE DE DIVÁN con ese espejismo en tres sesiones. También pasa que uno se aburre de sí mismo. Después de todo, los demás son más interesantes y variados. Generalmente me acuerdo de los sueños: se lo debo al análisis, aunque ya no creo mucho en la interpretación. Un amigo psiquiatra me dijo que los sueños son como un caldo que tiene como ingredientes lo que procesamos en el día, lo que vimos, lo que nos preocupa, lo que pensamos. Me sonó mejor que la interpretación psicoanalítica a la que estaba acostumbrada, con la que siempre terminaba por concluir que mi infancia fue una catástrofe. Antes creía que los lapsus revelaban la verdad, ahora creo que a veces señalan asuntos ocultos, mientras que en ocasiones no son más que una simple equivocación. Jamás de los jamases he tenido envidia del pene. Pero no desdeño, ni mucho menos, descubrimientos del análisis que hasta son parte de nuestro lenguaje cotidiano. Hay una analista a la que le debo la vida: m . g . Hay otro montón de analistas a los que les debo una que otra revelación y a quienes pagué sumas que, ahora sospecho, me caerían de perlas. He hecho una cuenta que me amarga: con lo que he gastado en psicoanálisis ya hubiera podido dar el enganche de un departamento. Cuando le comenté este hecho a una psicoanalista me respondió con alarma que no me quejara, ni pensara en abandonar el tratamiento; que me estaba construyendo a mí misma, asunto tan importante como la casa. Ha de ser verdad.

Pero esa construcción que es mi yo, está llena de pasadizos secretos que conducen hacia mazmorras llenas de sapos, culebras y tarántulas y, con menos frecuencia, a jardines en los que florecen nardos y rosas. No me conozco y lo admito con cierto desánimo. A últimas fechas, menos. Me sorprendo de mal humor por cosas que antes me importaban un rábano, o carcajeándome con chistes que antes me hubieran dejado fría. He echado mano de reservas insospechadas de aguante y otras más de mal humor. También me sorprenden repentinas efusiones de simpatía por personas que apenas conozco y de odio purísimo por otras que sólo he visto en foto. (El odio, hasta ahora, está reservado para gente a la que jamás le he hablado y son todos políticos, delincuentes o las dos cosas al mismo tiempo). Entre mis cambios recientes he descubierto un desánimo nuevo. Se lo atribuyo al estado del mundo. Una parte de mí considera burlonamente esta hipótesis. ¿Cuándo ha estado bien el mundo? Otra parte mía mira la cifra de muertes de 2017 y le dan ganas de ir corriendo al consultorio del psicoanalista y meterse debajo del diván 


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Jornada Semanal • Número 1189 • 17 de diciembre de 2017

Arte y pensamiento

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BEMOL SOSTENIDO Alonso Arreola @LabAlonso

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ROSSINI: DE BUGS BUNNY A LOS CANELONES CON FOIE GRAS

PRIMERO UNA LOCIÓN sobre la calva enorme. Luego el masaje coordinado a ritmo de las cuerdas (tarararara, tarararara, tarara, tarara). Manos y patas en la testa preludiando una ensalada multicolor –literalmente hablando– que, limitada por la espuma de rasurar, comienza a mezclarse con dos cucharones acompasados por la orquesta entera. Claro: es Bugs Bunny aprovechándose de un Elmer Gruñón aturdido, entregado a una secuencia infinita de maldades hilarantes. ¿Cómo olvidar esa mítica animación cuando escuchamos la obertura a El barbero de Sevilla (rebautizada por la Warner Bros. como The Rabbit of Seville hace casi siete décadas)? Melodrama lúdico, la famosa ópera que tributa el simpático conejo sucede –ya con cantantes de carne y hueso– a través de dos actos en que los disfraces, la picardía popular y la ingenuidad del siglo xviii (aunque fue estrenada en el xix) se combinan dando como resultado una comedia de enredos ligera, potenciada por la extraordinaria música de Gioachino Rossini (1792-1868). Basada en el guión homónimo de Pierre-Augustin Caron Beaumarchais, también autor de Las bodas de Fígaro y El otro tartufo (musicalizadas por Mozar t y Milhaud, respectivamente), El barbero… tiene momentos arquetípicos del bel canto que, ¡albricias!, sonarán de nuevo en México como parte de la celebración por el 150 aniversario luctuoso del compositor italiano. Conducida la Ofunam por Massimo Quarta –director artístico que recién cumple un año a su cargo–, la obertura de dicha obra ocupará el aire de la Sala Nezahualcóyotl los días 13 y 14 de enero en un inicio de temporada que también ofrecerá entradas a La cenicienta, Guillermo Tell, La escalera de seda, La urraca ladrona y Semiramis. El programa para ese fin de semana contempla, además, Los la-

tidos, de Paganini, con el propio Quarta como solista al violín, lo que suscita mayores deseos de asistencia. Auténtico hacedor de hits, Rossini supo situarse en lo más alto del género operístico antes de cumplir los treinta años de edad. Esto le valió respeto unánime y un séquito de imitadores. Considerado precursor de un estilo que llevaba al extremo las posibilidades vocales (vibratos, legatos, trinos), cimiento para el clímax ulterior de Bellini y Donizetti, socialité en París y Madrid, amigo de poderosos y ambicioso de altos vuelos, su biografía tuerce por caminos extraños cuando, en la cúspide de la madurez y el éxito artístico, renuncia a la música en pos de una existencia signada por los placeres y la usura. Algo sin precedentes para un compositor de su talla y que en últimos años ha sido bien documentado por uno de los mayores expertos que a nivel mundial hay sobre su figura. Nos referimos al catedrático mexicano Hugo Barreiro Lastra, profesor adscrito al Departamento de Música de la División de Arqui-

tectura, Arte y Diseño ( daad ) del Campus Guanajuato, quien ya recibió reconocimiento en la Universidad Autónoma de Madrid por su trabajo analizando la influencia de Rossini en la ópera española. Gracias a investigadores como él, decíamos, hoy sabemos que el nacido en Pésaro supo transitar diversas vías exitosamente, aprovechando su carisma y genialidad. Una de ellas fue, por supuesto, la de bon vivant. Se dice que a su mesa parisina llegaban personalidades con distintos títulos nobiliarios, así como destacadas figuras del plano intelectual. De Gustave Doré a Alejandro Dumas pasando por Giuseppe Verdi, entre otros, todos se veían convidados por el compositor y su amigo el chef y arquitecto francés Marie-Antoine Carême, quien le ayudó a perfeccionar, entre otras recetas, la de los cannelloni Rossini. Así es, lectora, lector, hablamos de un plato que perdura en el paladar global por la fusión que implica entre la comida italiana y la gala. Son canelones rellenos con paté de foie gras (hígado de ganso), aderezados con salsas en las que conviven la nuez moscada y la trufa. Buscando aún más nos enteramos de que su creación lo llevó a variaciones como los tournedos de res, también con foie gras. En fin. Sea como fondo para las locuras de un conejo con ojos a media asta, o sumándole calorías a la pasta italiana, o prestando dinero a duques con intereses del ocho por ciento, o destinando su herencia a la creación de un asilo para músicos jubilados, lo cierto es que Rossini transformó los sonidos del siglo xix europeo añadiéndole frescura y un virtuosismo de valor inapelable. Vayamos a escucharlo con oídos provocados por la calidad, pero también por el motor de una existencia extravagante –contradictoria a veces– en que la belleza operaba desde un egoísmo particular. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos 

Gioachino Rossini

CINEXCUSAS Luis Tovar cinexcusas@yahoo.com

E

DE CINEASTAS Y CONTRASTES

N DÍAS RECIENTES tuvo lugar un contraste que no puede uno menos que lamentar: mientras la mayoría de los medios –donde caben los ahora llamados “tradicionales”, los cibernético/virtuales, así como los cuasi personales–, especializados o no en estos temas, festinaban que The Shape of Water, de Guillermo del Toro, acaba de obtener nosecuántas nominaciones a los Globos de Oro estadunidenses, por lo cual se confirma como fuerte candidato a otras nosecuántas nominaciones al Oscar; mientras Unosyotros tácitamente considera una suerte de reivindicación nacionalista colectiva el éxito de un mexicano, y lo festeja como si se tratara de un logro suyo, y habla de eso incluso cuando ni le corresponde ni le preguntan… mientras ese triste remedo de cargada priista tiene lugar, sólo Unoqueotro se desmarca del coro balador para informar que Nicolás Echevarría fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el rubro de Bellas Artes, por su obra en conjunto; obra dedicada de manera consistente, y en palabras del propio Echevarría,“a rescatar la memoria del país, el cual es virgen en mil aspectos”. No se llame a ofensa la legión de bienquerientes de Del Toro, excelente realizador y simpática persona, que lo anterior no se dice contra el autor de Cronos –por cierto, su único filme dirigido estrictamente mexicano–, sino simplemente para deplorar que las cosas sean como se ven: en la balanza de las apreciaciones de esos bienquerientes, lo mismo que en la de todos aquellos que puedan medrar mediáticamente, siempre pesa mucho más un solo reconocimiento venido de Gringolandia que los asequibles aquí, aun si fueran todos juntos. No es casual, sino sistémico y estructural, que esos mismos corifeos sean los primeros, además de ser los más ruidosos y lapidarios, a la hora de soltarle a quien se deje Su Verdad: de acuerdo con ellos,

que al cine mexicano “le falta mucho” para ser tan bueno, digamos, por ejemplo… ¡claro!, como el que hace Guillermo del Toro. Lo mismo daría pensar, en ese caso, que al cine mexicano lo que le hace falta es no ser mexicano, así no fuese más que por los temas abordados; es decir, más allá de la comparación, inane por desproporcionada, entre las posibilidades económicas –y por ende técnicas y de producción– del cine estadunidense y el que se hace acá. Olvidan, esos jilgueros, que sin importar quién lo dirija, el cine hecho en Estados Unidos no abordará jamás un tema o personaje que no le importe o le interese, así sea de refilón, a su público; postura que, por cierto, resulta perfectamente lógica, normal y hasta saludable: he ahí un pueblo que constantemente aborda sus temas, su historia, sus mitos, su cultura en general; que se mira a sí mismo para mejor entenderse.

Cabeza de Vaca

Lo que no es lógico ni normal, y mucho menos saludable, por más colonizadas que ya estén las entendederas de Mediomundo en México, es que quienes uno supondría capaces de la ponderación y el equilibrio a la hora de hablar de ambos flancos, al final se olviden de uno a favor del otro, y que siempre de los siempres la disparidad acabe desfavoreciendo a lo local.

La construcción de La memoria Tiene toda la razón Echevarría cuando dice que “la historia de México está por ponerse en la pantalla”. No otra cosa ha hecho él, como sabe quien ha visto, entre muchos otros, los documentales Semana santa entre los coras (1973) Hikure Tame, peregrinación del peyote entre los huicholes (1975), María Sabina, mujer espíritu (1979), Niño Fidencio, el taumaturgo de Espinazo (1981), Memorial del 68 (2007) o al menos Cabeza de Vaca (1990), su mejor y más conocido largometraje de ficción que, por cierto, para volverse realidad debió pasar por una serie de avatares que sólo en México no son un disparate. No es poco lo que Echevarría ha contribuido a la construcción de una obviamente necesaria, pero no menos evidentemente mal atendida memoria audiovisual mexicana. De preferencia orientado a temas relativos a la historia en general, así como al universo indígena, este cineasta de origen nayarita comenzó hace cuatro décadas y cuatro años una labor en la que debería estar menos solo, que no tendría por qué significar un viacrucis en cada nuevo proyecto, por lo cual debería hablarse de él mucho más de lo que se habla o, si las distorsiones de percepción y la incapacidad autocrítica de Tantos no fueran el cáncer que son, al menos con entusiasmo equivalente al que le provocan la gravedad, los renacidos y las formas del agua 


La edad de la inocencia en la era Trump

ENSAYO

A

pesar de haber sido dueña de una poderosa pluma, a Edith Wharton (Estados Unidos, 1862-1937) suele recordársele sólo por La edad de la inocencia. Y no está mal: ahí puede verse el germen del clasismo estadunidense actual y su ansia de identidad, lo cual, en la era Trump, donde el representante de todo un país, votaran o no por él, se ha vuelto el principal portavoz del egoísmo, explica mucho de las maneras y expresiones de este presidente.

E l amor como Egoísmo En La edad... estamos ante la clásica historia de amor, donde el joven Archer está por casarse con la joven May, ambos de las familias encumbradas de Nueva York. Las formas de esta clase “especial” son complicadas. Desde la tela que se usa, cómo y dónde se saluda, quién puede ser visto en la calle, qué carruaje es prudente usar, hasta con quién hacer las reuniones o ir a la ópera. En medio de ese torbellino de detalles vanos aparece la prima de May, la condesa Orlenska, quien tiene todas las agravantes para no entrar en esa “escogida alta sociedad”: está separada de un noble europeo más que pillo, es elegante, es hermosísima... Sin embargo, es nieta de la matrona del clan, y bajo la protección de ésta, es recibida por la familia más influyente de ese Nueva York en donde ni siquiera se mencionan a negros, latinos u orientales. Todos son blancos, adinerados y, según sus extrañas normas de doble moral, muy educados. Si Trump leyera, le encantaría esta novela donde sólo los blancos parecen existir; si acaso, los morenos son servidumbre exótica, como la ayudante de la condesa. Además, las maneras lo son todo. No importa que los esposos sean infieles o que las esposas sean profundamente infelices, lo que importa es cumplir con ese deber marital. Incluso si la infelicidad se la han inventado las partes: “si May le hubiera comunicado sus quejas (Archer sospechaba que tenía muchas), él habría podido desagraviarla alegremente, pero estaba criada para ocultar heridas imaginarias bajo una sonrisa espartana”. Newland Archer, el joven adinerado, comprende, apenas ver a la condesa, que podría ser más feliz con ella que con la hermosa May, pero nunca se atreve a luchar por ese amor que parece compartir ella, aunque la condesa tiene más claro que una cosa es ser “aceptada” por la “aristocracia” neoyorquina y otra divorciarse y luego casarse. La única que advierte la profunda posibilidad de esa relación para la felicidad de ellos es la abuela, quien a lo largo del texto sugiere y luego reprocha suavemente a Archer no haberse casado con la condesa. Y son el egoísmo y la comodidad del muchacho su limitación: piensa que todo gira a su alrededor –como Trump– y supone que los movimientos de la condesa, incluso estando él casado, se deben a su “necesidad” de estar con él. En una sociedad donde se espera que los solteros tengan mujeres, no sucede así con ellas antes, durante o después del matrimonio. Aunque se tolera a los maridos infieles, se les desprecia: “en la rotación de cultivos había una estación aceptada para la planta silvestre, pero no debía plantarse más de una vez”.

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Ricardo Guzmán Wolffer

l a costumbrE como obligación Las tradiciones de esta peculiar sociedad abarcan no sólo la forma de vestirse (durante los primeros dos años, por ejemplo, se usa cotidianamente el vestido de boda) o de casarse (hay que recorrer las dos familias para dar la noticia con meses o años de anticipación), con quién, bajo qué formas y con el consentimiento de quiénes, sino también aspectos de reuniones sociales, incluso en lo inesperado: “no se estila” llegar temprano a la ópera; “y lo que ‘se estilaba’ o no ‘se estilaba’ representaba en la Nueva York de Newland Archer un papel tan importante como los inescrutables horrores totémicos que rigieron los destinos de sus antepasados miles de años atrás”; “una inalterable y jamás cuestionada ley del mundo musical exigía que el texto alemán de las óperas francesas, cantadas por artistas suecas, se tradujera al italiano para la mejor comprensión de públicos de habla inglesa”. En un mundo donde la forma es fondo, los verdaderos sacerdotes son los conocedores de esas “formas”, y los amigos de Newland están entre ellos: “bastaba mirarle… para sentir que el conocimiento de la ‘forma’ tenía que ser congénito en quien sabía vestir descuidadamente tan buena ropa y mover semejante estatura con tan perezosa gracia”. Y las verdaderas iglesias son las casas de los adinerados con gusto como para, verbigracia, tener un salón de baile sólo destinado para ello y usarlo una sola vez al año, con todo y sillas doradas y la enorme araña. No importa que el propietario de tal casona sea gente “peor que baja”, incluso desde la boda con una mujer de “sociedad”, y que, al final de la novela, resulte que cometió un tremendo fraude bursátil y, peor aún, que la esposa busque apoyo moral y financiero entre sus parientes más que adinerados. No obstante eso, ante los cambios sociales con ricos emergentes del comercio, los puntillosos miembros de la familia terminan por perdonar a la hija de tal pillo, cuando en otras épocas la ignominia habría sido heredada. La matrona será fea, pero es rica. “El notable incremento de carnes que la había arrollado en la edad madura, como un río de lava arrolla una ciudad condenada, la había convertido, de una mujer fuerte y activa con el pie y el tobillo bien moldeados, en algo tan vasto y augusto como un fenómeno natural.” La mirada crítica y directa de Wharton hace de esta novela una lección del submundo estadunidense que pretende tener clase pero que, en realidad, por más rituales que practique, sólo atesora el dinero y su aprovechamiento. Una radiografía que suena conocida en la era del presidente que habla sobre todo por Twitter y regularmente evidencia lo que los personajes de Wharton dirían: ser “provinciano”, todo en una enredada y profunda historia de amor eclipsado por esas peculiares costumbres, donde el divorcio era mal visto, especialmente por conllevar la pérdida de un título nobiliario europeo, tan caro para estos gringos aspiracionales; que el vivales esposo la maltratara y le quitara su dinero era detalle menor: era mujer y estaba casada 


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